Inversión de La Filosofía de La Historia Roig

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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre- ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

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La filosofía de la historia en América Latina

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  • Este documento est disponible para su consulta y descarga en Memoria Acadmica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin y la preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

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    O enve una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

  • La "inversin de la filosofa de la historia" en el pensamiento latinoamericano

    Arturo Andrs Roig

    En nuestros estudios sobre la filosofa de la historia, hechos bsicamente desde una evaluacin de esa fOIma de saber tal como la encontramos en Federico Guillermo Hegel, descubrimos que poda hablarse en miB de uno de nuestros hombres de pensamiento de una "inversin" de aquella filosofa. Lo habamos notado, entre otros, en los escritos de Simn Bolvar. "La mosofa de la historia que se desprende de los textos bolivarianos -decamos-se organiza sobre una frmula radicalmente distinta de la expresada en el tex-to hegeliano: en el pensamiento del Libertador no hay que ocuparse "de lo que ha sido y de lo que es", sino "de lo que es y de lo que ser", enunciado en el plano concreto de la contingencia de lo histrico".

    Tambin habamos notado que junto con ese fenmeno de "inversin de la filoso-fa de la historia" se daba de modo interesantemente relacionado una cierta apertura ha-cia lo utpico, que es, precisamente, lo que nos ha llevado a hablar de una "utopa mag-na bolivariana" como una de las ms relevantes dentro de las grandes utopas que ha vi-vido y vive nuestra Amrica y que Leopoldo Zea desde un horizonte ms amplio ha de-nominado "utipa bolivariana de integracin planetaria".

    As, pues, "inversin de la filosofa de la historia" europea y a la vez puesta en ejer-cicio de la funcin utpica, posiciones que sin sugerir para nada una presencia de la obra de Hegel a comienzos del siglo XIX, implicaban de hecho un anti-hegelianismo esenciaL No olvidemos la suerte que la utopa tiene en manos del fissofo alemn que se negaba, justamente, a hablar de "lo que es y de lo que ser" y que, de acuerdo con esta tesis ha-ba lanzado la famosa metfora del buho de Minerva levantando el vuelo en el atardecer de los tiempos.

    En relacin muy estrecha con aquella "inversin de la filosofa de la historia" y con la actitud de apertura hacia el ejercicio de lo utpico --con los inevitables altibajos que muestra- haba.'llos visto tambin que haba otro tema que poda ser considerado como casi constante en los diversos "re-comienzos" de nuestro pensar filosfico: nos referimos a la categora del "olvido" y a los ricos planteos tericos y prcticos con los que se mues-

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  • traalo largo de nuestra Jstoria intelectual. La problemtica del "olvido", presente en tan-tos escritores nuestros bsicamente como una "crtica de larazn poltica" -recordemos el "olvido" que el hombre de ciudad ejerca sobre el campesino en el clebre texto de Jo-s Mm "Nuestra Amrica"- implicaba un ejercicio que es diferente del que nos ha ve-nido a hablar en nuestra poca la Escuela de Franckfurt, el "ejercicio de la sospecha" que fcilmente se converte en "denuncia" y sealamiento de "0Ivido".1

    La problemtica sealada, en los aspectos alos que hemos hecho referencia: la "in-versin de la filosofa de la historia", la apertura hacia "un ejercicio de la funcin utpi-ca" y la "crtica de la razn poltica" desde la nocin de "olvido" que implica toda la pro-blemtica de lo ideolgico, nos pone en la pista de tres grandes temas de lo que es nues-tra filosofa latinoamericana y que nosotros, de alguna manera y en la medida de nuestras fuerzas hemos intentado llevar adelante.

    Ahora quisiramos sealar un momento ciertamente auroral del primero de los te-mas sealados cuya presencia Jstrica no responde a un hecho accidental. En pocas pa-labras, no es una casualidad que el hombre de las colonias invierta el discurso colonialis-ta, como no es casual que el hombre "que hace causa comn con los oprimidos" y "mi-lita en el sistema opuesto a los intereses y hbitos de mando de los opresores", como de-ca Jos Mart, descubra, como lo hizo el hroe cubano, que la "denuncia del olvido" ex-presada como mera praxis a nivel de las luchas sociales, poda y deba ser elevada a ca-tegora filosfica dentro de lo que hemos denominado "crtica de la razn poltica". Y cmo puede escapar a estas consideraciones la relacin ntima que hay entre aquella "in-versin" y esta "crtica" con un determinado ejercicio de lo utpico? Diramos que todo esto tiene sus races en una praxis, que es la praxis liberadora de los pueblos y que ah se encuentra la raz de una filosofa como la nuestra.

