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T E S I N A
Para obtener el título de:
Licenciada en Pedagogía.
Presenta:
Andrea Ortiz Tirado Aguilar.
Asesora: Dra. María Guadalupe Ramírez Mendoza
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL UNIDAD AJUSCO
México D.F., 2010.
Hacia la pasión y el compromiso por enseñar. Un reto en la práctica del docente.
Dedicatorias.
Gracias a:
A ti Dios, por ser mi más grande maestro de inspiración y por darme y dejarme descubrir mi vocación en la educación.
A mi familia, por creer en mí.
Gracias papá, por enseñarme lo que es la pasión por la educación, por
contagiarme tu gusto por ella, por tus palabras de inspiración, por estar siempre y apoyarme en cada paso de mi vida.
Mamá, gracias por empujarme a ser mejor cada día, por apoyarme a lograr lo que siempre he querido, por dejarme compartir mi gusto por la educación, por
ser quién ha hecho de mi lo que soy.
A mis hermanos: Paulina, Lucía y Eduardo, por ser lo mejor de mi vida, por estar ahí y preocuparse por mí, por apoyarme durante mi carrera y por
dejarme ser una maestra desde que somos niños.
A mi abuelita Margarita, por ser tan especial en mi vida, por enseñarme que siempre se puede lograr lo que uno quiere, y por compartir conmigo el gusto
por enseñar.
A mis tíos, tías, primas y primos que han estado ahí, que me han apoyado siempre.
A ustedes amigas, colegas: Adriana, Violeta, Paola, Ariana y Lorena, por ser parte de mi, por compartir conmigo la carrera, los trabajos, las angustias, las desveladas, las alegrías, las fiestas, pero sobre todo, por descubrir conmigo el
amor por la pedagogía, y por que aquí siguen y seguiremos.
A mis amigas Mónica y Mariana por estar ahí en cada paso y acompañarme siempre que las he necesitado.
A Carlos, por compartir conmigo el final de esta difícil etapa, por apoyarme y levantarme los ánimos cuando más frustrada me sentí. Gracias por todo tu
amor y por creer en mí.
A mis profesores, a los que han dejado huella en mi y han inspirado esta tesina, especialmente a mi asesora Lupita, por la paciencia y las perseguidas,
por apoyarme y creer en mi, por acompañarme en este proceso tan difícil y tan importante, por no dejarme caer, por ser testimonio de la pasión y el
compromiso por la educación.
Por último, a mis compañeros de trabajo, maestros comprometidos y apasionados, que me han enseñado la difícil tarea de enseñar, que además de
haber sido mis maestros, ahora están conmigo y me siguen enseñando a crecer como profesional.
Índice. Introducción…………………………………………………………… 1
Capítulo 1. Ser Maestro…………………………………………… 5
1.1 Maestro, profesor o docente: cuestión de términos………… 7
1.2 El docente como persona, sujeto y profesional…………………. 10
1.3 Vocación por enseñar…………………………………………………………. 14
1.4 La construcción de la identidad docente……………………………. 18
1.5 Ser maestro. Un proyecto de vida……………………………………… 22
Capítulo 2. Formación y práctica docente…………………… 26
2.1 Formación docente………………………………………………………………. 27
2.1.1 Formación continua y desarrollo profesional………………….. 34
2.2 Función docente………………………………………………………………….. 40
2.3 Práctica docente………………………………………………………………….. 43
2.4 Sentido del trabajo docente………………………………………………… 48
Capítulo 3. Pasión y compromiso por enseñar…………….. 52
3.1 El aspecto emocional en la práctica docente……………………… 56
3.1.1 La inteligencia emocional…………………………………………………. 57
3.1.2 Las emociones y trabajo docente……………………………………. 60
3.2 Del malestar al bienestar docente………………………………………. 63
3.3 Entendiendo la pasión y el compromiso……………………………… 68
3.4 Pasión y compromiso: satisfacción en el trabajo………………. 71
Conclusiones…………………………………………………………… 75
Bibliografía……………………………………………………………… 80
1
INTRODUCCIÓN
2
Durante la mayoría de mi vida, he estado acompañada de maestros y personas
que se han apasionado por la educación, personas como mi papá, como
maestros desde primaria hasta la universidad que han dejando huella y han
despertado en mí ese amor por la pedagogía, por enseñar, por la Educación.
De ahí nace mi interés por estudiar la carrera de pedagogía, y al cursar los
estudios de licenciatura me fui enamorando hasta sentir una gran pasión por la
educación y ahora que soy maestra, puedo asegurar que enseñar es una de
mis más grandes pasiones.
Al realizar la tesina, uno de los objetivos que me movieron fue tener en un
futuro, una fuente de inspiración frente a mi trabajo, para que me siga
sintiendo motivada y siga amando mi carrera y mi profesión, sin perderme en
la cotidianidad del trabajo docente.
Sin lugar a dudas, el maestro es hoy un agente primordial en el ámbito
educativo, más que nunca, es más que un mero transmisor de conocimientos.
Es por esto, que en este trabajo, me aventuro a hablar no sólo de la
importancia de su quehacer, sino de la de SER maestro, del valor que tiene
serlo, de la necesidad que asuma su trabajo con pasión, del compromiso
intelectual y emocional con los otros y con él mismo.
Esta investigación, procede de lo que he aprendido durante la carrera de
pedagogía, del amor y la pasión que ella y mi reciente experiencia como
maestra han despertado en mí. Igualmente se basa en desarrollos teóricos de
autores con los que me he identificado, que hablan sobre la importancia que
tiene el papel de la afectividad, de las emociones en la tarea docente y afirman
que la unidad del trabajo intelectual y emocional del maestro, llevan a un
mejor desempeño y a una dedicación mayor a lo que hacen; encontrando así
significado y relevancia al docente.
3
En la actualidad necesitamos líderes fuertes, que piensen y hagan su trabajo
no sólo con la cabeza, sino con el corazón, maestros que estén convencidos
que enseñar va mucho más allá que trasmitir contenidos, que tengan claro que
implica un acercamiento con la comunidad, con los alumnos y compañeros;
que sean conscientes de la necesidad de formarse continuamente, que se
involucren en los cambios y proyectos sociales y educativos, que propongan
procesos innovadores, que sean creativos y que gocen lo que hacen y se
apasionen por ello.
Los capítulos de este trabajo se centran en el maestro, en su vocación, su
formación y práctica, en el sentido que tiene ésta para cada uno de los
docentes, en las emociones que experimentan diariamente dentro y fuera del
salón de clases; y más que nada, en la pasión y el compromiso que conlleva
esta profesión.
En el primer capítulo, “Ser maestro”, se habla de qué es ser maestro, de cómo
ha cambiado su concepción a través del tiempo, se plantea que el docente
además de ser un trabajador, es una persona, un sujeto y un profesional que
vive y trabaja en una sociedad exigente y por lo tanto necesita una formación
y una valoración de su trabajo. Pero además de tener una formación
académica, se habla de la importancia de la vocación por la enseñanza. Así
mismo, se aborda el tema de la identidad del docente como profesional y a
partir de esta identificación, ven su profesión como un proyecto de vida, el cual
les permite plantearse metas más claras en cuanto a la profesión.
En el segundo capítulo, “Formación y práctica docente”, se abarca la formación
inicial y la continua de los docentes, el reto que implica ésta, el por qué de su
importancia. Se habla también de qué es la práctica docente y cuál es el
sentido del trabajo docente.
En el tercero y último capítulo, “Pasión y compromiso por enseñar”, se plasma,
con base a nuestra experiencia personal y en la teoría de algunos autores, la
4
importancia de que las emociones estén presentes en la labor docente y de
qué manera se manifiestan en la práctica; del bienestar y el malestar
emocional que viven los maestros durante su labor y como ello influye en la
pasión, el gusto y el compromiso por enseñar. Finalmente se hace una
reflexión en torno a qué es la pasión y el compromiso en la práctica docente y
la importancia de mantener estos dos ingredientes vivos durante la práctica, y
de cómo éstos influyen sobre la satisfacción que obtiene en el trabajo.
Por último se presentan las conclusiones y la bibliografía consultada.
Esta tesina es un reconocimiento a los maestros , a su trabajo diario, a su
esfuerzo emocional, intelectual, físico; a los que nos enseñan y nos ayudan a
crecer como personas, a quienes a pesar de la gran cantidad de problemas que
enfrentan en su quehacer docente, luchan y siguen amando la Educación.
5
Capítulo I
SER MAESTRO.
Basta con entender que todos estamos aquí por una razón, y basta comprometerse con ella.
Paulo Cohelo.
6
En la actualidad1, los maestros constituyen el activo más importante en la
educación, en muchas ocasiones no están conscientes de que son ellos quienes
movilizan a la sociedad y la transforman día a día desde las aulas de nuestro
país. Sin embargo cada día tienen que desempeñar papeles más complejos y la
sociedad les ha impuesto cada vez más tareas, por lo que están presionados y
muchos de ellos se han olvidado que enseñar, antes que nada, debería ser un
placer, pues en sus manos se encuentran personas que gracias a su trabajo
podrán seguir creciendo.
Sin embargo hoy, el escaso reconocimiento social que tiene el maestro y la
falta de motivación, han llevado a que el sentido del trabajo docente se vaya
perdiendo. Muchas veces las personas que no se encuentran inmersas en el
acto educativo, no comprenden lo que significa ser maestro, y no toman en
cuenta que su trabajo es muy importante para el desarrollo de nuestro país.
Además, se olvida que el docente es un sujeto y un profesional que tiene que
reinventar su tarea todos los días, pues trabajar con seres humanos no puede
ser algo rutinario.2
El maestro, es un factor clave en la educación y es el mediador que contribuye
a que la sociedad crezca, adquiera y desarrolle valores humanos.
Por lo cual es pertinente, reconocer lo fundamental de la vocación de ser
maestro, pues ya lo hemos olvidado y es importante reconocer que el ser
maestro, muchas veces, es un llamado a querer hacer algo por los demás y
sobretodo porque no es un simple trabajo más, sino que es todo un proyecto
de vida. El maestro tiene la oportunidad de ayudar a la sociedad en la que vive
a través de su trabajo.
También en el caso del maestro, a pesar de su menor prestigio social, y de su importancia decreciente, su vocación es la de vivir ayudando a los demás a realizar su proyecto existencial, pese a la dificultad de la tarea y la humana fragilidad. El maestro asume su profesión para hacer que el alumno llegue a
1 Año en curso 2009. 2 Day, Christopher. Pasión por enseñar. La identidad personal y profesional del docente y sus valores.
7
ser más (magister) sirviéndole ministerialmente, es decir, autominorándose el maestro mismo (minus, ministerio).3
Es por todo lo anterior, que a través de este capítulo se tratan las siguientes
cuestiones: ¿Qué es ser maestro? ¿La docencia es una vocación, es decir, el
maestro nace o se hace?, ¿El maestro se identifica como tal? y ¿Ser maestro
es un proyecto de vida?
1.1 Maestro, Profesor o Docente: Cuestión de términos
Comúnmente se entiende que el que es maestro, enseña. Esta definición se
encuentra en el entendido coloquial y con tan sólo traer a nuestra memoria a
los maestros que nos han dado clases a lo largo de nuestra vida y pensar en lo
que hacían y no hacían, podemos describirlos y definir al maestro. Pero eso
sería tan superficial como decir que un pájaro es el que vuela o el médico es el
que cura. En la actualidad nos cuesta mucho trabajo pensar que el ser maestro
no implica solamente la enseñanza, sino que también tiene que cumplir con
otras tareas que, por lo general, se nos olvidan y que tienen que ver conel
hecho de que es una persona, un sujeto activo, un trabajador y un profesional.
Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio concepto de lo que es ser
maestro, pero generalmente hablamos de él como el que enseña y regula el
proceso de enseñanza aprendizaje, este concepto al ser tan subjetivo se vuelve
más complicado, por lo que no es tarea fácil dar una definición de lo que
significa ser maestro.
A través del tiempo, al sujeto que tiene como tarea enseñar se le ha nombrado
de diferentes maneras. Principalmente se le ha llamado maestro, profesor y
3 Díaz, Carlos. El libro de valores personalistas comunitarios. p. 142.
8
docente; estas diferentes acepciones le han dado significado al papel que ha
jugado el profesor a lo largo de la historia de la sociedad.
La palabra maestro provine del latín magister, magis- más, satre- estar de pie
o parado, esto quiere decir: él que enseña; ser maestro era el mayor grado al
que podía aspirar un plebeyo en la antigua Grecia, ya que era el que tenía
mayor cultura, tenía una superioridad moral e intelectual y podía instruir a los
niños y jóvenes.
El concepto de profesor viene de los primeros cristianos, los cuáles fueron
también los primeros profesores de la historia, ya que ellos ‘profesaban’ es
decir, declaraban públicamente su fe, aunque pudiera costarles la vida. La
palabra se formó a partir del latín profiteri del mismo significado, formada por
fateri confesar, y pro que significa: delante, con el sentido de “delante de
todos, a la vista”.
Posteriormente, se llamaba profesor a aquel que “profesaba”, esto quiere
decir, que declaraba públicamente que tenía conocimientos en determinada
área del saber y que podía trasmitirlos.
El término de docente es el que se usa más en la actualidad. Proviene del
verbo latino docere que significa enseñar y éste término a diferencia de los
anteriores, establece que ser docente es la persona que tiene una formación
específica que lo capacita para enseñar.
Podemos ver que estos términos dependen de la ideología de la sociedad y
más que nada de cómo ha ido cambiando el rol del docente en la historia de
ésta. Sin embargo coinciden en la esencia de lo que conlleva ser maestro,
docente o profesor, es decir, los tres términos se refieren a la persona que
enseña a los demás, que tiene como tarea guiar y enseñar, ya sea a niños,
jóvenes o adultos.
9
El papel del maestro ha cambiado a través del tiempo. Antes, era el personaje
que tenía mayores conocimientos, por lo general los más ancianos eran
quienes enseñaban y transmitían su cultura y tradiciones a las generaciones
nuevas. Sabemos, por ejemplo que para Platón un maestro era un filósofo que
de alguna manera ayudaba a recordar las ideas que habíamos olvidado del
topos uranus (mundo de las ideas). En la edad Media el conocimiento se
basaba únicamente en lo que Dios decía, y los maestros no podían ir más allá
de lo que la iglesia les exigía; posteriormente a medida que la sociedad iba
avanzando, el maestro comenzó a descubrir que tenía mucho por hacer dentro
de la sociedad y que de alguna u otra forma tenía el poder de transformarla.
Hoy buscamos en el maestro a un ser humano con una vocación que le permita
mover y transformar a la sociedad a través de la educación, que le otorgue y le
ayude a descubrir en sus alumnos el conocimiento con integridad, que los
involucre en su propia formación, con la esperanza de que algún día darán
frutos, y que cuando se integren como seres productivos a la sociedad, puedan
jugar un papel activo en la conformación de ésta.
Pero ésta no es una tarea fácil, ya que el maestro hoy en día se encuentra en
medio de una crisis educativa, donde no se le ha dado el lugar que le
corresponde en la sociedad, ni se ha valorado suficientemente su trabajo.
Aunado a esta situación, muchos de los maestros de México, sobre todo los
que se encargan de la educación pública, desafortunadamente sufren de
problemas que los aquejan profundamente como un sueldo escaso, que hace
ver el poco reconocimiento social que tiene su labor; de condiciones laborales
que son poco estimulantes: instalaciones y recursos pedagógicos y didácticos
mal cuidados e inservibles, carencia de apoyos didácticos, presiones
burocráticas y, a veces, una gran soledad; los alumnos que no quieren
aprender, la indisciplina; la indiferencia de los padres de familia; la corrupción,
simulaciones a las que parece que hay que resignarse, abusos que callar
aunque molesten y poderes poco éticos con los que hay que transigir.
10
Aunque esta descripción parezca un poco oscura, hay que reconocer que la
labor docente también tiene su lado luminoso. Esto aparece cuando se logra
recuperar la esencia del maestro: la vocación; el amor por enseñar, por buscar
cambiar la vida de los alumnos y trascender en sus vidas, el deseo de
ayudarles, de acompañarlos en su proceso de crecimiento.
Lo que nos lleva hablar del maestro, planteamos nuestra posición al explicar
que lo concebimos como persona, como alguien que tiene una identidad propia
y como alguien que busca en su profesión no sólo un trabajo sino un proyecto
de vida.
1.2 El docente como persona, sujeto y profesional
El maestro es un sujeto que a lo largo de la historia de la sociedad ha sido
exaltado en el discurso en función del ideal que de él se persigue, pero que en
la cotidianidad de su práctica es ignorado.
Al buscar dar razón de lo que el maestro es, nos adentramos en un conjunto
de significados, donde toman parte tanto el entorno social en el que se
desenvuelve, como su propia historia personal, las múltiples demandas a las
que está expuesto, y la cultura que le asegura un rol, desconociendo, muchas
veces, al docente como sujeto creador y transformador de su propia práctica.
