Independencias de Iberoamérica

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Independencias de Iberoamérica Primera Fase INVASION NAPOLEONICA GUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLA LEVANTAMIENTO Y PRONUNCIAMIENTOS. SILOGISMO DE CHUQUISACA REVOLUCIÓN DE CHUQUISACA JUNTA TUITIVA La Primera Fase de los procesos de independencia tiene lugar entre 1808 y 1810. El 19 de marzo de 1808 se produce el Motín de Aranjuez, que supone la abdicación de Carlos IV en Fernando VII a quienes Napoleón manejó a su antojo para conseguir el trono español en las abdicaciones de Bayona. El 2 de mayo comenzará la Guerra de la Independencia contra la ocupación francesa de la Península, que irá pareja a una revolución liberal por la asunción del poder por parte del pueblo español y la convocatoria de las Cortes de Cádiz. En 1810, los franceses ocupan la casi totalidad de Andalucía a raíz de la derrota española en la Batalla de Ocaña de 1809. Esto repercute en América provocando una serie de revoluciones en distintas ciudades contra las autoridades nombradas por las nuevas instituciones peninsulares, pero sin reclamar la independencia de la Monarquía encarnada en Fernando VII, y, además, en Nueva España tiene lugar el Grito de Dolores por el cura Miguel Hidalgo. Segunda Fase (1810-1814) REVOLUCUONES DE MAYO Y OTRAS INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY CONSTITUCION LIBERAL ESPAÑOLA DE 1812 La Segunda Fase tiene lugar entre las revoluciones americanas de 1810 y el regreso de Fernando VII al trono español en 1814. Estos cuatro años se caracterizan por los primeros movimientos independentistas americanos, aunque no reclaman la independencia respecto a Fernando VII con la única excepción de Caracas en 1811. Mientras, en la metrópoli, continúa la obra de las Cortes de Cádiz que, el 19 de marzo de 1812, promulgan la Constitución, la primera de la historia constitucional española. También tienen algunas sombras pues no se atendieron las reclamaciones de los diputados

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Independencias de IberoaméricaPrimera Fase INVASION NAPOLEONICAGUERRA DE INDEPENDENCIA ESPAÑOLALEVANTAMIENTO Y PRONUNCIAMIENTOS.SILOGISMO DE CHUQUISACA REVOLUCIÓN DE CHUQUISACAJUNTA TUITIVA

La Primera Fase de los procesos de independencia tiene lugar entre 1808 y 1810. El 19 de marzo de 1808 se produce el Motín de Aranjuez, que supone la abdicación de Carlos IV en Fernando VII a quienes Napoleón manejó a su antojo para conseguir el trono español en las abdicaciones de Bayona. El 2 de mayo comenzará la Guerra de la Independencia contra la ocupación francesa de la Península, que irá pareja a una revolución liberal por la asunción del poder por parte del pueblo español y la convocatoria de las Cortes de Cádiz.En 1810, los franceses ocupan la casi totalidad de Andalucía a raíz de la derrota española en la Batalla de Ocaña de 1809. Esto repercute en América provocando una serie de revoluciones en distintas ciudades contra las autoridades nombradas por las nuevas instituciones peninsulares, pero sin reclamar la independencia de la Monarquía encarnada en Fernando VII, y, además, en Nueva España tiene lugar el Grito de Dolores por el cura Miguel Hidalgo. Segunda Fase (1810-1814)REVOLUCUONES DE MAYO Y OTRASINDEPENDENCIA DEL PARAGUAYCONSTITUCION LIBERAL ESPAÑOLA DE 1812

La Segunda Fase tiene lugar entre las revoluciones americanas de 1810 y el regreso de Fernando VII al trono español en 1814. Estos cuatro años se caracterizan por los primeros movimientos independentistas americanos, aunque no reclaman la independencia respecto a Fernando VII con la única excepción de Caracas en 1811.Mientras, en la metrópoli, continúa la obra de las Cortes de Cádiz que, el 19 de marzo de 1812, promulgan la Constitución, la primera de la historia constitucional española. También tienen algunas sombras pues no se atendieron las reclamaciones de los diputados americanos, especialmente la representación de los territorios americanos en las Cortes.

