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  • 7/21/2019 Hubner

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    Emil Hbner

    Armin U. Stylow y Helena Gimeno Pascual

    Centro CIL II - Universidad de Alcal de Henares

    [email protected]

    Emil Hbner

    Dusseldorf,

    1834 - Berln, 1901).

    Fotografa Instituto Arqueolgico

    Alemn.

    1. Para datos biogrficos ms extensos

    vid.:

    Rodrguez de Berlanga, 1 90 1 ;

    Le Roux, 1 984 ; Garca Gonzlez -

    Martnez Herranz - A yarzagena

    Sanz,1997. Existe una autobiografa

    manuscrita de Hbner en posesin

    de un descendiente suyo, que por

    desgracia termina antes de empren-

    der el primer viaje a Espaa y Por-

    tugal.

    2. C IL

    II

    p. XXV.

    Ernst Willibald Emil Hbner naci en Dusseldorfel7 de julio de 1 834 en el seno de una familia de

    la alta burguesa ligada a la enseanza de las Bellas Artes; su padre fue el pintor y poe ta Rudo lph

    Julius Benno Hbner, profesorde laAcademia de Dusseldorfydirectorde laGalera

    Real.

    En 1 864

    Emil Hbner contrajo m atrimonio con Mara hija del historiador Gustav

    Droysen.

    Muri el 21 de fe-

    brero de 1901 en Berln

    1

    .

    Su formacin clsica comenz en el Gymnasium de Dresde. En 1851 ingres en la Universidad

    de Berln donde impartan clases historiadores y fillogos como Ernst Curtius, Augu st Boeckh o

    Karl Lipsius. En 1 854 obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Bonn por su tesisQuaes-

    tiones

    onomatologicae latinae dirigida por

    el

    fillogo Friedrich Ritschl (1806-1876). Entre 1856 y

    1 858 completsuformacin enItalia ySicilia donde adquirirauna granexperiencia epigrfica con

    Bartolomeo B orghesi (1 781 -18 60) que ya haba sido maestro de Theodor Mommsen. A su vuel-

    ta,

    en 1 858 , Momm sen, en nombre de la Academia Prusiana, le encomend la edicin de la obra

    ms importante de su carrera, el volumen correspondiente a

    Hispania

    delC orpus nscriptionum

    Latinarum(CIL II). Un ao despus Hbner present su tesis de Habilitacin,

    De senatus populh

    qu e

    Romani

    actis,

    y comenz los trabajos bibliogrficos preparativos bsicos para el

    Corpus.

    El volumen de Hispania, siguiendo la metodologa establecida por Mommsen, deba contener

    todas las inscripciones latinas antiguas de

    Hispania

    -excepto las cristianas- clasificadas segn

    la divisin administrativa antigua. Para ello, entre 1858 y 1 8 6 1 ,antes de su viaje a Espaa y Por-

    tugal, Hbner inici su proyecto en diferentes Bibliotecas de Alemania, Francia e Italia, confec-

    cionando una coleccin de

    schedae

    tanto de los epgrafes publicados como de aqu llos todava

    inditos en manuscritos

    2

    . La etapa siguiente de su laboryase desarroll en Espaa y Portugal. El

    objetivo de sus viajes epigrficos era no slo comprobar la lectura de inscripciones conservadas,

    sino tambin revisar manuscritos e impresosenBibliotecasyArchivosyestablecer una red de co-

    rresponsales locales que le mantuvieran al corriente de nuevos hallazgos. Sus excelentes c onoci-

    mientos de las descripciones sobre la Pennsula de los gegrafos antiguos as como la cantidad,

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    Pioneros

    de la

    Arqueologa

    en Espaa. El

    proceso hacia

    la

    arqueologa cientfica 1833-1912

    o

    calidad,

    de los materialesyaconocidos le impelieron a la rea-

    lizacinde un viaje selectivo dedicando especial atencina

    aquellos lugares queldenomin com o ciudades "primarias"

    sin descuidar,por supuesto, otrasnomenos importantes,

    mencionadas en las fuentes. Aureliano Fernndez Guerra (RB

    1 8 6 1 :

    532 ), buen conocedor de la geografa antigua y medie-

    valdeHispania, le ayudara en la reconstrucc indelos lmites

    de los conventos uridici, y de las provincias yenla localizacin

    de los pueblos. Su primer viaje, en 1860-1861 :transcurrien

    una Espaa monrquicayconservadora, aunque con una reina

    bastante sensible hacia la Arqueologa

    3

    ,yen la que ya se infil-

    traban aires pa ra la renovacin; cuando volvi en la dcada de

    los 70,laGloriosahabadado pasoalperiodo constitucional en

    el que el concep to pblico de patrimonio era una realidad. Ade-

    ms de un Museo Arqueolgico Nacional que reuni fondos de

    colecciones dispersas, -proy ecto

    que,

    entre otros, Hbnerha-

    ba im pulsado

    4

    -, haba Museos casi en cada provincia.

