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Informe Maradona

Era el verano del 76. Buenos Ai-res amanecía encapotada por tenebrosos nubarrones pese al día soleado. Argentina acaba-ba de sufrir un golpe de estado militar encabezado por Jorge Rafael Videla y el país se aden-traba en un periodo teñido del rojo más macabro. El miedo se compaginaba con las necesida-des del día a día, con la simple y ardua supervivencia de una cla-se baja angustiada. Como en el barrio de Villa Fiorito, al sures-te de la ciudad, donde no estaba asegurado comer todos los días. En casa de Doña Tota se acaba-ban de levantar sus ocho hijos. El que más prisa tenía era Die-go. Se tuvo que ir corriendo, lle-gaba tarde al entrenamiento de las 9.00 y tenía que dar buena imagen, ya que otra vez se ejer-citaba con los mayores de Ar-gentinos Juniors.

Aquel chico de densa y oscu-ra cabellera rizada estaba ju-gando entre la séptima y quin-ta división nacional. Por aquel entonces ya era popular dentro del balompié albiceleste por ese desparpajo celestial que ha-bía demostrado junto a Los Ce-bollitas (el equipo de pibes que marcaron una época en el fút-bol base argentino). Sabía que solo el fútbol le podía hacer sa-lir a él y a su familia de la mi-seria, por eso le tocaba partirse el alma un día más con Argenti-nos en el barrio de La Paternal. Mientras trotaba hacia la can-cha, a unos kilómetros de dis-tancia, se aproximaba Avelino Chaves. El secretario técnico del Real Zaragoza iba a pasar unos días en Buenos Aires pa-ra sondear el mercado argen-tino. Un viaje que rompería sus esquemas.

Avelino había alquilado un coche para poder des-plazarse con mayor como-didad y poder cumplir con su agenda. Siempre ordena-do y minucioso. En la parte trasera del auto llevaba un bi-dón de gasolina, no era la pri-mera vez que se quedaba tirado por un país sudamericano. Tras aparcar en las inmediaciones de la calle Bocayá se aproximó al campo para presenciar unos minutos de la sesión de entre-namiento. Ahí llegó su asom-bro, el flechazo. Lo primero que vio cuando se sentó en esas ru-dimentarias gradas de madera fue un chico grácil tratando el balón de forma sutil y distingui-da. «Recuerdo quedarme embo-bado viendo cómo Diego lanza-

tampa en la retina regresó Ave-lino a la capital aragonesa. Ape-nas tardó unos días en elaborar un informe con todos los futbo-listas que había visto, aunque hu-bo uno que redactó con especial interés. En ese documento se de-tallaron los detalles de aquel so-berbio argentino, además de una valoración personal de un hom-bre cuyo ojo era capaz de vislum-brar talento en apenas unos ins-tantes. «En aquel caso era sencillo

ver que se trataba de algo sobre-natural, por eso, Avelino resaltó en el informe que Maradona iba a ser ‘el mejor jugador del mundo en tres años’. El documento tenía una casilla donde había que espe-cificar el grado de prioridad del fichaje y él puso un ‘alto’. Aho-ra parece obvio, pero entonces ni había debutado en Primera. Era un proyecto de leyenda y Avelino se movió para ficharlo», relata su hijo, también Avelino.

En la conclusión de ese docu-mento se especificó que el Zara-goza debía ser rápido y certero, puesto que había equipos euro-peos siguiendo al astro, ademas de River y Boca, siempre aten-tos a sus pasos. Chaves contac-tó con un intermediario que conocía el entorno de ‘El Die-go’ para atar cabos, conocer las pretensiones del jugador y del club. Tras varios días de conver-saciones con las personas indi-

cadas no se pudo rubricar ningún tipo de acuerdo ya que las posturas esta-ban muy alejadas. «Mi pa-dre siempre comenta que había poco que hacer. Die-go estaba loco por crecer con su club, además, si se iba de ahí quería ir a un grande de su país. El tema económico también fue de-terminante, ya que pedían cantidades muy elevadas y el Zaragoza tenía que cubrir unas prioridades que propor-cionasen un rendimiento in-mediato».

El banderín del MundialEse informe se guardó en un archivador. Meses después Ma-radona debutó en la élite frente a Talleres en la segunda mitad. La zona cero de un aprendiz de Dios. Desde ese momento el ge-nio de rulos comenzó a cons-truir su epopeya. Llevó a Argen-tinos a la profesionalización, trajo fastuosos contratos publi-citarios, sacó de la pobreza a su familia, firmó a Jorge Citerszpi-ler como su representante y se hizo mundialmente famoso en dos años… «Alguna vez he ha-blado con mi padre de lo que hubiera sido fichar a Marado-na, pero le hubiera costado ga-narse el puesto», bromea.

