Guía Básica Del Viajero

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Guía Basica Del Viajero: Japon Basado en la página www.diariodelviajero.com

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Basado en la página www.diariodelviajero.com

Cómo viajar desde el

aeropuerto de Narita a

Tokio

Vamos a ver cómo viajar desde el aeropuerto de Narita a Tokio, pues uno

de los mayores quebraderos de

cabeza a la hora de

emprender un viaje suele ser

el traslado desde el aeropuerto hasta la ciudad

que queremos visitar. Sin embargo, siempre suele

haber muchas alternativas, y en el caso de Tokio más.

La distancia entre el Aeropuerto Internacional de

Narita y la ciudad de Tokio es de 66 kilómetros, y el viajero

puede recorrerlos en tren, bus, y taxi. Vamos a ver las opciones que tenemos.

Tren

Los trenes de Japón son uno de los mayores reclamos de este país. Tienen todo lo que tienen

que tener. Puntualidad, rapidez, eficiencia, comodidad. A todas luces, es la mejor opción para

ir desde Narita a Tokio.

El servicio más célebre es el tren Narita-Express. El trayecto desde el aeropuerto hasta la

estación central de Tokio dura 53 minutos. También hay servicios a los barrios de Shinjuku e

Ikebukuro, así como a la ciudad de Yokohama. El precio del ticket desde el aeropuerto de

Narita a Tokio es de 3.000 yenes (28 euros). La frecuencia del Narita Express es de un tren

cada media hora.

La segunda opción son los trenes de la línea privada Keisei. El primero es el Keisei Skyliner

que cuesta unos 2.400 yenes (22 euros) y tarda 36 minutos, pues cuenta con trenes de alta

velocidad. La alternativa es el Keisei Tokkyu por sólo 1.000 yenes (9 euros) y tarda una hora y

11 minutos.

La última opción en tren es la línea Airport Narita. Es la peor de las tres, pues el trayecto dura

hora y media y cuesta 1280 yenes (12 euros).

Autobús

Desde el aeropuerto de Narita salen con mucha frecuencia una flota de autobuses llamados

limousine-bus y que cuestan aproximadamente 3.000 yenes (28 euros). Hacen el recorrido

entre el aeropuerto y algunos de los hoteles más populares de Tokio. También van a la

estación de Shinjuku. Este servicio tarda en recorrer el trayecto entre una hora y media y dos

horas, siempre dependiendo del tráfico.

Otra alternativa privada en autobús son las líneas Keisei, que suelen tardar también entre hora

y media y dos horas.

Taxi

Quizás sea la peor opción, ya que hay mucha distancia y los taxis no son precisamente

baratos. Dependiendo del tráfico y el lugar hasta el que os queráis desplazar, os puede costar

entre 15.000 y 25.000 yenes, entre 140 y 230 euros.

Y tranquilos, que ya sabemos cómo viajar desde el aeropuerto de Narita a Tokio y no es

ningún quebradero de cabeza.

Japón en tren con el

Japan Rail Pass

El Japan Rail

Pass es, sin

duda, una de las herramientas más útiles para

cualquier persona que tenga pensado hacer un viaje a Japón. Con esta fantástica tarjeta

podremos recorrer Japón en tren de forma muy sencilla, económica y sobre todo muy

práctica. Con el Japan Rail Pass podremos viajar libremente por la mayoría de medios de

transporte que gestiona la compañía pública Japan Railways Group (JR) en todo Japón.

Mucha gente me pregunta si realmente vale la pena contratarlo. Y yo siempre contesto lo

mismo. Sin duda, con que tomemos un solo trayecto de ida y vuelta entre Tokio y Kioto con el

tren bala, ya lo habremos amortizado.

Japan Rail Pass: Requisitos

No obstante, tenemos que cumplir las siguientes características para poder obtener el práctico

JR Pass:

- Personas sin nacionalidad japonesa y cuyo motivo de visita a Japón sea el turismo. Por

tanto, se excluyen a todas las personas que tengan visados de trabajo o para estancias

mayores de 90 días en Japón.

- También pueden obtener el JR Pass los japoneses con permiso de residencia permanente

en otro país o que estén casados con una persona de otra nacionalidad.

Japan Rail Pass: Tipos y Precios

Actualmente podremos comprar JR Pass de 7, 14 y 21 días consecutivos. Los precios

dependerán si compramos el pase verde (primera clase) o el turista (segunda clase). Los

niños (6-11 años) pagan la mitad.

Lo que yo os recomiendo es que os compréis

el JR Pass de turista, ya que los trenes

japoneses son siempre excelentes y la

diferencia de precio es bastante grande. Si

como os aconsejo os compráis un JR Pass de

7 días, tendríais que pagar 28.300 yenes (unos

260 euros); de 14 días, 45.100 yenes (unos

420 euros); y de 21 días, 57.700 yenes (unos

535 euros).

Japan Rail Pass: Trenes y Servicios

Pensad que las ventajas de adquirir el Japan Rail Pass son muy grandes, ya que podréis

utilizar de forma ilimitada durante el periodo contratado los siguientes servicios:

Sí incluye – Todas las líneas Japan Railways Group (JR) incluidos los shinkansen (trenes

bala) Hikari / Kodama, los trenes expresos, Narita Express (Aeropuerto de Tokio Narita hasta

Tokio), Haruka, (Aeropuerto de Osaka Kansai-Shin Osaka-Kioto), los autobuses de líneas JR,

el Ferry Miyajima-Mijjimaguchi, la líneas de Metro Yamanote Line en Tokio y de Osaka

Kanjyosen.

No incluye: – No se puede utilizar el tren bala Nozomi (los trenes bala más rápidos), el Ferry

Hakata-Pusan, los metros de las ciudades y las líneas ferroviarias privadas.

Japan Rail Pass: ¿Dónde lo compramos?

Una vez que lo tenemos claro, ¿dónde lo podemos comprar en España? Pues en cualquier

agencia de viajes o en los distribuidores oficiales. Eso sí, una vez lo compremos tiene una

validez de 3 meses para canjear desde la fecha de emisión.

Japan Rail Pass: ¿Cómo lo utilizamos en

Japón?

– Al llegar a Japón, debemos dirigirnos a una oficina JR. Estas oficinas se encuentran en el

mismo aeropuerto de Narita o de Kansai, además de en las principales estaciones de tren de

Japón. Suele haber personal que hable inglés y son muy amables.

- Para canjearlo rellenaremos un formulario. En él tenemos que especificar la fecha de inicio

de utilización con un margen de 1 mes partir del día de canje (se marcará en el Japan Rail

Pass) y presentarlo junto con el pasaporte.

- Es muy importante tener mucho cuidado una vez tengamos el JR Pass, ya que si lo

perdemos, no se puede hacer un duplicado.

- A partir de la fecha que pone en el JR Pass, podremos entrar en los trenes y ocupar un

asiento no reservado. No obstante, podemos reservar un asiento sin coste alguno. Para ello,

simplemente debemos acercarnos con antelación a una oficina de reservas que hallaremos en

las mismas estaciones. Tienen el logotipo de una butaca con un fondo verde.

