Hacia una economía política de la cultura en Colombia · I SEMESTRE DE 2002 Hacia una economía...

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125 APUNTES DEL CENES I SEMESTRE DE 2002 Hacia una economía política de la cultura en Colombia WINSTON LICONA CALPE Dr. en Economía, Escuela Superior de Economía de Praga, República Checa, 1994. Actualmente Director de Posgrados de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá. [email protected]

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APUNTES DEL CENESI SEMESTRE DE 2002

Hacia una economíapolítica de la cultura

en Colombia

W I N S T O N L I C O N A C A L P EDr. en Economía, Escuela Superior de Economía de Praga, República Checa, 1994.

Actualmente Director de Posgrados de la Escuela de Ciencias Humanasde la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá.

[email protected]

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R E S U M E N :

El profesor Licona expone una serie de inquietudes y dudas relacionadascon la economía política de la cultura. Para ello retoma elementos yconceptos de las principales corrientes del pensamiento económico.

Considera que desde algunos fundamentos polémicos de la economíapolítica se procede a retomar elementos para reinterpretar criterios,decisiones, acciones y productos del estado y la sociedad civil.

En su artículo plantea que las políticas desarrolladas en el campo culturalpor las diferentes instituciones, responden a diversos intereses económicos,sociales, políticos y culturales.

Palabras clave: cultura económica, economía política, oferta y demandacultural, instituciones, globalización.

A B S T R A C T :

Professor Licona presents some puzzling ideas related to the politic economyof culture. To accomplish that analysis he recalls elements and concepts ofthe mainstreams of the economic thought. He considers that from somecontroversial ideas of the politic economy it is possible to reinterpretcriteria, decisions, actions, and products of the government and the civilsociety. He states that the cultural policies implemented by differentinstitutions are a response to the diverse economic, social, politic, andcultural interests.

K e y w o r d s : economic culture, politic economy, cultural demand andsupply, institutions, globalization.

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Aclaración inicial:

“Las políticas culturales son,en parte importante,

un conjunto de decisionesen el campo de la economía

política de la cultura”.José Joaquín Brunner.

¿Tiene vigencia, o es posible, en es-tos tiempos globales, neoliberales y defragmentos de lo público y por endede lo político, reflexionar desde unade las más viejas teorías económicas–me refiero a la economía política–,sobre lo que acontece con lo culturalen la Colombia posfrentenacionalista?

Puede la economía política recordar-nos lo obvio que solemos olvidar, yes que: la concepción de las políticas

desarrolladas en el sector de la cultu-ra desde distintas esferas, guberna-mentales, privadas o comunitarias tam-bién ha generado bienes, para estecaso simbólicos, con un entramado derelaciones y contradicciones que tie-nen como base diversidad de intere-ses económicos, sociales, políticos yculturales?

Inmersos ya en el siglo XXI, ¿en quéhemos de creer en tiempos y espaciosvirtuales y reales de incertidumbre,turbulencia y complejidad en todas lasesferas económicas, sociales, políticasy culturales? ¿Cómo miramos losacontecimientos culturales que los haya montón, cuando nunca antes la ofer-ta y demanda cultural habían crecidotanto y para tantos? ¿Cómo miramosla cultura y sus políticas en medio detantos muertos, de dolientes de todos

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los bandos, de un millón de desplaza-dos con pasos de angustia y horror,de campos cuyo verde lo están cam-biando por el color de la nada, de ciu-dades duras de rebusque, de gruposde todos los matices, de opulencias,de indiferencias, de gananciasmonopólicas, de globalización, deinternacionalización, de mundia-lización, de descentralización local, deregionalización, de preferencias polí-ticas y electorales no por adhesión oprogramas, sino por conveniencias,impactos publicitarios y encuestas? Enfin... ¿Cómo miramos la actualidadpara prefigurar un país en el que, comodice Jesús Martín Barbero1: “(...) loslazos sociales se recreen, y la ‘tasa deinnovación social’ crezca al menos ala par con la del producto interno bru-to”?

Por lo menos hay que buscar creer,plural, flexiblemente y sin rigidecespara despertar la creatividad y convi-vencia desde la vertiente en que nosencontremos. Las creencias guíannuestros deseos y conforman nuestrasacciones; creer indica establecer unhábito. La duda no deja actuar y nofija hábitos, es un estado de inquietude insatisfacción del cual queremosliberarnos para pasar a un estado decreencia. La duda, nos estimula a in-dagar hasta destruirla. La indagación:lucha que empieza por la duda y ter-mina con ella, porque su objeto es es-tablecer la creencia, no con el autori-tarismo sino con la tenacidad. “Estoes, aprender a pensar desde la incer-

tidumbre antes que desde la certeza”.(Baquero,1997:6).

El presente ensayo se compone de in-quietudes y dudas que he tituladoapuntes, porque están en su fase ini-cial de preguntas e indagación. Y,porque para observar el campo cultu-ral, pueden parecer en desuso, exóti-cos, arcaicos y forzados los concep-tos de cierta visión académica comolo es el de la economía que tiene másde un siglo de existencia.

Desde algunos fundamentos polémicosde la economía política, la intenciónes retomar unos elementos parareinterpretar criterios, decisiones, ac-ciones y productos del Estado y la so-ciedad civil en el sector cultural, por-que “El cambio de época está en nues-tra sensibilidad, pero a la crisis de losmapas ideológicos se agrega unafuerte erosión de los mapas cognitivosque nos deja sin categorías de inter-pretación capaces de captar el rumbode las vertiginosas transformacionesque vivimos”2.

También es necesario tener en cuentalo señalado por Fabio López3, cuan-do afirma que: “(...) en los estudiossobre consumo cultural muchas vecesha faltado una perspectiva más críti-ca sobre el poder y la dominación y larelación del mercado de bienes mate-riales y simbólico con ellos. Tal vez laintención revisionista de los viejosmodelos ideológicos desde los cualesmuchas veces se leyó sesgadamente la

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realidad, aunada al repliegue políti-co de las izquierdas, marxistas y nomarxistas, y del pensamiento crítico engeneral, en una época de crisis de losmodelos sistémicos anticapitalistas yde desconcierto y perplejidad políti-ca, expliquen esas ausencias”.

La cultura como hechopolítico

Los avances en la definición de cultu-ra -aquellos que superaron la visiónclásica de equipararla a las bellas ar-tes y el saber enciclopédico- han idoposibilitando una relación más direc-ta con el campo de la política. Porejemplo, Néstor García Canclini seña-la desde una acepción másantropológica, a la cultura “como elconjunto de procesos donde se elabo-ra la significación de las estructurassociales, se la reproduce y transfor-ma mediante operaciones simbólicas,es posible verla como parte de la so-cialización de las clases y los gruposen la formación de las concepcionespolíticas y en el estilo que la sociedadadopta en diferentes líneas de desa-rrollo.” (García,1987: 25).

La política es dinamismo, acción, or-ganización y conducción. Es la con-creción de unas pautas para objetivosdefinidos. Restrepo G. la define como:“El arte de transformar lo meramenteposible en probable. Por medio de larazón ausculta los fines deseables y losrecursos disponibles. Por medio del

convencimiento engendra los consen-sos necesarios para la realización delos fines propuestos”. (Restrepo,1989: 24). La política comporta unsentido instrumental y en el mundomoderno, pasa de la retórica a la ac-ción.

El sentido puramente instrumental tie-ne sus consecuencias, porque “todaactividad que logra ser instrumen-talizada, que logra definirse como unejercicio técnico, como ha ocurridocon la política, tiende a organizarseella misma sobre bases técnicas y aoperar burocráticamente”. Por ello,la política puede opacar la culturacomo sector de interés desde el mo-mento en que asume una visión ins-trumental del poder. Poder son apa-ratos, instituciones, las armas, el con-trol sobre medios y recursos, las or-ganizaciones. Así, “la política limitasu preocupación a los aspectosinstrumentales de la cultura: propie-dad sobre los medios de comunicación,organización escolar, subsidios parael arte, etc.” (Brunner, 1988: 393).

La cultura desborda ese sentido de loinstrumental, porque tiene que ver máscon las representaciones, colectivas,creencias profundas, estilos cogni-tivos, comunicación de símbolos, jue-go del lenguaje, sedimentación de tra-diciones, etc., y no se reduce a losaspectos más fáciles y de cuantifi-cación; es decir, los movimientos delmercado de bienes culturales o el merocontrol de instituciones.

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El principio básico de la política es lalegitimidad, es el elemento que defineel ejercicio y la acción del poder, tan-to en lo económico como en lo social.Y, podemos agregar que, es la cultu-ra la que le concede sentido a esa legi-timidad. Ahora bien, si la cultura es elamplio espectro de formas y plurali-dades, la política para incidir de algu-na forma en ella, tiene que mirar esasdimensiones. Por ello, ahora se hablade políticas culturales. Pero, el objetode las políticas culturales no es ‘la cul-tura’, porque ésta no es un objetofísico, no es ni siquiera una situación:es una constelación movible de circui-tos culturales que se engarzan unos conotros y que se entreveran, por asídecir, desde dentro, a la sociedad.(Brunner, 1988: 397).

