Gustavo García Espejo Juan Adame Hernández · para fortalecer nuestra capacidad de penetración y...
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Gustavo García Espejo
Juan Adame Hernández
Cómo llegar a l&s que faltan.
La última década ha supuesto un cambio significativo en los paradigmas sociales y comunicativos, auspiciados por la implementación y difusión masiva de las nuevas tecnologías y la irrupción las nuevas formas de organización, movilización e interacción social. La complejidad, atomización y diversificación social suponen un reto en la organización y comunicación política, que para ser efectiva debe combinar las estructuras y estrategias más clásicas que siguen siendo efectivas, con las incorporación de nuevas formas de actuación, basadas en los nuevos elementos tecnológicos y de organización social. En Podemos hemos sido pioneros en muchas de las nuevas prácticas y formas de relación y organización que ya nos resultan cotidianas, pero debemos seguir avanzando en este sentido para fortalecer nuestra capacidad de penetración y de persuasión social, tanto para mantener informada y movilizada a la gente que ya confía en Podemos, como para alcanzar comunicativamente a toda la gente que aún no lo ha hecho pero podría hacerlo. Poner en relación a estas dos esferas, a quienes ya están con quienes faltan, es quizás la forma más efectiva de lograr ambos objetivos y nos permite adelantar lo que exponemos a continuación.
La fase que ahora afrontamos implica el reto impostergable de construir una nueva mayoría
social, un bloque histórico que permita a Podemos ejercer un rol hegemónico en el escenario
político nacional. El tiempo del asalto, de la irrupción sorpresiva, del desconcierto cognitivo de
nuestros adversarios y los medios de comunicación en los que hemos tenido la oportunidad y
la habilidad de colarnos como única vía para trasladar nuestro mensaje, ha pasado. Nos
encontramos ahora en una nueva fase de guerra de posiciones, en la que debemos consolidar
lo conquistado y lanzar una campaña larga y sostenida que nos permita resistir y avanzar para
defender la gestión de las instituciones que gobernamos y ganar el Gobierno de la Comunidad
de Madrid.
Queremos comunicarnos de forma efectiva con todas aquellas personas a las que hoy no
llegamos, bien para persuadirles, bien para que se incorporen a Podemos. Con ello queremos
alimentar políticamente y hacer crecer nuestra comunidad. La forma más efectiva de lograrlo
es mediante la definición y priorización de los públicos objetivos que queremos alcanzar, de
modo que podamos diseñar una estrategia adaptada a cada persona.
Para ello debemos dotarnos de la tecnología necesaria que nos permita segmentar los
mensajes en un contexto dinámico, así como que nos permita maximizar nuestros mejores
recursos, nuestros activistas; mediante la maximización de sus esfuerzos, facilitándoles el
trabajo; así como por último pensar en el retorno del esfuerzo realizado para llegar a nuestros
públicos. No debemos contentarnos con llegar una sola vez a la gente, sino que debemos
pensar en el modo de mantener una relación constante con ellas y ellos, de modo que gran
número de ellos lleguen incluso a convertirse en nuevos activistas y en miembros de Podemos
que a su vez nos ayuden a crecer.
La mejor comunicación está basada en la gente, a la gente nos dirigimos y gente somos, la
gente es de hecho el mensaje y debemos ser capaces de movilizar a una gran cantidad de
personas que se conviertan en actores protagónicos de la generación y transmisión del
mensaje de Podemos, haciéndolo propio, interiorizándolo y replicándolo de forma masiva y
sistemática, porque serán esas personas normales, a pie de calle y de redes, en una gran
campaña permanente por tierra, quienes lo transmitan con mayor efectividad y credibilidad.
Tenemos ese gran capital humano, tenemos a la gente de los círculos y a los inscritos, se trata
de organizarles en cadenas que compongan una gran red de comunicación de las personas que
simpatizan con Podemos. De ese modo lograremos que se conviertan en prescriptores que se
apropian de nuestros mensajes y los transmiten representándolos, interiorizándolos,
mejorándolos en un proceso continuo y retroalimentado de elocuente precisión.
No hay magia en la constante labor comunicativa que debemos desarrollar para llegar a quien
todavía no llegamos y para cohesionar a quienes ya están con nosotros, la clave es el trabajo
sistematizado, planificado y constante. Una comunicación exitosa consiste en organizar
conversaciones, en organizarlas en las redes de comunicación ya existentes y en la creación de
nuevas redes de intercambio.
A la gente sí le gusta la política, la gente sabe que los partidos y movimientos políticos son
importantes, pero tienen que percibirlo y para ello debemos hacerles protagonistas, partícipes
de nuestra comunicación, debemos empoderarles.
Pero la gente es diversa, plural, la sociedad compleja y cada individuo está atravesado por
multitud de variables que definen su conciencia, su modo de ser en el mundo.
