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Fundamentos de las Ciencias Sociales I Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Dra. Geraldine Grajeda Bradna Guía de estudio semipresencial

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Fundamentos de las Ciencias Sociales I

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Dra. Geraldine Grajeda Bradna

Guía de estudio semipresencial

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Guía de Estudio Semipresencial Fundamentos de las Ciencias Sociales I

Presentación

Estimado Estudiante:

La presente guía de estudio ha sido elaborada por especialistas en la materia, pensan-do en usted como estudiante y fundamentalmente para apoyar su proceso de forma-ción en la carrera universitaria que ha elegido.

Como sabe el éxito en sus estudios requiere de dedicación y esfuerzo como habilidades generales pero, además, se genera desde el trabajo en el aula y la constancia así como el desarrollo de otras actividades que pueda realizar fuera de ella. En este sentido, tiene en sus manos una herramienta de apoyo didáctico para la organización y retroa-limentación de las actividades de clase.

La guía de Fundamentos de las Ciencias Sociales I, elaborada por Dra. Geraldine Graje-da Bradna, está diseñada a partir de los contenidos que se desarrollarán en su curso y plantea actividades de reflexión, análisis y ejercitación con el fin de afianzar y ampliar los conocimientos obtenidos.

Al final de la guía encontrará una hoja que deberá entregar a su Coordinador (a) Académico (a) para comentar con las autoridades y los productores sobre su experien-cia en el uso de la misma.

Es por ello que le motivamos a realizar con mucho entusiasmo cada una de las activi-dades diseñadas, lo que redundará en un mejor desempeño académico.

Licda. Miriam Colindres Directora Departamento de Trabajo Social

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Descripción Este material es un respaldo para el curso Fundamentos de las Ciencias Sociales I. Consti-tuye el primer eje teórico de la carrera de Trabajo Social a través del cual se socializa el conocimiento general acerca de las ciencias sociales, algunas corrientes de pensamiento y de sus principales precursores. También permite observar algunos debates y problemas del conocimiento. Es parte fundamental del pensum de estudios de la licenciatura en Trabajo Social, ya que la cientificidad del Trabajo Social requiere del conocimiento teóri-co y metodológico acumulado en el devenir histórico de las ciencias sociales, particular-mente de algunas corrientes de pensamiento y sus principales exponentes para que fun-damenten teórica y metodológicamente su formación académica y su disciplina en el marco de las ciencias sociales, porque este devenir va aparejado con el desarrollo históri-co del Trabajo Social.

En el presente curso se estudia a los clásicos de la Sociología como Augusto Comte, Tho-mas Robert Malthus, Charles Darwin y Herbert Spencer, así como otras corrientes que han dado diferentes explicaciones a lo que le sucede a la sociedad y han aportado metodolo-gías de abordaje de la problemática social, todas las cuales les serán de mucha utilidad para su desarrollo profesional.

Este curso se continúa en el siguiente semestre con el curso Fundamentos de las Ciencias Sociales II, en el que se continúan estudiando las principales corrientes de las Ciencias Sociales que apoyan y le dan sentido al quehacer del Trabajo Social.

Este curso se apoya especialmente en el curso de Trabajo Social I, ya que las teorías del Trabajo Social no son ajenas a las corrientes teóricas de las Ciencias Sociales. Para apoyar el desarrollo del curso se elaboró esta guía de estudio con una serie de lecturas seleccio-nadas de las cuales va acompañada por unas sugerencias de trabajo que se les recomien-da realizar para mejor comprensión de las lecturas.

OObbjjeettiivvoo ggeenneerraall Revisar las principales corrientes del pensamiento científico-social en la modernidad que fundamentan el quehacer del Trabajo Social.

OObbjjeettiivvoo eessppeeccííffiiccoo Realizar un acercamiento a la comprensión del proceso de conocimiento y la verdad en las ciencias sociales que permiten abordar la realidad social.

Contenidos mínimos 1. Proceso de conocimiento y la verdad en las ciencias sociales 2. La realidad social 3. Ciencias sociales y teorización 4. Clásicos en las ciencias sociales

4.1 Positivismo: Augusto Comte 4.2 Evolucionismo: Thomas Robert Malthus, Charles Darwin y Herbert Spencer 4.3 Pragmatismo: Charles Sanders Peirce, William James y John Dewey

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4.4 El historicismo: Gottfried von Herder y Wilhelm Dilthey 4.5 Experimentalismo: Ernest Mach 4.6 El funcionalismo (Talcott Parsons y Robert Merton)

RReeffeerreenncciiaass bbáássiiccaass • Alexander, J. C. (2000). Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial.

España: Gedisa. • Arias Galicia, F. (1980). Lecturas para el curso de metodología de la investigación.

México: Trillas. • Corcuff, P. (2005). Las nuevas sociologías, construcciones de la realidad social. Espa-

ña: Alianza. • Custodio, S. (1991). Historia y problemas de teoría del conocimiento. Guatemala:

Editorial universitaria. • Durkheim, E. (1990). Montesquieu y Rousseau. Colombia: Universidad Nacional de

Colombia. • Follari, R. (2000). Epistemología y Sociedad. Serie Estudios Sociales. Argentina: Homo

Sapiens. • Giddens, A.; et. al. (1991). La teoría social, hoy. México: Alianza. • Giddens, A. (2001). En defensa de la sociología. España: Alianza. • Hessen, J. (1994). Teoría del conocimiento. 8ª reimp. Colombia: Panamericana. • Osorio, J. (2001). Fundamentos del Análisis Social. La realidad social y su conoci-

miento. México: FCE. • Valero, J. (2004). Sociología de la ciencia. España: Edaf. • Vólkov, F. et. al. (1989). Historia de la sociología del siglo XIX-comienzos del XX.

Unión Soviética: Progreso. • Westbrook, R.; J. Dewey. En: Perspectivas. Vol. XXIII, No. 1 – 2, Paris: UNESCO, 1993.

Págs. 289–305.

AAllgguunnaass oobbsseerrvvaacciioonneess aaddiicciioonnaalleess La guía de estudio está organizada por temas en los cuales se presentan los contenidos autorizados por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales –Trabajo Social- y los objetivos propuestos son congruentes con estos contenidos.

Además, se presentan varias lecturas por tema que están fundamentadas bibliográfica-mente en el cuadro que se presenta a continuación. Por ello, no se incluyen en donde se encuentran las lecturas para estudiar. Se incluyeron las fuentes virtuales para que usted profundice en los temas de acuerdo a sus intereses o necesidades particulares de apren-dizaje.

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Distribución de contenidos y tiempo estimado Contenidos

Modalidad de trabajo sugerido

Tiempo estimado

Lectura sugerida

Introducción al curso Exposición oral con apoyo del programa

1 semana Programa del curso

Tema 1 Teoría del conocimiento

Proceso de conoci-miento y el problema

de la verdad

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Tra-bajo de grupos

1 semana Teorías del conocimiento: sus principales filósofos. Baron, A. (1999). Filosofía a través de la Historia. Colombia: Norte. p. 54.

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Expo-sición oral

1 semana Teoría del Conocimiento Andrés A. Luetich www.luventicus.org/articulos/03U012/index.html

Tema 2 Las ciencias sociales

La realidad social Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo.

1 semana Del positivismo-marxista a la reconstrucción articulada de la realidad en la investi-gación social Jorge Lora Cam http://www.rcci.net/globalizacion/2008/fg724.htm

Las ciencias sociales

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Deba-te con relación a las tres lecturas

1 semana

Epistemicidio y miseria del método en la investigación social latinoamericana Jorge Lora Cam http://www.rcci.net/globalizacion/2008/fg724.htm

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Deba-te con relación a las tres lecturas

1 semana Fenómeno social, escrito por José Edgar Morales Chávez Observatorio de la Eco-nomía Latinoamericana, Nº 68, octubre 2006. http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/bo/

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Deba-te con relación a las tres lecturas

1 semana Notas para identificar algunas dimensiones problemáticas en la construcción del conocimiento sobre América Latina. Isaac Enríquez Pérez "Observatorio de la Eco-nomía Latinoamericana" http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Deba-te con relación a las tres lecturas

1 semana

Sobre la llamada crisis teórica en las ciencias sociales, escrito por Isaac Enríquez Pérez. "Observatorio de la Economía Latinoamericana" http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/

Monitoreo Tema 3 Clásicos en las ciencias sociales

Clásicos en las cien-cias sociales

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. 1 semana

Las ciencias sociales hoy. Rosa María Olvera Gómez http://www.robertexto.com/archivo17/cs_sociales.htm

Lectura previa. Resolución de sugerencias de trabajo. Deba-te

1 semana Epistemología y metodología, escrita por Rafael Paz Narváez. http://paznarvaez.blogspot.com/2007/12/metodologia-y-teoria-social-primero.html

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Contenidos Modalidad de tra-bajo sugerido

Tiempo estimado

Lectura sugerida

Positivismo: Augusto Comte

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana La Sociedad Europea a Fines del Siglo XVIII y Principios del XIX. María Teresa Ontiveros Delga-do, María Eugenia Mendoza Castro http://www.conevyt.org.mx/bachileres/material_bachilleres/cb6/5sempdf/sociologia1pdf/sociol1_501.pdf

Evolucionismo: Thomas Robert Malt-hus y Herbert Spen-

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Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana Thomas Robert Malthus (Dorking (Surrey) 1766-Bath 1834) Ricardo Núñez http://www.revistaindice.com/numero30/p2.pdf

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana Alfaro Velázquez, R. O. (2009). La relación entre Sociología e Historia: la sociología histórica como alternativa, en Contribuciones a las Ciencias Sociales. www.eumed.net/rev/cccss/03/roav.htm

El pragmatismo: William James y John Dewey

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana Pragmatismo, sociología fenomenológica y comunicología. Acción y comunicación en William James y Alfred Schütz. Marta Rizo Revista Razón y Palabra, Número 64, México Octubre 4, 2009.

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana Desarrollo del pensamiento de John Dewey, Alexis Grimberg www.educar.org/articulos/JohnDewey.asp

El historicismo: Wilhelm Dilthey

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana El mundo histórico de la comprensión como presupuesto gnoseológico de las ciencias del espí-ritu, José Antonio Romero http://www.eleutheria.ufm.edu/Articulos/040921_Dilthey.htm

Experimentalismo: Ernest Mach

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo. Debate. Exposición oral en apoyo al debate.

1 semana

E. Mach y P. Duhem: El significado filosófico de la historia de la ciencia. En: Artigas, M. (1991). Física y religión en perspectiva. Madrid: Rialp pp. 99-119. http://www.unav.es/cryf/machyduhem.html

Monitoreo El funcionalismo: Talcott Parsons

Lectura previa. Re-solución de sugeren-cias de trabajo.

1 semana Talcot Parsons: El sistema social, Eduardo Jorge Arnoletto http://www.eumed.net/libros/2007b/300/Talcott_Parsons.htm

Síntesis del conteni-do del curso

Resolución de suge-rencias de trabajo. Jurado 13.

1 semana Reflexiones finales

Evaluación final 1 semana

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Tema 1

Teoría del conocimiento

OObbjjeettiivvooss Comprender el proceso de conocimiento y el problema de la verdad para entender su profe-sión a la luz de los fundamentos de las ciencias sociales.

CCoonntteenniiddooss 1. Proceso de conocimiento 2. El problema de la verdad

LLeeccttuurraa pprreevviiaa

Para el desarrollo de este tema es necesario que usted realice algunas lecturas que le van a permitir

comprender la temática a profundidad. Es importante que realice la lectura antes de llegar a clase

para que pueda discutirla con sus compañeros y presentarle sus dudas al grupo.

La primera de las lecturas es fragmento del libro, Filosofía a través de la Historia de Antón Baron, Teo-

ría del Conocimiento: sus principales filósofos. Esta lectura nos permitirá reflexionar con relación a la

Teoría del Conocimiento según diferentes autores.

Teorías del conocimiento: sus principales filósofos

A través de la historia han surgido diferen-tes corrientes filosóficas respecto del co-nocimiento tales como el idealismo repre-sentado principalmente por, Platón y Des-cartes, el realismo de Aris-tóteles, el Cri-ticismo de Kant y el empirismo de Hume de las cuales haremos una breve sinopsis a continuación.

Teoría del conocimiento para Platón

Platón dijo: "La ciencia no radica en nues-tras impresiones, sino en el razonamiento que hacemos acerca de éstas. Aquí, efec-tivamente, es posible aprehender el ser y la verdad".

Por primera vez la teoría del conocimien-to ocupó un lugar igualmente importante que los resultados del conocimiento.

Formalmente Platón hizo la pregunta: ¿Qué es el conocimiento? y rechazó la concepción que reinaba en la filosofía hasta este momento, que afirmaba que el conocimiento significaba la percepción, que para conocer las cosas había que en-trar en contacto con ellas a través de los sentidos.

En vez de esto, consecuente con la su-puesta existencia real de su mundo de las ideas, Platón distinguió entre el conoci-miento racional y sensorial. Y no es sola-mente que el primero corresponde al co-nocimiento de las ideas y el segundo, al conocimiento de las cosas, sino que aún el conocimiento sensorial necesita del apoyo del conocimiento racional: es cierto que los colores, por ejemplo, conocemos a

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través de la vista y los sonidos, a través del oído, pero para percibir la diferencia entre los sonidos y los colores, como tam-bién para entender los conceptos de igualdad, del número o del concepto en general, necesitamos de la razón.

Dada en su famosa teoría de las Ideas, puede reducirse a lo siguiente: mundo de las Ideas.

Platón establece a través de su metafísica el método dialéctico para el conocimiento y dice: "El método dialéctico es el único que marcha, cancelando los supuestos, hasta el principio mismo, a fin de consoli-darse allí. Y dicho método empuja poco a poco al ojo del alma, cuando está sumer-gido realmente en el fango de la ignoran-cia, y lo eleva a las alturas...".1

Teoría del conocimiento de Descartes

La medida del conocimiento, según Des-cartes, es la razón. Los sentidos son útiles en la vida, pero no en el conocimiento.2

Para Descartes el conocimiento repre-sentó la búsqueda de la certeza.

Mediante sus meditaciones y su método intentó dar respuesta al escepticismo re-inante. Su estrategia no fue el rechazo o la negación de la duda sino su aceptación hasta las últimas consecuencias. Es decir, utilizó la duda como método y sometió todo conocimiento a duda con el fin de encontrar una verdad de la que ya no pu-diese dudar ni el más escéptico.

Así llegó a alcanzar una certeza primera: “Pienso, existo.” Y teniendo en ella una base inconmovible, reconstruyó el edificio filosófico. En primer lugar, alcanzó una segunda certeza: la existencia de Dios. En segundo lugar, reafirmó la confiabilidad

1 Cf. Loc. cit. 2 Cf. Ibid., p. 113.

del conocimiento científico, el cual tenía a Dios por garante.

Duda metódica: en busca de una certeza, decidió rechazar como falsa toda afirma-ción de la que se pudiese dudar.

Duda del conocimiento sensible: los datos de los sentidos no son seguros, podemos dudar de ellos. De hecho, los sentidos nos engañan a menudo. Incluso no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigi-lia, por lo que todo lo que percibimos por los sentidos podría no ser real. En conse-cuencia, todos los datos de los sentidos, inclusive el propio cuerpo, quedan a un lado en esta búsqueda de la certeza.

Duda del conocimiento racional: como no se basan en los datos de los sentidos, las verdades de razón (lógicas y matemáticas) no son alcanzadas por la duda, la cual re-cae sobre el conocimiento sensible. Sin embargo Descartes señala que más de una vez nos equivocamos al realizar algún cálculo, y lleva la duda al extremo de afirmar que podríamos estar siendo enga-ñados por un "genio maligno" o "dios enga-ñador", astuto y poderoso. ¿Cómo podría-mos defendernos de él?

Descartes dijo “Pienso, existo”3: más allá de toda duda se encuentra nuestra propia existencia. Incluso aunque admitiese que soy engañado por un genio maligno, ello no invalidaría la certeza que tengo res-pecto de esta proposición mientras la es-toy concibiendo en mi espíritu. Pues no se trata de un razonamiento o una deducción (como todo lo que piensa existe, si yo pienso, yo existo) sino de una evidencia que se impone, de un conocimiento intui-tivo que se obtiene de modo inmediato y directo.

Criterio de verdad: Descartes analiza su primera certeza para descubrir las notas

3 Cf. Loc. cit.

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distintivas que le servirán de criterio para identificar otras afirmaciones verdaderas. La afirmación “Pienso, existo” se presen-ta a la conciencia con "claridad" y "distin-ción". Por lo tanto, serán aceptadas como verdaderas aquellas ideas que sean claras (ciertamente presentes a la conciencia) y distintas (no confundidas con otras ideas).

Existencia de Dios: a pesar de haber encon-trado una certeza absoluta (“Pienso, exis-to”), y a partir de ella un criterio de ver-dad, de todos modos sigue en pie la duda que sobre todo otro conocimiento nos gene-ra la Hipótesis del Genio Maligno. Podemos equivocarnos porque no somos perfectos, pero no estamos hechos para el error.

Conocimiento racional seguro: con Dios como garantía, el conocimiento lógico y matemático recobra su seguridad y se de-secha la Hipótesis del Genio Maligno.

Ideas innatas: son las ideas que no proce-den ni de la experiencia ni de la imagina-ción, son las únicas verdaderamente cla-ras y distintas (la idea de Dios, por ejem-plo).

Conocimiento sensible: se refiere a las ideas adventicias que, se supone, representan las cosas reales. Pero ¿cómo superar la duda respecto de este conocimiento? ¿No será sólo un sueño? ¿Cuál es su causa, su origen? Nosotros no, porque nos sentimos pasivos ante ellas. Dios tampoco, porque él no es engañador. Debemos concluir que la causa de nuestras ideas adventicias son las cosas externas realmente existentes. De todos modos, sólo conocemos de ellas con clari-dad y distinción que son substancia exten-sa.

Ideas ficticias: son las ideas producidas por la propia conciencia mediante la ima-ginación (la idea de minotauro, por ejem-plo).

Ideas adventicias: son las ideas que nos vienen del exterior, a través de los senti-dos (la idea de azul, por ejemplo).

Teoría del conocimiento de Aristóteles

Aristóteles dijo: “…si todas las opiniones y todas las apariencias son verdaderas, es necesario que todo sea, a la par, verdade-ro y falso. Pues muchos sustentan juicios contrarios entre sí y consideran que ye-rran quienes no opinan los mismo que ellos”.4

En la filosofía, Aristóteles distinguía: 1) una parte teórica, relativa al ser, sus ele-mentos, causas y principios, 2) una parte práctica: sobre la actividad del hombre, y 3) una parte poética: acerca de la crea-ción. El objeto de la ciencia es lo general, a lo que se llega por la razón. Pero lo ge-neral existe sólo en lo singular, sensorial-mente perceptible, y puede conocerse sólo a través de lo singular: es condición de todo conocimiento general, la genera-lización inductiva, que no puede realizar-se sin la percepción por los sentidos.

Aristóteles admitía cuatro causas: 1) la materia o posibilidad pasiva de un proceso de formación, 2) la forma (esencia, el ser del ente), la actualización de aquello que en la materia está dado sólo como posibi-lidad, 3) el principio del movimiento y 4) el fin.

La lógica formal aristotélica se halla es-trechamente ligada a la teoría del ser, a la del conocimiento y a la de la verdad, dado que en las formas lógicas Aristóteles veía, al mismo tiempo, las formas del ser. En la teoría del conocimiento, distinguía el conocimiento fidedigno <<Apodíctico>> y el probable, comprendido en la esfera de la opinión. En Aristóteles, sin embar-go, estas dos clases de conocimiento se

4 Aristóteles (2000). Metafísica. Argentina: Ed. Sudamerica-

na. p. 232.

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hallan relacionadas entre sí a través del lenguaje. Según él, la experiencia no constituye la última instancia para com-probar una opinión, y las premisas supe-riores de la ciencia se ven directamente en calidad de verdaderas por el intelecto y no a través de los sentidos.

El último fin de la ciencia, según Aristóte-les, radica en la definición del objeto, y ésta se halla condicionada por el hecho de unir la deducción con la inducción. Como quiera que, en su opinión, no existe un concepto que pueda ser predicado de todos los otros conceptos, y, por ende, los distin-tos conceptos no pueden ser generalizados en un género único, Aris-tóteles señala la existencia de catego-rías, o sea, de géne-ros superiores a los que se reducen los de-más géneros de lo que realmente existe.

Teoría del conocimiento de Kant

Los nuevos resultados de la filosofía kan-tiana se deben a la formulación de una nueva pregunta filosófica: ¿Cómo es posi-ble que basándose en las representaciones de las cosas podemos saber algo de las cosas mismas? Ya que efectivamente, lo que nosotros poseemos son tan solo repre-sentaciones y, sin embargo, emitimos jui-cios que hacen referencia a las cosas mismas; ¿cómo es posible este traslado? Escribiendo una carta a su amigo Hertz, Kant lo expresó de la siguiente manera: "Me di cuenta que me hacía falta algo distinto, algo que yo, y otros también, lo dejamos inadvertido en nuestras investi-gaciones metafísicas, y que sin embargo, es la clave a todo este misterio encerrado en la metafísica. Me hice, pues, la si-guiente pregunta: ¿sobre qué base, lo que se llama representación se refiere al ob-jeto?"5 Kant no duda que el conocimiento científico, universal y necesario, es posi-ble; la física de Newton lo prueba. Y sabe

5 Cf. Baron, ob. cit., p. 140.

que un conocimiento de este tipo no pue-de tener su fundamento en la mera cos-tumbre. Por ello no se pregunta por la posibilidad sino por las "condiciones de posibilidad". Su teoría le permite encon-trar el suelo firme para la Ciencia no en el noúmeno ―en la realidad, en la cosa en sí― sino en el propio sujeto, portador de formas universales que obtienen de la ex-periencia la materia indispensable para construir su objeto de conocimiento, el fenómeno.

Teoría del conocimiento de Hume

Hume fue uno de los máximos representan-tes del empirismo británico. Sus críticas claras y profundas al racionalismo desperta-ron a Kant de su "sueño dogmático".

Hume aplicó el método científico al estudio del espíritu humano, analizando los proce-sos psíquicos con un modelo similar o equi-parable al utilizado por Newton para el aná-lisis de los fenómenos físicos.

Los elementos básicos o "átomos" son aquí las percepciones (impresiones e ideas sim-ples) que se relacionan espontáneamente entre sí según las leyes de asociación de ideas (semejanza, contigüidad espacial y temporal, y causalidad).

Según Hume, las impresiones provienen de causas desconocidas. “No existe ningún fun-damento para reconocer la conexión causal necesaria entre los hechos”6. Lo hacemos porque trasladamos la experiencia al futuro no basándonos en el razonamiento alguno sino en la costumbre. Nos hemos acostum-brado que después de apretar el gatillo re-suena el disparo. Por eso nuestras conclu-siones, en este caso, son resultados más bien de la fe que del saber. La búsqueda de las conclusiones causales es un instinto que tenemos por naturaleza.

6 Hume. (1982). Del Conocimiento. Argentina: Aguilar. p. 50.

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SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. En el documento se dice que Platón hizo la pregunta ¿Qué es el conocimiento? Si viviera Platón y le hiciera a usted esa pregunta, ¿qué le respondería?

2. Descartes planteo una frase que se ha repetido a lo largo de los siglos: “Pienso, luego existo”. Analice esa frase y explique con sus palabras por qué esa frase repre-senta la preocupación de Descartes por la búsqueda de las certezas.

3. En el documento se presentan una serie de filósofos y las concepciones de la Teoría del Conocimiento de cada uno. Para comprender estas posturas, a continuación complete el cuadro comparativo anotando las semejanzas y diferencias entre cada uno de los autores.

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LLeeccttuurraa pprreevviiaa La segunda de las lecturas es un artículo de Andrés A. Luetich denominado Teoría del Conocimien-

to. Esta lectura nos permitirá reflexionar con relación a La Gnoseología o Teoría del Conocimiento

así como diversas acepciones del concepto "verdad".

Teoría del Conocimiento

La Gnoseología o Teoría del Conocimiento es una de las ramas clásicas de la Filoso-fía. Ya los antiguos filósofos griegos la trataron extensamente, llegando a explorar muchas de las sendas posibles: idealismo, realismo, empirismo, escepticismo.

En la Modernidad, la problemática del cono-cimiento se transformó en una cuestión cru-cial para los filósofos. La búsqueda de la certeza y la indagación por los límites del conocimiento atravesó toda esta etapa, desde Descartes hasta Kant, pasando por Hume y los demás empiristas ingleses.

Diversas acepciones del concepto "verdad"

"Verdad" ha sido y es un concepto utilizado con frecuencia, tanto en el ámbito acadé-mico como en la vida cotidiana. Pero es en

el ámbito de la Filosofía donde adquiere una especial relevancia.

Como ha ocurrido con todas las palabras, también la palabra "verdad" ha cambiado su significado con el paso de los siglos. Para saber qué es lo que quiere decir un filósofo cuando lo utiliza es necesario ubicar al au-tor en su contexto histórico y al concepto "verdad" dentro del contexto total del pen-samiento del autor de que se trata.

En el siguiente cuadro presentamos algunas de las acepciones de "verdad" refiriéndolas a la etapa de la historia de la Filosofía en que surgieron. Pero se debe aclarar que, dado que la historia de la Filosofía se parece más a la de la Música que a la de la Ciencia —según afirma Jaspers—, las diversas acep-ciones siguen vivas, ninguna ha sido dejada de lado completamente.

Concepto Época Filósofo

Filosofía Antigua

La verdad como realidad

"Verdadero" es lo que permanece, lo inmutable, lo que siempre es de la misma manera. Lo cambiante es meramente aparente. La verdad es la idea (Platón) o la forma (Aristóteles) que se halla ocul-ta tras el velo de la apariencia. Ella es lo realmen-te real, lo que más merece el nombre de "ser".

Platón Aristóteles

La verdad como adecuación del intelecto a la

cosa

Un enunciado es verdadero si lo que dice se co-rresponde con aquello de lo que se habla, si hay "adecuación del intelecto a la cosa", entendida esta última de un modo realista, como la cosa en sí, existente más allá del sujeto e independiente de él.

Aristóteles

Filosofía Medieval

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Concepto Época Filósofo

El "trascenden-tal"

verdad

Considerado en relación al intelecto, todo ente es verdadero. En este sentido decir que algo "es" o decir que "es verdadero" es lo mismo. "Verdad" y "ser" se equiparan. Por eso se dice que "verdad" es uno de los "trascendentales" del ser. A esta acepción del término verdad se la denomina "verdad metafísica" o "verdad ontológica".

Tomás de Aquino

La verdad "lógica"

A la verdad entendida como "adecuación del inte-lecto a la cosa" los medievales la denominan "verdad lógica".

Tomás de Aquino

Filosofía Moderna

La verdad como eviden-

cia

El intuicionismo racionalista, buscando un cono-cimiento seguro, rechaza como falso todo lo que no se presente a la conciencia con una certeza absoluta. Su verdad modélica es la afirmación «Pienso, existo» de Descartes, que no se apoya en un razonamiento sino en una intuición clara y distinta que le otorga una evidencia inmediata.

Descartes

La verdad co-mo construc-ción del sujeto

El objeto de conocimiento, el fenómeno, es cons-truido por el sujeto a partir del caos de impresio-nes proveniente de la experiencia. El sujeto posee a priori (antes de la experiencia) formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo) y catego-rías vac-ías del entendimiento (substancia-accidente, cau-sa-efecto, etc.) y con ellas ordena los datos caóti-cos de los sentidos. La verdad es intramental y la cosa en sí ("la verdad metafísica", referida al noú-meno) permanece incognoscible.

Kant

Filosofía Contemporánea

La verdad co-mo adecuación entre lo men-tado y lo dado

La verdad es la adecuación entre lo "mentado" y lo dado, que no es la cosa real, el ente existente en sí, sino el fenómeno. El conocimiento y la verdad se dan en un plano "trascendental" o "puro", equi-distante tanto del realismo —que hace hincapié en el objeto— como del idealismo —que pone el acen-to en el sujeto—. La Fenomenología toma lo dado tal como se presenta al sujeto, sin pretender ir más allá.

Husserl

La verdad co-mo utilidad

Es verdadero lo que es "expeditivo" en nuestro modo de pensar, lo que introduce un "beneficio

William Ja-mes

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Concepto Época Filósofo

vital" que merece ser conservado. El concepto "verdad" se aplica a las ideas según sea su utili-dad y no a los objetos: no rige en el plano me-tafísico.

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. En el primer párrafo de este documento se habla de lo que significa Gneosología. Lea nuevamente el concepto y explíquelo con sus propias palabras.

2. Explique con sus palabras porque se habla de “sendas posibles” cuando se refieren a las diferentes corrientes teóricas dentro de las ciencias sociales.

3. En el documento se presentan una serie de acepciones de verdad referidas a la época en que surgieron. Seleccione un filósofo, busque información sobre su vida y su época y en función de eso analice el concepto de verdad que propone.

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Tema 2

Las ciencias sociales

OObbjjeettiivvoo Identificar diversas corrientes de pensamiento dentro de las ciencias sociales para la interpretación e intervención en la realidad social.

CCoonntteenniiddooss 1. La realidad social 2. Las ciencias sociales

LLeeccttuurraa pprreevviiaa

La primera lectura de este tema es: Del positivismo marxista a la reconstrucción articulada de la reali-

dad en la investigación social, de esta lectura vamos a centrarnos solamente en un fragmento, el

apartado VI, Del positivismo –marxista a la reconstrucción articulada de la realidad en la investigación

social, esta lectura permitirá reflexionar respecto al manejo de la teoría del conocimiento en el siglo

XX, Distinción entre el marxismo y el positivismo y algunos aspectos del método.

Del positivismo-marxista a la reconstrucción articulada de la realidad en la investigación social

El siglo XX aún ha estado dominado por el cientificismo y algunos marxistas han imagi-nado la supresión de la filosofía como una sustitución por un sistema de ciencias posi-tivas, cuando de lo que se trataba era de superar las concepciones anteriores aún dentro de la filosofía y la ciencia. Hasta hoy algunos filósofos niegan a las ciencias socia-les toda validez sin proponer más que nega-tividad.

