Huella

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UNA HUELLA EN EL FUTURO Los maestros ejercen un duro oficio incomprendido. Los adultos mantenemos con ellos una ambigüedad sustancial: delegamos en ellos la educación de nuestros hijos y, a la vez, no dejamos de escuchar las críticas a las "largas vacaciones" que benefician al docente. Las sociedades también se debaten entre la exaltación y el desprecio, no hay Gobierno del mundo que no legue a la posteridad alguna frase maravillosa sobre el oficio de enseñar. Pero la inexorable cruda realidad manifiesta lo poco que sirven las frases si no las sustentan las realizaciones. “Obras, no palabras”, dirían los antiguos latinos. Desde aquella sarcástica sentencia de "pasar más hambre que maestro de escuela" , hasta considerar molesto un día de capacitación en servicio porque los chicos "no tienen clase" y "en casa no los soporta nadie". ¿Qué colectivo profesional puede exhibir un pasado más limpio en la construcción de un sueño al servicio de los demás? El hombre actual, tan acostumbrado al que "tanto tienes, tanto vales" no logra valorizar, otorgar valor, a un acto que no puede pagarse. Regatear generosidad a los maestros es tratar de eludir uno de los desafíos centrales del futuro: el de la educación. La principal crítica que hoy recibe nuestra escuela es que no prepara para la vida. Hacen 100 años la escuela iba adelante y la sociedad detrás, recibiendo los beneficios que la escuela sembraba por doquier. Hoy, en cambio, la sociedad aventajó tanto a la escuela, que parecen dos realidades diferentes, dos mundos irreconciliables. La sociedad tecnológica, informatizada, el contexto social económico globalizado de las Naciones, la velocidad de las comunicaciones, en fin, los cambios vertiginosos que en cuestión de meses dejan un equipo obsoleto ante la presencia de uno diez veces más avanzado, han asestado un golpe del cual la escuela no se recupera, y algunos dudan si podrá recuperarse. Los docentes sienten esta dualidad con que la ignorancia social ha marcado su profesión y aunque muchas veces lo olvidan, cuando están en el aula allí todavía hay quienes están dispuestos a hacer lo que su maestro dice o propone, allí todavía hay almas ansiosas de recibir una caricia, de descubrir una nueva maravilla en “cono”, de volver a emocionarse con historias heroicas. No hay muchos lugares en los que sucede este milagro, y el maestro lo sabe, no desprecia esta situación, sabe cuán importante es en el aula, sabe que en el aula puede y está forjando personas que, aunque no tengan el poder de aumentar su salario, pagan con la sencillez del afecto infantil tantos esfuerzos. Los docentes debemos tener siempre presente que en este ámbito, en que se desarrolla la cotidiana maravilla de encontrarnos con un alma necesitada de la luz del saber, nadie se sienta defraudado, aislado, ignorado. Su "profe" es la que todo lo sabe, todo mejora, todo arregla y compone. La presión del mundo exterior nunca ha sido tan poderosa como en los tiempos que corren. Si educar es canalizar las mejores tendencias de la persona, las más arraigadas en su ser interior y auténtico, qué duda cabe que es "de afuera" del alumno y de la escuela que vienen los mayores obstáculos para lograrlo. La inseguridad y la frustración se manifiestan en el hombre: cada día más neurótico y emocionalmente más desajustado. El mundo hoy enloquece, se parece a un inmenso hospital de campaña,los heridos son millones. La escuela se ha desacralizado, los docentes se degradan socialmente a la par que descienden sus sueldos, la vocación se convierte en heroica, y no es posible exigirles a todos esa virtud. La sociedad afirma: "Los alumnos aprenden más fuera del colegio que dentro de él", y es cierto, pero aprenden todo menos lo que les hace falta. El nivel de ignorancia, el embrutecimiento colectivo, es increíble: las preguntas más elementales obtienen respuestas inconcebibles y el nivel promedio desciende

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UNA IDEA DOCENTE

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UNA HUELLA EN EL FUTURO

Los maestros ejercen un duro oficio incomprendido. Los adultos mantenemos con ellos una ambigedad sustancial: delegamos en ellos la educacin de nuestros hijos y, a la vez, no dejamos de escuchar las crticas a las "largas vacaciones" que benefician al docente.

Las sociedades tambin se debaten entre la exaltacin y el desprecio, no hay Gobierno del mundo que no legue a la posteridad alguna frase maravillosa sobre el oficio de ensear. Pero la inexorable cruda realidad manifiesta lo poco que sirven las frases si no las sustentan las realizaciones. Obras, no palabras, diran los antiguos latinos.

Desde aquella sarcstica sentencia de "pasar ms hambre que maestro de escuela" , hasta considerar molesto un da de capacitacin en servicio porque los chicos "no tienen clase" y "en casa no los soporta nadie".