Para comenzar, el docente como profesional, tiene un caudal de conocimientos,
experiencias, sentimientos, valores y proyectos; es un ser creativo, no un
simple aplicador de métodos o reciclador de ejercicios; ante todo, es un ser
humano, capaz de generar cambios en la conducta de las personas y en el
desarrollo de la sociedad. Al respecto Christopher Day enuncia que:
11
[…] su renovación se relaciona con la conducta del estudiante, la autoestima, el apoyo que reciba a través de la cultura de la escuela y de los colegas, y la sensación de ser valorado por la sociedad.4
Como persona, el maestro tiene intereses, motivaciones, dudas, miedos,
frustraciones y muchos otros sentimientos que se hacen presentes en su
práctica, ¿pero qué implica para el docente ser una persona, un sujeto, un
trabajador y un profesional?
Cuando hablamos de ser una persona, hacemos referencia a
[…] un individuo humano, por lo que éste término distingue al hombre y a la mujer del resto de los organismos vivos. Persona es todo ser humano, por el hecho de serlo, considerado como un ser moral, dotado de derechos que no puede ser tratado como cosa. Cabe señalar que el término persona proviene del latín personam, que significa máscara de actor, lo cual resulta interesante pues expresa en buena parte el sentido con el que se le asocia generalmente en el psicoanálisis: la persona es la forma en que el sujeto se presenta ante los otros […]5
El maestro al ser una persona, como todos los demás, tiene derechos y
muchas veces no nos acordamos que los tiene, pues lo tratamos como si fuera
un robot dando clases, olvidando así, que también tiene sentimientos,
frustraciones, alegrías y enojos, lo que influye en el desempeño de su trabajo
dentro y fuera del aula.
El docente en cuanto sujeto, es protagonista de sus propios actos y de sus
decisiones. En los sistemas de educación muy pocas veces se toma en cuenta
que el docente es un sujeto capaz de tomar sus propias decisiones, de darse
cuenta de la realidad que se vive en las aulas y que por lo tanto es capaz de
interpretar, modificar y participar en las decisiones que tienen que ver con la
educación.
4 Day, Christopher. Pasión por enseñar. La identidad personal y profesional del docente y sus valores p. 66. 5 Anzaldúa, Raúl, La docencia frente al espejo imaginario, transferencia y poder. p. 24
12
[…] es “actor de sus actos”, en el sentido de que su comportamiento o conducta no son meramente “reactivas”, sino que aporta un plus de originalidad que responde a lo que solemos entender por decisión, querer o voluntad. Suele añadirse también la capacidad de un conocimiento inteligente, lo que quiere decir que es capaz de conocer la realidad como objeto, es decir, tal cual es, con independencia de las condiciones propias del conocimiento subjetivo.6
Esto lo podemos ver más claramente cuando nos damos cuenta de que ellos no
son participes en la realización de los planes de estudio y muchas veces
parecen convertirse en los traductores de los planes de estudio, aplicadores de
lo que los directores piden dentro de las escuelas y hasta nanas de los mismos
alumnos, realizando las funciones que se les dictan, haciendo que se sientan
menos responsables. Esto ha provocado que los docentes cada vez se den
menos cuenta de su realidad, no intenten innovar sobre su práctica y darse
cuenta de que si una estrategia no funciona con un grupo la pueden cambiar.
Al ser excluidos, por lo general, las decisiones que se toman para hacer las
reformas educativas, repercuten en su trabajo, haciéndolo más monótono y
frente al cual escasamente se sienten responsables.
El darle menos importancia y excluir al maestro en la toma de decisiones que
involucran su trabajo como son las reformas curriculares, provoca que se deje
de lado el trabajo de los maestros como una labor profesional que requiere una
formación específica, además de gozar un mayor reconocimiento social.
El transcurso de una carrera profesional, sería razonable esperar que los maestros tuvieran oportunidades de participar en una serie de actividades formales e informales que les ayudaran en los procesos de revisión, renovación y mejora de la reflexión y de la práctica, siendo fundamental su compromiso mental y sentimental; y que esos procesos se centraran en los fines personales y profesionales, individuales y colectivos […]7
Un profesional se distingue por tener una base de conocimientos
especializados, porque busca satisfacer las necesidades del que le requiere o
6 http://es.wikipedia.org/wiki/Sujeto_%28filosof%C3%ADa%29 ( consultado el 26 de mayo de 2006) 7 Day, Christopher, Formar docentes. Cómo cuándo y en qué condiciones aprende el profesorado. p. 13-14.
13
necesita y genera una identidad colectiva; el maestro al ser un profesional
necesita de conocimientos especializados, que le permiten llevar a cabo
distintas tareas propias de su trabajo, que le brindan bases teóricas
educativas, con las que se busca capacitarlos para desarrollar su tarea,
satisfacer las necesidades de los alumnos.
Sin embargo, a pesar de lo que acabamos de enunciar, en la sociedad sigue sin
reconocer que el trabajo del docente es un trabajo profesional, motivo por el
cual no se le otorga el trato que se merece y en muchas ocasiones no se le
trata como tal.
El profesor es un sujeto activo que juega un papel clave en la educación y sólo
puede cumplir sus fines si está bien preparado y es capaz de aportar a la
educación ideas y participa y se involucra en ella de una manera más integral.
En consecuencia, el apoyo por parte de los formadores y directores es esencial
para su bienestar y desarrollo profesional, condición indispensable para elevar
los niveles de enseñanza.
La pregunta que surge con todo esto es ¿cómo se le va a reconocer a un
maestro como profesional si no se le toma en cuenta para la realización de los
planes de estudio, si el currículo le es impuesto desde afuera, si las
innovaciones se implementan sin consulta previa, si no se le deja tomar
decisiones, si no pueden con autonomía elegir qué y cómo enseñar?
Ahora bien, no toda la culpa recae sobre los demás, el comportamiento de los
maestros como profesionales también es fundamental para su reconocimiento.
Los maestros muchas veces por comodidad sólo siguen las instrucciones como
técnicos, y encima de todo exigen que se les reconozca como profesionales, sin
preocuparse de comportarse como tales. Ellos deben demostrar que lo son,
deben comprometerse con su trabajo, buscar involucrarse en las decisiones
que se toman dentro y fuera de la escuela para el mejoramiento de la calidad
educativa.
14
Existe la necesidad de motivar al maestro para que realice su trabajo de
manera profesional y que él se sienta al realizarlo como tal; esto implica que
se tomen en cuenta sus expectativas, las decisiones que toma para resolver su
práctica educativa. El maestro es quien mejor conoce la realidad de las aulas,
por esto es indispensable que se le involucre en el proceso de cambio y mejora
educativa y que se sepa que como profesional, es capaz de dar más allá de
realizar un trabajo técnico, es capaz de expresar aquello con lo que está o no
de acuerdo, de aportar, modificar, innovar, tomar decisiones, reflexionar y de
involucrarse en su trabajo como profesional de la educación que es.
1.3 Vocación por la enseñanza
El maestro cumple diversas funciones -de las que hablaremos en el capítulo
siguiente- las que le demandan diferentes habilidades que tiene que poner en
práctica. Pero la pregunta que nos planteamos a partir de esto es ¿El maestro
necesita vocación para enseñar?
La práctica del docente requiere de conocimientos, habilidades y actitudes, por
lo tanto no sólo necesita un saber y un saber hacer, sino tener cualidades de
carácter ético- moral; para las cuales resulta de gran relevancia contar con una
vocación y un compromiso.
Los maestros se apropian de los saberes necesarios para la enseñanza durante su trabajo en el aula, en interacción con los alumnos, y con los materiales curriculares, con sus colegas, con los padres y con toda noticia o información que les llega desde la escuela y fuera de ella relacionada con la enseñanza. Dicha apropiación se funda de manera importante en la reflexividad que la enseñanza misma impone a los maestros.8
8 Rockwell, Elsie y Mercado, Ruth. La práctica docente y la formación de maestros. en E. Rockwell y R. Mercado, La escuela lugar del trabajo docente, p. 25.
15
El ser maestro hasta hace algunas generaciones, era una tarea que se asumía
libremente y muchas de las veces se pensaba que sólo podía ser maestro el
que tuviera la vocación para hacerlo, es decir, el que tenía la habilidad innata
de educar. Cuando se hablaba de vocación, se asociaba con un sentido
altruista, en donde se esperaba que el maestro estuviera dispuesto a servir a
la sociedad aún sin importar el monto de la retribución a cambio, por lo que se
le relacionaba incluso con el sacerdocio, el apostolado o el misionero.
Inspiración con que Dios llama a alguien […] Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera. […] La palabra vocación, gramaticalmente es una voz activa que significa lo mismo que la acción de llamar o llamamiento, se refiere, en el uso cristiano de la palabra, al que Dios hace a cada hombre en particular para que durante su vida terrenal abrace una norma de conducta en su actividad libre que le sirva como de camino para llegar a la consecución del fin último y definitivo para el que ha sido creado […]9
Hoy en día preferimos hablar del maestro viéndolo desde una perspectiva
profesional, es decir, que tiene que formarse como tal, para desarrollar
capacidades y habilidades que le permitan enseñar, pero sin perder su sentido
de vocación. Ahora podemos observar que no necesariamente tiene que ser un
llamado de Dios. Este tipo de definición se utilizó tiempo atrás para definir
vocación en general y sobre todo para los profesores ligados a tareas de
servicio.
Entonces, lo que entendemos por vocación para los maestros, es el llamado,
inclinación, deseo, gusto que sienten por enseñar, es la voz que les dice desde
el interior hacia donde ir y que a su vez no representa una obligación, sino
una propuesta que tiene de lo que puede hacer, y está en sus manos realizar o
no.
Al ser la enseñanza una actividad que implica la convivencia social y el
contacto humano, complica la labor del maestro y con el paso del tiempo esta
complejidad puede generar hastíos y necesidades. La vocación le ayuda a
9 Enciclopedia Universal Ilustrada. Tomo LXIX. p. 858.
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encontrar gratificante su trabajo y a descomplejizar los sucesos dentro del
aula, dándole sentido a su labor.
La vocación o la inclinación por educar, permiten que los docentes
desempeñen su papel de manera plena, a diferencia que si enseñar se le
considerara sólo un trabajo más; la vocación favorece que exista convicción y
que el docente ejerza una influencia más positiva en sus alumnos.
El término vocación se suele atribuir también de forma genérica a aquellas actividades profesionales que exigen para su cabal cumplimiento una buena dosis de compromiso, dedicación y preocupación por los alumnos, sin que ello suponga ningún tipo de llamada externa. Por ello, es coherente afirmar que la actividad docente es una profesión con un fuerte componente vocacional.10
Como lo acabamos de mencionar, existen docentes que realizan su trabajo por
vocación; pero también hay algunos que llegan a la docencia sin haber tenido
otra opción como modo un de subsistencia. Una de las razones de esta
realidad es que es una profesión cuyos estudios son hasta cierto punto
baratos, porque es una tradición en sus familias, porque en su profesión la
oferta de trabajo era limitada, etcétera. Lo que da pie a preguntarnos ¿Estos
maestros estarán en condiciones de desarrollar una vocación para enseñar,
aunque la enseñanza no haya sido para ellos su primera opción?, con ello
volvemos a nuestra primer planteamiento de este apartado.
Emilio Tenti plantea que hay dos clases de vocación:
…una natural (la auténtica y deseable) y otra “artificial”, resultado de un esfuerzo analítico y de una disciplina particular. Esta segunda se trata de una especie de sucedáneo de la primera. La operación tiene un sentido práctico, se trata de otorgarle a la “vocación artificial” toda la fuerza propia de la innata. De cualquier manera, siempre se pretende que el hacerse maestro no sea el simple resultado de un cálculo racional de una mera pretensión utilitaria.11
10 Marchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Competencias, emociones y valores. p. 31. 11 Tenti, Emilio. El arte del buen maestro. p.182.
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Podemos observar que la vocación puede ser natural, es decir, se siente el
deseo por enseñar desde una temprana edad, pero también consideramos que
la vocación puede ser desarrollada o favorecida en el transcurso de la vida y
las experiencias que como docente se van teniendo, como también se puede
destruir o modificar. Concordamos con Tenti, en cuanto a que existen
vocaciones tanto innatas como adquiridas, el reto es cómo fortalecerlas y
desarrollarlas entre aquellos que llegan a la docencia sin vocación u obligados
por las circunstancias.
Entonces podemos decir que la vocación del maestro no es el simple resultado
de un acto de magia o de una inclinación surgida de la nada o de una herencia
genética. A veces si hay gusto por enseñar que se despierta desde temprana
edad, pero también los intereses por la docencia de una persona se dan
principalmente por factores sociales e individuales, de un acercamiento con la
práctica docente, y por cuestiones afectivas e intelectuales.
De modo que “querer ser maestro” no proviene de un acto de iluminación o de llamamiento extrasubjetivo hacia el ejercicio de esta profesión, sino de una serie de factores que la conforman y que son construidos día con día en la vida de cada persona; por eso afirmamos que el maestro no nace: se hace, y que por lo tanto podemos construir la vocación al igual que otras habilidades y aptitudes del sujeto.12
Es por esto que la formación docente debe motivar, descubrir, desarrollar y
fortalecer esta vocación, de manera que el maestro se sienta con voluntad de
enseñar y se identifique con la tarea de ser docente no sólo intelectual si no
emocionalmente.
El ser maestro implica entonces reconocer la importancia de que la vocación es
un factor importante para el desarrollo de la profesión, es un gusto y una
voluntad por enseñar, donde la pasión y el compromiso se dan de manera
natural y no forzada.
12 Julio César Ruiz Flores Dueñas. La vocación, el perfil de ingreso y la formación de nuevos docentes en: http://www.upn011.edu.mx/publicaciones/revistas/UPNenlinea/0011.html .
18
1.4 La construcción de la identidad docente En el apartado anterior hablamos de la vocación del maestro, la cual forma
parte de lo que complementa el ser docente, que como tal, se encuentra
inmerso dentro de ambientes específicos que condicionan diariamente su tarea
y que forman su identidad.
El ámbito educativo, está compuesto por pequeñas realidades particulares que
se van construyendo cotidianamente en el salón de clases, realidades que son
cambiantes, que condensan la historia, la sociedad y la cultura.
El ejercicio de la profesión docente vive un proceso lento de transformación en
el ámbito de su formación, en el ámbito laboral y profesional; todo esto ha
implicado un cambio en la significación social de lo que es ser maestro. Sin
embargo, ciertas prácticas escolares parecen ser impermeables a estos
procesos de transformación, poniendo en constante cambio y en peligro la
identidad del docente.
La identidad se define, según el diccionario de la real academia española, como
el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los
caracterizan frente a los demás- pero también- es la conciencia que una
persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.”13
El sentido de identidad personal y profesional, se da a partir de un proceso en
el que los docentes tratan de integrar sus diversas funciones, su status, sus
experiencias y conocimientos en una imagen coherente del yo.
Entendemos que la identidad no es algo que ya existe y permanece, es algo
que se construye constantemente, que se adquiere a lo largo de la vida y que
está en un movimiento continuo, ya que depende tanto del impulso propio
como de muchas otras influencias externas, en el caso del docente, influyen la
sociedad, la escuela, su vida personal, etc.
13 http://buscon.rae.es/draeI/.
19
Construir una identidad consiste en negociar los significados de nuestra experiencia de pertenencia a alguna o algunas comunidades sociales. De esta manera el concepto de identidad actúa como un pivote entre lo social y lo individual, de modo que se pueda hablar de lo uno en función de lo otro. […] La perspectiva resultante no es individualista ni abstractamente institucional, si no que hace justicia a la experiencia de identidad vivida al mismo tiempo que reconoce su carácter social: es lo social, lo cultural, lo histórico con un rostro humano.14
Si la identidad supone continuidad, entonces supone la conservación de algo.
Pero: ¿cómo conservar esa identidad cuando el contexto social es demasiado
cambiante, cuando las instituciones flaquean, cuando las relaciones son
múltiples, subjetivas y superficiales? El contexto educacional, es decir, las
instituciones y las escuelas que rodean al maestro y que en parte hacen la
experiencia docente, se están transformando constantemente, lo que exige
cambios en la forma de ser maestro.
La preocupación del maestro, porque se reconozca a sí mismo, en el intento de
comprender su práctica cotidiana, es en mayor medida, uno de los criterios
que subyacen a la toma de decisiones y forma de actuar de los docentes. Para
esto es necesario que el maestro tenga conciencia de quién es, qué es lo que
hace y específicamente de su yo como docente.
Cabe mencionar que lo que entendemos por el “yo docente” se constituye por
los siguientes siete aspectos interrelacionados:
*Autoimagen: el modo de presentarse a través de la historia de sus carreras profesionales. *Autoestima: la evolución del yo como docente, hasta qué punto es bueno o no, tal como lo define uno mismo y los demás. *Motivación para el trabajo: lo que hace que el docente opte por seguir comprometido o por abandonar el trabajo. *Percepción de la tarea: la forma de definir los docentes su trabajo. *Perspectiva futura: expectativas de los docentes acerca del desarrollo futuro de su trabajo.
