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Gl~ria Coriejero Cervera se ha encargado, como siempre, de todo ) relacionado con la preparación del manuscrito de la traducción para Imprenta, aparte de haber hecho toda clase de sugerencias sobre la orrección e inteligibilidad del texto durante el periodo de traducción. gradezco también a Klaus Wrehde, Gabriel Aizpuru y Francisco Ro- l Sebastiá la lectura de la traducción y sus sugerencias. MANUEL] IMÉNEZ REDONDO Universidad de Valencia In trod ucción. La tarea de una introducción a la filosofia § 1. SER-HOMBRE SIGNIFICA YA FILOSOFAR El objetivo de este curso es introducir a la filosofía. Pero si ustedes tienen la intención de hacerse introducir en la filosofía, ello supone que empezamos estando fuera de la filosofía. Por eso es menester un camino que nos conduzca desde esta posición fuera de la filosofía adentro del ámbito de la filosofía. Esto parece una situación tan simple que basta señalarla para que la entendamos como el punto de partida obvio de una introducción a la filosofía. La vía introductoria ha de conducimos dentro del ámbito de la filosofla. Pero ~ara no errar la dirección del camino tenemos que conocer de antemano la meta. Por tanto, ya antes de la introducción y para ella necesitamos contar previamente con una idea de qué sea filo- sana. y esto añade una dificultad a todo nuestro plan, pero sólo apa- rente; pues no estamos totalmente desconectados del ámbito de la fi- losofía. Tenemos ciertos conocimientos de aquello que hoy se conside- ra filosofía, o podemos más o menos orientamos por la bibliografía filosófica para saber qué es o qué significa filosofía. En los manuales de historia de la filosofía tenemos además un medio para hacemos una idea acerca de este o aquel filósofo, acerca de este o aquel sistema. C.ie~- tamente, la tarea se vuelve otra vez difícil cuando tenemos que decidir a cuál de los filósofos hemos de considerar determinante: a Kant o a Hegel, a Leibniz o a Descartes, a Platón o a Aristóteles. Pero tam?i~n a eso se puede poner remedio intentando (y en eso habría de consistir la introducción) procuramos una visión de conjunto sobre todos los filó- 17

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Qué es la Filosofía.

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Gl~ria Coriejero Cervera se ha encargado, como siempre, de todo) relacionado con la preparación del manuscrito de la traducción paraImprenta, aparte de haber hecho toda clase de sugerencias sobre la

orrección e inteligibilidad del texto durante el periodo de traducción.gradezco también a Klaus Wrehde, Gabriel Aizpuru y Francisco Ro-l Sebastiá la lectura de la traducción y sus sugerencias.

MANUEL] IMÉNEZ REDONDOUniversidad de Valencia

In trod ucción.La tarea de una introducción a la filosofia

§ 1. SER-HOMBRE SIGNIFICA YA FILOSOFAR

El objetivo de este curso es introducir a la filosofía. Pero si ustedestienen la intención de hacerse introducir en la filosofía, ello suponeque empezamos estando fuera de la filosofía. Por eso es menester uncamino que nos conduzca desde esta posición fuera de la filosofíaadentro del ámbito de la filosofía.

Esto parece una situación tan simple que basta señalarla para quela entendamos como el punto de partida obvio de una introducción ala filosofía. La vía introductoria ha de conducimos dentro del ámbitode la filosofla. Pero ~ara no errar la dirección del camino tenemos queconocer de antemano la meta. Por tanto, ya antes de la introducción ypara ella necesitamos contar previamente con una idea de qué sea filo-sana. y esto añade una dificultad a todo nuestro plan, pero sólo apa-rente; pues no estamos totalmente desconectados del ámbito de la fi-losofía. Tenemos ciertos conocimientos de aquello que hoy se conside-ra filosofía, o podemos más o menos orientamos por la bibliografíafilosófica para saber qué es o qué significa filosofía. En los manuales dehistoria de la filosofía tenemos además un medio para hacemos unaidea acerca de este o aquel filósofo, acerca de este o aquel sistema. C.ie~-tamente, la tarea se vuelve otra vez difícil cuando tenemos que decidira cuál de los filósofos hemos de considerar determinante: a Kant o aHegel, a Leibniz o a Descartes, a Platón o a Aristóteles. Pero tam?i~n aeso se puede poner remedio intentando (y en eso habría de consistir laintroducción) procuramos una visión de conjunto sobre todos los filó-

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rsotos y sobre toda la historia de la filosofía, por lo menos en sus líneasy rasgos fundamentales.