Yo lo tendría muy claro, es una forma fantástica de conocer Japón en tren con el Japan Rail

Pass, busca más información en www.japanrailpass.net/

Viajar a Japón: el idioma

Pese a que no es necesario hablar japonés para visitar Japón, sí que es útil, o como mínimo

recomendable, conocer algunas particularidades del idioma para no encontrarnos totalmente

perdidos.

Conviene saber que aunque en Japón se estudia inglés en el colegio, el nivel de sus

habitantes es bastante bajo, lo que sumado a la pobre fonética de su lengua madre, dificulta

mucho la comprensión, de manera que el inglés como lengua franca no es una buena opción;

no obstante, si tenéis un buen nivel de inglés no está de más intentarlo, pero por lo general

habrá que echar mano de otros recursos.

Por suerte los japoneses son muy amables y harán todo lo posible para hacerse entender,

aunque sea por señas.

De todas formas existen trucos que nos pueden ayudar a comunicarnos.

Para empezar, si intentamos hablarles en inglés –en castellano es casi inútil intentarlo- y no

nos comprenden, lo más recomendable es escribírselo en un papel utilizando, a ser posible,

una frase simple. Puede parecer una tontería, pero por culpa de la limitada fonética del

japonés, a nosotros nos costará entenderlos y a ellos les costará diferenciar algunos sonidos

de la lengua de Shakespeare que nosotros pronunciamos sin dificultad; en cambio, por escrito

este problema desaparece, por lo que no está de más llevar una libretita y un bolígrafo.

Por otro lado, y como ya mencionamos, es conveniente llevar las señas de hoteles también en

japonés, ya que así el taxista –o a quien le pidamos ayuda- entenderá sin problemas a dónde

queremos ir y podrá indicarnos el camino.

Normalmente no suelo ser demasiado partidaria de las guías de idiomas para turistas, y en

este caso tampoco lo soy del todo, porque al finalizar el viaje te das cuenta de que no la has

utilizado en ningún momento, pero dadas las dificultades de comunicación que existen

en Japón, no puedo más que recomendar llevar una encima para emergencias –si debemos ir

a un médico podremos hacernos entender-.

Lo que sí es imprescindible, si no nos sabemos los kanjis de los números, es llevar apuntados

una lista del uno al diez.

Los Japoneses utilizan mayoritariamente nuestros números, pero muchos restaurantes tienen

los precios en kanjis, así que disponer de esta pequeña lista nos puede ayudar a evitar algún

que otro susto a la hora de pagar.

Por ejemplo, algo que cueste 720 yenes, en tiendas y restaurantes se escribiría así: 七二0

Para el resto de ocasiones, como comprar 3 unidades de un producto, podéis señalar el

número con los dedos –su sistema de señales es un poco diferente pero en todo caso lo

entenderán-.

De todas formas, y como curiosidad, una de las cosas más complicadas del japonés son los

contadores. Se trata de una especie de ‘declinación’ o ‘conjugación’ que realizan sobre los

números y que es diferente dependiendo de lo que contemos –personas, ropa, botellas,

animales, cosas pequeñas, cosas planas, zapatos, casas, máquinas…-

Si sois de los que les gusta aprenderse algunas palabras para poder interactuar con la

gente del lugar, aquí va lo más básico:

Y para acabar, algunas frases muy útiles –pero que no sirven de nada si no entendemos lo

que nos responden-:

Por cierto, en el centro de Tokio hay bastantes pastelerías de tipo francés y es relativamente

común que el pastelero se haya formado en Francia y que, por lo tanto, hable francés.

Y como de costumbre, conviene tener la mente abierta ya que todo, incluido el lenguaje por

señas, que creemos tan común y general, en Japón puede ser distinto, lo que demuestra una

vez más que el mundo es un lugar sorprendente y maravilloso.

Viajar a Japón: la

comida

Viajar a Japón significa poder degustar una de las mejores comidas del

planeta y, sólo por esto, ya vale la pena hacer el viaje.

La cocina japonesa es

deliciosa, digestiva y

disfrutarla en su país de

origen resulta muy

asequible; para un

occidental está

repleta de

sensaciones por

descubrir más allá

incluso de las que pueden proporcionarnos los restaurantes japoneses españoles.

Una de mis costumbres de viajera más arraigadas es adaptarme siempre a los gustos

gastronómicos de la zona –incluyendo sus horarios de comidas-, pero en el caso de Japón

esto se hace indispensable si no queremos disparar los gastos. Igual que en España la buena

comida japonesa es irremediablemente

cara a causa de la importación de los

ingredientes originales, allí sucede lo

mismo pero con la comida occidental,

por lo que alimentarse a base de filetes

a la plancha o simples platos de pasta al

estilo italiano puede encarecer

extremadamente el viaje.

Un viajero que decida pasar unos días

en Japón deberá mentalizarse

que comerá arroz prácticamente en todas las comidas –incluido el desayuno-. El arroz es

tan importante en la dieta japonesa que tiene un nombre cuando está crudo -米 Kome- y otro

cuando está cocido -御飯 Gohan, que también da nombre a la comida-.

El arroz que se come en Japón es arroz glutinoso de grano corto y aunque parezca un simple

arroz hervido, siempre lleva algún leve condimento para darle sabor. Un occidental que no

esté atento difícilmente notará la diferencia y se perderá el correspondiente matiz.

Los desayunos en los hoteles japoneses dependen del tipo de establecimiento. Mientras que

hay hoteles totalmente occidentalizados que sirven tostadas y huevos para desayunar, esto no

es para nada lo más común, así que en la mayoría de ryokan y hoteles tradicionales servirán

el desayuno tradicional japonés que consiste en una gran variedad de platos con pequeñas

cantidades de comida. Lo más común es que incluyan, como mínimo, un bol de arroz,

encurtidos, verduras salteadas, algo de proteína –con frecuencia pescado a la plancha- y una

sopa –comúnmente sopa de miso-.

Para comer ‘en la calle’ en Japón hay que saber algunas cosas antes de empezar a buscar.

Primero hay que ponerse de acuerdo entre todos los comensales sobre lo que se desea

comer, ya que la mayoría de restaurantes japoneses son temáticos, es decir, cocinan

únicamente un tipo de plato –Sushi, Tempura-, o hacen variaciones sobre un mismo

ingrediente –pollo, Udon-.

Después, al buscar el local

en el que deseamos comer,

no debemos contentarnos

necesariamente con los que

se encuentran en los bajos.

En los centros de las

grandes ciudades también

encontraremos locales en

los otros niveles de los

edificios, así que es

indispensable alzar la

mirada si se quiere abarcar la totalidad de la oferta. Todos los edificios de locales tienen

carteles indicadores en la fachada que nos ayudarán a descubrir lo que nos ofrece cada piso –

esto es igual para la búsqueda de bares, discotecas, karaokes…-.

Comer en un local de ‘comida rápida’ japonesa – que es buena, sana y no tiene nada que

ver con la nuestra – puede salir a partir de 4,5 o 5 euros al cambio.

