Guillermo Meneses

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Guillermo Meneses. Homenaje. El método joyceano en un cuento de juventud, por Domingo Miliani 13/ 08/ 2013 | Categorías: Destacado , Sobre libros Parece mentira que se haya escrito tanto y de tanta calidad, en un par de semanas, sobre Guillermo Meneses. Y sobre todo, que se haya escrito con motivo del cumpleaños de un escritor vivo. 1 Antes también fueron publicados ensayos muy valiosos, en concreto los de Alicia Segal, Judith Gerendas, Liscano, Pérez Perdomo, Balza, de Lima, Argenis Rodríguez. Pero lo de hoy abruma. Pero es que el homenaje a Guillermo Meneses ha nacido como expresión de afecto, con tardía gratitud hacia uno de los intelectuales que más hondamente han ejercido un magisterio entre los jóvenes escritores y artistas, sin alardear de sus enseñanzas, sin envanecerse del triunfo que significa ver a los jóvenes intelectuales cuando escuchan a otro escritor que no salió a buscarlos para auto-elevarse. Y luego, en la obra de esos jóvenes, notar una pequeña marca, imperceptible casi, de lección. El otro rasgo que ha revestido el homenaje a Meneses, con motivo de sus sesenta años de edad, es que nosotros, atomizados, divididos por la política, por la literatura, por la docencia, por la bohemia, porque si, divididos y enclaustrados cada uno en su pequeña cámara al vacío, hemos roto los vidrios de los refugios y nos hemos unido, o al menos reunido, aunque sea por un momento, para expresar de una u otra manera nuestro cariño por este escritor, casi una especie de reencarnación de los viejos tiempos culturales cuando entre los nahuas, al paso de un pochteca, un mensajero de comercio cultural entre los distintos pueblos del México Prehispánico, al paso de aquel hombre, los pueblos en guerra suspendían la hostilidad hasta que se alejaba el caminante. Esa capacidad de unir ha sido una de las virtudes mayores del hombre Guillermo Meneses, del hombre generoso que está siempre detrás de la máscara de ironía, oculto en la timidez que a muchos parece hielo en el primer contacto. Este trabajador intelectual ha proyectado mil veces una empresa de arte o de literatura para que la gente hable, discuta, aprenda a oír, hasta en los tiempos en que hablar era peligroso, y en un pueblo donde hemos perdido la capacidad de escuchar, quizá por exceso de ruido. Entre nosotros el diálogo consiste casi siempre en mirar fijamente a un interlocutor a quien no se escucha, y mirarlo bien a los ojos hasta paralizarle su palabra a medio camino. Escuchar significa estar bullendo allá adentro la respuesta fulminante para, en el momento oportuno, hacer callar, disparar la réplica a un mensaje que no habíamos captado, porque no lo atendimos. “El Guillo” ha sabido ponernos a pensar y a oír. Su capacidad de unir puso a hablar a la gente a través de una bohemia cordial y laboriosa, desvestida de máscaras intelectuales, una bohemia laboriosa, donde casi siempre han ido juntos pintores, poetas, narradores, incluso mucho antes de aparecer la revista CAL, su mayor y más perfecta obra aglutinante. Esa manera de transmitir lecciones sin calificarlas ni cobrar honorarios morales por haberlas impartido, comienza lejos, en los días del periodista que actuaba como Jefe de Redacción de la revista Élite, época de la cual hay otros, testigos y participes. En los homenajes que se le han rendido a través de Séptimo Día y de Imagen, todos han expuesto con una sinceridad poco común, la vivencia a través de cuya piel se ligaron a Meneses. En mí también hay algunos momentos que quisiera recordar, no por vanidad, sino porque miden un poco otra forma de lecciones. No he sido íntimo amigo suyo, en el sentido de la convivencia. Apenas nos habremos visto tres, cuatro veces, siempre muy emocionantes hasta la inhibición. Acepté hablar sobre él, por gusto, porque como lector le debo mucho. Uno de esos momentos se refiere a cartas de amigos. Eran los