    El primer viaje

    Desde marzo de 1860

    5

    hasta octubre

    de

    1861 Hbner realiz

    su primer

    gran

    viaje arqueolgico-epigrfico por

    Espaa y

    Portu-

    gal.Los progresos de

    su

    trabajo

    se vertan

    en unos informes que

    peridicamente

    enviaba a la Academia de Berln y

    que

    seran

    pu-

    blicadosen losReiseberichtey, enitaliano,en el

    Bollettino

    dell lstitutodi Corrispondenza

    Archeologica.

    Visit primero Ca-

    talua, donde comprob inscripciones de Barcelona, Tarragona

    y su provincia; despus Madrid, donde trabaj en las Bibliote-

    cas,

    fundamentalmente

    en la

    Academia de la Historia, en

    la

    cual

    sera recibidoyespecialmente ayudadoporAntonio Delgado,

    Aureliano Fernndez GuerrayPascual de Gayangos.

    Desde Madrid viaj a Segovia y escribi sus reflexiones so-

    bre elacueductoy sucronologa

    6

    . Ensuviajepor elreale-

    vantinafue a comprobar inscripciones, entre otros sitios,de

    Murviedro (Sagunto)y sus alrededores, pero apenas encontr veinte de las 130 inscripciones

    que buscaba

    7

    . Despusderevisar enlaAlcudialacoleccindesellosdecermicadeAurelia-

    no Ibarra, embarc hacia Baleares, donde en PortoPipudo copiarlainscripcindeunpontifex

    (RB 1860: 438). De vueltaa laPennsula recorrilaprovincia de Murcia (RB 1 860 : 44 0).Car-

    tagena (RB 1 860: 444)lesorprenderapor lacantidadde inscripciones que conservaba noch

    ber die H /fte der

    gedruckten

    Inschriften vorhand en);

    adems encontr

    18

    nuevas, bien

    que

    algunas del Castillo

    de la

    Concepcin

    le

    resultaron inalcanzables

    8

    (RB 1860: 445).

    En

    Mlaga

    conoci

    a

    uno

    de

    sus colaboradores ms activos, Manuel Rodrguez

    de

    Berlanga, con quien

    fi-

    jara

    los

    textos

    de las

    leyes municipales

    de

    Malaca

    y

    Salpensa

    RB

    1860: 595),

    y a los

    herma-

    nos JosyManuel Oliver Hurtado, que acababan derealizar su estudio sobre el sitiode

    Munda,

    tema sobreelque sehaba vertido mucha tinta hasta entonces

    fast ber nichts

    ist

    von spanis-

    chen Antiquaren mehr und

    verkehrteres

    geschrieben worden).

    En Antequera describielArco

    de losGigantes (RB 1 86 0: 607) refirindose extensamentea laproblemtica de sus inscripcio-

    nesyesculturas empotradasyla tradicin anticuara,yvisit adems

    Crtama, Aratispi, Arunda

    y

    Acinipo

    (RB 1860: 598, 604, 621 ss.). La provincia de Cdiz result menos productiva, entre

    otras cosas porque algunas de sus inscripciones haban idoaparar a colecciones inglesasRB

    1860: 635),ypoco interesante zu denimganzenuninteressantesten von Spanien;RB 1860:

    640), pueslamayora eran simples funerarias. En Belolamagnitudde lasruinas p rometan,pe-

    Carta de A. Delgado a Hbner.

    3. De hecho Isabel II se preocup

    por la conservacin y restauracin de

    muchos monumentos, entre ellos el

    Puente de Alcntara, cf. Rodrguez

    Pulgar, 1992.

    4. Cf. Baquedano-Caballero 2000:

    2

    5.

    Mlida,1897:90.

    6.Selbstderberhmte Aquduct

    welcher,

    w eer das heutige

    Stadtwappen bitdet, so merkwrdiger

    Weise schon auf 3 alten Grabsteinen

    gleichsam ais Wahrzeichen der

    Heimath des Verstorbenen

    abgebildet

    ist,

    verdankt seine

    Erhaltung nur dem Umstand, dass er

    die Stadt, noch heute allein mit

    Wasser

    versorgt.

