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\ . / Gina Zabiltdovsky, Patriln " onialisnzo / y itiuueruizuciol't (Fuáer- y uun"l'¡Uélón en la sociología de Oriente de Max Weber), México, UNAMlFCE, 1993, 194 p. José Fernández Santillán E l libro que hoy presentamos es producto de una reflexión cons- tante en torno a la teoría de Max Weber, sociólogo, economista e histo- riador alemán que vivió de 1864 a 1920. El camino seguido por Gina Zabludovsky para realizar esta obra no es el que comúnmente transita- mos los intelectuales que, al finalizar una investigación sobre un escritor o un tema, nos damos por satisfechos y rápidamente seleccionamos algún otro personaje o asunto para hacerlo objeto de nuestra consideración. La autora, en cambio, ha permanecido firme en la idea de ahondar en el estudio de su autor predilecto, a quien ya había dedicado un libro, La dominación patrimonial en la obra de Max Weber, uNAMlFondo de Cultura Económica, 1989, y del que éste que ahora tenemos ante nuestros ojos es Ponencia presentada en el Auditorio de la Uni- dad de Seminarios "Jesus Silva Herzo¡( del Fn:, el 22 de junio de 1994. una ampliación o, si se qui e re , un perfeccionamiento. En suma , una es- pecie de in crescendo. La preferencia por una ruta de este tipo está por demás justific a da : se trata de aprovechar la prim era construcción para montar sobre ell a una más elaborada. Un poco a la ma- nera en que se construyeron las pirá- mides en las sociedades pre hispáni- cas:varioscuerpos sobrepu e stos, uno mejor que el otro . En la te oría política y sociológica occidental e ncontramos ejemplos -aunque raros- de est e procedimiento. Antes de llegar a la versión definitiva del Le viatán (1651), Thomas Hobbe!::i elaboró dos versiones previas : el De Civ e (1642) y los Elements of LalO Natural and Po- litie (1640). El contrato social , d e J e an Jacques Rousseau, publicado por pri- mera vez en 1762, conoce una primera redacción fechada en 1756 qu e pasó a la historia con el título de Manuscrito de Ginebra . Más cercano a nuestro tiempo está el caso de Giovanni Sar- l'olilic lI y Gobierno, vol. 1, núm. s egunúo SetlH's tre de l!l94 421 d

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/ y itiuueruizuciol't (Fuáer- y uun"l'¡Uélón en la sociología de Oriente de Max Weber), México, UNAMlFCE, 1993, 194 p.

José Fernández Santillán

El libro que hoy presentamos es producto de una reflexión cons­

tante en torno a la teoría de Max Weber, sociólogo, economista e histo­riador alemán que vivió de 1864 a 1920. El camino seguido por Gina Zabludovsky para realizar esta obra no es el que comúnmente transita­mos los intelectuales que, al finalizar una investigación sobre un escritor o un tema, nos damos por satisfechos y rápidamente seleccionamos algún otro personaje o asunto para hacerlo objeto de nuestra consideración. La autora, en cambio, ha permanecido firme en la idea de ahondar en el estudio de su autor predilecto, a quien ya había dedicado un libro, La dominación patrimonial en la obra de Max Weber, uNAMlFondo de Cultura Económica, 1989, y del que éste que ahora tenemos ante nuestros ojos es

Ponencia presentada en e l Auditorio de la Uni­dad de Seminarios "Jesus Silva Herzo¡( del Fn:, el 22 de junio de 1994.

una ampliación o, si se quiere , un perfeccionamiento. En suma, una es­pecie de in crescendo.

La preferencia por una ruta de este tipo está por demás justificada : se trata de aprovechar la prim er a construcción para montar sobre ell a una más elaborada. Un poco a la ma­nera en que se construyeron las pirá­mides en las sociedades prehispáni­cas:varioscuerpos sobrepuestos, uno mejor que el otro. En la teoría política y sociológica occidental encontramos ejemplos -aunque raros- de este procedimiento. Antes de llegar a la versión definitiva d e l Leviatán (1651), Thomas Hobbe!::i el a boró dos versiones previas : el De Cive (1642) y los Elements of LalO Natural and Po­litie (1640). El contrato social , de J ean Jacques Rousseau, publicado por pri­mera vez en 1762, conoce una primera redacción fechada en 1756 que pasó a la historia con el título de Manuscrito de Ginebra . Más cercano a nuestro tiempo está el caso de Giovanni Sar-

l'oliliclI y Gobierno, vol. 1, núm. ~ , segunúo SetlH'stre de l!l94 421

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José Ferná1Ulez Slllllillán

tori. quien en los años ci~<:;uent~ pu­blicó una obra denominada Teoría de la democracia, que en 1987 sería en­riquecida bajo el enunciado La teoría de la democracia revisitada. Cierto, no es común que se porfíe en una mis­ma cosa, pero allí están estos venera­bles ejemplos para mostrar que la vía está justificada y es posible, aunque exija virtudes poco comunes, como la tenacidad y el rigor, méritos que hoy le reconocemos a Gina Zabludovsky.

Sin duda Max Weber es un clá­sico del pensamiento social y político. En efecto, cumple con todos los requi­sitos para ser llamado así, o sea, un auténtico intérprete de su tiempo que construyó un sistema de pensamien­to, con sus respectivas categorías, para interpretar no sólo su época sino el mundo en general. Más aún: de ese sistema nos seguimos valiendo, si bien en parte, para interpretar tam­bién nuestra realidad. Sobre este úl­timo punto hay una referencia en la primera página. Allí leemos: "La so­ciología weberiana es cada vez más una referencia fundamental, tanto para la comprensión de la vida políti­ca moderna como para el quehacer del propio científico social" (p. 9). Esa so­ciología weberiana es un diseño com­plejo y minucioso -aunque no caren­te de contradicciones internas- que, en una de sus partes y con base en un profundo conocimiento de la historia de las sociedades orientales y occiden­tales, descubrió ciertas constantes en la dominación y la legitimidad. Se tra­ta de la famosa teoría de los "tipos pu­ros de dominación", a saber, la de ca­rácter racional, la de cuño tradicional y la de la naturaleza carismática.