Sólo que no buscamos solamente un conocimiento historiográficode aquello que la filosofía ha sido, sino que queremos conocer los«problemas» del ámbito de la filosoBa, los diversos ámbitos de proble-mas que representan las distintas disciplinas filosóficas (la lógica, la teo-ría del conocimiento, la ética, la estética), no con todo detalle, cierta-mente, pero sí en sus líneas básicas, de modo que veamos cómo las dis-ciplinas se ordenan entre sí, qué relaciones guardan unas con otras,cómo constituyen un sistema de filosoBa. La introducción a la filoso-fía, aparte de su lado histórico, tiene que tener un lado sistemático yambos pueden complementarse perfectamente entre sí.

Si al final del semestre hemos logrado efectuar el recorrido que re-presenta tal introducción histórica y sistemática, nos habremos conver-tido en afortunados poseedores de conocimientos pertenecientes alámbito histórico y sistemático de la filosofía. Ciertamente, no habrádesaparecido del todo la impresión de que ese ámbito es, desde luego,muy plural, y también muy inseguro y cambiante; y sobre todo se re-forzará el sentimiento más o menos confesado de que con lo oído di-fícilmente podemos saber hacia dónde tirar ni qué hacer. Ocúpense deello los filósofos profesionales, con la intención y creencia de poderponer fin alguna vez a tal caos de «sentencias».

Pero si se suscita tal consideración, ya es mucho. Pues las más de lasveces ya no se suscita nada. Sino que uno se contenta con la idea dehaber seguido alguna vez un curso de filosofía, pues en definitiva unono puede descuidar por completo su formación general, su cultura ge-neral universitaria, aunque hoy mucho más importante que e! saberalgo de filosofía sea el tener noticia de los nuevos tipos de coches decarreras o de las últimas novedades en el ámbito del cine.

Ésta es hoy la actitud respecto a la filosofía y, pese a las muchas in-troducciones, tal situación habrá de seguir siendo siempre así en cier-ta medida. Pero, épor qué, pese a todas las introducciones, tiene queser así? Porque una introducción a la filosofía del tipo comentado nohace sino sacar de la filosofía, y no sólo eso, sino que además suscitala opinión de haberse introducido uno en la filosofía. ¿y por qué tie-nen necesariamente que fracasar ese tipo de introducciones habitua-les a la filosofía, que acabamos de caracterizar? Porque por su propioplanteamiento descansan en una equivocación básica. El plantea-miento parte del supuesto de que nosotros, que tenemos que ser in-troducidos en la filosofía, por de pronto estamos situados fuera de lafilosofía, y de que la filosofía misma es un ámbito respecto al que hu-

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biésemos de emprender e! camino para introducimos en él (cfr. másabajo, págs. 232-233).

Pero no estamos en absoluto fuera de la filo sofla, y ello no porqueacaso contemos ya con ciertos conocimientos de filosofía. Aun cuan-do no sepamos nada de filosofía, estamos ya en la filosofía, porque lafilosofía está en nosotros y nos pertenece y, por cierto, en el sentido deque filosofamos ya siempre. Filosofamos incluso cuando no tenemosni idea de ello, incluso cuando «no hacemos» filosofía. No es que filo-sofemos en este momento o aquél, sino que filosofamos constante-mente y necesariamente en cuanto que existimos como hombres.Exsistir como hombres, ser ahí como hombres, da sein como hombres,significa filosofar. El animal no puede filosofar. Dios no necesita filo-sofar. Un Dios que filosofase no sería Dios porque la esencia de la filo-sofia consiste en ser una posibilidad finita de un ente finito.