Habían pasado varios años desde el verano de 1976. Diego ya era un fenómeno y Avelino continuaba cerrando operacio-nes desde Argentina. Fruto de su buena sintonía con el merca-do albiceleste floreció una bue-na amistad con el mítico Félix Latrónico; audaz y refinado me-diador de jugadores, el primer empresario que llevó futbolis-tas argentinos a Europa. Félix había ido a visitar Zaragoza, pe-ro el secretario blanquillo no lo podía atender por motivos labo-rales, por lo que su hijo Avelino fue el anfitrión. «Me encargué de llevarle por los mejores sitios de la ciudad. Se sintió muy aco-gido, tanto que nos hizo llegar una invitación en nombre de Maradona para una fiesta que organizó una Nochevieja en el famoso Luna Park. Más adelan-te nos obsequió con un bande-rín del Mundial Juvenil del 79 que ganaron con Menotti. Es-taban Diego, Mezzo, Rinaldi, Barbas…». Todo está conectado. «Cuando veo ese banderín re-cuerdo con orgullo que mi pa-dre negoció por Maradona». H

Avelino Chaves hizo lo posible para fichar a un quinceañero con dotes divinas de Argentinos Juniors H «Quedé maravillado tras ver unos minutos a Diego», relata el secretario técnico

Informe Maradona

ese desparpajo celestial que ha-bía demostrado junto a Los Ce-bollitas (el equipo de pibes que marcaron una época en el fút-bol base argentino). Sabía que solo el fútbol le podía hacer sa-lir a él y a su familia de la mi-seria, por eso le tocaba partirse el alma un día más con Argenti-nos en el barrio de La Paternal. Mientras trotaba hacia la can-cha, a unos kilómetros de dis-tancia, se aproximaba Avelino Chaves. El secretario técnico del Real Zaragoza iba a pasar unos días en Buenos Aires pa-ra sondear el mercado argen-tino. Un viaje que rompería

Avelino había alquilado un coche para poder des-plazarse con mayor como-didad y poder cumplir con su agenda. Siempre ordena-do y minucioso. En la parte trasera del auto llevaba un bi-dón de gasolina, no era la pri-

tampa en la retina regresó Ave-lino a la capital aragonesa. Ape-

ver que se trataba de algo sobre-natural, por eso, Avelino resaltó en el informe que Maradona iba a

mento se especificó que el Zara-goza debía ser rápido y certero, puesto que había equipos euro-peos siguiendo al astro, ademas de River y Boca, siempre aten-tos a sus pasos. Chaves contac-tó con un intermediario que conocía el entorno de ‘El Die-go’ para atar cabos, conocer las pretensiones del jugador y del club. Tras varios días de conver-saciones con las personas indi-

cadas no se pudo rubricar ningún tipo de acuerdo ya que las posturas esta-ban muy alejadas. «Mi pa-dre siempre comenta que había poco que hacer. Die-go estaba loco por crecer con su club, además, si se iba de ahí quería ir a un grande de su país. El tema económico también fue de-terminante, ya que pedían cantidades muy elevadas y el Zaragoza tenía que cubrir unas prioridades que propor-cionasen un rendimiento in-mediato».

El banderín del MundialEse informe se guardó en un archivador. Meses después Ma-radona debutó en la élite frente a Talleres en la segunda mitad. La zona cero de un aprendiz de Dios. Desde ese momento el ge-nio de rulos comenzó a cons-truir su epopeya. Llevó a Argen-tinos a la profesionalización, trajo fastuosos contratos publi-citarios, sacó de la pobreza a su familia, firmó a Jorge Citerszpi-ler como su representante y se hizo mundialmente famoso en dos años… «Alguna vez he ha-blado con mi padre de lo que

Avelino Chaves hizo lo posible para fichar a un quinceañero con dotes divinas de Argentinos «Quedé maravillado tras ver unos minutos a Diego», relata el secretario técnico

El documento.33

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Luis FandoCapítulo I

Recreación de parte del informe de Avelino sobre Maradona.

ba el balón al cielo y, sin mirar, lo domaba. Después de contem-plarle varios minutos me quedé maravillado», comenta el mítico Avelino Chaves.

Tras una primera toma de con-tacto volvió a toparse con él. Fue en el descanso de un encuentro de Argentinos, el momento en el que los chicos de la cantera sa-lían para hacer virguerías ante el clamor del público. Ahí volvía a estar Diego. Con su indeleble es-

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García Cortés, un fichaje de medianoche

La Romareda propinó una de esas ovaciones que se escuchan más allá de la plaza de San Fran-cisco. El extinto marcador elec-trónico que se instaló para el Mundial del 82 reflejaba un so-focante 7-2 al Racing de Santan-der. Fue la tarde en la que Raúl Vicente Amarilla barnizó las pá-ginas deportivas de color dora-do con un hat-trick colosal, su-mado a la exhibición de Val-dano, Barbas o Señor. Aquella misma jornada el Real Madrid cayó por 2-1 ante Osasuna. Una fría derrota que vivió apenado desde la grada de El Sadar Ra-fael García Cortés; otra vez au-sente, de nuevo fuera de los pla-nes de Alfredo Di Stéfano.

El parón invernal llegó con el Real Zaragoza en el tercer pues-to, a tan solo dos puntos del li-derato que ocupaba el equipo blanco. Una situación idílica, que invitaba al plantel de Leo Beenhakker a pasar unas boni-tas fiestas navideñas. Tras des-pedirse de todos los integrantes de la primera plantilla, Avelino Chaves se marchó con su fami-lia para tratar de desconectar de la incesante vorágine futbo-lística. Sin embargo, en la ma-drugada del 26 de diciembre de 1982, el secretario técnico escu-chó algo que le obligó a poner-se en pie y actuar de forma im-pulsiva.

