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Iberos del Ebro Actas del II Congreso Internacional (Alcañiz-Tivissa, 16-19 de noviembre de 2011) Editado por Maria Carme Belarte (ICREA / ICAC) José Antonio Benavente (Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón) Luis Fatás (Gobierno de Aragón) Jordi Diloli (Universidad Rovira i Virgili) Pierre Moret (CNRS-Universidad de Toulouse) Jaume Noguera (Universidad de Barcelona) Institut Català d’Arqueologia Clàssica Tarragona, 2012

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Iberos del Ebro

Actas del II Congreso Internacional(Alcañiz -Tivissa, 16-19 de noviembre de 2011)

Editado por

Maria Carme Belarte (ICREA / ICAC)José Antonio Benavente (Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón)

Luis Fatás (Gobierno de Aragón)Jordi Diloli (Universidad Rovira i Virgili)

Pierre Moret (CNRS-Universidad de Toulouse)Jaume Noguera (Universidad de Barcelona)

Institut Català d’Arqueologia ClàssicaTarragona, 2012

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SUMARIO

Presentación ..................................................................................................... 9

Primeras desigualdades, continuidades y discontinuidades,«la Edad Oscura» y la eclosión de lo ibérico. Núria Rafel ........................... 11

Novedades sobre el mundo funerario en la Ribera d’Ebre.Maria Carme Belarte, Jaume Noguera y Pau Olmos ..................................... 17

Novedades sobre el mundo funerario en el Bajo Aragón (2001-2011).José Antonio Benavente, Luis Fatás, Raimon Graells y Salvador Melguizo ...... 37

Arquitectura de prestigio y aristocracias indígenas. David Bea, Jordi Diloli,David Garcia i Rubert, Isabel Moreno y Pierre Moret ................................... 51

Los intercambios y los inicios de la complejidad socioeconómica(siglos vii-vi a.C.). Estado de la cuestión. Luis Fatás, Raimon Graellsy Samuel Sardà .......................................................................................... 71

El poblado del Cabezo del Cascarujo (Alcañiz, Bajo Aragón). Estado de la cuestión. Raúl Balsera, Jesús Bermejo, Luis Fatás, Rafel Jornet y Samuel Sardà ........................................................................ 87

Aportaciones al proceso de iberización en el curso inferior del Ebro:el ejemplo de Sebes (Flix, Ribera d’Ebre, Tarragona).Maria Carme Belarte, Jaume Noguera y Pau Olmos ..................................... 95

El periodo del Ibérico Pleno en el territorio de los iberos del Ebro.Francisco Burillo....................................................................................... 103

Los asentamientos fortificados del curso inferior del Ebro. Siglos v-iii a.C. David Bea, Maria Carme Belarte, Jordi Diloli, Jaume Nogueray Samuel Sardà ........................................................................................ 111

¿Se puede hablar de una metrología ilercavona? Sobre la posible existenciade una unidad de medida lineal en la Ilercavonia. Pau Olmos .................. 129

El Castellot de la Roca Roja (Benifallet). Un ejemplo del usodel SIG, de la cartografía y la fotografía aérea en la investigaciónarqueológica. Joan Canela ........................................................................ 137

Aproximación al poblamiento ibérico en el Bajo Aragóny nuevas perspectivas sobre El Taratrato (Alcañiz). Salvador Melguizo,José Antonio Benavente, Manuel Bea y Alfredo Blanco ................................ 147

Nuevos hallazgos sobre elementos de fortificación en el yacimientoibérico de El Taratrato de Alcañiz (Teruel). Eduardo Diez de Pinos .......... 167

L’urbanisme i l’arquitectura domèstica de la ciutat ibèrica del Castelletde Banyoles (Tivissa, Ribera d’Ebre). David Asensio, Joan Sanmartí, Rafel Jornet i Maite Miró .......................................................................... 173

El oppidum de El Palao (Alcañiz, Teruel): balance de diez añosde investigación (2003-2012). Pierre Moret, José Antonio Benavente,Salvador Melguizo y Francisco Marco ........................................................ 195

Un depósito singular del Ibérico Pleno en el yacimiento de El Palaode Alcañiz (Teruel). Eduardo Diez de Pinos .............................................. 211

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La Lloma Comuna de Castellfort (Els Ports, Castelló). Evolución de unpoblado desde el Hierro Antiguo hasta época iberorromana. Anna Viciach, Neus Arquer, Sebastià Cabanes, Francisco J. Hernández, Amparo Barrachina y David Vizcaíno ....................................................... 217

Pequeños asentamientos rurales de época ibérica en la cuenca mediadel río Aguasvivas. Susana Catalán .......................................................... 225

La destrucción de El Castellet de Banyoles (Tivissa, Tarragona). Jaume Noguera, David Asensio y Rafel Jornet ............................................. 231

Tortosa durante la protohistoria. Las excavaciones del Grup de Recercadel Seminari de Protohistòria i Arqueologia de la URV entrelos años 2004 y 2011. Jordi Diloli, Ramon Ferré y Jordi Vilà ...................... 247

Las ciudades de La Cabañeta y La Corona. Su función en los iniciosde la romanización del valle medio del Ebro. Antonio Ferreruela y José Antonio Mínguez ............................................................................. 257

Organisation du travail et technologie potière dans les ateliers ibériques tardifs du Mas de Moreno (Foz-Calanda, Teruel) : bilan provisoire desrecherches (2005-2011). Alexis Gorgues et José Antonio Benavente ............. 273

La producción alfarera a mano y a torno: claves para interpretarla cerámica ibérica. Javier Fanlo y Fernando Pérez-Lambán ....................... 291

Iconografía entre la Primera Edad del Hierro y la romanización: nuevosdocumentos y nuevas lecturas. Francisco Marco y José Ignacio Royo ........... 305

Cubetas y canalillos rupestres en asentamientos ibéricosdel Bajo Aragón. José Antonio Benavente .................................................. 321

La caza de lepóridos en época iberorromana y la revisión del kalathosn.º 1 de El Castelillo (Alloza, Teruel). Ignasi Garcés ................................. 329

Recipientes con cierre hermético: un soporte característico de lasdecoraciones complejas del Bajo Aragón. María de las Mercedes Fuentes ... 337

Novedades epigráficas y reflexiones metodológicas sobre contactos de lenguas durante el ibérico final. Coline Ruiz e Ignacio Simón ............... 345

Algunos hallazgos de tintinnabula en el asentamiento de Sant Miquel de Vinebre (Ribera d’Ebre). Notas sobre musicología prerromanaen el Ebro final. Margarida Genera, Fernando Guarch, Joan Alberichy José Ramón Balagué ............................................................................... 359

Tras los pasos de Cels Gomis i Mestre: excursiones arqueológicas en el BajoAragón zaragozano y turolense a finales del siglo xix. Salvador Melguizo .... 367

La musealización del Castellot de la Roca Roja de Benifallet.(Baix Ebre, Tarragona). Reflexiones para una valoración crítica.Maria Carme Belarte, Jaume Noguera y Joan Santacana ............................ 375

El proyecto «Iberos en el Bajo Aragón» y el impacto socioeconómicodel patrimonio arqueológico ibérico. José Antonio Benavente .................... 385

Arqueología ibérica y formación: la Escuela Taller de Alcañiz. Santiago Martínez y Eduardo Diez de Pinos .............................................. 397

Didáctica y arqueología: algunas aplicaciones pedagógicasde hallazgos singulares en el Ebro final. Margarida Genera ....................... 409

Los iberos en un territorio de encrucijada. Reflexión final. Arturo Oliver ...... 417

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David BeaUniversidad Rovira i Virgili

Maria Carme BelarteICREA /Instituto Catalán de Arqueología Clásica

Jordi DiloliUniversidad Rovira i Virgili

Jaume NogueraUniversidad de Barcelona

Samuel SardàUniversidad Rovira i Virgili

LOS ASENTAMIENTOS FORTIFICADOS DEL CURSO INFERIOR DEL EbRO. SIgLOS v-III a.C.