14 Medina Melgarejo, Patricia. Voces emergentes de la docencia. p.144.
20
*Estabilidad en el trabajo: la necesidad de mantener la posición, tras haber logrado sus ambiciones. *Vulnerabilidad: A los juicios de los colegas, el director y personas ajenas a la escuela.15
Todos los aspectos mencionados, influyen positiva o negativamente en la
identidad personal del docente, sin embargo, existen otras instancias como
son: las experiencias, la cultura, la organización social y escolar mismas que
afectan la construcción de la identidad del docente y que forman parte del
ambiente educativo.
Los roles que desempeñan los maestros, las experiencias que viven (como es
su formación, su práctica, el trabajo colegiado), las aportaciones que reciben
de los demás, e incluso de ellos mismos son muchas y muy complejas; el papel
de la identidad es integrarlas y organizarlas.
Hablar de identidad de un docente nos remite a un intento por desentrañar dónde se origina y cómo aquélla se constituye en un conjunto de significados de la realidad que se juegan contradictoriamente en un hacer y un pensar concretos. Es a través de un hacer y un representar y decir de los maestros acerca de su práctica, donde pensamos que es posible identificar elementos del carácter social, político, ideológico, cultural y psicológico que permitan diferenciar los rasgos particulares que expresan aquello que el maestro ha adquirido como identidad social de su profesión y lo que constituye la dimensión individual del ejercicio.16
Los docentes, qué y quiénes son, su autoimagen, su trabajo y los significados
que les damos los demás, no sólo dependen de su vida profesional, sino
también de su vida personal, de sus experiencias y del sentido que le atribuyen
a éstas, así como del entorno social y cultural que les rodea.
Esta interacción entre la vida profesional y personal del maestro, constituye un
factor clave en la formación del sentido de identidad. Al identificarse con el ser
maestro dentro de un contexto, la satisfacción en el trabajo viene por
consiguiente, así como la capacidad de mantener un interés en el mismo.
15 Day, Christopher. Op. Cit., p. 70-71. 16 Aristi, Patricia, Castañeda Adelina, y otros. La identidad de una actividad: ser maestro. p. 55.
21
Un maestro identificado con el ambiente educativo en el que labora, y
específicamente con lo que él mismo significa, comprende que enseñar no sólo
depende de saber qué y cómo enseñar, sino también de conocer a quiénes se
les enseña y dónde se enseña. Por lo cual el docente, tiene que revisar
constantemente su propia identidad para no perder la conexión con el mundo
en el que está enseñando y con ello, poder interiorizar sus propios cambios,
como un sujeto comprometido con su trabajo.
Si no me conozco a mi mismo, no puedo saber quiénes son mis alumnos, los veo a través de un cristal oscuro, en la sombra de mi vida no revisada; y, cuando no puedo verlos con claridad, no puedo enseñarles bien. Cuando no me conozco a mí mismo, no puedo conocer mi materia; no en los niveles más profundos del significado asumido y personal”17
Se dan casos de maestros que a lo largo de su vida laboral nunca se identifican
con su trabajo. Hay otros docentes que van perdiendo su identidad por
diferentes causas, ya sea porque se les da responsabilidades de tipo
administrativo o sindicalista, porque están inmersos en asuntos de política,
porque tienen la necesidad de tener otro trabajo, etcétera; factores que
provocan que los maestros no se involucren y por lo tanto una creen una falta
de identidad como tal y de entrega para realizar su trabajo.
La identidad docente como podemos observar, al irse construyendo se vuelve
compleja y aunque exista una identificación con muchas de las prácticas
educativas preestablecidas, éstas pueden tomar otro significado ante las
realidades del docente. Hoy se puede pensar que en cada aula, en cada
escuela y en cada docente puede existir un proceso de construcción y
transformación de la identidad docente; que conlleve a mejorar su desempeño,
a superar las dificultades del contexto en el que labora y con ello
profesionalizar su trabajo como una pieza de suma importancia en la educación
de nuestro país.
17 Day, Christopher. Op. Cit. p. 67-68.
22
1.5 Ser maestro: Un proyecto de vida El último punto de este capítulo, trata de la importancia que tiene para
nosotros, que el maestro tome en cuenta que su trabajo representa un
proyecto de vida.
Cuando hablamos de un proyecto de vida, nos referimos a la realización
existencial que tenemos las personas de cumplir nuestros anhelos y
aspiraciones. Cuando estamos pensando en nuestro proyecto, nos hacemos las
preguntas de qué quiero de mi vida, hacia dónde y cómo la quiero llevar. El
crecimiento de la persona, ese conseguir metas y realizar sus afanes, es
consecuencia directa del cumplimiento de su proyecto de vida.
Los Proyectos de Vida -entendidos desde la perspectiva psicológica y social- integran las direcciones y modos de acción fundamentales de la persona en el amplio contexto de su determinación-aportación dentro del marco de las relaciones entre la sociedad y el individuo. Son estructuras psicológicas que expresan las direcciones esenciales de la persona, en el contexto social de relaciones materiales y espirituales de existencia, que determinan su posición y ubicación subjetiva en una sociedad concreta.18
Elaborar un proyecto de vida implica determinar, paso a paso, lo que se quiere
ser. Para lograrlo, el sujeto se vale de muchas situaciones que lo van formando
e integrando, según su opción.
El Proyecto de Vida es la estructura que expresa la apertura de la persona hacia el dominio del futuro, en sus direcciones esenciales y en las áreas críticas que requieren de decisiones vitales. De esta manera, la configuración, contenido y dirección del Proyecto de Vida, por su naturaleza, origen y destino están vinculados a la situación social del individuo, tanto en su expresión actual como en la perspectiva anticipada de los acontecimientos futuros, abiertos a la definición de su lugar y tareas en una determinada sociedad.19
18 www.psicodocumentosudd.cl/download.php?idDocumento=3659. 19 Ídem.
23
El proyecto de vida se construye a partir de un proceso de intercambio
comunicativo y de diálogo entre el individuo y el contexto en el que vive, en
donde la persona es capaz de fusionar en un solo camino lo que la sociedad va
desarrollando y formando en ella, y lo que la persona es y va queriendo a lo
largo de su vida.
Estamos ubicando al individuo en el contexto de sus relaciones sociales cotidianas como entes transformadores y, por tanto, críticos, reflexivos, problematizadores y proactivos, capaces de dar nueva forma y encontrar nuevo sentido a las situaciones interactivas de su entorno, actividad profesional y vida personal.20
Tomando en cuenta las ideas expresadas sobre el significado que tiene
proyecto de vida, contemplamos que es importante, que los docentes reciban
una motivación y formación que les facilite hacer de su profesión un proyecto
de vida, como una plataforma que les permita e impulse a tomar decisiones
con claridad, les ayude a plantearse metas más claras en cuanto a la profesión,
donde le encuentren sentido a su trabajo como docente.
Cuando los maestros tienen un proyecto de vida profesional, tienen claridad
para anticipar, modelar y organizar las actividades principales de su práctica
cotidiana, los cuales definen los rasgos de su estilo de vida y los caracterizan
en la sociedad donde trabajan y viven.
En el Proyecto de vida se articulan las siguientes dimensiones de situaciones vitales de la persona: - Orientaciones de la personalidad (Valores morales, estéticos, sociales, etc. y fines vitales) -Programación de tareas-metas vitales-planes-acción social. -Autodirección personal: Estilos y mecanismos psicológicos de regulación y acción que implican estrategias y formas de autoexpresión e integración personal y autodesarrollo.21
El proyecto de vida para el maestro representa también un canal para su
expresión personal y del sentido que le da a lo educativo y a lo social, por lo
20 Ídem. 21 Ídem..
24
tanto se convierte en un medio de realización y de construcción de la vida
profesional, que toma en cuenta quién es y las opciones que le presenta la
sociedad.
El proyecto de vida profesional del docente se nutre cuando además de,
confrontar la identidad, compartir ideas, las experiencias y aportarle a los
demás (alumnos, maestros, directores, padres de familia, la sociedad), recibe
el apoyo de los demás, ya que este puede contribuir un desarrollo personal y
profesional.
Es fundamental que los maestros basen su proyecto de vida profesional en su
autoconocimiento e impriman en él su sello personal, para que con ello logren
solidez y puedan realizarse como maestros, reinventarse, desarrollar la
imaginación, puedan anticiparse ante eventos y escenarios que se puedan
presentarse. A través del autoconocimiento, las metas del maestro serán más
claras, así como sus aspiraciones y motivaciones que lo inspirarán para cumplir
las tareas y planes, incluso le ayudará a prepararse y sobreponerse para
cuando realice algunas actividades dentro y fuera de las clases y no salgan
como esperaban.
Es trascendental preparar a los docentes emocionalmente, impulsarlos hacia la
reflexión de su práctica y como pedagogos, ser un apoyo y contribuir a
facilitarles la oportunidad para su desarrollo profesional, mediante su proyecto
de vida, donde encuentren el gusto por enseñar, que se antoje el
cuestionamiento sobre lo que quieren lograr con su trabajo a través de la
enseñanza.
Tener un proyecto de vida claro, sentir vocación y gusto por enseñar,
identificarse con la tarea educativa y con el ser maestro, saber que ser
maestro es ser una persona, un sujeto y un trabajador, es tener metas y
sentirse parte de una comunidad profesional, apunta a comprometerse y a
25
apasionarse por la enseñanza y las implicaciones que la misma profesión
impone.
En el siguiente capítulo hablaremos acerca de la influencia que tiene la
formación del docente como la directriz que da sentido a su trabajo, como una
cuestión que otorga fuerza y ayuda a despertar la vocación, que contribuye en
la construcción de la identidad profesional; para que con ello, se ahonde y se
entienda el alcance que tiene enseñar con pasión y con compromiso.
26
Capítulo II
FORMACIÓN Y PRÁCTICA DOCENTE
Nadie acierta a su objetivo con los ojos cerrados.
Paulo Coelho.
27
A lo largo de la historia de la formación de docentes en México, hemos pasado
por diversas maneras de concebir y plasmar en acciones la intencionalidad del
proceso formativo; esto ha ocurrido en buena medida gracias a los factores
políticos y económicos, a los aportes de la investigación educativa y a las
propuestas que con base a ella se han generado.
Como resultado de las diversas concepciones de formación y del énfasis que
cada una de ellas plasma o concreta en las acciones formadoras, el papel
asignado al docente ha cambiado; a éste se le ha concebido como: técnico,
instructor, artesano, guía, acompañante, científico, investigador. Cualquiera
que sea la concepción de docente que predomine en los planes de formación,
los profesores se enfrentan a retos en este proceso y en la forma de articular
la teoría con la práctica, de lo cual hablaremos en este capítulo.
Dado que el proceso de formación docente debe ser continuo, hay que decir
que los futuros docentes que inician su formación, así como los docentes en
servicio, deben estar conscientes del compromiso que implica la tarea docente
y las necesidades de formación a lo largo de su práctica profesional.
Con esto en mente, a continuación se explica qué es la formación docente, por
qué es importante la formación continua, qué es la práctica docente y cuál es
el sentido del trabajo docente, para poder entender cómo todo esto influye en
el compromiso docente y en la pasión por enseñar.
2.1. Formación docente
Dada la gran diversidad cultural y social que existe en México, así como la
heterogeneidad de los maestros; referirnos al maestro y a su formación resulta
un tanto complicado, ya que son muchos los contextos en los que se
desarrollan los procesos orientados a la formación de los docentes y en los que
28
éstos se involucra, por lo tanto las experiencias en torno al proceso de
formación son innumerables.
En el capítulo anterior hablábamos sobre quién es el maestro, cuál es su
identidad, y el porque el ejercicio de la profesión docente se facilita cuando
ésta es elegida por vocación. Pero ¿qué papel juega la formación en la
construcción de la identidad profesional, y cómo puede procurar fortalecer el
gusto, compromiso por enseñar? Para contestar esta interrogante,
comenzaremos retomando la definición de Ferry, en donde dice que la
formación es:
Un proceso de desarrollo individual tendiente a adquirir o perfeccionar capacidades […] La formación, no debe reducirse a una función ejercida por un formador sobre un formado maleable que reciba de forma pasiva la configuración que le imprima el formador […] Formarse es reflexionar para sí mismo sobre situaciones, sucesos e ideas.22
Por su parte, Beatrice Ávalos nos indica:
La formación es un proceso personal de construcción de identidad que debe realizar cada futuro docente, a la construcción de la base conceptual necesaria para enseñar y a la construcción de un repertorio de formas docentes apropiadas para las situaciones de enseñanza que debería enfrentar.23
La formación proporciona los elementos necesarios que una persona requiere
para seguir desarrollando conocimientos, habilidades y crecer en un aspecto
integral de acuerdo a un plan determinado, es un proceso que da lugar al
desarrollo y estructuración de la persona, llevándola así a una maduración
interna que se refleja en el trabajo que realiza.
Comprendemos pues por formación docente al seguimiento y la continuidad de
los estudios que él mismo realiza en lo que respecta a su preparación
profesional y también como el cúmulo de emociones y experiencias que a lo 22 Ferry, Gilles. El trayecto de la formación. p.52. 23 Ávalos, Beatrice. Las instituciones formadoras de docentes y las claves para formar buenos maestros, en Rendón Lara, Diego, Rojas García, Ignacio (comp.). El desafío de formar los mejores maestros.
29
largo de su carrera va acumulando, trabajando sobre sí mismo para lograr su
proyecto personal, lo cual le permite insertarse con éxito y gratificación en la
labor magisterial.
Además de esto, la formación docente va más allá de la mera adquisición de
conocimientos, pues implica un cambio en la persona, es decir, también
implica la formación en actitudes y habilidades. Por lo cual, cuando una
persona decide ser docente necesita estar consciente que una formación
adecuada y completa en todos lo sentidos, le ayudará a trabajar con mayor
entusiasmo al enfrentarse a la realidad del mundo laboral. El docente, espera
que en el proceso de formación adquiera el dominio de teorías pedagógicas,
didácticas, de conocimientos propios de su disciplina, de estrategias y
habilidades que le permitan hacer frente a la situación a la que se ha de
enfrentar en el aula.
Es preciso que el maestro reconozca que la formación inicial, sólo le brindará
las bases, sólo será el punto de partida y no de llegada del proceso de
formación profesional como docente. Al tomar consciencia de que al terminar
la fase inicial, entrará en un proceso constante de formación, le ayudará en su
crecimiento profesional y personal como docente.
Por ello, es fundamental que la formación tanto inicial como permanente,
respondan a las interrogantes del docente sobre su práctica y su quehacer en
un mundo que está en constante cambio; que le ofrezcan oportunidades reales
para aprender y para comprender y mejorar su práctica.
La formación debe propiciar la adquisición de competencias pedagógicas,
didácticas y disciplinarias, de dominio y transferencia de conocimientos, de
comunicación, de reflexión, de investigación; que active su creatividad, de
autogestión personal y profesional, pero sobre todo lo que nos interesa es que
fortalezca la pasión y el compromiso con su práctica profesional, con la
educación y con el aprendizaje de sus alumnos.
30
La formación inicial ha de dotar de un bagaje sólido en el ámbito cultural, psicopedagógico y personal, ha de capacitar al futuro profesor o profesora para asumir la tarea educativa en toda su complejidad, actuando con la flexibilidad y la rigurosidad necesarias, esto es, apoyando sus acciones en una fundamentación válida.24
Para llevar esto a cabo, pensamos que la formación debe contribuir a que los
maestros comprendan las transformaciones sociales y pedagógicas que surgen
dentro del ambiente educativo donde se desarrollan; que sean receptivos y
que tengan una mentalidad abierta para que sean capaces de adecuarse a las
demandas del contexto social y de los alumnos.
Es necesario establecer una preparación que proporcione un conocimiento y genere una actitud que conduzca a valorar la necesidad de una actualización permanente en función de los cambios que se producen, a ser creadores de estrategias y métodos de intervención, cooperación, análisis, reflexión, a construir un estilo riguroso e investigativo.25
En la formación del docente, es necesario tomar en cuenta:
- La necesidad de una redefinición constante de los objetivos de la
formación, es decir, que vayan encaminados a atender las nuevas
demandas sociales que se van gestando.
- La necesidad de articular la formación inicial con la continua e inculcar la
importancia de esta última.
- Incluir teorías pedagógicas, didácticas y estrategias funcionales; que los
aprendizajes teóricos sean realmente significativos y vinculados con la
práctica. Es decir, desarrollar una formación teórico-práctica para que
puedan resolver los problemas que se les presenten en su práctica.
- Desarrollar en los futuros maestros habilidades de creatividad, inculcar
en ellos el compromiso por su profesión y despertar la pasión por
enseñar.
