Imperio ruso: Contexto literario
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1721 - 1917
*
El zarismo fue el sistema político
predominante en el Imperio Ruso desde
el siglo XVI hasta comienzos del siglo
XIX. Hay que decir, que el zarismo fue
el único régimen absolutista que se
mantuvo en Europa tras la caída del
Antiguo Régimen en el siglo XVIII.
El término zar se utilizaba para
designar a los monarcas que regían el
territorio y que tenían gran poder. En
el caso de que el zar fuera una mujer,
recibía el nombre de zarina. El símbolo
oficial del zarismo es el águila con dos
cabezas.
Tiene su origen en la antigua palabra
para designar a los gobernantes del
Imperio Romano: “caesar” y por
supuesto guarda una relación de
significado con ella, ya que los zares
llegaron a reunir tanto poder en sus
manos como los desaparecidos
emperadores romanos.
Este término ha sido utilizado desde
tiempos antiguos, y en distintas
culturas ha designado a los monarcas
en general. Durante la Edad Media,
algunos reyes búlgaros llevaban el
nombre de zar.
Los zares, al ser gobernantes
absolutistas, eran los responsables de
todo el sistema político, económico y
administrativo, es decir, controlaban
todos los poderes del Estado,
reunidos en su persona.
Es importante para descubrir el
significado del zarismo, averiguar
cómo fue su origen. Hay que decir,
que en el siglo XIV, los rusos estaban
bajo el dominio de los tártaros (que
era el nombre que recibían los
mongoles en aquella época).
Fue gracias a la victoria rusa en la
batalla de 1380, cuando se empezó a
vislumbrar el fin de la dominación. Su
precursor sería Dimitri Ivanovich de
Moscú. A partir de este momento, las
diversas regiones rusas se alzarían
contra los mongoles y con el paso del
tiempo se lograrían más conquistas.
El Gran Príncipe de Moscú
Dimitri Ivanovich, luego
conocido como Dimitri
Donskoi
Cartel patriótico ruso
de 1914 con la
imagen de Dimitri
Donskoi
Dimitri Donskoi
en el momento
cumbre del
combate
El Gran Príncipe Dimitri Donskoi es curado
de sus heridas tras la batalla
Columna
conmemorat
iva de la
victoria rusa
de Kulikovo
Sin embargo, el triunfo definitivo
llegaría un siglo más tarde, en el año
1480, cuando el príncipe Iván III
proclamó oficialmente la
independencia rusa y se rebeló contra
los tártaros (turcos), dejando de pagar
los impuestos.
Rusia dejaba de estar oprimida y empezaba a
tomar contacto con sus países vecinos. Poco a
poco se estaba creando la nación más
poderosa de todo el continente europeo. Los
rusos eran conscientes de ellos y tras la caída
definitiva de Constantinopla y con ella del
Imperio Bizantino, se consideraron como la
nación más poderosa del mundo.
https://www.youtube.com/watch?v=d68hiNyhY64
El primer zar de la
historia de Rusia fue
el monarca Iván IV,
quien quiso adoptar
este título para
resaltar el cambio que
había experimentado
la monarquía.
También se proclamó
Gran Príncipe de todas
las Rusias. Estamos
hablando del año
1547.
Como es propio de los
regímenes absolutistas, el
monarca ruso consideraba
que su poder estaba
avalado por el mismo Dios
y que ninguna otra persona
podría estar por encima de
él ni podría contradecir sus
órdenes.
(Iván IV El Terrible, primer zar de la historia de Rusia)
Iván IV fue un monarca obsesionado
con la posibilidad de ser traicionado
por sus más allegados, algo que
terminó por llevarle a la locura y a
poner en serio peligro la hegemonía
de Rusia. Después de su muerte,
Rusia no recuperaría su esplendor
hasta la llegada de la dinastía
Romanov.
En 1547 a los diecisiete años, Iván recibió el
título de zar y el tres de febrero contrajo
matrimonio con Anastasía Zajárina-Románova.
El príncipe Iván efectivamente fue asesinado
por su propio padre. El zar lo mató en un
ataque de ira, asestándole un golpe mortal en
la cabeza con un bastón. Alexéi Adáshev, uno
de los ayudantes más cercanos del zar, murió
de hipotermia en una celda. Fiódor Basmánov,
otro confidente, fue obligado a matar a su
padre y luego fue ejecutado por este crimen.