El carácter absoluto del conocimiento como un postulado de razón o una razón ontológi-ca también es aceptado por ciertos marxis-tas que hacen del marxismo una ciencia normal; otros, más en una vulgarización extrema, sostienen que el marxismo es una mezcla de historicismo y economicismo.

La crítica inmanente de la historia, de la economía y del Estado es un principio me-todológico que nos previene de posturas

asociadas a rupturas absolutas del Estado: de modo subjetivo, del tipo mesiánico reli-gioso o anarquista sólo por fuera o, la adap-tación al viejo Estado o bien, la oscilación entre ambos; cuando otra cosa es la ruptura radical superadora del Estado hacia un nue-vo orden, creando las condiciones desde dentro y desde fuera de su ruina. La con-cepción materialista no es una teodicea racional fundada en textos canónicos, para medrar políticamente de ella; es más una concepción del hombre que persigue sus propios fines, que debe ser enriquecida y actualizada permanentemente.25

En la perspectiva materialista se replanteó la estrategia general de construcción de conocimiento. Se partió desde el propio Marx y se pasó de la verificacionista (hipoté-tico-deductiva), a la reconstrucción-construcción de la teoría, con verificación

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interna (articulación histórico-lógica) y ex-terna (praxis histórica transformadora), y con saltos de niveles de abstracción de los conceptos (de los más abstractos a los más concretos).

El marxismo vulgar asume del positivismo el sistema hipotético deductivo, constituido por un sistema de leyes universales o de observancia necesaria, independiente de la voluntad de los sujetos, en el modo de pro-ducción capitalista y, a partir de un sistema teórico creyó posible predecir el futuro de la humanidad.

Se aproximaron la teoría marxista y la me-todología positivista, especialmente para tratar la correspondencia entre teoría y realidad empírica. La praxis que en el marxismo es un problema complejo, se re-dujo a la verificación positivista.

Los problemas de la epistemología positivis-ta pasan al marxismo: reflexión del signifi-cado de la teoría y función en el conoci-miento científico; el papel de las hipótesis en la investigación científica; relación entre pensamiento/ realidad. Y. los más específi-cos, la relación entre concepto teórico/ indicador empírico; verificación de hipóte-sis; y el significado de la explicación. “Aho-ra la preocupación central no es el conoci-miento en general, sino la ciencia, su méto-do, su lógica”.26

La perspectiva positivista da a la teoría un uso deductivo en la investigación científica al permitir deducir hipótesis a verificar. Explica solamente a través de las leyes ge-nerales de la teoría. El caso particular, ejemplifica o comprueba la ley general (que sujeta a la realidad, aunque varíe el cono-cimiento sobre esas leyes universales). Por otra parte, los sujetos sociales no tienen un papel en el modelo, ya que se basa en la reflexión positivista de la ciencia natural. Y se discute por ello: ¿Cómo, la presencia de sujetos dotados de voluntad impone varia-ciones a las soluciones de los grandes pro-

blemas sobre la ciencia que se derivan de las ciencias naturales?

Así como el conocimiento en Marx tiene una connotación práctica, el criterio de la ver-dad también radica en la práctica. Algunos filósofos consideran a Marx como el Galileo de las ciencias sociales; un científico en busca de la totalidad componiéndola y co-nectándola, el constructor de una nueva ciencia crítica. La escuela marxista de Toffman conecta al marxismo con la epis-temología y considera aquél como un méto-do de idealización que se va concretando. Althusserl basado en Bachelard habla de dos Marx, el joven humanista y el viejo científi-co, dedicado a la práctica teórica que rela-ciona hechos-teoría-ciencia.

Establece así puntos de contacto con Popper quien parte de conjeturas, el marco teóri-co, que se construyen a priori y se va con-trastando.

El positivismo lógico con su modelo de ex-plicación hipotético-deductivo y el papel central del lenguaje en la construcción de la universalidad y el rigor del conocimiento científico influye inclusive en sus críticos más radicales que únicamente osan reivin-dicar el estatuto epistemológico de las cien-cias sociales: la etnometodología, el inte-raccionismo simbólico y la fenomenología. Igualmente el constructivismo racionalista mantiene al pensador objetivista, el cono-cimiento como representación de lo real y la aversión a la filosofía de la ciencia. Pia-get, Habermas, Giddens y Bourdieu son va-rias de las opciones en ese campo. Este último precisa el objeto de las ciencias so-ciales: sistemas de relaciones sociales e históricas, en tanto Giddens especifica aún más y habla de agentes sociales competen-tes y de un método para ese objeto donde los conceptos obedecen a la hermenéutica de la actividad práctica y su apropiación por los agentes analizados.

Como vemos la cuestión siempre ha sido ¿cuál es la participación de la teoría y de los

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hechos en la construcción del conocimiento? Los objetivistas, empiristas y naturalistas privilegian la participación del objeto, de los hechos, y la observación. Por su lado, los subjetivistas, racionalistas e idealistas, prio-rizan al sujeto, a la teoría, a los conceptos. En ambos campos hay tendencias extremas: los primeros dirán que el conocimiento co-rresponde a la realidad y la copian y en el otro lado, están los que dicen que no hay realidad fuera de los conceptos.

Sin embargo, existen consensos intermedios que aceptan que: la teoría –no preconstrui-da, sino como modo específico de concep-tuar la realidad, transformándola en objeto teórico— tiene un dominio indisputado en todo el proceso del conocimiento; que la realidad es distinta y más compleja que el conocimiento, que las verdades son relati-vas, aproximadas y provisorias; la dimensión práctica del conocimiento y criterio de ver-dad. Pero también, los modos de progresión de lo abstracto a lo concreto, la no neutra-lidad de las técnicas y datos, la reflexividad y teorización de la observación social, la diferencia entre consistencia conceptual y adecuación empírica, la superación de las dicotomías y antinomias, la articulación entre explicación y comprensión.

El paradigma de la ciencia moderna al fra-casar en este último aspecto recurre a cri-terios internos y a su obsesión por el méto-do. El positivismo asume la primera ruptura entre sentido común y ciencia y no así la segunda, donde la teoría crítica se hace práctica crítica y se concrete en una nueva forma de conocimiento que retome y recoja los conocimientos de los pueblos originarios con altas culturas y sea más reflexivo, práctico y emancipador.

La crítica de la ciencia y sus relaciones con el sistema y el poder y la superación de la distinción sujeto-objeto son elementos que el positivismo posmoderno no se atreve a discutir, optando por una falsa neutralidad en ambos debates.

La interpretación, los estratos de sentido, la retórica, la hermenéutica en la investiga-ción social son temas que continúan en la polémica epistemológica.

De la Garza7 apunta tres aspectos que dis-tancian la concepción de la realidad en Marx, de la positivista

a. Marx concibe a la realidad como reali-dad en movimiento, en sus diferentes niveles de esencialidad. Es un cuestio-namiento permanente de la teoría acu-mulada.

b. En cada cambio tendría que cambiar el conocimiento que pretende dar cuenta de la realidad. El conocimiento científi-co o reconstrucción teórica se eleva del nivel abstracto y general al más concre-to o sea, al más complejo y específico. Lo específico no se limita a verificar lo general, sino que pretende su inclusión teórica en la explicación misma.

c. Marx le asigna un papel activo a los su-jetos sociales.

Hay que preguntarse muchas cosas aún: ¿Pa-ra qué se hacen síntesis teóricas? ¿Cómo se resuelve el conflicto entre datos y realidad en transformación? ¿Cómo se resuelve el tiempo como transcurso y no como fijación del momento? ¿Cómo se entiende el tiempo como ritmo e interrelación de tiempos? ¿Cuál es la relación entre coyuntura y estructura, entre coyuntura y período? Pero también hay otras tanto o más complejas referidas a las relaciones entre estructuras conceptuales y la realidad: ¿Cuáles son nuestros parámetros de razonamiento? ¿Cuáles son las determina-ciones del investigador y cómo pesan en la construcción conceptual? ¿Qué tiene que ver el manejo del contexto con identificar un problema? ¿Cuál es el sentido de las preno-ciones y de la ideología en la construcción temática?

7 De la Garza, E. (1995). Estructuralismo y positivismo en

tiempos de posmodernidad. Caracas: Nueva Sociedad.

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La sociedad es -además- lo subjetivo y por lo tanto, la preponderancia del método so-bre el objeto sólo reedifica la realidad so-cial. Si la crítica no se traduce en crítica de la sociedad, sus conceptos no son verdade-ros. La teoría crítica al rechazar la orto-doxia es desideologizadora.

Al parecer la explicación histórica tiene sus propias particularidades lógicas y debemos aprender a conocer los fines y motivos por los que acontece un hecho y distinguir si aceptamos este abordamiento entre una verdad universal empírica y contingente y otra, lógicamente necesaria.

Al mismo tiempo, hay que tratar de ubicar el interés que rige el conocimiento y la comprensión del significado de los datos del comportamiento social mediante la inter-pretación conceptual o las estructuras de significatividad de corte heurístico y conje-tural. Éste puede ser un ejercicio autore-flexivo e intersubjetivo, emancipado, que se aleja de esquemas y fundamentalismos, que tiende a la comprensión hermenéutica mediante la explicación hacia la construc-ción de nuevas relaciones sociales.

Jaime Osorio pone en discusión otros varios aspectos fundamentales en su interpreta-ción marxista del método8:

a. Totalidad versus completud. Esto define si se puede o no conocer la realidad so-cial; qué se puede percibir de ella y el tipo de conocimiento que se puede lo-grar. Para el positivismo de Popper y Hayek la realidad es infinita, el conoci-miento, finito. En conclusión: la realidad es imposible de conocer en su totalidad (asumida como completud), sólo se pue-den conocer “partes”. Cualquier cono-cimiento es tan válido como cualquier otro.

8 Jaime Osorio, conferencia en la Universidad Autónoma de

Tlaxcala, 2002.

Esto lleva a las posturas del relativismo extremo: da lo mismo conocer cualquier parte y la sumatoria de partes nos acer-ca a armar rompecabezas. Esto ha dado vuelo a una forma particular de estudios parcelarios, de estudios de pedacería social.

En oposición, está el holismo articulador (Braudel, Marx, Freud, Morín, etc.). Para ellos el conocimiento es finito. La reali-dad social es infinita, pero: la realidad se encuentra articulada, se encuentra organizada, se encuentra estructurada.

Conocer no es alcanzarlo todo (comple-tud), sino alcanzar lo que estructura, lo que organiza, lo que articula y reprodu-ce. Por tanto: hay conocimientos que me acercan más a ese objetivo, mientras otros me alejan de él.

Esto nos lleva a un segundo elemento:

b. La sociedad como totalidad relacional versus el individualismo metodológico. Para el holismo integrador (o articula-dor) la realidad social (y por tanto la so-ciedad) es una densa red de relaciones sociales. Los hombres no resolvemos nuestras necesidades fundamentales de manera aislada; el lenguaje es un fenó-meno “social”; la reproducción biológica (sexual) es “social”, las enfermedades mentales son sociales.

Así, el holismo integrador no niega los estudios parciales, los estudios micro (regionales, sociales, individuales), sólo establece condiciones para su conoci-miento. Para el individualismo meto-dológico (se agrega Weber) la sociedad no existe realmente, es un simple recur-so metafórico; lo que existe realmente son los individuos. Ellos sienten, desean, buscan alcanzar metas, maximizan sus beneficios (como postulan las escuelas neoclásicas en economía, y después el “rational choice” en ciencia política.)

El individualismo metodológico es de un ingenuo empirismo: lo que se ve, se toca

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y se puede observar son individuos, a ellos se debe estudiar, las relaciones so-ciales no se ven, ni se tocan. No importa que en la realidad las relaciones sociales tengan más consistencia que la muralla china. Si no ¿Qué define lo que un indi-viduo determinado puede elegir? ¿O su manera de optimizar? ¿Cuánto tiempo li-bre dispone? ¿Cómo lo utiliza?, etc. Todo ello está definido en gran medida por el campo de relaciones sociales en que se mueve.

c. Lo transdisciplinario, desde conceptos relacionales y “abiertos” versus concep-tos “cerrados” y como sumatoria de fragmentos o pedacería social. En la ac-tualidad se habla de lo transdisciplinario o multi o interdisciplinario como un as-pecto positivo a alcanzar; el problema es cómo lograr esta meta. Ello no se al-canza por la simple suma de pedazos, por ejemplo, el Estado puede ser visto como quienes gobiernan, como un apa-rato compuesto de diversas institucio-nes. Pero también es mucho más que todo, es una condensación de relaciones de poder y de dominio en la sociedad. Sin esto, lo anterior pierde parte sustan-tiva de su explicación y comprensión.

Pero hay más: se construyen conceptos y categorías sobre la— base de concebir la realidad social desde la inexistencia de lo relacional. Conceptos y categorías donde lo único que existe son individuos aislados como Robinson Crusoe.

Frente a esto tenemos otros paradigmas, con categorías y conceptos que rechazan la división disciplinaria que privilegian lo relacional, y que permiten pasar lo rela-cional a los individuos, de lo general a lo particular y viceversa. Son paradigmas “abiertos”, por ej. Si digo clases socia-les, hablo de agrupamientos diferencia-dos desde lo económico, porque produ-cen con diferencias y se apropian de la riqueza de maneras diferentes: o de sa-larios, o plusvalía, o renta o relaciones

mercantiles simples, pero me llevan a lo político y puedo entender que tienen posibilidades de dominio y poder político diferenciados.

d. Lo general y lo particular integrados versus posturas que niegan su integra-ción. El problema ha sido planteado así: las ciencias sociales ¿Son ciencias de le-yes generales? ¿O son ciencias de lo par-ticular, de lo singular? ¿Ciencias homoté-ticas versus ciencias ideográficas?

La antinomia anterior es reduccionista. Se debe establecer las leyes que rigen la vida social para conocer a su vez los comportamientos sociales particulares, singulares. Sólo en el marco general lo singular alcanza sentido, por ejemplo, leyes generales

e. La realidad social como unidad de super-ficie y naturaleza interna versus el em-pirismo ingenuo.

Frente a paradigmas que postulan que el conocimiento es lo que se puede mirar, tocar, sentir, medir de la realidad en su sentido más estrecho o empírico; otros paradigmas postulan que el conocimien-to debe ir más allá y alcanzar lo que nuestros sentidos son incapaces de per-cibir, que la ciencia comienza en el co-nocimiento de “lo oculto”, de lo que no se muestra de inmediato. Que más bien hay que desconfiar de lo que nuestros sentidos nos expresan, porque muchas veces el sentido común es tremenda-mente engañoso.

La pregunta de si es el sol quien gira en torno a la tierra o si al revés, es un buen ejemplo. Los sentidos dicen que es el sol (en amaneceres y atardeceres) la cien-cia dice que es la tierra la que gira en torno al sol; esto permite ver además el sentido político de la ciencia. Discusión no sólo científica, sino política.

En el siglo XV, la autoridad del Papa y de los reyes deviene de dios; los hombres, seres superiores creados por dios deben

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estar ubicados en el centro de universo: la tierra, por tanto, todo gira en torno a la tierra y también el sol. Decir que esto no era así, propiciaba no sólo cuestionar una verdad de la física. Era poner en cuestión el orden político y social de la época feudal. Por ello a Galileo casi lo mandan a la hoguera y debió retractar-se, aunque pronunció su: y sin embargo (la tierra) se mueve.

Con seguridad, muchas “verdades” cen-trales de las ciencias sociales postulan que todo gira en torno a la tierra cuando ocurre que giran en torno al sol, pero decir eso implica, sino que lo manden a la hoguera, al menos que a uno lo consi-deren como no científico (cuando no ideólogo).

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. La primera lectura de este tema habla de la reconstrucción articulada de la reali-dad. En este artículo se menciona que el conocimiento tiene una connotación práctica, pero el criterio de la verdad también radica en la práctica. ¿Qué opina de ese planteamiento?:

2. En este documento se plantea una pregunta: ¿Qué tiene que ver el manejo del con-texto con identificar un problema? Trate de darle respuesta a esta pregunta.

3. En el documento Jaime Osorio plantea la “Totalidad versus completad”, diciendo que esto define si se puede o no conocer la realidad social; qué se puede percibir de ella y el tipo de conocimiento que se puede lograr. Explique con sus palabras cómo comprende usted este aspecto.

4. ¿Qué opina de lo que plantea Osorio respecto a lo Transdisciplinario?

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LLeeccttuurraa pprreevviiaa

La segunda lectura es Epistemicidio y miseria del método en la investigación social latinoamericana,

esta lectura vamos a centrarnos solamente en un fragmento, el apartado de la introducción, el cual

nos permitirá conocer la distinción entre ciencia y método.

Epistemicidio y miseria del método en la investigación social latinoamericana

El conocimiento es la base de la vida de relación y en nuestra época base del po-der. Después de los griegos que permitie-ron la coexistencia de filosofía, religión, superstición y ciencia, ha atravesado mo-mentos difíciles por el largo predominio de las ideas religiosas hasta la revolución industrial y el renacimiento de la ciencia y la filosofía cuando – al decir de Rolando García— la ciencia se va a ocupar de decir al resto de la humanidad las leyes natura-les y los filósofos de explicar a los científi-cos qué es lo que sus teorías quieren de-cir.3

En el siglo XX la filosofía especulativa que dominó el siglo anterior se derrumba y aparece la epistemología o filosofía de la ciencia. Así como la filosofía especulativa no pudo fundamentar los conceptos de la ciencia, tampoco el empirismo lógico podrá resolver cómo pasar de las sensacio-nes a la construcción de teorías, y después nunca se pudo partir de proposiciones que representan sensaciones para construir un vocabulario suficiente, pues faltaba esta-blecer las relaciones para ello.

Para los positivistas el conocimiento es concebido en términos de lógica del expe-rimento, busca leyes universales y se apo-ya en métodos que le otorgarían carácter científico. El modelo es hipotético deduc-tivo, según el cual todas las explicaciones científicas adoptan la forma de una pro-posición acerca de un acontecimiento de al menos alguna ley universal combinada

con condiciones iniciales y limitativas. Los positivistas lógicos reducen la filosofía de la ciencia al análisis del lenguaje que ex-presa fenómenos físicos sensorialmente perceptibles.

Una proposición solo tiene sentido si se apoya en la verificación. Popper rechaza el verificacionismo y concibe la teoría como supuestos estructurados y abiertos al control de la crítica: en ella se formu-lan hipótesis para someterlas al proceso de falsación. Si la teoría es falsable se rechazan los supuestos teóricos y si resiste la falsación, se aprueba provisionalmente hasta que aparezca otra teoría que la pueda falsear. Va más allá que la confir-mación de hipótesis. Kuhn señala que el conocimiento es validado por las comuni-dades científicas, configurándose social-mente la ciencia.

Con las revoluciones científicas se esta-blecen nuevos paradigmas. Lakatos dirá que son los programas de investigación científica cuya meta es la acumulación de evidencias ‘empíricas’ que soporten la investigación, a manera de cinturones de seguridad que protegen la teoría. Para Habermas es la objetivación del conoci-miento basado en el interés del sujeto por acercarse y conocer el mundo. Plantea que de las acciones constitutivas del tra-bajo surge el interés técnico y el enfoque empírico analítico, donde el sujeto some-te al objeto y domina la neutralidad valo-rativa; de las acciones asociadas al len-guaje brota el enfoque histórico hermen-

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éutico desde los procesos comunicativos mediados por la tradición y la historia, posibilitando la comprensión de la forma-ción de identidades y la transformación del mundo; y, de las acciones relaciona-das a la interacción social nace el interés emancipatorio y el enfoque crítico social.

En conclusión, ni para Lakatos ni para Popper la metodología proporciona reglas para resolver los problemas científicos; su campo parece ser el enfoque lógico y el contenido las reglas para evaluar teorías plenamente articuladas. Se trata de pres-cripciones para la sana práctica de la ciencia.

La sociología de la ciencia había reempla-zado a la epistemología. Piaget reabre el debate con el planteamiento de la cons-trucción del conocimiento en base a las interacciones con el mundo externo, que junto a otros elementos permite conocer o lo que es lo mismo, permite organizar los datos de la realidad y darles un senti-do. Es un proceso social continuo que in-cluye una lógica de la acción y otra de significación, que preceden al razona-miento proposicional.

Los parámetros del positivismo hay que ponerlos al descubierto: la realidad está dotada de exterioridad, el conocimiento es la representación de lo real; cuestiona la metafísica y el carácter parasitario de la filosofía respecto a la ciencia; existe una dualidad entre hechos y valores, acepta la unidad de las ciencias hasta en términos de método. El positivismo lógico enfatiza en la unidad de la ciencia, en el modelo hipotético deductivo y por el pa-pel central del lenguaje científico en la construcción del rigor y la universalidad del conocimiento.

Ante la crisis del positivismo se abren dos campos: el primero critica al positivismo y asume el dualismo epistemológico recupe-

rando la fenomenología y la hermeneútica; y la segunda, reivindica la especificidad del estatuto epistemológico, como es el caso de la etnometodología y el interac-cionismo simbólico. Para Bourdieu, el ob-jeto de las ciencias sociales son las rela-ciones sociales e históricas, recurre a la reflexividad para resolver la tensión entre precarizad de la construcción racionalista y la creencia en el potencial transformador del conocimiento sociológico.

Giddens, recurre a la doble hermeneú-tica. Los agentes socialmente competen-tes interpretan el mundo para actuar me-jor en él. Los agentes aplican reflexiva-mente el conocimiento que tienen de los contextos de acción a la producción de interacciones y en esa medida la previsibi-lidad es hecha acontecer. La sociología trata de un universo que ya es constituido en el ámbito de cuadros de sentido por los actores sociales y los reinterpreta dentro de cuadros teóricos, mediando entre el lenguaje vulgar y el técnico. Elster define al ser humano como una máquina que maximiza globalmente en tanto los demás seres lo hacen localmente.

Con estos elementos complejos podemos examinar el método como estrategia re-constructiva que considera lo objetivado junto a la subjetividad de los sujetos, que incluye los general y específico del fenó-meno. Reconstruye la subjetividad con los sentidos de significación social. Implica un uso no deductivo de la teoría, que desar-ticule conceptos y establezca configura-ciones de relaciones entre ellos, rearti-culándose en función de signos ‘empíri-cos’, de teorías acumuladas y compren-sión de los significados en los sujetos. Es la reconstrucción de la totalidad concreta de sujetos con su entorno abriendo espa-cios de lo posible, de lo dado dándose y en interacción comunicativa.

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La reconstrucción no puede apoyarse en la prueba de hipótesis porque no hay dato puro, siempre está mediado por la teoría y la intersubjetividad, por los cambios en los niveles de abstracción que implican incluir más momentos en el indicador que los contenidos en la teoría. Además la reconstrucción incluye la práctica de los sujetos. No hay leyes generales ni verifi-caciones definitivas, ni correspondencia puntual del dato con la realidad. La reali-dad debe ser vista como articulación de la objetivación y la subjetivación conside-rando sus distintos niveles y que considera las cosas como praxis.

De Sousa Santos propone algunas líneas metodológicas que intentaremos resumir:

1. El gran debate metodológico de la ciencia moderna es el de saber cuál es la participación de la teoría y de los hechos, del sujeto y del objeto, de los conceptos y la observación, en la crea-ción de conocimiento. Las corrientes objetivas, naturalistas y empiristas pri-vilegian la participación del objeto, de los hechos. En sus formulaciones ex-tremas reducen el conocimiento a la acción del objeto, los objetos son pre-construidos, el conocimiento corres-ponde a la realidad; en tanto que las corrientes racionalistas, idealistas y subjetivistas privilegian al sujeto, a la teoría. Igualmente en sus corrientes extremas reducen el conocimiento a la acción del sujeto, no existe realidad fuera de los conceptos, el conocimien-to es una invención y la observación es la teoría en acción.

2. En el medio estaría el constructivismo racionalista como el realismo anglo-sajón, que coinciden en que la teoría ejerce un dominio indisputado en toda la creación del conocimiento, donde la teoría es un modo específico de con-ceptualizar la realidad que la transfor-

ma en objetos teóricos en base a los cuales se formulan hipótesis que deben validarse, pero también es método. El conocimiento es siempre falible y la verdad es aproximada y provisoria y tiene la verdad de su adecuación práctica. Reconoce tres conjuntos:

El primero, respeta la profundización de la distinción entre el campo teórico substantivo, el campo analítico y el campo de la observación. La compleji-dad es mayor y la observación pasa a ser mediata y procura solucionar el hia-to entre lenguaje de la teoría y de la investigación ‘empírica’.

El segundo conjunto es el pluralismo metodológico que parte de una lógica de investigación que usa selectivos métodos cuantitativos y cualitativos y variadas técnicas de investigación.

Y el tercer conjunto es el que ejerce la reflexividad ante la precariedad de la verdad –debido al carácter construido del conocimiento—donde la objetividad es disuelta en aquella.

3. La profunda reflexión sobre las condi-ciones teóricas y metodológicas es que ella hace posible diferentes niveles: el mando de la teoría, los obstáculos epis-temológicos y las estrategias para su control; las condiciones de rigor en el método para una práctica no empirista; la neutralidad de las técnicas de inves-tigación, el pluralismo metodológico, la reflexividad y la teorización de la re-flexión sociológica; la articulación en-tre comprensión y explicación; la dis-tinción entre consistencia conceptual y adecuación empírica; los modos de progresión de lo abstracto a lo concre-to; la superación de las dicotomías pa-ralizantes: estructura-acción, aconte-cimiento-larga duración, singular-universal, individual-colectivo.

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4. Las proposiciones son posicionales, de-rivadas de la posición de los términos en un juego de diferencias producido por las trasformaciones históricas y del contexto socio-cultural de la ciencia. A veces funcionan como teoría o inter-pretación no observable y a veces fun-ciona como descripción factual de lo observable.

5. En cuanto a la reflexividad, para que el impacto del conocimiento sea positivo es necesario que el análisis de la práctica científica se encuentre es-tratégicamente orientado, que la dis-tinción sujeto-objeto sea concebido como modelo a superarse y que se cuestione radicalmente a la totalidad de la ciencia y el lugar que ocupa en la vida social de nuestro tiempo. Para ello debemos partir e un esquema concep-tual, de una práctica teórica de sentido y que el universo analizado se encuen-tre constituido por los sentidos e inter-pretaciones que los objetos sociales le confieren.

6. Respecto a la consistencia conceptual y la adecuación empírica, toda la ciencia es interpretativa y las ciencias sociales, doblemente. La verificación o falsación de las explicaciones causales o de las regularidades nomotéticas están siem-pre subordinadas a la valoración de sentido de la interpretación y son tres los contextos para evaluar las conse-cuencias de eliminar el sentido:

a. El sentido y la emergencia. Se refiere a que lo que es interpretación o es expli-cación causal o regularidad depende del nivel en que debe ser localizado el sentido del objeto de estudio. Si la idea de ‘emergencia’ es central en todo pensamiento holístico, la idea de estra-tificación ha sido ignorada. En las cien-cias sociales es más fácil distinguir los estratos del sentido. Las relaciones in-

ternas y necesarias, las estructuras y sus poderes emergentes son decisivos para explicar las acciones de los indivi-duos y de las instituciones, sin embar-go, las dificultades para establecer las jerarquías son grandes.

b. Los sistemas abiertos y cerrados. Vincu-lados a confirmar o invalidar teorías y con las tramas de interpretaciones en lucha y la ampliación o restricción del campo de interpretaciones es el aspec-to más importante.

c. La verdad y los discursos de verdad. Si la verdad es la pugna de verdades, es también el consenso el que permite lu-char en ese combate. Nuestro trabajo consiste, más que avalar o falsificar te-orías, en avalar teorías. La concepción pragmática de la verdad es la única que permite romper con la circularidad de la teoría, pero lo hace prolongándose a la comunidad científica y la sociedad. La verdad científica y la verdad social. De ahí que la verdad sea indirecta y prospectiva. De otro lado la retórica desarrolla principios, figuras y argu-mentos que son la base de circulación de sentido. Para darle sentido a la ciencia qué se hace y cómo se hace es necesario conocer cuáles son los argu-mentos considerados válidos por el au-ditorio relevante para legitimar el co-nocimiento científico. Se necesita una sociología de la argumentación retóri-ca, tomando en consideración la inter-dependencia e interpenetración entre los universales de la retórica, la her-meneútica y la sociología.

d. Por último, establecer la relación entre métodos y nueva retórica. Los métodos y las técnicas son, de acuerdo a cada caso, argumentos casi lógicos sobre la estructura de la realidad. El carácter de los argumentos y métodos en cuanto argumentos es una aportación de la concepción de la retórica de la ciencia

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para la crítica del cientificismo. Las re-glas deben ser dejadas de lado para desarrollar la ciencia, es una medida

contrainductiva que consiste en formu-lar hipótesis inconsistentes con las te-orías o los hechos.

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Al inicio del documento se asevera: El conocimiento es la base de la vida de rela-ción y en nuestra época base del poder. Analice esta aseveración y plantee argu-mentos a favor o en contra.

2. Lea el documento e identifique las diferentes palabras que no comprende y búsque-las en el diccionario. Pregúntele a su docente dudas con relación a estos términos.

3. Se dice en el documento que: El objetivo de la ciencia debe ser democratizar y pro-fundizar la sabiduría práctica. ¿Está de acuerdo con este planteamiento? Argumente su respuesta.

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Lectura previa

La tercera lectura que necesita realizar es un ensayo que se llama Fenómeno social, escrito por José

Edgar Morales Chávez, con relación al libro "Del espíritu de las leyes" de Montesquieu. Esta lectura le

permitirá conocer algunos aspectos del pensamiento de Montesquieu y Rosseau relacionados con las

leyes de la ley, el poder y los Tipos de gobierno.

Fenómeno social

Casi en la mitad del siglo XVIII se publica en Ginebra "Del espíritu de las leyes" de Montesquieu. La obra es una suma de filo-sofía jurídica y política, que se sostiene en la razón y en el método experimental. Veintidós ediciones en el término de dos años, anuncian un texto que, evidente-mente sobrepasando el interés de los es-tudios especializados, se inserta directa-mente en el sistema de acontecimientos y preocupaciones de la sociedad.