Afortunadamente disponemos de un gran volumen de información, así como podemos
generar nueva información, que debidamente clasificada y ordenada nos permita dar con las
claves de la identidad de los individuos para lograr aludirles, para lograr hacernos entender
precisamente entendiéndoles.
¿Cómo lograrlo? Grassroots (que son y cómo se organizan)
Para ello proponemos adoptar una metodología de trabajo llamada grassroots. Pero ¿qué son
los grassroots? Una forma poética de definirlo es como un manto de césped que se extiende
echando raíces en el terreno, lo que dicho de otro modo no tan poético significa que son una
campaña de tierra (calle e internet) fuertemente organizada y sistemática, permanente pero
modulable, un movimiento organizado de activistas transmitiendo mensajes y recabando
información y apoyos, que nos permite generar lazos permanentes con el territorio.
Los grassroots son una gran operación de activismo y bases de datos que nos mantienen en
conexión con la realidad, son la mejor forma de organizar nuestra conversación con la
sociedad; sirven para generan visibilidad y persuasión mediante la apropiación de nuestro
mensaje por parte de quien lo enarbola.
Esta metodología nos permite asignar de forma precisa nuestros recursos a nuestros objetivos.
No podemos aspirar a recibir el apoyo de todo el mundo, pero sí de mucha gente, de una
mayoría, y para ello el primer paso es definir el número de ciudadanos que pueden ser
susceptibles a nuestros mensajes y a los que vamos a priorizar mediante un trabajo continuado
de contacto directo.
Para ello debemos diseñar una estructura de organización comunicativa, organizar una red en
cada municipio, estimar cuantos activistas requerimos en cada lugar para alcanzar nuestros
objetivos, y dotar a esa red de una estructura de control, con responsables del proyecto a cada
nivel: autonómico, sectorial, local e hiperlocal.
El objetivo es construir una sólida campaña permanente en el territorio y los distintos sectores
sociales y civiles, con un ejército de ciudadanos organizados en cada barrio, insertados en una
cadena de mando, y con el mensaje correcto.
Esto no debe confundirse con la estructura orgánica, política, con la toma de decisiones, con
los espacios democráticos de participación y deliberación colectiva; esa es la cadena de
participación de abajo hacia arriba. Aquí hablamos de otra cosa, planteamos la necesidad de
dotarnos de una estructura de transmisión con la sociedad que sea eficaz, de arriba hacia
abajo, debidamente fiscalizada por los órganos políticos y por tanto dependiente de los
mismos, que son los que tienen la legitimidad democrática y sin los que esta herramienta de
comunicación basada en la gente no tendría sentido.
La estructura de grassroots se basa exclusivamente en una lógica de efectividad al servicio de
las decisiones políticas democráticas adoptadas en Podemos, y para lograrla debemos
entender que las personas son una fuente de recursos tan importante como lo pueden ser el
dinero o el tiempo, son lo mejor que tenemos. En un modelo de comunicación basado en los
grassroots, las personas voluntarias son la clave para conseguir las metas.
Toda campaña de base conlleva un volumen ingente de trabajo que solo puede ser realizado
por un ejército de voluntarios convenientemente coordinado, con mandos intermedios, esta
es la clave del éxito. Nos basamos en el principio de influencia personal, que hace hincapié en
que dichos voluntarios sean reclutados dentro de cada comunidad o sección censal, para así
maximizar la calidad del contacto con la gente a la que nos dirigimos. Los voluntarios locales
son los mejores mensajeros, son verdaderos prescriptores.
Por ello, debemos investigar, conocer las motivaciones personales por las que los ciudadanos se involucran como voluntarios, hacer una estimación de recursos humanos necesarios para alcanzar nuestros objetivos, sistematizar las formas de reclutamiento de voluntarios, crear una base de datos con listas de activistas, sistematizar la formación a los nuevos voluntarios y reclutar y adiestrar nuevos cuadros.
Sistema (cómo operan)
La organización de una campaña permanente y masiva que tenga capacidad de tener
verdadera incidencia en la conformación de la opinión pública mediante la multiplicación de
nuestros prescriptores implica disciplina, metas, formularios, responsables, centros de control,
indicadores medibles. No se trata únicamente de pedirle a la gente que salga a la calle, se trata
también de orientarlos y dinamizarlos para facilitar su trabajo de proselitismo de una forma
inteligente.
Cada uno de estos grupos de activistas debe tener un responsable directo que se encargará de
organizar, dinamizar y monitorizar la actividad de proselitismo de base que describimos, estas
personas con responsabilidades intermedias son los organizadores, personas clave del
proyecto. Reportarán directamente al responsable local y tendrán acceso a niveles distintos de
información en función de su ámbito de acción. Son las personas con quienes debemos realizar
un esfuerzo más intenso de capacitación y organización, son el lazo de la dirección con la base
y quienes hacen posible el desarrollo de la estrategia y el trabajo planificado.
