IV >5 HEDICIEMBRE DE 1895 N? 96
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P R E C IO
SuSCRJCIÓN MENSUAL. . . . B. 4
EDITORES PROPIETARIOS Y DIRECTORES
J . M . H E R R E R A I R I G O Y E N & C A .
EDICION QUINCENAL
D ir ec c ió n : EM PR ESA E L COJOU n NUMERO SUELTO.. . . . B. 2 E m presa E l C o jo — C aracas — V enezuela C araca s — V e n e z u e l a
Gabriel K. Mufioz A. Pérez Mujica Francisco de P. Magdaleno Emilio J. Maury Isaliel P. de Maury Dolores Muñoz Tebar de Stolk Pedro Mí Morantes Manuel F. Osío J. M. Núñez Ponte Miguel Eduardo Pardo Margarita A. de Pimentel H. Pifiango l.ara Gonzalo Picón Febres
Francisco de Sales Pérez General Jacinto R. Pachano Miguel PicherDoctor José Manuel de los Ríos Domingo Santos Ramos C. Rivt-ro Sanavria Pedro José RojasDoctor Ildefonso Riera Aguinagalde Doctor Teófilo Rodríguez Doctor Francisco de Paula Reyes Marco Antonio Saluzzo Doctor Rafael Senas Doctor Rafael F. Seijas Félix Soublette Doctor Alberto Smith R M. Saumell J. M. Su.'irez Felipe Tejera Martín Tovar y Tovar li. Tavera Acosta Amenodoro Urdaneta Doctor Alejandro Urbaneja Doctor Luis Ugueto Carlos A. Villanueva Antonio Valero l.ara Andrés j. Vigas Felipe Valderrama;
literatos y escritores unos, cu ltivadores de las 'x 'llas artes otras venezolanos todos, excepto los doctores Ernst y Día/, Guerra, pero qne para el caso, y por sus relaciones en el país, debemos considerarlos como compat riotas.
En cuanto á los extranjeros, son conocidos por los lectores del país.
Abundan en la larga lista de producciones los trabajos serios y científicas, como las de lectura amena; pues hemos considerado que la naturaleza de este periódico se aviene tanto á lsi ciencia como al esparcimiento del hogar en la intimidad de las familias, y A las disertaciones de los doctas sobre materias científicas.
Hubimos menester de serios esfuerzos para llegar hasta aquí, y creemos haber triunfado.
Deseando conservar la unidad de acción, como palanca de éxito y despertar el estímulo de los pueblos, pusimos especial interés en rememorar los hombres notables, civiles, m ilitares y escritores, así como también los monumentos de las poblaciones que debemos á la civilización
iniciada por los conquistadores y continuada por la Nación en la vida independiente. Retratos «le los hombres y vistas de los pueblos ó de sus monumentos naturales y artísticos corren con profusión en las páginas de E t Cojo I lu stra d o . Poetas y literatos, vivos ó muertos, fueron transportados en efigie con su historia ri este atrio d é la futura gloria. Albergue tuvo la juventud y voz de aliento, pedestal y respetos la ancianidad, veneración el sacerdocio, resplandor
Salvador N. l.lamozasArturo MichelenaDoctor Cristóbal I.. MendozaEugenio Méndez y MendozaJosé María ManriqueAdina ManriqueFernando Morales MarcanoAndrés A. MataEleuterio Morales, hijoJosé María MartelDoctor Francisco ManriqueDoctor Juan de Dios Méndez, hijoJosé E. Machado
Domingo Garbín Manuel Guadalajara Eloy G. González Juan Vicente González Antonio Herrera Toro P. Fortoul Hurtado Arturo N. Ibarra Diego Jugo Ramírez Jabino [Miguel Mármol] Santos Jurado Doctor Ricardo O. I.imardo León Lameda María M. de l.etts
F L O R D E P A 8 0 U A
0 0 J 0 I L Í I S T O D U * -
Cuatro aflos hace que emprendimos la publicación de esta Revista ilustrada, no sin comprender la gravedad de la taren y la dureza de los tiempos.
X o ofrecía el horizonte luces claras, ni daban de sí los espíritus aquellos efluvios de entusiasmo qne determinan oportunidad propicia y lijan cínica para este género de empresas.Antes bien, motivos «le zozobra nos arredraban, y más que el temor de pérdidas materiales, nos sobrecogía la duda de si sería posible la real i /.ación de nuestros propósitos.
Habíamos llegado á una etapa di la carrera literaria en que los conductores del rico tesoro acumulado, recostados en stis laureles descansaban; y corría tras ellos á incorporarse nueva falange de jóvenes ardorosos, bien nutridos de hermosas jten- samientos y fecundo estro. Era preciso m irar ¡í la gloria adquirida y ab rir los brazos ¡í la venidera. A r dua empresa para quien anta el decoro patrio y aspira á representarlo bien.
Felizmente hemos llegado al término del cuarto afio de esta Revista.
Ju n to con el presente número c ircula el índice correspondiente al tomo cuarto. Figuran en él producciones de los sefiores:
Pedro Arismendi Brito Francisco de Paula Alamo j. M. Alamo Doctor Domingo Alas Doctor Cecilio Acosta Doctor Lisandro Alvarado M. E. Aybar V. Arráiz Lara.Ramón Alfonzo Blanco C. Alvarez G.Nicanor Bolet Peraza J. J. Breca |. D. Beauperthuy Rafael Bolívar Rufino Blanco Fombona Doctor Eduardo Calca fio
Íosé Antonio Calcaño )octor Juan B. Calcafio y Panm
Doctor R. Cabrera Malo Pedro Emilio Coll Doctor Aníbal Domínici Doctor Santos A. Domínici Doctor Pedro César Domínici Doctor M. Díaz Rodríguez Doctor Manuel Dagnino Doctor G. Delgado Palacios Eduardo Díaz Lecuna Andrés Delgado Pardo Polita De Lima Doctor Manuel Antonio Diez Doctor Alirio Díaz Guerra A. Domínguez Doctor A. Ernst José Antonio Espinosa Iguaria P. de Fombona Manuel Fombona Palacio Doctor José Gil Fortoul
Íácimo Gutiérrez-Coll teraclio M. de la Guardia
788 EL COJO ILUSTRADO
los héroes, consideraciones la autoridad y am or todos aquellos ideales que han constituido la civilización de los pueblos al través de los siglos.
Quiere decir que hamos propendido al bien y rendido culto al mérito.
Empero si nos hemos permitido recordar nuestros esfuerzos en este día, justo es que recordemos también cuánto debemos al público lector. A plausos mil han llovido sobre E l. Co jo I l u s t r a d o . L a prensa venezolana y la extranjera, el voto de los cu ltivadores de las letras, privada y públicamente expresado, las felicitaciones sociales de d amas y caballeros, de los artistas pictóricos, arquitectónicos y músicos, de la sociedad toda que sombrea el genio ó alcanza sus luces, hemos recibido gratas demostraciones de satisfacción. Tenemos, pues, la recompensa qne 110 muere ni se gasta: la aprobación pública; y E l. Co jo I l u s t r a d o guardará en áureo cofre las joyas de la gratitud y no será disipada ni nna sola.
Del éxito de esta Revista se deduce una consecuencia consoladora, y es que Venezuela progresa en las ciencias y en las artes, que á sn vivificante calor hierven los espíritus y que la juventud, ufana de su herencia, rivaliza en estímulo y talento con sus contemporáneos.
Bien que las disidencias políticas perturban los ánimos, y que las viejas pasiones soplan las cenizas del rencor, en busca de nna chispa, la juventud vive despreocupada en la alteza de su pensamiento como v iv iría la salamandra en el fuego. Y es la verdad, comprobada por la historia, que las virtudes cívicas reviven á la sombra de la literatura.
L a fe que nos anima nace de estas creencias. Nuestra empresa 110 es una simple tarea industrial: es una misión. V ivirá en los tiem pos lo que vive la idea, y así continuará en alianza íntima con el pensamiento é intereses civilizadores de la sociedad.
Damas las gracias al público en general, á la prensa del país, á los escritores y artis- tistas que con su talento han contribuido al esplendor de esta Revista.
En el número próximo de 1" de enero, quinto de nuestra edad periodística, renovaremos estas consideraciones.
H IST O R IA D E U N A FLO R
Entre verdes heléchos de la orilla De ligero y tranquilo manantial.Entre flexibles juncos y carrizos Ostentaba una flor su majestad.
Era ella así.... campánula altaneraCon el tinte del mar, del cielo azul El beso de las auras desdeñabaY el amoroso beso de la luz.
Cayó la lluvia en tempestuosa tardeY el torrente creció devastador:Los cedros de la orilla vacilaron,La campánula..... y todo sucumbió.
Medita, pues, Humanidad soberbia...La historia de esa flor es ejemplar:Abate Dios á la altanera frente,Así como á la flor del manantial.
A. DOMINGUEZ.Trujillo.
EL DR. JUAN VICENTE GONZÁLEZ DELGADO
Hermosa juventud, dulce trato, natural modestia distinguieron al Dr. Ju an Vicente González Delgado eu los primeros afios de su carrera como estudiante y como hombre. Catedráticos y condiscípulos le amaban. Para con aquellos, era hijo respetuoso, para con estos, hermano. Amábanle necesariamente, y así como disponía de todos los corazones en clases y claustros, así le sonreían los afectos eu las calles y en el seno de las familias. Llegó paro él la edad viril, recibió el grado de Doctor en medicina y se trasladó á Harinas donde ejerció por algún tiempo su profesión. Aquellos pueblos le amaron también ¿ cómo nó! Eran días de fe, y guardaban las pedios tanta savia de amor cuanta era precisa para ahogar las brutales pasioncillas y rendir tributo al mérito. ¡Qué alegría, qué satisfacción para Harinas premiar las virtudes de González Delgado con su espontáneo voto para ocupar una curnl en el Senado de la República! Tal nombramiento no podía menos de refrendar sus títulos al antiguo afecto de los caraqueñas, y así fue recibido con alborozo por sus amigos y relacionados.
En el Senado comienza la carrera pública de este notable ciudadano. Su conducta á la vez circunspecta é independiente, suave y firme, llamó la atención del Congreso, del pueblo y del Gobierno; de tal modo que al terminar su período como Senador fue elegido por el mismo Congreso para miembro del Consejo de Estado, puésto excelso que no se concedía sino á los hombres probados en el crisol de la prudencia y del desinterés.
Después de un largo interregno que consagró á su profesión, fue de nuevo llamado á la escena pública y surgió en el Gobierno como Ministro de lo Interior. Reunido el Congreso le nombró Designado á la Presidencia de la República y con este título la ejerció con espíritu democrático y singular pulcritud.
Lanzado el país en el abismo de la guerra, se ausentó con su fam ilia de la patriaV vivió en Puerto Rico largos afios, mereciendo las consideraciones del Gobierno colonial y las simpatías del pueblo.
No hace mucho que regresó á Venezuela, y aquí yace en modesto hogar, sin más r iquezas que la corona de siem previvas tejida para su frente por la mano del recuerdo popular.
González Delgado trabajó siempre por la paz, por la armonía, por el ensanche de las libertades ciudadanas y por la instrucción
pública. Creía que la violencia es pernicio sa, auuque se ejerza eu favor de la ju sticia, y así su acción en los negocios públicos fue siempre moderada y conciliadora. La misión de estos hombres es naturalm ente benéfica. Llegan, miran, y á sus primeros actos el fuego de las pasiones tiende á e x tinguirse. Son como el rocío de la mañana que revive las plantas y las pone á cubierto de los ardores del sol.
Mas no se crea que por eso deponen sus convicciones; antes bien, si la temeridad se muestra reliacia á la persuación, se elevan á la altura de su delier y se imponen por la justicia, dejando bien puesta la acción 1110- ralizadora de la autoridad.
A este tipo de hombres públicos pertenece el Dr. González Delgado. No explotan las pasiones, no tocan al Erario, vienen á la escena llamados y se retiran tales como entraron, ilesos de conciencia, punís las manos, tranquilo el corazón.
Desciende de una antigua familia rica y patriota. Su abuelo materno Don Ju an V icente Delgado, republicano entusiasta, fue fusilado por los españoles en el Castillo del Colorado de L a Guaira, y sus antecesores y pacientes más inmediatos, distinguiéronse en distintas carreras por sus personales méritos.
Quizá sea este el prim er homenaje de la historia que recibe el eminente ciudadano á qne nos referimos. Tan callada así vive siem pre la m odestia; pero al fin llega el día de las reparaciones, y E l Co jo I l u s t r a d o se goza en ofrecerlas á la conciencia pública polla intermisión de nuestra humilde pluma. A sí entreabrimos las puertas de la historia y d amos ejemplo de justicia.
Conserve el Cielo los días del Dr. González Delgado, y mire el pueblo en su perso nalidad un dechado de virtudes cívicas d ig nas de imitación.
LEÓN l a m e d a .
*****Se encuentran en las planicies
hondas y azules del mar. dos olas que bien diversos caminos proseguirán : confunden su blanca espuma, ,confunden su murmurar, y unidas estrechamente una tras de la otra va.La brisa sopla, la brisa sopla pérfida y fugaz, y al separarlas coloca entre ambas i la inmensidad . . . !
Así en la vida á ocasiones suele el destino fatal unir dos trémulas manos, dos voluntades ligar, hacer de dos almas una, de dos cuitas un afán, de dos tiernos corazones un corazón nada más; para que luégo al impulso de negra fatalidad, todo se quebrante y todo ruede deshecho al azar . . .
rearo josfe DE CARDENAS.
DOMINGO SANTOS RAMOS
Dichoso aquel que pasa por el mundo Sin bajar á los déspotas la frente,Y alzando culto á la virtud ferviente Salva del vicio el lodazal inmundo.
El que desdeña audaz á los reptiles ue asquerosos se arrastran por el suelo, con aliento de águila, su vuelo
Alza sobre los torpes y los viles.¿ En medio de esta turba degradada
Qué le importa en la vida que sucumba ?Si resurge su fama de la tumba A ser del porvenir con gloria honrada.
Poeta! á quien el cielo generoso Dotó de tan perínclitas preseas ¡ Ni de los buenos olvidado seas Ni turben los protervos tu reposo!
d o m i n g o GARBAN.
EL COJO ILUSTRADO 789
L os P e r f u m e s . — Cuadro de A . Lynch
790 EL COJO ILUSTRADO
C H A N Z A S Y V E R D A D E S
T R A G O A T R A G O
C U E N T O
Era don Remigio persona principal, patín* de numerosa y muy respetable familia, como se dice en las necrologías; y había llegado el buen señor á los cincuenta aflos sin <|iie el diablo hubiese tenido pretexLcj ostensible para inscribirlo en la lista de candidatos para tostones, en la que con regocijo vive el rey de los inflemos poniendo y borrando nombres y más nombres, según adquieren los mortales méritos para la c a n l didatura ó pasan definitivamente á la irre-* mediable condición de chicharrones.
E ra la sobriedad tina de las cosas que más abonaban al estinmble dou Remigio, á mayor abundamiento no siendo ella es- crapulosamente observada ^«trtytena parte de los habitantes de su pueblo; y ¡í encaminar á estos en la observancia de regular al par que higiénica conducta, tendían siempre las palabras del correcto caballero, quien jam ás dejó pasar en blanco la ocasión de abogar por la necesaria morigeración de las costumbres.
No había festejo á que no asistiese don Remigio y en que, excitado á tomar la palabra, dejase de pintar con vivísim os colores la serie de males que acarrea il los pueblos el uso siquiera de alcohólicas bebidas, puerta esta que él veía siempre abierta para que por ella libremente penetrasen al seno de la sociedad todos, absolutamente todos los excesos. “ A la edad que tengo” (era su indefectible conclusión) “ aún 110 sé qué sabor tienen esos aleo- “ hólicos compuestos (pie física, moral, se- “ gura y gradualmente operan el completo “ aniquilamiento de los pueblos.”
En macho estimaba la colaboración de Don Remigio el virtuoso Sefior Cura, á quien por extremo preocupaba el incremento que entre sus feligreses adquiría el consumo de aquello que él llamaba “ producto de los alambiques del infierno” ; y no había plática dominical que 110 concluyese con alusiones é indirectas, por vía de amonestaciones á los más calificados devotos del dios R ico, entre los que á diario se alistaban muchos de quienes jam ás se hubiera esperado la claudicación pecaminosa. Con razón temía el alarmado Seflor Cura ver llegar un día en que sólo el incorruptible don Remigio permaneciese incontaminado de aquella ascosa y pertinaz lepra del alma.
Largas consultas se efectuaron entre el párroco y su amigo, conducentes al estudio del medio pronto y etica/, de destruir el monstruo odioso por cuyas fauces iba desapareciendo “ física, moral, segura y gradualm ente” el cuerpo socia l; y quedó al cabo convenido que ejercería don Remigio toda la influencia de que disfrutaba entre las autoridades del lugar, para obtener de éstas la prohibición terminante y absoluta
de que “ el producto de los alambiques del infierno” se expendiese en otra parte que 110 fuese la farmacia, y previa presentación del récipe del médico.
Consecuencia de los esfuerzos tle don R emigio fue la coronación dt* éstos por la medida salvadora que, dictada por la autoridad, se puso en práctica desde luégo con suma complacencia para el !>oticario, tínico dispensador, desde entonces, de los apetecidos dones tlel dios hijo tle Jú p iter y Seiuele ; y consecuencia de la medida fue la repentina y alarmante insalubridad de la población, cosa que puso en aprietos y carreras al hasta entonces poco ocupado médico del pueblo. Propagóse á manera de epidemia cierta enfermedad cuyo síntoma principal era insoportable desazón en el estómago, la cual sólo se calmaba con fuertes tlosis de la medicina cuyo monopolio había puesto la autoridad en manos tlel farm acéutico y á instancias tle don Remigio.
No habia para el médico momento tle reposo: era crecidísimo el número tle los atacados por la epidem ia; y era lo más sin gu lar del caso tpie los enfermos ni se curaban ni se morían. Kl mal sólo tenía en ellos cortas treguas de alivio, gracias á la medicina de cuyo expendio era exclusivo encargado el boticario.
Esta observación y la que, sorprendido "de su singular penetración hizo después de a lgu tys tlías el Doctor, de qne por rara coi 11- e e l mal no atacaba sino á los que antes se curaban en salud con la misma medicina, hizo que en el instante tlel descubrimiento, al brotar la chispa luminosa tle los tasfóricas celdas tlel cerebro tlel galeno, éste, que precipitadamente atravesaba una calle, se quedase parado en medio del arroyo, con la ' vista fija en el suelo y la punta tlel dedo índice metida en todo el centro de la boca.
Eu extática actitud hallóle en aquel punto minutos después el sefior Cura que apurado le buscaba, y quien, para hacerle volver en sí; tuvo que sacudirle fuertemen te por un brazo, diciéndole al mismo tiempo:—Venga usted, doctor, que don Remigio ha caído con el mal.
— Impasible!— ¡Cómo! i Se niega usted á curarle f—Nó, no es eso: es que creo imposible
el caso.—Si acabo de verlo. Está desesperado;
venga usted.Partió el médico acampanado del sefior
Cura, á quien ya empezaba ;l preocupar la mucha distracción tle aquel, que no cesó de hablar entre dientes hasta que estuvo al latió de don Remigio. Estaba este realmente enfermo, y de ello se convenció el Doctor; pero el mal de don Remigio 110 era el mismo que reinaba en la ciudad, sino consecuencia de 1111 resfriado; y fuera porque lo mucho que el galeno había recetado en aquellos tlías el « producto tle los alambiques tlel infierno,# hiciese que al fiu maquinalmente lo aplicase, fuera porque juzgase necesario administrarlo á don Remigio, ello es que un cuarto de hora después la consabida medicina visitaba por primera vez el gaznate del sobrio don Rem' jo que quebrantó inocentemente el juramento de no probar gota de alcohol en los días tle sn vida.
Es tle creerse que ó sentó tan bién el remedio al enfermo, que este le cobró afición, ó el mal de don Remigio se transformó en el reinante. E l hecho fue que, pasados unos días, nadie podía convencer al buen sefior de que ya no le era menester el uso tlel medicamento, cuyas v ir tudes curativas 110 cesaba aquel tle ponderar. De estas ponderaciones pasó á declarar que, enfermo ó sano, 110 dejaría, así le partiesen por la mitad, de tomar diariamente la dosis necesaria al mantenimiento del vigor que á su sér comunicaba la m aravillosa panacea. Item más, añadió á esto la confesión de sn
error al condenar el uso de lo que el sefior Cura llamaba exageradamente «producto de los alambiques tlel infierno,» y rectificó sus apreciaciones anteriores asentando que 110 era el uso, sino el abuso de los compuestos alcohólicos lo que « física, moral, segura y gradualmente operaba el completo aniquilamiento de los pueblos.»
Corría el tiempo y gozaba dou Remigio de tan buena salud que á ojos vistas engordaba, tornándose, de flaco que era, en obeso, y bañando sus abultadas mejillas pronunciada tinta tle carmín, debido todo á la v ir tud de aquel e lix ir que ya 110 lim itaba sus buenos efectos á la parte física de don R emigio, sitio que también influía de tal modo en la moral, que era manifiesto el b u llicioso buen humor de qne gozaba á toda hora el respetable caballero, quien, dicho sea tle paso, con creciente ardor condenaba el abuso que «física, moral, segura y gradualmente operaba» lo que ya sabemos.
Se ignora qué influencias obraron en el ánimo tle las autoridades para que estas revocasen la medida que había estancado en manos tlel boticario los productos alcohólicos; com o se ignora también cual de los cuotidianas alimentos tle don Remigio em pezó á dañarle hasta el extremo tle que, acaso acometido de un vértigo, cayese una noche en medio tlel arroyo, siendo necesario llevarle en brazos á su casa.
Repitióse el accidente cou alarm ante frecuencia; y el señor fu ra , el médico y la familia del enfermo creyeron llegado el caso de someter al enfermo á un tratamiento que tenían como de buen éxito seguro. Se obrarla sobre su sistema nervioso por medio tle brusca sacudida moral, y se tomaron sigilosamente todas las providencias requeridas.
Hizo el médico venir de un pueblo vecino, á cierto perillán, conocido suyo, que poseía la rara habilidad de fingir á la perfección completo estado de embriaguez; instruyóle de lo que debía hacer, y suministróle al efecto muy buenas vestidos, lujosa cadena de reloj, ricos anillos y alfiler de pechera. Y sucedió que una noche en que, por excepción, estaba don Remigio en perfecto estado y de tertulia en la sala con su familia, el médico y el Cura, se oyeron eu la puerta gritos y lamentos, seguidos tle la caída de uu cuerpo.
Corrieron todos á averiguar lo que ocurría, y hallaron, con grandísim a sorpresa, tendido en el suelo 1111 caballero, á quien fue preciso llevar eii peso al interior tle la casa para ver de qué auxilios necesitaba; y, ya en la luz, exam inada la persona, se vió que era esta un individuo cuyos vestidos y ricas prendas denunciaban á un hombre de posición, el cual, en lamentable y vergonzoso estado de embriaguez, dejaba escapar por la boca cuanto tenía el estómago, poniendo de perlas las magníficas prendas del vestido.
—¡ Dios grande !—dijo el médico— Vean ustedes ese caballero. Si supieran ustedes quién e s : Don Zacarías, el vecino más rico del pueblo de II*** . Era 1111 respetabilísimo sujeto, y digo era por que ahora no es sino una criatura despreciable, abyecta, que avergüenza á su fam ilia y que va d irectamente y sin remedio á la miseria y á la muerte.
Todos oyeron asombrados las palabras tlel Doctor, todos prorrumpieron en exclam aciones reprobatorias del degradante vicio, menos don Remigio que 110 despegó los la bios hasta tpie, interrogado por el Cura, contestó:
—Si, hombre, todo eso es verdad; pero, (saben ustedes quién está gozando en este instante T Ese, ese don Zacarías.
A l estado que lleva á un hombre este vicio m aldecido!
EUGENIO MÉNDEZ MENDOZA.
EL COJO ILUSTRADO 791
C o s t u m b r e s p o p u l a r e s . — F ie s t a d e N a v id a d e n M a r l a r a . — ( Fotografía de Schael)
U N A N O V E L A C R IS T IA N A
“ LES MORTICOUM,” POR LBÓN OAÜDET I CHABPENTIER)
He hablado últimamente de nna docena de novelas; permítaseme qne hable de una sola. R i una novela que vale por doce, porque es muy larga ¡ casi tanto oomo los manuales periódicos de Z o la ! Pero, además, es muy hermosa, escrita cou esmero, compuesta con ingenio y sencillez, v iva, poética, y profundamente animada por el espirita- cristiano.
Hasta el génerc de esa novela me gusta. E s un género antiguo; 6, si se quiere, nuevo. Porque tengo el convencimiento de que nuestra humanidad es harto vieja y está de sobra fatigada para inventar ninguna cosa verdaderamente nueva; y la única salvación de los escritores, como de todos los artistas, se hallará en lo sucesivo en la imitación de los géneros, de los estilos, de las maneras de antaño. “ A mi edad no se lee, sino que se relee,” decía Royer-Collard á A lfredo de V igny. Decididamente, esa edad ha venido para la humanidad. Y a no queremos nada nuevo, aun cuando todavía lo hubiese en el mundo, donde por fortuna y a no queda nada.
Antes de formarse un género nuevo, se necesitan numerosos aflos para repararlo y numerosos esfuerzos para constituirlo. Nada hay que ex ija mayor paciencia, vagar, modestia y buen deseo : excelentes cosas de otros tiempos que se fueron, reemplazadas hoy por la premura, la agitación, la admiración prop ia y el menosprecio de los demás. El gusto por la novedad se ha ido al mismo tiempo.
Por un momento lo ha reemplazado la rebusca de la originalidad á toda costa. Cada cual se las ha ingeniado para distin
guirse del vecino, eligiendo el método más sencillo para lograrlo con certeza, que consiste en hacer lo diametralmente contrario. Así hemos tenido versos muy largos después de versos muy cortos, pinturas monócromas después de pinturas polícromas cual mosaicos, prosas llenas de imágenes y prosas sin una metáfora, músicas sin ritmo y otras que sólo eran ritmos sin música.
El método era sencillo, pero no podía deja r de gastarse m ny pronto. Y , en efecto, parece ser que se ha dado al traste con la escentricidad. H asta nuestros más inteligentes artistas hanse resignado con resolución al único método posible ya : renunciando á inventar formas nuevas, han vuelto á la imitación de los modelos antiguos. A su vex, han seguido el ejemplo de nuestros mueblistas, á quienes hace mucho tiempo que no se les da ua ardite de inventar uuevos estilos sino que Copian con fidelidad los estilos de los siglos pasados. He visto en las Exposiciones de Bellas A rtes de eéte aflo una multitud de pintores de otro tiempo, desde I r a Angélioo hasta Corot y Ricard. G ritábase ‘ '¡Im itación!” ; pero el aflo próximo y a se habrán sentado las costuras y todo el mundo quedará-contento, los pintores porque sabráu por fin cómo deben pintar, y el público porque al cabo volverán á presentarle obras bien pintadas. Me afirman que igual acontece con la música, y que no sólo Ricardo Wagner, sino hasta Haydn y Mozart sirven hoy de modelos á los compositores jóvenes. También conozco jóvenes poetas que, hartos de ir en busca de novedades, sin topar con ellas, atiénense para lo sucesivo á escribir buenos versos imitados de Ronsard. La edad de la imitación ha comenzado para la literatura y para todas las artes, lo cual no
puede menos de agradarme infinito. ¡V ale tan poco la originalidad exterior, si con la perfección y la belleza se compara! ¡H ay tantos géneros antiguos que aún sirven, cómodos, seguros y con tamafla injusticia abandonados!
*TT * *Uno de esos géneros antiguos ha elegido
León Daudet, uno de los más encantadores y olvidados: el viaje satírico. Voltaire y Sw ift lo preferían á los dem ás-para la pintura de los vicios de su tiempo, y , en verdad, no veo ningún otro preferible á él: Da á la sátira un molde adecuado, autoriza una mezcla constante de observación y de fantasía, y permite aislar el asunto que se trata, poniéndolo como blanco del ju icio del lector. He vuelto á leer esta maflaua las Viajen de Gulliver, libro admirable y tipo perfecto de lo que hubiera debido ser la novela realista. ¡Cuánto más reales ngs hubieran parecido las aventuras de los Rougon-Macquart, si Zola las hubiese transportado á Brodbignag ó enere los Huyhnyis!
Sin duda, también el sefior Daudet habrá releído ese libro inmortal, antea de escribir sus Mortlnolas. L a isla de lo» Mortícolas, adonde nos conduce, pertenece en todo caso al mismo archipiélago que las de L ilipu t y de Laputa. Es uu país de cuentos de hadas para los niflos revoltosos; na picaro país donde todos los poderes están en manos de los médicos; donde no habitan sino médicos y-enferm os; donde el arte, la religión y la bojidad están reemplados- por la ciencia. Pero á poca atención con que se mire, es al mismo tiempo e' París actual. Porque, también en París, la ciencia está en vías- de *eemplazar á todo, y los médicos en camino de acapararlo todo. Y si la población de las grandes
792 EL COJO ILUSTRADO
capitales 110 se divide por completo en médicos y enfermos, el hecho es que cl número de unos y otros crece de año en año en proporciones aterradoras.
Imaginóme que las costumbres de los médicos de París, salvo acaso un poquillo de exageración, no deben diferenciarse de las qne Daudet atribuye A los médicos de sus Hortícolas. Muchos de ellos son honrados y buenos, como Cluirmide y Dabaisse, (pie campean en la novela con sus nobles y conmovedoras figuras. Otros han reconocido la vaciedad de la pretendida ciencia que les enseñaron, y por lo menos se resignan á no abusar de ella. Pero también muchos están locos de orgullo, de ambición ó de codicia. También los hay locos por la ciencia: estos son los más peligrosos y ií los cuales urgía más hacernos aborrecer. E s de verlos, en el libro de Daudet, sacrificando la salud y la vida de sus clientes en aras de su manía de experiencias, en aras de su imperturbable fe en sabe Dios qué fórmulas é hipótesis nacidas ayer y seguras de morir mañana. Todos los días inventan algiín remedio nuevo, que ¡í la postre no cura ¡í nadie; y todos Jos días inventan alguna nueva enfermedad, cuyo germen diríase que en seguida se difunde con su nombre.
Y , a pesar de sus remedios y de sus enfermedades, los médicos estila en camino de llegar á ser dueños del mundo. Va se vacila en hablar mal de e llo s : bien pronto será menester tanto valor par» eso, como se necesitaba en Yenecia para murmurar de los miembros del Consejo de los Diez. ; Xo tem blaron ustedes como yo, días atrás, al leer en los periódicos la historia de aquel temerario alumno interno, que, para restablecer la salud de un enfermo, se atrevió á resistirse á uno cualquiera de los principios de la cirugía, y reemplazar el empleo de no sé qué cuchillo por el empleo decididamente anticientífico de una simple cataplasm a' La audacia del infeliz fue escarnecida y castigada en el acto. ¡ Figúrense ustedes una cataplasma en París, en 1895, nada menos !
Ijos médicos son ya dueños del mundo. Deciden á su antojo la suerte de los crim inales ; y cada vez está más sujeta á su capricho la suerte de los inocentes. Y admiro tanto más el valor de León Daudet, cuanto que, después de haberlos observado largo tiempo y concienzudamente, no teme presentárnoslos tal como los ha visto. E11 su libro se encuentran todas las especies del médico de hoy, desde el héroe hasta el bandido. Hállanse en él también hasta especies que, sin duda, uo sospechaban los lectores : el ovariotomista, que ahorra á bus mujeres las molestias de la maternidad ; el dieotomiMu, que reparte el dinero sonsacado á sus clientes con los médicos que se los recomiendan.
De 1111 extremo á otro del libro hay una multitud de figuras que se agitan y viven, con extrema variedad de actitudes y caracteres. León Daudet, en su anterior novela El ostro negro, había mostrado preciosas cualidades de invención y de estilo ; pero aún era 1111 libro más bien extraño, con sobra de acciones diversas y de teorías. Lo» Hortícolas no son más que un hermoso lib ro ; quizá parezca demasiado largo para el gusto del día, (pie quiere páginas pequeñas sobre asuntos pequeños y con ideas pequeñas. Está compuesto con uu plan de una sencillez enteramente clásica, con el mismo plan que (tullí ver y todos esos magníficos libros antiguos cuya continuación es. Más arriba he mencionado los retratos del médico Charmide y del cirujano Dabaisse: hay allí una treintena de retratos que valen tanto como estos dos, dibujados con una precisión y una seguridad notables. Sé que su mérito corresponde en parte al género, porque es fácil poner de relieve personajes aislados de lo que los rodea y cuyos rasgos se abultan
con libertad. Pero también era preciso observar esos rasgos, comprenderlos, conservarles sus verdaderas proporciones. Y luégo, además de los retratos, Daudet nos presenta toda clase de espectáculos trágicos ó burlescos, empleando un arte ingeniosísimo, muy variado, y enteramente personal. Describe en particular algunas escenas de muerte, la de un interno muerto por el crup, la de un mísero niño atormentado en un hospital, escenas de una emoción sencilla y honda que, aún más que á Swift, me han hecho recordar á Dickens.
Pero, pláceme sobre todo ese libro por la idea moral (pie lo anima, una de esas ideas rancias que hoy nos parecen nuevas ; ¡ tánto prurito ha habido de hacérnoslas olvidar ! Daudet la emprende, no con los médicos y la medicina, sino contra esa manía científica que tle cien años á esta parte ha invadido el mundo, y que, eu último té rmino, 110 lia dado de sí más que la duda, la inquietud, el sufrimiento y el hastío. D áseme acusado de ver en todo, en derredor mío, la influencia del conde Tolstoi. Pero,110 he leído novela tan abiertamente tolsto- yana como esos Hortícola» de Daudet. A la medicina y á los médicos se les trata allí exactamente desde el mismo punto de vista que en La Nonata á Kreutzcr. En todas las páginas de su libro y en cada uno de los episodios, el señor Daudet siempre nos hace ver, como antes de él lo hizo el maestro ruso, los funestos efectos de una sedicente ciencia que no es más que ignorancia, y que aparta á los hombres de sus antiguos manantiales de reposo y consuelo, sin hallarse en cl menor estado de suministrarles otros nuevos. A sí, nos ha dado un hermoso libro, 1111 libro verdaderamente cristiano ; y deben agradecérselo todos los (pie, á la ignorancia agitada y peligrosa de hoy, prefieren una ignorancia más tranquila, más dulce, atemperada por la fe y por la bondad.
TEOD O RO D E WYSEWA.
C R O N I C A S r . I G T C R A S
R E U N IO N E S D E C O N F IA N Z A
—Hoy es el santo de Conchita, y deseamos que usted vaya por allá esta noche “ á pasar un rato.” Será una cosa de confianza.
Tal la sencilla fórmula de la invitación con (pie me obsequió mi buena am iga misia Robustiana el último ocho*de diciembre, día de la Concepción.
A mí, en tratándose de jolgorios, no hay más que indicarme el punto y la h o ra ; y contar conmigo.
Con lo cual dicho se está que no me h ice esperar en la morada de mi respetable amiga, convertida aquella noche (la morada) en rrndez-vous de lo más granado de la parroquia: una docena de niñas no mal parecidas, entre las cuales había interpoladas algunas feas á carta cabal; y otra docena de jovencitos que no tenían por donde ser desechadas.
Conocedor del formulario que rige en esta clase de fiestas, lo primero que h it* fue solicitar á la señorita cuyo onomá tico se celebraba, para presentarle mis felicitaciones, preguntarle por las “ cuelgas,” y tomar á empeño que me las enseñara, todo con la sana intención de halagar su vanidad de “ ama del santo.”
Correspondió ella á mi excitación conduciéndome á la pieza inmediata, donde había una cama colmada de ofrendas.
A llí el pañuelito primorosamente bordado; el jabón de E . C o ud rav; a llí la socorrida botella de “ A gu a Colonia,” con la tapa pendiente de nna cintica roja. Y el frasco de “ aceitillo” ; y la polvera de fementido cristo/; y los “ cortes” de “ satiné,” cuyos caprichosos dobleces denunciaban la cola
boración de algún artista dependiente de tienda.
A cada objeto (pie se me mostraba dedicaba yo una exclamación de asombro; ¡A h !.. ..¡O h!....... ¡Qué bonito! y hasta 1111 modestopar de medias qne figuraba entre los agasajos me arrancó este vocablo expresivo: ¡Caramba!
Terminado aquel acto, cuya importancia á nadie se escapará, me dirigí disim uladamente al comedor, con el propósito de hacer inventario de ciertos artículos de prim era necesidad, el cual inventario me dio el resultado siguiente: un jarrón de “ bull” ; dos, bandejas de samhcichs; una idein de “ polvorosas,” y una sopera amplísima, aunque de humilde apariencia, que 110 podía menos de contener dulce de confección casera.
Nada más.Kl personal del servicio permanecía sen
tado, y mano sobre mano, con una tranquilidad desconsoladora.
llíum ! dije para mí. A esta gente 110 le queda ya nada por hacer. Me parece que tengo visto todo lo que vamos á consumir.
