Herbert Ore - La Mistica Del Numero

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La Numerología, ya era usada en Mesopotamia. Se asignaban valores numéricos a las letras del alfabeto, y se calculaban los valores de los nombres, lo cual concuerda con la reverencia que existía en Mesopotamia hacia los números, ya que pensaban que todos los dioses tenían números. Esta y otras afirmaciones parecidas surgen a partir de la tesis de que el hombre fue creado por extraterrestres en la antigua sumeria quienes dejaron como herencia sus conocimientos que posteriormente fueron a parar a Egipto.

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LA MISTICA DEL NMERO.HERBERT ORE BELSUZARRI. Lima Per

Ttulo original: LA MISTICA DEL NUMERO Edicin Digital en lengua original: Herbert Or - 2012 Herbert Or - 2012 Cubierta La presente edicin es propiedad de Herbert Or Belsuzarri. Lima (Per). I. edicin digital: Febrero, 2012, sin costo II. edicin digital: Setiembre, 2013, sin costo Comunicaciones con Herbert Or Belsuzarri 051 1 968844344 051 1 965358733 [email protected] Publicado en: Fnix News Dialogo Entre Masones Gran Biblioteca Herbert Or Belsuzarri Autorizado la reproduccin total o parcial, solo debe citar la fuente.

INTRODUCCION. La civilizacin mesopotmica empez a conformarse como tal varios milenios antes de nuestra era. Su importancia reside en ser la primera que deja testimonio escrito de sus logros, los instrumentos usados para la resolucin de sus problemas cotidianos, la importancia de los dioses, la adivinacin de sus designios, la estructura social de sus gentes, los avatares de su historia. Conceptos como clases sociales, construccin de ciudades, enseanza de conocimientos, imperialismo, defensa de intereses econmicos, expansin y control de la tierra, aprovechamiento agrcola, comercio y otros tantos, encuentran en Mesopotamia su primera expresin constatable. Destaca la utilizacin instrumental de conocimientos matemticos para la resolucin de problemas econmicos cotidianos. Desde el registro numrico de bienes depositados en los templos o intercambiados entre los distintos agentes econmicos, hasta los clculos geomtricos y algebraicos necesarios para la construccin de canales de irrigacin en los campos, las matemticas se van constituyendo desde una perspectiva eminentemente prctica, alejada de todo planteamiento abstracto. Las matemticas no existen como tales sino que son un mero instrumento para la resolucin de problemas y, desde este punto de vista, los clculos generadores de una solucin se van constituyendo como algoritmos cuyos pasos deben seguirse en el orden adecuado. El estudio de la matemtica mesopotmica sigue hoy en da teniendo inters para los investigadores que producen estudios cada vez ms completos pero an insuficientes. Miles de tablillas quedan por estudiar an, muchas de ellas de carcter contable. Durante el siglo pasado, en que las excavaciones promovidas por diversos pases europeos permitieron avanzar mucho en el conocimiento de las antiguas culturas del Medio Oriente, muchos de los esfuerzos en este sentido se dedicaron a las excavaciones en Egipto, indudablemente ms agradecidas en cuanto a sus resultados dada la perdurabilidad de sus restos. El inters por Mesopotamia es ms reciente, as como el desciframiento de su escritura cuneiforme, que permiti adentrarse en los testimonios dejados por los escribas de aquel tiempo. Mesopotamia ocupaba la tierra que coincide en gran medida actualmente con Irak. El recorrido por el pas puede comenzar precisamente en la desembocadura de ambos, en el Golfo Prsico. Dos ros atraviesan el pas, el ufrates y el Tigris, ambos mencionados por la biblia y que los refiere cuando habla de la ubicacin del Jardn del Edn (Gnesis 2: del 10 al 14), as como el hecho que seala que en las llanuras de Sinar se construyo una gran torre conocida como la Torre de Babel (Gnesis 11: 2 al 9) y que de la ciudad de Ur, parti Abram (Gnesis 11:31, Gnesis 12: 2 al 5) para dirigirse a Canan. Y es

esas tierras donde se inicia a darle un significado esotrico y simblico a los nmeros, que posteriormente es mejorado y ampliado por los egipcios hasta llegar a Grecia donde Pitgoras le dar una importancia relevante de primer orden. Los datos verificables sobre la vida de Pitgoras son escasos dado que no existen textos de su autora ni biografas firmadas por contemporneos. Los primeros escritos detallados, que datan de entre 150 y 250 aos despus de su muerte, se basan en historias transmitidas de manera oral y muestran grandes diferencias entre s. Asimismo, muchos mitos y leyendas se forjaron en torno a su persona, motivados probablemente por el mismo Pitgoras, pero tambin debido a la naturaleza de la doctrina pitagrica y sus seguidores: una confraternidad hermtica, regida por smbolos msticos y costumbres esotricas. De las ciencias metafsicas tarot, astrologa, quiromancia...- la numerologa es la menos conocida o entendida. Muchos hombres y mujeres, a lo largo de la historia de la humanidad ha utilizado los valores numricos para conocer el secreto que esconde la fecha de nacimiento, o el nombre de las personas. Para averiguar nuestro nmero, se dice que debemos sumar los nmeros de nuestra fecha de nacimiento y si obtenemos un nmero superior al 9, simplificar nuevamente hasta obtener un nmero de un dgito entre el 1 y el 9. Por ejemplo si una persona ha nacido el 12-7-1966 tendramos que sumar: 1 + 2 + 7 + 1 + 9 + 6 + 6 = 32 Simplificando nuevamente: 3+2=5 El nmero de la persona nacida el 12 de julio de 1966 sera el 5. Dime como te llamas y te dir como eres afirma una antigua sentencia: Para averiguar el secreto de tu nombre, debemos usar el nombre que utiliza de forma cotidiana -puede ser un sobrenombre o un apodo- y el primer apellido; as tendremos un valor numrico que define los rasgos de la personalidad de esa persona. Escribimos el nombre y su apellido y a cada letra se le asignara un nmero, luego se procede a sumar y se reduce la suma total hasta obtener una sola cifra. Por ejemplo para el nombre Juan Nadie: J 1 U 3 A N N A 1 5 5 1 D 4 I 9 E 5

LA SUMA TOTAL ES: 34; 3 + 4 = 7 Para este efecto utilizamos el siguiente cuadro. Correspondencia de nmeros y letras 1 A J S 2 B K T 3 C L U 4 D M V 5 E N W 6 F O X 7 G P Y 8 H Q Z 9 I R

Y el significado de cada nmero es el siguiente: UNO (1), Signo de la creatividad, independencia, originalidad, sentido del yo y autosuficiencia. Naturaleza individualista y agresiva. Iniciadores de acciones, espritu pionero, coraje, extraordinaria voluntad y determinacin. Es smbolo del liderazgo, aquellos con capacidades y habilidades para el mando. Ambiciosos y dispuestos a asumir riesgos para llegar a la cima. Llamados a destacar en el trabajo y los negocios. A veces son excesivamente firmes o agresivos, dominadores, impulsivos, egocntricos, presuntuosos y obstinados. Aunque de naturaleza son afectuosos y amables, les cuesta mostrar sus sentimientos, siendo en este punto introvertidos y bastante reservados. Compatibilidades del 1 (uno): El 1 es compatible con el 2: buenas alianzas en el amor, el trabajo y asuntos sociales en general. El 1 es compatible con el 5: compatibles en habilidades. DOS (2), Signo de la empata, cooperacin, adaptabilidad, consideracin hacia los dems, supe sensibilidad hacia las necesidades de los dems. Smbolo del equilibrio, la unin y la receptividad. Es buen socio, compaero o pareja; tambin hace un magnfico papel como arbitro o mediador: Es modesto, sincero, influenciable espiritualmente y buen diplomtico. Es el nmero de los artistas y personas con sensibilidad y tendencias romnticas.

En el trabajo son buenos compaeros y pacientes, tienen buenas ideas para trabajar en equipo y no son proclives a llevar ellos mismos la iniciativa o acaparar el protagonismo. En el lado negativo son tmidos, pueden ahogarse en los detalles, generar algunos miedos y caer en depresin. Si encuentran la pareja adecuada pueden vivir y hacer vivir una gran historia de amor romntico durante muchos aos. Compatibilidades del 2 (dos): El 2 es compatible con el 6: excelente alianza para el amor y formar un hogar. El 2 es compatible con el 8: una alianza ms pragmtica con mayor vocacin de xito en lo financiero (ej. Negocios). TRES (3), Auto-expresivo en muchas vertientes y con capacidad comunicativa; Es el signo de la expresin artstica, sociabilidad, simpata, superficialidad y espritu derrochador. Smbolo de la comunicacin, la interaccin y la neutralidad. Incansable optimismo, felicidad y del disfrute de la vida. Pueden ser amantes divertidos. A veces est asociado a la inspiracin y a la inteligencia imaginativa con capacidades especiales. Son tambin personas con sentido del humor, y capaces de identificar y generar las ideas ms importantes que pueden llegar a ser claves en las esferas del pensamiento, las instituciones o las empresas. En el lado negativo son proclives a la dispersin de sus esfuerzos, la exageracin, a los proyectos inacabados, a la falta de direccin... Compatibilidades del 3 El 3 es compatible con el 6: alianza mgica para la vida social y divertimento. El 3 es compatible con el 8: alianzas para hacer triunfar intereses y proyectos. CUATRO (4), Fuerte sentido del orden y los valores. Es el signo de lo prctico, la lealtad, la rigidez y la represin. Tambin es smbolo de la creacin, de la lucha contra los lmites, de la mentalidad cientfica, la atencin al detalle, capaz de alcanzar logros importantes y con ingenio para la organizacin. Finas habilidades administrativas. Aquellos llamados a tener y dentro del respeto a la ley el orden y la justicia en general. Su actuacin en la legalidad les proporciona autoridad personal, el cumplimiento de sus obligaciones y el logro de xitos y puestos de responsabilidad en las ms altas esferas de la sociedad.