Ser-hombre significa ya filosofar. La exsistencia humana, el ser-ahíhumano, el Dasein humano, está ya como tal en la filosofía, pero poresencia, no en ocasiones sí y en ocasiones no, o unas veces sí y otrasno. Pero porque e! ser-hombre tiene diversas posibilidades, múltiplesniveles y grados de lucidez, puede e! hombre estar en la filosofía de for-mas diversas. Correspondientemente, la filosoBa puede permaneceroculta como tal, o anunciarse y manifestarse en el mito, en la religión,en la poesía, en las ciencias, sin ser reconocida como filosofía. Perocomo la filosofía como tal puede desarrollarse también de forma ex-presa y propia, parece como si aquellos que no se implican en el filo-sofar expreso estuviesen fuera de la filosofía.

Pero si la exsistencia humana o Dasein humano está esencialmenteya en la filosofía, entonces carece de sentido una introducción a la filo-sofia en e! sentido indicado, es decir, como un introducir dentro de! ám-bito de la filosofia desde una posición fuera de la filosofia. Pero enton-ces, épara qué una «introducción a la filosofia», para qué esta clase de in-troducciones a la filosofía? ¿Por qué no romper con esta costumbre?

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§ 2. INTRODUCIR SIGNIFICA PONER EN MARCHA EL FILOSOFAR

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Si, pese a ello, nos proponemos como tarea una introducción a lafilosofía, entOljlces esa introducción tiene que tener otro cará·~ter.Cier-tamente, todo parece como si por de pronto estuviésemos fuera de lafilosofía. La pregunta es: (En qué se origina tal parecer y apariencia? Sila filosofía está y radica ya en nuestra exsistencia como tal, entoncesesa apariencia sólo puede brotar de que la filosofia está, por así decir,

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dormida en nosotros. Está en nosotros, aunque encadenada y atada.Todavía no está libre, todavía no está en e! estado de movimiento quele es posible. Es decir, la filosofía pasa en nosotros, sucede en nosotros,pero no como al cabo podría pasar y.debería pas~~. Por eso es menes-ter una introducción. Pero imrodccción no significa ahora ya: desdeuna posición fuera de la filo~oHa llevar ~1alguien adentro del ámbito dela filosofía, sino que introducir significa ahora: poner en marcha el ,fi-losofar, hacer que en nosotros pase o suceda la filosofía. 1I:trod~c~10na la filosofía significa: introducir (poner en marcha) el filoso~ar.Y,.(comoconseguir tal cosa? Pues ciertamente no podemos .recur:lr a nmgunatraza, técnica o magia para ponernos en estado de filosofar.

La filosofía ha de quedar libre en nosotros, es decir, ha de conver-tirse en íntima necesidad de nuestro ser más propio, de nuestra máspropia esencia, de suerte que dé a ese ser o a esa esencia su más propiadignidad. Ahora bien, lo que así ha de quedar libre e? nosotros hemosde asumido en nuestra libertad, somos nosotros mismos los que he-mos de tomar y despertar libremente e! filosofar en nosotros.

Pero para eso, he aquí que de nuevo necesitamos ya conocer; he-mos menester de una precomprensión de la filosofía. Y así podría serque al cabo hayamos de recurrir y atenernos. a la historia de l~ ,filoso-fía. Quizá la historia (pero no sólo en el sentido de la p,roduc~JOn y labibliograHa filosóficas, sino en un sentido mucho mas original) s~aesencial para el filosofar. Pues por razones que todavía veremos senaun elemental error suponer que podríamos hacer filosofía, desarrollarfilosoHa, rechazando por completo la tradición histórica, ignorándolapor completo, tirándola por la borda. Pero de e!lo no se Slg~e q':le lavía habitual de una visión historiográfica de! conjunto de la historia dela filosofía pudiera aportar nada esencial en lo que se refiere a ?uestraintención de introducir e! filosofar. Adquirir conocimientos, e inclusoadquirir una vasta erudición en lo que respecta a lo que los filósofoshan pensado, puede ser de utilidad, pero no para e! filosofar. Al c~n-trario: la posesión de conocimientos sobre filosofía es la causa pnn-cipal de la errónea suposición de que con ello se ha llegado ya a filo-sofar.

