Hacia Un Nuevo Mundo

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Hacia un nuevo mundo Acerca del posible destino de la humanidad Luis Enrique Alvizuri

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Ensayo acerca del posible destino de la humanidad en el que se expone una reflexión filosófica con fe y entusiasmo por creer en el buen rumbo de los seres humanos. Se inclina rotundamente hacia el lado optimista de la vida y bajo sus leyes y con sus impulsos. El autor evita ubicarse en un tiempo especial, intenta ser universal y propone una etapa feliz en la cual el hombre habrá alcanzado el control de sí mismo gracias a su propia evolución. Es, en suma, una mezcla de observaciones sobre la vida humana y un deseo ardoroso de ver un futuro mejor para todos. Sostiene que el amor es el elemento principal de la existencia, por lo que todos los actos deben encaminarse.

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Hacia un nuevo mundo Acerca del posible destino de la humanidad

Luis Enrique Alvizuri

Ensayo en el que se expone una reflexión filosófica con fe y entusiasmo por creer en el buen rumbo de los seres humanos. Se inclina rotundamente hacia el lado optimista de la vida y sostiene que el amor es el elemento principal de la existencia, por lo que todos los actos deben encaminarse bajo sus leyes y con sus impulsos. El autor evita ubicarse en un tiempo especial, intenta ser universal y propone una etapa feliz en la cual el hombre habrá alcanzado el control de sí mismo gracias a su propia evolución. Es, en suma, una mezcla de observaciones sobre la vida humana y un deseo ardoroso de ver un futuro mejor para todos.

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Primera edición

Luis Enrique Alvizuri García Naranjo. Publicista, filósofo y trovador. Nació en Lima, capital del Perú. Siguió estudios secundarios en el colegio Champagnat y superiores en la Universidad Ricardo Palma (Sicología) y la Universidad de Lima (Comunicaciones). Ponente en diversos congresos y eventos de filosofía y autor de Andinia, la resurgencia de las naciones andinas, Pachacuti el modelo de desarrollo andino y El impulso filosofante entre otras. T. 225 3899 / 996 379 615. [email protected]

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Para ti, hombre de buenas intenciones, este mensaje:volvamos a hacer de la Tierra un mundo ancho y ajeno.

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CONTENIDO

PrólogoIntroducciónVocación de hombresEl hombre nuevo y el hombre viejoSomos de este mundoMaduraciónEl hombre viejoEl hombre nuevoMás del hombre nuevoEl bien y el malMonumentos y catedralesEl amorOtra vidaUn nuevo diosVoluntad de cambioNuestra fuerzaLo moral y lo inmoralEl mundo es injustoDel amor y del interésMás sobre el amor y el interésEl hombre nuevo y el amorLa nueva cienciaSobre si verdaderamente sabemos o noMás sobre la cienciaLa ciencia no es indispensable para vivirMás sobre la nueva cienciaLa felicidad completa La feLa belleza y los animalesMás sobre la felicidad Formas anterior y superior de existenciaEl dios del hombre viejoEl dios del hombre nuevoSobre si existen los hombres nuevosEl mal El origen del malMás allá de nuestra imaginaciónEl amor es una causaLa fuerza del amorEl bienEn qué están de acuerdo la religión y la cienciaHemos de quererEl amor es el motivoLa culturaSobre si es necesaria la culturaEl bien es preferible a lo útilHay que crear el mundo del bienSobre el amor a los familiaresAmar a todos los hombres es amar al hombreConstitución del hombreTodo depende de nuestra voluntadEl interésSobre la verdadNo hay una sola verdadSobre la razón

Razón y sentimientoEl bien o el malMás sobre la razón y el sentimientoLa razón y los impulsos naturalesEl mundo del interésEquilibrioPara qué son los mejoresLos comerciantesLa virtud y el bien comúnHagamos un mundo nuevoLos mejores actúanLos mejores son inconteniblesAbandonando el mundo del interésLa causa para vivirLa belleza como la nueva causaUna mirada al nuevo mundo

GlosarioAmorArmoníaBellezaBienCausaCiencia ConocimientoDiosDolorFe FelicidadHombreHombre nuevoHombre viejoInterésJusticiaLibertadMalMoralMundo del InterésNaturalezaNecesidadNuevo mundoPlacerPoderPrójimoRazónReligiónSentimientoTrascendenciaUtilidadVanidadVidaVoluntad

Bibliografía

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PRÓLOGO

En el verano de 1999 conocí a Luis Enrique Alvizuri durante un concurrido café filosófico. No recuerdo qué tema en aquella ocasión se trataba, pero mi memoria guarda nítidamente la impronta de un preclaro espíritu, cuya palabra cristalina y cadenciosa desenvolvía argumentos con soltura, los cuales iban engarzados en elevados ideales. A partir de allí se inició una amistad que el tiempo ha ido madurando como el vino. Tuve ocasión de paladear su poemario El cancionero del presbítero y su ensayo Andinia, ambos de 1997. Su poesía estremece por su realismo vital, versos tensos, naturales, transidos de robusta esperanza por un mañana mejor. Su ensayo expone con ardor y fiereza una utopía andina antioccidental. Ambos trabajos estaban ya preñados con el sueño legítimo de un futuro mejor para la humanidad. Pero él, que no necesita de elogios vulgares, es primigeniamente un trovador, con guitarra y todo; es un artista de raras cualidades como ejecutante y compositor. Quedará para el piadoso culto de sus amigos la admiración de tantas excepcionales capacidades, de la simplicidad, rectitud y bondad que solo pertenecen al hombre creador. Sí, es un artista verdadero, y como el arte no reproduce lo visible sino que lo crea, siempre se hará notorio, en cada página que escribe, que también es un pensador que entrega su alma proteica para dar lugar a una obra heteróclita, esto es, escribe como un esteta que tiene el corazón pleno por una utopía. Por tanto, amigo lector, el valor de sus ideas no pueden medirse por el aparejo de conocimientos que exigen sus temas, sino por las intuiciones profundas en los diversos tópicos que aborda. De esta manera, quiero decirles a los fieles lectores algunas de las razones que justifican la lectura atenta del libro Hacia un nuevo mundo, el cual fue elaborado en casi un año, lapso en que se sustrajo monacalmente a todo contacto y no se dejó ver. Ahora, reaparece como el ave fénix, renovado y con una nueva utopía bajo el brazo, pero que vibra desde su corazón.

I

Primera razón: es un elogio de la necesidad de una vida creadora, lo cual nos hace exclamar al unísono con Romain Rolland: “Solo existe una dicha, la de crear. Solo vive aquel que crea. Los demás son sombras que deambulan en la tierra, ajenas a la vida. Toda la alegría de nuestra vida es la alegría de la creación”. Para Alvizuri la mejor y más grata manera de vivir es creando, solo así nos acercamos a la felicidad completa. Naturalmente, esta vida creadora está unida a una forma superior de existencia, más espiritualizada, articulada a lo bello y a lo bueno. No es un secreto que este ideal, así concebido, colisiona frontalmente con nuestra moderna sociedad industrial y postindustrial, la cual en la era de la globalización deja a las tres cuartas partes de la humanidad en la pobreza, en la lucha por la supervivencia, las perturbaciones nerviosas, la despersonalización, la xenofobia, el hambre, la desesperación y la alienación. Escribía el apóstol Pablo que debe haber herejías para que se descubran los que tienen una virtud probada. Es en este sentido que, si Alvizuri nos parece admirable, no es tanto por enaltecer la creación cuanto porque lo hace en medio de una generación sibarita, muelle y consumista, que vive del puro usufructo sin ser creativa.

II

Segunda razón: El hombre nuevo es el que prefiere el bien a lo útil. La creatividad, a la que hacer referencia, no es primordialmente la creación científico-técnica; no podría serlo, pues esta solo da cuenta de una manipulación de la realidad. La creación es sobre todo de índole moral; es la preferencia de lo bueno sobre lo conveniente y ventajoso. Y cree que la humanidad está en condiciones de hacerlo. Resueltamente afirma que ya existe la base técnico-industrial para solventar las necesidades básicas de la población del planeta entero, pero que aún falta la base moral para ejecutar tal plan de justicia. Esta segunda razón es una nueva herejía alvizuriana, en medio del ultraliberalismo luciferino que instaura una sociedad transaccional sin valores superiores. En realidad, colisiona con el núcleo del principio utilitarista de la globalización, a saber: reemplazando lo útil social por lo útil individual. Su verbo rechaza así el hedonismo especulativo de las elites transnacionales y por ello reacciona ante la destrucción desquiciada de la lógica de fines para reemplazarla por la lógica de medios.

III

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Tercera razón: la voluntad de servir es superior a la voluntad de poder. Si ha existido en la modernidad un telos más nefasto que otro, ese sería el da la voluntad de poder. Sus monstruosas manifestaciones llegaron al paroxismo durante el holocausto, las guerras mundiales, la saturación del planeta con armas de exterminio masivo, la guerra fría, el peligro del exterminio atómico y la prepotencia del hegemonismo norteamericano en un mundo unipolar. Entonces, cómo no admirar el valor de Alvizuri de enfrentarse con un ídolo que aún arrastra a mayorías alucinadas por el poder, y que nos retrotrae a insignes figuras de la santidad cristiana que dieron ejemplo vivo de un espíritu de servicio y sacrificio. Es más, esta voluntad de poder tiene actualmente su más grosera manifestación con la arrolladora economía global de las megacorporaciones privadas, las cuales imponen la dictadura del sanchopansesco materialismo consumista del hombre sin trascendencia, y que barren del planeta todo viso de espiritualidad en las culturas locales.

IV

Cuarta razón: sin amor al prójimo no puede germinar un nuevo mundo. El amor es la única base que hace el bien, nos lo recuerda el autor, imbuido de un cristianismo profundo. Y con ello pone el dedo en la llaga pestilente del mundo moderno, el cual ha reemplazado la caridad y la piedad por el saco de oro, el condumio, las comisiones, las tasas y el porcentaje. No en vano dice el Evangelio: “Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón”. Bien podríamos creer con Nietzsche que lo que triunfa hoy es la moral de esclavos, de aquellos que privilegian los bienes materiales sobre los espirituales y que no son conscientes de cuán pobres los han convertido sus riquezas. Así se labra la ruina del mundo moderno mediante la ruina moral del hombre; sin duda, el más triste espectáculo de la posesión por la posesión.

V

Quinta razón: solo actuando a contracorriente se puede crear un mundo mejor. Alvizuri es optimista, cree en la posibilidad de cambio. No es que alimente un ciego heroísmo, no es que ambicione que todos seamos héroes, no, sino que su nuevo sentido de heroísmo consiste en que cada hombre debe hacer lo que puede o esforzarse hacia lo que no puede, porque la historia es un incesante volver a empezar.

VI

La inmortalidad consiste en trabajar en una obra inmortal, como son los nobles ideales. Estas obras son de todos los tiempos, y no es requisito ser un sabio consumado ni un aburrido doctor. Basta la honesta claridad, la sincera inquietud y un esfuerzo denodado, como la que muestra el autor en este libro, para que mediante el renacer de nuevas utopías estas puedan dar al hombre nuevas esperazas por un mundo nuevo y mejor. Alvizuri, con esta obra, nos demuestra que tiene un destino, y que lo sigue como un faro de irradiación interior. Acompañémosle, a partir de las pocas razones que acabo de señalar entre las muchas que existen en una travesía emocionante y digna de extraordinarias posibilidades teórico-prácticas. Como a él, a mí también me parece que este mundo se ha tornado caduco y decadente, como la Babilonia rica y prepotente que no conocía al verdadero Dios. Entonces ¿por qué no hemos de buscar la nueva Jerusalén, aprisionada ahora en las cadenas de su cautiverio?

Gustavo Flores QuelopanaMiembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

Salamanca 2003

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INTRODUCCIÓN

Este escrito intenta ser una nueva mirada al ser humano y un nuevo esfuerzo de querer elevarlo por encima de sus miserias y de su fatalismo. Partimos del hecho que la humanidad es un proceso que viene durando millones de años y que no sabemos cuándo acabará ni de qué manera. Es como si estuviésemos viendo pasar un tren pero del que no logramos ver ni la locomotora ni el último vagón, y no nos queda más remedio que imaginarnos cómo serán ambos. Por eso lejos está de nuestra intención el creer que podemos poseer el conocimiento real sobre lo que es el hombre; más aún, hemos de decir que somos conscientes de nuestras limitaciones y vamos a mencionarlas porque es necesario hablar antes que nada con la verdad.Las primeras son las naturales: el lapso que dura una vida no nos permite ver todo el proceso humano y desgraciadamente nos perdemos los sucesos más trascendentales para entenderlo, como son el inicio y el final del mismo. Otra limitación es que estamos tratando de analizar al hombre desde un individual punto de vista cuando lo ideal sería que este estudio fuese efectuado por una gran cantidad de preclaros pensadores, todos unidos en torno al mismo fin. Luego, no podemos evitar el estar parcializados por cuanto provenimos de una cultura que nos determina y nos hace ver las cosas desde un particular lado del prisma, impidiéndonos ser todo lo neutrales y equitativos que quisiéramos. Pero además de estas limitaciones naturales que no son poca cosa tenemos las limitaciones propias de nuestra particular individualidad como son: una limitada capacidad para el pensamiento profundo, lo cual nos distancia de sobremanera de los grandes pensadores y filósofos que ha conocido la historia; una poca o nula preparación en cuanto a estudios académicos sobre filosofía se refiere, lo cual conlleva la desventaja de que, debido a esto, se ignora mucho de lo ya pensado y digerido, incluyendo los necesarios consejos y las imprescindibles críticas constructivas. Es por lo dicho entonces que este intento de reflexión adolece de muchos errores de método así como hace manifiesto ciertas carencias de forma que hubiesen facilitado el entendimiento del lector. Y por si esto fuera poco, quien escribe proviene de una sociedad semioccidentalizada donde el ambiente no contribuye a tener una visión global sobre la humanidad algo cercana a lo aceptable. Sin embargo, a pesar de todo esto, también es justo decir que lo que tenemos a nuestro favor sería, en primer lugar, el entusiasmo, que a veces, por ser ciego, emprende tareas que, aquellos que ven con mayor acuciosidad, no se atreven. En segundo término nuestra total independencia, ya que este esfuerzo reflexivo no está motivado por ninguna otra intencionalidad que no sea la del propio autor, quien es responsable tanto de las ideas expuestas como de la edición y los errores que en ella se den por lo cual desde ya rogamos a los comprensivos lectores acepten las disculpas. Por último diríamos que el argumento más importante para reafirmarnos en el empeño de realizar este trabajo sería nuestra sana intención de querer hacer algo para intentar revertir la inmensa ola de pesimismo que embarga a esta época en general. Obviamente, con una obra como la que presentamos nadie puede esperar adquirir poder ni riqueza, así que lo único que queda es la esperanza de que ésta pudiera servir de algo para que algunos nobles corazones se animen a encontrar otros caminos que hagan la vida humana más llevadera, sino mejor, en el buen sentido de la palabra. El método que hemos usado es el de la inspiración, razón por lo cual se omiten las citas lo que tampoco quiere decir que las ideas hayan venido de la nada sino que han fluido después de repasar todo lo que se ha podido leer y se ha vivido. El libro se divide en dos partes: una basada fundamentalmente en reflexiones y pensamientos, y otra que viene a ser un glosario en el cual hacemos un intento por encontrar nuevas formas de definir tradicionales conceptos.

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El objetivo es el hombre, es el fin último de todo.Pero el hombre debe tener un quehacer para encontrarle sentido a la vida.

Ese quehacer es el arte: transformar la Tierra, como lo hace el alfarero con la arcilla, con el objetivo de elaborar con ella un bello escenario donde vivir.

Por eso el sentido de nuestra vida debe ser crear belleza.Creando satisfacemos la ansiedad de la vida.

Si la muerte nos llega mientras creamos belleza, mientras realizamos arte, moriremos satisfechos.

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Vocación de hombresLa mayor realización a la que podemos aspirar es a ser totalmente hombres, seres humanos. Ese es el llamado, la vocación imperiosa que nos da la naturaleza quien nos ha hecho como somos. Y el ser totalmente humanos implica necesariamente continuar nuestro camino,seguir a pesar nuestro haciéndonos nosotros mismos con nuestros aciertos y errores.

Es cierto que ya no somos los mismos que fuimos al comienzo; hemos adquirido algún conocimiento de la naturaleza; sabemos sobre nuestros espíritus un poco más que antes y hemos recibido numerosos consejos provenientes tanto de nosotros mismos como de los dioses. Por eso no podemos quedarnos paralizados, adormecidos por la vida diaria,por el pensamiento común o sometidos voluntariamente a ser víctimas de nuestros errores del pasado. Inevitablemente tenemos que superar lo que nos impide avanzar hacia nuestro destino: trascender.

El pasado está lleno de cosas buenas y malas pero es el pasado. No lo podemos retener para siempre al igual que un niño no puede quedarse en su infancia por muy buena que ésta le haya parecido. Tenemos que avanzar, crear, buscar e incluso cometer nuevos errores. Solo así podremos llegar a crecer, a madurar. Si no nos arriesgamos a cambiar corremos el peligro de quedarnos siempre niños, siempre dependientes.

Dios, los diosesno pueden llevarnos toda la vida de la mano; en algún momento tenemos que soltarnos de ellos para que aprendamos a caminar. Ya bastantes voces nos han hablado durante mucho tiempo acerca de lo que tenemos que hacer.

Porque ¿acaso realmente lo ignoramos? No, no lo ignoramos. Sin embargo, siempre habrá quienes digan que es mejor no movernos, no cambiar porque ello es peligroso. Y nos dirán que estamos viviendo en el mejor de los mundos posibles y nos hablarán de las ventajas y las maravillas de la época actualsea la que ésta sea. Pero ello no debe impedir nuestro destino. Tenemos que seguir probando, buscando intentando por todos los medios realizarnos como lo que somos: hombres,

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buscadores, urdidores, creadores.

Como hemos dichoen este afán cometeremos muchas y nuevas equivocaciones pero eso no se puede evitar: es parte de la esencia de ser lo que somos; hacia allá vamos. Ni las dulzuras del mundo actualni las promesas de consuelo ni los llantos de los que se asustan por las transformaciones impedirán la realización de nuestra vocación de hombres. Hemos de dar el siguiente paso: buscar un nuevo reto,buscar un mundo nuevo.

El hombre nuevo y el hombre viejoEl hombre nuevo aspira a vivir en orden y armonía con el medio el cual primero debe adaptar al ideal que busca. El hombre viejo, sin embargo, está congelado y aspira a acomodarse a una forma de vida monótona,triste y llena de sufrimiento. El hombre viejo solo piensa en satisfacersus necesidades orgánicas y su vanidad por lo tanto, modela su forma de vida conforme a ello. En cambio el hombre nuevo busca realizar sus afanes de creación y de belleza y, entonces, adecúa sus necesidades básicas a eso.

El hombre viejo vive con miedo buscando protección. El hombre nuevo vive anhelando una forma de vida mejor que la anterior. El hombre viejo está encadenado a la tierra donde nació. El hombre nuevo busca nuevas tierras dónde crear su nuevo mundo. El hombre viejo soporta la tristeza porque piensa que lo desconocido puede ser peor que lo malo que él conoce. El hombre nuevo sabe que su destino siempre será mejor que aquel que dejó. El hombre viejo mira cuánto tiene antes de hacer algo. El hombre nuevo decide hacer y luego buscar cuanto necesita. El hombre viejo encamina la ciencia hacia la producción para satisfacer a un mercado. El hombre nuevo encamina la ciencia para la adecuación del mundo como un hábitat humano.

Somos de este mundoLos humanos somos creadores pero también somos creaturas. Nosotros no nos hemos creado a nosotros mismos. Pertenecemos a un mundo,a un medio ambiente sin el cual no podemos mantener nuestra vida. Ese ambiente tampoco es exclusivo para nosotros; lo compartimos con todos los seres vivientes. Nosotros mismos somos una suma de millones de esos seres vivientes. Cuando un grupo de esos que habitan en nosotros

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ve alterada su existencia todo nuestro organismo empieza a resentirse.

Por eso es importante cuidar tanto nuestro medio interno, el cuerpo,como nuestro medio externo, el mundo. Si estuviésemos hechos de otras sustancias que no son comunes a este mundo, diríamos que no somos de este mundo. No obstante todos estamos hechos con los mismos elementos que conforman este mundo por lo tanto, somos de este mundoy no solamente venimos de él sino que necesitamos de ély vamos de retorno hacia él.

MaduraciónCuando somos niños vivimos temerosos y buscamos la protección de nuestros padres. A ellos les pedimos, con llanto o con gestos, que nos cuiden y nos amparen. En esta etapa somos conscientes de nuestra inferioridad ante seres que nos parece que todo lo pueden.

Así también, en la infancia de la humanidad el hombre era como un niño frente a la naturaleza a la que vio como un conjunto de fuerzas superiores a las que llamó dioses o Dios. Durante miles de años el maravillado y ansioso hombre le estuvo alargando su mano para pedirle a ella, a la naturaleza,representada por esos dioses, todo lo que necesitaba o anhelaba.

Hasta el día en que creó la ciencia, el conocimiento de cómo actúan esas misteriosas fuerzas a las que empezó a utilizar, ya sin pedir el permiso para hacerlo. Es aquí cuando el hombre dejó de ser ese niño para convertirse en el joven adulto que ahora es a quien la impaciencia por hacer él mismo las cosas devora frenéticamente. Y es en este punto cuando ya no desea que los padres intervengan; más aún, los niega. El joven adulto, por naturaleza, se enfrenta al padre, a la madrey exige conducirse él solo. Y así debe ser porque está en vías de maduración.

Es en esta etapa en que ese Dios, esos dioses, sabios, lo dejan actuar sin intervenir ellos. Le permiten caerse, quemarse, cortarse y llorar solo porque es así cómo tiene que madurar. Sin embargo, en verdad no está totalmente solo y abandonado. Los padres, si bien no influyen directamente en sus actos, lo hacen de otro modo, mostrándole caminos con el ejemplo. Entonces esos dioses, de dadores y benefactores, se convierten en modelos de vida, de actuación. El papel de la humanidad en esta etapa es el de observar el comportamiento de nuestros creadores

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para aprender a imitarlos.

El hombre viejoEl hombre viejo es aquel que vive por vivir, sin esperanzas, perdido en la realidad que para él es inmodificable. Está convencido que el mundo es así como él lo vive independientemente de si atraviesa una buena o una mala etapa de su vida; de si vive cómodamente o agobiado por sus angustias. No concibe la idea de que las cosas, las ideas y los valores puedan ser diferentes. Desconfía de todo aquello que intente cambiar la realidad pues piensa que eso solo conduce a una desilusión y al fracaso. Su único deseo es hallar consuelo ya sea en una religión,en una creencia o en algún tipo de fanatismo.

La noción de futuro la deposita en sus hijos y únicamente espera de ellos que no cometan los mismos errores que él cometió. Pero eso que llama errores se resumen en uno solo: su dificultad para adquirir riqueza. Dado que para él la riqueza lo es todo piensa en sus hijos en función a que no les falte ella en el futuro. Y para que estos tengan esa supuesta seguridad termina por renunciar a su vida, a sus ilusiones y a sus sueños en el afán de consolarse a través del éxito de sus hijos, éxito que, en la mayoría de los casos, él no pudo lograr. Lo que no sabe es que sus hijos harán lo mismo con los suyos propios y así sucesivamente.

Al pensar de esta manera el hombre viejo ha ido desarrollando con los años una actitud conformista y derrotista. Su desconsuelo es tan grande,su frustración tanta que ha renunciado a ver más allá de sus posibilidades. Y como él no es capaz de verlo tampoco cree que puedan hacerlo los demás. Porque el hombre viejo es un hombre que ha aprendido a mirar a los demás,a los otros que son como él, como si fuesen medios,instrumentos para obtener lo que necesita. Por eso se pregunta: “Esa persona ¿me conviene? ¿Me puede servir para algo? ¿Solucionará mis problemas? ¿Qué le puedo dar yo a cambio de que me sea útil?". Así piensa el hombre viejo.

El hombre nuevoEl hombre nuevo es aquel que ha dejado la niñez y asume su vida de acuerdo con su voluntad. Comprende que ya no puede estar esperando

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que alguien le dé todo lo que necesite; ahora él se hace cargo de su futuro. Para eso tiene a la naturaleza como su aliada. El hombre nuevo no espera milagros porque él mismo los hace con sus manos. Si se enferma no reza ni ruega en busca de un padre que todo lo sabe para que lo sane. Si se enferma busca la cura dentro de la naturaleza. Así lo hacen todos los seres vivos y así lo han enseñado todos los sabios y maestros del pasado.

Igualmente, si desea vivir de un modo que le plazca no espera sentado ni mira al cielo. El hombre nuevo usa su voluntad para crearse a sí mismo. Tampoco cree en leyes inmutables vengan de seres invisibles o de palabras escritas con ciencia. Todo ello es obra humana y no de la naturaleza. La naturaleza no sabe que ella misma tiene leyes. La naturaleza actúa mientras nosotros la miramos desde un agujero y desde ahí deducimos cosas valiosas, inútiles o dañinas. Pero la verdadera utilidad de la ciencia depende de cómo queramos vivir.

Si queremos hacerlo rodeados de tecnologías de todas las épocas pues viviremos así. Si queremos vivir sin ninguna de esas tecnologías pues así también será. Nadie se muere por carecer de ciencia. Esta es solo una opciónpero ninguno está obligado a ser ilustrado. Ello no quiere decir que el hombre nuevo no cometerá errorespues, como todo joven adulto, los cometerá y en gran medida; mas no serán los errores del pasado.

De niños llorábamos cuando no teníamos un juguete, gozábamos cuando mandábamos a los demás, comíamos hasta hacernos daño y transgredíamos todas las recomendaciones para ver si éstas eran verdad. Mas habiendo crecido ya los dulces no nos gustan, los juguetes para correr, saltar, reír, hacernos cosquillasnos aburren. Preferimos un poco de soledad a andar metiéndonos en las vidas de los demás; nos avergüenza caer en las mismas equivocaciones de la infancia. El hombre nuevo busca su propio camino y desea hallarlo solo, gracias a su voluntad de creación, de acción, tal como lo ha venido aprendiendo de los dioses, de Dios, de los grandes maestrosdurante miles de años.

Más del hombre nuevoEl hombre nuevo es aquel que actúa siguiendo las pautas de su nueva etapa de maduración.

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Ya no es el que dependía, asustadizo, del azar y de las fuerzas incógnitas de la naturaleza. El hombre nuevo busca labrar su propio camino pero siguiendo el ejemplo de su creador quien es al mismo tiempo el mundo y el Universo. El hombre nuevo ya no debe pedir sino obrar y su obrar ha de ser el fiel reflejo del equilibrio y proporción que la naturaleza guarda consigo misma. Se ha soltado de la mano del padre no porque no lo necesite, ya que es imposible vivir sin la naturaleza, sino para demostrar que está creciendo que está madurando y que es capaz de empezar a responsabilizarse de sí mismo por sí mismo tal como su creador le enseñó y le enseña constantemente.

Cierto que no todos los seres humanos están igualmente preparados. Para que toda la humanidad llegue al mismo nivel ha de tomar algún tiempo. No obstante los que ya lo estén servirán de guías a quienes todavía no se encuentren listos. Es verdad que todo camino nuevo no está libre de dificultades y peligros mas el creador, la creadora, aún a la distancia, no abandonará a sus hijos, al hombre. Seguirá mostrándole ejemplos de cómo vivir, de cómo actuar sin depender de otro que no sea él mismo.

El bien y el malMirando muy detenidamente a la naturaleza no podemos imaginar que ella pueda albergar eso que llamamos el bien y el mal. Estos conceptos son eminentemente humanos, son creaciones hechas por nosotros mismospara poder entender nuestras acciones. Si admitiésemos que en la naturaleza existe el bien tendríamos que reconocer entonces que en ella existe el mal porque es el opuesto que lo justifica, al igual que no puede darse el concepto de alto sin el de bajo y así en todos los casos.

Pero el mal, fuera del hombre, no existe, por lo tanto, su opuesto, el bien, tampoco es real en la naturaleza. Además, no se puede hacer el bien o el mal sin tener deseo, voluntad de hacerlo; entonces, si existieran el bien y el mal en la naturalezatendríamos que creer que ella actúa en forma pensante, que busca hacer, a veces, lo uno y a veces lo otro, lo cual nos llevaría a concluir que ella sería un ser como nosotros. ¿No será que más bien colocamos actitudes humanas a cosas que no lo son?

Pues todo indica que a la naturaleza no le podemos reprochar que actúe con maldad, ni siquiera con respecto a la muerte. ¿Puede ser mala la muerte?

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¿Qué sería de la vida sin la muerte? No existiría el ciclo vital,la renovación de las energías, la primavera y muchas cosas más. Por lo tanto la muerte no tiene nada de malo. Todo lo contrario. Tampoco el dolor.

¿Qué es el dolor? Algo nos agrede y, si no lo sentimos, finalmente nos puede matar. Hemos ingerido algo dañino: si no nos duele no buscaremos la cura. ¿Puede entonces ser malo el dolor? Los cataclismos, terremotos, maremotos, explosiones volcánicas, sequías, cambios climáticos y todos los fenómenos naturales ¿son malos? Nos afectan cuando por alguna razón estamos cerca de ellos, mas cuando no lo estamos ni siquiera nos enteramos de su ocurrencia. La naturaleza no escoge dónde quebrarse en pedazos: lo hace donde debe, estén allí los hombres o no. ¿Es justo pedirle a ella o a algún dios que no ocurra lo que es lógico que ocurra? ¿Pediríamos que precisamente, cuando una nave espacial esté cerca del Sol, éste se apagase para que no la queme? ¿Sería justo ese dios si obedeciese al hombre que le pidiera tamaños absurdos?

El bien y el mal solo residen en el ser humano, en su profundo mundo interior y solo son obra de él y nada más que de él. Nunca vamos a encontrar eso que llamamos el mal fuera del espíritu, del corazón, de la mente, o como queramos denominarlo, del hombre. Es de infantes echarle las culpas de nuestros errores a entes u objetos extraños llámense cucos, diablos, espíritus, fuerzas o leyes de la sicología o de la naturaleza. El único mal verdadero es el que elaboramos en nuestros pensamientos y luego ejecutamos.

Mas no lo ejercemos contra las piedras ni contra las plantas ni tampoco contra los animales. Ocasionarle el mal a quien no sabe que se lo estamos haciendo es la más grande pérdida de tiempo. El mal se le hace solo a otro ser humano en quien debemos comprobar que lo esté padeciendo. Para que sea verdadero mal tenemos que constatar que el que lo sufre lo sepa, sepa que está sufriendo ese mal.

Hacerle daño a alguien que atribuya la causa de su mal a la casualidad o al azar o a él mismo es, para el causante del mal, la más terrible frustración. Se hace el mal a sabiendas de quién lo hace y por qué.

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Solo así el mal tiene existencia. Solo así podemos decir que lo hacemos.

Lo mismo pasa con el bien. Ambos tienen que provenir de la voluntad del hombre y no de una fuerza externa. Hacer el mal o el bien por casualidad o inconscientemente es no hacerlo. Tenemos que quererlo, que desearlo y hacérselo saber a quien lo recibe.

Monumentos y catedralesCiertos monumentos, como por ejemplo las catedrales, son el resultado de la fe y el trabajo de miles de hombres en el transcurso de un largo tiempo. Es un esfuerzo en el cual cada uno puso lo mejor de sí, lo mejor de su vida. Fueron esas catedrales lo más significativo, lo más insigne de su tiempo. Visto con los ojos de quien no tiene fe y solo piensa en su propio beneficio, desde el punto de vista del mundo del interés se trata de construcciones costosísimas y totalmente inútiles como también lo serían las pirámides, enormes ejemplos del absurdo del hombre.

El práctico se dice: “Qué estupidez más grande. Desperdiciar tantos recursos, tanto trabajo en un templo cuando se pudo haber hecho muchos caminos, muros, barcos, puertos, edificios, hospitales y más cosas valiosas para la vida”. Esos prácticos, que son los hombres viejos, no hacen nada que no tenga un fin utilitario, nada que no se pueda negociar y obtener de ello alguna ganancia. Se han cegado a sí mismos y han cegado a los demás haciendo que millones de hombres piensen como ellos. Pero levantar una catedral no era una pérdida de tiempo ni una locura ni un absurdo. Era un objetivo de vida.

La vida humana es sumamente pasajera. Se va más rápido de lo que pensamos y casi siempre antes de que la hayamos vivido, antes de que sintamos que hicimos algo provechoso, valioso y beneficioso para el prójimo. Suele suceder que, al final de nuestra existencia descubrimos que nos quedaron demasiadas cosas por hacer que estuvimos demasiado ocupados con lo mundano e intrascendente, que postergamos nuestros mejores proyectos, nuestros mejores deseos, simplemente para mantenernos a nosotros y a nuestras familias.

El hombre viejo vive y muere con esa angustia: haber vivido sin saber para qué y haber muerto sin haberle dado a su vida un sentido, una razón, un porqué. Y casi siempre el consuelo,

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que son los hijos amados por quienes sacrificamos todo, son los primeros en desilusionarnos; ello debido a que pensamos que los hijos deben ser siempre agradecidos por todo lo que les hemos dado; mas aquello muy rara vez ocurre.

Así que morimos sin siquiera tener la tranquilidad de que un hijo nos diga: gracias, muchas gracias. Pero... ¿gracias de qué? ¿De qué tienen que agradecernos nuestros hijos? ¿De haberlos convertido en un remedo, en una mala copia de lo que somos: seres asustados corriendo detrás de cualquier cosa que signifique riquezas y otras ansiedades más? ¿Queremos que agradezcan a hombres que dejaron de serlo solo por llevarles un pan a la boca? Más valdría haberles dado un ejemplo de humanidad, de grandeza, de inteligencia y de creatividad que costearles una profesión barata. ¿Es que es suficiente con pagarles la educación a los hijos para pedirles entonces que nos tengan un agradecimiento eterno? ¿Y qué hay de lo demás? ¿No cuenta? El hombre viejo lo ve todo a través del dinero y cree que, si lo ha dado, entonces lo ha dado todo.

En cambio aquel que emprende una obra, que dedica su esfuerzo por algo que está más allá de su corta existencia, más allá de sus pequeñas ambiciones caseras, ese encuentra un sentido a su vida, trasciende. Aquel que desde su oficio, desde su actividad contribuyó a levantar ese enorme monumento para la gloria de Dios llamada catedral sintió que vivió para algo grande, no solo para él y su familia sino para todos, para todos los hombres de su tiempo y de la posteridad.

Aquel que llevaba el agua al picapedrero, aquella que preparaba la harina para el pan de los obreros, aquel que cosechaba los frutos para alimentar a la gente, aquella que arreaba las mulas llevando los ladrillos, aquel que tallaba primorosamente una esquina de alguna puerta, ese otro que le daba forma a los arcos del techo, aquel que pintaba los cuadros de los diversos santos, el que calculaba las medidas de las torres; todos ellos, sin distinción de rango y posición, se sintieron orgullosos de la obra que hacían; y sabían que en ese monumento había algo de ellos, alguna parte de su espíritu habitaba dentro de la catedral.

Podían enorgullecerse muy en su interior pues eran conscientes que habían contribuido a una magna obra, más grande y satisfactoria que haberse dedicado a llevarles alimento a los hijos o haberles dado estudioso comprarse una casa o una carreta o convertirse en conde o en duque para administrar bienes y amargarse la vida con ello.

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Eso es darle sentido a la existencia: vivir para algo que está más allá de nuestra pequeña realidad. El hombre nuevo sabe que la vida vale cuando entrega su esfuerzo, junto con el de los demás, a una causa, a una obra que representa lo mejor que él puede dar de sí mismo.

El amorEl amor, si es desmedido, se vuelve una obsesión enfermiza. Sin embargo, lo usan de receta para todo cuando en realidad es una fuerza que hay que saber emplearla con cuidado. Las pasiones humanas, cuando se desatan, ocasionan grandes males y perjuicios y todas ellas van acompañadas de distintas clases de amor: amor a la tierra, a la nación, a la patria, a la libertad, a las cadenas de los juramentos, muchas veces más sagradas que la misma libertad, a la propia familia y a los hijos.

Es muy difícil hacer la guerra si no existen grandes amores de por medio. Lo que sucede es que los seres humanos no nos hemos puesto de acuerdo acerca de qué es lo que hay que amar, qué es lo que hay que odiar y a qué hay que ser indiferentes. En ese desacuerdo está el origen de las más grandes atrocidades y todo en nombre de los más sagrados amores conocidos: a Dios, a la ley, al honor, a las riquezas, a las propiedades, a las costumbres y a todo lo que nos parece lo más importante para nuestra vida.

Existe, claro, un amor bueno,un amor a la vida, a la propia especie, a nuestra raza humana en toda su condición. Allí residen la compasión, el perdón, la misericordia y la bondad. Este amor lo llevamos todos dentro de nosotros mismos y lo llevan también todos los animales puesto que ellos no son crueles, ni siquiera con las presas que van a devorar. De este amor es el que han hablado los grandes sabios del pasado: un amor sin pasión. Se trata de un amor superior porque está por encima de los propios intereses; hasta de las propias necesidades.

Pero no es un amor arrebatado, un amor absorbente, un amor posesivo. Es más bien un amor frío, silencioso, tranquilo, suave, sin aspavientos. Mudo. Un amor que está lejos de las grandes manifestaciones y fanfarrias, que no se encuentra en el bullicio de la vida diaria, del trabajo, del negocio, de los afanes humanos. Es un amor que no depende de algo especial para existir

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ni necesita que lo guíen. Es un amor maduro producto del entendimiento y de la comprensión de lo grande y volátil que es la vida. Este amor se encuentra en el hombre nuevo que se pone por encima de toda posesión, de toda bandera, de todo interés personal. El hombre nuevo lo es porque entiende la verdadera naturaleza del amor.

