Jorge Luis Arcos, Pensamiento y Estilo en Jorge Mañach

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Pensamiento y estilo en Jorge Maæach 205 Crtico y editor. UNEAC. Jor Jor Jor Jor Jorge Luis Ar ge Luis Ar ge Luis Ar ge Luis Ar ge Luis Arcos cos cos cos cos Pensamiento y estilo ensamiento y estilo ensamiento y estilo ensamiento y estilo ensamiento y estilo en Jor en Jor en Jor en Jor en Jorge Maæach ge Maæach ge Maæach ge Maæach ge Maæach A unque no soy un historiador ni un politlogo ni un economista ni un socilogo y ni siquiera me dedico preferentemente al estudio de las ideologas ni a los anÆlisis culturolgicos, sino al ensayo literario, especialmente sobre poesa, y si algœn pensamiento me interesa es el pensamiento poØtico tan aparentemente lejano, pero tan cercano al filosfico, hace mÆs de diez aæos tuve que redactar para la Historia de la Literatura Cubana un epgrafe sobre un grupo de ensayistas de la Øpoca republicana. A esa coyuntura debo mi conocimiento de dos pensadores que desde entonces agradezco haber ledo casi en su totalidad: Jorge Maæach y Medardo Vitier. 1 Pero enseguida algo me perturb. ¿Cmo era posible que dos obras tan importantes para la cultura cubana hubieran permanecido silenciadas por mÆs de treinta aæos, incluso en los claustros universitarios y en los medios acadØmicos en general? En el caso de Maæach, silencio mediado hasta por cierta leyenda negra. 2 La respuesta la sabemos todos: no fueron pensadores marxistas aunque Vitier simpatizara con el ideal social del socialismo. En el caso de Maæach, su intensa y controvertida actividad poltica, que lo situ a veces en posiciones de derecha, lo hacan escapar de ciertos esquemas ideolgicos que mediaban entonces el anÆlisis cultural, y se le vinculaba directamente (no sin razn, por cierto) con la expresin de un ideario burguØs. Razones ninguna de peso suficiente para extirpar de nuestra cultura nacional a dos de sus mÆs lœcidos exponentes. Debo confesar que, entre ambos, y sin que ello implique ningœn juicio de calidad ni ninguna jerarqua intelectual, prefiero a Vitier, acaso porque me conmueve mÆs, y porque su pensamiento tuvo mÆs trasfondo filosfico y mÆs comprensin del pensar poØtico que el de Maæach, quien ofrece una impresin mÆs asØptica para mi gusto personal. He pensado tambiØn si la severa formacin de Maæach en medios acadØmicos norteamericanos, que lo convertan en una rara avis en el medio cultural republicano, mÆs acaso las caractersticas de su propia personalidad, as como cierta sobrevaloracin de la inteligencia, de las minoras cultas, entre otros factores, no le granjearon a Maæach pasiones polticas mediante cierta antipata, como Premio Temas de ensayo 1999, en la modalidad de Humanidades. no. 16-17: 205-211, octubre de 1998 - junio de 1999.

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Ensayo sobre Jorge Mañach

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  • Pensamiento y estilo en Jorge Maach

    205

    Crtico y editor. UNEAC.

    JorJorJorJorJorge Luis Arge Luis Arge Luis Arge Luis Arge Luis Arcoscoscoscoscos

    PPPPPensamiento y estiloensamiento y estiloensamiento y estiloensamiento y estiloensamiento y estiloen Joren Joren Joren Joren Jorge Maachge Maachge Maachge Maachge Maach

    Aunque no soy un historiador ni un politlogo niun economista ni un socilogo y ni siquiera mededico preferentemente al estudio de las ideologas nia los anlisis culturolgicos, sino al ensayo literario,especialmente sobre poesa, y si algn pensamiento meinteresa es el pensamiento potico tan aparentementelejano, pero tan cercano al filosfico, hace ms dediez aos tuve que redactar para la Historia de laLiteratura Cubana un epgrafe sobre un grupo deensayistas de la poca republicana. A esa coyunturadebo mi conocimiento de dos pensadores que desdeentonces agradezco haber ledo casi en su totalidad:Jorge Maach y Medardo Vitier.1 Pero enseguida algome perturb. Cmo era posible que dos obras tanimportantes para la cultura cubana hubieranpermanecido silenciadas por ms de treinta aos,incluso en los claustros universitarios y en los mediosacadmicos en general? En el caso de Maach, silenciomediado hasta por cierta leyenda negra.2

    La respuesta la sabemos todos: no fueronpensadores marxistas aunque Vitier simpatizara con

    el ideal social del socialismo. En el caso de Maach, suintensa y controvertida actividad poltica, que lo situ aveces en posiciones de derecha, lo hacan escapar deciertos esquemas ideolgicos que mediaban entoncesel anlisis cultural, y se le vinculaba directamente (no sinrazn, por cierto) con la expresin de un ideario burgus.Razones ninguna de peso suficiente para extirpar denuestra cultura nacional a dos de sus ms lcidosexponentes.