Efectivamente, en 1750, dos años des-pués, Montesquieu se vio precisado a es-cribir una "Defensa del espíritu de las le-yes". Se le censuró por sostener en su de-finición de la ley, que todo estaba sujeto a leyes: el entendimiento, la naturaleza inanimada, y en especial que las inteli-gencias superiores al hombre y la misma divinidad estaban sujetas a leyes.

En realidad, el establecimiento de la lega-lidad del mundo contiene en Montesquieu, la crítica del orden instituido, como parte de la llamada crítica universal de la Ilus-tración.

Dos temas de jurisprudencia -como se usaba decir a lo largo del siglo XVIII, sope-sando las evidencias de la teoría y de la práctica- contiene "Del espíritu de las le-yes": la teoría de la ley y la teoría de la separación de poderes.

Su enunciación parece destinada a confi-gurar los estudios que profundizan en los conflictos de la ley y del poder y, en es-pecial, sus respectivas condiciones de le-

gitimación. Tal como se plantean estos estudios en el Siglo Filosófico sin embar-go, su primus movens, es el conocimiento de las relaciones del hombre y de la so-ciedad. La ley y el poder, entonces, se convierten y se presentan como categorías constitutivas de ese conocimiento.

Las leyes de la ley

La inteligencia con sus operaciones y la mancomunidad de los hechos con sus sig-nificados contingentes -es decir posibles y también necesarios-, otorgan a la ley los fundamentos de su legitimación, pero tan-to la inteligencia como los hechos proce-den de la sociedad.

El Siglo Filosófico nos entregará un hom-bre social y una sociedad de hombres, distintos entre sí, pero que, como se dijo antes, no pueden pensarse fuera de su unidad.

De aquí procede la filosofía jurídica y polí-tica de Montesquieu. Que, como bien se ha dicho, no parte de la ley, llega a la ley; no parte de la separación de poderes, lle-ga a la separación de poderes.

Las leyes en su más amplia significación -define Montesquieu- son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas. En este sentido todos los se-res tienen sus leyes: las tiene la divinidad, el mundo material, las inteligencias supe-riores al hombre, los animales y el hombre mismo.

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Cómo ha llegado Montesquieu a esta defi-nición y cuál es el sentido de sus posibili-dades y la importancia de sus términos: relación necesaria, naturaleza de las co-sas, proceso de derivación y organización legal del universo.

Todo está sujeto a leyes, toda ley particu-lar se relaciona con otra ley del mismo carácter y depende de una ley más gene-ral. El desarrollo histórico es así y la orga-nización del saber también. Robustecien-do estas afirmaciones Montesquieu cita a Plutarco, quien afirma que la ley es reina de todos, mortales e inmortales, o dicho de manera semejante que la ley es una relación universal o que la ley es lo común.

Es un antiguo concepto, aparece en los orígenes de la civilización. Platón lo re-cuerda en el Gorgias, citando a Píndaro "La ley es reina de todos, mortales e in-mortales", el nomos basileus, ahora pro-piedad de la poesía e incorporado para siempre a las tradiciones de la estética y de la educación.

Posteriormente, Kant en su "Introducción a las lecciones de lógica", un texto que se publicó cuatro años antes de su muerte, expresa que: "Todo en la naturaleza, tan-to en el mundo inanimado como en el vi-vo, acontece según reglas, aunque estas reglas no sean siempre conocidas por no-sotros. El propio uso de nuestro entendi-miento está sujeto a reglas. Estas reglas son necesarias o contingentes. Las necesa-rias son aquellas que hacen posible el uso del entendimiento. Las contingentes de-penden de un objeto mismo. Estas reglas contingentes son las que permiten el uso específico determinado del entendimien-to".

Mediante esta distinción Kant ordena un conjunto de reglas de inferencia, dos grandes capítulos, destinadas a operar

conjuntamente en la estructura del pen-samiento y en la estructura de la realidad, es lo que se propone Montesquieu con respecto al espíritu de la ley y lo que an-tes e inicialmente anunciaba y estipulaba Bacon como una interpretación del reino del hombre, y son éstos algunos de los vínculos profundos que habrá de unir a la Ilustración, con la filosofía clásica alema-na.

Cuando Montesquieu utiliza en la razón de la ley el concepto de relación necesaria, está incluyendo en ella al mismo tiempo, las nociones de necesidad y de contingen-cia, tan claramente identificadas después por Kant y que componen y caracterizan las leyes de la ley o dicho de otra manera, usando las palabras de Montesquieu, en el examen de los hombres, me ha parecido que en medio de la infinita diversidad de leyes y costumbres, los hombres, no se comportaban solamente según su fantasía.

Es decir, las reglas más generales que conducen la inteligencia, su aplicación teórica y práctica, en el conocimiento múltiple de las cosas del mundo, son inse-parables, tanto en su proyecto como en sus resultados.

Partiendo de lo particular, de la certeza de los hechos, de su acumulación, esta-bleciendo semejanzas y diferencias, ex-tendiendo los conceptos clasifica-torios a la formación de principios generales, par-tiendo de la diversidad social pero vol-viendo a ella para descubrir no las leyes sino el espíritu de las leyes, la esencia dinámica del principio de legalidad uni-versal, cuyo sustento es la variedad de las situaciones particulares. Ya Aristóteles había señalado en el derecho una parte constante, igual en todas partes que pro-cede de la naturaleza y una parte diversa que procede del hombre y de su contin-gencia.

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Del espíritu de las leyes está hecho de las relaciones que las leyes establecen entre los hombres y de las relaciones que surgen de la comunicación entre los hombres y las cosas.

Por relaciones debe entenderse, para Montesquieu, la existencia de cosas, ani-madas o inanimadas, reales o ideales, que se vinculan entre sí en forma análoga o, dicho de otra manera, tienen la aptitud de conciliar en su identidad la identidad de las demás, pero no se habla de totali-dades sino de grados, de un tránsito per-manente que compara partes, aceptando y rechazando, un comportamiento recí-proco y continuo que se expresa y existe en el devenir: nada es en sí, si no se con-sideran todas sus referencias.

Este es el concepto de relación necesaria en Montesquieu, que incluye, como si se tratara de una unidad dialéctica, el con-cepto de contingencia. Los términos exist-ían, sin la explicación de Kant, oponiéndo-se y completentándose de acuerdo a las respectivas concurrencias de las causas en el sistema general de los sucesos.

O dicho de otra manera, lo necesario-contingente es tanto lo que falta como lo que se tiene. Y lo que falta y lo que se tiene, trascienden su oposición eventual, y mirados desde el punto de vista de la organización de la sociedad, constituyen -como enseña Platón- un principio de don-de toma origen la ciudad.

Es el mismo criterio que -siglos después- nos lo entrega Tomás de Aquino: el hom-bre a diferencia de los demás animales, requiere el amparo de una sociedad orga-nizada. Lo que se tiene y lo que no se tie-ne, lo que se tiene y lo que se quiere te-ner y lo que no se quiere tener, formarán la dialéctica de la ley y la dialéctica de la sociedad, el cambio en sí y el cambio en la unidad.

De esta manera -siguiendo a Montesquieu- los seres son por sí, pero en definitiva son por sí siempre con relación a otros, las relaciones son infinitas, pero son a la vez la medida de existencia de las cosas, y, así las aprecia el entendimiento.

Esas relaciones necesarias que componen la definición de la ley, de acuerdo a Mon-tesquieu, derivan de la naturaleza de las cosas.

Michel Villey nos proporciona un concepto de naturaleza de las cosas, que tiene la principal virtud de resumir las notas histó-ricas del mismo. En primer lugar, dice Villey, la naturaleza de las cosas para los clásicos, engloba francamente y sin reser-vas, todo lo que existe en nuestro mundo.

Esto es no sólo los objetos físicos materia-les (como la naturaleza post-cartesiana), sino la integridad del hombre, espíritu y cuerpo, las instituciones humanas y las instituciones sociales: la ciudad, los gru-pos familiares, los grupos de intereses. La naturaleza humana tiende por su propia esencia a la vida social como se expresa naturalmente en la familia y después en forma más amplia en la organización del Estado.

Naturaleza, seres y cosas, separados o juntos en su acción recíproca, se convier-ten en la historia de la filosofía, o más precisamente en la filosofía de la historia, en verdaderas alegorías o verdades de razón, pues la alegoría es la imaginación lo que la analogía es al pensamiento.

De este concepto de naturaleza de las cosas participa Montesquieu y el Siglo Fi-losófico en su conjunto. Para el Siglo Fi-losófico la naturaleza de las cosas es más que nada un sistema de razón: la razón teórica, la razón práctica y la razón críti-ca: momentos de una misma razón.

Ese es el sistema de razón de Montes-quieu, no un esquema causal e interpreta-

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tivo sujeto al empirismo de las normas, considera la justicia y también la injusti-cia, el acuerdo de las mayorías y el disen-so de las minorías, fundados en la unani-midad, la razón que propone Spinoza ilu-minando por igual lo verdadero y lo falso, la ley como expresión de los deberes y como expresión del poder, una canónica del ser y el deber ser, como relaciones implicadas y simultáneas o una historia natural del ser social.

Finalmente -asegura Montesquieu- las le-yes derivan de la naturaleza de las cosas. Derivan, es decir que traen de la natura-leza de las cosas su origen.

El espíritu de las leyes está constituido por un conjunto de verdades teóricas y prácticas que derivando de la sociedad vuelven a la sociedad de otra manera, en un estuario de desajustes, un desafío a la sociedad y al hombre social que ambos deben resolver, de ese espíritu de las le-yes así constituido, ha de surgir la ley y sus leyes, derivando y consolidando a la vez su origen en la sociedad, es decir en lo común.

El poder

De dos maneras considera Montesquieu al poder: como una facultad constitutiva del ser y como una facultad constitutiva de la sociedad. Sus analogías y diferencias son sustanciales, empezando porque resulta decisivo que el impulso del poder proven-ga del individuo o de la sociedad.

Montesquieu vincula estas dos formas de poder y las examina en cada situación determinada, en su unidad y en su multi-plicidad.

Refiriéndose al poder individual, tanto Hobbes como Montesquieu llegan a con-clusiones semejantes. En su Discurso sobre el Estado, como llama también al Le-viatán, Hobbes afirma: De manera que doy como primera inclinación natural de

toda la humanidad un perpetuo e incansa-ble deseo de conseguir poder tras poder, que sólo cesa con la muerte.

Montesquieu, confirmando esta pre-visión de Hobbes, sostiene: Pero es una expe-riencia eterna, que todo hombre que tie-ne poder siente la inclinación de abusar de él, yendo hasta donde encuentre un límite.

Existe acuerdo en el sentido de que el contrato social -con sus variantes- tiene su origen en el acuerdo de la comunidad.

El desarrollo del mundo medieval interca-la una compleja controversia que com-promete la historia del poder con las dis-ciplinas teológicas.

Porque la vida de la ciudad -dice San Agustín- no es solitaria sino social y políti-ca. En proposiciones como éstas es donde comienza a dibujarse el problema de la legitimidad del poder y de las condiciones del acatamiento y la obediencia al empe-rador o príncipe.

La problemática fundamental es determi-nar de dónde proviene este poder, si su origen es divino o proviene del pueblo. A través de interrogaciones como ésta es que, sin que desaparezcan las secuencias descriptivas del poder, se advierte la pre-ocupación por determinar su esencia.

La indudable trascendencia del tema se aprecia si se tiene en cuenta que Locke dedicó su Primer Tratado de Gobierno a refutar la obra de Robert Filmer "Patriar-ca" que constituye una defensa y justifica-ción del poder divino de los reyes y el consiguiente absolutismo. Todo lo cual indica que en el siglo XVII, en las socieda-des europeas el problema no era solo ob-jeto de controversias, sino que los progre-sos teóricos en el terreno institucional tenían dificultades para materializarse.

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De todas maneras despojar al poder de su unción metafísica, de su fuerza enigmáti-ca e inexplicable y separarlo de la expe-riencia, si bien no alcanza para explicar su esencia, permite identificar su práctica y su desenvolvimiento en el seno de la so-ciedad y también sus debilidades.

En esta situación histórica empieza Mon-tesquieu a escribir acerca del poder. En diferente forma y con objetivos en parte similares y en parte distintos, abordaron Locke primero y Montesquieu después, la teoría práctica del poder.

La propuesta de Montesquieu es dialécti-ca, en el sentido de que se propone des-arrollar el conjunto de los antagonismos que contiene el poder, para ponerlos al servicio de la ley, que es en definitiva una de las antítesis del poder y de otra mane-ra constituye su legitimidad. Son los dos temas fundamentales de Montesquieu que en ninguna instancia de su obra se sepa-ran.

Locke da los primeros pasos, juzgando imprescindible un equilibrio y un desarro-llo armónico de funciones, y una sistemá-tica de las prácticas sociales, que permita configurar su dirección.

Previniendo que: "Además, puede suponer una tentación excesivamente fuerte para la fragilidad humana, demasiado afecta, ya de por sí, a aferrarse al poder, el que las mismas personas que tienen el poder de hacer las leyes tengan también el de ejecutarlas”. (Segundo Tratado, cap. XII).

En Montesquieu estamos considerando una teoría del poder global y de sus límites, que surge de la práctica, de las metodo-logías de análisis, comparación, clasifica-ciones de hechos y sus generalizaciones.

La diferencia entre Locke y Montesquieu, es que Locke escribe desde el poder y Montesquieu, lo hace desde afuera. La diferencia es trascendental, porque en

Locke el poder es fundamentalmente un problema de poder, en cambio en Mon-tesquieu es siempre un problema de liber-tad.

El círculo institucional ha cerrado su base y abre así la multiciplidad de sus espira-les. La crítica universal, esa dialéctica de la Ilustración, hace de la separación de poderes de Montesquieu algo inesperado; la separación de poderes de Montesquieu constituye una óptica gigantesca: el pau-latino descrédito de los Parlamentos, las insondables deficiencias de la justicia en-frentada sin remedio al juicio público y las interminables envolturas del árbitro: el poder ejecutivo o administrador o el po-der sin explicaciones. A Montesquieu de-bemos esta iluminación y es bastante.

Hace doscientos cincuenta años puso en nuestras manos a través de la teoría de separación de poderes y la teoría de la ley, instrumentos que permiten afirmar que el Estado es cada uno de nosotros y todos a la vez, no hay más nada que decir para reconocer en él a un contemporáneo y sobre todo, a un genio.

Carlos Luis de Secondat, barón de la Bre-de y de Montesquieu, nace el 18 de enero de 1689 y muere el 10 de febrero de 1755. Entre sus obras más importantes se consi-deran: Cartas Persas (1721), Considera-ciones sobre las causas de la grandeza y de la decadencia de los romanos (1734) y Del espíritu de las leyes (1748).

Tipos de gobierno

Rosseau no legitima ninguna forma de go-bierno aunque si bien distingue 3 formas diferentes: democracia, aristocracia y monarquía y en caso excepcional seria la dictadura para salvar la soberanía. El go-bierno no es más que un mandado del so-berano ya que esta a su cargo.

En la Aristocracia el poder es entregado a un número pequeño de personas. Esta

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puede ser natural, electiva o hereditaria. El mejor gobierno es la electiva pero con la moderación de los ricos y consentimien-to de los pobres.

En la democracia el poder es confiado a todo el pueblo en su mayor parte. El po-der ejecutivo está unido al legislativo. Mal gobierno para Rosseau ya dice que puede propiciar guerras civiles al estar unidas cosas que no deberían estarlo.

*La monarquía está analizado más adelan-te y conjuntamente con Montesquieu.*

Para Montesquieu las sociedades sin for-ma política definida son los pueblos salva-jes (cazadores) y los pueblos bárbaros (pastores). Como forma política definida Montesquieu reconoce la república, la monarquía, y el despotismo.

En la República el poder recae sobre todo el pueblo (democracia) o sobre algunas familias (aristocracia). Ideal forma de go-bierno para estados pequeños. El principio que mueve y hace obrar a la República es la “virtud política”, entendida como el amor a la patria, a la igualdad y a la mo-deración.

Mientras que Rosseau diferencia entre democracia y aristocracia Montesquieu los intenta unir bajo un mismo título y a mi forma de ver las cosas erróneo ya que tie-nen muchas características diferentes co-mo para poder unirlas. Además la palabra república comprende multitud de gobier-nos desde una aristocracia hasta una oli-garquía y esto puede causar confusiones.

Cuando hay nepotismo una sola persona gobierna a su capricho y a su libre volun-tad, está exento de leyes o reglas. Gran eficacia en grandes estados o imperios. Su principio es el temor, el cual debilita to-das las virtudes (principio de la república) y anula todo sentimiento de ambición (principio de la monarquía). Aunque esto supone una contradicción para Montes-

quieu ya que el mismo considera esta forma de gobernar como abominable. Ros-seau estaría en contra de esta forma de gobernar ya que el siempre apoya la in-tervención del pueblo a la hora de poder tomar decisiones y de crear leyes.

En el caso de la monarquía Rosseau plan-tea que el poder es confiado a una sola persona o magistrado único. Es el gobier-no con más vigor, pues en ella “todo ca-mina hacia el mismo fin” y no hay movi-mientos opuestos, en este gobierno privan las voluntades particulares sobre las de-más. Al igual que Rosseau, Montesquieu confía todo el poder sobre el príncipe, este gobierna según las leyes establecidas y con la ayuda de la nobleza mientras que para Rosseau gobierna el príncipe pero a merced del soberano (es decir, de todo el pueblo).

Su principio, para Montesquieu, es el honor, o sea el prejuicio de cada persona o clase social, que consiste en exigir pre-ferencias y distinciones.

Mientras que Rosseau añade un principio individual a cada tipo de gobierno pienso que Rosseau tiene una principio universal en las tres formas de gobernar. Que con-sistiría en la obtención de la voluntad ge-neral mediante el pacto social sin tener que recurrir a la fuerza en ninguno de po-sibles gobiernos mientras que Montesquieu si recurre a ella en el despotismo.

Para Rosseau el Estado aparece cuando los hombres se dan cuenta que para defender mejor su vida, su libertad y su propiedad, por lo que deben agruparse y elegir a al-guien para que los gobierne. El Estado nace, por tanto, de un acuerdo libre entre los hombres que se han unido para desig-nar al gobernante. Como el gobernante ha sido elegido por el pueblo, en cualquier momento, cuando el pueblo quiera, puede cambiarlo por otro.

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Por otro lado Montesquieu pretende una nueva estructura del Estado basada en el equilibrio de poderes. En ella defiende, que, conservando al rey, el poder ejecu-tivo, el legislativo recaería en una asam-blea representativa del país (como el par-

lamento inglés), y el judicial, detentado por magistrados o parlamentos (en Fran-cia, tribunales), absolutamente indepen-dientes en sus sentencias, del rey y del Parlamento.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. En el documento se plantean varios autores y cómo piensan respecto a lo que Mon-tesquieu plantea, revise el artículo y haga un cuadro comparativo de lo que dicen los diferentes autores con respecto a la ley, el poder y el gobierno.

2. ¿Qué importancia tiene para su carrera estudiar el tema del poder?

3. Montesquieu plantea que “Todo está sujeto a leyes, toda ley particular se relaciona con otra ley del mismo carácter y depende de una ley más general. El desarrollo histórico es así y la organización del saber también.” Analice este planteamiento de acuerdo a las noticias de cómo se manejan las leyes en Guatemala.

4. Montesquieu plantea que todo estaba sujeto a leyes: el entendimiento, la naturale-za inanimada y, en especial, que las inteligencias superiores al hombre y la misma divinidad estaban sujetas a leyes.

5. En las proposiciones de Montesquieu se determina la existencia del ser social y de la sociedad en forma autónoma y continua. Explique, con sus palabras, el significa-do de esta determinación y cómo influye en las acciones que realiza el Trabajador Social.

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Lectura previa

La cuarta lectura que necesita realizar es la Introducción a un documento que se llama Notas para

identificar algunas dimensiones problemáticas en la construcción del conocimiento sobre América Latina

escrito por Isaac Enríquez Pérez.

Esta lectura le permitirá conocer algunos pensamientos relacionados a los vaivenes teórico-

epistemológicos en las ciencias sociales latinoamericanas.

Notas para identificar algunas dimensiones problemáticas en la construcción del conocimiento sobre América Latina

La ciencia es más que un cuerpo de cono-cimiento, es una manera de pensar: la manera de pensar científica es imaginati-va y disciplinada al mismo tiempo.

El método, aunque sea indigesto y espeso, es mucho más importante que los descu-brimientos de la ciencia. (Carl Sagan, en “El mundo y sus demonios”).

Es el sentido humano y el papel social de la ciencia, sus consecuencias militares y comerciales, su significación política, lo que está experimentando una revalora-ción confusa. Mucho que ha pasado por “ciencia” se tiene ahora por filosofía du-dosa; mucho que se considera como “ver-dadera ciencia” se cree con frecuencia que sólo proporciona fragmentos confusos de las realidades entre las cuales viven los hombres.

Está muy difundido el sentimiento de que los hombres de ciencia ya no tratan de representar la realidad como un todo o de trazar un esbozo real del destino humano.

Además, la “ciencia” les parece a muchos no tanto un ethos creador y una orienta-ción, como un juego de máquinas científi-cas manejadas por técnicos y controladas por hombres economistas y militares que ni encarnan ni comprenden la ciencia como ethos y orientación.

Entretanto, los filósofos que hablan en nombre de la ciencia con frecuencia la

convierten en “cienticismo”, sosteniendo que su experiencia es idéntica a la expe-riencia humana y que únicamente con sus métodos pueden resolverse los problemas humanos (C. Wright Mills, en “La imagina-ción sociológica”).

Me parece evidente que los estudios de complejidad y los estudios culturales han empujado a las ciencias naturales y a las humanidades, respectivamente, hacia el terreno de la ciencia social. Lo que había sido un campo centrífugo de fuerzas en el mundo del conocimiento se ha convertido en uno centrípeto, y la ciencia social es ahora central al conocimiento. Estamos en el proceso de intentar superar las “dos cultural”, de tratar de reunir en un solo ámbito la búsqueda de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Esto es una causa para regocijarse, pero será una tarea ardua de acometer (Immanuel Wallerstein, “El le-gado de la sociología, la promesa de la ciencia social”).

A estas alturas de la historia, vale la pena repensar a la sociología, reflexionar sobre sus perspectivas, hacer un balance crítico de sus realizaciones, identificar sus impas-ses e imaginar sus potencialidades como forma de autoconciencia científica de la realidad social. Una tarea compleja y difí-cil, pero que puede ser realizada de ma-nera selectiva.

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No se trata de afirmar que la sociología está en crisis, como si la crisis fuera algo ajeno a la lógica del pensamiento científi-co. Es claro que hay épocas en las que la sociología parece más o menos en paz consigo misma. Como si su objeto y méto-do estuvieran establecidos, así como hay épocas en las que la sociología pareciera estar más o menos en guerra consigo mis-ma, como si su objeto y método de repen-te estuvieran siendo cuestionados radi-calmente. La verdad es que la sociología siempre tiene altibajos. Más que eso, la sociología tiene la peculiaridad de cues-tionar siempre su objeto y método. [...] Entre los argumentos que explican la permanente vocación de autocrítica, evi-dente en el caso de la sociología, destaca el hecho de que la realidad social es viva, compleja, intrincada, contradictoria, en continuo devenir.

Introducción

Don Sergio Bagú nos ha reiterado que “en ciencia, como en la vida humana toda, hay una relación dinámica entre lo que se sabe y lo que se ignora. A medida que se amplía el terreno que se conoce por la vía científica, se mejora la aptitud para des-cubrir e interpretar lo que aún se ignora y se comprende mejor la dinámica de la fracción que ya se conocía. Más aún, se amplía la visión de lo sustantivo, es decir, se agrega un capítulo, o siquiera un párra-fo, a la teoría” (Bagú, 1997, p. 115).

Si las ciencias sociales no tienen posibili-dad de la experimentación, recurren a la experiencia y de manera selectiva incor-poran en el análisis lo vivido en función de los objetivos de la investigación. El desa-rrollo de la creación científica se puede condicionar pero no se puede prever con certeza e imponer normas a los objetivos, las pautas, las conclusiones y el ritmo de la creación conceptual. En las ciencias sociales, construir teoría es sintetizar lo

que ya conocemos y además, imaginar dinámicas básicas hasta entonces insospe-chadas o apenas vagamente intuidas (Bagú, 1997, p. 116), en ello está presen-te la imaginación creadora.

Entonces, si “la reflexión teórica consiste en crear un marco imaginativo que contri-buya a ordenar los datos y a desentrañar la lógica de las conexiones entre los fenómenos, la teoría en cualquier ciencia es, en parte, observación y experiencia y, en parte, vuelo imaginativo” (Bagú, 1995, p. 7); más aun, crear teoría implica una carga de subjetividad que se objetiva al concretizarse esta teorización.

Es más, construir conocimiento implica preguntarse ¿Qué es el método científico? ¿Qué vinculación tiene este con la razón científica que se pretende más incluyen-te? ¿Cuál es la capacidad de los científicos sociales para plantearse problemas o in-terrogantes? ¿Cuáles son los problemas que requieren ser planteados? ¿Recono-cemos los parámetros culturales y los parámetros del discurso del poder que rigen nuestro comportamiento como científicos? ¿Hasta qué punto pueden ser controlados dichos parámetros que pesan en el planteamiento de problemas?

El problema radica en que “lo fundamental del científico es aprender a pensar lo no pensado [...] Pero aprender a pensar lo no pensado, que supone o implica rompimiento de los parámetros, ese es el desafío. Es un desafío que no podemos dejar librado a la intuición ni a la imaginación, pero que te-nemos que saber organizar” (Zemelman, 1989, p.14), entonces surgen interrogantes como: “¿Para qué se quiere un conocimien-to social? ¿para dar simplemente cuenta de lo sabido de una manera más refinada? ¿O para plantearse problemas que sean rele-vantes para el futuro?” (Zemelman, 1989, p. 15), y planteamientos que señalan que la excesiva confianza en que lo que tenemos como ciencia, no es un buen camino para

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buscar alternativas; lo que supone cuestio-nar el método científico en cuanto a su su-bordinación a lo que sería una forma de pensar en un contexto marcado por realida-des emergentes.

Frente a ello, América Latina se presenta como una formación social propicia para hacer volar la imaginación creadora que se fusiona con la observación y la expe-riencia para plantearnos problemas e in-terrogantes como fundamentos de la praxis científica.

Pese a todo ello, la construcción de cono-cimiento sobre estas realidades latinoa-mericanas enfrenta una serie de limita-ciones que no sólo implican el desenvol-vimiento de la investigación y sus instru-mentos teórico/ metodológicos, sino que también se extienden a las expresiones histórico/ estructurales que caracterizan a la región.

Las limitaciones en la creación de la teor-ía social latinoamericana son múltiples: desde la ruptura con objetos de estudio que fueron motivo de una fecunda pro-ducción teórica hasta los vaivenes históri-co/institucionales que limitan la investi-gación en ciencias sociales, pasando por el eurocentrismo, la llamada crisis de los paradigmas, la relativa ausencia de las teorizaciones del desarrollo como proceso integral, entre muchas otras más.

Las tesis que argumentamos y sobre las cua-les gira esta investigación son las siguientes:

1. Las ciencias sociales latinoamericanas en las últimas dos décadas han diversificado sus objetos de estudio y en muchos ca-sos subsumido los enfoques y temáticas abordadas en torno al proceso de desa-rrollo socioeconómico;

2. las teorizaciones sobre el proceso de desarrollo han retrocedido o en muchos casos se han reformulado ante la avan-

zada de la ideología neoliberal y posmo-derna; por lo que

3. se han desarticulado aquellas teoriza-ciones en torno al desarrollo que repre-sentaron la posibilidad de abordar y re-flexionar de manera integral a América Latina como un todo articulado, interre-lacionado y diferenciado, lo cual

4. también ha sido impulsado por dificulta-des teórico-metodológico-epistemo-lógico-comunicacionales implícitas en la dinámica interna del discurso propio de estas disciplinas, además de la confron-tación que hace con otros discursos que se dicen interpretadores de la realidad social, tales como los medios de difusión masiva.

Como ningún avance teórico parte de la nada, es necesario señalar la trascendencia del contexto histórico/ social y los antece-dentes teóricos que posibilitan la creación de conocimiento por parte de una comuni-dad científica sea para provocar la continui-dad, la ruptura o la discontinuidad de/con determinados enfoques y temáticas que han abierto nuevas y elaboradas interpretacio-nes sobre la realidad social latinoamericana.

Es a partir de estos antecedentes históri-co/teóricos como articularemos un análi-sis que nos permita visualizar las variadas dificultades que enfrentan las ciencias sociales en nuestra región.

Finalmente, mostramos una idea esencial que permea de principio a fin a la presen-te investigación: “Lo que caracteriza al trabajo científico –por contraposición al conocimiento vulgar- no es tanto la exac-titud de las respuestas como la rigurosidad de las preguntas. El obstáculo principal que entorpece el avance del conocimiento científico no es el error sino la confusión: una pregunta confusa es mucho más per-niciosa que una respuesta equivocada, porque los mecanismos correctivos fun-cionan mucho mejor en el segundo caso que en el primero” (Borón, 1997, p. 318).

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SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Al inicio del documento se presenta una cita de Carl Sagan en la que se dice que la ciencia es una manera de pensar. ¿Qué opina de ese planteamiento? Argumente su respuesta.

2. Se presenta un pensamiento de Octavio Lanni, dentro del que se dice con relación a la Sociología que: Además de las evidentes controversias metodológicas, teóricas o epistemológicas, su objeto de estudio está en constante transformación. Lea esa ci-ta e indique ¿Cuál es el objeto de Estudio de la Sociología?

3. En la introducción se indica que Bagú ha reiterado que “en ciencia, como en la vida humana toda, hay una relación dinámica entre lo que se sabe y lo que se ignora…. Analice este planteamiento e indique cómo y cuándo el estudiante de Trabajo So-cial puede contribuir agregando un capítulo, o siquiera un párrafo, a la teoría.

