Identidad cultural y resignificación simbólica - Hermenecia · 1 Identidad cultural y...
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Identidad cultural y resignificación simbólica Gustavo Iván Garmendia Ramírez
Resumen Nuestro objetivo es plantear referentes teóricos de carácter sociológico
para proponer cómo intervienen en el fenómeno psicológico del tránsito
de la ideología a la resignificación simbólica partiendo de los lenguajes
como referentes ónticos del sujeto.
Partimos de la premisa que conocer al sujeto como fenómeno
social, este se presenta a sí mismo como referente que comunica,
resignifica e interactúa en espacios públicos.
La relación entre identidad cultural y resignificación simbólica se
centra en el proceso de interacción, de comunicación entre individuos
como negociación de significados abiertos a diversas mentalidades y
significados caracterizando la interacción del sujeto en su espacio social.
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En el camino por ampliar el horizonte de conocimientos los sujetos se han acercado a
observar el mundo de los fenómenos sociales para comprender las relaciones entre los
elementos con las que estos se estructuran. Uno de los elementos que permiten la
estructuración social del mundo es el lenguaje, manifestación primigenia con la que el
anthropos se hace en la cultura.
Este escrito tiene como objetivo plantear referentes teóricos por un lado de carácter
sociológico y por el otro proponer cómo intervienen en el fenómeno psicológico del
tránsito de la ideología a la resignificación simbólica a partir de los lenguajes como
referentes ónticos del sujeto.
En este tenor se parte de la premisa que para el conocimiento del sujeto, como fenómeno
social, el sujeto se presenta a sí mismo como un referente que comunica, resignifica e
interactúa en los diversos espacios públicos.
El Diseño de Comunicación Gráfico se ha convertido en un facilitador de la comunicación
humana, entendiendo esto como un proceso cultural que codifica un mensaje y tiende a
llegar a una determinada población de manera razonable*, es decir, que puede o no ser
aceptado por todos en tanto su sintáctica pero principalmente en su semántica. El
mensaje en tanto dirigido a una determinada población, se encuentra pletórico de
intencionalidad, se ordena bajo ciertas reglas sociales (Habermas; 1993) que permiten su
inserción en una dinámica social que busca empatar las experiencias lingüísticos con las
experiencias visuales de los sujetos.
El proceso de comunicación, según los planteamientos funcionalista y estructuralista, parte
de la necesidad de un emisor (o actante) de querer, de desear decir algo a alguien, pero
*El Dr. Octavi Fullat en su libro Paideia. Filosofías de la educación, introduce este término desde una perspectiva epistemológica en relación a los objetos de conocimiento que son estudiados desde diferentes áreas y cuyos resultados pueden ser concensuados y demostrados logrando el "éxito"como en las ciencias exactas en donde el proceso nos lleva a un resultado racional. Pero hay otras áreas del conocimiento que no son "exitosas" por no lograr consensos comprobables como es el conocimiento de las ciencias sociales, a estos les llama razonables
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¿qué acontece en el otro extremo del proceso donde se encuentra el receptor del
mensaje, el interprete potencial?
Los mensajes que crea el Diseñador de Comunicación Gráfica han sido codificados de
manera intencional para que el perceptor pueda interpretar y dar sentido a los signos, en
este proceso el perceptor añade una carga semántica que responde a su historia de vida,
a su experiencia y a su subjetividad.
El Diseño de Comunicación Gráfica es una actividad que facilita la comunicación humana
operando con un lenguaje de signos que, como metáforas, sustituyen a otro algo.
En las actuales sociedades tendientes a la globalización y que se manejan en gran medida
por los avances en la tecnología el Diseño de Comunicación Gráfica se ha convertido en
una herramienta importante y quasi necesaria para la comunicación humana. La
comunicaciòn humana es un proceso delimitado de manera sincrónica socio-histórica y
culturalmente, al hacer mención del término sincrónico recordamos el término en Saussure
(1983) que se refiere a querer conocer a los sujetos recogiendo testimonios para descubrir
en qué medida existe el lenguaje para la conciencia de los sujetos. El lenguaje y su
sincronía determinan las formas de interacción entre sujetos a través de códigos comunes
entre emisores y receptores, estos códigos son los lenguajes con los que se representa al
mundo, tanto al de lo matérico como al de lo inteligible. El Diseño de Comunicación
Gráfica codifica mensajes en un lenguaje sígnico que maneja imágenes y palabras y es
difundido a través de diferentes medios, el receptor decodifica e interpreta el mensaje con
base a su humana estructura mental, formada de percepciones y experiencias.