    Dessen massive

    Quadern und Verhltnisse weisen

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    ARMiN U. STYLOW - HELENA GIMENO PASCUAL / Emi l H bn er 3 3 5

    eher auf

    die

    Zeit derjulischen

    Kaiser

    hin, ais aufdie

    Trajans,

    in die er

    gewhnlich gesetztwird. Dieshngt

    vielleicht zusammenm iteiner

    Beobachtung, welche sich

    spterhin

    m weiteren

    Umfang

    wird

    machen

    lassen: da ss nmlich der unter

    den

    ersten

    Kaisern

    begnst igte und mit

    aller lei

    civilisatorischen

    Einrichtungen

    versehene

    Norden

    un d Westen der Halbinselseit

    Vespasian,

    vielleicht in Folged er

    damaligen

    Brgerkriege,

    gegen den

    Suden entschieden zurcktritt

    (RB

    1860 :331 ) .

    7. Sin embargo le satisfizo particular-

    mente el hallazgo de CIL II 214, 32 9

    (= CIL II 3837 = 6020) en las obras

    del castillo, pues en ella se mencio-

    naba la segunda guerra pnica.

    8. Como CIL II 3434 = 5927:

    Eme

    der obigen an G rsse undInhalt

    ganz

    entsprechende,

    leider

    verkehrt

    und so hoch

    eingemauerte Inschrift,

    dass sie nur sehr

    mhsam

    mit Hlfe

    eines

    Glass

    gelesen

    werden

    kann,

    mi t

    Leitern

    aber, um

    einen

    Abdruck

    zu

    nehmen,

    vollkommen

    unerreichbarist.

    9. Segn G. Mora -a quien agrade-

    cemos la info rmac in- B. Vil era un

    coleccionista de antigedades y mo-

    nedas relativamente importante. Ade-

    ms de algunos trabajos sobre lge-

    bra y aritmtica, escribi un trabajo

    sobre monedas de Murgis, as como

    una gula de viaje de Mlaga (cf. Vil,

    1861 y 1863).

    ro no encontr ninguna inscripcin. En Granada, aparte de comprobar inscripciones de Archi-

    dona,

    Loja, llora, Pinos Puente, y Guadix (RB

    1 8 6 1 :

    3 0), se fij especialmente en las inscripcio-

    nes halladas en las excavaciones de la Alcazaba promovidas por los falsarios Juan Flores de

    Odduz, Jos de Echevarra y Cristbal de M edina Conde (RB 1 86 1 : 17 ss.). Sobre Jan y su

    provincia haba trabajado ya en M adrid con los vaciados en yeso de Manuel de Gn gora. Parti-

    cularmente interesantes encontr las inscripciones de

    Castulo

    por la riqueza de datos de sus

    textos. Comprob adems inscripciones de La Guardia, Baeza, Toya, Mancha Real y Jimena,

    Santisteban del Puerto, Mengbar, Andjar, y Martos,

    der epigraphisch wichtigste Punkt

    (RB

    1 8 6 1 : 44), donde slo pudo encontrar 15 de las 30 inscripciones que tena recogidas, con la

    fatalidad de que justo ocho das antes de su llegada las haban ocultado bajo la cal; sin embar-

    go insisti hasta que las desencalaron y pudo estudiarlas (CIL II 22 2; RB 1 8 6 1 :44). No tuvo la

    misma suerte en Porcuna, donde

    d ie

    moderne

    Barbare] die Steine auch hier wieder so dick m it

    Kalk bedeckt[hat],dass kaum noch einiges zu lesen w ar

    (CIL II 2131). En Crdoba revis los

    fondos de la Biblioteca Provincial, donde encontr los manuscritos de Jos Vzquez Venegas, y

    todava pudo copiar y sacar calcos de lo que quedaba de la coleccin de Pedro Leonardo de

    Villacevallos (RB 1 86 1 : 52). Adems de diversas inscripciones, estudi los miliarios de la Via

    Augusta (RB 1 86 1 : 61 ). Despus visit el Sur de la provincia, donde en Lucena, en la casa de

    Francisco de Bruna, todava existan varias. Pero no todo era

    fcil,

    pues supo que en Espejo le

    haban ocultado algunas inscripciones por orden de Benito Vil, un profesor de matemticas de

    Mlaga, que las haba reservado, nicht sowohl zur Herausgabe, ais fr seine Sammlung, die

    hauptschlich

    mercantilische

    Z wecke hat(RB 1 861 : 82 )