Los estudios médicos de la época moderna
afirman que el zar Iván IV en los últimos años de
la vida fue tratado de varias enfermedades con
dosis regulares de mercurio. Este tratamiento
dañaba el cerebro y producía constantes cambios
de humor, ataques de euforia y cólera. De hecho,
cuando en 1963 en el kremlin de Moscú fue
abierto el sepulcro del primer zar ruso, entre los
restos encontraron de una cantidad excesiva de
mercurio. No se descarta que el monarca fuera
envenenado.
El zar, brillante orador, filósofo y escritor y
amante de la literatura, poseía una de las
más ricas bibliotecas de la época. Esta
despareció misteriosamente y todavía los
investigadores continúan buscándola. Iván IV
era asimismo gran aficionado al ajedrez, de
hecho, se dirigía a una partida de este juego
cuando falleció el dieciocho de marzo de
1584.
La construcción de la
catedral fue ordenada por
el zar Iván el Terrible para
conmemorar su triunfo
contra los mongoles, y se
realizó entre 1555 y 1561.
https://www.youtube.com/watch?v=4pkp2Tesy04
Miguel I fue el primer zar de la
familia de boyardos Románov
(nobles rusos terratenientes), que
comenzó una nueva dinastía de
zares y emperadores de Rusia, la
casa Románov, que reinó más de
300 años, desde 1613 hasta 1917.
La asamblea eligió a Miguel Románov,
nacido el 22 de julio de 1596 en
Moscú y procedente de una famosa
familia de boyardos rusos de origen
cosaco, para que pusiera fin al
periodo de desgobierno de Rusia,
fundando así la dinastía Románov y
continuando el proceso de
establecimiento en el país de la
monarquía absoluta.
Miguel I se casó en dos ocasiones, la primera en
1624 con María Dolgorúkova, que murió cuatro
meses después sin tener hijos, y en 1626 con
Yevdokía Streshniova, con quien tuvo nueve
hijos, tres niños y seis niñas.
Se considera que la misión principal del zar
Miguel I en la historia de Rusia fue acabar con el
periodo de inestabilidad y preparar al país para
el reinado de un heredero digno y bastante
exitoso como fue, tras su fallecimiento en 1645,
su hijo Alejo.
Los sucesivos monarcas recibieron el nombre
de zares hasta la creación del Imperio Ruso en
el año 1721, que sustituiría al antiguo zarato.
Tras esta fecha, el título de zar fue siendo
sustituido por el de “imperator”, aunque
ambos títulos seguirían conviviendo y el de zar
se utilizaría como término accesorio al de
emperador, puesto que designaba la soberanía
sobre un territorio en concreto. Pedro I,
conocido como el Grande, fue el primer
monarca ruso que reunió ambos títulos.
La expresión «Rusia imperial» designa el
periodo cronológico de la historia rusa desde
la conquista de los territorios comprendidos
entre el mar Báltico y el océano Pacífico
(1521) iniciada por Pedro I hasta el reinado
de Nicolás II, el último zar, y el comienzo de
la Revolución de 1917.
Con la creación del Imperio Ruso, los
zares incrementaron considerablemente
su poder, ejerciéndolo sin límites y
considerándose dignos sucesores de los
antiguos gobernantes de los Imperios
Romano y Bizantino, ya que consiguieron
unificar todos los territorios rusos y
tenerlos bajo su dominio.
Pedro I el Grande, es la figura más
sobresaliente de toda la dinastía de los
zares rusos Románov, desde el primer
representante de la casa, Miguel I
(1613-1645), hasta Nicolás II (1894-
1918), asesinado por los bolcheviques.
Pedro I reinó desde 1682 hasta
su muerte en 1725. Gracias a su
gobierno la antigua y atrasada
Rus se convirtió en una
potencia europea y su
aristocracia cambió las antiguas
costumbres por las modernas a
la manera europea.
Pedro I transformó significativamente el país
durante su reinado al iniciar, encabezar y realizar el
proceso político, económico y cultural de
“occidentalización” de Rusia. El primer emperador
ruso llevó a su nación hacia una extraordinaria
transformación administrativa del poder estatal,
hacia la reorganización del Ejército y de la Marina
de guerra y hacia una reforma del ámbito
económico.
