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  • 7/25/2019 GREMIALISMO

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    Sobre el gremialismoLas ideas anarquistas en la

    Organizacin de los trabajadores

    Incluye:-El sindicalismo y la anarqua.-El anarquismo en los gremios.--La finalidad ideolgica de los

    gremios

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    EL SINDICALISMO Y LA ANARQUIA (Soledad Gus tavo)

    I breves elementos de la his tor ia

    Sin animo de atacar opiniones ajenas y solo con el propsito de exponer, claramente, las propias y

    de contribuir al esclarecimiento de la confusin que en la actualidad priva entre sindicalismo y

    anarquismo, escribimos estas lneas.Qu es el sindicalismo? De donde viene? Qu quiere? Adnde se dirige?.

    He aqu las preguntas que vamos a contestar.

    El sindicalismo tiene dos definiciones. Una que le dan los que lo presentan como un fin social y

    otra que se la otorgan los que estiman que el sindicalismo no es mas que un medio.

    Segn los primeros, el sindicalismo constituye una doctrina; segn los segundos, es un arma para

    establecer la doctrina.

    Tienen la primera opinin los que conocieron al sindicalismo siendo ya poderoso. Tienen la

    segunda los que dieron vida al sindicalismo, lo propagaron y sufrieron con sus sufrimientos.

    De suerte que, consideran que el sindicalismo es un medio, aquellos que lo engendraron y estiman

    que el sindicalismo es un fin, aquellos que, en cierto modo, lo educaron.Toda concepcin es un hecho real. Toda educacin puede ser, no digo que sea, interesada, errnea

    o falsa . A la madre nadie le puede discutir la realidad de su hijo; al profesor se le puede tachar de

    sectario o de equivocado.

    Dieron vida al sindicalismo, entre otros, Marx y Bakunin; lo educaron, entre otros tambin,

    Labriola y Sorel.

    Bakunin y Marx concibieron una idealidad de transformacin social y luego crearon las

    asociaciones obreras internacionales como armas para establecer aquella idealidad.

    Sorel y Labriola encontraron hechas las sociedades obreras y querindolas aprovechar como base

    de una sociedad mejor, sobre su constitucin y funcionamiento, intentaron levantar un nuevo

    edificio social.Es decir, de lo que era un medio para establecer la sociedad nueva, en opinin de los fundadores de

    la primera internacional, se propusieron hacer la propia nueva sociedad Labriola y Sorel. En estos

    esta el sindicalismo como fin y en aquellos como origen y como medio.

    __

    Veamos ahora cuales fueron los principios internacionalistas de Marx y de Bakunin; cual fue su

    visin de una sociedad futura, y cual es la del sindicalismo en la palabra y en el pensamiento de sus

    definidores, para que, debidamente enterados, podamos elegir la idea y el principio que ms nos

    guste.

    El principio internacionalista de Marx y de Bakunin fue uno: unir y organizar a los trabajadores de

    todo el mundo para oponerse a la explotacin capitalista, primero, y acabar con ella, despus.

    Hasta aqu un mismo propsito gua a los dos colosos. Pero que tctica ha de emplearse para

    lograr aquel propsito? Logrado cul ha de ser la formula de la sociedad futura? Bakunin y Marx

    empiezan a separarse, si es que algn da estuvieron unidos. Marx preconiza la accin econmica

    de las sociedades obreras y tambin la poltica, propiamente dicha, Bakunin la econmica y la

    social, entendiendo por accin social la revuelta continua. La practica separa, pues, a los maestros y

    les hace reir. Vivan los dos en tiempos de un comunismo filosfico y soador. En el libro y la

    ctedra privaban los llamados utopistas, que eran as como los alquimistas de la sociologa, sin

    tener ningn contacto con los trabajadores.

    Marx tomo ese comunismo de hombres elegidos y lo hizo carne del pueblo, al hacerlo poltico,

    arma de luchas populares. Proudhon, gran amigo del joven Bakunin y adversario de Marx, tomo el

    espritu de aquel mismo comunismo y lo convirti, con su talento poderoso, en socialismo (de

    Proudhon es la frase), lanzndolo, tambin, sobre la cabeza del pueblo.

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    De la socializacin de bienes, esto es, bienes sociales, al comunismo de bienes, es decir, bienes

    comunes, solo hay la diferencia que una comunidad puede no ser social. Pero si hacemos una

    idealidad comunista internacional, resultara, tambin, una socializacin internacional de bienes.

    Los maestros, con ganas de pelea y con antipatas personales, no se entendieron. Las ideas si se

    entendieron, pero ellos no.

    Bakunin disinti de su maestro en cuanto al propsito general de socializacin, y queriendo hacer

    mas practico y ms accesible a las masas el socialismo de Proudhon y el comunismo de Marx,escribi, entre los dos, la palabra colectivismo. Bienes colectivos, trabajo colectivo, productos

    colectivos.

    As no era menester esperar a que se implantara una socializacin general de bienes que requera

    unidad y afinidad de ideas de carcter internacional, ni un comunismo que, para ser practico y

    humano, demandaba un largo periodo de evolucin moral en las masas.

    El colectivismo se aproximaba al modo de ser de nuestra estructura moral y social mas que al

    comunismo y ms que el socialismo, y sin embargo, el socialismo y el comunismo tienen hoy

    mayor savia ideal que el colectivismo, a pesar de que, como veremos luego, se parece mucho al

    sindicalismo doctrinario de nuestros das.