Otra vidaAl hombre nuevo le espera otra vida. Mas esa vida no está necesariamente en el más allá, después de muerto. Esa otra vida le espera durante esta vida, en la Tierra y mientras viva. No obstante, para que la pueda realizar a plenitud deberá hacerlo con sus iguales. En cambio el hombre viejo está apegado a su antigua forma de vida. Le es difícil pensar de otra manera, cambiar su forma de ser y de sentir. Para hacerlo tendría que buscar convertirse en un hombre nuevo y ello exige un esfuerzo de conciencia y de renuncia. En realidad, los hombres nuevos viven y conviven con los viejos mas nunca están contentos. Por lo general son los disconformes, los que sufren y se lamentan porque las cosas no son como quisieran que fueran, o sea, mejores, más inteligentes, más justas, con más amor verdadero. También son los idealistas, los que sueñan que algo puede renovarse a pesar de todo.

Por el contrario los hombres viejos son los que aceptan ciegamente las cosas como están y, aunque no les agrade, piensan que no pueden ser de otra manera. Tienen la cabeza llena de argumentos y razones que demuestran y justifican el por qué la vida debe que ser así. Cuando alguien les dice lo contrario su primera reacción es de rechazo. Es que se sienten muy ligados al mundo tal como está y se han adaptado a él y desean poseerlo aún a costa de su propia satisfacción o de su vida. Se han convencido que el único camino para vivir es el sufrimiento, la injusticia y la ley del más fuerte en el sentido de quién es el más resistente para soportar todas las desgracias de esta vida que han aceptado.

Para que un hombre viejo se convierta en uno nuevo tendría que ocurrir un proceso muy duro en su interior. Normalmente los hombres nuevos son fácilmente identificables y están listos para salir del mundo que no les agrada. El hombre viejo que quiera dejar de serlo tiene por delante una esforzada tarea de convencerse y adquirir la fe en la nueva vida que desea. El cambio siempre será posible para quienes intensamente lo deseen.

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Un nuevo DiosEl hombre nuevo encontrará un nuevo Dios. Porque el antiguo, el del hombre viejo, ya no será visible para él. Hacia donde va el hombre nuevo no hallará los mismos templos. Allá no encontrará los mismos sacrificios ni plegarias. Porque otro será el Sol que lo ilumine, otra la tierra que lo cobije, otro el aire que respire.

Por eso otro será su Dios. Un Dios fuerte, claro, visible, deseoso de renovar todos los pactos con el hombre; un hombre primaveral, un hombre renacido, un hombre redivivo, un hombre más maduro, un hombre menos dispuesto a autodestruirse y destruir,un hombre más interesado en embellecer que en producir, un hombre más ocupado en la alegría que en el sufrimiento, un hombre del amanecer y no del ocaso. A ese hombre, al hombre nuevo,el nuevo Dios le hablará de frente.

Voluntad de cambioDesde siempre hemos creído que nuestras costumbres, tradiciones, creencias y todo tipo de ideas eran eternas, inamovibles. Es así que muchas de ellas, efectivamente,han durado miles de años. Pero ninguna ha logrado sobrevivir más allá de su tiempo porque el hombre tiene una voluntad de cambio. Esa voluntad la ha heredado de la misma naturaleza. Es ella la que nos ha inculcado, enseñado, cómo hacer cuando tomamos el camino errado y la vida se vuelve una desgracia vivirla. Es en los momentos difíciles cuando decidimos dejar de creer en lo que durante miles de años creíamos para empezar a hacerlo en otra cosa que nos alivia y así sucesivamente. Por eso el hombre nuevo está firme en su convicción y se siente seguro.

En cambio el hombre viejo tiene temor porque está atrapado en las creencias que lo atan al pasado. El hombre nuevo es osado, atrevido porque ha descubierto que nada le impide hacer lo que va a hacer: imponerse a sí mismo otra forma de pensar y otra manera de actuar. Cuando cambiamos nuestra forma de pensar cambiamos también nuestro actuar, por eso muchos imperios han caído: porque los hombres que creían en ellos, en sus enseñanzas y en su sabiduría, empezaron a perderles la fe pues se dieron cuenta que esas verdades solo les causaban tristezas y dolores.

Entonces buscaron un alivio no destruyendo al imperio con las armas sino cambiando su fe.

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Al dejar de creerles buscaron otra fe y la encontraron. Es así cómo los hombres hemos estado avanzando hacia el objetivo de realizarnos como hombres y es de este modo cómo no detenemos nuestro proceso de creadores, de descubridores, de buscadores, puesto que es para esto que vivimos: para buscar y crear. Eso es lo que es ser hombre.

Y cuando un hombre cambia, dos cambian. Cuando dos cambian, cuatro cambian. Cuando cuatro cambian, ocho cambian y así finalmente cientos, miles y millones de hombres cambian ya que basta con que un solo hombre cambie para que, contagiados, lo haga el resto. La explicación es que, cuando alguien descubre algo nuevo que representa un alivio para todos, ese descubridor no se queda tranquilo sin comunicarlo. Lo que hace es difundirlo sabiendo que esa nueva verdad liberará al resto de sus hermanos de la vida en la oscuridad del pasado, de la cárcel de las ideas antiguas que han convertido al hombre en un sufriente.

Nuestra fuerza¿Con qué fuerzas vamos a contar para realizar el destino del hombre nuevo? No serán las armas ni la riqueza. Esas son las únicas opciones que posee el hombre viejo. El hombre nuevo tiene una fuerza distinta: la fuerza de la voluntad. Desde unos cuantos hasta millones de seres humanos cuando se juntan en pos de un objetivo son capaces de lograr lo que se proponen. Al hombre no se lo cambia con dinero, por mucho que se pueda hacer con él ni se lo hace pensar con un fusil en la cabeza. El hombre solo cambia cuando sus ideas cambian. Los grandes imperios del pasado no cayeron porque otros los destruyesen. Los grandes imperios cayeron cuando aquellos que los formaron dejaron de creer en sus verdades, en sus ideas, en sus dioses. Simplemente los grandes imperios se disuelven cuando sus hombres los abandonan. Una ley es ley solo cuando la gente la cumple y la acata. Cuando no lo hacen esa ley es letra muerta, no manda. Igual ocurre con las creencias.

Una creencia es verdadera solo cuando hay quienes tienen fe en ella. Sin esto esa creencia es solo una leyenda, un recuerdo. Lo mismo pasa con los dioses. Los ha habido muchos y todos tuvieron creyentes y fieles seguidores muy amorosos. Pero un día dejaron de creer en ellos y entonces esos dioses desaparecieron.

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Tal vez sigan existiendo sin nuestro reconocimiento: el dios del rayo, el dios del agua, el de la tierra, el del Universo. Tal vez, ignorados por nosotros, sigan gobernando generosos. Pero ya no cuentan con sacerdotes que les rindan adoración y les recen plegarias. Todo esto apunta a decir que, cuando se juntan los hombres con un objetivo comúny ponen como fuerza cada uno su voluntad, las más grandes realizaciones son posibles. Hacer que el hombre nuevo afirme su existencia sobre la Tierra es tarea posible para quienes juntos lo deseen.

Lo moral y lo inmoralNingún mandamiento religioso, ninguna ley o costumbre de todo lugar nos dice que debemos vivir mal, que debemos sufrir. Todo lo contrario: lo que la sabiduría de todos los tiempos y de todos los lugares manifiesta es que tenemos que vivir bien y, si es posible, dichosos durante nuestra vida en la Tierra. Obedecer este mandato eterno es lo correcto es lo bueno, es lo moral, es el bien. Pero vivir mal,incluso como animales a quienes no se les puede acusar de no saber la manera más adecuada de hacerlo, salvo que los tengamos encerrados,es inmoral. Eso atenta contra todas las leyes divinas y humanas que permanentemente nos señalan cómo debemos comportarnos para, por lo menos, no vivir tan desgraciados.

Sin embargo, el hombre viejo acepta resignado llevar una vida de miseria que es la falta de limpieza, orden y decencia interior. Porque la peor desgracia no es no tener dinero pues ¿qué significa no tener dinero? Todos, por muy carentes que seamos no podemos prescindir de él. No tener dinero en realidad significa no saber cómo utilizarloaún cuando sea muy poco. La peor desgracia es tener un espíritu miserable; no es carecer de ideas de bondad sino poseer ideas bajas, ruines, malévolas. Las ideas de bondad son aquellas que sirven a todos para hacernos dichosos. Las ideas de maldad son las que perjudican a todosPara que solo unos pocos disfruten, creando el dolor y la pena.

Entre quienes piensan así hay pobres y ricos, sabios e ignorantes, sanos y enfermos,jóvenes y viejos; porque esta desgracia no mide la riqueza o la posición social de la persona a quien afecta. Vivir con la miseria adentro, aceptar vivir con ella, resignarse a tenerla y no desear despojarse de su dominio es ser inmoral;

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porque todos estamos destinados a vivir dignamente y a pensar bien en provecho de los demás. Así lo dicen todas las leyes del Cielo y de la Tierra, las de los hombres y las de los animales. No buscar cambiar una forma de vida miserable es ir en contra de la naturaleza.

El mundo es injustoEste mundo, el mundo del hombre viejo, el mundo del interés, es injusto porque ha sido creado para satisfacer las ambiciones y malas intenciones de unos sobre otros. No ha sido pensado para que todos vivan en paz y armonía, no ha sido corrompido porque nunca fue bueno, no se ha torcido porque nunca fue derecho ni lo será. Es un mundo de piratas hecho para los piratas y solo los más malos se sienten cómodos en é,l por eso ellos lo defienden hasta la muerte porque para ellos es el aire que respiran, el agua donde beben, el pan que los alimenta.

Ellos dicen: “Los mejores recibirán lo mejor” que implica que los “peores”, o sea, los débiles, los indefensos, los dulces de corazón, los bienintencionados, recibirán, por el contrario, lo peor. Es entonces un mundo feroz donde los más astutos, los más tramposos, los más malignos nadan como peces en el agua y se alegran de ello. Mas aquellos que no son así encuentran que este mundo no es justo y no hay forma de cambiarlo porque nació así: para la injusticia. Es un árbol que creció torcido y nada lo podrá enderezar.

Existen, sin embargo, quienes abogan por él diciendo: “Hagamos que este mundo sea mejor, démosle más amor”. Pero eso no es posible. Los malvados en su mundo son más poderosos y no desean cambiar. Y los malvados acostumbran a tener un poco de buenos porque eso les ayuda a aparentar que su mundo no es tan malo como dicen. Por eso organizan la caridad y la gritan a los cuatro vientos. Cuando encuentran a una persona buena que hace el bien públicamente la exaltan y exhiben como un ejemplo de que su mundo produce también santos, tratando de convencer a los más débiles de que sí es posible vivir bien en él pues éste genera cosas buenas y admirables. Convierten entonces a la excepción en regla. Mas de lo que se trata no es de vivir en un mundo donde lo bueno sea una excepción mientras que lo normal sea la desdicha y la injusticia.

Del amor y del interésTodos tenemos razones ocultas a los ojos y a los oídos de los demás. A eso le llamamos nuestro corazón.

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Y nuestro corazón es el que dice quiénes somos en realidad. No importa cuán dulces sean nuestras palabras, cuán nobles nuestros gestos o qué tan grandes las obras de bien que realicemos: si nuestro corazón es malvado todo lo que hagamos será falso. De este modo es el interés. El interés actúa como si fuera el amor: se presenta, se manifiesta como tal y toda la gente al mirarlo dice: “Miren, allí está el amor”. No obstante ni la gente ni nadie puede ver cómo es el corazón que está detrás. Amparado en ese secreto es donde actúa el interés.

Sin embargo, todo se descubre cuando los frutos crecen. Cuando una semilla plantada es buena el fruto, al abrirse, es dulce y delicioso. En cambio, si fue plantada la semilla del interés el fruto, por dentro, será podrido y maloliente. ¡Y miren cómo es el mundo del hombre viejo! Se habla mucho, se grita, que es un mundo donde abunda el amor. En determinadas fechas la gente se abraza y dice que se ama. En ciertos momentos se organizan campañas de ayuda para socorrer a los más necesitados diciendo que se hace solo por amor. Y así constantemente se menciona que existe mucho más gente buena que mala.

Mas veamos los resultados. Cuando hacemos la suma y resta de todo lo que nos queda es un saldo negativo donde el interés ha logrado todos sus propósitos con creces, ha conquistado todas sus metas, ha obtenido todas sus ganancias, mientras que el amor se ha llevado todas las de perder. Es por eso que este mundo se hace cada vez menos soportable para vivir, donde hay demasiada gente que sufre mientras que el interés campea a sus anchas. Los que lo padecen son cada vez más, muchos más, y no es que todos carezcan de recursos: muchos de los que se lamentan en este mundo poseen grandes cantidades de objetos y de dinero.

Sin embargo, ni siquiera la abundancia de ellos logra cambiar su situación de sufrientes; es así que las obras del amor son cada vez más escasas y menos notorias y sus esfuerzos cada vez menos efectivos pues, mientras el interés avanza y conquista más territorios y más pueblos, el amor verdadero se ve reducido a actos esporádicos y casi desconocidos. Y lo peor es que, aunque fuesen conocidos ¿cómo diferenciarlos de los actos del interés?

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Más sobre el amor y el interésEs el interés entonces un falso amor. Su objetivo es satisfacer a unos pocos individuos antes que a todos los demás. Significa que si hace algo no lo hace por amor a quien recibe ese acto sino para beneficiarse a sí mismo. Es hacerle un favor a alguien para obtener de ello una ganancia; es ayudar al caído porque se sabe que éste va a dar algo a cambio de haberlo levantado.

Así es la sociedad del interés y así es cómo funciona este mundo donde casi todos actúan solo por el interés. Existe entonces tan solo un intercambio de intereses. Incluso hasta dan amor para recibir más amor. Se trata de un simple negocio de un “yo te doy para que tú me des”. El hombre viejo ha convertido a la vida en un vulgar comercio.

Pero el amor no es un negocio, el amor no es solo un trueque. Justamente el amor se caracteriza por dar sin esperar nada a cambio. El amor ofrece, da,porque esa es su manera de ser. Ninguna madre que no sea retorcida espera que sus hijos le paguen de alguna forma por todas las atenciones que les otorga. Si una madre hiciera eso hasta el mismo hombre viejo la acusaría de falsa madre. Y ello es porque la esencia de la madre es el amor sin condiciones; por eso es el verdadero amor.

En cambio, a pesar de saberlo, este mundo no toma como ejemplo el amor de la madre sino que más bien actúa por interés. Si no actuara por interés lo haría por el amor. Entonces la gente movería sus brazos, sus piernas, sus cabezas no esperando que le den algo a cambio sino porque, haciendo esos movimientos, se identificaría con la esencia de lo que somos: criaturas para dar.

El hombre nuevo y el amorEl hombre nuevo sí comprende que el papel que a él le corresponde es el de ser una criatura para dar. Entiende que ya dejó de ser ese niño inmaduro que no sabe lo que quiere y que va por el mundo regando sus excrecencias sin poder controlarse. El hombre nuevo actúa por el amor. Pero hay quienes se asustan o se ríen cuando esto se menciona pues consideran que el hombre no está maduro para actuar así.

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Esos son los hombres viejos.

Ellos no se consideran a sí mismos maduros y capaces de pensar y de actuar de este modo y quieren que no haya nadie que así lo sea puesto que, si lo admitiesen, estarían reconociendo públicamente su estado de inmadurez. Por eso tratan de igualar a todos los hombres a su mismo nivel. Por eso dicen que todos, sin excepción,actuamos por interés. Mas ¿no se dan cuenta que hasta el mismo sentido común nos dice que en toda sociedad hay gente diferente; que no todos piensan y actúan igual? ¿Acaso en toda sociedad no hay quienes nacen predispuestos al arte, a la gimnasia, al culto,a la bondad y a la maldad? ¿No ven entonces que también nacen gentes que actúan naturalmente impulsados por el amor y no por el interés?

Sin embargo, ellos dicen: “De acuerdo, pero los que actuamos por interés somos la mayoría, por lo tanto tenemos derecho a imponer nuestro criterio”. A eso nosotros decimos lo siguiente: “¿Cómo saben ustedes que son la mayoría? Porque de ser fuertes lo son y eso les permite imponer sus ideas a los débiles. Mas el hecho de imponer las ideas no significa que sean la mayoría. Cierto que tampoco son mayoría los que actúan por el amor pero en el mundo del hombre nuevo sí pueden serlo.

Nos dirán entonces que somos injustos porque queremos imponer a una minoría la ley del amor cuando ellos no la quieren. Eso es verdad, porque aún en el mundo de los hombres nuevos habrá inevitablemente quienes actúen por el interés como, por ejemplo, los que nacen con la habilidad para ser comerciantes.

Pero estos serán semejantes a ciertas bacterias que hay en nuestros organismos: mientras no excedan su número son buenas porque mantienen el equilibrio del cuerpo. Entonces, en el mundo del hombre nuevo, mientras que los que actúen por el interés no sobrepasen sus límites naturales y su cuota, cumplirán equilibradamente con su papel. ¿Será malo el imperio del amor por sobre el del interés? Hay cosas que solo el Cielo conoce y ésta es una de ellas. Nosotros más bien trataremos de cumplir nuestro papel de seres creadores y dadores ya maduros para caminar por nosotros mismos.

La nueva cienciaCiencia es todo lo que el hombre conoce. Los animales también conocen pero a eso no le llamamos ciencia.

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Ciencia es solo lo que el hombre y desde que podemos llamarlo hombre, conoce. Si antes el hombre era más parecido a un animal que a un hombre pues entonces lo que conocía todavía no era ciencia. Solo a partir de que el hombre es hombre, tal como es ahora,es que lo que conoce se llama ciencia. Lo primero que conocimos fue nuestro propio cuerpo: cómo usarlo, cómo cuidarlo y cómo destruirlo. Luego aprendimos lo relacionado con la alimentación, después con nuestro medio, con los peligros, con nuestros enemigos y luego con nuestros placeres. Y de acuerdo con las circunstancias que se nos presentaron podemos constatar cómo fue cambiando el interés por el conocimiento humano. Mas esto no significa que hayamos alcanzado todo o la mayor parte de él. Vamos a decir por qué.

Para empezar, el solo hecho de ser hombres, humanos, ya nos limita a conocer solo cosas que interesan a los humanos. De los afanes que tienen otros seres vivos sabemos muy poco o nada. Por ejemplo: ¿alguien crearía un sistema de defensa para evitar que a las lechugas, a los pollos, a los peces o a las vacas nos los comiéramos o los usáramos como esclavos o para hacer experimentos? Es muy probable que no, puesto que los puntos de vista de estos, si es que los tuvieran, no coincidirían con nuestros deseos. Ello de por sí nos muestra la mirada parcial sobre la interrelación de los seres vivos con la naturaleza y nos limita a ver y a pensar únicamente desde nuestra óptica humana puesto que es obvio que no podemos vivir y actuar como, por ejemplo, los batracios.

Significa entonces que siempre estaremos viendo con ojos humanos al Universo entero. Y cuando decimos ojos decimos impresiones, sensaciones, valoraciones y todo lo que conforma nuestro mundo interior. Aunque tengamos telescopios o microscopios u otros instrumentos más sofisticados para analizar lo no visible e intangible siempre será nuestro espíritu humano el que evalúe, deduzca, conjeture y concluya desde un punto de vista estrictamente humano. ¿Cómo escapar de ello? ¿Cómo pensar de otra manera que no sea como humanos? Siempre estaremos traduciendo toda información para que nuestro cerebro humano la entienda, la asimile.

Sobre si verdaderamente sabemos o noPero nada nos asegura que esa traducción sea fidedigna, real y que sea el verdadero sentido de la naturaleza, como tampoco que nuestro cerebro sea el mejor intérprete del Universo. Siempre serán observaciones humanas, hechas por y para humanos y a la medida de los humanos. ¿Debemos pensar que lo humano es entonces

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infalible y que es lo correcto o deberíamos dudar que sea así? Cierto esto o no, no podemos dejar de admitir que tenemos fuertes dudas de ello y el hecho de dudar nos pone en un plano más humilde como para creer que estamos realmente sabiendohasta que se nos demuestre lo contrario.

Una segunda limitación a que creamos que conocemos es que no sabemos cuánto hay que conocer. ¿Lo que conocemos actualmente es una parte importante de todo lo que debemos conocer o es una parte muy pequeña? Si decimos que es una parte importante podemos pensar que hemos recorrido un gran trecho del camino y que nos encontramos cerca del final el cual sería poseer el conocimiento total. Pero si decimos que es una parte muy pequeña significa que todas las cosas que afirmamos como verdad pueden ser apenas la superficie de algo a lo que todavía no hemos llegado. Preguntas como éstas no las podemos responder concluyentemente por lo tanto vivimos, con respecto al conocimiento, con muchas intrigas acerca de cuánto es lo que estamos conociendo.

Una tercera limitación es que lo que conocemos es como un líquido que, con el paso del tiempo, va cambiando de color y de textura. Al principio, cuando lo hubimos conservado, era claro y luminoso, y así lo catalogamos en nuestros libros. Mas al pasar los años, al volverlo a mirar descubrimos que se ha vuelto opaco y hasta se ha endurecido. Entonces vemos con desilusión que tenemos que borrar y modificar todo lo que habíamos escrito sobre él. Esto nos deja una sensación de inseguridad pues resulta que nada de lo que consideramos verdad en la naturaleza es para nosotros permanente.

Hubo un tiempo en que pensábamos que el agua era el agua y el fuego era el fuegoy que así lo serían para toda la eternidad. Mas luego descubrimos que, al igual que pasa con el hombre, con el paso del tiempo el agua y el fuego dejan de ser los mismos que conocemos ya que sus constituciones internas sufren sutiles modificaciones hasta convertirse en otros elementos, proceso tan lento que no alcanzamos a percibirlo fácilmente. Por ello deducimos que el hombre no es la única criatura que tiene capacidad de cambiarsino que toda la naturaleza cambia, evolucionay no permanece estática para siempre.

Pero ¡cómo!: ¿acaso nosotros no estamos hechos con el mismo barro? Si nosotros somos cambiantes y evolutivos es porque la naturaleza, de la cual estamos hechos,es cambiante y evolutiva. Las leyes entonces no son siempre las mismas,

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únicas e inmutables, sino evolutivas y cambiantes. Y nosotros estamos ante ellas como un pescador que sostiene un pez entre las manos y que, creyendo que ya lo posee,éste se le escapa rápidamente y se hunde entre las aguas con lo que se tiene que repetir nuevamente el proceso de pesca.

Más sobre la ciencia¿Es la ciencia la razón de ser de la vida, el objetivo final del corazón del hombre? ¿Es la información el espíritu del hombre? ¿Actúa acaso el ser humano de acuerdo con el conocimiento o según su voluntad? ¿Un hombre sin conocimientos no es un hombre? ¿Un hombre con muchos conocimientos es más hombre?

Lo cierto es que la ciencia tiene sus propios caminos y la voluntad, el espíritu, el corazón del hombre, los suyos también. Con la ciencia podemos hacer muchas cosas pero podemos decidir no hacer nada. Podemos ser genios en el arte de construir pero elegir también no mover un dedo. Podemos ser ignorantes en el arte de navegar pero lanzarnos al océano confiados en nuestros brazos. La ciencia está ahí, para usarla o para no usarla. No obstante antes que ello está nuestra voluntad. ¿Puede la ciencia pensar por su cuenta, como si fuese un ser vivo? ¿Puede crear una voluntad y ponerla en un objeto para que éste actúe? ¿Puede modificar la fe, el valor, la sensibilidad de un hombre? La mucha o poca ciencia no ingresan a lo profundo del ser humano. Allí solo penetran los sentimientos y, al hacerlo, se encuentran con nuestro yo, quien, al recibirlos, los mide, los pesa, los selecciona y, finalmente, escoge con cuáles se queda y a cuáles expulsa.

Esta es una labor íntima que luego determina cómo es nuestro corazón, cómo nuestro verdadero ser. Allí, en ese mundo interno, la ciencia no puede actuar porque no es de ella hacerlo. Y culpar a la ciencia de algo como si ella fuese un ente vivo que actúa por sí misma no tiene sentido. Es como culpar al puñal por un crimen. La ciencia es más como un cobertor el cual podemos adaptarlo a la forma que necesitemossegún si, por ejemplo, queramos protegernos de la lluvia del Sol o del viento.

Con la ciencia podemos dar vida o dar muerte. Mas siempre será nuestra voluntad la que lo decida. Puede que en un momento nos convenga recurrir a ella por completo pero puede que en otro momento no. Porque no sabemos si el hombre que vivía hace miles de años de la caza era más dichoso que el que vive del mercado internacional; no sabemos si el hombre que utiliza toda la ciencia logra ser más humano que el que no la emplea;

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no sabemos si el que usa la ciencia en toda su expresión es más noble, más justo que el que no la necesita para nada. Como no tenemos pruebas de que la ciencia haya hecho a alguien feliz o infeliz no podemos reposarnos sobre ella y usarla como árbol que da sombra, como piedra angular para nuestra vida.

Lo que sí sabemos es que la voluntad, los sentimientos, el corazón del hombre son lo que nos hace dichosos o no en distintos momentos de nuestras vidas. Si vamos a buscar las bases de nuestra futura felicidad no la vamos a encontrar en la ciencia sino en nuestro mundo interior. Si reparamos en que la ciencia no ha terminado de conocer todos los rincones de la naturaleza entonces hemos de concluir que aún podemos descubrir muchas sorpresas más.

La ciencia no es indispensable para vivirSi, por ejemplo, quisiéramos llegar a la cumbre de una montaña pero llevando con nosotros todas nuestras pertenenciaspues tendríamos que emplear un voluminoso vehículo para cargar con todas ellas. Y para que éste vehículo pudiese subir necesitaríamos construir un camino sinuoso que suavemente vaya rodeando la montaña ascendiendo así lentamente. En cambio, si deseáramos subir sin llevar nada a cuestas podríamos hacerlo a pie, trepando rectamente sin construir camino alguno, asunto que nos puede tomar mucho menos tiempo. En ambos casos vamos a llegar a la cumbrepero el esfuerzo y el tiempo pueden ser mayores según las condiciones que planteemos. Lo que queremos decir es que no hay un solo modo de conocer, así como no existe una sola manera de subir una montaña y tampoco una sola forma de hacer bien las cosas.

Podemos atravesar el océano tanto en un barco de madera como en un aeroplano. Nadie nos obliga a emplear un único método. De igual modo, no estamos obligados a crear un mundo de una sola y determinada manera. Podemos emplear formas distintas y muy variadas, más rápidas o más lentas, más simples o más complejas, más oscuras o más luminosas, más despiadadas o más caritativas. Porque cuando se trata de hacer dichoso al hombre no puede existir un solo camino.

El hombre durante su historia ha intentado muchas fórmulas y ha dejado las huellas de ello para que las evaluemos. Lo hizo como simple nómada, como constructor de pirámides, ciudades y murallas, como navegante, pensador y filósofo, como guerrero feroz, comerciante o industrial.

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En todos los casos ha habido aciertos y errorespero en todos el hombre ha buscado lo mismo: ser hombre. A la ciencia la exprimió, la rechazó, la quemó, la adoró y la comerció. Todo según el momento y las circunstancias que le rodeaban. Todo según la voluntad y el estado de madurez en que se encontraba.

Más sobre la nueva cienciaMas nosotros no tenemos por qué rechazar la ciencia porque la ciencia del hombre nuevo es la nueva ciencia,para diferenciarla de la ciencia del hombre viejo que es la ciencia tecnológica. En verdad, ambas son la misma ciencia pero intencionalmente las imaginamos diferentes solo para ayudarnos a encontrar las diferencias en su aplicación. La ciencia tecnológica es la que sube la montaña construyendo una carretera y llevando a cuestas todo lo que puede. Esa ciencia necesita entonces una enorme cantidad de materiales extraídos de la tierra con gran esfuerzo y sacrificio. Es una ciencia hecha para satisfacer las ambiciones de los que actúan por el interés y que son capaces de sacrificar a millones de seres humanos sus hermanos, en pos de esos objetivos.

En cambio la nueva ciencia es la del que sube la montaña libre de carga, sin aparatos y sin haber roto la tierra ni sacrificado a sus hermanos para ello. La nueva ciencia responde al amor y no al interés. Usa, sí, el conocimiento pero para hacer desinteresadamente el bien a todos. Así por ejemplo, para restaurar la salud en vez de emplear grandes maquinariasla nueva ciencia apela al uso de la mente y a la sugestiónque aplican tanto los hipnotistas como los sicólogos y curanderos,así como también emplea el conocimiento de las plantas medicinales.

La nueva ciencia explora los caminos de la parasicología para descubrir en ella los otros modos de comportarse que tiene la naturaleza. De esta manera, sin violentarla, lo que busca es que la naturaleza sea nuestra aliada y obedezca a nuestras súplicas cuando le pedimos que actúe de tal o cual manera. La naturaleza no es sorda ante nuestra voluntad y ante nuestro espíritu. Si la queremos ver como cosa, objeto sin vida, como lo hace la ciencia tecnológica, pues así la vamos a ver. Mas si la queremos ver como un ser vivo pensante, actuante, tan igual que como somos nosotros, sus hijos pues también la vamos a ver.

La ciencia tecnológica tal vez cure mejor las enfermedades del hombre viejo puesto que está hecha para ello. En cambio las enfermedades del hombre nuevo serán mejor curadas por la ciencia nuevaque estará adaptada y pensada para él. Del mismo modo, en todo orden de cosas

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la nueva ciencia encontrará la forma de subir esa montaña pero lo hará a su manera, sin la torpeza e inmadurez que hasta ahora el hombre viejo ha demostrado tener para intentar vivir dichosamente.

La felicidad completa La felicidad completa es el estado del espíritu de una persona mas no es posible para la sociedad. Este estado solo se puede alcanzar alejado de todos y de todo. Es una vivencia individual, un armonioso diálogo con uno mismo que produce una sensación de paz y tranquilidad constante. Para obtenerla se requiere de una preparación y de un control que no es fácil de alcanzar. Sin embargo, hay quienes sí logran llegar a ello,como es el caso de ciertos ermitaños, gurús y anacoretas. Pero, salvo para estos pocos, para la gran mayoría de la humanidad la felicidad completa y plena resulta inalcanzable.

La razón es que casi todos los hombres viven en sociedad mirándose y preocupándose mutuamente por la manera en cómo les afecta esto a sus vidas. Y dado que en la vida en sociedad siempre hay preocupaciones, siempre hay necesidades y angustias, nunca dejamos de ser afectados por ello. En cambio, en la vida de felicidad completa la preocupación por los otros es inexistente,por eso quienes escogen esa vida solo tienen que velar por sí mismos, cosa que para ellos resulta muy fácil y llevaderoya que, en la mayoría de los casos, nada poseen o se contentan con lo mínimo; soportan en silencio y con calma los dolores y están preparados para morir en cualquier momento. Esto, en la vida de sociedad, no es posiblepues viviendo en ella amamos y odiamos, nunca estamos inmóviles y no solo nos preocupa nuestro destino sino también el destino y la vida de los que amamos y de los que no.

Ese vaivén de emociones nos produce una constante alternancia de estados de alegría y de tristeza. Y cuando no es así, esa falta de emociones nos lleva a buscarlas tanto en la vida real como en la fantasía. En medio de este alboroto emocionalla felicidad completa no se puede alcanzar puesto que ésta es un estado permanente de seguridad control y paz; nada la altera y solo desea permanecer así. Por eso la búsqueda de la felicidad completa viviendo en sociedadno es posible, no tiene sentido. Si el hombre pone su meta y sus ansias en hallar la felicidad viviendo en sociedad nunca la encontrará y ésta terminará volviéndose una quimera,

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un sueño irrealizable. El hombre que vive en sociedad debe ponerse otras metas, otros horizontes más acordes con su real situación,no así la búsqueda de la felicidad.

La feExiste otro estado del espíritu que es la fe el cual le sirve al hombre de soporte y le proporciona situaciones parecidas a la felicidad. Esa fe es la convicción en una verdad que produce una exaltación del ánimo y mueve la voluntad hacia un fin, hacia un objetivo que previamente se ha propuesto. El hombre que tiene fe es un buscador, un creador un luchador por una causa que absorbe sus energías y todo su interés. Piensa él que esa causa, esa razón por la que vive es la verdad de la vida. Pero en realidad es solo la verdad de su vida aunque a él eso no le preocupa; le basta con creer en ella.

No obstante el hombre que no tiene una fe, que carece de una razón para gastar sus energías y esfuerzo al máximo es un hombre que no sabe para qué vive. Ese hombre piensa que ha sido arrojado al mundo por obra de la casualidad, por un simple suceso de la naturaleza. Cree que no tiene ninguna misión que cumplir salvo la de mantenerse hasta que ya no pueda hacerlo. Supone que la vida es una especie de condenay que tiene que vivirla por obligación, simplemente porque sí. Asume que su existencia es intrascendente, que da lo mismo que viva o que muera. Y si así piensa de sí mismo, igual piensa de los demás. Es de este modo que ve a la vida con una inmensa amargura, aunque es incapaz de abandonarla por su propia voluntad porque el miedo se lo impide.

Pero existe tanto una fe que busca lo bueno como otra que produce la miseria. La primera es aquella que pone por delante el beneficio de los demás: ¿qué necesita mi hermano, cómo puedo aplacar su pena, cómo serles útil a esos que veo que sufren? La otra es aquella que pone por delante el beneficio de sí mismo: ¿cómo puedo beneficiarme de los demás, dónde obtengo mejores resultados, cómo consigo que esos hagan lo que yo quiero? La fe buena es la que cree en el buen destino de la humanidad, que piensa que somos una parte importante dentro de la naturaleza y que supone que hay mucho por mejorar.

La fe mala es la que no cree que exista un destino para la humanidad pues asegura que la naturaleza

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es un conjunto de objetos sin vida que se mueven por una acción física y por azar y afirma que el único objetivo de la existencia es huir lo más posible de la muerte; y que mientras tanto se debe subsistir a toda costa, en especial, a costa de los demás y de la misma naturaleza. Esta es la fe del hombre viejo. El hombre nuevo debe tener solo la fe buena.

La belleza y los animalesLa felicidad completa no está al alcance de las mayorías y para obtenerla hay que aislarse de ellas. Pero si bien la aspiración que tiene la sociedad de lograr esa felicidad no es posible, sí lo es acercarse a ella tanto mediante la fe como también mediante la belleza. La belleza es el ropaje con que se viste la felicidad completa; es la forma exterior cómo ella se presenta. Cuando buscamos la belleza estamos tratando de acercarnos hacia la felicidad al igual que cuanto más avanzamos nos sentimos más próximos a nuestra meta. Ello nos da esperanzas y nos reconforta a seguir en esta vida siendo lo que somos: buscadores de belleza, de fantasías, creadores de sueños.

El hombre viejo vive pensando que él es la simple extensión de sus órganos. Se piensa a sí mismo como un estómago andante cuyo único objetivo en la vida es llenarlo para satisfacerse, evacuar y luego volverlo a llenar. Salvo sus necesidades lo demás es totalmente prescindible, desechable, descartable. El hombre viejo solo habla y sabe de necesidades. Solo piensa en alimentar sus intestinos, en cubrir su piel, en complacer sus instintos, en proteger su cuerpo. Solo vive para eso. Mas esto también lo hacen los animales, por lo tanto, no hay ninguna diferencia entre el hombre viejo y el animal. Es por esa razón que el hombre viejo no se ve a sí mismo como un verdadero hombre puesto que no sabe qué es el hombre. Él solo conoce la parte orgánica del hombre, la parte corporal de todo ser vivo.

No obstante ¿será cierto que los animales viven como nosotros suponemos, o sea, como animales? ¿No vemos acaso miles de ejemplos de diferentes seres vivos a quienes llamamos animales que demuestran que ellos actúan y se comportan igual que los humanos? ¿No es suficiente con observar a un perro, a un elefante o a un león para darnos cuenta que ni siquiera ellos actúan solo pensando en sus cuerpos? ¿Cuántos animales nos dan a conocer que sienten, que aman, que odian, que viven en sociedad, que forman familia, que dan amor a sus hijos y los reprenden, que les enseñan, que se cansan, se vuelven locos y hasta entregan la vida por otros o se suicidan?

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El hombre viejo, que cree que la vida es un esfuerzo largo, tedioso y sin sentido por satisfacer sus necesidades ni siquiera es capaz de vivir como un animal. ¿No ve con sus propios ojos cómo hay animales que sacrifican sus vidas por el bienestar del resto de su comunidad? Si eso no demuestra que existe en el mundo de los animales la solidaridad, la capacidad de sacrificio, la renuncia de la propia integridad física cuando el peligro acecha a otros, entonces ¿qué demuestra? ¿Un estado de locura, una sinrazón, una torpeza enorme de parte de ellos?

En realidad, lo que eso nos dice es que la gran mayoría de las virtudes que nosotros conocemos como “humanas” no vienen del aire o de nuestra imaginación sino de la propia naturaleza. ¿Cuántas cosas aprendió el hombre por imitación? ¿Cuánto de lo que sabemos, cuántos de los movimientos de los gestos, de los modos, de las reacciones que nosotros consideramos humanas en verdad las adquirimos por pura copia de otros animales? La observación y la repetición de un acto ¿no es parte de nuestro desarrollo? ¿Acaso los niños no aprenden por imitación a caminar a hablar, a actuar, a realizar sus principales actividades corporales? ¿No pudieron los primeros hombres asimilar de los animales diferentes formas de alimentación, de movimientos de cuerpo, de ubicación geográfica, de nociones de tiempo, de espacio, de número, de comunicación, de habla y numerosas cosas sorprendentes más?

