irlandés Joseph Sheridan Le Fanu.

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JuntoconM.R.James,E.F.Benson(1867-1940)fueunodelosmaestrosvictorianosde la «ghost story», un territorio del terror cuya exploración inició el gran escritorirlandésJosephSheridanLeFanu.

BensonyJamespertenecíanalamismasociedadliterariadeCambridge,la«ChitchatSociety», y mantuvieron una buena relación durante cincuenta años. Al igual queJames, Benson trata de alejarse de los escenarios clásicos de ruinas, pasadizos ytinieblas,parainsertarelhorrorenlaszonaspacíficasdelavidacotidiana.

«Estashistorias—diceBenson—hansidoescritasconlaesperanzadeproporcionaralgunosagradablesestremecimientosal lector,demodoque,siporventura,alguienestuvieraocupandoensulecturalamediahoraanterioralmomentodeirsealacama,cuandolanocheylacasapermanecenensilencio,talvezpodríaecharalgunamiradaocasional a las esquinasy zonasoscurasde la habitacióndonde se encuentra, paraasegurarse de que nada inusual acecha en las sombras. Porque tal es el objetivodeclarado de las historias de fantasmas, que tratan con las oscuras fuerzas de lodesconocido, y a veces —y de forma harto perturbadora— hacen que éstas semanifiesten.

Porestarazón,elautordeseaasuslectoresunospocosmomentosdeinquietud.»

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E.F.Benson

Elsantuarioyotroshistoriasdefantasmas

Valdemar:Gótica-31

ePubr1.2orhi30.05.2020

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Títulooriginal:TheSanctuaryE.F.Benson,1934Traducción:ÓscarPalmerIlustracióndecubierta:FernandKhnopff:Laciudadabandonada(1904)Editordigital:orhiCorreccióndeerratas:StonianyClansmanePubbaser2.1

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Noticiasobreelautor

Si la Enciclopedia Británica fuera un reflejo de la consideración de la posteridad,EdwardFredericBenson (1867-1940), con las cinco líneas que le dedican, deberíasentirseaplastadoporelreconocimientoasupadre,EdwardWhiteBenson,arzobispode Canterbury, del que la Enciclopedia relata con morosidad en ochenta y cincolíneas,suvidayobras.EdwardFrederic,tercerhijodelarzobispo,suhermanomayor,Arthur Christopher, autor de ensayos y estudios biográficos, y el menor, RobertHugh,autoryapologistacatólico,recibenmejortratamiento.Claroestáquenoteníantratoconfantasmas.

Aunque debe su fama sobre todo a los relatos de fantasmas, que fue dando aconocer en publicaciones periódicas, como Pall Mall, Illustrated London News,HutchinsonsMagazine, fue tambiénmuyconocidopor lanovelaDodo (1893)ysuautobiografíaFinalEdition(1940),enlacualdescribesusextrañosencuentrosconelmásallá.

Durante cincuenta años mantuvo una buena relación con otro de los grandesmaestrosdelgénero,M.R.James.Amboseranmiembrosdela«ChitchatSociety»deCambridge, una sociedad que tenía por objeto la promoción de la conversaciónracional, y que se reunía las noches de los sábados. Benson estuvo presente en lahistóricareunióndel28deoctubrede1893,enlacualJamesleyósusdosprimerashistoriasdefantasmas:ElálbumdelcanónigoAlbericoyCorazonesperdidos.Delosdiez miembros de aquella sociedad que escucharon con avidez estos dos relatosterroríficos,sóloBensonestabadestinadoaseguirlospasosdelincomparabledoctorJames.

Nacido siete años antes demorir Le Fanu, los relatos de Benson adoptan unaperspectiva más moderna, con la que trata de alejarse claramente del escenarioclásicode ruinas,pasadizos, tinieblas,para instalarseenambientesmásagradables,aunqueenalgunasdeesaszonaspacíficashabita«looscuro».Deesamaneratrata,detransferirelmiedoanuestravidaordinaria.Unodesuspersonajesdice:«Claroquemegustasentirmiedo…eslamásabsorbentedelasemociones…sitienesmiedoteolvidas de todo lo demás».Otras características son la introducción de fenómenospsíquicosextraños,ademásdemúltiplesreferenciasaaspectososcurosdelapsiqueydelmundoonírico.

Bensonescribesuscuentoscuidadosamente,proporcionandotodoslosdetallesdela acción y describiendo todas las características del entorno, para crear unaatmósferaquenoslohagareal.Atmósferaqueelabora,además,apartirdepersonascercanas a élmismo, personas creíbles de clasemedia alta, varones (normalmentedos,elnarradoryunamigoquelecuentalahistoria).

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Incluimos en este volumen trece historias que se complementan con las otrastrece aparecidas en esta misma Colección Gótica (n.º 13) con el título de LaHabitacióndelaTorre.13historiasdefantasmas.

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LACONFESIÓNDECHARLESLINKWORTH

EldoctorTeesdalehabía tenidooportunidaddeatender al condenadoenunaodosocasionesa lo largode la semanapreviaa suejecución,y leencontró,comosueledarse el caso, una vez que se han evaporado las últimas esperanzas de seguirviviendo,perfectamenteresignadoantesudestinoysindemostrarningúntemorhacialamañanaqueacadahoraquepasabaseencontrabamásymáscerca.Laamarguraante lamuerteparecíanoafectarle: su relaciónconellahabía terminadocuando ledijeron que su apelación había sido rechazada. Pero durante los días en los que laesperanza todavía no le había abandonado completamente, el desdichado habíabebido de la muerte a diario. En toda su carrera el doctor nunca había visto unhombre tan exuberante y apasionadamente apegado a la vida, ni alguien tanfuertementeaferradoaestemundomaterialporlapurasedanimaldevivir.Después,se le transmitieron las noticias de que ya no podía seguir manteniendo másesperanzas,ysuespíritudejódeserpresadelaagonía,delatorturaydelaintriga,yaceptóloinevitableconindiferencia.Sinembargo,elcambiofuetanextraordinarioquealdoctorleparecióquelanoticialehabíanubladocompletamentelossentidos,yquebajoaquellasuperficieadormecidaseguíaapegadoalmundomaterialcontantafuerzacomosiempre.Cuando lecomunicaronelveredicto sedesmayó,yeldoctorTeesdale había sido llamado para atenderle, pero el ataque fue momentáneo yrecuperóelsentidoplenamenteconscientedeloqueacababadesuceder.

El asesinato había sido particularmente horrible, y en la mente del público nohabíanipizcadesimpatíahaciaelperpetrador.CharlesLinkworth,queahoraestabacondenado a la pena capital, llevaba un pequeño negocio de útiles de escritura enSheffield, donde vivía con su esposa y sumadre. Esta última fue la víctima de suatroz crimen siendo el motivo la posesión de quinientas libras que se hallaban enpoderdelamujer.Linkworth,talycomoserevelóeneljuicio,estabaendeudadoporla cantidad de cien libras en aquel momento, y aprovechando la ausencia de suesposa, que estaba de visita en casa de unos parientes, estranguló a su madre,enterrando el cuerpo durante la noche en el pequeño jardín que tenía en el patiotrasero de su casa. Cuando sumujer regresó, tenía una historia lo suficientementeplausible comopara justificar ladesapariciónde lavieja señoraLinkworth, yaqueambos se habían enzarzado en continuas disputas y riñas durante los últimos dosaños,yellahabíaamenazadoenmásdeunaocasiónconmarcharseyretirarlosochochelinessemanalesqueaportabaparalamanutencióndelacasa,destinándolosaunarenta vitalicia. También era cierto que durante la ausencia de la joven señoraLinkworth,madreehijohabíantenidounaviolentadisputasurgidaapartirdealgunadiferencia trivial sobre la manera de llevar los asuntos de la casa, y que aconsecuenciadeestoellahabíallegadoaretirarsudinerodelbancoconlaintención

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deabandonarSheffieldaldíasiguienteeinstalarseenLondres,dondeteníaamigos.Aquellatardeselocomunicóasuhijo,yéstelaasesinódurantelanoche.

Susiguientepaso,antesdelregresodesuesposa,fuelógicoyrazonable.Recogiótodaslaspertenenciasdesumadreylasllevóalaestación,desdedondelasdespachóen un tren de pasajeros, y por la noche invitó a varios amigos a cenar,comunicándoles la marcha de su madre. No se lamentó por ello (lógicamente yconfirmándolesloqueyaeraprobablequesupieran);másbienalcontrario,comentóque nunca se habían llevado bien y que su marcha le había procurado paz ytranquilidad.Cuandosuesposaregresó, lecontóestamismahistoria, idénticahastaen el más mínimo detalle, añadiendo, en todo caso, que la discusión había sidoviolenta y que sumadreni siquiera se había dignado a dejarle su futura dirección.Estadeclaración,denuevo,habíasidocompletamentemeditadaconanterioridad,yaque evitaría que su mujer pretendiera escribir a la vieja. Ella pareció aceptar suhistoriacompletamente.Dehecho,nadasospechosooextrañohabíaenella.

Durante una temporada se comportó con la compostura y la astucia que lamayoríade loscriminalesposeenhastaciertopunto,apartirdelcualsuelenperderambas cualidades, siendo ésta la causa de su detención. Por ejemplo: no pagóinmediatamente sus deudas, sino que alojó un huésped en su casa, le alquiló lahabitaciónde sumadre,ydespidióa suayudanteen la tienda,quedandoél soloalfrentedelamisma.Deestemododiolaimpresióndequeestabaahorrando,almismotiempo que comentaba abiertamente la gran mejoría que había experimentado sunegocio.Porotraparte,nohizoefectivoslosbilletesbancariosquehabíaencontradoen un cajón cerrado en la habitación de sumadre hasta que hubo pasado unmes.Entoncescambiódosbilletesdecincuentalibrasypagóasusacreedores.

Fue en este punto cuando la compostura y la astucia le fallaron.Envezde serpacienteeiraumentandolibraalibrasusaldoenlacajadeahorros,abrióunacuentaenunbancolocalconotroscuatrobilletesdecincuenta,yademásempezóasentirseinquietosobreaquelloquehabíaenterradoeneljardíntrasero.Pensandoasegurarsemásaesterespecto,encargóunacarretadadeescoriayfragmentosdepiedray,conlaayuda de su huésped, empleó las tardes veraniegas en construir un granmaceterosobre aquel lugar. Fue entonces cuando intervino el azar descomponiendo todo suplan.HubounincendioenlaoficinadeobjetosperdidosdelaestacióndeKingCross(enlacualdeberíahaberreclamadolasposesionesdesumadre),yalgunasmaletashabían quedado parcialmente dañadas. La compañía ferroviaria estaba obligada aofrecerunacompensación,yelnombredesumadrecosidosobresuropayunacartacon la dirección deSheffield condujeron al envío de una nota puramente formal yoficial, en la que la compañía se declaraba dispuesta a cargar con los dañosocasionados.Estabadirigidaa la señoraLinkworth,ypor lo tanto fue laesposadeCharlesLinkworthquienlarecibióyleyó.

Parecíaundocumentocompletamenteinofensivo,peroconélllegabasupenademuerte. Y es que no pudo dar ninguna explicación de por qué los baúles seguían

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estandoenlaestacióndeKingCross,apartedesugerirquequizásumadrehubierasufrido algún accidente. Evidentemente, tenía que poner el asunto enmanos de lapolicíaparaquellevaraacabounseguimientodesuspasos,yencasodeprobarsesudefunción, reclamar sus bienes, ya que los había sacado del banco y se los habíallevadoconsigo.Éstefue,almenos,elprocedimientoaseguiraconsejadotantoporsumujer como por su huésped, en cuya presencia fue leído el comunicado de losrepresentantesdelferrocarril,yalcualresultóimposiblenegarse.Acontinuación,lasilenciosayengrasadamaquinariadelajusticia,característicadeInglaterra,sepusoenmarcha.Hombresdiscretos sedejaron caerpor la calleSmith, visitaronbancos,observaronlasupuestamejoríadelnegocioy,desdeunacasacercana,examinaroneljardín, en cuyo macetero de piedra ya estaban creciendo los helechos. Despuésllegaron el arresto y el juicio, que no duró demasiado, y cierto sábado llegó elveredicto. Inteligentesmujeres tocadasconenormessombrerosdieroncoloridoa lasala,yentodoelgentíonohuboniunasolapersonaquesintiesesimpatíaporaqueljovendeaparienciaatléticaqueestabasiendocondenado.Lamayoríadelaaudienciaestaba formada por señoras mayores y madres respetables, y siendo el crimen unultraje a la maternidad, escucharon la lectura del veredicto con gran satisfacción.LlegaronaemocionarsecuandoeljuezsetocóconsuhorribleyabsurdogorronegroyleyólasentenciaimpuestaporDios.

Linkworthfuedeclaradoculpableporelatrozsuceso,sinquenadiequehubieraescuchadolaspruebaspudieradudarenlomásmínimoquelohabíallevadoacabocon la misma indiferencia que posteriormente demostró en cuanto supo que suapelaciónhabíasidorechazada.Elcapellándelaprisiónqueleatendióhabíahecholoposibleporconseguirqueseconfesase,perosusesfuerzosfueroncompletamenteinútilesyhastaelúltimomomentoelcondenadomantuvo,aunquesinaspavientos,suinocencia. Se hizo justicia una brillante mañana de septiembre, mientras el solbrillaba cálidamente sobre lapequeñaprocesiónque atravesó el patiode laprisiónhastaelcobertizoenelqueseencontrabaelaparatodelamuerte.EldoctorTeesdalequedó satisfecho al comprobar que la muerte fue prácticamente inmediata. Habíaestadopresenteenelcadalso,habíavistolapresiónsobrelapalancayhabíavistolafigura rígida y encapuchada caer al vacío.Había oído la tensión y el crujido de lacuerda al recibir el peso y,mirando hacia abajo, había visto también los crispadosespasmos del ahorcado.No habían duradomás de un segundo o dos; la ejecuciónhabíaresultadoperfectamentesatisfactoria.

Unahoramástarderealizólaautopsiaalcadáverydescubrióquesuapreciaciónhabíasidocompletamentecorrecta:lasvértebrasdelaespinadorsalsehabíanrotoalaalturadelcuelloylamuertedebíadehabersidoinstantánea.Apenashubierahechofalta realizar la pequeña disección necesaria para comprobarlo, pero por seguir elproceso acostumbrado así lo hizo. Y en aquel momento tuvo una curiosa y muyvívidasensación:queelespíritudelfallecidoseencontrabadetrásdeél,comosiaúnresidieraensuquebradocuerpo.Peronohabíadudaalgunadequeelcuerpoestaba

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muerto:habíamuertohacíaunahora.Aestolesiguióunapequeñacircunstanciaque,aunqueenunprincipioparecióinsignificante,noporelloresultómenoscuriosa.Unodelosguardiasentróypreguntósilacuerdaquehabíasidousadahacíaunahora,yqueerapertenenciadelverdugo,habíasidoporerrorllevadajuntoalcuerpohastaeldepósitodecadáveres.Sinembargo,allínohabíanirastrodeella.Peseatratarsedeun objeto de lo más peculiar y poco susceptible de desaparecer, lo cierto es queparecíahabersedesvanecidocompletamente;noestabaallíynoestabaenelpatíbulo.Nisiquierahubomaneradedeterminarelmomentodesudesaparición,yéstaresultódeltodoinexplicable.

EldoctorTeesdaleera solteroyeconómicamenteautosuficiente,yvivíaenunacómodacasadealtasventanassituadaenBedfordSquare,enlaqueunacocineradeexcelenciasuperablecuidabadesuestómago,mientrassumaridohacíalopropioconsupersona.Noteníanecesidadenabsolutodepracticarsuprofesión,ysilohacíaenla prisión era por la oportunidad de estudiar lamente criminal. Lamayoría de loscrímenes (es decir, todas aquellas transgresiones de las reglas de conducta que lahumanidad se había autoimpuesto para asegurar su propia preservación), losconsiderabaobienelresultadodeunaanomalíacerebralobienproductodelhambre.Los delitos de latrocinio, por ejemplo, no los atribuía en ningún caso a la menteracional; es cierto que a menudo eran consecuencia de una necesidad real, peroresultaba más habitual que estuviesen dictados por alguna oscura enfermedadcerebral.Encasosconcretos,eracalificadadecleptomanía,peroélestabaconvencidodequehabíamuchasotrasvariacionesqueno teníanporqué resultar directamentefruto de una necesidad física. Sobre todo cuando el crimen en cuestión veníaacompañado de manifestaciones violentas, y en este apartado emplazabamentalmente,mientras se dirigía a su casa aquella tarde, al criminal cuyosúltimosmomentoshabía presenciadopor lamañana.El crimenhabía sido abominable y lanecesidad de dinero no demasiado apremiante. Las características detestables yantinaturales del asesinato le habían llevado a considerar al asesinomás como unlunáticoquecomouncriminal.Habíasido,hastadondeélsabía,unhombretranquiloydedisposiciónafable,unbuenmaridoyunvecino sociable.Peroentonceshabíacometido un crimen, uno sólo, que le había situado más allá de lo aceptable. Unhechotanmonstruoso,yahubierasidoperpetradoporunhombrecuerdocomoporunloco,resultabaintolerable;nopodíahaberlugarenelmundoparaelculpable.Perodealgunamaneraeldoctorsentíaquesehabríasentidomásagustoconlaejecuciónsieldifuntohubieraconfesado.Existíalacertezamoraldequeeraculpable,peroalmenoshabríadeseadoque,alverdesvanecidassusesperanzas,hubieraconfirmadoelveredictoconsupropiavoz.

Aquella noche cenó solo, y tras la cena se refugió en su estudio, que estabaadjuntoalcomedor,sinsentirseparticularmenteinclinadoalalectura,porloquesesentó frenteal fuegoensugransillón rojoydejóquesumentevagara libremente.Casi de inmediato empezó a reflexionar sobre la curiosa sensación que había

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experimentadoaquellamañana,laimpresióndequeelespíritudeLinkworthestabapresenteeneldepósitodecadáveres,aunquesuvidasehubieraextinguidohacíayaunahora.Noeralaprimeravez,especialmenteencasosdemuertesúbita,quehabíaexperimentado aquella misma convicción, aunque quizá nunca de una manera taninequívocacomoaqueldía.Aunasí,aquelsentimientosedebíaprobablemente,asuparecer,aunaverdadnaturaly física.Elespíritu (debería remarcarsequeeldoctorcreíaenladoctrinadelavidafuturayenlapervivenciadelalmapesealaextincióndelcuerpo)eracontodaprobabilidadincapazdeabandonardeinmediatosucáscaraterrestreyademássemostrabareticenteaello.Eramásprobablequepermanecieraallí,anivelterrenal,duranteunrato.Ensushorasdeocio,eldoctorTeesdaleeraungran estudioso de lo oculto, ya que como losmédicosmás avanzados y expertos,reconocía claramente lo estrecha que era la frontera entre el cuerpo y el alma, latremendainfluenciadelointangiblesobreelmundomaterial,ynopresentabaparaélninguna dificultad asumir que un espíritu incorpóreo pudiera ser capaz decomunicarseconaquellosqueaúnestabanligadosalofinitoylomaterial.

Sus meditaciones, que empezaban a agruparse en torno a una idea concreta,quedaron interrumpidos en aquel momento. Sobre su cercano escritorio estabasonando el teléfono, no con su habitual insistenciametálica sinomuy débilmente,comosihubieseunproblemaconelmecanismooconlalínea.Entodocaso,nohabíadudadequeestabasonando,porloqueselevantóydescolgóelauricular.

—¿Sí?¿Sí?—dijo—.¿Quiénes?Comorespuestallegóunsusurrocasiinaudible,yprácticamenteininteligible.—Nopuedooírle—dijoTeesdale.Elsusurrosonódenuevo,perosinmayorclaridad.Después,cesódeltodo.Siguió escuchando durante aproximadamente medio minuto, esperando que se

reanudara, pero aparte de los habituales parásitos en la línea, que por lo menosdemostraban que estaba en comunicación con otro aparato, sólo le llegó silencio.Entoncescolgó,llamóalacentraldelaCompañíaTelefónicaydiosunúmero.

—¿Podríadecirmedesdequenúmeroacabandellamarme?—solicitó.Hubounabrevepausa,despuésselocomunicaron.Eraelnúmerodelaprisiónen

laqueélejercía.—Póngameconellos,porfavor—dijo.Asísehizo.—Meacabande llamarustedesahoramismo—dijoa travésdel teléfono—.Sí,

soyeldoctorTeesdale.¿Cómo?Noheoídoloquemehadicho.Lavozlerespondióclaraeinteligible.—Debedetratarsedeunerror,señor—dijo—.Nolehemosllamado.—Perolaoperadoramehadichoquehabíansidoustedes.—Habrásidounerrordelaoperadora,señor—respondiólavoz.—Quéextraño.Bueno,buenasnoches.EsustedelcarceleroDraycott¿noesasí?—Sí,señor.Buenasnoches,señor.

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EldoctorTeesdaleregresóasugransillón,menospredispuestoaúnalalectura.Dejó que sus pensamientos vagasen durante un rato, sin otorgarles una direccióndefinida, pero una y otra vez sumente volvía a centrarse en el extraño suceso delteléfono.Muy amenudo le habían llamadopor error, ymuy amenudo también laoperadoralehabíapuestoencontactoconunnúmeroequivocado,perohabíaalgoenaquellostimbrazostantenuesyenlosininteligiblesmurmullosprocedentesdelotroextremodelalíneaquecautivabasuimaginación,yprontoseencontrórecorriendoagrandes zancadas la habitación, cebando sus pensamientos en un pasto de lo másinusual.

—¡Peroesimposible!—exclamóenvozalta.Alamañanasiguientesedirigió,comoacostumbraba,alaprisión,yunavezmás

le asaltó la extraña sensación de que allí había una presencia invisible. Ya habíatenido con anterioridad algunas curiosas experiencias físicas, y sabía que era«sensible» (es decir, una persona capaz, en según qué circunstancias, de recibirimpresiones paranormales y de vislumbrar ocasionalmente el mundo invisible queyacebajonosotros).Yaquellamañanalapresenciadelaquefueconscienteeraladeaquel hombre que había sido ejecutado lamañana anterior. Estaba localizada, y lasintióconmuchamásfuerzaenelpequeñopatiodelaprisióny,sobretodo,cuandopasófrentealapuertadelaceldadelcondenado.Tanfuerteeraallíquenolehubierasorprendidosisufigurahubiesesidovisible,ycuandoatravesólapuertaquehabíaalfinaldelpasillosevolvióconvencidodequerealmenteibaaverlo.Durantetodoeltiempo, además, fue consciente de que un profundo terror atenazaba su corazón;aquella presencia invisible le perturbaba.Y sintió que la pobre almaquería que sehiciese algo por ella. Ni por un momento dudó que aquella impresión suya fueracompletamente objetiva, y no un fantasma creado por su propia imaginación. ElespíritudeCharlesLinkworthestabaallí.

Pasó a la enfermería y durante un par de horas se mantuvo ocupado con eltrabajo.Perodurantetodoeltiempopercibióaquellamismapresenciainvisiblecercadeél,aunquesufuerzaeraallíclaramentemenorqueenaquelloslugaresconlosqueelhombrehabíaestadomásíntimamenteasociado.Finalmente,antesdemarcharse,yconlaintencióndecomprobarsuteoría,miróenelcobertizodelasejecuciones.Uninstante después salía con la cara completamente pálida y cerrando la puertaapresuradamente a sus espaldas. Sobre el último escalón de la horca se erguía unafigura, encapuchada y rígida, borrosa, con los contornos mal definidos y apenasvisible.Perovisiblealfinyalcabo,sobreesonohabíadudaposible.

EldoctorTeesdaleeraunhombredebuentemple,yrecobrócasiinmediatamentelacompostura,completamenteavergonzadodesupánicoinicial.Elterrorquehabíablanqueado su cara había sido fruto de unos nervios alterados, no de un corazónaterrorizado, pero por muy interesado que estuviera en los fenómenos físicos, nopudoobligarseavolveraentrarallí.Aunqueseríamáscorrectodecirquelointentó,perosusmúsculossenegaronaaceptarelmensaje.Siaquelpobreespírituatadoala

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tierrateníaquecomunicarlealgo,realmentepreferíaquelohicieraaciertadistancia.Según loentendía, sucampodeacciónestabacircunscrito.Abarcabaelpatiode laprisión, laceldadelcondenadoyelpabellónde lasejecuciones,ysesentíadeunamaneramásdébilenlaenfermería.Después,unanuevaideaseleocurrió,yvolvióasuhabitaciónehizollamaralcarceleroDraycott,quelehabíarespondidoalteléfonolanocheanterior.

—¿Estáustedseguro—preguntó—dequenadiemellamóanoche,justoantesdequehablaraconusted?

—Noveocómohubierasidoposible,señor—dijoél—.Estuvesentadocercadelteléfono la hora ymedia previa, y también con anterioridad.Debería haber visto aquienquieraquesehubieraacercadoalaparato.

—¿Ynovioanadie?—dijoeldoctorconunligeroénfasis.—No,señor.Novianadie—respondióDraycottconelmismoénfasis.EldoctorTeesdaledesviólamirada.—¿Ynotuvo,quizá,laimpresióndequeacasohubieraalguienallí?—preguntó,

sindarleimportancia,comosisetrataradeunasuntosininterés.Evidentemente, el carcelero Draycott estaba pensando en algo de lo que le

resultabadifícilhablar.—Bueno,señor,simeloponeasí…—empezó—,peroustedmepodríadecirque

siestabamediodormido,oquesialgodeloquehabíacenadomehabíasentadomal.Eldoctordejódeladosuactitudcasual.—Noharíanadasemejante—dijo—,deigualmodoquetampocomediríausteda

mí queyo estabadurmiendo anoche cuandooí sonar el teléfono.Tenga en cuenta,Draycott,quenosonabacomosiempre,apenassípudeoírlo,peseaquesehallabajustoamilado.Ycuandopeguélaorejaalauricularsólofuicapazdedistinguirunsusurro. Sin embargo, cuandohablé con usted le oí perfectamente.Creo que habíaalgo…oalguien…aeseladodelteléfono.Ustedestabaallí,yaunquenovioanadie,tambiénustednotóquehabíaalguienasulado.¿Noesasí?

Elhombreasintió.—No soy un hombre asustadizo, señor —dijo—, y tampoco tengo una gran

imaginación.Peroallíhabíaalgo.Sepaseóalrededordelaparatoynoeraelviento,porque apenas semovía lamás leve brisa y la noche era cálida. Además cerré laventanaparaasegurarme.Perosepaseóporlahabitación,señor,sepaseóduranteunahoraomás.Moviólaspáginasdellistíntelefónico,ytodoelpelosemeerizócuandonotéqueseacercaba.Yestabahelado,señor.

Eldoctorlemiródirectamentealacara.—¿Seacordóusteddeloquehabíaestadohaciendoporlamañana?—preguntó

repentinamente.Denuevo,elhombredudó.—Sí,señor—dijoalfinal—.PenséenelconvictoCharlesLinkworth.EldoctorTeesdaleasintióreafirmándose.

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—Esoes—dijo—.¿Estáusteddeturnoestanoche?—Sí,señor.Ojalánoloestuviera.—Sécómosesiente,yomesientoexactamenteigual.Ahorabien,loquequiera

que sea, parece querer comunicarse conmigo. Por cierto, ¿hubo algún tipo dedisturbioanocheenlaprisión?

—Sí,señor,porlomenosunadocenadehombrestuvieronpesadillas.Gritabanychillaban,yesoquenosuelenserhombresproblemáticos.Avecessucede,trasunaejecución.Lohevistoenotrasocasiones,peronuncacomoanoche.

—Yaveo.Bueno,siesa…esacosaquenopuedeustedverquierevolveracogerelteléfonoestanoche,deletodaslasfacilidadesquepueda.Probablementellegaráalamismahora.Nopuedodecirleporqué,peroesloquesueleocurrir.Demodoqueamenosque seveaobligado,noentre en lahabitaciónen laqueestá el teléfono, almenosduranteunahora,paradarleelsuficientetiempo,entrelasnueveymediaylasdiezymedia.Yoleestaréesperandoalotroextremodelalínea.Suponiendoquemellame,cuandohayaterminadoyomismolellamaréaustedparaasegurarmedequenomehantelefoneado…delamanerahabitual.

—¿Ynohaynadadeloqueasustarse,señor?—preguntóelhombre.EldoctorTeesdalerecordóelmomentodeterrorquelehabíaacometidoaquella

mañana,perohablóconsinceridad.—Estoysegurodequenohaynadaquetemer—dijoconfirmeza.EldoctorTeesdaleteníauncompromisoparacenar,peroloanuló,yalasnuevey

media estaba sentado a solas en su estudio. Dada la presente ignorancia sobre lasleyesquegobiernanlosmovimientosdelosespíritusseparadosdelcuerpo,nopodíaexplicarle al carcelero por qué razón sus visitas acostumbran a ser periódicas ypuntualesrespectoanuestroesquemahorario,peromediantelasescenasregistradasde apariciones de almas en pena, especialmente si el alma está desesperadamentenecesitadadeayuda,habíadescubiertoquesolíanpresentarsealamismahora,deldíaodelanoche.Otrareglageneraleraquesupoderdehacersevisiblesoaudiblesibaaumentando durante cierto tiempo después de la muerte, para posteriormentedebilitarsepaulatinamenteamedidaqueperdíancontactocon la tierra,oamenudocesando del todo tras ese momento inicial, de modo que aquella noche estabapreparado para recibir una impresión menos difusa. Aparentemente, durante lasprimerashoras,elespírituincorpóreoesdébil,y…derepentesonóelteléfono,notandébilmente como la noche anterior, pero sin que alcanzara aún su tono imperativohabitual.

EldoctorTeesdaleselevantóinmediatamenteytomóelauricular.Loqueoyófueun sollozo descorazonador y unos espasmos tan fuertes que parecían desgarrar aquienfuesequelloraba.

Tardóunpocoenhablar,ateridoporunmiedoinnombrable,peroalavezdeseosodeayudarsileeraposible.

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—Sí,sí—dijofinalmente,oyendocómotemblabasupropiavoz—.SoyeldoctorTeesdale. ¿Quépuedohacerporusted? ¿yquién esusted?—añadió, aunque sintióquelapreguntaerainnecesaria.

Lentamentecesaronlossollozos,sustituidosporunsusurrorotoocasionalmenteporelllanto.

—Quierocontárselo,señor…Quierocontárselo…Debocontárselo.—Sí,cuénteme.¿Dequésetrata?—dijoeldoctor.—No, no a usted…A otro caballero, que solía venir a verme. ¿Le transmitirá

ustedloqueyolediga?Noconsigohacerquemeoiganimevea.—¿Quiénesusted?—preguntóeldoctorTeesdalesúbitamente.—SoyCharlesLinkworth.Suponíaqueyalosabía.Mesientomuydesgraciado.

Nopuedoabandonarlaprisión…yhacetantofrío.¿Enviaráustedaalguienparaquetraigaalotrocaballero?

—¿Serefierealcapellán?—preguntóeldoctorTeesdale.—Sí,elcapellán.Leyóelserviciocuandoatraveséelpatio.Ayer.Nomesentiré

tandesgraciadocuandoselohayacontado.Eldoctordudó.Eraunahistoriademasiadoextrañacomoparacontárselaalseñor

Dawkins,elcapellándelaprisión,aquelladequealotroladodelteléfonosehallabaelespíritudeunhombreejecutadoeldíaanterior.Ysinembargo,creíaciegamentequeasíera,queaquelinfelizespíritusesentíadesgraciadoyquequería«contarlo».Quéeraloquequeríacontar,nohacíafaltapreguntarlo.

—Sí,lepediréquevengaaquí—dijofinalmente.—Gracias,señor,unmillardegracias.¿Leharávenir,verdad?Lavozsedebilitaba.—Deberá sermañanapor la noche—dijo—.Ahora nopuedo seguir hablando.

Tengoqueiraver…oh,Diosmío,Diosmío.Se reanudaron los sollozos, cada vezmás débiles. En un frenesí de curiosidad

aterrorizada,eldoctorTeesdalegritó:—¿Averqué?¡Dígamequéestáhaciendo,quéesloqueleestápasando!—No puedo decírselo; no podría decírselo —dijo la voz, muy débilmente—.

Formapartede…—ydesapareciódeltodo.EldoctorTeesdale esperóun rato,peroyano se escuchabaningúnotro sonido

aparte de los crujidos del aparato. Volvió a colgar el auricular, y entonces se diocuentaporprimeravezdequesufrenteestabacubiertaporunsudorhelado,frutodelterror. Sus orejas palpitaban, su corazón latía rápida y débilmente, y tuvo quesentarse. En una o dos ocasiones se preguntó si era posible que alguien estuvieragastándoleunahorrendabroma,perosabíaquenopodíaserasí;sentíaperfectamentequehabíaestadohablandoconunalmaquesufríaeltormentodelacontriciónporelterribleeirremediableactoquehabíacometido.Tampocosetratabadeunengañodesus sentidos; allí, en aquella confortable habitación suya de Bedford Square, con

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Londres rugiendo alegremente a su alrededor, había hablado con el espíritu deCharlesLinkworth.

Pero no tenía tiempo (ni de hecho la predisposición, ya que de algúnmodo sualmasehabíaechadoatemblarensuinterior)parapermitirseseguirmeditando.Enprimerlugar,llamóalaprisión.

—¿CarceleroDraycott?—preguntó.Hubounperceptibletemblorenlavozdelhombremientrasrespondía:—Sí,señor.¿EsustedeldoctorTeesdale?—Sí.¿Hasucedidoalgoahí?Dosvecesparecióqueelhombreintentabahablarynopodía.Al tercer intento,

brotaronsuspalabras.—Sí, señor. Ha estado aquí. Le vi entrar en la habitación en la que está el

teléfono.—¡Ah!¿Hablóustedconél?—No, señor. Sudé y recé. Y media docena de hombres han vuelto a gritar

mientras dormían. Pero ya vuelve a estar todo tranquilo.Creo que ha regresado alpabellóndelasejecuciones.

—Sí.Bueno,creoqueyanohabrámásalborotoporahora.Porcierto,démeporfavorladireccióndelseñorDawkins.

Tras serle proporcionada, el doctor Teesdale procedió a escribirle una nota alcapellán,solicitándolequecenaraconélalanochesiguiente.Peroderepentesediocuentadequenopodíaredactarlaensuescritorio,conelteléfonotancercadeél,ysubió lasescaleras,hastauna saladeestarqueapenasutilizaba salvopara reunirsecon los amigos. Allí recobró la serenidad y pudo controlar su mano. La nota,simplementetransmitíaalseñorDawkinssusolicituddequecenaraconélalanochesiguiente, ya que deseaba contarle una historia muy extraña y pedir su ayuda.«Incluso si tiene usted otro compromiso», concluyó, «le solicito con toda seriedadqueloanule.Estanocheyohicelomismo.Mehabríaarrepentidoamargamentedenohaberlohecho.»

A la noche siguiente, los dos cenaban sentados en el comedor del doctor, ycuandolesdejaronconsuscigarrillosyelcafé,eldoctorhabló.

—Nodebejuzgarmeloco,queridoDawkins—dijo—,cuandooigaloquetengoquecontarle.

ElseñorDawkinsserió.—Leprometosinceramentequenoloharé—dijo.—Bien.Anocheylanocheanterior,unpocomástardedeloqueahoraes,habléa

travésdelteléfonoconelespíritudelhombrealquevimoscómoejecutabanhacedosdías:CharlesLinkworth.

Elcapellánnoserió.Hizoretrocedersusillaaparentementemolesto.—Teesdale—dijo—,esparacontarmeeste…noquierosergroseropero…este

cuentodehadas…porloquemehahechovenirestanoche?

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—Sí. Y aún no ha oído ni la mitad. Anoche me pidió que le trajera. Quierecontarlealgo.Creoquepodemossuponerloquees.

Dawkinsselevantó.—Por favor, permítame que no siga escuchando —dijo—. Los muertos no

regresan.Enquéestadoobajoquécondiciónexistennosenosharevelado.Perohanacabadosurelaciónconelmundomaterial.

—¡Pero debo contarle más! —dijo el doctor—. Hace dos noches, metelefonearon, pero muy débilmente. Apenas pude oír unos susurros. Al instantepreguntédesdedóndehabíasidoefectuadalallamada,ysemecomunicóquedesdela prisión. Llamé a la prisión y el carceleroDraycottme dijo que nadieme habíallamadodesdeallí.Tambiénélfueconscientedeunapresencia.

—Creoqueesehombrebebe—dijoDawkins,agudamente.Eldoctorhizounapausamomentánea.—Miqueridoamigo,nodeberíadeciresascosas—dijo—.Esunodeloshombres

másequilibradosconlosquecontamos.Ysiélbebe,¿porquénoyo?Elcapellánvolvióasentarse.—Deberáperdonarme—dijo—,peronopuedoimplicarmeenesto.Sonasuntos

demasiadopeligrososcomoparaversemezcladoenellos.Además,¿cómosabequenosetratadeuntruco?

—¿Untrucodequién?—preguntóeldoctor.Derepentesonóelteléfono.Fueperfectamenteaudibleparaeldoctor.—¿Nolooye?—¿Oírqué?—Lacampanilladelteléfono.—No oigo nada —dijo el capellán bastante enfadado—. No suena ningún

teléfono.El doctor no respondió, se dirigió a su estudio y encendió las luces. Después

agarróelauricular.—¿Sí?—dijoconvoztemblorosa—.¿Quiénes?Sí,elseñorDawkinsestáaquí.

Intentaréquehableconusted.Regresóalaotrahabitación.—Dawkins—dijo—,heaquíunalmaenagonía.Leruegoquelaescuche.Porel

amordeDios,vengayescuche.Elcapellándudóunmomento.—Comodesee—dijo.Tomóelauricularyseloacercóalaoreja.—SoyDawkins—dijo.Esperó.—Nopuedooírnadadenada—dijoalfinal—.¡Ah!Ahoraheoídoalgo,como

unsusurro.—¡Ah,intenteescuchar,intenteescuchar!—dijoeldoctor.

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Denuevoelcapellánescuchó.Derepentesoltóelaparatofrunciendoelceño.—Algo…Alguienhadicho:«Yolamaté,loconfieso.Quieroserperdonado».Se

trata de un truco, mi querido Teesdale. Alguien, conociendo sus inclinacionesespirituales,leestágastandounabromademuymalgusto.Nopuedocreerlo.

EldoctorTeesdaletomóelauricular.—Soy el doctor Teesdale —dijo—. ¿Puede demostrarle de alguna manera al

señorDawkinsqueefectivamentesetratadeusted?Despuésvolvióadejarlo.—Dicequecreequepuede—dijo—.Debemosesperar.Lanochevolvíaasermuycalurosa,ylaventanaquedabaalpatiopavimentado

quehabíaenlapartetraseradelacasaestabaabierta.Durantecincominutoslosdoshombresesperaronensilencio,sinquenadaocurriera.Después,elcapellánhabló.

—Creoqueesunapruebalosuficientementeconclusiva.Mientras hablaba, una corriente de aire extremadamente fría se introdujo en la

habitación,alborotandolospapelesquehabíasobreelescritorio.EldoctorTeesdaleseacercóalaventanaylacerró.

—¿Hanotadoeso?—preguntó.—Sí,unacorrientedeaire.Bastantefría.Unavezmás,enelinteriordelahabitacióncerrada,selevantóelviento.—¿Yhanotadoeso?—preguntóeldoctor.El capellán asintió. De repente notaba los pálpitos de su corazón golpeando

violentamentecontrasugarganta.—Defiéndenosdetodopeligroquepuedaacecharnosestanoche—exclamó.—Algoseacerca—dijoeldoctor.Ymientrashablaballegó.Enelcentrodelahabitación,apenasatresmetrosde

ellos,sehallabalafiguradeunhombre,conlacabezacompletamentedobladasobreel hombro, de manera que la cara no era visible. Entonces, agarró su cabeza conambas manos y la enderezó, mirándoles fijamente. Los ojos y la lengua lesobresalían, y alrededor del cuello se notaba unamarca lívida.Después se oyó unsecocastañeteosobre las tablasdelsueloy lafiguradesapareció.Enelsuelohabíaunasoga.

Duranteunbuenratoningunode losdosdijonada.Elsudormanabadel rostrodel doctor, y los blanquecinos labios del capellánmurmuraban plegarias.Después,haciendountremendoesfuerzo,eldoctorrecuperólacompostura.Señalólasoga.

—Habíadesaparecidojustodespuésdelaejecución—dijo.Entonces el teléfono sonó de nuevo. Esta vez, el capellán no necesitó ninguna

motivación. Se aproximó de inmediato y el campanilleo cesó. Durante un rato,escuchóensilencio.

—CharlesLinkworth—dijoalfin—.AntelosojosdeDios,encuyapresenciateencuentras:¿tearrepientessinceramentedetupecado?

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Llegó una respuesta inaudible para el doctor, y el capellán cerró los ojos.Y eldoctorTeesdalesearrodillómientrasescuchabalaspalabrasdelaAbsolución.

Finalmente,regresóelsilencio.—Yanooigonada—dijoelcapellán,colgandoelteléfono.Enesemomento,elcriadodeldoctorentróconunasbotellasdelicorysifón.El

doctor Teesdale señaló sin mirar hacia el lugar en el que se había manifestado laaparición.

—Recojaesasogayquémela,Parker—dijo.Porunmomentoreinóelsilencio.—Ahínohayningunasoga,señor—respondióParker.

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ENLATUMBADEABDULALÍ

Luxor, talycomoreconocerá lamayoríade losqueallíhanestado,esun lugardenotable encanto, y ofrece al viajero muchos atractivos, entre los que destacan unexcelente hotel con su sala de billar, unos jardines dignos de que los dioses sesentasenenellos,unnúmeroilimitadodevisitantes,almenosunbaileporsemanaabordodelvapor fluvialpara los turistas, lacazade lacodorniz,unclimapropiodeAvalón y gran número de fantásticas reliquias históricas para los aficionados a laArqueología. Para algunos otros, sin embargo, en realidad los menos, aunqueconvencidosdeunamaneracasifanáticadesupropiaortodoxia,elencantodeLuxores como el de una bella durmiente: sólo se despierta cuando cesan todas esasactividadesanteriormentemencionadas:cuandoelhotelsehavaciadoyelencargadode los billares se ha marchado a El Cairo «para disfrutar de un buen descanso»cuando tanto las diezmadas codornices comoel turista diezmadorhan regresado alnorte; cuando el llano Tebano, Dánae[1] para un sol tropical, se convierte en unaparrillaatravésdelacualningúnhombreharíavoluntariamenteunviajeduranteeldía,ni siquieraaunque laReinaHatasooenpersonasehubieradignadoaofrecerleunaaudienciaenlosbancalesdeDeir-El-Bahari.Lasospecha,entodocaso,dequeaquellospocosfanáticospudierantenerrazón,yaqueenotrosaspectossemostrabanhombres de juiciosas opiniones, me indujo a examinar sus convicciones por mímismo,yasívinoasucederquehacedosaños,ciertodíadefinalesdejunio,meviaúnallí,transformadoenunconversoconvencido.

Muchotabacoylalongituddelosdíasnoshabíanayudadoaanalizarelencantodelcualestáposeídoelveranoenelsur.Weston(unodelosprimerosconversos)yyomismo lo llevábamos discutiendo desde hacía cierto tiempo, y aunque nosreservábamos como ingrediente principal un «algo» sin nombre que podríadesconcertaracualquierquímicoquebuscarasucomposición,yquedebesersentidoparaserentendido,fuimoscapacesdedetectarconfacilidadotrasdrogasparalavistay el oído que, coincidimos, contribuían sobremanera al resultado final. Acontinuaciónenumeroalgunasdeellas.

•Despertarenlacálidaoscuridadjustoantesdelamanecerparadescubrirqueeldeseodequedarseenlacamasedesvanecealdespertarse.

•Atravesarelrío,ensilencioysosegadamente,connuestroscaballos,loscuales,aligualquenosotros,sedetienenparaolfatearlaincreíbledulzuraquetraeconsigolallegada de la mañana, sin encontrarla aparentemente menos maravillosa peseexperimentarladíatrasdía.

•Elmomento,infinitesimalenduraciónperoinfinitoensensación,previoaquesalgaelsol,cuandoel ríogrisyamortajadosevedespojadorepentinamentede lastinieblasparaconvertirseenunaverdesábanadebronce.

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•Elruborrosáceo,fugazcomouncambiodecolorenunacombinaciónquímica,queatraviesaelcielodeesteaoeste,seguidoinmediatamenteporlaluzdelsol,quevaadarenlospicosdelascolinasoccidentalesysedesparramasobreellascomounlíquidoluminoso.

• La agitación y los susurros que se extienden por el mundo: una brisa sedespierta; una alondra atraviesa el cielo y canta; el barquero grita «Alá, Alá»; loscaballossacudenlascabezas.

•Nuestroconsiguientepaseo.•Elconsiguientedesayunoanuestroregreso.•Laconstanteausenciadealgoquehacer.•Duranteelocaso,elpaseoacaballoatravésdeundesiertoimpregnadoporel

aromadelaarenacalienteyestéril,quehuelecomoningunaotracosaenestemundo,porquenohueleanadaenabsoluto.

•Elfulgordelanochetropical.•Lalechedecamella.• Las conversaciones con los fellahin, que son la gente más encantadora y

considerada que hay sobre la faz de la tierra, salvo cuando hay turistas cerca, ycuandoporlotantonoexisteensusmentesotropensamientoqueelregateo.

•Porúltimo,loqueaquínosocupa:laposibilidaddevivirextrañasexperiencias.

El suceso que puso enmarcha los acontecimientos que forman este relato acaecióhace cuatro días, cuando Abdul Alí, el hombre más viejo de la aldea, muriósúbitamente,colmadodedíasyriquezas.Amboselementos,pensaronalgunos,seríanprobablemente producto de la exageración, pero sus conocidos afirmaban sinexcepciónqueteníatantosañoscomolibrasesterlinas,loqueveníaasuponerciendecadacosa.Labellaredondezdelacifraresultabaincontestable,erademasiadobonitacomoparanosercierta,ynollevabaAbdulveinticuatrohorasmuertocuandoyasehabía convertido en una ortodoxia. En lo que respecta a sus amistades, prontoconvirtieronsudueloenunafuentedeabsolutaconsternaciónenvezderesignaciónpiadosa,yaquenopudoencontrarseningunade todas aquellas librasbritánicas,nisiquieraensuequivalentealgomenossatisfactoriodebilletesbancarios, loscuales,fueradelatemporadaturística,erantenidosenLuxorporunavariantenodemasiadofiable de la piedra filosofal, aunque ciertamente capaz de producir oro encircunstancias favorables. Abdul Alí estabamuerto con sus cien años, su siglo desoberanos(igualmentepodríanhabersidounarentaanual)habíamuertoconél,ysuhijoMohamed,quepreviamentehabíadisfrutadodeunbreveestallidodeeuforiaalanticipar el evento, arrojó bastantemás arena al aire de la que podría considerarsejustificadaporunasinceraafliccióninclusoenelcasodeunaplañideraprofesional.

Abdul, es de temer, no era un hombre de estereotipada respetabilidad; aunquecolmadodeañosyriquezas,nuncadisfrutódemuchareputaciónporsuhonor.Bebíavino donde y cuando pudiera conseguirlo; comía durante los días del Ramadán,

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burlándolocadavezquesuapetitoasílodeseaba;selesuponíaeldondelmaldeojo,ydurantesusúltimosmomentosfueatendidoporelcélebreAchmet,bienconocidoporestoslaresporpracticarlaMagiaNegra,ysospechosodelmuchomáshorrendocrimenderobar loscuerposde losdifuntosrecientes.YesqueenEgipto,mientrasdespojar los cuerpos de antiguos reyes y sacerdotes es un privilegio por el quesociedades avanzadas y cultas compiten entre sí, el robar cadáveres decontemporáneosestáconsideradounhechopropiodeperros.Mohamed,queprontocambióelarrojararenaalaireporunmodomásnaturaldeexpresarconsternación,consistente en roerse las uñas, nos confió su sospecha de que Achmet habíadescubiertoelsecretodedóndeestabaeldinerodesupadre.Pero,alparecer,Achmethabíaexhibido lamismacaradepasmadoque todos losdemáscuandosupaciente,queestaba intentandocomunicarlealgo, semarchóhaciaelgransilencio,demodoque la sospecha de que sabía dónde estaba el dinero dio paso, en las mentes deaquellosquecreíanconocersucarácter,aunambiguopesarpornohabersidocapazdeaveriguarundatotanimportante.

DemodoqueAbdulmurióyfueenterrado,ytodosacudimosalfestínfunerario,en el que comimos más carne asada de la que normalmente uno se molestaría nisiquieraenmiraralascincodelatardedeundíadejunio,aconsecuenciadelocual,Westonyyo,sinnecesidaddecenar,nosdetuvimosencasadespuésdenuestropaseoacaballoporeldesierto,yhablamosconMohamed,elhijodeAbdul,yconHussein,sunietomásjoven,unchicodeunosveinteaños,queademásejerceparanosotrosdeayudadecámara,cocineroyseñoradelalimpieza.Juntosnoscontaroncontristezalodeldineroquehabíaestadoyyanoestaba,ynosnarraronescandalosashistoriassobreAchmet,referentesasudebilidadporloscementerios.Bebieroncaféyfumaroncon nosotros, ya que aunque Hussein era nuestro sirviente, habíamos sido ese díainvitadosdesupadre,ypocodespuésdequesehubieranmarchadollegóMachmout.

Machmout,quedice tenerdoceaños,aunqueno losabeconcerteza,esnuestropinchedecocina,mozodecuadrayjardinero,yposeeunextraordinarioniveldeunpoderocultoparecidoalaclarividencia.Weston,queesmiembrodelaSociedadparala Investigación Psíquica, y que considera como la mayor tragedia de su vida ladetención de la señoraBlunt, aquellamedium fraudulenta, dice que se trata de uncaso clarísimo de lectura del pensamiento, y ha tomado notas de muchas de lasactuaciones de Machmout, que podrían llegar a ser de interés. La lectura delpensamiento, en todo caso, no me parece suficiente explicación para lo que nossucedió una vez superado el funeral de Abdul, y respecto a las cualidades deMachmout yo debería inclinarme o bien por laMagia Blanca, que debería ser untérmino muy inclusivo, o bien por la Pura Coincidencia, que es un término másinclusivo aún, y que podría cubrir todos los fenómenos inexplicables del mundotomados individualmente. El método de Machmout para liberar las fuerzas de laMagia Blanca es muy simple, y el procedimiento, conocido por muchos como elespejodetinta,estalycomosigue:

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SederramaunpocodetintanegrasobrelapalmadelamanodeMachmout.Ensudefecto,yaqueúltimamentelatintasehaconvertidoenunartículodelujodebidoaque el último barco correo procedente de El Cairo en el que nos enviaban losartículosdepapeleríaquedóatrapadoenunbancodearena,unpequeñotrozodetelanegra americana de dos centímetros y medio de diámetro sirve como sustitutoperfecto. Machmout concentra su mirada sobre él. Tras cinco o diez minutos, suastuta expresión demono desaparece de su cara, sus ojos completamente abiertospermanecen fijos en el trapo, una completa rigidez se apodera de susmúsculos, yentoncesnoscuentalascuriosascosasqueve.Encualquierposiciónqueesté,enesaposición permanece, sin moverse ni un pelo hasta que la tinta es lavada o la telarecogida.Entonceslevantalamiradaydice:«Khalás»,quesignifica«Seacabó».

TomamoslosserviciosdeMachmoutcomosegundoempleadodelacasahacetansóloquincedías,peroyalaprimeranochequepasóconnosotrossubiólasescalerascuandohubofinalizadosutrabajoydijo;«LesmostraréMagiaBlanca;démetinta»,yacontinuaciónprocedióadescribirelrecibidordenuestracasadeLondres,diciendoquehabíadoscaballosesperandoalapuerta,yqueunhombreyunamujersalierondelamisma,dieronacadacaballountrozodepan,ymontaron.Estoeratanprobableque con el siguiente correo le escribí a mi madre pidiéndole que me contaraexactamentequéhabíahechoalascincoymedia(horainglesa)del12dejunio.AlahoracorrespondienteenEgipto,Machmoutnoshabíahabladodeuna«sitt» (dama)quetomabael téenunahabitaciónquedescribióconbastanteminuciosidad,porloqueestoyesperandoansiososucarta.LaexplicaciónquedaWestonaestefenómenoesqueenmicabezahayunretratomentaldelagentequeconozco,aunquepudieraser que yo no me diera cuenta de ello (pero según él está presente en mi yosubliminal), y que soy yo quien le ofrece sugerencias no habladas a Machmoutcuando éste entra en estado hipnótico. Mi explicación es que no hay ningunaexplicación, ya que ninguna sugerencia pormi parte podría hacer quemi hermanosalieraadarunpaseoacaballoenelprecisomomentoenelqueMachmoutdicequelo está haciendo (si es que averiguamos que las visiones de Machmout soncronológicamentecorrectas).Enconsecuencia,prefieromantenerunamenteabiertayestoy preparado para creer cualquier cosa. Weston, en todo caso, no habla tancalmada o científicamente de la última representación de Machmout, y desdeentonceshadejado totalmentedeurgirmeparaquemeconviertaenmiembrode laSociedad para la Investigación Psíquica, dado que yo ya no estoy chapado a laantiguaporvanassupersticiones.

Machmoutnoejercitasuspoderessisupropiagenteseencuentrapresente,yaquedicequecuandoestáeneseestado,siunhombrequeconociera laMagiaNegraseencontraraenlahabitaciónosupieraqueestabapracticandolaMagiaBlanca,podríaenviaralespírituquepresidelaMagiaNegraparaquematasealespíritudelaMagiaBlanca,yaquelaMagiaNegraesmáspotenteylasdossonenemigas.Yyaqueelespíritu de la Magia Blanca es en ocasiones un poderoso aliado (su amistad con

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Machmout había llegado a unos niveles que yo considero increíbles), Machmoutdesea fervientemente que pueda seguir a su lado. Pero los ingleses no parecenconocer laMagiaNegra, demodo que con nosotros está a salvo. El espíritu de laMagia Negra, con el que hablar supone la muerte, fue visto en una ocasión porMachmout«entreelcieloylatierra,ylanocheyeldía»,talycomoélloexpresa,enlacarreteradeKarnak.Puedeserreconocido,nosdijo,porelhechodequesupielesmáspálidaqueladesugente,porquetienedoslargosdientesquelesobresalenunopor cada extremo de la boca, y porque sus ojos, completamente blancos, son tangrandescomolosojosdeuncaballo.

Machmout se acuclilló cómodamente en una esquina y le di el trozo de telaamericananegra.Comohandepasaralgunosminutosantesdequeconsigaentrarenel estado hipnótico en el que comienzan las visiones, salí al balcón buscando elfrescor.Eralanochemáscalurosaquehabíamostenidohastaentonces,yaunqueyahacía treshorasque sehabíapuestoel sol, el termómetroaúnestabacercanoa los38º.Sobrenosotros,elcieloparecíaveladoporelgris,cuandodeberíahabersidodeunazulaterciopeladoyoscuro,yunvientoracheadoprocedentedelsuramenazabacontresdíasdeintolerableyarenosokhamseen.Unpocomásarribadelacalle,alaizquierda,habíaunpequeñocaféfrentealcualbrillabanymenguabanlaschispasquebrotabancomoluciérnagasdelaspipasdeaguadelosárabesquesesentabanenlaoscuridad.Desdeelinteriorllegabaelsonidodelascastañuelasdemetalquellevaríaenlasmanosalgunabailarina,sonandoagudasyprecisascontralagimientemúsicadelascuerdasylasflautasquesuelenacompañaraesosmovimientosquelosárabesadoran y los europeos encuentran tan desagradables. Hacia Oriente el cielo semostrabamásclaroyluminoso,yaquelalunaestabaapuntodealzarse,ymientrasyocontemplabaelreborderojodelenormedisco,ésteempezóarecortarsesobrelalínea del desierto. En ese preciso instante, siguiendo un curioso sentido de laoportunidad,unode losárabesqueseencontrabanenel exteriordelcafé inicióunmaravillosocanto.

Nopuedodormirpuesosechoenfalta,ohlunallena.Lejanoseencuentravuestrotrono,alláenLaMeca;descended,ohamada,juntoamí.

InmediatamentedespuésoílamonótonayaflautadavozdeMachmout,yalcabodeunosinstantesentré.

Hemosdescubiertoquelosexperimentosdanunresultadomásrápidosiexisteuncontacto,hechoquereafirmóaWestonensuexplicacióndeunaespeciedeelaboradatransferenciadepensamientos,queconfiesonoacabodeentender.Estabaescribiendoenunamesajuntoalaventanacuandoentré,peromemiró.

—Tómaledelamano—dijo—;demomentoestásiendobastanteincoherente.—¿Cómoexplicaseso?—pregunté.

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—Esunaespeciedecomportamientoanálogo,oesopiensaMyers,alquesetienecuandosehablaensueños.Hadichoalgosobreunatumba.Sugiérelealgunacosa,aver si lo asimila. Es notablemente sensible, y respondemejor ante ti que antemí.ProbablementeelfuneraldeAbdullesugiriólodelatumba.

Unaidearepentinameasaltó.—Calla—dije—.Quieroescucharle.LacabezadeMachmoutestabaechadaunpocohaciaatrás,ymanteníalamano

en laque tenía el trozode telabastante elevada sobre la cara.Comodecostumbreestabahablandomuylentamente,yconunavozmuyaguda,enabsolutosemejanteasutonohabitual.