Resumen

La documentación arqueológica disponible en el curso inferior del Ebro indica que el pobla-miento ibérico entre los siglos v y iii a.C. se estructura en una distribución homogénea de pe-queños núcleos de hábitat fortificados, que siguen unas pautas similares en cuanto al tamaño, localización, urbanismo y sistemas defensivos. Estas pautas son diferentes de las características del poblamiento contemporáneo en zonas limítrofes, lo que sugiere que se trata de un territorio con una cierta entidad sociopolítica, la Ilercavonia del Ebro. Este tipo de hábitat empieza a ser relativamente bien conocido gracias a los trabajos en curso en distintos yacimientos. En cambio, desconocemos la posible existencia de otras formas de ocupación, sobre todo en la llanura aluvial, especialmente todos aquellos yacimientos relacionados con funciones productivas específicas: explotaciones agrícolas, ganaderas, alfares, etc. Por otra parte, aún desconocemos el proceso de formación de esta estructura de poblamiento, ya que en general la documentación arqueológica sugiere una cierta discontinuidad entre el Ibérico Antiguo y el Pleno. Las novedades del siglo vi a.C. aparecidas en los yacimientos de L’Assut (Tivenys) y de Sebes (Flix) incrementan de forma significativa la información disponible y abren la puerta a nuevas hipótesis.

Palabras clave: poblamiento ibérico, bajo Ebro, Ilercavonia, asentamientos fortificados.

ThE FORTIFIED SETTLEMENTS OF ThE LOwER REAChES OF ThE EbRO.5th - 3rd CENTURIES bC

Abstract

The available archaeological documentation on the lower reaches of the Ebro indicates that the Iberian population between the 5th and the 3rd centuries BC was distributed homogenously in small fortified habitats that were all similar in terms of size, location, urban planning and defensive systems. These features were different to those that characterised the contemporary settlement patterns of the bordering areas, suggesting that it was a territory with a certain socio-political significance, the Ilercavonia of the Ebro. This type of habitat is beginning to become relatively well known thanks to the work currently being undertaken at various archaeological sites. On the other hand, we do not know if there were other types of occupation, especially on the alluvial plain, particularly all those archaeological sites related to specific productive func-tions: farming, stockbreeding, potteries, etc. Neither do we know how this population structure came about, as in the archaeological documentation there is normally a certain discontinuity between the Early and Middle Iberian periods. The new discoveries from the 6th century BC at the archaeological sites of L’Assut (Tivenys) and Sebes (Flix) significantly increase the available information and open the way to new hypotheses.

Keywords: Iberian population, Lower Ebro, Ilercavonia, fortified settlements.

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1. Introducción

El objetivo de este artículo es doble. Por una parte, presentar las novedades de los últimos diez años referi-das a la investigación arqueológica de los asentamien-tos ibéricos del tramo inferior del río Ebro ocupados entre los siglos v y iii a.C. Por otra parte, incidir en los aspectos más problemáticos relacionados con la documentación presentada y, sobre todo, discutir las hipótesis que hasta ahora se han defendido respecto a las características de esta ocupación.

El ámbito territorial del curso inferior del Ebro, entendido en un sentido geográfico amplio, incluye las cuatro comarcas catalanas que componen la cuenca del río y parte de las vecinas del Priorat, Matarraña, Bajo Aragón, els Ports y Baix Maestrat (fig. 1). Se trata de un territorio que ha sido objeto los últimos años de un trabajo de investigación intensivo destinado a analizar y avanzar en el conocimiento sobre la evolución de las comunidades protohistóricas asentadas en esta región, hasta su integración en las formas políticas, sociales y económicas derivadas de la romanización. Este trabajo se ha estructurado a través de proyectos que nacían en centros de investigación, como la Universidad Rovira i Virgili, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lleida, el Instituto Catalán de Arqueología Clási-ca (ICAC), la Casa de Velázquez o la Universidad de Toulouse-Le Mirail, así como de diversas iniciativas institucionales, promovidas y controladas desde el Servicio de Arqueología de la Generalitat de Cataluña, de la Diputación de Castellón o de entidades como el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón.

Si bien es a partir de los años 80 cuando las comar-cas meridionales de Cataluña empezaron a despertar el interés que su patrimonio arqueológico exigía, no es hasta inicios de la década de los 90 que el traba-jo efectuado en este territorio empieza a concretarse en proyectos de investigación organizados según unos objetivos, en algunos casos de vasto alcance y en otros destinados a solucionar problemas puntuales del co-nocimiento de esta región durante la protohistoria. yacimientos ya acreditados y otros recientemente descubiertos son objeto de exploración, integrando el resultado de los trabajos efectuados en ellos en obras de síntesis esenciales para conocer el desarrollo de las sociedades protohistóricas del Ebro.

En este contexto, equipos de la Universidad de Bar-celona dirigirían desde finales de los años 80 sus esfuer-zos investigadores en el bajo Ebro: el GRAP iniciaría su trabajo en La Moleta del Remei (Alcanar), continuando con las intervenciones arqueológicas en Sant Jaume- Mas d’en Serrà (Alcanar) y La Ferradura (Ulldecona); en la misma época, dirigido por J. Sanmartí, otro equi-po de la Universidad de Barcelona iniciaría un proyec-to de investigación en el bajo Ebro con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la ocupación proto-histórica de este territorio mediante una prospección de

ambos márgenes del curso inferior del Ebro, con unos resultados que propiciaron intervenciones arqueoló-gicas en los yacimientos de Aldovesta (Benifallet, Baix Ebre), Barranc de Sant Antoni, Les Deveses y Barranc de Gàfols (Ginestar, Ribera d’Ebre); así mismo, desde 1998, el mismo equipo reinició la investigación en los yacimientos ibéricos de El Castellet de Banyoles, en Ti-vissa (Ribera d’Ebre), y Castellot de la Roca Roja (Be-nifallet, Baix Ebre), a la vez que, en colaboración con el ICAC, abría nuevas líneas de trabajo en la zona norte de la Ribera d’Ebre, con las intervenciones en el asenta-miento y la necrópolis de Sebes (Flix) y en la necrópolis de Santa Madrona (Riba-roja d’Ebre), e iniciando un proyecto sobre la presencia romana y cartaginesa en este territorio durante la Segunda Guerra Púnica. Desde la Universidad Rovira i Virgili, el Gresepia ha dirigido su investigación hacia el conocimiento de la evolución del poblamiento protohistórico en el bajo Ebro, con proyec-tos en la ciudad de Tortosa, que han motivado diversas intervenciones arqueológicas, la excavación de Les Pla-netes (Tortosa, Baix Ebre), L’Assut (Tivenys, Baix Ebre), el Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Terra Alta) y la prospección de las posibles vías de comunicación entre el Baix Ebre y la Terra Alta durante la Antigüedad. La Universitat de Lleida, por su parte, a través de N. Rafel, en colaboración con la UB, ha centrado su investigación en el Coll del Moro de Gandesa, en la Terra Alta, sin olvidar los importantes trabajos realizados por el mismo equipo en el Priorat. En las áreas vecinas del Matarraña y del Bajo Aragón, la Universidad de Zaragoza, investi-gadores de la Casa de Velázquez y de la Universidad de Toulouse-Le Mirail, en colaboración con el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, han trabajado los úl-timos años en diversos proyectos que han permitido avanzar en el conocimiento de la cultura ibérica de este territorio. Por último, cabe mencionar la investi-gación realizada desde la Diputación de Castellón, de la mano de A. Oliver, en los yacimientos protohistóri-cos del Baix Maestrat.

