IMPRESIONISMO FRANCÉS

Se debe tener en cuenta que después de la I

Guerra Mundial, el mercado francés estaba

dominado por la industria de Hollywood. Sin

embargo, durante la década de los años 20, una

generación de directores expuso una nueva ola de

renovación cinematográfica.

Esta generación de artistas defendía la pureza del

arte cinematográfico y la comparaba con la poesía,

la pintura y especialmente con la música. Esta

concepción coincidía con la que Ricciotto Canudo

había expuesto, en el que denominaba el cine como

el Séptimo Arte.

Escena de El perro andaluz de Buñuel.

Esta película tiene sus bases en esta

corriente.

La emoción era, como se ha dicho, el elemento

central de su estética. El interés no recaía en la

acción o en el comportamiento de los personajes,

sino que se concentraba en su realidad interior.

También el tiempo y el espacio fueron

continuamente manipulados mediante el uso de

imágenes de la memoria, el lenguaje onírico,

fantasías o estados mentales.

La película La Sonriente

Madame Beudet de 1923

por ejemplo, está hecha

sobre los deseos y

fantasías de la

protagonista.

Los cineastas franceses de los años 20 usaron

varias técnicas cinematográficas para dar cuerpo a

los estados anímicos de sus personajes.

Es importante el recurso del montaje rítmico, para

sugerir el modo en que un personaje percibe la

realidad que lo rodea y los eventos que en ella se

manifiestan.

En los momentos más intensos el ritmo se

vuelve cada vez más acelerado, como en la

escena de la película francesa de este

género llamada La roue de 1923.

En La roue, el choque entre dos trenes está

representado por un montaje de planos muy breves

que se suceden muy rápidamente.

Aunque el cine Impresionista obtuvo grandes

resultados en el plano artístico, no consiguió

involucrar al gran público, sino a una pequeña élite,

convirtiéndose en un cine destinado a las minorías

hasta el día de hoy.