INTRODUCCIÓN A LA TESIS - periodismoabc · A partir de los años setenta, los programas...
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Capítulo 1
Introducción Planteamiento del problema, metodología y objetivos de la tesis
En sus acostumbradas promociones, las empresas periodísticas no pierden ocasión
para subrayar algunas de sus características principales conforme a un sentido común
bastante generalizado. La prensa existe, se afirma con la mayor naturalidad, para cumplir
con una importante misión social, democrática, y su trabajo se despliega con “un alto
sentido profesional”. Esa labor descansa en un derecho sagrado: la libertad de prensa.
Tan orgullosa demostración, como ocurre en otros tantos casos de la vida, oculta una
realidad distinta: el periodismo se hace hoy bajo el imperio de demandas comerciales
apremiantes, ineludibles y, a veces, arrolladoras. Es un secreto a voces que la postura
espectacular o catastrófica que exhiben con insistente frecuencia los medios de prensa se
relaciona más con objetivos empresariales o de venta, que con los valores tradicionales
del periodismo.1
La prensa enfila su labor diaria hacia el reporte de los llamados acontecimientos de
actualidad. Todos los días se cumple con ese protocolo a través de una puesta en escena
1 Un objetivo comercial no necesariamente es de “venta directa”. El marketing y las relaciones públicas
incluye cultivar una reputación, velar por la imagen, conectar el producto con emociones positivas, etc..
Ver a José Daniel Barquero Cabrero, Comunicación y Relaciones Públicas. Madrid, McGraw Hill, 2002,
p.7. La variante “catastrófica” ha sido señalada por Silvia Álvarez Curbelo en “El periódico como ruina:
responsabilidad social de la prensa puertorriqueña”, conferencia dictada en el foro público “La Prensa ante
su Responsabilidad Social”, Centro para la Libertad de Prensa de Puerto Rico, 9 de noviembre de 2005.
2
que anuncia a los lectores lo que de “verdad” ocurre y lo que es importante. El relato
periodístico se construye mediante una serie de rituales de presentación, marcas
estilísticas y retóricas que denotan una intención de “objetividad”. El lector espera
noticias “verdaderas”, ese es el contrato de lectura formulado en el sistema de los medios
de prensa moderna. En el fondo, sin embargo, la “actualidad” es un horizonte a menudo
cerrado a temas de exclusivo atractivo masivo, por lo general predecibles y repetitivos.
En el menú de noticias predominan voces y figuras de la oficialidad política o
institucional, gente famosa, acontecimientos o casos espectaculares. La cotidianidad de la
vida suele enmarcarse en este sistema limitado de prioridades temáticas.
Este predominio del periodismo informativo “automático”, de catástrofes o
exageraciones, de horizontes temáticos y fuentes limitadas, se riñe con principios básicos
que delimitan la “profesión periodística” recogidos en códigos, proclamas, prácticas y
retóricas que nos llegan hasta nuestros días desde el siglo diecinueve.2 Entre esos
principios quebrantados o debilitados por las rutinas actuales se mencionan la autonomía
profesional, el compromiso de servicio público, la ecuanimidad y el rigor. Si se examina
con detenimiento la crítica a la prensa contemporánea mundial, la preocupación más
extendida es en torno a la vigilancia que debe prestar toda prensa seria a los valores de la
democracia y la justicia social. El consenso de la crítica apunta a un deterioro de su
responsabilidad social y profesional, como ejemplifican los mea culpa recientes de dos
diarios emblemáticos como The New York Times y Washington Post. Ambos, junto a otro
puñado de publicaciones y medios de renombre mundial, han aceptado en público graves
fallas en su conducta profesional, bien por rendir su independencia periodística, por
2 Roberto Savio usó la frase “periodismo automático” en una conferencia improvisada en la Escuela de
Comunicación en agosto de 2002.
3
permitir el relajamiento de sus normas de verificación e investigación, o por negligencia
en la “búsqueda de la verdad”. Tras los incidentes del 11 de septiembre de 2001 y la
invasión de Irak, la crítica es más dura y frecuente sobre estos ángulos de la salud del
periodismo. El lamento compartido es que, como ha dicho el presidente actual de la
Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados Unidos (SPJ- sus siglas en inglés),
“journalism has become about profits and ratings”.3 En Puerto Rico, Luis Alberto Ferré,
director de El Nuevo Día, lo ha dicho en otras palabras:
Hoy día el chisme es noticia. La falta de análisis,
contexto y prueba que ofrecen los medios hoy día han
provocado que la barra de calidad descienda en vez de que
ascienda como debe ser... No hay medio exento.4
Luego de un siglo de institucionalización de una “prensa profesional”, cabría
preguntar: ¿qué representó lo profesional ayer y qué representa hoy? ¿Hasta qué punto la
ambigüedad en su origen y luego en su desarrollo opera como un mecanismo
acomodaticio o de legitimación para justificar una prensa insuficiente, apegada al
discurso oficial, catastrófico o amarillista? ¿Cómo es que lo comercial sustituye el
criterio periodístico? ¿Será que la emergencia de un periodismo sin “periodistas
profesionales”, como se avisa desde las redes de Internet y espacios alternativos –a veces
con desmedido entusiasmo– informa un nuevo horizonte para el periodismo del siglo
veintiuno? ¿Habrán pasado a retiro los paradigmas articulados a lo largo del siglo veinte
en torno al periodismo?
3 Ver a David Carlson, “Journalism industry must return to principles”, Quil, January-February 2006, p.3.
Para una evaluación puntual de la prensa en Estados Unidos posterior a los ataques del 11 de septiembre de
2002, ver a Barbie Zelizer y Stuart Allan (eds), Jorunalism After September 11. London-New York,
Routledge, 2002. 4 Ver a Luis Alberto Ferré, Blog, endi.com, insertado el 18 de marzo de 2006.
4
Estas preocupaciones animan, pero van mucho más lejos que lo que se alcanza a
discutir a fondo en este trabajo de investigación histórica. Luego de varias vacilaciones
sobre el rumbo, tratándose de temas tan amplios, opté por restringir el foco. La historia
sobre los educadores del periodismo en Estados Unidos, de David Sloan, hizo más
acuciante mi interés por cómo se constituyeron y se aceptaron las normas del periodismo
profesional. Los ensayos de Douglas Birkhead sobre la relación entre industria, ideología
y prensa moderna me plantearon las mismas preguntas sobre Puerto Rico. 5 Ante la
escasa historiografía puertorriqueña sobre el periodismo me propuse, en definitiva, una
exploración de la trayectoria del concepto del “periodismo profesional” (o “periodismo
moderno”) desde sus primeros atisbos hasta que madura como una seña de identidad
contemporánea indiscutible. El trabajo se concentró entonces, como señala el título, hacia
un “Análisis histórico de la noción del ‘periodismo profesional’ en Puerto Rico (del siglo
XIX al siglo XX)”.6
Si la prensa de hoy se considera “profesional” y “más moderna”, esto se debe a un
desarrollo histórico cuyos factores constitutivos habrá que buscarlos, en última instancia,
en la interacción de las dinámicas económicas, políticas, sociales y culturales que, en su
5 Ver a David Sloan, Makers of the Media Mind: Journalism Educators and their Ideas. Hillsdale,
Lawrence Earlbaum Associates, 1990, y “Historians and the American Press, 1900-1945: Working
Profession or Big Business?”, American Journalism, Vol. 3 Num. 3, 1986. De Birkhead, “The Power in the
Image: Professionalism and the Communications Revolution”. American Journalism, Vol 1, No. 2, Winter
1984, y “The Progressive Reform of Journalism: The Rise of Professionalism in the Press”, en J. Michael
Hogan, Rethoric and Reform in the Progressive Era (Vol VI). East Lansing, Michigan State University
Press, 2003. 6 El uso indistinto de ambos conceptos “periodismo profesional” y “periodismo moderno” no es del todo
exacto, pero lo preferimos con el propósito de vincular lo moderno (modernidad, modernización) con el
surgimiento de la profesión. Birkhead explica este desplazamiento conceptual con más detalle en sus
ensayos ya citados; en este trabajo también se discute el tema más adelante.