Estos locales suelen ofrecer Donburi -丼- que no es otra cosa que un bol de arroz cubierto

con la especialidad que hayamos pedido. Las especialidades más comunes son Toncatsu –

豚カツ cerdo rebozado-, Tempura – 天ぷら vegetales o pescados ligeramente rebozados-,

ternera en salsa –evidentemente al estilo japonés-, curry, verduras salteadas, pescado

crudo…

Siguiendo el estilo de plato único de los Donburi, también encontramos los platos de pasta. En

Japón comúnmente se ofrecen 3 tipos diferentes de pasta: los Soba – そば- que son delgados

y oscuros y están hechos de trigo sarraceno; los Udon – 饂飩- que son blancos y gruesos y

están hechos de trigo; y los Ramen – ラーメン- que son de origen chino. La mayoría de estos

‘fideos’ se sirven en una sopa que también lleva incorporados otros ingredientes como tofu,

carne o pescado, además de algunos vegetales. Además de servirse en sopa, los fideos

también se presentan fríos o fritos.

Muchos de estos locales de ‘comida rápida’ también preparan menús que suelen estar

compuestos como mínimo por unos encurtidos y una sopa –que los japoneses se comen en

último lugar-.

Los locales de ‘comida rápida’ son muy golosos para los turistas, ya que en la puerta suelen

tener reproducciones a tamaño real de los platos que sirven hechas en cera y nosotros

sólo deberemos señalar el plato para que nos lo sirvan, de forma que es la mar de fácil.

Hay que tener presente que Japón es un país en el que la relación calidad/precio por lo

general está muy ajustada, y que los restaurantes con reproducciones de cera en la entrada

son los más baratos, seguidos por los que tienen fotos en las cartas, así que, si queremos

degustar platos más elaborados y exquisitos, habrá que arriesgarse con otra clase de

restaurante y con una carta en japonés, lo que no es fácil –aunque siempre nos queda el

recurso de pedir algo apetitoso que estén comiendo a nuestro alrededor o instar al camarero

para que escoja por nosotros-.

Pero para comer a buen precio también están los pequeños y numerosos establecimientos de

las estaciones de metro que preparan deliciosos platos para

degustar en cualquier momento. La mayoría hacen comida para

llevar y en Japón la preparación estrella son los bento -弁当-. El

bento se podría definir como un almuerzo en una caja o

fiambrera. Las preparaciones de los bento pueden ser de lo más

variadas y su precio va en relación con su contenido; además,

muchos buenos restaurantes preparan un menú bento para llevar

resultando así algo más barato que comer en el propio local. Los

bento son una buena solución si es necesario comer durante un

trayecto de tren, para llevárselos a una excursión o para comer en un parque. Sea como fuere,

siempre es recomendable probar uno; no se puede volver de Japón sin haber probado un

bento por lo menos.

Por otra parte, si la travesía es corta, el ‘equivalente’ de un sándwich o bocadillo en Japón son

los Onigiri -おにぎり-, unos triangulos de arroz con alga nori en el exterior y rellenos de

pescado o ume –梅干, exquisitas ciruelas encurtidas-.

Pero si se desea degustar la cocina de los mejores restaurantes japoneses, el primer lugar

dónde buscar es Ginza en Tokio. Por supuesto también hay buenos restaurantes en otros

barrios, pero esta es una zona comercial con muchos restaurantes de buen nivel. Comer en

Ginza no es tan caro como podría esperarse, ya que aproximadamente sale por unos 60 o 80

euros por cabeza. En Ginza podemos encontrar restaurantes tradicionales, junto a otros de

más modernos que mezclan la cocina japonesa con la occidental, pero si deseamos hacer una

única incursión en el barrio, recomendaría probar alguno de los platos estrella de la comida

japonesa.

Además, también es imprescindible probar la Kaiseki -懐石-, alta cocina tradicional que se

sirve en la zona de Kioto. Se trata, otra vez, de un conjunto de platos exquisitos con diferentes

preparaciones que harán las delicias de cualquiera.

Uno de los platos más populares de la cocina japonesa es el Sushi -寿司-. Lo que

seguramente ya no es tan conocido entre nosotros es la increíble variedad de tipos de sushi

que existen – el más apreciado de todos, el de atún -. Pero como turistas no debemos

quedarnos ahí. En Japón existen infinidad de platos exquisitos que probar. Para empezar

habría que degustar el Sukiyaki -すき焼き- y el Shabu Shabu -しゃぶしゃぶ-, ambas

preparaciones de carne realmente deliciosas, que le dan a la carne un perfil que no tiene en

occidente; también hay que ir a un restaurante Yakitori -焼き鳥 – a probar las gustosas

brochetas del mismo nombre… Pero además no habría que perderse la preparación de sus

exquisitas anguilas –Unagi -うなぎ-, uno de mis platos favoritos-.

Para los más arriesgados, existe el Fugu –河豚, pez globo-. Para comer Fugu hay que buscar

un restaurante que tenga licencia para servirlo –normalmente veremos un pez globo en la

fachada-, ya que si el cocinero que lo prepara no elimina del todo el veneno del pez, el

comensal puede incluso morir –no existe un antídoto conocido-. Pese a su peligrosidad es

bastante seguro comerlo en restaurantes, donde casi no hay accidentes dada la rigurosa

preparación de los chefs. De todas formas, existe un riesgo nada desdeñable que yo

aconsejaría no tomarse a la ligera.

Por otra lado, también es

interesante probar algunas

especialidades regionales, como

por ejemplo las bolas de pulpo

de Osaka, o las ostras –

simplemente deliciosas- de Hiroshima.

Otra cosa que seguro deleita al turista son las ‘versiones’ japonesas de productos

internacionales. Hablamos de cosas del estilo Kit Kat de melón, de té verde o de castaña, la

Fanta de uva, la Pepsi de pepino… y aunque algunas de estas preparaciones son

estacionales siempre suponen un choque cultural para el occidental.

Por otro lado, en los restaurantes japoneses el agua o el té verde –茶, Cha -entra en el precio

de la comida, pero las cervezas japonesas o el sake van a parte.

Por último, los dulces japoneses como los Mochi -餅- o Daifuku –pasta de arroz rellena de

helado, crema…- o los Dorayaki –どらやき, una especie de torta rellena de pasta de judías

dulces – en mi opinión son inolvidables, aunque es cierto que a algunos occidentales les

sorprende y perturba sus texturas a menudo gomosas.

Hay quien piensa que la comida es el alma del viaje; yo añadiría que en Japón mucho más

que en ninguna otra parte.

¡Kanpai! -乾杯-

Viajar a Japón: el

alojamiento

En Japón existen opciones de hospedaje para todos los gustos y bolsillos y, como de

costumbre, debemos diferenciar entre el alojamiento al estilo japonés y el de estilo occidental.

Pese que para un europeo es mucho más cómodo alojarse en un hotel occidentalizado,

personalmente recomiendo, aunque sea sólo por una noche, probar las particularidades de los

ryokan – 旅館, hoteles tradicionales japoneses -.

Un ryokan es en esencia como un pequeño hotel o pensión, y los encontramos de

diferentes clases, aunque no tienen una división tan clara como las estrellas de nuestros

hoteles, así que normalmente nos tendremos que orientar por el precio.

