Granaderos y halcones

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La fiereza con que los granaderos atacan a personas, pacíficas y desarmadas, por ejercer su libertad y derecho de oponerse al gobierno, revela la política de Peña Nieto como el cordón umbilical que lo une a la corrupción y violencia que su partido político estableció como la moral de un Cártel en México durante 71 años de mentiras y saqueo del erario.

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Politikos La Actividad del Pensamiento Racional Por Humberto Gómez Sequeira-HuGóS

Granaderos y Halcones

Los generales dejaron salir a los granaderos de sus guaridas desde que la ciudadanía

decente empezó a tomar posesión de las calles —que son parte de su patrimonio

nacional— para protestar en contra de la política antinacional y represiva del Estado

dirigido por Enrique Peña Nieto —miembro de la momia putrefacta llamada Partido

Revolucionario Institucional-PRI— y exigir que diga la verdad sobre el asesinato de los

43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en Iguala, México. Los

granaderos, desde entonces, han gozado de días de campo practicando el arte de imponer

el orden priista en la misma forma terrorista e impune que lo hicieron sus antecesores: los

ejecutores de las matanzas de 1968 y 1971.

En ambas matanzas, un sinnúmero de personas, incluyendo estudiantes, fueron

asesinadas por las fuerzas de choque del Estado con el consentimiento del Estado y la

Iglesia Católica Colonialista. En la primera, el Batallón Olimpia actuó bajo el mando del

dictador priista Gustavo Díaz Ordaz Bolaños. Y en la segunda, Los Halcones actuaron

bajo el mando del dictador priista Luis Echeverría Álvarez. Estos son sólo dos ejemplos

de cómo la burguesía, el clero y los banqueros imperialistas gobiernan a la mayoría de

ciudadanos descendientes de las naciones indígenas que han desposeído y explotado a

través de sus generaciones desde que el Imperio Español y el Imperio Católico invadieron

a México.

Los granaderos son las fieras al servicio de la burguesía y el clero. Su razón de ser es

defender —a sangre y fuego— la propiedad privada de los medios de producción del país

robado por la burguesía y la fe impuesta por medio de la guerra de conquista, genocidio y

pillaje del Imperio Español y el Imperio Católico. Estas bestias son las sucesoras de los

indígenas que ayudaron al ejército del Imperio Español —curas doctrineros y

encomenderos— a reducir a sus hermanas y hermanos a la esclavitud. Asimismo, son

parte del ejército burgués que los usa como carne de su cañón para dividir, atacar y

asesinar al proletariado y sus opositores políticos.

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Granaderos y Halcones – Por Humberto Gómez Sequeira-HuGóS - Página 2 de 2

El granadero es hermano del halcón y ambos son criminales a sueldo público fieles de

dios y el banquero. Esta fuerza de choque parasitaria es la autora de masacres indígenas,

obreras y estudiantiles con la indulgencia de la Iglesia Católica Colonialista, cuya única

razón fue mantener al organismo, parasitario y maligno, llamado Partido Revolucionario

Institucional (PRI) en el mando del poder del Estado para enriquecer a la burguesía, los

terratenientes el clero y los banqueros imperialistas. Estos hombres y mujeres armados

con garrotes y pistolas representan una casta atrasada en el proceso de la evolución de la

conciencia social al altruismo. Sus propiedades son las mismas que las de sus jefes

(burgueses, terratenientes, generales y curas): ignorancia, avaricia, odio, violencia y

superstición católica. Su relación con el proletariado es la de un predador que se alimenta

de organismos de su propia especie. La función que ejercen en la sociedad es una

constante amenaza de muerte para la mayoría compuesta por esclavos del salario mínimo

—pagadores de tributo al Estado y la Iglesia— desposeídos y explotados. Como la

columna principal que sostiene la irracionalidad del Estado, su existencia es la antítesis

de la libertad, igualdad y justicia.

Los crímenes que cometen estos soldados defensores de la patria robada —con la

indulgencia del Estado y la Iglesia— son los mismos que cometen los criminales

comunes y oficiales que mantienen a la sociedad mexicana en un estado de secuestro para

cobrar el rescate. Este ejército de trogloditas no es producto de la democracia, sino que de

la guerra de la burguesía y el clero contra el proletariado. Sus crímenes e impunidad es

evidencia de la derrota del proletariado. Sin embargo, el proletariado —que es la fuerza

productiva y socialmente útil de la sociedad— no da muestras de entenderlo así. Con la

riqueza que producen y los impuestos que pagan, los proletarios mantienen la vida de

parásito social de los soldados. Además, conviven con ellos y juntos participan en los

ritos oscurantistas dedicados al dios de los conquistadores sin darse cuenta de que son sus

enemigos de clase.

La fiereza con que los granaderos atacan a personas, pacíficas y desarmadas, por

ejercer su libertad y derecho de oponerse al gobierno, revela la política de Peña Nieto

como el cordón umbilical que lo une a la corrupción y violencia que su partido político

estableció como la moral de un Cártel en México durante 71 años de mentiras y saqueo

del erario.

Es parte del instinto y un derecho humano de los ciudadanos defenderse del ataque de

un ejército que vive de un salario público y cuya obligación moral es defenderlos. Los

granaderos y todas las fuerzas de choque del Estado son enemigos de clase del

proletariado. Sólo dándose cuenta de esta verdad —que les cuesta sangre y sufrimiento—

es que estudiantes y proletarios podrán ejercer su derecho a la autodefensa por medio de

sus propias organizaciones y métodos de lucha.