    No historiaremos los motivos por los cuales los socialistas pasaron, con el tiempo, a ser

    colectivistas, y los colectivistas a ser comunistas; pero si indicaremos los factores morales que a

    ello contribuyeron.

    Proudhon era francs, y todas las inteligencias burguesas de Francia que se iban separando de la

    poltica de su clase y las nuevas que adoptaban directamente las idealidades que podemos llamar

    obreras, ingresaban en el socialismo de su profesor nacional. Con esto y con la influencia que la

    mentalidad francesa ha ejercido en el mundo, el socialismo iba venciendo al comunismo en todas

    partes, hasta que se produjo la revolucin rusa.

    Muerto Carlos Marx, sus mismos discpulos franceses, entre ellos Guesde, se declararon socialistas

    colectivistas: socialistas como enemigos de la sociedad capitalista y colectivistas como formula

    para la sociedad nueva.

    Pero mientras se iba realizando por el centro socialista tal transformacin, por la izquierda se

    realizaba otra.

    Proudhon fue el primer socilogo poltico, llamando aqu poltico al hecho de ser socilogo de

    luchas populares, que escribi la palabra anarqua como una posibilidad de que las sociedades

    pudieran vivir sin gobierno.

    Fue tambin Proudhon el que concibi una idealidad federalista de las naciones, idealidad que

    haba de ir y fue paralela al desarrollo de la negacin autoritaria. A la sociedad anarquista el

    federalismo llevaba el ejercicio de todas las autonomas, que empiezan con la independencia de la

    regin y acaban con la del individuo.

    Bakunin, que, como hemos dicho antes, fue discpulo del maestro francs y discpulo que, en

    algunos extremos, aventajaba al profesor, tomo el concepto anarquista que Proudhon no habahecho mas que indicar como cosa remota y el concepto federalista, y unindolos a su colectivismo,

    hizo la doctrina federativa- anrquico- colectivista que llevo a la internacional, despus de haberla

    propagado en el seno de los clubes revolucionarios de Europa.

    _II_

    Marx era alemn, y adems de alemn, judo, y llevaba consigo la antipata que lo alemn y lo

    judo inspiraban a todas las mentalidades rezagadas.

    Adems, Marx, aparte de ser alemn y judo tenia realmente un concepto materialista e imperialista

    de las sociedades, en general, una opinin antifederalista y antiidealista. De ah que todo el espritu

    latino, que es, por si, de carcter independiente, se separara del Marxismo, ya para formar elsocialismo, que podramos llamar francs, ya para constituir el anarquismo, mezcla de todas las

    protestas y de todas las rebeldas humanas.

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    Y fue tan grande el influjo del espritu proudhoniano a travs del temperamento latino, que incluso

    los anarquistas acabaron por aceptar el calificativo general de socialistas.

    Fue entonces cuando no haba mas que dos grandes grupos de socialistas: los cratas y los

    demcratas.

    Los socialistas demcratas podan ser comunistas a lo Marx o colectivistas a lo Bakunin, y los

    socialistas cratas podan ser tambin colectivistas a lo Bakunin o comunistas, pero no a lo Marx,

    sino tal como conceban el comunismo los jvenes Reclus y Kropotkin, cuya potente mentalidadempezaba a manifestarse dentro de la idealidad general socialista.

    Vino la guerra del ao 1870 entre franceses y alemanes, y ella acab de hundir al comunismo de

    hierro marxista, combatido por los socialistas demcratas y colaborador, en cierto modo, en el

    comunismo de acuartelamiento que espiritualmente fue creando el gran imperio alemn;

    comunismo que no da importancia a la federacin ni a la libertad del individuo.

    Y ya no se hablo mas del citado comunismo en los pases latinos, como no fuese para combatirle.

    Se hablaba, nicamente, de socialistas demcratas, de socialistas colectivistas o de socialistas a

    secas. As toda la escuela de Guesde, primero, y toda la escuela de Jaures, despus, de las que el

    socialismo espaol, el italiano y el americano no eran mas que reflejos.

    De la muerte publica de la Primera Internacional (secretamente vivi siempre) a la creacin de la

    segunda, en 1888, se paso entre el terror que sembrara el primero, y ms sanguinario de los tigres

    franceses, y la persecucin que contra los internacionalistas realizaron todos los gobiernos de

    Europa.

    Vino, luego, por una parte, el resurgimiento socialista que produjo la creacin de la internacional

    antes citada ya, mas que obrera, socialista, y por otra la agitacin internacional anarquista que

    produjeron las huelgas generales de Chicago y los llamados mrtires de la misma poblacin

    norteamericana, y estos dos movimientos paralelos, del 86 al 90, dieron por resultado las huelgas y

    las agitaciones de los Primeros de Mayo.

    En este momento y como consecuencia de aquellas formidables manifestaciones del proletariado

    internacional, fue cuando se presentaron Sorel, en Francia, y Labriola, en Italia con su sindicalismo

    doctrinal, queriendo aprovechar para algo inmediato aquellas energas populares que, segn los

    requeridos autores, se gastaban intilmente.

    Y hemos llegado al punto que podramos llamar culminante de esta exposicin de ideas y juicios.

