Intro a La Literatura Cubana F Retamar

download Intro a La Literatura Cubana F Retamar

of 11

Transcript of Intro a La Literatura Cubana F Retamar

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    1/11

    Roberto Fernndez Retamar

    INTRODUCCIN A LA LITERATURA

    CUBANA

    ROBERTO FERNNDEZ RETAMAR

    Poeta, ensayista y director de Casa de las

    Amricas de La Habana. Destaca como

    poeta desde su vinculacin con el grupo

    Orgenes y ha compaginado su actividad

    como profesor de la Universidad de La H a

    bana con la escritura ensayos que versan

    sobre la crtica literaria (Idea de la estils

    tica) a trabajos sobre la identidad latinoa

    mericana en Ensayos de otro mundo o Ca-

    libn. Apuntes sobre la cultura en nuestra

    Amrica.

    Entre sus numerosos libros de

    poesa, traducidos a varios idiomas, desta

    can

    Alabanzas, conversaciones, En su

    lugar, la poesa, Circunstanciay Juana y

    su ltimo poemario

    Aqu

    Para Ambrosio Fornet

    En carta de noviembre de 1957 a la que

    La expresin america

    m e dijo Jos Leza ma Lima: aposti llas del

    l neas que siguen . P or

    rso sobre l i teratura cubana?

    adas de Lezama, y com pren d que, hi

    e yo lo qu e hiciese, se tratara siem pre de

    La expresin ameri

    en segundo lugar, porque siendo estas

    en el contenido de muchos ot ros. Esto

    De todas formas, debo admitir que, sin

    desdear del todo las opciones arriba ci tadas,

    comenzar por lo que pudiramos l lamar al

    gunas cuestiones generales en el desarrollo de

    la literatura cubana y sus circunstancias. Y si

    bien, como es lgico, destacar lo que creo

    que caracteriza a esa l i teratura, de ninguna

    man era pued e esperarse que se trate de rasgos

    aplicables slo a ella. Ese adanismo no es mi

    meta, como no pu ede serlo de nadie en sus ca

    bales.

    Adems, mencionar slo a algunos au

    tores,

    salvo una excepcin al final; y, a no ser

    que lo considere absolutamente necesario,

    prescindir de aludir a los asuntos que van a

    ser considerados por otros en el curso, y en

    cambio insistir en los que no lo sern.

    H e aqu la prime ra verdad q ue voy a hacer

    ma y que abarca ms all de nuestra rea. Al

    escribir sobre l i teratura peruana Maritegui

    hizo observar algo que es vlido para cual

    quier l i teratura similar: que el 'nacio nalism o'

    en la historiografa literaria [...] es un fen me

    no de la ms pura raigam bre pol t ica, extrada

    a la concepcin esttica del arte. Decir de un

    texto que es bello es emitir un juicio esttico;

    decir que es una novela, un juicio l i terario; pe

    ro decir que es cubano no es ni lo uno ni lo

    otro. Pues la categora de cubano (como la

    de espaol, francs, peruano o argen

    tino) es de mu y dist inta naturaleza: no geo-

    grfico-sentimental, como sugiri una vez

    con su gracia pendenciera, pero equivocado,

    Borges, sino histrica o si se quiere, poltica,

    tal como asegura Maritegui, si a este lt imo

    vocablo le damos su horizo nte m s vasto. Ci-

    ndo nos a Cuba, no creo que estuviera pen

    sando en Maritegui (y mucho menos en el

    In t roduc c i n a la li t e ra t u ra c uba na

    ROBERTO FERNNDEZ RETAMAR

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    2/11

    O addUm fraZij

    a la l i te ra tura cubana

    marxismo que aqul

    profesaba) Max Hen-

    rquez Urea cuan

    d o, al frente del ms

    apreciable Panorama,

    histrico de la litera

    tura cubana que co

    nozco, afirm: El

    desenvolvimiento de

    la vida literaria en

    Cuba est tan estrechamente ligado al de la

    historia poltica, que se hace imposible diso

    ciarlos. Y unas pginas de spus: La h istoria

    literaria de Cuba representa, en sus lneas ge

    nerales, el empeo constantemente renovado

    de lograr que el pueblo cubano adquiera ple

    na conciencia de su destino histrico. Al ha

    llarnos pues, en el orden literario, en busca

    de nuestra expresin, para valemos de la fr

    mula clsica que propagara el hermano de

    Max, Pedro Henrquez Urea, los cubanos,

    concientemente o no, perseguimos una expre

    sin que no es slo individual sino colectiva:

    perseguimos (con mayor o menor intensidad,

    con mayor o menor acierto) la consolidacin

    de la colectividad que somos.

    Otra generalidad, de rea menos vasta: la

    literatura cubana, por obligacin colonial en

    sus inicios, comienza como desprendimiento

    de la literatura espaola. Un desprendimiento,

    concretamente, de la literatura en lengua cas

    tellana, pues no creo que haya en la literatura

    cubana verdaderos destellos catalanes, ni ga

    llegos, ni vascos. Por la comunidad lingsti

    ca, y por similitudes de otra naturaleza, hay

    que reconocer, s, destellos canarios, de que

    ser menester hablar a propsito del primer

    poema estimable escrito en Cuba que se con

    serva:E spejo de paciencia (1608), obra del ca

    nario Silvestre de Balboa.