    Pues bien, la "inversin de la filosofa de la historia" no es fruto de un mero esfuer-zo terico. Restablecer esas "inversiones" es nada menos que reconstruir en buena me-dida una lnea de pensamiento que no necesit de academias para nacer, una lnea de pen-sar que si se la hubiera percibido no se habra llegado a negar --en algunos casos de mo-do tan radical- una ftlosofa de nuestra Amrica.

    Por otra parte, el fenmeno de la "inversin" es ciertamente importante, toda vez que es por medio de su "mecanismo" que se elaboran las formas antitticas dentro del uni-

    1 Sobre la "inversin de la filosofa de la historia" en Simn Bolvar, vase nuestro libro Te-ora y crtica del pensamienJo latinoamercano. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1981, p. 134-135 Y 184 Y tambin nuestro trabajo Bolivarismo y filosofa latinoamericana. Quito, Ediciones de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), 1984 (Colecin Ensayos, 2), captu-los titulados: "Simn Bolvar y las dos revoluciones de la Independencia" (p. 27 -48) Y "Bolvar y la filosofa de la historia" (p. 63-75). En cuanto a la problemtica de Hegel en Amrica Latina, vase el artculo de Gregor Sauerwald "Es Amrica el eco del viejo mundo y el reflejo de vida ajena? Apuntes acerca de la recepcin de Hegel y su superacin en la filosofa latinoamericana como apor-te a la exposicin de su conflicto y con referencias a la filosofa ecuatoriana actual", en Cultura. Re-vista del Banco Central del Ecuador, nmero 14, 1982.

    Sobre la utopa bolivariana, vase nuestra ponencia leda en el Primer Congreso Mexicano de Filosofa, realizado en Guanajuato, titulada: "La experiencia latinoamericana de lo utpico y las primeras formulaciones de una Ulopa para se', publicada en la Revista de Historia de las Ideas. Qui-to' Segunda Epoca, nmero 3,1981. p. 53-67 y Leopoldo ZeaFilosofa de la Historia Americana. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1978, cap. "La utopa bolivariana".

    Respecto del tema del "olvido", vase nuestro libro Teora y Crtica del pensamiento latino-americano, ya citado, p. 33-34; 36-37, etc.

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  • verso discursivo de una poca. Por cierto que esa "versin" puede quedarse en el mero marco de una modificacin de la tabla axiolgica que ponga lo bueno como malo o vice-versa, aun cuando no siempre sea as y en ms de un caso se superen las simples formas antidiscursivas y se avance hacia la formulacin de un discurso otro, que posee todo el po-der de una dialctica creadora.

    Pues bien, dentro de la tradicin intelectual de nuestros pases andinos-amazni-cos existe un impresionante y ciertamente bello monumento, no debidamente valorado a nuestro jujcio desde el punto de vista de lafilsofa latinoamericana: nos referimos a la obra El Paraso en el Nuevo MuruJo (1650) de Antonio de Len Pinelo (1596-1660). 2 Lamen-tablemente, el editor y prologuista no supo valorar el significado del esfuerzo terico y

    , bibliogrfico de Len Pinelo, hijo, sin duda, de la ms rica tradicin humanista. Nos ha-bla de la "espantable obra de erudicin" fruto de una "fiebre erudita y documental" que tendra su origen en "rasgos atvicos" provenientes de los abuelos hebreos de Len Pi-nelo y concluye caracterizndolo como "un tipo de coleccionista o de millonario frus-trado, extraviado en el camino polvoriento de la bibliografa". Nada se ve del para noso-tros increble impulso potico y la genial imaginacin de este hombre que supo justa-mente, en medio de un mar inmenso de autoridades, adoptar una lnea discursiva que na-da tiene de oscuro, ni de gusto decorativo barroco, a pesar del barroquismo inevitable del estilo.