    Debo confesar que, entre ambos, y sin que elloimplique ningn juicio de calidad ni ninguna jerarquaintelectual, prefiero a Vitier, acaso porque me conmuevems, y porque su pensamiento tuvo ms trasfondofilosfico y ms comprensin del pensar potico queel de Maach, quien ofrece una impresin ms aspticapara mi gusto personal. He pensado tambin si la severaformacin de Maach en medios acadmicosnorteamericanos, que lo convertan en una rara avis enel medio cultural republicano, ms acaso lascaractersticas de su propia personalidad, as como ciertasobrevaloracin de la inteligencia, de las minoras cultas,entre otros factores, no le granjearon a Maachpasiones polticas mediante cierta antipata, comoPremio Temas de ensayo 1999, en la modalidad de Humanidades.

    no. 16-17: 205-211, octubre de 1998 - junio de 1999.

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    si emanara de su persona una distancia incmoda,sensacin que se trasmita a cualquier tema que abordase.

    Eso quizs explique por qu, en muchas de laspolmicas en que se vio envuelto (con Rubn MartnezVillena, con Juan Marinello, con Jos Lezama Lima,entre otros),3 uno tenga la impresin de que susopositores fueron algo desproporcionados, como sise opusieran en realidad a algo ms, algo invisible, queradicara, ms all de sus ideas, ya en su persona, ya enel tipo de intelectual que representaba. Eso, y serportador de un discurso casi siempre brillante, inteligentepor polmico que fuese, dicho o escrito ademscon una gran precisin e incluso elegancia, en fin, conun inconfundible estilo, debi ser al menos una partede los motivos que hicieron de su figura pblica blancode tantas crticas y recelos.

    Otra razn, esta ms general, es aquella que pudodistinguir a Maach como el intelectual emblemticode la Repblica, algo as como el representante oficialde una repblica tan criticada por tantas tendencias;incluso, paradjicamente, por el propio Maach, quien,por ejemplo, a los eptetos posteriores de repblicamediatizada o neocolonial, o a la calificacin depseudorrepblica, anticip el de desustanciada.4 Sinembargo, ya visto con cierta distancia y objetividad,ninguno de esos criterios, objetivos o subjetivos, justoso no, justifican el desconocimiento (mucho menos elmal conocimiento o conocimiento parcial) de uno delos pensamientos mejor estructurados, ms lcidos, detoda la historia de nuestra cultura y en donde laproblemtica de la conciencia nacional cubana tuvieraun peso tan sustancial.

    Un buen retorno

    No ha sido hasta la presente dcada de los aos 90cuando su obra ha vuelto a valorarse con msobjetividad. Se reedit su hermosa biografa Mart, elapstol;5 y pronto se publicarn su Estampas de SanCristbal en la coleccin El Ateneo y una compilacinde sus ensayos por la Editorial Letras Cubanas, queincluye su conferencia La crisis de la alta cultura enCuba, sus libros Indagacin del choteo e Historia y estilo, ysu texto El espritu de Mart que se reprodujo en ladesaparecida revista Albur, precedido por unas palabrasde Graciela Pogolotti.6 En las publicaciones peridicascubanas han aparecido al menos tres ensayospanormicos que intentan rescatar el valor de supensamiento para nuestra cultura, a saber: JorgeMaach: un pensador polmico, de quien esto escribe,Maach o el desmontaje intelectual de una repblica,de Rafael Rojas, y Maach, el vilipendiado, de JorgeDomingo. Acaba de publicarse en La Gaceta de Cuba el

    ensayo de Salvador Arias Mart en Jorge Maach,seguido de dos breves y tempranos textos de Maachsobre Mart.7 An espera por ser recopilada una enormecantidad de sus colaboraciones en las publicacionesperidicas cubanas. No obstante, es un buen retorno,aunque todava no exento de recelo. En esta ocasinme limitar a comentar algunos contenidos ideolgicosde su libro Historia y estilo8 y a hacer algunasconsideraciones sobre su estilo y la proyeccin de supensamiento, as como sobre la calidad y cualidad desu ensayismo.

    La nacin aorada

    Pudiera afirmarse que tambin por azar cronolgicoJorge Maach es el ensayista ntese que no digopensador paradigmtico de la Repblicadesustanciada, pues nace en 1898 y muere en 1961,es decir, nace en las vsperas de su instauracin y muereinmediatamente despus de su desaparicin, justamentey valga la trgica paradoja cuando alcanz nuestropas la tan aorada por Maach categora histrica denacin. Asimismo, nace en el ao de la primera guerraimperialista moderna, la Guerra Hispano-cubano-norteamericana, preludio del primer ensayo neocolonialen Amrica Latina, y muere despus de algo ms dedos aos del triunfo de la Revolucin cubana, quedevendr el primer ensayo de una revolucin socialistaen nuestra Amrica.