Con las percepciones y experiencias el sujeto se forma en los lenguajes que comparte con
los otros de manera social y cultural. Para ser posible el acto comunicativo los sujetos son
capaces de relacionar el lenguaje con las experiencias referenciales del mundo y de
interpretarlo para la reconstrucción de un mundo intencional y específicamente dirigido por
el pensamiento y discursos hegemónicos.
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Son estos lenguajes sociales con los que se construyen los objetos del Diseño de
Comunicación Gráfica y que requieren que el perceptor haga un esfuerzo intelectivo para
interpretar el significado de los signos. El significado de los significantes que utiliza el
Diseño Gráfico se dirige a un grupo específico por lo que este lenguaje social diferencia a
una parte de la población.
El concepto sociológico que se ha tomado para este escrito es el de identidad cultural. La
identidad cultural es un elemento claramente diferenciador de la población y en el que
profundizaremos en el siguiente apartado.
Identidad cultural
El estudio de la identidad cultural a través del estudio de los lenguajes que se socializan
hace necesario, como nunca antes, la reunión de diferentes disciplinas del conocimiento
humano, principalmente la sociología, la psicología y la hermenéutica.
Para llegar a una aproximación teórica que nos ayude a identificar a la identidad cultural
se hace ineludible examinar al sujeto en términos de su vida individual y de su vida social
porque el sujeto que tratamos de conocer parte de la conciencia individual que posibilita la
construcción del sujeto social.
La razón –logos- se ha organizado primeramente por la sensibilidad humana y por el
entendimiento; Emmanuel Kant en el s. XVII en la Introducción a su Crítica de la razón
pura (1993) establece que:
“...hay dos ramas del conocimiento humano, que quizá se originen en una raíz
común, pero desconocida para nosotros, y son a saber, la sensibilidad y el
entendimiento. Por medio de la primera nos son dado los objetos; por medio de la
segunda los objetos son pensados.”
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Al pensar el fenómeno humano se hace referencia al lenguaje y a lo que con él se ha
construido socialmente como la historia, pero también se puede hacer referencia a las
experiencias y a las relaciones sociales del sujeto. Lo social y lo individual son elementos
que se hallan entrelazados por un vínculo común y funcional, el lenguaje. El lenguaje
permite advertir su función básica la identidad y legitimación de la realidad del grupo
social.
La realidad que se ha construido, individual y socialmente, se presenta como el marco de
referencia sincrónico a quienes componen el grupo social, en este sentido, la realidad se
presenta al sujeto como la vida cotidiana y al interpretarla adquiere un significado
subjetivo. Los miembros del grupo social toman a la vida cotidiana como algo establecido,
como la realidad que determina el comportamiento individualmente significativo de sus
vidas, es un mundo que se origina en sus pensamientos -espacio privado- y se objetiva en
acciones que buscan legitimarle en los espacios públicos.
El sujeto, al introyectar los diversos lenguajes socializados, funda su propio universo
simbólico haciendo posible las diferentes fases de su identidad. La identidad es un
fenómeno que surge de la dialéctica entre el sujeto y la sociedad por lo que los diferentes
tipos de identidad son productos sociales, constructos deviniendo en una realidad social
objetiva. La identidad se forma por procesos sociales, una vez que es conseguida, el
individuo trata de mantenerla, de modificarla o, según el contexto, puede hasta reformarla
por la interacción con los otros en los espacios públicos.
Por su parte la Psicología se ha enfocado en años recientes en propuestas que se
inscriben en una visión humanista que aplica la hermenéutica como método de
recuperación de la subjetividad con conceptos de estudio como la intencionalidad y la
significación.
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Para comentar el término identidad se puede decir, en un enfoque histórico, que deviene
de autós que significa el mismo, que se deriva a su vez del término griego tautotés y
finalmente del bajo latín identitas.