Con independencia de su nivel, todos ellos consisten en una habitación sin camas – algo que

aumenta la sensación

de amplitud – y en la

que dormiremos en el

suelo forrado con

tatamis. Siempre

encontraremos, en una

esquina o en el armario,

un colchón blando

enrollado con las

sábanas y solo hará

falta estirarlo para

dormir, ya que ‘la cama’

propiamente dicha ha sido enrollada una vez hecha.

Dependiendo de lo ‘tradicional’ que sea el ryokan escogido podemos encontrar otras

particularidades, tales como almohadas rellenas de cáscaras de arroz – que, por cierto, y al

contrario de lo que uno se imagina, son bastante cómodas -. También dependiendo de las

características del alojamiento tendremos extras, como una televisión, teteras… Pero lo que

más puede sorprender a un europeo es que incluso los ryokan de mayor categoría suelen

tener los baños compartidos y lo que es más: algunos son famosos justamente por ello.

En efecto, en Japón existe una importante tradición de baños públicos – onsen 温泉 –

que están configurados como ‘balnearios’, ordenados según las características de sus aguas

termales y que a veces ofrecen alojamiento.

Respecto a los baños, tanto si son compartidos como si son privados, hay que tener en cuenta

varias cosas para no ‘ofender’ a sus dueños y al resto de usuarios.

A saber: si se trata de un onsen – balneario – lo mejor es fijarse en lo que hacen los demás y

repetirlo –un consejo básico para no meter la pata en Japón-. Lo primero de todo es

desnudarse completamente y dejar la ropa en la taquilla –el sentido del pudor japonés es muy

diferente del nuestro, así que no deberíais sentiros incómodos desnudos-. Es muy

importante ducharse antes de sumergirse en el agua, en relación con lo cual hay que

advertir que las duchas están bastante bajas y que normalmente no es posible colgarlas por

encima de la cabeza; esto se debe a que los japoneses se duchan sentados, así que hay que

coger un taburete – que no acostumbran a elevarse más de un palmo del suelo -, y utilizarlo

para ducharse. Una vez limpios ya podemos sumergirnos en el agua caliente y disfrutar. Los

onsen suelen estar al aire libre y disponer de bonitas vistas.

En el caso de tratarse de un baño privado, tanto si es compartido como si no lo es, la dinámica

es similar. Lo normal es

encontrar una bañera – que

los responsables del ryokan

llenarán de agua caliente al

atardecer -, y ducharse

fuera de la bañera,

convenientemente sentados,

antes de acceder a ella.

Una de las ventajas de

estos baños es que se

permite el acceso de

familias enteras – algo

interesante si se viaja con niños -, a lo que se suma que en la duchas también acostumbra a

haber más de una salida de agua para usarlas en grupo.

Es muy importante que bajo ningún concepto se vacíe la bañera, ya que puede ofender a

nuestro anfitrión, que se ha encargado de mantenerla caliente para nosotros.

Volviendo a lo del alojamiento, hay que saber que también es posible pernoctar en algunos

templos, pero es más complicado descubrir los que ofrecen esta opción si no se conoce el

idioma.

En cuanto a los hoteles de estilo occidental hay poco que decir, aparte de que suelen ser más

caros y que hay que vigilar si se busca una cama de matrimonio, ya que en ocasiones ofrecen

como de matrimonio camas de 1,30 metros.

También es curiosa la existencia de los llamados Business Hotels, que ofrecen habitaciones

individuales bastante espartanas y baratas para que los hombres de negocios pasen noches

sueltas.

Incluso se pueden alquilar apartamentos por semanas que, aunque no resultan más baratos,

proporcionan la posibilidad de disponer de cocina.

Pero para dormir hay otras opciones más curiosas. Los hoteles cápsula – カプセル ホテル

pronunciado kapuseru hoteru – seguramente son

los más famosos. Se trata de una especie de

nichos individuales con radio y televisión que se

alquilan por horas durante el día o por noches

enteras a un precio bastante razonable. Todos ellos

tienen hilo musical o radio, televisión y baños

compartidos. También hay clases –que

distinguiremos por el precio- y lo más importante:

los hay sólo para hombres y mixtos –alguno de los

mixtos incluso tienen cápsulas de tamaño

matrimonio-.

Evidentemente las cápsulas no son aptas para claustrofóbicos.

Otro tipo de hotel bastante frecuentado por turistas curiosos son los Love Hotels – ラブ ホテル

pronunciado rabu hoteru -. Son simplemente el equivalente de los meublés españoles, a

los que acuden parejas –en Japón muchas de ellas son matrimonios- para satisfacer sus

fantasías.

Cada habitación suele estar decorada con diferentes motivos, no siempre eróticos –un tema

común puede ser la Hello Kitty, algo que pone claramente de relieve las diferencias culturales

y sus paradojas-.

Acostumbran a ser muy discretos e incluso a muchos de ellos sólo se puede acceder por el

parking. Las tarifas de día son por horas, así que si se pasa la noche hay que procurar no

dormirse, máxime porque las horas de la mañana son las más caras.

Pero posiblemente la opción más extraña, y más barata, para pasar la noche son los

Internet café o Manga café – 漫画喫茶 pronunciado Manga kissa -.

Hay que olvidarse del concepto de cafetería con acceso a internet que tenemos aquí. En

Japón, un internet café tiene todo lo que puedas necesitar para distraerte y dormir.

Suelen ser unos establecimientos en los que por 12 o 20 euros puedes pasar la noche y en los

que encontrarás todo lo que puedas desear para entretenerte: internet, mangas, televisión,

DVD, comida, incluso billares, dardos, ping pong…

A parte del entretenimiento ofrecen habitaciones individuales o de grupo –con un ordenador,

consolas…- y con un sofá para pasar la noche. Al pagar te dan una manta para dormir – para

usar las duchas hay que pedir hora ya que las limpian entre clientes -.

Este tipo de alojamiento lo utiliza la gente con menos recursos para pasar noches fuera de

casa o también los trabajadores que pierden el último tren, pero siempre se puede encontrar

algún turista o alguien que ha bebido demasiado y necesita dormir un poco antes de seguir su

camino.

Viajar a Japón: el

transporte

Una de las primeras cosas que hacemos al planear un viaje es escoger el vuelo. Pese a que

actualmente no existen vuelos directos desde España, las posibilidades son infinitas. Si se

busca con tiempo se pueden conseguir vuelos con tasas incluidas por 700 euros y la oferta

por debajo de los 1000 euros es muy amplia.

A la hora de escoger el vuelo hay que diferenciar entre las compañías occidentales y las

orientales – más detallistas -. El japonés medio que pueda permitírselo, escogerá volar

con JAL – una compañía aérea japonesa – ya que los servicios de su clase charter son

mejores que los de muchas business occidentales – y eso pese a que cualquier aficionado a

volar con esta compañía os dirá que ya no es lo que era, de manera que ahora resulta muy

similar al resto de compañías aéreas orientales -. El coste de viajar con JAL suele superar en

unos 200 euros el precio de viajar en una compañía occidental.

