JOVENES NOMBRADOS

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  • JVENES NOMBRADOSHERRAMIENTAS COMUNICACIONALES CONTRA

    LA VIOLENCIA MEDITICA E INSTITUCIONAL

  • JVENES NOMBRADOSHERRAMIENTAS COMUNICACIONALES CONTRA

    LA VIOLENCIA MEDITICA E INSTITUCIONAL

  • Directora

    Dra. Florencia Saintout

    Codirectora

    Lic. Andrea Varela

    Coordinador General

    Lic. Toms Viviani

    Equipo de Trabajo

    Lic. Paloma Snchez Manuel Protto Baglione Lic. Agustn Martinuzzi

    Prof. Emiliano Snchez Narvarte Manuela Papaleo Gonzalo MartnBrunella De Luca

    Lic. Guillermo RomeroAbog. Jernimo Guerrero Iraola

    lvaro Zoya Guillermina Harrington

    OBSERVATORIO DE JVENES, COMUNICACIN Y MEDIOS

  • Arte de tapa y diseo de interiorMara Soledad Ireba

    Derechos ReservadosFacultad de Periodismo y Comunicacin SocialUniversidad Nacional de La Plata

    La Plata, Provincia de Buenos Aires, Repblica Argentina.Abril de 2013I.S.B.N 978-950-34-0948-4

    Queda hecho el deposito que establece la Ley 11.723

    Queda prohibida la reproduccin total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, la transmicin o la transformacin de este libro, en cual-quier forma o cualquier medio, sea electrnico o mecnico, mediante fotocopia, digitalizacin u otros mtodos, sin el permiso del edi-tor. Su infracin est penada por las Leyes 11.723 y 25.446.

    Viviani, Toms Jvenes Nombrados. Herramientas comunicacionales contra la violencia meditica e institucional. Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios.- 1a ed. - La Plata: Universidad Nacional de La Plata.Facultad de Periodismo y Comunicacin Social. , 2013

    ISBN 978-950-34-0948-4 1. Comunicacin Social. 2. Periodismo. I. Ttulo CDD 302.2

  • NDICE

    Prlogos de Leonardo Grosso y Florencia Saintout ............. 11

    Puntos de partida. Qu tenemos entre manos. Acerca del Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios ....... 19

    Reflexiones sobre lo juvenil ........................................... 27

    Las leyes que nos marcanNormativa nacional e internacional ............................... 35

    Medios de Comunicacin y JvenesRecomendaciones para el abordaje periodstico de lo juvenil ............................................................................... 51

    Instituciones y JvenesSugerencias para referentes institucionales y voceros ...... 65

    Dnde buscar ms informacin ..................................... 79

    Bibliografa ................................................................... 87

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    La discusin sobre el papel del conocimiento cientfico pro-ducido por las instituciones acadmicas, forma parte de las luchas acerca del lugar que deben ocupar las Universidades Pblicas en la sociedad. El presente libro es el resultado (un resultado parcial, en continuo movimiento) de la densidad de los recorridos y debates que, desde el Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios, constituyen una plataforma de enun-ciacin para intervenir y pugnar por la transformacin efec-tiva, en busca de entramados sociales ms justos. Desde estas convicciones, la Facultad de Periodismo y Comunicacin Social concibe a la investigacin como prctica inescindible de la in-tervencin poltica.

    Nombrar a los jvenes de un modo estigmatizador suele una de las formas en que la violencia se manifiesta sobre ellos. La enunciacin, el borramiento de sus sentidos, la pa-labra adultocrtica y clasista que dice y dictamina, funcio-na como un acto violento y, al mismo tiempo, se constituye en habilitante de otros tipos de violencia sobre estos jve-nes nombrados. Por ello, la intervencin comienza con la deconstruccin de ese ejercicio de violencia, pero no puede detenerse all: la vulneracin de derechos nos demanda ac-ciones que no se agoten en la denuncia.

    EL VIOLENTO ACTO DE NOMBRAR: DECONSTRUCCIN Y PROPUESTAS

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    Los medios de comunicacin no crean la realidad ni la re-presentan, modelan sentidos preexistentes, con mayor o menor influencia. Nada de lo que se dice en los medios est por fuera del espacio social y de sus relaciones de fuerza, pero esto no quiere decir que los medios se limiten a una traduccin lineal de lo que ocurre en un espacio social imaginado por fuera de ellos. Los medios masivos son actores que junto a otros se disputan la capacidad legtima de nombrar verdaderamente el mundo. Pero lo hacen desde una posicin privilegiada.

