Gabriel Laguna Mariscal, En Tierra, En Humo, En Polvo, En Sombra, En Nada, Historia de Un Tópico...

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«EN TIERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EN NADA»: HISTORIA DE UN TÓPICO LITERARIO (I) GABRIEL LAGUNA MARISCAL Universidad de Extremadura 1 Introducción En 1582, seg n la datación del manuscrito Chacón (aceptada mayorita- riamente por la crítica moderna), Luis de Góngora (1561-1627) escribió su celebérrimo soneto «Mientras por competir por tu cabello» (n 149 Cipli- kauskaité, 228 Millé). No nos proponemos en este trabajo abordar un estu- dio global del soneto, por lo demás el más analizado y desmenuzado de la producción poética de Góngora , sino exclusivamente documentar y comen-  Deseo agradecer a Ángel J. Traver Vera sus atinadas sugerencias críticas; y a Jes  s Ureria Bracero y Manuel Sanz, su ayuda en numerosas cuestiones puntuales suscitadas por el presente estu io 2 Cf los siguientes estudios, presentados por orden cronológico: J.P. Wickersham Crawford, «Italian sources of Góngora s poetry», Rom anic Review, xx (1929), 122-130 (esp. 126-127); Al- fredo Carballo Picazo, «El soneto Mientras por competir con tu cabello de Góngora», Revis- ta de Filología Española, txvil (1964), 379-398 [reimpreso, en versión resumida, en Andrés Arno- rós (ed.), El com entario de textos, Madrid, Castalia, 1973, 62-78]; Dámaso Alonso, Góngora y el  olifemw, Madrid, Gredos, 1967, 115 (= Obra com pktas. vn. Góngora y el gongw ismo, Madrid, Gredos, 1984, 114); Dámaso Alonso, «Garcilaso, Ronsard, Góngora (Apuntes de una clase)», en De los siglos os curos al de oro Notas y artículos a travé s de 700 años de letras españo las), Madrid, Gredos, 1971, 183-191; Herman Iventosch, «The Classical and the Baroque: sonnets of Garci- laso and Góngora», en Josep M. Sola-Solé et aL edd.), Estudios literarios de hispanistas norteam e- ricanos dedicados a Helm ut Hatzfeld con motivo de su 80 aniversario, Barcelona, Hispam, 1974, 35- 40; Joaquín de Entrambasaguas, «Góngora desde un soneto», en Estudios y ensayos sobre Góngo- ra y e l B arroco, Madrid, Editora Nacional, 1975, 65-76; Antonio García Berrio, «Tipología textual de los sonetos clásicos esparioles sobre el carpe diem, Dispositio, 111 9 (1978), 243-293; R.P. Calcraft, «The carpe diem sonnets of Garcilaso de la Vega and Góngora», Modern Language Review, ucxvi (1981), 332-337; Diane Chaffee-Sorace, «Imitation as the explanation for chro- [ 9 ] A nuario de Es tudios Filológicos, XXII/1999, 197-213

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Primera parte del estudio de Gabriel Laguna Mariscal sobre el viejo tópico tan famoso en Góngora, Sor Juana y Quevedo.

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  • EN TIERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EN NADA:HISTORIA DE UN TPICO LITERARIO (I)'

    GABRIEL LAGUNA MARISCALUniversidad de Extremadura

    1. Introduccin

    En 1582, segn la datacin del manuscrito Chacn (aceptada mayorita-riamente por la crtica moderna), Luis de Gngora (1561-1627) escribi sucelebrrimo soneto Mientras por competir por tu cabello (n 2 149 Cipli-kauskait, 228 Mill). No nos proponemos en este trabajo abordar un estu-dio global del soneto, por lo dems el ms analizado y desmenuzado de laproduccin potica de Gngora 2 , sino exclusivamente documentar y comen-

    ' Deseo agradecer a ngel J. Traver Vera sus atinadas sugerencias crticas; y a Jes s UreriaBracero y Manuel Sanz, su ayuda en numerosas cuestiones puntuales suscitadas por el presenteestudio.

    2 Cf los siguientes estudios, presentados por orden cronolgico: J.P. Wickersham Crawford,Italian sources of Gngora's poetry, Romanic Review, xx (1929), 122-130 (esp. 126-127); Al-fredo Carballo Picazo, El soneto Mientras por competir con tu cabello de Gngora, Revis-ta de Filologa Espaola, txvil (1964), 379-398 [reimpreso, en versin resumida, en Andrs Arno-rs (ed.), El comentario de textos, Madrid, Castalia, 1973, 62-78]; Dmaso Alonso, Gngora y el43olifemw, Madrid, Gredos, 1967, 115 (= Obras compktas. vn. Gngora y el gongwismo, Madrid,Gredos, 1984, 114); Dmaso Alonso, Garcilaso, Ronsard, Gngora (Apuntes de una clase),en De los siglos oscuros al de oro (Notas y artculos a travs de 700 aos de letras espaolas), Madrid,Gredos, 1971, 183-191; Herman Iventosch, The Classical and the Baroque: sonnets of Garci-laso and Gngora, en Josep M. Sola-Sol et aL (edd.), Estudios literarios de hispanistas norteame-ricanos dedicados a Helmut Hatzfeld con motivo de su 80 aniversario, Barcelona, Hispam, 1974, 35-40; Joaqun de Entrambasaguas, Gngora desde un soneto, en Estudios y ensayos sobre Gngo-ra y el Barroco, Madrid, Editora Nacional, 1975, 65-76; Antonio Garca Berrio, Tipologa textualde los sonetos clsicos esparioles sobre el 'carpe diem, Dispositio, 111, 9 (1978), 243-293; R.P.Calcraft, The 'carpe diem' sonnets of Garcilaso de la Vega and Gngora, Modern LanguageReview, ucxvi (1981), 332-337; Diane Chaffee-Sorace, Imitation as the explanation for chro-

