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Historia de Cosas de Andalucía III Fernando Repiso Rodríguez Crónica de una vocación (III parte)

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Historia de una vocación por Andalucía, Fernando Repiso

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Historia de Cosas de Andalucía III

Fernando Repiso Rodríguez

Crónica de una vocación (III parte)

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Historia de Cosas de Andalucía III

Fernando Repiso Rodríguez

En un frío invierno del 75, año convulso, con un régimen más franquista que el propio dictador, alrededor de las 3 de la madrugada, recogimos a Federico de la cárcel. Fue detenido por denunciar en la portada de El Correo de Andalucía el desembarco americano en Rota para abortar la Revolución del clavel de Portugal. En la foto de Pablo Juliá: Fundación de la revista semanal Torneo, primera antifascista. De izquierda a derecha: Federico Villagrán, Fernando Repiso (Redactor), Vicente Burgos (Dir.Comerc.), Iñaki Gabilondo (Coordinador), Javier Romero (Diseñador) Federico había escrito su propia portada, su última portada en El Correo de Andalucía. Al margen de la noticia del falso desembarco de marines americanos de la base de Rota en la vecina y revolucionaria Portugal, a la autoridad gubernativa le bastaba con la carnaza del anzuelo, que una fuente engañosa había echado para que picara el inquieto periodista. La venganza sería terrible. La oportunidad para lanzar todas sus garras contra el director que firmaba las páginas laborales y políticas más atrevidas contra el régimen. Con Villagrán quedaba también dañada la libertad de un equipo de periodistas y colaboradores, que fuimos testigos directos de la infamia que tanto la autoridad represora, como la empresa editora de la Iglesia, que tanto presumía de periódico progresista, cometían contra un profesional. Porque si el régimen llevó al periodista a la cárcel, la empresa lo despojó de la cabecera del periódico y no permitió que el director volviera al rotativo fundado por el cardenal Marcelo Spínola, representado entonces en la sede hispalense por el cardenal Bueno Monreal. Son páginas épicas las que el periodista gaditano escribe, vive y llora en su redacción del Polígono de la Carretera Amarilla, en la cárcel y en su casa. Para cualquier otro periodista, aquel episodio de la dictadura le hubiera servido de trampolín para recibir reconocimientos y disculpas en estos años de recapitulación. Sólo un periodista como el rebelde Federico sabe de una historia de soledades y olvidos, de la larga travesía por la revista Torneo y por los teletipos de EFE, que lo llevan finalmente, como una recompensa involuntaria, al puerto gaditano del que nunca hubiera deseado salir. Desde estos hechos que comento, cada vez que me he detenido, antes y ahora, a reflexionar sobre El Correo, veo la herida que quedó marcada en su portada al ser arrancado de cuajo el nombre de Federico Villagrán Bustelo.

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En la imagen se pueden ver los colaboradores y el equipo que llevó adelante la aventura editorial. Portada del número 0 de la revista Torneo, impresa y editada en una copistería situada en los bajos de la calle Luís Montoto, junta al famoso Bar Jota. Las modestas instalaciones duraron algo menos de un año, siendo objeto de varios atentados, incendios y final desmantelamiento por acumulación de deudas. Las empresas anunciantes, que ayudaban a financiar su mantenimiento, ante las denuncias de situaciones, retiraron su colaboración. Torneo quedó para la historia de la información como un primer paso por la comunicación democrática pero quedó en un sueño del que no se volvió a despertar.

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El prestigioso fotógrafo Serrano captó el momento de izar la bandera, hasta ese momento ilegal y por mucho tiempo negada. El pretexto para ello fue la defensa de las artes populares andaluzas, lo que no estaba previsto nos superó. Cosas de Andalucía se convirtió en punto de encuentro del verdiblanquismo, desde radicales nacionalistas a soñadores del andalucismo de todo color. Por los muchos atentados que sufrimos (intentos de incendio, fachada pintada con insultos, cristales rotos y hasta con agujeros delatores de armas de fuego,…) tuvimos que protegerla con fuertes alambradas soldadas a los marcos, eso sin incluir llamadas amenazantes, panfletos contra el establecimiento,… firmados por CEDADE, Fuerza Nueva y curiosamente algunos visitantes en grupos de motos que nos advertían parados en la puerta que quitáramos la bandera de parte del Comité de Centro del PSOE.