4. En el documento se plantea que “Lo que caracteriza al trabajo científico –por con-traposición al conocimiento vulgar- no es tanto la exactitud de las respuestas, como la rigurosidad de las preguntas.” Discuta con su grupo este planteamiento.

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Lectura previa

La quinta lectura que necesita realizar es un fragmento que se llama: Sobre la llamada crisis teórica

en las ciencias sociales, escrito por Isaac Enríquez Pérez. Esta lectura le permitirá conocer algunos

aspectos del pensamiento social de América Latina.

Sobre la llamada crisis teórica en las ciencias sociales

En las ciencias sociales, en general, exis-ten enfoques que buscan el origen de la crisis teórica de estas disciplinas: algunos parten de la crítica elaborada a los gran-des relatos, a las macro-teorías y su en-frentamiento con las microsociologías; otros la ubican en la rivalidad entre los enfoques metodológicos propios de las ciencias naturales y su distinción respecto a las ciencias sociales; otros más piensan en una transformación del objeto de estu-dio que lleva a una redefinición del méto-do; otros tantos piensan en la incertidum-bre de las ideas ante la realidad que se transforma, mientras que otros reducen el problema a las críticas realizadas a la teo-ría marxista.

El revisar estos abordajes sobre la crisis teórica es necesario para voltear a las ciencias sociales latinoamericanas y plan-tearnos interrogantes sobre la naturaleza de este problema y sobre los rasgos que adopta en la región.

Refiriéndose a la sociología Octavio Ianni (1991) piensa que la crisis de esta puede ser real o imaginaria. Se menciona que los modelos de los teóricos clásicos están en descomposición y que las nociones de so-ciedad, comunidad, capitalismo, valor (valor de uso y valor de cambio), plusval-ía, industrialismo, división del trabajo so-cial, función, conciencia colectiva, clase social, nación, revolución, conflicto, entre otros, han pasado a la historia por obsole-tos, por no dar respuesta a las realidades contemporáneas, y según algunos, por no contemplar al individuo.

“Se critica el tratamiento histórico, globa-lizante u holístico y se preconiza la sis-temática estructural, neofuncionalista, fenomenológica, etnometodológica, her-menéutica, el individualismo metodológi-co entre otros” (Ianni, 1991, pp.115 y 116), para abordar con estos enfoques objetos de estudio como el individuo, el actor social, la acción social, el sentido y motivación de la acción, el lenguaje, la acción comunicativa, los signos, el movi-miento social, la identidad, la diferencia, lo cotidiano, la elección racional, el sis-tema social como ente auto-rreferente.

En apoyo con la visión posmoderna antes señalada, se observa la tendencia a la constitución de visiones intermedias que si bien son necesarias para la construcción del conocimiento sobre procesos y eventos específicos de la realidad, no son suficien-tes para la formulación de generalizacio-nes sobre las regularidades de la sociedad. En suma, se pretende superar y trascen-der a la teoría de la sociedad moderna industrializada. En las ciencias sociales de las últimas décadas “se debaten priorida-des, o reacomodos en cuanto a la induc-ción cuantitativa y cualitativa, el análisis sincrónico y diacrónico, el contrapunto de las partes y el todo, la dinámica y la esta-bilidad social, individuo y sociedad, lo objetivo y subjetivo” (Ianni, 1991, p. 120).

“Hay algo de imaginario en el debate so-bre la crisis de la sociología. Si es verdad que hay impasses reales en el presente, también lo es que las controversias sobre

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su objeto y método son más o menos per-manentes. Se relacionan con las exigen-cias de la producción intelectual; con la singularidad de la sociología como una ciencia que siempre se piensa, al mismo tiempo que se realiza, desenvuelve, en-frenta impasses y se reorienta. Tal vez, más que otras ciencias sociales, ella se piensa críticamente y de modo continuo” (Ianni, 1991, p. 120), más aún, a decir de Robert K. Merton, cada generación de sociólogos identifica a su época como un movimiento decisivo en el desenvolvi-miento y transición de la disciplina.

Pero Ianni insiste en la importancia de momentos lógicos para la creación de co-nocimiento, tales como: apariencia y esencia, parte y todo, singular y universal, sincronía y diacronía, historia y lógica, pasado y presente, sujeto y objeto, teoría y práctica; además de rescatar en el aná-lisis la historicidad de lo social puesto que la realidad social es un objeto en movi-miento, haciendo a un lado esa teoriza-ción basada en la abstracción que deja la impresión de percibir a los objetos como aislados, en estado inerte, abordados por técnicas cuantitativas e informáticas que no forman parte del objeto. En el fondo se trata de buscar la relación entre las teorías sociológicas clásicas y contem-poráneas, pues se organizan bajo princi-pios explicativos fundamentales como: evolución, causación funcional, estructura significativa, reducción fenomenológica, conexión de sentido y contradicción (Ian-ni, 1991, p. 130), existiendo continuas creaciones y recreaciones respecto al ob-jeto y al método, los conceptos y las in-terpretaciones, los temas y los lenguajes, existiendo la reiteración de principios ex-plicativos y generándose la innovación paradigmática al verificarse algo nuevo (Ianni, 1991, p. 133).

A finales del siglo XX y principios del XXI el objeto de estudio de la sociología revela

mutaciones en todos los sentidos, volvién-dose más complejo, menos conocido. “Las transformaciones, a veces radicales y sor-prendentes, que están ocurriendo en la realidad social, a nivel, local, nacional, regional y mundial, desafían tanto el con-senso sobre lo que puede ser el objeto de la sociología, como las codificaciones se-dimentadas sobre él. En buena medida, esas conmociones están presentes en re-flexiones metodológicas y en disputas que inspiran trabajos, de unos y otros, en el ámbito de la sociología contemporánea; una sociología que se despliega en neo-funcionalismo, teoría sistémica, marxismo analítico, marxismo occidental, estructu-ralismo, fenomenología hermenéutica, teoría de la acción comunicativa y otras orientaciones.

De alguna forma, y algunas veces en gran-des proporciones, esas orientaciones de la sociología, en el umbral del siglo XXI, pa-recen tentalear o balbucear ante las más sorprendentes metamorfosis de su objeto. Frente a estas transformaciones, la teoría se ve desafiada, cuestionada en lo que se refiere a conceptos e interpretaciones. No se trata solamente de acomodar y refor-mular conceptos e interpretaciones. Hay mutaciones en el objeto de la sociología que desafían las categorías de tiempo y espacio, micro y macro, holismo e indivi-dualismo, sincronía y diacronía, continui-dad y discontinuidad, ruptura y Transfor-mación.

Cuando la sociedad se configura simultá-neamente como local, nacional, regional y mundial, involucrando grupos, clases y movimientos sociales, relaciones, proce-sos y estructuras de dominación y apro-piación, algunas categorías básicas de la reflexión sociológica se alteran, parecen declinar o emergen desafiando a la imagi-nación” (Ianni, 1995, pp. 214 y 215).

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En los términos de Ianni, la Transforma-ción que se hace más evidente y que con-fronta a la sociología consigo misma es una transformación que ahora se hace explícita y que se expresa en la globaliza-ción y su contrapunto que es la diversi-dad. Estas “transformaciones que experi-menta el mundo contemporáneo configu-ran realidades sociales y mentales más o menos evidentes: la mundialización del capitalismo, incluyendo una nueva divi-sión internacional del trabajo y la produc-ción, da lugar a la formación de nuevos bloques geoeconómicos y geopolíticos; emergen ciudades globales en las cuales se localizan poderosos centros de deci-sión, dominación y apropiación; se forman complejas y amplias redes de comunica-ción, basadas en las técnicas de la electrónica, la informática, los medios de comunicación impresos y electrónicos, la industria cultural; se forma una cultura de masas de alcance mundial que abarca oc-cidentes y orientes, culturas y civilizacio-nes” (Ianni, 1995, p. 216); por ello la so-ciología y las ciencias sociales en general tienen que repensar críticamente su método y su objeto de estudio que ha transitado de una sociedad nacional a una sociedad global que subsume a la primera confiriéndole nuevos significados a las realidades locales, nacionales y regiona-les. “Además de los problemas empíricos y metodológicos que implica el problema de la globalización, destacan también algu-nos de índole propiamente epistemológi-ca.

Ese es el caso de los contrapuntos micro y macro, tiempo y espacio, presente y pa-sado, ideología y utopía, sujeto y objeto, etcétera. Sucede que esas categorías de pensamiento, fundamentales en la socio-logía, no se transfieren pura y simplemen-te, en los mismos términos, del conoci-miento ya acumulado de la sociedad na-cional y el individuo a la sociedad global.

La originalidad, la complejidad y la diná-mica de la sociedad global no reproducen inmediata y nítidamente lo que ocurre en el ámbito de la sociedad nacional y del individuo” (Ianni, 1995, p. 224). En el caso del contrapunto sujeto y objeto del cono-cimiento se presenta la situación de que “cuando el objeto de la reflexión socioló-gica parece original y complejo, muy dife-rente de la realidad social conocida, el sujeto del conocimiento se revela sor-prendido, dislocado, en busca de perspec-tivas capaces de dar cuenta de lo nuevo y de lo sorprendente.

Frente a la nueva realidad social, el suje-to tiene el desafío de buscar y escudriñar la infinidad de perspectivas que se abren. Ya no sólo puede reflexionar sobre la rea-lidad a partir de la perspectiva del Estado-nación, o del individuo como miembro de éste o aquel grupo, clase o nación.

Necesita trasladarse a lo largo del espacio y del tiempo, para ubicarse en la perspec-tiva múltiple abierta por la globalización” (Ianni, 1995, p. 225), por lo que, la globa-lización del mundo recrea el objeto de estudio de la sociología y exige la recrea-ción de su método; estos cuadros sociales y mentales de referencia alterados por la globalización abren horizontes que permi-ten repensar críticamente los conocimien-tos ya producidos sobre la sociedad nacio-nal y el individuo (Ianni, 1995, p. 228). En suma, es una crisis de las ciencias sociales entendida como la redefinición de su ob-jeto de estudio y el trastocamiento epis-temológico que sufren sus estructuras heurísticas que teorizaron a la sociedad nacional a partir del modelo de los para-digmas clásicos y modernos.

Al igual que Octavio Ianni, Gilberto Gimé-nez (1992) atribuye la crisis de la sociolog-ía a un agotamiento de los paradigmas deterministas o a su sustitución por para-digmas clásicos vinculados con diferentes

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modelos de explicación racional de la ac-ción. Piensa que la sociología ha estado siempre en crisis, lo cual no es un signo de debilidad o decadencia, revela su dina-mismo y su constante afán de renovación teórica, pero no se trata de que “hay una especie de ‘crisis inminente’ que es con-substancial al desarrollo de la ciencia”, es un progreso experimentado a partir de la retroacción, es decir, a partir del retorno permanente a sus ‘principios primeros’ para reconstruirlos incesantemente (Giménez, 1992, pp. 13 y 14).

Dice Giménez que la crisis de la sociología en su versión específica y coyuntural se relaciona con la euforia triunfalista de los regímenes neo-liberales que son conser-vadores respecto al diálogo social y la ca-pacidad crítica de la sociedad; así como también se relaciona con el reflujo histó-rico del pensamiento crítico de la socie-dad. Esta crisis no se presenta con la misma intensidad en todos los países, ni en todas las disciplinas de las ciencias sociales y ni en todas las subdisciplinas de la sociología, sino que les afecta de mane-ra diferenciada. Esta crisis es en primer término, política antes que teórica por su relación con la caída de los “socialismos realmente existentes” y el consiguiente descrédito del marxismo como paradigma crítico (Giménez, 1992, p. 14).

Derivado de esta crisis política se presenta una crisis de mercado o de demanda ex-presada en la contracción de las matrícu-las escolares de la disciplina, en el cierre de facultades, en lo ambiguo del perfil profesional del sociólogo y en la depreda-ción de las investigaciones. En su dimen-sión teórica, la crisis tiene manifestacio-nes epistemológicas y metodológicas, so-bre todo en lo relacionado con el ya men-cionado agotamiento de los paradigmas deterministas (con sus características po-sitivistas, holistas y nomológicas) que tienden a explicar la acción del hombre

como determinada por causas sociales o psicológicas, y su posterior desplazamien-to por paradigmas alternativos que conci-ben a la acción como orientada por un sentido entendido y construido subjetiva-mente (Giménez, 1992, p. 16).

En el fondo de esta crisis teórica se en-cuentra el debate y la polarización sobre la naturaleza de las ciencias sociales en relación con las ciencias “naturales o du-ras” representadas por las ciencias físico matemáticas, pero mediado este debate por la novedad de que la explicación no-mológico-deductiva a perdido el monopo-lio tras el fuerte predominio de los mode-los micro-interpretativos. Estos paradig-mas no siempre son contradictorios o ex-cluyentes entre sí, y muchas veces logran ser complementarios.

Para el caso específico de América Latina, algunos pensadores como Edelberto To-rres-Rivas argumentan que “la desorienta-ción, en el ámbito de las ideas, es un ras-go esencial de la crisis, si efectivamente se trata de una crisis. Trasladada esta no-ción a las ciencias sociales en América Latina, la crisis pareciera tener un ‘núcleo duro’ en el centro de su importante desa-rrollo y maduración actuales: la incerti-dumbre” (1990, p. 129). Para los años ochenta no se debe pensar en un fracaso de las ciencias sociales latinoamericanas, sino que la historia caminó en un sentido distinto y estas disciplinas solo han conti-nuado su afirmación. Las ciencias sociales de la región han crecido en tamaño, en audiencia, en interlocutores y han pene-trado en la vida pública y política, apor-tando lenguajes, formulaciones, símbolos y propuestas prácticas. Mientras que la Sociología se ha debilitado en sus preten-siones totalitarias, ha sido sustituida o penetrada por la ciencia política en cuan-to al predominio de ciertos temas y al tratamiento y consecuencias de los mis-mos.

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Aparecieron en el análisis los procesos de democratización, los movimiento sociales, los procesos electorales, la participación ciudadana, el Estado, los partidos políti-cos, la democracia y la sociedad civil, “al margen o con el abandono de el gran te-ma de la posguerra: el desarrollo econó-mico, el cambio social, las razones estruc-turales. La magnitud de la expansión dis-ciplinaria y con ello la fragmentación temática han favorecido los estudios mi-crosociológicos y terminado, por el mo-mento, con toda pretensión de generali-dad regional” (Torres-Rivas, 1990, p. 142). Además, el marxismo dejó de ser la moda intelectual. Pero fundamentalmente, “es-tamos viviendo una encrucijada donde la historia se acelera y produce confusión.

Tal es el signo de la actualidad de la cul-tura. Con utopías debilitadas, ambigüeda-des ideológicas. Existe confusión intelec-tual. Hay una descomposición de las ilu-siones sobre un mundo mejor y América Latina no es sino la confirmación, sin duda transitoria, del fracaso de la modernidad. Las ciencias sociales no pueden sino refle-jar –como siempre lo han pretendido- esa realidad” (Torres-Rivas, 1990, p. 143).

Para Bernardo Sorj (1991), en América Latina la crisis social se confunde con la crisis de las ciencias sociales. En esta re-gión se transitó de los análisis estructura-listas y de denuncia global a los estudios sobre el papel de los agentes sociales. No basta con afirmar las contradicciones es-tructurales que colocan a la región como dependiente y subdesarrollada dentro de la dinámica mundial del capitalismo y con sostener que es necesario pretender ser desarrollados superando ese algo que está ausente; no basta esto porque a decir de Sorj “nos falta todavía un pensamiento crítico que sea capaz de enfrentar los di-ferentes problemas y sus complejidades específicas. Tal vez no esté alejada de esta dificultad la permanencia de veleida-

des políticas del científico social” (1991, p. 110).

Es más, está presente una sociología del deseo en la que los científicos sociales latinoamericanos “proyectaron el deseo sobre la propia realidad social. En lugar de aceptar las dificultades o la inviabilidad de la transformación revolucionaria, exa-geraron la importancia relativa de los agentes, procesos e instituciones sociales, al mismo tiempo que desconocieron e ig-noraron teóricamente el conjunto de fuerzas y procesos sociales que actúan en dirección contraria a la deseada” (Sorj, 1991, p. 111).

En suma, tras rescatar los anteriores aná-lisis e interpretaciones nosotros formula-mos algunas interrogantes sobre esta temática para guiar una posible interpre-tación: ¿existe o no la llamada crisis teóri-ca de las ciencias sociales? y si existiese ¿qué es? ¿Qué la genera? ¿Cómo influye en las ciencias sociales latinoamericanas? ¿Cómo imposibilita la construcción de co-nocimiento sobre la realidad social de la región?

Retomando a Atilio A. Borón, “no sólo hay un malestar en la cultura. Si se actualiza a fines del siglo XX, con rasgos aún más marcados, el diagnóstico que Sigmund Freud esbozara en la década de los años treinta se advertirá que en el ámbito de las ciencias sociales también hay un ‘ma-lestar en la teoría y con la teoría’, espe-cialmente con aquellas que, con base en la tradición clásica, intentan explicar la evolución de la sociedad en su conjunto” (2000, p. 459). La teoría está permeada por una combinación de nihilismo posmo-derno y de tecnocratismo neoliberal que conduce al fastidio de los lectores, pero que también la presenta como incuestio-nable e inmutable verdad eterna.

Para la Comisión Gulbenkian encargada de abrir las ciencias sociales para reestructu-

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rarlas, la crisis teórica tiene su génesis en la crisis de un modelo de ciencia: aquel que se vino originando desde el siglo XVI, es decir, el paradigma “newtoniano car-tesiano”. El componente “newtoniano” aportaba la idea de que entre el pasado y el futuro existía una absoluta simetría, por lo que se podían establecer certezas imprescindibles para las ciencias natura-les, ya que todo el mundo se hallaba sus-pendido en un eterno e imperturbable presente, en espera del científico que llegase a develar sus secretos; como una visión casi teológica, sostenía que al igual que Dios se alcanzaría esa certidumbre. Mientras que la visión “cartesiana” com-plementaba y reforzaba lo anterior al pos-tular un dualismo insalvable entre el hombre y la naturaleza, entre el mundo físico o material y el espiritual (La Comi-sión Gulbenkian coordinada por Immanuel Wallerstein, 1996, p. 4).

Dentro de estos esquemas cognitivos se edificaron las ciencias sociales. A decir del Informe Gulbenkian, el impacto de estos cuestionamientos en las ciencias sociales se centran en el señalamiento de la crisis en la epistemología en el ámbito de las ciencias físicas, además de los de-sarrollos teóricos que han acentuado la importancia de la no linealidad sobre la linealidad, la complejidad sobre la simpli-ficación, la imposibilidad de aislar por completo al observador del fenómeno ob-servado y, la superioridad de las interpre-taciones cualitativas sobre la precisión cuantitativa.

Esto puso en crisis no sólo los supuestos de la teoría social y sus premisas epistemoló-gicas positivistas, sino también los propó-sitos fundantes de la organización de las ciencias sociales, su fragmentación en disciplinas independientes y los criterios de su profesionalización; por lo que los desafíos que enfrentan las ciencias socia-les se refieren a la incorporación de la

teoría freudiana, el eurocentrismo, la construcción social del tiempo, la cuestión de la complejidad, el feminismo, y la mo-dernidad.

Regresando a las ciencias sociales, “el empirismo positivista, con sus artificiales e increíbles líneas divisorias entre Estado, sociedad y economía; así como entre pa-sado y presente; y con su arbitraria frag-mentación del objeto de estudio, ha lle-gado a una crisis terminal” (Borón, 2000, p. 470). Las premisas de este positivismo son el símil que se hace de la sociedad con la naturaleza, así como el afirmar que ambas se rigen por leyes naturales inde-pendientes de la voluntad y acción huma-nas. La crisis de las ciencias sociales debe replantearse como la crisis de este para-digma positivista, el cual concibe a la so-ciedad como una yuxtaposición de partes diferentes que en su existencia histórica concreta pueden combinarse de distintas maneras. Es una legalidad universal que se reduce al tránsito de lo tradicional a lo moderno.

En un segundo plano, dentro de la ciencia y en especial de la teoría social, los con-ceptos y categorías empleados para el análisis no logran aprehender del todo a la complejidad de la realidad, por lo que la reflejan como algo fragmentado, desarti-culado, distorsionado y estático, sin tomar en cuenta que esta es un todo articulado, heterogéneo, diferenciado y diná-mico que no requiere de alguna fórmula que sea básica para englobarla y encerrarla toda; quedándoles a los científicos socia-les la obligación permanente de descubrir pautas y tendencias de validez general, tomando en cuenta que el análisis no re-sulta completo pues existe siempre algo más en el fondo que es necesario visuali-zar y que con mucho, rebasa a los concep-tos y categorías establecidos.

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Estas dos limitaciones que nos atrevemos a llamar estructurales y consustanciales a todas las ciencias sociales del mundo en gran medida colocan a la crisis teórica como algo permanente e incesante, y a la vez como un proceso sano, estimulante y dinamizante que agota al conocimiento para recrearlo incesantemente.

A decir de Sergio Bagú, cualquier pensa-miento científico deja de ser tal si no se expone a un cambio incesante, que man-tenga en estado crítico todas sus ideas, las inmediatas y las permanentes; tam-bién, las ideas generales y más convincen-tes están sometidas al examen crítico, a un proceso de renovación que no cesa, por lo que la necesidad de poner en duda las grandes concepciones filosóficas del proceso humano no les resta validez, por el contrario, la respetabilidad científica se sustenta en el hecho de estar expuestas a una permanente crítica. “No hay para-digma respetable en el campo de la cien-cia si no está expuesto a crisis importan-tes. La ciencia misma deja de ser ciencia si no es capaz de transformarse desde sus raíces, en forma permanente” (Bagú, 1996, p. 23), esta acción no invalida la respetabilidad del conocimiento que se quiere superar. Es más, “todo conoci-miento científico tiene raíces profundas. La sabiduría humana es una escalera ince-sante de construcción, en la cual cada escalón nuevo tiene necesariamente que descansar sobre los precedentes” (Bagú, 1996, p. 23). Si el paradigma científico no entra en crisis es simplemente porque no es científico; y si el paradigma es real-mente científico, necesariamente tiene que estar en crisis permanente.

El surgimiento de las ciencias sociales tras la instauración del capitalismo y la natu-ralización de la sociedad liberal de mer-cado, tuvieron como eje articulador la concepción de modernidad caracterizada por una visión universal de la historia aso-

ciada a la idea de progreso, por una “na-turalización” tanto de las relaciones socia-les como de la “naturaleza humana” de la sociedad liberal capitalista, por la natura-lización u ontologización de las variadas separaciones (una de tipo religioso que separa entre Dios, lo humano y lo natural; la ruptura ontológica entre cuerpo y men-te, entre razón y mundo; la separación característica de la modernidad cultural que distingue entre población en general y el mundo de los especialistas) propias de esa sociedad, y la necesaria superioridad de los saberes que genera esa sociedad sobre todo otro saber (Lander, 2000, p. 22).

Estas ciencias sociales presentan un meta-rrelato universal que conduce a los pue-blos hacia lo moderno, dejando atrás lo tradicional, con formas de conocimiento pensadas como las únicas válidas, verda-deras, objetivas y universales, esto es, con categorías, conceptos, explicaciones, enfoques, métodos, esquemas cognitivos y perspectivas que se tienen como los úni-cos para el análisis de la realidad social y como las necesarias para definir normati-vamente el deber ser de todos los pueblos del mundo. “Con las ciencias sociales se da el proceso de cientifización de la so-ciedad liberal, su objetivación y universa-lización, y por lo tanto, su naturalización” (Lander, 2000, p. 24), por lo que se pro-duce una diferenciación básica entre las sociedades que tienen la verdad y otras que no la tienen.

Es más, “...es posible afirmar que, en to-do el mundo ex-colonial, las ciencias so-ciales han servido más para el estableci-miento de contrastes con la experiencia histórico cultural universal (normal) de la experiencia europea, (herramientas en este sentido de identificación de caren-cias y deficiencias que tienen que ser su-peradas), que para el conocimiento de esas sociedades a partir de sus especifici-

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dades histórico culturales” (Lander, 2000, p. 25).

El olvido, el abandono, el rechazo por los progresos teóricos registrados en la región en épocas anteriores; algunos casos son caracterizados por una especie de ver-güenza hacia ciertos objetos de estudio y temáticas y por una acentuada creencia consistente en pensar que con la caída de los “socialismos realmente existentes” fracasó también el marxismo como es-quema cognitivo y programa de investiga-ción.

Las dificultades para lograr aprehender la totalidad articulada y diferenciada de la región latinoamericana conjuntando un análisis apoyado en el pensamiento dia-léctico y que tenga como propósito la vin-culación entre la organización y el actor, partiendo de la tesis de que la primera es resultado de la interacción de los indivi-duos y de las posibilidades de estructura-ción de sus intereses, motivaciones, acti-

tudes y aptitudes, mientras que el segun-do sólo puede recrearse y reproducirse socialmente dentro de las organizaciones e instituciones; y contemplar así la rede-finición de los actores o la aparición de otros nuevos en su constante contribución a la creación de la historia humana al tiempo que se rehacen y se redefinen en el transcurrir de ella, por lo que nos atre-vemos a pensar que esta historia es resul-tado de la evolución de las estructuras socioeconómicas y culturales, así como de las convergencias y contradicciones entre los intereses y motivaciones de estos acto-res involucrados (Enríquez Pérez, mimeo, 2002).

Actor social y organización son categorías necesarias para vincularlas y abordar la dinámica y contradicciones de la “socie-dad global”, así como las especificidades que adquiere América Latina al insertarse en ésta y redefinirse.

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Explique, con sus palabras, la importancia que tiene para su carrera estar conscien-te de la crisis teórica de las ciencias sociales.

2. En el documento se habla de los cambios que ha sufrido la sociedad y que obliga a replantear la teoría que permite interpretar a la sociedad. Analice la realidad ac-tual y proponga cinco cambios que usted ha sabido que se han dado en la sociedad guatemalteca en la última década.

3. En el documento se plantea un pensamiento de Edelberto Torres, sociólogo guate-malteco. Él indica: “… la desorientación en el ámbito de las ideas es un rasgo fun-damental de la crisis. ¿Qué opina de este planteamiento? ¿Qué ideas conoce que evidencien esta desorientación.

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Tema 3

Clásicos de las Ciencias sociales

OObbjjeettiivvoo Identificar los aportes dados desde el pensamiento de los clásicos y su utilidad y apli-cación práctica en la interpretación e intervención en la realidad social

CCoonntteenniiddooss 1. Clásicos en las ciencias sociales 2. Positivismo: Augusto Comte 3. Evolucionismo: Thomas Robert Malthus y Herbert Spencer 4. El pragmatismo: William James y John Dewey 5. El historicismo: Wilhelm Dilthey 6. Experimentalismo: Ernest Mach 7. El funcionalismo: Talcott Parsons

Lectura previa

La primera lectura a realizar en este tema es: Las ciencias sociales hoy escrito por Rosa María Olvera

Gómez la cual nos permitirá conocer dos niveles de discusión sobre las ciencias sociales. Uno episte-

mológico y otro solamente pragmático.

Las ciencias sociales hoy

El debate sobre la cientificidad de las ciencias sociales no es nuevo, de hecho pareciera que se aviva. Sin embargo, con-sidero que principalmente es una discu-sión que tiene un trasfondo eco-nómico. Es decir, la controversia sobre si las cien-cias sociales son verdaderamente “Cien-cias”, tiene que ver con su reconocimien-to como parte esencial del conocimiento, pero también con el hecho de que sin este reconocimiento es poco probable que se le destine algún porcentaje del presu-puesto destinado a la educación.

Entonces, estaríamos encontrando quizá dos niveles de discusión. Uno epistemoló-gico y otro solamente pragmático, que de preferencia debería estar sustentado por el reconocimiento mencionado. Por ello la

importancia sobre la cientificidad de las ciencias sociales. De hecho, considero que si esta discusión que tiene como fin cons-truir la justificación que permita defender la posición de nuestro campo en la misma universidad, entonces tiene sentido. Su-mergirnos en el debate puede resultar abrumador. Debemos considerar que en realidad el conocimiento mismo se com-pone de convenciones, de tal manera que quedarnos en el aspecto abstracto y teóri-co puede ser interesante tanto como con-fuso e inútil.

Humildemente, no esperaría ser reconoci-da rimbombantemente como una “cientis-ta” (palabra de reciente creación) sino sólo como una mujer pensante que es ca-paz de entender las situaciones, los fenó-

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menos, los cambios, etc., que me sean encomendados o bien que me atañen.

No obstante, por la vigencia de este deba-te me permití hacer una pequeña revisión del estado de las ciencias sociales hoy. Asimismo, la discusión sobre la ‘multidis-ciplinariedad’ o la ‘interdisciplinariedad’, personalmente considero que está de más. De sobra hay evidencia de que no vivimos en un mundo fragmentado, aun-que teóricamente se pretenda que así es, de tal modo que la multidisciplinariedad es inherente a cualquier estudio o investi-gación; sin embargo también retomé esta discusión en su aspecto teórico.

Las ciencias sociales hoy

Abordaré en principio el estado de las ciencias sociales, para ello es útil revisar el texto de Wallestein. Este autor narra la historia de las ciencias sociales. Señala con claridad sus orígenes y sus transfor-maciones.

Después de leer Abrir las ciencias socia-les, debemos reconocer que los científicos sociales han aceptado una carrera por analogar las ciencias sociales a las natura-les. Admirando siempre su método, inclu-yendo la pretendida objetividad que ca-racteriza a las ciencias naturales. Sin em-bargo, esta relación no siempre ha sido así. Karl Polanyi muestra, como a finales del siglo XVIII las ciencias sociales llegaron a merecer, aún más que las naturales, el epíteto de ‘ciencia’; dicho autor muestra que durante el siglo XIX, algunas ciencias naturales, como la biología, tomaron pres-tados conceptos de las ciencias sociales.