    En consonancia con lo anterior, las obras

    iniciales de la que iba a ser la literatura cuba

    na fueron hechura de espaoles. El primero,

    sin embargo, no la era, pues se trat del me-

    sinico y pintoresco genovs Cristbal Coln,

    quien perge las pginas inaugurales de que

    se tenga noticia sobre nuestra isla, pginas de

    previsible elogio, que hace unas dcadas vol

    vi a exaltar, entre tantos otros, nadie menos

    que Lezama. Sobre las letras de Cuba antes

    de 1608 (fecha del poema Espejo de pacien

    cia) dej una erudita conferencia, que glosar

    libremente, Jos Juan Arrom, quien despus

    de men cionar el caso de los indgenas, sobre el

    que he de volver, concluye que desaparecieron

    sin dejar huellas; como tampoco produjo fru

    tos literarios conservados el epidrmico con

    tacto de espaoles e indias, por lo que es ne

    cesario buscar el inicio de las letras cubanas en

    aquellas obras de navegantes, cronistas y co

    lonos que se escriben en Cuba, tratan de Cu

    ba o estn ntima me nte relacionadas con el de

    sarrollo posterior de su cultura. Por

    descontado, se da aqu un sentido bien lato a

    la literariedad. Despus del ejemplo ya men

    cionado del Diario de viaje de Coln, consi

    derado piedra angular de las letras de Cuba,

    pasa a referirse a los cronistas de indias, enca

    bezados por Las Casas, quien se entreg por

    completo a la tarea de defender, en lenguaje

    apasionad o, el derecho del indgena a ser libre.

    El primer pasaje aducido es aquel en que na

    rra la muerte del cacique Hatuey Despus de

    otros pasajes, se afirma que sera acto de jus

    ticia dar cabida en las letras cubanas a los es

    critos de Las Casas que ataen directamente a

    la isla y han fecundado a sus grandes escrito

    res.

    Los otros autore s aludidos no tienen la re

    levancia del Almirante ni del gran dominico.

    Pero el acucioso investigador no deja de ras

    trear ms. A un oscuro licenciado Cabrera le

    atribuye lo que llama un reportaje de nau

    fragios y tesoros robados, que sera incidente

    no desdeable para una antigua novela de

    aventuras o un moderno folletn policaco.

    Con criterios similares, el siglo XVI cubano

    pued e ofrecer u n m uestrario , as sea magro , de

    cierta produccin literaria. Pero, aparte de su

    despreo cupaci n esttica, se trata, sin duda, de

    una produccin totalmente colonial, cuyos

    hacedores ni siquiera son cubanos. Y colonial

    seguir siendo durante largo tiempo la litera

    tura en Cuba. Lo que no es para sobresaltar.

    Alfonso Reyes ha dejado establecido que to

    da li teratura colonial [cjorresponde casi

    exactamente al concepto poltico, pero no del

    todo,

    y que [e]l estado colonial es transito

    rio,y se encamina al estado de cultura como a

    una mayora de edad.

    La ya mencionada ausencia de areitos, ce

    remonias religiosas que practicaron los ind

    genas o incluan cantos y danzas, remite a la

    ausencia de los indgenas mismos, los cuales

    no sobrevivieron al impacto con los europeos.

    Sobre esto, Las Casas dej vividas pginas lan

    cinantes. La sobrevivencia de los aborgenes

    slo ocurrira en palabras, en particular en to

    ponmicas (el mism o nom bre del pas es pru e-

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    3/11

    a

    de

    ello, pues resisti

    a

    ot ros com o Juana

    y

    en laestructura dehum ildesvi

    amadas bo hos,

    en

    al imentos,

    en

    cos

    la deltabaco. Fueron vencidos

    y

    para siempre,

    no

    como

    en el

    caso

    deMiguel Len Porti lla, Visin de los

    ya que en el

    Mxico actual (segn

    lo

    los sucesos de

    hay

    millones

    de

    descendientes

    de

    a que se refiere el autor. En

    no hay en

    Cuba, paralelamente

    la deorigen espaol,una literatura indgena,

    sea

    oral

    o

    amparada

    en

    disfraz espaol,

    s la hay, hasta nuestros das,en otros

    de

    ello

    el

    loquehamerecido estudios bien va

    de

    autores como Antonio Cornejo

    Po

    ry Mart n Lienhard.Sinembargo ,en el si

    o

    XIX la

    mem oria

    del

    extinguido indio

    en

    elsiboney) apareceennue stras letra s,

    en

    nuestra po esa. Pero

    se

    trata

    de

    por lo general para objetar

    colonizacin espaola,

    no de una

    autntica

    dequienya no exist a. Como

    dereart icular lahistoriaalmargen

    e

    las

    etnias,

    y

    y e n d o

    ms

    all

    de

    Cuba , M ar

    afinalesde esesiglo: Se vienede

    de

    Valencia

    y

    madres

    de

    Canarias

    [fue

    y sesiente co rrerpor las ve

    as

    la

    sangre enardecida

    de

    Tamanaco

    y

    Para-

    y se ve

    como p ropia

    la que

    vert ieron

    o r

    las

    breas

    del

    cerro

    del

    Calvario, pecho

    a

    con losgonzalos de frrea armadura,

    y

    heroicos caracas.

    Y

    hace algo

    s de treinta aos, Lezamadio al pro t ago

    de su

    novelaParadiso

    el

    nom bre de Jos

    sellamab aunaimagen indoc uba-

    a

    de

    destino rel igioso.

    Caso bien dist intoal dell lamado indioes

    del

    negro, indgena ' importado', segn

    lo

    en relacin con zonas americanasms

    lo que

    a

    a ser la

    cubanidad.

    En

    cuanto

    a lo

    literario,

    nollegaraarraigaruna de lasdistintas len

    por los

    esclavos,

    el

    cas

    sulingua franca: lo que,

    de

    todo ,

    les

    ocurri tambin

    a los

    ycolonizadores, venidosde la

    y

    sus islas adyacen tes,

    con

    el pro pio

    lano, hech oque ya hem encionado .Por

    que

    desconozco (aunque

    sin

    duda

    de ese

    origen,

    en

    deter

    en el

    hecho),

    en

    Cuba, como

    en

    Argen tina, a los descendientes

    de aquellosse les acab l lamando globalmen-

    te gallegos, denominacin

    que

    perdurara.

