Investigación
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¿Qué es investigar?
Investigar. Según el Diccionario de la Real Academia Española “investigar” tiene dos
acepciones (ambas derivadas del latín investigare): (a) Hacer diligencias para descubrir una
cosa, y (b) realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el
propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia. En el Diccionario
Oxford Abreviado para la lengua inglesa, también se dan dos acepciones para el término:
(a) acto de búsqueda (detallada o cuidadosa) para o tras una cosa o persona específica, y (b)
actividad dirigida hacia el descubrimiento de algún hecho mediante un metódico y
minucioso estudio de un tema (Orna y Stevens 2001: 15). En ambos casos se resaltan
ciertos aspectos de la actividad: la búsqueda, su carácter metódico o sistemático, y el
objetivo de descubrir algo que no se sabía previamente. Phillips y Pugh (2001) comienzan
con una definición de sentido común aún más simple, para luego ir refinándola a lo largo de
su exposición. “… Investigar es descubrir algo que no se conoce. Esta respuesta es
demasiado amplia y a la vez demasiado restringida. Es demasiado amplia porque incluye
muchas actividades que no consideramos propias de la investigación: por ejemplo,
averiguar cuándo sale el próximo tren a Londres… Al mismo tiempo… es demasiado
restringida pues buena parte de la investigación no consiste en “descubrir algo que no se
conoce”, sino en “descubrir que no se sabe algo”. En virtud de este tipo de investigación
reorientamos nuestro pensamiento, replanteamos lo que creemos saber y nos centramos en
nuevos aspectos de nuestra compleja realidad.” (Phillips y Pugh 2001: 65)[1]. Según
Blaxter, Hughes y Tight se pueden distinguir muchos tipos de investigación, pero lo que es
común a todas ellas es que "todas son, o tienden a ser, una manera planificada, cautelosa,
sistemática y confiable de descubrir o profundizar en el conocimiento" (2000: 24). La
última definición breve que recogere es la que proponen Booth, Colomb y Williams:
“Investigación es simplemente recoger la información que se necesita para responder una
pregunta y así contribuir a resolver un problema” (2001: 25).
Teniendo en cuenta los distintos aspectos que se resaltan en las definiciones consideradas
anteriormente, emplearé la expresión “investigación” en este proyecto para aludir a una
actividad planificada, rigurosa, original, cuyo objetivo es resolver un problema de
investigación profundizando al hacerlo en el conocimiento que se posee sobre un tema
específico. Si analizamos por separado cada una de las características definitorias
mencionadas, tendremos una idea más clara de lo que entendemos por investigación y
surgirán las pautas que permitirán organizar un proyecto de investigación.
Actividad. La investigación es una actividad, eso significa que su dominio requiere un
saber-hacer y no un saber-proposicional. No se puede aprender a investigar leyendo libros
sobre metodología de investigación, sino que se trata de una habilidad que solo se puede
desarrollar experimentando al mismo tiempo que se reflexiona sobre dicha experiencia.
Investigar es equiparable, en ese sentido, a andar en bicicleta. No se puede aprender sin
llevar a cabo la actividad mientras se aprende. Por ello es tan importante que el docente,
para poder enseñar a investigar, sea al mismo tiempo un investigador competente[2]. Y
también por ello, quien presenta un proyecto de investigación, debe acreditar la viabilidad
de su propuesta mostrando como se enlaza con su actividad investigadora previa. Una parte
importante del proyecto investigador debe estar destinada a mostrar como el nuevo plan de
investigaciones se relaciona con los trabajos de investigación realizados previamente. No se
puede evaluar la viabilidad de un proyecto de investigación en abstracto, sino que se debe
tener presente quién es el investigador que lo piensa llevar a cabo y cuál es su experiencia y
su formación previa en esa tarea.
Planificación. La planificación es un elemento fundamental en la labor de investigación.