Según Angel Omar Nanzer,4 la acciónpolítica involucra a todo el cuerpo so-cial y se supone que fija las metas co-munitarias persiguiendo el bien co-mún, y esta particular finalidad deconducir al bienestar general demues-tra el carácter colectivo, propio de estetipo de acción humana de la que parti-cipan todos los miembros de la comu-nidad. Para infortunio nuestro, estaacción ha sido delegada y manipula-da, de manera tal que empolló yampolló dos marcadas tendencias delmal: una, la de olvidarnos de ellas, dela tendencia y de la política y, la otra,la de ser convertida en gestión para elnegocio y el usufructo personal, des-virtuándole su sentido natural, el delo colectivo. Hay que entender que la

política no es para que esté en pocasmanos, debe estar en muchas manosy para eso su esencia es pactar, debeconciliarse y encontrar los momentospropicios para ejercerse. Es en la bús-queda de una plenitud humana de lavida social en el que confluyen la éti-ca y la política.

Se supone también que el bien comúnracionalmente hablando, es la meta in-cuestionable de lo político, pero sucontenido escapa vertiginosamente defórmulas rígidas y permanentes, esnecesario apreciarlo en las circunstan-cias históricas que enfrenta cada co-munidad por constituir ésta una no-ción subjetiva.

El sector cultural en todas las épocas,de una u otra manera, ha sido objetode intervención bien desde el Estadoo bien desde sectores de la sociedad,censurando, promoviendo, auspician-do o alentando diversas expresionesculturales, muy a pesar de visionesamplias o estrechas de lo que repre-senta esa intervención. Lo concreto esque el tratamiento del sector culturaha entrado en la realidad política paraconstituir objetivos políticos, que con-figuran anhelos bien sean individua-les, fragmentados o colectivos.(Licona; 1997: 12).

Recordando el sentido de laeconomía política

Partamos por resumir con una defini-ción ortodoxa y de diccionario que:

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la economía política es la “ciencia quetrata del desarrollo de las relacionessociales de producción. Estudia lasleyes económicas que rigen la produc-ción, la distribución, el cambio y elconsumo de los bienes materiales enla sociedad humana, en los diversosestadios de su desarrollo. La econo-mía política es una ciencia histórica.Revela las condiciones y causas delorigen, evolución y cambio de unasformas sociales de producción porotras, más progresivas. La economíapolítica roza los intereses económicosy políticos fundamentales de los hom-bres, de las diversas clases de lasociedad.(...) Como quiera que lasrelaciones de producción son relacio-nes entre los hombres y se forman enel proceso de producción de los bie-nes materiales, la economía políticaestudia y desentraña las leyes que pre-siden el desarrollo de tales relacionesen estrecha conexión y acción recí-proca con las fuerzas que, en unidadcon las relaciones de producción,constituyen el modo de producción deuna determinada formación económi-co-social” (Borísov, 1966: 71)5.

En la anterior definición encontramosuna serie de elementos que a manerade claves, nos permiten recordar queel sentido de la economía políticaes contribuir a desentrañar:

l Que el desarrollo de las relacionessociales de producción, no son otracosa que relaciones entre los hombres,es decir, la forma como los humanos

se organizan para producir comocuerpo social en un espacio y tiempohistóricamente determinados. Hecholiquidado del lenguaje globalizante dela economía actual, en donde las rela-ciones entre las personas son asumi-das como relaciones individualizadaso institucionales entre cosas, mediblesy cuantificables en el crecimientoeconómico, la competitividad, larentabilidad, los costos, el mercado oel volumen de consumo.

l Que las leyes económicas que rigenla producción, la distribución, elcambio y el consumo expresan rasgosdistintivos y nexos de la acción humanade cada época en su descubrimiento,utilización y usufructo. Por lo tanto, sonmutantes social y colectivamente.

l Que señala pistas como la filosofía,la sociología, la antropología, lahistoria, sobre las condiciones, cau-sas de origen, evolución y cambiossociales, porque la economía comociencia social no describe sino queprescribe, es decir, su esencia está endevelar lo que acontece y sugerirtambién transformaciones6.

l Que roza intereses económicos ypolíticos de grupos, sectores o clases.Aspectos que tienen que ver directa-mente con el poder y la dominación.

Si en su momento en los años 70–inicio del posfrentenacionalismo enColombia–, a muchos de los que pa-samos por la academia de las ciencias

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económicas, nos definieron la econo-mía como la ciencia social que estudiay organiza la distribución racional delos recursos escasos y, la política comola búsqueda y accionar hacia lo colec-tivo. Lo que se infiere de la realidades un empecinamiento en la defensade modelos que a pesar de deteriorary usufructuar lo escaso, sigue el sue-ño de lo excluyente que se apoya ensus propias cifras y hace lecturas delas mismas desde su particular orilla.Incluso a veces acepta la controver-sia. La clave está en los resultados depuntos de vista que han tenido la posi-bilidad o el turno de poner en eviden-cia lo que quieren hacer para “mejo-rar la sociedad” o para “fortalecer susintereses”7.

Dos elementos han hecho nefasta ca-rrera en el sentido de la economíacomo disciplina: por un lado la mar-cada presencia de intereses egoístas ensus análisis8 y por otro, la persistentetendencia a considerar las consecuen-cias inmediatas de una política o susefectos en un grupo en particular, sinindagar cuáles producirá a largo pla-zo no sólo sobre el sector aludido, sinosobre toda la comunidad. Se pierde devista que:“el arte de la economía con-siste en considerar los efectos más re-motos de cualquier acto o política yno meramente sus consecuencias in-mediatas ; en calcular las repercusio-nes de tal política no sobre un grupo,sino sobre todos los sectores”.(Hazlitt; 1996: 13).

Si la economía como cienciainterdisciplinaria y social se ha ocu-pado de los grandes temas que atañenal desarrollo, a la pervivencia y de-rrumbe de los sistemas como ejes dela existencia material y espiritual delos humanos9 , ¿cómo no incorporó omarginó de su lenguaje lo culturalcomo una variable o hecho fundamen-tal que da cuerpo a cada sistema obje-to de estudio y aplicación?

Según Lluís Bonet10, las reflexiones dela ciencia económica aplicadas al cam-po de la cultura son muy recientes. Laprimera aportación, con un impactoimportante en medios académicos yprofesionales, aparece bien entrada ladécada de los sesenta, y la primeraconferencia realizada sobre el tema sehizo en 1978. La explicación essencilla: los fenómenos culturales nocomenzaron a tener importantesimplicaciones económicas hasta lageneralización de la sociedad del bien-estar, con la consolidación de lasindustrias culturales y el consumo cadavez más masivo de productos y servi-cios culturales. Además, tradicional-mente la cultura ha sido entendida amenudo como un sinónimo de lasartes en su connotación más suntuosay minoritaria, alejada, por tanto, delos factores que generan la produccióny la riqueza de las naciones.

Para los pensadores de la escuela clá-sica eso estaba muy claro. Adam Smithseñalaba: “En algunas de las clasesmás respetables de la sociedad civil,

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es el trabajo como el de los domésti-cos, estéril o no productivo de valoralguno, esto es, ni se fija, ni se realizaen una materia permanente o en mer-cadería vendible que dure algún tiem-po después de concluido el trabajo,sin que tampoco dé origen a valor conque poder granjear igual cantidad deotro trabajo ajeno(...) los jurisconsul-tos, los médicos, los literatos de todaespecie, clase muy importante y muyhonrada; y los bufones, jugueteros,músicos, operistas, bailarines, come-diantes, etc., que son de una ínfimajerarquía. El trabajo de todos ellos tie-ne su exacto valor (...) nada produceque sea capaz, por su valor real y per-manente, de comprar o adquirir igualcantidad de otro trabajo, porque pe-rece en el momento mismo de su pro-ducción, como la declamación de unactor, la arenga de un orador o el tonode un cantante”. (Smith, 1997: 66).

Marx y más adelante tambiénMarshall, van más allá, ya que utili-zan situaciones provenientes del artey la cultura como ejemplos limitadoso contra-ejemplos de sus argumenta-ciones. El primero, en su réplica a ladistinción de Adam Smith entre traba-jo productivo e improductivo cita,entre los ejemplos: “un escritor es untrabajador productivo, no en la medi-da que produce ideas, sino en la me-dia que enriquece al editor que explo-ta la editorial que publica sus escri-tos, o en la medida que es trabajadorasalariado de un capitalista”.Marshall en los Principios de Econo-

mía, utiliza como un ejemplo la músi-ca cuando se refiere a la condiciónimplícita de la Ley de Gossen, “noconstituye, por tanto, una excepcióna la ley el hecho que el hombre queescucha con frecuencia interpretarbuena música va a argumentar su afi-ción a ella”. Ya que los tiempos pue-den alterar los gustos de las personasy hacer que la utilidad marginal nosiga decreciendo.