    9

    . En Sevilla, una aficin multisecular al

    coleccionismo haba salvaguardado bastantes inscripciones en uno de los primeros museos ar-

    queolgicos del pas, instalado en el convento de la Merced. Pero no slo careca de inventario

    sino que adems las piezas no se haban identificado en ediciones o manuscritos y, arbitraria-

    mente, se les atribua a casi todas una procedencia italicense. Describi adems la coleccin

    de la Casa de Pilatos, pero no consigui ver muchas ms en la ciudad de Sevilla salvo las que

    se encontraban en impresos y m anuscritos de la biblioteca C olombina, de otras bibliotecas pri-

    vadas y de la recin estrenada de la Universidad. Ms que Sevilla le impresion Itlica,

    ohne

    Zweifel die bedeutendste und

    interessanteste

    [Stadt]

    (R B 1 8 6 1 :91 ), por los restos arqueolgi-

    cos que se haban encontrado. En la provincia encamin sus pasos a localidades como Lora

    del Ro, Alcal del Ro, Alcal de Guadaira, Utrera, Carmona, cija, Estepa, Lora de Estepa,

    Osuna y Morn. A 8 de marzo de 1 861 informaba Hbner sobre su viaje a Extremadura, la pro-

    vincia de Espaa cuyos monumentos romanos, segn su parecer, haban sido mejor investiga-

    dos. Realiz el trayecto desde Sevilla a caballo, en el que invirti unos 25 das. En la Beturia

    Cltica, encontr por casualidad la inscripcin CIL II 1040 que le permitira afirmar que Monas-

    terio era Curiga. En Mrida se llev cierta decepcin, pues las inscripciones le parecieron de

    poco inters ya que la mayora eran funerarias (RB 1 86 1 : 387). Control m iliarios de la Va de

    la Plata, muchos de ellos casi legibles a causa de la fragilidad del granito (RB 1 86 1 : 38 9), y en

    Cceres encontr ms inscripciones

    aus dem schlechten Granit des Landes.

    Despus, el

    puente de Alcntara, Coria, las inscripciones del palacio de Mirabel en Plasencia ohne barba-

    rische amen und mit den blichen

    romischen Formein)

    y de Santa Cruz de la Sierra.

    Volvi a Madrid para revisar importantes manuscritos epigrficos: en la Biblioteca Nacional, los

    de Antonio Agustn que Gruter citaba como

    Adversaria;

    en la Academia de la Historia, manuscri-

    tos de Juan Fernndez Franco, de Luis Jos Velzquez de Velasco marqus de Va ldeflores, de Jo-

    s Cornide, de Ramn de la Higuera; en la biblioteca de los duques de Osuna, la de San Isidro, la

    de M edinaceli. En cuanto a colecciones arqueolgicas, trabaj en el Museo Real de E scultura, el

    Gabinete numismtico de la Biblioteca Nacional, el Museo de Historia Natural y la coleccin de la

    Academia de la Historia, donde sobre todo habainstrumentum

    dom esticum.

    Las obras que se estaban llevando a cabo para el ferrocarril de Madrid-Crdoba fueron de cisi-

    vas para el conocimiento de la poca romana en Cas tilla-La Mancha, pues descubrieron nuevas

    inscripciones. Sin embargo Hbner se tuvo que conformar con las informaciones, vaciados y cal-

    cos que le proporcionaron sus contactos. As se pudo determinar que la Mentesa de los Oretanos

    estaba en V illanueva de la Fuente, se descubrieron nuevosmunicipia citados en los epgrafes, co-

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    336 Pionerosdela Arqueologa en Espaa.Elproceso hacialaarqueologa cientfica 18 33- 191 2

    3OCL 30M Proj CWbfaVilhlba,qnnta fcrt

    leapa prt vico dUtMM id dattnm me

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  • 7/21/2019 Hubner

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    ARMIN U. STYLOW - HELENA GIMENO PASCUAL / Em il H bn er 33 7

    10.

    Una breve relacin de la colecin

    fue publicada en Ariza - Caballero-

    Infante, 1 891 .

    1 1 .

    Sobre esta estancia

    vid.

    Rodr-

    guez de Berlanga, 1 901 : 195 ss.

    12.

    Barcelona, afirma Hbner, se dis-

    puta con Madrid la palma en asunto

    de estudios histricos:

    ut Barcino

    urbs primaria

    est

    paeninsulae

    cu m

    Matrito ipso capite de

    palma

    certans,

    ita etiam studia h istrica ibi

    mxime

    effloruerunt(CIL II p. 983).

    1 3.

    Rodrguez de Berlanga conoci

    el bronce gracias a Hbner, el cual

    haba vuelto a Espaa en 1889 para

    examinarlo cua ndo an estaba en

    Sevilla. All tambin acudi Rodrguez

    de Berlanga a quien, sin embargo, su

    poseedor no se lo facilit (cf. Rodr-

    guez de Berlanga, 1 901 : 197).

