Jeffrey Alexander Criticos y Aliados
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De las críticas sobre la sociología de Jeffrey Alexander
Víctor Santillán
El giro teórico que establece Jeffrey Alexander se enmarca en un contexto en el que
diversas teorías comienzan a presentar diferentes elaboraciones que apuntan a la superación
de la dicotomía dominante durante la segunda mitad del siglo XX, el vínculo micro-macro.
La propuesta teórica de Alexander a nivel epistémico intenta establecer una conjunción de
paradigmas diferenciados con respecto a la comprensión del orden social, el cual se había
fragmentado en posiciones irreconciliables y reduccionistas; quienes abogaban por la
estabilidad del orden social a través de la cuasi exclusiva atención al orden de interacción; y
quienes proponían que éste se sustentaba en elementos estructurales. Es entonces, que la
proposición de Alexander se centra en la elaboración de un continuum micro-macro, que
esquemáticamente arroja cuatro dimensiones de análisis entrecruzadas entre el orden y la
acción (Ritzer, 1993). Es significativo mencionar que las primeras elaboraciones teóricas de
Alexander parten de la revisión que el autor realiza sobre las teorías sociológicas de la
segunda mitad del siglo XX (Alexander, 1990), pero en especial de la propuesta de Talcott
Parsons sobre el problema de la acción (Ritzer, 1993). En un segundo momento Alexander
ensaya un programa “fuerte” de sociología cultural de base hermenéutica, que
paulatinamente lo aleja de su primera propuesta centrada en el neofuncionalismo. La
propuesta multidimensional no es abandonada por Alexander, pero concentra sus esfuerzos
en “establecer la centralidad ordenadora de la cultura en cada resquicio de la estructura
social” (Morales, Carrillo, 2001: 221). Sus primeras elaboraciones centradas más en la
discusión de la teoría de la acción y del orden social fueron fuertemente criticadas por Hans
Joas (1993), cuestión que al parecer lo condujo a replantear su propuesta y arribar a la
concepción de la sociología cultural de corte hermenéutico en detrimento del
neofuncionalismo. La fuente de inspiración del segundo Alexander se centra en el “último”
Durkheim de Las formas elementales de la vida religiosa.
De la crítica de Hans Joas a la sociología cultural
En su crítica exclusiva a la propuesta de Jeffrey Alexander, Hans Joas (1993) establece dos
momentos claves para entender sus principales aportes: 1) La revisión de la teoría de
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Parsons y; 2) Un examen exhaustivo de los clásicos de la sociología. Ambos lo conducen a
plantear una teoría que tome en cuenta tanto la acción como el orden social. El mismo
Alexander se reconoce como heredero de la perspectiva estructural-funcionalista, pero se
propone, en una primera etapa de su carrera intelectual, establecer un programa de estudios
que el mismo denomina neo-funcionalismo. De la herencia parsoniana en la obra de
Alexander es indispensable hacer una distinción con respecto a la llamada tesis de
convergencia, en la que se plantea que existe una concurrencia en el sentido en el que se
plantea el problema de la acción social y el orden social en los clásicos de la sociología.
Tesis que Alexander rechaza por es posible verificar que tal convergencia no se deba a una
cuestión de la interpretación sino a un cierto “sentido de época” de la teoría sociológica
clásica. Es entonces, que la propuesta de Alexander se sitúa en la tensión teórica entre el
idealismo sociológico y el materialismo sociológico, que pretende superar a través de un
enfoque multidimensional y de síntesis (Joas, 1993).
La primera gran crítica hacia Alexander, gira en torno a que desde las categorías que
construye su marco interpretativo y que son aquellas que organizan su elaboración teórica
particular, escapan al campo de problemas en los que los fundadores de la sociología
enmarcaron sus reflexiones (Ibídem). En este sentido, desde la perspectiva de Joas,
Alexander extrapola el sentido original de los conceptos de la sociología clásica para
adecuarlos a su programa teórico, lo que encuentra central Alexander es la tensión entre la
acción y el orden social.
La construcción teórica sobre la problemática de la acción exime el tratamiento del vínculo
entre la lingüística y la teoría de la acción, propuesto desde la segunda mitad del siglo XX
por diferentes sociólogos (Ibídem). De igual forma, al centrarse en la teoría de la acción y
en los aspectos normativos del orden social, aun cuando detalla a profundidad este vínculo,
deja a un lado las consecuencias teóricas de su elección. Por otra parte, Joas (1993) le
reclama a Alexander que en su propuesta de teoría sociológica, no resuelve el problema del
dilema entre la acción racional en contra del modelo de la acción no racional, que esto
queda mencionado, pero falta adentrarse en un estudio empírico que delimite el estudio de
ambos modelos.