—Aunladodelatumba—exclamó—hayuntamarindoconelquefantaseanlosescarabajosverdes.Alotro ladohayunapareddebarro.Haymuchasotras tumbasalrededor,peroestántodasdormidas.Éstaeslatumba,porqueestádespierta,yestáhúmedaynoarenosa.

—Yameloimaginaba—dijoWeston—.EstáhablandodelatumbadeAbdul.—Hay una luna roja sentada sobre el desierto —continuó Machmout—, y el

momentoesahora.Sepercibeelalientodelkhamseenyhaymuchaarenaencamino.Lalunaestárojadebidoalpolvoyasuescasaaltura.

—Aún es sensible a los estímulos externos—dijo Weston—. Eso es bastantecurioso.Pellízcale¿quieres?

PellizquéaMachmout;nomeprestólamásmínimaatención.—Enlaúltimacasadelacalle,enelportal,hayunhombre.¡Ah,ah!—gritóde

repenteelmuchacho—.ConocelaMagiaNegra.¡Noledejenentrar!Estásaliendodelacasa—chilló—.¡¡Vienehaciaaquí…!!No,sevaenlaotradirección,hacialalunay la tumba. La Magia Negra le acompaña, puede levantar a los muertos y llevaconsigounadagaasesinayunapala.NopuedoverlelacaraporquelaMagiaNegraseinterponeentreélymisojos.

Weston se había levantado y, como yo, estaba totalmente pendiente de laspalabrasdeMachmout.

—Iremos allí —dijo—. Ahora tenemos una oportunidad de ponerle a prueba.Escucha.

—Estácaminando,caminando,caminando—continuóMachmout—,aúncaminahacia la luna y la tumba. La luna ya no se sienta sobre el desierto, sino que haempezadoaelevarse.

Señaléalaventana.—Desdeluegoesoescompletamentecierto—dije.Weston retiró la tela de la mano de Machmout y el soniquete cesó. En un

momentoseestiróyserestrególosojos.—Khalás—dijo.—Sí,Khalás.—¿HevueltoahablarledelasittdeInglaterra?

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—Sí,oh,sí—contesté—.Gracias,pequeñoMachmout.LaMagiaBlancahasidomuypropiciaestanoche.Puedesirtealacama.

Machmout trotó obedientemente saliendo de la habitación y Weston cerró lapuertatrasél.

—Debemosdarnos prisa—dijo—.Merece la pena acercarse y ver si es cierto,aunquemegustaríaquesuvisiónhubierasidomenossiniestra.Locuriosoesqueélnoestuvoenel funeral,y sinembargohadescrito la tumbaconprecisión.¿Qué teparece?

—Supongo que la Magia Blanca le ha mostrado a Machmout que alguien enposesióndelaMagiaNegrasedirigealatumbadeAbdul,quizáconlaintenciónderobarenella—contestéconresolución.

—¿Quéharemoscuandolleguemosallí?—preguntóWeston.—Contemplar laMagia Negra en acción. Personalmente, estoy completamente

dispuesto.Ylomismotepasaati.—NoexisteningunacosaparecidaalaMagiaNegra—dijoWeston—.Ah,yalo

tengo.Dameesanaranja.Westonlapelóconrapidezycortóenlamondadoscírculosdeltamañodeuna

piezadecincochelinesydoslargosyblancoscolmillos.Losprimerosseloscolocósobrelosojos,lossegundos,enlosextremosdelaboca.

—¿ElespíritudelaMagiaNegra?—pregunté.—Enpersona.Tomóuna larga y negra capay se envolvió en ella. Incluso a la viva luz de la

lámpara, el espíritu de la Magia Negra parecía un personaje lo suficientementeaterrador.

—NocreoenlaMagiaNegra—dijo—,perootroslohacen.Siesnecesarioponerfina…aloqueseaqueestépasando,combatiremosaesetipoconsuspropiasarmas.Vámonos. ¿Quién suponesque será…me refiero,por supuesto, a enquiénestabaspensandocuandotuspensamientosfuerontransferidosaMachmout?

—LoquedijoMachmout—respondí—,merecordóaAchmet.Westondejócaerunarisadeincredulidadcientíficaynospusimosenmarcha.La luna, tal y como nos había dicho el muchacho, se veía claramente en el

horizonte, y a medida que se iba elevando, su inicial color rosáceo, como elresplandor de una explosión lejana, fue diluyéndose hacia un amarillo leonado. Eláridovientodel sur,que soplabanoyademanera racheadasinoconunaviolenciacontinuada y cada vez más intensa, llegaba cargado de arena y de un calorincreíblementeabrasador;lascopasdelaspalmeraseneljardíndeldesiertohotelseinclinabanaun ladoyaotroprovocandounásperosonidoconsushojas secas.Elcementerioseencontrabaalasafuerasdelpobladoy,mientrasnuestrocaminosiguióporentrelasparedesdeadobedelascallesencerradassobresímismas,elvientosólollegó a nosotros como el calor agazapado tras las puertas de un horno.De vez encuandosussusurrosysilbidossealzabanhastaprovocarunestruendosoaleteo,yun

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repentino remolino de polvo podía recorrer unos veinte metros de calle antes deacabar por romper como una ola contra uno de los muros de adobe, o arrojarseviolentamentecontraunadelascasasydespedazarseenunalluviadearena.Perounavez libre de obstáculos, el viento nos opuso toda su fuerza y calor. Era el primerKhamseen del año, y por un momento deseé haberme marchado al norte con elturista, la codorniz y el encargadode los billares, ya que elkhamseen es capaz dearrancarhastael tuétanode loshuesos,convirtiendoelcuerpoenunpapelsecante.No nos encontramos con absolutamente nadie en la calle, y el único sonido queoímos,apartedelviento,fueelaullidoquelosperrosdedicabanalaluna.

El cementerio está delimitado por un gran muro de adobe, bajo el que nosrefugiamos un momento mientras discutíamos los pasos a seguir. La hilera detamarindos, junto a la que se encontraba la tumba, atravesaba el cementerio por elcentro,yrodeandoelmuroporelperímetroexterioryescalándoloporlapartemáscercanaalosárboles,lafuriadelvientopodíaayudarnosaacercarnoshastalatumbasin servistos, si esquehabíaalguienallí.Acabábamosdedecidirnosahacerloasícuandoelvientocesóporunmomento,yenelsilenciopudimosescucharelsonidodeunapalaintroduciéndoseenlatierra,ytambiénalgoquemeprovocóunrepentinoescalofrío de íntimo horror: el chillido de una ave carroñera que surgió del cielocrepuscularjustoporencimadenuestrascabezas.

Dosminutosmástardeestábamosarrastrándonosalasombradelostamarindos,haciaellugarenelqueAbdulhabíasidoenterrado.Losenormesescarabajosverdesqueviven en los árboles volaban a ciegas, y enunao dos ocasiones se estrellaroncontramicaraconunzumbidodealasacorazadas.Cuandonosencontramosaunosveintemetros de la tumba, nos detuvimos unmomento y, observando con cauteladesde nuestro refugio entre los tamarindos, pudimos ver la silueta de un hombrehundidohasta la cinturaen la tierra, cavandoen la tumba reciente.Weston,que seencontrabadetrásdemí,habíavueltoacaracterizarsecomoelespíritude laMagiaNegra,paraestarpreparadoencasodealgunaeventualidad.Algirarmederepenteyencontrarmecaraacaraconaquellapersonificación,peseaquemisnerviosnosuelenhallarseexcesivamenteaflordepiel,pudenotarenmiinteriorungritoquepugnabaporsurgir.Aquelantipáticohombredehierroagitó lacabezaconteniendo la risay,guardando losojos en lamano,me indicó sinhablarque siguiera avanzandohaciadonde los árboles se espesaban aún más. Desde allí estábamos a menos de docemetrosdelatumba.

Esperamos,supongo,duranteunosdiezminutos,mientraselhombre,quesegúncomprobamos era Achmet, seguía concentrado en su impía tarea. Estabacompletamentedesnudoysupielmorenabrillabaalaluzdelalunaconelrocíodelesfuerzo.Avecesparloteaba consigomismodeunamanera fría ymisteriosa, y enunaodosocasionessedetuvoparatomaraliento.Despuésempezóaretirarlatierracon sus propiasmanos, y poco después rebuscó entre sus ropas, que yacían allí allado,hastaencontrarun trozodecuerda,conelquese introdujoen la tumba,para

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reaparecer unmomento después con ambos extremos entre lasmanos.Después secolocóahorcajadassobrelatumba,estiróconfuerzayunodelosextremosdelataúdasomóalasuperficie.Cortóuntrocitodelatapaparacomprobarquelohabíasacadoporelextremocorrectoy,después,trascolocarloverticalmente,arrancóconlaayudade su cuchillo la parte superior. Allí estaba, apoyado contra la tapa del ataúd, elpequeñoyarrugadocuerpodeAbdul,vendadocomosifueseunniñorecubiertodetalco.

EstabaapuntodeanimaralespíritudelaMagiaNegraaquehicierasuaparicióncuando me vinieron a la cabeza las palabras de Machmout: «La Magia Negra leacompaña, puede levantar a losmuertos», y una repentina e irresistible curiosidad,queredujeronelhorroryeldisgustoamerassensacionessinefecto,measaltó.

—Espera—lesusurréaWeston—.VaausarlaMagiaNegra.Denuevoelvientosedetuvouninstante,ydenuevo,enelsilencioquesiguió,oí

lasprotestasdelcarroñero,estavezmáscerca,ypenséqueenestaocasiónhabíaoídoavariasaves.

Achmet, mientras tanto, había dejado la cabeza libre de envoltorios y habíaretiradolavendaque,traslamuerte,sesuelecolocarrodeandolabarbillaparaquelamandíbulapermanezcacerrada,yqueenlosentierrosárabessiempresedejaatada.Desdedondenosencontramospudeverperfectamentecómoseabríalamandíbulaaldesatarse la venda, como si, aunque el viento nos acercara los atroces olores de lamortalidad, losmúsculosaúnnohubieranadquiridolarigidezpropiadeunhombrequellevabamuertosesentahoras.Peroaunasí,unacuriosidadcrudayardienteporverquéharíaacontinuaciónaqueldemonioimpío,sofocócualquierotrosentimientoenmiinterior.Élnopareciónotar,ymuchomenossentirseimportunadoporaquellabocasiniestramenteabierta,ysiguiómoviéndoseágilmentealaluzdelaluna.

Tomó de un bolsillo de sus ropas, que estaban al lado, dos pequeños objetosnegros que ahora reposan a buen recaudo entre el cieno del lecho del Nilo, y losrestregóenérgicamenteentresí.Gradualmente,empezaronailuminarse,cadavezconmás intensidad,conuna luzpálida,enfermizayamarillenta,ydesusmanossurgióuna ondulante y fosforescente llama. Colocó uno de estos cubos en la boca delmuerto,yelotroen lasuyapropia,y tomandoaldifuntoentresusbrazos,comosipensara bailar con él, empezó a pasar bocanadas de aliento de su boca a la delmuerto,quepresionabacontralasuya.Derepenteretrocedióconunafugazexpresiónde maravilla, y quizá de horror, y por un momento permaneció aparentementeindeciso,yaqueelcuboqueeldifuntoteníaenlabocanoyacíacómodamenteensuinterior,sinoqueestabafuertementeapresadoentresusdientes.Trasaquelmomentode indecisión, regresó rápidamente hasta sus ropas y tomó el cuchillo con el quehabíaabiertolatapadelataúd,ymientrasloagarrabaconunamanoescondidatraslaespalda,conlaotraretiróelcubodelabocadelmuerto,nosinesfuerzo,yhabló.

—Abdul—dijo—,soytuamigo,yjuroqueleentregarétudineroaMohamedsimedicesdóndeestá.

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Estoycompletamentesegurodequeloslabiosdelmuertosemovieronydequelospárpadossecontrajeronporuninstantecomolasalasdeunpájaroherido,peroalavistadetalhorrorfuiincapazdeahogarelgritoquesubióamislabios,yAchmetsegiróenredondo.AcontinuaciónelespíritudelaMagiaNegrasurgiódeentrelassombrasdelosárbolesyseplantófrenteaél.Elmiserablepermanecióunmomentosinsabercómoreaccionar;después,conlasrodillastemblando,sediolavueltaparainiciarlahuida,perotropezóycayóalinteriordelatumbaqueacababadeabrir.

Westonsevolvióhaciamíconenfado,dejandocaerlosojosylosdientesdesudisfraz.

—¡Lohasestropeadotodo!—gritó—.Podríahabersidolomásinteresante…Después,susojosseposaroneneldifuntoAbdul,quenoscontemplabaconlos

ojoscompletamenteabiertosdesdesuataúd.Acontinuaciónempezóabalancearse,setambaleó y acabó por caer, quedando boca abajo en la tierra. Por un momentopermanecióallí,ydespuéselcuerporodólentamentesobresímismosinunacausavisiblequejustificaraelmovimientohastaquequedódecaraalcielo.Elrostroestabacubiertodepolvo,yelpolvosehabíamezcladoconsangrefresca.Unclavosehabíaenganchadoenlasvendasquelerodeaban,desgarrandolasropasconlasquehabíafallecido (ya que los árabes no lavan a sus muertos) y dejando al descubierto elhombrodesnudo.

Westonintentódeciralgo,peronolologró.Porfinserecompuso.—Iré a informar a la Policía—dijo—, si te quedas aquí y te aseguras de que

Achmetnosalgadeahí.Perome negué en redondo a hacerlo y, tras cubrir el cuerpo con el ataúd para

protegerlode los carroñeros, inmovilizamos aAchmet con la cuerdaque élmismohabíautilizadoesanocheylellevamoshastaLuxor.

AlamañanasiguienteMohamedvinoavernos.—YadecíayoqueAchmetsabíadóndeestabaeldinero—dijoexultante.—¿Dóndeestaba?—En una pequeña bolsa atada alrededor del hombro. El muy perro ya había

empezadoabuscarla.Vean—ylaextrajodesubolsillo—.Estátodoaquí,enbilletesbancariosinglesesdecincolibrascadauno,yhayveinteentotal.

Nuestra conclusión era ligeramente diferente, ya que incluso Weston podráadmitirquelaintencióndeAchmeteradescubrirelsecretodel tesorodelos labiosdelmuerto,paradespuésvolveraasesinarloyenterrarlo.Peroesoespuraconjetura.

El otro punto de interés de la historia reside en los dos cubos negros querecogimos, y que resultaron estar grabados con curiosos caracteres.Una noche lospuseenlamanodeMachmout,mientrasexhibíaparanosotrossuscuriosospoderesde«transferenciamental»,yelefectofuequegritóconfuerza,diciendoquelaMagiaNegra había llegado. Aunque no acababa de estar convencido, me pareció queestaríanmásasalvoenel fondodelNilo.Westonrefunfuñóunpoco,ydijoque le

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hubieragustado llevarlosalMuseoBritánico,peroestoysegurodequeesoesalgoqueseleocurriódespués.

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LAGATA

MuchagenterecordarásindudaaquellaexposiciónqueseexhibiónohacemuchastemporadasenlaRoyalAcademy,duranteelquellegóaserconocidocomo«Elañode Alingham», cuando Dick Alingham pasó, de un solo salto, de estar entre lamultitud que luchaba por hacerse notar, a ocupar el más alto pináculo de la famacontemporánea.Allí expuso tres retratos, cada uno de ellos una obramaestra, queanularon completamente cualquier otro cuadro que pudiera haber a su alrededor.Claroque,dadoqueaquelaño,estuvieranonoasualrededor,lagentenoseinteresóporotraspinturasquenofueranaquellastres, laanécdotanoresultatandestacable.Su aparición resultó un fenómeno tan repentino comounmeteoro, surgiendode lanadaydeslizándoseluminosoeimponentealolargodelfirmamentoestrellado,ytaninexplicablecomoelnacimientodeunarroyoenmitaddeunacolinaáridayrocosa.Quizásuhadamadrina,podríaconjeturaralguien,sehabíaacordadodellargamenteolvidado ahijado y había agitado su varita mágica otorgándole tan trascendenteregalo.Pero,comodicenlosirlandeses,cogiólavaritaconlamanoizquierda,yaquesuregaloteníatambiénunreverso.OquizáseaJimMerwickquientengarazón,ylateoría que propone en su monografía Sobre ciertas lesiones desconocidas de loscentrosnerviososdigalaúltimapalabraentodoesteasunto.

ElmismoDickAlinghamestaba,comoeranatural,encantadotantoconsuhadamadrinacomoconsulesióndesconocida(cualquieraquefueselaresponsable),yleconfesóconfranquezaasuamigoMerwick(lamonografíafueescritadespuésdesumuerte), que aún estaba luchando por abrirse paso entre la masa de jóvenespracticantesmédicos,quetodoaquelloresultabataninexplicableparaélcomoparatodoslosdemás.

—Todoloqueséalrespecto—dijo—esqueelpasadootoñopasédosmesesconunadepresióntanhorrorosaquepenséunayotravezquedebíadeestarperdiendolacabeza.Durantehoras,cadadía,mesentabaaquí,esperandoaquealgoenmiinteriorse rompiera definitivamente; algo que, en lo que a mí respecta, acabaradefinitivamentecontodo.Sí,habíaunacausa;yalaconoces.

Calló un momento para derramar en su vaso una ración bastante liberal dewhisky, rellenó la otra mitad con sifón y encendió un cigarrillo. No hacía falta,efectivamente, demorarse en la causa, ya que Merwick recordaba perfectamentecómolachicaconlaqueDickestabaprometidolehabíaabandonadodeundíaparaotro al cruzarse en su camino un candidatomás aceptable. Este último, de hecho,habíaresultadounperfectopartido,consubuenaplanta,sutítuloysumillónenelbanco, y Lady Madingley (ex futura señora Alingham) estaba perfectamentesatisfecha de haber actuado como lo había hecho. Era una de esas chicas rubias,ágiles y sedosas que, afortunadamente para la pazmental de los hombres, resultan

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escasas,ycuyacaracterísticaprincipalesquelerecuerdaaunoaunaespeciedegatahumanizada,celestialybestialalmismotiempo.

—Nohace faltaque te explique la causa—continuóDick—,pero, como suelodecir,duranteaquellosdosmesespensésinceramentequeelúnicofinalposibleparatodo aquello era la locura.Entonces, una noche,mientras estaba aquí solo sentado(siempremesentabasolo)algohizo«clic»enmicerebro.Séquemepregunté, sinimportarme en absoluto, si aquello representaba la llegada de la locura que habíaestado esperando, o si se trataba (lo que me hubiera parecido más preferible) dealgunarupturafatal.Einclusomientrasmepreguntabatodoaquello,medícuentadequeyanoerainfelizniestabadeprimido.

SeinterrumpiódurantetantotiempoenunasonrisarememoradoraqueMerwickleindicóqueteníaunoyente.

—¿Ybien?—dijo.—Dehecho,muybien.Nohevueltoaser infelizdesdeentonces.Algúndoctor

divino,supongo,eliminócompletamentedemicerebroaquellamanchaquetantomedolía.¡Cielos,cómodolía!¿Quieresuntrago,porcierto?

—No, gracias —dijo Merwick—. ¿Pero qué tiene que ver todo esto con tupintura?

—Vaya,pues todo,yaqueapenashabíaasimiladoelhechodequevolvíaa serfelizcuandomedicuentadequetodolucíadiferente.Loscoloresdetodoloqueveíaeran el doble de vívidos de lo que hasta entonces habían sido, las formas y loscontornostambiénsehabíanintensificado.Viquehastaentonceshabíapercibidoelmundovisibledeunmodoborrosoydesenfocado,amedialuz.Peroahorasehabíanencendido las lucesyel resultadoeraunnuevocieloyunanueva tierra.Y,enunanuevarevelación,supequepodíapintar lascosas talycomo lasveía.Cosaque—concluyó—hehecho.

Habíaalgotirandoasublimeentodoaquello,yMerwickserió.—Megustaríaquealgohiciera«clic»tambiénenmicerebro,siesquedespierta

las percepciones de esa manera —dijo—, pero también es posible que esasalteracionescerebralesnoproduzcanúnicamenteeseefecto.

—Es posible. Además, según tengo entendido, esas alteraciones no se dan amenosquehayasatravesadounperíodotanhorrorosocomoelqueatraveséyo.YtedirécontodasinceridadquenovolveríaapasarporalgoasíniaunquemeaseguraranqueibaaadquirirlapercepcióndeunTiziano.

—¿Cómotesentisteenelmomentodeese«clic»?—preguntóMerwick.Dickselopensóunmomento.—¿Como cuando te llega un paquete, atado con un cordel, y no consigues

encontraruncuchillo—dijo—,por loquedecidesquemarelcordelmanteniéndolotirante?Bueno, fue como eso: completamente indoloro, tan sólo noté cómo se ibaaflojandolapresión,aflojando,aflojandohastapartirse,suavemente,sinesfuerzo.Me

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temoquenoseaunadescripciónmuylúcida,peroasíesexactamentecomoocurrió.Yaves,habíaestadoardiendodurantedosmeses.

Segiróyrevolvióentrelascartasypapelesqueabarrotabansuescritorio,hastaqueencontróunsobresellado.Serióparasímismocuandolocogió.

—EncomiéndameaLadyMadingley—dijo—,porunadescarada insolencia encomparación con la cual el latón es más blando que la arcilla. Me escribió ayer,preguntándome si acabaría el retrato de ella que había empezado el año pasado, ypermitiéndomeponerelprecio.

—Entonces supongo que te habrás escabullido a toda velocidad —remarcóMerwick—.Supongoquenilacontestarías.

—Oh,sí,sílerespondí.¿Porquéno?Ledijequeelprecioseríandosmillibras,yqueestabadispuestoacontinuarinmediatamente.Haaceptadoyestamismatardemehaenviadounchequeconlasmilprimeras.

Merwicklecontemplócompletamenteasombrado.—¿Tehasvueltoloco?—preguntó.—Esperoqueno,aunqueunonuncapuedeestardeltodosegurosobrecuestiones

comoésa.Inclusodoctorescomotúnosabéisexactamenteenquéconsistelalocura.Merwickselevantó.—¿Seráposiblequenoveaselterribleriesgoquecorres?—preguntó—.Verlade

nuevo,estarconelladeesamanera,teniendoquecontemplarla(laviestatarde,porcierto, apenas parece humana), ¿no podría revivir con facilidad todo aquello quesentisteconanterioridad?Esdemasiadopeligroso.Excesivamentepeligroso.

Dicknegóconlacabeza.—Noexisteelmásmínimoriesgo—dijo—.Todomiyosemuestracompletay

absolutamenteindiferentehaciaella.Nisiquieralaodio.Silaodiarapodríaexistirlaposibilidaddevolveraamarla.Talycomoestánlascosas,pensarenellanoproduceen mí ningún tipo de emoción. Y realmente una calma tan fabulosa merece serrecompensada.Respetocosastanadmirablescomoésa.

Seterminósuwhiskymientrashablaba,einmediatamentesesirvióotrovaso.—Éseeselcuarto—dijosuamigo.—¿Ah, sí?Nunca loscuento.Esodemuestraun sórdido interéspor losdetalles

másintrascendentes.Curiosamente,elalcoholyanomeafectaenlomásmínimo.—¿Porquébeber,entonces?—Porque si lo dejo, esa fascinante viveza del colorido y esa claridad de los

contornosdelasquetehablaba,disminuyen.—Nopuedehacerteningúnbien—dijoeldoctor.Dickserió.—Miqueridoamigo,míramedetenidamente—dijo—,yluego,sipuedesafirmar

con convicción que demuestro estar propasándome con los estimulantes, losabandonaréalpunto.

Ciertamente hubiera sido difícil encontrar un solo aspecto en el que Dick nopareciera el vivo retrato de la salud. Se interrumpió y permaneció inmóvil un

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momento, con el vaso en una mano y la botella de whisky en la otra, negra encontraste con el frontal de su camisa, y no se percibía ni un solo movimiento otemblor.Sucara,completamenteteñidaporelmorenodelsol,noestabanihinchadani demacrada, sino que la carne se presentaba firme y la piel maravillosamentelimpia. Igual de límpidos aparecían sus ojos, con unos párpados ni hinchados niarrugados; parecía, de hecho, unmodelo de condición física, en forma y a punto,como si se estuviera entrenando para algún evento atlético. También su figura sepresentabaágilyactiva,susmovimientoseranrápidosyprecisos,einclusoMerwick,consuojodemédicoentrenadoparadetectarcualquiersíntoma,pormuyligeroquefuese, que traicionara una condición de bebedor, tuvo que confesar que no habíaninguno presente. Su apariencia lo contradecía con autoridad, y también sucomportamiento. Se dirigía a su interlocutor de frente, sin miradas de reojo; nodemostraba síntomas, por pequeños que fueran, de cualquier tipo de afecciónnerviosa. Pero, aun así, Dick era, evidentemente, un personaje nada normal. Lahistoriaqueacababadecontarnoloera;aquellassemanasdedepresión,seguidasporuna alteración cerebral que había eliminado, como un trapo húmedo elimina unamancha, todo recuerdo de su amor y de la cruel amargura resultante, tampoco.También resultaba anormal su inesperado salto al éxito artístico tras un pasado detrabajosmásquemediocres.¿Porquénodeberíaexistirunaanormalidadsemejantetambiénenesteaspecto?

—Sí,confiesoquenodemuestrassignosdehabertomadoexcesivosestimulantes—dijoMerwick—.Perosiyoteatendieraprofesionalmente(ah,noestoytratandodevenderme)teobligaríaadejartodotipodeestimulantesyaguardarcamaduranteunmes.

—¿Peroenelnombredelcielo,porqué?—preguntóDick.—Porque,teóricamente,eslomejorquepodríashacer.Hastenidounshock,cuya

gravedadtelaindicalassemanasdedepresiónquehasatravesado.Bueno,elsentidocomúndice:«Tómateloconcalmadespuésdesufrirunshock; recupérate».Tú, sinembargo, vas a toda velocidad. Admitiré que parece sentarte bien; también haspasadode lanochea lamañanaaconvertirteenalguiencapazdeconseguir logrosque…oh,déjalo,esabsurdo.

—¿Elquéesabsurdo?—Túeresabsurdo.Profesionalmente,tedetesto,porqueparecesserlaexcepción

aunateoríadelaqueestoyconvencidoquehadesercorrecta.Porlotanto,tengoqueencontrarunaexplicaciónparatucaso,ydemomentonopuedo.

—¿Cuálesesateoría?—preguntóDick.—Bueno,enprimerlugareltratamientodeshock.Yensegundo,quepararealizar

unbuen trabajo,unodeberíacomerybeberpoco,ydormirmucho.¿Cuántosuelesdormir,porcierto?

Dicklopensó.

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—Oh,mesueloiralacamaaesodelastres—dijo—.Supongoquedormiréunascuatrohoras.

—Yvives a base dewhisky, comes comoun ganso deEstrasburgo, y estás enformacomoparaparticiparmañanaenunacarrera.Apártatedemí,oporlomenosyame marcho yo. Pero ten en cuenta que quizá acabes por derrumbarte. Eso mesatisfaría. Pero incluso aunque eso no suceda, seguirás siendo un caso bastanteinteresante.

Dehecho,Merwickloconsiderómásqueinteresante,yencuantollegóasucasaaquellanochebuscóensusestanteríasciertovolumenpolvorientoenelcualaparecíauncapítulotituladoShock.Ellibroerauntratadosobreenfermedadesdesconocidasycondicionesanormalesdelsistemanervioso.Lohabíaleídoamenudoantes,yaqueensuprofesiónerauninvestigadorespecialmenteinteresadoenloraroylocurioso.Y el siguiente parágrafo, que ya le había llamado la atención con anterioridad, leinteresómuchísimomásaquellanoche.

«Elsistemanerviosopuedeactuardemanerasque,inclusoparaelestudiantemásavanzado, pueden resultar completamente inesperadas. Se conocen casos biendocumentadosdeparalíticosquehansaltadodelacamaalgritode“Fuego”.Tambiénseconocencasosen losqueungranshock,de losqueproducenunadepresión tanprofunda que casi la podríamos calificar de letargo, se ha visto seguido acontinuación de un índice de actividad anormal y de un uso de habilidadespreviamentedesconocidas,oporlomenosexistentesaunnivelmuchomásordinario.Un estado tan hipersensible exige grandes cantidades de estimulantes en forma decomida y bebida. Parece evidente que el paciente que sufra estas curiosasconsecuencias de un shock, acabará por sufrir, antes o después, un completoderrumbe. Es imposible, en todo caso, conjeturar qué forma tomará. El sistemadigestivo,porejemplo,podríaatrofiarse repentinamente,eldeliriumtremenspodríasobrevenirsinaviso,oelpacientepodría,sencillamente,perderlacabeza…»

Pero las semanas pasaron, los soles de julio hicieron a Londres danzar en untorbellinodecalor,ysinembargoAlinghamcontinuóigualdeocupado,debrillanteydegenial.Merwick,aescondidas,levigilabadecerca,yparaaquelentoncesestabacompletamente desconcertado. Le hizo a Dick mantener su palabra de que sidetectaba la menor señal de un abuso de estimulantes, los abandonaría todos alinstante,peronopudocomprobarabsolutamenteninguno.LadyMadingley,mientrastanto, había posado para él en varias ocasiones, y de nuevo en este sentido habíaestadoMerwick completamente equivocado en supuntodevista expresado aDicksobre los riesgos que éste corría. Y es que, por extraño que pareciese, los dos sehabían convertido en grandes amigos.Y aun así,Dick había vuelto a acertar; todaemoción por su parte respecto a ella había muerto, lo que estaba pintando bienhubierapodidoserunanaturalezamuerta,ynoelretratodelamujeralaquehabíaadoradosalvajemente.

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Unamañanaamediadosdejulio,ellahabíaestadoposandoparaélensuestudio,y al contrario que lo habitual, él había permanecido en silencio, mordiendo losextremosdesuspinceles,frunciendoelceñoendirecciónal lienzo,yfrunciendoelceñotambiénendirecciónaella.Derepenteexclamóconundejedeimpaciencia.

—Es tan parecido a ti… —dijo—, pero a la vez no lo es. ¡Hay muchísimadiferencia!No puedo evitar que parezca como si estuvieras escuchando un himno,unodeesos encuatro sostenidos,ya sabes, escritoporunorganistaprobablementedespuésdehabersecomidounospastelillos.¡Yesonoesalgocaracterísticodeti!

Ellaserió.—Debesdesermuyhábilparapoderreproducirtodoesoahí—dijoella.—Losoy.—¿Ydóndeloves?Dicksuspiró.—Oh, en tusojos,por supuesto—dijo—.Lo revelas todoa travésde tusojos,

¿sabes? Es algo completamente característico de tu persona. Eres como unaregresión.¿Norecuerdasquehaceyaalgúntiempoleatribuimosesacaracterísticaalmundoanimal,enelquedeigualmaneratodosecomunicaatravésdelamirada?

—Oh,yyoquepensabaquelosperrosladranyquelosgatosarañan.—Eso son medidas prácticas, pero aparte de eso tú y los animales usáis

únicamente losojos,mientrasque lagenteusasusbocas,sus frentesyotrascosas.Unperroagradecido,unperroexpectante,unperrohambriento,unperroceloso,unperrodecepcionado…unopuedepercibirtodasesassensacionesatravésdesusojos.Susbocassonrelativamenteinmóviles,yenelcasodelosgatosestoresultaaúnmásevidente.

—Túmedecíasamenudoquepertenecíaalgénerofelino—dijoLadyMadingleyconcompletacompostura.

—¡PorJúpiter,sí!—dijoél—.Quizámirándolelosojosaungatopuedaverquéesloquemefaltaaquí.Muchasgraciasporlaidea.

Dejósupaletayseacercóaunamesaenlaquereposabanvariasbotellas,hieloysifón.

—¿Noquieresbeberalgoenestamañanasahariana?—preguntó.—No,gracias.¿Cuándorealizaremoslaúltimasesión?Medijistequetebastaba

conunamás.Dicksesirvió.—Bueno, he de ir con esto al campo—dijo— para pintar el fondo del que te

hablé.Consuerte,mellevarátresdíasdedurotrabajo.Sinella,tardaréunasemanaomás.Oh,semehacelabocaaguapensandoenesefondo.¿Digamos,entonces,unasemanaapartirdemañana?

LadyMadingleyloapuntóenunadiminutaagendaengarzadaconoroyjoyas.—¿Yhedeprepararmeaversustituidosmisojosporlosdeungatolapróxima

vezquelovea?—preguntópasandofrenteallienzo.

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Dickserió.—Oh, apenas notarás la diferencia —dijo—. Es curioso que siempre haya

detestadotantoalosgatos,dehecholleganahacermesentirdébil,yquesinembargotúmerecordasessiempreauno.

—Deberías preguntarle a tu amigo el señor Merwick sobre estos misteriosmetafísicos—dijoella.

Enaquelmomento,elfondodelcuadrotansóloestabaindicadoporunpardevagasybrillantespinceladasdeverdeypúrpurasituadascercadelacabeza,yalartistabienpodíahacérselelabocaaguapensandoenlosdíasquelequedabanpordelanteparadedicarlosalapintura.Yesquedetrásdelafigura,enelgranlienzoalargado,ibaapintar una valla verde, sobre la cual, cubriendo lasmaderas casi por completo, seextenderíaunagranclemátidepúrpuraentodasuostentosagloriadehojasbarnizadasy flores estrelladas. En la parte superior sólo pintaría una franja de un claro cieloveraniego,yasuspies tansólouna tiradehierbaverdigrisácea.El restodel fondosería, osadamente, aquella combinación de verde y púrpura. Con el propósito dellevar a cabo el trabajo, iba a trasladarse a una pequeña granja que tenía cerca deGodalming,encuyojardínhabíaconstruidounaespeciedeestudioalairelibre:unacuriosa mezcla entre habitación y refugio, con el flanco que daba al nortecompletamentedescubiertoylimitadoporaquellavallaverdequesehabíaconvertidoenunainmensaconstelacióndeestrellaspurpúreas.Élsabíabiencómoibaabrillarsobreellienzolapálidabellezadesuretratadaalverseenmarcadadeaquellamanera;cómo destacaría sobre el fondo, con su enorme sombrero gris y su deslumbrantevestidotambiéngris,ysupelorubio,ysupielblancacomoelmarfil,ysuspálidosojos, ora azules, ora grises, ora verdes.Esto era, de hecho, algoque le creabaunatremendaexpectación,puesprobablementenohayaparaloshombresotroéxtasistanpocoadulteradocomolacreación.NoeraportantoparamaravillarsequeelhumordeDick,mientrassedirigíahaciaGodalming,fuesetanoptimistayefervescente.Porqueiba,pordecirlodealgunamanera, aculminar sucreación:cadaestrellapúrpuradeclemátide,cadahojaverdeofragmentodelmaderamendelavallaquepintara,haríaque lo que él había pintado cobrara vida y esplendor, al igual que las progresivascapas de crepúsculo que caen sobre el cielo al anochecer hacen que las estrellasbrillenenélcomojoyas.Suobjetivoestabaasegurado:habíacolgadosuconstelación(la figuradeLadyMadingley)enelcielo,yahora teníaquerodearladeunanochepúrpurayverdeparaquepudiesebrillar.

Su jardínnoera sinounaparceladelimitadaporparedesde ladrilloviejo,cuyoespaciodisponiblehabíasabidoaprovecharconciertaoriginalidad.Nuncahabíasidoaquella cuadrícula de hierba, que apenas merecía el calificativo de césped,excesivamenteespaciosa.Ahora,elestudioalairelibre,sietepornuevemetros,habíaocupadolamayorpartedelmismo.Aunladoteníaunapareddemaderasólida,ydosvallasmirandohaciaelsuryeleste,quevariasplantastrepadorasestabanempezando

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arevestir,cubiertasenlaparteinteriorporcolgantessiriosyorientales.Aquí,durantelosveranos,pasabalamayorpartedelosdías,pintandouholgazaneando,yviviendounaexistenciaalairelibre.Elsuelo,queenunaocasiónhabíasidodehierba,lacualse había marchitado al quedar cubierta por un techo, estaba tapado por alfombraspersas;tambiénhabíaunescritorioyunamesadecomedor,unaestanteríarepletadeamigoscercanosymediadocenadesillasdemimbre.Unaesquinahabíasidocedidaalosasuntosdeljardín,yallíreposabanunacortadoradecésped,unamanguerapararegar,tijerasdepodaryunapala.Yesque,comomuchaspersonasnerviosas,Dickdescubrióqueenlajardinería,eseincesanteprocesodeplanearydiseñaralamedidade las plantas, haciéndolas espléndidas en color, altura y crecimiento, había unmaravillososremansodepaz,unrefugioparaelcerebroquehabíasidosacudidoporelmardelasemociones.Lasplantas,además,semostrabantotalmentereceptivasalaamabilidad; el tiempodedicadoa ellasnuncaera tiempoperdido,y regresar ahora,trasunmesdeausenciaenLondres,eraasegurarseunasorpresayunplacerencadacentímetrode jardín.Allíestaba laclemátidepúrpurapararecompensarleconregiagenerosidadloscuidadosdedicados.Cadaflordemostraríasugratituddeunaformaprácticasirviendodemodeloparaelfondodesucuadro.

Latardefuemuycálida;nocálidaconesebochornoquepresagiatormenta,sinocon el calor limpio y despejado del verano, y Dick cenó a solas en su refugio,sirviéndose de las llamaradas del crepúsculo a modo de lámpara. Éstas sedesvanecieronlentamenteenuncielodeazulaterciopelado,peroélsedemoróconelcafé, mirando hacia el norte a través del jardín, hacia la hilera de árboles que leimpedíanverlacasaquehabíadetrás.Eranacacias,lamásfemeninaygrácildetodaslascosasquecrecen,exhibiendosufollajeveraniegoperoconservandoaúnalgunashojas frescas. Bajo ellas corría un pequeño bancal de césped y,más cercanos, loslechos del amado jardín; las matas de guisantes proporcionaban una inimitablefragancia, y los lechos de rosas aparecían repletos de los matices rojizos quemostraban lasBaroness Rothschild y LaFrance y de los cobrizos propios de lasBeauté inconstante y lasRichardson.Más cerca aún, se encontraba la valla verde,espumeantedepúrpura.

Seguía allí sentado, apenas mirando con atención, pero inconscientementeempapándosedeaquelgranfestivaldecolor,cuandosuojosevioarrastradoporunaforma oscura y sigilosa que surgió de entre las rosas dirigiéndole súbitamente dosorbesluminososybrillantes.Dickselevantóbruscamentesincausarlamásmínimaperturbaciónenelanimal,elcualavanzóhaciaélronroneando,arqueandoellomoyestirandoelrabo,comosiesperaraunacaricia.Amedidaqueseacercaba,Dicknotóqueleasaltabaaquelladebilidadtemblorosaqueamenudoleafectabaalencontrarseenpresenciadealgúnfelino,por loqueempezóapalmearcon lasmanosyapisarcon fuerza el suelo. El gato se volvió rápidamente, se abalanzó por encima de lapared del jardín convertido en una sombra oscura y desapareció. Su presencia lehabíaarruinadoeldulcehechizodelanochecer,demodoqueentróenlacasa.

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La siguientemañana fue auténticamente veraniega: soplaba un débil viento delnorteyunsoldignodeiluminarlas islasgriegasinundabaelcielo.Unsueñolargo(según sus parámetros) y reparador había eliminado de la mente de Dick eldesagradableincidenteconelgato,demodoqueprocedióacolocarellienzofrenteala valla y la clemátide púrpura con una poderosa sensación de éxtasis inminente.Tambiéneljardín,quehastaelmomentosólohabíacontempladoalamágicaluzdela puesta del sol, resultaba gloriosamente gratificante y brillaba con colorido. Yaunque lavida (era laprimeravezenmesesquepensabaenesto)no lehabía sidodemasiadopropicia, encarnándose sudesgracia en la formadeLadyMadingley, sedijo a símismoqueunhombredebería serdemuypobre carácter si,manteniendounapasiónporlasplantasyporelarte,fueraincapazdeimaginarseunavidarepletade alegría. De modo que, una vez hubo terminado su desayuno y con su modelopreparadayresplandecientedebelleza,abocetóconrapidez las floresyel follajeyempezóapintar.

Púrpurayverde,verdeypúrpura:¿huboalgunavezunfestínsemejantepara lavista? Como si de un gourmet se tratase, y con la misma avaricia, se hallabacompletamenteabsortoenél.Además, teníarazón: tanprontocomopusoelprimerbrochazodecolorsupoqueteníarazón.Eranaquellosdivinosyviolentoscoloreslosqueconseguiríanquelafigurasurgieradelcuadro;eraaquellapálidafranjadecielolaqueatraería lamiradasobreella,eraaquella tiradecéspedverdeygrisbajosuspies la que impediría, o eso parecería, que se saliese del lienzo. Y con rápidos yansiososmovimientosdelpincel,sinprisaperosinpausa,sesumergióensutrabajo.

Al ratosedetuvoposeídoporel sentimientodehallarsesinaliento, sintiéndosecomo si de repente hubiera sido llamado a regresar desde una larguísima y lejanadistancia. Debía de llevar trabajando unas tres horas, ya que su criado estabasirviendolamesaparaelalmuerzo,peroleparecíaquelamañanahabíatranscurridoenuninstante.Elprogresoquehabíaconseguidoeraextraordinario,loquelellevóacontemplar su cuadro durante largo tiempo. Después, sus ojos resbalaron de labrillantez del lienzo a la brillantez del jardín. Allí, justo en frente de un lecho deguisantes,apenasadosmetrosdeél,habíaunaenormegatagris,observándole.

La presencia de un felino era algo que habitualmente producía en Dick unasensacióndemortaldebilidad.Sinembargo,enaquelmomento,mientrasmirabaalagataylagatalemirabaaél,nofueconscientedeella,yatribuyósuausenciaalhechode que se encontraba al aire libre y no en la cargada atmósfera de una habitacióncerrada.Sinembargo,lanocheanterior,lagatalehabíahechosentirsedébil.Peroélapenaspensóeneso,yaqueloqueocupabasumenteeraqueacababadeverenlaamistosa y curiosa mirada del animal la misma expresión que tanto le habíadesconcertadoalretrataraLadyMadingley.Demodoque,lentamente,ysinrealizarmovimientosbruscosquepudieranasustar a lagata, alcanzócon lamano lapaletaqueacababadedejary,enunaesquinadellienzoqueaúnnoestabapintada,abocetóenmediadocenadetrazosrápidoseintuitivosloquequería.Inclusoalaluzdiurna

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bajo laqueestabael animal, susojosparecían iluminarsedesdeel interior al igualque lo hacían desde el exterior: era exactamente así como lo hacían los de LadyMadingley.Tendríaqueponerelcolormuydiluidosobreelblanco…

Durantemásomenoscincominutospintóconbrochazosimpacientes,colocandoelcolormuydifusosobreunfondoblanco,ydespuésmiróduranteunbuenratoelbocetodelojoparaversihabíaconseguidoloquequería.Entoncesvolvióamiraralagata,que tanencantadoramentehabíaposadoparaél.Peroallínohabíaningunagata.Aquello,entodocaso,ydadoquelosdetestabayqueaquellaenparticularyahabía servido a su propósito, no era motivo de lamentaciones, de modo quesencillamenteseasombróporlosúbitodesudesaparición.Peroellegadoquehabíadejadosobreel lienzonopodíadesvanecerse,pueserasuyo:suposesión,su logro.Realmente aquel iba a ser un retrato que superaría claramente todo lo que habíarealizado anteriormente. Unamujer, real, viva, mostrando su alma a través de losojos,permaneceríaallí,rodeadaparasiempredeunestallidoestival.

Disfrutó de una extraordinaria claridad de visión a lo largo de todo el día, ytambiéndeunabotelladewhiskyqueestabavacíahacialapuestadesol.Peroaquelatardecerfueconscienteporprimeravezdedossentimientos,unofísico,otromental,completamenteajenosaél:elprimeroeralaimpresióndequehabíabebidotodoloqueeraposibleantesdeempezaraperjudicarse;elsegundoeraunaespeciedeecoensumentedeaquellastorturasquehabíapadecidoduranteelotoño,cuandohabíasidoabandonado,comounguanteviejo,porlajovenalaquehabíaentregadosualma.

Elatardecer,además,contradijolabrillantezdeldíay,aesodelasseis,espesasnubeshabíanempezadoaoscurecerelcielo,alavezqueelcristalinocalorveraniegohabíadadopasoauncalornomenosintensoperorepletodeamenazasdetormenta.Unpardegruesasycálidasgotasdelluviatambiéncontribuyeronaadvertirle,porloqueDickpusoelcaballeteacubiertoydioórdenesdequecenaríaenelinteriordelacasa.Comosolíaserhabitualcuandoestabatrabajandoenalgo,rehuíalainfluenciadistractoradecualquiertipodecompañía,demodoquecenóasolas.Unavezcenado,se retiróal salóndispuestoadisfrutardeunanochesolitaria.Elcriado le trajounabandeja y se retiró, demodoquenadie le volvería amolestar hasta que se fuera aacostar. En el exterior la tormenta se acercaba cada vezmás, la reverberación deltrueno,aunqueaúnnoeracercana,manteníauncrecimientocontinuo:encualquiermomentopodíaapareceryestallarenuntorbellinoderuidoyfuego.

Dick leyó un libro durante un rato, pero sus pensamientos divagaban. Elpatetismodesusproblemasduranteelotoño,loscualespensabahabersuperadoparasiempre, reaparecieron demanera súbita y extraña, acentuados. También notaba lacabeza embotada, quizá por la tormenta, peromás probablemente debido a lo quehabíabebido.Demodoque,pretendiendo irse a la camaparadormir su inquietud,cerróel libroy sedirigióa laventanacon la intencióndecerrarla también.Peroamitaddecaminosedetuvo:sobreelsofásituadobajoéstasesentabaunaenormegata

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gris de ojos amarillos y llameantes. Entre sus fauces se debatía un joven zorzal,todavíavivo.

Entonces el horror se despertó en su interior: se sintió invadido por aquelsentimientodedesmayoymareo,yodió,alavezquesesintióaterrorizadoporél,aaquelespantosofelinoqueseregocijabaenlatorturadesupresa:unregocijotalquepreferíaposponerelmomentodesualimentaciónantesquereducirelpresente.Pero,porencimadetodo,lasemejanzaentrelosojosdeaquellagataylosdelretratoselerevelóderepentecomoalgoinfernal.Duranteunmomentotodoestoleinmovilizó,comosisufrieradeparálisis.Alsiguientenopudoseguirsoportandolosescalofríosylearrojóalagataelvasoquellevabaentrelasmanos,fallando.Duranteunsegundoelanimalsedetuvocontemplándoleconunaintensayatrozhostilidad;despuéssalióde un salto por la ventana abierta.Dick la cerró con un golpe tan violento que seasustóasímismo,ydespuésregistróelsofáyelsueloenbuscadelpájaro,pensandoque el gato lo habría soltado. En una o dos ocasiones incluso le pareció oírloaleteando débilmente, pero debió de tratarse de una ilusión, ya que no pudoencontrarlo.

Todoaquellolehabíapuestofrancamentenervioso,demodoqueantesdeirsealacamaintentócalmarseconunúltimotrago.Afuerahabíancesadolostruenos,perolalluviahabíacomenzadoagolpearsibilantesobrelahierba.Entoncesotrosonidovinoaentremezclarseconelanterior,eldelmaullidodeungato;noesoschillidosylloros,arrastrados y mantenidos, que les son habituales a los felinos, sino la llamadalastimeradel animalquequiere ser admitido en supropia casa.Lapersiana estabaechada, pero tras un rato no pudo resistirse más y echó un vistazo. Allí, sobre elalféizar de la ventana, se sentaba la enorme gata gris. Aunque estaba lloviendo acántaros, su piel parecía mantenerse seca, ya que permanecía esponjosa y sinapelmazarse al cuerpo.Cuando le vio le bufó, arañando con ira el cristal antes dedesaparecer.

LadyMadingley…Cielos…¡Cómo lahabíaamado!Y,pesea lo infernalmentemalquelehabíatratado,¡cómovolvíaadesearlaapasionadamente!Entonces,¿ibanacomenzardenuevosusproblemas?¿Habíavueltoaquellapesadillaaamanecer?Eraculpadelagata:eranlosojosdelagataquieneslohabíanprovocado.Sinembargo,enaquelmomento, sudeseo seveíaadormecidopor lapesadezde sucerebro,queresultabataninexplicablecomoelresurgirdesudeseo.Durantemeseshabíaestadobebiendomuchomás de lo que había bebido a lo largo de aquel día, y la tarde lehabía recibido con la cabeza completamente despejada, aguda, en pleno control desusfacultades,gozandodelalibertadquehabíaconseguidoydelatranquilidaddesuvisióncreativa.Aquellanoche,sinembargo,tropezabaysetambaleabaalrededordelahabitación.

La luz neutra del amanecer le despertó, y Dick se levantó de inmediato,sintiéndose aún bastante soñoliento, pero como si respondiera a una silenciosa eimperativallamada.Latormentayahabíapasado,yunajoyadeestrelladelamañana

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colgabadeuncielodespejado.Suhabitaciónleparecíaextrañamenteajena, inclusosussensacionesleparecíanajenas.Habíaunaimprecisiónsobrelascosas,unabarreraentre él y el mundo. Tan sólo un deseo le dominaba: terminar el retrato. Todo lodemás,oasílosentía,podíaquedaralazaroacualesquieraquefuesenlasleyesqueregulabanelmundo: aquellas leyesquepermitíanqueundeterminadozorzal fueseatrapado por una determinada gata y que escogían una cabeza de turco entremil,permitiendoqueelrestoquedaranlibres.

Doshorasmástarde,sucriadofueallamarleydescubrióqueyanoestabaenlahabitación.Dadoloavanzadodelamañana,fueallevarleeldesayunoasuestudio.Elretratoestabaallí,habíavueltoasercolocadoenposiciónfrentealasclemátides,peroaparecíacubiertodeextrañosarañazos,comosilasgarrasdeunanimalfurioso,oquizálasuñasdeunhombre,sehubieranensañadoconél.DickAlinghamtambiénestabaallí,completamenteinmóvilfrenteallienzodesfigurado.Tambiénhabíasidoatacadoporgarrasouñas,sugargantaestabahorriblementedestrozada.Susmanos,porotraparte,aparecíancubiertasdepintura.Lasuñasdesusdedostambiénestabanempapadasconella.

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ELTERRORNOCTURNO

Latransferenciadeemocionesesunfenómenotancomún,observadotanamenudo,que la humanidad en general hace tiempo que ha dejado de ser consciente de suexistencia, pasando de ser algo merecedor de nuestro asombro y consideración atenersecomoalgo tannaturalyhabitualcomo la transferenciadecosasqueactúansegún las ya demostradas leyes de lamateria.Nadie, por ejemplo, se sorprende si,cuandounahabitaciónestádemasiadocaldeada,alabrirunaventanaelairefrescodelexteriorestransferidoalinteriordelahabitación,delamismamaneraquenadiesesorprende cuando en la misma habitación, que imaginaremos abarrotada de genteaburridaytriste,entraalguienalegreynatural,produciendoenlacargadaatmósferamentaluncambioanálogoalprovocadoporlaaperturadelaventana.Cómosellevaacaboexactamenteestainfección,nolosabemos;considerandoesasmaravillassincable (que actúan según leyesmateriales), que empiezan a perder su capacidad demaravillarahoraquesomoscapacesderecibirnuestroperiódicocadamañanaaunquenosencontremosenmitaddelAtlántico,quizánoseríaarriesgadoconjeturarque,dealgunamanerasutilyoculta, latransferenciadeemocionesestambiénunarealidadmaterial.Ciertamente (para utilizar otro ejemplo) la visión de cosas decididamentemateriales, como la escritura sobre una página, produce emociones en nuestrasmentesdeunamaneraaparentementedirecta,comocuandonuestroplaceronuestropesar vienen provocados por un libro.Delmismomodo es posible que unamenteactúesobreotramentedeunmodotanmaterialcomoése.

Enocasiones,entodocaso,noscruzamosconfenómenosque,aunquepodríanserfácilmentetanmaterialescomocualquieradeesascosas,sonmásextraños,yporlotantomás sorprendentes. Algunos los llaman fantasmas, otros juegos demanos, yotros tonterías. Parece más simple agrupar dichos fenómenos bajo el título deemociones transferidas, ya que se podrían aplicar a cualquiera de los sentidos.Algunosfantasmassonvistos,algunosoídos,yotrossentidos,yaunquenoconozcoel caso de ningún fantasma que haya sido saboreado, en las siguientes páginaspareceráqueestosfenómenosocultospuedenapelarentodocasoalossentidosquepercibenelcalor,elfríooelolor.Yesque,paratomarlaanalogíadeltelégrafosincables, todos nosotros somos probablemente «receptores» hasta cierto punto, ycogemosdetantoencuandounmensajeopartedeunmensajequelaseternasondasde la emoción están gritando demanera incesante hacia todos aquellos que tienenoídosparaoír,ymaterializándoseanteaquellosquetienenojosparaver.Alnoestar,porreglageneral,perfectamentesintonizados,nocaptamossinotrozosofragmentosdedichosmensajes.Podríanserunpardepalabrascoherentes,ounpardepalabrasque parecen no tener sentido. La siguiente historia, en todo caso, es para míinteresante,porquedemuestracómodiferentesfragmentosdeloquesindudaeraun

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mensaje fueron recibidos y registrados por varias personas de manera simultánea.Hanpasadodiezañosdesde loshechosaquí registrados,pero fueronescritos enelmomento.

JackLorimeryyoéramosamigosdesdehacíamuchotiempoantesdequesecasara,ysubodaconunaprimamíanoderivó,comosueleserhabitual,enunareduccióndenuestra intimidad. Algunos meses más tarde, se averiguó que su esposa estabaafectada de tisis, de modo que, sin pérdida de tiempo, fue enviada a Davosacompañadadesuhermanaparaquelacuidase.Evidentemente,laenfermedadhabíasidodetectadacuandoaúnsehallabaensuetapainicial,yhabíasuficientesmotivospara esperar que, con los cuidados adecuados y un régimen estricto, pudiera sercuradaporloshielosdadoresdevidadeaquelmaravillosovalle.

Lasdossehabíanmarchadoenelmesdenoviembredelqueestoyhablando,yJackyyonosunimosaellasdurantetodounmesdurantelasNavidades,ypudimosapreciarque semana tras semana ella ibamejorandodemanera rápiday constante.Teníamosqueestarderegresoen laciudada finalesdeenero,peroacordamosqueseríamejorqueIdasequedaraacompañandoasuhermanaunaodossemanasmás.Ambas, recuerdo, bajaron hasta la estación para despedirnos, y no creo que puedaolvidarlasúltimaspalabrasqueallíseentrecruzaron:

—Oh, no estés tan decaído, Jack—había dicho sumujer—;mevolverás a verdentrodepoco.

Entonces la escandalosa y pequeña locomotora chilló como chilla un cachorrocuandolepisanunapata,yascendimosresoplandohaciaelpaso.

Cuando regresamos,Londrespresentaba suhabitualdisposicióndesesperanzadadecadafebrero,repletadenieblayheladasqueparecíanproducirunfríomuchomásmordientequelaspenetrantestemperaturasdeaquellassoleadasaltitudesdelasqueacabábamosdellegar.Ambos,creo,nossentíamosbastantesolos,einclusoantesdequehubiéramosacabadoelviajehabíamosacordadoqueporelmomentoeraridículomantener dos casas en funcionamiento cuando con una sola nos bastaría, lo queresultaríaademásmásalegrepara losdos.Demodoque,comoambosvivíamosencasas casi idénticas en lamisma calle deChelsea, decidimos lanzar unamoneda yvivir en la casa que ésta indicara (cara, la mía; cruz, la suya), compartir gastos,intentar alquilar la otra casa y, en el caso de tener éxito, compartir también losbeneficios. Una pieza francesa de cinco francos del Segundo Imperio nos dijo:«cara».

Habían transcurrido diez días desde nuestro regreso, y cada día recibíamos lasnoticiasmás favorables desdeDavos, cuando, primero sobre él, después sobremí,descendió, como una tormenta tropical, un sentimiento de terror indefinible.Probablemente, este sentimiento de aprensión (pues no hay otro en el mundo tanvirulentamenteinfeccioso)mealcanzóatravésdeél:porotraparte,losdosataquesdevagospresentimientospodríanhabersurgidodelamismafuente,perolociertoes

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queamínomeatacóhastaqueJackhablóalrespecto,demodoquelaposibilidadquizá se incline más porque fuera él quien me lo transmitiera. Hizo su primercomentario,recuerdo,unanocheenlaquenoshabíamosreunidoparacharlarantesdeacostarnos,trashaberregresadodenuestrasrespectivascasas,enlasquehabíamoscenado.

—Mehesentidotremendamentedeprimidodurantetodoeldía—dijo—,yjustodespuésdehaber recibidoesteespléndido informesobreDaisy.Nopuedoentenderdóndeestáelproblema.

Sesirvióunpocodewhiskyconsodamientrashablaba.—Oh,pobrehígado—dije—.Yoquetúnomebeberíaeso.Seríamejorquemelo

cedieras.—Nuncaentodamividaheestadomejor—dijoél.Mientrashablábamosyoestabarepasandolacorrespondencia,ymetopéconuna

cartadelagenteinmobiliarioqueleícontemblorosaimpaciencia.—¡Hurra!—exclamé—.Ofertadecincoguas(porquénoescribiráencristiano)…

cinco guineas a la semana, hasta Pascua, por el número 31. ¡Vamos a nadar enguineas!