    El poder simblico, ese poder que radica en hacer cosas con palabras (y con imgenes) de unos sobre otros, se utiliza para nombrar a unos jvenes como la mierda social sin utilizar la palabra mierda. Lo execrable, el deshecho, lo mugriento, lo oloroso. Los jvenes de sectores populares, sus modos de vestir, de hacer msica, de escucharla, los territorios, sus prcticas, en fin, sus estilos, son puestos en escenarios de violencia.

    Si en las noticias de todos los das aparecen hechos de vio-lencia (asaltos, secuestros, asesinatos) en los cuales los jvenes son protagonistas, y su condicin de victimarios se recalca y se fija en el infinito juego de espejos a travs de los distintos pro-gramas del da y de la semana, el hecho de que en esos mismos acontecimientos mueran tambin jvenes en manos de la poli-ca no es un dato a prestar demasiada atencin. Pareciera ser natural, esperable, casi un castigo divino. La muerte de jvenes delincuentes no es construida como noticiable.

    Es preciso detenernos frente a la celeridad que impone el discurso meditico que, con eficacia, disecciona las partes de un entramado, reconstruyendo rasgos estereotipados y estigmati-zadores, empujando sobre el sentido comn ms amplio para relegar sobre los bordes, bajo las marcas de delito y violencia, aquello que no encastra.

    Desde el Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Me-dios de la Facultad de Periodismo y Comunicacin Social venimos trabajando sobre una idea recurrentemente verifica-da: las configuraciones mediticas sobre jvenes suceden sin-crnicamente a otras, producidas por las agencias de control penal la justicia y las fuerzas de seguridad, que accionan

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    violentamente sobre y contra los y las jvenes, replicando el paradigma del Patronato que funcion como marco jurdico/poltico de tutelaje del Estado durante casi todo el siglo XX y que recientemente ha comenzado a virar hacia una perspec-tiva de Promocin de Derechos que todava no tiene en los medios un correlato significativo.

    Bajo el paradigma tutelar, los nios, nias y adolescentes son objetos de derecho, adultos incompletos/as y por lo tan-to incapaces cuyos intereses deben ser preservados por otros sujetos que se presentan como completos y capaces: los adul-tos. Esa es la lgica que prima en las narrativas mediticas, a contramano de los avances jurdicos que incorporan a los y las jvenes como sujetos de derecho.

    Jvenes Nombrados se enmarca en un umbral social, polti-co y cultural en que las transformaciones del contexto devinie-ron en una mayor preocupacin meditica y acadmica sobre las juventudes. La interpelacin desde un proyecto poltico a los y las jvenes como sujetos de derechos y polticos, intensi-fic los focos con que se alumbran a las juventudes, no en la complejidad del tratamiento meditico sino en la preocupacin por su visibilidad en el espacio pblico interesados en la discu-sin de lo comn, generando desde los medios la continuidad de anomala en estas prcticas.

    Entonces, si los medios trabajan sobre una lgica de frag-mentacin, necesariamente es a partir de una epistemologa de la reconstruccin que debemos transitar los intersticios y mltiples reversos con que se nombra a lo juvenil en la esce-na contempornea.

    En tiempos de democratizacin de la palabra Jvenes Nom-brados se posiciona como una plataforma de mirada crtica, desde una epistemologa de la esperanza, batallando un futuro abierto a otros desenlaces.

    Desde estas certezas, las siguientes pginas.

    Dra. Florencia SaintoutDecana Facultad de Periodismo y Comunicacin Social

    Universidad Nacional de La Plata

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    En los ltimos aos de la mano del profundo proceso de transformacin que ha vivido nuestro pas, se ha puesto en de-bate el rol de los medios de comunicacin y su responsabilidad con la sociedad civil.

    Ese debate gira en torno a la construccin de discursos he-gemnicos, la instalacin de distintas problemticas y la cons-truccin de estereotipos que impactan en nuestra sociedad y sus comportamientos. Es en este ltimo punto que este manual aporta hacia una prctica ms responsable del periodismo y en lnea con los intereses de las mayoras populares.

    Es ampliamente reconocido que gran parte de la estigmati-zacin sobre los pibes y las pibas de los barrios ms empobreci-dos de nuestra Argentina, surge centralmente desde los medios de comunicacin. En ese marco, la problemtica de la Violencia Institucional muchas veces se encuentra justificada desde al-gunos medios de comunicacin masiva. Con una preocupante continuidad con el relato de la represin militar en la ltima Dictadura, el abuso policial, el gatillo fcil, es muchas veces presentado como enfrentamiento entre las fuerzas policiales

    NINGN PIBE NACE CHORRO

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    y algunos civiles o como simples crnicas policiales de hechos aislados. La estigmatizacin que caa sobre los subversivos en los 70, cae lamentablemente hoy sobre los pibes y pibas de gorrita, de zapatillas deportivas.

