Historia de La Literatura Argentina T.iii

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IDE IA LITERA’TURA AJWJ 91ff4 DIRIGIDA POR RAFAEL ALBERTO ARRIETA TOMO III MCMLIX EDICIONES PEUSER Los constituyentes dcl 53", leo de Antonio Alice. E N 0 S A I R E S

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Rafael ArrietaTomo IIIHistoia literariaAutoresContextoSiglo XX

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IDE IA LITERA’TURAAJWJ 91ff4

DIRIGIDAPOR

RAFAEL ALBERTO ARRIETA

TOMO

III

MCMLIX

EDICIONES PEUSERLos constituyentes dcl 53", óleo de Antonio Alice.

E N 0 S A I R E S

118 RISTORIA DE LA LITERATJRA ARGENTINA

del santuario en que ci primero es venerado. Leopoido Lugones,panegirista de Hernndez, y Martiniano Leguizarn6n, biógrafo de Hi.dalgo, coincidieron casi simultÆneamente en mostrar Ia prueba deIa intrusion de Fausto. "NingÆn criollo jinete y rumboso como ciprotagonista -escribiO Lugones, aunque aludiendo a Laguna-monta un caballo overo rosado: animal siempre despreciabie cuyoünico destino es tirar el balde en las estancias o servir de cabal.gadura a los muchachos mandaderos" . Y Leguizamón: "Haciendohablar Hidalgo a "un paisano del Bragao" -vale decir de plenapampa- no hubiera empleado como del Campo la palabra "mar"que el gaucho no conoce ni figura en su reducido lØxico, ni podiausarla por tanto para nombrar a! Rio de la Plata, designado desdelos tiempos de la conquista con tal nombre; ni le harIa montara "Un parejero overo rosao", porque Ia experiencia campera Ic JO S E HERNAND E Zenseno que jamas existieron parejeros de tal laya

0 sea -y valga Ia antifrasis- que Estanislao del Campo no p0 rfue hombre de campo. Tampoco su lenguaje gauchesco era cosechade su experiencia en Ia vida rural sino remedo del empleado por ANGEL J. BATTISTESSAsu maestro Aniceto ci Galio. Apropióse de ese ropaje verbal comohubiera podido vestir ocasionalmente las prendas del indumentogaucho, y utilizO el disfraz para sus mofas de gacetero politico.AcertO un dia con ci comentario paródico de una Opera; el poetadescubriO posteriormente ci filOn oculto en aquellas dØcimas perio.dIsticas y resoiviO explotarlo on una finalidad estØtica extraæa als rasgueos habituales de Anastasio. . . Pero la ortodoxia ha tieclarado espurio su fruto. Y Fausto, predecesor de Martin Fierroe inocente impostor que ignora las sanciones dictadas por nuestrosiglo en nombre de los manes hernandianos, continua reproducbn.dose y brindando, dentro y fuera ‘del pals, a generaciones do icctores, su gracia y su frescura inaiterables.

6 El Payador, p. 157, Buenos Aires 1916.El primer poeta criollo del Rio de la Plata, p. 40. Separate de Ia Revista de

La Universidad de Buenos Aires, t. XXXV, aæo 1917.

JosØ Hernindez.

,L24

‘-‘&_ -

JOSE HERNANDEZ

I. Situación de HeriiÆndez y de Martin Fierro. H. Distingos necesarios.III. Trances y episodios biogrÆficos. IV. El hombre y su tarea. V. El poema:materia y forma. VI. Las intenciones sociales. VII. La trasposición estØticay los aciertos expresivos.

I

Nadie duda, desdehace_gs,cuÆeipjsjue-porsu MinF oipa Jose Hernandez en el mundo de nuestiasletrii Pii ercen el genero d ra ilamada ‘1jteratura_gaçhesca",para iiiiihos ese puesto se sil3lfrna en primacIa absoluta: JoseHERNANDEZ 0 EL ESCRITOR ARGENTINO.

Para alcanzar la altura en que actualmente se encuentra, ladifusión de Martin Fierro -su "fortuna"- ha padecido alternativas diversas.

Luego de varios 1ustrs, Martin Fierro estÆ justa y unÆnimernenteconsideradoenntjestrppajy en algunos nücleos extran.jeros como unlibro clÆsico, y aun como el libro"argnino"por aomasia. A ese tItulo, hoy se lo lee y se lo estudia enuniversidades, ateneos y escuelas’. Circunstancias comprensibles,

1 DespuØs de las edkiones efectuadas en vida del autor, entre las que no faltaronalgunas clandestinas, Martin Fierro ha sido favorecido -y desfavorecido- por rodasuerte de reimpresiones y traslados. Azul, revista de ciencias y letras publicada enis ciudad bonaerense del mismo nombre, cumplió en 1930 Ia primera reproducci6nfacsirnil de Ia edieión de 1872. Segiin los textos de 1872 y 1879 que se conservanen ese repositorio, en 1940 y 1941 Ia Biblioteca Nacional de Buenos Aires dioasimismo en facsImil El gaucho Martin Fierro y La vuelta de Martin Fierro. No

AO2-

124 ISISTORIA DE LA LITERATIJRA ARGENTINA Los POEMAS GASJCHESCOS 125

ajenas al recto sentido critico, quieren sin embargo que ul si*quiera en estas Jechas luzcan del todo claros los conceptos deorden estØtico que por sobre circunstancias y trances ocasionalesfundamentan el mØrito de la obra esencial de HernÆndez.

Bastantes valores poØticos del relato no escaparori a loslectores y oyentes de la primera hora, pero entonces, y despuØs,y en nuestros dias, muchos so_lo motivos, las preocupaciones ylos argurnentosqicon pertuibador rumoreo adventicio interfuieron -e interfieien- una percepcion nitida y desembiollada de las reales calidades del poema.

Parecida cosa sucede en otras literaturas, y no extraa queen esta oportunidad ello acaezca en Ia nuestra. En las pdginasde una nueva Historia de la Literatura Argentina conviene sope.sar, cuando menos, lo que en Li obra de HernØndez es inevitablelastre de Øpoca, arbitrio polØmico, o simpâtica pero anacróniearesomincia afectiva; solo al maigen de ello quedan los pasajesde interØs extrateniporal, y por veces extrageogrÆfico, que en sustancia la constituyen y la consagran .

In faitan a Ia obra de T-lernÆndez las presentaciones ilustradas y las ic injo.Las ediciones de Indole varia menudean. En el conjunto de las anotadas y comentadas,las hay dtiles y alguna, como Ia de Eleuterio F. Tiscornia, apura acaso harto mintsCiosaniente las cuestiones text sales y iexicogrÆficas. Buenos Aires, 1925, luego conretoques y ampliaciones. De particular inheres La version pdstuma, aparecida en 1951con ci cuidado de Jorge M. Furt. Los valores de otras ediciones anotadas y comentadasSe malean casi siempre por fallas graves en ci texto y por sequedad o exuberanciaen La glosa. En este registro y segtin su orden cronoiógico: La de Ricardo Rojas 1919,Is de Santiago M. Lugones 1926, Ia de Carios Alberto Leumann 1945 y Lade Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares 1955. Eritre las ediciones ad usumscholarwn campea mds de una estimable. Hay reducciones en prosa y adaptacionespars nilios. Las edicionea de decidido corte popular sin duda menos manejadas hoyque en otros tiesuposl abundan todavIa. Su catadura tipogrÆfica suele ser lastimosa.Para nsayores seOalamientos bibliogrOficos vØase la referenda asentada en La nota N 3.Puede verse tambiØn, por via de complemento, JosC HERNANDEZ, Martin Fierro; ediciOncrItica de Angel I. Battistessa, iLtistraciones de Aiberto Güiraldes, coordinacidn de JulioM. Ferrari, Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1958.

Fuerte indicio de la significaciOn lograda por ci poenia de RernOndez, y elloa despecho de su indudable localismo expresivo, Ia da ci nOmero y Ia imporlandiade las traducciones a sires idiomas y dialectos italiano, frances, ingLØs, alemÆa,catalÆn, hOngaro, idiscLi, etc.. En una nueva e integral traducciOn francesa, conintroducciOn y notas, Ia Unesco no ha tardado en incluirlo en la serie iberoamericanade sus "Obras representativas". Paris, 1955.

2 Escuetas observaciones estiListicas, y no simpiemente las usuales histdricae ylexicogrÆficas, dan motivo ai coin men de las Ediciones Peuser mencionado en Ia notaprecedente.

El ceslinde d 10 que estØticamente corresponde estimar enMartIn Fierro resulta necesario -casi afirinariamos urgente--,porque el comentario critico trabado en tomb al poenia deci.mos en torno al poema y no sobre el poema suele estar atento-jtodavIa!- a lo que es su materia extrlnseca, cuando no alo que fue su motivaciOn momentÆnea.

Con Ænimo agradecido place reconocer lo mucho que se haescrito sobre JosØ HemnÆndez y su obra , pero importa plantearretoques y arrostrar actitudes crIticas distintas. No lo aconsejaIa pretension -frecuente en nuestro medio- de opinar por contraste. Lo solicita un aspecto de la bibliografia desatada por cipoema, la genesis del relato y ci texto misrno.

Unicamente en la sumisión ai texto puede lograr ci cornen-.taUlibertad necesaria para una aproximación objetiva alos mØritos categóricos de la obra.

Doble y ænico se abre el momento de toda buena experieç_1jja: en I gçnyçj eL juicio, el TEXTO, citextoexento,esla realidad primera; Ølpe forzoso volversiempre, con animo vigilante y sensibilidad desprevenida. En loque atafle a la crItica misma ilnporta sentirse beneficiario deuno de los asertos menos desdeflables del esquinado y lacio ysubyugante Renan: nunca les faltan ventajas a los que liegan despuØs de otros.

No precisamente porque en critica los iiltimos concluyanpor ser los primeros. Los ültimos, aun en el supuesto de queno atinen a ganar ventaja sobre los predecesores, heredan unaobligaciOn previa ineludible: tOcales no insistir, por lo menos,en las confusiones que en lo literario y lo meramente humanosuelen ser propias de los momentos iniciales.

Porque esto es io cierto. iotivos de diverso orden -elapasionamiento localista, las sinrazones poilticas, las contiendas

No orresponde repetir aqui lo que otros ban consignado en sus listas.El repertorie mÆs noticioso es ci de JosE CARLOS MAuRE, Itinerario bibliogrdfico yhemerogrdfico del "MartIn Fierro" de JosØ Herndndez. Buenos Aires, EditorialEl Onibil, 1943. Desde esa fecha Ia literatura crItica en tomb a HemnÆndez y so obrac000ce nuevas contribuciones. Algunas se citan mÆs adelante.

126 HISTORIA DE LA LITERATtJEA ARCENTINA LOS POEMAS CAUCHESCOS 127

sociales,eltradicionalisrno pintorescpo la imple y plaæicleranostalgia del aycr inmecliato- han perturbado y siguen perturbando una entonada vision de los mØritos permanentes, ya noopinabks, de Ia creaciOn de HernÆndez.

Que tales motivos conduzcan a apreciaciones atendibles enregistros colaterales al literario, apenas Si extralia: piØnsese en lasresbaladizas derivaciones extraartIsticas de toda obra de arte.

Cuando por excepción Itica se ha vuelto atenta a lamateria del poema en tanto pie poema, por Jo comimn -y eslÆstima- se ha demorado enjreocupaçiones de sesgo miscelÆneo, subsidiariasyajenasala indole peculiar de Ja composici6n de HernÆndez: candoroso, comedido escthpulo escoiar deinscribir la filiación del relato en un gØnero de prestigio aristotØlico; empeæo por asignarle un simbolismo criptogrÆfico ylevantadas y descomunales excelencias en materia de doctrina;brIo, ya interjectivo, ya erudito, para probar segÆn convenga, elespaæoiismo, el criollismo o la "argentinidad" IingüIstica de susversos.

Tras eso, Martin Fierro es una cosa, y otra, distinta, Ia -

critica iterativa que ha suscitado y que en parte siguc suscitando. Todavia hoy, si a nadie se le ocurre echarse a "descubrir"o a "situar" el poema, ci comentario fluctæa enojosamente entreotras dos formas apenas esquiables, sucesivas hasta no hacemucho, y paralelas, o casi paralelas, en estos ültimos aflos: lade Ia ba convencional, en ocasiones sOlo disculpable por ingenua; Ia de la acomodaciOn tendenciosa, e incluso desaforada,en favor de ciertos problemas y reivindicaciones sociales queahora mal pueden plantearse en tØrminos equivalentes, ni siquie.ra aproximados; la del desp1igue, por veces alarde, de unafilologIa -o de una logofilia- que la creación de HernÆndezno necesita y no reclama’.

La historia de la literatura abarca la actividad expresivade un amplio sector de pueblos. Entre la materia de la historiapropiamente dicha y la materia de Ia historia de la literaturacaben distingos, y esos distingos obligan a exigencias estimativas esencial,nente diversas.

El objeto de los historiadores es ci pasado. Un pasado miso menos remoto del que sOlo existen indicios o restos con ayudade los cuales reconstruimos la imagen de ese pasado. El objetodel historiador de la literatura es tamblØn ci pasado, pero unpasado que permanece, porque Ia literatura valiosa, que estribaen el pasado y en el presente, propende hacia el futuro. Sin caeren complicidad determinista,. parece lIcito admitir que toda obrade arte es ci resultado de unas circunstancias, y tambiØn, irnposible saber en quØ medida, de un medio y un momento. Perocualesquiera que sean las causas que la suscitan y los elementos que la corporizan, Ia autØntica obra literaria se integra conioun fruto creado, como una donación personal. Para percibir Iacalidad de ese fruto, y gustarlo, no se hace imprescindible apostarse frente al Ærbol que lo produce, ni nienos analizar la constituciOn del suelo en que ci tal Ærboi ahincO raIces y absorvió savia.

Nadie niega que en ci orden de Ia creaciOn estØtica lasnociones conc.urrentes pueden acarrear aclaraciones preciosas parala mÆs detallada comprensión de ciertos- aspectos del texto ijuese estudia: los requerimientos del contorno en que ci autor huhode moverse, los materiales por Øi recibidos, ci trance de IaelahoraciOn propiamente dicha, los modos de su difusiOn frenteal puiblico, todo o casi todo lo que de cierto estÆ o estuvo fuerade la obra.

TI

Siqiiiera en parte, a clii, se aliide en etas piginas. El epacio y Ia peculiare,tructura del presente capItulo exusan una nueva reinisión a nuestro texto comentadode Martin Fierro.

128 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS CAUCHESCOS 129

Pero no debe olvidarse que la obra. .1iiraia, y en general

la obra artistica, se define priniordialmente por sus caracteres

jnscOS. Los magnos maestros de la historia y de Ia crItica

literarias, sin exceptuar los formados un poco como a Ia sombra

de las supersticiones o de las cautelas metódicas de los positi.

vistas, no han podido menos que reconocerlo en tØrminos ejem

plares: "El signo de la obra literaria es la intención o el efecto

del arte, es la belleza o la gracia de la forma. Los escritos es

peciales se convierten en literarios por virtud de la forma,

que ensancha o prolonga su potencia de acción. La literatura

se compone de todas las obras cuyo sentido y efecto no pueden

ser plenamente revelados sino por un anÆlisis estØtico de la

forma" .

Esta aseveración, tipicamente universitaria y de irreductible

compostura cartesiana, cobra refuerzo en la afirmación igual

mente resuelta de un puro artista, ajeno a las cautelas del me

todo, y propenso, como pocos, a no ver sino mudanza en el

hombre y caducidad o desmedro en los afanes que lo agitan:

"Todo lo que vive por el hecho de vivir tiene forma, y por

eso mismo debe morir: salvo la obra de arte, que vive por

siempre en cuanto es forma" 6

Este módulo de apreciaci6n desdice las viejas posiciones,

atrincheradas casi de continuo en el distingo de contenido y

elocución y en el sefialamiento de toda suerte de trazas pedagó

gicas, especialmente sociales y morales, en Ia obra literaria.

Sin abrir juicio sobre la teorla romÆntica y finisecular del

arte por el arte, o sobre esta que ahora presuponen nueva de

si el arte ha de ser actividad cumprometida o sin compromise,

el carÆcter especIfico de lo literario no siempre desaparece, si

bien puede sufrir mengua, en las obras que conllevan una Ima

GUSTAVE LANSON, flistoire littØraire, en Ia segenda serie de La mØthode denslea sciences. Paris, Alc.an., s. d.. La cita pertenece a Ia traduccidn castellana deEduardo Cazorla. Del mitodo en las ciencias, segunda serie. Madrid. Librerfa Guten.berg, 1912, pÆg. 237.

6 Luici PIRANDELLO, Sei personggi in cerca d’autore. Prefacio de esta obra, enMASCHERE NUDE, Verona, 1952, vol. I, pdg. 22.

lidad a la que el autor no impuso, no quiso, no supo o noalcanzó a imponer un fundamental sesgo poØtico. -

En proporción ostensible, como en tantas creaciones de nuestra literatura del siglo xix, J IFierrofue prenda de circunstancia, arbitrio de polemica Es tambien, id[chlgode Indole .distinta. Corridos los dias, y soslayado ..el combate,la obra de HernÆndez guarda intactos otros valore pero soloen prenda de los materiales menos momentmneos que el pQetase ingeniO en fijar verbalmente, con matinal lozanla.

Por conocidas y anotadas en otros sitios no correspondedetallar aqul las peculiaridades del gaucho: su medio, su vestimenta, sus costumbres, su lenguaje.p_los.aptecedent_de Concolorcorvo en su

Lazarillo 1773, los capitulos, ya clÆsicos, "estilizados" y romancelescos de Sarmiento Facutido, 1845 y las impresionesde àlgunos viajŁros, a nuestro propósito corresponde recordarun corto nilmero de relatos y de aportaciones descriptivo doctrinarias. En primer tØrmino, y no por simple prelación cronologica, Una excursion a los indios ranqueles, de Lucio V.Mansi]la, 1870. Animada visiOn directa que incluye usia caracriTOiieI gaucho no exenta de simpatIa pero libre tambiØnde exornaciones de encargo

En grado de interØs diverso, otros titulos quiebran luego: MANUEL F. LANCARA,Los gauchos, 1878; VENTURA R. LYNCw, Costumbres del indio y gaucho, Buenos AireS, 1883; FRANCISCO MuPiz, Escritos, Buenos Aires, 1885; ESTANISLAO S. ZEBALLOS,DescripciÆn amena de Ia RepÆblica Argentina, Buenos Aires, 1881.1888; FRED M. PAGE.Lo.c payadores gauchescos, Darmstadt, 1897; ALBERT FRIEOENTIIAL, Musik, Tans undDichiung beiden kreolen Amerilcas, Berlin, 1913; LEOPOLDO LUCONES, El pa’vador,Buenos Aires, 1916; R000LFO SENET, La psicologia gauchesca en el lIlartmn Fierro.Buenos Aires, 1927; Jos MARIA BASUALDO, El gaucho argentino, Buenos Aires, 1942;MADALINE WALLIS NICHOLS, The gaucho, Durham, Carolina del Norte, 1942 Con ex*tensa bibliografIa aCerea del tema ; EMILIO C0NI, El gaucho, Buenos Aires. 1945;El gaucho a travØs de los testimonios extranjeros, seleccihn, prblogo y notas deEDUARDO JoRGE ,Bosco, Buenos Aires, 1947; GASToN GORI, Vagos y mal entretenidos,Santa Fe, 1951; La pampa sin gaucho, Buenos Aires, 1952; AUCUSTO RAOL COBTAZAR,Indios y gauchos en la literatura argentina, Buenos Aires, 1956; MANOELITO DE ORNELLA,Gauchos y beduinos, Rio de Jaueiro, 1956. Aunque especialmente referido a! origenØtnico y a Ia formaci6n social de RIo Grande del Stir, este Oltisno libro incluyeatendibles referencias acerca del gaucho rioplatense.

Por su precision colorida, particular importancia ofrecen determinadas obras deW. H. HUDSON: The Purple Land, 1885; El ombd, 1902; Far Away and Long Ago, 1918,sin olvidar algunas evocaciones dispersas de otras pOginas suyas.

130 HISTORIA DE LA LITERATUKA ARGENTINA

Poco importa, por otra parte, que la palabra gaucho, ape.lativo genØrico del antiguo y peculiar habitante de nuestra cam.paæa, deje aiin ancho Æmbito para las escaramuzas etimológicasde los aficionados a las lides incruentas. No hay que temer afirmario. gmei semÆntico del vocablo gaucho continÆa puntomenos que ignoto. Las proposiciones de mÆs auge -rehuyendola j5reinción de registrarlas todas- son las que siguen.elladoindIgena, el quechua huacho: "guacho", el animal depoco tiempo que hido la madre -corJiro guacho, potrlloguacho, etc.-; por ainpliación de significado, en función sus.tantiva y con acepción peyorativa, el individuo huØrfano, o queno tiene padres conocidos y procede de extracción social infi:nahumanamente poco calificada. El quechua ha sugerido una p0.sble derivacrnn de huaso o guaso "Au los guasos o mestizos,gente del campo del pals, viven en ociosa libertad, que sueleparar en libertinaje, sustraldos iie Ia vigilancia de Ia policma",precisa Concolorcorvo, pero segün se ye en Øste y otros textostal acepeiôn sólo resultarIa vÆlida para el campesino do antiguaascendencia espafiola con cruza indIgena el araucano gachu"amigo", voz de tratazniento uada inicialmente por el indioen sus relaciones con aquel individuo de nuestras campafias,trocada luego en ci apelativo geriØrico ya dicho. EneiregistroromÆnico: ci portuguØs garruclzo, si flO ya alguna forma Iiisobrasilefia aproximada, con amplia difusión en RIo Grande delSur. End dominio anglosajón no falta quien haya sugeridoun derivado dejas antiguas formas inglesas gawjy_gzwky,

LOS POEMAS CAUCRESCOS 131"pay", "campesino ignorante", "individuo desgarbado" refundidas para expresar "las desmafladas, toscas costumbres y aspertode esos rt1sticos", segÆn registra E. E. Vidal sobre el comietizode Ia centuria pasada. Tampoco se ha vacilado en hurgar Iaetimologla del vocablo que pasa por arquetIpico de lo criolloen las simpÆticas asperezas de la Iengua Øuscara, pues queddnjlQgQsdemorados en Ia hilarante teorla de quo en materiaidiomÆtica todo proviene del vasco...: gcri mfis precisa.ante gau-txari, "pfljaro nocturRo" y, por extension, "ladrOn","malhechor",etcØtera.

- En apoyo de lo que sigue ni siquiera interesa el cuestionable deslinde de los componentes Øtnicos del gaucho. El gustopor este deslinde -o por esta confusiOn- arranca do las pe.rentorias pero sugeridoras afirniaciones de Sarmiento . DespuØsse ha divagado bastante. Las circunstancias de Ia conquista yel ulterior crecimiento demografico de esta parte del continentepermiten ponerse de acuerdo por lo menos en los rasgos fun.damentales.Cuadran unas referencias minimas a ese tipo rural, al marcode su actividad o do su ocio y por do contado a su trayec.toria en ci tiempo.En Ia mÆs lata acepciOn de uno y otro tØrmino, racial aculturalmente uchoconstituy5 un personaje ansjcióny de transición forzosa. Con rasgos inconfundib1eso ls’reu

sino hasta ntrado elsigloxvut,

desdelas primeras jornadasde lprozahispnicaenestaparteritorioamerjcano.lo que ahora interesa,del gaucho -o Ia del "gäuderio", su prefiguraciOn rioplatense-notuvo realidad documental, en prosa, hasta 1773, en El laza.rib de czeg caminantes desde Buenos Aires hasta Lima, deConcoIorcoo En un in!ormede Lorenzo Figueredo a JosØ Va.rela y Uiloa, Techado en Montevideo ci 30 de abril do 1790,

‘Cf. especialment lo anotado en los capitulos I y II de 1* primera pane de Fecund..10Op. cit., Prinjera pane, cap. I.

8 En Chile, Ia voz guaso sirve todavfa para designar a! hombre de campo y engeneral al ristico; no asi entre nosotros, donde Ia palabra, actualmente de uso mÆsbien urbano, vale in que "grosero", "tosco", "mal criado", etc. Hay pues una aproximacióno por lo menos una cierta coincidencia de origen y sentido entre guaso y guarl’ngo.be este Liltimo tØrminO, motivo del notable ensayo de JosØ Ortega y Gasset. Lapampa... promesas, inciuldo en ci tomo VII de su Espectadoz-, el Diccionario acadmico no registra etimologia alguna, y las de los diccionarios de argentinismos estØntodas equivocadas. Palabra asimismo indIgena, en so origen -y antes de asumir lasaceptiones actuales, bastante parecidas a las de guaso- guarango designô inicialmentea un tip0 mestizo de nuestras regiones mediterrÆneas. Con apoyo en on documentodel Archivo de Indias, lo hemos verificado antes de ahora. ANGEL 1. BATTISTESSA.En tomb a nuestros tipos: ci "guarango", en Agonla, n9 1, Buenos Aires, 1939,pegs. 75.94.

1’

132 HISTOmA us t LITERATURA ABGENTINALOS POEMAS CAUCHESCOS 133

el vocablo gauderio apurita en equivalente coincidencia conpalabra gaucho:

Por æltimo coinbenia mucho a! servicio de Dios, del Rey y delcomun, el establecer una Partida Volante, sin mansion, ni residenciaaiguna, aun que no fuese nias que de diez de tropa que suponen poecien paisanos segiin el temor que los tienen estas geates con un Co.mandante recto y celoso, y que con facuitades a imitaciOn de Prevoste,persiguiese y arrestase a ins muchos malevolos, Ladrones, Desertores yPeonesdetodascastasquelialnanGauchos o Gauderios,loscuales, sin ocupaciOn alguna, oficio ni veneficio solo andan bagueando y circulando por entre las Pobiaciones y Partidos de este Vecindario y susinmediaciones, viviendo de lo que pillan, ya en Changadas de Cueros,ya en arreadas de Cavalladas robadas y otros insultos por el traficoclandestino, sin querer conchavarse en los trabajos diarios de las Estan.cias, Labranzas ni recogidas de Ganados. .

Con sus presuntivos nücleos semÆnticos, no .se advierte

que la palabra gauch despunte demasiadamente favorecidapor las acepciones que la orlan en ci contexto -malØvolo,

ladr6n, desertor etcetera-, y Østa es con frecuencia -conviene no olvidarlo- la dudosa compaæIa en que se la ye cam-pear en los primeros tiempos. El documento aducido no es ciünico, y en otro antiguo papel, tambiØn alusivo al mundo gauchesco, hace ya algunos lustros pudimos asentar nueva etimolo.gia de la palabra malevo, ahora de empleo preferentementei.irhano, pero rural y gauchesco en sus comienzos 12,

11 Cf. EMILI0 Coat, El gaucho, Buenos Aires. Editorial Sudamericana, 1945,pÆg. 177. En Ia misma obra se trascriben otros documentos en los que resaltan Ia muchadejadez y los hÆbitos de vagancia que fiteron propios, no de todos los gauchos perosi de parte grande de los habitantes de la campaæa bonaerense y de los pagos trasplatinos: gauderios, vagabundos, forajidos, inalØvolos, changadores, peones, guasos,etc. Cf. la obra citada, pÆgs. 70, 176, 178, 180, etc.. En Øpoca posterior al documento trascripto Felix de Azara emparienta adn, despectivamente, el tØrmino gauchocon el gauderio. Cf. su Descripcidn e historia del Paraguay, Madrid, 1847, t. I.pÆg. 305. Las referencias del naturalista espaflol apuntan en particular a los hombresde campo de las fronteras uruguayo-brasileiias. En las Ilanuras de Buenos Aires noparece que los individuos designados con tales nombres Ilegasen siempre a losexcesos indicados por Azara. El texto del general Mansilla que trascribinjos pÆginasarriba aporta atendibles toques correctivos.

12 ANGEL J. BATTISTESSA, Malevo, en Revista de Filologla HispÆnica, t. Iis0 4, Buenos Aires, Facultad de Filosoffa y Letras, 1939, pÆgs. 378.382. El men.

ascendencia del gaucho era espaæola, tal vez con hastantes dejos andaluces, y adbigos, como una y otra vez se hadicho. A Ia larga, ci contacto y Ia mezcia con ci indigena hi.cieron del mismo gaucho una curiosa integración humana, casisin equivalente en otras tierras Los viajeros oriundos de palsesde afianzada tradición espiritiiil, aun a vuelta de comprensiblesy justos reparos, nunca desconocieron ci inconfundible conciertode las capacidades y destrezas tipificadas por ci gaucho. Lalista cobra aicance internacional y no carece de nombres notorios: sobre ci posibie oivido de algunos de fechas mÆs remotas,el capitÆn F. B. Head, ci mismo -dicho sea de paso- alque Sarmiento no dejó de tomarle un par de epIgrafes y hastante materia narrativa Facundo, capItulos I y III de Ia PrimeraParte, Samuel Haigh, Felix de Azara, Carios Darwin, Alejandro Gillispie, Roberto Eiwes, ci capitÆn Andrews, Pablo Mantegazza, Roberto Proctor, Xavier Marmier, J. P. y W. Robertson, W. MacCann, Th. J. Hutchinson, E. E. Vidal en ioscomentarios a sus famosas Picturesque Illustrations, R. B. Cunninghame Graham, etcetera. Parecidamente numeroso, en ocaslones de subido valor artistico, es ci nilcleo de los artistas autóctonos y extranjeros que con vision directa alcanzaron a documentarIa vivaz iconografla del personaje. William Holland, ci citadoE. E. Vidal, Peter Schmidtmaher, Carlos Enrique Pellegrini,Carios Morel, Adolfo d’Hastrel, Juan Mauricio Rugendas, Raimundo Monvoisin, Juan Camalia, W. Mac Cann, Otto Grafhof,Stuz, Juan LeOn PalliŁre, JosØ Aguyari, Juan Manuel Blanes yPrilidiano Pueyrredón supieron adelantar, con otros, la preciosalabor fijadora. La desnuda notaciOn de sus nombres -sOlo poreso nos detenemos en ella- suscita Øpocas, evoca panoramas,delimita ambientes, anima fisonomias, diseæa actitudes, corporizautensilios, ejemplifica destrezas. iurgen la pampa y la estancia; y ci rancho, ci jagüei, Ia pulperia, la tapera, la "china",ci caballo, la doma, el galope, Ia carrera, la siocta, la payada,

cionado sefialamiento etimológico suscitó honrosas proposiciones complementarias porparte dcl ilustre filólogo vienØs Leo Spitzer. VCase Ia mencionada revista, t. II,Buenos Aires, 1940, pigs. 177-179.

134 H1STORA DE LALOS POEMAS CAUCHESCOS 135

el mate, la pendencia, ci baile, el arreo, la guitarra, ci cuchub, las boleadoras, el lazo, ci poncho, el chiripÆ, las botasde potro... el gaucho mismo: el de los finales dei’ sigbo xvui,ci de la Independencia, el de las montoneras, el de la mazorca,el de la Confederación, el de los lortines, el de la trasposiciónpoØtica, el de los carnavales y el de... la radio

1Textos y pinturas dan colorida vigencia a Ia silueta lejana.Bajci un atuendo, a veces andrajoso, a veces ni siquiera deslucido por los desgarrones de la Iniseri&, :contrapuesto conjuntode virtudes y de vicios cobraba expresi6n en ci individuo: iaintrepidez y ci desplante, Ia sobriedad y la intemperancia, el recato y ci alarde, la rebeldIa y la diligencia, las finezas de Iahospitalidad y los retenes de la desconfianza, la temeridad y cicÆicuio, la devoción ingenua y los encogimientos de la supers.tición grosera, ci dispcndio manirroto y la imprevisión del maæana, Ia fatiga sin asueto y ia indolencia morosa, ci apego abo comarcano y la vocación ambulatoria, ci empaque fanfarróny la "agachada" oportunista, Ia contención casi caballeresca yla destempianza provocadora, ci chiste avulgarado y la metÆforaretorcida, ci laconismo sentencioso, epigramÆtico o refranero, cijuego dc paiabras, ci metaplasmo disparatado y ci retruØcanohirientØ7

Coi’ ci apoyo de esos textos y pinturas, la antagónica polaridad de iodo mundo psicoiógico, esta vez condicionada, si riodeterminada, por ci ambiente y las instituciones o por la ausencia o la nuia eficacia de tales instituciones, induce a pensarque, en mÆs o en menos, virtudes y defectos, o capacidades ydesventajai han de tenerse en cuenta para una adecuada cornprensión, siempre solo aproximativa, de aquellos ya legendariospersonajes. Importa no aceptar como reales las abstraccionesideaiizadoras de ia misma iiteratura, a travØs de las cuales, ode su simplificaciOn caricaturesca, se sigue configurando y desfigurando ai gaucho. Ni la propensión al contraste ni ci gusto simplificador de las antitesis, caros a los romÆnticos, bastan paralegitimar del todo los trazos inagnificos, pero rnÆs genØricosque reales, de las semblanzas de Sarmiento: ci rastreador,.eibaqueano, ci gaucho malo, el cqnlor. iernpre Jo humano es mez

cia, y mÆs en sus modos rudimentari: ni ias virtualidadesIntimas, ni las proezas corporaies, flu 1 donaire eiocutivo enque se exteriorizan esas virtualidades aconsejan una aceptaciOnpoco verificada de tamalios esquemas. Solo en precisas circunstancias, y ya en una etapa menos elemental de Ia vida de nuestro campo, puede admitirse la separación perceptible, pero nuncatajante, en esa suma de cualidades y defectos. A Ia receptivaagudeza del general Mansilla debemos ci mÆs csclarecedor tes.timonio de la presencia de dos especies de gauchos cabalmentedistintas. Mejor observador que Sarmiento, no por elio ci autorde Una excursion a los indios ranqueles dejó de ser un romantico. En Ia imposibilidad de aceptar corno en bboque las "formas de vida" del gaucho, acaso por amor de la jerarquIa yci distingo, este flexible mundano, avezado en la rudeza agraria

atiesado y curtido en la disciplina castrense, pri5distribuiraformas enindiviclun&.menos simplificados que los delautorde Facundo, aunque sornetidos todavIa a una iluminaciOn deina.siado ait[tØtja:

Camilo es un paisano gaucho, pero no es un gaucho.Son dos tipos diferentes. Paisano gaucho es el que tiene hogar, para.

dero’uijoiiidiabajo, respeto por la autoridad, de cuyo ladoestarÆ siempre, aun contra su sentir.