    Pero antes de hacer un anlisis del sindicalismo y de sus propsitos, same permitido decir que,

    aparte de la accin anarquista, cada da ms enrgica y ms consciente, se realizaba la depuracin y

    el engrandecimiento de su idealidad en sentido comunista.

    Al pensamiento colectivista a cada uno segn sus obras iba sustituyendo el pensamiento

    comunista a cada uno segn sus necesidades.

    El colectivismo apadrinaba una produccin y un consumo interesado. En l, el obrero, o sea el

    productor, haba de obtener el producto integro de su trabajo, que, individualmente, poda cambiar

    por otro. Como se ve, entre el obrero y su obra no caban intermediarios, ni directores que vinierandel productor, por cuanto este haba de percibir todo el valor de su esfuerzo. Aqu estaba su

    sentido anarquista.

    Pero al obtener cada productor el producto integro de su trabajo o cada colectividad de productores,

    se creaba, de nuevo, independientemente de la voluntad del productor mismo, la propiedad

    individual o la colectiva, agrupacin de individuos, porque as el individuo como la colectividad

    que trabajase mucho y gastase poco, poda, a fin de ao, ahorrar algo, mientras que el individuo o

    la colectividad que produjese poco por falta de salud, de fuerza, de habilidad o de solicitud en el

    mercado de cambio o de compraventa, no podra ahorrar nada y hasta quiz saldara con dficit.

    Metiendo este mismo principio econmico en la colectividad ms activa, poderosa o hbil, a la

    postre haba de enriquecerse a costa de la otra, resultando una gran propiedad colectiva, lo mismoque ahora ocurre con las grandes compaas annimas en relacin con la pequea compaa en

    comandita.

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    Para evitar estas desigualdades, que al fin haban de producir, tambin, descontento, y, por tanto,

    luchas, los comunistas establecieron el principio de que cada individuo trabajase lo que pudiera y

    quisiera y que tomase de la produccin comn lo que necesitara.

    Como se ve, para el rgimen comunista libertario se necesitan una abnegacin y un desinters que

    no es necesario en el colectivismo, porque este tiene l estimulo del inters propio y aquel el de la

    solidaridad humana. Por esto dijimos antes que el colectivismo estaba mas en armona con la

    estructura social y moral del presente estado de cosas.__Veamos ahora que quiere el sindicalismo no anarquista; veamos si es una idealidad verdaderamente

    superior, o si, como creemos los libertarios comunistas o individualistas, lleva todos los defectos

    del colectivismo, que, a su vez, llevaba los de la sociedad burguesa, aunque, claro esta, aminorados.

    El sindicalismo pretende que los obreros se apoderen de la direccin econmica del mundo,

    hacindose dueos de las fabricas, de los talleres y de los campos, y regularizando la produccin

    por medio de sus organizaciones. Es a la postre un cambio de propiedad de los medios de

    produccin que haban de ser del sindicato en lugar de ser del patrono. Se comprendera mejor lo

    que pretende el sindicalismo doctrinal de Sorel y Labriola, no el sindicalismo como medio de Marx

    o Bakunin, si dijramos que cada ramo de industria se erigiera en propietario de todos los

    instrumentos de trabajo, pasando a manos del sindicato las funciones del director.

    As tendremos que, trabajando cada obrero para su sindicato, se formara la riqueza sindical o sea la

    de la colectividad sindicato.

    Qu valor tendra esa riqueza considerada social y moralmente? No declarando la produccin de

    uso comn, tendra el mismo valor que tiene la riqueza de los actuales sindicatos burgueses.

    Existira la misma lucha por el predominio econmico, y como entonces todos los individuos

    habran de estar sindicados, la guerra por la hegemona de intereses seria, en lugar de ser, como

    ahora, entre sindicatos burgueses, entre sindicatos obreros, porque dentro de estos habra el mismo

    inters que hay dentro de aquellos.

    -III-Como el sindicalismo no podra establecer una sociedad de intereses generales, sino de intereses

    sindicales, porque si estableciera una sociedad de intereses generales ya no seria sindicalismo, las

    cosas tendran el valor que quisiera darles el inters de quien las produjera, lo mismo, exactamente,

    que hacen hoy las grandes compaas explotadoras.

    La nica diferencia consistira en que hoy da el valor a las cosas el que las posee, y entonces se las

    dara el que las produjera; pero en ambos casos el valor no seria, de inters general sino de inters

    colectivo o sindical.

    Por otra parte, los sindicatos, como organismos de lucha, no estn formados para servir de base a

    ninguna sociedad nueva. No son mas que un poder levantado contra otro poder, y su organizacin

    responde a la organizacin burguesa y no a la conveniencia de una sociedad mejor.

    Si hacemos de esta organizacin antiburguesa una nueva organizacin social, llevamos a la nuevaorganizacin todos los defectos de la vieja; organizacin que, por haber sido creada para menguar

    el antiguo privilegio burgus, creara el nuevo privilegio obrero, y no es de orden superior una

    sociedad de inters de clases, como es la presente, y como seria la futura, si se estableciera a base

    de los sindicatos obreros.

    Adems, la burguesa tiene montadas sus fabricas y sus talleres conforme ha convenido a sus

    intereses y no-conforme convena a los intereses de los trabajadores ni a los de la sociedad que se

    acerca, y si nos apoderamos, los productores, de aquellos inmuebles, nos apoderamos de unos

    medios de produccin que no responden a ningn fin moral ni social.

