historia de Internet pdf
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InvestigacionC
EL INTERNET
El Internet llego al mundo para revolucionar el campo de la informática y las
comunicaciones, como nunca antes había sucedido. la invención del telégrafo, el
teléfono, la radio y la computadora, propicio las bases para integrar sus funciones
como nunca antes. a su vez el Internet es una herramienta que se conoce en todo el
mundo, es una forma de diseminar información y un medio para la colaboración y la
interacción entre personas y sus computadoras, sin importar su ubicación geográfica.
el Internet representa uno de los ejemplos mas exitosos de beneficios de una inversión
y un compromiso continuo en el área de la investigación para el desarrollo de
infraestructura de la información. desde las investigaciones iniciales en conmutación
de paquetes, el gobierno, la industria y la academia se han asociado como artífices del
progreso e implementación de esta nueva tecnología.
En estos días existe demasiado material acerca del Internet, toda esta información
que abarca su historia, su tecnología y su uso. En donde se encontrara con cualquier
material existente en cualquier librería escrita sobre el Internet.
La historia se origina a partir de 4 diferentes aspectos, En primera esta la evolución
tecnológica, esta comenzó con las primeras investigaciones acerca de la conmutación
de paquetes y ARPANET, así como tecnologías relacionadas, donde estas búsquedas
actuales continúan ampliando los conocimientos de la infraestructura junto con
varias ramas, (escala, el rendimiento y las funcionalidades de nivel superior.
También se encuentra el aspecto de operaciones y gestión de una infraestructura
operativa global y compleja. Por otro lado esta el aspecto social, este dio como
resultado una inmensa comunidad de internautas con todos trabajando para
desarrollar y crear tecnologías. Y por ultimo esta el aspecto de la comercialización,
este desemboco en una transición muy eficaz de los resultados sobre las
investigaciones a una estructura de información mayormente implementada y
disponibles.
El Internet como lo conocemos actualmente, es una estructura de información que es
muy diversa, el prototipo inicial de lo que se llama infraestructura de la información
nacional (o global, o galáctica). la historia de esta a su vez es muy compleja e incluye
muchos aspectos: tecnológicos, organizativos y comunitarios. y la influencia que tiene
no solo alcanza los campos técnicos de las comunicaciones informáticas, sino también
a toda sociedad, ya que nos movemos hacia un mayor uso de las herramientas en
linea que sirven para el comercio electrónico, y para la obtención de información y
operaciones comunitarias.
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PROBAR LAS IDEAS
DARPA dejó tres contratos de Stanford (Cerf), BBN (Ray Tomlinson) y UCL (Peter Kirstein) para implementar TCP /
IP (que fue simplemente llamado TCP en el periódico Cerf / Kahn pero contenía ambos componentes). El equipo de
Stanford, dirigido por Cerf, produjo la especificación detallada y dentro de aproximadamente un año había tres
implementaciones de TCP independientes que podian inter-operar.
Este fue el inicio de la experimentación a largo plazo y se desarrollo para evolucionar y madurar los conceptos de
Internet y la tecnología. A partir de las tres primeras redes (ARPANET, Packet Radio, y de los paquetes por satélite) Su
investigación inicial en comunidades, en el medio ambiente experimental ha crecido hasta incorporar esencialmente
cualquier forma de red y una muy amplia base para la comunidad de investigación y desarrollo [5]. Con cada
expansión ha llegado a nuevos desafíos.
Las primeras implementaciones de TCP se hicieron al mismo tiempo para grandes sistemas tales como el intercambio
de Tenex y TOPS 20. Cuando el escritorio de las computadoras aparecio por primera vez, se pensó por algunos de que
era TCP demasiado grande y complejo para ejecutarse en un ordenador personal. David Clark y su grupo de
investigación en el MIT se dispuso a demostrar que la implementación compacta simple de TCP era posible.
Produjeron una aplicación, primero para el Xerox Alto (a principios del personal de la estación de trabajo desarrollado
en el Xerox PARC) y después para el IBM PC.
Esa aplicación fue totalmente interoperable con otros proyectos de cooperación técnica, pero fue adaptado a los
objetivos suite, de aplicaciones y rendimiento del ordenador personal, y que demostraron que las estaciones de trabajo,
así como grandes sistemas de tiempo compartido, podrían ser parte de la Internet. En 1976, Kleinrock publicó el
primer libro sobre la ARPANET [8]. Todo Incluido en un énfasis en la complejidad de los protocolos y de las trampas
que a menudo introducen. Este libro fue muy influyente en la difusión de la ciencia de las redes de comunicacion de
paquetes a una muy amplia comunidad.
Como se señaló anteriormente , Nie y Erbring (2000) argumentaron que la Internet fue lacreación de un " Multitud solitaria " en el ciberespacio , ya que el uso de Internet "necesariamente" quita tiempo de familiares y amigos . Sin embargo, la evidencia apuntamuy consistente en la dirección opuesta sobre el efecto del uso de Internet en la
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comunidad fuera de línea implicación. Una encuesta nacional aleatoria por Katz et al. (2001 ) mostraron que cuanto más los usuarios de Internet el tiempo pasado en línea ,más probable era que pertenecen a fuera de línea, ocio, y organizaciones religiosas de lacomunidad , en comparación con los no usuarios
El uso de Internet también no se asoció con diferentes niveles de conocimiento de y elconocimiento de los vecinos
Introducción
La primera parte de este artículo1 se dedicó al contexto inicial y a los orígenes del
grupo de trabajo que se organizó en el Centro Argentino de nformación Científica y
Tecnológica (CAICYT) para el proyecto Recuperación de información en bases de
datos distantes a través de terminal, a comienzos de la década de 1980, así como a su
integración a partir de una convocatoria efectuada por el Centro a diversas
instituciones científicas y tecnológicas, para que enviaran en representación de cada
una de ellas a profesionales de disciplinas afines a sus respectivas áreas de
incumbencia.
En esta ocasión, se enfocará el desarrollo posterior del grupo, sus actividades y
legado. Se utilizaron como fuentes principales algunos artículos de
difusión publicados en aquellos años, entrevistas a varios miembros del grupo y a
personas relacionadas con él, así como anotaciones, documentos de trabajo, folletos,
publicidades y manuscritos conservados por ellos y por el Servicio de Consultas en
Bases de Datos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (SCBD - INTI).
La formación continua de los miembros del grupo y la generación de un perfil
profesional
Una vez puesto en marcha el grupo de trabajo y comenzada la prestación del servicio
de búsquedas a usuarios, de acuerdo con los objetivos fundacionales del proyecto
(Gietz, 1981) era imprescindible continuar formando de manera contina a sus
miembros. Como seguía sin haber una oferta local de oportunidades de capacitación
que se ajustara a los fines propuestos, luego de las actividades iniciales de formación
descriptas en la primera parte de este trabajo, Ricardo Gietz optó por seguir
recurriendo a sus contactos con entidades de países más avanzados en el área. De esa
manera, a principios de 1982 Raúl Spina fue enviado a un curso sobre acceso directo
a la información dictado enEspaña (CAICYT, 1982: 13; Spina, 1988: 607) y, luego, a
la British Library2.
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En 1984 el CAICYT y la Embajada de Francia en la Argentina organizaron
el Seminario franco-argentino de información técnica, al cual asistieron
miembros del grupo3. En septiembre de ese mismo año, tres de ellos fueron invitados
a visitar diversas entidades y empresas de Francia, en el marco de un convenio de
cooperación entre la MIDIST (Mission Interministerielle de
l’InformationScientifique et Technique) y el Centro. Fueron seleccionados Hugo
Rodríguez del INTI, Dominique Babini de la Fundación Aragón y Raúl Spina del
CAICYT.
El objetivo era que dichos profesionales profundizaran sus conocimientos acerca de
las bases disponibles en el servidor Telesystemes-Questel –que el grupo
venía utilizando desde abril de manera remota– tomaran contacto con otros sistemas
franceses y observaran el proceso de producción de bases de datos científicas y
tecnológicas tanto bibliográficas como factuales, con el fin de estudiar las
posibilidades de cooperación con aquel país para la implementación de proyectos
locales que se dedicaran a actividades afines.
Los itinerarios de las visitas fueron organizados por la MIDIST de
manera independiente para cada uno de los invitados, considerando los
requerimientos
planteados por ellos y por las instituciones de las que procedían (Rodríguez, 1984).
Hugo Rodríguez manifestó en aquella oportunidad un especial interés en las
actividades relacionadas con la generación de bases de datos (BD), por considerar
que los instrumentos de ese tipo podrían ser muy útiles para mejorar la accesibilidad
de la información científica y tecnológica de origen nacional, que estaba dispersa y
era, en general, difícil de hallar3. Aunque esa línea de trabajo no fue desarrollada
por el grupo, algunos integrantes del mismo mantuvieron su interés en ella; a partir
de ese mismo año, sería abordada en el ámbito del Sistema Nacional Cooperativo de
Información y Documentación Científica y Tecnológica (SIDCYT), con la
intervención de personas que en diversos momentos estuvieron vinculadas en mayor
menor medida con el proyecto del CAICYT, tales como Jorge Gianini, Tito Suter,
Mónica Allmand y Celia Molina (SIDCYT, 1986: 3).
El grupo, por su parte, siguió enfocándose en su temática específica. El estudio sobre
diversos aspectos relacionados con su actividad era constante. Tanto en él como en
los servicios de las instituciones participantes, quienes tenían más antigüedad
capacitaban a quienes se iban incorporando, no solo a través de cursos sino, de
manera particular, mediante la transmisión personalizada de conocimientos, el
acompañamiento y la supervisión (CAICYT, 1982)4, 5. En el grupo era habitual
aprender haciendo; uno de los papeles hallados en el SCBD – INTI da indicios del
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énfasis que se ponía en dicho enfoque; se trata de una traducción parcial manuscrita
de un artículo publicado en 1982, aunque no se han conservado los datos
bibliográficos completos del original.
En ese texto se planteaba que, para conocer a fondo las BD, era
imprescindible trabajar con ellas; estudiar sus descripciones no era suficiente y sólo a
través de un uso prolongado era posible llegar a ser experto en las mismas. Falcato /
El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014) Sin embargo,
tampoco eso bastaba y frecuentemente surgían otras necesidades: entender algunos
aspectos contextuales de los temas de las búsquedas, conocer expresiones y vocablos
utilizados en un ámbito científico o técnico específico, etc. Entre esos mismos papeles
se encuentran documentos de diversa índole, como clasificaciones de seres vivos,
artículos de revistas especializadas,etc., usados por los ingenieros que estaban a cargo
de ese servicio cuando debían preparar estrategias sobre asuntos que no se
correspondían con sus áreas de especialización. Por otra parte, se han conservado
también apuntes tomados delibros sobre documentación, búsquedas en línea,
recuperación de información, etc., y otras señales que permiten inferir la dedicación
de esos profesionales al
estudio de aspectos generales de su nuevo campo de actividad.
De tal manera, personas provenientes de diferentes carreras y especialidades llegaron
a adquirir un perfil con muchas características comunes. Ese
perfil era novedoso, por lo cual no fue fácil encontrar una denominación para
los especialistas que lo compartían. Un nombre posible, de acuerdo con la
bibliografía utilizada en el CAICYT, hubiese sido “especialistas de la información”
(Dijk y Slype, 1972: 21), pero en la práctica se usó la palabra ‘analistas’ para designar
a aquellos que estudiaban las necesidades planteadas por los usuarios y establecían la
estrategias, y el término ‘operadores’ para nombrar a quienes efectuaban las
búsquedas frente a las terminales2, 3, 5 . Era muy frecuente que una misma persona
cumpliese ambas funciones. El nombre dado al cargo de quienes hacían ese trabajo
en el Centro fue “Analista Técnico del Servicio de Consultas en BD”
Las reuniones del grupo
La formación continua también tuvo una importancia central en las reuniones
realizadas semanalmente por el grupo a partir de mayo de 1981
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(CAICYT,1982:14) 3, 5, 6. Durante las mismas los asistentes repartían entre
ellos artículos y novedades aparecidos en las revistas de la especialidad, de
acuerdo con sus profesiones y áreas de interés; la vez siguiente, cada uno comentaba
los aspectos que a su juicio eran más relevantes2, 3, 5, 6. Cuando alguien tenía entre
manos una búsqueda relacionada con la especialidad, conocimientos o habilidades de
otros colegas, ra habitual que se colaborara tanto en la aclaración de aspectos
generales como en la planificación de estrategias concretas. También se encaraban en
conjunto otras tareas:
por ejemplo, el diseño de un formulario que plasmara los principales ítems de un
protocolo de búsqueda, con el fin de facilitar el registro detallado de los principales
datos correspondientes a cada consulta y a la realización de la búsqueda respectiva.
El modelo resultante fue adoptado por todas las instituciones involucradas3.
En las reuniones también se establecían metas, se revisaba lo hecho y se discutía
acerca del futuro del área. Quienes habían recibido alguna capacitación especial
procuraban transferir los conocimientos adquiridos y compartir sus ex- 35-58 39
periencias2. Se estudiaban los problemas que se producían durante la operación del
servicio, así como propuestas de mejoras (CAICYT, 1982:14).
Las búsquedas realizadas eran revisadas con el aporte de todos, cada uno desde su
visión y competencias; se comentaba acerca de los usos concretos de tesauros,
vocabularios y sistemas de clasificación, la elaboración y ejecución de las estrategias
de consulta, la utilización de comandos específicos, etc. Se analizaba asimismo la
estructura, indización y contenidos de las BD. Posteriormente, también adquirió
importancia en las reuniones el tratamiento de otros asuntos, tales como la
capacitación de terceros y los resultados de la actividad diaria2. Sin embargo, la
puesta en común de experiencias referidas a detalles técnicos de los sistemas seguiría
siendo una faceta particularmente apreciada por algunos miembros del grupo 4,6.
Como los temas eran numerosos, las reuniones se prolongaban bastante; según Raúl
Spina, “...nos encontrábamos al mediodía, eran las 6 de la tarde y todavía estábamos
allí” 2. Luego de cada reunión se redactaba una minuta con un resumen de lo
tratado, que era repartida a todos los participantes 3, 6.
Aunque no había una estructura formal de cargos 2, los representantes del CAICYT
eran considerados extraoficialmente como coordinadores de las
actividades. Algunos de los entrevistados recuerdan en especial a Raúl
Spina desempeñando tal función, otros a Lilia Ottolenghi o incluso a María
Angélica Zelasco de Porta 2, 3, 4, 5, 7, 8.
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La composición del grupo a lo largo del tiempo
Según Hahn (1996: 44), los primeros sistemas de acceso a BD científicas y técnicas en
línea fueron diseñados con la intención de que los usuarios
finales pudiesen acceder a ellos sin intermediarios, pero debido al tiempo y esfuerzo
necesarios para conocerlos, dominarlos y usarlos eficientemente, en general, los
operadores terminaron siendo otros profesionales especializados en búsquedas. Entre
los miembros del grupo del CAICYT había conciencia de que esa condición de
intermediarios los obligaba a justificar su intervención optimizando y/o agregando
valor al proceso, utilizando para ello tanto su capacidad de trabajo individual o
grupal, como sus conocimientos. En cuanto al tipo de conocimientos que se esperaba
que tuviesen, en la primera parte de este trabajo ya se planteó que el proyecto del
CAICYT apostaba a formar especialistas provenientes de diversas profesiones,
poniendo énfasis en la generación de un equipo que pudiese trabajar de manera
interdisciplinaria. Pero esa intención
fue desafiada por diversas circunstancias. En primer lugar, se hizo evidente que para
mantener un nivel adecuado a las expectativas, se requería efectivamente de los
miembros aquella “dedicación prioritaria” planteada por Gietz en su convocatoria
inicial (Gietz, 1981), por lo cual algunas personas que no querían menoscabar su
dedicación a la investigación, a la docencia o a continuar sus carreras profesionales,
dejaron de participar 6.
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio 2014)
La variedad de profesiones fue disminuyendo: en 1985 había tres ingenieros, que
hacían búsquedas sobre temas muy diversos, una licenciada en Química, una
estudiante avanzada de Farmacia y se había incorporado también el autor, en aquel
momento estudiante de Bibliotecología. En 1986 o 1987 se agregó Ricardo Segura de
la Asociación Química Argentina (AQA) 4 y más adelante en 1987 Ricardo Cossalter
por el INTI, ambos licenciados en Química. En la práctica, entonces, se había
consolidado un grupo más pequeño cuyas fortalezas se basaban menos en la
especialización temática y más en la pericia en los procedimientos de búsqueda. Es
notorio que el área química fue una excepción a lo antedicho, más aún si se considera
que uno de los ingenieros también tenía esa orientación. Esa particularidad se puede
atribuir, por un lado, a la gran cantidad de búsquedas relacionadas con esa temática
solicitadas al servicio, y también a las dificultades asociadas al manejo de su
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nomenclatura, de la particular indización que tenían las BD propias del área– la cual
incluía tiposde puntos de acceso solamente usados en ese contexto– y de la
especificidad de las categorías temáticas involucradas 3, 4, 5, 6.
De todas maneras, el perfil típico del analista no era el de una persona muy
especializada en un sector específico de la Ciencia o de la Tecnología,
aunque sí era el de alguien que tuviese los conocimientos necesarios sobre el área
para hablar sin mayores dificultades con el solicitante de una búsqueda,
para aclarar y comprender su necesidad 5.
La inclusión de un estudiante de Bibliotecología como segundo representante de la
Facultad de Farmacia, producto de una exigencia planteada a
Ricardo Gietz por Lydia Revello –directora de su Biblioteca– no implicaba
un alejamiento de ese perfil, ya que se trataba de alguien que tenía interés
personal por la cultura técnica y científica.
Producto de todos esos cambios, la conformación del grupo empezó a estar entonces
un poco más cerca de lo expuesto por Hahn, quien menciona
que durante la década de 1970 en Estados Unidos, la mayoría de los
usuarios pioneros de la búsqueda en línea habían sido bibliotecarios u otros
profesionales de la información, aclarando que muchos de ellos tenían estudios
acreditados en otras disciplinas además de la Bibliotecología y la Ciencia de la
Información (Hahn, 1996: 43).
Aunque hubiese una menor variedad de profesiones en el equipo, eso no significaba
que todos los miembros tuviesen orientaciones uniformes. Hugo
Rodríguez 3 mencionó que el trabajo en común “fue impactante para todos”,
que cada uno iba encontrando poco a poco una orientación personal a su
desarrollo profesional y aportaba a los demás el punto de vista de su interés
específico, en relación también con las demandas de la institución que representaba.
Dijo también que esta evolución personal no estuvo exenta de dificultades,
porque para que se produjera era necesario un cambio de mentalidad. 35-58 41
Hubo también otras personas que, en distintos momentos, concurrieron a las
reuniones del grupo por breves lapsos, pero hasta donde el autor pudo
averiguar no quedan registros de sus nombres.
Por otra parte, también hubo una merma en la cantidad de entidades participantes
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de la experiencia. Revisando los folletos publicitarios, en 1982
aparecen solamente CAICYT, Facultad de Farmacia y Bioquímica,
Fundación Aragón, INTI-CID e INCYTH-CARIS. En agosto de 1983, ya no estaba
INCYTH- CARIS. Cuando el autor se unió al grupo en 1985, la Fundación Aragón
sólo participaba esporádicamente en las reuniones y por cada una de las otras
instituciones concurrían habitualmente dos representantes. Como resultado de estos
cambios, los servicios de las entidades que mantuvieron su participación tenían
muchos rasgos en común con las personas que asistían a las reuniones; en efecto, dos
de ellos cubrían un espectro temático bastante variado –el del CAICYT por atender a
usuarios externos en general, y el del INTI por dedicarse a las diversas ramas de la
industria– mientras que el servicio de la Facultad de Farmacia se especializaba en
Química y Biomedicina, destacándose las consultas provenientes del área
farmacéutica, históricamente muy propensa al uso de servicios de este tipo 9.
Posteriormente se agregó la AQA, lo cual no hizo más
que confirmar esa tendencia.
La capacitación de terceros
Los alcances del proyecto no se limitaban al trabajo interno del grupo y a los
servicios de búsqueda que este pudiese ofrecer. Entre los planes de Ricardo Gietz
estaba el fomento en el país de las actividades de búsqueda en BD remotas, mediante
la capacitación de terceros. Incluso había previsto la constitución de “un centro
nacional y regional destinado a la formación de operadores de terminales para la
búsqueda de información bibliográfica y factual a distancia...”
En sintonía con ese tipo de orientaciones, en el INTI Hugo Rodríguez proponía en la
misma época adquirir una terminal propia, con la cual “se podría
entrenar personal de los Centros del INTI interesados en incorporar este servicio a
sus actividades (especialmente los Centros del interior del país)”
Gietz también planteaba una segunda etapa del proyecto, orientada a atender las
necesidades de capacitación de recursos humanos para la operación de servicios de
consultas en BD, que incluiría la generación de materiales audiovisuales,
simulaciones, etc. Con ese fin había realizado contactos a nivel regional en América
Latina y el Caribe (Gietz, 1982).
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Aunque muchos de tales objetivos no fueron logrados, el CAICYT siguió empeñado
en esa línea de trabajo. Colaboró, por ejemplo, en la organización de cursos sobre el
sistema Dialog, dictados en un primer momento por la especialista Nancy Grimes que
trabajaba para dicha empresa. Según Hugo Rodríguez,
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014)
“... participamos de los cursos tomándolos, y luego dándolos”, ya que una vez que los
miembros del grupo consolidaron su formación, la compañía prestó su acuerdo para
que se hicieran cargo de los mismos 3 e incluso algunos llegaron a ser instructores
oficiales del sistema 6.
Varios folletos publicitarios de aquella época contienen datos referidosa esas
actividades de capacitación. Uno, distribuido por Dialog, difundía cursosque tuvieron
lugar en el CAICYT durante mayo de 1982. Otro semejante,menciona una oferta que
incluía demostraciones gratis, un “Curso Básico delsistema DIALOG con práctica en
línea” en dos días de 9 a 18 h, una “Clínicapara usuarios actuales” de un día basada
en preguntas, problemas y prácticas,así como otro curso dictado en un día sobre
introducción a las BD en Ciencia y
Tecnología. El CAICYT inscribía a los interesados, pero los aranceles debían ser
pagados directamente a Dialog mediante cheques en dólares.
Según otra publicidad, Nancy Grimes tuvo a su cargo una capacitación similar en
IDEA (Instituto para el Desarrollo de Empresarios en la Argentina),
inmediatamente después de la realizada en el CAICYT. Las duraciones y los costos
de los cursos son similares, aunque no coinciden del todo los nombres.
En este caso, el texto del folleto incluye algunas orientaciones referidas a los
destinatarios y objetivos; en lugar de la introducción a las BD en Ciencia y
Tecnología, se ofrecía un “Curso básico para operar el sistema DIALOG” dirigido a
“introducir al futuro operador en los mecanismos y lenguaje del sistema”. La
capacitación con práctica en línea se planteaba como una profundización de los
temas tratados, mientras que el “Curso introductorio” (que podría ser equivalente a
las demostraciones hechas en el CAICYT) estaba destinado a un usuario con
otro perfil: “aquel que deba tomar la decisión de quién o quiénes de su personal
tendrán la responsabilidad de operar la terminal”.
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De acuerdo con esa publicidad, Dialog complementaba “con información de nivel
mundial el servicio local que ofrece el Catálogo Colectivo de Bibliotecas Empresarias
CACOBE de la Biblioteca del Instituto”, proponiendo así una continuidad entre las
búsquedas bibliográficas en línea y el uso de los recursos bibliotecarios que
permitirían acceder al texto completo de los documentos.
Un anuncio que puede ser datado aproximadamente en septiembre de 1982, difunde
una disertación de Dominique Babini que tendría lugar también en IDEA,
denominada “Bases de datos internacionales de interés para la empresa”; para esta
actividad se planteaba un perfil de los destinatarios, que serían “... especialistas que,
en diferentes áreas de la empresa (investigación y desarrollo, nuevos proyectos,
biblioteca, comercio internacional, asesoría técnica, etc.), requieran información de
carácter internacional: indicadores socio económicos, patentes, avances científicos,
desarrollos tecnológicos, etc.”.
Un aviso posterior, que corresponde a actividades de 1983 o 1984, menciona una
“semana de cursos de DIALOG en Buenos Aires” dictados nuevamente por Nancy
Grimes. En este caso la propuesta agregaba uno sobre Biociencias y 35-58 43
Medicina, de un día de duración. Esa época coincide con una transición, tras la cual
las capacitaciones quedarían a cargo de los instructores argentinos que se habían
formado en el CAICYT. En un borrador existente en el SCBD – INTI se lee que
“cumpliendo con otro de los objetivos del proyecto a partir de agosto de 1983 se
comenzó a dictar el Curso de Capacitación sobre el Sistema DIALOG, el cual
actualmente se repite 3 o 4 veces por año” y que “el personal docente pertenece al
Grupo de Trabajo para el Proyecto de Consultas en Bases de Datos, el cual es un
Conjunto Interinstitucional...”. Hacia 1986, se seguían ofreciendo 5 cursos básicos
cada año.
Por otra parte, se organizaron actividades tendientes a formar a los usuarios finales
en sus lugares de trabajo (Spina, 1988: 606). Con esa tesitura, Raúl Spina fue enviado
como capacitador a diversas instituciones. Teniendo en cuenta que hasta 1986 casi
todas las consultas provenían de la Capital Federal o, en menor medida, de las
provincias de Buenos Aires y Córdoba (Spina, 1988: 603), sus recorridos no solo
incluyeron entidades locales, sino que se extendieron a universidades y centros de
investigación ubicados en distintas regiones del país, desde Usuhaia hasta San Miguel
de Tucumán. Realizó incluso una exposición sobre esta temática para el Dr. Luis
Federico Leloir (premio Nobel de Química 1970) y su equipo en la Fundación
Campomar 2. Las decisiones tomadas con respecto a esas capacitaciones no
estuvieron exentas de algunas polémicas; por ejemplo, cuando la dirección del
CAICYT debía definir quién sería el docente a cargo de un curso destinado a
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investigadores de la UBA, Pnina Craysman se
propuso para tal función, por ser ella tanto miembro del Grupo como personal de la
Universidad, pero fue elegido uno de los representantes del Centro 6. Además de
formar a usuarios finales, se trataba de contribuir a la instalación de centros de
consulta en distintas entidades, mediante la capacitación de investigadores y
profesionales, incluyendo en ese grupo a bibliotecarios de las universidades 2; esto
sería una novedad frente a los perfiles que había planteado originalmente Ricardo
Gietz para la selección de los analistas y operadores que conformaron el grupo.