Pero, «íe qué otro modo podremos obtener es~ precomprensiónde la filosoHa, de la que hemos menester, si el filosofar no ha de ser unproceso ciego sino una acción asumida en libertad? Manifiestamente,esta precomprensión de la filosofía habremos de buscarl_a de una for-ma que en cierto modo nos venga ya de antemano senalada por I~esencia misma del filosofar. De tal esencia sólo sabemos ahora lo SI-

guiente, y ello sólo en e! sentido de una simple afirmación, a saber: el

filosofar pertenece a la exsistencia humana como tal: en ésta comotal sucede el filosofar y tiene el filosofar su historia (cfr. más abajopág. 240).

En la exsistencia ha de ponerse en marcha e! filosofar. Pero la exsis-tencia humana, e! Dasein humano, no existe nunca así en general, sinoque, cuando existe, cada exsistencia existe como ella misma. En nues-tra exsistencia o Dasein mismo tiene que hacerse suceder el filosofar.En nuestra exsistencia -pero tampoco así en general, sino en nuestraexsistencia aquí y ahora, en este instante y en las perspectivas que ofre-ce este instante en que nos disponemos a tratar de filosofía. En noso-tros ha de quedar libre la filosofía, en nosotros y en esta situación. ¿Encuál situación? En aquella que ahora determina primaria y esencial-mente el existir de nuestra exsistencia, es decir, nuestro elegir, nuestroquerer, hacer y omitir,

§ 3. PRECOMPRENSJÓN DE LA FILOSOFíA

¿Por qué viene determinado ahora decisivamente todo nuestroexistir? Por nuestra voluntad de ubicarnos e integrarnos en la empresade la que en la Universidad se trata. Pero con esta pretensión hemosdado a nuestra exsistencia o Dasein un vínculo o ligadura o compro-miso; y con ese vínculo nuestra exsistencia ha tomado una cierta direc-ción; en nuestra exsistencia ha quedado decidido algo. Esto puede su-ceder, o bien con claridad sobre nuestra exsistencia, o bien sin claridadsobre ella, podemos haber caído en e! ámbito de la exsistencia univer-sitaria simplemente por convención o incluso por no saber muy bienqué otra cosa hacer.

Pero si no nos limitamos a danzar por la Universidad en parte paraaprender toda clase de cosas útiles y en parte para divertirnos de unaforma nueva, entonces tiene que haberse decidido algo en nosotros.Toda decisión relativa a nuestro existir es siempre un irrumpir en el fu-turo de nuestra exsistencia.

Pero, ¿qué se ha decidido? Nuestra profesión, nuestra vocación.Pero por profesión, por vocación, no entendemos la posición externa .en la vida ni mucho menos la inserción en una determinada clase so-cial, y por cierto acomodada o alta. Nuestra profesión la entendemoscomo la tarea interna que la exsistencia se propone de antemano en elconjunto y en lo esencial de su existir. La manera fáctica e histórica enque opera una profesión necesita siempre de una posición externa enla vida, pero tanto en primera instancia como en última esa posición

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es de una importancia subordinada. Pero, éen qué medida con nuestrapretensión de algo así como una ciudadanía académica, es decir, de ra-dicamos en aquello de que en la Universidad se trata, hemos dado anuestra exsistencia una profesión, una vocación? Con tal pretensión-si es que la entendemos- hemos implantado en nuestra existenciala obligación de asumir algo así como un liderazgo en el todo del ser-unos-can-otros, siempre histórico, en el que nos acontezca quedar si-tuados. Por tal cosa no entendemos el ocupar externamente un puestodirectivo en el ámbito de la vida pública, no entendemos el que acá oallá nos toque desempeñar el papel de jefe o de director, sino que el li-derazgo consiste en obligarse a un existir que en cierto modo entiendalas posibilidades de la exsistencia humana tomadas en conjunto y enúltima instancia, y que en tal comprensión resulte ejemplar. Para ser talcosa no es menester que alguien ocupe puestos altos. Ni mucho menosese liderazgo incluye, ya sin más, algún tipo de superioridad moral so-bre los demás; al contrario la responsabilidad que precisamente talli-derazgo, incontrolable y en definitiva no público lleva consigo, repre-senta una constante y agudizada posibilidad de fracaso moral para elindividuo.