24 Imbernón, Francisco. La formación del profesorado. Hacia una nueva cultura profesional. p.51. 25 Ídem.
31
- Que desarrolle un saber, un saber hacer y un saber ser. Con esto quiero
decir que los maestros sean capaces de analizar y valorar las
situaciones, de tomar decisiones fundamentadas y proponer alternativas
de solución a las situaciones problemáticas que enfrenten.
- La importancia de trabajar en equipo, ya que el trabajo colaborativo es
un elemento imprescindible para mejorar la labor de los maestros y la
organización de las escuelas; en este sentido se debe favorecer la
implicación y participación de los profesores en la gestión escolar.
Nada de esto se puede lograr de un día para otro, la formación supone un
proceso gradual y constante, no es magia. Además hay que considerar que los
requerimientos de la práctica van cambiando, y por ende los requerimientos de
formación. Así mismo cambian los intereses, las necesidades, las expectativas
de los maestros en su formación. Los maestros a lo largo de su vida
profesional atraviesan varias etapas que suponen cambios, los cuales se dan
debido a diferentes factores, Christopher Day nos habla de 5 grandes fases:
• Iniciación de la carrera profesional: Comprende del primer al tercer año
en servicio. En esta fase el maestro empieza, por lo general con un
compromiso muy fuerte, sin embargo éste se puede ver afectado ya que
el comienzo puede ser fácil o doloroso; todo depende de la capacidad
que tenga el maestro para enfrentarse a la organización de la clase, al
currículo, el conocimiento de los contenidos pedagógicos que posea; a la
influencia cultural de la escuela; etc. Esta etapa depende mucho de la
capacidad que tenga el maestro de sociabilizar y de adaptarse al
contexto donde va a trabajar y empezar a desarrollarse como
profesional.
• Estabilización: Se da del cuarto al sexto año en servicio. Es la etapa de
consolidación, liberación e integración con los demás maestros de la
institución, su seguridad aumenta y tiende a ser más participativo en los
proyectos educativos, y se identifica con su comunidad.
32
• Nuevos retos, nuevas preocupaciones. Esta fase va de los 7 a los 18
años en servicio. Durante la etapa de estabilización, con frecuencia
surgen nuevos retos, que implican un compromiso más profundo. En
esta etapa el maestro puede optar por el camino del crecimiento o por el
camino del estancamiento profesional. En esta fase es importante que el
director o los maestros que tienen mayor liderazgo en la escuela
respalden a los maestros motivándolos, estimulándolos y
acompañándolos para que no se estanquen y pierdan la pasión por su
trabajo, y al contrario, adquieran un compromiso mucho más profundo.
• Periodo de relativa estabilidad profesional. Se presenta en maestros que
tienen entre 19 y 30 años en servicio. En esta fase muchos maestros
buscan nuevos desafíos, asumen responsabilidades nuevas dentro de la
misma escuela, al igual que pueden aumentar sus responsabilidades
fuera de la escuela (hijos, atender a sus padres, el crecimiento de la
familia, etc.) En esta etapa igualmente, algunos docentes comienzan a
reorientar su carrera y su vida reduciendo las horas de trabajo. En
estos años se puede llegar a un desencanto de la labor docente, pero
también se puede dar la recuperación de la energía y lograr una
maduración mucho más profunda como profesional, en donde busca
reexaminar sus creencias sobre la enseñanza y cuestionar los fines y
contextos de su trabajo, revisar y renovar sus compromisos mediante la
formación continua y participa más en las redes de la escuela.
• Fase final. Se da aproximadamente de los 31 a los 40 años de servicio.
En esta fase puede haber un aumento de la preocupación por el
aprendizaje de los alumnos, o bien una orientación creciente hacia
intereses ajenos a la escuela; pero también existen maestros que ponen
paredes frente a todos los cambios, volviéndose más conservadores que
antes y sienten que los nuevos docentes les van a quitar su lugar
creyendo así que pueden perder respeto. También en esta etapa se da la
consolidación de la carrera, la cual puede ser satisfactoria al compartir
33
experiencias con los nuevos profesores y contar con el respeto de sus
compañeros.26
Como podemos ver, estas fases por las que atraviesan los docentes durante su
carrera profesional, dependen de una conjugación de factores como son: la
escuela, los demás maestros, los alumnos, su valoración social, el salario que
reciben, su vida personal y familiar. Los maestros pueden asumir posiciones
diversas mientras están en servicio, pues su desarrollo depende no sólo de
ellos mismos, sino de lo que acabamos de mencionar.
Reiteramos, la formación es un proceso, y una de las implicaciones que
conlleva es que la formación inicial no es suficiente para la preparación de los
docentes, por lo cual en la actualidad se ha planteado la necesidad de propiciar
el desarrollo profesional de los docentes a partir de una formación continua,
que permita al docente expresar sus necesidades y pueda a lo largo de su
práctica seguir aprendiendo nuevas teorías, didácticas etcétera.
Por lo tanto en nuestro país es importante y urgente la definición de objetivos,
tanto de la formación inicial como de la permanente, para poder lograr los
cambios educativos que tanto se necesitan, pero sobretodo para ampliar los
horizontes de los maestros, para que sus bases sean más firmes, para que se
sientan más seguros de su trabajo, de su identidad, para que adquieran y
mantengan un compromiso, la pasión y el entusiasmo que tanto necesitan
para realizar su trabajo.
A continuación hablaremos sobre la formación continua y su importancia en el
desarrollo profesional y personal del docente.
26 Cfr. Day , Christopher. Formar docentes. Cómo, cuándo y en qué condiciones aprende el profesorado. p. 84.
34
2.1.1 Formación continua y desarrollo profesional
En este apartado enfatizamos que la formación continua es esencial para
poder mejorar constantemente la práctica docente. El maestro en servicio,
requiere de espacios de formación, donde pueda participar abiertamente
expresando sus inquietudes y dudas, donde pueda confrontar y compartir con
sus colegas sus conocimientos, creencias y sus formas de actuar dentro del
salón de clases, para poder analizarlo. Ello a su vez le permitirá aprender de su
propia experiencia y recuperar la de otros.
La formación profesional del docente de educación básica es un proceso que se
inicia en la normal, de ahí el nombre de formación inicial pero, como ya se
había mencionado, ese es sólo el principio, la formación debe ser constante y
continua.
…la formación permanente ha de extenderse al terreno de las capacidades, habilidades y actitudes y han de cuestionarse permanentemente los valores y las concepciones de cada profesor y del equipo colectivamente.27
Entenderemos a la formación continua como:
El proceso continuo de crecimiento de las competencias para la enseñanza, desde la formación inicial hasta el fin de la carrera profesional, con el fin de favorecer los aprendizajes de los alumnos. 28
Igualmente por formación permanente comprendemos:
Toda intervención que provoca cambios en el comportamiento, la información, los conocimientos, la comprensión y las aptitudes del profesorado en ejercicio. Según los organismos internacionales la formación implica la adquisición de conocimientos, actitudes y habilidades relacionadas con el campo profesional.29
27 Imbernón, Francisco. La formación del profesorado. Op.cit. p.58. 28 Guerra Zamora, Paula. Formación docente continua: una mirada desde el aprendizaje de adultos. p.3. en http://www.rieoei.org/deloslectores/2008Zamora.pdf (consultada el 2 de junio de 2008) 29 Imbernón, Francisco. 10 ideas clave. La formación permanente del profesorado. Nuevas ideas para formar en la innovación y el cambio. p.138.
35
Como lo hemos venido mencionado, es conveniente, que dentro de la
formación inicial del docente, se le fomente el interés por seguir preparándose
y aprendiendo, ya que en la sociedad actual, el conocimiento y el desarrollo
tecnológico, con el paso del tiempo, se ha ido ampliando y transformando
continuamente y no sólo eso, los alumnos también han cambiado en la forma
de comportarse, así como sus intereses y expectativas en cuanto al
aprendizaje. Entonces, sólo con la formación constante y continua por parte
de los docentes, se despertará el interés por perfeccionar su práctica, lo cual
podría influir en el logro de la mejora en la educación dentro de las aulas en
nuestro país.
La formación continua de los maestros debe ser constante, para ello es
necesario que durante toda su carrera profesional, se acompañe al maestro en
su proceso de formación y se incite en él, el deseo de seguir formándose. El
proceso de formación continua ayuda a promover la participación activa y
reflexiva de los maestros, y a favorecer el desarrollo de cualidades y
competencias cognitivas, operacionales, actitudinales y afectivas que lo ayuden
a mantener su motivación para facilitar el aprendizaje de sus alumnos.
Para que la formación permanente sea útil para los maestros, es
imprescindible que responda a sus necesidades profesionales y personales, a
los contextos en los que trabaja, a sus tiempos, espacios; pero ¿cómo lograr
todo esto?
Es probable que la formación de los docentes, contribuya al logro de lo que
acabamos de mencionar en el párrafo anterior, razón por la cual ésta
constituye una parte necesaria y potencialmente poderosa para su desarrollo
profesional. Francisco Imbernón nos indica que el desarrollo profesional:
Es el desarrollo pedagógico, el conocimiento, y la comprensión de uno mismo, el desarrollo cognitivo, el desarrollo teórico y la situación laboral que permiten o impiden el desarrollo de una carrera docente. También se define
36
como el intento sistemático de mejorar la práctica laboral, creencias y conocimientos profesionales, con el propósito de aumentar la calidad docente, investigadora y de gestión.30
Esta definición nos remite a que la formación continua del docente busca
potencializar y favorecer el desarrollo profesional. Pero ¿qué elementos debe
de considerar la formación continua para que sea útil al desarrollo del docente?
En la sociedad hoy en día se tiende a un acelerado crecimiento en materia de
conocimientos científicos, de cultura, arte, de formas de pensar, de vivir, de
sentir y de actuar de las nuevas generaciones. Otro elemento son la variedad
de formas que hay para acceder al conocimiento, que han provocado que la
educación ya no sólo esté en manos de los docentes; sino de la televisión, de
las familias y de otros medios de comunicación; Lo cual obliga a que como
pedagogos repensemos constantemente las perspectivas y los contenidos de la
formación docente.
Los cambios sociales han influido en la formación del profesorado de forma diferente: demandando otros contenidos formativos basados más en habilidades y actitudes, dando mayor importancia al trabajo en equipo y a la colegialidad verdadera y teniendo en cuenta el factor de la diversidad y la contextualización como elementos imprescindibles en la formación.31
Los docentes al revisar constantemente su trabajo con el fin de mejorar la
calidad de su enseñanza favorecen el desarrollo de sus conocimientos y la
adquisición de saberes prácticos, haciendo uso de la reflexión, tanto de manera
individual como de manera colectiva, a través de la interacción con sus pares.
Los saberes adquiridos a través de la experiencia profesional constituyen los fundamentos de su competencia. Es a partir de ellos que los profesores juzgan su formación anterior, o su formación a lo largo de la carrera. Es igualmente a partir de ellos que juzgan la pertinencia o el realismo de las reformas introducidas en los programas o métodos. En suma, es todavía a partir de los saberes de la experiencia que los profesores conciben los modelos de excelencia profesional en el interior de su profesión.32
30 Ídem. 31 Ibidem. p.35. 32 Tardif Maurice, Lessard Claude & Lahaye Louise. Les enseignants des ordres d’enseignement primaire et secondaire face aux savoirs : Esquisse d’une problématique du savoir enseignant. Sociologie et sociétés., p. 233.
37
En México se procura la formación permanente a los docentes. En la actualidad
existen centros de formación para docentes, sin embargo, se sabe que hay
poco cambio en la formación y por lo tanto en la práctica de los docentes; pues
se ha quedado descontextualizada de las necesidades de los maestros. Los
modelos en los que se basa formación permanente del profesorado, son
modelos estandarizados que se han llevado a diversos contextos educativos sin
tomar en cuenta que en realidad hay muchas situaciones problemáticas que se
dan en contextos sociales y educativos determinados y que exigen soluciones
singulares.
Las características personales y los intereses que buscan cada sociedad,
institución y cada profesor son elementos que pueden favorecer o dañar la
formación, al no tomarse en cuenta las diversas necesidades y problemas
reales a los que se enfrentan cotidianamente los maestros; al no estar
conscientes del poco tiempo que tienen para formarse (ya sea porque tienen
doble turno, otro trabajo, por la necesidad de atender a sus familias, etcétera);
la formación continua que se les brinda a los maestros en servicio, se ha
convertido en una actividad meramente instruccional, se les dictan recetas de
prácticas y estrategias, se les enseña mediante ejemplos de otros maestros,
sin tomar en cuenta sus propias experiencias.
La práctica docente puede ser señalada como empírica, por las características que presenta, pero también hay que tomar en cuenta que el maestro la enfrenta reflexivamente, pues la cuestiona, la intenta explicar, escribe sus ideas, la expone ante los demás (incluyendo al formador) que posiblemente no tenga la certeza de que sea correcto lo que hace y si la tiene, la ratifica, la enriquece, la fundamenta.33
Entonces, lo importante sería, motivar a los maestros para que sean
protagonistas de su propia formación, porque ellos saben qué les hace falta.
33 Ibáñez Pérez, Raymundo. Experiencias de un formador en la elaboración dela propuesta pedagógica. p. 178.
38
Hay que reconocer que el maestro tiene conocimientos, saberes34 y
experiencias, y que hay que tomarlos en cuenta en la planeación de los
programas de formación. Para la formación continua, es necesario que se
generen espacios donde los maestros puedan hablar de sus conocimientos,
saberes, creencias y experiencias, que se les motive para que participen y
reflexionen sobre su práctica, donde puedan expresar y compartir sus
necesidades, tengan una mayor autonomía profesional y sepan que son
capaces de generar cambios, permitiéndoles tener una mayor participación en
las decisiones educativas.
Con este fin, es importante crear en los centros de formación comunidades de
práctica35, en donde se realice una verdadera formación colaborativa, para que
los docentes puedan intercambiar experiencias entre iguales en su misma
comunidad, aumentando así la comunicación con sus colegas acerca de las
experiencias que cada profesor tiene en sus núcleos de trabajo.
La formación permanente debe posibilitar: el desarrollo colectivo de procesos autónomos en el trabajo docente, compartir procesos metodológicos y de gestión, introducir la existencia de la indeterminación técnica, dar mayor importancia al desarrollo personal, potenciar la autoestima colectiva y crear y desarrollar nuevas estructuras.36
Lo interesante de las comunidades de práctica es que es el mismo grupo de
maestros el que establece los objetivos de aprendizaje y estos son definidos de
acuerdo al contexto de la práctica. La comunidad al hacer un trabajo en
equipo, requiere de una tarea compartida; es decir, se comparte un proyecto
que hace referencia a la práctica de varios profesores que los compromete y
los motiva a encontrarse para reflexionar, aprender juntos, a entender y
atender las dificultades de la tarea educativa, ya que gracias al trabajo
34 Se puede definir el saber docente como un saber plural, formado por una amalgama, más o menos coherente de saberes procedentes de la formación profesional y disciplinarios, curriculares y experienciales. Tardif, Maurice. “Los saberes del docente y su desarrollo profesional. p.29. 35 Las comunidades de práctica son grupos sociales constituidos con el fin de desarrollar un conocimiento especializado, compartiendo aprendizajes basados en la reflexión conjunta sobre experiencias prácticas. Imbernón, Francisco. La formación del profesorado. Op. Cit. p.137. 36 Imbernón, Francisco. 10 ideas clave. Op. Cit. .p.80.
39
colaborativo, se pueden dar mejores respuestas a las situaciones
problemáticas de la práctica y a tomar mejores decisiones.
La formación en actitudes (cognoscitivas, afectivas y conductuales) ayuda al desarrollo personal del profesorado en una profesión donde la frontera entre lo profesional y lo personal está difuminada. Además favorece la mejora de las relaciones de los compañeros y con el alumnado, y la revisión de las convicciones y creencias sobre la educación y el contexto social, ya que las actitudes son procesos de pensar, sentir y actuar en consonancia con los valores que uno tiene.37
Como ya mencionamos, fomentar el desarrollo profesional, personal e
institucional de los maestros es el principal objetivo de la formación continua.
Por esto, además de promover la reflexión, y fortalecer los saberes teóricos y
técnicos necesarios para la profesión docente como se ha venido haciendo en
los últimos años, es necesario que también se fomente la formación de
actitudes afectivas y emocionales de los docentes38, pues esto es fundamental
para una buena actividad docente, estimular el establecimiento de vínculos
entre los profesores y alumnos, saber manejar las emociones, desarrollar la
capacidad de automotivarse y desarrollar una elevada autoestima como
docente; con el fin de lograr una mejor práctica educativa, donde el maestro
se sienta más satisfecho y comprometido por y con lo que hace.
La formación continua es fundamental y puede ser una de las claves para
mantener el gusto y compromiso por la labor docente; además de que se
trabajen sus emociones, es importante que se motive al docente y se le
ofrezcan condiciones materiales de trabajo adecuadas para la realización de su
trabajo.