—Oh,peronopuedoquedarmeaquíhastaPascua—dijoél.—No veo por qué no. Tampoco lo ve Daisy, por cierto. Hablé con ella esta

mañanaymehadichoquetepersuadieraparaquetequedases.Esositeapetece,porsupuesto.Realmenteestarásmásanimado.Peroperdona,¿quémeestabasdiciendo?

Lasfantásticasnoticiassobrelasguineassemanalesnolehabíanalegradolomásmínimo.

—Muchísimasgracias.Claroquemequedaré.Recorriólahabitaciónunaodosveces.—No,nosoyyoelqueestámal—dijoalfin—.Es…Eso,sealoqueseaEso.El

terrornocturno.—Delcualsetehaordenadonotenermiedo—remarqué.—Yalosé;mandaresfácil.Estoyasustado.Algoseacerca.—Cincoguineassemanalesseacercan—dije—.Nomequedaréaquíparaqueme

infectescontustemores.LoúnicoqueimportaesDavos,yvatodolobienquepodríair. ¿Cómo decía el último informe? «Increíblementemejor».Acuéstate con eso enmente.

La infección (si es que fue infección) nome afectó en aquelmomento, ya querecuerdohabermeidoadormirsintiéndomebastantealegre,peromedespertéenunacasaoscuray silenciosa,yEso,el terrornocturno,había llegadohastamímientrasdormía.Elmiedoyladuda,irracionalyparalizante,mehabíanatenazado.¿Dequésetrataba?Aligualquepodemospredecirlallegadadeunatormentaconunbarómetro,alsentir talhundimientodelespíritu,diferenteacualquiercosaquehubierasentidoanteriormente,estuvesegurodequeaquelloeraelpresagiodealgúndesastre.

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Jacklovioenelmismoinstanteenelquenosencontramosparadesayunaralamañanasiguiente,alaluzpálidaymarróndeundíanublado,nolosuficientementeoscurocomoparanecesitarvelas,perosombríomásalládetodaexplicación.

—Demodoquetambiénhallegadohastati—dijo.Yonoteníanisiquieralafuerzadevoluntadnecesariaparadecirlequetansólo

mesentíaligeramenteindispuesto.Además,nuncaentodamividamehabíasentidomejor.

Todoaqueldía,ydurantetodoeldíasiguiente,elmiedocubriómimentecomoside una capa negra se tratara; no sabía qué era lo que temía, pero desde luego setrataba de algo extremadamente intenso, algo que me resultaba muy próximo. Seacercaba más a cada momento, extendiéndose como un manto de nubes sobre elcielo; pero al tercer día, cansado de encogerme bajo él, supongo que cierto corajeregresó a mí: o bien aquello era resultado de nuestra imaginación, algún trucoprovocadopornuestrosalteradosnerviosoalgoasí,encuyocasoambosestábamos«preocupándonosenvano»,obiendeentrelasinconmensurablesondasemotivasquegolpean lasmentesde loshombres, algoenel interiorde amboshabía intuidounacorriente, una presión. En cualquiera de los dos casos era mucho mejor intentar,aunquefueraenvano,enfrentarseaello.Duranteaquellosdosdíasnohabíatrabajadonijugado;tansólomehabíaencogidoytemblado,demodoquedecidíplanearundíaocupadoparamí,yunanochedediversiónparalosdos.

—Cenaremospronto—dije—,eiremosaverElhombredeBlankleys.YaselohecomentadoaPhilip,quevaavenir,yhetelefoneadoparapedirlasentradas.Lacenaseráalassiete.

Philip,deberíaaclarar,esunviejoamigonuestro,vecinodenuestracalle,doctordeprofesiónymuyrespetado,porcierto.

Jackdejóelperiódico.—Sí, espero que tengas razón—dijo—. No sirve de nada no hacer nada. No

ayudaenlomásmínimo.¿Hasdormidobien?—Sí,estupendamente—respondíconexcesivarapidez,yaqueteníalosnervios

depuntaprecisamentepornohaberpegadoojoentodalanoche.—Ojaláyohubierapodido—dijoél.Asínoíbamosaningunaparte.—¡Tenemos que animarnos! —dije—. Aquí estamos, dos hombres jóvenes y

robustosycontantascausasparaestarsatisfechosdelavidacomopuedasmencionar,abandonándonos a una conducta propia de gusanos. Nuestros temores podríandeberseaalgoimaginariooaalgoreal,peroeselhechodeasustarseloqueresultarealmentedespreciable.Nohaynadaenelmundoaloquetemerexceptoaltemor.Ytúlosabestanbiencomoyo.Ahora,leamosnuestrosperiódicosconinterés.¿Aquiénapoyastú,alseñorDruce,alDuquedePortlandoalTimesBookClub?

Aquel día, por lo tanto, en mi caso fue muy intenso; y pasaron suficientesacontecimientosfrenteaaquelfondonegro,decuyaspresenciasfuiconscientetodo

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el tiempo, comoparapermitirmemantener losojos alejadosde él.Al final, estuveretenidoenlaoficinahastatantardequetuvequevolveraChelseaencoche,envezdehacerlodandounpaseo,comohabríasidomipropósito.

Fue entonces cuando el mensaje, que durante aquellos tres días había estadogorjeando en nuestros receptores (nuestras mentes), haciéndoles estremecerse ycrisparse,llegó.

Cuandollegué,encontréaJackvestido,yaqueapenasfaltabanunminutoodosparalas siete, sentado en la sala de estar. El día había sido cálido y bochornoso, peromientras pensaba en dirigirme a mi habitación me pareció como si de repente sehubieravueltotremendamentefrío,noconlahumedaddelasheladasinglesas,sinocon lacristalinaypenetrantealegríade losdíasquehabíamospasadoenSuiza.Laleña estaba preparada en la chimenea, pero no había sido prendida, por lo quemearrodilléenlaalfombrillaparaencenderla.

—Vaya, pero si esto está helado—dije—. ¡Hay que ver lo burros que son loscriados! Nunca se les ocurre que te pueda apetecer encontrar un buen fuego eninvierno,ydesdeluegojamásenverano.

—Oh,porel amordeDios,noenciendas la chimenea—dijoél—.Es lanochemáscalurosaybochornosaquerecuerdo.

Lemiréasombrado.Mismanosestabantemblandoacausadelfrío.Éllovio.—¡Vaya,perosiestástemblando!—dijo—.¿Tehasresfriado?Porqueesodeque

lahabitaciónestáfría…miraeltermómetro.Habíaunosobreelescritorio.—Veinticinco—dijo.No había discusión posible, y tampoco me apetecía, ya que en ese momento,

repentinamente,nosdimoscuentadequeEso«estaballegando»deunmodotenueydistante.Losentícomounacuriosavibracióninterna.

—Calienteofrío,hedeiravestirme—dije.Aúntemblando,perosintiendocomosiestuvierarespirandoalgúnairerarificado

pero estimulante, me fui a mi habitación. Mi ropa ya estaba preparada pero, pordescuido,nomehabíanllevadoaguacaliente,porloqueaviséalmayordomoconeltimbre.Subiócasial instante,peroparecíaasustado,oasíse loparecióalmenosamisyadeporsíalteradossentidos.

—¿Quépasa?—dije.—Nada,señor—respondió,aunqueapenaseracapazdearticularlaspalabras—.

Penséquemehabíallamado.—Sí.Aguacaliente.¿Peroquéesloquetepasa?Sebalanceóalternativamentesobreunoyotropie.—Creíhabervistoaunadamaenlaescalera—dijo—,subiendomuycercadetrás

demí.Ylacampanade lapuertadeentradanohasonado,oalmenosyono laheoído.

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—¿Dóndecreeshaberlavisto?—pregunté.—Enlaescalera.Ydespuésfrentealapuertadelasaladeestar,señor—dijo—.

Sequedóallícomosinosupierasientrarono.—Alguien…alguiendelservicio—dije.Perodenuevo,aquellasensaciónseabríapaso.—No,señor,noeranadiedelservicio.—¿Quiénera,entonces?—Nopudeverlaconclaridad,señor,estabadifusa.Perocreíquesetratabadela

señoraLorimer.—Oh,veabuscarmealgodeaguacaliente—dije.Peroéltitubeó;evidentementeestabamuyasustado.En esemomento sonó el timbre de la puerta principal. Eran las siete, y Philip

acababadellegarconbrutalpuntualidad,mientrasqueyonoestabanimediovestidotodavía.

—Ésees eldoctorEnderly—dije—.Quizá siyaha llegadohasta las escalerasseascapazdepasarfrenteallugarenelquevistealadama.

Entonces, repentinamente, un grito se extendió por la casa, tan terrible, tanhorrorosoensuagoníaysupremo terror,quesimplementemequedé inmóvilymeechéatemblar,incapazdemoverme.Después,medianteunesfuerzotanviolentoquesentícomosialgosemehubieraroto,recobréelmovimientoycorríescalerasabajo,conelmayordomopisándomelostalones,hastaencontrarmeconPhilip,quellegabacorriendodelaplantabaja.Éltambiénhabíaoídoelgrito.

—¿Quéhapasado?—dijo—.¿Quéhasidoeso?Juntosentramosenlasaladeestar.Jackyacíafrentealachimenea,conlasillaen

la que había estado sentado unos minutos antes volcada. Philip se dirigió a éldirectamenteyseinclinósobresupecho,desgarrandolablancacamisa.

—Abridtodaslasventanas—dijo—,estelugarapesta.Abrimos las ventanas dejando que entrara, o eso me pareció a mí, una cálida

corrientedeairequesearrojósobreelfríopenetrante.FinalmentePhilipselevantó.—Está muerto —dijo—. Dejad abiertas las ventanas. Este sitio rezuma

cloroformo.Paulatinamente,sentícómolahabitaciónibacaldeándose,alavezqueparaPhilip

la droga iba desapareciendo del ambiente, aunque ni mi criado ni yo hubiéramosolidonadaenabsoluto.

Un par de horasmás tarde llegó un telegrama deDavos paramí. En él semepedía que le transmitiera a Jack la noticia del fallecimiento deDaisy, y había sidoenviadoporsuhermana.Ellasuponíaqueélpartiríadeinmediato;nopodíasaberquehacíayadoshorasquesehabíamarchado.

PartíhaciaDavosaldíasiguiente,ymeenteréde loquehabíasucedido.Daisyhabía estado sufriendo durante tres días de un pequeño absceso que debía seroperado, y aunque la operación apenas revestía importancia, se había puesto tan

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nerviosa que el doctor le había aplicado cloroformo. Se había recuperado bien delanestésico,perounahoramástardesufrióunsúbitosíncopeyfallecióaquellamismanoche, un par de minutos antes de las ocho, horario centroeuropeo, lo quecorresponde a las siete en el horario británico.Ella había insistido enqueno se ledijeraaJacknadadeaquellapequeñaoperaciónhastaquehubieseterminado,yaqueel problema apenas tenía relación con su estado general de salud y no deseabacausarleunapreocupacióninútil.

Y así acaba la historia.Ami criado le llegó la visión de unamujer junto a lapuertadelasaladeestar—enlaqueseencontrabaJack—dudandosobresientrarono,justoenelmomentoenelqueelalmadeDaisysecerníaentrelosdosmundos;amímellegó(ynocreoqueseademasiadofantasiososuponeresto)elfríopenetranteyestimulantedeDavos;aPhiliplellegaronlosaromasdelcloroformo.YhastaJack,supongo,debiódellegarsuesposa.Demodoqueseunióaella.

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LASEÑORAAMWORTH

Maxley,elpuebloenelque, lospasadosveranoyotoño,ocurrieronestosextrañossucesos,seextienderevestidodebrezosypinosenunazonaelevadadeSussex.Nosepodríaencontraren toda Inglaterrauna localidadmássaludabley fragante.Sielvientosopladesdeelsur,llegacargadoconlasespeciasdelmar;losaltosmontesqueselevantanhaciaelesteloprotegendelasinclemenciasdemarzo;ylasbrisasquelealcanzan desde el oeste y el norte viajan sobre kilómetros de aromáticos pinos ybrezos.Elpuebloen sí esprácticamente insignificante encuantoapoblación,perorebosacomodidadesybelleza.Justoamediocaminodelacalleúnica,consuanchacarretera y sus espaciosas franjas de césped a cada lado, hay una pequeña iglesianormandayunantiguocementerio;endesusodesdehacemuchotiempo.Apenasunadocenadepequeñasyserenascasasdeestilogeorgiano,consusrojosladrillosysusenormesventanas,cadaunadeellasconunpequeñojardínenlapartefrontalyunomásamplioenlatrasera;unaveintenadetiendasyvariasdecenasdecottages[2]coneltejadodepaja,pertenecientesajornalerosdefincascercanas,formanelramilletecompleto de pacíficas viviendas. La paz habitual, en todo caso, se rompelamentablementelossábadosylosdomingos,yaquenosencontramosenunadelascarreterasprincipalesentreLondresyBrighton,yduranteel finde semananuestratranquila calle se convierte en pista de carreras para veloces automóviles ymotocicletas.

Uncartelalasafuerasdelpuebloquelesruegaquevayandespaciosólopareceencorajinarlesparaqueacelerenlavelocidad,yaquelacarreteraesampliayrecta,yenrealidadnohayrazónparaquenolohagan.Porlotanto,amododeprotesta,lasdamas deMaxley se cubren la nariz y la boca con sus pañuelos cada vez que venacercarseuncoche,aunquecomolacalleestáasfaltada,lociertoesquenonecesitantomaresasprecaucionescontraelpolvo.Paracuandolanochedeldomingoestáyaavanzada,lahordademotoristashaterminadodepasarynospreparamosdenuevopara disfrutar de cinco días de alegre y calmado aislamiento. Las huelgas delferrocarril, que tanto agitanelpaís, apenasnosmolestan,yaque lamayoríade loshabitantesdeMaxleynuncaloabandonan.

Yosoyelafortunadopropietariodeunadeesascasitasdeestilogeorgiano,ymeconsidero no menos afortunado por tener un vecino tan interesante y estimulantecomoFrancisUrcombe,quien,comolosmásauténticosoriundosdeMaxley,nohadormidofueradesucasa,queseencuentrasituadajustoenfrentedelamíaenlacalledel pueblo, desde hace casi dos años, fecha en la que, aun encontrándose en lamediana edad, abandonó suCátedradeFisiología en laUniversidaddeCambridgepara dedicarse por su cuenta al estudio de esos fenómenos ocultos y curiosos queparecenconcernirporigualtantoalaspectofísicocomoalpsíquicodelanaturaleza

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humana.Dehecho,suretironofueajenoaestapasiónporlasextrañaseinexploradaszonas que yacen en los confines y los bordes de la ciencia, cuya existencia es tantozudamente negada por las mentes más materialistas, ya que abogó porque losestudiantes fuesenobligadosapasaralgún tipodeexamensobreelmesmerismo,yporque se realizaran tests de conocimientos sobrematerias como apariciones en elmomento de la muerte, casas encantadas, vampirismo, escritura automática yposesiones.

—Porsupuesto,nomehicieronnicaso—explicabaélmismo—,yaquenohaynada de lo que aquellos pozos de sabiduría esténmás asustados que del auténticoconocimiento,y larutahaciaelconocimientopasaindefectiblementeporelestudiodefenómenoscomoésos.Lasfuncionesdelohumanoson,engeneral,conocidas.Setrataen todocasodeunpaísquehasidoexploradoycartografiado.Peroapartedeésta, existen otras enormes extensiones de terreno sin descubrir, que ciertamenteexisten,ylosverdaderospionerosdelconocimientosonaquellosque,alcostedeserridiculizados por crédulos y supersticiosos, quieren penetrar en esos lugaresbrumosos y probablemente peligrosos. Pensé que podría ser de más utilidadadentrándomeenlanieblasinbrújulanisacodedormirquesentándomeenunajaulacomo un canario, gorgoreando lo que ya sabemos todos.Además, la enseñanza esalgonegativoparaalguienquesólosabeaprender:parasermaestrobastaconserunasnoengreído.

DemodoqueFrancisUrcomberesultabaunvecinoencantadorparaalguienque,como yo, tuviese una curiosidad inquieta y acuciante sobre lo que él llamaba los«lugares brumosos y peligrosos». Por otra parte, la pasada primavera tuvimos unanuevaysinceramentebienvenidaadiciónanuestraagradableypequeñacomunidad,enlapersonadelaseñoraAmworth,viudadeunfuncionariodestinadoenlaIndia.Su esposo había ejercido como juez en las provincias noroccidentales, y tras sufallecimiento en Peshawar ella regresó a Inglaterra. Tras un año en Londres, sedescubrióhambrientapor sustituir lasnieblasy suciedadesde la ciudadpor el airedespejado y el sol del campo. Tenía además un especialmotivo para instalarse enMaxley,yaquesusancestroshabíansidodurantecientosdeañosnativosdellugar,yenelviejocementerio,actualmenteendesuso,seencontrabanvariaslápidasgrabadascon su nombre de soltera: Chaston. Grande y energética, su vigorosa y genialpersonalidad rápidamente condujo a Maxley hacia un grado más elevado desociabilidaddelquenuncahabíadisfrutado.Lamayoríadenosotroséramossolteros,solteronasogentemayornodemasiadoinclinadosaejercerlosgastosylosesfuerzosqueconllevalahospitalidady,hastasullegada,unainvitaciónatomarelte,conunaposterior partidadebridge antes de regresar a casapara una cena solitaria, eran elclímaxdenuestras festividades.Pero la señoraAmworthnosmostróunmodomásgregario de actuar, y predicó con el ejemplo ofreciendo una serie de almuerzosmultitudinariosypequeñascenas,queempezamosaseguir.Inclusoennochesenlasque semejante hospitalidad no se veíamaterializada, un hombre solitario como yo

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mismo encontraba reconfortante saber que una llamada telefónica a la casa de laseñoraAmworth,apenasauncentenardemetrosdelamía,yunapreguntasobresisería posible acercarme después de cenar para disfrutar de unas partidas de piquetantesdeirnosaacostar,provocaríaprobablementeunarespuestapositiva.Allíestaríaesperándome,conunaimpacienciacercanaalacamaradería,paraofrecermeunvasodeoporto,unatazadecafé,uncigarrilloyunapartidadepiquet.Tambiéntocabaelpiano, de unamanera libre y exuberante, y tenía una voz encantadora con la queseguíasupropioacompañamiento;yamedidaquelosdíassealargabany la luzseibarezagandohastaanochecercadavezmástarde,jugábamosnuestraspartidasensujardín,unrefugioparababosasycaracolesquehabíaconseguidotransformar,enelcursodelosmeses,enundeslumbranteylujuriosoconjuntodeflores.Siempreestabaalegre y jovial; se interesaba por cualquier cosa, y destacaba principalmente en lamúsica, la jardinería y en todo tipo de juegos. Todo el mundo (con tan sólo unaexcepción)laapreciaba,todoelmundosentíacomosiellatrajeseconsigoeltónicodeundíasoleado.AquellaúnicaexcepcióneraFrancisUrcombe;yaunasí,tambiénélreconocióqueaunquenofuesedesuagradoestabaampliamenteinteresadoenella.Estosiempremeparecióextraño,yaque tanagradabley jovialcomoera,nopodíaverenellanadaquepudieraprovocarconjeturasodespertarsuposiciones,tansanaypoco misteriosa era su figura. Pero evidentemente no podía haber duda de laautenticidad del interés de Urcombe por ella; uno podía verle observándola yescrutándola.Respectoasuedad,ellamismarevelóvoluntariamentelainformacióndequecontabacuarentaycincoaños;perosuenergía,suactividad,supielquenorevelabalosestragosdeltiempo,supelonegrocomoelcarbón…hacíandifícilcreerquenoestuvieraadoptandoelpocousadorecursodeañadirdiezañosasuedadenvezderestárselo.

También amenudo, amedida que nuestra amistad platónica ibamadurando, laseñoraAmworthmellamabaparaque la invitaraavisitarme.Siyoestabaocupadoescribiendo, debía darle, tras un inevitable tira y afloja, una franca negativa, queproducíaamododerespuestaunarisajovialysusdeseosporunaexitosanochedetrabajo.A veces, antes de queme llamase con su propuesta,Urcombe ya se habíaacercado desde su casa para disfrutar de un cigarrillo y de un rato de charla, y él,oyendo de quién se trataba la posible visitante, siempre me urgía a rogarle queviniera.Ellayyojugaríamosnuestraspartidasdepiquet,medecía,yélobservaría,sino nos molestaba, con el objetivo de aprender las reglas del juego. Aunquesinceramentedudoqueprestasedemasiadointerés,yaquenadapodíaestarmásclaro,salvo que, bajo aquel ático que formaban su frente y aquellas espesas cejas, suatenciónsehallabafija,noenlascartas,sinoenunodelosjugadores.Peroparecíadisfrutarde lashorasquepasábamosasí, y amenudo,hastaunanochede julio enparticular, la miraba con el aspecto de un hombre que se enfrenta a un graveproblema. Ella, entusiasmada y centrada en nuestro juego, no parecía percibir suescrutinio.Entoncesllegóaquellanocheenlaque,alaluzdeloshechosqueluego

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acontecieron, empezó a descorrerse el velo que escondía aquel horror secreto antemis ojos. No lo percibía entonces, perome di cuentamás tarde de que cuando laseñoraAmworthmellamabaparaproponermeunavisita,preguntabanosólosimeencontrabalibre,sinotambiénsielseñorUrcombeestabaconmigo.Deserasí,decía,noqueríaecharaperderlacharladedosviejossolterones,ymedeseabaunasbuenasnochessonriente.

Urcombe, en aquella ocasión, llevaba conmigounamediahora cuando llegó laseñoraAmworth,yhabíaestadohablándomedelascreenciasmedievalesreferentesalvampirismo,unodeesostemasfronterizosquenohabíansidolosuficientementeestudiados antes de ser condenados por la profesión médica al vertedero de lassupersticiones refutadas. Allí estaba, sentado, ceñudo e impaciente, recreando conaquellaextraordinariaclaridadquelehabíaconvertidoenunprofesortanadmirabledurante sus días en Cambridge, la historia de aquellasmisteriosas apariciones. Entodas ellas se repetían los mismos rasgos generales: uno de aquellos espíritusmacabros tomaba posesión de un hombre o una mujer, en cuyo cuerpo habitaba,confiriéndole poderes sobrenaturales, como el vuelo del murciélago, y saciándosemediante festines sangrientos y nocturnos. Cuando su anfitrión moría, continuabaresidiendoenelcadáver,elcualnollegabaacorromperse.Dedíadescansaba,yporla noche abandonaba la tumba para realizar sus horrendas rondas. Ningún paíseuropeo de la Edad Media parecía habérseles escapado; e incluso se habíanencontrado paralelismos con elmito tanto enRomayGrecia como en la tradiciónjudía.

—Es una enorme imprudencia calificar de pamplinas todas esas evidenciasexistentes—dijo—.Cientosdetestigoscompletamenteindependientesendiferentesmomentosde lahistoriahan testificado laexistenciadeestos fenómenos,ynohayunaexplicaciónconocidapormíquecubratodosloshechos.Ysitesientesinclinadoa decir: «Vaya, entonces, si estamos hablando de hechos reales, ¿cómo es que noencontramosvampirosenlaactualidad?»,tepuedodardosrespuestas.UnaesqueenlaEdadMediahuboenfermedadesreconocidas,comolapestenegra,queciertamenteexistieron entonces y que se han extinguido en la actualidad, aunque no por esonegamossuexistencia.Así,aligualquelapestenegravisitóInglaterraydiezmóalapoblación de Norfolk, de la misma manera hubo en este distrito un brote devampirismo,yMaxleyfueelepicentrodelmismo.Misegundarespuestaesaúnmásconvincente,yesque tediréqueenmodoalgunosehaextinguidoelvampirismo.ContodaseguridadhubounbrotehaceunoodosañosenlaIndia.

Enaquelprecisomomentooícómosonabamialdabaconelalegreyperentoriotonoenel cual acostumbrabaa anunciar su llegada la señoraAmworth,demaneraquefuiaabrirlelapuerta.

—Entredeinmediato—dije—yevitequemisangresemehieleenlasvenas.ElseñorUrcombeestabatratandodeasustarme.

Deinmediato,supresenciavitalyvoluminosaparecióinundarlahabitación.

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—¡Ah,magnífico!—dijo ella—.Me encanta que la sangre seme hiele en lasvenas.Continúeconsucuentodefantasmas,señorUrcombe.Adoro loscuentosdefantasmas.

Vique,talycomoerasucostumbre,éllaestabaobservandoatentamente.—No se trata exactamente de un cuento de fantasmas—dijo—.Sólo le estaba

explicandoanuestroanfitriónqueelvampirismoaúnnohadesaparecidodeltodo.LecomentabaquehaceapenasunpardeañoshubounbroteenlaIndia.

Hubounamásqueperceptiblepausa,yvique,siUrcombelaestabaobservando,ellaporsupartetambiénmanteníalamiradafijaenél,alavezquefruncíaelceño.Despuéssurisaalegreinvadióaquelsilenciotantenso.

—¡Oh,qué lástima!—dijo—.Asínomevaustedaasustaren lomásmínimo.¿Dóndeha oído semejante historia, señorUrcombe?Hevivido en la India duranteaños y jamás oí un rumor semejante. Algún cuentista de los bazares debió deinventarlo,sonfamososporello.

PudeverqueUrcombeestabaapuntodeañadiralgo,perosecontuvo.—¡Ah!Probablementeasífuera—dijo.Pero algo había alterado aquella noche nuestra habitualmente tranquila

sociabilidad,algoqueademáshabíaempañadoelhabitualbuenhumordelaseñoraAmworth.Apenasdisfrutódelpiquety,trasunpardepartidas,semarchó.Urcombetambiénhabía permanecido en silencio, dehecho apenasvolvió a hablar hasta queellasehubomarchado.

—Ésehasidouncomentariodesgraciado—dijo—,yaqueelbrotede…deunamisteriosaenfermedad,llamémosloasí,sucedióenPeshawar,laciudadenlaqueseencontrabanellaysumarido.Y…

—¿Ybien?—pregunté.—Élfueunadelasvíctimas—dijo—.Evidentemente,nohabíapensadoeneso

mientrasestabahablando.Elveranofueinusualmentecalurosoyseco,yMaxleysufriómucholasequíay

tambiénunaplagadegrandesynegrosmosquitosnocturnos,cuyapicaduraresultabaespecialmentevirulentaeirritante.Seacercabanflotando,posándosesobrelapielcontantocuidadoquenosenotabanadahastaqueelagudopinchazoanunciabaqueunoacababade ser picado.Nopicabanni en lasmanosni en la cara, sinoque elegíansiempreelcuelloylagargantacomolugardealimentación,ylamayoríadenosotros,al extenderse el veneno, padecimos un brote temporal de bocio. Entonces, más omenosamediadosdeagosto,aparecióelprimerodeaquellosmisteriososcasosquenuestro doctor local atribuyó a la larga ola de calor unida a la picadura de estosvenenososinsectos.Elpacientefueunchicodedieciséisodiecisieteaños,elhijodeljardinero de la señora Amworth, y los síntomas eran una palidez anémica y unapostraciónlánguida,acompañadadegransomnolenciayunapetitoanormal.Tambiéntenía dos pequeños pinchazos en el cuello, donde, según las conjeturas del doctorRoss, debía dehaberlemordido elmosquito.Pero lomás extraño era queno tenía

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hinchazónniinflamacióndeningunaclasealrededordelaspicaduras.Paraentonces,elcaloryahabíacomenzadoadisminuir,peroelairefresconorepercutióenningunamejoría, y el muchacho, a pesar de la cantidad de buena comida que engulló convoracidad,quedóreducidoapocomásquehuesosypellejo.

FuemásomenosentoncescuandomeencontréunatardeconeldoctorRossporla calle, y en respuesta a mi interés por su paciente me dijo que temía que elmuchacho se estuviera muriendo. El caso, confesó, le tenía completamentedesorientado:todoloquepodíasugerireraunadesconocidayperniciosavariedaddeanemia.SepreguntabasielseñorUrcombequerríavisitaralmuchacho,encasodequepudieraarrojaralgunaluzsobreelcaso,ydadoqueUrcombeibaacenaraquellanoche conmigo invité al doctor Ross a que se nos uniese. No podía, dijo, peroaseguró que se acercaría algo más tarde. Cuando llegó, Urcombe consintió deinmediatoenponersuhabilidadasuservicio,yalpuntopartieronjuntos.Viéndomede este modo privado de compañía, telefoneé a la señora Amworth para saber sipodría imponerlemi presencia durante una hora. Su respuesta fue afirmativa y debuengrado,yentreelpiquetylamúsicalahorasealargóhastaconvertirseendos.Mehablódelchicoqueyacíatandesesperadaymisteriosamenteenfermo,ymecontóque le había visitado a menudo, llevándole alimentos delicados y nutritivos. Peroaquel día (y sus ojos se humedecieronmientras hablaba) se temía que había ido avisitarleporúltimavez.ComoconocíalaantipatíaquehabíaentreellayUrcombe,nolecontéquehabíasidorequeridoyconsultado;ycuandoregreséacasaellameacompañóhasta lapuerta,porelplacerdedisfrutardel airenocturnoypara tomarprestadaunarevistaqueconteníaunartículosobrejardineríaquedeseabaleer.

—Ah,estedeliciosoairenocturno—dijoolfateandolujuriosamenteelfrescor—.Elairedelanocheylosjardinessonlosmejorestónicosqueexisten.Nohaynadamásestimulantequeelcontactoconlagenerosamadretierra.Nuncasesienteunotanfrescocomocuandohaestadoescarbandoenelsuelo…lasmanosnegras, lasuñasnegras,lasbotasrecubiertasdelodo…—dejóescaparsujovialyenormerisa.

—Soyunagolosadelaireylatierra—continuó—.Realmenteesperoconansialamuerte,yaqueentoncespodréserenterradayestarérodeadapor todaspartesdelaamable y generosa tierra. Nada de ataúdes de plomo para mí, ya he dadoinstrucciones explícitas al respecto.Claroque, ¿quéharé sin aire?Bueno, supongoque no se puede tener todo. ¿La revista? Mil gracias, se la devolveré lealmente.Buenasnoches:mantengasusventanasabiertasynopadecerádeanemia.

—Siempreduermoconlasventanasabiertas—dijeyo.Mefuidirectamenteamidormitorio,unadecuyasventanasdadirectamenteala

calle,ymientrasmedesnudabacreíoírvoceshablandonomuylejosdeallí.Perosinprestar particular atención, apagué las luces y me hundí directamente en lasprofundidades de un horrible sueño, sugerido y distorsionado, sin duda, por misúltimas palabras con la señora Amworth. Soñé que me despertaba y que las dosventanasdemidormitorioestabancerradas.Medioahogándome,soñéquesaltabade

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lacamaycruzabalahabitaciónparaabrirlas.Lapersianadelaprimeraestababajada,yallevantarlavi,conelindescriptiblehorrordeunaincipientepesadilla,elrostrodela señora Amworth flotando en la oscuridad junto al alféizar, asintiendo ysonriéndome.Volví a bajar la persiana paramantener aquel horror en el exterior ycorrí hacia la otra ventana, situada en el extremo opuesto de la habitación, paraencontrarmedenuevo con el rostrode la señoraAmworth.Entonces el pánicomedesbordó;allíestabayo,asfixiándomeporlafaltadeaireenlahabitacióny,abrieralaventanaqueabriera,el rostrode laseñoraAmworthpenetraríaenel interior,comoaquellos silenciososmosquitos negros que temordían antes de que pudieras dartecuenta.Lapesadillaprogresóhastaelpuntodehacermedespertarentregritos,paraencontrar mi habitación perfectamente tranquila, con las ventanas completamenteabiertas,ambaspersianaslevantadasyunalunaencuartocrecientecuyaluztranquilayoblonga se reflejaba en el suelo.Pero incluso tras habermedespertado, el horrorpersistió,ynodejédemovermeyderevolvermeenellecho.Debíadehaberdormidobastante antes de que la pesadillame asaltara, ya que casi era de día y pronto seempezaronaelevarporelestelossoñolientospárpadosdelamañana.

Acababadebajarlasescalerasaldíasiguiente(yaque,traselamanecervolvíadormirmeprofundamente)cuandoUrcombemetelefoneóparasabersipodíavermede inmediato. Entró, sombrío y preocupado, y pude darme cuenta de que estabachupeteandounapipaquenisiquierahabíacargado.

—Necesitotuayuda—dijo—,demodoqueantesdeberécontartequéesloquesucedióanoche.Acudíconeldoctorzueloaverasupaciente,y leencontréapenasvivo. Inmediatamente diagnostiqué, para mí mismo, lo que significa esta anemia,completamenteinexplicabledecualquierotramanera.Elmuchachohasidopresadeunvampiro.

Dejósupipasobrelamesadedesayunar,juntoalaquemeacababadesentar,ysecruzódebrazos,mirándomefijamentedesdedebajodesusprominentescejas.

—Encuantoalodeanoche—continuó—,insistíenquedebíasertrasladadodelcottagedesupadreamipropiacasa.Ymientraslellevábamosenunacamilla¿conquiénnosencontramossinoconlaseñoraAmworth,queexpresósusorpresaporqueleestuviéramostrasladando?¿Yporquécreestúquedijoeso?

Con un amago de horror, mientras recordaba mi sueño de la noche anterior,acudió a mi mente una idea tan absurda e impensable que instantáneamente larechacé.

—Notengonilamásremotaidea—dije.—Entoncesescucha,mientrastecuentoloquesucediómástarde.Encendítodas

las luces de la habitación en la que se encontraba el muchacho y me quedé allívigilándole.Unaventanaestabaligeramenteabierta,yaquehabíaolvidadocerrarla,yalrededor de la medianoche oí algo que desde el exterior intentaba aparentementeabrirladeltodo.Meimaginéquiénsería(ysí,estábamosamásdeseismetrossobreel suelo) y ojeé a través del borde de la persiana.Me encontré con el rostro de la

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señoraAmworth, y con sumano apoyada en elmarco de la ventana.Me acerquésilenciosamenteaellaydespuéslagolpeéviolentamente;creóquelepilléundedo.

—¡Peroesoes imposible!—grité—.¿Cómoibaa ir flotandoporelairedeesamanera?¿Yparaquéhabríaido?Nomevengasconsemejantes…

Unavezmás,conmásfuerza,elrecuerdodemipesadillameinmovilizó.—Teestoydiciendoloquevi—dijoél—.Yteaseguroquedurantetodalanoche,

hastaque casi se hizodedía, siguió revoloteandopor el exterior como si fueraunterriblemurciélagoqueintentaraentrar.Ahora,analizatodoloquetehecontado.

Empezóacontarconlosdedos.—Uno —dijo—: hubo un brote de una enfermedad similar a la que este

muchachoestápadeciendoenPeshawar,ysumaridofallecióaconsecuenciadeella.Dos: la señoraAmworth protestó antemi decisión de trasladar al chico ami casa.Tres: ella, o el demonioquehabita en su cuerpo,una criatura sindudapoderosaymortal,intentóentrarenlamisma.Yatodoesoañádelelosiguiente:enelmedievohubounaepidemiadevampirismoaquí,enMaxley.Elvampiro,oasílorecogieronlascrónicas,resultóserunatalElizabethChaston…VeoquerecuerdaselnombredesolteradelaseñoraAmworth.Yporúltimo,elchicoestábastantemejorestamañana.Contodaseguridadnoestaríavivoahorasihubierasidovisitadounavezmás.¿Quépiensasahoradetodoesto?

Hubounlargosilencioduranteelcualdescubríqueaquelhorrorasumíavisosdeverosimilitud.

—Tengoalgoqueañadir—dije—quepodríaonopodríateneralgoqueverconesto.¿Dicesque…elespectroseretirópocoantesdelamanecer?

—Sí.Lecontémisueño,ysonriósombríamente.—Sí,hicistebienendespertarte—dijo—.Elavisopartiódetusubconsciente,que

nuncaestácompletamentedormido,y tegritóquetehallabasenpeligromortal.Yasondosrazones,portanto,porlasquedebesayudarme:una,parasalvaralosdemás;laotra,parasalvarteatimismo.

—¿Quéquieresquehaga?—pregunté.—Loprimero,quemeayudesavigilaralmuchacho,yqueteaseguresdequeella

no se le acerca. Por otra parte, quiero que me ayudes a perseguir a esa cosa, adescubrirla y a destruirla. No es humana: es un demonio encarnado. Qué pasostendremosqueseguirparaconseguirlo,aúnnolosé.

Eranya lasoncede lamañana,yde inmediatonosencaminamoshaciasucasaparaqueyopudierainiciarunavigiliadedocehorasmientraséldormíaparapoderrelevarmeaquellanoche,demodoquedurantelassiguientesveinticuatrohorasunodelosdos,oUrcombeoyomismo,estuvoenlahabitaciónconelchico,elcualsefortalecía a ojos vista hora tras hora. El día siguiente fue sábado, y lamañana sepresentabahermosay cristalina.Cuando fui a su casapara reasumirmis tareas, yahabíacomenzadoeltrasiegodemotoresendirecciónaBrighton.Almismotiempovi

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aUrcombequesalíadecasaconunsemblantealegrequepresagiababuenasnoticiassobresupaciente,yalaseñoraAmworth,queconungestodesaludodirigidohaciamí,caminabaporlaanchafranjadecéspedquebordeabalacarreteraconunacestaen la mano. Allí nos encontramos los tres. Pude darme cuenta (y vi que tambiénUrcombe lo hizo) de que uno de los dedos de la mano izquierda de la señoraAmworthestabavendado.

—Buenosdíasaambos—dijoella—.Heoídoquesupacienteestámejorando,señorUrcombe.Hevenidopara traerleunplatode jaleaypara sentarmeunahorajuntoaél.Losdossomosgrandesamigos.Estoyencantadaconsurecuperación.

Urcombesemantuvoensilencio,comosiestuviera reflexionando,ydespués laseñalóconundedoacusador.

—¡Seloprohíbo!—dijo—.Niseleacercaránivolveráaverlo.Yconoceustedlarazóntanbiencomoyo.

Nuncahabíavistooriginarseenunrostrouncambiotanhorriblecomoaquelqueempalideció la cara de la señora Amworth hasta otorgarle el color de una nieblagrisácea. Alzó la mano como para protegerse del dedo que la señalaba dibujandosobreelaireelsímbolode lacruz,yretrocedió trastabillandohacia lacarretera.Seoyóunestruendosobocinazo,elchirriardeunosfrenos,ungritodeaviso(demasiadotarde)procedentedeuncochequepasaba,yunlargoalaridointerrumpidodecuajo.Sucuerporebotócontraelasfaltotrashabersidoaplastadoporlaprimeraruedaantesdecaerbajolasegunda.Sequedóallí,estremeciéndoseyagitándose,hastaquequedócompletamenteinmóvil.

Fue enterrada tres díasmás tarde en el cementerio a las afueras deMaxley, deacuerdoalosdeseosqueellamismahabíadejadoescritosyqueyoyaconocía,yelimpacto que su súbita y horrorosa muerte había causado en nuestra pequeñacomunidadempezóadisminuirgradualmente.Sóloparadospersonas,Urcombeyyomismo,quedóaqueldisgustomitigadoporelconocimientodelalivioquesumuertehabíatraídoconsigo;pero,naturalmente,guardamosnuestroconsueloparanosotrosmismosynodejamosentrevernilamásmínimapizcadelhorrormuchomásintensoquedeaquellamanerasehabíaabortado.

Pero, curiosamente, Urcombe seguía sin estar completamente satisfecho, o almenosesomeparecía,ynuncamerespondíaalaspreguntasquealrespectolehice.Después,amedidaquelosdíasdeunseptiembreserenoyapaciblefueronseguidospor los de octubre, y éstos empezaron a caer como las hojas de los árbolesamarillentos,supreocupacióncesó.Peroantesdequellegaranoviembrelaaparentetranquilidadseconvirtióenhuracán.

Habíaestadocenandounanocheenelextremomásalejadodelpueblo,yaesodelas once emprendí el regreso a mi casa, caminando. La luna tenía una inusualbrillantez,apareciendotodotannítidocomoenungrabado.AcababadepasarfrentealacasaenlaquehabíavividolaseñoraAmworth,juntoalaqueahorahabíauncartelanunciando su alquiler, cuando oí descorrerse el cerrojo de la puerta principal, y

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entonces,conunrepentinoescalofríoquellegóalomáshondodemialma,lavi.Superfil,perfectamenteiluminadoporlaluna,estabadirigidohaciamí,ynohabíaerrorposibleenlaidentificación.Pareciónoverme(dehecho,lasombradelostejosquebordeabansujardínmerodeabadeoscuridad),demodoquecruzóresueltamentelacarreterayentróenlacasadeenfrenteporlapuertaprincipal.Allílaperdídevistacompletamente.

Mirespiraciónibaregresandoabasedepequeñosjadeos,yaquemehabíaechadoacorrer(seguícorriendo,dehecho,lanzandohaciaatrásmiradastemerosas)loscienmetros que separabanmi casa de la de Urcombe. Unminutomás tarde ya estabadentro.

—¿Quévienesacontarme?—preguntó—.Aqueloadivino.—Nocreoquepuedas—dijeyo.—No, realmente no tengo que adivinarlo. Lo sé. Ha vuelto y la has visto.

Cuéntamecómohasido.Lenarrémihistoria.—ÉsaeslacasadelalcaldePearsall—dijo—.Vayamosdeinmediato.—¿Peroquépodemoshacer?—pregunté.—Notengoniidea.Esoesloquetenemosqueaveriguar.Unminutomás tardenosencontrábamos frentea lacasa.Cuandohabíapasado

antes por allí estaba completamente a oscuras; ahora se veían luces encendidas através de algunas ventanas del piso superior. Mientras estábamos allí se abrió lapuertayelalcaldePearsallsalióporella.Nosvioysedetuvo.

—VoyabuscaraldoctorRoss—dijopresurosamente—.Mimujerhaenfermadoderepente.Hacíaunahoraquesehabíaidoalacamacuandohesubidoaacostarmeylaheencontradopálidacomounfantasmaycompletamenteexhausta.Ustedesmeperdonaránpero…

—Unmomento,alcalde—dijoUrcombe—.¿Teníaalgunamarcaenelcuello?—¿Cómo lo ha sabido?—respondió él—.Uno de esosmalditosmosquitos ha

debidodemorderla.Dosveces,además.Aúnsalíasangredelasheridas.—¿Sehaquedadoalguienconella?—Sí,hedespertadoasudoncella.SemarchóyUrcombesedirigióamí.—Ya sé lo que tenemos que hacer —dijo—. Ve a cambiarte de ropa. Nos

encontraremosentucasa.—¿Dequésetrata?—pregunté.—Telodiréenelcamino.Nosvamosalcementerio.

Cuandosereunióconmigo,Urcombeacarreabaunpico,unapalayundestornillador,y se había enrollado alrededor de los hombros un gran ovillo de cuerda.Mientrascaminábamosmeexplicóagrandesrasgoslaatroztareaquenosesperaba.

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—Lo que voy a contarte—dijo—, te parecerá excesivamente fantástico comopara ser creíble, pero antes de que amanezca vamos a ver cosas que superan larealidad.Porunaafortunadísimacoincidencia,hasvistoalespectro,elcuerpoastral,o llámalo como quieras, de la señora Amworth mientras se dirigía a realizar susiniestratarea;porlotanto,ysinlugaradudas,hemosdededucirqueelvampiroquehabitaba en su interior mientras estuvo viva ha sido capaz de animarla estandomuerta.Noesqueseaalgoexcepcional, lollevoesperandodesdehacesemanas.Sitengo razón, encontraremos su cuerpo intacto y sin el más mínimo signo decorrupción.

—Perosillevamuertacasidosmeses—dijeyo.—Aunque llevara muerta dos años, seguiría igual si el vampiro sigue

poseyéndola.Demodoquerecuerda:nadadeloqueveasestanochevaaserlehechoa laverdaderaseñoraAmworth,quedehaber seguidoelcursonaturalde lascosasahoraestaríaalimentandoalahierbaquecrecesobresucuerpo,sinoaunespíritudeinenarrablemaldad.

—¿Peroquéesloquevamosahacerle?—Te lo diré. Sabemos que en estos momentos el vampiro, revestido con su

apariencia mortal, ha salido a cenar. Pero debe regresar antes del amanecer, yentoncesseintroduciráenlaformamaterialqueyaceensutumba.Debemosesperaraqueasísuceda,yentonces,contuayuda,desenterraréelcuerpo.Siheacertado,lapodráscontemplartalycomofueenvida,contodoelvigorquesuespantosadietalehabráproporcionadolatiendoensusvenas.Yentonces,cuandollegueelamaneceryelvampironopuedaabandonarlaguaridadesucuerpo,leatravesaréelcorazónconesto —y señaló el pico—, y tanto ella, que sólo regresa a la vida gracias a laanimaciónqueeldemonioleotorga,comosuinfernalcompañeromorirándeverdad.Despuésdeberemosenterrarlaotravez,yacompletamenteliberada.

Habíamos llegado al cementerio, y gracias a la claridad de la luna no hubodificultadenidentificarlatumba.Yacíaaunosveintemetrosdelapequeñacapillaencuyo porche, oscurecido por las sombras, ambos nos santiguamos. Desde allíteníamosunavistaclaraydespejadadelatumba,yahoradebíamosesperaraquesuinfernalhabitanteregresara.Lanocheeracálidayapenascorríaviento,perocreoqueincluso aunque se hubiera desatado un helado vendaval no lo habría notado, tanintensaeramipreocupaciónporloquelanocheyelamanecerdepararían.Habíaunacampana en la torrecilla de la capilla que marcaba los cuartos de hora, y mesorprendiódescubrirlorápidoquesesucedíanlosrepiques.

Hacíaratoquelalunasehabíapuesto,aunqueuncrepúsculodeestrellasbrillabaenelcielodespejado,cuandodesdelatorresonaronlascincodelamañana.Pasaronun par de minutos más, y entonces sentí la mano de Urcombe golpeándomesuavemente.Almiraren ladirecciónqueseñalabasu índice,pudever lasiluetadeunamujer,altayrobusta,queseacercabadesdeladerecha.Sinhacerruido,conunmovimientoqueseasemejabamásalplanearoalflotarquealandar,sedesplazóa

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travésdelcementeriohacialatumbaquesuponíaelobjetodenuestravigilancia.Larodeóunpardeveces,comoparaasegurarsedequeaquellaerasulápida,yporuninstantepermaneciódirectamentefrenteanosotros.Enlapenumbraalaquemisojosyasehabíanacostumbrado,pudeversucarafácilmente,yreconocersusrasgos.

LaseñoraAmworthsepasóunamanosobreloslabios,comosiseloslimpiase,yrompióareírdeunamaneraquemeerizótodoslospelosdelacabeza.Entoncessaltósobre la tumba, manteniendo las manos elevadas sobre su cabeza, y centímetro acentímetro sehundióen la tierra.LamanodeUrcombehabíapermanecido todoeltiempoagarrándomedelbrazo,comoparaindicarmequenomemoviera,peroenesemomentolaretiró.

—Vamos—dijo.Armadosconelpico,lapalaylacuerdanosaproximamosalatumba.Latierra

eraligerayarenosa,ypocodespuésdequesonaranlasseisyahabíamosconseguidollegarhastaelataúd.Conelpico,Urcombeablandólatierraquelorodeaba;despuésanudólacuerdaalrededordelosagarraderosmedianteloscualessehacíadescenderel ataúd, e intentamos sacarlo del agujero. Fue una tarea laboriosa, y la luz queanunciaba el día empezaba a asomar por el este antes de que hubiéramos logradodepositarlojuntoalatumba.Conlaayudadeldestornillador,Urcomberetirólatapadelataúdypudimosverelrostrode laseñoraAmworth.Losojos,quehabíansidocerrados tras su muerte, se encontraban abiertos, las mejillas presentaban unsaludablerubor,yloslabiosrojosehinchadosparecíansonreír.

—Ungolpeytodohabráacabado—dijo—.Nohacefaltaquemires.Almismotiempo que hablaba volvió a tomar el pico y, colocando la punta sobre el pechoizquierdo,midió la distancia.Y aunque sabía lo que iba a pasar a continuaciónnopuderetirarlamirada…

Agarró el pico con ambasmanos, lo elevó para tomar impulso y después, contodassusfuerzas,lohundióenelpechodeella.Pesealtiempoquellevabamuerta,unmanantialdesangreseelevóaunaalturabastanteconsiderableantesdecaerconun fuerte chapoteo sobre la mortaja. Simultáneamente, surgió de aquellos labiosenrojecidosunhorrorosochillidoqueseelevócomounaestruendosasirenaantesdevolveramorir.Enaquelmomento,taninstantáneoscomounrelámpago,aparecieronen su cara los rasgos de la putrefacción: el rostro adquirió un color ceniciento, lasinfladasmejillassedeshincharon,lamandíbulasedescolgó.

—GraciasaDiosqueyahaacabadotodo—dijoUrcombe,ysinunmomentodepausavolvióaponerlatapadelataúd.

El día estaba cada vezmás cercano, por lo que trabajamos como posesos parabajarelataúdylovolvimosarecubrirdetierra.

LospájarosseafanabanconsusprimerosgorjeosdeldíamientrasregresábamoshaciaMaxley.

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LARECONCILIACIÓN

La casa de los Garth se esconde en una pequeña depresión de las colinas que, alnorte, al este y al oeste, cierran el aisladovalle como si de la palmadeunamanocurvadase tratase.Haciaelsur,dichovalleseensanchaa lavezque lascolinassefundenparadejarpasoaunaampliafranjadellanoarrebatadoalmar,entrecruzadopordiquesdedrenajeyutilizado como tierra depastoreoporunas cuantasgranjasdiseminadasporlosalrededores.Losespesoshayedosyrobledalesquetrepanporlascolinashastasusmismascimascontribuyenacobijaraúnmáslacasa,lacualdormitaenunclimasuaveysoleadomientras lasdesapaciblescumbresqueseerigensobreellasonbarridasporlosvientosdelestequesoplanenprimavera,oporlasráfagasnorteñasquetraeelinvierno;ysentadoeneljardín,disfrutandodelsuavesoldeundespejadodíadediciembre,unopuedeoírcómorugeelvendavalsobrelascopasdelos árbolesde las laderasmás elevadas, yver lasnubes cruzandoa todavelocidadsobre lacabezasin llegarasentirelalientodelvientoque las impelehaciaelmar.Los claros de aquellos bosques aparecen repletos de anémonas y de macizos deprimaveras, ya florecidas antes de que elmásmínimo brote haya aparecido en lastierrasaltas,ysusjardinesaúnbrillanconlasrojasfloresdelotoñomuchodespuésdequetodaslasquerodeanelpequeñopuebloqueseacurrucaenlacimadeunadelascolinassehayanennegrecidoporlasheladas.Sólocuandoelvientosopladesdeelsurserompesucalma,dejandopasoalsonidodelasolasyalsabordelasalmarina.

LacasaensídatadeprincipiosdelsigloXVII,yhaescapadomilagrosamentealasdestructivasmanos de los restauradores. Sus tres pisos fueron construidos con losgrandesbloquesdepiedragristípicosdelaregión;paracubrireltejadoseemplearonlosasdelmismomaterial,entrelascualeshanencontradoanclajenumerosassemillasarrastradasporelviento;ylasvidrierasquetapanlasanchasventanasnosondeunasola pieza, sino de varias. Ni un solo crujido surge de sus suelos de roble; lasescalerassontananchascomosólidas;suartesonadoestanfirmecomolosmurosalosqueestáunido.

Undébilolorahumodeleña,nacidodelossiglosdehoguerasrealizadasensuschimeneas, lo invade todo; eso, y un extraordinario silencio. Un hombre quepermanecieradespiertotodalanocheenunadelashabitacionesnooiríaniunsusurroprocedente de madera quejumbrosa, ni un vidrio tembloroso; ningún sonido delexterior llegaría hasta sus atentos oídos excepto el ulular del búho leonado o, deencontrarnosenjunio,lamúsicadelruiseñor.Enlapartetraseraunafranjadejardínhabía conseguido ser nivelada pese a la oposición de la colina; en la delantera, lainclinación también había sido modificada hasta formar un par de bancales. Bajoellos, una fuente alumbra un pequeño arroyo que, bordeado de tierras pantanosassembradasdejuncos,seuneaotrapequeñacorriente, lacual,muchomássofocada

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por la vegetación, vaga erráticamente por el jardín de la cocina, para corrompersejuntas atravesando las cada vezmás extensasmarismas hasta llegar alCanal de laMancha.Siguiendoelmargenmásalejadodeesteriachueloseextiendeunsenderoque conduce desde el pueblo de Garth, allá arriba en la colina, hasta la carreteraprincipalqueatraviesaelllano.Unpocomásabajodelacasahayunpequeñopuentedepiedraconsupropiapuertaqueatraviesaelriachueloypermiteelaccesoadichosendero.

Viporprimeravezestacasa,delaquedurantetantosañoshesidounconstanteinvitado,cuandotodavíanimehabíagraduadoenCambridge.HughVerrall,elhijoúnico de su viudo propietario, era amigo mío, y cierto agosto me propuso quepasáramos juntos unmes allí. Supadre,me explicó, iba a pasar las siguientes seissemanas en un balneario en el extranjero.Elmío, según tenía entendido, no podíaabandonar Londres pormotivos de trabajo, y aquella parecía unamanera bastantemásagradabledepasarelmesquesiendoelúnicoymelancólicohabitantedelacasaocociéndoseenlaciudad.Demodoquesi laofertameparecíaagradable,noteníamásqueconseguirelpermisodemispadres;él,porsuparte,yahabíaconseguidoeldelsuyo.Dehecho,HughhabíasidoelmotivodequeelseñorVerrallescribieralasiguientecarta,enlacualreflejabacongranlucidezsusopinionessobreelmodoqueteníasuhijodepasareltiempo.

NotequierotodoagostorondandoporMarienbad(decía),yaquenoharíasmásque diabluras y te gastarías todo lo que te queda de paga para el resto del año.Además,tienestrabajopendiente;tututormehainformadodequenohasdadounpalo al agua durante la última evaluación, demodo quemás te valdría empezararecuperareltiempoperdido.VeteaGarth,llévatecontigoaalgúnotrogranujatanperezosoy simpáticocomo tú,ypodrásdedicartea tusestudios. ¡Despuésde todoallí sí que no encontrarás otra cosa que hacer! Además, nadie quiere hacerabsolutamentenadaenGarth.

—Está bien, el granuja perezoso también irá—dije yo.Ya sabía quemi padretampocomequeríaenLondres.

—Teadviertoqueelgranujaperezoso tambiénhade ser simpático¿eh?—dijoHugh—.Bueno,elcasoesquevendrás…¡magnífico!Yaverásquéesloquequieredecirmipadreconesodequenadiequierehacernada.AsíesGarth.

Afinalesdelasiguientesemanayaestábamosinstaladosallí,ynunca,enningunade las primeras impresiones que he recibido viendo algunas de las maravillas delmundo, he sentido un hechizo tan mágico y potente como el que me arrebató elalientoaquellatardedeagostoenlaqueviGarthporprimeravez.Duranteelúltimokilómetro la carretera había serpenteado entre los bosques que cubrían la ladera;entoncesmitaxiemergiócomodeuntúnel,yallí,bajoelcrepúsculo,conlasúltimasllamaradasdelapuestadesolbrillandosobreella,seerguíalaenormefachadagris,

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con sus verdes prados alrededor y su aire de antiquísima tranquilidad. Parecía laencarnacióndelamismaalmayelmismoespíritudeInglaterra:alláalsurestabaelmar,yalrededorproliferabanaquellosbosquesinmemoriales.Comosusrobles,comoelterciopelodesusprados,lacasahabíacrecidodelmismísimosuelo,ylariquezadeésteaúnlanutría.Venecianohabíanacidomásauténticamentedelmar,niEgiptodelmisteriosoNilo,deloqueGarthhabíanacidodelosbosquesdeInglaterra.

Tuvimostiempoparadarunpaseoporlosalrededoresantesdequesesirvieralacena,yHughmecontócasualmente suhistoria.Susantepasados lahabíanposeídodesdelostiemposdelareinaAna.

—Peroaúnsenosconsideraintrusos—dijo—,ynodemasiadofiables,porcierto.Anteriormente,mifamiliahabíaarrendadolagranjaquehayenloaltodelacolina,porlaquedebesdehaberpasadoparallegarhastaaquí,ylospropietariosdelacasaeran los Garth. Fue un Garth, de hecho, quien la construyó durante el reinado deIsabel.

—Ah,entonces tendréisun fantasma—dijeyo—.Eso laharíaperfecta.NomedigasquenohahabidoningúnGarthquehayaencantadolacasa.

—Puedespedirloquequieras—dijoél—,peroesometemoquenotelopodréconseguir. Llegas demasiado tarde: hace cien años sí que se suponía que la casaestabaencantadaporunGarth.

—¿Yquésucedió?—pregunté.—Bueno,nosénadaacercadefantasmas,peropareceserqueelencantamiento

sedesvanecióporsímismo.Debedeseraburridoparaunespíritu,yasabes,esodeestarencadenadoaunsololugar,paseandoporeljardíntodaslastardesyrecorriendolospasillosy lashabitacionesdurante lasnochessinquenadie tehagacaso.Amisantepasadosnolesmolestabaenlomásmínimo,segúnparece,quehubieraonounfantasmaenlacasa.Enconsecuencia,seevaporó.