Se preveía que, al principio, los usuarios prepararían sus formularios de consulta
para luego enviarlos al CAICYT, donde las búsquedas serían efectuadas por los
especialistas del grupo, pero que más adelante se podrían independizar del Centro,
realizando las búsquedas por sí mismos o recurriendo a los servicios locales que se
formaran. Sin embargo, durante los primeros años eso sólo ocurrió pocas veces;
seguramente las crónicas dificultades económicas por las que atravesaba el país
contribuyeron a malograr esta política, impidiendo la adquisición de equipos o los
pagos de servicios al exterior.
De todas maneras, algunas entidades o empresas que contaban con una mejor
disponibilidad de recursos, como PLAPIQUI en Bahía Blanca, CERIDE en Santa Fe
o INVAP en Bariloche, pudieron establecer y mantener servicios propios. También, a
medida que se iban familiarizando con las características
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014) de los sistemas
utilizados, otros usuarios del interior que solicitaban por carta búsquedas al
CAICYT, comenzaron a adjuntar a sus pedidos, propuestas específicas para delinear
las estrategias 2.
La realización de búsquedas
El planteo de dichas estrategias era diferente al habitual en las
búsquedas bibliográficas realizadas utilizando repertorios impresos. Hugo Rodríguez
destacaba en un congreso que “una de las características distintivas de los
sistemas de bases de datos es la interacción hombre-máquina (es decir,
operadorcomputadora) que consiste en la acción, en forma regularmente alternada,
del uno sobre el otro”. Una memoria del sistema conservaba temporariamente la
información intercambiada, de manera tal que podía ser reutilizada en distintas
etapas de una sesión de trabajo; ese modo de operar permitía modificar la estrategia
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sobre la marcha, en función de la información obtenida en cada paso .
Pero los usuarios no sólo esperaban que, dentro de esta novedosa modalidad de
búsqueda, los analistas y operadores hicieran bien su trabajo en cuanto a la
recuperación de información pertinente y relevante, sino también en cuanto al uso
del dinero. Como los costos eran considerables, había bastante presión para no
equivocarse e ir directo al objetivo, logrando un resultado óptimo 3, 6,10.
Por ello se generó naturalmente una estricta disciplina de trabajo. Aunque
los resultados iniciales habían sido buenos, gracias a esa disciplina en los
primeros tiempos del grupo, se logró mejorar aún más la calidad de las prestaciones,
así como reducir el costo por cada referencia bibliográfica obtenida.
Una cuidada planificación previa de las estrategias permitía minimizar el tiempo de
conexión y uso de las BD. Ya en 1982 la consulta promedio insumía solo 20 minutos
de comunicación
Cada trabajo requería un buen tiempo de preparación previa, luego una breve
interacción con el sistema y finalmente la terminación de la tarea fuera de línea. El
analista/operador debía lograr una visión de conjunto de la búsqueda, cuyas etapas
se influían mutuamente, dando lugar a procesos recursivos de afinación. Según un
informe del CAICYT (CAICYT, 1982: 49), existía una “rutina del servicio”que
abarcaba distintas etapas; comenzaba por la recepción de la solicitud de búsqueda y
una entrevista con el usuario, seguía con la elaboración de una estrategia preliminar,
la consulta en tesauros para hallar el vocabulario apropiado, el establecimiento de
una estrategia definitiva, hasta llegar al momento de conectarse al sistema. Una vez
en línea, se seleccionaba la BD y se interactuaba con el sistema mediante expresiones
booleanas. Durante la consulta había diversas tácticas que podían ser utilizadas para
afinar la estrategia: muestreos, aplicación de límites, etc. Luego se pasaba a la
selección 35-58 45
de formatos de impresión y a la obtención de los resultados. Finalmente
había momentos dedicados a calcular costos, evaluar la búsqueda, facturar y
entregar los resultados al usuario. Tal esquema es algo simplista y no abarca toda la
complejidad del proceso ni sus múltiples variantes, pero da una idea de algunas de
sus características.
Para las solicitudes provenientes del interior la comunicación se establecía por
correo 2, pero si el usuario podía concurrir al Centro, en general, el
analista comenzaba por entrevistarlo con el fin de informarse adecuadamente acerca
de su necesidad y así estar en las mejores condiciones para interpretarla. Además se
le comentaban al solicitante las principales características del servicio.
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En el Servicio Automatizado de Búsquedas Bibliográficas de la Biblioteca de la
Facultad de Farmacia y Bioquímica (SABB-FFyB) se entregaba un
folleto que explicaba que el resultado consistiría en referencias bibliográficas con
resúmenes o, en algunos casos, sólo con palabras clave).
La información inicial proporcionada por el usuario era volcada (por él mismo o por
el entrevistador, según las épocas y situaciones) en un formulario
de solicitud. Varios detalles del modelo original de dicho formulario
fueron modificados a lo largo del tiempo, pero se mantuvo la estructura básica. En
uno de los ítems se anotaba el objeto de la búsqueda, en sentido amplio; en otro, una
descripción específica del tema de interés. También se registraban las distintas
limitaciones planteadas por el usuario (idiomas, período de recuperación, cantidad
máxima de referencias a imprimir, etc.); áreas temáticas relacionadas; aspectos que
no fuesen de interés para el solicitante o que pudiesen estar incluidospor ser más
específicos; descriptores, palabras claves, raíces de palabras o frases en inglés que
sirvieran para describir en forma precisa lo que el usuario requería (incluyendo
sinónimos), etc.
Contando con esa información, se pasaba a una etapa de estudio y diseño, en la cual
se procuraba interpretar la necesidad planteada, elegir los recursos más adecuados
para responder a ella y finalmente expresarla en términos compatibles con dichos
recursos. Para esa tarea, en el CAICYT se había formado una ‘biblioteca de
materiales de apoyo’ que, a comienzos de 1982, contaba con algo más de 100
documentos. Había vocabularios controlados –generalmente asociados a BD o
disciplinas específicas–, guías y manuales de uso de BD o sistemas, listas de
publicaciones periódicas, esquemas de clasificación, boletines de noticias de los
sistemas, directorios de BD, etc.
También en el INTI se adquirieron numerosos libros sobre recuperación
de información, búsquedas en línea, tesauros y manuales. En algunos casos
estos documentos debían ser mantenidos al día, por ser reeditados regularmente o
por estar compuestos por hojas sueltas que había que reemplazar cuando aparecían
modificaciones; ejemplos típicos eran los manuales de las BD, los catálogos de BD y
las hojas que resumían las principales características de cada una de ellas.
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014) La selección de
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InvestigacionC
vocabulario se hacía valorando distintos factores, como la existencia o no de una
terminología consolidada y uniforme relacionada con el tema específico, así como el
momento en el que los términos más adecuados habían alcanzado difusión en la
literatura del área o habían sido incorporados a los tesauros disponibles.
Algunos servicios avisaban al usuario que el analista podía volver a comunicarse con
él, para aclarar aquellos puntos que le hubiesen generado dudas .
Al elegir las BD más adecuadas para una búsqueda, se tenían en cuenta varios
aspectos, entre los cuales sobresalían la cobertura temática y las
publicaciones indizadas en cada una de ellas (considerando, además, si sus contenidos
estaban representados de manera exhaustiva o selectiva), los períodos que
abarcaban, las cantidades totales de registros, sus plazos de actualización, la riqueza
semántica de los campos y limitadores que ofrecían, la existencia de códigos de
clasificación incorporados a sus registros, así como la calidad de la indización o de los
resúmenes.
Partiendo de dichas consideraciones se seleccionaban descriptores, términos de la
lengua natural o códigos de clasificación. Los distintos analistas
tenían, a veces, preferencias por uno u otro de estos tipos de elementos; por ejemplo
Hugo Rodríguez, por estar particularmente interesado en la información sobre
propiedad industrial, solía usar la Clasificación Internacional de Patentes .
A continuación se escribían expresiones de búsqueda con los términos elegidos,
acotándolos o no a determinados campos de los registros, combinándolos con
operadores booleanos y de proximidad, truncándolos para trabajar con raíces que
permitieran recuperar familias de palabras, etc. Esas expresiones eran herramientas
que se preparaban para tenerlas a mano durante el trabajo, que debía ser ejecutado
en el menor tiempo posible. Jorge Gianini, por ejemplo, utilizaba en el servicio del
INTI una notación para calificar y ordenar las expresiones alternativas que, según él
había previsto, podrían ser usadas en distintos momentos de la búsqueda; por
ejemplo, aquellas que servirían para aumentar o disminuir la cantidad de registros
recuperados, ampliar o restringir el abordaje temático, etc.5
En el momento adecuado dentro de la sesión, esas expresiones se escribían en la
interfaz de línea de comandos del sistema, una por vez. Es decir que datos e
instrucciones, redactados según las reglas sintácticas propias de ese sistema, eran
enviados a la computadora remota por medio de una línea de texto escrita en el
teclado de la terminal; el operador recibía entonces la respuesta del sistema, a través
del texto impreso por el equipo, y tenía la oportunidad de ingresar nuevos comandos
y datos, combinándolos o no con los anteriores. Esto permitía que el trabajo se
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desarrollara en función de la realimentación proporcionada a cada paso por el
sistema. Como los equipos no tenían monitor,35-58 47 para revisar las acciones
previas y sus resultados había que buscar en el sector correspondiente de la tira de
papel impreso, lo cual debía ser llevado a cabo con rapidez para evitar incurrir en
mayores costos, aunque a veces dicha tira era bastante larga.
En algunas ocasiones, el analista optaba por hacer una breve entrada preparatoria al
sistema, interrumpir momentáneamente la conexión para ajustar la planificación de
la estrategia en base a los resultados preliminares y, finalmente, conectarse de nuevo
para terminar la búsqueda 2.
Algunos miembros del grupo preferían que el usuario estuviese presente durante la
etapa de ejecución en línea. Raúl Spina lo consideraba conveniente porque, aunque el
analista fuese una persona preparada, seguramente el solicitante conocía más sobre
su necesidad y sobre el área temática de la que esta provenía 2. En cambio para el
servicio del INTI esa era una opción poco viable, ya que por la distancia a la que se
encontraba su sede, los analistas iban solos al CAICYT para operar la terminal y,
generalmente, hacían varias búsquedas en una sola sesión 3. Sin embargo, Hugo
Rodríguez en los primeros tiempos también era partidario de esa idea; al sugerir la
compra de una terminal para el INTI, planteaba que “...se podría poner en práctica
con mayor facilidad la alternativa de que el solicitante de la consulta esté presente
durante la sesión de búsqueda (variante recomendada por muchos especialistas)”
(Rodríguez, 1982b). Con el tiempo su parecer cambió y, basándose en las
evaluaciones, llegó a la conclusión de que una buena entrevista previa generalmente
permitía al analista obtener todos los datos y precisiones que necesitaba, mientras
que
tener presente al usuario podía dificultar tanto su concentración como la toma rápida
de decisiones, necesarias para optimizar las búsquedas 3.
En la Facultad de Farmacia, que contaba con una terminal propia desde 1981, en
general las búsquedas se hacían sin que estuviera el solicitante. Ricardo Segura
finalmente adoptó esa misma modalidad de trabajo en la AQA; en caso de necesitar
realimentación del usuario, prefería recurrir a informes parciales 4.
En cuanto a los resultados de la búsqueda, obtenerlos en el mismo momento era
bastante caro, por lo cual habitualmente se solicitaba que fuesen
enviados por correo postal. En 1981-1982, la diferencia de costos entre ambas
opciones estaba en una proporción de 10 a 1 (CAICYT, 1982: 15). Otro aspecto de
especial relevancia era la evaluación de esos resultados. A cada usuario, junto con la
lista de los registros recuperados, se le entregaba un formulario solicitándole su
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colaboración para evaluar el servicio prestado. Entre los papeles del SCBD se
conservan varios. En uno proveniente del CAICYT
se explicaba el concepto de pertinencia: “una cita, ya conocida por Ud. o no, se dice
‘pertinente’ cuando responde a la necesidad planteada”; se le pedía al usuario que
anotara el total de citas recuperadas en cada BD, discriminando el número de
pertinentes, así como una valoración del resultado de la búsqueda (muy valioso,
valioso, de poco valor, o sin valor) y sus comentarios. Según el Falcato / El grupo de
trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT... 48
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio
2014) informe de 1982 sobre el proyecto (CAICYT, 1982:22), se analizaron los
casos en los cuales los usuarios valoraron negativamente las búsquedas y “se pudo
comprobar que el pedido registrado en la solicitud... no correspondía exactamente a
la necesidad del usuario o no había sido interpretado correctamente. Se mejoró la
respuesta efectuando modificaciones en la estrategia de búsqueda”. Otro formulario
de evaluación, correspondiente al SABB-FFyB, para cada BD clasificaba a los
registros recuperados de una manera diferente. Las categorías eran: ‘de utilidad
total’, ‘de utilidad parcial’, ‘sin utilidad’, ‘repetidas’ y ‘ totales’.
Con una selección de datos sobre las búsquedas realizadas, en INTICID se compiló
una base para uso interno del servicio que se empleaba para
evaluación económica y estudios estadísticos varios. Incluía campos de
interés administrativo, el tema, las BD usadas y los descriptores empleados; esto
indica interés por la selección de terminología, que era uno de los aspectos más
importantes en un servicio con estas características. Seguramente las otras
instituciones que participaban en el grupo tenían registros similares, ya que en las
estadísticas generales compiladas en el CAICYT se manejaban datos del mismo tipo.
Además de los términos y las BD para una búsqueda, también el sistemaera
potencialmente objeto de selección, pero en el CAICYT, a excepción de la primera
época, se usó principalmente Dialog 2, 3, 4. Hugo Rodríguez empleaba con cierta
frecuencia Orbit, en especial para acceder a BD de patentes 2, 3. En la AQA había
acceso al sistema STN, que terminó siendo el preferido en dicha Asociación por sus
mejores prestaciones relacionadas con las BD de Chemical Abstracts Service,
importantísimas para la orientación temática de ese servicio 4.
En conjunción con los sistemas en línea, se empleaban los recursos impresos
disponibles. Por ejemplo, Ricardo Segura usaba la colección de referencia de la
biblioteca de la AQA, los Chemical Abstracts y todos los manuales de STN. En el
INTI, donde también la Biblioteca poseía una suscripción a los Chemical Abstracts,
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para las búsquedas no muy urgentes que involucraban BD relacionadas con dicho
repertorio, se obtenían en línea listas que solo incluían los números de los registros
recuperados y luego los datos completos eran buscados manualmente en la colección
impresa, abaratando el proceso. Con el mismo fin de reducir costos y tiempos, en las
primeras reuniones del grupo se planteó que podía ser conveniente conservar, como
antecedentes para uso interno del servicio, toda la documentación generada en las
búsquedas. Sin embargo, en la práctica pronto se comprobó que el nivel de repetición
era nulo, por lo cual ese criterio fue desechado 2.
Novedades en el equipamiento
Además de la terminal instalada en el CAICYT, ya en 1981 la Biblioteca de la
Facultad de Farmacia y Bioquímica había adquirido una propia, que tampoco tenía
monitor e imprimía en rollos de papel termosensible; podía conectarse a las redes de
telecomunicaciones desde un teléfono de línea, para lo cual se 35-58 49
insertaba el tubo en un acoplador acústico que se hallaba en la parte posterior del
aparato. Como era portátil, a veces fue empleada para demostraciones y
capacitaciones fuera de la Biblioteca. Ese equipo estuvo en funcionamiento, al menos,
hasta 1988 6.
Pero, aunque las limitadas prestaciones de las terminales bobas no fueron un
obstáculo para ofrecer un buen servicio, la disponibilidad de microcomputadoras que
podían almacenar y procesar datos abrió el campo a otras posibilidades. Un artículo
de Blair nos da indicios de cuán llamativas eran tales novedades para los ojos de
quienes trabajaban en ese campo. Dice allí, por ejemplo: “Information storage - what
a strange phrase! We have all heard of information ´retrieval´. More recently, we
have started to hear the buzzword, information ‘transfer’. But, storage?”
Alrededor de 1986, gracias a un convenio del CAICYT con entidades francesas, el
grupo pudo disponer de una microcomputadora Bull Micral BM-30
compatible con IBM-PC, sin disco rígido, que tenía 128 kB de RAM. Poseía dos
disqueteras de 5,25 pulgadas y 360 kB de capacidad; una de ellas se usaba para
insertar el disco con el sistema operativo y la otra para los programas y los datos.
Más adelante se le instaló un disco rígido de 10 MB 2.
Sin embargo, al menos hasta 1987, se seguiría utilizando también la terminal 4.
Para algunas actividades y capacitaciones fuera del CAICYT, Raúl Spina utilizó una
computadora portátil, que tenía el aspecto de una valija bastante grande y pesaba
unos 9 kg. Un problema frecuente era la dificultad para hallar una línea telefónica en
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el lugar donde debía realizar el trabajo 2. También, poco a poco, distintas empresas e
instituciones empezaron a disponer de computadoras para efectuar búsquedas. Los
miembros del grupo que representaban al INTI, por su parte, comenzaron a emplear
equipos propios de su institución. En 1987 Jorge Gianini utilizaba una terminal con
acoplador acústico5, y poco después el Centro de Investigación Documentaria –que
desde tiempo atrás había desarrollado tareas de automatización de su biblioteca
utilizando la computadora central del INTI– adquiriría una computadora personal
que sería empleada para hacer búsquedas. Aunque el sistema operativo DOS no
estaba diseñado para efectuar varias tareas simultáneas, el uso de programas TSR,
tales como el Sidekick de Borland, permitió grabar ecuaciones de búsqueda y
comandos antes de iniciar la conexión, para utilizarlos en la medida de las
necesidades, con lo cual se
reducía el tiempo en línea y se evitaban errores de escritura 5.
Los costos y aspectos económicos
La adopción de los sistemas de acceso a BD en línea implicaba también novedades en
el manejo de los aspectos económicos, con respecto a las prácticas habituales en
bibliotecas y centros de documentación.
Hasta entonces, las principales herramientas utilizadas para realizar búsquedas
bibliográficas científicas y tecnológicas eran repertorios impresos.
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio 2014)
Estos generalmente eran muy costosos a la hora de comprarlos, pero luego su uso no
generaba más gastos que los referidos a las horas de trabajo de los usuarios. En
cambio, los sistemas comerciales de BD cobraban tanto por el tiempo de conexión
como por la información recuperada, a lo cual había que sumar las tarifas de
telecomunicaciones. La política adoptada para cubrir dichos gastos se basó en el
cobro de aranceles; éstos se determinaban luego de cada búsqueda, empleando
fórmulas que permitían conocer el detalle de las erogaciones producidas. Por eso, la
estimación previa de los costos, su control durante la interacción con el sistema y su
cálculo final eran aspectos muy importantes del trabajo,
que influían considerablemente en el diseño y ejecución de la estrategia. Los datos
económicos ocupaban una parte destacable en los formularios utilizados y se
reflejaban en las estadísticas e informes, como uno de los ítems principales.
Cada vez que las instituciones participantes del grupo usaban la infraestructura del
CAICYT, el Centro les cobraba los gastos referidos a telecomunicaciones, uso del
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sistema y bases de datos, mientras que los aranceles abonados por otros usuarios
tenían un recargo del 15% para cubrir los gastos administrativos. Se procuraba
minimizar la cantidad de entradas al sistema, agrupando varias búsquedas en una
sola sesión con el fin de abaratarlas, aunque en casos de urgencia se las hacía
separadamente .
Debido a las relaciones costo-beneficio que se manejaban, las entidades participantes
veían restringidas sus posibilidades de generar servicios propios o ampliar sus
prestaciones. Hugo Rodríguez planteaba que “el SCBD [del INTI] puede llegar a
brindar una asistencia no solamente limitada a la clásica información bibliográfica,
sino, además, información sobre fuentes de tecnología e información de tipo
económico. ... Existen Sistemas de BD dedicados exclusivamente a este tipo específico
de información, pero el acceso a los mismos exige el pago previo de derechos que
solamente se justificarían si se asegurase un volumen mínimo de consultas”.
Sin embargo, como para ofrecer servicios de este tipo no era imprescindible contar
con el respaldo directo de una biblioteca técnica importante, y dado que se podían
sustentar con el cobro de aranceles mientras que las erogaciones dependían de
diversos factores, entre los cuales se encontraba la pericia de los analistas y
operadores, se comenzó a pensar que si se desarrollaba el mercado podían aparecer
oportunidades de trabajo para profesionales independientes o empresas privadas que
brindaran el servicio compitiendo por precio y calidad.
En el grupo había quienes opinaban que eso era poco probable; de hecho, las dos
empresas surgidas entonces en el área duraron menos de un año 2. Las inversiones
iniciales en equipamiento no eran despreciables, sobre todo teniendo en cuenta los
niveles de gastos e ingresos que podían preverse de acuerdo con la experiencia de los
servicios existentes. Por ejemplo, en 1981 el Servicio de la FFyB realizó 41 búsquedas
con un ingreso bruto total de U$S 2.679,50, de los cuales la mayor parte fue destinada
a cubrir gastos, mientras que solamente la terminal 35-58 51
y el modem comprados en mayo de 1981 por el CAICYT costaron U$S 4.200; medido
por el poder adquisitivo en Estados Unidos, este valor equivaldría en la actualidad a
U$S 10.755,19. Al año siguiente Hugo Rodríguez, al proponer la compra de una
terminal y un modem para el INTI, preveía un gasto de U$S 8.735 (Rodríguez,
1982b). Dada la inestable realidad económica de nuestro país en esos años, es difícil
hallar puntos de comparación, pero al solo efecto ilustrativo puede decirse que el
salario mínimo real promedio en la Argentina entre enero de 1980 y abril de 1989,
estaba en torno a U$S 88 y que el sueldo mensual que percibía el autor de este
trabajo a comienzos de 1984 – año inmediato anterior a su ingreso en el grupo del
CAICYT – equivalía a unos U$S 150. Desde el punto de vista de los usuarios, los
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aranceles cobrados por el servicio hacían que difícilmente fuese accesible para
quienes debían afrontar el gasto con recursos propios, quedando por lo general solo
al alcance de aquellos que contaban con respaldo institucional o con algún subsidio.
Entre 1980 y 1988,
cada búsqueda costó en promedio U$S 41,65 por uso de bases de datos y U$S 12,16
por comunicaciones, resultando un valor total promedio de U$S 53,81 para cada una
de ellas (Spina, 1988). Según el cuadro de tarifas del SCBD-INTI, en mayo de 1984 se
cobraban U$S 10 para hacer una “consulta de prueba” en una sola base de datos, con
una estrategia simple que utilizara no más de 5 descriptores y resultara en la
recuperación de hasta 10 registros bibliográficos “fuera de línea”,–es decir, que se
solicitaba su envío por correo postal– o de 4 “en línea”; los aranceles
correspondientes a las consultas normales eran calculados en base a los
costos ocasionados por el uso del sistema y las telecomunicaciones; se fijaban en
pesos argentinos, tomando como referencia la cotización del “dólar transferencia tipo
vendedor del BNA [Banco de la Nación Argentina] correspondiente al día hábil
inmediato anterior a la fecha de factura”; para usuarios internos se reajustaban los
importes a la fecha en que se autorizaran las transferencias de divisas, mientras que
para los usuarios externos se recargaba un 25% en previsión del aumento de la
cotización del dólar en el momento en que se hiciera la transferencia. Estos detalles,
aparentemente anecdóticos, permiten entrever las dificultades que se
derivaban de prestar un servicio cobrado a los usuarios en moneda
argentina, mientras que sus costos no eran fijos, incluían varios componentes y
debían ser pagados en dólares. Sin embargo, y a pesar de lo dicho anteriormente
sobre las dificultades que afrontaban quienes trataban de brindar servicios privados,
más adelante varios analistas del grupo trabajarían en ese ámbito 2, 6; las mejores
posibilidades no surgieron en empresas dedicadas únicamente a esa tarea, como se
había previsto, sino a través de laboratorios farmacéuticos, en los cuales se asociaban
las
perspectivas científicas y tecnológicas con un considerable poder económico 6,
9. También la capacitación era costosa. De acuerdo con los folletos publicitarios, para
participar del curso básico de Dialog en mayo de 1982 había que Falcato / El grupo de
trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT... 52
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio
2014) pagar U$S 100, para la “Clínica para usuarios actuales: preguntas,
problemas, práctica” (de un día) U$S 150 y para el curso “Introducción a las bases de
datos en ciencia y tecnología y el sistema Dialog”, U$S 50. Un año después el curso
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básico de dos días costaba $a 600 –equivalentes a unos U$S 56– y se aclaraba que los
aranceles estaban “destinados a cubrir los costos de telecomunicaciones y acceso a
bases de datos”. Para los cursos de Nancy Grimes realizados entre ese año y el
siguiente, se cobró un arancel de U$S 40 por persona por día.
Fortalezas y limitaciones del servicio
Si bien los costos de las capacitaciones o de las búsquedas hechas por especialistas
contribuían a restringir la cantidad de usuarios, había indudables ventajas
relacionadas con el uso de los sistemas de BD en línea. Entre ellas estaba la
posibilidad de ahorrar tiempo de trabajo, disminuir los plazos hasta la obtención de
un resultado, facilitar las búsquedas basadas en una combinación de varios conceptos
y revisar varias BD en una sola operación, cubriendo un campo más amplio. Las
búsquedas en línea eran parte, junto con los servicios de obtención de documentos, de
un enfoque que hacía posible conseguir información en el preciso momento en que
surgiera una necesidad, en lugar de adquirir de manera rutinaria documentos
previendo su uso futuro.
En cierta medida también podría decirse que, aunque o era un servicio barato, había
cierto grado de adaptabilidad a diferentes presupuestos. Por otra parte, una
indudable ventaja era que cada uno de los sistemas considerados (Dialog, Orbit,
Questel y STN) hacía posible acceder a una gran cantidad de BD a través de una
misma interfaz, usando un lenguaje de interrogación común. De esa manera, los
analistas y operadores estaban en condiciones de estudiarlos en profundidad, sin
tener que dispersar sus esfuerzos. Más aún, las interfaces y comandos de esos cuatro
sistemas no eran muy diferentes entre sí, lo cual facilitaba a quienes usaban más de
uno de ellos, optimizar las búsquedas a partir de sus conocimientos referidos tanto a
la estructura específica de las fuentes como a los procedimientos de uso general. Pero
para quienes conocían el ámbito de la información científica y tecnológica, también
resultaba notorio que los sistemas en línea no eran una panacea. Por ejemplo, la
mayoría de las BD disponibles no llegaban a incluir la misma cantidad de
información retrospectiva que los repertorios impresos correspondientes, por lo cual
con frecuencia era necesario completar el trabajo consultando estos últimos
(Hepburn, 1981). A juicio de Pnina Craysman, que realizaba con frecuencia ambos
tipos de tareas, las búsquedas manuales eran a veces más efectivas o exhaustivas 6.