    (E nuno de sus infrecuentes rasgosdehumor,

    Mart dijo refirindose

    a

    una bailarina an dalu

    za: cmo dicenque esgallega?/ Pues dicen

    mal:

    es

    divina). As pu es,

    en

    C u b a

    un

    cataln

    aunvasco estaba ob ligadoahablar castellano

    y

    a ser

    llamado gallego.

    El

    africano,

    por su

    parte, sera l lamado negro noobstantela va

    riedad

    de sus

    orgenes tnicos),

    y

    obligado

    a

    expresarse tambin encastel lano, aunqu eco

    mo lenguas rituales sobrevivieran varias, sobre

    todo elyorub .Y en castellano dejara ejem

    plos l i terarios co mo plegarias, leyendas, cu en

    tos, refranes, originalmente producidos en

    lenguas africanas (as yo rub , ewe, bant ),

    que

    segn don Fern ando Ort iz fueron vert idosal

    idioma amestizado

    y

    dialectal

    de los

    negros

    criollosysloeneste siglo ibana serrecogi

    dos,

    en la

    estela

    de

    Or t i z ,

    por

    autores como

    Ram n G uirao, Lydia CabreraoR m u l oLa-

    chataer. Mientras

    en

    plen o siglo

    XIX

    escri

    tores negrosomestizos contribu anconobras

    de la l i teratura considerada culta. Aques

    opor tuno recordar

    que el de

    C u b a ,

    en la de

    nominacin deDarc y Ribei ro,no es unp u e

    blo test imonio (como

    los que

    cuentan

    con

    fuertes comunidades indgenas),ni unpueblo

    transplantado (como

    los que han

    susti tuido

    a dichas comunidades

    por

    otras venidas

    de

    Europ a), s ino

    un

    pueblo nuevo,

    en que to

    dos sus com pon entes ha n venido de fuera (so

    bre todo

    de

    Espaa

    y

    frica),

    y

    conoceran

    un

    procesoque en1940 Ortiz l lamar transcul-

    turacin,

    y no ha

    concluido.

    El primer cent rode la Amrica espaola

    estuvo

    en

    las A ntillas,

    en la

    vecin a isla

    de

    San

    to Domingo. Pero elconocimiento deextra

    ordinarios imperios

    del

    Cont inente desplaz

    hacia ste el inters metropol i tano. Despus

    de

    la

    conquista, hacia 1510,

    y la

    fundacin

    de

    las siete primeras villas, Cuba perdi su rela

    t iva preem inencia:

    de

    ella part ieron, entre

    mu

    chos aventureros que casi la dejaron despo

    blada, Hernn Corts hacia

    la

    conquista

    de

    Mxico (1519),y H e rn a n d o de Soto haciala

    Florid a (1539). Slo entre 1516

    y

    1520 salieron

    de Cuba no menos de dos milespaoles en

    esas expediciones.

    A

    mediados

    de

    siglo,

    el n

    mero de personas l ibres se estimaba en seis

    cientos

    a

    setecientos;

    los

    indios, cerca

    de

    cien

    mil

    al

    empezar

    la

    conquista,

    no

    pasaban

    de , , ,.

    -

    x

    i i i

    In t roduc c i n

    a la

    l it e ra t u ra c uba na

    cinco mil; los negros sumaban ya alrededor de ROBERTO FERNNDEZ RETAMAR

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    4/11

    i n a la l i t e ra t u ra c u ba na

    EZ RETAMAR

    setecientos. La poblacin tena ya,

    pue s, los caracteres de una tpica fac

    tora colonial, prevaleciendo los sier

    vos y los esclavos. Aunque sigui

    trasvasando formas espaolas por lo

    general asaz rudimentarias, qu ed en

    efecto como menguada factora, en

    que el sistema monopolista que Es

    paa impuso a sus colonias slo era

    roto por la piratera internacional y

    el frecuente contrabando. Precisa

    mente en relacin con estas lt imos

    se produce la primera obra concien-

    temente literaria producida en la Isla: el ya

    mencionado poem a pico Espejodepaciencia,

    que data de 1608 y cuyas candorosas estrofas,

    escritas en la villa de Puerto Prncipe, tratan

    de un encuentro no de espaoles e indios, co

    mo en La Araucana, de Alonso de Ercilla, si

    no de nativos y piratas. Su autor, Silvestre de

    Balboa Troya y Quesada, Era bastante enig

    mtico para nos otros . Apenas se saban sus fe

    chas esenciales y que, habiendo nacido en las

    islas Canarias, estaba radicado en la Antilla

    mayor. Pero Cintio Vitier, cuidadoso editor

    de la pieza, me ha comu nicado de viva voz un

    dato qu e a su vez le trasmitieron los herm anos

    Manuel y Eugenio Padorno, de dichas islas.

    En ellas, Balboa habra participado en la aca

    demia potica de Bartolom Cairasco de Fi-

    gueroa, quien mantena relaciones con algu

    nos clsicos de la lengua. El poema, pues, no

    es el resultado de una evolucin literaria in

    terna de que entonces carecamos an, sino el

    trasplante de un producto canario, adaptado a

    un tema y a aspectos ambientales del nuevo

    hog ar del poeta. N o se limit a ello Balboa, si

    no q ue, a semejanza de aquella academia po

    tica que conociera en su archipilago atlnti

    co, haba atrado al cultivo de las letras a

    varios hab itantes de la regin , los cuales le de

    dicaron sendos sonetos laudatorios: de sus au

    tores, tres haban nacido en la misma villa cu

    bana. Sin entrar ahora en otros pormenores,

    vale la pena subray ar que tan to en el texto co

    mo en uno de los sonetos que lo preceden

    aparece el vocablo criollo. Aqu de nuevo

    debo volver a Ar rom , autor del mejor estudio

    que conozco sobre Criollo: definicin y ma

    tices de un concepto. Segn tal estudio, el

    vocablo haba nacido en el portu gus del Bra

    sil,

    de donde se difundira por otras lenguas.