Es sorprendente la poca atención deKeynes por analizar el sector, tenien-do una fuerte relación con el mundocultural –afirma Bonet–. Fue entreotras cosas gestor de una compañía deballet y director del Consejo de Fo-mento de la Música y las Artes. (Bonet,1988: 27).

Las visiones del mundo económico sevolvieron estudios y aplicaciones ge-néricas y de preferencias del consu-midor, es decir, la economía llamadapositivista o marginalista, se centró enla neutralidad de la economía políti-ca, en la utilidad, el máximo de bien-estar (utilidad y bienestar de quién),en la satisfacción de las necesidadescomo deseos puramente individua-lizados. O sea que confunde con suracionalidad que la necesidad no es nipuede ser un símbolo de privilegio nocompartido. Cuando el principio hu-mano como lo reflexionó Hegel, ha-cía referencia al sentido de la “cadenade necesariedad”, es decir, yo nece-sito lo que tu tienes y tú requieres delo que yo tengo y produzco.

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“La mayoría de la gente considera quela economía es una materia terrible-mente complicada. (...) Todos busca-mos, comprensiblemente, algo que nosdé una imagen viva; y por lo tanto,normalmente volvemos a las historiasde los negocios individuales que hantenido éxito o han fracasado.

Desafortunadamente, tales historiasllevan a menudo a conclusionesengañosas. (...) No importa quéempresas estudiemos, de hecho noimporta cuántas empresas estudiemos,no tendremos una imagen completa:porque la economía es más que lasuma de las partes. Para comprendercómo está cambiando la economía,necesitamos entender cómo losproductores y consumidores seinfluyen mutuamente, lo cual nopuede ser transmitido por ningúnrelato de acumulación o guerracompetitiva.

Y, finalmente, la economía en suglobalidad es simplemente demasiadogrande, demasiado lejana a la expe-riencia ordinaria para poder asirla.¿Hay alguna parte concreta de la eco-nomía que verdaderamente nos ayu-de a entender la totalidad?”(Krugman, 1997: 147).

Lo abstracto de la moderna economíaes la forma en que aparece desconec-tada del mundo físico. Extrañamentela economía de la ciudad parece sepa-rada de cualquier sentido de lugar.(Krugman, 1997: 151).

Sin lugar a dudas y muchas veces porencima de nuestra percepción cotidia-na, interviene lo cultural y lo políticopara dar sentido a lo económico, aldiscurso, al accionar y a unos valoresque establecen formas de relación ypertenencia en integración, conviven-cia o desunión, privilegio o margina-lidad. Hemos de tener claro que loeconómico o lo político no se legiti-man por sí mismos. Es la cultura laque legitima y organiza.

La economía política, dicho sea, que esmás vieja que la economía clásica,porque data desde 1616, no es unproblema de ideología como se suelepresentar para relacionarla, porejemplo con el pensamiento marxista11.La economía política es más “unadistinción en el método dentro decualquier enfoque de la economía”.(Katouzian,1982: 221). En síntesis, laeconomía política:

1. Se refiere a la comprensión y solu-ción de problemas económicos impor-tantes, desechando enigmas insignifi-cantes. Es decir, establecer dónde estálo básico de cada época con todas suscontradicciones.

2. Busca y reconoce la importancia decategorías e interdisciplinariedad conotras ciencias sociales.

3. Admite el uso de técnicas (incluyen-do las matemáticas) para observarcualquier problema de su ámbito, peroque no sean esas técnicas las que

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dominen o determinen la elección yanálisis del problema. El punto está enla priorización y definición de cuál esel problema primario para determinarla elección.

4. Entraña un fondo histórico y co-nexo de las ideas y los acontecimien-tos relevantes que permiten un mejorconocimiento autocrítico de estos,para estudiar ejemplos de divergenciaentre teoría, experiencia, prediccióny hechos. Posibilita ese conocimientohistórico poner de manifiesto loscondicionamientos y entremezclas delo individual y lo colectivo, para unamayor configuración de los cambiossociales y económicos. Esta caracte-rística es quizás la que ha llevado aidentificar la ‘economía política’ conla economía clásica. (Katouzian,1982: 221).

Hacia una economía políticade la cultura

Tomemos como una referencia la con-sideración de Marx12 que la economíapolítica no son los avances tecnológi-cos de la sociedad, sino las formasparticulares y condiciones que tomala producción en un estadio histórico-social con sus formas particularesentroncadas en un todo o en un siste-ma que guarda encadenamientoslógicos en sus partes integrantes,como por ejemplo la producción, ladistribución, el cambio, el consumo ylas instituciones que generan y que

presentan caracteres comunes paracada época.

Toda producción es una apropiaciónque hace el individuo en el seno y porintermedio de una sociedad determi-nada. Para el análisis interesa retomarla afirmación que “en el consumo losproductos se convierten en objetos dedisfrute, de apropiación individual”.(Marx, 1975: 22).

Los elementos que intervienen en elmovimiento social del producto son:la producción, distribución, cambio yconsumo. La producción es el puntode partida, el consumo la fase termi-nal. Sin producción no hay consumoy viceversa. “La distribución está de-terminada como momento que partede la sociedad, y el cambio, comomomento que parte de los individuos.En la producción la persona seobjetiviza, en el consumo la cosa sesubjetiviza”. (Marx, 1975: 23). Lapersona se objetiviza en la produc-ción, en tanto es en ella en dondequeda determinada por leyes incorpo-radas que están por encima de suvoluntad como individuo para conju-garse socialmente, pero es en elconsumo donde los productos serealizan, adquieren sentido y valor alser usados individual y colectiva-mente.

Para el disfrute de los objetos, su apro-piación individual y la objetivación dela persona; ¿no es acaso lo cultural elhecho que les da sentido a esos proce-

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sos que por vía de lo simbólico y losignificativo proporciona el elementointerpretativo, comprensivo y deacción del y en el sistema? Siendo laproducción un término universalista yla distribución, el cambio y el consu-mo, elementos particulares queconforman un todo, lo público y loprivado. También hemos de incluir lopolítico como lo inductor, comointervención deliberada para producirresultados esperados en el sentido delo económico, lo social y lo cultural.

No es una herejía, pensar que el con-sumo cultural hace referencia a losprocesos simbólicos y de significacio-nes que escapan a la simple racionali-dad de la producción por los diversosniveles interpretativos, de apropia-ción, diferenciación, confrontación yde valoración en cuanto uso y cambioque hacen de los productos las diver-sas y actuales formaciones socio-cul-turales cuando asimilan, destruyen,crean, imitan o recrean cotidianamentesu vivencia material y espiritual.García Canclini define el consumo así:“el consumo es el conjunto de proce-sos socioculturales en que se realizanla apropiación y los usos de los pro-ductos”. (García: 1995,42). Este mis-mo autor citando a Manuel Castellsseñala que: “El consumo, es un sitiodonde los conflictos entre clases, ori-ginados por la desigual participaciónen la estructura productiva, se conti-núan a propósito de la distribución yapropiación de los bienes”13.

Conduce a errores el considerar elconsumo de las sociedades como unfenómeno de pura realización indivi-dual, porque el hombre es un zoonpoliticon, es decir, no sólo es un ani-mal social, sino que sólo puedeindividualizarse en la sociedad. Escomo el lenguaje, cuyo desarrollo,sólo puede concebirse entre dos per-sonas que vivan juntas y hablen entresí, lo contrario sería una lógica absur-da. (Marx, 1975: 12).

Las llamadas teorías clásicas al haberdesentrañado las categorías de la mer-cancía como valor de uso y valor decambio, hoy con la incorporación tam-bién de un valor emotivo en lo cultu-ral, permiten afirmar que la obtenciónde un capital simbólico condiciona elacceso a un capital económico. Inquie-tante apreciación para analizar nuevastendencias simbólicas y de significa-ción. “Los sistemas simbólicos,afirma Bourdieu, son productos socia-les que producen el mundo, no secontentan con reflejar las relacionessociales sino que también contribuyena construirlas. Por tanto se debe ad-mitir forzosamente que es posibledentro de ciertos límites transformarel mundo transformando sus represen-taciones”14.