En tanto que el concepto cultura se consolida en el siglo XVIII gracias a la palabra latina
agricultura del latín agros cultivare, que significa cultivar, trabajar, labrar los campos. El
investigador Rogelio Díaz-Guerrero (1986) comenta al respecto del concepto cultura que
es la manera en la que un grupo humano enfrenta su realidad histórica y le da vida,
partiendo de la herencia social recibida y adaptándola a las nuevas condiciones y
circunstancias . Esta manera de vivir se expresa tanto en las relaciones que un grupo
establece con su medio natural como en las interacciones que se generan entre los
sujetos a nivel social y emocional, deviniendo como factores psicológicos para enriquecer
significativamente la construcción de la identidad cultural del sujeto.
Jerome Bruner (1992) busca mostrar que el estudiar la Psicología del significado en el
sujeto es estudiar la Psicología cultural y que, con un enfoque cualitativo, se aleja de una
visión causalista que tenga como objetivo la predicción. Lo que busca la Psicología cultural
es comprender cómo los seres humanos interpretan el mundo mediante la observación y
reconstrucción teórica de los actos de interpretación y de interacción social. El interés de
la Psicología social se centra en saber cómo y a partir de qué elementos socio-históricos y
culturales los sujetos construyen significados.
La Psicología cultural es una parte de la Psicología que se preocupa por estudiar la acción
que se realiza en un escenario cultural, estudia también los estados intencionales -como la
acción- de los sujetos interactuantes en su entorno cultural que está gobernado por un
mundo de signos, símbolos, significados y valores compartidos (Bruner; 1990).
La identidad cultural parte del concepto de cultura como modelador de la vida y de la
razón humana, son los espacios públicos, la cultura, los que confieren sentido a las
acciones situando sus estados intencionales al nivel de la interpretación ya que se
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manejan en el orden de lo subjetivo. Lo subjetivo, al interpretarse, es factible de
convertirse en lenguaje y por lo tanto en discurso. La Psicología cultural se acerca a
conocer este tipo de discursos constituidos en esta relación dialéctica entre lo individual y
lo social, en ese compartir de universos simbólicos que se han consolidado en el sujeto a
partir de consensos y normatividades y también a través de prejuicios y estereotipos
(Morales y otros; 1999).
La Psicología cultural se centra en recoger los elementos que llegan a formar los discursos
sobre situaciones humanas, tanto las creencias como las expectativas, lo racional y lo
razonable y también lo irracional, teniendo como objetivo legitimar al sujeto en su espacio
social. Es por esto que al compartir los universos simbólicos se entrecruzan historias que
dejan ver la diversidad de lo humano, los mecanismos con los que se construyen y
consolidan los discursos identitarios.
El lenguaje o mejor aún los lenguajes, conforman el universo simbólico del sujeto, no
existe lenguaje sin objetos referenciales a los que representa como un reflejo de los
rasgos consensuados y generalizados socialmente respecto al objeto. El descifrar un
mensaje se hace con relación a las experiencias individuales del sujeto, entre las que se
cuentan su encuentro con los lenguajes y que lo conducen al intercambio social.
Los lenguajes, como elemento ideológico, representan para el sujeto el mundo que está
fuera de él pero que le produce al mismo tiempo un acto de conciencia individual. Bajtín
comenta al respecto de la conciencia individual que es un hecho ideológico-social, ya que
su génesis se gesta desde la exterioridad del individuo, desde lo social (Silvestry y Blanck;
1993). Para Vigotsky la realidad ideológica se constituye por la realidad del lenguaje social
que se puede estudiar en dos sistemas que se complementan:
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1) Sistema ideológico social: conjunto de leyes para la estructuración de la
comunicación semiótica
2) Sistema psíquico personal: referido a factores orgánicos (Silvestry y Blanck; 1993)
La conciencia personal se adquiere en el proceso de asimilación de la experiencia
individual con lo social, con la comunidad o con el grupo, y con la interacción de los
universos simbólicos interiorizados y exteriorizados en los espacios públicos. Cada grupo
comparte un conjunto de valores y una experiencia social similar y está conformado por
sujetos que inclusive pueden interactuar en varios grupos.
Todo lenguaje es ideológico y cobra forma como universo simbólico que se interioriza por
el sujeto como diálogo con uno mismo, es la actividad comunicativa que se modela como
estructura semiótica que acompaña todos sus actos. El universo simbólico del sujeto se
origina por la introyección de los lenguajes socializados, seguidos de una reflexión en la
que se retienen propiedades que son compartidas, el universo simbólico del sujeto transita
de las sensaciones a la razón y de ésta a la expresión verbal aún cuando su carga
semántica no sea compartida necesariamente por otros. La función principal del lenguaje
al exteriorizarse es llamada por Vigotsky función predicativa y con ella el sujeto reflexiona
para organizar su discurso de acuerdo a los espacios públicos en que participa. (Silvestry
y Blanck; 1993).
