Investigación de Mirna

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EL PERIODO COLONIAL EN AMERICA CENTRAL En 1502, navegando por las costas caribeñas desde el golfo de Honduras hasta Panamá, Cristóbal Colón tomó posesión de Centroamérica en nombre de la Corona española. Sus informes estimularon a los conquistadores españoles, pues hablaban de la existencia de riquezas y de grandes poblaciones detrás de las montañas del istmo. Diego, el hijo de Colón, había emprendido la conquista de la isla La Española (las actuales República Dominicana y Haití). En 1510, Vasco Núñez de Balboa fundó en el Darién la primera colonia productiva de América, y fue el primer conquistador en remontar el istmo para llegar a la costa situada al otro lado, cuyas aguas bautizó con el nombre de mar Pacífico. Su sucesor, Pedrarias Dávila, que había ordenado la muerte de Balboa en 1517, extendió la colonización hacia el norte y hacia el sur; en 1519 fundó la ciudad de Panamá, desde donde emprendió la conquista de Nicaragua y Honduras. Tras ella, el territorio de Centroamérica se convirtió en escenario de la lucha entre españoles que poseían intereses en Panamá, La Española y México. Pedro de Alvarado, el lugarteniente de Hernán Cortés, el conquistador de México, consolidó el control de todo el istmo, especialmente después del triunfo sobre los mayas de Guatemala. Los conquistadores asesinaron a una gran cantidad de indígenas, aunque las muertes entre éstos se debieron más a las epidemias de viruela, disentería y sífilis que llegaron con aquéllos. Los que sobrevivieron fueron esclavizados o reducidos a la servidumbre por los españoles, que implantaron una sociedad agrícola basada en instituciones traídas de la península Ibérica. No obstante, las costumbres y tradiciones

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EL PERIODO COLONIAL EN AMERICA CENTRAL

En 1502, navegando por las costas caribeñas desde el golfo de Honduras hasta Panamá, Cristóbal Colón tomó posesión de Centroamérica en nombre de la Corona española. Sus informes estimularon a los conquistadores españoles, pues hablaban de la existencia de riquezas y de grandes poblaciones detrás de las montañas del istmo. Diego, el hijo de Colón, había emprendido la conquista de la isla La Española (las actuales República Dominicana y Haití).

En 1510, Vasco Núñez de Balboa fundó en el Darién la primera colonia productiva de América, y fue el primer conquistador en remontar el istmo para llegar a la costa situada al otro lado, cuyas aguas bautizó con el nombre de mar Pacífico. Su sucesor, Pedrarias Dávila, que había ordenado la muerte de Balboa en 1517, extendió la colonización hacia el norte y hacia el sur; en 1519 fundó la ciudad de Panamá, desde donde emprendió la conquista de Nicaragua y Honduras. Tras ella, el territorio de Centroamérica se convirtió en escenario de la lucha entre españoles que poseían intereses en Panamá, La Española y México. Pedro de Alvarado, el lugarteniente de Hernán Cortés, el conquistador de México, consolidó el control de todo el istmo, especialmente después del triunfo sobre los mayas de Guatemala.

Los conquistadores asesinaron a una gran cantidad de indígenas, aunque las muertes entre éstos se debieron más a las epidemias de viruela, disentería y sífilis que llegaron con aquéllos. Los que sobrevivieron fueron esclavizados o reducidos a la servidumbre por los españoles, que implantaron una sociedad agrícola basada en instituciones traídas de la península Ibérica. No obstante, las costumbres y tradiciones indígenas se mantuvieron, gracias a que se establecieron muy pocos españoles en pueblos y ciudades.

La Centroamérica colonial estuvo dividida en dos jurisdicciones. La audiencia de Guatemala, que se extendía desde Chiapas (actualmente estado del sur de México) hasta Costa Rica, era parte del virreinato de Nueva España y gozaba de cierta autonomía; su capital, Antigua, se convirtió en centro burocrático, eclesial, comercial y administrativo. El resto del territorio centroamericano (el que ocupa la actual república de Panamá), con su importante ruta de tránsito, se agregó al virreinato de Nueva Granada, inicialmente dependiente del virreinato del Perú.

En el siglo XVII, España permitió una cierta autonomía a los colonizadores que, con la cooperación de la Iglesia y el Estado, dominaron y oprimieron a los

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indígenas y mestizos, empleándolos como mano de obra no remunerada. En el siglo XVIII, los monarcas Borbones trataron de regenerar el imperio introduciendo reformas que promovieran nuevas prácticas y actividades económicas, pero tales innovaciones pusieron a prueba la tradicional adaptación de los ricos colonizadores y de la burocracia.