Al no haber vuelos directos siempre es necesario hacer una escala como mínimo; si dicha

escala es en Europa, como suelen ofertar la mayoría de líneas aéreas, el segundo vuelo será

muy largo – entre 10 y 12 horas aproximadamente -. No está de más comprobar la duración

de ese segundo trayecto ya que, dependiendo de la ruta, el vuelo puede alargarse más de una

hora, incluso en pasajes de la misma compañía y con el mismo precio.

En la isla de Honshu, la más grande y principal, encontraremos varios aeropuertos

internacionales; lo más común es volar hasta Narita en Tokio, o también al Kansai de Osaka –

un aeropuerto construido sobre el mar con un diseño espectacular, aunque hay que tener en

cuenta que sus tasas son de las más caras del mundo -. También hay aeropuertos en Nagoya,

Fukoka, Niigata, Kagoshima, Kumamoto, Naha – en Okinawa – y Sapporo – en Hokkaido -.

Otra tema importante es asegurarse el transporte por el interior de Japón, que resulta caro en

comparación con los demás gastos ordinarios.

Para viajar entre ciudades desaconsejo alquilar un coche. Por supuesto, se puede hacer y

seguramente será una gran aventura,

pero, si no se habla japonés, la

parquedad de las indicaciones en los

carteles de la carretera, incluso

estando la mayoría de las veces

también en nuestro alfabeto, ocasiona

frecuentes errores. Y lo mismo ocurre

dentro de las ciudades, porque,

aunque parezca mentira, la mayoría de

calles no tienen nombre, cosa que

dificulta extraordinariamente orientarse.

Así pues, la solución es utilizar el transporte público, que en Japón es muy rápido y cómodo, –

o conseguirse un buen GPS políglota, pero conste que sería una lástima, porque una parte

muy importante de Japón se percibe en los trenes y en la idiosincrasia de los viajeros,

fascinante desde muchos y diferentes puntos de vista -.

Viajar en tren – 電車 pronunciado densha – es muy conveniente para un turista y más

rápido que un coche, pero también es caro. Sin embargo conviene tener presente que existe

una especie de ‘InterRail’, sólo para turistas, que permite viajar por toda la isla sin límites – la

empresa que los comercializa se llama Japan Rail – y que sólo se pueden solicitar desde el

extranjero, así que hay que tramitarlo antes de partir.

El Japan Rail Pass te permite coger todos los trenes de esta compañía, ya sean trenes

normales, trenes bala – 新幹

線 pronunciado shinkansen – , metros

urbanos – 地下鉄 pronunciado

chicatetsu -, e incluso algunos ferries.

Además se pueden comprar

modalidades válidas para 1, 2 o 3

semanas.

Evidentemente no siempre sale a

cuenta el JR pero, por lo general, si

además del de ida y vuelta al

aeropuerto se hace algún otro viaje

dentro de una misma semana, ya

vale la pena adquirirlo.

JR te permite reservar asientos en

trenes de larga duración, con la ventaja de que todos los empleados que venden billetes

hablan inglés y te indicarán cómo encontrar el andén sin problemas – hay estaciones

realmente complejas -.

Para el transporte dentro de la ciudad lo más cómodo suele ser el metro. El precio del billete

varía según el número de estaciones y la compañía que gestione la línea. En todas las

estaciones hay unos carteles con el mapa del metro y el precio que hay que pagar junto al

nombre de cada estación; la mayoría de estos carteles están en Japonés, pero casi siempre

hay uno escrito en romaní –nuestro alfabeto- aunque a veces esté un poco escondido.

Para pagar hay unas máquinas que se pueden poner en inglés fácilmente y no tienen ninguna

complicación, pero si de todas formas no nos aclaramos, siempre se puede coger el billete

más barato y pagar la diferencia al salir.

Los japoneses utilizan PASMO, unos pases con una duración de 1, 3 o 6 meses, pero poco

útiles para las estancias turísticas, que no suelen ser tan largas.

Una cosa muy importante a tener en cuenta en el metro es que las estaciones pueden tener

más de 60 salidas. Siempre que os den un mapa o indicaciones para moverse en transporte

público, os señalarán una estación – por ejemplo Shibuya – y luego un número de salida y

posiblemente una letra – como 8C -. Un occidental puede tener la tentación de salir a la calle y

buscar por fuera la salida: craso error, porque infaliblemente os perderéis. En Japón hay que

ser disciplinado, como los japoneses, y seguir dócilmente las instrucciones que os den,

porque de lo contrario pasareis el día perdidos, tratando, sin el menor éxito, de comprender un

mapa repleto de calles sin nombre.

Los autobuses también son algo peculiares. Se sube por la parte de atrás, donde se coge un

ticket con un número. Dentro del autobús suele haber un panel en el que se indica el precio

del trayecto para cada número y se paga al salir en una pequeña máquina en la que hay que

introducir el precio exacto. Si no se dispone de monedas, casi siempre hay otra máquina que

da cambio, y el conductor sólo comprueba que todo el mundo pague.

Por su parte los taxis son un poco caros pero muy útiles, sobre todo de noche, cuando ya ha

cerrado el metro. Resulta curioso que el

taxista te abra la puerta automáticamente

y que muchos de ellos estén adornados

con puntillas de ganchillo – sí, como las

de la abuela -, eso por no hablar de las

formas ochenteras de los coches…

Pero, a la postre, lo más importante para

moverse por Japón quizá no sean los

medios de transporte, sino encontrar el camino de regreso al hotel. En efecto, como ya hemos

dicho, la mayoría de las calles no tiene nombre, cosa que dificulta horrores orientarse.

Cuando lleguéis a un hotel veréis en recepción 2 tipos de tarjetas: unas en inglés y otras en

japonés. No cometáis el error de guardaros únicamente la que está en inglés: hay que hacerse

con una de cada. La razón es muy simple: la que está en inglés os ayudará a vosotros a

encontrar el lugar por vuestros medios, pero la que está en japonés es la que deberéis

enseñarle al taxista, o a cualquier persona a la que preguntéis por el hotel – a la mayoría de

japoneses les cuesta una enormidad leer nuestro alfabeto -. Además, todas las tarjetas tienen

un pequeño mapa por la parte de atrás que va de muerte cuando te has perdido.

Viajar a Japón: Cosas a

tener en cuenta antes

de partir

Puede que una de las cosas más sorprendentes de un país tan ‘moderno’ y siempre a la

última como Japón sea lo poco extendido que está el uso de las tarjetas de crédito y las

dificultades para encontrar un cajero automático.

Pero ya que vamos a hablar de dinero, empecemos por el principio:

la moneda japonesa es el yen –円 que en japonés se pronuncia

en-. Existen billetes de 1000, 2000, 5000 y 10.000 yenes, y

monedas de 1, 5, 10, 50, 100 y 500 yenes, todas con su valor

en números occidentales excepto la moneda de 5 yenes, que

podemos saber su valor por omisión o por el kanji del número 5

– 五 pronunciado go-.

Gracias a la actual fortaleza del euro podemos ir a Japón y volver con la sensación de que

todo es mucho más barato.