En el lado negativo: falta de imaginacin, atrapado por el detalle, testarudo y de opiniones fijas, discutidor, lento a la hora de actuar, demasiado serio y en ocasiones confuso. Compatibilidades del 4 (cuatro) El 4 es compatible con el 4: pese a la igualdad de planteamientos, hay garanta de xito en la relacin. El 4 es compatible con el 9: es una alianza de inteligencias, de compatibilidad de pensamiento. CINCO (5), Signo de la accin y la inquietud. Es el smbolo de la libertad, la adaptabilidad, el espritu viajero y aventurero, pero tambin de la inconsistencia y del abuso de los sentidos. Expansivo y sociable, de nuevas y visionarias ideas; de pensamientos rpidos, polifactico, curioso y explorador; ingenioso a la hora de utilizar la libertad de forma constructiva. Tambin es el nmero de la fortuna, la magia y la aventura. Son personas que les atraen lo desconocido, lo extrao, lo misterioso. En el lado negativo, demasiada inquietud, a veces descontento e insatisfecho, de temperamento tenso, suele tomar muchas decisiones precipitadas, impaciente, falto de aplicacin a los temas. Compatibilidades del 5 (cinco) El 5 es compatible con el 6: se estimulan mutuamente. El 5 es compatible con el 8: combinacin de fuerza y generosidad. SEIS (6), Signo del amor, la responsabilidad, la comprensin, pero tambin de personas entrometidas y celosas. Es un nmero asociado a la honestidad y fidelidad. En lo positivo su fuerte sentido de la responsabilidad, artstico, equilibrados, comprensivos con los dems, humanitarios, generosos, amantes del hogar y de los asuntos domsticos, prestan ayuda a otros. Son personas de fiar, serias, formales y con sentido de la honradez. Tambin son de trato amable con los dems. En el lado negativo, obstinados y testarudos, dominantes de la familia y los amigos, entrometidos, egocntricos y susceptibles de la adulacin. Compatibilidades del 6 (seis) El 6 es compatible con el 4: es una alianza armnica y duradera

El 6 es compatible con el 8: una asociacin ideal para negocios, proyectos o asuntos laborales. SIETE (7), Signo del pensamiento, la espiritualidad, la conciencia, el anlisis psquico, la sabidura. El nmero del intelecto, el idealismo y la represin. Son personas amantes de la lectura, el estudio y las ansias por aprender. Tendentes a proyectar su vida en una esfera de idealismo y actividad intelectual. Habilidades para el anlisis y la investigacin y la inteligente bsqueda del conocimiento; mentalidad cientfica y con capacidad de inventiva; estudiosa, meditadora; de personalidad encantadora; amantes de la soledad y de la paz; perfeccionistas. En el lado negativo: motivos ocultos; muy reservado, les encanta argumentar con silencios o sarcasmos; tendencia al aislamiento, a posiciones inflexibles, les irritan las distracciones. Compatibilidades del 7 (siete): El 7 es compatible con el 3: es compatibilidad por complementariedad. El 7 es compatible con el 8: alianza efectiva para lograr objetivos de todo tipo. OCHO (8), Signo del poder, la habilidad ejecutiva, la gestin, poder material y una tendencia al sacrificio pero tambin a no tener escrpulos. Habilidades polticas, experto en manejar el poder y la autoridad, trabajan por causas y por alcanzar el reconocimiento, capacidad de decisin y mando. Simboliza la autosuficiencia, el xito material y la firmeza de planteamientos. Son autoexigentes, ambiciosos y hbiles para alcanzar logros materiales tales como negocios, empresas, ganancias de todo tipo. En el lado negativo: son, excesivamente ambiciosos, carentes de instintos humanitarios, pueden gestionar mal el dinero, reprimir a subordinados, impacientarse con la gente en general, tendencia al estrs y al materialismo. Compatibilidades del 8 (ocho): El 8 es compatible con el 4: para alianzas estratgicas en lo material. El 8 es compatible con el 9: para alianzas menos materiales. NUEVE (9), Signo del genio artstico, sentido humanitario, tendencia al romance y a lo emotivamente sentimental. Animadamente amistosos y simpticos, desinteresados, interesados en hacer de buena gana y bien su trabajo. Talento artstico y para la escritura.

El nmero de la persistencia, generosidad y capacidad de empuje. Tiene tendencia a perdonar los fallos de los dems. Capaces para iniciar algunos proyectos y trabajar con persistencia hasta su culminacin. En el lado negativo: Auto-adulacin, intereses dispersos, descuidados con las finanzas, necesitan acaparar la atencin. Compatibilidades del 9 (nueve) El 9 es compatible con el 9: compatibilidad con los de su mismo nmero. El 9 es compatible con el 1: alianza para proyectos e ideas. Que hay de cierto en esto, siempre ser materia de especulacin. La numerologa es un mtodo para vincular el microcosmos con el macrocosmos; con la prctica el numerlogo empieza a comprender la influencia de los cuerpos celestes en la conducta y la comprensin humana. Todos los objetos del mundo material estn relacionados con los nueve planetas. Para un numerlogo los planetas se encarnan en forma humana, de tal modo que puedan observarlos atentamente como parte de la relacin csmica. Aquellos que no se permiten la libertad de observar la influencia de los cuerpos celestes y astrales no pueden observar esta relacin, este juego. Para ellos los planetas son objetos situados en el espacio exterior que no tienen ninguna influencia en su carcter fsico ni mental. Para estas personas todas las ciencias predictivas son intiles. Pero quienes tienen tiempo, fe y paciencia suficiente pueden observar esta relacin y aprender de ella las lecciones que guiarn la conciencia de las generaciones venideras. Esto quiere decir entonces, Que hay una mstica del nmero? posesivos,

LA MISTICA DEL NMERO.Lo que hoy se denomina mstica del nmero pitagrica tiene un origen egipcio (Pero su estudio es ms antiguo y se remonta hasta sumeria), y corresponde a la filosofa que subyace a todas las artes y ciencias de Egipto. En realidad, lo que hizo Pitgoras fue desdramatizar el mito, una estrategia que tena la ventaja de hablar directamente a quienes eran capaces de pensar en aquellos trminos. Y aunque la razn por s misma no pone a los hombres en la senda de una tradicin inicitica (esa es la funcin de la conciencia), s resulta suficiente para invalidar el escepticismo. Son los sentidos los que nos hacen escpticos. Cuando los cientficos y los intelectuales afirman que su atesmo o su agnosticismo se basan en la razn, mienten. Lo que ocurre es simplemente que no han logrado aplicar su razn a los datos relativos y provisionales que les envan sus sentidos. Ms all de cierto nivel, en todas y cada una de las artes y las ciencias de Egipto el conocimiento era secreto. Las reglas, axiomas, teoremas y frmulas la propia materia de la ciencia y la erudicin modernas nunca se hacan pblicos, y es posible que nunca se llegaran a escribir.

Pero actualmente la cuestin del secreto se interpreta de manera equivocada. Los eruditos suelen coincidir en la idea de que la mayora de las sociedades antiguas (y muchas sociedades primitivas modernas) reservaban cierto tipo de conocimiento a un selecto grupo de iniciados. Esta prctica se considera, cuando menos, absurda y antidemocrtica, y en el peor de los casos se

interpreta como una forma de tirana intelectual, mediante la cual una clase sacerdotal mantena a las masas en un estado de temor reverencial e inactivo. Pero la mente de los antiguos era bastante ms perspicaz que la nuestra. Haba (y hay) buenas razones para mantener ciertos tipos de conocimiento en secreto, incluyendo los secretos del nmero y la geometra, una prctica pitagrica que suele despertar especialmente la ira de los matemticos. El cinco era el nmero sagrado de los pitagricos, y los miembros de la hermandad haban de jurar que mantendran su secreto bajo pena de muerte. Pero sabemos que hubo secretos porque stos fueron revelados. Que Egipto posea y desarrollo estos conocimientos resulta un hecho incontestable ante las proporciones armnicas de su arte y su arquitectura. Pero, quizs Egipto saba guardar sus secretos mucho mejor que los griegos, no olvidemos que en Egipto haban muchas escuelas iniciticas, lo que explica que los egiptlogos se nieguen a creer que los posean. Aunque, por definicin, no dejan de ser circunstanciales, las evidencias de que fue as resultan abrumadoras, y slo falta comprender qu motivos justificaban el hecho de mantener este tipo (o cualquier tipo) de conocimiento en secreto. Una obra de arte, buena o mala, constituye un complejo sistema vibratorio. Nuestros cinco sentidos estn constituidos para captar estos datos en forma de longitudes de onda visuales, auditivas, tctiles y, probablemente, olfativas y gustativas. Los datos son interpretados por el cerebro, y provocan una respuesta que aunque se dan amplias variaciones entre unos individuos y otros resulta ms o menos universal. Los artistas consumados saben instintivamente que sus creaciones se ajustan a unas leyes: considrese por ejemplo la famosa afirmacin de Beethoven, realizada mientras trabajaba en su ltimo cuarteto, de que la msica constituye una revelacin de ndole superior a la filosofa . Sin embargo, no comprenden la exacta naturaleza de dichas leyes. Alcanzan la maestra slo a travs de una intensa disciplina, de una sensibilidad innata y de un largo perodo de ensayo y error. Poco de ello pueden transmitir a sus pupilos o discpulos: slo se puede transmitir la tcnica, pero nunca el genio. Sin embargo, en las civilizaciones antiguas haba una clase de iniciados que posean un conocimiento preciso de las leyes armnicas. Saban cmo manipularlas para crear el efecto preciso que deseaban. Y plasmaron dicho conocimiento en la arquitectura, el arte, la msica, la pintura y los rituales, produciendo las catedrales gticas, los inmensos templos hindes, todas las maravillas de Egipto y muchas otras obras sagradas antiguas que an hoy, en ruinas, producen en nosotros un poderoso efecto. Este efecto se debe a que aquellos hombres saban exactamente qu hacan y por qu lo hacan: se llevaba a cabo ntegramente a travs de un conjunto de manipulaciones sensoriales.

Hoy es un hecho bien conocido y los trabajos en este mbito revelan continuamente efectos an ms sutiles e insidiosos que las tensiones y fatigas de la vida moderna tienen consecuencias, reales e, incluso, calculables, en nuestras facultades psquicas y emocionales. La gente que vive cerca de un aeropuerto o trabaja con el ruido incesante de una fbrica vive en un continuo estado de nerviosismo. En los edificios de oficinas donde el aire se recicla o se hace un amplio uso de materiales sintticos se crea una atmsfera donde los iones negativos son escasos. Aunque los sentidos no lo detectan de manera directa, en ltima instancia se trata de un fenmeno vibratorio de nivel molecular, y tiene poderosos efectos, mensurablemente perjudiciales: la gente se vuelve depresiva a irritable, se cansa con facilidad y su resistencia a las infecciones disminuye. Las frecuencias subsnicas y ultrasnicas producidas por una amplia gama de mquinas ejercen tambin una poderosa y peligrosa influencia. Actualmente los diseadores poseen un cierto conocimiento de los efectos de los colores y de las combinaciones de stos; saben qu efectos pueden ser beneficiosos, y cules nocivos, aunque no saben por qu. As, la vida cotidiana de los habitantes de las actuales ciudades es tcnicamente una forma de tortura, suave pero constante, en la que las vctimas y los verdugos se ven afectados por igual. Y todos llaman a eso progreso. El resultado es parecido al que produce la tortura deliberada. Las personas espiritualmente fuertes reconocen el desafo, lo afrontan y lo superan; el resto sucumben, se embrutecen, se vuelven apticas y fcilmente dominables: se adhieren servilmente a cualquier cosa o persona que prometa aliviar su intolerable situacin, y los hombres se ven arrastrados con facilidad a la violencia, o a excusar la violencia en nombre de lo que imaginan que son sus intereses. Y todo esto se lleva a cabo por hombres que profesan elevados ideales, pero que ignoran las fuerzas que manipulan. Es un hecho incontestable que todos estos fenmenos ejercen sus efectos ya sea a travs de los sentidos directamente, ya sea (como en el caso del aire desionizado, o en el de las ondas subsnicas y ultrasnicas) a travs de otros receptores fisiolgicos ms sutiles. Es evidente, pues, que todos ellos se pueden reducir a trminos matemticos, al menos en principio. Agrippa deca: El conocimiento de las inteligencias creadoras no puede representarse ms que con las figuras de los nmeros y sus caracteres. Pero esta concepcin lo haba tambin enunciado Platn -en el Timeo-, quin a su vez haba sido influenciado por el pitagorismo, y anunciaba: Lo que en realidad era eterno era la sustancia del Modelo Viviente, y era imposible adaptar enteramente esta eternidad al mundo generado. Por esta razn su autor se preocup de hacer una especie de imitacin mvil de la eternidad y, mientras organizaba el cielo, hizo, a semejanza de la eternidad inmvil y una, esta imagen eterna que progresa segn la ley de los nmeros.