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Por otra parte, siguiendo con la teoría de la acción Alexander deja de lado el planteamiento
de que la cognición de la acción en la experiencia cotidiana puede relacionarse con el
conocimiento. Pareciera que el pragmatismo de Alexander desprovee a los individuos de
una acumulación de la experiencia, además de que desatiente el vínculo entre la
aprehensión del mundo y precisamente el conocimiento adquirido en la experiencia.
El corazón de la crítica hacia Alexander se centra en la distinción que establece Hans Joas
(1993) del modelo teórico y del modelo ontológico de la acción. El primero remite a una
separación con los referentes empíricos y el segundo cimenta su sentido en lo que el
primero excluye: los tipos ideales históricos y antropológicos. Alexander rehúye a la
utilidad pragmática que es posible extraerla de los referentes teóricos y; por otra parte,
exime la búsqueda de los referentes de los presupuestos antropológicos de la acción
humana vinculados con rasgos que son dominantes en una época (Ibídem). Alexander no
explora la distinción de los referentes racionales e irracionales en la acción, sin embargo, se
limita a señalar estas carencias en los clásicos de la teoría sociológica. En este sentido la
construcción metateorica
Después de estas críticas al núcleo central de su propuesta, Jeffrey Alexander se aboca a
transitar hacia el camino de la sociología cultural en la que ofrece ciertas respuestas a estas
interrogantes desde la pragmática cultural. En este giro teórico Alexander contesta a la
crítica sobre la relación entre la teoría y la práctica y, pretende extender esta relación más
allá de la esfera de la política y centrarla en el ámbito de la cultura como expresión que
puede comprenderse más allá de la esfera propiamente cultural y ser el centro de la
comprensión de las sociedades modernas. En esta discusión sobre la centralidad de la
cultura, Alexander (2005), pretende instaurar un modelo macro sociológico, que aplique
tanto al individuo como a la acción colectiva. El punto de partida y de llegada es la relativa
autonomía del entendimiento de lo cultural, pero que siempre se encuentra interpenetrado
por otras esferas, como la civil. Con esto Alexander pretende escapar a ciertos
determinismos que se habían instaurado en la compresión de las sociedades modernas,
como por ejemplo el simbolismo cultural para entender el ámbito propio.
La segunda crítica de Hans Joas
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Hans Joas (2002) se pregunta: ¿Hasta dónde las teorías sociológicas tienen éxito en el
reconocimiento de la dimensión creativa de la acción de su análisis de los procesos de
acción colectiva? Menciona que los clásicos de la sociología no tenían un interés inmediato
por la acción colectiva en términos creativos. A lo largo del texto, Hans Joas entabla un
diálogo crítico con las corrientes sociológicas desde el punto de vista de la poca atención a
la creatividad en el estudio de la acción colectiva.
En Estados Unidos “Jeffrey Alexander se fijó el objetivo de enriquecer la teoría de la
diferenciación con el núcleo del enfoque funcionalista del cambio social. Lo hizo mediante
la incorporación de ciertas ideas del interaccionismo simbólico con elementos de
Eisenstadt, por lo que la teoría de la diferenciación puede tomar en consideración tales
fenómenos contingentes como los movimientos sociales, singulares acontecimientos
históricos como guerras y élites innovadoras. Esto significa que Alexander ya no ve la
diferenciación como un ‘continuo proceso en curso’ como la mayoría de sus predecesores,
sino como un proceso que es, al menos, en parte provocado por movimientos sociales y en
cualquier caso acompañada por ellos”. (Joas, 2002). Es problemática la propuesta de
Alexander en el sentido de que los procesos de diferenciación pueden parecer al mismo
tiempo origen y resultado, aun cuando existe una distinción con la de-diferenciación, el
modelo no busca ir más lejos. Este es el punto nodal de la crítica de Hans Joas hacia el
neofuncionalismo en general y a la sociología de Jeffrey Alexander en particular, en el
sentido de que los procesos de diferenciación que constituyen a la sociedad y que en
Alexander son entendidos como multiniveles de análisis, eximen la acción colectiva
creativa como constitutiva de la sociedad.
Jeffrey Alexander establece una crítica parecida en el sentido de centrarse en los elementos
represivos del poder y la política, que no incorporan la perspectiva del actor, ni
componentes referidos a las emociones. En este sentido la crítica de Hans Joas al desarrollo
conceptual de la teoría de la acción social en la historia de la sociología adquiere una
misma dimensión en el reclamo que Alexander. Al parecer la teoría de la acción social ha
eximido de su elaboración un carácter creativo y colectivo y se ha centrado en el sentido
racionalista e individualista.