En el momento de escribir este post un euro equivale a unos 167 yenes – y lleva bastante

tiempo rondando esta cifra – por lo que para saber el valor de lo que se está pagando se

puede equiparar al de las antiguas pesetas y así conseguir un cambio bastante exacto y

sencillo – el valor actual del cambio yen/euro se puede consultar en todo momento aquí-.

Normalmente no soy muy partidaria de llevar grandes cantidades de dinero en los viajes de

avión pero, dada la escasez de cajeros automáticos, se hace necesario llevar dinero en

efectivo para pasar al menos un par de días sin problemas.

En Japón la mayoría de cajeros automáticos de los bancos – 銀行 pronunciado ginko – sólo

aceptan tarjetas emitidas en el propio país y además únicamente suelen estar disponibles

durante las horas en las que están abiertos – que acostumbra a ser de 9am a 3pm -, y

tampoco hay que fiarse de los horarios cuando se quiere cambiar moneda ya que los propios

bancos tienen horarios específicos para ello, – las cajas de cambio de moneda habitualmente

abren entre 10:30 y 11am -.

Los cajeros – llamados ATM – que aceptan tarjetas internacionales suelen ser los de las

centrales bancarias de las grandes ciudades, pero todo tiene su truco: en Japón se puede

sacar el dinero en los cajeros automáticos de correos – abiertos de lunes a viernes de

9am a 4pm – y sus oficinas más céntricas también abren los fines de semana-.

Existen muchas oficinas de correos por todo el país – llamadas yubinkyoku 郵便局 -, de

manera que siempre hay alguna cerca, así que suele ser la opción más interesante para

obtener efectivo y además se puede cambiar el idioma del cajero al inglés – algunas incluso al

castellano -, con lo que todo es mucho más fácil – los cajeros de los bancos suelen estar

únicamente en japonés -.

Otra opción es buscar bancos internacionales pero no hay demasiados y vuelven a estar sólo

en las zonas más céntricas de las grandes ciudades.

Muchos japoneses utilizan para pagar en infinidad de locales las tarjetas IC Suica – una

especie de tarjeta monedero -, pero no son demasiado útiles para el viajero. Lo más curioso

es que muchos japoneses llevan esta tarjeta integrada en el móvil.

Otro tema que suele preocupar es la seguridad, pero Japón es un país que no entraña

riesgos, sobre todo para los turistas, ya que las leyes

niponas suelen ser más duras con el delincuente

cuando la víctima es turista, lo que contribuye a

garantizar su seguridad.

Aunque la realidad es que Japón tiene una de las

mafias organizadas más importantes del planeta,

los Yakuza, pero sorprendentemente están muy bien

tolerados por los habitantes – están ‘sindicados’ y

tienen oficinas como cualquier otra compañía – y, si se

le pregunta a un japonés, es posible que no tenga mala

opinión de los Yakuza.

Los Yakuza se dedican esencialmente a la prostitución, al tráfico de drogas y al juego, pero no

hay que preocuparse ya que difícilmente se dejan ver por los turistas, y ello pese a que son

fácilmente reconocibles por la gran cantidad de tatuajes que llevan y porque les suelen faltar

falanges en los dedos de las manos – que se amputan ellos mismos como señal de

arrepentimiento por haber quebrantado el Código Yakuza -.

Además Japón está repleto de policías. Cada pocas manzanas hay una caseta con un par de

ellos – llamadas koban 交番- que atenderán cualquier problema, aunque lo cierto es que

dedican gran parte de su tiempo a orientar a transeúntes y suelen disponer de pequeños

mapas de la zona – muy útiles en un país donde la mayoría de las calles no tiene nombre -.

En Japón es obligatorio ir documentado, así que es importante llevar el pasaporte encima en

todo momento, aunque si pillan a un turista indocumentado simplemente lo acompañarán

hasta el hotel para revisar el pasaporte.

En caso de emergencia, el número de la policía es el 110 y el de las ambulancias el 119, pero

si no habláis japonés los mejor es dejarle esta tarea a alguien que si lo haga – los japoneses

son extremadamente amables y os ayudarán sin problemas siempre que se lo pidáis, aun

cuando no os entiendan demasiado -.

También es importante hacerse un seguro médico. En Japón no tienen un sistema de

Seguridad Social Universal como el español y siempre es conveniente tener cobertura

médica – hay que saber que la Seguridad Social no nos cubre en todo el mundo -. De todas

formas, la mayoría de seguros médicos privados y algunos seguros de coche ya cubren estos

supuestos sin necesidad de hacer un gasto extra.

El coste médico de una visita suele rondar los 60 euros y los medicamentos que requieren

receta en España también suelen requerirla allí así que, si se sufre alguna enfermedad, es

conveniente ir bien preparado y llevar todos los medicamentos necesarios para el viaje.

En Japón no hay que preocuparse por vacunarse ni nada por el estilo. Sólo tienen alguna

enfermedad autóctona poco común y realmente difícil de coger como es la Encefalitis

Japónica.

Viajar a Japón: Tokio

Tokio es una ciudad maravillosa, tanto que hay que visitarla al menos una vez en la vida

y perderse por sus calles y vivir el bullicio que provocan sus casi 13 millones de habitantes.

La ciudad es tan sumamente grande que siempre quedan rincones por descubrir, pero en

cualquier caso intentaremos hacer un repaso a los más relevantes.

Un buen lugar por dónde empezar a visitar la ciudad es Shibuya. Se trata de una zona repleta

hasta los topes de gente joven que se mueve de forma

frenética en todas direcciones. Su parte más populosa está

llena de tiendas y centros comerciales –si no tenéis tiempo

para visitar más de uno, os recomiendo ir a Seibu-. En

Shibuya se crean tendencias y es allí donde muchos

ojeadores van a ver lo que se llevará en los próximos años, y

puede que lo más interesante de la visita sea comprobar esto

de primera mano.

Pero Shibuya es primordialmente un lugar al que acudir de noche. Sus neones, restaurantes y

grandes pantallas están ahí para llamar la atención del transeúnte nocturno y para ayudarle a

descubrir el lugar en todo su esplendor. Como curiosidad, hay que mencionar la estatua

de Hachiko – un perro que se hizo famoso por ir a buscar a su amo al metro a diario, incluso

muchos años después de que hubiera muerto – y en cuya proximidad se halla la principal

zona de encuentro en Shibuya.

Después está Shinjuku, un lugar muy parecido a Shibuya, sobre todo por la profusión de

neones y jóvenes, pero con un encanto diferente proveniente de sus rascacielos, los más altos

de la ciudad. Se trata de la zona donde muchos turistas deciden alojarse, debido alto número

de hoteles y al hecho de que está muy bien comunicada y es una de las mejores zonas para

ir de copas. Por añadidura es el lugar donde más abundan los accidentales y por lo tanto

donde pueden surgir menos problemas relacionados con nuestra condición de extranjeros.

Además, en Shinjuku encontraremos las zonas más picantes de la ciudad.

En Kabukicho hay toda clase de diversiones: bares, restaurantes, zonas de copas y, para

redondearlo, resulta ser el distrito rojo de la ciudad. Por otro lado, el barrio gay también se

encuentra en Shinjuku, más concretamente en Shinjuku ni-chome.