El entorno socio-histórico sincrónico provee al sujeto de diferentes formas de espacios
privados y públicos que se consolidan como el espacio social resultante de estas dos
esferas primigenias (Berrio; 2001). El espacio social pasa a ser el campo del
funcionamiento individual en las sociedades complejas de nuestro tiempo, conformándose
como el escenario en donde la participación de los medios de comunicación desarrollan
un papel importante como mecanismo facilitador y promotor de la identidad cultural.
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En los espacios públicos es donde los sujetos interactúan dentro de grupos con rasgos
específicos y definitorios y que constituyen su posibilidad de incorporarse al mundo,
pueden constituirse entre sujeto y grupos relaciones de integración o confrontación. El
concepto de identidad cultural es fundamental en los estudios en torno a cómo los
diversos grupos sociales construyen y consolidan procesos de identidad. Los estudios de
la identidad cultural exige el despliegue conceptual respecto a identificar las categorías
históricas y distintivas con las que los sujetos consolidan su identidad y que posibilitan la
participación del sujeto en espacios específicos. La identidad individual implica la síntesis
de las experiencias en diferentes espacios públicos que el sujeto hace privados y en los
que nuevamente tiende a exteriorizarse.
La identidad cultural apunta en primer lugar a la unidad del sujeto, no a la unidad cultural,
y en segundo lugar a las formas que la cultura provee para la determinación social del
sujeto, pero entre el espacio privado y el espacio público del comportamiento del sujeto se
encuentra la identidad cultural, formándolo y transformándolo como característica
estructural a la que se van adhiriendo de manera simultánea mecanismos internos de
funcionamiento, como son:
1) El sentido de seguir siendo
2) El sentido de la diferencia entre ser y no ser
3) El sentido de distinguirse con un comportamiento observable (Bourdieu; 1979)
Para Habermas, el comportamiento, como parte de la identidad, es una parte entendible
de la realidad del sujeto en tanto que sus acciones pueden ser observadas (Habermas;
1993) encontrando su origen en un proceso mental que se traduce en disposiciones y
motivaciones internas.
El comportamiento y las actitudes son una parte de la identidad cultural que finalmente se
objetivan en acciones realizadas por el individuo. Los aspectos subjetivos de la identidad
cultural parten de una dimensión consciente y cognitiva que la reconocen como identidad
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cultural múltiple, en constante construcción y que el sujeto siempre está en condición y en
disposición de ajustarla y manipularla a través de acciones que le brinden significación
social.
La temporalidad de la identidad cultural del sujeto es un elemento definitorio en su
mecanismo de reconstrucción de significados. En este proceso de resignificación se
encuentra un elemento importante que es el cómo se desarrollan disposiciones
psicológicas sociales individuales en las fases de la socialización en los espacios públicos.
Estas disposiciones psicológicas se forman y se transforman en el proceso de interacción
de la vida cotidiana por lo que la identidad no puede considerarse terminada en forma
definitiva. En los espacios públicos los modelos culturales y los valores sociales son
compartidos e interiorizados por el sujeto formando y condicionando su universo simbólico
y su sentido de acción. El universo simbólico del sujeto se constituye como su capital
cultural, elemento generador y condicionante de sus prácticas sociales que facilita su
integración cultural a partir de modelos consensuados. Es la interacción de universos
simbólicos en donde radica la legitimación de la identidad cultural.
Identidad y cultura parecen ser dos términos que se contienen y apuntan el uno al otro. La
cultura, como se ha señalado, es la manera en cómo el sujeto recibe el mundo y es
también el lugar donde se forma como ser social, estos dos aspectos -recibir mundo y
formar al sujeto- se proveen en espacios que se comparten siendo el lenguaje el espacio
originario que posibilita la convivencia
El símbolo
Con los símbolos se ha constituido la identidad cultural y más específicamente, la
simbólica cultural. El humano es animal de símbolos, de hermenéuticas e interpretaciones,
vive el mundo desde la aprehensión de sus símbolos, de sus lenguajes, lo propio de los
humanos es existir desde la cultura, el lenguaje introduce al sujeto a la cultura y por lo
tanto, al símbolo y a sus interpretaciones.