Hecha esta triste reflexión, disponíame á regresar á la sala, cuando la dueña del santo se acercó á mí, y tomándome del brazo, con encantador desenfado, me dijo, muy en reserva:
—Se va á representar una charada.—1 A já f— L a charada es “ Respetuosa.’ ’— Muy bonita; m uy........— Y yo quiero (pie usted haga de res.......— ¡Y ó!—Sí, hombre; eso es muy fácil. Usted no
hace más qne bramar das ó tres veces, yya se comprende.......
— Pero, señorita; yo nunca he.......— Nada, nada, hay (pie ser complaciente.— Por D ios; yo le ju ro á usted que.......— No admito excusa.— En fin....... si usted se empeña.—Sí, s í; ya fueron á buscar el guaral.—j Kl guaral f—S í; para enlazarlo............—¡A m í! exclam é horrorizado. ,Y ya iba á contestar quién sabe que atro
cidad cuando reflexioné: “ Si es ella la q u e ha de ponerme el lazo, y conducirme en mi calidad de res, menos mal, porque es bastante hermosa, y al fin y al cabo, con esta clase de mujeres siempre está uno enlazado.”
—Señorita, la dije. Por supuesto que es con usted que voy á representar.
— No; con mi tía Ursula, que es muy espiritual. Usted no tiene idea de lo graciosa que............
No acabó la frase, porque la tía espiritual se plantó en medio de los dos con tres metros de guaral en la mano, y en actitud de echar un lazo corredizo al cuello de este humilde servidor de ustedes.
Mi primer impulso fue estrellar á la tía contra la pared; pero una voz misteriosa me gritó; ¿Bárbaro! jq n é vas á hacer t
Y se salió con las suyas la graciosa señora.
Me echó el lazo, y comenzó á tirar de mí hacia la sala. A l llegar al centro de ésta, y lanzar yo los tres berridos estipulados, desluciéronse en aplausos los de adentro, y desgañifóse la barra gritand o: ¡B ien! Muy bien! Qué gracioso!
Y o sudaba á mares; silbábanme los oídos; no veía.
¡Prim era parte! exclamó la directora de la charada.
De un salto me coloqué en un rincón de la silla, diciendo para mí: “ ¡D ios mío; je s posib lel....... ¡una persona que se a fe ita !..,...
Y me faltaba la más negra.Terminada la representación, y despachu
rrada la charada por una señorita de inge-
EL COJO ILUSTRADO 793
ESTACION INGLESA
AMACURO — EDIFICIO DEL DESPACHO DE LA COMISARIA GENERAL
ESTACION VENEZOLANA — GRUPO DE INDIOS Y HABITANTES DEL CUYÜNÍ
AMACURO. — EMBARCACIONES DEL SERVICIO OFICIAL AMACURO — PUENTE Y MUELLE
ESTACION VENEZOLANA DEL CUYUHt — CUARTEL Y OUARNICION
V I S T A S D E Q U A Y A N A
794 EL COJO ILUSTRADO
uio, vieron mis ojos espumados á la tía espiritual que se dirigía á mí, trayendo en la mano un plato de dulce, que reconocí al punto: ¡era “ cabello de ángel!!” Horror!
—A usted primero, porque lo merece, me dijo la portadora. T¿vicse este dulcito.
— ¡A y , seflora! A mí el “ cabello de ángel” me mata.
—No, hombre ; pruébelo. Está muy bueno.— Y a lo supongo seflora; pero............—Déjese de dengues. *Ante aquella conminación no había salida.Además, yo m recia aquello, como muy
bien había dicho la seflora, por mi colaboración en la charada.
Tomé pues el plato de dulce en la siniestra mano y me dispuse á orillarlo, con mucha reserva.
Inútil precaución. A l suspender la cucharilla se vino todo el contenido del plato, que era algo así como cabuya en almíbar.
Imposible ! dije para mí, depositando el obsequio en una mesa próxima á mi asiento.
¡A bailar! á bailar! dijo la tía funesta, abriendo el piano, y tomando posesión del taburete.
¡D ios nos asista! exclamé. De esta señora no se puede esperar nada bueno.
En efecto; se descolgó con una polka del tiempo de “ la cosiata," y fue polka, y polka. por espacio de dos horas, al cabo de las cuales, me eliminé, renegando de las tías espirituales, y de las charadas, y di’ las polkas. y del cabello de ángel.
J AIHNO.
MIGUEL ANGEL
m xiio lae liara la villa intelectual y cs-
.i de Euro- ’ 'pa el siglo XVI:
época de verdadera palingenesia para las
ciencias y las arles, que resucitaron de sus cenizas, corno el fénix de la fábula, amparadas y favorecidas |ior soberanos tan espléndidos como el
g rem io Pon! ¡(ice León X y el caballeroso Francisco 1.
El magnifico León, de la histórica familia de los Médicis, fue el Mecenas de los grandes ingenios de su tiempo. El restableció y adelantó la Universidad de Roma; fundó la biblioteca Laurentina ; estimuló con honrosas distinciones el ejercicio de las arles liberales, y por su civilizadora solicitud, mereció con más títulos que Augusto y Carlos V el haber dado nombre á su siglo.
Y qué siglo! Allí Arioslo, el poeta filósofo, que canta las proezas de los campeones, juntando con arle inimitable lo festivo á lo serio, lo donairoso á lo trágico: Accolli, el primer jurisconsulto de su época, versadísimo lingüista y escritor de alia talla : Alamanni que mereció el dictado de Virgilio crin- liana: Maquiavelo, cuya grandeza como escritor no se puede contestar, cualquiera (pie sea el concepto que de su moralidad se lenga: Sadolet poligloto y filósofo : Rabel, el ma entro perfeet o, llamado el Homero de la pintura, que latí bien sabia hermanar en la composición el vigor y la gracia: Bramante, el eximio arquitecto del Vaticano: Leonardo Vinci, pintor, poeta, escritor, geómetra, mecánico y músico: el sabio Tarlaglia, de eminente virtud, que aplicándose á la geometría y la mecánica, resucitó en Europa estas ciencias útiles, por tanto tiempo descuidadas, dándoles nuevo brillo: el célebre impresor Aldo Manucio, que sacó del | h>Ivo , en que yacían olvidados, tesoros de salier; y entre lodos estos y otros ingenios fecundos, cuyo número no cabe en un ligero esbozo, ved cómo descuella la gallarda figura de Miguel \ngel.
Vástago de lina antigua familia, nació Miguel Angel el año de 1474 en el castillo Capresc (Tosca- na), y anunció desde niño las alias dotes que le distinguieron. Fue discípulo de Dominico y David Gliirlandajo, los artistas más célebres de entonces, á quienes dejó al cumplir los quince afios, superándolos ya. Lorenzo el Magnífico le tuvo algún tiempo alojado en su palacio tratándole como hijo. La muerte le arrebató pronto este protector, pero ya su reputación estaba establecida.
Sintiéndose cansado el Biamanlc por el trabajo y por los aflos, y no ( leyéndose ya capaz para rematar la grandiosa obra que habla iniciado, suplicó á Julio II que llamase á Miguel Angel; y apenas hubo aquel apreciado el relevante mérito del joven artista, le encargó la erección de un soberbio mausoleo, que él destinaba paia sepulcro suyo.
Al mismo tiempo, Miguel Angel, sobresaliente en la pintura mural, exornaba con cuadros in- iiio itales, la capilla Sixtina. Pero lo que hizo so- bu manera gloriosa la reputación de Buonarrodi en toda la Italia fue una estatua de bronce que el Papa se hizo erigir en Bolonia su ciudad natal. Cuéntase que habiéndole preguntado el escultor si debía poner en sus manos el libro de les Evangelios, que por lo regular figura en lus imágenes de los Pontífices y grandes Doctores de la Iglesia: Nó, contestó el impetuoso Julio; «lo que me conviene es una espada; el libro m ellaría parecer estudiante.'
Fue obedecido: pero la estatua en que rpiiso patentizar su bclieo.a Índole no decoró |mr mucho tiempo la plaza pública de Bolonia ; pues habiéndose alinderado los franceses de esta ciudad. alguno* dias antes de la batalla de Ravcna. el pueblo, que se había alzado contra el Papa, arrastró la imagen de éste por la» '.liles, haciendo pedazos la obra maestra de Miguel Angel.
F,m|wro. el altivo escultor y el impaciente l’on- titile no |Hidiúii vivir en paz: Miguel Angel uo era ca|iaz de tolerar qoe se le urgiese continuamente por el término de sus IraUijos, motejándosele de perezoso. Estando un ilia en el andamio dedicado con ardor á la pintora de los cielos de la capilla Sixtina, en que se ocupaba ahincadamente hacía veinte meses, el Papa, quejándose con acrimonia de que la obra lio estuviese aún concluida, le preguntó iui|iei ¡lisamente cuando 1c darla fin. «Cuando se pueda,» icspondió de mal talante el pintor. « Dcliería hacerte precipitar dtl andamio ahora misino,» gritóle airado el Papa. Imagínese la indignación del artista, que era también de índole irascible, al oir esta amenaza ; pero como se habla obligado á puntualizar la ornamentación de la capilla, devoró en silencio su enojo, y prosiguió el trabajo,con tanta actividad, que pudo entregarlo hecho al cabo de poco tiempo; y sin esperar la debida retribución de sus afanes, salió como fugitivo, de Roma y fue á asilarse en Florencia, á donde le dirigió el Papa instantes súplicas para que volviese allá. Negóse con obstinación, pero habiendo Julio conminado á los Florentinos con la guerra, allanóse al fin Buonarroti, y fue á concluir el comenzado mausoleo y á suceder al Bramante, quien antes de morir le habla rogado, que no dejase incúmplelas las suntuosas galerías del Vaticano, á las que él no había podido dar la última mano.
Lis guerras y desastres que perturbaron la Italia, durante el Pontificado de Julio, no le dejaron espacio para realizar los grandes proyectos que habla conccbido en su noble afán de embellecer á Roma ; y León X en quien la afición á las artes era como instinto nativo, continuó a n fervor los grandes trabajos iniciados por su predecesor. No contento con haber acabado las bellas construcciones del Vaticano, concibió la idea de erigir una soberbia basílica, que bajo la advocación de San Pedro, descollase pm sobre todas las maravillas arquitectónicas de la antigüedad, y su edificación la confió á Miguel Angel. Y para que el artífice pudiesesin impedimento encumbrar el vuelo de sil pótenle genio, León, á quien nada parecía demasiado magnifico para el grandioso edificio en que vinculaba ¿I su mayor gloria, le hizo proveer de preciosos mármoles y fragmentos de obras antiguas. Los más célebres artistas de Italia fueron convidados á Roma por la munificencia del Papa, para que contribuyesen ¡i decorar
aquella admirable construcción con todos los caudales del ingenio v del arle.
Pero si la confianza del Pontífice exaltaba á Miguel Angel poi encima de todos los artistas de su tiempo, no le ponía al abrigo de los envidiosos, que arrastrándose hasta la cumbre del genio, como el reptil basta el nido del águila, pretendían morder el talón del Maestro. Cada vez que éste presentaba alguna nueva obra, declan sus enemigos que era muy inferior á cualquiera de las estatuas mutiladas que se hablan encontrado en los escombros de la antigua Roma ; y Buonarrotti, ya cansado de tantas mezquindades. se propuso confundir á sus detractores, valiéndose de un ardid, muy sencillo por cierto.
Y fue el caso, que habiendo concluido una admirable estatua del amor dormido, le quebró un brazo y lo guardó en su taller, enterrándola lué- go en un punto en que se iban á hacer excavaciones. Poco tiempo después se descubrió la estatua ennegrecida por la humedad de la tierra, y se anunció el hallazgo de una maravilla sepultada en aquel lugar hacía siglos. Pasmados de admiración los émulos de Miguel Angel al contemplar la obra, proclaman que jamás el escultor Florentino crearía un portento como aquel en que á primera vista se patentizaba lo inimitable del arte antiguo. Aquí los esperaba Buonarrotti, quien les dijo con marcado desdén : « Esa estatua, cuyo mérito tanto exageráis es la última de mis obras, que yo mismo sepulté; y para que á nadie quepa la menor duda de ello, hé aquí uno de sus brazos que he quebrado para confundir vuestra malignidad. Aquí lo tenéis ; probad á ver si se adapta bien al cuerpo.»
Corrillos quedaron naturalmente los detractores del grande artista, y no se atrevieron ya á seguir afectando los desdenes con que disfrazaban su envidia. Pero ésta no guardó su aguijón, ni dejó de perseguirle eon injuriosas calumnias. Cuando expuso su admirable cuadro de Crirto expirando en la Criu, propalaron sordamente que el artista para lancharse mejor de la terrible imagen que debía figurar, había tenido la ciueldad de pedir al Papa un criminal ya condenado á muerte haciendo expirar á éste en el terrible suplicio de la crucifixión. Tan atroz calumnia traspasó de dolor el corazón de Miguel Angel, cuyo generoso espíritu era incapaz de concebir una acción semejante; pero los que le vieron Illanco de los alevosos tiros de la envidia, admiraron aún más su prodigioso geoio y su incontrastable perseverancia.
Entre sus esculturas se admiraba en Mantua el Cupido dormido; en Roma el Baco, que Rafael creyó digno por su extremada perfección de Fidias y Prax¡teles, y el grupo de Xu-Mra Seilora de la I'iriiad. Aún trabajaba en la grandiosa cúpula de .San Pedro, cuando murió en 1563.
Lo que caracteriza las obras de Miguel Angel según el juicio de entendidos críticos es la austeridad y la nobleza.
CRISTOBAL L. MENDOZA.
El pobre ciego
P O R P. O ó M E Z C A N D E L A
3 J 5 am tu kn él había á h ) gima vez. Si en
sido feliz al- entonees, liara -
► paso, pobre, miserable y despreciado, tendía su mano iles-
I carnada al transeúnte y lloraba ,su despreciable pequenez, allá (en las últimas celdillas del ce- i reblo aún vibraba el recuerdo ’ de sus pasadas dichas, que co
mo por milagro, quizás para I atormentarle más. habíase escapado á todas Iils perturbaciones
£> que el hambre y la desgracia habían realizado en aquella calió za, antes razonadora y despejada, ahora desmemoriada y confundida.
El había sido rico y alegre; había amado y perdonado. La riqueza agotóse en negocios y vicios, la juventud cedió su puesto á achaques prematuros, al amor siguió la in d iferencia, á ésta el odio.
L a única mujer de quien se enamoró,
L a p r im e r a k*t r e l l a . — Cuadro de Lecomtc-Du-Nouy
aquella niña que pudo pasar por hija suya, por quien vio perdida sn fortuna al lanzarse á negocios arriesgados que la ambición de ella le ofrecía, la mujer por quien hizo locuras. i l la que salvó de la miseria del alma, cien veces más terrible que la del cuerpo, le había olvidado para siempre. A la historia de aquellos amores, di as felices y tranquilos, seguía luego una historia de desengaños y tristezas. t a enfermedad que pone en peligro la vida y la bancarrota que acaba con una fortuna. Luego lágrimas, muchas lágrimas; después la afección á la vista: por último la ceguera.
Cuando aquel hombre salió del hospital repitiendo entre sí la frase “ dado de alta” qne allá en la sala escuchó, pronunciada con el mismo tono im perativo con que se hubiciu podido pronunciar el “ levántate y anda,” le pareció al ciego sarcasmo terrible «le la suerte que le insultaba, al verle impotente para luchar con ella.
Bien empleado le estaba. Aquellos ojos con los que vio á la mu jer causa de su ruina; aquel «lón m aravilloso de observar el color y la forma, facultad que tantas veces hubiera dado por una sonrisa, seguro de que el cam bio no se realizaba; aquellas retinas que en tantas ocasiones se clavaron en ella, piadosas cuando las animaba el amor, airadas al cruzar por sus cristales el relámpago «le los celos, ya no volverían á ver más. Inmóviles las pupilas, perdiéndose allá en las obscuridades de aquellos dos hnecow como los de una calavera, ya no se moverían á la luz, é impasibles á todo, ni aun tendrían «‘1 consuelo de ver las lágrim as que «le ellas mismas brotaran.
¡ De qué le serv irla al ciego el cerebro sino para hacerle más cruel el suplicio? j De <|Ué el pensamiento, si los nervios, más preciados cuanto más perdidos, eran cables inútiles porque va no pasaría nunca por ellos la corriente vivificadora de la vida?
Kl pobre anduvo como loco vagando por los pueblos cercanos «le la cort«* muchos días.I al vez se burlaron de su desgracia, o acaso
insultaron su impotencia. A l fin volvió á Ma
drid, pensando, sin «Inda, que los amigos á quienes dio dinero é hizo favores no se acordarían y a de él ni para insultarle.
A sí fue como el mendigo instalóse en la calle de Atocha tendiendo su mano al transeúnte.
Para los que no le conocían, el pobre ciego v iv ía ajeno por completo al mundo exterior: pero 110 era así, el mendigo no era tan in diferente como parecía.
Con esa percepción intuitiva de los que no ven, adivinaba lo «pie no veía, y de sus labios secos, pálidos y descarnados brotaban en m urmullos inexplicables maldiciones y rczfts.
Los negocios debían andar muy malos portille las limosnas no daban para v iv ir ; el pobre hizo economías, y en vez de dormir en la posada de la carretera de Kxtremadura, pasó al raso las noches, y en lugar de comer la bazofia de la tasca, recurrió á los mendrugos y á las sobras que le dieron en a lgunas casas.
Ni él mismo hubiera podido explicar cómo lograba resistir tales pruebas, ni cómo el estómago de sibarita había degenerado en zurrón «le pobre; pero en el ciego parecía muerta la sensibilidad, y el instinto de conservación, egoísta, torpe y grosero, se sobreponía á todas las cosas, ahogaba todos los melindres y el mendigo luchaba por su vida lo mismo que si su existencia fuera una canonjía.
Kmpcoraron los negocios, bajó la colecta y el pobre trasladóse de la esquina de la calle de Atocha á la puerta de la iglesia de Monserrat.
A llí cambió algo su suerte y llegó á tener sus iKirroqiiiiiiw», entre todos ellos distinguía perfectamente, por el olor á almizcle <|ue llevaba, á una mujer que con la misma p alabra siempre, con un eterno monosílabo, un “ Tome” conciso y seco, depositaba uua moneda en aquella mano del mendigo huesosa y sucia. ,
Todas las mañanas, la hermosa feligresa, porque debía de ser muy hermosa, llegaba á la entrada de la iglesia, el mendigo la conocía eu el rozar de la seda «le la laida en
los dos escalones de la puerta, sentíala acercarse por el menudito repiqueteo de sus za- patitos en el enlosado del piso y la sentía avanzar hasta él con el “ Tome” en las labios, que antojábasele al pobre como un beso. Jam ás la oyó más palabra que esa, y el mendigo hubiera dado cuanto hubiera tenido, si algo poseyese, por ver la cara á aquella mujer, pero los «>jos permanecían fijos sin ver nada.
Un día el pobre notó la falta de su protectora, y el mendigo, sin echar de menos la moneda, se entristeció. Como aquel día hubo varios, el pobre llegó casi á olvidarla, pensando tranquilamente “ puede «pie esté enferma ó que haya muerto.”
I ’ na noche, el pobre, recostado en la pared de la calle de Atocha, pedía en vano una limosna ¡í los pocos transeúntes «pie por la calle pasaban. Era ya muy tarde, y si no hubiera sido porque el pobre aguardaba el regreso á sus domicilios de algunos jugadores de la inmediata casa de juego, que solían darle alguna limosna cuantío ganaban, ya -se habría retirado al quicio tle una puerta. Kl reloj del hospital tlio las doce; la pareja de seguridad que rítmicamente paseaba por delante tlel pobre calló sus pisadas, silbó el viento y una llu via mentida azotó la rugosa cara del mendigo.
Iba á marcharse cuando sintió pasos. Eran un hombre y una mujer; ésta reía y aquél hablaba. A quella risa heló de espanto al mendigo, y como si algo grave le ocurriera, un temblor nervioso le hizo retirar la mano que iba á tenderles y sus ojos impasibles rodeáronse de 1111 círculo de sangre.
Escuchó atentamente. > Sería el chasquido de un beso lo que oyó ó el chocar tlel aire en las paredes !
— Nos han visto, decía una voz de hombre al pasar por delante del mendigo.
La mujer respondió muy bajo:— No; es mi ciego.El mendicante comprendió al momento toda
su m iseria : aquella mujer qne se alejaba, la que le socorría á la puerta tle Monse
796 EL COJO ILUSTRADO
rrat, era ella, la misma que le había hecho desgraciado para siempre.
A l siguiente día todos los periódicos de la corte publicaban á modo de circular, entre otros núcenos, el siguiente:
' ‘Anoche falleció repentinamente en la casa de kícorro del distrito del Hospital, adou- de fue conducido por una pareja de seguridad, un pobre mendigo cuyo cadáver 110 pudo ser identificado.
“ E l juez de guardia ordenó la traslación del cadáver al depósito judicial.
“ Créese que el infeliz murió de inanición.”La noticia no era exacta en su última
parte.E l mendigo murió de ira poique no pudo
arrojar al rostro de una mujer las monedas que de ella había recibido como limosna.
Esta fue una verdad que ni la autopsia misma piulo poner en claro.
CO LERA MORBO
A una dama de antaño que tiene más corche que tamaño
No son poco divertidos Señorita sus enojos.Usted me tuerce los ojos porque los tiene torcidos.
Si usted lograra tener ojos de mujer bonita, dudo mucho, señorita, que los quisiera torcer.
Porque esa mirada leal de las pupilas hermosas aunque diga muchas cosas nunca se dirige mal.
Pero dígame por qué me mira usted enojada, si yo no la he hecho nada ni me meto con usté.
Al principio yo creí por pura galantería, que usted, por desgracia mía, estaba loca por m í;
pues hasta llegué á observar, que usted, sola y sin testigos, me acechaba en los postigos . para mirarme pasar.
Mas hoy que usted se ha propuesto, asestarme unos ojazos
3ue parecen dos balazos isparados por mampuesto,me ocurre esta reflexión:
dama que está tan airada, debe de estar despechada ó tiene mala intención.
O si es que usted por desgracia quiere expiarme á cada paso, le notifico que el caso no me hace pizca de gracia.
Tal intento es ilegal.¿ He reparado yo nunca si su figura esta trunca 6 se viste usted muy mal ?
¿ Si es usted mal encarada; si usted va ó si usted viene, ó si su cuerpo no tiene carne para una empanada ?
Yo soy tan buen enemigo, que aunque me acose el deseo, las cosas malas que veo, si las veo no las digo,
Hágame pues la merced de no inspeccionarme más.Sea cual yo que jamás la he inspeccionado á usted.
b d c a r d o DIAZ LECUNA.
D E L C IELO A ESPA Ñ A
IO U K N T O I
( POR NILO MARÍA FABRA )
I
Dios, Nuestro Señor, daba un dia audiencia á los santos que iban á interceder por sus devotos, por los pueblos que patrocinaban y por todos los pecadores. La Santísima Virgen, sentada al lado de su querido Hijo, recomendaba los múltiples memoriales de los visitantes, á los cuales acogía el Ser Supremo con la bondad del que es fuente tic todas las misericordias. Fueron entrando en el salón del trono del Altísimo santos y más santos, hasta que le tocó el turno á Santiago el Mayor.
—¡Hola, Jaime!—le dijo cl Todopoderoso: —¿qué te trac por aquí! ¡Cosas de España, tal vez! ¿Qué pasa por aquella tierra? ¿ E s tán en paz tus clientes?
— Bien salic vuestra Divina Majestad,—contestó cl Apóstol, haciendo tan profunda reverencia que cl sombrero lleno de conchas y reliquias que tenía en la mano barrió el suelo, —que aquello anda nialillo, y que, si Dios no pone remedio, yo no sé lo (¡ue va á ser de España, de los españoles y de sus descendientes, que se han establecido en cl Nuevo Mundo, á todos los cuales protejo y amparo en sus cuitas; porque, eso sí, ni unos ni otros nos han perdido la afición, y si no, aquí está la excelsa Madre de Vuestra Divina Majestad, patrona de las Españas y de las Indias, que 110 me dejará decir una cosa por otra.
—Cierto es,—dijo Nuestra Señora,—que en pocas partes del mundo se me venera tanto como en las tierras de que habla Santiago, y, á decir verdad, yo quisiera hacer hasta los imposibles á favor de aquellos para mí muy amados hijos.
—¡Vamos, di lo que solicitas, D ieg o s-exclamó el Eterno dando uní cariñosa palmada en la mejilla del santo;—basta que mi amantisima Madre sea intercesora, para que yo te conceda cuanto desees, con tal que no me pidas gollerías.
—Señor, contestó el Apóstol algo perplejo, — yo no sé cómo decírselo á Vuestra Divina Majestad . . . El caso es que . . . Ello es. . . Vaya, que no me atrevo.
— ¡Animo! ¡Habla!—Como á Vuestra Divina Majestad no se
le oculta nada, bien sabe lo que yo quiero para los españoles.
Sonrióse el Todopoderoso, pues El ya sabía de antaño lo que pensaba Santiago, porque, ya se ve, ¿qué se le ha de ocultar á quien no ignora cuanto pasó, pasa y pasará ?; y poniendo ambas manos sobre .a esclavina del bienaventurado, le contestó:
— En verdad te digo, querido Jacobo, quelo que pretendes es harto difícil; pero, en fin, exprésalo en breves palabras.
—Pues bien, Señor, lo que yo quiero para los españoles es lo que se llama sentido común . . .
—¡Sentido común!—replicó el Omnipotente: — ¡sentido común! Pues ¿ no sabes tú que lo que los hombres denominan así, es el menos común de los sentidos ?
—Vuestra Divina Majestad me entiende, y no digo más. *
—¡H ijo mío!—dijo con voz suplicante la Rei
na de los Angeles;— vuelve tus ojos misericordiosos hacia aquel pueblo desdichado, y concédele lo que más le convenga.
—¡Bueno!—contestó Nuestro Señor;—voy á hacer por España lo que no he hecho por nadie, aunque me cueste privarme por algunos días de la compañía de 1111 hijo predilecto como éste! Vuelve á la Península, Santiago, con amplios poderes míos. Te doy facultades para hacer milagros, sin que puedas, empero, mover y forzar la voluntad de los hombres, porque ya sabes que quiero que sea libre su albedrío. Te doy el dón de hecerte invisible y de tomar la forma que quisieres. Vé allí y haz de nuevo gala de tus dotes oratorias, á ver si tu elocuencia, que hizo cristianos á los españoles, más ó menos pecadores, que sobre esto hay mucho que hablar, consigue ahora darles el mejor discernimiento en las cosas terrenales.
Dio el Apóstol gracias á Dios Nuestro Señor y á su Santísima Madre, y fuése en derechura al vestíbulo del Cielo donde pidió á San Pedro, con grande admiración de éste, que le franquease la salida.
— ¡Qué es esto, colega!— exclamó el portero mayor del Paraíso.
—Que me voy otra vez á predicar.— Mira, aquí entre apóstoles sea dicho, vas
á que te crucifiquen como hacen aquellos bárbaros con todos los que les dicen verdades.
— Estos tiempos no son los nuestros. P erico, gracias á nosotros, que civilizamos al mundo. Verdad es que por allí hay quien no se acuerda de esto, y nos pone como chupa de dómine; pero á lo menos ya 110 le desuellan á uno vivo sino de boquilla.
— Ciertamente esto se ha ganado, pero ha sido á costa de las tiras de piel verdadera que hemos dejado por allá; y si no, dígalo nuestro compañero Bartolomé; pero, ¿qué digo piel?: carne y huesos, que todavía me ¡ta- rece que me duelen las palmas de las manos de aquellos clavos con que me crucificaron, cabeza abajo; y todo ¿por qué?: porque sacaba del error á los hombres. ¡S i serán estúpidos!
—Tienes razón, mala cosa son los hombres; pero algo hay que hacer por ellos. Allá, me vuelvo. ¡Abre, Perico, la puerta, y hasta luégo!
—¿ Pero vas á pie ?—¡Hombre, sí! ¡Buena idea! Tomaré la jaca.
¡Cómo estará de brava á puro holgar! Ya se ve, como ahora no necesitan de 111Í los españoles para regir sus ejércitos, teniendo tantos generales . . .
— Por brava que esté, ¿ qué te importa, si no hay mejor jinete que tú en cielo y tierra, si eres el Santo caballero por excelencia ?
—Claro está; ¡como que soy el patrón de los españoles! . . . pero abre mientras voy por la jaca.
Soltó San Pedro las cadenas de oro del puente levadizo de la celeste mansión, el cual vínose abajo con grande estrépito, y al breve espacio cruzó por él Santiago, caballero en su blanco corcel, echando no diablos, porque en el Paraíso 110 los hay, sino rayos y truenos que estremecieron el aire, azotaron* el firmamento y retumbaron por el espacio infinito.
II
No sé el tiempo que empleó el Apóstol desde la Gloria á la Península, porque ignoro la distancia que separa á los españoles de la bienaventuranza, aunque entiendo que debe ser poca, pues aquella misma tarde apareció Santiago en mitad de un camino real de España.
El cual debía de atravesar la Mancha, porque ni un solo átbol se descubría en medio de la soledad de una vastísima llanura, que más semejaba mar desecado que otra cosa alguna.
EL COJO ILUSTRADO 797
— ¡Q ué gu :U s (Mas!— exclarrala el Santo para su esclavina.— ¡ K?tíín dejadas de la mano de Dios! ¿Q ué n al les han l'C(ho los árboles? ¡No parece sino que, hartos de destruirse unos á otros, han declarado cruda guerra á la naturaleza!
Y pensando tn efto, iV a camino adelante al paso de su caballo, cuando de pronto vio venir hacia él á dos hembres cubiertos con amplios sombreros, c o ro los del Padre Eterno, muy ceñidas las vestiduras con unas correas sobre el pecho, las manos dentro de fundas blancas, y llevando cada uno al hombro gruesos bastones rematados en punta de hierro, que el Santo creyó bordones de peregrino de nueva usanza.
— ¡Vaya, serán colegas míos, -dijo para si, — que irán de reñ iría á algún santuario! Ya tengo compañía.
Los cuales supuestos peregrinos íbanse acercando fijos los ojos en el jinete, y apiñas llegaron junto á él, diéronle la voz de alto.
Detuvo el Apóstol las riendas A su caballo, y preguntó A la pareja qué quería.
— La cédula d^Tecindad,—dijo uno,— ¡La cédula! '¿Qué es eso?— Por lo visto, es usted nuevo aquí . . .
— Sí, señor, soy forastero.— Pues bien, aquí nadie viaja sin ese docu
mento.— No le tengo.— Entonces dese usted preso.— De modo que en España ¿ se necesita pa
tente de hombre de bien para andar suelto ?— Y para todo.— En este caso no habrá malhechor que ca
rezca de semejante requisito.
— En efecto, sefior peregrino, todavía no hemos topado con ningún criminal que no esté provisto por lo menos de una cédula.
— ¿ Para qué sirve, pues ?— Yo le diré á usted; es un recurso de la Ha
cienda como otro cualquiera.— ¡Ah, ya! Es un tributo sobre la libertad
personal.— Sea lo que fuere, nuestra obligación es de
tener á los indocumentados.— Pero, hombre de Dios, si yo soy un ca
minante pacífico y nunca he hecho nial al prójimo.
— No lo dudamos, mas tenemos que cumplir con la consigna. Quien manda, manda. Tenga usted, pues, la bondad de venirse con nosotros.
— i ’or lo menos,—dijo el Santo para su sayal, —aquí se prende con cortesía.
Y como era muy celoso de la disciplina militar, aunque patrón de España, añadió, dirigiéndose á la pareja, acortando razones:
— Vamos á donde ustedes q u i e r a n .— Al pueblo que deja usted á retaguardia.— ¡Andando!Y así diciendo volvió grupas, y seguido de
los guardias civiles, que tales eran los apre- hensores, encaminóse á un lugar que allí cerca estaba y en el cual no había parado mientes.
A tiempo que anochecía entraron los tres en el pueblo, donde reinaba el mayor soriego A pesar de ser víspera de elecciones municipales. El alcalde, que iba de zeca cn meca muñendo á los electores á casa hita, en la calle y en la taberna, y 110 podía, por lo tanto, perder el titnipo en bagatelas, en cuanto vió á los recién IU gados, y sin preguntar á los guardias por qué traían á aquel hombre, dijo con voz de autoridad:
— ¡A la cárcel con él y el cal alio á mi cuadra!
— Y dicho y hecho, y lié aquí cómo la primera noche de su vuelta á España, Santiago se la pasó enterita en la cárcel.
III
Aquel siervo de Dios, en lugar de hacer milagros y de salirse del inmundo aposento donde encerrado estaba, porque con decir que era cárcel de pueblo, y (le pueblo de la Mancha, está dicho todo, púsose á rezar y á rezar hasta que le sorprendió la vaga claridad del alba entrando por una rendija ó gatera, que en esto 110 estoy muy seguro, pero sí de que no tenía más ventilación el calabozo.
En esto oyóse ruido de llaves en la premiosa cerradura; rechinaron los goznes, y abriéndose pausadamente la puerta, apareció bajo el dintel la majestuosa figura del alguacil, barbero, sangrador y peatón en una pieza.
— ¡Sal!—dijo con ademán imperativo y voz bronca, porque acababa de matar el gusanillo: v luégo añadió que le siguiese.
Hízolo así Santiago, y subiendo una estrecha escalera, fue introducido en el salón del concejo, que iba á servir además de colegio electoral, á juzgar por una grande urna que puesta sobre la mesa estaba. Una silla, tres bancos y el retrato del Rey, pegado con obleas 6 pan mascado en la pared, completaban el ajuar de aquel augusto recinto, ai cual prestaba mayor solemnidad en aquel momento la presencia del Alcalde, muellemente sentado en la silla, extendidas las piernas, sueltos los brazos, caída la cabeza, terciado el calafiés y chupando un cigarrillo mugriento, apagado y casi deshecho.
— ¡Hola, perillán!— exclamóla autoridad popular A guisa de saludo.—¿ Quién te manda ir de romería á caballot ¿Dónde lo has robado, cuatrero?
— Yo soy un hombre de bien. El caballo es mío,—contestó el Santo.
— ¿A mí con esas! Ea, á ver la cédula.— No la tengo.— ¿ De dónde eres ?
— Nací en Bethsaida.— ¡Saida! Alguacil, ¿dónde está este pue
blo?—•Lo que es en la mancha 110 está,—con
testó el interpelado, que, como cartero, tenia sus ínfulas de perito geógrafo.— Este nombre me huele así á cosa de Africa.
— ¡Africa, eh! ¡Bueno! ¿Tu nombre, peregrino !
—Santiago.—¿Apellido paterno y materno?— Mi padre se llamaba Zebedeo y mi madre
Salomé,—dijo el Apóstol que 110 sabía decir una cosa por otra.
— Bien, pues decreto al canto: Habiendo sido preso por indocumentado Santiago Zebedeo y Salomé, de profesión romero, con un caballo que no debe ser suyo, ordeno y mando: primero, que el caballo quede en mi cuadra á las resultas; y segundo, que el susodicho Santiago sea conducido por tránsitos de justicia á disposición del señor G obernador civil de la provincia de Santander.
— ¡De Santander!— exclamó el alguacil;— pues si Santander está al Norte, y el Africa, de donde parece este bu^n' hombre, cae hacia el Mediodía.
— Precisamente,—contestó el presidente de la corporación municipal dando un puñetazo en la mesa;— precisamente por eso. Así se trata á los vagos. O soy ó no soy alcalde . . . ¡No faltaba más! Llévate A ese hombre y entrégalo á la pareja.
Salieron ambos, y ya cn la calle, el alguacil hablando muy quedito al oído del Santo, le dijo:
— Mira, nación (en aquel pueblo designan con esta palabra á los extranjeros), todo se puede arreglar con una friolera. Con que me des para echar unas copas . . . En fin, hay que untar el carro . . . Ya sabes aquel refrán: "P o r bueno ó por malo, el escribano de tu mano."
— Sí. y también conozco aquel otro que dice: “ Ni hagas cohecho ni pierdas derecho.”
— Pues con tu pan te lo comas,— replicó el agente de la autoridad dando un empellón al Santo y encerrándole en la cárcel.— Aquí te estarás hasta que pase la pareja.
IV
Entonces el siervo de Dios creyó llegado el momento de hacer un milagro, pues le apretaba el deseo de dar comienzo á su terrenal apostolado y devolver bien por mal al lugar á que le trajeron, no sus pecados, como decirse suele, pues, siendo santo ¿qué pecados ha.bía de tener ? sino los altos é inescrutables designios de la Providencia; y así, por un simple acto de su voluntad tornóse de pronto invisible, y saliendo del calabozo por el resquicio de la puerta, se fue á la calle, recorrió el pueblo, y penetrando en todas partes sin ser de nadie visto ni oído, escudriñó á su sabor cuanto allí pasaba.
Hacíase cruces A cada paso al descubrir las miserias humanas; pero lo que mayormente llamó su atención fue el aflictivo y ruinoso estado de la Hacienda municipal, bajo el poder de aquel cacique de campanario, que aspiraba á la reelección del cargo concejil. ¡Qué de cabildeos, qué de amaños, que de promesas, A costa, por supuesto, de los bienes comunes, para conjurar las ruines rivalidades de unos cuantos electores, en medio de la estúpida indiferencia de los demás!