1502, Hernando o Fernando Colón

Bibliógrafo y cosmógrafo español, hijo natural de Cristóbal y de Beatriz Enríquez de Arana. Nació en Córdoba en 1488 y falleció en Sevilla en el 1539. Se crió al lado de su madre y con su hermano mayor Diego, acompañó a su padre en el último viaje a América (1502-1504), el más desgraciado de los que hizo y que inspiró a Hernando muy pocas simpatías por la vida en Indias. Educado en la Corte como paje del príncipe don Juan, Hernando se convertiría, al pasar de los años, en un afamado cosmógrafo e incansable lector. Escribió, entre 1537 y 1539, una Vida del Almirante don Cristóbal Colón. Pese a las críticas que han rodeado esta biografía, sigue siendo, en palabras de su estudioso Luis Arranz, una valiosa fuente de conocimiento, tanto para la historia de los descubrimientos colombinos como para los primeros asentamientos españoles en el Nuevo Mundo. Aunque esta obra fue escrita, lógicamente, con el objetivo de enaltecer todo lo relativo a los viajes y descubrimientos colombinos, Hernando utilizó material de primera mano, procedente del descubridor y de otros protagonistas. Algunos documentos, hoy perdidos, nos han llegado a través de esta obra como, por ejemplo, la famosa Relación del ermitaño fray Ramón Pañé, auténtico tesoro sobre la mitología, creencias y costumbres de la población indígena antillana. Hernando dispuso, en todo momento, de los Diarios de a bordo y de las Relaciones de su padre. Arranz advierte que cualquier lector que se acerque a la obra de Hernando deberá hacerlo con enorme cautela y sentido crítico, del que, obviamente, careció su hijo, alma de los pleitos colombinos.

Su padre, Cristóbal, le profesó un cariño especial y apreciaba mucho su precocidad de juicio y su despierta inteligencia, lo que se manifestó en la cuantiosa participación que le dejó en su herencia. En 1509 efectuó un segundo viaje a América, acompañando a su hermano Diego, que había sido nombrado gobernador de La Española, pero regresó muy pronto para estudiar y, sobre todo, para atender los pleitos de su familia con la Corona, por el incumplimiento de los pactos hechos con el Almirante. Su hermano le otorgó el mando de la escuadra de regreso para humillar al ex-gobernador Ovando, enemigo de su padre, que volvía en la misma flota.

En Sevilla, continuó Hernando con el pleito y redactó diversos alegatos para robustecer, en forma omnímoda, la autoridad de los Almirantes de las Indias. La

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sentencia de 5 de mayo de 1511, aun cuando reintegrara a los Colón en sus privilegios, los reduciría sensiblemente, restringiendo la Capitulación de Santa Fe y reduciendo a Diego Colón a la categoría de un gobernador como tantos otros, aunque reconociendo el carácter hereditario de sus cargos.

En el reparto de mercedes que se otorgaron para satisfacer a los Colón, a Hernando le tocó en suerte 300 indios encomendados en La Española, y en años siguientes se añadieron más. Descontento Hernando, solicitó permiso para dedicarse a descubrir nuevos territorios, pero Fernando el Católico se lo negó (1512).

Por esta época, Hernando ya había compuesto dos obras, que hoy en día se encuentran desaparecidas, De concordia y Forma de descubrir y poblar en Indias, que Emiliano Jos cree plagios de obras de su padre. De 1512 a 1513 estuvo en Italia para la cuestión de un pleito de su hermano en Roma y con una misión diplomática para el Papa que le confió Fernando después de la batalla de Rávena, siendo robado a su vuelta por los turcos. En 1517 comenzó una obra científica de vasto empuje: una cosmografía de España, para la cual, provisto de apoyos oficiales, recogió informes de muchos pueblos, en dos libros provisionales, Itinerario y Vocabulario, anticipándose a las Relaciones que recogió más tarde Felipe II, trabajo que quedó truncado por habérsele prohibido en 1523, por motivos que se ignoran.

Acompañó Hernando al monarca Carlos I en su primer viaje por Alemania, a raíz de su elección, y con él estuvo en los Países Bajos -donde conoció y trató a Erasmo de Rotterdam- y en Worms, durante la célebre Dieta. En 1524 fue nombrado, en su calidad de cosmógrafo, miembro de la comisión encargada de resolver en Badajoz con los portugueses el problema de la situación y pertenencia de las islas Molucas; su opinión era que se trataba de un problema jurídico -es decir, político- y no científico, por la imposibilidad de determinar exactamente la longitud geográfica, y por tanto, el meridiano de Demarcación. Redactó varios informes al respecto y en uno de ellos sostenía que el hemisferio portugués terminaba en el cabo de Buena Esperanza, y de este modo podría el Emperador reclamar los países asiáticos; quizás le movió a tal pretensión el deseo de acrecentar paralelamente los derechos de su familia.

