Jacques Lacan y El Problema de La Técnica en Psicoanálisis-Domenico Cosenza

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> es un trabajo fundamental para entender de qué modo se orienta el psicoanalista formado con los principios de Lacan. No solamente está en juego la enseñanza teórica de Lacan, sino también aquella que, en la práctica clínica promovida por su Escuela, se convierte en un acto analítico.

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  • Domenico Cosenza es psiconalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanlisis y profesor del lstituto Freu-

    diano e della Sezione Cl inica de Miln. Tambin es director cientfico del ABA (Asociacin para el estudio y la investigacin de la anorexia , la bulimia y los desr-denes alimentarios) y de la Comunidad Tereputica La Vela para casos graves de anorexia y bulimia .

    Jacques Lacan y el problema de la tcnica en psicoanlisis

    M EN"!" Jo., Si\ 1. 11 D, SOC' I 1'.1>1\0

  • DOMENICO COSENZA

    Jacques Lacan y el problema de la tcnica

    en psicoanlisis PRLOGO DE

    ANTONIO DI CIACCIA

    TRADUCCIN DE SILVIA GRASES

    h EDITORIAL CREDOS, S. A.

    MAilHIIl

  • Director de la coleccin: VI CENTE PALOMERA

    Colaboracin de Anna Arom y Lidia Lpez Schavelzon

    Ttulo original italiano: facques Lacan e iL problema delta tecnica in psicoana/isi.

    Casa Editrice Astrolabio- Ubaldini Editori, Roma, 2003. de la traduccin: Silvia Grases, 2008.

    EDITORIAL GREDOS, S. A., 2008. Lpez de Hoyos, 141 -28002 Madrid.

    www. rbalibros.com

    ViCTOR IGUAL FOTOCOMPOSICIN TOP PRINTER PLUS IMPRESIN

    DEPSITO LEGAL: M. 24.275- 2008 ISBN: 978-84-2493-564- 1

    fmpreso en Espaa. Printed in Spain. Reservados todos Los derechos.

    Prohibido cualquier tipo de copia.

    Prlogo, 7 lntmduccin, 9

    CONTENIDO

    l . EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO EN LA ENSEANZA DE LACAN, 17 Puntos de referencia esenciales en la obra y en la teora de Lacan en psicoanlisis, 17 Lacan y el problema de la tcnica, 30 La funcin del tiempo en la sesin analtica lacaniana, 44

    ' LA ENSEANZA DE LACAN SOBRE LA TRANSFERENCIA Y LA CRTICA DE LA NOCIN DE CONTRA TRANSFERENCIA, 63 Introduccin: la teora de la transferencia en Lacan, 63 Transferencia y dialctica (1951), 65 Transferencia y amor (I96o-r96r), 72 1 ,a transferencia como sujeto-supuesto-saber (1964), 83 Transferencia y repeticin, 90 r:l algoritmo de la transferencia (1967), 96 ( :rtica lacaniana al empleo de la contratransferencia en la cura: l.1 posicin de Lacan y la lectura de Jacques-Alain Miller, 99

    ~ . 1,, \ POSI C IN Y LA INTERVENCIN DEL ANALISTA PN LAThORADELACAN, IIO l111 10d uccin, r ro 1 .1 llllt"l prctaci6n, 1 1 1 11 .1110 ;lllilltico, 1 W 1 1 dc\m dl'l ,llt:dista, 15,~

    1/iNiu;;l'l~/ltl, 17 1

  • PRLOGO

    " l:n psicoanlisis se puede decir cualquier cosa, pero no se puede hacer cual-qtlicr cosa>>. Se podra escribir este aforismo como divisa del Libro de Do-lll

  • 8 PRLOGO

    gar, que desvelaron, a pesar de que ellas mismas no lo supieran, el funcio-namiento del inconsciente.

    Para Lacan, por tanto, slo podemos llegar a la teora analtica a partir de aquello que Freud haca realmente. Por el contrario, si partiramos de cualquier supuesta teora analtica y la aplicsemos a la tcnica, podramos equivocarnos en el trabajo clnico.

    En consecuencia, hablar de tcnica significa hablar de la teora que im-plica la prctica clnica, y probar la validez no slo en el mbito de la efi-ciencia teraputica sino tambin, y sobre todo, en el de la correspondencia entre la intervencin clnica y las exigencias que requiere la estructura del inconsciente. Por lo tanto, el objetivo es reconducir la tcnica analtica a un todo coherente con la lgica del inconsciente.

    Por ejemplo, qu nos ensea Lacan en su texto sobre los escritos tcni-cos de Freud? Nos ensea que, en su operacin analtica, el inconsciente funciona con leyes simblicas, si bien no las de la vida consciente. Por ello, el psicoanalista hara bien, no tanto en fiarse de instrumentos imaginarios aunque cautivadores, como en fiarse y confiarse al funcionamiento simb-lico. Es sta, en efecto, la leccin que se extrae del primer seminario a pro-psito de la tcnica freudiana.

    El trabajo de Cosenza ofrece, en lo relativo a la tcnica psicoanaltica, una lectura exhaustiva y articulada de la enseanza de Lacan. Toma en conside-racin sus diversos perodos, partiendo del campo de lo imaginario y de la cr-tica que de l hace Lacan para llegar, en un segundo momento, al campo sim-blico que revela el funcionamiento y la estructura misma del inconsciente, y finalmente, en un tercer momento, al cuestionamiento ele lo real que hay en juego en toda experiencia analtica y real que es el ncleo de todo sntoma.

    sta es la tarea del analista: operar en conformidad con el inconsciente, y no regularse sobre lo imaginario, ni nicamente sobre lo simblico, sino tomar en consideracin el instrumento esencial que Lacan llama el deseo del analista.

    El libro de Cosenza es un trabajo importante. Efectivamente, con claridad y detallando los pasos preceptivos, nos dice de qu modo se orienta el psicoa nalista formado en los principios de Lacan. No slo est en juego la ensean za terica de Lacan, sino aquella que, en la prctica clnica promovida por su escuela, se convierte en un acto analtico.

    i\N'I'ON lO 111 Cli\CC:Ii\

    INTRODUCCIN

    ... en esto ligo la tcnica al fin primero.

    J. LACAN, , Escritos 2, p. 833

    Fl objetivo del presente trabajo es explorar el funcionamiento del disposi-ti\ 11 .tnaltico y la funcin que en l ejercita el analista en la enseanza de l,cqucs Lacan. Esta indagacin se enmarca, por tanto, en el mbito de una 111 \' 1~ ~ 1 igacin que la tradicin psicoanaltica tendera a situar en el campo dr 1:1 1cnica. El setting teraputico, la transferencia y la interpretacin son dg11nos de los captulos fundamentales. Planteada en estos trminos, tal

    111 . '"'11gacin puede ser entendida como un intento de reconstruccin his-l(tl im epistemolgica de la enseanza de Lacan en el campo de la tcnica

    ji~ I C n,lnaltica. Una especie de teora lacaniana de la tcnica psicoanaltica, 1 rt k tdada no ya segn el modelo ingenuo de una preceptiva abstracta del l !tCf' l del analista, an localizable en diversos manuales de tcnica psicoa-llitliu .1, sino ms bien en la perspectiva ms avezada de una indagacin 11e t.c: funda en el mtodo histrico, del que Horacio Etchegoyen se ha re-

    n lulll l'l maestro en su tratado Los fundamentos de la tcnica psicoanattica. S i11 < mbargo, nunca ha existido, y no es casualidad, un tratado lacania-

    1\l t ti c 11 ma de la tcnica. Y ello pese a que no faltan en absoluto en la obra dr, ! "'oill , diseminadas en los Escritos y en los Seminarios, mltiples refe-H 1cj, ,s :1 la tcnica psicoanaltica. Esta ausencia no es casual, ni est ligada 1 u711S 1 .1zoncs de estilo. Hunde sus races en el fundamento mismo de la !! H' tli lll.l de Lacan en el campo del psicoanlisis, desde su inicio en

  • IO INTRODUCCIN

    conviven, en efecto, a pesar de los cambios de las coyunturas especficas del momento histrico, en el curso de una enseanza de cerca de treinta aos, un diagnstico radical sobre el estado del psicoanlisis de su tiempo y una intervencin igualmente radical que aspira a reconducido en cada ocasin a los fundamentos que le son propios. As pues, el campo de la tcnica constituye en psicoanlisis, en la lectura de Lacan, el mbito que pone de manifiesto los sntomas de la teora psicoanaltica. En efecto, la tcnica en psicoanlisis no constituye en absoluto algo neutro, sino que es el sntoma de la teora de la causalidad psquica, de la que, ms o menos consciente-mente, es expresin. La nocin de alianza teraputica en el corazn de la Psicologa del Yo, por ejemplo, no es concebible sin su referencia a la no-cin del Yo como esfera autnoma de conflictos, la parte sana del Yo con la que el psicoanalista se ala en el tratamiento. Podramos considerar la ense-anza de Lacan en el campo del psicoanlisis como el intento reiterado de reconducir la prctica clnica desde su tcnica hasta los fundamentos que presiden la lgica del inconsciente freudiano, y que en Funcin y campo Lacan resume en el axioma el inconsciente est estructurado como un lenguaje . Desde este punto de vista, el retorno a Freud de Lacan puede entenderse tambin como el trabajo de continua reconduccin de la tcni-ca analtica a la lgica del inconsciente en acto en la experiencia singular de un psicoanlisis. Por lo dems, Lacan lo expresa claramente en diversos puntos de su enseanza, como por ejemplo en este pasaje revelador de La direccin de la cura y los principios de su poder de 1958:

    No tenemos otro designio que el de advertir a los analistas sobre el desliza-miento que sufre su tcnica, si se desconoce el verdadero lugar donde se pro-ducen sus efectos.2

    En este libro he intentado poner de relieve la operacin terica realizada por Lacan sobre la tcnica psicoanaltica, que me parece que se configu-ra, sobre todo, como un intento de sustraerla de la obviedad del precepto y de lo estndar, propios de una deriva tecnicista sin concepto, para re-pensarla a partir de sus fundamentos como problema actual del psicoa-

    2. ). Lacnn (196(>), Hrcrito.r 1 pp. ')9 1 ')> aludida en , por el contrario, en el intento de refundarla en la estela de la ense-lillllt .. l de Freud.

    Por consiguiente, no hay tcnica efectiva del psicoanlisis sin la lgica 1l1 I11Honsciente que la fundamenta, ni hay lgica del inconsciente efectiva 111 l.1 rura si n la tica del deseo del analista que la mueve.