¿Nos sentimos menos hombres reconociendo, por ejemplo, que mucha de nuestra sentimentalidad humana la adquirimos gracias a la observación del comportamiento familiar de otras especies? ¿Por qué ser tan soberbios y creer que nos hicimos nosotros solos sin ayuda de nadie ni de nada; que solo nosotros descubrimos cómo se podía manipular un palo; que solo nosotros inventamos la forma de desplazarse por el agua; que solo nosotros empleamos las plantas medicinales? ¿Somos acaso los solitarios autores de nuestra existencia? ¿Nadie más tuvo que ver en ello? ¿No es ponernos en la actitud más altanera y autosuficiente decir que somos los únicos inventores de todo aquello que conocemos; que somos nuestro propio dios?

Si los animales, la naturaleza entera, nos enseñan que no somos cuerpos que viven solo para comer porque ellos no lo hacen así, entonces debemos reconocer que hay que vivir para algo más que para ello. Y la mejor y más grata manera de vivir es creando y rodeándonos de un ambiente de belleza. El cuerpo humano todavía se desempeña con los mismos sentidos originales y de ellos la vista sigue siendo el que más nos complace. A nuestros sentidos de nada les sirve que les digamos que conocemos colores que ellos no pueden captar,

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que podemos producir sonidos que ellos no pueden escuchar,que existen texturas que ellos no pueden palpar, que sabemos de olores que ellos no pueden percibir, que elaboramos sabores que ellos no pueden identificar, que describimos fenómenos que ellos no pueden intuir.

A nuestros sentidos no les sirve nada de eso. Ellos solo pueden ver lo que el ojo puede ver, oír lo que el oído puede oír, sentir lo que nuestra piel puede sentir, oler lo que nuestra nariz es capaz de oler, e intuir lo que nuestra mente puede intuir.

Por lo tanto, la belleza tiene que estar hecha para que nuestros sentidos puedan captarla, puedan disfrutarla. Cuando nuestros sentidos se ven rodeados de belleza ellos hacen que nosotros nos sintamos bien. Y mientras más belleza nos rodee mejor y mejores nos sentiremos. Crear un mundo bello, que se asemeje a una obra de arte, es la mejor manera de acercarnos a la felicidad completa: viviendo en medio de un hermoso paisaje, oyendo melodiosos sonidos, oliendo gratos perfumes, sintiendo confortables temperaturas y sinceras caricias, disfrutando de exquisitos sabores y compartiendo todo ello equitativamente con los demás. Esto sí es posible lograr en vida y en sociedad y ese debería ser nuestro objetivo principal.

Más sobre la felicidad La felicidad completa es como una mujer muy hermosa pero a la vez muy celosa y posesivapues no le gusta compartir a la persona amada con nadie. Vive en los lugares más apartados, lejos de la gente. Allí tiene su nido, su hogar y siempre está en espera de algún elegido que desee disfrutarlo con ella. Mas ubicarla es muy difícil. Solo se la escucha cuando existe un absoluto silencio. Solo aparece cuando no hay actividad humana por los alrededores. Para hallarla no se puede llevar ningún equipaje; solo lo que se tenga en la mano y ello toma tanto tiempo que hay que olvidarse totalmente de las ocupaciones que se hayan dejado pendientes. Aún así la tarea es penosa y solitaria.

Al final, únicamente la encuentran aquellos que han aprendido a vivir solos sin depender de nadie ni de nada; los que ya no extrañan a los padres, a los hijos, a los amores y a los amigos. También la encuentran los que ya no anhelan volver, los que no sueñan con grandezas ni con los placeres de la sociedad,los que ya no les importa que no se acuerden de ellos ni que encuentren sus cuerpos para ser enterrados. A aquel que halla la felicidad ésta sale a recibirlo presurosa y complaciente

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para darle leche y miel y llenarlo de caricias. A su lado ya nada importa y todo el sufrimiento padecido por llegar ahí queda en el olvido. Quien la encuentra se siente tan satisfecho que ya nada más le puede satisfacer.

Pero la felicidad era sumamente celosa y no soporta que la compartan con nadie ni con nada. Salvo ella, no puede haber otra cosa en la vida de quien la posee. Toda ambición, todo interés que exista tiene que ser desterrado pues, de no ser así, la felicidad, al ver que ya no es la única, abandona al conviviente. Cuando la gente ve a un hombre que vive con la felicidad lo llama loco porque no hace y dice como todos los demás; lo llama soberbio porque no sufre y se lamenta como todos los demás; lo llama egoísta porque no se preocupa por todos los demás; lo llama inconsciente porque no se da cuenta de lo que le puede pasar y de los peligros que corre. Sin embargo, estos convivientes son tan pocos que casi no se les siente, casi no se les ve; es más, se duda de que existan. A pesar de todo eso la gente habla de la felicidad como si realmente la conocieran, como si hubiesen vivido con ella, como si pudiese estar en las mismas ciudades con ellos cuando no hay nada que la felicidad deteste más que vivir en medio del caos, del ruido y de las angustias humanas.

Ella huye de la infelicidad, huye de la tristeza, huye del miedo, del temor, de la cobardía y de todos aquellos que ello poseen. Huye de la necesidad, de las pasiones, de las ambiciones. ¡Cómo, pues, va a vivir entre la gente! Podemos hablar sobre ella, sí, pero como quien habla de alguien ausente, no como si estuviera cerca o entre nosotros. Hay muchas cosas que creemos que se le parecen: los momentos de paz, de placer, de salud plena entre todos nuestros seres queridos, el sentir que hacemos el bien a alguien, el dar y recibir amor. Pero salvo la fe y la belleza, que son solo sustitutos de la felicidad completa, todo es efímero, fugaz; dura muy poco. Por eso mucha gente dice: “La felicidad son solo momentos”. Eso porque esa no es la felicidad sino solo algo que tiene una muestra de ella, que habla de ella, pero que no lo es en verdad. Quien promete que se puede lograr la felicidad completa viviendo en sociedad, sin dejar nuestra vida común, sin abandonar lo que somos, debe ser rechazado de plano pues es un mentiroso o un iluso.

Formas anterior y superior de existenciaEl hombre nuevo es aquel que vive tratando de realizar una forma superior de existencia. El hombre en cambio viejo se aferra a su antigua manera de vivir

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en la creencia que todo lo que se aprende de niño debe permanecer por siempre, así sea algo malo y perverso. El hombre viejo vive atrapado en una forma anterior de existencia en la que se dice lo siguiente:

La vida es laboriosa en vez de fácilDice el hombre viejo que el ser humano, desde que nace,está condenado a luchar para sobrevivir. Todo le va costar mucho y nada le va a ser fácil. Ha de pelear, arrebatar, sudar copiosamente por obtener unas migajas. Todo lo que obtenga será mediante mucho trabajo y sacrificio. Por eso tendrá que laborar sin parar pues, el día que se detenga, morirá.

El hombre nuevo, en cambio, no cree que la naturaleza sea tan cruel como para tratarlo de esa manera, peor que a cualquiera de los animales. Cierto que, al igual que todos ellos, tendrá que conseguirse su alimento y el resto de cosas pero no a costa de su propia vida. Nadie nace solo para trabajar, ni siquiera las hormigas o las abejas. Ellas tienen mucho que hacer además de dedicarse a la búsqueda del alimento como por ejemplo darse sus placeres. Con mayor razón el hombre, que ha creado tantas cosas para evitar los esfuerzos, debería dedicarse solo en una mínima parte de su tiempo a su manutención y el resto a realizar toda forma de belleza.

Algo anda mal en el hombre viejo cuando piensa que la misión del ser humano es el trabajo. Incluso los que se han vuelto sumamente ricos persisten en ello cuando deberían dedicarse únicamente al placer de vivir, con lo que se demuestra que el verdadero problema del hombre viejo se halla,no en el esfuerzo por conseguir lo necesario para mantenerse, sino en no querer abandonar la terca idea de la ganancia aún cuando se haya satisfecho plenamente, tanto que con lo que tiene podría colmar a miles como él durante toda su existencia. Es decir, está atrapado en su propia telaraña como un niño que se resiste a aceptar que ya no tiene edad para seguir jugando con sus juguetes.

En cambio al hombre nuevo, quien no se niega a usar cualquier tecnología del pasado o del presente,sea complejísima o manual, la vida le resulta muy fácil y llevadera y puede serle aún más larga de lo que él imagina. El tiempo y empeño que el hombre viejo dedica a acumular todo tipo de objetos el hombre nuevo lo emplea en el arte y el disfrute pleno. El hombre viejo, por el contrario, vive repitiéndose que la vida sí es dura

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puesto que lo que él hace no es sostenerse sino más bien satisfacer su desmedida ambición y vanidad. Esa creencia es su principal enfermedad.

La vida es dolorosa en vez de placenteraEl hombre viejo piensa que la vida es un mar lleno de dolores de donde tiene que salir bien librado; es un río de tragedias interminable en la que solo ve males y pesares. Y como estos males son tan intensos y penosos cree que la pena es lo más grande que puede ocurrir en su existencia. Por eso dice que mientras una alegría nos hace sentir bien por un momento una pena nos puede llevar hasta la locura, de lo que concluye que el dolor es la única realidad y que todo lo demás es la búsqueda de la ausencia del dolor, o sea, el aliviar sus penas y el satisfacer sus necesidades.

Si la vida fuera más dolor que placer hace mucho que, como tal,hubiera dejado de existirpues no habrían motivos para que los elementos de la naturaleza se unieran y volvieran a reunirse; todo lo contrario, se rechazarían hasta que no quedara nada que quisiera perpetuarse. Sería inconcebible que la naturaleza actuara así por gustar del puro dolor.

La sola contemplación de los animales en su estado natural nos hace deducir que hay ausencia de dolor o que el que hay es el mínimo indispensable para mantener a las especies alejadas de los peligros. Incluso, aún en el caso que la vida les sea penosa, los mismos animales nos dan la respuesta: la abandonan. Instintivamente saben que, o la vida se vive bien, con plenitud, con seguridad, con placer o no vale la pena vivirla. Observamos que, cuando algunos de esos animales no se encuentran en buenas condiciones, ya sea por un cambio en su medio natural o por su salud,evitan el reproducirse o eluden el contacto. Y cuando sus formas de vida no son las más adecuadas se vuelven estériles o se suicidan.

Mas esto pasa con poca frecuencia porque lo que comúnmente sucede es lo contrario: tanto el medio ambiente como los estados de salud físico y mental de los animales suelen ser los ideales, por eso es que se reproducen con ansiedad, porque encuentran que el lugar y la forma en que viven les provoca mucho placer. Eso no exime de que exista el dolor o la muerte, pero esas sensaciones de pesar no llegan a ser lo suficientemente fuertes como para que se imponga el desánimo de continuar con la cadena de la vida. En pocas palabras, en los seres vivos

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el placer triunfa por sobre el dolor, por eso se perpetúan.

Claro que esto no es un acto voluntario o consciente; las sensaciones de seguridad y placer son suficientes estímulos para que sus organismos se predispongan a la reproducción sin necesidad de pasar por algún tipo de razonamiento. El hombre nuevo sabe que hay dolor y que es inevitable pero también que la cantidad de placeres que da la vida es muy superiorsi no la especie humana ya hubiera desaparecido. Por eso es que él ve la vida como una sucesión de placeresque son los que nos hacen mantenernos vivos y con la convicción que a nuestra descendencia también les pasará lo mismo. ¿Algún padre tendría hijos si supiera que ellos van a heredar solo dolores y sufrimientos sin fin y sin consuelo? Esto demuestra entonces que no es cierto que la vida sea sufrimiento y desgracias sino todo lo contrario.

Pero lo que hace el hombre viejo es magnificar los temores al dolor y a la muerte para lamentarse y maldecir la propia vida; por eso su existencia es una carrera contra el reloj como si algo muy malo lo persiguiera. Y a ello le pone diversos nombres: hambre, frío, abandono, enfermedad, vejez, muerte. Todos estos llamados males son parte necesaria de la vida. No habría hambre si no hubiera satisfacción, frío sin calor, abandono sin compañía, enfermedad sin salud, vejez sin infancia, muerte sin nacimiento; y todos son en realidad fenómenos necesarios para la vida misma pues son las señales de alarma que el organismo requiere para mantenerse hasta el fin,cosa inevitable y ya sabida desde el mismo día en que nacemos. Entonces: ¿dónde están las desgracias de las cuales hay que huir con cara de terror?

Lo que sucede es que el hombre viejo vive como si preparase a un caballo de carreras, que es él, pero sin que este caballo llegue a participar en ninguna. Vive cuidando su cuerpo para usarlo en algo que no sabe qué es y, en consecuencia, nunca lo llega a usar. Porque el hombre viejo ignora que el cuerpo existe con la finalidad de obtener el máximo placer de élpero se pasa toda la existencia alimentándolo, cuidándolo, entrenándolo para una competencia que nunca llegará a correren vías a supuestamente gozar algún día que nunca llegará. En tiempos de paz, convierte su existencia en un agotador campo de entrenamiento para feroces combates donde cada día se adiestra para enfrentarse a los terribles peligros de la vida los cuales supuestamente están constantemente al acecho. No tiene tiempo el hombre viejo para disfrutar y contemplar porque un solo descuido significaría la entrada del enemigo en su reducto.

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En realidad, el único valle de lágrimas que existe es el que él mismo ha creado y que alimenta en su imaginación. El hombre nuevo, en cambio, mira la vida como quien ve el paraíso.

La vida es engorrosa en vez de sencillaEl hombre viejo piensa que la vida es enredada, llena de caminos desconocidos y misteriosos. La ve como quien observa un inmenso nudo que tiene la obligación de desatar o como quien se para frente a una enorme montaña escarpada con la orden de subirla. Esto hace que se desanime de emprender cualquier acción bella porque la vida, dice, es muy complicada. Como consecuencia el hombre viejo anda por el mundo diciendo acerca de la vida: “no la entiendo, no la entiendo”.

En cambio el hombre nuevo sabe que existen muchas maneras de entender la vidaque no es lo mismo que manejarla a su antojo. Y justamente lo primero que entiende es que ella no nos pertenece. Pero el hombre viejo, por el contrario, no la entiende porque la concibe como una herramienta que tiene que usarla para que todo le salga como él quiere. Y como generalmente ésta no responde a sus intereses llora como un niño pues, según él, no la sabe emplear bien. No obstante la vida no es una herramienta que responda a nuestros deseos. Ella existe antes que nosotros y lo hará después también, por lo tanto, no es nuestra. Más bien nosotros somos obra de ella, ella nos ha creado; luego, es ella quien nos dirige.

Y si algo llegamos a entender será todo aquello que desde nuestras posibilidades podamos hacer, pero no más. Es obvio que comprender toda la vida no es una tarea humana pues mientras más ahondamos en ello más grande será el misterio. La vida resulta complicada cuando la queremos dirigir hacia nuestros caprichos y fantasías pero se vuelve simple y sencilla cuando aceptamos que somos solo sus criaturas y que ella es la que decide qué hacer con nosotros y cuándo darnos fin.

Amargarnos por la erupción de un volcán, jalarnos los pelos por el frío del invierno, maldecir al Sol por su alta temperatura es tan absurdo e irracional como enfermarnos por no ganar un concurso o una suerteo asombrarnos por el descarrilamiento de un tren la caída de un avión, la muerte de un gobernante y miles de sucesos más que ocurren todos los días y en contra de nuestra voluntad. Queríamos ser ricos y no pudimos; lo atribuimos a lo difícil que es la vida. Queríamos estudiar un oficio y no lo logramos; la vida es la culpable. Deseábamos evitar el fracaso, el dolor, la muerte

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y nos fue imposible. La vida.

La vida siempre resultará un arte dificilísimo para aquel que trate de manejarla y usarla para todos sus deseos e intereses. En cambio resultará la cosa más llevadera del mundo para quien entienda que hay fuerzas superiores a nuestra voluntad que deciden por nosotros y que nos llevan a donde quieren nos guste o no. Y que si hemos llegado a algún puerto es simplemente porque esas fuerzas, llámense dioses, existan o no, o la casualidad así lo dispusieron. El hombre nuevo acepta entonces que, por mucho que se quiera, realmente solo se termina haciendo lo que podía hacerse con gran esfuerzo o sin él, con gran inteligencia o sin ella.

La vida es individual en vez de colectivaEl hombre viejo piensa que él vive para sí mismo y para velar por sus intereses. Cree que todo hombre que viene a este mundo es un peleador que lucha por arrebatarle a los demás su pedazo de espacio. Si no lo hace, si no combate con denuedo y tesón será un fracasado que al final no obtendrá nada y se quedará en la miseria y el abandono sin algo que lo ampare. También está convencido que nadie da nada por nadie; que si uno comete el error de ayudar desinteresadamente a alguien en algún momento terminará pagándolo caro puesto que, en vez de que se lo agradezcan, lo traicionarán.

Piensa el hombre viejo que la sociedad es una suma de unidades, un conjunto de millones de individualidades aisladas unas de otras y todas en conflicto. Pero como desgraciadamente, según él, todos dependemos de todos, tenemos que aceptar a regañadientes el convivir con los demás. Mas el aceptar convivir con los demás no significa con esto que el hombre viejo acepte con gusto vivir con ellos. La prueba es que, apenas puede, se marcha lejos y busca aislarse para disfrutar de su soledad, tal como lo hacen los ricos, hasta que vuelve a sentir la necesidad de satisfacerse y se resigna a volver a esa jungla, al campo de batalla que es su sociedad.

Y como esa forma de pensar la oye en boca de todos los que le rodean piensa entonces que ello es verdad. Y si lo escucha de quienes que él considera exitososlo reafirmará todavía más. Así llega a concluir que “uno tiene que pensar solo en sí mismoporque todo el mundo lo hace”. “Yo tengo que pensar nada más que en mí mismo,en mi casa, en mis necesidades, en mis problemas,

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en mi futuro, en mi familia, en mi prestigio y, por último, en mi salvación”,dice el hombre viejo.

De este modo, millones de hombres viejos viven juntos pero desconfiando los unos de los otros; trabajan juntos pero cada uno lo hace pensando en su destino y en sus necesidades personales; caminan juntos pero únicamente se preocupan en no caerse ellos mismos. Y cuando piensan en los demás es porque los han obligado porque la enfermedad les golpeó la puerta porque tocaron sus intereses porque amenazaron sus propiedades porque estorbaron sus aspiraciones o sueños o porque les remuerde la conciencia.

Es en ese momento que salen de su diálogo consigo mismos que consiste en decirse qué quiero, qué necesito, qué me falta, a quiénes tengo que utilizar para ello, cómo los debo motivar, a quién le tengo que dar algo y a quién negárselo,a quién tengo que respetar y de quién puedo abusar; y se ven forzados a mirar a los vecinos para evaluarlos, escucharlos, medirlos y cuestionarlos, tomando nota de sus ideas, faltas y errores. El hombre viejo nada más acepta y alaba al prójimo cuando sabe que hacerlo conviene a sus planes personales. Esto es lo que él piensa que es vivir en sociedad: una lucha estratégica por ver quién trepa más rápido a no se sabe qué lugar.

En cambio el hombre nuevo cuando piensa dice: ¿Qué necesitan los demás de mí? ¿En qué puedo ser más útil? ¿Dónde me desempeño bien para que la sociedad sea mejor? ¿Qué necesita mi hermano? ¿Cómo puedo calmar ese sufrimiento? ¿Qué es lo más útil de mí para que los demás lo aprovechen y todos nos sintamos bien? Y así es cómo va orientando su vida. Actúa donde más se lo requiere, da lo mejor que tiene,acude donde cree que puede contribuir a una buena causa. Piensa él que tener una casa o cubrir sus necesidades son solo la consecuencia de sus actos en servicio de su sociedad; que cuando un hombre da lo mejor de sí es natural que reciba algo en compensación mas no actúa por la esperanza de lo que va a recibir.

Él incluso sabe que podría hacer otras cosas por las cuales recibiría muchos más bienes a cambio, pero no las hace porque entonces estaría actuando motivado por el interés y no por el deseo de dar lo mejor de sí para el bien de todos. Así piensa un alma noble, bien nacida y bien educada. Y no se trata de un hombre extraordinario o de un enviado de los dioses; se trata solo del hombre nuevo

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que sabe distinguir con claridad cuándo se hace algo por el simple interés y cuándo porque es ley natural de los hombres el hacerlo.

La vida es utilitaria en vez de bellaEl hombre viejo piensa que la naturaleza es para usarla como si se tratase de una despensade la cual hay que extraer todo lo que se pueda simplemente porque ahí están los objetos que busca. Actúa como si fuera un cachivachero que va recolectando todo lo que encuentra para ver qué hacer con ello después. Y en este conjunto de cosas que recolecta incluye también a otros hombres como él a quienes transforma en objetos de uso y de intercambio. Es por eso que se ve a sí mismo como una cosa más, como algo que puede tener el mismo valor que cualesquiera de los objetos que colecciona o tal vez menos. Partiendo de este punto de vista considera que a la naturaleza la puede manipular como bien le plazca; puede estirarla hasta donde dé, cortarla hasta donde sea capaz de hacerlo,la puede calentar y derretir hasta el límite, aplastarla o lanzarla lo más lejos posible. Por último, si quiere, si le parece correcto o necesario, la puede destruir, aniquilar para siempre. Total, este hombre no conoce límites. ¿Quién se lo va a impedir?

Como no sabe de alguna autoridad que le prohíba nada deduce que puede hacerlo todo. Lo que ve que no está prohibido supone que está permitido. Y como no hay un letrero que diga: “Prohibido destruirse entre sí y destruir al mundo también”entonces deduce que eso sí está permitido y procede a hacerlo. Y si es que esto es así entonces no hay lugar para lo sagrado. Porque lo sagrado conlleva un límite, una distancia, una retención de la acción, un impedimento. Luego, si la naturaleza no es sagrada, la vida igualmente no lo es.El hombre tampoco. De ahí que concluye que se puede hacer lo que se quiera con el ser humano.

Pero si esta forma de entender la vida fuera cierta la comprobaríamos viéndola en todas las especies de la naturaleza. Sin embargo, no observamos que los animales que nos rodeanactúen guiados por ese impulso, por ese entendimiento o convicción. Porque cuando, por ejemplo, los animales matan, lo hacen evitando que el victimario sienta la culpa. Ellos no sobrepasan el límite natural de la muerte puesto que, de hacerlo, se convertirían en criminales. Ellos no cometen crímenes pues las muertes que ocasionan se ajustan estrictamente a lo mandado por las leyes naturales que los gobiernan. El crimen solo se produce cuando se violan las leyes naturales.

Por eso no sabemos de animales arrepentidos

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ni perseguidos por la ley natural puesto que no han transgredido ninguna. En cambio en el hombre sí se presenta el complejo de culpa tanto así que, aun cuando nadie lo señala, él se delata solo. Esto quiere decir que en la naturaleza sí existen límites y sí hay algo sagrado, que es ella misma. Pero el hombre que no cree en lo sagrado no reconoce fuerza que lo limite y procede como le place, aunque después se arrepienta.

El hombre nuevo no ve a la naturaleza, a la vida, como una colección de objetos por usar y desechar. El hombre nuevo ve la vida como una oportunidad para crear belleza, para hacer arte con lo que tiene a su alcance pero sin ocasionarse a sí mismo el complejo de culpa. Esto no es difícil ya que nuestra misma intuición y el corazón nos advierten cuándo estamos a punto de ocasionar algún mal. Pero no solo la ve como un lienzo para pintar o arcilla para formaro madera para tallar; también la ve como algo vivo.

Él piensa que el hombre no es el único que tiene vida sino que también su madre, la naturaleza, la tiene; que si él la posee es porque esa madre se la dio; que él mismo no se la puso sino que la ha heredado. Por lo tanto, no puede decir que la vida es suya y está a su disposición total, para lo que le venga en gana. Tampoco que él sea su guardián ni su jardinero puesto que esa es otra forma engañosa de adquirir poder y autoridad sobre la vida al convertirse uno en tutor de algo a lo que supuestamente hay que enseñar y proteger. Por eso el hombre nuevo disfruta de la naturaleza y la embellecepero no la destruye; la trata con respetoy admite que está viva y la enaltece.

El dios del hombre viejoEl hombre viejo tiene un dios que va muy de acuerdo con su forma de pensar: es un dios personal, privado, que no requiere de intermediarios para hablarle. Prácticamente es un dios de bolsillo, de valija, que lo saca cuando lo necesita y lo guarda después. Se trata de un dios dialogante, que habla con el usuario según manifiesta este último. Es un dios parecido a un consejero, a un analista que le susurra al oído ideas y recomendaciones y que vela exclusivamente por él, por el usuario. Es un aliado para todos sus proyectos sean estos buenos o dudosos. En caso que se trate de estos últimos se convierte luego en un dios que comprende y perdona. Es, finalmente, un dios a su completa disposición y totalmente gratuito, que no le pide nada a cambio y que, hasta incluso, lo premia y raramente lo castiga.

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Los hombres viejos hablan de él y lo llaman de diferentes maneras. Algunos lo llevan escondido, como ocultándolo y solo revelan el secreto de su tenencia a sus más íntimos amigos. Otros, en cambio, lo pregonan; creen que su dios privado puede ser también de los demás y se esfuerzan por hablar de sus virtudes y de sus hazañas. "Le pedí esto y me lo dio". "Cuando lo necesito siempre está". "Me habla con mucha claridad". "Siento siempre su presencia". "Es muy efectivo", y así sucesivamente. Y mientras más grandes son las ciudades más numerosos son los dioses del hombre viejo. Y todos esos dioses siguen al hombre viejo por donde vamas no así al revés.

Y si el hombre viejo le preguntara alguna vez a su dios qué quiere de élese dios, de existir,podría decirle cosas tan espantosas y terribles que sería mejor no escucharlo. Le diría tal vez algo como: “Perdona a tus enemigos” o “Comparte con todos tus ganancias” o, peor aún: “Deja esa actitud y cambia completamente”. Esas cosas que le diría su dios al hombre viejo serían para él imposibles, demasiado, cosas que solo a un dios se le ocurrirían decir. Por eso el hombre viejo prefiere no escuchar a su dios pero, en cambio, que él sí lo escuche.

El dios del hombre nuevoEn la conciencia del hombre nuevo no se introduce su dios porque eso coactaría su libertad, su privacidad y su voluntad. Por el contrario, el dios deja al hombre ese espacio para que éste pueda ser totalmente autónomo en sus decisionessin verse presionado por su divina presencia. Para ese dios ello es una actitud que demuestra sumo respetono escudriñando ni espiando la vida privada de nadie. Lo podría hacer, claro, perosi ni siquiera muchos hombres lo hacen con las personas con quienes viven ¿por qué lo tendría que hacer Él, su dios?

Por otro lado, ese dios tampoco usa la conciencia para comunicarse porque sabe que las conciencias muchas veces son engañosas y sufren constantes alteracionesy eso podría confundir al hombre; por lo tanto, prefiere contactarse a través de las enseñanzas que dan la naturaleza y los sabios quienes tienen la facultad de demostrar con sencillos ejemplos todo lo que el dios del hombre nuevo quiere. Mediante ellos ese dios dice cosas como: “Tú no vives solo, por eso debes ser justo y compartir con los de tu especie” o “Es sabido que eres fuerte y capaz de destruir montañaspero no lo hagas si no es para brindar un bien”.

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Y también: “Si vives desdichado es solo por culpa tuya porque en mi creación la pena se da solo por breves momentospues no soy cruel ni me complazco en el dolor; tú tienes todo a tu alcance para hacer tu vida lo más placentera posible”. Y finalmente: “Tú solo eres alguien ante mí cuando te presentas junto con tus hermanos; sin ellos no te tomo en cuenta". Y por último: "Si tú dices que estás bien y, sin embargo, te veo rodeado de seres que son impresentables para mí tú todavía no existes”. De modo que el dios del hombre nuevo no es un dios interior, particular, personal, privado, sino un dios real, manifiesto y colectivo.

Sobre si existen los hombres nuevosAsí como existen los hombres viejosquienes viven atemorizados por el hecho de vivir y tener que vivir, que deambulan perdidos sufriendo sin saber por qué, que arrastran sus cuerpos por los caminos unas veces mendigando y otras hurtando; así como existen esos hombres que, al verlos, solo se puede sentir por ellos lástima o miedo; cuyos rostros gritan la tristeza y la ignorancia de no saber por qué tienen que llevar la vida a cuestas; que mueren lentamente con la amargura en el corazón sin que nadie les tienda la mano; así como hay hombres y mujeres terribles capaces de monstruosas atrocidades, seres dispuestos a acabar con ellos mismos y con los demás; así como existen estos y muchos más también existen los hombres nuevos.

Son hombres dispuestos a subsanar los errores, capaces de emprender la aventura de hacer crecer la mente y el alma y vivir después con ellodeseosos de comportarse con amor fraterno y con responsabilidad ante su medio y su tiempo, creyentes en que siempre se puede vivir mejor que como se vive, sabedores que las normas que determinan al hombre son las que él mismo sigue por su propia voluntad, conscientes que solo las leyes que dan vida y amor son las únicas que nos han sido transmitidas a través de la sabiduría de todos los tiempos y de los mismos ejemplos de la naturaleza. Si aceptamos que los hombres viejos existen a los cuales vemos diariamente entre nosotroso que, más aún, somos nosotros mismos, hemos de aceptar entonces que también existen los hombres nuevos.

El mal Todos sabemos que el dolor es parte de la misma naturalezapues éste actúa como aviso, como señal de que algo amenaza nuestro organismo. Por lo tanto sentir dolor no es en sí algo contrario a la vida ni al bien.

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Pero a ningún ser vivo le agrada sentir el dolorpor eso huimos de él, lo rechazamos. Sin embargo, lo que verdaderamente denominamos como el mal no es al dolor en sí, pues en esencia es necesario, sino al acto voluntario de causar dolor y que ello signifique un perjuicio para el que lo sufre. Quiere decir que sin nuestra intervención racional, sin nuestra concepción producto de nuestro raciocinio humanoel mal, en realidad, no tiene por qué existir. Para que se den las condiciones de decir que está presente el mal tiene que haber una voluntad razonada. Si se causa dolor sin el deseo de hacerlo estamos hablando de un accidentey eso no es el mal. Por lo tanto es condición indispensable para la existencia del mal la intervención intencionada de un ser humano. Fuera de esta situación no podemos concebir al mal; sin el hombre no existe el mal, o, dicho de otro modo, solo el hombre concibe el mal.

Antiguamente cuando los hombres mataban a un animal pedían a sus dioses perdón por haberlo hecho. Existía, entonces, arrepentimiento por haber causado algún dolor, por haber ocasionado un perjuicio. Un animal, en cambio, no puede sentir lo mismo pues éste mata respetando su instinto. Tal es el límite que pone la naturaleza en los animales; causar dolor solo es permisible cuando se ajusta a la supervivencia. Mas en el hombre el dolor y la muerte se han convertido en cosas ajenas a sus funciones originales. La mayor parte de las muertes ocasionadas por el ser humano no lo han sido por razón de su subsistencia. El hombre mata, ocasiona dolor y hace el mal obedeciendo a su pensamiento, a su razón. Es en su mente donde se inicia el proceso.

El mal es, entonces, lo que se concibe y se realiza a sabiendas que se va a perjudicar. Los animales no elaboran en su mente la manera de causarle un dolor a alguien; simplemente matan por necesidad o protección, no para ocasionar dolor. El hombre sí lo haceya que, por su constitución mental, es capaz de proyectarse hacia el futuro e intuir los acontecimientos más allá de lo que cualquier animal puede ser capaz. El hombre ha sido siempre consciente de ellopor eso es que vive con la sensación de culpa.

Y además no solo causa dolor a los animales sino que se lo produce a sí mismohaciendo aún más grave su culpabilidad. He aquí la esencia del mal. El mal es todo aquello que el hombre crea en su cabeza y en su corazón con el deseo de hacer sentir algún dolorya sea en el organismo, en el pensamiento

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o en los sentimientos de otro ser vivo para con esto hacerlo desdichadocomplaciéndose en ello. Esta capacidad, este poder para producir dolor como un fin,por el deseo de producirlo,forma parte de la misma raíz del ser humanopues cada niño que nace lleva dentro de sí la herencia de este comportamiento,de esta forma de actuar.

Así como el lobo cuando se hace adulto se vuelve ferozaunque haya sido criado entre humanos,así el hombre se vuelve malvado cuando le llega su tiempo. Eso está en nosotros y no lo podemos evitar. Y está también en nuestras casas, en nuestras ciudades, formando parte de todo ello, incentivándonos a actuar con maldad, dándonos estímulos y premios por hacerlo llevándonos a creer que hacemos el bien en vez del mal. Vivimos causándonos el mal los unos a los otros. Las leyes mismas nos empujan a hacerlo.

Así pues los hombres hemos creado modos de vida infames,crueles, brutales, donde cada uno es enemigo del otro. Nos hemos obligado a vivir demasiado cerca los unos de los otrosprovocando con ello todo tipo de rencillas y malquistamientos. Nos hemos empujado a aprovecharnos de las circunstancias para favorecer a algunos y perjudicar a otrosllamándole a eso virtud. Nos hemos vuelto gladiadores matándonos en un circo ante el aplauso de las multitudes. Así hemos vivido y así vivimos.

El origen del malAhora bien; hemos hablado de lo que es el malpero no hemos dicho por qué se produce. Dijimos que aquello que en el mundo natural es producto de la lucha por el espacioo la reacción por un agravio, como sucede con algunos mamíferos, en el hombre, producto de su desarrollado pensamiento, se convierte en una elaborada manera de hacer el daño. Tenemos entonces en primer lugar que nuestra propia evolución nos ha condenado a ser capaces de ir más allá del dolor natural. A esto se suma un segundo factor: el interés. El interés es todo aquello que el hombre asume que le corresponde y pertenece a su entorno, que piensa que es una parte indispensable de su forma de vida. Dicho de otro modo, tanto es interés el estado de su cuerpo como todo lo que necesita para mantenerlo.

Mas ahí no acaba la cosa; también es de su interés todo lo relacionado con lo que le rodea como especie y con su medio ambiente. En esto no nos diferenciamos del resto de los mamíferos gregarios. Pero allí donde estos animales mantienen los límites allí empieza a manifestarse el interés del hombre

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con lo cual se inicia el desequilibrio en nuestra especie. Al extralimitar la medida de lo realmente necesario para nosotros y extendernos más allá,hacia donde nos lleva nuestra imaginación,proyectamos nuestros deseos a lo que suponemos que también es nuestro. Por eso el hombre cree que está destinado a ser el amo del Universo,porque ha elevado el nivel de lo que necesita mucho más lejos que los valles en donde originalmente vivía. Es el viejo deseo, la vieja ambición, de ser como dioses.

He aquí la semilla de la maldad, lo que da origen al mal: considerar que tenemos derecho a poseer más de lo que deberíamos. Y esto es condición exclusiva del hombre; está en nosotros el ser así. Cada ser humano cree tener algún tipo de derecho sobre algoy siempre habrá alguien que lo viole, por lo que el restituir dicho privilegioes lo que termina produciendo el mal. Todos los que obran el mal lo hacen creyendo que actúan con justicia y que les asiste la razón.

Ya hemos dicho que quien causa dolor sin tener una justificación en realidad no hace el mal sino que obra por accidente. En cambio nuestro inflado interés humano es el que pone sus metas fuera de nuestro entorno natural y nos hace entrar en conflicto con el prójimo. Solo aquellos que no poseen nada ni lo desean, aún a costa de su propia vida, son los únicos que renuncian a algún tipo de interés y, por lo tanto, no pueden hacer el mal. Estos pocos raros son esos desconocidos ermitaños de quienes no tenemos noticia. La gran mayoría de la humanidad por lo menos posee algo y desea tener más. Y como los límites de lo obtenible ni siquiera ellos mismos los conocenacaban pensando que muchas y muy variadas cosas les pertenecen por las cuales lucharán, odiarán y harán el mal.

Cuando reflexionamos y pensamos en lo que estamos haciendo nos preguntamos: ¿Por qué hemos de vivir así? ¿Es ésta la única manera de vivir o existen otras formas con menos o con ninguna maldad? ¿Puede el hombre, el ser humano, vivir sin el mal, sin provocar el sufrimiento? Entonces es cuando decimos que para que el hombre empiece a vivir sin la maldad debe dejar de ser un hombre viejo y convertirse en el hombre nuevo.

Porque solo el hombre nuevo es el que sabe que todos hemos heredado la semilla de la maldad y la llevamos en nuestros corazones, pero que para combatirla se tiene que crear un mundo donde esa semilla no pueda germinar y termine por agotarse y desaparecer. Debe usar su pensamiento para idear la manera de conducirse

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sin tener que desear perjudicar a nadie. La actitud de quererlo es lo primero que debe nacer, pero luego tenemos que llevarla a la práctica a través de una forma de vida en sociedad donde ésta se pueda materializar.

Muchas veces el hombre lo ha intentado pero en forma aislada e imperfecta. Y es que cuando lo procuran solo unos pocos estos terminan por contagiarse del resto. Así les pasa a los que se refugian en los templos o en los lugares apartados. El esfuerzo de eliminar la maldad en el hombre no puede ser tarea de unos cuantos sino que tiene que ser de una mayoría para que así sea más fácil controlar a la minoría que siempre preferirá continuar con su maldad ya que es de nuestra naturaleza el desear ardientemente causar doloraunque sea el nuestro propio.

Más allá de nuestra imaginaciónPor mucho que los antiguos hombres soñaron y pensaron en las cosas más irreales o absurdas ninguna de ellas logró acercarse en algo a lo que la modernidad, después, fue mostrándonos. ¿Era la más grande fantasía poder volar? Pues ahora es una necesidad. ¿Era cosa de los dioses poder ver lo que pasa en el otro extremo del mundo en el mismo momento en que sucede? Hoy es parte de nuestra rutina. Todo esto lo hemos logrado al haber desviado nuestros ojos de los intereses en el más allá y haberlos puesto en el más acá, o sea, en la naturaleza. Observándola, analizándola, dividiéndola, catalogándola, desarmándola y volviéndola a armar, utilizando todas sus partes para ensamblar otras es cómo hemos descubierto un cajón de sastre maravilloso que despierta todas nuestras posibilidades y ambiciones. La causa de esta mirada escudriñadora se llama la ciencia.