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    Anuario de Estudios Filolgicos, XXII/1999, 197-213

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    tar los antecedentes del tpico literario presente en los dos versos finales,con vistas a una mejor comprensin de la semntica general del poema. Par-tamos, pues, del texto, siguiendo la edicin moderna de B. Ciplijauskait3:

    Mientras por competir con tu cabellooro bruriido al sol relumbra en vano;mientras con menosprecio en medio el llanomira tu blanca frente el lilio bello,

    mientras a cada labio, por cogello, 5siguen ms ojos que al clavel temprano,y mientras triunfa con desdn lozanodel luciente cristal tu gentil cuello,

    goza cuello, cabello, labio y frente,antes que lo que fue en tu edad dorada 10oro, lilio, clavel, cristal luciente,

    no slo en plata o viola troncadase vuelva, mas t y ello juntamenteen tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

    El motivo concreto que desarrolla el poema es claro, como unnime-mente han serialado los comentaristas. Se trata del tpico del carpe diem (porusar la tradicional etiqueta, de acuriacin horaciana): la invitacin a disfru-tar de la juventud, de la belleza y del sexo, antes de que lo impidan la pr-dida de la juventud y de la belleza, as como la llegada de la vejez, de la en-fermedad y, finalmente, de la muerte.

    Ahora bien, mientras que en el Renacimiento el tpico del carpe diem fun-ciona como vehculo de optimismo y vitalidad sensual, este soneto de Gn-gora deja ya traslucir en su parte final la expresiOn de un pesimismo exis-tencial que anticipa claramente el llamado desengario barroco 4 . De ah que

    nology: two versions of a gongorine text, Romanische Forschungen, xciu (1981), 383-386; MariaTeresa Favero, Gringora tra "veras" e "burlas". Lineamenti di un'indagine, Annali, xxvi (Na-poli 1984), 433-440; Lore Terracini, `CristaF, no marfir, en "Mientras por competir con tucabello", en La Schwartz-Isaas Lerner (ed.), Homenaje a Ana Mara Barrenechea, Madrid, Cas-talia, 1984, 341-353.

    3 Birute Ciplijauskait, Luis de Gngora. Sonetos completos, Madrid, Castalia, 19906, 230.4 Sobre el desengao como tema caracterizador del Barroco un atinado manual de lite-

    ratura espaola como el de ngel del Ro seriala: Entre todos los temas, quiz el ms signi-ficativo del espritu de la poca es el tema moral del desengao (Historia de la literatura es-paola, Barcelona, Ediciones B, 1996 (= 1948), 619). Es significativo tambin que Vitor Manuelde Aguiar e Silva aduzca precisamente este soneto de Gringora como manifestacin del temade la fugacidad, de la ilusiOn de la vida y de las cosas mundanas , dentro de su captulo de-dicado al Barroco en Teora de la literatura, Madrid, Gredos, 1972, 253-296 (287-288).

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    numerosos criticos, tanto antiguos como modernos, hayan observado que lafuerza expresiva del soneto depende de su final nihilista. As, ya Baltasar Gra-cin, en su Agudeza y arte de ingenio, de 1648, tras aducir integramente el tex-to del soneto, apuntaba sobre su cierre: Sirve la retrica gradacin de ma-teria al realce de la ponderacin sentenciosa 8 . Ms modernamente, Dma-so Alonso, despus de recordar la presencia en el poema del tpico del calpediem, afirma: Lo impresionante en este soneto de Gngora es el final: todala imaginera colorista se derrumba y aniquila en ese verso ltimo. El vio-lento contraste barroco asoma ya en esta obra maesu-a juvenil. 8

    Y en el mis-mo sentido se decanta la editora del poema, B. Ciplijauskait: Es de notarel ltimo verso, muy lejos ya del gozo renacentista, con la angustia gradua-da de la desaparicin total7.

    qu decir, por otro lado, de las fuentes de Gngora? El tpico del car-pe diem se remonta, como es.

    ms que sabido, a la lrica grecolatina. Apare-ce, por mencionar slo la poesa latina, en Horacio y en el poema tardo(del siglo w d.C.) De rosis nascentibus, atribuido errneamente a Ausonio, don-de se lee la famosa expresin collige, virgo, rosas (en el v. 48) 8 . Pero la crti-ca literaria ha detectado asimismo fuentes ms prximas a Gngora: espe-cialmente, el soneto de Bernardo Tasso Mentre che l'aureo crin v'ondeg-gia intorno, perteneciente al libro Gli amori (Venecia, 1534); y el sonetoxxiii de Garcilaso de la Vega, En tanto que de rosa y d'azucena:

    Mentre che Faureo crin v'ondeggia intornoa l'ampia fronte con leggiadro errore;mentre, che di vermiglio e bel colorevi fa la primavera il volto adorno.

    Mentre che v'apre il ciel puro il giorno 5cogliete o giovinette il vago fiorede vostri pi

    dolci anni, e con amorestate sovente in lieto e bel soggiorno.

    Verr poi'l verno, che di bianca nevesuol i poggi vestir, coprir la rosa 10e le pioggie tornar aride e meste.

    5 En el Discurso xix (De la agudeza sentenciosa). Cito por la edicin moderna de Eva-risto Correa Caldern (ed.), Ballasar Gracin. Agudeza y arte de ingenio, Madrid, Castalia, 1969,vol. ii, pg. 25.

    Dmaso Alonso, Obras completas... (op. cit.), 407.B. Ciplijauskait, op. cit., 230.

    8 Sobre el tpico del carpe diem, lase el completo trabajo de V. Cristbal Lpez, El tpi-co del calpe diem en las letras latinas, en Aspectos didcticos del latin, Zaragoza, Instituto de Cien-cias de la Educacin-Universidad de Zaragoza, 1994, 225-268.

