José María Ortiz en Sector Ejecutivo

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l’u mejor versi6n Cuesta darse Contempladoel coraz6n humanodesde una perspectiva originaria (cuil es el don que hemos recibido) esta conside- raci6n no deja de tener un caricter her- menetltico, pues ridS remite a un ori- gen, a un principio, a una rafz, a partir del cual se despliega cada historia hu- maria. Cada persona es inseparable- mente don y tarea, ra/z y despliegue. La propia historia, pot su pane, tiene un contexto, un ethos que remite al ori- gen; no de un modo nostilgico sino co- mo el lugar al que volver para apren- der, y del que volver a salir (exitus et reditus). Nuestra biografia tiene algo de reconstrucci6n fatigosa dilatada en el tiempo. Yes que para que llamada y respuesta se encuentren hace falta tiempo. Cambiar las costumbres lleva tiempo: es imprescindible dar (y darse) tiempo. Alas personas las conocemos cuando las queremos, porque les damostiem- po. Los hibitos estin hechos de tiem- po: son facultades informadas por un fin, un telos, que esti al final. La belle- za de cualquier vocaci6n consiste en dar tiempo para crecer, para madurary acercarse al modo completo de darse la madurez humana, pues las personas humanas necesitamos tiempo para mostrar siquiera una de las dimensio- nes de ese don recibido. Cada persona es algo diferente y dife- renciado, yen esta consideraci6n entra plenamente su materialidad: hablar de la intimidad personal necesariamente incluye alma y cuerpo. Los antiguos 1o tenfan tan claro que cuando hablaban de "conocer" a alguien 1o hacfan en un sentido estrechamente unido a "amar", a estar unido, a unirse corporalmente. En la inocencia originaria se encuentra plenamente el cuerpo: el don del pro- pio cuerpo es imagen material (sacra- mento) del dar. Nos ensefia que el et- hos perfecto del don consiste en no ser objeto uno para el otro. Siguiendo esas huellas del coraz6n descubrimos que el intercambio del cuerpo es don de la persona cuando el otro no se reduce a un objeto, sino que es querido por s/ mismo. Como querer a alguien pot sf mismoes quererle honestamente, y no como un bien dtil, la honestidadresulta imprescindible para mantener la objeti- vidad, para mirar la verdad y el bien por lo que son en sf, manteniendo la li- bertad interior para la propia misi6n. Cuandosentimos la fatiga de recons- truir el significado del rec/proco don desinteresado estamos experimentando el temora perder ese bien tan preciado, Porque la libertad interior, la verdadera pobreza de espfritu, no teme al cuerpo sino a los malos espfritus. El miedoa perder un bien, a defraudar, es propio de quien se siente mils administrador que duefio del bien recibido. E1 amor en el tiempo es apasionado. Dos personas y un solo cuerpo; capaces de sentir 1o que el otro siente, de vivir juntos los mismos proyectos. Unavida lograda no es una vida que sometea las pasiones, sino un amor recto hacia el bien. Hablar de amor apasionadoes ca- si una redundancia porque el amor es tambi6n una pasi6n, 1o cual no significa que sea algo fugaz. E1 amor deja huella (llevar en el coraz6n), permanece (dura) y transforma, por 1o que el amor recto es cored un hibito. Dicho de otro rod- do, no todd amor es una virtud, pero to- da virtud es en su raiz un amor recto. Todas las emociones o pasiones afectan tanto al cuerpo comoa la mente. que acompafiantes molestos de la liber- tad humana son facilitadores de las eleccioneslibres. Y 1o propio de la vir- tud no es eliminarlas ni reprimirlas, si- no "gobemarlas pol/ticamente": esto es, ordenarlas influyendo en elias. Cierta- mente las pasiones pueden desordenar el puntode mira, el modo de ver la rea- lidad, pues segdn es cada uno as/le pa- rece el bien; pero el amor verdadero es un querer con obras, con actos exterio- res, y por eso es mis perfecto moverse al bien no s61o con la voluntad sino acompafiado de las emociones. bQu6significa un amor con obras? Es un amor que da vida a otros. Tres son los bienes que cuanto mis se dan se tiene: el conocimiento, el amor, y la vida: la vida que es relaci6n. Quien comparte (da) sus relaciones no las pierde, sino que gana mis. Y la rela- ci6n se dice de tres modos principales: habitus, proportio y respectus. E1 cora- z6n comprende un determinado (pro- porcionado) don recibido; tambi6ndice ordena un fin, con el que aspira a con- cordar porque es su verdad; yes un bito el modo de conservar, de guardar, las consecuenciasde sus elecciones, de los actos libres. E1origen, el final, y el tiempo conformanestas tres dimensio- nes de la intimidad, esos tres hibitos del coraz6n ¯ SECCIÓN: E.G.M.: O.J.D.: FRECUENCIA: ÁREA: TARIFA: PÁGINAS: PAÍS: TRIBUNA Mensual 609 CM² - 100% 2785 € 66 España 1 Noviembre, 2014

