I. Advenimiento de la República

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    I. Advenimiento de la Repblica

    Candidato de la Unin de Derechas * Reunin de las Cortes

    Constituyentes

    Eran los ltimos das de marzo de 1931. Se celebraba una recepcin en laAcademia General Militar, centro de enseanza castrense establecido en Zaragoza,que Franco, general de Brigada, diriga. Milln Astral haba llegado de Madrid esemismo da para cambiar impresiones con l. Haba mucha gente, y en un grupoconversbamos con ellos dos, el tambin general Losada que creo se encontrabade paso en la capital de Aragn-, el coronel Campins, Director de estudios de la

    Academia; un distinguido jefe militar a quien antes no conoca, don Toms Liniers(no recuerdo si era Comandante o Teniente Coronel), que tena all un hijo,entonces cadete hoy teniente general de Ejrcito- y yo. Hablbamos de lasituacin general, y particularmente de las elecciones municipales que iban a tenerlugar dentro de unas semana, y a las que en virtud del clima poltico del pas no

    poda dejar de prestrseles especial atencin. Yo, que por ejercer all mi profesinde abogado tena mayor contacto con la realidad, me mostr muy preocupado porel gran ambiente que tenan en el Arrabal las candidaturas de extrema izquierda;y por la decisin que se haba tomado, o se aseguraba que iba a tomarse, de

    participacin en ellas contra su habitual postura abstencionista- de laConfederacin Nacional del Trabajo (CNT), cuya fuerza era enorme y poda

    derrotar a las candidaturas de las derechas Ante mis manifestaciones, un tantopesimistas, uno de los forasteros me dijo: No hay que preocuparse. Usted es muyjoven. Aqu en este pas no pasa nunca nada

    As, de un modo casi imprevisto, el 14 de abril, lleg la Repblica.

    Si se descuenta la tentativa revolucionaria del ao anterior en jaca sublevacin de los capitanes de aquella guarnicin Galn y Garca Hernndez-, elfrente republicano no tuvo que combatir ms que en una incruenta batalla electoral.El frente monrquico no opuso resistencia. Prcticamente el interregno dictatorialde los aos 23 al 30 lo haba disuelto.

    Con el Gobierno del general Berenguer, Jefe del Cuarto Militar del Rey, sehaba intentado en vano- salvar la Monarqua; y al fracasar ste, antes de que secompusiera el Gabinete presidido por el almirante Aznar, se dio el encargo deformar Gobierno a Snchez Guerra, quien tuvo la conocida y extraa ocurrencia dedirigirse a la Crcel Modelo para ofrecer distintas carteras a los miembros delComit Revolucionario que, naturalmente, la rechazaron. Llegado a este puntoaclarar un extremo: se ha dicho corrientemente y se dice incluso en obra tanimportante como en la historia del gran escritor Pla- que Snchez Guerra, alfracasar en su intento, aconsej que se llamara a Don Melquades lvarez para

    constituir un nuevo gobierno y que ste se neg a ir a Palacio. Me consta que esono fue as; que por el contrario, don Melquades acudi a Palacio llevando una lista

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    con nombre para un nuevo Gobierno entre los que destacaba el del general Goded,persona que resuelta, culta y muy adicta al jefe reformista, pero la lista fuerechazada por el Rey. Otro de los nombres que figuraban en ella era el del exministro constitucionalista Burgos Mazo.

    Si la proclamacin de la Repblica tuvo lugar, como hemos recordado, el14 de abril, en realidad, haba llegado ya el da 12, fecha de las elecciones; pues alatardecer ya se conoca la aplastante cifra de votos alcanzada por las candidaturasrepublicanas. Al da siguiente -13- se reuni el Consejo de Ministros bajo la

    presidencia de Rey y, con excepcin de La Cierva que se manifest partidario deresistir, y a quien parece que se sum tambin el conde de Bugallal, los dems

    presentaron su dimisin definitivamente al conocer el resultado negativo de laconsulta apresuradamente formulada a los Capitanes Generales de las distintasregiones militares sobre las posibilidades de resistencia. Entre los militares,ofrecieron al Monarca su apoyo los generales Cavalcanti y Ponte. Franco, desdeZaragoza yo me encontraba con en su pabelln de la Academia-, enormemente

    preocupado por lo que estaba ocurriendo, pens en la posibilidad de marchar conlos cadetes sobre Madrid. Luego desisti.