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Guillermo Meneses. Homenaje. El mtodo joyceano en un cuento de juventud, por Domingo Miliani13/ 08/ 2013 | Categoras:Destacado,Sobre librosParece mentira que se haya escrito tanto y de tanta calidad, en un par de semanas, sobre Guillermo Meneses. Y sobre todo, que se haya escrito con motivo del cumpleaos de un escritor vivo.1Antes tambin fueron publicados ensayos muy valiosos, en concreto los de Alicia Segal, Judith Gerendas, Liscano, Prez Perdomo, Balza, de Lima, Argenis Rodrguez. Pero lo de hoy abruma.Pero es que el homenaje a Guillermo Meneses ha nacido como expresin de afecto, con tarda gratitud hacia uno de los intelectuales que ms hondamente han ejercido un magisterio entre los jvenes escritores y artistas, sin alardear de sus enseanzas, sin envanecerse del triunfo que significa ver a los jvenes intelectuales cuando escuchan a otro escritor que no sali a buscarlos para auto-elevarse. Y luego, en la obra de esos jvenes, notar una pequea marca, imperceptible casi, de leccin.El otro rasgo que ha revestido el homenaje a Meneses, con motivo de sus sesenta aos de edad, es que nosotros, atomizados, divididos por la poltica, por la literatura, por la docencia, por la bohemia, porque si, divididos y enclaustrados cada uno en su pequea cmara al vaco, hemos roto los vidrios de los refugios y nos hemos unido, o al menos reunido, aunque sea por un momento, para expresar de una u otra manera nuestro cario por este escritor, casi una especie de reencarnacin de los viejos tiempos culturales cuando entre los nahuas, al paso de un pochteca, un mensajero de comercio cultural entre los distintos pueblos del Mxico Prehispnico, al paso de aquel hombre, los pueblos en guerra suspendan la hostilidad hasta que se alejaba el caminante.Esa capacidad de unir ha sido una de las virtudes mayores del hombre Guillermo Meneses, del hombre generoso que est siempre detrs de la mscara de irona, oculto en la timidez que a muchos parece hielo en el primer contacto. Este trabajador intelectual ha proyectado mil veces una empresa de arte o de literatura para que la gente hable, discuta, aprenda a or, hasta en los tiempos en que hablar era peligroso, y en un pueblo donde hemos perdido la capacidad de escuchar, quiz por exceso de ruido. Entre nosotros el dilogo consiste casi siempre en mirar fijamente a un interlocutor a quien no se escucha, y mirarlo bien a los ojos hasta paralizarle su palabra a medio camino. Escuchar significa estar bullendo all adentro la respuesta fulminante para, en el momento oportuno, hacer callar, disparar la rplica a un mensaje que no habamos captado, porque no lo atendimos. El Guillo ha sabido ponernos a pensar y a or. Su capacidad de unir puso a hablar a la gente a travs de una bohemia cordial y laboriosa, desvestida de mscaras intelectuales, una bohemia laboriosa, donde casi siempre han ido juntos pintores, poetas, narradores, incluso mucho antes de aparecer la revista CAL, su mayor y ms perfecta obra aglutinante.Esa manera de transmitir lecciones sin calificarlas ni cobrar honorarios morales por haberlas impartido, comienza lejos, en los das del periodista que actuaba como Jefe de Redaccin de la revistalite, poca de la cual hay otros, testigos y participes.En los homenajes que se le han rendido a travs deSptimo Day deImagen, todos han expuesto con una sinceridad poco comn, la vivencia a travs de cuya piel se ligaron a Meneses. En m tambin hay algunos momentos que quisiera recordar, no por vanidad, sino porque miden un poco otra forma de lecciones. No he sido ntimo amigo