    Vivi Maach a lo largo de toda esa Repblica conla obsesin y la esperanza de que de su seno pudieraemerger algn da la nacin cubana. Por eso, por laconciencia profunda y dramtica de esa carencia, fueuno de sus crticos ms lcidos y constantes. No enbalde proyect escribir un libro con el nombre de Lanacin que nos falta, como prolongacin de su conferenciarecogida en Historia y estilo La nacin y laformacin histrica,9 por el deber dice all enque todos los cubanos estamos de crearnos la nacinque nos falta,10 y ya al final de este ensayo habla inclusode su conquista.11 Represe en que ese texto fue escritoa principios de la dcada de los 40, despus de creadala importante Constitucin del 40, y, sin embargo, elidelogo de una hipottica burguesa nacional cubana considerabaque Cuba no haba alcanzado la categora histrica denacin; cuando ms, escriba all, meliorativamente,andamos en rumbo de nacin.12 En un ensayo anterior,publicado inicialmente en el peridico Accin, en 1934es decir, inmediatamente despus de la revolucinantimachadista, pero recogido tambin en Historia yestilo, aora la Revolucin verdadera, la que s llevamayscula y est todava por hacer....13 Por eso no esde extraar que se oponga resueltamente al golpe de

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    Estado de Fulgencio Batista, participe en la campaapro-ammista poltica para los asaltantes, entoncespresos, del Cuartel Moncada, y salude a la Revolucintriunfante del Primero de enero de 1959. Aunque, comotambin es coherente con el carcter y los lmites de susideas polticas, muera desencantado del rumbo socialistade la Revolucin, mientras imparta un curso en laUniversidad de San Juan, Puerto Rico.

    Qu hubiera pasado de no haber muerto en fechatan temprana? Cul hubiera sido su probabletrayectoria futura? Muchas veces he escuchado estasinterrogantes. Algo pudiera acaso barruntarse por sulibro pstumo, Teora de la frontera,14 con el contenidode sus conferencias en Puerto Rico, pero no creo queMaach fuera una persona fcilmente previsible. Si porun lado no escondi nunca sus simpatas por algunosvalores positivos de la cultura norteamericana, ni suafinidad con ciertos principios pragmticos de aquellanacin los cuales vea como necesarios para nuestropas, amn de que su nacionalismo burgus preveapara Cuba un Estado capitalista con una Repblicaliberal burguesa como sustentadora de la nacincubana; por otro, por consecuencia con su propioideario nacionalista, fue un acrrimo crtico delplattismo, y de la funesta mediacin norteamericana.

    Al igual que Lezama Lima, por ejemplo, considerabaque los Estados Unidos haban interrumpido el procesode integracin histrica de la nacionalidad cubana,logrado en la culminacin del siglo XIX. Cmo hubierareaccionado Maach ante la severa agresin de todandole que comenz a ejercer el gobierno de aquel pascontra Cuba inmediatamente despus de su muerte?No lo sabemos, y ms vale no especular. Atengmonospor lo pronto a los hechos conocidos. Entre ellos, auno muy importante: en la dcada de los 50 Maachmilitaba en el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo).Un anlisis del ideario econmico, poltico y social deMaach revela cmo, en muchos aspectos esencialessu pensamiento, coincide con el desenvuelto en elprograma del Movimiento 26 de Julio y expresadopor Fidel Castro en su conocido alegato La Historia meabsolver.

    Como ya aventur en mi ensayo ya citado, lacontradiccin mayor de Maach estuvo en querer serel idelogo de una burguesa nacional inexistente, enprever utpicamente, como fundamento de la nacincubana, un Estado liberal burgus eso s,antineocolonial y nacionalista porque la nicaburguesa realmente existente en la Repblica fue unaburguesa dependiente. Maach prevea que unaRevolucin que l quera, citando a Mart, con todosy para el bien de todos no tena que interrumpir elproceso de integracin de la nacin que habacomenzado en el siglo XIX cubano la burguesa insular,

    sino encauzar, dentro de la misma Repblica, dichoproceso. En ese dilema imposible, en esa contradiccinentre el ser estructural de la burguesa entreguista cubanay el deber ser de Maach qued detenido, congelado,su pensamiento poltico.

    Sin embargo, concurrentemente con la proyeccinde ese deber ser porque como l mismo afirmaba,los pueblos tambin se definen por lo que se proponenser15, y ms all de los lmites objetivos, histricosde su ideario, en el contexto particular cubano supensamiento contribuy como pocos, con frase deRafael Rojas, al desmontaje intelectual de la Repblica,esto es, a su crtica profunda, a la vez que estimulabaun positivo proceso de integracin social como garantade la consolidacin futura de nuestra nacin. Por unlado, pues, est su medida, fundada en su perspectivaburguesa nacionalista; por otro, empero, no puededesconocerse la actividad de su pensamiento, este smuy atendible en muchas proyecciones tericas,metodolgicas incluso, como puede apreciarse porejemplo en muchos de los contenidos de suEsquema histrico del pensamiento cubano, ensayoque, aunque polmico en muchas instancias puntuales,constituye un modelo de anlisis de una circunstanciaconcreta desde una perspectiva ideolgica determinada.