    1 4.

    Sobre A. Cnovas, historiador,

    vid.Ylln Caldern, 19 85.

    15. En 1 893 segn Rodrguez de

    Berlanga ( 1 9 0 1 : 198) realiz su

    lti-

    ma visita a la Pennsula.

    1 6.

    Sobre los proyectos epigrficos

    emprendidos por la Academia de la

    Historia vase Abascal - Gimeno,

    2000 : 13ss .

    17.

    Sobre e l ambiente intelectual a la

    llegada de Hbner a la Pennsula y

    su opinin acerca del estado de la

    ciencia arqueolgica en Espaavid.

    Luzn, 19 95: 3 ss.

    1 8.

    Se conserva correspondencia en

    la Biblioteca de Berln Staatsbiblio-

    thek (Berln) - Preussischer Kulturbe-

    sitz. Handschriftenabteilung Signatur

    Delgado y Hernndez, Antonio.

    achi. Hbner,1

    -2 .

    Para su biografa

    vid.Almagro, 1999: 139 y ms re-

    cientemente Delgado y Hernndez,

    2 0 0 1 :

    X XXVII-XLII. donde se repro-

    duce la biografa realizada por

    F.

    Bel-

    monte a su fallecimiento.

    1 9.

    Para su biografa cf. Almagro

    Gorbea, 1999:142 ss.

    20 .

    Sobre esta amistad vid.Rodr-

    guez de Berlanga (1864) 2000: 64

    ss y sobre todo idem(1901 ), donde

    el autor describe el talante de Hbner

    en los siguientes trm inos: Era una

    persona franca, sencilla, ilustradsima

    y modesta que muy pronto se haca

    simptica, dejando conoce r sin vanos

    alardes sus vastos conocimientos

    con la mayor naturalidad y parsimo-

    nia;vid. adems Oliva, 1991.

    21 .

    Era Gmez Moreno hijo, todava

    adolescente, quien proporcionaba

    los textos a Hbner

    y,

    a cuyo lado se

    form en epigrafa (cf. Gmez-More-

    no,

    1995 :44) .

    22 .

    Sobre Hernndez Sanahuja y la

    anticuara en Catalua en el siglo XIX

    y principios del XX vase Remesal -

    Aguilera - Pons, 2000: 18-47

    nuevas inscripciones de Clunia y Lara de los Infantes. Volvi a Mrida (CIL II p. 820) donde vein-

    te aos despus de su primer viaje encontr un puente restauradoy unteatroyanfiteatro cada vez

    ms arruinado. En Madrid, por fin se haba creado el Museo Arqueolgico Nacional donde pudo

    comprobaryamuchos textos.EnSevilla, adems de la coleccin de Francisco Mateos Gago

    10

    con

    inscripciones de lugares diversos, trabaj con todo lo nuevo que haba ingresado

    en

    el museo pro-

    vincial:

    entre ellas algunas ya editadas de Itlica, aunque varias de ellas tambin haban ido a pa-

    rar al Museo Arqueolgico Nacional, mientras que otras las vio en Len en casa de Demetrio de

    los Ros. En 1 8 8 1 ,adems del museo de Crdoba -ciudad a la que aadi unos 16 nuevos tex-

    tos-,visit el de Tarragona, al que volvera dos veces ms en 1 886 y 1 889 .

    En 1 88 6 era el Museo Arqueolgico Nacional la institucin que ms piezas haba ingresado y

    -como en cada viaje- reclamaba

    su

    presencia. Tambin en Mlaga, las de la Hacienda de la C on-

    cepcin (con los fondos de la coleccin cordobesa de R L. de Villacevallos) y las que posea To-

    mas Heredia en la Hacienda de San Jos

    11

    . En Valencia, aunque se haba fundado el museo pro-

    vincial,

    Hbner no pudo inspeccionar las inscripciones pues el personal del museo no esta ba; pe-

    ro su viaje no sera en vano ya que vio la coleccin de F rancisco de Paula Caballero Infante (cf. II

    541 7). En Sagunto estudi las inscripciones que se haban recogido de varios sitios y se conser-

    vaban en el teatro. Visit otra vez Cartagena, pero la mayora de sus inscripciones ya estaban en

    el Museo Arqueolgico Nacional. En Palma de Mallorca se haba constituido una coleccin ar-

    queolgica por la Sociedad Arqueolgica Luliana, y en Mahn pudo ver algunas inscripciones. En

    1 889 volviaValenciay a Tarragona(cf. CIL11965),

    locum

    n

    re

    epigraphica Hispaniae

    primarium,

    asi como a Barcelona

    12

    , donde su director Antonio Elias de Molins era gran colaborador

    suyo.