Con Fernández TrigoEran las 0.30 de la madrugada. Avelino estaba acostado. Tenía la cabeza apoyada en la almo-hada y la radio pegada a la ore-ja, como tantos miles de espa-ñoles que no podían irse a dor-mir sin un programa deportivo nocturno. Por el dormitorio re-tumbaba la inconfundible voz de ‘Supergarcía’ en Antena 3 Radio, programa bandera de la historia del periodismo español y que no se perdía jamás. A Jo-sé María García lo escuchaban todos; tanto los aficionados co-mo los peces más gordos de es-te deporte, ya que en cualquier momento podía destripar ex-clusivas que hacían temblar los cimientos del país. Tras unos minutos de programa, el céle-bre locutor lanzó una noticia

que le quebró el sueño al direc-tivo zaragocista. «Rafael García Cortés ha tenido sus diferencias con Alfredo Di Stéfano por su es-caso protagonismo en el equipo. El jugador no se encuentra en una buena situación ya que no ha jugado ni un solo minuto en la presente temporada», informa-ba García. Antes de terminar es-ta frase, y el relato completo de la noticia, Avelino ya estaba en pie, poniéndose sus zapatillas de ir por casa, dirigiéndose con rapi-dez al pasillo.

Con la radio sonando de fon-do, la familia despierta y Avelino marcando las teclas del teléfono. Estaba llamando a Manuel Fer-nández Trigo, gerente del Real Madrid al que le unía una fuer-te amistad y que también estaba despierto, deshecho de los ner-vios, ya que él también estaba es-cuchando el programa. «Recuer-do aquella imagen. Mi padre de madrugada, caminando por el pasillo y negociando con el Real Madrid por un futbolista», relata su hijo Avelino. La conversación

que a Rafael lo llamaron cuan-do se dirigía a su casa. «Recibo una llamada del club y me di-cen ‘queremos que te vayas al Zaragoza’, no había otra opción porque había una gran relación entre ambos clubs. Y, a decir verdad, me supo a gloria desde el primer momento porque era una posibilidad inmejorable. Cualquier jugador tenía que va-lorar una propuesta del Real Za-ragoza», relata García Cortés. Al día siguiente de haberse produ-cido el acuerdo verbal, el lateral madrileño se desplazaba a la ca-pital de Aragón.

Zaragoza en el corazón Rafael estaba soltero. No tenía ninguna atadura y su carrera es-taba todavía por hacer. Su vida cambió en 48 horas, ya que el 27 de diciembre estaba en Zara-goza listo para ser presentado. A su llegada dijo a los medios de comunicación que le habían pedido que no dijera «nada» so-bre su «salida del Real Madrid». Desde aquel momento, empezó una buena trayectoria de cinco temporadas en un club con el que, asegura, «me quedó una espina clavada por no haberme podido retirar allí. La ciudad y la afición son increíbles. Hace poco volví a Zaragoza y había gente que todavía se acordaba de mí».

El hijo de Rafael García Cor-tés nació en la Clínica Montpe-lier, su esposa recuerda haber vivido «unos años fantásticos» en la ciudad y todavía guardan las fotos de la consecución de la Copa de 1986 en el Calderón ante el Barcelona. Todo por una llamada de medianoche. «Aveli-no es un hombre muy cálido. Se podía hablar de todo con él. Nos dábamos unos abrazos… Ojalá pudiera darle uno ahora mis-mo. Fue uno de los mejores se-cretarios técnicos de la historia de del fútbol español». Han pa-sado muchos años desde aquel fichaje, y García Cortés aún re-memora como aterrizó en Zara-goza. «Un día hablando en bro-ma con Avelino en La Romare-da me dijo ‘pues a ti te fiché en pijama mientras escuchaba la radio’». H

Avelino Chaves cerró la contratación del defensa de madrugada, minutos después de haber escuchado una exclusiva de ‘Supergarcía’ en la radio H «Recuerdo a mi padre en el pasillo muy tarde negociando con el Madrid», asevera el hijo del exsecretario técnico del Zaragoza

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Luis FandoCapítulo II

En el Real Madrid. Rafael 33García Cortés, con el polo de la Fundación del club blanco.

EL PERIÓDICO

duró casi media hora y el resulta-do fue muy satisfactorio para el Real Zaragoza. Tras preguntarle por la situación de García Cortés, el directivo blanco le dijo: «Ave-lino, date prisa. Haz lo que pue-das y Rafa será vuestro». Acto se-guido, el secretario técnico blan-quillo colgó el teléfono, apagó la radio, volvió a colocar las zapati-llas de andar por casa bajo la ca-ma y se durmió de nuevo. Acaba-ba de fichar a un futbolista del Real Madrid.