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Ernest Cassirer publicó en 1944 un estudio de antropología filosófica en el que sostiene
que existen dos lenguajes humanos, uno proposicional y otro emotivo, el primero es
objetivo y se abre a lo real, el segundo es afectivo, hace referencia a lo otro con respecto a
la individualidad. (1997).
Cuando el lenguaje cultural se interpreta, integra al sujeto al contexto. El lenguaje supone
organizar un mundo propio en el que el sujeto tiende a integrar el mundo social recibido
con la interpretación que le es propia, el humano vive esta circunstancia desde su cultura,
desde sus símbolos.
Entre el sistema humano que recibe estímulos, sensaciones y percepciones y el sistema
de respuestas, el sujeto coloca un lenguaje simbólico cultural, Cassirer escribe en el
ensayo citado que el humano ha dejado de vivir en un mundo material y se ha puesto a
vivir en un mundo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte, la religión son elementos de este
universo. (1997)
El mundo es para los humanos una interpretación socio-histórica y cultural del mundo, los
símbolos son las figuras que se usan para relacionarse y para conocer lo constituido como
real. El símbolo, del griego symbolon -que se traduce como yo junto o hago algo coincidir-
es una forma de realidad que permite la búsqueda de los elementos a reunir, el símbolo
reclama la otra parte para establecer la coincidencia. Para Cassirer (1997) los signos y
símbolos pertenecen a dos universos de discursos distintos: el signo es un elemento del
universo físico del ser, el símbolo en cambio, es el tránsito de un signo al universo humano
del sentido.
Mientras los signos poseen entidad física, los símbolos sólo tienen un valor funcional,
están conformados por la segunda parte del objeto que se intenta unir y se pueden
catalogar en dos grupos, los unívocos, como los lógico matemáticos o los polisémicos
para los que se requiere una experiencia y reflexión fundamentante que ayude al sujeto a
darles sentido.
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Paul Ricoeur en su libro Freud: una interpretación de la cultura establece que el símbolo
posee un valor ontológico por sí mismo antes de consolidarse en la conciencia
cognoscitiva (1980). El símbolo es el elemento sustantivo con el que el sujeto estructura
su relación con el mundo, antes de ser lenguaje el sujeto conforma con el símbolo, desde
la profundidad no consciente, la relación con lo real, persigue una interpretación histórico-
social de las cosas que aparecen a la sensación, al intelecto, a la fantasía y a la
conciencia. (Ricoeur; 1980)
El humano vive una realidad más amplia que cualquier otra especie y por lo tanto la
dimensiona de manera particular, el animal responde de inmediato a un estímulo exterior
en tanto que la respuesta del humano es lenta y retardada por que es un proceso
complejo de pensamiento, el humano no puede escapar a este logro, ya no vive en un
universo físico sino en un universo simbólico. El humano ya no puede ver la realidad de
manera inmediata, ahora la realidad física retrocede en la medida en que avanza su
actividad simbólica, ahora sólo puede ver y conocer a través de este medio artificial.
El humano, animal racional, puede definirse como un animal simbólico, es el homo
simbolicus de Cassirer.
Símbolo y espacio privado
El símbolo refleja algo distinto de sí mismo, es la racionalización de un fenómeno de la
realidad, ya sea natural o cultural, objetiva o conceptual.
El reconocimiento de una realidad hace referencia a la misma realidad que llega a ser
interpretada de maneras diferentes por sujetos diferentes. El acceso a la realidad es un
proceso condicionado en un primer momento por el carácter del objeto de conocimiento
que está en estado de incesante dinamismo y en un segundo momento por el interés y la
experiencia específica del sujeto que interactúa en uno o varios espacios públicos.
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La principal función del símbolo es ocupar el lugar del objeto o del concepto, aun cuando
no lo refleja en toda su extensión y profundidad ya que su identificación depende siempre
de un sujeto que busca determinaciones objetivas en un momento histórico y en una
situación social sincrónica.
