ISTMO #334 En las buenas Comunica y en las malas también

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EN LAS BUENAS, COMUNICA, EN LAS MALAS, TAMBIÉN AÑO 56 No. 334 2014/5 334 Octubre-noviembre 2014 LA LECCIÓN DE CORTÁZAR LA FAMILIA SOSTENIBLE CLAVE PARA EL DESARROLLO SOCIAL Precio al público $80.00 30-noviembre-2014 en las malas, también en las buenas, COMUNICA HABLA OBSERVA ESCUCHA

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Revista ISTMO Liderazgo con Valores (Revista de IPADE)

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334 • Octubre-noviembre 2014La Lección de Cortázar

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Precio al público $80.0030-noviembre-2014

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HABLA

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Editorial

Entre las múltiples realidades que muestran la evolución social, está el aprendizaje de que es más eficaz el diálogo y la comunicación, aunque no siempre sea fácil, que los controles autoritarios o argumentaciones unilaterales de parte de quienes dirigen cualquier tipo de institución. Dicho de otro modo, reconocer al otro, a todos los otros, y dialogar con ellos, permite avanzar más y lograr mejores objetivos.

Las instituciones públicas y privadas –gubernamentales, sociales y empresaria-les− asumen, día a día, el valor de la comunicación. Por ello, entre otras cosas, la comunicación institucional ha crecido tanto en los años recientes.

La sección de «Alta dirección» aborda el tema. La comunicación pública sufre de anemia intelectual −dice Elena Gutiérrez−, enfermedad contagiosa que ante los afanes de la brevedad y la creatividad, sacrifica el rigor y la calidad de los conteni-dos, parte por eso ha perdido la confianza del público. Héctor Villarreal habla de cómo se trabaja codo a codo con la incertidumbre y de la difícil comunicación off the record que requiere maximizar las capacidades para el manejo de alternativas y Abelardo Martín se enfoca a la comunicación institucional para un futuro que ya es presente y afirma que lo único que puede salvarla es generar contenidos de calidad.

En nuestro mundo multicultural es indispensable encontrar lazos comunes que nos permitan a todos los grupos de cualquier país, ideología o religión, construir sobre cimientos firmes para todos. Por eso es tan importante el estudio «Families and Societies» que la Unión Europea, avalada por la ONU, encargó a un nutrido grupo de instituciones y universidades variadas, para estudiar los distintos tipos de familia que hay en el mundo, y encontrar cuáles favorecen más el bienestar y el desarrollo de las generaciones. Javier Vidal-Quadras e Ignacio Socias exponen los consensos a los que ha llegado el proyecto.

Y para conmemorar el XX aniversario del Año Internacional de la Familia, la sección «Coloquio» integra también a María Teresa Nicolás, quien se centra en un rubro de innegable influencia: cómo evolucionan y cómo actúan las familias que desfilan en las series de televisión; y a Ricardo Rivas, quien señala cómo la salud de la sociedad se basa en la familia, donde aprendemos a ser seres sociales y morales.

En la sección «Miscelánea», un acalorado debate entre los miembros del equipo istmo, sobre si una torre de papel higiénico o un urinario podían pasar por obras de arte, promovió la invitación a Lourdes López a explorar ambas posturas y dar las herramientas al lector para determinar la propia.

Víctor Isolino se adentra en otra faceta del tan celebrado Julio Cortázar y Héctor Zagal se vale de las letras del milenario poeta, Ovidio, para evidenciar cómo, en ocasiones, la seducción porta la máscara del amor.

presidente del consejo de dirección José Manuel Núñez Pliego

consejerosRicardo del Valle del Peral, Raúl Espinoza Aguilera, Miguel León Garza, José Mantecón, Patricia Montelongo, José Luis Ortiz Garza, Roberto Manríquez Delgado, Carlos Sánchez Ilundáin, Patricia Torres Maya, Héctor Zagal

dirección generalAndrea Moreno [email protected]

dirección comercialIsrael Reyna [email protected]

coordinación editorialAlejandrina Lincoln Strange [email protected]

redacción María Fernández Pellón Valdé[email protected]

diseño y arte final Mónica Edith Manzano [email protected] Romero [email protected]

publicidadDaniela Flores [email protected] Nelly Montes [email protected]

relaciones públicasFaradis Santoyo Ortega [email protected]

suscripcionesXimena González [email protected]

administraciónMariana Domínguez [email protected]

Las opiniones expresadas en los artículos reflejan únicamente el pensamiento de sus autores. Ilustraciones, fotos y textos son exclusivos de la revista. Prohibida su reproducción total o parcial.

Franqueo pagado, publicación periódica.Permiso PP09-0080. Características 229651212. Autorizado por SEPOMEX. Certificado de licitud de título 1723; de contenido 997. Reserva de título No. 294-79.Expediente: 1/432”79”/1062, 13-VI-89.ISSN-0021-261X

Imprenta Grupo INFAGON

dirigir correspondencia y valores a: Revista istmoAlgeciras 66 esq. Málaga. Col. Insurgentes Mixcoac. México, DF CP 03920 Tel: 9116.6190 Fax: [email protected]

Circulación certificada. Registro No. 140/06

Editada por: CENTROS CULTURALES DE MÉXICO, A.C.Octubre-noviembre 2014Año 56, No. 334

Diálogo y familia en un munDo plural

Andrea Moreno Herrero

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Contenido

334Octubre-noviembre 2014 Comunicación y confianza en

las instituciones: una difícil partituraElena Gutiérrez Un fantasma de desconfianza se extiende en todos los ámbitos de la vida pública. ¿Es la crisis actual una crisis de confianza, o un síntoma de problemas más profundos? ¿Puede la comunicación institucional fomentar mayor fe en nuestras entidades políticas, económicas y sociales? En las buenas, comunica. En las malas, también.5 acciones en la comunicación institucionalHéctor J. Villarreal OrdoñezLa comunicación institucional implica actividad intensa y dinámica en instituciones públicas y privadas; conlleva altas dosis de incertidumbre porque no responde a las leyes de causa y efecto, pero su aportación al destino de las organizaciones es casi siempre crucial.

La comunicación institucional necesita generar contenidos de calidadPatricia Montelongo entrevista a Abelardo Martín MirandaTanto en la empresa pública como en la privada, la comunicación necesita sacudirse viejas prácticas, adaptarse a la velocidad de la transmisión y generar suficientes contenidos para los buscadores de información.

Biblioteca empresarialUn sesgo inesperado en el pensamiento económicoComentario al libro La gran búsqueda de Sylvia NasarJosé MantecónLa autora ofrece un interesante recorrido sobre la evolución del pensamiento económico desde 1860 al inicio de este siglo. Comparecen economistas, políticos, literatos y científicos que confían en que la intervención humana puede modificar y mejorar las circunstancias económicas.

Dilemas éticos empresariales¿Cómo corregir prejuicios discriminatorios?

PORTADA: MóNICA MANzANO

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La familia sostenible, clave para el desarrollo socialJavier Vidal-Quadras e Ignacio SociasMuchos ámbitos de la vida humana, incluyendo el familiar, requieren acuerdos globales. La Unión Europea ha dado los primeros pasos con un proyecto de investigación que busca encontrar qué tipo de familia y qué políticas públicas promueven mayor bienestar social.

Series de televisión: la familia, inmortal protagonistaMaría Teresa Nicolás GavilánLa autora, estudiosa del ADN de las series, se centra en un rubro de innegable influencia: cómo actúan y cómo evolucionan las familias que desfilan en las series de televisión.

La familia provee de sentido a la vidaRicardo Marcelino Rivas GarcíaLa familia supuso un salto cualitativo de la animalidad a la sociedad humana, cuya salud se basa justamente en la familia, donde aprendemos a ser seres sociales y morales.

COLOQUIO

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ALTA DIRECCIÓN

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YA BASTA DEL ¡YA BASTA! URGE GENERAR CONCIENCIA CIUDADANA

EL BUEN VICIO

NOVELA NEGRA Un cadáver entre plato y plato, Tom HillenbrandNOVELA Transatlántico Colum McCann. Traducción: Marta AlcarazANÁLISIS Por qué un niño de cinco años no pudo haber hecho esto. El arte moderno explicado, Susie HodgeNOVELA NEGRA Inocencia trágica Agatha ChristieENSAYO ¿Qué es la amistad? Entenderla para vivirla Francisco Ugarte Corcuera NOVELA La música del azar Paul AusterESTUDIO Industrias culturales en México. Reflexiones para actualizar el debate Delia Crovi Druetta (coordinadora)ENTREVISTA Sobre Dios, la Iglesia y el mundo Rafael Serrano entrevista a Fernando Ocáriz INFANTIL El sueño de VictorioVeridiana ScarpelliENSAYO La marca del editor Roberto CalassoMEMORABLE París/México. Capital del exilioVV.AA. Philippe Ollé-Laprune (editor)

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Cómo entender el arte contemporáneo¿Una provocación a la inteligencia?María de Lourdes López GutiérrezUna lógica y clara reflexión sobre la evolución del arte nos permite entender por qué el arte contemporáneo no pretende detonar el goce estético y algunas veces prescinde incluso del arte.

La lección de Cortázar Víctor Isolino DovalUn acercamiento a la persona que encarna al famoso escritor. Cómo un niño y joven enfermizo se refugia en los libros y cómo un escritor, hombre bueno y justo, lucha por sus ideales y por enseñar a sus alumnos a fijarse horizontes y conquistarlos con el trabajo.

Prudencia, virtud no apta para timoratos ni cobardesHéctor Velázquez FernándezSer prudente se confunde a veces con ser pusilánime. Todo lo contrario, la prudencia empuja a la acción, pero con una deliberación previa para elegir el mejor camino.

MISCELÁNEA

LAS MANÍAS DE ZAGAL

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Barroquismo, cantinflismo y más de lo mismo José Antonio Pérez Robleda

La misión de comunicar: entendernosBorja Criado

Seducción es amor sin brilloEl autor narra cómo el libro El arte de amar, de Ovidio, poeta de la antigua Roma, enseña los pasos necesarios para «conquistar» amores, que son reales conquistas a la antigua usanza: dominio, apropiación, luchas de poder…

INQUIETUDES DE…

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Lo que tú opinas

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Tus comentarios son muy importantes, ¡escríbenos! [email protected]

Algunas opiniones se extraen de la página web istmo.mx y se adaptan al formato impreso.

«EN 2004 ME CONCENTRABA MEJOR»«La sociedad del entretenimiento ¿fábrica de incultos?» de María de Lourdes López Gutiérrez (istmo 332. 2014) es un artículo muy interesante. Sin duda, su análisis puede completarse con el libro de Vargas Llosa: La civilización del espectáculo.

Vemos cómo afecta la multiplicidad de estímulos simultáneos a la ex-periencia estética y cultural, particularmente en la lectura, como señala la autora. Sin lugar a dudas, mi capacidad de concentración era mucho mayor en 2004, cuando estudiaba Filosofía, que ahora, con la enorme multiplicidad de estímulos que nos ofrecen los teléfonos inteligentes, iPads, iPods, etcétera.

Ahora queda profundizar cómo influye la pluralidad de estímulos en la interioridad de las personas. En definitiva, en su mundo interior, y cómo esto incide en la afectividad y en toda la personalidad de los sujetos.

Jorge Quesada

SÓLO EN LA VIDA SE APRENDE Me gustó mucho el artículo «¿Quién es Gabriel Zaid?» de Patricia Montelon-go (istmo 330. 2014). Fresco, sin la sobrada recitación de la lista de valores. Me movió a investigar quién es Gabriel Zaid a través de sus libros. Estoy por terminar Leer y tengo en espera varios más. Patricia es valiente por acercar-nos a un autor que critica con tal fuerza a la universidad, siendo istmo una publicación con tintes académicos, por lo que entiendo busca refrescarla.

Sugiero más promoción al libre conocimiento cultural dando espa-cios ¡y tiempo! para leer, suprimir la necia política que prohíbe integrar estudio y trabajo para no perder preciosos años de vida profesional con el consecuente enriquecimiento académico, y reducir las burocracias curriculares tales como las tesis que nadie lee, los cursos y los exámenes de titulación. En palabras de Zaid: «Nada prepara para la vida fuera de la vida. No hay tal lugar extraterritorial, afuera de la vida, donde escu-chando explicaciones teóricas se adquieran conocimientos prácticos». Gracias por presentarme a Gabriel Zaid.

Francisco ochoa

UN OBSTÁCULO PARA EL PAÍSSuena bonito pero encuentro un proble-ma en la ecuación: la inseguridad. (El lector comenta el artículo «México hacia 2050» de Rodrigo de León González, istmo 327. 2013). Por ejemplo, en Mi-choacán, muchos pueblos en los que la base de la economía es el turismo, se es-tán desmoronando por causa de este mal.

gustavo Méndez

NO SIEMPRE SE ESTÁ LISTOMuy cierto lo descrito en el artículo «Después de jubilarse, para seguir en circulación hace falta un ajuste de mo-tor» de Sergio Raimond-Kedilhac (ist-mo 327. 2013). Tengo 62 años y acabo de jubilarme. Aunque uno se prepare física y psicológicamente, vivirlo es muy diferente, se batalla y se sufre.

Juan Monzalvo islas

CAMINAR EN LA MISMA DIRECCIÓNEl artículo «Alineación total. Cómo convertir la visión de la empresa en realidad» de Carlos Martínez Balboa (istmo 278. 2005), me hizo notar que la necesidad de alineación es un tema que hemos visto en mi empresa desde hace muchos años. Periódicamente llegan nuevos consultores, proponen cambios en la visión, misión, estrategias y obje-tivos. Los últimos se comprometieron a implementarlos, pero no obtuvimos los resultados esperados por falta de alineación. En el camino hubo cambios en la dirección y en las diferentes geren-cias. Los directivos llegan con nuevas ideas que no están alineadas a las estra-tegias iniciales y por esto los esfuerzos se dan sin resultado.

Fernando Medina

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NUNCA OLVIDAR NUESTRO MOTORCarlos Ruiz y su artículo «¿Qué aprender de Steve Jobs?» (istmo 318. 2012) me hicieron reflexionar y recordar el principio de mi carrera. Al llegar a la empresa quería modificar tantas cosas, pero con el tiempo me pareció imposible. Ahora que conozco mejor la industria vuelve a mí esa intención de cambiar las cosas.

christian Ángeles

En Twitter

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Alta dirección

La sociedad se vuelve cada día más compleja y empresas e instituciones deben lidiar con

más elementos: cambios constantes, ecología, globalización, transparencia… En este panorama

crecen las funciones de la comunicación institucional. Es parte del sistema nervioso central de todos los procesos y herramienta

estratégica para interactuar con los públicos internos y externos.

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Licenciada en Periodismo y doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra.

Profesora de la Facultad de Comunicación en la misma institución. Socio docente de la Asociación de Directivos de Comunicación (DIRCOM). Autora del libro Comunicación

institucional financiera (Eunsa, 2006).

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Elena Gutiérrez

En situaciones críticas, la mención repetida de algunas palabras parece que ayuda a remediar los problemas y amenazas ve-

nideras. Una de ellas es la palabra confian-za, y requerirla en momentos difíciles se constituye en un bálsamo para calmar la epidermis de una dolencia más profunda.

Quien ha de gobernar diversos asuntos en nuestra variada estructura político-económica y vital (empresarios, líderes en general, políticos o padres de familia) solicita confianza para motivar esperanza positiva en sus decisiones. En los últimos años asistimos a suplicantes y constantes peticiones: políticos que piden a sus conciudadanos confianza en su gestión, o líderes internacionales que tratan de conjurar los problemas de deuda financiera solicitando confianza

La comunicación es capaz de motivar percepciones y suscitar comportamientos, pero es indispensable que el emisor inspire confianza. Las instituciones que ofrecen servicios y bienes a las personas, deben dar cuenta de su identidad y misión. Una difícil sinfonía que requiere diversos instrumentos y tempos, pero sobre todo, veracidad y coherencia.

ComuniCaCión y Confianza

a «los mercados». Y, sin embargo, ape-lar a ella en situaciones críticas puede tener efectos dispares y recuerda a un viejo adagio: «Nos preocupa la buena reputación cuando la hemos perdido». Por eso el profesor Alejandro Navas con-sidera más bien que «un fantasma de desconfianza se ha extendido en todos los ámbitos de la vida pública».

EL FANTASMA DE LA DESCONFIANZA¿Qué beneficios otorga la confianza a nuestra convivencia social? ¿Dónde se encuentran las fuentes de las que brota? ¿Es, como señala Robert David Putnam, un factor clave del «capital social», im-prescindible en nuestras democracias? ¿Son el descrédito y el escepticismo com-pañeros del fantasma de la desconfianza?

¿Qué papel cumplen las instituciones en el tejido socio-político y económico? ¿Es la crisis actual una crisis de confian-za? ¿Representa, en definitiva, un indica-dor de problemas más profundos?

En los últimos años nos estamos acostumbrando a panoramas con ho-rizontes más o menos sombríos. Las circunstancias, amplificadas en los me-dios de comunicación, afligen el ánimo de los ciudadanos y estos valoran con dureza el quehacer de los responsables de las instituciones más relevantes de la sociedad, especialmente los represen-tantes políticos y líderes empresariales.

En los distintos estudios demoscó-picos y barómetros encontramos un paisaje social que agranda el fantasma de la desconfianza. La opinión de la ciudadanía se fotografía con cierta fre-

EN LAS INStItUCIONES: Una difícil partitura

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cuencia, y los resultados son similares en numerosos países. Los ciudadanos no se fían de las decisiones que toman sus representantes, dudan de los direc-tivos empresariales y de las entidades financieras en la gestión de los activos económicos y financieros y miran con recelo la actuación de otras instituciones clave del tejido social: sistema ju-dicial, médico, educativo...

Merece la pena cuestio-narse cuál es el origen de la llamada crisis de confianza y si la comunicación desde las instituciones puede con-tribuir a inspirar o fomentar una fe mayor en el buen ha-cer de nuestras entidades po-líticas, económicas y sociales.

Confianza tiene su origen etimológico en el latín fiducia, que a su vez proviene de fe. Confiar es poner la fe en alguien o, di-cho de otro modo, esperar un comporta-miento futuro acorde con el buen hacer. De ahí que muchos autores la equiparen con un activo intangible de gran valor. Sin embargo, dicha valoración no emer-ge espontáneamente en nuestras men-tes, sino que frecuentemente proviene de una experiencia pasada sobre la que modulamos nuestras expectativas acerca del futuro. Un editorial del diario El País (19/VIII/2007) se titulaba «Cuestión de confianza».

En los albores de la actual recesión económica, el editorialista destacaba que «la confianza suele guardar una relación estrecha con el grado de efi-ciencia percibido en el desempeño de las funciones o tareas de los distintos grupos o instituciones».

Años después, la directora geren-te del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, junto con otros lí-deres internacionales, reiteran que las medidas adoptadas servirán para res-tablecer la confianza. Si realizáramos una semejanza con los tan nombrados mercados financieros, la confianza po-

dría ser una clase de activo a futuro que ha de cotizarse –valorarse– en el momento presente y, por tanto, su valor está tremendamente a la baja, lo que disminuye las probabilidades de un alza en su valoración futura.

DESCONFIANZA ¿PROBLEMA DE COMUNICACIÓN?Llegados a este punto, numerosas voces de líderes y expertos explican como una de las causas clave del círculo vicioso de la desconfianza un problema de comuni-cación, y encontramos múltiples razona-mientos al respecto: se ha de promover una comunicación positiva, transmitir confianza mediante valores positivos; gobiernos, empresas, agentes sociales y demás entidades sociales deben trans-mitir confianza, hay que realizar gestos que la favorezcan…

Pero éstas y otras argumentacio-nes plantean una duda radical: ¿puede transmitirse la confianza? Si nos atene-mos a la definición del Diccionario de la Real Academia, es «la esperanza firme que se tiene de algo o de alguien». Es decir, es concedida por la persona des-tinataria de la actividad institucional –sea en su papel de ciudadano, emplea-do, cliente o inversor– y no transmitida por la fuente, que más bien ha de ins-pirarla con su comportamiento pasado, presente y mensajes sobre el futuro. Por

eso, desde el mundo clásico, se insistía en la importancia del logro de la buena fama o estima de los ciudadanos.

Aristóteles, al respecto, señala en su obra Retórica que «la buena fama estriba en ser considerado por todos como vir-

tuoso (…). El honor es el signo de que se posee la buena fama de ser capaz de obrar el bien». De ahí que el pensador grie-go matizara que «tres son las causas que hacen persuasivos a los oradores; y su importan-cia es tal, que por ellas nos persuadimos, prescindiendo de las demostraciones. Esas causas son la sensatez, la vir-tud y la benevolencia (…) Es forzoso que aquel que parez-ca tenerlas todas resulte ser persuasivo para el auditorio. Por lo demás, cómo es posible mostrarse sensato y virtuoso,

hay que deducirlo de los análisis de las virtudes…».

Las sociedades contemporáneas han posibilitado una observación más exten-sa de la realidad del mundo, han intro-ducido más complejidad en el análisis de los fenómenos globales y una cantidad ingente de información difícilmente di-gerible a través de los múltiples canales, modos y medios. En consecuencia, el conocimiento directo y experimentable de los asuntos públicos se vuelve arduo para el ciudadano, o, como diría Herácli-to, «la realidad se complace en ocultarse».

COMUNICACIÓN LIGERA Y VANADe ahí que Aristóteles advirtiera que sólo mediante el discurso exista la po-sibilidad de «mostrarse sensato y vir-tuoso». Muchos analistas críticos de la comunicación pública en general, y de la de instituciones en particular, no dudan en atribuir a los profesionales una parte de la responsabilidad en el advenimien-to del fantasma de la desconfianza.

La sofisticación de las estrategias comunicativas de instituciones de todo

Vivimos una crisis de confianza. Apelar a ella en las crisis puede tener efectos dispares y recuerda a un viejo

adagio: «Nos preocupa la buena reputación cuando la hemos

perdido».

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tipo –fundamentalmente partidos polí-ticos con su marketing, unos gobiernos inmersos en la campaña permanente, o las empresas con su preeminencia por la comunicación comercial y la conse-cución de imágenes de marca ‘renta-bles’–, se argumenta, dejan indefenso a un ciudadano que se convierte en una suerte de recipiente en una balanza de interlocución muy desequilibrada.

La comunicación, ahora más que nunca, puede ser un instrumento es-tratégico para «mostrarse sensato y virtuoso» en el escenario público. En la jerga particular, los propios profesiona-les se definen como gestores de percep-ciones, estrategas de comunicación que ayudan a construir reputación.

Tal ropaje lingüístico inspira cierto recelo que incide en el descrédito ciuda-dano hacia los mensajes institucionales, habida cuenta de que se trata de discur-sos autorreferenciales cuya naturaleza persuasiva se aleja de un verdadero diá-logo y una relación comunicativa leal y equilibrada. Muchos ciudadanos y analistas suscribirían bien las palabras de Encolpio en El Satiricón de Petronio, en el siglo III: «Permítaseme, ¡oh retóri-cos!, afirmar con vuestra venia que, ante todo, sois vosotros quienes habéis echa-do a perder la elocuencia. Al reducirla a una música ligera y vana, a una especie de entretenimiento, habéis convertido el discurso en un cuerpo sin nervio, sin vida».

Desde hace algunas dé-cadas se ha diagnosticado la comunicación pública como una enfermedad contagiosa cuyos efectos se extienden en diversos ámbitos y foros: la simplificación de las ideas, la trivialización de los asuntos públicos, el exponencial uso de argumentos emocionales en desequilibrio frente a los racionales, o el infotainment.

En definitiva, la calidad de los contenidos o mensajes difundidos –en los medios

de comunicación y por las institucio-nes– pareciera que padece cierta anemia intelectual ante la excusa de que la comu-nicación pública requiere brevedad en los contenidos y creatividad en las formas para captar la atención de audiencias saturadas, con la consiguiente abultada hipérbole en la exposición: viralidad de mensajes en internet sin identificación clara de la fuente, o campañas públicas que sacrifican la rigurosidad de los con-tenidos para llamar la atención sobre asuntos determinados.

José Manuel Velasco, presidente de la Asociación de Directivos de Co-municación de España señalaba en un artículo: «El continente ha desbordado al contenido, en una suerte de paradoja científica por la que el vaso, en vez de agua, rebosa cristal».

LA COMUNICACIÓN COMO UNA SINFONÍALas formas, la preponderancia de un lenguaje que engalana la presentación de los hechos, tal y como se ha descrito, corre el riesgo de fomentar el descrédito, y pareciera una muestra de desconfian-za de las instituciones hacia la capacidad de entendimiento de los ciudadanos.

Con todo, el contexto actual propi-cia que las instituciones puedan realizar una comunicación directa, constante y

adaptada a las necesidades informativas específicas de cada público. El momento contemporáneo facilita los modos, cana-les y medios para que la comunicación institucional sea rica en contenidos y ma-tices, múltiple en las relaciones con sus públicos y capaz de motivar una imagen fiel de la realidad institucional. Si bien con frecuencia se otorga a la comunica-ción de instituciones calificativos como estratégica y función directiva, esta pue-de considerarse desde diferentes ópticas.

El cariz estratégico se advierte por el afán de profesionales inclinados a ges-tionar la dimensión comunicativa de sus organizaciones, conscientes de que los discursos resultantes, propios y ajenos, concurrentes en la esfera pública podrían influir en el buen devenir de lo social.