Otro aspecto a tener en cuenta era que, aunque las principales BD
bibliográficas originadas en países desarrollados incorporaban muchas
referencias, no incluían los textos completos de los documentos; por eso, una vez que
un usuario seleccionaba los registros que consideraba relevantes, no siempre
era 35-58 53
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posible obtenerlos en el país, por lo cual tenía que afrontar más gastos aún, que se
sumaban al “alto costo relativo de las consultas en función de los salarios de los
investigadores, docentes y profesionales” (Spina, 1988: 606). Tampoco las BD
incluidas en estos sistemas tenían, en general, una buena cobertura de la información
originada en nuestro país o en Latinoamérica; esto era particularmente notable en
Humanidades y Ciencias Sociales (CAICYT 1982: 21). Por otra parte, ya en 1982
Dialog y BRS habían anunciado sus servicios en línea Knowledge Index y After Dark,
basados en una interfaz de menús adaptada a las características de las computadoras
personales y destinados directamente a los usuarios finales (Farber y Shoham, 2002:
96); a comienzos del año siguiente ya estaban funcionando (Tenopir, 1983). Si bien
las prestaciones que ofrecían eran bastante limitadas (Worden, 1988; McWilliams,
1989), al aumentar la difusión de las PC es probable que no pocos usuarios optaran
por prescindir de las intermediaciones. Todos esos factores contribuyeron a
que, según la apreciación de Raúl Spina (1988: 606), el mercado nacional de
los servicios de búsquedas en BD fuese “muy pequeño”.
Las fortalezas y debilidades del conjunto de BD incluidas en los sistemas fueron
influyendo, junto con las necesidades de los usuarios potenciales,
en las consultas recibidas en el servicio. Si bien la clasificación temática de las
mismas es difícil, los testimonios concuerdan en la gran importancia de la Química
(incluyendo temas farmacéuticos), junto con otras especialidades como Ingeniería
(incluyendo patentes), Ciencias de los Alimentos, Biología y Medicina 3, 5, 6.
Epílogo
No hay una fecha cierta que señale el fin de las actividades del grupo.
No se encontraron documentos referidos a esos últimos tiempos y tampoco
los entrevistados pudieron precisar ese dato. Sin embargo todo permite suponer que,
aunque se siguiera trabajando en el tema, desde fines de 1987 poco a poco el grupo
dejó de funcionar como tal. En 1986 había renunciado a la dirección del CAICYT
Ricardo Gietz, iniciador y sostenedor del proyecto (Despedida a Ricardo Gietz, 1998)
(La Biblioteca de CAICYT recibió en donación parte de la biblioteca privada de
Ricardo A. Gietz, 2009) 11. En esa época también surgieron otras actividades que
fueron captando la atención y el esfuerzo de quienes habían integrado el grupo.
Según Ricardo Segura, ya no concurrían a las reuniones varias de las personas con
mejor formación y el foco de las discusiones se alejó progresivamente de los
aspectos técnicos, que eran los que más le interesaban 4. Finalmente, todos dejaron
de ir. En el CAICYT, Lilia Ottolenghi continuaría haciendo búsquedas para
los usuarios del Centro, hasta su retiro un tiempo después 10. El INTI y la AQA, por
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su parte, siguen ofreciendo el servicio hasta la actualidad.
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT... 54
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio 2014) Un
factor que probablemente influyó en el cambio de orientación del
grupo y su posterior disolución, fue el surgimiento de un nuevo proyecto en el área,
financiado por la Fundación Antorchas. Como no se habían cumplido plenamente las
expectativas de crecimiento de esta actividad, probablemente por problemas
económicos y de difusión, surgió la iniciativa de ayudar a investigadores para que
pudiesen acceder al servicio de búsquedas en BD científicas y tecnológicas remotas 2.
Gracias a este programa, entre 1985 y1990 se atendieron 3.200 investigadores, que
también recibieron subsidios para obtener los textos completos de aquellos
documentos que no estuviesen disponibles en el país (Babini, 2012). Ese esfuerzo
benefició a muchos usuarios que no habían tenido oportunidad de utilizar estos
recursos, pero probablemente contribuyó también a que el servicio de búsquedas en
BD remotas adquiriese un cariz más rutinario
y menos basado en el estudio. En cualquier caso, aunque el grupo se disolvió, había
dejado su huella.
Los miembros que fueron entrevistados, especialmente aquellos que participaron de
las reuniones durante más tiempo, manifestaron de una u otra forma que en
el balance general, estas actividades tuvieron un considerable impacto en
el desarrollo de sus carreras laborales y en sus vidas 2, 3, 6.
Pero más allá de los beneficios devenidos de esas experiencias personales y de la
utilidad que tuvieron las búsquedas realizadas para los usuarios que las solicitaron,
¿hay algún tipo de legado que pueda ser aprovechado hoy, en un
sentido más amplio? Durante esa experiencia, un reducido grupo de personas con un
perfil especializado accedía a sistemas en línea para buscar información por encargo.
Puede pensarse a esto como un antecedente de lo que hoy hacen
millones de personas en nuestro país y muchos más en todo el mundo:
buscar, recuperar y compartir información en Internet. Sin embargo, hay
también grandes diferencias. Los profesionales dedicados a la búsqueda de
información
en bases de datos bibliográficas o factuales, aún hoy en día, tienen un perfil distinto al
del usuario promedio. El conocimiento detallado de las herramientas proporcionadas
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por los sistemas, la preparación de las búsquedas, el desarrollo
de estrategias y tácticas, son factores que aún hoy tienen poca presencia en
los procedimientos de búsqueda y en las conductas informativas habituales entre
los usuarios de Internet, aún aquellos que son profesionales de otras áreas. Las BD
bibliográficas o factuales, en general, siguen proporcionando herramientas que sólo
un grupo relativamente pequeño de especialistas emplea habitualmente. No hay que
olvidar que los servicios del tipo mencionado en este artículo, siempre estuvieron
dirigidos a un público minoritario que tenía posibilidades de pagar
aranceles relativamente altos, compuesto principalmente por investigadores
o profesionales provenientes de empresas. Tampoco eran tantos los usuarios
que accedían a BD remotas de este tipo sin recurrir a la intermediación del grupo del
CAICYT u otros servicios semejantes. Para tener una idea de cuantos podrían ser,
basta decir que Dialog llegó a tener sólo unos 300 clientes en la Argentina, 35-58 55
de los cuales actualmente quedan 8. Entre ellos, siempre ha habido un
núcleo importante de laboratorios farmacéuticos 9.
En general, hoy los usuarios del área científica y tecnológica utilizan otros servicios,
muchos de los cuales son gratuitos u ofrecen tarifas planas en las cuales no influye el
tiempo de conexión, y que muchas veces son pagadas por las instituciones donde
trabajan. Ese enfoque tiene indudables ventajas; sin embargo, el tener que afrontar
costos por el tiempo de uso y la información recuperada, inducía a una disciplina de
trabajo que era muy positiva. Los nuevos sistemas y tecnologías disponibles en
Internet, aunque más amigables, no han solucionadotodos los problemas que pueden
presentarse durante una búsqueda e incluso, en algunas circunstancias, tienden a
ocultarlos ya que el usuario suele obtener con facilidad
algo de información pertinente, pero no siempre consigue la más relevante. El estudio
de las modalidades de trabajo desarrolladas en el grupo del
CAICYT, dentro de un entorno en el que era imprescindible optimizar el proceso de
cada búsqueda para aprovechar al máximo el dinero y el tiempo invertidos, ¿puede
aportar algo en el momento actual, en ambientes donde las interfaces están diseñadas
para que esta tarea parezca fácil de hacer y casi natural? El autor entiende que sí;
durante su trabajo como referencista, docente y capacitador, innumerables veces ha
visto búsquedas realizadas tanto por usuarios como por bibliotecarios u otros
profesionales de la información, que eran de factura deficiente; por lo tanto sus
resultados no eran óptimos, pero los interesados frecuentemente no se daban cuenta
o no conocían una manera de hacerlas mejor.
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En cambio, las exigencias del servicio en aquellos tiempos inaugurales no dejaban
lugar a dudas de que una búsqueda exitosa era el resultado de la
elaboración y ejecución de una estrategia adecuada al objetivo, generalmente no
exenta de esfuerzo. Era necesario partir de una actitud atenta y reflexiva, mantenerla
a lo largo del proceso, saber o averiguar acerca del contexto temático y, por supuesto,
conocer tanto las fuentes utilizadas como las características generales de cada
interfaz, aprovechando la experiencia, teniendo capacidad de decisión y aptitud
procedimental para obtener el mayor rendimiento de ellas a través de las tácticas que
fuesen más apropiadas. La difusión de estas maneras de abordar la búsqueda de
información, a través de la formación de los usuarios y de los bibliotecarios,
seguramente será una contribución a una sociedad de ciudadanos no sólo libres, sino
también informados para tomar las decisiones que esa libertad requiere. Quizás,
entonces, valga la pena reexaminar esta experiencia ocurrida en otros momentos,
cuando por las circunstancias era evidente que el éxito dependía en buena medida de
los conocimientos, capacidades y esfuerzo de quien efectuaba la búsqueda, del
planteo de una buena estrategia y de una cuidadosa ejecución.
El desarrollo generalizado de LANS , PCs y estaciones de trabajo en la década de
1980 permitieron a la naciente Internet floreciera . Ethernet tecnología, desarrollada
por Bob Metcalfe en Xerox PARC en 1973,
es probablemente la tecnología de red dominante en el Internet, PCs y estaciones de
trabajo de los equipos dominantes. Este cambio de tener unas pocas redes con un
número modesto de tiempo compartido - anfitriones ( el modelo original de
ARPANET ) a tener muchas redes ha dado lugar a una serie de nuevos conceptos y
cambios en la tecnología subyacente. En primer lugar, resultó en la definición de tres
clases de red (A, B y C ) para dar cabida a la gama de redes. Clase A grandes redes
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de escala nacional representaba (un pequeño número de redes con un gran número
de hosts) ; Clase B
redes de escala regionales representados ; y Clase C representaba redes locales de
área (un gran número de redes con relativamente pocos Hospedadores).
Un cambio importante se produjo como resultado del aumento de la escala de
Internet y sus problemas de gestión asociados. Para hacer fácil el usar la red para las
personas, los hospedadores fueron asignados nombres, por lo que que no era
necesario recordar las direcciones numéricas.
Originalmente, había un número bastante limitado de los grupos, por lo que fue
factible mantener una sola tabla de todos los hospedadores y sus nombres asi como
sus direcciones asociadas. El cambio a tener un gran número de redes gestionadas de
forma independiente (por ejemplo, redes de área local) significaba que el tener una
sola tabla de los grupos ya no era factible, y el Sistema de nombres de dominio (DNS)
fue inventado por Paul Mockapetris de USC / ISI. El DNS permitía un mecanismo
distribuido escalable para la resolución de nombres de host jerárquicos (por ejemplo
www.acm.org) en un
Dirección de Internet.
El aumento en el tamaño de la Internet también desafió las capacidades de los
routers. Originalmente, había un solo algoritmo distribuido de enrutamiento que se
implementó de manera uniforme
por todos los routers de Internet. Como el número de redes en el Internet explotó,
este diseño inicial no podría expandirse a medida que fuera necesario, por lo que fue
reemplazado por un modelo jerárquico de enrutamiento, con un Interior Gateway
Protocol (IGP) que se utiliza dentro de cada región de la Internet, y un Protocolo
Exterior Gateway (EGP) utilizada para atar las regiones juntas. Este diseño permite
diferentes regiones para utilizar una IGP diferente, por lo que los diferentes
requisitos de costo, rápida
reconfiguración, robustez y la escala pueden ser acomodados. No sólo el algoritmo de
encaminamiento, pero el tamaño del direccionamiento tablas, hicieron hincapié en la
capacidad de los routers. Nuevos enfoques para agregación de direcciones, en
particular, el enrutamiento entre dominios sin clases
(CIDR), han sido recientemente introducido para controlar el tamaño de tablas de
router. Como evolucionó Internet, uno de los principales retos fue cómo propagar los
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cambios en el software, en particular el del hospedador.
software. DARPA apoyó la Universidad de Berkeley para investigar modificaciones
en el sistema operativo Unix, incluyendo la incorporación de TCP / IP desarrollado
en BBN. Aunque Berkeley mas tarde reescribió el código BBN para adaptarse de
manera más eficiente en el sistema Unix y el núcleo, la incorporación de TCP / IP en
el sistema Unix BSD lanzamientos que demostraron ser un elemento crítico en la
dispersión de la protocolos de la comunidad de investigación. Gran parte de la
investigación CS
comunidad comenzó a usar Unix BSD para su día a día computar medio ambiente.
Mirando hacia atrás, la estrategia de la incorporación de protocolos de Internet en
un sistema operativo compatible para la comunidad de investigación fue uno de los
elementos clave en la adopción generalizada con éxito de la Internet.
Uno de los retos más interesantes fue la transición del protocolo de acogida
ARPANET desde NCP a TCP / IP a partir de enero 1, 1983. Esta era una
"bandera-días" transición estilo, que requiere todos los grupos para convertir de
forma simultánea o tener que comunicarse a través del lugar de mecanismos ad-hoc.
Esta transición fue cuidadosamente planeada dentro de la comunidad durante varios
años antes de que realmente se llevara a cabo y fue sorprendentemente sin problemas
(pero dio lugar a una distribución de los botones que dicen "Sobreviví la transición
de TCP / IP"). TCP / IP fue adoptado como un estándar de defensa tres años antes de
1980. Esto permitió la defensa para comenzar el intercambio en el DARPA
Base de la tecnología de Internet y condujo directamente a la eventual partición de
las comunidades militares y no militares. Por 1983, ARPANET estaba siendo
utilizado por un número significativo de
defensa de I + D y organizaciones operacionales. La transición de ARPANET desde
NCP a TCP / IP permite que se divida en un MILNET apoyar requisitos operativos y
una ARPANET el apoyo a las necesidades de investigación. Así, en 1985, Internet ya
estaba bien establecida como tecnología de apoyo a una amplia comunidad de
investigadores y desarrolladores, y estaba empezando a ser utilizado por otras
comunidades para las comunicaciones informáticas diarias. El correo electrónico
estaba siendo utilizado ampliamente la mayoría de las comunidades, a menudo con
diferentes sistemas, sino la interconexión de diferentes sistemas de correo era
mostrando la utilidad de la comunicación electrónica interpersonal
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TRANSICIÓN A INFRAESTRUCTURAS GENERALES
Al mismo tiempo que la tecnología de Internet estaba siendo validada
experimentalmente y ampliamente utilizada entre un conjunto de investigadores de
informática, otras redes y redes fueron proseguidas tecnologías. La utilidad de
ordenador redes - correo electrónico especialmente - demostrada por
DARPA y el Departamento de Defensa de los contratistas en el ARPANET no se
perdió en otras comunidades y disciplinas, así que a mediados de la década de 1970
las redes de computadoras habían empezado a surgir donde la financiación se pudo
encontrar para el propósito. Los EE.UU.
Departamento de Energía (DoE) estableció MFENet por su investigadores de la
energía de fusión magnética, con lo cual la alta del DoE Los físicos de energía
respondieron construyendo HEPNET. NASA Espacial Los físicos siguieron con
SPAN y Rick Adrion, David Farber, y Larry Landweber estableció CSNET para el
(académico y industrial) comunidad de Ciencias de la Computación con una
subvención inicial de la Fundación Nacional de Ciencias de EE.UU. (NSF).
Despreocupado de AT & T
difusión del sistema operativo de la computadora UNIX USENET generado, basado
en UNIX 'incorporada UUCP protocolos de comunicación, y en 1981 Ira Fuchs y
Greydon Freeman ideó BITNET, que unía mainframes académico computadoras en
un "correo electrónico como imágenes de las tarjetas" paradigma. Con la excepción
de BITNET y USENET, estos principios redes (incluyendo ARPANET) eran
especialmente diseñado - es decir, comunidades estaban destinados a, y en gran parte
restringido a, cerrados de académicos; había, por tanto, poca presión para el
individuo redes para que sean compatibles y, de hecho, que en gran medida no lo
eran. En Además, estaban siendo perseguido tecnologías alternativas en el sector
comercial, incluyendo XNS de Xerox, DECNet, y SNA9 de IBM. Quedó para el
JANET Británica (1984) y EE.UU. NSFNET (1985) Los programas para anunciar
explícitamente su intención de servir a toda la comunidad educativa superior,
independientemente de disciplina. De hecho, una condición para una universidad de
Estados Unidos para recibir Financiación de la NSF para la conexión a Internet era
que "... la conexión debe estar disponible para todos los usuarios calificados en
campus ".
En 1985, Dennis Jennings vino de Irlanda para pasar un año en NSF conduce el
programa NSFNET. Trabajó con el comunidad para ayudar a NSF a tomar una
decisión crítica - que TCP / IP sería obligatorio para el programa NSFNET. Cuando
Steve Wolff hizo cargo del programa NSFNET en 1986, reconoció la
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la necesidad de una amplia área de infraestructura de redes para apoyar la
comunidad académica y la investigación en general, junto con la necesidad de
desarrollar una estrategia para el establecimiento de esta infraestructura sobre una
base en última instancia independiente de la financiación federal directa. Políticas y
se adoptaron estrategias (ver más abajo) para lograr ese fin
NSF también eligió para apoyar a Internet existente de DARPA infraestructura
organizativa , jerárquicamente organizado en el marco del Actividades (entonces ) la
Junta de Internet ( IAB ) . La declaración pública de esta elección fue la autoría
conjunta de Internet de la IAB
Ingeniería y Arquitectura Equipos de Trabajo y por la red de la NSF Grupo Técnico
Asesor de RFC 985 (Requisitos para Internet Gateways), que aseguró formalmente
interoperabilidad de DARPA y piezas de NSF de Internet. Además de la selección de
TCP / IP para el programa NSFNET, Las agencias federales hicieron e
implementaron otras decisiones políticas que dieron forma a la Internet de hoy.
• Las agencias federales comparten el costo de la infraestructura común, tales como
circuitos transoceánicas. También apoyaron conjuntamente "Conseguido puntos de
interconexión" para el tráfico entre agencias; las Bolsas de Internet federales (FIX-E
y FIX-W) construidos para este propósito servido como modelos para la Red Puntos
de acceso y las instalaciones "* IX" que son prominentes características de la
arquitectura de Internet de hoy.
• Para coordinar este intercambio, la Federal de redes Consejo10 se formó. La FNC
también cooperó con otra organizaciones internacionales, como RARE en Europa, a
través del Comité de Coordinación en
Intercontinental Investigación Redes, CCIRN, a coordinar el apoyo de Internet de la
comunidad de investigación en todo el mundo.
• Este intercambio y la cooperación entre los organismos de Cuestiones relacionadas
con Internet tienen una larga historia. Un sin precedentes 1981 acuerdo entre Farber,
en funciones CSNET y la NSF, y Kahn de DARPA, tráfico CSNET permitido
compartir ARPANET la infraestructura en una estadística y no-meteredsettlements
base.
• Posteriormente, en un modo similar, el NSF alentó su redes regionales (inicialmente
académicas) de la
NSFNET a buscar clientes comerciales, no académicos, ampliar sus instalaciones
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para servirles, y explotar el dando como resultado economías de escala para reducir
los costos de suscripción para
todas.
• En la red troncal NSFNET - el segmento de escala nacional de la NSFNET - NSF
aplica una "Política de Uso Aceptable" (AUP) que prohibía el uso de Backbone para
fines "No en apoyo a la Investigación y la Educación". El resultado predecible (y
deseado) de alentar tráfico de la red comercial a nivel local y regional nivel, al tiempo
que niega su acceso a escala nacional transporte, era estimular la aparición y / o el
crecimiento de, Redes "privadas" competitivos, de largo recorrido como PSI,
UUNET, ANS CO + RE, y (más tarde) otros. Este proceso aumento de financiación
privada por un comercial usos se goleó a cabo a partir de 1988 en una serie de
NSFinitiated conferencias en Kennedy de Harvard Escuela de Gobierno sobre "La
Comercialización y Privatización de la Internet "- y en la lista de "com-priv" en la
propia red.
• En 1988, un comité del Consejo Nacional de Investigación, presidido por Kleinrock
y con Kahn y Clark como miembros, produjeron un informe encargado por la NSF
titulado "Vamos hacia una Red Nacional de Investigación". Este informe influyó en
el entonces senador Al Gore, y marcó el comienzo de redes de alta velocidad que
sentaron las bases para el futuro de las redes de la información.
• En 1994, un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de nuevo
presidido por Kleinrock (y con Kahn y Clark como miembros de nuevo), titulado "A
conocer la Información Futuro: La Internet y más allá "fue abierto al publico. Este
informe, encargado por la NSF, era el documento en
que un plan para la evolución de la información supercarretera fue articulado y que
ha tenido un
duradero efecto en la manera de pensar acerca de su evolución. Ello anticipado los
problemas críticos de la propiedad intelectual derechos, la ética, la fijación de
precios, la educación, la arquitectura y la regulación de Internet.
• La política de privatización de la NSF culminó en abril de 1995, con el
desfinanciamiento del Backbone NSFNET. Los fondos recuperados de esta manera
eran (competitivos) redistribuidos a las redes regionales para comprar a escala
nacional conectividad a Internet desde el momento numerosas, redes privadas de
larga distancia.
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La columna vertebral se había hecho la transición de una red construida a partir de
enrutadores fuera de la comunidad de investigación (los routers "Fuzzball" de David
Mills) para equipos comerciales. En su 8 1/2 años vida, el Backbone había crecido de
seis nodos con 56 kbps enlaces a 21 nodos con múltiples enlaces de 45 Mbps. Había
visto la Internet crece a más de 50.000 redes en los siete continentes y espacio
exterior, con aproximadamente 29.000 redes en los Estados Unidos.
Tal era el peso del consumismo del programa NSFNET y financiación ($ 200 millones
desde 1.986 hasta 1.995) - y la calidad de los protocolos de ellos mismos - que para el
año 1990, la propia ARPANET
fue finalmente dada de baja 11, TCP / IP había suplantado más otros protocolos de
red de ordenadores de área amplia marginados en todo el mundo, e IP fue bien en su
camino a convertirse en el portador servicio para la Infraestructura Global de
Información.
6. La importancia de Documentación Una clave para el rápido crecimiento de
Internet ha sido el libre y
el libre acceso a los documentos básicos , especialmente las especificaciones de los
protocolos .
Los inicios de la ARPANET e Internet en la comunidad de investigación universitaria
promovió la tradiciónal publicación académica abierto de ideas y resultados. Sin
embargo, el ciclo de la publicación académica tradicional era demasiado formal y
demasiado lenta para el intercambio dinámico de ideas esenciales para la creación de
redes.
En 1969 un paso clave fue tomada por S. Crocker (entonces en la UCLA ), en el
establecimiento de la solicitud de comentarios (o RFC ) serie de notas [ 3 ] . Estas
notas tenían la intención de ser una rápidas e informales forma de distribución para
compartir ideas con otros investigadores de la red. A primero las RFC fueron
impresas en papel y distribuidos a través de caracol correo. Como el Protocolo de
transferencia de archivos (FTP) entró en uso, las RFC se prepararon como archivos
en línea para acceder a través de FTP. Ahora, las RFC son de fácil acceso a través de
la World Wide Web en decenas de sitios de todo el mundo. SRI, en su papel de red
Centro de Información, mantiene los directorios en línea. Jon Postel actuó como RFC
Editor, así como la gestión de la administración central de asignaciones de número de
protocolo requerido, los roles que él continuó jugando hasta su muerte, 16 de octubre
1998
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El efecto de las RFC era crear un bucle de retroalimentación positiva, con ideas o
propuestas presentadas en un RFC desencadenando otra RFC con ideas adicionales,
y así sucesivamente. Cuando cierto consenso (o un menor conjunto coherente de
ideas) se había reunido una especificación de documento estaría preparado. Una
especificación Tal sería entonces utilizado como la base para las implementaciones
por diversas investigaciones equipos. Con el tiempo, las RFC se han vuelto más
centrado en el protocolo
normalización (las especificaciones "oficiales"), aunque todavía hay RFC
informativos que describen enfoques alternativos o proporcionan información básica
sobre los protocolos y cuestiones de ingeniería. Los RFC son ahora vistos como los
"documentos de registro" en Internet la ingeniería y las normas de la comunidad. El
acceso abierto a las RFC (de forma gratuita, si usted tiene cualquier tipo de conexión
a la Internet) promueve el crecimiento de Internet porque permite que las
especificaciones reales que se utilizarán para ejemplos en las clases de la universidad
y por los empresarios que desarrollan nuevos sistemas.
El correo electrónico ha sido un factor importante en todas las áreas de Internet, y
esto es cierto en el desarrollo de especificaciones de protocolo, normas técnicas y de
ingeniería de Internet. El muy temprano
RFC a menudo se presenta un conjunto de ideas desarrolladas por los investigadores
en una localización al resto de la comunidad. Después vino el uso del correo
electrónico, el patrón de autoría cambió - RFC fueron presentados por autores
conjuntos con visión común independiente de sus ubicaciones.
El uso de listas de correo especializadas de correo electrónico se ha utilizado durante
mucho tiempo en
el desarrollo de las especificaciones del protocolo, y sigue siendo una herramienta
importante. El IETF tiene ahora en exceso de 75 grupos de trabajo, cada uno
trabajando en un aspecto diferente de la ingeniería en el Internet. Cada uno de estos
grupos de trabajo tiene una lista de correo para discutir uno o más proyectos de
documentos en fase de desarrollo. Cuando se consenso que se alcanzaba en un
proyecto de documento que puede ser distribuido como un RFC.
A medida que la rápida expansión actual de Internet es alimentada por la realización
de su capacidad para promover el intercambio de información, debe entender que el
primer papel de la red compartiendo información fue compartir la información sobre
su propio diseño y operación a través de los documentos RFC. Este método único
para evolucionando nuevas capacidades en la red seguirá siendo fundamental para la
evolución futura de la Internet.