    S1n tales premisas no se puede entender la relacin problemtica de La-1 .111 l1 l'ntc a la tcnica en psicoanlisis; ms bien, se corre el riesgo de 1111dlntl'1 prctar el sentido. En efecto, se corre el riesgo de confundir la 111 1 11t.tt i6n problcmticn de Lacan respecto a la tcnica con un rechazo o 1111.1 diw.dw izaribn dl' s11 {1m hito. Tal vez a este malentendido se deba 1.1111l11rll 1,, tntdtn i.t clt loo. . lltali~t.ts l.tranianos a escribir poco acerca dC'

  • 12 INTRODUCCIN

    cuestiones inherentes a la tcnica del tratamiento.3 A mi parecer, y esta te-sis de fondo est en el centro del trabajo que aqu presento, el problema de Lacan no es en absoluto el de un distanciamiento de la tcnica en psicoan-lisis, sino el de su fundamentacin al servicio de la lgica del inconsciente y de la tica del psicoanlisis. Lo que Lacan combate incansablemente es so-bre todo la curvatura imaginaria a la que el mbito de la tcnica, dira que por razones de estructura, se presta espontneamente, en particular en el campo del psicoanlisis. En efecto, la tcnica psicoanaltica est atrave-sada por una paradoja que turba al analista en el ejercicio de su funcin: la de deber encarnarse en una prctica que deviene imposible si se deja reabsorber, como sucede con otras technai, en el ideal de un dominio. En este sentido, la formulacin tcnica psicoanaltica encarna una parado-ja o, si se quiere, un sntoma que Lacan nunca dej de analizar. En efecto, es en todo caso al ejercicio de una tcnica que va ms all del dominio del yo y que deja espacio a los efectos incalculables del encuentro que aviene en la sesin, a lo que Lacan llama al psicoanalista que se orienta a partir de su enseanza.

    En este sentido, la operacin de Lacan sobre la tcnica psicoanaltica, cuya parbola lgica he intentado esbozar a grandes rasgos en este trabajo, se encarna a mi parecer en un esfuerzo de curvatura progresiva cuyo fun-cionamiento se incardina a partir de lo real del deseo del analista. El dispo-sitivo analtico lacaniano en su conjunto se transforma en funcin de los efectos de esta curvatura progresiva, que parte del campo de lo imaginario, de la crtica a la fetichizacin formalista-ceremonial del setting analtico y de sus estndares, para llegar inicialmente, a partir de la primera mitad de los aos cincuenta, al horizonte simblico de la palabra y del lenguaje en psicoanlisis como dimensin constitutiva de su funcionamiento, y final-mente, desde el inicio de los aos sesenta, a lo real del deseo inconsciente en el corazn de la experiencia analtica. De esta curvatura es expresin, sobre todo, la doble escansin que se produce en Lacan con respecto al funciona-

    3 Sobre una cuestin tan fundamental como la del tiempo de la sesin, por ejemplo, antes del curso de Miller Los usos de/lapso y del Congreso internacional de Buenos Aires de 2000 ~obre la sesin analtica, las contribuciones eran cuanto menos l'SC,I'>

  • ' 1 INTRODUCCIN

    El trabajo que aqu presento est estructurado en tres captulos. El pri-mero aborda el problema delsetting y de la funcin del tiempo en la sesin analtica lacaniana. Tras una breve introduccin a los pilares de la teora de Lacan, resumidos en la articulacin de los registros imaginario (I), sim-blico (S) y real (R), el primer captulo aborda la perspectiva general de La-can respecto a la tcnica psicoanaltica y el enfoque crtico frente a su estan-darizacin. A continuacin ofrezco un trabajo de reconstruccin de los fundamentos de la sesin analftica lacaniana, sustentado en textos de Mi-ller y de otros analistas seguidores de Lacan, cuyos puntos focales son los prrafos dedicados al problema del tiempo en la sesin. Dado que se trata de la variante ms significativa, adems de la ms conocida, que Lacan in-trodujo con respecto a la doctrina vigente en la IPA, hemos dedicado un espacio extenso al tema de la sesin de tiempo variable, as como a la sesin breve, desarrollo ms avanzado de la doctrina tcnica lacaniana, con la in-tencin de examinar atentamente la lgica que sostiene su empleo y su efi-cacia en el marco de la sesin. Con todo, junto a este tema cardinal, hemos intentado poner de relieve la especificidad de la sesin lacaniana en torno a otros puntos cardinales, entre los cuales figuran, por citar slo algunos, la frecuencia de las sesiones o la funcin del dinero, en los que la orientacin de la Escuela de Lacan desarrolla un enfoque original y coherente, si bien resulta arduo localizar textos sobre estos temas.

    El segundo captulo aborda el tema de la transferencia, que para La-can es uno de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis, as como el de la contratransferencia. Lo hace sobre todo de modo analtico, siguiendo en detalle el desarrollo histrico, la elaboracin de la doctrina de la transferencia en Lacan, desde el escrito de 1951 > hasta la

  • EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO EN LA ENSEANZA DE LACAN

    La cuestin no es saber si la sesin es larga o breve, si es silenciosa o charlatana. O bien la sesin es una unidad semntica, en la gue S, viene a hacer de puntuacin a la elaboracin --delirio al servicio del Nombre del Pa-dre- muchas sesiones son as. O bien la sesin analti-ca es una unidad a-s;mntica, que reconduce al sujeto a la opacidad de su gol:_e. Ello supone que antes de s:.:_ cerrada en bucle sea cortada. Opongo pues aqu, a la va de la elaboracin, la va de la perplejidad.

    J.-A. MILLER,

  • r8 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    ha operado sobre su teora, se reconoce por la manera en que mantiene fir-me el punto de ruptura que el descubrimiento del inconsciente de Freud abri entre el psicoanlisis y cualquier otra forma de psicologa. Lo que Freud aplica a la explicacin del funcionamiento de la actividad psquica del ser humano, para Lacan es, en no menor medida en que ya lo haba sido para el propio Freud, una autntica ruptura epistemolgica, tanto por lo que respecta al conciencialismo yoico de la psicologa como por lo que respecta al paradigma organicista de la psiquiatra. A tal efecto, el ra-dicalismo de Lacan no hace sino llegar a entender la toma de conciencia del propio F..fi:J.!.d respecto al alcance inaudito de su descubrimiento. Cuan-do Lacan define el descubrimiento freudiano como una revolucin co-pernicana en la explicacin del funcionamiento del ser humano,' resuena un pasaje del escrito Una dificultad del psicoanlisis en el que el fundador del psicoanlisis dibuja el efecto _9e su jescubrimiento como la tercera gran frustracin_ narcisista;> sufrida_e()r _la h~anidad a_ ~usa de la ciencia, tras las ~fligiq~~2.! los descubrimientos de Coprnico en astronoma (la no centralidad de la tierra en las rbitas celestes) y de Darwm,_en biologa (la descendencia del ho~J::re de_los simios). 2 En efecto, el descubrimiento de Freud de la centralidad del deseo inconsciente en la vida psquica del ser humano vuelve falsa la premisa de base de la filosofa moderna y de las jvenes disciplinas psicolgicas, la identidad entre psquico y consciente, y revela el carcter, en absoluto originario sino ms bien derivado, del yo y de la conciencia. En esto consiste para Lacan el sentido profundo de la re-volucin copernicana de Freud: en haber revelado que el yo, lejos de ser el motor de la actividad psquica humana, eLun derivado de sta, un efecto secundario. Es lo que Lacan condensa en la definicin de la subversin de Freud como

  • 20 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    tal o cual modo participa de un registro de nociones difusas, cultural mente ad-mitidas. Puede este hombre imaginar que ella surgi de una inclinacin natu-ral, cuando de hecho, en el estado actual de la civilizacin, le es enseada por doquier. Mi tesis es que la tcnica de Freud, en su origen, trasciende esta ilu-sin. Ilusin que ejerce concretamente una influencia decisiva en la subjetivi-dad de los individuos. El problema entonces es saber si el psicoanlisis se dejar llevar poco a poco a abandonar lo que por un momento fue vislumbrado o si, por el contrario, manifestar otra vez, dndole nueva vida, su relieve.5

    Desde esta perspectiva, es necesario distinguir claramente -dentro de la in-dudable pasin de Lacan por el debate terico encendido, incluso polmico, sobre los fundamentos del psicoanlisis-la crtica sin reservas hacia la Psi-cologa del Yo de su distanciamiento, razonado siempre en detalle, respecto de los grandes protagonistas del psicoanlisis anglosajn (en primer lugar Melanie Klein, pero tambin Winnicott y Bion) o de pioneros de la primera generacin (en particular Ferenczi), hacia los cuales reconoce tambin sus propias deudas, expresando su admiracin por el coraje de sus innovaciones y sintiendo que comparten la misma causa analtica. Es en el planteamiento ofrecido por Hartmann, Kriss y Loewenstein a la orientacin del psicoanli-sis, sostenido por la autoridad de Anna Freud y hegemnico en los aos cua-renta y cincuenta, donde Lacan vislumbra sobre todo el verdadero peligro de un extravo de la originalidad del descubrimiento de Freud. Por esta ra-zn, su retorno a Freud quiere en primer lugar volver a centrar el psicoan-lisis en torno a la centralidad del inconsciente, para hacer reaparecer en todo su alcance el estatuto imaginario que el fundador del psicoanlisis asignaba en cambio al yo, en particular en los dos estudios sobre el narcisismo y sobre la psicologa de las masas, donde muestra su ser constituido por un tejido de identificaciones. Este posicionamiento terico es para Lacan discriminador, por sus efectos prcticos en el modo de entender la cura analtica, su conduc-cin y su objetivo. A este respecto, para Lacan, la prctica autntica del psi-coanlisis apunta a un objetivo que se sita en las antpodas de la enunciada por la Psicologa del Yo en trminos de un reforzamiento del yo. Por el contrario, para Lacan es necesar~o ~en e_!_ anlisis el yo sea pasado por el

    ~. J. J.,tc lll (t9'iJ I !J~'i). Fl Srm111ario. l. ihm J, pp. 1.2 13.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 21

    tamiz en todas sus identificaciones fundamentales, mostrando su inconsis-tencia hasta el lmite de la desp_e~s~n~lizacin, para que el deseo inconscien-te pueda manifestarse en el sujeto y ser reconocido.

    Los tres registros de la estructura del sujeto: imaginario, simblico, real

    No es posible orientarse efectivamente en la teora analtica de Lacan sin tener presente la diferencia entre los tres registros que constituyen en su discurso la estructura del sujeto y que organizan su experiencia. Para los objetivos de este trabajo, es esencial una definicin, si bien sucinta, de lo Imaginario (1), de lo Simblico (S) y de lo Real (R), puesto que estos con-ceptos se encuentran en el centro de las argumentaciones lacanianas sobre la tcnica analtica y sobre la direccin de la cura, y constituyen los puntos de referencia esenciales de todo el razonamiento, la crtica y el distancia-miento avanzados por el psicoanalista francs. Ante todo es importante ex-plicar mejor en qu sentido estos tres registros constituyen la estructura del sujeto. Esto significa en primer lugar que todo ser humano estructura su existencia en torno a estos tres ejes, que no tienen entre ellos una relacin de sucesin (es decir, no se desarrollan el uno detrs del otro, en tiempos diferentes), sino de sincrona: desde el primer momento, el sujeto humano, en su venir al mundo, es apresado en las redes de lo imaginario, de lo sim-blico y de lo real. En segundo lugar, significa que todo acontecimiento esencial en la historia del sujeto puede ser ledo adecuadamente si nos limi-tamos a situarlo en los tres ejes que constituyen esta estructura. Lacan ' ubraya que esta triparticin formulada por l est ya implcitamente arti-culada en la obra de Freud, y que su explicitacin terica se ha vuelto esen-cial para evitar los malentendidos en la lectura del texto freudiano y las wnsiguientes implicaciones en la prctica analtica. He aqu lo que afirma La can a este respecto en 1956:

    Frn1d, t'll C\IO romo l ' ll todo, es tajante: todo su esfuerzo de 1897 a 1914 fue dl\ltlhuil 1." pat tn ele lo ttll.tgllt.IIIO y

  • 22 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    mero a hacer de lo imaginario otro real, y en nuestro das a encontrar en ello la norma de lo real.

