Graeber, D. - Los nuevos anarquistas [2002]

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    MOVIMIENTO

    DAVID GRAEBER

    Cuesta pensar en una poca en la que haya habido tal abismo entre inte-lectuales y activistas; entre los tericos de la revolucin y sus practican-tes. Los escritores que durante aos han estado publicando ensayos que

    recuerdan a documentos de definicin poltica destinados a enormesmovimientos sociales que no existen en la realidad parecen sobrecogidospor la confusin o, lo que es peor an, dan muestras de desprecio, ahoraque los verdaderos movimientos surgen por todas partes. Esto resulta par-ticularmente escandaloso en lo que respecta al todava denominado, sinmayor fundamento, movimiento antiglobalizacin, que en apenas dos otres aos se las ha arreglado para transformar completamente el sentidode las posibilidades histricas para millones de personas en todo el pla-neta. La razn puede estribar en la pura ignorancia o en el crdito con-

    cedido a lo que se puede sacar de fuentes tan abiertamente hostiles comoel New York Times; por otra parte, la mayor parte de lo que se escribeincluso en las sucursales progresistas da muestras de no haber compren-dido casi nada o, en cualquier caso, apenas se centra en lo que los par-ticipantes en el movimiento consideran en realidad que es lo ms impor-tante al respecto.

    Como antroplogo y participante activo en particular en el rea msradical y ligada a la accin directa del movimiento, acaso pueda desha-

    cer algunos malentendidos comunes; sin embargo, es posible que estasinformaciones no sean recibidas con gratitud. Sospecho que buena partede esas vacilaciones responden a la reticencia con la cual aquellos quedurante mucho tiempo han credo pertenecer a algn tipo de radicalidadasumen el hecho de que en realidad no son ms que liberales: estn inte-resados en el ensanchamiento de las libertades individuales y en la con-secucin de la justicia social, pero no en caminos que pudieran suponerun grave desafo a la existencia de instituciones imperantes como el capi-tal o el Estado. Ms an, buena parte de aquellos a los que les gustara

    ver un cambio revolucionario podran no sentirse contentos del todo alcomprobar que la mayor parte de la energa creativa de la poltica radi-cal proviene en la actualidad del anarquismo una tradicin que hasta lafecha buena parte de ellos ha despreciado y que tomar en serio a estemovimiento supondr necesariamente asumir con l un compromiso res-petuoso.

    LOS NUEVOS ANARQUISTAS

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    Escribo como anarquista; sin embargo, en cierto modo, si consideramoscunta gente que participa en el movimiento se autodenomina de hechoanarquista y en qu contextos lo hace, esta cuestin queda un pocofuera de lugar1. La nocin misma de accin directa, con su rechazo deuna poltica que llame a los gobiernos a modificar su comportamiento yen favor de una intervencin fsica contra el poder estatal de tal forma

    que esta accin prefigure de suyo una alternativa: todo ello surge direc-tamente de la tradicin libertaria. El anarquismo es el corazn del movi-miento, su alma; la fuente de buena parte de lo que en l podemosencontrar de nuevo y esperanzador. As, pues, en lo sucesivo intentaraclarar los que parecen ser los tres equvocos ms habituales acerca delmovimiento nuestra supuesta oposicin a algo denominado globaliza-cin, nuestra supuesta violencia y nuestra supuesta carencia de una ideo-loga coherente para indicar a continuacin cmo podran reconfigurarsus prcticas tericas los intelectuales radicales a la luz de todo lo anterior.

    Un movimiento global?

    La expresin movimiento antiglobalizacin ha sido acuada por losmediaestadounidenses y los activistas nunca se han sentido a gusto conesa definicin. De ser un movimiento que luche contra algo, lo hace con-tra el neoliberalismo, que podemos definir como una especie de funda-mentalismo del mercado o, para ser ms precisos, de estalinismo del

    mercado que sostiene que no hay ms que una direccin posible parael desarrollo humano. Este diseo es sostenido por una elite de econo-mistas y plumferos de las corporaciones, a los que se ha de ceder todoel poder que antao detentaran la instituciones que conservaban algunatraza de responsabilidad democrtica; ste debe ser ejercido en lo suce-sivo por organizaciones no electas resultantes de tratados internacionales,como el FMI, la OMC o el TLCA. En Argentina, Estonia o Taiwan seraposible decir sin tapujos: somos un movimiento contra el neoliberalis-mo. Sin embargo, en Estados Unidos el lenguaje siempre es un proble-

    ma. Aqu las corporaciones mediticas son probablemente las ms mono-lticas polticamente hablando del planeta: no hay sino neoliberalismo

    ste es la realidad ambiental; por consiguiente, la palabra misma nopuede ser utilizada. Slo pueden tratarse las temticas que le ataen uti-lizando trminos propagandsticos como libre comercio o el mercadolibre. De tal suerte que los activistas estadounidenses se ven ante un dile-ma: si alguien sugiere poner la N (como se suele decir) en un panfletoo en un comunicado de prensa, se disparan inmediatamente las alarmas:aquel est siendo excluyente, dirigindose slo a una elite culta. Ha habi-do todo tipo de intentos de formular expresiones alternativas somos un