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    Cogliete ah stolte il fior, ah siate preste,che fugaci son l'hore, 'l tempo lievee veloce a la fin corre ogni cosa.

    * * *

    En tanto que de rosa y d'azucenase muestra la color en vuestro gesto,y que vuestro mirar ardiente, honesto,con clara luz la tempestad serena;

    y en tanto que'l cabello, que'n la vena 5del oro s'escogi, con vuelo prestopor el hermoso cuello blanco, enhiesto,el viento mueve, esparce y desordena:

    coged de vuestra alegre primavera

    el dulce fruto, antes que'l tiempo airado 10cubra de nieve la hermosa cumbre.

    Marchitar la rosa el viento helado,todo lo mudar la edad ligerapor no hacer mudanza en su costumbreg.

    Hoy parece ms o menos aceptado que Bernardo Tasso fue la referenciabsica de Grigoram. Y, sin embargo, lo importante es que la parte final delsoneto gongorino no tiene precedentes claros, ni en Tasso ni en Garcilaso.A este respecto, comenta atinadamente Dmaso Alonso:

    Anotemos que en ese ambiente asoma ya una terrible nota de pesimis-mo: se dice que el soneto Mientras por competir con tu cabello viene deBernardo Tasso; sea como fuere, lo que contiene es el tpico del Carpe diem';lo importante es que nada hay en Tasso que se aproxime al terrible verso nihilista fi-nal del soneto espaol:

    en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada."

    9 Copio el texto de la excelente edicin comentada de Bienvenido Morros (ed.), Garcilasode la Vega. Obra potica y textos en prosa, Barcelona, Crtica (Biblioteca Clsica, 27), 43.

    Es lo que postulan, entre otros, Joseph G. Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en Espaa,Madrid, csic, 1960, 254 y J.P. Wickersham Crawford, Italian sources... (art. cit.), 126: Whi-le it is evident that Crngora was acquainted with Garci Lasso's sonnet, the close resemblancein phraseology seems to indicate that [...] he made independent use of Bernardo Tasso'spoem. Parece aceptar la dependencia, si bien con reservas, Dmaso Alonso, tanto en Gngo-ra... (op. cit.), 115, como en Obras completas... (op. cit.), 406-7.

    11 Dmaso Alonso, Gngora... (op. cit.), 115.

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    Y, en la misma lnea, Juan Luis Alborg precisa en su benemrito manualque el soneto acaba con dos maravillosos tercetos de desolado pesimismo,justamente famosos, nota ajena a los modelos italianos" (cursivas mas).

    Recapitulemos, pues, las principales notas literarias detectadas en el sone-to: a) desarrolla el tpico del calpe diem, de rica tradicin grecolatina, y conun precedente inmediato en Bernardo Tasso; b) la principal innovacin deGngora es el sentimiento de desengario, de carcter barroco, presente es-pecialmente en el cierre del soneto; y c) tal cierre carece de un preceden-te claro en los modelos propuestos. Creo que con la revisin crtica efec-tuada hasta aqu nos hemos situado en una plataforma idnea para iniciarnuestro estudio del tpico. Pues, a pesar de que se viene reconociendo quela innovacin e impacto potico del soneto estriban en su parte final, y queese final falta en las fuentes detectadas, lo cierto es que hasta ahora no sehaban investigado sistemticamente las posibles fuentes de esa seccin finaly, ms en concreto, del ltimo verso".

    El presente estudio busca colmar esa laguna, realizando al mismo tiem-po una investigacin filolgica en el ms estricto de los sentidos: la indaga-cin de un tema en la historia de la literatura occidental, en la misma lneade la declaracin de principios que ofreca el profesor Jos Luis Moralejo,cuando se dispona a estudiar otro tpico:

    Voy, pues, a ocuparme de una cuestin filolgica en el ms llano de lossentidos: del seguimiento y comentario de un tema recurrente en las litera-turas griegas y latinas, a travs de los textos en que, segn mis noticias, apa-rece.14

    2. Definicin del tpicoEntendemos por tpico literario un motivo semntico concreto, que se

    manifiesta literariamente mediante una forma perceptible y definible (en tr-minos de lxico, estructura, retrica, imaginera literaria, etctera) y quemuestra recurrencia en la historia de la literatura occidental". Para aplicar

    12 Juan Luis Alborg, Historia de kz literatura espaola. poca barroca, Madrid, Gredos, 19702,547.

    13 5510 Jos Ares Montes aduce como precedente un verso de Camoens, en Os Lusiadas, v57 (ou fosse monte, nuvem, sonho ou nada), pero el contexto es completamente diferente.Cf Jos Ares Montes, Gngora y la poesia portuguesa del siglo xvit, Madrid, Gredos, 1956, 36.

    14 Jos Luis Moralejo, Cuando los dioses abandonan la ciudad, en Homenaje a D. AntonioHolgado Redondo, Cceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1991,131-147 (133).

    13 A los efectos de este trabajo no ser necesario justificar esta definicin de tpico. Basteapuntar que, como categora literaria crtica, la nocin de tpico fue auspiciada por Ernst Ro-bert Curtius, en su celebrrima (aunque farragosa) obra Literatura europea y Edad Media Lati-

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    esta definicin general al tpico concreto que ahora nos ocupa, podramosentenderlo como la expresin de la banalidad de la existencia humana, dela brevedad y transitoriedad de la vida, y de los efectos aniquiladores deltiempo y la muerte, mediante la mencin, individual o en sarta, con grada-cin semntica o sin ella, de objetos o hechos de escasa o nula materialidad,de modo que entre dichos objetos y la caracterizacin que se pretende ha-cer de la existencia humana se establece una relacin de smbolo y de co-rrelato objetivol6.

    3. Historia del tpico

    LA BIBLIA

    Es natural e imprescindible comenzar con la Biblia, teniendo en cuentaque la Biblia es, conjuntamente con la cultura clsica, uno de los dos pila-res bsicos sobre los que se asienta la cultura renacentista.