Tocaron en esto á misa, y por ser domingo, los lugareños juntáronse en la plaza de la iglesia, esperando la última campanada, como si quisieran tasar el tiempo destinado A las cosas santas, nada piadosa costumbre, que disgustó al Apóstol que en volandas había acudido al templo A oír los divinos oficios.
Apenas terminados éstos, los hombres vol vieron en tropel á la plaza, mientras las mujeres salían poco A poco de la casa del Se-
708 EL COJO ILUSTRADO
ñor con la mantilla muy ceñida, los ojos bajos y el rosario en la mano.
Quedóse Santiago algún tiempo en la iglesia, rezando muchos Padre-nuestros á sus predilectos compañeros de Gloria, y al retirarse, en el acto de abrir la cancela, le asaltó una idea que llevó en seguida íi efecto, y fue nada menos que tomar la misma figura del boticario del pueblo, ausente á la sazón, con una semejanza tal, que era el más perfecto trasunto que imaginarse puede; y. de esta suerte se presentó en la plaza.
Todos los que se hallaban allí cayeron en el engaño, y fueron á él y le saludaron con mucha cortesía y afectado cariño, porque el farmacéutico, aunque tenía fama de socarrón, entrometido y mordaz, era, si 110 bien quisto, considerado con el respeto que se merece una mala lengua.
Como en semejantes casos suele acontecer, comenzóse á hablar de la salud y del tiempo, de lo cual tomaron pie los labradores, que lo eran casi todos, para echar su cuarto í¡ espadas sobre la cosecha, siempre mala, si no detestable, en boca de campesinos.
— ¡D e esto tenéis la culpa vosotros!—exclamó Santiago.
— ¿ Nosotros ?—Sí, vosotros.— ¿ Por quE?— preguntó uno.— Vamos «4 ver, ¿ qué es lo que hace buenas
las cosechas después del trabajo del hombre?
—¡Tom a!—contestó otro á quien llamaban por apodo el tío Solón ó Salomón,—la buena tierra y el agua.
— Siendo asi. ¿ por qué os empeñáis en hacer mala la tierra y en alejar de ella la humedad ?
— ¡Nosotros!—exclamaron todos con irónica sonrisa, mirándose unos á otros, como quien dice: este hombre no está en su juicio.
— ¡Sí, vosotros, con la insensata guerra que hacéis al arbolado! Fomentadlo, y la tierra será cada vez mejor, y la lluvia visitará con más frecuencia los campos, derramando sobre ellos sus inapreciables dones.
— ¡Ah, señor farmacéutico!— exclamó el tío Solón— ¡qué engañado está usted! Esto lo rezan los libros, pero nosotros entendemos más de labranza que esos señoritos de las ciudades que inventan estas cosas, y que no son más que unos saca-dineros. ¡Arboles, eh!
— ¿ Qué mal os han hecho ?— .Mire usted; cuando yo era mozo,—replicó
el tio Solón,—había en el prado de propios hasta seis docenas de pinos: ¿ y sabe usted para qué servían? Para que los muchachos se comiesen los piñones. Semejante escándalo lla
mó la atención del concejo, que se reunió para tratar sobre la materia. Opinaban unos que debía nombrarse un guarda y otros que era mejor cortar los árboles, y después de maduro examen, por mayoría de votos se decidió lo último, y así se dio fin al escándalo.
No quiso Santiago refutar tales razones, que 110 eran para contestadas, y encarándose con otro Licurgo del lugar que atentamente escuchaba sin decir esta boca es irtla, le preguntó :
—¿ Y usted también cree inútil el arbolado ?
— ¡ Qué inútil, — contestó el segundo sabio, — perjudicial,
y perjudicial de todo punto ! Y si no, vamos á ve r : ¿quién se come el grano antes de la cosecha ? Algunos pájaros, como los gorriones, ¿ no es verdad ? ¿ Quién atrae á los gorriones? El arbolado, ¿no es cierto? Luégo destruyendo á éste contribuimos á extinguir aquella plaga.
— ¡Bien dicho!—exclamaron todos dando calurosas muestras de asentimiento, creyendo confundido al supuesto boticario.
El cual, después de breve pausa, replicó:— Pues yo os pregunto: ¿qué plaga es ma
yor, la de los insectos ó la de los pájaros?—¡Tom a!—contestó otro labriego,—la délos
insectos, porque siendo innumerables y pequeñísimos, 110 basta la mano del hombre para aniquilarlos.
— Entonces,—dijo el Santo,— si 110 os bas táis para combatir á estos casi invisibles enemigos, justo sería que res|>etase¡s y aun dié- rais recompensa á vuestros mejores auxiliares, y si no; decidme: por cada grano de trigo que os quita un gorrión, ¿ de cuántos millares de insectos no habrá limpiado vuestros campos ?
Esperaba cl Apóstol que este sencillo razonamiento abriría los ojos de aquellos labradores; pero lejos de ser así, ninguno-dio muestras de dejarse convencer ni aun por el mismo Dios que bajase en persona, y como Santiago se sabía muy bien de memoria aquel refrán de que no hay peor sordo que el que no quiere oir, dio el pleito por perdido; mas quiso probar si sacaba mejor fruto hablándoles de la cosa pública, y encaminando la plática en este sentido, les espetó una de verdades que había que oirle. Qué de cosas salieron de aquellos santos labios, como de quien sabía los más recónditos secretos <le todo e! lugar!
— ¡Muy bien!—exclamó un mozalbete que había estudiado en Madrid hasta dos años en la Escuela de Veterinaria, siendo suspenso en el segundo;— ¡muy bien, señer farmacéutico! Me place ver á usted entrar por tan buen camino y salir de la actitud de expectante benevolencia para con el Ayuntamiento, en que hasta ahora se había colocado. Cuente usted conmigo, con mi apoyo incondicional, á fin de coronar el edificio de la regeneración de nuestra querida patria, digna de mejor suerte y de los más altos destinos. Unámonos todos en apretado haz para sacudir el yugo de la opresión y de la tiranía; proclamemos con entusiasmo nuestro ideal político . . .
— Pero, ¡hombre de Dios!—exclamó interrumpiéndole Santiago.— ¿ Qué tienen que ver tus ideales políticos con la 'policía urbana, la hacienda municipal y los chanchullos de los fielatos ?
Y hablándole aparte añadió:— Calla, si no quieres que cuente tus tra
pisondas de la época en que eras secretario del anterior alcalde, por cuya candidatura trabajas ahora.
Corrióse el mozo, y hecho una grana, escurrió el bulto, dirigiéndose á la Casa de la Villa, donde en aquel momento se constituia solemnemente la mesa electoral.
Entretanto, el Apóstol no cesaba de exhortar á aquellos rústicos, que embebidos y suspensos le escuchaban, á que cumpliesen sincera y honradamente sus deberes de buenos ciudadanos; y cuando creía haberles icrsuadido de todo punto, el tío Solón le interrumpió diciendo:
— Yo no quito ni pongo rey.— Ni mi padre ni mi abuelo,—añadió uno,
—dijeron jamás su voto, y yo no hago usos nuevos.
— ¡A l concejo, ni verlo!—exclamó otro.— ¡Allá ellos!—dijo un cuarto.— Mire usted, señor boticario,— prosiguió el
tío Solón,—quien sirve al común, sirve á ningún. Así, no se canse usted, que ni queremos votar ni ser votados.
— ¿Para qué?—repuso un quinto;—¿para que nos roan los zancajos y no hagamos nada de provecho ? Y si no, pon lo tuyo en con
cejo, y unos dirán que es blanco y otros que es negro.
Y todos por este estilo fueron contestando á Santiago, el cual, sin querer oir más razones, se marchó del lugar.
Uno de los del corro, empero, tuvo un arranque de valor cívico, y exclamó:
— ¡Pues yo voto! ¡A lgo hay que hacer por el pueblo!
Y dirigiéndose al colegio electoral, se votó á sí mismo.
Y
La nueva de la actitud tomada por el supuesto farmacéutico, y digo actitud, porque empleó esta palabra el veterinario en embrión, cayó como una l>omba en medio del campo alcal- desco, que había sentado sus reales en el salón consistorial y ya se regodeaba con la confianza de una victoria decisiva, á pesar de que el bando contrario, de que era firme apoyo y activo paladín el mozalbete de la plaza, había conseguido intervenir la mesa electoral, circunstancia que 110 permitía al presidente de ella trasegar el censo completo á las listas de votantes, como en otras no menos gloriosas batallas por él libradas.
Mas como el común peligro fue siempre medianero de unión y de concordia entre los desavenidos, apenas se supo por boca del exsecretario que en aquellos momentos históricos se estaba formando el partido de los independientes, que con tal nombre bautizaron en el aeto á los del corro de la plaza, el Alcalde, que no se dignaba inclinar su erguida y majestuosa frente, ni aun en señal de saludo, ante sus- concejiles adversarios, dando rienda suelta al noble y generoso impijlso de su pecho, propuso á la mesa la formacián de una candidatura de transacción y de conciliación, en la cual estuviesen representadas las dos colectividades que, ya á regaña dientes, ya á palo limpio, se disputaban el gobierno y el pueblo.
Ardua era de suyo la empresa, porque de los siete concejales que debían elegirse para la renovación del Ayuntamiento, 110 ofrecía el alcalde más que tres puéstos á los adversarias. Porfiaban éstos que querían cinco, y en este, regateo les sorprendió el elector independiente de que he hablado.
A su presencia turbóse el Alcalde, y viendo en su imaginación llover electores sobre el colegio seguidos del notario para que diese testimonio del escrutinio, por si 110 se jugaba limpio, cedió en el acto á las exigencias del contrario bando y se prestó á todo: que de leves causas proceden muchas veces las graves resoluciones y los sucesos trascendentales.
Concilladas las opuestas parcialidades y convenida la fórmula, seis hombres de corazón luciéronse fuertes en la estrecha escalera que daba acceso al colegio electoral, resuelto á de-
EL COJO ILUSTRADO 799
fender aquel sagrado recinto de los ojos profanos, indiscretos 6 curiosos que pretendiesen turbar la majestad del escrutinio; arrellanóse el Alcalde en la silla presidencial, repartió cigarrillos á las interventores, y dando un |>alo íí la mesa con el bastón de autoridad, exclamó :
— | Que vengan electores!
Entretanto los secretarios procedían ¡1 la redacción del acta, en la cual aparecían como votantes cu an to s electores arrojaba el censo, in
cluso los difuntos; que aquella gente no reparaba en cosas de poca monta cuando tenía las manos en la masa.
VI
Cantaba el gallo de San Pedro, claro indicio de que rayaba el dia, cuando Santiago, puesto sobre su caballo blanco, que había recuperado sin ser de nadie visto, llegó al glacis del Alcázar celeste, defendido por una legión de ángeles que revoloteaban de aquí para allí gritando: ¡centinela alerta! y el lejano eco repetía: ¡centinela alerta!
—¿Quién vive?—gritó una voz, en cuanto el Apóstol se acercó al puente levadizo.
— El Paraíso,— contestó aquél.— t Qué gente ?—Santiago el Mayor.— ¡A lto! ¡Cabo de guardia!Y salió la ronda menor compuesta del
cabo y de dos números, que eran gentiles mancebos resplandecientes de hermosura con unas alas muy anchas y extendidas, vestidos de blanco y finísimo ropaje, y blandiendo en la diestra sendas espadas que, á pesar de la tenue claridad del naciente día, brillaban como inextinguibles centellas.
El cabo pidió el santo, seña y contraseña, y rindiólas el recién llegado, diciendo: "Sanio Espíritu, Espacio Eterno."
Previas estas formalidades que prescribe la celestial ordenanza, se fue el cabo á prevenir al oficial de guardia, y éste á San Pedro, que á fuer de madrugador, merced á su gallo, en la muralla del venturoso Alcázar se estaba solazando.
Acudió solícito el príncipe de los Apóstoles á abrir á su compañero, y exclamó.
—¿ Ya de vuelta querido Santiago ?— Aquí me tienes, Perico,—centestó éste,
apeándose del caballo y estrechando entre sus brazos al portero mayor de la Gloria.
—Vamos, cuenta; ¿cómo te ha ido por allá?— Llegué, y me prendieron.—¿ Y tú qué hiciste ?— Salirme de la cárcel por milagro. En E s
paña se suele salir así de semejante sitio.—¿ Y después ?—Traté de inculcar las nociones más rudi
mentarias de agricultura á gentes que no viven más que de ella.
—¿ Y se convencieron ?— Se encogieron de hombros.— ¿ Y te volviste ?—No. Tropecé con un rebaño conducido por
lobos y quise persuadir á las ovejas de que eligiesen otros pastores.
— ¿ Y bien ?— Nada, que prefirieron seguir siendo co
midas.
- Y a salles que nunca he tenido fe en el sen ¡lo práctico de tus clientes: |
que llegase hasta tal punto latido práctici tus clientes: pero jamás creí
insensatez humana.
— Más que insensatez descubrí en el fondo <lc todo grande apatía intelectual. Gentes son las que encontré, que por ahorrarse el trabajo de pensir, dieran de buen grado al maestro de escuela que tenían, y au:i todas las universidades de añadidura.
—Conozco el género. Son los hombres más difíciles de convertir: los holgazanes contumaces del entendimiento.
LA C IE N C IA A N T E E L IN FIN ITO
Kl 27 de abril de 1SX2. M. Pasteur ocupaba en la Academia francesa el sillón de Uttré.
Había sido recibido por Renán.La prensa de París publica últimamente, con
motivo de la muerte del ilustre bacteriólogo, los fragmentos que siguen, tomados de su discurso:
La fe de M. Littré eu el positivismo le v ino <le las dificultades que encontraba en las grandes cuestiones metafísicas. La negación como la duda le atormentaban. Le libró de una y otra Augusto Coiute, eon un dogmatismo que suprim ía toda metafísica.
En presencia de tal doctrina, M. Littré se decía:— No tienes por qué preocuparte del origen ni del fin de las cosas; ni de Dios, ni del alma, ni de la teología, ni de la metafísica; sigue tu inclinación de investigador “ sereno ó inquieto;” huye de lo absoluto; no creas sino en lo relativo.— ¡Qué tranquilidad para aquel cerebro ardiente, ansioso de recorrer todo el campo de la sabiduría!
Se ha creído erradamente en esa tranquilidad, y juzgando por falsas apariencias, se ha pretendido hacer de M. Littré un ateo consumado y sereno. Sin embargo, las creencias religiosas de los demás no leerán indiferentes. "M e doy perfecta cuenta, decía, de los sufrimientos y dificultades de la vida humana, al querer quitar á quienes las tengan las convicciones que los sostienen en sus días de prueba.” No niega la existencia de Dios, como no niega la inmortalidad del alm a; de ellas separa « príorí hasta el pensamiento, porque proclama la imposibilidad de demostrar científicamente su existencia.
En cuanto á mí, que juzgo que las palabras progreso é invención son sinónimas, me pregunto en nombre de qué descubrimiento nuevo, filosófico ó científico, pueden arrancarse del alma humana tan altas preocupaciones. Me parece que ellas tienen algo de la esencia eterna, porque el misterio que envuelve al universo, del que son una emanación, es también eterno en su naturaleza.
Cuéntase que el ilustre físico inglés Fara- day, en las lecciones que daba en el Instituto Keal de Londres, no pronunciaba jam ás el nombre de Dios, aunque era profundamente religioso. Un día, por excepción, se le escapó aquel nombre é inmediatamente se manifestó en los concurrentes un movimiento de simpática aprobación. “ Acabo de sorprenderos, nombrando aquí á D io s; nunca lo había hecho, porque aquí, en las lecciones, soy un representante de la ciencia experimental. Pero la noción y el respeto de Dios han llegado á mi espíritu, produciéndome tal satisfacción como la que sentiría al llegar al conocimiento de verdades físicas.”
I>a ciencia experimental es esencialmente positivista, en el sentido de <jue, en sus concepciones, no hace intervenir la consideración de la esencia de las cosas, ui el origen del mundo y sus destinos. No tiene necesidad de ello. Sabe que nada puede obtener de las especulaciones metafísicas. Sin embargo, no se priva de la hipótesis. Nadie, al contrario, hace tanto uso de ella eotno el experimentador; pero sólo á título de guía y como Incitativo en las investigaciones, á reservas de un severo con- t raí teso. Desdeña y rechaza sus ideas preconcebidas, desde que la experimentación demuestra que 110 corresponden á realidades objetivas.
M. Littré y Augusto Comte creían é hicieron creer á los espíritus superficiales que su sistema se basaba en los mismos principias que el método científico de que fueron genuinos fundadores Arqttíuiedes, Cali leo, Pascal, Newton, Lavoisier. De ahí viene la ilusión de los espíritus, favorecida y garantizada por el saber y la buena fe de M. Littré.
A cuántos errores puede conducir esa pretendida identidad de ambos métodos!
Arago dijo de Comte: “ No tiene credenciales matemáticas, grandes ni pequeñas.’ ’ " E s verdad, contestó Littré, M. Comte no ha hecho descubrimientos geométricos, pero los lia hecho sociológicos.” A h ! lié aquí un ejemplo de descubrimiento sociológico! El 10 de noviembre de 1850, M. L ittré escribió en Kl Nacional un artículo titulado: l'az occidental, encaminado á probar (pie la sociología era una ciencia. “ Hay dos maneras, decía, de probar la verdad de una doctrina: por la imitación directa, el trabajo, el estudio, ó por previsiones que persuadan á todos los espíritus: saberes prever.”
Aconteció que, como gozáramos en 1850 de los beneficios de la paz desde 1815, M. Littré declaró: “ Y a hoy en día la sociología prevé la paz para todo el tiempo que falta hasta llegar al porvenir de nuestra transición, al cabo de la cual una confederación republicana habrá unido al Occidente y puesto fin á todos los conflictos arm ados...” Pronto se desengañó. Cuando en 1878 reimprimió aquel artículo de 1850, le puso algunas notas en las que, con su habitual sinceridad, lamentaba su cándida confianza de otros días. “ Esas desdichadas páginas, decía, me hacen daño; quisiera poder borrarlas. Están en perpetua contradicción con los sucesos (pie las han seguido... Apenas dije en medio de un entusiasmo pueril, que no habría en Europa más desastres militares y que serían reemplazados por discusiones políticas, cuando ¡fe presentaron: el desastre m ilitar de Kusía en Crimen, el de Austria en Italia, oí ro.de A u stria en Alemania, el de Francia eu Sedán y
800 EL COJO ILUSTRADO
EL FIO E sc a la n te . — ( Loa Ande* )
en Metz y últimamente el de Turquía en los B al le anee.”
La obra que Littré publicó en 1879 bajo este titulo CoütervaciÓH, ¡{evolución y Positivismo, está llena de errores que le hizo cometer la doctrina positivista, en política y en sociología. jP o r qué sorprenderse de e llo ! La p olítieaV la sociología son ciencias en que las pruebas no pueden producirse sino dificultosamente. .
Son machos las factores que concurren á la solución de los problemas que agitan. A llí en donde intervienen las pasiones humanas, es inmenso el campo de lo imprevisto.
El positivismo no peca solamente por un error de método. En la trama, aparentemente ajustada, desús propios razonamientos, se revela una gran laguna, y no me explico cómo se haya escapado esto á la sagacidad de M. Littré.
R e p e t id a s veces define así el positivismo, considerado bajo su aspecto práctico: “ Llamo positivismo todo lo que en la sociedad.se hace para organizaría según la concepción positiva, es decir, científica del mundo.”
Acepto tal definición, siempre que de ella se baga una aplicación rigurosa; pero la grande y visible laguna del sistema consiste en que /n la concepción positiva del mundo no se tiene en cuéntala más importaute de las nociones positivas: la del infinito.
Más allá de esa bóveda estrellada, jq u é h a y ! Nuevos cielos estrellados. Sea! ¿ Y más a llá ! E l espíritu humano, empujado por una fuerza invencible, no dejará jam ás de preguntarse: Qué hay más a l lá ! Como el punto eu que se detiene no es sino de una magnitud finita y solamente mayor que la que le precede, aperné comienza á considerarla, cuando vuelve la implacable pregunta y siempre sin que pueda satisfacerse la curiosidad. De nada sirve contestar:— Mas allá hay espacios, tiempos, magnitudes siu lím ites.—Nadie comprende esas palabras. E l que proclama la ex istencia del infinito, acumula eu esa afirmación más sobrenatural del que hay en los milagros de todas las religiones; pues la noción del infinito tiene el doble carácter de imponerse y de- ser incomprensible. Cuando tal noción se apodera del espíritu no queda otro recurso sino el de prosternarse ante ella. En este momento de punzantes angustias hay que pedir misericordia á la razón misma ; todos los re
sortes de la vida intelectual amenazan soltarse; estamos en peligro de caer en la locura sublime .de Pascal. Tal noción positiva y primordial, la desatiende gratuitamente el positivismo, así como todas sus consecuencias eu la vida de las sociedades.
Veo por todas partes la inevitable expresión de la idea del infinito. Por ella lo sobre natural repasa en el fondo de todos los corazones. La idea de Dios es una forma de la idea del infinito. En tanto que él pese sobre la inteligencia humana, se levantarán templos á su culto, llámese el Dios Bralim a, A llah , Jeh ová ó Jesús. Y sobre las losas de esos templos veréis á los hombres arrodillados, abismados ante el pensamiento de lo infinito. La metafísica 110 hace sino traducir esa noción. L a concepción del ideal, i 110 es la facultad, reflejo del infinito, que en presencia de la belleza visible lias lleva á concebir una belleza superior! La ciencia y la pasión de comprender, j son otra cosa sino el efecto d éla ansiedad de saber que pone en nuestro espíritu el misterio del Universo t i E11 dónde están las verdaderas fuentes de la dignidad humana, de la libertad y de la democracia moderna, s ino en la noción del infinito, ante el cual todos los hombres son iguales!
“ Es necesario un lazo espiritual á la humanidad, ha dicho M. Littré, sin el cual 110 habría en la sociedad sino familias aisladas, hordas y no verdadera sociedad.' ’ Ese lazo espiritual que él coloca en una religión inferior á la humanidad, 110 podría estar bino en la noción superior del infinito, porque debe estar asociado al misterio del mundo. L a religión de la humanidad es una de esas ideas de engafiosa y y superficial evidencia, qne hizo lecir á un psicólogo de espíritu eminente: “ Sos pecho hace tiempo que es un necio quien no tiene sino ideas precisas. Las nociones más precisas que divisa la inteligencia, están en la penumbra del fondo de la escena y es en redor de esas ideas confusas donde giran las ideas claras para extenderse, desarrollarse y elevarse. Si se nos quitase de delante esa escena, las ciencias exactas perderían su grandeza, tomada de sus relaciones secretas con otras verdades infinitas que sospechamos.”
Los griegos comprendieron el misterioso poder de ese interior de las cosas.
Ellos nos legaron una de las más hermosas palabras de la lengua:—la palabra entusiasmo— en Titeos—un dios interior.
La magnitud de las acciones humanas se mide por la inspiración que las produce. Feliz quien lleve en sí un dios, un ideal de la belleza y le rinde obediencia: ideal del arte, ideal de la ciencia, ideal de la patria, ideal de las virtudes del Evangelio! Hé ahí ías fuentes v i vas de los pensamientos profundos y de las magnas acciones. Todas se iluminan con res plandoresdel infinito.
M. L ittré tenía su dios interior. E l ideal, que llenaba su alma era la pasión por el trabajo y el amor á la humanidad.
A menudo me ha acontecido representármelo seutado cerca de su mujer, como eu uu cuadro de los primeros tiempos del C ristianismo; él, viendo á la tierra, lleno de compasión por los que sufren; ella, ferviente católica, los ojos levantados hacia el cielo; él, inspirado por todas las virtudes terrestres; ella, por todas las grandezas divinas; reuniendo ambos en un mismo fervor como en uu mismo pecho, las dos santidades que forman la auréola del Hombre-Dios, la que procede de la devoción á todo lo que es humano, y la que emana del ardiente amor de lo d ivino;— ella, una santa en la acepción canónica; él, un santo lego.
Esta última palabra 110 me pertenece: la he tomado de labios de todos los que la conocen.
LUIS PASTEUR.
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EL COJO ILUSTRADO 801
M USEO D E L LO U V R E
LAB 8ALAS FRANCESAS
L Renacimiento, después de pasear triunfante por toda Italia, llegó á Francia, y enseñó á admirar el idealismo del credo místico, la persistencia de la imagen pagana, los ensueños de las antiguas tradiciones, que formaron almas nuevas en los artistas, y que construyeron los
santuarios de la civilización moderna. Dos corrientes, -la profana y la sagrada, engrandecieron el arte, y crearon á Leonardo de Vinci, R afael, Correggio, M ig u e l Angel, Andrea del Sarto y Ticiano ; herederos del genio griego, dominadores heroicos de la pintura, que han hecho estremecer la poesía ante el fulgor esplendoroso de sus pinceles.
Puede decirse que el pedestal del Renacimiento lo formó Giotto, y que la obra más grande de Cinia- bue, mucho más que sus vírgenes bizantinas de aureolas de oro es haber advertido que bajo el modesto traje de un pastor, bajo la humilde vestidura de un guardador de ovejas, se ocultaba un genio. Después de Giotto, siguió el período más brillante de la historia del arte; llegaron los dioses del siglo de oro, el arte transformado y grandioso se esparció por el mundo; y hubo luz.
V en e c ia , Florencia, y Roma conservaron el cetro, y desde aquella época, no se conoce un solo pintor que al recoger los colores en su paleta no piense en Italia, y que al buscar el dibujo, el colorido 6 la expresión, no recuerde á los maestros de las escuelas romana, florentina, veneciana, bolonesa y lombarda. Plegaria espontánea que nace de la concepción de un ideal tres veces más sagrado que el temor y la duda.
A medida que nos acostumbramos á visitar museos, á ver cuadros, y á estudiar escuelas, vamos penetrando en un medio ambiente que se apodera de nosotros, que absorbe toda nuestra atención, y cuyas impresiones quedan grabadas en el espíritu. Sentimos que cada día amamos más el arte, porque más lo comprendemos, porque vamos poseyendo todos sus secretos, gozando en todos sus detalles, experimentando algo como una unión íntima, que nos ata á la vida sugestiva de aquellos luchadores melancólicos, locos adorables que han llegado á vencer la suerte. Llegamos á los museos, y dejamos de ser los iniciados; al contemplar las telas, nos parece que los pintores son nuestros amigos, que hemos vivido en sus épocas, y que nos conocen. Con qué alegría llegamos á intimar con ellos, y qué inmenso placer experimentamos al observar cuadros que no habíamos visto, y al adivinar por el color, por la acti'ud, por la manera de hacernos sentir, el artista que lo ha creado. Nos hacemos, sin querer, partidarios
de esta ó aquella escuela y no podemos tolerar al visitante que se atreva á murmurar algún reproche de alguno de nuestros preferidos.
Se necesitarla escribir un libro con el único objeto de enumerar y explicar las obras de los pintores franceses que figuran en el Museo del Louvre, pues ellos solos ocupan más de doce salas, que contienen numerosos cuadros de autores en su mayor parte desconocidos para nosotros; advirtiendo, que allí no existen sino los pintores más distinguidos, que desde 1.500 hasta mediados de este siglo han figurado en el arte francés; y que no nos vamos á encontrar allí con las bellísimas creaciones de Bouguereau, ni con las exquisitas miniaturas de Meissonier, ó las figuras flacu- chas llenas de tristeza de Puvis de Chavannes, ó las obras no menos célebres de Detaille, Bonnat, Jean Paul Laurens, Benjamín Cons- tant, y tantos otros. Estos pintores modernos hacen ante-sala en el escogido Museo del Luxemburgo antes de entrar á los aristocráticos salones del Louvre.
Para llegar al templo de la Belleza, después de haber besado los labios de la Gloria, se exige al genio que lleve sobre su nombre, como timbre de nobleza, una flor de lis, que va á abrirle las puertas del santuario y á iniciarlo en sus misterios: la muerte. Para obtener la apoteosis hay que dejar de ser hombre, y convertirse en ideal; después que llega la muerte, la cabeza del genio se rodea de fulgores y se hace luminosa; después de la Noche, llega la Aurora y sale el Sol.
En la misma época en que Espafia, Holanda y Flandes contestaban el grito artístico dado por Italia, presentando como hijos de sus climas á Ribera, Velázquez, Murillo, Rem- brandt, Rubens y Van Dick; Francia respondía también con sus grandes pintores, hijos ilustres de los antiguos galos; de los cuales comenzamos á hablar.
Juan Cousin es poco conocido, pues la mayor parte de sus cuadros han desaparecido, sin sospecharse adonde han ido á parar las obras maestras del autor del Juicio Final. Este es el único cuadro que tiene el museo, y se distingue por una vigorosa concepción, una interesante variedad en los movimientos y en las posiciones, en los grupos, y en las combinaciones, que nos hace comprender la gran imaginación y el pleno conocimiento que del
arte poseía el pintor. Francisco Clouet tampoco ha conservado sus cuadros, y sólo hemos encontrado allí algunos retratos, de alto mérito en los minuciosos detalles de los trajes, joyas y pedrerías.
En cambio, el ingenio fecundo de Nicolás Poussin brilla por todas las salas, en más de treinta cuadros; unos vagos, ideales; otros severos y crueles; pero en ellos se observa que el pintor piensa, y que cuando juega con las expresiones de sus imágenes, el pintor también siente. San Francisco Javier reviviendo á una joven: una niña está casi muerta sobre su cama; el santo, de pie, en éxtasis, los ojos vueltos al cielo, y las manos en actitud suplicante, espera el milagro; por el otro lado un sacerdote, de rodillas, reza; alrededor de la cama un grupo de mujeres, entre asombradas y temerosas, aguardan ‘ el final; entre ellas se distingue á la madre, que está sobre la hija moribunda, llena de fe, de amor y de dolor; encima se abre el cielo y aparece Dios, rodeado de ángeles. El conjunto es hermosísimo,
el colorido de la obra deja envuelta la escena en cierta tristeza expresiva.
Eco y Narciso: Narciso, hijo de la ninfa Lyriope y del rio Cefiso, habja sido destinado á morir muy joven, y de-una muerte bien original. Eco, á quien Juno habla condenado á repetir las últimas silabas de todo lo que oyera, se había enamorado de la belleza del joven, que no la amaba. Las compañeras de Eco, rogaron al Amor que castigase semejante indiferencia; y un día, habiendo llegado Narciso fatigado de la caza, se acercó á una fuente, y vio su propia imagen reflejada sobre el agua cristalina ; enamorado de esa imagen, y no pudiendo encontrarla en ningún sitio, murió abandonado por su propio sér. Se asegura que desde entonces, Eco vive retirada en los valles profundos y en las grutas solitarias. En ese bellísimo pasaje de la Fábula está inspirado el cuadro, que representa á
Narciso, muerto de amor, á orillas de la fuente ; á Eco, en el fondo, recostada de un árbol, con la mirada extraviada; y al Amor, el chiquillo egoísta y vengativo, que sostiene una antorcha entre ^us manos.
Primavera, Eslío, Otoño, Invierno, son cuatro cuadros notables de Poussin, en los que están simbolizados cuatro pasajes de la Biblia. E l Juicio de Salomón, Eliezer y Rebeca, sus cuadros sobre Moisés, Pastores de Arcadia, y otros más, completan la colección de este insigne artista, honra de Francia.
Otro gran pintor de esa época fue Le Sueur, gloria de la escuela francesa; su colección sobre la Vida de San fí i uno, que la componen unos diez y ocho cuadros, es admirable, y nos enseña á conocer el alma tierna del desgraciado artista, que, ahogado en las luchas del mundo, terminó sus días en un Convento. De esta galería, la tela más notable es la muerte del santo, por los cambios de luz, el aspecto tétrico de los frailes, y la calma funeraria que rodea la estancia. Le Sueur era ur. asceta, en sus obras se revela la marcada tendencia al claustro, á la piedad solitaria, á la unción monástica; aún en sus alegorías sobre el Amor observamos sus sollozos de escéptico.
Claudio de Lorena, cuya fama de paisajista Jia volado hasta los rincones más ocultos donde respire el arte, tuvo un rival muy pode-
802 EL COJO ILUSTRADO
roso en José Vernet, padre de Carlos Ver- net, y abuelo de Horacio, todos tres pintores; que se dedicó casi un siglo después al mismo género. Pero en los cuadros de Vernet no son únicamente notables, sus Claros de Luna , sus marinas inimitables, sus cielos silenciosos á la hora del ángelus, y suaves, empañados de neblina á la salida de la aurora, sus crepúsculos de oro y zafiro, sus arreboles, que parecen sonrisas de una diosa oculta tras el divino azul; sus misterios en los colores, y en los delicados tonos con que marca en el cielo las distintas horas de sus cuadros; las ondas glaucas de sus mares, verdes, azules, llenas de nostalgia. Todo eso es bellísimo, y basta para asegurar el nombre del artista; pero mucho más admirable todavía son los detalles con que adorna sus cuadros: el barco que se acerca á la playa, los marineros que trepan por los mástiles á arreglarlas velas, las familias de los pescadores, que con la alegría de la llegada, abandonan sus casas y corren á la arena, á acariciarlos, á ayudarlos á recoger la pesca; el bebé, que sobre los brazos de la mamá dice adiós con un pañuelo, sobre una peña, aJ barco que se aleja, cadencioso, entre las olas. Y toda esa vida, y esa alegría, y esa tristeza, están marcadas en miniaturas pequeñísimas; que asombra el pensar cómo puede un pincel dar vida y movimiento á aquellas diminutas figuras, que casi no se ven, y que sin embargo sienten, y viven, y trabajan. José Vernet es uno de los paisajistas notables del mundo entero, tan grande, ó más grande que Claudio de Lorena; y la galería que no poseyese una de sus marinas, quedaría incompleta.
La Virgen.del racimo, de Mignard, es una concepción muy original, por la manera de presentar á María y á Jesús. La Virgen, bella y tierna, está sentada; en sus piernas tiene al Niño, que se oculta, con la más cándida picardía, tras el velo que cubre la cabeza de la Madre. La Virgen tiene en una mano un racimo de uvas que Jesús trata de coger. T odo esto con la malicia más casta que puede imaginarse. Al lado de este cuadro está otro que merece mencionarse, ya que de originalidad hablamos; E l sueno del niño Jesús, de Le- brun: representa la Santa Familia, el niño duerme, todos lo contemplan con el deseo de no perder ni uno de sus movimientos; San Juan Bautista, un chiquitín graciosísimo, empinado, curiosea también al niño; la Virgen, con una expresión inexplicable de amorosa reprensión, le recomienda, con un dedo en la boca, el silencio. Estando ya tan gastados estos temas, no puede pasarse delante de una de estas telas, sin detenerse á admirar la creación caprichosa de los artistas. En esa misma sala están los enormes cuadros de Lebrun, que representan batallas sangrientas, como Ar- bela, el Paso del Gránico, Alejandro y Po- rus.
Las telas de Boucher recuerdan á las de Mu- rillo, en el colorido y en la manera de pintar los ángeles. Sus escenas de pastores, á orillas del arroyo, bajo los árboles; las zagalas, con sus caras frescas, olorosas á aire de campo, vestidas de señoras; y toda la libertad pastoril, se ve en los idilios campestres de Boucher. Y en sus cuadros ideales, el artista juega con la imaginación, y nos da las rarezas de su ingenio. E l Fin: ángeles, palomas, flores, y azul, en el espacio; encima, dos niños Cupidos, traviesos é insensibles, sostienen una paleta, en cuyo centro está clavado un corazón; la paleta está rodeada de coronas y guirnaldas, y abajo, otros Amores preparan flechas que lanzan al blanco, en el que ya han dado algunas. El cuadro está envuelto en un retozo mitológico de niños con alas, entre flores, palomas y azul, que destronan el corazón de una Psíquis desconocida.
En Diana a i el baño, conocemos á Bucher bajo otro aspecto: la casta diosa, hermana de Apolo, se prepara á entrar en las aguas plateadas de un lago: una de las ninfas de su cor
tejo, de aquellas sesenta vírgenes inviolables que formaron las Oceánidas, acaba de despojarla; y ella muestra sus divinas formas, con la coquetería de una diosa preferida, hija de Júpiter. En uno de los ángulos hay algunas flechas y un carcaj, que recuerdan á la vengativa cazadora reina de los bosques, á quien los griegos llegaron á inmolar víctimas humanas, temerosos de sus resentimientos. En el otro ángulo beben agua sus perros; y en el fondo hay árboles que forman un espeso follaje, que oculta los misterios de la intocada belleza de la diosa. Si Endimión la hubiese contemplado en ese instante, habría abandonado la gruta del monte Latmos, en donde soñaba con Selene, para encontrar á la deseada hija de Latona en su forma más seductora.
La Magdalena, de Vattier: vestida con un peinador blanco, pensativa, con la cabeza apoyada en una mano, y una biblia abierta sobre las piernas, está la arrepentida de Magdala; su meditación es celestial, pero su cuerpo es voluptuoso, y atrae humanamente; será tal vez la mística que canta plegarias á orillas de una fuente, en la montaña; pero las formas de su cueqio no pueden olvidar las atracciones del pecado, y seducen, porque al través de su carne, delicadamente pintada, se adivina el martirio en que vive la belleza tle la mujer que solicita la salvación de su espíritu.