Tl gaucho neto es ci criollo errante, que hoy estÆ aqul, malianaalla jug or pendenciero en Łdidisciphna, que huye delserviclo cuando Ic toca, que se refugia entre los indios si da una puia1ada,o gana Ia montonera si Østa asoxna

Eliimero tiene todos los instintos de la civilización; imita alhombre de las ciudades en su traje, en sus costumbres. El segundo 7imaIa tradición, detesta al gringo; sulujoson sus espuelas, suchapado,suiiaThei El prit roe quita ci poncho para entrar en Iavilla, ci segundo iitra en ella haciendo ostentación de todos sus arreos.El primero es labrador, picador de carretas, acarreador de ganado, tropero, peOn de mario. El segundo se conchaba para las yerras. El primeroha sido soidado varias veces. El segundo forrnO alguna vez parte de uncontingente y en cuanto viO Ia luz se alzO.

El primero es siempre federal, el segundo ya no es nada. El primerocree todavIa en algo, ci segundo eu nada. Como ha sufrido inÆs que Iagenie de frac, se ha desengafiado antes que ella. Va a las elecciones,porque ci Cornandante o eI Alcalde se lo ordena, y eso se hace sufraio

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136 BISTORiA DR LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCHESCOS 137

universal. Si tiene una demanda Ia deja porque cree que es tiempoperdido, se ha dicho con verdad. En una palabra, el primero es unhombre ütil para la industria y el trabajo, el segundo es un habitantepeligroso en cualquier parte. Ocurre al juez, porque tiene el instintode creer que le harÆn justicia de miedo, y hay ejemplos; si no se Iahacen se venga, hiere o mata. El primero compone la masa social argentina; ci segundo va desapareciendo. Para los que, metidos en lacrisÆlida de los grandes centros de población, han visto su tierra yci mundo p’ un agujero; para los que suspiran por cOnocer el extranjero, en lugar de viajar por su pals; para los que han surcado ci ocØanoen vapor; para los que saben donde estÆ Riga, ignorando dónde queclaYavi; para los que han experitnentado la satisfacción febril de tragarselas leguas en ferrocarril, sin haber gozado jamÆs del placer primitivode andar en carreta, para todos esos el gaucho es un ser ideal.

No lo han visto jamÆs

A pesar de las restricciones con que se lo debe leer, eltexto de Mansilla resulta ilustrativo y merece destacarse por laapreciación sin halagos con que el escritor que tan de cercalo concicIa presenta al gaucho neto. g1aexistenciadel paisano gaucho, titT elas muchas excelencias indicadas,pero be preguntarse si ese tipo constituyó realmente, inclusomientr ci otro tipo desaparecIa, "la masa social argentina".En Ia fcha en que Mansilla esciibIa su Excursion, y mÆs tarde,ello pudo constituir ci desideratum de algunos gobernantes ode una parte de la clase dirigente, pero no cuajó nunca enrealidad ponderable, Supuesto ci margen de las excepciones, nohay manera de imaginar la presencia real de ese dechado

Lucto V. MANSILLA, Una excursion a los indios ranqueles. Edición, prælogoy notas de Julio Caillet-Bois. Fondo de Ctiltura Econóniica, Mexico-Buenos Atres.1947, pÆgs. 293-294. La primera ediciOn es Is de Buenos Aires, 1870, en dosvolilmeries. Aparecida aün en vida del autor, Ia tercera, 1890. es Ia mÆs cuidada.

Para el estudio de las fuentes literarias de Martin Fierro o por to mnosdel rirubito y del contorno en que aetna an protagonists, en ci texto trascripto importa destacar -aunque sea de paso- dos circunstancias sobremanera ililsirativas:

por causas que HernÆndez seæala, so personaje encarrta en cierto moOn, ensucesivas etapas y con explicables interferencias, las dos ciases de gaucho tipificadaspor Mansilla, La del paisano gaucho y la del gaucho neto; 2°. lineas bay en eltexto que contraen, como en compendio. ci asunto mismo dcl poems: "El gauchoneto es ci criolto errante, que boy estÆ aqui, maæana alia jugador. pendenciero,enemigo de toda disciplina, qtie huye del servicio cuando Ic toca. que se refugiaentre los indios si da twa puæalada

faltariaprobar Si unos. cuantosindividuos.bastanpara constituirüæji’upo y nenos todavia una "masa". La nuda condiciónhthriana y la condición cultural e institucional de aquellas gentesobligan a colegir que los rasgos delimitados por Mansilla, aunen ci mejor de los casos, no pudieron coexistir sin yuxtaposi.ción e interferencia.

Lo que se ha dicho y lo que se aæade en seguida no es di.gresión prescindible. .jJteste tomarlas cosas an poco de lejos,tornarIamos a pasrnarnos, como es de uso, ante la semblanzafalsamente arquetIpica del gaucho, que muchos se obstinan en‘ei"en MartIn Fierro, pero que elpoema. y . las .expresasjnanifetacfide HernÆndez contradiceny que a! cabo1acrIticadebe tambiØn .contradecir, jna_veLtoa. Ni los mØritosdel relato ni los rasgos valiosos del gaucho -que los tuvo-se empafiarÆn por ello.

4parte defectos poco merecedores de palabras de indijito,las cualidades definidoras del gaucho, y por cierto las mÆsnobles -ci gusto de la libertad, el arrojo.. y ia baqula.’- ie

heredero,.oscuro ..pero, inmediatodela entereza casi titÆnica de sjp .pr.edecesores uitra’marinos, ejercitados tempranamente, con inquebrantable porfIa,en ci riesgo del descubrimiento y la conquista 14

La cruza con ci indio le habIa instilado mÆs de una gotade sangre no desbravada, y acaso el irremediable tósigo de supereza, si es que Østa no le caIa, segiln piensan algunos, deaquelios presuntos atavismos orientales trasegados por Ia gentehispana.

‘-El peculiar medio c otió las virtudes primeras;ci prol1a molicie atavica, tan consentida y favorecida por

14 Primero con los espafloles, y luego con los nativos, o bien con unos yotros, Ia lucha del indio empezó en la accidn misma de Ia conquista, si no yaen Ia del descubrimiento. Por lo que ataSe a estas regiones del Plata, a partirde Ulrico Schmidei Vera historia... Nurenberg, 1599 irecuentes y pateticasson las noticiaa registradas por los cronistas. Con mhs directa referenda a Iaepoca que aqul interesa pueden verse, entre otros, sin deacartar ci del miamogenerai Mansilla, estos reiatos y estudios: FEDERICO BARBARA, Costumbres de losindios pampas, 1856; ARTURO BARROS, Fronteras y territorios /ederales de laspampas del sud, 1872, y La guerra Contra los indios, 1875.

138 HISTORIA Og LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCRESCOS 139

algunas ventajas de su marco. La holgura del Ærnbito circundante confirmo en el gaucho su propension a Ia vida libetrimaElaislamiento lo hizo reconcentrado, pero lo volvió sensjbl alIdemÆn acogedor y a la compaæIa amistosa_Ejpderasdondeconsu caballo podia moverse en extensiones en que ci ganadosobreabundaba hasta constituir id unica fragosidad del paisaje,e sustento diario le quedaba casi al alcance de Ia mano; mascomo debla arbitrÆrselo por sI mismo, esto le hizo aguzar Ia

y lo habilito en los menesteres de Ia estancia Cuaipara multiplicarle los riesgos, ahI o un pOCO mÆs lejos estabanel indio y el animal silvestre cuarido no el mismo hombre blanco,con frecueiicia no menos peligroso a causa de sus pujos anÆrquicosmäi frenados por una sociedad rudimentaria, casi sinjuiisdinenaque11asoledades.

‘or encima de las fallas del temperamento, o de las carencias e edicacion,ioquenooscurecio del todo Ia subyugantethinqii maleada personalidad del gaucho fue precisamente Iasuepumibie enteieza con que sin mas ayuda que la del cabaTI I ucill y la boleadotas, pronto supo asuiir,yaunominar por modo riisticu pero seæorii, la mesura del panorama y las muchas acechanzas d& ptonq

En medio tan primitivo, ni siquiera le faltó, en tØrminoselementales pero para Øl suficientes, ci lujo de los afanes desinteresados: Ia hazaæerIa ornamesital, ci sentido poØtico, ci garbocoreografico y la afición a Ia milsica 15r_ioqueataiiealidiomaletocó ser beneficiario y copartIcipe - deLhabia, o - de unaspecto del habla, de sus antepasadosespafioles 16* Como otros

15 Siempre gniadores en esto como en todo lo atinente al gaucho, los aludidosprirneros capItulos del Facundo de Sarmiento. con el retrato, ya "clÆsico", desu romÆntico e idealizado gaucho cantor. Abundantes, aunque no siempre demucho rigor tØcnico, las observaciones de fecha mÆs tardia. Entre las contribucionesde fuera, puede destacarse ci estudio, particularmente abarcador, de Albert Frie.denthal, Musik, Tanz und Dtcl&tung bei den kreolen Amerikas, Berlin, 1913.

16 La bibliografIa es frondosa y con hojarasca. Sólo unos nombres y titulosentre los mÆs atendibles: RUFINO Josk Cumvo, El castellano en America, inclufdocomo prelacio en InS .4puntaciones criticas sobre ci lenguaje bogotano, Bogota, 1867;

americanos, ci gaucho la matizó de indianismo, por lo menosen ci vocabuiario. Aceptó ci viejo caudal lingiiIstico que le Co.rresjndia, pero io modthco, y hasta lo enriquecio en ciertosrejistros, segÆn las exigencias de su ambiente y ci juego de

fantasIa .JfA las tradiciones de lejana procedencia sumó las consejas

tctonasyioinflexionesnatias akslichos - de Ia - filosoflarulgaque Ia propia Espalia habia trajinado desde tantas partes js.

viejssj tros.aiiejas estructuras estróficas, tambiØn esai3oles, yr intuición 0 por instinto .po ganar nuevos acentospra la vihuela o guitarra trasoceÆnica, en adelante -c inclusofrente a la posteridad- su instrumento caracterizador, su sIrn.

19 -bob casi heraldico. j

proceso de iocalizaciÆn, admirable a pesar de sus limitaciones y defectos, eigauchol adelantó tambiØn eii.. el - ordcn

otra forma de este estudjo: Bulletin hispanique, 1901; dcl missno autor. Algunasantiguallas del habla hispanoamericana, en Bulletin hispanique, XI, 1909 y XII,1910; MIGUEL DE ToRo Y GISBERT, Arnericanismos, Paris, 1912, y L’Øvolution de Ialangue espagnole en Argentine. Paris, s. a. aunque posterior a 1925; RAMóN MENENDEZPIDAL, La lengua espaæola, en Hispania, California, 1918, hay reimpresión argentina: Cuadernos, Instituto de Filologia, n9 1, Buenos Aires, 1924; MAX LEOPOLDWAGNER, Spanisch-Americanisch und Vulgdrlatein, en Zeitschri/t /fir RomaniscijePhilologie, 1920 version castellana en ci Cui.zderno indicado; PEDRO HENRIQUEZUREFiA, Observaciones sobre el espaæol en America, en Revista de Filologia Es.pafiola, VIII, XVII y XVIII; R. GROSSMANN, Das ausldndische Sprachgut imSpanischen des Rio de Ia Plata, Hamburgo, 1926; E. F. TISCORNIA, La lenguade "MartIn Fierro", Buenos Aires, 1930; AMADO ALONSO, Primeros probiemashistóricos del castellano en America, en II Congreso Internacional de Historiade America, III, Buenos Aires, 1938; AMCRICO CASTRO, La peculiaridad lingiiIs:icarioplatene, Buenos Aires, 1941; W. J. ENTWISTLE, The extension of Spanish toSpanish America, en The Spanish language together with Portuguese, Catalanand Basque, Londres, s. a., E. ALLISON PEERS, Spanish-Now, Londres, 1944; Cit.E. KANY, American Spanish Syntax, Chicago, 1945; B. MALMBERG, L’espagnoldans Ic Nouveau Monde, en Studia Linguistica, Lund, I, 1947, y II, 1948.

17 Vale Ia bibliograffa en Ia nota precedente. Cf. ademIs, ANGEL J. BATTISTESSA,"Lingua" en ci articulo "Argentina": Enciclopedia italiana di scienze, lettereed arti, Instituto Giovanni Treccani, Roma 1929, t. IV, pÆg. 240 y sgs..

18 AUGUSTO RAi. CORTAZAR, Confluencias cuiturales en el folklore argentino,Buenos Aires, InstituciOn Cultural Espafiola, 1944. Noticias y juicios compiemen.tarios con una nómina bibliogrÆfica. Para muestras determinadas, Tease en laediciOn de Martin Fierro lo que decimos acerca de refranes, coplas tradicionales, etc.

Enu.eno TORNER, Vihuelistas espa5oles del siglo XVI, Madrid, 1916.

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140 HISTORIA DE LA LITERATURA AacErTtNA

deLas_exigencia. patic a Las que Øl, n6mada o seminómada, se apresuró a servir, aistes porcorazonada y pQ._sotciôn espontÆnea que poi imposición gubernativa o escrüpulodoctrinario.

No estuvieron todos, peru uchos fueron los "paisanos" quedesde los primeros episodios de li. historia propiamente argdn.tina actuaron con eficacia y anóuilna ejemplaridad. E cortocido

si bienelcombatede Perdriel no les dejó optrturiidad para mostrarse triunfaclores,ni siquiera airosos; o el empuje con que yudaron a San Martiny al general Giiem&s7 estu âltirno segtin tradiclin largameitteacreditada y que ahora empieza a ser controvertida.

Tampoco escatimaron so arrqjoen Los aflos IIamado dejaanarqula, aunque contribuye-un agravarla bajo La incitacióudi caudillos de tierra adentro, en La Øpoca de las morito.neras levantiscas

Enla etapa de Ia Tirania, ci mejor papel, el cinico digno,correspondió a unos pocos gauchos bonaerenses y de las tierraslitorales: al margen de las dos facciones en pugna, solo ellospudieron proseguir las tareas dcl campesino aquerenciado y delpeónapenas trashumante.

Soisegunda..nijtaddelsigxix, con Urquiza y IaConiederacióu, o con Buenos Aires ysus huestes, en el centro,en el litoral y en ci none, lc,s gauchos retornaron una actividad -

muy lucidero entonces -y desde los dias de Rj y desu carnpaæa ureæa contra ios indios-, en cantidades consitierabies, los gauchos empezaron a sufni zotedor1servicio de la frontera y el no menos grave de la propiadesidia. -

el cese de las luchas intestinas, La consolidaciOn ins.titucional y el cambio sobretiidi en la vida rustica de_ tierraadentro terminaron por darles ci presumible goipe de gracia

iTasta entonces -vØanse las obras y las fechas--, en cuantoalo literarro el gaucho solo hahta sido el comodo y embozado

urbanas qruralesobienei

LOS POEMAS GAUC5ESCOS 141

fÆcil motivo.parOdico delas.actitudes y de1hab1reaImenteiipinos20

.. igu1enteexaltaCthILde!gaucho -preciso es decirlo- -fue casi siempre un arbitrio para paliar, un poco tardlarnente,iquel desidioso demorarse en formas de vida que la altura delsiglo xix y los "tirones" del pals en su crecimierito habIan vueltoarcaicas y prÆcticamente irisosteriiblesj

Algo era preciso argüir frente al afincamiento del campe.sino forÆneo, por lo demÆs poco o nada resistido por ci hombreautóctono. Fuera de Lo que pudo quitarse por prepotencia. o porusurpación lisa y ilana, carece de exactitud hablar de desposesión y despojo por parte de los reciØn liegados, sobre todoen la heredad que abria en ese entonces -segün lo hace toda.via boy y acm podrÆ hacerlo maæana- un rezago tehIrico maternalmente holgado, y para tantos.

No falta la contraparte. Eii la misma exaltación Ilorabauna justaaæoranzade Ia activiid_1esgosayIR1iiteresadadel

gaucho frente a! menudo e iniriteripido desvelo pecuniariodel inmigrante, bra tamhieifT restringida, la perdida posibilidad de poder disponer de tuclo de todo lo indispensable,por lo mŁnos, aun sin necesidad de poseer nada de gastaimticho esfuerzo. para adquirirlo.

En adelante, mItico, casi ritualmente exaltado sobre el nervios pedestal de su cabalgadura, con su sombrero, su poncho,su chiripÆ, sus botas, sus espuelas, su facOn y su guitarra, cigaucho no tardO en erigirse -en ser erigido mejor dicho- ensimbolo convencional, a veces pertinezAte, con frecuencia made.cuado, extemporÆneo y descornunal ynacional ytro.

20 Asi, casi invariablemente, en 1-lidalgo, Ascasubi y del Campo. No se niegael conocilniento que estos escritores, en particular los dos primeros, tuvieron del hablacampera. Con todo acaso sin mÆs excepci6u que ciertas tiradas de Ascasubi,La mezcla idiomÆtica nos descubre al autor emboscado detrÆs del personaje. Estod servirse de los rlsticos para explayar sueltamente preocupaciones o burlasma, 0 ulenos urbanas denuncia, bien so coinprende, lejanos antecedentes espailules.V. ANGEL J. BATTISTESSA, Juan del Encind. Canciones, Ed. "FÆbuia y Canto",Buenos Aires. 1941. pÆg. XLV y sgs..

142 NISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA Los POEMAS CAUCRESCOS 143

Esto asentado, Ia realidad que nos solicita es la que alientatodavIa boy en la concreción poemÆtica suscitada por el gaucho,o en Ia quo reelaboraron o remedaron luego, con vario acierto,los escritores mÆs o menos allegados a las maneras vitales y alos usos elocutivos del peculiar personaje.

Antes que por los esquemas cronológicos o los lapsos gu.bernativos tan perezosamente observados por los criticos, nuestras generaciones literarias deben ser singularizadas por la actitad de cada una de ellas frente a los temas y a la expresióndo lo argentino, o de lo que como tal conceptuaron ellas y con.ceptuamos nosotros.

Con Esteban de Luca 1786-1824, con Vicente Lopez yPlanes 1784-1856, la generación do 1810. dijo el impuiso delos americanos conscientes dcl propio destino, y anunció, pregonera, los albores de la patria 21,

A salvo ci residuo colonial y seudoclÆsico, la de esa gene.raciOn fue una poesla exciamativa y concitadora. La Lira Argentina, el primer volumen conjunto de nuestra lIrica, ofrece pruebapalmaria de ello 22,

21 A la "Cancidn patriótica" del primero "Sudameiicanos - mirad ya lucir -de Ia dulce patria - Ia aurora feliz. - La America toda - se conmueve al fin,- y a sue caros hijos - convoca a la lid, - a la lid tremenda - que va adestruir - a cuantos tiranos - ósanla oprimir. . ." no tardó en seguir Ia"Marcha patridtica" del segundo, luego Himno Nacional del pueblo entonces recientelnente libre "lOid mortales... !", "Se levanta a Ia faa de La tierra, unanueva y gloriosa nacidn...". Signo estilistico de is undriime actitud emancipadora,los versos aquf recordados bastan. En los periddicos de Ia Cpoca y en el repertorioqua mae tarde les clio acogida tales muestras se multiplican y convalidan toque decimos.

22 La lira argentina, o coleccidn de piezas poØticas dadas a Ia Iuz en BuenosAires durante la guerra de su independencia, Buenos Aires, 1824. Falta todaviatin estudio comprensivo de esta primers antologia, signo inequivoco de La unani.midad antedicha. Aparte piezas como las de Lopez y Planes, de Luca y algOnotro bardo coetmneo, no es mucho ci caudal poCtico ya secularmente estancadoen sue quinientas y tantas pdginas. En compendio, ci libro recela una verdaderaniina de indicios aprovechables para ci estudlo de Ia historia patria y de loscomienzos, igualmente patri&icos, de sue letras. A pesar de los resabios diecio.chistas, los ritualismos neocldsicos y las tImidas insinuaciones roindnticas, nodejan de percibirse sill unos vivaces anticipos de formas expresivas ulteriores,sin siquiera exciuir - y es detaile importante aunque no seflalado - los de lasque mae tarde recibieron denominacidn de "gauchescas". Cf., a tItulo de nluestra,las pIginas 248-255 y 420-434, en Ia indicada ediciOn de 1824.

Con ci Esteban Echeverria de Los consuelos, la generaciónromÆntica de 1830 contrae ci lirismo coral de las marchas pa.trióticas a la confidencia de la efusión intimista. No extraæaque en 1834 ci mencionado volumen apareciese a su vez comoci primer libro de versos argentinos debido a una sola pluma 23

Luego dcl momentÆneo retraimiento, era natural que tambiØnaquI el romanticismo confesional se desaforase y pusiese a buscarresonancias en ci mundo en torno. Propalado ci nacimiento dola patria, importaba retratarla, y, ventaja grande para el estroromÆntico, la Argentina de entonces era sobre todo paisaje.

Atraldo por las sugestiones dci "color local", cs explicableque EcheverrIa se hiciera Ænimo para lijar Ia modalidad distintiva, como ninguna espaciosa, de ese contorno: la pampa, odicho con vocablo mÆs lato, ci Desierto. El cambio producidoentre los poetas de una y otra generación salta a ios ojos cousOlo hacer memoria del comienzo do La Cautiva. Pero ci endeble EcheverrIa, prefiguraciOn con todo del intelectual argontino completo 24, fue todavIa mÆs lejos. Agotado por razones detiempo ci tema Øpico-lIrico da la independencia, a Øl Ic tocOproponer ci motivo, otra vez plural, pero ahora contrapunteado,de una poesIa vueita a la expresiOn de los antagonismos de Ianación adolescente. Inauguróse asI, en la larga vIspcra de Ia organizaciOn constitucional y federativa, ci tema de los proscritos,en seguida amplificado en las profusas variaciones do JosØ MÆrmol.

LavisiOnadelantadapor EcheverrIa no dejó de ganar fluevos acentos en la pintura do los panoramas y en la caracterizaciOn de los hombres de nuestro campo. Soleados toques reaiistasno tardaron en yuxtaponerso a los davIa matinales y no bientrabados del primer romanticismo. El mundo, las figuras yeilenguajevernÆculos aparecen fundiaos certerarncnteen algunasde las creaciones suscitadas en Its etapas contiguas. No pocas

23 V. ANGEL J. BATTISTESSA, El tItulo del primer volumen de Ia bibliograliepoetica argentina, en Boletin del instituto de Cultura Latinoamericana, aiio X, a0 61,pdgs. 1-5, Buenos Aires, 1947.

24 ESTEBAN ECHEVERR1A, La Cautiva, El Matadero. PrOlogo, notas y apØndicedocumental e IconogrÆfico de Angel J. Battistessa. Ilustraciones de Eleodoro E.tarenco. Buenos Aires, Ediciones Peuser, 1958.

Los POEMAS GAUCHESCOS 145144 if I51ORA DE LA LITERATUSA AIICENTINA

dieron en servir,rnÆ menDs- ubiertamente, a- la-polØmica

inintepjda, y tan recia, de las contiendas sociales y 1asfc-

ciones partidarias. Fue surgiendo asi. inconfundibieIa Ilamada

"poesIa uchesca"JIlna vet rns y para un niejor distingo nos perTnitimos re

mitir al lector a otras comprobaciones , pero conviene recordar

que esa designación de "poesia gauchesca" orilla siempre una

confusion de concepto, tan repetida como fastidiosa 26 Manifesta

ciOn verbal sui generis, hoy en su totalidad perdida, la literatura

gauchesca o de los gauchos reconocidamente tales constituyó un

quehacer elocutivo, recitble y cantable, tradicional pot Ia ma

teria y de trasmisiOn oral en cuanto a Ia forma, como de genie

que ni Ida ni escriblaPor noticia cle vieja data y remanentes orales infiltrados

en creaciones luego fijadas pot escrito ,sabemosquej$iJQs

gauchos fue una poesIa de ricarnaterla. narrativa. Los arrestos

itidividualistas de estos personajes y las sugestiones de su con

tomb no dejaron de trascender a esa poesia con frecuentes reso

nancias lIricas, as por la melancólica soledad de los horizontes

y por las presumibles interferencias con niodos de decir y de

cantar radicalmente locales El qua Ia vidala, la vidalita y otras

formas privativas del lirismo gaucho tomen su nombre de vo.

cablos compuestos por yuxtaposIciOn de elementos morfolOgicos

y de implicaciones semÆnticas de procedencia espafiola e mdl.

gena constituye, creemos, base plausible para apoyar este su

puesto . En no aprendida eniulacióri con los pastores y boyerosde los dIas antiguos, era natural que en medio tan espaciosa.mente eclOgico aquellos personaje se aplicasen, con parecidoahinco, si no con parecida finura, a las fruiciones del cantoalterno. Residuo de la heredada bizarria del medioevo, acÆ aducida por los conquistadores, gustodejiiaØpico.lIricay del comrapunto I irico-sentenciuso the arbitrio expresivo muyiecuentado ntonces apsia oral de los gauchos Ia cuadraasI, en tØrminos amplios, Ia global designación de poesia "payalnresca"’°i - -

Sin hcer cuenta de lo que desfigurado hasta lo irreconocible puede haberse escurrido en ciertas ulteriores manifestacionesde sesgo rCistico, o fluir todavIa, subterrÆneo, por ocultos caiicesfolklOricos, realidad muy distinta, con presencia textual, es Iade esta otra especie a la wpor contraste y por neCsaria redundancia’pniniJarn.ar"es.crita". esJiwratura gauchesca pie en verdad conocemos y aunque nQj ep Qj2astantes elementosderivados Ia primera, muchas son las ocasiones en que suscomponens no implican sino productos literarios ficticios, convencionales y hasta caricaturescos.

Quien dice literatura dice lengua, como presupuesto necesario. HubQifluda una lenguaque en sentidorestrictopuede

Martin Fierro. Ediciones Peuses, possum

Es to usual entre nosotros. En el caterlo! solo Federico de Onfa ha ,ldo

ci ünico que en terminus sumarios perU precien. ha procllrado superar de radical

msnera Is con fusi6n sobredicha SiartIn Fie,ro p Ia poesia tradjcinnl, en Borne

naje a MenCndez Pidal. Madrid. 1925, t. 11, page. 403416. Pars ma compreniVa

resefia do ese estcjdio, ci., ademÆs: AM4RICO CASInO. En torno a Martin Fierro.

en La Nación. Buenos Aires. 27 de unio 1926. pÆg. 2.

2 Este imprescindihie distingo, previo a tods estimación vdlida, no as Irecuente

en toe crfticos Locales que discurren por toda a literatura argentina cotno en un

predio de Cu propiedad exciusiva.28’ En nuestras colas al texto del poems ae seialan bastantea cnuestraa.

ANGtL .1. BArilsiEssA, Notas lexicogra’Jicas, apostilla a vidala, vidalita..9oletin del Institirta de F’iioiogia, Facultad de Filosofla y Letras. Buenos Aires,1926. pÆg. 62.

30 Reconocidos los rasgos cue esiabonats Ia filiacidn y explican algunas coincidencias de tales formas y modos po&icos, cabe reaccionar - segdn lo hacernosen otro sitio - frente a Ia poca adecuación de los paralelos y aproximacionesque con perentoria vistosiclad metafdrica pero con muy dØbil pertinencia histØricay filoldgica asentó Leopoldo Lugones en las pdghsas de El poyador, su libro rnÆsespecioso y menos verificado,

No fuØ Lugones, por to menos, el primero que di6 en destacar esas aproximacionea y paralelos. Cl. F. Psc, Los payadoTes gauchos, Darmstadt, 1897. Contrariarnente a lo que suele afirmarse, tampoco corresponde a Lugones el tauroprimicial de haber afirmado a Martin Pierro como Ia obra mejor lograda delflarnado "gØnero gaucliesco" y como el poema nacional de los argentinos. Sincomas as afirmaciones de los mhs inmediatos coetÆneos do ¶-Iernhndez ni ssqmerafaltaron los inicios periodIsticos, segØn mostramos mds adelante, la proposiciduenteriza corresponde, en todo caso, a Martiniano Leguizsmón, en an De cepocriolla, Buenos Aires, 1909.

146 HISTORIA DE LA LITERATURA ARCEf1NA

liamarse uchescaL...fue4juna modaliclad del habla ruralargentina primordialmente constituida con el caudal de las formasmas o mens evolucionadas de là Iengua de los antiguos conquistadores y coIonizadoreJEste iejo sistema expresivdjpersis.tió en laconservacion de muchas c.aracteristicas del espanol po.pularj ya de si lgo arcaico, precldsic1 segcin Ia desigiiacionno del todo exacta con que eutre los filólogos suele o sesolIa designar el habla trasportada a America coil anterioridada la Øpoca Æurea de la literatura castellani ‘.

Cual queda recordado pÆrrafos arriba,TIa influencia de laslenguas indIgenasnudO’ menos quelacerse sexir, Si no ma.yormenteen lifonetica,b en Ia moriologia y Ia sintaxis, siine1vocabu1ario7La fauna y la flora americanas, o Ia peculiartoponimia de esfis comarcas, no podian ganar nominaciOn ade*cuacla como no fuese en las lenguas autóctonas. Segón sucedeen toda actividad verbal mejor o peor coordinada, las tenden.cias analOgicas y las mismas necesidades del medio hicieronque lo arcaico espaæol, ya acrecido por los indigenismos, seorientase aqul a Ia formacit5n de dicciones hibridas o de decidi.do corte neolOgico.

Como toda Iengua popular en parecidos estados histOricos,lalengua gauchesca9 y mas ampliamente la vieja elocucion de

Thuestra campaæa, lue una lengua hablada, no escrita si bienmuchos de sus eleinentos tuvieron que reobrar, mÆximen aquelestado social elementalisimo, sobre el habla urbana y aun sobreel habla literaria .

A1 ser escrita, y en cierto modo imitada literariamente, conesa lengua no tardO en producirse el mismo juego de interferenciaantes denunciado en Ia poesia gauchesca en que cobrólorma. Este ha sido siempre un trance inevitable para todo es

81 MAX LEOPOLD WAcNn, Spanisch-Americanisch and vulgärlatein en Zeit.sc/in/I für rornanLsche Phulologie, Halle, 1920. Hay version espaflola con ci titulode El espaæol de America y el latin vulgar, en Cuedcmos del lustituto deFilologia de Ia Facuhad de Filosofia y Letras, no 1. Buenos Aires, 1924, pÆgs.15.86. Para otras referencias vØase to consignado en las notas 16 y 17.

32 AMR!CO CASTRO, La peculiaridad lingüistica rioplatense y au sentido historico, Buenos Mrcs, Editorial Losada, S. A., 1941.

LOS POEMAS GAUCHESCOS 147

critor no cerradamente dialectal. Para volverse de aiguna ma.nera literaria y proyectarse fuera del rncleo delimitado en queno se sentIa necesidad de emplearla,aIenguagaucheaescrita le fue forzoso admitir en proporci6n grande uiii rgaareciable de invenciOti personal, o de prØstamos requeridos deIa tradiciOn "urbana" y literaria .

Apuntando a lo vÆIido, como’primeros conatos de esta modalidad segunda de Ia lengua y de Ia literatura gauchescas sueleindicarse un par de bocetos draniÆticos, anOnimos y de finesdel siglo xvm . Las costumbres del gaucho, sus aficiones y menesteres ci caballo, el lazo, las boleadoras, el mate, etceteraaparecen ya en tales bocetos, en los que tambiØn el habla seinsinüa con matizaciOn localista. Por modo complementario importa prevenir que la presencia de ese incipiente mundo gau.chesco puede sorprenderse antes de entonces en algiin textonarrativo del iultimo tramo de Ia misma centuria decimoctava .