    Antes de concluir el siglo XVI, era comn y

    corriente por todo el Nuevo Mundo, donde

    implicaba haber nacido all, de ascendientes

    venidos del Viejo, sin importar el color de la

    piel, el estado poltico o la condicin social.

    En efecto, en

    Espejo de paciencia,

    un blanco

    mancebo galn es llamado criollo del Ba-

    yamo, y un negro, Salvador criollo, negro

    honrado; mientras Pedro de las Torres Ci-

    fuentes ofrece a Balboa un soneto criollo de

    la tierra, donde no deja duda del carcter lo

    cal del trm ino : es de la tierra. Se trata de un

    protoapunte en que lo cubano comienza len

    tamente a diferenciarse de lo europeo y lo

    africano. Recurdese, de paso, que un impor

    tante personaje del jocundo Concierto barro

    co ,

    de Alejo Carpentier, Filomeno, es presen

    tado como biznieto de un negro Salvador,

    qu e fue, un siglo atrs, pro tagon ista de una tan

    sonada hazaa que un poeta del pas, l lamado

    Silvestre de Balboa, la cant en una larga y

    bien rimada oda, t i tulada Espejo de pacien

    cia...-.

    Es curioso este deseo tanto de Lezama

    como de Carpentier de entroncar con el pasa

    do insular en sus obras de ficcin.

    Pero la diferenciacin entre espaol o

    africano y criollo no avanzar mucho

    ms en Cuba hasta finales del siglo XVIII. La

    isla, mientras tanto, es avivada por la con

    fluencia de las Flotas espaolas que, de regre

    so a Espaa cargadas de metales preciosos, ha

    cen escala en La Habana. Para poder

    defenderla de piratas y corsarios, la ciudad es

    provista desde finales del siglo XVI con gran

    des fortificaciones que an hoy despiertan la

    admiracin de los turistas. Cuba suple as su

    carencia de oro y plata con su ubicacin ge o

    grfica excep cional, que le ganar el epteto de

    Llave del Nuev o M und o, a la que pronto su

    mar algunos productos locales. La estancia

    de las Flotas y la construccin de fortalezas

    significan dinero y esclavos que se van tradu

    ciendo en el incremento de industrias inci

    pientes: ganadera, azcar, tabaco, maderas.

    Una clase formada por propietarios agrcolas

    nativos empieza a desarrollarse, se levantan

    residencias e iglesias de un suave barroquis

    m o , se introduce la imprenta y se funda una

    Universidad, en La Habana. Las letras cuba

    nas entre 1700 y 1790 (estudiadas en una bue

    na monografa por Enrique Sainz) son harto

    discretas, e incluyen la pieza teatral

    El Prnci

    pe jardinero y fingido Cloridano, obras de ver

    sificadores que mereceran ser destacados por

    Lezama en su singular Antologa, de oradores

    eclesisticos elogiados por Sainz y de los pri-

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    5/11

    s historiado res de la isla: seal de una na

    La poca es sacudida por un aconteci

    om aron La Habana . Al l per

    l mism o t iem po qu e los hizo

    , en la defensa de La Hab ana, los hroes

    Pero a la devolucin de La Habana, que

    de la pol t ica colonial espa o

    la independencia de lo que seran los Es

    en Saint Do min gue (antes y des

    eten al primer pas indepen di

    para estar en condiciones de asumir el

    ms, el auge creciente de los Estados U ni

    Arra strada al merca do capital ista mu ndial ,

    de r hacer frente al creciente trabajo de la in

    nqu e no lleg a los desastres del la

    sino hasta el arribo de grandes capitales esta

    dounidenses p repar su camino. Indust r ias

    com o la tabacalera y la cafetalera fuero n echa

    das a segun do si t io con el pred om inio del az

    car. La sacarocracia iniciaba su reinado.

    Sometida al rgimen de plantaciones caracte

    rstico de las Antillas, Cuba se convertira en

    la azucarera del planeta.

    Sobre esta base, los criollos blancos due

    os de plantaciones, que de espaoles de Ul

    t ramar acabaran proclamndose cubanos,

    alcanzaron un estadio superior de existencia,

    que ha quedado cristal izado en la imagen que

    algunos eu ropeo s suelen hacerse de la vida en

    una rica colonia del trpic o, y la franco-cub a

    na condesa de Merln present en su obra

    La

    Havane

    (1844). El ferrocarril fue in trodu cido

    en 1037, antes que en Espaa, y vinculado a

    las exigencias de la industria azucarera. Se

    crearon instituciones sociales y culturales, se

    construyeron teatros, avenidas y suntuosas

    residencias. Durante este perodo pudo de

    cir el historiador estadounidense Leland Ha-

    milton Jenks, fue Cuba la colonia ms rica

    del mundo. En muchos aspectos de cul tura

    material y artstica lleg a sobrepasar a Espa

    a. Una de las empresas intelectuales de la

    poca, la

    Revista Bimestre C ubana

    (1831-

    1834), era, a los ojos de Pedro Henrquez

    Urea, la mejor revista l i teraria, por enton

    ces,

    de todos los pases de lengua espaola, sin

    excluir a Esp aa.