    No es casualidad que estas prcticas sistemticas de abusos de poder por parte de las fuerzas de seguridad caigan siempre sobre los mismos sectores, jvenes, en su mayora varones, po-bres de los grandes conglomerados urbanos de nuestro pas. Es una metodologa. Una mala prctica sistemtica que genera violencia, marginalidad. Por qu entonces no es noticia un apriete de un polica a un joven, o un hostigamiento, o una extorsin? Porque el tratamiento del hecho noticioso cuando la polica es protagonista -muchas veces- tiene una sola versin: la policial. Deberamos repensar la consulta de fuentes. Escu-char a la vctima, al supuesto/posible victimario.

    Un fusilamiento por la espalda no puede ser comunicado como un enfrentamiento.Un pibe de 12 aos que roba para comer no es un delincuente peligroso, un cartonero no es un jefe narco. Las cosas por su nombre. Las responsabilidades son de todos y todas. La responsabilidad de los periodistas debe co-menzar desde la premisa que los medios de comunicacin son un servicio social con un gran impacto en la sociedad.

    Es nuestra responsabilidad romper esas estigmatizaciones y poder construir un discurso que sea justo con el pueblo, con la verdad y la investigacin periodstica.

    Ni un pibe Menos!

    Leonardo GrossoDiputado Nacional Frente para la Victoria

    Movimiento Evita

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    Jvenes Nombrados. Herramientas comunicacionales con-tra la violencia meditica e institucional pretende poner en dis-cusin algunas herramientas y formas que utilizan los medios de comunicacin masiva a la hora de referirse a los jvenes, y principalmente a aquellos jvenes que se encuentran en si-tuacin de conflicto. Con esto no queremos decir que en estas pginas se d por acabada la discusin, sino por el contrario, este material suma un aporte ms al proceso de complejizacin de la temtica, buscando desnaturalizar ciertas prcticas que, por cotidianas, se plantean como las nicas maneras posibles de abordar la conflictividad juvenil.

    Entendemos a los medios de comunicacin como actores polticos con intereses particulares y colectivos sobre el devenir social. En ese sentido, la enunciacin meditica constituye un pilar fundamental en los procesos de produccin y reproduc-cin de los sentidos en las sociedades contemporneas. Deveni-dos en un espacio de poder estratgico, las representaciones de los medios generan imgenes que moldean el modo en que se construye la identidad de los jvenes.

    PUNTOS DE PARTIDA

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    Estos jvenes no son entendidos a partir de una categora meramente biolgica, sino que cuando se habla de juventudes se hace referencia a una condicin histrica que se construye socioculturalmente. En la definicin de lo juvenil, y adems, en los modos legtimos de ser joven, intervienen diferentes ins-tituciones y actores sociales, como la escuela, la familia, los medios de comunicacin, entre otros, que trazan un panora-ma amplio de sus comportamientos, referencias identitarias, y formas de sociabilidad.

    Los medios construyen una identidad del joven como pe-ligroso y desviado. As, el joven termina transformndose en el enemigo, en el chivo expiatorio de la sociedad. Estos discursos hacen que la relacin con los jvenes est mediada por el miedo.

    Las realidades construidas por los medios no necesariamen-te coinciden con lo que se experimenta en la cotidianeidad de una institucin en particular. Asimismo, en esa realidad medi-tica es necesario que aparezcan las voces de los actores sociales reales para construir un relato verosmil sobre el hecho. As ad-vertimos que la criminalizacin de las juventudes en los medios de comunicacin no es posible de ser pensada ni transformada sin tener en cuenta los sentidos locales que son puestos en juego por otros actores sociales en el territorio y que los medios reto-man para construir su realidad.

    Otra dimensin no menor a reconocer en el proceso de construccin de la realidad meditica es que las noticias que criminalizan a los jvenes y sus prcticas son relatos policiales herederos de los antiguos folletines, pioneros en el uso de tcni-cas para producir emotividad en los lectores. Haciendo un rpi-do relevamiento histrico de sus orgenes, podemos encontrar que la dcada de 1920 signific un quiebre en las prcticas pe-riodsticas relacionadas con el delito. El cronista suma algunos recursos para hacer ms verosmil la historia: adems de dar cuenta delhechoespecfico, incluyen una descripcin del viaje del periodista al lugar de losacontecimientos, generalmente ha-ciendo partcipes a los lectores en el proceso, lo cual fortalece el contrato de lectura entre el cronista y sus lectores.