Así, en lugar de tener un Darwin inspira-dor de las ciencias sociales, el siglo XIX tenía un Darwin inspirado por Malthus y Smith.9

9 Polanyi, K. (1975). La Gran Transformación. México Juan

Pablos. pp. 167 y ss.

Sin embargo, desde finales del siglo XIX las ciencias sociales dejaron de ser su mu-sa inspiradora. Esto, en parte, debido a los avances de las ciencias naturales10 y en parte, debido al nuevo status de las matemáticas en el mundo académico, político y social11. Es decir, históricamen-te las ciencias sociales han sido menos-preciadas por los detentores de las llama-das ‘ciencias duras’; éstos alegan diversos factores, que comienzan desde el mismo objeto de estudio, hasta el método utili-zado en las investigaciones de carácter social. Ahora, no solamente las ciencias naturales han dudado de la cientificidad de las ciencias sociales. Éstas, también han creado a sus propios críticos.

Un ejemplo al respecto puede ser esclare-cedor. Roger Caillois desde la década de los 20 escribió una docena de libros que en su momento fueron considerados “va-liosas aportaciones a las ciencias socia-les”. Se trataba de un durkheimano que iba más allá de Durkheim; del inspirador Georges Bataille... Sin embargo, tan des-tacado exponente de la sociología, en 1939 escribió que sus propios libros, sus libros sobre ciencias sociales, no eran más que “juveniles y arrogantes quimeras”12.

A finales del siglo XIX surgieron un par de científicos sociales que son pilares de la sociología: Weber y Durkheim. Sus aporta-ciones se ubican propiamente en el siglo XX. Es éste, el más importante para las ciencias sociales, quizá porque la sociedad parece estar cambiando rápidamente; acontecimientos, tales como guerras, au-toritarismos, el auge del capitalismo, na-cionalismos, formación de identidades,

10 Leiss, W. (1972) The Domination of Nature. New York;

George Braziller. 11 Guenon, R. En: El Reino de la Cantidad y los Signos de los

Tiempos. (1997).Barcelona: Paidós. 12 Caillois, R. (1989). Acercamientos a lo imaginario, México:

FCE. p. 79.

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entre otros que tuvieron lugar en el siglo XX necesitaban respuestas, explicaciones que sólo los científicos sociales podía dar. Así, hacia las primeras décadas del siglo XX surge la necesidad de que las discipli-nas agrupadas como ciencias sociales em-pezaran a ser reconocidas como cien-cias13.La primera disciplina en obtener el status científico fue la historia.

Durante la segunda mitad del siglo, los sociólogos, encabezados por Durkheim, reclamaron que la sociología fuera no sólo reconocida como ciencia, sino como la más importante del área social. Para en-tonces la importancia de Weber era emi-nente.

De cualquier manera, al finalizar la Se-gunda Guerra Mundial encontramos a to-das las disciplinas de las ciencias sociales reconocidas institucionalmente.

Después de 1945 la relación entre las dis-tintas disciplinas de las ciencias sociales adquiere una dinámica sin precedentes. Quizá porque la sociedad tuvo cambios vertiginosos, que históricamente no tie-nen comparación. En la medida en que el mundo cambia, las ciencias sociales en-frentan la necesidad de modificarse y de aumentar sus debates en número y en contenido. Por ejemplo en la década de los setenta, el debate se centró entre uni-versalismo y particularismo.

Wallenstein nos recuerda la opinión de A. de Koyre sobre la imposibilidad de que aquel conocimiento que se sustente en un imaginario sea ciencia. Siguiendo el silo-gismo de Koyre, si aceptamos que la ma-yoría de las categorías de análisis, los ti-pos ideales, los modelos de las ciencias sociales son de hecho imaginarios, enton-ces éstas no son ciencias. No obstante,

13 Burke, P. (1972). Historia y Teoría Social, México: Instituto

Mora. p. 52.

vale reflexionar sobre la certidumbre del conocimiento natural. Si seguimos a Alexander, nos dirá que tan imaginarias son las herramientas de análisis de las ciencias sociales como las naturales. La característica apriorística que se atribuye con exclusividad a las ciencias sociales, a decir de Alexander, también se presenta en las ciencias naturales, luego, eso tendría que minar el argumento de Koyre o al menos permitirnos dudar acerca de la cientificidad de las ciencias naturales tan-to como se duda de la de las ciencias so-ciales.

De lo anterior podemos derivar dos con-clusiones sobre el estado actual de las ciencias sociales: 1) las ciencias sociales son reconocidas como disciplinas institu-cionales; su utilidad social no está en du-da aunque, en ocasiones, su capacidad de predicción y explicativa quede corta. 2) Las ciencias sociales son ‘ciencias’, pues si recurren a juicios apriorísticos, qué cien-cia no lo hace. Son ciencias en tanto utili-zan una argumentación racional, lógica, con técnicas modernas, y recurren a los métodos propios de la ciencia.

La multidisciplinariedad de las ciencias sociales

Uno de los temas nodales del texto de Wallenstein es la apertura de las ciencias sociales. Nos habla de la necesidad de aceptar el reto de analizar la realidad desde diferentes perspectivas. Para llevar a cabo esto es necesario un enfoque mul-tidisciplinario.

Sólo una vez que las ciencias sociales son divididas en diversas disciplinas podemos hablar en términos de enfoques multidis-ciplinarios. Lo primero que debemos re-cordar es que las ciencias no siempre han estado divididas, es decir, que no siempre ha existido una especialización por áreas de estudio de las diferentes teorías o sis-

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temas de conocimiento. Así, por ejemplo entre la mayor parte de los pueblos ha existido lo que Louis Dumont llama una sistema de conocimiento holista, es decir, que no divide a la realidad en secciones, sino que la piensa como un todo relacio-nada estrechamente.

Recordemos que en el pasado remoto hab-ía pensadores, filósofos, no especialistas en ciencias sociales o ciencia política. Así, Hugo de San Victor escribía lo mismo li-bros de mecánica que de teología o histo-ria14.También Jenofonte escribía libros de moral y de economía, sin cambiar el tono de un libro a otro. Aristóteles pensaba en la economía como una rama más de la filosofía y la moral...

Pero ¿en qué momento se dividieron las ciencias sociales en disciplinas, cuándo se empieza a considerar que la realidad está fragmentada y debe ser estudiada por sepa-rado? Wallestein nos deja ver que a finales del siglo XVIII y principios del XIX el conoci-miento comienza a especializarse, en otras palabras, comienza a dividirse. Así, hay au-tores que hablan de un ‘individualismo me-todológico’.

Es decir, el conocimiento se divide en compartimentos que, en casos extremos, se consideran aislados del resto de la rea-lidad. De esto ha hablado extensamente Louis Dumont15.

La interdisciplinariedad es posible en la medida que las distintas disciplinas de las ciencias sociales comparten en el fondo el mismo objeto de estudio: el hombre y su sociedad, todas las relaciones que se pue-den desprender, las del hombre con otros, con la naturaleza y con las instituciones que surgen a partir de su vivir en socie-

14 Mitcham, C. (1994). Thinking through technology. The Path

between Engineering and Philosophy. Chicago: The Univer-sity of Chicago Press, parte I.

15 Dumont, L. (1977). Homo aequalis. Genèse et épanouisse-ment de l´idéologie économique, Francia: Gallimard,

dad. El mismo Louis Dumont, en un ensa-yo memorable, ha mostrado como, a par-tir del ‘principio comparativo’, las cien-cias sociales encontraron un ‘suelo común’ en su objeto de estudio; todas estas ciencias tienen por objeto de estu-dio, aunque desde diversas perspectivas, al hombre y a la sociedad. Las nociones de evolución y conciencia social tuvieron un papel destacado en la creación de este suelo16.

Jacques Revel17 nos narra que a principios del siglo XX, tuvo lugar un acalorado de-bate acerca de las ciencias sociales. El debate se efectuó entre dos proyectos ‘integradores’ de las disciplinas sociales, curiosamente ambos franceses. Por un lado, aquel que establecía a la historia como el eje unificador de las ciencias so-ciales. Y en respuesta el proyecto, enca-bezado por Durkheim que proponía que la sociología debía ser la disciplina que orga-nizara la interdisciplinariedad. Lo impor-tante es que ninguno de estos proyectos renunciaba a la interdisciplinariedad.

No es de extrañar que este debate se di-era en Francia, justo el lugar en donde, a decir de Raymond Aron, surgió la sociolog-ía18 rancia es la cuna de Montesquieu, quien a su modo aplicaba la multisciplina-riedad para explicar los comportamientos sociales19. También es la patria de Toc-queville, quien tampoco ignoraba que pa-ra comprender a una sociedad debía recu-rrir a diversas disciplinas20.

16 Dumont L. (1987). Ensayos Sobre el Individualismo, Madrid:

Alianza, pp.190 y ss. 17 Cfr. Segundas jornadas Braudelianas. (1995). México:

Instituto Mora-UAM, pp. 79-92. 18 Aron,R. (1971). Dieciocho lecciones sobre la sociedad

industrial. Barcelona: Seix Barral, pág. 52 y ss. 19 Aron, R. (1984). Las etapas del pensamiento sociológico,

Argentina: Fausto, Cap. I. 20 Ibid, Cap. IV.

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El debate sobre la interdisciplinariedad de las ciencias sociales continuó después de 1945, según Wallenstein, podemos decir que inicia la discusión sobre las fronteras de las disciplinas de las ciencias sociales. Es decir, se tiene que encarar el problema de dividir una realidad que nunca se pre-senta fragmentada. Esto debido a la gran especialización que se da entre las disci-plinas sociales. De aquí se retoma el de-bate en torno a la multidisciplinariedad, pero a la vez surge un nuevo debate: se cuestiona que sea posible la división de las ciencias. Así, algunos autores han puesto en tela de juicio que la política sea sola-mente política, que la mediología sea sólo el estudio de los medios y las imágenes, que la sociología sea sólo el estudio de las sociedades21.

En conclusión, a pesar de la crítica radical -que afirma las fronteras en las ciencias sociales son artificios sin sentido-, pode-mos seguir hablando de unas ciencias so-ciales que se dividen en diversas discipli-nas, pese a lo borroso de sus fronteras. Por ello, aún cabe de plantear la cuestión de la multidisciplinariedad de las ciencias sociales.

Además, podemos decir que resulta con-veniente adoptar enfoques multidiscipli-narios para el estudio de los problemas sociales, pues si bien, seguimos aceptando que cada disciplina puede distinguirse del resto de las disciplinas, también admiti-mos que los nuevos problemas a los que se enfrenta la sociedad sólo pueden com-prendidos desde enfoques multipara-digmáticos. Así, al oír a un ecologista hablar de la cuestión del medio ambiente,

21 Así Baudrillard afirma que en la actualidad ya no hay políti-

ca, sino transpolítica, ni tampoco hay economía, sino trans-economía. Cfr Baudrillard, J. (1991). La Transparencia del Mal. Ensayo Sobre los Extremos. Barcelona: Anagrama. Caps. I-III y IV.

no podemos ignorar que su discurso tiene raíces políticas y sociales, al mismo tiem-po que recurre a la biología y a la bioética para hacer sus planteamientos. ¿Cómo analizar un discurso que recurre a tantas disciplinas, sino es recurriendo a la multi-disciplinariedad?

Las ciencias sociales, multiparadigmáticas

Ahora vayamos a una cuestión que va de la mano con la multidisciplinariedad pero que no debe ser confundida con aquélla: la concepción multiparadigmática.

En primer lugar recordemos que una dis-ciplina no es un paradigma; las disciplinas están construidas sobre paradigmas. Una disciplina puede basarse en diversos para-digmas, y un paradigma puede estar en diversas disciplinas.

Ritzer retoma el concepto de paradigma de Kuhn, a saber, la unidad más general de consenso dentro de una ciencia, que diferencia a una comunidad científica de otra. Normalmente, un paradigma puede estar en varias teorías. No obstante, todo paradigma es, inevitablemente, parcial. No es usual que un investigador observe otros paradigmas que no sea en el que se encuentra inmersa su investigación. Esta cuestión, puede suponerse comprensible, si consideramos que un paradigma es una forma de asimilar y de interpretar la rea-lidad y puede ser incluso una forma de vida.

Ritzer no sólo pretende hacer notar la naturaleza multiparadigmática de la so-ciología, idea que ha recibido apoyo empí-rico, sino que intenta defender la conve-niencia de una integración paradigmática en el área sociológica.

Conclusiones

La discusión sobre si las Ciencias sociales son efectivamente ciencias, para algunos ha sido superada y que sean aceptadas como

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tales es un gran mérito. Sin embargo, per-sisten las voces que lejos de alegrarse con el calificativo científico, señalan que justo en el momento de imponer un método a las distintas disciplinas de las ciencias sociales han demeritado las investigaciones sociales; ya que se tiene a enmarcar un fragmento de la realidad. Y el hecho de quedar atrapados en un paradigma determinado, como bien señalaba Ritzer, puede ser el mayor obstá-culo para comprender la realidad. La pro-puesta del Paradigma integrado de Ritzer es la respuesta a que las teorías suelen ser rebasadas por la realidad.

Ciertamente una teoría sólo podrá explicar-nos una pequeña parte de la realidad, inclu-so, me atrevería a decir que una realidad ya pasada. Sin embargo, debemos aceptar que son los únicos instrumentos para analizar nuestra sociedad y a nosotros mismos. Por tanto, mientras mejor comprendamos di-chas teorías, quizá también tengamos una mejor comprensión de nuestro entorno.

En este momento, recuerdo cuando M. Fou-cault hablaba de que ningún conocimiento es inocente, es decir siempre responde a un contexto determinado y a un discurso hegemónico en un espacio y tiempo concre-tos. Bajo esta óptica, es preciso estudiar las teorías ya existentes, no sólo sociológicas, sino todas aquellas del campo social, pero dentro de su contexto histórico al que co-rresponde; entonces, quizá lleguemos a la conclusión que dichas teorías fungen como justificación de determinadas acciones, o bien responden ante un acontecimiento muy particular, y a la distancia si perdemos de vista esos detalles corremos el riesgo de descontextualizar las teorías y desvirtuar todo el sentido de las ideas originales de los teóricos.

Por ejemplo, cualquiera que hable de Adam Smith suele referirse a él como el ‘econo-mista’. Sin embargo, sólo estudiando a fon-do su contexto histórico y sus obras, pode-mos percatarnos de que en su época y en Inglaterra los ‘economistas’, no existían

como tales, que de hecho Smith nunca im-partió clases de economía, sino de Filosofía Moral22 y que sus obras están escritas con un halo evidentemente moral incluso religioso.

No obstante, los teóricos que han dicho haberlo retomado, pueden haberlo sacado de contexto, y los teóricos que a su vez han retomado a los ‘intérpretes’ smithianos, si no han estudiado directamente la teoría de Smith y no la han ubicado en su espacio y tiempo específico, tienden a poner en boca del escocés ideas o categorías que poco tu-vieron que ver con él.

Personalmente, coincido con Alexander en cuanto a la importancia de los clásicos, en el aspecto creativo de las interpretaciones, es decir comprender toda lectura como una interpretación; y en denunciar el uso disfra-zado de los clásicos en investigaciones con-temporáneas.

22 Ferguson, J. M. (1992). Historia de la Economía, México,

FCE. p. 59.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Se habla del debate sobre si las ciencias sociales son ciencias o no. Discutan con sus compañeros sobre las razones del debate y la importancia de que se les considere ciencias.

2. En el documento se habla de los niveles de discusión, uno epistemológico y uno pragmático. Deténgase y busque qué significan esos términos.

3. En el documento se dice que el siglo XX es el más importante para las ciencias so-ciales porque se han dado una serie de acontecimientos que son necesarios de ex-plicar. Deténgase y pregunte a sus familiares que acontecimientos vivieron en el si-glo XX para los cuales las explicaciones existentes no fueron suficientes.

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LLeeccttuurraa pprreevviiaa La segunda lectura sugerida para trabajar el tema es un documento que se llama Epistemología y

metodología, escrita por Rafael Paz Narváez. Esta lectura nos permite analizar los puntos de llegada y

puntos de partida en las reflexiones científicas y filosóficas, la centralidad de los clásicos, las varian-

tes metodológicas como recursos diferentes y complementarios en estrategias ascendentes y des-

cendentes.

Puntos de llegada y puntos de partida en las reflexiones científicas y filosóficas

Es frecuente considerar que las reflexio-nes científicas tienen un punto de partida y un punto de llegada. Ese punto de partida pue-de ser un conjunto de ideas o una tesis.

Eventualmente, tienen un punto de llegada en nuevas ideas, nuevas tesis que pueden, en un nuevo proceso, tomarse como nuevos puntos de partida. Así, podríamos decir, en lo que respecta a la epistemología o teoría del conocimiento, que las ideas que para Kant fueron un punto de llegada son, para muchos en la actualidad el nuevo punto de partida de su horizonte epistemológico.

Un punto de llegada es la culminación de un proceso de reflexión. Por ejemplo, la con-cepción del valor-trabajo fue un punto de llegada para Adam Smith, pero, en cambio, esa misma concepción fue un punto de par-tida para Karl Marx. Otro ejemplo es, el concepto de hegemonía, que fue un punto de llegada para Lenin y un punto de partida para Gramsci.

Cuando planteamos una cierta sucesión en-tre puntos de partida y puntos de llegada en las reflexiones filosóficas, no proponemos que se entienda, necesariamente, como proceso acumulativo. Es decir, el hecho que en la ciencia, la filosofía y en otros campos de reflexión se perciban estos puntos de llegada y de partida no debe llevar inmedia-tamente a la suposición que las reflexiones se desenvuelven en la historia como proceso estrechamente acumulativo y continuo.

De hecho, la relación entre puntos de llega-da y puntos de partida puede ser una rela-ción de ruptura, de discontinuidad. O sea, un punto de llegada puede ser un punto de ruptura en el cual se rompe con toda una tradición.

El propósito de hoy es repasar el proceso que llevó desde un punto de llegada, la in-terpretación unificadora de los clásicos y de su metodología a un nuevo punto de parti-da, con referencia a la interpretación de Bourdieu, Chamboderon y Passeron.

Ocupar ese punto de llegada en el texto El Oficio de Sociólogo y tomarlo como punto de partida para avanzar hacia un nuevo punto de llegada: la interpretación diver-gente de las metodologías de los sociólogos clásicos, que presentan Mardones y Ursúa. En otras palabras, queremos reconstruir un proceso en el cual el punto de partida es Bourdieu, Chamboderon y Passeron, y el punto de llegada son Mardones y Ursúa.

Consideramos que en las obras de estos au-tores están presentes reflexiones acerca de la epistemología y la metodología para las Ciencias Sociales. Durante los años 70, El Oficio de Sociólogo, representó la generali-zación de una posición epistemológica y la aceptación de su propuesta metodológica. El libro de Mardones y Ursúa, Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales: Materiales para una fundamentación científica, desde la década de los 80 hasta el momento, se ha convertido en obligada referencia a la hora

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de revisar asuntos metodológicos y episte-mológicos en las Ciencias Sociales.

La centralidad de los clásicos

Para Jeffrey Alexander, La Centralidad de los Clásicos es estratégica en las Ciencias Sociales. Entendemos como clásicos a soció-logos como Durkheim, Weber y Marx, no por ser los únicos autores con estatuto de clási-cos de la sociología, pero sí por ser los más frecuentes y los que, con mayor frecuencia aglutinan adeptos a diversas posiciones en la metodología de las Ciencias Sociales. Los clásicos no se reducen a Marx, Durkheim y Weber, pero para efectos de análisis los autores posteriores se concentran en las ideas de esos tres autores.

En el análisis respecto a los clásicos y las Ciencias Sociales, Jeffrey Alexander plantea que en las Ciencias Naturales (en las cuales existen autores como Galileo o Newton, entre otros), los investigadores actuales, al reflexionar sobre el mundo físico, no están constantemente refiriéndose a las ideas de sus clásicos, ni siquiera, en muchos casos, al conjunto de las ideas de Einstein. Más bien, en las Ciencias Naturales los científicos comparten una serie de nociones sobre las características empíricas de los fenómenos que investigan.

Esto no sucede en las Ciencias Sociales, en ellas los científicos necesitan compartir to-da una serie de nociones respecto a los pro-cesos sociales y estas nociones no son inme-diatamente verificables por la experiencia. Por ello, en las Ciencias Sociales se necesita la adscripción a un discurso, que suele ser persuasivo. En este sentido los clásicos cumplen una función como discurso de refe-rencia primario al cual se adscriben varios cientistas sociales como una condición para establecer lazos de cooperación.

A partir de 1937 con la investigación de Par-sons sobre La Estructura de la Acción Social, no solamente se sentaron las bases para crear el término clásicos de las Ciencias

Sociales, además, se creó una práctica de referencia.

Todas las corrientes contrapuestas y con-cordantes de las Ciencias Sociales, de una manera u otra, se refieren a los clásicos o destacan un clásico, realizando inclusive interpretaciones contrapuestas.

El primer ejercicio de interpretación de los clásicos como argumento teórico, es Par-sons, que pretendía definir que su propia interpretación teórica para las Ciencias So-ciales era la explicitación del proceder ob-jetivamente realizado por Durkheim, Weber y, añadía a Paretto y a otros autores, como Marshall.

En cambio, en la interpretación de Parsons, Marx aparecía como un autor muy secunda-rio. Esta interpretación de Parsons, poste-riormente fue corregida y aumentada, en el sentido que se discutió lo pertinente de de-finir solamente a esos clásicos, muchos au-tores criticaron la lista y destacaron otros autores, elevándolos a condición de clási-cos.

La aparición más significativa en la lista de clásicos es la de Marx, a mediados de la década de los años 60.

En 1970, irrumpió El Oficio de sociólogo. En esa obra, los principales clásicos de refe-rencia son Marx, Durkheim y Weber. En ella se presenta una interpretación unificadora de la metodología de los sociólogos clásicos, Más recientemente, en 1980 y para una concepción que se podría decir en gran me-dida todavía se reconoce como punto de inflexión para los cientistas sociales con-temporáneos aparece una interpretación divergente de la metodología de los sociólo-gos clásicos. Esta es presentada por Mardo-nes y Ursúa y básicamente trata de inter-pretar la obra de Marx, Durkheim y Weber en referencia a autores recientes.

Tenemos por lo tanto, que en ciencias so-ciales, algunos autores clásicos juegan un papel relevante, porque permiten describir y adscribirse a una posición metodológica, y

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para interpretar una posición básica de re-ferencia. No necesariamente se debe com-partir con Jeffrey Alexander, la idea de que los clásicos tienen una función, o sea, no es necesario compartir la interpretación fun-cionalista de la utilidad de los clásicos para las actividades de las ciencias sociales. In-dudablemente, se puede llegar a otra ma-nera de comprender la convocatoria y el consenso promovido con la referencia a los clásicos.

Los clásicos sirven para establecer consen-sos (y disensos) entre los cientistas sociales, consensos que crean comunidad y en este sentido, podríamos hablar que cada esfuer-zo por interpretar a los clásicos, significa el esfuerzo de ganar una conducción intelec-tual y moral sobre la comunidad de científi-cos o sobre las diversas comunidades de científicos. Esta es una de las formas de proceder en las Ciencias Sociales.

La interpretación Unificadora de la Meto-dología de los Sociólogos Clásicos: Bour-dieu, Chamboderon y Passeron

El Oficio de Sociólogo apareció en la Francia de la década de los 70, más exactamente en 1973, como resultado de una producción conjunta entre Pierre Bourdieu, Jean Clau-de Chamboderon y Jean Claude Passeron, desde la Escuela Práctica de Altos Estudios. El libro fue rápidamente traducido a otros idiomas. La primera edición española apa-reció en 1975 y sigue reproduciéndose hasta la fecha. En 1990 todavía era un libro de mucho interés. En español ya existe una decimotercera edición (1990).

En El Oficio de Sociólogo se presenta una interpretación unificadora de la metodolog-ía de los sociólogos clásicos, por supuesto de Marx, Durkheim y Weber, entre otros autores. Consideran que la metodología de los clásicos puede entenderse en sus aspec-tos comunes y en esos aspectos comunes básicamente no difieren en el procedimien-to para estudiar los fenómenos y procesos sociales.

En primer lugar, en la interpretación unifi-cadora de la metodología de los sociólogos clásicos, plantean que no hace una diferen-cia radical respecto a los procedimientos que se utilizan en las Ciencias Naturales. Este es el primer punto interesante. Esto significa que el proceder científico en Cien-cias Sociales y en Ciencias Naturales, sería prácticamente el mismo, bajo el supuesto que: La ciencia se ocupa de analizar, com-prender, y explicar la esencia de los fenó-menos y para llegar a tal esencia es necesa-rio superar la apariencia. Por lo tanto, la ciencia es un procedimiento que, en primer lugar, se ocupa de la apariencia para tras-cenderla y llegar a la esencia. Ese es el pri-mer presupuesto epistemológico que com-parten tanto las Ciencias Naturales como las Ciencias Sociales.

Las variantes metodológicas como recursos diferentes y complementarios en estrategias ascendentes y descendentes

Otra interpretación general respecto a la manera como se procede para investigar en Ciencias Sociales es la que nos presenta Klaus Kuhnnekat en su artículo «Acerca de la investigación social empírico cualitativa y su lugar en el sistema de las ciencias socia-les y sus métodos». En este artículo, Kunne-kat menciona que básicamente existen dos procedimientos, dos modelos, dos tipos de investigación social, el tipo racionalista, de corte positivista y el otro el histórico. De manera muy general, el tipo racionalista es un tipo que concuerda o podría concordar con el tipo empírico analítico. El otro tipo, el historicista, puede concordar simultá-neamente con la hermenéutica y con la dialéctica.

Pero la idea vital en autores como Kuhnne-kat, quién tiene por supuesto otras fuentes, como Kleining y Gadamer, o de autores co-mo Karl von Meter (austríaco), es que ellos consideran que los autores en las ciencias sociales tienen interpretaciones divergentes de las metodologías de los sociólogos clási-cos, tienen esa idea, pero proponen com-

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prender esas interpretaciones divergentes como diferentes recursos que son a la vez complementarios en las estrategias de in-vestigación social.

Kuhnnekat menciona, por ejemplo, un es-quema en el cual existen tres tipos de métodos para comprender los procesos so-ciales y para explicarlos. Estos son: los métodos cotidianos, los métodos cualitati-vos y los métodos cuantitativos. Se podría mencionar que la investigación cualitativa y hermenéutica corresponde a los métodos cualitativos, como momento de compren-sión de los procesos sociales. La investiga-ción empírico analítica, se podría decir también empírico racionalista, corresponde al método cuantitativo, a un más abstracto.

La investigación empírico-analítica para aumentar en sentido y eficacia, debe basar-se en la investigación hermenéutica, y la hermenéutica de aprender de los métodos implementados en la vida cotidiana.

La propuesta de Kuhnnekat también es compartida por Karl von Meter. Este último plantea que la oposición, la diferencia entre métodos, no puede evitar la complementa-riedad de los métodos cualitativos y cuanti-tativos, más bien propone que se pueden organizar investigaciones en Ciencias Socia-les según estrategias ascendentes (de lo cualitativo-hermeneútico a lo cuantitativo-analítico) y estrategias descendentes, de-pendiendo de la capacidad cognoscitiva que ya se tenga sobre determinado proceso.

Una estrategia ascendente, por ejemplo, puede partir de los conocimientos cotidia-nos, para sistematizarlos como conocimien-tos cualitativos y posteriormente los depu-raría en proposiciones abstractas, empírico analíticas o cuantitativas, realizando una estrategia ascendente. O bien, cuando ya se tienen nociones empírico analíticas cuanti-tativas, puede realizarse el camino inverso, para verificar la idoneidad de los conoci-mientos generales en varios ámbitos cualita-tivos y llegar hasta los ámbitos cotidianos.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura anterior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. En el documento se menciona que el punto de partida de las reflexiones científicas pueden ser un conjunto de ideas o una tesis. Investigue cuál es el concepto de tesis.

2. En la lectura se habla de la postura empírico analítica. Vuelva a leer el documento e iden-tifique quiénes son los clásicos que representan esta postura, en qué época vivieron y qué obras escribieron.

3. En la lectura se habla de tres clásicos que para algunos autores son el punto de partida de las ciencias sociales: Durkheim, Weber y Marx. Investigue quiénes fueron estos personajes, en qué época vivieron y qué obras escribieron.

4. Se habla también de la postura fenomenológica, hermenéutica y lingüística. Revise estos términos para comprender su significado e identifique quiénes son los clásicos que repre-sentan esta postura, en qué época vivieron y qué obras escribieron.

6. Se menciona una tercera postura denominada dialéctica o también crítico hermenéutica. Revise estos términos para comprender su significado e identifique quiénes son los clásicos que representan esta postura, en qué época vivieron y qué obras escribieron.

7. Elabore un cuadro comparativo con los datos investigados de autor, época en que vivió, postura que representa y obras que escribió

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Lectura previa

La tercera de las lecturas es La sociedad europea a fines del siglo XVIII y principios del XIX, el cual nos

permitirá conocer el contexto histórico en el que nace la sociología.

La sociedad europea a fines del Siglo XVIII y principios del XIX

El nacimiento de la sociología (como una ciencia de lo social) lo podemos ubicar a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Nace en Europa como respuesta de los intelectuales para explicar los cambios que se presentaron en esa parte del mun-do, tanto en lo económico como en lo político y social.

En esta época, el modo de producción capitalista, que se gestó en el seno del feudalismo, empezó a predominar sobre las formas de producción precapitalistas; ya que tanto la artesanía como la manu-factura se vieron imposibilitadas a compe-tir con el avasallador desarrollo de la gran fábrica capitalista, al grado de desapare-cer paulatinamente. Del mismo modo, se intensificó el dominio económico de la ciudad sobre el campo, que provocó la desaparición de gran parte del campesi-nado inglés y el cambio radical de la es-tructura profesional, pues la población agrícola se incorporó poco a poco en las diferentes ramas de la industria. Desde aquí cuando las grandes ciudades se con-vierten en centros industriales como re-sultado de la Revolución Industrial.