Diferentes estudiosos y autores han mencionado que las conclusiones a que arribaron viene de antiguas enseanzas de los mesopotmicos, hebreos, egipcios, rabes, persas, magos, griegos, turcos, y otros. La relacin bsica parte de la dualidad, de manera que todo nmero impar, partiendo del uno, pertenece al cielo, y todo nmero par, partiendo del dos, pertenece a la tierra; en esta relacin se encuentra el misterio de la creacin, ya que liga al creador con la criatura, arriba con abajo, el tiempo con la eternidad, las dos caras, los dos polos, los dos extremos, lo masculino y femenino, activo y pasivo, luz y oscuridad, etc. En las ciencias sagradas no se puede considerar a la dualidad como dos opuestos, sino como complementarios; la dualidad impone una complementarizacin, y esto es el centro: el nmero tres, el hijo del matrimonio del cielo y la tierra. El uno se le atribuye a Dios creador, el dos a la materia creativa y el tres se le atribuyen las ideas formadas. Sobre la relacin de los tres primeros nmeros es posible comprender todas las dems: El uno lleva a dos, el dos al tres y a partir del tres son todas las cosas. El 1 es UNIDAD, el 2 es SEPARACION y el 3 es CENTRO, el 4 es nuevamente UNIDAD, el 5 es SEPARACION y el 6 es CENTRO, y asi sucesivamente. Los nmeros se ordenan simblicamente es una estructura ternaria que los cualifica: 1,4,7,10 tiene el mismo campo de significacin, son la UNIDAD, pertenecen al cielo, al Dios creador. La segunda serie: 2,5,8,11 son la SEPARACION, sin la separacin no habra ni Creador ni criatura, ni cielo ni tierra, ni discernimiento. La tercera serie: 3,6,9,12 la serie del CENTRO, en donde se vuelve a unir lo que se haban separado configurndose una nueva realidad, en esta el tringulo y la cadena de tringulos, en esta se incluye al hombre. La ciencia de la matemtica es tan necesaria para la magia, como la magia es necesaria a la matemtica, quin no comprende esto, pierde su tiempo y nunca alcanzara su objetivo. As el mago que conoce la Filosofa natural y la Matemtica y conoce las ciencias medias que provienen de ellas, a saber, la aritmtica, la Msica, la Geometra, la ptica, la Astronoma y las ciencias que se ejercen con pesos, medidas, proporciones, artculos y junturas y sabe tambin las mecnicas que de ellas resultan. No debemos extraarnos si, al estar por encima de los dems hombres por el arte y por su espritu, realizan cosas maravillosas que sorprenden de sobre manera a los ms sabios y a los ms eruditos. Se debe conocer y dominar lo mstico del nmero, eso es lo que verdaderamente hace superior y diferente a los hombres.

LOS NUMEROS: FUNCION, PROCESO Y PRINCIPIOS. UNO (1) Uno, el absoluto o unidad, cre la multiplicidad a partir de s mismo. Uno se convirti en dos. Esto es lo que se denomina escisin (divisin, separacin) primordial. La unidad, es el absoluto o energa no polarizada, al hacerse consciente de s, crea la energa polarizada. El uno se convierte simultneamente en el dos y el tres. El dos, es divisible por naturaleza. El dos representa el principio de multiplicidad; cuando se desboca, el dos es la llamada del caos. El dos es la cada. Pero el dos se reconcilia con la unidad, se incluye en la unidad, por la creacin simultnea del tres. El tres representa el principio de reconciliacin, de relacin (este tres en uno es, obviamente, la trinidad cristiana, la misma trinidad que se describe en innumerables mitologas de todo el mundo). Slo podemos medir los resultados que nos proporcionan los datos cuantitativos, pero no la comprensin o entendimiento. Experimentamos el mundo en trminos de nacimiento, crecimiento, fertilizacin, maduracin, senescencia, muerte y renovacin; en trminos de tiempo y espacio, distancia, direccin y velocidad.

Los nmeros egipcios.

DOS (2) El absoluto, la unidad al hacerse consciente de s, crea la multiplicidad o polaridad. El uno se hace dos. Dos no es uno ms uno. Metafsicamente, el dos nunca puede ser la suma de uno ms uno, ya que slo hay un uno, que es el todo. El dos expresa la oposicin fundamental, la contrariedad fundamental de la naturaleza: la polarizacin. Y la polaridad es fundamental para todos los fenmenos sin excepcin. En el mito egipcio, esta oposicin fundamental se describe vvidamente en el interminable conflicto entre Set y Horus (finalmente reconciliados tras la muerte del rey). La escisin primordial provoca, postula, la reaccin. La ciencia moderna es consciente de la polaridad fundamental de los fenmenos, aunque sin reconocer sus implicaciones o su naturaleza necesariamente trascendente. La energa es la expresin mensurable de la rebelin del espritu contra su confinamiento en la materia. No hay modo alguno de expresar esta verdad fundamental en un lenguaje cientfico aceptable. Pero el lenguaje del mito lo expresa de forma elocuente: en Egipto se representa a Ptah, el creador de las formas, aprisionado, envuelto en ropas ajustadas.

Ptah

La polaridad es fundamental para todos los fenmenos sin excepcin, pero cambia de aspecto segn la situacin. Este hecho se refleja en el lenguaje comn. Aplicamos nombres distintos en funcin de la situacin o de la

categora de los fenmenos: negativo, positivo; activo, pasivo; masculino, femenino; favorecedor, entorpecedor; afirmativo, negativo; s, no; verdadero, falso; cada par representa un aspecto distinto del mismo principio fundamental de polaridad. En busca de la claridad y la precisin, distinguimos cuidadosamente entre estos conjuntos de polaridades segn su funcin especfica en una situacin dada. Y es cierto que, al hacerlo, podemos ganar claridad y precisin; pero, al mismo tiempo, podemos perder de vista y, en la ciencia, sucede inevitablemente la naturaleza csmica y omnmoda de la polaridad. En el mito se evita este peligro. Aqu, la naturaleza csmica se intensifica, y el erudito, filsofo o artista individual utiliza el aspecto concreto del principio que se aplica a su tarea o a su investigacin, sea sta la que fuere. As, no hay que sacrificar la precisin y la claridad en aras de la difusin. El dos, considerado en s mismo, representa un estado de tensin primordial o principal. Es una situacin hipottica de opuestos eternamente irreconciliables (en la naturaleza no existe tal estado). El dos es esttico. En el mundo del dos nada puede ocurrir. TRES (3) Entre las fuerzas opuestas se debe establecer una relacin. Y el establecimiento de esta relacin constituye, en s mismo, la tercera fuerza. El uno, al hacerse dos, simultneamente se hace tres. Y este hacerse es la tercera fuerza, que proporciona automticamente el principio, inherente y necesario (y misterioso), de reconciliacin. Aqu nos enfrentamos a un problema irresoluble tanto en el lenguaje como en la Lgica. La mente lgica es polar por naturaleza, y no puede aceptar o comprender el principio de relacin. A lo largo de toda la historia, los eruditos, los telogos y los msticos se han enfrentado al problema de explicar la trinidad en un lenguaje discursivo (Platn luch resueltamente con l en su descripcin del alma del mundo, que a todos le parece galimatas, salvo a los pitagricos). Sin embargo, el principio del tres se aplica fcilmente a la vida cotidiana, donde de nuevo en funcin de la naturaleza de la situacin le damos cada vez un nombre distinto. Masculino/femenino no es una relacin, ya que, para que haya relacin, debe haber amor o, al menos, deseo. Un escultor y un bloque de madera no producirn una estatua: el escultor debe tener inspiracin. Sodio/cloro no es en s mismo suficiente para producir una reaccin qumica: debe haber

afinidad. Incluso el racionalista, el determinista, rinde homenaje inconscientemente a este principio: incapaz de dar cuenta del mundo fsico a travs de la gentica y el entorno, apela a la interaccin, que no es sino un calificativo aplicado a un misterio. La lgica y la razn son facultades para discernir, distinguir, discriminar (obsrvese la presencia del prefijo griego dis, que significa dos). Pero la lgica y la razn no pueden explicar la experiencia cotidiana: incluso los lgicos se enamoran. La tercera fuerza no puede ser conocida mediante las facultades racionales; de ah el aura de misterio que planea sobre todos y cada uno de sus innumerables aspectos: amor, deseo, afinidad, atraccin, inspiracin. Qu sabe el genetista de la interaccin? No puede medirla. La infiere, la extrapola de su propia experiencia, y, al utilizar un trmino al que se ha despojado de toda emocin, supone que est siendo racional. No puede definir la interaccin con una precisin mayor de la que puede emplear el escultor para definir la inspiracin , o el amante para definir el deseo. Es el corazn, y no la cabeza, el que comprende el tres (con el trmino corazn nos referimos al conjunto de las facultades emocionales humanas). La comprensin es una funcin emocional, antes que intelectual, y es prcticamente sinnimo de reconciliacin, de relacin. Cuanto ms se comprende, ms capaz se es de reconciliar y de relacionar. Cuanto ms se comprende, ms se reconcilian aparentes incongruencias e incoherencias. Es posible que uno sepa mucho y, en cambio, comprenda muy poco. As, aunque no se pueda medir o conocer el tres directamente, podemos experimentarlo en todas partes. A partir de la experiencia cotidiana comn, podemos proyectar y reconocer el papel metafsico del tres: podemos ver por qu la trinidad constituye un fenmeno universal en las mitologas del mundo. Tres es la Palabra, el Espritu Santo, el absoluto consciente de s mismo. Pero la famosa experiencia mstica, la unin con Dios, es as lo pienso la experiencia directa de ese aspecto del absoluto que es la conciencia. Reconocer la tercera fuerza equivale a consentir el misterio fundamental de la creacin; al mismo tiempo, constituye un reconocimiento de la necesidad fundamental de reconciliar a los opuestos. El hombre que comprende el tres no ser seducido fcilmente por el dogmatismo. Sabe que, en nuestro mundo, los conceptos de verdadero y falso son relativos; o, si parecen absolutos, como en los sistemas lgicos, entonces el propio sistema es relativo, una abstraccin de una realidad mayor y ms compleja. No comprender esto da como resultado el