Al lado de ese cuadro, está uno, también muy sugestivo, de Le Kebre, E l amor desarmado por Venus: Venus, la mujer, no la ideal, la humana, fuerte y voluptuosa, está sentada y tiene entre sus piernas al Amor; con una calma irritante, lucha con él por desarmarle; ya ha logrado quitarle el arco, y trata de arrancarle la flecha, que el Amor defiende. En su carita angustiosa deja adivinar el triunfo de su enemiga, pero, forcejea; la Venus, sonreída y burlona, lo sujeta cada vez con más fuerza, para obligarlo á ceder. En esta vez es seguro. Venus vencerá, y, con su garganta de mujer, se reirá del audaz, y lo dominará á pesar de su astucia: pero la diosa no debe dormir tranquila, aquel diablillo es indomable, huirá á buscar amparo entre sus compañeros, y vengará con creces el ultraje.
Aunque en el Museo del Louvre, no puede seguirse un orden cronológico en los pintores y en las escuelas, hemos tratado, —cuando no nos hemos visto obligados por la semtjan- za de los cuadros, ó de los asuntos que han estudiado artistas de unat misma índole, en distintas épocas—de traer á los pintores bajo cierta ley de años; escogiendo, antes de entrar á la escuela moderna, los pintores que, á nuestro juicio, han ejercido mayor influencia sobre el arte francés: desde Juan Cousin, que vivió en pleno Renacimiento, hasta algunos, que como Greuze, de quien vamos á hablar, han besado, ya muy viejos, los albores del siglo X IX .
Sin embargo, algunos muy notables se han quedado rezagados, como Van Loo, célebre colorista, precursor de Boucher y contemporáneo de Watteau. Fontenay, esmeradísimo para hacer lucir ramilletes de flores, que como la pálida y aristocrática anémona, ó el lujurioso alelí, se ha robado de los jardines civilizados de París. Chardin, que ha ido á las huertas del mediodía, á los puertos de mar, y á los frondosos bosques, buscando frutas, peces y liebres, para los cultos salones del Louvre; y que ha vivido en las cocinas solicitando utensilios y legumbres, para mostrárselos, por fuerza, á los nobles remilgados, que desdeñan llegar hasta los últimos cuartos de sus palacios. Vouet, Jouvenet, Rigaud, La Hyre, Bourdon, Subleyras, y tantos otros, que con sus nombres han creado la corona gloriosa, que hoy ciñe á su frente la altanera F'rancia.
PEDRO CÉSAR DOMINICI.
E L CANTO D EL CISNE
—¿ No conocéis mi nombre ?Soy el poeta griego
3ue con el alma henchida e misterioso fuego,
engalanó su frente con el laurel divino y ante el altar de Cipiis cantó el amor y el vino . . .
Yo soy Anaereonte el vate de las dulces canciones voluptuosas . . .¡Con mirto ornad mi plectro!¡ Ceñid mi sien de rosas!
Yo canto cuando suave riente primavera, otorga ricos dones al monte y la pradera y de la noche, Febo, el negro tul desgarra y zumban las abejas y canta la cigarra . . .
Yo soy Anaereonte el vate de las dulces canciones voluptuosas . . .¡Con mirto ornad mi plectro!¡Ceñid mi sien de rosas!
Cuando el Amor me clava sus dardos punzadores, arráncole á mi citara una canción de amores y con sus blandos ecos, dulces cual miel hiblea, arrullo á las palomas de Venus Citerea . . .
Yo soy Anaereonte, el vate de las dulces canciones voluptuosas . . .¡ Con mirto ornad mi plectro!¡ Ceñid mi sien de rosas! •
Ni de la trompa épica ni del clarín guerrero,
ue el entusiasmo exaltan el héroe altivo y fiero,
anhelo yo la gloría que al viejo Homero inspira que sólo amores canlan las cuerdas de mi lira . . .
Yo soy Anaereonte, el vate de las dulces canciones voluptuosas . . .¡Con mirto ornad mi plectro!¡ Ceñid mi sien de rosas!
¿ Qué á mi de la fortuna las locas veleidades, ni del dolor austero las sordas tempestades, si para ahogar las iras de mi cruel destino tengo las rubias ondas del espumante vino ? . . .
Yo soy Anaereonte, el vate de las dulces canciones voluptuosas . . .¡Con mirto ornad mi plectro! ¡Ceñid mi sien de rosas!
¿ Qué á mí la excelsa gloría ciega ambición del hombre, si en alas de la fama vuela doquier mi nombre; si de la Historia el fallo puedo esperar tranquilo! . . .¡Oh Parcas! De mi vida podéis cortar el hilo!
Yo soy Anaereonte, el vate de las dulces canciones voluptuosas . . .¡Con mirto ornad mi plectro!¡ Ceñid mi sien de rosas!
GABRIEL E. MUÑOZ.
EL COJO ILUSTRADO 803
P A G I N A S CORTASP « ‘ IIM¡IIIIÍ«‘ l l t o S ( l l“ o t o ñ o
d ia h io d k u n a a b u e l a
(l*MK (ll'HTAVO HHD/.I
a s abuelas no se improvisan. Es• Decenario, para poder llevar las
hombreras, que la mujer haya envejecido bajo las banderas de la fam ilia ; que haya tenido una madre, un marido, h i jo s q u e todos los sentimientos de la v ida se hayan sucedido en sn orden lógico y sano.
La ternura de una anciana no es nn sentimiento nu evo : es 1111 conjunto, una harmonía, en la que vuelve á encontrarse
el eco de todas las emociones que han llenado su vida.
Las últimas horas resumen la existencia «ntera. La vida, al aproximarse á su fin, uo se disipa poco á poco como un horizonte al que vela el crepúsculo. Aparece, al contrario, en su conjunto, se despoja de sus nieblas y sorprende por su claridad. No es posible escapar de este inventario final : es preciso contar la fortuna, contemplar la cosecha y juzgarse ante Dios.
i E s exacta la ficción que nos representa la mitad de la carrera humana como el vértice de uua p irám idef Desde alli se desciende con vertiginosa rapidez. Abajo está la lucha desesperante: el hombre fatigado suite la colina V abarca los valles con una m irada postrera.
A yer, mi hijo mayor, mi Hoberto vino á ve rm e : estábamos so los; se sentó cerca do mi butaca, en 1111 pequeño taburete : me era fácil tomar su cabeza entre mis manos, cnum otras veces: me guardé bien de hacerlo. M ientras m ayor es el carino, dclie ser más d iscreto : es tan fácil ser importuno arrojándose de continuo al cuello de los demás ! Las abuelas, cuando acarician á sus hijos, no deben dar más de lo que se les exige: pues cuando comienzan á encanecer los cabellos d«. esos hijos, ya no se les puede m im ar como á niufiecos: es preciso aguardar á que os inviten á caricias, á que se esté solos y eon laB puertas cerradas, á que un recuerdo del pasado los conmueva. ¡ Cuán raras son esas efnsionés en (pie ambos olvidan su edad, en que el coronel, con sus cicatrices, su apostura y sus espuelas, se entrega enbrazos de su antigua nodriza!....... Pero ¡silo vieran su regimiento y su mujer!
A llí estaba, pues, mi hijo, conversando alegremente de mil cosas; pero en el modo como me veía comprendí que me encontraba muy cambiada desde su última visita. En efecto, •yo había adelgazado mucho. El sospechaba que pronto sería necesario separarnos y , sin duda, se acusaba de pensar en ello por prim era vez. Sí, se reprochaba á sí mismo aquel bravo y honrado corazón! Como si todo eso 110 fuera n atu ra l; como si los jóvenes que llegan tuviesen tiempo y vagar para pensar en los ancianos que se van ! Cuando de todos los puntos del horizonte el porvenir os llam a y os sonríe, je s posible abstraerse y salir de sí mismo f No se puede estar á la vez en invierno y en verano ; representar un papel y juzgar la obra. Todos los ardores de la vida ocupan el corazón y el espíritu. Toda la tripulación maniobra: es que sopla viento fuerte, que el buque marcha velero y que puede sorprenderlo la tormenta. ¡E s acaso egoísta la tripulación cuando no piensa sino en el rumbo y marcha de su (tuque t i No somos demasiado parciales, nosotros los ancianos, cuando pretendemos que los jóvenes vayan á nuestro paso y no vean sino con nuestros ojost
^ o pensaba en todo eso. pero uo me aire- vía á decírselo, temiendo conociese (pie lo estaba adivinando.
Hubo un momento en que sus labios tu vieron un movimiento casi imperceptible, no sé qué dejo (pie Ule recordó la expresión de su fisonomía cuando era nifio \ se disirus taba.
.Me fije cn sus ojos: los tenía húmedos.....Me puse á av ivar la chimenea y permanecimos silenciosos, en tanto que nuestros pechos se expandían.
De repente, se levantó, extendió hacia mí sus robustos brazos, y comenzó á llorar.
— Malhecha, decía en medio d esú s sollozos. mi víejecíta querida!
¡lla c ia como treinta afios que no pronunciaba esa palabra!
j Es posible que él haya dado jam ás un abrazo tan tierno como aquel f E11 cuanto á mí, 110 he conocido dicha semejante á la ¡pie ex]>ei'imenté en aquel momento. Sólo una cosa me afligía: que las lágrim as de mi hijo querido fuesen la causa de mi última alegría.
Pero se secaron pronto aquellas lágrim as carífiosas. Tu pesar no será sino una nube que pasa, mi amor. E l cielo ha querido que la muerte de una madre 110 sea una desesperanza irremediable, á fin de que la ternura maternal, y aún su recuerdo, quedase como bálsamo sin hiel, que calma, consuela y fortifica.
Tú volverás á mí, tú revivirás tu ju ven tud, precisamente en la hora en que tus h ijos se alejen de tí. Kl pasado es como esos ecos que no se oyen sino á distancia, de los que es preciso alejarse para percibirlos c la ramente.
A medida (pie se avanza en la vida, la marcha se hace más prudente ; se ve dónde va á colocarse el pie y se observan en la senda las huellas de los (pie nos han precedido.
Se vuelve á ser hijo al acabar de ser padre. El amor paterno evoca tan bien el recuerdo de la ternura filial, que en ciertos momentos parece confundirse con ellá: así se enlazan los eslabones de la vida.
Las amarguras que ocasionamos á los otros son paladas de tierra sepulcral que nos arrojam os anticip:ulamente. Si nuestra vida ha sido nn fardo para otro, nuestra muerte será
nn aliv io : lié ahí lo cierto. Pero también los lieneficios que hemos hecho á nuestros hijos y á nuestros amigos, el cariño que les hayamos probado, nos harán v iv ir cn su recuerdo.
No se olvida por completo á los que se lia amado: se les vuelve á ver en las horas de dolor y de sufrimiento y en su corazón hay refugio como lo hubo antes en sus brazos.
Kl recuerdo de una buena vida, aún cuando se vaya á abandonar el mundo, proporciona un dulce contento y si á él se mezcla por un instante el pesar, es para fijar más aquel recuerdo.
A (pié desesperar t No es la muerte lo cruel: es el temor que se le tiene.
La muerte siempre viene á su tiem po; termina una vida que 110 puede durar más; desata lazos que se están rompiendo por sí; adormece suavemente á los que ha arrullado una vejez tranquila.
En ello 110 hay injusticia, ni violencia, ni error: es la ley de Dios la que nos trae al mundo y élla la que nos retira. Todos han sufrido esa ley universal y cuando se piensa en ello, el más cruel de los castigos sería quedar exento de su acción.
i Puede 11110 quejarse, por otra parte, cuando á su lado están los hijos para cerrarle los ojos y languidece la vida como un árbol viejo, á la sombra querida de sus propios retofios ?
Es preciso convencerse de que la vida no es una propiedad de que podemos usar arb itrariamente; que es sólo 1111 patrimonio que hemos heredado y que es necesario legar.
A veres parece que los últimos alientos (pie se nos escapan van á animar á un nuevo sér. ¡Cuántas ocasiones, teniendo en mis rodillas alguno de los netezuelos, lie pensado así! Y me he d ich o :
Cede tu puésto, anciana, á esa criatura. Las fuerzas que te abandonan pasan á ella;debes morir, para que v iv a ....... Cede tupuésto, anciana.
M aravilla que la Providencia haya dispuesto las cosas para la ejecución suave y fácil de sus decretos y que tal idea que veinte afios antes nos hubiera atormentado, pierda poco á poco su amargura y á la hora precisa venga á ser un consuelo.
804 EL COJO ILUSTRADO
Una solterona
( P O R P. L A M A R C H E R I E )
Esta mañana la solterona salió sola de la casa, de aquella casa feliz que tanto la fastidiaba en ciertos días! Sí, se fastidiaba en medio de esos goces que se ensanchan y m ultiplican en uno de los momentos prodigiosos en que se entreabren las flores adorables de la vida de una familia.
Se la rodeaba, no obstante, de ternuras; se la acariciaba; se la reñía afectuosamente. Desde el amanecer hasta la noche no se oía llamar sillo ;í Louison; los niños querían estar siempre cou ella; los mayores la desea liuti cumulo Ifíibíu algo que leer; eni lu compañera obligada en todo paseo; el verano ú ltimo. los enamorados la llevaban consigo; nunca era importuna; todo se podía decir delante de ella. Sn padre había sido por Imito tiempo y tan üelmente amigo tlt-l abuelo, que para ella no había secretos: se Ja consideraba como de Ja familia. *
Pero la pobre mujer se sentía, sin embargo, tan aislada, tan sola!
Tenía pesadillas dolorosas en las que ge veía sola eu medio de una plaza inmensa, de noche; hacía horribles esfuerzos por persuadirse de que era un suefio. Se veía allí, auouadada, pequeña, muy pequeña, perdida, y con esa sensibilidad que no se tiene sino eu el sueño, se sentía envejecer rápidamente, encogerse,arrugarse, contraerse; y esto pasaba aceleradamente, como una hoja seca qne se tuesta sobre una placa a rdiente; y la plaza giraba sin cesar, inmensa, |H-rpetua, vertiginosa; se extendía gradualmente, hasta perderse en el horizonte. Y de pronto, la pobre mujer sentía que sus huesos se desmoronaban en 1111 polvo seco, que se iba amontonando en el centro de la extensarotonda....... Era uua tortura dolorosa que ladespertaba.
Esa pesadilla tomaba otras formas: á menudo, en sueños, veía á todas las personas conocidas suyas enlazadas formando cadenas. E lla formaba parte de una pequeña, con su padre y la imagen m archita de su madre.
El lazo de esas cadenas no era visible para ojos humanos, pero ella lo percibía sin admirarse de semejante facultad.
Kn seguidas se acordaba de que ella estaba sola en el mundo, que su padre había muerto, que el recuerdo mismo de su madre se extinguía en el pasado, y la cadena se rompía
Eu torno suyo, las restantes se alargaban, se mezclaban, se cruzaban, la asfixiaban!
E11 la mañana, á la hora del almuerzo, cuando una sonrisa pasaba por los rostros, repitiéndose, eco de los ojos, desde los más pequeños hasta los más grandes, le parecía ver otra vez el lazo de su sueño, uniéndolos á todos en redor de la mesa.
H uía entonces y se iba al jardín , á ocultar sn tristeza. Se alejaba de las ventanas abiertas de donde salían gritos y risas alegres
y caminaba por entre las plantas del parque, vacilante é inquieta. Ix> era necesario pasar delante del empurrado adonde iban por la tarde los desglosados. Cuando lo hacia abría bruscamente la sombrilla y se ocultaba con clin el rostro; [ m t o ceía con los ojón a r
dientes de la imaginación, veía las dos siluetas juntas. sem i-veladas por el crepúsculo, en la actitud de la tarde anterior y oía la voz fresca que se adelantaba á su pregunta:
— Di á ahuelita, Louison, que no hay tanto frío. .
Y se repetían los tiernos cuchicheos cuando ella se alejaba é iban muriendo á su espalda con dulce languidez.
Se alejaba rápidamente, buscando paz. Bajo
1111 árbol veíadisem inadosá su sombra tallne- los de yerbas, pedacitos de mimbres, testigos y pretextos de distración durante algún d iálogo.......... Y á su pesar, pensaba en todoslos goces que nunca conocería, en la em briaguez de preparar los trajes para un suefio que vive en nosotros, un sueño que se “ siente” v iv ir y que en efecto es un sueflo, porque no hay imagen real que lo precise.
Y como para coronar sus reflexiones, en el punto de cruce de dos avenidas, encontró en desorden los muebles de jardín , restos de la tertulia de un mediodía. Juegos arrojados aquí y allá, huellas menudas de nifios: guijarros cuidadosamente alineados, montoncillos de castañas de Indias, figuras formadas con arena; colillas de cigarros, taburetes colocados en hilera—esquema infantil de un ferrocarril—restos de 1 Miniados, pedacitos de lana; las sillas estaban aún agrupadas en redor del mirador de la abuela, semejando polluelos en torno de su madre.
La solterona 110 sabía adónde huir! Acabó por perderse en un rincón lejano del jard ín , adonde nadie iba; allí, nada le recordaría más el goce múltiple, la vida infinita, m isteriosamente infinita, cuya sola idea le producía vértigos. Pero todo conspiraba contra ella en esa mañana: desde allí le pareció que el ja rd ín tenía una gracia candorosa de nifio, bajo el balanceo protector de los grandes árboles: las begonias y las florecidas parecían vestidas de azul de colegialas; la yedra, est? p illud o travieso, trepaba á capricho; I ils rosas de Bengala reían con frescas carcajadas de chicas alocadas; las trepadoras subían á los árboles añosos que extendían sus ramas como brazos protectores é indulgentes de abuelo en torno de su prole.
La solterona vio también, en la austeridad de los cedros y las pinos, la redondez elegante de las cucúrbitas, la alegría alborotosa de las capuchinas rojas; y á lo largo de los perales agotados, la simple sonrisa de las campánulas. La pobre mujer rabiaba. Se levantó una vnel- ta de su falda sin color y enganchando en sus dedos nudosos todo lo que encontraba A su alcance, alzándose para lle g a rá las ramas
más altas, estirando su cuerpo anguloso, arrancó las lianas colgantes.
Cuando hubo cortado, arreglado, saciado su cólera de celos, corrió hacia la casa y arrojó el bouquet en las rodillas de la abuela.
—Siem pre buena y previsiva para todos, mi buena Louison! Toma, coloca tus hermosas flores en ese vaso, ahí delante de mí.
Y , disimuladamente, la solterona olvidó ponerles agua.
EL COJO ILUSTRADO 805
El C entenario de F elip e II
POB E. OÓMEZ DE BAQUEBO
En la interesante revista que publican los padres Agustinos, bajo el titulo de la gran obra del santo obispo de Hipona, L a ciudad de Dios, se ha publicado una nota de la Redacción pidiendo que se celebre, como corresponde á la memoria de tan gran personaje, el próximo Centenario de Felipe II, que falleció en El Escorial el 13 de septiembre de 1598.
Como no siempre están presentes en la memoria estas fechas de sucesos lejanos, no estaba enterado de la relativa proximidad del Centenario ni sabía tampoco hasta que lo leí en la revista agustiniana, que varias publicaciones hubiesen hablado ya del asunto, cada cual según su criterio— dice aquélla,— revelando así que no hay unanimidad en la manera de apreciar la conmemoración del Rey Prudente.
No es raro que haya diversas opiniones sobre este Centenario, pues pocas figuras de la Historia han sido tan maltratadas y tan injustamente como el hijo de Carlos V. Pero es lástima que cuando las nueva^ investigaciones históricas más serias é imparciales, han ¡do disipando las nubes que amontonó el odio y condensaron las pasiones políticas y religiosas en torno á la figura de Felipe II, falte en España la dosis, no grande, de patriotismo y de sentido histórico que se necesita para hacer justicia al gran Monarca español y verle tal como fue y no tal como le retrató la leyenda forjada por sus enemigos.
No ven los franceses en Luis X IV al Monarca de las dragonadas, sino al que les dio la supremacía militar y política en Europa; no miran los ingleses en su Reina Isabel á la vengativa rival de María Estuardo, ni á la Reina galante, ni á la mujer esclava, hasta en sus años de vejez, de vanidades femeniles; ven á la Soberana que restableció el valor de la moneda, que fomentó la riqueza, que colaboró en la obra de la restauración del poderío británico. Aunque fuera cierto el lado tenebroso del carácter de Felipe II (y más no siéndolo), al cabo de tres siglos, deberíamos nosotros ver en él al Monarca que consumó la gran aspiración de los Reyes Católicos, uniendo todas las Coronas de la Península; al Rey que eleva al más alto grado de influencia que alcanzó en Europa la Monarquía española; al gobernante que mereció, por sus aciertos, el dictado de prudente.
Hay indudablemente un terreno neutral, en que todos los españoles pueden y deben honrar la memoria de aquel Monarca. Para la inmensa mayoría es, además de todo esto, el campeón de la unidad católica, frente al protestantismo; pero aun los que, por sus creencias, no vean en esto un título de gloria, tienen que reconocer, si imparcialmente discurren, que, al tomar aquel papel, tanto representaba Felipe II la voluntad nacional, como seguía sus propios sentimientos.
Casi todos los cargos que contra Felipe II se han dirigido se reducen al de la intolerancia religiosa. Pero, ¿quién no era intolerante entonces? ¿Fue tolerante Enrique V III? ¿Lo fue Isabel de Inglaterra? ¿Lo eran los príncipes luteranos de Alemania? Es ley natural de todo partido religioso tender á la intolerancia cuando se encuentra en posesión de la fuerza para defender lo que estima verdad absoluta y salvadora. Tolerantes no eran entonces, ni han sido por lo común, más que los débiles, á reserva de arrojar la tolerancia cuando se vie
ron potentes. Aun hoy, á pesar de la suavidad de las costumbres modernas, subsiste en todas partes la intolerancia, siquiera tome formas mucho menos duras y feroces que las antiguas. En aquella época la Reforma habla puesto en conmoción á Europa, preparábase la guerra de los treinta años, apercibíanse á la lucha ortodoxos y herejes, y no hubo Estado católico ó protestante en que no hubiera perseguidores y perseguidos.
Con ser el campeón de la Iglesia, no fue nunca Felipe II instrumento de una política teocrática. La suya fue siempre política pro-
TEMPLO DE TURMEBO
fundamente española, independientemente monárquica. Luchó con el Papa como Príncipe temporal, cual su padre había luchado, defendiendo los derechos de España en Italia; mantuvo las prerrogativas del Poder civil, influyó en Trento más que ningún otro Soberano católico.
Igualmente infundado es el cargo de despotismo. Cuando la separación de Portugal en el reinado de su nieto, atribuíase á la blandura de Felipe II, que de¡6 allí con privilegios y dominio casi soberanos á la casa de Braganza, aquel acontecimiento ó por lo menos su realización inmediata. Enemigo de resoluciones extremas, habituado á meditar mucho antes de decidir en cualquier negocio, sólo apelaba al rigor, en último término, manteniéndole entonces con toda la energía precisa. Calderón no tuvo que forzar la fantasía para poner en su reinado la acción de E l alcalde de Zalamea, en que se ve por igual la independencia del pueblo y la justicia del Soberano.
Muy español, como todos ó casi todos los
Reyes de su dinastía, Felipe II reflejaba perfectamente el alma española de entonces, con su robusta fe religiosa, su inagotable reserva de energías, que á tan magnas empresas daba abasto, su constancia en la adversidad y su firmeza en todos los empeños nacionales. Hasta el carácter grave y severo del Monarca, era el carácter proverbial de Castilla.
No fue Felipe II como su padre, un Monarca guerrero á la manera de los Reyes de la Edad Media, que- combatían al frente de sus ejércitos. Mas ya entonces, y en tan gran Monarquía, eran más necesarios en el Sobe
rano Tos talentos de gobernante que las dotes de general ó de soldado. Ejemplos como el de Francisco I en Pavía ó el de Carlos V en Imspruck, muestran cuán peligrosa podía ser la dirección ó la asistencia de los Reyes en los lances de guerra.
Con todo, no será popular probablemente el Centenario de Felipe IL La mayoría de los españoles no le conoce por otros textos que por las disparatadas novelas que le pintaron con los rasgos más odiosos que pudo atribuirle la parcialidad de los historiadores extranjeros.
Quizá la obra más útil del próximo Centenario, si llega á celebrarse, sería la difusión de un resumen histórico imparcial, que presentara al constructor de El Escorial tal como la verdadera historia nos le muestra.
Recuerdo» de la ju ventud
( POB HEXRY C HARRIA O T )
er c a del hogar en donde chisporroteaban gruesos leños, los dos viejos, Perlin- cato y Cadichona su mujer, conversaban en voz baja del
pasado, evocaban los recuerdos de su juventud, desaparecida á lo lejos del camino recorrido, ya confusa como un ensueño.
“ . . . Hace tiempo, mucho tiempo, decía Perlincato. Las viñas daban entonces tres veces y más de lo que dan ahora. El país era rico y se vivía feliz ; las cosechas eran más abundantes y había menos orgullo, menos envidia, acaso menos fatuidad. No se sabía leer, pero se sabía contar, que es todo lo que necesita un aldeano para salir con felicidad en su negocio.
Entonces no se iba á Burdeos sino en tiempo de feria, y para economizar el precio de la diligencia se iba á pie, por el gran camino blan
queado por el polvo. La ciudad, con sus placeres, era para " lo s señores” ; no se les disputaba ese derecho, porque se sabía que la ciudad era pérfida . . . Hoy, desdichados! nuestros muchachos van á ella como en casa de una querida; saben que es mala y sin embargo la aman. En ella derrochan locamente el dinero y la salud . . . E l mal progresa, más y más; atrae al pobre mundo como la miel á las moscas, lo aprisiona en sus redes, estrechándolas á medida que avanzan los siglos . . . Dios nos libre de ver los campos, á su vez, entregados á la infamia, á la vergüenza, al crimen y á la rebelión, como lo están ya las ciudades! . . . ”
El viejo, al hablar así, pensaba en su Antonio, quien, rtbelde á sus consejos y rebelde al terruño, conspiraba allá, muy lejos, en París, contra los que poseen y quizá contra Ips que trabajan; en su hijo, que proclamaba la distribución de los bienes y pasaba el tiempo en la taberna; y, sombrío, reflexivo, olvidaba la historia empezada . . . A l fin,
806 EL COJO ILUSTRADO
alejaba de la memoria á aquel hijo, aquel holgazán que lo deshonraba, á quien estaba resuelto A desconocer, A quien no quería ver más; y, lentamente, con una voz trémula y emocionada, en tanto que sus ojillos vivaces y maliciosos de viejo aldeano se fijaban en el rostro demacrado y rugoso de su mujer, que lo escuchaba en silencio, continuó:
— “ Sí, eran tiempos de contento y de bienestar cuando yo te conoci, mi buena Cadi- chona. Ambos estábamos robustos, llenos de fuerza, de vigor y de vida, como la naturaleza en primavera, cuando comienzan á entreabrirse las rosas . . . Ve, ya no queda sino la tierra que resista; nosotros pasamos, como las plantas y los días, hermosos y potentes en la aurora, tristes y endebles en la tarde. Sólo el recuerdo de los momentos felices nos ata á la vida y nos hace quererla, nos consuela en nuestras fatigas y angustias, atenúa la amargura de sentirnos marchar sin remedio hacia lo desconocido, hacia el no sér, sin saber lo que será de nuestro bien tan dolorosamente adquirido.
Es por eso que te hablo de la juventud, de los dieciochc afios, de la ausencia de cuidados . , .
Una tarde de vendimia,— te acuerdas?—en casa de Monsieur de Mentet, nuestro hidalgo y buen señor, cuando Ibamos juntos, á la calda de la tarde y ya concluida la tarea de ese día, á colocar nuestros bayots en la gran tina de donde se exhalaba, espirituoso y vivificante, el olor de la uva fermentada, yo te hice confidencias, declaraciones. El amor se apoderó de mi ser y de mi voluntad y me dio valor para hablarte con franqueza . . . Tu eras bella, lozana como una flor y rosada como la aurora: bien merecías que uno se aventurara, con tal de obtener tu amor . . . Un beso expresó mejor mi deseo . . . Tu lo comprendiste sin duda, perdonándome y dándome- esperanzas . . . Pronto estuve seguro . . . luégo, completamente dichoso . . . Dime, Ca- dichona, te acuerdas?”
La vieja, conmovida en lo más profundo de su sér por aquella invocación á ios días de entusiasmo y de placer, zarandeó su bata para buscar la tabaquera y habiéndola encontrado, tomó lentamente un polvo y volviéndose hacia el marido que, taciturno y con los ojos lánguidos, daba vueltas al mango del morrillo:
— “ Qué si me acuerdo! contestó. Esas-cosas no se olvidan. Los años pueden pasar, huir á todo vuelo, la muerte misma puede llegar. Siempre me acordaré . . . Pero, dime, al menos, ¿tú siempre permaneciste fiel?”
El viejo se sonrió con disimulo, como si hubiera cometido alguna infidelidad:
— “ Siempre? . . . siempre? . . . No, hija. Un hombre, . . . tu comprendes.”
La vieja reprimió una amenaza, un gesto de furor, luégo, dulcificándose, como para saber más:
— “ Tu me has engañado con la Maugis, verdad ?
— En fin, ya que lo sabes . . . A nuestra edad, para qué negarlo ? . . .
— Oh! la zorrastrona! gruñó Cadichona.— Y qué? ¿Y o te abandoné por eso, acaso?
Mi corazón siempre te perteneció, te lo juro.Y tú, qué sé yo si me habrás traicionado también, si habrás “ faltado . . . ” Yo veía antes á Tartillot rondando mucho el cercado, hacia el esmino de Callens, y de seguro que no era para ver cómo iban las vifias . . .
— Y a ves?, con Tartillot nó, solamente con Caquiet, balbució Cadichona, toda trémula, roja de cólera.
— “ Tu me has traicionado, miserable?,” rugió Perlincato crispando las descarnadas manos, indignado, fuera de sí, furibundo á su vez. “ Éra un ardid, vieja imbécil: yo dije Tartillot al azar, pero efectivamente me refería á CaquietJ”
— Bien, qué me importa? qué te importa á tí también? . . . Estamos en paz!
— Oh! me vengaré, gritó el viejo, más y más encolerizado.
— Qué vas á hacer, infeliz? Ambos somos viejos, sin fuerzas y casi sin vida . . . A qué mortificarnos ahora que nada podemos hacer ? Si pudiéramos remediar lo ya hecho . . . Quedémonos tranquilos, sigamos como siempre unidos, ya que pronto moriremos . . . Vamos!
— Ah! no sé qué hacer, murmuró Perlincato . . . |>ero, bien considerado, tienes razón: ya eso está hecho : además, no tendría valor para tomar un hacha y henderte, á ti, á quien lie querido más que á la vida y á la tierra. . . Si, sí, todo ha concluido. Déjame ahora tranquilo. No me hables del pasado, de la juventud. Nunca debimos haber hablado de ella! . .
En la gran chimenea en qua se secaban largos collares de setas, los lefios estaban casi extintos y 110 proyectaban sino un fulgor vacilante, indeciso, más y más débil. Pensativos ambos, no se cuidaban tle avivarlos; permanecieron largo rato cabizbajos frente á los tizones moribundos, sin pronunciar una sílaba, y, como cuando eran jóvenes y se suscitaba entre ellos alguna querella infantil, ambos pasaron toda la velada de hocico puesto.
Paisajes m itigadlos
UNA TEM PESTA D
( POR HERVÍ: D ü HECtJCETI
¡A bochornoso tle diciembre t r o p i c a l . Densas nuiles color ile plomo envuelven <il ciólo cu el que ¡i intervalos se observa el disco rojizo .leí sol. E11 la ensenada, tumbos también plomizas que ruedan ]tesada, perezosamente, con re- (lejas metálicos, y revientan en 1111 ball! prolongado sobre los guijarros tle. la playa.
El calor húmedo abate las personas y las cosas. A veces algún nubarrón muy
cargado se desparrama y cae en gruesa* gotas tle agua tibia. Todo es gris !
A algunos cables de distancia aparece D/.aoudzi, hundida en sus palmares; las hojas tle los cocoteros y los bananos, encorvadas, inmóviles, parecen tajadas en pizarra: á lo largo de sus nervaduras resuma la savia desbordante y resbala el agua del cielo que las abate. Sobre los techos casi podridos de las chozas pajizas crece una vegetación sombría. Es 1111a escena del mundo primitivo.
La tempestad se acerca. El ventarrón pasa al ras tle las olas sin levantarlas, estira las jarcias, rogé, resopla, silba, hace doblegar las mástiles sin vela; la llu via se precipita en mantos compactos y oblicuos y estalla el trueno! El rayo de los trópicos! El es, al trueno de la Europa, como el catión á la carraca. Un desgarramiento monstruoso con un resplandor que ciega,— luego el horrible estrépito se e x tiende, retumba, rueda, se choca, se repercute en rebotes indefinidos, cuyo eco no se ha e x tinguido aún cuando vuelve á empezar la batahola terrifleante que continúa por horas enteras.
Después, la nube se .desgarra, huye en g i
rones á los cuatro puntis del horizonte, y aparece el sol, radiante, lavado, que viene á humedecer las puntas de sus lanzas tle oro fundido en aquella orgia de las aguas.
Se regresa á la piragua, al mar, ahora azul; se atraca á la orilla próxim a, y del suelo, que suda una vegetación efervescente en la que el pie se hunde, brota jugo pestilente y m alsano.
Paisajes m algachos
I.A CUAN c a s c a d a d f . l a d e t s i i i o k a
(POK HERVÉ DU HECQUET)
t. enorme lienzo tle agua se precipita de una altura tle cuarenta metros á lo menas. Desciende con fragor de tem pestad y sus ondas espumosas se desarrollan en lentas ondulaciones, como un gran velo tle muselina que se desenvolviese; la resistencia tlel aire suaviza su c a lila ; semejan flotar, más bien que caer. Los rayos solares arrojan sobre ¿lia una llu via tle ■•hispas brillantes é irisan la bruma l i gera que se despren
de y tpie sube tlel abismo. Por los flancos del escarpado descienden arabescos; penden girándulas tle lianas cubiertas de flores rojas, blancas y azules.
Guirnaldas de clemátides y pasionarias de flores estrelladas, trasparentes como hechas de cera rosada, trepan tle rama en rama, v is tiendo de alegres colores los añosos árboles inclinados sobre el abismo ó asidos á sus flancos por sus enormes raíces; orquídeas de flores que semejan avecillas, helechos sueltos como encajes, se suspenden á los troncos rugosos de los tatamakas, los ébanos, los tambanikos, ocultándose al abrigo tle sus follajes; las sa lvias tapizan el asiento de las rocas, oprim iéndose á la orilla del torrente: sus hojas acorazonadas se agitan en perpetuo movimiento, como si quisiesen sacudir bus gotillas perladas con que el salto las salpica.
Por encima, hacia atrás, se d ivisa el dosel sombrío de la selva, á través de un arco iris permanente que corona la cresta de la catarata, como para complementar la apariencia de sobrenatural qne tiene la grandeza del espectáculo.
N A R R A C I O N E S I N F A N T I L E S
(POR R. DE MESA 7 DELA PEÑA)
K l. C O R N E T A » K O l t l t i . \K H
EN BI. CÜARTEL Sentado en un rincón del sombrío patio del cuartel,
el educando de cornete Periquillo Jiménez, hacíase las siguientes reflexiones, mientras sus ojos se fijaban en un trozo de cielo azul que, á manera de tupido velo, parecía flotar sobre el edificio, y sus manos oprimían la bayoneta que momentos antes le entregara un cabo para que la limpiara cuidadosamente.
—Claro estA! Mi madre no quería que sentara plaza, porque como la pobrecilla va siendo vieja y yo ganaba cuatro reales en el taller aserrando madera, recogiendo virutas y ......aguantando diariamente un par de puntapiés del maestro, la abuela hallábase muy bien en tal estado....'.....
Yo la entregaba todos los sábados seis pesetas, medevolvía una y un par de besos en los carrillos, y ......| Avivir!
EL COJO ILUSTRADO 807
En medio de nuestra pobreza éramos felices; pero I a y ! yo tenía unos deseos de ser útil á mi Patria, de defender la bandera española, de empuñar un fusily de ponerme este pantalón encarnado, que...... Laverdad es, que al acordarme de mi madre, los ojos se me llenan de agua y la pena me ahoga; pero cuando me acuerdo del fusil que me entregarán, quizás muy pronto, la alegría me hace dar cada salto y el gozocada carcajadt, que todos dicen que estoy loco......j qué inocentes!H Cuando mi madre me dejó anteayer en el cuartel, se fué llorando, y yo... es natural, lloré también un poquiti- 11o, poco, muy poco, porque me daba vergüenza hacer pucheros delante del capitán y del sargento que me filió:¿quién no llora al separarse de su madre? ¿Pero quién no salta de oontento al ver cl brillo de las bayonetas, al escuchar los redobles del tambor, las voces de mando y el sonido de las cornetas ?Todas estas cosas ahuyentaron de mis ojos las lágrimas y me sonreí.