El emisor del mensaje guía intencionalmente y de manera inequívoca al receptor hacia la
identificación del objeto, de sus cualidades e incluso le propone al sujeto acciones o
eventos en su discurso. El desarrollo de la referencia objetual y el desarrollo del
significado se manifiestan como procesos diferentes, así se distinguen los dos niveles del
símbolo:
1) La referencia (reconocimiento) y
2) La significación (dar sentido a los signos).
La referencia del símbolo con el objeto -cualidad o acción existente- resulta una relación
real pero distinta de su relación con el significado. Un símbolo cualquiera tiene como
función determinar a un objeto como reflejo de sus rasgos aceptados y consensuados
socialmente, pero el proceso de interpretación de los símbolos se hace con relación a las
experiencias individuales, objetivas y subjetivas.
El elemento generador de un símbolo es una necesidad de abstracción, de conceptuación
que tiene como finalidad por un lado comunicar de manera concreta e intencional y por el
otro motivar a los sujetos al intercambio social.
Lo que une al símbolo y al sentido son dos cosas, la primera es que se conforman como
una unidad del intercambio comunicativo donde la intención del mensaje puede
desembocar en acción y la segunda es que la relación entre lo contextual y lo subjetivo se
establece cuando el sujeto otorga al símbolo un sentido individual derivado de un contexto
determinado en momentos específicos de la vida del sujeto.
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Espacio privado e ideología
Todo símbolo implica por un lado una relación con la realidad fenoménica y por el otro una
visión valorativa de esa misma realidad. El juicio de valor que el sujeto incorpora al
símbolo es de carácter social, los criterios valorativos con los que un grupo social
determina al objeto son apropiados por el sujeto como parte de la totalidad de sus rasgos
significativos.
El símbolo, como elemento ideológico, apunta hacia algo que está fuera de él y produce
en el sujeto un acto de conciencia, un reflejo de lo representado, una idea, un significado
que busca semejanza entre la interpretación y el entendimiento. En este sentido, lo
ideológico adquiere el valor semiótico de una estructura estructurada y estructurante con
la que el sujeto determina sus acciones sociales.
El lenguaje, como generado del universo simbólico, siempre se encuentra junto a las
actividades ideológicas. La ideología es un hecho de conciencia pero es sobretodo un
hecho de conciencia electivo en el que los lenguajes participan como un medio para que el
sujeto se exteriorice. Desde este punto de vista se puede afirmar que la realidad
ideológica es la realidad de la interiorización de los símbolos sociales sobre la cual la
conciencia individual se constituye y se externa con el lenguaje. No existe símbolo en la
conciencia humana que no haya sido construido a partir de un origen ideológico-semiótico
de la sociedad en que se vive.
El mismo símbolo puede significar puntos de vista diferentes en los distintos espacios
públicos o mostrar relaciones diversas pero con diferente intención, a este respecto Bajtín
plantea a la ideología como un sistema de valores pero también de diferenciación
(Silvestry y Blanck; 1993) . Todo símbolo es ideológico y toda ideología existe en al algún
material en el que cobra forma como universo simbólico, al conjunto de elementos que
confieren ideología al símbolo, en un momento y en un lugar dados, Bajtín lo llamó
ambiente ideológico. (Silvestry y Blanck; 1993)
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Ahora hemos añadido lo ideológico como nuevo componente del ambiente simbólico-
semiótico, con él nuestra conciencia entra en contacto con la realidad y con las
valoraciones distintas y distintivas que responden a motivos culturales. En este sistema
tripartita se plasma al símbolo como una realidad sustituta de otra, como una metáfora que
toma forma en el lenguaje pero que no refleja exhaustivamente la realidad de la que parte.
En la génesis de un símbolo, su tema y sus significados, es esencial tomar en cuenta su
valoración social. La importancia que reviste para el grupo ciertas determinaciones sobre
el símbolo desprendidas de la visión que el grupo tiene de la realidad y que lo lleva a
implementar diferenciaciones intencionales con los universos simbólicos de otros sujetos.
Espacio privado, espacio público
Para Bajtín el hecho de conciencia se construye a partir de los lenguajes sociales que el
sujeto interioriza. El lenguaje primario que percibe el sujeto es el de las sensaciones y este
facilita la construcción en la conciencia de una trama de significados e intenciones.