En síntesis, si reconocemos a las insti-tuciones un estar en lo social para ofrecer servicios y bienes a las personas, necesa-riamente la comunicación implica dar razón y cuenta de su identidad y misión. Dichos bienes han de explicarse, y tal proceso tiene una potencial naturaleza dialógica cuya finalidad es lograr una imagen fiel –tomando prestado el concep-to contable– entre los interlocutores de las instituciones –sean de naturaleza pública o privada, con o sin ánimo de lucro–: em-pleados, socios, donantes, clientes, accio-nistas, ciudadanos, votantes, autoridades

públicas, periodistas, grupos de la sociedad civil...

La complejidad institucio-nal, como se ve, requiere de una comunicación que se ase-meje a una sinfonía. Se requie-ren distintos instrumentos y tempos, que se sucederán armoniosos si el director tie-ne clara la partitura y tras su conclusión el agudo oyente es capaz de escuchar y distinguir críticamente la melodía que sostiene al conjunto.

La comunicación, como señaló Alfonso Nieto, propi-cia el encuentro de inteligen-cias gracias a la oferta infor-

La calidad de los contenidos o mensajes que

difunden los medios de comunicación y las instituciones

padece cierta anemia intelectual.

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mativa en variados ámbitos y distintos formatos. La comunicación ayuda a las instituciones a que inspiren confianza si la partitura es una buena composición. Es decir, el instrumento no es lo más importante si, primero, el contenido no proviene de unos principios instituciona-les unívocos y consistentes. La identidad y misión ins-titucionales son la raíz que sostiene una cultura –modos de ser y de hacer– de cuyo tronco crecen las ramifica-ciones de las diferentes manifestaciones que posee toda institución.

La comunicación, en este contexto, es una herramienta que ayuda a dar forma a ideas, hechos, juicios y opinio-nes. La ineludible mutua influencia en lo social –entre instituciones y públicos, medios de comunicación, autoridades públicas...– ha de gestionarse con res-ponsabilidad. Como señala Alejandro Llano, la «confrontación dialógica» es señal de la multiplicidad de pareceres sobre lo social, y su influjo beneficioso o perjudicial depende de una gestión comunicativa inspirada, o no, en la leal-tad y confianza mutua para determinar el destino de los asuntos públicos.

EL BANCO DE CONFIANZA GENERA RÉDITOSUn contexto social caracterizado por cierta anomia y preeminencia de la ra-zón instrumental, señala el filósofo ca-nadiense Charles Taylor en su obra Ética de la autenticidad, conlleva el peligro de una racionalidad cuyo eje es la máxima eficiencia y una disolución de los hori-zontes morales, eclipse de los fines y, en definitiva, pérdida de libertad. Cabe preguntarse al respecto si el fantasma de la desconfianza se alimenta exclusi-vamente de la promoción, a veces con demasiada frecuencia, de una cultura de la imagen con sofisticados mensajes

vacuos, o, analizado desde otro ángulo, éstos son la manifestación de un bagaje cultural y humanístico.

Las instituciones o grupos sociales mejor considerados se caracterizan gene-ralmente por la bondad de su quehacer, al que le acompaña una comunicación au-téntica, veraz y leal con sus interlocutores.

Se comunica en los buenos y malos momentos, y es, por tanto, una labor que requiere fortaleza y rigor en los ar-gumentos. El rigor no está reñido con la brevedad, como bien recordaba Polonio en Hamlet, «la brevedad es el alma del in-genio». La comunicación implica ejercer el derecho y la responsabilidad que se adquiere cuando la institución aparece como un interlocutor social más, y en especial cuando su interlocución es clave para la definición de los asuntos en la es-fera pública, aunque dicha participación no esté exenta de controversia.

En definitiva, la gestión coherente de mensajes y acciones requiere partir de un cimiento –identidad y misión– que asiente con prudencia qué información y cuándo difundirla. La comunicación ordinaria es sencilla y fácil de gestionar, pero se requiere igualmente prudencia y templanza en los momentos extraordi-narios para saber qué, a quién, cuándo, cómo y con qué intensidad comunicar. En la jerga profesional los comunicadores suelen referirse al banco de confianza como aquel que genera réditos si la ins-

titución dirige su actividad co-municativa hacia los públicos con perseverancia y actitud de escucha ante las distintas circunstancias.

La coherencia entre men-sajes a lo largo del tiempo es importante, pero lo es aún más aquella manifestada entre lo dicho y lo hecho. Si los ciu-dadanos perciben un divorcio entre la realidad y el discurso, se sienten defraudados; una constante en la humanidad cuyo comportamiento tilda-ron de cínico los griegos.

La comunicación tiene la capacidad de motivar percepciones, de suscitar comportamientos. Por eso, los profesio-nales adquieren una responsabilidad de facto porque contribuyen a configurar el modo de entender la realidad socio-política, cultural y económica, que in-cide inevitablemente en las decisiones cotidianas de las personas. Realizarlo en un contexto de velocidad informativa no es tarea fácil: «Nuestro siglo se ufana de ser el de la vida intensa, y esa vida intensa no es sino una vida agitada, porque el signo de nuestro tiempo es la carrera, y los más bellos descubri-mientos de los que se enorgullece no son descubrimientos de sabiduría, sino de velocidad» (Jacques Leclercq, en su discurso de ingreso en la Academia Li-bre de Bélgica en 1936).

En cierto sentido, la confianza en las instituciones es muestra de su buena fama o prestigio, y este parece lograrse atendiendo a las palabras de Claudio Magris en Utopía y desencanto: «La di-mensión más auténtica de los valores es aquella en la que no es necesario de-clamarlos ni hacer alarde de ellos, sino que estos descienden a la existencia co-tidiana, se viven a fondo y se traducen en un modo de ser y de actuar». Será por ello que Séneca advertía en una de sus epístolas morales a Lucilio «que el discurso empeñado en la verdad debe mostrarse sin adornos y sencillo».

La comunicación propicia el encuentro

de inteligencias gracias a la oferta informativa en distintos

ámbitos y formatos. Ayuda a inspirar confianza si la partitura

es una buena composición.

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Alta dirección

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Héctor J. Villarreal Ordóñez

Se suele percibir a la tarea de co-municar como separada o de menor importancia que el resto de las actividades y funciones

sustantivas que se realizan en una institu-

En una era en la que la transparencia ya no es opcional, una buena gestión de la comunicación genera el clima idóneo para que el talento se desarrolle. Sin embargo, la subjetividad que conlleva la tarea de comunicar, puede originar incertidumbre. Aquí cinco procesos establecidos, pero flexibles, para combatir cualquier percepción negativa de los públicos internos y externos.

ción. En no pocas ocasiones, se convoca al departamento de comunicación cuando se busca a un responsable de problemas, conflictos o crisis que afectan la imagen o la reputación pública de la organización.

Lo cierto es que, al igual que las personas, las instituciones comunican a través de todos sus movimientos, ges-tos y en cada decisión que asumen. Lo que en un individuo se entiende como

5 acciones en la comunicación institucionalEN LAS maLas, tAMbIéNcomunica,EN LAS buEnas,

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Director General Corporativo de Comunicación en Grupo televisa. Licenciado en Comunicación por la Universidad

Iberoamericana. Fue Subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación y director general de Comunicación

Social en diversas instituciones de la administración pública federal, del Instituto Mexicano de la Radio y de la agencia Notimex. Ha

sido profesor de materias de comunicación y periodismo en la Universidad Iberoamericana, el INAP, y el CIDE, entre otras.

.mx334 17

la combinación del lenguaje verbal y no verbal, se da de modo parecido en las organizaciones, donde los comu-nicadores son todos sus integrantes, más allá de la oficina de comunicación institucional.

Instrumentos formales de comuni-cación como discursos, mensajes pu-blicitarios o comunicados de prensa deben guardar congruencia con los hechos, la operación, la forma de re-lacionarse y la imagen de la empresa que perciben a través de los sentidos sus interlocutores.

Cuando un ejecutivo incurre en un acto de corrupción o se destapa un escándalo que involucra a uno o más funcionarios de cualquier rango, o cuando un directivo anuncia una ac-ción importante en materia de respon-sabilidad social, el hecho influye para bien o para mal en la percepción que el público tendrá sobre toda la organiza-ción, incluidos clientes e inversionistas, actuales o futuros.

Cualquier cuestión relevante de la institución que adquiere difusión pú-blica, así la origine un hecho aislado, constituye un mensaje que en caso de ser positiva podría desaprovecharse y, en caso contrario, puede evolucionar fácilmente a una crisis si no se atiende con eficacia y oportunidad.

La fuga de ácido en una mina que contaminó ríos en Sonora o las imá-genes de diputados panistas bailando en una fiesta, se volvieron en pocas horas historias destacadas en la agen-da pública de México. Atajar efectos de situaciones como ésas requiere acciones de comunicación −verbal y no verbal− que involucran a buena parte de la estructura.

El departamento de co-municación institucional tiene entonces una respon-

sabilidad compleja. Su tarea demanda articular en forma adecuada diversos comunicados que ingresan información a la organización y emiten los mensajes con los que es posible fortalecer y de-fender la imagen de la empresa o ami-norar los daños causados por una crisis.

Las oficinas de comunicación deben ser, por eso, mucho más que ventanillas despachando boletines a las redaccio-nes de los medios, o publirrelacionistas que comen y cenan con periodistas. La comunicación institucional comprende una amplia serie de procesos, entre los cuales es útil enlistar algunos, hoy im-prescindibles.

Cada organización cuenta con mu-chas fuentes de información relevante, los medios de comunicación lo son, sin duda, pero en cualquier caso, para maximizar su utilidad, es determinante la interpretación y oportunidad con la que se presentan.

Los medios son, entre otras cosas, un sistema de correo en el que unos actores envían mensajes a otros y lue-go se responden entre sí. Observar e interpretar ese intercambio ayuda a comprender mejor la coyuntura y a anticipar cambios en el entorno. Sin el análisis necesario, la lectura de los me-dios corre el riesgo de servir sólo como un reporte más, que se perderá en los buzones de correo de los directivos sin aportar diferencia alguna para la toma de decisiones.

Entre los objetivos centrales de mo-nitorear el entorno está adelantarse a los hechos. Los medios son un apara-dor de las tendencias sociales, políticas, económicas y culturales, que inciden o incidirán en los mercados, en los pro-cesos legislativos o en las decisiones de los organismos reguladores. Un buen análisis de la información difundida a través de los medios revela por ade-lantado posibles acciones de la compe-tencia, amenazas para el negocio o mo-vimientos de los adversarios políticos.

La mayoría de las crisis que sacu-den a una institución o a una empresa no surgen por generación espontánea, sino que se van gestando y generan advertencias que una buena oficina

5

Dar seguimiento y analizar el entorno mediático

Las organizaciones se desenvuelven en un contexto determinado en el que día con día se generan noticias e informa-ciones de toda índole, que alimentan los procesos de toma de decisiones. Puede parecer obvio, pero la falta de informa-ción es un defecto mucho más común de lo que uno supondría. Desde luego, un buen monitoreo y el conocimiento adecuado del entorno son condición esencial para que una dirección de co-municación adquiera sentido y realmen-te aporte valor a la institución.

un buen análisis de la información revela por adelantado posibles acciones de la competencia, amenazas para el negocio o movimientos de los adversarios políticos.

EN LAS maLas, tAMbIéN

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Alta dirección

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de comunicación debe estar en condi-ciones de detectar. No hay crisis mejor manejada que la que puede evitarse antes de que ocurra y para eso, la co-municación juega un papel decisivo.

Es muy común que algunos mensajes sensibles y relevantes para los objetivos de una institución no se puedan colocar como un párrafo en un comunicado de

5Divulgar información compleja

Cuando están ya en medio de una cri-sis, las organizaciones entran en una circunstancia de excepción. Ya sea me-diante procesos formales o simplemente de facto, las instituciones activan grupos de trabajo, generan planes estratégicos de reacción y toman medidas específi-cas para enfrentar ese conflicto severo o crisis. Durante esos procesos, dos pi-lares esenciales son: captar información relevante e instrumentar acciones de comunicación.

Una dirección de comunicación funcional debe asumirse como eje du-rante la gestión de las crisis y para ello debe prepararse cuando no hay conflic-tos en curso. Obtener información pue-de ser mucho más difícil bajo presión. Convencer a los editores de un diario sobre la versión propia de los hechos es más complicado desde una posición de franca desventaja. La comunicación institucional es una de las funciones básicas que debe mantenerse siempre en forma para poder enfrentar los tiem-pos difíciles.

5

Articular las vocerías

Una vocería no es una persona con un micrófono. Es todo un método de trabajo que requiere análisis e interlo-cución permanente con los medios de comunicación, que exige gran cercanía y entendimiento de las necesidades de los ámbitos superiores de dirección de una institución y cuya finalidad es man-tener una capacidad de reacción ágil y siempre en condiciones de posicionar asuntos, anticipar, defender y resolver problemas, ya sea en la relativa calma cotidiana o ante conflictos o crisis que pongan en riesgo a una organización.

La vocería es una figura más común en el ámbito gubernamental y políti-co, pero con los matices necesarios se

Los medios digitales, las redes sociales en particular, aportan un componen-te de inmediatez y horizontalidad sin precedentes a la comunicación política e institucional que vuelve más complejo todo lo anterior, pero también acrecienta sus alcances y la variedad de alternati-vas, como resultado de la penetración de nuevas plataformas de comunicación.

De acuerdo con el estudio de «Con-sumo de medios entre internautas mexicanos» que realizaron la asocia-ción Interactive Advertising Bureau (IAB) México y la compañía especiali-zada en investigación de mercados Mi-llward Brown, en 2013, 59.2 millones de mexicanos, más de 52% de la población, tenían ya acceso a internet, y de ellos, 9 de cada 10 estaban registrados en redes sociales, 96% en Facebook, 56% en Twitter y en menor grado en redes de comunicación similares.

Según ese mismo estudio, 54% de los usuarios declaró que internet es el medio de comunicación más accesible y 46% que es el más confiable. Es eviden-te que no puede haber comunicación institucional que no tenga, como un aspecto central, la planeación estratégi-ca y la operación de acciones cotidianas en los medios digitales.

Internet, y en concreto las redes sociales, se han vuelto un espacio pri-vilegiado para el desarrollo de todos

5Gestionar las crisis

prensa, ni deban mencionarlos en en-trevista los directivos. El intercambio de mensajes que reflejan los medios, transcurre, en todas las sociedades abier-tas, también a través de vías indirectas. Las oficinas de comunicación requieren desarrollar canales de distribución fun-cionales que desemboquen en los me-dios y logren objetivos de comunicación específicos.

Es decir, la comunicación off the re-cord, cierto tipo de filtraciones o men-sajes entre líneas exigen con frecuencia que los comunicadores desplieguen su creatividad y manejo de alternativas. Alguien puede torcer la ceja ante la idea de dar este curso indirecto a los mensa-jes institucionales. Si lo hace, es enten-dible, pero también es muy probable que esa persona no sea la indicada para conducir una estrategia de comunica-ción en entornos complejos, pues ante situaciones críticas, todas las institucio-nes o empresas requieren maximizar sus capacidades para introducir temas a la agenda del debate público.

puede adecuar a las empresas. Es una función riesgosa y entre sus fines está precisamente acotar los riesgos para el resto de la organización. En entornos abiertos, la comunicación institucio-nal se puede fortalecer significativa-mente cuando contempla, de modo permanente o temporal, la figura de un vocero.

5 Operar en el entorno digital

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los procesos referidos. El monitoreo más amplio y más ágil, muchas de las señales y advertencias de crisis más claras y algunas de las mayores fortalezas para insertar temas en la agenda pública, se encuentran en el entorno digital.

La comunicación es quizá uno de los espacios de actividad más intensa y dinámica en instituciones públicas y privadas. Una tarea cargada de subjetividad, sin duda muy cercana a las percepciones, la intuición o las convicciones personales. No la forman procesos con reglas inamovibles de causa y efecto, por lo que tiene una alta dosis de incertidumbre, pero sin duda constituye un ámbito apasionante y su aportación al destino de las organizaciones es casi siempre crucial.

La mayoría de las crisis generan advertencias que

una buena oficina de comunicación debe estar en condiciones

de detectar.

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Alta direcciónEntrevista

Necesita generar contenidos de calidad

La ComuniCaCión INStItUCIONAL

Las tendencias globales han llevado, tanto a la empresa pública como a la privada, a reformular su identidad y la estrategia para darse a conocer a todos los públicos a los que sirve o con los que se relaciona, es decir, su comunicación institucional. toda institución busca ser un emisor social, crear una imagen, diferenciarse y ubicarse en el mapa social donde trabaja. abelardo martín miranda, periodista con amplia experiencia en la comunicación desde empresas comerciales y gubernamentales, habla sobre el presente y el futuro del área.

Por Patricia Montelongo¿Cómo ha evolucionado el área de la comunicación institucional en los últimos años?El verdadero proceso de cambio en la comunicación, tanto institucional como empresarial lo detona el cambio de ve-locidad en la transmisión a partir de los

años 80 y con toda claridad en los 90, cuando el uso del internet se generalizó. A partir de allí surgen nuevos medios de comunicación no previstos en el espec-tro, especialmente todo lo que se refiere a internet, desde los correos electrónicos hasta la formación de las redes sociales.

En términos de comunicación ins-titucional y empresarial sostengo que no hemos alcanzado lo que significa ese cambio de velocidad; fue tan revolucio-nario que dejó rezagada la producción de contenidos; estábamos acostumbra-dos a enfocar la información especial-

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La ComuniCaCión INStItUCIONAL

abELaRDo maRtÍn miRanDa• LicenciadoenPeriodismoconexperienciademásde40añosenel

ejercicio de la comunicación.• ActualmenteesCoordinadorGeneraldeComunicaciónSocialdelaSecretaríadeAgricultura,Ganadería,DesarrolloRural,Pescayalimentación.

• Hasidodirectordecomunicaciónsocialdemásdeunadocenadeinstituciones gubernamentales y de varias empresas privadas.

• ExperienciaenRelacionesPúblicasypublicidad.• Ejercióelperiodismoendiariosyrevistasdeinformaciónnacional.

mente a medios impresos; ciertamente había comunicación para radio y tele-visión, pero con el mismo formato del periódico, la muestra es que sigue vivo el «boletín de prensa» en la comunica-ción institucional.

Muchas empresas comerciales, tam-bién deben atender la demanda de in-formación, no sólo hacer publicidad de sus servicios o productos, sino comuni-carse con las distintas audiencias a las que sirven y dar a conocer su posiciona-miento institucional corporativo, algo que antes quizás no era tan relevante. ¿Si no es con boletín de prensa, cómo se debe comunicar?Cambiando los paradigmas de la comu-nicación. Yo cambiaría el paradigma de la publicidad por el de la información. El paradigma de la comunicación gu-bernamental es la publicidad, porque los publicistas se posicionaron y tomaron el control de la comunicación institucional gubernamental, situación que está abso-lutamente rebasada.

Por ejemplo, en Estados Unidos el uso de spots de 30 segundos o un minu-to ya no se utiliza para la comunicación gubernamental. En Francia está prohi-bida la contratación para el gobierno de spots publicitarios. Traemos un rezago importante en las estrategias de publi-cidad gubernamental.

Tanto los gobiernos como las institu-ciones gubernamentales necesitan recu-perar su capacidad informativa, ¿por qué no tienen una gran capacidad informati-va? Porque las oficinas de comunicación están desfasadas tecnológica, estructural y operativamente. Cuando queremos operar por ejemplo redes sociales no te-nemos la tecnología, ni el equipo técnico y humano, ni la capacidad para operar los volúmenes que se requieren para re-des sociales.

Desde la comunicación política e ins-titucional, Twitter y Facebook están muy limitados todavía a mensajes de carácter personal. Por ejemplo, los funcionarios normalmente informan sobre sus activi-dades, más que de todo el volumen de información que existe en las institucio-nes que encabezan. Un delegado en el Distrito Federal, podría informar, por ejemplo, que se van a tapar los baches de tales calles, que se cambiaron las lu-minarias en tal lugar… Eso le interesa al público y le es útil, le afecta directamen-te. También la información para redes sociales se puede prestar para manejar volúmenes de datos.

Hay medios de comunicación para todo tipo de información. La pregunta que me hago es ¿desde las institucio-nes, qué tanto estamos contribuyendo a abastecer de forma suficiente a bus-cadores de información?

Aunque en el levantamiento de en-cuestas de una campaña de publicidad sí impacta, yo cambiaría también la forma de medir los resultados de las campañas y vería qué tanta gobernabilidad produce la comunicación institucional o política que se está produciendo. Es decir, lo que determina hoy la gobernabilidad es en buena medida la comunicación guber-namental. Como ésta está desfasada de la realidad política y social, no estamos con-tribuyendo desde la comunicación a crear mejores condiciones de gobernabilidad.

¿Qué tan difícil es superar ese rezago?Difícil si seguimos creyendo que la pu-blicidad nos resuelve el problema de la comunicación. Sencillo, si reestruc-turamos las oficinas de comunicación, con base en un nuevo paradigma. Hay que informar para que la gente conozca los temas.

También en términos de comuni-cación hay temas que no contribuyen a la gobernabilidad, al contrario, la deterioran. Por ejemplo con relación a la seguridad, requeriríamos un ma-nejo muy científico y cauteloso de la comunicación porque se convierte en mercadotecnia de la violencia y la inse-guridad. Un ejemplo es lo que ocurrió en Los Cabos con los saqueos a comer-cios. Las propias empresas pretenden hacer una campaña nacional en con-

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tra del saqueo y el robo y lo que eso produce es que en otras zonas se den cuenta de que resulta fácil saquear una tienda en una situación de emergencia. Lo mismo pasa con el secuestro. Si es tan fácil hacerlo y tan difícil sancionarlo se convierte en un mecanismo de pro-moción, el efecto contrario de lo que originalmente se busca.

¿Qué distingue al área de comunicación institucional de una empresa pública de la de una privada? ¿Tienen los mismos objetivos?La empresa tiene que vender produc-tos y servicios y la institución guberna-mental debe producir gobernabilidad. Esto se refiere a orden, convivencia, armonía y alegría. Eso tendría que pro-ducir la comunicación gubernamental. Posibilidades de crecimiento personal y social, armonía social y, en última instancia, felicidad para la gente que habita un país.

La identidad de la empresa, ¿depende realmente del área de comunicación o de los directivos?Depende de la formación de una cultura en la que todos tengamos los mismos objetivos y que esa unidad de objetivos nos dé la identidad que caracteriza a una empresa o institución. Se trata de un tema cultural y el área de comunicación es el medio o el instrumento para generar una cultura común dentro de la empresa.

Si la cultura sólo es generar utili-dades, es muy limitada. Si vamos a la función social de la empresa, un tema más amplio que las utilidades, es la realización, en términos profesionales y humanos, de cada uno de los miem-bros de una empresa. Si vamos hacia ese objetivo, ciertamente depende del área de comunicación incluir valores y conductas que propicien esta cultura y que le den la identidad a la empresa.

Ahora las empresas lanzan campa-ñas y repiten mucho el eslogan de que son socialmente responsables, pero eso

no debería de existir, no tendrían por qué hacer una campaña para decirlo, es algo que debería darse por sentado, tanto como la calidad de su producto; en éste y muchos temas tenemos que evolucionar.

¿Cree conveniente utilizar la investigación aplicada para la comunicación?La comunicación necesita de la investi-gación abstracta y de la aplicada. ¿Cómo es ésta última? Cuando trabajé en Tel-mex hice ejercicios de investigación aplicada pero con paradigmas diferen-tes. ¿Cuál es el paradigma que creo que tenemos que ir modificando?

Como nuestro paradigma de comu-nicación es la publicidad, la comuni-cación se valora en función de ésta. Es decir, qué impacto tiene mi campaña de publicidad en mi comunicación ins-titucional, qué índice de recordación…

Creo que tenemos que hacer ejer-cicios en los que el objetivo de la valo-ración de una campaña o estrategia no tenga un valor económico para quien hace el ejercicio, porque desde ahí se distorsiona el objetivo del valorador

La empresa tiene que vender productos y servicios, y la institución gubernamental debe producir gobernabilidad. Esto se refiere a orden, convivencia, armonía y alegría.

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La escala de nuestra organización, el alcance de nuestras actividades y la calidad de nuestra gente nos coloca en una posición privilegiada para poder construir un mejor entorno de negocios para nuestra gente, clientes y comunidades.

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Alta dirección

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de la campaña. Te va a decir que lo que hiciste estuvo bien, porque esa empresa busca utilidades.

Lo que hice en Telmex fue convenios con instituciones educativas para que me calificaran los procedimientos de co-municación, sus resultados e impacto en términos cualitativos. Desde luego se ne-cesita la valoración e investigación apli-cada de los procesos comunicacionales. Por ejemplo, Bimbo hace investigación aplicada para ver cómo mejorar la cali-dad de los nutrientes, el sabor y la pre-sentación de cada uno de sus productos. Nosotros tenemos que hacer algo similar con nuestros productos informativos.