    Sin duda lo imaginario no es ilusorio y da materia a la idea. Pero lo que permiti a Freud realizar el descenso al tesoro con que quedaron enriquecidos sus seguidores es la determinacin simblica en que la funcin imaginaria se subordina, y que en Freud es siempre recordada poderosamente, ya se trate del mecanismo del olvido verbal o de la estructura del fetichismo.6

    Ms all de dicha referencia al texto de Freud, en el que muchos crticos de Lacan (incluso benvolos como Etchegoyen) ven un crculo vicioso a travs del cual l hace sostener a Freud sus propias tesis, a continuacin intenta-remos explicar qu significan para el psicoanalista francs los tres regis-tros. Para hacerlo, me servir sustancialmente de la aportacin de Jacques-Alain Miller a su lectura epistemolgica de la obra de Lacan.7

    Lo Imaginario (I) En qu consiste lo imaginario en La can? Intentemos responder con algu-nas definiciones.

    1. En primer lugar, lo imaginario, tal como aparece referido en la cita, no se confunde con lo ilusorio. Esto significa: a) que el sujeto est captura-do desde siempre en las redes de lo imaginario; b) que su identidad misma, su yo (moi) se constituye en el tejido de las representaciones imaginarias que lo conciernen; y e) que tales representaciones que constituyen el yo no se producen casualmente, sino en la relacin a dos >> que el sujeto mantie-ne con las figuras fundamentales de su vida, con sus otros>>, de los cuales extrae el tejido para constituir la propia identidad.

    II. En segundo lugar, el registro de lo imaginario condensa para Lacan todo lo que Freud ya haba circunscrito en torno al estatuto del narcisismo (Introduccin al narcisismo, 1914) y al mecanismo de la identificacin (Psi-cologa de las masas y anlisis del Yo, 1921), conceptos clave para explicar el proceso de constitucin del yo. En efecto, el yo tiene para Lacan una cons-

    6. J. Lacan, , en J. Lacan (r966), pp. 445-446. 7 Son muchsimos los textos de Miller que se podran referir a este respecto. Me limi-

    tar a remitir al ya citado Reconido de Lacan, ciertamente una de la~ m~' t' fH .In'' y cluns vias de accc'n a \U elufid;lci(m del texto dt Laran .

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 23

    lttucin estructuralmente narcisista, ya que es el producto desconocido de las identificaciones del sujeto a los significantes a travs de los cuales los otros significativos de su vida, en primer lugar los padres, han designado

    ~ u identidad dentro del discurso familiar. En el segundo Seminario, titula-do precisamente El yo en la teora de Freud, Lacan condensa en una frase, tomada de Rimbaud, el sentido de tal constitucin alienada del yo: El yo es otro >> .8 Por lo tanto, la identidad del yo es para Lacan, precisamente en tanto que narcisista, una identidad alienada que, en el momento mismo en que ofrece al sujeto una imagen de s mismo en la que reconocerse, lo aleja de la verdad de su deseo. Por esto, Lacan reescribe la lch-Spaltung freudiana, la escisin del yo, en trminos de la escisin irreductible entre el sujeto del inconsciente, que escribe con el pronombre personal francs je, y el yo, que escribe con moi, donde el primero designa lo que Lacan llama el sujeto de la enunciacin>> (je), mientras el segundo designa al sujeto del enunciado>> (moi). Mientras el yo (moi) tiene un estatuto imaginario, el su-jeto del inconsciente (je) tiene un estatuto simblico y es irreducible al yo. El sujeto de la enunciacin (je), para Lacan, se manifiesta en los puntos de contradiccin, de vacilacin y de vaco propios de los enunciados del dis-curso del paciente en anlisis.

    m . En tercer lugar, Lacan define lo imaginario como el registro cen-trado en torno a la relacin especular, que no por casualidad encuentra en la teora lacaniana el propio fundamento en la primera contribucin ofre-cida por Lacan a la teora psicoanaltica, es decir, el estadio del espejo (stade du miroir), donde se sita la experiencia del reconocimiento por parte del nio, entre los seis y los dieciocho meses, de la propia imagen unitaria ante el espejo.9 Lacan retoma al respecto las investigaciones experimentales so-bre la percepcin realizadas por Henry Wallon en el mbito de la etologa humana y de la psicologa de la edad evolutiva y las elabora de forma ori-ginal elevando el estadio del espejo a encrucijada estructural>> en la psi-cognesis de la subjetividad. En este punto se ponen en marcha en la experiencia del sujeto, al mismo tiempo, el descubrimiento de la propia identidad y la alienacin que se deduce, la Spaltung entre el moi que viene a

    H. J. L.lclll ( 1

  • 24 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA T:CNICA EN PSICOANLISIS

    constituirse y el sujeto del inconsciente (je), que no se deja localizar en la imagen especular, y que encontrar el modo de representarse en los puntos de vacilacin del yo, a travs de las formaciones del inconsciente (sueos, lapsus y sntomas), de forma radical en la adolescencia.

    rv. Finalmente, lo imaginario puede definirse como el registro centrado sobre la relacin dual, que encuentra la propia forma ms claramente reco-nocible en la relacin del nio con el deseo materno. El riesgo de un transi-tivismo canbal, ilustrado de modo magistral en la posicin esquizo-para-noide de Klein, en el que no es posible distinguir el deseo del nio del de la madre, el deseo del sujeto del deseo del otro, en toda la oscilacin pasional que va desde la agresividad al amor sin lmite hasta el extremo patolgico constituido por la paranoia, anima para Lacan la vida del su jeto en el campo de lo imaginario.' 0 Slo a travs del reconocimiento de un tercero que existe ms all de la relacin dual y que pone un lmite, que encarna una Ley que regula la relacin entre los dos, remitiendo a cada uno a su particularidad, se hace posible, como Lacan muestra magistralmente en el Seminario 4, La relacin de objeto, encontrar un punto de anclaje ms all de lo imaginario, y en torno al cual el sujeto pueda localizarse en el propio deseo singular.

    Lo Simblico (S) Al mismo tiempo, lo simblico constituye para Lacan el menos reconocido de los tres registros en el campo del psicoanlisis posterior a Freud, y aquel al que la prctica psicoanaltica, de hecho, ms se refiere por la eficacia de su accin. Intentemos articular su estatuto a la luz de cuatro definiciones.

    I. En primer lugar, el registro de lo simblico est constituido por el campo del lenguaje, dentro del cual la palabra del sujeto encuentra las con-diciones de su propia enunciacin particular. El encuentro de Lacan con la lingstica estructural de Ferdinand de Saussure y el descubrimiento de su posible empleo en la lectura de Freud es el presupuesto esencial de tal defi-

    ro. En relacin con esto, vase sobre todo el escrito de Lacan La agresividad en psi-coanlisis, en J. Lacan (1966),Escritos 1, pp. 94-116, donde emerge adems con claridad el kleinismosuigeneris, mezclado con los aportes de la lectura existencialista del legel opera-da en Francia por Kojeve, que caracterizaba la elaboracin del psicoanaliMa fr ;trHr~ en los arios treinta y cuarenta.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 25

    tucin. Es sta la tesis que puede extraerse del programa y del psicoanlisis como prctica que se resuelve en ttn anlisis del lenguaje'' dirigido a hacer resurgir de lo reprimido, a 1 ravs de la palabra del sujeto, aquel 12 de la propia historia, enigmtico, en el que se ha depositado su inconsciente.

    11. En segundo lugar, ms en concreto, el registro simblico est consti-1 u ido por el sistema significante y por la lgica que lo preside. Esto signifi-r ,\que el orden simblico no coincide simplemente con el sistema de la len-

    ~ un hablada, sino que incluye cualquier sistema significante. En este 'ot ntido, Lacan elogia a Melanie Klein por haber entendido (a pesar de su roncepcin del anlisis en la que para Lacan domina la dimensin imagi-ll .t ria de las fantasmatizaciones inconscientes) que la condicin del anlisis r~t:. en la capacidad del sujeto de simbolizar y no necesariamente de ha-blar, por lo que el juego como sistema significante se presta perfectamente 1tl traba jo analtico en el nio pequeo.'3 El estatuto del significante en La-ca n se aclara con relacin al del significado: no existe ninguna relacin n.ttural entre ambos, como ya explica claramente Saussure en el Curso de IIIIRStica general a travs de su concepto de arbitrariedad del signo lin-giHstico, sino que ms bien el significado es un efecto que se produce den-ti o de determinado sistema significante en un momento dado. '4 Por ejem-plo, el significado de una palabra depende de su posicin de significante, ljlll' la determina dentro del sistema de la lengua a la que pertenece en un 11 dodo dado de su historia: su valor lingstico viene determinado por su d ti ncncia estructural respecto de las otras palabras como significantes rlt litro del sistema de la lengua. Slo a partir de tal determinacin signifi-r, .tttl

  • 26 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    cin entre significante y significado expresa bien en Lacan la relacin entre el orden simblico y el registro de lo imaginario: el segundo es un efecto necesario de la accin del primero en el proceso de constitucin del sujeto humano, las fantasas fundamentales se construyen a partir de los signifi-cantes-clave que organizan la historia infantil de un sujeto aun antes de su llegada al mundo en el discurso de los padres. Y sin embargo, el desconoci-miento de los propios significantes fundamentales, su represin en el in-consciente, y la construccin del significado de la propia existencia en tor-no al yo (moi), efecto del discurso del otro familiar sobre el sujeto, son cuanto el sujeto neurtico pone inevitablemente en escena sin saberlo. Por ello, una definicin que Lacan ha dado del trabajo del anlisis es la de un proceso que opera, inversamente al trabajo espontneo que el inconsciente realiza con los sueos, una simbolizacin de lo imaginario, '6 una reduccin del significado a su estructura significante. En efecto, el anlisis produce un agotamiento de la fantasa infantil del sujeto en su gnesis en el discur-so del otro familiar, dentro del cual el sujeto se ha sentido llamado a deber ocupar para el otro, sin darse cuenta, una determinada posicin.

    m. En tercer lugar, en un mbito ms clnico, el orden simblico est constituido por la dimensin del Tercero, que funciona como ley asimtri-ca para los componentes de la relacin dual, en primer lugar para la rela-cin del nio con el deseo de la madre, situando entre ellos un lmite que los separa y los distingue. En esta clave relee Lacan el Edipo de Freud y la funcin del Padre como agente separador que preserva al nio del caniba-lismo del deseo materno y permite su subjetivacin. En efecto, el signifi-cante del Padre se ofrece al mismo tiempo como Ley, que priva al nio de la exclusividad sobre la madre, y como ideal simblico (ideal del yo) que le permitir de adulto, identificndose con l, poder ser un hombre para una mujer. El significante Nombre del Padre se inscribe en el nio a travs de la palabra de la madre, que le testimonia que en su deseo no existe slo l (el hijo), sino que existe un Otro (un hombre) al que ella permanece vincu-lada en tanto que mujer, y que funciona para ella como Tercero respecto del nio. Tal significante puede prescindir por tanto de la existencia real del padre, que puede incluso estar muerto, y puede concernir tambin a al-

    tli . j. Lncan (H)'54 H)')')),l:/ Seminario. Libro l, pp. 4'52151

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 27

    guien que ejerza la funcin de padre incluso aunque no lo sea ni biolgica 111 jurdicamente (a veces es el padre de la madre, el abuelo del nio, quien e ncarna esta funcin, pero incluso una mujer puede encarnar para un suje-lo la funcin paterna). Lacan define este significante como Nombre del Padre, y su accin en la constitucin del sujeto como metfora paterna,' 7 '1peracin que permite al nio sustraerse al Deseo de la Madre, y consti-luirse como sujeto descante, falto de algo que le resulta enigmtico, y que husca en el curso de la propia existencia.