Tercera Fase (1814-1820)RETORNO ABSOLUTISTAINTENTO DE RECONQUISTAGUERRAS DE INDEPENDENCIA AMERICANAS La Tercera Fase coincide con la etapa del reinado de Fernando VII conocida como "Sexenio absolutista", es decir, desde el regreso de Fernando VII al trono español en 1814, que elimina todo

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rastro de las medidas tomadas por las instituciones nacionales, hasta el triunfo del pronunciamiento del teniente coronel Rafael del Riego el 1 de enero de 1820, que supuso la vuelta al constitucionalismo.Esta fase se caracteriza por el envío de ejércitos expedicionarios a América para sofocar la rebelión, que provocará una reactivación del conflicto que será aprovechada por los líderes independentistas para convertir el conflicto en una lucha por la independencia de los territorios americanos. La causa española pierde buena parte del apoyo popular con el que contaba y en territorios como Colombia, Venezuela y Argentina triunfa la independencia.

Cuarta Fase (1820-1830)ORGANIZACIONES ESTATALES AMERICANASEXPULSION DE ESPAÑAGUERRAS CIVILES AMERICANASESPAÑA CONVULSA LIBERALES Y CARLISTAS. El año 1820 es el comienzo de la última fase de los procesos de independencia en Iberoamérica. En los años siguientes tiene lugar la independencia de la Nueva España y se configuran las nuevas repúblicas iberoamericanas, forjando un mapa muy parecido al actual. En 1824 tiene lugar la Batalla de Ayacucho que pone fin a las guerras de las independencias iberoamericanas.En la Península esta década continúa siendo convulsa. A los tres años inestables de gobiernos liberales, que suceden al pronunciamiento del teniente coronel Rafael del Riego, siguen otros diez de poder absoluto de Fernando VII, que perfilan los bandos de las guerras carlistas.Fernando VII no renunciará al continente americano y, por consiguiente, se ejecutarán varias expediciones para recuperar el territorio perdido. Estos intentos fracasarán uno tras otro, y será, durante la regencia de su viuda María Cristina de Borbón, cuando España empiece a pensar en el reconocimiento de las nuevas repúblicas iberoamericanas. Independencia de Brasil

El detonante para la independencia de Brasil es, al igual que para la América española, la invasión de la Península Ibérica por parte de las tropas de Napoleón. Los franceses capitaneados por Jean Andoche Junot (Bussy-le-Grand, Francia, 1771-Montbard, Francia, 1813) entrarán en territorio portugués en octubre de 1807, con el objetivo es aislar por mar a su eterna enemiga, Inglaterra.Ante estos hechos, los británicos ofrecerán protección a la familia real portuguesa y a su extensa corte para abandonar el país en dirección a Brasil. Encabezada por el regente Juan (Lisboa, Portugal, 1767-Lisboa, Portugal, 1826) y su esposa la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hija de Carlos IV, la expedición transportará a más de 10.000 personas. La corte se instalará en un principio en Salvador de Bahía donde llegará en enero de 1808, para establecerse definitivamente en Río de Janeiro.Desde 1808, y vistas las ventajas de gobernar desde este rincón del mundo, el príncipe regente elevará el principado de Brasil a categoría de reino, conformando el Reino Unido de Portugal, Brasil y los Algarves.Este ascenso a categoría de reino que impulsa Juan iguala en derechos a la colonia y a la metrópoli. Coincide con el fallecimiento de la reina María I (Lisboa, Portugal, 1734-Río de Janeiro, Brasil, 1816), incapacitada mentalmente para gobernar desde hacía años, y su sucesión en Juan VI.