Al crecer el área de comunicación institucional pueden surgir conflictos con otras áreas. Por ejemplo, liderar cambios o establecer programas de cultura e identidad corporativa, ¿compete a Comunicación o a Recursos Humanos?Las áreas de Recursos Humanos ab-sorben tareas de comunicación por-que tienen que ver con esquemas de identidad y seguridad laboral. Toda la comunicación tiene que estar alineada, con independencia de quién haga las tareas y empatar con lo que se hace en otras áreas de la empresa. Lo ideal es que estén en línea. Que una campaña de seguridad industrial pondere o in-cluya valores de la empresa y actitudes o conductas aplicadas a la campaña de seguridad industrial. Lo mismo tiene que ocurrir con las actividades socia-les, recreativas o culturales de la propia empresa. En el caso de las grandes em-presas, todas deberían tener estrategias de comunicación cultural, de relacio-nes laborales y comunicación externa.

La comunicación organizacional ¿es la «comunicación del habla», el viejo arte de la persuasión, o su alcance va más allá?Va mucho más allá de la persuasión. La persuasión viene de los años 50. Tuvo que ver con el surgimiento de la televi-

sión. Creo que hoy no se trata sólo de persuadir al cliente o ciudadano sino de generar armonía, integración social y mejores relaciones.

¿Cómo afecta la evolución tecno-lógica a una empresa o institución mediana o pequeña? Si no está al día en tecnología, ¿puede hacer una labor de comunicación conveniente? La comunicación tiene que ser direc-tamente proporcional al tamaño de la empresa o institución. La equivocación en el posicionamiento radica en que yo pretenda hacer una campaña de publici-dad como si fuera una empresa 10 veces más grande, o 10 veces más chica.

Tengo que acudir a especialistas para que la estrategia comunicacional esté acorde con la situación de mi em-presa, pero tengo que saber qué requie-ro y cuidar que esas empresas de co-municación no me ofrezcan productos que yo no requiero o que no se ajustan a mis necesidades. También las empre-sas que dan asesorías de comunicación deberían medir mejor sus alcances para que no ofrezcan lo mismo a todos sus clientes, y en ciertos casos, productos no necesarios.

En muchas instituciones hay un desfase entre las empresas que asesoran y venden sus productos y la proble-mática comunicacional que necesita resolver una institución. Es decir, en comunicación como en tantas áreas,

lo que no hagas por ti mismo no lo va a hacer una empresa ajena aunque le pagues muy bien. Si pierdes el control de tu comunicación y de tus objetivos comunicacionales y se los entregas a otros ahí ya hay un problema.

¿Está de acuerdo en que la comunicación organizacional ya no es una opción elegible sino indispensable?La sociedad de la información nos con-vierte a todos emisores de información. Todos tenemos a nuestro alcance me-dios de comunicación social y esto nos obliga a tener un comportamiento per-manente de comunicación y a trabajar con criterios éticos porque aquí surge otro de los problemas que tenemos en la actualidad, los medios son invasivos y además, no olvidan. Lo que salió a la luz pública lo pueden repetir y repetir hasta el cansancio, con independencia de si fue cierto o no.

Hace poco se comentó un caso en Francia que habla del «derecho al ol-vido». Se pide la posibilidad de que se olviden temas que ya quedaron supera-dos, pero la memoria de los buscadores, los vuelve a traer. No es ya elegible si comunicas o no, hagas lo que hagas, estás comunicando.

Somos entes comunicadores indivi-duales, empresariales, sociales y por eso participamos voluntaria e involuntaria-mente en redes sociales y en los nuevos sistemas de comunicación que hay. Por eso hablo de la crisis que vivimos respec-to a la velocidad de transmisión porque todavía no comprendemos la repercusión que tuvo en nuestras vidas ese cambio.

En lo institucional ocurre lo mismo, seguimos con paradigmas y metodolo-gías del pasado, de antes de que apa-reciera internet. Funcionamos igual, no estamos pensando en calidad de contenidos, ¿qué debo producir en mi comunicación?, calidad de contenidos. Ahora estamos invadidos de informa-ción basura, necesitamos elevar la cali-dad de la información.

ahora estamos invadidos de información

basura, necesitamos elevar la calidad

de la información.

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Alta direcciónBiblioteca empresarial

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Alta direcciónBiblioteca empresarial

Un sesgo inesperado en el pensamiento económicoLa autora selecciona y construye una biografía coral de los economistas más significativos de los últimos dos siglos. Pensadores, cuyas aportaciones, buscaron mejorar las condiciones materiales de la humanidad.

José Mantecón *

Sylvia Nasar (1947, Bavaria, Alemania) radica en Estados Unidos donde ocupa la cátedra Knight en la Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de Columbia. Ha publicado artículos

en The New York Times, Los Ángeles Times, Newsweek, London Telegraph y otros. Su primer libro, Una mente brillante (1998), relata la vida de John Forbes Nash (1928), premio Nobel de Economía en 1994, pese a que sufrió, por más de 30 años trastornos, de esquizofrenia paranoide (alucinaciones). Al libro siguió la película del mismo nombre (2001).

Nasar publicó La gran búsqueda en 2011, pero la traducción al español circula en México apenas a partir de este año. El li-bro abarca las hambrunas, pánicos financieros, hiperinflacio-nes, guerras, reconstrucciones, auge económico y recesiones a lo largo de 160 años, entre 1840 y los albores del siglo XXI.

En ese extenso periodo examina la evolución del pen-samiento económico y lo acompaña de citas biográficas de los economistas más destacados a su parecer; incluyendo la vida, posición económica, educación, familia, amistades y hasta intimidades. Estos relatos se nutren con la cita de otros notables de la política, literatura, ciencias y artes. Con lo que logra interesar en los grandes temas de la economía a una mayoría de lectores no economistas.

Selecciona Nasar a quienes, en su opinión, «estuvieron convencidos de que la intervención humana puede modificar las circunstancias económicas; estos pensadores se propusie-ron crear herramientas de análisis que permitieran entender el funcionamiento del mundo moderno y la posibilidad de

La gran búsqueda. La historia de los genios económicos

que cambiaron el mundo.Sylvia Nasar

México. Random House Mondadori, 2014607 pp

*Administrador de Empresas (UNAM), Programa AD 2 IPADE. Presidente del Comité de Riesgos de Grupo Financiero Mifel y consejero de diversas empresas. Miembro del Consejo de Dirección de istmo.

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mejorar las condiciones materiales de la humanidad, de las que dependen su capacidad moral, emocional, inte-lectual y creativa».

Reconoce como antecedentes del pensamiento económico las teorías ex-puestas por Adam Smith (1723-1790) en La riqueza de las naciones y por Da-vid Ricardo (1772-1823) en Principios de Economía Política e impuestos. La obra inicia en Londres, hacia la década de 1840, conocida allá como «la década del hambre». En el siglo XVIII los fundado-res de la economía daban por supuesto que la naturaleza condenaba a nueve de cada diez humanos a llevar una vida llena de pobreza y penurias. En ese contexto cobró amplia aceptación el Ensayo sobre el principio de la población de Thomas R. Malthus (1766-1834), quien argumentó que la población humana tiende siempre a crecer más de prisa que los alimentos y cualquier intento de eludir la ley de la población está condenado al fracaso.

Ubica en la misma época a Charles Dickens (1812-1870), quien sostenía que, tanto por prudencia como por jus-ticia, el gobierno debía proporcionar ayudas a los desempleados en con-diciones de trabajar y a sus familias. En los diálogos del famoso Cuento de Navidad, Dickens critica la teoría de Malthus.

Otros ejemplos en el relato son Friedrich Engels (1820-1893) y Karl Marx (1818-1883). Engels, hijo de un poderoso industrial de las hilaturas de algodón con plantas en Alemania e Inglaterra, residía en Londres y llevaba una doble vida: empresario y defen-sor del proletariado. Conoció a Marx en París en 1844, año en que el conti-nente europeo era como un volcán a punto de entrar en erupción y Engels publicó La situación de la clase obrera en Inglaterra. Por su parte Marx, a quien el primero apoyó económicamente por más de 20 años, sostuvo en su obra El Capital que cuanta más riqueza ha-bía, más extensas y violentas eran las

crisis financieras y comerciales que estallaban periódicamente.

De especial interés para el pensa-miento empresarial es la figura de Al-fred Marshall (1842-1924), autor de Principios de Economía, quien ante la visión de tanta penuria entre tanta ri-queza adoptó la pobreza como tema de estudio tras el pánico financiero de 1866. Frente al reclamo general de su-bir los salarios, Marshall apuntó una causa diferente: la baja productividad. En la medida en que la tecnología, la educación y las mejoras organizativas incrementaran la productividad, los ingresos de los trabajadores también subirían.

Reducir la pobreza requería am-pliar la producción y aumentar la efi-ciencia, es decir, exigía crecimiento económico. Por ello la función eco-nómica de la empresa en un merca-do competitivo no era sólo generar beneficios para los propietarios, sino generar un buen nivel de vida para consumidores y trabajadores. Con aguda visión de la dignidad humana Marshall, sostenía que ningún pen-samiento o acción contribuyen tanto a formar a la persona, como aquellos que tienen que ver con su ocupación diaria.

La autora menciona a otros econo-mistas con vocación social: John Stuart Mill (1806-1873) autor de Principios de economía política, quien defendía a los sindicatos, el sufragio universal y el derecho de las mujeres a la propiedad. Beatrice Webb (1858-1943), hija de un empresario adinerado y pionera en la investigación social de campo, quien llegó a disfrazarse de costurera para documentar sus investigaciones sobre abusos laborales. Beatrice, coautora de La historia del sindicalismo, impulsó las ideas del estado benefactor.

Por último, dedica un capítulo ente-ro, poco justificado en nuestra opinión, a Joan Robinson (1903-1983) quien fue-ra alumna y colaboradora de Keynes. Robinson transitó de las preocupacio-

nes sociales a un radicalismo pro sovié-tico; vivió convencida de la vigencia de las teorías marxistas hasta su muerte, pocos años antes de que colapsara el régimen.

HITOS EN LA HISTORIA ECONÓMICAEn los capítulos centrales Nasar se ex-tiende (literalmente), en los grandes eventos que marcaron la historia econó-mica del siglo XX: la crisis bancaria glo-bal de 1907 desatada en Estados Unidos; la primera guerra mundial y sus efectos devastadores en las economías de Euro-pa; la gran depresión a partir de 1929 y durante la década de 1930; el abandono del patrón oro y la implantación del patrón dólar en 1944; la IIGM entre 1939 y 1945 y el proceso de recuperación y fortalecimiento de las economías hasta principios del siglo XXI. Aparecen en el texto, en cierto desorden, destacados economistas que traemos aquí en orden cronológico.

Irving Fisher (1867-1947), autor de Aplicaciones matemáticas en la teoría del valor y los precios, desarrolló las fórmu-las para determinar el valor presente de las inversiones y fue pionero de la econometría. Fisher argumentó en qué medida afecta la moneda a la economía real y cómo puede el Estado reforzar la estabilidad económica mediante el control de la oferta monetaria. No obs-tante la vastedad de sus conocimientos, en octubre de 1929 Fisher declaró pú-blicamente que «las valoraciones ac-cionarias llegarían más arriba en unos meses». Una semana después se desató la peor crisis bursátil de la historia y Fisher, además de su prestigio, perdió su patrimonio en acciones de Reming-ton Rand adquiridas años antes tras su invención del archivo Rolodex.

John Maynard Keynes (1883-1946) es el expositor más citado en el libro, el gran economista que se desempeñó como funcionario de la administración británica y del Banco de Inglaterra. En 1919, tras finalizar la primera guerra

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Biblioteca empresarial

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mundial, formó parte de la delega-ción británica en la Conferencia de Paz de París, aunque dimitió del puesto porque se opuso al régimen abusi-vo de indemnizaciones impuestas a Alemania.

El tiempo le dio la razón a Key-nes, quien actuó como ministro de economía «de facto» du-rante la IIGM, al aconsejar a Winston Churchill como negociador en las pláticas de paz y en el proceso de reconstrucción. Fue impor-tante actor en la Conferen-cia de Bretton Woods y en el surgimiento del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Bertrand Russell (1872-1970) decía que Keynes era la persona más inteligente que había conocido.

En su Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes sostuvo que el sistema capi-talista no tiende al pleno empleo ni al equilibrio de los factores produc-tivos. Observó la inestabilidad de la demanda agregada proveniente de los shocks ocurridos en mercados privados, como consecuencia de los altibajos en la confianza de los inversores. La prin-cipal conclusión de su análisis fue la necesidad de la intervención pública directa en materia de gasto público que permitiese cubrir el déficit en la de-manda agregada. Cabe señalar que sus conocimientos no lo libraron de perder importantes recursos especulando con divisas o materias primas.

Joseph Schumpeter (1883-1950), ministro de finanzas en Austria en 1919-1920, emigró a Estados Unidos y fue profesor en Harvard entre 1932 y 1950. Investigó el ciclo económico y destacó por sus teorías sobre la impor-tancia vital del empresario innovador, popularizando el concepto de la «des-trucción creativa». En sus últimos años su pensamiento se tornó pesimista al

sostener que sobrevendrá una desin-tegración del capitalismo.

Friedrich Hayek (1899-1992), filó-sofo y economista de la Escuela Aus-triaca, estudió el ciclo económico, fue defensor del liberalismo y crítico de las economías planificadas. Enseñó en la London School of Economics y después

en la Universidad de Chicago. En 1974 recibió el Premio Nobel. Fue el crítico más agudo de las teorías de Keynes.

Milton Friedman (1912-2006), eco-nomista e intelectual estadounidense, profesor de la Universidad de Chicago y defensor de la doctrina sobre el libre mercado, contribuyó a la macroeco-nomía, microeconomía y estadística. Recibió el Premio Nobel de Economía (1976) por sus logros en los campos de análisis de consumo, historia y teoría monetaria, y por su demostración de la complejidad de la política de esta-bilización. Entre sus obras destacan: Capitalismo y libertad, y La economía mo-netarista.

Paul A. Samuelson (1915-2009), economista estadounidense, obtuvo también el Premio Nobel de Economía en 1970 por sus contribuciones a la teo-ría económica estática y dinámica. Fue consejero cercano de John F. Kennedy en la adopción de medidas para reac-tivar la economía, como los recortes fiscales y la reducción de impuestos.

AMARTYA SEN Y LA DIMENSIÓN ÉTICAAntes de terminar este libro cabe re-flexionar sobre La gran búsqueda. La propia autora califica a la economía como «lúgubre o sombría», ocupada de planteamientos teóricos radicalmente opuestos, que evoluciona entre avances

y retrocesos. No obstante, a partir de la IIGM la historia se caracte-riza porque una parte cada vez mayor de la población ha logrado salir de la miseria. Nadie podría imaginar hace 150 años que la po-blación mundial llegaría a ser seis veces más numerosa y diez veces más rica. O que la proporción de habitantes del planeta que viven en la miseria se reduciría en cinco sextos. La autora concluye su ensayo con Amartya Sen (1933), filósofo y economista bengalí, galardonado con el premio Nobel de Econo-mía en 1998. Conocido por sus

trabajos sobre las hambrunas, la teoría del desarrollo humano, la economía del bienestar y los mecanismos subyacentes de la pobreza. Sus escritos cuestionan el utilitarismo dominante y proponen integrar «bienes» como la libertad y la justicia en el cálculo del desarrollo.

La obra más reconocida de Sen es Pobreza y hambruna: un ensayo sobre el derecho y la privación, en la que sostiene que el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos, sino de desigualda-des en los mecanismos de distribución de alimentos. Se enfrenta a la noción tradicional de bienestar social e indi-cadores de progreso, al plantear «la di-mensión ética en el debate sobre los problemas económicos vitales».

Con advertencia sobre la extensión en anécdotas y cierto desorden en la crónica de los economistas, La gran búsqueda es una obra que recomiendo para el lector paciente y espero que las citas breves de esta reseña sirvan como guía a quienes deseen profundizar en autores o temas.

califica a la economía como «lúgubre o

sombría», ocupada de planteamientos teóricos

radicalmente opuestos, que evoluciona entre avances y

retrocesos.

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Alta direcciónDilemas éticos empresariales

Si tienes un dilema ético empresarial escríbenos a: [email protected]

corregir prejuicios discriminatoriosSoy director de una planta industrial en una ciudad pequeña. Siempre contrato varones, pero ahora acaba de ingresar una joven ingeniera con buena preparación y magnífico desem-peño. El hecho ha causado revuelo, en buena parte por el conservadurismo del lugar, y ha suscitado comentarios desde irrespetuosos hasta discriminatorios.

Ella se quejó, llamé fuertemente la atención a los responsa-bles pero sé que es un paliativo momentáneo porque el asun-to sigue bajo el agua. No puedo despedirlos porque peligra la línea de producción. Una probable solución sería asignarla a otro departamento pero implica quitarle la oportunidad de aprender y trabajar en lo que le gusta y hace bien y, en cierto modo, dar la razón a los supervisores irrespetuosos. Yo soy in-geniero y no se me da la psicología ni nada que se le parezca, ¿cómo abordar este asunto?

dilema

Esta sección presenta dilemas empresariales buscando afinar el razonamiento ético. A cada problema sigue la respuesta de varios asesores que conocen y manejan los principios éticos y se mueven en el ámbito empresarial.

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los asesores sugieren

involucra a los mandos medios Se trata de un reto de dirección.

Para poner remedio a prejuicios que se han forjado durante muchos más años, no basta con una acción. Para ayudar a los otros a respetar a su nueva compañera, puede ser útil tener varias conversaciones con los involucrados. Una pequeña capaci-tación ayudará a reforzar el respe-to por los otros y la necesidad de incluir a las mujeres en el trabajo profesional. También hará ver que lo relevante es hacer las cosas bien y no si se hombre o mujer. En este tipo de retos suele ser útil involucrar a los mandos medios y hacerlos res-ponsables del éxito en la inserción de la persona en el trabajo.

Felipe JiménezFilósofo dedicado a la docencia

evita la sobreprotecciónNo hace falta mucha psico-logía para detectar el modo

machista de comportarse de algunos elementos, yo diría un tanto primitivos, más que conservado-res. Pero como en todo caso de bullying el peligro sería reglamentar de más y pretender resolver el conflicto ‘desde arriba’.

Ella es la parte más importante en juego. Dale tiempo para que se ubique y que su desempeño y preparación hablen por ella. Haz saber a ella y a los supervisores, que cuenta con el apoyo de la dirección. Que no se tolerarán comportamientos impropios tales como no les gustaría que se usasen con sus mujeres o sus hijas. Si pasa un tiempo pru-dencial y esto no funciona habla con ella y permite que elija lo que vea mejor.

ArmAndo reygAdAsabogado especialista en Ética de empresa

Me parece que no se tra-ta de un asunto de mera

psicología o del perfil profesional que uno tenga, sino de una cuestión que exige una definición clara de la cultura que la empresa desea implantar.

La situación amerita formular un código de ética que estipule la exigencia de guardar ciertos comportamientos, establezca claras sanciones –algunas de ellas drásticas– para los casos en que esos comportamientos se rompan, y luego se dé a conocer dicho código con claridad.

No basta con reconvenir a los que se han comportado inapropiadamente. Si no se desea que esta situación escale hacia una

cuestión de mobbing o hasta de acoso se-xual, es importante proceder de la manera propuesta. Quizá incluso, si una vez esta-blecido el código sugerido las conductas no deseadas siguen presentándose no ha-brá más remedio que aplicar las sanciones correspondientes, aunque implique despe-dir a alguien, pues eso hará escarmentar a los demás y los llevará más fácilmente a adoptar otra pauta de comportamiento. El costo momentáneo que pueda conllevar se verá recompensado con un ambiente de trabajo más sano que a la larga favo-recerá muchos otros aspectos como la productividad y el sentido de pertenencia a la empresa.

si no hay un código, instáuralo

Tomás VirAcochAconsultor de Ética empresarial

Estimado director, se dirigen personas y se administran cosas. Dirigir personas es problemático, pero también

muy satisfactorio. Parte de esa dirección es hacerlos crecer.Te enfrentas a fuertes costumbres culturales de la zona, pero que

por bien de la empresa (y de los supervisores) es bueno cambiarlas. Cambiar una costumbre no es rápido ni fácil, usualmente al principio cuesta más trabajo. Pero cuando se tiene la convicción de que es por un bien mayor, la constancia debe ser una de tus mejores herramien-tas. Lamento adelantarte que no será la última vez que hables con los supervisores, no hay que reprenderlos únicamente, hay que buscar la forma de hacerles notar que el trabajo en la empresa no es de género, sino de capacidad y que en la diversidad de convivencia entre hombres y mujeres, ingenieros e ingenieras se pueden hacer las cosas mejores.

Mi sugerencia es hablar con la ingeniera para que persevere y sienta tu apoyo, y hablar con los supervisores para hacerles ver que, por el bien de la empresa, ésta es una situación que permanecerá. Tener reglas cla-ras en tu código de ética acerca del acoso sexual y acoso laboral puede ayudar a fortalecer a tu labor.

rodrigo VillAurruTiAprofesor de Ética de la empresa

la claridad Fortalece el trabajo

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Nuestra sociedad global e intercultural se esfuerza en mejorar el bienestar de los individuos, dotarlos de valores positivos y fortalecer su desarrollo integral. ¿Cómo? Entre las múltiples realidades, la investigación sociológica y antropológica destaca con perfil nítido el mejor escenario para el desarrollo: la familia estable. Encarnada en los pliegues de la historia, atraviesa siglos y milenios, se tensa y adapta a nuevas circunstancias, siempre antigua y siempre renovada.

En el XX aniversario del Año Internacional de la Familia, dedicamos estas páginas a replantear su papel en el desarrollo social.

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Coloquio

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¿Podrá nuestra sociedad cambiante e intercultural llegar a algunos acuerdos sobre el futuro de la familia y determinar qué políticas públicas convienen más, sin partir de convicciones religiosas o ideológicas? Los autores narran algunos resultados de un proyecto de investigación de la Unión Europea, avalado por la ONU, en el que participan destacadas universidades e institutos de 15 países.

Javier Vidal-Quadras e Ignacio Socias

LA FAmILIA sostenibleclave para el desarrollo social

Por distintas circunstancias, la importancia de la familia comprometida y, por tanto, estable resulta cada vez más evidente en el contexto global, como remedio al envejecimiento de la población

y sus consecuencias. El informe «La familia sostenible», que resume 115

estudios diferentes, señala que:

Quienes dan origen a una familia estable tienen ma-yor esperanza de vida y menores índices de enferme-dades mentales, alcoholismo y violencia doméstica. Respecto a los hijos de familias estables, esos estudios muestran menores índices de mortalidad infantil, menores índices de alcoholismo y drogadicción, me-nores índices de delincuencia a partir de la pubertad, mejores resultados académicos, menor incidencia de enfermedades mentales y menos embarazos no de-seados. Varios de esos estudios muestran que, incluso desde un punto de vista económico, la familia estable es la opción que menor costo supone, tanto para sus miembros como para el Estado.

Otros cifran el costo de las rupturas familiares para el Estado en varios miles de millones de euros, tenien-do en cuenta la carga que supone sus consecuencias en prestaciones sociales, seguridad social, acogida de

menores, etcétera. Además, concluyen que los miem-bros de familias estables son más disciplinados en el cumplimiento de las normas legales y sociales, y son los que luego mejor contribuyen a la financiación de la seguridad social.1

El proyecto de la Comisión Europea «FamiliesAndSo-cieties» es la mayor investigación sobre temas familiares llevada a cabo en Europa y cuenta con partners académicos tan prestigiosos como las universidades de Oxford, Es-tocolmo, Amberes y Lovaina, o la Academia de Ciencias Sociales de Austria, el Instituto Nacional de Estudios De-mográficos francés, la London School of Economics and Political Science o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre otros.

Como miembros del Consorcio encargado del pro-yecto, sabemos que sus resultados iniciales confirman la trascendencia de una relación estable de los hijos menores con ambos padres, que debería tratar de mantenerse en los casos de ruptura familiar.2 Cuando uno de los padres se queda con la custodia en exclusiva, resulta decisivo que el otro no se desentienda de su tarea, ni que la asuma una nueva pareja del primero, si existe.

En otras palabras, «como la estabilidad familiar ha sufrido un continuo declive en ese entorno donde surge

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ignacio socias. Abogado y periodista. Director del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia «The Family Watch». Director de

Comunicación y Relaciones Internacionales de la International Federation for Family Development. Consejero editorial de la revista Familia y Cultura y colaborador del diario ABC y La Razón. Autor

del libro Sin miedo a la verdad.

Javier Vidal-Quadras. Abogado y profesor de Derecho en dos universidades españolas.

Secretario general de la International Federation for Family Development con estatus consultivo en

Naciones Unidas. Autor de los libros Después de amar te amaré, Un paseo en bicicleta por la vida, A las alfombras felices no les gusta volar y Hamo, un

hombre en busca de sí mismo.