5
conjunto, articulan sus condiciones de producción y sus condiciones de reconocimiento
por parte de sus receptores.7
Las normas del periodismo moderno no se adquieren de golpe; avanzan, no pocas
veces, por senderos a primera vista contradictorios. En el Boletín Mercantil de 1839,
periódico monárquico y colonialista, hay huellas importantes, por ejemplo, de esa
intención modernizadora. Examinar y discutir uno de los aspectos de ese desarrollo –la
noción de “periodismo profesional”– podría arrojar luz sobre el proceso que hoy, como se
dijo arriba, causa consternación y preocupación por el futuro del periodismo.
Perspectiva histórica
Aunque a veces resulta arriesgado sugerir etapas, en Puerto Rico son evidentes los
cambios de la prensa a partir de la fundación y desarrollo de tres periódicos en tres
momentos distintos: La Correspondencia de Puerto Rico desde 1890, El Mundo desde
1919, y finalmente El Nuevo Día desde 1970 hasta nuestros días.
El “periodismo moderno” se perfiló como el modelo dominante, no necesariamente
como la única forma de hacer periodismo. En ese proceso se pasó de una prensa
esencialmente oficial a una prensa con aspiraciones liberales, ilustradas y de
modernización. En un juego de cambio y continuidad, ocupó la escena la prensa
partidista o de combate ideológico, periodo que se considera una honrosa herencia
histórica a emularse. A ello se refieren tanto el Director de El Nuevo Día como el
historiador Guillermo Baralt. 8
Los últimos años del siglo XIX ven el surgimiento de una
7 Agradezco la ayuda de Silvia Álvarez Curbelo en el desarrollo de esta síntesis.
8 Ver a Luis Alberto Ferré ““Discurso ante la tumba de Luis Muñoz Rivera”, endi.com, lunes 16 de julio de
2001, y, Guillermo Baralt, Historia de El Nuevo Día 1909-2000: Al servicio de mi tierra. San Juan,
Fundación El Nuevo Día Inc., 2002.
6
prensa cuya vitalidad dependerá repetidamente de los sucesos más “palpitantes de la
actualidad”. Ello implicó una nueva sensibilidad respecto a lo público y una nueva
dinámica de trabajo, pues, en adelante, la prensa será industrial, masiva y de circulación
general. Pensar en el público como consumidores (publicidad y consumo) comenzará a
ocupar un lugar más preponderante en la orientación de los periódicos. Como ya antes lo
había hecho La Correspondencia –con mucho menos potencial–, al fundarse El Mundo
en la segunda década del siglo veinte éste declara sin ambages su intención comercial,
pero al mismo tiempo su misión “no-partidista”, su independencia de criterio, sus afanes
por la actualidad noticiosa, características esenciales de lo que se ha llamado periodismo
profesional.
Como ocurrió en otras jurisdicciones, las tensiones con el gobierno y el liderato
político fraguaron en buena medida el perfil “profesional” del periodismo, su discurso
público. No bastaba con la protección constitucional a la libertad de expresión y de
prensa; no era suficiente proclamar el carácter no-partidista de las empresas. De aquí en
adelante el periodismo reclama con insistencia un lugar de autoridad social a partir de la
ideología profesional del periodismo. Dos acontecimientos trascendentales alumbran este
proceso: primero, el informe final de la Comisión Hutchins de 1947, tras una profunda
crisis de credibilidad de las grandes empresas mediáticas en Estados Unidos; y segundo,
la aprobación de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” del 10 de
diciembre de 1948 y en particular su artículo 19, que reconoce el derecho moderno a
informar y estar informado. Ambos eran intentos por difundir la ideología de una “prensa
7
libre y responsable”, conceptos que en las próximas décadas se alzarán como una
indiscutible marca de identidad de toda prensa “profesional”.9
A partir de los años setenta, los programas universitarios especializados en
periodismo y comunicación, junto a la poderosa influencia de El Nuevo Día, llevaron a
un punto más alto la noción de lo “profesional” en Puerto Rico. La competencia de El
Mundo, El Vocero, El Reportero y The San Juan Star, y en alguna medida, Claridad, así
como el impacto de los noticiarios de televisión y radio ayudaron a definir también el
campo de la prensa contemporánea. A fines de los años noventas, la confianza en la
prensa profesional se cuestiona. La crítica apunta a que asistimos a una ética profesional
inestable, a un paradigma en crisis. 10
La autonomía del periodista, la independencia
editorial real de las empresas, las rutinas de producción, las limitadas prioridades
temáticas, la forma en que se presentan las noticias, el problema de la autocensura, todas
estas áreas son motivo de preocupación o debate. La crítica proviene de la academia, de
los públicos, de las comunidades, de los periodistas y de algunos empresarios. Se
proponen cambios concretos para la reforma de los medios. Esto, sin embargo, sigue
siendo un movimiento bastante marginal. Si bien se habla mucho de estos temas, las
respuestas son lentas y de dudoso alcance. En cierto sentido, la sensación de que algo
9 Ver del Commission on Freedom of the Press, A Free and Responsible Press: A General Report on Mass
Communications--Newspapers, Radio, Motion Pictures, Magazines, and Books. Chicago, University of
Chicago Press, 1947; y Organización de Naciones Unidas, Declaración Universal de los Derechos
Humanos, 1948. [www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm]. 10
Según Thomas Kuhn, los paradigmas, como modelos organizadores de una racionalidad científica, se
debilitan cuando dejan de servir de guía a una parte de la comunidad profesional, luego de lo cual se puede
producir una “revolución”, un cambio drástico. Ver a Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas.
México DF, Fondo Cultura Económica, 1971.
8
anda mal es una realidad mucho más fuerte que la voluntad de explicar los problemas y
buscarle soluciones.11
¿Cuál es la prensa que se investiga?
Nuestro proyecto de investigación se enfoca en los diarios que se inscriben en la
tradición de un periodismo de referencia, cuyo polo de atracción principal es la
información noticiosa. Con vocación de servir al público lector en la vida política y
cultural en general e informarle de asuntos públicos relevantes, le anima también un
fuerte compromiso de defender el interés público, incidir en el curso de la acción política,
y promover la democracia, la armonía y la justicia social. Son diarios masivos, de
carácter industrial, que se postulan “independientes”, “profesionales”, aunque asociados
íntimamente a la creciente industria de la publicidad. La investigación alude a otro tipo
de prensa, pero sólo en función de establecer contrastes o contextos pertinentes al
desarrollo del tema sobre la “noción del periodismo profesional”. En este sentido, por lo
general, queda fuera del alcance de esta tesis la prensa de tipo amarillista o
sensacionalista, también de larga tradición en Puerto Rico, cuyo centro de gravedad se
orienta al suceso espectacular, el drama o la tragedia, una matriz de relatos que conecta
más con estados de ánimo transitorios que con el ámbito de la deliberación política. En
última instancia, nuestro foco se concentra en una prensa que se concibe así misma como
parte de un diálogo político y cultural de trascendencia a corto y largo plazo.12
Valores
11
Del Centro para la Libertad de Prensa, ver el resumen de los “Diálogos sobre el rol del periodista en una
sociedad democrática”, en Memorias del Centro para la Libertad de Prensa 1999-2000. San Juan, CLP,
2001. 12
La prensa sensacionalista incide, claro está, en la vida política y cultural, pero se rige por otros códigos.