Si la naturaleza fuera un gran jugueteel hombre ante ella sería como el niño que lo desarma para ver de qué está hecho, descubriendo cómo funciona y empleando luego sus partes para hacer otros juguetes diferentes. Más allá de la naturaleza, de sus elementos y de sus leyes no existe otra cosa, salvo nuestra imaginación. Sin embargo, ella suele terminar sorprendiéndonos, maravillándonos. Cada vez que pensamos que ya tenemos el conocimiento y que somos como los dioses encontramos nuevas cosas que, como en la torre de Babel, acaban por confundirnos aún más.

¿Por qué asombrarnos de ello? ¿Acaso la naturaleza no puede tener infinitas formas de manifestarse? ¿Todo lo que hoy sabemos sobre ella

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es lo único que podemos saber? ¿No nos tendrá reservadas más sorpresas todavía,algunas que podrían hacernos cambiar por completo nuestra forma de pensar sobre ella misma, sobre la vida, expresiones que todavía no alcanzamos a comprender pero que sí podemos intuir? ¿Qué sabemos realmente de la naturaleza? ¿Cuánto sabemos de ésta como para poder hacer afirmaciones categóricas sobre lo que puede y no puede ser y hacer? ¿Cuánto de lo que hoy llamamos absurdo mañana terminará siendo lo más trivial y común? ¿Por qué entonces empeñarnos en creer que las cosas no pueden ser de otro modo que como ya son? ¿Cuántas veces nosotros mismos en el lapso de una vida hemos visto cambiar de colores las banderas, variar las costumbres, aceptar lo que antes era imposible?

Así pues, debemos tener nuestra mente abierta para admitir que hay todavía en la naturaleza muchas cosas más asombrosas que lo que nuestra imaginación pueda concebir,reconociendo que existen numerosos caminos por donde se puede llegar hasta ellas y que no todos tienen que ser difíciles,engorrosos o casi imposibles. Muchos de estos son fáciles y están hechos para la gente más sencilla. Por lo tanto hay más verdades invisibles que las que podamos imaginar.

El amor es una causaTodos nuestros actos responden a distintas razones; algunos son voluntarios y otros involuntarios. Difícil es no encontrar motivos en el obrar del hombre. Existen los impulsados por la necesidad y otros por la maldadcomo también aquellos empujados por el deseo de exaltación, por el afán de trascender, de elevarse por sobre la vida animal. Estos últimos provienen de lo que llamamos el amor, del auténtico amor,que es aquello que se despoja de su propio interés por buscar el beneficio para los demás. Ya lo dice el proverbio: “El amor es el olvido del yo”. Y también: “Quien verdaderamente ama nunca mira su provecho”. Quiere decir que solo cuando nos impulsa el verdadero amor, que no es exclusivo solo para la pareja o para los parientes, es cuando nuestro mensaje merece ser difundido y escuchado porque busca el beneficio de todos y no solo de unos cuantos.

Existen en nosotros muchos pensamientos e ideas que nacen por el deseo de lograr el poder o las riquezas y así satisfacer las ambiciones.Pero ya desde su origen esos pensamientos no tienen la intención de hacer el bien al ser humano sino de satisfacer un interés particular. El bien solo se alcanza cuando el amor es el que ilumina.

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Cuando esto sucede es él el que habla. Cuando no habla el amor el que habla es el interésque se disfraza de amor a la humanidad pero es un engaño. De esto cuánto hay en el mundo. No obstante el pensamiento creado por el interés únicamente nos lleva al mal y a la destrucción, a la enemistad y al odio.

Dice la sabiduría: “El interés jamás ha forjado uniones duraderas”. Y los resultados los vemos todos los días. El hombre vive envuelto en millones de palabras pero la mayoría de ellas solo procuran convencerlo de que satisfaga sus necesidades o las torcidas ambiciones de aquellos que planifican el mal. Estas palabras, estos discursos se envuelven en bellos ropajes para aparentar que se trata de buenas intenciones, siendo en realidad falsedades. En cambio el amor elabora el verdadero discurso,la palabra que anhela despojar al hombre de su miseria. Es por eso que nuestras expresiones, para ser auténticas, tienen que estar teñidas de un fuerte y auténtico amor. Solo así podrá ser que sean valiosasporque no buscan el interés sino el bien. El hecho de pensar y escribir este libro, por ejemplo, ha sido producto de un sincero acto de amor y por eso hablamos con la autoridad que ello nos confiere.

¿Acaso una madre no se siente con derecho para hablarle a su hijo ya que lo hace con un auténtico amor de madre? Así también es que hablamos y decimos estas cosas porque sabemos que nos impulsa un auténtico amor que no mide nuestro propio interés o nuestras ambiciones personales. Es de esta manera cómo hemos encontrado el sentido de nuestra vida. Así lo dice el refrán: “El que corre sin amor va errante de acá para allá como un fuego fatuo”. Y es obvio que no está refiriéndose al amor de los amantes o de los padres a los hijos. Se está refiriendo al amor que le debemos a nuestro prójimo. ¿Acaso alguien puede vivir sin el prójimo? Es imposible. Desde que nacemos estamos en manos de él. Recién cuando crecemos y nos independizamos es que cobramos conciencia de nuestra libertad de desplazamiento.

Pero ¿significa eso que a partir de allí ya no tomaremos en cuenta a nuestro prójimo? Todo lo contrario. Es desde ese momento que nuestra relación con el prójimo se hace vital, fundamental en nuestra vida ya que, finalmente, será nuestro prójimo quien nos lleve a la sepultura,pues todavía no ha nacido ser humano que lo haya hecho por sí mismo. Todo ese mundo de relaciones con el prójimo solo puede sobrellevarse si lo hacemos con el amor. Este es el gran amor del que hablan todas las sabidurías y religiones.

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La fuerza del amorAhora bien, cuando se tiene amor para querer hacer el bien al prójimono se lo puede ocultar porque, como dice el refrán, “El amor es un asno despojado de toda traba”. Esto significa que cuando se tiene amor existe una ansiedad por dar a conocer lo bueno sin amilanarse ante ninguna dificultad. También dice otro refrán: “El amor no hace cobardes”. Quiere decir que este deseo arrastra de tal manera que quien lo posee obtiene un valor que antes no tenía. Es que no se puede detentar este amor sin tratar de comunicarlo y de compartirlo. Incluso ello llega a ser un deber que uno se impone. Guardarlo para sí sin hablar de él no solo es un egoísmosino que es impropio de ese amor. ”El amor encogido en poco es tenido”. Una vez que hemos decidido darlo a los demás El amor se convierte en una fuerza tan grande que nos hace pensar que es posible mover montañas. “Nada es más fuerte que el amor y la muerte”, dice la sabiduría popular.

Pero ¿cómo es que se adquiere este amor? Pues en principio está en nosotros, en nuestra naturaleza el ser así, como también el ser lo opuesto. Todos tenemos tendencias a dar vida y a dar muerte. Muchas veces incluso nos hemos visto en la situación de hacer las dos cosas a la vez. Sería difícil encontrar un hombre que nunca haya participado de ambas situaciones. La vida y la muerte se hallan en nuestro corazón y en nuestras manos. De nuestra voluntad depende finalmente por cuál de las dos nos inclinamos. Si optamos por dedicarnos a nuestros intereses estaremos decidiendo entonces por lo opuesto al amorya que el amor es pensar antes en los demás que en nosotros mismos.

Ante esto es muy probable que surjan las discordias y desavenenciasy de allí al sufrimiento no hay más que un paso. Mas si escogemos el camino del amorestaremos decidiéndonos por el opuesto al del sufrimiento. Ya lo dice el dicho: “Quien sabe amar no hace jamás sufrir”. Para escoger el camino del amor hay que cambiar nuestros objetivos de vida. “Los ojos cambian sus miradas y los seres existen”. Significa que, si dejamos de pensar en nosotros mismos como única ocupación permanente y empezamos a indagar en cómo satisfacer a los demás, nuestras preocupaciones dejarán de ser las comunes para convertirse en ocupaciones nobles y buenas. Este mensaje es el mismo de siempre pero, al igual que siempre, tiene detractores que sienten que esto les perjudica.

Existen hombres cuyas necesidades, gustos y pasiones les son excesivamente apremiantes

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y no pueden luchar contra ellas,por lo que optan por satisfacerlas a como dé lugar para encontrar en ello la paz. Lamentablemente eso produce maldad puesto que, para calmar esas necesidades y vanidades, se tiene que hacer sufrir a muchos. El tiempo actual es aquel en que los comerciantes han obtenido el poder entre los hombres y se encuentran en un afán desenfrenado por saciar sus ambiciones más descabelladassin amilanarse ante los daños que esto causa al restoque no son comerciantes como ellos. El comercio es necesario en la vida humanapero vivir solo para él, obedeciéndole como a un dios, tratando de apagar su apetito siempre insatisfecho, es ocasionar los mayores pesares al prójimo.

El bienEl amor es la única fuerza que hace el bien. Si carecemos de amor a nuestro prójimo vivimos aislados, perecemos sin haber trascendido, nos quedamos a la altura de los animales. Porque lo que nos hace hombres es la capacidad que tenemos de poder optar por el bien o por el interés. No podemos decir que hacemos el bien cuando solo nos beneficiamos a nosotros mismos. En ese caso decimos que hemos satisfecho una necesidad o hemos realizado nuestro interés. Solamente hablamos de hacer el bien cuando lo dirigimos a nuestro prójimo. Pero al usar la palabra prójimo nos estamos refiriendo a todos los seres humanos sin excepción,no haciendo algún tipo de distingo. Porque si establecemos diferencias a la hora de hacer el bien nunca llegaremos a determinar a quiénes exactamente deberemos aplicárselopues tantas razones existen para aceptar como para rechazar a muchos de los candidatos. Además podemos correr el riesgo de terminar haciéndole el bien solo a los que demuestran ser buenosy ellos son los que menos lo necesitan.

El objetivo del bien es llegar a todosno a quien lo merece pues hay muy pocos en el mundo dignos de él y estos, en realidad, ya lo tienen a plenitud. El bien es un don que solo el hombre puede dar a otro hombrepues la naturaleza no requiere que se lo den. Mas hacer el bien no es solo hacerle un bien a alguien; es también hacer mejor a ese alguien. Es lograr que esa persona entienda que el objetivo del hombre es crear belleza durante su corta vida en vez de andar acumulando una serie de objetos como si éstos algún día le fuesen a faltar o buscando nuevas maneras de hacer sufrir al prójimo. El bien es buscar que el hombre crezca en amor un poco másabandonando su condición de infante, haciéndole entender que debe asumir su etapa de madurez

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con todo lo que ello supone; madurez con respecto a su vida y a la ajena, con respecto al mundo y con respecto a lo que exista más allá en caso así lo sea.

En qué están de acuerdo la religión y la cienciaLas más antiguas creencias y religiones, al igual que los más actuales conocimientos científicos, tienen puntos de coincidencia. Tanto la religión como la ciencia buscan que el hombre entienda su vida y la viva de la mejor manera. La existencia humana está dentro de un todo más grande que es la vida. El hombre no es anterior a la vida ni al Universo,sea éste creado o no. Él es parte de esta vida y está conformado por los mismos elementos que ella posee. No hay nada en el hombre que sea ajeno a la vida ni que pertenezca a algún Universo desconocido conformado por otros elementos. El hombre entonces está sujeto a esta vidade la cual es hijo, creatura, imagen y semejanza. Es por ello que las leyes, o lo que sea que rigen u orientan a la vida, son parte integrante también de la constitución del ser humano.

Otro punto es que ambas, religión y ciencia, miran hacia lo único que pueden mirar: a la naturaleza,la cual se manifiesta de muchas formas,algunas de ellas todavía desconocidas por nosotros y otras quizá desconocidas para siempre. La religión habla de misterios,de cosas que no pueden ser comprendidas por el hombre. La ciencia honesta dice que sabe algo pero que desconoce aún mucho másy que hay todavía muchos misterios por resolver. La religión le propone al hombre un camino,un método para llegar a un buen fin; lo mismo la ciencia. Ambas apuntan a resolverle al ser humano sus dudas,a darle mejores elementos para su vida y una esperanza en el futuro. En las dos la actitud es de bondad,es de buscar el bien para todos y no solo para unos cuantos,sean sacerdotes o científicos. Más allá de la vida no conocemos nada. Es entonces en la vida donde está la fuente de todo lo que necesitamos y debemos saber.

El hombre apareció un día en este mundo y algún día desaparecerá. También en eso coinciden las religiones y la ciencia. Ellas nos dicen que tenemos un plazo limitado,que nuestra existencia, tal como la conocemos, no es para siemprey que algún día todo cambiará. Así nos lo enseña la vida al mostrarnos cuán cambiante ella es.

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De este modo, siendo la vida anterior a nosotros, siendo nosotros producto de ella y no al revés¿qué sentimiento, qué actitud debemos tener ante ésta? Religión y ciencia coinciden nuevamente: un profundo respeto. La religión lo llama sagrado; la ciencia simplemente respeto. Todo lo sagrado se respeta y se respeta lo que es sagrado. Pero así como a nuestra pareja la adoramos y respetamos no por ello la dejamos de tocarasí lo sagrado se respeta pero se puede tocar y manipular para el bien del hombre. Lo sagrado no significa necesariamente oscuro, oculto, secreto ni intocable. El científico honesto manipula la naturaleza pero lo hace con respeto. El religioso honesto manipula lo sagrado pero lo expone a la vista de todos con mucho respeto. La religión y la ciencia son creaciones hermosas del hombre para ayudarle a hacer de su vida una existencia hermosa. Ambas están llenas de amor porque buscan el bien. No hay, entonces, entre las dos, contradicciones. Dice el proverbio: “El primer efecto del amor es inspirar un gran respeto”.

Hemos de quererPara llevar al hombre a su estado de trascendencia y madurezdejando atrás su etapa infantil hemos primero de estar llenos de un auténtico deseo de hacerle el bien. Muchas veces vemos que se habla, se dicen cosas que a las mayorías les gusta oír pero que en realidad están llenas de puro interés. Lo que en verdad se quiere es obtener el poder que da el favor de esas mayorías para luego satisfacer necesidades personales. Esos discursos toman con frecuencia la forma de religiones, de ciencia, de sabiduría, de bondad, de desinterés.

Los hombres, cuando se ven arrastrados por el torturador apetito de su interés,no reparan ni en torcer la verdad ni en causarse a sí mismos el mal. Por eso lo primero que debemos procurar es que las mayorías perciban y entiendan con claridad que quien se dirige a ellas es un hombre lleno de un auténtico amor al prójimoun hombre con verdad y sensibilidad. “Cuando usted sufre a mí me duele”, dice el refrán; así es el corazón de quien busca el bien para su prójimo. Hemos de querer con fuerza, con sinceridad. Solo así lograremos llegar a la meta que nos hemos propuesto: la elevación del hombre a su estado de madurez para que se dedique a la creación de belleza.

Cierto es que hay muchos impedimentos para llevar a cabo esta noble tarea. El principal de ellos es que vivimos todavía en el mundo del interésy este mundo tiene sus leyes y sus reglas con las cuales hemos sido formados. Nuestro espíritu, nuestro ser, nuestra alma

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son como el interés quiere que sean: individualistas,porque vivimos constantemente pensando en el “yo quiero”, “yo necesito”. Mientras sigamos siendo así,como animales domesticados para actuar y pensar como el interés quiere,no vamos a poder crecer y emprender la tarea de llevar al hombre hacia su madurez.

Menciona el dicho: “No hay enemigo más fuerte para el amor que la costumbre; trajes nuevos, aniversarios, riñas y reconciliacionesson formas de renovarlo”. Esto que se dice pensado en la pareja es también válido para el amor al prójimo. Es la costumbre, el estado actual como están las cosas un enemigo muy fuerte que nos lleva a la resignación y a aceptar lo malo como si fuera lo único posible. "En el amor como en los sueñosno hay nada imposible”, expresa otro pensamiento.

Sin embargo, tampoco debemos dejarnos llevar por los extravíos del amor que también los hay. El primero de ellos es el apresuramiento. Muchos se entusiasman demasiado pronto con las primeras ideas y las toman todavía calientes, cuando aún no han cuajado. Rápidamente se pierden en la desesperación cuando se dan cuenta que no son suficientemente capaces para enfrentarse con la realidad. Otro es el de subestimar las cosas y creer que solo basta con desear algo para alcanzarlo. Los que así piensan se olvidan que todo acto de amor al prójimo conlleva un sacrificiomuchas veces a costa de la vida propia.

El refrán versa: “El verdadero amor supone la renuncia a la comodidad personal”. Se trata de uno de los extravíos más peligrosos pues el afán desmedido por obtener resultados inmediatos abruma demasiado y se termina por justificar cualquier medio con tal de obtener el fin. Otro error es querer convertirse en el principal beneficiario del amorolvidando cuál es el verdadero objetivo, su esencia: el prójimo. “El amor se mide, no por el placer que proporciona, sino por la alegría que uno puede procurar a quien ama”. Muchos buenos hombres han caído en esta lamentable confusión y se han convertido en perseguidores y asesinos en nombre del amor.

No tenemos por qué pensar que en el lapso de una corta vida humana se puedan hacer todas las cosas. Debemos recordar que las más grandes obras, las más duraderas, abarcan el tiempo de muchas vidas. Pero ¡qué importa que nosotros no veamos la cosecha si en verdad estamos guiados por el amor! El interés, como es egoísta,quiere satisfacer su hambre de resultados, quiere ver con sus propios ojos el triunfoquiere escuchar en vida las campanas de la gloria

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y que se coree su nombre para sentir ese delirante placer. Muchos se pierden en ese camino. Mas el amor no puede andar buscando recompensascomo tampoco la madre le exige al hijo que le dé las gracias. El acto de dar es ya en sí un premio. “En el amor todo es importantesiendo él su propia recompensa”, dice otro refrán.

El amor es el motivoSi no hacemos las cosas por llevar el bien a los demás ¿entonces por qué las hacemos? ¿Qué consecuencias puede traer el realizarlas por otras razones que no sean por el bien? Miremos el mundo cómo está y pensemos en las motivaciones que lo impulsan. Unos viven presionados por el miedo y por él son obligados a hacer el mal. Otros viven angustiados por sus necesidades materiales y por buscarlas son también llevados a la maldad. Otros, que actúan acicateados por sus ambiciones personales acaban siendo actores de las más terribles atrocidades para poder tranquilizarse.

Como vemos, la gran mayoría elabora y ejecuta obras de mal empujados por sus circunstancias,o sea: sin ser seres realmente malvadosllegan a actuar con maldad por culpa de sus temores, necesidades y ambiciones. Lo que sucede es que,por no haber obrado motivados por el amor al prójimo,se ven arrastrados y devorados por el torrente avasallador de la maldad. Esta es la razón por la que necesitamos primero ponernos como meta el actuar por amor y no por necesidades y ambiciones,no sin antes evitar los peligros de los extravíos del amor pues nos puede invadir el pesimismo hasta terminar pensado igual que como dicen los refranes: “No busquéis el amor en la naturaleza humana pues jamás la rosa florece en los sucios pantanos”y “Se puede amar al amor y despreciar al amante”.

Lo cierto es que, salvo en la naturaleza humana, ¿dónde más se puede amar como hombres? Y ciertamente, hay quienes,ante la desilusión que les causan los hombres,pierden la paciencia y desvían el verdadero sentido del amor terminando por excluir a la persona, objeto del amor, para dedicarse a venerar solo la idea del amor. No podemos separar al ser vivo de la idea porque, en el caso del amor, es un absurdo. Una madre sana no puede decir que ama como madre y al mismo tiempo abandonar a su hijo.

No podemos adorar al “dios amor” solo porque el hombre real, el de carne y hueso, sea reacio a nuestras ofertas. Debemos recordar que: “Los animales se doman pero los corazones se conquistan”. Y cuando ya tengamos en claro que debemos actuar por amor

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entonces pongámoslo en práctica con dulzura con alegría, con entereza y con fuerza,recordando que ese es el único camino que nos puede permitir llegar al corazón del hombre para poder rescatarlo y levantarlo en pos de que cumpla con su destino de embellecerse y embellecer al mundo.

La culturaEl hombre no es un ser materialmente menos dotado que el resto de los seres vivos. Una simple observación al mundo natural nos lo demuestra. Estamos hechos de la misma materia que el Universoy lo que es válido en él lo es para nosotros. En sentido inverso, lo que es válido en nuestra materia, nuestro cuerpo, también debe serlo para otros cuerpos. Entonces, si todos los animales están físicamente capacitados para adaptarse a distintos medios empleando sus propias estructuras ¿por qué el hombre no puede estarlo? ¿Cometió acaso la naturaleza con nosotros su único error haciendo que, por ejemplo, nuestras pieles no sean lo suficientemente aptas como para que podamos sobrevivir? Por lo visto no es así. Físicamente no nos falta nada. Por otra parte, si nuestro cerebro tiene la capacidad para elaborar pensamientos ¿por qué otros cerebros, más grandes o pequeños, no podrían hacer lo mismo?

Cuando nos intrigamos por saber si los animales piensan, sienten y se comunican ¿no será acaso que partimos de la premisa de que somos "naturalmente superiores" y no aceptamos lo evidente: que entre seres tan parecidos tienen que darse fenómenos similares? En este error caen incluso hasta los más serios hombres de ciencia. Sin embargo, esto no quiere decir que no hayamos creado nosotros mismos nuestras propias diferencias con respecto al resto de los animalesaunque no sean en lo biológico. Valgan verdades, entre un hombre desnudo y otros animales no existen mayores diferencias que las que hay entre todas las especies. En donde sí las observamos es en lo artificial, en lo no natural. Veamos.

Aún sin necesitarlo el hombre carga consigo toda una serie de objetos para poder formar su vida humana. Nos parece imposible ser hombres prescindiendo de eso que llamamos nuestra cultura. La cultura es la suma de todos los conocimientos que desde siempre hemos ido acumulando y que seguimos incrementando,al punto que sin ello no podríamos llamarnos humanos. Está claro entonces que la cultura es un fenómeno exclusivamente humano,que no se da en el resto de la naturaleza. No obstante, por mucho que dependamos de la cultura y nos sea necesaria para nuestros fines,eso no significa que ello también lo sea

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para el resto de la naturaleza. No estamos seguros que lo que es bueno para nosotros sea bueno para todo y para todos. Es más: tampoco podríamos decir que estamos seguros que la cultura sea completamente buena para nosotros mismos.

Y lo que aumenta nuestras dudas es que vemos que lo que llamamos cultura no es igual en todas partes,además de que constantemente solemos ir cambiándola. Solo en el momento que nos despojamos de nuestro ropaje de hombres, de nuestra cultura,y nos contrastamos con la naturaleza es cuando nos percatamos que la cultura armoniza en muy poco con la vida natural y con la sensatez. ¿Cuántas cosas que nosotros consideramos indispensables resultan realmente absurdas a la luz de lo existente? Si lo evaluamos bien ¿cuánta inutilidad hay en nuestro mundo humano que, más que facilitarnos la vida, termina por hacérnosla imposible? Sin embargo, solo los locos reniegan de la cultura,por eso les llamamos locos.

Sobre si es necesaria la culturaHay quienes abogan por ella diciéndonos que la cultura es preferible al mundo natural porque nos facilita el dominio de la naturalezay que cuando el hombre domina la naturaleza vive mejor y se hace más hombre. Lo que no está claro en este pensamiento es qué significa vivir mejor y ser más hombre. ¿Existe o ha existido alguna vez algún ser humano que haya conocido con certeza cuál es la razón de ser de nuestra vida y cuál nuestro fin definitivo? Eso solo lo han manifestado, según dicen, los dioses a través de sus enviados. Pero de hombres que lo hayan sabido comprobadamente,mediante el ejercicio de la razón, no conocemos.

Sin saber esto, que es lo más importante ¿cómo afirmar que es mejor vivir con la cultura que sin ella? ¿Cómo aseverar que con ésta el hombre se hace más y mejor hombre? Es verdad que no podemos desprendernos de la cultura pero ¿significa que será siempre indispensable? ¿No puede llegar el día en que prescindamos de ella hasta quedarnos en el fondo de nuestro corazón con una síntesis de todo lo aprendido? ¿No es cierto acaso que los ermitaños son hombres por lo regular muy sabios que han aprendido a vivir casi sin ningún elemento cultural? ¿No es una señal de sabiduría hacer alguna cosa empleando un mínimo de esfuerzo y de objetos en vez de realizarla con grandes trabajos, maquinarias y sufrimientos?

Muchos piensan que una señal de ser mejores es poseer una mayor cantidad de cosas, sean físicas o mentales. Mas en realidad eso va en contra de lo que llamaríamos habilidad, experiencia y sabiduría. Si se diera el caso que mañana

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viéramos a un hombre mejor gracias a su culturaeste tendría que ser alguien que haya reducido lo más posible el volumen de sus objetos, lo mismo que las máquinas más actualizadas hacen en un espacio pequeño y con más sencillezlo que antes realizaban en enormes y complejos ambientes.

Sin embargo, aunque esto sucediera¿qué nos garantiza que ese hombre sea realmente uno mejor y no uno aún más triste, temeroso y malvado? Porque muchos sabios han sucumbido en la prisión de los conocimientos y eso los ha convertido en inseguros y perversos. Ello se debe a que la mayor parte de nuestros conocimientos son solo en realidad cosas útiles para realizar nuestra vida diaria,herramientas que sirven para crear más herramientas,formas y maneras de utilizar las cosas para convertirlas en otras. ¿Pero significa esto ser mejores?

Ya han pasado miles de años durante los cuales hemos realizado dichas tareas y hasta ahora no estamos satisfechos con los resultados. Peor aún, cada vez estamos más decepcionados puesto que hemos terminado por poner nuestras esperanzas en una mayor acumulación de conocimientos como respuesta a nuestras angustias existenciales. Además, para agravar la situación, lo que observamos es la presencia de un grupo de hombres que ha orientado la fuerza de los conocimientos hacia sus intereseshaciéndose con ello más ricos y poderosos. El que haya hombres muy poderosos que posean numerosos conocimientos y disfruten de todas sus ventajas no ha resuelto ningún problema ya que, en lo que respecta a la humanidad,o las respuestas son para todos o no son las respuestas.

El bien es preferible a lo útilLa humanidad toda viene a ser como los conglomerados de pequeños animales: individualmente son una cosapero actuando todos juntos forman un ente muy diferente al individuo. Quiere decir que, si bien los hombres en lo individual somos de una manera,cuando actuamos como una totalidad adquirimos una dimensión distinta: somos la humanidad. Y si consideramos a la humanidad como un ser autónomo y no como una suma de individuos nos daremos cuenta cuáles son nuestros errores y nuestras carencias.

Para que podamos decir que estamos siendo hombres mejores sería necesario manifestar que lo somos en la medida que hacemos que toda la humanidad sea mejor. Elaborar extraordinarias herramientas, mejores máquinas, hacernos diestros en realizar ciertas actividades materiales o mentales

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podrán ser cosas muy útiles para desempeñarse en la vida humana,pero si todo ello tiene como fin hundir más en el pozo a la humanidad estas cosas serán eficientes pero para la maldad,tal como lo son una guillotina o una bomba nuclear.

¿De qué nos vale perfeccionar nuestras máquinas y hacer colosales monumentos tecnológicossi todo eso solo va servir para nuestra propia destrucción? Sin embargo, hay quienes piensan que eso es lo bueno,lo mejor que le puede pasar al ser humano: aumentar el conocimiento y construir numerosos instrumentos bajo la suposición de que con todo eso se vive mejor. Pero los miles y millones de muertes dolorosas que han ocasionado no hablan bien de ello. Las enormes desgracias que nos acechan no son un buen referente de que ese sea el camino correcto. Todo lo contrario: el precio que estamos pagando por llenarnos de baratijas supuestamente necesarias para vivir,o sea, para vivir con cultura, resulta ser, hasta ahora, demasiado alto y muy infame como para poder llamarlo bueno.

Es por eso que no es lo útil lo que hace mejor al hombre sino más bien su actitud, su inclinación hacia el bien. El vivir pensando solo en hacer cosas útiles es fijarse en el medio en vez de en el fin. Porque no podemos construir un barco sin antes tener el deseo de navegar y luego el de llegar a algún sitio determinado. Hacer una nave por el simple hecho de hacerla es buscar el medio y no el fin. Los comerciantes saben que el hombre puede vivir mejor y más cómodo con muy pocas cosas,pero ellos quieren vender más objetosaunque estos no sean necesarios,de modo que los inventan y luego fuerzan a todos a pensar que son indispensables.

En realidad, las necesidades básicas del hombre son muy pocasy todas pueden ser resueltas con el propio cuerpo. Mas los comerciantes, para ejercer mejor su oficio,promueven la creación de nuevos elementos intermediarios con la finalidad de poder venderlos. La fuerza de la costumbre ha impuesto la sensación de que, sin la miríada de productos que nos rodean, nuestra vida sería imposible de soportar.

En cuanto al destino de la humanidad se refiere,importa más el pensar en cómo hacer el bien al prójimo que el hacer mejores objetos y herramientas. Por eso el bien es siempre preferible a lo útil. Quien piensa en el bien puede luego necesitar fabricaralguna cosa en función de ese bien. Es en ese momento donde lo útil cobra su verdadera dimensiónpero tomando un lugar secundariopues, cuando se piensa que lo útil es preferible a todo lo demás, se cae en el exceso y se pierden de vista las finalidades.

Toda sociedad de alguna manera busca el bien

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más si empieza a exaltar lo útil,a pensar en los medios olvidando el fin,degenera y entra en una loca carrera por la acumulación de los objetos. Puede que hacer el bien no sea una tarea útil; incluso tal vez el intentar tercamente mejorar al hombre sea algo inútil. Al menos eso es lo que muchos respetados pensadores argumentan y por ello no lo intentan. Pero siempre habrá quienes,aún sabiendo de la aparente inutilidad de su esfuerzo,quizá porque no tienen claro qué es ser un hombre mejor,actúan en favor del bien.

Hay que crear el mundo del bienNo todo impulso, toda necesidad es en procura de una satisfaccióny el hecho que los que buscan el bien luchen por sus bienintencionados deseos no significa que se estén satisfaciendo sino que, al contrario, pueden estar realizando una tarea que les cause el mayor desagrado o tal vez una muerte ignominiosa y olvidada. Entonces, si esto así, ¿por qué persisten en esa inutilidad? Pues por la obtención del bien, el cual no significa algo útil. ¿Es útil un paisaje, un poema, una alabanza? Incluso, para los que tienen creencias religiosas¿qué utilidad podría reportar a Dios o a los dioses el haber creado el Universo, al mundo, al hombre? ¿Necesitaban acaso dichos dioses de todo eso para seguir siendo lo que son? ¿Qué utilidad les representa a esos insignes seresde quienes supuestamente todos deberíamos seguir sus enseñanzasel crear estas criaturas y sus correspondientes mundos?

Eso solo tiene sentido cuando entendemos que el bien es prioritario y más importante que lo útil. Quien piense que el bien se hace porque es útil terminará convertido en un hombre del interésque no dará un paso sin saber antes si lo que va a hacer es bueno porque es útil y es útil porque es bueno. Será incapaz de hacer el bien cuando vea que éste no reporta ventaja alguna. Así piensa el hombre viejo porque vive en pos del interéspues nada hace sin saber previamente que ello le será ventajosodado que cree que el bien es un intercambio de beneficios,un simple negocio que tiene que producir una ganancia para que sea válido.

Si queremos mejorar en el bien tenemos que abandonar el mundo de lo útil para crear el mundo del bien. El mundo del hombre viejo es el mundo del interésdonde todo se hace para la satisfacción de los individuos. Por eso allí el amor y el bien no son lo más importante,no son la razón de ser; incluso estos pueden omitirse sin que nada cambie. El mundo del interés está elaborado así,está hecho para eso y no puede cambiar.

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Porque del mismo modo como un manzano grande y maduro no se puede volver un peral, de igual manera el mundo de lo útil, del interés, no se puede convertir en el mundo del bien y del amor.

Para quienes piensan que esta nueva opción es imposible decimos que no será la primera vez que el hombre abandone un mundo,una ciudad o una forma de vida por resultarles algo infeliz y miserable. Por eso, para construir el mundo del bien,primero hay que crearlo desde sus cimientos, desde la raíz, o sea, desde las primeras ideas en nuestro pensamiento. Porque toda obra humana, por pequeña o grande que sea, siempre empieza en la cabeza de un solo hombre,en su imaginación,para luego, con el tiempo,difundirse y convertirse en una verdad y en una forma de vida futura. La más grande pirámide jamás hecha siempre tendrá su primera piedra.

Sobre el amor a los familiaresLa tarea de crear un nuevo mundo para el hombre nuevo exige una fuerza que solo el amor la puede dar. Porque si apelamos a la razón ésta va a encontrar demasiados impedimentos que provendrán de la sensatez,la cual se caracteriza por vivir frecuentemente en el temor y la resignación ante el mal. El amor es siempre insensato. Sueña con cosas imposibles que después hace posibles. Dice el refrán: “El que da un límite al amor no sabe lo que es amar”. No es un asunto fácil intentar cambiar al hombre viejo. Está completamente aferrado a sus cadenas. Él no conoce otro mundo que el del interéspor eso piensa que el único mundo posible es esesimplemente porque nació allí y vive allí. Sin embargo: “El que corre sin amor va errante de acá para allá como un fuego fatuo”, nos dice la sabiduría. Igualmente el hombre viejo,que vive ajeno al amor al prójimo, va de allá para acá corriendo angustiado por su propia vida personal,asunto que le ocupa todos los días de su corta existencia y durante la cual no llega nunca a conocer el amor.

Esa ausencia de amor es lo que hace nuestra vida triste y miserable. Al final, cuando miramos hacia atrás estando ya a un paso de la tumba ¿qué vemos? Solo nuestros objetos personales y, con suerte, a nuestra familia,con la que nos unimos más por ser parientes que por amarnos verdaderamente.Pero eso es todo. Es en ese momento que vemos los resultados del esfuerzo personal de un hombre que vivió para sí mismo y para los suyosmás acicateado por las necesidades y los temores que por el afán y el deseo de hacer el bien.

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“En el atardecer de la vida solo el amor queda”. Esto que dice el proverbio no es pensando en el amor a nuestros parientes o a nuestros hijospues ese amor no es más que gratitud y necesidad. Ese amor que queda es en realidad el amor que pudimos dar al prójimo,el cual es otra clase de amor.

Porque amar a los hijos es algo naturaly solo nos sorprendería que alguien no lo hiciera. Lo mismo el amar a los padres y a los familiares cercanos. De esto nadie se puede vanagloriar puesto que en ello no interviene la voluntad sino la naturaleza y la costumbre; no hay mérito en eso. De este amor solo recomiendan los sabios que no faltepues su ausencia es peligrosa para el espíritu. Sin embargo, hay quienes creen que el amor familiar es el único y no conocen otro; mas de ese amor no es del cual hablan todas las religiones y la sabiduría. Ese amor también lo posee la maldadque protege a sus hijos y los alimenta.

El verdadero amor no se practica por miedo, por necesidad, por afán de perpetuarse o por delegar el poder a los hijos,que es una forma de perpetuar nuestra existencia. Todo eso es contrario al amor verdadero. Los malos se unen fuertemente en torno a sus maldadesformando pactos y compromisos sólidos como una roca,cosa que todos podemos constatar. Entonces ¿no podrían acaso los que buscan el bien y practican el verdadero amor hacer lo mismo y mejor? Sí, mas para ello se necesita una gran voluntad,un deseo sincero de dar vida.

Si esperamos que las cosas sucedan fuera de nosotros,que vengan y ocurran sin nuestra participación,no llegaremos nunca a observar los resultados. Si nos invitan a una cena y no entramosno vamos a probar los manjares que allí se sirven. El mundo del hombre nuevo es la invitación a la cena y lo que allí se va a servir es una nueva vida,mejor que la que tenemos ahora; pero no podremos gozarla si es que no aceptamos el reto de ejercer, libremente y con energía, el amor al prójimo,gran requisito que nos permite ingresar a este nuevo mundo. “Los ojos duermen cuando el corazón no ama”. El hombre seguirá durmiendo en la oscuridad mientras no despierte en él el verdadero amorque es el que se da,no a quienes son nuestros seres inmediatos y nuestros amigos,sino a todos los hombres.

Amar a todos los hombres es amar al hombreMuchos pueden confundirse cuando se habla de amar a todos los hombres o amar a la humanidad. Probablemente preguntarán si eso es posible

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pues cómo una persona puede amar a miles de millones si ni siquiera es capaz de amarse a sí mismo o, peor aún,no conoce qué es el amor. Lógicamente, si entendemos al amor solo como aquello que se produce entre dos sereso a veces en uno de ellos nada másnos parecerá una tarea imposible extenderlo hacia todos. No obstante hemos de considerar que el amor no tiene una sola naturaleza, es decir, no es un sentimiento que posee una única expresión o manera de manifestarse. Incluso hasta se habla del amor equivocado,del amor enfermizo o del amor mortal. En estos últimos casos es en donde se presenta lo que se llama la pasión,que es una perturbación del espíritu o del equilibrio sicológicosegún se crea o no en alma.

Mas no es en la pasión donde vive el verdadero amor. La pasión enceguece, perturba, crea angustia y desesperación y finalmente destruye el objeto deseado. Nadie que haga el bien puede actuar de esa manera. Ni siquiera quien desea hacer el mal lo puede realizar si está dominado por ella. Tanto el bien como el mal nacen y actúan de la clara conciencia del hombre y no del embrutecimiento de los deseos o necesidades. Quiere decir que el amor tiene extremos peligrosos y poco gratosy ese amor exaltado y desesperado no es el amor del cual hablamoso, más bien, el amor, llevado a esos niveles, no es el amor que queremos. Con todo lo bueno que puede ser el amorsi es conducido por terrenos escabrososse convierte en una fuente de desgracias.