curioso razonamiento moderno que declara vlida la parte, pero afirma que el todo es una ilusin. Aunque la tercera fuerza no se puede medir o conocer directamente, la ciencia egipcia lo abordo con arte (todo tipo de creacin) y precisin. Toda manifestacin del mundo fsico representa un momento de equilibrio entre las fuerzas positivas y negativas. La ciencia que comprenda esto, comprender en si mismo por inferencia, la inefable tercera fuerza, que es igual a las fuerzas en oposicin y produce ese momento de equilibrio. La capacidad de utilizar este conocimiento constituye desde tiempos inmemoriales un aspecto de la magia. En la vida cotidiana, reconocer el papel del tres es un paso hacia la ms difcil de las hazaas: aceptar la oposicin. Una obra maestra slo se puede dar frente a una oposicin equilibrada. El bloque de madera constituye la oposicin del escultor en un sentido real. Si su inspiracin resulta suficiente surgir una obra maestra, pero si es insuficiente para tratar con su bloque de madera, producir un fracaso. Si el bloque de madera resulta insuficiente para su inspiracin, acabar en un sentimiento de ambicin frustrada. Es fcil reconocer este principio, la capacidad para dar a la oposicin el lugar que se merece es una de las ms difciles de poner en prctica. De ah que el principio se expreso de mil maneras distintas en la literatura sacra de todo el mundo. Es esto, y no un sentimiento servil, lo que pretende el dicho cristiano: Ama a tu prjimo. Trata de amar a tu enemigo! Y seguro que sera de mucha utilidad en poltica y en relaciones humanas, si toleran a los que piensan de manera distinta. CUATRO (4) Material, sustancia, cosas; el mundo fsico es la matriz de toda experiencia sensual. Pero no se puede explicar lo material o la sustancia con dos trminos, ni con tres. El dos es una tensin abstracta o espiritual (Da-Noche). El tres es una relacin abstracta o espiritual (Padre-Madre-Hijo). El dos y el tres resultan insuficientes para explicar la idea de sustancia, y podemos ilustrar esto con una analoga: Amante/amado(a)/deseo, pero ello no es una familia, ni siquiera una relacin amorosa. Escultor/bloque/inspiracin, no es todava una estatua. Sodio/cloro/afinidad todava no es sal. Explicar la materia requiere, en principio, cuatro trminos: escultor /bloque /inspiracin /estatua; amante /amado(a) /deseo /relacin amorosa; sodio/cloro/afinidad/sal.

As, la materia es un principio que est ms all y por encima de la polaridad y la relacin. Incluye necesariamente tanto al dos como al tres, pero es algo ms que la suma de sus elementos constitutivos, como sabe cualquier escultor o amante. La materia, o sustancia, constituye tanto una combinacin como una nueva unidad; es una analoga de la unidad absoluta, que es de naturaleza trina.

Los cuatro trminos necesarios para dar cuenta de la materia son los famosos cuatro elementos, que no constituyen, como cree la ciencia moderna, un primitivo intento de explicar los misterios del universo material, sino, ms bien, un modo preciso y sofisticado de describir la naturaleza inherente de la materia. Los antiguos no crean que la materia estuviera hecha realmente de las realidades fsicas del fuego, la tierra, el aire y el agua. Utilizaban estos cuatro fenmenos comunes para describir los papeles funcionales de los cuatro trminos necesarios de la materia, o, mejor dicho, del principio de sustancialidad (en el cuatro no hemos llegado todava a la realidad fsica con la que topamos). El fuego es el principio activo y coagulante; la tierra es el principio receptivo y formador; el aire es el principio sutil y mediador, el que realiza el intercambio de fuerzas, y el agua es el principio compuesto, producto del fuego, la tierra y el aire y, sin embargo, una sustancia que est ms all y por encima de ellos. Fuego, aire, tierra, agua. Los antiguos elegan con cuidado. Decir lo mismo en lenguaje moderno requiere ms trminos, ninguno de los cuales se recuerda con

tanta facilidad. Principio activo, principio receptivo, principio mediador y principio material: para qu molestarse con tales abstracciones cuando fuego, tierra, aire y agua dicen lo mismo, y lo dicen mejor? En Egipto, la conexin ntima entre el cuatro y el mundo material o sustancial se aplic al simbolismo. As, encontramos las cuatro orientaciones; las cuatro regiones del cielo; los cuatro pilares del cielo (soporte material del reino del espritu); los cuatro hijos de Horus; los cuatro rganos; los cuatro canopes, donde se guardaban los cuatro rganos despus de la muerte; los cuatro hijos de Geb, la Tierra. La unidad es la conciencia perfecta, eterna e indiferenciada. La unidad, al hacerse consciente de s, crea la diferenciacin, que es polaridad. La polaridad, o dualidad, es una expresin dual de la unidad. As, cada aspecto participa de la naturaleza de la unidad y de la naturaleza de la dualidad: de lo uno y de lo otro, como seala Platn. As pues, cada aspecto de la dualidad espiritual, primordial, es en s mismo dual. La escisin primordial crea un doble antagonismo, que se reconcilia mediante la conciencia. Esta doble reaccin, o doble inversin, constituye la base del mundo material. Si no entendemos nada de este cudruple proceso, apenas comprenderemos el mundo de los fenmenos, que es nuestro mundo. Estudiados de la forma correcta, los smbolos clarifican estos procesos mejor que las palabras. El cuadrado inscrito en un crculo representa la materia potencial, pasiva, contenida en la unidad. Este mismo proceso se muestra en accin por decirlo as en la cruz (que es algo ms que dos trozos de madera sobre los que se clav a un judo advenedizo). Es la cruz de la materia, en la que estamos prendidos todos nosotros. En esta cruz se crucifica al Cristo, al hombre csmico, quien, al reconciliar sus polaridades a travs de su propia conciencia, alcanza la unidad. Es este mismo principio de doble inversin y de reconciliacin el que subyace en todo el arte y la arquitectura religiosos de Egipto. Los brazos cruzados del faran momificado quien (cualesquiera que hubieran sido sus rasgos personales) representa los sucesivos estadios del hombre csmico sostienen, tambin cruzados, el cetro y el flagelo que representan su autoridad. Esquemticamente, el punto de interseccin de los dos brazos de la cruz cristiana representa el acto de la reconciliacin, el punto mstico de la creacin, el germen. En un esquema parecido, el faran exaltado y momificado representa el mismo punto abstracto. As, tanto la cruz como el faran momificado representan el cuatro y el cinco.

CINCO (5). Para los pitagricos, el cinco era el nmero del amor, ya que representaba la unin del primer nmero masculino, el tres, con el primer nmero femenino, el dos. Tambin se puede denominar al cinco el primer nmero universal. El uno -es decir, la unidad-, al contenerlo todo, resulta, estrictamente hablando, incomprensible. El cinco, que incorpora los principios de polaridad y reconciliacin, es la clave para comprender el universo manifiesto, ya que el universo, al igual que todos los fenmenos sin excepcin, es de naturaleza polar, en principio triple. De las races del dos, el tres y el cinco se pueden derivar todas las proporciones y relaciones armnicas. La interrelacin de dichas proporciones y relaciones gobierna las formas de toda materia, orgnica e inorgnica, y todos los procesos y secuencias de crecimiento. Es posible que en un futuro no muy lejano, la ciencia, con la ayuda de los ordenadores, llegue a alcanzar un conocimiento preciso de estas complejas interacciones. Pero no lo lograr hasta que acepte los principios subyacentes que los antiguos conocan. Puede parecer extrao atribuir sexo a los nmeros. Pero la reflexin sobre el papel funcional de stos justifica inmediatamente esta manera de proceder. El dos, la polaridad, representa un estado de tensin; el tres, la relacin, representa un acto de reconciliacin. Los nmeros femeninos, los pares, representan estados o condiciones; lo femenino es aquello sobre lo que se acta. Lo masculino es lo iniciativo, lo activo, lo creador, lo positivo (lo agresivo, lo racional); lo femenino, a su vez, es lo receptivo, lo pasivo, lo creado (lo sensitivo, lo nutriente). No se debe interpretar esto como un panfleto en defensa de un machismo universal: el universo es polar, masculino/femenino, por naturaleza. Y probablemente no es un hecho accidental que en incontables fenmenos del mundo natural encontremos esta relacin entre los nmeros impares y la masculinidad, y entre los nmeros pares y la feminidad. Los rganos genitales sueles ser triples. Las hembras de todas las especies de mamferos tiene dos mamas (o un nmero superior de ellas, mltiplo de dos). En un universo accidental no hay razn alguna por la que debera prevalecer tal uniformidad. As pues, para los pitagricos el cinco era el nmero del amor; pero, dadas las innumerables connotaciones de este trmino, tan mal utilizado, probablemente sea preferible referirnos al cinco como el nmero de la vida. Cuando queran representar al dios del universo, o el destino, o el nmero cinco, dibujaban una estrella.

Se necesitan cuatro trminos para explicar la idea de materia o sustancia. Pero estos cuatro trminos resultan insuficientes para explicar su creacin. Es el cinco -la unin de lo masculino y lo femenino- el que permite que aqulla suceda. Es la comprensin del cinco desde esta perspectiva la responsable de la peculiar reverencia de la que ha sido objeto en numerosas culturas; de ah que la estrella de cinco puntas, o pentagrama, y el pentgono hayan sido smbolos sagrados en las organizaciones esotricas (y de ah, tambin, que resulte tan irnico ver que este ltimo forma hoy el plano arquitectnico del mayor cuartel militar del mundo). En el antiguo Egipto, el smbolo de la estrella se dibujaba con cinco puntas. El ideal del hombre realizado era convertirse en una estrella, y pasar a estar en compaa de Ra. Si aplicamos los papeles funcionales del nmero a las situaciones familiares de la vida cotidiana, podemos percibir mejor su modo de funcionar que con una descripcin tcnica. En el marco de las funciones, los papeles cambian y se hacen ms complejos. Hombre/mujer es una polaridad. Pero el mismo hombre y la misma mujer, vinculados por el deseo en una relacin, ya no son los mismos; y cuando la relacin -de tres trminos- se convierte en la ttrada de la relacin amorosa, o de la familia, las partes que en ella participan cambian de nuevo funcionalmente (como saben muy bien todos los amantes, maridos y mujeres). Estas partes implicadas desempean simultneamente tanto papeles activos, masculinos e iniciativos, como pasivos, femeninos y receptivos. El amante es activo con respecto a su amada, y receptivo al deseo; ella es receptiva ante sus tentativas, pero provoca el deseo. El escultor es activo con respecto al bloque de madera, y receptivo a la inspiracin; el bloque de madera es receptivo ante su cincel, pero provoca la inspiracin. Es este tipo de pensamiento el que subyace a la filosofa vital de Egipto. En trminos generales, la filosofa contempornea falla en dos importantes mbitos. Uno, caracterizado por el positivismo lgico y sus descendientes, bastante ms sofisticados, se centra en la metodologa lgica y cientfica. El otro,

tipificado por el existencialismo en sus diversas formas, se centra en la experiencia humana en un contexto personal o social. Ninguna de estas dos escuelas incorpora el pensamiento pitagrico, con el resultado de que los positivistas han elaborado una herramienta analtica rigurosamente consistente, pero sin relacin con la experiencia humana, mientras que los existencialistas han hecho tiles observaciones sobre la experiencia, pero no pueden encajarlas es una estructura consistente o convincente. El enfoque pitagrico revela una estructura y un sistema que subyacen a la experiencia. La filosofa del antiguo Egipto no es filosofa en el sentido actual: no tiene textos explicativos. Sin embargo, es autntica filosofa en tanto es sistemtica, consecuente y coherente, y se organiza en torno a unos principios que se pueden expresar de manera filosfica. Egipto expresaba estas ideas en la mitologa, y su coherencia slo se revela cuando se estudia la mitologa como dramatizacin e interaccin del nmero. A partir de su estudio de la cbala hebrea, la filosofa china del yin y el yang, la mstica cristiana, la alquimia, los textos sagrados hindes y los ltimos trabajos de la fsica moderna, se reconoci un vnculo pitagrico comn en todos ellos. Por mucho que difieran los medios o los modos de expresin, cada una de estas filosofas o disciplinas se ocupa de la creacin del mundo, o de la materia, del vaco; cada una de ellas reconoce que el mundo fsico no es sino un aspecto de la energa; cada una de ellas -excepto la fsica moderna, la cual, al centrarse en el aspecto material del problema, elude sus implicaciones filosficas- reconoce que la vida constituye un principio fundamental del universo, y no una ocurrencia tarda o un accidente. El nmero del amor, el nmero sagrado para Pitgoras, el nmero simbolizado por el pentgono y el pentagrama, y que gobern las proporciones de las catedrales gticas, desempe en Egipto un papel fundamental, aunque ms sutil. Aparte del carcter jeroglfico de la estrella de cinco puntas, no encontramos ningn ejemplo patente de figuras de cinco lados.