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la vida –y en muchos países–, niños y adultos tienen que afrontar hoy dificultades para su bienestar, no sólo material sino también afectivo. Con frecuencia, tienen que convivir con familias disfuncionales –rotas por el abuso, la separación o el di-vorcio– o en las que falta el padre. Además, esto sucede especialmente en los sectores más desfavorecidos de la sociedad y a sus miembros más débiles. Concretamente, a los ancia-nos, las mujeres, los arruinados y los niños», según hemos manifestado en una de nuestras intervenciones ante la Comisión de Desarrollo Social de Naciones Unidas.3

La familia encuentra así su sitio desde su consideración de entorno en el que los valores éticos y culturales se ad-quieren de forma natural, como señala reciente resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, al reconocer que «la familia tiene la responsabilidad primordial en el cuidado y protección de los niños y que los niños, para el desarrollo pleno y armonioso de su personalidad, deben crecer en el seno de una familia y en un ambiente de feli-cidad, amor y comprensión».4

INCAPACIDAD PARA INTEGRAR A LOS JÓVENESLa importancia de la familia puede verse muy clara en algunas circunstancias actuales, en un doble sentido: porque su causa tiene que ver con la falta de atención a las familias y porque ponen de re-lieve la trascendencia que la familia tiene para

afrontarlas de la mejor forma posible.En primer lugar, la incapacidad actual de la sociedad

para integrar a un número creciente de jóvenes. La OIT ha insistido en que el desempleo juvenil y las situaciones que llevan a los jóvenes a renunciar a la búsqueda de empleo o a trabajar en condiciones inadecuadas suponen un costo para la economía, la sociedad, el individuo y su familia.

La falta de trabajo digno, si se experimenta a temprana edad, puede representar una amenaza para las perspec-tivas laborales futuras de una persona y suele suponer patrones de comportamiento laboral inapropiados que perduran toda la vida.

Las sociedades pierden lo que han invertido en la educación y los gobiernos reducen sus ingresos al sistema de seguridad social y se ven obligados a gastar más en políticas sociales, como programas de prevención del uso de drogas y el crimen. Como eso amenaza el potencial de desarrollo de las economías, tiene sentido para un país centrarse en la juventud desde un punto de vista del aná-lisis costo-beneficio.5

Más aún, la infrautilización de los jóvenes en el mer-cado de trabajo puede desencadenar un círculo vicioso de pobreza intergeneracional y exclusión social, ya que supone cierto desprecio del segmento más dinámico y habitualmente mejor educado de la fuerza laboral y, a menudo, que se les fuerce a emigrar o a abrirse camino a través de la violencia y la delincuencia juvenil, a tener una autoestima escasa y al desánimo que suele preceder a las adicciones y otros problemas de salud.

Aunque el paro juvenil tiene los mismos costos di-rectos que el de los demás –aumento del subsidio por desempleo, disminución de los ingresos por impuestos y desaprovechamiento de las capacidades–, algunos costos

nunca tantos jóvenes han dependido de sus padres y abuelos durante tanto tiempo. Hemos pasado del «síndrome del nido vacío» al «síndrome del nido lleno».

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Coloquio

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la sociedad deberá aceptar a la etapa de envejecimiento como un ciclo más de crecimiento personal, añadir vida a los años y no sólo años a la vida.

indirectos son mucho mayores, como sucede por ejemplo con la emigración.6

Es cada vez más frecuente que hijos mayores de edad permanezcan en el hogar paterno y no aporten el costo que ello supone, al menos del todo, especialmente si aún no tienen un empleo, hasta el punto de que nunca tantos jóvenes han dependido de sus padres y abuelos durante tanto tiempo: se ha pasado del «síndrome del nido vacío» al «síndrome del nido lleno».

En todo caso, hombres y mujeres esperan cada vez más a afianzarse en el mercado laboral antes de fundar una familia, lo que contribuye al aumento en la edad a la que nace el primer hijo, a la disminución del número de hijos respecto a generaciones anterio-res, a incrementar el envejecimiento de la población y a que se multipli-que la tasa de dependencia. NUEVO ROL DE LOS ABUELOSUn informe de Naciones Unidas pro-fundiza en otro de esos aspectos: el cambio radical en el posicionamiento social de los abuelos y, en general, de los mayores. «El envejecimiento de la población es una de las tendencias más significativas en el siglo XXI… Dado que actualmente una de cada nueve personas tiene 60 o más años de edad, y las proyecciones indican que la proporción será una de cada cinco personas hacia 2050, el envejecimiento de la población es un fenómeno que ya no puede ser ignorado».7

Para que ese envejecimiento no suponga una carga social, hay que plantear esa etapa como un ‘envejecimiento activo’, definido por la OMS como «el proceso de opti-mización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen».8 Implica entender esta etapa

de la vida como un ciclo más de crecimiento personal, añadiendo vida a los años y no solamente años a la vida.

Para conseguirlo, tienen especial importancia las re-laciones entre las distintas generaciones que conviven en una misma época, dentro y fuera del ámbito familiar, siendo lógico que los encuentros entre generaciones deban comenzar en la familia.

Hay que tener en cuenta que «sentirse necesario» es uno de los predictores de longevidad. En la mayor parte de estu-dios longitudinales las personas mayores que se sienten ne-cesitadas por los suyos suelen vivir más y mejor. Resulta por

tanto obsoleta la idea de que la gente mayor es la que recibe el cuidado de la familia. Ello es par-cialmente cierto y ocu-rre, sobre todo, en perso-nas mayores con serios problemas de salud. Sin embargo, son las perso-nas mayores quienes, en mayor proporción, son cuidadoras de los otros miembros de la familia.

En el mundo de hoy, los padres necesi-tan, para poder afron-tar la vida cotidiana,

que ambos trabajen y, por tanto, que «alguien» cuide de los hijos. Es cierto que existen guarderías, que la educación formal en la escuela comienza en edades tempranas, pero ello no es suficiente, y es entonces cuando los abuelos ejer-cen un papel esencial de cuidadores familiares.

Es cierto que debe evitarse tanto la sobreprotección como el llamado síndrome del abuelo o la abuela esclavos, que se da cuando no son capaces de decir que están ago-tados por el exceso de trabajo y las responsabilidades que han ido asumiendo al querer ayudar a sus hijos haciendo todo lo posible por sus nietos.

¿Cómo serán las familias del futuro? ¿Son compatibles las actuales políticas sociales y familiares con los cambios en los modelos familiares? Éstas y otras interrogantes se planteó un proyecto europeo titulado: «Families and Societies» (www.familiesandsocieties.eu), coordinado por la Universidad

UN CONSORCIO

PLURAL BUSCA

CAMINOS

de Estocolmo y financiado mayoritariamente por la Unión Europea (6.5 millones de euros). Empezó en febrero de 2013 y continuará hasta el 31 de enero de 2017. Sus objetivos principales son:• Investigarladiversidadde

formas de familia, de relación y de vida comunes en Europa.

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La investigación de las relaciones abuelos-nietos es amplia; sus más importantes resultados ponen de relieve que estas relaciones son recordadas como las más entra-ñables de la vida, los abuelos son no sólo cuidadores sino transmisores de experiencias familiares y se les percibe como valoradores y educadores en una serie de valores positivos. Finalmente, recordemos el papel extraordinario que los abuelos ejercen con los nietos como transmisores del saber, la historia y de los propios vínculos familiares, de los ancestros. LA IMPORTANCIA DE LAS POLÍTICAS PÚBLICASEn este contexto, la IFFD (International Federation for Family Development) se encuentra en una posición in-comparable para hablar de nuestra experiencia: ninguna otra organización de la sociedad civil abarca tantos países ni llega a tantas personas, con una acción que resulta especialmente valiosa por dos motivos: porque se centra

en prevenir los conflictos –de forma semejante a como la medicina preventiva ha supuesto una revolución para la salud pública– y porque no impone un recetario, sino que enseña a buscar soluciones personalizadas para cada situación: parafraseando el conocido proverbio, enseña a pescar en lugar de dar un pez.

Y nuestra experiencia demuestra que la solución no es reemplazar a las familias, sino tratar de ayudarlas y empoderarlas siempre que sea posible. «Los gobiernos no podrían reemplazar completamente las funciones que las familias cumplen para beneficio de sus miembros y prove-cho de toda la sociedad. Como ha señalado acertadamente Bronferbrenner en su testimonio ante el Congreso de los EUA, ‘la familia es el sistema más potente, más humano y más barato −con diferencia− que se conoce para transmitir competencia y carácter’. Pero las familias siempre llegan más lejos en un entorno político favorable, en el que, por ejemplo, los centros educativos favorezcan la participación de los padres, las empresas reconozcan las obligaciones familiares de sus trabajadores, las organizaciones tengan a la familia como el centro de su ideario y su práctica, y las leyes secunden el papel de los miembros de la familia como cuidadores, padres, cónyuges y trabajadores. Un co-metido esencial de los gobiernos consiste en complementar y apoyar las inversiones privadas que hacen las familias. Las políticas y los programas, las instituciones sociales y las normas y valores de la comunidad establecen el marco en el que las familias pueden cumplir sus funciones y adaptarse a las nuevas circunstancias cuando la situación lo exige».9

Es decir, la intervención del Estado no es eficaz cuando suple a la familia, pero sí que resultan hoy más necesarias que nunca las políticas y programas de ayuda pública, por-que el sistema de apertura a la vida por parte de las parejas ya no puede darse por supuesto.

Por diversos motivos, hay que compensar de alguna manera a quienes lo eligen, frente a quienes deciden no tener hijos y contar con más recursos, mientras que en el futuro se beneficiarán por igual, de esos hijos que aportarán los profesionales necesarios para que la sociedad funcione

• Valoraroevaluarlacompatibilidadde las políticas existentes con los cambios de la familia.

• Contribuirconevidencias−basadasen estudios sociológicos, no ideológicos−alaelaboracióndelaspolíticas públicas.

El proyecto ampliará nuestro conocimiento sobre cómo las políticas promueven entre las familias el desarrollo del bienestar, la inclusión y la sostenibilidad de la sociedad. Su enfoque multidisciplinario combina un amplio rango de expertos en ciencias sociales, leyes y

humanidades, representados en el consorcio formado por 25 socios de 15 países europeos y tres asociaciones civiles trasnacionales.

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Coloquio

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la investigación de las relaciones abuelos-nietos es amplia; sus más importantes resultados ponen de relieve que estas relaciones son recordadas como las más entrañables de la vida.

permitan trabajar juntos con todos los que no estén cegados precisamente por esa instrumentalización.

Ese «punto de encuentro» necesariamente se basa en la evidencia, frente a la mera opinión: evidence-based frente a ideology-based. Se trata de abarcar los tres aspectos en que la realidad puede relacionarse con las propuestas: uso de la sociología (evidence-based), conocimiento de las necesida-des de los destinatarios (evidence-informed) y capacidad de

saber si funcionaría, si funcionaría bien y cómo funcionaría (evidence-inspired).

Este planteamiento no es una táctica, ni siquiera una es-trategia, sino una convicción profunda: no es posible avanzar realmente en el contexto internacional si no se trabaja con

personas de todas las procedencias, siempre que actúen de buena fe; y ese trabajo pasa necesariamente por el respeto del camino que cada uno tiene hacia la verdad. Por otra parte, las verdaderas convic-ciones –por ejemplo, sobre la familia– sólo pueden contribuir a fiarse de que la realidad las confirmará, puesto

y, en muchos casos, para que la balanza fiscal siga estando equilibrada.

Si no, el tiempo, esfuerzo y dinero que las familias in-vierten en sus hijos no tiene un retorno social ni económico por parte de la sociedad que también se beneficia de ello, porque no existen instrumentos políticos que lo permitan.

LO MEJOR DE AMBOS MUNDOSConviene segmentar todavía más la afirmación anterior, aprovechando las aportaciones de Hakim. Su aportación demuestra que las mujeres no son un colectivo homogéneo sobre el que quepa generalizar. En función de su «teoría de la preferencia», distingue tres grupos de mujeres según sus aspiraciones y prioridades en la relación familia-trabajo.

En primer lugar estaría el grupo de las mujeres cen-tradas en su carrera profesional, que representan en torno a 20% de la población femenina. Otro grupo, con un por-centaje prácticamente idéntico, reuniría a las mujeres que dan prioridad absoluta a sus hijos y preferirían no trabajar.

Estos dos grupos tienden a ser muy estables y poco influenciables por políticas laborales o familiares a la hora de hacer sus opciones de vida, pero existe un tercer grupo, el más numeroso –aproximadamente 60% de las mujeres–, que busca «lo mejor de ambos mundos». Este grupo, que Hakim bautiza como adaptive group, trata de lograr el equi-librio entre la realidad familiar y profesional, y depende mucho del contexto político en que se encuentre.10

Hay que añadir además que no influye sólo que el con-texto favorezca la maternidad –en el sentido de que aporte la necesaria flexibilidad al mercado laboral que la permita, en lugar de la rigidez que supone un mercado hecho a medida del hombre, man-tailored–, sino que ese contexto tenga garantías de estabilidad, como demuestra el ejemplo de Francia. Si cada cambio de gobierno o de orientación política supone un cambio de contexto, falta la necesaria seguridad para un proceso que dura muchos años, como el de la crianza y educación de los hijos. UN NUEVO ESTILO EN LA SOCIEDAD CIVILEn realidad, el claro avance del po-sicionamiento de IFFD en Naciones Unidas y otras organizaciones interna-cionales responde a un planteamiento innovador: no instrumentalizamos a la familia para tratar de imponer unas convicciones religiosas o ideológicas que consideramos verdaderas, sino que consideramos que la familia es un «punto de encuentro» a partir del cual se pueden construir consensos que

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que son verdaderas: los datos nunca traicionan la verdad, si son ciertos y no se obstaculiza ni se impide la investigación.

Un vistazo al panorama de las organizaciones de la sociedad ci-vil muestra algo bien distinto, con carácter general y honrosas excep-ciones: la confesión y la ideología tienden a configurar posturas ex-tremadas e irreconciliables que, de hecho, han impedido un avance consolidado durante las últimas décadas. Las disputas sobre algo tan complicado como la definición de familia, las inclusiones y exclusiones termi-nan por esterilizar muchos esfuerzos bien intencionados, aunque con frecuencia difíciles de entender para quien de verdad quiera ayudar a las familias en todo el mundo. Por ejemplo, me parece que el lenguaje es importante, pero no hasta el punto de resultar obsesivo o paralizante.

Además, la consolidación de bandos enfrentados tiene muchos otros efectos colaterales que merece la pena evitar: el diálogo endogámico entre los «convencidos» termina por resultar incomprensible para el resto, la frustración por la falta de avances produce una visión negativa que no atrae a nadie ni conduce a ningún sitio, y el pesimismo resultante no permite ver que en los avances sociales tam-bién hay aspectos positivos que vale la pena incorporar.

DESCUBRIR A LA FAMILIA QUE DE VERDAD FUNCIONAEn resumen, no se trata de imponer un perfil determinado de familia, ni menos aún de volver atrás, sino de descubrir la familia que de verdad «funciona», que aporta más felicidad a la pareja, mejor educación a los hijos y más bienestar a la sociedad. Aunque todas las estructuras familiares y sociales sean respetables, no todas aportan los mismos beneficios.

Y no se trata sólo de una teoría. Entre otros ejemplos, la «Declaración de la sociedad civil» que hemos promovido con ocasión del XX Aniversario del Año Internacional de la Familia, a la que me he referido antes, ha tenido un éxito sin precedentes, puesto que se han sumado varios cientos de organizaciones nacionales e internacionales, así como medio millar de legisladores, académicos y representantes de la sociedad civil de 83 países. Su contenido quizá no satisfaga plenamente a todos y cada uno de los firmantes, pero desde luego supone un avance muy considerable respecto al consenso que se ha logrado en la sociedad civil hasta la fecha.

En conclusión, me gustaría repetir que la familia no es sólo la principal unidad básica de la sociedad sino también

1 The Family Watch, «La familia sostenible», Informe anual de 2009. Dispo-nible en: http://www.thefamilywatch.org/Informe2009.pdf

2 Cfr. www.familiesandsocieties.eu3 International Federation for Family Development, «Effects of social exclu-

sion as the result of family breakups on the elderly, women and children», Declaración ante la 50ª sesión de la Comisión de Desarrollo Social de NN UU, 1-10 de febrero 2012. Disponible en: http://www.un.org/Docs/jour-nal/asp/ws.asp?m=E/CN.5/2012/NGO/21

4 A/RES/68/136. Disponible en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/68/136

5 International Labour Office, «Global Employment Trends for Youth - Spe-cial issue on the impact of the global economic crisis on youth», 2010. Dis-ponible en: http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_emp/---emp_elm/---trends/documents/publication/wcms_143349.pdf

6 United Nations Department of Economic and Social Affairs - Population Division, «International Migration in a Globalizing World: The Role of Youth», Technical Paper No. 2011/1, 2011.

Disponible en: http://www.un.org/esa/population/publications/techni-calpapers/TP2011-1.pdf

7 ‘Ageing in the Twenty-first Century. A celebration and a challenge’, Nacio-nes Unidas, 2012.

Disponible en: http://www.unfpa.org/webdav/site/global/shared/do-cuments/publications/2012/UNFPA-Exec-Summary.pdf

8 http://www.who.int/ageing/active_ageing/en/.9 Karen Bogenschneider, olivia little, theodora ooms, sara Benning, and

Karen cadigan, «The Family Impact Rationale - An Evidence Base for the Family Impact Lens», Policy Institute for Family Impact Seminars, 2012.

Disponible en: http://www.familyimpactseminars.org/fi_rationale_0712.pdf10 catherine haKim, Work-lifestyle choices in the 21st century: preference theory,

Oxford University Press, 2000.11 Nota conceptual para el Día Internacional de las Familias de Naciones Uni-

das, 15 de mayo 2014. Disponible en: http://www.un.org/esa/socdev/family/docs/IDF2014/

IDF2014BACKGROUNDNOTE.pdf

la familia no es sólo la unidad básica de la sociedad, es también el principal agente de desarrollo sostenible, social, económico y cultural.

el principal agente de desarrollo sostenible, social, económico y cultural, y que esto resulta evidente para la inmensa mayoría de las organizaciones políticas, la sociedad civil, la academia y el sector privado.

Como ha señalado la nota oficial, de pre-paración del último

«Día Internacional de las Familias en Naciones Unidas», «las familias estables son el fundamento de las sociedades fuertes: cuando se rompen, los costos son elevados, las so-ciedades sufren y los gobiernos tienden a invadir su papel.

»Aunque no se ha alcanzado un consenso formal sobre su definición, lo que puede ser un obstáculo para un di-seño y puesta en práctica efectivos de políticas familiares, existe un reconocimiento universal sobre la importancia de la familia, que permite centrarse en sus funciones y en la evaluación del impacto de esas políticas desde el punto de vista de la familia».11

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Coloquio

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La realidad familiar es la más importante y entrañable para la mayoría de las personas; es lógico que sea la protagonista principal de innumerables historias en la televisión. Con un breve recorrido por algunas de las series más exitosas, la autora invita al lector a reflexionar sobre ellas y analizar qué sentimientos y emociones le provoca cada una.

maría Teresa Nicolás Gavilán

Series de televisión

Cuando volvemos al hogar paterno, una grata experiencia es mirar con nostalgia las fotografías del salón familiar, las que penden de las paredes de nuestras antiguas habitaciones o adornan las

mesitas de noche del cuarto de nuestros padres.Imágenes tiernas de bebés en paños menores, ingenuas

miradas de niños en su Primera Comunión, la patética foto

del título académico y las dulzonas de los recién casados posando en el estudio fotográfico. Cada uno de esos pedazos de papel coloreados arranca una sonrisa. Evoca momentos entrañables y remueve emociones.

Mi padre es un convencido de que con un cúmulo de imágenes se puede contar la historia de una familia. En casa tenemos más de 75 álbumes –todos numerados– que narran

The Addams Family (1964) The Ingalls The Middle

LA FAmILIA, INmORTAL protagonista

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las peripecias familiares en ambos lados del Atlántico, desde los orígenes hispanos hasta la primera bisnieta chilanga.

RASGOS SOBRE PROTOTIPOS FAMILIARES De igual modo, en la narrativa seriada encontramos un buen álbum fotográfico para conocer los trozos de una historia; con la enorme ventaja de que son imágenes sonoras y en movimiento. Las series de televisión centradas en la familia nos permiten conocer rasgos sobre «prototipos familiares».

Lo anterior, además de ser entretenido y con base en la propia experiencia, resulta ser científico. Narrative Inquiry,1 o historias de vida, es una metodología cualitativa de las ciencias sociales que se centra en conocer –a partir de fotografías, autobio-grafías e historias– lo que para una persona significa un acon-tecimiento, y qué conocimiento le suscita.

En este artículo me propongo esbozar las líneas maestras para que tú, lector, pintes tus conclu-siones sobre las imágenes de fa-milia que muestra la pantalla y descubras qué conocimiento sig-nificativo te deja o te ha dejado el consumo de series familiares.

ENTRE LAS DÉCADAS 50 A 70 La década de los 50, considerada la «Edad dorada» de la televisión, comenzó sus primeras transmisiones seriadas en blanco y negro, mostrando los avatares de distintos tipos de familia.

I love Lucy fue una de las primeras series de comedia. Retrataba la vida cotidiana de un matrimonio intercultural. Lucy es la mujer cubana independiente, que quiere salir de su casa y conseguir el sueño de su vida. Ricky encarna al hombre americano promedio, que desea por esposa a una buena ama de casa. A lo largo de seis temporadas se presen-tan dos visiones sobre el papel de la mujer: en su hogar y en el mundo, utilizando el recurso de los gags, o humor trans-mitido en imágenes. Sería interesante conocer la opinión de la segunda ola del feminismo sobre esta cuestión.

Los años 60 continúan la tendencia de la década anterior al plasmar en la pantalla a la típica familia americana como un modelo protagónico. En cada capítulo, alguno de sus

miembros enfrenta un problema que resuelve de manera positiva con el propósito de ofrecer una moraleja.

Muy novedosas fueron The Addams Family (1964) y The Munsters (1964), que además recurrieron a una fórmula exitosa: presentar personajes típicos del terror en tramas cómicas. Cada capítulo versa sobre situaciones cotidianas, como el primer día de colegio del niño o la llegada de nuevos vecinos, que toman un cariz cómico a raíz del contraste entre la normalidad de los estadounidenses y la peculiaridad propia de esas familias. Cuestiona con fina ironía el concepto mismo de normalidad.

The Munsters ya es un clásico. Llego a esta conclusión tras analizar la parrilla –programación– televisiva mexicana y

constatar que de enero a abril de 2014, The Munsters se transmitió de lunes a viernes a las 16:00 hrs en Cadena 3.2

En el cambio de década apa-rece otra serie que destaca por su gran aceptación y penetración en la cultura popular: Bonanza estu-vo 14 años en pantalla, del 12 de septiembre de 1959 al 16 de enero de 1973, abordaba los problemas de la familia Cartwright, dueños del rancho «La Ponderosa».

Con la televisión a color −aportación mexicana, por cier-to− las historias familiares de los años 70 crecieron en complejidad

y dramatismo. Un claro ejemplo es la longeva The Ingalls, se-rie producida y transmitida por la cadena NBC y uno de los primeros ejemplos de cultura mainstream, ya que fue doblada a varios idiomas para su emisión global. Contó con 203 epi-sodios en 8 temporadas. Basada en el libro de Laura Ingalls del mismo nombre, trata de la vida de trabajo y alegrías de Charles Ingalls, su esposa Caroline y sus tres hijas.

Al finalizar la década surge una comedia que aborda un tema delicado y complejo en el imaginario norteamericano: las relaciones interraciales. Different Strokes contó, entre 1978 y 1988, la historia del excéntrico millonario Philip Drummond (caucásico), quien tiene una hija propia, Kimberly, y adopta a dos pequeños afroamericanos, Arnold y Willis Jackson, hijos de su fallecida mucama. Juntos viven en un penthouse en Park Avenue, Nueva York. Seguro que resuena en tu cabeza aquella frase estrella «¿de qué estás hablando Willis?» que, de haber existido Twitter, se hubiera convertido en un trending topic.

en ciertas series, en cada capítulo algún miembro de la familia enfrenta un problema que resuelve de manera positiva con el propósito de ofrecer una moraleja.

Doctora en Comunicación (Universidad de Navarra). miembro del Sistema Nacional de

Investigadores. Chair of the Working Group of «Ethics of Society and Ethics of Communication»,

International Association of media Communication Research (IAmCR). Directora de la licenciatura en

Comunicación (Universidad Panamericana, campus méxico). Fundadora y directora del grupo de

investigación «El ADN de las Series».

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Coloquio

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UNA MIRADA DIFERENTEEn los años 80, las historias cam-biaron. Ya no muestran a las tí-picas familias conformadas por papá, mamá e hijos, que aparen-tan ser perfectos. Plantean temas como el divorcio y las familias disfuncionales; en las comedias sin embargo, todos seguían sien-do felices al final.

Esto se observa en series de corte familiar como Married with Children Growing Pains (1985), Alf (1986), Full house (1987)3 y The Wonder Years (1988), esta última considerada en el número 29 de la lista de los 100 mejores programas de televisión de todos los tiempos. Este programa, de la cadena ABC, estuvo al aire durante seis años. Narraba la realidad social y política que vivió la sociedad estadounidense a finales de los 60 y principios de los 70 a través de la mirada de un chico que entraba a la adolescencia y que tenía que lidiar con los problemas propios de la edad, la familia y los amigos. Por medio de una narrativa con toques cómicos y poéticos trata un tema fundamental: «crecer pasa en un parpadeo. Un día estás en pañales y al siguiente ya no estás».4

Los años 90 traen varias series cuya temática central es la familia, con características de la época en la evolución de los personajes y el tratamiento de temáticas más comple-

jas en situaciones más realistas. En el género de comedia destaca The Fresh Prince of Bel Air, protagonizada por Will Smith. También The Nanny, con el particular sentido de la moda y el vestir de Fran Drescher, contrastado con la «cla-se» de Maxwell Sheffeild, un viudo magnate productor de Broadway que de casualidad contrata a una vendedora de cosméticos para que cuide y eduque a sus tres hijos. No me extraña que durante el primer semestre de este año Fran aparezca de lunes a viernes en Cadena 3 y que también la encontremos en Netflix.