Pero su relevancia y pertinencia varían según la etapa en la que se encuentre la
investigación. Se pueden distinguir de manera analítica once fases en todo proceso de
investigación: (1) determinación de un tema estrecho de investigación, (2) realización de
una amplia y selecta lectura crítica sobre dicho tema, (3) identificación del problema o
problemas de investigación a resolver, (4) formulación de una respuesta tentativa o
hipótesis de investigación como respuesta al problema elegido, (5) elaboración del diseño
metodológico de la investigación, que debe ajustarse al tipo de objeto que se investigará,
(6) redacción de un plan de investigación (o proyecto de investigación), primera etapa en la
que el investigador debe planificar sus actividades antes de llevarlas a la práctica, (7)
cumplimiento del plan o investigación propiamente dicha, (8) elaboración de un plan del
reporte escrito en el que se darán a conocer los resultados de la investigación, esta es la
segunda etapa en la que el investigador debe planificar expresamente sus tareas antes de
llevarlas a cabo, (9) redacción del primer borrador del reporte escrito, siguiendo el plan de
redacción, (10) realización de al menos tres revisiones sobre el borrador: profunda, de
contenido y de forma, y (11) redacción final del reporte escrito[3]. La presentación
secuencial de estos once pasos reconstruye de forma lógica el proceso de investigación,
pero no pretende ser una descripción de cómo lleva a cabo su tarea el investigador. Esto
significa que toda investigación obliga al investigador a pasar por estas once etapas, pero
nada lo obliga a hacerlo en este orden ni tampoco como si se tratara de compartimentos
estancos. La forma más adecuada de graficar el proceso real de investigación no es de
manera lineal, sino como una espiral, en la que el investigador puede comenzar con
cualquiera de las etapas pero su realización lo llevara necesariamente a pasar por las
restantes, e incluso a volver a considerar fases anteriores en cualquier momento del proceso
(ver Blaxter, Hughes, y Tight 2000: 30)[4].
Esta descripción del proceso de investigación nos permiten identificar dos momentos en los
que se debe redactar un plan o proyecto antes de seguir adelante: uno antes de iniciar la
investigación propiamente dicha, y otro antes de comenzar la redacción del reporte de
resultados.
NOTAS
[1] Tanto Booth, Colomb y Williams (2001) como Walker (2000) emplean definiciones
similares, pues consideran relevante señalar que la investigación es algo que los seres
humanos hacemos constantemente en todos los ámbitos de nuestras vidas, y no sólo en el
marco de la vida académica.
[2] Ver el análisis del modelo del profesor investigador que propone Judith Bell en su libro
sobre investigación en la educación (2002: 21-22).
[3] Estas etapas pueden agruparse o presentarse de distinta manera, como hace Giddens,
por ejemplo, quien señala ocho etapas en todo proceso de investigación (2000: 682) o los
distintos gráficos que reproducen Blaxter, Hughes y Tight (2000: 28-30).
[4] Giddens, que también adopta una presentación secuencial de las etapas del proceso de
investigación, afirma en el mismo sentido: “La secuencia anterior es una versión
simplificada de lo que ocurre en los proyectos de investigación cuando éstos se llevan a
cabo… La diferencia es similar a la que existe entre las recetas de un libro de cocina y el
proceso real de preparación de un plato. Los cocineros con experiencia suelen cocinar
prescindiendo totalmente de las recetas, pero sus resultados pueden ser mejores que los de
aquéllos que siguen las instrucciones. Seguir un modelo al pie de la letra puede resultar
muy limitado…” (2000: 681).
El rigor y la originalidad de la investigación
Rigor. Los criterios con que se evalua el rigor al que debe aspirar toda investigación
depende del tipo de estudio que se pretenda llevar a cabo. No es lo mismo hablar de una
investigación rigurosa en ciencia experimental que en filosofía. En aquella, precisar con
detalle los experimentos realizados y los resultados obtenidos, asi como la interpretación
que cabe darles, dando la posibilidad de esa manera a cualquier otro investigador de poner a
prueba las afirmaciones constituyen criterios que permiten calificar de riguroso a un trabajo
de investigación de ese tipo. En filosofía, donde las interpretaciones de los textos y las
argumentaciones desarrolladas ocupan el centro de la escena, el rigor se manifiesta
identificando con precisión las fuentes empleadas, interpretando los textos de nuestros
adversarios y de quienes nos apoyan de manera caritativa y no forzada, y desarrollando
argumentaciones sólidas (Cf. Bedau 1996). La posibilidad de que sus resultados sean
controlados de manera intersubjetiva debe estar presente en toda investigación, no importa
la naturaleza de la empresa cognoscitiva en la que se enmarque. Según Phillips y Pugh hay
tres características que distinguen una buena investigación de otras actividades relacionadas
con ella como la recopilación de información o la toma de decisiones: (1) la investigación
esta basada en un sistema de pensamiento abierto, lo que significa que el investigador no se
considera en posesión de las respuestas correctas sino de las preguntas adecuadas, y que
ningún aspecto del saber tradicional esta a salvo de la revisión y el escrutinio crítico; (2) los
investigadores deben trascender la mera descripción y analizar críticamente los datos que
recogen; y (3) los investigadores deben generalizar sus resultados y al mismo tiempo
especificar cuáles son los límites de sus generalizaciones (ver Phillips y Pugh 2001: 67-69).
Ser consciente de los límites de la tarea a realizar –o realizada según el caso- y
comunicarlos junto a sus resultados es uno de los indicadores más importantes para medir
el rigor de una propuesta de investigación, no importa el tipo de investigación de que se
trate[1].