En lugar de ello, se descubri que la raz cuadrada de cinco rega las proporciones del sanctasanctrum, el santuario ms interior del templo de Luxor. En otros casos, descubri que las proporciones de determinadas cmaras estaban regidas por el hexgono generado por el pentgono. En otras, diversos rectngulos cruzados de 8 X 11 figuras de cuatro lados que generan el pentgono a partir del cuadrado regan las proporciones de los murales de las paredes, que se relacionaban simblicamente con las funciones representadas por el cinco. Egipto utiliz tambin ampliamente la seccin urea, que, desde la escisin primordial, rige el flujo de los nmeros hasta el cinco. La estrella de cinco puntas, formada por segmentos basados en la seccin urea, es el smbolo de la actividad incesante; el cinco es la clave de la vitalidad del universo, su naturaleza creadora. En trminos mundanos, el cuatro explica el hecho de la estatua del escultor, pero no da cuenta de su hacerse. Se necesitan cinco trminos para explicar el principio de la creacin; en consecuencia, el cinco es el nmero de la potencialidad . La potencialidad existe fuera del tiempo. El cinco es, pues, el nmero de la eternidad y del principio de la eterna creacin, de la unin de lo masculino y lo femenino (y es por esta razn, y de acuerdo con esta lnea de pensamiento, por lo que los antiguos hicieron al cinco objeto de lo que a nosotros nos parece una especial reverencia). SEIS (6) Se necesitan cuatro trminos para explicar el principio o la idea de sustancia. Se requieren cinco para dar cuenta de la creacin, del acto de llegar a ser, del acontecimiento. Pero cinco trminos resultan insuficientes para describir el marco en el que este acontecimiento tiene lugar, la realizacin de la potencialidad. Este marco es el tiempo y el espacio. En este sentido, podemos decir que el Seis es el nmero del mundo. El cinco, al hacerse seis, engendra o crea el tiempo y el espacio. Las funciones, procesos y principios relativos al uno, el dos, el tres, el cuatro y el cinco se pueden calificar de espirituales o metafsicos. En cualquier caso, son invisibles. No podemos ver realmente, o siquiera visualizar, una polaridad, una relacin, la sustancia principal o el acto de creacin. Pero vivimos en un mundo de tiempo y espacio, y, por desgracia para nosotros, esta avasalladora interpretacin sensorial del tiempo y el espacio condicionan lo que denominamos realidad, una realidad que no es sino un aspecto de la verdad. Nuestra lengua, con sus tiempos verbales de pasado, presente y futuro (no todas los tienen), refuerza el panorama ilusorio descrito por los sentidos.

Desde tiempo inmemorial, eruditos, filsofos y pensadores se han estrujado el cerebro con el problema del tiempo y el espacio, y raramente se han dado cuenta de que el propio lenguaje en cuyo marco esperaban resolver el problema se hallaba estructurado de forma tal que sustentaba la evidencia de los sentidos. Probablemente en tiempos antiguos este problema era menos acusado de lo que lo es hoy. La lengua es el principal instrumento de expresin de las facultades intelectuales. Cuando los hombres eran menos dependientes de sus intelectos y, con toda probabilidad, posean unas facultades intuitivas y emocionales ms desarrolladas, eran tambin ms susceptibles a las experiencias que trascienden el tiempo y el espacio, y eran capaces de aceptar las evidencias provisionales de los sentidos como lo que realmente son. Aparentemente experimentamos el tiempo como un flujo, mientras que el espacio nos parece que es eso en donde estn contenidas las cosas. Pero si sometemos estas impresiones al anlisis racional, acabamos por llegar a aparentes disparates, o, en caso contrario, nos vemos obligados a seguir a los positivistas y concluir que nuestras preguntas estn formuladas de manera incorrecta, y, en consecuencia, carecen de sentido. Seguimos quedndonos con la avasalladora impresin del tiempo como flujo, lgicamente sin principio ni fin, y tambin lgicamente sin un presente, ya que el pasado y el futuro se funden incesantemente uno con otro. Si consideramos el espacio en funcin de lo que contiene, nos vemos limitados a postular una extensin infinita, o bien, si el universo es finito, una infinidad que comienza en sus lmites. Ninguna de las dos soluciones resulta satisfactoria, y de nuevo nos quedamos con la indeleble impresin de que el espacio contiene las cosas, pero el propio espacio sigue siendo un misterio. No hay nada en la ciencia o en la filosofa que pueda resolver este problema. Sin embargo, el estudio del simbolismo de los nmeros, y de las funciones y principios que stos describen, nos permite apoyarnos en una slida base intelectual. No se trata de un sustituto de la experiencia mstica, que por s sola lleva aparejada la inalterable certeza emocional que denominamos fe. Pero, al menos, nos permite ver simultneamente tanto la naturaleza real del tiempo y el espacio como su aspecto condicional, que es el que nos transmite nuestro aparato sensorial. Nos permite, asimismo, reconciliar los puntos de vista, aparentemente irreconciliables, de la mstica oriental que sostiene que el mundo de los sentidos (y, con l, el tiempo y el espacio) es una ilusin, que es ntegramente un constructo mental y el empirismo occidental que toma los datos sensoriales al pie de la letra, a pesar de los insolubles problemas filosficos y cientficos que esto plantea.

Ambas interpretaciones son correctas segn el punto de vista que se adopte. En trminos del mundo material, el tiempo es real. Es real en todo lo que se refiere a nuestros cuerpos, pues vivimos y morimos. En los trminos del mundo espiritual, no es que el tiempo sea una ilusin en el sentido de realidad falsamente percibida; por el contrario, el tiempo no existe. Para el absoluto, para la unidad trascendente, no hay tiempo. Y todas las religiones iniciticas ensean que la meta del hombre es la unin con el absoluto, con Dios, con el reino del espritu. En consecuencia, un importante aspecto de dichas enseanzas es la insistencia en la necesidad de trascender el tiempo, puesto que es el tiempo el que nos hace esclavos del mundo material. Sin embargo, dado que nuestro cuerpo se halla ligado al tiempo, y nuestras necesidades, placeres, dolores y deseos estn tan estrechamente vinculados al cuerpo, se nos hace difcil imbuirnos de la inquebrantable determinacin de actuar segn la necesidad de trascender el tiempo, a pesar de que tericamente defendamos esta idea. De ah surgen las elaboradas disciplinas y rituales del yoga, el zen, y otras formas de religiones de Oriente y Occidente. El estudio del simbolismo del nmero no permitir por s solo a un hombre trascender el tiempo, pero, al clarificar el asunto, al demostrar el modo en que el tiempo y el espacio desempean sus papeles en el gran diseo universal, el simbolismo del nmero puede ayudarnos a verlos bajo su autntica luz, y, acaso, puede contribuir a que la necesidad de trascendencia se nos haga mucho ms urgente. El marco en el que tiene lugar la creacin es el tiempo y el espacio, cuya definicin requiere seis trminos. La creacin no tiene lugar en el tiempo; lejos de ello, el tiempo es un efecto de la creacin. Las cosas no existen en el espacio: son el espacio. No hay ms tiempo que el definido por la creacin; no hay ms espacio que el definido por el volumen. El universo material constituye una jerarqua interrelacionada de energas de diferentes niveles u rdenes de densidad, a las que nuestros sentidos slo tienen un acceso limitado. Una ciencia que trate de explicar el orden universal en trminos de la experiencia sensorial humana, o a travs de mquinas que no son sino extensiones cuantitativas de los sentidos humanos, est condenada a alejarse cada vez ms de una comprensin global. Esta es la situacin que podemos ver actualmente, cuando la especializacin prolifera cada vez ms, y, aunque en teora se habla de las innegables interacciones entre los diversos campos, los especialistas no tienen ninguna pista acerca de cmo y por qu tienen lugar dichas interacciones. Y la interminable disputa en torno a la cuestin de si el universo es, en ltima instancia, material o espiritual, contina.

En Egipto y otras civilizaciones antiguas la situacin era totalmente opuesta. En su filosofa vital no se haca distincin entre mente y materia: ambas se comprendan como aspectos de un mismo diseo. Slo la escisin primordial era incognoscible: todo lo dems se remita a este acontecimiento en trminos de funciones, principios y procesos, los cuales resultaban comprensibles mediante los nmeros, y comunicables (en Egipto) mediante los neters (los llamados dioses), cuyos atributos, gestos, tamao y situacin se alteraban en funcin del papel desempeado en una situacin determinada. (En la lengua moderna hacemos lo mismo de forma menos sistemtica: sabemos -aunque no podramos demostrarlo- que el papel de hombre en una polaridad no es el mismo que el de amante en una relacin.) La seleccin de 24 horas como subdivisin del da resulta bastante arbitraria. Los chinos, por ejemplo, utilizaban 12 subunidades del da, y los hindes llegaban hasta las 60 sub unidades... no hay ningn acontecimiento natural que divida el da... en doceavos, veinticuatroavos, sesentavos o cualquier otra fraccin... Los babilonios, en una primera poca, utilizaban doce fracciones iguales para dividir el da entre puesta de sol y puesta de sol ... Los chinos dividan el da en doce perodos shih iguales. Sin embargo, as como los babilonios dividan el beru en sesentavos y cada una de estas fracciones en otros sesentavos, los chinos dividan el shih en octavos... Los chinos tambin dividan el da en centavos. El seis, el nmero del mundo material y, en consecuencia, del tiempo y el espacio, es el nmero elegido por los egipcios para simbolizar los fenmenos espaciales y temporales. El seis serva a los egipcios, como nos sirve a nosotros, para establecer las divisiones temporales bsicas: el da en veinticuatro horas (doce de da y doce de noche); el ao en doce meses, de treinta das cada uno, ms otros cinco das en los que nacieron los neters. Esto no es accidente ni casualidad, sino un corolario natural del papel funcional del seis. (En la mecnica celeste, las explicaciones del movimiento utilizan un espacio de seis dimensiones: tres para la posicin, y tres para la velocidad de cada partcula o planeta.) El volumen requiere seis direcciones de extensin para definirlo: arriba y abajo, delante y detrs, izquierda y derecha. En Egipto, el cubo, la figura perfecta de seis caras, se utilizaba como smbolo de la realizacin en el espacio; el cubo es, pues, el smbolo del volumen. El faran aparece sentado en su trono, que es un cubo (a veces se esculpe surgiendo de un cubo); el hombre est situado inequvocamente en la existencia material. Nada podra resultar ms claro que este ejemplo de reconocimiento consciente del papel y la funcin del Seis. Pero para reconocernos a nosotros mismos, debemos ser capaces de pensar como lo haca Pitgoras. El seis se simboliza tambin por el hexgono, por el sello de Salomn y por los dobles trigramas del i ching chino, cada uno de los cuales representa un enfoque