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    Por otro lado, es necesario aclarar que desde sus co-mienzos y hasta el da de hoy, aunque con enormes modi-ficaciones, los relatos policiales son ventanas desde donde comprender las prcticas de los sectores populares y de las minoras a partir de su descalificacin. As, sus relatos son esquemas para interpretar la vida y las culturas de esos sec-tores. En el 2001 fueron los piqueteros, hoy son los jve-nes, los migrantes, las personas que sufren la pobreza, quie-nes rebasan las pginas policiales de los medios masivos de comunicacin,convertidos en el enemigo perfecto, el chivo expiatorio ideal. Sin embargo, como ya fue planteado ante-riormente, toda esta estrategia meditica no puede ser pen-sada sin tener en cuenta los discursos locales que circulan en los territorios especficos y que se ponen de manifiesto a partir de la relacin de ciertos actores con los medios.

    Qu tenemos entre manos

    El presente material est dividido en cinco grandes ejes. En cada uno de ellos se aborda un aspecto especfico de la temti-ca. Si bien se puede realizar una lectura fragmentaria del mate-rial, haciendo foco en algn captulo particular, recomendamos realizar una lectura integral del texto para poder tener una no-cin completa y acabada de lo que se busca abordar aqu.

    En el primer captulo se presentan algunas lneas tericas sobre el concepto de juventud, posicionando al material en una lnea terico - epistemolgica especfica a partir de la cual se desarrollar el resto del material. Adems, se incluye un declo-go para pensar las juventudes, que funciona como una sntesis terica que permite observar ciertos criterios al momento de desplegar estrategias y desempeos en lo relativo al tratamiento meditico de los jvenes. El declogo no es una caracterizacin acabada de los sujetos juveniles, sino ms bien busca servir de puntapi para nuevas formas de entender a los jvenes.

    En el segundo captulo se presentan los esquemas de regu-lacin nacional e internacional que involucran a nios, nias y

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    adolescentes y el debido respeto que merecen sus derechos. Para que los actores que interactan con estos sujetos puedan desa-rrollarse en espacios de proteccin y promocin de derechos, es necesario que las instituciones, organizaciones y dems actores que trabajan con jvenes, conozcan la legislacin vigente en materia de derechos y responsabilidades que deben respetarse y cumplirse en la sociedad. Este aspecto es fundamental a la hora de visibilizar una situacin de conflictividad juvenil a travs de los medios de comunicacin.

    En el tercer captulo, y en correlacin directa con el cap-tulo anterior, se plantean algunas dimensiones del abordaje periodstico de lo juvenil, produciendo algunas recomenda-ciones para un tratamiento meditico adecuado en temti-cas de violencia institucional en nios y adolescentes, en un marco de respeto de derechos. En un segundo momento de este captulo, se analizan casos particulares publicados en peridicos, identificando situaciones por fuera del marco de respeto de los derechos de los nios, nias y adolescentes y reescribindolas.

    El cuarto captulo es una sugerencia para referentes institu-cionales. En este apartado se resalta la importancia de las voces locales del territorio a la hora de conformar un discurso medi-tico sobre los jvenes. En este marco, se realiza un anlisis de caso que analiza las formas en que los actores institucionales se relacionan con los medios de comunicacin frente a un con-flicto que incluye a sujetos jvenes. Por ltimo, se presentan algunas recomendaciones especficas para los referentes de las instituciones, en las que se postulan cuestiones bsicas a tener en cuenta a la hora de hacer visible un caso de conflicto juvenil frente a los medios, para poder brindar esa informacin en un marco de respeto integral de los derechos del sujeto.

    Por ltimo, el quinto captulo est integrado por una enu-meracin de materiales que hacen referencia a la temtica, que fueron producidos por organismos que tienen una cierta trayectoria en cuanto al abordaje meditico de los jvenes. En este captulo se puntean las caractersticas ms importantes de cada material, para contar con un relevamiento del estado de

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    la temtica y poder tener un horizonte de informacin sobre la cual profundizar.

    Pensamos que este trabajo puede ser un material de consulta permanente para profesionales del periodismo, pero tambin de otras reas a quienes les toque nombrar jvenes, y decidan hacerlo desde una perspectiva de derechos, no estigmatizante, que devele la sedimentacin de sentidos acumulados histrica-mente en contra de los y las jvenes, en direccin a una nueva nominalidad, ms acorde con la etapa de la reconstruccin que transitan nuestros pueblos.