    El texto de partida se halla en Gnesis, 3, 19. Dios expulsa del paraso aAdn y Eva, reprendiendo al hombre con estas palabras: Con el sudor detu frente comers el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sa-cado; porque polvo eres y en polvo te has de convertir 17. La versin latinade la Vulgata dice: In sudore vultus tui vesceris pane, donec revertaris in terram dequa sumptus es: quia pulvis es et in pulverem reverteris' 8 . En el Antiguo Testamen-to se documentan otras formulaciones del motivo igualmente con el lexemapulvis (en latn)/polvo (en la traduccin castellana): as, en Salmos, 102,14, y Eclesiasts, 12, 7 y 3, 20. Por un lado, polvo (traduccin literal de pu/-vis) es uno de los trminos usado por Gngora en su serie; por otro lado,ha de tenerse presente que, en la versin griega de los Setenta, puede leer-se yfi 1. ical E1,9 yfw urrEXEati como texto de Gnesis, 3, 19, donde yfi serael equivalente literal de tierra, precisamente el primero de los trminosde la serie gongorina.

    na, Madrid-Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1955, passim y especialmente vol. 1, pgs.108-9 y 122-159. Vanse otras caracterizaciones de la nocin, compatibles con la nuestra, enVtor Manuel Aguiar e Silva, op. cit., 390-91, y en Thomas M. Greene, The light in Troy. Imita-tion and discovery in Renaissance poetry, New Haven-London, Yale University Press, 1982, 50.

    16 Como lo del smbolo parece claro, quiz deba precisarse que la nocin de correlatoobjetivo, propuesta por el crtico ingls T.S. Eliot, es el uso de un conjunto de objetos, unasituacin, o una cadena de acontecimientos, como frmula para expresar una emocin parti-cular. As, T.S. Eliot pudo afirmar que el nico modo de expresar una emociOn en forma ar-tstica consiste en hallar un correlativo objetivo' (The sacred wood, London, Methuen & Co.,1928, 100).

    17 Todas la traducciones castellanas de textos bblicos proceden de la ediciOn de EvaristoMartn Nieto (dir.), La Santa Biblia, Madrid, San Pablo, 1989.

    18 Copio el texto de la edicin de Alberto Colunga-Lorenzo Turrado (edd.), Biblia Sacraiuxta vulgatam Clementinam. Nova editio, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1994.

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    El tpico alcanz popularidad al insertarse en el rito religioso 19 . El pri-mer da de Cuaresma (el llamado mircoles de ceniza) el sacerdote catrificoimpone ceniza sobre la frente de los fieles, pronunciando en recuerdo delcitado pasaje del Gnesis la frmula Memento, homo, quia pulvis es et in pulve-rem reverteris. En similar lnea, en el rito funerario protestante del mbito an-glosajn el oficiante recita: We [...] commit his body to the ground, earthto earth, ashes to ashes, dust to dust.

    Un segundo trmino que tambin acusa raigambre bblica es el de lasombra". En el libro de Job, 8, 9 leemos: Quoniam sicut umbra dies nostrisunt super terram (una sombra son nuestros das en la tierra). Y en el mis-mo libro se caracteriza la existencia humana en unos trminos que antici-pan sustancialmente la formulacin de Gngora (14, 1-2): El hombre na-cido de mujer corto es de das y harto de miserias; como la flor brota y semarchita luego, y huye como sombra sin pararse.

    Se constata, pues, cmo al menos tres de los cinco miembros (tierra, pol-vo, sombra) de la serie de Gngora tienen antecedentes bblicos.HOMERO

    No poda faltar al frente de este rastreo Homero, a quien ya en la Anti-gedad se reputaba fuente primera y esencial de temas y gneros literarios21.A este respecto Jorge Luis Borges consideraba: en realidad slo hay unascuantas metforas posibles, y todas estn inventadas desde los tiempos de Ho-mero 2 2 .

    En Iliada, xxiv 54 el dios Apolo se queja del ensariamiento de Aquiles enmaltratar el cadver de Hctor: KoMv yp 81) yetictv LKI&I p.Eveaivwv(pues, en su furia, desfigura lo que ya es insensible tierra). Un autor comoel erudito ingls M.I. Finley" ha visto significativamente en esta imagen deHomero el equivalente pagano de la sentencia bblica pulvis es..., examina-da antes.

    Vase Renso Tosi, Dizionario delle sentenze latine e greche, Milano, Biblioteca Universale Riz-zoli, 19939 (= 1991), nm. 516. Pulvis es et in pulverem reverteris, en pg. 245.

    20 Recogido en Vctor-Jos Herrero Llorente, Diccionario de expresiones y frases latinas, Ma-drid, Gredos, 19852, nm. 7102. Sicut umbra dies nostri en pg. 358.

    21 Para Homero como fuente temtica, cf. Manilio, ii 1-12 y Ovidio, Amores, m 9, 25-26; yel comentario sobre la cuestin de Andre Thill, Alter ab illo. Recherches sur l'imitation dans laposie personnelle l'poque augustenne, Pars, Les Belles Lettres, 1979, 14 y n. 18. Sobre Ho-mero como inventor de muchas composiciones genricas comentan, en la Antigedad, Me-nandro el Rtor (434.11-12, 430.12-13) y, modernamente, Francis Cairns, Generic composition inGreek and Roman poetry, Edimburgh, Francis Cairns, 1972, 34-35.