Fuera del ámbito universitario, es necesario destacar las intervenciones efectuadas por M. Genera en el pobla-do ibérico de Sant Miquel de Vinebre (Ribera d’Ebre) y, más recientemente, en Els Castellons de Flix, los tra-bajos promovidos desde el Servicio de Arqueología de la Generalitat de Catalunya en el Castell d’Ulldecona, Les Valletes (Aldover), el Castell d’Amposta y la Carro-va, Mianes o el Barranc de Muselló, entre otros, o las recientes excavaciones en la comarca dels Ports, que con toda seguridad contribuirán al conocimiento del desa-rrollo de esta etapa histórica en el territorio apuntado.

En definitiva, se ha llevado a cabo una importan-te tarea de investigación que ha posibilitado la realiza-ción de estudios puntuales o importantes trabajos de síntesis, algunos en forma de tesis de licenciatura o doctorales, destinados en su gran mayoría a explicar la evolución de las comunidades asentadas en este terri-torio durante la Protohistoria.

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LOS ASENTAMIENTOS FORTIFICADOS DEL CURSO INFERIOR DEL EBRO. SIGLOS V-III a.C.

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Figura 1. Mapa del curso inferior del río Ebro, con los yacimientos mencionados en el texto. En recuadro, los asenta-mientos ibéricos fortificados de los siglos v-iii a.C.

1. Coll del Moro (Gandesa); 2. Turó del Calvari (Vi-lalba dels Arcs); 3. Santa Madrona (Riba-roja); 4. Sebes (Flix); 5. Barranc de Muselló (Flix); 6. Castellons (Flix); 7. Forn Teuler (Ascó); 8. Sant Miquel (Vinebre); 9. Cas-tellet de Banyoles (Tivissa); 10. Barranc de Sant Antoni (Ginestar); 11. Les Deveses (Ginestar); 12. Barranc de Gàfols (Ginestar); 13. Turó de l’Audi (Benifallet); 14. Mas de Xalamera (Benifallet); 15. Les Trampes (Xerta); 16. Aldovesta (Benifallet); 17. Castellot de la Roca Roja (Benifallet); 18. Coll de Som (Benifallet); 19. L’Assut

(Tivenys); 20. Tossals (Aldover); 21. Valletes (Aldo-ver); 22. Punta Plana de la Móra (Tivenys); 23. Les Planetes (Tortosa); 24. Tortosa (Hibera?); 25. Barranc de Sant Antoni (Tortosa); 26. Pla de les Sitges (Torto-sa); 27. La Carrova (Amposta); 28. Mianes (Santa Bar-bara); 29. la Palma -Nova Classis (L’Aldea); 30. Mas de Mussols (L’Aldea); 31. Castell (Amposta); 32. L’Oriola (Amposta); 33. Castell (Ulldecona); 34. La Ferradura (Ulldecona); 35. Sant Jaume-Mas d’en Serrà (Alcanar); 36. Moleta del Remei (Alcanar).

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2. Características y distribución de los asentamientos fortificados del curso inferior del Ebro

Si centramos nuestra investigación en el área estric-ta del curso inferior del Ebro, la investigación sobre los asentamientos ocupados entre los siglos v y ii a.C. en este territorio es relativamente reciente. De hecho, antes de los años 90 únicamente se habían realizado intervenciones en El Castellet de Banyoles (Vilaseca, Serra Ràfols, Brull 1949; Pallarés 1984), los trabajos en La Moleta del Remei dirgidos por E. Ripoll y con-tinuados a partir de 1995 por un equipo de la Uni-versidad de Barcelona, unos sondeos en los poblados del Castellot de la Roca Roja (Izquierdo y Gimeno 1990) y la intervención de salvamento de Les Valletes (Arbeloa 1986).

A partir de esa fecha, los trabajos de excavación se han multiplicado, por lo que actualmente contamos con la información procedente de los asentamientos de La Moleta del Remei (Garcia 2005), El Castell d’Amposta (Villalbí, Montañés y Forcadell 2002), Les Planetes (Diloli, Bea y Vilaseca 2003), el Castellot de la Roca Roja (Belarte, Noguera y Sanmartí 2002 y 2007), El Castellet de Banyoles (Asensio, Miró y San-martí 2002 y 2005; Asensio et al. 2010), el Barranc de Mosselló (Pérez, Rams y Jornet 2002), L’Assut (Dilo-li et al. 2002; Equip Assut 2005; Diloli y Bea 2005; Diloli, Ferré y Sardà, 2009; Diloli 2009; Diloli et al. 2011), Castellons de Flix (Genera et al. 2005b) o la misma Tortosa, quizás la Hibera mencionada en las fuentes (Diloli y Ferré 2008). A ello hay que sumar los yacimientos no excavados, pero caracterizados a partir de las prospecciones realizadas en el marco de los programas de investigación mencionados (Diloli 1997; Garcia 2005; Noguera 2007), de manera que el panorama ha variado sensiblemente.

El análisis de estos asentamientos del Ibérico Pleno permite constatar que la mayor parte presentan una serie de características comunes:

– En general, son asentamientos con un períme-tro y una superficie fácilmente delimitables, gracias a sus límites naturales (barrancos, formaciones rocosas, acantilados, el mismo río Ebro…) o artificiales (es-tructuras defensivas).

– Superficie relativamente reducida, habitualmen-te entre los 1.000 m2 y los 5.000 m2.

– Sistemas defensivos (torres, murallas, fosos…) desproporcionados respecto a la población que podía acoger, que en muchos casos no debía alcanzar el cen-tenar de personas.

– Situación del enclave construido en un punto estratégico, en una elevación con excelente visibilidad junto al Ebro, coincidiendo con desembocaduras de barrancos o con estrechamientos del cauce del río.

– La zona de hábitat presenta un urbanismo den-so, concentrado, con calles estrechas que permiten ac-ceder a casas de reducido tamaño, normalmente con pocas estancias.

– Murallas de barrera situadas en la parte más ale-jada al río, con accesos estrechos y de fácil control, mientras que la zona habitada se sitúa en el resto del promontorio, siempre visible desde el río a causa de una suave pendiente entre la zona ocupada por el sis-tema defensivo y el acantilado que cae sobre el Ebro.

– Siempre que se han practicado excavaciones ar-queológicas, la construcción del sistema defensivo y de la estructura urbana se fecha en torno al primer cuarto del siglo v a.C.

Entre los yacimientos mejor conocidos de este pe-ríodo hay que destacar L’Assut (Tivenys, Baix Ebre) y el Castellot de la Roca Roja (Benifallet, Baix Ebre), actualmente con excavaciones en curso que permiten profundizar en la estructura, origen y evolución de es-tos asentamientos.

En el caso de L’Assut, se trata de un asenta miento con una ocupación que engloba desde el siglo vii a.C. hasta, al menos, inicios del siglo i a.C. La primera mención al yacimiento aparece en un artículo donde se dan a conocer los resultados de las prospecciones arqueológicas efectuadas en el curso inferior del Ebro por un equipo formado por miembros de la Universi-dad de Barcelona y del Servicio de Arqueología de la Diputación de Castellón, que sitúan en el punto don-de se erige el asentamiento un pequeño hábitat ibérico bastante afectado por acciones antrópicas y naturales, estableciéndose su cronología entre los siglos iii y ii a.C. (Mascort, Sanmartí y Santacana 1990). A partir de estos datos, en el año 2000, un equipo de inves-tigación de la Universidad Rovira i Virgili inició un proyecto que contemplaba la intervención arqueológi-ca en este yacimiento y que se mantiene actualmente, con unos resultados que han permitido precisar una continuidad en la ocupación de este espacio desde el siglo vii a.C. hasta inicios del i a.C., tratándose de uno de los pocos establecimientos protohistóricos del área del bajo Ebro con una acomodación poblacional superior a los 550 años.