Una de las tareas de la formación, es promover la reflexión de los maestros en
cuanto a la tarea educativa que realizan. A continuación nos referimos a la
función docente.
37 Ibidem, p. 130 38 Abordaremos este tema con mayor amplitud en el siguiente capítulo.
40
2.2 Función docente
Para poder definir lo que se busca lograr con la formación del docente, es
necesario tener claro cuál es la función del docente en México.
Una de las principales funciones del docente a través del tiempo ha sido la de
transmitir la cultura heredada a las nuevas generaciones, sin embargo esto no
se ha dado en el marco de las mismas exigencias sociales en su totalidad, pues
esta tarea esta envuelta por otras responsabilidades y situaciones que hacen
que la función docente vaya más allá de la mera transmisión de la cultura.
De acuerdo con la función que se le asigna, el docente lleva a cabo la
realización directa de procesos sistemáticos de enseñanza-aprendizaje,
específicamente el diagnóstico, la planificación, la realización y la evaluación de
los procesos educativos y sus resultados; igualmente lleva a cabo actividades
como la orientación de los alumnos, la atención a la comunidad, en especial a
los padres de familia; además de actividades de actualización y formación
continua y otras actividades culturales, deportivas que se llevan a cabo de
acuerdo con el proyecto institucional de cada establecimiento educativo.
[…] la función docente es el ejercicio de unas tareas de carácter laboral educativo al servicio de una colectividad, con unas competencias en la acción de enseñar, en la estructura de las instituciones en las que se ejerce ese trabajo y en el análisis de los valores sociales.39
En la actualidad, el cambio de la actividad docente ha provocado la extensión
de su función, pues no sólo se le ha encargado al docente las tareas
anteriormente mencionadas, sino que se le responsabiliza tareas
extracurriculares como preparar los bailes para los festivales, ceremonias
cívicas, las fiestas de la institución, llevar los guisados para la feria de la
escuela, limpiar las escuelas cuando es necesario, etc.; además de nuevas
funciones como el manejo de tecnologías de la información y comunicación,
39 Imbernón, Francisco. La formación del profesorado. Op. Cit. p.22.
41
desarrollo de nuevas competencias, participar en trabajos colegiados, rendir
cuentas. Esto ha provocado una sobrecarga para el docente en su trabajo,
provocando en ocasiones el deterioro en su quehacer docente.
De acuerdo con esto es conveniente hacer un análisis y trabajar sobre la
función del docente, donde se planteen las verdaderas tareas prioritarias que
el docente como profesional tiene que realizar.
Imbernón plantea que la función docente
[…] comporta un conocimiento pedagógico específico, un compromiso ético y moral y la necesidad de corresponsabilización con otros agentes sociales, esto es así puesto que ejerce influencia sobre otros seres humanos y, por lo tanto, no puede ni debe ser una función meramente técnica de expertos infalibles[…] la función docente está entonces en un equilibrio entre las tareas profesionales en la aplicación de un conocimiento, el contexto en que se aplica, el compromiso ético de su función social y la estructura de participación social existente en ese momento y en la que se está comprometido.40
A menudo hemos observado que la función del docente se ha tecnificado, es
decir, los maestros se han convertido en meros ejecutores de tareas de
acuerdo a reglas establecidas, a planes dictados y proyectos determinados.
Hemos olvidado que los docentes son personas, y que los sujetos a los que
enseñan y con los que conviven también lo son; por lo tanto, su función no
debe basarse en una simple receta, si no tiene que ir más allá. La función del
docente debe abarcar también un compromiso ético con su profesión, como
educadores de una sociedad, con su formación, con su forma de involucrarse
en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
La concepción que se tenga de lo que el docente es, define la formación y la
función docente. La Organización de Estados Iberoamericanos para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (OIE) plantea que en México el maestro debe
tener:
40 Ibidem, p. 23.
42
Un dominio cabal de su materia de su trabajo, por haber logrado una autonomía profesional que le permita tomar decisiones informadas, por comprometerse con los resultados de su acción docente, por evaluarla críticamente, por trabajar en conjunto con sus colegas, y por manejar su propia formación permanente. El maestro de educación básica dispondrá de las capacidades que le permitan organizar el trabajo educativo, de diseñar y poner en práctica estrategias y actividades didácticas con el fin de que todos sus educandos alcancen los propósitos de la educación; de reconocer la diversidad de los niños que forman el grupo a su cargo. Atender a su enseñanza por medio de una variedad de estrategias didácticas que desarrollará de manera creativa. Reconocerá la importancia de tratar con dignidad y afecto a sus alumnos; aprovechará los contenidos curriculares y las experiencias y conductas cotidianas en el aula y en la escuela para promover la reflexión y el diálogo sobre asuntos éticos y sobre problemas ambientales que disminuyen la calidad de vida de la población; Propiciará el desarrollo moral autónomo de sus alumnos, y favorecerá la reflexión y el análisis del grupo.41
La función docente demanda un perfil con conocimientos, saberes, habilidades
y conductas deseables tanto en los planos pedagógico y científico, como en lo
moral, lo social, y lo cultural. La responsabilidad ética de la función del
maestro, inculcada desde la formación inicial y reforzada por la sociedad y las
instituciones, influye en mayor o menor medida con elementos ideológicos que
ponen una mayor tensión en el ser y el hacer del maestro, haciendo que él
mismo y la sociedad, se pierdan en el camino de saber y entender lo que es
ser maestro y cuál es su quehacer.
El docente al no contar él con una comprensión integral de su labor, ni con la
atención suficiente del gobierno, ni con el debido reconocimiento salarial a su
función; al no tener el apoyo de una comunidad educativa que favorezca su
formación y su práctica; puede caer en un sentimiento de malestar general,
que provoque en su ejercicio profesional un estancamiento o un deterioro.
La función docente debe orientarse teniendo presente que el maestro tiene una
responsabilidad moral que está ampliamente involucrado en la enseñanza a
41 Tavárez Marzán, Miledys. ¿Perfil del Docente Latinoamericano: mito o realidad? En: http.//usuarios.lycos.es/miledyst. ( consultado en octubre de 2007)
43
una comunidad y cultura determinada, que hace que otros comprendan el
mundo de manera determinada. Para ello es necesario que se de junto con las
exigencias sociales, académicas y éticas del maestro, una valoración social
correspondiente.
Hoy no podemos dejar que la función del docente se quede en simples
técnicas. El quehacer del docente es y tiene que ser un acto humano, donde
estén incorporados los valores, la libertad, el respeto, el apoyo, la dignidad, el
compromiso y la responsabilidad. Se tiene que dejar ser al maestro, en donde
pueda actuar de acuerdo a su juicio profesional, donde se le impulse para que
use su creatividad y que a pesar de tener una función “sentenciada”, pueda ver
en ella opciones y diferentes formas de llevarla a cabo.
Tener claro el verdadero significado de la función docente es trascendente,
pues esto, en gran medida, es la base para el buen desempeño del docente en
su práctica como educador. Si el docente sabe cuál es su función y tiene
opciones, con mayor gusto y creatividad puede realizar su práctica; en cambio
si no es claro, el malestar docente surge y por lo tanto se puede ver
deteriorada la práctica docente.
2.3 Práctica Docente.
Íntimamente ligada a la función docente, debemos hablar de la práctica
docente. El concepto de práctica nos remite al conjunto de actividades que
realiza el maestro, en las que se conjugan habilidades, valores y conocimientos
concretizados en estrategias didácticas. Es el resultado de la interacción que se
da todos los días entre el maestro y el alumno, entre la teoría y la práctica,
entre el salón de clases y las estrategias didácticas.
44
[…] el trabajo del maestro, resulta un componente de la construcción cotidiana de la escuela y del maestro como trabajador. En ella el maestro se enajena y/o se realiza, cumple con su obligación laboral y se apropia del sentido de su trabajo.42
Para dar cuenta de la actividad docente no es suficiente abordar la relación
enseñanza-aprendizaje. Es indispensable remitirnos al contexto social, ya que
la educación, y en particular la docencia, están determinadas por la historia,
por el contexto socioeconómico y por las políticas educativas planteadas en un
momento histórico, las cuales van generando demandas de acuerdo a las
necesidades que se van viviendo.
Explicar desde su complejidad el trabajo educativo, en particular el trabajo del
docente, requiere introducirse en la vida cotidiana de las escuelas, en el
ámbito donde dicho trabajo adquiere formas, modalidades y expresiones
concretas. Es mediante su desempeño, mediante su acción, que las personas
se construyen a sí mismas. El trabajo docente es un espacio de múltiples
intercambios cotidianos, caracterizado por condiciones y por acuerdos
cambiantes dentro del sistema escolar. El maestro siempre está en
permanente relación con el otro: con el alumno, con el director, con los
colegas, con el contenido de su enseñanza, con los padres de familia, con la
sociedad. Su quehacer implica lograr acuerdos con el grupo, con la escuela, y
en particular, en la relación maestro-alumno, negociar normas, conocimientos,
valores, historias personales, expectativas y sentimientos.
Al ser la educación y la escuela un espacio social, el docente se encuentra
incluido en una serie de relaciones que lo ubican en un lugar con ciertas
exigencias, y lo colocan en cierta relación de poder con el otro.
Entendemos el trabajo docente como una praxis social, objetiva e intencional en la que intervienen los significados, las percepciones y las acciones que los agentes implicados en el proceso –maestros, alumnos, autoridades educativas y padres de familia-, así como los aspectos político-
42 Aguilar, Citlali, La definición cotidiana del trabajo de los maestros. Op. Cit. p. 91.
45
institucionales, administrativos y normativos que, según el proyecto educativo de cada país, delimitan la función del maestro.43
En principio, los docentes todos los días llegan a su salón de clases, toman lista
y enseñan lo que tienen que enseñar, es decir, enseñan lo que esta planteado
en los planes y programas establecidos. Pero la práctica docente no se reduce
a la tarea de enseñar; si así fuera realmente la práctica educativa, se tendrían
muchos menos problemas que abordar respecto al tema; sin embargo, la
práctica educativa hoy en día es mucho más que pararse en frente de los
alumnos y enseñar lo establecido en el programa.
Ser docente no es sólo enseñar, es involucrarse con el aprendizaje de sus
alumnos, creando estrategias didácticas que le permitan favorecer el
aprendizaje de acuerdo a las necesidades y expectativas de sus alumnos,
planear con anticipación sus clases, motivar a los alumnos a que sigan
aprendiendo, esto haciendo referencia a las actividades del profesor dentro del
aula.
Pero hay actividades que el docente realiza fuera del aula y que son parte
esencial en la práctica del docente. Hoy, también se involucra al maestro tanto
en las tareas administrativas como culturales y sociales asignadas por las
escuelas. Actividades de administración, organización y gestión escolar, la
transmisión de valores, su formación continua, evaluaciones, rendición de
cuentas; las ferias escolares, las cooperativas, los festivales del día de las
madres y navidad, montar las ofrendas el día de maestros, realizar una obra
de teatro, competencias deportivas y otras actividades culturales, son parte
esencial de la práctica que el docente realiza día con día.
Con relación a las actividades que realizan hoy los docentes, se habla de
desarrollar nuevas competencias que fortalezcan y le den mayor sentido a la
práctica y al quehacer docente.
43 Fierro, Cecilia. Transformando la práctica docente. p. 21.
46
Philippe Perrenoud, habla de 10 principales competencias y aunque no es mi
intención ahondar ni desarrollar en grande el tema de las competencias, me
parece importante mencionarlas brevemente pues es un tema de interés
general hoy en día y es de gran importancia que los profesores desarrollen
estas competencias para poder estar al tanto de las exigencias de su práctica.
Estas son:
1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje: Se refiere a conocer una
materia determinada, los contenidos que enseña y su traducción en
objetivos de aprendizaje, trabajar a partir de representaciones reales de
los alumnos, trabajar partir de los errores y obstáculos al aprendizaje,
construir y planificar didácticas, promover en los alumnos actividades de
investigación.
2. Gestionar la progresión de los aprendizajes: Llevar control de cómo los
alumnos van aprendiendo, a partir de observarlos evaluarlos, que
entiendan los objetivos de enseñanza, controlar las situaciones de
problema ajustadas al nivel y a las posibilidades de los alumnos.
3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación: Saber hacer
frente a las diferencias que se dan dentro del mismo grupo de clases,
realizar la gestión de la clase en espacios más amplios, trabajar con los
alumnos que tienen mayores dificultades, desarrollar la cooperación
entre alumnos.
4. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes y trabajo: Despertar el
deseo de aprender, promover la participación de los alumnos en la
creación de reglas y obligaciones, ofrecer actividades de formación
optativas y favorecer el desarrollo de un proyecto personal de los
alumnos.
5. Trabajar en equipo: Los maestros deben elaborar un proyecto en equipo
con representaciones comunes, impulsar grupos de trabajo, formar y
renovar los equipos pedagógicos.
47
6. Participar en la gestión de la escuela: Elaborar y participar en los
proyectos institucionales, administrar los recursos de la escuela, hacer
participar a los alumnos dentro de la escuela, coordinar y fomentar una
escuela con actividades extraescolares, grupos de padres etc.
7. Informar e implicar a los padres: Fomentar reuniones informativas,
conducir reuniones e implicar a los padres en la construcción de
conocimientos.
8. Utilizar las nuevas tecnologías: Utilizar programas de edición de
documentos, explotar los potenciales didácticos que existen hoy en día
en relación con los objetivos de enseñanza, comunicarse con los
alumnos y los mismos profesores a distancia, utilizar los instrumentos
multimedia en su enseñanza.
9. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión: Participar en la
prevención de la violencia en la escuela y en la ciudad, luchar contra
prejuicios y discriminaciones sexuales, étnicas y sociales, participar en la
aplicación de reglas referentes a la disciplina en la escuela, las sanciones
y la apreciación de la conducta y desarrollar los valores sociales.
10.Organizar la propia formación continua: Saber explicitar sus prácticas,
establecer un balance de competencias y un programa personal de
formación continua propios, realizar un proyecto de formación en
común junto con los otros maestros, implicarse en tareas a nivel general
del sistema educativo y participar en la formación de sus colegas.44
Aunque muchas de estas competencias parezcan ajenas a la práctica docente,
reúnen conocimientos, habilidades y aptitudes personales para el desempeño
de tareas específicas que logran resultados positivos en la práctica del docente.
Las competencias se han vuelto indispensables en la práctica del docente, pues
él, al estar preparado y al ser competente en distintos campos que exige su
función, se vuelve capaz de actuar en diversas circunstancias de manera
consciente y profesional.
44 Cfr. Perrenoud, Philippe, Diez nuevas competencias para enseñar.
48
Es necesario insistir en que dentro de las instituciones educativas, se
promueva que el quehacer del maestro sea mucho más que enseñar. La
práctica docente implica un acercamiento y una participación con toda la labor
educativa, es involucrarse y participar en los cambios educativos dentro y
fuera de las instituciones, formarse constantemente, relacionarse con los otros
maestros, y es necesario tomar en cuenta sus intereses para que su práctica
no se deteriore. El docente necesita buscar ser el protagonista de su propia
práctica.
Como pedagogos pensamos que el detalle de hacer diferente y relevante la
práctica docente, está en cómo se llevan a cabo las tareas que día con día
realizan los maestros, en la trascendencia de ser creativos y reinventar la
cotidianeidad para que la práctica se vuelva un trabajo agradable, ya sea
dentro o fuera del salón de clases.
Partiendo de saber lo que implica la práctica docente podemos entonces hablar
sobre el sentido del trabajo docente, sobre el sentido que le da cada maestro a
su práctica y las razones que tiene cada uno para actuar y llevar acabo su
práctica de determinada manera.
2.4 Sentido del trabajo docente.
La palabra sentido, en esta ocasión, no nos remite a los sentidos del cuerpo
que nos hacen percibir o sentir; sino más bien a la orientación que como
docentes se decide tomar, las razones por las que se toman decisiones, qué los
motiva y qué los mueve a hacer su trabajo como lo hacen.
¿Por qué decidir ser maestro? Ya hablamos en el capitulo anterior sobre la
vocación y cómo las personas llegan a la profesión de la docencia. Pero los
maestros durante su práctica se preguntan el para qué de su labor; y dado el
49
bajo reconocimiento que reciben por su tarea, el docente entiende cada vez
menos el sentido de su tarea educativa.
El sentido del trabajo docente, son las razones por las que el maestro actúa de
una u otra manera, son los motivos que lo mueven a tomar decisiones, el
tener confianza en que su labor está siendo útil, la orientación de su acción
educativa; son las creencias, los valores que sostienen su tarea y que se
reflejan en su manera de enseñar y también de aprender.
Ser docente no es simplemente cumplir con la tarea de enseñar contenidos
determinados; ser docente es generar el aprendizaje, activarlo. Creemos que
esa es la esencia del sentido de la labor educativa del docente, detonar en sus
alumnos el deseo de aprender y construir aprendizajes.