Originalidad. La originalidad en un proyecto de investigación puede significar muchas
cosas. Un error muy común en investigadores poco experimentados es considerar que la
originalidad solo puede significar realizar un trabajo empírico no realizado nunca antes, o
registrar por primera vez por escrito una información novedosa de vital importancia, o
explorar áreas de conocimiento y plantear problemas que los especialistas jamás
examinaron. Resulta claro que si se llevan a cabo algunas de las tareas antes descritas, el
trabajo resultante será sumamente original. Pero no es necesario llegar a esos extremos. Un
trabajo de investigación puede ser original por su tema, por su enfoque, por su presentación
o por el contexto en el que se plantea. Es original continuar un trabajo original, propio o
ajeno. O mostrar originalidad al someter a prueba las ideas de otro. También lo es realizar
una síntesis que no se llevo a cabo anteriormente, o interpretar de manera novedosa un
material muy conocido. Incluso resulta original ensayar en un país algo que sólo se
experimentó en otros, o utilizar una técnica muy conocida en un área de conocimiento pero
aplicada en otra diferente. En otras palabras, la exigencia de originalidad de la
investigación no debe paralizar al investigador, quien debe obrar confiado en que, si realiza
un trabajo honesto, simpre habrá algo original en su proyecto. El desafío cuando uno
elabora un proyecto de investigación, es reflexionar y poner en evidencia en qué sentido su
trabajo puede ser considerado original, y para ello es muy importante tener en cuenta las
características específicas del área en el que se propone desarrollar las labores de
investigación planeadas[2].
En nuestro caso, dado que debemos elaborar un proyecto de investigación en el área de
filosofía del derecho, resulta relevante analizar como se pone de manifiesto la originalidad
en los trabajos filosóficos en general. Nicholas Rescher sostiene que hay siete formas al
menos en las que se pone de manifiesto la capacidad inventiva en un trabajo de filosofía:
“… (1) Identificar asuntos fructíferos: proponer ideas y tópicos filosóficamente
interesantes. (2) Plantear nuevas preguntas: discernir contradicciones y encontrar grupos
aporéticos… Avistar nuevos problemas y asuntos que valgan la pena, que surjan de los
nuevos refinamientos introducidos para abordar viejos problemas. (Nótese que la novedad
es aquí un asunto de grado; siempre debe haber algunas conexiones con los asuntos
preexistentes.) (3) Diseñar respuestas verosímiles: sostener nuevas tesis; construir nuevas
teorías para responder a las nuevas preguntas que han venido a figurar en la agenda. (4)
Verificar soluciones: diseñar argumentos para apoyar las tesis que nos proponemos aceptar
como elementos de nuestra posición. (5) Trazar distinciones: introducir discriminaciones
que nos permitan encontrar nuestra salida de situaciones aporéticas mediante refinamientos
teóricos apropiados. (6) Proyectar nuestras concepciones: considerar nuevas posibilidades y
elucidar sus relaciones e implicaciones. (7) Construir sistemas: consolidar cada uno de
nuestros compromisos con referencia a otros, garantizando la coherencia y consonancia de
las respuestas actuales con aquellas que nos inclinamos a dar a otras cuestionasen otras
ocasiones…” (1995: 111-112). En este caso también encontramos dosis diferentes de
originalidad. Es un error de muchos investigadores novatos proponerse como primer trabajo
de investigación la elaboración de nuevas teorías sobre un campo temático o en casos
extremos la erección de complejos y novedosos sistemas de pensamiento. Pero la mayoría
de los trabajos interesantes que se publican en filosofía y filosofía del derecho se proponen
cotas de originalidad mucho más modestas –y no por ello son menos importantes, sino más
bien todo lo contrario-[3].
NOTAS
[1] La forma de clasificar los tipos de investigación varía según los distintos autores que
tratan la cuestión. Comparar, por ejemplo lo que dicen al respecto Booth, Colomb y
Williams (2001), Blaxter, Hughes y Tight (2000), y Phillips y Pugh (2001).
[2] Phillips y Pugh (2001: 83-85) presentan una lista con quince distintas definiciones de
“originalidad”, que pueden ser empleadas según el contexto y el tipo de investigación a
realizar. Sobre las diversas formas que puede asumir la originalidad que se exige a un
proyecto de investigación, ver también Blaxter, Hughes y Tight 2000: 37-40.
[3] “La complejidad del filosofar da cuenta así de que hay lugar para contribuciones muy
diferentes, que van desde el trabajo detallado de refinar las distinciones y pulir los
argumentos, al más alto nivel de las nuevas tesis y teorías diseñadas por los grandes
maestros innovadores.” (Rescher 1995: 112).