Hace ya muchos días que el lenguajeeconómico se mezcla con la cultura ytodos los días lo hace de manerapráctica, eso lo sabemos, pero comoobjeto académico vamos rezagados delos acontecimientos. Los enfoques

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económicos han estado lejos dereflexión, a pesar que lo maravillosoy macabro de la realidad cultural ysocial discurre entre aciertos o medio-cridades de creación. Lo económicoy la política se han ocupado de lasrentabilidades y disputas particulareso privilegios de la gestión y no de loscostos sociales y culturales que impli-ca embaucarse en modelos de desa-rrollo excluyentes. Es como generarobligaciones por caminos que muchasveces uno como sujeto no quiere tran-sitar, pero que, por estar incorporadoa un sistema no le queda otra opciónque plegarse o ir tras nuevas búsque-das que tejan o intenten una conviven-cia más humana e integral.

La experimentación de modeloseconómicos y políticos unidimen-sionales, ha fragmentado y generadodistancias abismales en lo material yespiritual, en donde lo marginal y lavida misma están sujetos a altosriesgos–, no solo por el entorno yespacio donde habitan, sino por serconsiderados en su condición econó-mica, política, social y cultural comoun hecho natural e inmutable en sureproducción.

Es una ironía que el desarrollo nosvaya quitando la sencillez, si en lasencillez está lo profundo, nos vamosvolviendo simples y lo simple raya enla estupidez y la facilidad, entoncesnos sumergimos en los mundos delplástico y las apariencias producto decódigos esparcidos como símbolos

que rigen nuestro andar. Nos resisti-mos a aceptar que somos sistémicos ymás que eso, humanos. Entonces nosenredamos plácidamente o neurótica-mente para acomodarnos a un mode-lo de vida que a la larga terminamosenriqueciendo con infortunios ydesgastes que muchas veces no tienensentido, o si lo tienen quedan encerra-dos en círculos de inmediatismo, quesin descalificarlos, reducen los sueñosy el poder liberador de la imaginación,como dice el director de cine búlgaroLiudmil Staikov.

Apoyarse en la economía política, esintentar reflexiones para avivaropiniones en el campo de las visionesy decisiones que como política cultu-ral se han tomado desde la economíapública, privada o comunitaria. Esbuscar indagar desde una ópticadistinta a los análisis positivistas omarginalistas que sentaron las basesteóricas para reducir las sociedades,con su aplicación cuántica, en suma-toria de individuos que consumen oengullen productos materiales y espi-rituales, más con el afán de satisfac-ción de deseos impuestos y reguladosque resolución de necesidades insatis-fechas. Un hecho cultural importan-te, fuera de los reconocibles logros dela hoy llamada economía de mercado,es que la satisfacción de los deseos hasuplantado las necesidades, –comodice Daniel Bell–. Además que ha sidodesarrollada con creces la condiciónde consumidores con la paradoja deun precario adelanto de la categoríade ciudadanos.

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Bajemos un poco el acelere para mi-rarnos y recordarnos, parodiando aBorges, que: los únicos inmortales sonlos animales y todo porque no lo sa-ben y nosotros que si lo sabemos, pen-samos a veces al estilo de las máqui-nas, en ‘pajaritos preñados’. Hay quebuscar la belleza en nuestro propiorostro y la manera de hacerlo es des-cubriendo que somos capaces tambiénde crearla.

Lo que podemos mirar entoncesdesde la economía política de la cultu-ra, son los enunciados para la tomade decisiones y de intervención comoacción económica, social, política ycultural, en la destrucción, creación ydesarrollo de productos materiales yespirituales que para este caso enColombia, luego del Frente Nacionalhan contribuido a la diversificación delas relaciones culturales y que puedendar algunas pautas para futuros traba-jos de investigación y toma de posi-ciones más integrales y sin mono-litismos hirsutos.

Resumen de posibles clavespara aplicar una economíapolítica de la cultura

La inquietud que ha motivado este tra-bajo es la afirmación de José JoaquínBrunner que dice: “Las políticas cul-turales son, en parte importante, unconjunto de decisiones en el campo dela economía política de la cultura”.(Brunner, 1988: 279). ¿Qué es lo quepretende afirmar? Hace esta alusión a

la toma de decisiones –que implicala ‘determinación de pautas definanciamiento para las actividadesculturales’– como políticas culturalesvariadas que producen efectos (porejemplo: la existencia o no de subsi-dios públicos o privados para las acti-vidades artísticas, deben ser o no gra-tis los accesos a los museos, debe te-ner impuesto o no la recepcióntelevisiva, etc.).

Así como la economía política hacereferencia a un método de análisis delas relaciones de producción, consu-mo, distribución, cambio y circulaciónde bienes materiales en una realidadsocio-económica dada. El introducirla economía política de la culturacomo un terreno mucho más amplioque los problemas financieros, haceposible la reflexión del sector culturalen los siguientes roles: creación,producción, distribución, circulacióny consumo de bienes simbólicos yservicios culturales; fases integrantesy relacionales en cada uno de loscircuitos culturales que componen lasociedad.

Pero ¿qué es un circuito cultural? Estoda la cadena de elementos que dancuerpo a la producción, transmisión,distribución y recepción de bienessimbólicos, para construir el mundode sentidos y significaciones cultura-les. Brunner considera que: Desde elpunto de vista de las políticas, o sea,del interés por pensar y hacer políti-cas culturales, todo circuito tiene lossiguientes componentes:

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l Los agentes: a) Productores profe-sionales (personas o grupos con acti-vidad regular en danza, teatro, escri-tura, cine, pintura, etc.), b) Empresaprivada, c) Agencia pública, d) Aso-ciación voluntaria o de aficionados.

l Los medios de producción:

i) Su base tecnológica;ii) La propiedad de medios;iii) La organización de agente/medio.

l Los canales de comunicación:i) Su condicionamiento tecnológico;ii) El acceso de los agentes;iii) El acceso de los públicos al res-pectivo canal.

l Los públicos

l Las instancias institucionales deorganización. Son los mecanismos deorganización social de actividades. Esdecir, el espacio a incidir mediantepolíticas culturales, tales como:

a) El mercado, definido por sobera-nía del consumidor y/o vendedor.

b) La administración pública.

c) La comunidad, o sea, movimientossociales, grupos políticos, religiosos,etc., ejercen un control a través denormas grupales, valores, tradiciones,etc. Es importante destacar que losagentes culturales son participantesdirectos en producción y transmisiónde bienes culturales. Artistas, progra-

madoras TV, grupos musicales, etc.,formulan políticas culturales, en tantono solo ofrecen productos simbólicos,sino que influyen en la orientación delcircuito, aunque también son objeto depolíticas. (Brunner, 1988:365).

Hacia una economía políticade la cultura en la Colombiaposfrentenacionalista

Desarrollar un análisis desde la eco-nomía política de la cultura en Colom-bia es uno de los ejercicios académi-cos pendientes, pues aún no se ha teji-do un discurso al respecto. Revisar lasconcepciones, decisiones, relacionesy productos en el campo cultural y quesea capaz de recoger lo estatal, lo pri-vado y lo comunitario, es de las ta-reas a emprender. Veamos unos pri-meros apuntes de lo estatal:

Desde lo estatal, una de las caracterís-ticas en nuestro país ha sido el diseñode programas de gobierno, definidosen los planes de desarrollo como ac-tuaciones del Estado que reflejan lacarencia de ser eso: ‘políticas de Es-tado’, porque han sido ajustados mása los propósitos e intereses de las cas-tas y de los dos partidos (liberal y con-servador) que tradicionalmente hanusufructuado y capturado los destinosde Colombia.

La intervención en el sector cultural,por lo menos hasta la década de los80, no dejó de estar basada en formu-

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la-ciones genéricas, funcionalistas yreproductoras de la concepción elitistay patrimonialista de la cultura, que asu vez reflejaban la confusión yconcepción unilateral del desarrollo,al equivalerlo al de crecimientoeconómico. En donde las inversionesfueron selectivas y dirigidas haciaalgunos sectores productivos o socia-les en detrimento de otros, entre ellosel cultural, considerado a la maneraclásica como un sector de las bellasartes y las letras y de consumo impro-ductivo.

Un resumen de las formulaciones enlos planes de desarrollo para el sectorcultural se puede plantear así:

En ‘Las Cuatro Estrategias’ (1970-1974) –plan de desarrollo del conser-vador Misael Pastrana Borrero–, pri-mer gobierno posfrentenacionalista, seconfirma claramente lo anotado, cuan-do apenas dedica tres renglones alsector cultural dentro de las funcionesinstitucionales y administrativas dedescentralización que dicen:

“Consejo Nacional de Cultura eInstituto Colombiano de Cultura(COLCULTURA) para el fomento delas artes y de las letras, el cultivo delfolclor nacional, el estímulo de biblio-tecas, museos y centros culturales yla divulgación de la culturanacional”15.