    IV. Finalmente, el registro simblico es definido por Lacan como el cam-po del Otro con mayscula, que distingue explcitamente del otro con mi-llscula, que coincide con el semejante de la relacin especular. La nocin de < )tro resume en s misma todas las definiciones ya dadas del orden simblico, y designa la dimensin histrico-lingstico-familiar dentro de la cual el su-jeto se constituye por efecto de la accin significante. A travs de este concep-to, Lacan reformula la nocin freudiana de inconsciente y sita en el centro la historicidad radical, ms all de su representacin, emergente en la prime-ra tpica de Freud, como lugar que contiene los instintos arcaicos y de las misiones. El inconsciente es el discurso del Otro es, en efecto, una de las definiciones clave que encontramos en el texto de Lacan.

    Lo Real (R) De los tres registros de Lacan, el de lo real es sin lugar a dudas el ms enigmtico y el ms difcil de definir. Por otra parte, para el propio Lacan, al menos hasta r96o, el ao de su Seminario La tica del psicoanlisis, que supuso un punto de inflexin, lo real funcionar como una especie de re-gistro mudo, definible slo en negativo como el resto respecto a los ejes de lo imaginario y de lo simblico, como lo que no es ni del orden de la ima-gen ni del orden del smbolo.

    Intentemos reconstruir el estatuto de lo real en Lacan, a la luz de algu-nas clefiniciones.' 8

    1. En primer lugar, lo real en Lacan no es la realidad. Para distinguir .11nbos conceptos, Lacan se remonta sobre todo a los usos diversos por par-

    ' 7 l . l.;it>lll (11)')7 tl')X),/ :'/.'im/lllllllfl. Uhro 5, p. 186. 1 X. V'"'' .d 11 :~pn 111 /\l. Hn .d, .111 ( "I~H).

  • 28 JACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOAN LIS!S

    te de Freud de los trminos alemanes Wirklichkeit, que designa la realidad en la acepcin comn del trmino, como realidad externa objetivada, y Realitiit, que, por el contrario, concierne a la dimensin de la realidad ps-quica. Para Lacan, lo real es lo real del sujeto, es decir, atae a cuanto de ineludible caracteriza su modo de funcionamiento y su economa de satis-faccin, ms all de cualquier criterio de adaptacin a la realidad.

    n. En segundo lugar, lo real es lo imposible, es eso de lo que no se pue-de salir. Es decir, designa al ser mismo del sujeto, el nudo que estructura su realidad psquica. Mientras lo imaginario y lo simblico estn abiertos a la dimensin de lo posible, lo real marca lo imposible del sujeto, es decir, la matriz misma de su materia ms ntima.

    nr. En tercer lugar, lo real es en su estructura , asemntico, irrepresentable, fuera del alcance de la imagen y del smbolo.

    1v. En cuarto lugar, lo real es lo real del cuerpo pulsional, es lo real de la economa libidinal del sujeto, el motor de su economa de satisfaccin.

    En el Seminario 7, Lacan formula la dimensin de lo real en la prdida de la Cosa (das Ding), el objeto de la mtica primera experiencia de satisfac-cin del sujeto dibujado por Freud en el Proyecto de psicologa. Cuatro aos despus, en el Seminario II, lo real se precisa como lo real del objeto pul-sional de las zonas ergenas en tanto que objeto perdido, cuyo empuje hacia el reencuentro estructura la economa libidinal del sujeto. A los obje-tos parciales ya indicados por Freud, el objeto oral y el objeto anal, Lacan aade el objeto-voz y el objeto-mirada. Resumiendo en una nica funcin lgica las diferentes formas del objeto perdido de la mtica primera satis-faccin, Lacan formula la teora del objeto (a), objeto causa del deseo, obje-to de la repeticin, objeto en torno al cual se estructura la construccin del fantasma fundamental que regula desde la infancia la economa de satis-faccin del neurtico. Por consiguiente, otro modo en que Lacan intenta formular la dimensin de lo real es: lo real es lo real del objeto (a).

    v. En quinto lugar, el concepto de real caracteriza el retomar y tra ducir en el propio lenguaje terico, por parte de Lacan, del

  • 30 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA

    Crtica del formalismo tcnico en psicoanlisis

    Es raro encontrar en la obra y en la enseanza de Lacan referencias al mbi-to de la tcnica. Nociones tales como el contrato y el setting, que cualquier manual de tcnica psicoanaltica plantea habitualmente en los primeros ca-ptulos de sus exposiciones, en el texto de Lacan son prcticamente ilocali-zables. Esta ausencia no es el simple efecto de una omisin, de un olvido o de un desinters de Lacan por el tema. Es una ausencia que asume un valor terico preciso en la enseanza de Lacan, una toma de posicin en el debate interno de la comunidad analtica llena de implicaciones en el plano de la prctica analtica, coherente con una elaboracin radical de los fundamen-tos de la experiencia del psicoanlisis que se desarrolla desde hace medio si-glo. En efecto, se trata de poner en tela de juicio la tendencia principal en la comunidad analtica internacional de Los aos cuarenta y cincuenta, domi-nada por la Psicologa del Y o y por la influencia determinante que la psi-quiatra estadounidense ejerci en ella, para presentar el psicoanlisis como una prctica ya codificada en un sistema de reglas tcnicas y deontolgicas a seguir, legibles en un manual. Prctica en la que, sin embargo, para Lacan, se ha extraviado el punto cardinal constituido en la centralidad freudiana de la dimensin del inconsciente, y el campo de experiencia efectivo que se consti-tuye en el inconsciente con la palabra del paciente. En este sentido, irnica-mente, Lacan lamentaba en Funcin y campo que a los jvenes analistas en formacin se los empujaba, para aprender la prctica del psicoanlisis, a leer a Fenichel y su clebre tratado sobre la tcnica psicoanaltica, en vez de leer a Freud.' 9 Al poner en evidencia la desviacin de la comunidad ana-ltica de la estela de la leccin freudiana, y su orientarse por lo general en consonancia a la inclinacin de la psiquiatra psicoanaltica estadounidense hacia un encuentro con el behaviorismo, Lacan toca en su texto-manifiesto el problema de la tcnica, sobre todo para mostrarse crtico con el nfasis sintomtico del debate analtico contemporneo a sus escritos, que aprisio-na y esteriliza en un formalismo extrnseco la dimensin gil del incons-

    19. Cfr. 1. La can ( 1966), I:Scritos 1, p. 249.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 31

    ciente transmitida por Freud, hasta extraviarla al replantear la centralidad del yo como esfera autnoma de conflictos, segn la formulacin de Hart-rnann. Podemos cuestionar la posicin de Lacan sobre la tcnica en psicoa-nlisis, sobre todo a partir del presupuesto que hace funcionar su crtica de los fundamentos del psicoanlisis posfreudiano, es decir, el aplicar a la co-munidad de los analistas los mismos principios descubiertos por el psicoa-nlisis, para sacar a la luz las formaciones sintomticas:

    Mtodo de verdad y de desmitificacin de los camuflajes subjetivos, manifes-tara el psicoanlisis una ambicin desmedida, de aplicar sus principios a su propia corporacin: o sea a la concepcin que se forjan los psicoanalistas de su papel ante el enfermo, de su lugar en la sociedad de los espritus, de sus rela-ciones con sus pares y de su misin de enseanza? 20

    En este marco, la crtica de Lacan afronta el problema de la tcnica en psi-coanlisis, poniendo sobre todo al descubierto la deriva formal que asumi en el debate interno de la comunidad analtica, alejndose de las lecciones de la experiencia clnica de Freud y de sus fundamentos, localizables en l-tima instancia para el psicoanalista francs en el campo del lenguaje y en la r uncin de la palabra en anlisis:

    Parece en todo caso innegable que la concepcin del psicoanlisis se ha incli-nado all hacia la adaptacin del individuo a la circunstancia social, la bs-queda de los patterns de la conducta y toda la objetivacin implicada en la nocin de las human relations, y sta es sin duda una posicin de exclusin privilegiada con relacin al objeto humano que se indica en el trmino, naci-do en aquellos parajes, de human engineering.

    As pues, a la distancia necesaria para sostener semejante posicin es a la que puede atribuirse el eclipse en el psicoanlisis de los trminos ms vivos de su experiencia, el inconsciente, la sexualidad, cuya mencin misma parecera que debiese borrarse prximamente.

    r .. .- Por eso la fidelidad indefectiblemente reafirmada por el mismo bando hacia

    la tcnica tradicional previo balance de las pruebas hechas en los campos-fronte-ra enumerados rn:\s arriba no carece de equvocos; se mide en la sustitucin del

    JI), lhfcl ., p. :q ,

  • 32 J ACQUES LACA N Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    trmino clsico al trmino ortodoxo para calificar a esta tcnica. Se prefiere ate-nerse a las buenas maneras, a falta de saber sobre la doctrina decir nada.

    Afirmamos por nuestra parte que la tcnica no puede ser comprendida, no por consiguiente correctamente aplicada, si se desconocen los conceptos que la fundan. Nuestra tarea ser demostrar que esos conceptos no toman su pleno sentido sino orientndose en un campo de lenguaje, sino ordenndose a la fun-cin de la palabra."

    Reconducir la tcnica a los fundamentos de la palabra y de/lenguaje en anlisis

    Por consiguiente, en psicoanlisis no hay tcnica sin teora que la sustente, y no hay teora sino a partir de los fundamentos que vuelven posible la ex-periencia analtica: la funcin de la palabra y el campo del lenguaje. sta es la manera en que Lacan resita la reflexin sobre el problema de la tcnica en psicoanlisis, pensando su estatuto a la luz de la lgica de la experiencia analtica, la cual es ante todo una experiencia de palabra. En efecto, para Lacan, ya sea por agente de curacin, de formacin o de sondeo, el psico-anlisis no tiene sino un medium: la palabra del paciente>>.'2 Y por este mo-tivo, volver a traer la experiencia psicoanaltica a la palabra y al lenguaje como a sus fundamentos, es algo que interesa a su tcnica.23 Esto se debe ante todo a que, para Lacan, el inconsciente est estructurado como un len-guaje, es aquel captulo censurado de su historia a la que el sujeto debe lle-gar para poder restaurar la continuidad de su discurso consciente. 24 En este marco, que es el de Funcin y campo>>, de 1953, la experiencia analtica se resuelve para Lacan en un anlisis del lenguaje, y por consiguiente no pue-de existir ninguna tcnica extrnseca a la lgica de tal campo que pueda funcionar dando razones a priori de su propia eficacia.