Fue todo muy rápido, tanto

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Chaves maniobró con rapidez antes del Mundial del 82 para asegurarse al crack de Racing

Operación Barbas

Leo Beenhakker estaba nervio-so. Se había fumado en apenas una hora el paquete de tabaco que compró en el quiosco del aeropuerto de Barajas. Tenía por delante un largo vuelo ha-cia Buenos Aires y eso de subir-se a un avión le producía una fuerte angustia. A su lado esta-ba Avelino Chaves, calmado, echando una ojeada a ese in-forme tan detallado sobre Juan Alberto Barbas. Con sus manos estaba trazando una operación cargada de astucia para hacer-se con una de las joyas argenti-nas por las que suspiraba toda Europa allá por 1982.

Aquel chico de 22 años apo-dado ‘Barbitas’ era muy popu-lar gracias a su pomposo pa-pel en el Mundial juvenil de 1979. Fascinó a todos. Hacía un fútbol selecto, pertene-ciente a las clases más elitis-tas de este deporte. El propio Diego Armando Maradona, al que le unía una fuerte amis-tad, reconocía que fue su me-jor compinche; cumpliendo aquello de que los genios se entienden mejor. Quizás hoy en día su caché sería equipa-rable al de esos astros preco-ces que firman por equipos gobernados por el fastuoso capital extranjero. Toda una figura cuya contratación re-quería de rapidez y determi-nación, algo que se le daba muy bien a Avelino.

La amistad que unía al se-cretario técnico blanquillo con Félix Latrónico, inter-mediario estrella de jugado-res sudamericanos, permi-tió alcanzar un precontrato con Racing de Avellaneda por el volante albiceleste y así adelantarse a algunos gigantes europeos. Las con-diciones que selló Avelino eran muy favorables para el Real Zaragoza: debían de abonar 50 millones de pese-tas en un plazo de un mes para hacerse con el futbo-lista. Esta opción de prefe-rencia tenía un objetivo cla-ro, evitar tener que negociar tras el Mundial de España de 1982 ya que su precio podía dis-pararse. Con la operación rubri-cada se trasladaban a la ciudad bonaerense el responsable de la parcela técnica junto al prepa-rador Leo Beenhakker. El entu-siasmo del holandés por incor-porar a un jugador tan delicio-so para su libreta se imponía al malestar cáustico que le provo-caban las alturas.

Vencida esa interminable tra-vesía cargada de turbulencias pusieron los pies en Buenos Ai-res. La próxima parada era El Monumental de River para ver un partido amistoso entre Ar-gentina y Alemania. En el once titular figuraba un Juan Alber-to Barbas que estaba al tanto de todos los rumores. «Horas antes

del encuentro me llegó la noticia de que en la cancha había gente del Real Zaragoza. En estas situa-ciones sueles entrar en el nervio-sismo por si no les agradas pero yo estuve muy tranquilo», reco-noce el exfutbolista blanquillo. Una vez finalizada la contien-da, Barbas fue abordado por un

cia de un cen-trocampista de ensueño en un frasco de porcela-

na. «Tuve la suerte de disfrutar un fút-bol de salón. Pocos

equipos de España jugaban como no-sotros. Mi familia y yo vivimos muy bue-nos momentos en Za-ragoza. Además, es-tuvimos en un piso precioso donde ha-bía estado viviendo

Trobbiani, al lado del estadio. ¡Cómo es el destino!», asevera el argentino.

Han pasado más de 35 años de que aquel episodio don-de Avelino Chaves realizó una operación maestra que cambió el destino de ‘Barbitas’, aquel joven que prometió a su ma-dre que sacaría a su familia de aquella casa con techo de car-tón en el barrio bonaerense de Villa Zagala. «En Zaragoza pasé parte de los mejores años de mi vida. A esta ciudad solo le fal-ta mar para ser perfecta. Fíja-te si me marcó esa linda ciudad que mi hija mayor se llama Ma-ría Pilar, en honor a mi querida ‘Pilarica’». H

Con el Pelusa. Juan 33

en el trato y que Boca se hacía cargo de satisfacerles econó-micamente con su parte. «Fue una operación que sa-lió adelante por la buena re-lación que tenían todas las partes. Un directivo de Ra-cing, Guillermo Coppola, era fanático de Boca y ade-más era representante de va-rios de sus jugadores, por lo que todo resultó fácil», co-menta Barbas.

Apenas 15 millones de pe-setas (poco más de 90.000 euros) por un futbolista de talla mundial, algo que en aquella época resultó un movimiento estelar. Avelino Chaves trajo a Juan Alberto Barbas al Real Zaragoza. To-do salió redondo. Llegaba un jugador exquisito, la esen-

El secretario técnico trazó un planlleno de astucia para anticiparse a losgrandes clubs europeos por una delas joyas del fútbol argentino H«Avelino era un adelantadodel fútbol», relata Barbas

Alberto Barbas posa en una imagen para la historia con Diego Armando Maradona,gran amigo y compañero de triunfos, en La Romaredaen la visita del Barcelonael 7 de abril de 1984.

miembro del cuerpo técnico ar-gentino: «Juan Alberto, el señor Chaves le espera en la recepción de su hotel», le dijo.