(Silvestry y Blanck; 1993)
La mente individual es en realidad social, en su génesis y en su funcionamiento, el
lenguaje interior es la dialoguicidad con uno mismo, es la actividad comunicativa la que
modela el lenguaje. Los lenguajes, como estructuras estructuradas y estructurantes,
constituyen el material semiótico de la conciencia que acompaña a todos los actos
ideológicos, aún los no lingüísticos. El lenguaje interior se origina por introyección de los
lenguajes socializados y de ellos el sujeto retiene sus propiedades, en tanto que los
símbolos, cuando se exteriorizan en los espacios públicos, se despliegan como
instrumentos cuya intención objetiva es establecer relaciones con otros sujetos.
Es entonces cuando los lenguajes se conforman como el principal agente de la conciencia
y esta aparece entonces como una forma de contacto fenomenológico con uno mismo, es
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decir, que en un primer momento pasa de la percepción que el sujeto tiene de sí mismo a
la conciencia de sí mismo para acto seguido, pasar a la conciencia social de sí mismo.
El lenguaje interior transita de las percepciones a la razón y la mayor de las veces de ésta
a la expresión verbal. El diálogo interior es ya una hecho de conciencia que habla desde
su interior y que se exterioriza con diversos lenguajes como una réplica del habla interior,
el lenguaje no se aprende tampoco por vía ontogenética, el sujeto lo aprehende del medio
social y se apodera de él a medida que la interioriza y construye su conciencia.
Las características del lenguaje interior, en el aspecto semántico, pueden determinarse
como:
1) Su significado se decodifica de manera neutral en todos los casos en que el
símbolo aparece.
2) Su sentido es la significación contextualizada, determinada por factores
culturales externos. (Silvestry y Blanck; 1993)
Se ha reiterado sobre que el lenguaje interior se genera a partir de los lenguajes externos,
pero en el aspecto comunicativo los símbolos verbales y no verbales tienen un
funcionamiento similar, lo que hace posible que el sujeto interactúe con otros sujetos en el
marco de una circunstancia concreta.
Los lenguajes se interiorizan cuando el sujeto interpreta los símbolos lingüísticos y no
lingüísticos, cuando reorganiza los símbolos de manera discursiva y se externa entra en
contacto con lo social, los símbolos se hacen comunes para el comportamiento del sujeto
y para la supervivencia de cada cultura.
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Espacio público y realidad social
El sujeto necesita pensarse a sí mismo y hablar de sí mismo para llegar a conocerse, para
ello ha construido lenguajes que se originan en la vida cotidiana, en la interacción con la
naturaleza y con otros sujetos.
Los lenguajes también tipifican las experiencias del sujeto lo que le permite incluirlas en
categorías que adquieren significado para sí mismo y para los otros. Los lenguajes se
construyen con símbolos abstraídos de la experiencia cotidiana del sujeto, este los
recupera y los representa como elementos reales, de esta manera los lenguajes llegan a
constituir un elemento esencial para la aprehensión de la realidad, se vive y se conoce
cotidianamente en un mundo de símbolos.
En el caso de los mensajes como portadores de una carga simbólica, el orden del
discurso y su significado facilitan el proceso de resignificación. El proceso de
resignificación se encuentra subordinado a los valores culturales que conforman los
capitales culturales de los sujetos y de los grupos.
El universo simbólico se conforma por todos los significados atribuidos socialmente al
objeto y que son individual y subjetivamente apropiados, elementos como la historia social
y la biografía del sujeto concurren en este proceso. Es necesario señalar que las
situaciones que no llegan a vivenciarse directamente en la realidad cotidiana del sujeto,
también llegan a componer su universo simbólico.
Los universos simbólicos son productos sociales que facilitan la conformación de la
historia de cada sujeto. Con los universos simbólicos el sujeto puede ordenar su biografía
ante lo social y construir el mundo como proyecto de sus propios significados de la
realidad.
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Identidad cultural como situación humana
La transformación de la identidad cultural involucra dos espacios, el primero es el espacio
privado del sujeto conformado por la propia la subjetividad y el segundo que es el espacio
público, es decir, la normatividad y el consenso social.
La identidad cultural es más el desarrollo de un proceso que un objetivo determinado
desde el comienzo por el sujeto, es decir, la transformación de la conciencia individual en
la conciencia social depende de la capacidad reflexiva del sujeto para considerar al mundo
externo a partir de su propia subjetividad.