Con apenas Ia excepciOn de un aspecto de la actividad deEcheverria en Ia elusiOn intimista de Los consuelos, hasta la horacasi finisecular del ModernismofLniâssj noeltododejaliteraturaargentinanacjocojJØ incitaciones deordenextraestØtico, directarnente enardecidas por las horas y las

nadiedebe sorp.renderse. .Priinero Ia obligaciOn, luego ci noble recreo.

En ci lioroso bucolismo pampeano, y en los dIas anterioresa Ia independencia, la efectiva iiteratura gauchesca -Ia tradicional- pudo todavIa remansarse en ci relato cle acontecimien.tos algo al margen de Ia rutina cotidiana o en Ia presumible

Ilustratjvos ejemplos seialamos en Ia edicidn de Martin Piemro.84 El 0mm- de Ia i’sfanciema y Las bodes de Chivico y Pancho. Cf. las cdi.ciones de Mariano Bosch, en Origenes del teatro nacional. Facultad de Filosoffay Letras, Insiftuto de Literatura Argentina. SecciOn documentos, primera serie,t. IV. Textos dramÆtjcos en verso, Buenos Aires, 1926, pOgs. 1-37 y 39-72 respec.tivament.

Queda mostrado documentalmente en una disertaciOn unjversjtamja en tornoa Ia lucha mitre espafloles y portuglieses en 18 colonia del Sacramento. Texto deuna "Relacnin" crj.,ervada en eI manuscrito 10.942 de la Biblioteca Nacional deMadrid. Un traslaijo reducjdo de esa disertaciOn mOs algunas estrofas del relatoprieden verse en: ASCEL J. BATTISTESSA, Antecedentes de a poesia gauchesca enel siglo XJ’JJ revista Sum, Buenos Aires, noviernbre, 1935, p0g. 90 y sigs.

148 5{LSIORIA DE LA LITERATtJRA ARCESTINA LOS POEMAS GAUCRESCOS 149

elusion melancOlica de aquellos hombres frente al inconmensu.rable desamparo de su horizonte.

En cambio, y desde su cornienzo, ipesIa gauhsaescrita,es decir -y dicho sea de una vez- Ia oesIaala maneraghesca, tuvo que ser vehIculo de preocupaciones extraliterahas, ijs o eçpnvalentes alas que entones actüahäniobielas letras urbana no menos en las de pura imaginaciOn queen las de corte doctrinario.

Antes de 1820, en sus "dialogos" y "cielitos", el rioplatenseBartolomØ Hidalgo 1788-1822 expresarÆ algiin episodio conmemorativo de la gesta libertadora e insinuarÆ el despunte tielas luchas interiores 36* En las versadas de los "trovos" y "relaclones", luego compactamente recogidas en su Paulino Lucero,o los gauchos del RIo de la Plata cantando y combatiendo contraLos tiranos de las RepÆblicas Argentina y Oriental del Uruguay 1839-1851, el unitario Hilario Ascasubi 1807-1875 en

,contrarÆ un arbitrio pintoresco para asestar sin mucho ocultamiento sus andanadas antigubernativas: afirmó asI, con verbosaeficacia, la repulsa que le inspiraba Don Juan Manuel de Rosasy sus sanguinosos satØlites de esta y la otra Banda .

Hacia 1850, el mismo Ascasubi, ci ayer encocorado Anicetoel Gab, pudo ernpearse en dar tØrmino a su Santos Vega,o los Mellis de la Flor, poenia de planteo pasablemente orgÆnico y de intención casi exc1usiamente evocadora. Como quienvuelve hacia atrÆs, pero con centaja, Estanislao del Campo1834-1880 retomó y afiligranO en cierto grado el oficio desu maestro. Bajo el seudónimo eniulador de Anastasio el Polio,ejercitó a su turno ci uso humoritico de la figura del paisano:sOlo que ahora -otro signo del cambio de los tiempos-lasmaneras, si no ci remedo gauchesco, servirIan un propósito me

3 Los Didlogos patrióticos, repÆrese en el tItulo aparecieron entre 1820y 1822.

37 Casi todos de data bastante anterior, los escritos de Ascasub fueronrecogidos por Øl en tres densos volÆmenes. Paris, Paul Dupont, 1872. Allise aprietan, entre otras menos importantes, sus principales creaciones: Los "trovos"de Paulino Lucero y Anjceto el Gallo y su obra de mayor aliento. Santos Vegao Los Meilisos de Ia Plor.

nos combativo. y mÆs-amable: narrar un episodio del incipienteflinto urbano de Buenos Aires -una representación delFausto de Gounod, supuestamente "vista" y supuestamente "olda"por un hornbre de la campalia de paso por la ciudad .

Ya presente en las referencias descriptivas y nomencladorasde las primeras novelas locales, come en la /.Jrnalia de MÆrmolsobre ci promedio de Ia centuria pasada, esa misma ciudad hahiade constituirse, hacia 1880, en formal personaje novelIstico, bajoci tItulo -de suyo ilustrativo- de La grart aldea de Lucio V.Lopez

Por esa fecha, poco mÆs, poco menos, en presurosa correspondencia onel irtQ d1a *1quza yel auge ‘:lip,in literattira de materiay1ezigua camperas cumplió sn realizacidnmâs alta precisajn La ellaWIn los episodios solidarios del hInico libro funda

mental de JosØ HernÆndez .En medio de los reclamos de la hora, que Øl supo escuchar

con generosa pero inoperante premura, por las alternativas desit formación y ci sesgo tan t;ersonal de su talento, dos vecesexcepcionalmente solicitado, este_auorcorsigj_crareseçlogauchesco con una creacióri no menos conforme a lo tradicionalque ougmalismia, en ventajosa y ieflexiva contradiccion con losarnaæos y las uiteriores corivenciones del gØnero.

PoesIas, Buenos Aires, 1870. En ci volunten, entre composiciones de cargcrervario, muchas de ellas no "gauchescas", figura Ia obra aludida, Fausto. De prinlerainención el poema habia sido impreso en el Correo del IJontingo, a fines de setiembrede 1866. Casi dos lustros antes, en Los Debates del 14 de agosto de 1857, Del CatnpoliabIa comentado ya, "a! modo gauehesco", la representación de una opera asi"vista" s’ "olda" por un paisano en ci viejo teatro ColOn de Buenos Aires.V. ANGEL J. BATTISTESSA, Genesis periodistica del "Fausto" -una desconocidaprefiguraciOn de ese poema "gauchesco"-, en ,dnales del instituto Popular deConferencias, vigØsimo sØptimo ciclo, aflo 1941. Buenos Aires, 1942, t. XXVII,pÆgs. 309-321. ConsOltese el estudio respectivo de Rafael Atherto Arrieta en estamisma Historia. Cf. ademOs, ESTANISLAO DEL CAtIPo, Fansto, Buenos Aires, Ediclones Peuser, 1951.

Originariatnente publicado en fornia de folletfn en el Sad America, ci relatose dio luego en voumen en 1884.

"‘ Ci., para La, referencias, las notas nos. 49 y 50.

150 IJISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA Los POEMAS GAUCHESCOS 1 51

LII

Por las fechas todava no muy lejanas, las noticias de suactuación ptiblica, el testimonio de Ia familia y el de las personas

que lo conocieron, con excepción de pormenores prescindihies,sucesos, episodios y circunstancias de la vida de JosØ HernÆndezno plantean niayores dudas; heeha salveclid de alguna precisi6ncomplementaria que importa establecer, rectificar o tener encuenta, esos sucesos, episodios y circunstancias tampoco reclamanel agobio de la ingestion erudita otras veces indispensable. Sise desbroza e interpreta lo que se conoce, ello es suficiente parano equivocarse en lo que toca a la modalidad profunda delautor de 1l’Iartln Fierro. En tØrminos generales, la crItica no haaprovechado esa ventaja. Conviene recoger los datos dispersos,y aumentarlos en lo posible: cuanto mayor sea el nümero delos trazos que se afladan a la seniblanza, el perfil espiritual yIiterario que correspondla avizorar desde el principio resaltarÆcon mÆs fuerza.

Las noticias contenidas en el conato biogrÆfico, utilIsinio,pero profuso e incompleto, de don Rafael, el hermano de fluestro don JosØ, las agregadas por las hijas y las nietas, o laspocas afladidas por algÆn estudiuso, a salvo las excepciones, sue-len repetirse sin mucha fatiga, y sOlo de dos maneras: cuandono se las anega en oleadas de frases laudatorias, que nada ninadie ataja, se las comprime en una especie de recordatoriosumario, a veces tan apretado como el texto de un telegramaeconOmico ‘

CesÆrea virtud Ia de la concisiOn, y plausible. Este segundoprocedimiento, por poco que el comentarista bordee los excesos,es el que arrastra menos riesgos. Pero ademÆs el comentaristadebe destacar en cada caso, probadamente y no a tiento, Ia personal, la intrasferible significaci6n de tales noticias. Ni los hechospor si solos, ni los documentos de procedencia varia -comoen nuestros dias la liamada "cØdula de identidad"- identificanespiritual y acabadamente a nadie.

Unabiogfia s an re flto. la presencia de un alma queactÆa en un cuerpo, desde un ericuadre histórico cabalmente deli.mitado; en carnbio, aimque a veces lo presuponga por vIa deinformaciOn o a titulo de seæalamiento genØrico, una biografIano es, no puede, nçleeser uninventario. Y no vale consentirque sea un panegirico y menos una "carga" demoledora. No esel respeto humano lo que aconseja este criterio. En el ordende lo real resulta imposible que la vidaefectivadeunhornbremuestre eqaeiiciailTuta con el elogio o la reprobaciónque esa misma vida lucre en el consensode lo 44.s hombrqs.

El parcelado detalle informativo no constituye un fragmentode verdad que adicionado a otros fraginentos pueda proporcionar al biOgrafo una abarcadora nociOn de conjunto. La activi.dad de todo hombre alienta como un contexto vivo, y ci alma,que es unidad misteriosa, posee tambiØn su sintaxis. Sin queimporten las contradicciones ni las intermitencias, cada hechodel varOn singular, y aun del varón vulgarIsimo, mal consiguemanifestar esa signilicaciOn que le es propia, si el crItico, siasI puede decirse, Io lee aisladamente, o segiin el enlace, soloextrInseco, del simple nexo cronolOgico; importa que ci crIticolo articule y lo personalice; que sorprenda, que por lo menosentrevea en Øl, en el hecho, Ia acepciOn frecuentemente imprevisible, y hasta opuesta, que el entero contexto conciuye por imponerle.

41 Lo fundamental es lo anotado por don Rafael HernÆndez, en Peliua;ó"Nomenclatura de las calles. Breve noticia sobre los poetas argentinos que enellas se conmemoran", Buenos Aires. Imprenta de Obras de J. A. Berro, 1896.Los datos relativos al poets figuran en las pÆgs. 79 a 90. En cuanto a otrasnoticias, no es mucho lo que se ha afiadido despuØs, aunque no fattan artIculo,y on par de libros sobre estos aspectos biogthficos. Con otras fuentes, algunas

de las cuales se indican mis adelante, tales trabajos han sido puestos a contribuciónpara delinear estos trances y episodios de la vida de Hernndez. Se aprieta pues,en conjunto y segizn Ia natural coordinación cronológica, un apreciable acervo denoticias.

152 HISTORIA DR LA LITERATURA ARGENTINA LOS I’OEMAS CAUCHESCOS 1 51

* Ocurre que aun Ia docunieiitación mÆs fidedigna no extrafi.gura sino los meros indicios de una particular actividad Intima:sOlo cuando se los vitaliza y Se los comprende en su originalinterdependencia puederi esos indicios insinuar una vision aproxi.mativa, siempre solo aproximativa, del personaje estudiado.

JosØ Rafael HernÆndez y Piieyrredón tal ci nombre cornpleto, desuØs abreviado segiin lo conocernos, naci en Ia nochedel lanes lOde noviembre de 1834, en la Chacra de Pueyrredon, en Ia antigua casona de Perdriei, San Isidro, en las afuerasy al noroeste en ci partido de San Martin. PpnRafaeljlernÆndez y dona Isabel Pueyrreii, aiiic porteæos, fueronsuspadres. La lInea paterna era de raigambre espaflola, pero conluc1do conipoitamiento cuollo Dos de sus tios, Eugnio yJuanJT1iiez, fiie:on coionles en la gueua de Ia independencia. Eii1831, ci Oltimo de los nombrados estableciO ci primercampamento cristiauo en Choel-Choel, se distinguio en ItuzaingOy murió en Caseros, sin Ænimo de retirada, al frente de Ia infanterIa de Rosas. Lailnea rnaternatenIaarraigo porteiio, ynotorio. En 1769, una hija del ernigraclo islandØs OiDoggan, nacida en ci pals, se unió en rnatrimonio con an caballero vascofrances de apellido PueyrredOn. Casi en seguida los descendientesentraron en nuestra historia, pero en ci entretanto, mientras cipals no reciamaba un desempeæo de tipo heroico, los antepasados maternos de HernÆndez supicron destacarse en menesterespacIficos, aunque arriscados. Su bisabuelo y sus tloabuelos,Canmaflo y San MartIn, todos iniportantes hacendados de Bara.dero, a comienzos del siglo xix y aun en los fines del sigio XVIII,

"no tenian rivaies como los inÆs ostentosos y genuinos hombresde cainpo" 12

A don Juan Maria Pueyrredón le tocó inaugurar Ia horapatricia de la familia, cuando en 1806, desde ci mencionadocaserIo, dio en acaudiliar a ld primera caballerla gaucha. enci intento de resistencia frente a las tropas inglesas del generalBeresford. El mismo perscnaje, no hay quien lo ignore, fue

despuØs brigadier general, destacadIsimo en los primeros ejØrcitos argentinos, Director Supremo de las Provincias Unidas delSur y colaboraclor dc San Martin en Ia mÆs gloriosa de susempresas.

Tb abuelo de Herndndez, este Pueyrredón tuvo tres hermanos: JosØ Cipriano, el abuelo, Diego y Juan AndrØs. Todos sedestacaron en la reconquista y defensa de la ciudad del Piata,en 1806 y 1807.

En una cronologia mds cercana, otros parientes de Her.nÆndez se comportaron tambiØn como batalladores esforzados."Fueron sus tIos por la ilnea matcrna -aclara ci hermano noticiero- ci coronel de la Independencia, oficial de granaderosa caballo, Manuel Alejandro Pueyrredón, que tenla diez y sietecicatrices en ci cuerpo, escribiO sus rnemorias militares y muriOen ci Rosario; don Diego Pueyrredón que murió joven en labatalla de Ciudadeia, y don Fortunato PueyrredOn, que cayO pri.sionero de los espaæoles en la misma, y cargado de grubs ycadenas mario a los seis aæos en las horribles crujlas de CasasWatas en ci Callao. . ."

En la misma ilnea dc la ascendencia materna, ni siquierafaltO un artista superiormdnte dotado en ci orden de lo pldstico.Los biografos del escritor no suelen mencionarlo -acaso porquetampoco lo menciona don Rafael en sus desmadcjados recuerdos-.Aludimos al pintor Prilidiano Pueyrredón 1823-1873, hijo dedon Juan Martin. Por lo sonado del personaje, extraæa la faitade esta noticia en ios escritos del mismo don Rafael y en losdc sus repetidores mds o menos directos. Inicialmente ella pudorieberse a una reticencia o escnIpuio de familia, a causa de alguno de los episodios todavIa no diiucidados de Ia vida delartista. Tampoco parece imposible que ci fraterno biOgrafo hayaqucrido limitar sus referencias a los varones hazaflosos en elinenester rural y en ci bØlico, con exclusiOn de los antepasadosde menos denuedo externo. Hacia 1896, fecha del acopio decasi todos estos seæalamientos genealógicos, ci nombre y ci renombre de Prilidiano Pueyrredón habIan entrado ademÆs en esa

‘1 RAFAEL HERNANDEZ, Pehuajó, pÆg. 80. 43 RAFAEL FIERNANDEZ, op. cit., bc. cit.

154 HISTORIA DR LA LITERATORA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCITESCOS 155

zona de eclipse de Ia que solo lograrlan emerger -con brillo casiglorioso-- hace apenas unos lustros. Las causas de esta preterición poco cuentan, pero yi es tiempo de no insistir en ella.Sin pensar en Ia forzosidad de determinados atavismos, el aciertodescriptivo del pincel de Prilidiano PueyrredOn reaparece -mediadas las debidas trasposiciones- en la pluma del sobrino. Lacoincidencia -a salvo lo personal y diferente- va mÆs lejos.Aunque adiestrado junto a maestros europeos de difIcil identificación pero de incuestionable presencia, Prilidiano Pueyrredón-como el propio JosØ HernÆndez- se afirma desprendido casipor entero de mayor influjo ajeno. jQuØ motivaciones de otraspartes y, sin embargo, quØ acento criollo y bonaerense en elevocador del pago de San Isidro, retratista de don Juan MartIny de la encarnada Manuelita Rosas!

En lo literario -y acaso por razones parecidas- tampococita Rafael HernÆndez a Juana Manuela Gorriti 1819-1874,siempre pronta para liamar a don JosØ "primo mb", o paradecirse de Øl "prima afectIsima" .

1chapado a la antigua, el abuelo paterno deJoseHernandez, don Jose Gregorio Hernandez Plata, habia Ilegadoal pais en 1779 Vecino de Buenos Aires, fue miembro del Cabildo yjuvo pane importante en la dirección arquitectónica dela Recovajosefa de los Santos Rubio, su mujer, le dio hastaiiece hij9s. Cuando uno de ellos, Rafael, todavIamenordeedad,casó con Jsabel Pueyrredón, don JosØ Gregorio desaprobó el matrimonio, que sOlo pudo efectuarse con venia judicial. Los jOvenesabrigaron su afecto en la holgada hospitalidad de la chacra.propiedad en ese entonces de Victoria PueyrredOn de Pueyrredón,ha de la reciØn casada.

El 27 de julio de 1835, el pequeæo JosØ recibió el agnadel bautismo en Ia parroqula de la Catedral al Norte, Ia actualbasilica de la Merced, en la calle Reconquista . Con Magdalena,

44 Asi en su epistola laudatoria enviada desde Litna. en abril de 1880. Cf.El gaucho Martin Fierro, por JosØ Hernndez, dØcimaquinta edición. BuenosAires. 1894, pÆg. XII, 1 y 2 columnas.

Archivo parroquial. Libro 28, pÆg. 237 v.

su hermana mayorcita, el niæo no tardó en queclar al cuidado,ciertamente materno, de Ia buena tIa Victoria, "mama TotO"segün Ia designación hogarena. Por largas temporadas, y enedad todavIa adolescente, el padre de HernÆndez tuvo que tras.ladarse con su compaæera a las estancias del sur de Ia pro.vincia. Mientras doæa Isabel le daba un tercer hijo, don Rafaelganaba vasto renombre en el manejo de las haciendas aizadasen los campos de Felipe Piæeyro, Pedro Vela, Calixto MoujÆn,Escnibano, Casares, Lavallol, Aizaga, y otros, desde donde pordecenas de miles de cabezas solIa arrear el ganado para los saladeros de Cambaceres y Panthou. En esas tareas, casi siempreacompaflado de su mujer, el esforzado var6n persistirIa durantealgunos aæos. Los arreos al matadero de Barracas y al de Quil.mes les permitlan, de tanto en tanto, correrse al caserio dePerdriel. En Los Cerrillos, y mÆs al sur, en la frontera conel indio, hubieron de vivir bravas jornadas, primero en el Tuyt,y aIgin tiempo de.spuØs en los panoramas paranaenses de Baradero y de San Pedro.

Por ese tiempo las facciones politicas encendlan rencoreshasta entonces desconocidos. Pocos meses contaba HernÆndezcuando don Juan Manuel de Rosas alcanzaba -o amaæaba- Iasuma del poder püblico. En el correr del aæo 40, luego del retirode Lavalle, el gobierno del mismo don Juan Manuel se habiaafirmado omnImodo. Entre los parientes de HernÆndez, y dellado de los de este apellido, contÆbanse federales do convencimiento fuerte: el padre, don Rafael, que a veces habia actuadoen las estancias del propio Rosas, del que era amigo, y el tbpaterno Eugenio, y Juan JosØ, tambiØn su tb paterno y hØroeen ItuzaingO. Los tIos de la chacra, misia Victoria y su maridoy primo, Mariano PueyrredOn, poco tardaron, como unitarios,en concitar sospechas en el Restaurador y sus banderizos. En1838, en derrengada carreta fue forzoso abandonar el pago.El pequeæo JosØ tuvo que ser confiado a la guarda del abuelopaterno, que pocos aæos antes, reconciliado, se habla avenidoa ser padrino del muchachito. El antiguo cabildante, el retraIdoespaæol ahora rosista, con mal disimulada tennura lo recibiO e

156 HISTORIA RE LA LITERATUFIA ARGENTINALOS POEMAS CAUCHESCOS 157

su quinta de Barracas, en las proximidades del Riachuelo . Sobrelos cuatro afios, HernÆndez se aplicó a las primeras letras, cuyosrudimentos le habIa ensei’iado "mama Totó": hacia los seis yalo encontramos en la escuela que en los airededores de la casadel abuelo atendIa el benemØrito don Pedro Sanchez. Segt’in no.ticia de cuæo hogareno, fuerte fue la afición estudiosa del nii’io;ya antes de alcanzar el primer lustro leIa, y no tardó en con*vertirse en el "mejor alumno". No hay por quØ caer en dudaen cuanto a la posibilidad del hecho, aun supuesto el escepti.cismo con que conviene acoger estas aseveraciones de entrecasa.La noticia -de abultada meneión en algunos esbozos biogrÆfi.cos- carece de importancia. Puestos a decidir el detalle, hastaen esto vale cuidarse de excesos. No es siempre exacto que losninos prodigios propenden a la idiotez cuando crecen, ni estÆprobado que alcanzan promoción de eminentes solo los que dechicos son tontos o muestran generosa inclinación para serb.

Apenas si en un lapso de dos aæos, entre 1841 y 1842, pudocumplir HernÆndez tareas propiamente escolares. No mucho tierrip0 despuØs, luego de la muerte desumadre,acaecidaenBaradero el 11 de_jili9e 1843, por las dificultacles de salud juelecieabä una afeccion pectoral molestisima, el niflfueJleval sur de la provincia, hacia el lado de losbaæados deCaniarones y Laguna de los Padres. Ld actividad era dura pero teinpladora a causa de la oreada amplitud del escenario, el ritriloØpico del esluerzo y Ia rudeza elemental de sus hombres y faenas La imprevista presencia de los salvajes merodeadores, nidispersos ni escarmentados despuØs de la expedicin de Rosasen el aæo 33, daba oscura entei-eza heroica a los habitantes deesaszonas de frontera. Frente al ejemplo del progenitor, hominede solo veintisiete aflos, el pequeflo JosØ conoció pronto, apenasen Ia primera etapa de su puericia, la edificativa experienciade nuestra vida rural en aquellas dØcadas, ". .. sebizo gaucho,aprendiO a jinetear,jomOparteen_varios entreveros, rechazando

indios pampas, asistiO a las "volteadas" y pre

Ha1Ibase ese quintón sabre Ia calle t.arga boy Avenida Montes de Oca,eli el cruce con la de Osvalcio Cruz.

senciO aqullos grandestrajos que su padre ejecutaba, y deiiiioy no se tiene idea" -

En 1852, despuØs de Caseros, en cuyo campo el tb JuanJosØ habla muerto con grado de coronel en el Estado Mayorde Rosas, a pesar de varios signos halaguefios el pals distabade conocer las ventajas del total apaciguamiento interno. El desorden no tardO en agravarse a causa de la reyerta institucionalde Buenos Aires y las comarcas de tierra adentro. Recelosos deUrquiza a pesar de su gestión libertadora, no pocöiralesporteæos y bonaerenses empezaron por explicable espIritu localista a actuar en defensa de su ciudad--. y de su provincia. Des.contados otros episodios anteriures o inmediatos -las jornadasde junio de 1853, el rechazo del acuerdo de San NicolÆs, IarevoluciOn del 11 de setiembre, el gobierno de ValentIn Alsina,su calda, etcetera- la atención debe hacer un alto frente almovimiento que contra la asonada del coronel Hilario Lagos,alzado frente a Alsina y a Buenos Aires, encabezaron entonces,desde la frontera sur, Pedro Rosas y Belgrano, hijo adoptivo dedon Juan Manuel, y el coronel Faustino Velazco.

Entre Azul y Tandil, HernOrldez se plego a esas fuerzassureas, dispuestas para defender a Buenos Aires. El 22 de enerode 1853, hacia el forte del Salado, en el ilamado RincOn deSan Gregorio, a cosa de doce leguas de la poblacicSn de Chascomils, se produjo eb combate La parcialidad leal, en la quebajo las órdenes del general Pinto militaba Hernandez, fue rÆpidamente derrotada por las tropas y la artillerla del coronelGregorio Paz. En el torvo encontronazo, en torno al futuro poetano faltaron algunos tOques Øpicos, frecuentes en el viejo panoramade las luchas internas de Ia RepÆblica: el imprevisto, el casihomØrico deguello del coronel Velazco, o el hIblico desbarajuste,dli criollo, de la oficialidad en los vados y los hondones deli-jo, vuelta una confusiOn, ya extrenla, de jinetes, cabalgadurasy ]anzas

7 RAFAEL HERNNDEZ, Pehuajó, pag. 81.En Far away and long ago, W. H. HUDSON alude a este episodio, cuyos

ecos I]egaron direclaniente haata ØI hacia el tiempo de su infancia en esos pagos.

Aprender a perder no es triunfo desdeliable, aun ganado aIal costo. DespuØs de Ia desbandada, HernÆndez volvió a corrersehacia las fronteras del sur. El 8 de noviembre de 1854, en trancede nuevo levantamiento, intervino en ci combate de El Tala. Lohizo como soldado federal en las huestes, esta vez vencedoras,de la provincia de Buenos Aires, comandadas por el generalHornos y ci coronel Mitre. En esta misma provincia HernÆndezactuó todavia, y sin interrupción, durante varios aflos.

A tono con las circunstancias, a Ia destreza rural y a! fogueode Ia milicia cuadraba afladir otro modo de lucha. Elconflictode las fuerzas de Ia Confederación empezaba a alcanzar tensióniaxima con ci gobierno de Buenos Aires A T ordenes deUrqtiia, los confederados se oponlan con irreprimible apasionamiento ideológico y pasional a sus adversarios porteæos. Forzosoera tomar partido. Encariæado con su terruæo, pero federal y

ajeno al centralismo que entonces enconaba a Buenos Aires frentea Ia Confederación,Iegadoa Urqiiza y a_Ip suyos, trocadohen periodista, en 1856 HernÆndez inició uria serk.de..gueirilla de pluma. Por encima de las contradicciones momentÆneas,

- ie.suItado en muchos casos de remotos presupuestos históricos yde Ia anarquizante configuración geogrÆfica de un pals tan cxtenso y de población escasa y malamente distribuIda, la deseabieunión nacional de todos los argentinos, con justicia, no podiaganarse fuera de Ia palestra doctrinaria o de la incruenta luchade las ideas. Las pÆginas que NicolÆs Calvo y Juan JosØ Sotoanimaban con el titulo augurai de La Reforma Pacifica le dieioncamps Los Debates de Mitre, El Nacional de Sarmiento, r LaThbuna de los hijos de Florencio Varela hacian de contrapaite

El 5 de junio de 1857, de sibito lo contristó ia pena deperder a su padre. En sus robustos cuarenta aæos, ci infatigahiedon Rafael habla sido fulminado por un rayo, mientras con suhijo Rafael JosØ daba atención, en hora ya nocturna, a los que.haceres campesinos.

Gauchos e indios amigos del contingente rebelde fueron pronto dispersados haciael sur "como for de cardo arrastrada por el viento", like thistle down be/ore thewind. .. Op. cit., cap. XXI.

LOS POEMAS CAUCHESCOS 19

EldisentimientodeUquiza . con V1entIn Alsina- -gober.nador de Buenos Aires desde las elecciones del 29 de marzo-ponIa fuego a disension inquietantes. La division partidariaetr"chupand1n9s" y ffpandilleros" se voivia cada vez masg TaReformaPacIficanotardó en padecer clausura.Federal reformista, esto es, inclinado a ue previos los necesariosrtoques constitucionales Buenos Aires Ingresase en IaConfederacion, en158Hernandezdecid trasladarse a Parana,Iaiudad siento de la Confederacion y de su ngreFlduelo con un oficial, mientras actuaba como teniente en ci regi.miento del coronel Renzo Sote1o influyO en ese traslado. Sinmayores medios de subsistencia, se improvisO peOn y mozo decuerda; se agenció luego empleo de tenedor tie libros en unitcasa de comercio de la plaza, Ia de don Ramón Puig, allegadoa Ia familia de Ricardo Lopez Jordan.conla buena sociedad .y retom6aespacio, especialinente en ElNacwnalArgentmo, su ya avezada pluad periodista CuandoeTongieso decidio enviar tropas contra Buenos Aires jiTiipotiŁrse por las armas, ci transitorio empleado se alisto en elejØrcito deUrqui.a. Despicfei encuentro en Cepeda, ci 23deoctubre de 1859 - eFiglmiento 1de ilnea y en chase

las tropas de Mitre-, HernÆndez volviOaParanÆ. Mucho quedaba por hacer para Ia ConfederaciOn aimdespuØs de Ia derrota de Buenos Aires y del avenimiento quepareció seguirla. Durante algunos aæos HernÆndez reparti6 Snenergla en afanes de importancia diversa. RetomO la tarea encasa del seæor Puig y fue oficiai segundo tie Ia Contadurla Na.cionai. En ci Senado de laCQndiO.n en la CÆmara deDiputados y tambiØn en la ConvenciOn de NogoyÆ, por largo

Se ejercitO en este arte sliJde maestro, y en un firme aprendizaje de siete meses. Su habilidad fue grande: con un solo lÆpiz se ingeniaba para tomar y"traducir" ci texto de aquellas sesiones de elocuencia casi siempre mÆs torrentosa que fertilizadora. La forma federal de go.bierno que se debatla y se anhelaba instaurar en toda la Repuiblicalo hizo interesarse por ci derecho constitucional y lo convirtiOen un verdadero estudi.ante de esa disciplina. ConcursO y se ligO

158 HISTOIUA DC LA LXTERATURA ARGENTINA

LOS POEMAS GAUCHESCOS 161160 HISTORIA UK LA LITELtATURA ARGENTINA

de amistad con politicos y estadistas de rango. Derqui, Prez,FerrØ, Colodrero, ZuvirIa, Campillo, SeguI, Ella, Huergo, Calvo,Zapata, Ruiz Moreno, Zavalla, CutiØrrez, Gorostiaga y Guidocontaron en el elenco.

En 1861 dpuØssle la total ruptura de los dos gobiernosenpugna, y cuando la guefta civil estalla ineluctable, HeruÆndezrecuperasu situación de soldado raso en las tropas de Urquiza.El 17 de setiembre, con lossuyos padece en Pavón unnuevodº1Eio frente a las vencedoras tropas de Mitre. Ni el ÆninionilI se le quebraron. A pie firme perseveró hasta los âlti.mos minutos, y en el campo de batalla le otorgaron el gratlode sargento mayor efectivo por aeción de guerra.

Otra vz en ParanÆ, luego de esa acción y del nuevo de.sastre de los confederados en Caæada de Gómez, el 22 de noviembre,pnae ahierta oposición a Mitre. Actuó tambiØri, ya desdeel aæo anterior, como secretario privado del general Juan E.Pedernera, veterano paladin de las gestas de la Independencia,hacia esas fechas Presidente interino de la RepÆblica por renuncia de Santiago Derqui, que se habIa retirado a Montevideo.

En octubre de 1862 asumió Mitre la prirneramagistrattira.En laividÆddefperiodista se abrió una pausa aliviadora.El 8 de junio de 1863, en la catedral paranaense, HernÆndezunio en matumonio con Carolina Gonzalez del Solar, hernianà dØsus buenos camaradas porteæos de ese apellido, ernigradoscomo Øl y por parecidas razones.

A las vueltas de la luna de miel, no tardó HernÆndez enconvertirse en polemista y expositor de doctrina. La autoridadque intentaba ejercer el gobierno centralista de Buenos Airesalcanzaba diflcilmente los rincones de tierra adentro. El general Angel Vicente Peæaloza, "El Chacho", movilizaba fuertesmesnadas gauchas en La Rioja, su provincia, y tambiØn enSan Juan - entonces bajo el obierno de Sarmiento - San Luis,Córdoba, TucumÆn, Catamarca y Salta.