Para una explicación de prensa sensacionalista y amarillista ver a Guillermo Sunkel, La prensa
sensacionalista y los sectores populares. Bogotá, Editorial Norma, 2002.
9
como el interés público, la justicia social y la democracia, forman un núcleo fundamental
de la noción del periodismo moderno. Una perspectiva crítica nos obliga a reconocer, por
otra parte, que los valores que dice defender el periodismo moderno son articulaciones
atravesadas por condiciones clase, género, poder económico, posiciones políticas, entre
otros.
La apertura legal que se produce en Puerto Rico a partir de la última década del siglo
diecinueve catapulta muchas viejas aspiraciones del “afán de modernidad” en la sociedad
puertorriqueña. Más de doscientos periódicos se fundan en esta década; se desarrolla la
prensa obrera y reaparece con fuerza la prensa municipal, regional y también la de
inspiración literaria; se adoptan formatos con nuevas técnicas, y se constituyen los
primeros diarios de larga duración, a saber, La Democracia y La Correspondencia de
Puerto Rico. Conviene, pues, precisar que la investigación gira principalmente sobre La
Correspondencia y más adelante El Mundo, que son los diarios que adoptan en forma
temprana y consecuente el modelo de periodismo moderno. Es además El Mundo la
primera empresa que se configura como la primera gran corporación mediática en la
historia de Puerto Rico. Los antecedentes de este proceso son examinados con el
propósito de establecer el contexto histórico en que se produce el cambio. Se hace,
además, una valoración del Boletín Mercantil (1839-1918), periódico que la
historiografía tiende a ignorar por “incondicional” y “conservador”.
El diario que financia en el 1970 Antonio Luis Ferré, con la inmensa ayuda
periodística de Carlos Castañeda, señala un cambio de época. El Nuevo Día conquista
una amplia circulación en pocos años, rompiendo así el largo predominio de los diarios
El Imparcial y El Mundo. Más adelante altera por completo el balance histórico sobre la
10
propiedad de la prensa en Puerto Rico. Por primera vez, hoy dos terceras partes de todos
los periódicos que circulan pertenecen al mismo propietario. Desde su fundación, El
Nuevo Día incorpora las tecnologías de punta tanto para la fase de producción (redacción
y diseño) como de impresión y circulación. A tono con esta apuesta a la tecnología, desde
sus primeros años atiende con impresionante éxito comercial sus políticas de marketing y
relaciones públicas. Fue además el primero de los medios de prensa que dio una cálida
acogida a los graduados de comunicación y periodismo en un número impresionante. Su
relación con la academia es muy estrecha: dos cursos de periodismo que pertenecen al
currículo de la Escuela de Comunicación se imparten en El Nuevo Día. Además, al
fundar el Centro de Libertad de Prensa en 1999, con sede en la Universidad del Sagrado
Corazón, se convierte en uno de los principales divulgadores y promotores del
periodismo profesional. Al mismo tiempo, su Director actual, Luis Alberto Ferré, se ha
mostrado crítico del desempeño de la prensa tanto por sus contenidos insustanciales o
exagerados como por la falta de contextualización. Por todo lo anterior, la tesis culmina
con un examen a fondo de lo pertinente de la historia de El Nuevo Día al desarrollo del
periodismo profesional en Puerto Rico.
Premisas teóricas
Existen distintos acercamientos teóricos al periodismo. Como han señalado Ortega y
Humanes, los más serios toman en consideración por lo menos tres factores: la historia de
la profesión, las biografías de los actores implicados y la estructura de la sociedad. Sobre
11
esos niveles se mueve una bibliografía abundante de investigaciones, que no compara
para nada con lo que se ha hecho en Puerto Rico.13
El esquema teórico que se ha seguido en esta tesis parte, pues, de la lectura de un
amplio conjunto de ensayos y libros y, naturalmente, de la experiencia misma de la
investigación que lleva ya tres años. El modelo más fecundo, conocido como el modelo
de la cebolla, lo encontré en la síntesis que Héctor Borrat hace de la obra de varios
investigadores alemanes contemporáneos. 14
En resumen, este modelo considera la prensa
como “un sistema de acción social”, como “narradores en interacción social”, y establece
cuatro dimensiones o esferas concéntricas: 1) la esfera de la sociedad; 2) la esfera de la
empresa, 3) la esfera de la profesión; y 4) la esfera del sujeto. La prensa, en primer lugar,
no sólo influye; también es influida. El contexto cultural y político que, para simplificar
llamaremos sociedad, condiciona los universos políticos de los ciudadanos y de las
instituciones. Se representa por leyes y códigos que imponen límites; y también por
públicos y audiencias con determinadas características y demandas. La empresa
periodística, segunda esfera, no es un ente aislado; se trata de un conjunto de empresas
que operan como un sistema en competencia por mercados, lectores-audiencias, ingresos
publicitarios, tecnologías y saberes profesionales. Desde allí se dictan pautas y se trazan
límites que no necesariamente corresponden a la voluntad de nadie en particular sino que
son resultado del conjunto. Como bien lo saben los recién llegados al gremio empresarial,
el sistema establece una cuota de entrada (capital inicial), provee para la eliminación de
13
Ver a Félix Ortega y María Luisa Humanes, Algo más que periodistas: sociología de una profesión.
Barcelona, Ariel, 2000. 14
Con ligeras variaciones, sigo en lo fundamental la síntesis que hace Héctor Borrat de su propia
investigación y la de los alemanes Wolfgang Donsbach, Siegfried Weishenberg y Gunter Reüs. Para fines
de un resumen más breve y, a mi juicio, más claro, he alterado el orden original de las “esferas”. Ver a Mar
de Fontcuberta y Borrat, Periódicos: sistemas complejos, narradores de interacción. Buenos Aires, La
Crujía, 2006, pp. 159-174.
12
los inadaptados y permite la exclusión, tanto a base de presiones económicas de la
“competencia” como de acciones deliberadas al efecto.
Si las primeras dos dimensiones del periodismo tienen que ver sobre todo con las
instituciones, las otras dos avistan a los sujetos. Weishenberg postula que la tercera
dimensión incluye las maneras de trabajar; “cómo investigan los periodistas, de acuerdo a
qué modelos construyen y presentan la realidad”. En este nivel encontramos las
asociaciones y sus códigos, los saberes acumulados, los géneros y las prácticas de
redacción legitimadas por el ejercicio profesional. Finalmente, una cuarta dimensión se
constituye por los periodistas mismos, “sus características demográficas, sus tomas de
posición, su concepción de los roles y sus calificaciones”. También, “sus valores
subjetivos, su imagen del público”.15
Lo importante de esta perspectiva, sin embargo, no está en identificar y luego
reconocer unas dimensiones más significativas que otras. Los estudios sobre roles
profesionales, por una parte, y el gatekeeping, por el otro, que acapararon el interés de
tantos estudiosos por largo tiempo, ya habían demostrado la trascendencia tanto del
editor en la selección de noticias como de los rituales en la redacción del texto
periodístico.16
La economía política había puesto igual énfasis en la importancia de los
propietarios y las clases dominantes.17
Brian McNair llevó este esquema a un extremo, al
15
Borrat, op.cit., p.163-172. Del propio Weischenberg y Armin Scholl ver, “Autonomy in Journalism: How
It is Related to Attitudes and Behavior of Media Professionals”, AJMC Archive, September 1999; y de
Donsbach, “Psychology of News Decisions: Factors behind Journalists’ Professional Behavior”,
Journalism, Vol. 5, No. 2, 2004. 16
Los libros más renombrados son los de Sigal Leon, Reporters and officials: the organization and politics
of newsmaking. Lexington, D.C. Heath and Co., 1973; Bernard Roschco, Newsmaking. Chicago, University
of Chicago Press, 1975; y Gaye Tuchman, Making news: a study in the construction of reality. New York,
Free Press, 1978. 17
El libro clásico es el de Ben Bagdikian, The Media Monopoly. Boston, Beacon Press, 1983. La
condiciones de clase, género y raza se examinan en Herbert Gans, Deciding What´s News: a Study of CBS
Evening News, Newsweek and Time. New York, Pantheon Books, 1979.