Ciudadanía y sociología cultural
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La sociología cultural se enfrenta a elaboraciones teóricas consolidadas en la explicación
sobre los fenómenos políticos, entre ellos lo referente a la ciudadanía y, desde una óptica
particular abunda sobre el entendimiento de la política más allá de elementos coercitivos
anclados en las perspectivas clásicas y no tan clásicas sobre el poder y dominación. Para
Eliasoph (2012), la sociología cultural debe desconcentrar la visión sobre los metarrelatos y
concentrar sus esfuerzos en la comprensión de las narrativas de la dimensión cotidiana de la
acción, considerando la arquitectura de las escenas del mismo orden y estableciendo como
estas narrativas se ponen en juego. Desde la misma perspectiva, los individuos en las
interacciones del día a día definen una serie de distinciones entre las situaciones que los
aquejan, es también en el marco de la diferenciación de las esferas de lo social que, se
enmarcan una serie de valores morales que, como las esferas, tienen cierta autonomía
relativa. El punto nodal que plantea Eliasoph es que la sociología cultural debe incorporar
al análisis de lo social la idea de lo moral, puesto que esto implica emociones y práctica de
acción (Eliasoph, 2012). En este sentido coincide con la propuesta de Alexander realizar un
estudio multidimensional que no excluya el nivel micro de las emociones y de la
perspectiva del actor, que se relacionan más con los mecanismos de la vida cotidiana, es
decir, en el cómo que en el porqué. Es en la interpretación del sentido de la acción social
que hace el individuo o el grupo, en las palabras con las que construyen la historia, en
donde se sedimenta la construcción de las instituciones, es decir, son las prácticas
cotidianas hacia donde debe centrar su análisis la sociología cultural. Tal vez una de las
críticas centrales sobre la construcción sociológica se aboca a descentrar el análisis de
elementos más “duros” de la política clásica de la modernidad para transitar a la
incorporación de elementos que puedan explicar la política desde la cultura como núcleo
desde donde irradia el análisis. En esta autora más que crítica sobre la sociología de
Alexander, existe una afinidad teórica, pensando en una denuncia política menos clásica
sobre la tarea de la misma y enfatizando la pluralidad de los caminos en este quehacer.
Isaac Reed (2007) muestra como la sociología cultural es capaz de dar cuenta de una
ligazón con la hermenéutica.
existe una crítica dentro de la sociología cultural. En el núcleo se encuentra la narrativa
que conecta la parte ideal y el realismo. Crítica a las grandes narrativas.
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La esfera civil de Alexander
La premisa de la que parte Jeffrey Alexander para caracterizar lo que denomina “la esfera
civil” es que las sociedades no están gobernadas exclusivamente por el poder y sostenidas
por la persecución de fines egoístas basados en intereses particulares, sino que los
sentimientos por los otros importante y estos se encuentran estructurados por límites de
solidaridad. La solidaridad es solo plausible porque los individuos no se encuentran
únicamente orientados al aquí y el ahora, sino que existe un sentido trascendental que los
trasciende, que los coloco en una temporalidad futura enmarcada en un ideal que surge de
la esperanza de establecerse como perpetuo.
Debido a lo anterior y centrado en que la vida social del siglo XXI adquiere es más
compleja, Alexander va a proponer su concepto de esfera civil para atender a este estado de
complejidad de las relaciones sociales. En primer término y como se mencionó al principio
del escrito, la esfera civil necesita ser analíticamente independiente y empíricamente, y
moralmente más universalista en relación con el Estado, el mercado y otras esferas sociales.
En segundo lugar, propone concebirla como una esfera solidaria en la que un cierto tipo de
comunidad universalizada se encuentra culturalmente definida y en cierto grado reforzado
institucionalmente. En este sentido, propugna por establecer un cierto grado de solidaridad
que es exhibido y sostenido por la opinión pública, códigos culturales profundos, distintas
formas de organización y prácticas de interacción históricamente definidas como la
civilidad, la crítica y el respeto mutuo. Además no existe fuera de la interpenetración de las
esferas no civiles. En tercer lugar, la solidaridad que sostiene a la esfera civil no se
encuentra alejada de conflictos contemporáneos pero tampoco de tradiciones culturales, es
además, un compendio de obligaciones tanto individuales como colectivas (Alexander,
2006) En esta obra, se puede ver la especificación de las referencias a la acción en términos
colectivos, como también una especialización en la propuesta de la autonomía relativa de
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las esferas sociales. Es decir, que el autor atiende a las críticas de su obra y de esa forma va
construyendo un modelo más acabado para entender a las sociedades modernas.
Conclusiones
Continuidad la relación entre estructura y acción, en su análisis se sitúa en el nivel
multidimensional.
Bibliografía
Alexander, Jeffrey (1990), Las teorías sociológicas desde la segunda guerra
mundial,
__________________(2005), “Pragmática cultural: un modelo de performance
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<http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/viewFile/11294/11952>]
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Joas, Hans (2002) “The Democratization of Differentiation: On the Creativity of
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Jeffrey Alexander” en Eduardo Bericat (2012) Sociologías en tiempos de
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