El yacimiento se ubica en el margen izquierdo del río, ocupando el extremo superior y la vertiente sur-suroeste de un cerro que forma parte de las estribacio-nes montañosas que delimitan la terraza fluvial (fig. 2). Las intervenciones realizadas en el mismo han per-mitido establecer cuatro fases de ocupación:

– Assut 0: 650-600 a.C. Se constata la ocupación de la colina.

– Assut 1: siglo vi -450/425 a.C. Construcción y funcionamineto de la torre T3.

– Assut 2: 450/425-200 a.C. Hábitat ibérico.– Assut 3: 200-100/75 a.C. Destrucción de T3.

Reformas en el urbanismo del poblado ibérico y aban-dono pacífico del mismo al final de la fase.

Durante la fase Assut 2 se planificaría la urbani-zación del Tossal de l’Assut edificando un sistema de-fensivo adaptado a la geomorfología de la colina, que primaría la defensa de los lugares de más fácil acceso (fig. 3). El planteamiento constructivo se fundamen-taría en la edificación de un gran complejo en el punto

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Figura 2. Imagen del asentamiento ibérico de L’Assut (Tivenys, Baix Ebre). Se observa el sistema defensivo, con la torre T3 y el barrio norte.

Figura 3. Planta del asentamiento de L’Assut.

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más elevado del cerro, a partir de la existencia de la to-rre circular construida durante la fase anterior (fig. 4), que incorporaría una nueva estructura arquitectónica basada en la superposición de muros concéntricos, conformando una primera plataforma fortificada (P1) que englobaría la torre T3, reforzando su perímetro. Sobre esta plataforma, respetando T3, se levantaría un segundo bloque de muros concéntricos, apoyado en la plataforma P1, dejando entre ellos un espacio de circulación que recorre longitudinalmente el sistema defensivo. Una puerta en su lado noroccidental permi-tiría el acceso mediante unas escaleras desde el interior del poblado a un espacio que hemos denominado T1, a partir del cual se pasaría a una zona de comunicación que permitiría el recorrido del perímetro defensivo hasta T3, al estilo de un paso de ronda o camino pro-tegido que comunicaría toda la fortificación (fig. 5).

A partir de estas estructuras defensivas se ordena-ría el espacio habitacional, que ocuparía la cumbre y

la vertiente sur-sudeste del cerro. Las intervenciones realizadas hasta el momento definen una distribución urbanística basada en la existencia de varios espacios comunes –calles y plazas– que se reordenan y modi-fican en las distintas fases de ocupación del poblado. Podemos destacar la existencia de un barrio de vivien-das en el límite norte del asentamiento (BN), asociado al sistema defensivo y perpendicular a éste, donde la pared posterior de las casas ajusta el límite del recin-to poblacional, con refuerzos estructurales ocasionales que amplían las paredes o funcionan como contra-fuertes dando más consistencia al sistema defensivo o de cierre del poblado.

En cuanto al asentamiento fortificado del Caste-llot de la Roca Roja, está situado en el extremo de un abrupto promontorio rocoso, a 45 m sobre el río. Ocupa una posición estratégica, ya que controla el angosto paso de Barrufemes y además está situado ante el barranco de Xalamera, una vía que permite

Figura 4. Torre T3 de L’Assut.

Figura 5. Vista del sistema defensivo de L’Assut desde el interior del poblado.

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LOS ASENTAMIENTOS FORTIFICADOS DEL CURSO INFERIOR DEL EBRO. SIGLOS V-III a.C.

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comunicar el Ebro con la zona de la Terra Alta y el Bajo Aragón.

Después de unas intervenciones incontroladas a mediados de siglo xx que destruyeron los niveles ar-queológicos más recientes, en 1974 se realizaron una serie de sondeos (Izquierdo y Gimeno 1991) y en 1998 se iniciaron las excavaciones arqueológicas programa-das (Belarte, Noguera y Sanmartí 2002 y 2007).

El acceso solo es posible por su extremo nordeste, donde se sitúa el sistema defensivo, constituido por una muralla de paramentos múltiples, un bastión y una torre. Esta última, de forma cuadrangular y vacía, es el elemento más antiguo del conjunto, al que se adosan sucesivamente los dos lienzos que conforman la muralla. En este mismo extremo oriental se ha iden-tificado la zona de acceso al recinto, un estrecho paso situado entre la torre y el acantilado (fig. 6).

La excavación arqueológica de diferentes sectores del sistema defensivo del Castellot de la Roca Roja permite definir sus fases constructivas (fig. 7). En pri-mer lugar se levantó la torre cuadrangular, de 7✕8 m, siguiendo un patrón de medida basado en un pie de 32 cm. El aparejo es irregular, trabado con pequeñas piedras. El interior está dividido en dos espacios por un muro de unos 45 cm, que servía de soporte al piso superior. Esta torre presenta un estado de conserva-ción excepcional, puesto que tiene casi cuatro metros de altura, e incluso conserva los orificios de las vigas del piso superior.

En un momento posterior, se añadió un primer lienzo de muralla de aproximadamente 1 m de an-chura y unos 20 m de longitud, que cierra el acceso desde la torre hasta el extremo norte de la plataforma. La última fase de la muralla consiste en un segundo lienzo de 30 m de longitud, un potente refuerzo que se adosa completamente a los paramentos exteriores

de la torre cuadrangular y del muro anterior. Esta se-gunda estructura se caracteriza por su gran anchura, de hasta 3,25 m, y presenta un paramento externo en forma de talud, construido mediante sillares de longi-tud superior a 1 m, mientras que el paramento interno fue construido con bloques de dimensiones más redu-cidas. Finalmente, el interior fue rellenado mediante piedras pequeñas y tierra. Un sondeo realizado contra este paramento exterior identificó los importantes tra-bajos de cimentación, con un gran recorte en la roca natural y la utilización de sillares megalíticos en la base de la muralla, así como la inexistencia de foso, ya que en todo caso se trata de una depresión artificial irregu-lar, seguramente producto de la extracción de piedra para la construcción del asentamiento. Por último, en el extremo norte del sistema defensivo se ha identifi-cado un bastión rectangular, de 7✕ 2 m, adosado al paramento interno de la muralla.

En definitiva, se trata de una obra de defensa cons-truida con una técnica depurada, y que supera am-pliamente las dimensiones y el esfuerzo dedicado a las estructuras domésticas del asentamiento. La cronolo-gía de construcción creemos que se sitúa antes de la segunda mitad del siglo v a.C., tal y como sugieren los fragmentos de cerámicas áticas hallados en la torre, en el bastión y en los cimientos de la muralla.

La zona de hábitat ocupa una superficie reduci-da, de apenas 900 m2. El urbanismo es simple (fig. 7 y fig. 8), pero indicador de una planificación previa, puesto que consta de dos calles principales perpendi-culares, la calle 100 y la calle 101 (de apenas 1,5 m de anchura), que distribuyen uniformemente el espacio. La regularidad es especialmente visible en la zona su-roeste, ocupada por un barrio de casas rectangulares adosadas, con la misma orientación y de dimensiones reducidas y homogéneas (entorno a los 25 m2), dis-

Figura 6. Imagen del asentamiento ibérico del Castellot de la Roca Roja

(Benifallet, Baix Ebre) desde el sures-te. Se puede apreciar el acceso junto

a la torre cuadrangular, la muralla de barrera, la zona ocupada por los recintos de habitación y el río Ebro

a sus pies.