    Acerca del Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios

    El Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios de la Facultad de Periodismo y Comunicacin Social de la UNLP es un espacio de articulacin entre las prcticas vinculadas a las actividades de extensin, a las de polticas pblicas y a aque-llas referidas a la investigacin. Muchas de las propuestas que tienden a la intervencin, intentando promover el desarrollo social y mejorar la calidad de vida de los diferentes jvenes de Argentina suelen carecer de un diagnstico claro y concreto acerca de las demandas de los destinatarios de las mismas, lo que impide sostener en el tiempo el trabajo realizado (en el caso de las primeras), o bien, en otras tantas oportunidades son inte-resantsimas investigaciones las que resultan letra muerta al no hallar espacios que permitan accionar sobre las necesidades detectadas en el campo de trabajo.

    Es en este sentido el Observatorio pretende constituirse en un espacio que permita integrar actividades como las de exten-sin e investigacin, ya que al momento de pensar a los jvenes desde una mirada holstica resulta de suma importancia abar-car ambos frentes. De esta manera, desde aqu nos proponemos mirar a los jvenes -reflexionar sobre sus prcticas y promover lneas de accin que tiendan a potenciar y mejorar su calidad de vida- a travs de los medios, como as tambin de la sistema-tizacin de trabajos de investigacin, propuestas de extensin

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    y gestiones llevadas a cabo por las diversas polticas pblicas estatales y organizaciones barriales.

    As, la misin del espacio es intervenir desde la produccin acadmica universitaria en el debate pblico en torno al es-tatuto de la juventud en nuestras sociedades contemporneas y consolidar la articulacin entre las actividades de extensin, gestin e investigacin promoviendo el conocimiento crtico e interdisciplinario, la reflexin, el debate, la promocin del de-sarrollo social de los jvenes a travs de programas y proyectos tendientes a la concrecin de polticas de intervencin.

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    REFLEXIONES SOBRE LO JUVENIL

    El presente apartado se propone dar cuenta de un breve po-sicionamiento terico-epistemolgico que pueda ser utilizado como punto de partida para la reflexin acerca de las implican-cias del trabajo comunicacional en relacin a los jvenes.

    Algunos investigadores afirman que los jvenes han sido importantes protagonistas de la historia del siglo XX en di-versos sentidos (Reguillo, 2000). Tal como es entendida la juventud en estos tiempos, surge histricamente luego de la Segunda Guerra Mundial. Por qu? Los pases vencedores de la guerra, especialmente los Estados Unidos y en menor medida Inglaterra, se situaron en el nuevo orden internacional con un poder predominante frente a las otras naciones, y accedieron a inditos estndares de vida, y lograron imponer valores y es-tilos de vida que se universalizaron. En este sentido fue que ciertas sociedades empezaron a pensar ms en los nios y en los jvenes, especialmente en estos ltimos, fundamentalmente como sujetos de consumo.

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    Para estos sujetos de consumo se producan y ofertaban bienes exclusivos desde una poderosa Industria cultural, que delineaba estrategias de venta en torno a productos comerciales que se expandan en muchas ramas: desde el arte, el entreteni-miento y el turismo hasta la publicidad (Horkheimer y Ador-no, 1988) que apuntaba a ese nuevo consumidor que se estaba constituyendo: los jvenes.

    Un claro ejemplo de esta situacin se puede ver en la pro-duccin de discos, que pasaron de 277 millones en 1955 a 600 millones en 1959 y a 2000 millones en 1973 (Hobsbwamn, 2006). De todos modos, los que accedan al mundo de los bie-nes eran los jvenes de los pases desarrollados. Sin embargo, desde este conjunto de jvenes con poder adquisitivo se inici un reconocimiento identitario que se internacionaliz rpida-mente. Al respecto, Eric Hobsbwamn afirma que la cultura juvenil se convirti en la matriz de la revolucin cultural en el sentido ms amplio de una revolucin en el comportamiento y las costumbres, en el modo de disponer del ocio y en las artes comerciales, que pasaron a configurar cada vez ms el ambiente que respiraban hombres y mujeres.

    Esta denominada revolucin cultural tuvo una repercu-sin de trascendencia en distintos movimientos juveniles de los aos 60 en Estados Unidos como tambin en Inglaterra, Alemania y Francia.

    La cuestin jvenes en Amrica Latina

    Segn Rossana Reguillo, la irrupcin de los jvenes en la escena pblica contempornea latinoamericana puede ubicar-se, en relacin con lo ocurrido en otros lugares del mundo, en la poca de los movimientos estudiantiles de finales de la dcada de los sesenta. Aunque en ese entonces fueron ms propiamente pensados como estudiantes, empezaba a ser claro que un actor social que tenda a ser visto con temor o con romanticismo y que haba sido construido por una pu-jante industria cinematogrfica como un rebelde sin causa,

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    afirmaba, a travs de sus expresiones, una voluntad de parti-cipar como actor poltico.