El 12 de noviembre de 1863, o varios dlas antes segimuafirman algunos, el caudillo fue sorprendido en Olta Los solda.dos del ejØrcito nacional, a pesar de una reiidición que parece

haber sido decorosa, lo degollaron y escarnecieron. Tal demaslaen el odio politico indignó a HernÆndez. Sin mÆs suscripciónque las iniciales J. H.,articulos, jjigo, a corenzos de diciembre, los aunó en voluiiThiilajo el tItulo sencillamente comprensivo deVidadelChacho.En solo un aæo, el folleto obtuvo tres ediciones, desacostumbrado, impresionante best seller en un pals en que entonces, conexcepciOn de los letrados de oficio, los habitantes eran casi todosanalfabetos.

En 1864, su esposa le dio una nina, Isabelita. La tiernapresencia aæadió nueva nota de amor junto a la excelente doæaCarolina. HernÆndez actuó de momento en NogoyÆ, como secretario de la Convención Constituyente, e hizo el periodista enRosario. Sobre el mes de diciembre, hubo de alejarse de ParanÆpara ponerse a disposiciOn del general Leandro Gómez, el animoso pero desastrado defensor de PaysandÆ. EmprendiO la buscade su hermano Rafael JosØ, que con grado de capitÆn intervenIaen la acciOn librada en esa plaza, y con Øl pudo reunirse en laisla Caridad. En Concepciôn del Uruguay coincidió, de camino,con Carlos Guido Spano. El joven y entonces vÆlido don Carlosera gran amigo de HernÆndez. Le recreaba la nota neoclÆsica, seudoalejandrina y premodernista de los versos que mÆs tarde ledieron renombre, pero a la sazón se entretenla en belicismos sintrasposición estØtica.

Entre marzo y abril de 1865 estallO el_presentido conflictocon el Pgy, y el dictador Francisco Solano Liici6las hostilidades contra la Repiiblica Argentina. auxiencontrando la guerra odiosa, niardó en aprestarse. .para....la

Qpmo yRecorrió diversas zonas del interior, y no desatendiO a su fami.ha, robustecida con un varoncito, Manuel, y adornada con otranina, Mercedes. En ha provincia de Corrientes, en nueva etapa,y como Ia luchaAlianza; en cahidad de secretario movilizO su pluma en favorde Evaristo Lopez, gobernador de Corrientes, y pronto derrocado.Esta vez su tarea fue menos ajetreada y militarmente batahladora.Entre 1867 y los aæos inmediatos, las funciones de responsa.

162 RISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINALOS POEMAS CAUCHESCOS 103

bilidad empezaron a alcanzarle casi en seguida. A las tareas desecretario privado, aæadió las de secretario de la Câmara Legislativa y fiscal general del Estado. Lo hicieron miembro del Superior Tribunal de Justicia, ministro de Hacienda y ministrode Gobierno. Encontró tiempo para algunos afanes pedagógicos;alcanzó a enseæar gramÆtica en el Colegio San AgustIn, y enestos afanes se mantuvo hasta la caida de Lopez en 1868. Vio

desalojados a ios suyos y desmantelada la imprenta en que el 24de agosto de 1864 se habIa fujidado El Eco de Corrientes, periódico que Øl mismo habla dirigido desde 1867.

El aflo 1869 encuentra a HernÆndez establecido en BuenosAires. Sc estaba en los comienzos de la presidencia de DomingoFaustino Sarmiento. Antes de entonces, sobre todo en ocasión dela muerte de "El Chacho", graves hablan sido los desentendi.mientos de HernÆndez con ci arrebatado sanjuanino. La oposi.ción doctrinaria y personal siguió, pues, sin atenuaiites. DecidióHernÆndez fundar un diario propio, y para alternar con La NaciónArgentina, El Nacional, La Tribuna y La Repdblica gjzoy dio a la circulación las hojas de El RIo de laPlata.cEra esa1i1irieWiIff ito nuevo tenla que hacerse oir entre losvoceros directos e indirectos de Mitre, Sarmiento y otros animadores de la ciudadanla contraria. El primer nümero aparecióel 6 de agosto de 1869. En el proyecto habIa colaborado Guidoy Spano, y fue Øl, asimismo, quien redactó el programa. MiguelNavarro Viola, JosØ TornÆs Guido, Vicente G. Quesada, AgustInde Yedia, Mariano A. Pelliza, Simon BolIvar Camacho, TornÆsMoncayo AvellÆn y algunos otros publicistas de nota intervinieron en las tareas.

Por entonces no tenla HernÆndez sino unos treinta y cincoaflos, pero le agradaba alentar a los mÆs jOvenes y daries buenaalternativa para ci desarrollo o la manifestación de sus talentos.Estanislao Zeballos, entonces un muchachito, Aurelio Herrera,Cosme MariI’io, Salvador Mario Ocampo, Beiisario Montero yHoracio MendizÆbai no fueron los ünicos que templaron susprimeras armas literarias al amparo de ese padrinazgo.

El periódico era matutino. El local de la redacción se ha.liaba en pleno "centro", en la calle Victoria 202. Los puntos

de Ia plataforma doctrinaria, asentados en ci primer mImero-autonomla de las municipalidades, aboliciOn del contingentede frontera, elegibilidad popular de los jueces de paz, coman.dantes militares y consejos escolares-, se aumentaron con losasentados en las entregas siguientes, y algunos son todavIa actua.Ilsimos: distribución racional de los contingentes inmigratorios,descongestión de la ciudad de Buenos Aires !, legitimidad deIa oposiciOn bien intencionada, condena del creciente materialismo económico, ventajas de la union nacional, etcetera. Recia

mucho mÆs contr&Mitre, la campaæa deH4ndezpronto extravasóloslImites queenmaaperio.

El expeditiv donDomingo tampoco en esto se anduvo con pai’ios tibios, yIa redacción de El RIo de laPlata no fue clausurada como seha afirmado, el _ deabulçJff7. Apenas an mes mÆs tarde -el 28 de mayo- elhogar se le acrecla a HernÆndez con un cuarto vÆstago, otravez una nina, Margarita. En el entretanto, el 11 de abril, Urquizaacababa de ser asesinado en Concepción del Uruguay, en supalacio de San JosØ, y ci general Ricardo LOpez Jordan asumlaci gobierno de Ia provincia. Privado do la posibilidad de emplear en Buenos Aires los arrestos de su pluma, HernÆndezacordó voiver a Entre RIos. En ParanÆ, ci escritor se ailegó aIa persona dci mismo LOpez Jordan, selialado por aigunos cornoinstigador del asesinato. HernÆndez actuó de secretario del nuevogobernador y lo acompaæó en las acciones militares de Sauce,ConcepciOn y Santa Rosa. En ese entonces los reveses se suceden. El 26 de enero de 1871, en ia derrota infligida por cigeneral Julio A. Roca en NaembØ, Ia estrella de LOpez Jordandeclina, y con declinaciOn pronto definitiva. LOpez se refugioen Santa Ana do Livramento, hasta donde, en pos do sinuosoitinerario, y con grave riesgo, lo siguió tambiØn HernÆndez. Entrenostaigias y horas do buena camaraderIa se le corrieron los dIas,las semanas, los meses. A fines de aquel aæo, hizo un alto enci Uruguay, donde en forma mÆs o menos directa colaborO en cidiario montevideano La Patria.

164 RISTORIA DE LA LITRATUR ARGENTINALOS POEMAS GAUCHESCOS 165

La fiebre amarilla acababa de causar estragos en Ia capitaly ci interior de nuestra Repæblica. Con ayuda del capitÆn Mugnasco que cuniplIa con cierta regularidad Ia travesIa del Plata,subrepticiamente arriesgó HernÆndez varias escapadas a BuenosAires, y una y otra vez se hizo presente en la chacra, luegode haber padecido gran inquietud por su mujer y sus ninos.

Sarmiento, que por ternperamento y egocentrismo era hombrecle berrinches, a la postre, Si bien espaciadamente, recuperabaIa templanza del estadista probo, amigo de estar en paz con ciadversario politico. En 1872. con otras medidas apaciguadoras,

jpÆndezseaprestó para volver a Buenos Aires. Aqparece que alguienhabjainteicedido en favor suvo, ci peuodista, ahora hombreescarmentaclo,palió un poco sus opiniones y supo proceder concautla.

Aæo augLiral, ese de1872! En ci "Hotel Argentino", asen.tado en las calles 25 de Mayo, Rivadavia y Paseo de Julio, convistas a la vieja Plaza y en la prudente proximidad del puerto,en una habitación del primer piso ci escritor dio buen tØrmino

a su pema El gaucho MartIn Fierro, que public6 poco mÆs tardeFrisabaHeinandez con los Ia einta y ocho aflos, y estaba en Iamejor hora de su p1enit1 - Intelectual y fIsica.

DespuØs de esta pausa hotedera, HemÆndez encontró módicodomicilio pared de por medio con ci convento de San Francisco,cuyo venerable Padre Guardian lo tuvo en trato amistoso y endeterminado trance logrô ponerlo a salvo de la pertinaz policlasarmientina.

Terniinada la publicación de lo que con ci andar dcl tienipoSe dio en llarnar la primera parte de su poema, nuestro donJosØ quiso empeiiarse de nuevo en sus lides periodIsticas. Nopudo ello ser posible, a pesar de que Guido y Spano y NavarroViola pensaban como Øl en la necesidad de un nuevo periódicopresumiblemente semejante, en propósitos y tono, a El Rio de laPlata. Pane lucrando, puesto que la vida casera no sabia callarurgencias, actuó como comisionista: aprovechó sus antiguos conocimientos rurales para orientar a otros en transacciones agropecuarias, e incluso inició las propias. -*

En.J 873, cuandoLopJordan invadió con arremetida cxtiema la provincia de Entre Rios, Hernandez, siempre viiiao

que su cabeza anduvo puesta a preclo, y es lo ciŁrto que leAllI se Ii61 cmØrcio.

En La Patria, voivio a dane suli a l pluma, con HectotS. Soto, hijo de Juan JosØ Soto, ejerció tareas de codirector..’

Ya casi a fines de 1874 le fposibleregresara BuenosAires. No tardó en actuar como orador del partido autonomista

Alsina A poo,1 pre’idencia de Avellaneda empezo a pasiones,y eia hora Por fin ci entralismo portefio se resignabaa admitir como natuial y de derecho la libre determinacion deotrastendencias. En ci partido autonomista nacional hasta losdescendientes de los viejos federales podIan actuar con algün

9 El gaucho Martin Fierro, POT JosØ [fernÆndez. Contiene al final una interesanteMemoria sobre ci Camino Trasandino. Precio: 10 pesos. Buenos Aires, Imprenta deLa Pampa, Vlctoria 79. 1872.

LOS POMAS GAUCHESCOS 167

desahogo. Con Ia ayuda de su hermano Rafael, volvi6 HernÆndez

EI.e GAUCHO a la tarea de Ia compra y Yenta de campos por cuenta de ter.ceros. Mejoró su condición económica y su desahogo casero.Retomó los quehaceres intelectuales y dedicó todos sus ocios a

M1R‘1 I J 1 I E RfJ Ia familia, otra vez poblada con nuevos hijos: Maria Teresa- en 1875; MarIa Josefa, en 1877; Carolina, en 1879.

incIesder sus negocios de campos, apmienzosdeese iIltirno aæo HernÆiidz se inició coino librero en la"Librerfa

* del Plata", fundada yadesde 49, con local en Ia calle Tacua.ii 17 en casa entonces do propiedad de la famiha Obhgado

J 0 S E H E R N A N II E Z En el mismo l879,.yp propio comercio, que era tambiØnimprenta, esta vez con el tItulo de La vuelta de MartIn Fierroedito Ia segund y tiiirie, la prosecucion mejor dicho,de su poema campero °.

COt4TIENE AL FINAL UreA INTEESANTE MEMOIUt soera En nueva etapa, luego de tan rendidor retraimiento laboEL C AMINO T It A S A H DI 0 i’ioso, las actividades del legislador son las que asumen los rasgos

de mÆs realce.Entre 1879 y 1880, HernÆndez fue elegido ygjdo

diputado porj incia..deBtinosAires5 y plJa.co.miion feHcienda de Ia Camara, cuando el levantamiento deCarlos Tejedor, con Carlos Guido y Spano organizó los servicios

P*ECIQ: 10 POS do Ia Cruz Roja; actuó en 1a viepresidencia de la CÆmara legislativa e intervino en las Comisiones de Instrucción y ObrasPtiblicas; en ci viejo Teatro Variedades pronunció conferenciassobre el proyecto del Canal de Panama, tan debatido entonces.En noviembre de 1880 defendió la federalización de la ciudaddeCon el gobernador Dardo Rocha, ya en 1882, trabajó en el empeflo de fundar la. capital de la provincia. En los meses demarzo y abril bregó como miembro informante de la Comisiónespecial del Senado, e hizo lo 1ropio con el proyecto do cons-

BUENOS AIRES

JMPBENTA. bE JA PAMPA, VICTORIA 79 50 La vuelta de Martin Pierro, pot JosØ !lerndndez. Primera edicio’n, adornada- con diez Idminas. Se vende en todas las librerias de Buenos Aires. DepeSsito central:

1 8 7 2 Libreria del Plato, calle Tacuari, 17. 1879.51 Personalidad parlamentaria de JosØ Herndndez, "Honienaje de Ia Honorable

CÆmara de Diputados de Ia Provincia de Buenos Aires", La Plata, 1942, 3 vols., vØseI. pÆg. 271 y sigs.

c

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{879

170 HISTORIA DE LA LITERATURA ARCENTIN

trucción del puerto de la Ensenada. Circunstancia poco conocjda,o injustamente puesta a un lado: importa destacar que Øi,HernÆndez, el mÆs bonaeren_ytradicional de nuestros escritores, quien sugiri6 el nombre dodsignóala capital novisima 52* El 28 de abril asentó ci resivodespacho; el 19 de noviembre presidio Ia Comisión defiestas, y campeó, figura conspicua, en Ia ceremonia auguralde la colocación de la piedra. Se hizo tiempo, ese aæo, parapublicar su libro Instrucción del estanciero, compuesto en el ajetreo do los meses anteriores . Entonces, y un poco antes y unpoco despuØs, otros quehaceres lo solicitaron por modo simultÆneo: participó en la creación de la Escuela agricola experi..mental de Santa Catalina, discurri6 como vocal del Consejo delMonte de Piedad y del Consejo de Educación. No se quedo eneso. Presidio Ia ComisiOn Provincial de Ia Exposici6n Conti.nental, tocóle desempeflarse de procurador en los tribunales dela capital de ia Repüblica; fue miembro del directorio delBanco Hipotecario e intervino en Ia fundaciOn de "La Previ.sora", primera compaæIa argentina de seguros de vida. Electo‘ reelecto senador perteneció hasta su postrimerfa a la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, y tuvo intervención activa,y benØfica, en las Comisiones de Hacienda, Cuentas y Negociosconstitucionales. Otros detalles de su actividad del aæo 80 adelante parecen de notaciOn prescindible.

En los nieses de 1885 unos angustiosos sofocamientos Jo alejaron del Senado y de otras actividades. Cada vez Ic resultabamenos fÆcil hallar esparcimiento en el "campo" todavia ciniarr6n y en las dos estancias bien ordenadas quo habIa conseguido

52 Obra citada, t. 1, pÆg. XXV, y t. 111, pÆg. 21. Entre los argumentos aducidospor HernÆndez en favor del nombre "La Plata" fuØ el primero Ia proximidaddel gran RIo que dió su nombre al Virreinato y luego a las Provincias Unidas. EntendfaHernÆndez que esa denominación no podia menos que caracterizar al nuevo nuclei,urbano asi en el espacio como en ci tiempo, o en to geogrÆfico y lo histórico.

53 El Dr. Dardo Rocha, fundador de La Plata. quiso comisionar ventajosamentea l-IernÆndez para que estudiase en Europa y Australia los procedimientos mÆs yentajosos tocantes a Ia explotación agraria. HernÆndez no aceptó, pero con el apoyode sus observaciones y experiencias redactô Ia lnstrzjccidn del esancjero. CInota n9 62.

172 IIISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA

organizar a costa de repetidos esfuerzos. Visitado por CarlosGuido y Spano y la pleyade de sus amigos, de mÆs en niÆsHernÆndez demoró sus dias en "San JosØ", umbrosa quinta bel.granense que en 1884 habia podido ofrecer, como regalo, a sumujer misia Carolina. En la siesta del jueves 21 de octubrede 1886, cuando apenas malcontaba cincuenta y dos aflos de edad,un ataque al corazón lo acometió mortalmente. SegÆn testimoniofiable y afectuoso, "Buenos Aires. . ., Buenos Aires. .

." fuØ suexclamación extrema, solo Dios sabe si nostÆlgica o cariæosa.mente admonitora. Pronto propagada, la noticia del trÆnsito suscitó espontÆneas condolencias en todos los niicleos argentinos.En el sepelio -en el recinto de Ia Recoleta, donde descansansus restos- el general Lucio V. Mansilla, el coronel JosØ TomÆsGuido y el doctor Luis Varela dijeron ocasionales pero sinceraspalabras de despedida.

Iv

JiogrIa -previene uno de los maestros del pensarcontemporÆneo- ese1sisternaenqseunificanlascontradic.ciones de una existencia

Lnecesaria profusiOn del precedente capItulo recorta aspec.tos varios, antes tal vez insuficientemente destacados, de Ia per.sonalidad humana y literaria del autor de Martin Pierro.

En una autosemblanza parece criterio plausible proceder delo Intimo a lo aparente; cuando se trata de sorprender el centrode cohesiOn espiritual de diguien ajeno al propio comentarista,el procedimiento se vuelve inverso: importa avanzar, entonces.de lo externo a los estratos hondos.

RAFAEL HERNANDEZ, Pehuaj, pÆg. 88.55 JosE ORTEGA 1’ CASSET, en Goethe desde dentro Obras completas. Madrid,

Espasa Calpe, S. A. 1943. t. II, pÆg. 1407. El escritor a los 34 aæos.

174 HISTORIA DR LA LITERATLJRA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCUESCOS 175

Con las noticias que de una y otra Øpoca de su vida hanpodido conservarse, algunas imÆgenes grÆficas permiten demarcazlos rasgos de la ligura que se evoca.

He ahI a nuestro HernÆndez, individualidad opulenta y decontextura atlØtica. Segimn hipØrbole fraterna, su fuerza era colosal, "comparable a la de Rafetto", el hercules circense queen aquellas fechas impresionaha a los porteæos de Ia Gran Aldea .

En los retratos que de Øl se conocen, el escritor se muestrapeinado con esmero. Como en no pocos cuadros de las viejas salasporteæas, la barba le negrea bien atusada y luce con casi ajar.dinado atildarniento. El cuello duro, la cainisa "de plancha" yel levitón ceremonioso congeniaban en su tiesa indumentariaurbana. De. preferencia no usaba sino galera, y alta: el entubado"sombrero de copa" que lo acompaæa en el retrato tornado porP. Bernadet, poco notorio pero diestro Nadar francocorrentino.

Regenteaba HernÆndez una voz poderosa y resonadora, deentonaciones vocacionalmente tribunicias. En el trato diario eradecidor y ilanote. Sus agudezas se recortaban con relieve epigramÆtico, pero exciulan las aristts y los puntazos heridores. Lablandura cordial nunca le aflojaba el Ænimo; era carnarada buenoe interlocutor bienhumorado. No carecia de religiosidad, conleves dejos supersticiosos. Educado cristiana y católicamente, evitólas vaguedades teosóficas, pero dio de momento en alguna esca.pada espiritista. Le apasionaba, c por lo menos le divertla, in*terrogar a las mesas... TambiØn levantaba horóscopos. Le encantaba disfrazarse, y todavIa despuØs de los aflos juvenilesapenas dejaba pasar carnaval sin hacerlo. Su caracterización de"Ligre", de tan real dicen que despavorIa a las sefioras. Le atraIaIa conversación y le agradaban los naipes. Nunca fue diestroen el truco, pero ganaba casi siempre porque sus chistes distraIan a los jugadores y les equivocaban los envites. "Algunosiban a jugar con ØI no por el interØs del juego sino por oirlehablar" -recordaba, a los 101 aæos, uno de sus amigos longevos .

56 RAFAEL HERNANDEZ, Pehuajó, pag. 87-88.57 Palabras de don JosØ Victorica, antiguo contertullo de I-TernØndez. La dijo en

ci curso de una evocadora entrevista y fueron reproducidas poT El Diario. Edieiôn

Disfrutó sostenidamente, a lo que parece, de una retentivavivIsima. Le recreaba repetir de memoria, por extenso, las paginas de historia antigua de las que tenla noticias. En su ingenua escolaridad, la proeza le colmaba de orgullo.

Si estamos a lo dicho por su hermano, este era uno delos entretenimientos favoritos, con que el mismo HemÆndez pasmaba a la mejor sociedad de entonces: "Se le dictaban hasta cienpalabras arbitrarias, que se escribIan fuera de su vista, e inmediatamente las repetIa al revØs, al derecho, salteadas y hastaimprovisando versos y discursos sobre temas propuestos, haciCndolas entrar en el orden en que habian sido dictadas" 58*

MÆs pacato que jaranero, el ringorrango de las tertuliasde fuste le daba Ia satisfaccit5n "de haber Ilegado". En Ia casade Mercedes Rosas de Rivera y en las de otras familias de tendencia federal lo recibIan con alborozado acogimiento. El "Clubdel Progreso" y la confiterIa de "El Aguila" lo contaban entresus frecuentes asiduos. No hizo buenas migas con Hilario Ascasubi, y se comprende,del Campo y cT oTis eisonajes y familias de filiauion unitana.Punteaba la guitarra bastante sueltamente pero tenla pØsinto oldoy no parece que lograra primores. A dilerencia de su bucólicaTalia, tantas veces acertada aunque rüstica, su Erato de salonmuestra inferioridad de estro y no se alzó nunca a sublimes escapadas verbales. Para abocarse a prosaismos metrificados, tanlamentables como Øste, que no es el tinico, fuerte tuvo que sersu candor, y nula, o casi nula, la exigencia del medio:

Guarde ella sus ilusiones,yo mis tristezas amargas,ella sus blondos cabellosy yo mis escasas canas.

Que ya fugaron veloces

especial del 10 de noviembre de 1934. con ocasión del centenarlo del nacimlento delpoets.

58 RAFAEL HERRLNDEZ, Pehuajó, pÆg. 87.88.

176 BISTOIIIA DE LA LITERATURA AUCENTINA

las ilusiones del alma:pues. ayer comprØ un billete,y no me he sacado nada . .

ELadiestrarniento escolar de HernÆndez fue precario y lomÆs de su formación intelectual el autor de MartIn Fjerro huhodiŁ1izar1opor cuenta propia. Pero esto, el haber sido unaiTdt no comporta excepción escandalosa entre los pro

hombres argentinos de su tienipo, aun entre aquellos que comoSarmiento y muchos otros militaron decididamente junto a Iodefensores de Ia "civilización" frente a la "barbarie". A pesarde lo que se ha escrito y sigue escribiendo, d&j.y, pues,en ese registro, que permita confundir a HernÆndez con un aedolgnalo,y menos con un payador ܺ dice su antojii iprndcroo!iahorado. conpuras. periJdiciQna1es.

Concluida apenas la inquietud juvenil, la actuaci5n de quienluego habla de ser el autor del mÆs campestre y "popular" denuestros poemas reitera, y rebasa, la de muchos de los campeones de Ia actitud aseæorªda y ciudadana. Nacido en cuna deseflalado abolengo, siquiera ilustre en la medida en que estapalabra podia cobrar sentido en el breve decurso de nuestrahistoria, desde temprano, en el favor o en Ia contradicción delas circunstancias, HernÆndez nu tardó en alcanzar puesto lionroso en el cIrculo de los mismos varones que despuds de superada la larga hora anÆrquica, y la todavia mÆs larga y trÆgicade Ia arbitrariedad gubernativa, propugnaron y consiguieron, almenos por algæn tiempo, Ia organización institucional del pals:como casi todos ellos -colóquense aqui los nombres que sedesee-, el autor de Martin Fierro fue soado, periodista, tnbuno, rnaestio, legislador y funcionario 60 Por encima de sus ti

Excusamos mayores inuestras. Cf. El gaucho Maron Pierro. por JosØ l-lernØndez,dØcimocuarta ediciin, 1894, pegs. 29-3L Ediciones como a dØcirnoquinta, iambiCnde 1894 incluyen "Otras composiciones del Sr. JosØ FlernØndez".

60 Queda ello patente en las circunstancias biogrØficas recordadas. Con otroscontemporaneos, su fraterno Plutarco tuvo buena cuenta de esta criolla veratilidaddel poets: "Esgrirniendo siempre la espada y a pluma. guerrero. revolucionario, pe.nodista, orador popular y muy prestigioso en el pueblo, Lrabajd mucho y no disfrutónada." RAFAEL HERNANDEZ, Pc/sue/a, pÆg. 83.

ILOS POEMAS CAUCRESCOS 177

vidades menos aharcadoras, cual la de librero, impresor y dueode estancias, HernÆndez supo cumplir tambiØn,esosvarones, en ocasiones casi geniales, 0 por lo menos genialy peligrosaniente improvisados, una obra literaria capaz de sobrevivir por encima del repertorio de los quehaceres diversos,difusamente prohijados en ci servicio de un noble idea] colectivo.

En lo que toca a su tarea de escritor, este servicio HernÆndezlo hizo suyo durante la corriente de unos seis lustros, desdelos veinte aflos hasta los meses de su postrimerla.

FuefunflJmenteunperiodista, aunque no enelordende la información y la gacetilla. Comoa sus conternporÆneosdesce,la plu doctriiariiy propendera la coiisecución de decnro.social y_ji.nadecencia politica q iiiaseti, por fin, segiin ci orden de Iajutiia, Iosdiiiveles de ,uel1a largahora aj1tqMica En concordancia con esta actividad periodIstica consta la que HernÆndez desarrolló en sus luchas de orador politico y tnibuno par.lamentario. El reflejo de esa actividad no constituye siempreun traslado directo de sus trajines de pluma, y si mÆs bien-aparte alguna excepción-, ci residuo, presumiblernente retocado, de sus intervenciones en los debates y trabajos de lascÆmaras.

Por Ia Indole de las cuestiones y de los asuntos defendidos,se correspon

deon thu soli actitud de Hernandez Obedecen a un nusmobuen gpbierno Tales activi

dades le ganaron en su hura la estima de los correligionariospoliticos, y de pareja manera. subre ci final de Ia vida, ci respeto de los adversarios Pero parece tnanifiesto que los mÆs de

61 La ponderaciôn del propio HernAndez no quedô sin eco. Se auele Citar elLexto de Ia dedicatoria de su poema al general Mitre. Ese texto de HernÆnde? cobrasin embargo nuevo sentido si se to contrasta con Ia no menos airosa , ejemplarizadorarespuesta de Mitre Corno nuestras maneras intelectuales siguen daCosarnente interleridaspor ci faccioso encono politico. ai-aso valga La pena "actualizar" el tOnico dejo deseæorIo gue se concierta en ambos Lextos: "Seflor Gral. BartotornØ Mitre: Hacenarc 25 aæos que formu en las filas de .sus adversarios poUtco, -pocos argenhinospueden decir In mismo; pero pocos tambiØn se atreverian corno yo a saltar sobreese recuerdo para pedirle a! ilustiado escritor que conceda un pequeflo espacio

178 RISTOKIA DC LA LITERATURA ARGENTINA

aquellos escritos y el reflejo de esa oratoria no consiguierontrascender las circunstancias que los provocaron y jue por estasfechas son ya casi del todo irrevertibles.

Ello puede decirse de las dos producciones de HernÆndezque en las usuales referencias bibliogrÆficas suelen destacarse,con muy sesgado exnpefio, corno depositarias de particularesaciertos: en su orden cronológico, La vida del Chacho y la Ins.trucción del estanciero 62

Son bien conocidas las circunstancias en que una y otraobra fueron redactadas, pero ni el gallardo impulso a que obe.deció la primera ni el desinterØs con que el autor llevó atØrmino la segunda prueban nada en favor de las virtualidadespie boy puedan signarlas como algo mÆs que atendibles docu.inentos de Øpoca .

No cabe entrar en las catisas que explican Ia pretericiônde esta parte de los textos de HernÆndez, pero serio argumentoacerca de Ia ausencia en ellos de valores perrnanentes 10 dael hecho del olvido en que yaclan esos lextos, a salvo la retra Idaalusión de los "especialistas" y tie sus plÆcidos y difundidosrepetidores.

Perceptible, en estos iuitimos afios, es ci intento de exhumacion parcial de esos y otros testimonios de Ia actividad perio.

en su biblioteca a este modesto libro. Le pido que Lu acepte como un testimomio derespeto de su compatriots. El Autor. Buenos Aires, marzo, 1879".

"Seæor JosØ HernÆndez... Ese libro faltaba a mi biblioteca americana, y el aut6.grafo de su autor. de que viene acompaæado, le da doble mØrito.

Agradezco las palabras benØvolas do que viene acompaæado, preseindiendo deotras que no tienen certificado en la repiThlica platónica de las letras. .. BartolomØMitre. Buenos Aires, 14 de abril de 1879".

El ejeniplar dedicado se conserva en el Museo Mitre; Ia carts figura reproducida.por extenso, en El gaucho Martin Fierro, dØcimoquinta edición, 1894, pegs. X y XI.

62 Queda dicho que HernÆndez recogió en folleto, en 1863, los articulos hacia eseentonces publicados en El 4rgentino sobre Ia biografia y ci trdgico fin de AngelVicesne Peiialoza. La instrucción del esancier’ cf. nota n9 53 fue editada potCarlos Casavalle, en 1882.

63 Del desenfreno de las pasiones politicas, La vido del Chacho, y de Las cameteristicas de Ia vieja actividad rural honaerense is Instruccidn del estanciero. Amboslibros constituyen asimismo usia doble muestra probatoria dcl estilo decorosopero en nada excepcional -jni ganchesco!- que normalmente empleaba llernÆndez.tCf. nota nt’ 59.

4’

Atención pido at silencioy silenclo a a atención

II, 1.2.

RISTORIA DE LA LITERATURA ARCENTNA LOS POEMAS CAUCHESCOS 181

distica y parlamentara de Hernndez64. Lo tardo de las fechasde Ial exhumación advierte precisamente Ia existencia de razoriesjastificadoras del prolongado arrinconamiento. Debe agregarse,para no cerrarnos a jastas y compensadoras ventajas, que no porello Los textos de nuevo traIdos a luz dejarÆn de servir parael logro de una vision mÆs completa de La conducta ciudadanade HernÆndez °. En cambio, no conseguirÆn aumentar en pro.porciOn apreciable su prestigio de escritor representativo de loargentino.

Los textos reimpresos, los que se mencionan en este estudioy algunos que se rescatan en nuestra ediciOn del poema pueden contribuir tambiØn, como luego se indica, para ponderarlas razones estØticas que a despecho de Ia defensa de un ideario,y tomando por base esa misma defensa, lograron que lo queen un principio no era sino un alegato -uno mÆs entre los muchosalegatos polItico-sociales de HernÆndez perioclista y parlamentario- se transfigurase en un poema, y aun empezase por implicarlo de deliberada manera. El que lOs hombres de aqueltiempo vieran seæaladamente el documento vindicatorio, apenasdeberIa desasosegar a los comentaristas asistidos de un clarosentido histOrico, puesto que, como antes se recordO, ‘1todas lasletras argentinas y aun las americanas del siglo XIX, sobre poco rnÆso menos hasta el Modernismo, sOlo, constituyeron una literaturade carÆcter mediato, a tal punto que cuando esas letras subieron a la expresiOn ya desprendida de las circunstancias ellofue como por auiadidura. Esto transparece en Martin Fierro,y lo que ci texto propone con sostenida nitidez, el propio autor,consciente de su obra, lo supo, lo dijo y lo reiterO explIcitamente. Sorprenden, por eso, las confusiones de parte grande deIa critica suscitada en tomb a Martln Fierro Si no se agrega

64 Con los tres tomos antes citados Personalidad parlamentaria de Josh Herndmdez, etc., deben selialarse por lo menos dos repertorios: Pro.cas del autor de MartInFierro, Buenos Aires, 1944, reunidas por Enrique Herrero, y Prosas del Martin Fierro,Buenos Aires, 1952, por Antonio Pages Larraya. Lo anterior a estos titulos y lechasno pasaba que sepamos, de simples colecciones escolares, y antes de los versos quede las prosas de Hernândez.

65 Asi en La selecciôn de Pages Larraya y en el estudlo que la precedeen las pÆginas 11-147 del niencionado volumeis Editorial Raigal.

que esas confusiones alcanzan por inomentos los limites de loabsurdo, sOlo se debe a que parece sensato disculparias, y pordos motivos: por la laboriosa personalidad de algunos de Losequivocados y por ci inllujo de sentimientos estimables aunquesobreauiadidos y de dudosa pertinencia.