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Figura 7. Planta del asentamiento del Castellot de la Roca Roja.

tribuidas a ambos lados de la calle longitudinal 100. El resto del poblado lo ocupan espacios que, por su pequeño tamaño, pueden ser adscritos a almacenes (barrio sudeste) o a casas destinadas a personas de una cierta importancia social, como indicarían su mayor superficie así como la posibilidad de un piso superior, a tenor de la anchura de sus muros (sector 6 del barrio oeste).

La excavación de la zona de hábitat ha evidenciado que el yacimiento presenta niveles de ocupación del siglo vi a.C., anteriores a la construcción del asenta-miento del Ibérico Pleno, en la segunda mitad del si-glo v a.C., y que durante el siglo iii a.C. muchos de los

ámbitos rectangulares fueron compartimentados para conseguir dos habitaciones cuadradas.

En resumen, los asentamientos fortificados de L’Assut y del Castellot de la Roca Roja constituyen un modelo de las características generales menciona-das para los núcleos de hábitat del Ibérico Pleno en el curso inferior del río Ebro: situación estratégica ele-vada sobre el río, superficie reducida, sistema defen-sivo desproporcionado respecto a la zona de hábitat, urbanismo denso, calles estrechas y casas de reducido tamaño y con pocas estancias.

A partir de estos dos ejemplos bien conocidos, creemos que otros casos también pueden ser equipa-

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rables. Así, el asentamiento de Les Planetes (Tivenys, Baix Ebre), habitado entre los siglos v y ii a.C., a pesar de su pésimo estado de conservación, presenta muchas de las características mencionadas (fig. 9). Ubicado so-bre uno de los cerros que se adelantan desde la sierra de Boix hacia la orilla izquierda del Ebro, se trataría, según su urbanismo, de un poblado de ladera, pues se extiende en terrazas desde la cumbre hasta cerca de la base del cerro (fig. 10), ocupando aproximadamente entre 0,4 ha y 0,5 ha.

Las intervenciones arqueológicas efectuadas en el yacimiento durante los años 1996-1999 permitieron excavar parte de su extremo superior, donde se locali-zó una torre circular protegiendo la zona de más fácil acceso, desde la que se extendían sendos muros que descendían por la vertiente de la colina delimitando el área habitada. En la pared situada en la parte norte se encontraba un posible acceso en forma de rampa, excavado en el terreno natural, dispuesto de forma perpendicular a la muralla y cuya estrechez le otorga unas características de fácil defensa. Este dispositivo, perteneciente al diseño urbanístico original del siglo v a.C., dejó de funcionar en un momento posterior indeterminado, cuando el espacio de la rampa se inu-tilizó mediante un muro que enlazaba directamente la torre con la estructura de cierre del poblado. Es posible que se tratase de un tapiado de emergencia, pero no podemos descartar que este cierre sea fruto de posibles reformas urbanísticas que habrían afectado el asentamiento a lo largo de su historia, y que habrían implicado el cierre de puertas antiguas y la apertura de otras nuevas. De hecho, la parte inferior del po-blado se sitúa en la base del cerro, en una situación topográfica que posibilitaría la existencia de accesos al mismo en este sector, aunque el estado del yacimiento no permite verificar estas hipótesis.

Probablemente el asentamiento de les Valletes sea otro ejemplo de este modelo. A pesar de estar parcial-mente destruido por la carretera C-12 y de las esca-sas intervenciones arqueológicas realizadas (Arbeloa 1990), su disposición topográfica, la posible existencia de una torre circular en su extremo superior y la cerá-mica hallada sugieren una ocupación de características similares.

Los materiales recuperados en superficie en otros muchos asentamientos del curso inferior del río Ebro indican que estaban ocupados durante el Ibérico Ple-no. Este es el caso, por ejemplo, de Santa Madrona (Sanz 1973-74, 20; Sanz 1980; Noguera 2007, 195-196), Barranc de Mosselló (Sanz 1978, 55-72; Pérez, Rams y Jornet 2002; Noguera 2007, 196-197), Forn Teuler (Genera 1982, 69; Noguera 2007, 202-203), Turó de l’Audi (Diloli 1997; Noguera 2007, 210-211), Punta Plana de la Móra (Mascort, Sanmartí y Santaca-na 1990; Diloli 1997; Noguera 2007, 220-221) o Ba-rranc de Sant Antoni (Diloli 1997). Muchos de ellos comparten una superficie y una ubicación topográfica similar, en el extremo de una terraza fluvial o sobre un cerro que se proyecta sobre el río. En las ocasiones en que se conservan estructuras, estas presentan grandes similitudes con las aparecidas en los asentamientos que se han podido excavar. Este es el caso del Barranc de Mosselló (Flix, Ribera d’Ebre), con una torre semi-circular maciza, junto a una serie de pequeños recintos cuadrangulares; el Forn Teuler (Ascó, Ribera d’Ebre), un pequeño asentamiento dotado de muralla de barre-ra, torre adosada y foso, o la Punta Plana de la Móra (Tivenys, Baix Ebre) también con muralla de barrera y probablemente foso (fig. 11).

A tenor de la documentación presentada, parece implantarse a partir del siglo v a.C. en el curso in-ferior del Ebro, un esquema de distribución del po-

Figura 8. Imagen aérea del Castellot de la Roca Roja

(Benifallet, Baix Ebre).

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blamiento basado en la construcción de pequeños asentamientos fortificados sobre el eje del curso flu-vial, separados por unas distancias que en general se sitúan entre 2 km y 3 km. Esta distribución de los asentamientos parece presentar una cierta regularidad, pero el modelo se incumple en dos zonas: alrededor de la actual ciudad de Tortosa y en la cubeta de Móra de Ebro, donde estos pequeños poblados fortificados son, hasta el momento, inexistentes. Esta singularidad ha permitido proponer que en estas zonas se localizaron núcleos de jerarquización de primer orden (ciudades «arcaicas»). En el primer caso, alrededor de Tortosa, la presencia de la antigua Hibera, citada en las fuentes a finales del siglo iii a.C., y que podría estar corrobo-rada por la numismática y por recientes hallazgos ar-queológicos (Diloli y Ferré 2008). En el segundo caso, por la existencia, en el siglo iii a.C., de El Castellet de Banyoles, una gran ciudad ibérica de 4,2 ha (Asensio, Miró y Sanmartí 2002 y 2005), y que, por tamaño y estructura urbana, se aleja radicalmente del modelo presentado.

El vacío poblacional en estas dos zonas concretas podría ser explicado fácilmente por la presencia de las ciudades mencionadas, pero el problema se presenta para las etapas anteriores del período Ibérico Pleno. Así, hasta la fecha, tanto la supuesta Hibera como El Castellet de Banyoles no han aportado datos defini-tivos sobre su origen en el siglo v o iv a.C., y con los datos actuales solo podemos asegurar que existían durante el siglo iii a.C. En el primer caso, el hecho

Figura 9. Planta de la torre y de los muros de cierre del extremo superior del asentamiento ibérico de Les Planetes (Bítem, Tortosa, Baix Ebre).

Figura 10. Vista del tozal donde se sitúa el asentamiento de Les Planetes.

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de situarse bajo el actual casco urbano de la ciudad de Tortosa, entre otros condicionantes, dificulta enorme-mente la investigación. Para El Castellet de Banyoles (fig. 12), los materiales muebles del siglo iv a.C. ha-llados durante las excavaciones nunca se han podido relacionar con estructuras anteriores al siglo iii a.C. En definitiva, en el estado actual de la investigación, no disponemos de suficientes elementos para suponer que estos asentamientos ya existían durante el Ibérico Pleno.