    MOVIMIENTO

    1 Los hay que asumen tan profundamente los principios anarquistas de antisectarismo yindefinicin prospectiva que a veces se muestran reticentes a llamarse anarquistas por estepreciso motivo.

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    movimiento por la justicia global, somos un movimiento contra la glo-balizacin de las corporaciones. Ninguna de ellas resulta especialmenteelegante ni termina de convencer, por lo cual resulta habitual que en lasreuniones pblicas se escuche a los oradores usar las expresiones movi-miento global y al movimiento antiglobalizacin prcticamente como sifueran intercambiables.

    Sin embargo, la expresin movimiento global es en realidad bastanteoportuna. Si por globalizacin entendemos la disolucin de las fronteras

    y la libre circulacin de las personas, bienes e ideas, entonces resulta pal-mario que no slo el movimiento mismo es un producto de la globaliza-cin, sino que la mayora de los grupos que en l participan los msradicales en particular apoyan mucho ms la globalizacin en general delo que lo hacen el FMI o la OMC. Por ejemplo, fue una red internacionaldenominada Accin Global de los Pueblos la que lanz los primeros lla-

    mamientos a jornadas de accin en todo el planeta tales como en 18-J yel 30-N; esta ltima fue la primera llamada a manifestarse contra la cum-bre de la OMC de 1999 en Seattle. A su vez, la AGP halla sus orgenes enel famoso Encuentro Internacional por la Humanidad y Contra el Neoli-beralismo, que se celebr, con un fango selvtico que llegaba hasta lasrodillas durante la temporada de lluvias en Chiapas, en agosto de 1996;que a su vez fue puesto en marcha, tal y como lo expres el Subcoman-dante Marcos, por todos los rebeldes del mundo. Gentes provenientesde unos cincuenta pases llegaron en tropel a la aldea zapatista de La Rea-

    lidad. La imaginacin de una red intercontinental de resistencia fueexpuesta en la Segunda Declaracin de La Realidad: Declaramos: Prime-ro. Que haremos una red colectiva de todas nuestras luchas y resistenciasparticulares. Una red intercontinental de resistencia contra el neolibera-lismo, una red intercontinental de resistencia por la humanidad.

    Una red de voces que resisten a la guerra que el Poder les hace.Una red de voces que no slo hablen, tambin que luchen y resistan porla humanidad y contra el neoliberalismo.

    Una red de voces que nace resistiendo, reproduciendo su resistencia enotras voces todava mudas o solitarias.Una red que cubra los cinco continentes y ayude a resistir la muerte quenos promete el Poder2.

    sta ltima, como dejaba clara la Declaracin, no era una estructura deorganizacin; no tiene un director ni un responsable nico de la tomade decisiones; no tiene un poder de mando central ni dispone de jerar-quas. Nosotros somos la red, pertenece a los nuestros quien resiste.

    MOVIMIENTO

    2 Ledo por el Subcomandante Marcos durante el cierre de la sesin del Primer EncuentroIntercontinental, 3 de agosto de 1996. Our Word is our Weapon: Selected Writings, JuanaPonce de Len, ed., Nueva York, 2001.

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    Al ao siguiente, los partidarios zapatistas europeos agrupados en YaBasta organizaron un segundo encuentro en Espaa, en el que la idea deun proceso en red continu desarrollndose: la AGP naci en un encuen-tro en Ginebra en febrero de 1998. Desde el primer momento, incluy noslo a grupos anarquistas y sindicatos radicales de Espaa, Gran Bretaa

    y Alemania, sino tambin a una liga socialista de agricultores socialistas

    gandhianos de la India (el KRRS), asociaciones de pescadores de Indo-nesia y Sri Lanka, el sindicato de los maestros argentinos, grupos indge-nas tales como los maores de Nueva Zelanda y los Kuna de Ecuador,el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, una red formada por comuni-dades fundada por esclavos huidos de Sur y Centroamrica, as comomuchos otros. Durante un buen perodo, Norteamrica apenas estuvorepresentada, con la excepcin de los canadienses del Canadian PostalWorkers Union [Sindicato de Trabajadores de Correos] que actu comoeje principal de comunicaciones de la AGP hasta que fue substituido en

    gran parte por Internet, as como el CLAC, un grupo anarquista con sedeen Montreal.