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Juan VI, aprovechando la prosperidad económica y la relativa tranquilidad interna, planea la expansión de Brasil hasta anexionarse la Banda Oriental, creando la Provincia Cisplatina en 1817, pese a la combativa oposición de José Gervasio Artigas.La mecha de la independencia había prendido también en Brasil. El levantamiento más importante será el de Pernambuco de 1817 que aúna al descontento, los problemas económicos y sociales de la población frente a la prosperidad de que goza la corte en Río, en un momento en el que la reactivación mundial de la economía hunde los precios brasileños. Los insurrectos persiguen la instauración de una república, pero el movimiento se acaba con la represión y la ejecución de los cabecillas.Pacificada ya la Península Ibérica, en Portugal crece el descontento por la permanencia de Juan VI en Río de Janeiro. Las protestas se canalizan a través de las propuestas de un liberalismo constitucionalista al estilo español, llegando a pronunciarse un grupo de militares en Oporto en agosto de 1820, como lo había hecho unos meses antes en España el teniente coronel Rafael del Riego.Portugal padece los descalabros de la apertura y la libertad del comercio decretada para la flota británica bajo la regencia de un general inglés. La culpa se achaca a la desatención de Juan VI en beneficio de sus intereses brasileños. Obligado por los acontecimientos y contra su voluntad, el rey regresará a Lisboa en 1821, donde aceptará la futura constitución que elaborarían las Cortes en Portugal.Consciente del clima liberal e independentista que invade la excolonia, el rey Juan deja en Brasil a su hijo Pedro (Queluz, Portugal, 1798-Queluz, Portugal, 1834), y le recomienda que encabece los posibles movimientos emancipadores que surjan para asegurarse la permanencia de la dinastía Braganza al frente de Brasil.Las Cortes de Lisboa con una escasa representación brasileña, pese a la igualdad jurídica de ambos territorios, son el escenario donde se debate la permanencia de Brasil como reino o su vuelta al estatus de colonia anterior a 1808. En tierras brasileñas se produce una división entre los que quieren mantener el sistema actual, con una autonomía que tanto había favorecido sus negocios, entre ellos la trata de esclavos; y los liberales radicales, partidarios de un régimen republicano.En Portugal, la mayoría, partidaria de la supresión de la autonomía, exige la vuelta a Lisboa del príncipe Pedro. Los grupos de poder brasileños son conscientes de lo que supondría el regreso a sus orígenes como colonia. El príncipe Pedro se niega a viajar a Portugal el 9 de enero de 1822, y el 7 de septiembre declara la independencia. En diciembre, es coronado como Pedro I, emperador de Brasil.Ante la lejanía física, Portugal se ve incapaz de atajar esta sublevación. El territorio independizado adoptará la forma de imperio bajo un gobierno liberal. Inglaterra no tardará en reconocer a la nueva nación (1825), a cambio de sustanciosas mejoras en sus ya ventajosas relaciones comerciales. Portugal seguirá los pasos de Inglaterra, alentada por ésta y por la generosa indemnización que recibirán del nuevo imperio.En 1831, Pedro volvió a Portugal para recuperar el trono que le había usurpado su hermano Miguel (Lisboa, Portugal, 1802-Karlsruhe, Alemania, 1866) a la muerte de Juan VI y entregarlo a su hija María (Río de Janeiro, Brasil, 1819-Lisboa, Portugal, 1853). Y en el trono brasileño le sucedió su hijo Pedro II (Río de Janeiro, Brasil, 1825-París, Francia, 1891).

Reconocimiento por parte de España Tras la derrota de Ayacucho en 1824, España tiene que retirarse de la América continental. Fernando VII se empecina en la reconquista de América, impidiendo el reconocimiento de la

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independencia. Habrá que esperar a la llegada de su viuda, la reina María Cristina, a la Regencia en 1833, para que empiece a cambiar la situación. Atrás quedarán los intentos de conseguir una confederación al estilo de la Commonwealth británica.Tanto las nuevas repúblicas como España estaban interesadas en el reconocimiento. A las primeras, el reconocimiento equivalía a la ratificación por parte de España de la pérdida de su soberanía, mientras que para España era necesaria la firma de tratados comerciales. Sin embargo, lo que caracteriza este proceso es la ausencia por parte de España de proyecto para ejecutar de manera coordinada y coherente los diferentes reconocimientos.A comienzos de 1834, el gobierno de España presidido por Francisco Martínez de la Rosa (Granada, 1787-Madrid, 1862), con el respaldo de Reino Unido, manifiesta su intención de iniciar las negociaciones. La primera nación con la que se firmó un tratado fue México, cuyo representante en Londres, Lorenzo Zavala (Tecoh, México, 1788-San Jacinto, Estados Unidos, 1836), empezó las negociaciones con el representante español, el Duque de Frías. La firma del Tratado de paz, amistad y comercio con la República de México se llevó a cabo el 28 de diciembre de 1836, después de la autorización por parte de las Cortes.Desde ese año y hasta 1850 se producen los reconocimientos de Ecuador (1840), Chile (1844), Venezuela (1845), Bolivia (1847), Costa Rica y Nicaragua (ambos en 1850).Con la entrada de capital extranjero en la Península Ibérica, la política exterior será más agresiva, como demuestra la participación en la guerra del Pacífico (1863-1866), el imperio mexicano de Maximiliano (1861-1862), la anexión de Santo Domingo (1861-1865) o la guerra cubana de los Diez Años (1868-1878). Durante este período se firmarán los acuerdos con República Dominicana (1855), Argentina y Guatemala (1863), Perú y El Salvador (1865). Cinco años más tarde se firmará con Uruguay (1870).Con la política de recogimiento llevada a cabo por el presidente Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 1828-Arrasate/Mondragón, Gipuzkoa, 1897) en la Restauración, se firman los tratados con Paraguay (1880), Colombia (1881), Honduras (1894), y finalmente, de Panamá (1904), que se había independizado de Colombia un año antes.