Pero, épor qué la pertenencia real a la Universidad comporta algoasí como una pretensión a tal liderazgo? Tal pretensión por parte decada implicado es resultado de que la Universidad, mediante el cultivode la investigación científica y la transmisión de una formación cientí-fica, suministra a la exsistencia la posibilidad de una nueva posición enel conjunto del mundo, en la que todas las relaciones de la exsistenciacon el ente pueden (aunque no tienen por qué) experimentar un cam-bio y la existencia puede convertirse en más próxima a todas las cosas(aunque ello tampoco tenga por qué ser necesariamente así) por vía deql~e la exsistencia cobre una mayor transparenci\ y luz respecto a símisma.

El que sepamos más cosas que los demás y también mejor, el queestemos en posesión de títulos y diplomas, ello carece por completo deimportancia. En cambio, el que nuestra exsistencia en conjunto vengadominada por una interior superioridad y ventaja, que en sí ningunode nosotros ha merecido, el que precisamente por ello la ciencia desa-rrolle en nosotros sobre una base más original la posibilidad de un li-derazgo en el conjunto de la comunidad humana que, precisamentepor pasar desapercibido, resulta tanto más eficaz, es ello lo que definey determina el instante de nuestra exsistencia presente.

Ciencia y liderazgo, ambos en esta unidad, son, por tanto, los po-deres bajo los que ahora está puesta nuestra exsistencia -si es que ésta

posee alguna claridad sobre sÍ-, no en el sentido de un episodio fu-gaz, sino como un estadio que sólo se produce una vez y que determi-nará esencialmente la unicidad de nuestra exsistencia, es decir, lo quees siempre la unicidad de cada exsistencia. Y si es en nuestra exsisten-cia aquí y ahora en la que queremos dejar libre la filosofía, liberar el fi-losofar, y si la tarea de esta introducción es poner en marcha la filoso-fia, entonces es a partir de esta nuestra situación como habremos deobtener también una cierta comprensión de qué significa filosofía.Esta precomprensión, que empezamos necesitando, habremos de ob-tenerla de una aclaración de la esencia de la filosofía en su relación conla ciencia y con el liderazgo.

El liderazgo define o determina o concierne a la profesión o voca-ción de la exsistencia de ustedes, por el solo hecho de que ustedes exis-ten en la Universidad, desenvuelven ahora su existir en relación conella. Pero liderazgo significa aquí: el disponer sobre posibilidades supe-riores y más ricas del existir humano, que no es que se las acabe impo-niendo a los demás, pero que sin notario, y de ahí su tremenda efica-cia, les quedan puestas por delante a título de ejemplares, les quedanpropuestas a éstos como ejemplo. Esta oculta ejemplaridad del autén-tico liderazgo necesita, empero, de su propia claridad y seguridad, esdecir, la exsistencia ha menester ella misma de una reflexión constan-temente renovada acerca de las posiciones básicas o posicionamientosbásicos o actitudes básicas de la exsistencia respecto al conjunto delente, pero una reflexión y consideración que se determine directamen-te a partir de la posición histórica en que a la exsistencia le acontece es-tar y que acabe refluyendo sobre, y operando en, el interior de esa si-tuación. Este requisito o implicación delliderazgo, aunque no sólo seauna implicación o requisito de él, es lo que llamamos cosrno-visión, vi-sión del mundo, Welt-anschauung. Y aSÍ, la tarea de obtener una pre-comprensión de la filosofía a partir de los poderes que determinannuestra exsistencia no significa otra cosa que plantear la cuestión decómo se relaciona la filosofía con el liderazgo, con la cosmovisión ycon la ciencia.