Este eminente personaje de la historia de los siglos
XVII y XVIII fue el vencedor en múltiples guerras
contra Turquía, Suecia y Persia, lo que convirtió al
país en un imperio poderoso y cambió el papel de
Rusia en el panorama europeo y mundial.
Infancia en medio de intrigas y revueltas
Pedro (Piotr Alexéyevich) nació el 9 de junio
de 1672 en Moscú. Fue el hijo menor de zar
ruso Alejo I, que gobernó Rusia desde 1645 a
1676, y de su segunda esposa, Natalia
Narýshkina.
En 1682, tras la muerte del zar Teodoro III, medio
hermano de Pedro, que reinaba en Rusia tras la
muerte de Alejo en 1676, la familia Naryshkin
proclamó sucesor a Pedro. La Duma (Consejo) de los
boyardos eligió al joven para convertirse en zar y a
su madre como regente.
Sin embargo, la familia Miloslavski, de la primera
esposa del zar Alejo I, y sus aliados, provocaron una
sangrienta revuelta de los streltsí, un cuerpo militar
de élite, y obligaron a que Pedro compartiera la
corona con su medio hermano Iván V.
El joven príncipe ruso fue testigo de
la revuelta durante la cual fueron
asesinados muchos de sus parientes y
amigos. Desde aquel momento Pedro
contrajo un tic nervioso que le
desencajaba el rostro en situaciones
críticas.
En el trono doble
Pedro, de diez años de edad y el
menor de la familia, y su medio
hermano Iván, de dieciséis años —
enfermo, medio ciego y discapacitado
mental— fueron proclamados
conjuntamente zares y ascendieron al
trono bajo la regencia de la hermana
mayor de Iván, la princesa Sofía,
protegida de la familia Miloslavski.
En 1689, Pedro I aplastó los intentos de
la regente Sofía para tomar el poder por
medio de un golpe palaciego. Apoyado
por sus regimientos, Pedro I conjuró el
peligro de la nueva sublevación. Sofía
fue recluida en el monasterio de
Novodévichi, donde falleció tras 15 años
de encierro.
Solo en el trono ruso y primer contacto
con Occidente
En 1696, después de la muerte de Iván
V, Pedro I se proclamó zar de Rusia y
se convirtió en el único y autocrático
gobernador del Estado.
La personalidad de Pedro se formó bajo la
influencia de los habitantes de la llamada
“colonia alemana” de Moscú. Pedro, llevado
por la curiosidad, frecuentó este barrio de
extranjeros, donde observó sus tradiciones y
costumbres europeas y pudo comparar la vida
tradicional de su ambiente con los progresos
occidentales. Así también entró en contacto
con comerciantes europeos.
Durante los años 1697 y 1698 Pedro viajó por Europa
con la Gran Embajada, una delegación rusa formada
por hasta 250 personas en total, estableciendo
contactos diplomáticos en Prusia, Austria, Inglaterra,
Polonia y Alemania y buscando aliados en la lucha
contra el Imperio otomano.
Gracias a sus viajes por Europa, Pedro I pudo
estudiar con detenimiento cómo se desarrollaba la
vida económica y política de las potencias de la
época, adquiriendo ideas que pronto usaría en su
propia nación.
En el verano de 1698 estalló una nueva sublevación
contra la política reformista que Pedro I estaba
emprendiendo en su búsqueda de vías para
modernizar la nación.
El zar se vio obligado a regresar del extranjero a
Moscú, donde aplastó la revuelta con gran crueldad:
en la Plaza Roja, cerca del kremlin moscovita
fueron ahorcados centenares de rebeldes
insurgentes (unas miles de personas en total). Las
ejecuciones continuaron casi un año, hasta la
primavera de 1699.
La política de extensión de Pedro el Grande
transformó la Rusia antigua en un imperio
poderoso y la política interior intentó
modernizar el Estado al estilo de las
naciones europeas occidentales. Mientras se
llevaban a cabo estos cambios, los
partidarios de la línea patriarcal y ortodoxa
de Rusia culpaban al emperador de cambiar
el camino histórico y tradicionalista del
país.
Pedro el Grande fundó San Petersburgo, llamada
“la capital del norte” rusa, que desde 1703
hasta 1918 fue el centro político del país.
El famoso poeta ruso Alexandr Pushkin
escribió en el poema “El jinete de
bronce” que el primer emperador ruso
había abierto “la ventana a Europa”.
