hablemos de escuela
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2 escuela • Núm. 3.689 (1.450) 22 de diciembre de 2005
S i ponemos la oreja en la escuela, sonmuchas las que hoy suenan a mer-cadillo, a misa de los domingos e in-cluso alguna de ellas suena hueca.
En la escuela hoy, ya no se habla de LOE,ni de LOCE; ya ha cuajado el desencanto yse ha perdido la fe en las leyes educativas.Se tiene claro que, puede que los problemasno se generen dentro, pero sí que se han desolucionar desde dentro, y la experiencia de-muestra que las leyes provocan un míni-mo y muchas veces invisible cambio.
En las reuniones «oficiales» (Ciclos, Claus-tros, Comisiones de Coordinación…) sehabla mucho de semanas culturales, de fes-tivales de navidad, de carnavales, del Díade la Constitución…; se plantean proyec-tos de innovación –que desgraciadamentese quedan más en proyectos que en inno-vación real que se aplique en las aulas–, sehabla de proyectos de mejora –que se pier-den en el proyecto y de los que poca me-jora queda–, de proyecto de convivencia,de planes de lectura…(Pero, ¿qué se ha-ce en la escuela si no es convivir, y leer?)Con todo ello se buscan campañas de már-keting, para que «la escuela parezca», envez de que la escuela sea (o también pa-ra que la Administración, con sus campa-ñas, «parezca que hace» en vez de hacer).
Y es que en la escuela, hay que dejar dehablar de papeles y hay que volver a ha-blar de niños y de los problemas que sí quepreocupan al maestro. Porque cualquierproblema que preocupa a un maestro ensu aula, por insignificante que parezca, esmás importante que cualquier programainstitucional externo.
Y los maestros, de niños y de educación,sabemos; de lo que no sabemos es de pro-yectos, currículo, planes y de palabrería…,por eso cuando nos proponen hablar deestos temas, las reuniones son mudas. Pe-ro como bien dice mi buen amigo donÁngel Bueno Roldán, inspector jubilado,pero ahora maestro de maestros recupe-rado, ¿cuántos ladrillos ha puesto un ar-quitecto?, ¿y cuántos planos ha hecho unobrero?, ¿cuántas inyecciones ponen unmédico y cuántas un ATS? Y ni al ATS sele exige operar, ni al obrero planificar. Y,si cada uno tenemos nuestra función quedesarrollar, ¿por qué al maestro se le exi-ge hacer y hablar de currículo, preparar pla-nes, hacer de maestro de ceremonia, y nose le deja en paz hacer su trabajo de maes-tro de aula y de escuela?
Los maestros somos los artistas y tenemosla desgracia, de que nuestra obra es juzgadapor demasiados críticos, no siempre cualifi-cados para ello. Pero debemos volver a po-ner de moda ser maestro y hablar de escuela.
En la escuela hay que volver a hablar deescuela. Se puede, no está prohibido. Y nodebemos esperar a que nos lo manden.Y por favor, déjennos hacerlo con palabrassencillas, que entendamos todos.
Hemos pasado por unos años de do-mesticación docente, en los que nos hanenseñado a obedecer y a hablar de cosas
que no entendíamos y con las que no es-tábamos de acuerdo, pero que, ni cues-tionábamos ni rechistábamos, no sea quenos lo fueran a mandar repetir o nos exi-gieran realizar otro proyecto en un plazobreve. A veces creo que o nos toman pormás cultos de lo que somos, o nos tomanpor tontos que aceptamos todo sin más olo que es peor: nos toman el pelo.
Y como decía un compañero de trabajo,basta ya de tantos O.P. y de tantos D.I., –queél traducía como «otro papel» y como «de-seos insatisfechos» respectivamente–.
Hay que devolver a la escuela el lengua-je de la escuela, y escuchar más en los pa-sillos; tenemos que hablar de niños que noatienden y no entienden, de qué hago coneste niño inmigrante que me ha llegado amitad de curso, hablar de padres desorien-tados, de cómo enseñar a leer, de por quése pegan en el patio, hablar de cómo eva-luar el examen, de si este libro se adaptaa lo que quiero, de cómo aprovechar la ex-periencia del maestro que tiene más tablas.
