GFAL#16 junio 2016
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Boletín del Grup Fotogàfic d’Almenara Núm. 16 - Junio de 2016
Edita: Grup Fotogàfic d’Almenara Pl. del Molí de l’Arròs, 1 12590 Almenara (Castellón) Sociedad inscrita en el registro de asociaciones de la Generalitat Valenciana Núm. CV-01-053133-CS Miembro de: Federación Levantina de Fotografía Confederación Española de Fotografía email: gfalmenara.gmail.com https://gfalmenara.wordpress.com https://es-es.facebook.com/gfalmenara Foto portada: Luis de Julián Diseño y maquetación: J.Lairón © de las fotos: sus autores © de los textos: sus autores
Luis de Julián. (Cuenca, 1947). Miembro del Grup Fo-togràfic d´Almenara desde su fundación. En esta colección, intento conseguir a través de cada fotografía, unas veces con tomas directas y otras me-diante composiciones, los distintos momentos y situa-ciones que vivimos durante el viaje, en especial viajando en tren, que es como más disfruto y el modo de viajar que más me gusta. El lugar de partida, el paisaje, la incertidumbre, los diferen-tes momentos, los sentimien-tos, lo real , lo imaginado, la superación, romper con la rutina, la indecisión, el aban-dono, la meta, ¡y volver a empezar!
“Aquella tarde-noche, en el andén y en
el tren había algo especial, algo mágico
y premonitorio… Algo irremediable, algo
que anunciaba el fin o el principio de
otras cosas o de otras vidas.”
Ana María Matute. De ninguna parte.
Luis René Morilla
LA BOCA, EL BARRIO DE MI HISTORIA
Cuando, allá por el año 1959, tomaba mi primer rollo fotográfico en
este barrio, era el comienzo de una larga historia de encuentros, de
extensos recorridos, buscando la foto y buscándome también yo, co-
mo fotógrafo.
Fueron muchos años de ese romance, que aún sigue y que me llevó
muchas veces a ir al mismo lugar. Al principio cuando estudiaba foto-
grafía, en la Escuela 121 de la Boca, fui cuatro veces por semana,
durante dos años, después con más conocimientos técnicos, la
búsqueda se hizo más tenaz.
Tal vez ese entusiasmo, me llevo a recorrer muchas veces esas vie-
jas calles empedradas, con sus antiguas casas de madera y chapas,
veredas desparejas y así se fue haciendo un hábito en mí, volver.
Algunas veces tomaba fotos en blanco y negro, otras en diapositivas
color o en negativo. Varios temas han rondado siempre en mis
búsquedas fotográficas. La ribera, los barcos, la gente trabajando en
la carga y descarga, los bares ribereños con sus parroquianos y mari-
neros que hablaban otros idiomas. Los niños siempre presentes en
mis fotos, recordándome mi infancia allá en Entre Ríos, donde vivía
cerca del río Uruguay. Sus juegos y su inocencia, son temas que trato
continuamente. Las puertas y ventanas, donde me detengo a mirar
porque éstas tienen un misterio especial para mí. Hasta diría que ca-
da una me está contando una historia, de tiempo, de gente, de vida.
Pasó el tiempo, fui haciendo amigos entre los pintores, poetas, escul-
tores, dibujantes recuerdo que en una época iba los días sábados a
la mañana, porque al mediodía se hacían tertulias, a la hora del ver-
mouth, donde concurría gente del barrio, destacada en arte. Yo escu-
chaba a esos maestros, que fueron forjando en mí, un gusto estético.
Largas caminatas con mis queridos e inol-
vidables amigos: Osvaldo Salzamendi, De-
lio León, Humberto Schetvisz, Jorge A. Ga-
yoso, Guillermo Fernández y otros tantos,
que ya no están. Todos ellos me están es-
perando, sentados en el Bar “La Perla”,
para empezar una nueva recorrida por
esas calles que tantas veces caminamos
juntos, y que son hoy para mí “las calles de
los recuerdos”.
Con los años mi cámara fotográfica fue
modelando en imágenes las hojas de un
fantástico libro que pocos nos atrevemos a
releer, el del recuerdo.
Mi amistad con Rodolfo Luis, cambiába-
mos fotos por pinturas, el periodista Elías
Chalub, teníamos largas charlas, sobre
fotografía, movimientos culturales del ba-
rrio, o de hasta la vida misma.
Mi eterno agradecimiento a la gente de La
Boca que siempre tuvo un trato cordial pa-
ra conmigo, permitiéndome entrar amisto-
samente en sus casas y conventillos. He
sido testigo de los cambios que en él se
han realizado, donde es muy común que
me llamen “el fotógrafo de La Boca”, como
parte del paisaje.
UN DIA EN EL RIACHUELO
Amanece. El sol sale desde el este. Apare-
ce dando su luz, iluminando los barcos que
están anclados en el Riachuelo.
El Riachuelo, pequeño río que marca el
límite sur de la ciudad de Buenos Aires.
Las pequeñas embarcaciones que lo que
cruzan en forma permanente, llevando y
trayendo gente a trabajar de lado a otro, es
para ellos una rutina pasar el angosto río.
Se van iluminando los embarcaderos y los
obreros comienzan a realizar sus tareas,
empieza a salir humo de los barcos, for-
mando un ambiente de trabajo muy espe-
cial. El día irá incorporando sus ruidos y
sus voces naturales, todo será movimiento.
La noche ya ha llegado, volverá otra vez la
calma. Los trabajadores volverán a sus
hogares, cruzando otra vez en los botes,
que son uno de los más clásicos transpor-
tes boqueases. Los ruidos se han acalla-
dos, en el silencio de la noche se escu-
chan las melancólicas notas de un tango.
Mañana, seguro todo será igual.