distinto e ilustra un aspecto diferente del seis, aunque dichos aspectos son, en ltima instancia, complementarios. El cubo es el resultado del seis; el sello de Salomn y los dobles trigramas constituyen el seis en accin. En Egipto, se descubri que las dimensiones de ciertas salas concretas del templo de Luxor venan determinadas por la generacin geomtrica del hexgono a partir del pentgono. Se trata de una expresin simblica de la materializacin de la materia a partir del acto creador espiritual. Al mismo tiempo, constituye una expresin real de materializacin. El templo simboliza, y -a la vez- es, el tiempo y el espacio, en estricta conformidad con las leyes pertinentes. SIETE (7) Se requieren cinco trminos para dar cuenta del principio de la vida, del acto creador, del acontecimiento. Seis trminos describen el marco en el que los acontecimientos tienen lugar. Pero seis trminos resultan insuficientes para explicar el proceso de venir al ser, de hacerse. En el mundo material, generalmente experimentamos este proceso en trminos de crecimiento. Pero cuando relacionamos el significado funcional del siete con la experiencia cotidiana, esta analoga se empieza a agotar. En el cinco, la correspondencia entre el escultor y el acto csmico era precisa. En el seis, rozbamos el borde de la metfora. Nuestro escultor, en el seis, no creaba tiempo y espacio: estaba ya en el tiempo y el espacio, y esculpa de forma creadora. El volumen de su estatua preexista en el bloque de madera (aunque, desde la perspectiva de la estatua, podramos decir que el escultor representaba de nuevo el papel de Dios, y creaba el tiempo y el espacio de la estatua en cuanto estatua, que previamente no exista). En el siete, sin embargo, nuestra analoga se convierte en metfora pura. El escultor no hace crecer a la estatua en ningn sentido material ni biolgico. Nosotros crecemos, al igual que un mono. Pero el crecimiento de la estatua es puramente metafrico (aunque puede que no se lo parezca del todo al propio escultor, quien, observando detalladamente el progreso de su creacin, desde la idea, o germen, hasta su finalizacin, puede hacerse una idea del principio de creacin). Se necesitan siete trminos para dar cuenta del fenmeno del crecimiento. El crecimiento es un principio universal observable (y mensurable) en todos los mbitos del mundo fsico, excepto en los ms micro csmicos (no podemos observar o medir el crecimiento de un tomo o de una molcula).

Al igual que todos los principios y funciones descritos hasta ahora, todos los cuales contribuyen a nuestra experiencia del mundo tal como es, el crecimiento no se puede explicar cientficamente. No hay nada en el comportamiento del tomo de hidrgeno que haga predecible que un gatito se convierta en un gato adulto. Pero, como ocurre con todas las dems funciones y procesos, la ignorancia cientfica se enmascara tras una aparatosa verborrea. Las cosas se desarrollan porque unos mecanismos que se iniciaron de manera fortuita en el transcurso de la evolucin han puesto de manifiesto que el crecimiento es un factor que lleva a la supervivencia. Y este fatuo circunloquio se califica de pensamiento racional.

Es interesante sealar que, hasta ahora, al relacionar el nmero con la funcin, hemos podido mostrar por qu los nmeros dos, tres, cuatro, etc., y no otros, se aplican a la polaridad, la relacin y la sustancialidad; pero no podemos encontrar fcilmente ejemplos fsicos concretos que respalden estas correlaciones: no podemos hallar ninguna prueba fsica de que un montn de sal, en cuanto realidad material, est implcito en el significado del cuatro. Un escptico podra considerar que la aplicacin universal del seis a los sistemas de medicin del tiempo y el espacio es arbitraria. Sin embargo, cuando llegamos al siete, nos encontramos con que ya no podemos relacionar este nmero directamente con nuestra experiencia: no podemos iniciar nuestro propio crecimiento. Pero en el mundo fsico encontramos multitud de ejemplos en los que el siete se manifiesta en forma de sistemas que crecen o de sistemas activos. El crecimiento no es un proceso continuo. Se da en pasos discretos, en saltos cunticos.

Los nios parecen estirarse de golpe; y realmente lo hacen. Los huesos no crecen continuamente: durante un tiempo aumentan de longitud, y luego de grosor. En ciertos perodos (numricamente determinados) el crecimiento avanza deprisa; entre uno y otro apenas hay crecimiento. Se requieren siete trminos para dar cuenta del principio de crecimiento, y es un hecho notable la frecuencia con la que el siete, o sus mltiplos, rigen los pasos reales, o las etapas y secuencias, del crecimiento (an ms notable si se tiene en cuenta que la ciencia ignora el pensamiento pitagrico y, en consecuencia, no trata de buscar tales correspondencias; pero los datos se acumulan de todos modos). Los fenmenos tienden a completarse en siete etapas, o son completos en esa fase concreta. En la escala armnica hay siete tonos. Es la escala armnica, y la funcin humana de la audicin, la que nos proporciona acceso directo al proceso del crecimiento, de la creatividad manifestndose. Fue esta razn -y no el azar o la supersticin- la que llev a los pitagricos explcitamente, y a los egipcios implcitamente, a emplear la escala armnica como el instrumento perfecto para ensear y mostrar el funcionamiento del cosmos. Consideremos una cuerda de una longitud dada como la unidad. Hagmosla vibrar: producir un sonido. Sujetemos la cuerda por su punto medio, y hagmosla vibrar de nuevo: ahora producir un sonido una octava ms alto. La divisin en dos da como resultado una analoga de la unidad original. (Dios cre a Adn a su imagen, y necesit siete das -o etapas discretas- para realizar su trabajo.) Esquemticamente, la cuerda dividida que vibra ilustra el principio de doble inversin, que impregna todo el simbolismo egipcio, y que slo ahora estn investigando los fsicos subatmicos como caracterstica fundamental de la materia. Entre la nota original y su octava hay siete intervalos, siete etapas desiguales que -pese a su desigualdad- el odo interpreta como armnicas.

No podemos describir o definir la armona en trminos lgicos o racionales. Pero reaccionamos a ella -y a su ausencia- de manera instintiva. Esta reaccin se caracteriza por una inequvoca sensacin de equilibrio. Las notas de la escala musical remiten a la divisin del uno en dos. Dichas notas representan momentos de reposo en el descenso de la unidad hacia la multiplicidad. Se puede decir que el universo creado ocurre entre el uno y el dos, y la armona evoca en nosotros una conciencia instintiva (e incluso un anhelo) de la unidad de la que aqulla se deriva. La armona es la remembranza de la unidad. Y el arte que se basa en principios armnicos despierta en nosotros el sentimiento de unidad y del orden csmico o divino. En el mundo que experimentamos, todas las unidades representan estados de equilibrio dinmico (aunque provisional); son etapas del retorno a la unidad, oasis en el caos que implica la multiplicidad desenfrenada. Un tomo es un momento de equilibrio. Tambin un gato lo es. El equilibrio es un estado en el que las fuerzas positivas y negativas se compensan. La ciencia moderna, con su doctrina de la entropa y la entropa negativa, expresa este mismo principio sin reconocer su significado funcional. El zodaco astrolgico occidental (un producto de la imaginacin primitiva!) expresa este principio de forma precisa y completa: Libra, la balanza, es el sptimo signo. El Siete significa la unin del espritu y la materia, del tres y el cuatro. Una de las formas que expresan tradicionalmente el significado del siete es la pirmide, tan caracterstica de la arquitectura egipcia: una combinacin de una base cuadrada, que simboliza los cuatro elementos, y unos lados triangulares, que simbolizan las tres modalidades del espritu. Las diferentes pirmides se han construido de manera que expresen distintas funciones de la seccin urea. La pirmide, construida de acuerdo con la seccin urea, no slo tiene una utilidad simblica. En la prctica es la forma que ms til resulta para toda una serie de funciones geogrficas, geodsicas, cronomtricas, geomtricas, matemticas, numricas, coreogrficas y astronmicas, funciones que diversos eruditos modernos han demostrado que se hallan innegablemente incorporadas a la pirmide (especialmente en la denominada Gran Pirmide de Keops). Hasta hace muy poco los egiptlogos haban preferido ignorar los datos ms relevantes, pero hay algunos indicios de que el cambio de actitud es inminente. OCHO (8) Antes de tratar de las funciones y principios inherentes al ocho, vale la pena hacer una advertencia respecto al simbolismo del nmero. A medida que vamos pasando de un nmero a otro, cada uno de ellos no slo simboliza y define la funcin concreta a l asignada, sino que incorpora todas las combinaciones y funciones que han llevado hasta l. As, por ejemplo, la

polaridad, la tensin entre los opuestos, es una funcin sencilla. Pero el cinco no slo representa el acto de creacin; incorpora tambin al dos y al tres, los principios masculino y femenino, y dos conjuntos de opuestos -el principio de doble inversin- unidos por el invisible punto de interseccin. El cinco es tambin el uno, o unidad, actuando sobre el cuatro, o materia original: por tanto, la creacin. Cuando llegamos al siete, las cosas se hacen an ms complejas. Cada aspecto de la combinacin se manifiesta de forma distinta. Siete es cuatro y tres: la unin de materia y espritu; es cinco y dos: oposicin fundamental unida por el acto, por el amor; y es tambin seis y uno: la nota fundamental, el do, materializada por el seis, es decir, que en el tiempo y el espacio produce su octavo tono, que es una nueva unidad. Esta nueva unidad no es idntica, sino anloga, a la unidad primera. Es una renovacin o autorreplicacin. Y para explicar el principio de autorreplicacin se necesitan ocho trminos. La antigua unidad ya no existe, y una unidad nueva ha ocupado su lugar: El rey ha muerto! Viva el rey!. En el zodaco, es el octavo signo, Escorpin, el que tradicionalmente simboliza la muerte, el sexo y la renovacin. En Egipto, un texto muy conocido declara: Yo soy uno, que se convierte en dos, que se convierte en cuatro, que se convierte en ocho, y luego vuelvo a ser uno. Thot (Hermes para los griegos, Mercurio para los romanos) es el Maestro de la Ciudad del Ocho. Thot, mensajero de los dioses, es el neter de la escritura, del lenguaje, del conocimiento, de la magia; Thot da al hombre acceso a los misterios del mundo manifiesto, simbolizado por el ocho.