Al entrar en la sala, Barbas tar-dó pocos minutos en ser seduci-do por el proyecto. «Avelino me atrapó desde el primer momen-to. Sabía todo sobre mí: que ve-nía de una familia muy humilde, que trabajé en una fábrica de me-tal a los 15 años y que tenía no-via. Recuerdo que me dijo ‘ficho futbolistas, pero antes ficho per-sonas’. Avelino era un adelanta-do del fútbol, tenía un ojo para el fútbol único». Todos quedaron entusiasmados y a los pocos días

se ejecutó la opción de compra. Sin embargo, el secretario técnico zaragozano tiró de su inconfundi-ble sagacidad para evitar pagar la totalidad del traspaso.

El caso de Trobbiani El Real Zaragoza había vendido a Marcelo Trobbiani por cerca de 35 millones de pesetas a Boca Ju-niors, un argentino campeón del mundo que no había triunfado en La Romareda. Esta cantidad toda-vía se le adeudaba al club arago-nés y se estimaba que el cobro de esta no iba a ser inmediato. Aveli-no comunicó al Racing de Avella-neda que se incluiría esta deuda

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Luis FandoCapítulo III

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Chaves se fijó en él mientras el Madrid se pensaba si hacerle hueco en el primer equipo

Míchel, elgran fichaje

frustrado

Al Real Zaragoza le habían caí-do cinco goles en el Sánchez Pi-zjuán. Era una jornada rara de 1982. Muchos equipos se vieron obligados a jugar con juveniles por aquella huelga que convo-có la AFE para protestar por las malas condiciones laborales en Primera División. Leo Been-hakker se marchó de Sevilla con sus chavales, enfurruñado tras esa debacle puberal. Para-lelamente, en el estadio de Cas-talia, el Real Madrid salía a flo-te merced a la frescura de sus cachorros. Entre todos ellos des-tacó un extremo de figura me-nuda que se estrenó con gol. Aquel chico, Míchel, estaba en las agendas de bastantes equi-pos; entre ellas en la de Aveli-no Chaves.

Le llamaban chulo, arrogante y pijo, pero eso era porque lleva-ba el pelo cuidado y vestía con gusto. Siempre lo mismo. Estig-mas aparte su trayectoria par-tía desde la humildad del fút-bol de barrio, así forjó su perso-nalidad afable y extrovertida. Tenía una zancada desmelena-da y un regate endiablado, pu-ra representación de la Movida madrileña sobre el césped. Este estilo fascinaba a Avelino Cha-ves, consciente de su potencial, así lo atestiguaban los infor-mes que poseía de su trayecto-ria por la cantera blanca. «Aún no había subido al primer equi-po y ya me informó el Real Ma-drid que el Real Zaragoza esta-ba interesado en mí», confiesa Míchel González.

Aquel Castilla de la Quinta del Buitre se proclamó campeón de Segunda División en la campa-ña 1983-84. Era una hornada de muchos quilates aunque, pese a su talento, no podían promo-cionar de golpe, ni tenían ga-rantizado un porvenir inmedia-to en la primera plantilla. Al-

fredo Di Stéfano alineó primero a Martín Vázquez y Sanchís ante el Murcia, después le llegó el tur-no a Pardeza frente al Espanyol y, más tarde, vendría el estallido de Butragueño ante el Cádiz. Pe-ro Míchel no tuvo su momento aquel año. «Pensaba que me iba a tocar marcharme de Madrid por un tiempo. Al final de tempora-da vinieron del club y me comen-taron que el Real Zaragoza po-día ser una buena posibilidad pa-ra mí. En verdad era un destino muy bueno», relata este mito del fútbol español.

Avelino había llamado a Fer-nández Trigo, gerente del Real Madrid. Era un procedimiento habitual durante la década de los ochenta, un periodo donde existía una fabulosa relación en-

ga o al Hércules, que también querían la cesión, aunque con menos posibilidades». Entonces Laforgue telefoneó al canterano blanco para anunciarle que iba a firmar un nuevo contrato pa-ra convertirse en futbolista de la primera plantilla. Una deci-sión que dio carpetazo a las as-piraciones del Real Zaragoza por incorporar a un jugador su-blime y emblema de una época icónica de nuestro fútbol.

Detrás de las bambalinas del fútbol todo es más cotidiano de lo que parece. Míchel toda-vía recuerda la satisfacción que le produjo el conocer el interés del Real Zaragoza. Eso y que de-trás estaba una de las figuras más relevantes y respetadas del panorama nacional e interna-cional. «Hombre, era un club que gustaba a cualquiera. Pe-ro no solo eso. Todos conocía-mos a Avelino Chaves. Es que por aquel entonces tenías que estar orgulloso si él pregunta-ba por ti», rememora.