§ 4. ¿C6MO SE RELACIONA LA FILOSOFíA CON LA CIENCIA,CON LA COSMoVIsr6N y CON LA HISTORIA?

Tendremos que preguntar en particular: ¿Es la filosofla una cienciaentre las demás ciencias, o es una ciencia «universal» en contraposicióncon las ciencias particulares, o es la filosofía la ciencia básica frente a

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las ciencias derivadas o no es la filosofía ninguna ciencia en absoluto,es decir no se atina en absoluto con su esencia cuando se la subsumee incluye bajo el concepto general de cien~ia? .. ,

Correspondientemente, respecto a la hl~soBa y a la cosmovisionhemos de hacemos las siguientes preguntas: <es tarea de la filosofía de-sarrollar una cosmovisión o visión del mundo, una Welt-anschauung?,¿es la filosofía la doctrina o enseñanza de tal cosmovisión, o la filoso-fía nada tiene que ver primariamente con tal «formación de mundo» ?con tal «imagen del mundo-P. «íescansa la filosofía en una co~movl-sión, o tal conexión entre filosofía y cosmovisión no debe considerar-se en absoluto decisiva?

Finalmente, tomemos conjuntamente ambos grupos de preguntas:ées la filosoBa, o bien ciencia, o bien cosmovisión, o es la filosofía tantociencia como también cosmovisión, o no es la filosofía ni ciencia ni tam-poco cosmovisión? Pero todas estas cuestiones sobre la relación entre fi-losofla y ciencia, entre filosofía y cosmovisión, entre ciencia y cosmovi-sión, ni vamos a discutirlas en este curso, ni es nuestra intención discu-tirlas en este curso como si, por así decir, estuviésemos contraponiendomagnitudes fijas, pues no tenemos ni idea de qué sea filosofía. Sino que,partiendo de los poderes para nosotros determinantes que representan laciencia y la cosmovisión, nos preguntamos qué es lo que esos poderessignifican, por qué se pone a la filosofía precisamente en relación ~onellos, y con qué derecho. Así obtendremos una primera. precornprensiónde la filosofía a partir de los poderes que nos determman, es decir, enuna especie de vuelta o retroceso sobre nuestra propia exsistencia.

En estas discusiones que tienen a la vez la función de hacer trans-parente la situación de nuestra exsistencia actual en algunos de sus ras-gos básicos, nos toparemos por todos lados con una cone~ión que tie-ne una importancia esencial: la filosofía y el filosofar, precisamente enesa su reflexión sobre sí, precisamente en esa su reconsideración de símismos, se ven una y otra vez lanzados hacia atrás, hacia aquello quellamamos historia, máxime cuando la filosofía se nos ofrece en y a tra-vés de la tradición histórica. Por historia no entiendo aquí la ciencia dela historia, sino el proceso, el suceder, el pasar, el desenvolverse de laexsistencia misma. Mostraremos que no es solamente la filosofía la queestá en una peculiar discusión interna con la historia.

Ya hemos dicho que la filosofla se nos ofrece ya siempre como encierto modo conocida en y a través de la historia, o mejor: en la tradi-ción histórica. Pero lo mismo cabe decir de la ciencia y de la concep-ción del mundo, y ambas, cada una a su manera, son históricas desdesu propia raíz y base. Mas esto significa lo siguiente:

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En nuestras consideraciones sobre la filosofía y la ciencia y sobre lafilosofía y la cosmovisión subyace ya siempre y a la vez la cuestión decómo se relaciona la filosofía en general con la historia, es decir, conesa determinación esencial de la exsistencia humana que consiste enser ésta histórica.

Con lo cual estamos ante tres gmpos de cuestiones:1. ¿Cómo se relaciona la filosofía con la ciencia?II. ¿ Cómo se relaciona la filosofía con la cosmovisión?III. ¿Cómo se relaciona la filosofía con la historia?La discusión de estos tres grupos de preguntas caracterizará el pri-

mer estadio que recorreremos, con el fin de poner en marcha e! filo-sofar.

