I

4
I Sé que pintar no te ayudara a escapar de una de las cárceles más blindadas que han existido jamás, pero me tranquiliza hacerlo y convertir una mentira en arte es un motivo muy interesante si lo que quieres es tener la esperanza de escapar. Suena extraño, lose. Últimamente lo que pienso está lejos de ser razonable. Okey, es mejor que lo explique con un ejemplo. Lo que hago ahora mismo sería… bueno… como un truco de magia. El mago le enseña a su público una moneda de un centavo y en una abrir y cerrar de ojos, con hacer un movimiento preciso con la mano, desaparece y todos quedan asombrados. Todos le aplauden, sorprendidos. Me pregunto si el mago por lo menos, le gusta lo que hace o si lo hace por necesidad. Sin embargo, yo simplemente lo hago por necesidad. La cárcel no es un lugar para mí, aunque este condenado a cadena perpetua. Esto lo hare por mi libertad y la de unos cuantos, ya que mi truco de magia se mete en un poco en lo sentimental, como me gusta ocuparme de mis asuntos y miro varios puntos de vista. Mi público se quedara sorprendido y eso lo tengo tan seguro como que hay infierno. Después lo pienso mejor cuando trazo una línea escarlata con un eje vertical en el papel que está sujeto a la pared y mi rio un poco. Me querrán muerto, pero no me van a poder encontrar. Dibujo un atardecer en un paisaje frondoso. Me recuerda a mi familia, en esa época de inocencia de la infancia. A cuando insistí y me arriesgue a ir por caminos montañosos en busca de mi futuro. Y gracias a mi deseo por conocer lo que me pasaría, pude conocer lo que es el mundo de las drogas. Mi mundo. No aconsejo que me pregunten como pare en una celda, con un uniforme naranja cubriendo lo inmenso de mi barriga y haciéndome un tipo ridículo. Yo, principalmente lo pienso cada maldito segundo. Es como si un reloj lanzara tics tacs y que este artefacto este en mi cabeza. Los recuerdos son poderosos. El odio lo es aún más. Ese maldito que me traiciono me las va a pagar. Mi trabajo como artista no logra calmarme, pero intento no estropear el boceto. Dibujo los últimos detalles y listo. Algo de armonía se siente en el aire pero no me afecta. Estoy desesperado y espero que el tiempo pase rápido. Me recuesto en la cama y juego con el vello de mi barba. Todo lo que usé para el dibujo está guardado en una mochila (el cual ha sido un regalo de mi queridísimo amigo, el barbero. Una pieza

description

historia por comenzar de un amigo en particular...

Transcript of I

I

Sé que pintar no te ayudara a escapar de una de las cárceles más blindadas que han existido jamás, pero me tranquiliza hacerlo y convertir una mentira en arte es un motivo muy interesante si lo que quieres es tener la esperanza de escapar.

Suena extraño, lose. Últimamente lo que pienso está lejos de ser razonable. Okey, es mejor que lo explique con un ejemplo. Lo que hago ahora mismo sería… bueno… como un truco de magia. El mago le enseña a su público una moneda de un centavo y en una abrir y cerrar de ojos, con hacer un movimiento preciso con la mano, desaparece y todos quedan asombrados. Todos le aplauden, sorprendidos. Me pregunto si el mago por lo menos, le gusta lo que hace o si lo hace por necesidad. Sin embargo, yo simplemente lo hago por necesidad. La cárcel no es un lugar para mí, aunque este condenado a cadena perpetua. Esto lo hare por mi libertad y la de unos cuantos, ya que mi truco de magia se mete en un poco en lo sentimental, como me gusta ocuparme de mis asuntos y miro varios puntos de vista. Mi público se quedara sorprendido y eso lo tengo tan seguro como que hay infierno. Después lo pienso mejor cuando trazo una línea escarlata con un eje vertical en el papel que está sujeto a la pared y mi rio un poco. Me querrán muerto, pero no me van a poder encontrar.

Dibujo un atardecer en un paisaje frondoso. Me recuerda a mi familia, en esa época de inocencia de la infancia. A cuando insistí y me arriesgue a ir por caminos montañosos en busca de mi futuro. Y gracias a mi deseo por conocer lo que me pasaría, pude conocer lo que es el mundo de las drogas. Mi mundo.

No aconsejo que me pregunten como pare en una celda, con un uniforme naranja cubriendo lo inmenso de mi barriga y haciéndome un tipo ridículo. Yo, principalmente lo pienso cada maldito segundo. Es como si un reloj lanzara tics tacs y que este artefacto este en mi cabeza. Los recuerdos son poderosos. El odio lo es aún más. Ese maldito que me traiciono me las va a pagar.