suyo, en el sentido de la convivencia. Apenas nos habremos visto tres, cuatro veces, siempre muy emocionantes hasta la inhibicin. Acept hablar sobre l, por gusto, porque como lector le debo mucho. Uno de esos momentos se refiere a cartas de amigos. Eran los aos en que acababa de romperse una pesadilla dictatorial. Meneses era Segundo Secretario de la Embajada de Venezuela en Blgica, pero mantena estrechsimo contacto con venezolanos radicados en Pars. Entre ellos estaban mis compaeros Pedro Espinosa Troconis, periodista en estudios de postgrado, el poeta y periodista Jess Rosas Marcano; el poeta, antroplogo y medio brujo, Alfredo Chacn. Alfredo actu como gran brujo de la tribu. En 1959 apareciSeal, revista de venezolanos en Pars.2El Director fue Alfredo Chacn. Los secretarios de redaccin eran Pedro Espinosa y Alfredo Silva Estrada. El coordinador era el pintor Oswaldo Vigas. Ese primer nmero -no s si hubo otros- insertaba colaboraciones de Juan Oropesa -quien lo presentaba- Luis Garca Morales, Roberto Guevara, Nstor Leal, Hesnor Rivera, Jess Rosas Marcano, Alfredo Silva Estrada, Atilio Story Richardson, Alfredo Chacn. Todos hablaban sobre sus conceptos de poesa. Textos poticos de Robert Ganz y de Silva Estrada, Garca Morales, Hesnor Rivera, llenaban lo potico. Pedro Espinosa entrevistaba a Margot Benacerraf a propsito de su cortometrajeAraya. Y all, en esas pginas, me emocion leyendo un primer fragmento deLa misa de Arlequn, de Meneses. Quin haba unido al grupo? No dudo que la sabidura esotrica de Alfredo pudo influir mucho. Pero puedo afirmar que tambin que aquellaSealestaba contagiada por la magia unificadora de Meneses.Cuando Meneses regres a Caracas, por 1960, cambi el nombre, el formato y la calidad delPapel Literario de El Nacional. El nuevo suplemento se llamJueves. Meneses, otra vez, unific nombres y abri pginas a nuevos escritores, entre otros, recuerdo a Ludovico Silva. Yo mismo me arriesgu a comentar un libro de Ramos Sucre y a escribir alguna otra cosa. Pero lo que me conmovi ms hondo fue el comentario de Meneses a un pequeo libro que acababan de publicarme. Era sobre Andrs Eloy Blanco. El Guillo, en su incisiva columna, me fulmin: para decir lo que aqu se dice sobre Andrs Eloy Blanco, no era necesario un libro; bastaba un ensayo. Admito que enrojec por mucho tiempo. Pero al menos, desde entonces comenc a luchar por la ruptura con un barroquismo impresionista y segu su consejo: buscar la economa expresiva. Su crtica, no favorable, no de cumplido, muy honesta, me hizo mucho bien, me dio salud e impuso respeto hacia el nombre de Guillermo Meneses.El tercer momento fue la lectura,La balandra Isabel lleg esta tarde,El falso cuaderno de Narciso Espejo. Pero hay una lectura que me inquiet siempre: losTres cuentos venezolanos, publicarlos en un Cuaderno Literario de la A.E.V.3De ellos, uno me mantuvo contagiado de curiosidad. Es el llamadoAdolescencia.Adolescencia corresponda vivencialmente al Meneses que estudi la Secundaria en el colegio jesuita de San Ignacio, un tiempo inmediatamente anterior a su ingreso en la Universidad para incorporarse a la generacin de 1928, tomar contacto y fijar posiciones de agitacin literaria y poltica. Cuando lo le la primera vez, como lector a secas, yo estudiaba mi ltimo ao de bachillerato y me preparaba a ingresar en el Instituto Pedaggico. Yo tambin haba sido alumno de jesuitas, durante un ao. Y me identificaba mucho con el personaje Julio Folgar. Haba escuchado mil veces los sermones de los padres prefectos y espirituales, que imponen esa oratoria viscosa de barroquismos ancestrales.Pero con los aos, al volverme Profesor de Literatura -oficio del que me siento cada vez ms orgulloso por lo que impone de disciplina en el aprendizaje- como Profesor, y