    Es importante a este respecto hacer un inciso sobre el uso del trmino > en Lacan y en la orientacin lacaniana. Lacan se hace autor de

    21. Ibd ., pp. 235-236. 22. Ibd., p. 237. 23. Ibd., p. 278. 24. lhd ., p. 2) 1.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 33

    una posicin logicista en psicoanlisis, y con ello quiere hacer hincapi en que la experiencia analtica es una experiencia lgica, es decir, estructura-da y, por tanto, hasta cierto punto formalizable y objetiva. En este sentido, Lacan, que est en las antpodas de toda posicin subjetivista en psicoanli-sis, afirma con respecto al >:

    Cualquier caso, al menos en sus etapas esenciales, debera llegar a resumirse en una serie de transformaciones.25

    A la luz de esta acepcin estructuralista, que debe mucho tanto a la lings-tica de Saussure y Jakobson como a la antropologa estructural de Claude Lvi Strauss, deben entenderse las expresiones difundidas en los textos la-canianos de , , > y otras. Todas estas expresiones remiten, en efecto, a la idea de fondo ele que el recorrido analtico de un paciente es en el fondo un recorrido re-ductible en lo esencial a algunos pasajes estructurales, extrables de su dis-curso, que el trabajo de elaboracin permite localizar y formalizar, resu-mir en algunas escansiones claves propias del anlisis de aquel caso particular. Esta posicin logicista de Lacan se fundamenta en particular en su estructuralismo lingstico, y no por casualidad ha sido definida tam-bin como .

    Por esta razn, all donde habla de la tcnica psicoanaltica, Lacan no en-' ucntra en este escrito otro modo de definirla que >, l'ncarnada en la intervencin del analista que marca las escansiones internas :t i discurso del analizante, aguzando .26 En efecto, para Lacan, el recurso a la tcnica de la palabra est encaminado a anclar la intervencin del analista a la cade-"' significante constituida por el discurso del analizan te en sesin, evitando reracr en especularizaciones >> imaginarias de tipo regresivo entre analista y paciente, como sucede por el contrario en enfoques analticos que hacen

    'Jc. J 1 .1\,lll ( 111'l> 1 'l'i7), 1:.'1 Srllllllfllln /.i/11'( ., pp. 404 '40). ,l(i , J 1 .. 11 olll ( 1\(11)),/ ~l" l//1/l l,p. J'l'i

  • 34 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    demasiado nfasis en el peso de la dimensin emptica que est en juego en la cura, y pierden la centralidad de la dimensin simblica.27

    La tcnica de la palabra de la que habla Lacan est basada en la lgica de la experiencia analtica, y no tiene como objetivo la persona del paciente, su afectividad ni su pensamiento, sino la relacin del analizante (as define La-can a aquel que inicia su anlisis, para subrayar el papel de protagonista ac-tivo de la cura) con la propia palabra, con los enunciados que produce para definir su propia posicin subjetiva y el enigma de aquello que lo hace su-frir. La tarea del analista es favorecer el encuentro del sujeto con cuanto de traumtico y de enigmtico haya en su palabra, para que pueda llegar a de-cir algo sobre ello que le permita con el tiempo circunscribirlo a travs del trabajo de elaboracin simblica, y convivir con ello sin sufrir.

    El cuestionamiento de los estndares analticos

    Como ha sealado Colette Soler, Lacan nunca formul preceptos tcni-cos para uso del analista,28 ni hizo ninguna norma de las sesiones cortas,29 con lo que dej al analista la responsabilidad sin garanta de su propia posi-cin y del propio acto en lo vivo de la experiencia de la sesin. La tcnica de Lacan no puede determinarse a priori, sino que se basa en la lgica de la experiencia analtica, que se construye sobre los efectos de la prctica; slo sobre la base de esta lgica las reglas tcnicas pueden adquirir validez. A este respecto, Soler ofrece algunos ejemplos; en particular, se detiene en la razn lgica del divn en psicoanlisis, sosteniendo en este punto el mayor rigor de Lacan con respecto a Freud. En efecto, segn la lgica de Lacan, el pasaje al divn comporta un corte que reduce el inevitable cociente de es-pecularidad imaginaria interno al cara a cara entre analista y paciente de las entrevistas preliminares, poniendo al sujeto a trabajar con relacin a la dimensin puramente simblica de su palabra,30 sin la pantalla constituida

    27. M. Mazzotti (2ooo), pp. 88-89. 28. C. Soler (1984), p. 121. 29. Ibd.' pp. 20- T 21. 30. Cfr. ibd., p. ro2.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 35

    por la imagen del analista. En este sentido, se ha subrayado que en Lacan, a diferencia de Freud, es la lgica de la experiencia analtica la que orienta el trabajo clnico del analista, ms que la tcnicaY

    En este sentido, en el desarrollo del anlisis segn la perspectiva lacania-na, es fundamental la distincin entre la dimensin imaginaria, que est vinculada a la relacin especular entre semejantes y dentro de la cual se sit-;m las identificaciones del sujeto a la persona del analista, y el registro sim-blico, en el cual el analista funciona en la transferencia a partir de una posi-tin asimtrica con respecto al analizante, que aparece como simulacro del ( )tro, lugar enigmtico de la propia procedencia, a quien demanda, sin ob-tener la respuesta, conocer la causa del propio padecimiento. Para Lacan, ,{(o si el analista se sita en anlisis en la propia funcin simblica, sin caer tn la especularidad de la relacin dual, como veremos en detalle en el cap-t 11lo relativo a la transferencia, se permitir al analizante el encuentro con el tnigma de su propia palabra, a la que el analista no responde, remitiendo su demanda al paciente, de modo que sea l mismo quien responda como pue-da, a travs de su palabra, guiada por el principio de la libre asociacin. Por nt ro lado, es precisamente en esta fracasada distincin entre relacin imagi-naria y simblica, en su confusin en lo vivo del anlisis, donde Lacan ads-1 ribe las dificultades de posicionamiento del analista en el tratamiento y las tnayores distorsiones de la teora y de la tcnica psicoanalticas:

    Pero es ste el campo que nuestra experiencia polariza en una relacin que no es entre dos sino en apariencia, pues toda posicin de su estructura en tr-minos nicamente duales le es tan adecuada en teora como ruinosa para su tcnica.V

    ht.l articulacin, la distincin entre relacin imaginaria y relacin simb-ltr;t, constituye un autntico punto clave, el dintel lgico para entender todo el planteamiento de la clnica psicoanaltica de Lacan, su aproxima-' ton ron respecto al problema de la tcnica analtica y la crtica de su estan-

    do~ 1 izacin. En efecto, para Lacan lo estndar no slo no da garantas al

    {l. Cfr. A. Di Ciaccia (1999), p. 93 r~. J. 1 .aran ( 1966), Escritos 1, p. 255.

  • {ll JACQUi cS LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    an;disla frente a actuaciones contratransferenciales que lo destituyen de su propia funcin simblica, sino que a menudo produce un efecto de sostn colusivo respecto a la neurosis del paciente, lo que resulta evidente en par-ticular con respecto a la neurosis obsesiva. Sobre este punto, Lacan y sus discpulos se sitan incluso en las antpodas del planteamiento de un crti-co benvolo como Etchegoyen, quien hace propia una tesis de Jean La-planche al sostener que

  • 38 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    invertida; es decir, haciendo que el sujeto hablante se encuentre con cuan-to de enigmtico hay en su propia palabra, volvindolo as el destinatario real de su misma palabra. Esta estructura de funcionamiento del discurso, que Freud descubri y empez a practicar, es lo que Lacan llama discurso psicoanaltico. En el funcionamiento del discurso psicoanaltico, el analista ocupa una posicin realmente indita y del todo particular: para aquel a quien se dirige, funciona ms como un objeto catalizador de la propia pala-bra que como otro sujeto con el que entablar un dilogo entre semejantes. Por lo tanto, la posicin del analista se caracteriza por una inercia activa, que atrae a aquel que se le dirige, y por un silencio que empuja al interlocu-tor a hablar, a decir.35

    Para que haya sesin analtica es necesario que haya alguien en la posi-cin de analista y que algn otro vaya a su encuentro peridicamente bajo el empuje, regido por la relacin de transferencia, de dos imperativos fun-damentales, sin los cuales no se dan las condiciones necesarias para el an-lisis: el imperativo Ven!, que implica acudir regularmente a sesin, y el imperativo

  • ,., J \1 !J I i ~ 1 ,~o ' N ,. 1 1. PROBLEMA DE LA 'I'ICN I C A EN PSICOANLISIS

    11 1 ,,,,, '' ''' '~~ 1 lw.i bies estmulos Sl'll\111 i;1lcs que caracterizan nuestra vida '-""'k111:1 f'1H:r.1 de la sesin. Pw l11 1.1111o, el lugar del anlisis hace posible 1" '111' ' J;IUjli('S 1\lain Mtlln dd1111 1111110 un proceso de neutralizacin del 1'1111'11!1 Jll ~ l!"l pii\'CI ,IM

    l'to;o, t\;1111\..1111, o_'li hl IIGIIIt :diz.1ti6n de los estmulos externos hace posi-llc plli:l' do; 'd ievt ,. dbt 111 so del analizan te, y cuanto en este discurso se

    Jll~'ll'lll,t 1':11 :1 / 1 ,,,111o como algo extranjero, ajeno (unheimlich), o sor-1'' \' IHJ,~ nlo , lollt.di!Lides afectivas que caracterizan en la palabra del sujeto l.1 ' ~ "'~''W nn.1 dd inconsciente. As pues, el lugar del anlisis se configura U1111n .tqud dispositivo artificial, puramente simblico, que no se encuen-t 1.1 de manera natural y que no exista antes del descubrimiento de Freud, que hace posible una escucha especial de la palabra, focalizada en la emer-gencia del inconsciente en los pliegues del discurso del sujeto. En efecto, el dispositivo analtico hace posible que quien se somete a l pueda escuchar la propia palabra, y en particular, cuanto haya en esta palabra de extranje-ro y enigmtico para el hablante mismo, y empuja al analizante, gracias a la funcin ejercida por el analista, a decir algo con respecto al sentido in-consciente contenido en el enigma de su palabra.