Al mismo tiempo que se experimentaban estos cambios en la estructura económica y social, en la política la burguesía des-plazó del poder a la vieja nobleza feudal. En efecto, como una consecuencia de su poder económico, para esta clase era im-prescindible asumir el poder político del Estado, ya que sólo así se podría tener una sociedad acorde con sus intereses.

El discurso político que sirvió para justifi-car la consolidación de la burguesía como clase dominante fue el Liberalismo. Esta doctrina se basa en la idea de la expan-sión interminable de la prosperidad económica, gracias a la competencia y a la perpetuidad del proceso progresivo. "La economía liberal, es decir el Capitalismo predicaba de hecho sobre el fundamento del perpetuo crecimiento del movimiento expansivo incesante".23

De ahí que el liberalismo, ideología que pregona la libertad del individuo y de la propiedad privada, se convierta en su más acabada del pensamiento burgués, pues sus principios políticos ajustaban plena-mente en las aspiraciones que demandaba esta clase social, a saber:

1. La limitación del poder estatal como garantía de la libertad del individuo, pero al mismo tiempo protector de la propiedad privada de los individuos.

2. La sujeción de los gobernantes a la ley.

3. La democracia representativa que ga-rantizaba la participación de los indi-viduos en los asuntos públicos.

4. La existencia de la división de los po-deres del estado.

5. La no reelección de los gobernantes, garantizando la sucesión regulada en el poder.24

23 Kalher, E. (1966) ¿Qué es la historia? México: FCE. p. 172. 24 Sánchez Vázquez, A. La polémica liberalismo- socialismo.

En: La situación mundial y la democracia, UNAM, México. (1992). p. 82.

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Con estas ideas de libertad en lo econó-mico en lo político, la burguesía que pudo consolidarse como la clase dominante del capitalismo, comenzó a reclamar para sí privilegios sociales: derecho de propie-dad, disposición de los mejores bienes sociales, libertad de empresa y de comer-cio, protección de las leyes y, consecuen-temente, del estado. En una palabra, para ellos:

... la mejor manera de que los gobernan-tes promovieran el bien de la nación con-sistía en que se aplicaran a cumplir sus propias obligaciones legítimas y dejaran al capital encontrar por sí mismo sus canales más lucrativos; asimismo, que permitieran a los bienes a adquirir su justo precio, a la industriosidad y la inteligencia su premio natural, y a la ociosidad y la estupidez su correspondiente castigo; que mantengan la paz, cuiden la propiedad, aminoren los gravámenes de la ley, y cuiden que en todos los departamentos estatales rija una estricta economía. Bastaba que el gobier-no cumpliera con todo esto para que el pueblo se encargara de cumplir con todo lo demás.25

La urbanización de la vida social

La nueva estructura económica y social trajo como consecuencia del desarrollo de la vida en las ciudades, en donde se in-crementaba el establecimiento de indus-trias, centros comerciales, y también se daban las contradicciones que el propio capitalismo engendraba. En efecto, en contraste con la riqueza y privilegios que alcanzaba la burguesía, existía un número cada vez más grande de pobres e indigen-tes. Y dado que en la ciudad del centro de la vida social, el ambiente que en ellas imperaba mostraba, en toda su magnitud, la diferencia entre los distintos sectores que la componían.

25 Carr, E. H. (1979). La nueva sociedad. México: FCE. p. 14.

Al respecto, Eric J. Hobsbawnos dice:

En la ciudad, ya no era sólo que el humo flotara continuamente sobre sus cabezas (de quienes las habitaban) y que la mugre les impregnara, que los servicios públicos elementales: suministros de agua, sanita-rios, limpieza de las calles, espacios abiertos, etcétera, no estuvieran a la al-tura de la emigración masiva a la ciudad, produciendo así, sobre todo después de 1830, epidemias de cólera, fiebres tifoi-deas y un aterrador y constante tributo a los dos grandes aniquiladores urbanos del siglo XIX: la polución atmosférica y la del agua, es decir, enfermedades respirato-rias e intestinales.

No era sólo que las nuevas poblaciones urbanas, a veces totalmente desconoce-doras de la vida no agraria, como los ir-landeses, se apretujaban en barriadas obreras frías y saturadas, cuya contem-plación era penosa... Aquí la vida del po-bre, fuera del trabajo, transcurría entre hileras de casuchas, en las tabernas bara-tas e improvisadas y en las capillas, tam-bién baratas e improvisadas donde se solía recordar que no sólo de pan vive el hom-bre.

Era mucho más que todo esto: la ciudad destruyó la sociedad, "no hay ninguna otra ciudad en el mundo donde la distancia entre el rico y el pobre sea tan grande o la barrera que los separa tan difícil de franquear, escribió un clérigo refiriéndose a Manchester. Hay mucho menos comuni-cación personal entre los dueños de una hilandería y sus obreros entre el sastre y sus aprendices, que entre el duque de Wellington y el más humilde jornalero de sus tierras." La ciudad era un volcán cuya erupción los aterrorizaba.

Para sus habitantes pobres, la ciudad era más que un testigo presencial de su exclu-sión de la sociedad humana: era un de-

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sierto pedregoso, que a costa de sus pro-pios esfuerzos tenían que hacer habita-ble.26

Estas graves diferencias sociales no tenían una explicación lógica y coherente. Los sectores ilustrados de la época se preocu-paron por proporcionar explicaciones de los problemas que más aquejaban a la sociedad mostrando sus dimensiones con lujo de detalle pero sin analizar las causas que los provocaban.

Las primeras investigaciones sociales

Era así como, en el primer tercio del siglo XIX, en Inglaterra y Francia se fundaron sociedades de investigación estadística, las cuales se encargaron de realizar cen-sos sobre población, particularmente en los sectores pobres a fin de obtener datos fehacientes del número de indigentes en cada una de las ramas de la actividad pro-ductiva.

Estas investigaciones, que tenían un carácter eminentemente empírico, al dar cuenta de la situación social prevaleciente provocaron diversas reacciones: por un lado los gobiernos de Inglaterra, Francia y otros países crearon legislaciones de pro-tección social a consecuencia de diversos movimientos de trabajadores, como el movimiento cartista en Inglaterra; por otro lado, aparecieron filántropos sociales como Robert Owen, Charles Fourier y Saint-Simón, quienes propusieron diversas formas de organización social para solu-cionar las condiciones de los sectores po-bres y marginados.

De estos filántropos sociales fue Saint-Simón quien propuso que el conocimiento social debía ser un conocimiento no sólo empírico sino científico, que debía cons-truirse con rigurosidad, conformándose en

26 Hobsbawl, E. J. (1977). Industria e imperio. Barcelona:

Ariel-Historia, Seix Barral. pp. 84-85.

una ciencia específica de lo social o del hombre. Y es a partir de las inquietudes y propuestas de Saint-Simón que Augusto Comte, su discípulo, inicia sus investiga-ciones y funda la sociología como una ciencia particular y específica.

De hecho, muchos de los postulados com-tianos retoman las ideas sansimonianas.

Separación de lo social y lo económico

Desde el comienzo, los problemas sociales eran explicados más por la Economía Polí-tica que por una ciencia específica de lo Social, por lo que una de las tareas de Comte fue separar la economía de lo es-trictamente social. Esta era "la primera condición para el surgimiento de una ciencia sociológica".27

Esta separación entre lo económico en lo político trajo consigo que la Sociología comtiana y más tarde la sociología en ge-neral, "se limitará a los hechos del orden social existente y, aunque sin rechazar la necesidad de la corrección y el mejora-miento, excluyera todo impulso que tien-da a derrocar o negar el orden (del siste-ma económico prevaleciente)"28.

Esto trajo como resultado una sociología positiva apologética y justificadora (del capitalismo”.

Y aún cuando Augusto Comte no logró "ca-racterizar y definir el método que se apli-ca al estudio de los hechos sociales"29 -que más tarde trataría de elaborar Emilio Dur-kheim, como la segunda condición para conformar una ciencia social específica- lo cierto es que a él se le otorga el mérito de fundar la sociología.

27 Marini, R. M. (1983). Razón y sinrazón de la sociología

Marxista. En: Teoría marxista de las clases sociales (cuader-nos de Teoría y Sociedad). México: UNAM. p. 17.

28 Ibidem, p. 18. 29 Ibidem.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Explica los cambios sociales que sucedieron a consecuencia de la Revolución Indus-trial y el desarrollo urbano.

2. ¿Cómo fueron las primeras investigaciones sobre los problemas sociales a principios del siglo XIX?

3. Busca el significado de: Liberalismo y Capitalismo. ¿Por qué fue importante el Libe-ralismo en el desarrollo del capitalismo?

4. ¿Cuáles son las condiciones que permitieron la aparición de la sociología como cien-cia social autónoma?.

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Lectura previa

La cuarta de las lecturas es Thomas Robert Malthus (Dorking (Surrey) 1766-Bath 1834), escrito por

Ricardo Núñez. Esta lectura nos permitirá reflexionar con relación al contexto histórico y social en el

que Malthus planteó su teoría respecto a la población.

Thomas Robert Malthus

Thomas Robert Malthus nació el 14 de fe-brero de 1766, en una mansión llamada “The Rookery”, cerca de Dorking.

Fue el segundo hijo de Daniel Malthus, el cual fue amigo de Hume y admirador de Rousseau, con quien realizó pequeñas ex-cursiones para estudiar botánica. Inicial-mente, es educado por su padre y más adelante recibe las enseñanzas del reve-rendo Richard Graves. En 1784, ingresa en Jesus College, en Cambridge.

Durante su estancia en esta institución fue aficionado al cricket y a patinar, obtuvo diversos premios en declamación inglesa y latina, consiguió una beca prestigiosa en 1786 y se graduó brillantemente en Ma-temáticas un par de años después. Con-trae matrimonio en 1804, habiendo toma-do las órdenes religiosas en 1788.

Tuvo tres hijos, una de sus hijas murió antes de la madurez, y la otra, Sra. Prin-gle vivió hasta 1885, mientras que el hijo, el reverendo Henry Malthus, murió sin descendientes en 1882. En 1805, toma posesión de la cátedra de Historia Moder-na y Economía Política en el East India College, primero en Hertford y poco des-pués en Haileybury.

Era la primera cátedra de Economía Políti-ca que se establecía en Inglaterra.

Malthus fue miembro fundador del Politi-cal Economy Club y uno de los primeros Fellows de la Royal Statistical Society fun-dada muy poco antes de su muerte en 1834.

En 1798, se publica anónimamente An Es-say on the Principle of Population, as its affects the future improvement of Socie-ty: with remarks on the speculations of Mr. Godwin, M. Condorcet, and other writers. En 1793, había aparecido la Poli-tical Justice de Godwin.

Malthus y su padre solían discutir sobre el mismo, de forma que mientras que el pri-mero criticaba la visión de un futuro de igualdad y felicidad perfectas, el segundo la defendía.

Con la intención de convencer a su proge-nitor, Malthus escribió sobre las objecio-nes que se le ocurrían; su padre quedó tan impresionado con las ideas de su hijo que llegó a la conclusión de que era necesario publicar aquella tesis.

Se publica en el Ensayo sobre el principio de la población, publicado originalmente en inglés como An Essay on the Principle of Population (1798), en la que desarrolla la influyente teoría de que la población crece más rápidamente que los recursos, condu-ciendo a una progresiva pauperización de la población.

Este libro, en un primer momento, conta-ba con unas 50.000 palabras siendo am-pliado en las sucesivas ediciones que se publicaron durante la vida de su autor. La idea principal del mismo consistía en que la tendencia natural es que la población deje atrás cualquier medio posible de sub-sistencia.

La sociedad se veía atrapada en una tram-pa debido al instinto de reproducción in-controlado del ser humano. Malthus se

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oponía al aumento del socorro a los pobres y a los proyectos de construcción de casas para las familias de los trabajadores ya que al considerar que la población era excesiva, cualquier medida que fomentase las uniones prematuras incrementaría los sufrimientos de la humanidad. La única posibilidad para el hombre consistía en el “freno moral”.

Según este autor lo que regula el número de miembros de la especie humana es la cantidad de alimentos disponible. Malthus establecía el supuesto de que el ser humano tendía a duplicar su número cada 25 años.

Para que se cumpliera dicha hipótesis era necesario familias de seis miembros, por término medio, considerando que dos de ellas morirían antes de alcanzar la edad necesaria para contraer matrimonio. El supuesto no era descabellado para esa época. Por el contrario, las tierras no se multiplican y los terrenos cultivables pod-ían incrementarse con mucho trabajo, pero ese progreso es reducido. De este modo, mientras el número de individuos a alimentar crece en proporción geométrica (1, 2, 4, 8, 16, 32, 64...), la totalidad de los campos cultivables lo hace en propor-ción aritmética (1, 2, 3, 4, 5…).

De esta forma, antes o después el número de habitantes dejaría atrás a la cantidad de alimentos disponibles.

Esta diferencia debería corregirse y como consecuencia, la mayor parte de la huma-nidad estaría sometida a una u otra clase de penalidades. Las guerras, el hambre o las epidemias serían instrumentos que ayudarían a alcanzar el equilibrio inicial. Esta perspectiva tan negativa estaba diri-gida al mundo occidental. No obstante, sus previsiones fallaron debido al freno de la natalidad a partir de finales del s. XIX y por la evolución tecnológica de la agricul-tura.

En la vida del autor, el libro causó un fuerte impacto sobre la sociedad inglesa. Malthus fue criticado por su excesiva vi-sión pesimista pero logró convencer con su postura a antiguos partidarios de aumen-tar la población a cualquier precio, como es el caso de Pitt que retiró su proyecto de ley sobre el aumento del socorro a los pobres.

Su método positivo habla de buscar el cami-no del equilibrio mediante la muerte, con sus diferentes formas de alcanzarla como son las epidemias, el hambre y las guerras.

Para Malthus, el alimento más barato debía ser el pan, pues sacia el apetito sin aportar demasiados nutrientes al organismo (de los marginados).

"En vez de recomendarles limpieza a los pobres, hemos de aconsejarles lo contrario, haremos más estrechas las calles, metere-mos más gente en las casas y trataremos de provocar la reaparición de alguna epide-mia". Así, Malthus pretendía que los proleta-rios construyesen sus viviendas en los terre-nos pantanosos e insalubres, viendo con malos ojos a los individuos compasivos que creen hacerle un gran beneficio a la huma-nidad estudiando la manera de extirpar para siempre ciertas enfermedades.

Malthus cree que la miseria es una ley natu-ral e inconmovible, contra la cual es inútil actuar. Por el contrario, si no bastan los cataclismos de la naturaleza, el Estado debe "contribuir" poniendo su ingrediente de gue-rras, desentendiéndose de la sanidad públi-ca y de cualquier norma de protección humana. De ahí que se oponga a las llama-das "poor laws" (leyes de pobreza), estable-ciendo que los subsidios a los pobres no pueden impedir ni la pobreza ni el hambre: "Si los alimentos no alcanzan para todos, un subsidio a los pobres no puede aumentar su volumen, ya que lo único que puede traer consigo es el aumento de la cantidad de pobres, pero en ningún caso más riquezas."

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Además, este libro le dio la idea de la se-lección natural a Charles Robert Darwin, que después de leerlo resolvió el enigma de la evolución. Dedujo que las poblaciones al final lucharían por los recursos y sólo sobre-vivirían los más fuertes. También está rela-cionado con la ecuación de crecimiento logístico.

La teoría de Malthus sobre el crecimiento de la población:

"Considerando aceptados mis postulados, afirmo que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimen-tos para el hombre.

La Población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los ali-mentos tan sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más ele-mentales nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos fuerzas.

No veo manera por la que el hombre pueda eludir el peso de esta ley, que abarca y pe-netra toda la naturaleza animada. Ninguna pretendida igualdad, ninguna reglamenta-ción agraria, por radical que sea, podrá eli-minar, durante un siglo siquiera, la presión de esta ley, que aparece, pues, como deci-didamente opuesta a la posible existencia de una sociedad cuyos miembros puedan todos tener una vida de reposo, felicidad y relativa holganza y no sientan ansiedad ante la dificultad de proveerse de los medios de subsistencia que necesitan ellos y sus fami-lias.30

Malthus centró sus tesis en la necesidad, para la consecución del progreso económi-co, de una demanda efectiva. En él se encuentra una verdadera teoría del creci-miento. A este respecto, Malthus examinó sucesivamente el crecimiento de la pobla-

30 Thomas Robert Malthus, Primer ensayo sobre la población

(1798)

ción y el crecimiento del capital como factores del progreso de la riqueza, a los que añadió la fertilidad del suelo y los inventos.

Es evidente que el crecimiento de la po-blación puede ser un factor de aumento de la demanda y, por consiguiente, un factor de crecimiento.

Pero, en el pensamiento de Malthus, este crecimiento de la demanda efectiva sólo se produce en la medida en que el creci-miento de la población se manifiesta en un aumento del empleo: la evolución económica depende de la demanda de los trabajadores consumidores.

Resumiendo, la rentabilidad de la produc-ción está en función del consumo. La pro-ducción es rentable si la renta se gasta. Pero si la renta no se consume íntegra-mente, debido a costumbres de sobriedad, se producirá un decrecimiento del consu-mo y se producirá un ahorro excesivo, que puede conducir a depresiones. Sólo si este ahorro su utiliza para la formación de ca-pital (en la inversión), el crecimiento económico podrá seguir. El ahorro inverti-do es, pues, indispensable para el progre-so.

La renta real y su aprovechamiento pue-den aumentar gracias a una mejora de la “fertilidad del suelo” o a los “invento”. Igualmente, el valor de cambio del pro-ducto puede aumentar gracias a la “divi-sión de los bienes raíces”, al “comercio interior y exterior” y a la “conservación de consumidores improductivos”. En defi-nitiva, Malthus observó perfectamente que el desarrollo no puede ser continuo sin que haya un crecimiento de la demanda; resaltó también -lo que es más fundamen-tal- que ese crecimiento de la demanda no es espontáneo.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. En este documento se plantean algunos aspectos de la vida de Malthus. Investigue las características del mundo en la época en que Malthus vivió.

2. Malthus plantea una teoría con respecto al crecimiento poblacional, indicando que las personas se multiplican en proporción geométrica y el alimento en proporción aritmética. Reflexione sobre esta teoría y plantee su punto de vista.

3. El planteamiento de Malthus ha fundamentado muchas teorías económicas y de control de la natalidad. ¿Considera que actualmente, debido a la crisis económica mundial, sería conveniente hacer valer el pensamiento de Malthus? Argumente su respuesta.

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Lectura previa La quinta de las lecturas es La relación entre la sociología y la historia: La sociología histórica como

alternativa de Roide Eduardo Alfaro. Esta lectura nos permitirá reflexionar con relación a la corres-

pondencia entre Comte, Spencer y Durkheim.

La relación entre sociología e historia: la Sociología histórica como alternativa

Los antecedentes de la convergencia

Historia y sociología son dos ciencias que han convergido desde la génesis de la so-ciología, que se alista a tratar de explicar todos los procesos que la modernidad trae aparejado (industrialización como parte del desarrollo del capitalismo, seculariza-ción por citar algunos) y hasta el momen-to eran totalmente desconocidos en la proporción mayúscula en la que se paten-tizan.

La preocupación fundamental radicaba en explicar y comprender los procesos que se gestaban como consecuencia del paso de la sociedad tradicional a la moderna.

La relación entre historia y sociología ne-cesita estar siempre delimitada por el hecho fundamental de que la perspectiva histórica precisa del elemento esencial sociológico: la relación entre individuos, el protagonismo humano, las formas de asociación; es decir, la estructuración de las relaciones sociales31.

Sin embargo, persisten los que de una manera u otra han sido escépticos sobre las ventajas teóricas y metodológicas que encierra esta relación, al negar la historia en todas sus vertientes e interconexiones con otras ramas del saber; incluso, ciertos formalistas sociológicos son partidarios de afirmar que la sociología aparece como

31 Basail Rodríguez, A. (2000). La sociología histórica: ¿entre

la identidad y las redes disciplinares? En: Revista Debates Americanos, No. 10, julio-diciembre, p. 108.

ciencia una vez que se liberó de la histo-ria.

Estas doctrinas constituyen solamente interpretaciones ahistóricas del análisis social, dejando al margen el carácter evo-lutivo, transformador y multicausal de los procesos sociales, de ahí que la compren-sión de su génesis (de los procesos socia-les) deparará elaboraciones cada vez más acertadas de cualquier objeto de estudio en cuestión.

En este ámbito el papel de la historia es insustituible, si sostenemos que como ciencia, tiene como objeto de estudio la naturaleza de las sociedades humanas y su desarrollo a través del tiempo. Además, sería en extremos difícil concebir la socio-logía sin tener en cuenta los previos pro-gresos tanto de la historiografía iniciada en la Grecia clásica (Herodoto y Tucídides por citar sus máximos representantes) como de los historiadores del siglo XVIII.

De la historia divina al desarrollo de la sucesión histórica

Precisamente los historiadores del siglo XVIII (entre ellos Voltaire, Montesquieu y Condorcet) revolucionaron la forma de concebir la historia como ciencia, más allá de las constantes elaboraciones divinas del momento, cortando de raíz la co-nexión historia-teología. Ocupaban espa-cios relevantes en las narraciones y elabo-raciones de estos pensadores, el concepto de progreso como tema histórico, a partir del triunfo de la razón como meta del

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propio progreso. De este siglo, saldrían mentes ilustradas incluso para la propia Ilustración, como es el caso de Condorcet y la magnitud de las doctrinas sociales que defendía.

Por su parte, Voltaire fue el primero en destacar la necesidad de replantear desde un sentido crítico el análisis de la costum-bre de los pueblos y no ajustarse a conce-birlo como una mera cronología, aunque sesgado por el empirismo reinante como forma de pensamiento. Este ilustrado francés, cuando atacó el concepto mila-groso de historia a partir del término que introduce (filosofía de la historia), estaba rompiendo con las doctrinas místicas de concebir el mundo, realizando dos tareas esenciales: exigir datos dignos de confian-za y pedir una relación de hechos más amplia de la vida social que la estricta-mente relevante para una especial teo-logía32.

Pero fue el italiano Giambattista Vico en su obra Scienza Nuova (1725-1744), quien in-troduce la idea del valor fundamental de la evolución histórica y su relevancia en el análisis de los procesos sociales, una vez que fundamentara su doctrina del valor fundamental de cada época en la prepara-ción de la siguiente y destaca el desarrollo de la sucesión histórica como un todo, mo-dificando de este modo el interés predomi-nante simplemente de la meta de la histo-ria para dar lugar a la utilidad de la suce-sión histórica, y la conversión de una histo-ria teológica a una verdadera historia cientí-fica.

De esta manera, se sientan las bases para el apoyo que la misma (historia), conjunta-mente con la filosofía, va a brindar una vez que, con el nacimiento de la sociología, ésta enfrente sus primeros problemas teóricos y metodológicos por lo convulso y contradic-

32 Martindale (1971). La teoría sociológica: naturaleza y es-

cuelas. Madrid: Aguilar. p 18.

torio de su objeto de estudio, el cual, curio-samente, provoca su nacimiento como cien-cia.

El pensamiento de Vico constituye pieza fundamental en los antecedentes de la te-oría sociológica clásica, que si bien comen-zaba con Comte como su padre fundador, algunos autores afirman que en su lugar, si el italiano hubiera acuñado el término so-ciología y no Comte, Vico fuera su primer gran teórico y esta ciencia contara con un siglo más de antigüedad. Este pensador anticipa a Comte al sostener que existen tres períodos en la historia de las socieda-des humanas: una primera de los dioses, una segunda de los héroes y la tercera co-rrespondiente a la etapa de los hombres.33 Las similitudes entre estas consideraciones y la ley de los tres estadios de Comte no son difíciles de detectar.

La idea de la vinculación entre la sociología y la historia va a primar dentro de los mode-los teóricos que comienzan con Comte y su Curso de Filosofía Positiva, obra que le amerita el título al francés de padre de la Sociología, encaminada a establecer las leyes del orden y la regularidad de los acon-tecimientos sociales.

Esta vinculación está atravesada en los mo-delos teóricos de los principales pensadores y pioneros del pensamiento sociológico clásico (Comte, Spencer, Durkheim, We-ber), en el pensamiento de Marx como máximo exponente de esta convergencia científica y en los aportes teóricos y meto-dológicos que sobre esta relación desarrolla la Escuela de los Annales franceses, de in-calculable valor conjuntamente con el ma-terialismo histórico de Marx, para la apari-ción y progresivo desarrollo que experimen-ta la sociología histórica (como conexión

33 Bierstedt, R. El pensamiento sociológico en el siglo XVIII. En:

Hernández Morales, A. (compiladora) (2003). Historia y crítica de las teorías sociológicas I, Selección de Lecturas, La Haba-na: Félix Varela. pp. 49-50.

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entre la sociología y la historia) hasta nues-tros días.

La versión evolucionista-organicista y la historia comparada

Dentro de la línea organicista y fundador del evolucionismo sociológico encontramos al francés Augusto Comte (1798-1857), expli-cando cómo núcleos duros de su teoría dos conceptos fundamentales: estática y diná-mica social, reconfigurados con posteriori-dad con el modelo organicista de Spencer. Comte afirmaba que para entender todos los procesos evidenciados con la llegada de la modernidad, era prioritario entenderlo en un contexto histórico más amplio y juzgarlo como un período más en el transcurso de la historia humana.

La comparación histórica de los sucesivos estados de la humanidad no es solo el prin-cipal instrumento científico de la nueva filosofía política. Su… desarrollo racional constituye el substrato de la ciencia en cuanto es esencial a esta.34

El sociólogo francés constituyó un enemigo acérrimo de los historiadores tradicionalis-tas de su época, manifestando que los acon-tecimientos ocurridos con el florecimiento de la modernidad no pueden ser concebidos ni al azar ni desde otro condicionamiento superficial, sino que son procesos naturales y necesarios de etapas anteriores, aunque los móviles que dirigen el cambio se en-cuentran en el terreno del espíritu o de la mente y las condicionantes que estos provo-can sobre las más diversas esferas de la vida social.

De estas doctrinas brotaría su interés de estudiar las leyes que regulan el comporta-miento humano y de ahí su ley de los tres estadios: el primero denominado teleológi-co (que a su vez pasa por el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo), el segundo metafísico y el tercero positivo, este último como manifestación de los procesos indus-

34 Martindale, D., ob. cit. p. 293.

triales que se constataban en la realidad circundante al autor, donde la ciencia se mueve eternamente hacia delante y se acerca cada vez más a la realidad, basado en la experiencia o empiria (según Com-te)35.

En cuanto a los medios de investigación también es constatable dentro del pensa-miento comtiano la interconexión de la so-ciología como ciencia superior jerárquica-mente con el resto de las ramas del cono-cimiento en su clasificación, de ahí que di-chos medios deben ser en parte peculiares (directos) y de cierta manera indirectos o derivados, como parte de las relaciones de la sociología con las demás ciencias y por la complejidad del objeto de estudio a expli-car36. Su concepción de las leyes sociales invariables, así como sus generalizaciones sobre el curso de la historia del mundo, ca-recen de sentido y objetividad.

Comte profesaba un carácter lineal en la relación de las ciencias, donde ocupa un lugar central las ciencias naturales, sin em-bargo, la cúspide de su pirámide científica era ocupada por la filosofía positiva (la so-ciología) y su constante interés por el estu-dio de la subjetividad, o sea, por las ideas y su evolución.

Esta doctrina lineal de las ciencias carece de sentido dada la complejidad de los pro-cesos sociales, además de tener en cuenta que Comte no realizó realmente ninguna investigación empírica, por estar inmerso en establecer generalizaciones sobre los esta-dios humanos y la evolución del mundo.

Como continuador de las ideas evolucionis-tas de Comte encontramos al inglés Helbert Spencer (1820-1903) quien reconfigura la estática y la dinámica social y concibe la sociedad a partir de dos procesos básicos de

35 Comte, A. Primera Lección, fragmento de su obra Curso de

Filosofía Positiva, en Hernández Morales, A. (compiladora). (2003). Historia y crítica de las teorías sociológicas I, Selec-ción de Lecturas. La Habana: Félix Varela. pp. 66-91.

36 Martindale, D., ob. cit. p. 85-87.

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constitución: estructuración primero y fun-cionalización después, manifestado en los cuatro períodos distinguibles de la sociedad que, como un organismo vivo, transita cons-tantemente por un proceso de complejidad e implementación de las funciones. Además, establecía como objeto de estudio fundamental de la sociología, el estudio de la evolución en su forma más compleja, implementada por sus analogías entre la sociología y los organismos vivos37.

El sociólogo inglés fue el primer pensador en realizar una transferencia de la metáfora biológica a la esfera social como parte de la influencia de la Teoría de la Evolución de las Especies fundamentada por Darwin, sin embargo, se ha demostrado que muchos de los postulados analizados por el naturalista inglés encontraron sus bases en la teoría biologicista-social de Herbert Spencer.

A partir de ahí se habría una nueva era del análisis social, concibiendo la sociedad co-mo un organismo vivo que encontraría adep-tos incluso en el siglo XX con el desarrollo del Estructural funcionalismo.

El paso de las sociedades simples (carac-terizadas por la identidad de actividades realizadas por sus miembros), a las socie-dades complejas ( apareciendo la división del trabajo entre sus miembros), de aquí, a las sociedades doblemente complejas (identificadas por un sistema legal y un territorio común incluyendo una constitu-ción) y como escalón supremo de la com-plejidad social a las sociedades triplemen-te complejas, no son más que una mues-tra de la dirección evolutiva spenceriana y de las contradicciones que se van produ-ciendo con el paso de la sociedad militar a la sociedad industrial.

37 Basail Rodríguez, A. Metáforas de la historia. La Teoría

sociológica clásica del cambio social. En: Colectivo de auto-res: Introducción a la sociología.(2003).Tomo III, La Haba-na: Félix Varela, p. 172-173 y Spencer, H. Capítulo I: Evo-lución superorgánica, fragmento en: Hernández Morales, A. (compiladora), pp. 92-96.

La evolución procede, para el pensador inglés, por medio de constantes diferen-ciaciones sucesivas que se mueven de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo a lo heterogéneo, de la indiferenciación de las funciones a la especialización y dife-renciación.