hurgando libros, me encontr nuevas sorpresas para ligarlas a aquel cuento de lectura juvenil. Supe, por ejemplo que, sobre el tema, en Espaa se haba publicado una novela muy discutida y criticada con violencia, elogiada fuera, negada en el pas, porque se la consideraba pornogrfica y hereje. Estaba escrita por Ramn Prez de Ayala. Apareci originalmente en 1910, suscrita bajo el seudnimo de Plotino Cuevas. El ttulo de la novela era:A.M.D.G. La vida en un colegio de jesuitas. Y con esa mana que entonces uno iba aprendiendo: la de buscar abuelos literarios a nuestros escritores, me impacientaba por saber si Meneses habra ledo a aquel novelista, que por los aos 30 estaba en auge de conceptismo retorcido y de surrealismo mal asimilado. Meneses, por lo dems, al hablar de su generacin literaria, la del 28, en diciembre de 1961, deca:Tan importante como lo que los jvenes de aquella poca pudiramos hacer y elucubrar en nuestras diversas empresas, era la ansiedad con la que recibamos lo que Madrid nos enviaba. Estaba Espaa en el momento ms importante de su vida, dentro de este siglo. La Monarqua haba terminado su existencia. La dictadura de Primo de Rivera haba logrado colocar frente a ella todo lo que Espaa poda ofrecer.Desde los viejos de la generacin del 98 hasta los que comenzaban a hacerse notar en el campo de las letras, de la filosofa, de la poesa, Unamuno y Ortega y Gasset eran -tal vez- las bases ms slidas de todo aquel admirable edificio de arte. Pero sera larga la lista de todo lo que era recibido, en la Venezuela dominada por el gomecismo, con extraordinario fervor.De ms est decir que era Ortega y suRevista de Occidente, la cspide de los conocimientos que de Espaa nos llegaban. LaRevista de Occidentesignificaba informacin sobre todo lo que se produca en Europa. LaRevista de Occidentenos daba la versin espaola de filsofos, novelistas, tratadistas alemanes, ingleses, franceses y la vastsima distribucin de los nuevos valores de lengua castellana. Alberti y Garca Lorca figuraron all igual que el cubano Novs Calvo. Y haba las notas y los artculos sobre msica, sobre pintura (en laRevista de Occidenteapareci el estudio de Huxley sobre el Greco), sobre todas las ramas del conocimiento.Sera justo aadir la revistaBolvar, dirigida por Pablo Abril de Vivero, el peruano amigo de Csar Vallejo y bien conocido de los venezolanos. Y la otra revista donde se afirmaba la enrevesada personalidad de Gimnez Caballero:La Gaceta literaria.4Estas confesiones autobiogrficas de Meneses tienen importancia para establecer ciertas pautas de lecturas juveniles. Por ejemplo, Lino Novs Calvo, aparte de su biografa novelada:El negrero(1933), haba sido un finsimo traductor de Huxley, Faulkner y, particularmente, delUlisesde Joyce. Muchos de sus cuentos aparecieron publicados en las revistas espaolas citadas por Meneses. Con ellos iniciaba el realismo mgico, al lado de Carpentier, por exploracin del mundo esotrico del negro hispanoamericano. Y adase el hecho de que sus versiones espaolas de Joyce fueron insertas y reproducidas en revistas comoRepertorio Americano, de Costa Rica,Contrapunto, de Buenos Aires y, lo ms interesante, enCultura Venezolanade Caracas.5Meneses recuerda tambin que por los tiempos en los que comenzaba a escribir, imperaba como tendencia el realismo mgico, a partir del famoso libro de Franz Roh, titulado justamenterealismo mgico. Post-expresionismo, cuya traduccin espaola apareci casi en simultaneidad con la versin original alemana en 1925. Lo haba traducido a nuestra lengua, el Secretario de Redaccin de laRevista de Occidente: Fernando Vela.6Y qu haba pasado con las notas sobre la novela de Prez de Ayala? Pues este escritor fue un asiduo de laRevista de Occidente. Pero importa ms haber sabido que su novela,