Las últimas posesiones Tras la pérdida de casi todos sus territorios en Ultramar, un hecho ya irreversible a fines de 1825, la Monarquía española se ve reducida a una serie de territorios estructuralmente muy heterogéneos, geográficamente muy dispersos y aislados entre sí. Las islas Filipinas, la isla de Cuba y la de Puerto Rico continuaron perteneciendo a la Monarquía española hasta 1898, y Santo Domingo, actual República Dominicana, volvió a integrarse transitoriamente en ella hasta 1865.En 1795, por el Tratado de Basilea, España cedía Santo Domingo a Francia. Años más tarde, se produce la invasión haitiana en Santo Domingo sitiando la capital y practicando una guerra de destrucción de cultivos y ganado para reducir por hambre a los defensores dominicanos. Tras una penosa y destructiva guerra de Independencia contra los franceses (1808-1809), Santo Domingo se reincorporó a la Monarquía española. Llegó la paz, pero continuó la ruina económica y comercial. La metrópoli no se hallaba en condiciones para ayudar a la reconstrucción de Santo Domingo, ya que la Guerra de la Independencia en España y las guerras de independencia iberoamericanas agotaron todos los recursos disponibles. En 1822, se produce una nueva invasión haitiana, seguida de un período de unidad política de toda la isla. En 1844, los dominicanos recuperaron su independencia, pero la grave situación no pudo remediarse dando lugar a una situación de verdadera anarquía. Con el fin de que esta mejorase, fue solicitada la reincorporación a España, cuyo gobierno aceptó (1861), cuando no disponía de los medios económicos indispensables para

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rehacer la economía dominicana. En 1863, comenzó una sublevación antiespañola que degeneró en una penosa guerra. La sangría de hombres y dinero, el temor a que los Estados Unidos pudieran inclinarse a intervenir en el conflicto y la falta de recursos, decidieron al gobierno de Madrid a abandonar definitivamente Santo Domingo en 1865.Tras la Guerra Hispano-norteamericana de 1898, con el enfrentamiento de ambas escuadras en el Pacífico y en el Caribe, España perdió lo que quedaba del Imperio: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. El Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, certifica la liquidación del imperio colonial español, sumiendo al país en un desastre económico y produciendo una gran conmoción moral de la que rendirán cuenta los intelectuales de la Generación del 98.

Santo Domingo El Tratado de Basilea de 1795 supone la cesión a Francia del territorio español de isla La Española o de Santo Domingo. Pero no es hasta 1801 cuando se produce la ocupación efectiva del territorio por parte de las autoridades francesas. En los años siguientes, Haití consigue su independencia de Francia y el antiguo territorio español será objeto de sus apetencias.Los acontecimientos peninsulares de 1808 sacuden a una población dominicana que se levanta contra los ocupantes franceses. Encabezados por Juan Sánchez Ramírez (República Dominicana, s. XVIII-s.d., 1811), los dominicanos consiguen la independencia de Francia gracias a la ayuda de la flota inglesa, volviendo a formar parte de la Monarquía Española. El descontento entre la población dominicana aumentaba por la mala gestión de las autoridades españolas. A esta fase de la historia dominicana se la llama La España Boba.Durante más de 10 años de sucesivos administradores ineficientes, Santo Domingo degenera hasta su desmembramiento social y económico. Pero no será hasta 1821, cuando una revuelta encabezada por José Núñez de Cáceres (Santo Domingo, República Dominicana, 1772-Ciudad Victoria, México, 1846) proclame la independencia de la Parte Española de Haití. Intentó que el nuevo estado quedase bajo la protección de la Gran Colombia de Bolívar para evitar una invasión de sus vecinos haitianos, pero sus intentos fracasaron y la temida ocupación se produjo meses después.El ejército haitiano de Jean Pierre Boyer (Puerto Príncipe, Haití, 1776-París, Francia, 1850) invade el nuevo territorio independizado, dando comienzo a un periodo de ocupación que se prolongará durante 22 años. Habría que esperar a 1830 para que España reclamara a Haití la devolución de esta parte de la Isla. A finales de los años 30, surge un grupo llamado La Trinitaria que derrotará a los ocupantes haitianos el 27 de febrero de 1844, fecha en la que se proclama el nacimiento de la República Dominicana.España reconocerá dicha independencia con la firma del Tratado de reconocimiento en 1855, pero tan sólo tendrá vigencia seis años puesto que en 1861 el general Pedro Santana (Hincha, República Dominicana, 1801-Santo Domingo, República Dominicana, 1864) solicitará la anexión a España. Esta adhesión dura hasta 1863 y sirve de punto de partida para un periodo de revueltas y guerra que finalizará en 1865 con la instauración de la Segunda República en Santo Domingo y el total desligamiento de España.