13
punto que dividió el paradigma en dos grandes campos: el paradigma de la competencia y
el paradigma de la dominación, a los que denomina también como “the parameters of
academia and professional debate”. 18
Este último reduccionismo compromete la teoría al
todo blanco o todo negro que, en última instancia, es lo que se quiere superar.
En cambio, la perspectiva que observa al periodismo como un “sistema de acción
social” sugiere una interacción viva, dinámica, entre las dimensiones enumeradas
(sociedad, empresas, ámbito profesional y periodistas), lo que conlleva reconocer la
complejidad de los asuntos periodísticos, del sistema. Sobre esta necesidad de matizar
aún más el análisis del periodismo, conviene citar extensamente a Héctor Borrat:
Demasiadas veces se habla del «poder» de los medios
desde una concepción esencialista y unidireccional, cuando
el enfoque sería muy otro si lo consideramos como una
categoría relacional donde un mismo actor puede en un
caso ejercer el poder y en otro estar sujeto a él. O se
subraya la «influencia» de los medios sin tomar en cuenta
la de otros actores sobre ellos y sin marcar las relaciones
entre «influencia» y «poder». O se niega la «objetividad»,
como si el periodismo no tuviera que empezar, siempre, por
la recolección y selección de datos empíricamente logrados,
verificados y verificables. O se impugna la distinción entre
«información y opinión» pretendiendo que «todo es
opinión», con lo cual se confunde el concepto de «opinión»
con el de «interpretación». O se dan por superadas las
exigencias de los «géneros periodísticos» por considerarlas
anticuadas, olvidándose de que ellas no forman un cuerpo
dogmático inmutable sino que cambian, como los propios
géneros, a lo largo del tiempo y según los también
cambiantes contextos.
En la misma línea de imprecisiones conceptuales, todavía
predomina una concepción reduccionista de los «saberes
profesionales» como si ellos se agotaran en sus expresiones
públicas e impresas —manuales, libros de estilo, artículos
del «defensor del lector»—, lo cual acarrea una doble
18
Citado por Borrat en “Paradigmas alternativos y redefiniciones conceptuales en comunicación
periodística.”, Anàlisi, 28, 2002, pp.55-77. Ver a Brian McNair, The Sociology of Journalism. London,
Arnold, 1998.
14
distorsión. Por un lado, la hegemonía norteamericana se ve
reforzada en cuanto esos textos —a diferencia de los
saberes profesionales no escritos pero intensamente
compartidos a lo largo de todo el proceso de producción—
suelen ser mera traducción o glosa de aquéllos que en
EE.UU. canonizan ciertos saberes y rutinas. Por el otro, la
crítica mutua entre teorías y saberes queda desequilibrada
en perjuicio de los últimos, puesto que esas expresiones
escritas apenas son una parte de los saberes profesionales,
la menos dinámica, la más convencional y repetitiva, la
más dispuesta a la autolegitimación y el canon. Mientras
tanto, seguimos sin conocer la parte más importante,
cambiante e innovadora, potenciada por el conflicto y el
debate entre los propios profesionales y/o entre ellos y los
gestores de la empresa mediática. Rectificar esa concepción
y terminar con esa asimetría son requisitos básicos para —
conociendo el lugar que efectivamente ocupan los saberes
en las prácticas profesionales— asumir de lleno esa crítica
mutua de saberes y teorías que tanto necesitamos todos. 19
Aparte de la puesta en guardia que sugiere contra las imprecisiones conceptuales, de
Borrat retomo la importancia de calibrar el gesto profesional, los saberes que se producen
en la propia empresa mediática. En Puerto Rico, la resistencia de las empresas y
periodistas a la autocrítica y la reflexión sobre sus creencias y prácticas hacen, sin duda
alguna, mucho más difícil la tarea del investigador.
Si bien los llamados medios están, como resume Gonzalo Abril, institucionalmente
ligados a la industria y al mercado,20
y en su interior se producen saberes y prácticas que
hay que tomar en cuenta, como señala Borrat, la prensa opera en el terreno del lenguaje y
el espacio simbólico. De ese ancho ámbito, el aspecto que más interesa en esta
investigación es el lenguaje informativo del periodismo moderno, no sus vínculos con el
entretenimiento o la ficción. Existen relaciones de poder en el discurso periodístico como
en otros lenguajes. Foucault demostró “cómo el discurso es transformado, ordenado y
19
Ibid, p.73. 20
Gonzalo Abril, Teoría general de la información. Madrid, Cátedra, 1997, p.103.
15
limitado en una legalidad que excluye lo no grato”.21
Es en este contexto que entendemos
a la prensa informativa como una “forma peculiar de tratar los temas que caracteriza al
periodismo y que se manifiesta en los modos de expresarse... cuyo autor”, además, “no
es, de ordinario, una persona individual sino un colectivo de profesionales: es un lenguaje
compartido”.22
Entre los parámetros más importantes del discurso periodístico, además de los
estilísticos, deben señalarse la función de los géneros y los valores que se le atribuyen a
la noticia, en particular, los llamados factores de noticiabilidad. 23
Estos son, entre otros:
actualidad, novedad, consecuencias, proximidad, etc.. La prominencia del sujeto o del
objeto que se trate, la carga negativa, han devenido con el tiempo en criterios
fundamentales. Cuán alta es la temperatura de la “noticia” en uno o más de estos
renglones determinará su consideración. De suerte que el texto periodístico no es un
artefacto al azar, fortuito, sino una construcción que empalma con la narrativa, la
literatura, así como con la política, las acciones sociales y la deliberación sobre la
realidad. Como ha dicho Robert Anderson, “las admoniciones abstractas a la objetividad
pierden de vista el ambiente real en que se toman las decisiones periodísticas”.24
En ese
sentido, no son espejos de la sociedad; los medios de prensa participan más bien en la
construcción de la misma,
21
Ver a Inmaculada Murcia Serrano, “De Foucault a Chomsky: la teoría del poder y los medios de
comunicación”, Gittcus, núm.10, junio 2000. De Michel Foucault, gracias a una recomendación de la
profesora María Elena Rodríguez, hice una lectura que resultó indispensable: Las palabras y las cosas: una
aqueología de las ciencias humanas. Segunda edición, México DF, Siglo XXI, 1969. 22
Ver a Diego Contreras, “El lenguaje periodístico: características y limitaciones”, Perspectives on
Communication, Pontificia Università della Santa Croce, october 2005, p.2. Para una exposición exhaustiva
del estilo informativo ver a María del Carmen Grillo, Los textos informativos: guía de escritura y estilo.
Buenos Aires, La Crujía Ediciones, 2004. 23
. Sobre este tema existe una amplia bibliografía que será citada en la parte correspondiente a la discusión
de la objetividad periodística. Sobre los criterios de noticiabilidad ver a Setlla Martini, Periodismo, noticia
y noticiabilidad. Bogotá, Editorial Norma, 2000. 24
Ver a Anderson, La prensa en Puerto Rico. San Juan, Comisión de Derechos Civiles de Puerto Rico, San
Juan, 1977, p.9.