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7. FORMACIÓN DE LA AMPLIA COMUNIDAD
El Internet es tanto una colección de comunidades como colección de tecnologías, y su
éxito es en gran parte atribuible tanto a la satisfacción de necesidades básicas de la
comunidad, así como a la utilización de la red de una manera eficaz para empujar
hacia adelante la infraestructura.
Este espíritu comunitario tiene una larga historia que comienza con los primeros
ARPANET. Los investigadores de ARPANET primeros trabajaron como closeknit
comunidad para llevar a cabo las manifestaciones iniciales de paquetes de tecnología
de conmutación descrito anteriormente. Del mismo modo, el paquete Satélite, Packet
Radio y varios otro ordenadores DARPA los programas de investigación de ciencias
eran de colaboración multi-contratista actividades que utilizan mucho, lo que sea
disponible mecanismos allí debían coordinar sus esfuerzos, comenzando con el correo
electrónico y
añadiendo el intercambio de archivos, acceso remoto, y, finalmente, la World Wide
Capacidades Web. Cada uno de estos programas de trabajo formada una grupo,
comenzando con el Grupo de Trabajo ARPANET Network. Debido al papel único
que ARPANET jugó como infraestructura de apoyo a los distintos programas de
investigación, como el Internet empezó a evolucionar, el Grupo de Trabajo de la Red
evolucionó el Grupo de Trabajo de Internet.
A finales de la década de 1970, reconociendo que el crecimiento de la Internet era
acompañado por un crecimiento en el tamaño de la investigación interesado en la
comunidad y por lo tanto una mayor necesidad de coordinación de mecanismos, Vint
Cerf, entonces director del Programa Internet en DARPA, formó varios órganos de
coordinación - un Internacional Consejo de Cooperación (ICB), presidido por Peter
Kirstein de UCL, a coordinar actividades con algunos países europeos que cooperan
centrado en la investigación de paquetes vía satélite, un grupo de investigación de
Internet que era un grupo incluyente para proporcionar un entorno para
intercambio general de información, y una configuración de Internet Control Board
(OICI), presidido por Clark. El BICE fue un cuerpo de invitación para asistir a Cerf
en la gestión del florecimiento La actividad de Internet.
En 1983, cuando Barry Leiner se hizo cargo de la gestión de Internet programa de
investigación en DARPA, él y Clark reconoció que la continuo crecimiento de la
comunidad de Internet exigía una
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reestructuración de los mecanismos de coordinación. El BICE fue disolvió y en su
lugar se formó una estructura de grupos de trabajo, cada uno centrado en un área
particular de la tecnología (por ejemplo, routers, protocolos de extremo a extremo,
etc.). La Junta de Actividades de Internet (IAB) se formó a partir de los presidentes
de los Grupos de Trabajo. Es, por supuesto, era Sólo una coincidencia que los
presidentes de los Grupos de Trabajo fueron las mismas personas como los miembros
de la antigua OICI y Dave Clark seguido actuando como presidente.
(Cerrado) Relaciones personales
EFECTOS DE USO DEL INTERNET EN LAS RELACIONES EXISTENTES En
ningún problema tiene la investigación sobre los efectos sociales de la Internet sido
más polémica que en cuanto a su efecto en relaciones cercanas, tales como aquellos
con familiares y amigos. Dos estudios que recibido considerable atención de los
medios fuera del proyecto HomeNet por Kraut et al. (1998) y la encuesta a gran
escala reportada por Nie y Erbring (2000; también Nie 2001).
Ambos informes concluyeron que el uso de Internet llevó a resultados negativos para
el individuo usuario, como el aumento de la depresión y la soledad y el abandono de
una estrecha existente relaciones. Sin embargo, casi todos los otros estudios y
encuestas pertinentes, incluyendo un seguimiento de la muestra HomeNet por Kraut
y sus colegas alcanzado –el conclusión opuesta.
Kraut et al. (1998) siguió una muestra de conveniencia de los residentes de Pittsburgh
y sus familias, que a partir de mediados de la década de 1990 todavía no tienen una
computadora en el hogar.
Los investigadores dieron a estas familias una computadora y acceso a Internet, y
luego encontraron después de un período de dos años un aumento confiable, pero
pequeña en la depresión informado y
la soledad como una función de la cantidad de uso de Internet. Sin embargo, una
tarde de seguimiento
estudio de la misma muestra (Kraut et al. 2002) reveló que estos efectos negativos
había desaparecido, y en su lugar a través de casi todas las medidas de ajuste
individual y la participación con la familia, amigos y la comunidad, un mayor uso de
Internet era asociado con los resultados psicológicos y sociales positivos. Por ejemplo,
el más hora del encuestado promedio gastaron en Internet, más (no menos) el tiempo
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que él o ella también pasó cara a cara con familiares y amigos.
En su comunicado de prensa, Nie y Erbring (2000) informaron datos de un
estadounidense en todo el país
encuesta de aproximadamente 4.000 personas, y llegó a la conclusión de esos datos
que pesada El uso de Internet se tradujo en menos tiempo con la familia y la
superficie friends.Onthe, esto parecería contradecir la Kraut et al. (2002)
conclusiones (y los de Los estudios revisados más adelante), pero una mirada más
atenta a los resultados reales elimina la aparente contradicción. Estos revelan que
más del 95% de Nie y Erbring de (2000) muestra total no reportó gastar menos
tiempo con la familia y amigos, porque de su uso de Internet; por otra parte, incluso
entre los mayores usuarios, el 88% informó que no hubo cambiar en el tiempo
pasado con cerrar otros.
Varios otros estudios nacionales han encontrado ya sea que los usuarios de Internet
no son menos propensos que los no usuarios a visitar o llamar a los amigos por
teléfono, o que los usuarios de Internet en realidad tienen las redes sociales más
grandes (DiMaggio et al., 2001, p. 316). Howard et al. (2001) llegó a la conclusión de
su gran encuesta al azar la muestra "Internet permite la gente a mantenerse en
contacto con familiares y amigos y, en muchos casos, ampliar su mayoría
networks.Asizeable social de los que envía mensajes de correo electrónico a
familiares dicen que aumenta el nivel de comunicación entre los miembros de la
familia::: éstos resultados de la encuesta sugieren que en línea son más propensos a
ampliar el contacto social herramientas de restarle valor "(p. 399) .Wellman et al.
(2001) llegó a la conclusión de su similar revisar que los pesados a los usuarios de
Internet no utilizar el correo electrónico como un sustituto de faceto- cara y teléfono
de contacto, sino que lo utilizan para ayudar a mantener la distancia más larga
relaciones (Wellman et al. 2001, p. 450).
Nie (2001) ha respondido a sus críticos con el argumento de que el tiempo es un bien
limitado, de manera que las horas pasadas en Internet deben tener un costo a otras
actividades. "Esperamos que todos los que gastar más que el promedio de 10 horas a
semana en el informe Internetwould sustancialmente menos horas socializar con la
familia miembros, amigos y vecinos. Es simplemente una cuestión de tiempo "(Pág.
425). Sin embargo, en los (2000) resultados Nie y Erbring, la disminución real y
sustancial asociada con un uso intensivo de Internet estaba en ver televisión y leer
periódicos, no en la interacción social con amigos y familiares.
FORMACIÓN RELACIÓN EN INTERNET En el estudio original en esta
investigación dominio, Parques y Floyd (1995) administró un cuestionario sobre la
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formación de la amistad con personas que participan en los grupos de noticias de
Internet (electrónica tablones de anuncios dedicados a temas de interés especial). Los
resultados mostraron que las relaciones en línea son muy similares a los
desarrollados en persona, en términos de su anchura, profundidad, y la calidad. En
otro estudio, McKenna et al. (2002) encuestados casi 600 miembros de los grupos de
noticias populares seleccionadas al azar dedicados a diversos temas tales como la
política, la moda, la salud, la astronomía, la historia y los lenguajes de programación.
Un sustancial proporción de los encuestados reportó haber formado una estrecha
relación con alguien que se conocieron originalmente en Internet; Además, más de
50% de
estos participantes habían movido una relación de Internet a la "vida real" o cara
toface reino. Muchas de estas relaciones en línea se había vuelto muy de cerca del
22% de los encuestados informaron de que tenían ya sea casado, comprometido con o
vivían con alguien que inicialmente se reunieron en Internet. Además, un
seguimiento de dos años de estos encuestados mostraron que estas estrechas
relaciones eran tan estables a lo largo tiempo como lo fueron las relaciones
tradicionales (por ejemplo, Attridge et. al 1995, Hill et al. 1976).
Seguimiento de los experimentos de laboratorio por McKenna et al. (2002) y Bargh et
al. (2002) se centró en las razones subyacentes de la formación de las relaciones
cercanas En Internet. En estos estudios, los pares de macho y hembra previamente
los estudiantes universitarios se conocieron por primera vez, ya sea en una sala de
chat de Internet o cara a cara. Los que se reunió por primera vez en Internet le gusta
uno al otro más que los quien se reunió primero cara a cara, incluso cuando, sin el
conocimiento de los participantes, fue la misma pareja en ambas ocasiones
(McKenna et al., 2002). Por otra parte, los estudios revelaron que (a) las personas
eran más capaces de expresar sus "verdaderos" yo (los auto-aspectos que
sentía eran importantes, pero que eran generalmente incapaces de presentar en
público) a su pareja a través de Internet que cuando cara a cara, y (b) cuando los
socios de internet gustado entre sí, tendían (más que el grupo cara a cara) para
proyectar cualidades de sus amigos ideales sobre la otra (Bargh et al. 2002). Los
autores argumentaron que ambos fenómenos contribuyen a cerrar la formación
relación
a través de Internet. Por ejemplo, la investigación relacionada en las relaciones de
larga distancia
(Rohlfing 1995 Stafford y Reske 1990) encuentra que la tendencia a idealizar la
propia pareja a menudo ausente hace que las parejas de larga distancia reportar
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mayor relación satisfacción en comparación con geográficamente relaciones cercanas
.
El relativo anonimato de Internet también puede contribuir a cerrar la relación la
formación a través de la reducción de los riesgos inherentes a la auto-revelación.
Debido a que contribuye a una sensación de intimidad, por lo que la auto-revelación
más fácil debe facilitar la formación de relación. En este sentido Internet se parece
comunicación los "Extraños en un tren" fenómeno descrito por Rubin. Como Kang
(2000, p. 1161) señaló: "El ciberespacio hace hablar con extraños más fácil. El punto
fundamental de muchos ciber-reinos, como el chat habitaciones, es hacer nuevas
amistades. Por el contrario, en la mayoría de los entornos urbanos, pocos entornos
nos animan a caminar hasta los extraños y empezar a chatear. En muchos ciudades,
haciendo así que ascenderían a una amenaza física ".
En general, entonces, la evidencia sugiere que en lugar de ser un aislante,
personalmente y la actividad social de mala adaptación, la comunicación con los
demás a través de Internet no sólo ayuda a mantener estrechos vínculos con la
familia y amigos, sino también, si el individuo es tan inclinado, facilita la formación
de nuevo cerca y significativa relaciones dentro de un ambiente relativamente seguro.
Pertenencia a Grupos y Ayuda Social
Uno de los aspectos novedosos de la Internet para la vida social es la amplia variedad
de especial grupos de noticias de interés disponibles; hay decenas de miles de grupos
de noticias dedicado a todo, desde cocina india a los dinosaurios a la gabardina
fetiches. También hay "listas de correo" de correo electrónico en el que los miembros
del grupo pueden enviar mensajes a todos los demás miembros,
y de los sitios web del curso especializado en casi todos los temas imaginables. Estos
grupos virtuales pueden ser un territorio fértil para la formación de amistades e
incluso estrechas relaciones a causa de los intereses y valores compartidos de los
miembros -perceptions de similitud y creencias compartidas (además de los fuertes
intereses tópicos compartidos) se sabe que contribuyen a la atracción entre
individuos . Y especialmente para los aspectos importantes de la propia identidad
para los que no existe un grupo, la pertenencia equivalente fuera de línea y la
participación en un grupo virtual relevante puede convertirse en una parte central (y
muy real) de la vida social de uno.
Dos tipos principales de pertenencia a un grupo virtual que se adapten a este
proyecto de ley se han estudiado tanto ahora: los dedicados a estigmatizado
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identidades sociales, y aquellos fletados expresamente a proporcionar apoyo social a
las debilitantes o enfermedades graves.
Estigmatizado IDENTIDADES McKenna y Bargh (1998) razonaron que las personas
con identidades sociales estigmatizados , tales como la homosexualidad o creencias
políticas marginales, deben estar motivados para unirse y participar en Grupos de
Internet dedicadas a la identidad, a causa del relativo anonimato y por lo tanto
AYUDA EN LÍNEA En armonía con estas conclusiones, Davison et al. (2000)
estudiaron el suministro y la búsqueda de apoyo social en línea de las personas con
enfermedades graves, y encontraron que las personas utilizan grupos de apoyo de
Internet en particular para vergonzoso, enfermedades estigmatizadas como el SIDA
y el cáncer de próstata (y también, como es comprensible, para aquellas
enfermedades que limitan la movilidad tales como la esclerosis múltiple). Los autores
señalan que debido a la ansiedad y la incertidumbre que sienten, los pacientes son
altamente motivado por la comparación social tiene que buscar a otras personas con
la misma enfermedad , pero prefiero hacerlo en línea cuando la enfermedad es una
vergüenza, desfigurando, o de otro modo estigmatizado uno, por el anonimato
proporcionada por Internet
grupos.
Esto no quiere decir que en la línea de grupos de apoyo social son solamente útiles
para estigmatizado
enfermedades, sólo que son especialmente valiosos para los que sufren. McKay et al.
(2002), por ejemplo, encontró que la diabetes autogestión y el apoyo entre pares a
través de Internet llevó a apenas tanto mejora en fisiológicos, conductuales y la salud,
sobre todo mental en la dieta de control, como lo hizo la gestión de la diabetes
convencional.
Y Wright (2000) mostró que entre los adultos mayores usando SeniorNet y otros
sitios web de soporte en línea para las personas de edad mayor participación, en la
línea comunidad se correlaciona con un menor estrés de la vida percibida. Al igual
que con el necesidad de expresar los aspectos importantes de la identidad de uno,
entonces, la gente va a ser especialmente propensos a recurrir a grupos de Internet
cuando la vergüenza o falta de movilidad hace la participación en el grupo
tradicional Configuración problemática.
IMPLICACIONES PARA EL RACISMO Y PREJUICIO Ciertamente, ser un
miembro de una minoría
o grupo social étnico constituye un estigma en muchas situaciones sociales (por
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ejemplo, Crocker y Major 1989). Racial, sexo o características relacionadas con la
edad son fácilmente identificables (por ejemplo, Brewer 1988) y por lo tanto no
fácilmente ocultable dentro tradicional lugares. Sin embargo, son mucho más
ocultable a través de Internet. En consecuencia, Kang (2000) ha argumentado que un
potencial de beneficio social de la Internet es interrumpir la operación reflexiva de
los estereotipos raciales, como el anonimato racial es mucho más fácil mantener que
en línea fuera de línea. Por ejemplo, los estudios han encontrado que los
afroamericanos y los hispanos pagan más que los consumidores blancos para el
mismo coche, pero estos diferencias de precios desaparecen si el coche está en cambio
compró en línea . Sin embargo, la división racial continua en Internet , en términos
de la proporción más baja de la minoría frente los miembros del grupo mayoritario
que tienen acceso en línea, sólo pueden atenuar el impacto de tales efectos
interpersonales de la carrera ciega positivos en la sociedad.
Sin embargo, el racismo en sí está estigmatizado socialmente, sobre todo cuando se
trata de extrema
formas, tales como la defensa de la supremacía blanca y la violencia racial (ver
McKenna y Bargh 1998, Estudio 3). Por lo tanto el manto de anonimato que se
otorga a través de Internet También se puede utilizar como una cubierta para los
grupos de odio racial, en especial para aquellos miembros que están preocupados por
la desaprobación pública de sus creencias; por lo tanto, hoy en día hay más de 3.000
sitios web que contienen el odio racial, agendas para la violencia, e incluso
instrucciones para fabricar bombas (Lee & Leets 2002). Glaser et al. (2.002)
infiltrado tales un grupo y proporcionan ejemplos de contar con el apoyo y el
estímulo dado por los miembros del grupo entre sí para actuar en sus odios.
Considerando todas las cosas, entonces, no sabemos todavía si el efecto global de la
Internet será un positivo o un uno negativo cuando se trate de las divisiones raciales y
étnicas.
Participación de la comunidad
Como se señaló anteriormente , Nie y Erbring (2000) argumentaron que la Internet
fue la creación de un " Multitud solitaria " en el ciberespacio , ya que el uso de
Internet " necesariamente" quita tiempo de familiares y amigos . Sin embargo, la
evidencia apunta muy consistente en el
dirección opuesta sobre el efecto del uso de Internet en la comunidad fuera de línea
implicación. Una encuesta nacional aleatoria por Katz et al. ( 2001 ) mostraron que
cuanto más los usuarios de Internet el tiempo pasado en línea , más probable era que
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InvestigacionC
pertenecen a fuera de línea
, ocio, y organizaciones religiosas de la comunidad , en comparación con los no
usuarios.
El uso de Internet también no se asoció con diferentes niveles de conocimiento de y el
conocimiento de los vecinos
Introducción
La primera parte de este artículo1 se dedicó al contexto inicial y a los orígenes del
grupo de trabajo que se organizó en el Centro Argentino de Información Científica y
Tecnológica (CAICYT) para el proyecto Recuperación de información en bases de
datos distantes a través de terminal, a comienzos de la década de 1980, así como a su
integración a partir de una convocatoria efectuada por el Centro a diversas
instituciones científicas y tecnológicas, para que enviaran en representación de cada
una de ellas a profesionales de disciplinas afines a sus respectivas áreas de
incumbencia.
En esta ocasión, se enfocará el desarrollo posterior del grupo, sus actividades y
legado. Se utilizaron como fuentes principales algunos artículos de
difusión publicados en aquellos años, entrevistas a varios miembros del grupo y a
personas relacionadas con él, así como anotaciones, documentos de trabajo, folletos,
publicidades y manuscritos conservados por ellos y por el Servicio de Consultas en
Bases de Datos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (SCBD - INTI).
La formación continua de los miembros del grupo y la generación de un, perfil
profesional Una vez puesto en marcha el grupo de trabajo y comenzada la prestación
del servicio de búsquedas a usuarios, de acuerdo con los objetivos fundacionales del
proyecto (Gietz, 1981) era imprescindible continuar formando de manera continua a
sus miembros. Como seguía sin haber una oferta local de oportunidades de
capacitación que se ajustara a los fines propuestos, luego de las actividades iniciales
de formación descriptas en la primera parte de este trabajo, Ricardo Gietz optó por
seguir recurriendo a sus contactos con entidades de países más avanzados en el área.
De esa manera, a principios de 1982 Raúl
Spina fue enviado a un curso sobre acceso directo a la información dictado en España
y, luego, a la British Library2. 35-58 37
En 1984 el CAICYT y la Embajada de Francia en la Argentina organizaron el
Seminario franco-argentino de información técnica, al cual asistieron miembros del
grupo3. En septiembre de ese mismo año, tres de ellos fueron invitados a visitar
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diversas entidades y empresas de Francia, en el marco de un convenio de cooperación
entre la MIDIST (Mission Interministerielle de l’Information Scientifique et
Technique) y el Centro. Fueron seleccionados Hugo Rodríguez del INTI, Dominique
Babini de la Fundación Aragón y Raúl Spina del CAICYT. El objetivo era que dichos
profesionales profundizaran sus conocimientos acerca de las bases disponibles en el
servidor Telesystemes-Questel –que el grupo venía
utilizando desde abril de manera remota– tomaran contacto con otros sistemas
franceses y observaran el proceso de producción de bases de datos científicas y
tecnológicas tanto bibliográficas como factuales, con el fin de estudiar las
posibilidades de cooperación con aquel país para la implementación de proyectos
locales que se dedicaran a actividades afines. Los itinerarios de las visitas fueron
organizados por la MIDIST de manera independiente para cada uno de los invitados,
considerando los requerimientos planteados por ellos y por las instituciones de las
que procedían (Rodríguez, 1984). Hugo Rodríguez manifestó en aquella oportunidad
un especial interés en las actividades relacionadas con la generación de bases de datos
(BD), por considerar que los instrumentos de ese tipo podrían ser muy útiles para
mejorar la accesibilidad de la información científica y tecnológica de origen nacional,
que estaba dispersa y era, en general, difícil de hallar3. Aunque esa línea de trabajo
no fue desarrollada por el grupo, algunos integrantes del mismo mantuvieron su
interés en ella; a partir de ese mismo año, sería abordada en el ámbito del Sistema
Nacional Cooperativo de Información y Documentación Científica y Tecnológica
(SIDCYT), con la intervención de personas que en diversos momentos estuvieron
vinculadas en mayor o menor medida con el proyecto del CAICYT, tales como Jorge
Gianini, Tito Suter, Mónica Allmand y Celia Molina (SIDCYT, 1986: 3).
El grupo, por su parte, siguió enfocándose en su temática específica. El estudio sobre
diversos aspectos relacionados con su actividad era constante. Tanto en él como en
los servicios de las instituciones participantes, quienes tenían más antigüedad
capacitaban a quienes se iban incorporando, no solo a través de cursos sino, de
manera particular, mediante la transmisión personalizada de conocimientos, el
acompañamiento y la supervisión (CAICYT,
1982)4, 5. En el grupo era habitual aprender haciendo; uno de los papeles hallados en
el SCBD – INTI da indicios del énfasis que se ponía en dicho enfoque; se trata de una
traducción parcial manuscrita de un artículo publicado en 1982, aunque no se han
conservado los datos bibliográficos completos del original. En ese texto se planteaba
que, para conocer a fondo las BD, era imprescindible trabajar con ellas; estudiar sus
descripciones no era suficiente y sólo a través de un uso prolongado era posible llegar
a ser experto en las mismas. Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de
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datos del CAICYT... 38
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014)
Sin embargo, tampoco eso bastaba y frecuentemente surgían otras necesidades:
entender algunos aspectos contextuales de los temas de las búsquedas, conocer
expresiones y vocablos utilizados en un ámbito
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científico o técnico
específico, etc. Entre esos mismos papeles se encuentran documentos de diversa
índole, como clasificaciones de seres vivos, artículos de revistas especializadas,
etc., usados por los ingenieros que estaban a cargo de ese servicio cuando debían
preparar estrategias sobre asuntos que no se correspondían con sus áreas de
especialización. Por otra parte, se han conservado también apuntes tomados de
libros sobre documentación, búsquedas en línea, recuperación de información,
etc., y otras señales que permiten inferir la dedicación de esos profesionales al
estudio de aspectos generales de su nuevo campo de actividad.
De tal manera, personas provenientes de diferentes carreras y especialidades
llegaron a adquirir un perfil con muchas características comunes. Ese
perfil era novedoso, por lo cual no fue fácil encontrar una denominación para los
especialistas que lo compartían. Un nombre posible, de acuerdo con la bibliografía
utilizada en el CAICYT, hubiese sido “especialistas de la información”
, pero en la práctica se usó la palabra ‘analistas’ para
designar a aquellos que estudiaban las necesidades planteadas por los usuarios
y establecían la estrategias, y el término ‘operadores’ para nombrar a quienes
efectuaban las búsquedas frente a las terminales2, 3, 5 . Era muy
frecuente que una misma persona cumpliese ambas funciones. El nombre dado
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al cargo de quienes hacían ese trabajo en el Centro fue “Analista Técnico del
Servicio de Consultas en BD” .
Las reuniones del grupo
La formación continua también tuvo una importancia central en las
reuniones realizadas semanalmente por el grupo a partir de mayo de 1981
. Durante las mismas los asistentes repartían entre ellos
artículos y novedades aparecidos en las revistas de la especialidad, de acuerdo
con sus profesiones y áreas de interés; la vez siguiente, cada uno comentaba los
aspectos que a su juicio eran más relevantes2, 3, 5, 6.
Cuando alguien tenía entre manos una búsqueda relacionada con la
especialidad, conocimientos o habilidades de otros colegas, era habitual que se
colaborara tanto en la aclaración de aspectos generales como en la planificación
de estrategias concretas. También se encaraban en conjunto otras tareas:
por ejemplo, el diseño de un formulario que plasmara los principales ítems de
un protocolo de búsqueda, con el fin de facilitar el registro detallado de los
principales datos correspondientes a cada consulta y a la realización de la búsqueda
respectiva. El modelo resultante fue adoptado por todas las instituciones
involucradas3.
En las reuniones también se establecían metas, se revisaba lo hecho y se
discutía acerca del futuro del área. Quienes habían recibido alguna capacitación
especial procuraban transferir los conocimientos adquiridos y compartir sus ex-
35-58
39
periencias2. Se estudiaban los problemas que se producían durante la operación
del servicio, así como propuestas de mejoras (CAICYT, 1982:14).
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Las búsquedas realizadas eran revisadas con el aporte de todos, cada uno
desde su visión y competencias; se comentaba acerca de los usos concretos de
tesauros, vocabularios y sistemas de clasificación, la elaboración y ejecución
de las estrategias de consulta, la utilización de comandos específicos, etc. Se
analizaba asimismo la estructura, indización y contenidos de las BD. Posteriormente,
también adquirió importancia en las reuniones el tratamiento de otros
asuntos, tales como la capacitación de terceros y los resultados de la actividad
diaria2. Sin embargo, la puesta en común de experiencias referidas a detalles
técnicos de los sistemas seguiría siendo una faceta particularmente apreciada
por algunos miembros del grupo 4,6.
Como los temas eran numerosos, las reuniones se prolongaban bastante;
según Raúl Spina, “...nos encontrábamos al mediodía, eran las 6 de la tarde y
todavía estábamos allí” 2. Luego de cada reunión se redactaba una minuta con
un resumen de lo tratado, que era repartida a todos los participantes 3, 6.
Aunque no había una estructura formal de cargos 2, los representantes
del CAICYT eran considerados extraoficialmente como coordinadores de las
actividades. Algunos de los entrevistados recuerdan en especial a Raúl Spina
desempeñando tal función, otros a Lilia Ottolenghi o incluso a María Angélica
Zelasco de Porta 2, 3, 4, 5, 7, 8.