    Frente a lo que "espant" al editor de la obra, cabe que nos preguntemos de qu otro modo podra haber invertido un humanista culterano de nuestra Amrica, que ya pensa-ba y senta como americano, la gigantesca masa de material literario acumulada con la que vena justificando, desde siglos, el europeocentrismo. Frente a eso, surgen las nicas res-puestas: mediante una contra-erudicin, que deja por eso mismo de ser erudita en el sen-tido banal o tri vial y mediante el recurso a algo que para los europeos o, simplemente los anti-americanos, se sala de lo establecido, lo "peregrino". El concepto de "historia pe-regrina" se convierte de este modo en uno de los esfuerzos teorticos ms bellos de inver-sin de los cdigos vigentes, nada"peregrinos" por cierto.

    Cmo se lleva a cabo la "inversin de la filosofa de la historia" tal como vena siendo elaborada por la cultura europea en expansin desde el siglo XV? Echando mano, precisamente, de elementos tericos y de presupuestos mticos que esa misma filosofa de la historia presentaba. El primero de ellos, el que la "marcha" de la historia (la "mar-cha" de la "luz", de la "revelacin", del "cristianismo ", y, ms tarde,la marcha de la "cul-tura", de la "civilizacin" y con todo ello de la filosofa, etc.) va siempre desde el Orien-te hacia el Occidente (fomo 1, p. 163), verdad de fe que nuestro Len Pinelo no pone en

    2 Antonio de Len Pinelo. El paraso en el Nuevo Mundo. Comentario apologtico. Historia natural y peregrina de las Indias Occidentales, Islas de Tierra Firme del Mar Ocano. lima, Impren-ta de Torres Aguirre, 1943, dos tomos de 396 y 532 p. respectivamente, cm un prlogo del editor Ral Porras Barrenechea.

    La obra se escribi en Sevilla y permaneci indita en los Archivos de la Biblioteca Real de Madrid, desde 1650 hasta 1943, su primera y que sepamos nica edicin.

    Porras Barrenechea llega a decir de la Primera Parte de la obra, que es para nosotros tan va-liosa como las restantes por su audacia imaginativa y a la vez teortica que "salvo su curiosidad y su estilo de poca, es casi inutilizable en nuestros das y slo puede leerse dentro de un nimo de ame-nidad y entretenimiento semejante a lo que podramos poner en la lectura de un libro de caballera" (p. XXVIII del Torno 1) y ms adelante agrega: "como pensador original... carece de vuelo especu lativo y de inquietud metafsica y no se hallan muchas opiniones suyas que citar" (p. xun del mis-moTomo).

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  • duda en ningn momento. 3 Ms, en contra de los mismos portadores del mito que enten-dan que esa "marcha" se habia detenido en Europa -idea que habra de alcanzar su m-xima expresin en e! siglo XVIII y comienzos del XIX con Hegel, quien acabara asu-mindola y hablando de un "Occidente absoluto", o como lo dice para darle mayor ropa-je ontolgico, un "Occidente kat'exojn"- Len Pinelo insistir, con fuerza, en la rela-tividad de los trminos y nos dir, de modo claro y terminante que las "voces Oriente y Occidente ... son de tal acepcin segn sus propios significados que se pueden verificar ... en cualquier lugar del Mundo, excepto en los dos puntos polares" (1,324); " ... porque cuando digo Oriente y Occidente hablo de la parte en que me nace y en que me pone el Sol" (los subrayados son nuestros); y todo ello porque y en esto radica lo decisivo "e! Oriente y el Occidente no son puntos fijos" (1, 325). "En cualquier lugar del orbe hay Oriente y Occidente (11, 5-6) y por tanto el Nuevo Mundo, al que llaman "Indias Occiden tales" es tanto occidental como oriental (1, 332). De esta manera el mito ha quedado re-lativizado y podr ser puesto al servicio de una nueva humanidad, la nuestra americana.