Cuba Desde que se convirtiera en el primer exportador de azúcar tras la crisis esclavista de Haití en 1791, Cuba se mantiene bajo el control de España y disfruta de una situación de privilegio.

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Durante estos años, el capital que entra en las Antillas procede directamente de la producción de plata de Nueva España. El flujo de metal sirve para mantener la administración civil y militar de las Antillas, La Florida y La Luisiana. España, que no aporta capital alguno para su sostenimiento, recibe en especie gran cantidad de tabaco. Cuando Nueva España deja de enviar plata, España recurre al aumento de la presión fiscal y de la productividad de su sistema agrícola de monocultivo de azúcar, tabaco y café.La población cubana está dividida en grupos étnica y económicamente diferenciados: una élite isleña de ascendencia española que acumula poder y fortuna; los españoles que ostentaban el poder civil y económico; y los esclavos de raza negra.Desde prácticamente los días de la conquista, Cuba es un bastión español en pleno Caribe de donde partirán las expediciones y las órdenes que gobernarán el continente durante siglos. Los procesos revolucionarios que se dan en la América continental no afectarán de igual manera a las islas. Será durante el triunfo de la revolución liberal del teniente coronel Rafael del Riego cuando las ideas liberales empiecen a cuajar en el territorio.Durante el Trienio Liberal surge un grupo de criollos que reclaman la independencia. Su movimiento no tiene éxito, pero es el detonante de las posteriores conspiraciones liberales que se dan en la isla durante casi 30 años. Las reivindicaciones oscilan desde la propuesta de la independencia absoluta de España a un sistema autónomo dentro del reino o la anexión a Estados Unidos, y se mantienen hasta la independencia definitiva de 1898.En 1837, bajo un gobierno liberal, las Cortes españolas negarán la representación de Cuba. Con esta decisión se acentuará el carácter de colonia y el malestar de los isleños.La búsqueda de la máxima producción y la presión de los impuestos supondrán un control absoluto desde el punto de vista político y económico sobre la isla y excluirán a los cubanos de los puestos de decisión. Esta última circunstancia polarizará a los dos grupos de poder, criollos y españoles.Mientras, los partidarios de la independencia aprovechan el impulso internacional del liberalismo para formar juntas revolucionarias locales que desembocan en la primera guerra de independencia cubana, conocida como Guerra de los Diez Años (1868-1878), donde toma parte el militar español Arsenio Martínez-Campos Antón (Segovia, 1831–Zarautz, Gipuzkoa,1900).La modernización y el desarrollo de la industria azucarera en la región occidental alientan la transformación de la isla y avivan la esperanza en España de reflotar parte de su maltrecha economía a costa de impuestos. Se produce una cierta monopolización de la industria de empresas hispano-cubanas y norteamericanas. España tiene el control financiero e impone aranceles obstaculizando el libre comercio a Estados Unidos.Los esfuerzos por la independencia empiezan a tomar otro cariz con las actuaciones del político y escritor José Martí (La Habana, Cuba, 1853-Dos Ríos, Cuba, 1895), quien desde su exilio en Estados Unidos funda el Partido Revolucionario Cubano en el año 1892. Este movimiento desemboca en el levantamiento de 1895 de la zona oriental de la isla. Sin embargo, la prematura muerte de José Martí deja el movimiento en manos de Máximo Gómez Báez (Baní, República Dominicana, 1836–La Habana, Cuba, 1905) y Antonio Maceo Grajales (Santiago, Cuba, 1845-Punta Brava, Cuba, 1896). Ante los pronunciamientos, el gobierno de España vuelve a enviar al general Arsenio Martínez-Campos como capitán general de Cuba que tiene que ser sustituido sin éxito. Su sucesor, Valeriano Weyler Nicolau (Palma, Illes Balears, 1838–Madrid, 1930), no puede con las tropas de Antonio Maceo que, aprovisionadas con el material de los Estados Unidos y el apoyo de la prensa, consiguen la aprobación de una resolución a favor de la independencia cubana.La muerte del Presidente del gobierno español Antonio Cánovas del Castillo en 1897 y la renuncia de Valeriano Weyler como Capitán General de Cuba harán que el nuevo gobierno de Práxedes Mateo-Sagasta (Torrecilla en Cameros, La Rioja, 1825-Madrid, 1903) ceda a las presiones