16
... y lo hacen con el mero dar relevancia a unos eventos y
quitarla a otros, con el simple ofrecer cada día su visión de
lo que consideran “la actualidad”. Más precisa que la
metáfora del espejo sería la metáfora de la ventana. Los
medios de comunicación son una ventana abierta al mundo:
la ventana se asoma a un determinado lugar, y no a otro,
tiene una forma concreta y sus cristales pueden ser
trasparentes o coloreados.25
Una advertencia es obligada: el carácter masivo, industrial o de masas de la prensa
moderna no necesariamente implica un público pasivo. La unidireccionalidad que
caracteriza al medio, aún hoy a pesar de los pronósticos tecnofílicos de la Internet, no es
una condición que, de por sí, anule la participación de los receptores. 26
Nombrar a los
medios como masivos conduce a este equívoco pues sugiere una recepción sin estructuras
o poco estructurada, sin pasado ni presente cultural, y, en consecuencia, del todo
manipulable. De ahí la importancia del concepto de las mediaciones para clarificar que,
en realidad, le relación entre medios y públicos no es automática: es decir, no se está
automáticamente en una posición subordinada, ni automáticamente en una condición
dominante.27
Jesús Martín Barbero contribuyó a potenciar una nueva manera de mirar a los medios
“y con ello, una estrategia para mantener atado el estudio de la comunicación en su
intersección con la cultura”.28
La pregunta es cómo hacer hablar a las estructuras en
los sujetos y cómo no perder de vista al sujeto en el análisis
de las estructuras. Estudiar el discurso de los medios al
margen de los procesos de apropiación y resistencia de la
gente, no contribuye a situar y comprender de fondo el
25
Contreras, op.cit., p.7. 26
Ver a Abril, op.cit., pp.101-102. 27
Ver a Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía.
Barcelona, Gustavo Gilli, 1987. 28
Rossana Reguillo, “Los estudios culturales: el mapa incómodo de un relato inconcluso”, Portal de la
Comunicación (UAB), 2004, p.7.
17
papel de estos en la vida social; y de otro lado, enfatizar la
capacidad crítica o de agencia de las “audiencias”, sin
estudiar y profundizar en nuestro conocimiento de las
industrias, de la concentración y del poder, puede derivar
en visiones ingenuas de lo social.29
Para el historiador de hoy puede ser tentador limitarse a nombrar la gestión de signo
democrático que representan las ofertas múltiples de los medios. En efecto, no hay
comparación entre la cantidad existente de información que circula y la que
caracterizaban los medios de toda la primera parte del siglo veinte. La visibilidad
mediática que tienen ahora temas tabúes hasta hace pocos años puede llevar a la
complacencia. Cabe mencionar, entre ellos, la lactancia, la homosexualidad, expresiones
comunitarias, consejos de salud que pertenecían al reino de la intimidad, algunas
músicas, y hasta el desenfado con que se trata a la clase política. Se han ensanchado al
mismo tiempo las páginas comprometidas con la publicidad y las antiguas secciones de
corte popular: deportes, farándula, espectáculos, y un gran espacio se ha destinado a la
crónica de personajes bajo la influencia de un exhibicionismo irrefrenable comparado con
estos espacios en la prensa de hace veinte años.
Lo único que está prohibido en la actual cultura del
exhibicionismo es el ocultamiento. Hoy, según parece, lo
importante no reside en lo que un individuo es capaz de
lograr, sino en la capacidad de demostrar que no tiene
vergüenza de exhibirlo sin pudor... Todo lo que no aburre
se puede enseñar para que la función mediática pueda
continuar.30
El lenguaje común de los diarios y noticiarios se ha revestido de giros que lo arriman
a la cultura popular, y donde antes no se admitían expresiones consideradas “ordinarias”,
ahora aparecen dondequiera al punto, muchas veces, de la insolencia. Por este mismo
29
Ibid, p.7-8. 30
Ver a Mercedes Odina y Gabriel Halevi, El factor fama. Barcelona, Anagrama, 1998, p. 63.
18
camino circulan los apremios y las atenciones extremas, compulsivas, que se prestan a la
farándula y a las series que se agotan en lo anecdótico, sin la más mínima intención de
buscar el fondo de las cuestiones sociales, políticas o filosóficas planteadas.31
Hoy en
lugar de contar con unas cuantas revistas exclusivas del corazón, de ídolos o escándalos,
todos los medios parecen pelearse por acaparar la apretadísima cosecha local de famas
que puede producir un país pequeño. Con lo que se castiga al lector y a la audiencia a ver
o leer sobre los mismos temas y los mismos asuntos. La crítica contemporánea recala en
este tópico una y otra vez debido a que se sabe que la calidad del debate público depende
en gran medida de la información disponible.32
A estas tendencias habría que sumar una seria consideración sobre el verdadero
estado del circuito de la información pública en Puerto Rico. El número de relacionistas
públicos, asesores de prensa, publicistas, planificadores de comunicación estratégica,
expertos en imagen, supera muchas veces la cantidad de periodistas a cargo de procesar
la información pública. Existen por lo menos veinte veces más agencias de relaciones
públicas y publicidad que empresas periodísticas. El poder de atracción y arrastre de esas
empresas y esas prácticas sobre los criterios y el desempeño del periodismo no puede
subestimarse. En el exterior tampoco:
En conjunto, el gobierno y las empresas japonesas
contrataron 92 firmas de abogados, relaciones públicas y
grupos de presión. En Estados Unidos, el sector de la
promoción y las relaciones públicas dedicado a la creación
de noticias supera en 40,000 empleados a los del sector de
la información; una diferencia que está aumentando de año
en año. De acuerdo con un estudio realizado por la revista
Columbia Journalism Review, más de la mitad de las
31
Ver a Aníbal Ford, La marca de la bestia: identificación, desigualdades e infoentretenimiento en la
sociedad contemporánea Buenos Aires, Editorial Norma, 1999. 32
Aunque famas puede evocar a Julio Cortázar, y sería válido recordarlo en este contexto, me refiero al
libro de Odina y Halevi, op.cit..
19
noticias que aparecen en el Wall Street Journal están
diseñadas por firmas de relaciones públicas. La realidad
señala que tanto en Norteamérica como en Europa o en
Japón, las agencias publicitarias, los expertos en relaciones
públicas, las compañías de sondeos, las empresas de
investigación de mercado y los agentes de prensa y
asesores de imagen trabajan en forma eficaz y conjunta
para lograr el objetivo común de lanzar con éxito al
mercado de la audiencia cualquier tipo de opción, creencia
o candidato político.33
Las consecuencias de esta prensa, intervenida por una parte, y de horizontes
limitados, por otra, no son fáciles de medir. Lo cierto es que pueden relacionarse al
deterioro de la vida democrática y las imposturas de la vida cultural-mediática tan
comentadas en diferentes estudios contemporáneos.34
El tipo de investigación que Martín Barbero recomienda se detiene en
consideraciones similares:
Hoy, menos que nunca, lo que pasa en la investigación
latinoamericana de comunicación puede entenderse o
valorarse al margen de las rupturas y recreaciones de la
socialidad: de los chantajes económicos y las perversiones
sociales que disfraza la apertura, del vaciado de
significación que sufre nuestra democracia, de la
sintomática centralidad de las comunicaciones en los
proyectos de privatización, de la absorción de la esfera
pública por los medios masivos.35
[cursivas del autor]
33
Ibid, p.79. 34
Los informes anuales sobre el estado del periodismo en Estados Unidos muestran una grave
preocupación por ambas condiciones, tanto por la representación social como por la salud política. Ver del
Project for Excellence in Journalism, The State of the News Media, 2004-2006. En torno a las disoluciones
sociales del mundo actual deben verse dos libros clave de Baumann y otro dos de Sennett: De Zygmunt
Baumann, La sociedad individualizada. Madrid, Cátedra, 2001, y La ambivalencia de la modernidad y
otras conversaciones. Barcelona, Paidós, 2002; de Sennett, El respeto: sobre la dignidad del hombre en un
mundo desigual. Barcelona, Anagrama, 2003, y La corrosión del carácter: las consecuencias personales
del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona, Anagrama, 1998. Me limito a señalar estas fuentes pues los
capítulos 2 y 5 abundan en el tema. 35
Ver a Jesús Martín Barbero, "Comunicación fin de siglo: ¿para dónde va nuestra investigación?" TELOS,
Num. 47, 1997.