3. El modelo a debate

Como hemos visto, los trabajos arqueológicos de-sarrollados durante los últimos años en el curso infe-rior del Ebro han puesto de manifiesto la existencia de una estructura de poblamiento concentrada junto al río durante el período ibérico. Esta distribución pre-ferente se ha explicado por la atracción que supone el río como fuente de recursos y generador económico, pues en sus márgenes se sitúan las tierras más fértiles y su curso es la principal vía de comunicación de esta región, lo que permite la llegada de todo tipo de mer-cancías procedentes del Mediterráneo. Se trata de un patrón que no ha cambiado en ningún período histó-rico, pues a los condicionantes económicos debemos sumarles los geográficos y geomorfológicos, que dibu-jan un valle inferior del Ebro encajonado entre sierras, siendo los espacios más cercanos al río, pequeños ce-rros entre barrancos, los lugares que presentan unos valores estratégicos más elevados para su ocupación.

Si bien es cierto que los trabajos de prospección arqueológica realizados en esta región han primado ambos márgenes del Ebro por los motivos enunciados anteriormente, en los últimos años se han desarro-llado programas destinados a explorar otros ámbitos geográficos a partir de la valoración de otros recursos, como por ejemplo la importancia de las posibles vías de comunicación –ríos o barrancos– entre el curso in-ferior del Ebro y las comarcas interiores de la Terra Alta, Matarraña o Bajo Aragón, sin seguir el curso de este río.

Uno de estos proyectos, desarrollado por el Grese-pia desde el año 2006, ha permitido localizar algunos yacimientos ibéricos inéditos, pero que se establecen, en el caso del valle del Ebro, muy cercanos a su des-guace en el río, y no se documentan otros estableci-mientos hasta después de haber cruzado las sierras que delimitan la cuenca del Ebro. En este sentido, toman-do como ejemplo el barranco de Xalamera (fig. 13), que se ha confirmado como una posible vía de acceso entre el Ebro y la Terra Alta durante la protohistoria (Diloli y Sardà en prensa), los asentamientos ibéricos localizados –Les Trampes y Mas de Xalamera– se si-túan a ambos lados de su desembocadura, justo delan-te de los establecimientos del Castellot de la Roca Roja y de Coll de Som, ubicados en el margen izquierdo del

Figura 11. Imagen de la torre y de la muralla del asentamiento ibérico del Forn Teuler (Ascó, Ribera d’Ebre).

Figura 12. Fotografía aérea oblicua realizada en febrero de 2009 de la ciudad ibérica de El Castellet de Banyoles (Tivissa, Ribera d’Ebre). En primer término, las dos torres pentagonales; en segundo termino a la derecha, el barrio noroeste recientemente excavado; en último término, el río Ebro.

río. Es decir, el esquema planteado, según el cual la ocupación ibérica del tramo final del río se sitúa siem-pre a poca distancia del mismo, parece ser el correcto para la región estudiada.

Este modelo de poblamiento, que parece propio del período Ibérico Pleno en el curso inferior del Ebro, ha llevado a proponer que podría tratarse de una ca-racterística de un pueblo o etnia ibéricos, en este caso, los ilercavones (Noguera 2002). Es evidente que no podemos renunciar al planteamiento de hipótesis de trabajo, pero también debemos ser conscientes que podemos caer en una lógica propia de la arqueología historicocultural. Así, en nuestro caso, los motivos aducidos para establecer los límites territoriales de de-terminados pueblos antiguos son las características de los materiales muebles e inmuebles o consideraciones topográficas y urbanísticas, pero estas similitudes tam-bién se podrían explicar en base a otras causas. Por

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ejemplo, cabe tener en cuenta que más al norte de la zona estudiada también se documentan asentamientos fortificados con unas características similares, que qui-zás responden a una lógica adaptación a la morfología del terreno, y no al hecho de tratarse de grupos étnica o políticamente emparentados. Es el caso del peque-ño asentamiento fortificado de Els Castellets de Me-quinenza (fig. 14), que sigue exactamente los mismos parámetros que los asentamientos descritos del Baix Ebre y de la Ribera d’Ebre, a no ser que supongamos que los ilercavones ocupaban también esta zona sep-tentrional.

En este sentido, la similitud de los poblados del Ibérico Pleno no solo podría obedecer a una respues-ta análoga ante el mismo condicionante geográfico, puesto que durante el ibérico final se siguen edificando poblados de nueva planta que reproducen el modelo de pequeño hábitat fortificado sobre un promontorio junto al Ebro, como por ejemplo, el pequeño asenta-miento de Sant Miquel de Vinebre, construido a fina-les del siglo ii a.C. y abandonado a mediados del siglo i a.C. (Genera et al. 2005a).

Por otra parte, hasta ahora, los trabajos de investi-gación únicamente se han centrado en los asentamien-tos del tipo poblado, o pequeños hábitats seguramente con funciones complementarias –estratégicas o econó-micas– dependientes de los primeros, pero peor co-nocidos. Estructuras como hornos cerámicos, talleres metalúrgicos desvinculados de los poblados, activida-des extractivas (minas, canteras, etc.) y otras muchas actividades artesanales y/o «industriales» nos son hoy aún desconocidas. Este hecho se podría explicar por la dificultad en su identificación, como consecuencia de su construcción en puntos cercanos al río, de forma que la erosión e incluso la sedimentación podrían ha-ber ocultado estos procesos a nuestros ojos.

Sin embargo, es cierto que en algunos de los po-blados excavados se constata alguna de estas activida-

des, un hecho que no ayuda a la clarificación de este problema.

Es importante señalar que en los últimos años se ha incidido en los aspectos económicos de estas co-munidades ibéricas del bajo Ebro a partir de los datos proporcionados por las excavaciones en curso, con re-sultados cada vez más interesantes. En Les Planetes se localizó un hogar que mostraba indicios de metalur-gia del hierro, con presencia de un lingote, hecho que podríamos relacionar con la existencia en su entorno de hard grounds enriquecidos con minerales de hie-rro; en L’Assut (Tivenys, Baix Ebre), el estudio de los restos óseos animales recuperados permite establecer nuevas hipótesis sobre la introducción o el aumento de consumo de distintas especies durante el período Ibérico Pleno, como por ejemplo, el incremento de la presencia de sus domesticus a partir de finales del siglo iv a.C. o inicios del siglo iii a.C., hecho que produce una diversificación ganadera que favorece la producción agrícola (Bricio 2011); la localización en algunos asentamientos de gran cantidad de pon-derales nos muestra el desarrollo de una producción textil, confirmada por un centro productor de lino en el Coll del Moro de Gandesa (Rafel, Blasco y Sales 1994), una producción que años después recordarán los escritores griegos y romanos. Aun así, continúan quedando dudas que deben ser tratadas, como por ejemplo, los sistemas de almacenaje de los excedentes. En este sentido, es importante precisar que, a diferen-cia de otros territorios ibéricos, en el curso inferior del Ebro la existencia de silos se documenta en época avanzada, sin que sepamos qué tipo de almacenaje se utilizaría, por ejemplo, durante los siglos v o iv a.C. Los llamados graneros sobreelevados son escasos y no permiten una capacidad de almacenaje similar a los silos. Cabe mencionar que los trabajos efectuados en el Pla de les Sitges (Tortosa, Baix Ebre) el año 2007 permitieron corroborar el funcionamiento de este

Figura 13. Mapa de la desembocadu-ra del barranco de Xalamera, una de las vías de comunicación entre el río Ebro y la Terra Alta durante la Anti-güedad, con la representación de los yacimientos de época ibérica situados en su entorno: 1. Mas de Xalamera; 2. Les Trampes; 3. El Martorell; 4. Castellot de la Roca Roja; 5. Coll de Som / La Torreta; 6. L’Assut; 7. km. 14.