El plan ‘Para Cerrar la Brecha’(1974-1978), gobierno del liberal

Alfonso López Michelsen, solohace alusión a la reorientación deCOLCULTURA y COLDEPORTESpara buscar una mayor cobertura ysean complemento de la educaciónformal. Es decir, “deberá preveerseque estos dos institutos organicenactividades culturales, deportivas yrecreativas para los escolares en eltiempo libre generado por la doblejornada”. (Mena-Herrera,1994: 132).

En el ‘Plan de Integración Nacional’(1978-1982), gobierno del liberal Ju-lio C. Turbay Ayala, se destaca la con-tinuación de ver la cultura como uncomplemento de lo educativo, al res-pecto afirma: “En lo informal, se tra-ta de concentrar esfuerzos en la iden-tificación y difusión de los valores cul-turales autóctonos y en la creación delas condiciones que permitan el acce-so masivo a los bienes de la cultura yla recreación. Se trata aquí del con-trol que el Estado ejercerá sobre losmedios de comunicación en cuantovehículos de cultura, para convertir-los en elementos de apoyo a la educa-ción formal y mecanismos de educa-ción no formal”. (DPN, 1979: 224).

El mecanismo administrativo para ladescentralización en lo informal seríala creación de los centros popularesde cultura y recreación promovidospor COLCULTURA, vinculando losplanteles educativos y equipos de edu-cación de adultos. Estos centrosdeberían contar con bibliotecas,grupos artísticos, organizaciones de-

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portivas y de recreación. También sehace alusión a la implementación deun programa de desarrollo cultural enel sector educativo pero sin mencio-nar actividades. (Mena-Herrera,1994:133).

Es con el plan ‘Cambio con Equidad’(1982-1986), gobierno del conserva-dor Belisario Betancur Cuartas, que seinicia una propuesta específica depolítica cultural, integrada al objetivode ordenamiento del cambio social,uno de los pilares de su plan. Comoestrategia señalaba la afirmación de laidentidad cultural, para lo cual con-sultaría a la comunidad para afirmary renovar la pertenencia y lealtad a lacultura heredada y al medio ambientecolombiano. “Nuestro porvenir depen-de de la afirmación de nuestra identi-dad cultural, del fortalecimiento denuestra cultura, que es a la vez elvínculo con nuestro pasado. Hemospropuesto un auténtico redescubri-miento de lo que somos, de lo quehemos sido, de lo que tenemos comorecursos para proyectarnos máslibremente en nuestro porvenir”.Afirmaba el Presidente en la presen-tación de su plan16.

Como componentes importantes delordenamiento del cambio social seresaltan:

l El ‘fortalecimiento de la identidad’reconociendo los avances de la revo-lución científico-técnica y todas lasimplicaciones en los procesos deproducción y difusión del saber que

alteran las relaciones internacionalesy los contextos nacional, comunitarioe individual.

l El diseño del proyecto de unasegunda expedición botánica (debidoa la celebración de los 200 años de laprimera) con el objeto de rescatar elpatrimonio cultural, la memoria de lasactividades científicas y técnicas eincrementar la investigación parafortalecer la capacidad de transferen-cia de tecnología.

l El fortalecer la educación para elincremento de la productividad, conuna formación para un mundo cam-biante a través de la integración de lasinstituciones como la familia, la comu-nidad, la producción y demás entessociales. De allí surgió como hechoconcreto el programa CAMINA conel propósito de erradicar el analfabe-tismo.

Los puntos básicos de la política cul-tural se resumen en:

l Fortalecimiento de la identidad re-conociendo la diversidad para gene-rar interacción.

l Establecer nexos más estrechos en-tre la cultura como forma de vida,expresión y actividad creadora y laeducación, la ciencia y la recreación.

l Establecer de manera legalun sistema descentralizador deCOLCULTURA que incluya tres nive-les: el directivo y normativo central,

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las oficinas regionales y los centroslocales de desarrollo.

l Consolidar los nexos entre universi-dad y mundo de la cultura y las artes.

l Formación de educadores y promo-tores culturales en las diversas áreasartísticas para una mejor educación delos niños y jóvenes.

l Integración del sistema educativo alos programas culturales del país, in-corporándolo al proceso de Descen-tralización de la cultura. En este pun-to es estratégico la ampliación de lared de la tercera cadena de televisióny de la Radio Nacional para afirmar lapresencia del Estado en las regionesfronterizas.

l Potenciar el sistema de informaciónnacional, la red de bibliotecas públicaspara incrementar la difusión cultural.

l Fomento a la industrial editorial.

l Fortalecer la descentralizacióncultural para aumentar la preservacióndel patrimonio que tiene que ver conmuseos, archivos, tradiciones oralesy obras de arte. Para ello se actualiza-rían las normas jurídicas.

l Reconocimiento de los talentosnacionales y promoción de sus obras através de un programa conjunto entreel Ministerio de Relaciones Exteriores,Ministerio de Educación y PROEXPO.(Mena-Herrera,1994: 134-38).

Muchos propósitos y pocos recursos;la realidad es que las fuentes de finan-ciación para tan ambiciosas políticas nose estipularon en el plan. Se deduce quese trasladarían del sector educativo.Como suele ocurrir, quedó en la retóri-ca oficial lo propuesto. La tabla siguienteasí lo demuestra:

Cuadro No. 1Distribución sectorial de los desembolsos programados 1982-1986

Sector En millones de pesos Participación %

Energía eléctrica 7.200 10.5Transporte 40.000 58.6Comunicaciones 2.100 3.1Educación 1.400 2.1Salud 7.500 11.0Bienestar Social 200 0.3Agropecuario 7.500 11.0Minería 200 0.3Vivienda 2.100 3.1TOTAL 68.200 100.0

Fuente: Mena-Herrera, Políticas culturales en Colombia. M&H Editoras. Bogotá, 1994. p.138.

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En el ‘Plan de Economía Social’(1986-1990), del gobierno del liberalVirgilio Barco Vargas, se vuelve aencontrar un planteamiento de políti-ca cultural, cuyos principales puntosson:

l El sector educativo es el responsa-ble de las políticas nacionales de de-sarrollo cultural y acceso al patrimo-nio social de la cultura. Se reconocela brecha existente en el desarrollocultural y el aparato educativo formal.

l Rescate, conservación y enriqueci-miento del patrimonio cultural.

l Ampliación del acceso de la comu-nidad a los bienes culturales.

l Mejoramiento de las condicionesartísticas.

l Puesta en marcha del programa na-cional de archivos y bibliotecas.

l Ampliación y mejoramiento del usode infraestructuras culturales naciona-les, regionales y locales.

l Fortalecimiento de las casas de lacultura.

l Formación artística infantil.

Se perfila la creación de un sistemanacional de cultura mediante la crea-ción de los Consejos Regionales deCultura en cada departamento.

En el plan ‘La Revolución Pacífica’(1990-1994), gobierno del liberal

Cesar Gaviria Trujillo, no se hacealusión al tema de la cultura.COLCULTURA diseñó el Plan La cul-tura en los tiempos de la transición1990-1994, el cual se consideró comoparte del plan de desarrollo. Los ele-mentos más significativos son:

Ligar la cultura a los nuevos escena-rios evolutivos de la sociedad colom-biana: la apertura económica (en la quesupone una ligazón entre la identidadnacional y la asimilación de las mani-festaciones culturales de otros luga-res), la democracia entendida como laparticipación y la descentralizacióncomo el escenario natural de la cultu-ra. De aquí sustentan los objetivos de:

l Reconocimiento de la cultura comouna tarea de todos, lo que induce a laparticipación de todos los sectores.

l El municipio: escenario de la cultu-ra, para el desarrollo de culturas pro-pias y factor vital para la democracialocal.

l Un nuevo enfoque de la acción cul-tural  que: 1). Rompa con la simpledivulgación de las bellas artes eincentive la expresión y la creaciónciudadana. 2). Cambie la visión delpatrimonio cultural conservacionistapara valorarlo y convertirlo en reali-dad actuante. Y 3). Abra la visión li-mitada de la investigación en la temá-tica de la cultura y la articule a los pro-cesos socio-culturales colombianoscon una perspectiva interdisciplinaria.

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Para todo lo anterior se plantearon lassiguientes estrategias:

l Reorganización del sector, es decirdesarrollar el Sistema Nacional deCultura creando las instancias nacio-nales, regionales y locales (Consejosde Cultura).

l Descentralización de las decisionesculturales (Fondos Mixtos de Culturay toma de decisiones locales).

l Financiación de la actividadcultural.

l Modernización del sector, o sea:abrir posibilidades al desarrollo de lasindustrias culturales, modernizar lalegislación y las normas del sector,capacitar y asesorar la gestión,establecer un sistema de informacióny asesorar a los municipios. (DNP:1991: 3-17).