    Este instante cubano se inicia en torno a

    1790. Ms de uno ha dicho que el siglo XIX

    alborea para Cu ba ese ao, en que se inicia el

    gobierno de don Luis de Las Casas, aparece,

    con su patrocinio, el que sera el rgano i lu-

    minista y neoclsico del patriciado cub ano del

    m o m e n t o ,

    El Papel Peridico de la Havana

    [sic] (que durar con ese nombra hasta 1805),

    y es ya evidente la transformacin de lo que

    fue una factora en una colonia de plantacio

    nes en vas de contradictoria modernizacin.

    Casi imperceptiblemente empieza a asomar la

    cont radiccin colonia/metrpol i , que al prin

    cipio se manifiesta, t midam ente, en rasgos lo

    cales, elogios a las frutas del terruo debidos

    a poetas como M anuel de Zequeira y A rango

    en su Oda a la pina, o en dilogos entre las

    frutas eu rope as y las nuestras , como en la Sil

    va cubana atribuida a Manuel Justo de Ru-

    balcava: son apenas bar run tos de dilogos qu e

    encontrarn interlocutores mucho ms dra

    mticos que el aguacate y la pera. Pero para

    In t roduc c i n a la l i t e ra t u ra c uba na

    ROBERTO FERNNDEZ RETAMAR

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    6/11

    a la l i t e ra t u ra c uba na

    EZ RETAMAR

    esa clase emergente, tal contradic

    cin habr de ser sofocada durante

    dcadas por otra: la contradiccin

    esclavistas/esclavos. No es extrao,

    por ello, que al estallar la revolucin

    hispanoamericana de independencia

    a part ir de 1810 una rev olucin del

    patriciado frente a Espaa, Cuba

    no se sumara al proce so secesionista.

    La oligarqua criolla, que se tiene p or

    blanca y aspira a convertir al pas en

    una nacin moderna (hoy di r amos

    que de capital ismo desarrollado),

    aun que l lega a desear el po der pol t i

    co, t iene fundados temores de que

    una revolucin pudiera arrastrar tras

    s las grandes dotaciones de esclavos

    y transform ar el sentido de la guerra,

    como haba ocurrido en Hait . Tal

    oligarqua no va ms all de una actitud refor

    mista que encarna con triste lucidez el activo

    y moderado Domingo del Monte, una de las

    principales cabezas culturales, quien confes

    que pagaban el delito de tener esclavos sin

    dolo el los mismos.

    Las dos cont radicciones metrpol i /colo

    nia, esclavistas/esclavos van a recorrer buena

    parte del siglo XIX (aunque la esclavitud fue

    abolida por los insurrectos en 1868, tard en

    serlo por Espaa hasta 1886), y se exp resarn

    enrgicamente en el pensamiento y las letras

    del pas. Slo los independentistas se hallaban

    dispuestos a zanjar ambos dilemas. Para re

    formistas (part idarios de permanecer unidos a

    una Espaa que en vano queran pol t icamen

    te flexible) y a nexionistas (quienes vean la so

    lucin en incorporarse a unos E stados U nidos

    enton ces esclavistas), la esclavitud re sultaba, a

    la vez, fuente de riqueza y dogal. Y en las pri

    meras dcadas de ese siglo eran escasos los in

    telectuales indep enden tistas. Menc ionar a los

    dos ms destacados. (Ellos, adems, son los

    primeros creadores de gran nivel de los gne

    ros reyes de nu estras letras, si aceptamos para

    Cuba que dichos gneros, como ngel Rama

    dijo en relacin con tod a Hispa noam rica y es

    cri terio que com parto , son la poesa y el ensa

    yo , los cuales, a juzgar por los ttulos de las

    conferencias, sern poco tratados en el curso

    en lo que toca al siglo XIX; y tampoco lo se

    r muc ho el ensayo en el siglo XX ). Me refie

    ro ahora a Jos Mara Heredia y Flix Vrela.

    Al hablar de cada uno, aadir algo sobre el

    desarrollo de los gneros respectivos hasta las

    vsperas del fin del siglo pasado.

    Significativamente, Heredia y Vrela son

    los ms destacados intelectuales cubanos de su

    tiempo, y al abrazar el independentismo, des

    bor dan las posibil idades d e su clase de origen

    en ese mo me nto , lo que los obligar al destie

    r ro .

    El ms joven de ellos, Heredia, es tambin

    de extraordinaria precocidad. Antes de los

    nueve aos hace versos; a los diecisiete, ya es

    uno de los mejores poetas vivos del idioma:

    entonces escribe el primer texto mayor de la

    poesa cubana, En el teocall i de Cholula; a

    los diecinueve aos, conspira por la l ibertad

    de su patria y se ve obligado a exiliarse; vivi

    en adelante en Estados Unidos y Mxico,

    donde muri. A diferencia de poetas cubanos

    que lo precedieron, Heredia no es un mero in-

    ventarista de la naturaleza insular: su rebelda

    y su pod er de descripcin, su cultura y su nos

    talgia interiorizan el paisaje insular, lo funden

    al sentimiento de una peculiaridad nacional

    que vemos asomar en sus versos de arte ma

    yor, mientras escribe los iniciales poemas po

    lt icos del pas. De M anuel Ped ro G onz lez en

    adelante se lo ha considerado nuestro primer

    poeta r om ntico . Can ta al mar, al Niga ra, a la

    tempestad, a la libertad, al amor, a las ruinas,

    en clidas estrofas en las que la tradicin es

    paola es visiblemente enriquecida no slo

    po r una firme educacin clsica, sino por nue

    vas voces francesas, inglesas, italianas. Mart,

    que lo juzg ad mirablemen te y lo l lam el pri

    mer poeta de Amrica, deca que en sus ver

    sos aprendi a ser cubano. Pues en su poesa

    Heredia sella el sentimiento de singularidad

    del cubano, y fija los smbolos de su tradicin,

    palma o estrel la. Opuesto tanto al rgimen

    metropoli tano como al crimen de la esclavi

    tud, es un parricida no slo en lo que toca a

    Espaa, sino a su clase, la cual, atemorizada,

    abandona a este precoz heraldo de cubana,

    pero reconocindole su genio l i terario, que

    tambin se manifest en piezas dramticas,

    cuentos y crticas. Al morir en 1839, a sus

    treinta y cinco aos, era indiscutible que Cu

    ba perda a su primer gran hombre de letras.