    Hacia los sesenta, los movimientos estudiantiles emergieron entre otras cuestiones, para sealar los conflictos no resueltos en las sociedades perifricas y prefiguraron lo que sera el es-cenario poltico de los setenta. Cuando muchos jvenes se in-tegraron a los movimientos revolucionarios y de resistencia en distintas partes del continente, fueron pensados y hasta acusa-dos de guerrilleros o subversivos.

    Ahora bien, toda accin est atravesada por modos de en-tenderla, de significarla. Con esto hacemos referencia puntual-mente a que se producen discursos sociales que legitiman o no ciertas prcticas, y que esos discursos llegan a ser tan poderosos sobre las prcticas de las y los jvenes, que pueden emerger en la sociedad polticas como formas de exclusin e inclusive, como ocurri en nuestro pas, de exterminio.

    En Amrica Latina, los movimientos polticos que intenta-ron llevar adelante transformaciones sociales, sufrieron una dura derrota poltica. Hacia los aos ochenta, los sentidos pos dictadura en torno a los cambios sociales y las utopas perdie-ron fuerza, y se produjo un fuerte repliegue de las y los jvenes hacia la esfera de la vida privada. Esto gener que en el campo poltico las acciones de los sectores juveniles se volvieran prc-ticamente invisibles (Reguillo, 2000).

    En sntesis: rebeldes, estudiantes revoltosos, subver-sivos, delincuentes y violentos, son algunos de los signi-ficantes con que la sociedad nombr a las juventudes desde mediados del siglo pasado hacia la dcada del noventa. Signi-ficantes que segn la coyuntura histrica, se interiorizaron en los imaginarios sociales y se visibilizaron en polticas pblicas, en los discursos de los medios masivos, en el sentido comn de la sociedad.

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    Claves para pensar los jvenes

    Al hablar de jvenes entendemos que la categora juventud apela a una construccin sociohistrica: fueron construidos como actores visibles en el campo cultural/poltico, en tanto productores de escenarios y discursos sociales. As, cuando Bourdieu (1990) afirma que la juventud no es ms que una palabra est hablando del carcter simblico, de constructo sociocultural de la condicin de la juventud. Pero el carcter simblico de los jvenes no es mero signo, construccin cul-tural separada de las condiciones materiales e histricas que condicionan su significancia: la juventud es, tambin, ms que una palabra (Margulis, 1996).

    Entonces, para hablar de los jvenes es necesario pasar de una mirada que se basa nicamente en la cuestin etaria hacia otra que problematice cmo es que el dato biolgico se encuen-tra cargado social y culturalmente, lo que permite pensar en la existencia de distintos jvenes. De esta manera, la condicin de juventud no se ofrece de igual forma al conjunto de los inte-grantes de la categora estadstica joven. Por el contrario, exis-ten diferentes y desiguales modos de ser joven, que marcarn tambin distintos modos de percibir el mundo.

    Al no existir una sola manera de ser joven tampoco existir un nico camino para concebir la juventud, pero los relatos sobre ese proceso estarn diseados desde un particular lu-gar dentro del espacio social, ya que a su vez, los diferentes jvenes comparten una misma marca epocal, estn expues-tos a unos mismos hechos histricos que aunque vividos de maneras diferenciales nos permiten hablar de una generacin (Urresti, 2002).

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    Diez pautas para pensar lo juvenil

    A continuacin se busca generar una sntesis terica-epis-temolgica que habilite un abordaje integral y respetuoso de los jvenes, y que permita la observancia de ciertos criterios al momento de desplegar estrategias y desempeos en lo relativo al tratamiento meditico de los mismos. Es importante destacar que el Declogo no pretende acabar o clausurar otras caracteri-zaciones, si no que por el contrario, aspira a ser un esquema ac-cesible que resuma algunos puntos de partida para la reflexin acerca de los sujetos en cuestin.

    Existen mltiples formas de ser joven. Cuando habla-mos de juventudes, lo hacemos en plural dada la imposibilidad de pensar en una sola juventud. Hay diversas maneras de ser joven y de vivir la juventud. La juventud no es un dato mera-mente erario, ni biolgico, ya que los jvenes se sociabilizan en un determinado contexto sociohistrico, lo que configura diversas y desiguales formas de percibir el mundo.

    Los jvenes piensan desde racionalidades propias. Si bien no existe una sola manera de ser joven, s existen miradas del mundo y maneras de actuar propias de lo juvenil, al ser la juventud una etapa de transicin a las responsabilidades del mundo adulto. Por ello, muchas veces existeuna incomprensin sobre lo juvenil por parte de los adultos.