Pedro el Grande se casó dos veces. Su primera
mujer fue Yevdokía Lopujiná, fruto de un
matrimonio arreglado por su madre, Natalia
Narýshkina. Tuvo dos hijos, Alejo (1690-1718) y
Alejandro (1691-1692).
La página negra del reinado de Pedro I fue la
muerte de su primer hijo, el príncipe Alejo, que
falleció en 1718, a los 28 años, condenado a
muerte por un complot contra su padre. Según
algunos historiadores, Alejo fue estrangulado por
cortesanos del zar ruso en la fortaleza de Pedro y
Pablo en San Petersburgo.
El emperador ruso murió el 8 de febrero de
1725, a los de 52 años de edad, en San
Petersburgo, la nueva capital de su imperio, a
consecuencia de una neumonía.
Falleció sin dejar un heredero digno y fuerte.
Tras su muerte en el imperio que fundó
comenzó una serie de reinados débiles hasta la
coronación de la emperatriz Catalina II la
Grande.
https://www.youtube.com/watch?v=sYj7v60--Fs
Catalina II (1729-1796) fue emperatriz de Rusia durante 34
años, desde 1762 hasta su muerte en 1796, y la única
monarca rusa, junto con Pedro I, que en la memoria
histórica de sus compatriotas resultó merecedora del noble
epíteto de “la Grande”.
Catalina II fue una figura clave de su época que sin duda
alguna marcó una etapa muy importante en la historia de
Rusia, convirtiéndose en una de las líderes más destacadas
del país. Bajo su reinado el Imperio ruso logró grandes
avances gracias a las ampliaciones de territorio y las
mejoras del sistema administrativo. La emperatriz
continuó la labor emprendida por su antecesor en el trono,
Pedro I el Grande, basada en la occidentalización
progresiva de Rusia hasta convertirla en una potencia
europea.
Catalina es conocida como una de las
gobernadoras más cultas de la historia rusa. Leía
constantemente y se mantenía siempre informada
sobre los acontecimientos políticos tanto de Rusia
como del resto de Europa. Hablaba con soltura
varios idiomas y mantenía correspondencia con
muchas de las mentes más lúcidas de la época,
como Voltaire o Denis Diderot, cuyas ideas
influyeron en el pensamiento político de la
monarca. Con eso su sagacidad diplomática le
permitió atraer opiniones favorables de las cortes
europeas occidentales hacia su reinado.
El nombre de la zarina era Sophie Fredericke
Auguste von Anhalt-Zerbst y nació el 2 de mayo
de 1729 en Estetinia (o “Szczecin”, en Polonia)
en la familia de un general prusiano que ejercía
de gobernador de la ciudad en nombre del rey
de Prusia. De acuerdo con la costumbre de
entonces entre la nobleza alemana, su
educación estuvo a cargo de tutores franceses,
gracias a los cuales aprendió la lengua francesa,
música y bailes, así como las nociones generales
de historia, geografía y teología.
En 1744 la joven llegó a San Petersburgo por
invitación de la emperatriz Isabel (hija de Pedro
I y Catalina I, que reinó desde 1741 hasta su
muerte en 1761), que estaba buscando para su
sobrino el gran príncipe Pedro, nieto de Pedro
el Grande, una futura esposa procedente de una
estirpe noble alemana. Por diferentes razones,
entre ellas más económicas que políticas, los
padres de la princesa alemana no tardaron en
enviarla a Rusia para el casamiento.
Una vez establecida en San Petersburgo, su
bautizó por la Iglesia ortodoxa rusa Yekaterina
Alexéyevna, un gesto de gran importancia para su
futuro político en su nueva patria. Gracias a su
prudencia innata y su carácter emprendedor
empezó a dedicarse con ansia al aprendizaje de
la lengua rusa y a “absorber su cultura”,
procurando conocer a fondo las antiguas
tradiciones, la rica historia y las disparatadas
costumbres. Sus esfuerzos no tardaron en dar
frutos: de este modo no solo pudo ganarse la
simpatía de la entonces emperatriz Isabel, sino
también la del pueblo ruso.