    Conven imos en considerar ya abiertamen

    te nuestra inicial generacin romntica la de

    los poetas Gabriel de la Concepcin Valds,

    Plcido,

    y Jos Jacinto Milans.

    Plcido,

    arte

    sano mulato, es la primera figura notable de

    nuestras letras en no ser blanca ni provenir,

    consecuentemente, de las clases adineradas.

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    7/11

    om bre singular: Francisco M an

    esclavo de gran talento que al cabo ser

    En cambio Manza no nos ha dejado un d o

    Plci

    o

    como Manzano fueron involucrados por

    Conspiracin

    la Escalera

    llamada as deb ido al t ipo de

    ento al que se someta a los inculpa dos

    43-1844, con la que se qu iso castigar a las

    erosas revueltas de negros y mes tizos, so

    de aqullos, y en general atem orizar

    Plcido

    fue fusilado, y Manza

    Milans representa una intelectual idad

    esclavista, no pro vien e del pa-

    ntico de intenso eticismo, con frecuencia

    us notas de delicada ternu ra (en q ue

    as a la l ibertad y a la indepe nden

    ron la envergadura de las de su co etnea

    Aunque la segunda generacin romntica

    otas ms caracterst icas son el desarro llo

    exaltacin del desaparecido ind

    guras de men or calidad, lo prim ero se

    El Cucalamb,

    que sigue

    dichos campos con fines nacionalis

    tas,

    anticolonialistas, dio con un a ex

    presin genuina y llev a su cima una

    lnea de criollizacin de la poesa es

    paola iniciada a principios de siglo.

    Esa poesa haba conocid o, casi para

    lelamente, dos propulsores mayores:

    uno , de ext raccin popular , Francis

    co Poveda,

    El Trovador Cubano; y

    ot ro , rico exponente del patriciado,

    e l ya nombrado Dom ingo de l Mon

    te . Ninguno de ambos era un gran

    poeta, pero sus obras nos permiten

    asist ir a una curiosa mutacin de

    funciones de las formas Poticas. Del

    Monte, conservador tanto en lo po

    l t ico como en lo l i terario, al propo

    nerse una poesa criollista, recurre al

    romance, la estrofa tradicionalmente popular

    en Espaa, pero no en Cuba, no obstante va

    lerse Del Monte de asuntos campesinos cuba

    nos;

    Poveda, hom bre m s elemental en su for

    macin y autntico campesino, se at iene a la

    espinela o dcima, que a pesar de su origen

    culto haba venido aclimatndose en los cam

    pos de Cuba y otros pases americanos, al

    punto de hacerse la forma habitual , hasta

    nuestro s das, de las improv isaciones del cam

    pesino o guajiro, correspondencia cubana de

    las improvisaciones del payador rioplatense.

    En las dcimas de

    El Trovador Cubano,

    de

    El

    Cucalamb, de numerosos poetas annimos

    (cuyas obras no empezaran a recogerse hasta

    que Sam uel Feijoo lo hiciera en 1961) se anu n

    ci,

    y se despedaz, un posible

    Martn Fierro

    insular.

    La otra nota valiosa del perodo est dada

    por un conjunto de poetas en que se afina la

    sensibil idad romntica. Aunque esta l nea es

    iniciada por Rafael Mara de Mendive, maes

    tro de Mart , el nombre descollante de esta

    etapa es el de Juan Clem ente Zenea, una de las

    voces ms transparentes y puras de la poesa

    cubana, quien expresar en nocturnos y elegas

    la desazn de un poeta delicado a quien su de

    ber empuja al combate y que no logra estar

    siempre a la al tura de las circunstancias. Co

    m o

    Plcido,

    muri fusilado por los espaoles.

    Su estancia, desterrado, en los Estados Uni

    dos,

    le permiti familiarizarse con la literatu

    ra de aquel pas, sobre la que escribi estudios

    que parecen h aber influido en Bcquer, cuyas

    Rimas aparecieron el ao del fusilamiento del

    cubano. Con la obra de Zenea se suele empa-

    Juan Clemente Zenea.

    In t roduc c i n a a l i t e ra t u ra c uba na

    ROBERTO FERNND EZ RETAMAR

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    8/11

    .

    - '(ic'c.

    | C %

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    9/11

    La literatura en el Papel Peridico de

    reun ieron los materiales de su se

    varios de el los atribuidos al Padre Jos

    el cuen to cu bano naci al l ,

    hos un gnero de este siglo, de

    io de test imonio, por la Casa de las Am -

    Excursin a V ueltabajo, de Ciri

    de Miguel Barnet .

    Baste lo anterior para no incurrir en el fe

    Miscelnea

    Jos Antonio Saco (quien haba di

    Revista Bimestre Cubana) agrup un

    Papeles sobre C uba.

    N o to

    s son en sayos; pero mu chos s, y estn

    Historia de la esclavitud

    Papeles

    los dedicara a la me

    igo c om o l de la esclavitud. Saco, si bien

    que la nacionalidad cub ana (a

    pug n p or el lo el blanqueam iento del pas,

    s, lo que ha hecho que se

    Heredia, Del Monte) . Fue, segn Portuondo,

    la voz ms alta del patriciado; su obra, el

    examen ms agudo y perdurable de las races

    de nuestra nacionalidad. Despus de l , slo

    seran posibles las revolucionarias, que acaba

    ran situando en el eje del pas a sectores me

    dios y populares con voceros como Antonio

    Macea y Jos Mart .