AqUÍ no queremos aprender filosofía, no queremos añadir a n':1es-tra especialidad una especialidad más, ni completar nuestra es~eclalt-dad con otra especialidad más, y no lo queremos porque la filosofía noes «especialidad» alguna. Filosofar no es un asu?to. d~ h~bilidad ':! téc-nica, ni mucho menos un juego de ocurrencias indisciplinadas. Filoso-fla es filosofar y nada más. Y de lo que se trata es de entender algo tansimple. Decíamos: la exsistencia no está nunca fuera de la filosofía,sino que ésta pertenece a la esencia de! existir (de la Existenz) de la ex-sistencia o Dasein. Por tanto, tenemos que ponerla en marcha en laexsistencia misma. Es, pues, menester un entrar en la exsistencia, unpenetrar dentro de la exsistencia que en cada caso somos. nosotros mis-mos. Y así parece como si viniésemos a dar en una espeCie de autocon-templación psicológica, como si el filosofar acabase convirtién?ose e~1una especie de ocupación egoísta consigo mismo, en una especie de di-sección de la propia vida anímica de uno mismo.

Pero digámoslo primero negativamente: el liberar la filos~B~ en laexsistencia nada tiene que ver en absoluto con un quedarse mirándoseembobadamente a sí mismo de tipo psicológico, ni mucho menos detipo egoísta. E igualmente, e! deja~ en nosotros libre.e! ~losofar!. e!lib.e-rar en nosotros e! filosofar, nada tiene que ver con nmgun prolijo y cir-cunstanciado centrarse en e! propio yo en actitud moral-edificante oen términos de moral y edificación.

Con nada de eso tienen que ver nuestras consideraciones. No setrata ni de psicología ni tampoco de moral. Es verdad que la .exsisten-cia en esa clase de consideraciones, adviene a un centro propiO y que-da 'como en un centro propio, pero tal punto de vista antropocéntricotiene algo curioso. En esa consideración antropocéntrica nos percata-remos de que, cuando este ente que es el hombre, supuestamente ena-morado de sí mismo, se pone a sí mismo en e! centro, cuando ese ente

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está en su propio centro, lo que de verdad resulta es que, conforme.alo más íntimo de sí, ese ente es excéntrico, es decir, que por la propIaesencia de su existir de su Existenz, nunca puede estar objetivamenteen el centro del ente. Pues esto es precisamente lo que el filosofar pon-drá de manifiesto, a saber: que es precisamente en virtud de esa su másíntima esencia por 10 que el hombre se ve arrojado fuera de sí mismoy más allá de sí mismo y no puede ser en absoluto propiedad de sí mis-mo. Pero para llegar realmente a percatamos de que la exsistencia nose tiene a sí misma por centro, hay que intentar en cierto modo llegaral centro.

El subjetivismo no se supera porque uno se indigne moralmentecontra él, sino planteando de verdad y radicalmente el problema delsujeto, es decir, la pregunta por la subjetividad del sujeto. Y así, hayuna gran verdad en la exigencia que ya la filosofía antigua planteaba:lvw8l osrrotóv (gnothi seautón), conócete a ti mismo, es decir, cono-ce lo que eres y sé aquello como lo que te has conocido. Este autoco-nacimiento en tanto que conocimiento de la humanidad en el hom-bre, es decir, en tanto que conocimiento de la esencia del hombre, esfilosofía, y está tan lejos de la psicología, el psicoanálisis y la moral que,ciertamente, no podría estado más. Y sin embargo es en tal hacer me-moria de (y reflexión y consideración y reconsideración sobre) nuestrapropia exsistencia donde puede suceder que aprehendamos de raíz lacompleta y total nihilidad de la esencia humana.

El primer estadio de nuestra introducción viene, pues, determina-do por tres cuestiones: la relación de la filosofia con la ciencia, con lacosmovisión, con la historia. Empezamos por la primera cuestión.

Filosofía y ciencia

SECCIÓN PRIMERA

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