    Claro que, durante la revolucin y despus de ella, no habr medio mejor de produccin que el

    burgus, y que con sus fabricas y sus talleres habr de proveerse a las necesidades del pueblo, perouna cosa es aprovechar accidentalmente los medios de la produccin capitalista, y otra es elevar a

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    los sindicatos constituidos para la lucha contra la burguesa, en sistema y base de la produccin

    futura.

    El obrerismo no es un producto de la naturaleza, ni de la evolucin poltica, ni de la sociologa, y,

    por tanto, tampoco lo es del sindicalismo. Hay trabajadores porque hay patronos, y hay sindicatos

    obreros porque hay sindicatos burgueses; pero destruida la presente constitucin social, cada

    individuo ha de reintegrarse a la naturaleza, de la que ha sido apartado por todos los sacerdocios,

    incluso por el sacerdocio poltico.El obrerismo ha de desaparecer con el capitalismo, y el sindicalismo con el salario.

    Los hombres no han de trabajar amontonados y en locales antihiginicos, tal como lo ha dispuesto

    la competencia capitalista y su afn de riqueza. El trabajo no ha de ser castigo social ni una

    maldicin de dios.

    Y el obrero, hoy, no es mas que una evolucin de aquel esclavo que trabajaba como castigo social o

    de aquel dios que condeno a los hombres a ganarse el pan con el sudor de su frente, cuando los que

    no sudan sus frentes son los que comen el pan mas blando.

    El sindicalismo doctrinal, tal como lo presentan sus panegiristas, que no lo olviden los obreros que

    han ido a el creyendo que iban a una sociedad mejor, a la sociedad anarquista; el sindicalismo seria,

    de prevalecer, lo que es el bolcheviquismo en poltica, la dictadura econmica del proletariado, y

    las personas liberales hemos de ir contra toda clase de dictaduras. Vieron la misin del sindicalismo

    los que lo crearon. El sindicalismo ha de ser lo que ha sido hasta ahora, un auxiliar del ideal, no un

    ideal.

    El sindicalismo ha de ser un auxiliar de la revolucin, no el fin de ella.

    Todos los luchadores por una sociedad mejor hemos de ser lo suficientemente optimistas para creer

    capaz al individuo de producir por el inters general y no solo por un inters particular. Todos los

    luchadores por una sociedad mejor hemos de ser lo suficientemente optimistas para estimar que el

    hombre no necesitara de castigos ni de recompensas privadas para cumplir con sus deberes.

    Y los que estimen imposible tanta perfeccin humana como es menester para una sociedad sin

    gobierno y sin propiedad individual o colectiva, bien harn en recordar que lo mismo opinaban los

    seores de las antiguas Grecia y Roma cuando se les hablaba de la conveniencia y de la justicia de

    libertar a sus esclavos. Para aquellos magnates, la vida del mundo era imposible sin esclavos.

    Imposible!, hubieran tambin contestado los seores de la Edad Media si les hubiesen dicho que

    haba de llegar un da en que aquellos siervos que ellos manejaban a su voluntad, haban de tener,

    como los propios seores, el derecho a elegir a sus gobernantes. Y ahora vase si no hay mas

    distancia, muchsima mas distancia moral y mental de aquellos tiempos a los nuestros, que de los

    presentes a los que la anarqua invoca. Pero si el sindicalismo no puede ser el ideal, ha de ir con l

    en concepto de brazo. No es menester una divisin entre anarquistas y sindicalistas, como no es

    menester una divisin entre el cerebro que piensa y el brazo que ejecuta. He aqu la misin del

    sindicalismo y he aqu la misin de la anarqua.

    El sindicato la fuerza, y el comunismo libertario, la idealidad; Divididos anarquistas y sindicatos ,nada haremos, como nada hara el pensamiento sin la accin y la accin sin el pensamiento. Lo

    nico que conviene evitar es que el sindicalismo adopte la manera del politiquismo. De este modo

    practica y tericamente podrn ir unidas la fuerza y la idea, el brazo y el cerebro, y de este modo

    ser posible acabar de una vez con la autoridad y con la desigualdad.

    La sociedad que no establezca la produccin libre y voluntaria no ser una sociedad libre.

    La sociedad que no establezca la socializacin de bienes, de todos los bienes, no ser una sociedad

    libre.

    La sociedad que no declare que todos los intereses son de todos los hombres, no lograra destruir el

    inters particular, y mientras haya intereses particulares abra quien mande por no producir y quien

    produzca por ser mandado.

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    La sociedad que crease intereses econmicos colectivos no habra destruido la propiedad privada, y

    la sociedad que sostenga la propiedad privada, sea individual o colectiva, tendr siempre

    explotacin, luchas, competencias y guerras.

    Solo la igualdad econmica, la verdadera igualdad econmica, establecer y conservara la paz entre

    los hombres.