En el plan ‘El Salto Social’ (1994-1998), gobierno del liberal ErnestoSamper Pizano, las políticas cultura-les denominadas bajo el slogan: Lacultura, fundamento de la nacionali-dad, señalan lo mismo con algunosmatices diferentes:

l Reconocer la diversidad culturalregional e integrarla a la cultura delpaís, de manera que fortalezca elconcepto de nación.

l Ampliar el acceso de la poblacióna la cultura nacional y universal,

así como a los bienes y serviciosculturales.

l Promover la creación artística y lainvestigación cultural sin que elEstado intervenga en sus formas ycontenido.

l Proteger el patrimonio cultural,constituido por bienes muebles einmuebles, así como por bienesinmateriales como los lingüísticos,etnográficos y científicos.

l Fortalecer institucionalmente alsector y mejorar la gestión cultural, conel impulso a la creación del Ministeriode la Cultura y la integración efectivade las regiones a la planificación yejecución de planes culturales.

l Promover la participación delsector privado en el desarrollo de lacultura.

l Promover la proyección de la cultu-ra colombiana en el exterior. (DNP,1995:121).

El hecho más destacado de este perio-do ha sido el debate y creación delMinisterio de la Cultura, porque en unpaís en el que la política se juega en laturbulencia de intereses y en el ‘filode la muerte’17 , es significativo que elsector cultural adquiera el rangoinstitucional que tienen otras instan-cias. Desafortunado es que el aspectomás importante, como era la Ley deCultura, muy a pesar de su aproba-

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ción, haya pasado a un segundoplano, dejando vacíos importantes enmateria de las industrias culturales,por ejemplo y afiance el patrimo-nialismo estatal, que sin dejar de serimportante, a punta de legislacióntampoco se conserva.

Epílogos iniciales de laeconomía política de lacultura en Colombia

Todos los planes de desarrollo presen-tan: la invocación permanente a unrescate, defensa, fortalecimiento de laidentidad nacional, la pretensión cons-tante de convocación y coberturacultural desde el Estado con progra-mas de gobierno, la formulación de lacultura como base de la democracia,la omisión política de los medios decomunicación y el mercado, etc.,rememoran la utopía de pensar que abase de ‘repetir siempre lo mismo’inmortalizaremos símbolos culturalespara el progreso de Colombia,cuando en la realidad, “Hoy losmedios de comunicación configuranpor el contrario el dispositivo máspoderoso de disolución del horizontecultural de la nación al constituirse enmediadores de la heterogénea tramade imaginarios que se configurandesde lo local y lo global. La globali-zación económica y tecnológica de losmedios y las redes electrónicasvehiculan una multiculturalidad quehace estallar los referentes tradicio-nales de identidad”. (Martin,1997: 4).

El proceso de definición de políticasculturales y la esfera de gestión públi-ca en Colombia tiene dos ingredientesimportantes que revelan ciertosavances:

1. La revaluación de las concepcio-nes económicas que habían hechoequivaler el concepto de desarrollo alde crecimiento económico. Se creíaque los beneficios de la concentraciónde recursos se transmitiría de modoautomático al conjunto de la sociedad.Precepto que demostró ser falso des-pués de un tiempo.

Hoy el nuevo concepto parte de unenfoque integral del desarrollo, reco-nociendo el Estado el papel fundamen-tal que juega la cultura en este proce-so. Por eso el Consejo Nacional dePlaneamiento Económico y Social(CONPES) en el año de 1990, acogióla nueva visión de la economíamoderna que integra la cultura comoelemento importante del desarrollo,por cuanto solo a través de ella esposible “la capacidad de conocimientoy dominio de una sociedad sobre sumedio ambiente y sobre sus recursos”.(COLCULTURA, 1990: 12).

2. La adopción del concepto de de-mocracia cultural motivado por laamplia participación de los más diver-sos sectores sociales. Producto de ellose estipula que “la creación de la cul-tura y la determinación de sus conte-nidos y sus fines es tarea propia de lasociedad y no del Estado. Si el Estadointerviene en estas dimensiones, la

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sociedad corre el riesgo de someterseal arbitrio de una cultura oficial, deuna cultura de Estado o de gobierno,que pondría al servicio de su unilate-ralidad y de su rígida uniformidad elpeso coactivo que la sociedad confíaa las autoridades públicas”.(COLCULTURA, 1990: 16). De allíque el Estado debe asegurar la liber-tad necesaria para que la cultura sedesarrolle en el marco propio de susdiversidades, al tiempo que ejerce sufunción de financiamiento, defensa yfomento del patrimonio. Con estoscriterios, el Estado como forma de lopúblico, de lo común, tiene la obliga-ción de reflejar y expresar lo que lasociedad estima conveniente.

La nueva Constitución de 1991,elaborada en la Asamblea Consti-tuyente y aprobada por la misma,como principio fundamental en su Art.1º reconoció en materia cultural lapluralidad y la participacióndemocrática. Al tiempo que definióclaramente en su Art. 71 que «labúsqueda del conocimiento y laexpresión artística son libres. Losplanes de desarrollo económico ysocial incluirán el fomento a lasciencias y, en general a la cultura. ElEstado creará incentivos para perso-nas e instituciones que desarrollen yfomenten la ciencia y la tecnología ylas demás manifestaciones culturalesy ofrecerá estímulos especiales apersonas e instituciones que ejerzanestas actividades”. (Colombia, 1991:29). También en su Art. 70, reconocióel deber de promoción y fomento.

Podemos concluir que a partir de1990 las políticas culturales de Colom-bia –aún en formulaciones de papel–legitimaron exigencias y hechossocio-culturales evidentes que seasemejan a la de los Estados democrá-ticos y sociales, principalmente deEuropa, que se inscriben en losprincipios de: LIBERTAD CULTURALy PROMOCIÓN CULTURAL.

La libertad cultural tiene que ver conla herencia del primer Estado Liberal,cuyo desarrollo histórico, económicoy social impuso el deber –llamadonegativo por algunos– a los poderespúblicos de no intervenir en el libredesenvolvimiento de la cultura comosector autónomo.

La promoción cultural se refiere a losderechos de todos los ciudadanos aacceder y participar en la vida cultural,la cual exige una función activa delEstado, para fomentarla dentro de losobjetivos de democratización ydemocracia cultural. El Estado ha demantener una doble posición con lacultura, aunque parezca contra-dictoria: de una parte, debe guardaruna prudente distancia, por cuanto noes creador de cultura, ni puedeimponer las normas a los creadores,en esto radica la esencia de la demo-cracia. Y por otra, debe intervenirpara promover las condicionesfavorables para la expresión de loscreadores, la promoción y desarrollode la cultura; esto es la esencia de lademocra-tización. “En consecuencia,el Estado debe permitir o incitar, pero

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jamas imponer, y ha de resistir a todatentación de hacer prevalecer una culturaoficial preconcebida... la línea general dela política cultural europea. No se trata deimponer una cultura; el propósito es crearcondiciones en las que el individuo puedaexpresar los valores de su personalidad,así como sus habilidades culturales,guardando el debido respeto al‘pluralismo cultural’”. (Conferencia-Oslo.1980: 18 y 35).

Es indudable el desarrollo en laconceptualización sobre las políticasculturales, pero no es menos cierta labrecha existente entre país formal ypaís real; en este caso entre enunciadosconstitucionales de política cultural ycultura cotidiana. Esto se resume en:amplias consideraciones y medidasdemasiado cortas, en tanto en Colom-bia nos movemos en un ‘sancocho’ depremodernidad, tardomodernidad yposmodernidad, con distancias muygrandes entre las llamadas esferapolítica, esfera económica y esferacultural. La intervención del Estado enel campo cultural ha sido muylimitada. “Los ministerios de culturadejan de canalizar el impulso culturalactual para realizar únicamentelabores de restauración o deconstrucción de equipamentos. Peromientras, la evolución de la sociedadpasa trepidante por su lado” (El PAIS,agosto 5 de 1992).

La mayor parte de la poblacióncolombiana no ha podido beber de las

mieles de la calidad de vida y “Laelevación del nivel de vida no ha traídoen todos los casos una mejor calidadde vida, sino la vana persecución deun consumismo cada vez máscreciente con la no menos preocupanteinsatisfacción de la sociedad deconsumo y el aislamiento humano delos individuos y las familias”.(Conferencia-Oslo, 1980: 87), Bell,lo define así: “Si el consumorepresenta la competición psicológicapor el status, entonces podemos decirque la sociedad de mercado es lainstitucio-nalización de la envidia”.(Bell, 1989: 34).

Indudablemente que en los últimosaños los avances de la comunicaciónhan facilitado un incremento especta-cular de la promoción y difusión cul-tural en Colombia, pero simultánea-mente también “algunos medios pro-pagan la cultura vulgarizada, modas,mitos efímeros y una uniformidad decriterios y gustos que propician lapretenciosa convicción de poseer lacultura suficiente o la ilusoria de estaral día. Con todo, la mediocridadsatisfecha, la enfermedad infantil delas modernidades y la epilepsia de lasmovidas representan únicamenteexcesos, aunque también indicios, deuna necesidad de cultura... Hasta enlas naciones más libres, la interven-ción del Estado en la cultura continuaestando bajo sospecha...”. (EL PAIS,VIII. 12/90: 7).