    El dinero y el problema del pago de la sesin Tambin el problema del pago es sustrado en la orientacin lacaniana a todo criterio de estandarizacin extrnseco a las exigencias clnicas de su funcin en el trabajo analtico con el paciente. A este respecto, lo que resulta esencial es el principio de fondo, en funcin del cual el analizante paga un precio, cuantificable en dinero, al analista, para poder llevar adelante el pro-pio trabajo en anlisis con su sostn. Esto es esencial a fin de que el analizan-te no confunda al analista con alguien que lo acoge porque lo ama o porque es su amigo: el pago marca la ajenidad del analista respecto al analizante, muestra que el analista no es alguien que se satisfaga simplemente por las palabras del analizante, aun funcionando como catalizador de sus pala-bras. Lacan no ha escrito casi nada sobre este asunto, pero aun as se puede encontrar en Funcin y campo una nota crtica relativa a los efectos clni-camente letales de la renta vitalicia que la Asociacin Psicoanaltica Inter-

    ~8. Cfr. J. A. Millc:-r (2oot),/-ii lt'.I'n analrim, p. 7

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 41

    nacional concedi al hombre de los lobos, a iniciativa del propio Freud, por la contribucin de su anlisis al desarrollo de la nueva ciencia:

    No se comprende sin embargo que admitir un sujeto mantenido a costa del pritneo del psicoanlisis (pues deba su pensin a una colecta del grupo), a causa del servicio que haca a la ciencia en cuanto caso, es tambin instituirlo decisivamente en la enajenacin de su verdad ?39

    Tal principio del pago de la sesin permite al analista desmarcarse de toda posicin de tipo asistencial o caritativa. Por el contrario, el pago regular de la sesin marca el hecho de que el analista no responde a la demanda Je ayuda del paciente porque lo quiera, no pacta con tal demanda, sino que ms bien conduce al analizante a deber hacer de la propia demanda un enigma respecto del que slo l puede asumir la responsabilidad de res-ponder. Por lo tanto, en el anlisis, el analizan te paga al analista por poder realizar el encuentro, en cada sesin, con el enigma contenido en su propia palabra, y as aprende que debe pagar un precio, debe perder algo, para po-der realizar aquello que desea y que sigue negndose, sufriendo, sin saber por qu. Mediante el pago regular de la sesin, en el fondo el analizante acepta perder un poco de lo que le permite gozar (el dinero en su funcin de adquisicin de bienes de consumo), ante la perspectiva de realizar un cambio subjetivo que le permita desear e intentar realizar lo que quiere. Por lo tanto, el dinero asume un doble estatuto esencial en la sesin analti-ca. Por un lado, sostiene Lacan, tiene valor simblico,40 es un don que tiene la funcin simblica de anclar la relacin analtica en un intercambio que comporta por parte del analizante un precio convenido a pagar. Por el otro, tiene el estatuto real de objeto de goce que el analizan te pierde entre-gndolo al analista, como condicin para poder realizar un trabajo de transformacin subjetiva. Dicho esto, en la orientacin lacaniana est ex-presamente ausente cualquier forma de estandarizacin relativa a la cuan-tificacin del precio de la sesin, para permitir al analista moverse sobre este punto de manera flexible y adecuada a la situacin particular de cada

    {), J

  • 42 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    paciente. Lo esencial a este respecto es que el analizante pague un precio, y que este precio no le sea indiferente, que comporte una prdida. En este sentido, son conocidas las indicaciones de Lacan y de Fran~oise Dolto rela-tivas al anlisis con nios, en los que se peda a los pequeos pacientes que pagaran privndose de algo que les interesara, desde guijarros hasta cara-melos. El segundo aspecto, tambin presente en el modo en que los analis-tas lacanianos regulan por lo general el problema del pago, consiste en pe-dir al analizante que pague un precio que le sea posible pagar, sometiendo el criterio del pago al principio tico de hacer posible el anlisis para un su-jeto que lo demanda, no ya desde la posicin de paciente sino desde la de analizante. En este sentido, la determinacin del precio de la sesin devie-ne en cada ocasin, para cada caso, en una valoracin clnica vinculada a la particularidad del sujeto que demanda el anlisis, que toma forma a partir de las primeras entrevistas. Esto hace que, por lo general, los analistas laca-nianos no tengan una tarifa estndar sino que adecen el precio de la sesin a las condiciones clnicas y econmicas del analizante. Tambin el eventual aumento del precio de la sesin requerido por el analista en el curso del anlisis sigue en la orientacin lacaniana un criterio de tipo clnico, asu-me el estatuto de un acto analtico a todos los efectos y no est ligado a fac-tores puramente extrnsecos como el aumento de la inflacin u otros. Por lo general, no suele darse si el trabajo del analizante procede eficazmente. En alguna ocasin, por el contrario, sanciona un paso importante en el tra-bajo de elaboracin del analizan te.

    El problema de la frecuencia de las sesiones El trabajo analtico requiere una regularidad, porque el material incons-ciente requiere tiempo y continuidad para poder manifestarse y para que el sujeto pueda elaborarlo. Sobre este principio se basa, ya desde Freud, la exi-gencia de una frecuencia constante de los encuentros entre analista y anali-zante en la sesin. El anlisis se presenta efectivamente como un recorrido escandido en una serie de sesiones que se suceden de modo constante en el tiempo, durante un perodo de varios aos, antes de llegar a su trmino. La-can hace propia la exigencia freudiana de la frecuencia como necesidad lgi-ca de una regularidad del trabajo analtico; en este sentido, un aspecto iclen tiflcable en el funcionamiento ele la sesi6n a na lt ira VH:IH" e l. u le un 1\.lllH'ntc

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 43

    por esta escansin suya casi burocrtica>>, por usar una expresin que l uti-lizaba para designar este aspecto de la funcin del analista. Sin embargo, para Lacan y en la orientacin lacaniana, este principio no deviene en inspi-rador de ningn tipo de estandarizacin relativa al nmero de las sesiones a las que se llama a realizar al paciente en anlisis. Lacan dice s al principio lgico de la serie constante de sesiones, pero dice no al precepto tcnico de una estandarizacin de su frecuencia. Nos volvemos a encontrar con un principio general de la orientacin de Lacan en el trabajo clnico: ser riguro-sos en la lgica nos permite ser ms libres en la tcnica. En la perspectiva de Lacan, no hay nada peor en la prctica analtica que la rigidez tcnica caren-te de un fundamento lgico extrado del caso clnico. Podramos afirmar que la relacin entre lgica y tcnica en psicoanlisis es, en Lacan, compara-ble a la relacin que instituye entre estrategia y tctica en la conduccin de la cura: la lgica de encuadre del caso y de la propia posicin de analista en la transferencia pertenecen a la estrategia del anlisis, mientras que la tcnica pertenece ms al mbito de la tctica. Este principio es aplicable tambin al problema de la frecuencia de las sesiones, del que a Lacan le interesa la regu-laridad de la escansin lgica ms que la cuantificacin numrica: x das =y sesiones. Resulta del todo ajeno a los principios de la teora de Lacan, por ejemplo, el que se pueda sostener que alguien no est haciendo un anlisis porque no va al analista un determinado nmero de veces por semana.

    Ciertamente, dependiendo del caso, el anlisis requiere que el anali-zante se someta en el trabajo analtico a un principio lgico de regularidad, aquel principio que l puede sostener, que peridicamente lo hace acudir a la cita con el psicoanalista. Pero en ltima instancia, para Lacan, lo que puede hacer decir que un sujeto haya hecho o est haciendo un anlisis vie-ne dado nicamente por los pasajes lgicos que l ha realizado en el trans-curso de la cura y que lo han conducido a transformaciones libidinales en el marco de su existencia. Para Lacan, nunca se puede afirmar a priori que alguien est haciendo un anlisis, por el simple hecho de que est acudien-do, aunque sea todos los das, al analista, sino que slo podemos decirlo apres coup, a partir de los efectos de cambio que el trabajo analtico ha pro-ducido sohrc l, y de su reconstruccin en la lgica de funcionamiento de la cura. )arques Al.1i11 Mdlt-1 ha retomado recientemente la cuestin de la impwl.ltH i.1 ele- l.1 ~eg ui.11Hl.ICI c11 c:l f'umionamicnto del trnbnjo analtico,

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    subrayando que sin la serie constante de sesiones no puede existir la condi-cin para una puesta de relieve de la emergencia del inconsciente:

    No es cierto que la serie signifique necesariamente regularidad, automaton, aburrimiento. Es fundamental entenderlo bien. En efecto, la prctica del psi-coanlisis procede a travs de series-de-sesiones; si es necesaria la regularidad es para favorecer la sorpresa; el automaton aqu es la condicin de la tyche. 4 '

    No obstante, el modo en que la serie de sesiones toma forma en el anlisis de un sujeto es algo no estandarizado al nivel de la frecuencia. En la orien-tacin lacaniana, esto hace posible, por citar ejemplos realmente fuera de lo estndar, que por ejemplo un analizante italiano pueda acudir a Francia regularmente, pongamos cada dos semanas, y desarrollar una serie de se-siones en el curso de una jornada, durante varios aos; o bien que un ana-lizante de Buenos Aires o de Sao Paulo viaje a Pars cuatro veces al ao, permanezca all quince das y realice una serie de sesiones diarias, constru-yendo de esta forma particular, constituida por tramos analticos peridi-cos, el recorrido del propio anlisis. Haciendo prevalecer el principio lgi-co de la serie sobre el numrico de la frecuencia, Lacan rompe tambin a este respecto con cualquier principio de estandarizacin.

    LA FUNCIN DEL TIEMPO EN LA SESIN ANALTICA LACANIANA

    Est fuera de duda que la variacin ms conocida y discutida operada por Lacan respecto a la tcnica clsica en psicoanlisis est relacionada con su doctrina relativa a la duracin de la sesin. sta fue una de las herejas res-pecto a la ortodoxia vigente, que empuj a la cpula de la IPA, en primer lu-gar, a no reconocerlo ya como didacta, y a continuacin, en 1964, a expulsar-lo de la organizacin psicoanaltica internacional. Slo llegado a este punto, Lacan fundar una escuela propia, la cole Freudienne de Paris, en la cual convergern los analistas formados en psicoanlisis en funcin de los princi pios por l circunscritos en su lectura cruzada de la enseanza de Preud y de

    1' 1. A. Milln, La (!uoridinlnt, n ." ' 1 nL1d.1 t'll ~1. 11.,,,,,, (~

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    tas y los momentos de nuestra vida cotidiana, vinculado a la rnaternatiza-cin del tiempo establecida por la fsica moderna. Es lo que aparece clara-mente en este pasaje, en el que Lacan replica a los crticos de las sesiones variables y tendentes a la brevedad, que caracterizan la prctica analtica lacaniana:

    El inconsciente -se nos asegura con un tono tanto ms comprensivo cuanto menos capaz se es de justificar lo que quiere decirse-, el inconsciente pide tiempo para revelarse. Estamos perfectamente de acuerdo. Pero preguntamos cul es su medida. Es la del universo de la precisin, para emplear la expre-sin del seor Alexandre Koyr? Sin duda vivimos en ese universo, pero su advenimiento para el hombre es de fecha reciente, puesto que se remonta exactamente al reloj de Huyghens, o sea el ao 1659, y el malestar del hombre moderno no indica precisamente es que esa precisin sea en s para l un factor de liberacin. Ese tiempo de la cada de los graves es sagrado por responder al tiempo de los astros en cuanto puesto en lo eterno por Dios que, como nos lo dijo Lichtenberg, da cuerda a nuestras cartulas solares? 45

    En el marco de tal crtica epistemolgica, el esfuerzo de Lacan estriba en mostrar que la temporalidad del inconsciente tiene una estructura de ma-nifestacin y de funcionamiento cualitativamente diferente, que tanto el texto freudiano corno la experiencia clnica nos permiten constatar. El tiempo del inconsciente no es un tiempo cronolgico, sino que es ms bien un tiempo que Lacan define en un escrito suyo de los aos treinta como tiempo lgico, vinculado al proceso de elaboracin significante que el sujeto ha llegado a realizar en el marco de la propia experiencia, con res-pecto a sus propias cuestiones y sus propias elecciones esenciales, y a los cambios reales que consecuentemente se han dado en su existencia con res-pecto a antes de iniciar el anlisis. El tiempo lgico es para Lacan el tiempo peculiar del sujeto, y no el tiempo de la ciencia moderna. Tampoco es el tiempo corno medida de valor del trabajo del analista, segn los parme-tros propios de la economa del discurso capitalista, que sanciona que equis>> tiempo equivale a dinero. Por lo tanto, el esfuerzo de Lacan con siste ante todo en la tentativa de resituar la funcin del tiempo en an(llisis

    4'5 lhd., p.~()(),

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 47

    en conformidad con el funcionamiento temporal del inconsciente del suje-to, y con el trabajo de elaboracin que el sujeto realiza en anlisis.