    Incluso, en muchos aspectos, su pensamiento,opuesto a las tesis del materialismo histrico, cala conagudeza en la problemtica nacional cubana, a la vezque anticipa males que fueron consecuencia de unaaplicacin mecnica o mimtica del socialismo. Comoejemplo de dos de los momentos ms lcidos delpensamiento de Maach, citar dos prrafos de suensayo Esquema histrico del pensamiento cubano.El primero, y ms conocido, es el siguiente:

    Qued entonces Cuba lista efectivamente para lograr laNacin [se refiere al trmino de la guerra del 95 yfundamentalmente al inicio de la Repblica], que es cosamuy distinta de la mera nacionalidad jurdica. Pero lainsustanciacin econmica de la Independencia por un lado,y por otro el plattismo, que dej como intervenida porvoluntad ajena la aspiracin de la conciencia cubana, secombinaron para que lo meramente formal y jurdicoprevaleciera. Durante los primeros treinta aos de soberana,solo por excepcin significativa (Sanguily, Juan GualbertoGmez, Mrquez Sterling) se invoca en Cuba a la Nacin.Solo se habla de la Repblica: de la forma, no de lasustancia; de la ley, no de la vida; de lo convencional, no delo real. Se repiti en nuestra tierra lo que con tanta insistenciahaba advertido Mart al enjuiciar la independencia en lasotras zonas de la Amrica nuestra: la colonia siguiviviendo en la Repblica. Y no se le ocult al juiciocontemporneo ms sincero que todo haba venido a pararaqu en una mera figuracin de himno y bandera, sinindependencia vital efectiva. Economa precaria y de mandoajeno; tierra en fuga; moneda y banca extranjeras;espaolidad enquistada y cubanidad en derrota; culturaperezosa y mimtica; poltica vaca de sensibilidad social;conato de Estado en una patria sin nacin.16

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    El segundo prrafo aludido es el ms importante ami parecer, porque, en apretada sntesis, y por vanegativa, Maach va enumerando todos aquelloselementos que conspiran contra la integracin social deuna nacin, pero ya no desde una perspectiva terica,como haba hecho en razonamientos precedentes, sinoaplicados al caso particular cubano. A travs de ellos sepodr apreciar, incluso, no ya la agudeza con que elensayista disecciona el contexto cubano o el estado dela nacionalidad cubana en la dcada de los 40, sino queel lector atento podr detectar algunos elementosnegativos, todava hoy no resueltos o que amenazanpor reaparecer. Dice Maach:

    Ms doloroso es el trance de los pueblos que son patrias yno han logrado llegar a naciones aquellos que, habiendoalcanzado todas las condiciones iniciales para lanacionalidad, se han visto frustrados o detenidos en ellogro de ella. En su mbito, todo se ha vuelto provisional,inseguro, problemtico. Ricos de pasado, no lo sienten ya,sin embargo, como asidero; ilusionados de futuro, vivenen perenne aprehensin de su propio porvenir. Porglorioso que sea su historial, no resulta objeto de veneracinpblica. Las tradiciones apenas cuentan. Los ritmoscolectivos de la costumbre se ven cada vez ms desplazadospor los manierismos sociales y las oleadas de la novelera.La recordacin patritica es un cumplido, y a menudo unclculo logrero. Se mira la propiedad pblica como bienmostrenco, accesible a todos los descuidos y vandalismos.Hasta los amores terrueros han cobrado no s qu airerutinario de fidelidad animal, cuando no es que la tentacinde la ciudad le devora su gente al campo, y la posibilidad demedrar en el extranjero le quita ciudadanos a la patria. Laley es siempre una norma sin gloria, una imposicin quetodos procuran esquivar. Los hombres pblicos que,por lo dems, no suelen merecer otra cosa se muevenentre la fidelidad servil y la difamacin sistemtica. Loscultores del espritu tienen que hacerse un mundo propiopara que la general indiferencia no los desaliente. No hayavidez de autocontemplacin histrica, ni ambiente para laobra sustantiva, ni estilos que acusen un alma comn.Toda la vida de la comunidad tiene un airedesmesuradamente festivo o angustiadamente melanclico.Solo el individuo se comporta como soberano, aunque enel fondo sea muy precaria su independencia vital. Los ricosse desentienden de los pobres; la sociedad, entre comillas,de la sociedad verdadera; los ciudadanos, de los partidos;los partidos, del pueblo; y el pueblo, de todo lo que no seasu incertidumbre de cada da. La soberana colectiva andasiempre en duda y aprensin. El Estado no tiene densidadde nacin en que apoyarse e improvisa sus polticas segn

    los humores de turno, sin grandes puntos histricos dereferencia. Todo, en fin, est como sin races, expuesto a serbarrido por cualquier fuerte viento de fuera.17