De lo que no cabe duda es de que si la profesión docente es una actividad con un profundo componente moral, es necesario mantener una actitud reflexiva no sólo sobre nuestro propio comportamiento moral en el trabajo docente, sino sobre las razones que nos mueven a actuar de esa manera. Sólo de esta forma seremos capaces de mantener la tensión, el dinamismo y el compromiso con la educación de todos nuestros alumnos a lo largo de nuestra dilatada vida profesional.45
Encontrarse dentro del ámbito educativo, significa para nosotros creer en las
posibilidades de cambio de las personas, en que los seres humanos somos
siempre capaces de aprender más, que siempre va a haber cosas nuevas que
aprender y que enseñar, los docentes son, desde nuestro punto de vista como
pedagogos, potencializadores del crecimiento de las personas, y el sentido que
le podrían dar a su trabajo es el de mejorar la vida de sus alumnos y su propia
vida.
Los maestros al tener claro un proyecto de vida, se activan, buscan nutrirse de
más conocimientos, innovan, crean, se vuelven dinámicos, aportan a la
45 Marchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Competencias, emociones y valores. p. 174.
50
educación, se sientan realizados y competentes, buscan más allá de lo que se
les propone, y sobretodo encuentran sentido a la tarea que realizan.
Cuando esto no sucede, muchos de los maestros se pierden en una práctica
rutinaria, donde siempre es lo mismo. La rutina, la inercia, el dejar de pensar
en lo que se hace y para qué se hace, les genera desánimo y hasta hastío,
provocando que el docente se sienta incapaz de satisfacer las exigencias tanto
externas como internas, y su entrega a la labor educativa se ve mermada,
disminuye y hay insatisfacción en lo que hace e incluso llegan al abandono de
la profesión.
Pero todo esto no viene solo, esta insatisfacción por su trabajo, el no
encontrarle sentido a lo que hace, puede deberse a que los maestros no se
sienten cómodos en y con su lugar de trabajo, porque este no representa la
realización profesional, ya que la falta de reconocimiento social y sus
condiciones laborales dejan mucho que desear.
Es urgente y necesario que se motive al maestro, y que el maestro sea capaz
de automotivarse en la búsqueda del significado de su labor educativa, ya que
las condiciones anteriores no lo ayudan; el tener claro el sentido de su trabajo,
le ayudará en la satisfacción de cuatro necesidades que se verán reflejadas en:
la existencia de un proyecto futuro que pretende ser alcanzado, la presencia de
valores que orientan las decisiones, la necesidad de un sentimiento de eficacia
personal y el deseo de autovaloración.46
Los maestros al sentirse satisfechos con lo que hacen, con lo que enseñan; que
saben que tienen un proyecto y son conscientes de que su trabajo es útil y
eficaz, que buscan facilitar el aprendizaje, interactúan y establecen lazos de
afecto, le encontrarán un mayor sentido a su labor educativa.
46Cfr. Marchesi, Álvaro. Op. Cit. p. 177.
51
Si la profesión docente tiene un fuerte componente moral, si exige un compromiso activo y positivo con las nuevas generaciones, si ha de contribuir a la felicidad de los alumnos, si ha de mantener el optimismo y la esperanza en el futuro de las nuevas generaciones y de la humanidad, no queda más remedio que admitir que el agente de esta actividad, el profesor, ha de sentirse participe de este proyecto, y en consecuencia, ha de vivir y transmitir una cierta forma de felicidad en su actividad docente. Y sólo puede sentirse feliz en su trabajo si le gusta, si se siente satisfecho con él, si encuentra sentido a la educación de sus alumnos.47
Para ello es indispensable involucrar al docente en todas las cuestiones que
tienen que ver con la labor educativa; donde a través de su formación y de su
desarrollo profesional, sepan y sientan que son parte de un proyecto social
educativo. Y que con alegría, ánimo y pasión, sean los protagonistas de ese
gran proyecto, en el cual, siendo participes de algunos proyectos,
involucrándose en la resolución de problemas, en la mejora de la vida escolar,
teniendo relaciones positivas y afectivas con sus compañeros bajo un equilibrio
emocional y profesional; logren encontrarle sentido a ser maestro.
La conjunción de todo lo mencionado en este capítulo representa el primer
paso para que el maestro pueda adquirir el compromiso y la pasión por
enseñar lo cual ampliaremos en el siguiente capítulo.
47 Marchesi, Álvaro. Op. Cit. p. 178.
52
Capítulo III
PASIÓN Y COMPROMISO POR ENSEÑAR
Yo les enseño, ustedes me enseñan; y juntos aprendemos
cada día a amar el hecho de aprender.
Ron Clark.
53
En los capítulos anteriores mencionamos que sería conveniente que los
docentes sean profesionales con su trabajo, que tengan vocación. Hablamos
también que los docentes al encontrarle sentido a su trabajo, mediados por las
comunidades de práctica y apoyados en una formación constante, pueden
obtener una mayor satisfacción y reconocimiento, en su trabajo.
Todo esto pone el trabajo del docente en un contexto intelectual y
emocionalmente complejo, lleno de exigencias y desafíos nuevos cada día. Los
cambios en la sociedad, el constante estado de reforma de los sistemas
educativos; la ampliación de los objetivos de enseñanza y las nuevas
competencias exigidas a los profesores, la desigualdad, la presión del sistema
educativo y las instituciones escolares, las relaciones conflictivas, etc.; hacen
que el maestro viva todos los días en una esfera emocional intensa, que al
parecer, por años ha sido escasamente atendida si no es que ignorada.
La angustia, la ansiedad, la inseguridad, la rabia, la preocupación, el enfado, la
alegría, la tristeza, la frustración, la esperanza, la ilusión, la pasión, la apatía y
muchos sentimientos más, están presentes en el trabajo del docente, y aunque
durante mucho tiempo se hizo caso omiso de ellos, hoy en día existe la
urgencia de tratar las emociones del profesorado, ya que se reconoce que son
una parte fundamental en su quehacer.
Este capítulo, está fundamentado en el discurso de varios autores, pero
también está escrito desde nuestro pensar y sentir, en el recuperamos
nuestras preocupaciones pedagógicas, las experiencias vivenciadas, como
alumna y como maestra; desde lo que nos mueve como pedagogos y como
profesores; lo que nos emociona y nos apasiona al enseñar. Todo esto influye
en nuestras experiencias profesionales y las torna más humanas,
convirtiéndolas en materia vital para saber manejar y expresar nuestras
emociones.
54
Por lo cual nos permito cambiar el esquema de mi tesina por un momento y
contar esta anécdota:
Martha es una profesora que ha obtenido un puesto como docente en una escuela,
donde le han dicho que impartirá la clase de ciencias del área 4B y tendrá 150
alumnos.
Cuando Martha llegó el primer día al salón, después de ponerse su mejor traje y
preparar el día anterior con esmero su clase, se percató de que en ese salón los
alumnos, más que personas eran unas máquinas que estaban dispuestas a recibir
información. Martha supuso que así era como debía enseñar y la clase comenzó:
- Soy la maestra de ciencias del área 4B y el día de hoy corresponde ver el tema
del ser humano.
Al finalizar la clase una alumna levantó la mano, al no saber su nombre Martha le dijo
- Si la #15 de lista-
Y ella sólo respondió:
- Lección aprendida
Desde ese día Martha dejo de ser Martha, se convirtió en un robot más dentro de la
escuela, donde sólo era la maestra de ciencias del área 4B y dónde aprendió a
reconocer a sus alumnos no como personas sino como simples números.
¿Cuántas veces no hemos escuchado de docentes que se han convertido en
máquinas que recitan información? La docencia puede ir mucho más allá que
ser un trabajo robótico y meramente informativo a modo mecánico. Los
docentes son seres humanos que los mueve el corazón y poseen sentimientos,
emociones y la tarea educativa no se puede dar sin ellos.
Recordemos por un momento los primeros maestros que tenemos en la vida:
nuestros papás, y la emoción que les causa cuando logramos aprender a
caminar, a hablar, a ir al baño. Es impensable creer que un papá le diga a su
hijo “meta alcanzada, siguiente paso”, los papás brincan, aplauden y felicitan a
su hijo pues saben que lo que ha logrado no es cualquier cosa; se emocionan.
Lo mismo sucede cuando empezamos a ir a la escuela y logramos nuestros
primeros aprendizajes, nuestra maestra se siente orgullosa de nosotros y se
55
emociona por lo que logramos aprender. Aún recuerdo una clase en
preparatoria, era la materia de ética, y podía ver la pasión y la emoción del
profesor al dar su clase, y puedo asegurar que es una de las clases que más
gravadas tengo en mi memoria, no sólo por que me gustaba la materia sino
porque el profesor la preparó, imprimió su sello personal en la clase y la hizo
suya con gusto y emoción, por el aprendizaje que favorecía en nosotros.
También recuerdo durante la carrera haber tenido un trabajo en la materia de
didáctica donde con mis compañeras tuvimos que preparar una clase e ir a
darla a un salón de secundaria. Las emociones que vivimos antes, durante y
después de la clase fue lo que nos movió y dejó huella en nuestro amor a la
pedagogía.
La misma vocación del docente surge muchas veces desde niño y juega a ser
el maestro o maestra y se emociona sacando una pluma y haciendo rayones en
un cuaderno que enseña a sus “alumnos”.
De esto se trata este capítulo, de valorar las emociones y de tener claro su
presencia en los procesos tanto de enseñar como de aprender.
Tal vez me he salido un poco del esquema tradicional de escribir la
introducción a un capítulo, pero esto es de lo que quiero hablar, del aspecto
emotivo, de la afectividad que está presente en la tarea docente. Escribir esta
tesina no está sólo basada en teorías y cuestiones ya estudiadas y habladas,
recupera las emociones, que he vivido durante mi formación y en las
oportunidades que he tenido de ejercer como maestra.
Ser maestro implica no sólo pensar dominar el aspecto cognitivo, sino poner en
lo que se hace el sentimiento, las emociones, el corazón, los pies, las manos y
lo que sea necesario, como dice Goleman “la razón sin sentimiento es ciega”;
por que sólo eso es lo que hace de la profesión docente algo tan humano y
complejo, donde el enseñar y aprender se vuelven más que algo obligado, algo
56
que nos hace crecer como personas y nos permite interactuar y aprender con y
de los demás.
3.1 El aspecto emocional en la práctica docente
Durante mucho tiempo en la actuación de las personas, las emociones han sido
consideradas como poco importantes, dando más relevancia a la parte racional
del ser humano. En el ámbito educativo, la dimensión emocional prácticamente
ha sido ignorada y el interés se ha centrado, casi exclusivamente, en el
desarrollo cognitivo, tanto de los alumnos como de los maestros.
Si en la tarea de educar se busca lograr un desarrollo integral y un equilibrio
entre la parte intelectual y emocional de los alumnos, no podemos dejar de
lado el mundo de las emociones y los sentimientos que tanto influyen en su
educación.
El profesor hoy, tiene mayor responsabilidad en la educación integral del
alumno, pues no sólo se trata de comunicarle información, datos y propiciar
aprendizajes puramente cognitivos; también tiene la obligación de educarle en
el conocimiento de sus propias emociones y las de los demás, en el control de
las mismas, en su desarrollo positivo, en saber comunicar sus emociones, en
saber escuchar y en ser sensible respecto a las emociones de los demás.
Para que los docentes puedan enseñar el manejo de emociones a sus alumnos;
primero es necesario que él mismo pueda entender y manejar sus propias
emociones.
Para asegurar que el profesor sea capaz de favorecer el desarrollo emocional de los alumnos y de gestionar los conflictos que se produzcan, es necesario que también los profesores cuiden su desarrollo emocional. Sólo de esta forma los docentes se sentirán seguros para buscar nuevas
57
estrategias que les permitan enfrentarse con acierto y satisfacción a las tensiones afectivas que provocan los alumnos.48
Las emociones están presentes todos los días dentro y fuera del aula. De
hecho, ser maestro es sobre todas las cosas un trabajo de relaciones, las
cuales se dan con los alumnos, los compañeros, los padres de familia, los
directores, etc.; por lo que las experiencias emocionales están presentes
permanentemente. Esta interrelación emocional puede dar como resultado el
crecimiento de ambas partes o el sufrimiento de alguna de ellas o de las dos.
Podemos decir que el ser humano es capaz de desarrollar cualquier tipo de emociones, sin embargo, para ello, desde mi punto de vista, en gran medida va a depender de la forma en que éstas se constituyan en cada persona, del manejo que de ellas se realice, de las actitudes que se asuman frente a la presencia de las mismas y de los estímulos que se reciban del medio ambiente.49
Para poder iniciar a abordar el tema de las emociones del docente, en primer
término hablaremos sobre la teoría de la inteligencia emocional.
3.1.1 La inteligencia emocional
No podemos hablar sobre las emociones que viven los profesores, sin antes
entender el concepto de “inteligencia emocional”.
Howard Gardner, dice que la competencia cognitiva del hombre es un conjunto
de habilidades, talentos o capacidades mentales a los que denominamos
inteligencia.
48 Marchesi, Álvaro. Op. Cit. p.129. 49 Ibáñez Pérez, Raymundo. Tesis: El bajo desempeño escolar en los alumnos de educación secundaria técnica y diurna del Distrito Federal. p. 38.
58
Una inteligencia implica la habilidad necesaria para resolver problemas o para elaborar productos que son de importancia en un contexto cultural o en una comunidad determinada.50
Todos las personas poseemos estas capacidades en menor o mayor grado, las
cuales Gardner las engloba en 7 inteligencias principales: musical, cinético
corporal, lógica-matemática, lingüística, espacial, interpersonal e intrapersonal.
Estas dos últimas son las que nos interesan abordar.
La inteligencia tanto interpersonal como intrapersonal las podemos ubicar
como parte de la inteligencia emocional51; pues las dos se dan a partir de
sentimientos ya sea hacia uno mismo o hacia los demás.
La inteligencia interpersonal se construye a partir de una capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás: en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En formas más avanzadas, esta inteligencia, permite a un adulto hábil leer las intenciones y deseos de los demás, aunque se hayan ocultado.52 La inteligencia intrapersonal, es el conocimiento de los aspectos internos de una persona: el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones entre estas emociones y finalmente ponerles un nombre y recurrir a ellas como medio de interpretar y orientar la propia conducta.53
Ambas inteligencias son indispensables en el desarrollo emocional del maestro,
pues así como necesita conocerse a sí mismo, necesita conocer las emociones
de sus alumnos, compañeros de trabajo y papás y así poder ser sensibles ante
ello.
Por lo mismo, no sólo es necesario conocerlas, también es importante
identificarlas y saberlas escuchar y manejar. Es por eso que Daniel Goleman,
habla de la importancia de ponerle inteligencia a las emociones, lo cual
significa:
50 Gardner, Howard. Inteligencias Múltiples. La teoría en la práctica. p.37 51 El concepto de inteligencia emocional es propiamente abordado por Goleman. 52 Ibídem. p.47 53 Ibídem. p.48
59
Ser capaz, por ejemplo, de refrenar el impulso emocional; interpretar los sentimientos más íntimos del otro; manejar las relaciones de una manera fluida; en palabras de Aristóteles, la rara habilidad de “ponerse furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de forma correcta.54
El término emoción significa el impulso que induce la acción. Esto quiere decir
que las emociones forman parte de los procesos de razonamiento y de
decisión; sin las emociones, difícilmente se pueden tomar éstas, poner en
acción un proyecto o un plan, para trabajar en algo que se desea por
complicado que parezca o para prevenir conflictos.
Las emociones son impulsos para actuar, y cada una juega un papel singular
para hacernos reaccionar dependiendo de las circunstancias.
La habilidad de controlar y manejar nuestras emociones según Goleman se da
a partir de 5 puntos principales:
1. El conocimiento de las propias emociones, es decir, la conciencia de uno
mismo (reconocer un sentimiento mientras ocurre y el porqué está
ocurriendo)
2. Manejar las emociones, de manera que mientras ocurran las sepamos
utilizar para que sean adecuadas en intensidad y hacia quien va dirigido.
3. La propia motivación, esto es, ordenar las emociones al servicio de un
objetivo esencial, para prestar atención a cada una de las cosas que
estén sucediendo, para la automotivación y el dominio y para la
creatividad.
4. Reconocer las emociones de los demás, estar atento a lo que otros
necesitan o quieren.
5. Manejar las relaciones, o más bien, manejar las emociones de los
demás, a partir del conocimiento de las propias.55
54 Goleman, Daniel. La inteligencia emocional. Por qué es más importante que el cociente intelectual. p.17. 55 Cfr. Goleman, Daniel. La inteligencia emocional. Op. Cit. p.64.
60
Acercándonos al tema de la enseñanza; considero que en la labor de enseñar
es importante detectar las emociones que vive el maestro en el transcurso de
su trabajo, ya que en él, empeñan su identidad profesional y personal. El
mantenimiento del control de las emociones, es su cinturón de seguridad, es
decir, es el salvavidas de la motivación, la alegría y la pasión por enseñar.