Entre sumas y restas, Martin Fierro retiene, pues, casi porsI solo, ci tItulo exciusivo y suficiente de HernÆndez ante Laposteridad. Las divergencias, y lo que es peor las confusiones,se desatan en cuanto al lector algo curioso se Ic ocurre pre.guntar cOmo ha acontecido ello o, lo que es lo mismo, cuÆlesson las razones que en Ia actitud del autor, en el asunto delpoema o en su textura verbal, pueden dar evidencia, en tØrminos objetivos, a la validez de ese tItulo. A quien goce dealguna familiaridad con ci asunto del relato, o disponga de lasmInimas nociones lingüisticas para no encontrar Ia lectura demasiado ardua, esas razones pueden liacØrsele transparentes porsimple iluminaciOn simpÆtica. Todo permite colegir dicho seasin grave desasosiego magistrai que asi alcanzaron a compren.derlo bastantes lectores urbanos y acaso los iletrados oyentescampesinos del titimo tercio del siglo xix. Por desgracia, no esya posible acercarse al poema con Ia despreocupaciOn indispensable para percibir sin interferencia docta, o escolar, o period istica, o retOrica, o patriotera, Jo que ci poema muestra. Aun loslectores que por pereza o por recato prescinden de las generalizaciones recibidas en cierto grado son tambiØn vIctimas fÆcilesdel ininterrumpido desconcierto critico. Por razones de indolevaria, polIticas, sociales y, lo que en verdad sorprende, literarias, hay equivocos que todavIa parecen flotar en ci aire.MartIn FierrQ,por.conaeflsoun&ürne,o pjm,1aohramaestradenuestra. literaturar no puede disponer hoy, corno nosea por excepción rarIsima, del lector desprevenido o no - preveiiiin6d losmgns ensayistas iimopeos reclaniab nohace mucho incluso para as obrascoirnadas de intnncacionescforas.TParece convenciOn casi obligatoria aceptar quedeHernÆndezlogró desde ci comienzo diOnirrçprimeIa gente de lacampafia,enmodQpa1:tjlareiJocongØneres

182 H!STORIA DE LA LITERATURA ARENT1NA LOS POEMAS CAUCHESCOS 183

dl relato. La actitud de los "intelctuaIes" y de los seæorones pronto se manifesto, en cambio,de estar a lo aseverado por esa crItica, o reticente, o desdeæosa.De creeralos mismos comentaristas, i.lnicamente elØxitoalcanzado por El gauc MjjnJicrro eitre1aphiacibii_deLcampoTlsorillas ciudadanas moij.a1. scrita_com.poner1avueliadeartI°° EnestanuevaocasiOn el Øxito fuetambinrotundoperouna vez mÆs -tal se dice, tal se insiste-casiexciusivamente entre los lectores, recitadoresyauditores de losiobresoconscasas letras. Se mite -sin explicarlaiiarias imphcaciones del suceso- que pocodespues de lmuerte de HernÆndez ambas partes del relato menguaro. sudifiiion lascornrcasrurale, y padecieron desmedrotodavIa mayor en los ambientes urbanos. Durante varios lustros Martin Fierro se vio er la pieocupacióndelosinteIec.tiLtIry el poema, con dØbil rigencia en la memoria de laspoblaciones sobredichas, apeifo1Ia ser mencicadndesydp1icencià jE pascultas En este mundo,siiibargo, la justicia termina por hacerse sienpre, si no conlos gauchos perseguidos si con los poemas gauchescos desdeliados: uni_dia-allÆ por 1913-, ci poema iogróimponersus fueros, y con inrnediatez fulgurante. PrimerasI lo pro.palO alguien, asI lo repitieron, asI lo repiten casi todos- acausa de unas conferencias, sonadas y sonoras, de Leopoldo tiien ci teatro Odeon, a ids que no tardo en acer ecolareil6tr6i6 Con ello, se aæade, todo tornO a so quicio.tiJiticiafu plena cuando en 1916 el mismo Lugonesampliósus conferencias las amplificó mejor dicho, en.. e1 textojieETFyaoLa Universidad no oJIapjnerse alejada del

66 Parecen no haber reparado en que el propio autor entrevØ esa prosecuciónde su relaro, si acaso no La promete expresamente. Cf. 1, 2299-2304 - Jnaniuno, Roja’y otros calificados comentaristas han caido en esta inadverteneja.

67 Primera Øpoca, Buenos Aires, n°’ 50. 51, 52, correspondientes a 108 meses dejunio, Julio y agosto del aæo indicado. Cu4i es ci valor dcl Martin Pierro?, tal eltftulo de Ia encuesta.

torneo, y tambiØn ella se hizo presente con Los gzuchesc,o.. 4Ricardo Roas 68

os intelectuales habIan descubierto, por fin -tal se decla-el pcema olvidado o preterido. Martin Fierroiniciaba r’jeyaetapjsubI1Æa.-altuxangoEl pals posela ahora su poemaionaI, su epopeya. A despecho de tratarse de creación daite, luego de la copiosa difusión inicial, ci subsiguiente olvido, ci recrudecimiento y la exaltación laudatoria, quØ menosque comenzaran para Martin Fierro las minucias lexicogrÆficasy gramaticales y que ci mismo y nada remoto poema padecieseen su texto no menor sobrecarga de referencias que las que ajusto titulo fiiológico ostentan la Chanson de Roland o el Poemade Mio Cid en sus mÆs doctas ediciones? 69

Frente al anÆlisis sin slntesis, o a las sIntesis premiosas,en aæos subsiguientes ci denuedo de algunos comentaristas seorientó hacia las explicaciones trascendentales. Solo es de lamentar :que lo exhaustivo de algunos de esos intentos resulte casisin excepciOn excesivo en los supuestos y forzado en las conclusiones °.

En anacrónico paralelismo con ci afÆn reivindicatorio queHernÆndez entraiió en su poema, por motivos que poco se avienen con lo literario, en fechas ann bastante cercanas, ci influjode un torcido concepto de Ia reversibilidad de la historia seobstinó en hacer servir al Martin Fierro para propOsitos jTh

ciaT, percque resultaroii deThiiF embozada propaganda politica

En lo que corre hasta nuestros dIas desde el momento deIa apariciOn del poema, las alternativas de la crItica martinfie

68 Historia de Ia lit eralura argentina, t., I, Los gauchescos. Buenos Aires, Imprentade Coni hermanos, 1917.

69 A pesar de sos excelencias Las ediciones do Eleuterio F. Tiscornia son muy1-epresentativas de este tipo de excesos. La de Carlos Alberto Leumann -que incluyeIa novedad de utilizar por primera vez el manuscrito de Ia Vuelta- peca contrariamentepor la fluctuación casi continua del criterio analitico, La desproporcidn do los paralelosy la peligrosa y poco respaldada monumentalidad de las apreciaciones.

70 La obra mis importante conlo esfuerzo para una vision conjunta son los dosdensos volOmenes do Ezequiel Martinez Estrada: Muerte y transfiguraciin de MartIn-Fierro. Ensayos do interprelación do in vida argentina. Fondo de cultura econOmica,lixico.Buenos Aires, 1948.

184 }IISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA Los POEMAS CAUCHESCOS 185

rrista reclaman, plies, salvedades y retoques. Si los t5picos reeibidos no son tan inexactos, por estas fechas todos o casi todospiden correctivo y, a veces, impostergable contradicción documental y literaria.Ln comienzo, lajlifusión deL poerna entre la gente de

Ia canipaæa_fue manifiestamente grande: el nilmero y Ia rapidezde las ediciones lo prueba. Recitadores hubo que por modo jnglares dijeion el poema Irente a auditorios negddos paia lalectuia, pero aunque Lugones y alg1n otro critico hayan dejadotestimonio veraz de la existencid de tales recitadores nada obligaa admitir que Østos formaran legion ni que a sabiendas o noalcanzaran a constituirse en los rapsodas de HernÆndez. Si ocurrerepetir por modo textual la conocida noticia de NicolÆs Ayellaneda: "Uno de mis clientes almacenero por mayor, memostraba ayer en sus libros los encargos de los pulperosde la campaæa: 12 gruesas de f5sforos. Una barrica de cerveza,12 Viteltas de MartIn Fierro. 100 cajas de sardinas" 71, no debeconcluirse, en cambio, segiin se hace en tratados y manuales,que el mismo MartIn Fierro alcanzó a ser vendido -transustanciado ya en artIculo de primera necesiclad- en estallecimientossolo dedicados, antes de entonces, a expender las mÆs urgentesespecies de abacerlas y uso domØstico. En la campauia bonaerense y en bastantes poblaciones de alguna importancia, enesetiempo -como ahora!- no habIa comercios de libros, y,inpoco aI modo de las tiendas espaliolas liamadas de ultramarinos,uinicamente las "pulperIas" de campauia solIan entreverar producto de vario linaje con bastimentos de toda laya.

Nofueron bastantes los periOdicos que anunciaron Ia apariciuinbraperoa la sazon las hojas de ese caracter tarnpocoeran muchas ni su pre6 aciOn fundamental radicaba en lo literario. En 1873 el CorredUltramar reiteró en Paris, or extenso,el contenido del poema. En ese tiempo, o pocodespuØs, en la

Corrientemente citada por simple repetichin y sin indicaci6n de fuentes. estanoticia a incluyó Avellaneda en una Carla de 881 a don Florencio Madero. Lasviejas ediciones del relato sollan reproducir el pasaje correlativo. El gaucho 4!artfnFie,ro, pot JosØ HernÆndrz, decimocuarta edición, Buenos Aires, 1894, pg. IV;tamhiØn la decimoquinta edició del mismo aflo 1894, pÆgs. VI y VII, etc..

callpivar -en el nilmero 147 y en las inmediaciones delijo Colegio----- no tardó en establecerse una librerIa peçia1:mente a laventa dclii epónimo. Al hulo del rÆpido sucederse de las ediciones,tampoco le faltO al autor el juicio cordial, cuando no pondera.tivo, de personas notorias, en ocasiones de ideario politico contrapuesto al suyo: Mitre, Cane, Avellaneda, Juana Manuela Gorriti, Juan Tomuis Guido, Mariano Pelliza, Adolfo Saldias y otros.

Cuando muriO ci poeta, el eco condolido de los intelectualesy el de las grandes hojas diarias se concerto unÆnime. No puedesuponerse que el homenaje se dirigiera particularmente a! hombrepüblico, entonces en situaciOn conspicua Lo!_rn.ay.reslogios,y los niÆs decididos, a uceaciOnliteraria, yenJer.minos preferentes, cxciudores,. a Wa,lin Jrro.

Ilustrativó es ci discurso fuinebre del general Mansilla, ylo son tambiØn los discursos de los demÆs. oradores y panegiristas.Las otras veces conversada vivacidad del autor de Una excursiona los indios ranqueles se demora ahI, en ese discurso, en losserviciales lugares comunes frecuentados en tales despedidas. Nose desentiende Mansilla ni del varOn bondadoso, ni del tribunoeficaz, ni del ciudadano austero; lo esencial de su juicio, contodo, se aplica a! hombre de letras:

afirmo que cuando haya sido sepuitada en ci polvo del olvidoIa fama de muchos grandes hombres de circunstancias, persistirÆ en Lamemoria del pueblo el nombre de Martin Fierro, y que JosØ HernÆndezno habrÆ muerto, aunque sus despojos se hayan desvanecido.

Su obra no ha sido fantÆstica, ni caprichosa, porque su corazOnvibraba al unisono del corazón del pueblo, cantando sus sufrimientos.sus dolores, sus tristezas, como quien interrumpe un himno a la libertad,a la igualdad y a La fraternidad, para recordar con estrofas inteligiblesque hay clases olvidadas o desheredadas que reclaman nuestra patrióticasolicitud.

SI, JosØ HernÆndez fuØ todo un poeta, y los que han dicho queIa poesIa ama las Musas, y no Ia Verdad, tienen que convenir, esta veza! menos, en que Ia America puede reivindicar para Si, entre otrasglorias puras, Ia de tener cantores que hallan ecos simpÆticos en las

186 I1ISTORIA DR LA LITERATURA ARGENTINA

multitudes, siendo intØrpretes sinceros de sus nobles ideales, bardos quese elevan hasta el pinÆculo donde moran aquellos sin defraudar Iarealidad 72

El mismo Mansilla va aün mÆs lejos y reconoce la perdu.rabilidad del relato de Hernindez. Seæala una prenda de e!loen el desvelo patriótico y liumano que en favor de los deshe.redados cifra el relato, pero destaca, con especial memoria delos merecimientos del poeta, sit jiota singular en las letras atne.ricanas: la capacidad, tan de FlernÆndez, de adoctrinar sin queel estro elocutivo padezca.

Acabado ese discurso, en ‘a sIntesis que de la personalidaddel "desaparecido" hizo el doctor Luis V. Varela, los mØritosdel escritor destacan tambiØn coincidentes:

En las turbulencias de Ia vida agitada -poeta, escritor, soldado,legislador, politico, estadista-, una norma sublime ha acentuado siempre la inspiración de todos sus actos y de todos sus escritos... Si a!borde de Ia tumba puede formularse una aspiración de justicia, yohago votos por qua, al lado del ilustre nombre de tus mayores, brillesobre tu lÆpida el nombre consagrado de Martin Fierra, conso un fanalque guie, en Ia ciudad de los muertos, a los peregrinos de La I-’ampa,cuando vengan trayendo, como un tributo de gratitud y de cariæo, [aofrenda de sus corazones y de sus lØgrimas, al cantor de su querencia,de sus amores y de sus hazanas .

LIBRERIA MARTIN FIERRODR

Alonso S. Gonzªle2147- BOLIVAR -147

Surtido general ‘Is libro, imnreaoa de cienciaa. artea, literatura, poeaiaa.,nedicina y education, aurtido genetal de libroa en olanco, dtilea de eaeritorio y tints, de las mejorea fÆbricaa de liundrea y [‘aria.

Eata sass ae encarga de pedir. a Europa libroa aegian arregloa eonvencionalea. - -

DepOsits general Os las obras eEl Gaucho Martin Fierros y La vueltade Martlo Fierras por mayor y manor.

Surtido general Os aelloa para coleeciooea.DepOsito de todaa las ubraa publicadas por Rafael HernIndes.Se hasen smpresionea y enenadernacionea.TambiOn se enearga eata sass de todaa las eomi,iooes one as is con

fien coneernietatea at rams.

Por encima de las frases de exorno, y ya en ventaja sobrela crItica ulterior, el doctor Varela saluda en HernÆndez -quØmÆs podia pedirse en aquefla fechn?, quØ mÆs en aquella circunstancia? -al cantor por antononiasia del gaucho y do logauchesco.

Los diarios entonces mayormente representativos so aunaronen exaltacidn concorde. Bajo el nombre de JosØ HernÆndez,La Prensa iniciaba su cornentario declarando que la muerte del

72 La Prensa, Buenos Aires, 23 de octubre de 1886. p4g. 3, col. 7.78 La Prensa, Buenos Aires, 23 de octubre de 1886, p4g. 3, coL. 7 y pig. 4, rail I’.

-I

OBRAS DE JOSE HERNANDEZ

EL GAUCHO MABTIN FIERRO - L& VUELTA DR MARTIN flERRO

POR

MAYOR Y MENOR

188 HISTORIA DE LA LITERATTJRA ARGENTINALOS POEMAS CMJCHESCOS 189

poeta enlutaba "a las letras argentinas y a la musa sudamerica.na". DespuØs del elogio de HernÆndez, el diario ensanchabafrente al poema la mÆs abarcadora perspectiva posible:

Martin Fierro ha alcanzado por eso La mayor popularidad quejamÆs haya conquistado un libro argentino. H a e s t a d o en 1 a smanos de los hombres de todas Las jerarquiassociales, desde el fogón del campesino, qtie se lodevora, hasta la de los literatos que lo admirand e I e it a n d o s e. Los legisladores, los gobernantes, los educacionistas,tenIan y tienen mucho que aprender en esas pÆginas.

La Repiiblica pierde en HernÆndez a uno de los atletas de suliteratura propia, original, creadora ‘.

La Nación -fundada y dirigida por Mitre, el aplomadopero comprensivo adversario de HernÆndez- se hizo presentecon una nota laudatoria aim mims significativa.

Para postular trasposiciones de lo momentÆneo a lo permanente y de Jo humano a lo eatØtico, el texto necrologico nose encabeza ya, cual el de La Prensa, con el nombre de JosØHernndez. En capitulares de mucha tinta, duplicado y rotundo,el apelativo sustituto: MartIn Fierro ‘.

Augural, y no menos tenclidamente abierto hacia el futuro,el juicio de El Diarlo. Sin excluir el encomio de otros aspectosde la actividad de Hernimndez, palabras que asimismo debenrescatarse celebran allI los merecimientos del artista. Vale la penaverificar en quØ tØrminos:

La muerte ha sorprendido a JosØ Hernªndez en pieno vigor fIsicoe intelectual, pues nadie habrIa creIdo que el temperameiito exuberantedel mÆs popular de los poetas nacionales estuvieraminado por un ma! tan fatal e inexorable. Es uno de esos aconteci.mientos que traone los lImites de nuestro pals y une en un sentimientode comæn dolor a todos los pueblos que baæan rlos nacionales.

El cantor de Martin Fierro desposeldo de su nombre propio paradÆrsele el de su hØroe por millares de admiradores es u a a d e

‘ La Prensa. 22 de octubre de 1886. pig. 3 col. 6.La ZV’ación, Buenos Aijes, 22 de octubre de 1886, pÆg. 1, col. 6.

las glorias ms extendidas de las letras argen.t i n a a, destinadas a vivir tanto como el recuerdo de Las injusti.cias cantadas al identificar el nombre de Martin Fierro con el gaucho,cuando el tiempo y la civilizaciin invasora y nivelaclora conviertan entipo de leyenda al gaucho errante de nuestras pampas. S u n o m*bre, destinado a Ia gloria duradera de los gran.des intØrpretes del sentimiento popular cuando loenearnan en un hombre que es Ia verdadera expresión de La naturaleza,en Ia mÆs bella acepción del realismo, poetizado por el dolor y Ia desgracia,es quizÆ, o sin quizÆ, e I m s p o p u I a r d e I a a t r e s r e p im.b Ii c as d e I P I a t a. .. HernÆndez ha enriquecido nuestra literaturacon su poema, que con el rÆpido dØsenvolvimiento de nuestra civilizaciónfuØ el reflejo fiel de Ia vida contemporÆnea de nuestros gauchos y setransformó al dia siguiente en el poema de los dolores pasados, pene.trando en todos los corazones como esas tradiciones que lo conquistany lo invaden, al poetizarlos, haciØndolo inmortal como el sentimientomismo que encarnan.

Ninguno de log poetas de su gØnero ha recogido en su vida may.ores testimonios de simpatiap o p u I a r. Puede decirse que ha asisticlo en vida a su propiaaporeosis: el fallo de Ia posteridad to ha alcanzado en el pleno vigorde su inteligencia. Por donde quiera. en nuestra carnpaia el nombrede Hernmndez. sustituldo po el de Martin Fierro, por Ia admiraci6nde nuestros gauchos, recibirÆ el acatamiento de una gloria sancionadapor los aflos

La hermanada opiniOn de estos cliarios, tres baluartes, entonces, de Ia opinion ilustrada, se opone, corroboradora, a loque suele decirse usualmente. Los juicios periodIsticos, prescin.dibles en otras oportunidades. cobran aqul valores de primerplaiio. Por eso, creemos forzoso -y iitil- actualizar esos pimrrafos olvidados. No hay que ilamarse a engaæo, como con frecuencia se hace. Antes del fal]o confirmatorio desu Udayja.breve posteridad, entre las gentes Ilanas, los escritores, los pro.hombres y los periOdicos calificados, la efectiva consagraci6njde. Herndndez quedó indisputablemente consolidada desde Ia horadel trÆnsito mortal del poeta, e incluso inició su afianzamiento

El !iario, Buenos Aires, 22 de octubre de 1886, pÆg. 1, 2 col. Firma Sachem.

190 IIISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA

su muerte.Desde mucho antes el propio HernÆndez tuvo evidencja de

ello, y no falta un decisivo testimonio personal que asI lo asevera.Consecuentemente importa concluir con el pertinaz resabio seudorromÆntico gustado desde temprano por nunierosos comentaristase intensificado, si cabe, a Ia sonibra de algunas de las implica.ciones polIticas de los ültimos aflos. Nos referimos a la inexactavisi6n de un gran poeta "popular" solo comprendido por lasclases humildes, pero desconocido por las clases altas y desdeliado por los colegas "cultos". Estos pÆrrafos fechados en Mon.tevideo, en agosto de 1874, e incluidos por HernÆndez en unaextensa carta "a los editores de la octava edición", refrendan lodicho y suprimen la necesidad de mayor prueba:

PermItanme ustedes manifestarles ahora Ia confianza con que esperode su fina atenciOn que reserven a esta carta un pequefio espacio entrelas pÆginas del folleto, porque anhelo satisfacer en ella una deuda degratitud que tengo para con e I p Is b Ii c o, para con I a p r e n s aargentina y mucha parte de Ia oriental; para conalgunas publicaciones no americanas, y para con lose s c r it o r e s que dignandose ocuparse de ml humilde trabajo lohan ennoblecido con sus juicios ofreciØndome a la vez, sin ellos procurarlo,Ia recompensa mIss completa y la satisfacciIsn mIss Intima.

Hace apenas dos auios que se hizo Ia primera edición de MartinFierro en un pequeæo nIsmero de ejemplares. Su aparición fue humildecomo el tipo puesto en escena, y como las pretensiones del autor.

Algunos diarios de Buenos Aires y de Ia campafla, como La RepzThlica, La Pampa, La Voz del Saladillo y otros, dieron cuenta alpIsblico de Ia aparición de aquel gaucho que se exhibIa cantando ensu guitarra las desgracias y los dolores de su raza. -

Las recomendaciones eran hechas en cOnceptos lisonjeros y honrosos y los resultados fueron completamente favorables. Antes de dosmeses estaba agotada Ia edición, tras de Ia que han venido otra y otra,hasta la octava o novena que ustedes preparan ahora.

Y yen ustedes cuIsn dificil- me serIs satisfacer Ia deuda de agradecimiento que me impone la acogida dispensada a ese harapiento cantordel desierto.

La prensa argentina en general ha honrado tambiØn con ima benevolencia obligante las trovas del desgraciado payador,

LOS POEAS GAUCHESCOS 191

y en una misina Øpoca, o sucesivamente, los cantos de Martin Fierrohan sido reproducidos Integros o en extensos fragmentos por La Prensa,La RepÆblica de Buenos Aires, La Prensa de Beigrano, La Epoca, y ElMercurio de Rosario, El Noticiero de Corrientes, La Libertad de Con.cordia, y otros periódicos cuyo nombre no recuerdo o cuyos ejemplaresno he logrado obtener.

AsI al consignar aqul los nonThres de esos obreros del pensamientoen que se encuentran representados todos los ma.t i c e s d e I a o p i n i ó n deseo significar con este i’ecuerdo extensivoa muchos órganos de la prensa oriental, como La Tribuna y La Democraciade Montevideo, La Constitución y La Tribuna Oriental de Paysandii, que,o lo han reproclucido Integro o en parte, o lo han favorecido con susjuicios, popularizando Ia obra y honrando al autor.

La publicaciIsn ilustrada El Correo de Ultramar le brindd en suscolumnas acogida que no podia ambicionar jamIss esa creación humilde,nacida para respirar las brisas de la Pampa, y cuyos ecos solo puedenescucharse, sentirse y comprenderse en las lianuras- que se extienden alas mIsrgenes del Plata.

Por lo que respecta a 1 o s e s c r it o r e s cuyos fallos honrososcolocan ustedes al frente de Ia nueva ediciOn, elms comprenderIsn lossentimientos que me animan con solo manifestarles ml persuasiOn Intimade que el Øxito que pueda alcanzar en lo sucesivo lo deberØ casi en sutotalidad a esos protectores, que han venido galante y generosamente aabrirle al pobre gaucho las puertas de Ia opiniOn ilustrada.

Ellos son autores, y de productiones ciertamente de mayor mØritoque Ia mia, aunque de diverso gØnero, y ellos saben por experienciapropia cuÆn Intima satisfacciOn derrania en el espIritu de quien yesu pensamiento en Ia forma de libro, aI ver ese mismo libro hojeadopor los hombres de Ietras, honrado con su aprobacidn y prestigiadocon su aplauso .

Bien se advierte -con el testimonio del propio HernÆndez-que para que ello aconteciese no fue preciso esperar voces mÆstardIas y doctas, y que los varios sectores del püblico de entonces y los de la pren!2ea intueron decla.aron,en el

Biidvierte, asimismo, que ni a don Miguel de Unamuno

Loc. Cu.

192 HISTORLA OF. LA LITERATJRA ARGENTINA LOS I’OEMAS GAUCHESCOS 93

ni a don Marcelino MenØndez y Pelayo les tocó alertar Ia aten.

ción de los estudiosos americanos, como tambiØn se ha escrito

y como todavia, de vez en vez, se repite .

Menos pertinente es admitir que Ia encuesta de Ia revista

Nosotros comportó algo asI como un "redescubrimiento" del poe.

ma. Tal juicio pierde rotundidad luego que se verifican las pa.

ginas de la encuesta, sin duda mÆs mencionada que leIda. La

mayoria de los interrogados, al contrario de lo que habIa ocu.

rrido en las etapas primeras de la difusión de Martin Fierro,

asume ahI una actitud desaprensiva y menoscabadora. No falta

opinante que reniega los mØritos todos del poema, en tØrminos

tan absolutos que hoy se los rechazarIa con voz casi unÆnime

y patrióticamente escandalizada .Tampoco El Pajador.. deJigQnes, libr desde hace tiempo

mÆs celebrado - que verificado y sopesado, _çiócop_/artIn8. Lgjzo segün

ci juego de contradicciones que en esto como en lo demÆs era

connatural a lo suyo, taJQyalQres.pOjDuiareSycefli

drgentinos deIgQ,.p?J4. adecuarloLuegfada.

rnentep! cn meuiforas brillantes que con razones precisas,jegorIas de la nornenclatura retórica mÆs rernota. Recru

deció entonces, ht hacerse lugar ctmn porfiadIsimo, Laserto

adelantado por Martini__oLgpixiÆn, despuØs exag_yes un caba]

poema epico, con las aæejas caracterIsticas del gØnero, e incluso,

78 El rico comentario de Unamuno apareci6 en La Revista Espartola "Quin

cenal, literaria, cientifica, politica", Madrid. 1894, pÆgs. 5.22: "El gaucho Martin

Fierro. Poema popular gauchesco de D. JosØ HernÆndez argentino A Don Juan

Valera. Cinco aæos despuØs Unamuno retomó el tema en el n 27, II, pdg. 44 de Ia

Ilustracicin Espanola y Americana Madrid. 1899. Las pÆginaa de MeuØndez y Pelayo,

que toman pie en las de Unarnuno aparecieron en Antologia de poetas hispanoame

ricanos, Madrid, 1895, t. IV, pÆg. 150 y sigs.

En el coro nada unÆnime de los once opinantes, ci "Maestro Palmeta" aleanzó,

en efecto. ci registro mÆs altamente desentonado, aunque intrØpido y por momentos

ingenioso. Segui a revista. detrÆs de ese seLldhnirno se celaba ins grave prefesor de Ia

Universidad de Buenos Aires, consejero y acadØmico. El Dr. Carlos Octavio Bunge,

a lo que parece.80 El payador, Buenos Aires. Talleres graficos de Otero y Cia. 1916.

por afiadidura, el poema nacional, nunc et semper, de todos losargentinos. 81/

Las afirmaciones de Lugones, y en cierta medida algunasde las de Rojas en los abarcadores capItulos de "Los gauchescos",se apoyan con exceso en modos ya pocos frecuentadosde lacrItica romdntica y positivista. En estudio perspicuo lo sefialóFederico de OnIs 82 pero es justo reconocer que con anterioridada dicho estudio -y antes y despuØs de los trabajos de Lugonesy de Rojas- varios crIticos locales objetaron con atendibles argumentos esa tesis tan sumaria como atrayente, casi del todoinexacta -o por lo menos excesiva-, aunque halagadora paraIa sensihilidad de vastas zonas del püblico

En desquite, Ia encuesta de Nosotros, las aseveraciones deLugones, e igualmente las mejor respaldadas de Rojas, no pu.dieron menos que conilevar ci fermento de nuevos comentarios.En forma especial las contenidas en ci tomo primero de laLiteratura argentina, aquellas aseeraciones contribuyeron atuar" ci poema entre los universitarios y entre un buen golpede escritores ganosos de arrimar su obra al amparo de unatradición no excesivamente forastera ‘.

81 l.a bibiiografIa es harto profusa. Para ser relativamente compietos habria quecitar, ademds, cuanto discurso y cuanta alocución se han pronunciado y Se pronunciansobre estos temas inesquivables del martinfierrismo de circunstancia. Pasemos.

82 VØanse las referencias incluidas en la flota nam. 26.83 En esto, Ia actitud mÆs decidida Ic correspondió a Calixto Oyuela, Antologia

poØtira hispanoanvericana, Buenos Aires. 1919, t. III, 2, pÆgs. 1110 a H32. Restriccionescoincidentes habIa sugerido pocos afios antes Emilio Alonso Criado MartIn F’ierro.Estudio ci-Itico, Buenos Aires, 1914.

84 Todo ello ayudØ, en conjunto, pars que en adelante Martin Fierro se afianzasocomo "materia" de obligacihn y aun de interØs universitarios. Y dicho sea de paso:no es pertinente seguir afirmando que Ia Universidad se mantuvo ignorante o desdeuiosadel poema hasta Ia sonada gesta redescubridora de 1913. Segiin eso ifÆcilescontraposiciones romÆnticas, extemporÆneos arrestos vindicativos!. he ahI a los doctos.parejamente confabulados, con los sefiorones, para propender a Ia omisihn del poema.Macho maR sendillo parece recordar que hasta 1912 -lasI, y todo Un auio antes de Isencuesta!- ni Ia Universidad de Buenos Aires, ni otra alguna del pals, tuvo cÆtedrade literatura argentina. Pueto que no todo se hace ahora, y tambiØn ayer se hizoalgo, tal honra Ic quedó reservada a Ia Facultad de Filosofia y Letras. En ese entonces,D. Rafael Obligado era ci decano, y D. Ricardo Rojas el primer profeaor titular deIa asignatura.

194 flISTORIA D LA LrrERATUrtA ARGENTINA

No faltan otros acarreos bibliograficos, pero en conjunto,Østos que acaban de recordarse simbolizan las alternativÆs mÆsprestigiosas -y especiosas- de la critica promovida por Ianarración de HernÆndez. DespuØs, como queda dicho, hi investigación se ha desplazado mayormente, aunque todavia sin unatotal liquidación de prejuicios, hacia Ia interpretaci6n del poeta,o hacia el esciarecimiento, digamos filologico, de su libro mÆximo: la fijación del texto, el anÆlisis de sus temas, el sondeode las fuentes. De especial inanera mucho se ha discurrido acercade las implicaciones verbales de Martin Fierro vocabulario, fo.nØtica, morfologla y sintaxis. La estilIstica.. . espera.

V

DespuØs de haberlos recordado con atención verificadora,y por eso provechosa, cabe dejar a los comentaristas y volveral texto.

Para despejar una lectura al propio tiempo sensible y obje.tiva parece caución aconsejable contraerse a una comprobaciónque despuØs de tantos lutros sigue siendo un recaudo desatendido: /thiig frlo que en Martin Fierro es prescindible lastrede epoca, frente a 11o-1i simpre vigente poesia, o porlo menos la expresion reciamente lograda- que todavia boy,comoenlosdIasdeHŁrnÆndezriso1a losvalores extratempo.rales de su texto.

En lo mÆs de su curso la narración se desarrolla a manerade relato autobio .Enlaprimera parte, 1 Ida, elargu.

"rQlacio" del propj Martin Fierro, desde el canto primero alnoveno.juedicedelcantom_aimendflo ocupa la confidencia del sarentoCruz. En el canto dØcimotercero Martin Fierro retoma Ia pala.bra,

Aqul me pongo a cantaral compÆs de a vgüeIa...

1, 1-2L

19 HISTORIA DE LA LITERATJRA ARGENTINA

dichas pr el utorpaaexpJcar ladedsión..extrernade esos personajes y dar punto yfin a la primera etapa.

En esta etapa, el poema se inicia con Ia estrofa que todoslos argentinos, sin exclusion de los que no han leIdo ni escuchado la totalidad del relato. suelen o solIan saber de meizioria:

Aqul me pongo a cantaral compÆs de Ia vigüela,que ei hombre que to desve!auna pena estrordinaria,como Ia ave solitariacon ci cantar se consuela.

por1artin Fierro, levanta u ocadón asantos,jra que Østos lo ayuden a cQtitat jque Øl mism llamasu "historia". Declara con rotunder su capacidad ara el cantoy dice La facilidad con que le afluye a los labios:

Cantando me ha de morir,cantando me han de enterrar,y cantaridc he de liegara! pie del Eterno Padre:dende ci vientre de mi madrevine a este mundo a cantar.