    Una pregunta me ronda con insistencia: cmopensaba conciliar Maach una repblica sin todos estoslastres, una repblica independiente, anticolonial,antimperialista, con el imprescindible desarrollo de unaindustria nacional algo todava no logrado, pero queciertamente indica que Maach valoraba ya el lmiteque significaba para Cuba su deformacin econmicaestructural, que la condenaba al subdesarrollo con todassus consecuencias con una repblica liberal burguesa?No haba algo de utpico en la Repblica con quesoaba Maach? Efectivamente, su pensamiento sueleser muy contradictorio, lo cual no disminuye para nadasu caudal de aciertos o desaciertos. Hay que valorar elhecho de que Maach era un heredero de la tradicineclctica en un sentido creador del pensamientocubano del XIX, que se debata entre los polos de lacreacin y el mimetismo dentro de los lmites de unasociedad colonial, cuya burguesa criolla o sacarocraciatuvo en la esclavitud, durante mucho tiempo, un lmiteinexorable para su radicalizacin; de ah las tendenciasreformistas primero, autonmicas o asimilistas despus,del patriciado cubano. Maach, en una sociedadneocolonial, padeca, como vocero de una utpicaburguesa nacional independiente, el lmite, tambininexorable, de la condicin entreguista, dependiente,de la burguesa de la Isla que, pese a la tradicinantimperialista cubana, poda hacer posible la otrorafrustrada tendencia anexionista. No por gusto Maachno se permiti veleidades neoanexionistas yrecordaba siempre, como un valor, el antimperialismomartiano. Por ejemplo, es muy sintomtico que cite, apropsito del antianexionismo de Saco, este terminantejuicio de aquel cubano sagaz: Privada [Cuba] del apoyode su antigua Metrpoli, vctima de la rapacidadamericana, en cuyas garras pereceran sus tradiciones,su nacionalidad y hasta el ltimo vestigio de su lengua.18

    Juicio, por cierto, que conserva toda su vitalidad hoyda.

    Otra contradiccin muy visible de Maach se apreciacuando trata con frecuencia de conciliar, por ejemplo,lo que Rafael Rojas considera como las dos

    Maach, en una sociedad neocolonial, padeca, como vocerode una utpica burguesa nacional independiente, el lmite,tambin inexorable, de la condicin entreguista, dependiente,de la burguesa de la Isla que, pese a la tradicinantimperialista cubana, poda hacer posible la otrorafrustrada tendencia anexionista.

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    racionalidades en pugna durante el siglo XIX cubano, lapragmtica, capitalista, y la tica, emancipatoria.19 Esindudable que, de alguna manera, esas dos esquemticasracionalidades confluyen en el ideario de Maach; deah que trate, por ejemplo, de conciliar en la Repblica(o a veces sencillamente al hacer la historia desde laperspectiva de su ideario burgus) la tendenciaautonmica con el independentismo martiano, cuandoafirma en Esquema histrico del pensamiento cubanoque refirindose a Mart Su apostolado separatistaen el exterior coincide con la propaganda autonomistaen Cuba, que difunde la cultura poltica y sensibiliza a lanacin para el gran llamamiento de 1895.20

    Inmediatamente antes haba caracterizado la frmulaautonmica como el esfuerzo cauteloso de laburguesa por desembarazarse de la explotacinespaola sin comprometer su predominio socialinterior,21 acaso el mismo ideal de Maach en laRepblica con respecto a la dominacin norteamericana.Finalmente, ms all de su discrepancia con elpensamiento marxista, al perfilarse el carcter socialistade la Revolucin y constatar que esta ira ms all delos lmites de una revolucin liberal burguesa, tuvo quesentir que su ideal utpico de repblica se desvaneca.En Maach pugnaron siempre en una contradiccininsoluble las dos modernidades posibles, por eso sehace a veces tan difcil emitir juicios demasiadocategricos o simplificadores a la hora de calificar losderroteros de su pensamiento.

    Hubiera querido detenerme en otros tpicos de supensamiento, como el de su comprensin delantimperialismo martiano, tan claramente expresado ycomprendido en el ensayo citado antes;22 o refutar, sies que a esta altura hiciera ya falta, aquella crtica que loconsideraba afiliado a la tesis de la neutralidad de lacultura bastara leer simplemente su artculo El estilode la Revolucin para echar por tierra esa filiacin.De ms ardua dilucidacin sera detenerse en suspresupuestos terico-metodolgicos y en las categorasque propone para el estudio del proceso histricocubano y para la integracin de la nacin, quedemuestran la actividad de su pensamiento, su voluntadde coherencia; virtudes por encima de cualquierdiscrepancia puntual de todo pensador, algo que yahaba demostrado al escribir su Indagacin del choteo(1928).23 Queden, pues, estas insinuaciones como unestmulo para los investigadores y especialistas de estasdisciplinas.