20
Por esto mismo, la teoría y la historia sobre el periodismo deben abrirse a examinar
las críticas contemporáneas y fijar su mirada investigativa en el potencial que alumbra las
inconformidades y las insatisfacciones con los medios actuales, por más insignificantes
que éstas sean. En consecuencia, la investigación que entregamos reserva un importante
lugar para la crítica, pues, como ha sugerido Rossana Reguillo,
...no vale ensalzar los avances democráticos y callar
ante los retrocesos o involuciones antidemocráticas
presentes aún en los grupos más abiertos al cambio.36
Metodología y definición de conceptos
La metodología empleada en la investigación incluye, principalmente, el cotejo de las
declaraciones, expresiones, reflexiones, publicidad, formal o informal, de propietarios y
editores, periodistas o intelectuales, en las que se percibe, distingue o articula una
prescripción de la función o las normas del periodismo profesional. Se examinaron
periódicos de distintas épocas y decenas de ediciones correspondientes. La lectura
cuidadosa de algunos textos canónicos, entre ellos, El periodismo en Puerto Rico, de
Antonio S. Pedreira; y el ensayo de principios de siglo de Mariano Abril sobre el “primer
diario”, nos condujo a otros documentos igual de importantes. La lectura misma de los
periódicos principales objeto de esta investigación permitió reconocer cambios de
contenido y estilos; desplazamientos en el formato; prioridades temáticas o éticas. Se
prestó atención especial a aquellos textos que debaten o argumentan sobre el periodismo.
Para examinar los años 1960 al 2000, no sólo se examinaron documentos pertinentes
del tipo antes mencionado, sino que además se condujeron entrevistas a personas con
experiencia en esos años. Los periodistas activos son reacios a responder preguntas sobre
36
Reguillo, op.cit, pp.8-9.
21
su actividad profesional y mucho menos a ser grabados. A base de una comunicación que
circulé vía Internet, en la que expliqué los objetivos y las preguntas básicas de la tesis,
catorce periodistas respondieron al llamado a que ellos mismos escribieran un
“testimonio”. En estos términos, gestioné también la colaboración de Arcadio Díaz
Quiñones, Gabriel Moreno Plaza y Carlos Ríos, a modo de contar con perspectivas
vinculadas, respectivamente, al mundo crítico-literario, académico-filosófico y
empresarial. La lista completa de personas que ofrecen su aportación escrita consta en la
bibliografía bajo el título “Testimonios”. Otros periodistas fueron entrevistados por
teléfono o en persona, a petición de ellos mismos.
Procuré una representación adecuada de los años 1960-1980. Muchos de los
protagonistas ya fallecieron. Por eso, examiné con mucho detenimiento Reflexiones de
periodista, de Antonio Quiñones Calderón, una de las pocas piezas de historia del
periodismo de esta época. Se entrevistó a Alex W Maldonado, quien declinó escribir un
testimonio. Fueron fuente excepcional de información, en particular, los testimonios de
de Helga Serrano, Luis Villares, Linda Hernández, Francisco Velázquez y Rafael Matos.
Durante la investigación organicé foros en los que se debatió el tema. Entre otros,
participaron Dixie Bayó, Antonio Quiñones Calderón, Manny Suárez y Wilda Rodríguez.
Además del cotejo de los diarios y otros medios, apoyé la investigación en dos libros: de
Carlos Castañeda, Cada 24 horas, una hora de cierre, al que rescaté del olvido
inmerecido, y el libro de Guillermo Baralt, Historia de El Nuevo Día.
Para examinar los desarrollos de la noción del periodismo profesional entre las
décadas de 1990 al 2000, además de los documentos y los testimonios pertinentes, se hizo
un acopio esmerado de los textos firmados por Luis Alberto Ferré, director actual de El
22
Nuevo Día. De los directores, Luis Alberto Ferré es de los pocos cuya voz se siente en
relación a la necesidad de elevar el nivel de calidad del periodismo contemporáneo. Se
logró recopilar, además, varios testimonios de particular importancia, entre ellos, los de
Daisy Sánchez, Amarylis Ortiz, Vilma Pérez y Sandra Rodríguez Cotto. Para discutir y
explicar este periodo de 1990 al 2000 se estudió a fondo Periodismo y Democracia, un
libro de por sí testimonial, que recoge la participación de periodistas en varios talleres y
seminarios de introspección que tuvieron lugar en el año 2000.
El campo de la investigación se concentró en una de las esferas antes mencionadas: la
de los periodistas y editores, tomando en consideración el contexto político y social. Las
historia institucional de las empresas periodísticas (cronologías, organización, vínculos
empresariales) y el desarrollo de la institución profesional (programas y currículos
universitarios, condiciones del diploma profesional, sindicatos y asociaciones,
regulaciones de tipo legal) son examinados sólo en función de ampliar la perspectiva
sobre cómo se piensa el periodismo, bajo qué impulsos o al calor de qué influencias.
Debe consignarse la escasez bibliográfica sobre estos temas. La historia del
periodismo ha sido abordada muy poco en la historiografía puertorriqueña. Existen sólo
dos libros de referencia: la obra monumental de Pedreira, publicada póstumamente en
1941, y el pequeño libro escrito por José A. Romeu, terminado en 1976 y publicado
también en forma póstuma diez años más tarde. En ambos predomina una intención
archivística y panorámica. Fuera de estas dos obras que se proponen una historia general,
buena parte de las investigaciones históricas realizadas hasta ahora están dedicadas a una
gran figura, una institución prominente, o son de corte conmemorativo. Las aportaciones
más significativas provienen de conferencias, antologías, encuentros, ensayos, artículos y
23
foros académicos. Los movimientos comunitarios y la llamada sociedad civil han
plasmado también varios importantes documentos de análisis y propuestas sobre el papel
del periodismo, lo que demuestra que el tema interesa también a un mayor número de
personas y sectores sociales. Ejemplo de ello son: la mencionada serie titulada
“Periodismo y Democracia”, que incluyó talleres y conferencias compartidas entre
periodistas, gerentes, líderes comunitarios y académicos; y otros dos proyectos de
inspiración comunitaria que se llevaron a cabo también en los primeros años del nuevo
siglo. La reflexión entre periodistas y empresas, inexistente por completo en el pasado, se
ha incrementado en los últimos años gracias a iniciativas de la Asociación de Periodistas
de Puerto Rico (ASPPRO), la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico
y el Centro para la Libertad de Prensa.
Aún así, el periodismo sigue siendo hoy una actividad profesional, económica,
política y social desamparada sustancialmente de crítica e historia. Muchas de las
iniciativas arriba indicadas han recibido en el mejor de los casos poca atención, y en el
peor, ninguna. En la práctica, sus propuestas son incorporadas a los circuitos
periodísticos de manera más bien decorativa o sencillamente insuficiente.