    Esa relativizacin le habr de permitir a Len Pinelo incorporar al Continente Americano dentro de la Historia Mundial; valorarlo frente a los otros continentes al asig-narl~ el cumplimiento de un momento ontolgico dentro de aquella Historia y, por lti-mo, justificar la integracin de Amrica a la Corona Imperial espaola, pero en un pie de igualdad con las otras regiones que la integraban.

    En el fondo se trataba de enfrentar lo que Antonello Gerbi denomin la "Calum-nia de Amrica" y que el investigador italiano rastre durante toda su vida " ... admiro cun desobligados se hallan los espaoles -deca Len con palabras que bien podramos enunciarlas para nosotros en nuestros das-- de saber las cosas de las Indias, no excusn-dose de averiguar las de Babilonia, Egipto, Persia y Turqua, como si stas fueran ms nuestras que aqullas, y ms permitido o menos culpado ignorar lo propio que lo extra-o" (11, 290).

    Cmo hacer cambiar de parecer a 105 que miraban las colonias con tanto despre-cio aun viviendo en ellas? La respuesta fue la de elaborar un discurso en el que se invir-tiera, como ya anticipamos, la tabla de valores vigentes. Se trataba de proposiciones so-bre nuestras cosas que se movan en e! mero nivel de la opinin. Para ello haba que ela-borar la "opinin diversa", la "otra opinin", la "para-doxa" y volverla sobre la opinin imperante, momento en el que no poda ya ser paradoja: "que no parezca paradoja -di-ce- lo que es verdad llana" (1, 2(0). De ah el concepto ciertamente bello, como hemos dicho, de lo "peregrino" de nuestras Indias, en donde aquella categora es sealada res-pecto de la naturaleza como de los hombres. Amrica es "peregrina" porque es "singu-lar", "extraordinaria", "rara", "misteriosa", "admirable", "sutil", "novsima". De ah que el Paraso Terrenal ~omo ya lo haba sospechado Cristbal Coln- haya estado en su cuenca amaznica; que la Historia Mundial se haya desplazado desde esta nuestra Am-

    3 Hemos dicho que Len Pinelo no discute el mito del avance de la cultura humana desde el oriente hacia el occidente. Transcribimos aqu algunos textos sugerentes: "Cri Dios toda la mqui-na celeste sujeta al curso y movimiento rapto -es decir, el primer movimiento que dio el "impul-so" (rapto)- del prmer Motor que es de Oriente a Occidente. Cri al hombre en el Oriente para que siguiendo con todas las cosas naturales ... conociese en s en ellas que caminaba siempre al Occiden-te de la vida y al fin y paradero de su camino natural" (l, 163); " ... los caminos que Dios dirige siem-pre siguen el orden natural y moral del Universo ... " (ib.); "El camino del Occidente es el que Dios nos ensea ... " (l, 164); " ... que siempre Dios enva sus dones, sus favores y su noticia del Oriente, y que los hombres le habemos de buscar examinando al Occidente ... " (l, 196).

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  • rica, oriente, hacia el occidente, es decir el Asia, atravesando, como lo hizo el ArcadeNo, el inmenso Ocano Pacfico, el Mar del Sur de nuestros abuelos; Amrica, cuna de la hu-manidad, "oriente" del Asia y el Asia, cuna de Jesucristo, "oriente" de Europa; y por l-timo, Espaa. la heredera de la cristiandad, la ms catlica de las naciones del mundo, "oriente" de Amrica. Se ha cerrado el gran crculo de la Historia Mundial, que comen-z en nuestros Andes ecuatoriales y concluy en ellos en el momento de su incorporacin a una nueva e inmensa ecumene, despus de un periplo gigante de siglos, de hechos y de espacios geogrficos.

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    Autor: Roig, Arturo AndrsTtulo: La "inversin de la filosofa de la historia" en elpensamiento latinoamericanoNombre de la Revista: Revista de Filosofa y Teora PolticaAo y Volumen: 1986, no. 26-27, p. 170-174cita sugerida: Cita sugerida: Roig, A. A. (1986) La "inversin de la filosofa de la historia" en elpensamiento latinoamericano. Revista de Filosofa y Teora Poltica (26-27), 170-174. Actas del V Congreso Nacional de Filosofa. En Memoria Acadmica. Disponible en:http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.1288/pr.1288.pdf