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1994 100 14,956,963 0.16 23,680,122 0.33 48,729,734 5.31 794,375 10.29 1,538,679

1995 100 17,503,175 0.16 28,338,803 0.37 65,111,903 5.92 1,036,030,734 8.23 1,441,365

1996 100 23,584,629 0.14 33,248,743 0.37 88,094,302 6.07 1,431,997,732 20.92 4,935,082

1997 100 29,926,353 0.12 36,428,151 0.37 109,376,559 7.23 164,763,210 23.98 7,176,038

Fuente: Elaborado con base en las Leyes de Presupuesto de cada año por el autor de este articulo.

Financiación de la guerra oeconomía de guerra para lacultura

En el cuadro 2 se describe la financia-ción pública del sector cultural, refle-

ja por sí solo la crudeza de las deci-siones económicas, políticas y de sta-tus social de la cultura en Colombia:rango de tercera que se contradice conlas alusiones a la cultura en cualquierdiscurso oficial.

Cuadro no. 2Cuadro comparativo presupuesto asignado a Cultura,

Congreso, Defensa y Servicio de la Deuda1994-1997En millones

PRESUPUESTONACIONAL

VALOR%AÑO VALOR%

PRESUPUESTOCULTURA

PRESUPUESTOCONGRESO

PRESUPUESTODEFENSA

SERVICIODEUDA

VALOR%VALOR%VALOR%

La financiación cultural es uno de lostantos problemas que han requeridola intervención de la economía públi-ca para promover en parte el procesode desarrollo cultural y satisfacer -aun-que no plenamente- algunas necesida-des de la sociedad en esta materia.Todos los aspectos de las finanzas pú-blicas se concretan en el presupuesto,que se supone expresa la satisfacciónde necesidades y aspiraciones públi-cas en contraposición con las aspira-ciones privadas. Por cuanto, “todoproblema es social y, en verdad, todoproblema económico es, en última ins-

tancia, un asunto financiero”. (Bell,1989: 20). El presupuesto es el esque-leto del Estado, revestido de engaño-sa ideología. El presupuesto Estatal esuna especie de escenario donde se re-gistran las fuerzas políticas de la so-ciedad posindustrial que forcejean porinfluir en la estructura de asignaciónde recursos. (Stiglitz, 1988: 20).

La sociedad civil ha tenido que ejer-cer una cierta presión para lograr queel Estado conceda un peso específicoa los asuntos culturales y reconozcasu condición básica para el desarrollo

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APUNTES DEL CENESI SEMESTRE DE 2002

integral. En todo este proceso ha teni-do un papel muy destacado UNESCO,organismo internacional que ha orien-tado las fases de discusión y con susestudios ha insinuado la adopción demedidas prácticas. Veamos un breveresumen de algunos eventos:

La Conferencia de Venecia (1970),destacó que:

“Se estudie la posibilidad de dedicaruna parte de los ingresos procedentesdel turismo al mantenimiento y desa-rrollo del patrimonio cultural... Reco-mienda que los Estados miembros de-diquen una proporción adecuada desus presupuestos nacionales al desa-rrollo cultural”. (UNESCO-Venezia,1970: 20,23,31). Al tiempo que porprimera vez se hace alusión a la nece-sidad de vincular más estrechamentela financiación privada.

La Conferencia de Helzinky (1972),hizo mayor énfasis en considerar lafinanciación con base a unos princi-pios centrados en:

l Creación de las condiciones econó-micas y sociales para el acceso libre eigual a la cultura de las grandes capasde la población.

l El establecimiento de bases materia-les y técnicas para un desarrollocultural integral y condicionesmateriales para la libertad del trabajocreador.

l Recomendaba además la necesidadde incrementar los créditos para laampliación de las instituciones cultu-rales, al tiempo que adecuar políticasfinancieras para el sector editorial, elteatro, etc. (UNESCO-Helzinky,1972: 26).

La Conferencia Mundial de México(1982), resaltó que:

“La parte asignada a los gastos cul-turales en los presupuesto nacionalessigue siendo ínfima”. Recomendabaque los Estados miembros reconocie-ran el concepto de presupuesto cultu-ral y se hicieran esfuerzos para “lo-grar que un porcentaje del productonacional bruto se dedicara al desarro-llo y difusión de las actividades cultu-rales”. (UNESCO-México, 1982: 40).

La Conferencia de México, la másimportante hasta ahora por el alto gra-do de representatividad y por las va-liosas recomendaciones aprobadas,definió toda una estrategia de finan-ciación de la cultura, basada en la vin-culación de todos los sectores de lasociedad (Estado, empresa privada ysociedad civil). Por ejemplo, promo-ción de las industrias culturales, crea-ción de fundaciones culturales, forma-ción de fondos mixtos, etc. Todo mo-tivado por la preocupación por el de-terioro y olvido del sector cultural aconsecuencia del alto costo social pa-gado en los últimos 50 años en arasdel llamado crecimiento económico.(UNESCO-México, 1982: 138).

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Podríamos seguir enumerando eventosen los que se insiste la financiación dela cultura, porque la cultura siempre hacontado con recursos limitados, y, suasignación depende de diversos facto-res o problemas; entre otros:

1. Los conceptos de crecimiento eco-nómico que deciden sobre futuros. Porlo general siempre hay un desfase entrelo que se formula y lo que se hace. Osea la distancia entre objetivos y medios,planes y recursos.

2. El crecimiento demográfico en lospaíses y la disminución en las tasas decrecimiento económico que obliganajustes presupuestales, en donde el sec-tor cultural es uno de los renglones quesiempre es resentido o disminuido conlas políticas de los diversos gobiernos.Ajustes que contrastan de manera para-dójica y absurda, por ejemplo con losincrementos de los presupuestos milita-res, aún en períodos de crisis.

3. Ciertos métodos de administración derecursos.

4. Las consideraciones de rentabilidada corto y largo plazo, vistas como unavariable dependiente de la industriali-zación y de las selecciones prácticas enmateria de educación.

5. Los excesivos costos de restauracióndel patrimonio arquitectónico.

6. El funcionamiento de los equipa-mientos ya instalados dentro del ám-bito de las actividades culturales.

7. La actitud de círculos del Estado quefavorecen ciertos sectores sociales queles sostienen y que pueden poner enpeligro su prestigio.

8. La remuneración del personal quetrabaja en asuntos culturales que porlo general absorbe la mayor parte delos recursos. En términos más senci-llos, la existencia de mucha burocra-cia.

Localizacion de recursosfinancieros

Hace más de dos décadas que laUnesco recomendó técnicamente lalocalización de recursos, lo que supo-ne varios aspectos como:

l Análisis metódico de las institucio-nes participantes en la acción cultural,tanto públicas como privadas.

l Estructuras jurídicas, cuáles y cómoson.

l Montos de participación o gastos enel sector.

l Los créditos disponibles en el sec-tor.

l Los flujos monetarios repartidos porsectores o áreas de interés cultural(monumentos históricos, teatros, bi-bliotecas, libros, cine, etc.), es decir,información detallada para interveniren el nivel que afecta presupues-tariamente.

HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICADE LA CULTURA EN COLOMBIA

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APUNTES DEL CENESI SEMESTRE DE 2002

Hay que estudiar en detalle tambiénlas características presupuestales, porejemplo: presupuestos autónomos osemi-autónomos, por regiones, porciudades que afectan el sectorcultural.

Generalmente las estructuras privadasmanejan o poseen mejores niveles deinformación sobre el sector culturalque el mismo sector público, hechoque les facilita mejor movilidad deinversión, rentabilizando sectores.

Las racionalizaciones para las eleccio-nes presupuestales oficiales suponenjerarquías que en realidad están suje-tas a los intereses de sectores en elpoder. Claro está que técnicamente sedeben establecer:

l Jerarquías de los sectores realmenteprivilegiados.

l Las diferencias de las intencioneseconómicas a nivel de inversiones ygastos.

l Las alianzas sociales que resultan delas alianzas políticas.

l Grupos privilegiados y grupos ex-cluidos o marginados.

l Definición de criterios afines y efec-tivos. Por cuanto la formulación depolíticas culturales y los discursos so-bre cultura, representan en cierta ma-nera directrices conceptuales:

l Democratización y democracia cul-tural.

l Descentralización.

l Calidad.

l Creatividad.

l Respeto a la diferencia, etc.

Definir estos aspectos es muy impor-tante por cuanto es lo que permite laselección de los criterios deracionalización y destinación oficialde los recursos financieros al sectorcultural para lograr una gestión equi-librada. En Colombia todos los secto-res público, privado y comunitario,apenas han hecho tímidas aproxima-ciones para el conocimiento económi-co y reconocimiento político del he-cho cultural.