Esta historia ha permane-cido inerte en su letargo. Fue uno de esos episodios vera-niegos que al momento ca-recen de importancia pero que se agigantan cuando se les aplica una mirada retros-pectiva. «Fíjate, han pasado 35 años y nadie lo había co-mentado. Por aquel enton-ces fue un rumor que tras-cendió poco entre la pren-sa». Aquel intento fallido por fichar a un célebre di-

vo del balompié revela la mag-nitud de lo que era el Real Zara-goza, un estatus que perdura de forma perenne, impermeable a sus circunstancias, todavía la-tente dentro de su idiosincra-sia. 2Si me hubiera tocado ir al Zaragoza no creo que me hubie-ra ido mal...», concluye Michel González. H

Icono. Míchel, con la 33

Avelino telefoneó a Fernández Trigo para hacerse con los servicios de un talento que deslumbraba en el Castilla H «Llegué a asumir que me iba a ir al Real Zaragoza»,

confiesa Míchel González

camiseta del Real Madrid y enfrentándose al Real Zaragoza en La Romareda, junto a Aguado en la imagen de la izquierda.

tre ambos clubs. El secretario téc-nico blanquillo comunicó su in-terés por acometer el fichaje de Míchel González, algo que fue rá-pidamente desestimado por la cúpula directiva blanca, ya que la opción del traspaso era algo que no contemplaban. Sin em-bargo el equipo madridista puso encima de la mesa la opción de cederlo por un curso. Propuesta que agradaba al responsable de la parcela deportiva zaragocista. Con esa fórmula llegaron unos cuantos futbolistas de nivel.

RumoresTerminó la temporada y el futu-ro de Míchel González era incier-to. «Escuchaba cosas sobre mí en la radio. Por aquel entonces era un fútbol de rumores. Te entera-

bas de casi todo por lo que oías de fuera». Un día le citó en su des-pacho Luis Martínez Laforgue, vi-cepresidente del Real Madrid y enlace entre el club y el primer equipo. «Me dijo que el Real Zara-goza quería ficharme y que con-templaban dos vías: irme cedido al Real Zaragoza o promocionar al primer equipo. Por aquel en-tonces el futbolista tenía poca ca-pacidad de decisión y era el club quién elegía su futuro según lo que más le convenía», relata Mi-chel.

Pasaban los días y desde el Ma-drid no emitían una resolución sobre el mañana del atacante ma-drileño. «Yo pensaba que no su-bía a la primera plantilla. Llegué a asumir que me iba a ir cedido al Real Zaragoza, y sino al Mála-

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Luis FandoCapítulo IV

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P or delante quedaban casi tres horas de co-che hacia la Ciudad Condal. Se trataba de

un viaje marcado en rojo por la directiva zaragocista, ya que to-do hacía presagiar que la ven-ta de Pichi Alonso iba a ser una realidad. El vicepresidente cu-lé, Joan Gaspart, les había cita-do en un punto privado para celebrar la reunión y esclarecer los detalles del traspaso. Quería máxima discreción, sobre todo que aquello no trascendiera a la prensa catalana.

En el auto iban Avelino Cha-ves, el gerente Julián Díaz y Pi-chi Alonso. La radio estaba a un volumen bajo, lo justo para ca-muflar el silencio. Al mismo tiempo, rememoraban aquellos episodios de fútbol y vida que la pelota les había brindado. No podía faltar. Salió el tema de có-mo consiguieron fichar del Cas-tellón a ese chaval delgaducho, de apariencia frágil, pero de se-ductor instinto goleador. Aveli-no comienza a narrar. Quería a

tenido tiesas con Jordao en una de esas luchas de ego entre dos titanes. «Llegué asustado pensan-do que Nino era un egoísta y pa-ra nada. En las últimas jornadas me jugaba el pichichi y él, en vez de marcar goles, me buscaba pa-ra que anotase».

La gabardina de GaspartLlegaron a Barcelona sobre el medio día. Aparcaron el coche en una calle situada en la zona de Les Corts para comer y dirigir-se al punto en cuestión. Joan Gas-part les había citado en la suite privada de la planta 17 del Ho-tel Princesa Sofía. Lugar icóni-co en las negociaciones culés, ya que pertenecía a la cadena hote-lera Husa del vicepresidente. «Es-tuvimos esperando ahí bastante rato. Nos impacientamos un po-co. De pronto entran el responsa-ble de las parcelas deportivas Jo-sep Mussons y Gaspart. Éste lleva-ba gafas de sol y lucía una de esas largas gabardinas. Totalmente de incógnito», recuerda Pichi.

La oferta satisfacía a Avelino

y Díaz. «‘¡Firma, firma!’, me de-cían». No solo lo deseaban por lo económico, además, en el acuerdo estaba incluido el fi-chaje del ‘Lobo’ Carrasco por el Zaragoza. Lo piensas ahora y te entra curiosidad por ver cómo hubiera sido el Zaragoza con el ‘Lobo’. Estaba hecho», explica el ilustre ariete zaragocista.

Tras cerrar un acuerdo verbal hicieron el trayecto de vuelta a la capital de Aragón. Solo que-daba que Pichi Alonso pasase el reconocimiento médico con el Barça para que, una vez finali-zase la temporada, se incorpo-rase con el equipo azulgrana. Pero una derrota en la Reco-pa frente al Valencia lo voló to-do por los aires. El técnico Joa-quim Rifé fue destituido y lle-gó el insigne Helenio Herrera. El detonador del acuerdo. «Le fue Mussons a Herrera y le di-jo ‘Helenio, tenemos fichado Pi-chi Alonso’, a lo que le contes-tó: ‘¿Al delantero del Zaragoza? ¡Ese tío no tiene talla para jugar conmigo!’. Así que me quedé en Zaragoza».