Resignifcación simbólica
La importancia de la identidad cultural del sujeto y su relación con procesos de
resignificación simbólica se centra en los proceso de interacción, de comunicación entre
los individuos, poniendo especial interés en el mensaje transmitido por uno de los ellos y
su efectividad en el otro sujeto
Es importante señalar que la resignificación simbólica en los procesos de comunicación es
un elemento de negociación de significados abierto a las diversas mentalidades y a los
diversos significados que caracterizan las interacciones de los sujetos en los diferentes
grupos humanos. Jeróme Bruner indica que los rasgos que definen la interacción
simbólica son principalmente:
1) Los seres humanos actúan en el mundo sobre la base de que sus acciones
tienen un signficado
2) Los significados son producto de la interacción social
3) Esos significados son manejados y modificados mediante un proceso
interpretativo utilizado por cada individuo. (Bruner; 1991)
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La resignificación simbólica se basa en el estudio de los signos y símbolos que a nivel
sincrónico han sido establecidos y convenidos socialmente, de la facultad de simbolizar
cualquier función específica de la humanidad se han derivado diferentes tipos de lenguaje.
La resignificación simbólica se inscribe en las posibilidades de desarrollar investigaciones
en el ámbito de los procesos de comunicación y de la forma en cómo éstos se consolidan
y promueven a su vez, los diferentes significados sociales. La comunicación es siempre
intencional en la medida en que el emisor espera una respuesta del perceptor y esta
puede objetivarse en acciones u observarse en comportamientos
Lenguaje, comprensión y experiencia del mundo son conceptos conectados y son con los
que el sujeto vive la significación del mundo. Es aquí donde el sentido toma también
carácter de categoría para el análisis psico-cultural si lo enfocamos como modos de
resignificación simbólica.
Interpretar y comprender una acción subjetiva implica entender los motivos que llevan a
las personas a actuar de manera determinada, pero se debe poner especial atención al
contexto en el que la acción se desarrolla.
A manera de conclusión se puede asentar que mucho se ha dicho acerca de que la
investigación de orden social no explica, sino que comprende, no busca causas, sino
relaciones, no cuenta datos, los interpreta, no busca generalizar los resultados, sino dar
sentido a éstos. Partiendo de un enfoque interpretativo se puede tomar a los lenguajes
como única posibilidad para que el sujeto interprete y construya el mundo, su mundo.
La posmodernidad ha posibilitado el observar que los discursos científicos, religiosos,
políticos ya no son ni únicos ni unívocos, tampoco lineales sino que se pronuncian a partir
de diferencias argumentativas que conviven en el mismo momento histórico y en la misma
cultura. Así es posible sugerir otras categorías de análisis como el lenguaje, la
significación, la historia, los deseos, las expectativas sociales, las necesidades satisfechas
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y las no satisfechas, es decir, retomar a la subjetividad en su carácter dinámico, en la
interacción con los otros, como una construcción que sólo es posible en la relación
dialéctica de lo individual con lo social. Se puede recordar el concepto de subjetividad
Habermas en el que la determina como un programa teórico que concibe a la sociedad
como un plexo estructurado en términos de sentido (1993).
Es necesario recordar que antes de ser nosotros somos historia (Fullat; 1997), a partir de
la historia y del lenguaje el sujeto interioriza su experiencia con la civitas, con el mundo
social, con la educación, con los símbolos, con las leyes, y que a partir de un consenso, el
sujeto interioriza esta visión social del mundo sobre la que edifica la suya propia siendo
esta su muy particular y única visión del mundo.
Estudios e investigaciones en la línea de la resignificación simbólica nos da la posibilidad
de recuperar al sujeto en tanto histórico, como la posibilidad de proponer, de dar sentido a
los discursos. Ya no hay razón, se proponen razones, ya no hay discurso, sino
argumentaciones diversas, ya no hay una sola visión de la historia, se interpretan sujetos y
momentos históricos, el discurso científico de las ciencias exactas convive con el discurso
hermenéutico de las ciencias humanas. Ya no sólo hay que analizar fenómenos naturales
como los que estudia la física, la química y la biología, ahora se construyen fenómenos del
mundo social que son estudiados por las ciencias humanas en tanto las orientaciones
sociológicas y psicológicas de los diversos grupos sociales en sus también diversas
esferas socio-culturales en que se mueve el sujeto y que se llegan a ver afectadas por su
pensamiento, comportamiento y acciones.
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Fuentes de consulta
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