    Solo siendo cada hombre dueo de toda la naturaleza y de toda obra del genio humano, ser posible

    la paz y la libertad sobre la tierra. Solo desapareciendo lo tuyo y lo mo, lo vuestro y lo nuestro,tendrn razn y motivo los hombres de ser pacficos y libres.

    fin

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    El anarquismo en los gremios (E. GILIMON)

    No hay para m asunto ms enojoso que el suscitado en l ultimo congreso de la

    Federacin. Y lo es en tanto mayor grado, cuanto que tengo la seguridad de que los anarquistas

    europeos han de estar en esta cuestin, como en otras muchas, del lado de los sindicalistas. Han

    llegado a sentar el dualismo siguiente: en los gremios, son sindicalistas; en la escuela, anti-

    anarquistas; en los grupos y peridicos anrquicos, anarquistas. Pero an en estos organismos

    genuinamente libertarios, tan pronto como tienen que referirse a las sociedades obreras o a las

    escuelas, se ponen del lado opuesto al anarquismo. Yo entiendo que el anarquista es anarquista en

    todas partes, debe serlo, est obligado consigo mismo a serlo. Y o no se est profundamente

    convencido de la verdad de las propias ideas, o es de rigor que en el gremio, en las escuelas y en

    todas partes se sostengan y se propaguen estas.

    Sin embargo, no se hace esto y lo que es peor an, s censura a quienes lo hacen o a quienes

    sostienen que se debe hacer.

    Unos dicen que los gremios son agrupaciones de intereses idnticos y que llevar a ellos las ideas es

    romper unidad de intereses.

    Otros, que en la escuela hay que respetar la libertad del nio y no influir en su inteligencia con

    ideas hechas, con nuestras ideas; lo que excluye lo principal de toda enseanza: la del sistema

    social en que vivimos.

    Todo esto es sencillamente incongruente. Y adems peligroso para la difusin del ideal, que

    desgraciadamente tropieza con demasiados obstculos para llegar al conocimiento de las grandes

    multitudes.

    No estamos en el caso de los partidos polticos que, sin desperdiciar la escuela y el gremio, cuentan

    con la gran prensa como un medio eficacsimo de difundir sus planes. Entre nosotros no hay

    adinerados capaces de fundar diarios en las diversas poblaciones, o si hay, se contentan con

    contribuir a la miserable existencia de nuestros semanarios o quincenales con cantidades parecidasa las que da el obrero de jornal ms reducido. Y as vemos peridicos que tras varios aos de vida

    angustiosa, siguen teniendo el mismo tiraje que cuando empezaron a publicarse, sin que lo que en

    ellos se dice lo lean otros que los que ya son partidarios de nuestras ideas. No adelantamos nada,

    en proporcin al menos a los esfuerzos realizados y a la magnitud que entraa la obra de

    transformacin social.

    Al revs; casi podramos decir que retrocedemos. De concesin en concesin, abstenindonos un

    da de llevar a los gremios nuestras ideas, haciendo lo propio otro da en la escuela, hemos llegado

    hasta esa extraa solidaridad con los gobiernos y los patriotas, que la conflagracin europea ha

    producido(1).

    Cualquiera dira que hemos llegado a considerar tan necesario respetar la patria, no perturbandocon nuestras ideas esa unin ms o menos estrecha de intereses nacionales, costumbres nacionales,

    leyes y libertades nacionales, como hemos llegado a considerar necesario respetar la integridad

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    Hay que reconocer que no todos los hombres, ni una mayora apreciable, ni siquiera una minora,

    son capaces de desentraar por s mismos los fenmenos sociales. Privilegio de algunos cerebros,

    los dems no hacemos, no podemos hacer ms que asimilarnos sus ideas, saturarnos de ellas.

    Y para esto es condicin indispensable que lleguen a nosotros, que leamos u oigamos los

    razonamientos de los gestadores del ideal o de sus propagandistas. Cmo podrn ser percibidas

    estas ideas, si los sitios en que con mayor facilidad podran divulgarse se cierran a cal y canto a su

    difusin?. En un organismo rotulado anrquicamente, aparte de que no hay posibilidad de que elautoritarismo prohba la propaganda de las ideas, el mismo rotulo incita a querer conocer su

    significado o hace que de un modo ms o menos exacto cada uno lo interprete. Y que no es un

    obstculo ese rotulo a la organizacin obrera, lo demuestra el nmero enorme de trabajadores

    asociados que haba en Espaa en la poca en que la Federacin se denominaba anarquista y los

    que hoy tienen las sociedades que pueden considerarse como descendientes de aquel organismo. Y

    la Argentina ofrece el mismo ejemplo.

    Si cada uno de los anarquistas que en este asunto discrepan de nuestro modo de pensar,

    recapacitara un momento y recordase cul es el nmero de compaeros que ha surgido de la

    organizacin obrera, y cul es el que se ha formado fuera de ella, quizs variase su criterio actual,

    sobre todo si piensa en que si hubiesen pertenecido a sindicatos en que las ideas estuvieran

    proscriptas, difcilmente habran llegado muchos de los anarquistas a ser tales. En la Argentina, la

    generalidad de los compaeros se han formado en los gremios, y an los que han empezado a

    conocer las ideas por La Protesta, se lo deben a las sociedades gremiales tambin, pues sin ellas

    nuestro diario difcilmente habra pasado de ser una tentativa, como ha ocurrido con otros diarios

    anarquistas europeos, malogrados apenas nacidos.