Al año siguiente, la misma historia. «Me llamó el presiden-te Sisqués para decirme que iba a ser traspasado. Era algo ruti-nario en mis veranos como za-ragocista». Cuando todo parecía estar hecho con el Barça se vol-vió a frenar de golpe. La venta de Víctor Muñoz al equipo cata-lán hizo reflexionar a la direc-tiva. «‘Si vendemos a Víctor y a ti al Barça de golpe nos montan una manifestación en Zarago-za’, me argumentó el presiden-te», recuerda Pichi. Tocaba des-hacer las maletas de nuevo.

Pichi había dejado 92 goles en cinco años con el Real Zara-goza (1977-1982). La Romareda disfrutó de él durante muchos años gracias a diversas circuns-tancias extradeportivas aun-que, tras dos intentos de los cu-lés, terminó oficializándose la venta. «Sisqués me volvió a lla-mar. Otra vez lo mismo. ‘Te vas traspasado’». Ya era un cliché. Todo finalizó en una conversa-ción telefónica con el presiden-te Núñez. Una etapa que se ce-rró casi en quince minutos. «Sa-lí al pasillo y vino Avelino. Me contó que estaba triste por ver-me marchar, pero que se sentía tremendamente orgulloso de que diera un salto así».

Al poco de irse al Barcelona, Pichi Alonso se compró una nueva casa en Benicarló, más acorde con las condiciones eco-nómicas que le permitía el con-junto azulgrana. Esta adquisi-ción fue objeto de charla entre el delantero y Avelino Chaves. Volvían a reencontrarse unos años después de su marcha. «Va-ya casa. Espero que le pongas de nombre ‘San Avelino’, me dijo. Yo le respondí que le debía mu-cho, por todo lo que él y el Real Zaragoza hicieron por mí», con-cluye Pichi. H

El relato de cómo se truncó una y otra vez el traspaso del punta al club culé estuvo compuesto por un puñado de pequeñas historias H «Helenio Herrera frenó la llegada del ‘Lobo’ Carrasco al Zaragoza», rememora Pichi

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Luis FandoCapítulo V

Pichi, pero sabía por un contacto que el precio que pedían los cas-tellonenses era algo elevado, así que, tras meditar su estrategia, telefoneó al responsable del club de Castalia.

El secretario técnico presentó una oferta, allá por el mes de fe-brero de 1977, por el ariete desea-do y, además, otra por un central llamado Ramón. El objetivo fue equiparar el valor de ambos al poner sobre la mesa una cifra cer-cana y, así, rebajar el valor de Pi-chi. La operación terminó cerrán-dose en unos términos satisfacto-rios para las arcas del club y en la que, tal y como tenían planea-do, solo se firmó al atacante. «Te-nía entendido que Ramón y yo fi-chábamos. Pero…», rememora Pi-chi 39 años después. Fichó por un Zaragoza en Primera y lo cogió en Segunda. «Cuando descendió en 1976 me dije ‘¡pero qué mal!’. Aunque a la larga me di cuenta que me vino muy bien aquel año fuera de la élite», confesó Pichi a los directivos. Pasando Lérida surgió el tema Arrúa. Las había

Pichi,Avelino

y el Barcelona

La silueta de 33Pichi Alonso, entre el escudo del Real Zaragoza y la bandera del Barcelona.

Tras la venta, Pichi se compró una casa nueva y Chaves le dijo: «Espero que la llames ‘San Avelino’»

Blanquillo 8 En el Camp Nou. 33

Page 7: Informe MaradonaInforme Maradona Era el verano del 76. Buenos Ai-res amanecía encapotada por tenebrosos nubarrones pese al día soleado. Argentina acaba-ba de sufrir un golpe de estado

48 Deportes el Periódico de Aragón3 DE MARZO DEL 2019

DOMINGO

J ordão aborrece el fút-bol. No quiere saber na-da de su pasado. Vive en silencio, alejado de cual-

quier tipo de foco que le apunte solo por lo que un día fue. Con-sidera que el balón le hizo pri-sionero de una realidad que le asfixiaba. Se sentía esclavo de todas esas miradas que le perse-guían por ser un jugador de pri-mer orden. Aquellas experien-cias le llevaron a trazar una vi-da distinta para romper con su ayer. Porque el que fuera uno de los fichajes más fastuosos de la historia del Real Zaragoza es ahora un reputado pintor cu-yos trazos reflejan la sensibili-dad de un hombre que se aho-gó en el césped.