—¿Ydequiénsesuponíaqueeraelfantasma?—pregunté.—El fantasmadelúltimoGarth,quevivióaquíen tiemposde la reinaAna.Lo

quesucediófuelosiguiente.Unodelosmiembrosmásjóvenesdemifamilia,HughVerrall, igual que yo, se trasladó a Londres en busca de fortuna. Hizomuchísimodineroenpocotiempo,seretiróestandoaúnenlamedianaedadyselemetióenlacabezaquelegustaríaseruncaballerodeesosquevivenenelcampoyqueposeenunabuenahacienda.Siemprelegustóestaregión,demodoquesetrasladóaviviraunacasadelpueblodeahíarribamientrasbuscabaalgomejor,aunquesindudateníatambién otros propósitos. Y es que la casa de los Garth pertenecía en aquellosmomentos a un tipo desenfrenado llamado Francis Garth, un borracho y un granjugador. Hugh Verrall acostumbraba a bajar hasta aquí noche tras noche paradesplumarle.Francisteníaunahija,queporsupuestoeralaherederadellugar,yenun primer momento Hugh empezó a cortejarla con el propósito de casarse, peroviendoqueno le iba a servir denadadecidió apoderarse de la casadeotromodo.Finalmente,alamaneratradicional,FrancisGarth,queparaentoncesyaledebíaami

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ancestroalgoasícomotreintamillibras,apostólaspropiedadesdelosGarthcontrasudeuda.Yperdió.Searmóungranrevuelo,lagentehablabadedadoscargadosydecartasmarcadas,peronadasepudoprobar,por loqueHughdesahucióaFrancisytomóposesióndelacasa.Francisvivióaúnalgunosañosenunagranjadelpueblo,ycadatarderecorríaelsenderohastaaquíparasituarsefrentealacasaymaldecirasushabitantes. Con su muerte se inició el encantamiento, pero después, simplemente,desapareció.

—Quizáesté recuperando fuerzas—sugerí—.Quizápretenda regresar conmásintensidad.Deberíastenerunfantasmaaquí,ytúlosabes.

—Puesmetemoquenohaynirastro—dijoHugh—.Aunquemepreguntositúconsiderarásquesíquedaalguno.Peroesunrastrotantontoquecasimeavergüenzamostrártelo.

—Venga,aquéesperas—dijeyo.Señalóhaciaelgabletequehabíasobrelapuertaprincipal.Bajoél,enunángulo

formado por el tejado, había una gran piedra cuadrada de instalación claramenteposterioral restode lapared.Encontrastecon ladeésta, lasuperficiede lapiedraestabadesmenuzada,yaunqueevidentementehabíasidotalladayaúnsepodíaverlaformadeunescudoheráldico,noquedabani rastrode lasarmasqueenélhubierapodidohaber.

—Es una estupidez —dijo Hugh—, pero también es un hecho que mi padrerecuerdalainstalacióndeesapiedra.Fuecosadesupadre,yenellalucíannuestrasarmas: yapuedesver el estado en el que se encuentra el escudo.Y aunque es unapiedradelazona,delamismaclasequelasdemásdelacasa,apenashabíaquedadocolocada cuando la superficie empezó a deteriorarse. En diez años nuestras armashabían desaparecido completamente. Es curioso que una de las piedras de la casamuestreundeteriorotanrápidocuandolasdemásparecendesafiaraltiempo.

Mereí.—EsohasidocosadeFrancisGarth,sinlugaradudas—dije—.Aúnquedavida

enelviejoperro.—Aveces así lo creo—dijo él—.Quequede claroquenuncahevistoni oído

nada que pudiera hacer pensar lo más mínimo en fantasmas, pero sí he sentidoconstantementelapresenciadealguienqueesperayvigila.Nuncasemanifiesta,peroestáahí.

Mientras hablaba obtuve una ligera impresión psíquica de lo que me estabadiciendo. Allí había algo, algo siniestro y malvado. Pero la impresión sólo fuemomentánea;apenaslahabíapercibidocuandoempezóadesvanecersedenuevo,ylaincreíble y acogedora belleza de la casa se restableció arrollando cualquier otrosentimiento. Si alguna vez existió un lugar habitado por una paz inmemorial, eraaquél.

Nos acostumbramos de inmediato a una rutina deliciosa. Siendo como éramosgrandesamigos,nosencontrábamoscompletamenteagustounoenlacompañíadel

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otro; charlábamos si nos veíamos inclinados a hacerlo, y si reinaba el silencio nohabíaenélnadadeforzado,pudiendoéstecontinuarperfectamentehastaqueunodelosdostuvieraalgoquedecir.Porlamañana,duranteunastreshorasmásomenos,nos aplicábamos al estudio de nuestros libros, pero para la hora del almuerzo yaestaban cerrados y no volvían a abrirse durante el resto del día. Entoncesatravesábamoslasmarismasparadarnosunchapuzónenelmar,opaseábamosporelbosque,ojugábamosalapetancaenunafranjadecéspedquehabíadetrásdelacasa.Eltiempo,completamenteabrasador,fomentabalapereza,yenelinteriordeaquelladepresión formada por las colinas en la que se encontraba la casa resultaba casiimposiblerecordar loqueerasentirsedinámico.Pero, talycomohabía indicadoelpadredeHugh,aqueleraelestadofísicoymentalapropiadopara residirenGarth.Unodebesentirseadormilado,hambrientoybien,perosindeseosnienergías;lavidaavanzabacomoenunestanquerepletodefloresdeloto:suaveytranquilamente,sinpreocupaciones.Serperezososinsentirescrúpulosniremordimientos,sinomásbienunaronroneantesatisfacción,eraactuardeacuerdoconelespíritudeGarth.Peroamedida que los días fueron pasando, supe que bajo aquella satisfacción yacía otracosa,algoquedesdenuestrointeriorsemostrabacadavezmásalertayvigilante,algoquereaccionabaanteaquelloqueasuveznosestabavigilandoanosotros.

Llevábamosallíunasemanacuandouna tardedecalor inmóvilysofocantenosdirigimoshaciaelmarparadisfrutardeunchapuzónantescenar.Eraevidentequeseaproximabaunatormenta,peroparecíaquetendríamostiempodedarnosunbañoyregresarantesdequeestallara.Sinembargo,llegóantesdeloqueesperábamos,yaúnnosencontrábamosaunkilómetrodelacasacuandoempezóalloverintensamenteysinquecorrieranipizcadeviento.Lasnubes,quesehabíanextendidoporelcielo,habíanprovocadounaoscuridad talqueparecíaqueyahubiera anochecido,yparacuandoalcanzamoselpequeñocaminopúblicoquehabíaalotroladodelriachueloyaestábamos completamente empapados. Justo cuando llegamos hasta el puente visobreéllasiluetadeunhombre,ymeextrañédequeestuvieraallí,esperandobajoaqueldiluviosinbuscarcobijo.Mirabaendireccióna lacasa, sinmoverseapenas.Cuandopaséjuntoaélpudeverperfectamentesucara,einstantáneamentesupequehabíavistoaalguienmuyparecidoaélconanterioridad,aunquenopodíaacordarmeexactamente de dónde. Era de mediana edad, iba perfectamente afeitado, y de superfilmagroymorenoemanabauncuriosoairesiniestro.

En todocaso,noera asuntomío siunextrañoelegíapermanecerbajo la lluviacontemplando la casa de los Garth, por lo que di otra docena de pasos antes decomentarleaHughenvozbaja:

—Mepreguntoquéestaráhaciendoesehombre.—¿Hombre?¿Quéhombre?—dijoHugh.—Esehombrejuntoalqueacabamosdepasarenelpuente—dijeyo.Hughsegiróparamirar.—Ahínohaynadie—dijo.

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Parecíaimposiblequeaquelextrañoquesinlugaradudashabíaestadoallíhacíaapenasunpardesegundoshubieradesaparecidoenlaoscuridad,pormuyespesaquefuera,yporprimeravezsemeocurrióqueaquellacriaturaacuyacarahabíamiradopodía no ser de carneyhueso.Pero apenashabía acabadoHughdehablar cuandoseñalóhaciaelsenderoporelqueacabábamosdellegar.

—Sí,esverdad,ahíhayalguien—dijo—.Qué raroqueno lehayavistoantes.Perosileapetecequedarsebajolalluviasupongoqueestáensuderecho.

Seguimos rápidamentenuestrocaminohasta llegara lacasa.Después,mientrasmecambiaba,meestrujéelcerebroparaintentarrecordardóndeycuándohabíavistoaquella cara con anterioridad. Sabía que había sido a una hora bastante tardía, ytambién sabíaquemehabía llamado la atención.Yentonces, súbitamente, llegó larespuesta.Nuncahabíavistoaaquelhombreantes,perosíquehabíavistounretratosuyo, y aquel retrato colgaba en la larga galería que recorría la parte frontal de lacasa,alaqueHughmehabíaconducidoeldíaquehabíallegadoallíyporlaquenohabíavueltoapasar.LasparedesestabanrepletasdecuadrosdeVerrallsydeGarths,yelretratoencuestióneraeldeFrancisGarth.Antesderegresaralaplantabajafuiaverificarlo y comprobé que no había duda posible: el hombre junto al que habíapasadoenelpuenteeralavivaimagendeaquelotroque,enlostiemposdelaReinaAna,habíaperdidolacasaenfavordelparientetocayodeHugh.

NoleconténadadeaaquelloaHugh,yaquenoqueríasugestionarle.Él,porsuparte,novolvióahaceralusiónalencuentro;eraevidentequenolehabíacausadolamásmínimaimpresión,demodoquepasamoslatardedeunamaneracompletamenterutinaria.Alamañanasiguientevolvíamosaestarsentadosconnuestroslibrosenlasalita que da a la parte del jardín en la que jugábamos a la petanca. Cuandollevábamosunahoraestudiando,Hughselevantóparaestirarlaspiernasduranteunpar de minutos y se aproximó a la ventana. Yo no seguí sus movimientos conparticularatención,perosímedicuentadequederepentehabíadejadodesilbaramitaddeunpaseo.Entonceshablóconuntonodevozbastanteextraño.

—Venunmomento—dijo.Cuandomeuníaélseñalóatravésdelaventana.—¿Eséseelhombrealquevisteanocheenelpuente?—preguntó.Yallíestaba

él,alfinaldelapistadepetanca,mirándonosdirectamente.—Sí,esél—dije.—Iréapreguntarlequéestáhaciendoahí—dijoHugh—.¡Acompáñame!Salimosjuntosdelahabitaciónydescendimoselcortopasilloquellevabahasta

lapuertadeljardín.Lasilenciosaluzdelsoldormitabasobrelahierba,peroallínohabíanadie.

—Quéextraño—dijoHugh—.Extrañísimo.Vamosunmomentoa lagaleríaderetratos.

—Nohacefalta—dijeyo.

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—Entonces también tú te has dado cuenta del parecido—dijo—.Dime… ¿Setratasólodeunparecido…oesrealmenteFrancisGarth?Seaquiensea,debedeserelquenoshaestadovigilando.

La aparición, de la que a partir de entonces hablamos como si se tratara deFrancisGarth,habíasidovistayaendosocasiones.Eneltranscursodelasiguientesemana pareció acercarse cada vez más a la casa que en otros tiempos habíaencantado,yaqueHughleviojustoalaentradadelporchequehabíaenlaentradaprincipal.Y dos díasmás tarde, al atardecer, estando yo contemplando la pista depetanca mientras esperaba a que Hugh regresara a cenar, le vi en la ventana,observandomalévolamente el interior de la habitación. Finalmente, un par de díasantesdequemivisitallegaraasufin,mientrasregresábamosdeunatardedepasearsin rumbo por el bosque, le vimos los dos a la vez, frente a la gran chimenea delrecibidor.Enaquellaocasiónlaapariciónnofuemomentánea,yaquepeseanuestrairrupción permaneció allí, sin apercibirse de nuestra presencia durante quizá diezsegundos, y después se dirigió hacia la puerta más alejada de la entrada. Allí sedetuvo y se giró, mirando directamente a Hugh. Entonces le habló y, sin esperarrespuesta,atravesólapuerta.Habíapenetradoenlacasa,yapartirdeaquelmomentosólovolvióaservistoensuinterior.FrancisGarthhabíavueltoatomarposesióndellugar.

Noesquequieraaparentarquelavisióndeesteaparecidonotuvoefectosobremis nervios. Lo tuvo ymuy desagradable;miedo es quizá una palabra demasiadosuperficial para describir lo que sentí. Se trataba más bien de un horror oscuro ysilenciosoquemeinvadía;paraserprecisos,noenelmomentoexactoenelqueveíaalespíritu,sinoalgunossegundosantes,demodoquepodíasabergraciasaaquellasensacióndeterrorextremocuándosuapariciónestabaapuntodemanifestarse.Peromezcladocontodoaquellohabíaunaintensacuriosidadyuninterésporlanaturalezade aquel extraño visitante, el cual, aunque muerto desde hacía tiempo, aúnconservabaelaspectode losvivosycubríaconvestimentasuncuerpoque llevabaaños reducido a polvo. Hugh, en todo caso, no sintió nada parecido; la segundaocupacióndelacasaacargodelespectrolealarmótantocomoaaquellosquehabíanvividoenelladurantesuprimeraaparición.

—Y además resulta tan interesante…—dijo,mientrasme despedía cuandomivisitallegóasutérmino—.Parecequetieneasuntosporresolverenestelugar,pero¿dequéasuntossetratará?Yateinformarésihayalgunanovedad.

Apartirdeentonceselfantasmafuevistodemaneraconstante.Asustóaalgunose interesó a otros, pero nunca hizo mal alguno a nadie. A menudo durante lossiguientescincoañospasétemporadasallí,ynocreoquehubieraningunavisitaenlaqueporlomenosnolevieraenunaodosocasiones.Ysiempresuapariciónmefueanunciadamedianteaquel sentimientode terrorque, trashabercomentadoel tema,supe que ni Hugh ni su padre compartían. Entonces, de manera completamenterepentina, el padre de Hugh falleció. Tras el funeral, Hugh vino a Londres para

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entrevistarsecondiversosabogadosyparaarreglartodoslosdetallesconcernientesaltestamento.Mecontóquedeningunamanera le ibana supadre tanbien las cosascomo aparentaba, y que no sabía si iba a poderse permitir seguir residiendo en unlugar como la casa de los Garth. Pretendía, en todo caso, clausurar un ala de lamansiónyreducirelservicioparaintentarseguirviviendoallí.

—Noquieroabandonarla—dijo—.Dehecho,odiaríatenerquehacerlo.Porotraparte,tampococreoquetuvieramuchasposibilidadesdealquilarla.Elrumordequeestá encantada a estas alturas está completamente extendido, y no creo que fuerademasiadofácilconseguiruninquilinointeresadoenella.Espero,entodocaso,quenoseanecesario.

Peroseismesesmástardesediocuentadeque,peseatodoslosrecortes,yanoeraposibleseguirviviendoallí,demodoqueenjuniomedesplacéparabrindarleunaúltima visita, tras la cual, de no haber conseguido un inquilino, le casa quedaríaclausurada.

—Nopuedoexpresartecómomedisgustatenerquemarcharme—dijo—,peronoqueda otro remedio. ¿Y hasta qué punto crees que resulta ético alquilar una casaencantada?¿Deberíadecírseloalosposiblesinquilinos?Puseunanunciolasemanapasada en Vida Campestre y ya ha contestado un interesado. De hecho llegarámañanaporlamañanaconsuhija,paraecharunvistazo.SellamaFrancisJameson.

—Espero que se lleve bien con el otro Francis —dije—. ¿Le has vistoúltimamente?

Hughdiounbote.—Sí,bastanteamenudo—dijo—.Perohayunacosaquequieroenseñarte.Salun

momento.Mellevóhastalapartefrontaldelacasayseñalóelgabletebajoelcualreposaba

elescudoquehabíacontenidosusobliteradasarmas.—Notedarépistas—dijo—.Sencillamentemiraydimequétesugiere.—Ahí hay algo que está apareciendo—dije—. Puedo ver dos bandas que se

entrecruzansobreelescudoyunartefactoentremedias.—¿Yestássegurodequenolohasvistoanteriormente?—preguntó.—Laverdadesquepensabaque lasuperficieestabacompletamentedesgastada

—dije—.Evidentementenoeraasí.¿Oesquelaestásrestaurando?Serió.—Ciertamenteno—dijo—.Dehecho,loquevesahínoesenabsolutopartede

misarmas,sinodelasdeGarth.—Tonterías.Setratadedosgrietasydelproductodelasinclemenciasdeltiempo,

queporcasualidadseasemejan,perosetratadealgocompletamenteaccidental.Volvióareír.—No te lo crees ni tú—dijo—.Ni yo, por cierto.Es obra deFrancis. Se está

manteniendoocupado.

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A la mañana siguiente me acerqué al pueblo para despachar unos asuntos sinimportancia,ymientrasregresabaporelsenderoquehayfrentealacasaviuncochequellegabahastalapuerta,porloquededujequeelseñorJamesonacababadellegar.Entré en el recibidor y un momento después me detuve con los ojos y la bocacompletamenteabiertos.Yesqueenelinteriorhabíatrespersonascharlando:unaeraHugh,laotraunajovenencantadora,obviamentelaseñoritaJameson,yeltercero,oalmenosesomedecíanmisojos,eraFrancisGarth.Conlamismaseguridadconlaquehabíaidentificadoalespectroconsuretratoquecolgabaenlagalería,identifiquéaaquelhombrecomolavivayhumanaencarnacióndelespectroensímismo.Noesquesepudieradecirquehabíaunparecido:esqueeranidénticos.

Hugh me presentó a sus dos visitantes y pude ver en su mirada que habíaexperimentadolamismasensaciónqueyo.Laentrevistayelintercambiodeinformesacababa evidentemente de empezar, ya que tras esta pequeña ceremonia el señorJamesonsevolvióhaciaHughparadecirle:

—Pero antes de que veamos la casa o el jardín, he de hacerle la preguntamásimportantedetodas,detalmodoquesisurespuestafueseinsatisfactorianoleharíaperdermástiempoconunainútilvisita.

Penséqueseavecinabaunapreguntasobreelfantasma,peromeequivoquéporcompleto. Aquella consideración tan decisiva era acerca del clima, y el señorJameson empezó a explicarle a Hugh, con toda la insistencia del enfermo, susnecesidades.Loqueestababuscandoeraunaatmósferacálidaysosegada,contotalausenciadevientosdelesteydelnorte;unrefugiosoleado.

Lasrespuestasasuspreguntasfueronlosuficientementesatisfactoriascomoparapermitirunainspeccióndelacasa,ydeinmediatoloscuatroiniciamoselrecorrido.

—Adelántate,queridaPeggy,conelseñorVerrall—ledijoelseñorJamesonasuhija—,ydejaqueossigaaunritmomássosegadoencompañíadeestecaballero,sies que él se ofrece gentilmente a escoltarme. De ese modo podremos contrastardiferentesimpresiones.

Semeocurrióquequerríahacernuevaspreguntassobrelacasa,yquepreferiríarecibirlainformacióndealguienquenofueseeldueñoperoqueconocieralacasasinestarligadoalnegocioquesuponíaalquilarla.Ydenuevoesperéoírpreguntassobreelfantasma.Peroloquellegómesorprendiómuchísimomás.

Esperó,evidentementeapropósito,hastaquelaotraparejaseencontraseaciertadistancia,yentoncessevolvióhaciamí.

—Verá,mehaocurridoalgoextraordinario—dijo—.Nuncahabíavistoestacasaantes,ysinembargolaconozcoíntimamente.Tanprontocomollegamosalapuertadeentradasupecómoibaaserestahabitación,ypuedodecirlequéesloquevamosaencontrar cuando sigamos a los otros.Al final de ese pasillo por el que acabandeinternarsehaydoshabitaciones;unadeellasdaaunapistadepetancaquehaydetrásdelacasa,ylaotraaunsenderoquepasajuntoalaventanaydesdeelcualsepuedeobservarel interiordelahabitación.Desdeallí,unaanchaescaleraasciendeendos

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pequeñostramoshastaelprimerpiso,dondeensupartetraseraencontraremosvariosdormitoriosyenladelanteraunahabitaciónalargadaconmuchasventanasymuchoscuadros.Más allá hay otros dos dormitorios y un cuarto de baño entre ellos. Unapequeña escalera, bastante oscura, asciende desde allí hasta el segundo piso. ¿Escorrecto?

—Completamente—respondí.—No piense que he soñado todo esto—dijo—. Son cosas que estaban en mi

subconsciente, no como un sueño, sino como recuerdos reales, como algo que hesabidodurantetodamivida.Ytodovaacompañadoenmimentedeunsentimientode hostilidad. También puedo decirle que hace unos doscientos años uno de misantepasadosdirectosdesposóa lahijadeFrancisGarthyadoptósusarmas.Aestelugar se le llama la casa de losGarth. ¿Es que vivió dicha familia aquí en algunaocasión,otalvezlacasahaadoptadoelnombredelpueblo?

—FrancisGarth fue el último de losGarth que vivió aquí—dije—.Apostó lacasaylaperdióanteunantepasadodirectodelactualpropietario.SunombretambiéneraHughVerrall.

Por un instanteme dirigió unamirada confusa que otorgó a su semblante unaexpresiónagudaymalévola.

—¿Qué significa todoesto?—dijo—.¿Estamos soñandooestamosdespiertos?Hayotracosaquequisierapreguntarle.Heoído…podríansermeroscotilleos…peroheoídoque lacasaestabaencantada.¿Puedecontarmealgoal respecto?¿Havistoalguna vez algo que así lo sugiriera? Digamos, un fantasma, aunque yoparticularmentenocreoenlaexistenciadealgosemejante.¿Havistoalgunavezunaaparicióninexplicable?

—Sí,bastanteamenudo—respondí.—¿Ypodríapreguntarledequésetrataba?—Por supuesto. Era la aparición del hombre del cual estábamos hablando. Al

menos la primeravezque le vi pude reconocerle comoel fantasma, simepermiteemplear la expresión, de Francis Garth, cuyo retrato cuelga en la galería que tancorrectamentehadescrito.

Dudé un momento, preguntándome si no debería decirle que no sólo habíareconocidolaapariciónapartirdelretrato,sinoqueademáslehabíareconocidoaélapartirdelaaparición.Élpercibiómisdudas.

—Hayalgomás—dijo.Porfinmedecidí.—Sí,hayalgomás—afirmé—,perocreoqueseríamejorsivieraustedelretrato

con sus propios ojos. Probablemente podrá revelarle de unamaneramás directa yconvincentedequésetrata.

Subimoslasescalerasquehabíadescritosinpasarantesporlasotrashabitacionesdelaplantabaja,desdelasquenosllegabanlasvocesdeHughydesuacompañante.NotuvequeseñalarlealseñorJamesonelretratodeFrancisGarth,yaquesedirigió

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directamenteaélparacontemplarloensilenciodurantelargorato.Despuéssevolvióhaciamí.

—Demodoquedeberíaseryoelquelehablaraausteddelfantasma—dijo—,envezdeserustedelquemehableamídeél.

En aquel preciso momento se nos unieron los otros, y la señorita Jameson seabalanzósobresupadre.

—Oh,papá,eslacasamásmaravillosaquehevistoenmivida—dijo—.Sitúnolaalquilasloharéyo.

—Échaleunvistazoamiretrato,Peggy—dijoél.Despuésdeestocambiamosdeparejas,ylaseñoritaPeggyyyopaseamosporlos

alrededoresde lacasamientras losotrospermanecíanenel interior.Ella sedetuvofrentealapuertaprincipalparamirarelgablete.

—Esasarmas—dijo—sondifícilesdedistinguir,ysupongoquedebendeserlasdelseñorVerrall,perosonsorprendentementeparecidasalasqueadornanelescudodemipadre.

Tras el almuerzo,Hughy su posible inquilinomantuvieronuna charla privada,concluidalacuallosvisitantessemarcharon.

—Estáprácticamente acordado—dijo cuando regresó al recibidor tras haberlosdespedido—.ElseñorJamesonquierealquilar lacasaduranteunañoconopciónarenovación.¿Quétehaparecidotodoesto?

Examinamoslasituaciónalolargoyaloancho,dearribaabajoydeabajoarriba,yunateoríatrasotratodasfuerondescartadas,yaqueaunquealgunaspiezasparecíanencajar,lasdemásnoseajustabanaellas.Finalmente,trashorasdecharla,acabamosporencontrar,pesea lopococreíbledelasunto,unaexplicaciónrazonable, lacual,aunquepodríanosatisfacerallector,pareceabarcartodosloshechosypresentarloquequizápodríadefinircomounauniformepátinadeinexplicabilidad.

Por lo tanto, para empezar por el principio, y resumiendo los hechos: FrancisGarth,desposeídodemanerapresumiblementefraudulentadesufinca,maldijoalosnuevos propietarios para recorrer aparentemente los pasillos de la casa después demuerto.Despuéssobrevinoun largo intervaloenelquenadasesupodel fantasmalhuésped,peroelencantamientosereanudólaprimeravezqueyoestuveen lacasaacompañando a Hugh. Finalmente, aquel mismo día, había llegado a la casa undescendiente directo de Francis Garth, que además de ser la viva imagen de laaparición que tan a menudo habíamos visto era también idéntico al retrato delmismísimoFrancisGarth.YaantesdequeelseñorJamesonentraraenlacasaestabafamiliarizado con ella y sabía lo que contenía: sus escaleras, sus dormitorios, suspasillos… y recordaba haber estado allí, a menudo con hostilidad en su alma; lamismahostilidadquehabíamosvistoreflejadaenelrostrodelaaparición.¿Porquéno íbamos a ver (y aquí llega la teoría que tan lentamente se había impuesto) enFrancisJamesonunareencarnacióndeFrancisGarth,purgada,pordecirlodealgunamanera,desuantiguahostilidad,yderegresoenlacasaenlaquehabíavividohacía

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doscientos años para volver a encontrar un hogar? Ciertamente, desde aquel díaningunaaparición,hostilomalévola,havueltoamiraratravésdesusventanasoacaminarsobresupistadepetanca.

Finalmentetampocopuedodejardeverunacorrespondenciaentreloqueocurrióentonces y lo ocurrido en los tiempos de la reinaAna, cuandoHughVerrall tomóposesión de la hacienda; muchos podrían ver este suceso como la otra cara de lamoneda,yaqueelúltimoHughVerrall,negándoseaabandonarel lugarporcausasqueahoraseránpuestasdemanifiesto,seestableció,al igualquelohabíahechosuancestro,enunacasadelpueblo,desdelaqueacudióamenudoavisitarlacasaenlaquehabíanacido, la cualvolvía apertenecer a la familiaque laposeía cuando susantepasadosllegaronallí.Tambiénveounacorrespondencia,queabuenseguroHughseríaelúltimoenpasarporalto, enelhechodequeFrancis Jameson,al igualqueFrancisGarth,tambiénteníaunahija.Enestepunto,sinembargo,mecomplacedecirqueesaestrictacorrespondenciaseharotoabruptamente,yaquemientrasalprimerHughVerrall lefallólasuertecuandodecidiócortejara lahijadeFrancisGarth,elsegundoHughVerrallhagozadodemuchamásfortunaensupropósito.Dehecho,acaboderegresardesuboda.

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BAGNELLTERRACE

LlevabadiezañosviviendoenBagnellTerrace[3]y,comotodosaquellosquehansidolo suficientemente afortunados para asegurarse un lugar en esta calle, estabaconvencidodequeencuantoacomodidad,convenienciaytranquilidadnoteníarivalnialolargonialoanchodeLondres.Lascasassonpequeñas;ningunodenosotrospodríaofrecerniunafiestanocturnaniunbaile,pero lociertoesqueaquellosquevivimos en Bagnell Terrace no deseamos hacer nada parecido. No nos gustan losbullicios nocturnos y, afortunadamente, tampoco es que tengamos que soportarexcesivosalborotosduranteeldía,yaquesinoshemostrasladadoaBagnellTerraceha sido para poder anclarnos en aguas tranquilas. Como se trata de un cul-de-saccerradoenunodesusextremosporunaaltaparedde ladrillos,sobre lacualen lasnochesdeveranolosgatospaseanligeramentecuandovanavisitarasuscolegas,nisiquiera tenemos que soportar el ruido del tráfico. Incluso los gatos de BagnellTerrace han adquirido algo de su discreción y su tranquilidad, ya que nunca seenzarzanlosunosconlosotroseninterminablesintercambiosdechillidosagónicoscomohacensusprimosenlugaresdeconductamenosapropiada,sinoquesesientanymantienendiscretasreunionesdelmismomodoenqueloharíanlospropietariosdelascasasenlasquecondesciendenenseralojadosyalimentados.

Pero,aunqueestabamásquesatisfechodeencontrarmeenBagnellTerraceynoencualquierotrolugar,aúnnohabíaconseguido,yempezabaatemermequejamásconseguiría,lacasaenconcretoqueambicionabasobrecualquierotra.

Estabaalfinaldelacalle,juntoalmuroqueladelimitaba,ysediferenciabaenunaspectodetodaslasdemás,quetanparecidassonentresí.Lasotrastienenpequeñosjardines en la parte delantera, en los que cada primavera brotan nuestras flores,ofreciendounaaparienciamuyalegre.Pero los jardines sondemasiadopequeñosyLondres demasiado poco soleado como para permitir un mínimo de horticulturaefectiva.Entodocaso,lacasaalaqueyohabíadirigidomisojosenvidiososdurantetantotiemponoteníajardín;ensulugar,elespaciohabíasidoutilizadoparaconstruiruna gran habitación cuadrada (ya que un pequeño jardín puede dar para unahabitación bien espaciosa), conectada con la casa por un pasillo cubierto. Lashabitaciones deBagnellTerrace, aunque soleadas y agradables, no eran demasiadograndes,ymeparecíaqueunahabitaciónespaciosarepresentaríael toquefinalqueotorgaríalaperfecciónaaquellasdeliciosasresidencias.

Sin embargo, los habitantes de aquel deseable domicilio representaban unaespeciedemisterioparanuestro reducidocírculovecinal; aunque sabíamosqueunhombrevivíaallí(yaqueocasionalmentelehabíamosvistoentrarosalirdelacasa),nadie le conocía personalmente. Un aspecto curioso era que, aunque todos noshabíamos tropezado con él en la calle (enmuypocasocasiones, eso sí), había una

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considerable discrepancia sobre la impresión que nos había causado a cada uno.Poseíaciertamenteunosandaresenérgicos,comosiaúndisfrutasedetodoelvigordelavida;peromientrasyocreíaquesetratabadeunhombrejoven,HughAbbot,quevivíaenlacasadeallado,estabaconvencidodeque,apesardesuvigor,nosóloeramayor, sinomuymayorademás.Hughyyo,amigosysolterospara toda lavida,amenudo discutíamos sobre él en las erráticas conversaciones que manteníamoscuandosedejabacaerpormicasaparadisfrutardeunapipadespuésde lacena,ocuando yo me acercaba a la suya para una partida de ajedrez. No sabíamos sunombre, demodoque, envirtuddemideseopor su casa, le llamábamosNabot[4].Amboscoincidimosenquehabíaalgoextrañoenél,algodesconcertanteyelusivo.

YohabíaestadounpardemesesenEgiptoduranteelinvierno;lanochesiguienteamiregresoHughcenóconmigoy, tras lacena, lemostréaquellos trofeosque losmásdecididosson incapacesde resistirseacomprarcuando lessonofrecidosenelValledelosReyesporalgúnsimpáticorufiándepielrequemada.Saquéporlotantovarias cuentas (no tan azules como habían parecido allí) y uno o dos escarabajos,reservandoparaelfinallapiezadelaquemásorgullosoestaba:unapequeñaestatuade lapislázuli de un gato, que apenasmedía cinco centímetros. Se sentaba erguidosobreloscuartostraseros,levantandolosdelanteros;y,apesardelareducidaescala,lasproporcionesestabantanbienytanagudahabíasidolavisióndelartista,quedabala impresión de sermuchomás grande.Mientras permaneció en lamano deHughpudecomprobarqueciertamenteeramuypequeño.Perosinoloteníaa lavista, laimagenmentalquesiempremehacíaeraladealgomuchomásgrandedeloqueenrealidadera.

—Y lo curioso—dije—esque aunque se trata condiferencia de lomejor quecompré,pormividaquenopuedorecordardóndelohice.Dealgunamanerasientocomosisiemprelohubieratenido.

Lohabíaestadomirandoconmuchaatención.Despuésselevantóbruscamentedesusillaylodejósobrelarepisadelachimenea.

—Creoquenomegusta—dijo—,ynopuedodecirteporqué.Oh,setratadeunexcelentetrabajodeartesanía;nomereferíaaeso.¿Ydicesquenorecuerdasdóndeloconseguiste?Esosíqueesextraño…Bueno,¿quétalunapartidadeajedrez?

Jugamosunpardepartidas, sindemasiadaconcentracióno fervor,yenmásdeunaocasión levi lanzar rápidasyperplejasmiradasamipequeña figurita sobre larepisadelachimenea.Peronodijonadamássobreella,ycuandohubimosfinalizadonuestraspartidasmeofreciólasúltimasnoticiasdelacalle.Unacasahabíaquedadovacanteyhabíasidoinmediatamentereocupada.

—¿NoseráladeNabot?—pregunté.—No,ladeNabotno.Nabotaúnsigueahí.Pisandofuerte.—¿Algunanovedad?—pregunté.—Oh, alguna que otra cosa. Últimamente le he visto con frecuencia, y sin

embargoaúnnopuedohacermeunaideaclaradecómoes.Meloencontréhacetres

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días,alsalirdemiportal,ypudeecharleunbuenvistazo.Porunmomentocoincidícontigoenquesetratadeunhombrejoven.Entoncessevolvióyduranteunsegundomemiródirectamentealacara,ypenséquenuncahabíavistoaalguientananciano.Espantosamentevivo,peromásqueviejo…antiguo,primitivo.

—¿Yentonces?—pregunté.—Pasó de largo, y me encontré una vez más, como ya me ha ocurrido tan a

menudo,completamente incapazde recordarcómoerasucara.¿Eraviejoo joven?Nolosabía.¿Cómoerasuboca?¿Cómosunariz?Perosindudaeraelinterrogantesobresuedadelmásdesconcertante.

Hughestirólospieshaciaelfuegoysehundióenelsillón,lanzandounanuevamiradayfrunciendoelceñoendirecciónamigatodelapislázuli.

—Aunque,despuésdetodo,¿quéeslaedad?—dijo—.Medimoslaedadconeltiempo. Decimos: «tantos años», y olvidamos que aquí y ahora estamos en laeternidad,delmismomodoquenoshallamosenunahabitaciónoenBagnellTerrace,aunquelaprimeraafirmación,queformamospartedelinfinito,seamuchomáscierta.

—¿QuétieneesoqueverconNabot?—pregunté.Hughgolpeósupipacontralasparedesdelachimeneaantesdecontestar.—Bueno,probablementetesonaráachifladura—dijo—,amenosqueEgipto,la

tierra de los antiguosmisterios, haya ablandado tu corteza dematerialista, pero enaquel momento se me ocurrió que Nabot pertenece a la eternidad de una maneramucho más evidente que nosotros. Nosotros también pertenecemos a ella, porsupuesto;nopodemosevitarlo;peroélestámenosimplicadoenesteerroroilusiónque llamamos tiempo.Hay que ver, suena increíblemente tonto cuando lo expresoconpalabras.

Mereí.—Metemoquemicortezamaterialistatodavíanosehaablandadolosuficiente

—dije—. Lo que estás diciendo implica que piensas queNabot es una especie deaparición,un fantasma, ¡unespíritumuertoque semanifiestacomounserhumanoaunquenoseaunodenosotros!

Volvióarecogerlaspiernas.—Sí,hadeserunatontería—dijo—.Además,últimamentehaestadomuchomás

alavista,ynopodríamosestarviendounfantasmatodosalavez.Nosucedeasí.Yhanempezadoaoírse sonidosen lacasa, sonidosalegresyescandalososquehastaahoranohabíaoídonunca.Alguientocauninstrumentoquepareceunaflautaenesahabitacióngrandequetantoenvidias,yotroleacompañallevandoelritmoconunaespecie de tambores. Es una música curiosa; se oye a menudo por las noches…Bueno,eshoradeiraacostarse.

Denuevoobservólaestatuillaquereposabasobrelachimenea.—Vaya,perosiesungatobastantepequeño—dijo.Estome interesó sobremanera, ya que no le había comentado la impresión que

dejabaenmimentedequeeramásgrandequesusdimensionesreales.

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—Elmismotamañodesiempre—dije.—Naturalmente.Peroporalgunarazónhabíaestadopensandoenellaa tamaño

real—dijoél.Leacompañéhastalapuertaypaseéconélenlaoscuridaddeunanochecubierta.

A medida que nos acercábamos a su casa vi las grandes manchas de luz que sereflejabanenlacalzadatrassalirporlasventanasdelahabitacióncuadradadelacasadeallado.Derepente,Hughapoyólamanosobremibrazo.

—¡Escucha!—dijo—.Ahíestánlasflautasylostambores.Eraunanochemuytranquilapero,pormuchoqueescuchara,nopodíaoírnada

másqueeltráficodelacallealaquesalíalanuestra.—Nooigonada—dije.Y en el mismo momento en el que empecé a hablar pude oírlo. La plañidera

músicamellevóderegresoaEgipto:elruidodeltráficoseconvirtióenelsonidodeuntambor,ysobreélflotabanloslamentosychillidosdelaspequeñasflautasdecañaqueacompañanalasdanzasárabes,sintononiritmoytanviejascomolostemplosdelNilo.

—EscomolamúsicaárabequeseoyeenEgipto—dije.Mientrasestábamosallíescuchando, lamúsicacesóasusoídos,asícomoa los

míos,deformatanrepentinacomohabíaempezado,ysimultáneamenteseapagaronlaslucesdelahabitacióncuadrada.

EsperamosunmomentoenlaaceraopuestaalacasadeHugh,perodelapuertadealladonovolvióasurgirningúnsonido,niningunaluzdesusventanas…

Megiré,eraunanochebastantefríaymásparaalguienreciénregresadodelsur.—Buenasnoches—dije—;yanosveremosmañana.Mefuidirectamentea lacama,medormí inmediatamenteymedespertécon la

impresióndeunsueñovívidograbadoenmimente.Habíamúsicaenél,músicaárabequemeresultabafamiliar;sedesvaneció,perotuvetiempodereconocerlacomounarevisióndeloshechosdeaquellanocheantesdevolveradormirme.

Rápidamenterecuperélasrutinashabitualesdemivida.Teníatrabajoquehacer,yamigos a los que ver; los hechos acaecidos a cada minuto de cada día se ibanañadiendoalgrantapizdelavida.Pero,dealgunamanera,unnuevocaboempezóaenredarseenél,aunqueenaquelmomentonoloreconocícomotal.Parecíatrivialyextraño que oyera a menudo un par de compases de aquella extraña música quesurgíade lacasadeNabot,yque tanprontocomocapturabamiatencióndejaradeoírse, como si hubiese sido producto demi imaginación. Era trivial, también, quevieratanamenudoaNabotentrandoosaliendodesucasa.Yentonces,undía,tuveunavisióndeélqueeracompletamentediferenteatodaslasquelahabíanprecedido.

Estabaunamañanaasomadoalaventanadelahabitaciónquedaalacalle.Habíatomadoperezosamentemigatode lapislázuliy lomanteníademodoque la luzdelsolbrillarasobreél,admirandolatexturadesusuperficieque,dealgunamanera,yaunsiendodepiedra,recordabaaladelapiel.Entonces,demaneracasual,apartéla

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mirada,yallí,apenasunosmetrosmásallá, inclinadosobre lavallademi jardínyobservandoatentamenteloqueteníaentrelasmanos,estabaNabot.Susojos,fijosenlaestatuilla,parpadearonalsoldeabrilconunasatisfacciónsensualyronroneante.YHugh tenía razónen lo referenteasuedad;noeraniviejoni joven,sinomásbienatemporal.

El momento de percepción pasó; alumbró mi mente como el foco rodante dealgún faro lejano. Fue un rayo de iluminación y enseguida volvió a apagarse, demodoquequedógrabadoenmimenteconscientecomounaalucinación.Derepente,él pareció darse cuenta de mi presencia y, dándose la vuelta, siguió su recorridocaminandoenérgicamente.

Recuerdo haberme alterado bastante, pero el efecto pronto se desvaneció, y elincidente pasó a ser otra de esas trivialidades que provocan una impresiónmomentáneayluegodesaparecen.Tambiénfuecurioso,aunquenodestacable,queenmás de una ocasión viese a uno de esos discretos gatos de los que ya he habladosentadoenelpequeñobalcónquehayfrentealahabitaciónqueacabodemencionar,observandoconatenciónelinterior.Meencantanlosgatos,yenvariasocasionesmelevanté para abrirle la ventana e invitarle a entrar; pero cada vez que me movíasaltabaysemarchaba.Yabrildiopasoamayo.

Unanochedeaquelmesregreséacasadespuésdeunacenaparaencontrarmeunmensaje de Hugh en el que me decía que debía llamarle en cuanto llegase. Merespondióconunavozbastanteexcitada.

—Penséquequerríassaberloenseguida—dijo—.HaceunahorahancolocadouncartelfrentealacasadeNabotquedicequeestáalaventa.LosagentessonMartinySmith.Buenasnoches;yoyamehabíaacostado.

—Eresunamigodeverdad—dije.Por supuesto, a primera hora de la mañana me presenté en la oficina de los

agentes inmobiliarios.Elprecioerabastantemoderadoy laescrituraperfectamentesatisfactoria.Podíandarmelasllavesalmomento,yaquelacasaestabavacía,ymeprometieronquepodríadisponerdeunpardedíasparadecidirme,duranteloscualestendríaprioridadsobreelderechodecomprasiestabadispuestoapagarlatotalidaddelpreciorequerido.Si,entodocaso,sólopodíahacerlesunacontraoferta,nopodíangarantizarmeque los fideicomisarios aceptasen…Completamente excitado, con lasllavesenmisbolsillos,meapresuréaregresaraBagnellTerrace.

Encontré la casa completamente vacía, no sólo de habitantes sino deprácticamente cualquier cosa.Desde la buhardilla hasta el sótano, no había ni unasola persiana, ni un solo fleje, ni una sola barra para colgar las cortinas. Muchomejor, pensé yo, así no habría que retirar ningún accesorio del anterior inquilino.Tampocohabíani rastrode restosde lamudanza,pajaopapeldeembalar; la casaparecíapreparadaparaquellegaraunocupanteenlugardeestarreciénabandonadaporotro.Todoestabaenunordenimpoluto:lasventanaslimpias,lossuelosfregados,lapinturaylasmaderasbrillantes…setratabadeunaviviendalimpia,lustrosaylista

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para ser ocupada. Mi primer movimiento, por supuesto, fue inspeccionar lahabitaciónañadidaquerepresentabasuprincipalinterés,ymicorazónsaltódealegríaalavistadesucapacidad.Aunladohabíaunaenormechimenea,alotrounaseriedetuberíasprovenientesdelacalefaccióncentralenroscadasentresí,yalotroextremo,entre las ventanas, un nicho hundido en la pared, como si ésta hubiera contenidoalgunavezunaestatua;podríahabersidodiseñadoexpresamenteparamiPerseodebronce. El resto de la casa no presentaba rasgos particulares; seguía la mismaplanificaciónque lamía,yelconstructor,que la inspeccionóaquella tarde,declaróqueestabaenexcelentescondiciones.

—Parececomosiacabaradeconstruirseynadiehubieravividonuncaenella—dijo—,yporelprecioquehamencionadoesdecididamenteunaganga.

FuelomismoquesorprendióaHughcuando,alregresardelaoficina,learrastréhastaallíparaquelaviera.

—Vaya, pero si parece nueva—dijo—.Y sin embargo sabemos queNabot hapasado aquí años, y desde luego estaba aquí la semana pasada. Y hay otra cosa,¿cuándohatrasladadosusmuebles?Nohanllegadofurgonetas,queyohayavisto.

Yo estaba demasiado satisfecho por haber conseguido el deseo de mi corazóncomoparaanalizarcualquierotraconsideración.

—Oh,nopuedoperdereltiempoendetallessinimportancia—dije—.Miraquéespléndida habitación. Ahí, el piano; la pared, recubierta de estanterías; el sofá,enfrentedelachimenea;Perseo,enelnicho.Vaya,siesqueestabahechaparamí.

Transcurridos los dos días especificados, la casa ya fuemía, y tras unmes deempapelary templar,modificar la instalacióneléctricay colocarpersianasybarraspara las cortinas, empecé a mudarme. Dos días bastaron para trasladar todos misbienes,yalfinalizarelsegundomicasaestabacompletamentevacíaexceptopormidormitorio, cuyos contenidos serían trasladados al día siguiente. Mis criados yaestabaninstaladosenlanuevaresidencia,yaquellanoche,trasunaapresuradacenaconHugh,regreséaellaparatrabajarunpardehorasmás,acarreandoyordenandolibrosenlahabitacióngrande,yaqueeramipropósitoacomodarlaenprimerlugar.Paraestarenmayolanocheerainusualmentefría,porloquehabíaordenadoqueseencendieseunfuegoenlachimenea,alcualdecuandoencuandoagregabaleños,enlos intervalos que quedaban al quitarle el polvo a mis volúmenes y colocarlos.Finalmente,cuandolasdoshorassehubieronalargadohastatres,decidídejarloporelmomentoy,realmentecansado,mesentéenelbordedelsofáparadescansaralavezquecontemplabaconsatisfacciónel resultadodemisesfuerzos.Enaquelmomentofuiconscientedequelahabitaciónolíaacerrado,aunquedeunmodoaromáticoquemerecordabaaloscuriososefluviosqueflotanenelinteriordelostemplosegipcios.Pero lo atribuí amis polvorientos libros y a los leños que estaban ardiendo en elhogar.

La mudanza se completó al día siguiente, y una semana más tarde ya estabainstalado allí tan cómodamente como lo había estado en la otra casa durante años.

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Mayopasódelargo,ytantojuniocomominuevacasanodejarondedarmeungranplacer;siempreeraunlujoregresaraella.Entoncesllegóaquellatardeenlaquealgoextrañosucedió.

Aunqueeldíahabíasidohúmedo,elambientesehabíadespejadounpocohaciamediatardeylasacerasprontosesecaron,sibienlacalzadapermanecióligeramentemojada y resbaladiza. Me hallaba cerca de mi casa, a la cual estaba regresando,cuandoviaparecereneladoquinado,aunpardemetrospordelantedemí,lahuelladeunzapatohúmedo,comosialguieninvisibleacabaradepisarallí.Despuésotra,yotra más, se imprimieron con vigor, dirigiéndose hacia mi casa. Por un momentopermanecí paralizado; después, con el corazón latiéndome con fuerza, las seguí.Aquellas extrañas huellasme precedieron hasta la puerta; había una apenas visiblejustoenelumbral.

Entré cerrando la puerta a mis espaldas con, debo confesar, suma celeridad.Mientrasestabaallíoíunfuerteestruendoprocedentedemihabitación,elcual,pordecirlo de algún modo, ahuyentó mi miedo, y corrí por el pequeño pasilloirrumpiendo en ella. Allí, en el extremo más alejado de la habitación, estaba miPerseodebronce,caídoenel suelo.Ysupe,poralgúnsexto sentidoquenopuedoexplicar,quenoestabasoloenlahabitación,yqueaquellapresencianoerahumana.

Elmiedoesunacosabienextraña;amenosquesea tanarrolladorqueanule lavoluntad, siempre produce una reacción: cuanto coraje tengamos se alza paraenfrentarseaél,acompañadodelarabiaporhaberpermitidolaentradaatanmolestointruso.Sin lugaradudas,éseeramicasoenaquelmomento,por loqueconseguíoponer una resistencia emocional efectiva.Mi criado llegó corriendo para ver quéhabía sidoaquel ruido,y juntos levantamosaPerseoyexaminamos la causade sucaída. Estaba claro: un gran fragmento de yeso se había desprendido del nicho ydebería ser reparado y reforzado antes de volver a reinstalar la estatua.Simultáneamente, el miedo y el sentimiento de una presencia inexplicable en lahabitaciónsedesvanecieron.Laspisadasenelexteriorseguíansinexplicación,peromedijeamímismoqueponermeatemblarporcadacosaquenoentendierahabríarepresentadoelfindemitranquilaexistenciaparasiempre.

Aquella noche cené con Hugh; había pasado fuera la última semana y habíaregresadoaquelmismodía,anunciandosullegadayproponiendounacenaantesdeque hubieran acontecido aquellos sucesos ligeramente inquietantes. Noté quemientrasestuvoallícharlandoduranteunpardeminutos,habíaolfateadoelaireenuna o dos ocasiones, pero no había hecho ningún comentario, ni yo le habíapreguntadosipercibíaelextrañoydébilaromaquedevezencuandosemanifestabatambién ante mí. Sabía que su regreso representaba un gran alivio para unatemblorosaysecretapartedemímismo,yaqueestabaconvencidodequeseestabadesarrollandoalgunaperturbaciónpsíquica,biensubjetivamenteenmimenteobienrealydesdeelexterior.Encualquiercaso,supresenciaerareconfortante,noporqueél pertenezca a esa obstinada raza que no cree en nada más allá de los hechos

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materiales de la vida y se burla de esas misteriosas fuerzas que rodean y tanextrañamentepenetran laexistencia,sinoporque,creyendocompletamenteenellas,tiene el firme convencimiento de que los poderes mortales y malvados queocasionalmente irrumpen en la aparente seguridad de la existencia, en realidad nodeben ser temidos, ya que sonmantenidos a raya por fuerzas aúnmás poderosas,preparadasparaayudaratodosaquellosqueconocensucuidadoprotector.Respectoa si pensaba contarle lo que me había ocurrido aquel día, aún no estabacompletamenteseguro.

Nofuehastadespuésdecenarquedichostemasaparecieronenlaconversación,pero ya había visto que estaba pensando en algo de lo que todavía no me habíahablado.

—¿Quétaltunuevacasa?—dijofinalmente—.¿Siguesiendotanidealcomotelaimaginabas?

—Mepreguntoporquésetehabráocurridoeso—dije.Meechóunrápidovistazo.—¿Nodeberíainteresarmeportubienestar?—preguntó.Sabíaquesepreparabaalgo,siledejabaquecontinuase.—Meparecequeno tehagustadomicasadesdeunprimermomento—dije—.

Creo que piensas que hay algo raro en ella. Te reconoceré que elmodo en que laencontramos,completamentevacía,fueunpocoextraño…

—Fuemuyextraño—dijoél—.Peromientraspermanezca igualdevacía,salvoporlosobjetosquetúhayasllevado,todoirábien.

Ahoraqueríapresionarleunpocomás.—¿Quées loquehasolidoesta tardeen lahabitacióngrande?—dije—.Tehe

visto husmeando y olfateando. Yo también he olido algo. Veamos si ha sido lomismo.

—Un olor extraño—dijo él—.Algo polvoriento y rancio, pero aromático a lavez.

—¿Yquéotrascosashasnotado?—pregunté.Hizounapausa.—Creoque te lo diré—dijo—.Esta tarde, desdemi ventana, te he visto venir

caminando por la calzada, y al mismo tiempo he visto, o he creído ver, a Nabotcruzandolacalleycaminandojustodelantedeti.Mehepreguntadositútambiénlehabíasvisto,yaquetehasdetenidojustocuandosehacolocadofrenteati,ydespuéshasempezadoaseguirle.

Sentí cómomis manos se habían quedado repentinamente heladas, como si lacálidacorrientedemisangresehubieracongelado.

—No,nolehevisto—dije—,perohevistosuspasos.—¿Quéquieresdecir?—Justoloqueacabodedecir.Hevistounashuellasfrenteamíqueseguíanhasta

elumbraldemicasa.

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—¿Ydespués?—Entré,ymesobresaltóun tremendoestruendo.MiPerseodebroncesehabía

caídodesunicho.Yhabíaalgoenlahabitación.Oímos un ruido de arañazos en la ventana. Sin decir nada, Hugh se levantó y

retirólacortina.Enelalféizarhabíaunenormegatogrissentado,parpadeandoantelaluz.Hughfueaabrirlaventana,yalverleaproximarseelgatosaltóaljardín.Laluzsedesparramóporlacalleyambospudimosver,justoenlaacera,lasiluetadeunhombre.Sevolvióymemiró,ydespuéssedirigióhaciamicasa,hacialapuertadeallado.

—Esél—dijoHugh.Abrió la ventana y se inclinó hacia afuera para ver dónde se habíametido.No

habíanirastrodeélporningunaparte,peroviquehabíaluztraslaspersianasdemihabitación.

—Vamos—dije—.Veamosquésucede.¿Porquéestánlaslucesdemihabitaciónencendidas?

Abrílapuertademicasaconlallavey,seguidoporHugh,recorríelcortopasillohastalahabitación.Estabacompletamenteaoscuras,ycuandoencendíelinterruptorvimosqueestabavacía.Toquélacampanilla,peronohuboningunarespuesta,yaqueeratardeysindudaalgunamiscriadosyasehabríanacostado.

—Perohevistounapotenteluzatravésdelasventanashacedosminutos—dije—,yaquínohaentradonadiedesdeentonces.

Hughpermanecíajuntoamíenelcentrodelahabitación.Derepente,arrojóunpuñetazo al aire, como si pretendiese golpear a alguien. Aquello me alarmósobremanera.

—¿Quépasa?—pregunté—.¿Aquéleestáspegando?Moviólacabeza.—Nosé—dijo—.Meparecióhabervisto…Noestoyseguro.Perodesdeluego

vamos a ver algo si nos quedamos aquí.Algo se acerca, aunque ignoro de qué setrata.

Me pareció que la luz disminuía de potencia; las sombras empezaron aapelotonarse en los rincones del cuarto, y aunque en el exterior la noche estabadespejada,allídentroelaireseestabaespesandoconunaneblinavaporosaqueolíaapolvoyarancio,aunquefuesearomática.Débilmente,peroincrementandosufuerzaamedidaqueesperábamosensilencio,oílapercusióndelostamboresyloslamentosdelasflautas.Aúnnoteníalaimpresióndequehubieraenellugarotraspresenciasapartede lasnuestras,peroen lapenumbracadavezmásespesa, supequealgoseestabaacercando.Justofrenteamísehallabaelnichovacíodesdeelcualhabíacaídola estatua de bronce, y mirando en su interior, vi que algo estaba ocurriendo. Lasombra que había allí dentro empezó a mutar en una forma desde cuyo interiorbrillarondospuntosdeluzverdosa.Unmomentomástardeviqueeranojosdeunaantiguaeinfinitamalevolencia.

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OílavozdeHughenunaespeciedesusurroronco.—¡Mira!—dijo—.¡Yaviene!¡Diosmío,yaviene!Tanrepentinocomoelrelámpagoquesurgedelcorazóndelanoche,llegó.Pero

llegónoenunestallidodeluz,sinotalcomoera,comounapinceladadeoscuridadcegadoraquecubría,nolavistaocualquierotrosentidomaterial,sinoelespíritu,demodo que me encogí completamente aterrorizado. Procedía de aquellos ojos quecentelleabanenelnicho,yentoncespudeverquepertenecíanaunafiguraquehabíaallí. Su forma era la de un hombre, completamente desnudo excepto por untaparrabos,ylacabezaparecíaorahumanaoraladeunmonstruosogato.Ymientraslemirabasabíaquesicontinuabamirandomesumergiríaymeahogaríaeneltorrentedepuramaldadqueemanabadeél.Comosimeencontrarainmersoenunapesadillacataléptica, intentéapartarlosojosdeélsinconseguirlo;estabanclavados,mirandofijamentealodioencarnado.

DenuevooíaHughsusurrar.—Enfréntateaél—dijo—.Nocedasniunmilímetro.Unenjambrede imágenes infernales zumbaban enmi cerebro, y entonces supe

contantaseguridadcomosisehubieranpronunciadolaspalabrasreales,queaquellapresenciamedijoquefuesehaciaella.

—Tengoqueirconél—dije—.Meestáobligandoair.Sentísumanoapretándomeelbrazo.—Niunsolopaso—dijo—.Soymásfuertequeél.Prontolosabrá.Tansóloreza,

reza…Derepentesubrazosedisparófrenteamí,señalandohacialapresencia.—¡PorelpoderdeDios!—gritó—.¡PorelpoderdeDios!Se hizo un silencio mortal. La luz de aquellos ojos disminuyó, y entonces la

oscuridaddesapareciódelahabitación.Estabaencalmayordenada,elnichovolvíaaestarvacío,yallíenelsofá,juntoamí,sehallabaHugh;teníalacaracompletamenteblancaychorreabasudor.