El amor a la humanidad es un amor a la especieno a uno o a unos en particular. El amor al hombre es el deseo de que toda la humanidad no se hunda en la desgracia total y se autodestruya. Es la firme decisión de buscar, por todos los medios, de dignificar la vida humanallevándola desde su estado de adolescencia a uno de madurezdonde la reflexión y la sensatez primen sobre el error y la estupidez. Bastante tiene la humanidad con sus errorespor eso posee la opción de corregirse. Esto y mucho más es el amor. Es también un sentimientomas no una emoción que arrebata y desquicia. Es saber que se tiene en el corazón la idea clara que lo que se quiere es hacer un bien a todos y no a unos cuantos. Es saber que lo que se busca es hacer lo mejor para el hombre y no lo más útil. Ciertamente es un sentimiento maduro producto de la experienciapero también de una evaluación sensata acerca de qué es lo más conveniente para todos.

Muchos dirán que no existe una sola idea del bien y que eso puede llevar a que se produzca un enfrentamiento ya que, a veces, por el deseo de hacer el bien

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se termina aniquilando al prójimo. Otros dirán que nadie puede declararse a sí mismo dueño de la verdad y con autoridad para decidir sobre cómo se ha de amar. Todos estos cuestionamientos y dudas son muy comprensiblespero nadie es una máquina como para determinarse a sí mismo una consigna y cumplirla sin contemplaciones. Una actitud madura se caracteriza por alimentarse de las ideas y opiniones de los demás. No es posible que alguien se empeñe en un proyecto que a la larga lo va a llevar al precipiciosalvo los que enferman de fanatismo y pierden la capacidad de análisis.

Hemos vivido épocas en que se quiso imponer un amor por la fuerza y eso resultó un contrasentido. Se optó por obligar a aceptar cuando lo lógico hubiese sido exponer, proponer, evaluar y luego tomar alguna decisión. El amor llevado de esa manera no es el amor deseable. Más aún, el amor del que hablamos tiene la capacidad de ir encontrando las repuestas en el propio caminoque nadie conoce todavía, razón por la cual no se pueden proponer soluciones antes de haberlo recorrido.Lo importante es no perder la esperanza. Recordemos que más de una vez el hombre ha renegado de sí mismo y ha buscado su aniquilación,pero eso todavía no ha ocurrido. La experiencia nos dice que siempre existen salidas hasta en los peores momentos y que si bien hay una tradición negativa en nosotros también hay una positiva. Ambas expresiones siempre se han dado. Solo es cuestión de colocarse en la que a uno le parezca más justa y convenientepara el futuro de la humanidad.

Constitución del hombreNo porque el ser humano haya asumido una postura o un partido significa que ha perdido su natural origen y naturaleza de hombre. Aún con nuestras mejores intenciones seguimos siendo hombrescon todo lo bueno y malo que ello implica. Lo que sucede es que ampliamos una parte de nuestra persona en desmedro de otra, y eso nos da la apariencia de ser diferenteso, incluso, de no ser como todos los demás. Pero no nos engañemos: seguimos siendo humanosiguales al resto de la humanidad. Es por eso que todas las sabidurías y religiones dicen lo mismo: que tanto pobres como ricos, buenos como malos, sabios e ignorantes somos todos iguales: seres humanos.

Y es que hay quienes piensan que, por sentirse sabios o poderosos, se encuentran al margen de la humanidad, libres de todo lo que a ella le compete. Lamentablemente se equivocan. Cuando esos que creen que están por encima del resto caensufren más al darse cuenta de cuán cerca estaban en realidad del más vulgar de los seres a quienes ellos despreciaban. Solemos pensar haber superado nuestra condición original

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y nos imaginamos más altos que los demás,superiores al resto. En realidad simplemente estábamos asumiendo un rol que por un momento era bien considerado en nuestra sociedad y era halagado por todos,mas no nos damos cuenta que ese mismo papel puede ser odiado o desechadolo cual derrumba todo nuestro encumbramiento y nos coloca por debajo de los demás.

No debemos perder entonces,por muy buena que sea nuestra actividad,la conciencia de que somos tan humanos como cualquiera; vivimos, comemos, eliminamos, sufrimos enfermedades de las más comunes y vulgares y padecemos todos los males y gozamos de los placeres como el más simple y bruto de los mortales. Siempre estaremos sujetos a las más bajas,viles y malignas pasiones. Y no porque seamos los más ricos, los más hábiles, los más preparados para realizar rituales, los más aptos para acumular conocimientos estamos libres de cometer las peores maldades motivadas por las más simples razones. Los seres humanos de por sí tenemos en nuestra constitución una serie de tendencias que no podemos eludir, solo contener. Nuestra violencia y nuestra compasión están dentro de nosotros a pesar nuestro. Hasta en el más malvado existe el suficiente sentimiento, piedad y amor como para dárselos a su familia y a sus amigos.

Porque no hay que olvidar que los malvados son los que tienen más amigos que nadiepor eso es que pueden hacer más fácilmente todas sus maldades;mientras que los que procuran el bien por lo regular casi no tienen amigos; incluso sus familias se apartan de ellos por considerarlos muy raros y poco sociables. Mucha más solidaridad y unión existe entre los malvados que entre los amantes del bien. Mientras los malvados de todas latitudes se juntan para desarrollar sus malignos planeslos seguidores de la bondad se aíslan y hasta se enfrentan por ver quién es aquel que mejor la representa; por eso se forman innumerables religiones y sectas. En cambio los malvados solo con mirarse se entienden y se alían. En este sentido la maldad es mucho más hábil y capaz que la bondad,prueba de ello es la misma historia de la humanidad.

Todo depende de nuestra voluntadTodos los humanos somos capaces de realizar las mismas maldades y bondades que cualquiera y en cualquier momento; no hay etiqueta ni postura que nos libre del más miserable defecto. Sin embargo, tomando en cuenta esto, o sea, no olvidando nuestra natural condición humanaque nos iguala al más vil de los seres, lo que podemos hacer es decidir cuál actitud queremos que sea la que prime en nuestro corazón.

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Probablemente experimentemos muchas veces cómo grita nuestra conciencia reclamando venganza,cómo nos exige calmar una infinita sed de destrucción a nuestros enemigos. Puede que nuestro rostro se ponga rojo de ira ante mil situaciones,que nos mordamos los labios hasta hacernos sangrar de cólera,que imaginemos cientos de maneras de acabar horriblemente con los demás en un carnaval de muerte. Todo eso es posible. Pero finalmente quienes tomaremos la decisión sobre cuál sentimiento ha de sobresalir seremos nosotros mismos mediante nuestra voluntad.

Un hombre que no sienta odio,sed de venganza y ansias de destrucción o está fingiendo ante sí y ante los demás o no es un hombre puesto que eso es lo que nos hace hombres y eso es lo que nos permite decir que tomamos partido por el bien o por el mal. Si no pudiéramos decidir entre nuestras naturales tendencias ¿de qué voluntad hablamos? Si un hombre no se siente atraído hacia el mal ¿cómo puede decir que eligió el bien si no tenía en realidad nada que elegir? Constantemente, día a día, tenemos que elegir. Decir que por haber ocupado alguna posición muy considerada en la sociedad ya no tenemos que escoger entre el bien y el mal es o un hecho de gran ingenuidad o una manera gruesa de engañarnos a nosotros mismos.

Los hombres de bien son aquellos que a cada instante están decidiendo entre su deseo de hacer el bien y el deseo de hacer el mal. Son los que ejercen constantemente el poder de la voluntad. Y no es suficiente haber vivido toda una vida de piedad y de bien si es que, en el último instante de nuestras vidas, optamos por el mal. Nadie tiene en eso nada asegurado. Los hombres más viejos y más sabios, en el final de sus días, se dejan llevar por sus manías y sus tendencias seniles para acabar convertidos en defensores de las más oscuras intenciones. ¿Existirá algún alma humana tan bien formada que sea inmune a la maldad? Dejaríamos entonces de hablar de un ser humano y diríamos que es un dios o un hijo de él.

Entonces, lo mejor que podríamos decir a favor de los buenos es que son seres que, hasta el momento en que los conocemos,o sea, mientras se encuentran vivos, están tomando el tipo de decisiones que los hace buenos,lo cual los enaltece ya que viven en un mundo donde tomar las otras opciones, las malvadas, es considerado lo correcto. En el mundo del hombre viejo lo que se alaba es la acción del malvado

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de quien sabemos que es hipócrita y mentiroso, de quien conocemos que actúa solo por su propio beneficio y que lo hace a la fuerza y con la peor de las intenciones. En un mundo como éste hallar un ser humano que decida cada día no comportarse de esa manera y no halagar a quienes lo hacen es una suerte de admirar y también de compadecerpuesto que esa persona debe estar sufriendo mucho con las burlas y la marginación que seguramente tendrá.

Mas tampoco olvidemos que este admirable sujeto puede en cualquier momento ser vencido por las circunstancias y volverse, en compensación, aún más malo que los malos. Por eso es que preferimos decir que los hombres indudablemente buenos solo lo son después de muertos,cuando ya no tienen oportunidad de ver torcida su voluntad por la maldad. Mientras el hombre tenga un hálito de vidaallí existe un obrador del bien o un feroz ejecutor del mal.

El interésAl igual que todos los seres vivos los humanos tenemos intereses personales provenientes de nuestras necesidades: cuidar nuestro cuerpo, velar por nuestros parientes, preservar nuestro ámbito de vida. No hacerlo sería un absurdo que nos llevaría a la muerte. La naturaleza nos obliga a defender estos intereses aún a pesar nuestro. Cuando sentimos un dolor acudimos preocupados a calmarlo,cuando sufre nuestro pariente lo atendemos,cuando nos privan de nuestro medio de vida nos ponemos feroces pues limitan nuestras posibilidades de supervivencia. ¿Existe alguna fuerza, algún dios que vaya en contra de ello?

Sin embargo, algo que es bueno en su justa medidacuando lo extralimitamos y convertimos en la razón de la existencia humanase vuelve un acto equívoco. Todos los animales defienden su espacio vitalpero ninguno actúa como si fuera el dueño de ello. Ninguno reclama la posesión absoluta de sus territorios. Hasta el más fiero león abandona todo cuando otro más joven que él lo vence. Ninguno de estos viejos reyes defenestrados de la selva reclama su derecho de posesión permanente porque eso en la naturaleza no existe. Existe sí la defensa de la vida y del espacio vital,pero el derecho a la propiedad de ese espacio no. En la naturaleza todos somos solo inquilinosnadie es propietario.

Pero para el ser humano sí se dan estos derechos que transcienden a su propia vida. Asume que sus descendientes son también su propiedad y los obliga a tomar aquello que les deja. Es tal su afán que quiere poseer también el alma y la voluntad

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de los hijos de sus hijos a quienes jamás conocerá pero que les lega una herencia que muchas veces significa para estos la más terrible carga que podrían haberles dejado. Obliga a esos extraños a administrar, trabajar y defender cosas que ellos no desearon ni hubieran querido tener si hubiesen elegidoy que, finalmente, si no les causa la muerte, termina por convertirlos en los más grandes infelices. Así es cómo actúan muchos: convirtiendo a sus herederos en guardianes de sus intereses. Y si alguno de ellos se niega a aceptar ese mandato de vigilar celosamente la preservación de los derechos de tal lejano pariente se gana el repudio de su familia y de su sociedad.

¿Qué lleva a un ser humano a necesitar con tanta desesperación la posesión total y absoluta de algo que no es suyo o sea, la Tierra,puesto que el hombre sabe que ésta no es suya y sabe también que le espera la muerte y que no puede llevarse nada de lo que detenta? ¿Por qué allí donde el león abandona su reino silenciosamente el hombre se aferra a él,al punto que piensa que porque sus tataranietos lo van a heredar,él mismo está perpetuándose en ellos y, por lo tanto, seguirá administrando desde la ultratumba sus bienes? Lo que sucede es que nuestra voluntad suele inclinarse por nuestra natural tendencia a pensar antes en nosotros que en el prójimo. Porque si pensáramos antes en el prójimo nos daríamos cuenta de hasta dónde llegan realmente los justos intereses naturales. Como dice el refrán: “Mi libertad limita con la tuya”o sea, mientras mantenemos la verdadera proporción de cuáles son nuestras necesidades reales y básicas, no actuamos mal.

Pero cuando nuestros intereses personales se agigantan y se vuelven enormes agujeros que absorben lo que encuentran es cuando nace y crece todo lo malo que la humanidad ha conocido. Tan grande es este afán que, debido a él, el hombre hasta se nombra, no solamente amo del planeta, sino también dueño del Universo. Y si nos topáramos algún día con seres de otros mundos los consideraríamos como nuestros naturales enemigos puesto que según nosotros estarían apropiándose de nuestro hábitat,o sea, del Universo entero. Por eso el interés,ese crecimiento desmedido de un aspecto de nuestra naturaleza,es el que da origen a la maldad.

Sobre la verdadSi la naturaleza pudiera hablar nosotros le preguntaríamos muchas cosas,pero sin lugar a dudas la primera sería: ¿Por qué?pues esa es la más importante intriga de la humanidad.

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¿Por qué todo esto? Tanto las religiones como la ciencia han ensayado múltiples respuestas pero justamente,por provenir ésta de nosotros mismos y no de la naturaleza de la cual somos criaturas, es que no llegan a ser definitivas ni contundentes. La naturaleza no responde preguntasy hemos de resignarnos a tener que vivir buscando respuestas de alguna otra manera.

Todos los misterios y dudas eternas tienen que ver con lo que nosotros llamamos la verdad. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de ella? En primer lugar a la verdad como expresión de algo cierto,opuesto a la falsedad. En segundo término a nuestros orígenes,ya que para nosotros saber nuestra razón de ser sería poder finalmente darle un sentido a nuestra existenciay eso sería la verdad. Cuando nuestra vida no tiene un porqué ella nos parece algo absurdo, trivial y sobrante. Pero si todos estamos ciegos ¿quién puede ser el tuerto que diga dónde está ese sentido de la vida? Podemos hacer caso a todas las ideas y creencias,pero siempre nos quedará la sensación de que no hay una respuesta definitiva. Se dan muchasy podemos optar por unas u otras, pero ninguna termina siendo la últimay solo elegimos la que más nos conviene.

En tercer lugar entendemos también la idea de la verdad como un sinónimo de realidad. Llamamos realidad a todo aquello que existe al margen de nuestras nociones o nuestros deseos; es la naturaleza en su llana expresión. Ejemplo de esto es que, querámoslo o no, el fuego quema, la luz ilumina, los cuerpos chocan y se vive y se muere. Todo este cúmulo de conocimientos acerca de la naturaleza es la realidad y a eso le llamamos igualmente la verdad.

El cuarto tipo de verdad es la que nos formamos viviendo en sociedad. Consiste en lo que denominamos comúnmente como la verdad de la vida. Esto corresponde a todo lo concerniente al modo de vivir del ser humano en determinado grupo social. Se trata de las leyes, las normas, las costumbres, las modas, los momentos históricos. Todos los seres humanos estamos sujetos a ello y lo respetamos, dado que así es cómo se vive humanamente. “Así es la vida”, decimos. Y esto también es la verdad.

Tenemos entonces que los cuatro tipos de verdad que conviven en nuestro pensamiento son:

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la verdad como lo opuesto a la falsedad, la verdad acerca de la razón de ser de nuestra existencia, la verdad o realidad sobre el exacto comportamiento de la naturaleza y la verdad sobre cómo es o debe ser la vida del ser humano en sociedad. En apariencia a todos nos interesa tener una certeza absolutaY poseer la verdad total;y supuestamente la preferimos a la no-verdad. Mas ¿es así en la práctica? En realidad ¿cuántas veces los hechos nos demuestran que siempre nos colocamos en medio de la verdad y de la no-verdadoscilando de una a otra? Lo que realmente sucede es que a los humanos se nos hace difícil acceder a los cuatro tipos de verdades y convivir con ellas.

No hay una sola verdadCon respecto a la verdad sobre nuestro origen,dejando de lado la verdad como opuesta a la falsedad,podemos elegir alguna de las miles de versiones dadas,como pueden ser una religión o idea filosófica,pero aún nos quedará la sensación de que esa verdad no es suficientemente concluyente y contundente,válida para todos los seres humanos y en toda circunstancia y época. Aún la persona más comprometida con su religión sabe que existen otras religiones,otras creencias que dicen ser también la respuesta. ¿Sería entonces sensato pensar que la nuestra,solo porque la heredamos de nuestros padres o porque nos parece la más interesante,es la verdadera mientras que todas las demás son falsas? Muchas veces nos inclinamos a creer que sí,pero se trata de un asunto de fe y no una aclaración sobre la verdad.

En cuanto a la verdad identificada como la naturalezala podemos aceptar hasta cierto punto,mientras ello nos permita conservar nuestra existencia,es decir, alimentarnos y cuidar nuestro organismo,pero más allá ya no la podemos admitir. Nuestro orgullo de humanos nos impide reconocer que somos solo criaturas que viven en un planeta junto con otras miles de especies. No aceptamos ser una de tantas que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Sin todo nuestro ropaje que llamamos culturaseríamos solo meros animalestan hábiles como los delfines, tan solidarios como los elefantes, tan gregarios como las hormigas.

Admitir esta parte de la realidad,que no somos exclusivos, especiales, hijos de dioses, no lo soportaríamos,iría contra todo lo que pensamos que somos, lo negaríamos rotundamente. "No somos animales”, diríamos; “tenemos cuerpos, somos materia, vivimos en la naturaleza pero no somos animales", diríamos.

Siempre abogaremos por nuestro carácter de especie superior.

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Nunca diremos que somos simios cargados de cosas; coleccionistas de objetos. Según nosotros, y solo según nosotros,el hecho de pensar y de escribir es lo que nos hace seres superiores,por encima del resto de la naturaleza,con todos los derechos que ello implica. Es en esto en lo que ya no comulgamos con dicha verdad. Aquí es donde la abandonamos por no estar de acuerdo con sus animalescas realidades.

Sobre el siguiente tipo de verdad, la verdad social o la vida humana en sociedad, hay en ella tal cantidad de variantes que nunca nos pondremos de acuerdo sobre cuál es la correcta,si es que existiese alguna que mereciera tal denominación. Siempre viviremos dentro de una verdad particularque son las leyes que rigen nuestro comportamiento en el entorno social al que pertenecemos. Y mientras nos mantengamos dentro de sus cauces diremos que estamos actuando conforme con esa verdad. Pero aún así, aunque la siguiéramos fielmente¿qué tanto en realidad cumplimos con sus preceptos? ¿Todo el tiempo estamos cumpliendo o solo una parte de él? ¿Quién puede decir que, sin dudas ni errores, sigue fielmente las disposiciones de la verdad de su sociedad?

Y es que en este punto esa verdad muchas veces choca con nuestros intereses porque la mayor parte de las normativas sociales tienen la función de poner límites a las ambiciones evitando que haya quienes se excedan y con ello destruyan a la sociedad,mas no obligan al hombre a que actúe con el amor,ya que éste solo se puede manifestar cuando está la voluntad de por medio y no la obligatoriedad. Entonces tenemos a un humano que, dentro de su sociedad, vive una verdad, una realidad que le dice qué es lo correcto y lo incorrecto,pero éste siempre se mueve entre seguir esa verdad o no seguirla. Por eso es que, del mismo modo que la mayoría dice “así es la vida” cuando quiere expresar que las leyes que rigen a las diferentes sociedades poseen siempre las mismas características,también quienes no las aceptan niegan la existencia de estas verdades universales de su sociedad.

Sobre la razónEl hombre tiene que acudir a la razón para darle alguna forma humana a lo que él llama la realidad, la verdad; solo así puede aceptarla. La razón entonces cumple en nosotros la función de ser aquello que le da sentido, orden y lógica a la realidadtal como nosotros la percibimos en cada época,dándonos así las explicaciones necesarias de todo lo que queremos saber. Sin embargo, en esto que llamamos razónexisten infinitas posibilidades, infinitas aplicaciones,

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tantas como verdades haya que explicar. Aquellos que viven en pos de su interés encuentran muchas justificaciones para sus actos en las razones del mercado, las cuales coinciden con lo que viene a ser la verdad imperante en este mundo de hoy. No obstante lo mismo les pasa a los que buscan el amor, el bien. De esto se podría deducir que, tanto el bien como el mal,el amor como el interés, pueden ser justificados por medio de la razón. Es por eso que no podemos confundir a la razón con la verdad.

La razón trata de hacer entendible una verdadmas ella misma no es la verdadal igual que la descripción de un árbol no es el árbol. Pero, a pesar de esto, a los elementos de la razón los muestran como si fuesen la verdadcon lo cual muchos engañan a muchos. Por eso encontramos quienes hablan de la razón como si lo hiciesen acerca de la verdad misma cuando en realidad se trata solo de un instrumento para interpretar al mundo según algún determinado punto de vista. Tan razonable es explicar un dios como explicar la ciencia; ambas posturas pueden terminar, y terminan, siendo convincentes para cualesquiera de los creyentes. Pero tanto unos como otros no pueden decir que poseen la verdad. Cada uno interpreta su verdad a su manera empleando la razón.

Ahora bien, ¿qué preferimos nosotros? ¿Cuál de todas las verdades queremos seguir? ¿Cuál es nuestra favorita? o ¿por qué no elegir nuestros intereses en vez del bien? Bueno, es posible que el mal sea tan justificable como el bienempleando para ello la razón pero ¿qué dicen de esto nuestra intuición, nuestros sentimientos, nuestras sensaciones? Porque tal vez no podamos explicarnos por qué; quizá la razón no está estructurada para hacerlopero sentimos y sospechamos que hay algo másque los argumentos racionales que nos movilizan.

Es cierto que la razón nos ayuda en muchas cosas pero en otras nos estorba. Por ejemplo: ¿podemos amar con la razón? Cuando ejercemos el amor más bien procuramos no razonarpara poder hacerlo correctamente y no parecer máquinas que siguen un programa. En cambio, cuando actuamos siguiendo nuestros intereses queriendo ser exclusivamente racionales,surgen inevitablemente sentimientos encontrados, desagradables. Es decir, siempre que propasamos nuestros límites se genera en nosotros una sensación de culpaa pesar que nuestra razón pueda decirnos que hemos hecho lo correcto y que a eso se le llama justicia.

Significa que podemos hacer muchas cosas

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al amparo de nuestra razón, pero eso no nos garantiza que vamos a tener la sensación de haber hecho el bien. Es que muchas veces lo que nuestra razón aprueba lo rechazan nuestra conciencia y nuestro corazónporque el hombre suele hacer leyes injustas pero que se ajustan a argumentos muy razonables. Por eso muchas veces cumplir la ley es ir a favor del mal y en contra del bien. Y respetar esa ley es como acatar el orden del piratay esa no puede ser nuestra ley.

Razón y sentimientoCierto, tenemos que admitir que nos podemos equivocar. Que, sin querer, por ignorancia,podemos hacerle daño a alguien en vez de hacerle un bien. Mas obrar de esta manera y errar es muy diferente a razonar y actuar para satisfacer nuestros intereses. Cuando uno no tiene una mala intención el sentimiento de culpa no aparece,salvo que luego el perjudicado lo manifieste y se aclare la situación. Esto suele ocurrirle a los hombres de bien.

En cambio, cuando se actúa sustentado por los intereses,casi siempre aparecen los sentimientos y las sensaciones molestaslas cuales se suelen acallar de muchas maneras pero difícilmente se olvidan. Una prueba de ello es que, cuando no hemos actuado motivados por el bien y sucede que nos encontramos cara a cara con el perjudicado, inmediatamente nos aflora la necesidad de justificarnos ante élargumentando que creíamos haber hecho lo correcto. Por eso solo los beneficiados del mundo del interés, los hombres viejos, desvían el rostro cuando se encuentran con los perjudicados de este mundo. A eso le llamaríamos vergüenza naturalporque a los corazones, incluyendo a los de los malvados, no los podemos engañar pues ellos saben que estamos en un mundo injusto.

El bien o el malHay quienes dicen que es una demostración de locura interpretar las cosas solo como una oposición entre el bien y el mal. Además de mencionar que todos los actos son relativos y están sujetos a qué entendemos por la verdad, qué por lo bueno y lo malo, cosa que no depende solo de la razón sino también de los sentimientos, ellos argumentan que la vida tiene una indeterminada cantidad de matices y que no se pueden resumir solo en dos. Pues bien, para ello tendrían que demostrar, primero, que, aparte del bien y del mal, existen otros valores tan precisos y contundentes como estos dos.

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Tendrían que hablarnos de algo que no es ni bueno ni malo,algo que sucede dentro de estos límiteslo cual, hasta ahora, no conocemos. Porque lo cierto es que tenemos que reconocer que el hombre aún es una criatura incipiente, no una máquina que tiene un plano que lo explica todo; no tenemos el esquema del hombre ni sabemos quién y por qué se lo diseñó. Estamos recién tratando de entendernos y, hasta el momento, apenas sí manejamos la idea del bien y del mal.

Puede que este dualismo de bien y malsea defectuoso e incompleto,pero así nos comprendemos hasta que vengan otras ideas mejores que nos permitan dar nuevos pasos hacia adelante. Es verdad, es posible que no sea una buena idea conocer solo el bien y el mal,pero ello nos ayuda a diferenciar muchas cosas. Quizá esto provenga, más que de un esfuerzo de la conciencia,de nuestra profunda interioridad que solo conoce ese lenguaje binario. ¿Madurará algún día nuestro mundo interior lo suficiente como para no hablar solo del bien y del mal? Quizá sí. Mientras tanto estamos navegando entre estas dos costas; unas veces nos acercamos a la una, otras a la otra. No olvidemos que provenimos de la naturalezadonde las cosas suceden con enorme sencillez. Si la madre es así ¿por qué pedirle al hijo, al hombre, que sea de otra manera?

Más sobre la razón y el sentimientoAntes que el hombre aprendiera a razonar ya tenía las nociones del bien, del mal, de lo justo e injusto, del amor y del odio, de la reciprocidad y solidaridad, del respeto y del equilibrio. Por lo tanto, la inclinación al bien o al mal no es producto de la razón. La razón es una operación que realiza el hombre en su mente antes de actuar a voluntad,pero los resultados de esos pensamientos pueden obedecer a deseos distintos. Con la razón se puede hacer más efectivo el bien como el mal. Con una razón bien empleadanuestra capacidad de obrar de una u otra forma se multiplica grandemente. Si a nuestros deseos injustos le sumamos como ayuda todo aquello que la razón ha creado tenemos entonces un enorme poder de maldad; por lo tanto, la razón es solo una herramienta pero no el origen de los deseos.

Nuestros deseos son impulsos que nos vienen del fondo oscuro de nuestro corazón y son los que nos invitan a obrar en uno u otro sentido.

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Si no deseamos, por ejemplo,realizar ningún acto malvado o injusto y se da el caso que se produce alguno en contra nuestra,en vez de reaccionar violentamente podemos procurar hallar la manera de encontrar un punto de equilibrio evitando así generar en nosotros algún acto dañino. Pero si nuestros impulsos no son de amor entonces buscaremos la forma de ejecutar nuestra venganza mediante el uso de artimañas y de poderosas máquinas que ocasionarán un daño mil veces mayor que el que se nos produjo.

Hay quienes dicen que para saber si se busca el bien o el mal se debe realizar un juicio mediante la razón. Sin embargo, la razón es solo una intermediaria entre nuestros impulsos naturales y la consecución de nuestros deseos que pueden ser nuestros intereses personales o nuestra voluntad de amor al prójimo. En este sentidoni el conocimiento de todas las leyes creadas por el hombre podrá resolver el problema de qué es lo justo y lo injusto.

Esto solo se entiende entrando a nuestro sentimiento más profundoque es el motor que genera nuestros actos. Allí es donde comprendemos que sí existe un sentido claro de la justicia y del bien puesto por la naturaleza. Incluso no hace falta que lo veamos en nuestro interior; observando a muchos animales nos damos cuenta que esos sentimientos existeny que son tan naturales que aquellos que se asemejan a nosotrostienen un sentido del bien muy claro; prueba de esto son los innumerables casos de amor y fidelidad animal que se han dado a lo largo de nuestra historia. La diferencia está en que los animales no tienen la misma magnitud de impulsos que nosotros tenemos.

La razón y los impulsos naturalesNuestros impulsos están dirigidos a otros aspectos que son poco naturales, mucho más fuertes y marcados, y van creciendo a lo largo de nuestras vidas. Es en este aspecto en lo que realmente nos diferenciamos de los animales y no en el uso de la razónpuesto que existen animales que demuestran en su conducta tener ciertas capacidades para el juicio y para el cálculo que ya es en sí un tipo de razón. ¿Tendrían los animales los mismos impulsos que nosotros si su razón fuese la misma que la nuestra? No hay cómo saberlo y quedará la duda.

Antes se pensaba que el hombre conocía el mal recién cuando tenía el uso de la razónpero vemos que hasta las más pequeñas criaturas humanasya llevan en su interior los impulsos malignos o benignos que se manifestarán el día de mañana.

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Pueden no tener uso de razónpero desde muy pequeños demuestran que tenderán a ser malos o buenos en distintos grados. Tener mayor o menor razón,mayor o menor inteligencia o sabiduría no hace a nadie mejor o peor hombre. Lo que determina el grado de superioridad, si es que podemos hablar de ella, es qué tipo de impulsos naturales se tiene y cuáles finalmente se manifiestan.

Muchos hombres son herederos del mal puesto que son hijos de la maldad de innumerables antepasadosy eso es algo que lo manifiestan. Lo mismo con los hijos de la bondad. Sin embargo, hasta los más señalados descendientes de la maldad no están irremediablemente condenados a serlo ya que el sentimiento del bien,que es el más natural y fuerte y que caracteriza a la naturaleza en pleno, tiene siempre un espacio para apoderarse de ese ser y hacerle tomar otras decisiones. Muchos piensan que, encontrando complicados argumentos creados por la razón van a hallar una justificación y un consuelo para lo que hacen. Pero lo cierto es que la sensación de haber hecho el bien o el mal es más poderosa que todas esas razonesy eso lo sabe el hombre malvado en el fondo de su corazón.

El mundo del interésEl mundo del hombre viejo es un mundo creado por el interés donde está ausente el amor,por eso es un mundo injusto. Y los que lo han creado y lo mantienen saben que lo esy ellos mismos se sienten injustos. Y todos los sustentadores de este mundo del interés también saben que éste es injusto,pero igual continúan manteniendo su injusticia porque piensan que, con muchas entendidas y racionales palabras, podrán acallar sus conciencias. Hablamos entonces de un hombre cuyos impulsos lo obligan a apropiarse de más de lo que necesita para vivir. Con esto demuestra una gran inseguridad y un injustificado temor ante la naturalezala cual es siempre pródiga y a nadie crea sin la suficiente capacidad de subsistencia para que viva todo lo que tiene que vivir.

Quiere decir que no son las necesidades para él y su familia las que lo motivan puesto que lo que tiene le basta y sobra para el resto de sus días;es más bien su desmedida ambición de poseer todo donde pone los ojos. En este afán se estrella contra los que no actúan ni son como él,

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lo cual genera una cadena de actos violentos con terribles consecuencias. Entonces, al ver que le cuesta mucho trabajo realizar sus deseosdebido a la gran oposición que encuentra,es cuando imagina y crea un mundo donde todo sea como a él le gustaría que fuera, donde todos piensen en función a sus intereses personales y así él no sea el único que se sienta extraño por tener esos impulsos. Es de ese modo cómo logra fundar ciudades cuyas leyes son las que a él y a sus impulsos convienen.

El mundo actual ha sido creado por el interés y en él no podrá germinar nunca el amor y el bien. Este mundo es un campo fértil pero para que crezca solo el malpues está construido sobre pura injusticiay eso es una anormalidad que la naturaleza no puede sostener. Inevitablemente, como un castillo de naipes,el mundo del interés se derrumbará arrastrando consigo a muchos hombres que nunca sabrán por qué todo fue así.

EquilibrioDicen quienes quieren legitimar sus inclinaciones individualistas que solo cumplen con la ley más importante de la naturaleza: sobrevivir. Y para ello es que emplean todo en vías a apropiarse de lo que pueden. Mas no es tan cierto que para sobrevivir haya que ser el más fuerte, el mejor. Sucede más bien lo contrario: son los poco fuertes,que vienen a ser la mayoría, los que conforman la gran masa de los seres vivos. La naturaleza en ello es pródiga mientras que, por el contrario, en materia de seres muy fuertes, poderosos, no lo es. En realidad la vida en sí, más que una lucha por sobrevivir en la que gana el mejor,es un esfuerzo por complementarse,por guardar un equilibrio entre los más grandes y pequeños.

¿Acaso las partes grandes no son otra cosa que una acumulación de muchas pequeñas? Sin embargo, hay quienes piensan que existen en la naturaleza cosas que, por ser pequeñas y débiles, son entonces descartables, inútiles,y que es legítimo sojuzgarlas y desaparecerlas cuando les plazca. Esa es la ley del más fuerte donde solo sobreviven los mejores,los más capaces y los más útiles. Pero ¿podría alguien demostrar que existen animales inútiles? Para ello primero tendría que quedar en claro que la vida consiste en un esfuerzo por producir cosas útiles. No obstante antes de eso debería explicar qué se entiende por útil e inútily luego demostrar que ese es el criterio que la vida emplea a la hora de crear sus seres.

Mas a pesar de esto hay quienes consideran que existen humanos inútiles

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en el sentido que no tiene razón su existencia y deciden acabar con ellos sin ningún miramiento ni incomodidad,cosa que no harían ni con sus canarios porque para ellos éstos sí son útilespor lo menos para distraerles la vista, según dicen. ¿Conocemos algún ser vivo que, igual que el hombre, mate bajo el principio de que “tú no sirves en esta vida y es mejor que estés muerto”? Mucho se ha escrito, mucho se habla de que la humanidad ya no piensa así,pero lamentablemente vemos que no es lo mismo lo que el hombre piensa de sí que lo que demuestran sus hechos.. Por eso es que debemos procurar cortar de raíz esta forma de ser y de pensar para poder realmente cambiar. Si no lo hacemos y seguimos actuando de la misma manera que siemprecontinuaremos muchos años más esperando a que algo pase. El hombre que busca la trascendencia tiene que ser consciente que a quien realmente tiene que cambiar es a sí mismo. Tiene por delante la tarea de no dejarse llevar por los hechos consumados, por la rutina de la vida; tiene más bien que detenerse a pensara negar y luego a cambiar. Pero el hombre viejo no solo no lo va a hacer sino que va a tratar de impedirloy eso va a generar un enfrentamiento inevitable y lastimoso. Por todo eso tendremos que pasar.

Para qué son los mejoresLos mejores existen para dar. Así lo manda la ley naturalen la que los fuertes protegen a los débiles, los adultos cuidan y enseñan a las crías. Eso ningún ser humano lo ignora. Pero el hombre viejo, en función a su interés, tergiversa esto que bien sabe y argumenta que el fuerte, el que más sabe, el más capaz, el mejor preparado, es el que merece tener todo lo que puedey esto lo ha convertido en su ley,la ley del hombre viejo.

Así es cómo justifica todas sus injusticias que sabe que no son valederas; si no, él mismo atropellaría a sus propios hijos, a sus ancianos padres, a sus parientes enfermos, a su mujer y a sus animales caseros para coger el mejor bocado, para aprovecharse de sus servicios, para emplearlos como sirvientes e incluso matarlos cuando le estorben, cosa que no hace. Y no lo hace porque algo más fuerte que sus razones le dice que así debe ser. Sin embargo, cuando está delante de su prójimo

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que es más débil, más ignorante, no atiende al mismo sentimiento que tiene en su interior y hace todo lo contrario. Vuelve a repetir que la vida es de los más fuertes,de los más aptos para soportarla ignorando el impulso que en su propio hogar sí respeta.

Quienes nacen con cualidades nacen para ofrecerlas al resto,a su sociedad en pleno. El sabio vive con la obligación de enseñar el bien; cuando lo hace, cumple con su misión y es dichoso. Mas cuando, en vez de enseñar el bien utiliza sus conocimientos para acumular riquezas,no solo engañando, sino privando hasta con la muerte a una gran mayoría de débiles de los conocimientos necesarios para su subsistencia este sabio, además de no cumplir con su misión, se convierte en el más malo de los malos; porque no solo se negó a cumplir con su destino sino que incluso causó más mal que otroscon cualidades inferiores a las de él. Quiere decir que, de todos los malvados, el mayor será siempre el más capaz de los hombres que mal utiliza sus dones.

En el mundo del interés abundan este tipo de seres. Desgraciadamente sus conocimientos no les sirven para que vean que están atrapados por la seducción de la ambición y no se dan cuenta que, al mismo tiempo, se causan el peor de los males ellos mismos. Es así que vemos a muchos grandes hombres defender a los malos con argumentos y razones tan bien construidas que dejan a los pequeños sometidos totalmente al capricho de los injustos. Pocos levantan la voz en contra de esto y sus voces son tan débiles que, ante el conjunto de la humanidad,se hacen inaudibles.

Los comerciantesExisten otros seres con cualidades superiores que, en vez de dar lo mejor de sí, solo se dedican a emplearse del modo suficiente para poder subsistir cómodamente ellos mismos negándose a hacer lo que les corresponde. Un ejemplo de ello son algunos comerciantes. El ser comerciante no tiene nada de malo; muy por el contrario, su actividad en toda sociedad organizada es vital. Pero cuando éste se aprovecha de su conocimiento de las leyes del mercado para acumular excesivamente, entrando en una frenética carrera contra sí mismo y contra otros comerciantes por ser quien más obtiene riquezas, es cuando se produce la anormalidad que conlleva a la maldad.

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El hombre nuevo que se dedica al comercio sabe muy bien las reglas de los negocios y sabe también cómo aprovecharse de ellas para volverse rico y poderoso. Pero el hecho que lo sepa no implica que lo tenga que haceral igual que un ecónomo fiel de una organización desea por sobre todo el beneficio de su grey antes que el suyo propioy de estos abundan más de lo que uno piensa. Tampoco un médico que sabe la manera silenciosa de matar a sus pacientes lo tiene que hacer necesariamente. Igualmente un arquitecto que conoce la forma de hacer que, con el tiempo, se derrumben las casas o un militar encargado de disparar una mortífera arma. Nuestras mayores cualidades y capacidades no tienen por qué servir para hacernos ricos y poderosos como el hombre viejo piensa.