    Si los orgenes del movimiento son internacionalistas, tambin lo son susreivindicaciones. Por ejemplo, el programa de tres puntos de Ya Basta enItalia exige una renta de ciudadana garantizada y universal, la ciudada-na global, que garantice la libre circulacin de las personas entre fronte-ras, as como el libre acceso a las nuevas tecnologas, que en la prcticase traducira en una severa limitacin de la legislacin sobre patentes

    (que constituyen de suyo una forma bastante insidiosa de proteccionis-mo). La red No Bordercon su lema: Ninguna persona es ilegal haorganizado campamentos de una semana y talleres de resistencia creati-

    va en las fronteras alemano-polaca y ucraniana, en Sicilia y en Tarifa,Espaa. Los activistas se disfrazaron de guardias de fronteras, construye-ron puentes de embarcaciones cruzando el ro Oder y bloquearon elaeropuerto de Frankfurt con toda una orquesta clsica en protesta contrala deportacin de inmigrantes (han muerto deportados por asfixia en vue-los de Lufthansa y KLM). El prximo campamento de verano est previs-

    to en Estrasburgo, sede del Sistema de Informacin de Schengen, unabase de datos de bsqueda y control con decenas de miles de terminalesen toda Europa dedicado a controlar los movimientos de inmigrantes,activistas o de cualquiera que se les antoje.

    Cada vez ms, los activistas estn intentando llamar la atencin sobre elhecho de que la visin neoliberal de la globalizacin est considerable-mente limitada a los movimientos de capitales y mercancas, mientrasaumentan de hecho las barreras contra el libre flujo de personas, de infor-

    macin y de ideas; por ejemplo, el tamao de la guardia de fronteras esta-dounidense casi se ha triplicado desde la firma del TLCA. No causamucha sorpresa: si no fuera posible aprisionar a la mayora de los habi-tantes del mundo en enclaves empobrecidos, no habra, para empezar,incentivos para que Nike o The Gap trasladaran all su produccin. Si lalibre circulacin de personas fuese un hecho, todo el proyecto neoliberal

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    se vendra abajo. No hay que olvidar este extremo cuando se habla de undeclive de la soberana en el mundo contemporneo: el principal logrodel Estado-nacin en el siglo pasado fue la creacin de una cuadrculauniforme de barreras enormemente vigiladas en todo el mundo. Precisa-mente el sistema internacional de control contra el que luchamos, ennombre de la autntica globalizacin.

    Estas conexiones y los vnculos ms genricos entre polticas neolibera-les y mecanismos de coercin estatal (polica, crceles, militarismo) han

    venido cobrando una importancia creciente en nuestros anlisis, a la parque hemos vivido en nuestras carnes grados de represin estatal cada vezms intensos. Las fronteras pasaron a convertirse en una de las cuestio-nes principales durante las reuniones del FMI en Praga y la posterior reu-nin de la UE en Niza. En la cumbre del TLCA en Quebec el pasado vera-no, lneas invisibles que se haban considerado como inexistentes con

    anterioridad (al menos para la gente blanca) fueron convertidas de lanoche a la maana en fortificaciones contra el movimiento de aspirantesa ciudadanos globales, que reivindicaban su derecho a demandar a susgobernantes. El muro de tres kilmetros construido a lo largo del centrode Quebec para proteger la fiesta de los jefes de Estado de todo contac-to con el populacho, se convirti en el smbolo perfecto de lo que supo-ne en realidad el neoliberalismo desde el punto de vista humano. Elespectculo del Black Bloc, provisto de cizallas y ganchos, al que se unitodo el mundo, desde los metalrgicos a los guerreros Mohawk para

    echar abajo el muro, pas a convertirse por tal motivo en uno de losmomentos ms poderosos de la historia del movimiento3.

    Sin embargo, resulta notable el contraste entre ste y anteriores interna-cionalismos. Por lo general, el antiguo acab exportando los modelosorganizativos occidentales al resto del mundo; en el actual, el flujo circu-la, si acaso, en direccin contraria. Muchas, tal vez la mayor parte, de lastcnicas que caracterizan al movimiento entre las que se incluye lamisma desobediencia civil no violenta de masas fueron desarrolladas por

    primera vez en el Sur global. A la larga, bien podra darse que en estoresidiera el aspecto especfico ms radical del movimiento.