    Hasta ahora, he tratado este tema en un sentido general, sin concretarme al caso de la Federacin

    Argentina que motiva estas lneas. Es un caso excepcional, por cuanto que no se trata de

    anarquistas que prescinden de sus ideas solamente en obsequio al desarrollo de la Federacin, ni de

    obreros federados que repudian el titulo de anarquistas, sino de elementos procedentes del Partido

    Socialista que conservan, aun desligados de l, la fobia al anarquismo que caracteriza en todas

    partes a los socialistas, y quienes pretextando la necesidad de unir a todos los gremios en una sola

    Federacin, han luchado cuanto les ha sido posible para quitar a la Federacin Argentina su

    carcter y tradicin anrquica (2), minando un organismo gracias al cual los obreros radicados en la

    Repblica Argentina han conseguido modificaciones en las condiciones habituales del trabajo, y

    que tiene una historia social valiosa. Las persecuciones que esa doble luchaeconmica y social-

    han determinado, han disminuido, sino la fuerza de resistencia y acometividad de la Federacin,

    por lo menos el nmero de sus propagandistas activos, habiendo quedado entre stos, algunos cuya

    mediocridad, ambicin de mangonearlo todo o concepciones equivocadas, les ha puesto a merced

    de esos casi ex socialistas, llegando a concertar un pacto de solidaridad entre los dos organismos

    federales del pas, que al fin ha dejado las cosas como antes de concertarlo. Y si se piensa que con

    un poco de entereza, de convicciones arraigadas, sosteniendo el derecho de propagar las propiasideas, esa recomendacin de propagar el comunismo anrquico, que despus de todo no era una

    imposicin, no obligaba a los anarquistas ni comunistas a hacer tales propagandas, que no era ni

    esa etiqueta, ese rotulo que tanto asusta, se habra realizado la fusin de las dos entidades, ya que la

    de los sindicalistas estaba agonizando, pronta a desaparecer si no se una a la federacin de

    abolengo anrquico, razn de ms para sentir el error cometido por unos cuantos anarquistas, que

    han puesto una traba a la difusin del anarquismo y robustecido el organismo agnico de los

    sindicalistas ex socialistas, con la incorporacin de algunas sociedades independientes, de sas en

    que los socialistas, sin ex, tienen ascendiente, y que no se incorporaban ni a una ni a otra institucin

    federal, alegando que eran dos y en realidad por antipata a los anarquistas y rencor hacia sus

    antiguos correligionarios los sindicalistas, y de otras en las que predomina un criterio semejante alde los crculos catlicos de obreros. Hoy los ex socialistas y los socialistas sin ex, marchan en la

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    mejor armona, siendo el diario del Partido Socialista el rgano de la Federacin Sindical-

    socialista-cooperativista, para vergenza de unos cuantos anarquistas incorporados a ella.

    Qu se puede esperar de esta institucin obrera?. Es lo que quisiramos dijesen los compaeros

    que aplauden la supresin del rotulo. Para nosotros esa Federacin equivale a un apndice del

    Partido Socialista y a un medio de robustecer ese partido, sin abrigar la esperanza de que sus

    miembros lleguen a conocer nuestras ideas, pues tanto valdra ir al Vaticano a hacer propaganda

    anarquista al Papa, los cardenales y sus aclitos. Sin la defeccin de unos cuantos anarquistas bien o mal intencionados, que para el caso es lo mismo- al fin los gremios dirigidos por los ex

    socialistas se hubieran incorporado a la Federacin Argentina y tras ello, desaparecido el pretexto

    de las dos federaciones, hubieran ido sumndose los gremios independientes, lo que hubieran

    extendido de considerable manera el radio de accin de nuestra propaganda, con gran ventaja para

    los trabajadores mismos.

    No ha ocurrido as, y es sensible, tan sensible como que todava haya quien d la razn a esos ex

    anrquicos.

    Coincidiramos en el modo de pensar de Esteve, por quien sentimos una fuerte simpata, si l nos

    indicase de que modo podemos difundir, propagar, hacer conocer nuestras ideas, eficazmente, para

    que en esa poca de aceleracin, no resulte como hasta aqu que nosotros somos los nicos en

    quienes esa ley de progreso no se cumple, ya que pasan diez, veinte o ms aos sin que los

    anarquistas aumentemos en nmero de un modo proporcional.

    Est bien; respetemos al obrero, al nio, y a cuanto se quiera; pero al menos dgasenos en dnde,

    como y a quines podemos propagar nuestras ideas. Si tuviramos varios millones de pesos,

    fundaramos un diario en cada ciudad y editaramos millones de folletos y libros, para distribuirlos

    gratuitamente y fundaramos centros anarquistas profusamente. No tenemos ms que cntimos

    miserables y no podemos hacer esa obra cultural, que suponemos no sera objetada, a no ser que un

    escrpulo extremado preocupase a alguno y nos arguyera que al linotipista que compusiera un

    folleto, se le violentaba obligndole mediante el jornal a leer un trabajo anarquista. Que todo es

    posible en este campo de las ideas en que surgen los Malato chauvinistas y los Herv fusileros.

    FIN

    (1)se refiere a los destacados militantes anarquistas que apoyaron a uno de los bandos en laprimera guerra mundial ,entre otros Malato y Kropotkin(2)se refiere al IX congreso de la FORA donde gremios de la disuelta confederacin(socialista) bajoel pretexto de la unidad obrera intentaron quitar la finalidad del comunismo anrquico a laorganizacin.