En 2000 se estrenan tres series que han hecho historia. Malcolm in the middle tiene como narrador a un niño súper dotado que cuenta la historia de su peculiar familia, cuyo padre es interpretado por Bryan Cranston, a quien luego veremos transformado en Walter White.

Otra extraordinaria serie −en el sentido lato de la palabra− que muestra la arquetípica lucha del bien y el mal es Smallville. Dedica sus primeras cuatro temporadas a narrar la génesis de Superman, nos introduce en el núcleo familiar de la granja de los Kent cuyos pilares son amor: confianza y responsa-

bilidad. El otro gran escenario es la fría mansión de los Luthor cimentada sobre la competencia, la traición y el rencor.

En la misma década se emite Gilmore Girls, serie de drama y comedia, «dramamedia»− que retoma temas comunes de la vida familiar en el hogar uni-parental de Lorelai Victoria Gil-more y de su hija Lorelai «Rory» Leigh Gilmore. La serie sigue las peripecias de madre e hija durante varios años, con temas como los novios y las rupturas

de ambas, la apertura de un hotel por parte de Lorelai y la educación de Rory, incluyendo su ingreso a la prestigiosa universidad de Yale.

Caracterizan esta serie el alto ritmo de los diálogos y las continuas referencias culturales a la música rock y pop, el cine, la literatura, la política, etcétera; y presenta un punto de vista y enfoque femenino en su manera de entender el hogar, ya que la guionista Amy Sherman-Palladino escribió las primeras seis temporadas. Me sorprende cuántas alum-nas de la universidad me comentan que ellas y su madre se identifican con las protagonistas.

TODO EVOLUCIONA En el último lustro encontramos muy buenas series y quiero presentarlas amparadas en una reflexiones académicas. Como dije en un artículo previo publicado en esta revista («El ADN

en los años 80, las historias ya no muestran a las típicas familias conformadas por papá, mamá e hijos, que aparentan ser perfectos.

Gilmore Girls

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Coloquio

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Coloquio

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de las series. Entretenimiento de calidad con impacto emocio-nal». istmo 332, junio-julio 2014), las series proponen modelos y muestran estilos de vida.5 Algunos tienen que ver con roles familiares, es decir con modos de ser padre, madre e hijos.

Es oportuno traer a colación el trabajo James Lull, para quien uno de los usos relacionales de la televisión es el de competencia y dominio, que se refiere a la representación simbólica de los roles de los personajes televisivos. Habla en concreto de los roles familiares, considera que confirman las percepciones familiares de la audiencia. Es decir cuan-do el comportamiento de un actor o una actriz recalca el modo en que el espectador se comporta en circunstancias similares, la experiencia puede ser útil al espectador como un instrumento para demostrar la competencia del rol a otros miembros de la familia.6

De las series actuales que se emiten en pantalla y presentan roles familiares, destaco cuatro ejemplos.

Empiezo por dos series de comedia, que si bien com-parten años de producción y emisión, son muy distintas en los modelos o roles de familia que presentan, Modern Family y The Middle. En mismo nombre de la primera indica el punto de partida de guionistas y pro-ductores: presentar lo que ellos

consideran que es una familia moderna. La serie gira en torno a tres familias relacionadas a través de Jay Pritchett y sus dos hijos, Claire Dunphy y Mitchell Pritchett. Jay, el patriarca, está casado en segundas nupcias con Gloria una joven y apasionada madre colombiana, que, con la ayuda de Jay, cría a su hijo Manny, fruto de un matrimonio anterior. Claire es una exigente mujer y ama de casa, esposa de Phil, agente inmobiliario que se autoproclama un padre cool. Tienen tres hijos: Haley, típica adolescente más preocupada por su estatus social que por sus estudios; Alex, la inteligente hija mediana y Luke, el poco convencional y despistado hijo pequeño. Mitchell, el otro hijo de Jay, es un abogado, que vive con su pareja, Cameron –en posteriores temporadas

se casan− y adoptan a Lily, una niña vietnamita.

Por otra parte The Middle pre-senta a los Heck, encabezados por Frankie, la «supermadre» de una muy particular familia y esposa de Mike. Día a día, ella lidia con su trabajo en la tien-da de autos usados, mientras se asegura de tener bajo control a su hijo mayor, Axl, reforzar la autoestima de Sue, la hija del me-dio, y respetar la peculiaridad de su hijo menor, Brick. Aunque emplean métodos poco conven-cionales, Frankie y Mike se han esforzado por inculcar buenos modales y sólidos valores a sus hijos. Por eso, a pesar de su tor-pe y descuidada apariencia, los Hecks son definitivamente una de las familias más nobles y di-vertidas de la televisión.

El éxito The Middle nos ha-bla de que hay una parte de la sociedad americana y mundial que disfruta –por eso las ve− con las peripecias de esta familia tra-dicional que me recuerda a las comedias de los años 60, donde cada personaje enfrentaba en los capítulos algún problema, pero lo resolvía positivamente y salía ai-roso de la situación aprendiendo una lección. Esto es clave en la se-rie y cada capítulo comienza con la voz en off de Frankie haciendo una reflexión sobre la familia.

Smallville narra en las primeras cuatro temporadas la génesis de superman y el núcleo familiar de la granja de los Kent cuyos pilares son amor: confianza y responsabilidad.

Smallville

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Si cambiamos a las series de género dramático, encontramos un claro ejemplo que muestra los estereotipos: Mad Men, que transmite la cadena AMC desde 2007. Esta serie retro, situada en los años 60, muestra la vida privada de cada personaje, re-presentando costumbres de la sociedad norteamericana. Don, el personaje principal tiene la familia ideal, su esposa es una perfecta mujer y ama de casa que cuida día y noche de sus dos pequeños. Él es un creativo pu-blicitario, hombre de éxito que –aparentemente− tiene todo lo que quiere en la vida. Podemos ver cómo se representa a los sectores de la sociedad estadounidense y la cultura de la década, en donde reina el tabaquismo, la bebida, el machis-mo, el sexismo, el adulterio y el racismo.

Cierro este sucinto recorrido con broche de oro, una serie que nos obliga a mirar a Inglaterra y su costumbrista serie Downton Abbey, ambientada en el Courtyard británico, en la Abadía Downton, casa señorial del conde de Grantham. La serie comienza en 1912 y durante varias décadas narra las aventuras y desventuras de una familia aristocrática británica, los Crawley y de las personas a su servicio. Es in-teresante considerar la doble imagen de familia: la de sangre y una especie de familia por afinidad formada por quienes atienden a los dueños de la casa. Entre ambos grupos se establecen relaciones que van desde la admiración hasta la afinidad y una culmina en el matrimonio. La serie muestra cómo evolucionan en la opinión pública los roles familiares, además aborda temas como el matrimonio concertado, las relaciones prenupciales, los hijos nacidos fuera del matrimo-

nio y la exclusión de la mujer en la línea sucesoria... Inteligente y elegante, el programa es una particular lección de sociología inglesa de principios de siglo.

Este rápido y breve periplo por la imagen de las familias en las series de televisión pide de ti, lector, acción. Como dije al prin-cipio, propongo que descubras qué conocimiento significativo te dejó y te continúa dejando el consumo de series familiares. Te toca echar a volar la memoria y recordar qué series han marcado

tu vida y preguntarte el porqué. Reflexiona si sus personajes te impactaron emocionalmente y quizá descubras cosas de las que no eras consciente, o no del todo. Esto te ayudará a deci-dir qué series quieres que formen parte tu álbum familiar y se acomoden en tu mundo interior, tu propio hogar íntimo.

1 d. Jean clandinin, Handbook of Narrative Inquiry: Mapping a Methodology, Sage 2007, California

2 Para esta investigación −junto con la estudiante Malu Mendoza−, se mo-nitoreó la programación televisiva de los seis primeros meses del año. Se analizó la parrilla de los principales canales de televisión abierta y de cable en México y se revisó la oferta de portales de streaming.

3 Interesante serie que presenta una nueva estructura de hogar, ya que Dan-ny Tanner (John Stamos), al enviudar y tener que hacerse cargo de sus tres hijas, pide ayuda a su mejor amigo y a su cuñado, quienes terminan viviendo en su casa.

4 Última línea del episodio final de la serie.5 Nicolás gavilán maría teresa. «El ADN de las series. Entretenimiento de

calidad con impacto emocional» Istmo No. 332 junio-julio de 2014.6 lull, James «The Social Uses of Television». 1980. Human Communication

research, 6, 197-209.

¿Qué conocimiento significativo te deja el consumo de series familiares, cuáles quieres que formen parte de tu álbum familiar y se acomoden en tu mundo interior?

Modern Family

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Las series más gaLardonadas

SERIE AñO y CAdENA Rating PREMIOS

ILoveLucy

1951-1957 CBS

1951–1952 50.9 1952–1953 67.3 1953–1954 58.8 1954–1955 49.3 1955–1956 46.1 1956–1957 43.7

The Wonder Years

1988-1993 ABC

nielsen Ranking 1a temporada: # 16

última temporada # 44

Globo de oro 1989 Mejor serie, comedia o musical

Premios Emmy 1988 Mejor serie de comedia 1989 Mejor dirección en serie de TV (Peter Baldwin) 1990 Mejor dirección en serie de TV (Michael Dinner) 1990 Mejor guion (Bob Brush) 1991 Mejor dirección en serie de TV (Peter Baldwin)

Gilmore Girls2000-2007

Warner Channel/ CW

1a temporada: 3.6 millones de vistas

Última temporada: 3.7 millones de vistas

American Film Institute Award Emmy Mejor maquillaje en un episodio

young Artist Awards Mejor serie de drama familiar

The Nanny

1993-1999 CBS

1a temporada: 9.5 millones de vistas

Última temporada: 9.3 millones de vistas

Premios Emmy 1995 Mejor vestimenta en una serie

young Artist Awards 1996 Mejor desempeño por un actor joven (Benjamin Salis) TV Land Awards Favorite Nanny (Fran Drescher)

Downtown Abbey

2010 a la fecha ITV Va en la cuarta temporada

Ganó dos Globos de Oro

Premios Emmy Mejor miniserie de TV Mejor actriz de reparto en miniserie o telefilm (Maggie Smith) Mejor dirección en miniserie o TV Movie (Brian Percival) Mejor guion miniserie o TV Movie a (Julian Fellowes)

Premios TP Mejor serie extranjera 2012

Premio Ondas7 Mejor ficción extranjera 2012

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Coloquio

A pesar de sus múltiples transformaciones, la familia permanece incluso en sociedades complejas y diferenciadas como la nuestra pues, aunque las tendencias destructivas se propaguen al margen de ella o en su seno, la familia es el mejor lugar para desarrollar nuestras potencias humanas.

Ricardo marcelino Rivas García

proVee DE SENTIDO A LA VIDA

La familia

Por qué no todos los seres humanos tenemos la misma concepción universal del bien? o ¿por qué existen personas cuya escala de prefe-rencias y motivaciones se rige por tendencias

negativas, destructivas o «malas»?

Investigaciones en los campos de las neurociencias, la biología y la etología han mostrado avances impresionantes en materia del comportamiento, tanto psicológico como moral. Por ejemplo, el psicobiólogo Marc Hauser afirma la existencia de una «mente moral»1, cuyo funcionamiento es

¿

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similar a la capacidad del lenguaje y permite que los seres humanos, desde temprana edad, construyan una diversa gama de concepciones morales.

Ahora bien, si la postura de Hauser es correcta, ¿por qué nuestras acciones morales no son las mismas? Esto indica que, aunque parezca un lugar común, la moral tiene una fuerte dosis de aprendizaje social y el primer espacio donde se desenvuelve es en la familia.

TRANSFORMACIONES DE LA FAMILIAExisten diversas teorías sobre el origen de la familia. La antropología estructuralista considera el matrimonio como resultado de una alianza entre familias. Claude Lévi-Strauss (1829-1902), principal representante de esta corriente, destacó algunos principios universales de la unión matrimonial: la prohibición del incesto y la división sexual del trabajo que dio lugar a la formación de la estructura familiar.2

Anthony Giddens, representante de la teoría materialis-ta, dice que se puede hablar de familia nuclear, que «consiste en dos adultos que viven juntos en un hogar con hijos pro-pios o adoptados», y de familia extensa, en la cual, «además de la pareja casada y sus hijos, conviven otros parientes, bien en el mismo hogar, bien en contacto íntimo y continuo».3

En nuestra cultura occidental la institución familiar ha sufrido transformaciones y ha transitado por diversas eta-pas, de las cuáles se pueden identificar tres:4

1. Familia premoderna. También conocida como familia extensa, que incluye a los abuelos, tíos, primos y otros parientes, sean consanguíneos o afines. Se caracteriza por un amplio número de individuos.

2. Familia moderna. Llamada también familia nuclear, donde el número de individuos se reduce al núcleo fa-miliar y se reorganizan en torno a él las relaciones intra-familiares y funciones sociales. Rompe con esquemas y redefine los objetivos en un contexto social y cultural di-ferenciado, complejo, racionalizado e individualizado.

3. Familia posmoderna. En principio podemos seña-larla como una familia des-estructurada. No en el sen-tido de disfuncional sino en el de su descomposición y recomposición alejadas de los modelos tradiciona-les, como todo aquello que lleva el calificativo «pos-moderno».

Es «incierta» pues comparte el rasgo de la incerti-dumbre contemporánea.5 Para describir más este proce-so, recupero tres rasgos de las sociedades secularizadas, evidentes en la institución familiar posmoderna:6

a. Diferenciación. La familia sufre un cambio en su es-tructura, se diferencia de las formas tradicionales, no se concreta a un modelo único y no reconoce arqueti-pos.

b. Racionalización. Es una entidad planificada bajo los parámetros actuales de costo-beneficio, utilidad y bienestar individual.

c. Mundanización. Se manifiesta en el proceso gradual de su desacralización, que ha provocado la ruptura de los vínculos nucleares y consanguíneos; y la plurali-zación de modos de entrada, permanencia y salida de la vida familiar desconocidos hasta el presente. Este fenómeno se da en los modelos ideales de constitución de la vida familiar, de forma que comportamientos an-tes considerados disfuncionales, hoy son comunes y tolerados.7

La familia, en términos seculares o mundanos, se considera una institución social y, por tanto, cambiante y perecedera. De acuerdo con ello, y por las transformaciones de la cultura actual, podríamos pensar que se encuentra al borde de la extinción. Sin embargo, debido a las funciones que desde sus orígenes y hasta nuestros días realiza, difícilmente podrá desaparecer del sistema social.

La «centralidad» de la familia se manifiesta en su fun-ción socializadora, misma que ejecuta mediante el apoyo emocional y la formación de la personalidad, de los niveles de responsabilidad, autonomía psicológica y moral y la incorporación del individuo a la vida social.

NOS HACE SERES SOCIALES Y MORALESSi bien los seres humanos tenemos una «moralidad inna-

ta», ésta se forma en la familia, ámbito en el que se comienza a ser social y cultural. Ahí se for-ma nuestra «conciencia moral», entendida como el conjunto de prohibiciones o prescripciones que nos acompañarán a lo largo de nuestra vida.

Desde niños interiorizamos los mandatos de la autoridad, la necesidad de seguridad y pro-

Doctor en filosofía (UNAm). Profesor de la Facultad de Filosofía y del Instituto Superior de Ciencias Religiosa (Universidad Pontificia de méxico), investigador de la

Universidad Intercontinental. Autor de Razón, progreso y utopía. Relectura de la noción de progreso a partir de la ética

del discurso y Ensayos críticos sobre la posmodernidad. La crisis del sentido moral de la vida y de la historia.

la salud de la sociedad tiene sus bases en la familia, que se encarga de organizar la vida colectiva en la que participan los individuos.

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tección derivadas de las figuras paterna y materna; los rasgos y conductas parentales amoro-sas; etcétera, de tal manera que quien es amado y protegido aprenderá a amarse y a prote-gerse.

Por lo que se refiere a la socialización, la familia es el primer espacio en donde se deposita y transmite la heren-cia social y cultural. El antropólogo Edward Burnett Tylor (1833-1917) afirmaba que la cultura se refiere a todos los conocimientos, creencias, capacidades, hábitos y técnicas adquiridos o heredados socialmente y que determinan el tejido de nuestra vida. La cultura es el elemento aprendido y la familia es la primera institución que la comunica al interior (familia conyugal o nuclear) y al exterior (familia extensa, consanguínea).

Desde el punto de vista de la formación de la personali-dad, la cultura es el conjunto de normas, pautas y patrones de conducta que sobrepasan al individuo. En la institución familiar se adquieren y transmiten pautas implícitas y ex-plícitas de y para la conducta, mediante símbolos exclusivos del grupo cultural al que ella pertenece. Así, la dimensión normativa de la familia es el espacio de reproducción de la cultura en pequeña escala.

¿CUÁL ES SU FUNCIÓN? La institución familiar a lo largo de la historia ha demostra-do satisfacer necesidades básicas, tanto individuales como sociales, y se caracteriza por su capacidad para ajustarse a las condiciones más cambiantes. No sólo es especialista en el cumplimiento de algunas funciones esenciales, también ha sido capaz de sobrevivir, sobreponerse y adaptarse.

Émile Durkheim, sociólogo francés, desarrolló el concep-to de anomia para identificar el momento en que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para inte-grar y regular adecuadamente a los individuos, generando fenómenos como el suicidio.8

La sociedad cumple dos funciones: integrar y regular; cuando la segunda no se ejerce de manera adecuada, los individuos se encuentran en una situación de anomia, es decir, carecen de un cuerpo de normas que gobiernen las relaciones entre las diversas funciones sociales que cada vez se tornan más variadas. Esto se manifiesta en la decadencia de los controles a los que los individuos estaban sometidos

y con ello de los límites a los que debían acotar la acción indivi-dual. De esta forma las personas dejan de tener clara la diferencia entre justo e injusto, legítimo e ilegítimo.9

Para Durkheim las razo-nes de la anomia son el debili-tamiento del vínculo marital y el deterioro de las relaciones intrafamiliares ocasionado por la transformación de las insti-tuciones sociales tradicionales. Dicho cambio acarrea que, los deberes que mantenían sujetos

a los miembros de una familia, sean menos respetados y se desenfrenen o desajusten las pasiones que esta institución de la moral contiene y reglamenta. Esto provoca un desen-canto que posiblemente incremente la tasa de suicidios por insatisfacción y vacío.10

Desde esta perspectiva, la salud de la sociedad se cimenta en la familia ya que es la encargada de organizar la vida colectiva en la que participan los individuos quienes, para evitar perder el sentido de sus acciones, necesitan que las diversas esferas de su vida (doméstica, profesional, cívica, entre otras) estén reguladas.

Las normas son necesarias ya que, de lo contrario, un deseo libre de todo freno y regla sólo causará constantes tormentos. Para experimentar un placer al actuar es necesario creer que las acciones sirven para algo, es decir, que confor-me se realizan nos acercan al fin planteado. Si no existe esta

Cuando hay anomia decaen los controles,

los límites y la diferencia

entre justo e injusto, legítimo e ilegítimo.

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Versión reducida y adaptada del original publicado en Efemérides Mexicana («La familia como fuente de moralización, socialización y humanización: una perspectiva interdisciplinar», vol. 32, N° 95, mayo-agosto 2014).

idea de perspectiva, no importa el esfuerzo, no se sentirá que el fin está más cerca, generando tristeza y desaliento.

La educación ocupa un papel central como la encarga-da de formar al individuo en la contención de sus pasiones. Esta capacidad se aprende desde pequeño, principalmente a par-tir de las enseñanzas de los pa-dres, mentores del seno familiar, los cuales deberán de inculcar la importancia de moderar los deseos, limitar los apetitos y definir objetivos, de forma que se pueda lograr la felicidad al llegar a la adultez, gracias a la existencia e imposición de límites.11

Podemos identificar a la familia y el vínculo marital como un orden social que nos permite experimentar nuestra vida como provista de sentido. La familia es un instrumento nómico a partir del cual el individuo configura su identidad –lo que en términos psicológicos se refiere a la personali-dad–, y la sociedad encuentra o construye sus referentes e instituciones.12

EN LA FAMILIA NACE EL CIUDADANOLa institución de la familia no desaparecerá porque es una red imprescindible de apoyo, garantía, gestión y promoción de necesidades humanas básicas. Sin ella, la sociedad carecería de soporte. A pesar de las múltiples transformaciones de la realidad social, histórica y cultural, son imprescindibles las funciones básicas que realiza la familia para que los seres hu-manos no solamente sobrevivan, sino que tengan una «vida buena», plenamente humana.

A pesar de todas sus limitaciones, y posibles defectos, es un lugar de humanización. No existe otra institución alterna-tiva que pueda lograrlo. La familia supone el salto cualitativo de la animalidad a la organización humana, marca la superación de la horda e indica el comienzo de lo humano, es el «segundo útero» donde se culmina la gestación de la identidad de la persona y es también donde sucede la «socialización». En ella se forma la personalidad socio-cultural, mediante la primera socialización, el reparto de roles, la configuración del sistema normativo y la incorporación a un universo axiológico. Ésta es su función central: «sólo en la familia puede lograrse la socialización del hombre».13

La familia tiene un papel decisivo en la construcción de la personalidad pues proporciona al individuo una consistencia básica (seguridad, afecto) y una estructura comunicativa primordial. Por ello dirá Juan Pablo II: «cuando falta la familia, se crea en la persona que viene al mundo una caren-

cia preocupante y dolorosa que pesará posteriormente durante toda la vida».14

Finalmente, en la familia nace, en cierta medida, el ciuda-dano porque inserta al individuo en la política, la cultura, el Esta-do y la Iglesia. Posibilita encuen-tros entre personas y hace seres para el encuentro. Por ser un ámbito humano primigenio, «la familia es la única comunidad a salvo en la sociedad individua-lizada y atomizada de nuestro

tiempo».15 Es un lugar de trasiego, descanso y recuperación entre lo público y lo privado.

la familia supone el salto cualitativo

de la animalidad a la organización humana,

marca la superación de la «horda» e indica el comienzo de

lo humano.

1 m. hauser: La mente moral: cómo la naturaleza ha desarrollado nuestro sentido del bien y del mal, Barcelona 2008, cap. IV, pp. 201-288.

2 m. Burin–i. meler: Género y familia. Poder, amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad, Buenos Aires, 2006.

3 a. giddens: Sociología, Madrid 1998, p. 1904 t. Parsons: «La estructura social de la familia» en E. Fromm– M. Horkhei-

mer–T. Parsons y otros, La familia, Barcelona 1986, pp. 31-655 u. BecK: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Barcelona 1994.6 Para un abordaje más amplio de estos rasgos de la sociedad secular cf. R.

Rivas, «‘Secularización’ y ‘Post-secularización’: ambigüedades, paradojas y desafíos para el cristianismo», Mayéutica 39 (2013) pp. 275-296, especial-mente pp. 281-284.

7 g. meil: La postmodernización de la familia española, Madrid 1999, p. 1818 El término anomía (o anomia de ’avoμía) se refiere al conjunto de situacio-

nes que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación: cf. É. durKheim: El Suicidio, Buenos Aires 1998, 10-15; É. durKheim: La División del Trabajo Social, México 1998, pp. 79-95

9 É. durKheim: El Suicidio, pp. 237-25210 É. durKheim: La Educación Moral, Madrid 2002, p. 9911 Ibíd. pp. 97-9912 Cfr. P. Berger: «El matrimonio y la construcción de la realidad», Estudios

Públicos 41 (1993) 117-138.13 r. König: La familia en nuestro tiempo, Madrid 1981, p. 5214 Juan PaBlo ii: Carta a las familias, n. 2, 1994 www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1994/documents/

hf_jp-ii_let_02021994_families_sp.html, 07.05.2014. 15 v. camPs: El siglo de las mujeres, Madrid 1998, p. 55

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Se dice que frente al arte contemporáneo hay dos posturas: o lo aprecias o eres un ignorante que no lo entiende. Sin embargo, ¿es verdad que un urinario o una pala para nieve pasan por obras artísticas? Ambos son objetos colocados en una realidad que no les corresponde, ésta es la esencia del arte contemporáneo que exige ir más allá y buscar significados no previsibles.

Ma. de Lourdes López Gutiérrez

Cómo entender el arte contemporáneo

¿UnA provocació

n

A LA inteligencia?

En 1993, Gabriel Orozco, uno de los más afamados artistas contemporáneos de México, envió a la bienal de Venecia una caja de zapatos vacía. La obra, ¿o habría que decir el acto? fue recibida con beneplácito

por quienes aplauden las expresiones artísticas poco conven-

cionales y vista con escepticismo por quienes sospechan que tras el arte conceptual se esconden prácticas poco serias.

Hace unos meses, en la Feria de Arte Zona Maco me topé con una obra similar: una caja de cartón vacía, cuya presencia allí pudo haber sido para transportar otras obras.

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Eso pensaría un sujeto medianamente educado en las artes tradicionales, pero no, se trataba de una obra expuesta para su virtual venta a los coleccionistas de arte.

