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Gerens | Cinco criterios para mejorar la comunicación interna
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Cinco criterios para mejorar la comunicación interna
Ya nadie discute que la comunicación interna (CI) en las organizaciones
de hoy es sumamente relevante. El problema usual no es de tipo
operativo, el cómo se ejecuta las acciones de comunicación interna, pues
hay muy buenos profesionales dedicados a ella, sino cuál es la
apreciación que desde la mirada estratégica se le otorga. Para esto,
puede que algunos consejos ayuden a que su organización le asigne la
relevancia que merece y optimizar su aplicación.
Los criterios básicos son que la CI debe estar bien ubicada para que
cumpla su finalidad; que todos, empezando por la alta Dirección,
comprendan su utilidad, y que sus contenidos no se limiten a relacionar
al público interno, sino que lleven al personal a constituirse en el factor
decisivo de la estrategia corporativa.
1.- Organizar y ubicar la Comunicación Interna.
El primer tema es: ¿dónde se ubica la CI en la estructura organizacional?
Eso revela su capacidad de actuar y el enfoque que se le asigna. Lo que
nos lleva a la clásica polémica de si debe estar en R.R.H.H. o en el área
de Comunicación.
Si está en R.R.H.H., la guía el enfoque de ejercer la comunicación y la
información como soportes de los objetivos laborales y de cultura interna.
Si está en Comunicación, se propicia que la comunicación actúe de
modo centralizado, unívoco y que haya concordancia entre el discurso
hacia adentro y hacia afuera.
Personalmente, y por mi experiencia, me inclino porque la CI esté en el
área de Comunicación y que tenga al área de R.R.H.H. como un cliente
interno relevante. En otro artículo podríamos abordar una
fundamentación más extensa.
Hay que agregar el nivel o jerarquía que se le asigna. Una organización
que pone la CI como última rueda del coche no puede pretender
resultados extraordinarios. Sea cual sea el área que integre, la CI debe
tener suficiente poder como para tener autonomía en su gestión: manejar
sus planes y presupuestos y reportar resultados a la alta dirección.
2.- Dotarla de planeamiento y procesos
Cuando la satisfacción de las personas y la productividad son aspectos
esenciales al funcionamiento de una empresa, la CI no puede dejarse a
la generación espontánea. Requiere estar adscrita a ciertos objetivos
corporativos y debe responder a un plan específico de acción. Debe, por
tanto, fijarse metas y efectuar un seguimiento minucioso de sus avances.
Eso implica, por ejemplo, prever quiénes tendrán exposición en sus
contenidos, qué herramientas comprenderá, cómo y para qué se usarán
los medios presenciales y los no presenciales; cómo propiciar la
interacción mediante los canales online; o de qué manera emplear la
cascada informativa. Todo lo cual deberá traducirse en indicadores que
tomen el pulso de manera oportuna a la gestión de esa comunicación.
La CI debe producir reportes periódicos, lo más amigables posible, que
puedan ser compartidos. Así como las personas nos tomamos la presión
o controlamos el colesterol, así también debemos ver qué calidad de
sangre circula por la organización y cómo oxigena el accionar
corporativo.
3.- Tener claro para qué sirve y cómo aporta valor.
Algunos consideran que la CI se destina únicamente a trasladar
información al empleado. Es cierto, esto suele evitar la confusión, y
propicia que la gente se sienta más adherida a un proyecto
organizacional. Pero la CI tiene la enorme responsabilidad de favorecer
la identidad, así como mantener la motivación de las personas.
Por ello, requiere de un trabajo cuidadoso de contenidos que observe la
necesidad de empujar los cambios y de afirmar ciertos valores que
construyan la cultura corporativa. Es bueno informar, pero es mejor
orientar las actitudes y dirigir la energía de la gente.
Del mismo modo, concebir la CI como vehículo para el cumplimiento de
los objetivos laborales es bueno, pero no es suficiente. Se puede
gestionar el buen uso del tiempo, impulsar la productividad, evitar el
ausentismo, etc. Pero también, crear adhesión hacia la marca y
enamorar a los talentos. Una buena imagen de la cultura y del ambiente
interno, facilita captar y retener a los mejores. En suma, propicia la
gestión de personas.
4.- Alinearla con la estrategia del negocio y los objetivos organizacionales.
Toda la comunicación tiene una finalidad en la organización. Y la CI no
escapa a ese destino. Por ello, se debe ser claro al alinearla con la
estrategia del negocio y las aspiraciones más sentidas de la
organización, en el largo plazo. La CI debe colgarse de las metas
estratégicas de la organización y no auto-limitarse en sus propósitos.
Y nada de eso no camina si no hay un compromiso por parte de los
líderes. No solo se trata de apoyo y de recursos, se trata de que los
líderes den el ejemplo y estén empapados en la acción. Trabajar Cartas
de Gerencia, Desayuna con el CEO, El Presidente Responde, etc., son
modalidades del vínculo que hay que propiciar. Pero más allá de estos
programas, debería estar la actuación comprometida de los líderes en
cada campaña de CI.
Lo anterior no implica que los líderes monopolicen la figuración. Es un
error llenar los medios internos con fotos del CEO realizando diversos
actos corporativos. El empleado es y debe ser el protagonista. En la
medida que el empleado siente que esos espacios son “suyos” les
tomará confianza, dará retroalimentación y aportará iniciativas a la
mejora de los contenidos.
5.- Hablar en sencillo y enfocarse en lo relevante.
No es fácil hablar en sencillo, pero la CI debe esforzarse para manejar un
lenguaje simple y a la vez efectivo. Esto no supone banalizar los
contenidos ni asumir que la gente no tiene suficiente inteligencia.
Alejarse radicalmente de las publicaciones que parezcan un periódico
escolar.
Se trata de ser claro, oportuno y didáctico. Por eso, la CI debe estar a
cargo de comunicadoresque dominen el oficio de elaborar cada mensaje
en los términos correctos, pensando en a qué público se dirigen, y para
qué fin.
De otro lado, se confunde lo relevante con lo importante para la
organización. La CI debe producir mensajes relevantes para la gente, no
para los accionistas o para los directivos en particular.
Por ejemplo, hay que trabajar constantemente el reconocimiento al
personal y resaltar sus incentivos. Cuando se alcanza un logro, o cuando
las metas del año se cumplen, nada mejor que la organización resalte el
aporte de todos los que hacen posible tales realizaciones. Cuanto más
cercano el reconocimiento, más implicada se siente la gente.
Además, en organizaciones de miles de personas y de mayor
complejidad, es preciso que la CI haga lo mismo que hace la marca con
los clientes: segmentar. Afortunadamente los medios pueden adaptarse
para una variedad de contenidos dosificados según los públicos. Cuanto
más precisa es la información que llega a los segmentos, más aludidos
se sienten los empleados y más atención prestan a los mensajes.
Así, convendremos que la comunicación interna no es solamente una
necesidad. Implica un vínculo bien dispuesto de quienes conforman la
organización con sus propósitos centrales.
GERENS brinda cursos de capacitación en comunicación, en donde también
se discute la comunicación interna. Aprende mucho más sobre este tipo de
contenidos en nuestro Programa Avanzado de Comunicación de Imagen,
próximo a iniciarse. Para mayor información, no dude en escribirnos
al formulario de contacto.