Mi trabajo como artista no logra calmarme, pero intento no estropear el boceto. Dibujo los últimos detalles y listo. Algo de armonía se siente en el aire pero no me afecta. Estoy desesperado y espero que el tiempo pase rápido. Me recuesto en la cama y juego con el vello de mi barba. Todo lo que usé para el dibujo está guardado en una mochila (el cual ha sido un regalo de mi queridísimo amigo, el barbero. Una pieza indispensable en el plan y que me han dejado entrar a la celda después de su revisión) y todo lo que necesito para mañana en la noche.

Me doy la vuelta en la cama y me quedo mirando el paisaje.

Mi obra de arte es inútil. Pero como siempre, yo trato de buscarle un significado escondido y que este gire a mi favor. Los reclutas que custodian las celdas de día y de noche verán aquella maravilla y pensaran que la cárcel me ha vuelto maricon. Y eso significa que me restaran importancia, aunque sepan quién soy. Y eso es un grave error. De parte de ellos, claro. Una gran equivocación de parte del ser humano. ¿Cuál sería, entonces? La ignorancia. Y esta es muy atrevida, de por cierto.

Trato de sonreír y me detengo. Mejor guardo las sonrisitas para el momento de la acción.

3/1/2016II

Las alarmas suenan, las puertas de las celdas se abren e indican que es la hora de la cena. Un mar de presos empiezan a caminar con perezoso ritmo. Yo espero a que el pasillo se vacíe al menos un poco, para luego unirme al fondo de la multitud. Ahora mismo, estoy acostado viendo el techo de color gris o posiblemente el techo me mira a mí. No sé. Estoy pensando en lo que ocurriría esta noche. En si saldré con vida o no. Y que mejor día para morir sino lo es en tu cumpleaños.

En la cárcel lo saben. Saben que hoy es mi día, pero tratan de mantener las distancias conmigo. Así me gusta. Nunca he adorado el día en el que nací. Antes de que mi madre fuera asesinada por una banda de sicarios, me había explicado con lujo y detalle ese suceso. No fue para nada agradable. Ella me tuvo a luz en el coche de mi abuelo, en una de esas carreteras poco transitadas y solo disponiendo de una tijera y sus dos manos. El coche se había jodido, la noche empezaba a entrar llenando todo de oscuridad y en la carretera no pasaba ni un alma. Ella me tuvo, teniendo de apoyo a ella sola. Y cuando me tuvo, me acuno entre los brazos, intentaba calmarme pero ella ya estaba ida. Feliz y mareada. Se estaba desangrando. Se desmayó. Sin embargo, cuando volvió abrir los ojos, estaba en una habitación de un tamaño exageradamente grande y todas las heridas estaban cocidas. No estaba sangrando más. Si no fuera por el hombre que por casualidad pasaba por allí, ella y yo habríamos muerto.

Ahora bien, si no fuera por ese hombre, no estuviera metido en esta pocilga llamada cárcel. Si no fuera por ese hombre, yo nunca habría sido un magnate en el mundo de las drogas y un dolor de cabeza para los departamentos antidrogas de toda américa. Estos deben de estar tranquilos. Pensando que puede que ese negocio nunca termina, aunque por lo menos ya tengan una pieza clave. Desgraciadamente siendo yo ese artefacto que buscaban. Al menos no esto lo bastante loco como para cortarme las venas o tirarme de mi piso, que es el sexto del Bloque A. Algunas veces, me gustaría no darles ese gusto.

Me he sumergido tanto en mis pensamientos, que he olvidado levantarme de la cama e ir a cenar. No se escucha el murmullo irregular de pasos. Mierda, puede que haya jodido todo. Hoy no. Hoy no. Ya posiblemente estén cerca. ¿Quiénes? Los reclutas que supervisan las celdas, para garantizar que ningún preso ha estado a dentro de la que le han indicado. Debo de moverme, ya que si me ven en la mía, tendré que hacerles frente. Eso significaría un punto en contra del plan de rescate que hoy se llevara a cabo. Encima de eso, va contra las regla. Aunque, te digo la verdad, me importa una mierda las reglas. A mí no me trajo mi madre a este maldito mundo para aguantarlas. A mí me trajeron para crearlas y transformarlas.

Cuando me levanto de la cama, empiezo a escuchar el susurro rítmico de unos zapatos por el pasillo y por el sonido, puedo distinguir el sonido de un bastón policial contra el metal. Luego una pausa. Otra vez el sonido y se escucha mucho más cerca. Se está acercando.