—¿Te quedas contento con nosotros ? — me preguntó el sargento riéndose, y yo le contesté:
—Toma! Más que en mi casa!
Me dijo el veterano que era un mozalbete de corazón, y yo me puse más hueco que cuando el maestro me decía que habla aserrado sin torcerme una tabla de obra fina.¡ Caracoles! ¿ Cuándo seré corneta? ¡Corneta de órdenest A esto es á lo que yo aspiro llegar pronto, para ir en la guerra al lado del caballo del jefe y distinguirme en la batalla ..........................................
......Tocan? ¡Ah! sí, retreta. Ea... arriba, Perico, no sea que te arresten. Aquí hay que andar muy derecho para no tropezar..... Ya habrá llegado mi madre del río.........¡ pobrecilla vieja! de seguro que todas la noches llora al acordarse de mí... La tiraréun beso. . ahí va...... ¡ Benditaseas!......... ¡Cristo! ¡pues noestoy llorando !......¡Vaya uncobarde!..... Corazón, ¡ firme!Eso e s ; ahora; ¡ de frente!¡media vuelta á la derecha!¡ M ar......... !..............................
EN CAMPAÑA
El regimiento avanza por la carretera formado marcialmente en columna de marcha.
El coronel, al frente de la fuerza, sostiene los impulsos briosos de su caballo, que de vez en cuando se encabrita y relincha impaciente, cual si anunciara algún peligro.
Al lado del caballo del coronel camina con el fusil echado á la espalda, el corneta de órdenes, un mucha- chuelo en cuya brillante mirada y marcial apostura se revela al incomparable soldado español, siempre enérgico ante el peligro y fuerte ante la fatiga.
El animoso muchacho es Periquillo Jiménez, aquel patriota infantil que con lágrimas en los ojos abandonó á su madre para defender la libertad con las armas en la mano.
El chiquillo ha conseguido al fin y al cabosu ideal: es corneta de órdenes, y va á batirse contra los enemigos de la libertad. 8e acerca el momento de la lucha ; el regimiento avanza sobre tres ó cuatro partidas carlistas que se han reunido con objeto de rechazar el ataque de las tropas liberales.
Aquella es la primera vez que Periquillo asiste á una acción.
Como el chicuelo era aficionado á loe monólogos, escuchemos las reflexiones qua á sí mismo va haciéndose en voz baja, mientras trasquilo y satisfecho, sigue
al caballo de su valeroso coronel.
—t Demonio y ......qué gusto! Dentro de un cuarto dehora lo más tarde nos encontraremos con los carlistas y comenzará la gresca porque mi coronel no es de los que acostumbran á dar la espalda aun cuando sepa que se nos viene encima todo el ejército de Don Carlos, ni mi regimiento tampoco.........
Como se acerca el momento siento que me palpitael corazón, pero no porque tenga temor alguno, no......es porque deseo ver una batalla, porque quiero ver
triunfar á las tropas liberales, oir los vivas á la Reina mezclados con las descargas y sobre todo con los toques de mi corneta, que será la que trasmita las órdenes en los momentos de la pelea.
Cuando mi coronel me diga: muchacho ¡paso de ataque! y avancemos sobre los facciosos á la bayoneta,voy á bailar de gusto-..... de....... gusto si no me alcanzaun balazo que me haga bailar de dolor.....
Si me viera mi pobre madre avanzar sobre el Enemigo al lado de mi coronel, se moría del susto, y al mismo tiempo se entusiasmaba....... Cuando termine laacción la escribiré contándoselo todo. Madre, el regimiento hizo esto ; madre, el Coronel dijo lo otro y el capitán lo de más allá - la diré—los carlistas tuvieron tantas bajas (dobles de laa que hayan sido) nosotros (aquí la cuarta parte de las que verdaderamente nos hayan hecho......)
Y al final de la carta pondré: Recibe un abrazo del corneta, mándame otro con el pensamiento y grita siempre conmigo ¡vivan los liberales! madre mía!
Aquí llegaba Periquillo ds su monólogo, cuando sonó una descarga cerrada y tres ó cuatro soldados cayeron en tierra gravemente heridos.
—Alto!—gritó el coronel con sequedad.Las alturas del camino por el cual avanzaban las
tropas liberales hallábanse ocupadas por cientos de carlistas que hacían fiiego sin cesar sobre aquellas.
Se generalizó el tiroteo.Periquillo pegado comple
tamente á los cuartos traseros del caballo del coronel, trasmitía las órdenes de éste ai regimiento, enagenado de gozo y de vez en cuando disparaba su fusil sobre los carlistas.
¡Cómo le brillaban los ojos á Periquillo en aquel instante!
Viendo el coronel que el enemigo era superior en número y que valiéndose de esta circunstancia pretendía avanzar para envolver al regimiento, observando esto el Jefe, se volvió á Periquillo que en aquel instante encar fionaba á un faccioso, y le dijo con esa energía viril que la desesperación presta en momentos determinados.
— Muchacho, ¡ paso de ataque ! { A la bayoneta!.........|Toca firme!
El corneta no se hizo repetir la orden ; llevóse la corneta á los labios, sopló con todas sus fuerzas y el regimiento cargó rabiosamente contra los enemigos de la libertad, que parapetados en sus trincheras recibieron á aquellos héroes con descargas cerradas que se sucedían sin interrupción......
Periquillo seguía tocando sin que por esto dejara ds avanzar sobre los facciosos. Estos sorprendidos por aquel arranque impensado, retroce dieron, y poco á poco faé- ronse replegando para esquivar la lucha cuerpo á cuerpo.
De improviso cesaron los toques de corneta, pero líos reemplazó la voz enérgica del coronel.
—¡AdelaBte!...... (Adelante ! dijo, y el regimiento continuó avanzando, mientras los carlistas completamente deshechos se perdían en la espesura del bosque.
Mi coronel: el corneta de órdenes ha recibido un balazo en el pecho, que le ha producido una herida de bastante oonsideración.
—Que lo trasladen inmediatamente al hospital de sangre, y lo traten oon el mismo cuidado qne si hiera el general en jefe: jes un bravo chico!
EN EL HOSPITAL —Periquillo, me han dicho
que tu herida ha comenzado á cicatrizarse, y que muy en breve podrás abandonar el lecho.
—Sí, mi coronel, estoy mucho mejor; sin embargo, tengo un sentimiento.
—¿Cuál, muchacho?. —El de comprender que mi curación completa va para largo, y por consiguiente el no poder acompañarle á usted á campafia. j Si viera usted el gusw qne me daba observar cómo retrocedían los carlistas!
El coronel se sonrió.—Cuando te den de alta—dejóse te concederán dos meses de licencia para que los pases al lado de tu madre.
—I No los admito, mi coronel!—Cómo?—No los admito porque aunque adoro á mi madre
con toda mi alma, creo que por encima de todas las
•803 EL <*)JO ILUSTRADO
pasiones está mi deber de soldado, el ampr entusiasta por la bandera quejaré.
El coronel Inclinóse sobre Periquillo y le estrechó contra su robusto pecho cubierto ae condecoraciones. ' —i Eres un bravo muchacho! dijo con vos trémula.
Y el veterano, para que el corneta no viera las lAgrimas que asomaban & sus ojos, se alejó del lecho murmurando:’ —A ser posible me hubiese arrancado los galones de coronel, y los hubiera puesto en la guerrera de ese nifio el cual están digno como yo de ostentarlos 1......
C A R T A S Y M O N O S
Querida Pilar: Este nervioso secretario mió que no da paz á la imaginación, y que, por otra paite, es una especie de capitán Araña de la literatura, porque se queda en tierra dejándole la responsabilidad' de la obra á los demás, háse empeñado—como diría uno de nuestros estirados estilitas(l)—en meterme de hoz y coz en el periodismo retozón, dándome de compañero de fatigas al alegre Ramón Cilla.
Y lo que dirán los maliciosos de Caracas: — Esta mujer por lo visto anda en malos pasos. ¡Pues no está metida ahora en líos literarios con un dibujante guasón y con un secretario que es una mala cabeza!
A lo que contestarán ellos de fijo presumiendo de filósofos:
— Habladurías, Matilde! Voces que hacen correr cuatro literatos 1 ‘sonoro»” que destrozan con la lengua á todo el mbndo creyendo que denigrando de sus compañeros atenúan sus defectos. Continúe usted ayudándose oon el dibujo, es decir, con el mono; él mono es una defensa: un aditamento gloríese de la literatura y no está llamado á desapartar, como la poesía (1) aunque lo digan esos cuatro escritoresdescabellados, fraseólogos....... y “ ateneístas”de Caracas.
Y como si los oyera hija mía; me han convencido los argumentos de mis dos colaboradores. Ayer noche, sin ir más lejos, empecé á vencer mis escrúpulos; me puse los mejores trapitos y me ful al Teatro Real, á la inauguración de la temporada, á observar por mis propios ojos lo que tantas veces me dijeron'; que el Real se prestaba á las más profundas observaciones del .cronista— y no á las más menudas instigaciones, como escribió no ha mucho uno de nuestros críticos indocumentados que confunde la instigación con la observación.
* **
El regio coliseo es un gran sitio para estudiar el mundo madrileño: alli están todas sus pom
pas realzadas por el esplendor de los títulos; todas sus mendicidades ocultas por la pedrería y todas sus virtudes juntamente con todos sus vicios.
En las butacas reina la más encantadora anarquía que puedas tu imaginar, porque el tocado de la señora elegante se mezcla con el frac del cuelli-erguido caballero, y no sería extraño confundir el escote pompeyano de alguna dama desenfadada con la camisa “ desbordante” de cualquier señorito que vista rigurosamente por el último figurín.
Pero así como en las butacas hay mezcla de indumentaria, en los palcos hay pureza de toilettes; y hay líneas de aquellas donde no se ven más que monos con cerquillos de brillantes, encajes vaporosos, pendientes regios, brazos redondos y gargantas blancas y desnudas, como si con estas argucias de “ perpetua novedad” se pudiera cazar á los rehacios; ó se quisiera humillar la belleza de la vecina. Porque tú como mujer al fin sabes .que en estas grandes concurrencias donde existen tantos gustos y criterios diversos, la vanidad anda siempre alborotada, y por ende, el cuchicheo, la murmuración y la crítica vienen á ser algo asi como el verdadero regocijo de Ias-oanversaciones y ln base 'indispensable de la alegría.
Yo también, haciendo honor á mi sexo, he murmurado algunas veces y dejaría de ser mujer si le diese paz á la lengua, que es el ór gano más suelto que tenemos ¿ verdad ?
Pero volvamos al Real y echemos una ojeada al paraíso, á ese originalísimo Paraíso, famoso en toda Europa por sus exigencias y sus intransigencias con los más célebres cantantes. En ese paraíso—único en su género— se refugian juntamente con los filarmónicos de conciencia........empedernida,, las familias modestasque no tienen cien pesetas para un palco, las discípulas del Conservatorio que se CQjjsideran ' 1 autoridades musicales,' ’ cuando no pasan de ser grillos, los estudiantes revoltosos, las modistillas alegres, los artistas sin contrata y todas las demás personas que no cuentan sino con escaso sueldo para darse hartazgos de ópera dos ó tres veces por semana. No obstante la baratura en el Paraíso hay categorías: delanteras, primeras, segundas filas y otros sitios de preferencia que, en ciertos y determinados debuts cuestan un ojo de la cara y parte del otro.
Y como en tales alturas hay lugar para todo el mundo, los enamorados también ocupan el suyo y no es cosa del otro jueves oir allí un suspirante dúo de amor que parte los corazones....... y los asientos, mientras en el escenario cantan otro la tiple y el tenor.
Son escenas deliciosas éstas donde el amante boqui-abierto le jura á su adorada su pasión;
ella flo escucha ruborizada; la mama se duerme ó « r ia c e la dormida, y el público se divierte coi» '1as funciones que le ofrecen los de arriba y ids de abajo.
***Pululan por los mundos dorados del Real,
como creo que te he dichp anteriormente, unos tales aristócratas prodigiosos, que viven como de milagro, pues no tienen, según la gráfica expresión, ni en qué caerse muertos. Sinembargo, ellos se visten con lujo despampanante, comen con lo más empingorotado de la nobleza, entran í todos los palcos, amenizan con sus chistes las conversaciones de las damas, se sientan en las primeras filas de butacas, y conocen al dedillo la vida de ta haute gome, 6 como si dijéramos, de la erbne. Ellos saben quien tiene casi empeñado el coche en que pasea y quien vive de los productos de semejantes negocios, codeándose luégo con su víctima en los grandes saraos. Nada se les escapa, nada resiste á su despiadada penetración.
Por eso cuando miran descaradamente con sus binóculos á los palcos se hablan al oído con misteriosa sonrisa: Aquella del aderezomagnífico es Fulana, la Fulana;....... la de laherencia “ sombría;” y la de más allá es la viuda de un general que no murió de herida de bala en los campos de batalla; cada una “ guarda” su historia más ó menos novelezca, ó más ó menos dolorosa, pero no tan bien guardada que se oculte á las terribles investigaciones de aquellos señoritos de mónocle, con bigotes retorcidos á tenacillas, con cuellos descomunales que parecen velas de buques; chalecos abiertos hasta el fajín y corbatas que resultan servilletas de mesa.
EL COJO ILUSTRADO 809
Otro tipo que está pidiendo á gritos la crítica amable para regocijo de lectores es el “ clásico” reventador, el de los pitos, el de las broncas, el que silva á la Patti y á Massini cuando se ¡es va una nota; pero el reventador, por ser un tipo especial, digno de estudio lo reservo para m i próxima carta....... Digo, si los “ ateneístas” no arman allá un belén pidiendo que desaparezca la inocente forma epistolar, con monigotes, de la literatura moderna.
MIGUEL EDUARDO PARDO.
Madrid: octubre de 1895.
SECCIO N R E C R E A T IV A .
M O V I M I E N T O ( l i : \ T I F K O
A n t r o 1 1 0 1 1 1 f u
L O » U L T IM O S C A L O R E S Y EL C O M E T A
Algunos periódicos europeos lanzaron la idea de qoe pudiera existir alguna conexión entre el calor excepcional de septiembre y la aparición del cometa de Faye. Interpelado acerca de esto M. Flammarión, ha dado estas explicaciones:
41 Sin duda, la llegada de un cometa que encontrase á la tierra en su camino, ejercería una influencia funesta en el estado de nuestra atmósfera, determinaría un calor y una sequía desastrosos, haría irrespirable el aire por la mezcla de gases deletéreos y prepararía un triste porvenir A la humanidad. A Dios gracias, no estamos en ese caso y nada debemos temer de parte de estos cometas.
41 El que hay actualmente es el de Faye, descubierto en 1843 y cuya revolución es de siete años y medio. Es invisible A simple vista; está muy distante de la tierra, A la que no encontrarA nunca. Tiene, ademAs, una m¿sa absolutamente insignificante para los destinos de nuestro planeta.
“ Hay otro, además de aquel: el descubierto el 20 de agosto último por Swift, en los Estados Unidos. Es tan débil, tan insignificante como el primero.
“ No puede atribuirse, pues, á influencia cometaria el calor de septiembre, es un mes excepcional en los anales meteorológicos de la Francia. Las observaciones que se hagan deben dirigirse al estudio de las depresiones atmosféricas ocurridas en el Atlántico, entre la» Estados Unidos y Europa y que llegan aquí del Sudoeste. Allí está el nudo gordiano de la cuestión.
“ El excepcional mes de septiembre,—concluye el popular astrónomo,—nos dará un vino excelente, pero en cantidad muy reducida. Serán rayos de sol en botella los que beberemos: así haremos astronomía práctica.”
(ieolAgía
S U R T I D O R E S
Se ha observado que los surtidores arrojan peces vivos, moluscos, crustáceos, etc., y se trata de indagar la procedencia de esos acuátiles. En el lago superior del Bosque, en París, se encontró hace algunos años un crustáceo de una especie desconocida en la región del Sena: aquel lago está alimentado por el pozo artesiano de Passy; se concluyó entonces aceptando que aquel animal había salido del suelo. En Argelia, en la región del Oued Rlr, los pozos arrojan cangrejos, peces, animales similares á los de la costa. Si esos peces vienen en efecto del interior de la tierra, ¿como han llegado allí? M. Jus lo explica diciendo que hay ríos subterráneos que desaguan en el curso de los surtidores y que están en comunicación con las aguas superiores; así, cree que haya una corriente del Zab al Oued-Rir y que arrastra sus peces á la vena líquida del pozo artesiano hecho en aquella región, desde luégo que todos los animales arrojados por aquel pozo son de la especie de los que existen en el bajo Sahara.
No participa del todo de esa opinión M. Rolland, quien ha explorado aquellos lugares, estudiando profundamente el asunto. Observa el explorador que los peces aparecen en aquellos pozos cercanos á los be- hour y los chrta, depósitos subterráneos, verdaderos lagos intraterrestres, muy comunes en el Africa media, en la región arenosa. Esos lagos filtran hacia la vena del pozo y como en ellos pueden vivir y repro
ducirse batracios, sanguijuelas, reptiles y moluscos, sería aceptable que aquellos obedecieran á la corriente de las filtraciones y fueran lanzados por la presión del pozo á la superficie de la tierra.
T e c n o lo g ía
EL ALUMINIO Y LA PIEDRA LITOORÁPICA
Se anuncia la sustitución del aluminio á la piedra litográfica; créese que las hojas de aluminio serán excelentes subjetivos para los trabajos de impresión más delicados y artísticos, en negro ó en color. Las ventajas de estas hojas serían su poco peso y su economía : mientras una lámina de aquel metal, de0.95X1 m. 25 pesa 1.500 gramos, una piedra de las mismas dimensiones pesa por lo menos 200 kilogramos. El aluminio laminado se vende en hojas de á 10 francos, mientras que uní piedra importa 500 francos. Además, la introducción de tales hojas permitirá la impresión en cilindro, más rápida que la que se hace en las prensas actualmente usadas.
E le c t r i c id a d
ANTOELOCTROCUCION DE UNA RATA
Ha ocurrido un accidente singular en una oficina de alumbrado eléctrico de Baltimore. Inesperadamente se apagaron todos los focos de un barrio; en la oficina se incendiaron todos los hilos de comunicación y el cuadro distribuidor fue hecho pedazos. En vano se indagó la causa del accidente: se llamó un perito que registró cuidadosamente toda la canalización sin observar en ella ningún desarreglo. Al fin, notó entre dos conductores una enorme rata, completamente carbonizada: era la causa del accidente. Sin duda fue A pasar por entre los conductores y la interposición de su cuerpo estableció un pequeño circuito, recibiendo toda la descarga. Esta se propagó de trecho en trecho, A lo largo de los puntos de unión de los hilos, destruyendo las sustancias aisladoras y quemando las ensambladuras.
K l f f l r o - f i s io lo g ía
L A S R A Y A a —T O R P E D O 8
Un sabio francés, M. d’ Arsonval, acaba de poner á la ciencia en camino de examinar el papel que hace la electricidad en el organismo humano. Se sabe la acción que ejerce sobre los músculos una corriente eléctrica, contrayéndoles de tal manera que, si aumenta la intensidad de aquella, llega un momento en que es imposible sustraerse A voluntad de su acción. Se sabe también que mediante descargas eléctricas es como se libran las rayas torpedos de los ataques de sus enemigos y que se valen de esas descargas para matar los peces pequeños que les sirven de alimento. Ahora ¿cuál es la intensidad de esas descargas?—Este estudio lo emprendió una vez M. Coste, profesor en el Colegio de Francia, instalando un laboratorio en Concarneau; M. Marey continuó aquellos experimentos; pero últimamente M. d ’ Arsonval ha llegado á determinar que operando en rayas de 25 á 35 centímetros de diámetro, la duración media de una descarga oscila entre un décimo y un décimo y i de segundo y que corresponde á la de una pila poderosa, pues que la fuerza electro-motriz varía entre 8 y 17 volts y la intensidad de la corriente entre 1 y 7 am- péres.
Con estos datos, M. d ’ Arsonval ha procedido. Ha tomado una lamparita incandescente que consume 4 volts y un ampére; la ha unido por los reóforos al órgano eléctrico del animal y ha logrado encenderla pinchando el borde de las aletas. Si se pincha fuerte, el animal aumenta la descarga y la lámpara se incendia. El experimentador ha puesto tres lámparas en tensión, iluminándolas al blanco.
El órgano eléctrico de la raya se agota rápidamente: después de 4 ó 5 descargas, las lámparas arden con un brillo decreciente; pero diez minutos después puede continuarse el experimento.
El órgano eléctrico es doble; si se utiliza uno sólo, el otro conserva toda su intensidad. Colocando sobre el que funciona un estetóscopo, se oye un sonido bajo, correspondiente á cien vibraciones por segundo. El aparato registrador da curvas que demuestran que las vibraciones no son continuas, sino que se suceden con un centésiino de segundo de intervalo: la intensidad llega á su mixímum después de la tercera descarga; de allí baja hasta cero. La forma de la curva es absolutamente semejante á la que traza la cons- tracción muscular.
Tales experimentos ponen en camino, como lo decimos al principio, de descubrir y medir la energía que determina los movimientos muscular***
U eo g ra fla
LAS EXPEDICIONES POLARES TERRESTRES
En este año han salido de Europa tres expediciones para el polo ártico. Han sido preparadas y dirigidas por tres viajeros; un noruego, un americano y un inglés: el doctor Nansen, el lugarteniente Peary y M. Jackson.
E l C o jo I l u s t r a d o ha dado cuenta, en esta misma sección, en números anteriores, de las noticias últimamente recibidas acerca del doctor NanBen. Loe telegramas relativos á los otros dos exploradores no dicen nada respecto al éxito de las excursiones, pero dan detalles del punto avanzado á que se encuentran aquellas.
El lugarteniente Peary lleva consigo-á otro americano, M. Lee, algunos esquimales y 49 perros de tiro y de provisión. Se ha visto en la necesidad de matar casi todos éstos, por la carencia de víveres; el 25 de junio pasado llegó A Bowden Lodge, en donde lo aguardaba su buque, el Kite; para esa fecha apenas existía un perro de todos loe que había llevado.
M. Jackson, al contrario, ha desembarcado con una provisión de víveres suficiente para cuatro años; su expedición marítima la ha dirigido el almirante Mark- ham, uno de los mAs eminentes exploradores polares. M. Jackson ha ido estableciendo depósitos y factorías por su trAnsito y es A esta hora el mAs avanzado de los exploradores, pues que se encuentra A 10° del polo. Su buque, el Windward, es el que ha traído A Inglaterra las últimas relaciones del viaje.
B l a n c o e l é c t r i c o
Cerca de Gratz, en Austria, se ha ensayado útima- mente un blanco eléctrico que ofrece la ventaja de hacer innecesaria la presencia de un hombre para indicar los disparoe. En efecto, por distante que esté el blanco, al ser tocado por el proyectil da una señal que es inmediatamente registrada por el indicador colocado al extremo del stand.
Se ha continuado empleando el nuevo blanco y según la Zfitechr\fí fú r Elektrotechnik los resultados han sido muy satisfactorios.
E l t a b a c o e n M a d a g a s r a r
El tabaco crece en Madagascar en gran cantidad y en estado silvestre. Los hovas, como los europeos, fabrican cigarros de un aroma delicado, que venden A cinco bolívares el millar. El malgacho fuma poco; en cambio, masca una especie de polvo de tabaco, mezclado con la ceniza de una planta del país. Este polvo lo encierran en tubillos de bambú, hAbilmente trabajados. La dosis la colocan entre las encías y el labio inferior. Desde la reina hasta el último vasallo, todo el mundo se entrega A tan original ejercicio.
L on j u e g o * o l í m p i c o *
Se ha publicado en Atenas el programa oficial de los juegos olímpicos, que se celebrarAn en la primavera próxima, del 5 al 15 de abril.
Casi todos los sports que actualmente se practican se representarAn en Atenas:—I Los sports atléticos, que reunirAn tres de los ejercicios del antiguo pentatlo olímpico: carrera A pie, salto, lanzamiento del peso ó disco.—II La gimnAstica.—III La esgrima y la lucha.—IV El tiro.—V Los sports náuticos : yachting, remo, natación.—VI El velocipedismo.—VII Los juegos atléticos: lawntennis, cricket, football. E ntrelas pruebas de carreras á pie merece mencionarse en especial la llamada de Maratón. Se efectuará en el mismo sitio de 42 kilómetros que recorrió el legendario soldado de Maratón para llevar á Atenas la nueva de la victoria de Milcíades. El premio es una copa ofrecida por M. Michel Bréal, miembro del instituto de Francia. Los ejercicios ecuestres, equitación, juego de polo, no figuran en el programa, así como tampoco el boxeo.
Los concursos atléticos y gimnásticos se verificarán en el circo panatenaico, reconstruido por la munificencia de un ciudadano heleno, Georges Avérof. Los juegos náuticos tendrán lugar en la hahía de Palero; la esgrima, en el palacio del Zappeion (palacio de la Indus- tra de Atenas i; para los ciclistas se prepara una pista de acuerdo con las últimas experiencias.
Los espectadores no tendrán de qué quejarse: el solo nombre del secretario general del comité de organización responde del éxito. M. Phllemon, antiguo alcalde de Atenas, es conocido de sus conciudadanos por su inteligencia, su actividad y su entusiasmo. El príncipe heredero ha tomado en persona la presidencia del comité ; sus hermanos dirigen loe trabajos de varias comisiones; el pueblo mismo contribuye diligentemente á la suscripción nacional.
Se espera que esta primera realización de las fiestas olímpicas será digna de la Orecia y de su historia clásica.
810 EL COJ<) ILUSTRADO
UN ARTISTA EN NOCHE BE LUNAliiMli‘iiin<‘iitoM «le n iú * ic a «Ir Iom
< l i i I I OM
Los chinos se apropian el descubrimiento <!«• la música, y lo atribuyen al emperador Fou si í2851 A. de J. C.' Es |K)co probable que haya sido uno solo el inventor de la música: ha sido sin duda el resultado de la observación y la imitación de la naturaleza por el hombre.
Los invasores de la China tuvieron que llevar consigo elementos de música que mezclaron con los de la raza autóctona. Fue en el año 2097 A. de J. C. i cuando los principios de la música llegaron A fijarse. Las notas tuvieron nombres, una de ellas se tomó como base. Ja música, desde entonces, considerada como la eseen- cia de la armonfa existente entre la tierra, el cielo y el hombre, ha llegado A ser un auxiliar de todo buen gobierno.
Los emperadores la cultivan y el gran 8oun 22T>T> A. de J. C.1 compuso el famoso himno Ta Shao, cuya poderosa belleza impresionó en tal manera A Con- fucio, que 1600 afios mrts tarde el filósofo no le encontró durante tres meses sabor A la comida. Tod«w los filósofos lamentan que ya no queden vestigios de aqueja música. En efecto, los instrumentos y documentos fueron destruidos 24A-A. de J. C. i por orden de 8eu houante: sólo algunos fragmentos se salvaron y fueron descubierto* muchos afios mAs tarde. A pesar de los esfuerzos hechos por las dinastías que se sucedieron para restituir A la música su antiguo lustre, ha quedado singularmente desentonada é insuave A nuestro oído. Los Chino* nos deleitan y nos consideran inferiores A ellos porque no sabemos gozar de las delicias de su música.
Los principios fundamentales de la música china, consisten en una serie de doce instrumentos, /m, formados de tubos de bambú ó de jadt i piedra del Amazonas) del mismo calibre, pero de distinto largo. Su invento se pierde en la oscuridad de los ticm|>o* y ofrece algo de fabuloso. Muy numerosas teorías han sido emitidas sobre esta materia. !«a mAs verosímil es la siguiente: los Chinos buscan las analogías y concordancias que pueden existir entre las cosas «le la naturaleza. Entre el ciclo y la tierra hay, scirún ellos, perfecta armonía. Conforme A esto, 3 es el emblema del cielo; 2 el de la tierra, y así dos sonidos que estén entre sí, como 3 es A 2, estarAn cn armonía. El primer tii tenía nueve pulgad-is «le largo. El segundo, los dos tercios, y daba la «|iiiuta. El tercero habría debido tener los dt>s tercios del segundo; j»ero el sonido habría resultatlo demasiado alto con relación al sonido fundamental: habría sido la (juiuta del segundo. En lugar de los dos tercios «le la longitud del segundo tubo se le dio cuatro «plintos como dimensión; de suerte que tenía la octava en grado inferior. Los otrtw tubos fueron tallados conforme al mismo principio: dos tercios y cuatro quintos del anterior. El sonido emitido por el primer /»« • houng fue la tónica de una escala de doce semi-tonos: algo de idéntico A nuestra escala cromAtica, pero no medida. Al principio Ion lii no daban sino cinco notas, producidas por los cinco primeros tubos. 1300 aAoa A. de J. C. fueron agrega«los dos setni tonos. La escala en tonces vino A ser heptatónica, con cinco tonos y dos semi tonos. Pero el primer senii tono estaba entre la cuarta y la quinta nota, mientras que, entre nosotros, se encuentra, ya entre la segunda y la tercera ó entre la tercera y la cuarta, según que el tono sea mayor ó menor. Los dos semi tonos fueron suprimidos. La música china se escribe de arriba hacia absjo; de derecha A izquierda, con los caracteres de la escritura.
A veces algunos signos especiales situados A la derecha, indican la altura de la nota. Sin embargo, rara vez puede conocerse el tono A primera vista. Es necesario tocar la pieza para conocer el valor que «leba darse A las notas. Algunos signos arbitrarios indican A veces la calidad de la nota, la medida y las pausas. En la música religiosa, una nota situada en alto y A la derecha, indica el lii en que se debe ejecutar la pieza. Un signo mAs grueso que los otros quiere decir “ apoyatura.” Un espacio entre dos notas equivale A una pausa. Unos puntos situados A la derec .i de la nota, pueden indicar el valor de ella. Las pausas se marcan también: N 6 X.
La música china no pasa de catorce sonidos, cifra que basta para halagar el oído délos celestes. Se compone generalmente de cuatro tiemp«)s; y el cuarto se indica por O situado A la derecha de la nota, aunque no siempre. Cuando el tono, la medida y el valor de la nota no estAn mencionados, y la ejecución queda A cargo de la fantasía del artista, puede no corresponder con la idea del compositor.
No hay tono mayor ni tono menor, sino una mezcla de los dos.
No conocen los sostenidos y bemoles. La materia de los instrumentos de música se divide en doce categorías: piedra, metal, seda (cuerdas), bambú, piel, calabaza y tierra.
Kn ch iim iin id é n t ic a * r e s i i 11 a «I un «I i l'f r e h I e n
i - Ú R
v - r ? v
EL COJO ILUSTRADO 811
IJI» erta< l «le la |»r«‘ii*a
Trabajada durante siglos por la acción de los poderes monárquicos, aleccionada en sus aspiraciones, se ha hecho formidable en la libertad y en el orden la prensa europea. Preside 6 determina la desaparición de sistemas y organizaciones inconvenientes y ya es perfectamente lo que la alegoría representa: reyes, potentados, dignidades irreflexivas conservan conveniente distancia del guardián hercúleo, alerta sobre el campo.
Kl p r im o g é n i to «l«‘ \n |» o lo 6 iiAcaba de morir en Arezzo < Italia i un anciano de edad
de 86 afios, que se decía el veidadero rey de Roma, el legítimo hijo de Napoleón y de la emperatriz María Luisa.
Tenía con su pretendido padre una notable semejanza, sobre todo cuando se afeitaba el bigote; llevaba en la frente una cicatriz, debida á la presión del fórceps. Sus tarjetas de visita decían: “ Xapoleone, re di Roma aacr{flcato. ”
Explicaba su historia diciendo que su madre quiKo ponerlo á salvo de los peligros que corría como hijo de Napoleón; que lo había ocultado y sustituido por el niño que año6 después murió en Austria; que le había confiado su educación á un monje de nombre Ca- pelli y que éste le había revelado su origen.
A causa de las continuas desgracias que abatieron á su padre después de Waterloo, se había hecho cocinero, profesión de que vivió siempre, conduciéndose de modo tan distinguido en modales y en el conocimiento del arte, que su patrón le dejó al morir una pequeña pensión vitalicia.
F a l l a p o r re c o r re r , 'A menudo es la estadística una ciencia amena. Hé
aquí un informe presentado al último Congreso Geográfico de Londres por M. Logan Tobley y en el que figuran, en kilómetros, las regiones del mundo que no han sido todavía exploradas por completo:
Africa........................ 10.500.000 lcil. cuadrados.Regiones antArticas.. 8.000.000 “ “
Id. árticas....... 5.000.000 “ “Australia.................. 3.620.000 “ “América del Norte... 2.410.000 “ 11
Id. del Sur...... 800.000 “ “Islas diversas.......... 800.000 “ “A sia......... ................ 400.000 “ “
Es extraño qae la América del Norte haya sido menos recorrida que la del Sur: acaso ello dependa de la gran cantidad de territorios que hay cerca del polo boreal.
I’a r a e l m e n tíHasta ahora se creía que el bambú sólo era utili-
zable en la construcción de muebles y bastones; pero resulta últimamente que puede ser un artículo de menú. Un médico francés que lo cultiva en el departamento de Maine-et-Loire, ha hecho cocer los retoños más tiernos: los ha aderezado á la salsa blanca como espárragos y les ha encontrado un sabor análogo al de las coles de Bruselas, pero más fino; tienen, además, la ventaja de ser sanos, fácilmente digeribles y económicos. Los chinos y los japoneses hacen un gran consumo de estos vegetales en sus mesas; pero esta noticia ha bastado para que la prensa de París vea la nueva hortaliza con ciertas reservas, á causa de que se sabe que son muy afectos los buenos hijos de Contacto á perrillos fritos en aceite y sanguijuelas en salsa de tomates, aunque no garantiza la exactitud de tales novedades culinarias un excelente hijo del Celeste Imperio que desde hace varios lustros es celoso y fiel
em pleado de E l Cojo.
A lo q u e c o m i n e e e l a m o rJames Calkirs hijo de un colono rico de
los alrededores de Brooksville (Kentucke), debía casarse con la señorita Maria Calder, hija de un colono vecino.
En cuanto James tenía un momento desocupado, montaba á caballo y como enamorado bien entendido iba á hacerle la corte á la prometida.
Un día, James llega casa de Calder á hacer su visita acostumbrada; ata su caballo á la empalizada, y se dirige á la casa, con la sonrisa en los labios, pues acababa de ver á la niña esperándolo en el corredor. De súbito, un enorme bul dog sale de su nicho, y se arroja en dirección de James, lanzando furiosos ladridos. Nuestro caballero, todo desconcertado por este ataque repentino, sin saber qué hacer, se precipita sobre un manzano, lo agarra con los brazos, y con una agilidad sorprente, se sube al árbol y se encarama sobre una rama.
Ya era tiempo, pues el bul dog estaba al pie del manzano, mostrando sus aguzados colmillos y deseoso de encajarlos en las pantorrillas de James.
La situación era tan cómica que María no pudo contener la risa. El pobre James, que no las tenía todas consigo, se creyó ofendido, y gritó á la novia en tono de enojo que hiciera entrar el perro á la casa; pero esta se reía de tal modo que le era imposible articular una palabra. James estaba furioso, y después de estar libre del peligro por haberse retirado el buldog bajó del árbol y volvió á su casa sin decir adiós. Esa misma tarde la niña envió una carta al novio excusándose y haciéndole comprender que no había tomado parte en el asunto. Pero James no quiso abrir la carta, y dijo al portador que él veía claro y que expresamente habrían lan/.ado sobre él al perro. Y acaba de intentar un pleito contra la novia, reclamándole í 2.500 por daños y perjuicios.
L a | » l n n l a «le l a r i * a
Existe en Arabia ; y este nombre proviene de los raros efectos que á cuantas personas las comen producen sus semillas. Su tamaño es moderado, sus fio- res de un amarillo vivo, y sus semillas parecidas á porotos negros, que crecen de dos ó tres en vainas blancas aterciopeladas. Las árabes secan estas semillas para reducirlas á polvo fino, l ’na pequeña dosis de este polvo produce iguales efectos que las inhalaciones d t gas hilarante. A las personas más tranquilas y serias les hace bailar, gritar y reírse con la agitación bulliciosa de uu loco, y correr de un lado á otro haciendo piruetas ridiculas. Estos fenómenos duran como uua hora, y cuando llega el período de extenuación, la persona se duerme profundamente, para despertar algún tiempo después, sin conservar el más ligero recuerdo de sus locuras.
\ o m l » r c * l a r g o *
A menudo llama la atención la longitud de algunas palabras alemanas. El flamenco, en su calidad de lengua germánica, no le cede en nada á los idiomas del mismo origen. Hé aquí el nombre de una calle de Bruselas:Ongeschuperdezilvercokkemootje straat, lo que en castellano quiere decir:
Calle de la pequeña nuez de piala no desmenuzada.
M a t r i m o n i o A t o r i o t r a n c e
Podría creerse que la costumbre de publicar reclamos matrimoniales es nueva. El Intermédiare publica, sin embargo, el siguiente curioso anuncio que apareció en la Feuille d'avis, de Francfort, el 8 de julio de 1738:
“ Una joven honrada, bien formada y muy bonita, con el objeto de obtener una herencia que legalmente le corresponde en este país, solicita un abogado soltero que se comprometa á ganarle el pleito, ofreciéndole en cambio que será su mujer, amable y fiel.”