No es mi intención cuestionar la obra de Orozco, a quien debo el respeto y reconocimiento como artista de talla inter-nacional, ni la del autor de la segunda caja, cuyo nombre no aparecía cerca de la obra, sino reflexionar acerca del camino que ha recorrido el arte para que una caja de cartón vacía al-cance el estatus de objeto artístico, sea motivo de admiración, o al menos de polémica y ocupe en el futuro alguna página en los libros de historia del arte.

LOS CACHARROS SE VUELVEN ARTETodo empezó cuando Marcel Duchamp, a principios del siglo XX, se propuso romper con algunos de los más añejos cáno-nes del arte exponiendo sus Ready-mades, obras hechas «en el momento y para el momento», que consistían en objetos de uso cotidiano, algunos, por cierto, bastante usados. Me refiero a obras como la Rueda de bicicleta, el Portabotellas, La Fontaine (un urinario), Antes de la fractura del brazo (una pala para nieve) y otros memorables cacharros que hoy ocupan lugares importantes en los museos del mundo.

Estos objetos, fabricados para un fin utilitario, responden a una serie de condicionantes como material, tamaño o cali-dad, y se valoran en la medi-da en la que sirven para lo que fueron hechos. El acto de decla-rarlos obras de arte, un acto lingüístico cuya función es mo-dificar la realidad, implica un proceso de resignificación del objeto que lo coloca en un nuevo estatus, el de obra de arte.

El espectador tiene entonces que movilizar una serie de referentes culturales para encontrar el sentido de la obra: no puede verla ya como el objeto original, porque ha perdido su función primaria, tampoco supone una experiencia estética, ¿qué hacer entonces?

Cuántos nos hemos cuestionado esto frente a una ex-posición de arte contemporáneo; no consideramos tener los argumentos para realizar una crítica ni las bases para apreciar su valor. Una de las reacciones más comunes es el escepticismo y la inevitable pregunta, ¿por qué esto es arte?

Apreciar la belleza de La Piedad de Miguel Ángel, la grandeza de La Historia de México de Diego Rivera o la mag-nífica ejecución de los retratos de Rembrandt no requiere un profundo conocimiento sobre el arte. La asimilación de los cánones estéticos de nuestra cultura nos permite reconocer estos atributos sin mucho esfuerzo. Sin embargo, el arte contemporáneo nos confronta, nos hace dudar, me atrevo a decir que es una provocación a nuestra capacidad de inter-pretación de la obra y su contexto, ¿cómo enfrentar, entonces, una obra contemporánea que puede ser una caja vacía, unos rayones en la pared, unas cucharas torcidas?

¿ESTAMOS FRENTE A LA MUERTE DEL ARTE?Una de las primeras cuestiones a considerar es que, de las cua-lidades que aún se conservan del concepto clásico del arte es que, precisamente, no es utilitario, no es pragmático, en otras

palabras: no sirve para nada. Esta es una distinción del arte a partir del siglo XVIII, cuando arte y artesanía adquirieron un carácter diferente y surgió la cla-sificación de las Bellas Artes. Así, quedó fuera aquello que, a pesar de estar hecho con maestría, per-tenecía al mundo de lo práctico.

Esa premisa, la de «no servir», no es problema cuando se trata de una obra de arte que claramente presenta un valor estético: una pintura, una escul-tura, una pieza musical. Ante ellos el espectador experimenta una serie de sensaciones o ela-bora alguna idea al respecto de

la propuesta, como reacción al estímulo recibido, le podemos llamar goce estético. Aun cuando la obra no cumpla con los parámetros de belleza del espectador, éste podrá reconocer la estética de lo feo, de lo kitsch o de lo grotesco. Podrá apreciar la obra y definir si le gusta o no.

Pero, ¿qué sucede con un objeto que no fue creado con una intención estética? Esto mueve el concepto mismo del arte y por tanto su forma de valoración. Los Ready-mades no son una nueva expresión sino una nueva definición del arte. ¿Si el artista no crea el objeto y no pretende detonar el goce estético, es que el arte está prescindiendo del arte? o es una manifestación de lo que algunos autores han llamado la «muerte del arte».

¿Si el artista no crea el objeto y

no pretende detonar el goce estético,

es que el arte está prescindiendo del arte?

Coordinadora académica de la Maestría en narrativa y Producción Digital de la

Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana. Comunicóloga y maestra

en Ciencias de la Educación. Investigadora y docente en temas relacionados con arte,

comunicación, cultura y educación.

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Esta no es una idea nueva, la muerte del arte se proclamó cuando las manifestaciones artísticas fueron prescindiendo de la necesidad de representar fielmente a la realidad, el arte mimético (mímesis es imitación en el pensamiento de Platón y Aristóteles) buscaba la armonía y la perfección natural. Según autores tan influyentes como Giorgio Vasari (en el Renacimiento) o Ernst Gombrich (en los años 50), la historia del arte fue durante muchos siglos la historia estilística por la «conquista gradual de las apariencias naturales». Los griegos y posteriormente los artistas del Renacimiento hicie-ron esfuerzos fructíferos por lograr la perspectiva natural, el volumen y el realismo en la representación, principios de fidelidad óptica que permearon las escuelas artísticas posteriores, hasta los inicios del siglo XX.

LA INNOVACIÓN Y LAS VANGUARDIAS DOMINAN LA ESCENARecordemos que con el siglo XX llegó la tecnología que mo-dificó profundamente el pensamiento y formas de expresión humanas: llegó la modernidad. En el campo de la represen-tación, los artistas no fueron indiferentes al surgimiento de la fotografía y posteriormente del cine, que desplazaron de manera contundente la función artística del registro objetivo de la realidad. Aun cuando los pintores disponían de técnicas para lograr experiencias visuales cuyos efectos eran equiva-lentes a los logrados por los objetos y escenas reales, es un hecho que la cámara en ese sentido era superior y más de uno se preguntó, entonces, qué seguía para las artes.

La primera reacción ante la apabullante objetividad de la cámara vino de los impresionistas en el siglo XIX, quienes por medio de pequeñas pinceladas buscaron atrapar momentos o ambientes de la realidad principalmente por el efecto que la luz causaba en ellos. Era claro que no pretendían el retrato de aquellas escenas que inmortalizaron Claude Monet, Camille Pisarro o Pierre August Renoir.

Surgieron entonces las corrientes de vanguardia. Cua-dros como La raya verde de Matisse, Las señoritas de Avignon de Picasso, La montaña Saint Victorie de Cézanne, El grito de Edward Munch, o las esculturas de Giacometti, eran claras manifestaciones de que el arte empezaba a avanzar por el camino de la expresión libre de toda sujeción a la realidad. Kandinsky deja claro este principio al inventar el arte abstracto en el que queda definitivamente abolida toda representación figurativa.

La innovación fue la premisa de la creación artística. Por esta razón las vanguardias se iban sucediendo unas a otras con la rapidez que exigía la invención de nuevas formas y modos de expresión. En este escenario el público conoció los referidos Ready-mades y el «mundo del arte» (curadores, críticos, historiadores y teóricos) enfrentó la necesidad de modificar la definición y el concepto que funcionaba en occi-

dente desde el siglo XVIII. Lo que subyace en las intenciones de redefinir al arte, (toda vez que éste prescindió del objeto e incluso de la creación y se fue alejando de las aspiraciones estéticas) es el término expresión.

El Dadá o dadaísmo, vanguardia que generó los Ready-mades, constituyó el cuestionamiento más fuerte y sin duda la propuesta más aventurada para terminar con los principios del arte. La experiencia estética daba paso a una confronta-ción al público que asistía a sus exposiciones en las que, por ejemplo, se mostraba una escultura de madera junto a un hacha y la invitación a destruir la obra.

Desde entonces, el arte toca límites tan delirantes como la música que prescinde del sonido en la memorable 4’33’’de John Cage o la destrucción de un violín al azotarlo contra una mesa en el Solo para violín, de Nam June Paik. Tal es la consecuencia del afán innovador como condición de la creación artística en un mundo que cada vez recicla las ideas con más facilidad.

HEREDERO DEL DADÁ Y VÍCTIMA DE LA GLOBALIZACIÓNLos principios de Marcel Duchamp y del Dadá fueron retoma-dos en la década de los 60 por los artistas del arte conceptual

Marcel Duchamp: Bicycle Wheel, 1951. Ready-made

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que buscaban un arte sin objeto en el que el gesto o idea del ar-tista constituían la obra.

Los conceptualismos dieron entonces origen a múltiples for-mas artísticas, una de ellas, la con-versión de una caja de cartón en obra de arte mediando solamente la voluntad del artista para que así sea. No se piense sin embargo que es un gesto fatuo o carente de sentido: el arte conceptual tiene sustento en toda una posición ante la vida, ante el consumo, la banalidad, los valores tradiciona-les y las aspiraciones humanas.

Una obra conceptual pone a trabajar el sistema cognitivo del interlocutor, es una obra dirigi-da al intelecto al no pretender la experiencia estética sino el reto de entrar en contacto con el objeto desde su inutilidad, por su sola presencia. ¿Qué nos sugiere, por ejemplo, una caja vacía? un espacio disponible o la nada. No podemos desechar la idea de que la caja fue hecha para albergar algún contenido, de manera que aun en la resig-nificación que implica su nue-vo estado, el coqueteo con el espacio vacío es inherente a la «lectura» de la obra: ¿un espacio para llenar o un espacio que ha sido vulnerado?

El desarrollo de estas formas artísticas fortaleció un principio que nos permite atisbar una explicación a lo que actualmente vemos en las muestras de arte contemporáneo: en el arte es válido cualquier recurso expresivo. No se vislumbra ya una evolución lineal de la historia en el sentido expuesto por Vasari sino una falta de dirección que permite la expresión artística en una suerte de «entropía cultural» (término ex-puesto por el propio Danto en «La muerte del arte»).

En este caos aparente, en el que sin duda cabe la super-chería, encontramos múltiples y diversas expresiones artís-ticas que constituyen la «narrativa» del arte actual. Utilizo el término en su sentido más amplio: una cultura necesita relatos en qué creer, relatos que constituyen una construc-ción histórica que nos permitan conocer el pasado, vivir el

presente y vislumbrar el futuro. El progreso fue el gran relato de la modernidad: esa historia que prometía el bienestar humano a partir de la ciencia, la tecnología y el desarrollo económico.

¿EL EMPERADOR VA DESNUDO?El arte contemporáneo se cir-cunscribe en una serie de va-lores alejados de aquellos idea-les. Si su historia ya no es lineal, vive, como diría Fredric Jame-son, en un presente perpetuo,

en un contexto en el que todo ha sido puesto en duda menos las posibilidades de interco-nexión tecnológica y cultural que proveen las redes y que nos mantienen súper informados en «tiempo real». Las problemáti-cas locales se acentúan pero se vuelven globales en cuestión de minutos. Las narrativas del arte contemporáneo pueden sinte-tizar las grandes problemáticas del mundo en una variedad de formas que coinciden en un grito desesperado por encontrar senti-do a la profusa y contradictoria información del mundo.

El arte no puede ser ajeno a esto; en un afán de encontrar la historia que nos cuenta po-dríamos iniciar con los temas y después con las formas.

Los temas: racismo, medio ambiente, calentamiento global, violencia urbana, hipercon-sumo, vida mediatizada. En las últimas exposiciones de arte contemporáneo a las que he asistido, encuentro propuestas neo vanguardistas que trascienden los viejos paradigmas estéticos como la inserción de la cultura pop en el arte (ini-ciada desde los años 60 con un éxito fulminante por Warhol, Lichtenstein, Hamilton, Segal y otros artistas creadores del pop); la inundación de las calles por productos pirata que emulan los estilos glamorosos propuestos por los medios; todo es mercado, desde la educación hasta el arte.

La hiperconciencia y obsesión por el cuerpo nos hacen partícipes de su explotación en el mundo audiovisual y la vida cotidiana se vuelve un frecuente escaparate de produc-

Una obra conceptual se dirige al intelecto al no

pretender la experiencia estética sino el reto de entrar

en contacto con el objeto desde su inutilidad, por su sola

presencia.

Andy Warhol: La Reina Isabel II de Gran Bretaña, 1985.

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BIBLIOGRAFÍAArthur DAnto, Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la histo-

ria. Paidós. Barcelona, 1999.Cirlot, lourDes. Las claves del Dadaísmo. Editorial Planeta. Barcelona, 1990.De MiChelis, MArio. Las vanguardias del Siglo XX. Ed. Alianza. Madrid, 2002.Foster, hAl et.Al. La posmodernidad. Editorial Kairós. México, 1998.GoMbriCh, ernst. Historia del arte. Ed. Diana. México, 1959.Gilles lipovetsky, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo.

Anagrama, Barcelona, 1986.JeAn FrAnCois lyotArD, Moralidades posmodernas. Taurus, Madrid, 1998.JAMeson, FreDriC. Teoría de la posmodernidad. Trotta, Madrid, 1998.

tos saludables frente a la comi-da chatarra. Los grupos antes marginales toman fuerza, como el movimiento LGBT; los mate-riales de construcción se vuel-ven objetos con carga semántica propia (piedras, ladrillos rotos, pedazos de pared conforman obras artísticas), el ruido adquie-re estatus de música (desde las experimentaciones de la música concreta en los años 50), los obje-tos cotidianos inmortalizados en la vanguardia por el Ready-made se utilizan ahora para editoriali-zar el proceso artístico, es decir, para verter el comentario agudo, la crítica, el punto de vista o la invitación a la reacción, a favor o en contra, de lo que se está mostrando.

Las formas: objetos en sí mismos, instalaciones, luces de neón, videos, obras de técnica mixta como el collage, la foto-grafía retocada o la escultura móvil. El performance como na-rrativa artística más elocuente del arte actual: integra acciones en tiempo real, sonidos, imágenes, formas teatrales híbridas que van desde una mujer saliendo de una gran olla llena de espagueti hasta el hombre que de manera interminable hace huevos fritos frente al público. Todo es posible, todo es válido.

En la gráfica y la pintura encontramos cuadros de trazo elemental, rayones, letreros que recuerdan al grafitti, re-tratos hiperrealistas o fotos con pegotinas de todo tipo. El

racismo, medio ambiente, calentamiento global, violencia urbana,

hiperconsumo, vida mediatizada son, entre otros,

temas presentes en el arte contemporáneo.

uso de expresiones lingüísti-cas fue una de las formas que aparecieron en la pintura desde la posguerra: por ejemplo, el grupo Art and Languaje empe-zó a insertar palabras, letras o frases como parte sustancial de la obra, de modo que ya no nos extraña que una obra consista en una oración escrita, como aquella expuesta también en Zona Maco que aseveraba «Ba-lance the universe, eat the rich».

Estas y otras extravagan-cias suceden en el escenario del arte actual. No es fácil de-terminar dónde radica la obra de arte o el hecho artístico, lo cierto es que todas constituyen un comentario o al menos un guiño a la condición humana y su relación con el mundo. Algunos conceptualismos nos acorralan en el mundo de los objetos: balones ponchados, lentes rotos, radios que ya no suenan, envolturas de dulces, carritos del supermercado, to-dos ellos «descolocados», vis-tos de otro modo, dispuestos en una realidad que no es la previsible. El hecho artístico es el gesto, la idea que subyace, el concepto que encierra el acto, pero también el trabajo del es-pectador para vérselas con su propia elaboración mental.

Algunas derrochan sentido del humor, lo cual siempre se agradece, otras invitan al cuestionamiento social, político o personal, lo que se agradece más. Otras, honestamente, nos hacen dudar si no sería pertinente alzar la voz y decir de una vez por todas, que el emperador va desnudo.

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La Lección de CortázarDetrás del escritor existió un maestro que, al modo platónico, se preocupó por edificar el espíritu y la inteligencia de sus alumnos, enseñarlos a distinguir entre el oropel y la necesidad. Idea que surge en su concepción del mundo y permea en su narrativa gobernada por la austeridad y moderación. Una literatura que no admite los excesos.

Victor Isolino DovalEl genio es una larga paciencia

georges louis leclerc

Una mañana, Alejandro Magno fue a ver a Dió-genes, a quien encontró dormitando fuera de su barril, y le soltó el mítico «¿qué necesitas?; pídeme lo que quieras y te lo daré», Diógenes

espetó: «quítate, me tapas el sol».

El siglo XX inauguró la era de la vastedad: todos pode-mos tenerlo todo. Afinados los procesos de la producción en masa, el abastecimiento de lo que nos viniese en gana quedaba cubierto. La guerra comprobó lo inhumano de la carestía y que la abundancia es suculento y supremo dere-

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Filósofo y maestro en Gobierno y

políticas públicas. Es profesor de

Humanidades en la Universidad Panamericana. 

cho universal del: «querer es poder», pasamos al «querer es tener».

Los glamorosos años 50 dieron esplendor a las agencias de publicidad, cuyo brillo aún nos eclipsa. Desde esos cen-tros de creatividad inagotable, salen luminosas campañas para vendernos el escalpelo ese que no necesitábamos y las hermosas castañuelas que no nos hacían falta. La publicidad nos mostró que la infelicidad está siempre al llegar, y que el deseo es su eficaz mensajero.

Poco a poco murió la posibilidad de reparar nuestras pertenencias y entramos en la era de la sustitución. ¿Para qué remendar un calcetín si es más barato y cómodo com-prar dos pares más? En el reino del úsese y tírese es ridículo llevar a ponerle tapas a nues-tros zapatos viejos o parchar un pantalón. ¡Vaya y hágase de uno nuevo, qué se ve mejor! Rodeados por la ganga, esta-mos impedidos a pensar en la posibilidad del remiendo. Hoy nadie optaría por la petición de Diógenes ante la orden de Alejandro Magno. Hemos sido criados en la lógica de la abun-dancia, en la que la austeridad es un absurdo impensable.

Julio Fulgencio Cortázar Descotte desplegó una literatu-ra en contra de los excesos; mediante ella, ante el brillo de lo pantagruélico, mostró la discreta luz de la moderación. Paradójicamente, el año del centenario de su nacimiento y 30 aniversario luctuoso, ha sido cubierto por la refulgencia de las baratas en las librerías y la demasía de las ofertas por doquier. Nada como su obra para contradecir los fuegos de artificio de las rebajas en sus reediciones e inéditos, acomo-dados en las mesas de novedades.

NARRATIVA DE LO NECESARIOGobernada por la austeridad, la de Cortázar es la narrativa de lo necesario, una literatura que no admite sobrantes. Las páginas del argentino nacido en Ixelles (Bélgica), muestran el mismo empeño por dar con la palabra justa, ésa que Guy de Maupassant aprendió de su maestro Gustave Flaubert. «Para cualquier cosa que se quiera decir –advirtió Maupassant– sólo hay una palabra para expresarla, un verbo para animarla y un adjetivo para calificarla».

Cortázar encontró en Borges esa misma devoción y celo por la palabra justa. «La gran lección de Borges no fue una lección temática, ni de contenidos, ni de mecánicas. Fue una

lección de escritura. La actitud de un hombre que, frente a cada frase, ha pensado cuidadosamente, no qué adjetivo ponía, sino qué adjetivo sacaba».

Me temo que su infancia enfermiza contribuyó a definir sus luces de sobriedad. Su entorno, entre una afección y otra, se redujo durante años a una habitación sombría donde no había más que una mesa de noche con remedios y libros. Afiebrado o maltrecho, Julio pasó buena parte de su niñez bajo una pequeña lámpara, con la mirada puesta, cuando la enfermedad se lo permitía, en los libros.

Ahí conoció el terror de los relatos de Edgar Allan Poe (que, años después, traduciría al español), la inconmensu-rable imaginación de Julio Verne y la fascinante disciplina

de Víctor Hugo. En la media luz de su habitación, Cortázar descubrió la nitidez de la fru-galidad y aprendió a distinguir entre el destello temporal del espejismo de lo superfluo y la irradiación solar que emite lo necesario. Años más tarde, Cor-tázar recordaría esa época:

«Es bastante espantoso, mi madre me ha dicho que desde los nueve años había que tomar-me del cuello y sacarme al sol.

Incluso hubo por ahí un médico que recetó que había que prohibirme los libros durante cuatro o cinco meses. Lo cual fue un sufrimiento tan grande que mi madre, que era una mujer sensible e inteligente, me los devolvió, pidiéndome solamente que leyera menos cosas, que yo hice en ese momento».

La penumbra y los libros delinearon una personalidad retraída. A Julio Cortázar siempre le supuso una empresa épica relacionarse con los demás, integrarse en la faramalla del teatro o hablar ante el gran público. «Yo soy por natu-raleza solitario –recordó en cierta ocasión– me siento bien solo; puedo vivir largos periodos solo». A los seis años, ya radicados en Buenos Aires, su padre se fue de casa. A la en-fermedad se sumó la orfandad, que le construyó un espacio propio. Luego de terminar, atropelladamente, los estudios de bachillerato, ingresó a una escuela normal, de donde salió con título de profesor. Ése era una cosa totalmente absurda, porque el título era de profesor en letras, no de, sino en letras. Se veía a sí mismo como un tipo enfermizo, tímido: frágil. Un maestro, eso sí, por entero, sin duda alguna al respecto de su vocación. «No tengo ningún diploma universitario», aclaró más de una vez, por si quedasen dudas sobre su oficio pedagógico, al periodista lisonjero.

Gobernada por la austeridad, la de Cortázar es la narrativa

de lo necesario, una literatura que no

admite sobrantes.

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EDIFICAR EL ESPÍRITUPara Cortázar, ser maestro supo-nía transmitir eficazmente toda la civilización y cultura. Una la-bor de claros rasgos platónicos, no en el sentido de imposible, sino como Platón había diseña-do la educación en la república: edificar en el espíritu y la inte-ligencia del niño el horizonte cultural necesario para capacitar su ser en el nivel social contemporáneo y, a la vez, estimular todo lo que en el alma infantil haya de bello, de bueno, de aspiración a la total reali-zación. En un artículo de 1939, escribió: «Doble tarea, pues: la de instruir, educar, y la de dar alas a los anhelos que existen, embrionarios, en toda conciencia naciente».

Sin embargo, ejercer una profesión así supone también enfrentarse a un auditorio constituido, por lo normal, de niños o jovencitos insufribles. Sobran los testimonios, el suyo por delante, al respecto de su evidente timidez. A pesar de ello, Cortázar nunca abandonó la docencia: fue profesor de instrucción primaria y secundaria y, por supuesto, universita-rio. Incluso, algunas de sus lecciones en Berkeley y Mendoza ya han sido editadas y publicadas.

Piense, ahora, en esto que también él escribió: «En el fon-do de todo verdadero maestro existe un santo, y los santos son aquellos hombres que van dejando todo lo perecedero a lo largo del camino, y mantienen la mirada fija en un ho-rizonte que conquistar con el trabajo, con el sacrificio o con

la muerte». Ante el hambriento foro de jóvenes estudiantes, Cor-tázar supo vencer su timidez.

Esta otra confesión suya ex-plica, en parte, el esfuerzo que el magisterio entrañaba. «Yo tengo muy pocas ideas, no sé pensar, yo creo que tengo intuición y que veo cosas y que luego, natural-mente, hay un proceso intelec-tivo que trata de apretarlas, de meterlas, de conceptuarlas con grandes pérdidas». Optar por la escritura implica siempre tomar el otro camino, el de la gestación de una idea, desde que aparece por primera vez en la cabeza, hasta que se encarna en las gra-fías sobre el papel. En lugar del destello inmediato de la orali-dad, Cortázar se movía mejor en el tenue proceso de maduración de la escritura.

Alguna vez, admitió: «A mí me maravilla, por ejemplo, el funcionamiento de una inteli-gencia pura. Cuando hablo con alguien que es un gran intelec-tual, en el sentido preciso de la palabra, y veo cómo la inteli-gencia asocia ideas, crea conti-nuamente silogismos internos,

saca consecuencias y de esas consecuencias se crea otro silogismo… Yo soy absolutamente incapaz de eso, cualquiera me gana una discusión. Pero cuando escribo, en todo caso, hay otro camino. Es decir, es un camino así, entre visiones, de ventanas que se abren un poco. Mi contacto con los lectores se hace por ese camino y no por el camino de las ideas».

LA VIDA SIN ASPAVIENTOSY, aunque varias veces, él reconoció en su timidez un defecto, advierto en ese cariz una manifestación de su austeridad: moderarse hasta en sus relaciones, saberse retraer para con-ducirse siempre con discreción, sin vanos afanes ni falsas modestias. Vivir sin aspavientos para volcarse hacia lo que no lleva marcada una fecha de caducidad. Por supuesto no pretendo canonizarlo; simplemente, la integridad entre su obra y su vida, me parece obvia.

Al leer sus cartas –editadas por Aurora Bernárdez– salta a la vista su enorme generosidad. Es irremediable que se le enchine a uno la piel mientras lee la correspondencia con su

Sugiero leer a cortázar como si se estuviese ante un modelo para armar: poco a poco, con

cautela y disfrute.

Manuscritos y originales de la correspondencia de Cortázar

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mamá o con Paco Porrúa, su editor durante muchos años, o con Mario Vargas Llosa. En cada línea, Cortázar se vuelca hacia sus afectos con la riqueza de la palabra exacta y el corazón abierto de capa.