Debemos por ello, sistematizar la capacitación de los activistas así como su promoción a
cuadros intermedios y cuadros directivos, generar escuelas, talleres, en las que estas personas
sean formadas para desempeñar labores muy concretas; aprender habilidades de liderazgo,
técnicas de comunicación, el funcionamiento de la tecnología que soporta nuestra red de
activistas; o las técnicas concretas de proselitismo que pueden usarse en este modelo de
trabajo, desde la generación de contenidos, la edición gráfica, o las técnicas de phonebanking,
canvassing o gotv.
Herramientas tecnológicas al servicio de un nuevo modelo de comunicación permanente.
Para implementar este modelo de comunicación permantente, de base, debemos dotarnos de
soluciones tecnológicas que reduzcan los costes de organización, esta es la mejor inversión
para dotar de efectividad a nuestro trabajo.
Para comunicarnos y retroalimentarnos internamente, para viralizar otras redes, para atraer
activistas, debemos dotarnos de una base de datos enriquecida en la que podamos cargar la
información de la actividad desarrollada, de forma que podamos mejorar el análisis del trabajo
y reorientar constantemente nuestras tácticas comunicativas, adaptándonos al terreno, a las
necesidades de nuestros activistas, a las particularidades de la gente de cada lugar.
El éxito de esta base de datos reside en la facilidad de uso, en la simplificación de las tareas de
todas las personas insertas en la estructura de grassroots, así como la simplificación de la
incorporación de nuevos activistas a la red y su formación. Para ello nuestra base de datos
debe tener dos caras, una interna, compartimentada, con diferentes niveles de acceso en
función del nivel de responsabilidad, que recoja y sistematice información para el análisis; y
otra cara usable, un “front” amigable, orientado a la realización de tareas de forma coordinada
sobre el terreno y al reporte constante de información sobre el trabajo realizado y la medición
de su efectividad. Se trata de una red social de activistas, una red propia y a medida.
Con ello podremos organizar conversaciones sobre el terreno, conversaciones sobre la
caracterización que deseamos de nuestros adversarios, sobre quiénes somos y en qué
creemos, sobre nuestras propuestas e ideas a nivel regional, local o hiperlocal, pudiendo llegar
a un grado de sofisticación del mensaje muy elevado; conversaciones a todos los niveles sobre
el nosotros vs el ellos, en las que tengamos la oportunidad de trasmitir nuestro mensaje sin
mediación editorial, sin manipulaciones interesadas, de forma controlada y precisa y con un
impacto en la opinión pública tan o más potente que el de los medios de masas.
Es crucial segmentar el mensaje al mayor grado posible, pero de forma coordinada, coherente
con el mensaje global. Se trata de crear una colección variable de argumentarios, no solo como
documentos de texto, sino reproducidos y reproducibles en todos los formatos imaginables de
imagen y vídeo, adaptables, enriquecidos por el trabajo cotidiano y la reacción recibida desde
nuestros públicos, que de manera muy rápida y sencilla, sirvan para mantener conversaciones
con los ciudadanos a pie de calle. Los mensajes son nuestra munición. Nuestro desafío es
consolidar un mensaje de transformación a través de la movilización, una guerra de relatos sin
matices en la que podamos adaptarnos de forma constante a las respuestas articuladas frente
a nuestro relato.
El conjunto de nuestra comunicación debe construir una narrativa positiva, energizante y
transformadora, con contenidos movilizadores que apoyen las conversaciones que deseamos,
para contribuir a la significación que deseamos de Podemos ante la opinión pública.
Esta forma de organizar el trabajo nos sirve para comunicarnos por vías más tradicionales o
más innovadoras, pero siempre coordinadas y coherentes, debates públicos, puerta a puerta,
reuniones con comunidades, llamadas telefónicas, repartos de propaganda, redes sociales,
mesas informativas, mailing, demostraciones de fuerza, visitas de caras conocidas a lugares
estratégicos, encuentros en casas, visitas a lugares estratégicos, etc.
Desde innovar en la realización de campañas puerta a puerta en todas las secciones censales
que identifiquemos como prioritarias, hasta explotar de forma efectiva todo el potencial de las
redes sociales, se trata de tener una potencia de fuego comunicativa capaz de eclipsar el
impacto de las líneas editoriales de los grandes medios de comunicación.
Del mismo modo que comprendemos que las redes sociales deben facilitar recursos a nuestros
activistas para viralizar nuestros mensajes, contenidos y argumentos asociados a una
conversación ya existente, del mismo modo que comprendemos que las redes deben facilitar
espacios de apropiación; debemos facilitar herramientas digitales fáciles de usar, orientadoras
y motivadoras, que provean alternativas y espacios diversos de activismo con distintos costes
de participación para no perder el potencial de ninguno de nuestros activistas; facilitándoles
que en el mundo analógico sean igualmente efectivos. La tecnología disponible nos permite
usar el mundo real como una realidad virtual.