Harajuku es un pequeño distrito que se encuentra entre Shibuya y Shinjuku y se trata de

una zona de visita obligatoria por

su singularidad. Nada más salir de

la estación, frente a ella, nos

encontramos con la

calle Takeshita repleta de

pequeñas tiendas de moda gótica,

punk, hip hop… Pero lo más

impresionante son las chicas que

han hecho de esa zona de la

ciudad su seña de identidad. Sus

vestimentas son espectaculares y

muchas de ellas hacen cosplay –se disfrazan de personajes de manga o de videojuegos-, y

también hay siempre algún grupo de chicos bailando rockabilly entre otras excentricidades.

Pero lo más intrigante de todo es que están allí para que se los mire, ofreciendo un curioso y

gratuito espectáculo de modernidad urbana.

Detrás de la estación se encuentra el parque Yoyogi, uno de los más grandes de la ciudad, y

a uno de sus lados está el templo sintoísta Meiji, posiblemente el más venerado de la ciudad,

rodeado de un frondoso bosque.

Siguiendo con las zonas de ocio, nos encontramos con Roppongi, un lugar que concentra

muchas discotecas y bares, pero que tiene la

contrapartida de que pasan de moda muy

rápido de tal forma que un bar que esté a

rebosar un día puede estar completamente

vacío un mes después. Lo más conocido de

la zona es Roppongi Hills, un rascacielos

con un interior algo futurista que concentra

una gran cantidad de ofertas de ocio de todo

signo.

Pero no todo es ocio en Tokio; sería imperdonable irse de allí sin visitar el Tsukiji –la lonja de

pescado- aunque para poder disfrutarlo en toda su grandeza haya que madrugar mucho. Si

queremos presenciar la subasta del atún

deberemos estar allí a las 5:30 de la mañana y

nunca llegar más tarde de las 7, puesto que a

esa hora ya está casi todo el pescado vendido.

Pese a ser un mercado, el Tsukiji es todo un

espectáculo. Allí se encuentran variedades de

pescados que en occidente no vemos nunca,

mejillones de un palmo, venta de peces

vivos… Se trata muy posiblemente del mercado más espectacular del mundo y tiene como

aliciente añadido que en sus alrededores se encuentra el sushi más fresco de todo Tokio,

así que la tradición marca que después de visitar el mercado hay que desayunar sushi antes

de continuar nuestro camino.

Por otro lado, si lo que nos interesan son los museos, nuestra zona es Ueno. En el parque

de Ueno y sus alrededores se encuentran los mejores museos de la ciudad junto con una

buena cantidad de templos budistas y el zoo. Pero si lo que deseamos es visitar el templo

budista más antiguo e importante de Tokio, en Asakusa se encuentra Senso-ji que forma

parte de un importante conjunto de templos junto al Asakusa Jinja, que es sintoísta. También

es interesante visitar el Palacio Imperial y los jardines que lo rodean; como suele ocurrir con

los palacios japoneses, para visitarlo hay

que pedir hora con unos días de

antelación, pero la arquitectura y la

calidad de las obras de arte que alberga

hace que valga la pena el esfuerzo de

planificación.

Por último, para hacer las típicas

compras de última hora, hay que

mencionar dos importantes visitas

más: Ginza y Akihabara.

Ginza dispone de dos avenidas con grandes almacenes y tiendas de firma. Se podría decir

que es la parte más pija de la ciudad y por lo tanto la zona con los restaurantes más selectos y

caros. Los fines de semana se cierran al tráfico las calles principales y se convierten en una

plácida visita de paseo y compras.

Por otro lado Akihabara es conocido como el distrito tecnológico de la ciudad y frecuentado

por geeks, nerds y otakus. Allí encontraremos, aparte de tiendas de productos tecnológicos –

uno de los grandes atractivos de Japón es la afición de sus habitantes por la tecnología punta,

comercios de anime, mangas, cómics, videojuegos, cosplay y toda clase de repuestos.

Evidentemente, además de las tiendas, hay cafés y restaurantes de estas temáticas que harán

las delicias de los visitantes aficionados.

Tokio es como Japón, un lugar distinto pero al propio tiempo muy similar a nuestras ciudades;

un sitio para perderse, vivir la calle y descubrir durante un agradable paseo los espectaculares

rincones que esconde.

Viajar a Japón: Kioto

Si hay una ciudad que no debemos perdernos en Japón, es Kioto. En Kioto nos

encontraremos con la magia del Japón clásico dónde la gente todavía viste kimono, mezclada

con la rabiosa modernidad del Japón actual.

No en vano Kioto fue la capital de Japón durante más de un millar de años. El legado de

aquella época todavía se aprecia en sus calles, en su cultura y en sus exquisitas tradiciones

culinarias.

Kioto es una ciudad que difícilmente se acabará un turista: con más de 1.600 templos

budistas, cientos de sintoístas, las villas imperiales, 200 jardines catalogados y algunos de los

mejores museos del país. Pero no hay que dejarse abrumar, puesto que en un par de días

podremos disfrutar de lo mejor de Kioto, aunque seguramente nos iremos con ganas volver.

Uno de los lugares más impresionantes para el viajero occidental es el barrio de Gion; se

remonta a la edad media y en la actualidad es el barrio

más exclusivo de Geishas de todo el país. Está formado

por unas preciosas casas de construcción clásica y por sus

calles se pueden ver auténticas Geishas que son atacadas

por innumerables flashes de turistas en cuanto pisan la vía

pública.

Si se desea se puede ir a una ochaya –casa de té- y

contratar los servicios de estas damas, pero para ello es

muy recomendable ir acompañado de un japonés, sino

será muy difícil que nos permitan acceder a sus

instalaciones –por cierto, al contrario de lo que creen

muchos occidentales, las Geishas no son prostitutas, sólo entretienen con sus dotes artísticas

a los hombres de negocios-.

De todos modos, si queremos disfrutar de las artes japonesas sin tener que desembolsar una

gran cantidad de dinero, existe un teatro llamado ‘Gion Corner’, dónde se hacen espectáculos

clásicos –danzas, kabuki…- y además se muestra a los visitantes los secretos de la famosa

ceremonia del té.

Otra visita que no debemos perdernos es un paseo por la calle Pontocho. Al igual que Gion,

su arquitectura, que va paralela al río Kamogawa, ha permanecido intacta con el paso del

tiempo. Hoy en día la mayoría de los negocios de la calle son restaurantes de todo tipo que

ofrecen suculentos platos tradicionales.

Si deseamos disfrutar de una de las artes culinarias más clásicas y ricas de todo Japón, no

debemos olvidarnos de probar el kaiseki, un tipo de comida tradicional originaria de Kioto en

el que se le ofrece al comensal una gran variedad de pequeños platos con delicados bocados.

En la cultura japonesa se considera un banquete, y degustarlo en los mejores restaurantes

de Kioto no suele ser barato, pero muchos ryokan de la zona también suelen servir kaiseki a

sus inquilinos a precios más razonables.