El periódico hace otras citas más modernas. Un diario de la Polonia rusa contenía el aviso que sigue:
“ Soy una obrera honrada y laboriosa. Trabajo en una fábrica. Mi padre posee 60 puercos que valen 30 rublos cada uno... Deseo casarme.”
Pero la palma la lleva una hoja americana, que publica un reclamo en estos términos:
“ Una joven de 20 años, ni grande ni pequeña, ni fea ni bonita, desea establecerse. Su padre no puede constituirle una do te; en consecuencia, se rifa en500.000 francos; la acción premiada puede disponer de ella, el poseedor es libre de tomarla en matrimonio ó dejarla á su albedrío; en este último caso, tiene derecho á la mitad de la suma.”
La m u jer id e a lUna revista americana acaba de comenzar la publica
ción de una serie de artículos sobre la mujer ideal de diversos países. M. Qrant Alien ñie encargado de har cer el retrató de la mujer inglesa.
Hay tres clases, dijo, la mujer del jornalero, la de la clase media y la aristócrata. La primera tiene grandes virtudes, pero el trabajo no le deja tiempo para idear lizar su alma: es una bestia de carga fatigada; la segunda es superior “ pues toca piano; ” en cuanto á la aristócrata inglesa, no tiene los sentimientos ideales: no podría, pues, haber una aristócrata inglesa ideal. El señor Karl Blind describe la alemana ideal, honrada madre de familia, que trata de educar á sus hijos lo mejor posible, manifestándole, al mismo tiempo, grandes muestras de afecto á su marido. En fln, el señor Royesen habla de la mujer scandinava ideal: cita como ejemplo á una joven noruega que recorría de noche las calles de Nueva York, en compañía de un jovenzuelo, con el objeto de “ estudiar la vida nocturna ” en la gran ciudad. El señor Royesen condena severamente esta conducta y la trata como hombre de preocupacianes antediluvianas y de principios enmohecidos. El sefior Royesen ignora si esta joven representa bien el tipo de la scandinava ideal, pero declara que el número de las que ofrecen semejante conducta aumenta de una manera alarm ante: resulta, pues, de este informe, que en todas partes es muy raro la mujer verdaderamente ideal.
I 'a |> a a j e i l r e e l f t f aEl pasatiempo favorito del actual Pontíflce es el
juego de ajedrez, en el que parece muy entendido. Un sacerdote romano, el P. Giula, es el adversario habitual de Su Santidad. Cuando el Cardenal Pecci subió al trono pontificio, el P. Giula se encontraba en Florencia; fue llamado á Roma por el nuevo Papa y alojado en uno de los departamentos del palacio Vaticano. El P. Giula es un consumado ajedrecista, pero tiene siempre un humor terrible: continuamente está colérico. En tales casos, el Papa suspende la partida y le endereza al prelado un responso encaminado á ensalzar el desprendimiento, la mansedumbre cristiana y el dominio sobre sí mismo.
M acaron! fa ls if ic a d o *Eu la Italia Meridional se falsican los artículos de
consumo cou tanto furor como en cualquiera otro país de Europa. A decir de la Pall Malí Gazette, la policía napolitana hizo una pesquiza en varias fábricas de maearoni y descubrió que á la pasta de estos se mezclaba una gran cantidad de huesos pulverizados. Interrogados los fabricantes acerca de la procedencia de los huesos, contestaron serenamente:
—“ Toma! huesos de cementerio, huesos de nuestros abuelos!” La población no ha participado de semejante serenidad y los impávidos industriales han estado á punto de sucumbir.
Oi‘igiiiali<la<l«‘M «leí g e n ioEl Journal d ’higiéne publica una curiosa enumera
ción de los peregrinos procedimientos empleados por autores ilustres para avivar su ingenio.—Así, Montaigne, para meditar con entera libertad, abandonaba á escape su residencia é iba á encerrarse en una torre antigua.—Rousseau se contentaba con meter la cabeza en heno.—Buffon se sentaba al escritorio en traje de etiqueta, con mangas de encaje y la espada al lado.— Menos cuidadoso de la toilette, Milton, que era además muy pobre, componía sus versos rebozado en una manta vieja y echada atrás la cabeza.—Schiller no podía componer sino teniendo los pies metidos en hielo.—Chateaubriand, cuando dictaba un artículo á su secretario, se paseaba descalzo por el enlozado frío de su cuarto.—Bentham no podía escribir sino sentado sobre pedacitos de papel.—Cooper, para inspirarse, se llenaba la boca de pastillas.—Byron tenía necesidad de oler hongos y se llenaba los bolsillos con éstos.—Bal- zac, aun en pleno día, escribía á la luz de dos velas.— Flaubert no escribía una palabra sin haber fumado antes una pipa infernal.—En fln, cierto compositor italiano no tenía inspiración sino cuando se le subían á los hombros sus dos gatos favoritos.
Ha rrtmet ro o r ig in a lEs creencia muy generalizada que una rana colocada
en una vasija que contenga una escala, sube ó baja según sean los cambios de temperatura. M. von Len- denfeld, profesor en la Universidad de Cernowitz ( Bu- kowina), ha querido someter tal creencia á una severa crítica científica. Ha hecho con tal propósito, experimentos en diez ranas, colocándolas en una gran caja vidriada en la que introdujo una escala de diez tramos numerados. De este modo ha podido obtener datos medios que proveen curvas análogas á las trazadas por un barómetro ordinario. El resultado ha sido mediocremente satisfactorio: á veces concuerdan las curvas, otras veces no. En resumen, las ranas son absolutamente ignorantes en asuntos meteorológicos
812 EL COJO ILUSTRADO
El p o r v e n ir d e Ion cocIh n
Según la estadística parisiense, existen en la capital francesa 1.456 ómnibus, 14.267 coches de plaza y13.000 coches particulares; además 16.000 vehículos para el trasporte de mercancías; un total de 44.000. A esta cifra hay que añadir, como medios de trasporte, los botes que circulan por el Bena y el ferrocarril de circunvalación, sin contar las bicicletas. Día vendrá, sin duda, en que éstas le hagan una estrecha competencia á las otras máquinas de locomoción. Ya en algunas ciudades de los Estados Unidos, como en Denver, hay 10.000 bicicletas para una población de110.000 habitantes. Según cálculos, ocasionan á los tranvías una pérdida diaria de 5.000 bolívares, más de millón y medio por afio.
¿ t ln l ln i lm i ib r iA ln A m ér ica ?Todavía se discute á qué pueblo debe corresponder
el honor del descubrimiento de América. Un periódico de las islas del Archipiélago, el Aegeon, citado por la Revue Bleut reivindica para la Grecia el mérito de haber inspirado á Cristóbal Colón. Refiere que éste, en 1470, conoció en Chío á un marino griego, el capitán Andrea, quien le reveló la existencia de un continente trasatlántico, le dio datos verbales y aún le regaló un mapa de las tierras del nuevo mundo. Agrega el periódico que tres marinos ciotas acompañaron al genovés. Pero, por desgracia, los mismos descubridores, á su regreso á Europa, ni sospechaban la novedad de su descubrimiento.
El debate, por consiguiente, continúa abiorto.
La experiencia, en la política y en la guerra como en el amor, es una cosa que cuesta muy caro y no sirve para nada.
Jules Claretie.
Todas las religiones son hermanas, pero hermanas enemiga».
f í .—M. Valtour.
La exaltación del sentimiento militar es la forma mAs popular del culto que profesamos á la patria.
Julen Delafosse.
Hay estados como hombres, á los cualcs, después que han muerto, se les encuentra mil razones para que así haya sucedido y que ni siquiera se sospechaban en vida.
C¡. Boissier.
La verdadera felicidad se me aparece bajo la forma del sabio que consagra sus vigilias á penetrar los secretas de la naturaleza y descubrir verdades nuevas.
J. H. Dumas.
La experiencia de las revoluciones nos disgusta de todo, habituándonos á todo. 4
A. de Tocqueville.
El sabio no trata de vengarse de sus enemigos: deja ese cuidado á la vida.
Paul Courty.
Un poco de filosofía aleja de las armas; pero mucha acerca.
;4r/. Roe.
Nada de lo que se relacione con el progreso humano puede ser indiferente.
Berthelot.
La buena ó mala reputación de un reformador viene menos de sus doctrinas que de las que le atribuyen personas que no han leído nada de él.
O.—M. Valtour.
No juzguéis á ningún hombre por sus libros.Coleridge.
Se ha visto niños que pasaban por prodigios de ingenio llegar á ser prodigios de tontería.
Afine, de Stael.•
El magisterio es una vocación: se nace institutor.G .-M . Valtour.
•Se inm ola uno con tan ta m ayor satisfacción cuanto
mayores Bon los esfuerzos de los amigos por salvarnos.bise Boehm.
El patriotismo no consiste solamente en esas virtudes brillantes qne se ostentan en el ardor de las contiendas homicidas. El patriotismo es cuestión de perseverancia ; se guarda de arrebatos facticios, de apreciaciones imprudentes, de resoluciones irreflexivas: es sosegado, sereno, razonable, á la vez enérgico y circunspecto.
Poincaré.
S o l u c i ó n d e l p r o b l e m a p u b l i c a d o e n e l n ú m e r o a n l e r i o r
Blancos Negrosla Arfil á F 5 la Arfll toma Arfll2u Reina á F 7 -f 2.¡ Arfll á E 6 3ii Reina á O 6 3 1 Peón á C 54a Reina á G 2 mate
Su autor nos observa que se le deslizó un error en é l : falta un peón negro en la casilla F 6.
(La solución del penúltimo problema fue enviada por el sefior Luis René Borges.)
M IS C E L A N E A
K » t a d Í N l i c a d e l t a b a c oEl consumo anual del tabaco ss, por cabeza, según
una estadística reciente, de :100 gramos en Finlandia,‘200 “ “ Rumania,540 “ “ España,660 “ “ Inglaterra.
En Servia, Francia, Rusia, Noruega, Alemania y Austria sube de 600 gramos á 1 kilogramo, progresivamente <942 gramos para la Francia).
En Bélgica.............................. 2 kg. 500,“ Holanda............................ 2. 600,“ Estados Unidos y Suiza.... 2. 700.
La producción, cn millones de kilogramos, es la siguiente:
200-250................................. Estados Unidos180—190 .............................. Indias inglesas70- 71................................. Austria Hungría49— 50 ................................ Indias neerlandesas45— 50 .............................. Rusia42- 43................................. Alemania
S o b r e c n l l l i r a d e c é r c a l e *
En una conferencia celebrada en Lieja con motivo de un concurso agrícola. M. Damonseaux, profesor en el Instituto agronómico «Je (¡cmbloux, demostró que en los Estados Unidos el cultivo de cereales iba en decadencia creciente á causa del rápido agotamiento del suelo. I,os productos se debilitan y llegan á la media de SO kilogramos de trigo por hectárea. El bajo precio y l»»s condiciones del crédito actual, unidas A lo subido del valor de la obra de mano, presentan una perspectiva poco brillante al agricultor americano.
Está probado, al contrario, |>or el BulUtin de la So- citU de* agricultcurs de France, que en este país el rendimiento por hectárea aumenta gradualmente: para este año será, según cálculos del ministerio de agricultura, para toda la Franela, de 17 hect. 20; cifra superior á la de los años anteriores y que pruébalosVrog resos realizados por los agricultores franceses,
ienen, además las ventajas del empleo juicioso del abono, de las semillas escogidas y de los instrumentos perfeccionados.
I . a e x p o s i c i ó n d e I1HIO
Los principales establecimientos de crédito de París se han puesto de acuerdo para constituir el capital de garantía de la Exposición universal de 1900, emitiendo bonos análogos á los de 1889.
El capital de garantía será de 60 millones (se calculan en cien millones los gastos), formados por3.250.000 bonos de 20 francos. Cada suscritor recibirá el reembolso íntegro de su entrega en una remesa de veinte tickets de entrada.
Estos bonos participarán, además, de 29 sorteos que alcanzarán á 6 millones de premio, habiendo 5 premios de 500.000 francos y 24 de 100.000: tendrán efecto de 1896 á 1900, es decir, antes de la Exposición.
Los bonos darán derecho, además, á una reducción de precio en los caminos de hierro franceses y argelinos, en lascompafiías de navegación y en los establecimientos teatrales de la Exposición.
T e r a p l u l i c a
EXTRACCION DE MUELAS SIN DOLOR
¿Nos habrá proporcionado una efímera alegría M. Juste Championniere? El jura que nó, en tanto que M. Magitot cree lo contrario. Siempre Hipócrates y Galeno!
Trátase de un nuevo anestésico, superior á la cocaína v que ha sido descubierto por M. André. farmacéutico interno de M. Championniére. Habiéndose quemado aquél en un trabajo de laboratorio, le ocurrió aplicarse pomada de guayacol: el efecto analgésico fue tan marcado, que M. André pensó oue una inyección subcutánea produciría una insensibilidad tan completa como si se recurriese á la cocaína.
Las primeras aplicaciones se hicieron en cirujía dental, por M. Marión. El resultado ha sido muy satisfactorio, así como en la ablación de lobanillos del cuero cabelludo; diez minutos después de la inyección, la analgesia es completa, sin que haya que temerse los accidentes que ocasiona la cocaína. M. Bazy ha probado ya que se puede aplicar el aceite de guaya
col á las personas que padecen de afecciones cardiacas. sin que en ello haya peligro alguno, desde que pudo practicar con él la gastrotomía.
Tales son las razones en pro del nuevo anestésico;Rero, en contra, M. Magitot hace sus reservas v se
inda en que la sensibilidad de la mucosa de la noca es sumamente variable.
La experiencia se encargará de probar quién tenga razón.
Henri de Parville.
l i a r e / a d e Ion A rb o le» e n K s p a ñ aLa carencia casi absoluta de árboles en las llanuras
sin fln de la Mancha, sita en la jurisdicción de Castilla la Nueva, entre Madrid y Toledo, así como por lo general en el territorio de Espafia ha sido observada por cuantos han recorrido el trayecto de Madrid á Andalucía y viajado en diversas direcciones por la Península. Se recorren leguas enteras sin encontrar un árbol, y sólo al rededor de algunas aldeas se ven egidos con alguna que otra vegetación.
Parece que esta antipatía de los cultivadores por los árboles proviene de la idea, muy esparcida entre ellos, de que las ramas servirían de albergue á muchos pájaros, que devorarían parte de las cosechas; y desde luégo en España son considerados los gorriones como perjudiciales, y en tal concepto muy perseguidos ; al contrario de las golondrinas que por todas partes se desean y respetan como mensajeros de felicidad. De esta ausencia de árboles resulta necesariamente una gran escacez de leña y carbón. Esta carestía y otras razones aerícolas despertaron, hace como 100 años, la atención del Gobierno, y bajo el reinado del Rey Carlos III, una Ordenanza del Consejo de Castilla, sancionada por leyes penales, mandaba á cada habitante de los campos sembrar por lo menos 5 árboles. Pero la creencia de que los árboles atraen las aves destructoras de los granos, prevaleció; se sembraba poco v m al; lo que sobrevivía era cortado por los transeúntes, y la desnudez actual de las llanuras demuestra la poca observancia en que se tu* vo la Real Ordenanza.
Si como se cree hoy, las aves en lugar de ser perjudiciales á la Agricultura, le prestan más servicios, librándola de insectos destructores; cuán deplorable resulta, que haya bastado un prejuicio para despojar, durante siglos, á vastas extensiones de territorio, de árboles, de sombras, y por consiguiente de parte considerable de la humedad, elemento Un necesario á la germinación y feracidad de los enmpos.
4 |u in iic a
MKDIO DE VERIFICAR LA PUREZA DE LOS AIX'OHOLEtf
Las bebidas alcohólicas que se expenden encierran, como se sabe, diversos sustancias toxicas y sobre todo alcoholes llamados superiores, que ejercen una acción nociva en el organismo. El solo análisis químico no puede revelar la calidad de un alcohol. Por ello, el doctor CoitVer propone un medio que está al alcance de todos y que no exige análisis.
Se coloca en un platillo una cantidad 20 gramos) del alcohol que se quiera examinar, se enciende y se observan los fenómenos que se presenten durante la combustión.
El alcohol rectificado puro, el alcohol etílico tipo, arde con una llama azul pálido uniforme, sin humo, con un olor suave y sin dejar ningún residuo. AI contrario, los malos alcoholes, «os éteres, las sustin-, eias oleosas mezclados, arden con uno llama amarilla. Además todas las escencias, ácidos grasos, alcoholes de grano, de remolacha ó de patotas despiden humo y dejan un de pósito negro en la dirección de la llama. El olor es también característico. -Desde el momento, pués, dice el doctor Coiffler. que el alcohol examinado ofrezca la llama amarilla, humo, olor acre, puede asegurarse que está adulterado.»
Temo, sin embargo, que siempre veamos llama amarilla. desde luégo que en el comercio no se encuentra alcohol puro. Los fenómenos acusarán la existencia de materias tóxicas pero nada indicarán con respectoá su cantidad y proporción......... y habrá que recurrir-se al análisis químico.
No importa. Deseo ardientemente que el procedimiento demuestre á las claras el peligro de las bebidas alcohólicas y nos libre de un azote peor que la peste v a) que, si no se le pone remedio, conducirá infaliblemente al fln del mundo.
Henri de Parville.
I.a* m o n ta d a *Las montañas más elevadas disminuyen sensible
mente de altura. Durante mucho tiempo se indagó la causa de este fenómeno, observado repetidas veces en los Pirineos y en los Alpes. Hoy, gracias á observaciones científicas, se conoce la clave del misterio: los hundimientos que se producen en la cima.
El 25 de septiembre último, un miembro de la sociedad astronómica pudo observar el hecho en el Ober- land bernés. Aouei día, hacia las 5 de la tarde, las poblaciones de Mlirren, Stechelberg v otras localidar des del valle de Canterbrünnen, en Suiza, fueron sorprendidas por un fuerte crujido, que se creyó fuese de algún temblor.
Poco á poco, una nube de polvo de una intensidad tal que interceptaba la luz del sol sucedió al ruido. Era ocasionado por un formidable desprendimiento de rocas sobre las vertientes del Schwaz -Moench, contrafuerte de la Jungfrau. Una masa espantosa de moles y piedras de todas dimensiones se había desprendido de la cima, saltando de falda en falda nosta caer á cien metros cerca de la aldehuela de la Matte.
Aquella masa arrastró á su paso una selva de abetos; los árboles precipitados al fondo del valle forman actualmente un inextricable laberinto de ramas y troncos rotos ó enredados entre las piedras.
Según el observador, son de temer análogos hundimientos en breves días; opina que la Jungfrau ¿»stá seriamente amenazada y aún llamada á desaparecer, como ha acontecido con otros picos antes muy nombrados.
Ch. Mantillón.
EI, COJO ILUSTRADO 813
S U E L T O S E D I T O R I A L E S
S e ñ o r d o c t o r O le g a r io J . M e iie se s .Otra muerte dolorosa tienen que lamentar hoy la sociedad y la patria: la del señor doctor don O l e g a r io J . M e n e s e s . De los primeros ingenieros de la República, por su cátedra desfiló una legión de discípulos, que al respeto y la gratitud que en vida guardaron al sabio y severo maestro, unen hoy un recuerdo cariñoso á su memoria. Benefactor constante de todos los que sufrieron dolorosos embates, siempre se le vio colaborando decididamente en todas las obras filantrópicas que ha organizado la sociedad en auxilio de los desvalidos: el Asilo de los huérfanos como el délos elefanciacos, tuvieron en él asiduo protector. Ciudadano laborioso y honrado, fue su conducta ajustada «1 los dictados de una conciencia recta y serena, á la norma de las leyes y á los deberes que le impuso su condición de hombre público y social. En pocos como en él fijó la adversidad su saña inclemente, sin que lograra turbar aquel ánimo invencible por el propio ni por el ajeno sufrimiento. Fue orgullo para la familia, sostén de los infortunados, cumplido en sociedad, digno para la patria v honra para el profesorado. Sus deudos lloran la desaparición de M en e s e s . Nosotros tomamos parte en ese dolor.
(/ l ie n to s i lu s t ru d o s . Llamamos atención de nuestros lectores acerca de la serie de cuentos ¡lustrados que empezamos á publicar hoy y de que es autor el brillante literato señor don Nilo María Fabra.
A lejandro Dum as, hijo.—El 30 delmes último, en prensa ya el presente número, trasmitió el cable la nueva de la muerte de Dumas, hijo.
Prohíbe el novelista y dramaturgo honores oficiales y discursos en sus funerales, cláusula testamentaria acorde con el carácter tradicional de la familia Dumas, por la rama paterna, desde el famoso general á quien Bonaparte calificara el Horacio Coeles del Tirol.
Dumas hijo muere á 'los setenta y un años de edad ; reconocido por su padre á los dos primeros lustros, ingresó en el Colegio de M. Hé* non y allí se reveló abiertamente la condición intelectual del heredero del gran novelista y admirable escritor. Teniendo por ejemplos los incidentes y las aventuras de su progenitor, encontróse á los veinte años deudor de 50.000 francos: esto determinó su carrera literaria. En la necesidad de saldar aquellas deudas, escribió algunos folletos dramáticos y de poesía, que no le dieron el resultado apetecido; fué á España y Africa en compañía de Dumas padre y á su regreso decidió de su porvenir y su reputación la novela Aventuras de cuatro mujeres y un loro. Notó, sinembargo, la crítica en aquel libro la pasmosa inventiva del padre y hubo el hijo de dar nuevo rumbo á su ingenio, llevado por el indomable orgullo de su raza. La dama de las ca
melias, llevada á la escena, le consagró para siempre grande é ilustre en el estrado literario y artístico de 1.» Francia y del mundo.
Extensa sería la relación siquiera de las obras de aquel ingenio fecundo: literato, periodista, novelador, dramaturgo, poeta, miembro de la Academia Francesa por muerte de Lebrun, compañero de los más distinguidos escritores que hicieron grande y perdurable la gloria de su patria, amigo de Alfonso Karr, de (iirardiny de Sue en los ruidosos procesos intelectuales de la última mitad del siglo, eminente entre las eminencias de la Francia, muere cuando el mundo ha sancionado la grandeza de su fama, dejando ya libre de zozobras al pueblo que su heroico abuelo defendió en días memorables y que su padre ilustró en la prensa, en el libro y en la escena.
( io n z n lo P i r ó n l 'V b r c s , Kl último co rreo de la quincena anterior nos ha traído dos obras literarias de este joven escritor: una novela, Y a es h o r a ! que hemos empezado á leer y una colección tle sus nuevas poesías, Claveles encarnados y amarillos, amitos libros editados en Curasao.
Damos las gracias al ¡oven escritor por el obsequio de estos libros.
N U E S T R O S ( ¡ R A M A D O S
«le ( .un ,) 11 nal*ii respeta lile amigo nuestro nos ha remitido las
fotografías de donde copiamos las vistas de Ctuayanu para este número. Sobre el Amacuro está construido el edificio del despacho dr la Comisaría general venezolana : á su vista acompañan las del miente y muelle de la estación, así como las de embarcado- nes ribereñas que hacen el servicio oficial. Otro grabado representa <*1 cuartel y soldados de la guarnición que tiene allí establecida el gobierno de Venezuela; un grupo de habitantes c indígenas pobladores de la región del Cuyunf y el edificio de la estación inglesa.
l ,o « e m i t i r o sLynch tituló el suyo Los perfumen y en aquella
avenida del verjel quiso concentrar cuanto tiene de riente y consolador el afán de la vida: la blanca soñadora sal»e el camino de los templos de su tierna fe; sa)>e que también en aquellas alegres corolas hay susurros de esperanzas y viene A pedir A Céfiro sus secretos, en sonrosada mañana de primavera: es un cuadro de ensueños, en el que revolotean amores y quimeras A la luz de los primen* celajes.
Cuánto tarda! piensa la enamorada de Saintin y ya eu s u postro BWfaUMÓHeO van dibujándose las inquietudes de su espíritu: imposiciones del deber social que no puede confundir en sí el pecho de la am ada! El baile, los amigos, acaso otra cita en la que por un momento posa el vuelo el geniecillo caprichoso, para torturar dos almas..... Cuánto sueñotriste y desesperante en wjuel minuto de impaciencia!
Fausto Zonaro concibió una leyenda de los dulces tiempos de la (¿recia floral, que ha pasado A los días pascuales: A la hora que recuerda el advenimiento del Salvador, nada tan sencillo y puro como esa conmemoración oue sale de un pecho de virgen, entre anchas hojas ae cueurbitAceas, llevando apretado al seno el fruto tradicional, el “ cabello de Angel ” providente de los modestos festines de Navidad.
Otro cuadro copiado de las escenas de estos día* é inspirado en la epopeya cristiana es el de Leeomte Du-Nouy: agrupados sobre la azotea, A los fulgores de la noche serena, aguardan los cándidos aldeanos la aparición de la primera estrella precursora de nuevos días: también la aguardaban con fervor inefable los sencillos moradores beethlemitas, cuando apareció para señalar al Oriente la senda que llevaba A la cuna de la Redención.
El cuadro Instinto maternal es la expresión inevitable de la poderosa Naturaleza; la madre del porvenir, la providencia solícita de la niñez, se esboza en esa pequeñuela que acaricia y duerme sus muñecas, con igual ternura A la que puso su propia madre arrullando al niño que descansa en la cuna.
I t r l r n l oAl señor don León Lameda hemos encargado los
apuntes biográficos que acompañan, el retrato del señor doctor J u a n V i c e n t e G o n z á l e z D e l g a d o , ex-Presidente de la República, magistrado íntegro, circunspecto y correctísimo, y modelo de ciudadano.
H a r n e a i l ioPlana abierta A las brisas del lago es la plaza Bo
lívar de la capital zuliana: plantas de los trópicos, la flora potente del mediodía ostenta en ella su lujo de colores, en competencia con el alarde de bullicio enardecedor, con los ofuscantes resplandores de la ensenada que sirve de puerto apacible A la señora de Occidente, adonde van A morir, extenuados en la brega, los oleajes fragorosos que hincha la Barra.
T u r m e r oEn el número anterior reprodujimos una vista de
la alameda de esta antigua capital de cantón, edificada A las faldas de la serranía costanera y hablamos de la caprichosa arquitectura de su templo, cuya fotografía copiamos hoy.
<01 1 m o t i v o «Ir p a s c u a sAbundan en estos días, en nuestro pueblo, las es
cenas que reproducimos en la» vistas de un canto de aguinaldos en una casa campestre y una fiesta de Navidad en Mariara. Son días de recuerdos para el hogar, de alearías que pocas veces vuelven con la franca expasion que tuvieron en la infancia; horas en que solo la memoria se ocupa de episodios tiernos y se oye ya muy lejos la música doliente de las mañanas de festivales religiosos y apenas se ven borrosas las huellas dt; nuestros pasos de antaño, camino del jolgorio Inocente.
l , o s A m l e sDesde la serranía de Mérida se desprende, buscan
do la hoya del lago de Maracaibo, el río Escalante, recorriendo un trayecto de 22S kilómetros, atravesando villas y plantaciones de cacao y caña de azúcar, basta su desembocadura en laa mtigenaa nteridio- nales del Layo. La vista que damos es de un paisaje do este río.
VI l i s i e n
Engalana esta sección un paso-doble, “ Pichincha,” cuyo autor es el sefior Pedro José Rojas.
Publicamos A continuación la carta que con fecha de Enero 23 de 1S1M, nos dirige el reputado Doctor Don A. Osorio, de Rubio, Venezuela.Señaren Scott y Boume.
La Emulsión que ustedes preparan como producto de laboratorio es excelente; la mezcla de los ñipo fósil tos con el aceito de bacalao es íntima y permanente, sin que el tiempo logre siquiera producir sedimento alguno. Respecto de su valor terapéutico, es innecesario hacer recomendaciones, ya que son tan conocidas como importantes las aplicaciones médicas de los agentes terapéuticos que componen dicha “ Emulsión de Scott.” Asociadas estas sustancias tienen mayor interés todavía, pues que son numerosos los casos en que está indicado el uso simuItAneo de los hipofosfltos v el aceite de hígado de bacalao. Someramente les dire que modifica la Tisis ventajosamente, cura la Escrófula sobre todo en sus primeros períodos y triunfa casi siempre del Raquitismo. En gnu-ral coimVne *n todos !<»•> casos de debilitamiento orgánico ó decadencia de ftierzas, ya por defectuosa constitución ó por causa de enfermedades.
Autorizándoles para hacer de este informe el uso que les convenga, me suscribo
Atto. 8 8 .,D o c t o r A. O s o r io N.
UNA PRUEBA.—Cuando se ha visto una sola vez, la acción benéfica de la Créme Simón
contra el Ardor del Sol, las Rogeces y las Picaduras tle Mosquitos, se comprende que no haya Cold-Cream más bueno para la Toilette Diaria de la cara y de las manos.— Los Polvos tle arroz y el Jabón Simón completan estos felices efectos y dan al Rostro, Blancura y Afelpado maravillosos.
Evítense las falsificaciones, exigiéndose la firma : J. SIMON, 13 rué Grande Bateliére parís.
De venia en todas las buenas farmacias, bazares y sederías del mundo entero.
C A N T O D E B O D A SPOR
E N R I Q U E C R E V I L L E
VERSIÓN CASTELLANAD .
P E D R O S A. N O H E Z - M A R I KT DOCTOR KN FILOSOFIA V LBTHA»
Sonó la puerta y Tom se precipitó ladrando. Albina levantó los ojos ; no podía ser Juana porque apenas acababan de dar las cuatro. Al sentir pasosde hombre sobre la arena, tuvo miedo....... ¿si seríaArmor? No lardó en ver con asombro á Lorenzo, que venia guiado por el perro.
— ¡ Usled!—exclamó levantándose sorprendida.Su labor había caldo al suelo y el joven la recogió
antes de responder.— Yo mismo—contestó por fin ;—¿cómo está us
ted, seflora ?Había traído una silla, Albina volvió á sentarse y
ambos se miraron.— Veo con profunda satisfacción que se encuentia
usted buena, á juzgar por el tinle sonrosado de sus mejillas.
Ella sonrió ligeiamente.—¿De dónde cae usted, del cielo ?—le dijo.—No, del Havre— respondió sonriendo á su vez.
He estado estudiando ciertos procedimientos fabriles é industriales en una gran fábrica, con los cuales hay medios de hacer una buena fortuna con poco capital. Esta maflana, viendo el tiempo tan hermoso, me
814 EL COJO ILUSTRADO- .....11- - — - T- -7 .7. '
propuse pasar el día á mi gusto, y he venido....... áver si Desroches habia llegado ya.
—Todavía no— repuso Albina.-*-¿ Ha estado usted en su casa ?
— De alli vengo, donde he encontrado á Magdalena muy ocupada en enseflar á dos mujeres del país el modo de limpiar con greda los cristales. Después he venido á ver á usted.
—¿ Se quedará usled á comer con nosotros ?—Si hace usted el favor de ofrecerme hospi
talidad.......Maflana temprano á las seis me vuelvo ála fábrica, donde pienso pasar gran parte del verano.
—¿Tiene usted habitación?—No, Desroches me ha dicho que me acueste en
su casa cuando quiera; no faltará algún sofá.—Se le preparará á usted cama—dijo Albina.En aquel momento se presentó Juana que venia
del Colegio, y al reconocer al jovén fué á darle un beso.
—Vele á decir á Coco que prepare una cama para el seflor Pontet, cn casa de Desroches— dijo Albina.
Juana respondió con un signo de cabeza, dejó el cartapacio, y echó á correr seguida de Tom.
—Por lo visto se encuentra usted bien aquí—dijo Lorenzo.
— ¡ Oh, s i !De repente, acordándose que se hallaba sola con
el hombre que la amaba, se ruborizó ; el joven tuvo una vaga intención de lo que ella sentía, y también se puso colorado.
—Vive usted en familia con estas dos señoritas... eso la producirá ciertas molestias.
—¡ No por cierto— replicó vivamente Albina;— son ambas prudentísimas.
Reinaba un profundo silencio en el jardín y en sus alrededores.
Lorenzo se abandodó á la deliciosa embriaguez que le ofrecía aquel reposo y la presencia de la mujer que amaba. ¡ Son tan raras en la vida estas horas, que no se debe rehusar su encanto á los desgraciados !
Albina pensaba vagamente en mil lejanas cosas que flotaban en tomo suyo como los insectos de aquella tarde serena y tranquila: recuerdos de la juventud, de la infancia, el color de un vestido que tuvo, un jardín que vio un día al pasar por un camino, esmaltado de bellísimas flores cuyo aroma parecía perseguirla por todas partes.
Miró á la tapia del chalet, tapizada de embalsa-madoras madreselvas....... ; Cuán lejos estaba aqueljardín! y, sin embargo, hubiera podido designar el sitio de cada flor....... Sentía sus miembros como entorpecidos por el sueflo....... hizo un moviente cual siquisiera librarse de aquella dulce modorra y continuó cosiendo.
—¿ Y Desroches, está bien ?—preguntó.Lorenzo se estremeció como el que despierta so
bresaltado.— Muy bien; es decir, al menos lo estaba cuando
me separé de él.Volvieron á quedarse en silencio; pero Albina co
sía de prisa y el ruido seco de la aguja en la tela rompía el misterio de aquella entrevista al aire libre bajo un espléndido cielo azul.
Se oyó un ruido de voces á lo largo del jardín ; eran Juana y Magdalena que venían.
— Ya está todo hecho—dijo la ñifla.—Tiene usted una herniosa cama en la habitación verde, caballero, Coco misma la ha arreglado ayudada por mí. ¡Verdad que las asistentas tenían las manos muy sucias I
Todos se echaron á reir; Magdalena se habla ruborizado.
—Gracias, señoritas—dijo con gravedad Pontet.—Y además, maflana por la maflana á las cinco,
le despe liarán á usted y le liarán café; cuando se haya usted marchado, Coco irá á recoger la llave y á ver si todo está bien ordenado; ¿no es verdad, Coco?
—Voy á ver qué nos tienen preparado para la comida—dijo la joven evadiéndose.
Desapareció por la esquina de la casa escoltada por Juana y Tom.
— ¡Qué excelente muchaca es Magdalena!—dijo Albina sonriendo.
—¿ La quiere á usted mucho, eh ?—preguntó Lorenzo con interés.
—¡ Ah, ya lo creo, y yo á ella!—No he conocido señorita más excelente. Cuando vine aquí no tenl? gusto para nada, además estaba algo mala.......
-La mirada del joven llena de lástima se fijó en
Albina; Desroches le habla contado todo, y desde entonces la amaba más.
—Ella ha tomado la dirección de la casa—continuó Albina—y nunca ha habido en mi casa tanto orden ni tanta economía. Cuida á Juana como una madre cariñosa, y, en medio de tantas ocupaciones, todavía encuentra tiempo para bañar á Tom.
— Me alegro—dijo Lorenzo— que le sea útil.......¡ Los hombres no sirven para nada !
Este pensamiento, profundamente filosófico, hizo reir á ambos, después de lo cual se pusieron á conversar sobre cosas de París. A eso de las seis Albina subió á su habitación, dejando á Pontet en libertad de dar un paseo antes de comer/
Lorenzo se fué hasta la capilla que corona el promontorio, y una vez allí, sentóse sobre la olorosa hierba para gustar á sus anchas del hermoso panorama que ante sus ojos se extendía. Pero su espíritu, arrullado por el movimiento de lasólas, abandonó el mnndo exterior para reconcentrar su pensamiento en lo que acababa de dejar.
¿Por qué había venido? Después de seis semanas de ausencia no habla podido estar más tiempo sin ver á Albina, ¡ hé aquí la verdad! Profundizando bien la cuestión, pudo apercibirse de que aceptó ir al Havre para estar más cerca del Etretat.
Ni tuvo la paciencia de aguardar, como otros años, á que llegada la estación oportuna, Desroches le invitase á pasar en su compañia las vacaciones; sino que salió de París al mismo tiempoqueella.no teniendo ya razón de ser su permanencia en la capital.
Notó que su amistad habla hecho extraños progresos á partir de aquel momento. ¿ Reconocía esto por causa él verla más alejada de su marido ? ¿ Qué era, pues, esta amistad ? Un engaño, una mentira, un hábil subterfugio, por medio del cual habla disfrazado ante todos y ante si mismo también......¿qué?........
En su conciencia de hombre honrado, se operó un gran movimiento que le trastornó por completo.
El velo que durante tanto tiempo tuvo voluntariamente ante sus ojos se rasgó, y pudo ver con tanta claridad como bajo sus pies veía el mar, su amor por Albina, antiguo, iuerte y apasionado, mirándole con suplicantes ojos en demanda de perdón.
—i Ah !—exclamó con indecible expresión de amargura—¡ es preciso no volver á verla!
Apoyó su cabeza entre las manos y comenzó á examinar los sentimientos de su alma; ¿era verdaderamente culpable? ¿ Era un crimen amar sin (pie ella lo supiese á una mujer que en realidad á nadie pertenecía? ¿A quién causaba daño, sino á sí mismo? Amaba su mal; ¿ pero era en realidad un mal ? Durante algunos años, este amor le habia sostenido yennoblecido.......Recordaba mil circunstanciasen quela pregunta: “ ¿ Qué pensaría la esposa de Armor?” le habla inclinado hacia la resolución más generosay más heroica....... ¿Debía arrancar de su vida todoesto ? ¿ Qué le quedarla entonces ?