Es por ello que necesitamos una infraestructura tecnológica avanzada, una gran operación de
sistemas y bases de datos, este es el corazón que irriga la sangre de lo que comunicamos y
recibe la información de cómo funciona ante sus destinatarios.
El bigdata:
Debemos crear un proceso que nos permita hacer crecer la base de datos y registrar los
contactos y conversaciones ciudadanas, con el objetivo de tener una base de datos
actualizada, confiable y georeferenciada, en la que se reflejen nuestras interacciones con las
personas adecuadas, segmentadas, priorizadas, que vayamos enriqueciendo con los datos de
las personas contactadas, en la que podamos cruzar esos datos con los de las personas
implicadas en nuestra estructura de grassroots.
Disponemos de un gran volumen de datos, de información ya existente y sistematizada de la
que podemos partir poniéndola en común. El callejero electoral con datos desagregados a
nivel de sección censal, el histórico de resultados electorales, las bases de datos de inscritos
(desde los más implicados hasta quienes únicamente han votado en las primarias o están
meramente inscritos), bases de datos telefónicas enriquecidas, etc. Así como de un gran
volumen de información proveniente de estudios sociológicos como los barómetros del CIS,
cuyas variables podemos extrapolar a las categorías sociológicas asimilables de la información
estadística disponible. Con todo ello podemos construir una base de datos muy exacta, con un
modelo de datos claro, pensado para poder incorporar a nuestra base de datos la nueva
información que produzcamos con la incesante acción de proselitismo.
La sección censal será el campo en común para realizar cruces de información y su posterior
manipulación y análisis, lo que nos permitirá una segmentación por zonas geográficas
estratégicamente priorizadas sobre una batería muy bien definida de tipologías sociológicas
que podremos enriquecer de forma progresiva con información exclusiva y estratégica.
Toda la información que se recoge a pie de calle sobre la gente con la que interactuamos de
forma organizada es muy valiosa, bien para realizar contactos posteriores con esas mismas
personas, bien para crear bases de datos futuras, bien para mejorar nuestras acciones y
materiales de comunicación, para redefinir mensajes y tácticas, para identificar y prevenir
riesgos; para en definitiva engrasar una gran maquinaria de influencia social. Para ello, como
decíamos, lo mejor es desarrollar un sistema específico, propio, adaptado a nuestras
necesidades, posibilidades y objetivos. Este es un modelo ampliamente testado, con una larga
tradición al otro lado del atlántico y con una cada vez mayor influencia en Europa.
Los contactos, las actividades desarrolladas siempre deben quedar registradas, bien en papel,
en formularios digitales o en nuestras webs, pero siempre volcadas en una sola base de datos,
centralizada, controlada, unificada y coherente, respetuosa con la legislación de aplicación en
materia de protección de datos.
Así mismo cada actividad que organicemos debe estar pensada para alimentar nuestra base de
datos, que todo esfuerzo realizado deje la recompensa de la información. Correo electrónico,
nombre, teléfono, dirección: datos. Ese es el precio que debemos cobrar por cada visita de
puerta a puerta, por cada folleto repartido; el precio de cada interacción es lograr datos de
contacto de la persona con la que estamos hablando, al menos los datos suficientes para
poder registrar una nueva interacción en el futuro, en el mejor de los casos datos para
georeferenciarle, poder dibujar un patrón social, tener una vía de contacto, conocer su grado
de apoyo, sus reparos, opiniones, y sus razones para darnos su respaldo de forma general y en
relación con asuntos concretos. Toda nuestra actividad debe estar orientada a alimentar
nuestra base de datos con datos de contacto de nuevas personas que puedan engrosar
nuestra base de activistas.
Las actividades offline deben buscar el tráfico web, con porejemplo materiales impresos que
hagan que alguien entre en nuestra web y nos de sus datos; así como las actividades online
deben buscar datos con los que lograr contacto analógico, por ejemplo conociendo el domicilio
o al menos el ámbito territorial, de una persona interesada por una de nuestras iniciativas o
campañas.
Finalmente, es imprescindible medir el efecto de nuestras actividades de comunicación,
mediante un seguimiento permanente del trabajo realizado. Para desarrollar esta labor hay
que definir una serie de indicadores de control sobre los cuales realizar mediciones periódicas
(al minuto, diarias, semanales, mensuales), con la finalidad de identificar acciones correctoras
en caso de descubrirse desviaciones importantes, o mejorar aquellas que ya se estén haciendo
bien. Iniciemos una conversación constante con Madrid, la gente quiere escucharnos.