—Seacabó—dijo,ycayódormidoalinstante.Desdeentonceshemoshabladoamenudodeloqueocurrióaquellanoche.Loque

pareció suceder ya lo he relatado, y cada cual puede creerlo o no, tal y como leplazca.Él,aligualqueyo,fueconscientedeunapresenciacompletamentemalévola,yme cuenta que durante todo el tiempo en que aquellos ojos destellaban desde elnicho,estabaintentandoconcentrarseenloúnicoenloquecreía,esdecir,enelúnicopoderdelmundoqueesOmnipotente,yenelmomentoenqueobtuvoconcienciadeéste,lapresenciasecolapso.Quéeraexactamenteaquellapresenciaesimposiblededecir.Parececomosisetratasedelaesenciaoelespíritudeunodeesosmisteriososcultos egipcios, cuya fuerza había sobrevivido para ser sentido y visto en nuestratranquila calle. Que se hubiese corporeizado en la figura de Nabot, parece (entretodas estos hechos increíbles) posible, y en verdadNabot no ha vuelto a ser visto.Podríapreguntarseelaficionadoalamitologíasitodoaquelloestuvorelacionadoo

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no con el culto a los gatos, y quizá sea digno de registrar aquí que a la mañanasiguiente encontré mi gato de lapislázuli, que había estado sobre la repisa de lachimenea,rotoenpedazos.Habíaquedadodemasiadodañadocomopararepararlo,ynoestoysegurodeque,encualquiercaso,hubieradebidointentarrestaurarlo.

Actualmente, por fin, no hay una habitación más tranquila y agradable que laconstruidaenelfrontaldemicasadeBagnellTerrace.

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UNCUENTOSOBREUNACASAVACÍA

Había sido una tarde desastrosa: la lluvia había caído torrencial e incesantementedesdeuncieloencapotadoygris,ylacarreteraestabaenlapeordelascondicionesposibles.Habíatramosrepletosdegravillarecientementecolocadaqueaúnnohabíansidorecubiertosconasfalto,ylostramosintermediosaparecíanrepletosdeprofundossurcos y socavones, de manera que resultaba imposible viajar ni siquiera a unavelocidad moderada. Habíamos pinchado en dos ocasiones, y en aquel momento,mientras se acercaba el tormentoso crepúsculo, el motor empezó a fallar,deteniéndose del todo tras haber avanzado penosamente unos cienmetrosmás.Miconductor,trasunabreveinspección,meinformódequetardaríaunamediahoraenarreglarlo, tras la cual, con suerte, quizá podríamos rodar ociosamente con laesperanzadellegaraCrowthorpe,queeranuestrodestino.

Cuandoelcochesedetuvohabíamosllegadohastauncrucedecaminos.Atravésdelacortinadelluviapudeveramiderechaunaiglesia,yfrenteaellaunpuñadodecasas.UnaconsultaalmapameindicóqueaqueleraelpueblodeRiddington;laGuíaañadióqueRiddingtonposeíaunhotel,ylaseñalquehabíaenelcrucemeconfirmóambascosas.Hacialaderecha,siguiendolacarreteraprincipalenlaqueacabábamosde desembocar, estabaCrowthorpe, a unos treinta kilómetros de allí,mientras quefrenteanosotros,amenosdeunkilómetro,nosesperabaunhotel.

Nofuedifíciltomarunadecisión.NohabíarazónporlacualtuvieraqueestarenCrowthorpeaquellanocheenvezdea lamañanasiguiente,yaqueelamigoconelque iba a encontrarme no llegaría hasta la tarde, y sin duda era mejor arrastraseapenas un kilómetro en un coche espasmódico que intentar recorrer treinta en unanochetaninclemente.

—Pasaremos la noche aquí—le dije a mi chofer—. La carretera es en cuestaabajoynohaymásdeunkilómetrohastaelhotel.Meatreveríaadecirquepodremosllegarsinnecesidaddeencenderelmotor.Intentémoslo.

Hicimos sonar el claxon, atravesamos la carretera principal y empezamos adeslizarnoslentamenteporunacalleestrecha.Eraimposibleverconclaridad,peroacada ladohabía casitas cuyas lucesbrillabana travésde laspersianas,y aúnhabíamuchas otras cuyas persianas seguían levantadas revelando unos interioresacogedores.Entonces,elángulodeldecliveseincrementó,yfrenteanosotros,muycerca,vivariosmástilesquesealzabanintactoshacialapenumbracargadadeaguadelanochecadavezmáscerrada.

DemodoqueRiddingtondebíadehallarse juntoalmar,aunque larazónpor laque los barcos habían sido amarrados en unmuelle abierto era unmisterio; quizáhubieraunmalecónquelosprotegiera,peroqueerainvisibledebidoalaoscuridad.Oíalchoferconectarelmotoryrealizarungirocerradohacialaizquierda.Pasamos

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bajo una larga hilera de ventanas iluminadas, que alumbraban una calle bastanteestrecha, cuyo extremo derecho era besado por las olas. De nuevo hizo un girocerradohacia la izquierda, describióun semicírculo sobre la gravilla crujiente y seplantó frentea lapuertadelhotel.Conseguimosunahabitaciónparamí,ungaraje,unahabitaciónparaél,ynosunimosalacenaquehabíaempezadohacíapoco.

Entre los pequeños alicientes y sorpresas que suscita viajar, no hay otro másdeliciosoqueeldedespertarseenunlugarnuevoalquesehallegadoeldíaanteriortras haber caído la noche. Lamente ha recibido un par de impresiones borrosas yprobablemente durante la noche ha jugado con ellas, construyendo una especie detodo coherente, cuyas anticipaciones son puestas a prueba al llegar la mañana.Normalmenteelojohavistomáscosasdelasqueharegistradoconscientemente,yelcerebrolashacolocadocomosideunpuzzlesetrataraparaformarunpresentimientobastante acertado de sus inmediatos alrededores.Cuandome desperté a lamañanasiguiente,uncielobrillanteysoleadopodíaverseatravésdemisventanas;noseoíaniel ruidodelvientonielde lasolasrompiendo,yantesde levantarmeyverificarmisimpresionesdelanocheprevia,preferípermaneceracostadounratopararepasarmi imagenmental.Frente amiventanahabría un estrechopasajebordeadoporunmuelle;asuladoseextenderíaunrompeolasqueformaríaunpuertoparalosbarcosquehubieranancladoallí,ylejos,lejoshaciaelhorizonte,seextenderíauninmensomar tranquilo y reluciente. Repasé aquellos detalles en mi cabeza; parecíaninevitablessegún las referenciasquehabíaobservado lanocheanterior,yentonces,segurodemirazón,melevantédelacamaymeasoméalaventana.

Nuncahabíaexperimentadounasorpresatancompleta.Nohabíapuerto,nohabíarompeolas, y no habíamar. Un estrechísimo canal, tres cuartos del cual aparecíanahogados por bancos de arena, sobre los cuales descansaban los barcos cuyosmástiles había visto la noche anterior, corría paralelo a la carretera, y después setorcíaenángulorectoparaperderseenladistancia.Apartedeaquello,nohabíamásagua a la vista; a la derecha, a la izquierda y al frente se extendía una ilimitadaextensión de hierba brillante de entre la que sobresalían mechones de arbustos ymanchaspurpúreasdeespliego.Másalláhabíaunosbancosdearenarojizos,ymáslejosaúnsepodíapercibirunafranjadeguijarros,malezaydunas.Peroelmarquehabía esperado ver llenandomi campo visual hasta unirse con el cielo, allá en elhorizonte,habíadesaparecido.

Cuandomehubesobrepuestoalasorpresadeaquelcolosaljuegodemanos,mevestí rápidamentedispuestoaaveriguardebocade lasautoridades localescómosehabía llevado a cabo. A menos que una alucinación hubiera envenenado misfacultades perceptivas, debía de haber una explicación para aquella desapariciónalternativadetierraymar,ylaclave,unavezproporcionada,fuelosuficientementesimple.Aquella franjadeguijarros,malezaydunasqueseveíaenelhorizonteerauna península que se extendía a lo largo de siete u ocho kilómetros de maneraparalela a la costa, formando la auténtica playa y cerrando aquel vasto cuenco de

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bancosdearenaybarroyunamarismacubiertaporfloresde lavanda, todolocualquedaba sumergido mientras duraba la marea alta, creando un estuario. Con lallegadadelamareabaja,éstequedabacompletamentevacíoexceptoporunapequeñacorrientequeseabríapasoatravésdevarioscanaleshastasudesembocadura,situadaaunos tresocuatrokilómetrosa la izquierdadeallí,yunhombrecalzadoconsuszapatosysuscalcetinespodíallegarperfectamentecaminandohastalaslejanasdunasdearenaylasplayasqueterminabanenelCaboRiddington,mientrasquedurantelamareaaltapodríallegarnavegandohastaaquelmismolugarpartiendodelmuellequehabíafrentealhotel.

Yamientras desayunaba en unamesa situada junto a la ventana que daba a lamarisma el hechizo de atracción que desplegaba aquel lugar había empezado aafectarme. Era tan inmensa y estaba tan vacía; tenía el encanto del desierto sinresentirseen lomásmínimode la insufriblemonotoníadeéste,yaquedecenasdegaviotas chillonas la sobrevolaban, y desde allí podía oír los silbidos de losarchibebes y el parloteo de los zarapitos.Debía encontrarme con JackGranger enCrowthorpe aquella misma tarde, pero sabía que si iba a su encuentro debíapersuadirledequemeacompañaradevueltaaRiddington,ytalycomoleconocíafuiplenamenteconscientedequeéltambiénsentiríaelhechizoconnomenosintensidadqueyo.Demodoque,trasasegurarmedequehabíahabitacionesdisponiblesparaél,leescribíunanotacomunicándolequehabíaencontradoellugarmásasombrosodelmundo,y ledijeamichoferquesedirigieraaCrowthorpeyque leesperaraen laestación de tren hasta que llegara, para después conducirlo hasta allí. Con laconcienciacompletamente tranquila,mepuseenmarchacargandoconuna toallayunabolsaconelalmuerzoparaexplorar,ociosamenteysinningúnobjetivoconcreto,aquellainmensaextensióncubiertadelavandaypájarosquemellamaba.

Miruta,talycomosemehabíaindicado,mecondujoenprimerlugararecorrerun bancal que defendía de las mareas las tierras de pasto desecadas que seencontrabanasuderecha,alfinaldelcualmetopéconelcomienzodelestuario.Unahilera de desechos, hierba marchita, algas y blanqueadas cáscaras de pequeñoscangrejosseñalabaellugarhastaelquehabíallegadolaúltimamareaalta;apartirdeellaelterrenoaúnestabahúmedo.Pocodespuésencontréuntrechorepletodebarroycantosrodados,y luegoatraveséchapoteandoelarroyoquefluíahaciaelmar.Másallá estaban los ondulantes bancos de arena arrastrados por las mareas, y prontoalcancélasampliasyverdísimasmarismasdelextremomásalejado,traslascualesseencontrabalafranjadeguijarrosquebordeabaelmar.

Medetuveunosinstantespararecuperarelaliento.Noseveíanirastrodeotroserhumano,peronuncahabíaexperimentadounasoledadtanestimulante.Amiderechaeizquierdaseextendíanlospradosdeespliego,comosifuesenuncieloestrelladodebrotesrosáceosyarbustos.Aunladoyaotrosehabíanformadopequeñoscharcosdeaguaretenidaenlasdepresionesdelterreno,ytambiénhabíatrechosrepletosdeunlodo negro y suave de entre el cual surgían, como espigas de lechosos espárragos,

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varias matas de sosa; y todos aquellos felices vegetales florecían al sol o bajo lalluvia, y pese a la sal que traían consigo las mareas, con una imparcial cualidadanfibia.Sobremicabezaseextendíael inmensoarcodelcielo,atravesadoenaquelmomento por una bandada de patos, que se apresuraban y alargaban los cuellos, yocasionalmenteporalgunaqueotragaviotadelomonegro,queagitabasuspesadasalasendirecciónalmar.Loszarapitosparloteabanalegrementeyloschorlitejosylosarchibebes silbaban. Mientras tanto, yo avanzaba con dificultad hasta llegar a losguijarros que marcaban el final de la marisma. El mar, azul y sereno, yacíadurmiendoasusanchas,bordeadoporunafranjadearenasobrevoladaalolejosporun espejismo. Pero ni a un extremo ni al otro, tan lejos como la vista pudieraalcanzar,habíarastrosdepresenciahumana.

Mebañéymetumbéalsol,ydespuésrecorríaquellacálidaplayadurantecasiunkilómetroantesdeatravesarlazonasembradadeguijarrosyvolverainternarmeenlamarisma.Entonces,conunapunzadadedecepción,vi laprimeraevidenciade laintrusión del hombre en aquel paraíso de la soledad, ya que sobre una franjaempedrada, que se extendía como una enorme costilla sobre aquellas praderasanfibias,habíaunapequeñacasacuadradadeladrillo,frentealacualhabíaunaastade bandera bastante alta. No la había visto antes y me parecía una injustificadainvasióndelvacío.Peroquizáno se tratasedeuna infracción tangrosera,opor lomenosésaeralaimpresiónquedaba,yaquesuaspectoeraclaramentedeabandono,como si el hombre hubiera intentado domesticar la zona y hubiera fracasado. Amedida queme acercaba, la impresión se intensificó, ya que no salía humo de lachimenea,lasventanascerradasestabancompletamentecubiertasporunapelículadesalyelumbraldelapuertahabíasidoinvadidoporliquenesyhierbasmarchitasquese desparramaban a su alrededor. La rodeé dos veces, decidí que indudablementeestabadeshabitadaymesentécontralaparedqueenaquellosmomentosrecibíadeplenolosrayosdelsolparadisfrutardemialmuerzo.

Labrillantezyelcalordeldíaestabanenplenoapogeo.Sintiéndomeacalorado,ejercitado y revigorizado por mi chapuzón, me juzgué en un estado de supremobienestar físico, ymimente, completamente vacía excepto por aquellas agradablessensaciones,siguióelejemplodemicuerpoysededicóadisfrutardelsol.Entonces,supongo que debido a mi admiración por el lujo del contraste expresado porLucrecio, y para congratularme aún más por aquellas excepcionales condiciones,empecé a imaginarme en qué se transformaría aquella soleada soledad de ser denoche y pleno noviembre, mientras que atravesando el cielo encapotado y gris seaproximara una tormenta. Su soledad se convertiría entonces en abominabledesolación;siporalgunacausainconjeturablealguiensevieraobligadoapasarunanoche allí, cómo clamaría por estar acompañado, qué siniestros le resultarían loschillidos de las aves, qué extraños le sonarían los silbidos del viento al atravesaraquella habitación abandonada. O quizá reaccionara de otra manera, quizá sólodeseara asegurarse de que la aparente soledad era real, y que no había ninguna

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presencia invasora arrastrándose cerca de allí, amparada por la oscuridad pararevelarseenbreve;quizátemblaríapensandoqueellamentodelvientopodríasernosóloelviento, sino tambiénelalaridodealgúnserdescarnado;¿y sino fueran loszarapitos los que producían aquel melancólico silbido? Paulatinamente, mispensamientos se fueron haciendo cada vez más difusos hasta fundirse en unainconsecuentesucesióndeimágenes.Entoncesmequedédormido.

Medespertésobresaltadoacausadeunsueñoqueyaempezabaadesvanecerse,peroconlacertezadequehabíasidoalgúnruidocercanoelquemehabíadespertado.Entoncesvolvíaoírlo:eranlospasosdealguienquesemovíaenelinteriordelacasaabandonada, justo en lahabitación contra cuyaparedmehabía apoyado.Semovíahaciaunextremoyluegohaciaelotro;despuéssedeteníaunosinstantesyvolvíaaempezar; se comportaba como un hombre que estuviera esperando una visita conimpaciencia.Tambiénpudedarmecuentadequelospasosseguíanunritmoirregular,comosiquiencaminabapadecieracojera.Despuésdeunoodosminutoslossonidoscesaronporcompleto.

Después de haber estado convencido de que la casa estaba deshabitada, meinvadióunaextrañainquietud.Entonces,volviendolacabeza,viqueporencimademí, en la pared, había una ventana, y se apoderó de mí la idea, completamenteirracional e infundada, de que el hombreme estaba vigilando.Una vez que semehubometidoen lacabeza,semehizo imposiblecontinuarallídurantemás tiempo,por lo queme levanté y embutí enmimochila tanto la toalla como los restos delalmuerzo. Caminé durante un rato por el trecho de tierra que se internaba en lamarismaantesdevolvermeparamirarunavezmás la casa,que seguíapareciendocompletamentedesierta.Bueno,despuésdetodonoeraproblemamío,demodoquecontinuémi paseo y decidí interesarme casualmente cuando regresara al hotel porquienquiera que viviese en aquel lugar tan hermético, desechando el tema por elmomento.

Unastreshorasmástarde,trasunpaseolargoysinrumbo,volvíaencontrarmefrentealacasa.Viquedandounpequeñorodeopodíavolverapasarjuntoaella,yenaquelmomentomedicuentadequeel sonidodeaquellaspisadasenel interiorhabíadespertadoenmíunacuriosidadquequeríaversatisfecha.Justoentoncesviunhombre de pie junto a la puerta: cómo había llegado allí, no tenía ni idea, ya quehacía apenas un momento no estaba: debía de haber salido de la casa. Estabacontemplandoelsenderoqueconducíaatravésdelamarisma,escudándoselosojosdelsol.Entoncesdiounpardepasoshaciaadelante,arrastrandolapiernaizquierdaycojeandopesadamente.Eran,pues,suspasoslosquehabíaoídoantes,ytodomisterioalrespectohabíasidoproductodemiimaginación.DecidíportantotomarelcaminomáscortoylleguéalhoteljustocuandoJackGrangeracababadellegar.

Volvimosasaliriluminadosporlapuestadelsol,ycontemplamoslamareaquebarríaeinundabalosdiqueshastavolveraculminaraquelenormejuegodemanos:aquellaextensióndemarismasconsuscamposdelavandavolvíaaserunasábanade

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aguaresplandeciente.A lo lejos,alotro lado,quedaba lacasa juntoa lacualhabíaalmorzado,ycuandoyanosvolvíamosJacklaseñaló.

—Quélugartanextrañoparatenerunacasa—dijo—.Supongoquenodebedevivirnadieenella.

—Sí,untullido—dijeyo—.Lehevistoestatarde.Voyapreguntarlealporterodelhoteldequiénsetrata.

Elresultadodeaquellaconsulta,sinembargo,nofueelesperado.—No; la casa llevadeshabitadavarios años—medijo—.Solíautilizarse como

puestodevigilanciadesdeelquelosguardacostashacíanseñalessihabíaalgúnbarcoenapuros,yentoncesunbotesalvavidaszarpabadesdeaquí.Peroahoratantoelbotecomolosguardacostasestánenelcabo.

—¿Entonces quién es el tullido al que he visto y oído recorrer la casa? —pregunté.

Memiródeunamaneraquesemeantojóextraña.—Noséquiénpodríaser—respondió—.Queyosepanoviveningúntullidopor

estosalrededores.Elefectodelasmarismasysuespléndidasoledad,delsolydelmar,cayósobre

Jackexactamentecomoyohabíaprevisto.Juróquecualquierdíapasadoenotrolugarque no fueran aquellas playas y campos de espliego era un día desperdiciado, ypropusoquenuestraexcursión,cuyoobjetivoprincipalibanaserloscamposdegolfde Norfolk, quedase cancelada. En particular fueron los pájaros que habitaban enaquelextensoysolitariocabolosqueleencantaron.

—Después de todo, podemos jugar al golf en cualquier sitio—dijo—.Por allígraznaunostrero, ¿looyes?Yademás, ¡quéestúpido resultaperder eldíadándolegolpesaunapelotitablanca…—mira,unchorlitejo,¿yquéesloquecantarádeesamanera?—… cuando podemos aprovecharlo aquí! Oh, no vayamos a bañarnostodavía: quiero bordear la marisma… Ja, allí hay una bandada de vuelvepiedras;hacenun ruidoparecido al que se oye al descorchar una botella… ¡Ahí están, sonesos golfillos con manchas de color castaño! Sigamos bordeando la marisma yacerquémonosalacasaenlaquevivetutullido.

Así pues, tomamos el sendero que daba el rodeomás largo, del que yo habíaprescindidolanocheanterior.Nolehabíacontadonadadeloquemehabíadichoelporterodelhotelrespectoaqueenlacasayanovivíanadie,demodoquetodoloqueél sabía era que yo había visto a un tullido aparentemente ocupando el lugar.Mirazónparanohacerlo(confesémoslodeinmediato)eraqueyoyahabíamediointuidoque ni los pasos que había oído en el interior, ni el hombre al que había vistocontemplando el exterior, tenían por qué implicar que la casa estuviera ocupadasegún el sentido que le había dado a la palabra el portero. Quería ver si Jack eracapaz, como había sido yo, de captar las señales de su presencia allí. Y entoncessucedióalgodelomásextraño.

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DurantetodoeltrayectohastalacasalaatencióndeJackhabíaestadocentradaenlospájaros,yespecialmenteenunsilbidoquenoleresultabanadafamiliar.Envanointentóvislumbraralpájaroqueloproducía,yenvanopretendíyooírlo.

—Nosuenacomoningúnpájaroqueyoconozca—dijo—;dehecho,nosuenaenabsolutocomounpájaro,másbienpareceunapersonasilbando.¡Ahíestádenuevo!¿Seráposiblequenolooigas?

Paraentoncesyaestábamosmuycercadelacasa.—Debe de haber alguien silbando —dijo—. Probablemente se trate de tu

tullido…Señor,sí,vienedel interiorde lacasa.Asíyaqueda todoexplicado,yyoqueesperabadescubrirunpájaronuevo.¿Perocómoesquenopuedesoírlotú?

—Haygentequenoescapazdeoír loschillidosdelosmurciélagos—respondíyo.

Jack,satisfechoconlaexplicación,nolediomásimportanciaaltema,demodoque atravesamos la franja de guijarros, nos bañamos y almorzamos y caminamoshasta las dunas de arena en las que finalizaba el cabo. Durante un par de horaspaseamos y nos abandonamos a la pereza disfrutando del aire líquido y soleado;luego emprendimos sin muchas ganas el regreso para que nos diera tiempo aatravesar el vado antes de que llegara la marea. A medida que volvíamos sobrenuestrospasos,pudevercómodesdeeloesteseacercabaunextensofrentenuboso;yjustoenelmomentoenelquealcanzamoseltramodetierrasobreelqueseasentabalacasa,unrelámpagoseabatiósobrelasachaparradascolinasquehabíaalotroladodelestuarioyunasprimerasygruesasgotasempezaronacaersobrelosguijarros.

—Nos vamos a empapar —dijo Jack—. Ja! Pidamos cobijo en la casa de tutullido.¡Serámejorquecorramos!

Las gotas empezaban a multiplicarse, de modo que atravesamos corriendo loscienmetrosquenosseparabandelacasayllegamosalapuertajustoenelmomentoen el que las compuertas del cielo se abrieron por completo. Jack golpeó con losnudillos, pero nadie respondió; probó la manilla, pero la puerta no se abrió, yentonces,poseídoporunasúbita inspiración,pasó lamanoporencimadeldintelyencontró una llave. Ésta encajaba perfectamente en la cerradura y un momentodespuésestábamosenelinterior.

Nosencontramosenunpasilloresbaladizo,decuyoextremomásalejadopartíauna escalera hacia el piso superior.A cada lado había una habitación: una era unacocina y la otra un salón, pero ninguna de ellas estaba amueblada. Un papeldescoloridosedesprendíadelasparedes,lasventanasestabanrepletasdetelarañasyelaireerapesadodebidoalafaltadeventilación.

—Tutullidonosóloprescindedeloslujos,sinotambiéndelomásnecesario—dijoJack—.Todounespartano.

Estábamosenlacocina:enelexteriorelsiseodelalluviasehabíaconvertidoenunrugido,ylaventanaempañadaseiluminórepentinamenteconelresplandordeunrelámpago.El restallidodeun trueno lecontestó,yenel silencioque le siguióme

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llegó desde el exterior, perfectamente audible, el sonido de alguien silbando.Inmediatamentedespuésoí cómo lapuertapor laquehabíamos entrado se cerrabaviolentamente,yrecordéquelahabíadejadoabierta.

LosojosdeJackylosmíosseencontraron.—Perosinocorrenipizcadeviento—dije—.¿Quéesloquehaprovocadoese

portazo?—Ydesdeluegoesesilbidonohasidoningúnpájaro—dijoél.Oímos un arrastrar de pies que llegaba desde el pasillo: pude percibir cómo se

arrastrabasobrelamaderalapiernadeunhombretullido.—Haentrado—dijoJack.Sí, había entrado, ¿pero qué era lo que había entrado? En aquel momentome

asaltó una sensación de pánico, no de horror, ya que se trata de dos cosas muydistintas.Elhorror, talycomoyoloentiendo,esunaemociónsobrecogedora,perono desconcertante; pese a sentirse horrorizado, uno puede huir, o puede gritar:controla susmúsculos.Peromientras aquellospasos irregulares recorrían el pasillosentípánico, lamanodeunapesadillaqueal agarrarteparaliza e inhibeno sólo laacción,sinohastaelmismopensamiento.Esperécompletamenteheladoysinpoderhablar,aquesucedieraloquetuvieraquesuceder.

Lospasossedetuvieronexactamentefrentealaentradadelacocina.Yentonces,invisibleeinaudible,lapresenciaquesehabíamanifestadoaloídoexternoentró.Derepente,oíunestertorsurgiendodelagargantadeJack.

—¡Oh,Diosmío!—gritó con una voz ronca y estrangulada, y colocó el brazoizquierdo frente a su rostro, como si se estuviera defendiendo. Su brazo derechotambiénsedisparóypareciógolpearalgoqueyoeraincapazdever,ysusdedossecrisparoncomoagarrandoaquelloquehabíaesquivadoelprimergolpe.Sucuerposeinclinóhaciaatrás,comosiseresistieraaunapresión invisible,ydespuésvolvióaarrojarse hacia adelante.Oí el ruido de una resistencia a su empuje, y vi sobre sugarganta la sombra (o eso parecía) de una mano apretando. En aquel momentorecuperé el movimiento, y recuerdo haberme arrojado sobre el espacio vacío quehabíaentreélyyo,ysentirbajomiabrazolaformadeunhombro,yoírunpiequeresbalaba y golpeaba el suelo de madera. Algo invisible, ora un hombro, ora unbrazo,seresistíaamipresión,yoíunarespiraciónjadeantequenoeraniladeJackni la mía, y sentí sobre mi rostro un aliento cálido que apestaba a corrupción yputrefacción. Y durante todo ese tiempo aquella contienda física no fue sinosimbólica; a lo que nos enfrentamos no fue a un ser de carne y hueso, sino a unahorrendapresenciaespiritual.Yentonces…

Yanohabíanada.Elfantasmalataquehabíacesadotansúbitamentecomohabíaempezado,yallíestabaelrostrodeJack,cercadelmío,brillandoporelsudor.Nosencontrábamoselunofrentealotro,conlosbrazoscaídos,enunahabitaciónvacía,mientraslalluviagolpeabaeltejadoyloscanaloneschirriaban.Nocruzamosniunasola palabra, pero al instante siguiente estábamos los dos corriendo bajo aquella

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lluviaacántaros,atravesandoelvado.Agradecíeldiluviocontodamialma,yaqueparecíalimpiarelhorrordeaquellagranoscuridadyelolordelacorrupciónalacualhabíamosestadoexpuestos.

Lociertoesquenopuedoofrecerunaexplicaciónqueesclarezcalaexperienciaqueherecogidoaquíbrevemente,yquedaalgustodellectorestablecersuconexiónconunahistoriaqueoíunaodossemanasmástarde,cuandoregreséaLondres.

Unamigomíoyyohabíamosestadocenandounatardeenmicasa,yhabíamosdiscutido lospormenoresdeun juicioporasesinato, sobreelcual losperiódicossehabíanvolcado.

—Noessólolaatrocidadlaqueresultaatractiva—dijo—.Creoquelacausadelinterésesellugarenelquesellevóacaboelasesinato.UnasesinatoenBrighton,oenMárgate, o en Ramsey, en cualquier lugar que el público asocie con viajes deplacer, les atrae porque lo conocen y pueden visualizar el escenario. Pero cuandoalguiencometeunasesinatoenalgún lugarpequeñoydesconocido,delcualnuncahan oído hablar, el asunto no apela a su imaginación. La pasada primavera, porejemplo, hubo un asesinato en un pequeño pueblo de la costa de Norfolk. Heolvidadoelnombredellugar,aunqueestuveenNorwichduranteeljuicioypresenciéel proceso. Fue una de las historias más horribles que he oído en mi vida, tanespantosa y sensacionalista como ésta, pero no atrajo lamásmínima atención. Escuriosoquenopuedarecordarelnombredellugarestandoelrestotanclaro.

—Cuéntamelo—dije—.Nomesuenadenada.—Bueno,estabaesepequeñopuebloy justoa lasafuerasdelmismohabíauna

granja propiedad de un tal JohnBeardsley.Vivía allí con su única hija, unamujersolteradeunostreintaaños;aparentementeunacriaturasensibleyatractiva,delaquenuncateesperaríasquehicieraalgoinesperado.EnlagranjatrabajabacomojornalerounjovenllamadoAlfredMaldon,elacusadoeneljuiciodelqueteestabahablando.Teníaunodelosrostrosmáshorrendosquehevistoenmivida:unafrentehundidaygatuna,unanarizchatayancha,yunabocagrande,rojaysensual,siempreextendidaenunasonrisa.Parecíaquedisfrutabasiendoelcentrodeatencióndetodasaquellasespantosasmujeres que se apiñaban en la sala, y cuando llegó arrastrando los pieshastaelestrado…

—¿Arrastrandolospies?—pregunté.—Sí, era tullido; arrastraba la pierna izquierda por el suelo cuando andaba.

Cuandollegóhastaelestradoasintió,sonrióaljuez,palmeóelhombrodesuabogadoypaseóunamiradalascivaporlaaudiencia…Trabajabaenlagranja,comotedecía,realizando trabajos para los que estuviera capacitado, entre los cuales se contabanalgunasfaenasdelacasa,comoentrarelcarbónocualquierotracosa,yaqueJohnBeardsley,aunquebastantepróspero,noteníacriados,yerasuhijaAlice,queasísellamaba, laque llevabaelhogar.¿Yquése leocurrea lachicasinoenamorarsedeaqueltipodeformeymonstruoso?Unatardesupadreregresóacasainesperadamenteylessorprendióenelsalón,besándoseyacariciándose.EchóaMaldondelacasacon

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cajasdestempladas,lepagósusueldodeaquellasemanayledespidió,amenazándolecondarleunabuenapalizasialgunavezlesorprendíarondandoporallí.Prohibióasu hija que volviera a dirigirle la palabra, y con el objetivo de tenerla vigiladacontrató a una señora del pueblo para que la acompañase en la granjamientras élestuvierafuera.

»El jovenMaldon, privado de su trabajo, intentó emplearse en el pueblo, peronadie quiso contratarle, ya que era un tipo demasiado temperamental, dispuesto encualquier momento a enzarzarse en una pelea, además de ser un oponente nadaaconsejable, ya que, pese a su cojera, poseía una granmusculatura y una enormefuerza. Durante algunas semanas vagueó por el pueblo, encontrando algún trabajoocasional y, sin lugar a dudas y como verás, consiguiendo citarse con AliceBeardsley.Elpueblo,aúnnorecuerdoelnombre,seencontrabaalaorilladeungranestuarioafectadoporlasmareas:sellenabaconlamareaalta,paraconvertirseenunaampliaextensióndemarismas, repletadebancosdearenaybarro,al retirarseésta.Justoallí,a tresocuatrokilómetrosdelpueblo,habíaunacasausadaantiguamenteporlosguardacostasyactualmenteabandonada;unodeloslugaresmássolitariosquepodrás encontrar en Inglaterra. Durante lamarea baja bastaba con cruzar un vadopoco profundo para llegar hasta allí, y a su alrededor se podían conseguir variosbancosdeberberechos.Maldon,incapazdeconseguiruntrabajoestable,sededicóalarecoleccióndeestosmoluscos,yduranteelverano,cuandolamareabajaba,Alice(paraellanorepresentabaningunanovedad)atravesabaelvadoparairabañarseenlaplaya.Pasabafrentealosbancosdearenaenlosqueseafanabanlosrecolectoresdeberberechos,Maldonentreellos,ysiéste lasilbabaalverlapasar,acudíaa lacasaabandonadade losguardacostas a la esperadequeél acudiera enbreve.Ydeestemodoestuvieronviéndosedurantetodoelverano.

»Amedidaquelassemanaspasaban,elpadredeAlicefueviendoelcambioquese operaba en ella, y sospechando el motivo, abandonó amenudo su trabajo paravigilarlaescondidodetrásdealgúnbancodearena.Undía laviocruzarelvado,ypocodespuésvioaMaldon,reconocibledesdemuchadistanciaporelmodoenquearrastraba la pierna, recorriendo el mismo camino. Siguió el sendero que llevabahastalacasadelosguardacostasyentró.JohnBeardsleycruzóelvadoy,escondidoentreunosarbustoscercanosalacasa,vioaAlicequeregresabadesuhabitualbaño.Lacasanosehallabaenladirecciónqueelladebíaseguirparavolveraatravesarelvado,ysinembargoAlicesedesvióhaciaella;alguienleabriólapuertaydespuésésta se volvió a cerrar.Los encontró juntos y, locode ira, atacó aMaldon.Éste lederribóyallímismo,delantedesuhija,leestranguló.

»Lachicaperdiólacabeza,yahoraestáinternadaenunmanicomiodeNorwich.Allípasalosdíassentadajuntoaunaventana,silbando.AMaldonloahorcaron.

—¿EraRiddingtonelnombredelpueblo?—pregunté.—Sí.Riddington,porsupuesto—respondió—.Noentiendocómohabíapodido

olvidarlo.

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LACASADELAESQUINA

Hacía tiempoque JimPurley y yomismo conocíamos la existencia deFirham-by-Sea, aunque habíamos tenido cuidado de no hablar sobre ello, y durante años noshabíamosacostumbradoaescabullirnossilenciosamentedeLondres,biensolos,bienjuntos,parapasarundíaodosdedescansoenaqueldeliciosoeignotopueblito.Nosetrataba,ylopuedodecircontodaconfianza,nideprotegeruninstintosecretonideejercerdeperrodelhortelano,sinomásbiendepreservartodosuencanto,elcualhabríadesaparecidosiFirhamllegaraaserconocido.UnFirhampopular,dehecho,habríadejadodeserFirham;ymientrasquenosotroshubiéramossufridosupérdida,nadiehabríapodidodisfrutardesuganancia.Sulocalizaciónremota,suaislamientoysu vacuidad eran sus cualidades más esenciales; habría sido imposible, o así losentíamos los dos, acudir a Firham con un grupo de amigos. La idea de ver supequeñaposadarebosanteconungrupodeforasteros,osucuriosocampodegolfdenuevehoyosconelpequeñocobertizodehierroonduladoquehacíalasvecesdeclubllenándosedegolfistasserios,habríabastadoparahacernosdesearnovolverajugarallí. Tampoco éramos, por cierto, culpables de egoísmo al conservar para nosotrosmismoselsecretodelaexistenciadeaquelrecorridodegolf,yaqueloshoyoserancortosymonótonos,ylacalleestabamalcuidada.NuestraestanciaenFirhameralaúnica razón de que tan a menudo acudiéramos a recorrerlo, perdiendo bolas enarbustos de aulagas y terrenos pantanosos, y considerando un resultado losuficientementedecenteelnoemplearmásdetresputtsenunsologreen.Eraunmalcampo de golf, de hecho, y nadie con sentido común hubiera pensado acercarse aFirhamparajugarmalalgolf,cuandopodíahacersebienentantosotrossitiosmásaccesibles.Dehecho,laúnicarazónporlaquehemencionadoelgolfesporque,deuna manera distante e indirecta, está conectado con los primeros incidentes de lahistoriaqueallísedesarrollóyque,paramíalmenos,destruyólaseguratranquilidaddenuestropequeñoyremotorefugio.

Llegar aFirhamdesdeLondres, excepto si se conducenunos doscientos veintekilómetros,esunprocesolento,ytrasdostransbordoseltrenacabapordejartenadamenos que a diez kilómetros del destino final. Tras eso, una carretera repleta decambiosderasantequeterminaenungrandeclivetesacadelascolinasdeNorfolkparallegaralosextensosllanosrobadosalmar,protegidosdelainvasiónmarinapordiques y grandes bancos. Desde la cima de la última colina se tiene la primeraimpresión del pueblo: sus casas de ladrillo con tejados de teja brillando como sifueranascuascandentesalaluzdelatardecer,comosisetratasedeunapequeñaislaancladaenunainmensaextensióndeverde,y,unpardekilómetrosmásallá,elazuldifusodelmar.Apenassepuedenverunpardeárbolesenaquelampliopaisaje,ylosquehayestánatrofiadoseinclinadosporel imperantevientodelacosta.Lamayor

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parte de la zona está compuesta de campos sin rasgos distintivos, divididos pordiquesdedrenajeypuntuadosporescasosgruposdeganado.Unperezosoriachuelo,bordeadoporcañaveralesymalezadispersa,entrelaquecacareanlaspollasdeagua,pasajustoalladodelpueblo,antesdeseratravesado,unpardecientosdemetrosmásadelante, por un puente y una esclusa. A partir de allí se ensancha formando unestuario,repletodeaguabrillantedurantelamareaaltaydebancosdelododurantelamareabaja,yatravesandohilerasdedunas,repletasdematasdehierba,hastallegaralmar.

Lacarreteraquedesciendedelastierrasaltasdelinterioratraviesaestasmarismasreclamadasalocéanoy,trascasidoskilómetrosdeviajesolitario,entraenelpueblode Firham. A derecha e izquierda se pueden ver un par de cottages apartados,encaladosyconeltechodepaja,cadaunodeellosconsucorrespondientejardincilloenelfrenteyquizáunareddepescadorextendidasobreelmuroparasecarse.Peroantes de que formen nada que pudiera llamarse calle, la carretera realiza un giroinesperadoyanguloso,yenuninstanteseencuentraunoenunaplazaque,dehecho,forma el pueblo entero.A cada ladode este espacio amplioy adoquinadohayunahileradecasas.Aun ladoestá laoficinadecorreos, laestaciónde lapolicíayunadocena de pequeñas tiendas en las que se pueden comprar los más rudimentariosútilesdesupervivencia:hayunpanadero,uncarnicero,unestanco…Alotroladoseelevaunahileradepequeñas residencias, amediocaminoentrequintasycottages,mientras que en el extremo más alejado hay una iglesia gris y rechoncha con suvicaría, resguardándose ambas tras una valla verde y más bien deteriorada. En elextremomáscercanoestáElHogardelPescador,elmodestohostalenelquesiemprenosalojamos,flanqueadoporotrasdosotrescasasdeladrillo,delascualeslamásalejada,justoenellugarenelquelacarreteravuelveaabandonarlaplaza,eslacasadelaesquinaalrededordelacualversaestahistoria.

Lacasade laesquinaeraunobjetode ligeracuriosidadparaJimyparamí,yaquemientraselrestodecasasdelaplaza,tantotiendascomoresidencias,mostrabanuna apariencia ordenada y bien cuidada, con cierto aire de prosperidad aunque aescalareducida,lacasadelaesquinapresentabaunmarcadoycuriosocontraste.Ladesdibujadapinturadelapuertaestabacuarteadayrepletadeburbujas,elescalóndelumbraldelaentradanuncaseblanqueabayaparecíaparcialmentecubiertoporunainvasióndemusgo,comosiapenasseutilizara.Sobrelasventanas,enelinterior,sepodían apreciar unas desteñidas cortinas, y una trepadora de Virginia, que sedesparramaba sin ataduras sobre el descolorido frontal de la casa, caía sobre loscubiertoscristalescomocaeelpelodeunterriersobresusojos.Aveces,juntoaunauotradeaquellasventanassesentabaunlúgubregatogris;perodurantetodoeldíanoseveíaningúnotrosignodevidaquerevelaselaexistenciadeunocupante.Detrásdelacasahabíaunespaciosojardíndelimitadoporunapequeñapareddeladrillo,ydesde lasventanas superioresdeElHogardelPescador eraposiblever su interior.Habíaunsenderodegravaquelorecorría,semiocultobajolamaleza,yloquehabía

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sidounlechodefloresjustobajolavallasehabíaconvertidoenunajunglademalashierbas entre las que asomaban enveranodoso tres rosales quedaban algunaqueotramagraflor.Enunextremohabíaundepósitodeagua,yenelmediountaburetedehierrocompletamenteoxidado,peronunca,niporlamañananialmediodíaniporla tarde, vi allí figura humana alguna; parecía completamente abandonado y novisitado.

Conlallegadadelocasolasraídascortinaseranechadassobrelasventanasqueseasomabanalaplaza,yentonces,atravésdealgúnresquiciosepodíaapreciarqueenunade lashabitacioneshabía luz.Lacasa,eraevidente,habíasidoensumomentouna pequeña pero muy digna residencia; estaba construida con ladrillos rojos ypertenecía al primer período del georgiano, cuadrada y cómoda y con su pequeñaparcelacerradaenlapartetrasera;unosepreguntaba,comoyahedicho,conligeracuriosidad, qué plaga podía haber caído sobre ella, qué clase de persona podíamoverse silenciosa e invisible tras aquellas cortinas deslucidas durante el día ypermanecersentadaenaquellahabitacióncuandohabíacaídolanoche.

No era sólo para nosotros, sino también para los oriundos de Firham, que loshabitantes de la casa de la esquina residían tras un velo demisterio. El dueño denuestraposada,porejemplo,respondiendoapreguntascasuales,podíacontarnosmuypocodesuvidaenlaactualidad,peroloquesabíadeellosindicabaquealgobastantemacabroacechabatrasaquellascortinas.Laqueallívivíaeraunaparejacasada,yélpodíarecordarlallegadadelseñorylaseñoraLabsonunosdiezañosantes.

—Ella era unamujer grande y atractiva—dijo—, rondando los treinta. Él erabastantemásjoven;enaquelentoncesapenasparecíareciénentradoenlaveintena:unjovendelgaducho,mediacabezamásbajoquesuesposa.Meatreveríaadecirqueustedeslehanvistoenelcampodegolf,dándolealapelotacompletamentesolo,yaquevaallícadatarde.

Yomehabíafijadomásdeunavezenunhombrequejugabasolo,yquellevabaun par de palos. Si estaba en ungreen y nos veía acercarse, siempre semarchabaapresuradamenteose retirabaaciertadistancia,dándonos laespaldayesperandoaquepasáramos.Peroningunodelosdoslehabíamosprestadoespecialatención.

—¿Ellanovaconél?—pregunté.—Ella nunca abandona la casa, al menos por lo que yo sé —respondió el

posadero—,aunqueesbienciertoquenosiemprehasidoasí.Alprincipio,cuandollegaron, siempreestaban juntos, jugandoalgolf, paseandoenbarcaopescando,yporlastardesllegabaelsonidodecancionesodeunpianodesdeesahabitacióndelfrontal.Novivíanaquítodoelaño,peroveníandeLondres,dondeteníanunacasa,parapasardoso tresmesesduranteelverano,yquizáunoenNavidadesyotroenPascua. Traían consigo amigos que pasaban con ellos gran parte del tiempo, ysiempresenotabaqueselopasabanengrandejugandoybailando,conungramófonoen el que ponían canciones hasta medianoche y más tarde aún. Y entonces,repentinamente, hará unos cinco años o quizá un poco más, algo sucedió y todo

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cambió.Sí,aquellofueunacosaextraña,ytanrepentina,yadigo,comoelestallidodeuntrueno.

—¡Quéinteresante!—dijoJim—.¿Quéesloquepasó?—Bueno,talycomonosotroslovemos,fuedelasiguientemanera—respondió

él—. El señor y la señora Labson estaban pasando aquí juntos el verano, y unamañana, mientras pasaba frente a su puerta, oí la voz de ella, regañándole yrecriminándolealgo,aéloaotrapersona.Probablementeaél,segúnnosenteramosmás tarde. Todo el día se lo pasó gritándole: resultaba asombroso pensar que unamujerpudieraguardar tantoalientoensucuerpoy tantoodioensucerebro.Aldíasiguiente todos loscriados, loscincooseisque tenían,mayordomo,amade llaves,ayudadecámara,camareraycocinero,fuerondespedidos;asíquesemarcharon.Aljardineroselepagóelsueldodelmesytambiénseledijoqueyanoerannecesariossusservicios,demodoqueelseñorylaseñoraLabsonsequedaronsolosenlacasa.Pero tambiéndurante lamitaddeaquelsegundodíacontinuaron loschillidosy losgritos, por lo que resulta que debía de ser a él a quien estaba recriminando einsultandodesdeunprincipio.Secomportabacomouna loca,yaélnose leoíaniunapalabra.Despuéshubounratodesilencioantesdequeellaempezaraotravez,ydíatrasdíalacosasiguióasí,silencioydespuésellagritando.Amedidaquefueronpasandolassemanaselsilencioseimpusoentreellos;devezencuandoellavolvíaaempezar,cosaquetodavíahaceactualmente,peroahorapasanmesesentreestallidoyestallido.Mesesenlosquenoseoyeniunamosca.

—¿Ycuálfuelacausadetodoaquello?—pregunté.—Salió en los periódicos —dijo él—, cuando el señor Labson se declaró en

quiebra.Habíaestadoespeculandoenlabolsadevalores,nosóloconsudinero,sinotambiénconeldeella,yhabíaperdidohastaelúltimopenique.TuvoquevendersucasadeLondres,ytodoloquelesquedófueéstadeaquí,quelepertenecíaaella,yuna pequeña cantidad de dinero a la que él no había tenido acceso, y que lesproporciona una o dos libras semanales. Ya no tienen criados, y ahora el señorLabsonsaletempranocadamañanaconsucestadelacompraenelbrazoyvuelveconprovisionesparalacenacompradasconunoodoschelinesqueellaleda.Dicenquetambiénseencargadecocinar,ydelaslaboresdelhogar,aunquedeestoúltimonoseocupamucho,ajuzgarporloquesevedesdefuera,mientrasellasesientaconlasmanoscruzadassobreelregazo,sinhacernadadesdelamañanahastalanoche.Sentadaallíyodiándole,podríamosdecir.

Eraunahistoriaextrañaysiniestra,yapartirdeaquelmomentolacasaadquirióantemis ojos una capamás profunda de severidad que pasó a formar parte de suesencia.

Suaspectodesoladoydesatendidohabíasidoganadoapulso:lasventanassuciasylapuertadescoloridaparecíanunaexpresiónadecuadadelespírituqueallíhabitaba;lacasaeralafielexpresióndeaquellosqueresidíanensuinterior,delhombrecuyainconscienciaoavaricia leshabíaarrastradohaciaunapenuriaqueseacercabaa la

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ruina, y de la mujer a la cual nunca se veía, pero que se sentaba tras las suciascortinasodiándoleyhaciéndolesuesclavo…porqueélerasuesclavo;aquellashorasen las que ella le gritaba y se enfurecía habían quebrado con toda seguridad suespírituporcompleto,odeotromodo,fuesecualfuesesudelito,sehabríarebeladocontraunaexistenciatanservilysombría.Tansólocontabaconaquellasdoshorasderemisiónqueellaleotorgabaporlastardesparapodertomarelaireyejercitarseparamantener la salud antes de regresar a su vida de sumisión, a la reclusión y a lahostilidadaflordepiel.

Tal y como sucede a veces cuando se comienza un tema, el conjunto deexperiencias trivialesycotidianasempezóasembrarsedealusionesyreferenciasalmismo,yunavezqueaquelasuntodelacasadelaesquinasepusoenmarcha,Jimyyo empezamos a ser conscientes de una manera constante de su presencia. Eraexactamente igualquesiaun reloj lehubierandadocuerdaysehubierapuestoenmarcha:de repente empezábamosaoír, deunamaneraquenohabíamospercibidoanteriormente, el constante tic-tacde sumaquinaria,mientras las agujas semovíanhaciaunahora inconjeturable.Fantasiosamente,mepreguntéquéhoraseríaaquellahacia la que se arrastraban las silenciosas agujas. ¿Habría algún tipo demurmullodiscordantequenos avisaradeque lahora se acercaba,ono lopercibiríamosparavernos súbitamentealteradosporun impacto reverberante?Semejante ideaera,porsupuesto, puro producto de mi imaginación; pero de alguna manera se habíaadueñadodemí,yacostumbrabaapasarfrentealacasadelaesquinalanzandounamirada inquieta hacia sus sórdidas ventanas, como si fueran el dial que pudierainterpretarelprogresodesusombríomecanismointerior.

Ellectordeberáentenderquetodoestonosehabíaconvertidoenunaimpresióncontinua. Jimy yo acudíamos a Firham sólo para visitas breves, con intervalos desemanas e incluso meses entre sí. Pero ciertamente, una vez que hubo surgido eltema, tuvimosposibilidaddeobservarmásamenudoal señorLabson.Día trasdíaveíamos su huidiza figura en el campo de golf, manteniendo las distancias yretirándoseanuestropaso;perounaveznosacercamoslosuficienteaélantesdequeseapercibieradenuestrapresencia.Eraunatardeenlaquehabíaamenazadolluvia,yconelpropósitodeestarmáscercadeunlugarcubiertoencasodequelatormentaestallara repentinamente, nos habíamos saltado dos recorridos y atravesado unaextensióndeterrenoaccidentadohastallegaraunhoyoquenosponíaendirecciónacasa. Estaba colocando su pelota en zona de tee cuando alzó lamirada y vio queestábamosdetrásdeél;dejóescaparunpequeñochillidodeterror,recogiósupelotayseescabullóarrastrandolospies,conunamuecade terrorabyectopintadasobresucarablancaymagra.NonosdioniunapalabraderespuestacuandoJimlerogóqueporfavornosprecediera.Nisiquierasevolvióparamirarnosunasolavez.

—Perosiesehombreestátemblandodemiedo—dijeyomientrasdesaparecía—.Apenaspodíarecogerlapelota.

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—¡PobreDiablo!—dijoJim—.Desdeluegoalgoinauditopasaenlacasadelaesquina.

Apenashabíaacabadodehablarcuandolalluviaempezóacaertorrencialmente,demodoquetrotamosalamayorvelocidaddelaquesoncapacesdoscaballerosdemediadaedadhaciaelcobertizodehierroonduladoquehacíalasvecesdeclub.Sinembargo, el señor Labson no se nos unió en busca de refugio; le vimos avanzarlaboriosamentebajoelchaparrónprefiriendoempaparseantesqueenfrentarseasussemejantes.

AquellavisióncercanadelseñorLabsonhabíaconvertidoelasuntodelacasadelaesquinaenalgomuchomásreal.Traslascortinasenlasqueseencendíaunaluzpor las noches, se sentaba un hombre en cuya alma se había entronizado el terror.¿Era el terror a su compañera, la cual se sentaba allí con él, el que reinaba tansupremoqueinclusocuandosealejabahastaelcampodegolfaúnledominaba?¿Lehabíaarrebatadohastaelúltimoposodemasculinidadydevalorhastaelpuntodeque ni siquiera era capaz de huir, sino que regresaba a aquella siniestra casa pormiedo a su miedo, igual que a un conejo acechado por una comadreja le falta elcoraje para escapar a toda velocidad y ponerse a salvo de sus dientes blancos yafilados? ¿O es que existían unos lazos de afecto entre él y la mujer a la que sutemeridadhabíaarrastradohastalapenuria,demodoquecomopenitenciavoluntariacocinaba y se dejaba esclavizar por ella?Y entonces pensé en la voz que le habíaestadogritandodurantetodoaqueldía;eramásprobableque,comoJimhabíadicho,pasaraalgoinauditoenlacasadelaesquina,antelacualseacobardabaydelacualnoteníalafuerzadevoluntadparahuir.

Levislumbramosenmásocasiones,comocuandoconlacestadelacompraenelbrazo,porlamañanatemprano,llevabaalacasapan,leche,yunosdespojosbaratosdelcarnicero.Enunaocasiónlevientrarensucasaalregresardelascompras.Debíadehabercerradolapuertaconllaveantesdesalir,yaqueenaquelmomentovolvióaabrirla y, una vez dentro, oí cómo la llave volvía a girar en la cerradura. En otraocasión,aunquesólopudeapreciar susilueta,viaaquellacon laquecompartía susoledad,yaquealpasarfrentealacasadelaesquinaalatardecer,lalámparaacababade ser encendida y pude vislumbrar a través de la ventana una habitación sinalfombrar, un techo ennegrecido y un gran sillón colocado frente al fuego de lachimenea.Enaquelmomento laformadeunamujerse interpusoentre la luzyyo.Eramuyalta,einmensamenteanchayrobusta,ysusmanos,grandescomolasdeunhombre,agarraronlascortinas.Unmomentomástarde,conunsoniquetedeanillasmoviéndose, las había echado, encerrándose a símisma y al hombre para pasar lalargatardeinvernalylanochequeseguiría.

Esamisma tarde, recuerdo, Jim había tenido ocasión de acudir a la oficina decorreos,yregresóanuestrapequeñaycálidasaladeestarconalgodehorrorenlosojos.

—Túlahasvisto—dijo—,yyolaheoído.

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—¿Aquién?Oh,¿terefieresalacasadelaesquina?—pregunté.—Sí.Estabapasandopordelantecuandoellaempezó.Teaseguroquemeasusté.

Apenasparecíaunavozhumana,opor lomenosnoparecía lavozdeunapersonacuerda. Era más bien como un farfullar estridente y violento de una sola nota,continua,sinpausa.Delocos.

Elretratomentaldeambossehizomássiniestro.Eraunpensamientoespantosoel que los reunía a los dos, tras las cortinas descoloridas y en aquella habitacióndesnuda: aquel hombrecillo aterrorizado y aquella mujer monstruosa gritándole yvociferando. Y sin embargo, ¿qué podíamos hacer nosotros? Parecía imposibleintervenirdeningunamanera.NoeraasuntodedosvisitantesdeLondreselinterferiren los asuntos domésticos de dos perfectos extraños.Y, sin embargo, el desenlaceprobóquecualquierintervenciónhabríaestadojustificada.

El día siguiente fue húmedo desde lamañana hasta la noche. Un vendaval delluvia mezclada con aguanieve llegó rugiendo desde el noroeste, y ninguno denosotrosseasomóalexterior,sinoquepermanecimoscercadelfuego,escuchandoalvientoulularenlachimeneayalvendavalarrojarcortinasdeaguacontralospostigosdelasventanas.Peroalcaerlanocheelvientocesóysedespejóelcielo,ycuandosubíamicuartoparaacostarme,adormecidoporhaberpasadotodoeldíaencerrado,vi las sombrasde lasbarrasde laventana completamentenegras enoposición a laclaridad que llegaba del exterior, y abriendo la persiana pude contemplar una lunaradiante.Abajo,unpocoalaizquierda,quedabaeldescuidadojardíndelacasadelaesquina, y allí, en mitad del sendero cubierto por la hierba, estaba la mujer cuyasiluetahabíavisto recortadacontra la luzde la lámparade suhabitación.Ahora laluna alumbraba de lleno su rostro, y me quedé momentáneamente sin resuello alcontemplaraquelhorrorososemblante.Eragruesoyestabahinchadomásalládelocreíble,losojosnoeransinodospequeñoscortessobresusmejillas,yloscontornosde laboca resultaban invisibles a su sombra.Peroni siquiera lablancurade la luzlunar daba palidez a su cara, ya que estaba encendida con unmatiz purpúreo tanintensoque casi parecía negro.Tan sólo pudeobservarla un instante, ya quequizáhabíaoídoelrepiqueteodemipersiana,porloquemiróhaciaarribayunminutomástardeestabadenuevoenel interiorde lacasa.Peroaquelmomento fue suficiente;sentí que había visto algo infernal, algo más allá del amplio espectro de lahumanidad.Noerasólolahorrorosafealdadfísicadeaquellacaramonstruosaloqueresultaba tan impactante; era la expresión en sus ojos y su boca, visible en aquelsegundoen el que alzó la caraparamirar haciamiventana.Había en ellaunodioinhumano y una crueldad que estremecían el corazón; los contornos sin rasgos sehabíanrellenadocondetallesmáshorriblesdelosquejamáshubieraimaginado.

Volvíamosaestarenelcampodegolfalatardesiguiente,enundíadeluzlíquidayairefresco,peroalgunainnombrableopresióndelespíritumemanteníaaisladodela magnífica y tonificante calidez. La idea de aquel hombrecillo aterrorizadoaprisionadotodoeldíay todalanoche,exceptoporsusbrevessalidas,conaquella

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mujerqueencualquiermomentopodíaestallarenuntorrentedegriterío,eracomounapesadillaquemellegabaaplenosol.Hubierasidoagradablehaberlevistoaqueldía,ysaberqueestabadisfrutandodeunpequeñorespiroalejadodeaquellaterriblepresencia;peronovimosnirastrodeél,ycuandoregresamosypasamosfrentealacasadelaesquinalascortinasyaestabanechadasy,comodecostumbre,todoestabaensilencio.

Jimmetocóelbrazomientraspasábamosfrentealasventanas.—Peroestanochenohayningunaluz—dijo.Eracierto;lascortinasestabanagujereadas,talycomoyosabía,enporlomenos

mediadocenadesitios,peroniatravésdeningunodeestosagujerosniatravésdelos resquicios de los extremos llegaba lamásmínima luz.De algunamanera, estehechoañadióunhorrorquepusomisnerviosentensión.

—Bueno, no podemos llamar a la puerta y decirles que se han olvidado deencenderlalámpara—dije.

Nosdetuvimosunmomento, e inclusomientrasestábamoshablandovi llegaratravésdelaplaza,dirigiéndosehacianosotrosenelcrecientecrepúsculo,alhombreal que habíamos echado en falta en el campo de golf aquella tarde.Aunque no lehabía visto aproximarse, ni oído el sonido de sus pisadas sobre los adoquines, enaquelmomentoseencontrabaaunpardemetrosdenosotros.