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norteamericanas sobre la isla. El estallido del acorazado Maine en el puerto de La Habana precipita un enfrentamiento armado contra los Estados Unidos que acabará con la derrota española. El 10 de diciembre de 1898 se firma el Tratado de París por el que España renunciará a Cuba, Puerto Rico y Filipinas que pasarán a depender de la administración militar estadounidense.

Puerto Rico Tras los acontecimientos de 1808, las autoridades de San Juan, capital de la isla de Puerto Rico, acatan de inmediato los sucesivos gobiernos de la Península. Al igual que en Cuba, al cesar la entrada de plata procedente de México, se producirá una crisis económica en la isla.Aunque más pequeña y pobre que Cuba, tanto Ramón Power Giralt (San Juan, Puerto Rico, 1775-Cádiz, 1813) como Alejandro Ramírez Blanco (Alaejos, Valladolid, 1777-La Habana, Cuba, 1821) logran que Puerto Rico incremente su producción y ciertas reformas en el campo de la política y del sector del comercio. La isla se convertirá en el refugio de los españoles expulsados del continente por los movimientos insurgentes. Los exiliados que llevan consigo experiencia y hacienda, dan un empuje económico y poblacional al territorio. Durante el Trienio Liberal se suceden manifestaciones contrarias al dominio español, encabezadas por Pedro Dubois (s.l., s.f.-Puerto Rico, 1822), que cuenta con apoyo desde Nueva York, y numerosos embates de piratas colombianos y venezolanos, que son contenidos por la ayuda estadounidense que protege sus intereses en la zona.En 1823, se nombra capitán general de Puerto Rico al general Miguel de la Torre, Conde de Torrepando, quien establecerá un control total sobre la administración. Los criollos liberales aprovecharán para reivindicar una reforma administrativa que será desestimada por el gobierno de Madrid. A partir de este momento, se suceden una serie de levantamientos y episodios como el desconocimiento del delegado boricua en Cortes que evolucionarán hacia reclamaciones independentistas.El despotismo manifestado por las autoridades españolas de la isla les enfrenta al sector criollo que se debate entre los partidarios de la independencia o de la autonomía. Los líderes liberales que han sido expulsados del país comienzan a planear la independencia desde su exilio en Estados Unidos y en Santo Domingo. En 1868, se produce un intento fallido de independencia, conocido como Grito de Lares.Durante los años siguientes se aplican las libertades constitucionales al territorio y se establecen dos partidos políticos, se eligen representantes a Cortes y se establece la diputación provincial. En las elecciones de 1871 los diputados puertorriqueños consiguen la reforma municipal, la abolición de la esclavitud y la aplicación completa de la constitución. Pero estos logros no contentaron a los españolistas. En la Restauración borbónica de 1874, se derogan todas las leyes reformistas y se entra en la dinámica de gobierno de capitanes generales con poder absoluto.En la década de 1880, se produce una división del liberalismo entre quienes buscaban la autonomía y quienes al contrario, buscaban la plena integración y ciudadanía española. El más numeroso era el grupo formado por los independentistas. Al igual que en Cuba, el estatuto de autonomía llega en 1897, pero la declaración de guerra de Estados Unidos ya se había producido. Tras un bombardeo en San Juan, la isla es ocupada en pocos días por los norteamericanos. Tras el Tratado de París de 1898, se establece una administración militar en la isla.