    Ajuste de la palabra al concepto

    El estilo de Maach le confiere a su pensamientoparte importante de su eficacia comunicativa y

    persuasiva, el poder de trasmitir clara y directamente laesencia de sus argumentaciones sin renunciar por ello acierta elegancia, cierta voluntad de forma, ciertomoderado pathos incluso. Prosa reflexiva la suya, perodetentadora de cierta sensibilidad artstica, de unaarmnica coherencia interna, recursos siempre ajustadosa la expresin de su pensamiento. El mismo autorcaracteriz as, acaso, su propia voluntad de estilo: Laactitud ensaystica de por s reclama un estilo peculiarde prosa, que retiene del impresionismo la agilidad y elmatiz, pero asistindolos de una mayor precisin yfirmeza estructural.24 Se declar heredero delensayismo de Ortega y Gasset, pero como advierte apropsito de Mart: Sufrir una influencia no es, al cabo,elegirla?.25 Describiendo el estilo de Ortega, perfila acasoel suyo: ceir el pensamiento del modo ms exactoposible a la experiencia del ser y de las cosas es la clavedel mtodo fenomenolgico.26 Y enseguida agrega:es que el rigor lgico, la nitidez expresiva de la sustanciay el matiz, se conjugan con la gracia de la metfora,utilizada ya no como ornamento, ni como ilustracinsiquiera, sino como frmula de intuicin.27 No hay,exceptuando el caso sobrecogedor de Mart, una prosaensaystica tan brillante como la de Maach hasta la deun Cintio Vitier y, posteriormente, hasta la de unRoberto Fernndez Retamar, que guarda con la deMaach, por cierto, notables afinidades. Otros casosnotables fueron los de Fernando Ortiz y AlejoCarpentier, y, tan singular como Mart, la de JosLezama Lima. En este sentido, no puedo dejar demencionar la prosa de un gran historiador cubano,Manuel Moreno Fraginals.

    Es precisamente en el ensayo final de Historia y estilo,El estilo en Cuba y su sentido histrico, donde Maachexplaya con mayor desenvoltura todas sus dotes deensayista. Llega incluso a lograr una imbricacinindiscernible entre su forma de expresin y suscontenidos, al hacer un sinttico pero sugerentepanorama de la evolucin del estilo en Cuba de la manode sus vicisitudes histricas, a travs de la creacin deimgenes significativas. Y ve las variaciones del estilo comoconcurrentes con las de la conciencia colectiva, esto es,les sorprende un sentido, una coherencia, una necesidad,imbricadas con el proceso histrico. Hay pocos ensayossobre el proceso cultural cubano tan brillantes comoeste de Maach. No puedo detenerme en el anlisis desus mltiples contenidos puntuales, aunque s sealar,por ejemplo, que sus valoraciones del modernismo ydel vanguardismo cubanos son muy revolucionarias.28

    Creo que este ensayo es el antecedente directo, aunquedesde una perspectiva mucho ms general, de un librocomo Lo cubano en la poesa, de Cintio Vitier. Suconclusin final as lo demuestra: Nuestro estilo no hasido, en ltimo anlisis, sino el gesto artstico de nuestra

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    conciencia en busca de su plena realizacin histrica.29

    Y ya haba expresado antes: el estilo es un testimoniode lo ms ntimamente histrico de la concienciacolectiva misma.30 Lo que sobresale siempre comoganancia final es su precisin conceptual, aorada virtudde todo gran ensayista de prosa reflexiva. Lo expresaas: un ajuste delicado de la palabra al concepto.31 Latesis central de este ensayo la expone Maach de lamano de su ejemplo supremo, Jos Mart:

    No quisiera extremar la tesis que estas pginas sustentanla de un sentido histrico del estilo; pero sealo elhecho, que no me parece fortuito, de que esa mximalibertad expresiva no se produzca en Cuba hasta elmomento y el hombre que representan la voluntad decisivade emancipacin de la conciencia cubana. Se dira que hayuna profunda afinidad entre la voluntad de forma frente ala norma y la voluntad de carcter histrico frente al rgimenque la limita.32

    La medida de la conciencia

    No es extrao que en los ensayos de Maach setenga la impresin de la preeminencia del pensamiento,de la conciencia, por sobre los procesos materialessobre los que discurre. Eso se hace muy evidente en suEsquema histrico del pensamiento cubano. Unamirada simplista lo puede calificar de idealista. Pero,aunque as fuera, su idealismo, legtimo, no le impidealcanzar un notable realismo en sus argumentaciones.