—Entodocaso,aquíllega—dije.Jimsegiró.—¿Dónde?—preguntó.Había al menos una distancia de dos metros entre ambos, y mientras él

preguntabaestoelhombrepasóentrelosdosyavanzóhacialapuertadelacasadelaesquina. Y entonces, demanera instantánea, vi que Jim y yo estábamos solos. Lapuertadelacasadelaesquinanosehabíaabierto,peroallínohabíanadie.

Jimexclamósobresaltado:—¿Quéeraeso?Algomeharozado.—¿Nohasvistonada?—pregunté.—No,perohenotadoalgo.Noséloqueera.—Yolehevisto—dije.MisnerviosalteradosparecíanhaberinfectadoaJim.—¡Tonterías!—dijo—.¿Cómopodríashaberlevisto?¿Adondehaido,siesque

lehasvisto?Noséquéestamoshaciendoaquí.Antesdequepudieraresponderoíenelinteriordelacasadelaesquinaelsonido

deunos pesados pasos arrastrándose; una llave giró en la cerradura, y la puerta seabrió.Atravésdeella,jadeandoyresoplando,extrañamenteagitada,surgiólamujerquehabíavistolanocheanterioreneljardín.

Habíacerradolapuertayvueltoaecharlallaveantesdevernos.Ibasinsombreroy llevaba puestas unas enormes zapatillas cuyos tacones golpeaban el pavimento acadapaso;ensurostrosereflejabaelvacíoprovocadoporalgúnterrorinnombrable.

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Suboca,unacavernaenmitaddeaquellamontañadecarne,estabaabiertadeparenpar,ydeellanos llegóentoncesalgoamediocaminoentreun jadeoyunestertor.Después,alvernos,rápidacomounlagarto,diomediavuelta,setrabóunmomentocon la llaveque todavía llevaba en lamano, ydenuevonos encontramos conunapuertacerradayunacallevacía.Todalaescenatranscurriócomoelparpadeodeunafuerte luz vista entre las tinieblas.Había salido, empujada por un terror particular;después,habíavueltoaentrar,alpareceraterrorizadapornuestrapresencia.

Regresamosa laposadasincruzarunasolapalabra.Enaquelprecisomomentonohabíanadaquedecir;almenospormiparte.Sabíaquehabíaalgoque,pordecirlodealgunamanera,estabarecubriendomicerebro:unasuperficiecongeladademiedomiserablequedebíadeserderretidaatodacosta.Sabíaloquehabíavisto,ysabíaloqueJimhabíanotado:algoquenoteníaunaexistenciatangibleenelmundomaterial.Él había sentido lo que yo había visto, y yo había visto la forma y la aparienciacorpóreadel hombrequevivía en la casade la esquina.Peroqué era loquehabíavistosumujerparahacerlasalirdelacasa,yporquéalvernoshabíaregresadoaella,no podía ni imaginarlo. Quizá cuando ese cierto horror físico que atenazaba micerebrosedeshelarapodríasaberlo.

Pocodespuésestábamossentadosenlapequeñayacogedorasalita,connuestrotépreparadoy el fuego ardiendo alegre en el hogar.Charlamos, por raroquepudieraparecer,decualquiercosaexceptoaquella,perolossilenciosqueseimponíanentrequeabandonábamosun temayelmomentoenelqueconseguíamos introducirotroerancadavezmayores,hastaqueporfinJimhabló.

—Hapasadoalgo—dijo—.Túhasvistoalgoquenoestabaallíyyohesentidoalgoquetampocoestaba.¿Quéesloquehemosvistoysentido?¿Yquéesloquehavistoosentidoella?

Apenashabíaacabadodehablarcuandotocaronenlapuertayentróelposadero.Duranteelmomentoenelque lapuerta estuvoabiertame llegódesdeelbarde laposada una voz estridente y farfullante, que no había oído jamás, aunqueinmediatamentesupequeJimsílohabíahecho.

—La señora Labson se ha acercado hasta el bar, caballeros—dijo—, y quieresabersieranustedesquienesseencontrabanfrenteasucasahacediezminutos.Ellacreeque…

Hizounapausa.—Esdifícilsuponerquéesloquepretende—dijo—.Sumaridonohaestadoen

casaentodoeldía,yaúnnoharegresado,yellapiensaqueustedespodríanhaberlevisto en el campo de golf. Además ha dicho que está pensando en dejar su casaduranteunmes,ysepreguntasiaustedeslesinteresaríaalquilarla,perovadeuna…

Lapuertavolvióaabrirse,yallí estabaella, llenandoelhuecode lapuerta.Sehabía tocadolacabezaconunenormesombrerodeplumas,ysehabíacubierto loshombrosconunacapadenochedeunrojobrillante,raídaycomidaporlaspolillas,peroensuspiesaúnpermanecíanlasmismaszapatillas.

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—Lespareceráextrañoqueunadamaseentrometadeestamanera—dijo—,pero¿ustedessonloscaballerosalosquehevistoadmirandomicasahaceunmomento?

Sus ojos, completamente vacuos por momentos, repentinamente agudos yescrutadoresenotros,seposaronsobrelaventana.Lascortinasnoestabanechadasyen el exterior laúltima luzdiurna estabadesvaneciéndose.Arrastró las zapatillas atravésdelahabitaciónyechólapersiana,mirandoanteshaciaelocaso.

—Enrealidadnomeasombra—siguiódiciendoatropelladamente—,yaquemicasa suele sermuyadmiradapor los turistas.Estabapensandoabandonarladuranteunassemanas,aunquenoestoyseguradequefueraconvenientehacerlojustoahora,einclusoaunqueasí fuese,debería retiraralgunosdemis tesorosaunpequeñoáticoquehayenlapartesuperiordelacasaycerrarlobien.Joyasdelafamilia,yapuedenimaginarse.Perotodoesoescircunstancial.Hevenidoaquí,cometiendounaextrañaintromisión,losé,parapreguntarlessialgunodeustedeshabíavistoamimarido,elseñorLabson (yo soy la señoraLabson, talycomodeberíahaberlesdicho)…si lehabíanvistoestatardeenelcampodegolf.Acudióallíaesodelasdosdelatardeyaún no ha regresado. Es algo de lo más extraño, ya que normalmente tiene el tépreparadoalascuatroymedia.

Hizounapausayparecióescucharconatención;despuésvolvióaacercarsealaventanayvolvióaretirarlapersiana.

—Pensé que había oído pasos en mi jardín, aquí al lado —dijo—, y mepreguntaba si sería el señor Labson. Es un jardincito tan agradable… un tantodescuidado, quizá. Creo que vi a uno de ustedes, caballeros, apreciándolo anoche,mientras yo tomaba el fresco.Quizá, si no les apeteciese hacerse cargo de toda lacasa,lesgustaríaalquilarunpardehabitaciones.Podríaproporcionarlesunaestanciade lo más agradable, el señor Labson siempre ha dicho que soy una magníficacocinerayanfltriona,yentodosestosañosnuncaherecibidounapalabradequejaporsuparte.Aunasí, si se lehametidoen lacabezamarcharse repentinamentedeesta manera, me encantaría tener un huésped en la casa, ya que no estoyacostumbrada a estar sola. Estar sola en una casa es algo que nunca he podidosoportar.

Sevolvióhaciaelposadero.—Tomaréunahabitaciónaquíestanoche, siel señorLabsonno regresa.Quizá

podríaenviaraalguienconunabolsaa recoger loquenecesite.No,esonoestaríabien;yairéyomisma,siesustedtanamabledeacompañarmehastalapuertadelaentrada.Unonuncasabeconquiénpuedeencontrarseaestashorasdelanoche.Ysiel señorLabsonvinieseaquíenmibusca,no ledejeentrarenningúncaso.Dígaleque no estoy aquí; dígale que me he ido de casa y que no he dejado ningunadirección.UstednoquerráalseñorLabsonaquí,yaquenotieneniunsolopeniquede su propiedad y no podría pagar el alojamiento, y yo no voy a mantener suholgazanería durante tanto tiempo. Élme arruinó, y así estaremos en paz. Le dijeque…

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El torrente de parloteo demente cesó de repente; sus ojos, fijos en un oscurorincónquehabíaamisespaldas,seensancharonaterrorizados,ysubocaseabrió.Almismo tiempooíun jadeodeasombroy sobresaltode Jim,ymegiré rápidamenteparaverloqueélylaseñoraLabsonestabanmirando.

Allíestabaaquelalqueyohabíavistomediahoraantesapareciendosúbitamenteen la plaza y desapareciendo en el interior de la casa de la esquina igual desúbitamentequehabíallegado.Alsiguienteminutoellahabíaabiertodeparenparlapuertaysehabíaabalanzadoalexterior.Jimyyolaseguimosylavimosapresurarseporelpasilloysalirporlapuertadelbarhacialaplaza.Elterrordabaalasasuspies,yaquellaenormemasadeformesaliódisparadahastaperderseenlaoscuridaddelanoche.

Fuimosdirectamentealacomisaríadepolicía,yseregistrólazonaenbuscadeaquellamujerlocaque,yoestabasegurodeello,eraademásunaasesina.Sedragóelríoy,hacialamedianoche,unospescadoresencontraronelcuerpodelamujerbajolaesclusaquedabacomienzoalestuario.Mientrastanto,sehabíaefectuadounregistroen la casade la esquinay, efectivamente, tras el depósito de agua, en el jardín, sedescubrióelcadáverdesumarido,estranguladoconunpañuelodeseda.Muycercadel cuerpo se encontró un agujeromedio excavado, en el que sin duda ella habíapretendidoenterrarle.

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LACAMAJUNTOALAVENTANA

Mi amigo Lionel Bailey entiende las obras del señor Einstein, y las lee con laatenciónensimismadayemocionadaque lagente corrientededicaa lasnovelasdedetectives. Dice que resultan tan excitantes que es incapaz de dejarlas; siempre lehacen llegar tarde a la cena.Podría ser debido a esta inusual configuraciónmentalque habla sobre el tiempo y el espacio de una manera que a menudo resultadesconcertante,yaquesobreestascosaspiensadeunmodomuydiferenteanuestrasnocionesaceptadassobreellas.Aquellanoche,sentadosjuntoamichimeneaoyendounatípicatormentaprimaveraldemarzoqueaullabaenelexterioryarrojabaespesascortinas de agua contra mi ventana, me había resultado particularmente difícilseguirle. Pero aunque piensa en términos que el hombre corriente encuentraininteligibles,siempreestádispuesto(aunqueconesfuerzos)aabandonarlasausterasalturasen lasque rondademanera tannaturalparaexplicarse.Ysusexplicacionesson amenudo tan lúcidas que el hombre corriente (me aludo amímismo) puedehacerseunaideageneraldeloquequieredecir.Justoentoncesacababaderealizaruncomentario extremadamente críptico sobre las dimensiones reales del tiempo, y laevidente incorrección de nuestra concepción sobre el mismo; pero interpretandocorrectamenteelgemidoconelquelorecibí,acudiógenerosamentealrescate.

—Verás, el tiempo, tal y como lo entendemos—dijo—, es una convención sinsentido. Hablamos del futuro y del pasado como si se tratase de polos opuestos,cuandoenrealidadsonlomismo.Aquelloqueteníamosporelfuturohaceunminutoohaceunsiglo,hapasadoahoraaserelpasado;elfuturosiempreestáenprocesodeconvertirse en pasado.Ambos son lomismo, tal y como acabo de decir, sólo quevistosdesdediferentesperspectivas.

—Peronoson lomismo—dije,demanerabastantepocoprudente—.El futuropuedeconvertirseenpasado,peroelpasadonuncaseconvierteenfuturo.

Lionelsuspiró.—Una afirmación de lo más desafortunada —dijo—. Vaya, si es que todo el

futuroestáconstruidoabasedepasado;dependedeélcompletamente;elfuturonoconsisteenotracosaquenoseaelpasado.

Creí entender lo que quería decir. No había razón para negarlo, de modo queintentéotracosa.

—Sindudasetratadeunasuntoresbaladizoycomplejo—dije—.Elfuturopasaa ser pasado, y el pasado futuro.Pero afortunadamente hayun referente seguro entodaestaconfusión,yeseeselpresente.Elpresenteesalgosólido;nohayningúntipodedudarespectoalpresente¿no?

Lionel se revolvió ligeramente en su silla. Un movimiento de indulgencia,paciente…

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—Señor, Señor—dijo—. Has escogido como referente firme y sólido al másinestableycambiabledetodos.¿Quéeselpresente?Paracuandohayasacabadodedecir«estoeselpresente»,yasehabrádeslizadohaciaelpasado.Elpasadotieneunasuertedeexistenciareal,ysabemosqueelfuturofloreceráapartirdeél.Peroapenassepuededefenderlaexistenciadelpresente,yaqueenelprecisomomentoenelquedicesqueestáahí,hacambiado.Es,delejos,elaspectomáselusivodelfantasmaquellamamosTiempo.Eslapuerta,yesoeslomáximoquedeélsepuededecir,atravésde la cual el futuro pasa a ser el pasado.Y de algúnmodo, aunque apenas existe,desdeélpodemosvertantoelpasadocomoelfuturo.

Sentíquepodíaatrevermeacontradeciresteúltimopunto.—GraciasaDios,esonoesposible—dije—.Resultaríaterroríficopoderverel

futuro.Yaessuficientementemaloavecestenerquerecordarelpasado.Élnegóconlacabeza.—Pero sí podemos ver el futuro —dijo—. El futuro evoluciona a partir del

pasado, y si pudiéramos saberlo todo sobre el pasado deberíamos conocer tambiéntodosobreelfuturo.Todoloquesucedeestansólounnuevoeslabónenunacadenadeconsecuencias inalterables.Lopocoquesabemosdelsistemasolar,porejemplo,nosaseguraqueelsolvolveráaaparecerporlamañana.

—Oh,terefieresaeso—dijeyo—.Deduccionesmaterialesymatemáticas.—No,merefieroatodotipodecosas.Porejemplo,estoysegurodequeenalguna

ocasión habrás tenido la certeza que todos experimentamos una y otra vez de quealguien va a decir algo en particular. Pasan un par de segundos y entonces diceexactamenteloqueestábamosesperandoquedijera.Esonotienenadadematemáticonidematerial.Esunpequeñoejemplodealgoimportantísimollamadoclarividencia.

—Yaséaqué terefieres—dije—.Peropodría tratarsedeun trucodelcerebro.Nosetratadeunaexperiencianormal.

—Todoesnormal—dijoLionel—.Tododependedealgunaregla.Sólollamamosanormalesaaquellascosascuyasreglasdesconocemos.Yademásestánlosmedium:losmediumvenconstantementeelfuturo,yhastaciertopuntotodossomosmedium:todoshemostenidopequeñasrevelaciones.

Hizounapausamomentánea.—Y en realidad existe una explicación muy simple —dijo—. Verás, todos

existimos en la Eternidad, y sólo durante ese tramo que representa nuestra vidaexistimos a la vez en el Tiempo. Pero la Eternidad está almargen del Tiempo: elTiempoescomounaespeciedenieblaquenosenvuelve.Devezencuando,lanieblase aclara, y entonces… ¿Cómo expresar algo tan simple?… Entonces podemoscontemplar el Tiempo desde arriba, como si se tratara de una pequeña isla bajonosotros, perfectamente visible, tanto el futuro, como el presente, como el pasado.Tansólopodemosecharunvistazoantesdeque lanieblavuelvaaespesarseynosenvuelva.Peroenesasocasionespodemosverelfuturotanclaramentecomovemoselpasado,ypodemosvertambiénnosóloaaquellosquehantrascendidolanieblade

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los fenómenosmateriales, aquellos a los que llamamos fantasmas, sino también elfuturo o el pasado de aquellos que aún permanecen en su interior. Todos aparecenantenosotrostalycomosonenlaEternidad,dondenohaynipasadonifuturo.

Noté que mi capacidad de retener lo que me estaba diciendo empezaba adebilitarse.

—Creoqueserásuficienteporestanoche—comentéconligereza—.Elfuturoeselpasadoyelpasadoeselfuturo,elpresentenoexisteylosfantasmaspodríansurgirdeloquehaocurridoodeloqueaúnestáporocurrir.Megustaríaverunfantasmadelfuturo…Y,comoteacabasdetomarunwhiskyconsodaenelpasadoinmediato,estoy seguro de que te apetecerá tomarte otro en un futuro cercano, ya que ambascosassonlomismo.Dimecuándo.

Al día siguiente partí hacia el campo, con la idea de recluirme, a modo decompensaciónporelpardemesesquehabíapasadoperezosamenteenLondres,enunpequeñopueblodelacostadeNorfolk,dondenoconocíaanadieyenelque,mehabía informado, no había absolutamente nada que hacer; eso me obligaría aconcentrarmeeneltrabajoaunquesólofueraparapasareldíadealgúnmodo.Habíaallíunacasa,propiedaddeunhombreysuesposa,enlaqueseaceptabanhuéspedes,y en la que planeé recluirme hasta liquidar aquel infernal atraso que arrastraba.Elseñor Hopkins había sido mayordomo y su esposa cocinera, y (o eso me habíacomentado un amigo que había podido juzgar sus atenciones) conseguían que sushospedadossesintiesenrealmentecómodos.ElseñorHopkinsmehabíaescritoparainformarmedequeenaquelmomentohabíaunaparejaalojadaenlacasa,porloquelamentaba no poder ofrecerme una sala de estar para mí solo. Pero podríaproporcionarme una enorme habitación doble, en la que habría suficiente espaciotantoparamimesadetrabajocomoparamislibros.Erasuficiente.

Hopkinshabíaenviadouncochearecogermealaestacióndetrenmáscercana,aoncekilómetrosdeFaringham,yunpocoantesdelapuestadelsol,undíaventosoydespejado de marzo, llegué al pueblo. Aunque nunca había estado allí, sentí unaextraña sensación de remota familiaridad, y supuse que en alguna ocasión deberíahaber visto, y posteriormente olvidado, alguna aldea parecida. Tan sólo tenía unacallebordeadaporcasasdepescadores,hechasabasedepiedras redondeadasyencuyas paredes había redes colgadas a secar, y un par de tiendas diversas. Larecorrimosensucompletalongitudhastallegar,alfinal,aunacasadetrespisos,encuya puerta nos detuvimos.Un espacioso jardín la separaba de la carretera, y unahileradeespigadosperalesbordeabaelsenderoqueconducíaalaentradaprincipal;másallá, el terrenosedespejabay sealargabahaciaelhorizonte, entrecruzadoporgrandesdiquesyzanjas,atravésdelascualespudever,adoskilómetrosdedistancia,una franja blanca de guijarros que anunciaba la presencia delmar.Mi llegada fueanunciadaporelclaxondelcoche,yHopkins,unhombredelgado,austeroymoreno,salió para recoger mi equipaje. Su mujer estaba esperando en el interior, y me

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condujohastamihabitación.Ciertamenteeraperfecta: teníadosventanasdesde lasque se veían lasmarismas del este, y junto a una de ellas había sido colocado unenorme escritorio. Un fuego chisporroteaba en la chimenea y había dos camassituadasen lugaresopuestosde lahabitación,unacercade lasegundaventanay laotrajuntoalachimenea,enfrentedelacualhabíaunenormesillón.Estesillónteníauna alfombrilla, bajo el escritorio había una papelera, y sobre ella uno de esosanticuadosperoútilesartefactosquemuestraneldíadelmesydelasemanaenelquese encuentra uno, con clavijas para ajustarlo. Todo estaba pensado para resultarcómodo;todoparecíainmaculadamentelimpioycuidado,ymesentícomoencasaalinstante.

—Peroquéhabitaciónmásacogedora,señoraHopkins—dije—,esprecisamenteloqueestababuscando.

Ellaseapartódelapuertamientrasyohablabaparadejarasuesposopasarconlasmaletas.Learrojóunamiradafugazyhostil,ymedescubrípensando:«cómoleodia».Perolaimpresiónfuemomentánea,yhabiendoescogidodormirenlacamadeal lado de la chimenea, bajé las escaleras junto a ella para tomar una taza de témientrassumaridodeshacíamiequipaje.

Cuandovolví a subir, su laborya estaba terminada,y todosmis efectoshabíansidodispuestos,lasropasguardadasenloscajonesdelarmarioyloslibrosypapelesordenadamente colocados sobre la mesa. No había pegas posibles; había tomadoposesióndeaquellaagradablehabitacióncomosisiemprehubieravividoytrabajadoen ella. Entonces me fijé en que la fecha que marcaba aquel pequeño artefactoajustablequehabíasobrelamesa:eraundetallequeselehabíapasadoporaltoalavigilanciademiscaseros,yaquemarcabamartes8demayoenvezdelafechareal,jueves 22 de marzo. Me satisfizo bastante comprobar que, después de todo, losHopkins no eran completamente perfectos, y tras hacer retroceder las ruedecillashastaquemarcaran la fechacorrecta,mesumergíenel trabajo inmediatamente,yaquenonecesitabaacostumbrarmeanadaantesdesentirmecomoencasa.

Unacenasencillayexcelentefueservidatreshorasmástarde,ydescubríqueunodemiscompañerosdehospedajeeraunadamaancianaysepulcraldotadadeunavozgentilperoqueapenashablaba,ycomomuchoparacomentareltiempo.Teníajuntoaella,sobrelamesa,unabarajadecartasyunabotellademedicina.Tomóunadosisde la última tras haber comido, y de inmediato se retiró a la sala de estar común,donde aquella noche y todas las que le siguieron jugó interminables y tristessolitarios.Elotroeraunjovencoloradoquemeconfióqueestaballevandoacabounestudiosobrelaspulgasqueinfectabanaloscaracolesdeaguadulce,encuyabuscatodoslosdíasdragabalosdiques.Habíasidotanafortunadocomoparadescubrirunanueva especie que sin duda sería llamadaPulexDodsoniana en su honor.Hopkinsnos atendió con atención ligera y silenciosa, y su mujer trajo algunos de losadmirables frutos de su cocina. En cierto momento la loza entrechocó sobre labandeja que ella portaba, lo que produjo una mirada por parte de su esposo que

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sorprendícasualmente.Noeraelmerodisgustoelquelainspiraba,sinomásbienunaespeciedeodiomortalycallado.Lacena terminó,ymeacerquéduranteunpardeminutosalasaladeestar,dondeladamasepulcralseconcentrabaensussolitariosyelseñorDodsonensumicroscopio,demodoquemuyprontoregreséalpisosuperiorparareanudarmitrabajo.

Lahabitaciónestabaagradablementecálida,miscosasestabanpreparadasparalanoche,yduranteunpardehorasmeensimisméhastaperder lanocióndel tiempo.Entoncesseabrió lapuertadelahabitación,silenciosamente,sinquenadiehubieraavisado ni tocado previamente, y allí estaba la señora Hopkins. Dejó escapar unpequeñogrititodeconsternaciónalverme.

—Leruegoquemedisculpe,señor—dijo—.Mehabíaolvidadocompletamente;quéestúpida.Éstaeslahabitacióndemimarido,ycuandonoseusasueloocuparlayo.Mehabíaolvidadocompletamente.

Medespertéalamañanasiguientetrasunanocherepletadesueñosturbadoresytontos, para descubrir el sol desparramándose por las ventanas mientras el señorHopkins levantaba las persianas. Había soñado que el señor Dodson entraba paramostrarmeunacoleccióndelaspulgasconformadediamantequepredabansobrelascartasdelaseñoradelossolitarios,aunqueesoprobablementenosucederíahastaelmartes 8 demayo, ya que, como élmismo había indicado, en aquelmomento nopodía haber allí ninguna, ya que el presente no existía. Y entonces, Hopkins, quehabíaestadoinclinándosesobrelacamaquehabíajuntoalaventana,sedisculpóporhaberentradoenmihabitación,ymeexplicóqueallípodíaodiarasumujerconmásintensidad: esperaba no haberme molestado. Después se oyó el estallido de unaexplosión,quesefundióenmisoídosconelruidodelapersianaalserelevada,yallíestabaelseñorHopkins…Salídeinmediatodelacamaymevestí,perodealgunamanera aquel farragoso sueño fraguado a base de experiencias reales me siguiórondando. No podía evitar sentir que tenía alguna relevancia; si tan sólo pudieraencontrar la clave…No desapareció ni se evaporó, como suele ser habitual en lossueños,aldespertarme;pareciómásbienretirarseaalgunacuevaorecovecoocultodemicerebro,paraesperarallíemboscadoaqueselevolvieraallamar.Entoncesmefijé en el calendario que había sobre lamesa, y vi sorprendido que aún registrabamartes8demayo,aunquehabríajuradoquelanocheanteriorlehabíapuestolafechacorrecta. Y junto a la sorpresa apareció un ligero y más bien incómodo recelo, einvoluntariamentemepregunté:¿Aquémartes?¿Aqué8demayoserefería?¿Eraundíadehace añosounode añosporvenir?Sabíaque tal pregunta eraunultraje alsentidocomún;probablementehabíaimaginadoquehabíaalteradoloscilindroshastareflejar la fecha real, pero no había llegado a hacerlo. Pero ahora sentía como siaquellafechaserefirieseaunhechoqueyahubierasucedido,oaunoqueaúnteníaque suceder. ¿Registraba el pasado o… era quizá como una señal del ferrocarrilinesperadamente alterada, durante la noche, en una estación secundaria? La víaparecíadespejada,pero,derepente,deentre laoscuridad, llegaríaelestruendoyel

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pitidodeuntrenqueseaproximaba…Estavez,entodocaso,nohabríaerrores,ymeasegurédequehabíavueltoacolocarlafechacorrecta.

Alprincipio losdías transcurrieroncon lentitud, talycomosuelepasarcuandouno se va adaptando a un nuevo entorno, y después empezaron a pasar con unarapidez cada vezmás acelerada amedida queme iba acomodando a una rutina deproductividad.Trabajaba toda lamañana,meobligabaa salir sindemasiadasganasduranteunpardehorasporlatarde,yvolvíaaenfrascarmeeneltrabajotraseltéyhasta medianoche. Mi labor prosperaba, me encontraba a gusto, y la casa erarealmente cómoda, pero durante todo el tiempo que estuve allí experimenté unmisterioso instintoqueme impelíaa abandonarel lugar,o,dadoqueme resistía, aterminar loantesposiblemi trabajoparapodermarcharme.El fuerteyestimulanteairedelacostaamenudomeproducíasoñolenciacuandoentraba,yabandonabamiescritorioparasentarmeenelgransillónydormitarunrato.Perosiempretrasestasbreves y restauradoras siestas me despertaba sobresaltado, sintiendo que Hopkinshabíaentradosilenciosamenteenlahabitaciónmientrasyodormía,yacosadoporunpánicoinexplicable,megirabaesperandoverleallí.Ysinembargo,noeraasuformacorpórea,sipuedoexpresarloasí,alaquetemíaencontrarme,sinoaalgunaespeciede fantasma psíquico que estuviera llevando a cabo siniestras tareas. Eran suspensamientos losque seconcentrabanallí (¿se tratabadeeso?), algo surgidode suinteriorqueodiabayrumiaba.Aquellonomeconcernía;yoparecíasernadamásqueunespectadoresperandoaqueselevantaraeltelónparaasistiralarepresentacióndeun siniestro drama.Entonces, amedida que este confuso y espantosomomento dedespertar pasaba, del mismo modo se desvanecía el horror; no desapareciendoexactamente,sinomásbienocultándoseypreparándoseparaemergerdenuevo.

Ysinembargo,durantetodoaqueltiempo,larutinadeaquellaordenadísimacasacontinuó fluidamente.Hopkins semanteníaocupadocon sus labores, encargándosede la mayor parte del mantenimiento de la casa, y atendiendo lamesa; su esposaseguía poniendo en práctica sus admirables habilidades en la cocina. A veces lapuertadesuhabitaciónestabaabierta,yalsubiralsegundopisotrashabercenado,podía verles mientras pasaba, cenando amistosamente. De hecho, empecé apreguntarmesiaquellosdestellosdedesagradoporunaparte,yaquellasmiradasdeodioporlaotra,nohabríansidoproductoenteramentedemiimaginación,yaqueeralógicosuponerquehubieraalgúnhechoquelestraicionara:untonodevozexcesivoyfurioso,unarespuestasecayrepentina.Ysinembargonuncahubonadadeeso;demanerasilenciosayeficientelosdosseguíanconsutrabajo,yaveces,avanzadalanoche,podíaoírloscaminarporeláticoenelquedormían.Sonabanunpardepasosamortiguados, y después se imponía el silencio hasta por la mañana temprano,cuando yo, medio dormido, oía cómo se reanudaban los discretosmovimientos, ypasosligerospasabanfrenteamipuertaensucaminodedescensohaciaelpisodeabajo.

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Aquella habitación, en la que llevaba ya trabajando tan prósperamente durantetres semanas, estaba convirtiéndose a mis ojos en un lugar encantado y terrible.Nuncaenmividahabíavistonada fuerade loordinario,ynuncahabíaoídoniunsolosonidoquerevelaraotrapresenciaexceptolamíayladelasbatientesllamasdelachimenea,ymedecíaamímismoqueenrealidaderayo,omáscorrectamentemifantasiososentidodeloinvisibleyloinaudible,quienmeestabaturbandoycausandolafantasmalinvasión.Ysinembargolahabitacióndebíadeteneralgoquever,yaquenienlaplantabajanienelexterior,amerceddelosventososdíasdeabril,nisiquieraenlamismapuertadelahabitación,observabanirastrodeaquellaobsesióncadavezmásmarcada.Allíhabíapasadoalgoquehabíadejadosuhuellainmaterial,yqueeraimperceptible a los órganos de la vista y el oído, y cuyo efecto no sólo se estabahaciendonotarenmimente,sinoqueseestabafiltrandohastalamismísimafuentedela vida. Y sin embargo, la explicación de que un fantasma estaba surgiendo delpasadonoeracompletamentesatisfactoria,yaquefueraelencantamientoquefuera,cadavezestabamáspróximo,yaunquesuscontornosaúnnoeranvisibles,estabanformándosecongranprecisiónbajoelveloque loscubría.Estabaestableciendouncontacto conmigo, como si se tratara de un habitante de un mundo remoto queintentarallegarhastamíatravésdeltiempoyelespacioyyaempezaraarozarmeconlas puntas de los dedos, y utilizara para ello pequeños sucesos físicos en lahabitación, abarcándome con su influencia. Por ejemplo, una noche en la que meestabapeinandoantesdebajaracenar,unacarapálidaysinrostroasomópordetrásdemihombro,yentonces,conuntemblorcontenido,viquetansólose tratabadelespejo ovalado que colgaba del techo. En otra ocasión, tumbado en la cama, pocoantes de apagar la luz, un soplido de viento entró a través de la ventana abierta,hinchandolascortinas,yantesdequepudieraaveriguarlacausa,habíaunhombreenpijamaderayasinclinándosesobrelacamaquehabíajuntoalaventana.Aveces,unresuelloprovenientedeloscarbonesdelachimeneasonabaenmisoídoscomounaboqueadaestranguladadealguien.Algoestabautilizandoaquellossonidosyvisionestrivialesparasupropiofin,amasandomicerebroparaprepararloyhacerloreceptivoalarevelaciónqueseestabapreparando.Trabajabadeunamaneramuyinteligente,ya que a lamañana siguiente de que las cortinas se convirtieran en el hombre delpijama de rayas inclinado sobre la otra cama, Hopkins, cuando llamó paradespertarme, se disculpó por su atuendo. Se había quedado dormido y, para noretrasarmásmi jornada,habíabajadoconunabrigosobresupijamaderayas.Otranoche, la brisa elevó el cobertor de cretona que yacía sobre la cama junto a laventana,inflándolohastacrearlaformadeuncuerpotumbado.Semovióydiomediavueltaantesdevolveradesinflarse,y justoenesemomentolasascuas jadearondeasfixia.

Peroparaentoncesyahabíaterminadomitrabajo;mehabíapropuestonocederaltemorquemepudieranprovocaraquellasextrañasyturbadorasfantasíashastaquenolohubierahecho,yaquellanoche,yamuytarde,garabateéunalíneabajolasúltimas

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palabras de la última página, y añadí la fecha.Me hundí en la silla, bostezando ycansado,perocontentoporqueyaera librepararegresaraLondresaldíasiguiente.Durantelaúltimasemanahabíapasadoaserelúnicohuéspeddelacasa,yreflexionéqueeranaturalque,aisladoenmímismoymitrabajodurantetodoeldía,sinveranadie,hubieracreadofantasmasparaquemehiciesencompañía.Perezosamente,mimirada se desvió hacia el calendario, y vi que una vezmás señalabamartes 8 demayo…Inmediatamente,medicuentadequemisojosmehabíanengañado;habíanvisualizadoalgoqueestabaenmicerebro,yaqueunsegundovistazomeconfirmóqueeldíaindicadoeradehechomartes,pero24deabril.

—Ciertamenteyavasiendohoradequememarchedeaquí—medije.El fuego se había apagado y la habitación estaba bastante fría. Sintiéndome

adormecido y a la vez muy contento de haber terminado mi tarea, me desnudérápidamente,sinmolestarmeenabrirlaventanaquehabíajuntoalaotracama.Perolascortinasestabandescorridasylapersianaalzada,ylaúltimacosaqueviantesdedormirmefueunestrechorayodelunareflejadoenelsuelo.

Me desperté, o por lo menos creí haberlo hecho. El rayo de luna se habíaensanchado hasta abarcar oblicuamente un buen tramo de la habitación, el cualaparecíacompletamenteiluminado.Lacama,situadaalgomásallá,permanecíaentrelassombras,peroresultabaperfectamentevisible,yviquehabíaalguiendurmiendoenella.Ytambiénhabíaalguienalpiedelacama,alguienquevestíaunpijamaderayas. Atravesó en dos pasos el parche de luz lunar y después, extendiendovelozmentelosbrazoshaciaelfrente,seinclinósobrelacama.Lafiguraqueyacíaenellasemovió:sedispararonlasrodillasyunbrazoasomópordebajodelacolcha.Lacamacrujióy tembló en respuesta a la luchaque sobre ella se acababadedesatar,peroelhombresemantuvoconfuerzasobreloquefueraqueestabaagarrando.Saltósobre la cama, obligando a las rodillas a volver a extenderse, y sobre su hombroreconocía lamujerqueallíyacía.Duranteunmomentoconsiguió liberarsucuellodel cepo que la tenía agarrada, y pude oír un agónico jadeo que reclamaba aire.Entonces,lasmanosdelhombrevolvieronaencontrarsuagarradero:unavezmáslacamaseagitó, como lohacen lashojasde losárbolesanteunvendaval,ydespuéstodoquedóencalma.

Elhombreselevantó;permanecióunmomentocompletamenteiluminadoporlaluna,retirándoseelsudordelacara,ypudeverlecontodaclaridad.Entoncesmedicuentadequeestabasentadoenlacama,contemplandolafamiliarhabitación.Estabacompletamenteiluminadaporlaluzdelalunaquesereflejabaenelsuelo,perovacíay silenciosa. Allí estaba la otra cama, con su cobertor de cretona impecablementealisado.

Eldesenlaceprobablemente les resulte familiara lamayoríacomoElAsesinatodeFarignham. La mañana del 8 de mayo, según las declaraciones de Hopkins a lapolicía,bajócomosiempredeláticoenelquehabíadormidohastalassieteymedia,

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ydescubrióquelapuertaprincipaldesucasahabíasidoforzada,yqueestabaabierta.Suesposaaúnnohabíabajado,porloquesubióalahabitacióndelprimerpisoenlaquehabitualmentedormíanjuntoscuandonoestabasiendousadaporalgúnhuésped,ylaencontróensucama,estrangulada.Sinperderuninstantellamóalapolicíayaldoctor,aunqueestabasegurodequehabíamuerto,ymientras lesesperabaobservóque un cajón de su mesa, en el que solía guardar el dinero, también había sidodescerrajado.Ella había acudido al banco el día anterior para cobrar un cheque decincuentalibras,conlasquepensabapagarlasfacturasdelmes,ylosbilleteshabíandesaparecido. Él la había visto guardarlos en el cajón al regresar del banco. Alpreguntárseleporquéhabíadormidoenelático,dejandoasumujersolaenelprimerpiso,respondióquesuhabitaciónhabíasidoocupadarecientementeyquevolveríaaserloenunpardedías,porloquehabíajuzgadoquenomerecíalapenatrasladarse,aunquesumujersílohabíahecho.

Sinembargohabíadospuntosdébilesensuhistoria.Elprimeroeraquelamujerhabía sidoestranguladamientrasyacía en la cama, completamente cubierta con lassábanas y la manta hasta la barbilla. Pero si el supuesto ladrón la hubieraestranguladoalversedescubiertodebidoaqueellasehubieradespertadoyquisieradar laalarma,parecía increíblequehubierapermanecido tumbadaycon la ropadecamacubriéndolahastalabarbilla.Porotraparte,aunqueefectivamenteelcajónenelque ella había guardado el dinero había sido forzado, en ningún momento habíaestadocerradocon llave.El ladrón sólohubiera tenidoque tirarde lamanillay sehabría abierto.Hopkins fue detenido y la casa registrada, encontrándose el fajo debilletesenelforrodeunviejoyenormeabrigosuyoquehabíaenelático.Antesdeserle administrada la pena capital, confesó su crimen y relató cómo lo habíacometido. Había bajado de su dormitorio, entrando en el de su mujer yestrangulándola.Posteriormentehabíaforzadolapuertaprincipaldesdeelexteriore,innecesariamente,elcajónenelqueellahabíaguardadoeldinero…Alleerlo,penséen la teoría deLionelBailey, y enmi propia experiencia en la habitación en cuyointeriorsehabíacometidoelasesinato.

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LASILLADERUEDAS

A los cincuenta años de edad, Edmund Faraday tenía todas las razones para estarsatisfechodelavida:poseíatodoloquerealmentedeseaba,yademásenabundancia.Lasaluderaunadelasprincipalescausasdesusatisfacción,yamenudopensabaquelaprofesiónmédicatendríamuypocacosaquehacersitodoelmundofuesecomoél.Suapreciacióndesubuenasuertelepermitíaenocasionestentarla:comíasinmesurayconsumíagrandes(aunquenuncaexcesivas)cantidadesdealcoholprovenientedediversos tipos de licor, aludiendo agradablemente a su inmunidad ante cualquierefectodesagradable.Tambiénhacíasaberatodoelmundoquecadamañanatomabaun baño de agua fría, que pasaba diez minutos frente a una ventana haciendoejerciciosyflexiones,yquesetomabaeldesayunocongranapetito.Noresultabatanpopular,sinembargo,suescasorespetoporaquellosqueteníanquecuidarse.Ynoesqueloexpresaseentérminosdespreciativos,sinomásbienalcontrario:mostrabaunajovialsimpatíaportodosaquelloshombres,quizádiezañosmásjóvenesqueél,queelegíanserprudentesconelalcohol.

—Esoquesepierde,abuelo—comentaba—,peroyaespabilará.Además de estas ventajas físicas, era dueño de unos considerables ingresos

derivados de sus acciones en una compañía muy segura dedicada a los grandesalmacenes, que élmismo había fundado y de la que era presidente: aquello y susahorros acumulados lepermitíanvivir como le apeteciese.Teníauna casa cercadeAscotenlaquepasabacasitodoslosfinesdesemana,desdeelvierneshastaellunes,jugando constantemente al golf, y otra en Massington Square, convenientementecercanaasunegocio.Podíaesperarunarazonableyprósperatravesíaenaquelúltimotramo de la vida que en los hombres acomodados suele continuar hasta bastantedespués de haber cumplido los setenta. En Londres estaba acostumbrado a jugartodos los días al bridgedurante unpar de horas en su club, antes de regresar a suhogardesoltero,delqueseencargabasuhermana,ydesdelamañanahastalanochesuvidasecentrabaendisfrutaroprocurarseplaceres.

AliceFaradayera,dentrodesupropiocampo,unade lasclavesdesuprósperaexistencia,yaqueeralaqueseencargabadelosasuntosdomésticos.Éllaveíapoco,ya que siempre desayunaba solo y durante lamañana únicamente coincidían unosinstantes,cuandoéldescendíalasescalerasparadirigirsehaciasuoficinayledecíasivendrían algunos amigos a cenar o si por el contrario era él quien cenaría en otrolugar;entoncesellahablabaconelcocinero,telefoneabaalosproveedores,yrecorríalacasaparaasegurarsedequetodoestabaordenadoeimpoluto.Alfinaldeldíaeratambiénrara laocasiónen laquerecibían juntos lanoche,yaqueobienélcenabafuera dejándola sola, o bien invitaba a tres o quizá a siete amigos, entre los queformabanunaodosmesasdebridge.Enaquellasocasiones,Alicenuncaparticipaba.

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No le gustaba jugar a las cartas, estaba bastante sorda, mantenía un silencio nadadecorativoysentíaqueyahabíaquedadorepresentadaporlaadmirablecomidaqueles había proporcionado tanto a él como a sus amigos. En la residencia de Ascotdesempeñabaunpapelparecido,acudiendoallíentrenlosviernesporlamañanaparaque la casa estuviera preparada cuando llegara él montado en su coche algo mástarde.

A veces Faraday se preguntaba si no se sentiría más a gusto casándose yproporcionándole aAlice una casamodesta que fuera de su propiedad y una rentaequivalente, ya que, aunque raras veces la veía, su presencia le repugnabaligeramente.Peroelmatrimonioeraalgoarriesgado,especialmenteparaunhombredesuedad,quesehabíalibradodurantetantotiempo,yademáspodríatoparconunaesposaquetuvieravoluntadpropia,yquenoentendiera,delmodoquelohacíaAlice,que laúnicarazóndesuexistenciadeberíaserhacerlesentircómodo.Denuevosepreguntó si unos criados tan perfectamente adiestrados como los suyos no podríanllevar lacasadeunamanera taneficientecomo lohacíasuhermana,encuyocasoellaestaríamejorenotrolugar;éldesdeluegosesentiríamásagustosinovivierabajoelmismotecho.Peropodríapasarquesucocinerosedespidiera,oquelachicaque limpiaba la casa hiciera mal su trabajo, y además había facturas de las queencargarse,eimpuestosquepagar,yhabíaquepensarenelabastecimiento.Aliceseencargabadetodoaquello,yloúnicoqueélteníaquehacereraextenderleunchequemensual, refunfuñando al ver el total.Y respecto a sus ocasionales cenas con ella,aunque era aburridísimo sentarse frente a aquella criatura medio sorda, grosera yhuesuda,aquellasnocheseranlasmenos,yencuantoacababadecenarseretirabaasu estudio y pasaba una o dos horas tolerables entretenido con un libro o uncrucigrama.Aquésededicabaella,noteníaniidea,ytampocoesqueleimportaramientras ella no le importunase. Probablemente leería aquellos espantosos librossobre el subconsciente y las ciencias ocultas que tanto le gustaban. Para él, con elconscienteyalebastaba,yella teníapocoespacioreservadoenelsuyo.Quémujertandesagradabley enigmática:qué extrañoque él, tanpulcroy robusto, llevara sumismasangre.

Aquelrégimen,sindudaelmáscómodoquehabíapodido idearparasímismo,habíasidoprácticamente impuestosobreAlice.Ellahabíacuidadode lacasadesupadre hasta la muerte de éste, quien al ir envejeciendo había caído en las malascostumbres.Habíaperdidouncapitalconsiderableespeculandoestúpidamenteenelmercado de valores, y durante sus últimos cinco años había pasado a dependercompletamentede suhijo,que loshabíaalojadoaambosenunpequeñoy sórdidopiso a la vuelta de la esquina deMassington Square. Entonces el viejo sufrió unataque y quedó parcialmente paralizado, y Edmund, siempre despreciativo de losenfermos y los incapaces, le había tacañeado hasta el último penique del par decientosdelibrasquelepasabaanualmente.Almismotiempo,admirabalahabilidadparalagestiónylaeconomíaexhibidosporsuhermana,queconseguíaofrecerleasu

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padre una existencia cómoda pese a sumagramiseria. Por ejemplo, incluso habíaconseguidocomprarleunasilladeruedasdesegundamano,destartaladaydesgastadapor el uso, con la que los días soleados le paseaba por los jardines deMassingtonSquare, o sencillamente se sentaba a su lado para leerle. Ciertamente, sabía cómoaprovechareldinero,demodoque,almorirsupadre,yyaqueerasudeberocuparsedeella,Edmundleofreciócienlibrasalaño,alojamientoymanutención,acambiodequellevaralacasaporél.Sinoaceptabaaquellaoferta,deberíaarreglárselassola,ydado que no poseía un penique, no estuvo en su mano oponerse. Habían traídoconsigo la silla de ruedas, y la había guardado enungran trasteroquehabía en eljardín trasero de la casa de su hermano. Quizá podría ser de algún uso en otraocasión.

EdmundFaradayeraunhombreastuto,peronuncasospechóqueexistiesealgunarazón,apartedelanecesidadmaterial,porlaqueAlicehubieraaceptadosuofertadetanbuengrado.Brevemente,estarazóneraquesuhermanaleprofesabaunodioqueseincrementabaybrillabafuriosoantesupresencia.Ellaloabrazaba,loatesorabaylo alimentaba, pero para hacer todo aquello necesitaba estar cerca de él: de otramanera,podríaenfriarseymorir.Oírlellegaralgunatardelaemocionabaalsentirsucercanía;sentarseconélensilenciodurantesusescasasysolitariascenas,observarle,servirle… representaba un festín para ella. No tenía ningún deseo personal dedañarle, inclusoaunqueesohubiera sidoposible,perosentíaquedebíaestarcerca,esperando a que cayera sobre él alguna desgracia inconjeturable, la cual, aunquepudiera demorarse todo lo que quisiera, acabaría por llegar con toda seguridad, almenos mientras ella mantuviera la dinamo de su odio constantemente encendida.Todaemociónintensa,ellalosabía,representabaunafuerzaenelmundo,yantesodespuésacabaríapor realizarseconcreces.Durante sushoras solitarias, cuando lastareas del hogar estaban completadas, ella centraba su mente en él, como unproyector,yestudiabalibrosdemagiaycienciasocultasquelerevelabanolehacíanintuir los poderes otorgados por la concentración. Las brujas y los magos, en lostiempos antiguos, ignorantes de la causa subyacente, pronunciaban hechizos yencantamientosoconstruíanmuñecosdeceraquerepresentasenasusvíctimas,ylosataban y los pinchaban con agujas con el propósito de producir malestar físico yagudos dolores. Pero todo aquel trabajo con símbolos era un juego de niños: laverdaderafuerzaqueseescondíadetrás,aquellaquemásconvendríadejarlibrepararealizar su voluntad sin interferencias, era el odio. Y no merecía la pena serimpaciente: era la paciencia la que realizabaun trabajoperfecto.Quizá, cuando sumaldiciónempezaraatomarforma,selepodríaayudardealgunamanera:losmiedospodíanserpotenciados,sepodíaaumentarladesesperanza…peronadamás.Tansólolaesperafatigosa,eldeseointenso,lainsaciableynegrallama…

Amenudosentíaqueelespíritudesupadresemanteníaencontactoconella,yaque también él había aborrecido a su hijo, y mientras yacía paralizado, sin poderhablar,ella inventabahistoriassobreEdmundparaentretenerle:cómoperdería todo

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sudinero,cómosedescubriríaungranfraudeensunegocio,cómoletraicionaríasutan cacareada salud, y cómo le atenazaría el cáncer o alguna enfermedaddegenerativa; entonces, los ojos del viejo brillaban con alegría, gorjeaba sin poderdecirnadayseretorcíadeplacer.Desdelamuertedesupadre,Aliceaúnnohabíasentidoqueéstelaabandonara;suespírituestabacercadeellaysumalevolencianohabíadisminuido.Ella,por suparte, lehacía el compañerode suspensamientos: aveces,Edmundllegabatardedeltrabajo,ymientraslosminutossedeslizabansinqueélhubieraaparecidoaún,ellasesentíacomositodavíaestuvierainventandohistoriasparasupadre,y lecontabaqueel teléfonosonaríadeunmomentoaotro,yque lallamadaprovendríadealgúnhospitalalqueEdmundhabríasidoconducidotrassufrirun accidente de tráfico. Pero entonces recordaba que debía mantener a raya suspensamientos;nodebíapermitirsedefinirexcesivamentesusideasnisugerirnadaala fuerza que se estaba preparando para actuar sobre él. Y aunque en aquellosmomentos todo parecíamarchar a la perfección, y los siguientesmeses incluso leproporcionaron nuevos beneficios, Alice nunca dudó que llegaría el día de laretribución, siempre y cuando ella fuese paciente ymantuviera aquella dinamodelodioenmarcha.

EdmundFaradaysehabíatrasladadohacíarelativamentepocoalacasaqueahoraocupaba.Previamentehabíavividoenotradelamismaplaza,unadocenadepuertasmásallá,perosiemprehabíadeseadoésta:eramásespaciosa,ycontabaenlapartetraseraconunaconsiderableparceladetierrarodeadaporunaaltapareddeladrilloyocupada por un jardín de césped y lechos de flores. Sin embargo, aún no habíaconseguidoalquilarlaotracasa,yelcartelqueelagenteinmobiliariohabíacolocadofrenteaellaerasencillamentehorroroso,perolopeoreraquemientrasestuvieralibrehabría dinero por ganar. No obstante, aquella noche, mientras se acercaba a ella,caminando vigorosamente al regresar de su oficina, vio que había un hombreasomado al balcón de la sala de estar: evidentemente, había alguien visitándola.Cuandoseestabaacercando,elhombrediomediavuelta,diounpardepasoshacialapuerta y entró en la casa.Faradaypudodarse cuenta de que cojeabapesadamente,apoyándoseenunbastónyarrojandoelcuerpohaciaadelantecadavezqueavanzabalapierna izquierda, comosi la articulaciónno siguiera su juego.Peroaquelnoeraproblemasuyo,ysesentíasatisfechoconpensarquealguienhabíaacudidoavisitarsu vacía propiedad. A la mañana siguiente, de camino a la oficina, pasó a ver alagenteencuyasmanoshabíadejadolacasa,ylepreguntóquiénsehabíainteresadoporella.Elagentenosabíanadaalrespecto:nolehabíacedidolasllavesanadie.

—Peroanocheviaunhombreenelbalcón—dijoFaraday—.Tuvoquehacerseconlasllavesdealgunamanera.

Sinembargo,lasllavesestabanensulugarhabitual,yelagenteprometióenviaraalguien de inmediato para asegurarse de que la vivienda estuviera apropiadamentecerrada.Faradaysetomólamolestiadepasardenuevocuandoregresabaasucasa

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para enterarse de que todo estaba en orden, que tanto la puerta principal como latraseraestabancerradasyquenohabíanirastrodequehubieranentradoladrones.

De algunamanera, aquel extraño incidente se grabó en lamente deFaraday, yalgomásdeunasemanamástardetuvomotivospararecordarlo.Unamañanavioenlacalle,unpocopordelantedeél,aunhombrequecojeabaysedoblabasobresubastón, reconociendo de inmediato al visitante de la casa vacía, ya que suconstituciónysumododemoverseeranlosmismos,porloqueacelerósuspasosconel objetivo de intentar echarle un vistazo. Pero la acera estaba repleta de gente, yantesdequepudieraalcanzarleelhombrehabíasaltadoalacalzadayhabíasorteadoel abundante tráfico, de modo que Edmund le perdió de vista. En otra ocasión,mientras recorría la plaza hacia su casa, le vio caminando por el otro lado y endirecciónopuesta,asíqueretrocedióparaintentarinterceptarleenelotroextremodeljardín.Peroparacuandollegóalaotraacera,yanohabíanirastrodeél.Recorrióconlamirada lacalledearribaabajo;seguramenteaquelmododeandardeberíadeservisibledesdeunagrandistancia.Setratabadeunhombregrande,deanchoshombrosy fornido:deberíahaber sido fácildistinguirle.Faradayestabasegurodequenosetratabadeunvecinodelaplaza,yaquedeotromodolehabríavistoconanterioridad.¿Quéhabríaestadohaciendoensucasacerrada?¿Yporqué,derepente,leveíacasicada día? De una manera bastante irracional, sintió que aquel entrometido y sinembargoelusivoextrañoteníaalgoqueverconél.

Aldía siguiente ibaadesplazarsehastaAscot,yaquellanoche fueunadeesasescasas ocasiones en las que cenó con su hermana.Apenas tenía apetito, y estabaculpandomentalmentealacomidacuandoelhabitualsilencioserompió.Derepente,suhermanaleobsequióconunadeaquellasrisassuyasqueparecíaunbalidoydijo:

—Semehabíaolvidadodecírtelo.Hoyhavenidounhombrequedeseabahablarcontigosobreelalquilerdelaotracasa.Nodioningúnnombreylehedichoqueesoera cosa del agente inmobiliario, así que le he dado la dirección. ¿He hecho bien,Edmund?

—¿Cómoera?—dijoélviolentamente.—Nohellegadoaversucaraconclaridad.Cuandoyohebajadoalrecibidorya

sehabíacolocadodepiefrentealaventana.Peroeracorpulento,másomenoscomotú,aunquetullido.Cojeabamuchoyseapoyabaenunbastón.

—¿Aquéhorahasido?—Unpardeminutosantesdequellegaras.—¿Yentonces?—Bueno,cuandolehedichoquesedirigieraalagenteinmobiliariosehadadola

vueltaysehamarchadoy,comotedecía,nohellegadoaversucara.Entodocasoteníaalgoraro.Leheobservadodesdelaventanaylehevistorodear laplazaparamarcharseporlaotraacera.Unpardeminutosdespuésteheoídoentrar.

Ellaleobservómientrashablaba,yvioquelapreocupaciónteñíasucara.

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—Nologroaveriguarquiénesesetipo—dijoél—.Portudescripciónpareceunhombrealquevienelbalcóndelaotracasahaceunasemana.Sinembargo,cuandofuiapreguntarlealagente,resultóquenadielehabíasolicitadolasllaves,ylacasaestabacompletamentecerrada.Lehevistovariasvecesdesdeentonces,aunquenuncadecerca.¿Porquénolehaspreguntadosunombreosudirección?

—Sinceramentenosemehaocurrido—respondióella.—Si vuelve a aparecer, no te olvides de hacerlo. Y ahora, si has terminado,

puedesretirarte.MañanaporlamañanairásaAscotyprepararásunabuenacomida.Vendrántresamigosmíosapasarelfindesemana.

Faradayacudióasurondadegolfdelsábadoporlamañanadeexcelentehumor:habíaganadosobradamentealbridgelanocheanteriorysesentíavigorosoyagudo.Lamañanaeramuycalurosayelsolresplandecíaconfuerza,perounpequeñogrupodeoscurasnubesseaproximabaporeleste,amenazandoconunchaparrón.Además,resultabadesesperante tenerqueesperarenunode loshoyoscortosaque laparejaqueibadelantedeéldejaradeenredarseenlas trampasdearenaquesembrabanelgreen. Finalmente consiguieron superarlas, y Faraday, mientras esperaba a quecambiaran de hoyo, vio que un hombre fornido, que se apoyaba en un bastón ycojeabapesadamente,lesestabaobservando.

—Estáaquí—dijoparasí—.Ahorapodréverlebien.Perocuandollegóalgreenelhombreyasehabíamarchado,ynopudoencontrar

nirastrodeélenningunaparte.Entodocaso,conocíaalaparejaqueibadelantedeél, y podría preguntarles quién era su amigo cuando se encontraran en el club.Enaquelmomentoempezóallover,durantepocotiempoperocongranintensidad,porloquesucompañerofueacambiarseencuantoentraronenellocal.Faradayseburlódeaquellaprecaución:élnuncahabíacogidounmínimoresfriado,ytampocohabíasufridoensuvidalamenorpunzadadereumatismo,demodoquemientrasesperabaasunotanrobustocompañeroaprovechóparapreguntarsobrequiéneraaqueltullidoa la pareja que había estado jugando por delante de él. Pero ninguno de ellos leconocía:dehecho,ningunodelosdoslehabíavistosiquiera.

Dealgunamaneraaquelloestropeósusensacióndebienestar,yaquesetratabadeunasuntodelomásextraño.Peroeldomingoamaneciódespejadoybrillante,porloquenadamásdespertarsesaltódelacamaconlaintencióndeiradarunpaseoporeljardínantesdetomarsubaño.Inmediatamentetuvoqueagarrarseaunasillaparanocaeralsuelo.Supierna izquierdahabíacedidobajosupesoyundolorpunzante lesacudió la cadera. Qué fastidio: quizá debiera haberse quitado aquellas ropashúmedaslatardeanterior.Sevistiócondificultadydescendiólasescalerascojeando.Aliceestabaallí,colocandofloresfrescassobrelamesa.

—Vaya,Edmund,¿quétepasa?—preguntó.—Unleveataquedereumatismo—dijo—.Yasemepasaráencuantomemueva

unpoco.

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Pero moverse no resultaba tan fácil: el golf quedaba más allá de todaconsideración, y tuvo que quedarse sentado todo el día en el jardín, maldiciendoaquelladesacostumbradaaflicción,ydurantetodoeldíalaimagendeaquelhombretullido,cuyacomplexióneralamismaquelasuya,seleenterróenelcerebrocomountopo.

DeregresoaLondres,Faradayvisitóaunmédicofiable,elcual,trasenterarsedesusbañosdeaguafríaysuindisciplinadousodelosplaceresdelamesaylabodega,lepusoarégimen,loqueparaéleraunadelashumillacionesmásamargas,yaqueacababadealistarseeneldespreciableejércitodeloscuidadosos.