Al cotejar los documentos pertinentes al tema y confeccionar las entrevistas a
periodistas que dan testimonio de sus experiencias, he procurado observar en forma más
específica varios indicadores de “profesionalización” o cambio hacia el periodismo
“moderno”. Estos son:
1) el periodista: cambios en el ethos (como fundamento profundo de la práctica) y la
ética (como normas de conducta codificadas); trasfondo cultural y académico;
2) cambios en el formato de los periódicos: diseño y composición (lay out)
3) normas de redacción y cambios de estilos;
24
4) cambios en el texto periodístico, cambios de contenido
5) condiciones de producción: tecnologías, gerencia, marketing
6) carácter de la empresa: su relación con el paradigma moderno del periodismo.
La información agregada de estos indicadores perfila un “prototipo” de periodista y de
periodismo para cada etapa o fase que inauguran, como se ha dicho, La Correspondencia,
El Mundo y El Nuevo Día.
El “periodismo profesional”, lo que en algún momento llamamos también “la
“ideología del periodismo profesional”, se entiende como el conjunto de prácticas, ideas
y normas que se perfecciona históricamente en el siglo XX a partir de tres condiciones
básicas:
1) Desarrollo de la prensa industrial, masiva, de circulación general y el sistema
mediático,
2) Trabajo calificado, por lo general asalariado, vinculado a procesos de educación
formal (o informal), y una organización empresarial compleja;
3) Rol social que implica autoridad moral, prestigio y responsabilidad pública, que
obliga a orientarse por una ética (profesionalismo). 37
Desde el punto de vista del producto particular del trabajo profesional, el texto
periodístico refiere a información de actualidad. Y en su sentido más estricto: “cualquier
texto con autor, en forma escrita, audio o visual, que pretende ser (es decir que se
presenta ante su audiencia como) una afirmación o un registro veraz acerca... del mundo
real, social”.38
En todo caso, debe recordarse a Max Weber y los teóricos que advierten de la
imposibilidad de una ubicación exacta del periodista moderno. Weber indicaba en 1919:
37
El desarrollo histórico de la “ideología profesional” en la prensa de Estados Unidos se examina a fondo
en Robert McChesney, The Problem of the Media: US Communication Politics in the 21st Century. New
York, Monthly Review Press, 2004, pp.57-137. 38
Borrat, op.cit., p.160-161.
25
“el periodista comparte con... el abogado y el artista, el destino de escapar a toda
clasificación social precisa”.39
Esa ambigüedad que podría catalogarse como estructural
viene signada por dos factores a primera vista comprobables: para ejercer el periodismo
no es obligatorio ostentar un certificado profesional ni tampoco es indispensable un
conocimiento especializado, arcano o exclusivo. Mientras las profesiones tradicionales
arrastran un feliz abolengo, reconocimiento social y mecanismos de entrada y salida a la
profesión que datan de siglos de práctica, el periodista profesional, al parecer, cuenta más
que nada con sus propios recursos y el de sus empresas. Las asociaciones y sindicatos, el
uso del marco legal democrático y la educación universitaria del periodismo fortalecieron
la noción profesional. La irrupción de la Internet y las tecnologías de archivo digital,
junto a la hipercomercialización de los medios, constituyen nuevos retos. La intensidad
con la que se intenta todavía definir el periodismo profesional en códigos de ética,
estatutos, proclamas y ensayos de reflexión en los últimos años da cuenta también, ahora,
de unas resistencias que antes no existían.40
Conviene establecer la tipología aceptada comúnmente del “periodista moderno”. Al
presente, en términos estrictos, formales, periodista profesional,
... Se considera como tal a todo aquel que tiene por
ocupación principal y remunerada la obtención,
elaboración, tratamiento y difusión por cualquier medio de
información de actualidad, en formato literario, gráfico,
audiovisual o multimedia, con independencia del tipo de
relación contractual que pueda mantener con una o varias
empresas, instituciones o asociaciones. [...]
El periodista tiene el deber de ofrecer a la sociedad
información veraz de relevancia pública...
39
Ver a Max Weber, El político y el científico. Decimoséptima edición, Madrid, Alianza Editorial, 1997,
p.117. 40
Para una historia de los códigos de ética y los estatutos profesionales a escala mundial ver a Hugo Aznar,
Comunicación responsable: deontología y autorregulación de los medios. Barcelona, Ariel, 1999.
26
Los periodistas están obligados a respetar los deberes
deontológicos definidos en el Código (de Ética)...
Los periodistas realizarán con independencia su trabajo
de obtener, elaborar y difundir información de actualidad y
relevancia pública. Sus trabajos no serán sometidos a
censura previa de ninguna autoridad pública. 41
Esta definición es consecuente con la aprobada por la Asociación de Periodistas de
Puerto Rico (ASPPRO), a saber: “Podrán ser miembros activos todos aquellos periodistas
que dediquen más del 50 por ciento de su tiempo y devengan más del 50 por ciento de sus
ingresos de labores periodísticas, incluyendo periodistas independientes, siempre y
cuando cumplan con el Código de Ética de esta Asociación”. El Código, de hecho,
incluye básicamente las mismas normas que el español. De acuerdo al estudio de Aznar,
todos los códigos aprobados en el mundo incluyen estas normas poco más o menos en los
mismos términos.42
Hasta aquí algunas señas de “identidad profesional”. En esta definición no se agotan
las limitaciones ni el alcance práctico y teórico del concepto. En buena medida, la
tipología sirve para orientarnos al estudio de un campo específico de actividad
periodística y de un tipo o varios de periodista profesional. En efecto, existen diferencias
entre periodistas aún en una misma empresa: unos son reporteros de a pie, otros de mesa;
editores o editores jefes; correctores, columnistas, generalistas o especializados; recién
41
Ver del Foro de Periodistas de España, III Convención, “Estatuto del periodista profesional”, celebrado
en Tarragona, mayo de 2002.
(http://www.periodistasvalladolid.org/html/hoja/documentos/paginas/estatuto.htm) 42
Ver ASPPRO, Código de Ética, 17 de abril de 1999. (http://www.asppro.org/din.php?id=2), y de Hugo
Aznar, Ética y periodismo: códigos, estatutos y otros documentos de autorregulación. Barcelona, Paidós,
1999.
27
llegados o veteranos. 43
Y en un contexto más amplio que el protagonismo ni las
proclamas éticas pueden ocultar, se acepta que,
Periodistas y periódicos no son actores autónomos:
dependen de organizaciones empresariales complejas,
fuertemente jerarquizadas y, ante el observador externo,
muy opacas. 44
Birkhead reflexiona sobre esta condición más o menos en los mismos términos que
también lo ha hecho Borrat:
… Professionalism as an indicator of development also has
shortcomings matching with reality. The autonomy of self-
employment is disappearing as professionals are being
absorbed into organizational employment; the power of
some professional organizations is either waning or
becoming more like that of labor unions.
Professionalization has weak empirical links with altruism.
The effectiveness of professional ethical codes is moot.
However, as metaphorical images for discussing social
development, community and society have been powerful
concepts, and professionalism likewise has been influential
construct with which to assign purpose and direction to
occupational change.45
No hay, pues, un gran paradigma que auxilie con precisión los límites de la
investigación periodística. Denis McQuail lo ha dicho en estas palabras que Borrat
recuerda en su importante ensayo sobre los “paradigmas periodísticos”:
It is unlikely that any single definition of the field can
adequately cover the diversity of perspectives and of
problems which arise. It is also unlikely that any “science
of communication” can ever be independent and self-
43
Sobre este tema puede examinarse los libros ya citados de Borrat, Martini, Ortega y Humanes, y de la
Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano, “La búsqueda de la calidad periodística y la
transformación del periodismo profesional”, Memorias del seminario realizado en Monterrey, Nuevo León,
México, 30 -31 agosto de 2004. 44
Borrat, op.cit., 162. 45
Ver a Douglas Birkhead, “Ideological Aspects of Journalism Research on Professionalism”, The Journal
of Communication Inquiry, Vol. 7 No. 2, 1982, pp.125-126.