El estudio social, desde la consonancia con los organismos humanos y la estructu-ración y diferenciación funcional manifes-tada en el orden societal en las institucio-nes, marcaron con creces los análisis spencerianos como intento de estabilidad y orden social.

Spencer, contrariamente a Comte, se pre-ocupaba por la evolución pero desde un sentido estructural y funcional, y cuestio-naba la visión lineal de Comte de clasifi-cación de las ciencias considerando que estas estaban interconectadas y eran in-terdependientes.

Para Spencer la sociología era la historia natural de las sociedades o, más específi-camente, un orden entre los cambios es-tructurales y funcionales que experimen-tan las sociedades38.

La evolución de la sociedad constituye un eje central en el sistema teórico de

Spencer, que se fundamenta a través del paso de las sociedades más simples a las más complejas y de las militares a las in-dustriales, además de particularizar la evolución de diversas instituciones socia-les así como su estructuración y funciona-lización.

Sin embargo, sus concepciones del darwi-nismo social legitiman las diferencias de clase a través del libre ejercicio de sus potencialidades humanas.

38 Spencer, H. The Study od Sociology. Fragmento en Ritzer,

G. (2007). Teoría sociológica clásica. La Habana: Félix Va-rela. p. 131.

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Pero, tanto la objetividad de sus análisis, como las relaciones interdependientes entre las ciencias, son fuentes de incalcu-lable valor, y aún más por las particulari-dades del contexto que proporcionó su producción teórica.

Como parte del proceso de institucionali-zación de la sociología y la aspiración de varios de los más lúcidos representantes de este movimiento en legitimar esta ciencia, queda relegado el interés de la vinculación sociología e historia, precisa-mente para buscar adeptos y lograr credi-bilidad e importancia de la sociología co-mo ciencia.

Entre estos pensadores encontramos al francés Emile Durkheim (1858-1917), quien prestó sumo interés en la construc-ción de interpretaciones generalizadoras del desarrollo social, buscando como va-riable fundamental del progreso de la so-ciedad, la creciente división del trabajo y la diferenciación de tareas39.

Los ejes centrales del esquema del soció-logo francés nos lo explica Alain Basail en su obra Metáforas de la historia. La socio-logía clásica del cambio social: Durkheim propuso una orientación de la evolución universal de los grupos e instituciones por tres pares y más de oposición: basada en la calidad de los lazos sociales (solidari-dad), mecánica-orgánica; en el nivel de las instituciones en el que cristalizan es-tas relaciones, difuso/diferenciado; en el nivel de las sociedades en sí mismas, sim-ple/compuesto; y hasta en el carácter de los fundamentos jurídicos, derecho repre-sivo/ derecho cooperativo40.

El primero de estos pares categoriales fue el más desarrollado en su análisis teórico, al destacar que el movimiento de la histo-

39 Basail Rodríguez, A: Metáforas de la historia. La Teoría

sociológica clásica del cambio social, ob. cit. p. 173. 40 Ídem, p. 174.

ria está dado por el paso de la solidaridad mecánica a la orgánica, basadas ambas en el nivel de complejidad de las funciones y tareas sociales (o sea, en la división del trabajo)41.

Durkheim fue muy crítico con la historia de su tiempo, inscribiéndose en varios ocasiones en afirmaciones totalmente ahistóricas, estigmatizando las causas de los fenómenos sociales en el interior de los procesos (causación endógena), inde-pendientemente de realizar enérgicas críticas a la historia historizante de su tiempo, fundamentadas en el rechazo al determinismo y al evolucionismo.

El uso de la historia en este pensador está inscrito dentro de la historia comparada, estableciendo balances entre diversas va-riables en contextos y pueblos totalmente diferentes.

Muestra de esta afirmación es una de sus obras cumbres dentro de su producción teórica, emergiendo en 1897, la primera obra de investigación sociológica con da-tos y análisis estadísticos: el Suicidio.

Los efectos de su obra propiciaron un re-pensar en la forma de escribir la historia, al tratamiento de los documentos históri-cos y a la defensa del espíritu sociológico en el seno de la especialización e institu-cionalización de las ciencias.

Estos aportes van a ser retomados por la influencia que ejerce el pensamiento dur-khemiano sobre la escuela francesa de sociología y sobre la Escuela de los Anna-les franceses.

La idea de progreso siempre que sea con-cebido como transcurso lineal o unidirec-

41 Durkheim, E. Solidaridad mecánica o por semejanzas En

Hernández Morales, A. (compiladora): ob. cit pp. 221-254 y Durkheim, E. Solidaridad debida a la división del trabajo u orgánica, en Hernández Morales, A. (compiladora): ob. cit. pp. 255-273.

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cional carece de sentido (desde nuestra visión) y es esta precisamente una deter-minante en la teoría evolucionista de Comte, al constituir una imagen específi-ca del cambio social e histórico donde se determinan y establecen leyes generales que obvian completamente contextos y particularidades históricas.

Sin embargo, con Spencer, la evolución social no es vista como un proceso unili-neal e invariable (por ejemplo, al estu-diarla durante el paso de las sociedades militares a las industriales, caracterizán-

dolo como un proceso lento y duradero), produciendo un movimiento evolutivo en espiral.

Se establecen, también dentro de esta vertiente evolucionista, modelos causa-les básicos (Durkheim), evadiendo la revolu-ción social y fomentando la reforma, cen-trando interés la introducción de mejoras para el funcionamiento societal, pro-curándole sentido a las diferencias de cla-se pero encontrando reconciliación en las asociaciones profesionales.

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura anterior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Se habla en el documento de la convergencia de la historia y la sociología. Explique con sus palabras como se relacionan estas dos ciencias sociales.

2. Elabore un esquema en el que relacione los diferentes autores que se mencionan en el documento.

3. Explique qué importancia puede tener para el Trabajo Social el pensamiento de Spencer.

4. Investigue los conceptos de determinismo y al evolucionismo.

5. Relacione el evolucionismo de Spencer con el evolucionismo de Malthus que se re-visó en la lectura anterior. Haga un cuadro comparativo con las semejanzas y las di-ferencias.

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Lectura previa La sexta de las lecturas es un fragmento del documento: Pragmatismo, sociología fenomenológica y

comunicología. Acción y comunicación en William James y Alfred Schütz, escrito por Marta Rizo, mis-

ma que nos permitirá conocer la relación del pragmatismo y la sociología fenomenológica.

Pragmatismo, sociología fenomenológica y comunicología

El propósito general de este texto es pre-sentar las aportaciones del Pragmatismo norteamericano y la Sociología Fenome-nológica a la reflexión sobre los conceptos de acción y comunicación. De la primera corriente se elige a William James. De la segunda, a Alfred Schütz. El segundo tuvo influencias de James, sobre todo en su afán por "despegarse" de la fenomenología trascendental de Edmund Husserl e intro-ducir la sociabilidad como ámbito de es-tudio legítimo de la filosofía.

El texto presenta, así entonces, una revisión teórica y una propuesta para retomar las concepciones pragmatistas y socio-fenomenológicas de la acción y la comuni-cación para seguir construyendo conoci-miento en torno a la dimensión de la inter-acción.

En un primer momento se presentan los rasgos y aportaciones generales del Pragma-tismo Norteamericano, represen-tado por autores como James, Dewey y Peirce. Pos-teriormente se exponen las principales tesis y juicios de las propuestas de los autores que ocupan este artículo: William James y Alfred Schütz. Lo anterior da lugar a la ex-posición de algunos elementos que pueden hacer dialogar a las propuestas de ambos autores. El texto cierra con un apunte gene-ral de las posibilidades del Pragmatismo y la Sociología Fenomenológica en la Comunico-logía. Sirva un apunte básico para presentar a los autores protagonistas de este texto.

William James es conocido más como psicó-logo que como filósofo. Como filósofo, es considerado la figura rectora del pragma-tismo, corriente que afirma que la verdad

de una idea o concepto puede evaluarse según el valor práctico que posee. Sus pro-puestas, sin embargo, van más allá de ser sólo psicológicas o sólo filosóficas.

En palabras de Pérez de Tudela (1998: 142), “la psicología de James, el pragmatismo de James, la teoría jamesiana de la verdad y, en definitiva, su análisis de las experiencias religiosas, son todos distintos caminos que parecen apuntar a un co-razón común; co-razón diverso, pero constantemente sugeri-do, anticipado, buscado: una teoría general acerca de la experiencia, o si se quiere, una teoría general de la realidad”.

Lo descrito en la cita anterior presenta ya un primer acercamiento entre William Ja-mes y el otro autor central en el presente texto: Alfred Schütz. Filósofo y sociólogo, Schütz es considerado el principal exponen-te de la llamada Sociología Fenomenológica, corriente que a partir de las propuestas fe-nomenológicas de Husserl y la sociología comprensiva de Weber pretende una aproximación fenomenológica a lo social, a lo cotidiano, a la experiencia de los sujetos.

El pragmatismo norteamericano

El Pragmatismo es una corriente filosófica idealista y subjetiva que considera la verdad desde el punto de vista de la utilidad social. William James y Charles Sanders Peirce son considerados los padres de esta corriente filosófica. Según James, sin embargo, el Pragmatismo no es propiamente una teoría filosófica, sino un modo de pensar en el que tienen cabida teorías distintas y que puede aplicarse a distintas disciplinas.

Pragmatismo proviene de la palabra griega pragma, que significa “acción”. “El pragma-

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tismo tiende a definir que una acción moti-va un cambio de la realidad en cuanto mue-ve cosas físicas que la componen y que más que atender las ideas de las personas sólo importan sus actos, que en definitiva son evaluables científicamente” (Estévez, 2007). Por lo tanto, esta corriente se aleja de las abstracciones, de las soluciones ver-bales, de la retórica y de los sistemas cerra-dos absolutos, y se dirige hacia la acción, hacia los hechos concretos.

El Pragmatismo proporciona una nueva lógi-ca del significado. La función del pensa-miento debe ser la de imponer una regla de acción, un hábito de comportamiento, una creencia. En términos generales, los puntos de partida del Pragmatismo pueden enume-rarse en las siguientes ideas:

1. No existe una verdad, sino que cada ser humano la posee por sí mismo, lo que le permite resolver sus problemas. De ahí que la verdad, para el Pragmatismo, sea lo que funciona bien o lo que mejor le conviene al hombre.

2. No entiende por utilidad práctica la con-firmación de la verdad objetiva median-te el criterio de la praxis, sino aquello que satisface los intereses subjetivos de los individuos. Lo verdadero, lo satisfac-torio y lo útil confluyen en el mismo lu-gar.

3. La división sujeto-objeto se establece únicamente dentro de los marcos de la experiencia, por lo que el conocimiento es un conjunto de verdades subjetivas.

4. El ser humano es capaz de orientar su actividad según fines que han sido, en cierta medida, creados o decididos por él de manera individual o colectiva.

5. El conocimiento mismo es un tipo de actividad. Es privativa del ser humano la capacidad de actuar reflexiva e intelec-tualmente.

6. Las acciones y fines constituyen el eje en que se sustenta la actividad interpre-tativa.

7. El proceso del conocimiento está vincu-lado a lo que el hombre hace, pero al mismo tiempo influye en lo que el hom-bre puede o quiere hacer.

8. Lo característico del Pragmatismo no es subordinar el pensamiento a la acción, sino redefinir la expresión del pensa-miento mismo en teorías que tratan de desentrañar la realidad.

9. La ciencia se sustenta en la búsqueda incondicional de teorías cada vez más correctas. La ciencia mantiene una rela-ción indirecta con respecto a la acción.

10. La prueba de la verdad de una proposi-ción es su utilidad práctica. El propósito del pensamiento es guiar la acción, y el efecto de una idea es más importante que su origen.

Sin embargo, la mayoría de autores coinci-den en que no existen puntos básicos en que todos los pragmatistas concordaran (Rossi, 2005). Las ideas en torno a las cuales sí hubo consenso fueron las siguientes: la con-cepción dicotómica de la experiencia, que lleva a considerar la relación sujeto-objeto como un proceso; la vinculación entre cono-cimiento y acción; la defensa del carácter público del conocimiento; el privilegio dado a la experiencia futura, única fuente para juzgar nuestras acciones; y, algo que ya se ha apuntado anteriormente, el rechazo a la concepción clásica de la verdad.

Los puntos de partida generales del Pragma-tismo permiten apuntar varios temas comu-nes, o al menos similares, entre el Pragma-tismo, la Sociología Fenomenológica y la Sociología Comprensiva.

Entre estos temas encontramos, por ejem-plo, la referencia al verstehen con el propósito de reflejar la comprensión perso-nal de los motivos y creencias que están detrás de las acciones de la gente. Por otro lado, también se observan similitudes en torno al énfasis dado al asunto del significa-do, comprendido como la interpretación que hace el actor de su realidad y cultura

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dirigida a conocer qué hace el actor, qué sabe y qué cosa construye y utiliza.

Si concebimos al Pragmatismo como un método, es viable hablar de la investigación pragmática.

Ésta se caracteriza por concebir a la reali-dad como algo múltiple; por ser comprensi-va; por considerar que la experiencia huma-na siempre está mediada por la interpreta-ción; por comprender a la verdad como un acuerdo social e históricamente condiciona-do; por dar énfasis a la capacidad de poner-se en el lugar del otro; por estar interesada en la comprensión de las percepciones y valores asignados a los significados; por tra-bajar en escenarios naturales, no modifica-dos; por potenciar la diversidad; por tener carácter contemplativo; por poner énfasis en el proceso de transformación del objeto en sujeto en la obtención de conocimientos teóricos; por construir conocimiento ide-ográfico, singular, concreto, basado en el razonamiento inmediato; por emplear métodos como la observación participativa, la entrevista en profundidad y las historias de vida; por no generalizar los resultados teóricos obtenidos; por trabajar a partir de métodos inductivos; y, por último, por pro-piciar diseños de investigación flexibles y abiertos.

William James- conocimiento, verdad y acción

James describió tres parte de la personali-dad: el mi o yo material (mi cuerpo), el mi social (las personas de nuestro alrededor: amigos, familia, etc.) y el mi espiritual (lo que pienso, mis ideas y sensaciones). Como se puede observar, hay un gran paralelismo entre esta concepción de la personalidad de James y la propuesta de conductismo social de George H. Mead en Espíritu, persona y sociedad (1968). No es casual, por ello, que tanto Mead como James hayan sido conside-rados fuentes de pensamiento fundamenta-les para el desarrollo de ideas que poste-riormente haría la corriente del Interaccio-

nismo Simbólico, con Herbert Blumer (1968) al frente.

Para James, el pragmatismo es un método. Es también una teoría genética de la ver-dad, “una teoría de que las verdades están vivas, nacen y envejecen” (Rodríguez, 1990:94).

La insatisfacción ante la teoría de la ver-dad y la concepción milenaria del conoci-miento fueron, entre otros, los detonantes de la propuesta de James, que fue conce-bida como una forma de empirismo radi-cal. El empirismo radical se fundamenta en tres ideas básicas: el postulado de que las únicas cuestiones debatibles en filosof-ía son las que pueden definirse en térmi-nos extraídos de la experiencia; la consta-tación empírica de que las relaciones en-tre las cosas, conjuntivas o disyuntivas, son objeto de experiencia directa, ni más ni menos que las cosas mismas; y la con-clusión generalizada según la cual las re-laciones son también parte de la expe-riencia y, por tanto, no se necesita para nada de los oficios de ningún soporte uni-ficante transempírico (James, 1975:6-7).

El centro del pensamiento de James debe situarse en el tema de la verdad. En pala-bras del propio autor, “la epistemología ordinaria se contenta con la vaga afirmación de que las ideas tienen que ‘corresponder’ o ‘estar de acuerdo’; el pragmatismo insiste en que hay que ser más concretos, y pre-gunta qué puede significar en detalle tal ‘acuerdo’” (James, 1975:104). La verdad, vista desde el empirismo radical, puede explicarse como sigue: “la experiencia pragmatista de la verdad es, por encima de todo, la experiencia de la radical historici-dad de ésta. El conjunto de la experiencia humana es el resultado inestable de la mu-tua modificación que tiene lugar entre las viejas verdades y los nuevos descubrimien-tos. La estabilización de este ajuste, siem-pre relativa, es lo que James llama la nueva verdad” (Rodríguez, 1990:99).

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En síntesis, la verdad significa adecuación a la realidad, adecuación que no está basada en relaciones estáticas ni inertes, sino en procesos dinámicos constantes. Parafrase-ando a James, cualquier idea que nos con-duce de forma próspera y exitosa de una parte de nuestra experiencia a otra, simpli-ficando y ahorrándonos trabajo, es una idea verdadera. La verdad es, entonces, una es-pecie de guión para la acción.

Por otra parte, James establece una distin-ción entre dos tipos de conocimiento: el conocimiento de familiaridad, constituido por preceptos, por las únicas realidades que conocemos; y el conocimiento acerca, for-mado por conceptos, algo así como unos mapas o planos que agotan toda su función en conducirnos hasta los preceptos care-ciendo de misión cognoscitiva distintiva o específica. Por ello, para James, “el cono-cimiento conceptual es un simple sustituto, todo cuyo sentido consiste en servir de me-dio para conducirnos a la presencia de las realidades sensibles” (Rodríguez, 1990:96).

El primer tipo de conocimiento permite al sujeto actuar sobre la realidad; es un tipo de conocimiento de la intuición empírica. El conocimiento acerca, por su parte, permite reflejar la realidad, no actuar sobre ella; es un conocimiento representativo o intelec-tual. En todo ello, la práctica no es más que la actividad que permite conectar el pen-samiento conceptual con la sensación, con lo vivido y experimentado directamente por los sujetos.

Todas las reflexiones de James, ya sean psicológicas o filosóficas, se centran en el primer tipo de conocimiento, en el conoci-miento de familiaridad. Es entonces el hombre singular el que interesa al autor. “El hombre entra en contacto no con una reali-dad hallada, no fabricada, pero en el con-tacto con ella el hombre tiene cierta liber-tad para tratarla de un modo u otro” (Rossi, 2005:5). La realidad, por tanto, es una “rea-lidad maleable en las manos humanas” (Ros-si, 2005:5).

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Investigue el concepto de pragmatismo y fenomenología.

2. Investigue la biografía de William James e indique qué estaba pasando en el mundo en la época en que existió y cómo esto pudo afectar en su pensamiento.

3. Explique qué importancia puede tener para el Trabajo Social el planteamiento de que “La realidad, por tanto, es una “realidad maleable en las manos humanas”.

4. Elabore un cuadro comparativo entre el pensamiento de William James y James Spencer.

5. Elabore un resumen de los diez puntos de partida del pragmatismo.

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Lectura previa La séptima de las lecturas es un fragmento de Desarrollo del pensamiento de John Dewey, escrito por

Alexis Grimberg, misma que nos permitirá conocer elementos del pensamiento de este autor, como

sociólogo y como educador.

Desarrollo del pensamiento de John Dewey

Durante su permanencia en Estados Uni-dos, Dewey estuvo profundamente intere-sado en la reforma de la teoría y de las prácticas educativas. Los principios edu-cativos proponían el aprendizaje a través de actividades de diferente índole más que por medio de los contenidos curricu-lares establecidos y se oponían a los métodos autoritarios.

Dewey pensaba que lo ofrecido por el sis-tema educativo de su época no proporcio-naba a los ciudadanos una preparación adecuada para la vida en una so-ciedad democrática. Consideraba ade-más, que la educación no debía ser meramente una preparación para la vida futura, sino que debía proporcionar y tener pleno sentido en su mismo desarrollo y realización. Su trabajo y sus escritos influyeron significa-tivamente en los profundos cambios expe-rimentados en la pedagogía de Estados Unidos en los inicios del siglo XX, manifes-tados en el cambio del énfasis de lo insti-tucional y burocratizado a la realidad per-sonal del alumno. Criticó la educación que enfatizaba tanto la diversión relajada de los estudiantes, como el mantenerles en-tretenidos sin más, así como la orienta-ción exclusiva hacia el mundo profesional.

Como filósofo, Dewey subrayó todo lo práctico, esforzándose en demostrar cómo las ideas filosóficas pueden actuar en los asuntos de la vida diaria. Su planteamien-to lógico y filosófico era de cambio per-manente, adaptándose a las necesidades y a las circunstancias concretas. El proceso de pensamiento en su filosofía es un me-

dio de planificar la acción y de superar los obstáculos entre lo que hay y lo que se proyecta. La verdad es una idea que ha penetrado en la experiencia práctica. De-wey siguió al filósofo y psicólogo america-no William James, fundador del movi-miento filosófico del pragmatismo; la pro-pia filosofía de Dewey, llamada también instrumentalismo o experimentalismo, deriva del pragmatismo de James.

Desarrollo del pensamiento de John Dewey

Para poder caracterizar el pensamiento de John Dewey, debemos remontarnos pri-mero a su herencia académica y cultural.

Dewey hereda cosas de la cultura europea que se han logrado filtrar en Estados Uni-dos, pero no sólo de la cultura madre In-glesa, utilitarista y empirista, sino que presenta una fuerte influencia de ele-mentos Franceses y en especial Alemanes. Según Ravaglioli42, “la biografía cultural de Dewey, refleja por lo menos la génesis de la teoría Deweyana y particulariza al-gunas cosas”. Autores como, Darwin, Hux-ley, Comte, Hegel, James y Mead se pue-den registrar como grandes influencias en su pensamiento.

Hacia fines del siglo la relación entre De-wey y James es más intensa, la psicología de James revela las matrices biológicas de la conducta humana. Dewey intenta ligar

42 Ravaglioli, F. La teoría de la educación de John Dewey. En:

Perfil de la teoría moderna de la educación. (1967). Buenos Aires, Losada.

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a Darwin con Hegel, a un Hegel verificado por la investigación empírica.

Dewey advierte la continuidad entre me-dios y fines y propone una teoría de la valoración de la apreciación de las situa-ciones, inspirada en el instrumentalísmo y confiada en la ciencia social. El cuadro de valores de Dewey comprende además de la democracia y la ciencia, la acción, el trabajo, la individualidad socializada, el grupo, y se contrapone al comportamiento de la clase acomodada dedicada al con-sumo vistoso.

La educación

La educación es una necesidad de la vida, en cuanto asegura la transmisión cultural; en las sociedades complejas se ha espe-cializado en la instrucción formal, y al mismo tiempo advierte como uno de sus fines el de mantener el contacto con la experiencia directa, estableciendo la con-tinuidad de la teoría con la práctica. Es el nexo de la experiencia de participación con las actividades dirigidas a la adquisi-ción de los símbolos culturales el que con-fiere a la educación moderna su particular función social.

La idea deyweniana de la educación es similar a la de Durkheim. Coincide con el proceso de socialización y reconoce la diferenciación histórica de la práctica de la educación.

Pero con respecto a la sociología de la educación Dewey se separa de Durkheim y de Weber para el autor la sociología de la educación se interesa por la descripción de las situaciones educativas y de su evo-lución. Dewey quiere conseguir el equili-brio entre educación indirecta y educa-ción formal.

Dewey tiene la convicción de que solo la sociedad democrática, en la que vi-vía, es capaz de realizar en forma plena la edu-cación, entendida como proceso y función

social. “La democracia es algo más que una forma de gobierno”. Ratifica la co-rrespondencia perfecta de la sociedad democrática con la naturaleza del proceso educativo.

Democracia

Para Dewey, los dos elementos de nuestro criterio se dirigen hacia la democracia. El primero significa no sólo puntos más nu-merosos y más variados de interés partici-pado en común, sino también el conoci-miento de los intereses mutuos como un factor del control social. El segundo signi-fica no sólo una interacción más libre en-tre los grupos sociales, sino también un cambio en los hábitos sociales, su reajuste continuo afrontando las nuevas situacio-nes producidas por el intercambio varia-do. Estos dos rangos son precisamente los que caracterizan una sociedad constituida democráticamente.

Una sociedad es democrática en la medida en que facilita la participación en sus bie-nes de todos sus miembros en condiciones iguales y que asegura el reajuste flexible de sus instituciones mediante la interac-ción de las diferentes formas de vida aso-ciada. Tal sociedad debe tener un tipo de educación que dé a los individuos un in-terés personal en las relaciones y el con-trol de la sociedad y los hábitos espiritua-les que produzcan los cambios sociales sin introducir el desorden.

Desde este punto de vista se han conside-rado tres filosofías típicas de la educa-ción:

1. La platónica. 2. El individualismo de la ilustración. 3. Las filosofías idealistas institucionales

del siglo XIX.

Experiencia

La naturaleza de la experiencia sólo pue-de comprenderse observando que incluye

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un elemento activo y otro pasivo pecu-liarmente combinados.

Por el lado activo, la experiencia es ensa-yar un sentido que se manifieste en el término conexo “experimento”, en el lado pasivo es sufrir o padecer.

El pensar comprende todas estas etapas:

El sentido de un problema, la observación de las condiciones, la formación y la ela-boración racional de una conclusión suge-

rida y la improbación experimental activa. Aun cuando todo pensar acaba en conoci-miento, últimamente el valor del conoci-miento está coordinado a su uso en el pensar. Pues nosotros no vivimos en un mundo establecido y acabado, sino en un mundo que se está haciendo y donde nuestra tarea principal es previa y retros-pectiva, su valor está en la solidez que ofrece a nuestra conducta en el futuro.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Explique con sus palabras en qué consiste el pensamiento de John Dewey.

2. Leyendo el documento y otras lecturas planteadas por su catedrático(a) en clase, cómo interpreta lo que Dewey respecto a que: “La democracia es algo más que una forma de gobierno”.

3. Compare los pensamientos de John Dewey y William James. Encuentre similitudes y diferencias entre estos dos autores, representantes del pragmatismo.

4. Defina con sus palabras en qué consiste el pragmatismo.

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Lectura previa La octava de las lecturas es El mundo histórico de la comprensión como presupuesto gnoseológico de las

ciencias del espíritu, escrito por José Antonio Romero, misma que nos permitirá conocer aspectos

sobre la historicidad del planteamiento de Wilhelm Dilthey.

El mundo histórico de la comprensión como presupuesto gnoseológico de las ciencias del espíritu

Wilhelm Dilthey (1833-1911), filósofo de la historia y la cultura, cuyas teorías han in-fluido de forma notable en teología y socio-logía; para él “la totalidad de una obra tie-ne que ser comprendida partiendo de las palabras y de su combinación y, sin embar-go, la comprensión plena del detalle presu-pone ya la comprensión del conjunto.

Delthey combatió la dominación del cono-cimiento por las ciencias naturales ‘objeti-vas’; pretendía establecer una ciencia ‘sub-jetiva’ de las humanidades (Geisteswissens-chaften).

Según Dilthey, estos estudios humanos subjetivos (que incluyen derecho, religión, arte e historia) deberían centrarse en una “realidad histórica-social-humana”.

Afirmaba que el estudio de las ciencias humanas supone la interacción de la expe-riencia personal, el entendimiento reflexivo de la experiencia y una expresión del espíri-tu en los gestos, palabras y arte, retoma la hermenéutica como una forma de compren-sión, concepto cuya amplitud contiene a la interpretación, y ésta está limitada ya que se atiende solo a la escritura fijada en los documentos, proveniente de una vida psí-quica extraña, que es interpretada por otra vida psíquica.

Por lo tanto, para Dilthey la compresión cae bajo el concepto general del conocer, en-tendiéndose por conocer, en el sentido más amplio aquel proceso en el cual se busca un saber de validez universal.

Biógrafo y estudioso de su pensamiento, Wilhelm Dilthey (1833-1911) toma de la lec-tura de la obra de Schleiermacher el con-texto de la cuestión hermenéutica como base para una crítica de la razón histórica, que permita situar adecuadamente, en la esfera del mundo histórico-cultural, la pre-ocupación kantiana por elaborar una crítica de la razón pura que estableciera, una vez reconocida la validez de las ciencias empíri-co-naturales, las condiciones que la hacen posible.

Efectivamente, por lo que atañe a la impor-tancia del marco referido y la contribución al mismo por parte del maestro, en relación con la peculiaridad de las ciencias del espí-ritu, Dilthey escribe con tono laudatorio en una investigación que data de 1900, Los orígenes de la hermenéutica, y que forma parte de los diversos estudios que nuestro autor consagró al que muchos consideran fundador de la moderna hermenéutica: “una vigorosa hermenéutica sólo podía bro-tar de una cabeza capaz de unir el virtuo-sismo de la interpretación filológica con una genuina facultad filosófica, como es el caso de Schleiermacher”.

Así, pues, ¿convierte Dilthey la hermenéuti-ca entendida como acto cognoscitivo de la comprensión en el método o modo carac-terístico de conocimiento de las ciencias del espíritu, al menos luego que, a resultas de la crítica de Husserl al psicologismo, aban-donó el empeño de una fundamentación psicológica de las ciencias histórico-culturales? Presunto giro en la evolución de su pensamiento que Dilthey acusa en la

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misma definición que ofrece del quehacer hermenéutico como “el arte de comprender expresiones de la vida fijadas por escrito”.

El sello vitalista e historicista del neokantismo diltheyano

Con justicia Wilhelm Dilthey es considerado, además de principal representante, funda-dor de la lebensphilosophie o filosofía de la vida. La vida es el primum factum en el ordo essendi (realidad) y el primum psycho-logicum en el ordo cognoscendi (pensamien-to). La erleben aparece así como la expe-riencia original interna del espíritu humano que antecede a cualquier forma de concien-cia que lleve a cabo la división representati-va entre sujeto y objeto.

La vida se manifiesta al mundo interior de la autognosis (selbstbessinnung) como el a priori integral de las actividades intelecti-vas, volitivas y afectivas conectadas a tra-vés de la causalidad o dinámica recíproca del significado. En cualquier caso, la reali-dad y la vida son intercambiables.

Esta última, por lo demás, es irreductible a elementos físico-químicos; de ella más bien parte el acto de conocimiento, mismo que por tal motivo se encuentra imposibilitado de encerrarla en los estrechos muros de la abstracción conceptual.