    El tiempo del inconsciente no es la duracin

    Por otro lado, el tiempo del inconsciente tampoco es para Lacan el tiempo psicolgico de la duracin, del flujo de conciencia, de la fenomenologa, que a partir de Bergson y de Husserl penetr en el mbito de la prctica psiqui-trica y psicoteraputica a travs del enfoque de la psiquiatra fenomenolgi-ca de Jaspers, Minkowski y Binswanger, para llegar hasta nosotros. Es ms, corno explica de modo preciso Franc;:ois Leguil, el recorrido de Lacan se ca-racteriza justamente por su distanciamiento con respecto de la psiquiatra fenomenolgica cuando el encuentro con el psicoanlisis haga emerger cla-ramente para l la irreductibilidad de ambos enfoques, y la heterogeneidad del modo de entender la funcin del tiempo en la cura. La tradicin bergso-niana har una crtica del tiempo estndar en nombre de un tiempo vivido que es el propio del flujo de conciencia; no es sta la crtica al tiempo estn-dar que Lacan har suya. Para Lacan, el tiempo vivido de los fenomenlo-gos es el tiempo imaginario de la conciencia, que vive en la ilusin de una continuidad sin fracturas, teleolgica, segn el modelo bergsoniano de la duracin del impulso vital. En este contexto no hay sitio para la temporali-dad extranjera, sorprendente, traumtica y enigmtica que caracteriza el modo de manifestarse del inconsciente en la experiencia psquica del sujeto. Es sta, por el contrario, la temporalidad que para Lacan es necesario que el psicoanlisis asuma corno principio de referencia en el marco de la experien-cia analtica, llevndola al centro del funcionamiento de la cura. No el tiem-po vivido de la conciencia sino el tiempo extranjero, siniestro (unheimlich) como deca Freud, sorprendente e impredecible del inconsciente.

    /;'1 tiempo de la sesin lacaniana entre simblico y real

    1 .:1 posicin lacaniana respecto a la temporalidad del inconsciente se dife-ll' llC:t pues tanto ele la csUl nda rizacin del tiempo de la sesin de la IP A

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    como de la enfatizacin del supuesto tiempo autntico de la duracin, pri-sin imaginaria propia del marco de toda psicologa fenomenolgica. En el fondo, subraya Leguil, la sesin de tiempo estndar de la IP A es un antdo-to contra la temporalidad imaginaria de la duracin y del flujo de concien-cia; es un poner al paciente en anlisis en una condicin en la que no es su yo el que determina el tiempo de la cura, sino que es un tiempo establecido por el Otro social, es el tiempo pblico de la ciencia moderna.46

    Lacan se plantea asimismo el problema de cmo neutralizar los ecos imaginarios de la duracin del flujo de conciencia dentro del funciona-miento de la sesin analtica. En el fondo, la primera operacin esencial en el anlisis la can iano consiste precisamente en un proceso de reduccin de la amplificacin imaginaria, o sea, en pasar por el tamiz el tejido de identifica-ciones del cual el yo (moi) del sujeto se ha constituido inconscientemente en su relacin con los otros fundamentales de su vida, para que se le revele al sujeto la estructura alienante de ficcin . Sin embargo, respecto a la funcin simblica del tiempo en sesin, la solucin de Lacan es cualitativamente di-ferente de la de la sesin estndar de la IP A, por un lado porque reconduce el funcionamiento simblico de la temporalidad a la experiencia dialctica de la palabra y al campo del lenguaje en anlisis; por el otro, porque intro-duce en el funcionamiento simblico del tiempo en sesin la dimensin real del acto del analista, que respecto al tiempo se manifiesta a travs de la es-cansin de la sesin. Lacan es explcito en Funcin y campo al situar la cuestin del tiempo de la sesin analtica, junto al abstenerse el analista de la respuesta, en la juntura entre simblico y real, y de hecho concibe la sesin analtica como un proceso de neutralizacin de lo imaginario del sujeto:

    Porque est claro, por otra parte, que la abstencin del analista, su negativa a responder, es un elemento de la realidad en el anlisis. Ms exactamente, es en esa negatividad en cuanto que es pura, es decir, desprendida de todo motivo particular, donde reside la juntura entre lo simblico y lo real.[ ... ] Se ve enton-ces el otro momento en que lo simblico y lo real se renen, y ya lo habamos marcado tericamente: en la funcin del tiempo, y esto vale la pena de que nos detengamos un momento sobre los efectos tcnicos del tiempo.47

    46. F. Leguil (2ooo), p. 57 47 J. Lacan (191), l~rcritos 1, pp. 297-298.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 49

    De hecho, en la sesin analtica lacaniana, la abstencin del analista de la respuesta a la demanda del paciente produce ante todo el efecto de dejar en suspenso todas las significaciones imaginarias a las que su discurso alude, de poner entre parntesis el valor de realidad de lo que dice, tomando nota lite-ral en tanto que estructura significante que constituye su discurso. El poner entre parntesis el significado, efecto de la no respuesta del analista a la pa-labra del paciente, permite poner en evidencia la cadena significante, la tra-ma simblica que constituye el discurso del sujeto. Y respecto a ella, el ana-lista se abstiene de la respuesta y se sita para Lacan en una posicin de pura negatividad, se convierte en escriba del discurso del analizante y se limita a hacer puntuaciones que permiten al sujeto, como en la intervencin de un editor sobre un texto carente de signos ortogrficos, clarificar la solidez de su discurso y sustraerlo de la ambigedad. Esta posicin del analista permi-te operar sobre la palabra del paciente, pero no en el plano de su relacin con el significado al que alude, sino en relacin con la trama significante que la constituye en el marco de la historia del sujeto y de su relacin con el Otro. Por otro lado, para Lacan, el otro momento tpico de la sesin lo constituye en cambio el momento de activacin del analista en el proceso del corte temporal, de 1-a escansin de la sesin, operado sobre un punto pre-ciso del discurso del paciente, que sanciona una elaboracin o empuja su inicio, destacndola. Acto que Lacan aproxima a la prctica de intervencin llevada a cabo por los maestros zen en el aprendizaje de sus discpulos. Apa-rece pues con claridad que Lacan no sita al analista en el lugar del intr-prete, sino ms bien en la prctica silenciosa del escriba y del maestro zen, de aquel que transcribe el discurso del sujeto prestando atencin a la orto-grafa, y de aquel que lo anima a la elaboracin de la propia posicin subje-tiva. He aqu el pasaje de Lacan sobre el analista escriba:

    Desempeamos un papel de registro, al asumir la funcin, fundamental en todo intercambio simblico, de recoger lo que do karno, el hombre en su auten-ticidad, llama la palabra que dura.

    Testigo invocado de la sinceridad del sujeto, depositario del acta de su dis-curso, referencia de su exactitud, fiador de su rectitud, guardin de su testa-mento, cscrih:lllo ck ~us codicilos, el analista tiene algo de escriba.48

    .H. lhfd., JI jtll ,

  • 50 JACQUES LACAN Y EL PROBLEMA DE LA TCNICA EN PSICOANLISIS

    He aqu por otro lado el pasaje sobre el procedimiento analtico por l des-crito, como prctica cercana al zen:

    Y no somos los nicos que hemos observado que se identifica en ltima instan-cia con la tcnica que suele designarse con el nombre de zen, y que se aplica como medio de revelacin del sujeto en la ascesis tradicional de ciertas escue-las del lejano oriente.

    Sin llegar a los extremos a que se lanza esta tcnica, puesto que seran con-trarios a algunas de las limitaciones que la nuestra se impone, una aplicacin discreta de su principio en el anlisis nos parece mucho ms admisible que ciertas modas llamadas de anlisis de las resistencias, en la medida en que no implica en s misma ningn peligro de enajenacin del sujeto.

    Pues no rompe el discurso sino para dar a luz la palabra.49

    Aparece con claridad cmo, en el marco de tal prctica, el tiempo en la se-sin resulta estar tan alejado del tiempo estndar como de la duracin feno-menolgica, y se configura ms bien como un tiempo lgico que se determi-na en cada ocasin como efecto de la estructura significante que emerge en la sesin por el discurso del sujeto. Sobre este punto, Jacques-Aiain Miller ha llegado recientemente a un esclarecimiento ejemplar de la teora lacania-na del tiempo, releyendo precisamente en estos trminos el difcil escrito de Lacan El tiempo lgico y la asercin de certeza anticipada, de 1945,50 presu-puesto esencial tambin para entender su empleo del tiempo en la sesin:

    cul es el tiempo lgico que est en relacin con esto? -pregunta que tam-bin es de Lacan-. Pues bien, el tiempo lgico del que se trata en este asunto tiene el mismo estatuto que el sujeto. Esto nos permite advertir la historia de

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    apertura de una grieta que resquebraja la regularidad de la compulsin a la repeticin en la experiencia del neurtico, poniendo en crisis la identidad narcisista. El inconsciente como sujeto se manifiesta en los puntos de dis-continuidad del discurso consciente del analizante, en los vacos o en las va-cilaciones de su palabra en el marco de la experiencia analtica, donde el de-seo inconsciente se abre paso en las formas del sntoma neurtico, del lapsus y del sueo, mostrndose de forma cifrada y enigmtica para el sujeto mis-mo, abriendo el espacio para su interpretacin.