En 1745 contrajo matrimonio con el gran príncipe Pedro de
Holstein, heredero al trono ruso, que en enero de 1762
sería proclamado emperador de todas las Rusias con el
nombre de Pedro III. Mientras su “infantil” marido estaba
totalmente absorbido por los juegos de soldaditos de
plomo, Catalina, ansiosa por obtener el verdadero amor y
el poder absoluto, leía ávidamente los escritos sobre
historia y derecho, así como las obras de pensadores
franceses. Según mencionan los archivos, siempre estaba
rodeada de detractores, su marido no la amaba y Catalina,
al dar a luz en 1754 a su hijo (el futuro emperador Pablo I)
empezó a temer que la echasen de su querida Rusia. “He
tenido muy buenos profesores, la desgracia y la soledad”,
según recordaba más tarde. La enfermedad y la muerte de
la emperatriz Isabel (en 1761) cambiaron bruscamente el
tedioso desarrollo de los acontecimientos.
Teniendo en cuenta sus innatas simpatías
proalemanas, así como la apatía política y falta
de aptitudes de su marido, recién llegado al
trono ruso, Catalina pudo haber despertado
recelos en su contra entre la nobleza rusa y la
temible guardia imperial. Para contrarrestar
estos peligros decidió crear a su alrededor una
considerable red de amigos y aliados entre la
elite de la Corte. “Gobernaré o moriré”, confesó
en una ocasión en su carta al enviado de
Inglaterra Charles Williams.
Contando con el apoyo del Ejército y de los condes
Orlov, al igual que el respaldo emocional de su
amiga Yekaterina Dashkova, el 28 de junio de 1762
dio un golpe de Estado sin derramamiento de
sangre, autoproclamándose soberana absoluta. Al
pusilánime de su marido lo encomendó a los
hermanos Olrlov, que sublevaron los regimientos de
la guardia imperial. El emperador fue detenido,
obligado a abdicar y poco después asesinado.
En 1762 en su lugar fue coronada Catalina a pesar
de no descender de emperadores rusos, sucediendo
así a su marido como en 1725 hiciera Catalina I al
suceder a Pedro I.
“Tartufo con falda y corona”, en palabras del
famoso escritor ruso Alexandr Pushkin, Catalina II
sabía cómo atraer a la gente. Intentando imitar
al zar Pedro el Grande, llevó a cabo numerosas
reformas: en 1762 apoyó la idea de crear en
Rusia el primer centro de formación profesional y
en 1763 reorganizó el Senado. En 1763-1764 para
superar dificultades financieras realizó la
secularización de las tierras de la Iglesia (de los
monasterios pasaron al fisco imperial), lo que
permitió finalizar la neutralización del clero
como fuerza política comenzada por Pedro I.
Su vida personal fue muy agitada y estuvo llena
de sobresaltos debido a su carácter apasionado
y un matrimonio poco afortunado con Pedro III.
Según las evidencias era físicamente atractiva y
de porte majestuoso.
Mientras tanto la relación con su hijo Pablo era
muy hostil, ya que ella no solía mostrar ni
sinceridad, ni amor hacia el niño.
La gran creatividad literaria de la
propia Catalina produjo obras de
teatro, cuentos para niños, relatos
históricos, artículos, cartas y notas
autobiográficas.
La esfera de intereses de Catalina en el campo del
arte era muy amplia y diversa, tan solo le faltó
“talento” para la música. Fundó la Academia de
las Artes Plásticas y su pasión por coleccionar la
convirtió en la fundadora de la colección del
museo Hermitage en San Petersburgo. Su
comprensión de la importancia de la lengua rusa
la llevó a iniciar la creación de la Academia de la
Lengua Rusa.
“Todos dicen que trabajo mucho
mientras que a mí me parece que he
hecho muy poco cuando miro en lo que
me queda por hacer”, escribía la
emperatriz, cuyo día siempre empezaba
a las 6 de la mañana y estaba planeado
al minuto. Decían que poseía una salud
de hierro y envejecía más despacio que
los demás. “En Francia cuatro ministros
no trabajan tanto como esta mujer, que
tiene que ser admitida en la serie de las
grandes personas”, dijo sobre ella, tras
conocerla, el rey de Prusia Federico II.
Probablemente esta entrega
apasionada al trabajo dejó huellas en
su salud. Su vida a los 67 años de
edad finalizó abruptamente debido a
una hemorragia cerebral el 6 de
noviembre de 1796 en Tsárskoye Seló.
La emperatriz Catalina II
fue enterrada en la
catedral de San Pedro y
San Pablo en San
Petersburgo.
https://www.youtube.com/watch?v=AVz18cxC0Qo