    Billonarios y payasos

    En las corporaciones mediticas, la palabra violento es invocada comouna especie de mantra invariablemente, reiteradamente cada vez quetiene lugar una accin de grandes dimensiones: protestas violentas, violen-tos enfrentamientos, la polica asalta la sede de los manifestantes violentoso incluso violentos disturbios (los hay de otro tipo?). Tales expresiones

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    3 Sin duda, ayudar a echarlo abajo supuso una de las experiencias ms estimulantes de lavida del autor.

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    suelen invocarse cuando una descripcin sencilla y sin rodeos de lo suce-dido (personas que tiran globos de pintura, que rompen las lunas de es-caparates vacos, que forman cordones para bloquear los cruces de calles,policas que cargan con las porras) podra dar la impresin de que lanica parte verdaderamente violenta era la polica. Los mediaestadouni-denses son probablemente los mayores culpables a este respecto y todo

    ello a pesar de que, dos aos despus de un crecimiento constante de laaccin directa militante, sigue siendo imposible dar un solo ejemplo denadie que haya resultado herido por un activista estadounidense. Me atre-

    vera a decir que lo que preocupa de veras a los que detentan el poderno es la violencia del movimiento, sino la relativa ausencia de sta; sen-cillamente, los gobiernos no saben cmo manejarse con un movimientoabiertamente revolucionario que se niega a caer en los modelos conoci-dos de la resistencia armada.

    El esfuerzo de destruccin de los paradigmas existentes suele ser bastan-te tmido. Mientras que hubo un momento en el que las nicas alternati-vas que existan al desfile de pancartas eran la desobediencia civil no vio-lenta gandhiana o la insurreccin total, grupos como la Direct ActionNetwork [Red de Accin Directa], Reclaim the Streets, Black Blocs o losTute Bianche[Monos Blancos] han intentado, cada uno a su manera, tra-zar un territorio intermedio completamente nuevo. Intentan inventar loque muchos denominan un nuevo lenguaje de la desobediencia civil,combinando elementos del teatro de calle, el festival y lo que podramos

    denominar tcnicas de guerra no violenta no violenta en la acepcin quecomparten, pongamos por caso, los anarquistas del Black Bloc, que evi-tan todo dao fsico directo a los seres humanos. Ya Basta, por ejemplo,es famoso por su tctica de los tute biancheo monos blancos: hombres

    y mujeres que se visten con formas elaboradas de proteccin con mate-riales de relleno y amortiguamiento, que comprenden desde una arma-dura de gomaespuma a cmaras de aire, llegando incluso a contar conflamantes ingenios que recuerdan a una balsa neumtica, cascos y monosblancos desechables (sus primos britnicos son los elegantes Wombles). A

    medida que este ejrcito de burla intenta abrirse camino a travs de lasbarreras policiales, protegindose unos a otros en todo momento paraque nadie sea herido o detenido, un equipo tan ridculo parece reducir alos seres humanos a personajes de dibujos animados: vctimas de conti-nuos accidentes, desgarbados, estpidos, en cierto modo indestructibles.Este efecto no hace sino aumentar cuando las lneas de figuras disfraza-das atacan a la polica con globos y pistolas de agua o, como hiciera elBloque Rosa en Praga y en otros lugares, cuando se visten de hadas yles hacen cosquillas con plumeros.

    En las convenciones de los partidos estadounidenses, los Billionaires forBush(o Gore) se vistieron con ostentosos smokingsy vestidos de nochee intentaron meter fajos de dinero figurado en los bolsillos de los policas,dndoles las gracias por la represin de los disidentes. Nadie sufri el msleve rasguo tal vez la polica haya recibido una terapia aversiva para

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    evitar que peguen a nadie vestido de smoking. El Revolutionary AnarchistClown Bloc, con sus bicicletas de circo, sus pelucas multicolores y susmazos chillones, confundieron a los policas atacndose unos a otros (oa los billonarios). Cantaron las mejores consignas: Democracia? ah, ah,ah!; La pizza, unida, jams ser vencida!; Eh oh, eh oh! ah, ah, ji ji!,as como metaconsignas tales como: Grito! Respuesta!, Grito! Respues-

    ta! y el preferido por todo el mundo Gritemos tres palabras! Gritemostres palabras!.