Solía llevar un libro en los viajes. Era sociable, pese a no hablar mucho, y siempre por-taba una sonrisa muda carga-da de mensajes. A sus 23 años había empezado sus estudios de peritaje industrial, una face-ta que encandiló a Avelino Cha-ves, ya que al secretario técnico le encantaba que sus jugadores cuidasen el cuerpo y la mente. Lo tenía todo para rellenar el gi-gantesco vacío que había deja-do Lobo Diarte, vendido al Va-lencia por cerca de 60 millones de pesetas. «Tiene mejores con-

diciones que Johan Cruyff, espe-ro que en un año le supere», dijo el exentrenador del Benfica Milo-rad Pavi. Avelino ató el acuerdo con gran celeridad, a sabiendas de que el Bayern o el Anderlecht iban a hacer un esfuerzo por él. Viajó a Lisboa y convenció a to-dos. Había firmado un punta so-berbio, una gacela con unas cua-lidades goleadoras descomuna-les, de hecho anotó 30 goles en 28 partidos en su último año en Por-tugal (había sido Bota de Bronce). «Era como si el Zaragoza del 2010 hubiera fichado al Falcao del At-lético», comenta el exguardame-ta blanquillo Manolo Nieves.

Su aterrizaje en el aeropuer-to de Zaragoza levantó polvare-da. Llegó arropado por Avelino y el presidente José Ángel Zalba mientras los cámaras y reporte-ros le engullían. Era la antesa-la de lo que le esperaba a orillas del Ebro, y eso no le gustaba na-da. Tenía un carácter introverti-do, sobre todo se sentía inseguro al no dominar el castellano. Sa-bía que el comienzo iba a ser du-ro, algo que atestiguó en su pri-mera actividad con el club.

El Real Zaragoza se disponía a realizar su tradicional ofrenda de flores a la Virgen del Pilar. Jor-dão no se sentía cómodo entran-do a una basílica católica por sus

Los problemas de adaptación, la intolerancia de la sociedad de la época y los egos de vestuario tumbaron uno de los fichajes más deslumbrantes de Avelino Chaves H «¡No le pasaban ni un balón y era un crack mundial!», recuerda Nieves, compañero en aquel equipo

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Luis FandoCapítulo VI

Jordão, un artista ahogado

en el fútbol

Jordão, a su llegada a Zaragoza en el año 1976, momento que recogen las fotografías tras aterrizar en el aeropuerto, 33

vivió dentro del vestuario», aña-de Nieves. Los roces se empeza-ron a percibir a las primeras se-manas. «Por aquel entonces el vestuario estaba dividido en dos bandos: los que iban con Arrúa y los demás», cuenta González. Nino era el rey del Zaragoza y no estaba dispuesto a ver su es-tatus amenazado. Fue la clásica historia de celos, una enemis-tad entre gigantes que fue po-tenciándose cronológicamente. Suceso a suceso, golpe a golpe.

Nino ArrúaA Arrúa no le gustaba el ‘Su-cesor de Eusebio’. Se empezó a sentir incómodo cuando Jor-dão se movía en el campo por la mediapunta, donde el para-guayo solía destacar. La mecha se prendió en una tarde de no-viembre ante el Salamanca. El nacido en Angola había anota-do de penalti y estaba de dulce. Minutos después provocó una nueva pena máxima, la cual se disponía a tirar. Cuando se diri-gía al punto fatídico llegó Nino por detrás, le arrebató el cuero y lo tiró fuera. Aquel suceso in-cendió al club, que tomó como medida multar a ambos y apar-tar del equipo a Arrúa durante casi un mes. Una sanción que hundiría a Jordão.

«No le daban un balón. ¡No le pasaban la pelota a un crack mundial!», asevera Nieves. Mu-chos jugadores no le querían encontrar. Era habitual verle levantar los brazos, pidiendo la atención de sus compañeros, desesperado por ser correspon-dido. Solo. «Un día lo vi cenan-do en soledad, me levanté y me puse con él. Faltaba compañe-rismo», dice González.

Se marchó con 14 goles, hun-dido en lo personal y con un in-esperado descenso a Segunda. «Estuve muy amargado. He fra-casado como goleador y como persona», reconoció al Diario As. Jordão llegó a fingir enfer-medades para forzar su traspa-so al Sporting de Lisboa, don-de consiguió destapar su poten-cial, consagrándose como una leyenda del club y llegando a brillar con la selección portu-guesa en la Eurocopa del 1984.

Estudió historia del arte para retomar su pasión de la infan-cia, cuando pintaba las ilustra-ciones en el periódico de su co-legio. Quiso vivir como aquel niño. En silencio, aunque mu-chas veces le vengan ecos de aquellas tardes de zozobra en La Romareda. «Él prefiere no hablar de fútbol, y menos con periodistas», comenta su entor-no más cercano. Su sensibili-dad se ahogó en un deporte lle-no de claroscuros. Algo que des-cubrió durante aquellos largos días por Zaragoza. «Sigo dándo-le vueltas. Creo que todo hubie-ra sido diferente si todos hubié-ramos sido mejores con él», la-menta González. H

donde fue recibido por José Ángel Zalba, presidente del club, y por Avelino Chaves, responsable de su fichaje.

creencias religiosas. «Le dije ‘tú tranquilo, es como si fueras de tu-rismo a Fátima’», rememora Ave-lino Chaves. Aquel día comenzó su resentimiento. La gente, la di-chosa gente. «Lo contemplaban como si fuera de otro mundo. Él

no sabía que la sociedad zarago-zana no estaba acostumbrada a ver hombres de color, y encima era famoso. Cómo se iba a adap-tar si salía a la calle y todos le mi-raban», relata el excapitán Mano-lo González. «Aunque lo peor lo