    22 Leo el dato en Antonio Murioz Molina, La huerta del Edn, Madrid, 011ero Ramos,1996, 27.

    23 M.I. Finley, Aspectos de la Antigiiedad, Barcelona, Ariel, 1975, 230.

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    En un segundo trmino, el del humo, es tambin Homero precedentede Gngora. Cuando en Iliada, x)cm el espectro de Patroclo se aparece ensuerios a Aquiles, ste intenta asirlo, pero el fantasma se disipa como humo(vv. 99-101):

    "Qg ipct chowTjuctg (;)plaTo xepo-1o6 IXO,PE 14Ju 81 KaT0 X 130V09 Tji5TE KOLITV09 100(i5XETO TETplyuictEn diciendo esto, le tendi los brazos,pero no consigui asirlo: disipse el alma cual humoy penetr en la tierra dando chillidos (Traduccin de Luis Segal).

    Esta identificacin del difunto con el humo se documenta, tras este pa-saje de Homero, en Platn (puesta en boca de Scrates), en Demcrito, Epi-curo y, como luego veremos, tambin en Lucrecio, Virgilio y Sneca trgico24.

    PNDARO

    En uno de los pasajes ms hermosos de la lrica griega, Pndaro comen-ta sobre la banalidad de la existencia de los hombres (que son efimeros,esto es, etimolgicamente, sometidos al da), con un tono pesimista y ad-monitorio, similar al de los pasajes bblicos del Eclesiasts aducidos antes. Enel texto de Pindaro se documenta por primera vez una metfora que habrde conocer gran fortuna posteriormente: la que afirma que el hombre esel suerio de una sombra (o- Ktg vap vepcrrog). La imagen habra de ad-quirir carcter gnmico, convirtindose prcticamente en refrn (similar yequivalente a nuestro no somos nada). He aqu el texto de Pindaro (Pti-ca, vm 92b-97) y una traduccin:

    v 8 OX(.7(9 po-r:wT TepTrvv Cli5IETat; OiiTCO 8 Ka ITTVELdiTOTplT(9 yvbip.ct CFECTELOyV01)

    111 8 Tig; Ti 8' 0i5 Tig; 010.15.9 Ovctp 95avApanTog. tXX' OTav cyXct 8t.O(78orog 1X013,Xcti_tTrpOv Chyy09 I1TE0711 , tv8p(7)v IlXIXOS

    En poco tiempocrece la felicidad de los mortales, pero del mismo modo se derrumba,

    24 Cf Platn (Fedn, 70a), Epicuro (Emp. Adu. Math., ix 72), Demcrito (Stob. Ecl., 924),Lucrecio (in 436, 456), Virgilio (georg., nf 499) y Sneca (Troades, 392). He anticipado la cues-tin en La concepcin sobre el ms all en la tragedia de Sneca, en Miguel Rodrguez-Pan-toja (ed.), Sneca dos mil aos despus. Actas del Congreso Internacional Conmemorativo del Bimile-nario de su Nacimiento, Crdoba, Publicaciones de la Universidad de Crdoba y Obra social ycultural Cajasur, 1997, 203-9 (207-8 y n. 21).

  • EN TIERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EIV HISTORIA DE UN TOPICO LITERARIO 205

    sacudida por abominable sentencia.iSeres de un da! eQu es cada uno? eQu no es? El hombrees el suerio de una sombra. Mas cuando llega el don divino de la gloria,se posa sobre los hombres un luminoso resplandor y una existencia grata.

    (Traduccin de E. Surez de la Torre)TRAGEDIA GRIEGA

    En la tragedia griega se usan imgenes semejantes para caracterizar la ba-nalidad de la vida, o bien la aniquilacin del hombre tras la muerte. En estegnero encontramos dos innovaciones: por primera vez el motivo empieza ageneralizarse, esto es, a hacerse propiamente tpico (antes hemos docu-mentado meramente usos puntuales); en segundo lugar, se forja un proce-dimiento retrico que anticipa a Gngora: si previamente se haban aduci-do las imgenes aisladamente (polvo, sombra, tierra, humo, suerio de unasombra), ahora se recurre por primera vez a la sarta (esto es, las imgenesaparecen en nmero de dos o ms).

    As, en la tragedia Electra de Sfocles (vv. 244-245), la protagonista Elec-tra lamenta el asesinato de su padre Agamenn, de quien dice que muer-to yace, desgraciado, siendo tierra y nada (yrip _tiv 0aviv yri TE KG. oi)-&v tv / KELGETal Taag). La misma Electra, creyendo abrazar la ceniza desu hermano Egisto, guardado en la urna funeraria, lo caracteriza como enlugar de queridsima/figura, ceniza y sombra vana (vv. 1158-59: av-ri chtX--rd-rris.

    / iopij o-Tro8Ov TE Kal o-Klv dvc4afi). En la tragedia yax, tambinde Sfocles, Ulises interpreta la locura de yax como prueba de la banali-dad de la fortuna y, as, prorrumpe en el siguiente comentario generalizan-te (vv. 125-126):

    `Op65 yp jp. is- 01811, 01/Tag (IXO 1TX1)1, 125EL80)X', ricrourcp CMEV, fi KOOT11., OKIV.Pues compruebo que nosotros cuantos vivimos no somosotra cosa ms que apariencias o sombra vana.

    (Traduccin de Jos Vara)En un fragmento trgico de Eurpides (fr. 532 Nauck) se lee que todo

    hombre, al morir,/es tierra y sombra. La nada desemboca en nada (Ka-r-eavtin, 81 ITElg dviip / yfl KCti CTKl T [1.7181V Eig 0 .1)81V OTTEL). Y, por ltimo,en un fragmento atribuido a Sfocles (945 Nauck) leemos las siguientes con-sideraciones desesperanzadas, muy en la lnea del Eclesiasts bblico y del pa-saje antes aducido de Pindaro:

    OVTITOV v8piv ai TaXcd-rreupov -yvos,Ctl 01.)8V EGI1EV aKics- EOLKOTEg,ppos ITEpLOO-IV -yjs- dvacri-pux14.Evot.