    En Quebec, una catapulta gigante construida al estilo medieval (con laayuda de la izquierdista junta secreta de la Society for Creative Anachro-nism) lanzaba juguetes ligeros contra el TLCA. Se han estudiado viejastcnicas de guerra para ser adoptadas por formas no violentas pero muymilitantes de enfrentamiento: haba peltast y hoplitas (los primeros pro-

    venientes sobre todo de las Islas del Prncipe Eduardo, los segundos de

    Montreal) en Quebec, mientras contina la investigacin con las barrerasa modo de escudo al estilo romano. Bloquear se ha convertido en unaforma de arte: si uno despliega una enorme red de hebras de hilo a lolargo de un cruce, resulta realmente imposible cruzar; los policas enmotocicleta se quedan atrapados como moscas. El Liberation Puppet[Tte-re de la liberacin] puede servirse de toda su panoplia para bloquear unaautova de cuatro carriles, mientras que las danzas de la serpiente puedenhacer las veces de bloqueo mvil. Los rebeldes de Londres prepararonacciones de Monopoly compra de hoteles en Mayfair para los sin techo,

    venta del siglo en Oxford Street, guerrilla jardinera slo en parte inte-rrumpidas por la fuerte presencia policial y la lluvia torrencial. Pero inclu-so los ms militantes de los militantes los ecosaboteadores, como elEarth Liberation Front [Frente de liberacin de la Tierra] evitan escru-pulosamente hacer cualquier cosa que pudiera causar dao a los sereshumanos (o a los animales, por cierto). Este atravesamiento de las cate-goras convencionales desconcierta a las fuerzas del orden y hace que sedevanen los sesos para devolver la situacin a un territorio conocido (lamera violencia): hasta el punto de, como sucedi en Gnova, animar a

    grupos de hinchas futbolsticos fascistas a provocar disturbios con el finde tener una excusa para hacer un uso aplastante de la fuerza contratodos los dems.

    Cabra buscar el origen de estas formas de accin en las proezas y el tea-tro de guerrilla de losyippieso los indios metropolitanos italianos de ladcada de 1970, las batallas de los ocupantes de casas en Alemania o Ita-lia en las dcadas de 1970 y 1980 o incluso en la resistencia de los cam-pesinos a la ampliacin del aeropuerto de Tokyo. Sin embargo, tengo la

    impresin de que, tambin en este caso, los verdaderos orgenes crucia-les conducen a los zapatistas y a otros movimientos del Sur global. En nopocos aspectos, el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional representa latentativa de conquistar el derecho a la resistencia civil no violenta porparte de un pueblo al que siempre ste le ha sido negado; bsicamente,para denunciar el bluffdel neoliberalismo y sus pretensiones de demo-

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    cratizacin y de devolucin del poder a la sociedad civil. Se trata, comodicen sus comandantes, de un ejrcito que aspira a dejar de serlo (es unaespecie de secreto a voces que, al menos durante los ltimos cinco aos,ni siquiera han portado armas de verdad). Tal y como explica Marcos suconversin a partir de las tcticas habituales de la guerra de guerrillas:

    Pensbamos que la gente no nos hara caso o que se unira a nosotrospara luchar. Pero su reaccin no fue ninguna de ambas. Result que todaesta gente, que eran miles, decenas de miles, cientos de miles o tal vezmillones, no queran levantarse con nosotros [...] pero tampoco queranque nos aniquilaran. Queran que dialogramos. Esto rompi todos nues-tros esquemas y acab caracterizando al zapatismo, al neozapatismo4.

    Ahora el EZLN es el tipo de ejrcito que organiza invasiones de basesmilitares mexicanas, en las que cientos de rebeldes las invaden comple-

    tamente desarmados, gritando y tratando de avergonzar a los soldadosque en ellas estn destinados. De forma parecida, las acciones masivasdel Movimiento de los Sin Tierra conquistan una enorme autoridad moralen Brasil reocupando tierras no cultivadas de forma completamente no

    violenta. En uno y otro caso, resulta palmario que si la misma gentehubiera intentado hacer lo mismo hace veinte aos, sencillamente leshubieran disparado.

    Anarqua y paz

    Como quiera que se determinen sus orgenes, estas nuevas tcticas estnen perfecta consonancia con la inspiracin general anarquista del movi-miento, que no apunta tanto a la conquista del poder estatal como aldesenmascaramiento, la deslegitimacin y el desmantelamiento de meca-nismos de dominio a la par que se consiguen espacios de autonoma cada

    vez mayores. Sin embargo, el aspecto crtico reside en que todo esto sloes posible en una atmsfera general de paz. De hecho, me parece que son

    stos los principales envites de la lucha en este momento: envites quebien pueden determinar la direccin de conjunto del siglo XXI. Debemosrecordar que durante finales del sigloXIXy principios delXX, mientras quela mayora de los partidos marxistas estaban hacindose rpidamentesocialdemcratas reformistas, el anarquismo y el anarcosindicalismo eranel centro de la izquierda revolucionaria5. La situacin slo cambi verda-