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1 Afirmación de Jesús Martín Barbero en laesclarecedora y excelente ponencia:Horizontes del desarrollo cultural latino-americano en tiempos de globalización,presentada en el III Congreso Ibero-americano sobre Gestión Cultural,Medellín 2-5 de diciembre de 1997. p. 21.

2 Afirmación de Jesús Martín Barbero en laponencia mencionada. p. 2.

3 Apreciación pertinente en el ensayo delinvestigador Fabio López de la Roche:Cultura mediática y video-política enColombia y América Latina (1997). pp.12-13.

4 Angel Omar Nanzer, La Acción Culturalcomo Estrategia de Desarrollo. EditorialPlus Ultra, Buenos Aires, Argentina. 1988.

5 Las discusiones álgidas y ‘ tardías’acerca de los modos de producción y lasformaciones económico-sociales enAmérica Latina y que dieron pie acontradicciones irreconciliables en sumomento, producto de las desavenenciaschino-soviéticas, quizás lo único quedejaron en claro fue que los modos deproducción no son algo acabado y puro y,en sus procesos de desarro l lo eimplementación, se convierten en unamezcla de modos anteriores y nuevosque engendran formaciones económico-sociales disímiles con una diversidad desectores, organizaciones e institucionesque dan cuerpo a un entrecruzamientode estructuras económicas, políticas,sociales y culturales, las cuales a pesarde la culminación de la guerra fría contodos los avances y transformacionessufridas se relacionan, remezclan yreciclan en los nuevos paradigmas: laslatentes premodernidad, modernidad yposmodernidad en nuestros países.

6 Las ciencias sociales deberían cumplirdos objetivos: explicar y prescribir.Ninguna ciencia en su cuerpo teórico yobservancia es libre de valor, ni libre desubjetividad. No se trata aquí de calificarde incorrecta o deshonesta unaenunciación. Es precisar que todos losenunciados en la economía estánimpregnados de valor. “(...) ningúneconomista puede ser moralmente neu-tral frente a una cuestión económica puesla indiferencia es en sí misma un juiciomoral; las teorías económicas puedenser objetivamente correctas, pero esosólo puede averiguarse si estánintrínsecamente abiertas a la crítica y suspredicciones no concuerdan inevitable-mente con todos los resultadosposibles”. El punto está en cuáles sonlas transformaciones y sobre qué baseteórica están dadas, porque: “La teoríaeconómica ortodoxa está éticamentesesgada porque, como ciencia prescrip-tiva, está desequilibrada y es selectiva;en todas sus teorías básicas sólo seinteresa por un único conjunto de objetivossociales; esto es, los problemas estáticos(y, recientemente, dinámicos) de laasignación eficiente de los recursosnacionales e internacionales. E ignoraotros importantes objetivos socialesrelegándolos arbitrariamente al ámbitode los ‘juicios morales’. Por ejemplo,pretende que la mejora del bienestaragregado es en cierto sentido un objetivosocial ‘científico’ , ‘neutral’, ‘positivo’ ocomo se le quiera llamar ; mientras tanto,la promoción del ‘bienestar científico’ esuna cuestión de ‘juicio moral’, ‘de gustospersonales’. Así, la teoría económicaortodoxa hace el juicio ético (implícito) deque la sociedad debe valorar el primerobjetivo más que el último (aun si escierto que esas dos metas sociales sonnecesariamente competit ivas). Losgrandes objetivos sociales incluyen unautil ización plena y eficiente de los

Notas

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recursos económicos; un nivel de vidamínimo decente (sí, decente ) ; unadistribución justa (sí, justa) de la renta;unas condiciones cotidianas de trabajoagradables (sí, agradables); un entornosaludable (sí, saludable) para vivir... Noson estos juicios de valor de este autor.Todos ellos son objetivos importantesbuscados por la sociedad humana. Sinduda, hay grupos sociales que buscandosu propio interés valoran algunos deestos objetivos por encima de otros, perocomo científicos encargados de procurarlos mejores métodos para solucionartodos esos problemas nosotros simple-mente no tenemos el derecho deseleccionar unos cuantos como objetode investigación ‘científica’ y degradar losrestantes echándolos al cubo de labasura de las ‘opiniones personales’.(Ver Ideología y método en economía .Homayun Katouzian, Ediciones Blumme.Barcelona, España. 1982. pp. 177 y 182).

7 A manera de ejemplo, “contemplemos elhecho de que la definición más elegante,rigurosa, popular y parcial de la ‘agendade investigación’ de la teoría económicaneoclásica define la economía ‘como unarelación entre fines y medios escasossusceptibles de usos alternativos’(Robbins 1933). Sin embargo, cuando en1933 apareció por primera vez estadefinición hasta un tercio de los recursoseconómicos de las sociedadesoccidentales estaban ociosos: no habíaescasez de medios económicos, sólosabiduría económica”. (Katouzian, 1982:182).

8 Algo muy evidente es que la ‘erosión delos mapas cognitivos’, señalados porMartín Barbero, tiene que ver con la actitudde intelectuales y científicos que en granmedida se han limitado, antes y ahora,“a ser el reflejo del talante y entorno socio-económico; a conformarse o ajustarse aellos”. (Katouzian,1982: 21). En palabrasde John K. Galbraith, –economista

estadounidense:– “(...) La constante másinmediata es que las personas ycomunidades favorecidas por su posicióneconómica, social y política, atribuyenvirtudes sociales y permanencia políticaa aquello de lo que disfrutan. Esaatribución se reivindica incluso ante laabrumadora evidencia en sent idocontrario. Las creencias de losprivilegiados se ponen al servicio de lasatisfacción continua y se acomodan demodo similar las ideas económicas ypolíticas del momento. Existe un ávidomercado político para lo que complace ytranquiliza. Los que pueden abastecereste mercado y recoger la recompensacorrespondiente en dinero y aplausos,están fácilmente disponibles”.(Galbraith,1992: 13-14).

9 Es difícil, por no decir imposible, negarque en dos hechos han fincado susesperanzas las sociedades pobres comolas nuestras: primero en la economíacomo búsqueda de mejoramiento de susituación y segundo, en la religión quecompite con las circunstanciaseconómicas, como alivio a la existenciade privaciones. Ambas han formado lasact i tudes sociales, como af irmaGalbraith. (Ver en Economía y Subversión,Rotativa, Plaza & Janés, S. A. Editores.Barcelona, España, 1971). p. 14.

10 Lluis Bonet, economista, director de losposgrados en gestión cultural de la U. deBarcelona - España, ha sido uno de losestudiosos sobre el tema.

11 La asimi lación mecánica de lasizquierdas la mitificaron hasta convertirlacasi que en religión y la derecha paracontrarrestar la estigmatizo paraconvertirla en otro pecado del marxismo.

12 Véase las apreciaciones de Carlos Marxen Introducción general a la crítica de laeconomía política, 1857. Editorial La OvejaNegra, Bogotá, Colombia, 1975. 2a. Ed.

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13 Manuel Castells, La cuestión urbana,México, Siglo XXI, 1974, apéndice a la 2a.edición. (citado por Nestor GarcíaCanclini en Consumidores y Ciudadanos.Editorial Grijalbo, México,1995. p. 44).

14 Citado por Manuel Espinel V. en Repre-sentación política y cultura ciudadana. Elcaso de la Alcaldía Mayor de Santa Fe deBogotá. Julio de 1996. p. 21.

15 Ver Las cuatro estrategias, DepartamentoNacional de Planeación, 1972. p. 239.

16 Ver Cambio con equidad, DepartamentoNacional de Planeación, 1983. p. xiv.

17 En Colombia la cultura se moviliza aritmos de paquidermia, incompleta,repetitiva y conservadora como el‘torturante’ Himno Nacional que todos losdías ‘chilla’ por las emisoras, como sieso construyera nación, mientras enotros países tiene las dimensiones de la

agitación creativa, la impaciencia y espalanca central de la economía y de loscambios, como dice Brunner, la culturahasta moviliza la política. Es la “voracidadde la política que lo engulle todo y tras lacual todos buscan protección ojustificación: por igual empresarios,intelectuales, universidades, sindicatos,organizaciones sociales, clérigos, lasFuerzas Armadas. La pasión, lasdemandas de cambio, los resenti-mientos, la agresividad, los sueños degrandeza, la necesidad de acumularriquezas, de mandar, de obtener status,de sentirse uno con autoridad, de obtenerbeneficios o privi legios, de ganarinfluencias, de construir cualquier obra,de defender unos ideales u otros, deganar reconocimiento o de vender unproducto en el extranjero, todo eso seconvierte aquí rápidamente, como tocadopor la mano del poder, en política”.(Brunner, 1988: 33).

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