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r.omo ctir.~ WI?IJ~r,:h :-' \ ~lr '")rQ "ri ,;~. ~ ~n. .'. sa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los de­rechos de mando de los llamados por esas ordenaciones a ejercer la autori­dad"; la segunda reposa "en la creen­cia cotidiana en la santidad de las tra­diciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los se­ñalados por esa tradición para ejercer la autoridad"; la tercera se basa "en la entrega extracotidiana a la santi­dad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas o reveladas".1 La autoridad que corresponde a la época moderna y a la cultura de Occidente es la legal­racional. La autoridad tradicional co­rresponde a las sociedades orientales como la china, la hindú o la egipcia. La carismática aparece en momentos extraordinarios de cambio, de gran­des transformaciones. Como "tipos puros" son abstracciones que se efec­túan con el propósito de entender me­jor los fenómenos prácticos; pero en la realidad histórica pocas veces o nunca se encuentran en ese estado de pureza . Más bien, casi siempre las en­contramos combinadas. El propio We­ber lo resalta de la siguiente manera: "la historia y la construcción de desa­rrollos de tipos ideales son dos cosas que deben ser diferenciadas estricta­mente".

De los tres tipos puros de domi­nación, el que es objeto de estudio en el libro que hoy damos a conocer es el tradicional o, más específicamente, el tradicional en su vertiente patrimo-

1 Max Weber, Economía y sociedad, Méxi­co, Fondo de Cultura Económica, 1977, p. 172.

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primera parte a definir y explicar ese sistema patrimonial en el ámbito de las culturas asiáticas. El método uti­lizado para llevar a cabo esa misión consiste en distinguir la dominación tradicional de las otras formas de do­minación, al tiempo que detalla las variantes de que se compone. Pero en esa primera parte no hay sólo el pro­pósito de describir una determinada manera de ejercer el mando, sino

·también el afán por mostrar que el orden patrimonial debe ceder paso al legal-racional que, como decíamos, es el que corresponde a la modernidad. Tal es el sentido de la transformación que se juzga conveniente: pasar del sistema tradicional-patrimonial al le­gal-racional. Las sociedades que se estancan en el primero no pueden as­cender a la modernidad. Así leemos: "la subordinación a la tradición y al arbitrio son factores que afectan pro­fundamente las posibilidades evolu­tivas del capitalismo y del Estado mo­derno" (p. 86); "La ausencia de un derecho formal legal y de una admi­nistración racional impiden el desa­rrollo del capitalismo emprendedor de tipo occidental que requiere de pro­cedimientos legales predecibles" (p. 87).

La segunda parte del volumen se dedica fundamentalmente al estu­dio comparativo de las ideas de Weber sobre el patrimonialismo con las con­cepciones de otros autores clásicos. Así, se observa que estamos frente a un tema recurrente en la historia del pensamiento occidental. No hay duda de que las sociedades extraeuropeas fueron de interés para quienes se ocu-

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política. Desde Aristóteles hasta He­gel, pasando por Bodino, Helvetius y otros muchos, el despotismo despertó curiosidad . Incluso podemos afirmar que no hay autor clásico que no dedi ­que algún apartado específico a esta cuestión.

Antes de WI.'ber el autor que más estudió el despotismo oriental fue Muntesquieu. Su tipología de las for­mas de gobierno lo incluye como régi­men negativo, malo, frente a la mo­narquía y la república , catalogadas como constituciones positivas , bue­nas, Esa tipología contiene una di­mensión geográfica acompañada de una visión eurocentrista: las monar­quías y las repúblicas son propias de ese continente en tanto que el despo­tismo se eIH:uentra fuera de él. Por cierto, en El espíritu de las leyes hay una descripción bastante gráfica de ese sistema: "Cuando los salvajes de Luisiana quieren fruta, cortan el ár­bol por el pie y la cogen. He aquí el gobierno despótico", ~

Hegel retomó la tipología y la perspectiva geográfica de MOllles­quieu, pero a ella agregó ulla visión histórica. Según decía, el despotismo era propio de los viejos imperios, las repúblicas de las antiguas Roma y Grecia, la monarquía de los estados modernos, Además de esto sostenía que la historia se mueve como el sol: el amanecer está en oriente, la irra­diación continúa con el levante, para luego pasar a Europa. Vistas así las cosas, el movimiento continuaría en

~ Montesquieu , D~I ""I'inll/ de 1(/" I"y"", México, Porrua, 1977 , lib . V, cap XIII , p. 41.

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Jusé Pernández SanliUlÍn

Et;tadcq TJnirlo'3, f1ero H~e:el PO l1ui::::o hacer previsión alguna, aunque lo que sucedió después confirmaría la hipó­tesis.

El ciclo, entonces, estaría por ce­rrarse al retornar el sol de la historia al punto de partida. De nuevo el orien-

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t.P., ..Jar0!~. Per3, s~g:l! c :!dG él 11 ::: e;2:, tampoco hay que hacer previsiones. Con todo, lo que sí es válido es que pongamos atención en ese oriente so­fisticado y misterioso. La lectura de este in crescendo de Gina es una bue­na ocasión para ello.