—Moderación,miqueridoseñor—dijoeldoctoraconsejándole—.Seacabaronparaustedlosbañosdeaguafríayeloporto,ypongalímiteasuinsaciableapetito.Seríatambiénrecomendablequeempezaraahacerunpocodeejercicioenlosdíasdediario y reducir el de los fines de semana. Siga trabajando, jugando sus partidas yviendoasusamigos.Perosobretodo,moderación,yprontovolveremosatenerleenplenaforma.

De acuerdo a aquellos desagradables consejos, Faraday tomó la costumbre deregresarcaminandohastacasacadavezqueacudíaacenarcercadelvecindario,ydedarunpardevueltasa laplazaantesdeirsea lacamasi lohacíaencasa.Aquellasemana,contrariamentealacostumbre,lasnochespasaronsininvitados,ylaúltimade ellas, antes de regresar al campo, salió cojeando a eso de las once sintiéndoseinquietoymostrandounaextrañaaprensiónhaciaelfuturo.Aunquelaviolenciadelataque había remitido, caminar seguía siendo doloroso y difícil, y sus titubeantespasos, estaba convencido, no podían sino despertar una despreciable compasión entodosaquellosqueleconocíanysabíanelhombredinámicoyágilquehabíasido.Lanoche aparecía cubierta de nubes y sofocantemente calurosa, y en el ambiente serespiraban una tensión y una opresión que iban a la par con su humor. Todos losplaceres de su vida le habían sido arrebatados por aquella indisposición, y en suinteriorsentíaconterribleseguridadqueaquellonoerasinolasombradeunvisitantemucho más espantoso que se estaba acercando. Durante toda aquella semana,además,Alice sehabíacomportadodeunamaneraextraña.Parecíaesperaralgo,yaquella espera la llenaba de un regocijo secreto. Le vigilaba, tomaba notas, estabaalerta…

Habíacompletadosuprimerarondaalaplazayseencontrabaahorarealizandolasegunda,traslacualseretiraría.Unoscienmetrosleseparabandesucasa,ytantolaaceracomolacalzadaaparecíancompletamentedesiertas.Entonces,amedidaqueseacercabaasupuerta,vioqueunafiguraavanzabaensudirección;comoél,cojeabayseapoyabaenunbastón.Peroaunquehacíaunasemanahabíaqueridoencontrarsecon aquel hombre cara a cara, algo en su mente había cambiado, y ahora laperspectivadeencontrárselolellenabadeuntemblorosoterror.Nohabíamanera,entodocaso,deevitaraquelencuentro,anoserquevolvieraaretroceder,ypensarqueaquelhombreleestabasiguiendoleparecíaalgomásintolerableaúnqueenfrentarse

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aél.Entonces,mientrasseencontrabaaunosdocemetros,vioqueelotrosehabíadetenidojustofrenteasupuerta,comosileestuvieseesperando.

Faraday agarró sus llaves, preparado para entrar. No pensaba mirar al tipo enabsoluto,sinopasarasuladoconlacabezainclinada.Cuandoapenasseencontrabaamediometrodeél,elotroextendiólamanocomohaciendoungestoquereclamarasudetención,einvoluntariamenteFaradaysevolvió.Elhombreseencontrabajuntoaunalámpara,ysucaraaparecíacompletamenteiluminada.YaquellacaraeralacaradeFaraday:eracomosiseestuvieraenfrentandoasupropiaimagenenunespejo…Respirando dificultosamente, entró en su casa y cerró de un portazo. Allí estabaAlice,asulado,esperándole,contodaseguridad.

—Edmund—dijo,yjuntoaesamismaseguridadpercibióensuvozuntemblorque delataba alegría—, acabo de salir para echar una carta al correo y me heencontradoconelhombrequevinoelotrodíaapreguntarporlacasa.Quécurioso.

Élselimpiólosgoteronesdesudorfríoqueleinvadíanlafrente.—¿Lehasvistobien?—preguntó—.¿Cómoera?Elladejóescaparsurisabovina,ysusojosbrillaronalegres.—¡Es algo de lomás extraordinario!—dijo—. Se te parece tanto que llegué a

hablarleantesdedarmecuentadequenoerastú.Sumododeandar,sucomplexión,su rostro: todo. ¡Extraordinario!Bueno,mevoya lacama.Yaes tarde,peropenséque querrías saber que estaba por aquí, por si acaso querías charlar con él. Mepreguntoquiénseráyquéquerrá.¡Felicessueños!

A pesar de aquellos buenos deseos, Faraday no durmió bien en absoluto.Siguiendo su costumbre, había abierto completamente las ventanas antes deacostarse, y estaba quedándose dormido cuando oyó en el exterior unos pasosirregularesyelsonidodeunbastóngolpeandocontraelsuelo;supropiopaso,podríahaberpensado,yel sonidodesupropiobastón.Sepaseaba frentea sucasa,deunladoaotro,patrullandosureducidoperímetro.Avecescesabaduranteunrato,perotanprontocomoelsueñoempezabaarondarleempezabadenuevo.¿Deberíamirar,sepreguntaba,yversihabíaalguienahí?Desechólaidea,yaquelaperspectivadevolver amirarse a símismo, a supropia caray a supropiocuerpo, le inundaba lafrentedesudor.Finalmente,incapazdeseguirsoportandoaquellavigilia,seasomóala ventana. Desde un extremo al otro, hasta donde le alcanzaba la vista, la plazaestabavacíasalvoporlapresenciadeunpolicíaquerealizabasurondaensilencio,iluminándoseconsulinterna.

EldoctorInglislevisitóaldíasiguiente.Desdesuúltimacita,habíaexaminadolasradiografíasdelaarticulacióndañada,ypodíaofrecerlenuevosdetalles.Nohabíarastros de artritis; un reumatismo muscular, el cual sin duda desaparecería con elapropiado tratamiento, era todo el achaque. Demodo que Faraday se dirigió a suoficina,mientrasqueeldoctorsequedóparahablarconAlice,yaque,segúnlehabíaconfesadojovialmenteelprimero,sospechabaquenoibaaserunpacientedemasiado

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obediente,yquedeberíadecirleasuhermanacuáleseransusinstruccionesrespectoalacomidaylosmedicamentos.

—Físicamente no tiene ningúnproblemademasiadograve, señoritaFaraday—dijo—,perohayalgoquequieroconsultarle.Leheencontradomuynerviosoyestoysegurodequequeríacontarmealgo,peronosehadecididoahacerlo.Deberíahabersuperadoestereumatismohacedías,perotienealgoenlamentequeestáminandosuvitalidad. ¿Tiene usted idea, en completa confidencialidad, por supuesto, de quépodríatratarse?

Ellalanzóunpequeñobalido,riendo.—Yaséquenoestábienquemería,doctorInglis—dijo—,peroesquemealivia

tanto saber que no le pasa nadamalo ami queridoEdmund…Sí, hay algo que lepreocupa…¡Caramba,esalgotanridículoqueapenaspuedohablardeello!

—Peroquierosaberlo.—Bueno,setratadeuntullidoalquehavistoenvariasocasiones.Yotambiénle

he visto, y lo más extraño es que es exactamente igual a Edmund. Anoche se loencontrófrentealacasayentró…bueno,conunaspectohorrible.

—¿Ycuándolevioporprimeravez?Apuestoaquefuedespuésdequeleasaltaraestacojera.

—No.Fueantes.Amboslevimosantes.Eracomosi…¡vaasonartantonto!…comosiestaespeciededoblesuyolehubieramostradoloqueibaasucederle.

Había regocijo y placer en su voz. Y qué desaliñada y grosera resultaba suapariencia con aquel mechón de pelo gris revuelto sobre su frente y sus manosdescuidadas.EldoctorInglissintiódisgusto:sepreguntósiestaríadeltodobiendelacabeza.

Ellaseagarróunarodillaconaquellosdedoslargosyhuesudos.—Demodoqueesoesloqueleturba.Oh,leconozcoperfectamente—dijo—.A

Edmundleaterrorizaesehombre.Nosabeloquees.Noquiénes,sinoquées.—¿Peroquées loquehayque temer?—preguntóeldoctor—.El tullidonoes

producto de su alterada imaginación, ya que también usted le ha visto. Es un serhumanonormalycorriente.

Ellaseriódenuevoypalmeócomounaniñacomplacida.—¡Oh,porsupuesto,asídebeser!—dijo—.Demodoquenohaynadaquetemer.

¡Espléndido!TengoquedecírseloaEdmund. ¡Quéalivio!Yencuantoa las reglasque usted le ha impuesto, sobre la comida y toda eso, seré muy estricta con él.Comprobaréquehaceexactamenteloquelehadicho.Seréimplacable.

Durante una semana o dos, Faraday no volvió a ver a aquel visitante nobienvenido, pero no le olvidó, y en algún lugar de su cerebro, bien enterrada,permanecía aquella sensación demiedo.Entonces llegó una noche en la que habíaestado fuera cenando con unos amigos: la comida y el vino eran excelentes, y losotrossehabíanburladodeélporsucondicióndeabstemio,demodoquerelajóunpocosusrestriccionesydisfrutódeunanochealegre,comoenlosviejostiempos.Le

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parecía haber escapado de la sombra que se había cernido sobre él, y regresócaminando a casa de buen humor, cojeando y apoyándose en su bastón, pero conbastante más energía que en los días anteriores. Debía levantarse por la mañanatemprano, ya que se aproximaba la asamblea general de su compañía y al díasiguiente teníaqueacabardeescribirsudiscursopara losaccionistas.Lesofreceríauna agradablemedia hora; los almacenes Faraday habían conseguido un doce porcientolibredeimpuestosyuncincoporcientoenelincrementodebeneficios.

Tomóunatajoa travésdelaoscuracallejuelaenlaquehabíaresididosupadredurante sus últimos años de enfermedad, y sus pensamientos retrocedieron, con elsentimientodeunacargaliberada,alaúltimavezquelehabíavistovivo,sentadoensu sillade ruedasenel jardínde laplaza,mientrasAlice le leía.Edmundsehabíaacercadohastael jardínparacharlarconél,perosupadresólolehabíamiradoconmalevolencia desde sus hundidos ojos, farfullando ymurmullando desde su barba.Era como unmono viejo, pensóEdmund, desdentado, furioso y débil, y entonces,súbitamente,lehabíagolpeadoconlamanoqueaúnpodíamover.Edmundlehabíarespondidoofreciéndoleelladomásagresivodesulabia;lehabíadichoquemáslevalía comportarsemejor si no quería que le retirase su pensión. ¡Vaya unamaneramásagradabledecomportarseconunhijoquelehabíadadohastaelúltimopeniquequetenía!

Deestemodo,meditandoagradablemente,saliódeaqueldesagradablecallejónyseaproximóalaplaza.Aquellanochehabíabastantegente,loscochesrecorríanunayotradirecciónyuntaxisehabíadetenidoenlacasaquehabíaalladodelasuya,privándoledecualquierotravisióndelacalle.Alsobrepasarlovioquejustodebajode la lámpara, frente a supropiapuerta, habíauna sillade ruedasvacía.Detrásdeella,comosifueraaempujarlacuandosuocupanteestuvierapreparado,sealzabaunviejo de barba blanca y desordenada. Observándole, Edmund pudo ver sus ojoshundidosysubocabalbuceante,yentoncesloreconoció.Lasllavesseleescaparondelamano,perosindetenersepararecogerlasseabalanzósobrelasescalerasy,enunaccesodepánicoincontrolable,empezóallamaraltimbreyalaldabóndelapuertaademásdegolpearla con suspropiasmanos.Oyópasos enel interior, y allí estabaAlice. La empujó y se derrumbó sobre una silla del recibidor. Antes de que ellacerraselapuertayseleacercara,sonrióybesólamanodealguienqueesperabaenelexterior.

Con dificultad consiguieron subirle hasta su habitación, ya que aunque hastaentoncessehubieramostradoactivo,todaslasfuerzasparecíanhaberleabandonado,loshuesoslebailabanensusarticulaciones,yascendiólasescalerasbalanceándoseyretorciéndosecadavezque subíaunescalón.Siguiendosusdirectrices,Alicecerróconcerrojo lasventanasyechó lascortinas;élnodijoniunasolapalabrasobre loquehabíavisto,peronohacíafaltaquelohiciera.

Despuésdedejarle,ellaseretiróasupropiahabitación,alertayansiosa,yaque¿quiénpodía saber loquepodríapasarantesdeque llegaraeldía?Qué inteligente

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habíasidodejandoeltrabajoenotrasmanos:nohabíatenidomásqueconcentrarseypensar, y ahora podía contemplar cómo sus pensamientos y la fuerza que habíapermanecidoocultadetrásdeellosempezabanatomarformaenelmundomaterial.El terror,esegranmecanismodestructivo, teníaatenazadoaEdmund,elcualhabíaquedado atrapado entre su maquinaria y estaba siendo arrastrado hacia susimplacables tornos. Y aun así, ella no debía interferir: debía seguir odiándole ydeseándole males. Qué momento tan maravilloso había resultado aquel en el quehabía aporreado la puerta, frenético de terror, y cuando al abrirla había visto ladestartaladasilladeruedasyasupadredetrásdeella.Apenaspudodormiraquellanoche, pero yació feliz y preguntándose, reconfortada y tensa, si la fuerza podríavolverareunirseencualquiermomentoparaotorgarelgolpequeacabaradeunavezportodascontodo.Perolabreveycálidanochedeveranoprontoseconvirtióendía,yellaretomólastareasdelacasa,demodoquetodoresultaralomáscómodoposibleparaEdmund.

En aquel momento bajó su criado, con orden de telefonear al doctor Inglis.Despuésdequeeldoctorleviera,solicitóvolverahablarconAlice.Estarepeticiónde su entrevista le resultó tan encantadora… Era como la repetición de un fraseomusicalenunasinfonía,amplificadoeinterpretadopormásinstrumentos,yaqueelpunto de vista que sobre su paciente le ofreció fuemuchomás pesimista.Aquellarepentinarigidezdelasarticulacionesnopodíaserexplicadamediantecausasfísicas,y además había llegado acompañada de una acentuada pérdida de energías que nopodíaserexplicadaconningunalesióncorporal.Ciertamentehabíarecibidounshocktremendo,masnoqueríahablardeello.Denuevoeldoctorlepreguntósisabíaalgoalrespecto,perotodoloqueellalepudodecirfuequehabíallegadolanocheanterioren un estado de terror absoluto y de colapso completo. Además, había otra cosa.Estabamuypreocupadopor el discursoquedebíadar en su asambleageneral.Eraimportantísimo que descansara y durmiera, y mientras aquel discurso ocupara sumente, evidentemente no podría conseguirlo. Estaba determinado a levantarse paradescenderasuestudio,dondeteníalospapelesnecesarios.Conlaayudadesucriado,podría llegar hasta allí, y cuando su trabajo estuviese acabado, podría descansartranquilamente. El doctor Inglis regresaría por la tarde para volver a examinarle:tambiénseríarecomendablequepasaraunaodossemanasenunacasadereposo.Ledijo aAlice que le vigilara intermitentemente, y que si algo la alarmaba enviara aalguienaavisarle.EnseguidavolvióalpisodearribaparaayudaraEdmundabajar,yentoncesseoyeronlosruidosdeunaspesadaspisadas,yloscrujidosdelpasamanos,comosiunpesomuertoseestuviesedeslizandosobreél.AquelloletrajoaAlicealamemoria el recuerdo del funeral de su padre, y del momento en el que habíandescendidosuataúdporlasestrechasescalerasdelapequeñacasaquelagenerosidaddesuhijoleshabíaproporcionado.

Acompañóasuhermanoyaldoctorhastaelestudioyleacomodaronjuntoalamesa. La habitación daba al jardín que había en la parte trasera de la casa, y una

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enorme ventana francesa, que se abría directamente sobre el suelo, se comunicabacon él. Destacaba en su interior un platanero con el follaje veraniego en todo suesplendor; aquella mañana bochornosa la habitación estaba oscurecida por la luzverdosaycrepuscularquesefiltrabaatravésdesushojas.Lamesaestabarepletadefoliosdesparramados,yFaradaysesentóenunasilladándolelaespaldaalaventana.Bajoaquellacuriosaysombríaluzsurostroparecíaextrañamenteincoloro,mientrasquelosmovimientosdesusmanosparecíanvacilarytropezarentrelospapeles.

Aliceregresóunahoramástardemientrasélseguíaallísentado,tanocupadoquenisiquieraledirigiólapalabra,yellaencendiólaluzeléctricaporqueeldíasehabíaoscurecidoaúnmás;ydespuéscerrólaventanadeljardínporquehabíaempezadoallover intensamente.Mientras echaba los cerrojos, vioque la figurade supadre seerguíaallíafuera,apenasaunmetrodedistancia.Élsonrióyasintió,ypusoundedofrente a sus labios, como si solicitara silencio; después le hizo un leve gestoindicándole que se retirara, y ella abandonó la habitación, dirigiendo una miradahacia atrás al cerrar la puerta. Su hermano seguía afanándose con su trabajo, y lafiguradelexteriorsehabíaacercadoaúnmásalaventana.Alicedeseabaquedarse,deseabaverconsuspropiosojosloqueibaasuceder,peroeramejorobedeceraquelgesto y marcharse. El recibidor estaba muy oscuro, y ella permaneció allí unosinstantes,escuchandoatentamente.Entonces,de lapuertaqueacababadecerrar, lellegóelinconfundiblechasquidodeunallavealserechada,ydenuevotodoquedóensilenciosalvoporeltamborileodelalluviayelchapoteodeloscanalonesrebosantes.Ibaasucederalgo:¿seríanlosestertoresdeunamortalagoníalosquerompiesenelsilencio,ocontinuaríanloscanalonesborboteandohastaquetodohubieseacabado?

Entonces, el silencio se quebró en mil pedazos. La voz de Edmund se elevóprogresivamente, enronqueciéndose enunbalbuceo suplicante, hasta convertirse enunalaridoquecesótanrepentinamentecomosisehubiesetratadodeuninterruptorqueseapaga.Enelinteriordelahabitaciónalgosedesplomógolpeándosecontraelsuelo.DesdeelpisosuperiorbajóelcriadodeEdmund.

—¿Quéhasidoeso,señorita?—dijoenunsusurroasustado,girandolamanecilladelapuerta—.Vaya,elseñorsehaencerrado.

—Sí, está ocupado—dijo Alice—, quizá no quiere que le molesten. Pero yotambiénloheoído,ydespuésheoídoalgoquecaía.Llamaalapuertaymiraaversiresponde.

El hombre llamó, esperó un momento y volvió a llamar. Entonces, desde elinterior,llegóelsonidodeunallavedeslizándoseenlacerradura,yentraron.

Lahabitaciónestabavacía.Laluzaúnpermanecíaencendidasobrelamesa,perola silla en la que había dejado a Edmund hacía cincominutos yacía volcada, y laventanaquehabíacerradoestabaabiertadeparenpar.Aliceobservóel jardín,queaparecía tan vacío como la habitación. Pero la puerta del trastero en el que estabaguardadalasilladeruedasdesupadreestabaabierta,yellacorrióbajolalluviapara

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mirarenelinterior.Edmundestabasentadosobrelasilla,ysucabezacolgabainertesobreelborde.

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MONOS

Pese a que aún no había transcurrido demasiado tiempo desde su entrada en latreintena,R.HughMorrissehabíaganadomerecidamentelareputacióndeserunodelosmáshábilesyosadoscirujanosdetodalaprofesión,ytantoensuconsultaprivadacomoenelvoluntariadoqueejercíaenunodelosgrandeshospitalesdeLondres,surécorddeoperacionesconéxitopermanecíainigualadoentresuscolegas.Creíaquelavivisección era elmodomás fructífero de progresar con el que contaba la cirugía,manteniendo,conrazónosinella,queestabajustificadocausardoloralosanimales,si bien ahorrándoles todo el sufrimiento posible, mientras existiera una esperanzarazonabledeadquirirconocimientosqueenoperacionessimilaresrealizadasasereshumanos pudieran salvar vidas o mitigar dolores; la motivación era buena y elbeneficio, de hecho, inmenso. Pero no sentía sino desprecio por aquellos que, porsimple diversión, sacaban a sus jaurías para que persiguieran zorros hasta eldesfallecimiento,ohacíancompetiradossabuesosparavercuálseríaelprimeroendarleelmordiscomortalaunaaterrorizadaliebre:eso,paraél,noerasinounatorturagratuitacompletamenteinjustificable.Unañotrasotrorenunciabaasusvacaciones,yla mayor parte de las veces ocupaba su tiempo libre, una vez acabada la jornadalaboral,enestudiar.

ÉlysuamigoJackMaddenestabancenandojuntosunacálidanochedeoctubreensucasaconvistasaRegent’sPark.Lasventanasde lasaladeestarde laplantabajaestabanabiertasyambosfumabansentadosenelanchoalféizar.Maddenpartíaal día siguiente para Egipto, donde llevaba a cabo trabajos arqueológicos, y habíaintentadoenvanoconvenceraMorrisparaqueseleunieraduranteunmesenelaltoNilo, donde pasaría el invierno ocupado en la excavación de un cementeriorecientementedescubiertoenlariberaopuestaaLuxor,cercadeMedinetHabu.Peronohubomanera.

—Cuando la vista me falle y mis manos titubeen —dijo Morris—, será elmomentodepensarentomarseunrespiro.¿Dequémesirvenahoraunasvacaciones?Estaría todo el tiempo deseando volver al trabajo. Disfruto más trabajando queholgazaneando.Esunacuestióndepuroegoísmo.

—Bueno,puesporunaveznoseasegoísta—dijoMadden—.Además,tutrabajose beneficiaría de ello. No relajarse nunca no puede ser bueno para nadie.Seguramentevolverasentirsedescansadomerecealgúnsacrificio.

—Apenasningunosigozasdeunaconstituciónfuertecomolamía.Creoqueunadedicación continuada es necesaria si se quieren obtener progresos. Uno puedecansarse pero ¿por quéno?Nuncame siento cansado cuando estoy realizandounaoperaciónpeligrosa,yesoesloimportante.Yeltiempopasatanrápido…Dentrodeveinte años ya habré dejado atrásmismejoresmomentos, y será entonces cuando

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disfrutedemisvacaciones,ycuandomisvacaciones finalicencruzaré losbrazosydormiréparasiemprejamás.GraciasaDios,notemolaexistenciadeunavidatraslamuerte.Lachispade lavitalidadquenosha animadoarde lentamentey acabaporapagarsecomounavelaamerceddelviento,yrespectoamicuerpo¿quémeimportaloque lepuedapasarcuando lohayaabandonado?Nadaquedarádemíexcepto lapequeñacontribuciónquehayapodidohaceralcampodelacirugíayqueenunpardeañosquedarásuperada.Salvoporeso,habrédesaparecidocompletamente.

Maddenañadióunchorrodesodaasuvaso.—Bueno,siconesozanjaseltema…—comenzó.—Yo no lo he zanjado, ha sido la ciencia —dijo Morris—. El cuerpo se

transmuta,losgusanossecebanenél,seconvierteenabonoqueayudaaquecrezcala hierba, y la hierba es después comida por algún otro animal. Pero en lo querespecta a la supervivencia del espíritu individual del hombre,muéstrameuna solaevidenciacientíficaquepuedaprobarla.Además,sisobreviviera,todasumaldadysurencorsobreviviríantambiénabuenseguro.¿Porquédeberíalamuertedeuncuerpopurgarlode todoeso?Considerar talposibilidadnorepresentasinounapesadilla,ycuriosamentehaydementescomolosespiritualistasquequierenpersuadirnosdequelapesadillaes realconelobjetivodeconsolarnos.Peromáscuriososaúnsonesosantiguosegipciostuyos,quepensabanquehabíaalgosagradoensuscuerposaunqueya los hubieran abandonado. ¿No me contaste que cubrían sus ataúdes conmaldicionesdirigidasaquienperturbarasushuesos?

—Constantemente —dijo Madden—. De hecho, esa es la norma general.Inquietantesmaldicionesescritasconjeroglíficossobreelataúdograbadassobreelsarcófago.

—Lo que no te va a impedir este invierno abrir tantas tumbas como puedasencontrarydespojarlasdetodoobjetodeinterésovalor.

Maddenrió.—Ciertamentenovaahacerlo—dijo—.Extraigodelastumbastodoslosobjetos

dearteydesenvuelvolasmomiasenbuscadeescarabajosydemásjoyería.Peromeimpongocomoreglaobligatoriavolveraenterrarloscuerpos.Nodigoquecreaenelpoder de esas maldiciones, pero en todo caso la exhibición de una momia en unmuseomeparecealgoindecente.

—¿Peroy si encontrarasuncuerpomomificadoquepresentaramalformacionesinteresantes,noloenviaríasaalgúnInstitutoAnatómico?—preguntóMorris.

—Aún no me he visto en la situación —dijo Madden—, pero estoy bastantesegurodequenoloharía.

—EntoncesesqueeresunGodosupersticiosoyunVándaloantieducacional—observóMorris—…Vaya,¿quéeseso?

Seasomóa laventanamientrashablaba.La luzde lahabitación iluminabaconintensidaduna cuadrícula del céspeddel jardín, a través de la cual se arrastraba lapequeñaycrispadaformadeunanimal.HughMorrissaltódelaventanayregresóal

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instante portando cuidadosamente sobre sus manos extendidas un monito grisgravemente herido. Sus patas traseras se extendían inmóviles, como si estuvieraparcialmenteparalizado.

Morrislorecorrióconsusdedossuavesyexpertos.—Me pregunto qué le pasará a este pobre diablillo —dijo—. Parálisis de las

extremidadesinferiores:pareceunalesióndecolumna.Elmonopermanecía inmóvil,mirándole conojos angustiadosy conmovedores,

mientrasseguíapalpándolo.—Justo, lo que pensaba —dijo—. Fractura de una de las vértebras lumbares.

¡Menuda suerte la mía! Es una lesión poco habitual, pero a menudo me hepreguntado…Y, quizá, también elmonohaya tenido suerte, aunque eso ya no seademasiadoprobable.Si fueraunhombreounodemispacientes,nomeatreveríaacorrerelriesgo.Pero,talycomoestánlascosas…

Al día siguiente, Jack Madden inició su viaje hacia el sur, y para mediados denoviembreyaestabatrabajandoenelcementeriorecientementedescubierto.Élyotroinglésestabanacargodelaexcavación,aunquebajoelcontroldelDepartamentodeAntigüedades delGobiernoEgipcio. Para estarmás próximos a su trabajo y evitartener que tomar diariamente el ferry de Luxor para cruzar el Nilo, alquilaron unaespaciosa casa local en el cercano pueblo de Gurnah. Desde allí, un pequeñoprecipiciodeareniscasedirigíahaciaelnortehastallegaraltemploylosbancalesdeDeir-El-Bahari; era en su frontal, aunque a un nivel inferior, donde reposaba elantiguocementerio.Aúnhabíaqueretirargrandesacumulacionesdearenaantesdequelaauténticaexploracióndelastumbaspudieradarcomienzo,perolastrincherasabiertasalpiedelgrandesnivelyahabíanreveladolaexistenciadeunaampliazonamerecedoradeserinvestigada.

Los sepulcros más importantes, según pudieron comprobar, estaban talladosdirectamentesobrelafazdelpequeñoprecipicio,perolamayoríadeelloshabíansidosaqueadosantaño,yaquelaslosasqueformabanlaentradaaparecíanpartidasylasmomiasdesenvueltas.Enalgunaqueotraocasión,sinembargo,Maddendesenterrabauna tumbaquehabía escapado a losmerodeadores, llegando a encontrar enuna elsarcófagodeunsacerdotedeladecimonovenadinastía;sóloesoyacompensabalassemanasdetrabajoinfructuoso.Habíaallícercadeuncentenardeestatuillasushaptiurecubiertas por el más fino barniz azul; había cuatro vasijas de alabastro en cuyointerior habían sido depositadas las vísceras del difunto, extraídas antes delembalsamamiento;habíaunamesacuyasuperficieestabataraceadaporcuadradosdecristaldediferentes coloresycuyaspatashabían sido talladasenmármolyébano;habíaunassandaliasdelsacerdoteadornadasconexquisitasfiligranasdeplata;habíaun báculo, engalanado con incrustaciones de Cornelia y oro, y en cuyo extremosuperior, formando el puño, aparecía la achaparrada figura de un gato tallada enamatista;ylamomia,alretirárselelasvendas,resultóestaradornadaconuncollarde

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placasdeoroycuentasdeónice.Todo fueenviadoalmuseoGizehenElCairo,yMaddenvolvióaenterrar lamomiaalpiedelprecipicio,bajo la tumba.EscribióaHughMorrisrelatándoleelhallazgoyhaciendoespecialhincapiéenelimperturbableesplendor de los cristalinos días de invierno, en los que desde lamañana hasta lanocheelsolcruzabauncielocompletamenteazul,yeneldelasfrescasnoches,enlas que las estrellas se alzaban y se ponían sobre un horizonte inmaculado. Si poralguna razónHughcambiasedeopinión,había sitiode sobrapara él en la casadeGurnah,dondeseríamuybienrecibido.

QuincedíasmástardeMaddenrecibióuntelegramadesuamigo.LeinformabadequenosehabíasentidobienyquepartíadeinmediatoenviajepormarhastaPortSaid,desdedondesedirigiríadirectamenteaLuxor.Asudebidotiempo,anunciósullegadaaElCairoyMaddencruzóelríopararecibirle:fuereconfortanteencontrarletanvital y activo como siempre, el vivo retratode la salud.Aquellanoche losdosestuvieron solos, ya que el colega de Madden había partido en un viaje de unasemanaNiloarriba,ysesentaron,unavezfinalizadalacena,enelpatiocerradodequedisponíalacasa.HastaentoncesMorrishabíaevitadohablardesímismoodesusalud.

—Ahora debería contarte qué es lo quemeha pasado—dijo—,ya que sé quecomoinválidoresultouncompletofraudeyfísicamentenomeheencontradomejorenmi vida.Todosmis órganos, excepto uno, han funcionado a la perfección, peroalgofuerealmentemalconéseaunquesólofueraenunaocasión.Sucedióasí.

Hizounapausamomentánea.—Cuandotefuiste—dijo—,continuéconmirutinadesiempreduranteunmeso

así,muy ocupado,muy sereno y, debería decir, conmuchos éxitos. Entonces, unamañana,lleguéalhospitalparallevaracabounaoperaciónordinariaperoimportante.El paciente, un hombre, había sido llevado al quirófano y ya estaba anestesiado.Estabaapuntodehacerlaprimeraincisiónenelabdomencuandoviqueensupechose había sentado unmonito gris. Nomemiraba amí, sino al pliegue de piel quesosteníaentreelíndiceyelpulgar.Porsupuesto,sabíaqueallínohabíaningúnmonoyqueestabasufriendounaalucinación,ysupongoquecoincidirásconmigoenquenohabíaningúnproblemaconmisnervioscuandotedigaquecontinuéoperandoconlavistaclaraylamanofirme.Teníaqueseguir:nohabíaotraelección.Nopodíadecir:«Porfavor,llévenseaesemono»,porquesabíaquenohabíaninguno.Nipodíadecir:«Estovaatenerquehacerloalgúnotroporqueestoysufriendounaalucinaciónyveounmonosentadosobreelpechodelpaciente».Habríasidoelfindemicarreracomocirujano.Mientrasestuveoperandosesentóallí,absortoenmitrabajoyobservandolaheridalamayorpartedeltiempo,perodevezencuandomemirabaychillabaconrabia.Enunaocasiónrozóunatenacillaconlaquesosteníaunavenadañada;esefueelpeormomentodetodos.Alfinalselollevaron,aúnbalanceándosesobreelpechodel hombre… Creo que me tomaré una copa. Un poco más cargada, por favor…Gracias.

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—Una experiencia abominable —dijo cuando hubo bebido—. Al salir delhospital me dirigí directamente a la consulta demi viejo amigo Robert Angus, elalienistayespecialistaenenfermedadesnerviosas,ylecontéexactamenteloquemehabíapasado.Mehizodiversaspruebas:meexaminólavista,meprobólosreflejos,metomólapresiónsanguínea…Nohabíaabsolutamentenadaanormal.Despuésmepreguntó sobremi salud en general y sobre diversos aspectos demi vida, y entretodasestaspreguntashabíaunaqueabuenseguroyasetehabráocurrido,esdecir,siúltimamentemehabíasucedidoalgo,porpocorelacionadoquepudieraparecer,quemepudierallevaravisualizarunmono.Lecontéquealgunassemanasantesunmonoconunavértebralumbarrotasehabíaarrastradohastamijardínyquehabíaintentadollevar a cabo con él una operación, fijar la vértebra rota con alambre, que llevabatiempocontemplandocomoposible.¿Recuerdasaquellanoche,sinduda?

—Perfectamente—dijoMadden—.PartíparaEgiptoaldíasiguiente.Porcierto,¿quélepasoalmono?

—Vivió dos días. Lo cual me satisfizo, porque no había esperado quesobrevivieramásalláde laanestesiaodelshock inicial.Perovolviendoa loqueteestaba contando. Cuando Angus hubo acabado de interrogarme, me dio un buenrapapolvo.Dijoqueduranteañoshabíaestadosaturandocontinuamentemicerebrosin darle la oportunidad de descansar o de cambiar de ocupación, y que si queríaseguirsiendodealgunautilidadparaelmundodebíaabandonarinmediatamentemitrabajo,porlomenosduranteunpardemeses.Medijoqueaunquemicerebroestabaagotadoyohabíaseguidoestimulándolo,queunhombrecomoyonoeramejorqueuncompletoborracho,yquehabía tenidounaprimeramuestradedeliriumtremenscomoaviso.Laúnicasolucióneraabandonareltrabajoaligualqueunborrachodebeabandonar labebida.Lodejóclaro:dijoqueestabaalbordedeunderrumbamientonervioso, enteramente debido ami propia estupidez, y que pese a disfrutar de unamaravillosaconstituciónfísica,sielderrumbamientosobrevenía,acabaríahechounadesgracia.Sobretodo,yestomeparecióunconsejotremendamenteacertado,medijoquenointentaraevitarpensarenloquemehabíaocurrido.Síloalejabademimente,quizásefiltrarahastamisubconscienteyentoncespodríanpresentarsebastantesmásproblemas.«Piensaenlotontoquehassido,regodéateenello»,medijo.«Enfréntatealasituación,analízalaenprofundidad,avergüénzatedetimismo».Tampocodebíadejardepensarenmonos.Dehecho,merecomendóquefueradirectamenteavisitarelzoológico,yquepasaraunahorafrenteasujaula.

—Curiosotratamiento—interrumpióMadden.—Brillante, más bien. Mi cerebro, me explicó, se había rebelado contra la

esclavitudalaquelohabíasometido,yelmonohabíasidosumaneradealzarunabandera roja. Por lo tanto debía demostrarle que tal visión nome había asustado.Debía contraatacar obligándome a mirar docenas de monos reales, de los que tepuedenmorderyagredirsalvajemente,enoposiciónaesemonitofalsoeinexistente.Almismotiempo,debíatomarmeenserioelaviso,reconocerlaexistenciadelpeligro

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y descansar. Me prometió que de esta manera los falsos monos no volverían amolestarme.Porcierto,¿enEgiptohaymonos?

—Porloqueyosé,no—dijoMadden—,peroalgunaveztuvoquehaber,porquehayimágenesdeellosenmuchasdelastumbasytemplos.

—Eso está bien, mantendremos fresca mi memoria y tranquilo mi cerebro.Bueno,esaeslahistoria.¿Quéteparece?

—Terrorífica—dijoMadden—.Debesdetenerunosnerviosdeaceroparahaberconseguidoterminarlaoperaciónconaquelmonomirando.

—Una hora infernal. Aquellamaldita cosa había salido arrastrándose de algúnjugocerebraltrastornadoysemostróantemisojoscomoalgosustancial.Novinodelexterior, no fueron mis ojos los que le dijeron a mi cerebro que había un monosentadosobreelpechodeaquelhombre,sinomicerebroelqueengañóalosojos.Mesentí como si alguien en quien confiara absolutamente me hubiera estafado.Posteriormente tambiénmeplanteé si a algúnnivel subconscientemimentepodríaestar rebelándose contra la idea de la vivisección. La razón me dice que estájustificada,puesnos enseñaque eldolorpuede ser aliviadoy lamuertepospuesta.¿Pero, y si mi subconsciente obligó a mi cerebro a darme un buen sustoreproduciendo frente a mis ojos la semblanza de un mono, precisamente cuandoestabaponiendoenprácticaloquehabíaaprendidohaciendosufrirymoriravariosanimales?

Selevantósúbitamente.—¿Qué tal si nos acostamos?—dijo—. Cuando tenía trabajo me bastaba con

dormircincohoras,peroahoracreoquepodríaagotarlacuerdadelrelojcadanoche.

YoungWilson,elcolegadeMaddenen lasexcavaciones, regresóaldíasiguienteylostrabajoscontinuaronabuenritmo.Unodeellosacostumbrabaaencontrarseyaenellugarparainiciarlaactividadpocodespuésdelamanecer,yobienunoobienlosdosa lavez, lasupervisabancontinuamente,hastaelocaso,conun intervalodeunpardehorasalmediodía.Cuandoeltrabajoconsistíaendespejarlacarafrontaldelprecipiciooenacarrearlejosdeallílatierrasedimentada,lapresenciadeunodeelloseramásquesuficiente,yaquenohabíaotracosaquehacersalvoasegurarsedequelosobreroscavabanindustrialmente,ypasabanregularmenteconsuscestasrepletasde tierra y arena sobre los hombros hacia la franja de desechos, que se extendíaalejándosedeláreadeexcavacionesenalargadaspenínsulasdesuelopisoteado.Pero,amedidaqueavanzabanalolargodeaquellacrestadearenisca,ibanapareciendodevez en cuando superficies cinceladas que reclamaban la presencia de ambos. Secreabaunagranexpectaciónparaversi,unavezexpuesta,lalosatalladaqueformabalapuertadelatumbahabíalogradoescaparalosantiguossaqueadoresypermanecíaintacta para la moderna exploración. Pero llevaban ya varios días en los que nolograban encontrar un sepulcro que no hubiera sido abierto con anterioridad. Lasmomias, en aquellos casos, habían sido desvendadas en busca de collares y

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escarabajos,ysushuesosaparecíandesparramados.Maddensiempreseapresurabaareenterrarlos.

Al principio Hugh Morris acudió asiduamente a observar el progreso de lasexcavaciones, pero al ver que un día seguía al otro sin que se encontrara nada deinterés,supresenciasehizocadavezmenosfrecuente;noestabadevacacionesparapasarlosdíasviendocómotrasladabanarenadeunsitioaotro.VisitóelValledelosReyes, atravesó el río y contempló los templos deKarnak, pero su apetito por lasantigüedades era limitado. Había días que cabalgaba por el desierto, y otros lospasabareunidoconamigosenunodeloshotelesdeLuxor.Unanochellegódeallíextrañamentebienhumorado,yaquehabíaestadojugandoaltenisconunamujeralaque había operado de un tumormaligno seismeses antes, y ahora brincaba por lapistacomosifueseunaniñadedosaños.

—Dios, cómodeseovolver a trabajar—exclamó—.Mepregunto si nodeberíahabermemantenidofirme,yhaberdesafiadoamicerebroaqueintentaraasustarmeconsusfantasmas.

Pasaron otras dos semanas, y ya sólo quedaban dos días para su regreso aInglaterra, donde esperaba reincorporarse al trabajo demanera inmediata: ya habíacomprado los billetes y reservado una litera.Mientras desayunaba aquellamañanacon Wilson, llegó uno de los trabajadores de la excavación portando una notagarabateada apresuradamente porMadden, diciendo que acaba de toparse con unatumbaqueparecíaestarintacta,yaquelalosaquelacerrabanohabíasidorota.ParaWilson, lanoticia fuecomo lavisióndeunavelaparaunmarineroabandonadoenunaisladesierta,ycuando,uncuartodehoramástarde,Morrislesiguió,llegójustoatiempoparavercómolalosaeraretiradaconunapalanca.Ensuinteriornohabíaningúnsarcófago,yaquelasmismasparedesderocarealizabansufunción,perosíyacía, barnizado con un tinte tan brillante que podría haber sido pintado el díaanterior,elataúddelamomia,quereproducíatoscamenteloscontornosdeunafigurahumana. A su lado estaban las vasijas de alabastro que contenían las entrañas deldifunto,y en cada rincóndel sepulcro, talladas en la roca, formandocuatropilaresqueayudabanasostenereltecho,habíacuatroestatuasdeunenormemonosentadoen cuclillas. El ataúd fue izado y trasladado en unas andas de madera por variostrabajadores hasta el patio de la casa de los excavadores en Gurnah, donde seprocederíaasuaperturayaldesvendamientodelcadáver.

Se pusieron a trabajar en ello en cuanto terminaron de cenar: el rostro pintadosobre la tapa era el de una chica o el de una mujer joven, y tras descifrar lainscripciónjeroglífica,MaddennosleyóqueenelinterioryacíaelcuerpodeA-pen-ara,hijadelsupervisordeganadodeSenmut.

—El resto sigue la fórmula habitual —dijo—. Sí, sí… Ah, esto te interesará,Hugh, ya que enunaocasiónmepreguntaste sobre ello.A-pen-aramaldice a todoaquel que profane sus huesos, y en caso de que lo hiciere, los guardianes de susepulcroacudiránaélparaasegurarsedequemuerasindescendencia,conociendoel

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pánicoylaagonía;losguardianesdesusepulcro,además,learrancaránelpelodelacabeza, le extraerán los ojos de sus cuencas y le arrebatarán el dedo pulgar de sumanoderechaaligualqueelhombrearrebatasusjóvenesgranosalavainadelmaíz.

Morrisserió.—¿Quéatentos,verdad?—dijo—.¿Yquiénessonlosguardianesdelsepulcrode

estajovenydulcedama?¿Aquelloscuatrograndesmonostalladosenlasesquinas?—Sinduda.Peronoharáfaltaquesemolesten,yaquemañanaenterrarécontoda

decencialoshuesosdelaseñoritaA-pen-araalmismopiedesutumba,enlazanja.Estarámás segura allí, ya que si volvemos a dejarla donde la encontramos prontotendrían trozosdeella lamitadde los rapazuelosdeLuxor.«¿Quiereunamanodemomia,señora?…Caballero,elpiedeunaauténticareinasólopordiezpiastras»…Ahora,retiremoslasvendas.

Paraentoncesyahabíaoscurecido,yWilsontrajouna lámparadeparafina,queardía sin ondulaciones en el aire inmóvil. La tapa del ataúd fue retirada sindificultades,yensuinteriorsehallabaeldelgadoyrígidocuerpo.Elembalsamadonosehabíarealizadoconexcesivocuidado,yaquetantolapielcomolacarnedelacabeza habían desaparecido, dejando únicamente los huesos de la calaveramanchadosdebetúnmarrón.Asualrededorhabíaunamatadepeloque,alentrarencontactoconel aire, sehundiócomounsoufflé pasadoy sedeshizo enpolvo.Lasropas que envolvían el cuerpo resultaron igual de quebradizas, pero alrededor delcuelloaguantabaaúnuncollardecuriosayextrañaartesanía:pequeñasfigurillasdemarfilquerepresentabanmonosacuclilladossealternabanconcuentasdeplata.Pero,denuevo,bastóuntoquepararomperelhiloquelasuníaa todas,ycadaelementotuvo que ser recogido singularmente. Encontraron un brazalete de escarabajos yCorneliasqueseguíaunidoaunadelasdescarnadasmuñecas,ydespuésledieronlavueltaalcuerpopararecogerlosfragmentosdelcollarquehubieranquedadobajolanuca. Los podridos ropajes de la momia se desgarraron completamente por laespalda, descubriendo los hombros y la espalda hasta la pelvis. Allí elembalsamamiento había sidomejor realizado, ya que los huesos aún semanteníanjuntos,unidosporrestosdemúsculoycartílago.

Derepente,HughMorrisdiounbote.—¡Diosmío,miradahí!—gritó—.Unadelasvértebraslumbares,ahí,enlabase

delacolumna.Estárotayvueltaasoldarconlaayudadeunabandademetal. ¡Aldiabloconvuestrasantiguallas!¡Dejadmeexaminaralgoqueesmuchomásmodernoquecualquieradenosotros!

EmpujóaunladoaJackMaddenycontemplóaquellamaravilladelacirugía.—Acércame la lámpara—dijo,comosi sedirigieseaunaenfermeraenunade

susoperaciones—.Sí:esavértebrasehabíarotoexactamenteporlamitad,yhasidosoldada. Por lo que yo sé, absolutamente nadie, excepto yo, había intentado jamásunaoperacióncomoésta,yyosólolahellevadoacaboenaquelmonitoparalizadoque se arrastró hasta mi jardín. Y sin embargo, un cirujano egipcio consiguió

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hacérselaaunamujerhacemásdetresmilaños.¡Ymirad,mirad!Sobrevivió,yaquelavértebrarotatieneesafluorescenciacálcicaquedenotarecuperaciónyqueinclusoha cubierto la banda demetal.Algo así requiere un proceso lentísimo, y debió dellevarse a cabomientras estuvo viva, ya que no se desarrolla en un cadáver. Estamujer vivió bastante: probablemente se recuperó por completo. Y mi desgraciadomonitonoaguantómásdedosdíasdepuraagonía.

Aquellos experimentados e hipersensibles dedos de cirujano eran capaces depercibirmásmatices aúnque lamismavista, demodoque cerró losojosmientrasrecorría con ellos la fractura de la vértebra y la banda de metal que la habíamantenidounida.

—La banda no rodea el hueso por completo —dijo—, y no hay clavossujetándola.Debedetenerunaespeciederesorteque,unavezcolocada,lamantienecompletamentetensa.Fuepuestademaneraqueactuaradirectamentesobreelhueso:elcirujanodebióderasparlavértebrahastaretirar todalacarneantesdeacoplarla.Daríadosañosdemividaporhaberpodidover,comosifueraunestudiante,elmodoenquellevabaacaboestaobramaestradeladestreza,ydesdeluegohamerecidolapenaabandonarmitrabajodurantedosmesesaunquesólofueraparaverelresultado.Incluso la lesión es tan poco habitual, esta rotura de vértebra espinal…Probablementelahorcaprovoquealgoparecido,¡peroporsupuestoesosíqueyanotiene arreglo! ¡Diosmío,despuésde todomisvacacionesnohan resultado serunapérdidadetiempo!

MaddendecidióquenomerecíalapenaenviarelataúdalmuseodeGizeh,yaqueera bastante ordinario, y una vez finalizado el examen levantaron el cuerpo paravolver a introducirlo en su interior,dejándolopreparadoparavolver a enterrarlo aldíasiguiente.Hacíatiempoquehabíapasadolamedianocheylacasaestabasumidaenlaoscuridad.

HughMorrisdurmióenlaplantabaja,enunahabitaciónquedabaalpatioenelque yacía el ataúd de la momia. Permaneció despierto durante un buen rato,maravillándose ante aquella asombrosa exhibiciónde cirugía llevadaa cabo, segúnMadden, hacía treinta y cinco siglos. Tan ocupada había estado su mentedescubriéndoseanteellaquenofuehastaaquelmomentoquecayóenquelapruebade laoperación ibaaserenterradayperdidapara lacienciaaldíasiguiente.Debíapersuadir a Madden para que le permitiera retirar por lo menos tres vértebras, latratada y las inmediatamente inferior y superior, para que pudiera llevárselas devueltaa Inglaterracomopruebade loquepodíaconseguirse:daríaunaconferenciasobresuhallazgoy lopresentaríaenelColegioRealdeCirujanoscomoejemplooincitación.Otrosojoscapacitados,ademásdelossuyos,debíanvereléxitoquehabíaconseguido aquel desconocido cirujano de la decimonovena dinastía… ¿Pero y siMadden se negaba? Continuamente había insistido en la conveniencia de enterrarescrupulosamente aquellos restos: para él se trataba de un principio a seguir, y sindudahabíatambiénenelloalgodesuperstición,unimpulsodifícildecombatirporlo

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completamenteirracional.Endefinitiva,eraimposiblearriesgarsealaposibilidaddequesenegara.

Selevantódelacama,escuchóunmomentoatravésdesupuerta,ydespuéssalióalpatiosilenciosamente.Lalunayahabíasalido,yaqueelbrillodelasestrellashabíapalidecido, y aunque sus rayos no caían directamente sobre el patio, la penumbrahabía sido dispersada por la luminosidad del cielo, de modo que no necesitó unalinterna.LevantólatapadelataúdyretirólostraposandrajososconlosqueMaddenhabíavueltoacubrirelcuerpo.Habíapensadoqueaquellasvértebrasinferioresqueestaba determinado a conseguir iban a separarse fácilmente, tan dañados estabantantolosmúsculoscomoelcartílago;sinembargoseresistieroncomosiestuvieranagarradasporuncepo,ytuvoqueemplearhastaelúltimogramodefuerzaquehabíaen sus poderosas manos para partir la columna, lo que provocó que los dañadoshuesossedesgajaranruidosamente,comoundisparo.Peronohuboindiciosdequenadieenlacasalohubieraoído,yaquenoseoyeronpasos,ningunaluzseencendió.Provocó otra fractura y la reliquia fue suya.Antes de volver a colocar en su sitioaquellos ropajes hechos jirones, volvió a contemplar aquellos huesosmanchados ydescarnados. Las vacías cuencas se habían llenado de sombras, como si aúncontuvieranunosojoshundidosynegrosqueleestuvieranmirandofijamente;labocasinlabiosparecíagruñiryhacermuecas.Inclusomientrasmirabapareciósobrevenirsobreellauncambiodeaspecto,yaqueduranteunbrevemomentoleparecióqueensulugaryacíaunenormemonomarrónquelecontemplaba.Peroaquellailusiónsedesvaneció instantáneamentey, trasvolveracolocar la tapadelataúd, regresóa suhabitación.

Lamomiafuereenterradaaldíasiguiente,ydosdíasmástardeMorrisabandonóLuxor en el trennocturnodeElCairo, paradespués tomar el barcoque le llevaríadesde Port Said hasta casa. Aún le quedaban algunas horas libres antes de que elbarcopartiera,porloquetrashaberfacturadosuequipaje,incluidounmaletíndepielbiencerrado,almorzóenelcaféTewfik,cercanoalmuelle.Frenteaélhabíaunjardínrepleto de palmeras y de vallas alegremente sepultadas por buganvillas: unabarandillademaderanomuyaltaloseparabadelacalle,yMorrishabíapedidounamesacercanaaésta.Mientrascomíaobservóelpolicromáticopaisanajedelmundoorientaldesfilando frente a él: habíaoficiales egipciosvestidos conanchos abrigoscruzadosy tocadoscon feces rojos; fellahinsdescalzosycon losdedosde lospiesincreíblementeseparadosyvestidoscongabardina;mujeresconveloydepuntaenblanco que lanzaban miradas furtivas a aquellos con los que se cruzaban;desharrapadosquevagaban semidesnudos, unode ellos tocado conun ramillete dehibiscosescarlatasdetrásdelaoreja;viajerosdelaIndiaconanchossombrerosparaprotegerse del sol y aire de distante superioridad británica; desaliñados hijos delProfeta con turbantes verdes; un majestuoso jeque de blanco inmaculado;maquilladas damas francesas, indudablemente profesionales, con sus parasolesbordadosysusprovocativasmiradas;undervichedemiradasalvaje,vestidoconuna

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faldadeacordeón,quemascabalanuezdelbeteldejandoescaparpartedelcontenidode subocapor las comisurasde los labios.Un limpiabotasgriegoque llevabaunacajaadornadaporplacasdemetalgolpeabasobreellaconsuscepillosinvitandoalosclientes; una joven egipcia se sentaba en cuclillas sobreun canalón escuchandoungramófono;losvaporesquerecorríanelcanalhacíansonarsussirenas.

Entonces, paseando junto al borde de la acera, llegó un joven italiano con unorganillo colgado: con unamano tocaba una popular pieza deVerdi y con la otraagarrabaunapequeñatazademetalenlaquerecibíaeltributodelosamantesdelamúsica;unmonitovestidoconunachaquetillaamarilla,unidoa sumuñecaporuncordel,sesentabasobresuinstrumento.ElmúsicosehabíasituadofrenteaMorris.Aésteleagradólaalegreytintineantetonada,buscóensubolsillounapiastraylehizoseñas con la mano para que se acercara. El muchacho sonrió y se aproximó a labarandilla.

Entonces,repentinamente,elmelancólicomonosaltódelorganilloparaarrojarsesobre la mesa en la que estaba sentadoMorris. Aterrizó sobre ella, chillando conrabiaentreunabarahúndadecristalesrotos.Unjarrónvolcóviolentamente,unplatosehizoañicoscontraelsuelo,latazadecafédeMorrisdescargósunegrocontenidosobreelmantel.Inmediatamente,elitalianotiróhaciasídelacuerdaylapequeñayfrenéticabestiasaliódisparadahaciaatrás,cayendodecabezasobreelpavimento.Searmóunpequeñoalboroto,elcamareroquehabíaatendidoaMorrisimprecóaljovencon volubles insultos, un policía pateó al mono mientras yacía en el suelo y elorganillosetambaleóhastaacabarporcaerydespedazarsecontraelsuelo.Después,todo volvió a calmarse, y el muchacho italiano recogió de la calzada el pequeñocadáverdelmono.LoextendióensusbrazoshaciaMorris.

—Emorto—dijo.—Merecido lo tenía—replicóMorris—. ¿Por qué ha saltado sobre mí de esa

manera?Amedidaque ibanpasando losdíasyqueelbarco leacercabacadavezmása

Londres,aqueltrágicoincidente,delqueélnohabíasidoresponsable,seconvirtióenun motivo recurrente al que su mente regresaba una y otra vez durante aquellasinterminableshorasdeocioabordo,enlasqueunhombreprestatanpocaatenciónallibroqueestáleyendocomoaloquepasaasualrededor.Aveces,silasombradeunagaviotarecorríalacubiertaensudirección,suprimerpensamiento,antesdequesusojospudieran contradecirle, era el deque aquella sombra eraunmonoarrojándosesobre él. Un día se encontraron con una fuerte tormenta procedente del oeste: unestallidodecristalesseprodujojuntoasucodo,debidoaqueunrepentinobandazodelbarcohabíadesequilibradoalcamarero,yMorris se levantóbruscamentedesumesa pensando que el mono había vuelto a saltar sobre ella. Una noche hubo unespectáculocinematográficoenelgransalón,duranteelcualunnaturalistaexhibiólasgrabacionesquehabíatomadodelavidasalvajeenlasjunglasdelaIndia:cuandoen lapantallaaparecieron las imágenesdeungrupodemonosbalanceándoseentre

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losárboles,Morrisagarróinvoluntariamentelosbrazosdesusilladominadoporunpánicoatrozque le atenazóduranteuna fracciónde segundohastaque sedijo a símismoquesóloestabaviendounapelículaenelsalóndeunvaporquepasabafrentealascostasdePortugal.Unanocheensucamarote,estandomedioadormecido,vioun animal agachado junto a su maletín de cuero. Su respiración se detuvobruscamenteantesdedarsecuentadequesólosetratabadeunamistosogatoquelemiróconojosbrillantesyarqueandoellomo…

Aquellossustosfantásticose irracionaleseran inquietantes.Todavíanosehabíarepetido la alucinación delmonito, pero desde luego aquello para cuya cura habíapasadodosmeses enEgipto seguíaprofundamente enterrado en sumente.Deberíavolver a consultar a Robert Angus en cuanto llegara a casa y pedirle consejo.ProbablementeaquelincidentedePortSaidhabíareavivadoelproblemayademáslehabíaañadidounanuevadimensión:ahoraestabaasustadodemonosreales,brotabaterrordelaoscuridaddesualma.Peroencuantoaqueaquellotuvierarelaciónconsutesorohurtado…unasuperstición tan infantilyabsurdacomoaquella sólomerecíaserridiculizada.Amenudoabríasumaletíndecueroysesentabaacontemplaraquelmilagrodelacirugíaquepodíavolveraconvertirenprácticashabilidadeslargamenteolvidadas.

Pero se sentía contento de volver a Inglaterra.Durante los tres últimos días deviaje ninguna amenaza había surgido de entre las sombras, de modo queprobablementesehabíaestadopreocupandoenvano.Aquellacálidatardedemarzose había posado una ligera niebla sobre Regent’s Park y caía una fina llovizna.Establecióunacitaconelespecialistaparalamañanasiguienteytelefoneóalhospitalpara informar de que había regresado y que quería reincorporarse al trabajo deinmediato.Cenódemuybuenhumor, charlandocon sucriado,y, cuando surgióeltema en la conversación, le mostró sus preciados huesos, contándole que habíatomadolareliquiadeunamomiaquehabíavistodesvendadayquepretendíaofrecerunaconferenciaalrespecto.Cuandosefuealacamasellevóconsigoelmaletíndepiel.Lacamaresultabacomodísimaencomparaciónconlaliteradelbarco,yatravésdelaventanaabiertalellegabaelsuavesiseodelalluviacayendosobrelosarbustos.