    El tiempo del inconsciente como escansin y la sesin variable

    Lacan sintoniza de modo particular la orientacin del analista en sesin y la manera de ponerse al trabajo del discurso del analizante, y lo hace en tor-no a esta dimensin del tiempo en anlisis. Es el tiempo como pulsacin del sujeto, como escansin, como surgimiento y puesta de relieve de algo im-previsto que rompe la regularidad montona de su discurso, y pone en cuestin el sentido en la existencia del sujeto. Precisamente por esta razn, el tiempo de la sesin analtica para Lacan debe hacer posible valorar el tiempo escansin del inconsciente subjetivo, configurndose por tanto no ya como un tiempo estndar sino como un tiempo caracterizado por el cor-te, sobre un punto de enigma, de elaboracin o de decisin presente en el discurso del sujeto, operado por el analista. Por ello, la conclusin de la se-sin aviene, en la tcnica de Lacan, no en funcin de un criterio cronom-trico, sino sobre la base de la que l define una feliz puntuacin>>, un pun-to de la cadena del discurso del analizante denso en implicaciones respecto a la cuestin que lo hace sufrir, y sobre el cual el analista opera de modo que se detenga en l. He aqu lo que Lacan afirma a este respecto en Fun-cin y campo>>:

    [ ... ]el arte del analista debe consistir en suspender las certidumbres del sujeto, hasta que se consuman sus ltimos espejismos. Y en el discurso debe escandir-se su resolucin.[ ... ] Por eso, el psicoanalista sabe mejor que nadie que el asun-to estriba en entender a qu de ese discurso cst; ronfi.t

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    La indiferencia con que el corte del timing interrumpe los momentos de apresuramiento en el sujeto puede ser fatal para la conclusin hacia la cual se precipitaba su discurso, e incluso fijar en l un malentendido, si no es que da pretexto a un ardid de retorsin. [ ... ] Sin duda la neutralidad que manifesta-mos al aplicar estrictamente esta regla mantiene la va de nuestro no-actuar.

    Pero este no-actuar tiene su lmite, si no no habra intervencin: y por qu hacerla imposible en este punto, as privilegiado?55

    Crtica del tiempo estndar en psicoanlisis

    Lacan examina la inadecuacin epistemolgica del tiempo estndar en el escandir la pulsacin temporal del inconsciente a travs de diferentes ar-gumentaciones pertenecientes a la prctica clnica. Toma prestada de Freud la primera argumentacin, relativa al problema del final de anli-sis. Lacan se refiere aqu al caso clnico del hombre de los lobos y a la re-lectura crtica que Freud realiza en Anlisis terminable e interminable, para mostrar toda la perplejidad del propio Freud respecto a la antigua deci-sin de prefijar el final del anlisis para su paciente. Al respecto, Lacan considera que Freud realiza una autocrtica en la que se da cuenta de que una determinacin temporal anticipada a priori del final del anlisis, una fecha decidida ms all de la dialctica emergente en el curso de la cura, produce un efecto en ltima instancia obstaculizador con respecto al pro-ceso de elaboracin inconsciente del analizante, porque no respeta los tiempos del inconsciente como sujeto. De esta autocrtica freudiana surge el criterio universalmente aceptado de la no conveniencia de prefijar un final anticipado del anlisis, desvinculado de la dialctica interna al pro-ceso analtico. He aqu la argumentacin de Lacan a este respecto:

    El tiempo desempea su papel en la tcnica bajo varias incidencias. Se presenta en la duracin total del anlisis en primer lugar, e implica el

    sentido que ha de darse al trmino del anlisis, que es la cuestin previa a la dr los signos de su fin. Tocaremos el problema de la fijacin de su trmino. Pero

    55 lhd ., pp. 301-302.

    EL DISPOSITIVO ANALTICO Y LA FUNCIN DEL TIEMPO 55

    est claro desde el primer momento que esa duracin no puede anticiparse para el sujeto sino como indefinida.

    Esto por dos razones que slo pueden distinguirse en la perspectiva dialctica: -una que se refiere a los lmites de nuestro campo y que confirma nuestra

    aseveracin sobre la definicin de sus confines: no podemos prever del sujeto cual ser su tiempo para comprender, por cuanto incluye un factor psicolgico que se nos escapa como tal;

    -la otra que es propiamente del sujeto y por la cual la fijacin de un trmi-no equivale a una proyeccin especializan te, donde se encuentra de inmediato enajenado de s mismo: desde el momento en que el plazo de su verdad puede ser previsto, advenga lo que advenga en la intersubjetividad intervalar, es que la verdad est ya all, es decir que restablecemos en el sujeto su espejismo ori-gina l en cuanto que coloca en nosotros su verdad y que al sancionarlo con nuestra autoridad, instalamos su anlisis en una aberracin que ser imposible de corregir en sus resultados.

    Esto es sin duda lo que sucedi en el caso clebre del hombre de los lobos, cuya importancia ejemplar fue comprendida tan cabalmente por Freud, que vuelve a apoyarse en l en su articulacin sobre el anlisis finito o indefinido.

    La fijacin anticipada de un trmino, primera forma de intervencin acti-va, inaugurada (proh pudor!) por Freud mismo, cualquiera que sea la seguri-dad adivinatoria (en el sentido propio del trmino) de que pueda dar pruebas el analista siguiendo su ejemplo, dejar siempre al sujeto en la enajenacin de su verdad.

    Y efectivamente encontramos la confirmacin de ello en dos hechos del caso de Freud:

    Primeramente, el hombre de los lobos -a pesar de todo el haz de pruebas que demuestran la historicidad de la escena primitiva, a pesar de la convic-cin que manifiesta para con l, imperturbable ante las dudas metdicas a cuya prueba le somete Freud- no llega nunca sin embargo a integrar su re-memoracin en la historia.

    En segundo lugar, el hombre de los lobos demuestra ulteriormente suena-jenacin de la manera ms categrica, bajo una forma paranoide.56

    l .acn n muestra como la prctica clnica ensea a Freud, en el caso del hombre e le los lobos, que la temporalidad inconsciente que escande la elaboracin del

    'jll. lhd , pp. 298-299

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    analizante en el anlisis no puede encerrarse a priori en un tiempo estndar que prefije la duracin total del anlisis, sin que esto conlleve el efecto de la clausura anticipada de la elaboracin y de reforzamiento de la alienacin subjetiva. La cuestin abierta, para Lacan, es por qu todo lo que es vlido ya para Freud con respecto a la duracin total del anlisis no puede serlo para aquello que constituye el corazn de la prctica analtica, es decir, la sesin y la determinacin de su duracin. A este respecto, Lacan avanza argumenta-ciones en las que intenta mostrar el estatuto defensivo de la s.esin estndar para el analista y para la comunidad de los analistas, y los efectos clnicos de freno de la elaboracin que comporta el tiempo estndar de la sesin, ya sea del lado del trabajo del analizante, ya sea del de la posicin del analista. En lo relativo al primer punto, la asuncin acrtica del tiempo estndar de la sesin protege, para Lacan, a la corporacin de los analistas del recuestionamiento de aquello en lo que consiste la funcin del analista como tal en el trabajo del anlisis. En este sentido, Lacan habla de un autntico tab vigente en la orto-doxia analtica, respecto a un punto, la duracin de la sesin, sobre el que adems Freud nunca se pronunci de modo explcito:

    Aqu se trata una vez ms de un elemento que pertenece manifiestamente a la realidad, puesto que representa nuestro tiempo de trabajo, y bajo este enfo que, cae el captulo de una reglamentacin profesional que puede considerar se como prevalen te.

    Pero sus incidencias subjetivas no son menos importantes. Y en primer !u gar para el analista. El carcter tab bajo el que se lo ha presentado en recicn tes debates prueba suficientemente que la subjetividad del grupo est muy poco liberada a este respecto, y el carcter escrupuloso, para no decir obsesivo, que toma para algunos, si no para la mayora, la observacin de un estndar cuyas variaciones histricas y geogrficas no parecen por lo dems inquietar,, nadie, es sin duda signo de la existencia de un problema que nadie est muy dispuesto a abordar, pues se siente que llevara muy lejos en la puesta en clrul.r de la funcin del analista. 57

    Al interpretar el tiempo estndar de la sesin como un tab de la comuni dad analtica que protege a los analistas de un cuestionarnicnto del obre el plano de los efectos del tiempo estndar en la sesin, el resultado qtrt' Lacan apunta con ms nfasis viene dado, por un lado, por la colusin 1 prc el tiempo estndar produce con respecto a las defensas del paciente ob-1'\ivo, lo que alimenta la procrastinacin infinita de las propias decisiones y

    dr la duda que caracterizan su estructura. Por el otro lado, el tiempo estn-ll. rr obsesi viza la posicin del analista, sometiendo la neutralidad de su posi-1 ron a la gida del ceremonial prefijado por el tiempo medido. He aqu el !'"aje de Lacan, difcil en razn de la referencia a la dialctica esclavo/ amo 1lr\arrollada por Hegel en la Fenomenologa del espritu, que el psicoanalista rr toma para ilustrar la dialctica del sujeto obsesivo, que se sita en la posi-1 u m del esclavo, en su relacin con el Otro, encarnado por el amo, lugar al I]IIC destina al analista en la transferencia analtica, esperando la muerte 1,1ra poder autorizarse finalmente a tomar posesin del lugar:

    El peligro de que este punto tome un valor obsesivo en el analista es simple-lllente el de que se preste a la connivencia del sujeto: no slo abierta al obsesi-vo, pero que toma en l un vigor especial, justamente por su sentimiento del 1 raba jo. Es conocida la nota de trabajo forzado que envuelve en este sujeto hasta los mismos ocios.

    Este sentido est sostenido por su relacin subjetiva con el amo en cuanto que lo que espera es su muerte.

    El obsesivo manifiesta en efecto una de las actitudes que Hegel no desarro-llo en su dialctica del amo y del esclavo. El esclavo se ha escabullido ante el r i!'sgo de la muerte, donde le era ofrecida la ocasin del dominio en una lucha rk puro prestigio. Pero puesto que sabe que es mortal, sabe tambin que el .1111o puede morir. Desde ese momento, puede aceptar trabajar para el amo y 1' llllllCiar al gozo mientras tanto; y, en la incertidumbre del momento en que ~~ producir la muerte del amo, espera.

    'J'.rl e~ la razn intersubjetiva tanto de la duda como de la procrastinacin '1"' 'on r.rsgos de carcter en el obsesivo.

    Sr11 llllhargo todo su trabajo se opera bajo la gida de esta intencin, y se lur r p111 c'o doblemente enajenante. Pues no slo la obra del sujeto le es arre-

  • >, est en el momento anticipado de la muerte del amo, a partir de la cual vivir, pero en espera de la cual se identifica a l como muerto, y por medio de la cual l mismo est ya muerto.

    No obstante, se esfuerza en engaar al amo por la demostracin de las bue-nas intenciones manifestadas en su trabajo. Es lo que los nios buenos del cate-cismo analtico expresan en su rudo lenguaje diciendo qu'e el ego del sujeto trata de seducir a su superego.

    Esta formulacin intrasubjetiva se desmitifica inmediatamente si se la en-tiende en la relacin analtica, donde el working through del sujeto es en efecto utilizado para la seduccin del analista.

    Tampoco es una casualidad que, en cuanto el progreso dialctico se acerca a la puesta en tela de juicio de las intenciones del ego en nuestros sujetos, la fantasa de muerte del analista, experimentada a menudo bajo la forma de un temor, incluso de una angustia, no deje nunca de producirse.

    Y el sujeto se apresura a lanzarse de nuevo en una elaboracin an ms de-mostrativa de su .

    Cmo dudar entonces del efecto de cierto desdn por el amo hacia el pro-ducto de semejante trabajo? La resistencia del sujeto puede encontrarse por ello absolutamente desconcertada.58

    Por lo tanto, el paso a la sesin de tiempo variable, sancionada por la escan-sin simblica con la que el analista cierra la sesin sobre un punto particu-larmente significativo del discurso del analizante, produce un efecto de sorpresa sobre el analizante y deviene para Lacan en el antdoto del efecto de la obsesivizacin que la sesin de tiempo