    En

    1 886 describi las inscripciones de Ampurias, que se encontraban en el museo de Gerona. En

    1 889 en Sevilla volvi a controlar la coleccin de Francisco Mateos Gago y la de Antonio Mara

    Ariza,

    que, entre sus piezas, tena el senado consulto de Itlica descubierto en octubre de 1 888

    1 3

    ;

    junto con Manuel Rodrguez de Berlanga estableci su texto en octubre de 1 889 cuando ya haba

    ingresado en el Museo Arqueolgico Nacional a ruego de Hbner y con la intervencin de Anto-

    nio Cnovas del C astillo, uno de los pocos hombres de estado del siglo XIX espaol que, de sde

    su posicin de historiador, pudo comprender la transcedencia de semejante documento

    14

    . Si bien

    Hbner parece haber realizado un viaje ms a Espaa a principios de la dcada de los 90

    1 5

    , las

    nuevas inscripcione s o textos revisados que incluyeen EE VIIIy IX lefueron enviados por sus am i-

    gos y colaboradores.

    Los contactos de Hbner en Espaa

    Los crculos anticuarios de Barcelona, Ma drid, MlagaySevilla acogieron con gran entusiasm o un

    proyecto que por fin vean materializarse tras los frustrados intentos realizados con el mismo ob-

    jetivo por parte de la Academia de la Historia desde su fundacin

    16

    . Oficialmente, la obra de Hb-

    ner sera respaldada, adems de por esta institucin, por el resto de Academias interesadas en la

    materia. Hbner estableci unos primeros contactos con sus responsables

    que,

    poco a poco, se

    convirtieron en vnculos de amistad, as como con otros intelectuales, algunos de ellos tambin

    pertenecientes a la esfera poltica

    17

    . Entre sus ms queridos colaboradores se cuentan Antonio

    Delgado

    18

    , Aureliano Fernndez Guerra

    19

    , Eduardo Saavedra, Pascual de Gayangos, Vicente C ar-

    derera, Joaqun Costa, Eduardo de Hinojosa, Jos Ramn Mlida, todos ellos en Madrid; Manuel

    Rodrguez de Berlanga

    20

    , los Loring o los hermanos O liverenMlaga; Manuel Gmez Moreno pa-

    dre e hijo

    21

    y Manuel de Gngora en Granada; Esteban Paluzie, Buenaventura Hernndez Sana-

    huja,

    Anton io Elias de Molins

    22

    enCatalua; Demetrio de losRos yFrancisco Mateos Gago en Se-

    villa;Gabriel Llabrs

    23

    en Palma de Ma llorca; Antonio C habret en el pas valenciano; Federico Ba-

    raibar en lava

    24

    ; Mario Roso de Luna o el Marqus de Monsalud en Extremadura

    25

    , una nmina

    que se podra alargar mucho ms pero entre la que destaca sin duda Fidel Fita

    26

    , el cual dedic

    gran parte de su obra cientfica a la edicin de inscripciones en el Boletn de la Academia, a par-

    tir de las noticias que le enviaban los miembros correspondientes. La mayora de las inscripciones

    de CIL II y Ephemeris Epigraphica fueron conocidas y editadas por Hbner a travs de lasinfor-

  • 7/21/2019 Hubner

    6/8

    338 Pioneros de la Arqueologa en Espaa. El proceso hacia la arqueologa cientfica 1833-1912

    maciones, textos, dibujos, calcos,y,en mucha menor medida, fotografas (C ILII 263 2), manuscri-

    tos y libros impresos antiguos que le enviaron sus colaboradores

    y

    amigos de Espaa. Muchas de

    ellas,

    sin embargo, seran comprobadas directamente por Hbner, vindose obligado a modificar

    algunas de esas lecturas ya editadas. Pero la colaboracin no terminaba

    ah:

    si Hbner form es-

    cuela enseando una nueva forma del tratamiento y estudio de los textos epigrficos, sin los co-

    nocimientos de sus colaboradores tanto en materia histrica, geogrfica o hermenutica, el tra-

    bajo de Hbner habra sido casi impracticable.

    E

    Corpus Inscriptionum Latinarum II: Inscrptiones H ispaniae Latinae

    Hasta la publicacin de este

    opus magnum

    de E. Hbner, no haba habido ninguna obra similar en

    la Pennsula Ibricaapesar de las empresas

    que,

    en Espaa, desdelaAcademia de la Historia, se

    haban concebido y confiado a algunos de sus talen tos ilustrados, entre ellos Luis Jos Velzquez

    de Velasco o Thomas de Gsseme, las cuales se vieron frustradas, generalmente, por la situacin

    polticaysus azarosas intrigas.