    Lo que decide la validez o no de un pensamiento,ms all de sus fuentes, es su validacin por la prctica.Y, con todo, la realidad es tambin en cierto sentido lo quequeremos que sea (al menos en el mundo cuntico larealidad es alterada cuando es iluminada por laconciencia, por lo que para establecer sus posibles leyeshay que contar con el sujeto. En ltima instancia, quienmira al objeto no se est mirando de alguna formatambin a s mismo?, y si la realidad mirada reacciona anuestra mirada, no ser que ella tambin de alguna formanos mira a nosotros?; de ello podra colegirse que lamateria siempre se mira a s misma, es consciente de smisma).

    No estoy validando aqu ningn trasnochadoidealismo subjetivo, a pesar de la no despreciableactividad cognoscitiva que puede desplegar lasubjetividad. Como se ha demostrado finalmente porla ciencia ms avanzada en el estudio de la materia, deluniverso, la fsica cuntica ha indicado la relevancia quetiene la conciencia, su capacidad para elegir, esto es,para establecer una medida. Quiere esto decir, en suma,que el conocimiento del universo, la comprensin yestablecimiento de sus leyes, supone un conocimientode participacin, supone la medida de la conciencia.33

    Cierta vulgarizacin del marxismo nos regal el

    facilismo de calificar como idealismo todo lo que sequera denostar, como si bastara la calificacin deidealismo para descalificar un pensamiento. En ltimainstancia, si la existencia del ser humano tiene algnsentido se lo debe al privilegio de su conciencia, y estano existe sino para el conocimiento de s mismocomo medio de cognicin que es y de lanaturaleza. El ser humano no es la conciencia de lanaturaleza, del universo, de la materia?

    Insisto en esto, solo porque la calificacin depensador idealista les vali tanto a Maach como aotros pensadores cubanos su proscripcin de la tradicincreadora, revolucionaria, de la cultura cubana. Una de lasconsecuencias de esta minimizacin de la conciencia enla percepcin de los fenmenos histricos y sociales,lo ha sido el descuido de la actividad de la cultura. Deah las crticas a quienes confiaban, sobre todo, o leconferan un papel sobresaliente cuando nodecisivo al papel de la cultura y de la educacin en laconsolidacin de la nacin cubana. Tal es el caso, entreotros, de Maach o de Medardo Vitier; solo que elpropio Maach no consider a la cultura, a laimprescindible actividad de su contemplacin, comoalgo decisivo, como algo que estuviera por encima deotros rdenes de la realidad;34 pero s como uncomponente insustituible en la formacin, sobrevivenciay perfeccionamiento de una nacin, as como de cadapersona.

    La nacin invisible

    No quisiera concluir sin tocar un punto muy delicadoque constantemente me asediaba mientras relea Historiay estilo, de Jorge Maach. Por qu todo el tiempo sentaque la obsesin recurrente de este libro la deencontrar una coherencia, una forma, incluso un estilo,al proceso histrico y cultural cubano, de la mano desu conciencia, de su amarga certidumbre de la nacinque nos falta no poda relegarla al pasado, esto es, nopoda verla como una problemtica privativa de lapseudorrepblica? Asimismo, la obsesin subyacente,invisible, pero por eso mismo ms poderosa, de todosu discurso, no es siempre la bsqueda, la necesidadde encontrar un sentido? Y todo sentido ltimo esnecesariamente trascendente. Maach mismo pensabay ms que pensar senta con mucho acierto cuandoescriba que la nacin, como estado moral que es, noresulta ponderable ni visible. Pero no estn siemprefuera de lo concreto los hechos y las fuerzas que msdecisivamente mueven al mundo?.35 Pero enseguidaadverta, despus de plantearse un dilema hamletiano:ser o no ser nacin,36 que si la nacin no se ve, tieneen cambio, modos muy inequvocos de manifestarse.37

  • Pensamiento y estilo en Jorge Maach

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    Y a revelar, descubrir esos modos, esas manifestaciones,dedic todo este libro. Porque si la nacin estrascendente, entonces la incesante bsqueda de unsentido, devela el proceso ininterrumpido en que consistesiempre la cultura y la nacin misma. De ah que, aunquepodamos sentir que a partir de 1959 vivimos por finen la nacin cubana, esa certidumbre no nos puedaconducir al espejismo de que ese proceso no puedarevertirse. Por eso es necesario sentir tambin laincertidumbre como estmulo a la actividad delconocimiento, porque es la nica que nos puedealertar para salvaguardar la nacin, para seguir, siempre,cuidando lo invisible, para continuar siempre buscandoun sentido. Creo que esta es la leccin mayor que sedesprende del discurso todo de Maach. Ahora mismoconviven con nosotros elementos desustanciadores dela nacin. Quin lo duda? Uno de ellos pudiera ser,por ejemplo, haber dejado en el olvido el sentido delpensamiento de Jorge Maach. Creo que reconocerloes uno de los ms justos homenajes que le podemoshacer a los cien aos de su nacimiento.