    En Palacio se crey en la posibilidad de obtener una tregua y, como se sabe,Romanones, Ministro de Estado en aquel Gobierno, trat de negociarla con AlcalZamora, reunindose con l a la una de la tarde, en casa del doctor Maraon; larespuesta que obtuvo fue la nica manera de salvar la vida del Rey era que semarchara antes de que se pusiera el sol. Rpidamente tuvo lugar muy brevereunin del Consejo de Ministros y, terminada sta, al salir, el que haba sido hastaentonces su Jefe almirante Aznar, dijo a los periodistas aquellas tan conocidas yrepetidas palabras: El pas se durmi monrquico y se despert republicano.

    As a las ocho y media de la tarde de aquel mismo da 14 de abril, AlfonsoXIII, Rey desde que naciera, sali por la Puerta del Campo del Moro en coche,hacia Cartagena, acompaado por su primo el Infante Don Alfonso de Orlens, porel Jefe Superior de Palacio, duque de Miranda, y el Ministro de Marina almiranteRivera.

    El 15 de abril, a las 4 de la madrugada, llegaba a Cartagena, y trasladndosea las 4 y media, en una fala, embarcaba en el crucero Prncipe Alfonso1 rumbo aMarsella a donde lleg al amanecer, alrededor de las 6.

    El da siguiente 16 de abril de 1931, qued constituido el Gobiernoprovisional de la Repblica; y el almirante Aznar se apresur a comparecer antedon Niceto Alcal Zamora Jefe de Gobierno de la repblica- para ponerse a susrdenes.

    1. El cruceroPrncipe Alfonso iba mandado por el capitn de navo Fernndez Pia.

    Para algunos sectores el triunfo republicano, el establecimiento de un nuevorgimen represent un momento de jbilo y de esperanza. Jos Antonio Primode Rivera hablara, muy pocos das despus, de la alegra del 14 de abril,

    presentando la ocasin como una nueva aurora en la poltica espaola. Lasclases obreras vean en ella ancha va abierta a sus reivindicaciones; algunos

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    grupos universitarios y juveniles creyeron que era el triunfo prometedor de suidealismo; la masa media de algunas regiones vio en ella un buen momento

    para afirmar su deseo de autonoma; y una parte considerable de la claseintelectual vea en la repblica la hora de refundar el Estado sobre bases

    populares y de iniciar una larga tarea de educacin ciudadana.

    No faltaban tampoco grupos que traan cuentas pendientes contra elEjrcito, la Iglesia, o la gran propiedad agraria. Pero sera inexacto y exageradodar demasiada extensin a aquellas zonas o sectores por los que cunda eloptimismo, pues, en otros muy extensos, cundan en cambio el sobresalto y elrecelo.

    Al margen de ideologas y sentimientos, sin militancia poltica concreta, yopensaba que, con la cada de la Monarqua, pese a los errores que hubieracometido, algunas cosas esenciales se volatilizaban con ella.

    Los republicanos no quisieron, no supieron, o no pudieron, escalonar nimoderar sus objetivos, y frente a algunos de ellos usaron largamente de laagresividad y la demagogia. La mayora de las fuerzas catlicas, las claseseconmicas ms poderosas, parte de la clase media educada en un patriotismocentralista, la burguesa y el campesinado propietarios de las provincias pocodado a experimentos y novedades, y, e parte, la misma juventud sobre la cualya empezaban a influir los modelos ideolgicos de carcter extremista quealcanzaban auge en Europa, los nostlgicos del rgimen cado, en fin, notardaron en construir un frente de reaccin, quiz tan heterogneo en susintenciones y carcter como el que haba triunfado con el cambio de rgimen,

    pero ms fcil de reducir a unidad porque resulta siempre ms sencillo reducira unidad en la negacin que en la afirmacin.