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    4 Entrevista con Yvon LEBOT, Subcomandante Marcos: el sueo zapatista, Barcelona, 1997,

    pp. 214-215; Bill WEINBERG, Homage to Chiapas, Londres, 2000, p. 188.5 En 1905-1914, la izquierda marxista estaba en la mayora de los pases en los mrgenes delmovimiento revolucionario, el meollo de los marxistas estaba identificado con una socialde-mocracia no revolucionaria en la prctica, mientras que el grueso de la izquierda revolucionariaera anarcosindicalista o al menos mucho ms cercana a las ideas y a los nimos del anarquismoque a las del marxismo clsico, Eric HOBSBAWM, Bolshevism and the Anarchists, Revolutio-naries, Nueva York, 1973, p. 61 [ed. cast: Revolucionarios, Barcelona, Crtica, 2000].

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    deramente con la Primera Guerra Mundial y la Revolucin Rusa. Sueledecirse que fue el xito de los bolcheviques lo que condujo al declive delanarquismo con la gloriosa excepcin de Espaa y catapult al primerlugar al comunismo. Sin embargo, me parece que podramos ver las cosasde otro modo.

    A finales del siglo XIX, la mayora de la gente crea francamente que laguerra entre las potencias industrializadas se haba vuelto obsoleta; lasaventuras coloniales eran una constante, pero una guerra entre Francia eInglaterra, en suelo francs o ingls, pareca tan impensable como podraparecerlo hoy da. Al comenzar el siglo XX, incluso el uso del pasapor-te se consideraba un anticuado barbarismo. Por el contrario, el cortosiglo XX fue probablemente el ms violento de la historia de la humani-dad, afanado casi en su totalidad en declarar guerras o en prepararlas. As,pues, no causa apenas sorpresa que el anarquismo no tardara en parecer

    que estaba fuera de la realidad, toda vez que el criterio principal de laeficacia poltica pasara a ser el mantenimiento de mquinas de matarenormes y mecanizadas. Esto es algo en lo que los anarquistas, por defi-nicin, nunca pueden destacar. Tampoco causa sorpresa que los partidosmarxistas que no han hecho sino demostrar su pericia en el particularparecieran, en comparacin, eminentemente prcticos y realistas. Una vezque termin el perodo de la Guerra Fra y la guerra entre las potenciasindustrializadas volvi de nuevo a resultar impensable, el anarquismo rea-pareci justo all donde se ubicara a finales del siglo XIX, como un movi-

    miento internacional en el centro mismo de la izquierda revolucionaria.

    Si esto es cierto, quedan ms claros cules son los principales envitesde la movilizacin antiterrorista actual. Los gobiernos que, antes incluso del11 de septiembre, movan desesperadamente viento y marea en busca deargumentos que convencieran a la ciudadana de que ramos terroristas,estiman ahora que se les ha concedido un cheque en blanco; no cabengrandes dudas de que muchas personas de bien van a sufrir una repre-sin terrible. No obstante, a la larga, una vuelta a los niveles de violencia

    del sigloXXes sencillamente imposible. Claramente, los ataques del 11 deseptiembre fueron una especie de golpe de suerte (de hecho, el primerplan terrorista fruto de una demencial ambicin que ha salido bien); laproliferacin de las armas nucleares asegura que porciones cada vezmayores del planeta queden a efectos prcticos como zonas prohibidaspara la guerra convencional. De ah que, si la guerra es la salud del Esta-do, las perspectivas para una organizacin de tipo anarquista no puedensino mejorar.

    La prctica de la democracia directa

    Una de las quejas permanentes acerca del movimiento global en la pren-sa progresista consiste en decir que ste, a pesar de la brillantez de sustcticas, carece de toda temtica central o de una ideologa coherente.

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    (ste parece ser el equivalente de izquierdas de las afirmaciones vertidaspor las corporaciones mediticas segn las cuales somos un manojo deniatos que pregonan una ristra de causas inconexas: libertad para Mumia,cancelacin de la deuda externa, salvemos las selvas vrgenes.) Otra lneade ataque consiste en decir que el movimiento est plagado de una opo-sicin genrica a toda forma de estructura o de organizacin. Resulta

    penoso que, dos aos despus de Seattle, tenga que escribir esto, perodesde luego alguien tiene que hacerlo: ste es un movimiento que trata dereinventar la democracia. No se opone a la organizacin. Trata de crearnuevas formas de organizacin. No carece de ideologa. Esas nuevas for-mas de organizacin son su ideologa. Trata de crear e instaurar redeshorizontales en vez de estructuras verticales como las de los Estados, lospartidos o las corporaciones; redes basadas en principios de democraciano jerrquica y consensual. En ltima instancia, aspira a reinventar la vidacotidiana en su totalidad. Sin embargo, a diferencia de muchas otras for-

    mas de radicalismo, se ha organizado en primer lugar en la esfera polti-ca, sobre todo porque ste era uno de los territorios que los que deten-tan el poder (que han trasladado toda su artillera pesada al mbitoeconmico) en buena medida han abandonado.