    Entiendo que la conferencia Literatura y

    pensa miento en el fin del siglo XIX conside

    rar a otras de nuestras importantes ensayis

    tas de la centuria: pienso en autores com o M a

    nuel Sanguily, Enrique Jos Varona y, sobre

    todo ,

    el mayor de nuestros escri tores, Mart .

    Mientras, evidentemente, la Narrativa cuba

    na del siglo XIX se har cargo de lo que

    anuncia. Tendremos as un cuadro de lo fun

    dam ental de nuestras letras en un siglo del que

    hay que decir que si se inici en 1790, conclu

    y ,

    desastrosamente por part ida doble, en

    1898.

    En ese ao, la intromisin estadouni

    dense en la guerra entre Espaa y Cuba (que

    haba recom enza do en 1895), no slo venci a

    ambas, hecho en verdad infrecuente, sino que

    conv irt i a la segunda en t ierra ocup ada mili

    tarmente, y luego en protecto rado y neoc olo-

    nia, hasta 1958, ejerciendo el po der po r lo ge

    neral a travs de g obiernos t teres.

    Mirando retrospectivamente a la l i teratura

    cubana de la centuria pasada, sendas observa

    ciones l laman la atencin, una desde la dere

    cha y otra desde la izquierda. La prim era es de

    don Marcelino Menndez y Pelayo, segn el

    cual el espritu general de los literatos y de

    los hombres de ciencia en Cuba ha solido ser

    sistemticamente hosti l a Espaa y manifes

    tarse francamente com o tal. La segunda es de

    M art , cuya obra estuvo tan nutrida no slo de

    literaturas extranjeras, sino de lo mejor de los

    clsicos de su idioma; lo cual no le impidi

    decir, aludiendo a su contemporaneidad, que

    los pueblos de habla espaola nada, que no

    sea manjar rehervido, reciben de Espaa. El

    siglo haba separado a las li teraturas de amb os

    pases, como haba separado a los pases mis

    mos, no obstante permanecer pol t icamente

    unidos. Pero a part ir de 1898 las cosas no se

    guiran siendo as.

    En el siglo XX se ha puesto el nfasis del

    curso, y apenas me es necesario aadir gran

    cosa. Como ya adelant, s in embargo, echo

    de menos una conferencia que abordara en

    conjunto su ensayo. No pienso supl i r la (en

    t re ot ras cosas, porque carezco de t iempo),

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    10/11

    a la l it e ra t u ra c uba na

    EZ RETAMAR

    pero no quiero desaprovechar la oportuni

    dad para sealar, a propsito de tal ensayo,

    un p ar de cosas. La primera , la nueva relacin

    que en este siglo se establecera entre la ex

    metrpoli y la ex-colonia. Quiz el ejemplo

    inicial sonado la ofrezca el l ibro de ensayos

    de don Fernando Or t i z

    Entre cubanos... Psi

    cologa tropical,

    apa recido en 1913 y en cabe

    zado por dos cartas a Unamuno, cuya huel la

    es visible en toda la obra, al extremo de que

    ella fue sealada por Carlos Serrano como

    ejemplo de regeneracionismo t rasat lnt i

    co.

    En la segunda de aquellas cartas, Ortiz

    le asegura al recto r salm antino: y es que Cu

    ba, en no pocos aspectos, es ms espaola

    que Espaa. En trabajo ms serio sobre el

    tema, de 1940, Los factores humanos de cu-

    banidad, Ortiz volver a ci tar con identifi

    cac in a Unamuno.

    Unamuno dejar su huella en varias gene

    raciones de ensayistas cubanos. Orteg a y Ga s-

    set habr de hacerlo sobre to do en integrantes

    de la generacin que emp ez a manifestarse en

    la tercera dcada, como fue el caso destacado

    de Jorge Maach (en su coetneo y contradic

    tor Marinello, las races espaolas miran ms

    a los barrocos). Y M ara Zam brano , en la ge

    neracin posterior, sobre todo en el grupo que

    se ncleo en to rno a la revista

    Orgenes:

    V itier

    y Garca Marruz se contaron entre sus disc

    pulos. A propsi to de ese grupo, aunque no

    suele recordarse como debiera, las conferen

    cias que Garca Lorca ofreci en La Habana

    en 1930 (en especial la que dedic a la imagen

    potica en don Luis de Gngora) est imularon

    la ensayst ica deslumbrante de Lezama. Men

    ciono lo anterior tan slo com o mue stras de la

    presencia espaola en nuestro ensayo del si

    glo.

    Ms all del ensayo, es sabido que Juan

    Ramn, Garca Lorca, Albert i , Aleixandre,

    Cernuda y otros poetas espaoles tambin se

    hicieron sentir en la poesa cubana. El final

    desdichado de la guerra civil espaola inte

    rrum pira p or largo t iemp o esa frti l relacin.

    Pero ese es otro cantar.

    Lo segundo que di r a prop si to del ensa

    yo cuban o de esta centuria t iene ver con el tra

    tamiento de determinadas cuestiones que es

    propio del gnero. Si en el siglo pasado el en

    sayo haba considerado problemas entonces

    en discusin, otro tanto har ste. Slo que los

    problemas, desde luego, no sern ya los mis

    mos. A la contradiccin metrpoli /colonia le

    ha sucedido la de metrpol i /protectorado o

    neocolonia (siendo ahora la metrpoli no Es

    paa, sino los Estados Unidos); a la contra

    diccin esclavistas/esclavos, la que opone a la

    viceburguesa o burguesa desnacionalizada

    (la cual ocu p el sitio de la clase que pe rdi su

    opo rtun idad histrica al finalizar la Gu erra de

    los Diez Aos, en 1878, y cuyo epitafio fue el

    Pacto del Zanjn) y a los sectores medios y

    populares que ascendieran a primer plano en

    la Guerra de 1895, con un ideario revolucio

    nario diseado por Mart . Truncada aquella

    guerra en 1898, su proyecto qued como una

    revolucin posp uesta, segn dijera el histo

    riador Ramn de Armas. El siglo XX ser

    atravesado por tales contradicciones, y mu

    chos de sus ensayistas se harn cargo de ellas.

