Jim Thompson, El Mejor Escritor de Misterio y Crimen

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Jim Thompson, el mejor escritor de misterio y crimen Murió pobre y olvidado en 1977 Humberto Guzmán Una novela negra donde no hay muchos asesinatos, sólo uno accidental (un niño pequeño que es arrojado de su carriola) o simples conatos. Quizás podría salirse de la línea del subgénero. Pero no, mantiene el ambiente de violencia, esa que es peor, ya que es callada y puede pasar desapercibida, una especie de violencia psicológica. Por momentos parece una novela psicológica, hasta aparece brevemente un psiquiatra, lo cual puede ser otro rasgo en contra del subgénero clásico negro, pero habla bien de la obra. Lo que importa no es que el asesino sea un enfermo, un psicópata, sino sus acciones depredadoras. Los lectores lo quieren ver: crear violencia, llegar al asesinato, en una historia de misterio, algo de suspenso y de mucha acción. En El hijo de la ira, de Jim Thompson, se confirma mi convicción de que la mejor y única novela negra, es la original, la

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Jim Thompson, el mejor escritor de misterio y crimen

Murió pobre y olvidado en 1977

Humberto Guzmán

Una novela negra donde no hay muchos asesinatos, sólo uno accidental (un niño pequeño

que es arrojado de su carriola) o simples conatos. Quizás podría salirse de la línea del

subgénero. Pero no, mantiene el ambiente de violencia, esa que es peor, ya que es callada

y puede pasar desapercibida, una especie de violencia psicológica. Por momentos parece

una novela psicológica, hasta aparece brevemente un psiquiatra, lo cual puede ser otro

rasgo en contra del subgénero clásico negro, pero habla bien de la obra. Lo que importa

no es que el asesino sea un enfermo, un psicópata, sino sus acciones depredadoras. Los

lectores lo quieren ver: crear violencia, llegar al asesinato, en una historia de misterio,

algo de suspenso y de mucha acción.

En El hijo de la ira, de Jim Thompson, se confirma mi convicción de que la mejor y única

novela negra, es la original, la estadounidense. En aquella los personajes son dibujados,

las reacciones son las adecuadas, con una lógica del relato. Como en El criminal o en El

asesino dentro de mí, del mismo autor. Pero como suele ocurrir en esta clase de novelas,

por buenas que sean, como las de Thompson (le han dicho “el Albert Camus de la novela

negra”), parece que fuerzan sus historias para llevarlas al final deseado. Lo que no impide

que sus lectores disfruten de una historia emocionante, de misterio y corrupción, que es la

finalidad.

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En El hijo de la ira (de 1972), la voz narrativa la tiene el protagonista central, un negro de

dieciocho años, que todavía sufre una violenta manipulación, incluso sexual, de parte de

su madre blanca y guapa. (Aquí el elemento psicológico.) Pero no sólo es esa violencia

sino también la que él ejerce, por las mismas razones raciales: enfrenta y hasta participa

del racismo que se da en el medio social en el que se desenvuelve, que es de clase media

acomodada y blanca.

Como debe de ser (porque así es la realidad, no se trata de “hacer denuncia”, simplemente

así es), el protagonista se ve acosado, acusado, mal visto, pero él, que es presentado como

muy inteligente y muy manipulador, toma la revancha y acosa, también es racista,

arremete, humilla y se impone a los otros jóvenes negros (mulatos en realidad, mestizos,

que deben de ser los más en Estados Unidos, aunque Thompson habla de “negros”, no se

anda con hipocresías como: “de color”, “moreno” —“indígena” en México—, que son de

clase media culposa). En pocas palabras, Allan, el protagonista, es un (otro) hijo de puta

que extorsiona a sus compañeros de escuela, abusa de su madre, del director de la escuela,

el policía blanco y padre de una joven negra. Aquí es donde puede chocar un poco la

inteligencia del personaje, incluso sus diálogos son demasiado “inteligentes” y hasta

cultos. Es un alumno sobresaliente, que no se ve cómo porque no estudia, pero su

inteligencia le basta, con un poco de lectura de periódicos, algún libro escolar.

Forzar las cosas: Es el privilegio de los escritores populares. La novela negra es un género

popular, con rasgos como: la historia “redonda”, con un desarrollo lineal y un final que

esclarece el misterio y reintegra el orden amenazado.

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Sin embargo, Thompson sobresale de estos límites y logra personajes e historias

convincentes. Se la cree uno. Y ahí está la diversión de Hijo de la ira, de Thompson, que

en realidad se debió titular Hijo de puta. (RBA Libros; 2010.)

En medio de la violencia colectiva, social, cargadamente sexual —muy interesante la

relación cuasi incestuosa entre Allan y su madre, o la descarada de los hermanos Hadley

—, Allan le reclama a su madre por qué tuvo que tener a su hijo con un negro “de pelo

lanudo”, para joderle la vida. No lo conoce, pero es un negro arribista. La trama une a

todos los protagonistas. Como en los otros géneros populares en literatura, radio, cine y

televisión.

De ahí que algunos señalen la cualidad de ”crítica social” a la novela negra, afirmación

superficial. Yo creo que los grandes escritores de negra, como otros buenos escritores, no

querían tanto “criticar” (se entiende señalar, atacar) a su sociedad sino tan solo aprovechar

los elementos que les da la realidad inmediata para dar una violencia suficientemente

veraz de las cosas. (Hablo en pasado porque no veo grandes escritores de novela negra

actuales; Thompson murió pobre y olvidado en 1977.)

Ellos lo que querían era hacer historias excitantes, emocionantes, thrillers, con sexo,

acción, mucha sangre, para gustar a un público mayoritario. Y luego se hacía la película.

Había un mercado y éste, en general, les pagaba bien.

Un clímax es sin duda cuando el lector descubre la relación incestuosa de Allan y su

madre, pero no lo es el de la novela necesariamente, que tiene otros tanto o más

excitantes.

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Al final, Allan parece contradecir al muchacho triunfalista que siempre fue. Pero esto

demuestra que sí era inteligente y por lo tanto inseguro. Porque sólo los estúpidos están

seguros