    ****************************************************************************************************

    La finalidad ideolgica en los gremios(S.Fernndez)

    La polmica sobre la legitimidad de la ideologa dentro de los gremios obreros no ha

    terminado; de cuando en cuando reaparece con ms o menos violencia y termina casi siempre del

    mismo modo: una pequea subversin y la reafirmacin consecutiva de los sindicatos fortalecidos

    por una idea de futuro.

    Los que se oponen a la adopcin sindical de una doctrina, ya sea catlica o comunista, fundan su

    opinin en la unidad de intereses que debe mover al proletariado hacia la agrupacin, a fin de

    defenderse de las demandas abusivas del capitalismo. Ponen como base de organizacin el

    salariado, sin pararse a distinguir la infinita gama de categoras y de temperamentos, de creencias y

    de aspiraciones que componen la gran masa proletaria, y las discordancias, disparidades y enconos

    que la desmembran. Todo proviene de un estudio incompleto de la realidad o de una arbitraria

    apreciacin de la misma. El salariado no est en el mismo plano de oposicin a la burguesa

    explotadora y reaccionaria, pues en ese puesto de combate, solo una minora de trabajadores

    conscientes enarbola el estandarte de las reivindicaciones. Y tanto es as, que aquellos militantes

    de la revolucin dispuestos a percibir la verdad; aquellos que no cierran los ojos a las realidades

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    que hieren su conciencia y hacen manar sangre de su corazn, se ven en la dolorosa necesidad de

    reconocer tantos enemigos de las ideas renovadoras entre sus compaeros de miseria como entre la

    burguesa, tanta o ms incomprensin en el propio proletariado que en los detentadores de

    privilegios econmicos y polticos, tanta guerra al porvenir en los que han de ser por l ms

    favorecido como en los que por l han de ser despojados de sus prebendas y comodidades; de

    donde se deduce que la base de organizacin sindical no es el salariado puramente, sino la afinidad

    de aspiraciones, la analoga de conceptos sobre la vida presentes y futura, la concordancia en losmtodos y procedimientos a seguir.

    Sera un contrasentido inexplicable, un absurdo histrico el sentar primero la organizacin que la

    necesidad de la misma. Todas las instituciones se fundamentan en necesidades colectivamente

    sentidas. Primero, pues, ha de nacer el porqu de una situacin de fuerza, luego es lgica la

    sindicacin. Una necesidad que espolea la actividad individual y colectiva, exige satisfaccin. As,

    la necesidad que experimente el proletariado debe constituirse en base sindical. Y como el

    proletariado tira en minora por distintos caminos y en mayora no se mueve por ninguno, habr

    tantos organismos de esa clase cuantas sean las tendencias que lo dividen. Por eso consideramos

    legitimo el sindicato catlico, colocado bajo la advocacin de un santo de renombre, o

    regularmente del que tuvo el oficio cuyo gremio se constituye, como estimamos con derecho a la

    existencia el encarrilado por las vas legalitarias, el que delega en una oligarqua dirigente la misin

    de velar por sus intereses, el que no se avergenza de arrastrar su nombre por las antesalas de los

    ministerios.

    No pretendemos unir en un solo objetivo y en una sola organizacin a todas las vctimas del

    rgimen capitalista; sabemos que esta idea es imposible, sueo generoso de los primitivos tiempos

    de la organizacin, que se disip ante la luz de la experiencia como las sombras de la noche ante

    los rayos de la aurora. Queremos, s, fortalecer lo ms que sea posible; integrar con el mayor

    nmero de adherentes nuestras instituciones de resistencia y de construccin revolucionaria; pero

    siempre con la base de coadyuvar a la labor que hemos iniciado, a la realizacin de nuestros

    principios anti-estatales y anticapitalistas; queremos la coordinacin de los esfuerzos renovadores

    de nuestros compaeros de afinidad ideolgica; pero, si lamentamos la desviacin que sufren

    muchos sindicatos obreros y con todas nuestras fuerzas llevamos a sus odos nuestras convicciones

    y aclaramos sus errores, no padecemos de la ilusin funesta de creer en la bondad de un

    entendimiento entre facciones proletarias discordes por su espritu, su tctica, su historia y sus

    aspiraciones; divididas por la concepcin de la misin del sindicato y del grado de educacin

    revolucionaria. Caeramos, de lo contrario, en la misma equivocacin o en la maldad de los que

    constituyen antes la organizacin proletaria que la conciencia del valor de esa organizacin. Dos

    organizaciones obreras separadas por factores morales, histricos y sociolgicos no ganan nada

    absolutamente con la amalgama; antes bien, hay el peligro de malear las ideas de cada una, de

    restarles eficacia y de constituir un conglomerado amorfo dificultosamente movilizable. Es la vida

    misma, las relaciones y encuentros en las contingencias del respectivo funcionalismo quien debedeterminar espontneamente la concordancia; antes de sellar formalmente el pacto de amistad, la

    unificacin, hay que ver si la vida de cada una de esas instituciones ha sentado precedentes al

    respecto, es decir, hay que investigar si la unificacin se haba verificado ya de hecho. Entonces

    nada hay que objetar. Pero si en los hechos no se marca un acercamiento entre las dos supuestas

    entidades, de las que una es revolucionaria, anti-estatal y anticapitalista, y la otra adicta a practicas

    burocrticas, legalitarias y sin ninguna previsin del porvenir, por ejemplo, entonces la amalgama

    resultar o inspirada en un desconocimiento de la verdadera funcin sindical o producida por una

    obcecacin pasajera, por una de esas corrientes de opinin que nadie se explica hasta que se tocan

    sus consecuencias.