    No existe un planeta joven: los jvenes no son ele-mentos aislados de su contexto social. Los problemas de los jvenes son la expresin de problemas sociales ms amplios, del conjunto de la sociedad en el que los mismos jvenes se desenvuelven.

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    Las generaciones se definen por el contexto en el que los jvenes socializan. Los actores estn posicionados en un mismo perodo histrico, expuestos a los mismos sucesos, lo que permite hablar de una generacin, aunque esos hechos a los que se ven expuestos son vividos e interpretados de diferentes formas por cada uno de ellos.

    Los prejuicios, que se construyen histricamente, se in-ternalizan en los jvenes. La identidad se construye tambin a partir de los discursos de otros. Las miradas de los otros se encarnan en los jvenes, que en muchos casos comienzan a verse a s mismos en los trminos en que son vistos por los otros (peligrosos, apticos, intiles, desinteresados, perdidos). Las miradas de los otros toman forma de estigma.

    Los jvenes refuerzan sus identidades individuales en relacin con otros jvenes. Los grupos de pertenencia colectiva son fundamentales para la construccin identitaria del joven. Es a partir de estos colectivos que los jvenes dramatizan sus propias experiencias individuales.

    Los contextos de cambios vertiginosos hace difcil en-casillar a los y las jvenes en definiciones durables. En contra-posicin con otras generaciones, en las que las identidades eran ms o menos estticas, las identidades de los jvenes de hoy son cada vez ms dinmicas y cambiantes.

    Los jvenes son metfora del cambio social. En las prcticas y representaciones de los jvenes de hoy podemos vi-sualizar las construcciones sociales futuras. La juventud est en el centro del lugar donde nace lo nuevo. Ellos indagan y viven-cian experiencias de vanguardia que, en varios casos, luego se expanden y cristalizan en el resto de la sociedad.

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    Las juventudes se encuentran atravesadas por un con-texto de incertidumbre y vulnerabilidad. Esto es en principio por ser la juventud una etapa de trnsito entre la niez y la adultez. Esta doble condicin de incertidumbre y vulnerabili-dad se magnifica cuando los jvenes se socializan en un con-texto de exclusin social, es decir, sin la contencin del Estado y sus instituciones.

    La escuela puede funcionar como un igualador social. Creemos que el trnsito de los jvenes por la institucin educa-tiva es un requisito excluyente para igualar las oportunidades. La escolaridad cumple un rol fundamental en la democratiza-cin del acceso a universos materiales y simblicos comu-nes, y la consecuente igualacin de los puntos de partida de los jvenes.

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    Antecedentes

    En nuestro pas, a partir de 1919, comenz a regir la Ley de Patronato de Menores, tambin conocida como Ley Agote.

    Dicha norma, que se produjo en consonancia con los linea-mientos de, por ejemplo, la ley la Ley de Residencia (o Can), construa en su interior la conceptualizacin del menor en tan-to objeto de derecho.

    Las enunciaciones no son antojadizas. Los objetos care-cen de capacidad y por lo tanto, requieren una atencin o tutela absoluta. Esto redund en la negacin de la subjetividad y en la adjudicacin del ejercicio de la patria potestad en los jueces.

    La prdida del ejercicio de la patria potestad por parte de los padres, se daban principalmente por tres motivos:

    Por delitos cometidos por el padre o madre contra su hijo o hijos menores para aquel que lo cometa;

    Por la exposicin o el abandono que el padre o madre hiciera de sus hijos, para el que los haya abandonado;

    Por dar, el padre o madre, a los hijos consejos inmora-

    LAS LEYES QUE NOS MARCAN. NORMATIVA NACIONAL E INTERNACIONAL

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    les o colocarlos dolosamente en peligro material o moral para el que lo hiciera (el resaltado es propio).

    De esta manera, en los casos en que los jueces considera-sen que los nios se encontraban en una situacin de peligro material o moral, se hallaban facultados para arrogarse el ejercicio de la patria potestad.

    Lo que resalta aqu es que el hecho de apuntar a las situa-ciones de peligro material o moral dejaba como principales destinatarios de la norma a los sectores de menores recursos y mayor nivel de vulnerabilidad social, estigmatizndolos al ex-tremo. Sumado a esto, la polisemia del trmino dotaba a los jueces de un altsimo grado de discrecionalidad al momento de tomar las decisiones, y por tanto determinar y actuar sobre el presente y el porvenir de los y las jvenes.

    Esta ltima circunstancia se complementaba con la idea de institucionalizacin dentro Patronato. As, los jvenes cuya circunstancia se encontraba contemplada por la norma, eran apartados de sus mbitos cotidianos y recluidos en ins-titutos de menores.