Yo no soy cantor letrao,mas si me pongo a cantarno tengo cuÆndo acabary me envejezco cantando:las coplas me van brotanilocomo agua de manantial

1. 49-54

TJnaalusiOna las propias penas, sOlo aliviadas por el canto,y Martin Fierro contrasta Sn triste vida actual con aquØlla.. tjngrata, que gozo en epociIejiiiä Tfla evocacion de los que

I, 1.6

1, 31.36

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198 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA

j.eyntretenirnientosde1 paadofiro recuerda su terru.fio,susbienes y el halago familiar perdidos:

Tuve en mi pago en Un tienipohijos, hacienda y mujer;pero empecØ a padecer,me echaron a La frontera.Y quØ iba hallar al volverlTan solo hallØ La tapera.

1. 289.294

En efecto. La desdicha de MartIn Fierro irrumpe tan itiegocoiioa pesar suyo se lo lIea a Ia frontera sur para servircontra los indios. Como tantos jtros, ntro gaucho cae en Ialeva. Su situación seve empeorada porlamagierencia de unjiIz, al que el paisano no quiso "servir" en cierta eleccióncanipera.

Lo que sigue -siempre en el relato del gaucho- ensamblaYa narración de la vida desastrada, entrevero de toda suerte demiserias y peligros, que Ic toca padecer en el forth fronterizo.A riesgos y fatigas se sobrealiade el trabajo no retribuido a queel coronel y sus subordinados it, someten. Malos tratos.harnbrey_desnudezse agravan. El directu ataque de los salvajes tampoco tarda en hacerse efectivo:

No hay plaga como un fortinpara que ci hombre padezca.

1, 641.642

MartIn Fierro deci_ey]Qjçe:

tJna noche que riunidoeestaban en la carpetaempinando una limetael jefe y el juez de paz,yo no quise aguardar mÆsy me hice humo e un sotreta.

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200 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA

Para ml el cainpo son floresdende que libre me veo;donde me ileva el deseoalil mis pasos dirij oy hasta en Las sombras, de fijoque a dondequiera rumbeo.

Entro y salgo del peligrosin que me espante el estrago;no aflojo al primer amagoni jamÆs fI gaucho lerdo:soy pa runibiar como ci cerdoy pronto cal a ml pago.

Volvia a! cabo de tres aflosde tanto sufrir aI iiudo,resertor, pobre y desnudo,a procurar suerte nueva,y lo mesmo que el peludoenderecØ pa ml cueva.

No hallØ ni rastro del rancho;solo estaba Ia tapera.Por Cristo, si aqueilo era

pa eniutar ci corazón!Yo jurØ en esa ocasiónser mÆs ma!o que una fiera.

jQuiØn no scntirÆ to mesmocuando ansi padece tanto!Puedo asigurar que ci liantocomo una Inujer Iargua.Ay, ml Dios, si me quedŁmÆs triste que Jueves Santo!

1, 985-1020

Elprófugo_no encuentra ni a sumujer ni a sus hijos,.yadvierte el total despojo de sus bienes. El hecho lo encorajinavlo empuja a Ia resohiciOn que tomarÆ muy luego:

Yo he sido manso, primero,y serØ gaucho matreroen mi triste circustancia,

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202 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUcHEScOS 203

aunque Cs mi mat tan projundo;naci y me he criao en estancia.pero ya conozco el mundo.

I, 1099-1104

Las ocasiones le salen al encuentro. Enpulperca,despuØs de haberbebido, riæe cn Un negro, yb mata. No tatden acontecerle lo mismoen otro "boliche", con un gaucho. Luego de Ia doble "desgraeia", a MartIn Fierro solo lequeda 1a huIda, el andar a campo abierto para esquivar un encuentro con Ia justicia, con la policia en todo caso.

La "partida"concluye por alcanzarbo. Dispuesto a morir enel trance, pero combatiendo, el paisano se defiende bravamente.End__momentodifIcil,jsivisuvalorimpresiQnaaisargentoque actcia frente a los ptrsegu1d9res:

Tat vez en el corazónlo tocO un santo benditoa un gaucho. que peg6 el gritoy dijo: ";Cruz no consienteque se cometa el delitode matar ansi a un valiente!"

I, 1621.1626

Despus de liquidar y poner en fuga aJ resto de Ia "partida",Cruz montan de nuevo y con largos tragos ‘le

ginebra eonfirman Ia arnistadiniciadaenladuraaIternjv.A partir de este momento, no sin toques de estoicismo y deesinilnado buen humor, ci propio Cruz relata su tambiØn lax-neiitable historia:

Amigazo, pa sufrirhan nacido los varones

Afiora el sargento los dIas de felicidad junto a su mujer, prontoconcluldos cuando ci viejo comandante de La milicia en que Ølactuaba provoca el desvIo de su compaæera. Lamentablemeuteburlado ci hombre se aleja con reicoroso bochorno. En un ha liede puiperIa cnfrenta el trance de malparar a un gaucho guitarrero e indiscreto, al que desafIa y da muerte. La situaciónde Cruz concluye por parecersealapadecidaporMtInFiro;

Monte y me largue a Los camposinÆs libre que el pensamiento,como las nubes al viento,a vivir sin paradero;que no tiene el que es matreronido, ni rancho, ni asiento.

1, 2005.2010

Un amigo 10 pone en buenos tØrminos con Ia autorirlad yeJc9pyiert!e1sagej3toqueahoraa stia deertado.

DespuØs de ta] confesiOn Cruz seallana y propone a MartinFierro compartir, segtn vengarx los riesgos y las atisfaccioiiesde sus vidas, hermanadas tan d improviso:

Ya conoce, pues, quiØn soy;tenga confianza conmigo.Cruz le diO mano de amigoy no to ha de abandonar.Juntos podemos buscarpa Los dos un mnesmo abrigo.Andaremos de matrerossi es preciso pa salvar;nunca nos ha de faltarni Un giien pingo para juir,ni Un pajal ande dormir,ni un matambre que ensartar.

1, 2065-2076

Marffn Fierro da pronto asentimiento a Ia invitaci6n soli.citadora:J, 1687.168

204 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA

Ya veo que somos los dosastilla del mesmo palo:yo paso por gaucho maloy ustØ anda del mesmo modo,y yo, pa acabarlo todo,a los indios me refalo.

I, 2143-2148

Los camaradas resuelven traspasar Ia frontera, segin lo propuesto; muy luego lo cumplen L internanenlazol2a de lossalvajes;

Cruz y Fierro, de una estanciauna tropilla se arriaron;por delante se Ia echaroncomo criollos entendidosy pronto, sin ser sentidos,por Ia frontera cruzaron.

Y cuando Ia habian pasao,una madrugada clara,le dijo Cruz que miraralas æltimas poblaciones;y a Fierro dos lagrimoriesle rodaron por la cara.

1, 2287-2298

ComoEl gaucho Martin Pierro, La vuelta de Martin Pierro,su continuación mÆs que su segunda parte, se inicia con el relatodirecto del protagonista:

Atención pido aI silencioy silencio a Ia atención,que voy en esta ocasin,Si me ayuda Ia memoria,a mostrarles que a mi historiale faltaba lo mejor,

J.

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206 HISTORIA DR LA LITESATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCHESCOS 207

Viene uno como dormidocuando vueJve del desierto;verØ si a esplicarme aciertoentre gente tan bizarra,y si al sentir Ia guitarrade mi sueæo me dispierto.

II, 1-12

TambiØn aI son de Ia "vigiiela", y segi’in cuadra, cuantosigue empieza por la "historia" de Fierro y de Cruz entrelos indios:

RecordarÆn que con Cruzpara ci desierto tiramos;en Ia pampa nos entramos,cayendo por fin del viajea unos toldos de salvajes,los primeros que encontraflios.

Los indios los reciben con desconfianza. Fierro y Cruz esIna punto de pasarlo ma!. Un cacique los salva, ero los dosamigos quedan prisioneros y separados

Relatar nuestras penuriasfuera alargar el asunto;les dire sobre este puntoque a los dos aæos reciØnnos hizo ci cacique el biende dejarnos vivir juntos.

II, 403-408

_.Enpienc1esanip,mas con mutua asistencia, los priio.neroa observan la ida, las fiiiiI5s bThso dfl trihuEn la colorida e3weaciónjle MartIn FiertQ,llbreespacioparaunasuertedejnrjidjpescripjivo.E1tempode1reiatoqueda en o.

Anudadocihio de Ia historia, alude Martin Fierro a Iaepidemiadevirue1a gueernpa a hac TraeniFe!os indiosCuenta cómo Cruz y Øl se conduelen del buen salvaje que losha protegido, y cómo el antiguQ sargento no tarda en sentirsevIctima del flagelo:

Se Ic pasmó Ia virgiiela,y ci pobre estaba en un grito;me recomendó un hijitoque en su pago hahia dejado."Ha quedado abandonado,me dijo, aquei pobrecito.

Si vuelve, büsquemeió,me repetIa a media voz,en ci mundo Øramos dos,pues i ya no tiene madre:que sepa el fin de su padre,y encomiende mi alma a Dios."

II, 199-204 II, 907-918

2O RIST0CL DE tA LITERATURA ARCEZTNALOS POEMAS CAUCUESCOS 2O

Mientras vaga acuitado pox Ia pØrdida de su compafierode infortunio, Martin Fierrc escucha ci lamentable relato de unacautivacristiana,quea Ia zaga de toda clase desufrimientossoporta los castigos del indiu que acaba de degollarle a sucriatura. En fiero cumbate el gaucho mata al indio.LuegoJiuycon la desdichada:

Dende ese punto era juerzaahandonar el desierto,pues me hubieran descubierto,y, aunque lo matØ en pelea,de fijo que me lanceanpor vengar al indio muerto,

Me vine, como les digo,trayendo esa compafiera,

marchamos Ia noche entera,haciendo nuestro caminosin mªs rumbo que el destino,que nos ilevara ande quiera.

DespuØs de mucho sufrirtan peligrosa inquieth,alcanzaznos con salcia divisar una sierra,y al fin pisamos Ia tierraen donde crece ci ombü.

210 insTORLA DE LA UTERATURA ARCENTINA2fl

Nueva pena sintió el pechopor Cruz, en aquel parage,y en humilde vasallagea La magesta iiifinitabesØ esta tierra benditaque ya no pisa el salvage.

Al fin Ia miseticordiade Dios nos quiso amparar;es preciSO soportar

AhI mesmo inc desped’ide mi infeliz compaæera."Me voy -Ic dije- ande quiera,

LOS POEMAS GAUCHESCOS

aunque me agarre el gobierno,pues. infierno por infierno,prefiero el de Ia frontera."

II, 1371.1376; 1461-1466;1527.1550

En ci pago de Martin Fierro las cosas no han mejoraclomucho, pero el tienipo no pasa en vano. Losdieza6ostras.cjcios han cn cL erseguidor recuerdo, de sus "desgra.ciicho hace una pausa end canto y dice cómo y en

los trabajos con costancia:alcanzamOs a una estaflCladespuØs de tanto penar. j,uØ lursuppla

sushijos.Juntoa Øl ahI estÆn los muchachos. Templado ya elinstiInento, ci mayor sdii para narrar su historia

El joven cantor denuncia el desamparo en que ha vivido ycrecido. Malaniente ayudados por unos y otros, concluye de peon

212 HISTORIA DE LA LITERATURA ARCENTINA LOS POEMAS CAUCHESCOS 213

en una estancia; alil Ia justicia no tarda en achacarle un asesinato a! que es ajeno. El resto del relato ci recitante In rnpIeaen evocar las horas de soledad, con lo sufrido, lo imaginado ymeditado en ellas:

* . . quien ha vivido encerradopoco tiene que contar.

II, 2083-2084

El hijo segundo, en canibio, parrafea despaciosamente; conprimor de detalles narra sus atropelladas aventuras. Prirnero lorecoge una tIa, en cuya casa todo le era recreación, regalo:

No tenIa cuidado algunoni que trabajar tampoco;y como muchacho locolo pasaba de hoigazÆn;con razón dice ci refrÆnque lo bueno dura poco.

Ii, 2109-2114

Muere la tIa, y el muchacho hereda sus bienes. El juez-"un hombre de mucha labia, con mÆs leyes que un dotor"-ciemora el inventario y deja al menor en triste desabrigo. Solopor fin, muy a las cansadas, le nombra un tutor:

Me llevó consigo un viejoque pronto mostró la hilacha:dejaba ver por Ia fachaque era medio cimarrón;muy renegao, rnuy ladrón,y se liamaba Viscacha.

II, 2157-2162

El cantor perfila el retratu fIsico, las beliaquercas, Ia yenalidad y la radical mala lisdole del viejo gaucho. Todo tinepisodio de su recitado -el XV, en esta segunda parte- lesirve para recordar, en grÆficas citaciones, los "consejos" con

que el taimado preceptor pampeano pretende orientarlo en Iavida. Pero Vizcacha muere. El muchacho abandona ci rancho,mÆs que rancho covacha, que habla compartido con el anciano:

Andube a mi voluntÆcomo moro sin seæor;ese fuØ ci tiempo mejorque yo he pasado tal vez:de miedo de otro tutorni aportØ por lo dci juez.

II, 2745-2750

En su rodar ci mozo cae en amores con una viuda. Paraser correspondido recurre a todos los arbitrios, e incluso, aunqueinætilmente, se procura los de an adivino. No entra en posesi5nde su herencia, lo echan del pago y, ma! que le pese, tambiØna Øl lo hacen servir en el contingente de frontera.

214 HISTORIA DE LA LITERATUBA ARGENTINALos POEMAS GAtJCBESCOS 215

DespuØs de un intermedio narrativo, en ci que se destacacómo Martin Fierro y sus dos hijos celebran el encuentro,recejozpJorastew".Jiotener otro nombre. A su turno, con undo aplomo, pidelicencia al auditorio "para contar su historia". Teinpia la guitarra e inicia otro relato autobiogrÆlico. Ignora quiØn fue suprogenitor y declara haber perddo a su madre "antes de saberIlorarla". De pequefio procuraha ganarse el sustento como pastor,pero injusta y rigurosamente tratado huyó a Santa F con unosvolantines. Cuanclo decidió abandonarlos, encontró a dos tIas quelo recogieron y albergaron:

Con aquella parentela,para ml desconocida,me acomodØ ya en seguida;y eran muy buenas sefloras,pero las mØs rezadorasque he visto en toda mi vida.

Con el toque de oraciónya principiaba el rosario;noche a noche un calendariotenlan ellas que decir,y a rezar sollan venirmuchas de aquel vecinario,

Lo que alil me aconteciósiempre lo he de recordar,pues me empiezo a equivocary a cada paso refalo,como si me entrara el Malocuando me hincaba a resar.

II, 3001-3018

Por ete comportamiento, y su actitud con una miilata criadade Ia casa, no tarda ci muchacho en maiquistarse con su momentÆnea familia:

El recuerdo y el dolorme duraron niuchos dIas;soiØ con las heregias

que andaban por estirpar,y pedia siempre al resarIa estirpación de mis tIas.

Y dale siempre rosarios,noche a noche y sin cesar;dale siempre barajarsakes, trisagios y credos:me aburrI de esos enriedosy a! fin me mandØ mudar.

Me Ic escape con trabajoen diversas ocasiones;era de los adulones,me puso mat con el Juez;hasta que, al fin, una vezme agarró en las eleciones.

Ricuerdo que esa ocasiónandaban listas diversas;las opiniones dispersasno se podIan arreglar:declan que el Juez, por triunfar,hacIa cosas muy perversas.

Cuando se riunió Ia gentevino a ploclamarla el flato;diciendo, con aparato,"que todo andarla muy mat,"si pretendla cada cual"votar por un candilato."

II, 3073’3084

Picarcila se hace tahur, diestro en toda suerte de trampas.Naipes y dados concluyen por cederle sus rendidores secretos.Un oficial de policIa no tarda en exigirle parte de los beneficios.Entre uno y otro hombre Ia maiquerencia aumenta, y una mujeres Ia causa. En oportunidad de ciertas elecciones, el oficial ylos suyos pretenden que PicardIa vote Ia lista del candidato queellos sostienen:

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210 }IISTORIA DR LA LITERATURA ARGENTINA Los POEMAS GAUCLIESCOS 217

Y quiso a! punto quitarmeLa lista que yo lievØ;mas yo se Ia mesquinØy ya me gritó... "Anarquista,"has de votar por Ia lista"que ha mandao el Comique."

Me dió vergiTienza de vermetratado de esa manera;y como Si uno se alter aya no es fØcil de que ablande,le dije: "Mande el que mande,"yo he de votar por quien quiera."

"En Las carpetas de juegoen Ia mesa eletoral,

"a todo hombre soy igual;"respeto al que me respeta"pero el naipe y la boleta"naides me Jo ha de tocar."

II, 3337-3372

La policla lo sablea, y el rnuchacho, a! que para colmole iniponen el castigo del cepo, lo sobrelleva todo con entereza.Las reflexiones desconsoladoras no faltan:

Injusticia tan notoriano la soportØ de flojo;una venda de mis ojosvino eJ suceso a voltiar:vi que tenIamos que andarcomo perro on tramojo.

Dende aquellas elecionesse siguió el batiburrillo;aquel se volvió un ovillodel que no habia ni noticiaEs sefiora La Justicia..y anda en ancas del mØs pillo!

A poco, en dernanda de contingente para la lucha contra elindio, se inicia una leva. Cuantos carecen de apoyo o han mostrado espIritu de rebeldia no tardan en figurar en la lista. Niel ilanto de las madres, ni las süplicas de las esposas, ni el reclamo de las hermanas corisigueri liberar a los desdichados. Enla "voltiada" cae tambiØn PicardIa. En el trance se entera de

que es hijo del finado Cruz, cuyas mentas de hombre "guapo"tiene conocidas. Esto lo mueve a enderezar su conducta, aun atrueque de no disirutar de mejor fama:

Yo jurØ tener enmienday lo consegul deveras;puedo decir ande quieraque si faltas he tenidode todas me he corregidodende que supe quiØn era.II, 3385-3396

218 HISTORIA 05 LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS CAUCRESCOS 219

£1 que sabe ser buen hijoa los suyos se parece;y aquel que a su lado crecey a su padre no hace honor,como castigo merecede Ia desdicha el rigor.

Con un empeæo costantemis faltas supe enmendar;todo consegul olvidar,pero. por desgracia mIa,el nombre de Picardlano me lo pude quitar.

Aquel que tiene buen nombreniuchos disgustos ahorra;y entre tanta mazamorrano olviden esta alvertencia:aprendi por esperenciaque el mal nombre no Se borra.

II, 3565-3588

1.05 e’ens que se padecen en las guarnkiones de fronterasson hirgarne;ite evocaflos y denostados por PiranHa Cuandoaperlas pone fin a sij relatu, un iegro "presumido de cantor" seallega a La reunion. Echa mano al instrumento y so compone cipecho;

Todo el mundo conociIs intención de afluel moreno:era claro el desafiodirigido a Martin Fierro,hecho con toda arrogancia,de un modo niuy altanero.Tomó Fierro Ia guitarra,pues siempre se halla dispuesto,y ansi cantaron los dosen medio de un gran silencio.

Alterno, en tipica pavada de contrapunto, sigue el liricofloreo de Martin Fierro y ci Negro Este iltirno empieza porresponder a las preguntas que ci gaucho le propone: cuÆi esci canto del cielo, cuÆi ci de là tierra, cuÆl ci del mar, cuÆl cide la noche. Con esto vat, otros interrogantes, acerca de cOmonace ci amor, y quØ es la icy. A su vez, el Moreno interrogaa Martin Fierro reclamando una explicaciOn de los conceptos decantidad, medida, peso y tiempo. Tras esas declaracioiies, el mismo

Martin Fierro invita a su advecsario a cantar sobre "cosas doIa esta,teia". Hasta ahora gallardamente diserto, ci negro adniitesu derrota:

Y dende hoy en adelante,pongo de testigo al cielopara decir sin receloque, si mi pecho se inflama,no cantarØ pot Ia famasinó por buscar consuelo.II, 3907.3916

220 IIISTOSIA DE LA LITERATUBA ARGENTINA LOS POEMAS GAIJCHESCOS 221

Vive ya desesperadoquien no tiene que esperar;a lo que no ha de durarninguin cariæo se cobre:alegrIas en un pobreson anuncios de un pesar.

Y este triste desengaæome durarÆ mientras viva;aunque un consuelo recibajamÆs he de alzar ci vuelo:quieri no nace para ci cielode balde es que mire arriba.

Y suplico a cuantos me oiganque me permitan decirque al decidirme a venirno solo juØ por cantar,sinó porque tengo a mÆsotro deber que cumplir.

II. 4409.4132

El payador vericido no tarda en declarar ci deher que lotcucia: hermano del negro al que Martin Fierro victinió cuandoa primera "desgracia", ci Moreno espera poder soiventar Iavieja cuenta de sangre. Comprende MartIn Fierro que ci interregnode su vuelta y ci encuentro con sus hijos se hailan lejos de niarcarel deseado punto final de NUS fatigas:

Yo no sØ to que vendrÆ.tanipoco soy adivino;pero firme en mi caminohasta ci fin he de seguir:todos tienen que cumplircon Ia ley de su destino.

Primero. fuØ Ia fronterapor persecución de un juez,los indios fueron despuØs,y, para nuevos estrenos,Æhora son estos morenospa aiivio de mi vejez.

II. 4481.4492

la quietud dci Ænimo y tÆcita la prevención depero los lejanos impulsos pendencieros asoman:

Yo he conocido a toditoslos negros mÆs peliadores;habia algunos superioresde cuerpo y de vista... jai juna!Si vivo, ies dare una...historia de las mejores.

Mas cada uno ha de tiraren el yugO en que se yea;yo ya no busco peleas,las contiendas no me gustan;pero ni sombras me asustanni buitos que se menean.

La crØia ya desoilada,mas todavIa falta ci rabo,y por lo visto no acabo

Mayor esla experiencia,

222 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCRESCOS 223

de salir de esta jarana:pues esto es to que se llamaremachÆrselØ a uno el clavo.

II. 4505-4522

Por suerte, los presentes se interponen; y ci huen juielo deMartIn Fierro prevalece. Esquivada la contienda, el ?aucho v losmuchachos -sus dos hijos y ci de Cruz- se alejan a cahallo.En Ia sotedad pampeana, bajo un cielo numerosaniente estrellado,no tardan en hacer alto:

Ansi, pues, aquel]a nochejuØ para ellos una fiesta,pues todo parece alegrecuando el curazón se ategra.No pudiendo vivir juntospor su estado de pobreza,resolvieron separarse,y que cada cual se jueraa procurarse un refujioque aliviara su miseria.

II, 4579-4588

"Antes de desparramarse", Martin Fierro comunica a lostres muchachos sus amargos, pero tónicos, edificativos y aprovechabies consejos. Sobre ci final de la obra, ci autor retoma direc.taniente Ia palabra e insiniia Ia pusible continuación del poema.En ci supuesto de que ci tiempe no Ic alcance, confIa en cibuen recuerdo que de 61 dejarÆ lo ya cumplido en defensa deuna causa asumida fraternalniente, y como propia, en aras delbien de la comunidad que repiesenta:

PermitanmØ descansar,pues he trabajado tanto!En este punto me plantoy a continuar me resisto;estos son treinta y tres cantos,que es Ia mesma edÆ de Cristo.

I-

Y guarden estas palabrasque les digo at terminar:en ml obra he de continuarhasta dÆrselÆ conclulda,Si el ingenio 0 Si Ia vidano me liegan a faltar.Y si Ia vida me falta,tenganlo todos por cierto,que el gaucho. hasta en el desierto,sentirÆ en tal ocasióntristeza en ci corazóna! saber que yo estoy muerto.

Es Ia memoria un gran don,cualidÆ muy nieritoria;y aquellos que en esta historia

II

* - I’?. - - - -

- Pues son mis dichas desdichaslas de todos mis hermanos;ellos guardarÆn ufanosen su corazón ml historia;me tendrÆn en su memoriapara siempre mis paisanos.

224 IjISTORIA DE LA LITERATIJRA ARGENTINALOS POEMAS GAUCHESCOS 225

sospechen que les doy palo,sepan que olvidar lo malotarnbiØn es tener memoria.

Mas naides se crea ofendido,piles a ninguno incoinodo;y si canto de este modopot’ encontrarlo oportuno,NO ES PARA MAL DR NINGUNO

SINO PARA BIEN DR TODOS.

VI

11, 4859.4894

,Sumaria, pero conjunta, la revisi6n del poerna vuelve patentelas intenciones sociales de Martin Fierro. Elalegtoenfvordelos gauchQs victimas de toda suerte de atropellos, en particularci estrago de las levas y ci serviclo de fronteras, sustenta Ia materia de los cantos y ensombrece el drama de los - personajes. Sibiensemira, esta obra de Herndndez no es mÆs que una seriede "relaciones", articuladas con excelente lógica acaso con rnÆsthndialØctica que la que exige un poerna, en cada unade las cuales todos o casi todos esos personajes -Martin Fierroysushijos,Cruz y Picardla, etcetera-, actualizans desdichas,improperan a la 6idades o clilatan sus quejas ante un cortoauditorio rüstico, pero tamblØn ---idealmente-- ante la enteraopinionde los argentinos de su tiemp

TratÆndose de problemas en ese entonces inmediatos, loscontemporÆneos hubieron de ser instantÆneamente sensibles a talesimplicaciones sociales: los hombres de campo porque se tratabade su propio destino; los de la ciudad, y en modo especial los

politicos, porque hasta dos se alzaba el eco condenatorio delalegato ‘.

Lo que Martin Fierro manifiesta por SI y. sintetiza elsversos que lo Łlaiiiiran a modo de coda, Heinandez quiso coiroborarlo desde un principio con declaraciones expresas y apenascol ales. La "Carta del autor a don JosØ Zoilo Miguens", incluida en la primera edicion del poema, se inicia con una alusionconjunta a "todos los abusos y todas las desgracias de que esvIctima esa clase desheredada de nuestro pals." MÆs explIcitas,aunque rnenos conocidas, son las observaciones que, en carta alos editores de la octava edicion, ci autor anoto en Montevideo,gtodej874. Basta rescatar este pÆrrafo:

Para ml la cuestión de mejorar Ia condici6n social de nuestros gauchos no es solo una cuestión de detalles de buena administraciOn, sinoque penetra algo mÆs profundamente en la organización definitiva yen los destinos futuros de la sociedad, y con ella se enlazan Intitnamente, estableciØndose entre si uris dependencia mutua, cuestiones de po.lItica, de moralidad administrativa, de regimen gubernamental, de economIa, de progreso y civilizaciOn

Esta actitud del nQ_puedesorprender a quienes tenganaIguiiciadeIabiografia de Hernandezy hagan memoiiade los empeæos de aU pluma en la prensa diarii En espaciadsocasionesIa crltica ha mencionado tangencialmente esos combatesdoctrinarios en favor de los hombres de ia campaæa. Pero importa ir mÆs lejos y pasar de Ia mención cómoda a la verificación ilustrativa y probatoria. En prosa llana, dichos combates

85 Aigo han insinuado ya Arturo Farinelli, AmØrico Castro y algOn otro criticoacerca de las resonancias byronianas mÆs o menos directas que discurren por elpoema de HernÆndez y alientan en ci personaje. Nos parece que faita estudiar aÆnen quØ medida el romØntico prestigio del out law hubo de encontrar eco inmediatentre la gente rOstica u oriliera en aquellos aijos todavIa fuertemente nostÆlgicoatie La anarquia precedente. Por de contado, las causas antes fueron sociales queliterarias: es casi seguro que ci notable sentimiento de rebeldia frente a is injusticiahitbo de andar entreverado con sabe Dios quØ dejos de matonismo. QuØ henios dehacerie? Junto a to propiamente gauchesco, lo amalevado, y junto al comportamientocivil Ia conducta guaranga.

86 Op. cit., Soc. cit.87 op. cit., Soc. cit.

226 HISTOIUA 08 LA LflERATURA ARCENTINA Los I’OEMAS CAUCIIESCOS 227

connotan ya lo que mÆs tarde, salvando lo transitorio del alegato

en Ia duradera lozania de la expresión versificada, HernÆndez

decidió reiterar sub species poetica. Algunas motivaciones profun.

das de la creación de Martin Fier ro apuntan bajo mejores luces

si antes se atiende, como a trueque de menudear enojosamente

las citas lo hacemos aqul y en otro sitio, a este preceso de tras*

posición estØtica de Ia previa materia periodIstica.- / Puede afirmarse que ldeep del gaucho, con insistente

reclamo para una organizaclon equitativa del servicio de In

ters,fiie el objetivo baico de El Rio de la Plata Lo muestra,

con las declaraciones de la primera entrega, la reaparición del

tema en los comentarios de casi todos los nümeros. Ni siquiera

faltan, por parte del mismo HernÆndez, igualmente reiteradas,

las declaraciones corroboradoras. VØanse algunas:

Hemos de ser infatigables en Ia propaganda de estas ideas, y no

le hernos de dar tregua hasta no haber conseguido que ellas sean una

convicción en Ia mente y una verdad en Ia ley .

SHasta cuÆndo durarÆ el desamparo de Ia campaæa que expia su

aislamiento y su debilidad como delito?Lo hemos repetido y no nos cansarernos de decirlo hasta que nues

tra obra sea coirnada de un Øxito completo y definitivo, que irnportarÆun triunfo de la justicia y del derecho escarnecido en los habitantes

de Ia infortunada carnpaia 89*

TratÆndose especialmente de Ia organización de Ia carnpaæa, hernos

combatido Ia iniquidad en medidas que condenan a la esciavitud a los

ciudadanos mÆs xtiles del pals, que introducen una perturbación general

en Ia carnpaæa y los obligan a andar errantes y sin hogar, para sus

traerse a una ley despótica y arbitraria

Los habitantes de la canipalia saben que El RIo de hi Plata ha

tornado su causa corno suya para ventilarla en todos los terrenos, enar*

bolando Ia bandera de la verdad y de Ia justicia, persuadido de que

en esa lucha el triunfo estarÆ de nuestra parte, porque sustentarnos una

noble causa, porque abogamos por Ia redención social y poiltica del

hombre 91

88 N° 12. Buenos Aires, 19 de agosto de 1869, pig. 1.89 N9 37. Buenos Aires, 21 de setiembre de 1869. pig. 2.

° N° 25, Buenos Aires, 4 de setiembre de 1869, pigs. 1 y 2.

91 NO 45. Buenos Aires, 30 de setietnbre de 1869, pÆgs. 1 y 2.

Editoriales y artIculos descargan ininterrumpido anaternasobre la actitud dorninadora de la ciudad frente al campo, pre.potencia particularmente condenable por ser el campo la mayorfuente de riqueza del pals y por vivir la ciudad a expensas deIa fatiga agraria. Editoriales y articulos insisten con no menorahinco en la necesidad de proteger al habitante rural, liberÆn.dolo en primer tØrmino del servicio de fronteras que se le hablaimpuesto con preferencia odiosa:

Parece que las leyes protectoras no se hubiesen hecho para el terntorio, sino para la ciudad, asiento de las autoridades centrales, y queØstas creyesen admirablemente desempeæada su rnisión con solo extenderhasta ellas las garantlas con que ampara Ia ley el hogar del ciudadano.

jQuØ! No es hogar tan respetable el del gaucho?Por una aberración que no se explica, que no se puede explicar, se

agobia al habitante de la campafia, ya desgraciado por el abandono enque vive, con el peso de todo gØnero de infortunios 92*

Es Ia campafla, pues, fuente de nuestra riqueza y de nuestro porvenireconOmico y social, Ia que necesita de garantlas, de medidas liberalesy protectoras. Es necesario desarrollar su industria, fornentar Ia pobla.ciOn nacional, escudar al ciudadano contra los atentados de Ia fuerza °.

QuØ contradicción tan monstruosa es esa que convierte al ciudadanodc la campafla en guardian de los intereses de Ia capital, mÆs que delos suyos propios?

Nosotros nos pronunciamos no sOlo contra el atentado que envuelvela reglamentaciOn actual del servicio de fronteras, sino contra Ia cegue.dad que asl nos arrastra a! precipicio y asI desconoce nuestros rnÆsfundamentales intereses

En las pÆginas de , segimn pocos alios despues lo harÆen el poema, - estaca UernÆndezc6mo ypr quØ Ia actitud des.aprensivadel gobierno, y mÆs ann su brIo persecutorio contraelgaucho,trasfo4capendesierto,diezma asushabi

92 N9 12. Buenos Aires, 19 de agosto de 1869, pIg. 1.93 Ibid.

Ibid.95 Ibid.

228 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCHESCOS 229

tantes,olos vuelve nomadasymontaraces,yhasta_los decide-como a Fierro, como a Cruz! - a "refilarse"!jpsindios.