La composición del grupo a lo largo del tiempo
Según Hahn), los primeros sistemas de acceso a BD científicas
y técnicas en línea fueron diseñados con la intención de que los usuarios
finales pudiesen acceder a ellos sin intermediarios, pero debido al tiempo y
esfuerzo necesarios para conocerlos, dominarlos y usarlos eficientemente, en
general, los operadores terminaron siendo otros profesionales especializados
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en búsquedas. Entre los miembros del grupo del CAICYT había conciencia de
que esa condición de intermediarios los obligaba a justificar su intervención
optimizando y/o agregando valor al proceso, utilizando para ello tanto su capacidad
de trabajo individual o grupal, como sus conocimientos. En cuanto al
tipo de conocimientos que se esperaba que tuviesen, en la primera parte de este
trabajo ya se planteó que el proyecto del CAICYT apostaba a formar especialistas
provenientes de diversas profesiones, poniendo énfasis en la generación de
un equipo que pudiese trabajar de manera interdisciplinaria. Pero esa intención
fue desafiada por diversas circunstancias. En primer lugar, se hizo evidente que
para mantener un nivel adecuado a las expectativas, se requería efectivamente
de los miembros aquella “dedicación prioritaria” planteada por Gietz en su
convocatoria inicial (Gietz, 1981), por lo cual algunas personas que no querían
menoscabar su dedicación a la investigación, a la docencia o a continuar sus
carreras profesionales, dejaron de participar 6.
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio 2014)
La variedad de profesiones fue disminuyendo: en 1985 había tres
ingenieros, que hacían búsquedas sobre temas muy diversos, una licenciada
en Química, una estudiante avanzada de Farmacia y se había incorporado
también el autor, en aquel momento estudiante de Bibliotecología. En 1986 o
1987 se agregó Ricardo Segura de la Asociación Química Argentina (AQA) 4
y más adelante en 1987 Ricardo Cossalter por el INTI, ambos licenciados en
Química. En la práctica, entonces, se había consolidado un grupo más pequeño
cuyas fortalezas se basaban menos en la especialización temática y más en la
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pericia en los procedimientos de búsqueda. Es notorio que el área química fue
una excepción a lo antedicho, más aún si se considera que uno de los ingenieros
también tenía esa orientación. Esa particularidad se puede atribuir, por un lado,
a la gran cantidad de búsquedas relacionadas con esa temática solicitadas al
servicio, y también a las dificultades asociadas al manejo de su nomenclatura, de
la particular indización que tenían las BD propias del área– la cual incluía tipos
de puntos de acceso solamente usados en ese contexto– y de la especificidad de
las categorías temáticas involucradas 3, 4, 5, 6.
De todas maneras, el perfil típico del analista no era el de una persona
muy especializada en un sector específico de la Ciencia o de la Tecnología,
aunque sí era el de alguien que tuviese los conocimientos necesarios sobre el
área para hablar sin mayores dificultades con el solicitante de una búsqueda,
para aclarar y comprender su necesidad 5.
La inclusión de un estudiante de Bibliotecología como segundo representante
de la Facultad de Farmacia, producto de una exigencia planteada a
Ricardo Gietz por Lydia Revello –directora de su Biblioteca– no implicaba un
alejamiento de ese perfil, ya que se trataba de alguien que tenía interés personal
por la cultura técnica y científica.
Producto de todos esos cambios, la conformación del grupo empezó a
estar entonces un poco más cerca de lo expuesto por Hahn, quien menciona
que durante la década de 1970 en Estados Unidos, la mayoría de los usuarios
pioneros de la búsqueda en línea habían sido bibliotecarios u otros profesionales
de la información, aclarando que muchos de ellos tenían estudios acreditados
en otras disciplinas además de la Bibliotecología y la Ciencia de la Información
.
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Aunque hubiese una menor variedad de profesiones en el equipo, eso
no significaba que todos los miembros tuviesen orientaciones uniformes. Hugo
Rodríguez 3 mencionó que el trabajo en común “fue impactante para todos”, que
cada uno iba encontrando poco a poco una orientación personal a su desarrollo
profesional y aportaba a los demás el punto de vista de su interés específico,
en relación también con las demandas de la institución que representaba. Dijo
también que esta evolución personal no estuvo exenta de dificultades, porque
para que se produjera era necesario un cambio de mentalidad.
35-58
41
Hubo también otras personas que, en distintos momentos, concurrieron
a las reuniones del grupo por breves lapsos, pero hasta donde el autor pudo
averiguar no quedan registros de sus nombres.
Por otra parte, también hubo una merma en la cantidad de entidades
participantes de la experiencia. Revisando los folletos publicitarios, en 1982
aparecen solamente CAICYT, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Fundación
Aragón, INTI-CID e INCYTH-CARIS. En agosto de 1983, ya no estaba INCYTH-
CARIS. Cuando el autor se unió al grupo en 1985, la Fundación Aragón
sólo participaba esporádicamente en las reuniones y por cada una de las otras
instituciones concurrían habitualmente dos representantes. Como resultado de
estos cambios, los servicios de las entidades que mantuvieron su participación
tenían muchos rasgos en común con las personas que asistían a las reuniones;
en efecto, dos de ellos cubrían un espectro temático bastante variado –el del
CAICYT por atender a usuarios externos en general, y el del INTI por dedicarse
a las diversas ramas de la industria– mientras que el servicio de la Facultad de
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Farmacia se especializaba en Química y Biomedicina, destacándose las consultas
provenientes del área farmacéutica, históricamente muy propensa al uso de
servicios de este tipo 9. Posteriormente se agregó la AQA, lo cual no hizo más
que confirmar esa tendencia.
La capacitación de terceros
Los alcances del proyecto no se limitaban al trabajo interno del grupo y a
los servicios de búsqueda que este pudiese ofrecer. Entre los planes de Ricardo
Gietz estaba el fomento en el país de las actividades de búsqueda en BD remotas,
mediante la capacitación de terceros. Incluso había previsto la constitución
de “un centro nacional y regional destinado a la formación de operadores de
terminales para la búsqueda de información bibliográfica y factual a distancia...”
(Gietz, 1981).
En sintonía con ese tipo de orientaciones, en el INTI Hugo Rodríguez
proponía en la misma época adquirir una terminal propia, con la cual “se podría
entrenar personal de los Centros del INTI interesados en incorporar este
servicio a sus actividades (especialmente los Centros del interior del país)”
(Rodríguez, 1982b).
Gietz también planteaba una segunda etapa del proyecto, orientada a
atender las necesidades de capacitación de recursos humanos para la operación
de servicios de consultas en BD, que incluiría la generación de materiales
audiovisuales, simulaciones, etc. Con ese fin había realizado contactos a nivel
regional en América Latina y el Caribe (Gietz, 1982).
Aunque muchos de tales objetivos no fueron logrados, el CAICYT siguió
empeñado en esa línea de trabajo. Colaboró, por ejemplo, en la organización de
cursos sobre el sistema Dialog, dictados en un primer momento por la especialista
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Nancy Grimes que trabajaba para dicha empresa. Según Hugo Rodríguez,
Falcato / El grupo de trabajo sobre consultas en bases de datos del CAICYT...
42
INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014)
“... participamos de los cursos tomándolos, y luego dándolos”, ya que una vez
que los miembros del grupo consolidaron su formación, la compañía prestó su
acuerdo para que se hicieran cargo de los mismos 3 e incluso algunos llegaron
a ser instructores oficiales del sistema6 .
Varios folletos publicitarios de aquella época contienen datos referidos
a esas actividades de capacitación. Uno, distribuido por Dialog, difundía cursos
que tuvieron lugar en el CAICYT durante mayo de 1982. Otro semejante,
menciona una oferta que incluía demostraciones gratis, un “Curso Básico del
sistema DIALOG con práctica en línea” en dos días de 9 a 18 h, una “Clínica
para usuarios actuales” de un día basada en preguntas, problemas y prácticas,
así como otro curso dictado en un día sobre introducción a las BD en Ciencia y
Tecnología. El CAICYT inscribía a los interesados, pero los aranceles debían
ser pagados directamente a Dialog mediante cheques en dólares.
Según otra publicidad, Nancy Grimes tuvo a su cargo una capacitación
similar en IDEA (Instituto para el Desarrollo de Empresarios en la Argentina),
inmediatamente después de la realizada en el CAICYT. Las duraciones y los
costos de los cursos son similares, aunque no coinciden del todo los nombres.
En este caso, el texto del folleto incluye algunas orientaciones referidas a los
destinatarios y objetivos; en lugar de la introducción a las BD en Ciencia y Tecnología,
se ofrecía un “Curso básico para operar el sistema DIALOG” dirigido
a “introducir al futuro operador en los mecanismos y lenguaje del sistema”. La
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capacitación con práctica en línea se planteaba como una profundización de los
temas tratados, mientras que el “Curso introductorio” (que podría ser equivalente
a las demostraciones hechas en el CAICYT) estaba destinado a un usuario con
otro perfil: “aquel que deba tomar la decisión de quién o quiénes de su personal
tendrán la responsabilidad de operar la terminal”.
De acuerdo con esa publicidad, Dialog complementaba “con información
de nivel mundial el servicio local que ofrece el Catálogo Colectivo de Bibliotecas
Empresarias CACOBE de la Biblioteca del Instituto”, proponiendo así una
continuidad entre las búsquedas bibliográficas en línea y el uso de los recursos
bibliotecarios que permitirían acceder al texto completo de los documentos.
Un anuncio que puede ser datado aproximadamente en septiembre de
1982, difunde una disertación de Dominique Babini que tendría lugar también en
IDEA, denominada “Bases de datos internacionales de interés para la empresa”;
para esta actividad se planteaba un perfil de los destinatarios, que serían “...
especialistas que, en diferentes áreas de la empresa (investigación y desarrollo,
nuevos proyectos, biblioteca, comercio internacional, asesoría técnica, etc.),
requieran información de carácter internacional: indicadores socio económicos,
patentes, avances científicos, desarrollos tecnológicos, etc.”.
Un aviso posterior, que corresponde a actividades de 1983 o 1984, menciona
una “semana de cursos de DIALOG en Buenos Aires” dictados nuevamente
por Nancy Grimes. En este caso la propuesta agregaba uno sobre Biociencias y
35-58
43
Medicina, de un día de duración. Esa época coincide con una transición, tras la
cual las capacitaciones quedarían a cargo de los instructores argentinos que se
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habían formado en el CAICYT. En un borrador existente en el SCBD – INTI se
lee que “cumpliendo con otro de los objetivos del proyecto a partir de agosto de
1983 se comenzó a dictar el Curso de Capacitación sobre el Sistema DIALOG,
el cual actualmente se repite 3 o 4 veces por año” y que “el personal docente
pertenece al Grupo de Trabajo para el Proyecto de Consultas en Bases de Datos,
el cual es un Conjunto Interinstitucional...”. Hacia 1986, se seguían ofreciendo
5 cursos básicos cada año.
Por otra parte, se organizaron actividades tendientes a formar a los usuarios
finales en sus lugares de trabajo (Spina, 1988: 606). Con esa tesitura, Raúl
Spina fue enviado como capacitador a diversas instituciones. Teniendo en cuenta
que hasta 1986 casi todas las consultas provenían de la Capital Federal o, en
menor medida, de las provincias de Buenos Aires y Córdoba (Spina, 1988: 603),
sus recorridos no solo incluyeron entidades locales, sino que se extendieron a
universidades y centros de investigación ubicados en distintas regiones del país,
desde Usuhaia hasta San Miguel de Tucumán. Realizó incluso una exposición
sobre esta temática para el Dr. Luis Federico Leloir (premio Nobel de Química
1970) y su equipo en la Fundación Campomar 2. Las decisiones tomadas con
respecto a esas capacitaciones no estuvieron exentas de algunas polémicas; por
ejemplo, cuando la dirección del CAICYT debía definir quién sería el docente
a cargo de un curso destinado a investigadores de la UBA, Pnina Craysman se
propuso para tal función, por ser ella tanto miembro del Grupo como personal
de la Universidad, pero fue elegido uno de los representantes del Centro 6.
Además de formar a usuarios finales, se trataba de contribuir a la instalación
de centros de consulta en distintas entidades, mediante la capacitación de
investigadores y profesionales, incluyendo en ese grupo a bibliotecarios de las
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universidades 2; esto sería una novedad frente a los perfiles que había planteado
originalmente Ricardo Gietz para la selección de los analistas y operadores que
conformaron el grupo.
Se preveía que, al principio, los usuarios prepararían sus formularios de
consulta para luego enviarlos al CAICYT, donde las búsquedas serían efectuadas
por los especialistas del grupo, pero que más adelante se podrían independizar
del Centro, realizando las búsquedas por sí mismos o recurriendo a los servicios
locales que se formaran. Sin embargo, durante los primeros años eso sólo
ocurrió pocas veces; seguramente las crónicas dificultades económicas por las
que atravesaba el país contribuyeron a malograr esta política, impidiendo la
adquisición de equipos o los pagos de servicios al exterior.
De todas maneras, algunas entidades o empresas que contaban con una
mejor disponibilidad de recursos, como PLAPIQUI en Bahía Blanca, CERIDE
en Santa Fe o INVAP en Bariloche, pudieron establecer y mantener servicios
propios. También, a medida que se iban familiarizando con las características
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de los sistemas utilizados, otros usuarios del interior que solicitaban por carta
búsquedas al CAICYT, comenzaron a adjuntar a sus pedidos, propuestas específicas
para delinear las estrategias 2.
La realización de búsquedas
El planteo de dichas estrategias era diferente al habitual en las búsquedas
bibliográficas realizadas utilizando repertorios impresos. Hugo Rodríguez
destacaba en un congreso que “una de las características distintivas de los sistemas
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de bases de datos es la interacción hombre-máquina (es decir, operadorcomputadora)
que consiste en la acción, en forma regularmente alternada, del
uno sobre el otro”. Una memoria del sistema conservaba temporariamente la
información intercambiada, de manera tal que podía ser reutilizada en distintas
etapas de una sesión de trabajo; ese modo de operar permitía modificar la
estrategia sobre la marcha, en función de la información obtenida en cada paso
(Rodríguez, 1982a).
Pero los usuarios no sólo esperaban que, dentro de esta novedosa modalidad
de búsqueda, los analistas y operadores hicieran bien su trabajo en cuanto
a la recuperación de información pertinente y relevante, sino también en cuanto
al uso del dinero. Como los costos eran considerables, había bastante presión
para no equivocarse e ir directo al objetivo, logrando un resultado óptimo 3, 6,10.
Por ello se generó naturalmente una estricta disciplina de trabajo. Aunque los
resultados iniciales habían sido buenos, gracias a esa disciplina en los primeros
tiempos del grupo, se logró mejorar aún más la calidad de las prestaciones, así
como reducir el costo por cada referencia bibliográfica obtenida..
Una cuidada planificación previa de las estrategias permitía minimizar el
tiempo de conexión y uso de las BD. Ya en 1982 la consulta promedio insumía
solo 20 minutos de comunicación . Entre 1980 y 1988 el
promedio fue de menos de 15 minutos en línea por cada búsqueda .
Cada trabajo requería un buen tiempo de preparación previa, luego una
breve interacción con el sistema y finalmente la terminación de la tarea fuera de
línea. El analista/operador debía lograr una visión de conjunto de la búsqueda,
cuyas etapas se influían mutuamente, dando lugar a procesos recursivos de
afinación. Según un informe del CAICYT, existía una
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“rutina del servicio”que abarcaba distintas etapas; comenzaba por la recepción
de la solicitud de búsqueda y una entrevista con el usuario, seguía con la
elaboración de una estrategia preliminar, la consulta en tesauros para hallar el
vocabulario apropiado, el establecimiento de una estrategia definitiva, hasta
llegar al momento de conectarse al sistema. Una vez en línea, se seleccionaba
la BD y se interactuaba con el sistema mediante expresiones booleanas. Durante
la consulta había diversas tácticas que podían ser utilizadas para afinar la
estrategia: muestreos, aplicación de límites, etc. Luego se pasaba a la selección
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de formatos de impresión y a la obtención de los resultados. Finalmente había
momentos dedicados a calcular costos, evaluar la búsqueda, facturar y entregar
los resultados al usuario. Tal esquema es algo simplista y no abarca toda la
complejidad del proceso ni sus múltiples variantes, pero da una idea de algunas
de sus características.
Para las solicitudes provenientes del interior la comunicación se establecía
por correo 2, pero si el usuario podía concurrir al Centro, en general, el analista
comenzaba por entrevistarlo con el fin de informarse adecuadamente acerca de
su necesidad y así estar en las mejores condiciones para interpretarla. Además
se le comentaban al solicitante las principales características del servicio.
En el Servicio Automatizado de Búsquedas Bibliográficas de la Biblioteca
de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (SABB-FFyB) se entregaba un
folleto que explicaba que el resultado consistiría en referencias bibliográficas
con resúmenes o, en algunos casos, sólo con palabras clave (SABB-FFyB, 1982).
La información inicial proporcionada por el usuario era volcada (por él
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mismo o por el entrevistador, según las épocas y situaciones) en un formulario
de solicitud. Varios detalles del modelo original de dicho formulario fueron
modificados a lo largo del tiempo, pero se mantuvo la estructura básica. En uno
de los ítems se anotaba el objeto de la búsqueda, en sentido amplio; en otro,
una descripción específica del tema de interés. También se registraban las distintas
limitaciones planteadas por el usuario (idiomas, período de recuperación,
cantidad máxima de referencias a imprimir, etc.); áreas temáticas relacionadas;
aspectos que no fuesen de interés para el solicitante o que pudiesen estar incluidos
por ser más específicos; descriptores, palabras claves, raíces de palabras o
frases en inglés que sirvieran para describir en forma precisa lo que el usuario
requería (incluyendo sinónimos), etc.
Contando con esa información, se pasaba a una etapa de estudio y diseño,
en la cual se procuraba interpretar la necesidad planteada, elegir los recursos
más adecuados para responder a ella y finalmente expresarla en términos compatibles
con dichos recursos. Para esa tarea, en el CAICYT se había formado
una ‘biblioteca de materiales de apoyo’ que, a comienzos de 1982, contaba con
algo más de 100 documentos. Había vocabularios controlados –generalmente
asociados a BD o disciplinas específicas–, guías y manuales de uso de BD o
sistemas, listas de publicaciones periódicas, esquemas de clasificación, boletines
de noticias de los sistemas, directorios de BD, etc. .
También en el INTI se adquirieron numerosos libros sobre recuperación de
información, búsquedas en línea, tesauros y manuales. En algunos casos estos
documentos debían ser mantenidos al día, por ser reeditados regularmente o por
estar compuestos por hojas sueltas que había que reemplazar cuando aparecían
modificaciones; ejemplos típicos eran los manuales de las BD, los catálogos de
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BD y las hojas que resumían las principales características de cada una de ellas.
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La selección de vocabulario se hacía valorando distintos factores, como
la existencia o no de una terminología consolidada y uniforme relacionada con
el tema específico, así como el momento en el que los términos más adecuados
habían alcanzado difusión en la literatura del área o habían sido incorporados
a los tesauros disponibles.
Algunos servicios avisaban al usuario que el analista podía volver a comunicarse
con él, para aclarar aquellos puntos que le hubiesen generado dudas
.
Al elegir las BD más adecuadas para una búsqueda, se tenían en cuenta
varios aspectos, entre los cuales sobresalían la cobertura temática y las publicaciones
indizadas en cada una de ellas (considerando, además, si sus contenidos
estaban representados de manera exhaustiva o selectiva), los períodos que
abarcaban, las cantidades totales de registros, sus plazos de actualización, la
riqueza semántica de los campos y limitadores que ofrecían, la existencia de
códigos de clasificación incorporados a sus registros, así como la calidad de la
indización o de los resúmenes.
Partiendo de dichas consideraciones se seleccionaban descriptores,
términos de la lengua natural o códigos de clasificación. Los distintos analistas
tenían, a veces, preferencias por uno u otro de estos tipos de elementos; por
ejemplo Hugo Rodríguez, por estar particularmente interesado en la información
sobre propiedad industrial, solía usar la Clasificación Internacional de Patentes
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.
A continuación se escribían expresiones de búsqueda con los términos
elegidos, acotándolos o no a determinados campos de los registros, combinándolos
con operadores booleanos y de proximidad, truncándolos para trabajar
con raíces que permitieran recuperar familias de palabras, etc. Esas expresiones
eran herramientas que se preparaban para tenerlas a mano durante el trabajo,
que debía ser ejecutado en el menor tiempo posible. Jorge Gianini, por ejemplo,
utilizaba en el servicio del INTI una notación para calificar y ordenar las
expresiones alternativas que, según él había previsto, podrían ser usadas en
distintos momentos de la búsqueda; por ejemplo, aquellas que servirían para
aumentar o disminuir la cantidad de registros recuperados, ampliar o restringir
el abordaje temático, etc.5
En el momento adecuado dentro de la sesión, esas expresiones se escribían
en la interfaz de línea de comandos del sistema, una por vez. Es decir
que datos e instrucciones, redactados según las reglas sintácticas propias de ese
sistema, eran enviados a la computadora remota por medio de una línea de texto
escrita en el teclado de la terminal; el operador recibía entonces la respuesta
del sistema, a través del texto impreso por el equipo, y tenía la oportunidad
de ingresar nuevos comandos y datos, combinándolos o no con los anteriores.
Esto permitía que el trabajo se desarrollara en función de la realimentación
proporcionada a cada paso por el sistema. Como los equipos no tenían monitor,
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para revisar las acciones previas y sus resultados había que buscar en el sector
correspondiente de la tira de papel impreso, lo cual debía ser llevado a cabo
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con rapidez para evitar incurrir en mayores costos, aunque a veces dicha tira
era bastante larga.
En algunas ocasiones, el analista optaba por hacer una breve entrada preparatoria
al sistema, interrumpir momentáneamente la conexión para ajustar la
planificación de la estrategia en base a los resultados preliminares y, finalmente,
conectarse de nuevo para terminar la búsqueda 2.
Algunos miembros del grupo preferían que el usuario estuviese presente
durante la etapa de ejecución en línea. Raúl Spina lo consideraba conveniente
porque, aunque el analista fuese una persona preparada, seguramente el solicitante
conocía más sobre su necesidad y sobre el área temática de la que esta
provenía 2. En cambio para el servicio del INTI esa era una opción poco viable,
ya que por la distancia a la que se encontraba su sede, los analistas iban solos
al CAICYT para operar la terminal y, generalmente, hacían varias búsquedas
en una sola sesión 3. Sin embargo, Hugo Rodríguez en los primeros tiempos
también era partidario de esa idea; al sugerir la compra de una terminal para
el INTI, planteaba que “...se podría poner en práctica con mayor facilidad la
alternativa de que el solicitante de la consulta esté presente durante la sesión
de búsqueda (variante recomendada por muchos especialistas)” (Rodríguez,
1982b). Con el tiempo su parecer cambió y, basándose en las evaluaciones,
llegó a la conclusión de que una buena entrevista previa generalmente permitía
al analista obtener todos los datos y precisiones que necesitaba, mientras que
tener presente al usuario podía dificultar tanto su concentración como la toma
rápida de decisiones, necesarias para optimizar las búsquedas 3.
En la Facultad de Farmacia, que contaba con una terminal propia desde
1981, en general las búsquedas se hacían sin que estuviera el solicitante. Ricardo
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Segura finalmente adoptó esa misma modalidad de trabajo en la AQA; en caso
de necesitar realimentación del usuario, prefería recurrir a informes parciales 4.
En cuanto a los resultados de la búsqueda, obtenerlos en el mismo
momento era bastante caro, por lo cual habitualmente se solicitaba que fuesen
enviados por correo postal (SABB-FFyB, 1982). En 1981-1982, la diferencia de
costos entre ambas opciones estaba en una proporción de 10 a 1 (CAICYT, 1982:
15). Otro aspecto de especial relevancia era la evaluación de esos resultados. A
cada usuario, junto con la lista de los registros recuperados, se le entregaba un
formulario solicitándole su colaboración para evaluar el servicio prestado. Entre
los papeles del SCBD se conservan varios. En uno proveniente del CAICYT
se explicaba el concepto de pertinencia: “una cita, ya conocida por Ud. o no,
se dice ‘pertinente’ cuando responde a la necesidad planteada”; se le pedía al
usuario que anotara el total de citas recuperadas en cada BD, discriminando el
número de pertinentes, así como una valoración del resultado de la búsqueda
(muy valioso, valioso, de poco valor, o sin valor) y sus comentarios. Según el
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informe de 1982 sobre el proyecto (CAICYT, 1982:22), se analizaron los casos
en los cuales los usuarios valoraron negativamente las búsquedas y “se pudo
comprobar que el pedido registrado en la solicitud... no correspondía exactamente
a la necesidad del usuario o no había sido interpretado correctamente. Se
mejoró la respuesta efectuando modificaciones en la estrategia de búsqueda”.
Otro formulario de evaluación, correspondiente al SABB-FFyB, para cada BD
clasificaba a los registros recuperados de una manera diferente. Las categorías
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eran: ‘de utilidad total’, ‘de utilidad parcial’, ‘sin utilidad’, ‘repetidas’ y ‘ totales’.
Con una selección de datos sobre las búsquedas realizadas, en INTICID
se compiló una base para uso interno del servicio que se empleaba para
evaluación económica y estudios estadísticos varios. Incluía campos de interés
administrativo, el tema, las BD usadas y los descriptores empleados; esto indica
interés por la selección de terminología, que era uno de los aspectos más importantes
en un servicio con estas características. Seguramente las otras instituciones
que participaban en el grupo tenían registros similares, ya que en las estadísticas
generales compiladas en el CAICYT se manejaban datos del mismo tipo.
Además de los términos y las BD para una búsqueda, también el sistema
era potencialmente objeto de selección, pero en el CAICYT, a excepción de la
primera época, se usó principalmente Dialog 2, 3, 4. Hugo Rodríguez empleaba
con cierta frecuencia Orbit, en especial para acceder a BD de patentes 2, 3. En
la AQA había acceso al sistema STN, que terminó siendo el preferido en dicha
Asociación por sus mejores prestaciones relacionadas con las BD de Chemical
Abstracts Service, importantísimas para la orientación temática de ese servicio 4.
En conjunción con los sistemas en línea, se empleaban los recursos
impresos disponibles. Por ejemplo, Ricardo Segura usaba la colección de referencia
de la biblioteca de la AQA, los Chemical Abstracts y todos los manuales
de STN. En el INTI, donde también la Biblioteca poseía una suscripción a los
Chemical Abstracts, para las búsquedas no muy urgentes que involucraban BD
relacionadas con dicho repertorio, se obtenían en línea listas que solo incluían los
números de los registros recuperados y luego los datos completos eran buscados
manualmente en la colección impresa, abaratando el proceso.
Con el mismo fin de reducir costos y tiempos, en las primeras reuniones
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del grupo se planteó que podía ser conveniente conservar, como antecedentes
para uso interno del servicio, toda la documentación generada en las búsquedas.