Sonó la hora en el reloj d(¡ la ciudad; Lorenzo volvió lentamente hacia el chalet; todo le parecía haber cambiado. El val. poco ha tan alegre, tan lleno de luz, antojábasele triste y sombrío. Al llegar á la puerta hizo un movimiento como para librarse de su fastidio; sobre todo, no debía dejar traslucir nada á la mujer de Armor, ante la cual se presentó con un aspecto tranquilo, ya que no alegre.
La mesa estaba preparada en un lindo comedor, cuyas ventanas daban ai castillo de Etretat; su singular construcción mostrábase á los rayos del sol poniente, con su vestidura de hiedra, presentando un aspecto regocijador. Juana, abriendo sus grandes ojos, lo admiraba con cierto respeto ; á cada bocado dirigía una mirada hacia la ventana. El blanco mantel y la reluciente vajilla prestaban al interior del cuaito cierta alegría, completada por dos jarrones con flores silvestres, colocados sobre un artístico ¿parador de roble.
Lo más lindo que habia en el comedor eran las tres figuras femeninas: Juana, con su fisonomía original é inteligente, vestida de rosa pálido ; Magdalena, embellecida de pronto por no se sabe qué encanto misterioso,con un traje negro salpicado de blancas flo- recillas: y Albina, envuelta en su sencillo traje color lila, que daba á su tez una frescura encantadora. Formaban un grupo delicicso para la vista, y sus semblantes, animados por la gracia y la bondad, regocijaban el corazón.
Lorenzo no pudo guardar la severa inflexibilidad de sus pensamientos á presencia de aquel encanto femenino ; henchíase poco á poco su corazón en medio de las carcajadas, de las bromas inofensivas y de
la exquisita dulzura de aquella original reunión, en que tres mujeres, completamente extrañas las unas á las otras, presentaban la imagen más perfecta de la familia. Él también era un extraño, acogido como hermano....... ¡ Qué buena era Albina !
La comida terminó en medio de una atmósfera de paz y de alegría que hicieron reposar el espíritu de Lorenzo, abatido con los sentimientos que habla experimentado en el muelle; Magdalena, sobre todo, estaba extraordinaria : un inagotable manantial de ideas y de palabras brotaba de ella á la menor cosa, descubriéndose en el fondo de su conversación cierta ternura que le daban un encanto imprevisto.
Juana la miraba extasiada, olvidándose de contemplar su adorado castillo. De repente exclamó;
—¿Pero qué tienes hoy, Coco? ¡Nunca te he visto asi!
Magdalena se puso encendida como la grana y bajó los ojos. Albina habia reprimido un espontáneo movimiento de reproche hacia Juana, consternada por el resultado de su observación ; Lorenzo, después de haber vuelto rápidamente la cabeza para mirar á Magdalena, viéndola confusa, puso su mirada en la ventana... ¡ Es tan cómodo tener á mano una ventana para disimular un movimiento embarazoso!
—Coco—comenzó Juana con tono lastimero........— ; No la des más ese ridículo nombre!— dijo Al
bina impacientada;—¡ya no es tan ñifla ¡llámala Magdalena.
La joven dirigió á su amiga una mirada de agradecimiento, mientras Juana se preguntaba interiormente cuál seria el motivo de cambio tan brusco. Terminada la comida se levantaron para ir al jardín, más delicioso todavía á esas horas.
Languidecía la conversación, interrumpida por frecuentes silencios. Juana, fatigada, se habla sentado en un taburete, reclinando la cabeza sobre las rodillas de Albina; Magdalena daba órdenes en el interior de la casa, viniendo de cuando en cuando á sentarse junto á sus amigas para marcharse muy luégo, como si se hubiera olvidado de alguna cosa.
Las sombras de la noche descendían poco á poco, invadiendo primero las grandes masas de árboles ó de tierra, y después las praderas; sólo las calles estaban alumbradas ; el sereno cielo adquiría un color verdoso hacia el extremo del mar, y las estrellas despedían misteriosos fulgores; reinaba gran calma, no interrumpida por el menor soplo de viento.
—Tengo que marcharme— había dicho dos veces Lorenzo, sin decidirse á elio.
Dieron las ánimas, y el sereno eco se esparció por el valle, pasando sobre las colinas para ir á lo lejos á turbar el silencio de las llanuras. Cuando el aire, agitados por los sonidos, se -hubo calmado como la supeilicie de un lago inquieto un instante, Magdalena apareció junto á Lorenzo, casi invisible en la creciente oscuridad, á no ser por los puntos blancos de su vestido.
—Ven á acostarte, Juana—le dijo. La ñifla se levantó, apartando de sus ojos los cabellos que la calan en desorden; besó á Albina y presentó la frente al joven.
— Buenas noches— dijo Magdalena dando un paso para marcharse.
—¿ No vas á volver?—preguntó Albina.—No....... tengo que hacer muchas cosas toda
vía....... Buenas noches, caballero.— Buenas noches, señorita.Las siluetas de las dos desaparecieron entre las
tinieblas.— Me voy—dijo Lorenzo por tercera vez. Para pro
nunciar estas palabras tuvo necesidad de hacer un esfuerzo supremo.
—¿Y a?—dijo Albina sin moverse. Aún no es tarde.—Ella pensaba en este momento que aquel joven la amaba y que hacia mucho tiempo que en su vida monótona no habia tenido un día tan brillante,tan delicioso como aquel.......Sin causar daflo alguno,¿ no podía detenerle un poco, instarle á que volviese, infundirle ánimo ?....... ¡ Por tan poca cosa!.........Además, Desroches le habla dicho que no tendría nadaque temer....... y puesto que Lorenzo la amaba, seconsideraba dichosa con el menor acto de benevolencia.......¿Tenia esto algo de malo} No, ciertamente.
—Tengo que marcharme....... Maflana salgo muytemprano.......Sin embargo, permanecía en pie delante de ella, que no decía nada, deteniéndole, por el hecho mismo de permanecer inmóvil, con una coquetería casi involuntaria; Lorenzo sintió un gran calor en su pecho cual si un fuego latente durante
EL COJO ILUSTRADO 815
mucho tiempo, acabase de estallar con violencia.—Le acompañaré á usted hasta la verja—dijo Al
bina y cuando usted haya salido, la cenaré.Ambos descendieron por el estrecho sendero donde
sus vestidos se rozaban; los árboles parecían completamente negras bajo el cielo todavía claro, y la hierba despedía agradabilísimo aroma. 1.a voz de Lorenzo dejóse sentir dulce y tierna.
—F.ste dia lia sido delicioso—dijo;— uno de losmejores de mi vida....... Se lo debo á usted.........Seencuentra usted aquí sola....... ¿No hay nada en quepueda servirla ?
— —Jij ° Albina moviendo la cabeza.Quisiera poder ser útil á usted... No permane
cer completamente extraño, ya que es usted tan bondadosa para conmigo.
— No me es usted extraño—dijo lentamente la joven ;—W e mucho tiempo que su amistad se agita en torno mío, siéndome muy grata.
—Gracias—dijo muy liajo lorenzo. Habían llegado i la verja. Albina halló dificultad en abrir la puerta, por lo cual hizolo Lorenzo.
—i Volverá usted pronto?—dijo Albina.—¡ Cuando usted quiera!—respondió el joven muy
conmovido.—Entonces cuando usted quieta—repitió Albina
sonriendo.—Buenas noches.—Buenas noches.La verja se cerró produciendo un crujido seco:
Lorenzo hubiera permanecido alli mirando á Albina retirarse, pero como ella no se movía de aquel sitio, emprendió su camino volviendo á cada instante la cabeza hasta que al cabo de un momento percibió el vestido claro de su adorada que subía hacia el chalet.
—; Dios mío, cuánto la amo!—dijo deteniéndose, poique el violento latido de su corazón le ahogaba.— ¡ Es tan buena....... tan afectuosa!........
El horror de esta pasión |«u una mujer casada, intentó abrirse pasó en medio de la ini|ieliiosidad de sus sentimientos : pero lo rechazó diciendo:
—Mas tarde, más tarde pensaré, sufriré y lucharé..........\hora no puedo....... la adoro.
t na vez llegado á casa de 1V>um Im■>. rnlró. m- celidió un bujía y subió la escalera que conocía |vil- mo á palmo. La puerta de su cuarto estaba abierta, y por ella salía un delicioso anima que le agradó tanto más. cuanto era para él una sorpresa : al dejar la bujía sobre la cómoda, vio una inasiniliea rusa > •>- locada en un vaso de agua.
Ln libro nuevo se hallaba cerca sosteniendo en cima nn precioso cuchillo |iant corlar |ia|K'l: sobre el tocador había preciosas toallas I muladas. las mejores de la ropa blanca de Desroches, v una pastilla de futisimo ¡aitón, sin estrenar, deiuostruba uua solicitud á la cual no estaba acostumbrado.
— Magdalena es la que lo ha arreglado todo ; qué gentil es ! ......y estaba linda esta la ule.
—Su intimidad con Desroches habíale proporcionado siempre ocasión de tratar muy de cerca a la ¡oven, por quien sentía verdadero carino, sin darle importancia alguna. Pronto comprendió que la esposa de Armor debía haberse ocupado mucho de Magdalena, pues en ocasiones ambas tenían los mismos gestos é idénticas inflexiones de voz, como personas que se aman y que viven estrechamente unidas. El lindo cuadro de los tres rostros reunidos se reprodujo en su pensamiento.
—Nadie comprenderá jamás el bien que esta mujer derrama á manos llenas—se dijo.
Vuelto á su única preocupación, trató de dirigirserebroches, demostrándose' su propia inmoralidad.....¡Trabajo perdido ! su fantasía se negó absolutamente á representarle otra cosa que no fuera la imagen de la mujer querida, bajando por el sendero junto á él, más bien adivinada que vista entre las sombras bajo los corpulentos árboles. Durmióse al calió mecido blandamente |Kir un suefio indeciso, en que flotaban rizadas olas azules que semejaban caprichosamente la figura de Albina.
XXIXAl entrar en el chalet, la esposa de Armor no se
había detenido á largas reflexiones; cierta pereza intelectual le impedía profundizar sus impresiones; pasó un agradable día; sabía que no seria el último y no ¡lia más allá. Del mismo modo que Lorenzo había desechado toda preocupación enemiga, ella dejaba para mejor ocasión el examen de los por qués. La lám- |iara ardía en su habitación del piso primero, al que profesaba gran carillo por haberle habitado en compañía de su Juanito; al franquear el umbral fue alcanzada por Magdalena.
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816 EL COJO ILUSTRADO
— ¿ No te has acostado ?— dijo Albina distraídamente.
—No, estaba esperando á usted por si tenía que disponer algo para maflana.
— No creo.......Ambas estaban muy cerca de la lámpara ; Albina
levantó los ojos hacia el rostro de su joven amiga y una ¡dea singular surgió en su mente á la vista de aquel rostro transfigurado de pronto.
—¿ Te has divertido mucho hoy con las dos mujeres en casa de tu tío ?
Magdalena se sonrojó y sus ojos revelaron una tímida alegría.
—Ocurrió un incidente muy gracioso—contestó;— cuando más engolfada estaba en mis faenas, manchada de yeso por todas partes, pues lo tenía hasta en los cabellos y en los ojos, llegó el señor Pontet sin que nadie le oyese. Las mujeres se asustaron tanto, que bien creí iban á dar la voz de “ ¡Ladrones!" Entonces nos reímos mucho.
Albina la miraba con atención, mientras todo un mundo de ideas confusas giraba en su cerebro.
—¿ Pusiste todo lo necesario al arreglar su habitación ?
—¡ Oh! Si....... con Juana........ Espero que no faltenada.
Magdalena permaneció con los ojos bajos, dibujándose en sus mejillas una rosada auréola y en su boca una sonrisa que iba y venia como el rayo del sol á través de las hojas de una sombría alameda.
—Dime, Magdalena, ¿quieres mucho á Lorenzo Pontet ?
—¡ Oh ! sí.Este grito ahogado se escapó de los labios entrea
biertos, y Magdalena rodeó con sus brazos el cuello de Albina, ocultando su rostro en el seno de ésta, mientras lanzaba un profundo suspiro.
—¡ Hija mía!—dijo la joven muy conmovida, abrazándola estrechamente.
Una duda formidable surgió de repente entre ambas.
—¿ Y él ?—afladió con severa entonación.—¿ El ? ¡ Ah! creo que no se cuida para nada de
mi....... ¡Soy tan fea!......... ¡ En el fondo, por másque se haga, seré siempre Coco !
En sus anegados ojos, en sus labios suplicantes, había una indecible bondad, una tristeza resignada que inspiraba ternura.
— ¡ Hija m ía!—repitió Albina—¡ pobre Coco !.....¡ Pero yo te quiero precisamente porque eres Coco, y si te conocieran como yo !.......
Dirigió una mirada por toda la habitación ; hacía algunos aflos que la cuna de Juan había desaparecido, pero para ella Juan estaba siempre allí.
—Tienes ese nombre porque te lo puso Juan ; por lo demás eres linda, Magdalena.
—¿Y o?—exclamó con incredulidad.— Mírate. •El espejo reflejó sus dos imágenes tan desemejan
tes : la una rubia y blanca ; la otra morena y amarillenta.
—¡Y a ves que eres linda! ¡No seas vanidosa, Coco, porque 110 te querré!
Ambas reían con una risa próxima al llanto, y Albina enjugó los ojos de su amiga.
— Vete á la cama y no suenes con nada. Las señoritas bien educadas nunca se forjan ilusiones.— La despidió con un beso, y después de cerrar la puerta se volvió al balcón. La noche estaba sombría y calurosa; ligeras nubes, semejantes á trozos de tul negro, ocultaban de cuando en cuando el resplandor de las estrellas; las madreselvas y las rosas, perfumaban el ambiente con su delicado aroma. Albina recordó como Félix había saltado un día por aquel balcón, y todas las debilidades, todas las contemplaciones de las últimas horas se desvanecieron ante la realidad de la existencia del marido.
—¡ Que oficio tan feo he desempeñado hoy!— pensó;—trataré de ver mañana más claro.
Al día siguiente por la mañana, Albina vio con toda claridad; su alma, enemiga por naturaleza de los subterfugios, le había indicado la solución de la dificultad: escribió á Desroches interesándole para que no retrasase su llegada, y, ocho días después, su antiguo amigo se presentó en el chalet.
— Espero— le dijo—que devolverá usted á Magdalena, pues declaro que me es imposible vivir más tiempo sin ella.
—Sin embargo, cuando se case, tendrá usted que acostumbrarse á vivir sin ella—replicó Albina.
—¡Casarse Coco! En fin ¿por qué no ? Eso me
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EL COJO ILUSTRADO 817
parece chocante á primera vista, pero verdadeva-m«nte no hay razón..... ¡Qué! ¿tiene usted algúnpartido para ella ?
—Tal vez ; ya nos ocuparemos de eso más tarde.—i Misteriosa IDaba vueltas alrededor de ella como si tuviera
que comunicarle algún secreto ; luégo, de repente le dijo:
— ¿ Ha tenido usted noticias de Félix ?— No..... ¿ Por qué?— Por saberlo. Podía haber escrito á usted aun
que sólo fuese por galantería.— ¿ Por qué ha de ser galante?—preguntó Al
bina.—Cuando no hay nada que decirse es preferible el silencio.
Desroches, que continuaba inquieto como acosado por alguna idea, se decidió por fin á hablar.
— Perdone usted una pregunta menos indiscreta de lo que parece. ¿ Tiene usted contrato matrimonial ?
— ; Sin duda !—¿Conoce usted las cláusulas?—Separación de bienes. ¿ No sabe usted que
dejo á Félix la cuota necesaria para completar la mitad de nuestra renta total con lo qne él posee?
Habla usted como un notario, y obra usted como una mujer de talento, lo que es usled. ¡ Vamos, tanto mejor!
—¿ Por qué ?— Porque sin la renta que usled le da, Félix.......
En una palabra, se ha comido cuanto tenia.— ¡A h !—exclamó Albina algo sorprendida.......
—Antes no era malgastador.— ¿ Cree usted eso ? ¿ Acaso un marido como el
de usted cuenta á su mujer en qué gasta el dinero ? Era económico para su casa, tal vez avaro. |iero lo hacia por tener más dinero en el bolsillo. Además... En lin, ya habrá tiempo de verlo.
—¡ Estimarla más oír hablar claro, Desroches!—Tiene usted razón. Y bien, esté usted dispuesta
á recibir uno de estos dias alguna linda sorpresa. Su fortuna de usted está á salvo: si, ahora lo recuerdo. ¡ Bien sabían los padres de usted dónde les apretaba el zapato!
—¿ Cree usted que ha contraído deudas ?—dijo Albina—sin alterarse.
—¿ Qué si lo creo ? ¡ S I ! tengo razones para creerlo......... en lin, vivir para ver...........¿ Ha vuelto poraquí mi amigo Pontet ?
En los labios de Desroches vagaba una ligera sonrisa: creía firmemente en la virtud de Albina; pero acaso hubiera querido turbar algo aquella hermosa serenidad que guardaba tan poca relación con lo que vela en otras partes.
— Ha venido y debe volver—respondió con gravedad Albina—¿su posición es bastante buena, según creo?
—No es mala ; gana cuando menos siete ú ocho mil francos, y como le salga bien el negocio que trae entre manos, será rico. ¿ Le gustan á usted las personas ricas?
—Tienen cosas muy buenas—replicó ella riendo. Cuando escriba usted á su amigo Pontet, dígale que venga. Es demasiado raro.
—; Está bien!— respondió Desroches retorciéndose el bigote.
XXXAlgunas dias más larde, Lorenzo vino á ver á su
amigo: desde su última visita á Etretat había reflexionado mucho, luchado no poco y sufrido regularmente, Su sufrimiento era menos agudo que si hubiese tenido otra educación y olio carácter. Este estoico estalla endurecido á la desgracia, y como nunca había esperado cosa alguna, nada tenia que sentir. Lo que más le alligia era reconocer su propia debilidad, bulliéndose dejado vencer por una pasión
culpable en el más amplio sentido de la palabra ; guardábase rencor á sf propio, por no haber sido bastante fuerte y listo para haber comprendido lo que experimentaba, cuando aún podía combatirlo. Albina continuó siendo para él lo que siempre habla sido : el sér encantador y puro, la mujer por excelencia.
Se presentó ante ella con tranquilidad: su secreto sólo le pertenecía á él, según creía; nunca se habla descubierto, y por consiguiente, no tenía motivo para enrojecer en su presencia. Además, hada dos días que se encontraba otro hombre. Albina le recibió con la misma calma aparente, aunque su espíritu estaba en realidad turbado, pues el sólo pensamiento de que habia deseado un instante conservarle junto á si, le inspiraba ahora al hallarse frente á él un pudor singular, del que sin embargo, Lorenzo no pudo apercibirse.
( Continuará)
i > - LA IT ANTáPMÉLIQÜi - O X
rLA LECHE ANTEFÉLICa'ó L e c h e C a n d é »
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p u ra 6 m esc)ada con a g u a , d isipa PECAS LENTEJAS. TLZ ASOLEADA
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818 EL COJO ILUSTRADO
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‘‘SALON DU MONDE FASHIONABLE”ha sitio notablemente reformado y puesto á la altura de los mejores de París, y con un personal entendido, capaz de dejar satisfecho el gusto más refinado.
En esta innovación no he omitido gasto alguno, con el único deseo de poder atender del mejor modo posible á mis numerosos favorecedores.
V he agregado entre otras cosas, un aparato antiséptico para desinfectar todos los útiles del servicio, por medio de un baño que garantiza el aseo más riguroso.
N OTA.— Como siempre, peinados de última moda, y á domicilio para señoras.
LOUIS CAZAUBON
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LA LEGITIMIDAD Y LA HIDALGUIAR E A L F A B R I C A DE C I G A R R I L L O S
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KL COJO ILUSTRADO 819
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820 EL COJO ILUSTRADO
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Indice del Tomo IV de EL COJO ILUSTRADO.-Año 1895 821
T E X T O
pAg.
A r is m e n d i H e lio . P e d r ol a INn-siu lírica en Venezuela......... 23
t lm i i o . 1 ' r n n r l i i r o d e 1».Seflor Francisco Davegno................... 34Doctores A. I’. Mom, y Oulll irmo Del
icado Palacio*.................................... 131Conoderon la metalurgia los indíge
na* de VaoMMU?.......................... 326La Colonia Tovar.................................. asi
A ln in n , J . 11.Un buen trago................ ...................... 40
% lu». D o m in g oHimno íl Hucre..............:....................... H3
In m lR . D r. O r i l l osobre el protecdonlamoy el librecam
bio..........................— ....................... 810A m a n , l e n a
En el campo de Marte....................... 4mA d m n . J u l l e t t e
Comerciantes de Sandias........... _ ...... 408A h n m d » . P r . L l s a n d r o
Kl Hombre primitivo por Lucrecio... 517 A y b a r . M. E.
Del a lg lo . ........ ...................................... 440A r r a la L a r n . V.
Ahlamos: Kl Juego................................. 476A u H o l. l i r o r g r *
Kl flltlmo fauno y la flauta de Pan. .. 516 H re c a . J . J .
Para un Album...................................... 23l a Mujer ..................... ..............„......... 327Ua aponedlo.............................................. 4asEstoy en mi casa.......................... ......„ 40AKl Sombrero........................................... mo
H u s t l l lo s . E d u a r d oIm Piel de la Justicia (autógrafo)...... ao
K o le l P e r* » * , K l r a n o rl a Mujer Veneiolana en la Apoteosis
de Huero....... ..................................... 36(.acrimonia.............................................. 106P rim avera.......... _............................. . 390HMoría de un guante........... .............. 400Loe Bailo» de Macuto.......................... 514Pablo y Virginia................ .................. * 731
B e a u p e r th u .v . J . D.('usa histórica............................... .. ...... 70
B o l ív a r , R a f a e lla* tarjetas ....................................... 264
d e B o v e l , M a r t e A n n ePreciosas ridiculas..................... . 406
B y r n e , B.A*5 re a ........................................................ 460l a Gloria......... ......... .............................. «25l a lu*..—.......................... —.................... 716
B la n c o F o m b o n a . K u f ln oKn el polo................................................ 589M edkveval............................................ 652Personal....... .................................. «...__ 736
B la n e o . K a m ó n A lfo n a oAl Mariscal Francisco Solano LApa*. 754
C a b r e r a H a lo . B.Flor de Bohemia................... - .............. 12Don Franciaco de 8. Pírea, y su recep
ción en la Academia....... ................ 162HedendOn................................... ........... 786
C a lc a A o y P a n la aDe l a "K dm engarda"......................... 119
€ r o p o T o r a l . B e m lg loHucre............... ......................................... 135
4 'a le a A o . (E d u a rd oJesús ........................ ............................... 1*7S a tanA s......................... ......................... 230
" C a r r a a r o , Maimón'*Una b le rra .......... ........ .......................... 061
C h a v e a , A n g e l P .Hrtaa. Franciaca y Simona Chambera
Vivero............................................... 200t ' l i a r i i a u t , H e n r y
Recuerdos de la Juventud................... 8064 'a lr a A o . J im / A n to n io
Qué me Importa?................................ 222Daniel........................................................ MO«iota de roclo........................................... 656
C la r ínKl ntlmero uno...................................... 358
C a r o , N . A.Un a u tó g ra fo ....................................... 387
C a a e , J u le aPuc*........................._ ............................. 407
« o l í . P e d r o E m il ioPedro César Domlnici.......................... 573
C o q u e l ln , C a d e t. l a triateza de los cómicos........ ............ 702
f a l t a R e v l l l e , L a l»l a ejecución de la ley.......................... 721
4 l a u d e l . P a u lKl cocotero «u Csllán ................... 729
L a D i r e c c ió n :Instituto Pasteur .................................. I 49Dr. Ricardo Ovidio Limardo.............. IKl nuevo aflo.......................................... 4Antonio lUiblnstein............................. 14
pAo.
Suelto* eáUorktíet,........................................1642 77 113 121 141 149 176 180
Por decoro de la Prensa... ................... 84Sr. Rafiiel Acevedo...................... ........ ISOSr. Mariano Vrrableta.......................... 134Revista de carnaval........ ...................... 149Joafl Ignacio l>u||do Procer de la Inde
pendencia ......................................... 158••Kl Tiempo” .......................................... 159Sr. Manuel Antonio Matos................... 219Oral. José <>regirlo Monadas................ 250Simón Planas .......................... . ......... 250Kzequlel Zamora.................................... 283Centenario de Monaicus....................... 305Kl Dr. Juan JoM* Mendoza.... .............. 316Dr. Rafael Cabrera Malo............ .................... .......................... 323Oral. Matías Salazar ........................ 354Andrés A. Mata.................................... 354Jlian Santos ijirmzAhal...................... 360Jockey Club........... ................................ 371Manuel A ni? caro................................ 388Correos de Venezuela........................... 423Frnnk Vlncent....................................... 442l arlos Z ap p ........................... ................ 458Dr. Carlos F. Oiiaautl.......................... 462Vlncent Kcnnett Rarrington ............. 463Kl primer libro de literatura, deudas A 510Poesía* de Ahraham I/Vpez lYnha W4Oral. Antonio Valero.. ................... smOral. Josrf5 lan ren d o Silva................... 570Jesfls M. Monsflteríoa VelAsqnex .. 572Dr. Hilario Nadal........ *....................... rv44Sofía de Peecbio............. ...................... w.sCelebración del 28 de Octubre......... 700Oabriel K. Muflo* ............. 715
Kdltorial .............................................. 787D la a R o d r ig u e s . M.
Al rededor de NApoles . 512Bocetos iniHilAchia fetiqulsnm 653
D ía s L e e n n a . M o .Contrastes l a Veje*. 544FU Cojo llurtrado................. ........... . M0Contrastes-La belleza........................... 621l a s luconformes..................................... 65515n e! Album de la Srta. M. I*......... 725COlera morbo................... ................ . 796
D a4p i ln o . D r . M a n u e lDr. Franciaco Ochoa................. ............ 610
H e lg a d o . J u l i o E .Lux et tim bra........................................ 7ÍC
D e I . l a a . P o l l l aFantasía................................................... 75Al Divino JeaOs...................................... 271la s hebillas de mi tta .......................... 551Lo Imprevisto........................................ . 738
H a n d e l . A lfo n sol a Knvldla............................................. 367Dos tres cuervos... ........... ..................... . (¡66
H a n d e t . I<eónImAgenes prolongadas.......................... 367
D o m ln ic i . A n íb a ll a conjuradón de Bruto...................... inoKlCid..................................~ ....... . 286, 284
D lea . D r. M a n u e l A n to n ioBeneficios de ls dvlllxación y del Pro
greso......................- .......................... 200Tema de tertulia.................................... 2?wPenas........................................................ 424Recuerdos de ls edad florida............. 762
D e lg a d o P a la c io s . D r. t i .Fl cultivo de la |mpa........ .................. 294
D o m ln ic i . D r . P e d r o C é a a rl*aalonea.................................................. 462Francia-Kl Museo del Louvre SalOn
Can*................................................... 576Kl Jardín del Luxemhurgo......... ........ 685"Lea Tenallles” ........ ............................... 758Museo del Louvre................................. 801
D lv e ra o aIxm matrimonios del Joven Ouy, por X. 4Caracas..................................................... 38la a Kstrella* errantes, por X............ 41l a Codnera y la Sonámbula................ 49l a Serrana de Anco.............................. 77l a Batalla de Ayanicho....................... 82l a Mujer de Jacobo............................. 106Kl ID»roe cuen to -.................................. 16»Kl Rencate del flanto Sepulcro........... 189l a eterna desposada, por X .............. 224l a Ingratitud, fllhula ablslnla............ 364Shakespeare Juzgado por Paul Ver-
la ln e ............................................... .. 589Byron pintado por «f mismo.............. 667
D la a d e E a c o v a r , V a rc lu oTrinitarias......................... ...................... 652
D o m la g u e t . A.Hiatoria de una flor............................. 788
D ro a . U n a la v oRecuerdos Los niflo*- ......................... 443Diario de una abuela. ...................... 803
D la a P é re a . IVIcolAaEl Siglo XX........................................... 475
p Xo .
D in a 4 J u e r r a . D r. A l l r loResígnate.... ............................................. 498Dr. Manuel M* Ponte......................... 571Knviuís Ntsiyorlcliuis..........................572 619
D o m ln ic i . D r. M anloa A.Pasteur..................................................... 735
D um A a p a d r e , A.MI primer desafio.......... .................. 7R3
E r n a l . A.l a Flora de los m ares.................17 33 75Kl papiro de Kgipto en loa Jardines
de Carneas............................ ............ 501l > p in o i a . J o s é A n to n io
De la misma eufermedad-dlpoNcaaeroaj 330Caracas I ........... ........................................ 463
K c h e g a r a y , J o s éRecuentos. ............................................. 515
551 624 666 701 728 769■ 'a b r a , S illo H a r í a
Del Cielo á Kspafla............................. 796F o l le t ín
Canto de B<slas por Enrique Orenvllle 51 88 122 151 183 214 242 275 308 340 380 417 452 527
563 601 637 672 744 780 813F o m b o n a . I g n a c l a P . d e
AhnegadOu ............ ............................... 69F o m b o n a P a l a c i o . M a n u e l
Vivida y mago ............................ . 460Hannlbal ante portas.................. .. ...... 496
F o r to u l t H u r l a d o . P .A O rilo..................................................... 761
« l l l -F o r lo u lCartas 6 I*ascual I I .................. .. ......... 6Movimiento Norial Venezuela-......... 14
^ !<os Delitos |mi|||Icom en la Historia deVelM’Xiiela I I ................................... 164
Cartas A Pascual. I I I ........................... 764U a rb A n , D o m in g o
Noche tropical........................................ 21Al Avila......... ......................................... 140Kl Santo Sepulcro........... ...................... 200Contrastes.................................... .. ........ 495l a limosna.............................................. 495Al Divino Bedentor............................. 511Domingo Santos Bamoa.. ................ 7*8
4 Ju tlé rre s -4 o l í . J a c i n t oAl Nuevo Aflo. ...................................... 38A la memoria del Doctor Modesto
l ’rbaneja ........................................ 39Kl Trlunft» «leí Tawo......... ................. 264I<ey de Amor ................................. 544(P é n d u la s .............................................. 570Destino del |sM*ta..................... - ........ «86Domingo Santos Ramos. ................ 714
ClonaA lea. K loy 44.Kn el Centenario ............. ...................... 83Kl isoh'o A Miranda y Curabobo......... ISODr. Llsaiulro Al varado........... - ......... 160Veiieauda inteUsiual........................... 168Primeras flores.... .............................. 362De uua mujer................... .................... 445Sulddlo de ulflus...M............................... 546Kl indlvkluallsmo y la anarquía en
literatura.................................. 695 728 751U u e l l y M e rc a d e r . J .
Carta al Dr. R Vlllavlcencio............ 83l a Primavera de la libertad........... . 388Kspafla MlncelAnea literaria, científica
y artística.......................................... . 498535 574 616 645 682 715 777
t i o n a á l e i . J u a n V ic e n te(TraducdOn) la a cosas de Iabieno...... 137
V u e r r e r o , T e o d o r oFantaseo.................................................. 715
CialofVe, J u l i o N.Caracas........... ................................. ....... 226
d é m e * d e R a q u e r o , E.Kl movimiento literario en Kspafla,
aegfln la Seflora P*rdo BazAn......... 325la a polémicas literarias....................... 407l a decadencia Intelectual de fines de
nuestro alglo..................................... 806El Centenario de Felipe I I ................ 806
t i u a r d l a . I t e r a d l o M. d e laJuan Santos Iam uA hal....................... 360A José Martí........................................... 362
t i ó n e i 4 'a r r l l l o . E n r iq u eW Bey A la moda................................. 719
t io n c o u r t , E d m u n d o d eComida del b o a ....... ............................ 366
O r l lo , A n to n ioLuces y Som bras............. .................. 761
t iA n ie i C a n d e la . P .El pobre ciego........................................ 794
l l e r b e r t . 4 i)u lI le rn ioLa Navidad del artista........................ 24
H e r r e r a T o r o , A.Con qu6 me quedo?................... .......... 110
I f l ln a e llu , E m lleEl Padre................................................... 367En el museo de Mete.......................... 731
p Ao .
H e r e d la . Ico l A*Clínica mental........................ ............ 528
l lu y a m a n a , J . K .El arenque.............................................. 771
l l e n é d n H e c q u e t ,(‘alsajes malgachos................................ 806
■ la u s c r . F e r n a n dEl CVtnucOn del poeta Cuento-........... 541
H e r e d la , J o s é M a r í a d e .................... «94J u r a d o . M antos
Un experimento...................................... 87J u g o R a m í r e a, D ie g o
A Sucre, (soneto;............................ ....... iosA Itlvaa ” .................................... 106HomeiuOe patriótico......... ................... 272Fj i el Album de la seflora Eloíaa de
Silva Gandolphl............................... 895J a b i n o
Ixis Compromisos.................. ... ............ issI/os Velorios.................. .......................... 458la a Ayudaa ....................................... 515CrOnlcaa ligeras................ ....... ............ 485
561 593 623 661 691 736 754 792 J a m e s . F r a n e la
Recuerdo................................................. 475LeA n X I I I
l a Muerte................................................ 81E c é n L a m e d a
Dr. Lino J. Revenga.................. . . . . 196SlmOn Houblette ..................... ............ 229Oeneral Jonf M* Rubín..................... 3WDr. Wenceslao l ’rrutia........ ................ 423Dr. Bafkel F. Heljas.... ....... ............... 425I<rdo. Frandaro ('obos Fuertes....... 45aF^llx Houblette. ........... ............ ....... 4«iJ. M. NAflea Ponte.............................. 493Domingo OarbAn...... . ..__ ................ 403Jomé I»reto .Vrismendi.................. ...... 493Emilio J. Maurl.................................... 498Andrés Avellno Pinto.......................... 534Juan Vicente UonxAles.......................... 607Dr. Ludo Siso----------------------- ------ 644Miguel H errera......i..... ........................ 677Pbro. Dr. Antonio Luis Mendoza . . 714Oeneral Ezequlel M. Bruzual............ 752Mateo Vallenllla.................................... 753Juan V. OonzAlez Delgado.............. 788
L im a r d o . D r . R i c a r d o O v id ioEl Dr. Manuel CArdenaa...................... 222Lexlologfa, esperar, aspirar.... ........... 322I^xlcologfa, alusión, aludir................ 357lexicología. Implicar, Involucrar..... 404lexlologfa, discernir, debatirse......... 444lexlologfa, evasión, disputarte . ...... 469I.exlologfa comparada; constatar, ata
car.......................................... . ....... 502LiO A n, J . F .
El paraguas......... ................................ 323L e b r ó n . M ig u e l
¡Credo!........ .. ................ .......................... 470L a m b e r . J u l l e t t e
Vestidos de bronce...... ......................... 367Parts estival.......... ....... .. ...................... 70*
L e d r a l n , E.Al rededor del premio.................... 446
L a f lt t te . P a d ll a Política.............................................. 475
Libertad de envenamiento..............518Los 'Chinos..................... ........................ 627F:i capital y el trabajo........ * ............. 702
L e c o m te , t ie o r g e aAcuarelas de Inglaterra................. 553 626Oxíbrd................- ............. ...................... 703
L ó p e a P e n h a . A b r a b a nTu Ideal......................................... ......... 559
L a v i d a p r d e t l c a ...... ......................... 477 521L a v i d a r u r a l . ....................................... 520L ó p e a , J o a é R .
En Ooney-Ialand........... ........................ 633El Parque Central.................. ............. 766
L e m a ! t r e , J u l e a ...................................... 702M o ra le s M a r r a n o , F e r n a n d o
A una estrella....................................... 5l a Crua........... ........ ... ............................. 208llorado* y Curados................... ............ 254A una nube......................... ................... 353A la roaa.............................................. 468A la mariposa......................................... 541A la paraulata....................................... 588Rigor de la suerte................................. 612El humo.................. ................... ............ 728
M o ra le s h , E l e n te r lo (A GuUOn)Pe e fe .... .. ............................................... 1SApariencias........... ....... .......................... 180Tienen raaOn........................................... 209Piado........................................................ 446
M e n é n d e i y P e l a y o , M.A una pálida................ ........................ 135
M e n d o sa . D r . C r i s tó b a l L .El trabajo................................................. 296El Agorero de Carpí........ .................. 370La Alquimia y la Aatrología............ 402
822 Indice del Tomo IV de EL OOJO ILUSTRADO.—Año 1895
PÁ G .