Textos hay que no tienen desperdicio:

La campaæa, donde Ia accibn de los gobiernos no se ha hechosentir sino para imponer un odioso tributo, estÆ por efecto de esasmedidas atentatorias convertida en desierto.

El habitante de la cainpaæa no ha conocido hasta ahora los bene.ficios de un orden regular y constitucional

Los hijos de la provincia de Buenos Aires se han diserninado portodas partes huyendo a buscar seguridacles y refugio en las demÆs pro.vincias o fuera del territorio argentino .

Muchos de los que emigran a! interior o al exterior, van a pedirhospitalidad a las tribus indIgenas que los reciben con losbrazos abiertos y les ofrecen lo que no pueden darles, lo que les quitannuestros gobiernos.

MÆs tarde, agradecidos nuestros gauchos a la acogida que tienenentre los indios, mancomunan sus esfuerzos y vienen a servirles de ha.queanos en las correrIas que arrasan nuestra campaia 98*

El servicio de las fronteras solo pesarO sobre los pocos vecinos, laboriosos y acomodados, que no pudiendo abandonar su familia se sometena las tristes consecuencias de una suerte fatal.

AsI es que, no sOlo obligamos a una gran parte de Ia poblaciOnde la campaia a andar errante, y al acaso, huyendo al servicio personalque se le quiere imponer, sino que se hace vIctima de una irritanteinjusticia a los que no abandonan su hogar para huir como los demÆsy so resignan sOlo a abandonarlo si se viesen arrastrados por Ia fuerzade esa ley de concripciOn que ha adoptado el gobierno de la provincia °.

9 N° 14. Buenos Aires, 21 de agosto de 1869, pig. 2.9 Ibid.98 Ibid.

Ibid.

En ocasiones, con palabras menos difusas, rnuycontadas Ilneasde a1ii de esos comentarios cundensan ya -inequlvoco- todoel asunto de MartIn Fierro:

QuØ se consigue con el sistema actual de contingent? Empiezapor introdi? iriaT perturbación profunda en el hogar del habitantede Ia campafla. Arrebatado a sus labores, a su familia, quitOis un miembio ütil a Ia sociedad que lo reclama, para convertirlo en un vago, enn elemento de desquicio y de inmoralidad 00.

Las convulsiones que han sacudido a las provincias, casi periódica.niente en una serie de afios, la desorganizacion en que ha permanecidoLa campafia, las persecuciones de que ha sido objeto el habitante del

I carnpo. Ia falta de garantlas, las arbitrariedades cometidas con ellos porautoridades jamªs responsabilizadas, los contingentes para el servicio defronteras, todo parece haber concurrido a La despoblaciOn de los partidos,y todo ha hecho que el pobre paisano huyera a buscar en otras provincias, y h a s t a e n t r e 10 S fl d i o s, una seguridad y tin bienestarque no hallaba nunca en Ia tierra en que naciO

Los pasajes complementarios abundan y cabe tambiØn laposibilidad de estimar, en este juego de concordancias, el esfuerzode condensaciOn que de desconcertante y significativa maneraune y separa a Ia vez la prosa casi impersonal del periódico ylos inconfundibles versos del poema. Las citas tendrIan que di.latarse mucho mÆs allÆ de Jo que consiente ci espacio. Igualmente amplio resultarIa el traslado del caudal admonitor y pare.rniológico del libro, con amenas notas locales y reelaboracionesconscientes e inconscientes de motivos remotos y por veces desecular procedencia. Esos snotivos tradicionales -de casta leviene al galgo- pueden sindicarse incluso en los afios anterioresa nuestra era 102

100 N° 12. Buenos Aires, 19 de agosto de 1869, pig. 1.101 N1 24, 3 de setiembre de 1869, pigs. 1 y 2.102 Cf. ANGEL J. BATTISTESSA, En tomb a an refrdn ". . . hasta el pelo mis delgao

bare su sonbra en el suelo", en Boletmn del Instituto de Cultura Latinoameri.cana, III, nüm. 16, Buenos Aires, 1939, pigs. 161-164; y MartIn F’ierro, ed. cit. pigs.XX1I1 y sigs.

230 RISTOBIA DE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAtTCHESc0S 231

VII

_igato que rnanifiesta MartIm Fierro fue muy luegocaptado por - los contemporÆneos de HernÆndez, esos contempo.rÆneos supieron advertir asimismo los valores menos transitoriosque conlieva el poerna. Los iuici p1ucidos hacialasfechas

duda. Pjiesto que elmomento social y polItico facilitaba una particular percepción deesa dfsa del gaucho, entonces como ahora -si bien en mÆscodia- mal podlan quedar einboscadas las preocupaclo.nes esteticas que tambien resctltan en el texto y de las cualesel propio autor tuvo la expresa coflciencia’°.

Porque esto es lo cierto. Por encima del interØs del argumentoy de la fuerzadiforia, los mØritos del relato persisten en las cualidades pro.pianŁte hterarias la desenvoltura del ritmo narrativo, la vivaz,liöiiiitada psicologIa de algunos tipos, ci caudal de expe

! con esto, y sobre todo, la biensostenida eficacia de los recursos elocutivos: el estilo.EirpTÆstico, mÆs grafico que colorista, HernÆndez supoevitar sin esfuerzo las amphficadoias complacenclas dlójintoreco.

Aunque el narrador no escapa a ciertas difusas vibracionesromÆnticas, td[ suspensas en la Øpoca y el medio, tales vihraciones nunca le enturbian una sobria vision de las cosas.

Libredelasfiojedadesenquesolla desmyas_Lautorpti!t, -a veces sin propo.nØrselo y por mera coincidencia ante la similitud del panorama-

jsbuenos trances eg4 primer cantor dnuestro campono pierde. sas estribos yek1es ‘.

se descarga sobre Echeverriacuando se le acrimina lo genØrico -lovacIo--- de su pampa,la g entonces, como pampa, nopodlaofrecerotr& cuadro queeIdela ..ilanuia, casi marina, "donde Ia vista se pierde sintener donde posar". Algo de esto hemos prevenido en otra parte ‘°.

ja,jgsendereada linbiçaçia, edificada y cultivadayanopsamentela pampa: es el prediQ_ruraLoiaetanciayiachacrareiidid6ras, el potrero que paga impuesto, el "monte"artificialmente plantado, las "casas", ci tambo, el silo, ci lugarejo y la poblaciOn de campaæa

Varios lustros despues de La Cautiva el repertorio de elementos que a! propio HernÆndez podia proponerle la lianurabonaerense no era en verdad mÆs copioso:

Tendiendo a! campo Ia vista,no via sino hacienda y ciefo.

I, 215.216

Todo es cielo y horizonteen inmenso campo verde!

II, 1491-1492

n Martin Fierro apenasaludido. Esto es otrpsigflo de Ia sobriedad de HernÆndej dela selectiva eficacia dsujqjntea1 yfrenteaipaisaje humano. Formado con los romÆnticos de la segundaetapa,aTllios y personas adscriptos tambiØn ellos a unano aprendida pero silvestre incuestionable condici6n romÆntica, / asedetyplerdezen los desarrollos descriptivosen que a ojos vistas ci languido Echeverria y hasta el perentorioSarmiento se demoraron tantas veces. Nada hay en HernÆndezque recuerde la desbocada parleria de Ascasubi, y nada -digÆ.

- 108 Las declaraciones do HernÆndez en sus carta.s a D. JosØ Zoilo Miguens 1872a "los editores 4e Is octava edición" 18741 son sobremnera aclaradoras.

104 Cf., en lo pertinente. nuestra, notas al Martin Fierro.105 Cf. nota rnSm. 24.

232 HISTORIA DE LA LITERATIJRA ARGENTINA Los POEMAS CAUCRESCOS 233

moslo con epiteto grato al mismo Estanislao del Campo- que evo*que las lindas variaciones que hacen corno de interludjo p!ÆsticoSi flO musical en los acaecimieritus del Fausto rioplateilse.

EnMartInPierroel paisajeestÆsentido -sentido mÆs quevisto- a travØs del drama delhurnbrgjrmuchousemuevae encuentra siernpre como en el centro de u entorno:

Sin punto ni rumbo fijoen aquelta inmensidÆ...

1, 1433.1434

/ mcsjiia.deLmedksudesaiiaroa1 que Se sumaci peligrodel indio y dia alimafla es lo que mÆs Ic iruportadestacar al poefa. Lo sumaiio de los recursos con que el gauchoacierta a insertarse en ese paisaje el caballo, el lazo, el cuchillo, las boleadoras le servi.tÆ por coritraste, mayormente enla primera parte, para exaltar las efectivas cualidades del antiguo hombre rüstico, cuando en verdad, y con las debidas pinceladas de sombra, no estaba desposeido de ellas: el gusto porla libertad, ci amor a Ia indenendericia, la capacidad de bastarsea sí mismo, ci garbo vital, Ta baquIa.

Por eso, 4q4e el marco. rnÆs que ci fondodel cuadro,HernÆndez estÆ atento a las figu.ras. Desde chico, Ia experienria-la experiencia madre y madrastra- le hahIa enseflado que Lapampa antes que un paisaje prpone un drama:

jTodo es cielo y horizonteen inmenso carupo verde!iPobre de aquel que se pierdeo que SU rumbo estravea!Si alguien cruzarlo deseaeste consejo recuerde:

Marque su rumbo de diacon toda fidelidÆ;marche con puntualidªsiguiØndoló con fijeza.y, Si duerme, La cabezaponga para el lao que va

H, 1491-1502

En la historia de nuestras letras ci autor de Martin Fierroposee un talento ulteriormente solo igualado por Ricardo Guiraldes en lo que toca a! arte de apostar personajes, darles palabrav hacerles ruanifestar ci alma,

La acuidad visual de HernÆndez era tan sorprendente comosu memoria de lo columbradu en un Æmbito hecho sobre todode ausencias, de cosas que no estÆn.

jpArnpa -en aqelIa ppp& onapenasJaexcep:ciOn de an Ærbol o de u machp st’ip.e hombre ysu_caballQfiguran un motivo y pueden dai çontorno a una estampa. Cornoencaptaclon instantanea, ci pueta soiprende las actitudes masfugaces y fija los ademanes menuS previsibles:

Y apenas Ia macirugadaempezaba a coloriar,los pÆjaros a cantary las gallinas a apiarse,era cosa de largarsecada cual a trabajar.

ste se ata las espuelas,se sale el otro eantando,uno busca un pellón blando,Øste un lazo, otro un rebenque,y los pingos relinchandolos llaman dende el palenque.

I, 151-162

iQue fletes traiban los bÆrbaros,como una luz de lijeros!Hicieron el entreveroy en aquella mescolanza,Øste quiero, Øste no quiero,nos escojian con Ia lanza.

I, 559.564

Es de alniirar Ta destrezacon que Ta Ianza manejan.De perseguir nunca dejan

234 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINALOS POEMAS GAVCHESCO5 235

y nos traiban apretaos.1Si querlamos, de apuraos,salirnos por las orejas!

Tendido en ci costillar,cimbrando por sobre el brazouna lanza como Un lazome atropeyó dando gritos:Si me descuido el malditome levanta de un lanzaso.

Si me atribulo o encojo,Siguro que no me escapo;siempre he sido medio guapopero en aquella ocasiónme hacIa buya ci corazóncomo la garganta al sapo.

Dios Ic perdone al salvajelas ganas que me tenIa...DesatØ las tres marIasy lo engatusØ a cabriolas.jPucha! Si no traigo bolasme achura ci indio ese dIa.

Era hijo de tin casiquesigæn yo lo aviriguØ;la verdÆ del caso juØque me tuvo apuradazo,hasta que, al fin. de un bolazodel caballo lo bajØ.

AhI nomÆs me tire aI sueloy lo pisØ en las paletas;empezó a hacer morisquetasy a mezquinar Ia garganta...pero yo hice Ia obra santade hacerlo estirar Ia jeta.

Alil quedô de mojón,y en su caballo saltØ;de Ia indiada disparØ,pues Si me alcanza me mata,

y, a! fin, me les escapecon el hilo de una pata.

Como nunca, en Ia ocasiónpor peliar me dió Ia tranca,y Ia emprendI con un negroque trujo una negra en ancas.

Al ver ilegar Ia morenaque no hacia caso de naidesIc dije con Ia mamila:"Va... ca. -. yendo gente al baile".

La negra entendió Ia cosay no tardó en contestarme,mirÆndome como a perro:"MÆs vaca serÆ tu madre".

Y dentró at baile muy tiesacon mÆs cola que una zorrahaciendo blanquiar los dienteslo mesnio que mazamorra.

I, 1147-1162

Habla estao juntando rabiaci moreno dende ajuera;en lo escuro Ic brillabanlos ojos como linterna.

1, 1171-1174

Por fin en una topadaen ci cuchillo to alcØ,y como un sao de giiesoscontra ci cerco lo largu&

LinipiØ ci fac6n en los pastos,desatØ mi redomón,monte despaclo y sailal tranco pa el caæad6n.

I, 571-576 I, 583-618

cI, 1231-1234 y 1249.l252’

236 nisoiui DE LA LITaBATURA ARCN1’1NALOS POEMAS CAUCHESCOS 237

Y ya salimos trenSaos,porque el hoiribre no era lerdo;mas como el tino no pierdoy soy medio ligerón,lo dejØ mostrando el sebode un revØs con el facón.

Y como con la justiciano andaba bien por aill,cuando pataliar lo vi,y el pulpero pegó el grito,ya pa el paIerqne salicomo haciØndomØ el chiquito.

1, 1301.1312

Imti1 niultiplicar las muestras.En este registro, y bajo la presión de Ia realicl3d inniediata,

HernÆndez consigue ir rnÆs lejos. Sin necesidad de comportarsesegin los afinamientos de una particular tendencia literaria -yaque en principio le fueron ajenos-, en no pocas casiones oh.tiene aciertos no menos logrados que espontÆneos; su mentadacapacidad receptiva le permite plasmar realizaciones de diseiioo de ritmo que en los artistas trasoceÆnicos de aquellas fechaserari por lo comtin el lahorioso resultado de preocupaciories verbales muy alambicadas. En Ia necesidad de apretar los ejemplos,solo aludinios al rionismo"de algt’in pasajedJirtInFierro. Jorm ..pxesentai las cosas a tono con la improntasensitivajnrnediata, libre an, JQ_pqMb1e., 4e lascorreccionesconceptuales de la inteligencia, en el poema no tiene apoyo aTgunoenlastrasposiQiones del orden pictOricoal literario, gstadasypracticadas en el sigl.o xix por los

Con el candor del que siente con naturalidad y con fuerza,HernÆndez sabe Ilegar sin exceso a resultados de comparable elicacia, pero de menos artificio.

Cierto es que este impresionismo no es ajeno a Ia visiOn"normal" de todo el mundo, y que sOlo por ulterior paradujahubo de convertirse, sobre todo para pintores y escritores, en procedimiento reflexivo. Ello explica -decimos en otra parte- "que

halle espontÆneo registro en centenares de expresiones del lenguajecotidiano, "ci sol sale", "el sol se levanta", "ci sol se pone" o"los postes del telegrafo corren a los lados del tren", etcetera l.ainisma ciencia lingiiIstica, Musa severa, ha proclamado ya cOrnolas expresiones impresionistas cunstituyen, en iIltimo anÆlisis, Informa primaria y originaria del decir humano, ya que I.jLnic.ras manifestaciones idiomÆticas, encuanjurelljs.provoc-ados_por

exterLos, lareproducción elemental d& las impresiones recibidas.

Estas"inpiones", solo recuperadas por otros con el pa.radójico arbitrio de desandar par vIa intelectiva el orden mismodel conocimiento, HernÆndez sabe obtenerlas esquivandu esos rodeosyndesennderselaexpsióncoloqdirecta.

Una muestra de cómo Martin Fierro -o lo que es lo mismoHernÆndez- ye a un caballo ihdearo, puede seflalarse en este pa.saje frecuentemente desvirtuado pot la mala puntuaciOn on ‘huese lo registra en casi todas las ediciones, y ya a partir de laprimera:

El que era pión dornadorenderazaba a! corral,ande estaba ei animal-bufidos que se las pela.y, rnÆs malo que su agilela,se hacIa astillas el bagual.

Y alII ci gaucho inteligenle,en cuanto el potro enriedólos cueros le acomodóy se Ic sentó en seguida;

Y a las playas corcoviandopedazos se hacla ci sotretamientras Øl por las paletas

106 Cf. ANGEL J. BATTISTESSA, Raiaer Maria Rilke, ltinerario y estilo. BuenosAires, "Ollantay" 1950. pIg. 138.

238 rnsToLuA DE LA LITERATURA AItGENT!IALos POEMAS CAtJCHESCOS 239

He ahi -en la percepción del paisano- un caballo que

de pronto no es sino un resonai de bufidos; un haz de astillasviolentamente proyectadas en un sentido y en otro; un animal

que por la discontinuidad de sus niovimientos remeda los dispa.

rados pedazos de si mismo: un potro que ya no es un potro,

y si, y tan s6lo, en el cinemÆtico escamoteo de su cuerpo, los

corcovos, las gambetas de un potro.paJmpresión,.la natual inmediatezde Ia imagen pro

voca expresivamente "efectos" litexarios no buscados! Al margen

del estricto acierto verbal, _s - y otras agudezas, que coinciden

con lo que esta en los libros pero que casi nunca piceden deIos1ibros,puebancorno Ia visión retcspe_y11QcJTt11efl-todenuestracampafla yde sus hombresesenllernÆndeztnucho mÆs directo que en el mismo Sarmiento, escritor de Iormación

escolar igualmerite sumaria, pero de mÆs decididos hÆbitos uiha

nos y con ulterior y apreciable frecuçptaciôn libresca.

La vision campera de HernÆndez, si no por entero exactacómo podrIamos verificarlo desde aquI y en esta hora?, se

nos impone a manera de un tudo directamente contemplado y

en parte grande vivido; de un todo luego actualizado en el re

cuerdo y confiado a la excepcional obediencia de la pluma. Sin

quo al decirlo se quiera disnainuir la arrolladora perspicuidad

de Sarmiento, en los tipos y panoramas, tan inequivocamente

locales de los primeros capitulos de Facundo, las trasposiciones

literarias europeas y el resabio de algunos relatos norteameri

canos apuntan con evidencia. El panorama ahi contemplado ydescripto es en verdad nuestra campafla con sus antiguos pobla.

dores criollos, pero en la observación y la pintura sarmientinas,resulta fÆcil advertir -como a travØs de Un cristal interferido,

bella y romÆnticamente deforniante- no pocas reminiscencias

del mÆgico Chateaubriand, junto a otras de Lord Byron, Victor

Hugo, Walter Scott, Lamartine Fenimore Cooper y el mismoHumboldt.

/Lrezrrativa y escriptiva -suerte de Lust zu fabulieren del somero pero intenso poeta criollo- jasobretodoen El gaucho MartIn Fierro y pierde alguna fuera enLa vueltadeiltInFierro. çtaigundaeJulturadiscursiva delopiqijajes ---Ja del viejo gau.cho,la do sus hijos, la de Picardla yJa.4eLMoreno-. alcanza.sudesteridadmÆs briosa. sirre asI, no sin alguna garruleria,a las preocupaciones admonitorias de HernÆndez.LaLdaatiendepreferentemente a Ia acción inmediata, - a! conflicto directo; IaVuelta Se trffa en largas tiradascuasimetacosconsejosde tono vario, ,qjumbres y buenosprop4sitos. En punto a dichos admonitorios, inÆximas y reflexionessentenciosas, es realmente caudaloso lo que HernÆndez consiguerepresar y hace fluir por sus pÆginas. La riada se le desborda.

Los trece cantos iniciales se estiran hasta treinta y tres,y no van mÆs lejos porque al amparo cristianego do ese ntmeroel cantor decide "plantarse".

De uno u otro modo, LJato vibra a lo largo de los sietemu doscientos y tantos versos del poema, pero es preciso reco

- ---- 1_-_nocer quo aun en la epoca de la aparicion de amoas partesese aparenth motivo central o terna conductor solo puclo cobrarfuerte interes -interes tan ditrnto al de los cornentariosdeETelaPlia!-graciasa b queeiel pppcma,.onura, no alegato los Jgar

bosa rusticidad de cuanto ahi se dice.TambiØn en este caso el texto nos ilustra con plena eficacia

y vuelve prescindible casi todo lo que han escrito los crIticos ypor do contado lo que podamos aæadir nosotros. No es fÆcil entresacar indicios demostrativos, pero la certificación so allanaen la lectura algo atenta del libro. U pocosversos del cortedo los citados bastipa dar evidenciaalasintencionessocialesdo MartIn FierrLm_ebarIa forzoso trascribiresosvarios mis de octosIlabos - para mostrar ci ininterrumpido inipefloartistico del poeta. Gracias a Ia libertad connatural a todaslas creaciones de esta Indole, incluso a las que inicialmente

le jugaba las iloronas,y al ruido de la& caronassalla haciØmndose gambtas.

I, 163.172; 175-180

240 HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA

107 Cf. ANCEL J. BATTISTESSA, "Muerte y perduración literarias", en Poetasyprosistas espaæo/es, Buenos Aires, lnstitución Cultural Espaiola, 1943, pÆgs. 115.128.

LOS POEMAS CAUCSSESCOS 241

lato de Cruz; los iiltirnos versjs de Ia Ida; e1lrgo5eIdetaIjaJoielatode losdiasdecoriyivencia entie los indios, là descripcioridela peste; la muerte de Cruz y el dolor de su amigQ; La defensa d lacautiva y la pelea con eJ indio, el encuentio delgauho con sus hijos, las reflexiopes que sobre la justicia y làsoledadcanturreaelhijomayor; Ia semblanza del viejo Vizca.cha; parte grande del relato de Picardia; la payada 4e MaitInFieiro con ci Moreno y los consejue del mismo Firio a los muchachoss en la Vuelth

He ahI cientos, miles de versos entotalidapoen.apero que ahora, apagado el efectivo ardor de lo coetÆneo, vemostrascurrir como al margen de la di,qiusThioh doctirnaria,enrzquecciqsc&s !OlLell S con exielencias aitisticas independi entesde LatIa afirma con roJa ireocupación deHernÆndezfuedcleunprincipio estØtica y que esta vez,aunsinservirsedeella como de unipleto, Ia defensaclelgucho le

ela.horadarural en trancededesapariciónydeo1yjd310s

Ldoyavisado corno lo muestia su vidaj su actividadpenodlstica, no podia HinandezI.et en la idea c.andxosa de

plos diariospdTsermas eficazparalaconsecuçiondesuspropósjtos Aq.uI-a diferencia de lo intentad., principalmente en Los articulosde El RIo de la Plata-,ei autor acudeaotroejenJtjrCa so, en Ia ayla Vuet andesumÔnueva procupacio.nesar de las sólo oialesohumanitari lays conelnpuje dialectico pero sin relie’e arw,ico en1 aegatpdeldiario

esosepisodios, que constituyen los pasajes mÆs estimables y perdura.bles del poenia los otros se salvan trabados a Østos, traspare.cen con no menos evidencia quo ci hilo discurridor, discursivoy digresivo que Jo hilvana, o que Ia misma rnachacada argu.

buscan y encuentran su impuiso en meras circunstancias históri.cas o en reclamos ajenos a La fruición estØtica, casi todos kspasajes del poema asumen ahora una significación singular, quesus mØritos y là decantación de los aæos separan de las convenciones del argumento y del nervio mÆs discursivo que vitalque en un principio sirvió para concertarlos, luego de la inicial eindivisible intuición creadora.

Restringida cuando no perezosa, la memoria del lector pro.cede siempre con anticipado criterio antoiógico. En aiguna me*dida, tambiØn ci escritor se afana en actitud equivalente y facilitalos posibles desprendimientos selectivos que la critica puede ope.rar mÆs tarde

Estas particulares demarcaciones en ci conjunto do Ia arquitectura literaria no son privativas de los estilistas a la manerade GraciÆn o al modo de Flaubert. Las naturales intermitenciasde la atención y ci iImite razonable de toda tarea diana hacenque hasta los escritores de exigencias menos empinadas procedanen forma semejante. En los altos de la gestación de su novela,ci maestro de Madame Bovary clamaba a veces con su entusiasmo irreprimible y siempre insatisfecho: "He concluido mi hodanormanda", "Estoy danclo fin a mi velada en ci castiilo de IaVaubyessard", "Debo imprimir mayor relieve a ml retrato doCatherine Nicaise Elisabeth Leroux". En uno de sus borradoresinØditos, nuestro Ricardo Güiraldes escribia casi parejamente enlos aflos en que trabajaba en su Don Segundo Sombra: "Tengoya mi rii’ia de gallos", "He terminado ci cangrejal", "Me faltaci adios de Don Segundo. - ."

en Marti erro lostrozosa los quo HernÆndez dio ese preferente mieniLepnesjyQjevocación de Ia buena Øpoca en la vida gauchesca "Yo he conocido esta tierra -en que ci paisano vivIa..."; odiode1miaion; elbai1y.Ja liicha con ci negro;.lavidaenJospajonales; el encuentro co lapartida; algunospasajes del re

108 Aparte las evidencias que cuajan en ci texto, vale tambiØn ci explicito ce,.timonio de HernÆndez. Cf. nota ntim. 103.

242 HISTORIA DE LA LEfERATURA ABCENINA LOS PORUAS CAUCHESCOS 243

menación legalista -hoy inane- mentada ya, y ejemplificada,

en el apartado V de este estudio.La abundancia de pasajes o episodios impide su cita, por

otra parte innecesaria. El propio HernÆndez tuvo clara con

ciencia de lo que, aun sin dejar de servirla con La fuerza del

exorno oportuno, se "salIa" un tanto de esa requisitoria Pro gau.

cho. Por boca de su principal personaje, en una y otra etapa se

entretiene en destacarlo socarronarnente:

SeguirØ esta relaciónaunque pa chorizo es largo

Cuando por extenso el episodio cobra visos de digresión

-como la minuciosa pintura de las costumbres y usos de los

indios- la disculpa asume cariz irónico:

Mas ya con cuentos de pampasno ocuparØ su atención;debo pedirles perdón,pues sin querer me distraje,por hablar de los salvajesme olvidØ de la junción.

Sin_pdidesentenderse istc.s, era

lógico que sobre todo enVuelta

la critica social y hasta Ia preoupacion ser1iar1a_ casi inexis

tente en la Ida recrudecen bastante. No_podIa serd ro modo.

En razón del mox into ye 1apecul’a asia de muchos

deiifltores, el alegato habia favorecido y ddo xtendiL y

iijiida repercusion a laprimera etapa_d_eljo2a Ahora escritorrrr

mani iestamente conocido, ci, Hernandez, se debia a su purnico

erpThlfco que segün el decir de Rossini solo sigue a un autor

cuando Øste se resigna a favorecerlo con variaciones de ternas

difundidos. AdemÆs -verificación no es suspicacia- hacia

el aflo 1879 HernÆndez estaba mejor "situado" que en 1872, yya casi en vIsperas de alternar con los notables. Noextafluiuelas quejas de la Ida tal vez ITIS explicitas en las desventuras

personajes se amplifiquen, con iteracióncasi enojosa, en los ve por suerte siempre expresivos 4ja

Enia_ahasimisnioun contraste -adviØrtase quese dice uncpjjkaste,nppntruldicción-sobremaneraesclarece.dordelaactitud iltima de Herriªndez./Aunque_todavIa reciasenlasrelacipnes de los hijos de Martin Fierro y en la de,PicardIa,lasquejas se atemperan con acepaciOn melancOlica enjas reflexio.nes y postulaciones del viejo. A travds de sus palabras, dictadaspor ci mucho andar y el padecer y Ia experiencia, HernÆndez

aujaecvaleporvIaincruenta:lanecesariatrasforrnacionde ese tipo en aqueflo que era. tpcial,rjirnptario o peligio.

eØiædi.ridua1istaJ En Ia versada extrema, a travØs de MartinFierro, su portapalabra, HernÆndez no canta la palinodia, p e r occ 1 u y e porcoincidi,sinoconlosproced imie ntos, si on el ideal d do s gobernantes aujens dThuiiii fe_habia cornbatLdo en. s_U

per i 6 i c o. End canto Iltimo, el XXXIII "Estos son treintay tres cantos - que es la mesma cdii de Cristo", ci poeta sezafa de Ia ficción, recupera suIHion mayr_.arnplitqcl programiitica que elmismoSarmiento, en ci coro de la civilizacidn contra la barbarie:

Debe el gaucho tener c a s a,escIŁ1a,igiesiayderechos

II, 4227.4828

/Las dos motivaciones de MartIn Fierro -la defensa delgaucho y 1apresentaci6n estØtica del gaucho y de sumundo-Se avienen no solo en el texto. igualmentesu segundo propOsito. Sus__ae siirtiIan_asI,. desde.baceIargos aflos,. no menos. de tres afirmaciones que entre algunoscornenscprrcnaimn .oniplicb1e predicg;._primero,lavuigayidad de pensar, tambiØn,yor simpiificaciOn romintica

I. 61.9-620

II, 739.744

244 HISTORIA DE LA LITERATIJRA ARGENTINALos POEMAS GAUCIJESCOS 245

o s emtelugofliafla, que el logro expresivo del poema fiiepoco menOs que gratuito y. P01 encima del mØlito personal delpoetaTindo, el absurdo de conferir enteia Jerarqula moraly nacional todas y a cada una de las ciiatuias del poema tercero, el abuso de hablar todavIa hoy delaiengua gauchescadeMartin Fierro identificÆndola on el habla personal de HernÆndez. /

Que al hilo de las circunstancias los contemporÆneos se despistasen un tanto, y puestos frente al poema reparasen sobre todoen los supuestos periodIsticos, eS confusión explicable entonces;entonces, pero no ahora.

Ofuscada por sus preconceptos,/parte grande delacriticaargentinano parece haher reparado en las preveiiQnesdel propioRernÆndez que figuran -acaso para que nadie se fatigue enpesquisas documentales- en la misma carta del poeta asuamigoJosØ Zoilo Miguens, que md o eltonescorrientes reproducendciiando en cuando 109 Si all1, como queda visto, ITernÆndez asientasu propósito de Ilevar justaguerraa’tqdosIosabusosytodaslasdegraciasd quee victitud esa nucstro pals", aill prefija, con claridad pareja, los motivos nipoliticosnçias que tambiØn actuaron en sus propdsitos. _Co.ullyvoe1 recuerdo caldeo la imaginacion y puddar sueltaa Ia plurna

En Ia misma carta Ia amplitud de esta faz del doble de.signio aparece nItida. Incluso su vision de lo gauchesco quiereapartar desde Un comienzo los muchos velos del idealismo convencional a travØs de los cuales ai.In Ia contemplan muchos crIticosy acaso la mayorla del piiblico cuando Ilega al poema sin elcandor de los primeros lectores. Declara HernÆndez que en loque estuvo a su alcance Øl quiso actuar dentro de los tØrminosde Ia verdad, de Ia verdad que casi nunca es platónica y queen punto a psicologla humana muy pocas veces es paradigmÆtica.

No1I-eteIclióeIidióel_pQeta -y en esto la rectitud del ciudadano concierta con la honestidad del artista- poblarsuobra

de personajes ejemp1arjjl animarla con figrnoexentasdirtuds, pio tampoco de drfectos: unos, los mÆs, gn&iamentehumanos; los otros, privatiarnefltJQks./

qusu a1egaoversificado tornaba a defender una. causa dada ya por perdidacon el cierre de la campaæa de El RIo de Ia Plato. Al margende la contienda poiltica y de sus apasionamientos, al escritor sele hacla forzoso entrever lo que entonces ya resultaba evidente:de no persistir en la pastoril rusticidad primera, aun sin desohedecor al imperio de la geografla que lo aqueja, al pals le irn*portaba matizar el panorama etnogrÆfico y diversificar el quehacer elemental de sus habitantes, su crecimiento debla aconipasarsecon el ritmo, necesariamente diverso, que la historia exige eneada etapa 110*

Puesto a escribir lo que despuØs constituyó la primera panedel poema, elterarse, p laneficaciadelaprØdica periodlstieanoJ?o1ijinfundirle excesivo optimismo en. ljesultados de up_repeticjpeijrso.

Para el que ama Ia justida. cuando de justicia se trata, elpleito debe pelearse infatigableniente y hasta que la fuerza dolas circunstancias, no Ia nobleza do Ia defensa, imponga el convencimiento de que Ia causa estd perdida, y de insalvahie manera.Nada es fatal en Ia historia, pero quiere Ia desmedrada condiciOn humana que ni la libortad ni Ia buena voluntad de loshombres atinen a bonificarlo todo.

Ya a! componer El gaucho Martin Fierro, en aflos en quela situaciOn del "paisano" podIa achacarse en proporción grandea Ia desidia o a Ia malquerencia del gobierno, no parece queHernÆndez haya dejado de p.rcibir la presencia, colateral perodecisiva, de otros factores naturalmente enemigos del gaueho.