Nuestras virtudes solo son tales en la medida que las empleamos para dar más a quienes menos tienen. Cada vez que hacemos lo contrario terminamos por arruinarnos la vida soportando el peso de la culpabilidad de nuestros actos. Solo cuando el interés, la ambición, el egoísmo nos ganan es cuando empleamos nuestras virtudes para hacer lo contrario a lo que deberíamos hacer.

La virtud y el bien comúnHay quienes se quejan que han dado mucho pero han recibido muy poco en compensación,por ejemplo, ciertos artistas. Pero el hombre nuevo que es artista sabe que su capacidad no implica riqueza sino, todo lo contrario, una vida modesta. Más aún porque la mayor recompensa del artista está dada en la ejecución de su arte y en los halagos y la admiración que esto suscita. Querer algo que está más allá de lo que merece lo volvería ambicioso y amargado.

Otros dicen que se sujetan a la ley de la oferta y la demanda y se ofrecen como prostitutas o, tal vez, como sicarios, perdiendo el sentido de lo justo y de lo injusto y la verdadera orientación de su vida. Por eso es que al final, cuando vemos el resultado de su arte, descubrimos que, en vez de mostrar el lado bello de la vida, lo bueno de las cosas, no hacen más que reafirmar aquello que sus empleadores quieren que veamos y así desvirtúan el verdadero sentido de lo que un artista debe hacer, que es ser alguien que vive para mostrar el amor, la justicia, el equilibrio entre la carencia y la abundancia.

Igual ocurre con las naciones. Muchas de ellas han convertido en leyes el explotar a las más débiles

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y eso les parece justo y razonable. En realidad, utilizar su poder para esclavizar, sea con el látigo o con el préstamo, es una maldad que acarrea funestas consecuencias para todos. El hombre viejo sigue creyendo, o mejor dicho, haciendo creer a los demás, en la verdad de la ley del más fuerte solo para justificar su maldad. Esa ley no existe en ninguna parte de la naturaleza y, si la hubiera, sería para lo que hemos dicho: para que esos fuertes den más de sí a los demás.

¿Es la abeja reina una explotadora de la colmena? ¿Son los zánganos unos inútiles aprovechadores? Ni lo uno ni lo otro. Son partes necesarias de un todo. Y si la abeja reina solo quisiera comer en vez de procrear terminaría por reventar o por ser expulsada. En el caso de otras especies, especialmente los mamíferos, ellos respetan puntillosamente las leyes de la manada que establecen la existencia de un macho dominante o exclusivo que, lejos de vivir a su regalado gusto, carga en sí todo el peso de la procreación y el cuidado de los miembros. A todas luces es el poder empleado en su totalidad al servicio del bien común y no del individuo. No es justo, entonces, ni saludable ni bueno que,entre los hombres, alguien aproveche sus virtudes para satisfacer sus ambiciones pues esto causará un mal a su sociedad y terminará por desequilibrar al que lo hace. La ley que ampare esto es una ley injusta.

Hagamos un mundo nuevoEstos son tiempos de confusión. El mundo del interés es una triste realidad. Nadie está contento con él; ni siquiera los que supuestamente lo han implantado. Ellos, sus creadores y sustentadores, no creen en él, por eso han inventado sociedades secretas y cofradías con sus propias y particulares leyes. Los jefes de este mundo viven infelices huyendo de él. Viven como perseguidos, como acosados, escondiéndose, como culpables de delitos que no figuran en ningún código penal. Mas ¿quiénes son estos seres? ¿Dónde se encuentran? Nadie lo sabe.

Ellos procuran que no los conozcan. La explicación es simple: se apartan porque sienten vergüenza. No tienen valor para enfrentarse a su prójimo. La culpa que cargan es tan grande que los obliga a escabullirse entre intermediarias formas de propiedad,detrás de rostros de personajes conocidos que sí se exponen para defenderloscausando la impresión que fueran estos últimos los verdaderos líderes.

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¿Podría un padre esconderse de los hijos si él sintiera que es un buen padre? ¿Por qué los dueños del mundo del interés, si es que se sienten orgullosos del supuesto bien que le han hecho a la humanidad, no salen a la luz y se exponen a la gratitud o a la crítica de las mayorías? ¿De qué dudan? ¿Qué temores les persiguen? ¿Qué acciones necesitan realizar amparados en las protectoras sombras del anonimato?

Pues nosotros decimos que aquel que no puede dar la cara para sustentar sus acciones no es de fiar; revela en su gesto la actitud de quien se delata culpable de un delito que aún no se ha descubierto pero que se ha de descubrir. No son de confiar quienes utilizan todo el conocimiento adquirido por la humanidad hasta la fecha para preservarse en un poder que no les pertenece puesto que el poder lo confieren los pueblos a través de la formalización de la ética y la moral. Podrán estar en el poder gracias al dinero, a la fuerza y a las normas impuestas por su voluntad, pero, ante las leyes no escritas de los puebloslas cuales siempre están a favor de los débiles,siempre procuran el bien de todos y no de unos cuantos, siempre buscan mejorarse a sí mismas,siempre se orientan hacia el bien,ante esas leyes están desacreditados y descalificados. Tal vez hasta ahora nadie les haya dicho qué tan grande sea esta verdad o tal vez sí. Sea como sea, ellos procuran, por todos los medios, no abandonar sus posiciones.

Los mejores actúanEs aquí entonces donde intervienen los mejores. ¿Quiénes son los mejores? Los mejores no son los más fuertes,ni los más hábiles, ni los más puros. Los mejores son los que llevan su capacidad de servicio y entrega por el bien común hasta el extremo del sacrificio. Son aquellos que asumen la causa hasta las últimas consecuencias e incluso mueren por ello,pero mueren en estado de santidad,mueren con el corazón hinchado de gozo por la noble acción ejecutada. Son los que atraviesan todos los peligros,enfrentan todos los retos y ponen el pecho antes que castiguen a los inocentes. De estos hombres, los mejores,hay en toda sociedad y en todos los tiempos.

En cambio, el mundo del interés está contaminado por el miedo que paraliza,obliga a replegarse, atenaza la voluntad y empuja a la obediencia. Los que viven en él son esclavos por temor.

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No acatan las leyes porque las respetenya que estas leyes no reflejan el bien común sino la voluntad de los dominadores;las acatan porque es el precio que pagan para sobrevivir. El mundo del interés es un mundo lleno de peligros,es un bosque encantado donde cualquier paso en falso lleva a la desgracia y a la muerte. En este mundo no hay espacio para la dicha sino para la protección. Los que viven en él se esfuerzan por buscarlay sus creadores y dueños procuran hacerlo cada vez más terrorífico para que nadie se atreva a vivir sin el amparo de los fuertes. Aparentemente no hay salida. En esta clase de mundos se difunde la creencia que no hay otro posible,que se vive en el mejor de todos. Cualquiera que piense diferente es condenado o ajusticiado.

Sin embargo, los mejores son los que ven claro y conocen la salida. Los mejores saben que este mundo es de artificio, de teatro; que fuera de él está el mundo realque no es necesariamente humano pero es el verdadero. Y el mundo verdadero no es ni bueno ni malo, ni fácil ni difícil; es un mundo vivible, soportable y equilibrado. No hay criatura, por grande o pequeña que sea,que no viva cómodamente en el mundo real. Allí, tanto los fuertes como los débiles, ocupan un espacio importante y no existe la ley del más fuertela cual solo se da dentro del mundo del interés.

En el mundo real hay sitio para todos y cada cual desempeña la función que le acomoda y le permite sobrevivir con armonía. Eso no quiere decir que no se ejerza la violenciapuesto que hay quienes se alimentan de otros. Pero ello es natural y, visto en su conjunto, armonioso. No lo escogimos nosotros; así está dado. Por eso los mejores se ríen de los que pretenden infundirles el miedo ya que saben que todos esos temores son pura fantasía. Los mejores tienen una fe y una alegría inquebrantables pues son conscientes que se acerca un mundo nuevo,un mundo que está fuera de estas ciudades donde solo viven los hombres viejos.

Los mejores son inconteniblesCuando el miedo pasa se hace la luz. Y cuando se prenden las luces del teatro nos damos cuenta que todos nuestros temores eran infundados. Que todo había sido como un sueño el cual creíamos que era verdad y que nosotros participábamos de esa farsa adoptando papeles de infelices. Mas habiéndose todo aclarado,viendo que los trajes y el decorado eran de artificio

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y que los personajes eran solo actores circunstanciales pero que nadie tenía autoridad verdaderaya no hay motivo para seguir asustado y continuando con la comedia. Que alguien pretenda, en ese momento, decir que la actuación sí es de verdad,que la obra continúa,solo ocasionaría burlas y rechazo.

Esto es lo que hacen los mejores: aclarar a los que viven sujetos al engaño,a la farsa del mundo sombrío y sin esperanza. Los mejores son los despertadores,aquellos que van prendiendo las luces del teatro para que la gente vea que se trata de una artimaña bien montada. Ante esto los dueños del local podrán intentar todos los métodos para anularlos: los calificarán de locos, de ilusos,de alborotadores y subversivos; tratarán de poner a toda la gente en su contra; intentarán desprestigiarlos mediante astutos argumentos y, por último, los matarán. Pero conforme pase el tiempo sus palabras serán cada vez más fuertes,sus verdades cada vez más ciertas. Y habrán de ser, para el mundo del interés, como un terrible cáncer que irá minando su maligno organismo de manera incontenible. Cada vez más personas se les unirán,habrá más de los que hablarán de la luz y de lo diferente que es la realidady esa avalancha ya nadie la podrá contener.

Abandonando el mundo del interés¡Cuánta tierra le espera al que abandona el mundo del interés! Y ¿qué necesita llevar? ¡Nada! Porque nada tiene, salvo la firme fe en el bien y la férrea voluntad de realizar el mundo nuevo. ¿Con qué lo hará? Con sus brazos,con su inteligencia, con su voluntad. Así es como nacen los pueblos y las naciones. Pero los controladores del mundo del interés se opondrán y dirán que es suya toda la tierra,que no hay un milímetro que no les pertenezca. Dirán también que son dueños del agua,de todas las gotas que hay en ella y de todos los animales que allí habitan y que no se pueden tocar sin su consentimiento. Y también dirán que el aire es de ellos,que nadie lo puede respirar ya que los lugares por donde sopla son suyos. Entonces querrán así hacer creer que el mundo entero les pertenece,que no hay dónde ir porque todo tiene dueño,que el único camino es quedarse para siempre entre las fronteras de sus ciudades del interés y vivir y morir allí porque ese es el destino para la humanidad.

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Pero en ese momento los mejores sonreirán y les dirán: “Bien, si ustedes dicen que toda la tierra es de su propiedad ¿cómo nos echarán? Pues sus soldados y sirvientes encargados de hacer cumplir esas leyes están con nosotros y ellos mismos nos guían hacia los terrenos más fértiles. Y si además dicen que el agua también es suya y todo lo que en ella existey que no podemos tocarla¿cómo impedirán que la bebamos? Aquí están también entre nosotros sus cuidadoresquienes nos muestran las compuertas para que la usemos. Y si dicen que el aire es también de ustedes y que no nos es permitido respirarlosalvo cuando estamos en sus ciudades ¿qué harán para detenernos?”

“¿Acaso no ven que cada vez se quedan más solosrodeados de esas leyes que ya nadie respeta ni piensa cumplir? ¿No se dan cuenta que la única fuerza real entre los hombres es la que parte de sus corazones y mueve sus voluntades? ¿No ven que el mundo que ustedes crearon a nadie ha satisfecho y por eso lo estamos dejando para vivir más a gusto y dichosos en nuestro nuevo mundo? Nos enseñan sus poderosas armas capaces de destruir la Tierra con solo mover un dedo. ¿Se atreverán a dispararlas? ¿Matarán así a sus hijos, a sus mujeresque están aquí también entre nosotros? ¿Van a destruir todo simplemente porque ya no pueden usufructuarlo?”

“Pues nosotros les diremos que no lo van a hacer porque no quedará con ustedes nadie para esas ejecuciones. Ninguno se atreverá a cumplir dichas órdenes que ustedes mismos no son capaces de llevar a cabo. Por eso pasaremos delante de ustedes y nos marcharemosdejando así de ser sus sirvientes y sus esclavos. Y los dejaremos aquí, en sus espantosas ciudadespara que gobiernen sobre aquellos que piensan y sienten como ustedes y que son incapaces de cambiar. Y nada nos llevaremos para que no digan que les estamos robando y que queremos construir nuestra dicha a costa de lo que ustedes crearon.”

Finalmente les diremos esto: “Ustedes tuvieron la oportunidad de hacer de la vida del hombre un paraíso gracias a todos los inventos y descubrimientos,pero crearon un desgraciado infierno ya que solo quisieron enriquecerse y hacerse poderososolvidándose que la razón de ser del fuerte y del sabio es hacer fuertes y sabios a los débiles.

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Por eso aquí se quedarána sufrir lo que tengan que sufrir dentro de su propio medio. Y aunque quieran escapar no podrán hacerlo pues les será imposible atravesar las puertas que los llevan afuera y aquí morirán. Y cuando todos ustedes hayan muertoel polvo los cubrirá de tal manera que los futuros hombres nunca sabrán que existieronhaciendo que toda su maldad desaparezca en el olvido.”

La causa para vivirEl hombre, para vivir, necesita de una causaque es al mismo tiempo una explicación y una meta. Dicho de otra manera,el hombre sabe que es hombre porque tiene un origen y un fin netamente humanos que lo diferencian de cualquier otro ser vivo. Esa causa ha adquirido a lo largo del tiempo muchas versiones. Los mitos de todos los pueblos nos hablan de ellas. Todas las civilizaciones se han construido sobre la base de las causas que esos mitos nos relatan. Igualmente todas las causas siempre son sagradasya sea porque alguna divinidad lo dispuso así o porque el hombre las vuelve sagradas. El hombre es, en última instancia,la consecuencia de una causa,la idea que tiene de sí,de su razón de ser y de su destino.

Dichas causas van tomando distintas formas de acuerdo con la historia del devenir del hombre. En ello intervienen factores geográficos como el lugar de ubicación; demográficos como la cantidad de seres que conviven; culturales como las diferentes formas de vida existentestales como el nomadismo, el sedentarismo u otras,además de lo que ocurre en la historia misma y con la acumulación de conocimientos. En la combinación de todos estos elementos está la explicación de las transformaciones de las causas. Esto nos lleva a deducir que en toda épocacada grupo humano tiene su causa.

Eso no implica que las causas de épocas anteriores hayan desaparecido sino que sobreviven formando parte de las nuevas. Cualquier idea puede ser una causa si es que responde a las exigencias de ello. Para que una causa se imponga tiene que haber un consensoy debe ser aceptada tanto por la costumbre como por el poder. En conclusión, toda causa es una idea total,es un cuerpo integrado de conceptos que le da sentido a todos los aspectos que atañen al hombre de determinada sociedad. Toda causa explica el origen, los valores,el porqué de la vida, de la naturaleza y el fin de todo.

La causa del hombre actual ha caído en el descréditopues ha perdido la fe de la mayoría de sus seguidores. Esta causa proponía que el objetivo principal de la vida

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era la satisfacción de todas las necesidades y que ello produciría un estado llamado felicidad. Pero la humanidad ha comprobado que las necesidades son infinitas y, por lo tanto, esa felicidad es inalcanzable. Ambas ideas, necesidad y felicidad,son imposibles de satisfacerse de la forma prometida. Y cuando el hombre ve que lo que persigue es una quimera se llena de desilusión y de desánimo,se rebela contra esa idea y decide encontrar otra causa más satisfactoria. Es en ese momento que se generan las nuevas causas; algunas de ellas pueden llegar a convertirseen la nueva gran causa.

La belleza como la nueva causaLo que aquí proponemos es que la belleza sea la nueva causa. Porque si el hombre se hizo hombre fue por su gran habilidad para crear imágenes y objetos. Lo que lo impulsó a hacerlo no fueron las necesidades sino más bien su potencialidad y su genio,la capacidad de su cerebro para ocupar tiempo y recursos en el juego, en el arte. Después es que le encontró a su creación la utilidad,pero no fue la utilidad la que lo hizo artista. El hombre es un ser artista.

Si por un momento suprimiéramos todos los malos usos que ha hecho de sus creaciones podríamos pensar que el hombre no ha perseguido otra cosa que tratar de embellecer su vida con obras artísticas; deberíamos estar, supuestamente entonces, en un paraíso. Mas no proponemos un paraísoya que esto podría parecer aburrido. Lo que procuramos es sugerir un camino hacia la búsqueda de la belleza. Se trata entonces de reorientar el esfuerzo humano. En vez del trabajo, la creación. Cada ser debe dedicar su vida a la elaboración de algún tipo de obra física o intelectual para ir embelleciendo más la existencia,al igual que sucede con una obra colectiva como podría ser la construcción de una catedral.

Pero ¿y qué pasaría con las llamadas necesidades humanas? Pues gracias a todos los conocimientos hasta hoy adquiridosel esfuerzo de producir alimentos, vestido, medicinas y herramientas sería ocupación de solo unos cuantos con sus respectivas máquinas. Quiere decir que la preocupación que durante milenios tuvo la humanidad por procurarse lo más básico ya ha sido solucionada con creces gracias a la revolución industrial; siempre sobrará más de lo que se necesite. Lo único que falta es que toda esta maquinaria deje de estar al servicio del interés y se ponga al servicio del ser humano en pleno. Para ello es necesario convencer a la mayoría de cuál es la nueva causa

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y que para realizarla se necesitadifundir entre todos los hombres sus nuevos conceptos y beneficios.

Cuando la gente busque vivir la vida para embellecerlaalgunos se encargarán desinteresadamente de la labor de mantener el aparato productivo para así seguir sosteniendo a los miles de millones de humanos que habrán de venir al mundo para hacerlo cada vez más bello. Estos encargados tendrán los atributos propios de las madresquienes, por naturaleza, hacen eso desinteresadamente;serán seres imbuidos de una conciencia y una mística que los hará impenetrables a las tentaciones de las ruines ambiciones personales. Serán necesariamente sabios. Ignoramos cómo este cambio se producirá; puede ser de manera pacífica,en forma razonable o con violencia. Eso es parte del devenir humano de lo cual nadie particularmente es responsable.

Una mirada al nuevo mundoNo pretendemos adivinar el futuro porque éste será tarea de los hombres que vendrán quienes ya en los hechos sabrán qué es lo más adecuado para organizar el nuevo mundo. No obstante, si nos pidieran exponer algunas ideas de lo que podría hacerse nada nos cuesta realizar este ejercicio el cual, en el mejor de los casos, servirá de inspiración para los creadores venideros.

El hábitatEl primer tema a resolver será el del espacio terrestredonde nos desplazaremos. Para ello deberemos tomar en cuenta que no necesariamente el hombre es sedentario,por lo tanto, hemos de considerar también su condición de nómada. El largo encierro del hombre en las ciudades lo ha enloquecido y le ha privado de un desarrollo físico armónicopues él está preparado biológicamente para desplazarse grandes distancias y variar de aires y de paisajespermitiendo así que su sicología sea más equilibrada. Por lo tanto el sentido de la ocupación de la tierra ha de considerar los dos aspectos del ser humano: el de nómada y el de sedentario.

Para decirlo de otro modo,el hombre nuevo tendría que ser un seminómada o un semisedentarioy su desplazamiento no obedecería solo a satisfacer sus necesidades básicas si no a aspectos más mentales y plásticosya que para este hombre será de suma importancia apreciar la variada belleza del mundo entero. Será entonces un hombre viajeroque tendrá varios lugares donde residir pero que al mismo tiempo estará en constante movimiento.

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Es tomando en cuenta ello que se debe organizar la distribución de los seres humanos sobre el planeta. Se ha de procurar que todos tengan un lugar a dónde llegar en cualquier parte del mundo. Será algo así como una humanidad turista.

No existirán las ciudades como las conocemos ahora,que son en realidad hacinamientos de hombres. Se aprovecharán al máximo posible los espaciosde tal modo que la gente ocupará las mayores extensiones de terreno haciendo que los territorios sean más grandes que los actuales. Esto no causará problemas porque la forma de comunicación será también diferentelogrando que el hombre pueda estar donde le plazca en un tiempo mucho más breve que el que conocemos ahora. Parte de la buena salud del hombre será contar con grandes espacios por donde pueda explayarse y con ello obtener una adecuada sensación de amplitudy una mejor salud.

La tierraLa naturaleza no es, por principio, propiedad de nadie. La ley especificará que el hombre solo la está usufructuando,pero tendrá obligaciones con respecto a ella. Esto quiere decir que el hombre no será visto como dueño sino como usuarioy que lo que hará será distribuir los elementos,acondicionarlos y mejorarlos pero sin ir más allá; no respetar esta ley será uno de los más grandes delitos que conozca la humanidad. Debido a esto nadie podrá decir "ésta es mi tierra"al igual que como hoy nadie dice "éste es mi aire”. Los hombres mejores serán los encargados de hacer las distribuciones adecuadastanto con fines de habitación como de producción. Quiere decir que no existirá la propiedad privada de la tierra.

Los espacios para vivienda se encontrarán en los lugares más propicios para elloconsiderando los factores climáticos,geográficos y estéticosy todos serán previamente evaluados antes de otorgarse. Los espacios para la producción serán establecidos con esos mismos criteriospero diferenciando entre los que servirán para el cultivo y el pastoreo y los que albergarán a las industrias; de este modo el uso de la tierra tendrá la lógica del bien y no la lógica de los intereses. Existirá la minería, pero este trabajo será hecho casi exclusivamente por máquinasy tendrá la mayor de las vigilancias para evitar que cree efectos dañinos al medio ambiente.

Habrá dos tipos de tierras de cultivo: las industriales, que serán aquellas que se destinen para la producción masiva de alimentos y que por distintas razones no se puedan o no se quieran producir de manera científica.

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Estas tierras se hallarán en los lugares más apartados y no ocasionarán perturbaciones al ecosistema. Las otras serán las libres, que serán tierras para que la gente que desee pueda sembrar en ellas tanto por entretenimiento como por el simple deseo de variar su alimentación.

La mayor parte de los alimentos serán los que produzca la ciencia en espacios reducidos y cantidades suficientes. Este tipo de producción, por ser industrial,requerirá de un esfuerzo mínimo y sus resultados no tendrán límiteshaciendo que la obtención de alimentos vegetales sea lo que más abunde. También habrá tierras para los animales destinados a la alimentación y serán buenas tierras donde éstos vivirán a sus anchas hasta que les llegue el día de su sacrificio,el cual será hecho con mucho respeto y agradecimiento. La naturaleza no se va a molestar por ello y nosotros no sentiremos que los tratamos como simples objetos de comida; eso nos hará más amables y nobles a nosotros mismos.

El aguaA la hora de distribuir las tierras se tomarán en cuenta las posibilidades de obtener aguatanto canalizándola como creándola científicamente o recogiéndola del ambiente. Las canalizaciones considerarán la distribución de los espacios de vivienda y producciónpero no afectarán el sentido estético de las casas,o sea, se procurará que estén en función de la vida del hombre y no a la inversa. La idea es que haya agua allí donde se la requiera. Además estará beneficiada con distintos elementos que la haránno solo más pura y sanasino más fértil y alimenticia. Muchas de las medicinas que prolongarán el promedio de vida del hombre por encima de los cien añoscircularán libremente en ella.

El transporteEn cuanto a las comunicaciones,las carreteras serán pocas y servirán mayormente para el transporte pesado,ya que la mayor parte de la gente se desplazará por el aire en cómodos aparatos impulsados por la energía del Soly sencillísimos de hacer y manejar. Con ellos se podrá viajar incluso hacia otros continentescontando con programas automáticos de vuelo que dirigirán los aparatos por rutas previamente establecidas como seguras. Estos artefactos serán colectivos e individualesy permitirán que los que viven en los lugares más apartados puedan ir donde quieran sin necesidad de contar con vías terrestres.

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Serán computadoras volantes y contendrán toda la información que un ser humano pueda necesitar. De este modo el viejo anhelo de ser ciudadanos del mundo será una realidad.

La sociedadLa organización social estará basada en comunidades regionales y de tamaño fundamentalmente pequeño. Cada comunidad preparará y luego elegirá a sus hombres mejores para que se encarguen de las funciones de legislar y de producir y repartir los alimentos. Los mejores estarán dedicados más que ningún otro al servicio de la comunidad y no recibirán a cambio de ello nada material; solo un reconocimiento. Los mejores serán lo más parecidos a un árbitro deportivo quien, durante el desarrollo del juego,tiene toda la autoridad,pero que en verdad es el más humilde, desconocido y pobre de todos los que participan en él. Y si esto se puede hacer para un encuentro deportivo quiere decir que el hombre sí está capacitado para trasladar esa experiencia de mando a otros planos de la vida. Los mejores serán árbitros porque tendrán un poder delegado para cosas específicas,pero en verdad serán los menos destacados e importantes dentro de la sociedadal igual que lo es un policía o un juez.

Quiere decir que los mejores serán humildes pero se les respetará porque representan la ley de la comunidad. Además la ocupación de los mejores será solo por un tiempo determinado,permitiéndoseles vivir otro tipo de vida si así lo desean. Por encima de los mejores de las comunidades existirán los hombres mejores universalesquienes serán una especie de secretarios de las naciones; ellos tendrán poder delegado pero no real. Evaluarán y juzgarán a las comunidades con el fin de resolver sus diferencias.

Todos serán elegidos, tal como lo ha sido siempre en la historia de la humanidad,y tendrán la facultad de usar la fuerza cuando la situación así lo requiera,sobre todo por cuanto aún en el nuevo mundo existirán los malvados pero en menor número y poder. Para ello se crearán armas especiales que serán tan solo tranquilizantes,similares a las que se usan para atrapar a los animales. Las armas de destrucción y muerte habrán sido proscritas terminantementey su conocimiento será guardado como secreto por los mejoresal igual que se guardan hoy los secretos de las armas nucleares las cuales pueden conservarse con total seguridad,

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sin peligro que ello trascienda.

La distribuciónLos mejores se encargarán también de las distribuciones de alimentos y de otros objetos. Como la mayor parte de las fábricas trabajarán con energía solar y otras fuentes naturalesel proceso de elaborarlos se verá reducido a su mínima expresión; apenas sí se necesitará supervisar a las máquinas que los producen. Entonces habrá alimentos en abundancia y también todo tipo de objetos como vestidos,aparatos, muebles y demás. El único trabajo será acarrear la materia prima hacia las fábricas y de ese esfuerzo se encargarán los mejores a modo de servicio voluntariopor lo cual no recibirán ninguna retribución especial.

No existirán mercados ni, por lo tanto, hará falta moneda. La distribución será directa; en cada lugar estratégico de la comunidad habrá unos galpones refrigerados y herméticos donde se guardará todo lo necesario para sus habitantes y bastará solo con acercarse a ellos para obtener lo que uno desee. En el nuevo mundo será un delito tomar algo por encima de lo que se necesite,pero esto ocurrirá raramente puesto que, en realidad,a nadie le hará falta nada, salvo a los malvados,quienes siempre querrán satisfacer sus ambiciones las cuales van más allá de lo que un ser normal necesita para vivir.

La educaciónEn cuanto a la educación,existirán dos maneras principales de implantarla: por medios electrónicos, a través de computadoras de imagen tridimensionaly mediante el método tradicional,el cual será llevado a cabo en lugares especiales a cargo de un grupo de mejores quienes ofrecerán una enseñanza tanto intelectual como moral,siendo esta última la de mayor importancia. Las ambiciones y los excesos estarán controlados por medio de un sistema formativo adaptado para esa vida cuyos resultados producirán actitudes similares a las que tienen actualmente hacia la ley los ciudadanos de ciertos países ricos y de lo cual mucho se ufanan. Si en el mundo del interés hasta los malvados respetan las leyes con mayor razón en el nuevo mundo se cumplirán las nuevas leyes. Muchos subestiman el poder de la educación,pero con ella uno puede crear al hombre que se desee y éste responderá a esas metas.

Las ocupaciones

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En cuanto al desempeño de la gente,la mayoría estará dedicada a desarrollar algún tipo de arte,sea en forma individual o colectiva. Existirá un sinnúmero de lugares dónde exhibir las obras y allí se ejercerá el trueque. Cada artista o grupo de artistas obtendrá aquello que no produce intercambiándolo por lo que elabora; de este modo el grupo de pintores podrá conseguir ceramios,el de músicos realizará funciones a cambio de esculturas y así todos establecerán sus medidas aceptables para obtener aquello que desean. Los que no son artistas como, por ejemplo, los científicos,también realizarán un tipo de trueque dictando para ello conferencias u ofreciendo consultas sobre sus especialidades.

Los serviciosEn cuanto a los servicios fundamentales,la salud estará eficazmente conducida por los mejores quienes establecerán sistemas de revisión constantes para toda la población. Los médicos atenderán tanto a través de medios electrónicos como ambulatoriamente y en centros de salud, que vendrían a ser como los hospitales,con la diferencia que se tratará de grandes áreas naturales con toda la tecnología médica,algo así como un centro de salud ecológico. Tanto la medicina como todas las actividades científicas serán también consideradas un servicio y en su mayor parte estarán realizadas por los mejores. En cuanto a las obras públicas,éstas serán de carácter comunalo sea, que para cada obra en especial se congregará a la gente para que ésta participe en su ejecución. Ello permitirá que todos se sientan identificados con éstas y las valoren y las respeten.

FinalHabría mucho más que decir sobre aquello que se podría hacer en el nuevo mundo, pero no quisiéramos caer en una detallada especulación que puede no ser la más adecuada,desvirtuándose así el mensaje que esque sí es posible vivir mejor,sí es posible cambiar al mundo. Contamos para ello con la tecnología suficiente como para no depender del trabajo físico,pudiendo de este modo dedicarnos a una nueva razón para vivir que probablemente será desarrollar el arte, la belleza. La ciencia será una aliada y solo falta definir el proyecto. Una vez que se haya hecho debemos ponerle todo el empeño para que se haga realidad. Ha sucedido antes y puede suceder una vez más. Tengamos fe.

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GLOSARIO

Presentamos a continuación una lista corta de conceptos a los que queremos darles un significado especial vinculado con el tema central expuesto. Pero ello no agota en lo absoluto la amplitud de sentido que contienen sino que es más bien un intento por encontrarles nuevas connotaciones que propicien un mejor entendimiento y motiven su aceptación. En todo caso, esperamos que por lo menos este esfuerzo sirva de alguna ayuda para quienes descubran en él algo enriquecedor.

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Amor El amor es una característica de la vida que,en los organismos complejos, se manifiesta como relaciones de dependencia entre los individuos. En principio el amor no es un fenómeno exclusivamente humano; muchas de sus manifestaciones las hallamos en diferentes especies y en distintas expresiones y magnitudes. Lo que ocurre en el caso específico del hombre es que esas expresiones están interrelacionadas con la cultura,lo cual complejiza y multiplica sus variables. Esto nos lleva a afirmar que el amor, en el ser humano, toma formas distintas según los tipos de hombres y sociedades que se den,haciendo que una definición única del amor humano sea casi imposible.

Dentro de este relativismo podemos referirnos al amor, en primer término,como una actitud natural de dar sin esperar recibir de quien se da. En su más pura esencia lo hallamos en la relación progenitor-cría. Un padre es capaz hasta de dar la vida por la de su hijo. En segundo término podemos hablar del amor como una aspiración sublime que abarca a la humanidad entera,la cual es un viejo anhelo perseguido desde los inicios del hombre y que se manifiesta constantemente a través de movimientos espirituales e ideológicos. Esta clase de amor es producto de un desarrollo propio del ser humano y de su culturamas no de la naturaleza; trasciende a los impulsos naturales y exige una elaborada preparación de la conciencia,razón que lo convierte en poco accesible a las mayorías.

El amor suele estar vinculado a realizar el bien,por lo que se dice que ésta es su principal finalidad. Pero en el mundo actual la idea del amor se halla más identificada con el tercer término que se refiere a las necesidades y apetitos,errores y perversiones que se dan en la relación entre individuos al interior de cada grupo humano. Este último es el concepto de amor más común y del cual más se habla y se discute.

Armonía Armonía es, en general,todo lo que va de acuerdo a una regla preestablecida. En la sociedad humana consiste en el mayoritario cumplimiento de las leyes y las costumbres sin que nada, o casi nada, las altere. Esto produce como resultado una situación denominada paz. Ahora bien, esas leyes y costumbres pueden ser penosasproduciendo un estado de miedo y de desdicha,por lo que esa armonía terminaría siendo desgraciada,lo cual va en contra del buen sentido del término. Entonces esto nos obliga a enfatizar que esas leyes y costumbres tienen necesariamente que producir en la humanidad un estado de dicha y de placer,sin dejar de mencionar que, para evitar otros males,se debe reprimir al máximo la depredación de la naturaleza.

Tenemos entonces tres aspectos a considerar en lo que respecta a una armonía ideal:

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el medio, las reglas y el resultado. Una sociedad armónica debe conocer y aplicar con sabiduría cada uno de los tres. Tampoco debe olvidarse que todo en la naturaleza es cíclico,nada es estático, por lo tanto la armonía deberá contemplar períodos de desarmonía necesarios para la renovación y permanencia de los valores mencionados; algo parecido a lo que ocurre con respecto al carnaval.

Belleza La belleza es el reflejo o expresión de la idea de armonía que toda sociedad tiene. Esto quiere decir que no es una emoción ni una percepción natural sino más bien una sensación educada,lo cual relativiza el término. Sin embargo, existen en la naturaleza,nuestro principal referente,algunos elementos que se encuentran en la pista de lo que buscamos. La naturaleza gusta de lo sano,le repulsa y abandona la anormalidad y la enfermedad,practica permanentemente la higiene y recicla sus desechos,mantiene una proporción equilibrada de elementos durante un tiempo y luego se desproporciona para revitalizarse. Si una sociedad toma como modelo las pautas que da la naturaleza deberá en lo posible adecuarse a estos lineamientos generales;pero no tiene que apegarse estrictamente a ello puesto que estamos hablando de hombres y no de animales.

De más está decir que el hombre es tal en la medida que no actúa como animal,alterando así las leyes generales dispuestas para todos los seres vivos. Cumplir estrictamente con la naturaleza nos llevaría al extremo de convertirnos en animales, y eso no es posible. El otro extremo sería no acatar ninguna ley natural,lo cual nos acarrearía la destrucción inmediata. Deberemos entonces mantener el equilibrio de lo mejor dentro de lo posible. El ser seres humanos nos ha condenado a portar un pesado fardo llamado cultura; tenemos por eso que desarrollar una habilidad que nos permita llevar esa cultura con el menor esfuerzo y malestar.

Ese reflejo de la armonía de cada sociedad se manifiesta fundamentalmente mediante la actividad que llamamos arte,por eso las obras de arte,mientras más se apegan a la idea de la armonía imperante,son consideradas más bellas. En el nuevo mundo la actividad fundamental será la creación de belleza,la cual reflejará el estado de armonía con la naturalezaya que el hombre no puede dejar de tener una actividadni puede evitar manipular y jugar con algún tipo de elemento. Debido a que casi ya no se trabajaráel hombre tendrá que ocupar todo su tiempo en el embellecimiento de su ambiente

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y de todos los objetos que su cultura produce. Hará de su medio un paisaje,de su casa una escultura,de sus vestidos verdaderas maravillas y lo mismo con sus objetos personales. Producirá belleza con todos los fenómenos que conozca y manipule en la tierra,en el agua y en el espacio.

Bien El bien es todo aquello que tiene por finalidad favorecer a la vida del ser. En el hombre se manifiesta a través del amor,que viene a ser la intención y el acto de hacer el bien sin que necesariamente los beneficiarios sepan quién lo hizo ni por qué. El bien es una expresión propia de la naturaleza que hace que ésta exista y se perpetúe,a diferencia de los que dicen que la vida es soloproducto de la casualidad y el azar. El bien es entonces el origen de la vidapues es lo que impulsa y dirige a la materia a organizarse de la manera cómo la conocemos,aunque esto aún no lo comprendamos.Mientras sea así, los progenitores de todas las especies,sus parientes y allegados,seguirán sosteniéndose y amparándose entre ellos por cuanto les brota el deseo de hacerlo y lo hacen a conciencia.

Decimos conciencia y no instinto porque instinto se asocia a una reacción refleja y el bien no es un acto reflejo puesto que tiene que existir un mínimo de evaluación de la circunstancia a la que se somete un ser. En las aves el reconocer al miembro de un nido es ya un proceso en el que intervienen múltiples factores. Sin embargo, no es el mismo bien al cual el hombre se refiere normalmente puesto que este bien natural carece de su contraparte, el mal. Quiere decir que se trata, en realidad, de una situación normal de la naturaleza el ser como ella es y el actuar como actúa,pero no porque la conduzca necesariamente el bien sino porque es la única forma de hacerlo. Sería entonces, la naturaleza,un estado de bien, pero no de bien sublime o trascendentecomo nosotros lo concebimos.

En el hombre el bien va más allá de las posibilidades que la naturaleza le propone,por lo que decimos que este bien es trascendentey es un fenómeno espiritual. Ese proceso se presenta tan complejo que en muchos casos lleva a la confusión,de ahí que se vean tantas aberraciones. Pero tampoco estas confusiones se pueden denominar equivocadamente el mal, dado que son actos fallidos de hacer el bien.

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En el hombre el bien tanto como el maltienen que presentarse como opción,como acto estrictamente voluntario y consciente.

Por otro lado la capacidad del ser humano de extralimitar el bien puede llevarlo al punto de sublimarlo y convertirlo en objeto de culto,dándole una vivencia personalizada e identificándolo con un dios. Todo ser humano posee por naturaleza el deseo y el conocimiento del bien,pero su propia esencia humana lo anula,altera, degrada o sublima.