28
sufficient, given the origins of the study in many disciplines
and the wide-ranging nature of communication problems.46
Si la afirmación es válida para la ciencia de la comunicación en general, “también lo es
para ese campo específico de ella que constituye la comunicación periodística”, concluye
Borrat.47
Visualizamos periódicos y periodistas capaces de hacer una labor honrosa, valiente y
de gran valor social. Pero, por todo lo dicho anteriormente, no abrigamos una confianza
ciega en el concepto “periodismo profesional” ni en las bondades ilimitadas que
prometen las leyendas de algunos de sus protagonistas. Más bien nos servimos de su
valor heurístico y su trayectoria como noción ideal para tratar de explicar, en parte, el
desarrollo de la prensa informativa en Puerto Rico.
Objetivos de la tesis y preguntas
El objetivo central de la tesis es, pues, hacer un análisis histórico de cómo se
construye en Puerto Rico la "idea" y la "práctica" de un tipo de periodismo que se
denomina profesional o moderno. Deseamos examinar esa trayectoria en contextos más
amplios: bajo la influencia de una nueva división del trabajo y la figura de la empresa, las
transformaciones en el sentido de lo periodístico entre el campo de la producción y la
recepción; su vinculación a las retóricas de servicio público y responsabilidad social, las
46
Citado por Héctor Borrat en, “Paradigmas alternativos y redefiniciones conceptuales en comunicación
periodística”, Analisi, 28, 2002, p.56. Denis McQuail fue fundador de la revista académica European
Journal of Communication y tiene libros de historia, sociología y análisis de contenido y audiencias de la
comunicación que forman parte del currículo universitario desde 1970, entre otros, La acción de los
medios. Los medios de comunicación y el interés público. Buenos Aires, Amorrortu, 1998. 47
Loc. cit..
29
presiones económicas, políticas o ideológicas que sufre en distintas etapas, los usos que
hace de las nuevas tecnologías, y su relación con el desarrollo del estado moderno.
El tema del “periodismo profesional” ha capturado la atención de muchas
investigaciones y debates en el exterior, no así en Puerto Rico. Un importante objetivo de
la tesis es abrir una brecha de estudios más sistemáticos en esta dirección. Como la
noción de lo “profesional” –aún con sus ambigüedades– es una categoría madura en un
cuerpo teórico e historiográfico apreciable, esto me permitió acercarme a la historia de
nuestro periodismo con un bagaje amplio de referencias y conceptos de gran valor
comparativo. Así, pues, nació el proyecto en forma más concreta.
Una de las consecuencias lógicas de haber concentrado en un solo aspecto del
“periodismo moderno”, su noción profesional, es que se desatienden muchas
publicaciones que quedaron al margen del paradigma que conquistó el escenario
periodístico en el siglo veinte. De ellas debe hacerse una valoración que no ha sido
posible en este trabajo. Quedan pendientes, por otra parte, biografías más exhaustivas de
figuras con menos relieve en el “debate” sobre el ideal del periodismo, pero de valor en
tanto fueron o son protagonistas de unas prácticas y saberes profesionales. Ambas líneas
de investigación son un reto para la historiografía puertorriqueña.
El trabajo de investigación de esta tesis se animó también a partir del reconocimiento
público que goza en el país el “periodismo profesional”, “moderno”. Ya se cumplieron
más cien años de este modelo si se toman por seguras las palabras de Mariano Abril. En
uno de los pocos ensayos existentes de historia del periodismo, Abril se refiere a La
Correspondencia de Puerto Rico como el primer “diario noticiero”.48
A este diario le
48 Ver a Mariano Abril, “El primer diario de San Juan”, Revista de Las Antillas, Año 2 Num. 4, junio de
1914, pp.63-65.
30
siguieron otros del mismo corte, uno de los cuales se coronaría entre “los diarios más
importantes de América”, El Mundo, que según Antonio S. Pedreira encarnó “un modelo
industrial y ético moderno” de “imparcialidad e independencia”. 49
La fundación de El
Nuevo Día en 1970 representaría, según Guillermo Baralt, un nuevo giro hacia un nivel
más “moderno y profesional”.50
Al cabo de cien años de institucionalización de este tipo de prensa, la tesis se
cuestiona la estabilidad de este concepto y expone algunos de los factores de cambio
histórico que han tenido lugar en los últimos años. Las preguntas de investigación que
sirvieron de guía son las siguientes:
1. La diferencia del periodismo tradicional y el moderno puede parecer de estilo o
sensibilidades, pero, ¿cuán profundas son las diferencias?, ¿hasta qué punto pesan
otros factores?, ¿qué es y qué significa la objetividad periodística en este primer
momento?
2. Si se acepta que el periódico El Mundo constituyó en Puerto Rico el modelo del
periodismo moderno... ¿qué lo diferencia de los otros? ¿Es acaso su ética de un
nivel superior que se aplica sin error y sin mancha? ¿Cómo se defiende y qué
significa aquí la doctrina de la “imparcialidad”?
3. Si el periódico El Nuevo Día es el “más moderno y profesional”: ¿lo separa esa
condición de la experiencia periodística anterior?, ¿lo hace inmune al prejuicio
político, al prejuicio de clase, los prejuicios culturales, a las presiones
económicas, a las aspiraciones cortas o largas de los propietarios?
4. Ante cien años de flujo periodístico en el que avanzan las nociones de
“imparcialidad”, “objetividad” y “profesionalismo” –componentes básicos del
paradigma periodístico moderno–, ¿se habrá agotado este paradigma?, ¿hasta qué
punto su crisis alumbra un “nuevo” periodismo?
49
Antonio S. Pedreira, El periodismo en Puerto Rico. Río Piedras, Editorial Edil, 1982, p. 346. 50
Ver a Baralt, op.cit., pp.293-305.
31
5. ¿Cuál es la relación entre concepto y práctica del “periodismo profesional”, y los
escenarios sociales y culturales más amplios?
Introducción a los capítulos
El Capítulo 2 explora el estado actual de la historiografía sobre el periodismo
moderno y discute el marco teórico y conceptual en el que se mueve este trabajo de
investigación. Se ha puesto énfasis en varias categorías por su centralidad en distintos
modelos de análisis históricos, a saber: la modernidad y el lugar de la prensa; la
comercialización y la profesionalización; y finalmente la objetividad periodística. El
capítulo cierra con una reflexión sobre el periodismo contemporáneo.
El Capítulo 3 expone y discute los cambios en la primera etapa del “periodismo
moderno” en Puerto Rico, con énfasis en la experiencia de La Correspondencia de
Puerto Rico y la fundación y desarrollo de El Mundo. El Capítulo 4 discute el periodo en
que cristalizan las normas profesionales en modos de conducta y prácticas periodísticas
que se tornan más o menos estables entre 1940 al 1970. De la experiencia de los años
sesentas se rescata lo que hay allí de cuestionamientos al paradigma periodístico vigente.
El Capítulo 5 penetra en las nociones de periodismo profesional, con énfasis en El Nuevo
Día. Culminada la primera fase de la “revolución industrial” en 1970, los años que siguen
registran lo que se denomina “el punto más alto” del periodismo profesional y luego su
decadencia. El Capítulo seis expone las conclusiones.