Si queremos escoger algún templo para visitar, una de las elecciones más comunes es

el Kinkaku-ji –templo dorado-, un

impresionante templo recubierto de

oro con un espectacular jardín. En

el interior del templo se encuentran

reliquias de Buda, pero lo más

singular es la integración del templo

en el paisaje.

Otra elección común después de

visitar el Kinkaku-ji, es ir

al Ginkaku-ji –templo plateado-.

Hoy en día es un templo Zen que

también destaca por su arquitectura y los cuidados jardines que lo rodean.

Pero si lo que deseáis es disfrutar de unas horas paseando plácidamente, el mejor lugar para

hacerlo es el Tetsugaku no michi –paseo del filósofo-,

un camino junto a un canal con tiendas de artesanos

locales a un lado y algún pequeño templo al otro. Si se

visitan estos templos se pueden encontrar impresionantes

jardines zen, bosques de bambú e incluso algunos de

estos templos ofrecen a sus visitantes un té con un dulce

para acabar la visita.

Aunque lo que más atrae, tanto a turistas como a

autóctonos, a esta zona de la ciudad son los cerezos que,

cuando florecen en primavera, convierten el paseo en una

maravilla inolvidable.

Este paseo recorre una distancia de dos kilómetros, aunque es posible abandonarlo en varios

puntos del camino si se nos hace demasiado largo.

Por último, otra visita imprescindible es el Palacio Imperial de Kioto. Al igual que sucede con

el de Tokio, se debe pedir hora anticipadamente para poder visitarlo. Pero tanto su

arquitectura, como las obras de arte de su interior y sus jardines se merecen el esfuerzo y la

planificación.

Estas son sólo algunos apuntes sobre Kioto puesto que es una ciudad en la que siempre hay

cosas nuevas que descubrir, donde lo tradicional se mezcla con la rabiosa modernidad del

país creando un contraste abrumador para el visitante.

Kioto ya no es la capital de Japón pero puede que todavía sea su alma y su rostro más

seductor, de forma que perdérselo resulta poco menos que imperdonable.

Viajar a Japón: Osaka

Osaka, la tercera ciudad más grande de Japón, es una de sus ciudades más conocidas, pese

a no destacar especialmente por nada en concreto. Culturalmente siempre se ha visto

eclipsada por Kioto, que se encuentra realmente cerca, y que como ciudad resulta mucho

más refinada.

Pese a ello, Osaka tiene una ferviente vida nocturna, casi comparable a la de Tokio, aunque a

una escala menor. Osaka es una ciudad de rabiosa modernidad que vive de cara al futuro y

es eso justamente lo que encontraremos allí.

Aunque al visitar Osaka tengamos la sensación de que sólo mira hacia delante, se trata de

una ciudad muy antigua, con historia; y para comprobarlo, si lo deseamos, podremos visitar

el Osaka-jo, un castillo recientemente renovado.

Se trata del monumento más visitado de todo Japón, pero muchos lo achacan a que es lo

único clásico y antiguo que se puede ver

en Osaka, y posiblemente esa objeción tenga algo

de cierta.

El parque que rodea el Osaka-jo es especialmente

bonito durante el florecimiento del cerezo – Sakura

– y allí se celebran numerosos festivales

tradicionales.

Pero si lo que deseamos ver es la parte moderna

de Osaka, no deberíamos perdernos el edificio

Umeda Sky, uno de los rascacielos más

emblemáticos de la ciudad.

Es posible subir al Umeda Sky y contemplar desde

el ‘Floating Garden Observatory’, en el piso 39, una interesante panorámica de la ciudad.

Otra de las grandes atracciones de la ciudad es el Aquarium –conocido como Kaiyukan-; se

trata de uno de los acuarios más grandes del mundo; es una visita muy interesante, tanto por

los animales que allí se pueden ver, como por el diseño interior del edificio.

El acuario consta de dieciséis tanques alargados; la visita empieza por la parte superior de los

mismos y desciende rodeándolos en una curiosa espiral que permite observar los diferentes

niveles de vida subacuática. En cada uno de los tanques se recrean diferentes hábitats de los

más recónditos lugares del planeta.

Pero posiblemente lo que más atraerá al viajero occidental será la vivacidad que se respira

entre el gentío del barrio de Namba.

Algunas de las imágenes más famosas de Osaka provienen de Namba, que se podría definir

como el distrito comercial de la ciudad, repleto de

tiendas, bares, restaurantes, karaokes, pachinkos…

Una de las curiosidades que esconde Namba es el

Doguyasuji, unas calles porticadas repletas de

tiendas y restaurantes.

Pero posiblemente la parte más emblemática sean

los neones, el hombre de Glico y el cangrejo gigante que podemos ver en Dotonbori, un canal

que cruza el distrito de Namba, y acaso el lugar más ajetreado de la ciudad.

Tanto Umeda como Dotonbori son excelentes zonas para degustar las especialidades de la

zona.

Seguramente lo más conocido sean los okonomiyaki al estilo de Osaka. Se trata de una

especie de pizzas o tortillas en los que se ponen ingredientes al gusto –usualmente cerdo y

bacón con verduras-. Es común en los mejores restaurantes especializados en este plato que

el cliente se mezcle sus propios ingredientes y que sea él mismo quien se lo haga a la

plancha.

También son típicos de Osaka los fideos Udon y una delicada especialidad de sushi llamada

oshizushi en la que se van poniendo capas de ingredientes y arroz avinagrado.

Pero si lo que buscáis es un tentempié de media tarde, no podéis iros de Osaka sin probar

los takoyaki, unas deliciosas bolas

rellenas de pulpo que se venden y se

elaboran en pequeños puestos en la

calle. Como de costumbre en Japón, el

que tenga más cola suele ser el que los

cocina mejor.

De todos modos no se puede hablar

de Osaka sin mencionar el aeropuerto

internacional de Kansai, una construcción

faraónica y uno de los aeropuertos más espectaculares del planeta.

El aeropuerto internacional de Kansai está construido en una isla artificial. Los esfuerzos

arquitectónicos para construir este aeropuerto fueron verdaderamente enormes y dieron su

fruto, puesto que ha sobrevivido sin daños a varios terremotos y tifones –también está

construido para soportar tsunamis-; sin embargo la isla sobre la que se sostiene se hunde,

algo que ya tenían previsto por la propia disposición de los materiales, pero que

lamentablemente ocurre a un ritmo muy superior al esperado, aunque ello no comprometa la

seguridad del aeropuerto puesto que la isla posee unas columnas ajustables para ir

levantándolo.

Todas estas características lo convierten en uno de los aeropuertos con tasas más caras del

mundo ya que su mantenimiento es realmente costoso.

Osaka es una ciudad vibrante, moderna y bulliciosa; de ella han surgido tendencias y modas

que han inundado Japón dejándole su impronta.

Osaka es sin duda alguna una ciudad que hay que vivir por la noche, de marcha, sintiendo su

efervescencia para poder percibir en todo su esplendor la potencia y la fascinación de esa

modernidad que, lo mismo que su aeropuerto, en realidad es indestructible bajo una

apariencia de fragilidad.