Sucriadodormíaenunahabitaciónsituadadirectamentesobrelasuya.Unpocoantesdequeamanecierasedespertósobresaltadoacausadeunoshorribleschillidosquellegabandealgúnlugarmuycercano.Entoncesoyóunosgritosinteligiblesquepertenecíanaunavozalaqueconocíabien:

—¡Socorro!¡Socorro!¡Oh,Diosmío,Diosmío!¡Ah…h…!—yvolvióachillar.El criado se apresuró descendiendo las escaleras y encendió la luz de la

habitación deMorris al entrar. Los gritos habían cesado: ya sólo se oía un suavegemido que llegaba desde la cama. Sobre ella se inclinaba un enorme simioenfrascadoenalgunalabor.Entonces,tomandoelcuerpoqueallíyacíaporelcuelloylacadera,elsimiolodoblóhaciaatráshastaquecrujiócomounpaloseco.Después,abrióviolentamenteelmaletíndepielqueestabasobre lamesilladenoche,agarró

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algoquebrillóentresushúmedosdedosyseabalanzóporlaventanadesapareciendoenlanoche.

Undoctorllegómediahoradespués,peroerademasiadotarde.Puñadosdepelocon trozos de piel unidos a ellos habían sido arrancados de la cabeza del hombreasesinado,ambosojoshabíansidoextraídosdesuscuencas,elpulgarderechohabíasido arrancado de cuajo, y la espalda se había roto a la altura de las vértebrasinferiores.

Desde entonces, no ha salido a la luz ninguna revelación que pudiera explicarracionalmentelatragedia.Ningúnsimiohabíaescapadodelvecinojardínzoológico,ni, según se pudo comprobar, de ningún otro sitio. Aquel monstruoso visitantenocturno no volvió a ser visto.Y el desenlace resultó aúnmásmisterioso, ya queMadden, al regresar a Inglaterra tras la finalización de la temporada en Egipto, lepreguntóalcriadodeMorrisquéeraexactamenteaquelloquesuseñorledijohabertomado de unamomia desvendada, y recibió de él la suficiente información comopara hacerse una idea clara de lo que se trataba. Al siguiente otoño continuó susexcavacionesenelcementeriodeGurnah,volvióadesenterrarelataúddeA-pen-arayloabrió.Sinembargo,lacolumnavertebralestabaenterayensusitio:unadelasvértebrasteníaelaroplateadoqueMorrishabíasaludadocomounlogroúnicoenlahistoriadelacirugía.

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ELSANTUARIO

Eraenero,yFrancisEltonestabapasandodossemanasdevacacionesenEngadinecuando recibióel telegramaque leanunció lamuertede su tío,HoraceElton,y suderechodesucesiónaunamásqueconsiderablefortuna.Eltelegramaañadíaquelaceremonia de cremación de los restos se celebraría aquel mismo día, resultándoleimposibleacudira lamisma;noexistíapor tantoninguna razónpor laquedebieraacelerarsuregreso.

Enunacartaquelellegódosdíasmástarde,elnotario,elseñorAngus,leampliólosdetalles: laherenciaconsistíaporunaparteenbienespor lacantidadde80.000librasesterlinas,yporotraen lahaciendadelseñorElton,situadaa lasafuerasdelpequeño pueblo deWedderburn, en Hampshire. Ésta consistía en una encantadoracasaconsurespectivojardínyenunoscuantosacresdeterrenoedificable.TodoestolehabíasidodejadoaFrancis,perolafincaacarreabaconsigounarentade500librasalañoafavordelReverendoOwenBarton.

Francisapenassabíanadadesutío,elcualsehabíacomportadodurantemuchotiempocomounrecluso;dehechohacíayacasicuatroañosquenoleveía,desdequehabíapasadotresdíasconélensucasadeWedderburn.Apenaslequedabanvagosaunque ligeramente inquietantes recuerdos de aquella estancia, y en su viaje deregreso,mientrasyacíaenlaliteradeaquelbamboleantetren,sucerebro,revolviendoadormecidoentresusenterradosrecuerdos,empezóadesenterrarlos.Enrealidadnoestaban nada definidos: consistían principalmente en sugestiones laterales eimpresiones oblicuas, cosas observadas, por decirlo de algunamanera, a través delrabillodelojo,ynuncaexaminadasdemaneradirecta.

Enaquellaocasiónera sólounmuchachoqueacababade terminar laescuelayquedisfrutabadelasvacacionesveraniegasduranteunagostocalurosoysofocante,yrecordabaquesuvisitasehabíaproducidojustoantesdeingresarenunaacademiaenLondresparaaprenderfrancésyalemán.

Allí estaba, ante todo, su tíoHorace, y de él conservaba vívidas imágenes.Unhombredemedianaedad,conelpelogrisáceo,grandeyextremadamentecorpulento,hastaelpuntodequelapapadaocultabasucuello,peroapesardeaquellaobesidad,era rápidoydemovimientoságiles,yposeíaunosojosazulesalegrese igualmentealertas que parecían estar vigilándole constantemente. También se encontraban allídosmujeres,madreehija,yencuantolasrecordó,susnombresregresarontambiénasumemoria:eranlaseñoraIsabelRayyJudith.Judith,suponía,debíadeserunoodos años mayor que él, y la primera tarde que había pasado por allí le habíaacompañado a dar un paseo por el jardín después de cenar. Le había tratado deinmediatocomosifuesenviejosamigos,habíacaminadorodeándoleelcuelloconunbrazoylehabíapreguntadomuchascosassobresuescuela,ysobresihabíaalguna

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chica que le gustara. Todo muy amistoso, pero francamente embarazoso. Cuandoregresaronalinteriorresultóevidentequelamadreledirigióunaseñalinterrogativaalahija,yJudithhabíarespondidoencogiéndosedehombros.

Entonceslamadrelecogiódelamano;lehizosentarsejuntoaellaalladodeunaventana,ylehablódelaacademiaalaqueibaaacudir:tendríaenellamuchamáslibertad de la que había tenido en el colegio, suponía, y él parecía la clase demuchachoque sabríahacer unbuenusode ella.Comprobó su francésydescubrióquepodíahablarlobastantecorrectamente,yledijoqueteníaunlibroqueacababadeleer y que podría prestárselo. Había sido escrito por aquel exquisito estilista,Huysmans,yse titulabaLa-Bas.Noquisodecirlesobrequéversaba,eso lo tendríaque descubrir por sí mismo. Durante todo aquel rato sus ojos estrechos y grisesestabanfijosenél,ycuandodecidióiraacostarselecondujohastasuhabitaciónparadarleellibro.AllíestabaJudith;ellayalohabíaleídoyserióalrecordarlo.

—Léelo,queridoFrancis—dijo—,ydespuésduérmetedeinmediato,ymañanapodráscontarmequéesloquehassoñado,siemprequenoseadesagradable.

ElritmovibrantedeltrenhacíaqueFrancissesintieseadormecido,perosumentequería seguir desenterrando aquellos fragmentos.En la casa también se encontrabaotrohombre,elsecretariodesutío,unjoven,dequizáveinticincoaños,pulcramenteafeitado, delgado y tan alegre como los demás. Todos le trataban con una curiosadeferencia,difícildedefinirperofácildepercibir.Aquellanochesehabíasentadoasuladodurantelacenaynohabíadejadoderellenarlesuvasodevinotantosiqueríacomosino,ya lamañanasiguientehabíaentradoensuhabitaciónvestidoaúnenpijama y, sentándose en su cama y contemplándole con una mirada extraña einterrogadora,lepreguntóquétalleibaconellibro,ydespuésleacompañóadarseunbañoenlapiscinaquehabíaalfondodeljardín,ocultaporunahileradeárboles…Nonecesitabatrajedebaño,ledijo,noeranecesario,yjuntosrecorrieronlapiscinadeunextremoalotroy luegose tumbarona tostarseal sol.Entonces,deentre losárboles, surgieron Judith y su madre, y Francis, avergonzado, se envolviórápidamente en una toalla. Cómo se habían reído todos ante su delicioso pudor…¿Cómosellamabaaquelhombre?Ah,peroporsupuesto,setratabadeOwenBarton,elmismoquehabíasidomencionadoen lacartadel señorAnguscomoReverendoOwen Barton. ¿Pero por qué «reverendo»?, se preguntó Francis. Quizá se habíaordenadoconposterioridad.

Durantetodoeldíahabíanhalagadosubelleza,ysumododenadarydejugaraltenis: nunca nadie le había prestado tanta atención, todas las miradas se posabansobre él, tentadoras y atrayentes. Por la tarde su tío había reclamado su presencia:debíaacompañarlealpisodearribaycontemplaralgunosdesustesoros.Lecondujohasta su dormitorio y abrió un enorme armario ropero repleto de magníficasvestimentas.Habíaallícapasconempedradosdeoro,estolasycasullasbordadasconperlasyguantesenjoyados,yelpropósitodetodoaquelloeraconvertirengloriososalos sacerdotes que ofrecían sus plegarias al Señor de todas las cosas visibles e

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invisibles.Entoncessacóunasotanaescarlatadesedagruesaybrillante,yunacotadelamuselinamásfina,guarnecidadesdeelcuelloyhastaeldobladilloinferiorporencajes irlandesesdelsiglodieciséis.Eranlasvestimentasparaelchicoquehicierademonaguilloenlamisa,yFrancis,apeticióndesutío,sedespojódesuchaquetaysecubrióconaquello.Despuéssedescalzóparadeslizarsuspiesen lassilenciosaszapatillasescarlatasquesutíollamózapatosdelsantuario.EnaquelmomentoentróOwenBarton,yFrancisleoyósusurrarleasutío:

—¡Dios!¡Menudomonaguillo!—ydespuéssecolocóunadeaquellasmagníficascapasvestalesyledijoquesearrodillara.

El chico se había sentido completamente desconcertado. ¿A qué estaríanjugando?,sepreguntaba.¿Eraalgúntipodecharada?AllíestabaBarton,consucarasolemneyansiosa,levantandosumanoizquierda,comosileestuvierabendiciendo:mássorprendente resultabasu tío, relamiéndose los labiosy tragandosonoramente,como si se le estuviera haciendo la boca agua. Detrás de aquellos disfraces seocultabaalgo,algoqueparaellossignificabamucho.Sesentíaincómodoeinquieto,ynoestabadispuestoaarrodillarse,demodoquesedeshizodelacotaydelasotana.

—No entiendo de qué va todo esto —dijo, y de nuevo, al igual que habíasucedido entre Judith y su madre, vio que entre los dos hombres se cruzabanpreguntasy respuestas.Dealgúnmodo, su faltade interés leshabíadecepcionado,peroporloqueaélsereferíanosetratabadeuntemadeinterés:loquesentíaeramásbienunaligerarepulsión.

Sereemprendieronlasdiversiones:volvieronajugaraltenisyabañarsejuntos,perotodosparecíanhaberperdidoaquelinterésqueanteriormentehabíandemostradoporél.Aquellatardesevistióparalacenaantesquelosdemás,porloquesesentóenunprofundosillónsituadojuntoaunadelasventanasdelasaladeestar,leyendoellibro que le había prestado la señora Ray. No conseguía avanzar; era demasiadoextraño y el uso del francés demasiado rebuscado; pensó que se lo devolveríadiciéndolequedemomentoestabamásalládesucapacidad.Justoenaquelmomentoentraronellaysutío:estabanhablandoentresíynoadvirtieronsupresencia.

—No, no servirá de nada, Isabel —dijo su tío—. No tiene curiosidad, nipropensiónaello:sóloledesagradaríaylealejaríadenosotros.Ésanoesmaneradeganar almas. Owen piensa de igual manera. Y además, es demasiado inocente:cuandoyoteníasuedad…Vaya,aquíestáFrancis.¿Quéestásleyendo,muchacho?¡Ah,yaveo!¿Yquéteestápareciendo?

Franciscerróellibro.—Merindo—dijo—.Nopuedoseguir.LaseñoraRayserió.—Estoydeacuerdo,Horace—dijo—.¡Peroquélástima!De algún modo Francis tuvo la impresión, recordaba, de que habían estado

hablando de él. Pero si ese era el caso ¿qué era aquello para lo que no estabapreparado?

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Aquellanochesehabíaidoalacamabastantetemprano,animado,oasílocreía,porlosotros,alosquedejójugandounaspartidasdebridge.Sedurmiórápidamente,pero se despertó pensando que había oído cánticos. Entonces se oyeron trescampanadas, seguidas de una pausa y, posteriormente, de otras tres. Estabademasiadodormidoparapreocuparseporsaberquéeraaquello.

Aquellaeralasumadesusimpresiones,mientraseltrenseapresurabaatravesandolanoche, de aquella visita hecha al hombre cuyo patrimonio acababa de heredar acondición de que siguiera proporcionando 500 libras al año al Reverendo OwenBarton. Se sorprendió al comprobar lo vívidos y vagamente inquietantes queresultabansusrecuerdos traspasarcuatroañosenterradosensumente.Mientrassehundía en un sueño profundo volvieron a desvanecerse, y a la mañana siguienteapenaspensóenellos.

TanprontocomollegóaLondresacudióaveralseñorAngus.Algunasaccionesdeberíanvenderseparapoderpagar ciertas tasas,pero la administracióndel capitaleraporlodemáscosafácil.Francisquisosaberalgomássobresubenefactor,peroelseñorAnguspocopudodecirle.Durantevariosaños,HoraceEltonhabíavividounaexistencia extremadamente aislada allá en Wedderburn, relacionándose de manerafrecuenteúnicamenteconsusecretario,elseñorOwenBarton.Ademásdeél,habíatambién dos damas que solían acompañarle durante largas temporadas. ¿Cómo sellamaban?…Elnotariocallóintentandorecordar.

—¿LaseñoraIsabelRayysuhijaJudith?—sugirióFrancis.—Exacto.Estaban allí amenudo.También, demaneranopoco frecuente, solía

llegarciertonúmerodepersonasaunahorabastantetardía,normalmentealasonce,peroavecesmástardeincluso,quepermanecíanenlacasaduranteunpardehorasantesdevolveramarcharse.Todounpocomisterioso.Tansólounasemanaantesdelamuerte del señorElton, se presentó allí toda una congregación.Quince o veintepersonas,creo.

Francispermanecióensilenciounosinstantes:sesentíacomosipequeñaspiezasde un puzzle reclamaran ser colocadas en su sitio, pero sus formas eranexcesivamentefantásticas…

—Yrespectoalaenfermedaddemitíoyasumuerte…—dijo—.Lacremacióndesusrestosseefectuóelmismodíaenelquemurió;almenosesoesloqueentendíensutelegrama.

—Sí,asífue—dijoelseñorAngus.—¿Peroporqué?Paraestarpresenteen laceremoniahabría tenidoquedejarlo

todo y regresar inmediatamente a Inglaterra. ¿No resulta un procedimiento algoinusual?

—Sí, señor Elton, fue completamente inusual. Pero hubo buenas razones paraello.

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—Me gustaría oírlas —dijo Francis—. Soy su heredero y lo más apropiadohubierasidoquemeencontrarapresente.¿Porquéseobródeesamanera?

Angusdudóduranteunosinstantes.—Es una pregunta razonable —dijo—, y me siendo obligado a responderle.

Aunque para ello deberé retroceder un poco en el tiempo… Su tío mantuvo,aparentemente, un excelente estado físico hasta la semana previa a sumuerte. Eramuyrobusto,cierto,perotambiénunapersonamuyactiva.Entoncesempezóasufrirataques. Sus primeras manifestaciones tomaron la forma de dolorosas molestiasmentalesyespirituales.Poralgunarazónpensabaqueibaamorirenbreveplazo,ylaideadelamuerteleproducíaunpánicoyunterroranormales.Metelegrafióporquequeríacambiarsutestamento.YoestabafueradeLondresynopudeacercarmeasucasa hasta el día siguiente, pero para entonces ya estaba demasiado enfermo comoparadarinstruccionescoherentes.Suintención,segúncreo,eradejaralseñorOwenBartonfuera.

Denuevoelabogadosedetuvo.—Descubrí—continuó—,que elmismodía queyo llegué aWedderburn, pero

porlamañana,habíahechollamaralcuradesuparroquia,yquesehabíaconfesado.Enquéconsistió laconfesión,por supuesto,no tengoni lamás remota idea.Hastaentonces había mostrado pánico por la muerte, pero físicamente seguía siendo elmismo.Sinembargo,inmediatamentedespués,unahorribleenfermedadleinvadió.Yla palabra justa es ésa: invasión. Los doctores que llegaron de Londres yBournemouth no supieron de qué se trataba. Algún microbio desconocido,supusieron,queatacabarápidayvorazmentetantolapielcomolostejidosyelhueso.Eracomosiseestuvieracorrompiendoypudriendopordentro,comosiyaestuviesemuerto…Ciertamente,nosédequéleserviráquelecuenteesto.

—Quierosaberlo—dijoFrancis.—Desu interiorsurgíanorganismosvivoscomopodríanhacerlodel interiorde

uncadáver.Susenfermerasteníanquesaliravomitarcadadosportres.Suhabitaciónestabaconstantementerepletademoscas;moscasenormesyrollizasqueinvadíanlasparedesylacama.Élseguíaconsciente,ypersistíaensuirracionalpánicofrentealamuerte,enunosmomentosenlosquecualquierapensaríaquesualmasemostraríaagradecidadepoderabandonaraquellamorada.

—¿EstabaelseñorOwenBartonconél?—preguntóFrancis.—DesdeelmomentoenelqueelseñorEltonseconfesó,senegóavolveraverle.

Tansóloenunaocasiónentróensuhabitación,produciéndoseunaespantosaescena.Sutíoempezóagritaryachillaraterrorizado.Tampocoquisoveraningunadelasdamasqueyahemosmencionado:¿porqué,peseatodo,continuaronresidiendoenlacasa?Nolosé.Entonces,laúltimamañanadesuvida,cuandoyanopodíanihablar,escribió un par de palabras sobre un trozo de papel: parecía que quería recibir laextremaunción.Demodoqueseavisóalpárroco.

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El viejo abogado se detuvo una vez más: Francis vio que sus manos estabantemblando.

—Entoncessucedióalgohorrible—dijo—.Yoestabaenlahabitación,yaqueélmehabíahecho señasparaquemeacercara, y lovi todo conmispropiosojos.Elpárrocohabíaservidoelvinoenelcáliz,yhabíacolocadolahostiasobrelabandeja.Estabaapuntodeconsagrar loselementoscuandounanubedeaquellasmoscasdelasque lehehablado se abalanzaron sobreél.Se introdujeronenel cáliz comounenjambredeabejasyseposaronacientossobrelabandeja;enunpardeminutoselcáliz estaba seco y la hostia había sido devorada. Entonces, como huéspedessatisfechos,podríadecirse, searrojaronsobreel rostrodesu tío,cubriéndolede talmodoqueresultabaimposibleverle.Empezóajadearyaatragantarse:acontinuaciónsufrióunaconvulsiónyseretorció.Después,graciasaDios,todoterminó.

—¿Ydespués?—preguntóFrancis.—Yanohabíamoscas.Nada.Perofuenecesarioincinerarelcuerpodeinmediato,

ytambiénsucama.¡Fueespantoso,espantoso!Jamásselohubieracontadosinomehubierapresionado.

—¿Quéhicieronconlascenizas?—preguntóFrancis.—Yaveráquehayunacláusulaeneltestamento,ordenandoquesusrestosfuesen

enterradosalpiedelárboldelamordeJudas[5]quehayjuntoalapiscinadeljardínenWedderburn.Asísehizo.

Francis era un joven bastante poco imaginativo, poco dado a los titubeossupersticiosos y a especular inútilmente, y aquella historia, pormuy sugerente quefuese,ypormuyrepletadeespantososmaticesqueestuviera,nocaptósuinterésnilellevó a la creación de inquietantes fantasías. Resultaba horrible, cierto, pero ya sehabía terminado. Acudió aWedderburn durante la Pascua, con una hermana suyaviudayconsuhijodeonceaños,yalostreslesencantólacasa.ProntoacordaronqueSybilMarshamalquilaríasucasadeLondresdurantelosmesesdelveranoparaestablecerse allí. Dickie, que era un niño delicado, bastante extraño y enfermizo,podríabeneficiarsedelairecampestre,yFrancisasuvezsebeneficiaríadedejarellugar a cargode suhermanayde encontrarlo ocupadoy acomodado cadavezquepudieraescabullirsedesutrabajo.

Lacasaeradeladrilloymadera,teníacapacidadparaunadocenadepersonas,yestabaaunnivelmásaltoqueeldelpequeñopueblo.Francislarecorriótanprontocomollegóaella,yseasombródecómoreaparecíanensumemoriahasta losmásmínimosdetallesdesufisonomíaamedidaquelaibarecorriendo.Allíestabalasalade estar, con sus altas estanterías repletas de libros y sus profundos sillonesenfrentadosaljardín,enunodeloscualessehabíasentadosinserobservadoporsutío y la señora Ray cuando entraron hablando en la sala. En la parte superior seencontrabaeldormitorioartesonadodesutío,quesepropusoocuparélmismo,consuenormearmariorepletodevestimentas.Loabrió:allíestaban,cubiertosporpapel

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de seda, lanzando destellos escarlatas y dorados, los más depurados linos jamásdecorados con la cordelería irlandesa…undébil olor a incienso los recubría.A suladoestaba lasaladeestardesu tío,yunpocomásallá lahabitaciónen laqueélhabía dormido en anteriores ocasiones, y que ahora sería ocupada por Dickie.Aquellashabitacionessehallabanenlapartefrontaldelacasa,mirandohaciaelesteporencimadeljardín,ysalióalexteriorpararenovarsufamiliaridadconél.Bajolasventanas se extendían los macizos de flores, alegremente coloridos por los brotesprimaverales;despuéshabíaunaextensióndecéspedy,másallá,seencontrabalafiladeárbolesqueocultabalapiscina.Recorrióelsenderoqueseabríapasoporencimadelcésped,rodeadodetapicesdeprimaverasyanémonas,yllegóhastaelclaroquerodeabaalagua.Lapiscinasehallabaalfondodeltodo,juntoalacompuertacontralaquechapoteabaruidosamenteelaguadelcanalqueproporcionabaellíquido,yquellegaba rebosante debido a las lluvias de marzo. En el extremo más alejado seimponíaunárboldelamordeJudasgloriosamentecargadodeflores,quesereflejabasobrelainmóvilsuperficiedelagua.Enalgúnlugarbajoaquellasramascargadasdecapullosrojosestabaenterradalaurnaconlascenizas.Paseóalrededordelapiscina:allí se estaba a cubierto de las brisas de abril, y las abejas se afanaban entre loscapullos.Lasabejas,ytambiénunasmoscasenormesyrollizas.Bastantes,porcierto.

ÉlySybil seencontrabansentadosen la saladeestarcuandoempezóacaer lanoche.UncriadoentróparaanunciarlesqueelseñorOwenBartonhabíapedidosupermiso. Ciertamente, se hallaban en casa, de modo que entró, y Sybil le fuepresentada.

—Apenas seacordarádemí, señorElton—dijo—,peroyoestabaaquícuandovinoustedavisitarasutío:debiódeserhacecuatroocincoaños.

—Al contrario, le recuerdo perfectamente —dijo Francis—. Nos bañamos yjugamos al tenis juntos. Fue usted muy amable con un muchacho tímido. ¿Sigueviviendoaquí?

—Sí.CompréunacasaenWedderburnpocodespuésdelamuertedesutío.Paséseisañosmuyfelicesjuntoaél,siendosusecretario,ylecogícariñoalaregión.Micasa se encuentra justo al otro lado de la valla de su jardín, frente a la puerta conpestilloquedaalcaminodelbosquequerodeaalapiscina.

LapuertaseabrióyentróDickie.Vioquehabíaunextrañoysedetuvo.—Dile«¿Cómoestausted?»alseñorBarton,Dickie—dijosumadre.Dickie cumplió el encargo con completa corrección y permaneció allí,

contemplándole.Normalmenteeraunmuchachotímido;pero,trassuinspección,seleacercódenuevoyapoyósusmanossobrelasrodillasdelotro.

—Megustausted—dijoconconfianza,yseapoyóenél.—NomolestesalseñorBarton,Dickie—dijoSybilconautoridad.—Oh, pero si no me molesta en absoluto —dijo Barton, y atrajo hacia sí al

muchachoparaquequedaracómodamenteinstaladoentresusrodillas.Sybilselevantó.

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—Vamos,Dick—dijo—.Daremosunpaseoporeljardínantesdequeoscurezca.—¿Vieneéltambién?—preguntóelmuchacho.—No;sequedaparahablarconeltíoFrancis.Cuando los dos hombres se hubieron quedado solos, Barton dijo un par de

palabras sobre Horace Elton, quien siempre se había comportado con él como unamigo generoso. Su final, afortunadamente breve, había sido terrible, y terrible enespecialparaélhabíasidolanegativadelmoribundoaverledurantelosdosúltimosdíasdesuvida.

—Su mente, supongo, debió de verse afectada —dijo— por sus espantosossufrimientos. A veces sucede: la gente se vuelve contra aquellos con los quemásintimidad han compartido. A menudo me he lamentado por ello, y lo he sentidomucho…Yledebounaexplicación,señorElton.Sindudalesorprenderíavereneltestamentodesutíoquesereferíaamícomo«reverendo».Escierto,aunqueyonome aplique el término. Ciertas dudas espirituales y dificultades me hicieronabandonar los votos, pero su tío siempremantuvo que un sacerdote es siempre unsacerdote.Enesoerainamovible,ysindudateníarazón.

—Nosabíaquemitíotuvierainterésenlosasuntosdelaiglesia—dijoFrancis—.¡Ah,habíaolvidadosusvestimentas!Quizásetratasedeuninterésartístico.

—Enabsoluto.Losconsiderabaobjetossagrados,consagradosparausossantos…¿Ypodríapreguntarlequéhasidodesusrestos?Recuerdohaberleoídoexpresarenalgunaocasiónquequeríaserenterradojuntoalapiscina.

—Sucuerpofueincinerado—dijoFrancis—,ylascenizasseenterraronallí.Barton no se quedó mucho tiempo más, y cuando Sybil regresó se sintió

francamente aliviada al ver que se había marchado. Simplemente no le gustaba.Habíaenélalgoextraño,algosiniestro.Francisserió;aélleparecíabastantebuentipo.

Los sueños son, por supuesto, tan sólo un compendio de imágenes mentalesrecientesydeasociaciones,yunsueñotanvívidocomoelquetuvoFrancisaquellanoche podría haber surgido fácilmente de dichos elementos. Soñó que estababañándoseenlapiscinaconOwenBarton,yquesutío,robustoyflorido,estabadepie bajo el árbol del amor de Judas, observándoles. Aquello parecía algo natural,comosuelepasarenlossueños:sencillamentenohabíamuerto.Cuandosalierondelaguabuscósuropa,pero loúnicoqueencontrófueunasotanaescarlatayunacotaguarnecidaconencajes.Tambiénaquellolepareciónatural;delmismomodoqueseloparecióelqueBartonsecubrieraconunacapavestaldorada.

Su tío,muy feliz y relamiéndose los labios, se les unió, y cadaunode ellos letomódeunbrazomientrascaminabanendirecciónalacasacantandounhimno.Amedida que avanzaban, la luz del día se iba extinguiendo, y para cuando hubieroncruzado el césped ya era noche cerrada, y las ventanas de la casa aparecíaniluminadas.Subieron lasescaleras, aúncantando,hasta llegara lahabitaciónde sutío,queahoraera la suya.Habíaabiertaunapuerta en laquehasta entoncesno se

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había fijado, situada frente a su cama y desde cuyo interior llegaba un fuerteresplandor.Entoncesempezóasentirquesehallabainmersoenunapesadilla,yaquesus dos acompañantes le agarraron con fuerza y le empujaron hacia la puerta,mientrasél luchabaporliberarsesabiendoqueensuinterioracechabaalgoterrible.Pero paso a paso le fueron arrastrando, pese a su violenta resistencia, y en aquelmomento surgió de la puerta un enjambre de enormes y rollizas moscas quezumbabanyseposabansobreél.Cadavez llegabanmásymás,cubriendosucara,arrastrándoseentresusojos,entrandoensubocacadavezquejadeababuscandoaire.Elhorrorcrecióhastaserinsoportable,yentoncesdespertósudandoyconelcorazónlatiendosalvajemente.Encendiólaluz,yallíestabalahabitación,enabsolutacalmamientras el amanecer comenzaba a iluminar el exterior y los pájaros empezaban aafinarsuscantos.

LosescasosdíasdevacacionesdeFrancispasaronrápidamente.Descendióhastaelpueblo para conocer la casa de Barton, juzgándola una vivienda pequeña yencantadora,ya supropietarioun tipode lomásagradable.BartoncenóconellosunanocheySybilllegóaadmitirquequizásuprimeraimpresiónhabíasidounpocoprecipitada. Fue encantador con Dickie, y eso la dispuso en su favor, ya que elmuchacho le adoraba. Pronto sería necesario encontrar un tutor para él, y Bartonaccediódebuengradoaencargarsedesueducación.Cadamañana,Dickietrotabaatravésdel jardínyatravesabaelbosque juntoalque seencontraba lapiscinahastallegar a la casa de Barton. Su carácter enfermizo le había hecho retrasarse en susestudios,peroahora semostrabaansiosoporaprenderyporcomplacer a sunuevoinstructor,demodoquerápidamentesepusoaldía.

FueporaquelentoncescuandoconocíaFrancis,ydurantelossiguientesdosmesesenLondresnosconvertimosenbuenosamigos.Mecontóquehacíapocoqueuntíosuyo le había dejado en herencia una propiedad en Wedderburn, pero hasta elmomento ése era el único detalle que conocía de la historia que hasta ahora heregistrado. En algúnmomento de juliome dijo que pretendía pasar allí elmes deagosto.Suhermana,lacualseencargabadelacasa,queríallevarasuhijoalacostadurante laprimerao lasdosprimerassemanasdelmes.¿Querríayoacompañarleycompartirsusoledad,loquedepasomepermitiríaavanzarconciertotrabajoqueseme estaba acumulando sin que nadieme interrumpiera? Parecía un plan realmenteatractivo,demodoqueunacalurosísimatardequeamenazabatormenta,aprincipiosde agosto, nos desplazamos hasta allí en coche. Owen Barton, que había sidosecretariodesutío,medijo,ibaacenarconnosotrosaquellanoche.

Cuando llegamos todavía faltaba algo más de una hora hasta el momento desentarse a cenar, y Francis me invitó, si me apetecía darme un chapuzón, a queestrenara la piscina que habíamás allá del césped, entre los árboles. Él tenía quededicarse a resolver varios asuntos caseros, de modo que fui solo. Era un lugar

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cautivador: el agua, completamente transparente e inmóvil, reflejaba el cielo y elfollajedelosárboles.Medesnudéymesumergí.Flotéhaciendoelmuertosobrelarefrescante superficie, nadé y también buceé, y entonces vi, caminando cerca delextremomásalejadodelapiscina,aunhombreextremadamentecorpulentoquenodebíade superar enmucho lamedianaedad. Ibavestidodenoche, conchaquetaycorbatanegra,einstantáneamenteasumíquedebíadetratarsedelseñorBarton,queveníadesdeelpuebloparacenarconnosotros.Debíadeserportantomástardedeloqueme había parecido, así que nadé hasta la caseta en la que se encontrabanmisropas.Cuandosalídelagua,miréamialrededor.Allínohabíanadie.

Aquello me sorprendió, aunque sólo fuera ligeramente. Resultaba extraño quehubiera aparecido tan inesperadamente de entre los árboles y que volviera adesaparecer tan súbitamente, pero tampoco era algo que me preocupaseexcesivamente.Meapresuréaregresaralacasa,mecambiérápidamenteybajélasescaleras,convencidodequeibaaencontraraFrancisyasuinvitadosentadosenlasaladeestar.Perolociertoesquenohubieratenidoporquédarmetantaprisa,yaquemirelojmeindicóqueaúnfaltabauncuartodehorahastaelcomienzodelacena.Encuantoalosotros,supusequeelseñorBartonseencontraríaconFrancisensupropiosalón,demodoqueelegíun libroalazarparamatarel ratoymepusea leer.Perocadavezsehacíamásoscuro,ycuandomelevantéparaencenderlaluzviatravésdela ventana francesa, en el jardín, la figura de un hombre silueteada contra latormentosa puesta de sol. Estaba mirando hacia la habitación en la que yo meencontraba.

Notuvenilamásmínimadudadequesetratabadelamismapersonaquehabíavistomientrasmebañaba,yencender la luznohizosinoconfirmármelo,yaqueelresplandor cayó directamente sobre su cara. Seguramente el señorBarton, al darsecuenta de que había llegado demasiado pronto, había estado matando el tiempopaseandoporeljardínhastaquellegaralahoradelacena.Perolociertoesqueamísemehabíanquitadolasganasdecompartirlaconél:lehabíapodidoecharunbuenvistazoyhabíaensurostroalgohorrible.¿Erahumano?¿Eraterrestreenabsoluto?Entoncesseretirólentamente,ydeinmediatoalguienllamóalapuerta,yoíaFrancisdescendiendolasescaleras.Élmismoabriólapuerta:oíunaspalabrasdebienvenida,yentoncesentróen lahabitaciónacompañadodeun tipoaltoydelgadoalquemepresentó.

Pasamos una velada muy agradable: Barton hablaba de una manera fluida ysimpática,yenmásdeunaocasiónserefirióasuamigoypupiloDick.Aesodelasonce se levantó paramarcharse, y Francis le sugirió que atravesase el jardín, querepresentaba una rutamás corta hasta su casa. La amenaza de tormenta aún no sehabíamaterializado, aunqueel cieloya semostraba especialmente cubierto cuandonosdespedimosfrentealaventanafrancesa,enelexterior.Bartonprontofuetragadopor la oscuridad.En aquelmomentoun relámpagoprovocóunbrillante resplandorquemepermitióverenmitaddelcésped,comosileestuvieraesperando,alhombre

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quehabíavistoyaendosocasiones.«¿Quiénesése?»,estuveapuntodepreguntar,perodeinmediatopercibíqueFrancisnolehabíavisto,demodoquepermanecíensilencio,yaqueenaquelmomentosupealgoqueyahabíamedioimaginado:queelhombre que yo había visto no era de carne y hueso. Un par de gruesas gotas seestrellaronsobreelsendero,ymientrasnosrefugiábamosenelinteriorFrancisgritó:

—¡Buenasnoches,Barton!—ylaalegrevozlerespondió.Nopasómuchotiempoantesdequenosfuéramosalacama,ycuandopasamos

frente a su habitación Francis me invitó a verla. Se trataba de una gran cámaraartesonadaconunenormearmariojuntoalacama.Cercadeélcolgabaunretratoalóleodereducidotamaño.

—Mañana te enseñaré lo que hay en el armario —dijo—. Unos artefactosmaravillosos…Éseesunretratodemitío.

Yoyahabíavistoaquelrostroaquellatarde.

Durantelossiguientesdosotresdíasnovolvíaveraaquelespantosovisitante,peroenningúnmomentopudesentirmerelajado,yaquenotabasupresencia.Quéinstintooquésentidoeraelquelopercibía,nolosé:quizásetratasetansólodelpavorqueme producía la idea de volver a verle lo que me había producido semejanteconvicción.PensédecirleaFrancisquedebíaregresaraLondres;loqueevitóquelohicierafueeldeseodesabermás,yaquellomehizoenfrentarmealmiedo.Entonces,muypronto,empecéadarmecuentadequeFrancisparecíatanintranquilocomoyo.A veces, mientras estábamos sentados juntos después de cenar, se mostrabaextrañamente alerta: se interrumpía enmitad de alguna frase como si algo hubieseatraídosuatención,oapartabalamiradadenuestrapartidadebezique[6]ycentrabasuatenciónduranteunsegundoenalgúnrincóndelahabitacióno,másamenudo,enel oscuro vacío de la abierta ventana francesa. ¿Acaso había visto algo, mepreguntaba,queresultabainvisibleparamíy,aligualquehacíayo,temíahablardeello?

Aquellasimpresionesfueronmomentáneaseinfrecuentes,peromantuvieronvivoenmíelsentimientodequeallíestabapasandoalgo,yqueaquelalgo,quesurgíadelaoscuridadylodesconocido,estabacobrandofuerza.Habíapenetradoenlacasayestaba presente en todas partes…Pero luegome encontraba al despertar con unasmañanas tan brillantes y soleadas que me autoconvencía de que me estabainquietandopornada.

Llevabaallí una semanacuandoocurrió algoqueprecipitó todo loque sucedióluego.DormíaenlahabitaciónquenormalmenteocupabaDickie,ymedespertéunanochesintiéndomeincómodamenteacalorado.Tirédeunasábanaconlaintenciónderetirarla,peroseresistióporqueestabafirmementeembutidaentreloscolchonesporelladodelacamaquedabaalapared.Finalmenteconseguíliberarla,yalhacerlooíalgo que caía al suelo con un aleteo. Por lamañaname acordé y encontré bajo lacamaunpequeñocuadernillodenotas.Loabríperezosamenteyencontréunadocena

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de páginas escritas con una caligrafía redonda e infantil. Las siguientes palabrasengancharonmiatención:

Jueves 11 de julio. Esta mañana he vuelto a ver al tío abuelo Horace en elbosque.Mehacontadoalgosobremímismoquenoheconseguidoentender,perohadichoquecuandofueramayormegustaría.Nodebodecirleanadiequeestáaquí,nitampocoloquemehacontado.SóloalseñorBarton.

Meimportabaunbledoestarleyendoeldiarioprivadodeunmuchacho.Aquellahabía dejado de ser una consideración digna de tener en cuenta. Pasé la hoja yencontréotraentrada:

Domingo21de julio.Hevueltoaveral tíoabueloHorace.Lehedichoque lehabía contado al señor Barton lo que él me había contado a mí, y que el señorBartonmehabía contadoalgunas cosasmás, yque estaba satisfecho, yquehabíadichoqueestabaprosperandoyqueprontomellevaríaconsigoaorar.

No puedo describir el estremecimiento y el horror que aquellas entradas meprovocaron.Convertíanalaapariciónqueyomismohabíavistoenalgomuchísimomásrealysiniestro.Aquellugarestabasiendoencantadoporunespíritucorruptoymalignoque además intentaba transmitir su corrupción. ¿Peroquépodíahacer yo?¿Cómopodíayo,sinantesrecibiralgunaindicaciónporpartedeFrancis,decirlequeelespíritudesutío(delcualenaquelmomentoloignorabatodo)nosólohabíasidovistopormí,sinotambiénporsusobrino,yqueésteestabasiendoinfluenciadoporelprimero?Y además estaban aquellasmenciones a Barton. Ciertamente, aquello nopodía quedar así. Estaba colaborando en aquella tarea maldita. Ante mis ojosempezaba a delinearse un culto de corrupción (¿o quizá estaba siendo demasiadofantasioso?) ¿Y qué significaba aquella frase de que le llevaría a orar? Gracias alcielo, Dickie se hallaba lejos de allí en aquellos momentos, y había tiempo parapensar enelproblema.Yencuantoa aquel lastimosocuadernillo, loguardéenunportafoliosconcerradura.

El día, en lo que se refiere a signos externos y visibles, transcurrióagradablemente.Dediquélamañanaatrabajarydespuéslosdospasamoslatardeenel campo de golf. Pero bajo aquella aparente tranquilidad se escondía algo; eldescubrimiento del diario no dejaba de intervenir mediante llamadas mentalespreguntando:«¿Quévasahacer?»Francis,porsuparte,semostrabaturbado;algolereconcomíayyonosabíaloqueera.Entrenosotrosseimponíaelsilencio,peronoesesilencionaturalydesapercibidoquesurgeentrelosqueseconocenbien,yquenorepresentasinounsímbolodesuintimidad,sinoesossilenciosqueseimponenentrequienesestánpensandoenalgosobreloquetemenhablar.Estosúltimoshabíanidovolviéndosecadavezmásseverosalolargodeldía,senotabaunatensióncreciente:

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todoslostemasquetratábamoseranbanales,yaquesóloenmascarabanuntemaenconcreto.

Antes de cenar, aquella tarde bochornosa, nos sentamos en el césped, yrompiendounodeaquellosintervalossilenciososFrancisseñalólafachadadelacasa.

—Estosíqueescurioso—dijo—.¡Mira!Laplantabajatienetreshabitaciones,¿verdad?Elcomedor,lasaladeestaryelpequeñoestudioenelqueescribes.Ahoramirahaciaarriba.Allítambiénhaytreshabitaciones:tudormitorio,elmíoymisaladeestar.Lashemedido.Faltanunostresmetrosymedio.Parececomosienalgunapartehubieraunahabitaciónsellada.

Aquello,almenos,eraalgosobreloquemerecíalapenahablar.—¡Quéexcitante!—dije—.¿Nodeberíamosbuscarla?—Loharemos.Empezaremos a buscarla tan pronto comohayamos acabado de

cenar.Perohayotracosaquequeríacontarte,aunquenotenganadaqueverconesto.¿Te acuerdas de aquellas vestimentas que te enseñé el otro día?Hace una hora heabierto el armario en el que están guardadas, y un puñado de moscas enormes yrollizashansalidozumbandodel interior.Sonabancomounadocenadeaeroplanossobrevolandoelcielo,lejanasperofuertes,sientiendesloquequierodecir.Ydespuéshandesaparecido.

Dealgúnmodosentíqueaquelloquehabíamosestadocallandoestabaapuntodequedaraldescubierto.Podríaserperjudicialcontemplar…

Francissaltódesusilla.—¡Acabemos de una vez con estos silencios!—gritó—.Está aquí.Mi tío,me

refiero. No te lo había contado, peromurió ahogado por un enjambre demoscas.Pidiólaextremaunción,peroantesdequeelvinopudierasersacramentadollenaronelcálizhastarebosar.Yséqueestáaquí.Pareceunachifladuraperoesasí.

—Yalosabía—dije—.Lehevisto.—¿Yporquénomelohabíasdicho?—Porquepenséquetereiríasdemí.—Haceunpardedíaslohabríahecho—dijo—,peroahoradesdeluegoqueno.

Adelante.—La tarde que llegamos le vi junto a la piscina. Esa misma noche, cuando

estábamosdespidiendoaOwenBartoncayóunrelámpago,yahíestabaotravez,enmediodelcésped.

—¿Perocómosupistequeeraél?—preguntóFrancis.—Losupecuandomeenseñastesuretratoaquellamismanoche,entucuarto.¿Tú

lehasvisto?—No.Peroséqueestáaquí.¿Algomás?Aquellaeralaoportunidad,nosólonaturalsinoinevitable.—Sí,muchomás—respondí—.Dickietambiénlehavisto.—¿Elniño?Imposible.

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LapuertadelasaladeestarseabrióylacamareradeFrancisnostrajoeljerezenunabandeja.Colocó la jarraydosvasos sobre lamesademimbrequehabíaentrenosotros, y yo le pedí que fuera a mi habitación y que me trajera mi portafolios.Saquéelcuadernodenotasdesuinterior.

—Anocheencontréestoentreloscolchonesdemicama.EseldiariodeDickie.Escucha.

Yleleíelprimerextracto.Francis lanzóunadeaquellasrápidasydesconcertantesmiradasporencimadel

hombro.—Pero estamos soñando—dijo—. Esto es una pesadilla. ¡Diosmío, aquí está

pasando algo terrible! ¿Y por qué no debe Dickie contárselo a nadie excepto aBarton?¿Hayalgomás?

—Sí.Domingo21dejulio.HevueltoaveraltíoabueloHorace.Lehedichoquelehabíacontadoal señorBarton loqueélmehabíacontadoamí, yqueel señorBartonmehabía contadoalgunas cosasmás, yque estaba satisfecho, yquehabíadichoqueestabaprosperandoyqueprontome llevaríaconsigoaorar.No séquésignifica.

Francissaltódelasillacomosituvieraunresorte.—¡¿Qué?!—gritó—. ¿Llevarle a orar?Esperaunmomento.Deja que recuerde

mi primera visita a este sitio. Yo era unmuchacho de diecinueve años, absurda ytemblorosamenteinocenteparamiedad.Unamujerqueestabaviviendoaquímediounlibroparaqueloleyera:La-Bas.Enaquelentoncesnomeenterabadedemasiadascosas,peroahorasésobrequétrataba.

—MisasNegras—dijeyo—.AdoradoresdeSatán.—Sí.Undíamitíomevistióconunasotanaescarlata,yentoncesentróBarton,se

puso una capa sacerdotal, y dijo algo sobre que yo hiciera demonaguillo. En sustiemposfuesacerdote,¿losabías?Yunanochemedespertéoyendocánticosyunacampana.Porcierto,Bartonibaaveniracenarmañana.

—¿Yquévasahacer?—¿Conél?Aúnnolosé.Peroestanochesítenemosalgoquehacer.Enestacasa

hanpasadocosashorribles.Debíandellevaracabosusmisasenalgunahabitación,enuna capilla.Vaya, ya sabemos enqué consiste ese huecodel que te he habladohaceunmomento.

Después de cenar nos pusimos enmarcha. En algún lugar del área frontal delprimerpisoseencontrabaaquelespacioquenocuadrabaconlasdimensionesdelashabitaciones. Encendimos las luces de todas ellas, y entonces, saliendo al jardín,vimosquelasventanasdeldormitoriodeFrancisylasdesusaladeestarestabanmásseparadas de lo que deberían. En algún lugar entre ellas, por lo tanto, se escondíaaquel hueco al que no parecía haber acceso, de modo que volvimos a subir lasescaleras.Lapareddesusaladeestarparecíasólida,eradeladrilloymaderayestabaatravesadaporgrandesvigasconescasaseparaciónentreellas.Sinembargo,lapared

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de sudormitorio estaba artesonada, y cuando lagolpeamosnopudimosoír ningúnruidoenlahabitacióndeallado.

Empezamosaexaminarla.Loscriadossehabíanacostadoya,ylacasaestabaensilencio,peromientrasnos

trasladábamosdeljardínalinteriorydeunahabitaciónalaotra,habíapodidosentiruna presencia que nos vigilaba y nos seguía. Habíamos cerrado la puerta queconectaba su dormitorio con el pasillo, pero en el momento en el que estábamosobservandoypalpandoel artesonado, lapuerta se abrióyvolvió a cerrarse sola,yalgoentrórozandomihombroalpasar.

—¿Quéhasidoeso?—dije—.Alguienacabadeentrar.—Noimporta—dijoFrancis—.Miraloqueheencontrado.En el borde de uno de los paneles había un botón negro, como un timbre de

ébano.Lopresionóytiróhaciasí,yunaseccióndelartesonadosedeslizóhaciaunlado, revelando una cortina roja que cubría una entrada. La descorrió con unentrechocar de anillasmetálicas. El interior estaba oscuro y de él surgía un olor ainciensorancio.Recorríelmarcodelaentradaconlamano,encontréuninterruptorylaoscuridadseinundóconunaluzdeslumbrante.

Enelinteriorhabíaunacapilla.Nohabíaventana,yensuextremooccidental(noeneloriental)reposabaunaltar.Sobreélcolgabauncuadro,evidentementedealgunaprimitivaescuelaitaliana,yseguíaelpatróndelaAnunciacióndeFrayAngélico.LaVirgensesentabaenunrecintoabiertoydesdeelfloreadoespacioquelarodeabaelángellebrindabasusaludo.Susalasextendidaseranlasalasdeunmurciélago,ysucabeza y su cuello, completamente negros, eran los de un cuervo. Con la manoizquierdaalzada,ynoconladerecha,dibujabaelsignodelabendición.LatogadelaVirgen era roja y de la más fina muselina, y estaba guarnecida con símbolosrepugnantes.Sucaraeraladeunperrojadeanteconlalenguaextendida.

En el extremo oriental había dos nichos, y en cada uno de ellos reposaba laestatuademármoldeunhombredesnudo,conlasinscripciones:«SanJudas»y«SanGilles de Rais». Uno estaba agachado recogiendo unas monedas de platadesparramadasasuspies,elotrosereíamientrascontemplabalascivamenteelcuerpomutiladoypuestobocaabajodeunmuchacho.Elcuartoestaba iluminadoporunaarañaquecolgabadeltecho:teníalaformadeunacoronadeespinas,ylasbombillasseacomodabanentreunamarañaderamasdeplata.Unacampanacolgabadeltecho,detrásdelaltar.

Laprimeraimpresiónquetuvemientrasmirabaaquellasobscenasblasfemiasfuedeque eran simplementegrotescas, y quenopodían tomarsemás en serio que lossucios mensajes que algunos escribían sobre las paredes de la calle. Aquellaindiferencia pronto se disolvió, y me sobrevino una horrorizada conciencia de ladevoción profesada por aquellos que habían diseñado y construido aquellasdecoraciones. Diestros pintores y hábiles artesanos las habían realizado para queestuvieran allí, al servicio de todo lo que eramalvado; aquel espíritu de adoración

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vivía en ellas dinámica y activamente. Y la habitación rebosaba con el placerexultantedeaquellosquehabíanllevadoacabosusadoracionesensuinterior…

—Miraesto—me llamóFrancis.Señalóunpequeño tablónquehabía apoyadocontralaparedjuntoalaltar.

Sobre él habían situado varias fotografías, una era la de unmuchacho sobre eltrampolíndelapiscina,apuntodesaltar.

—Ésesoyyo—dijo—.LahizoBarton.¿Yquéponedebajo?«OraproFranciscoElton».YésaeslaseñoraRay,yéseesmitío,yahíestáBarton,conlacapa.Rezatambiénporél,porfavor.¡Estoesunachiquillada!

De repente rompió a reír estrepitosamente. El techo de la capilla estabaabovedadoyelecoqueprodujofuesorprendentementefuerte:lahabitaciónsellenócon él. Su risa cesó, pero el eco no. Alguienmás se estaba riendo. ¿Pero dónde?¿Quién?Exceptoporlanuestra,lacapillaestabavacíadetodapresenciavisible.

Larisaseguíayseguía,ynosmiramoselunoalotroasaltadosporelpánico.Labrillanteluzdelaarañaempezóadisminuir,lassombrasempezaronaimponerse,yentreellassedestilabaunafuerzainfernalymortal.Yatravésdelatenueluzpudever, flotandoenelaireyoscilando ligeramente,comosiestuvieraenmitaddeunacorrientedeaire,elrostrosonrientedeHoraceElton.Francistambiénlovio.

—¡Lucha! ¡Enfréntate a él! —gritó señalándole—. ¡Profana todo lo que estésantificado!Dios,¿hueleselinciensoylacorrupción?

Rompimos las fotos y destrozamos el tablón sobre el que habían estado.Arrancamos el frontal del altar y escupimos sobre sumalditamesa: la empujamoshasta que volcó y la losa de mármol se partió por la mitad. Arrastramos las dosestatuasqueseencontrabanenlosnichosylasestrellamoscontraelsuelo.Entonces,horrorizadosporeldesenfrenodenuestraiconoclastia,nosdetuvimos.Larisahabíacesado y ninguna cara oscilante se balanceaba sobre la oscuridad. Entoncesabandonamoslacapillaycerramoslapuertaconelpanelquelacubría.

Francis vino a mi habitación a dormir, y charlamos durante mucho tiempo,preparandonuestrosplanesparaeldíasiguiente.Noshabíamosolvidadodedestruirel cuadro que colgaba sobre el altar, pero ahora nos serviría en lo que nosproponíamos llevar a cabo. Después nos dormimos, y la noche discurrió sinmolestias. Al menos habíamos roto todos aquellos artilugios que habían sidosantificados para usos malditos, y aquello ya era algo. Pero aún quedaba unatenebrosalaborporrealizar,yelresultadoerainconjeturable.

Bartonvinoacenaralanochesiguiente,yenlapared,frenteasusilla,colgabaelcuadrodelacapilla.Alprincipionosefijóenél,yaquelahabitaciónestababastanteoscura, aunque no lo suficientemente oscura como para necesitar luz artificial. Semostróalegreyvivazcomosiempre,hablóentretenidaeinteligentementeypreguntócuándo regresaría su amigo Dickie. Cuando estábamos acabando de cenar seencendieronlasluces,yentoncesvioelcuadro.Yoleestabaobservando,yelsudor

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empezóabrotardesucara,lacualhabíaadquiridoenuninstanteelcolordelbarro.Despuésserecompuso.

—Quécuadrotanextraño—dijo—.¿Estabaaquíantes?Creoqueno.—No:estabaenunahabitacióndelprimerpiso—dijoFrancis—.¿Mepreguntaba

sobre Dickie? Lo cierto es que no sé con seguridad cuándo regresará. Hemosencontradosudiario,ydemomentocreoquedeberíamoshablarsobreeso.

—¿EldiariodeDickie?¡Vaya!—dijoBarton,ysehumedeció los labioscon lalengua.

Creoqueadivinóqueleaguardabaunasituacióndesesperada,ymeimaginéaunhombre condenado a ser ahorcado esperando en su celda a que llegase la hora,rodeadoporsusguardianes,talycomoBartonesperabaenaquelmomento.Sesentóapoyando un codo sobre la mesa y sosteniendo su frente con la mano. En aquelmomentouncriadotrajoelcaféynosdejó.

—EldiariodeDickie—dijoFrancistranquilamente—.Sunombrefiguraenél.Ytambiéneldemitío.Dickielehavistoenmásdeunaocasión.Pero,claro,esoustedyalosabía.

Bartonbebiódesuvasodecoñac.—¿Meestácontandounahistoriadefantasmas?—dijo—.Leruegoquesiga.—Sí,enpartesetratadeunahistoriadefantasmas,aunquenodeltodo.Mitío,su

fantasma, si lo prefiere usted, le contó ciertas historias y le dijo que deberíamantenerlasensecretosalvoconusted.Yustedlecontóalgunasmás.Yledijoquedebería ir a orar con usted dentro de poco. ¿Dónde iba a suceder eso? ¿En esahabitaciónquependesobrenosotros?

Elcoñaclehabíaotorgadoalcondenadounvalormomentáneo.—Una sarta dementiras, señorElton—dijo—.Esemuchacho tiene unamente

corrupta.Mecontócosasqueningúnchicodesuedaddeberíasaber:ysedivirtióasucostayserióconellas.Quizádeberíahabérselodichoasumadre.

—Es demasiado tarde para pensar en eso ahora—dijoFrancis—.El diario delque le acabo de hablar estarámañana a las diez en punto enmanos de la policía.TambiéninspeccionaránlahabitacióndearribaenlaqueustedhavestidoelhábitoparacelebrarsusMisasNegras.

—¡No,no!—gritó—.¡Nohagaeso!¡Selosuplicoyseloimploro!Leconfesaréla verdad. No ocultaré nada. Mi vida ha sido una blasfemia. Pero lo siento: mearrepiento. De ahora en adelante abjuro de todas esas abominaciones: renuncio atodasellasennombredeDiosTodopoderoso.

—Demasiadotarde—dijoFrancis.Y entonces, el horror que aún me atormenta empezó a manifestarse. Aquel

desdichadoseechóhaciaatrásenlasilla,ydesufrentesurgióungusanoquefueacaersobresublancacamisa,dondesequedóretorciéndose.Enaquelmomento,sobrenuestrascabezas,seoyóelsonidodeunacampana,yBartonsepusorápidamenteenpie.

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—¡No!—gritódenuevo—.Meretractodetodolodicho.Noabjurodenada.YmiSeñorestáesperándomeenelsantuario.Debodarmeprisayofrecerlemihumildeconfesión.

Conlosmovimientosdeunanimalsigilososeescurriódelahabitaciónyoímossuspasossubiendoligeramentelasescaleras.

—¿Hasvistoeso?—susurré—.¿Yquéhacemosahora?¿Estáesehombreensusanojuicio?

—Yanoestáennuestrasmanos—dijoFrancis.Se oyó un golpe en el techo, como si alguien se hubiera caído, y sin mediar

palabrassubimoscorriendoaldormitoriodeFrancis.Lapuertadelarmarioenelqueestaban guardadas las vestimentas estaba abierta, y algunas yacían en el suelo. Elpanel tambiénestabaabierto,peroensu interiorsólohabíaoscuridad.Aterrorizadoporloquepudieranencontrarnuestrosojos,tanteéenbuscadelinterruptoryencendílaluz.

La campana que había sonado hacía un par de minutos seguía moviéndose,aunque ya no repicaba. Barton, vestido con su capa vestal bordada de oro, yacíafrente al altar, derrumbado, con la cara agitándose, crispada. Entonces cesó todomovimiento, un estertor surgió de su garganta, y su boca se abrió. Enjambres deenormesmoscasquellegabandeningunaparteseposaronsobreél.

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Notas

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[1] Paralelismo algo críptico con la tórrida relación entre elDiosZeus, no en vanodueñodelSolydelUniverso,ylahumanaDánaealaquesedujoenformadelluviadeoroyconlaqueengendróalheroicoPerseo.(N.delT.)<<

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[2]Loscottagessonlastípicascasasdecampobritánicas,construidasconmaterialesmodestos y tradicionalmente con el techo de paja; al no disponer de unacorrespondenciadirectaconningúntipodeconstrucciónarquitectónicacastellana,sehapreferidomantenerladenominaciónoriginal.(N.delT.)<<

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[3]Terrace:eninglés,hileraoconjuntodehilerasdecasasdeestilouniforme.Enestecaso, Benson utiliza la denominación para referirse a la calle en la que viven losprotagonistas.(N.delT.)<<

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[4]SegúnLaBiblia,NaboteraunjudíodeIsraelqueposeíaunaviñacodiciadaporelReyAcab.Fueapedreadopornoquerervendérsela,yademásseleprofetizóquesucasaseríaarrasadayélmismodevoradoporlosperros.(N.delT.)<<

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[5]Tambiénconocidoencastellanocomociclamor,árbolbastantecomúnenEspaña,caracterizadoporsushojasenformadecorazónysusflorescarmesíes.(N.delT.)<<

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[6]Típicojuegodecartasbritánicoquesejuegacondosmazosdecartas.(N.delT.)<<

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