También censuró duramente la doble graduación y los errores de los mapas náuticos, por lo que se le encargó la composición de una carta de navegación que sirviera de patrón (1526). Hombre culto, renacentista, con suficientes medios de vida, amigo de viajar incesantemente, aficionado al arte, coleccionista, cultivador de la pintura, de la música y de la poesía, tuvo una verdadera pasión por los libros, y fue un entusiasta bibliófilo: para digno alojamiento suyo y de su biblioteca,

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comenzó a construir, en 1526, una casa suntuosa en la que instaló aquélla, que llegó a constar, según su bibliotecario, el bachiller Juan Pérez, con más de 15.000 volúmenes. A su muerte, la biblioteca quedó llegada a su sobrino Luis Colón, nada aficionado, curiosamente, a la lectura, por lo que, en virtud de una cláusula del testamento de Hernando, pasó la biblioteca al cabildo de la catedral de Sevilla, que logró el reconocimiento de su derecho en 1551. Allí se conserva con el nombre universalmente famoso de Biblioteca Colombina, aunque desgraciadamente muy mermada de sus primitivos y riquísimos fondos.

Sin desatender los pleitos, Hernando viajó mucho por Europa y cuando se disponía a marchar de nuevo a La Española, falleció el 12 de julio de 1539. No estuvo casado. Su testamento, minuciosamente redactado, revela su honda pasión por su biblioteca, y también su marcada predilección por los genoveses y cierto despego por España, al punto de querer pasar por italiano en el extranjero.

Anglería, Pedro Mártir de (1459-1526).

Humanista y geógrafo italiano nacido en Arona (Lombardía) en 1457 y muerto en Granada en 1526, cuyo verdadero nombre era Pietro Martire d'Anghiera.

Vida

De familia pobre, fue protegido por el conde Juan de Borromeo. Fue secretario del gobernador Francisco Negro en Roma. Su fama de humanista le fue abriendo camino y le otorgó grandes e influyentes amigos como el obispo de Pamplona o el erudito Pomponio Leto. Fue también secretario del conde de Tendilla, embajador de los Reyes Católicos en la capital italiana, el cual le propuso trasladarse con él a España, donde participó como soldado en la guerra de Granada y entabló amistad con el confesor de la reina, Hernando de Talavera, quien a su vez le aconsejó tomar el hábito eclesiástico. Al poco tiempo fue llamado a la corte, donde vivió como capellán de la reina y maestro de la nobleza. En 1495 fue designado como embajador de Bohemia y Hungría, pero no llegó a desempeñar el cargo. Posteriormente, sin embargo, fue embajador en Egipto, labor que dejó reflejada en su obra Legatio babylonica, importantísima para los estudios del Humanismo y su penetración en la Península Ibérica. Con el gobierno de D. Carlos fue nombrado miembro del Real y Supremo Consejo de las Indias y cronista oficial, cumpliendo desde entonces su cargo de historiógrafo.

Obra

Su obra Opus Epistolarum, es una colección de 813 cartas, escritas en latín, que recogen los sucesos de la España de entonces, y que constituyen un magnífico

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termómetro de la cultura y de la sociedad española durante la época de los Reyes Católicos. Entre 1494 y 1526 escribió su historia de las Indias, que denominó Décadas de Orbe Novo, su obra más importante, que recoge los sucesos indianos desde el primer viaje colombino, considerada como la primera historia general sobre las Indias. Convertido en cronista del rey Fernando, dedicó treinta y dos años a redactar sus famosas Décadas.

El significado geográfico fundamental de su obra (siguiendo el análisis de Edmundo O'Gorman) estuvo en su conceptualización del "nuevo mundo". Era consciente de que sólo se conocía medio mundo y afirmó que la intención de Cristóbal Colón fue explorar "por los antípodas occidentales un nuevo hemisferio de la tierra" y descubrir islas en las Indias adyacentes a la costa asiática. Subsiguientemente a su descubrimiento, Pedro Mártir de Anglería hubo de enfrentarse con el problema de si las islas eran de hecho asiáticas.

Aunque es dudoso que proyectara su famosa caracterización de un novus orbis como un nombre propio (por ejemplo, un Nuevo Mundo) y, a pesar de ello, dudó que Colón hubiera llegado a Asia, dada la magnitud del globo. Rechazó las premisas básicas de Colón en cuanto el tamaño de la Tierra y la relación de tierra a agua. Consideró aquellas islas como idénticas a las Antillas de los antiguos geógrafos, situadas entre Europa y Asia. Mientras Colón creyó que Cuba era tierra firme, él siempre pensó que era una isla.