Causa Por un lado causa es el derrotero que sigue la materia según un sentido determinadoque suponemos que es hacia el bien. Causa sería lo opuesto al caos, a la individuación,lo cual vendría ser la hipótesis de que la materia puede desarrollarse sin tener consideraciones de ninguna clasepor el simple azar o selección espontánea,cosa que hasta ahora no se ha podido comprobar que así se dé o se haya dado alguna vez. La materia pareciera tener siempre una cierta lógica que hasta el momento desconocemosy por eso le llamamos casualidad.El problema es que realmente no entendemos todavía a la materia y le atribuimos estructuras y propiedades de acuerdo con los diferentes puntos de vista que nos toque asumir,según la época y sociedad en que estemos. El esfuerzo por hallar una causa es de alguna manera un intento por proyectarnos más allá de nuestras posibilidades,allí a donde solo puede llegar la especulación. Todavía tendrá que desarrollarse mucho la ciencia para que podamos lograr algún tipo de comprobación sobre esto.

Por otro lado causa es, en la actividad humana,un objetivo de acción, una explicación y un fin. Sin una causa el ser humano cae en el aburrimiento que lleva a la inacción y de ahí a la atrofia. Debido al conocimiento el hombre ha desarrollado aptitudes que,en la mayoría de los casos ,no pueden desenvolverse solo en función a la satisfacción de sus necesidadessino más bien cuando se activan hacia fines específicos que poco tienen que ver con ellas. Esta satisfacción de las necesidades, en la vida moderna,casi ya no requiere de esfuerzoa no ser que, por el interés de algunos,se les niegue intencionalmente a las mayorías

Ciencia La ciencia es una manera de tratar de conocer a la naturaleza. Consiste en un cúmulo de informaciones organizadas en torno a determinados principios con los cuales se pretende formar un solo cuerpo de conocimientos compatibles,es decir: es un esfuerzo por crear una unidad comprensible permitiendo así la manipulación de la materia por el hombre.

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Para esto se parte de ciertos principios preestablecidos en cuanto a que la materia sí es cognoscible por el hombre y que éste tiene que encontrar el método para lograrlo. Además la materia es única y constante, o sea,no hay múltiples materias que sean diferentes y es dúctil.Por todo ello la ciencia es algo útil.De esta forma hombre y ciencia están irremediablemente unidos.

Sin embargo, el homocentrismo relativiza la factibilidad de lograr el conocimiento absoluto de la materia y alcanzar la verdad puesto que lo que aún está por verse es si el punto de vista humano sobre ella es un sinónimo de conocimiento exacto asunto que lleva a la pregunta de si es que pueda existir realmente dicho conocimiento independientemente del hombre. La ciencia es diferente de lo que se entiende por conocimiento por cuanto éste último es más genérico y abarca, no solo la información científica, sino también todo tipo de datos propios del género humanocomo son los sentimientos, la fantasía y el deleite estético. A su vez la ciencia difiere de la filosofía en la medida en que ésta última dirige su interés fundamental no solo a lo que pasa en el contexto natural físicosino también a lo que ocurre en la conciencia humanay en cómo se desenvuelve y vive en sociedad.

Conocimiento El conocimiento es la percepción que tiene el hombre tanto de los modos de ser de la materia como de él mismo. La materia actúa según los diferentes tipos de estructuras que adopta; para cada caso existe una información sobre su constitución y modo de operar. Esa información se va modificando con el paso del tiempo.Cuando la materia se hace muy compleja,como es en el caso del ser humano,el proceso de adquisición y empleo del conocimiento igualmente resulta muy complejo y múltiple.

Toda información es holística porque va más allá de la elaboración racional; incluye tanto al pensamiento como a la intuición,el deseo, el impulso, el estímulo aleatorio y la determinación genética. El conocimiento sobre el hombre es más difícil por cuanto interviene el elemento cultura,a diferencia del resto de los animales y otras formas conocidas de la materia. El conocimiento no es una actividad que se da solo en el individuo; también es una propiedad de la especie,por eso la sociedad piensa de un modo distinto a como lo hace una persona,por lo que se podría decir que existen dos formas generales de conciencia humana:

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la individual y la colectiva. Una parte de este proceso es el conocimiento científico,que es una manera específica y humana de abordar a la materiapero dentro de ciertos límites preestablecidosa los que se llama método.

El conocimiento sería entonces una característica de la materia que, en el caso del ser humano, adquiere ciertas modalidades producto de su culturala cual actúa como un filtro que relativiza toda comprensión. Quiere decir que el conocimiento no puede dejar de existir en la materiaademás de estar presente en el hombre.

Dios Dios es la trascendencia de la naturaleza. La naturaleza ocupa un espacio y tiene un tiempopero se cree que Dios está más allá de ello,englobando al espacio y al tiempo. Según nuestra razón, tanto en la teoría como en la práctica no puede existir nada que no sea lo existentey esto solo lo es la naturaleza. En cambio Dios se daría en un plano distinto al cual solo se accedería mediante la trascendencia. Salvo el camino hacia ella no habría otro punto de contacto entre Dios y la naturaleza,por lo tanto no se podría demostrar la existencia de Dios mediante los elementos propios de la materia sino mediante los elementos de la trascendenciaque son los llamados espirituales.

El hombre creyente considera verdadera esta idea y piensa además que existe una interrelación particular entre Dios y el hombre. Pero por otro lado también se dice que la naturaleza es una sustancia proveniente de Dios,de manera que todos los seres vivientes serían de sustancia divina. Esa afinidad es la que nos vincularía con Él. Pero como el ser humano es el único que concibe a Diosse produce una especial relación entre ambos. Esta relación trae como consecuencia la humanización de Dios y la divinización del hombre en diferentes niveles e intensidades.

La creencia en un Dios no es permanente ni uniforme,de ahí las distintas maneras que asume la fe y los variados modos de entender a Dios a lo largo de la historia humana. Esta es la causa de las muchas controversias religiosas y de la oscilación del hombre entre la dependencia a los designios divinos y el libre albedrío muy cercano al ateísmo. En la mayoría de los casos se cree que es el mismo hombre quien decide el éxito de la relación con Diossegún conduzca su voluntad y sus actos.

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En cambio, para el no creyente, Dios no es condición necesaria para la vidaplanteando el problema como un mero asunto de conciencia individualaún teniendo que vivir en un ambiente impregnado de liturgia que lo obliga a realizar todos los rituales.

Para el creyente la fe es un asunto de vital importancia,sobre todo cuando atraviesa etapas cruciales en su existencia. Muchas veces la fe suele ser transformada para adaptarla a los nuevos retos de la vida tanto individuales como sociales. La creencia o no en Dios acelera o aminora las ansiedades humanas. Dios siempre tiene que adecuarse a lo humano para que sea viabley solo a esa adaptación es posible acceder,mas no así a la visión total de Dios y, por lo tanto,a su completa comprensión. Ya que el ser humano no puede escapar a su humanidad,salvo con la muerte,y en vista que la muerte no está contemplada como parte o meta dentro de los objetivos humanos sino que es tomada como una negación,por lo cual es rechazada,el campo de acción de Dios se restringe al transcurrir de la existencia orgánica del hombre. Es durante ese existir, no antes ni después,en donde Dios tiene alguna validez, es decir,mientras el hombre tiene conciencia de sí mismo.

Sin una humanidad pensante no habría conciencia y,por lo tanto, no habría Dios tal como el hombre lo puede entender. Dios, entonces, es un concepto en la conciencia humana con el cual se puede o no convivir. Su negación no significaría necesariamente su no existencia; significaría simplemente su ausencia en la conciencia. Es por eso que el problema de Dios es exclusivamente humano y mientras que él se lo plantee. Sin la preocupación humana el asunto de Dios dejaría de tener relevancia. Sin embargo, en la práctica resulta difícil extraer a Dios de la conciencia del hombre puesto que es una noción que ha tenido una fundamental importancia dentro su proceso de evolución. Intentar desprenderse de él, del concepto Dios,puede resultar, para el ser humano,una severa mutilación o una extirpación de la cual la conciencia saldría irremediablemente dañada sin poder entenderse a sí misma.

De esto se deduce que un ateísmo real, verdadero,es una contradicción puesto que el hombre nació,creció y se desarrolló con la idea de un Dios. Si por alguna razón el hombre expulsara a Dios de su conciencia ya no estaríamos ante el mismo ser humano tal como lo conocemos ahora. Tomando en cuenta todo esto,tal parece que el hombre deberá tener presente permanentemente el problema de Dios.

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Casi se podría decir que está condenado a ello. No podrá evitar enfrentarse a esa situación y finalmente tendrá que darle algún tipo de respuesta. En tal caso lo mejor sería orientar los pasos para considerarlo como una de nuestras prioridades a resolver. No darle la importancia debida o tratar el asunto como secundario o colateralasumiéndolo solo como una costumbre,minimizándolo o ignorándolo,puede llevar a la larga a una complicación innecesariade impredecibles consecuencias.

Dolor El dolor es una sensación desagradable y repulsiva que actúa como aviso o límite para el desempeño de la vida. Viene a ser la contraparte del placer y de ambos se puede decir lo mismo: que son vistos como causa o motivación,como consecuencia o resultado,como objetivo o finalidad,como estorbo o como peligro. Mientras que el placer es planteado como anheloel dolor es más común concebirlo como un suceso a rechazar,a eliminar o a impedir que se produzca. Es aquí donde radica la importancia del dolor en la vida humana.

El hombre siempre busca formas de vida que tengan por objetivo minimizar al máximo la presencia del dolor en todas sus variedadestanto físicas como sociales y mentales. En torno al dolor se han construido filosofías y religiones que lo observan desde diferentes ópticas. De alguna manera se juzgan los proyectos humanos de acuerdo a cómo resuelven el problema del dolor y del placer. Por otro lado el conocimiento humano del dolor permite llevarlo por sus ángulos más extremos,posición a donde solo se suele llegar cuando se actúa con la maldadmientras que, por el contrario,la bondad busca alcanzar lo más logrado del placer.

El dolor sigue siendo algo natural y necesario para la vidaal margen de que el hombre desee o no suprimirlo. Su ausencia total significaría un estado de enfermedad o de peligro de muerte para el organismo y, en lo sicológico y social,una demostración de insensibilidad condenada por muchas sociedades. Sea como sea, el dolor,al igual que el placer,es sujeto y objeto de todo tipo de manipulación por parte del hombretanto para ocasionarlo como para impedirlo.

Fe La fe es una forma de conocimiento. El conocimiento no se circunscribe a la adquisición de información y hábitos naturales, sociales y culturales; también requiere de una visión total

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que integre todas las partes en un solo rumbo que oriente a la vida humana. Esto en función a darle sentido a la vidaque no es lo mismo que buscar la verdad pues ambas cosas pueden estar totalmente divorciadas. La fe sintetiza y aclara los aspectos más oscuros que siempre se presentan en la mente en forma de duda. La duda es de por sí un tormento puesto que pone en vilo la seguridad de las ideas que un ser posee sobre sí y sobre el mundo.

De modo que podríamos decir que la fe estructura el conjunto de ideas que un individuo o grupo humano tiene y, al mismo tiempo, da seguridad y proporciona respuestas a los vacíos que paralizan la acción humana. Esta visión uniforme e integradora puede adquirir múltiples expresionessiendo las más comunes las religiones e ideologíasentre las cuales se encuentra la misma cienciapuesto que, para la mayoría, esta última cumple con los requisitos requeridos para ser una fe.

Felicidad La felicidad es un supuesto estado ideal del ser humano en el cual, de manera permanente,no existe la tristeza, el pesar ni cualquier otra sensación desagradable. En verdad, es una realidad inalcanzable por cuanto todo el entorno del hombre,la sociedad y la naturalezatendría que confluir de tal manera que satisfaga el particular modo de cómo un individuo o un grupo concibieran la mejor vida. Para que esto suceda deben coincidir varios factores,entre ellos, el tenerse previamente una concepción clara de lo que es la felicidad; luego, que sea una meta a lograr; después, que todos los pasos apunten hacia ese fin. Asimismo tiene que saberse cuándo se logra; conocerse el tiempo, la intensidad y la proporción adecuadas para evitar la carencia y el exceso; delimitarse su alcance, la cantidad de personas que involucray muchas cosas más.

En verdad, fuera de los llamados ascetas,eremitas, beatos, gurús y filósofosque de manera individual han abordado el temaninguna forma de sociedad se ha propuesto en serio esta tarea,por lo cual la felicidad está más cercana a ser un concepto utópico, aunque con apariencia de conquistable. Lo que sucede es que hay una confusión entre satisfacción y felicidad. La satisfacción sí es obtenible y es común a todos los seres vivospero no necesariamente está vinculada a sensaciones agradables. Se puede estar muy satisfecho después de una sangrienta venganza aplicada a todo un pueblo,cosa muy común entre los soldados,

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reportándoles esto múltiples beneficios y bienestarespero no la felicidad.

Un estado de vida menos lejano a la felicidad sería la dicha,que es un momento de contento en el que participan la mayor cantidad de seres relacionados entre sí,a diferencia del gozoque está más vinculado a la experiencia individual. La dicha es un estado alcanzable y es menos ambiciosa,pero requiere la confabulación de muchos factores,uno de ellos el azar, y es pasajera. En el mundo moderno la felicidad ha sido planteada como un anhelo,como un fin que se puede y debe lograr y que está encuadrada dentro de un tipo de sociedad específica,la liberal, que la promueve y hace de ésta una motivación para la vidapresentándola como una verdad indiscutida. El tiempo y la experiencia se han encargado de demostrar cuáles han sido los resultados de esta propuesta. Por otro lado, en la historia del hombre la felicidad como meta no solo es un concepto nuevo sino queen la práctica, ha sido poco empleado; esto porque, en verdad, al ser humano lo atraen e incentivan más otro tipo de motivaciones como son la vanidad, la ambición,el miedo y el poder.

Hombre Difícil saber qué se es cuando no se es creador sino creatura. Más aún cuando el supuesto creador,sea la naturaleza o, en un grado superior, Dios,mantienen en suspenso la respuesta,es decir, dejan al hombre en la incertidumbre para que él especule. Esto significa que el ser humano no cuenta con la necesaria certeza que su razón le exige para no seguir preguntándoseaunque su necesidad de fe sí puede ser satisfecha. Sin embargo, la fe tiene sus limitaciones: no es absoluta; siempre deja márgenes a la duda,no es universal; existen muchas fey es mutable; el tiempo ejerce una influencia sobre ella.

De momento que es creatura el hombre es un ser dependiente,no es autosuficiente, por lo tanto, no es un dios. El hombre existe a pesar suyo,vive y muere en contra de lo que su voluntad quiere y no tiene otro remedio que aceptar esta realidad,razón por la cual es un ente resignado a ser lo que es. No sabemos de algún otro ser que tenga esta resignación,es decir, que viva con la idea que vive sin saber por qué y a pesar de todo lo acepte hasta las últimas consecuencias. Porque a pesar de su condición incierta y no voluntaria el hombre acata las reglas de juego de la vida. No las cuestiona ni las rechaza; las cumple ciegamente y hasta pide que se respeten. En este sentido, su orgullo no llega a ser tan grande como para no participar de la vida

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aunque no se la hayan explicado antes.

Significa que, a pesar de todo lo que dice sobre sí mismo,de toda la grandeza con que se intitula,el hombre no se niega a ser tratado como objeto producto de otra cosa. Tan luego se da cuenta de que vive quiere entonces seguir viviendo y considera un mal el que le quiten esa vidaque él nunca pidió ni quiso tener. Vemos así que, ante la vida, hecho que desconoce,se comporta como un niño: la quiere porque sí. No sabe si es buena o es mala. Ante ella suspende el juicio; simplemente la quiere.

Partiendo de esta base tan poco o nada sólida no es mucho lo que se puede decir sobre la coherencia del hombre con respecto a sí mismo. Más bien hablaríamos de un ciego que ha emprendido un camino hacia no sabe dóndepalpando con sus manos, con sus pies y con su bastón para de este modo ir descubriendo el mundo. Ese palpar a ciegas, esa manipulación de la materia en la que incluye a su propio ser,es el juego, un juego vehemente que ha devenido en enfermizo. La habilidad para el manejo de la naturaleza,sumada a su ansiedad por el descubrimiento,hizo que el pre-hombre combinara frenéticamente los elementos que tenía a su alcancea diferencia del resto de los animales que siguen viviendo de la misma manera como empezaron sin necesidad de crear artificios para ello. Probablemente después es que el hombre aplicó sus descubrimientos a la producción del arte y utensilios.

Es difícil creer que el pre-hombre haya sido el único ser incapacitado para subsistir con sus medios naturales. Si así fuese tendríamos que concluir que el ser humano es lo que es por defecto,o sea, que nació discapacitado y tuvo que hallar la manera de igualarse con el resto de los animales. Tendríamos que afirmar que creó la cultura solo por necesidad,como el cojo hace su bastón de una rama.

De modo que tiene que haber habido otra razón poderosa que lo haya impulsado a realizar todo lo que ha creado y esa no puede ser la simple necesidadpues ella se satisface con muy poco. El hombre que vemos hoy es ese mismo hombre primigenio,imposibilitado de dejar por un instante el juego puesto que huye del aburrimiento, del no hacer nada. Y con tal de hacer algo es capaz de hasta de matar y de matarse pues de ese modo ocupa su mentey así libera o desvía el estado de angustia que lo agobiadándole un sentido a su vida.

Hombre nuevo

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El hombre nuevo es un buscador que se encuentra en una etapa más madura de su desarrollolo cual le permite asumir su futuro sin necesidad de supeditarse a la divinidad. Él procura satisfacer sus afanes de creación y de bellezapor eso adapta sus necesidades básicas a ello. No pide sino ejecutay su hacer es el fiel reflejo del equilibrio y proporción que la naturaleza guarda consigo misma. Ya no es aquel que dependía, asustadizo,del azar y de las fuerzas incógnitas.

Anhela labrar su futuro pero siguiendo el ejemplo de su creadorquien es al mismo tiempo el mundo y el Universo. No depende de otro que no sea de sí mismo. Asume su vida de acuerdo con su voluntad y la usa para formarse. Comete errores, pero no los del pasado. Anda en pos de su propio destino y desea hallarlo sologracias a su poder de invención, de acción,tal como lo ha venido aprendiendo de los dioses,de Dios, de los grandes maestros, durante miles de años. Sabe que la existencia vale cuando entrega su esfuerzojunto con el de los demás, a una noble meta,a una obra que representa lo más grande que él es capaz de efectuar.

Primero piensa en cuál es la acción más conveniente a poner en práctica y luego medita cómo adecuarse a ello considerando sus potencialidades e inclinaciones. Esto hace que intuya rápidamente los resultados de su empeño puesto que es el prójimo el que le va indicando si está en el buen sendero. Él se pone por encima de toda posesión, de toda bandera,de todo interés personal; entiende la verdadera esencia del amor. Es un disconforme: sufre y se lamenta porque las cosas no son como quisiera que fueran, o sea,superiores, más inteligentes, más justas. Es de esos idealistas que sueñan que algo puede cambiar a pesar de todo. Es fácilmente identificable y está listo para salir del mundo que no le agrada. Es osado, atrevido, porque ha descubierto que nada le impide hacer lo que se ha propuesto: imponerse a sí mismo otra forma de pensar y otra manera de actuar.

Está firme en su convicción y se siente seguro. Comprende que el papel que a él le corresponde es el de ser una criatura para dar. Vive tratando de realizar una forma elevada de existencia. Su tiempo y su esfuerzo lo dedica al arte y al disfrute pleno. Sabe que hay dolor y que es inevitablepero que también la cantidad de placeres es mucho mayorpor eso ve la vida como una sucesión de ellos.

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Sin embargo, es consciente que existen infinitas maneras de entender la vida y que ésta no nos pertenece,por eso acepta que, por más que se quiera,solo se termina realizando lo que realmente podía hacersecon gran esfuerzo o sin él,con enorme habilidad o sin ella. Actúa donde más se lo necesita,entrega lo mejor que tieney acude donde cree que existen posibilidades de contribuir a una buena causa. Distingue con claridad cuándo se hace algo por interés y cuándo porque es ley natural de los hombres hacerlo.

Hombre viejo El hombre viejo solo piensa en satisfacer sus necesidades orgánicas,su vanidad y sus ambiciones, por lo tanto,adecúa su forma de vida a ello. Está congelado y aspira a adaptarse a una vida monótona,triste y llena de sufrimiento. Vive con miedo buscando protección. Está encadenado a la tierra donde nació. Soporta la tristeza porque piensa que lo desconocido puede ser peor que lo malo que él conoce. Encamina la ciencia exclusivamente hacia la producción para alimentar a un mercado. Vive por vivir, sin esperanzas,perdido en la realidad que para él es inmodificable. Cree que primero debe pensar en cómo complacerse a sí mismo antes que en cómo hacerlo con los demás. Acepta ciegamente las cosas como están y piensa que no pueden ser de otra manera.

Se ha convencido que el único camino para vivir es el sufrimiento,la injusticia y la ley del más fuerte. Tiene temor porque está atrapado en las creencias que lo atan al pasado. Está convencido que el mundo es así como él lo vive,independientemente de si él particularmente atraviesa una buena o una mala situación en su vida,de si vive cómodamente o agobiado por sus angustias. No concibe la idea de que las cosas,las ideas y los valores puedan ser diferentes. Desconfía de todo aquello que intenta cambiar la realidad; piensa que eso solo conduce a una desilusión y al fracaso. Por eso su único deseo es hallar consueloya sea en una religión, en una creencia o en algún tipo de fanatismo.

Interés El interés es la proyección que hace el hombre de su entorno necesario más allá de lo naturalmente equilibrado para su vida. Todos los mamíferos establecen espacios,pero el hombre los ha extralimitado intitulándosecomo “rey de la creación” o “amo del Universo”,con lo cual necesariamente choca con los límites de todos los seres vivos que puedan haber en dichos espaciosllevándolo a un inevitable conflicto con todos ellos. La mayoría de las veces las fronteras del hombre

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son establecidas por su imaginación o por sus creencias a las cuales convierte en un derecho. A la satisfacción plena de sus deseos llama justiciade tal modo que cuando la aplica no hace otra cosa que imponer su interés.

Existen dos tipos de intereses que conducen a dos clases de poderes: el interés por lo material,por la posesión y el manejo de objetos concretos; esto otorga el poder sobre los medios naturales de vida; y el interés por lo abstracto,por el acopio de los conocimientos,con lo cual se obtiene la prevalencia en las ideas. Con ambos poderes se logra dirigir las voluntades humanas hacia diversos objetivos.

Lo opuesto al interés es el amor,que no busca el poder sino el beneficio del prójimo. En la voluntad de bien lo que se persigue no es la posesión sino más bien la des-posesión; al no desear tener no se generan interesesy, por lo tanto, no se llega a la manipulación y al crimen.

Justicia La justicia es una relación de convivencia en la que cada quien da según su capacidad. Lo mismo la estrella que el átomo,cada cual actúa según su tamaño y potencialidad. Todos los elementos de la naturaleza rechazan la mezquindad y la acumulación inútil y más bien, al contrario,ejercen la expansión total y completa de sus beneficios. Esto es lo que permite que exista el equilibrioque viene a ser el juego de contrapesos con los que el Universo mantiene su balance. En cambio, la negación de dar es lo que produce el desequilibrio y trae como consecuencia la alteración del orden. Esto es lo que viene a ser la injusticia: cuando no se da lo que se debe dar.

Si alguien en la naturaleza posee mucho debe entregarlo equitativamente y no guardarlo. En el Universo a ninguno debe faltarle lo que le corresponde pues siempre habrá alguien que lo completemanteniéndose así el equilibrio. Un acto de injusticia es un hecho, no de desigualdad,sino de exceso de lo que corresponde. Lo grande siempre debe dar todo de sí para compensar a lo pequeño; de esa forma el tejido se mantiene unido. Los fuertes deben ejecutar el mayor esfuerzo para proteger a los débilestal como lo hacen los padres y los líderes de las manadas. El dar es la virtud del grande y poderoso; el no dar o dar por debajo de su potencialidad es su más grave falta, y por ende, la desgracia del grupo.

El grave desequilibrio de la actual humanidad estriba en eso:

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ha creado un sistema, un orden anómalo con respecto a la armonía natural en donde los que más tienen y más puedenmás reciben y menos dan. Esto produce como consecuencia la tragedia de las mayorías que se ven desamparadas y a merced de todo tipo de abusos por parte de los que deberían ser sus salvadores o protectores.

Esos seres humanos, capaces, inteligentes,fuertes, poderosos y astutos se comportan más bien como padres desnaturalizados y monstruosos que,lejos de entregar la vida por sus hijos,se aprovechan de ellos para explotarlos,hambrearlos y violarlos a su regalado gusto; todo esto bajo el amparo de una noción de justicia,lógicamente la de ellos,que invierte el orden de las cosas pues se establece bajo el criterio de "dar a cada uno lo que se merece",siendo para ellos obvio que el más capaz merece que le den más, o quizá todo,y el peor, que viene a ser el débil,el pequeño, el enfermo, el delicado,el de buen corazón, el niño, el minusválido, la madre,no merece nada.

Han convertido a la vida en una carrera de obstáculos donde solo tienen derecho de participar y ganar los más fuertes. Si esa idea fuera cierta solo las estrellas existirían en el Universo por ser las más grandes y poderosas; el resto merecería ser ignorado o no existir. Así entienden estos hombres viejos la justicia.

En conclusión: lo que es justo lo es porque proviene del dar cada uno todo lo que se puede dar recibiendo lo suficiente que necesitesin ningún excedente. Una sociedad que se organice así alcanzará el equilibrio. En cambio lo injusto se produce en aquella en donde lo grande y lo fuerte crece en desmedro de lo pequeño y lo débilocasionando con esto el desequilibrio y la tribulación.

Libertad La libertad es la facultad de desarrollar las potencialidades. Todo ser, toda entidad activa requiere de una determinada dimensión espacio-temporal dentro de la cual le es posible ejercer su modus vivendi y modus operandi. Es, por lo tanto, la libertadun concepto que intenta definir una cualidad natural que se halla en la naturaleza en pleno y que en el hombre se vuelve compleja por causa de su cultura.

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La libertad en sí es la expresión de lo que toda entidad es. La libertad no es una creación humana ni es privativa del hombre. La libertad es lo que permite que cada elemento sea diferente e independiente de otroaunque necesite estar asociado para existir.

Cada organismo, cada órgano,por muy simple que sea,se expresa libremente al ser lo que es y hacer lo que hace. El Universo en general es un concierto de libertad en la medida en que todos, de lo simple a lo complejo,hacen lo que son y no pueden ser ni hacer otra cosa. Solo cuando se constriñe o se impide que una entidad se desempeñe como tal es cuando podemos decir que se está coartando su libertad,su esencia de sery cuando esto sucede dicha entidad se perturba o se desintegra.

No se debe confundir entonces la interacción de las entidades con el impedimento de su libertadpuesto que el intercambio, la dependencia mutua y la absorción entre sí es una expresión de libertad que no altera las esencias. En realidad, lo que más le preocupa al hombre no es la libertad en sí, en los hechos y en lo abstracto,sino más bien cuál es su significancia en lo social y cómo esto le afecta a su individualidad. Para el ser humano la libertad significa expresarse plenamente como tal,como ser humano.

Y aquí radica el problema puesto que ¿cómo es o debe ser el ser humano en este contexto? Si no podemos resolver esta cuestiónque delimita el patrón o modelo a seguirno nos es posible comparar y juzgar la cercanía o lejanía de cada copia con el supuesto original. Todo lo que hasta la fecha hemos desarrollado en conocimientos no nos permite resolver, con eficiencia y en consenso, esta pregunta,razón por la cual la polémica durará algún tiempo más. Cualquier modo de libertad del que se hable será tan solo una manera de interpretarla,de conducirla o de deformarla. Se han elaborado muchas opciones y aún se pueden diseñar infinitas más; todas no pasan de ser proposiciones sujetas a la aceptación de algún o algunos grupos humanos y por muy diversas razones.

Sería muy provocativo caer en la tentación de decir que la libertad en el hombre es esta o aquellao se expresa de tal o cual forma; pero, en honor a la verdad,no por ello uno deja de ser consciente que podría igualmente ser lo contrario y funcionaría igual. Porque, viéndolo bien,el ser humano se pliega maravillosamente

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a las ideas más descabelladas sobre cómo disponer de su libertadpuesto que lo hace siguiendo otros intereses o valores para lo cual requiere el amoldamiento de lo que hasta ese momento ha pensado que es ella. En pocas palabras, el hombre dispone de su libertad como bien le place y según la circunstancia en que vive; recordemos que nadie es esclavo contra su voluntad.

El hombre puede pasarse siglos viviendo como esclavo con total naturalidad hasta que en un momento decide que le conviene modificar su situaciónpara lo cual necesita cambiar su idea de libertad y "descubrir" que, ser esclavo, ya no es algo bueno sino malo. Pero en esa su nueva idea de libertad existe también un nuevo juego en el que vuelve a adaptar la libertad a las nuevas ideas o, dicho de otra manera,se vuelve a subyugar de distinto modo,con lo cual el proceso se repite. Lógicamente en cada nueva etapa el hombre siempre afirma que se ha liberado,que ha adquirido una libertad mejor y más plena; pero en realidad se trata de otras reglas. Además ¿cómo saber que se es libre sin que exista la opresión o la esclavitud?

Por lo tanto, todo el que aspira a vivir su libertaden la versión que más le acomodenecesitará buscarse algún tipo de autoridad,algo o alguien que le ponga cortapisas o límites; dicho de otro modo,alguna buena razón para luchar por la libertad y poder valorarla y disfrutarla. Por eso todos los grandes imperios han tenido que inventar siempre a sus enemigos para que los pueblos que ellos dominan sientan los beneficios de vivir bajo sus férulas,bajo sus beneficios y "libertades". Y el actual orden de cosas no escapa a ese mismo sino.

Mas, si tuviéramos que ser menos vagos o relativos con nuestros conceptosnos veríamos obligados a lanzar la idea,no exenta de cuestionamientos,de que “ya que el hombre es un ser que no entendemos y nos causa incertidumbrepues entonces la libertad es, en el hombre, la expresión de lo incierto, de lo indeterminado,de lo inmedible e injuzgable; y que el hombre, para ser hombre,necesita de esa indeterminación; y esa indeterminación sería, entonces,la verdadera expresión de su libertad”.

En la medida que el hombre es impreciso,inesperado, insospechado e inseguro, es hombre.

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Por lo tanto, ser libre es poder manifestar todas las condiciones de hombrecon todo lo inexplicable y dudoso que ello implica. En este sentido no podríamos decir que la libertad sea algo bueno o malo,como tampoco deberíamos sobrestimarla puesto que ella es más no-racional de lo que creemos. Endiosarla resulta ser solo otra de las modalidades que el hombre propone para su vida,pero no hay por qué pensar que se trata de algún tipo de logro o de hazaña. Tener más libertad ¿es un absurdo o una anormalidadal igual que un cáncer que,a pesar de significar abundancia,no deja de ser algo mortal?

Aun así el problema de la libertad resultapara la mayoría de los hombres algo demasiado teórico como para preocuparles; a ellos solo les inquieta cuando eso va atado a algún tipo de necesidad o de interés más tangible y entendible. También podríamos decir que la libertad es la facultad que posibilita que el hombre puedao trascenderse a sí mismo o terminar en la ciénaga de la desgracia. Sería así, la libertad, su escalera de ascenso o el tobogán hacia su sepultura. Por último, se puede decir del mismo modo que existen dos clases de libertad: la del dominante,que le permite tener las manos libres para dominar,y la del dominado,que consiste en liberarse precisamente del dominante. Cada cual considera que tienela idea precisa de lo que es la libertad y así viven, luchan y mueren por ello.

Mal Es la voluntad de ocasionar un perjuicio. Esta es una característica exclusiva del hombre por cuanto no la encontramos en ninguna otra manifestación de la naturaleza,lo que significa que puede ser que estemos ante la única creación auténticamente humana pues todos los otros elementos como el lenguaje,los instrumentos, el razonamiento y demás se pueden hallar en forma natural en distintos modos y niveles.

Para que el mal exista tiene que darse primero el interés humano,que viene a ser la extensión de las necesidades y deseos del hombre más allá del entorno natural que mantiene el equilibrio. Debido a esa prolongación desmedida de los intereses humanos es lógico que estos intereses se vean constantemente mellados por cualquier suceso o ser vivo.

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Cuando son otros seres los que atentan contra esos ampliados intereses se genera en el hombre el instinto de defensa. Mas como él posee una conciencia elaboradaese instinto se manifiesta de manera muy compleja. Nace ahí la idea de reaccionar ante el supuesto invasor ocasionándole un dolor y un daño. La medida de este daño tiene relación con lo que el hombre denomina como justicia.

La justicia es el statu quo de sus interesessean estos reales o no. El hecho que los hayan tocado significa que se ha lesionado la justicia. La respuesta entoncesante esa supuesta agresiónestá directamente relacionada con la magnitud de la falta cometida. La voluntad de perjuicio, o sea el mal,será entonces el deseo en el hombre de restituir la justicia reparando el daño causado.

Visto de este modo, podríamos decir que el mal se origina como consecuencia de la ambición del ser humano por abarcar más espacio vital del que realmente le correspondedebido a la necesidad de alimentar su vanidad,de sentirse un ser superior. Este deseo de causar deliberadamente un perjuicio para restituir una interpretación de justicia se hace efectivo mediante la capacidad que posee la conciencia humana para concebir acciones complejas proyectadas hacia el futuro. Los animales tienen muy limitada esta capacidadpor eso sus deseos de respuesta, compensación y daño se restringen a los sucesos que les atañen en lo inmediato,mientras que el ser humano puede cavilar,elaborar y esperar el momento oportuno para ejecutar el daño en la magnitud que él considere conveniente.

Por lo expuesto es que podemos entender por qué el causante de un mal tiene firmes razones para creer que en realidad está aplicando la justicia y no ocasionando el mal. Debe quedar en claro que el mal no consiste en un bien equívocamente realizadopuesto que el mal no se hace por accidente. El mal es esencialmente intencionado y toma la precaución de que el que lo sufra sepa quién se lo ocasionó y por qué con el objeto que quede definido que éste se produce porque se ha violado la justicia. Cuando el mal es pleno y completo produce un gran placer al causante. La mayor parte de los actos humanos, erradamente considerados como malos, solo son aberraciones que se producen por haber deseado hacer el bien; la mayoría cree que es suficiente con tener buenas intenciones,de ahí que cuando las cosas salen mal se atribuyen a la mala voluntad

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y siempre se escucha la lamentación de que lo que se quería era hacer todo lo contrario, o sea, el bien.

El mal no parte de la confusión de creer que se hace el bien pues eso solo lleva a la relatividad del juicio: lo que es bueno para unos puede ser malo para otros y viceversa. El mal tampoco consiste en la violación de las leyes y normas pues muchas veces éstas han sido especialmente creadas por la misma maldady con ellas se fundan sociedades y civilizaciones enteras. Es así que se produce la paradoja de que los violadores de esas leyes resultan ser tildados de malvados cuando en realidad se trata de los verdaderos practicantes del bien.

El mal es un acto libre y voluntario que solo se da en el humano y que requiere de una gran capacidad para realizarlo. Un débil, un pobre, un infeliztienen una mínima posibilidad de ejercerlo pues, en primer lugar,sus fronteras de interés son muy pequeñas o casi no existen,por lo tanto es poco lo que tienen que defender. En segundo lugar, si quisieran hacerlo no lograrían siquiera concebirlo tal como es: un acto profundo, racional y sumamente pensado.

Cuando los pobres, y en generalla mayoría de las personas, se molestansus iracundos deseos de odio y de venganza se agotan en irracionales arrebatos de violencia que muchas veces suelen acabar con ellos mismos,con lo cual el principio de restitución de la justicia que caracteriza al mal no se produce. Estos hombres, los comunes, los pobres,los de escasa y mediana inteligenciason aquellos de los cuales se dice que son los malvados porque caen en la delincuencia o en la inmoralidad; pero en realidad se trata solo de los desheredados de la vida que únicamente actúan presionados por la necesidad y por sus impulsos. El ejercicio del mal es el más difícil de todas las artesy solo está reservado para los hombres y mujeres superiores en todo sentido,con cualidades y capacidades muy por encima de lo normaly no para los infelicescuyo hambre o desesperación los hacen actuar torpe y violentamente.

El inmenso dolor de sociedades enteras,de miles de millones en el mundoes la coronación de aquellos malvados que han actuado para eso:para que la mayoría sufra,incluyendo a otros ricos,mientras que ellos se satisfacen plenamente. La humanidad sabe que aquellos malvados son los que tienen los hilos del poder y nada se puede hacer contra ellos hasta que el bien se imponga,

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algo muy difícil de hacery que raras veces ocurre durante el corto lapsoque dura una vida humana.

Moral La moral es la ley del comportamiento humano conformada por una combinación de impulsos naturales,costumbres y creencias y una planificación racional. Las épocas y las circunstancias van acentuando en el hombre alguno de estos distintos aspectos. Quiere decir que siempre se encuentran todos ellos presentes pero en diferente proporción y modalidad. En sociedades donde la religión cobra una vital importancia las creencias religiosas comandan los valores y definen el comportamiento ideal tanto del individuo como de la sociedad. En cambio, en sociedades donde los resultados materiales tienen prioridad,lo moral es la correcta conducción de los impulsos naturales hacia la obtención de un fin material específico.

No existe sociedad donde todos los hombres estén totalmente de acuerdo acerca de cuál debe ser el aspecto principal sobre el que debe asentarse la moral imperante. Los religiosos pugnarán porque la moral comprenda la interioridad del individuo, su vida privada y su vida pública; los políticos porque ésta produzca una conducta útil al Estado o al gobierno; los conservadores porque mantenga y consolide las tradiciones; los comerciantes porque permita a cada cual satisfacer sus necesidades,instintos e iniciativas dentro de un determinado orden.