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campo, donde se documentaron más de cien silos, algunos de los cuales podrían haber estado en fun-cionamiento en época ibérica, aunque todo parece indicar que no con anterioridad a mediados del siglo iii a.C. Probablemente, el sistema de almacenaje en tinajas sea el más habitual, si tenemos en cuenta que es el envase omnipresente en todos los yacimientos de la zona, su adaptabilidad al transporte fluvial, y sobre todo la documentación de recintos dedicados a su al-macenaje masivo, como en San Antonio de Calaceite (Pallarés 1965; Moret 2002).

4. El origen del proceso

La investigación efectuada sobre los modelos ocu-pacionales en el territorio del tramo inferior del río Ebro durante la protohistoria ha permitido establecer unos arquetipos en los que se constata una importan-te diferencia diacrónica en los patrones de habitación. En primer lugar, debemos apuntar que la ocupación de la edad del bronce es ciertamente reducida y se limita sobre todo a los territorios situados al norte del Pas de Barrufemes. No es hasta inicios del siglo vii a.C. que podemos hablar de un establecimiento sedentario con cierta organización en esta región, siguiendo unas pautas que algunos autores han visto como una efectiva colonización agrícola del curso inferior del Ebro (San-martí et al. 2000). Este fenómeno, que podría implicar una aportación de gentes de otros territorios, parece repetirse a partir de mediados del siglo v a.C., después de un período de decaimiento de la ocupación de esta región. Es así que durante el siglo vi a.C. hay un aban-dono de la mayor parte de los poblados construidos pocos años antes, algunos con evidencias de destruc-ción violenta, que no son reocupados, hecho que ha propiciado la idea de un hiato poblacional asociado a una crisis en el sistema sociopolítico, fuertemente de-pendiente de un comercio con las factorías fenicias sudpeninsulares que habría entrado en decadencia. También es cierto que algunos autores han expresado que quizás el problema puede estar en identificar con claridad la ocupación durante el siglo vi a.C. e inicios del v a.C. (Noguera 2007), que podría quedar disfra-zada bajo otros restos más visibles correspondientes a épocas posteriores.

El caso es que, si bien es cierto que se produce cierto despoblamiento de esta área durante el siglo vi a.C., cada vez hay más evidencias del mantenimien-to de una continuidad ocupacional que se vislumbra a partir de la presencia de nuevas edificaciones, que en algún caso se sitúan en los mismos puntos donde había un hábitat anterior. Destacan los casos de Se-bes y Els Castellons (Flix), Barranc de Musselló (Flix), la segunda fase de Barranc de Gàfols (Ginestar, Ri-bera d’Ebre), el Castellot de la Roca Roja (Benifallet, Baix Ebre), L’Assut (Tivenys, Baix Ebre) o Els Tossals d’Aldover (Baix Ebre), entre otros, sin olvidar las ne-crópolis de Els Castellons (Flix, Ribera d’Ebre), Mia-

nes (Santa Bàrbara-Tortosa, Montsià, Baix Ebre), Mas de Mussols (L’Aldea, Baix Ebre) o L’Oriola (Amposta, Montsià), yacimientos que obligan al menos a matizar la idea de la existencia de un hiato poblacional entre la Primera Edad del Hierro y el Ibérico Pleno, como se ha pretendido. Ahora bien, el problema subyace en la explicación del modelo ocupacional de esta época, precursora de lo que hemos dado en llamar Ibérico Pleno, momento en el que se observa un brusco au-mento en la construcción de nuevos asentamientos en el bajo Ebro, que se organizarán siguiendo unos nue-vos parámetros económicos y sociopolíticos.

En primer lugar, debemos destacar la diferencia entre los tipos habitacionales, desde las residencias for-tificadas, como la torre T3 de L’Assut, hasta los pobla-dos de casas adosadas en batería, separadas por calles, etc., modelo representado en Sebes (Belarte, Noguera, Olmos en este mismo volumen). Otros yacimientos son de más difícil identificación, pero en algún caso podría repetirse el tipo de la casa fortificada o casa to-rre, como quizás podría ser la torre semielíptica del Barranc del Musselló (Flix), estuviese o no aislada.

Especialmente interesante en este aspecto es la identificación de una torre posiblemente aislada y de planta circular en el yacimiento de L’Assut, construida a inicios del siglo vi a.C. y muy similar a las docu-mentadas en la zona del Algars -Matarranya. La cons-trucción de estos edificios se ha explicado como un intento de representación del poder a través de una arquitectura diferencial (Moret, Benavente y Gorgues 2006, 244) por parte de una aristocracia guerrera que hace uso y exhibición de las armas, como vemos en las necrópolis conocidas de esta época. No obstante, de-bemos destacar que la torre T3 de L’Assut, al contrario de otras que parecen limitar su ocupación al momento anterior al Ibérico Pleno, se convertiría en el elemen-to principal de la fortificación de un asentamiento de nueva planta, erigido en el mismo punto entre me-diados y el tercer cuarto del siglo v a.C. Es cierto que

Figura 14. Imagen de una de las dos torres que flanquean la muralla de barrera del asentamiento ibérico de Els Castellets (Mequinenza, Bajo Cinca).

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desconocemos qué sucede en la T3 en el momento en que el resto de estas residencias fortificadas se destru-yen a inicios del Ibérico Pleno; no podemos descar-tar que sufriera en este lapso de tiempo una primera destrucción, que en todo caso quedaría enmascarada bajo reformas posteriores. Lo que está claro es que la torre de L’Assut continua funcionando, sin cambios aparentes en su aspecto residencial, formando parte de un imponente sistema defensivo situado en el punto más elevado del poblado, hasta que en un momento cercano al año 200 a.C. es destruida violentamente, mientras que el resto del asentamiento continúa ocu-pado al menos durante 100 años más.

Podemos establecer, pues, para el momento an-terior al Ibérico Pleno, una continuidad en el pobla-miento del bajo Ebro, que podría expresarse mediante diferentes y complejos tipos de hábitat: casas fortifi-cadas, caseríos o poblados, que en algún caso se aban-donarían y en otros se adaptarían a nuevas formas arquitectónicas a partir de mediados del siglo v a.C., cuando el valle inferior del Ebro vería fuertemente acrecentada la presencia humana y la construcción de nuevos poblados.

5. El final del Ibérico Pleno

A partir de finales del siglo iii a.C., se abre una nueva etapa con profundas transformaciones en la so-ciedad ibérica. El factor protagonista de estos cambios será la presencia romana desde el 218 a.C., gracias a la cual a partir de esos momentos contamos con una relativa abundancia de fuentes escritas, sobre todo centradas en los períodos en los que el territorio del curso inferior del Ebro estuvo involucrado en conflic-tos bélicos. Sin duda alguna, el fenómeno tradicional-mente conocido como romanización es un período de cambios nunca interrumpidos, y con fases de diferente intensidad, donde el papel de la sociedad indígena fue importante. A nivel general, podríamos plantear dos grandes fases. Un primer momento, entre finales del siglo iii a.C. y el último tercio del siglo ii a.C., en que el modelo de estructuración del territorio del Ibérico Pleno, protagonizado por la presencia de los pequeños asentamientos fortificados, se mantiene, pero matiza-do por la desaparición de los grandes núcleos. Una segunda fase, entre finales del siglo ii a.C. y finales del siglo i a.C., se caracterizaría por el abandono de muchos de los pequeños hábitats fortificados y la apa-rición de asentamientos rurales en las zonas bajas, que anuncian el modelo de explotación agrícola romana y que, sin duda, hay que relacionar con la potencia-ción del fenómeno urbano en ciudades como Tarraco

o incluso en Hibera, precursora de la ciudad romana de Dertosa.