    Durante la pasada dcada, los activistas norteamericanos han invertidoenormes energas creativas en la reinvencin de los procesos internos delos propios grupos, con el fin de crear modelos viables de lo que podradar de s realmente el funcionamiento de una democracia directa. Para

    ello nos hemos inspirado, como ya he sealado, en ejemplos que no per-tenecen a la tradicin occidental, que casi sin excepciones descansan enprocesos de bsqueda del consenso en vez del voto por mayora. Elresultado es una rica y creciente panoplia de instrumentos organizativos

    consejos de portavoces, grupos de afinidad, tcnicas de dinamizacin,peceras, discusiones por pequeos grupos, resolucin de situaciones debloqueo colectivo, observacin externa de las atmsferas del grupo, etc.encaminada en su totalidad a la creacin de formas de proceso demo-crtico que permitan que las iniciativas surjan desde abajo y alcancen la

    mxima solidaridad efectiva, sin ahogar a las voces discrepantes y sincrear posiciones de liderazgo u obligar a nadie a hacer algo a lo que nohaya dado su libre consentimiento.

    La idea bsica del proceso de construccin del consenso consiste en que,en vez de votar, uno intente formular propuestas aceptables para todo elmundo o, al menos, que no levanten serias objeciones por parte de nadie:en primer lugar, se cuenta la propuesta, despus se preguntan las dudasque sta plantea y se intenta darles respuesta. A menudo, llegados a este

    punto, las personas del grupo propondrn enmiendas constructivas a lapropuesta original o encaminadas a modificarla, para asegurar que lasdudas son tenidas en cuenta. Luego, para terminar, cuando se solicita laaprobacin, se pregunta si alguien quiere bloquear la propuesta o man-tenerse al margen. Mantenerse al margen no significa otra cosa que decir:En lo que a m respecta, no quiero participar en esta accin, pero con

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    ello no quiero impedir a nadie que lo haga si as lo desea. El bloqueo esuna forma de decir: Creo que esto viola los principios o los propsitosfundamentales que dan sentido a estar en el grupo. Funciona como un

    veto: cualquiera puede echar abajo toda una propuesta bloquendola,aunque hay formas de poner en duda hasta qu punto un bloqueo res-ponde a una argumentacin basada realmente en tales principios.

    Hay diferentes tipos de grupos. Los consejos de portavoces, por ejemplo,son grandes asambleas que coordinan entre s a grupos de afinidad mspequeos. La mayor parte suelen celebrarse antes o durante accionesdirectas a gran escala como Seattle o Quebec. Cada grupo de afinidad(que puede variar de 4 a 20 personas) elige a un portavoz encargado dehablar en su nombre en el grupo ms amplio. Slo los portavoces pue-den intervenir en el proceso efectivo de bsqueda del consenso en elconsejo, pero antes de tomar las principales decisiones se dividen de

    nuevo en grupos de afinidad y cada grupo llega al consenso acerca de laposicin que quieren que adopte su portavoz (aunque esto no es tan rgi-do como pudiera colegirse de esta descripcin). Por su parte, las discu-siones en grupos se producen cuando una reunin amplia se divide tem-poralmente en grupos ms pequeos que discuten acerca de la toma dedecisiones o la generacin de propuestas, que luego pueden presentarsepara su aprobacin a todo el grupo una vez que ste vuelve a reunirse.Las tcnicas de dinamizacin se utilizan para resolver problemas o sacaradelante cuestiones si se tiene la impresin de que estn atascadas. Se

    puede plantear una lluvia de ideas, en la que la gente puede presentarideas pero no criticar las de los dems; o una votacin de tanteo, en laque la gente levanta la mano slo para comprobar cmo ve cada cual unapropuesta y no para tomar una decisin. Una pecera slo es un recursosi hay una profunda diferencia de opiniones: se escoge a dos represen-tantes de cada bando dos hombres y dos mujeres y se les sienta en elmedio, mientras todos los dems los rodean en silencio y comprueban silos cuatro pueden llegar juntos a una sntesis o a un compromiso, quehabrn de presentar a continuacin como una propuesta al resto del grupo.