    ElCorpus(1869) con su Supplementum (1 892) contiene 6350 inscripciones latinas antiguas

    no cristianas, estructuradas geogrficamente segn la divisin administrativa romana establecida

    por Augusto en tres provinciasLusitania, BaeticaeHispaniaCiterior y, dentro de las mismas, en

    sus respectivos conventus jurdicos,Pacensis, Scallabitanus y Emeritensis en Lusitania] Hispalen-

    sis, Astigitanus,Gaditanus, Cordubensis,en Baetica, y, Bracaraugustanus, Lucensis, Asturum,

    Cluniensis, Caesaraugustanus,CarthaginiensisyTarraconensisenlaHispania

    Citerior.

    Cada civi-

    tas

    - o ,afalta de sta, la regin mo dern a- va precedida de una introduccin en la que se recogen

    todos los datos conocidos sobre ella en las fuentes antiguas y a continuacin los autores moder-

    nos que trataron sobre ella y suepigrafa. El orden en que se disponen las inscripciones dentro de

    una unidad es temtico: votivas, imperiales, orden senatorio, orden ecuestre, militares, municipa-

    les,

    inscripciones que mencionan origo, funerarias; dentro de los apartados el orden es alfabtico,

    excepcin hecha de las imperiales donde es cronolg ico. Tanto los miliarios, organizados por vas

    antiguas, como el

    instrumentum

    domesticum(inscripciones grabadas en objetos de uso cotidia-

    no sobre los materiales ms diversos, as como los numerosos sellos y grafitos sobre cermica)

    constituyen captulos propios. La obra se completa con elconspectus

    auctorum,

    bibliografa co-

    mentada en los casos de autores e instituciones mas relevantes por su contribuc in a la epigrafa

    de

    Hispania]

    con unos extensos ndices al final del volumen, as como con unos mapas de geo-

    grafa antigua de la Pennsula Ibrica que fueron confeccionados por H. Kiepert para el

    Supple-

    mentum.

    El

    Corpus

    ofreca, por vez primera, a la comunidad cientfica todos los textos epigrficos

    de la Hispania romana

    en una

    edicin crtica

    y

    pona

    al

    servicio de

    la

    Arqueologa hispnica

    un

    cau-

    dal inmenso de informaciones que iban a permitir no slo la localizacin de ciudades hasta enton-

    ces desconocidas al ofrecer nuevos topnimos inditos, sino reconsiderar muchas localizaciones

    falsas que haban arraigado entre los historiadores espaoles y portugueses por errneas tradi-

    ciones historiogrficas.Laobra se iba poniendo al da mediante addenda publicados en Epheme-

    ris Epigraphica VIII (189 9) y IX (1 903, despus de la muerte de Hbner).

    La importancia que conceda Hbner a la paleografa para la datacin de las inscripciones le

    condujo a la edicin de los Exempla

    scripturae

    epigraphicae latinae

    a Caesaris dictatoris morte

    ad

    aetatem

    lustiniani(Berln 1 885), un muestrario y estudio de tipos de letra de inscripciones, con

    los dibujos correspondientes, de todo el imperio, entre las que se encuentran muchas hispanas.

    Por otra parte, como fillogo y en consonancia con las corrientes de su poca, al dar primaca a

    los textos sobre los soportes, dej un campo abierto desde el punto de vista delaarqueologa que

    todava hoy

    est,

    en gran parte, por trabajar. Pero la contribucin de E. Hbner

    a

    la arqueologa no

    se limit a la mera confeccin de una obra: no slo la misma elaboracin del

    Corpus

    despert el

    inters por las inscripciones y po r los estudios de epigrafa en la Pennsula sino que ademsalen-

    t la conservacin de stas

    en

    Museos por parte del Estado

    espaol

    27

    ,

    especialmente de los bron-

    ces con textos jurdicos. Pero adems E. Hbner nos leg el primer

    corpus

    de inscripciones cris-

    tianas antiguas y medievales Inscrptiones

    Hispaniae

    Christianae (Berln 1871),

    Supplementum

    23 .Sobre G. Llabrs cf. Gimeno -

    Stylow, 1994: 151 nota 79.

    24 .Sobre F. Baraibar y la epigrafa

    vid.

    Albertos, 1970 y Ortiz de Urbina

    Montoya - Prez Olmedo, 1 99 1 :

    115 .

    25 .