    Se trata de un entram ado co mplejo qu e apenas

    puedo rozar aqu. En general , conscientes de

    la cond icin ca pit idisminuida del pas, los en

    sayistas de la primera generacin republicana,

    sobre todo los reunidos en torno a la inicial

    revista imp ortan te del siglo,

    Cuba Contempo

    rnea,

    defienden la nacin frente a la prepo

    tencia estadounidense, pero sin asumir una

    posicin fuerte n i una perspectiva clasista po

    pular. Entre quienes irn ms lejos en aquella

    generacin habrn de contarse el propio Or

    t iz, Jos Antonio Ramos y Emilio Roig de

    Leuchsenring. Corresponder a la segunda

    generacin hacer frente a las contradicciones

    con todo su fuego. Varios de sus integrantes

    redescubren, deslumhrados, a Mart . Jul io

    Antonio Mella y Rubn Martnez Villena in

    troducen el marxismo en el pensamiento cu

    bano, y lo aplican creadoramente a desentra

    ar nuest ros problemas. Mel la aporta el

    primer anlisis marxista de Mart ; y Martnez

    Villena e scribe

    Cuba, factora yanqui,

    parale

    lamente a los

    Siete ensayos

    de Maritegui. In

    telectuales com o ellos, com o muc hos d e quie

    nes se expresaron en, la heterognea revista

    Social,

    en la vanguard ista

    Revista de Avance

    y

    en la ms fugaz y radical Amrica Libre, ha

    ban formado parte desde 1923 del Grupo Mi

    norista, inclinado a la izquierda, al que de m o

    do sorpresivo le apareci entre sus filas un

    fascist izante: Alb erto Lm ar Schw eyer. Su l i

    b ro

    Biologa de la democracia,

    despus de al

    gunas escaramuzas, provoc, como rplica,

    una Declaracin del Grupo que en 1927 re

    dact Martnez Villena y fue, paradjicamen

    te , el canto de cisne de dicho Grupo. El pas,

    impulsado por el rechazo al rgimen t irnico

    de Gerardo Machado, iba a t ratar de acome-

  • 7/24/2019 Intro a La Literatura Cubana F Retamar

    11/11

    (que se extingue en 1930),

    primero posiciones conservado

    y sumndose el segundo al comunismo.

    , la revolucin vuelve a ser posp uesta:

    sus jvenes comp aeros asaltan

    nte, y vuelven a intentar

    ara Fidel , es Mart ; su program a,

    La

    Despus de conocidas

    que asum e carcter socialista y

    Doy por sentado que el curso presentar

    zado dura nte ese lapso en varios gne

    El ingenio,

    Vitier, Gar

    asaus, Joel James, Desiderio N ava rro,

    Nov as, Luis Toledo Sande, Abel Prie

    , Rosa Ileana Boudet, Nara Arajo, Rafael

    pez Sacha, Margari ta Mateo, Jorge

    Luis Arcos, Ar turo A rango, Enrique

    Ubieta, yo (no me queda ms reme

    dio que ci tarme, para no parecer co

    queto, as como a mi compaera

    Adelaida

    de

    Juan), muchos y muchas

    ms. Una figura adquiere rel ieve

    mundial: el Che. En los lt imos

    aos, adems de revistas ya existen

    tes,

    como

    Casa de

    las

    Amricas y La

    Gaceta de Cuba,

    se han creado otras

    destinadas a acoger ensayos nuevos:

    Temas

    y

    Contracorriente

    son ejem

    plos de el las. Algun os pe rman ecen al

    margen de la discusin pol t ica, co

    mo Severo Sarduy, Julio Rodrguez

    Luis,

    Roberto Gonzlez Echevarra ,

    Emilio Bejel. Y, po r su pue sto, no h an fal tado

    ensayistas hostiles a la Revolucin, con fre

    cuencia trnsfugas, tambin con frecuencia

    continuadores (en pleno auge del imperial is

    mo estadounidense y del pensamiento ni

    co de derecha) de los anexionistas del siglo

    pasado, cuando no mulos de Lmar Schwe-

    yer. Equivalen a los que no tienen fe en su

    patria, los letrados artificiales, ornados de

    falsa erudicin, que fustig Mart en

    Nues

    tra Amrica.

    Voy a concluir esta introd ucci n p ensan do

    en lo que bro ta, y rei terando algo que dije ha

    ce treinta aos, al final de una charla sobre

    antipoesa y poesa conversacional en Hispa

    noamrica que me solici t Mario Benedett i :

    No conviene olvidar

    el

    carcter pendular

    del arte

    [...].

    Hay

    muchos rasgos que nosotros no podemos

    prever

    en estos momentos y que es posible que engendren

    una poesa [en esta ocasin debemos decir: una lite

    ratura]de la que notenemosnocin.Elarte,como la

    historia toda, segn deca Marx, suele tomar el otro

    camino,

    Esa

    otredad

    que padece louno,de que

    ha

    blaba Antonio Machado, puede estar ahora mismo

    oyendo la

    conversacin,

    y ella va a

    decir

    la ltimapa

    labra. Que, desde luego, no serlaltima.

    Portada del primer t

    las

    Amricas

    mero de la revista

    asade

    In t roduc c i n a la l i t e ra t u ra c uba na

    ROBERTO FERNNDEZ RETAMAR