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l’u mejor versi6n

Cuesta darse

Contemplado el coraz6n humano desdeuna perspectiva originaria (cuil es eldon que hemos recibido) esta conside-raci6n no deja de tener un caricter her-menetltico, pues ridS remite a un ori-gen, a un principio, a una rafz, a partirdel cual se despliega cada historia hu-maria. Cada persona es inseparable-mente don y tarea, ra/z y despliegue.La propia historia, pot su pane, tieneun contexto, un ethos que remite al ori-gen; no de un modo nostilgico sino co-mo el lugar al que volver para apren-der, y del que volver a salir (exitus etreditus). Nuestra biografia tiene algode reconstrucci6n fatigosa dilatada enel tiempo. Yes que para que llamada yrespuesta se encuentren hace faltatiempo.

Cambiar las costumbres lleva tiempo:es imprescindible dar (y darse) tiempo.Alas personas las conocemos cuandolas queremos, porque les damos tiem-po. Los hibitos estin hechos de tiem-po: son facultades informadas por unfin, un telos, que esti al final. La belle-za de cualquier vocaci6n consiste endar tiempo para crecer, para madurar yacercarse al modo completo de darse lamadurez humana, pues las personashumanas necesitamos tiempo paramostrar siquiera una de las dimensio-nes de ese don recibido.

Cada persona es algo diferente y dife-renciado, yen esta consideraci6n entraplenamente su materialidad: hablar dela intimidad personal necesariamenteincluye alma y cuerpo. Los antiguos 1otenfan tan claro que cuando hablabande "conocer" a alguien 1o hacfan en unsentido estrechamente unido a "amar",a estar unido, a unirse corporalmente.

En la inocencia originaria se encuentraplenamente el cuerpo: el don del pro-pio cuerpo es imagen material (sacra-mento) del dar. Nos ensefia que el et-

hos perfecto del don consiste en no serobjeto uno para el otro. Siguiendo esashuellas del coraz6n descubrimos que elintercambio del cuerpo es don de lapersona cuando el otro no se reduce aun objeto, sino que es querido por s/mismo. Como querer a alguien pot sfmismo es quererle honestamente, y nocomo un bien dtil, la honestidad resultaimprescindible para mantener la objeti-vidad, para mirar la verdad y el bienpor lo que son en sf, manteniendo la li-bertad interior para la propia misi6n.Cuando sentimos la fatiga de recons-truir el significado del rec/proco dondesinteresado estamos experimentandoel temor a perder ese bien tan preciado,Porque la libertad interior, la verdaderapobreza de espfritu, no teme al cuerposino a los malos espfritus. El miedo aperder un bien, a defraudar, es propiode quien se siente mils administradorque duefio del bien recibido.

E1 amor en el tiempo es apasionado.Dos personas y un solo cuerpo; capaces

de sentir 1o que el otro siente, de vivirjuntos los mismos proyectos. Una vidalograda no es una vida que somete a laspasiones, sino un amor recto hacia elbien. Hablar de amor apasionado es ca-si una redundancia porque el amor estambi6n una pasi6n, 1o cual no significaque sea algo fugaz. E1 amor deja huella(llevar en el coraz6n), permanece (dura)y transforma, por 1o que el amor rectoes cored un hibito. Dicho de otro rod-do, no todd amor es una virtud, pero to-da virtud es en su raiz un amor recto.Todas las emociones o pasiones afectantanto al cuerpo como a la mente.que acompafiantes molestos de la liber-tad humana son facilitadores de laselecciones libres. Y 1o propio de la vir-tud no es eliminarlas ni reprimirlas, si-no "gobemarlas pol/ticamente": esto es,ordenarlas influyendo en elias. Cierta-mente las pasiones pueden desordenarel punto de mira, el modo de ver la rea-lidad, pues segdn es cada uno as/le pa-rece el bien; pero el amor verdadero esun querer con obras, con actos exterio-res, y por eso es mis perfecto moverseal bien no s61o con la voluntad sinoacompafiado de las emociones.

bQu6 significa un amor con obras? Esun amor que da vida a otros. Tres sonlos bienes que cuanto mis se danse tiene: el conocimiento, el amor, y lavida: la vida que es relaci6n. Quiencomparte (da) sus relaciones no laspierde, sino que gana mis. Y la rela-ci6n se dice de tres modos principales:habitus, proportio y respectus. E1 cora-z6n comprende un determinado (pro-porcionado) don recibido; tambi6n diceorden a un fin, con el que aspira a con-cordar porque es su verdad; yes unbito el modo de conservar, de guardar,las consecuencias de sus elecciones, delos actos libres. E1 origen, el final, y eltiempo conforman estas tres dimensio-nes de la intimidad, esos tres hibitosdel coraz6n ̄

SECCIÓN:

E.G.M.:

O.J.D.:

FRECUENCIA:

ÁREA:

TARIFA:

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PAÍS:

TRIBUNA

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1 Noviembre, 2014