    Sobre los contactos de Hbner

    en Extremadura cf. Celestino - Ce-

    lestino, 2000 : 21

    26 .Para la relacin de F. Fita con

    Hbnervid.Abascal, 1999: 57 ss.

    27.

    Mda, 1897: 89

  • 7/21/2019 Hubner

    7/8

    ARMIN U. STYLOW - HELENA GIMENO PASCUAL / Emil Hb ner 33 9

    28 .Rodrguez de Berlanga (1901)

    dedic un pormenorizado com entario

    sobre su obra; para una seleccin de

    su bibliografa cf. Le Roux, 198 4.

    29 .

    Cf. Len, 1993: 56 a propsito

    de la valoracin de Hbner sobre De-

    metrio de los Ros e Itlica.

    30 .Baquedano - Caballero, 2000: 21 .

    31 .Para su biografa y obra cf.Ayar-

    zagena Sanz, 2 001 .

    32 .Cf. CILIIp. 545.

    33 .As lo denomina R Len cf.

    loe.

    cit.

    34 .Tormo,1947.

    35 .Cf. Blech, 1999 : 33 ss.

    36 .Sobre este proyecto vid. Stylow

    1995,

    Mayer 1995 , Schmidt 200 1 .

    (Berln 1900), el primero de inscripciones prerromanas Monum enta Linguae Ibericae,Berln

    1893), as como un buen nmero de estudios monogrficos que fueron publicados tanto en re-

    vistas alemanas como italianas, portuguesas o espaolas

    28

    .

    Adems su inters por la antigedad clsica en la Pennsula sobrepas con creces lo estricta-

    mente filolgico, legndonos una obra sobre las colecciones de antigedades de la Pennsula, D/'e

    antiken

    Bildwerke

    n Spanien

    un d

    Portugal (Berln 1862). Ms tarde edit La Arqueologa

    en Es-

    paa(1888 ), donde presentaunpanorama de la arqueologa, epigrafaynumismticaenEspaa a

    fines del siglo XIX, de sus protagonistas

    y

    las perspectivas de futuro. Por este libro obtendra

    el

    pre-

    mio Martorell en Barcelona, sin duda bien m erecido por su firme apoyo a los esfuerzos realizados

    por los arquelogos espaoles desupoca

    29

    , que graciasa lse pusieron en contacto con las nue-

    vas corrientes cientficas europeas

    30

    . Hasta tal punto la Arqueologa espaola le consideraba ne-

    cesario que le fue ofrecida una ctedra de Arqueologa, que l rehus (Saavedra 1 9 0 1 :4 1 5). En-

    tre otros muchos, es mrito de Hbner haber sido uno de los primeros en dudar de la autenticidad

    de las inscripciones de las esculturas del Cerro de los Santos a las que dedic un artculo en laJe -

    naer Literaturzeitung(1876), tras su publicacin porJuande D ios de la RadayDelgado

    31

    .

    An ms encomable es el hecho de que E. Hbner compag inarasuestudioyedicin de las ins-

    cripciones latinas de

    Hispania

    con la edicin de la epigrafa latina de

    Britannia

    Inscriptione s Bri-

    tanniae

    Latinae,

    Berolini 1873 =

    CIL

    Vil), donde incluso consigui estudiar algunas inscripciones

    de Tarraco que en el siglo XVIII haban sido llevadas a Inglaterra por

    el

    Conde de Stanhope , el cual

    haba venido con el contingente ingls a Espaa con motivo de la guerra de Sucesin

    32

    (CIL II p.

    545). Esta obra sera de referencia y consulta obligada durante muchas dcadas - lo mismo que

    el volumen deHispania-para los estudiosos de la

    Britannia

    romana, hasta que fue suplantada por

    The Romn

    Inscriptions of

    Britain

    (Oxford 1 965) de R.G. Collngwood

    {et al.).

    Maestro de epigrafa para muchos, "concienzudo arque logo"

    33

    ypionero delaarqueologa, Emil

    Hbner fue calificado de "fundador de la moderna arqueologa hispnica"

    34

    , pero no por sus con-

    temporneos sino casi cincuenta aos despus de su muerte. Pronto susMonumenta Linguae

    Ibericae

    quedaron desfasados tras el progreso del conocimiento de esta cultura, su lengua y su

    signario

    35

    . Sin em bargo, su obra sobre lasInscriptiones Hispaniae Latinae renovada ms de un si-

    glo despus con la nueva edicin de C IL II

    36

    ,sigue estando vigente para aquellas zonas que to-

    dava no han sido publicadas, y en muchas ocasiones sus observaciones no han sido superadas.

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