No son casualidad su idealismo y filias políticas con la izquierda de entonces. Su rabia frente a los excesos del mercan-tilismo consumista quedó plasmada en muchos de sus relatos, en los que cuando no habla del drama de la muerte, opta por desafiar al mandato de abundancia, cuyo brillo encandilaba a la burguesía occidental de entonces. En un mundo, el de los años sesenta, rendido ya a los beneficios del automóvil, el argentino encaró a los siervos del motor mediante La auto-pista del Sur: en su momento, él mismo recordó cómo, al leer la insólita noticia de un atasque de coches en la salida sur de Roma, pensó en aquellas personas que se estaban dejando la vida dentro de un automóvil, en una interminable fila de acero y neumáticos e ideó, inmediatamente, el relato completo.

Y, por supuesto, en Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, exhibe la precariedad de la idolatría consu-mista: un obsequio de cumpleaños que se vuelve, poco a poco, en contra del festejado hasta esclavizarlo. También en Casa tomada, cuya complejísima trama, seguramente, usted recordará, apunta sus armas hacia la obsesión por el lujo y la efímera seguridad que dan las posesiones: una fuerza extraña expulsa a una pareja de hermanos de su oprobiosa mansión, a cuyo cuidado y devoción habían dedicado to-dos sus esfuerzos y años para, al final, llevarse el chasco de quedarse sin nada.

No resisto hacer, aquí, un paréntesis. Luego de algunas pocas publicaciones en Europa, Casa tomada fue el primer cuen-to que a Cortázar le publicaron en América, gracias a los afanes e intervención de Borges, quien lo recordaría años después: «Yo me encontré con Cortázar en París, en casa de Néstor Ibarra. Él me dijo: ‘¿Usted se acuerda de lo que nos pasó aquella tarde en Diagonal Norte?’. No, le dije yo. Entonces él me dijo: ‘Yo le llevé a usted un manuscrito. Usted me dijo que volviera al cabo de una semana y que usted me diría lo que pensaba del manuscrito’. Yo dirigía entonces una revista, Los anales de Buenos Aires, una revista ahora indebidamente olvidada, que pertenecía a la señora Sara de Ortiz Basualdo, y él me llevó un

cuento, Casa tomada; al cabo de una semana volvió. Me pidió mi opinión, y yo le dije: ‘En lugar de darle mi opinión, voy a decirle dos cosas: una, que el cuento está en la imprenta, y dentro de unos días tendremos las pruebas; y otra, que ya le he encargado las ilustraciones a mi hermana Norah’». Cierro paréntesis.

QUERER A JULIOLa soberbia no deja de ser una manifestación del despilfarro, una expresión de la falta de mesura al respecto del juicio sobre uno mismo: una exageración descontrolada. Me gusta pensar en Cortázar como en una suerte de asceta; su lánguida figura, su semblante sereno, rematado por una sonrisa casi impercep-tible, la barba entrecana, las manos huesudas, su insoportable pronunciación afrancesada de la erre y su inagotable disposi-ción para admirarse siempre.

Y así, la humildad es uno de los rostros prácticos de la austeridad. Hace poco, el escritor argentino Martín Caparrós sacó a colación la peor entrevista de su vida: la que le hizo a Julio Cortázar, en Buenos Aires, allá por 1983. «Aquella tarde –recuerda Caparrós–, le pregunté si creía que alguna vez le pondrían su nombre a una calle, una plaza». La respuesta de Cortázar se encarnó en súplica y anhelo: «¡Uy, qué espanto! ¡Ojalá no lo hagan! Nada me daría más horror».

De la rebeldía furiosa y febril insubordinación de Cor-tázar ante la injusticia, del generoso desbordamiento de su corazón y de su devoción por lo humano, habló elocuente-mente Juan Rulfo, en un brevísimo discurso pronunciado

en algún encuentro de escritores latinoamericanos en los setenta:

«Lo queremos tanto porque es bondadoso. Es bondadoso como ser humano y muy humano como escritor. Tiene un corazón tan grande que Dios necesitó fa-bricar un cuerpo también grande para acomodar ese corazón suyo. Luego mezcló los sentimientos con el espíritu de Julio. De allí resultó que Julio no sólo fuera un hombre bueno, sino justo. Todos sabemos cuánto se ha sacrifica-do por la justicia. Por las causas justas y porque haya concordia entre todos los seres humanos. Así que Julio es triplemente bueno. Por eso lo queremos. Lo queremos tanto sus amigos, sus admiradores y sus hermanos. En realidad, él es nuestro hermano mayor. Nos ha enseñado con sus

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consejos y a través de los libros que escribió para nosotros lo hermoso de la vida, a pesar de su sufrimiento, a pesar del agobio de la desesperanza. Él no desea esas calamidades para nadie. Menos para quienes saben que sus prójimos somos sus hermanos. Por eso queremos tanto a Julio».

CORTÁZAR: MODELO PARA ARMAREl reto ahora será sobrevivir a la arrogancia mercadológica levantada a propósito del centenario de Cortázar. Contra su discreción literaria, el escándalo publicitario se hará oír; contra la elegancia de la palabra justa, el lugar común del eslogan vulgar protagonizará las rebajas en las librerías. Cuanto puedas, el poema de Cavafis, encaja a la perfección para mantenerse a salvo y seguro en la austeridad y la mesura:

Aunque no puedas hacer tu vida como quieras,inténtalo al menoscuanto puedas: no la envilezcasen el trato desmedido con la gente,en el tráfago desmedido y los discursos.

no la envilezcas a fuerza de trasegarlaerrando de continuo y exponiéndolaa la estupidez cotidianade las relaciones y el comerciohasta volverse una extraña inoportuna.

En medio de la exageración suscitada por los descuentos, habrá que guardar la calma para recuperar las piezas de relo-jería que componen a Cortázar y, una a una, engarzarlas en la serenidad de un mullido sillón de terciopelo verde. La pausa es una exigencia para todo lector que se precie: hoy, cuando

la prisa y los afanes de urgencia nos rodean, la pausa también es un atrevimiento.

A quien, por alguna razón, no haya leído a Cortázar, le vendría bien empezar por sus maestros. Existe una anto-logía –Cuentos inolvidables según Julio Cortázar– que reúne una decena de relatos que marcaron al autor de Rayuela. Por supuesto, habría que buscar también a Guy de Maupassant y a Edgar Allan Poe: son historias, dicho con palabras del mismo Cortázar, «aglutinantes de una realidad infinita-mente más vasta que la de su mera anécdota, y por eso han influido en nosotros con una fuerza que no haría sospechar la modestia de su contenido aparente, la brevedad de su texto». Luego, vendrán Los venenos o No se culpe a nadie o La escuela de noche o cualquier otro de esos cuentos perdurables que son «como la semilla donde está durmiendo el árbol gigantesco que crecerá en nosotros». En fin, leerlo como si se estuviese ante un modelo para armar: poco a poco, con cautela y disfrute.

En buena parte, contra eso se levanta la literatura de Julio Cortázar: contra la urgente insatisfacción de lo superfluo, contra el ansia de no tener y contra el miedo a perder lo que se tiene, contra la rapidez y la moda; contra la vida en permanente estado de excitación porque nada basta cuando, quizá, lo más seguro, es que sólo haga falta que el inoportuno que nos tapa el sol se retire. La palabra justa implica una vida también regida por la austeridad: ojalá que, al leerlo, descubra usted la lección de Cortázar.

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al relojPiensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan –no lo saben, lo terrible es que no lo saben–, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de a atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servi-cio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Julio cortázar

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Un mundo globalizado como el nuestro exige velocidad e inmediatez en casi cualquier ámbito. Sin embargo al tomar decisiones, más que acertar en el primer intento, se busca elegir el mejor camino. Aquí se halla la prudencia, virtud que hace patente la rentabilidad de sentarse a pensar.

Héctor Velázquez Fernández

prUdenciavirtud no apta para timoratos ni cobardes

Vivimos en la fiebre global del emprendimiento, cuyo empuje insiste en que para crear nuevos ne-gocios no hay más límite que el presupuesto y la creatividad. Agresivas campañas gubernamenta-

les y apoyos públicos y privados hacen del emprender uno de los ejes clave de nuestro mundo económico contemporáneo.

En el estudio de la empresa y el management se suele destacar el arrojo como uno de los valores de quien arriesga

su capital para colocar en el mercado una idea que genere ganancias. Así, el emprendedor debe ser: optimista, visio-nario y valiente. Nunca un calculador precavido, tímido e indeciso, enemigo del riesgo.

Pareciera que en el mundo del emprendimiento no caben los «prudentes»: aquellos excesivamente cautos, que por preferir pensar tres o cuatro veces más las cosas antes de actuar, retrasan, innecesariamente, la búsqueda de las metas

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que anhelan, perdiendo opciones y tiempo que difícilmente se repetirán con la misma ventaja y oportunidad.

Tal concepción ubica la prudencia como un juicio negati-vo, perjudicial a la acción, cuya tarea es detener la decisión y obstaculizar la búsqueda del acierto y la ganancia, objetivos propios del comercio y la creación de riqueza.

¿UN ESTORBO PARA ACTUAR?Según esta manera de pensar, más o menos extendida, el pru-dente parece una amenaza en el mundo de los negocios y el management porque detiene la acción y deja de buscar nuevos objetivos por el temor de que, al elegir una de tantas opcio-nes, tenga que renunciar a todas las demás que no escogió; costo que no está seguro de querer asumir, por considerarlo excesivo.

Por ello, prudente parece sinónimo de tímido, timorato, poco arrojado, indeciso y sin capacidad de riesgo. Como quien prefiere sopesar una y otra vez la decisión antes de apostar valientemente por una meta, aunque ello implique dejar escapar todas las demás opciones.

Pero esta manera negativa de entender al prudente –al parecer común en ciertos entornos de negocios y de ganancia económica– contrasta con otra lectura –también frecuente aunque en otros ámbitos– que lo considera como ejemplo del sujeto sabiamente reflexivo, que difícilmente toma una decisión apresurada, errática y espontánea que lo sitúe, innecesariamente, en situaciones riesgosas e in-controlables. Esta visión positiva alaba la actitud de quien, con base en su experiencia y visión de conjunto, no se deja llevar por modas, presiones inmediatas ni urgencias de ocasión cuando tiene que decidir entre una meta u otra como ruta de su actuar.

Y entonces ¿es posible que ambas acepciones de pru-dencia merezcan igual validez? ¿Da lo mismo entenderla como una amenaza que detiene nuestras decisiones o como garantía para un actuar atinado, sin precipitaciones ni errores de cálculo?

Quizá la clave para responder se encuentre en lo que am-bas visiones entienden por el acto de decisión con el que la prudencia está directamente relacionada.

EL PRUDENTE NO SIGUE RECETASPronunciarse por una opción entre otras varias supone un

fenómeno mucho más complejo y profundo que el simple dejar atrás un camino en preferencia de otro, porque decidir tiene más carácter de apuesta comprometida que de renuncia lastimera.

Desde tiempos del pensamiento griego, Aristóteles seña-laba que la prudencia no se encuentra entre quienes carecen de suficiente experiencia vital, esto es, entre los más jóvenes, recién llegados al mundo de la conciencia y la responsabili-dad. Aseguraba que era inútil pretender enseñar a alguien a ser prudente, pues no se trata de un simple saber comuni-cable como la técnica o las ciencias, que exigen asimilar un conocimiento técnico, entender el lenguaje y la materia de lo que se recibe.

La prudencia, por el contrario, es un hábito, una capa-cidad adquirida con reiterado esfuerzo para conseguir que nuestra acción, después de una consideración razonada y reflexiva, se ordene a lo que el pensamiento dicta como bue-no. Nace del deseo de disfrutar de una guía para obtener los mejores resultados en el actuar y termina por convertirse en una habilidad que permite juzgar, con mucha más facilidad y penetración, cómo conseguir las metas planeadas.

Una vez adquirida, la prudencia se manifiesta como una disposición calculadora del buen deliberar, por ello no se puede ser instintivamente prudente. Hay otros hábitos, como la templanza, que operan sobre reacciones espontáneas, por ejemplo las que tienden al placer y que se encauzan para no dejar paso libre a los instintos. Sin embargo, la templanza difiere sustancialmente del acto prudencial, pues no opera sobre ninguna reacción instintiva y para ejercerse requiere de una intención explícita, razonada, tal como ocurre en el mundo de la toma de decisiones.

Ahora bien, que la razón intervenga en el ejercicio pru-dencial no significa que la acción resultante sea exacta e infalible. La prudencia es un conocimiento que no busca la demostración universal lógica, rigurosa y ausente de error; más bien gira en torno a aquello que, al no ser definitivo, siempre puede ocurrir de diversas maneras. Su reino no es la necesidad sino la contingencia.

es prudente aquel capaz de enfrentarse a escenarios cambiantes sin necesidad de recurrir a recetas, estándares o soluciones prefabricadas.

Doctor en Filosofía por la Universidad de navarra.

Miembro del Sistema nacional de Investigadores (SnI). Obtuvo el Science and Religion Award de

la Fundación John Templeton. Autor del libro ¿Qué es la naturaleza? @hectorvelfer

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En este sentido, el prudente contrasta radicalmente con quien practica la ciencia o busca la sabiduría; pues el saber prudencial se ocupa de las acciones humanas, que siempre pueden cambiar porque son individuales, y está encerra-do en las condiciones concretas que el sujeto se encuentra mientras actúa. En el mundo de lo particular, difícilmente hay soluciones que puedan llevarse a cabo sólo de un modo. Por eso, es prudente aquel capaz de enfrentarse a escenarios cambiantes sin necesidad de recurrir a recetas, estándares o soluciones prefabricadas.

NI CIENCIA, NI SABIDURÍA, NI ARTEAsí, prudencia no es ciencia (porque no busca la exactitud), ni sabiduría (porque sus soluciones aplican para el aquí y ahora). Por ello, a diferencia de la ciencia o criterios de sabiduría universal, la prudencia no puede enseñarse, en una suerte de ósmosis antropológica.

Tampoco es un arte, aunque implique el aprendizaje de un cier-to saber hacer, saber enfrentarse a lo cambiante, como un jugador de fútbol sabe modificar su estilo de juego dependiendo de la peligrosi-dad del rival. Prudencia y arte son

diferentes porque el objeto de la primera es la acción, mien-tras que el del arte es la producción. Y una distinción más: el arte admite grados. Se puede ser un artesano, cantante o arquitecto más o menos capaz; se puede medir el grado de destreza adquirido al pasar de principiante a maestro o de diestro a experto. Pero el prudente no pasa de mal prudente a buen prudente; es o no es.

El prudente llega a serlo porque lo ha conquistado y difí-cilmente puede olvidarse de continuar siéndolo; del mismo modo como una persona justa ya no realiza injusticias. Es verdad que una sola acción atinada no alcanza para convertir a alguien en prudente; pero también lo es que, una vez alcan-zada la prudencia como hábito, una sola acción desafortunada

no basta para convertir al prudente en imprudente. Algo ra-dicalmente contrario al arte, donde se adquiere la habilidad paulatina y gradualmente, y puede perderse del mismo modo.

NO PRETENDE ACERTAR DE INMEDIATOEl prudente está muy lejos de ser un sujeto acostumbrado a sus-pender la acción por temeroso, tímido y apocado. Al contrario, se trata de alguien avezado en el saber práctico, escenario natu-ral de los asuntos humanos. El hombre no es un mero animal

que reacciona con instintos automáticos, irreflexivos e instantáneos; pero tampoco es una suerte de ángel cuyas decisiones se guían a través de un conocimiento infalible y completo, garantizando el éxito en todas y cada una de sus acciones.

Más bien somos seres de acción práctica que necesitan de un criterio que dicte cuál puede ser la mejor opción, cara a una determinada cir-cunstancia, siempre cam-biante y particular. Ello re-quiere una pausada y atenta consideración de cada situa-ción, calibrar la experiencia y la sensibilidad para saber leer la novedad de las situa-ciones, aunque sean similares a otras condiciones en las que hayamos estado.

El prudente no es un obsesivo de la deliberación, ni un ser incapaz para to-mar decisiones, ni alguien que prefiere analizar inde-

finidamente una situación antes que apostar por una ruta. No intenta darle infinitas vueltas a un asunto, buscando matices que no hay o recovecos que no existen.

El prudente no estorba la acción, al contrario, la hace más pronta y eficaz, porque ha pasado la decisión por un filtro previo: la deliberación de los medios que han de buscarse para conseguir los fines. Y en ello es de esperar que la elección inicial de medios obligue a corregirlos las veces que sea ne-cesario, hasta conseguir lo inicialmente intentado. Por eso la prudencia se encuentra más en saber reconsiderar a tiempo, que en pretender acertar al primer intento.

Hace algunos años, el profesor Leonardo Polo, de la Universidad de Navarra, enseñaba que la diferencia entre

el prudente no entorpece la acción, al contrario, la hace más pronta y eficaz

porque delibera sobre los medios para conseguir los fines deseados.

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un arquitecto prudente y otro que no lo es (el ejemplo en cuanto a la profesión es anecdótico) radica en que el prudente desarrolla un proyecto durante un año, tras el cual tarda sólo seis meses en implementar; en tanto que el no prudente, se lleva seis meses en diseñar el proyecto e invierte más de un año en su implementación, porque no ocupó el tiempo su-ficiente para deliberar sobre los medios y quedó a expensas de contrariedades no previstas, comprometiendo el término del proyecto.

Y todo por no dedicar más tiempo a la reflexión antes de lanzarse espontáneamente a implementar un proyecto.

El saber del prudente consiste, por tanto, en la delibe-ración práctica para determinar cuál es la mejor forma de actuar, una vez elegido el fin de la acción; porque su campo son los detalles prácticos acerca de los fines que se han con-siderado buenos y convenientes.

Un saber hacer las cosas al modo prudente queda muy lejos del espíritu tímido y del talante defectuoso del apocado; recuerda más bien el arranque y convicción del emprende-dor, que dedica el tiempo suficiente al análisis y ponderación sobre el mejor de los caminos para lograr su meta y reconoce la rentabilidad de sentarse a pensar.

En la actual cultura del emprendimiento urge recuperar una visión positiva de la prudencia, como reflexión pausada que garantiza pasos más firmes, eficaces y resolutivos en la acción, y no como una amenaza de la que debiéramos alejar nuestras decisiones.

UNA VIRTUD NO APTA PARA TIMORATOS Hoy la sociedad del conocimiento ha abrumado nuestra capacidad de asimilar datos y llevarlos al límite. Recursos, soluciones, propuestas, recetas, cifras, estadísticas, etcétera, reclaman febrilmente la atención de quien debe decidir y exigen a nuestra voluntad una respuesta pronta, inmediata, sin espacio para pausas ni análisis. Pero en un mundo de esta naturaleza, la prudencia aparece precisamente como el filtro para aprovechar la fuerza e inercia de toda esa información y sacarle su mejor provecho.

La experiencia del prudente lo entrena para jerarquizar información, identificar lo importante y no distraerse con

lo periférico; el prudente tiene como eje el acometer, porque una vez elegido el fin de la acción, su análisis se centra en la búsque-da de los mejores medios para alcanzarlo. Y por eso su carácter es esencialmente proactivo, reali-zador y abierto a la búsqueda de opciones.

De ahí que el verdadero pru-dente sea un atinado innovador,

porque los medios para alcanzar un objetivo cambian con el tiempo, están sujetos al vaivén de las modas y la tecnología; por ello si el prudente tiene como objetivo hacerse de los mejores recursos, es lógico que esté abierto a nuevas opcio-nes y rutas que el mercado, la cultura o el ambiente ofrecen. Jamás considerará una solución como definitiva para todos los casos semejantes que haya solucionado, sino que intentará la innovación continúa, el descubrimiento inteligente y la revisión constante de los resultados.

Fomentar la desaparición de la prudencia como elemento de la decisión, bajo el pretexto de que hoy ya no hay espacio para un ejercicio reflexivo porque lo urgente es actuar, es arrojar al que decide a una jungla de retos no previstos sin las armas suficientes para lograr que lo inesperado no estorbe la realización de lo que se busca.

La ausencia de prudencia provoca inestabilidad, confusión y retraso. Todo ello signo de quien se ha lanzado sin ruta espe-cífica a conquistas irreflexivas, propias de la actitud temeraria, de la que difícilmente se desprenden historias de éxito.

Quienes con su acción han irrumpido críticamente y con fuerza en la innovación de alto impacto, pueden dar testi-monio de que, antes de decidir con qué novedad inundar el mercado o con qué inesperado recurso solucionar un pro-blema aparentemente infranqueable, practicaron (de modo rápido o lento, ése no es el punto) el análisis, ponderación y jerarquización, que desde hace casi tres milenios el hombre bautizó como prudencia. Nada nuevo bajo el sol.

la experiencia del prudente le permite identificar lo importante y no distraerse con lo periférico. Su carácter es esencialmente

proactivo y abierto a la búsqueda de opciones.

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BARRROQUISMO, CANTINFLISMO… Y MÁS DE LO MISMO

M éxico es un país maravilloso, don-de se habla buen castellano y hay

un gusto por hablarlo mejor. Dé-jenme explicarme. Casi diario tomo taxi de calle. Me gusta sen-tarme en el asiento de atrás y sacar conversación al taxista en turno. Gracias a este método he aprendi-do verdaderas joyas de la idiosin-crasia mexicana.

El mes pasado, en uno de esos trayectos, me topé con un taxista mal afeitado y de apariencia un tanto sucia. Reconozco, apenado, que me dejé llevar por mis pre-juicios. Aun así quise intentar un diálogo. Estaba a punto de hacerlo cuando el taxista frenó en seco al doblar una esquina. Entre cláxo-nes desesperados se escuchó: «si pa’ menso no se estudia, ¡p… !». Hubo réplica: «gracias, tocayo». El taxista, arrancó el auto, me miró por el retrovisor, como si nada, y en ese momento abandoné toda esperanza de una buena conver-sación.

Sin embargo, un par de cua-dras adelante el taxista rompió el silencio: «Oiga, ¿sabe que esta co-lonia se llama: el ‘sueño mariguano’ del revolucionario?». Al ver mi cara de sorpresa, pues yo me sabía en la Escandón, me indicó que está-bamos en la esquina de Progreso y Prosperidad, y que si le unía el

*Licenciado en Filosofía por la Universidad Hispalense de Sevilla (España). Profesor en la Universidad Panamericana y el Colegio Superior de Gastronomía.

Lennombre de la calle de atrás salía el lema completo: Unión, Progreso y Prosperidad.

Resultó que aquel taxista de aspecto descuidado, condenado por mi prejuicio a la incultura, se divierte así con nombres de calles, colonias y metros. Un gusto cotidia-no mantenido por 30 años. Afición que le ha llevado a ampliar su vo-cabulario y a leer grandes obras de literatura en busca de sinónimos. Sólo por seguir jugando, conoció de primera mano a la mayor parte de los autores mexicanos consagrados y ahora ya lleva leídos una buena parte de los del Siglo de Oro espa-ñol. Con todo lo aprendido, moles-ta a sus hijas con sinónimos de pa-labras cotidianas, incomprensibles para ellas.

Así la conversación, que se pre-veía anodina, me ayudó a confir-mar una sospecha: México presta especial atención al lenguaje. Mien-tras en otras partes vemos cómo la gente va vestida, en México se exa-mina cómo se expresa. Es común escuchar: «no le creas una palabra, no ves cómo habla» o «es demasia-do fresa, no puede quitarse la papa de la boca».

Mientras que a lo largo del mun-do puede verse en cualquier noticiero a alguien que al ser entrevistado a pie de banqueta articula sin mayor com-plejo un relato más o menos coherente con las pocas palabras que atesora, los

mexicanos saben que el lenguaje de-nota cultura. Por eso, cuando alguien no lo domina, cantinflea buscando palabras rebuscadas en un esfuerzo por verse mejor, como si en México el castellano se estirase al infinito para dejar en los extremos de una línea continua un alto y un bajo castellano: un idioma grandilocuente, preciso y barroco destinado a discursos y explicaciones; y un castellano ágil y sibilino, destinado a lo superfluo, al albur y al grito incontestable con el que se rubrica una discusión en el tráfico. En medio, todo lo demás.

Por eso reitero: México es un país maravilloso donde se habla un caste-llano rico y versátil, lleno de matices que se mueven entre la elegancia del barroco y la vivacidad de la barriada. Pero, sobre todo, donde hay enorme interés por hablarlo mejor. O, al me-nos, por vestirlo de gala en ocasiones especiales. Si no me creen corran a la calle y suban a un taxi.

José A. Pérez-Robleda*

INQUIeTUdeS de...

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LA MISIón DE COMUnICAR: eNTeNdeRNOS

*Licenciado en Teoría Literaria y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Se dedica al periodismo cultural en algunas revistas mexicanas.

guajeAdmiro los tópicos, las

frases hechas y las cole-tillas. Han sobrevivido a centenares de autores

y hoy dan para género. Si las arran-cásemos todas de las bibliotecas (se me ocurre una al azar: la de Babel), ¿cuántas páginas de la literatura uni-versal ganaríamos? Admiro también la naturaleza irónica de los manuales de redacción porque los leemos como guías para lograr una perfecta afonía. Así convertimos al que les concede su fe en el escritor más original desde el redactor del manual.

La escritura clara y concisa nos parece un bocadillo de pan con pan; tan insulsa por no decir vergonzosa como la metáfora anterior. Peor si lo que escribimos lleva la etiqueta «aca-demicista» pegada en la publicación. Entonces se nos disparan y revuel-ven los tecnicismos, los adrenalismos y la cultilina. Devenimos experimen-tados neologuistas, gramaticólogos y

Borja Criado*

hasta poetas. Incluso acertamos en alguna frase. No nos vendría mal que las academias reales y desreales se pusiesen de acuerdo para publi-car un Diccionario de sencillismos.