    Notas

    1. Jorge Luis Arcos, Medardo Vitier: vivir es creer, Revolucin y Cultura,n. 3, La Habana, mayo-junio de 1996, pp. 4-10.

    2. Jorge Domingo, Maach, el vilipendiado, Revolucin y Cultura,n. 35, La Habana, noviembre-diciembre de 1996, pp. 14-9.

    3. Me refiero a las siguientes polmicas: con Jos Lezama Lima (vaseCiro Bianchi, nota 24, pp. 124-5, en Jos Lezama Lima, Imagen yposibilidad, Letras Cubanas, La Habana, 1981); con Rubn MartnezVillena, Carta a Jorge Maach, El Pas, La Habana, octubre de 1927,y Con motivo de la muerte de Jos Ingenieros, en Orbita de RubnMartnez Villena, Ediciones Unin, La Habana, 1964; y con JuanMarinello, Carta a Jorge Maach y Aventura y triunfo de la plsticade La Habana, en su Cuba: Cultura, Letras Cubanas, La Habana, 1989.

    4. Jorge Maach, El estilo en Cuba y su sentido histrico, Historia yestilo, Minerva, La Habana, 1944, p. 192.

    5. Jorge Maach, Mart, el apstol, (prlogo de Luis Toledo Sande),Letras Cubanas, La Habana, 1990.

    6. Jorge Maach El espritu de Mart (1952), Albur, La Habana,mayo de 1992.

    7. La Gaceta de Cuba, n. 6, La Habana, 1998, pp. 34-40.

    8. Jorge Maach, Historia y estilo, ob. cit.

    9. Jorge Maach, La Nacin y la formacin histrica, Historia y estilo,ob. cit.

    10. Ibdem, p. 19.

    11. Ibdem, p. 64.

    12. Ibdem, p. 65.

    13. Jorge Maach, El estilo de la Revolucin, Historia y estilo, ob. cit.,p. 99.

    14. Jorge Maach, Teora de la frontera, San Juan, Puerto Rico, 1970.

    15. Jorge Maach, La Nacin y la formacin histrica, ob. cit.,p. 25.

    16. Jorge Maach, Esquema histrico del pensamiento cubano,Historia y estilo, ob. cit.

    17. Ibdem, pp. 42-44.

    18. Jorge Maach, Esquema histrico del pensamiento cubano,ob. cit., p. 82.

    19. Vase Rafael Rojas, La otra moral de la teleologa cubana;Cintio Vitier, Comentarios a dos ensayos sobre axiologa cubana;y Arturo Arango, Otra teleologa de la racionalidad cubana, Casade las Amricas, n. 194, La Habana, enero-marzo de 1994, pp. 85-113.

    20. Jorge Maach, Esquema histrico del pensamiento cubano,ob. cit., pp. 87-8.

    21. Ibdem, p. 87.

    22. Escribe all Maach: Con un nuevo siglo, se estrena tambin laRepblica con todos y para el bien de todos. Pero la avidez econmicade un mundo poltico nuevo estaba en acecho. En la dimensin americanade su pensamiento, Mart haba dado el mximo radio de previsin;haba querido tomarle la delantera al imperialismo, mas este se percatjustamente a tiempo para viciar su obra. Superada ya su fase pionerainterior, los Estados Unidos necesitaban desahogar energascongestionadas, hacerse de nuevos mercados y puntos de apoyoestratgicos. Interviniendo en la emancipacin de Cuba, adquirieron elderecho a mediatizar sus destinos. Obtuvieron el botn de la guerra y laEnmienda Platt. De suerte que la independencia poltica no se tradujopara Cuba ni en una soberana cabal, ni en el resarcimiento inmediatode los quebrantos ocasionados a la burguesa y al pueblo por treintaaos de luchas, expatriaciones y despojos. La independencia seencontraba con un pueblo divorciado de su riqueza. Ibdem, p. 88.

    23. Jorge Maach, Indagacin del choteo, Editorial Libro Cubano, LaHabana, 1955.

    24. Jorge Maach, El estilo en Cuba y su sentido histrico, Historiay estilo, ob. cit., p. 193.

    25. Ibdem, p. 178.

    26. Ibdem, p. 196.

    27. Ibdem.

    28. Jorge Maach, El estilo de la Revolucin, ob. cit.

    29. Jorge Maach, El estilo en Cuba y su sentido histrico, ob.cit., p. 206.

    30. Ibdem, p. 205.

    31. Ibdem, p. 194.

    32. Ibdem, p. 181.

    33. Stephen Hawkings, Breve historia del tiempo, Planeta ColombianaS.A., 1995.

    34. Jorge Maach, El estilo de la Revolucin, ob. cit.

    35. Jorge Maach, La Nacin y la formacin histrica, ob. cit.,p. 39.

    36. Ibdem.

    37. Ibdem.

    , 1999.