Filipinas

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El archipiélago depende formalmente del virreinato de Nueva España, pero responde directamente ante la Península. Debido a la gran distancia que separaba ambos territorios, su gobernador es independiente de facto.La independencia de México y la suspensión del situado, que provenía de allí, deberían haber supuesto el hundimiento de la economía filipina, pero no fue así. Durante el siglo XIX, Filipinas se autoabastece y exporta productos como arroz, algodón, azúcar y abacá. El motor de esta recuperación es la mejora del comercio por los adelantos tecnológicos y de la agricultura que impulsan sociedades como la Real Compañía de Filipinas.Al igual que en las Antillas, la población filipina reclamaba un verdadero estatus de provincia española con una representación en Cortes acorde con su población y territorio, pero este anhelo nunca será satisfecho. Tras la independencia de México, se elimina el Galeón de Manila y se acuerda establecer correos directos entre España y Filipinas.Entre 1830 y 1885, los gobernadores generales de las Islas Filipinas tienen un poder ilimitado. Los funcionarios españoles que consideran este destino como un castigo son compensados económicamente y convierten su mandato en una sucesión de abusos.Pese a la inestabilidad en la metrópoli, Filipinas asiste a un florecimiento económico fruto de la liberalización del comercio en 1868, de la exención de impuestos a los productos que se exportan a España, del nuevo paso por la apertura del Canal de Suez y del establecimiento de vapores. Como consecuencia de todos estos factores se produce la llegada de nuevos colonos españoles y de trabajadores chinos a las islas.La independencia tiene su germen en un tibio liberalismo en criollos y adinerados que han estudiado o viajado a Europa. Este grupo concienciado de las excelencias de la independencia hacen una labor de difusión de sus objetivos por el archipiélago y por Madrid, a través de la Asociación Hispano Filipina, solicitando un estatuto provincial para Filipinas.Algunos de los hechos que irían concienciando a la población isleña comienzan en 1872, en la zona de Cavite donde se ha desarticulado una revuelta que termina con la muerte de los clérigos filipinos Burgos, Gómez y Zamora.Un personaje fundamental para este movimiento fue José Rizal (Calamba, Filipinas, 1861-Manila, Filipinas, 1896), hijo de padre chino y madre filipina. Educado en Europa, a su vuelta a Filipinas fundará la primera logia que pedirá las reformas de la representación provincial, el fin del monopolio de las órdenes religiosas y la secularización de los curatos desde posturas moderadas. Rizal será condenado al exilio por sus reivindicaciones y ajusticiado en 1896.En 1892, se crea la organización Katipunan que consigue aunar a los filipinos bajo unos postulados más radicales que los de Rizal. A la cabeza está Andrés Bonifacio (Tondo, Filipinas, 1863-Monte Buntis, Filipinas, 1897) y su objetivo será la independencia del país, pero su ímpetu es frenado por las tropas españolas pese a la proclamación de la República de Filipinas, con capital en Tejeros. Tras la muerte de Bonifacio, su sucesor Emilio Aguinaldo (Cavite, FilipinEas, 1869-Manila, Filipinas, 1964) se proclamará presidente de la República de Filipinas (1897). No consigue la independencia, pero sí que el gobierno español acepte ciertas reformas.Al mismo tiempo Inglaterra, Holanda, Estados Unidos y Francia pugnan por hacerse con el control de las islas del sur para establecer sus bases de operaciones en esta zona del Pacífico. En 1898, al tiempo que Estados Unidos está en plena guerra con España debido al conflicto cubano, Aguinaldo entra en contacto con militares estadounidenses quienes le prometen la independencia de Filipinas a cambio de la ayuda necesaria para debilitar a los españoles. Conseguida la victoria, el oficial americano al mando le impide entrar en Manila. Tras la firma del Tratado de París de 1898, donde se ceden Filipinas y la isla de Guam a los norteamericanos, además de Cuba y Puerto Rico, los rebeldes filipinos declararán infructuosamente la guerra a los americanos que establecen su poder

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hasta 1946, fecha en la que Filipinas se independiza. De forma paralela al Tratado de París, España vende a Alemania las islas Carolinas, Marianas (salvo Guam) y Palaos.