Sin embargo, en la práctica pronto se comprobó que el nivel de repetición era
nulo, por lo cual ese criterio fue desechado 2.
Novedades en el equipamiento
Además de la terminal instalada en el CAICYT, ya en 1981 la Biblioteca
de la Facultad de Farmacia y Bioquímica había adquirido una propia, que tampoco
tenía monitor e imprimía en rollos de papel termosensible; podía conectarse
a las redes de telecomunicaciones desde un teléfono de línea, para lo cual se
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insertaba el tubo en un acoplador acústico que se hallaba en la parte posterior
del aparato. Como era portátil, a veces fue empleada para demostraciones y
capacitaciones fuera de la Biblioteca. Ese equipo estuvo en funcionamiento, al
menos, hasta 1988 6.
Pero, aunque las limitadas prestaciones de las terminales bobas no
fueron un obstáculo para ofrecer un buen servicio, la disponibilidad demicrocomputadoras
que podían almacenar y procesar datos abrió el campo a otras
posibilidades. Un artículo de Blair nos da indicios de cuán llamativas eran tales
novedades para los ojos de quienes trabajaban en ese campo. Dice allí, por
ejemplo: “Information storage - what a strange phrase! We have all heard of
information ´retrieval´. More recently, we have started to hear the buzzword,
information ‘transfer’. But, storage?” (Blair, 1982:13).
Alrededor de 1986, gracias a un convenio del CAICYT con entidades
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francesas, el grupo pudo disponer de una microcomputadora Bull Micral BM-30
(Bellec, 2002) compatible con IBM-PC, sin disco rígido, que tenía 128 kB de
RAM. Poseía dos disqueteras de 5,25 pulgadas y 360 kB de capacidad; una de
ellas se usaba para insertar el disco con el sistema operativo y la otra para los
programas y los datos. Más adelante se le instaló un disco rígido de 10 MB 2.
Sin embargo, al menos hasta 1987, se seguiría utilizando también la terminal 4.
Para algunas actividades y capacitaciones fuera del CAICYT, Raúl Spina utilizó
una computadora portátil, que tenía el aspecto de una valija bastante grande y
pesaba unos 9 kg. Un problema frecuente era la dificultad para hallar una línea
telefónica en el lugar donde debía realizar el trabajo 2. También, poco a poco,
distintas empresas e instituciones empezaron a disponer de computadoras para
efectuar búsquedas. Los miembros del grupo que representaban al INTI, por su
parte, comenzaron a emplear equipos propios de su institución. En 1987 Jorge
Gianini utilizaba una terminal con acoplador acústico5, y poco después el Centro
de Investigación Documentaria –que desde tiempo atrás había desarrollado
tareas de automatización de su biblioteca utilizando la computadora central
del INTI– adquiriría una computadora personal que sería empleada para hacer
búsquedas. Aunque el sistema operativo DOS no estaba diseñado para efectuar
varias tareas simultáneas, el uso de programas TSR, tales como el Sidekick de
Borland, permitió grabar ecuaciones de búsqueda y comandos antes de iniciar
la conexión, para utilizarlos en la medida de las necesidades, con lo cual se
reducía el tiempo en línea y se evitaban errores de escritura 5.
Los costos y aspectos económicos
La adopción de los sistemas de acceso a BD en línea implicaba también
novedades en el manejo de los aspectos económicos, con respecto a las prácticas
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habituales en bibliotecas y centros de documentación.
Hasta entonces, las principales herramientas utilizadas para realizar
búsquedas bibliográficas científicas y tecnológicas eran repertorios impresos.
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Estos generalmente eran muy costosos a la hora de comprarlos, pero luego su uso
no generaba más gastos que los referidos a las horas de trabajo de los usuarios.
En cambio, los sistemas comerciales de BD cobraban tanto por el tiempo
de conexión como por la información recuperada, a lo cual había que sumar las
tarifas de telecomunicaciones. La política adoptada para cubrir dichos gastos
se basó en el cobro de aranceles; éstos se determinaban luego de cada búsqueda,
empleando fórmulas que permitían conocer el detalle de las erogaciones
producidas.
Por eso, la estimación previa de los costos, su control durante la interacción
con el sistema y su cálculo final eran aspectos muy importantes del trabajo,
que influían considerablemente en el diseño y ejecución de la estrategia. Los
datos económicos ocupaban una parte destacable en los formularios utilizados
y se reflejaban en las estadísticas e informes, como uno de los ítems principales.
Cada vez que las instituciones participantes del grupo usaban la infraestructura
del CAICYT, el Centro les cobraba los gastos referidos a telecomunicaciones,
uso del sistema y bases de datos, mientras que los aranceles abonados por
otros usuarios tenían un recargo del 15% para cubrir los gastos administrativos.
Se procuraba minimizar la cantidad de entradas al sistema, agrupando varias
búsquedas en una sola sesión con el fin de abaratarlas, aunque en casos de
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urgencia se las hacía separadamente .
Debido a las relaciones costo-beneficio que se manejaban, las entidades
participantes veían restringidas sus posibilidades de generar servicios propios o
ampliar sus prestaciones. Hugo Rodríguez planteaba que “el SCBD [del INTI]
puede llegar a brindar una asistencia no solamente limitada a la clásica información
bibliográfica, sino, además, información sobre fuentes de tecnología e
información de tipo económico. ... Existen Sistemas de BD dedicados exclusivamente
a este tipo específico de información, pero el acceso a los mismos
exige el pago previo de derechos que solamente se justificarían si se asegurase
un volumen mínimo de consultas”.
Sin embargo, como para ofrecer servicios de este tipo no era imprescindible
contar con el respaldo directo de una biblioteca técnica importante, y dado
que se podían sustentar con el cobro de aranceles mientras que las erogaciones
dependían de diversos factores, entre los cuales se encontraba la pericia de los
analistas y operadores, se comenzó a pensar que si se desarrollaba el mercado
podían aparecer oportunidades de trabajo para profesionales independientes o
empresas privadas que brindaran el servicio compitiendo por precio y calidad.
En el grupo había quienes opinaban que eso era poco probable; de hecho, las dos
empresas surgidas entonces en el área duraron menos de un año 2. Las inversiones
iniciales en equipamiento no eran despreciables, sobre todo teniendo en cuenta
los niveles de gastos e ingresos que podían preverse de acuerdo con la experiencia
de los servicios existentes. Por ejemplo, en 1981 el Servicio de la FFyB
realizó 41 búsquedas con un ingreso bruto total de U$S 2.679,50, de los cuales
la mayor parte fue destinada a cubrir gastos, mientras que solamente la terminal
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y el modem comprados en mayo de 1981 por el CAICYT costaron U$S 4.200
(CAICYT, 1982:8); medido por el poder adquisitivo en Estados Unidos, este
valor equivaldría en la actualidad a U$S 10.755,19 (Bureau of Labor Statistics,
2013). Al año siguiente Hugo Rodríguez, al proponer la compra de una terminal
y un modem para el INTI, preveía un gasto de U$S 8.735 (Rodríguez, 1982b).
Dada la inestable realidad económica de nuestro país en esos años, es
difícil hallar puntos de comparación, pero al solo efecto ilustrativo puede decirse
que el salario mínimo real promedio en la Argentina entre enero de 1980 y abril
de 1989, estaba en torno a U$S 88 y que el sueldo
mensual que percibía el autor de este trabajo a comienzos de 1984 – año inmediato
anterior a su ingreso en el grupo del CAICYT – equivalía a unos U$S 150.
Desde el punto de vista de los usuarios, los aranceles cobrados por el
servicio hacían que difícilmente fuese accesible para quienes debían afrontar el
gasto con recursos propios, quedando por lo general solo al alcance de aquellos
que contaban con respaldo institucional o con algún subsidio. Entre 1980 y 1988,
cada búsqueda costó en promedio U$S 41,65 por uso de bases de datos y U$S
12,16 por comunicaciones, resultando un valor total promedio de U$S 53,81
para cada una de ellas.
Según el cuadro de tarifas del SCBD-INTI, en mayo de 1984 se cobraban
U$S 10 para hacer una “consulta de prueba” en una sola base de datos,
con una estrategia simple que utilizara no más de 5 descriptores y resultara en
la recuperación de hasta 10 registros bibliográficos “fuera de línea”,–es decir,
que se solicitaba su envío por correo postal– o de 4 “en línea”; los aranceles
correspondientes a las consultas normales eran calculados en base a los costos
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ocasionados por el uso del sistema y las telecomunicaciones; se fijaban en pesos
argentinos, tomando como referencia la cotización del “dólar transferencia tipo
vendedor del BNA [Banco de la Nación Argentina] correspondiente al día hábil
inmediato anterior a la fecha de factura”; para usuarios internos se reajustaban los
importes a la fecha en que se autorizaran las transferencias de divisas, mientras
que para los usuarios externos se recargaba un 25% en previsión del aumento de
la cotización del dólar en el momento en que se hiciera la transferencia. Estos
detalles, aparentemente anecdóticos, permiten entrever las dificultades que se
derivaban de prestar un servicio cobrado a los usuarios en moneda argentina,
mientras que sus costos no eran fijos, incluían varios componentes y debían ser
pagados en dólares.
Sin embargo, y a pesar de lo dicho anteriormente sobre las dificultades
que afrontaban quienes trataban de brindar servicios privados, más adelante
varios analistas del grupo trabajarían en ese ámbito 2, 6; las mejores posibilidades
no surgieron en empresas dedicadas únicamente a esa tarea, como se había previsto,
sino a través de laboratorios farmacéuticos, en los cuales se asociaban las
perspectivas científicas y tecnológicas con un considerable poder económico 6, 9.
También la capacitación era costosa. De acuerdo con los folletos publicitarios,
para participar del curso básico de Dialog en mayo de 1982 había que
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014)
pagar U$S 100, para la “Clínica para usuarios actuales: preguntas, problemas,
práctica” (de un día) U$S 150 y para el curso “Introducción a las bases de datos
en ciencia y tecnología y el sistema Dialog”, U$S 50. Un año después el curso
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básico de dos días costaba $a 600 –equivalentes a unos U$S 56– y se aclaraba
que los aranceles estaban “destinados a cubrir los costos de telecomunicaciones
y acceso a bases de datos”. Para los cursos de Nancy Grimes realizados entre
ese año y el siguiente, se cobró un arancel de U$S 40 por persona por día.
Fortalezas y limitaciones del servicio
Si bien los costos de las capacitaciones o de las búsquedas hechas por
especialistas contribuían a restringir la cantidad de usuarios, había indudables
ventajas relacionadas con el uso de los sistemas de BD en línea. Entre ellas
estaba la posibilidad de ahorrar tiempo de trabajo, disminuir los plazos hasta la
obtención de un resultado, facilitar las búsquedas basadas en una combinación
de varios conceptos y revisar varias BD en una sola operación, cubriendo un
campo más amplio (Hepburn, 1981). Las búsquedas en línea eran parte, junto
con los servicios de obtención de documentos, de un enfoque que hacía posible
conseguir información en el preciso momento en que surgiera una necesidad,
en lugar de adquirir de manera rutinaria documentos previendo su uso futuro.
En cierta medida también podría decirse que, aunque no era un servicio barato,
había cierto grado de adaptabilidad a diferentes presupuestos. Por otra parte,
una indudable ventaja era que cada uno de los sistemas considerados (Dialog,
Orbit, Questel y STN) hacía posible acceder a una gran cantidad de BD a
través de una misma interfaz, usando un lenguaje de interrogación común. De
esa manera, los analistas y operadores estaban en condiciones de estudiarlos
en profundidad, sin tener que dispersar sus esfuerzos. Más aún, las interfaces
y comandos de esos cuatro sistemas no eran muy diferentes entre sí, lo cual
facilitaba a quienes usaban más de uno de ellos, optimizar las búsquedas a partir
de sus conocimientos referidos tanto a la estructura específica de las fuentes
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como a los procedimientos de uso general.
Pero para quienes conocían el ámbito de la información científica y
tecnológica, también resultaba notorio que los sistemas en línea no eran una
panacea. Por ejemplo, la mayoría de las BD disponibles no llegaban a incluir
la misma cantidad de información retrospectiva que los repertorios impresos
correspondientes, por lo cual con frecuencia era necesario completar el trabajo
consultando estos últimos (Hepburn, 1981). A juicio de Pnina Craysman, que
realizaba con frecuencia ambos tipos de tareas, las búsquedas manuales eran a
veces más efectivas o exhaustivas 6.
Otro aspecto a tener en cuenta era que, aunque las principales BD bibliográficas
originadas en países desarrollados incorporaban muchas referencias,
no incluían los textos completos de los documentos; por eso, una vez que un
usuario seleccionaba los registros que consideraba relevantes, no siempre era
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posible obtenerlos en el país, por lo cual tenía que afrontar más gastos aún, que
se sumaban al “alto costo relativo de las consultas en función de los salarios
de los investigadores, docentes y profesionales”. Tampoco
las BD incluidas en estos sistemas tenían, en general, una buena cobertura de
la información originada en nuestro país o en Latinoamérica; esto era particularmente
notable en Humanidades y Ciencias Sociales .
Por otra parte, ya en 1982 Dialog y BRS habían anunciado sus servicios
en línea Knowledge Index y After Dark, basados en una interfaz de menús
adaptada a las características de las computadoras personales y destinados directamente
a los usuarios finales; a comienzos del
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año siguiente ya estaban funcionando . Si bien las prestaciones
que ofrecían eran bastante limitadas, al
aumentar la difusión de las PC es probable que no pocos usuarios optaran por
prescindir de las intermediaciones. Todos esos factores contribuyeron a que,
según la apreciación de Raúl Spina, el mercado nacional de los
servicios de búsquedas en BD fuese “muy pequeño”.
Las fortalezas y debilidades del conjunto de BD incluidas en los sistemas
fueron influyendo, junto con las necesidades de los usuarios potenciales,
en las consultas recibidas en el servicio. Si bien la clasificación temática de
las mismas es difícil, los testimonios concuerdan en la gran importancia de
la Química (incluyendo temas farmacéuticos), junto con otras especialidades
como Ingeniería (incluyendo patentes), Ciencias de los Alimentos, Biología y
Medicina 3, 5, 6.
Epílogo
No hay una fecha cierta que señale el fin de las actividades del grupo.
No se encontraron documentos referidos a esos últimos tiempos y tampoco los
entrevistados pudieron precisar ese dato. Sin embargo todo permite suponer
que, aunque se siguiera trabajando en el tema, desde fines de 1987 poco a poco
el grupo dejó de funcionar como tal. En 1986 había renunciado a la dirección
del CAICYT Ricardo Gietz, iniciador y sostenedor del proyecto.
En esa época también surgieron otras actividades que fueron captando
la atención y el esfuerzo de quienes habían integrado el grupo. Según Ricardo
Segura, ya no concurrían a las reuniones varias de las personas con mejor formación
y el foco de las discusiones se alejó progresivamente de los aspectos
técnicos, que eran los que más le interesaban 4. Finalmente, todos dejaron de
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ir. En el CAICYT, Lilia Ottolenghi continuaría haciendo búsquedas para los
usuarios del Centro, hasta su retiro un tiempo después 10. El INTI y la AQA, por
su parte, siguen ofreciendo el servicio hasta la actualidad.
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD No. 30 (junio 2014)
Un factor que probablemente influyó en el cambio de orientación del
grupo y su posterior disolución, fue el surgimiento de un nuevo proyecto en
el área, financiado por la Fundación Antorchas. Como no se habían cumplido
plenamente las expectativas de crecimiento de esta actividad, probablemente por
problemas económicos y de difusión, surgió la iniciativa de ayudar a investigadores
para que pudiesen acceder al servicio de búsquedas en BD científicas y
tecnológicas remotas 2. Gracias a este programa, entre 1985 y1990 se atendieron
3.200 investigadores, que también recibieron subsidios para obtener los textos
completos de aquellos documentos que no estuviesen disponibles en el país
. Ese esfuerzo benefició a muchos usuarios que no habían tenido
oportunidad de utilizar estos recursos, pero probablemente contribuyó también
a que el servicio de búsquedas en BD remotas adquiriese un cariz más rutinario
y menos basado en el estudio.
En cualquier caso, aunque el grupo se disolvió, había dejado su huella.
Los miembros que fueron entrevistados, especialmente aquellos que participaron
de las reuniones durante más tiempo, manifestaron de una u otra forma que en
el balance general, estas actividades tuvieron un considerable impacto en el
desarrollo de sus carreras laborales y en sus vidas 2, 3, 6.
Pero más allá de los beneficios devenidos de esas experiencias personales
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y de la utilidad que tuvieron las búsquedas realizadas para los usuarios que las
solicitaron, ¿hay algún tipo de legado que pueda ser aprovechado hoy, en un
sentido más amplio? Durante esa experiencia, un reducido grupo de personas
con un perfil especializado accedía a sistemas en línea para buscar información
por encargo. Puede pensarse a esto como un antecedente de lo que hoy hacen
millones de personas en nuestro país y muchos más en todo el mundo: buscar,
recuperar y compartir información en Internet. Sin embargo, hay también
grandes diferencias. Los profesionales dedicados a la búsqueda de información
en bases de datos bibliográficas o factuales, aún hoy en día, tienen un perfil
distinto al del usuario promedio. El conocimiento detallado de las herramientas
proporcionadas por los sistemas, la preparación de las búsquedas, el desarrollo
de estrategias y tácticas, son factores que aún hoy tienen poca presencia en los
procedimientos de búsqueda y en las conductas informativas habituales entre los
usuarios de Internet, aún aquellos que son profesionales de otras áreas. Las BD
bibliográficas o factuales, en general, siguen proporcionando herramientas que
sólo un grupo relativamente pequeño de especialistas emplea habitualmente. No
hay que olvidar que los servicios del tipo mencionado en este artículo, siempre
estuvieron dirigidos a un público minoritario que tenía posibilidades de pagar
aranceles relativamente altos, compuesto principalmente por investigadores o
profesionales provenientes de empresas. Tampoco eran tantos los usuarios que
accedían a BD remotas de este tipo sin recurrir a la intermediación del grupo del
CAICYT u otros servicios semejantes. Para tener una idea de cuantos podrían
ser, basta decir que Dialog llegó a tener sólo unos 300 clientes en la Argentina,
35-58
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de los cuales actualmente quedan 8. Entre ellos, siempre ha habido un núcleo
importante de laboratorios farmacéuticos 9.
En general, hoy los usuarios del área científica y tecnológica utilizan
otros servicios, muchos de los cuales son gratuitos u ofrecen tarifas planas en las
cuales no influye el tiempo de conexión, y que muchas veces son pagadas por las
instituciones donde trabajan. Ese enfoque tiene indudables ventajas; sin embargo,
el tener que afrontar costos por el tiempo de uso y la información recuperada,
inducía a una disciplina de trabajo que era muy positiva. Los nuevos sistemas y
tecnologías disponibles en Internet, aunque más amigables, no han solucionado
todos los problemas que pueden presentarse durante una búsqueda e incluso, en
algunas circunstancias, tienden a ocultarlos ya que el usuario suele obtener confacilidad
algo de información pertinente, pero no siempre consigue la más relevante.
El estudio de las modalidades de trabajo desarrolladas en el grupo del
CAICYT, dentro de un entorno en el que era imprescindible optimizar el proceso
de cada búsqueda para aprovechar al máximo el dinero y el tiempo invertidos,
¿puede aportar algo en el momento actual, en ambientes donde las interfaces
están diseñadas para que esta tarea parezca fácil de hacer y casi natural?
El autor entiende que sí; durante su trabajo como referencista, docente
y capacitador, innumerables veces ha visto búsquedas realizadas tanto por
usuarios como por bibliotecarios u otros profesionales de la información, que
eran de factura deficiente; por lo tanto sus resultados no eran óptimos, pero los
interesados frecuentemente no se daban cuenta o no conocían una manera de
hacerlas mejor.
En cambio, las exigencias del servicio en aquellos tiempos inaugurales
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no dejaban lugar a dudas de que una búsqueda exitosa era el resultado de la
elaboración y ejecución de una estrategia adecuada al objetivo, generalmente
no exenta de esfuerzo. Era necesario partir de una actitud atenta y reflexiva,
mantenerla a lo largo del proceso, saber o averiguar acerca del contexto temático
y, por supuesto, conocer tanto las fuentes utilizadas como las características
generales de cada interfaz, aprovechando la experiencia, teniendo capacidad de
decisión y aptitud procedimental para obtener el mayor rendimiento de ellas a
través de las tácticas que fuesen más apropiadas.
La difusión de estas maneras de abordar la búsqueda de información, a
través de la formación de los usuarios y de los bibliotecarios, seguramente será
una contribución a una sociedad de ciudadanos no sólo libres, sino también
informados para tomar las decisiones que esa libertad requiere.
Quizás, entonces, valga la pena reexaminar esta experiencia ocurrida
en otros momentos, cuando por las circunstancias era evidente que el éxito
dependía en buena medida de los conocimientos, capacidades y esfuerzo de
quien efectuaba la búsqueda, del planteo de una buena estrategia y de una
cuidadosa ejecución.
Participación de la comunidad
Como se señaló anteriormente , Nie y Erbring (2000) argumentaron que la Internet fue la creación de un
" Multitud solitaria " en el ciberespacio , ya que el uso de Internet " necesariamente" quita tiempo
de familiares y amigos . Sin embargo, la evidencia apunta muy consistente en el
dirección opuesta sobre el efecto del uso de Internet en la comunidad fuera de línea
implicación. Una encuesta nacional aleatoria por Katz et al. mostraron que cuanto más
los usuarios de Internet el tiempo pasado en línea , más probable era que pertenecen a fuera de línea
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, ocio, y organizaciones religiosas de la comunidad , en comparación con los no usuarios .
El uso de Internet también no se asoció con diferentes niveles de conocimiento de
y el conocimiento de los vecinos
Introducción
La primera parte de este artículo1 se dedicó al contexto inicial y a los
orígenes del grupo de trabajo que se organizó en el Centro Argentino de Información
Científica y Tecnológica (CAICYT) para el proyecto Recuperación de
información en bases de datos distantes a través de terminal, a comienzos de
la década de 1980, así como a su integración a partir de una convocatoria efectuada
por el Centro a diversas instituciones científicas y tecnológicas, para que
enviaran en representación de cada una de ellas a profesionales de disciplinas
afines a sus respectivas áreas de incumbencia.
En esta ocasión, se enfocará el desarrollo posterior del grupo, sus actividades
y legado. Se utilizaron como fuentes principales algunos artículos de
difusión publicados en aquellos años, entrevistas a varios miembros del grupo
y a personas relacionadas con él, así como anotaciones, documentos de trabajo,
folletos, publicidades y manuscritos conservados por ellos y por el Servicio de
Consultas en Bases de Datos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial
(SCBD - INTI).
La formación continua de los miembros del grupo y la generación de un
perfil profesional
Una vez puesto en marcha el grupo de trabajo y comenzada la prestación
del servicio de búsquedas a usuarios, de acuerdo con los objetivos fundacionales
del proyecto (Gietz, 1981) era imprescindible continuar formando de
manera continua a sus miembros. Como seguía sin haber una oferta local de
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oportunidades de capacitación que se ajustara a los fines propuestos, luego de
las actividades iniciales de formación descriptas en la primera parte de este
trabajo, Ricardo Gietz optó por seguir recurriendo a sus contactos con entidades
de países más avanzados en el área. De esa manera, a principios de 1982 Raúl
Spina fue enviado a un curso sobre acceso directo a la información dictado en
España (CAICYT, 1982: 13; Spina, 1988: 607) y, luego, a la British Library2.
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37
En 1984 el CAICYT y la Embajada de Francia en la Argentina organizaron el
Seminario franco-argentino de información técnica, al cual asistieron miembros
del grupo3. En septiembre de ese mismo año, tres de ellos fueron invitados a
visitar diversas entidades y empresas de Francia, en el marco de un convenio
de cooperación entre la MIDIST (Mission Interministerielle de l’Information
Scientifique et Technique) y el Centro. Fueron seleccionados Hugo Rodríguez
del INTI, Dominique Babini de la Fundación Aragón y Raúl Spina del CAICYT.
El objetivo era que dichos profesionales profundizaran sus conocimientos acerca
de las bases disponibles en el servidor Telesystemes-Questel –que el grupo venía
utilizando desde abril de manera remota– tomaran contacto con otros sistemas
franceses y observaran el proceso de producción de bases de datos científicas y
tecnológicas tanto bibliográficas como factuales, con el fin de estudiar las posibilidades
de cooperación con aquel país para la implementación de proyectos
locales que se dedicaran a actividades afines.
Los itinerarios de las visitas fueron organizados por la MIDIST de manera
independiente para cada uno de los invitados, considerando los requerimientos
planteados por ellos y por las instituciones de las que procedían (Rodríguez,
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1984). Hugo Rodríguez manifestó en aquella oportunidad un especial interés
en las actividades relacionadas con la generación de bases de datos (BD), por
considerar que los instrumentos de ese tipo podrían ser muy útiles para mejorar
la accesibilidad de la información científica y tecnológica de origen nacional, que
estaba dispersa y era, en general, difícil de hallar3. Aunque esa línea de trabajo
no fue desarrollada por el grupo, algunos integrantes del mismo mantuvieron
su interés en ella; a partir de ese mismo año, sería abordada en el ámbito del
Sistema Nacional Cooperativo de Información y Documentación Científica
y Tecnológica (SIDCYT), con la intervención de personas que en diversos
momentos estuvieron vinculadas en mayor o menor medida con el proyecto
del CAICYT, tales como Jorge Gianini, Tito Suter, Mónica Allmand y Celia
Molina (SIDCYT, 1986: 3).
El grupo, por su parte, siguió enfocándose en su temática específica. El
estudio sobre diversos aspectos relacionados con su actividad era constante.
Tanto en él como en los servicios de las instituciones participantes, quienes
tenían más antigüedad capacitaban a quienes se iban incorporando, no solo
a través de cursos sino, de manera particular, mediante la transmisión personalizada
de conocimientos, el acompañamiento y la supervisión (CAICYT,
1982)4, 5. En el grupo era habitual aprender haciendo; uno de los papeles hallados
en el SCBD – INTI da indicios del énfasis que se ponía en dicho enfoque; se
trata de una traducción parcial manuscrita de un artículo publicado en 1982,
aunque no se han conservado los datos bibliográficos completos del original.
En ese texto se planteaba que, para conocer a fondo las BD, era imprescindible
trabajar con ellas; estudiar sus descripciones no era suficiente y sólo a través de
un uso prolongado era posible llegar a ser experto en las mismas.