Gastar una traca de nuestro arse-nal lingüístico puede ser efectivo si contamos con un zapador experimen-tado en el pelotón; si no, no superare-mos la pedantería. Ya lo dijo Roman Jackobson: la función del lenguaje es la comunicación. ¡Señalemos el terror que experimentan todos los escritores del mundo entero ante las palabras «ser» o «estar» y «tener»! Harán lo que sea para reemplazarlas por una palabra que consideran menos trivial. saltemos sin redLas citas las compadezco: las leo sín-tomas de cobardía. Excepto en casos de extrema necesidad, o ante los lec-tores más desconfiados, tienen más sentido cuando las invocamos para contradecirlas que cuando las porta-mos como escudo. A los «citólogos» nos fascina decir lo que dicen otros. Escondemos mayor pecado que los «frasistas» de los párrafos anteriores, por pretenciosos (¿Seguro? ¿No son las frases hechas también escondites?). Deberíamos aprender a saltar sin red cuando escribimos o, si el terror nos paraliza, al menos tener la decencia de que el público no descubra el truco. El plagio perfecto es una hazaña más valerosa que cualquier salto mortal. El suelo sabe perdonar, el público jamás.

Un estilo llano no implica ordina-riez ni ranciedad, sino claridad y orden en lo que queremos decir. El humor bien empleado es más certero que la voz ronca de cualquier político, sobre todo cuando el lector grave lee la co-media con su bienquerida pesadum-bre. Discutan con Molière o con Tho-mas Bernhard sólo los que no quieran creerme (no podemos enterrarnos con los clásicos, pero sí interrogarles). Re-sumo con un tópico: «Llamemos a las cosas por su nombre».

Escribir no es buscar un espejo y un coro, ni es trascender: es reexpli-car la realidad (que son las palabras). Al publicarlas, ganan responsabili-dad social. Otra cosa muy distinta es que esa sociedad no quiera enten-derlas, pero procuremos, al menos, como esos manuales de redacción que tanto nos desagradan y como dicta el sentido común, hacerlo fácil. Algún griego lleva veinticinco años recordándonoslo. Puede ocurrir la maravilla de que alguien no sepa escribir sin tecnicismos, como esos niños salvajes que recorren desde que nacen las selvas de la literatu-ra anglófona. El resto, algunos días no menos maravillosos, deberíamos practicar nuestro equilibrismo.

Aunque Jackobson, Aristóteles y Borja Criado no existieran, la misión del lenguaje seguiría siendo la mis-ma: no ser babilónicos, entendernos. Abusar del lenguaje es abusar del lector. Hagámoslo fácil, por favor.

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las maníasde zagal

Seducción esamor sin brillo

S eamos sinceros, a todos se nos ha antojado que los menjurjes para enamorar que venden en el mercado de Sonora del DF

sí sirvieran de algo. Lamentablemente, todas esas lociones y yerbas son una farsa. Pero atenerme a mi físico hubiera sido, en mi remota juventud, tan inútil como confiarme a los encantamientos. «Los poetas aman en secreto», me decía para consolarme.

Afortunadamente, la solución vino rápidamente a mis manos. Me topé con un libro que explicaba cómo conquistar a las chicas en un dos por tres. No era un bestseller de cafetería. Se trataba de El arte de amar de Ovidio, uno de los poetas más reconocidos de la antigua Roma. Su lema: «Ten confianza; todas son conquistables».

PRIMER PASO: HACERSE EL DIFÍCILMás sorprendido quedé cuando averi-güé que un amigo, sumamente exitoso en el amor, pero nada culto, tenía El arte de amar como libro de cabecera. Había que concederle que estadísticamente no le faltaba quien lo apapachara. Así que decidí jugármela y leer ese libro tan traí-do a cuento.

Ovidio, un escritor de hace dos mi-lenios, es maravilloso y vigente. Su más importante recomendación era, como ya dije, la confianza en uno mismo. Luego, había que tomarle cierto gusto a la conquista, ese flirteo indispensable.

Amar es una envidia verde y muda,una sutil y lúcida avaricia.

Xavier Villaurrutia

Mala suerte para mí. Precisamente ésos eran mis dos puntos críticos. No me creía suficientemente interesante. Mu-cho menos iba a disfrutar los dolores de estómago y el sudor de manos. Pero seguí leyendo.

Antes de desplegar nuestros encan-tos, dice, debemos frecuentar los lugares donde se pasean las mujeres: los pórti-cos, el teatro, los desfiles triunfales, el circo, los balnearios. Mentalmente hice la adaptación de Ovidio al siglo XX (sí, mi adolescencia tuvo lugar cuando aún no había celulares). En aquellos tiempos, las chicas estaban en los cines de Plaza Universidad del DF, en el Baby’ O de Acapulco o en el Quetzal de Zona Rosa.

La primera táctica que Ovidio reco-mendaba era hacer que ellas te supli-caran, y que tú no les rogaras. Anoté al margen del libro: «hacerse el difícil». Decidí no cuestionar, por el momento, el decálogo de Ovidio. Su eficacia sería probada en la práctica.

La segunda recomendación era, al momento de tender las redes, aprove-char toda elocuencia de la que fuéra-mos capaces al hablar. Hacernos los interesantes, dirigir bien las preguntas, ser graciosos… Eso, creo, todo mundo lo sabe. No está de más cuidar la apa-riencia física, devolverle las miradas y decirle a la amada una que otra frase de doble sentido, apuntaba Ovidio. En cualquier caso, la iniciativa siem-pre recae en el varón. Esto no hay que olvidarlo.

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Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra. Profesor de la Facultad

de Filosofía de la Universidad Panamericana. Autor de Felicidad, placer

y virtud. La vida buena según Aristóteles y la novela Imperio

[email protected] / @hzagal

Digamos que mi amigo, el que si-guió tan a pecho el libro, era exitoso es-tadísticamente. Es decir, en cantidad le iba muy bien. Tenía hasta cuatro amantes al mismo tiempo. ¿En calidad? Ahí estaba el problema. Eso que tenía no era amor. Táchenme de cursi, pero el amor se da entre personas, no entre una persona y un objeto. El amor es una convergencia de voluntades, un encuentro de libertad, no es la apropiación de un cuerpo.

Y, para colmo, a pesar de la parte dedicada a la conquista del varón, la perspectiva de Ovidio es la típica de una sociedad machista; el amor hacia la mujer no pasa de ser un mero diverti-mento. En este contexto, la mujer es una «loba», como alardean los mirrreyes de nuestra época. Así que, después de todo, El arte de amar no era el libro que había estado buscando.

Y es que no explora el amor tal cual es. Más bien, lo domestica. Amar, como lo indica el poema de Villaurrutia que cité al principio, es una angustia. Pre-tendemos que el otro nos ame libre-mente. ¿Alguien ve la contradicción? Si el otro te ama libremente, enton-ces es posible que te deje de amar en cualquier momento. En cambio, si te «ama» por obligación, o manipulación (en el caso de Ovidio), no es amor. Y tú lo sabes. Amar de verdad es, por naturaleza, temer perder a ese otro que nos obsesiona y que nos preocupa. La inestabilidad, yo creo, está implícita en un sentimiento que pretendemos que dure para siempre. En fin, el libro de Ovidio no era para mí, porque ni siquiera trataba del amor. En todo caso, lo desnaturalizaba.

Pues bien, una vez establecido un mayor contacto con la amada había que hacerle todo tipo de promesas. Se-gún el poeta, prometer no perjudica. Al contrario, con suficiente crédito, las promesas mantienen las esperanzas en alto. En palabras del poeta, éstas son «una diosa engañosa» que, sin em-bargo, bien presta sus servicios. Los regalos que sí le entregues, aconseja el libro, se los llevará y se acabó. En cambio, los que le prometas, los ansiará más intensamente. Como ven, Ovidio es todo un maestro de la seducción.

La conquista amorosa, no obstante, eventualmente trae consigo reveses que hay que saber superar. Todo se trata de insistir. La blanda agua horada la piedra de tanto salpicar en ella. Y es que tal vez un día la amada se muestre un poco hostil. Esto no significa que no quiera la compañía del amante. En el complejo lenguaje femenino, el desaire puede significar que no quiere que de-sistas. Por eso Ovidio escribe: «Persiste y verás cumplidos tus deseos».

Hay, por supuesto, más recursos que éstos. Uno, muy conveniente con las mujeres sensibles, es mostrar a ve-ces, pero no constantemente, cierta vul-nerabilidad. En otras palabras, convie-ne hacerse el sufrido: estoy enfermo, mi familia no me quiere, estoy cansado… Nada como darle la oportunidad de que nos cuide y proteja.

Ausentarse por un breve tiempo no es ningún desperdicio, mientras se tenga la precaución de no ofender a la amada con nuestras ausencias. Ovidio advertía que una madre se preocupa más por el hijo que se fue a la guerra,

que por el que aún vive con ella. Viene bien darse a desear: este fin no te puedo ver, me voy un mes a un viaje de estu-dios, tretas así.

Dicho todo esto, no hay que olvidar la amabilidad, porque ésa es la llave de los corazones. Pero, sobre todo, no hay que olvidar el halago. El poeta latino decía que no hay mujer, por fea que sea, que no se considere digna de ser amada. En el fondo, ninguna se avergüenza de su propio aspecto. Lo que más quiere es sentirse deseada. ¿Cómo ven?

¿Qué hay de la infidelidad? Ovidio no tenía empacho en aceptarla, siempre y cuando la amada no se enterara. Y si lo hacía, había que aprovechar la situación, con la debida prudencia, para incitar en ella los celos, que son la llama del deseo.

Ovidio es, sin duda, machista. No obstante, debe decirse en su defensa, que la tercera parte de El arte de amar está dirigida a las mujeres. El poeta les explica cómo conquistar a los varones y, la verdad, es que somos presas muy fáciles de cazar. En opinión de Ovidio, somos medio tontos.

un juEgO DE DOMInIOAcabé la lectura estupefacto. Revisé una vez más la portada del libro. En efecto, decía El arte de amar. ¿Ovidio nos enseña a amar? La obra, aunque de deliciosa lectura, resultó ser un manual. El poeta entiende amar como cazar una presa en el bosque. Nos enseña a tender tantas trampas tan eficaces, que hasta el animal más imponente cae derrotado. Amar, por la impresión que me dejó el libro, parecía ser un juego de dominio, una lucha de poder.

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El buen vicioLibros

Un cadáver entre plato y platoTom HillenbrandGrijalbo. México, 2013231 págs. A pesar de un prometedor futu-ro como cocinero estrella en Pa-rís, Xavier Kieffer prefiere coci-nar plácidamente en su pequeño restaurante de comida típica, Deux Églises, en Luxemburgo. Su tran-quilidad se torna en caos cuando el crítico de una de las más importan-tes guías gastronómicas del mundo muere asesinado en su local. La policía cierra el restaurante y su propietario es, naturalmente, seña-lado como sospechoso. Kieffer se volverá chef-detective y entrará de lleno a investigar, entre fogones, el competitivo mundo de la alta cocina, al que nunca imaginó tener que volver.

Tom Hillenbrand (Hamburgo, 1972) estudió Ciencias Políticas y periodismo económico. Ha sido jefe de la sección económica de la edición digital de Der Spie-gel, bajo el seudónimo de Tom King. Al igual que su personaje, Hillenbrand está del lado de los consumidores; sus libros y trabajo como editor dan cuenta de ello.

Describe la trama con frescu-ra, conjugando –en contundente maridaje, vale decir– crímenes y platillos, personajes y situacio-nes. El desarrollo es lineal, no hay vueltas de tuerca ni sorpresas en la resolución del crimen; el culpable resulta ser el mayor enemigo de sus mejores amigos: el siniestro dinero.

ErnEsto AguilAr-ÁlvArEz BAy

transatlánticoColum McCann Traducción: Marta AlcarazSeix Barral. Barcelona, 2014357 págs.

Nueva literatura, nueva forma de escribir, distinta manera de per-cibir la realidad, nuevos modos de leer…

Desde las primeras líneas, Mc-Cann denota su pasión por Dublín y admiración por la tierra que lo vio nacer. No es historia de Irlanda, pero a través de sus páginas uno aprende a conocerla y descifrarla.

Pocos libros requieren tanto de la imaginación del lector, pues el autor lo introduce en escenarios en los que los protagonistas en-tretejen sus propias historias: una suma de realidad y ficción entre lo atemporal y lo temporal.

Transatlántico describe los via-jes que hacen distintos personajes en distintos tiempos y circunstan-cias; personajes complejos que van de lo cotidiano a lo sublime con sus propias contradicciones, que se revelan poco a poco. Po-dría pensarse entonces que se trata más de un compilado de cuentos que de una novela, pero las narraciones tienen un punto de encuentro, su amada Irlanda.

McCann, como contador de historias, busca resarcir a su pa-tria y pretende que al menos por medio del lenguaje encuentre la paz; es como si invitara a su ama-da Irlanda desde tierras lejanas a una sanación y catarsis a través de la palabra.

tErEsA dE lA CAllE PArdo

por qUé Un niño de cinco años no pUdo haber hecho estoSantillana. México, 2014223 págs.

En el anochecer del siglo XIX, la modernidad desenfrenada y su vacilante andar sobre las vías del progreso trastornó la coti-dianidad de buena parte de la humanidad.

La creación artística abandonó el ideal renacentista y prefirió desfigurar, reinterpretar y negar la realidad. El artista tornó su mirada hacia el interior. Estalló, entonces, un flujo irrefrenable que redescu-brió en el Dadaísmo, el sentido desde el sinsentido y el arte desde el anti-arte.

Susie Hodge busca dar luz para acercarse a estas expresiones ar-tísticas, que controvertidamente clasificamos como arte moderno o contemporáneo. El esquema organizativo de la publicación configura cinco preocupaciones-contradicciones: la sociedad de consumo, la abstracción, la tec-nología, la cultura popular y el reclamo a lo pretencioso de la academia.

El libro exhibe un centenar de obras y responde a partir del proceso creativo, las técnicas, y el contexto histórico-artístico, a la interrogante del título. Más allá de lo convincente o no de sus respuestas, el recorrido obliga a mirarlas con ojos nuevos y a repensar el sentido profundo de la sociedad contemporánea.

JuAn CArlos olmEdo EstrAdA

inocencia trágicaAgatha ChristiePlaneta. México, 2013192 págs. Al recobrar la memoria, el doc-tor Arthur Calgary se entera de que habría salvado la vida de un inocente, de no haber perdido su último recuerdo, por el infortuna-do accidente. Acusaron a Jacko Argyle de asesinar a su madre, pero en el momento del supuesto asesinato, el joven Argyle se en-contraba con el doctor Calgary. La culpabilidad consumeal doc-tor porque ya no hay nada qué hacer: el joven murió en prisión. Decide entonces hablar con la familia y revelar la inocencia del ajusticiado. Hunca imaginó que el anuncio propiciaría otra pesadilla: si Jacko no fue el asesino… ¿quién de los otros hijos lo es?

Agatha Mary Clarissa Miller (Gran Bretaña 1890-1976), co-nocida como Agatha Christie (apellido de su primer esposo) es, sin duda, la reina del crimen. Su volumen de ventas se ha equi-parado con el de Shakespeare y la Biblia. Novelista, cuentista y autora teatral, supo hilar magis-tralmente los géneros policial, romántico, negro y de suspenso.

Inocencia trágica es una pe-queña obra maestra donde el enfoque psicológico lo es todo y se comprueba que, a veces, la más desoladora culpabilidad es ser inocente. Mezcla diferentes elementos para conseguir un re-sultado poco predecible.

dunstAn stout

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¿qUé es la amistad? entenderla para vivirlaFrancisco Ugarte Corcuera Editorial Minos III Milenio. México, 201480 págs.

Libro oportuno y provechoso para una sociedad donde lo vir-tual tiende a imponerse sobre el trato humano y se incrementan las personalidades solitarias y egocéntricas. Expone, al inicio, el valor de la amistad. ¿Quiénes son realmente amigos? ¿Los compa-ñeros de escuela o universidad? ¿Los colegas en el trabajo? No, suelen ser relaciones epidérmicas y circunstanciales.

Los verdaderos amigos se comprenden, se ayudan y com-parten intereses. ¿Consecuencias de la verdadera amistad? Aumen-ta las alegrías y mitiga las penas; evita soledad y tristeza; apoya ante las dificultades; es desinte-resada y fiel. Potencia la alegría y felicidad; conduce a la unión con Dios, el bien máximo que puede ofrecer un amigo a otro.

Aporta conceptos profundos con lenguaje asequible enriquecido con múltiples citas de escritores de todos los tiempos. Algunos elementos: el verdadero aprecio dispensa los defectos y detalles menos gratos de los amigos, pero también procura corregirlos en pri-vado; implica auténtico interés por sus éxitos y fracasos; sus alegrías y sufrimientos, para que la amistad crezca como un árbol frondoso y permanezca a lo largo de la vida.

rAúl EsPinozA

la música del azarPaul AusterAnagrama. Barcelona, 1991117 págs.

Paul Auster (Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006) es uno de los mejores escritores de los últimos cuarenta años. Quien lo ha leído sabe por qué lo digo. En Música del azar reafirma su habili-dad literaria y aborda nuevamente la incertidumbre y el accidente, temas habituales en su obra.

Al recibir la herencia de su padre, Jim Nashe, un bombe-ro de Boston, abandona su vida cotidiana y se embarca en un viaje indefinido, en un auto recién comprado, buscando liberarse de su pasado y sumergirse en brazos del azar.

A primera vista parece una historia más de Jack Keruac y su Generación Beat, al menos hasta que surge Jack Pozzi quien desvía a Nashe de su propósito de gastar en las carreteras su tiempo y dinero, que por cierto ya no abunda. Pozzi le propone asociarse con él en una partida de póquer frente a un par de millonarios, Flower y Stone.

Nashe debe tomar decisiones que continúan en el territorio de la casualidad, para sumergirse en un juego lleno de riesgos contra unos excéntricos ganadores de la lotería. Cualquier movimiento puede inclinar la fortuna hacia un lado o el otro. ¿De dónde proviene el azar, del mundo o de nosotros mismos?

riCArdo PérEz

indUstrias cUltUrales en méxicoDelia Crovi Druetta (coordinadora)UNAM, México, 2014399 págs.

El concepto de industrias cul-turales acuñado por Adorno y Horkheimer en su Dialéctica del iluminismo escrita durante la IIGM, surgió para referir la re-lación que se establece entre la cultura y los procesos industriales.

Un largo camino se ha recorrido desde entonces, y en su andar el concepto se transforma a partir de cambios sociales, tecnológicos y económicos, hasta encontrarse de frente con el contemporáneo concepto de industrias creativas, no necesariamente una evolución o sustitución del original.

De esto trata el sólido texto or-questado por Delia Crovi. Más de una docena de especialistas recorren diferentes momentos, transiciones, retrocesos y cuestionamientos que las industrias culturales han experi-mentado en México, tanto desde su valor como producto de creación, hasta sus usos como instrumento político y objeto de lucro.

El mapa de ruta, tan diverso en autoría como en estrategia de aproximación, se traza tanto en las trincheras de los medios tradiciona-les como la prensa, la televisión, la cinematografía y la música, como en los senderos abiertos a las indus-trias culturales digitales y su poten-cialidad de autoproducción, ubicua, virtual, móvil y cuasi omnipresente.

JuAn CArlos olmEdo EstrAdA

sobre dios, la iglesia y el mUndoFernando Ocáriz Entrevista Rafael Serrano Minos, México, 2013170 págs. ¿Es el cristianismo significativo en la sociedad posmoderna? ¿Pueden las esferas de la fe, la razón filosófica y la ciencia dialogar para buscar la verdad? ¿Cómo suscitar las preguntas so-bre Dios a un agnóstico? ¿Qué papel tiene la Iglesia como agente activo en la cultura contemporá-nea? ¿Por qué se perciben algunos nuevos racimos de fe en Holanda? ¿En qué consiste el dinamismo evangelizador y laical que los úl-timos Romanos Pontífices han impulsado con vigor?

Una retahíla de interesantes cuestiones que el periodista Ra-fael Serrano plantea a Fernando Ocáriz, Vicario General del Opus Dei (segundo en el timonel de la Prelatura). Como físico de profe-sión, doctor en Teología dogmá-tica y pastor responde con rigor y amenidad, siempre en el tenor periodístico de la entrevista.

Evidentemente, Serrano tam-bién le interroga sobre el papel del Opus Dei en la Iglesia; las aportaciones de san Josemaría al cristianismo de los últimos tiem-pos; los apostolados y modos operativos de la institución; sobre los retos de la familia y el hogar en el presente siglo; y termina con la trascendencia del mensaje sobre la santificación del trabajo.

José J. QuEsAdA

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El buen vicioLibros

El buen vicioLibros

ReviviR los memoRables

vivir la hospitalidad En su complejísima estructura, la hospitalidad implica otras virtudes –confianza, gratitud, generosidad, fe, trabajo–; pero, no supone a la esperanza: quien acoge, no aguarda; al contrario. El anfitrión se vuelca sin consideración para recibir al otro.

Sólo la hospitalidad recompone al exiliado, incluso, al exilio mismo y a sus precarias consecuencias. Por eso, esta pieza de dos volúmenes cobra tanta relevancia, porque parece que hemos olvidado la importancia de acoger al extraño.

El trabajo encabezado por el poeta Philippe Ollé-Laprune, director general de Casa de Refugio Citlaltépetl, reúne en casi mil páginas un recuento de artistas, escritores, pensadores, políticos y comunidades enteras, quienes han tenido que pedir posada en dos ciudades tan asombrosas como disímbolas.

En medio de tanta buena voluntad por las bestias y las lechugas, el libro deslumbra por su oportunidad: el otro también existe. Las historias aquí reunidas suman el resquebrajamiento provocado por la lejanía impuesta y la violencia del abandono: la desazón de ser sin estar.

Por eso hay que agradecer a Ollé-Laprune la edición de esta hermosa pieza, a través de la cual un coro de errantes canta una misma historia de gallardía y dignidad compuesta desde el siglo XIX, entre dos ciudades que se volvieron salvaguarda de quienes perdieron algo más que su hogar.

Y, por supuesto, porque nos deja escuchar «estas voces que nos dicen que los valores más nobles que entonces fueron defendidos contra la ignominia y la represión nunca son bienes adquiridos, sino que quedan virtudes e ideales siempre por conquistar». Y, sobre todo, porque sólo la hospitalidad repara la herida que con crueldad descarnada inflige el exilio.

víCtor isolino dovAl

el sUeño de victorioVeridiana ScarpelliFCE. México, 201332 págs.

Lo onírico ha fastidiado a la hu-manidad desde Aristóteles; no se me malinterprete, quiero decir, hemos dedicado un puñado de siglos a dirimir la distinción entre sueño y vigilia.

Uno podría trazar una cartogra-fía del sueño; tomar como punto de arranque los relatos bíblicos has-ta llegar a Inception, la película de Christopher Nolan y ver cómo, al pasar por Homero, Dante, Shakes-peare, sor Juana, Calderón de la Barca, Descartes, Goya, Pessoa, Freud, Bretón, Bachelard, Borges, el asunto nos ha obsesionado.

Ópera prima de la joven artista Veridiana Scarpelli (São Paulo, 1978), El sueño de Victorio narra las posibilidades que un cerdo vislumbra para sí en un hermoso escenario de quimeras.

Esta breve historia contempla la insatisfacción que provocan los anhelos de una vida cuyo destino final es convertirse en jamones y tocinos: el arduo camino entre nuestra realidad y lo que quere-mos que sea. En este trabajo de esplendorosa ilustración, hecho con mimo envidiable y altísima creatividad editorial, la autora su-giere el desafío a la fatalidad. Por supuesto, sugerencia sólo visible a los lectores adultos; los chicos sólo encontrarán aquí el colorido relato de un cerdo que se resiste a serlo.

BArAhAt A. ryA

la marca del editorRoberto CalassoAnagrama. Barcelona 2014176 págs.

Ensayista, novelista y director de la mítica editorial italiana Adelphi, fundada en 1962, Calasso reflexio-na sobre el papel del editor en un mundo editorial sometido a cambios estructurales drásticos.

«Todo verdadero editor com-pone, sin saberlo o a conciencia, un único libro formado por todos los libros que publica». Formar un catálogo que perdure por encima de modas, fenómenos comerciales o a la tiranía de la actualidad, ha sido siempre su principal objetivo.

Una idea recorre los textos del volumen, y es que la misión del editor es publicar libros de los que esté orgulloso, sabiendo que editar es un trabajo intelectual y artesanal cuyo presupuesto es «la capacidad de dar forma a una pluralidad de libros como si fueran los capítulos de un único libro». El editor crea la marca, el sello distintivo en donde ningún pro-ceso ni lo que tiene que ver con la forma del libro (portada, diseño, compaginación, caracteres, papel, solapa…) es irrelevante.

Pero corren malos tiempos para los editores. Con el auge del libro electrónico, el editor es «un mero obstáculo, un pasaje intermedio del que nadie tiene ya necesidad» ahora lo sustituye un gerente. Aceprensa

Adolfo torrECillA

parís /méxico capital del exilio VV.AA. (Philippe Ollé-Laprune, editor)FCE. México, 2014994 págs.