3.1.2 Las emociones y el trabajo docente.
¿Por qué es tan importante que los maestros identifiquen sus emociones y las
sepan manejar y utilizar? Y ¿de qué le sirve a un maestro ser consciente de
sus sentimientos en su práctica o cuando trabaja en equipo con sus
compañeros?
En muchas ocasiones se ha considerado que las emociones son impropias de
la labor del docente, pues le impiden realizar su trabajo objetivamente,
escondiendo y conteniendo la expresión de sus emociones, sólo de este modo
se puede decir que es un buen maestro. Sin embargo, sabemos que las
emociones impactan en la motivación y en la acción del trabajo docente.
La enseñanza implica el manejo constante de emociones diversas ligados al
reto de enseñar y de formar parte de una comunidad educativa. Estas
emociones están influenciadas por la biografía e identidad del maestro, por las
demandas sociales, las condiciones cambiantes de su trabajo, por las
experiencias con sus alumnos, así como por el contexto donde desarrolla su
tarea, entre otros aspectos.
Cometeríamos un grave error si en la interpretación de las emociones de los profesores hiciéramos intervenir sólo sus motivos, sus proyectos y su personalidad. Las emociones en el trabajo dependen en gran medida del contexto en el que los profesionales desarrollan su actividad, de las creencias sociales sobre la enseñanza y de la regulación cultural de mundo
61
emocional. No se pueden comprender las emociones desde la individualidad del profesor, si no que hay que incluir el entorno laboral, social y cultural en el que cada profesor desarrolla su trabajo.56
La presencia de las emociones en el trabajo del docente se da por diversas
situaciones, mencionaremos por el momento algunas de las más importantes;
y más adelante hablaremos de cómo se vinculan con el bienestar o con el
malestar del docente.
Primero hablaremos de las emociones que tiene el profesor en relación a las
metas y proyectos personales en su trabajo. Cuando los docentes consiguen
los objetivos propuestos y realizan sus proyectos se sienten orgullosos,
satisfechos, alegres; sin embargo cuando no consiguen sus metas es posible
que sientan ansiedad, rabia, enojo u otras emociones. Dichas emociones
responden a la situación educativa que surge de acuerdo con que se logren o
no las metas propuestas. Es importante estar atento a estas emociones y
darles la valoración adecuada; pues éstas condicionan su actuación a futuro.
Después están las emociones ligadas al trabajo en equipo o por el contrario, a
las relaciones de competencia y rivalidad. Estas son situaciones que el profesor
vive día con día con sus compañeros de trabajo, que despiertan emociones de
diversas maneras. La importancia que tiene para los maestros el
reconocimiento y apoyo de sus compañeros, de sus colegas es la seguridad
que ello le brinda y sobretodo la protección de la autoestima y la identidad
profesional.
En las relaciones con sus alumnos, los maestros viven diversas emociones. El
cariño y la preocupación por el aprendizaje de los alumnos y por su desarrollo
personal, provocan alegría y satisfacción, pero las diferencias en el aprendizaje
pueden provocar frustración y enojo. Los maestros se sienten recompensados
por su trabajo cuando un alumno aprende o saca adelante alguna materia que
le cuesta trabajo, cuando los distraídos comienzan a poner atención; pero
56 Marchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Op. Cit. p.123.
62
también pueden sentir que su trabajo no vale la pena, ni tiene sentido cuando
sus alumnos no logran aprender o las actitudes de sus alumnos son negativas
y hay poca participación.
Otro aspecto que hoy en día, influye de manera importante el trabajo del
docente son las relaciones con los padres de familia. Estas relaciones tienen
una fuerte carga emocional que depende en buena medida, con lograr un
consenso en torno a los propósitos morales y educativos que orientan la tarea
de enseñar, las creencias y cultura escolar, pero también con el trato que el
maestro da al alumno, con las formas de evaluación. Todo esto provoca que
los maestros en ocasiones tengan miedo a enfrentar a los padres de familia,
por lo que algunos maestros con tal de evitarse problemas han dejado de
preocuparse por el alumno, de poner límites y se sienten con temor, lo que les
genera con frecuencia disgusto y frustración de no poder actuar con
autonomía.
Por último, pero no por eso menos importante, está su respuesta emocional a
las reformas educativas. Los maestros viven desconfiados o molestos por los
continuos cambios educativos, por las nuevas demandas que estos plantean,
por el poco apoyo que reciben durante la aplicación del cambio y el escaso o
nulo reconocimiento que reciben por el esfuerzo que hacen por cambiar sus
esquemas educativos.
Por todas estas situaciones y muchas otras que afectan su trabajo, es
importante que los docentes aprendan a conocer sus emociones, a
comprenderlas y controlarlas, pues están en la base que provoca su forma de
actuar; las que influyen sobre sus metas y motivaciones, esperanzas y
temores; la manera de situarse ante otros y ante los diferentes
acontecimientos que se pueden dar durante el trabajo.
Las emociones nos sirven de aviso sobre lo que nos va bien o mal, sobre lo que nos gusta o nos disgusta, y al experimentar estos sentimientos podemos tomar conciencia, en una parte tal vez no profunda ni completa, pero al menos reveladora, de cómo somos qué queremos. Sin embargo a veces nos
63
equivocamos sobre el significado de nuestras emociones y sobre el sentido de las emociones de los otros. Por eso necesitamos estar atentos para la comprensión ajustada de nuestros sentimientos y de los sentimientos de los demás.57
Sobre cómo influyen las emociones en algunos aspectos de la práctica docente,
veremos entonces cómo pueden provocar estas situaciones emocionales un
malestar o por el contrario el bienestar del maestro en su práctica y cómo esto
influye en su buen desempeño profesional y laboral.
3.2 Del malestar al bienestar docente.
Al ser las emociones uno de los aspectos determinantes del ejercicio docente,
es fundamental atender y promover el bienestar del maestro.
El bienestar del docente es una de las condiciones de mayor relevancia que se
necesitan para la tarea de educar, pero sobre todo la de educar bien. Si el
maestro se siente bien, trabaja bien; por eso, en y desde todos los aspectos,
me refiero a que el maestro se sienta motivado no solo por él mismo, sino por
sus compañeros, por sus alumnos, los padres de familia y por la sociedad; es
importante que como pedagogos y formadores de maestros nos ocupemos de
buscar y motivar este bienestar.
Pero cuando falta la motivación, el gusto y el entusiasmo, se puede ver que
algunos aspectos del trabajo del docente, generan un malestar. Este estado
está detrás de la falta de energía y ganas de trabajar, y esto por lo general se
ve reflejado en los resultados académicos de sus alumnos, en la convivencia
con sus compañeros de trabajo y en la dedicación y calidad de sus clases.
La palabra “malestar” se refiere según el Diccionario de la Real Academia de Lengua a una “desazón, o incomodidad indefinible. El dolor es algo
57 Ibídem. p.134.
64
determinado y que podemos localizar. La enfermedad tiene síntomas manifiestos. Cuando usamos la palabra “malestar”, sabemos que algo no anda bien, pero no somos capaces de definir qué es lo que no marcha y por qué.58
Es un hecho, que el malestar es un factor que pone de manifiesto la crisis
actual de la profesión docente. El sistema educativo en México se ha
masificado y las demandas sociales en las últimas décadas han ido creciendo
de manera acelerada y continua. Estas demandas que van cambiando
constantemente, provocan una falta de claridad en los maestros, ya que se ven
fuertemente criticados por la sociedad si no se llegan a atender de manera
completa. Los maestros viven en una confusión cuál es su papel hoy en día.
Esta clase de malestar con la que viven hoy muchos maestros, proviene de
varios factores condicionantes que se dan en su trabajo.
Para empezar, está la presión que ejerce la sociedad sobre él; hoy en día al
docente se le exige cada vez más mayores responsabilidades, ampliando el rol
del maestro. Hablo desde la responsabilidad de enseñar conocimientos, los
cuales hoy en día son mucho más que anteriormente, además de que el
maestro y la escuela ya no son los únicos medios de información y de
aprendizaje; hasta el rol que le delegan de compensar la falta de la educación
familiar, ya que los niños pasan cada vez menos tiempo en casa; pasando por
cuestionarse qué valores deben de ser transmitidos, cuál es su función, etc.
La evolución permanente del sistema educativo, exige cambios constantes en
su profesión; sin embargo no se responde a las necesidades de los maestros y
hay un desequilibrio entre lo que se exige y se espera de los maestros y el
poco apoyo que se les da para que cumplan con su función; todo esto provoca
que los maestros vivan diariamente con un sentimiento de persecución.
Para muchos padres, que alguien haya elegido ser profesor, no se asocia con el sentido de una vocación, más que como coartada de su incapacidad
58 Esteve, José M. El malestar docente. p. 12.
65
para hacer “algo mejor”; es decir, para dedicarse a otra cosa en la que se gane mas dinero.59
Otra causa del malestar docente es el bajo reconocimiento que recibe por su
trabajo, el cual se puede ver reflejando por ejemplo en el bajo salario. A pesar
de que existe la Carrera Magisterial, no es algo que se le otorgue a todos, pues
hay filtros o requisitos. Por lo que, al no ser reconocido por la sociedad, y la
poca demostración por parte de las autoridades a su esfuerzo, algunos
maestros entran en una crisis de identidad, en donde sienten que su trabajo no
está siendo valorado y ellos mismos empiezan a sentir que en realidad vale
poco lo que hacen y que su esfuerzo no vale la pena.
Si a esto aumentamos la sobrecarga de trabajo, el constante cambio en las
perspectivas pedagógicas en la actuación en las aulas, en donde además se
encuentran limitados por el poco apoyo en cuanto a material didáctico; las
pocas o nulas oportunidades que tienen de movilidad, la cantidad de alumnos
que se tienen en un aula, un sentimiento de contradicción entre la teoría y la
práctica, además del poco apoyo emocional que se les da para que puedan
expresar y desfogar su sentir. Ante estas problemáticas, es comprensible que
algunos maestros (porque hay otros que lo sobrellevan) vivan en un constante
estrés, donde el malestar se convierte en una enfermedad frecuente.
Este malestar difuso va a concretarse en absentismo, en peticiones constantes de traslados, en estrés, en enfermedades más o menos fingidas, para abandonar momentáneamente la docencia y por último en enfermedades reales, en neurosis reactivas o depresiones más o menos graves.60
Ante esto nos preguntamos, ¿Dónde quedó el convencimiento de que el
maestro es una persona con sentimientos, emociones, que necesita ser
motivado y apoyado para realizar un trabajo digno de aplausos?, ¿Hasta qué
punto vamos a dejar que la profesión docente caiga en una desvalorización tan
grande que tengamos más maestros muertos por dentro, sin motivación,
59 Ibídem. p. 34. 60 Ibídem. p. 58.
66
perdidos en el camino; y no más maestros apasionados, comprometidos,
satisfechos y felices con lo que hacen?
Los maestros necesitan sentirse parte de un proyecto valioso que de sentido a
su quehacer docente, necesitan sentirse apoyados, valorados y protegidos por
las instituciones educativas, pero además necesitan sentirse contentos y
satisfechos del trabajo que realizan. Las escuelas y el sistema educativo y los
mismos maestros, necesitamos estar conscientes de esto y cuidar y mantener
el equilibrio emocional y el compromiso del docente con su tarea si queremos
que la educación de nuestro país progrese
Realizar un buen trabajo en el aula es la primera condición para asegurar el equilibrio emocional de los profesores. Un profesor que da bien sus clases, que gestiona con habilidad los conflictos que se producen el aula y que incorpora cada año algunos cambios metodológicos en su actividad docente suele ser valorado positivamente por sus alumnos y por sus compañeros. Este reconocimiento profesional ofrece una base sólida para la autoestima profesional, para vivir un conjunto de emociones positivas, unas con los alumnos, otras con los compañeros y para enfrentarse con seguridad a aquellas otras negativas.61
Todo esto nos lleva a decir, que el bienestar emocional del maestro, depende
tanto de la motivación y el apoyo externo, como del interno, es decir depende
tanto de las autoridades educativas, de los compañeros de trabajo, del apoyo y
reconocimiento social; como de la propia motivación y autoestima, de una
búsqueda constante de preguntarse por qué y para qué soy maestro y sobre
todo cuidar sus emociones dentro y fuera de su trabajo.
Pero, ¿cómo logramos el bienestar del maestro hoy en día, cuando hay tantas
cosas que lo dificultan?
Con este fin, es importante que las autoridades educativas le ofrezcan al
maestro constantemente oportunidades de actualización permanente; que se
les involucre en proyectos de innovación, que haya una preocupación por su
seguridad emocional, una motivación constante que los empuje a querer ir 61 Marchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Op. Cit. p.144.
67
más allá, que se le sostenga en el empeño de buscar nuevos retos, plantear y
desarrollar nuevas ideas, que cuente con espacios donde pueda compartir y
expresar sus vivencias y se pueda alimentar de las de los demás.
También hace mucha falta que se les de a los maestros un espacio, sin perder
de vista su trabajo, motivarlo a que fuera de este busque otras cosas, como
dicen “a cambiar de aires”, a alimentarse de cosas nuevas o renovar las cosas
viejas; leer, tomarse tiempo para estar en familia, hacer algún deporte son
cosas que ayudan a olvidar el estrés profesional y contribuyen a reanimar las
emociones.
El logro del bienestar también es responsabilidad del maestro, en razón de ello
es necesario que se plantee constantemente las preguntas mencionadas antes,
cómo llegue a ser maestro, para qué y por qué educamos, y buscar respuesta
día con día a estas preguntas de manera que haya un compromiso por lo que
se hace y lo que se busca hacer.
Esto es esencial, pues el estar apasionado por su tarea, sentir gusto y alegría
al pararse frente a un grupo y enseñar, sintiéndose seguros confiados y
motivados, asegura que el trabajo de los maestros sea una experiencia
emocional positiva.
Emoción y compromiso, vida afectiva y actitud ética, están, por tanto, profundamente relacionados. Los valores asumidos y vividos generan emociones positivas y ayudan poderosamente a afrontar la adversidad y los conflictos; a su vez, la emoción orientada hacia una meta, la pasión intencional, mantiene y refuerza el compromiso y la acción.62
Es así como entramos en la parte final, hablar sobre la pasión y el compromiso
por enseñar, de ese gusto y alegría, de estar satisfecho de trabajar como
maestro, de identificarse como tal, de sentirse bien emocionalmente; del por
qué la importancia de todo esto, no sólo cuando se está dentro del aula, si no
en las actitudes con uno mismo y con los demás, de compartir algo, de estar
62 Marchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Op. Cit. p. 146.
68
seguros de que su trabajo tiene un por qué y un para qué, que va mucho más
allá del mero hecho de enseñar y de aprender, de algo que va a dejar huella.
3.3 Entendiendo la pasión y el compromiso.
Hablar de pasión y compromiso por enseñar, parece ser un campo minado
para muchos de los maestros, por lo que con frecuencia se le da la vuelta o se
muere en el intento, el trabajo docente se toma con “filosofía”. Es por esto que
creemos importante analizar lo sustancial que son la pasión, el gusto por
enseñar, el compromiso y las emociones del maestro en el desarrollo de una
vida profesional plena.
La pasión y el compromiso no son términos fáciles de entender, pues son
términos muy subjetivos y con diferentes significados en distintos contextos,
por lo que a continuación explicaremos lo que entendemos por estos términos
a fin de tener claro el por qué de su relevancia en la profesión docente.
Pasión viene del latín passus que significa padecer. Es el estado en que alguien
está afectado por cualquier acción. Es la inclinación desordenada y exclusiva de
nuestra sensibilidad hacia un objeto que nos afecta y en cierto modo
subyuga.63
Muchas veces cuando escuchamos la palabra pasión lo que se nos viene a la
mente son los enamorados y pensamos en que harían todo por la persona que
aman; dedican el tiempo que sea necesario para conquistar a su enamorado
tratándolo con amabilidad, recordándole sus fortalezas, lo escuchan, le dan
sorpresas, buscan ayudarlo a vivir más plenamente, lo apoyan en proyectos
personales y se interesan por que la persona crezca.
La pasión es un motor, una fuerza motivadora que emana de la emoción. Las personas se apasionan por cosas, asuntos, causas, personas. El apasionamiento genera energía, determinación convicción, compromiso e incluso obsesión. La pasión puede llevar a una visión más penetrante
63 Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, Tomo XV. p. 1015.
69
(determinación por alcanzar una meta profundamente deseada), pero también puede limitar una visión más amplia en una persona en pos de una convicción, que se abraza apasionadamente a expensas de otras.64
Aunque la pasión no lo es todo en la tarea docente, y por intimidante que
resulte el concepto, es un hecho que es un ingrediente esencial que le da sabor
y sentido a la práctica docente y está en medio de lo que es y el cómo se debe
dar la enseñanza.
Hablamos de traducir esta pasión en la acción, es decir, en la integración de lo
personal (emociones) con lo profesional (mente).