Ahora bien, aunque Dilthey censura cual-quier tratamiento de la vida que la reduzca a sus aspectos biopsíquicos o fisiológicos, su crítica no constituye obstáculo insuperable para que reconozca la incidencia de seme-jantes impulsos (pasiones y hasta enigmas parecidos a la experiencia del fracaso o la frontera de la muerte en cuanto hechos ineluctables) en la expresión del referido fenómeno vital.

En suma, el pensamiento tiene en la vida el ámbito desde el que inadvertidamente pro-duce su ejercicio, en virtud de que la acti-vidad racional remite su existencia a aque-lla como a la realidad radical en la que se disuelve cualquier tipo de función.

La reflexión, por tanto, deriva del proceso de la vida en el que encuentra su principio fundamental. Asimismo, Dilthey entiende la vida en términos de movimiento, cambio, devenir, fluidez y actividad de la conciencia que envuelve, entrelaza y modula la totali-dad de las funciones que el hombre efectúa, lo cual significa que tengan cabida en ella, amén del pensamiento, el sentimiento y la voluntad.

La unidad del acto vital reside, según Dilt-hey, en la mismidad subjetiva que la con-ciencia experimenta en medio de los cam-bios incesantes de estado a los que se halla sometida, por cuya virtud el hecho de la consistencia y de la permanencia de la con-ciencia no implica la existencia de un está-tico yo substancial, fijo, rígido y adicional-mente susceptible de ser su portador.

Wilhelm Dilthey, por otra parte, ha contraí-do para la posterioridad el mérito de ser el primero en haber señalado el radical carác-ter de historicidad que afecta a la vida humana. La historia hunde sus raíces en el devenir de la vida que de esa manera se transforma en su nota esencialmente consti-tutiva.

Vida e historia se presentan tan estrecha-mente relacionadas que sólo para efectos metódico-didácticos es aceptable distinguir entre el haz de posibilidades que la primera contiene y el desarrollo en las más variadas expresiones de las mismas que en la segun-da han cobrado realidad. Agrega por este motivo a la vida el ingrediente de realidad histórica general. Realidad histórico-social compuesta por las unidades psicofísicas in-dividuales de vida.

Gracias a la formulación de la esencial di-mensión histórica de la condición humana que llevó a cabo este influyente pensador alemán, el estado de conciencia de la época actual percibe con la mayor claridad que más que hacer o estar en la historia el ser humano es historia.

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La hermenéutica, ¿órgano general de las ciencias del espíritu?

Por influjo de la escuela histórica alemana, Dilthey había reconducido la preocupación comparativamente más restringida de Schleiermacher de cómo interpretar textos, al campo de mayores proporciones de la realidad histórica, en el que prevalece la cuestión de cómo comprender el gran do-cumento de la aventura colectiva del hom-bre, formada por las expresiones del fenó-meno de la vida que producen el encade-namiento histórico.

Cabe subrayar que el desplazamiento del centro de interés de los monumentos litera-rios a las conexiones de la realidad históri-ca, relaciones sociales incluidas, no com-prometía en lo más mínimo el papel del individuo como eje de la sociedad o de los sistemas culturales.

Sin embargo, dada la pobre sustentación de sus argumentos, las respuestas poco consis-tentes a los problemas planteados y, sobre todo, incompatibilidades no resueltas, Dilt-hey no tuvo más alternativa que reconocer el balance más bien negativo que arrojó el programa que con tanto aliento había inau-gurado y la encuesta que había emprendido invirtiendo mucha ilusión.

En tal sentido, el comprender reside en re-vivir (Nacherleben), reproducir (Nachbil-den), la palabra interior encerrada en el proceso de conexiones vitales que respaldan toda forma de declaración exterior, acu-diendo para el propósito a la empatía (Ein-fühlung), a la participación afectivo-sentimental de las emociones ajenas, firme garante de la unidad e identificación del sujeto con su objeto de estudio.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Busque en diccionarios la explicación a los siguientes conceptos:

Gnoseológico ___________________________________________________________

Teología _______________________________________________________________

Hermenéutica __________________________________________________________

Razón histórica _________________________________________________________

Filológica ______________________________________________________________

Acto cognoscitivo _______________________________________________________

Psicologismo ___________________________________________________________

Autognosis _____________________________________________________________

2. Analice el pensamiento de Wilhelm Dilthey y plantee la importancia de estudiar los fenó-menos sociales desde el punto de vista histórico. Proponga cinco ejemplos.

3. En el documento se plantea “…el radical carácter de historicidad que afecta a la vida humana”. Elabore una explicación del sentido de esa oración y como afecta esto al Trabajo Social.

4. Con sus palabras explique el pensamiento “…sólo es posible aprehender la vivencia, léase alcanzar el autoconocimiento, por el puente que tiende con ella el mundo social y de la cultura”.

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Lectura previa La novena de las lecturas es un fragmento del documento: E. Mach y P. Duhem: El significado filosófi-

co de la historia de la ciencia, escrito por Mariano Artigas, esta lectura nos permitirá reflexionar con

relación con la postura de Ernest Mach.

E. Mach y P. Duhem:

El significado filosófico de la historia de la ciencia

Las ideas de Mach se encuentran estre-chamente relacionadas con una perspec-tiva evolucionista y empirista, donde la ciencia representa una herramienta útil para la supervivencia y no hay lugar para la metafísica; la influencia de Mach se prolongó, de modo natural, en el neo-positivismo del Círculo de Viena.

Mach es uno de los principales autores empiristas de todas las épocas. Desde el comienzo de su carrera como físico, su interés estuvo polarizado en torno a los problemas psicofísicos, que consideraba fundamentales para determinar el valor del conocimiento en general y de la ciencia en particular. Después de haber trabajado en Viena en su primera época (1860-1864), en Graz durante 3 años (1864-1867) y en Praga durante 28 años (1867-1895), en 1895 volvió a Viena para ocupar una cátedra de filosofía, con el título de profesor de historia y teoría de las ciencias inductivas, cargo del que se retiró en 1901.

Su influencia se dejó sentir hasta que apareció en el mismo escenario Moritz Schlick, promotor del Círculo de Viena, quien dio un fuerte impulso a la moder-na filosofía de la ciencia en una direc-ción netamente empirista y anti-metafísica.

El Círculo de Viena consideró como una de sus principales tareas la reconstruc-ción de la ciencia según los patrones empiristas; o sea, las ideas científicas deberían limitarse a expresar las infor-

maciones procedentes de la experiencia sensible. Sobre esa base, el Círculo de-claró que carecían de sentido todas las proposiciones que no pudiesen ser for-muladas y verificadas de acuerdo con las exigencias empiristas. Como es bien sa-bido, este criterio de significación fue objeto de numerosas críticas y, a pesar de ser sometido a sucesivas reelabora-ciones, nunca llegó a ser formulado de modo aceptable.

Mach afronta el problema de la validez del conocimiento de acuerdo con un psi-cologismo en el cual las sensaciones constituyen el último punto de referen-cia, y critica como ilusoria toda preten-sión de conocimiento que no responda a sus cánones empiristas.

Mach ve la historia como ejemplificada por el comportamiento de los principales científicos, atribuyendo a ese compor-tamiento un carácter paradigmático.

Según el instrumentalismo de Mach, la ciencia tiene una función de adaptación biológica en la que no hay lugar para reflexiones acerca de la verdad en sen-tido fuerte.

La epistemología, según Mach, al igual que la ciencia, sólo podría ser una des-cripción, y no propiamente una explica-ción. Sin embargo, al llegar a este punto parece inevitable toparse con algunas contradicciones.

Que la epistemología de Mach se en-cuentre en contradicción con el progreso

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científico real es un tema debatido. Difícilmente se podrá dar por concluido de modo definitivo ese debate, si se tie-ne en cuenta que el propio Einstein afirmó expresamente ser deudor intelec-tual de Mach, y que la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica con frecuencia se ha presentado como afín a una filosofía fenomenista o, cuando me-nos, ha utilizado expresiones que pare-cen situarse en esa dirección.

Por otra parte, los partidarios de Mach se ven obligados a justificar por qué se opuso a la teoría atómica, y parece difícil que lleguen a hacer compatible el fenomenis-mo de Mach con la dosis mínima del rea-lismo que parece necesario adjudicar a las entidades subatómicas, que han prolifera-do extraordinariamente desde hace bas-tantes décadas. Incluso han de explicar la oposición de Mach a la teoría de la relati-vidad, de la cual presuntamente sería un precursor.

Las hipótesis sobre átomos y moléculas eran consideradas por Mach como ayudas intelectuales que podían tener un cierto valor para conseguir objetivos concretos, y que no deberían despreciarse en su fun-ción de economía del pensamiento; pero comparaba su valor realista con el de los símbolos del álgebra, y añadía que no po-demos esperar de ellas más de lo que no-sotros mismos ponemos en ellas, y cierta-mente, no más de lo que podemos conse-guir mediante la experiencia (Mach [1886], 311).

Es posible defender la actitud de Mach ante la teoría atómica distinguiendo las diferentes formulaciones e implicaciones de esa teoría durante el siglo XIX (Brush [1968]), y subrayando que la teoría fue aumentando en progresividad, poder ex-plicativo y contrastabilidad, de manera que los científicos fueron convenciéndose de la realidad de los átomos (Gardner [1979]).

Ciertamente, Mach no fue el único cientí-fico de la época que mostró recelos ante esa teoría. Pero, incluso en ese caso, pa-rece forzoso admitir que, para Mach, la irrealidad de los átomos o de cualquier otra entidad que no estuviera sujeta a la observación sensible era un axioma básico (Brush [1968], 210). Esto es, sin duda, compatible con la admisión de la teoría atómica como una hipótesis de trabajo.

En este contexto, Blackmore afirma: "es comprensible que a los filósofos les cueste admitir que el progreso científico pueda chocar en su camino con ideas filosóficas, supuestos previos o prejuicios, pero a ve-ces la evidencia es demasiado fuerte como para ser fácilmente contra-argumentada o dejada de lado", y concluye que "la oposi-ción de Mach tanto a la realidad de los átomos como a la teoría cinética de los gases de Boltzmann era filosófica, y ni siquiera iba acompañada por una argu-mentación científica seria contra ninguna de las dos" (Blackmore,1985: 299 y 303-304).

Sobre Mach y la teoría de la relatividad, se ha afirmado que la epistemología de Mach desempeñó una función significativa en la génesis de esa teoría, enlazando esta afirmación con otra más general, según la cual el positivismo habría estimulado la revolución científica moderna (Schaffner, 1974).

Sin embargo, estas afirmaciones han de tomarse, como mínimo, con serias reser-vas. Por ejemplo, se ha podido argumen-tar que Einstein, al formular su teoría es-pecial de la relatividad, violó principios cardinales de la filosofía de Mach, y que si no lo hubiera hecho, nunca hubiera formu-lado esa teoría, añadiendo, en la misma línea, que la epistemología de Mach fue irrelevante para el desarrollo de la física (Zahar,1977).

Que Mach se opuso a la relatividad es un hecho. Y no resulta muy convincente justi-

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ficarlo, como lo hace Feyerabend, recu-rriendo a unas palabras un tanto enigmáti-cas de Mach, quien menciona el carácter cada vez más dogmático que, en su opi-nión, estaba adquiriendo la teoría, y alude a razones particulares, que no explicita, para explicar su rechazo (Feyera-bend,1980).

Estas polémicas no se limitan a aspectos puntuales. Por el contrario, afectan a cuestiones básicas acerca de la posibilidad y el sentido de la investigación científica. Incluso si se admitiera que es posible jus-tificar de algún modo la aversión de Mach a la teoría atómica y a la relatividad, pa-rece necesario señalar que su imagen de la ciencia está demasiado polarizada hacia una psicología de las sensaciones que es-taba en función de la adaptación biológi-ca, y que de ahí resulta una concepción en la cual no es fácil encontrar un sitio para la comprensión del orden natural y ni si-quiera para la actividad del individuo que pone en juego sus capacidades en vistas a conseguir un conocimiento verdadero de la naturaleza (Cohen,1968).

En la epistemología actual, el debate en torno al instrumentalismo y el realismo ha alcanzado nuevas cotas. Se han formulado fuertes defensas de las perspectivas ins-

trumentalista y pragmatista, que sido ob-jeto de no menos severas críticas.

No es posible entrar aquí en los detalles de estas controversias. Bastará señalar que es posible aceptar una versión débil del instrumentalismo, que consiste en afirmar que la adecuación empírica es una condición necesaria para la aceptabilidad científica, pero que no es suficiente para afirmar la existencia real de los referentes de las teorías.

Esta perspectiva puede ser completada, mostrando que es legítimo admitir la exis-tencia de una verdad científica que es contextual, parcial y auténtica (Artigas, 1989, 209-307).

La adecuación empírica es una condición necesaria o requisito mínimo que han de cumplir las construcciones científicas, pe-ro no agota su significación.

Ciertamente, esas construcciones tienen un carácter muy abstracto, y esto es espe-cialmente manifiesto cuando se estudian aspectos de la realidad que se encuentran muy alejados de nuestras posibilidades de observación inmediata.

SSuuggeerreenncciiaass ddee ttrraabbaajjoo

A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura ante-rior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Lea el documento y defina el experimentalismo con sus palabras.

2. En esta lectura se habla la oposición que tenía el pensamiento de Mach a la teoría de la relatividad. Deténgase e investigue a qué se refiere esta teoría.

3. Se dice en el documento que: “…para Mach, la irrealidad de los átomos o de cual-quier otra entidad que no estuviera sujeta a la observación sensible era un axioma básico.” Explique con sus palabras esta aseveración.

4. Explique con sus palabras el significado de: “…La adecuación empírica es una con-dición necesaria o requisito mínimo que han de cumplir las construcciones científi-cas.” ¿Afecta esto, de alguna manera, el quehacer del Trabajo Social?

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Lectura previa

La décima de las lecturas de este tema es Talcott Parsons: El sistema social, escrita por Eduardo Jorge

Arnoletto. Esta lectura nos permitirá reflexionar con relación al funcionalismo de Talcott Parsons.

Talcott Parsons: El sistema social

Parsons es una figura muy polémica de-ntro del campo del pensamiento social. Se discute mucho el sentido de varios aspec-tos de su obra. No se expresa con clari-dad; a decir verdad, es enredado y confu-so; su sistema no está empíricamente fundamentado (aunque pretende estar referido al mundo empírico) y no está, por lo tanto, realmente abierto a la con-validación por otros investigadores. El paradigma de Parsons es un sistema in-acabado, aún abierto a continuas revisio-nes43.

Para dar una primera idea, podemos decir que Parsons ha hecho aportes polémicos pero valiosos a la teoría sociológica, des-de un punto de vista estructural-funcionalista, privilegiando los aspectos estáticos de la realidad social respecto de los aspectos dinámicos, de cambio y de conflicto. En una visión más profunda, el pensamiento de Parsons es complejo, na-da fácil de aferrar en una síntesis. Cabe recordar en su descargo que la realidad a la que refiere sus trabajos es en sí misma sumamente compleja.

Puede decirse, por ejemplo, que Parsons intenta combinar el positivismo deci-monónico de Wilfredo Pareto, la perspec-tiva histórica de Max Weber y el subjeti-vismo e idealismo filosóficos de los histo-riadores y sociólogos alemanes de los si-glos XIX y XX, para crear un modelo o "ti-po ideal" de sociedad humana, que sirva de base a un sistema explicativo general,

43 Eugène J. M. (1973). Pensamiento Político Contemporáneo

Madrid, Rev. de Occidente.

de carácter axio-mático o deductivo. En esto, Parsons se muestra inmune a la in-fluencia de los modernos planteos epis-temológicos, según los cuales su objetivo es inalcanzable.

Es claramente reconocible en la obra de Parsons la influencia de su temprana afi-ción a la mecánica newtoniana, de la que tomó muchas analogías, metáforas y ejemplos. En nuestros tiempos, la mecá-nica newtoniana ya no es considerada como una forma ideal y ni siquiera ade-cuada de explicación científica, pero Par-sons persiste en ese camino en muchos aspectos de su obra.

En los libros de sociología de Parsons es perceptible la influencia de Hegel, en el que se inspira para solucionar el problema que plantea en la dinámica sociológica la libertad individual. En el dilema determi-nismo-voluntarismo opta por este último, pero luego lo vacía prácticamente de con-tenido al definir a la libertad como "con-ducta acorde con las necesidades colecti-vas". En el planteo hegeliano, la libertad se logra por interiorización de las normas orientadas hacia las exigencias de la co-lectividad. Esa síntesis hegeliana con-cuerda con la noción parsoniana de "acto social".

Parsons también tiene una gran deuda con Hobbes. El sistema parsoniano está fuer-temente orientado hacia el orden y la estabilidad. Parsons supone que los ins-trumentos primarios para mantener el orden son las estructuras normativas inte-riorizadas, producidas por la sociedad y asimiladas por los individuos.

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Está obligado, pues, a aceptar que todo cambio, todo conflicto, es perturbador y disfuncional. En ello se basa la acusación de mantener una velada colusión con la ideología conservadora, que con frecuen-cia se ha hecho a su sistema científico.

Parsons procura ubicar cuáles son los elementos de la sociedad que contribuyen al mantenimiento del orden, y concentra su atención en ellos. Hay en esta actitud una evidente parcialidad, cuya conse-cuencia es la disolución del individuo en un conjunto de "relaciones con otros". Aquí resulta claramente visible el parale-lismo entre Parsons y Hobbes.

Parsons ha evidenciado siempre gran in-terés por el estudio de la Economía, de la que provienen muchos de sus paralelismos conceptuales. El "acto social" de Parsons presenta gran similitud con una transac-ción económica: el "actor" recuerda fuer-temente al conjunto de demandas de una unidad económica en un mercado li-bre...Parsons concibe a la interacción humana como un calco de la interacción económica, y la estabilidad social es prácticamente una trasposición al plano general de la sociedad de la estabilidad económica.

La parte principal de la estructura con-ceptual de Parsons proviene de Pareto y de Weber. Su originalidad no reside en los conceptos sino en la manera de seleccio-narlos y de combinarlos. De Weber tomó, entre otros, el concepto de "Verstehen", entendido como "definición de la situa-ción según la percepción subjetiva del actor"; y la idea de "conducta social" co-mo "orientación recíproca de los indivi-duos y los grupos". Estos elementos, to-mados en el contexto del indeterminismo weberiano, proporcionaron a Parsons la definición de un concepto clave: el de "acción social significativa": una interac-ción entre dos o más personas, que inclu-

ye la motivación o intención de todas las partes intervinientes y no es una simple acción refleja.

Parsons tomó también, como ya dijimos, muchos conceptos de Pareto, en primer lugar, la noción central de "sistema" en-tendido como "conjunto de elementos funcionalmente interdepen-dientes". También proviene de Pareto la noción de sociedad como "instrumento de adapta-ción social" y la finalidad que le asigna a la investigación social: "la construcción de una teoría funcional general que explique la estabilidad del sistema social".

La "deuda" de Parsons con Pareto abarca también varios otros conceptos: -Los "re-quisitos funcionales", o sea las condicio-nes necesarias para que el funcionamien-to social tenga continuidad; los "residuos", o sea las fuerzas subyacentes a la conduc-ta; esos "sentimientos interiorizados de valoración" que son la base de la explica-ción de la estabilidad; el interés priorita-rio por la acción irracional antes que por la racional; la diferenciación entre utili-dad individual y utilidad social; la preocu-pación marcadamente prioritaria por el orden y la estabilidad, considerados como emergentes de una combinación de me-canismos sociales y de sentimientos inte-riorizados por los individuos;- la atención preferente que se le dedica al proceso de socialización, ubicado principalmente en la familia.

El objetivo original de Parsons era, la formulación de una "teoría general de la sociedad". Luego de su adscripción al Fun-cionalismo, y en un lapso de diez años, Parsons planteó dos intentos de formula-ción de su teoría, diferentes pero al mis-mo tiempo muy relacionados entre sí.

Su primera formulación parte del indivi-duo, del "actor individual", ubicado en una situación concreta e interactuando

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con los elementos que la integran. Su li-bro "Toward a General Theory of Action" (1951) fue fruto de este primer planteo, que resultó poco satisfactorio para la crítica especializada y hasta para él mis-mo. En esta obra se perciben claramente los condicionantes, sobre el intento de labor científica, de los trasfondos cosmo-visionales e ideológicos de la cultura y del ambiente social en el que opera un inves-tigador.

De hecho, en su segunda formulación in-virtió el enfoque y definió a los elementos del sistema social en función de la estruc-tura global de la sociedad. Redujo nota-blemente la importancia que le asignaba antes a los factores psicológicos individua-les e incrementó la gravitación de los fac-tores estructurales y funcionales. Prestó menos atención a los "valores internaliza-dos" y más a los "valores institucionaliza-dos".

Desde nuestro punto de vista, son espe-cialmente interesantes sus ideas sobre las estratificaciones sociales. Como todas las teorías funcionalistas, la de Parsons con-sidera que las estratificaciones sociales responden a necesidades sociales. Son sistemas jerárquicos fundados sobre los valores máximos de cada sociedad. Esos valores están relacionados con la "acción social", vale decir, con la "actividad in-tencional que despliegan los individuos dentro del marco de las instituciones".

En síntesis, Parsons define a la estratifi-cación social como "la clasificación dife-rencial de los individuos que componen un sistema social dado, y su calificación de superiores o inferiores los unos en rela-ción con los otros, según valores impor-tantes para la sociedad".

Al definirla como "clasificación diferencial de los individuos .. según valores impor-tantes", Parsons parece suponer que es

siempre la posesión por los individuos de determinados valores socialmente esti-mados lo que los ubica en determinadas posiciones en la estratificación social.

Descuida, el rol de las organizaciones in-termedias de la sociedad, desde la familia hasta diversos grupos, partidos y corpora-ciones, que pueden llegar a tener poder suficiente como para ubicar a sus inte-grantes en determinadas posiciones socia-les aunque individualmente no posean los valores correspondientes, e incluso sin que posean ningún valor relevante...

En la óptica de Parsons, la estratificación social es consecuencia directa de la ac-ción social y al mismo tiempo, su medio de manifestación. Dice Parsons que la división del trabajo social produce una diversificación de actividades; no todas son juzgadas igualmente importantes: en función de su sistema de valores, cada sociedad determina para sí una jerarquía de actividades.

Según Parsons, los criterios de evaluación que conducen en definitiva a una deter-minada estratificación social, se basan en tres elementos: las cualidades, las reali-zaciones y lo adquirido: las cualidades son posesiones personales de cada individuo, que están ubicadas fuera de toda circuns-tancia especial externa (por ejemplo, in-teligencia, nobleza, talento, etc.); las realizaciones son producto de la actividad del individuo en relación con los demás (por ejemplo, el prestigio, el ascendiente, etc.); lo adquirido es la posesión de obje-tos o bienes (como la fortuna material, las propiedades, etc.) o de certificaciones de talentos o aptitudes (diplomas, reco-nocimientos, premios).

Estos criterios de evaluación se aplican según las indicaciones del sistema de va-lores de cada sociedad. Parsons sostiene que dicho sistema está integrado por cua-

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tro tipos de valores, todos necesarios para el buen funcionamiento de la sociedad, aunque cada sociedad arma su propio es-quema de prioridades para estos valores:

1. Universalismo: Se trata de la capacidad de adaptación, que corresponde a la necesidad de toda sociedad de ajustar-se a sus condiciones objetivas de exis-tencia. Se relaciona con la racionalidad (en sentido weberiano) y con la efi-ciencia técnica, o sea con el uso de medios adecuados para alcanzar de-terminados fines, a costos adecuados.

2. Definición de objetivos: Toda sociedad se propone alcanzar ciertas metas co-lectivas, y trata de que esas metas prevalezcan sobre los intereses indivi-duales o sectoriales. La definición de esos objetivos es la configuración de la finalidad social, y eventualmente la sa-tisfacción del objetivo logrado. Se re-laciona, por lo tanto, con las normas de realización.

3. Integración: La solidaridad social es un valor primordial. Las acciones sociales son evaluadas según la medida en que favorezcan o impidan la integración de los individuos en la sociedad, y su mu-tua solidaridad.

4. Mantenimiento del modelo: Cada so-ciedad tiene un modelo cultural pro-pio, con sus propias estructuras y nor-mas, y tiende a conservarlo. En este aspecto, el valor supremo es el tradi-cionalismo.

Parsons no explica porqué una sociedad tiene una determinada jerarquía de estra-tos sociales, o porqué en una sociedad predomina un tipo de valores y no otro. Sólo invita a constatarlo, lo que se hace...observando cómo es la jerarquía

social establecida, que es precisamente lo que se quería explicar...

Si bien el modelo básico de Parsons es de equilibrio, y por consiguiente estático y hasta de inspiración conservadora, hay que reconocer que Parsons relativizó este enfoque al afirmar taxativamente que el "estado de equilibrio" es un estado teóri-co: ningún sistema social real está verda-deramente en equilibrio estático, salvo como "estado hacia el cual tiende".

Para Parsons, el principal elemento equi-librante, o re-equilibrante del sistema social es el CONTROL SOCIAL, o sea el conjunto de los procesos por medio de los cuales una sociedad impone su dominio sobre los individuos y mantiene su co-hesión. Lo opuesto al control social es la DESVIACIÓN, que es la transgresión a las normas del grupo.

La ACCIÓN SOCIAL, en el sistema parso-niano, queda definida por cinco dimensio-nes o formas de la sociabilidad: especifi-cidad o generalidad; afectividad o neutra-lidad afectiva; universalismo o particula-rismo; cualitatividad; orientación hacia el individuo o hacia la colectividad.

Sobre la acción social gravitan los VALORES que la gobiernan, el STATUS SOCIAL de sus actores u sus ROLES SOCIALES.

En conclusión, el sistema social concebido por la óptica estructural-funcionalista de Parsons es un conjunto abstracto, simplifi-cado y coherente, que no toma en cuenta la presencia de instituciones o usos sociales capaces de producir consecuencias contra-dictorias con el modelo vigente. En este sentido es una concepción que puede ser tildada de irreal, ya que no explica satisfac-toriamente la presencia evidente de con-tradicciones internas en los sistemas socia-les reales.

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A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a la lectura anterior, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Explique con sus palabras el concepto de funcionalismo.

2. Identifique las ideas esenciales del pensamiento de Talcott Parsons.

3. Indique cinco maneras sobre cómo la sociedad ejerce Control Social en el caso de Gua-temala.

4. Plantee su postura con relación al sistema social concebido por Parsons.

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Reflexiones finales para la síntesis del curso A continuación encuentra una serie de planteamientos con relación a las lecturas del cur-so, por favor responda lo que se le pregunta.

1. Con base en la lectura del documento, explique con sus palabras la importancia de In-troducir a los estudiantes al conocimiento de las ciencias sociales y al Trabajo Social en particular.

2. A lo largo del curso de Fundamentos Sociales I tuvo la oportunidad de estudiar algunas

corrientes y teorías sociológicas. Regrese a revisar el programa y elabore un cuadro comparativo de cada una de esas corrientes, encontrando semejanzas y diferencias.

3. En el documento varios autores hablan de la realidad social desde diferentes posturas.

Revise el cuadro anterior e indique cuáles de las corrientes sociológicas estudiadas hablan de la realidad social y qué diferencias hay entre cada una de las posturas.

4. Las corrientes teóricas estudiadas son algunas en las cuales se fundamentan las cien-

cias sociales para acercarse a los fenómenos sociales y a la realidad social guatemalte-ca. Identifica, de las corrientes estudiadas, cuál o cuáles cree que es o son más útiles para interpretar lo que pasa en la comunidad de la que es originario (a).

5. Con base en lo estudiado en el curso de Fundamentos Sociales I, ¿cuál de las corrientes

teóricas puede apoyar mejor “el trabajo social frente a las políticas económicas y so-ciales de la globalización”?

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Evaluación de Cierre Estimado estudiante:

Luego de haber desarrollado todas y cada una de las unidades o guías que conforman este material y haber finalizado el curso, le sugerimos responder individualmente los siguientes planteamientos:

1. ¿Cómo se ha sentido en el proceso de aprendizaje que desarrolla este material?

2. ¿Qué opinión tiene de los casos y/o ejercicios presentados para este curso en esta Guía de Estudio?

3. Para su futuro académico y profesional, ¿qué utilidad encuentra en resolver los ejerci-cios y/o casos presentados aquí?

4. ¿Qué aportes ha recibido con la Guía de estudio para su formación profesional por me-dio de este curso?

5. ¿Qué acción inmediata y fácil pudo desarrollar a partir de lo aprendido?

6. ¿Cómo se visualiza usted dentro de cinco años?

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Evaluación de la Guía de estudio Estimado estudiante:

A continuación encontrará una serie de enunciados que le solicitamos responder. El obje-tivo es determinar el impacto académico que tiene su Guía de estudio semipresencial con respecto a los procesos académicos.

La escala a evaluar define a 4 como MUCHO, 3 BASTANTE, 2 POCO y 1 NADA. REACTIVOS 4 3 2 1 Este material… 1. Ha despertado su interés. 2. Le ha facilitado el curso. 3. Es de utilidad para aprender a resolver casos/problemas y/o ejercicios. 4. Le ha ayudado a pensar creativamente. 5. Le ha hecho estudiar e investigar para responder a los casos y/o resolver

los ejercicios.

6. Le provoca rechazo. 7. Le motiva a trabajar.

Por favor, marque con una X (equis) la respuesta que a usted más le guste o asígnele un orden numérico por orden de importancia donde 1 es el más importante.

8. ¿Qué aspectos considera que se pueden mejorar en este material? � a. El tamaño del material impreso en cuanto a su manipulación.

� b. La calidad de la impresión. � c. Incluir más casos y/o ejercicios. � d. Dosificación del tiempo de trabajo propuesto en el material. � e. Otros. Especifique, por favor. _____________________________________________

9. ¿Qué inquietudes le ha despertado este material? � a. Le desarrolla su creatividad. � b. Le permite tomar decisiones. � c. Otras, especifique, por favor: _____________________________________________

10. Si usted siente rechazo por este material, señale cuál es la principal razón: � a. Precio � b. Tiempo de entrega � c. Contenido � d. Uso que le dio el docente. Especifique, por favor: __________________________________________________________________________ � e. Otros, especifique, por favor: __________________________________________________________________________