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Sin embargo, tampoco eso bastaba y frecuentemente surgían otras necesidades:
entender algunos aspectos contextuales de los temas de las búsquedas,
conocer expresiones y vocablos utilizados en un ámbito científico o técnico
específico, etc. Entre esos mismos papeles se encuentran documentos de diversa
índole, como clasificaciones de seres vivos, artículos de revistas especializadas,
etc., usados por los ingenieros que estaban a cargo de ese servicio cuando debían
preparar estrategias sobre asuntos que no se correspondían con sus áreas de
especialización. Por otra parte, se han conservado también apuntes tomados de
libros sobre documentación, búsquedas en línea, recuperación de información,
etc., y otras señales que permiten inferir la dedicación de esos profesionales al
estudio de aspectos generales de su nuevo campo de actividad.
De tal manera, personas provenientes de diferentes carreras y especialidades
llegaron a adquirir un perfil con muchas características comunes. Ese
perfil era novedoso, por lo cual no fue fácil encontrar una denominación para los
especialistas que lo compartían. Un nombre posible, de acuerdo con la bibliografía
utilizada en el CAICYT, hubiese sido “especialistas de la información”
, pero en la práctica se usó la palabra ‘analistas’ para
designar a aquellos que estudiaban las necesidades planteadas por los usuarios
y establecían la estrategias, y el término ‘operadores’ para nombrar a quienes
efectuaban las búsquedas frente a las terminales2, 3, 5 . Era muy
frecuente que una misma persona cumpliese ambas funciones. El nombre dado
al cargo de quienes hacían ese trabajo en el Centro fue “Analista Técnico del
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Servicio de Consultas en BD” .
Las reuniones del grupo
La formación continua también tuvo una importancia central en las
reuniones realizadas semanalmente por el grupo a partir de mayo de 1981
(CAICYT,1982:14) 3, 5, 6. Durante las mismas los asistentes repartían entre ellos
artículos y novedades aparecidos en las revistas de la especialidad, de acuerdo
con sus profesiones y áreas de interés; la vez siguiente, cada uno comentaba los
aspectos que a su juicio eran más relevantes2, 3, 5, 6.
Cuando alguien tenía entre manos una búsqueda relacionada con la
especialidad, conocimientos o habilidades de otros colegas, era habitual que se
colaborara tanto en la aclaración de aspectos generales como en la planificación
de estrategias concretas. También se encaraban en conjunto otras tareas:
por ejemplo, el diseño de un formulario que plasmara los principales ítems de
un protocolo de búsqueda, con el fin de facilitar el registro detallado de los
principales datos correspondientes a cada consulta y a la realización de la búsqueda
respectiva. El modelo resultante fue adoptado por todas las instituciones
involucradas3.
En las reuniones también se establecían metas, se revisaba lo hecho y se
discutía acerca del futuro del área. Quienes habían recibido alguna capacitación
especial procuraban transferir los conocimientos adquiridos y compartir sus ex-
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39
periencias2. Se estudiaban los problemas que se producían durante la operación
del servicio, así como propuestas de mejoras (CAICYT, 1982:14).
Las búsquedas realizadas eran revisadas con el aporte de todos, cada uno
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desde su visión y competencias; se comentaba acerca de los usos concretos de
tesauros, vocabularios y sistemas de clasificación, la elaboración y ejecución
de las estrategias de consulta, la utilización de comandos específicos, etc. Se
analizaba asimismo la estructura, indización y contenidos de las BD. Posteriormente,
también adquirió importancia en las reuniones el tratamiento de otros
asuntos, tales como la capacitación de terceros y los resultados de la actividad
diaria2. Sin embargo, la puesta en común de experiencias referidas a detalles
técnicos de los sistemas seguiría siendo una faceta particularmente apreciada
por algunos miembros del grupo 4,6.
Como los temas eran numerosos, las reuniones se prolongaban bastante;
según Raúl Spina, “...nos encontrábamos al mediodía, eran las 6 de la tarde y
todavía estábamos allí” 2. Luego de cada reunión se redactaba una minuta con
un resumen de lo tratado, que era repartida a todos los participantes 3, 6.
Aunque no había una estructura formal de cargos 2, los representantes
del CAICYT eran considerados extraoficialmente como coordinadores de las
actividades. Algunos de los entrevistados recuerdan en especial a Raúl Spina
desempeñando tal función, otros a Lilia Ottolenghi o incluso a María Angélica
Zelasco de Porta 2, 3, 4, 5, 7, 8.
La composición del grupo a lo largo del tiempo
Según Hahn (1996: 44), los primeros sistemas de acceso a BD científicas
y técnicas en línea fueron diseñados con la intención de que los usuarios
finales pudiesen acceder a ellos sin intermediarios, pero debido al tiempo y
esfuerzo necesarios para conocerlos, dominarlos y usarlos eficientemente, en
general, los operadores terminaron siendo otros profesionales especializados
en búsquedas. Entre los miembros del grupo del CAICYT había conciencia de
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que esa condición de intermediarios los obligaba a justificar su intervención
optimizando y/o agregando valor al proceso, utilizando para ello tanto su capacidad
de trabajo individual o grupal, como sus conocimientos. En cuanto al
tipo de conocimientos que se esperaba que tuviesen, en la primera parte de este
trabajo ya se planteó que el proyecto del CAICYT apostaba a formar especialistas
provenientes de diversas profesiones, poniendo énfasis en la generación de
un equipo que pudiese trabajar de manera interdisciplinaria. Pero esa intención
fue desafiada por diversas circunstancias. En primer lugar, se hizo evidente que
para mantener un nivel adecuado a las expectativas, se requería efectivamente
de los miembros aquella “dedicación prioritaria” planteada por Gietz en su
convocatoria inicial (Gietz, 1981), por lo cual algunas personas que no querían
menoscabar su dedicación a la investigación, a la docencia o a continuar sus
carreras profesionales, dejaron de participar 6.
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio 2014)
La variedad de profesiones fue disminuyendo: en 1985 había tres
ingenieros, que hacían búsquedas sobre temas muy diversos, una licenciada
en Química, una estudiante avanzada de Farmacia y se había incorporado
también el autor, en aquel momento estudiante de Bibliotecología. En 1986 o
1987 se agregó Ricardo Segura de la Asociación Química Argentina (AQA) 4
y más adelante en 1987 Ricardo Cossalter por el INTI, ambos licenciados en
Química. En la práctica, entonces, se había consolidado un grupo más pequeño
cuyas fortalezas se basaban menos en la especialización temática y más en la
pericia en los procedimientos de búsqueda. Es notorio que el área química fue
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una excepción a lo antedicho, más aún si se considera que uno de los ingenieros
también tenía esa orientación. Esa particularidad se puede atribuir, por un lado,
a la gran cantidad de búsquedas relacionadas con esa temática solicitadas al
servicio, y también a las dificultades asociadas al manejo de su nomenclatura, de
la particular indización que tenían las BD propias del área– la cual incluía tipos
de puntos de acceso solamente usados en ese contexto– y de la especificidad de
las categorías temáticas involucradas 3, 4, 5, 6.
De todas maneras, el perfil típico del analista no era el de una persona
muy especializada en un sector específico de la Ciencia o de la Tecnología,
aunque sí era el de alguien que tuviese los conocimientos necesarios sobre el
área para hablar sin mayores dificultades con el solicitante de una búsqueda,
para aclarar y comprender su necesidad 5.
La inclusión de un estudiante de Bibliotecología como segundo representante
de la Facultad de Farmacia, producto de una exigencia planteada a
Ricardo Gietz por Lydia Revello –directora de su Biblioteca– no implicaba un
alejamiento de ese perfil, ya que se trataba de alguien que tenía interés personal
por la cultura técnica y científica.
Producto de todos esos cambios, la conformación del grupo empezó a
estar entonces un poco más cerca de lo expuesto por Hahn, quien menciona
que durante la década de 1970 en Estados Unidos, la mayoría de los usuarios
pioneros de la búsqueda en línea habían sido bibliotecarios u otros profesionales
de la información, aclarando que muchos de ellos tenían estudios acreditados
en otras disciplinas además de la Bibliotecología y la Ciencia de la Información
(Hahn, 1996: 43).
Aunque hubiese una menor variedad de profesiones en el equipo, eso
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no significaba que todos los miembros tuviesen orientaciones uniformes. Hugo
Rodríguez 3 mencionó que el trabajo en común “fue impactante para todos”, que
cada uno iba encontrando poco a poco una orientación personal a su desarrollo
profesional y aportaba a los demás el punto de vista de su interés específico,
en relación también con las demandas de la institución que representaba. Dijo
también que esta evolución personal no estuvo exenta de dificultades, porque
para que se produjera era necesario un cambio de mentalidad.
35-58
41
Hubo también otras personas que, en distintos momentos, concurrieron
a las reuniones del grupo por breves lapsos, pero hasta donde el autor pudo
averiguar no quedan registros de sus nombres.
Por otra parte, también hubo una merma en la cantidad de entidades
participantes de la experiencia. Revisando los folletos publicitarios, en 1982
aparecen solamente CAICYT, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Fundación
Aragón, INTI-CID e INCYTH-CARIS. En agosto de 1983, ya no estaba INCYTH-
CARIS. Cuando el autor se unió al grupo en 1985, la Fundación Aragón
sólo participaba esporádicamente en las reuniones y por cada una de las otras
instituciones concurrían habitualmente dos representantes. Como resultado de
estos cambios, los servicios de las entidades que mantuvieron su participación
tenían muchos rasgos en común con las personas que asistían a las reuniones;
en efecto, dos de ellos cubrían un espectro temático bastante variado –el del
CAICYT por atender a usuarios externos en general, y el del INTI por dedicarse
a las diversas ramas de la industria– mientras que el servicio de la Facultad de
Farmacia se especializaba en Química y Biomedicina, destacándose las consultas
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provenientes del área farmacéutica, históricamente muy propensa al uso de
servicios de este tipo 9. Posteriormente se agregó la AQA, lo cual no hizo más
que confirmar esa tendencia.
La capacitación de terceros
Los alcances del proyecto no se limitaban al trabajo interno del grupo y a
los servicios de búsqueda que este pudiese ofrecer. Entre los planes de Ricardo
Gietz estaba el fomento en el país de las actividades de búsqueda en BD remotas,
mediante la capacitación de terceros. Incluso había previsto la constitución
de “un centro nacional y regional destinado a la formación de operadores de
terminales para la búsqueda de información bibliográfica y factual a distancia...”
(Gietz, 1981).
En sintonía con ese tipo de orientaciones, en el INTI Hugo Rodríguez
proponía en la misma época adquirir una terminal propia, con la cual “se podría
entrenar personal de los Centros del INTI interesados en incorporar este
servicio a sus actividades (especialmente los Centros del interior del país)”
(Rodríguez, 1982b).
Gietz también planteaba una segunda etapa del proyecto, orientada a
atender las necesidades de capacitación de recursos humanos para la operación
de servicios de consultas en BD, que incluiría la generación de materiales
audiovisuales, simulaciones, etc. Con ese fin había realizado contactos a nivel
regional en América Latina y el Caribe (Gietz, 1982).
Aunque muchos de tales objetivos no fueron logrados, el CAICYT siguió
empeñado en esa línea de trabajo. Colaboró, por ejemplo, en la organización de
cursos sobre el sistema Dialog, dictados en un primer momento por la especialista
Nancy Grimes que trabajaba para dicha empresa. Según Hugo Rodríguez,
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“... participamos de los cursos tomándolos, y luego dándolos”, ya que una vez
que los miembros del grupo consolidaron su formación, la compañía prestó su
acuerdo para que se hicieran cargo de los mismos 3 e incluso algunos llegaron
a ser instructores oficiales del sistema6 (Spina, 1988:607).
Varios folletos publicitarios de aquella época contienen datos referidos
a esas actividades de capacitación. Uno, distribuido por Dialog, difundía cursos
que tuvieron lugar en el CAICYT durante mayo de 1982. Otro semejante,
menciona una oferta que incluía demostraciones gratis, un “Curso Básico del
sistema DIALOG con práctica en línea” en dos días de 9 a 18 h, una “Clínica
para usuarios actuales” de un día basada en preguntas, problemas y prácticas,
así como otro curso dictado en un día sobre introducción a las BD en Ciencia y
Tecnología. El CAICYT inscribía a los interesados, pero los aranceles debían
ser pagados directamente a Dialog mediante cheques en dólares.
Según otra publicidad, Nancy Grimes tuvo a su cargo una capacitación
similar en IDEA (Instituto para el Desarrollo de Empresarios en la Argentina),
inmediatamente después de la realizada en el CAICYT. Las duraciones y los
costos de los cursos son similares, aunque no coinciden del todo los nombres.
En este caso, el texto del folleto incluye algunas orientaciones referidas a los
destinatarios y objetivos; en lugar de la introducción a las BD en Ciencia y Tecnología,
se ofrecía un “Curso básico para operar el sistema DIALOG” dirigido
a “introducir al futuro operador en los mecanismos y lenguaje del sistema”. La
capacitación con práctica en línea se planteaba como una profundización de los
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temas tratados, mientras que el “Curso introductorio” (que podría ser equivalente
a las demostraciones hechas en el CAICYT) estaba destinado a un usuario con
otro perfil: “aquel que deba tomar la decisión de quién o quiénes de su personal
tendrán la responsabilidad de operar la terminal”.
De acuerdo con esa publicidad, Dialog complementaba “con información
de nivel mundial el servicio local que ofrece el Catálogo Colectivo de Bibliotecas
Empresarias CACOBE de la Biblioteca del Instituto”, proponiendo así una
continuidad entre las búsquedas bibliográficas en línea y el uso de los recursos
bibliotecarios que permitirían acceder al texto completo de los documentos.
Un anuncio que puede ser datado aproximadamente en septiembre de
1982, difunde una disertación de Dominique Babini que tendría lugar también en
IDEA, denominada “Bases de datos internacionales de interés para la empresa”;
para esta actividad se planteaba un perfil de los destinatarios, que serían “...
especialistas que, en diferentes áreas de la empresa (investigación y desarrollo,
nuevos proyectos, biblioteca, comercio internacional, asesoría técnica, etc.),
requieran información de carácter internacional: indicadores socio económicos,
patentes, avances científicos, desarrollos tecnológicos, etc.”.
Un aviso posterior, que corresponde a actividades de 1983 o 1984, menciona
una “semana de cursos de DIALOG en Buenos Aires” dictados nuevamente
por Nancy Grimes. En este caso la propuesta agregaba uno sobre Biociencias y
35-58
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Medicina, de un día de duración. Esa época coincide con una transición, tras la
cual las capacitaciones quedarían a cargo de los instructores argentinos que se
habían formado en el CAICYT. En un borrador existente en el SCBD – INTI se
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lee que “cumpliendo con otro de los objetivos del proyecto a partir de agosto de
1983 se comenzó a dictar el Curso de Capacitación sobre el Sistema DIALOG,
el cual actualmente se repite 3 o 4 veces por año” y que “el personal docente
pertenece al Grupo de Trabajo para el Proyecto de Consultas en Bases de Datos,
el cual es un Conjunto Interinstitucional...”. Hacia 1986, se seguían ofreciendo
5 cursos básicos cada año.
Por otra parte, se organizaron actividades tendientes a formar a los usuarios
finales en sus lugares de trabajo (Spina, 1988: 606). Con esa tesitura, Raúl
Spina fue enviado como capacitador a diversas instituciones. Teniendo en cuenta
que hasta 1986 casi todas las consultas provenían de la Capital Federal o, en
menor medida, de las provincias de Buenos Aires y Córdoba (Spina, 1988: 603),
sus recorridos no solo incluyeron entidades locales, sino que se extendieron a
universidades y centros de investigación ubicados en distintas regiones del país,
desde Usuhaia hasta San Miguel de Tucumán. Realizó incluso una exposición
sobre esta temática para el Dr. Luis Federico Leloir (premio Nobel de Química
1970) y su equipo en la Fundación Campomar 2. Las decisiones tomadas con
respecto a esas capacitaciones no estuvieron exentas de algunas polémicas; por
ejemplo, cuando la dirección del CAICYT debía definir quién sería el docente
a cargo de un curso destinado a investigadores de la UBA, Pnina Craysman se
propuso para tal función, por ser ella tanto miembro del Grupo como personal
de la Universidad, pero fue elegido uno de los representantes del Centro 6.
Además de formar a usuarios finales, se trataba de contribuir a la instalación
de centros de consulta en distintas entidades, mediante la capacitación de
investigadores y profesionales, incluyendo en ese grupo a bibliotecarios de las
universidades 2; esto sería una novedad frente a los perfiles que había planteado
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originalmente Ricardo Gietz para la selección de los analistas y operadores que
conformaron el grupo.
Se preveía que, al principio, los usuarios prepararían sus formularios de
consulta para luego enviarlos al CAICYT, donde las búsquedas serían efectuadas
por los especialistas del grupo, pero que más adelante se podrían independizar
del Centro, realizando las búsquedas por sí mismos o recurriendo a los servicios
locales que se formaran. Sin embargo, durante los primeros años eso sólo
ocurrió pocas veces; seguramente las crónicas dificultades económicas por las
que atravesaba el país contribuyeron a malograr esta política, impidiendo la
adquisición de equipos o los pagos de servicios al exterior.
De todas maneras, algunas entidades o empresas que contaban con una
mejor disponibilidad de recursos, como PLAPIQUI en Bahía Blanca, CERIDE
en Santa Fe o INVAP en Bariloche, pudieron establecer y mantener servicios
propios. También, a medida que se iban familiarizando con las características
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INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD (ISSN 1514-8327) No. 30 (junio 2014)
de los sistemas utilizados, otros usuarios del interior que solicitaban por carta
búsquedas al CAICYT, comenzaron a adjuntar a sus pedidos, propuestas específicas
para delinear las estrategias 2.
La realización de búsquedas
El planteo de dichas estrategias era diferente al habitual en las búsquedas
bibliográficas realizadas utilizando repertorios impresos. Hugo Rodríguez
destacaba en un congreso que “una de las características distintivas de los sistemas
de bases de datos es la interacción hombre-máquina (es decir, operadorcomputadora)
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que consiste en la acción, en forma regularmente alternada, del
uno sobre el otro”. Una memoria del sistema conservaba temporariamente la
información intercambiada, de manera tal que podía ser reutilizada en distintas
etapas de una sesión de trabajo; ese modo de operar permitía modificar la
estrategia sobre la marcha, en función de la información obtenida en cada paso
(Rodríguez, 1982a).
Pero los usuarios no sólo esperaban que, dentro de esta novedosa modalidad
de búsqueda, los analistas y operadores hicieran bien su trabajo en cuanto
a la recuperación de información pertinente y relevante, sino también en cuanto
al uso del dinero. Como los costos eran considerables, había bastante presión
para no equivocarse e ir directo al objetivo, logrando un resultado óptimo 3, 6,10.
Por ello se generó naturalmente una estricta disciplina de trabajo. Aunque los
resultados iniciales habían sido buenos, gracias a esa disciplina en los primeros
tiempos del grupo, se logró mejorar aún más la calidad de las prestaciones, así
como reducir el costo por cada referencia bibliográfica obtenida. (Rodríguez,
1982a) (Rodríguez, 1982b) (CAICYT, 1982: 75).
Una cuidada planificación previa de las estrategias permitía minimizar el
tiempo de conexión y uso de las BD. Ya en 1982 la consulta promedio insumía
solo 20 minutos de comunicación (Rodríguez, 1982b). Entre 1980 y 1988 el
promedio fue de menos de 15 minutos en línea por cada búsqueda (Spina, 1988).
Cada trabajo requería un buen tiempo de preparación previa, luego una
breve interacción con el sistema y finalmente la terminación de la tarea fuera de
línea. El analista/operador debía lograr una visión de conjunto de la búsqueda,
cuyas etapas se influían mutuamente, dando lugar a procesos recursivos de
afinación. Según un informe del CAICYT (CAICYT, 1982: 49), existía una
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“rutina del servicio”que abarcaba distintas etapas; comenzaba por la recepción
de la solicitud de búsqueda y una entrevista con el usuario, seguía con la
elaboración de una estrategia preliminar, la consulta en tesauros para hallar el
vocabulario apropiado, el establecimiento de una estrategia definitiva, hasta
llegar al momento de conectarse al sistema. Una vez en línea, se seleccionaba
la BD y se interactuaba con el sistema mediante expresiones booleanas. Durante
la consulta había diversas tácticas que podían ser utilizadas para afinar la
estrategia: muestreos, aplicación de límites, etc. Luego se pasaba a la selección
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de formatos de impresión y a la obtención de los resultados. Finalmente había
momentos dedicados a calcular costos, evaluar la búsqueda, facturar y entregar
los resultados al usuario. Tal esquema es algo simplista y no abarca toda la
complejidad del proceso ni sus múltiples variantes, pero da una idea de algunas
de sus características.
Para las solicitudes provenientes del interior la comunicación se establecía
por correo 2, pero si el usuario podía concurrir al Centro, en general, el analista
comenzaba por entrevistarlo con el fin de informarse adecuadamente acerca de
su necesidad y así estar en las mejores condiciones para interpretarla. Además
se le comentaban al solicitante las principales características del servicio.
En el Servicio Automatizado de Búsquedas Bibliográficas de la Biblioteca
de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (SABB-FFyB) se entregaba un
folleto que explicaba que el resultado consistiría en referencias bibliográficas
con resúmenes o, en algunos casos, sólo con palabras clave (SABB-FFyB, 1982).
La información inicial proporcionada por el usuario era volcada (por él
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mismo o por el entrevistador, según las épocas y situaciones) en un formulario
de solicitud. Varios detalles del modelo original de dicho formulario fueron
modificados a lo largo del tiempo, pero se mantuvo la estructura básica. En uno
de los ítems se anotaba el objeto de la búsqueda, en sentido amplio; en otro,
una descripción específica del tema de interés. También se registraban las distintas
limitaciones planteadas por el usuario (idiomas, período de recuperación,
cantidad máxima de referencias a imprimir, etc.); áreas temáticas relacionadas;
aspectos que no fuesen de interés para el solicitante o que pudiesen estar incluidos
por ser más específicos; descriptores, palabras claves, raíces de palabras o
frases en inglés que sirvieran para describir en forma precisa lo que el usuario
requería (incluyendo sinónimos), etc.
Contando con esa información, se pasaba a una etapa de estudio y diseño,
en la cual se procuraba interpretar la necesidad planteada, elegir los recursos
más adecuados para responder a ella y finalmente expresarla en términos compatibles
con dichos recursos. Para esa tarea, en el CAICYT se había formado
una ‘biblioteca de materiales de apoyo’ que, a comienzos de 1982, contaba con
algo más de 100 documentos. Había vocabularios controlados –generalmente
asociados a BD o disciplinas específicas–, guías y manuales de uso de BD o
sistemas, listas de publicaciones periódicas, esquemas de clasificación, boletines
de noticias de los sistemas, directorios de BD, etc. (CAICYT, 1982:25-35).
También en el INTI se adquirieron numerosos libros sobre recuperación de
información, búsquedas en línea, tesauros y manuales. En algunos casos estos
documentos debían ser mantenidos al día, por ser reeditados regularmente o por
estar compuestos por hojas sueltas que había que reemplazar cuando aparecían
modificaciones; ejemplos típicos eran los manuales de las BD, los catálogos de
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BD y las hojas que resumían las principales características de cada una de ellas.
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La selección de vocabulario se hacía valorando distintos factores, como
la existencia o no de una terminología consolidada y uniforme relacionada con
el tema específico, así como el momento en el que los términos más adecuados
habían alcanzado difusión en la literatura del área o habían sido incorporados
a los tesauros disponibles.
Algunos servicios avisaban al usuario que el analista podía volver a comunicarse
con él, para aclarar aquellos puntos que le hubiesen generado dudas
(SABB-FFyB, 1982, CAICYT, 1982: 44).
Al elegir las BD más adecuadas para una búsqueda, se tenían en cuenta
varios aspectos, entre los cuales sobresalían la cobertura temática y las publicaciones
indizadas en cada una de ellas (considerando, además, si sus contenidos
estaban representados de manera exhaustiva o selectiva), los períodos que
abarcaban, las cantidades totales de registros, sus plazos de actualización, la
riqueza semántica de los campos y limitadores que ofrecían, la existencia de
códigos de clasificación incorporados a sus registros, así como la calidad de la
indización o de los resúmenes.
Partiendo de dichas consideraciones se seleccionaban descriptores,
términos de la lengua natural o códigos de clasificación. Los distintos analistas
tenían, a veces, preferencias por uno u otro de estos tipos de elementos; por
ejemplo Hugo Rodríguez, por estar particularmente interesado en la información
sobre propiedad industrial, solía usar la Clasificación Internacional de Patentes
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(Rodríguez, 1984).
A continuación se escribían expresiones de búsqueda con los términos
elegidos, acotándolos o no a determinados campos de los registros, combinándolos
con operadores booleanos y de proximidad, truncándolos para trabajar
con raíces que permitieran recuperar familias de palabras, etc. Esas expresiones
eran herramientas que se preparaban para tenerlas a mano durante el trabajo,
que debía ser ejecutado en el menor tiempo posible. Jorge Gianini, por ejemplo,
utilizaba en el servicio del INTI una notación para calificar y ordenar las
expresiones alternativas que, según él había previsto, podrían ser usadas en
distintos momentos de la búsqueda; por ejemplo, aquellas que servirían para
aumentar o disminuir la cantidad de registros recuperados, ampliar o restringir
el abordaje temático, etc.5
En el momento adecuado dentro de la sesión, esas expresiones se escribían
en la interfaz de línea de comandos del sistema, una por vez. Es decir
que datos e instrucciones, redactados según las reglas sintácticas propias de ese
sistema, eran enviados a la computadora remota por medio de una línea de texto
escrita en el teclado de la terminal; el operador recibía entonces la respuesta
del sistema, a través del texto impreso por el equipo, y tenía la oportunidad
de ingresar nuevos comandos y datos, combinándolos o no con los anteriores.
Esto permitía que el trabajo se desarrollara en función de la realimentación
proporcionada a cada paso por el sistema. Como los equipos no tenían monitor,
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para revisar las acciones previas y sus resultados había que buscar en el sector
correspondiente de la tira de papel impreso, lo cual debía ser llevado a cabo
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con rapidez para evitar incurrir en mayores costos, aunque a veces dicha tira
era bastante larga.
En algunas ocasiones, el analista optaba por hacer una breve entrada preparatoria
al sistema, interrumpir momentáneamente la conexión para ajustar la
planificación de la estrategia en base a los resultados preliminares y, finalmente,
conectarse de nuevo para terminar la búsqueda 2.