Estar apasionado por enseñar no consiste sólo en manifestar entusiasmo, sino también llevarlo a la práctica de manera inteligente, fundada en unos principios y orientada por unos valores.65
Los docentes que se apasionan por su profesión, se preocupan por influir de
manera positiva en sus alumnos, por que su educación sea la mejor posible,
también sienten gusto por la materia que enseñan, se preocupan por preparar
sus clases, trabajan en equipo con sus compañeros y buscan la manera de
estarse formando continuamente.
Ser un maestro que tiene pasión por lo que hace, vive de forma más
gratificante la labor educativa. La pasión por enseñar, viene acompañada de
entusiasmo, preocupación, esperanza, compromiso, aceptación y creatividad.
Aquí nos detendremos un poco para hablar sobre lo que es el compromiso, ya
que para nosotros es un ingrediente fundamental en la profesión docente, e
inseparable de la pasión por enseñar.
Escuchamos constantemente que los maestros deben tener un compromiso
con su formación, con la sociedad, con sus alumnos, con su materia, con los
64 Day, Christopher. Pasión por enseñar. Op.Cit. p.27. 65 Ibídem. p. 28.
70
demás maestros, con su profesión, con la escuela, etc. Pero qué es el
compromiso y por qué es tan importante en todos estos aspectos en la
profesión docente.
Compromiso viene del latín compromittere que significa prometer. Para
nosotros refiriéndonos a los docentes, el comprometerse con algo, como dice
literalmente la palabra, es “comprar” un proyecto y sostenerlo al 100%.
El compromiso significa cosas diferentes para distintas personas, aunque las características genéricas son el entusiasmo, el afecto, la fe en un ideal (visión), trabajo duro, sentido de justicia social y la conciencia de la necesidad de prestar atención a la propia formación continua así como a la de sus alumnos.66
El compromiso supone una toma de conciencia por parte del individuo, en este
caso del maestro, con respecto a lo que hace, para qué lo hace y en beneficio
de quién lo hace. El docente, al ser un agente primordial en el proceso
educativo, sabe que tiene en sus manos a un ser humano para influir,
colaborar y participar con él en su proceso educativo y su formación, y al ser
consciente de esto, entiende que su compromiso está no sólo en su formación,
si no también en las tareas que desarrolla día con día en el salón de clases
buscando lograr su meta de influir en él positivamente y en su crecimiento
como persona intelectual y emocionalmente.
Se considera el compromiso como la cualidad que separa a quienes quieren o se entregan de quienes no sienten preocupación por los niños o ponen por delante su comodidad. Es también la característica que divide a quienes toman en serio su trabajo de quienes no se preocupan por lo que puedan descender niveles, y a quienes son leales a toda la escuela de los que sólo de preocupan por sus clases. Es más, distingue a quienes se ven a sí mismos como auténticos maestros de quienes tienen sus principales intereses u ocupaciones fuera de la escuela. 67
Ser maestro, implica comprometerse con el proyecto de enseñar y de
aprender; y aunque el compromiso para cada maestro pueda tener un
66 Ibídem. p. 80. 67 Ibídem. p. 77.
71
significado diferente, y cada maestro se sienta más comprometido con una
cosa o con otra; el entusiasmo, el creer en un ideal, tener una visión clara de
éste, el trabajo duro, el involucrarse con el aprendizaje de sus alumnos, con
proyectos educativos dentro de la escuela y con su propia preparación y
formación continua, generan un ambiente apasionado y comprometido, donde
hay satisfacción y energía, y sobre todo un crecimiento educativo.
3.4 Pasión y compromiso: satisfacción en el trabajo.
De lo que no cabe duda es de que si la profesión docente es una actividad con un profundo componente moral, es necesario mantener una actitud reflexiva no sólo sobre nuestro propio comportamiento moral en el trabajo del docente, sino sobre las razones que nos mueven a actuar de esa manera. Sólo de esta forma seremos capaces de mantener la tensión, el dinamismo y el compromiso con la educación de todos nuestros alumnos a lo largo de nuestra dilatada vida profesional.68
Esta actitud positiva, las razones que nos mueven a actuar de una u otra
manera deben estar envueltas en algo que para mi es imprescindible en el
trabajo de maestro, la convicción. Hoy, los maestros más que convencidos por
su trabajo, hacen las cosas y actúan en función de criterios y valores que va
imponiendo una cultura educativa y social, que cambia constantemente y que
parece no tener definido exactamente lo que busca lograr, no existe una
referencia moral en el quehacer educativo que oriente y mantenga en el
maestro la motivación en la tarea de enseñar; provocando que los maestros
hagan las cosas sin estar convencidos del trabajo que realizan, del para qué
del mismo, haciendo que se vuelva un trabajo sin sentido.
Lo malo es que todos tenemos miedos y recelos, sentimos desánimo e impotencia y por eso la profesión de maestro –en el más amplio sentido del noble término, en el más humilde también- es la tarea más sujeta a quiebras psicológicas, a depresiones, a desalentada fatiga acompañada por la sensación de sufrir abandono en una sociedad exigente pero desorientada.69
68 Merchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Op. Cit. p. 176. 69 Savater, Fernando. El valor de educar. p. 24.
72
Educar, supone a pesar de tantas incomodidades, el creer en la posibilidad de
un cambio en las personas, de tener fe en que se le puede ofrecer una vida
mejor. El ser maestro debe estar unido a tener un ideal de vida, un proyecto
de sociedad, a ser activos, a tener una esperanza, dinamismo, ilusión,
compromiso y pasión; pero sobretodo ser maestro es estar convencido de que
compartir una enseñanza y un aprendizaje es lo que crea el vínculo que
establece lo que es hoy la humanidad.
Pero en cuanto educadores, no nos queda más remedio que ser optimistas, ¡ay! Y es que la enseñanza presupone el optimismo tal como la natación exige un medio líquido para ejercitarse. Quien no quiera mojarse, debe abandonar la natación; quien sienta repugnancia ante el optimismo, que deje la enseñanza y que no pretenda pensar en qué consiste la educación. Por que educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, en que hay cosas (símbolos, técnicas, valores, memorias, hechos…) que pueden ser sabidos y que merecen serlo, en que los hombres podemos mejorarnos unos a otros por medio del conocimiento.70
Es difícil sentirse satisfecho y feliz cuando todo esto se pierde en rutinas que
consumen largos periodos de tiempo. Cuando los profesores no puedan
satisfacer sus necesidades emocionales e intelectuales en su práctica, y sus
esfuerzos por enseñar bien, su capacidad de contribuir a la educación y su
trabajo se vean obstaculizados.
Para que un maestro sienta satisfacción con su trabajo, necesita sentirse
competente y realizado en un proyecto relevante, encontrarle sentido a la
tarea de enseñar, sentirse con la energía y con la suficiente motivación y
ánimo para conducir ese proyecto.
Cuando un maestro empieza su trabajo docente, siempre tiene ilusiones y
expectativas positivas de cómo quiere que sea la escuela y su lugar de trabajo,
se preparan y de hecho está dispuesto a luchar contra cualquier adversidad o
70 Ibídem p. 23 y 24.
73
contradicción; sin embargo, con el paso del tiempo con frecuencia ocurre algo
demoledor que va apagando esa llama y aparentemente ello es inevitable; la
visión personal, el gusto y la energía con la que se entra, se va apagando y
nublando, y el maestro se deja llevar por la corriente, el trabajo y la
creatividad se van esfumando.
Por esto, involucrar al maestro en el proyecto educativo social es vital para el
desarrollo de la educación en nuestro país. Si ser maestro implica un fuerte
compromiso moral y social, si se quiere que enseñe con pasión, que sea
optimista, que innove y sea creativo, es urgente que se le haga sentir partícipe
de este proyecto, para que pueda vivir su profesión satisfactoriamente y se
sienta feliz encontrándole sentido a su ejercicio docente.
Los éxitos y los fracasos, los aciertos y los errores, las tristezas y las alegrías en la esfera familiar, económica, social e incluso política, también sin duda en la salud, condicionan la capacidad para encontrar significado a la acción docente e influyen en las actitudes con las que cada profesor se enfrenta a la tarea de enseñar.71
Todas estas cuestiones vitales influyen en la satisfacción que el docente
encuentra en su trabajo, por lo mismo es importante cuidar el equilibrio
emocional, estar atentos a desarrollar un ánimo y una motivación
comprometida y dedicada a la labor docente, ofreciendo condiciones de trabajo
adecuadas, manteniendo relaciones positivas con los demás, propiciando la
formación continua, participando en los proyectos.
Todo esto nos lleva a preguntarnos:¿cómo mantener la pasión y el compromiso
por enseñar, a pesar de las adversidades?
Creo que principalmente hay que preguntarse: ¿Cuál era mi visión personal
cuando empecé a enseñar? ¿Permanece, ha cambiado, cuál es ahora? ¿Me
gusta mi trabajo? ¿Quiero renovarlo o volver a comprometerme con el? ¿Qué
tengo que hacer para lograrlo?
71 Marchesi, Álvaro. Sobre el bienestar de los docentes. Op. Cit. p.178.
74
A los docentes que sienten pasión por la enseñanza les impulsa la esperanza, en vez del optimismo. Son personas trabajadoras, prácticas, que conocen su oficio y les gustan sus alumnos. Les sostiene como aprendices activos su propio sentido de los fines morales para hacer su trabajo lo mejor posible de todas las circunstancias, y el sentido de los fines comunes compartidos con los compañeros. Su compromiso es con sus alumnos y con las materias y temas que enseñan. Emprenden los tipos de práctica reflexiva y desarrollo profesional continuado en los que participan individual y colectivamente con el fin de mejorarlos. Comprenden que la enseñanza es tanto emocional como intelectual y trabajo práctico. No son héroes ni heroínas, pero son heroicos.72
A través de esta tesina se sostiene que ser docente es un trabajo que vale, y
vale mucho, que pone a prueba día con día la energía, el compromiso, la
convicción, las emociones y la pasión; en consecuencia son cosas que deben
ser valoradas y nutridas todos los días; y como pedagogos nuestra tarea está
en alimentarlos, en motivarlos, en darles más razones para apasionarse y
comprometerse con lo que hacen, a acompañarlos y a ser de los maestros un
apoyo, también apasionado y comprometido, en donde todo sea por bien de la
educación de nuestro país.
72 Day, Christopher. Pasión por enseñar. Op. Cit. p.192.
75
CONCLUSIONES
76
Sabemos que en el proceso de cambio de la educación en México, se ha
excluido a los docentes, cuando debe suponer la inclusión de ellos, ya que,
como lo vimos anteriormente, son parte esencial, si no es que el sustento de la
educación. Con esta investigación, se recalca la urgencia de reconocer el lugar
que tiene el docente como co-protagonista en este ámbito, lo cual nos lleva a
generar diversas conclusiones.
Podemos ver que hoy más que nunca el trabajo del docente, tiene una fuerte
carga de exigencias, que cambian constantemente como el que se sienta
identificado con la idea de ser maestro de acuerdo a la sociedad, que trabaje
con poco presupuesto, que esté dispuesto a ayudar en las tareas
extracurriculares que proponen las escuelas, que sea capaz de controlar sus
emociones, sea exigente, pero no demasiado, agradable a los niños, enseñe
por competencias o cualquier otro modelo pedagógico, que pueda acoplarse y
manejar tecnologías educativas, planee sus clases, se forme continuamente,
sea competente, se involucre en proyectos educativos dentro y fuera de la
escuela, este dispuesto, enfrente los problemas de la mejor manera posible,
sea creativos, etcétera.
Todo esto ha provocado un sentimiento de inseguridad y de poca valoración en
el círculo docente, por lo que hoy en día tenemos cada vez menos maestros
apasionados y comprometidos con su quehacer. Y es que ser maestro hoy,
requiere de estar dispuesto a lo que exija y demande el trabajo.
De lo que no cabe duda es que si el trabajo del docente es una profesión con
un fuerte componente ético, es necesario mantener una actitud reflexiva en
donde haya una revisión de parte de los formadores de docentes de actitudes,
emociones, trabajo, desarrollo profesional, actualización, formas de
planeación, preparación a los nuevos paradigmas, atención y apoyo que los
motive y les de seguridad.
77
Para esto, se necesita que pensemos juntos de qué modo somos parte del
problema educativo y propiciar oportunidades de participación, de inclusión y
de reciprocidad entre los involucrados en la enseñanza; para ser parte de la
solución, recopilando experiencias, compartiéndolas y proponiendo.
Por eso, finalmente pensamos que el gran reto del docente hoy en día, está en
no caer en la tentación, ¿en la tentación de qué? De seguir en el camino por el
que todos van, de caer en el conformismo, es decir, en la tecnificación de la
enseñanza, creer y abandonarse en la creencia de que la tecnología educativa
soluciona el problema, en el dejarse llevar por la corriente, de caer en la
monotonía, y más que nada, caer en el aburrimiento y en el dejar de
comprometerse la enseñanza.
Como pedagogos y como maestros, al estar involucrados en el ambiente
educativo, es urgente y necesario encender el corazón de pasión, con el que se
genere un compromiso con la tarea de enseñar.
Esta tesina reconoce que la enseñanza es una actividad que pone a prueba la
energía, el compromiso, la determinación y la pasión de los maestros. La
docencia es una profesión que hay que alimentar y cuidar para lograr
mantenerse en pie.
Para ello es imprescindible, despertar, motivar y fortalecer la vocación por
enseñar, ya que es un ingrediente esencial para que el maestro sienta voluntad
y gusto por enseñar, se identifique con su trabajo para poder tener siempre
una respuesta al para qué enseño y por qué estoy aquí. Hay que reconocer que
el docente es un trabajador digno, es una persona y un sujeto profesional
activo, que juega un papel clave en la educación y por lo tanto necesita una
valoración de su trabajo.
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Aquí es donde la formación docente entra, ya que ésta es la base para un buen
desarrollo y continuidad de una profesión que requiere cambios constantes, es
ella la vara que sostiene y mantiene en pie la vocación, la pasión y el
compromiso por la tarea de educar. Por ello es esencial crear espacios de
recuperación de la práctica del docente, donde haya reciprocidad, se
compartan experiencias y se puedan formar comunidades de práctica, en las
cuales se pueda reflexionar, resolver y gestionar juntos sobre su quehacer; los
cuales fortalezcan la autoestima, la responsabilidad, la creatividad, el humor;
donde se reconozcan logros, donde haya afrontamientos, se analice y discuta
de problemas que enfrenta en el aula, en la escuela; se desarrolle la capacidad
de introspección en los maestros, donde tenga iniciativa y pueda encontrar en
un momento ordinario lo extraordinario.
Para poder generar espacios como estos, es importante tomar en cuenta que el
trabajo docente es una profesión donde están en juego los sentimientos y la
afectividad. Por lo tanto, es imprescindible conocer y cuidar las emociones de
los maestros; es preciso mantener en los docentes, de forma equilibrada la
parte racional y los sentimientos y emociones, ya que esto les da la
sensibilidad necesaria para poder comprender a los demás y a ellos mismos en
un contexto específico.
Por ello, es fundamental formar docentes asertivos, que sean capaces de
reconocer sus emociones y que trabajen con ellas, para tener actitudes
positivas, una aceptación personal y profesional, y un bienestar emocional;
logrando así, compromiso, responsabilidad, lealtad y pasión por lo que hacen.
La docencia es una profesión audaz y creativa, y el compromiso del docente
con el aprendizaje de otros y el de uno mismo, la responsabilidad por el
trabajo y la pasión por enseñar y el mantenimiento de estos elementos, son
esenciales para una educación de calidad y hacen que el maestro viva de
manera gratificante su trabajo.
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La educación es mi pasión, y estoy segura que para muchos docentes también
lo es, lo importante es que a pesar de las dificultades, hay que evitar caer en
el escepticismo, buscar y hallar recompensas e incentivos en las cambiantes
realidades educativas y aceptar que a veces será más fácil que otras la tarea
de enseñar.
Afirmamos así que, sentir pasión y tener un compromiso por enseñar, son hoy
en día los retos que tienen los docentes, y son esenciales para lograr una
educación de calidad.
Ser un maestro apasionado y comprometido implica querer serlo, preocuparse
por los conocimientos de otros y de él mismo, es decir, renovar
constantemente su formación; estar al corriente de los acontecimientos que se
dan en el salón de clases, y fuera de la escuela; tener la capacidad de ser
espontáneo y buen sentido del humor, sin dejar atrás la seriedad que implica
el trabajo, buscar construir una cultura inundada de valores, tomar riesgos y
frente a los errores cometidos, aceptarlos y aprender de ellos; buscar hacer de
su clase un lugar más seguro para que los alumnos puedan cometer errores y
aprender de ellos; tomar en serio su vocación, siempre buscando como
desarrollarla y mantenerla, estando dispuesto para los demás; y finalmente,
encontrar en el trabajo cotidiano, en sus alumnos, en sus compañeros y en la
sociedad, la motivación para mantener y seguir despertando y contagiando la
alegría, la pasión y el compromiso por enseñar.
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