Kl Juicio de Dios......................................43»El Zorro de Plessls-les--toun.................. 4731a Torre dej Hambre..............................543M agnanimidad.........••............................ ....585Oscar de Alva leyenda-..................... ....73»Miguel Angel........................................ ....7U4
n é n d r i y N r n i lo u i , K u g e n loActualidades.................. ......................... .... 22
47-148 181-210El Cojo Ilustrado.................................. .... «7
Ia muerte del mils digno General deColombia............................ .................. 112
Centenario de Sucre............................. ....117Exposición de pinturas........................ ....119Don Frandaoo de soles P í'rer.......... ....158Necrologías.................................................. 183Dr. Teodardo GonxAlex........... .. ..............198I r pojr lana ............................................ ....275Los Matrimonios................................... ....338El profesor A domicilio...................... ....377El tendero Caraqueño............................. 418Parece broma........................................ .... 468I jii altibajos.................. .........................KJ viento.... ............................................ ....540El qu<* dirán................................................582la s nubes............................. .................. ....821El punto............................ ..................... 657Por un error de caja.................. ........ ....<W7Divina comedla.................................... ....735Trago á trago......................... ................... 790
H l a r e l a a e a .......~ ................. ...................... ....20»234 288 *02 333 374-411 ♦49479 « 2 556 597 634
669 706 742-775 *12n s r r h f r l f . 1*. 1.a
Una solterona................. ..........................804n s n r l . J o * é M a rfa
Meteorología...............................................241Volcanes............................................ 483 556
M a n r iq u e . J o a é M a r íaLa Mujer................................ ....... .............291
M a rm le r . X a v ie rPíos lo quiso d ien to -........... ... ................585stora la ambiciosa................................ ....592
'd o r a n t e * . P e d r o d a r l aLos Recuerdos.... .....................................297
M a la . A n d re a A.MArmol rodlo ................................... .......355
M a n r iq u e . I r a s e l a r o 'F'.xpoaMón regional de El Zulla............607
M e n d é* , ( a t o l l eEl ala de un Angel.................................516El cirio en el Paraíso. ...................... ... 626I a figuranta cuento ............. ........... ........667
M é n d ea h i jo . D r . J u a n «le D io*Tom A* L ander.... ........................... ...... ....532
^ l a n p a w a n t . G a y d eMinué.................. ~ .................................. ....554
M a c h a d o . J o * é K.La venganza del diablo.......~ ......... .......392l a Muerte de Pompeyo.... - ..... ........ ... 660El Hedor del Mundo.............................. 737
M ó n te le ! . «1».Una m ala acción.......................................593
M uflo* . G a b r ie l F..
El Juglar.................. ..................... ......... ..652El canto del cisne...............................802
M a u e la l r . « a n a l leKl paisajista Interior...................... .........626La Isla de las muflecas.............. ..........771
M a r lh o ld . J a le * d el a estatua .........................».................... ...627
M e*a y d e l a P e l la , K . d el a C'nii de un Angel.... ........... ........... 722l a primera puntada............................. ...768El cometa de orden............................. ..806
p í o .
M o ra , t ía * tó nl a casita alegre..................................... 731
N d A e i d e A re e , t í .(Autógrafo).................. ..............««........ 29Kn la primera hoja de un álbum...... 10»Eva........................................................... 899
S ie rv o , A m a d oRitmos.................. ................................... 540
X d 6 e i P o n te , J . 91.El Pbro. Dr. NlcolAs E. Navarro.... 809
O e h o a . R a fa e lPrim avera............................. ........... ..... # 472
O e h o a . A n a « ta » lo d eA Silvia................................................... 714
O r tlx . J . M am itelOjeada retrospectiva............................. 725
O l lv le r . P a u lKn el Oriente.................. .. .................... 732
P a r d o . M ig u e l K d u a r d oCbAcharas (Ilustrado)............................ h(‘arta al Director.................................... 29Un dram a socialista............................. 108Como se diviertan (Ilustrado)............ IOOPili* Faure........... ................................. I4HI nwtanlanca* (Ilustrado) I..„ ............... I63
" I I ...................................... 20I" V ........................................ 300" V II..................................... *29
Primaveras de fagan......... ................ 330Instan»Aneas IX .................................. 3fi7l a Racha de festejo*.......................... 401InstantAnea» X I ............................. . 405I/w Mendigo* de Madrid................... 441Racha de exposiciones.... ....... ............ 472Chismes.........................______ ____ 806Para viajes----------------------------------- 588Prólogo sin pretensiones..... - .... ......... 620l*1lar rt M a tild e --------------------------- 650Veraneando»......... — — « . 659Cartas.................................. ...................*92 738
Kl olor de Malicia................................. 767Cartas y Monos.................................. . 80*
P lm i-n le l . M a r g a r i t a A. d eJuguete cómico______ ______ ___73
P l f l a n g o l . a r a . I I .Kl Ideal______________ - _____ —__ 160Las Memoria» de llered la .-........ 366 210Americanismo.................................. . .... C32
P ic ó n F e h re» . t ío n a a loKl ca» _______________ ___________ 179
A una granada..................... ..... . 179Ausencia-------------------------------------- 179
A Mucre----------------------- —— — 179¿Salve, Regina'.----------------- ----------- 17»Kl mejor oartlgn............. .................... 6S7
P í r e a , F r a n c i s c o d e Male*Loe Retratos._____________________ 196
El Robo__________________________233El Buhonero............ ............—.....— ..._ 400Scmhlanxa* de mi tiempo Hipólito 534
P a e h a n o . J a c i n t o R .\H*cum»................. .. ................ ~ ........ sao
P a l m a . R ic a r d ola s (fevetanaa..... .......... — — ---------- 364
Brazo de plata..................................474lüm doa Sehastlanea.... ................... ..... 554
P i r e s t ía ld ó a , B.Vino----------1_____________ _______ 446
P i e d r a . F r a n r l» e o M.Uu consejo.--------- -------- ——________ 307
P a r d o R a í a n . E m i l iay tatas............................ ...... ........... ........ 514
P l m r n t e l , M a r g a r i t a d e (Msrgot)Pe Argelia 6 Parta............................... 582
P f e h e r , M ig u e lReatrix Olderighi................. ............. 648
P o u v I l i o n , K m lleRuidos de río......................................... 658
p Ao .
P a s t e u rl a ciencia ante el Inrinito................. 799
R ío s , D r . J o s * M a n u e l d e lo aDon Guillermo Espino......................... IDiscurso A nombre del Colegio de Mé
dicos ................................................... 72Dr. Alejandro Próspero Reverend.... 808Pasteur................................................ . 856
R e in a , M a n u e l (poeta andaluz iByrón en la bacanal.......................«... 7
R i ta * P r a d e , F . (Colombiano)Tarden de Octubre..............;................. 40
R a m o * . D o m in g o M anto*La despojada de mi amigo................ 40Muerte de Sucre.................................... 75
R i e r a A g u ln a g a ld e . I ld e f o n s oRasgos descriptivos de la Gran Basí
lica del Escorial............................. 428R o a n y . J . I I .
El diario de los Ooncourt....... ........... 517Prejuicio................................................... 61»Acuarela de Inglaterra........................ 62HUn rasgo de la Influida de Marat... 658
R o d r ig u e s . D r. T c d f lloEl Dr. Jerónimo E. Blanco.............. 458
R ey e* . D r . P r a n e l* e o d e P .Instrucción Pflbllca: sus grandes se r
vldorea............ ............. ..................... 5*1Manuel Guadal ajara.............................. 540Agustín Aveledo............... ................ . 608Alberto Z. Lutowsky....... .................... 679Egl lo Montesinos................................. 679
R e n a r d . J u le *l a halsn ................................................. 554l a aguja................................................. 7*1
R o u * * a d o . H a r ó n .Daniel..................... ................................. 650
H c.v M rtm lm oPalabras que preceden 6 una novela
Inédita por J. J . Breca........ . 698R o d . R d.
Kl miedo .1 loa microbios................... 723M aluaao . M a re o -A n to n io
Melodías hebraicas........ ....................... 9 34Ahora y siempre.............................. I22Kl IJherlador y la Guerra A Muerte.... 196 Francisco A randa y Ponte (estudio
literario!........................................... 250A Roma (antes de la guerra social) 282A una adftlter*.................................. .. *90Kl Plebiscito y la libertad................. 4MTriste fWtlim...._........ ... ....................... 599
M ecclón R e c r e a l l i a ............. II42 M 114 142 17» 202 2*9 265 *01 *11 *73 4 » 447 -477 518 55» 494
6U8 <368 701 740 772-809M m llh . A lb e r to
Clendia amena.............. ....................... . 2046 120 144 182-211 211 272-307 339
*78 415 4W 561 635M e l j a a . R a f a e l P .
l*ón lam eda......................................... 45M elja*. D r. R a fe e !
Kl Dr. Alejo Fortique...... .......... ^....947-392M ellen . 9 > a n e la e o
Kl Tiesto de llores......... ...................... 751MeheflTer, R o b e r t
l a casa abandonada.......... ........... ......M o u b le lle , F é l ix
A Cuba......... ....................M A n ch ei P é re a . A.
¿Cómo acabó aquello*....MlaOV, H a r o n e a d e
l a flor en el ojal...... .................... . 025M aree y , F r a n c l* q u e
Mlnón -Mluette y Piramo................. . 666Grandesa y decadencia de Mlnon-MI-
i,n.- m
PÍO.
T e je r a , F e lip e •Pargo, liljo de Dralvel.............. 30Ayacucho (soneto)................................ 7*l a Guerra A Muerte............................. 169Juxta Cruoem.......................................... 192Hebdomadaria.................................... 220Nocturno Indiano.................................... 643
T o la to y , L e ó nIvAn el looo.......................................... 1*3Los tres ladrones............... . 553
T a v e r a -A c ó * la . B in é .Crep Asenlo........ ........................................ 254
T la ao t, F.rnealEl Museo Dante en Florencia.......... 478
T u rg u e n e fT . I t AuEl mendigo............................................ 445
Ultima entrevista.................................. 702T I» !»a r s . M le h e l
l a comida de duelo (lluatrado)......... 5M0Duelo eterno " .......... ahAtaque nocturno " 615Palmas Académicas ’* ......... 657Todas bachilleras " ......... 671EJecudón capital " ..... . 7*2Loa ftineralea de la risa....................... 770Refbrmaa adm inistrativas........... ....... 771
I r d a n e la , A m e n o d o roEl Monte S a c ro . . ......................... . as
A Dioa.............................................. isoW oa....... .................................................. 189Humildad Divina..................... 189El (M illo de San Angelo................. 224Manta María ln Ara Coell............... . 262l a F* Católica............ ....................... .. a*3En la tumba del General Joaé Tadeo
Monagaa......................... ....... 297Fócala Santa........................... . 33oMuseo Grevln......................... -ir—.......... *71Museo Klrchar.............................. .. 425A león X m ---------------- --------------- 482Sal lila de París para Ixxirdes............ 610
l ’ r b a n e ja . D r. A le ja n d r oEi Dr. Nlcomedes Zuloaga................. 197
U r r e e b a , F e d e r le oTraqueotom fa........................ .. 221
Vffw elo , L u laFtatudlo analítico aobre el teorema de
la conservación de las Areas...... 481Y l l l a a u e t a . I a r io * A .
('uadru*de I*arfa El Aíro de triunfade la Kstrelia.............. .................... 434
V e l l a ) , « h a r t e *Día de veraiKX...^..............516
Hojas inuertaa ....................................... 729V a le r o L a r a . A n to n io
Don Antonio Zarasqueta.................... 546V a lle i* ? . R a d o t
Primera Inoculadón del virus rAblco 728 V a r g a * V l l a . J . M.
En el Album de i*ultta De Urna.... 552 T a e q a e r le , A a g a a to
Historia de una p d a ............................ 700V ig a * . A n d ré s J .
León Lameda............................. ... 71*T a l d e r r a m a , F e lip e
Slc Semper.. ....... ........................... 765W y a e w a . T é o d o r d e
Amable manera de morir......... . 70*Una novela cristiana........................... 791
*Primer Cbncurao para el Internado y
extemado de los Hospitales delDistrito Federal................ .548
Z o r r i l l a . Jo a éGranada, Libro noveno, 2a parte ..M *61
E o laLluvia de coronas............................ . 825
Indice del Tomo IV de EL OOJO ILUSTRADO—Año 1895...------------ - - - . .... ......... ... ---- . - ............... - - ........ / _
823
G R A B A D O S
F¿0.
A ulA »r«r< » n o l a b l r tCarta de Sucre........................................ MFirmas de próceras................................. 80< 'arta de Bolívar á la edad de 16 afioa 338Autógrafo de Zorrilla.......................... MIAutógrafo de Caro, M. A................... 387
Id. del Rey Fem ando V I...... «11Id. de Antonio Portler-1789.. 665Id. de 1‘aftteur 1802 .............. 733
i a l í n t a a oLa Iglesia....... ......................................... 624
A l l a n t a r í a d e O r l tu r oVista general....................... ................. 726
B a i r r l a o a (Venezuela)Ruinas de la Cana Fuerte.................. 9Calle Bolívar......... ................. ............... 12Iglesia de la plaza Boyacá................ 37Urna cineraria de Han Celestino...... 44Ferrocarril de (luanta Ertadón de
Barcelona............... .......................... 281Banda Marcial del Halado Bermúdez 319
H a r«| u l t í m e l oOran Parada-con motivo del Cente
nario de Monagas..-.......... .. 323Colegio Municipal de nlflaa................ 761
( '■ a d ro a , n l a d l o a , d ib u jo s . e le .l a tienta de la Vendimia........... . 7Kn la augusta prese n d s del precep
tor—por E. NIooL................. ........ 37Capltuladón de Cánteme en Ayacu
cho -por Tovar y T o v ar............... 72Oalatea -por Domlnlchlno.................. I 99Loa avaros- por Matsyn............. . 138JesúaenlaC ruz por Arturo Mlchelens 161 l a guerra A m uerte cuadro de Ville
gas Brieha. 171Pasión de Jesús... .......................... 1*7 á 192Jesús y ls viuda de Nuím—|X r Lula
Feldmsnn ............ ............................ IMLaa han tan M njerv* Junto al •«‘pulcro de
Jesucristo—cuadro de Bouguereau 194Loa Querubines—de Rafael............... 195El Teatro de loa Polichinelas—cuadro
de Eugenio Binas ................. . 223Estudio de C. lUvero 8..................... 2 »La Torre de Babel por Ou «lavo Dorí 2B3 Regreso de la cara - por Gustavo
Hchn'Nlter .......................................Vuelvan c a n pur Arturo Miclielena 317 La muerde «le Han J«»sé por Ploverinl 324Cleopatra-^le Guido Renl........ ..............320Nina m endiga-por R. Perrault .......... 380Palquls y el A m or- por Bouguereau 880
Ls vacuna del crup por And ré Rmulllet SAIAve M aris por O. Dubrufe.............. ...362Rtells Matutina por E Hsln............ ...XVLos doa gallos-por Depart Ponssn 359El sueflo de Colón............................... ...M9íntim os Imitantes de Colón — por
Wappera .„.......................................... 966Visión de Han Antonio de Padua—por
Puecb.. ................................................. 369F1 Buhonero- -por Arturo Mlchelens 387 Uns boda en tiempo del Directorio—
por Klemmerer.................................. 391Lss mu asa Inspiradoras, aclaman al
Genio mensajero de la lux............... 400La hora de m am ar en la Maternidad
—por Due*... ........................................402Btella Maris- por Mme. Demont-Breton 402El preferido dibujo de Emilio J.M surl 423 Jesús en cssa de Hlmón cuadro de
Rubena....... ..... ......................................423Sueflo-por Emmanuel Benner ...... .....433Oabets -por Arturo Mlchelens......... ....439El m artirio de Han Andrés-~por Ribera 466Oeres y las hijas de Celeos—por Hlrach 471Dísa felices-por E Trlant....................493Sacando pareja- por J . D. Lubln..........509El OrAculo cuadro de Patteln ......... ....539La Tosca—cuadro de H aghorg ........ ....MILeodón de plano cuadro de Emilio
J . M aurl.................................. .............569Un taller de plntoraa en Florencia. . 688 Prudencia. Justicia. Fortaleza y Tam-
p lsnzs................................................ ....M6La Harsbanda <*uadro de Roybet...... ....606Llegada de un barco pescador cuadro
de F. H. Rlchardson.................611Psaaje de ls Isls " Freneuae " cuadro
de Bouchor........... ................................613La loes -cuadro de Jiménez Aramia 632Don Quijote —cuadro de Barran...... ....647Ls tardo en el bosque -fcuadro de
Allongé.... ....................... ..... ............ ....661"P aro pinto "-es tu d io de A. Pérez
M'vJIca.......... .........................................667Traslación del ossrio de Fregaste 1
por Halnt Auge.....................................663
rAa.
Estudios de Andida I’ére* Mujlca. 688 y 738La visita al enfermo............................ 693Una i vocación—por J. W onna........ 6»7A ubéplne-por Kldway Knlght......... 713La ofrenda- por M. Coppens............ 721En el ta lle r-p o r Karl Karger......... 723El Minué—por Laporte Blalray......... 725
La Humanidad consolada—por C. J.Desvergnes........................................ 751
David pastor—por Oardner................. 755A la orilla del pozo.............................. 757Por una nimiedad—por E Peerdt.. 763Heparadón- por Thoren...................... 772Hlmpllddad.......................... ................... 773Flor de pascua .............................. . 787Loa Perflimes—por Lynch.................. 789La Primera Estrella.............................. 795Instinto m aternal............... .. ............... 801Cuanto tarda............ .............................. 807
C a r a e a aA vista de prtjnro................................. .... 2»
Fiesta del Centenario de Hucre prim er arco......... ................................. Ul
Arondetriunfo en IsP lsza del Panteón 112El esmpo de dem ostración .............. USCuartel Han ('arlos............................... 165
Sastrería del aeflor C. Hlret ( PlazaBolívar ).................. . . ....................... 231
BÍO A nauco .................. . . .................... 393Lsvsnderas en el Rfo Anauco . 394 y 395Vistas Interiores del Colegio AlemAn 404A orillas del Oualre............................. 464En laa Palomeras................................. <64Caflo Amarillo........................................ 497Muevo puente sobre el Gualre......... 653En el Lazareto........................................ 699P3 cerro de Cachimbo......................... 760Catástrofe de Ls*> OradIIlss............... 769El pozo de El Loro. ........................... 776Uuito de aguinaldo...................... 803
C 'a r d p a a oPuente que une A ls dudsd con el
P uerto .....- ....................~.....:.......— 35C o ro
Cspllla de Man CVmente..................... « aTestro Armonía .................................. 661Puente sobre el rfo............................... 6«2l a A inmola Fslcón ...................... . 681Iglesia Hsn F nuidscoy antlinio (bu-
vento ................................................ . 68*l a Iglesia matriz y la de Han Gabriel 722Paisaje cercs del rfo El Buco......... 727El dique de Cuujurao.......................... 724
C 'd f i i l sT ea tro ........ ....................................... .... 41IMsza y iwrque H antander............... 168A venida si Norte d e is pinza Hsntender 169Qululs T eresa ................................... . 327Aduana............ ....................... 293Mercado en construcción..................... 293Exterior de ln esudón del ferroesrril 474Hospital y Capilla del Carmen......... 528
C u m a n « r o aCass histórica (de Hucre)................. 70
C l s d s d B o l ív a rVista tomada de la parte alta de la
población........................................... 166El Cerro del Zamuro........... .............. 232Alameda Talsvera y Ls Laguna.... 263Vista del Orinoco.................................. 321Jefetura Civil y Cárcel pública. ....... 326Palacio de Ooblemo............................. 349Edlfldo de la extinguida fábrica de
d inam ita............................................ 396Caney psra Almacén de la Aduana 579 680Calle MlaoelAnea..................................... 680Vistas de la hadenda Mundo Nuevo 691 -492Vapor nsdonal "BoyacA"................ 700
C a r le u a oCallejón de la H adenda........ .. .......... 226A orillas de la Quebrada................... 226
C s r a r h fPuente Libertad.................................... 260Vista de Carache....... ........................... 397Calle de la Iglesia de San Juan ...... 398
C a r e r aPlaza Bolívar é Iglesia....................... 262Colegio federal " l a Esperanza"...... 318Plaza Bolfvar con monumento al
General Torres................................. 363Calle Han Ju an ......................- ............. 363Vista del puente.................................... 363Vista del rfo Morera......- .................... 364Calle Torres............................................ 864Calle Bolfvar desde el Templo......... 864
C o lo n ia T o v a rVistas......................................................... 631
P í o .
F e r r o c a r r i l d e E«a C e ib a A H a b a n ad e .'M endosa El Zulla................ 686 537
f l a a y a a aVistas tomadas en el Cuyuni............. 732Vistas varias........................................... 793
C im b a d o s d iv e r s o sOfrenda de la Seflora Vivero de Gon
zAlez A Hucre en su ('entenado...... 106Ofrendas de Colombia - presentadas
por el aeflor J. B. Pérez y Hoto 106Algunas corona* ofrendadas A Hucre... 107
Id Id Id en el I’anteón 110Id Id Id A Hucre......... 146
“ Venta de carne" en Guayas......... 178Nsufraglo del " E lb s " ........ ............ . 174Modas..................... -.............. ...... .......... 176Pérdlds del vspor "A m erique"...... 178Buscando ls som bra........ ................... 226Perros de cacería— ............. ........... 225la s primeras estampillas de correo
en Venezuela.... ............. ................ 224Ls bouchée de pain.............................. 234El duógrefb.......... ............ ................. .. 235Guerrills venezolana ........................... 257Campo de papos, cultivado en la
OranJs Modelo venezolana, porH. Porras E .................................... 294
Guerrilla española en peniecudón delos Insurrectos de Cubs................ 296
Id de Insurrectos ............................. 296Embsroo de tropss espsflolsa, con
destino A Cuba................................ 299Jockey Club de caracas ............. ... 371Palmas de M nriara............................. 399Carreras de caballo........... _ ..... ........... 437Los nlflns................................................. 443La Kluinasla m ilita r............................ 450Mina de diamante en al Brasil......... 461Una molendera........... ... ............... . 465El Canal de Kiel--- ---------------------- 480M I» H elyett---------------------- ---------- 482Caracas Cricket Club......... ................ 601Grupo de |«tpln>...............—............... 501Sport popular................. ....................... 504Coqusterís.................... ................ ......... 506Juego de Cricket.................. ...... ......... 611"Caracas Base Ball Club” ................ 613CWupo de kl......................................... 613
Id Id........................................... 621Kl asesino de los hcmutnoM Itodriguez 557Caricatura de Juan Vicente González 628 La Eternidad anunciando al siglo
X IX su próxlpio fln.................... 665Caza del tigre eu la In d ia ............... 669Grupo de Indios de la Goagira......... 716
C ira a F e r r o c a r r i l d e V e n e z u e laEstación de Antfmano........................ 390
Id en Han Joaquín.............. . 432Id M unuay................................. 499Id de Valencia.................... ...... 645Id (an teas................... ................ 614
El Cable- Kilómetro 65....................... 615Estación de los O usyos...................... 681Estsclón La Vlctoris................... ...... 759
U n a y a sPaisaje I eu el rfo Tuy....................... 162
Id II Id ....................... 163Caas de José I. Polanco................... 472
I lu s t r a c io n e s d l v e r a a s tA "Chácharaa" de M. Eduardo Pardo
- por Pona........................................ 8Procesión en el Japón......... .............. 18
Minerva del New York Herald 19Actualidades-dibujos de Romeu...... 22i Cómo ae divierten ?—dibujos de Pona 109á Instantáneas de M. Edo. Pardo II 201Lanchas desmontables................ ......... 203Obrero y Presidente (F aure)............. 208Proyectos de Exposidón de 1900 en
Parta.................. ................................ 204Los mlcrocéfkloa.................................... 206Tranvfaa eléctricos.................. .. ......... 206Duelo trágico............................... .......... 209Arqueología Colombiana........ ............ 236Cepillo para hielo................................. 236Una mujer hermosa según loa poetas 240El crucero “ Reina R egente".......... 209La aombromanla................................... 27uVistas de Tokio..................................... 270á Instantáneas de M. Edo. Pardo V 300Osamenta encontrada en P arla ........ 804á Instantáneas de Pardo V II........ .. 328á Prim avera de fligaa de Pardo...... 831Servido de cirugía- Hoapttal Varga* 834
M o n u m e n to s , e s ta lu a a , b a jo s r e l ie v e s , e te .
Bajo relieve—por Teñeran1................ .......4Estatua de Bolívar para Maracaibo
por Anderllno.................................. ........6
rio.
Proyecto de estatua a Sucre............ .... 79El trono de N. S. de Chlqulnqulrá -
Maracaibo........ ................................. mEl Calvario-por Crolay...................... 192P le tá—Grupo en mármol, de Juan
Dupré........................................... .. 198Náufragos-escultura de R. Stlgell... 265Fuente en la Piara de Abril Ca rucas 291Monumento á Piar-H an Félix......... 868Por la Patria -de Crolay.................... 872L atona-por F. Caro........ ................... 581Guillermo Tell.................. ..................... 630El arco de ls Federación..— ............ <M3Monumento erigido á ls mem orisde
Heres—Ciudad Bolívar________ 682A repita de mantees -por 1 tafee 1 Atché 696
N d s l e a
La N sutllus-por Kafitel Gascón...... 29"C ole tte"—vslse por Carlos Molé.... 53Ls Danza de los Duendes- por Isabel
P. de Manri................... .... ........... 91In p rontos-por Marta M. de LetU. . 93 Rondel ds l’Adleu- por Adlna Man
rique............................ l ........— ...... 96Lillta -por Dolores Mufloz Tébar da
Htolck................... ................... .......... 97Brisas del L ago-por Arturo N. I barra 126 Violetas- m sxurks por Andrés Del
icado Pardo................... ..........,......... 147Recuerdos triste« vslse por A. G. M. 211Ls T ogs-po r R. M. Hsumell........... *13Aflos Felices—vslse por Arturo Delfín
Frandcri ......................... .. 246Despenas Portefls - valse por Fran
cisco de P. Msgdsleno.... .. ...... ... 280 *U bertsd— vslse por Enrique Vidal... 281 Folie Ivresae valse por Henri Ko-
w alsk y ................... ............. ............. 312Myosotls—valse por Isabel P. de Maurl 3 a Llorar y reír—vslse por Angel Delfín
F ran d eri.............. ............. — ------- 346Letanías a l Sagrado Corazón de Jesús
—por Isabel P. de Maurl---- ----- 383Margaritas—valse por Marta M. de
Letta........ .. .............................. ......... 8MAires nadonaius.......................... 419 468 638Adelfks—por Francisco de P. Magda
leño..................................................... 4WYo no te olvidaré--por M.GusdslnJara 563Nocturno Indiano por J. M. Huáres.. ¿43 Hu recuerdo—vslse por 8. N. Llsniuzss 712 Oh cazador !— m Osles de Msgdsleno,
poesís de P. Fortoul Hurtado...... 749Extasis de am o r- por Msnuel F. Oslo. 786 Recuerdos de Valencia -por Arturo
N. Ibarra........................................... 788“ PlchIndis "*-<Paso doble) por Pe
dro José Rojss................... ............. 819
M a r a e a lb o
Plszs Sucre............ ............................. 269 719Palado Leglalatlvo............................... 286Edlfldo de la M nnidpalldad......... . 320Exposidón regional del Zulla............. 508El rio Chama......................................... 643El vspor “ Los Andes" descargando
café en el muelle........................... 874Pozo artesisno en Maracaibo............ 675El Ferrocarril del Zulla Inundado
por el Chama........... - ....... ............ 577Tarabita sobre el rio Chama.............. 578UnahadendadecsflsA orillsadelZuIIs 653Vlata al extremo del muelle viejo...... 667l a Iglesia Matriz..................... .......... 686Edlfldo y maquinaria de la luz eléc
trica........ ........................... ................ 689Plano de Id Id Id ................ 690Calle del Obispo la z o ....................... 767El rfo Escalante.................................... 801Kl Puerto........... ...................................... 804Plazs Bolívar............ ............................. 806
M é r ld al a Laguna del Diablo........................ 766
M a r t in i c aJard ín Botánico- füente en él-............- 287
Id Id cascnds...................... 289Halnt Plérre....... .................................... 469
M a ri a r aCaaa de la H adenda Tovar............. 438Fiesta de Navidad.............................. 791
M a iq u e t íaFuente de la plaza............... ................ 821
N u e v a Y o r kPuente rústico en el 1 “arque Cfcutral 478El LafO............................................... 766
O r n m p oCampamento de cazadores................. 687Grupo de Id ................ 687
824 Indice del Tomo IV de EL OOJO ILUSTRADO.-Año 1896
T i O. r i o .
Cana del seflor Tlburdo RodriguenE spada........ ...................................... 587
P la n o » y n a p a »
Croquis de Ayacucho........- ......... 71Mnpa de Venezuela 160Plano de La Guaira en 1806 227Plano de la ciudad de Caracas----- 238" EU Dorado " en el Cuyuní-Guayana 273Plano de Valencia................................. 279Rada de Puerto Cabello en 1806 811Mapa de una sección de Guayana... 413
P u e r t o C a b e llo
La Gruta de N. 8. de Lourdea......... 186Nacimiento de Jesds. . .... 186Parte oriental de la ciudad 427Vista de loe manglares........... .......... .....428
Id de la Alameda..............................429Parte oriental del m u elle ...... 429Koii Esteban-casa del Sr. Julio Htürup 431Tenería eléctrica.. 717Nueva cantera de mUrmoles de Ga-
flango................................................. ....720Cuadros vivo*................................... 778
P u e r t o la t 'r a i (Coata occidental)Vlatas de la I
Q n fb o r
Calle Bolívar. ..La cdba..............
403
18139
Grupo de Ion Individuos de nf.mero de la Academia Venezolana corre*- poodíente de la Real EspaAolade la Lengua................ ... ...........
Doctor Ricardo Ovidio Llmardo. ....Guillermo Empino........»...................... ~Manuel Reina (poeta andaluz).........Antonio Rublnstdn...............................Grupo de sefloritaa de Sanare . .. .. ..Ferdlnand de Lesseps............ .............Grupo de Profesores jr alumno» de
la Universidad de Valencia......Franciaco Davegno........ . .. ............. .....Antonio Joaé de Sucre . ...................BolívarMirandaSucrePáezM o nagas, José Tadeo y José GregorioRibasSantanderBermfldeaAnsodtegulUrdaneta >Arismendi HoraMari fioSoublette O’Leary Silva Montilla CarrefloBriceflo Méndez Gómez Cedeflo Conde Clemente 1 m ango Hanz
Mendoza Zea Roaclo Pefialver Vanes Tovar UrbaneJa l»cfla Revenga Vargas N arvarteSeflora Margarita A. de Plmentel... 87
“ Ignacla P. de Fombona....... 88Sefiorita Luisa Querem el................. 89
“ Pollta De Lima.... ................Seflora Isabel P. de Mauri...................
“ Dolnrrs MufloxTéhar de Stolk“ María M. de Lctta.......
Sefiorita Adlna Manrique........... .......Seflora M" Teresa Villalobos de Rojas 64 Ia Repflbllca del Ecuador cn el ('en-
tenario de Sucre- ( gni|st dt* susrepresentantes)................................ BU
S ucre ......................................................... 80Behanzín y su familia «(Rey del Itabo*
mey).................. _ ........ .................... 101
Bollvla en el Centenario de Sucre -(■us representante* )....................... 103
Seflora Josefk Viven» de González(ecuatoriana)............... ... ............... 105
J. González Llana................... ... ......... 10HKl capitán DreyAia............................. 114Félix Paure........... ..... ....... ................ . . 12»ltafael Acevedo.............................. ....... 130Joaé M. Irigoyen y seflora................ 131Doctor Antonio P. Mora................... 132Doctor Guillermo Delgado Palacio*. 132Mariano Urrahieta................... ............. 134Julio Maasenet .................................... 142Lu* Individuo* de nflmcro de la Aca
demia de la H istoria......... 158General Jo**’ Ignacio Pulido, I*rócer
de la Independencia........u » . » . 156Francisco do Male* IVre*. ............. 157Doctor IJsaudro Alvo rudo...... .......... 100Lo*MlembnM del Gabinete de Frau
d a ..................................... ................ 177Kl Conde de la Vlflaxa ................... 178Doctor Lino J . Revenga......... KMDoctor Nicomeden Znlnaga ............. 197Doctor Teodardo OonzAlcz ............. 197HeAorita* Chamberí Vivero............... 200Grupo del nuevo Ministerio ........ 219Seflor Manuel Antonio Mato*........... 219Federico ürreche.................................. 221Doctor Manuel Cárdenas............... .. 222Simón Soublette.................................... 229General José Gregorio Monaga*........ 249Slmftn 'Planas......................................... 250Francisco Anuida y P onte ............... 281Wnrth . 368General Kzequlel
89
«t tjh. b“ i/?64 \ g i f -
General Martínez Campos José Marti Antonio Maceo General José Lucbambre Gonzalo de Quesuda Juan üualherto Gómez General Julio Sanguily Enrique Collazo Máximo Gómez Guillermo MoncudaDoctor Juan José Mendoza..Doctor R Cabrera Malo.......General Jadn to l a r a ...........Doctor Alelo Fortique............General Matías Salazar.....Andrés A. Muta._________ _
Con motivo de la Insurrección cubana . 298 299
346847864388
Gmpo de Oficíale* del Etruadrón deh Osan**_______ _____ __ _______
Id de alumno* de la Escuela Normal M. A. Can», Presidente de ColombiaOeueml ltafael Roye*.....— .General Juan M. Maten*...................General Jo*é María Rubín.................Do«'tor WeiMi-slao U rnilla.................Doctor Rafkel F. Hetyaa......................Fmnk Vlmvnt.......................................Jos»' Maríu de Heredla.......................Doctor Antonio Jn*é de Sucre.........Leda Francisco Cobo* Fuertes.........(arlos Zapp......................................... .Dodor Jerónimo E. Illanco..............Félix S'iublette.......................................Doctor Cario* F. Grisanti...................Vlmvilt Kennett Rarrington..............J. M. Nrtflez INmiIu...............................domingo Garháii............................Doctor Jim’ l<on-lo Arismendi...........Emilio J. Mauri.....................................Prudencia Orifell............. ...................María Teresa Garría.............................Alumno* premiado* por buena con-
d ia ia eu lo* Colegioadc C aracas1896Doctor llamón Isidro M ontea...........Tomás laiH ler......................................Amina Avellno Pinto......... .Oeueml Hipólito Aciwta......... ..Manuel GuadaiaJam...... ........ . ..........Jo*é Igmick* Cárdenas primer interno
del IIiMpItal Varga* IM ..............Carliw Manuel Velázqucx-primer ex
terno del Hiwpital Vargas ls*6..... Alumno* premiado* por laiena con
ducta en Colegio* de ( 'anima.. 556 Ww Gruí** «le mjciiwdel “Canicas Cricket
............ .................. .......General Kloy Alian» y sus Ministro*.. Gruí** del Jurado (tara el primer
cuucumo del Internado y externado de los Hospitales civiles delDistrito Federal......... .....................
Grupo de Interno» y de extenioa....O ropo de aspirantea.............................General Antonio Valen*......................General Ju*6 Laurencio S ilva ...........Ductor Manuel María Ponte..............Jesfls Marta Monasterio* Velázque*. Pudro César Dum lnld .........................
3703K7
389124•m442447m456458459 «il462463
531532533534 540
835848
>rj550551:m570871572m
Doctor Agustín Aveledo...................... ....808Juan Vicente González....................... ....607Doctor Alfredo Próspero Reverend.. 008Pro. Doctor Nicolás E. Navarro...... ... <109Doctor Francisco Ochoa..................... ... 610Doctoi Hilarión Nadal........................ ... 644Doctor Lucio Siso................................. ... 644Seflora Sofía de Pecchio..................... ....645Grupo del primer certamen del Círculo
de la Juventud Católica.............. ....MUPasteur.................... .................................... 666Miguel H erre ra ..................................... ....678Alberto Z. Lutowsky................................«7*Egldlo Montesino*................................. ... 679León lam ed a ............... :.............................713Pro. Doctor Antonio IaiIs M endoza... 714Gabriel E. Mufioz...».................................718Manuel E. BrtlaUaL.................................752Mateo Vallenllla.................................... ....758J . Chamherlaln..................................— 779Marqués de Sallabury.......................... ... 779Dr. Juan Vicente González Delgado. 788
K fo 4 'li icoIngenio San Joeé..... .......................... 466 467
Man I. A z a r oEl puente ....................... - ...................... 470
Man C a rio *
(Usa donde murió el General Zamora 547Id donde velaron al Oeneral Zamora M7 Id donde Aje sepultado el General
Zam ora........................ ........ .......... 647Vista general....................................... . 617Iglesia y torre de San Juan ............. 61 9Ruinas de la rana “ Blanquera ”....... 664
»U T A c h i r a
Recta del A?m«carril de Encontrado*A l a F r ía ....... ................................. i r
Ferrocarril....... .................... . 188
T r i n i d a dRuinas del Oltimo Incendia.....
T l n a q u l l l ocasa Municipal...............................Plaxa de Tlnaqulllo.......................
T in a c o ( Cqjedea)Templo parroquial........................
T u r m e r oAlameda
228#
771806
V a l e n c i a
Puente M orilla...................................... 167Grupo de cazadores............................... 440
Id Id en la hacienda Maruria 503Hacienda M aruria -o fldnaa ............... 508Calle de Q unoruoa.............................. 506
Y a r l t a f u a
Vistas de la hacienda "La Esperanza" 663-664
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