  • 206 GABRIEL LAGUNA MARISCAL

  • EN TIERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EN NADA-: HISTORIA DE UN TPICO LTTERARIO 207

    LUCRECIO

    Este poeta, que a mediados del siglo i a.C. pretendi difundir la filoso-fa epicrea en Roma con su poema didctico De rerum natura, constituye uneslabn significativo en el desarrollo del motivo. Como se recordar, en ellibro 111 de su poema Lucrecio se propone demostrar la naturaleza mortaldel alma. Con ese objeto, le viene de perlas la insistencia en la incorporei-dad tras la muerte del alma, que es comparada con el par de elementos nie-bla-humo 436-439, 455-456):

    et nebula ac fumus quoniam discedit in auras,crede animam quoque diffundi multoque perireocius et citius dissolui in corpora prima,cum semel ex hominis membris ablata recessit.I...1ergo dissolui quoque conuenit omnem animai 455naturam, ceu fumus, in altas aeris auras;Puesto que la niebla y el humo se desvanecen en el aire, debes creer que

    tambin el alma se dispersa y perece mucho ms presto y se disuelve ms r-pidamente en sus elementos primeros, en el momento en que, erradicada delos miembros del hombre, se aleja de ellos. [...] As, pues, conviene que tam-bin la naturaleza toda del alma se disuelva, como el humo en las altas re-giones de la atmsfera, (Traduccin de Ismael Roca Melia).

    Como mencionbamos antes, la imagen del humo se documenta por pri-mera vez en Homero, y tras Homero habria de conocer una rica tradicinen la literatura clsica (en Platn, Demcrito, Epicuro, Lucrecio, Virgilio ySneca).VIRGILIO

    De Virgilio debemos aducir dos pasajes. En el libro rv de Gergicas (vv.453-527) leemos la historia de Orfeo, que baj a los Infiernos para resucitara su amada Euridice. Las divinidades del Averno le impusieron la condicinde que no se volviera a contemplar a Euridice hasta que no hubiera ascen-dido completamente a la tierra. Pero Orfeo, llevado de su impaciencia, in-cumpli el requisito, y perdi a Euridice por segunda y definitiva vez. Trasuna breve despedida, Euridice se disipa entre los abrazos de Orfeo como sifuera humo y sombra. El pasaje parece claramente deudor del texto de Ho-mero antes serialado, en que el fantasma de Patroclo huia de Aquiles (Ilia-da, xxni 99-101), pero Homero slo mencionaba el humo (Kauvs. ), mien-tras que Virgilio ariade la referencia a las sombras (rv 499-502a):

    dixit et ex oculis subito, ceu fumus in aurascommixtus tenuis, fugit diuersa, neque illum 500

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    prensantem nequiquam umbras et multa uolentemdicere praeterea uidit;

    Dijo, y de repente escap de su vista, alejndose como el humo se une alas brisa sutiles, y no lo vio ms, mientras l agarraba en vano las sombras yquera decirle muchas cosas. (Traduccin de Bartolom Segura Ramos).

    El segundo pasaje pertenece al libro rv de la Eneida. Dido se muestra re-ticente a entablar una relacin amorosa con Eneas, por respeto a la memo-ria de su difunto esposo Siqueo. Pero su hermana Ana intenta persuadirla,argumentando desde una clara posicin epicrea29

    que los muertos (a losque caracteriza con el par cinerem-manis) no se preocupan de los asuntos delos vivos (v. 34): id cinerem aut manis credis curare sepultos? (Crees que la ce-niza y los manes enterrados se preocupan de eso?). La frmula de expre-sin habra de conocer imitaciones en Ovidio, Sneca y Estacio29.

    HORACIO

    Horacio presenta un tratamiento importante del motivo en su Oda, rv 7(que, como luego veremos, influir directamente en Gngora). En esa Oda,a la que el fillogo ingls A.E. Housman (1859-1936) consider el poemams hermoso de la literatura antigua 30 , Horacio contrasta la renovacin con-tinua del ciclo natural (vv. 1-12) con la falta de renovacin de la existenciaindividual, abocada a la aniquilacin de la muerte (17-28). Una estrofa cen-tral de transicin hace explcito el contraste (vv. 13-16). He aqu el texto,con una traduccin castellana:

    damna tamen celeres reparant caelestia lunae:nos ubi decidimus

    quo pius Aeneas, quo dives Tullus et Ancus, 15pulvis et umbra sumus.

    28 Como es sabido, la secta epicrea, con el propsito de hacer superar a los hombres sutemor a la muerte, negaba toda trascendencia ultraterrena y, ms en concreto, toda sensibili-dad del individuo tras la muerte: cf. Epicuro, Mxima capital 2 (= D.L. X 139B), Carta a Me-neceo, 124-7 (= D.L. 124) y Lucrecio, in 830-869. Lase el captulo Contra el temor a la muer-te, en Carlos Garca Gual, Epicuro, Madrid, Alianza Editorial (LB 806), 178-185.

    " Ovidio, epist., vii 97, [Snecal, Oct., 169-170 (pasaje que examinaremos despus), Esta-cio, silu., in 5, 51. Lase mi nota en Estacio. Silvas 111. Introduccin, edicin crtica, traduccin y co-mentario, Madrid-Sevilla, Fundacin Pastor de Estudios Clsicos-Universidad de Sevilla, 1992,370.

    38 Vase Gilbert Highet, La Tradicin Cldsica, Mxico-Madrid, Fondo de Cultura Econmi-ca, 1949, vol. ii, pg. 300.

  • EN TLERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EN NADA: H1STORIA DE UN TDPICO LITERARIO (1) 209

    Aunque las rpidas lunas reparan sus menguas en el cielo, nosotros, cuan-do descendemos alli donde moran el padre Eneas, donde el rico Tulo y Anco,somos polvo y sombra (Traduccin de Vicente Cristbal)

    Por su parte, el citado A.E. Housman compuso en 1897 una emotiva tra-duccin potica, que en el pasaje en cuestin dice as:

    But oh, whate'er the sky-led seasons mar,Moon upon moon rebuilds it with her beams:

    Come we where Tullus and where Ancus are 15And good Aeneas, we are dust and dreams.3'

    Lo importante es que Horacio califica la aniquilacin con dos trminos,pulvis et umbra, que Gngora retomar en grupo, y con el mismo orden: Entierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. Luego examinaremos las re-percusiones literarias de dicha coincidencia.