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De nuevo el diario Informaciones de Andalucía se hace eco del momento. José Luís Ortiz Nuevo, “el poeta” cariñosamente para los amigos, relata con hora y lugar el izado de la primera bandera de Andalucía sin vergüenza ni protocolos, sin afanes de protagonismos. José Luis se declaró fan de la causa, coincidente con la suya, tanto que en el primer Ayuntamiento democrático, presidido por Luis Uruñuela, ejerció de Concejal de Cultura y puso en marcha la I Bienal de Arte Flamenco de Sevilla en la que tuve el honor de participar como Secretario de Organización. Cosas de Andalucía despertó cierta curiosidad entre los intelectuales, escritores, actores, periodistas, ilustres, pero sobre todo en un sector intensamente interesado en la causa: los educadores, profesores de Primaria y de Instituto nos visitaban a menudo y muchos llegaron a participar en iniciativas surgidas en las tertulias que allí se celebraban. Cosas de Andalucía, no fue sólo un establecimiento que vendía símbolos andaluces, su planta primera, que nos servía de almacén, se convirtió en clandestina sala de reuniones y refugio de algún que otro “perseguido” o vigilado.

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Rejas y escaparates protegidos de los ultras de un color y de otro. El andalucismo galopante y el reconocimiento popular de la existencia de un pueblo llamado andaluz no era plato de buen gusto para los trepadores hacia el poder de Madrid y en esto no se libraba partido estatal y centralista, tanto de derecha como de pretendida izquierda.

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El primer medio en recoger la noticia fue Tierras del Sur. En debate del pleno hispalense la bandera, que si se pone, que si no se pone, hasta que el concejal José Resa Lora quiso “arreglar” el desacuerdo con un “estamos discutiendo al fin y al cabo por un trapo”. Hizo historia y conmovió a la sociedad andaluza y española. Nuestra primera reacción fue pedir desde Cosas de Andalucía su inmediata dimisión como representante a dedo de nunca sabremos que ciudadanos. Era la costumbre que se convirtió en norma de amiguetes.

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No existía Internet ni redes sociales, el boca a boca reunió en menos de una semana más de 3000 firmas, entre personalidades, familia de Blas Infante, líderes políticos verdiblnqueados, profesores de Institutos y de Primaria, amas de casa, comerciantes, trabajadores de todos los sectores, Asociaciones de vecinos. TODOS UNA, TODOS CON LA BANDERA. El escrito se presentó pero no llegó a Pleno ni ningún concejal quiso incluirlo en su “Desorden” del día.

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Uno de los diarios que, gracias a Antonio Guerra publicó el suceso. El escándalo llegó a la prensa estatal, diarios y semanarios recogieron la noticia con cierta solidaridad… clamaron a favor de los deseos andaluces para que su bandera ondeara en el balcón de los ayuntamientos, pero, a excepción del de Sevilla ninguno se pronunció ni lo debatió. Cosas de Andalucía se convirtió en el referente que, más adelante, germinó en semillas por los barrios, Asociaciones de vecinos o de padres de alumnos, comunidades, colegios, agrupaciones culturales, políticas, y algún que otro partido… Y sólo nos llevó el pálpito que desde dentro había provocado un insulto. Hoy, con mayores insultos hacia nuestra identidad, ni siquiera hay respuestas, ni políticas, ni ciudadanas ni colectivas. Hoy nos han inventado otras prioridades que la de ser pueblo y los pueblos cuando no existen, no tienen ni voz ni voto ni conciencia. Conviene recordar como se gestaron los hechos porque quienes debieron no hicieron nada y quienes lo intentamos sólo avanzamos un pequeño paso que, al cabo del tiempo, midieron en kilómetros pero cambiando a los protagonistas.

En el próximo cap ítulo (IV) recoger é las repercusiones y las labores que nacieron desde Cosas de Andalucía, además de las iniciativas que se propusieron y aportaron para la celebraci ón del 4 DE DICIEMBRE DE 1977