Qu colectivo profesional puede exhibir un pasado ms limpio en la construccin de un sueo al servicio de los dems? El hombre actual, tan acostumbrado al que "tanto tienes, tanto vales" no logra valorizar, otorgar valor, a un acto que no puede pagarse. Regatear generosidad a los maestros es tratar de eludir uno de los desafos centrales del futuro: el de la educacin.

La principal crtica que hoy recibe nuestra escuela es que no prepara para la vida. Hacen 100 aos la escuela iba adelante y la sociedad detrs, recibiendo los beneficios que la escuela sembraba por doquier. Hoy, en cambio, la sociedad aventaj tanto a la escuela, que parecen dos realidades diferentes, dos mundos irreconciliables.

La sociedad tecnolgica, informatizada, el contexto social econmico globalizado de las Naciones, la velocidad de las comunicaciones, en fin, los cambios vertiginosos que en cuestin de meses dejan un equipo obsoleto ante la presencia de uno diez veces ms avanzado, han asestado un golpe del cual la escuela no se recupera, y algunos dudan si podr recuperarse.

Los docentes sienten esta dualidad con que la ignorancia social ha marcado su profesin y aunque muchas veces lo olvidan, cuando estn en el aula all todava hay quienes estn dispuestos a hacer lo que su maestro dice o propone, all todava hay almas ansiosas de recibir una caricia, de descubrir una nueva maravilla en cono, de volver a emocionarse con historias heroicas. No hay muchos lugares en los que sucede este milagro, y el maestro lo sabe, no desprecia esta situacin, sabe cun importante es en el aula, sabe que en el aula puede y est forjando personas que, aunque no tengan el poder de aumentar su salario, pagan con la sencillez del afecto infantil tantos esfuerzos.

Los docentes debemos tener siempre presente que en este mbito, en que se desarrolla la cotidiana maravilla de encontrarnos con un alma necesitada de la luz del saber, nadie se sienta defraudado, aislado, ignorado. Su "profe" es la que todo lo sabe, todo mejora, todo arregla y compone.

La presin del mundo exterior nunca ha sido tan poderosa como en los tiempos que corren. Si educar es canalizar las mejores tendencias de la persona, las ms arraigadas en su ser interior y autntico, qu duda cabe que es "de afuera" del alumno y de la escuela que vienen los mayores obstculos para lograrlo. La inseguridad y la frustracin se manifiestan en el hombre: cada da ms neurtico y emocionalmente ms desajustado. El mundo hoy enloquece, se parece a un inmenso hospital de campaa,los heridos son millones.

La escuela se ha desacralizado, los docentes se degradan socialmente a la par que descienden sus sueldos, la vocacin se convierte en heroica, y no es posible exigirles a todos esa virtud. La sociedad afirma: "Los alumnos aprenden ms fuera del colegio que dentro de l", y es cierto, pero aprenden todo menos lo que les hace falta.

El nivel de ignorancia, el embrutecimiento colectivo, es increble: las preguntas ms elementales obtienen respuestas inconcebibles y el nivel promedio desciende estrepitosamente. Vamos a un mundo con ms y ms poder material en sus manos y con cada vez menos riqueza cultural, empobrecido por la ignorancia, el desconocimiento de nuestro pasado, estupidizado por las nociones efmeras y triviales, como la moda y la prensa rosa, que no dejan ningn contenido en el alma.

Si hay nios hambrientos en Sierra Leona, o muriendo en Somalia, si los delincuentes organizan actos pblicos, si la familia se est desintegrando, si el aborto no es un crimen sino un derecho materno, si ya no se sabe quin es el malo y el bueno, quin el ladrn quin el polica, no es por falta de datos, de informacin, de conocimientos, es porque,iluminados por el modernismo, perdimos las poderosas narraciones del pasado, que nos ayudaban a dar sentido a nuestras vidas y a saber qu es lo importante, lo que vale la pena aprender se nos desdibuj.

Ante este sombro panorama, Qu podemos hacer? Es muy difcil torcer el rumbo de las tendencias sociales ya arraigadas por una tolerancia culpable.

Sin embargo no podemos resignarnos, es un atentado de cobro futuro. El nico camino posible es renovar la vida espiritual, enriquecerla, llenarla de contenidos verdaderos, saludables y trascendentes. No se trata de cambiar planes, modificar programas, adoptar ciertas tcnicas pedaggicas, tampoco de buscar culpables: el gobierno, el sindicato o el mal tiempo, sino sacudir el nimo de quienes con su actividad y ejemplo pueden llegar al alma del nio y lograr as un efecto multiplicador en la sociedad. Y no slo docentes, sino tambin padres, periodistas, gobernantes, jueces, lderes sociales: todos debemos convertirnos en educadores de la juventud, todos tenemos la obligacin de trasmitir con el ejemplo y proponer modelos que no corrompan ms los sueos de la adolescencia que ansa un mundo mejor.

Ellos, que hoy son las vctimas, maana sern los jueces, ellos sern los que algn da darn su veredicto sobre nuestra capacidad de haber dejado una huella en el futuro.

Beatriz Pizarro de Zulliger