Algunos miembros del grupo preferían que el usuario estuviese presente
durante la etapa de ejecución en línea. Raúl Spina lo consideraba conveniente
porque, aunque el analista fuese una persona preparada, seguramente el solicitante
conocía más sobre su necesidad y sobre el área temática de la que esta
provenía 2. En cambio para el servicio del INTI esa era una opción poco viable,
ya que por la distancia a la que se encontraba su sede, los analistas iban solos
al CAICYT para operar la terminal y, generalmente, hacían varias búsquedas
en una sola sesión 3. Sin embargo, Hugo Rodríguez en los primeros tiempos
también era partidario de esa idea; al sugerir la compra de una terminal para
el INTI, planteaba que “...se podría poner en práctica con mayor facilidad la
alternativa de que el solicitante de la consulta esté presente durante la sesión
de búsqueda (variante recomendada por muchos especialistas)” (Rodríguez,
1982b). Con el tiempo su parecer cambió y, basándose en las evaluaciones,
llegó a la conclusión de que una buena entrevista previa generalmente permitía
al analista obtener todos los datos y precisiones que necesitaba, mientras que
tener presente al usuario podía dificultar tanto su concentración como la toma
rápida de decisiones, necesarias para optimizar las búsquedas 3.
En la Facultad de Farmacia, que contaba con una terminal propia desde
1981, en general las búsquedas se hacían sin que estuviera el solicitante. Ricardo
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Segura finalmente adoptó esa misma modalidad de trabajo en la AQA; en caso
de necesitar realimentación del usuario, prefería recurrir a informes parciales 4.
En cuanto a los resultados de la búsqueda, obtenerlos en el mismo
momento era bastante caro, por lo cual habitualmente se solicitaba que fuesen
enviados por correo postal (SABB-FFyB, 1982). En 1981-1982, la diferencia de
costos entre ambas opciones estaba en una proporción de 10 a 1 (CAICYT, 1982:
15). Otro aspecto de especial relevancia era la evaluación de esos resultados. A
cada usuario, junto con la lista de los registros recuperados, se le entregaba un
formulario solicitándole su colaboración para evaluar el servicio prestado. Entre
los papeles del SCBD se conservan varios. En uno proveniente del CAICYT
se explicaba el concepto de pertinencia: “una cita, ya conocida por Ud. o no,
se dice ‘pertinente’ cuando responde a la necesidad planteada”; se le pedía al
usuario que anotara el total de citas recuperadas en cada BD, discriminando el
número de pertinentes, así como una valoración del resultado de la búsqueda
(muy valioso, valioso, de poco valor, o sin valor) y sus comentarios. Según el
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informe de 1982 sobre el proyecto (CAICYT, 1982:22), se analizaron los casos
en los cuales los usuarios valoraron negativamente las búsquedas y “se pudo
comprobar que el pedido registrado en la solicitud... no correspondía exactamente
a la necesidad del usuario o no había sido interpretado correctamente. Se
mejoró la respuesta efectuando modificaciones en la estrategia de búsqueda”.
Otro formulario de evaluación, correspondiente al SABB-FFyB, para cada BD
clasificaba a los registros recuperados de una manera diferente. Las categorías
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eran: ‘de utilidad total’, ‘de utilidad parcial’, ‘sin utilidad’, ‘repetidas’ y ‘ totales’.
Con una selección de datos sobre las búsquedas realizadas, en INTICID
se compiló una base para uso interno del servicio que se empleaba para
evaluación económica y estudios estadísticos varios. Incluía campos de interés
administrativo, el tema, las BD usadas y los descriptores empleados; esto indica
interés por la selección de terminología, que era uno de los aspectos más importantes
en un servicio con estas características. Seguramente las otras instituciones
que participaban en el grupo tenían registros similares, ya que en las estadísticas
generales compiladas en el CAICYT se manejaban datos del mismo tipo.
Además de los términos y las BD para una búsqueda, también el sistema
era potencialmente objeto de selección, pero en el CAICYT, a excepción de la
primera época, se usó principalmente Dialog 2, 3, 4. Hugo Rodríguez empleaba
con cierta frecuencia Orbit, en especial para acceder a BD de patentes 2, 3. En
la AQA había acceso al sistema STN, que terminó siendo el preferido en dicha
Asociación por sus mejores prestaciones relacionadas con las BD de Chemical
Abstracts Service, importantísimas para la orientación temática de ese servicio 4.
En conjunción con los sistemas en línea, se empleaban los recursos
impresos disponibles. Por ejemplo, Ricardo Segura usaba la colección de referencia
de la biblioteca de la AQA, los Chemical Abstracts y todos los manuales
de STN. En el INTI, donde también la Biblioteca poseía una suscripción a los
Chemical Abstracts, para las búsquedas no muy urgentes que involucraban BD
relacionadas con dicho repertorio, se obtenían en línea listas que solo incluían los
números de los registros recuperados y luego los datos completos eran buscados
manualmente en la colección impresa, abaratando el proceso.
Con el mismo fin de reducir costos y tiempos, en las primeras reuniones
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del grupo se planteó que podía ser conveniente conservar, como antecedentes
para uso interno del servicio, toda la documentación generada en las búsquedas.
Sin embargo, en la práctica pronto se comprobó que el nivel de repetición era
nulo, por lo cual ese criterio fue desechado 2.
Novedades en el equipamiento
Además de la terminal instalada en el CAICYT, ya en 1981 la Biblioteca
de la Facultad de Farmacia y Bioquímica había adquirido una propia, que tampoco
tenía monitor e imprimía en rollos de papel termosensible; podía conectarse
a las redes de telecomunicaciones desde un teléfono de línea, para lo cual se
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insertaba el tubo en un acoplador acústico que se hallaba en la parte posterior
del aparato. Como era portátil, a veces fue empleada para demostraciones y
capacitaciones fuera de la Biblioteca. Ese equipo estuvo en funcionamiento, al
menos, hasta 1988 6.
Pero, aunque las limitadas prestaciones de las terminales bobas no
fueron un obstáculo para ofrecer un buen servicio, la disponibilidad de microcomputadoras
que podían almacenar y procesar datos abrió el campo a otras
posibilidades. Un artículo de Blair nos da indicios de cuán llamativas eran tales
novedades para los ojos de quienes trabajaban en ese campo. Dice allí, por
ejemplo: “Information storage - what a strange phrase! We have all heard of
information ´retrieval´. More recently, we have started to hear the buzzword,
information ‘transfer’. But, storage?” (Blair, 1982:13).
Alrededor de 1986, gracias a un convenio del CAICYT con entidades
francesas, el grupo pudo disponer de una microcomputadora Bull Micral BM-30
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(Bellec, 2002) compatible con IBM-PC, sin disco rígido, que tenía 128 kB de
RAM. Poseía dos disqueteras de 5,25 pulgadas y 360 kB de capacidad; una de
ellas se usaba para insertar el disco con el sistema operativo y la otra para los
programas y los datos. Más adelante se le instaló un disco rígido de 10 MB 2.
Sin embargo, al menos hasta 1987, se seguiría utilizando también la terminal 4.
Para algunas actividades y capacitaciones fuera del CAICYT, Raúl Spina utilizó
una computadora portátil, que tenía el aspecto de una valija bastante grande y
pesaba unos 9 kg. Un problema frecuente era la dificultad para hallar una línea
telefónica en el lugar donde debía realizar el trabajo 2. También, poco a poco,
distintas empresas e instituciones empezaron a disponer de computadoras para
efectuar búsquedas. Los miembros del grupo que representaban al INTI, por su
parte, comenzaron a emplear equipos propios de su institución. En 1987 Jorge
Gianini utilizaba una terminal con acoplador acústico5, y poco después el Centro
de Investigación Documentaria –que desde tiempo atrás había desarrollado
tareas de automatización de su biblioteca utilizando la computadora central
del INTI– adquiriría una computadora personal que sería empleada para hacer
búsquedas. Aunque el sistema operativo DOS no estaba diseñado para efectuar
varias tareas simultáneas, el uso de programas TSR, tales como el Sidekick de
Borland, permitió grabar ecuaciones de búsqueda y comandos antes de iniciar
la conexión, para utilizarlos en la medida de las necesidades, con lo cual se
reducía el tiempo en línea y se evitaban errores de escritura 5.
Los costos y aspectos económicos
La adopción de los sistemas de acceso a BD en línea implicaba también
novedades en el manejo de los aspectos económicos, con respecto a las prácticas
habituales en bibliotecas y centros de documentación.
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Hasta entonces, las principales herramientas utilizadas para realizar
búsquedas bibliográficas científicas y tecnológicas eran repertorios impresos.
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Estos generalmente eran muy costosos a la hora de comprarlos, pero luego su uso
no generaba más gastos que los referidos a las horas de trabajo de los usuarios.
En cambio, los sistemas comerciales de BD cobraban tanto por el tiempo
de conexión como por la información recuperada, a lo cual había que sumar las
tarifas de telecomunicaciones. La política adoptada para cubrir dichos gastos
se basó en el cobro de aranceles; éstos se determinaban luego de cada búsqueda,
empleando fórmulas que permitían conocer el detalle de las erogaciones
producidas.
Por eso, la estimación previa de los costos, su control durante la interacción
con el sistema y su cálculo final eran aspectos muy importantes del trabajo,
que influían considerablemente en el diseño y ejecución de la estrategia. Los
datos económicos ocupaban una parte destacable en los formularios utilizados
y se reflejaban en las estadísticas e informes, como uno de los ítems principales.
Cada vez que las instituciones participantes del grupo usaban la infraestructura
del CAICYT, el Centro les cobraba los gastos referidos a telecomunicaciones,
uso del sistema y bases de datos, mientras que los aranceles abonados por
otros usuarios tenían un recargo del 15% para cubrir los gastos administrativos.
Se procuraba minimizar la cantidad de entradas al sistema, agrupando varias
búsquedas en una sola sesión con el fin de abaratarlas, aunque en casos de
urgencia se las hacía separadamente (CAICYT, 1982:15).
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Debido a las relaciones costo-beneficio que se manejaban, las entidades
participantes veían restringidas sus posibilidades de generar servicios propios o
ampliar sus prestaciones. Hugo Rodríguez planteaba que “el SCBD [del INTI]
puede llegar a brindar una asistencia no solamente limitada a la clásica información
bibliográfica, sino, además, información sobre fuentes de tecnología e
información de tipo económico. ... Existen Sistemas de BD dedicados exclusivamente
a este tipo específico de información, pero el acceso a los mismos
exige el pago previo de derechos que solamente se justificarían si se asegurase
un volumen mínimo de consultas” (Rodríguez, 1982a:10).
Sin embargo, como para ofrecer servicios de este tipo no era imprescindible
contar con el respaldo directo de una biblioteca técnica importante, y dado
que se podían sustentar con el cobro de aranceles mientras que las erogaciones
dependían de diversos factores, entre los cuales se encontraba la pericia de los
analistas y operadores, se comenzó a pensar que si se desarrollaba el mercado
podían aparecer oportunidades de trabajo para profesionales independientes o
empresas privadas que brindaran el servicio compitiendo por precio y calidad.
En el grupo había quienes opinaban que eso era poco probable; de hecho, las dos
empresas surgidas entonces en el área duraron menos de un año 2. Las inversiones
iniciales en equipamiento no eran despreciables, sobre todo teniendo en cuenta
los niveles de gastos e ingresos que podían preverse de acuerdo con la experiencia
de los servicios existentes. Por ejemplo, en 1981 el Servicio de la FFyB
realizó 41 búsquedas con un ingreso bruto total de U$S 2.679,50, de los cuales
la mayor parte fue destinada a cubrir gastos, mientras que solamente la terminal
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y el modem comprados en mayo de 1981 por el CAICYT costaron U$S 4.200
(CAICYT, 1982:8); medido por el poder adquisitivo en Estados Unidos, este
valor equivaldría en la actualidad a U$S 10.755,19 (Bureau of Labor Statistics,
2013). Al año siguiente Hugo Rodríguez, al proponer la compra de una terminal
y un modem para el INTI, preveía un gasto de U$S 8.735 (Rodríguez, 1982b).
Dada la inestable realidad económica de nuestro país en esos años, es
difícil hallar puntos de comparación, pero al solo efecto ilustrativo puede decirse
que el salario mínimo real promedio en la Argentina entre enero de 1980 y abril
de 1989, estaba en torno a U$S 88 (Cárcamo Manna, 1998: 7) y que el sueldo
mensual que percibía el autor de este trabajo a comienzos de 1984 – año inmediato
anterior a su ingreso en el grupo del CAICYT – equivalía a unos U$S 150.
Desde el punto de vista de los usuarios, los aranceles cobrados por el
servicio hacían que difícilmente fuese accesible para quienes debían afrontar el
gasto con recursos propios, quedando por lo general solo al alcance de aquellos
que contaban con respaldo institucional o con algún subsidio. Entre 1980 y 1988,
cada búsqueda costó en promedio U$S 41,65 por uso de bases de datos y U$S
12,16 por comunicaciones, resultando un valor total promedio de U$S 53,81
para cada una de ellas (Spina, 1988).
Según el cuadro de tarifas del SCBD-INTI, en mayo de 1984 se cobraban
U$S 10 para hacer una “consulta de prueba” en una sola base de datos,
con una estrategia simple que utilizara no más de 5 descriptores y resultara en
la recuperación de hasta 10 registros bibliográficos “fuera de línea”,–es decir,
que se solicitaba su envío por correo postal– o de 4 “en línea”; los aranceles
correspondientes a las consultas normales eran calculados en base a los costos
ocasionados por el uso del sistema y las telecomunicaciones; se fijaban en pesos
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argentinos, tomando como referencia la cotización del “dólar transferencia tipo
vendedor del BNA [Banco de la Nación Argentina] correspondiente al día hábil
inmediato anterior a la fecha de factura”; para usuarios internos se reajustaban los
importes a la fecha en que se autorizaran las transferencias de divisas, mientras
que para los usuarios externos se recargaba un 25% en previsión del aumento de
la cotización del dólar en el momento en que se hiciera la transferencia. Estos
detalles, aparentemente anecdóticos, permiten entrever las dificultades que se
derivaban de prestar un servicio cobrado a los usuarios en moneda argentina,
mientras que sus costos no eran fijos, incluían varios componentes y debían ser
pagados en dólares.
Sin embargo, y a pesar de lo dicho anteriormente sobre las dificultades
que afrontaban quienes trataban de brindar servicios privados, más adelante
varios analistas del grupo trabajarían en ese ámbito 2, 6; las mejores posibilidades
no surgieron en empresas dedicadas únicamente a esa tarea, como se había previsto,
sino a través de laboratorios farmacéuticos, en los cuales se asociaban las
perspectivas científicas y tecnológicas con un considerable poder económico 6, 9.
También la capacitación era costosa. De acuerdo con los folletos publicitarios,
para participar del curso básico de Dialog en mayo de 1982 había que
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pagar U$S 100, para la “Clínica para usuarios actuales: preguntas, problemas,
práctica” (de un día) U$S 150 y para el curso “Introducción a las bases de datos
en ciencia y tecnología y el sistema Dialog”, U$S 50. Un año después el curso
básico de dos días costaba $a 600 –equivalentes a unos U$S 56– y se aclaraba
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que los aranceles estaban “destinados a cubrir los costos de telecomunicaciones
y acceso a bases de datos”. Para los cursos de Nancy Grimes realizados entre
ese año y el siguiente, se cobró un arancel de U$S 40 por persona por día.
Fortalezas y limitaciones del servicio
Si bien los costos de las capacitaciones o de las búsquedas hechas por
especialistas contribuían a restringir la cantidad de usuarios, había indudables
ventajas relacionadas con el uso de los sistemas de BD en línea. Entre ellas
estaba la posibilidad de ahorrar tiempo de trabajo, disminuir los plazos hasta la
obtención de un resultado, facilitar las búsquedas basadas en una combinación
de varios conceptos y revisar varias BD en una sola operación, cubriendo un
campo más amplio (Hepburn, 1981). Las búsquedas en línea eran parte, junto
con los servicios de obtención de documentos, de un enfoque que hacía posible
conseguir información en el preciso momento en que surgiera una necesidad,
en lugar de adquirir de manera rutinaria documentos previendo su uso futuro.
En cierta medida también podría decirse que, aunque no era un servicio barato,
había cierto grado de adaptabilidad a diferentes presupuestos. Por otra parte,
una indudable ventaja era que cada uno de los sistemas considerados (Dialog,
Orbit, Questel y STN) hacía posible acceder a una gran cantidad de BD a
través de una misma interfaz, usando un lenguaje de interrogación común. De
esa manera, los analistas y operadores estaban en condiciones de estudiarlos
en profundidad, sin tener que dispersar sus esfuerzos. Más aún, las interfaces
y comandos de esos cuatro sistemas no eran muy diferentes entre sí, lo cual
facilitaba a quienes usaban más de uno de ellos, optimizar las búsquedas a partir
de sus conocimientos referidos tanto a la estructura específica de las fuentes
como a los procedimientos de uso general.
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Pero para quienes conocían el ámbito de la información científica y
tecnológica, también resultaba notorio que los sistemas en línea no eran una
panacea. Por ejemplo, la mayoría de las BD disponibles no llegaban a incluir
la misma cantidad de información retrospectiva que los repertorios impresos
correspondientes, por lo cual con frecuencia era necesario completar el trabajo
consultando estos últimos (Hepburn, 1981). A juicio de Pnina Craysman, que
realizaba con frecuencia ambos tipos de tareas, las búsquedas manuales eran a
veces más efectivas o exhaustivas 6.
Otro aspecto a tener en cuenta era que, aunque las principales BD bibliográficas
originadas en países desarrollados incorporaban muchas referencias,
no incluían los textos completos de los documentos; por eso, una vez que un
usuario seleccionaba los registros que consideraba relevantes, no siempre era
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posible obtenerlos en el país, por lo cual tenía que afrontar más gastos aún, que
se sumaban al “alto costo relativo de las consultas en función de los salarios
de los investigadores, docentes y profesionales” (Spina, 1988: 606). Tampoco
las BD incluidas en estos sistemas tenían, en general, una buena cobertura de
la información originada en nuestro país o en Latinoamérica; esto era particularmente
notable en Humanidades y Ciencias Sociales (CAICYT 1982: 21).
Por otra parte, ya en 1982 Dialog y BRS habían anunciado sus servicios
en línea Knowledge Index y After Dark, basados en una interfaz de menús
adaptada a las características de las computadoras personales y destinados directamente
a los usuarios finales (Farber y Shoham, 2002: 96); a comienzos del
año siguiente ya estaban funcionando (Tenopir, 1983). Si bien las prestaciones
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que ofrecían eran bastante limitadas (Worden, 1988; McWilliams, 1989), al
aumentar la difusión de las PC es probable que no pocos usuarios optaran por
prescindir de las intermediaciones. Todos esos factores contribuyeron a que,
según la apreciación de Raúl Spina (1988: 606), el mercado nacional de los
servicios de búsquedas en BD fuese “muy pequeño”.
Las fortalezas y debilidades del conjunto de BD incluidas en los sistemas
fueron influyendo, junto con las necesidades de los usuarios potenciales,
en las consultas recibidas en el servicio. Si bien la clasificación temática de
las mismas es difícil, los testimonios concuerdan en la gran importancia de
la Química (incluyendo temas farmacéuticos), junto con otras especialidades
como Ingeniería (incluyendo patentes), Ciencias de los Alimentos, Biología y
Medicina 3, 5, 6 (Spina, 1988:605).
Epílogo
No hay una fecha cierta que señale el fin de las actividades del grupo.
No se encontraron documentos referidos a esos últimos tiempos y tampoco los
entrevistados pudieron precisar ese dato. Sin embargo todo permite suponer
que, aunque se siguiera trabajando en el tema, desde fines de 1987 poco a poco
el grupo dejó de funcionar como tal. En 1986 había renunciado a la dirección
del CAICYT Ricardo Gietz, iniciador y sostenedor del proyecto (Despedida a
Ricardo Gietz, 1998) (La Biblioteca de CAICYT recibió en donación parte de
la biblioteca privada de Ricardo A. Gietz, 2009) 11.
En esa época también surgieron otras actividades que fueron captando
la atención y el esfuerzo de quienes habían integrado el grupo. Según Ricardo
Segura, ya no concurrían a las reuniones varias de las personas con mejor formación
y el foco de las discusiones se alejó progresivamente de los aspectos
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técnicos, que eran los que más le interesaban 4. Finalmente, todos dejaron de
ir. En el CAICYT, Lilia Ottolenghi continuaría haciendo búsquedas para los
usuarios del Centro, hasta su retiro un tiempo después 10. El INTI y la AQA, por
su parte, siguen ofreciendo el servicio hasta la actualidad.
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Un factor que probablemente influyó en el cambio de orientación del
grupo y su posterior disolución, fue el surgimiento de un nuevo proyecto en
el área, financiado por la Fundación Antorchas. Como no se habían cumplido
plenamente las expectativas de crecimiento de esta actividad, probablemente por
problemas económicos y de difusión, surgió la iniciativa de ayudar a investigadores
para que pudiesen acceder al servicio de búsquedas en BD científicas y
tecnológicas remotas 2. Gracias a este programa, entre 1985 y1990 se atendieron
3.200 investigadores, que también recibieron subsidios para obtener los textos
completos de aquellos documentos que no estuviesen disponibles en el país
(Babini, 2012). Ese esfuerzo benefició a muchos usuarios que no habían tenido
oportunidad de utilizar estos recursos, pero probablemente contribuyó también
a que el servicio de búsquedas en BD remotas adquiriese un cariz más rutinario
y menos basado en el estudio.
En cualquier caso, aunque el grupo se disolvió, había dejado su huella.
Los miembros que fueron entrevistados, especialmente aquellos que participaron
de las reuniones durante más tiempo, manifestaron de una u otra forma que en
el balance general, estas actividades tuvieron un considerable impacto en el
desarrollo de sus carreras laborales y en sus vidas 2, 3, 6.
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Pero más allá de los beneficios devenidos de esas experiencias personales
y de la utilidad que tuvieron las búsquedas realizadas para los usuarios que las
solicitaron, ¿hay algún tipo de legado que pueda ser aprovechado hoy, en un
sentido más amplio? Durante esa experiencia, un reducido grupo de personas
con un perfil especializado accedía a sistemas en línea para buscar información
por encargo. Puede pensarse a esto como un antecedente de lo que hoy hacen
millones de personas en nuestro país y muchos más en todo el mundo: buscar,
recuperar y compartir información en Internet. Sin embargo, hay también
grandes diferencias. Los profesionales dedicados a la búsqueda de información
en bases de datos bibliográficas o factuales, aún hoy en día, tienen un perfil
distinto al del usuario promedio. El conocimiento detallado de las herramientas
proporcionadas por los sistemas, la preparación de las búsquedas, el desarrollo
de estrategias y tácticas, son factores que aún hoy tienen poca presencia en los
procedimientos de búsqueda y en las conductas informativas habituales entre los
usuarios de Internet, aún aquellos que son profesionales de otras áreas. Las BD
bibliográficas o factuales, en general, siguen proporcionando herramientas que
sólo un grupo relativamente pequeño de especialistas emplea habitualmente. No
hay que olvidar que los servicios del tipo mencionado en este artículo, siempre
estuvieron dirigidos a un público minoritario que tenía posibilidades de pagar
aranceles relativamente altos, compuesto principalmente por investigadores o
profesionales provenientes de empresas. Tampoco eran tantos los usuarios que
accedían a BD remotas de este tipo sin recurrir a la intermediación del grupo del
CAICYT u otros servicios semejantes. Para tener una idea de cuantos podrían
ser, basta decir que Dialog llegó a tener sólo unos 300 clientes en la Argentina,
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de los cuales actualmente quedan 8. Entre ellos, siempre ha habido un núcleo
importante de laboratorios farmacéuticos 9.
En general, hoy los usuarios del área científica y tecnológica utilizan
otros servicios, muchos de los cuales son gratuitos u ofrecen tarifas planas en las
cuales no influye el tiempo de conexión, y que muchas veces son pagadas por las
instituciones donde trabajan. Ese enfoque tiene indudables ventajas; sin embargo,
el tener que afrontar costos por el tiempo de uso y la información recuperada,
inducía a una disciplina de trabajo que era muy positiva. Los nuevos sistemas y
tecnologías disponibles en Internet, aunque más amigables, no han solucionado
todos los problemas que pueden presentarse durante una búsqueda e incluso, en
algunas circunstancias, tienden a ocultarlos ya que el usuario suele obtener con facilidad
algo de información pertinente, pero no siempre consigue la más relevante.
El estudio de las modalidades de trabajo desarrolladas en el grupo del
CAICYT, dentro de un entorno en el que era imprescindible optimizar el proceso
de cada búsqueda para aprovechar al máximo el dinero y el tiempo invertidos,
¿puede aportar algo en el momento actual, en ambientes donde las interfaces
están diseñadas para que esta tarea parezca fácil de hacer y casi natural?
El autor entiende que sí; durante su trabajo como referencista, docente
y capacitador, innumerables veces ha visto búsquedas realizadas tanto por
usuarios como por bibliotecarios u otros profesionales de la información, que
eran de factura deficiente; por lo tanto sus resultados no eran óptimos, pero los
interesados frecuentemente no se daban cuenta o no conocían una manera de
hacerlas mejor.
En cambio, las exigencias del servicio en aquellos tiempos inaugurales
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no dejaban lugar a dudas de que una búsqueda exitosa era el resultado de la
elaboración y ejecución de una estrategia adecuada al objetivo, generalmente
no exenta de esfuerzo. Era necesario partir de una actitud atenta y reflexiva,
mantenerla a lo largo del proceso, saber o averiguar acerca del contexto temático
y, por supuesto, conocer tanto las fuentes utilizadas como las características
generales de cada interfaz, aprovechando la experiencia, teniendo capacidad de
decisión y aptitud procedimental para obtener el mayor rendimiento de ellas a
través de las tácticas que fuesen más apropiadas.
La difusión de estas maneras de abordar la búsqueda de información, a
través de la formación de los usuarios y de los bibliotecarios, seguramente será
una contribución a una sociedad de ciudadanos no sólo libres, sino también
informados para tomar las decisiones que esa libertad requiere.
Quizás, entonces, valga la pena reexaminar esta experiencia ocurrida
en otros momentos, cuando por las circunstancias era evidente que el éxito
dependía en buena medida de los conocimientos, capacidades y esfuerzo de
quien efectuaba la búsqueda, del planteo de una buena estrategia y de una
cuidadosa ejecución.
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