Cuando más convencido estaba Colón de haber llegado a Asia, más firme era el escepticismo de Anglería. Describió el reconocimiento por Colón de Jamaica como "las costas de la imaginada tierra firme". Rehusó caracterizar a los nativos americanos como "indios" y se cuidó de usar los topónimos nativos en lugar de los nombres asiáticos preferidos por Colón. Después de tercer viaje, Colón creyó que la península de Paria era el continente asiático, en zona próxima al río Ganges, mientras que Pedro Mártir de Anglería estaba convencido, por el Viaje de Vicente Yáñez Pinzón, de que Paria era realmente tierra firme aunque todavía dudaba de que se tratara del continente asiático. Américo Vespucci fue el primero en afirmar sin reservas la existencia de un nuevo continente. Pedro Mártir de Anglería estimó que la situación era todavía discutible y trató de conciliar los antiguos conceptos geográficos con los nuevos hechos.

Las Décadas contienen numerosos pasajes de interés geográfico. Su especulación subterránea entre los dos océanos en América Central (Década II, Libro 9) se basa en una teoría específica del origen de los ríos: "Si es cierto que, como algunos lo piensan, las corrientes todos de agua dulce refluyen por los canales ocultos de la tierra del mar, obligadas por la pesada mole de éste, de igual modo que saliendo a la superficie corren a precipitarse en su seno, el fenómeno

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aquí sería menos extraño que en otros sitios, porque aún no hemos leído que en parte alguna haya dos mares como éstos que cerquen una tierra en tan estrechos límites, si es verdad lo que cuentan los naturales". La discusión reaparece en la Década III, Libro 6, en relación con las corrientes oceánicas.

Mártir actuó como una cámara de compensación para la información sobre los descubrimientos. Así, describe a Sebastián Cabot como "mi huésped". Su obra está escrita con fuentes de primera mano, pues aunque no visitó las Indias, su posición en la corte le dio ocasión para conocer a los navegantes de su tiempo y así recoger los datos necesarios para darnos una visión periodística de los hechos.

Gutiérrez de Santa Clara, Pedro (siglo XVI).

Cronista mexicano que nació y murió en México en el siglo XVI. Fue el cronista de las guerras civiles del Perú.

Es uno de los cronistas de Indias más desconocidos. Clavijero lo insertó en su catálogo y sospechó que era indio, pero sin anotar sus obras. Por lo que escribió se supone que era mexicano y mestizo, hijo de Bernardino de Santa Clara, originario de Zaragoza que fue soldado de Narváez y de Cortés, avecindado luego en México, donde fue encomendero. Parece que no tuvo estudios, salvo los elementales, y que pasó al Perú hacia 1543, pues afirmo haber estado presente en los sucesos de aquella tierra desde que Gonzalo Pizarro avanzó desde Cuzco a Lima. Fue soldado en la compañía de Pablo de Meneses, partidario del virrey. Asistió quizá a la prisión de Núñez Vela y posteriormente siguió con su capitán Meneses el partido de los oidores y de Gonzalo Pizarro. Fue secretario de Lorenzo de Aldana y logró salir airoso ante los vencedores. Figuró en la expedición de Francisco de Carvajal y en otras posteriores, recorriendo buena parte del Perú. Parece que no tuvo ningún beneficio de su estadía en el Perú, por lo que se trasladó a México, donde sirvió en la guerra contra los chichimecas, a los que hizo referencia en una obra que se ha perdido.

Escribió los famosos “Quinquenios”, cuyo titulo es “Los cinco libros llamados Quinquenarios, en donde se cuentan y relatan largamente las muy grandes batallas y recuentros y las guerras mas que civiles que hubo en los reinos y provincias del Perú...”. Este manuscrito autógrafo se encuentra en la Colección Borbón Lorenzana de la Biblioteca de Toledo. En esta obra se centró en las guerras civiles, pero abarcó mucho más, como el descubrimiento y la conquista americana. Incluso recogió leyendas, costumbres y ritos de los incas. Debió empezar a elaborar su obra al terminar las guerras y seguía aún escribiéndola en 1556 cuando era anciano, como anotó. Utilizó numerosa documentación, aparte de sus observaciones personales y trató de no inclinarse por ninguno de los

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bandos contendientes. Hombre profundamente observador, nos ha dejado verdaderos retratos sobre muchos de los protagonistas de las guerras.