En el estado actual de la investigación, únicamente podemos relacionar con la primera etapa los niveles de destrucción violenta presentes en tres asentamientos de la zona: Castellet de Banyoles de Tivissa, San Anto-nio de Calaceite y la torre T3 de l’Assut.1

En el caso de El Castellet de Banyoles, las inves-tigaciones más recientes defienden la destrucción generalizada de esta ciudad ilercavona durante la re-presión romana de las revueltas ibéricas del período 200-180 a.C. (Noguera, Asensio, Jornet en este mis-mo volumen). De esta manera, Roma acabaría con la cúpula de poder indígena, las grandes aglomeraciones urbanas, aunque mantendría la estructura económica y social de la población autóctona, limitándose a su explotación.

Un fenómeno similar podría haber sucedido en el yacimiento de San Antonio de Calaceite, donde, después de la ampliación del asentamiento y la cons-trucción de una gran torre semicircular, parece haber habido una destrucción generalizada y el abandono definitivo en una fecha en torno al 200 a.C. (Pallarés 1965; Moret 2002).

En el caso de L’Assut, las excavaciones han permi-tido constatar el incendio y abandono de su elemento más emblemático, la torre T3, también en torno al 200 a.C. (Diloli 2009; Diloli et al. 2011) (fig. 15). Igualmente, tampoco es posible atribuir con seguridad su destrucción a los conflictos desarrollados durante la segunda guerra púnica o a los que acabaron con El Castellet de Banyoles (fig. 16). En todo caso, hay que recordar que los hermanos Escipión pusieron sitio a la ciudad de Hibera en el 216 a.C., por lo que los pe-queños asentamientos indígenas de los alrededores de Tortosa, como L’Assut, que posiblemente dependían del núcleo principal, debieron ser objeto de atención preferente por parte de las tropas romanas, acampadas junto a la desembocadura del Ebro (Noguera 2012). En este sentido, las recientes excavaciones desarrolla-das en Hibera -Tortosa han documentado la construc-ción de un muro defensivo a finales del siglo iii a.C. a los pies de la colina de la Zuda, donde se situaría el poblado ibérico (fig. 17) (Diloli y Ferré 2008).

En el estado actual de la investigación, creemos que en un futuro sería necesario realizar intervencio-nes arqueológicas en yacimientos ibéricos de nueva planta datados en los siglos ii-i a.C., para conocer la significación e importancia de los cambios producidos tras la llegada romana, ya que hasta ahora únicamente contamos con los datos del asentamiento de Sant Mi-quel de Vinebre (Genera et al. 2005), centrado en la primera mitad del siglo i a.C.

1 En el caso del asentamiento del Coll del Moro de Gandesa, a pesar de contar con un pequeño lote de monedas contemporáneas a las documentadas en El Castellet de Banyoles, no tenemos suficientes datos para proponer su colapso durante el mismo período.

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LOS ASENTAMIENTOS FORTIFICADOS DEL CURSO INFERIOR DEL EBRO. SIGLOS V-III a.C.

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6. Conclusiones

En el presente trabajo reunimos de forma sintética las principales novedades sobre los asentamientos del Ibérico Pleno del tramo inferior del Ebro, no solo con el objetivo de presentar una visión actualizada sobre las características que presenta el poblamiento en esta zona, sino también con la voluntad de dar continui-dad a uno de los compromisos adoptados hace una década en el congreso de Tivissa: agilizar las dinámicas comunicativas entre los distintos equipos de investiga-ción, con el fin de continuar avanzando hacia nuevos escenarios que posibiliten un debate regular y fluido.

Durante estos últimos años destacan, esencialmen-te, las aportaciones y resultados obtenidos en los asen-tamientos de L’Assut (Tivenys, Baix Ebre), Castellot de la Roca Roja (Benifallet, Baix Ebre), Castellet de Banyoles (Tivissa, Ribera d’Ebre) y Sebes (Flix, Ribera d’Ebre), así como los datos registrados en algunas in-tervenciones puntuales realizadas en el núcleo urbano de Tortosa (Baix Ebre).

Como resultado de dichas intervenciones, se ha podido avanzar notablemente en el conocimiento de las características que definen el modelo ocupacional del Ibérico Pleno en este territorio. No obstante, al-gunos aspectos y factores explicativos del proceso his-tórico que analizamos continúan presentando dudas importantes, a la vez que plantean nuevas e interesan-tes hipótesis de trabajo.

En el estado actual de las investigaciones, pode-mos establecer unos parámetros generales que carac-terizan el patrón de asentamiento y definen el paisaje ibérico del tramo final del Ebro a partir del siglo v a.C. Ahora bien, al analizar los factores que explica-rían el origen de este modelo, aún nos enfrentamos con una serie de problemas no resueltos, como el de-bate sobre la continuidad o ruptura con respecto al siglo vi a.C., la extensión regional del fenómeno de las casas torre y los factores que provocan el aumento poblacional de este territorio en momentos cronoló-gicos muy concretos, cuestiones sobre las que quedan

múltiples aspectos a evaluar en futuras investigacio-nes.

A pesar de ello, podemos establecer que, a partir del siglo v a.C., se configura un modelo de poblamiento caracterizado por la presencia generalizada de núcleos fortificados de pequeño tamaño, urbanismo denso, sistema defensivo complejo, en algún caso incluso desproporcionado en relación con la zona de hábitat, calles estrechas y casas de reducido tamaño con pocas estancias. Dichos asentamientos se sitúan siempre en puntos estratégicos y con buena visibilidad, ubicados sobre el propio eje del curso fluvial y separados por unas distancias que no suelen superar los 3 km. Los asentamientos de L’Assut y del Castellot de la Roca Roja constituyen a día de hoy los ejemplos mejor co-nocidos de este modelo, aunque otros núcleos cono-cidos parcialmente (Les Planetes, Les Valletes, Punta Plana de la Móra, Barranc de Mosselló y Forn Teuler) apuntan claramente a esa misma dinámica.

La regularidad de este característico sistema de po-blamiento solo se incumple en las áreas cercanas a los dos únicos asentamientos que podemos integrar en la categoría de los núcleos de primer orden o ciudades «arcaicas»: Hibera (Tortosa, Baix Ebre) y El Castellet de Banyoles (Tivissa, Ribera d’Ebre), alrededor de los cuales se constata un significativo vacío ocupacional. Ahora bien, tanto en el caso de El Castellet de Banyo-les como en el de Tortosa, los datos obtenidos en las intervenciones efectuadas durante estos últimos años nos sitúan en fases de ocupación fechables sobre todo a finales del siglo iii a.C., y por lo tanto no permiten corroborar con seguridad la existencia de dichos nú-cleos durante los siglos v y iv a.C.

En todo caso, este modelo de estructuración del poblamiento, característico del Ibérico Pleno, se man-tendrá a grandes rasgos durante una primera fase del proceso de romanización (desde inicios hasta finales del siglo ii a.C.), aunque ello no excluye la ruina to-tal (Castellet de Banyoles de Tivissa y San Antonio de Calaceite) o parcial (torre T3 de l’Assut) de determi-nados asentamientos, en los que se han documentado

Figura 15. Fotografía de la torre T3 de L’Assut (Tivenys, Baix Ebre), destruida a finales del siglo iii a.C.

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horizontes de destrucción fechables en torno al 200-180 a.C., pero no es hasta finales del siglo ii a.C. o inicios del siglo siguiente que se constata el abandono definitivo de la mayor parte de los núcleos ibéricos fortificados y la progresiva aparición de asentamientos rurales en las zonas bajas.

Confiamos que la regularidad de las intervencio-nes efectuadas durante estos últimos diez años tenga en el futuro la continuidad necesaria para avanzar y profundizar en las problemáticas no resueltas, con el objetivo de comprender mejor los procesos históricos que acontecieron en este territorio.

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Figura 17. Vista del muro de finales del siglo iii a.C. aparecido en la calle de Sant Domènech, en Tortosa, a los pies de la ladera sur de la colina de la Zuda de Tortosa.

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