    Poltica prefigurativa

    Todo esto es en gran medida un trabajo en curso, teniendo en cuenta quela creacin de una cultura de democracia entre personas que apenas tie-nen experiencia de tales cosas es necesariamente un asunto doloroso ydesigual, lleno de todo tipo de tropiezos y falsos comienzos, sin embar-go como podra confirmar todo jefe de polica que se haya enfrentado

    a nosotros en la calle este tipo de democracia directa puede ser asom-brosamente eficaz. Asimismo, resulta difcil encontrar a alguien que hayaparticipado plenamente en tal accin y cuyo sentido de las posibilidadeshumanas no se haya visto de tal suerte profundamente transformado. Unacosa es decir: Otro mundo es posible. Y otra experimentarlo, aunque seamomentneamente. Tal vez la mejor forma de empezar a pensar sobre

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  • 7/31/2019 Graeber, D. - Los nuevos anarquistas [2002]

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    estas organizaciones la Direct Action Network, por ejemplo consista enverlas como el extremo opuesto de los grupos marxistas sectarios; o tam-bin, por cierto, de los grupos anarquistas sectarios6. Mientras que el par-tido centralista democrtico hace hincapi en la consecucin de un an-lisis terico completo y correcto, exige uniformidad ideolgica y tiende a

    yuxtaponer la visin de un futuro igualitario con formas de organizacin

    extremadamente autoritarias en el presente, aqullas buscan la diversidad.La discusin siempre se centra en direcciones de accin determinadas; seda por supuesto que nadie convencer por completo a nadie de su puntode vista. El lema podra ser: Si quieres actuar como un anarquista ahoramismo, tu visin a largo plazo puedes guardrtela como cosa tuya. Loque a simple vista parece sensato: ninguno de nosotros sabe hasta dndepueden conducirnos realmente esos principios o cmo ser finalmenteuna sociedad compleja basada en ellos. As, pues, la ideologa es inma-nente a los principios antiautoritarios que subyacen a su prctica, y uno

    de los principios ms explcitos es que las cosas deben seguir siendo as.

    Para terminar, me gustara poner sobre el tapete alguna de las cuestionesrelativas a la alienacin y a sus implicaciones generales para la prcticapoltica suscitadas por las redes de accin directa. Cmo se explica que,por ms que apenas pueda decirse que exista alguna otra rea social dereferencia de la poltica revolucionaria en una sociedad capitalista, elnico grupo que con toda probabilidad expresa simpata hacia su pro-

    yecto est compuesto de artistas, msicos, escritores y aquellos que desa-

    rrollan algn tipo de produccin no alienada? Seguramente debe haberun vnculo entre la experiencia real de imaginar cosas en un primermomento y luego hacerlas realidad, individual o colectivamente, y lacapacidad de pergear alternativas sociales, en particular, la posibilidadde una sociedad de suyo basada en formas menos alienadas de creativi-dad. Podramos indicar incluso que las coaliciones revolucionarias tien-den siempre a descansar en una especie de alianza entre los menos alie-nados de una sociedad y los ms oprimidos; de este modo, podramosdecir que las revoluciones reales tienden a producirse cuando estas dos

    categoras se superponen lo ms abiertamente posible.

    Esto ltimo nos ayudara al menos a explicar por qu casi siempre pare-cen ser los campesinos y los artesanos o inclusive los antiguos campe-sinos y artesanos recientemente proletarizados los que de hecho derro-can a los regmenes capitalistas; mientras que no sucede lo mismo conaquellos habituados a generaciones de trabajo asalariado. Tambin ayu-dara a explicar la extraordinaria importancia de las luchas de los pueblos

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    6 Por supuesto, siguen existiendo los que podramos denominar grupos anarquistas con Amayscula, tales como, pongamos por caso, la North East Federation of Anarchist Commu-nists, cuyos miembros deben aceptar la plataforma de los comunistas anarquistas redactadapor Nestor Makhno en 1926. Sin embargo, los anarquistas con a minscula son el verda-dero centro del dinamismo histrico en la actualidad.

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    indgenas en el nuevo movimiento: tales personas tienden a ser al mismotiempo los menos alienados y los ms oprimidos de la tierra. Hoy da, cuan-do las nuevas tecnologas de comunicacin han hecho posible incluirlesdentro de alianzas revolucionarias globales, as como de resistencia yrevuelta locales, resulta casi inevitable que hayan de desempear un papelenormemente inspirador.

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