Durante un tiempo algunos llegarán a cobrar la suficiente fuerza como para imperar sobre los otrosproduciéndose así las transformaciones sociales. Pero, desde un segundo punto de vista,la moral puede entenderse como una estructura legal particular para cada grupo o estamento que conforma una determinada sociedadde tal modo que podríamos decir que existiría, por ejemplo,una moral para la clase dominante,otra para la intermedia y una para la clase baja,pudiendo darse asimismo un sinnúmero de morales según sea la cantidad de estamentos existentes.

De ser así ya no se debería hablar de la moral sino más bien de las moralespuesto que, lo que para una clase determinada puede ser lo correcto para otra puede ser un grave delito. Y para confirmar esto bastaría solo con que mirásemos a nuestro alrededor y observáramos el comportamiento de cada clase: allí donde una ve un buen uso otra ve un despilfarro;donde una ve arte la otra ve un absurdo;donde una ve buenas maneras otra ve hipocresíay la lista es así interminable.

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Cierto es que las clases dominantes siempre hablarán de delitos y de buenas costumbrespero no necesariamente eso reflejará lo que para ellas,para su mundo interior,sea aplicable y válidosino que más bien indicará cuál es el tipo de comportamiento que consideran conveniente que sigan las clases dominadas para el mantenimiento del orden. Pero esto no quiere decir que esas otras clases renuncien a seguir sus propios criterios morales; esa es la razón por la que, en todos los niveles sociales,se producen escándalos por causa de determinados comportamientos que no necesariamente están penados por la moral oficial,de modo que cuando se dice que algo es “inmoral” solo se estaría dando a conocer a qué clase social se pertenece y cuáles son las costumbres en ella imperantes.

Pasa lo mismo que en una batalla: para el pobre soldado nunca será ético que lo envíen al sacrifico como estrategiamientras que para el general ello es la forma que le podrá dar la victoria a su ejército. Si un jefe tuviera la moral de un subordinado le sería imposible mandar a una parte de la tropa a una muerte segura para vencer en la batalla pues se sentiría culpable, hecho que lo incapacitaría para tomar decisiones cruciales.

Aún así permanece abierto el debate sobre si puede existir una moral humana genérica,sin distinciones ni matices de ningún tipo,de tal manera que se pueda llamar inmoral a todo aquello que perjudique a la vida. Por lo menos esta es la aspiración de todo proyecto que busque la unificación de toda la humanidad bajo un mismo patrón de conductaaunque no pase de ser solo una idea antinatural.

Mundo del interés Mundo del interés se denomina a una forma de vida creada para satisfacer las necesidadesy las desmedidas ambiciones y malas intenciones de unos pocos sobre la mayoría. Es un mundo feroz donde los más astutos,los más tramposos, los más malignosnadan como peces en el agua. Allí la vida es poco soportable y hay demasiada gente que sufre. Ese mundo no ha sido pensado para que todos vivan en paz y armonía; no ha sido corrompido porque nunca fue bueno; no se ha torcido porque nunca fue derecho ni lo será. Carece de fe espiritual y solo piensa en su propio beneficio. Es inmoral porque acepta vivir y convivir con la miseria y se resigna a ello.

Aquí la ciencia es tecnológica y ha sido puesta al servicio de malvados proyectos. Las creencias que imperan en él son las que siguen:

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la vida es laboriosa en vez de fácil,dolorosa en vez de placentera,engorrosa en vez de sencilla,individual en vez de colectiva,utilitaria en vez de bella. Aquí el amor y el bien no son lo más importante,no son la razón de ser sino son más bien engañosos horizontes. Se utiliza el concepto de felicidad como si fuese un objetivo alcanzablesiendo en verdad algo sumamente difícil para cualquiera.Esto con la finalidad de crear la ilusión de que sí es posible llegar a tener una buena vida.

Naturaleza Llamamos naturaleza a la materia en su totalidad,a lo opuesto a la nada,a la realidad en síaunque también se dice que es parte o manifestación de una entidad denominada espíritu. El hombre es consciente que su existencia no surge de él mismo,de su voluntad,por lo que su relación con la naturaleza es la de creatura a creadora. Tratar con ella es el objetivo de la cienciay la vida humana gira en su entorno y en todo lo que con ella se pueda hacer. Es el campo en el cual se desenvuelve la vida y, en especial para nosotros, la vida humana. Lo que pueda ocurrir fuera de ella son solo especulaciones sustentadas por la fe.

Ante la naturaleza el ser humano tiene una mirada y un accionar desde un punto de vista estrictamente humanosupeditado a sus intereses,razón por la cual el juicio que éste realiza sobre aquella siempre resulta parcializadopor más que se busque una neutralidad total. Pero a pesar de ellola naturaleza parece tener cierta lógica con la que nos movemos y vivimoscomo puede ser la necesidad que tiene la vida de encontrar ciertas condiciones básicas.

Nuestros cuerpos necesitan aire, alimento y un espacio mínimo para desarrollarse como tales. Ya que el ser humano sabe que él es producto de la naturalezala negación de esta relación, o sea, ir en contra de ella, produce la muerte; y en vista que el hombre no desea su muerte tiene entonces de algún modo que supeditarse a sus leyes. Pueden la voluntad y la imaginación humanas querer independizarse y existir al margen de la naturalezacosa que de alguna manera lo plantean las religiones;pero ello no se ha comprobado. También se podría decir que si el hombre es así es porque él es un reflejo de lo que verdaderamente es la naturaleza,con lo cual ya no trataríamos con él como si fuera una entidad independiente.

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Dicho de otro modo, naturaleza y hombre serían la misma cosa. Pero no hay consenso en cuanto a saber qué es el hombre ni por qué existe,por lo tanto no se puede decir con certeza de que el ser humano sea un reflejo de la naturaleza.

Necesidad La necesidad es el procedimiento de interacción de la materia. La materia es en sí una sola esencia pero aparece ante nuestros ojos como constituida por numerosas partes. Cada una de ellas existe actuando con respecto a las otras; se atraen o se repelen, se generan o se transforman. De este accionar es de donde surgen las distintas fuerzas que se conocen. No existe partícula aislada; todas están vinculadas a algo y de ello toman sus formas y su razón de actuar. En la vida los estímulos y las reacciones provienen de la interacción entre cada uno de los elementos que conforman la naturaleza. A esta relación la denominamos como dependencia de unos a otros. Mas no se trata de una vinculación de carencia,tal como suele creerse que es la necesidad,sino de complemento.

En realidad, la necesidad son solo transformaciones en las relaciones entre elementos; todo el accionar de la materia es una acción de complementación. Es en el hombre en donde la necesidad está asociada a la idea de carencia como opuesto a satisfacción,situación que dramatiza o polariza dos posiciones que en realidad no son tales. La vida es un constante dar y recibir y no puede ser de otra manera, por lo tanto,fuera de la vida humanaun estado de carencia y otro de satisfacción,como situaciones aisladas, no existen.

Para nosotros la muerte es la ausencia de vidapero en verdad se trata de otro estado de la materia. Nosotros vemos la necesidad como carencia y como dolorcuando en realidad es la manera armónica cómo se manifiesta la naturaleza. En el plano humano la necesidad está asociada con la fatalidadpor eso es un concepto negativo. El hombre, para poder sobrevivir,lucha por satisfacer sus necesidades, o sea,por cubrir sus carencias. Esto es tan imperioso que le puede ocupar toda su existencia. Mas el desarrollo humano ha logrado superar esa etapa básica y la ha reemplazado por la cultura.

Hoy el hombre no vive para satisfacer sus necesidades sino en pos de acceder a las ventajas que da la cultura. Según esto se podría decir que la cultura del hombre está fuera del plano de la necesidad y que actúa bajo sus propios criterios.

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Las mayores luchas y dramas de la existencia humana no tienen el signo de la necesidad sino más bien de la ambición. Las guerras por hambre no existen. El ejercicio del mal, tanto como del amor sublime,son dos fuerzas lo suficientemente poderosas como para movilizar al hombre más que cualesquiera de sus necesidades físicaslas cuales se satisfacen con lo mínimo.

Nuevo mundo El nuevo mundo es una creación del hombre pero hecha para su bien. El objetivo principal del nuevo mundo es la búsqueda de la armoníaque es el equilibrio de la diversidad. Pero como al hombre no le es suficiente vivir en paz con su medio necesita éste estar activo y desahogar sus impulsos jugando. Debido a que en el nuevo mundo el conocimiento de la producción para la satisfacción de sus necesidades habrá sido solucionado plenamente gracias la ciencia,por lo cual el trabajo será una ocupación ínfima,el gran objetivo de su actividad será la elaboración de la belleza en todas sus formas. En este mundo no existirá la división del trabajo sino la división de las artes. Un grupo de hombres mejores,los más dispuestos espiritualmente,se encargarán de mantener activa la maquinaria productiva para distribuir entre la población los elementos necesarios para su sobrevivencia.

La gran mayoría de la humanidad se dedicará a desarrollar algún tipo de arte procurando embellecer al mundo y embellecerse mutuamente. No estará exento de penas y dificultades pues éstas son parte de la misma naturalezaa la cual se tomará como modelo, como maestra,y de quien hay que aprender y seguir su ejemplo;pero esos pesares siempre serán menores con relación a los placeres,los cuales serán abundantes y ayudarán a multiplicar aún más a la población. La humanidad todavía puede incrementarse muchísimo y eso será bueno para ella y para el planeta.

Existirá allí el imperio del bienel cual se inculcará con fuerza de ley; las tendencias al mal serán reprimidas y combatidas impidiendo que se den las condiciones para que se generen. Para los que buscan el mal este mundo será muy poco propicio e ingrato y ellos sufrirán,mas eso no se podrá evitar. Aquellos que posean cualidades y habilidades superiores tendrán más ocupaciones sosteniendo las desventajas de los otros y así lo harán como resultado de una educación dispuesta para tal fin,de modo que lo realizarán como cosa muy natural y no como algo impuesto.

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Los mejores dictarán las normas,aclararán las dudas y resolverán los conflictos. Cada villa, valle o comunidad estará gobernada por un grupo de mejoreselegidos por consenso entre ellos y las mayoríasy solo se escogerán a los que más destaquen por sus cualidades,su amor y entrega al servicio de los demás. En la naturaleza todos los seres vivos,y en especial los gregarios,están plenamente aptos para organizarse con eficiencia,de modo que no es nada extraordinario que el ser humano lo haga también. Realmente el problema no ha sido nunca cómo organizarse sino cómo hacerlo con justicia.

En el nuevo mundo imperará la justicia porque no se le dará más al que más puede ni al que más lo merece sino al revés: el que más puede y el que más lo merece es el que más darápues esa es la forma más equitativa y equilibrada de mantener la armonía; y a eso se le llama amor. Pero no es un amor delicado y débilque invoca a la misericordia: es el amor del fuerte y del poderoso que lo da generosamente y sostiene con ello el peso de lo más duro y difícil. Es entonces un amor de padre hacia sus hijos pequeños que se priva de alimento y pone su cuerpo para hacer que ellos vivan. Lo mismo que hace, y quizá mejor, una madrey todos los que aman verdaderamente. Que este sentimiento existe en toda la naturaleza es innegable y es el que mantiene unidas las sociedades de distintos tipos.

En el nuevo mundo la mayor parte de las actividades conocidas por el hombre seguirán siendo desempeñadas pero supeditadas en función a la belleza y la armonía. Se desecharán las tecnologías que causen perturbaciones al hombre y al medio ambiente y se adaptarán otras más sencillas que harán lo mismo pero sin perjuicios. Las nuevas comunidades se levantarán sobre tierras ideales para ello; las aguas se canalizarán para garantizar su máxima pureza; la energía provendrá del mismo Sol,como siempre ha sido; la naturaleza convivirá con el hombre en todo su entorno y ella será parte del hermoso paisaje a crear. La humanidad se dedicará a la jardinería, la pintura,la artesanía, la arquitectura, la música,la poesía, la danza y, en general,a todo lo que produzca placeres a la gente. Todo mientras la maquinaria de producción,gracias a la ciencia de elaborar alimentos y objetos en serie,se encargará de dotar, dosificadamente, a las distintas sociedades,de aquello que necesiten para mantener su ritmo de vida.

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Ésta será la forma de vida más dichosa que la humanidad pueda conocer hasta que surja otra que, por méritos, la supere.

Placer El placer es la sensación más grata por excelencia. Puede tener una esencia exclusivamente física como el placer sexual, el alimenticio, el sensorial;pero en el humano, por lo general,lo sensorial se encuentra mezclado con lo cultural y sicológico. El placer puede tomarse también como un eje fundamentaltanto en lo social como en lo particulary puede ser su búsqueda o su rechazo un objetivo de vida. Está relacionado con las etapas del desarrollo humano tanto como con la evolución del pensamiento. Mientras más joven se es el placer es más valorado; mientras más se desarrolla la inteligencia se lo considera menos importante o se lo transforma en algo sublime. Se puede decir entonces que el placer es visto como una causa o motivación,como una consecuencia o resultado,como una meta o finalidad,o como estorbo o peligro.

El placer está presente de distintas maneras en los grandes proyectos de la humanidad y suele comparársele con la felicidad o convertírselo en un sinónimo de ellaa pesar de que no tiene carácter de estado permanente sino solo circunstancial. Sin embargo, su proceso de duración es más largo de lo que comúnmente se estima ya que, desde sus preámbulos, puesto que la preparación para el placer es de por sí es placentera,hasta sus últimos rezagos pueden pasar incluso años. Esta es la situación que convierte al placer,aunque casi siempre sin ser mencionado,en el eje conductor de muchas expresiones políticas y filosóficas que tienen un papel crucial en el devenir de la humanidad.

Poder El poder es una relación de dependencia entre dos o más entes. Esta situación no necesariamente implica el dominio total y constante de uno de los elementos sino más bien es una interactuación en donde el concepto de dominio no está claro pues aquel que se somete puede estar forzando al sometedor a hacerlo. Quiere decir que el dominio en sí no viene a ser el factor principal en el poder sino que más bien se trata de un acuerdo de partes para distribuir ese dominio según las circunstanciasdurante un determinado tiempo. Es algo semejante a lo que ocurre entre un grande y un chico,entre un fuerte y un débil,donde cada cual presta un servicio al otro y se distribuyen las funciones.

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En el caso de las grandes sociedadesse eligen allí a los más aptos para dar las órdenes y establecer las leyeslo cual significa que el dominio que de por sí tiene el conjunto se delega voluntariamente a unos pocos quienes se ven forzados a asumir esa función; una vez cumplido el plazo la sociedad les arrebata ese dominio. Lo mismo en el caso de una pareja donde en algunos aspectos el dominio le corresponde al hombre y en otros a la mujer; y nunca está claro quién lo ejerce realmenteaunque es muy común creer que aquél que en apariencia decidees quien tiene el poderignorando que muchas veces éste es obligado a creer que realmente lo tiene.

Esta relación también se da al interior de un mismo individuo en el supuesto que éste posea una conciencia y una materiasiendo ambos elementos diferentes,de ahí que la conciencia puede o no tener dominio sobre las necesidades de su propio cuerpo. Cuando lo tiene se dice que el individuo ejerce poder sobre sí mismo, es decir,que domina sus necesidades e impulsosde tal modo que, si su organismo siente hambre y activa los mecanismos de alimentación,es la conciencia la que decide proceder a comer. Si el dominio sobre su conciencia es mayor puede negarse a elloincluso llegando a ocasionarse la muerte. Mas también se dice que el organismo tiene en su poder a la conciencia cuando éste la domina; entonces el sujeto es casi un autómata que solo responde a los estímulos orgánicos,tal como lo hacen los seres vegetativos. Ambos casos son extremos y sirven como explicación. Sin embargo, lo más común es que el ser humano realice una alternancia de decisiones entre su cuerpo y su conciencia.

Prójimo El prójimo es la percepción que tenemos de los individuos que conforman la humanidadde la cual sustraemos nuestra individualidad. El servir al prójimo, o sea,el servirnos entre nosotros mismos es una acción imprescindible para ser humanos. Se es individuo en la medida en que se forma parte de un todo; fuera del conjunto el individuo pierde sentido,se niega como tal y prácticamente desaparece. Esto significa que servir al prójimo no es una elección ni un acto de misericordia ni de caridad sino una necesidad imperiosa que reafirma el yo.

De este modo la interacción entre humanos deja de tener un carácter electivo y religioso y viene a ser una ley natural.

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Sin embargo, el hecho de amar o no al prójimo es un asunto diferente; se puede ser útil al prójimo pero eso no implica la presencia del amor. Es en este terreno, en el del amor,en donde se mueven la mayoría de las religionesdándole un valor adicional a lo que es una necesidad y un deber.

Razón La razón es la actividad propia de la conciencia en función a lograr el correcto desempeño de un organismo. Aunque al hombre no le consta da por sentado que la razón es un ejercicio exclusivamente humanopero esa es una presunción ya que es obvio que existen muchos seres fisiológicamente muy similares a nosotros y que por ello tienen parecidas condiciones a las nuestras. Por tal motivo no podemos negar que la razón es la actividad de la mayor parte de los seres vivosdesplegada según el medio que les toca vivir. La cuestión es evaluar cuán elevada es nuestra condición de humanos como para afirmar que somos necesariamente lo superiores que suponemos ser. Indudablemente nos enfrentamos a un problema subjetivopuesto que, para nosotroses una imperiosa necesidad saber en qué nos diferenciamos y, sobre todo, en qué medida aparentemente estamos por encima del resto de la naturaleza.

Según nuestro tradicional criterio humanola diferencia estriba en que pensamos que solo el hombre tiene dicha razón,de ahí que hasta ahora manejemos comúnmente la vieja y trillada idea de que el hombre es un animal racional,frase simple y antigua pero lo suficientemente práctica como para usarla con efectividad. Sin embargo, las diferencias superiores son relativaspuesto que en lo físico no existen escalas de valores ya que cada ser está lo suficientemente apto como para afrontar y responder al reto de su existencia con eficiencia.

La razón no es algo demostrable; es un concepto que define una operación orgánica. El hecho que el ser humano haya híper desarrollado su actividad racional a través de la observación, el análisis y la voluntad no lo convierte necesariamente en un ser al margen de la naturaleza. Desnudos seguimos siendo los mismos animalesiguales al resto. En realidad, nuestras necesidades básicas no han cambiado nada: seguimos necesitando comer, respirar,desplazarnos, dormir, reproducirnos y morir. Quiere decir que, en lo básico,somos tan animales como cualquiera.

Pero en cambio, en cuanto al uso de nuestra razón

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es en donde obtenemos la sensación de que somos diferentes,que hemos cambiado, que no somos animales. Y este es un conflicto exclusivamente humano debido a que hasta ahora consideramos que el ser un animal es un sinónimo de humillación, bajeza, retroceso, de no humano. O sea, negando nuestra calidad animal es cómo, de alguna manera, satisfacemos nuestra necesidad de ser seres humanosde auto-afirmarnos. Lo que respalda esta sensación es la capacidad que tenemos de crear objetos empleando nuestra razón por cuanto no nos basta con que digamos que solo por el hecho de ser pensantes ya somos seres superiores. Prueba de ello es que nos cuesta mucho admitir que un ser humano desnudo que vive en una selva sea realmente un ser humano aunque hable, actúe y viva como ser humano. Es que al verlo así, sin determinados objetos específicosno nos es fácil concebir que estamos hablando de un hombre.

Un humano, uno completo, real,tal como lo imaginamos y queremos ver,tiene que estar, según nosotros,acompañado de una batería de cosas que conforman aquello que llamamos cultura. Solo de esa manera, rodeados de tales adminículos,es que podemos decir, complacidos,que estamos frente a un verdadero ser humano. Mas todo parece indicar que,si existe alguna diferencia entre los que llamamos animales y nosotros,lo es de grado, de sobreestimulación de la concienciaque en nuestro caso llega a niveles extremos,mientras que en los demás seres ella se utilizasolo en su justa medida.

Decimos justa medida ya que, fuera de nosotros,el resto de animales no sobrepasa el equilibrio entre el medio y sus posibilidades naturales,salvo que pensemos que los únicos que usan correctamente la razón somos los humanosmientras que todos los animales están incapacitados y subutilizan sus potencialidades, o sea,son infra desarrollados; si fuera así llegaríamos a la conclusión que el único ser que vive correctamente en la naturaleza con respecto a sus dotes es el hombre. Esto resulta demasiado petulante e inexacto como para aceptarlo,pero hay quienes así lo sostienen.

La razón, por lo visto, es un hecho común en la naturaleza y no es exclusivamente humano. El hombre la ha utilizado para desarrollar una compleja red de entes mentales y materiales con los cuales vive y se identifica,por eso se auto define como un ser que usa esta razón. Pero en realidad no es que sea el único que la emplea

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sino que él la ha llevado a tal extremo que también se lo podría definir como un ser obsesivamente racionalporque emplea la razón más allá de los límites de éstay no sabe manejar las consecuencias de ello lo cual, aparentemente, sería una anormalidad,entendiendo lo anormal como el desarrollo de una función orgánica que perturba el común desenvolvimiento del ser.

Por ello resulta un sinsentido que el propio ser humano se autodenomine juez y parte en el juicio de valores de la naturaleza. Como no contamos con algún otro ante quién fundamentar estos argumentos terminamos siempre con el mismo veredicto: que nosotros somos superiores al resto. O sea que mientras esto decimos y escribimos en nuestros libros, nadie nos cuestiona ni nos juzga; nadie se nos acerca y evalúa para ver si realmente estamos o no en lo cierto. Vivimos repitiéndonos un soliloquio donde nos auto-proclamarnos reyes de la creacióno los seres más exitosos elaborados por el azar,irrogándonos el dudoso derecho a dominar el Universo en plenosin tener cómo contrastar y verificar todo esto.

Religión La religión es la manifestación de la conciencia humana que se expresan mediante ritos, usos, costumbres e ideas, implique esto o no una concepción teocrática. Internarnos en la raíces de la religión es ingresar a los orígenes de la conciencia puesto que ambos aspectos vienen a ser uno solo. Religión implica tanto un estado de conciencia individual como colectivo. Supone también la explicación de todas las dudas y la resolución a todas las preguntas.Es un camino a seguir y una hoja de ruta sin la cual el hombre no sería el eterno buscador que es. Todo el mundo humano se resume y se encuentra en la religión,pero igualmente la religión es el compendio de lo que es el ser humano. Ambas son dos caras de una misma moneda.

El hombre nace como ser religioso, por lo tanto su conciencia, su esencia, es netamente religiosa. Nunca ha existido ni existirá un hombre realmente arreligioso; de ser así, no sería un hombre tal como lo conocemos hoy. Porque religión significa estructura, lenguajeproyección, entendimiento, conocimientos y solo,al final de todo, creencia y culto. Miles de años después de haberse formado nuestra concienciay, por lo tanto, el hombre,recién se manifestaron nuestras estructuras internas adoptando la forma de comportamientos sociales, primero,y luego individuales,cosas que denominamos como las religionesque, en un principio, eran rituales de vida. El hombre moderno, que se enorgullece de ser arreligioso,en realidad no es consciente que él es un ser formado por una estructura religiosa.

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Si arrancáramos del hombre ese aspecto estaríamos extrayendo toda la planta desde la raíz,con lo cual esta moriría.

Muchos creen que la vestimentaes producto de la necesidad de protegernos del climasin saber que su origen es netamente religioso,producto de los tabúes, el totemismo, la identificación socialy muchas razones más. Lo mismo las sillas y las mesas que diariamente se usan en la cultura occidentalson antiguos altares religiosos convertidos en tronos a los que, con el paso del tiempo, se le han dado un uso utilitariohabiendo perdido sus orígenes sagrados. En el fondo de todo lo que somos y hacemos subyace la concepción religiosa de la vida con la cual fue que iniciamos el reto de ser seres humanos.

Por eso el nacimiento del hombre como tal establece al mismo tiempo el nacimiento de la religión,identificada únicamente como una estructura ritualal margen de las connotaciones espirituales con las que hoy se caracteriza. Es probable que la idea de Dios haya surgido posteriormente, pero eso aún no lo sabemos.Quiere decir que el problema de Dios, de los dioses,tal vez sea parte del proceso religioso en símas no su origen ni su razón de ser,con lo que lo divino y lo religiosoirían por caminos separados.

Sentimiento El sentimiento es el mecanismo de control de la conciencia mediante el cual un organismo evalúa y expresa el estado de equilibrio de su existencia. El sentimiento es el juez de todo lo que se hace y le indica al yo de cada ser en qué medida sus actos están o no contribuyendo a mantener el punto de equilibrio con el cual toda vida se siente satisfecha consigo misma. Es una especie de termómetro de la satisfacción. Cuando la vida se encuentra por caminos no lógicos o no naturales aparece la señal de alarma que es la disconformidad,el sinsabor o la pena,lo que lleva a intentar redirigir el rumbo hacia un estado de conformidad y de paz. Esta reacción no se halla sujeta ni a la razón ni a la voluntad porque no se puede dejar de sentir ni se puede sentir como se quiere. El sentimiento no es una función propia del ser humano sino de todos los organismos. La razón tiene su propia lógica y fines mas ésta no necesariamente coincide con el sentimientoel cual, según lo expuesto, también posee su propia lógica y fines.

El sentimiento es tan importante que, en la práctica,a pesar que el hombre diga que siempre se inclina por la razón,lo que realmente persigue es llegar a tener un sentimiento grato de la vidano importando si para ello tuviera que contradecir a la misma razón.

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En esto prima el criterio de cuál es el resultado anhelado como consecuencia de nuestros actos,sea la obtención de un premio ultraterreno o el placer de los sentidos en la modernidad. Y suele suceder que más bien es la razón la que se acomoda a esta búsqueda. Tal vez la sensación de miedo a la vida,propia y exclusiva del hombre,se produce cuando éste no sigue los dictados del sentimiento y se empeña en vivir solo de acuerdo con su razón,en el sentido que el hiperdesarrollo de ésta convierte al hombre en un ser no natural pues lo natural es no usar la razón para otra cosa que no sea para mantener en equilibrio el organismo,cosa que nosotros hemos dejado de hacerdesde hace millones de años.

Trascendencia La trascendencia es la evolución hacia un estado superior al de la materialidad. Es posible que el hombre sea una instancia de la materia en camino hacia la trascendencia llevada a cabo por este animal primate. Sin embargo, si lo viéramos de una manera opuesta,podríamos decir también que estaríamos quizá ante una anormalidadya que esto mismo implicaría una negación de la naturaleza,algo tan contradictorio como la visión moderna y científica sobre el milagrocalificado como un hecho que va en contra de las leyes naturales,en pocas palabras, un absurdopues la naturaleza no se puede contradecir a sí misma. Pero nadie puede afirmar realmente ni lo uno ni lo otro,de modo que tanto es posible concebir al humano como una deformación que como de un hecho trascendente.

Los que creen en la trascendencia piensan que la conciencia humana es capaz de concebir al Dios y al Universo;ir más allá de los sentidos y manipular la materia en su totalidadsin ninguna explicación o motivo. Por eso es que el hombre ha trascendido su primitiva realidadaunque todavía le queda mucho camino por delante. Si ha logrado salir del estado de animalidad pura quiere decir que también puede continuar hacia una etapa superior a la que hasta ahora todavía no ha arribado. Puede elevarse aún más sobre sus propios pies y llegar a niveles óptimos que le harían verse a sí mismo como superado.

Es posible ello mientras continúe poniéndose metas. El plan de lograr un ser humano virtuoso no ha terminado; se halla en proceso. Los defectos del momento son pasajeros y superables mientras no se pierda la convicción de encontrarnos en camino hacia la trascendencia,lo cual lleva al hombre a convertirse en un ser más parecido a aquellos que llamamos divinos. Esto no quiere decir que tenga que hacerlo él solo;

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puede que reciba algún tipo de ayuda, como la de un ente extrahumano,sea éste una idea o un ser indeterminado. Pero lo cierto es que se trata de una empresa humana en la que todos sin excepción estamos involucrados.

Para evolucionar hacia esa trascendencia se ha de imaginar primero ese ideal que se quisiera ser,definir el perfil, de modo que luego se pueda transmitirde generación en generacióneste mensaje de fe y esperanza. Así, la gran obra del hombre seguiría siendo él mismo; él en su proceso de elevación hacia un ser que comprenda más de la vida, de su vida; que entienda que el conocimiento, lejos de ser un poder,es el medio para llegar al amor universal,al amor hacia lo existente,al equilibrio y a la armonía del vivir.

La trascendencia no es solamente un concepto que el hombre usa; es él mismo en su devenir,es cómo mira y cómo se mira para conocerse y hacerse un bien. Si la trascendencia sirviera para hacer un mal,para autodestruirnos,no sería posible hablar de una verdadera trascendencia; en ese caso se hablaría de una involución. No podemos decir, con respecto a algunos avances en ciencias,tecnología, administración o en la guerra,que estos son “pasos que nos llevan a la trascendencia” puesto que hasta ahora tienen por objetivo el dominio del hombre por el hombre,la imposición del fuerte sobre el débil,del mejor sobre el no mejor.

Tampoco lo trascendente puede ser el conocimiento por sí solo,puro, en esencia,porque este suele terminar sirviendo solo para subyugar,tal como lo demuestra claramente la modernidad.El conocimiento necesita, además, la bondad. La trascendencia está más relacionada con el ser humano que conoce pero no domina,que da en vez de acumular para sí. La trascendencia es parecida al concepto de Dios: es sabiduría sin maldad. El hombre nunca le ha negado a la bondad el primer puesto en la escala de valores,por lo tanto es en ella donde reside la trascendencia y es ahí a donde se debe llegar.

Utilidad La utilidad es el beneficio que se obtiene de una determinada acción. La utilidad no es espontánea ni es producto del azar; tiene que existir una clara intención y un conocimiento de las causas y consecuencias de los hechos. Significa que la utilidad busca que los resultados sean aquellos que han sido preestablecidos por el ejecutor de la acción,a diferencia del amor

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que actúa por un impulso hacia el biensin que medien cálculos que garanticen los resultados.

Vanidad Vanidad es la desmedida necesidad de autoafirmación. Todos los seres vivos requieren de un espacio y una manifestación de existencia, o sea,tienen que ser reconocidos y valorados por los demás miembros de su especie para poder existir. Un ser invisible e imperceptible estaría condenado a la desatención y, por ende,privado de todo. Es entonces el ser reconocido y aceptado una acción vital. Pero cuando esto rebasa su límite se produce el deseo excesivo de obtener consideración para con uno mismo de parte de los demás miembros del grupo,muy por encima de lo necesario para pertenecer con suficiencia a éste. Sin ser la más mentada ni la más espectacular de las características humanas la vanidad es considerada por muchos como la causa de la mayor parte de nuestras desgracias;el peor de nuestros defectos.

Fuera de los hechos naturales que nos producen dolores y tristezasque rara vez van más allá de lo normalmente soportable,la mayor parte de nuestros males provienen de nosotros mismos,de los actos que nos ocasionamos mutuamente a lo largo de nuestras vidas. Todas estas penas y tragedias,todas las discusiones e injusticias que el hombre comete contra el hombre,si las analizamos bien se producen porque, en la mayoría de los casos,desconocemos cuáles son los límites de lo que realmente nos corresponde,de las medidas exactas que nos permitirían vivir en armonía porque cada uno piensa que hay algo que le toca más a él que a otro.

No obstante es raro que esto ocurra con respecto a lo necesario para la sobrevivencia pues ello se satisface con muy poco; las más de las veces se trata de conflictos en torno a elementos excedentes que sirven fundamentalmente para otorgar prestigio y poder sobre los demás. En pocas palabras, las grandes guerras,disputas y pleitos que el hombre emprende poco tienen que ver en realidad con el pan de cada día. Por lo que realmente el ser humano se mata es por los privilegios, las ventajas,mas no por asegurarse el alimento de él y de sus hijos.

Lo que se busca es ser admirado, querido,venerado y respetado por la mayoría o por todos.Como se dice en la modernidad:

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ser reconocido en lo que se vale. Todos los seres humanos necesitan ser reconocidos en lo que valen. Todos sentimos que somos lo suficientemente importantes como para recibir homenajes y respetos del resto. Pero ¿por qué solo unos cuantos tendrían ese exclusivo derecho? Es en este punto en donde se desata la loca carrera por llegar a ser esos pocos; la competencia por ser los primeros. Y en la barahúnda de la estampida hacia ese objetivo se termina por aplastar a los niños,a los débiles, a los nobles de corazón,a los pacíficos de espíritu, a los sabios,a los enfermos y a cuanto ser no ambicioso conforma la humanidad. Es por eso que se ha dado rienda suelta a la ley del más fuerteque no es la verdadera ley de la selvapor cuanto ésta, en realidad, es noble, justa y equilibrada.Vivimos en una lucha de todos contra todos porque creemos que nos merecemos el reconocimiento de lo que valemos. Vivimos con este abierto apetito que nos devora insaciablemente.

Al ver algunos que no logran el objetivo de ser reconocidos desarrollan en consecuencia sentimientos perversos y malignos como el odio, el rencor, la venganza,la envidia, la maledicencia, la ira,mientras que, por el otro lado,entre los pocos que sí lo logran,lejos de sentirse satisfechos,la ambición por obtener aún más los lleva al desquiciamiento y terminan por organizar grandes guerras con el afán de imponerse e imperar,logrando así que su vanidad se encumbre por encima de la de los vencidos pensando en la envidia de los que los contemplan. Analícense cada uno de los últimos conflictos de la humanidad y veremos que nadie destrozó a nadie por llevar un plato de comida a la mesa de su familia. Lo hicieron porque querían sentirse superiores con respecto a las otras naciones, culturas, razas y religiones.

Los ganadores de hoy, igual que los de ayer,se pasean por el mundo llevando la frente en alto porque gracias a su potencia de destrucciónpueden escuchar el idioma de sus padres en cualquier rincón de la Tierra. Y a donde ellos van los tratan como ciudadanos de primera clase,como a patrones de hacienda. Y cuando les hablan de su nación escuchan de ella solo alabanzas y halagos con lo cual sienten que son un grupo humano superior,y con mayores derechos que ningún otro,a poseer el planeta y los demás astros del firmamento. ¿Importa en esto saber cuántas muertes dolorosas y vidas destrozadas dejó ese afán? No, no importa; es el precio del orgullo por sentirse el mejor. Y luego ellos mismos escriben la historia del mundo y, claro: fácil es mirar hacia atrás y acomodar todos los hechos a nuestro antojo. Porque ¿acaso va a venir alguien del pasado a enmendarles la plana y decirles que eso no fue así sino de otra manera?

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Definitivamente no.

Pero es entre los vencidos de ayer y los desgraciados de hoy,entre la escoria humana que actualmente pulula por las grandes ciudades o deambula por los enajenados campos de cultivo en donde se gesta la nueva generación de hombres con el mismo irrefrenable e insaciable deseo de ser también ellos reconocidos. Hombres que, apenas ven que el gigante de turno empieza a envejecer y a morir,corren presurosos como los chacales al cadáver para devorarlo y colocarse en su lugar,estableciendo así un nuevo ordencon nuevas leyes y nuevos dioses,reiterándose así el legado de esta terrible enfermedad que no para en mientes cuando se trata de expresarse.

Y dicen que de lo que el hombre debe estar orgulloso es de aquello que exalta a los poderosos,que eleva a estos aún más en la pirámide de la gloria,pero no de lo que lo hace trascendente,de su parte noble,de su evolución en el amor,de su sabiduría; eso es considerado como mediocridad,debilidad e ignorancia. También dicen que la verdadera superación se demuestra con hechos y que sus hechos son bastante claros: han creado las mayores armas de destrucción de toda la historialas cuales se van mejorando día tras día,mejorando en el sentido de ser más mortíferas y, sarcásticamente, con mayor calidad.

Por eso realizan la más elaborada manipulación de la naturaleza en función a demostrar su mayor inteligencia y capacidadponiendo, de ese modo, los primeros peldaños para la conquista del Universo pues se da por supuesto que el Universo está deshabitado y que es ley del hombre poblarlo, dominarlo y reinar sobre él. Nadie hasta ahora se ha opuesto a la idea de conquistar al Universo ya que todos los humanos estamos realmente convencidos que él es nuestro y que está esperándonos para que lo explotemos.

Como vemos, es la vanidad el más poderoso motor para las más grandes atrocidades disfrazadas de ventajas para la humanidad. Es contra ella que se enfrenta su mayor rival: el amor, su natural opuesto. Pero por el momento este mal es imperante. Por eso es que el hombre debe seguir su camino hacia la trascendencia,debe seguir soñándose a sí mismono como un conquistador arrasador de pueblos y planetassino como un ser que trata de encontrar su equilibrio con respecto al mundo y así lo pueda entender, para que, finalmente, él se pueda entender a sí mismo.

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Vida Es la materia que tiene la facultad de poseer voluntad. Sin embargo, toda la materia,desde la más simple hasta la más compleja,tiene las mismas características,así que es probable que la vida sea una propiedad intrínseca de la materia no ajena a ella,por lo cual el asunto quedaría reducido a que la vida es un fenómeno que está en la misma materia desde siempre, manifestándose de distintos modos,algunos de los cuales se hallan al alcance de nuestro entendimiento pero otros no.

Voluntad Es la capacidad de todo ser vivo para ejercer su autonomía. Todo ser, por simple que sea,tiene un rango de potencialidad para dirigir las funciones que realiza. Es, por lo tanto, la voluntad, una característica propia de la vida. La voluntad se manifiesta mediante una toma de decisiones motivada por todos los factores internos y externos que,actuando en concordancia,inclinan a un ser a conducir sus actos hacia una determinada acción o comportamiento. Debido a las características propias del ser humano la voluntad en él asume rasgos más complejos ya que entran en juego una combinación de factores adicionales. Esos factores son aquellos producto del conocimientoy cuyas variables tejen una compleja red de nuevas necesidades e impulsos no orgánicos.

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BIBLIOGRAFÍA

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