    PERSIO

    En el satirista Persio, de poca neroniana, documentamos una breve alu-sin al motivo. En su Stira, v, la Molicie divinizada (Luxuria) insta a un su-jeto al disfrute del presente, recordndole la muerte (vv. 151-153)32:

    [...] Indulge genio, carpamus dulcia, nostrum estquod vivis; cinis et manes et fabula fies;vive memor leti, fugit hora, hoc quod loquor inde est.'

    Se complaciente con tu gusto, disfrutemos de lo dulce de la vida, me per-tenece tu vida; te convertirs en ceniza, fantasma y mero objeto de conversa-cin; vive acordndote de la muerte, el tiempo se escapa, lo que digo ya espasado.

    Este tratamiento del tpico ofrece tres particularidades literarias de in-ters: se manifiesta en una lista de tres miembros (cinis et manes et fabula);el contexto semntico en que se inserta es la inyitacin al disfrute del mo-mento presente (carpe diem), como en el epigrama del Asclepiades, y antici-pando de nuevo a Gngora; y los dos primeros miembros de los tres de laserie (cinis et manes), son calco de Virgilio, Eneida, IV 34 (texto examinadoarriba).

    31 Texto recogido en Adrian Poole & Jeremy Maule (eds.), The Oxford Book... (op. cit.), 356.La traduccin de Housman es calificada como hermosa, aunquer hiper-romntica por Char-les Marndale, Ovid, Horace, and others, en Richard Jenkyns (ed.), The legacy of Ronze. A newappraisal, Oxford, Oxford University Press, 1992, 178-213 (207).

    32 Copio el texto, y sigo las notas de interpretacin, de la edicin comentada de MiguelDok (ed.), A. Persio Flaco. Satiras, Barcelona, csic, 1949, 228-29.

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    SNECA TRGICO

    En el segundo coro de la tragedia Troades (vv. 371-408), Sneca planteala cuestin de si existe o no supervivencia tras la muerte 33 . La respuesta aldilema es negativa, y para expresarla poticamente se compara la aniquila-cin de la muerte con el humo (vv. 392-393) y las nubes (394-396). La con-clusin es una frase lapidaria (v. 397) de ascendencia epic rea y lucreciana34:Post mortem nihil est ipsaque mors nihil (Tras la muerte nada hay, y la muertemisma es nada). Encontramos, pues, un conjunto de tres miembros califi-cadores de la muerte: humo, nubes, nada.

    El segundo tratamiento del motivo pertenece a la tragedia Octavia, in-cluida en el corpus trgico de Sneca, aunque hoy se sepa con seguridad queno es de autora senequiana. La protagonista Octavia lamenta la muerte pre-matura de su hermano Britnico (Tiberio Claudio Britnico: 41-55 d.C.) conestas palabras (vv. 166b-170a):

    Tu quoque extinctus iaces,deflende nobis semper, infelix puer,modo sidus orbis, columen augustae domus,Britannice, heu me, nunc leuis tantum ciniset tristis umbra; 170

    T tambin yaces muerto,infeliz muchacho, digno de ser llorado siempre por m,t , que antes eras astro del universo, baluarte de la casa imperial,Britnico, iay de m!, ahora slo ceniza levey triste sombra;

    La juntura de elementos (ceniza, sombra) no aporta a estas alturas grannovedad, pues recoge claramente la herencia de Virgilio (ceniza, Manes) yde Horacio (polvo, sombra). Esto es un indicio de que el motivo empieza aser un clis y a dar sintomas de agotamiento.

    PAREMIOLOGA MEDIEVAL

    Dejamos atrs en nuestro recorrido la poesa latina clsica para avanzarhasta la paremiologa latina de poca medieval. Se tiene documentada unafrase sentenciosa 35

    que, evidentemente partiendo de la expresin horaciana

    33 Se trata de un interesante coro que se plantea como si se propusiera el ejercicio retri-co conocido como quaestio o Oals de tema an uita post mortem sit. He estudiado el pasaje conmayor detenimiento en La concepcin sobre el ms all... (art. cit.).

    34 Cf Epicuro, Mxima Capital 2: 'O Ova-ros ot581v ups kts, Lucrecio, III 830: Nil igiturmors est ad nos neque pertinet hilum.

    35 Citada en la entrada nm. 512. ZKlg Ovap ivOixorros, de Renso Tosi, Dizionario... (op.cit.), 243.

  • EN TIERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EN HISTORIA DE UN TDPICO LITERARIO (D 211

    pulvis et umbra sumus, desarrolla un silogismo de tres premisas y una con-clusin final, con encadenamiento de cuatro miembros:

    Pulvis et umbra sumus; pulvis nihil nisi fumus;sed nihil est fumus: nos nihil ergo sumus.Polvo y sombra somos; el polvo no es nada ms que humo;pero nada es el humo: luego nosotros nada somos.

    Hemos llegado aqu al final de un largo desarrollo, con un tratamientoque resulta muy afn al de Gngora: cuatro miembros coincidentes con losde Gngora que, mediante una gradacin descendente, de mayor a menorcorporeidad, abocan al trmino nada, exactamente igual que en Gn-gora.