Esta breve digresin sobre la relacin entre el nmero y la funcin no pretende ser completa o exhaustiva. Lejos de ello, aspira nicamente a servir como preparacin para la formulacin de varias preguntas, a las que se puede responder simplemente s o no. Experimentamos el mundo fsico o natural en trminos de polaridad, relacin, sustancialidad, actividad, tiempo y espacio, crecimiento y sexo, muerte y renovacin? Dado que, aparte de la polaridad, ninguno de estos trminos admite una estricta definicin lgica, tenemos derecho a desecharlos calificndolos de arbitrarios? El simbolismo del nmero, as relacionado con la funcin, proporciona el marco que hace comprensible el mundo de nuestra experiencia. En esta introduccin nos hemos limitado necesariamente a aproximarnos al modo en que el nmero se relaciona con el mundo fsico, o la experiencia fsica: el mundo del ser. Pero el nmero constituye tambin la clave del mundo de los valores (que son aspectos de la voluntad) y del mundo de la conciencia, que, junto con el de la experiencia fsica, configuran la totalidad de la experiencia humana. El ocho, pues, corresponde al mundo fsico tal como lo experimentamos. Pero el mundo fsico que comprendemos resulta an ms complejo. La interaccin de las funciones presentes hasta el Ocho no permite una pauta o plan, el ordenamiento de los fenmenos. Tampoco un sistema de ocho trminos da cuenta de la fuente del orden o de la pauta: su artfice, por decirlo as. No explica la necesidad (el principio que reconcilia el orden y el desorden). Para que haya creacin, primero debe ser necesaria. Finalmente, est la matriz en la que todas estas funciones operan simultneamente, a la que podramos denominar el mundo de las posibilidades. Estas elevadas funciones numricas corresponden al nueve, al diez, al once y al doce. Las funciones correspondientes a estos nmeros no forman parte de nuestra experiencia directa, pero filosficamente podemos reconocer su necesidad. Hay que admitir que estos conceptos resultan difciles de entender, debido especialmente a que nuestra educacin nos ensea a analizar, no a sintetizar. Sin embargo, estas funciones no son abstracciones -al menos no en el mismo sentido en que lo es la raz cuadrada de menos uno-, ya que resultan esenciales para completar el marco de nuestra experiencia, aun cuando no podamos experimentarlas de manera directa. As, estos espritus, llamados Nummo, eran dos espritus de dios homogneos (mitad hombre, mitad serpiente)... la pareja naci perfecta y completa; tenan ocho miembros, y su nmero era el ocho, que es el smbolo del habla... son el agua (en el zodaco occidental, los signos 4, 8 y 12 son signos de agua)...

La fuerza vital de la tierra es el agua. Dios model la tierra con agua. Tambin la sangre la hizo de agua. Incluso en una piedra existe esta fuerza. Tambin son necesarias desde un punto de vista terico. Como ya hemos mencionado, en la escisin primordial el uno se convierte simultneamente en dos y en tres. Los fenmenos son duales por naturaleza, pero triples en principio. La cuerda que vibra representa una polaridad fundamental: una fuerza impulsora, masculina (la que la mueve), y una fuerza resistente, femenina (la cuerda). Al vibrar, la cuerda representa una relacin: una fuerza impulsora, una fuerza resistente y una fuerza mediadora o reconciliadora (la frecuencia de vibracin, que es la interaccin entre los dos polos, pero no es ni el uno ni el otro). La escisin primordial, al crear la dualidad, crea dos unidades, cada una de las cuales participa de la naturaleza de la unidad y de la dualidad: dos, en este sentido, es igual a cuatro. La creacin simultnea del dos, el tres y el cuatro postula una interaccin entre estas funciones, un ciclo, que para su plena realizacin requiere de doce trminos. Difcil de expresar verbalmente, este ciclo de doce partes se expresa de manera sencilla, esquemtica y completa en el zodaco tradicional. Aunque en el antiguo Egipto no se han encontrado zodacos propiamente dichos, proporciona amplias evidencias que demuestran que el conocimiento de los signos del zodaco existi desde tiempos muy remotos, y que rige e impregna el simbolismo egipcio, cuando uno sabe dnde y cmo buscarlo (Zodiaco de Dendera). En el zodaco, cada signo participa de la dualidad, la triplicidad y la cuadruplicidad. Naturalmente, en la astrologa que aparece en los peridicos y revistas (y que los cientficos y eruditos creen que es la nica que existe) este aspecto fundamental del zodaco pasa desapercibido. Por desgracia, otros astrlogos modernos ms serios, aunque utilizan los signos zodiacales de manera intuitiva, apenas reconocen el simbolismo numrico en el que se fundamentan. Como veremos enseguida, la seccin urea forma parte del ncleo de la escisin primordial, creando un universo asimtrico y cclico. Este aspecto cclico significa que los mltiplos de los nmeros son, por as decirlo, registros superiores de los nmeros inferiores. El universo fsico se completa, en principio, con cuatro trminos: unidad, polaridad, relacin y sustancialidad. Pero la materializacin plena de todas las

posibilidades requiere el funcionamiento de todas las combinaciones de dos, tres y cuatro. Y esto se realiza en los doce signos del zodaco. ste se divide en seis grupos de polaridades, cuatro grupos de triplicidades (los modos) y tres grupos de cuadruplicidades (los elementos). Cada signo es, a la vez, polar (activo o pasivo), modal (cardinal es el iniciador; fijo es aquel sobre el que se acta; mutable es el que media o efecta el intercambio de fuerzas) y elemental (fuego, tierra, aire, agua). La polaridad se realiza en el tiempo y el espacio (seis veces dos), el espritu materializado (tres veces cuatro) y la materia espiritualizada (cuatro veces tres). As, con cuatro trminos tenemos el mundo en principio. Con ocho trminos tenemos el mundo materializado en el tiempo y el espacio. Con doce trminos tenemos el mundo de las potencialidades y las posibilidades. Aunque este breve resumen no se aproxima ms que a un aspecto del zodaco astrolgico, debera ser suficiente para sugerir que este antiguo diseo no se basaba en absoluto en los ensueos de arcaicos visionarios, sino que se construy rigurosamente de acuerdo con los principios pitagricos. Si esperamos comprender el mundo fsico en el que vivimos (por no hablar del mundo espiritual), debemos examinar los principios y funciones que subyacen a la experiencia comn. Y el simbolismo del nmero nos permite hacerlo. En la comprensin de este hecho se basaba el funcionamiento del antiguo Egipto y de otras civilizaciones antiguas. Sobre esta base, y partiendo de esta comprensin, es posible idear un sistema interrelacionado global y coherente en el que la ciencia, la religin, el arte y la filosofa definan y exploren aspectos concretos del todo, aunque sin perderse nunca de vista mutuamente. Los egiptlogos reconocen que fue un sistema as el que predomin en Egipto, pero, al juzgar dicho sistema desde su propio punto de vista, son incapaces de comprenderlo, y lamentan el hecho de que en Egipto la teologa impregne todos los aspectos de la civilizacin. Aunque puede parecer que de ah slo falta un paso para reconocer que, si la teologa egipcia lo impregnaba todo, era porque se basaba en la verdad, dar ese paso requiere un autntico giro psicolgico, y esto no resulta en absoluto fcil de realizar. As, las evidencias que presenta de forma tan meticulosa son ignoradas. Sin embargo, en otros mbitos especializados de la egiptologa, las concienzudas, y a menudo brillantes, obras de astronoma, matemticas, geografa, geodesia y medicina estudiadas atestiguan el refinamiento y la sofisticacin de los conocimientos egipcios. En cualquier caso, los progresos de los mtodos modernos revelan las deficiencias y defectos anteriores, y alteran invariablemente las opiniones relativas a los conocimientos del antiguo Egipto.

NUEVE (9) Egipto evocaba, mas nunca explicaba. Como ya hemos visto, las correlaciones establecidas entre nmero y funcin no son arbitrarias, y en cada caso ha sido posible mostrar cmo dichas correlaciones se empleaban en los smbolos y los mitos egipcios. Sin embargo, por regla general hemos tenido que buscarlas, y, por tanto, es necesario que primero comprendamos el significado funcional del nmero antes de saber cmo o dnde hay que buscar. Ni siquiera las tradas de neters (como las trinidades en las mitologas de otras civilizaciones) son declaraciones manifiestas de un inters en el nmero, o de una concepcin del tres como principio de relacin. El escptico podra argumentar fcilmente que el fenmeno del macho y la hembra engendrando una nueva vida resulta tan evidente que fcilmente podra servir como smbolo sin necesidad de conocer sus connotaciones filosficas o pitagricas. Pero la eleccin del nueve no resulta ya tan evidente, y aqu no es posible una interpretacin errnea de la importancia atribuida al nmero nueve por los egipcios. El nueve resulta extremadamente complejo, y prcticamente inabordable mediante una expresin verbal precisa. La Gran Enada (una enada es un grupo de nueve) no es una secuencia, sino los nueve aspectos de Tum, que se interpenetran, interactan y se entrelazan. Esquemticamente, se puede ilustrar la Gran Enada con el ms fascinante de los smbolos, el tetractys, que la hermandad pitagrica consideraba sagrado. La Gran Enada emana del absoluto, o fuego central (en la terminologa de Pitgoras). Los nueve neters (principios) rodeando al uno (el absoluto), que se convierte tanto en uno como en diez. sta es la analoga simblica de la unidad original; es repeticin, retorno a la fuente. En la mitologa egipcia, este proceso es simbolizado por Horus, el Hijo divino que venga el asesinato y desmembracin (por parte de Set) de su padre, Osiris. El tetractys es un smbolo rico y polifactico que responde a la meditacin con un flujo de significados, relaciones y correspondencias casi inagotable. Es una expresin de la realidad metafsica, el mundo ideal de Platn. Sus relaciones numricas expresan las bases de la armona: 1:2 (octava); 2:3 (quinta); 3:4 (cuarta); 1:4 (doble octava); 1:8 (tono). Se puede ver el tetractys como la Gran Enada egipcia puesta de manifiesto y desmitificada. Esto no constituye necesariamente una mejora, pero es un medio

para vislumbrar los numerosos significados que sub-yacen a la enada. (Otro medio es el extraordinario smbolo del enea-grama, o estrella de nueve puntas, que Gurdjieff afirmaba haber redescubierto a partir de una fuente antigua. Mientras que el tetractys muestra la Gran Enada puesta de manifiesto, el eneagrama la muestra en accin: el siete, la octava, nmero de crecimiento y proceso, interpenetrando al tres, la naturaleza trina bsica de la unidad. Las co rrespondencias entre la obra de Gurdjieff y la de Schwaller de Lubicz son notables, aunque ninguno de ellos conoca el trabajo del otro.) A pesar de que esta introduccin al pitagorismo ha sido necesariamente superficial, debera bastar para dar una idea tanto de la extrema complejidad como de la extrema importancia del nueve. Y dada su importancia en la metafsica de las estructuras y las pautas, no es sorprendente descubrirla en la estructura de la clula viviente, cuya mitosis -segn afirman algunos bilogosse inicia en el centriolo, formado por nueve pequeos tbulos. Hace tiempo que los naturalistas, los botnicos y los bilogos han sealado la importancia y reiteracin de determinados nmeros, combinaciones y formas numricas. A medida que la ciencia profundiza cada vez ms en los mbitos molecular, atmico y subatmico, el mundo fsico sigue revelando su inherente carcter armnico y proporcionado de manera cada vez ms notoria y precisa. Los cientficos observan estos datos, pero, dado que nunca los someten a un examen pitagrico, siguen aprendiendo ms y ms acerca de cmo est construido el mundo, pero no acerca de por qu lo est. Y, sin embargo, estas respuestas parecen a punto de hacerse evidentes slo con que se plantearan las preguntas correctas. La forma de la doble hlice y las secuencias de aminocidos y protenas en las estructuras bsicas de las clulas siguen unas pautas precisas y claramente definidas, cuyas proporciones y relaciones numricas encubren la razn por la que tales cosas son como son. As, por ejemplo, el agua (H2O) exhibe dos atributos armnicos bsicos: dos hidrgenos en relacin a un oxgeno forman una octava; y, por volumen, ocho oxgenos en relacin a un hidrgeno da 8:9, el tono. EL TETRACTYS 1 + 2 + 3 + 4 = 10 El tetractys, considerado sagrado por los pitagricos, contiene en s mismo las claves de la armona, que, a su vez, gobiernan la creacin. 4:3 = la cuarta 3:2 = la quinta 2:1 = la octava Y la doble octava en la razn cudruple: 4:1