DespuØs de sus primeros impulsos, el escnitor declinO utanto Ia perentoriedad de su polØmica en favor de aquel perso.naje. Siempre discutiO con entereza el procedimiento de los go-

110 Todo Cob to reconoce Hernndez de rnuy expresa manera en so carta a loscditores dcl texto de 1874.

109 Cf. nota nIm. 103 y los pasajes que citamos muy luego.

246 IIISTORIA liE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCRESCOS 247

bernantes coetÆneos que precipitaban la desaparicióri del gaucho., OCOanpco, sin embargo, HernÆndezJjzoL1a da quesi el gaucho de las levas,sddterminadoras, consentidas por cuantos en el antiguohombre de campo velan un impedimento 0 una rØmora en Iatrayectoria de la nación ansiosa de nuevas rutas.

De aqul se entiende que aunque HernÆndez volviese a lasandadas lo hiciera desbordando ahora, y no por modo incons.clente, el escueto alegato de otras veces. Qci aqresueltamentedestacada por la critica, HezudOsalvaral gaucho, pero en ci orden de

arte, no hay modo de rescatar lo que de suyo desaparece. Todo ci poerna lo muestra YHernÆndez lo previene con palabras una vez mÆs inequIvocas:

...mi objeto ha sido dibujar a grandes rasgos, aunquefielmente, sus costumbres, sus trabajos, sus hÆbitos de vida, su Indole, susVi Ci Os y sos vi r t u des: ese conjunto que constituye el cuadro de sofisonomIa moral y de los accidentes de su existencia liena de peligros, de inquietudes, de ingurjdad, de aventuras y de agitaciones constantes.

Y he deseado todo esto, empefiÆndome en i m it a r ese estilo abundante en metÆforas, que ci gaucho usa sin conocer sin valorar, y suempleo constante de comparaciones tan extraflas como frecuentes; enC 0 p 1 a r su reflexiones con el sello de Ia originalidad que las distinguey ci tinte sombrIo de que jamÆs carecen. revelÆndose en ellas esa especiede filosofla propia que, sin estudiar, aprende en la misma naturaleza;en respetar Ia superstición y sus preocupaciones, nacidas y fomentadaspor su misma ignorancia; en dibujar ci orden de sus impresiones,y de sus afeetos, que ØI encubre y disimula estudiosamente, sus desencantosproducidos por su misma condición social, y e s a i n d o 1 e n c i a, que Ic eshabitual, hasta ilegar a constituir una de las condiciones de su espIritu;en r e t r at a r, en fin, lo mÆs fielmente que me fuera posible, con todasSus especialidades propias, ese tipo original de nuestras pampas, tan pocoConocido por lo mismo que es difIcil estudiarlo, tan erróneamente juzgadoniuchasvecesyqiie, a! paso que avanzan las conc1uis-tas de la civjlización,va perdiØndose casi por cornpl et o

Mientrasguepredecesores Lnergajichescosehabianlimitado a una caricatura del pet.puaje,casidecontinuochojarera como Ia de Ascasubi, o traviesa. . corno la.- de.- DeLCam.po1HernÆndez -Ia palabra es suya- intentaba un retrato. /

Una vez mÆs, y Østa si es una nota original, incuestionabie, lacreación de HernÆndez se sitila por encima de la convención delos gØneros literarios, en este caso solo retórica a pesar de ladefense, tambiØn retórica, de la mayoria de sus crIticos. Porotra parte, MartInghjarnppcrillo, pero dista de presentarlas todas.Sus relerencias son ternpr Le ya.Leu -en lo social, no enlo artistico- casi exc1usiamente para el iltimo tercio del siglopasado y apenas para una zona de la provinciadeBeUrç.

bonaerenseno.sonaJa&Aeantaæo. Tampoco puede_afirmarsequelasfigurasdel poema -MartIn F’ierro, ci Sargento Cruz,ci viejo Vizcacha, los hijos de Fierro, PicardIa, etcetera- j*tenten, como nog2aislados,una.-.-ejrn.-plandadequi-va1enteaiadc1oscarneonesdeindividualidadheroica.Casi

diaciOn educia. Diga io que quiera la crItica cerradamentelocalista. Sin hacer cuenta del torvo y redomado Vizcacha, niquedguentarse con sa1vedaddejrrpysjj2s 0 Cruz y Picardla fueron vIctimas de la horyjas

.pgue Jo que caractepza.. y.-.-th.tinospepnajes.-,d? las verdaderas.-epopeyas es .la_posjbilidaddereaccionarcontra sep_prasanearloo.vo1v.-erlojcio. En esa cgpcidad superadora y trasfiguradorara4içalo esencial de lacondthIdEhe

El propio HernÆndez no quiso ilamarse a engaiio. Lo queen su relato salta a los ojos del lector no prevenido por pre.juicios extraestØticos, ci autor supo verb desde ci primer momento y manifestarlo advertidamente:

Me he esforzado, sin presumir haherlo conseguido, en p r e s e n t a ron tipo que personificara ci carÆcter de nuestrosg a u c h o s, concentrando ci modo de s e r, de s e n t i r, de p en s a r y1 En Ia carts a D. JosØ Zoilo Miguens, en Ia edkión de 1872.

248 RISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS CAUCHESCOS 249

de e x p r e s a r s e que le es peculiar; dotÆndolo con todos los juegos desu i m a g i n a c 1 6 n ilena de imgenes y de colorido, con todos Losarranques de su altivez, inmoderados hasta ci cr1-m en, y con todos los impulsos y arrebatos, h ij o s d e u n a n a t ii

raleza que Ia educación no ha pulido y suavizado.Cuantos conozcan con propiedad ci original podrÆn juzgar si hay a

no semejanza en Ia copia h12*

I Esternpefio nretrato declara cabalniente elanhelo de fijación estØtica que es propio de Ia obra de arte..y que Ia sihia por encima de las circunstancias aunque nazcadeellas. MÆs adelante y en otro sitio -atentos siempre a loque surge del poema y de las declaraciones del autor- infe.rirnos, siquiera en parte, los procedirnientos de cornposicióncon que HernÆndez adelantó el retrato y le dio fondo espacioso.

Por lo pronto, esa premura para emprender la tarea fijadora denuncia que el escritor no se sentIa ajeno a la próximadesaparición del modelo.

En uno de los pasajes transcriptos de la ingente epIstola i

Don JosØ Zoilo Miguens, bien se advierte -como afirmación deprimer pIano, aunque aIII aparezca incluida en el iiltimo parÆgrafo- el directo recojiocimiento por parte del mismo HernÆndez cle que elpucho se pierde, y no sólopgr. 1as p.recuciones.Esto Jo admitia el autor en 1872, es decn,jglgobiernodeMit.r. ybajo. la vigencia del de SQ kuQ, aØpoca en.Lombre deJa campafla padeció c mÆJua .l .

apego oficial y el enfrentamito.iiLiudio.No falta Ia contraprueba. En 1879, cuando Lavuelta cle

MartIn_Fierro, las cosas habIan cambiado. De modo efeti iIemezadoamla conIapresidenciadeAyllaneda.Tm.bargo, 1aontinuaci6n dia asumetonosno menos pate.tgjode1comienzo, e rncluso mas melancolicos AhaenvejjdoLa1ppre .gaucho.de poco le vaJe.hab. vuelto al pago.:Ni Ia amnistia que por decreto del tiempo ha caido sobre elrecuerdo de sus "desgracias", ni el encuentro con sus hijos son

suficientes para arraigarlo. Intiniamente, Fojihavjadomucho, y acaso pueda variar rnuy poco, como no sea en [astónicas y desencantadas promociones de Ia experiencia. En cam

y....saida-js.usJiijos-esridaquemarcha a destiempo. Enmedia de la nueva realidad_g jo rodea, el vi..jsiVIartIn !ieii

isi j:a_e ur, en adelante, una silueta inolvidable perofmalcomoJa.de, SantosVega. en el tinicomomenta en que el poenia raid las zonas del sImbulo, concluyepar aventarasu_ iaturapo&ic&.hacia..nodel hqrizante.II, 4781-4782.

En uno de los pasajes finales de su relato II, 486-487O,HernÆndez se complace ante Ia posibilidad de continuar una vezmÆs Ia historia de Martin Fierro y de sus allegados. Para recrearnos con esta tercera etapa, faltóle la vida, si no el irlgenio.Aparte las incidencias, el aruriiento y Ia presumible eonsecticiónde otros aciertos expresivos, flO es dificil inferir, com inevitable, un episodio mÆs en la tetirada de los inadaptados.

apt eraposible, irtamente lo fue para machas habitarites....de. ..nue.stros.campos, para sus hijos a sus nietos. Pero adaptarse a Ia nuevavida -Ia alternativa no se le escapó al poeta- eciui.salIa adejardesergaucho,porlornenos enorde lo aparente"3.

113 A menos de medio siglo de is publicaciSn de a Vuelia esa "VIIeIIS" queSe Cierra patadojicamente en una nueva "ida". el relato de alto linaje gauch.-.cohubo de cobrar, en prosa. un retoiio condigno. Bajo el intencionado tilulo deDon Segundo Sombra, en 1926 Ricardo Cüiraides hizo Ilegar al piiblico un pi-rfiIde gaucho, en verdad eglegio y casi arquetipico. Perfii real, como qule tuvo mo.lelovivo pero sorprendido un poco fuera de nuestro Liempo, y acaso so!’ asomado aeq pars actuaiizar en sos maneras de antaio ci dechado. ya Ollimo. de nue.Iroantiguo hombre de campo. A este propOsito, cómo no hacer mernoria de algunasde las iineas finales de Ia novela?

"El caballo de Don Segundo dio el anca al miD y realicØ, en aquella divergenciade direcciOn, todo Jo que iba a separar nuestros destinos.

Lo vi alejarse a! tranco. Mis ojos cc dormian en to familiar de sus actitudes.Un rato ignore si veIa o evocaba... ‘Sombra’. me repeti." Cap. XXVII

Con ci paso de los ajios, al gaucho -por lo menos en sentido estricto- sOloIc estaha dado sobrevivir como criatura de arte. No porque alguinas de sus excelcneiasno puedan ser asumidas y actualizadas seguin on nuevo estilo de vida por los argentunosde ahora. Para que resulte vÆlido, ello tendri que operarse compietamente al margende Ia chabacaneria pintozesca y ci despiante bravucdn dcl falso tradicionaliarno.11 TambiOn en a calta a D. JosØ Zoilo Miguens.

250 HISTORIA DR LA LITERATURA ARGESTINA LOS I’OEMAS GAUCHESCOS 25

Puesto en el empeæo de diseæar Ia semblanza del gaucho,la tarea de HernÆndez no pudo consistir en un liso metrifkarci alegato, ya difundido con desnudos argumentos dialØcticos, enprosa liana y periodIstica. La cunvenci6n de ver en esos versosalgo asI como una prole sine mutrem creata hizo que durantelargos aæos nada o muy poco se acertase a decir con algün rigoracerca de Ia conducta poØtica de FlernÆndez -evocadora, ima*ginativa y expresiva- en la "composición" de Martin Fierro.Sin duda, / aUnamuno, a

conexionesdel pa argenIn LnQ Qc 1co delhablapopulares ci

IromanceroLlanovelapicaresca, en primer tØrmino. PorJmucsiinab1es irrenunciabieyuIichnascircunstanciashistóricas,enelpj._çargadeleIementoeol o, si se prefiere; de proce.dencia espaæola es:t. Esto I orden dcl lenguaje;en el ordende1 estiIiOdooasLtocIQes4e HernÆndez. El timbreargentino del poema canta mÆs en ci tono que en los elementos deprocedencia varia. Absurdo retejrnegar iaevidencia

ypor esueltamente gaucicotodoioqjrnÆniez aprç en susversos

Atento siempre a conceptos de sentido extrInseco, ci ncleomÆs destacado de nuestros crIticos, en particular Lugones y Rojas,

Lo qtie Herndndez entrevió en so momento, Güiraldes lo comprendi6 por completo, yaun supo aceptarlo, contados lustros mds tarde. TamblØn esta vez, los textos significanalgo:

"Don Segundo se levantó, en seflal de partida. SujetÆndolo de un brazo lointerroguØ ansioso:

-Es verdÆ Que no soy ci de siempre y esos maiditos pesos van a desmendrmi vida de paisano?

-MirÆ -dijo mi padrino, apoyando sonriente su mano en mi hombro. Si sosgaucho de veras, no has de mudar. porque andequiera que vayas, isis con tu almapor delante como madrina ‘e tropilla." Cap. XXV.

114 Una historia dc tirios y troyanos, como siempre que entre nosotros se tratanestas cuastiones de idioma y de prioridades... La lectura desapasionada y noticiosadel poema hace manifiesto ci "espaæoiismo" de su base lingüistica, y Ia laboriosaejemplihicación de Eieuterio F. Tiscornia corobora por io menudo ci punto devista de Miguel de Unamuno, 1894, y ci de Ricardo Rojas, 1917. En carnbio, y hastano hace mucho, a D. Vicente Rossi Ic tocó ser ci adalid de Ia irritable buestecontraria. Foildos lenguaraces. Córdoba, 19391945.

gusto siempre exaltar en Martin Fierro ci texto extremo y cul.minativo de las letras gauchescas, luego de las etapas marcadaspor Hidaigo, Ascasubi, Del Carnpo y aigün otro. Escribieronesos crIticos cuando aquI entraba en boga Ia en Europa ya declinante teorla propugnada pur BrunetiŁre con referencia a laevolución de los gØneros. Los mismos comentaristas sobre todoLugones en su esfuerzo por asignarle una completa ventaja aHernÆndez concluyeron por hacer patente -y al menos en estono se erraba- la ostensible diferencia de esos poetas, tan distintosen la actitud y hasta en ci lenguaje, a pesar de que todos utili.zaron Ia ilamada lengua gauchesca. Hay contradicción y no pa.radoja en ese emparentar mÆs de lo debido autores cuya ünicacoincidencia, tópica, solo puede encontrarse en Ia presentaciOnde ciertos tipos y motivos, pero desde una visiOn estØtica distinta e incluso reflexivamente antagónica en Ia actitud social yci comportamiento idiomÆtico. Segün ese criterio, en ci Æmbitode cualquier lengua general -o local- todo escritor podrIasospecharse en conexiOn directa, genØtica y obligada, con todossus antecesores en ci manejo de en asunto y de una modalidado convenciOn lingüIstica. En lo Iiterario, como en lo cotidiano,ci simple parecido no siempre arguye parentesco.

No es que HernÆndez ignorase su tangencia temÆtica y cxpresiva con otros reelaboradores de la materia campera al modogauchesco ‘. Nadie escribe fuera de su tiempo, aun cuando selevante en contra de Øste, y no cabe duda -Øl mismo io confiesa- de que HernÆndez quiso hacer "otra cosa". La innegablenota peculiar del autor de MartIn Fierro en ci forzoso supuestode que salvo Dios nadie saca nada de Ia nada indica la existencia de otros antecedentes, efectivos, 51, pero mÆs remotos.Principio tienen las cosas. Sjo esas fuents, .f mejor dicho esosmateriales, en su mayorIa anónimos, oralesytrad!cionales,.den ncxerarneiafiEieiiirir a las mustias categorIas crIticas del siglo xix, aqul todavia lozanas en ci xx-- Ia

115 Basta dam alencidn a las alusiones que ocurren en ci poems y en Las cartasal seæor Miguens y a los editores de 1884. Cf., ademÆs, Amaro Villanueva, Preludio,de .lfartIn b’ierr, n ur, X, tluenos Aires. 1940, pegs. 117-141.

252 HISTORIA DR LA LITERATURA AIICRrSTINA253

n!iingujar, y notable, de Martin Fierro: el que la inventivade un escrii, jtie i eiaci nitiihiŒtfado pelo que clisieiThn hombre inculto, lograse animar una obra poØticade Jmr1onante sentido popular y de gentuna entonacion paydoresca"6

En su aclarador y compendioso estudio, con diversa finali.dad y partiendo de otras inferencias, Federico de OnIs ha apor.tado atendibles sugestiones sobre este problerna. Sin confunjirIa jpguyJa literatura propiainente gauchescas con Ins quedespuØsytodayia Se ha clado JiarnirIas .deigual mQdo, I rI*tico espaliol repara en que HernÆndez no tuyoante sI ningunaobra populal que pueda seæaldse conio sit niodelo Recuerdasin embargo Ia indudable existencia de una poesia tadicional,payadoresca, en la que el motivo de Ia "desgracia"5 el encuen.troconapartida y algunos otros figurados en Martin Fierrotuvieron laiga aunque oscuia vida anterior oscuia para nosotros, se sobreentiende en ios verdaderos cantoresgauchescos.En cuanto a esto, el tes odarmiien las priniThspÆginas de Facundo es valiosIsimo, y asI lo estima el mismo OnIs.Un pasaje de Henry William Hudson, escritor ingles oriundo deIa Argentina o Sl SC prefiere, y para que nadie se enoje, enun pasaje de Enrique Guillermo Hudson, el gran escritor argen.tino que escribió en ingles, 1841-1922, permite que el cometitarista ejemplifique otro tema tradicional en la poesia populargauchesca. CIfrase ese tema en ci cantar de un gaucho que aparece en el relato de Hudson y que suscita Ia unÆnime reacciónde los oyentes, paisanos como Øl, ante la mención de una levaefectuada hacia 1840. "Quien haya leIdo el MartIn Fierro -oh.

116 VØanse dos opiniorses que al ser constrastadas se equilibran y sitlian a! lectoren ci justo medio: la de Unamuno, que exalta el earcter decididamente popular deMartzn Pierre, y Ia de Menindez y Pelayo que atumpera Ia excesiva rotundidal deese aserto. ". .quizÆ el poema no sea tan genuinamente popular como Øl supone,aunque sea sin duda de lo irtis popular qtie boy puede liacerse." 4nto1ogia de IapeRsia hispanoarnerjc0, icc. cit.. Coincidente y agudisima usia observaciiin deKarl Vossler: "La mayor parte de los admiradores Se dejan seducir por Ia frescacitalidad del poems y toman al poeta y a su hØme por mds ngenuos de to que sonen realidaci, Hay dentro de use poema mucho romanticismo. sentinsentalidad contenida, humor y capricho literario y sohre todo una nitida conciencia artistica."La vu/a espjrji,aI en SudarnØrica, Buenos Aires, fnstituto de Filologia, 1935, peg. 36

LOS POEMAS CAIJCHESCOS

serva Onis- sabrÆ que ci origen de todas las desenturas delgaucho estÆ en haber sido ilevado a servir en ci ejØrcito."7 Laprevención del critico es pertinente y alude a un estado decosas anterior en varios lustros al poema de HernÆndez. Importadecir, en cambio, que Far away and long ago se publicó en 1918y cjue en stis andanzas por los campos de ia provincia y enmodo especial en su protesta periodIstica contra esas levas ciatitor de Martin Fierro tuvo noticias de episodios equivalentesa] contado por Hudson El aporte mØs estimable de Ia monogfa.iIa de OnIs, ann sin la debida difusión entre nosotros, consiste enhaber situado el estudio de la genesis de MartIn Fierro muy porencima de la teorla romÆntica, tan atractiva y -tan falsa- de Iaforniación de la poesIa popular. La conclusion supera satisfactoriamente las simpliuicacicnes y contradiciones de la crIticaanterior. "HernÆndez -aciara Onis- a pesar de su culture 1ite

onersuMartinjrrpen Ia actitud creadora de un_payadornopular, qpe consistla en irnpr.ciisa denuevo Los circunseriptostemastxadicnaJreso el hch9 de que ci lmproyisaeeci poema no estÆ en contradicción cofleLhechQpomenosLd lelaborcion tradicioral y colectiva, de Ia cual ci era ciuitito niaLagente "a

Puede agregarse que Ia dave del acierto de HernÆndez seencuentra en esa especie de minietismo trascendçnte que hizo queen hora sobremanera feliz para su designio_ti_omportasecomo un payador,jjndolopara que una novelares n_ienteajgepero picaresço noes siiiIciente que en ella actüen y discurran pIcaros, ysi queci mundo estØ visto allI con desaprensiva Optica picaresca Un

que estamos ei.e1 irden de ld literatura eserita, sOlo alcanza

117 cii.. pIgs. 412413.119 En las pIginas de El Rio de Ia Piata no faltan buenos indicio de etlo.119 on- cii.. pIg. 414.320 AMRICO CAsTRO. "LO picaresco", en El pensaretento de Cervante3. Revista

Filologia Espaæoia, anejo Vi. Madrid, 1925, pIgs. 230.239.

254 HISTORIA lIE LA LITERATURA ARGENTINA LOS POEMAS GAUCHESCOS 255

esamodalidad_cuandoensusversoselrnundoestÆconternpladoy meditadoalo gcho.’En proporción no igualada, incomparable en las diversas acepciones del vocablo, ello ocurre en MartinFierro.

Vueltos hacia lo propiamente expresivo, advertimos que loselementos seæalados por OnIs no bastan para explicar esa sin.gularidad de Ia creación de HernÆndez.

Queda probado que en lo que toca alalegato ci peta lo encontro en su anterior tarea pTdistica, lqjgtiyo -los tipos,eFbT,Fargument- se lopioporciono la experienciacampera, la tradición oral y determinadas 1ecturas y el lenguaje,juecijsta mucho del que le era propio, 10 acopió,siqujenparte,en el habla nistica de la provincia de BuenosAires, segimn el poeta, servido siempre por su extraordinaria retentiva verbal, acertó a utilizarlo.

A pesar del inventario aislador de cierta clase de crItica,todo eso -ideas, motivos, lenguaje- no es mÆs que el materialen bruto que colmó Ia memoria de HernÆndez y le procuró loselementos que a ØI le importaha "componer".

Esdiscutiblequeelescritorhayairnprovisadoaladinamentela redacción del poema. I-lernÆndez estudió scrian tesu. au.;

enmwhasjornadas_previas. Eltienipo que empleó para "escribirlo" irnporta menos.

Frente a lo gauchesco, hombres y cosas, HernÆndez no secontentó con una mirada supei-fieial o amablemente chacoteracomo Ia de Del Campo, ni rIspida y pintoresca como La deAscasubi, cuyos paisanos, con apenas la excepción de los deSantos Vega, actitan a titulo de lenguaraces de su credo politicoantirrosista. gjiedid tarnbiØn pnajesde MartinFierro caan con las ideas de su suscitador Iiterario, jrIsids y sobre todo los sentimientos que HernÆndez voicó en elpoema eranpFŁcisamente los del propio gaucho ci drama delryj.odejronteras y Ia mesquivable arb1trar1eddd admrnistrativa.

Con referencia ala vieja Ieg rural y a despecho debastantes yuxtaposiciones cultas propias de HernÆndez escritorurbano, el habla de Martin Fierro essindudamÆs_gauchesca,

ms efectivamente popular que la de Ascasubi yladeDelCampo.Ciertoiide primera intenci iiliparece. Eli0 se debequeabigque el desus - colega. Ni por remedo realista, escapede Ia fantasia o simple flcreo, cae HernÆndez en Ia sobrecargacaricaturesca tan grata casi siempre para cuantos creen que loverdadero y lo nacional no pueden menos que ser forzosamentepintorescos.

Como casi todas las obras artIsticas valiosas, ej_i"Martin Pierro, ciya objetividad lo sustantiva narración Øpica si noepopeya propiamente. dicha, irrumpióen su genesis cle im. previop!sjIrico.

Vida,sólo ci enternecido recuerdo de

lo visto y lo oIdo pudo situarlo en Ia zona de la simpatIa creadora, donde la intuición, gracias a la actividad indivisa del sentimiento, la imaginación, Ia inteligencia y el idioma, le da nueva vida.

En Ia objetividad del relato hay pasajes en que las nostÆigicas entonaciones de MartIn Fierro delatan una nial repri.mida ingerencia personal, si flO directamente autobiogrÆfica, dclpropio HerniIndez.

Seres y enseres, aniniaies, faenas y expansiones, todo iovisto cuando niæo o cuando muchacho en Ia chacra isidrense,y mÆs y mejor en las estancias que le cupo conocer en los pagosdel sur bajo la protección de su padre, crean en ci narradorn estado de espIritu que afiora estilIsticamente en la sobrehazdel poerna. Particularmente en la Ida, donde ci comportamientoexpresivo de HernÆndez es tal vez menos hÆbil pero si mÆsespontÆneo que en la Vuelta, ci suspenso de la evocación sedelata en el tremolo elocutivo de frases enteras, en los quiebrosde la sintaxis sintaxis afectiva, no lógica y en los simples yrecortados elementos oracionales: en las interjecciones, sobretodo en las de ponderación y embeleso; en los adverbios, sobre todoen los de tiempo; en las cnjuncines, sobre todo en las adversativas, que enfatizan ci contraste entre lo de ayer y lo de

c

256 HISTOBIA DE LA LITERATURA ARCENTINA LOS FOEMAS GAt’CHESCOS 257

ahora; en los denuestos solo desdibujados por un leve eufernismo morfolOgico. . .; en la puntuacidn misma:

Entonces... cuando ci lucerobrillaba en el cielo santo, etc.

I, 139-140

Ricuerdo... quØ maravilla’cómo andaba la gauchadasiempre alegre y bien montaday dispuesta pa el trabajo;pero hoy en ci dia... barajo!no se la ye de aporriada.

I, 205-210

Ah t i c m p o... pero Si en Ølse ha visto tanto primor!

I, 221-222

Estaba el gaucho en su pagecon toda siguridÆ,pero a u r a.. - barbaridÆ!la cosa anda tan fruncida,que gasta ci pobre la vidaen juir de la autoridÆ.

I, 253-258

MotivaciOn semejante Øchase de ver en ci halo pretiiosoen que, rnÆs allÆ de las veladuras del tiempo, ci propio MartInFierro --o mÆs precisamente HernÆndez en la voz de su perso.naje magno- recuerda la actitud airosa de los hombres y cigai-bo fiestero de sus faenas:

A h t i e m p 0 S... j Si era un orgullover jinetear un paisano!Cuando era gaucho baquiano,aunque ci potro se boliase,no habia uno que no parasecon el cabresto en Ia mano.

Y mientras domaban unos,otros al campo salian,y la hacienda recogIan,las manadas repuntaban,y ansi sin sentir pasabanentretenidos el dia.

Y verbs a! cir Ia nocheen la cocina riunidos,con ci juego bien prendidoy mu cosas que contar,platicar muy divertidoshasta despuØs de cenar.

Y con ci buche Men Ilenoera cosa superiorirse en brazos del amora dormir como Ia gente,pa empezar a! dIa siguientelas fÆinas del dIa anterior.

I, 181.204

COmo asomarse, a pesar de tales indicios lingiiisticos, a esemundo secreto de la remembranza y de las asociaciones inconscientesluego dilucidadas, elegidas y coordenadas per el esfuerzo alertay reflexivo? En todo case no es atrevimiento presuponer que ciulterior sondeo intelectual tuvo que rescatar tambidn, en los hendones dcl recuerdo, materiales pieciosos para deiinear poØticamen.te -sobre un fondo de pampa y entre los accesorios tradicionales -esa vasta semblanza del gaucho y de su mundo: ci Æmbito, ciindumento, los arreos, ci ornate, los utensilios, las destrezas,los dichos, los cantares, las diversiones, las virtudes, los vicios -

rfodo ci caudaloso rcpertorio de experiencias y de noticias queafiade a MartIn Fierro- poema el subsidiario valor, no desde?iable, del documento vivo 121

Desde temprano, mucho teiIa HernÆndez visto y oldo acercade lo gauchesco: etapas grandes de su vida -sobre todo las

121 Cf. las notas correspondiente8 de nuestra edicidn de Martin Fierro.

258 rnSTORIA DE LA LICERATTJRA ARgENtINA

259

primeras, las piÆsticas- las habIa espaciado en aquel Æmbitoy frente a sus hombres.

Las circunstancias, óptimas Musas, le lacilitaron el resto. Elconflicto social que lo habIa adiestrado en el alegato periodisticoofreclale ahora, en piano distinto y en medio de Ia tediosa pausahoteiera por Øl mencionada, vivaces y adecuados contraluces parasu tarea de "retratista". Tampoco pudo faltarle, aunque no enla medida que se ha supuesto, la directa emuiación literaria:la de Los tres gauchos orientales de Antonio Lussich, y muy luego,sobre la presencia de lo que en Øl era saber tradicional, elinflujo de lecturas por cierto no excesivas pero tampoco tanpobres como quiere un aserto todavIa vulgar entre crIticos deinformación retajada y de ceioso y mal asentado patriotismo 122*

Memoriasde la infancia y de la mocedad primera, nocionesacopiadas en sus ininterrurnpidareopaiones familiares y depºiiiJiando, castrenses, poiitias y pet iodisticas todo hubodiiii.El extraordinario sincretismo que funde loselementos del poema nunç sehujçra logrado sin la sorprendiiteiiiorizfon idiomatica operada por er

Vale cirque1utor. trocó la suya paraque.. segih jo dictadosdelreaIismoiiterario y vaya si se habla de reaiismo a propósito delpoema!, _psonaje -no se olvidequ_MartinFierrotodpcgjtodoesexresarseatono con su condici6n y su medio. Lo queqiLjgnifica nueva evidencia para quiet! se asome sin preconceptos alas distintas obras de HernÆndezescritos no condicen con elio degtin.Yierro. Como cual

poeta de intenciones objetivas,tambiii I sitio a Hernandez el derecho de mudar el iexicoigiros d turaspoØticasprada la debida inde

122 Muy probable es el influjo concurrente do ciertos motivos iconogrØficos.

Destacados realizadores de estampas del ambiente rural bonacrense trabajaron, porlo menos en parte, con anterioridad al poema de HernÆndez. Conviene no olvidarIa aficidn del mismo poeta poe las ilustraciones, como las muy modestas -boy evocadoras- de las litograflas de Carlos Clerici en Ia primera edición de La vueltde Martin Fierro y en varias de las publicadas ulteriormente.

Los I’OEMAS CAUCHESCOS

pia segtmn las formas de nit habla singularizadora. Estose comprende. Lo que extrafia no es el elemento de catadurarelativamente exótica dentro de Ia modalidad literaria de Ialengua comiin; lotiuerec1arria1ama cuidadoso estudio es lamayorjntensidad expresiva quHernÆndez logra irnprimir al habla gauchesca adoptada en surelato._VØaase1jrso_nogtui.chescis,1as

ylaVicla_delOthch,pÆginasØstasültimasenque lapnallçiverbal de HernÆndez late con mayoriuerza.EncotejoconMartmn Fiero, elcontraste no puede ser mÆsllamativoyxeclama unaexplicación que sehjoslayado hasta la-fecha ‘.

12a En ci Martin FierTo de las Ediciones Peuser, afladimos algunas aclaracionesconcordantes.

ILUsTRAcIONEs. Noticia complementaria. Peg. 121: JosØ HernÆndez, retrato litografiado, El gaucho Martin Fierro, dØcimoquinta ediciØn, 1894, peg. 3 - Peg. 164:"Hotel Argentino" ya desaparecido; en el primer piso, habitacidn n0 7, HernÆndezcompuso o dio tØrmino a Ia primera etapa de su poema, 1872. Cola ojicial de correosy tele’grajos nacionales, Buenos Aires, 1873. - PÆg. 166: portada de Ia primers edición de El Gaucho Martin Fierro. - PÆg. 168: casa quo foe de D. Luis Obligado,TacuarI 17 estado actual alli, en Ia "Librerla del Plata", HernÆndez editó La vueltade Martin Fierro, 1879. - Peg. 169: portada de Ia primera edición de La vuelta de Martin Fierro - Peg. 171: cubierta posterior de La vuelta de Martin Fierro. - PÆg. 173:fotograffa tomada por P. Bernadet, en Corrientes, 1868. -- Peg. 179: comienzo del manuscrito autØgrafo de Ia segunda etapa del poems. - Peg. 187: cubierta posterior deLa vuelta do MartIn Fierro, dØcimoquinta edición, 1894, con un anuncio de La "LibrerlaMartin Fierro". - Peg. 195: grabado de La portada de El gaucho Martin Fierro,dØcimocuarta ediciØn, 1894. - PÆg. 197: grabado de El gaucho Martin Fierro, dØci.moquinta edicidn, 1894, pig. 11.- Pig. 199: grabado de El gaucho Martin Fierro,dØcimoquinta edición, 1894, pig. 27. - Pig. 201: grabado de El gaucho Martin Fie.rro, dØcimoquinta edicidn, 1894, pig. XLIV. - Pig. 205: grab ado de El gaucho Mw-tin Fierro, dØcimoquinta edición, pig. 31.- Pigs. 206, 208, 209, 210, 211, 213, 217, 219.221 y 223: dibujos que corresponden a las diez liminas de Carlos Clerici que "adornan"Ia primera ediciin de La vuelta de MartIn Fierro, 1879, ulteriormente reproducidas enotras viejas ediciones. Las referencias del contexto aclaran cada uno de los episodiosreproducidos.