    4. ConclusionesTras este recorrido por la historia literaria del tpico hemos sentado las

    bases para una interpretacin cabal del verso final del soneto gongorino. Re-capitulemos los datos expuestos:

    a) Los cinco elementos de la gradacin de Gngora han sido documen-tados en la tradicin bblica y clsica:

    1) tierra: Biblia, Homero, tragedia griega (Sfocles y Eurpides).2) humo: Homero, Scrates, Epicuro, Demcrito, Lucrecio, Virgi-

    lio, Sneca, paremiologa medieval.3) polvo: Biblia, Horacio, paremiologa medieval.4) sombra: Biblia, Pindaro, tragedia griega (Sfocles, Eurpides),

    Virgilio, Horacio, pseudo-Sneca, paremiologa medieval.5) nada: tragedia griega (Sfocles, Eurpides), Epicuro, Lucrecio,

    Sneca, paremiologa medieval.

    b) La mencin de los elementos del tpico en sarta o serie (no aislada-mente) se documenta desde la tragedia griega (Sfocles, Eurpides).

    c) La insercin del motivo en un contexto semntico de carpe diem se do-cumenta desde el epigrama helenstico (Asclepiades), y reaparece en Persio.

    d) La gradacin semntica slo se aprecia en el refrn medieval anali-zado.

    Teniendo presente tal documentacin, quiz no sea difcil sugerir qufuentes manej Gngora en concreto. Como punto de partida, es ms queprobable que el poeta recordara la sentencia bblica Pulvis es et in pulverem

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    reverteris, segn ya apunt J. Ares Montes36. Pues advirtase que se vuelvaretoma claramente reverteris. En segundo lugar, es seguro que Gngora tomcomo referente la Oda, IV 7 de Horacio, donde se lee el verso pulvis et um-bra sumus. Pues resulta que en la gradacin de Gngora (en tierra, en humo,en polvo, en sombra, en nada.) hay una llamativa incongruencia. Si se res-petara rigurosamente la gradacin semntica descendente (esto es, de ma-yor a menor consistencia fsica de los trminos enumerados), el verso debe-ra ser necesariamente: en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada.Segn mis noticias, dos crticos han advertido la dificultad: Joaqun de En-trambasaguas, que llega incluso a sugerir alterar el texto 37; y Carlos Bouso-rio, que intenta explicarla como sigue:

    el poeta se vale de una enumeracin de elementos cada vez menos corp-reos. Sin embargo, en apariencia, el poeta sufre un error: polvo debera irdelante de humo, puesto que posee una menor levedad que ste. Mas Gn-gora no se equivoc: polvo' es palabra ms cargada del sentido de invalidezque 'humo', al haber pasado por numerosos contextos, principalmente de n-dole religiosa (y, por tanto, muy populares), en que se la ha tomado comometfora del poco valor y aniquilacin humanos: polvo eres, polvo sers y enpolvo te convertirs'.38

    Por mi parte, acepto que la explicacin propuesta por Bousorio contri-buye a hacer admisible la dislocacin del orden esperable. Pero entiendoque lo que motiva en ltima instancia el proceder de Gngora ha sido su de-seo de no separar la juntura lxica en polvo, en sombra. Con qu inten-cin? Justamente para preservar inclume la evocacin del verso horacianopulvis et umbra sumus. Se tratara, pues, de un ejemplo (no nico en los fe-nmenos de Tradicin Clsica) de cmo a veces se subordina la congruen-cia semntica a la imitacin literaria.

    Por ltimo, sospecho que Gngora pudo muy bien haber aprendido enPersio la aplicacin del motivo a un contexto de carpe diem; y que pudo co-nocer el refrn medieval, o alguna versin del mismo, que le sugerira el usode la gradacin descendente.

    En conclusin, el rastreo de un tpico analizado en su historia literariapuede servir de ejemplo de cmo un tema, a partir de un origen humildey seminal (en este caso concreto, en la Biblia y Homero), va adquiriendoprogresivamente una mayor complejidad. Como dijo Virgilio, sobre la Fama:mobilitate uiget uirisque adquirit eundo, con el movimiento cobra vigor, y ad-

    36 Jos Ares Montes, Gngora y la poesa portuguesa... (op.cit.), 36 n. 27.37 En Gngora desde un soneto (art. cit), 72.38 Carlos Bousorio, Teora de la expresin potica, Madrid, Gredos, 19705, vol. ii, pg. 213-14.

  • ,EN TIERRA, EN HUMO, EN POLVO, EN SOMBRA, EN NADA: HISTOR14 DE 1JN TOPICO LITERARIO (I) 213

    quiere fuerzas al avanzar (Eneida, rv 175). El mrito potico de Gngoraconsiste en que ha reaprovechado un tpico de largusima tradicin litera-ria para insertarlo en un poema que versa sobre el carpe diem, al objeto dereflejar el espritu de una poca: el desengario que caracteriza a la culturadel Barroco.

    Como corolario, hay que recordar que el tpico no se agota en Gngo-ra. Otros poetas del Renacimiento y del Barroco lo explotan, y as hasta Ile-gar a la literatura contempornea. Quede para la segunda entrega de esteartculo el rastreo y anlisis del uso del motivo desde el Renacimiento hastanuestros das39.

    Addendum. Francesco Petrarca, ese gran transmisor de la cultura latina aOccidente, usa profusamente en su Cancionero, para caracterizar la banalidadde la vida (especialmente, a propsito de la muerte de Laura), distintas com-binaciones de los trminos comentados: ch quant'io miro par sogni, om-bre, et fumi (CLVI 4); et voi nude ombre et polve (CLXI 13); Veramentesiam noi polvere et ombra (CCXCIV 12); Questo nostro caduco et fragilbene,/ ch' vento et ombra (CCCL 1-2). Con el mismo sentido, escribepoca polvere (CCXCII) y terra (CCCXI 11, CCCXIX 8).

    39 En Fernando de Herrera, Francisco de Medrano, Lope de Vega, Francisco de Quevedo,Francisco de Rioja, Juan de Juregui, Sor Juana Ins de la Cruz, Juan Melndez Valds, Mi-guel de Unamuno, Federico Garca Lorca, Luis Cernuda, Antonio Hernndez y Javier Maras.