Aunque el tetractys, en cuanto smbolo, parece ser peculiar de los pitagricos, este mismo simbolismo numrico constituye un fenmeno generalizado. La mitologa hind habla de las nueve cobras de Brahma, un equivalente de la Gran Enada dispuesta en torno a Atum. La Cabala se refiere a las nueve legiones de ngeles alrededor del trono del Dios oculto, Aquel cuyo nombre est oculto. El tetractys representa la realidad metafsica, el mundo ideal de Platn, completo en el marco de un sistema de cuatro trminos. La creacin requiere cinco trminos. El pentactys representa el tetractys puesto de manifiesto. El tringulo interior es un smbolo de la naturaleza trina inmanente en la unidad; representa la primera forma: la forma requiere un sistema de tres trminos; la forma es el resultado de la interaccin entre los polos positivo y negativo. El pentactys representa la forma principal rodeada por doce casas, que son las animadoras de la forma. Tambin esta interpretacin es comn a muchas civilizaciones antiguas. El sistema fisiolgico egipcio se basa en ella: Estos canales, mediante el flujo y el reflujo csmicos, conducen la energa solar roja y blanca a las zonas en las que los doce poderes permanecen dormidos en los rganos del cuerpo. Una vez cada dos horas, noche y da, cada uno de ellos es activado por el paso de Ra, el sol de la sangre, y luego vuelve a dormirse. La acupuntura china se basa en los doce meridianos del cuerpo. Cada dos horas, uno u otro de estos meridianos alcanza su cota mxima de actividad. Las doce casas del zodaco astrolgico expresan la misma interpretacin de otro modo. El significado de las casas se deriva de la interaccin de los nmeros; stas determinan la naturaleza del tiempo, la personalidad o el acontecimiento.

El eneagrama. Se trata de mera coincidencia? Nadie puede demostrar que no lo sea. Y, sin embargo, estos atributos armnicos bsicos parecen demasiado claramente pitagricos para desecharlos. Recurdese que, en el antiguo sistema, el agua es el cuarto elemento, la sustancia primera y principal, y analoga del uno, como la octava es analoga del sonido fundamental. En el mundo fsico, el agua constituye el soporte de la vida. En el mundo metafsico de Egipto, Tum se crea a s mismo a partir de Nun, las aguas primordiales. La creacin procede armnicamente, la octava es el instrumento del proceso, o vida, y la primera nota de la octava es el tono. Para producir el tono perfecto la cuerda debe tener una proporcin de 8:1, precisamente la razn entre los El eneagrama es un smbolo universal. Todo conocimiento se puede incluir en el eneagrama y se puede interpretar con la ayuda del eneagrama. Y en esta conexin slo lo que un hombre puede introducir en el eneagrama es lo que realmente sabe, es decir, comprende. Lo que no puede introducir en el eneagrama no lo comprende. Para el hombre capaz de utilizarlo, el eneagrama hace los libros y las bibliotecas totalmente innecesarios. Todo puede estar incluido y se puede leer en el eneagrama. Un hombre puede estar completamente solo en el desierto, dibujar el eneagrama en la arena y leer en l las leyes eternas del universo. Y cada vez puede aprender algo nuevo, algo que hasta entonces ignoraba. Si dos hombres de distintas escuelas se encuentran, dibujarn el eneagrama y, con su ayuda, podrn establecer de inmediato cul de los dos sabe ms y cul, en consecuencia, supera esta prueba, es decir, cul es el mayor, cul es el maestro y cul el pupilo. El eneagrama es un diagrama esquemtico del movimiento perpetuo... Finalmente corresponde al individuo elegir entre ambos bandos, es una decisin que no debe tomarse a la ligera: de ella depende, en ltima instancia, toda la filosofa que uno adopte. Esotricamente, dado que hay que considerar todos los nmeros como divisiones de la unidad, la relacin matemtica que un nmero muestra con la unidad es una clave de su naturaleza. Tanto el tres como el siete son nmeros de movimiento perpetuo. Al dividir la unidad entre estos nmeros, sta se divide infinitamente: 1../ 3 = 0,3333333333333... 1 -/- 7 = 0,1428571428571...

Tres: el nmero de la relacin, de la Palabra, de la trinidad mstica, tres-enuno. Siete: el nmero del crecimiento, del proceso, de la armona, da la misma secuencia repetitiva cuando se divide la unidad. Obsrvese que el eneagrama sigue esta secuencia. En cuestin de formas visuales sentimos que la naturaleza tiene sus favoritas. Entre sus preferidas estn las espirales, los meandros, los patrones de ramificacin y los ngulos de 120 grados. Estos patrones se repiten una y otra vez. La naturaleza acta como un director de teatro que utilizara cada noche a los mismos actores vestidos de manera distinta y representando a personajes diferentes. Los actores tienen un repertorio limitado: los pentgonos forman la mayora de las flores, pero no los cristales; los hexgonos manejan la mayora de los patrones bidimensionales repetitivos, pero nunca abarcan por s solos el espacio tridimensional. Por otra parte, la espiral representa el colmo de la versatilidad, ya que desempea un papel en la replicacin de los virus ms pequeos y en la disposicin de la materia en la mayor de las galaxias. tomos de oxgeno e hidrgeno por volumen. Y la creacin es volumen, el cual es espacio. En Egipto comprenda por qu el mundo es como es; los smbolos que eligi, adems de los incontables indicios procedentes de sus textos cientficos, matemticos y mdicos, demuestran que tambin tena unos conocimientos asombrosamente completos acerca de cmo es. Obviamente, Egipto careca de rayos lser, microscopios electrnicos o aceleradores de partculas; puede que no tuviera un conocimiento concreto y cuantitativo del mundo microscpico. Pero la curiosa coherencia que manifiestan sus smbolos y sus textos deja claro que la tecnologa no constituye el nico medio de penetrar en estos mbitos. En suma podemos decir que: Todos los nmeros son conducidos a un desarrollo, a partir de la unidad, a partir del origen y raz de todas las cosas. El nmero tiene para el hombre hermtico un significado totalmente diferente al que tiene para el hombre dialctico. El nmero uno representa la unidad con el Espritu, con el Padre, con lo Absoluto, con el Logos, con lo Original. Cualquier otra unidad, cualquier otro comienzo conduce a la muerte. Cuando un hombre ha regresado a la unidad, al uno e indivisible, es colocado ante el nmero dos. Este nmero coloca a quien ha sido unido con la unidad en una nueva relacin con la sustancia original. Por ello, la Gnosis hermtica llama al nmero dos la Madre.

El nmero tres establece la unin llena de amor entre el uno, lo absoluto, y la sustancia original, entre el Padre y la Madre, la unin de ambos. El nmero cuatro lleva todo lo concebido a la manifestacin. Cuando la entidad que est unida al Padre se une con la sustancia original csmica, algo se engendra. La totalidad de lo que ha sido concebido es llevada a manifestarse. La consecuencia de ello es el nmero cinco, la nueva conciencia, la conciencia de Mercurio. Por ello, Mercurio siempre est asociado al nmero cinco. El seis es el nmero de la rectitud. Junto a la nueva fuerza de luz de la conciencia y por ella, todo el estado de ser del candidato alcanza la justicia, en concordancia con el Logos. Por ello el nmero siete es el de la santificacin, al que sigue el nmero ocho que es el de la ascensin perfecta, la entrada en la vida liberadora. Es la ancestral puerta de Saturno, que siempre est unida al nmero ocho. En el nmero nueve se celebran la victoria del verdadero devenir divinohumano. Un desarrollo nnuplo une a estos nueve nmeros.

EN LA ANTIGUA CULTURA EGIPCIA, CADA VEZ QUE NACIA UN BEBE SE BAUTIZABA CON EL NOMBRE DE UN DIOS DE ACUERDO A SU REGENCIA. POR ESTA RAZON, LA MAYORIA DE LOS EGIPCIOS, TENIAN NOMBRES DE DIOSES.

Por otra parte, todos los aspectos del conocimiento egipcio parecen haber sido completos desde sus mismos comienzos. Las ciencias, las tcnicas artsticas y arquitectnicas y el sistema de jeroglficos no muestran prcticamente signo alguno de haber pasado por un perodo de desarrollo; lejos de ello, muchos de los logros de las primeras dinastas no fueron nunca superados, o siquiera igualados, posteriormente. Los egiptlogos ortodoxos admiten fcilmente este asombroso hecho, pero la magnitud del misterio que plantea es hbilmente minimizada, al tiempo que se omiten sus numerosas implicaciones. Cmo es posible que una civilizacin compleja surja ya plenamente desarrollada? Observemos un automvil o una computadora de hace 10 aos, y comprese con uno actual: existe un inequvoco proceso de desarrollo. Sin embargo, en Egipto no hay nada semejante. Todo esta all ya desde el primer momento. La respuesta a este misterio resulta obvia, aunque, debido al hecho de que repugna a la forma de pensamiento moderno dominante, apenas se considera de una manera seria: la civilizacin egipcia no fue un desarrollo, sino una herencia. La Numerologa, ya era usada en Mesopotamia. Se asignaban valores numricos a las letras del alfabeto, y se calculaban los valores de los nombres, lo cual concuerda con la reverencia que exista en Mesopotamia hacia los nmeros, ya que pensaban que todos los dioses tenan nmeros. Esta y otras afirmaciones parecidas surgen a partir de la tesis de que el hombre fue creado por extraterrestres en la antigua sumeria quienes dejaron como herencia sus conocimientos que posteriormente fueron a parar a Egipto. Como ejemplo, Sargn en el 705 a.C. afirma que el permetro de su palacio en Khorsabad era igual a su nombre. Del mismo modo en la Biblia existen algunas partes en la que la explicacin a hechos ocurridos tienen una base numerolgica. Cabe citar algunos prrafos de los textos del Gnesis, en el Capitulo17, donde, encontramos esta curiosa conversacin entre Dios y Abram, ste asombrado recibe la noticia de que va a tener un hijo a la edad de 100 aos, con su mujer Sarai de 90. Dijo Dios: He aqu mi pacto contigo, sers padre de una muchedumbre de pueblos y ya n