De todo aquello que hemos «echado alpasillo», ya que es allí donde se habla, puesparece que es demasiado simple para te-ner cabida en las reuniones.
Y no estamos reñidos con los pa-peles (vivimos con ellos). Quetodos los acuerdos a los quelleguemos en estos te-mas se puedenplasmar porescrito, deforma brevey sencilla. To-das las profe-siones tienen suliturgia y noso-tros estamos per-diendo la nuestra.
La escuela hayque simplificarla: aleer y a escribir,y coger el
gusto por ello, a utilizar el lenguaje oral ade-cuadamente, a saber razonar, a aprendera aprender –por supuesto adaptándonosa las nuevos tiempos y a los nuevos medios,pero no perdiéndonos en ellos– y sobre to-do a educar (y la palabra educar, ya llevaimplícito hacerlo en valores y en todo loque se llama transversal) es decir, vamos ahacer lo que siempre ha hecho un maestro.
Pero como la crítica como llanto no con-duce a nada, pro-pongamos solucio-nes: Son muchas lascosas que actual-mente «engordan»nuestra escuela pe-ro que para nada lahacen crecer.
Y hoy, en quetanto buscamos losano, deberíamos,como primer paso,poner a la escuela adieta, para alimen-tarla bien, hacer unpoco de ejercicio de
autocrítica y sóloentonces, cuando
esté bien alimentaday en forma, podríamos
de vez en cuando per-mitirnos el lujo de probar
alguna frivolidad. El mejor marketing que
puede tener una escuela esque esté «sana» y cumpla con
su función de preparar a losalumnos para la vida. Pero esto
no puede ser una simple operacióncosmética, necesita una actitud de
compromiso y en muchos casos derebeldía, para sacudirnos de todo el pol-
vo que se nos echa encima.
MAESTRO
JUAN CARLOS LÓPEZ RODRÍGUEZ
OpiniónHablemos de escuela
Llámalo X
JOSÉ MANUEL PÉREZ
L a mayoría de los huma-nos –docentes al mar-gen– hace balance en di-ciembre. Acabado 2005,
quedará del mismo el registrodel IPC y el paro, que hubo Xasesinatos, que murieron Xobreros en accidente laboral yX mujeres por violencia de gé-nero; que X inmigrantes salta-ron las alambradas y X se hun-dieron en pateras que nunca lle-garon a la costa; que, ademásdel papa Juan Pablo II, se nosmurieron escritores controverti-dos como Cabrera Infante, Art-hur Miller o Haro Tecglen. Quehuracanes y tormentas asolaronel planeta, de Nueva Orleáns aCanarias; que los terremotos seensañaron con Irán, la sequía secebó con España y la gripe aviarsalió de Asia. Que Irak ha sido,un año más, una carnicería, consucursales en Londres y Jorda-nia… Nada que diferencie sus-tancialmente 2005 de otrosaños. Un año más. Llámalo X.
Se dirá que al PSOE, que hagobernado en minoría, le cre-cieron los enanos pues en unaño el PP le ha montado 7 ma-nifestaciones, fueran a favor delas víctimas del terrorismo o con-tra ETA, por el archivo de Sala-manca o contra el traslado delos fondos de la guerra civil aCataluña, por la familia o con-tra el matrimonio homosexual,por el trasvase de agua de laMancha a Murcia o contra elplan hidrológico, por la libertadde educación o contra la LOE,en defensa de la constitución ocontra el Estatut. Llámalo X. Enlos centros ha aumentado laconfusión y el acoso se ha con-vertido en la estrella. Tras todoun año dándole vueltas a la LOEno ha habido pacto y ha salidootra mediocre ley. Una más. Se-rá fugaz. Llámala X. Pero comolos profesores contamos poraños y nos quedan nueve me-ses para lamentarnos por lo quehagamos mal (que será mucho),cabe brindar ¡con cava, por su-puesto!, olvidar las miserias y dis-frutar la Navidad. ALICIA CAÑAS
En diciembrehacemos balance