    El sindicato obrero tuvo significado de proteccin y apoyo mutuo en sus primeros tiempos. Tendaa arbitrar fondos para las cajas de socorro en caso de enfermedad y de muerte de los miembros

    afiliados. Despus evolucion hacia la resistencia al capitalismo y a la conquista de mejoras en los

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    salarios y en las condiciones de trabajo. Antes de la guerra europea, los ms avanzados de los

    sindicatos obreros, sugestionados por el fantasma de la huelga general, en lugar de considerarse

    como rganos de resistencia y aplicarse a la conquista del salario ms grande y a la disminucin de

    las horas de trabajo, se conceban como entidades agresivas, como escuadrones de ataque al orden

    estatuido, como vanguardia revolucionaria de la clase trabajadora. Hoy, nosotros creemos que la

    misin del sindicato debe ser algo ms que destructiva y de resistencia, que debe ser el rgano de la

    futura construccin comunista y que, por lo tanto, su deber es capacitarse para subsistir a laburguesa en la regulacin de la vida social y para adaptar al nuevo orden de cosas, que se adivina

    inminente, la estructura del sistema de produccin, de reparto y de consumo.

    De acuerdo a esta concepcin sindical, claro est que no se admite, como hay todava quien

    pretende hacerlo, borrar del sindicato la expresin de una finalidad ideolgica. Porque no se

    concibe la agrupacin sino para un fin. Y si hay sindicatos cuyos miembros sean enemigos del

    rgimen capitalista, por qu no han de proclamar la abolicin de este rgimen, como finalidad de

    sus luchas?. El divorcio que se quiere establecer entre la vida gremial de las organizaciones

    obreras y las doctrinas sociales que agitan al mundo, es un proyecto tan descabellado como absurdo

    e imposible. Un sindicato debe agrupar una fraccin proletaria de tal o cual gremio a quien inspira

    la misma idea. En los que nosotros constituimos y orientamos, la base es el ideal libertario,

    anticapitalista y anti-poltico. De modo que primero es la idea revolucionaria y luego la

    organizacin; primero el fin que se persigue con el sindicato, luego el sindicato.

    Los compaeros que quieren que desaparezca la finalidad revolucionaria expresa de los sindicatos

    gremiales por ella constituidos y por ella inspirados, quieren un disparate; son enemigos de la

    revolucin. Alegan que esa finalidad revolucionaria hace apartarse de esos sindicatos a muchos

    obreros a quienes la palabra anarqua o revolucin causa estremecimientos de terror. Y esto, qu

    nos importa?. Nosotros queremos en ellos revolucionarios o simpatizantes y no pacatos

    asustadizos que se doblegan a la organizacin slo por las ventajas materiales que reporta o por

    necesidad.

    Nuestros sindicatos son rganos revolucionarios; por la idea de revolucin se constituyen, se

    mueven y se rigen. Ellos responden a un grado de evolucin determinado y es imposible

    retrotraerlos a las fases anteriores del desenvolvimiento sindical, a la de las cajas de socorro, o de

    resistencia, por ejemplo.

    Todos extraaramos que de una agrupacin proletaria catlica se quitase la etiqueta teolgica en

    beneficio del mayor nmero; sin la etiqueta doctrinaria, posiblemente caeran en ella algunos

    incautos ms, pero adivinaramos en seguida que con rotulo o sin rotulo, los catlicos seguiran

    siendo catlicos y lo que podran hacer los indefinidos que cayesen en la agrupacin, seria

    obstaculizar, quebrantar la unidad de miras y de propsitos y la armona de los movimientos.

    En un sindicato revolucionario, los que no comparten los puntos de vista de sus miembros no

    tienen nada que hacer de bueno y slo de estorbo y de lastre sirven. Y sacrificar la finalidad de

    estas organizaciones obreras a su integracin numrica, es conspirar contra la revolucin, odesconocer la base fundamental de las organizaciones.

    FIN

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    He aqu lo que queremos:

    Una organizacin obrera anarquista, como la que existi casi

    siempre en Espaa, como la que existi en Italia en los

    comienzos del socialismo moderno, como la que existi en el

    Jura suizo, (..) en la Argentina, en Mxico, en Uruguay y, engeneral, en casi todos los pases de la Amrica latina,

    La anarqua, como inspiradora y organizadora de la minora

    revolucionaria del proletariado y no simplemente como

    opositora o crtica de la labor reformista y autoritaria.

    La depuracin del anarquismo de todos los Vestigios marxistas

    que han persistido en l desde sus orgenes o que han sidointroducidos por el sindicalismo.

    La abolicin de todos los dogmas econmicos que significan

    una especie de legislacin previa del porvenir

    La concepcin de la anarqua como doctrina de origen

    proletario y no como descubrimiento de laboratorio y

    monopolio de filsofos.

    Nada extraordinario pedimos. Nuestra polmica del ltimolustro slo ha sido inspirada por este objetivo: hacer que los

    anarquistas no constituyan un obstculo y un peligro a la

    difusin y a la realizacin de la anarqua...

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