    Dicha circunstancia result sumamente nociva para quienes quedaban comprendidos en el rgimen expuesto, y se prolon-g incluso hasta el siglo XXI que, tras haberse modificado la Constitucin Nacional en 1994, cuando se incluy la Con-vencin sobre los Derechos del Nio, y tras largas discusiones parlamentarias, se arrib a la sancin de las normas bajo el pa-radigma de la promocin y proteccin integral de los derechos de los nios, nias y adolescentes.

    De esta manera entr en vigor la Convencin sobre los De-rechos del Nio. A partir de sta y otras regulaciones, nios pasaran a ser considerados sujetos de derecho.

    Este nuevo paradigma contemplaba, por ejemplo, el derecho a ser odo, que se complementa con el principio de capacidad progresiva, es decir, el que indica que las opiniones de los nios y nias, a medida en que se van acercando a la fecha en que sern considerados adultos, deben ser ponderadas con mayor atencin. El ejemplo clsico se presente ante la hiptesis de un divorcio, en que el nio expresa con quin prefiere habitar y por

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    qu. En esos casos, pues, la opinin de los nios siempre debe ser tenida en cuenta, pero cuanto mayor sea, su palabra debe necesariamente tener mayor injerencia en la posterior decisin.

    Asimismo, los derechos a la libertad de pensamiento, de conciencia y religin, entre otros, complementaron esa edifica-cin que promueve el resguardo de la subjetividad.

    Por su parte, la postulacin del Inters Superior del Nio ser la rectora al momento de disear las sucesivas polticas pblicas en materia de niez, como as tambin, en las cir-cunstancias en que el Estado, deba expedirse ante una circuns-tancia de hecho.

    En esa misma lnea, el resguardo de la patria potestad en cabeza de los padres, y el respeto irrestricto del entorno del nio, se erigieron como pilares de la construccin del nuevo paradigma que, a nivel nacional hall su cristalizacin en la Ley 26.061, que fue sancionada en septiembre de 2005.

    Normativa

    Las leyes, tratados y recomendaciones expuestos a continua-cin explican el marco legal en el cual debemos movernos como trabajadores de prensa o voceros institucionales vinculados a la comunicacin de eventos en los que se involucran jvenes.

    Uno de los problemas que dificultan la aplicacin de las le-yes es, muchas veces, su desconocimiento por parte de la pobla-cin. Este apartado busca mostrar de una forma clara y sintti-ca las normas y leyes internacionales que rigen la actividad, con el objetivo de mejorar la labor de los comunicadores o voceros relacionados con las juventudes.

    Convencin de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Nio (Ley nacional 23.849)

    La Ley 23.849, sancionada el 27 de Septiembre de 1990, fija la adscripcin a nivel nacional de la Convencin de las Na-

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    ciones Unidas sobre los Derechos del Nio, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York el 20 de Noviembre de 1989.

    La Convencin, en su artculo primero, fija a quines se debe considerar legalmente nios: se entiende por nio a todo ser humano menor de dieciocho aos de edad. Sin embargo, la Ley Nacional hace reserva de este artculo para esclarecerlo: La Repblica Argentina declara que el mismo debe inter-pretarse en el sentido que se entiende por nio todo ser hu-mano desde el momento de su concepcin y hasta los 18 aos de edad.

    El artculo 2 en su inciso primero sentencia,

    Los Estados Partes respetarn los derechos enun-ciados en la presente convencin y asegurarn su aplicacin a cada nio sujeto a su jurisdiccin, sin distincin alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religin, la opinin polti-ca o de otra ndole, el origen nacional, tnico, social, la posicin econmica, los impedimentos fsicos, el nacimiento o cualquier otra condicin del nio, de sus padres o de sus representantes legales.

    Algunos de los artculos ms relevantes a los fines de esta publicacin son:

    Artculo 3 En todas las medidas concernientes a los nios que tomen las instituciones pblicas o privadas de bien-estar social, los tribunales, las autoridades adminis-trativas o los rganos legislativos, una consideracin primordial a que se atender ser el inters superior del nio.

    Los Estados Partes se comprometen a asegurar al nio la proteccin y el cuidado que sean ne-

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    cesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de l ante la ley y, con ese fin, tomarn todas las medidas legislativas y admi-nistrativas adecuadas.

    Artculo 8Los Estados Partes se comprometen a respetar el de-recho del nio a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilcitas.

    Artculo 12 Los Estados Partes garantizarn al nio que est en condiciones de formarse un juicio propio del de-recho de expresar su opinin libremente en todos los asuntos que afectan al nio, tenindose debidamente en cuenta las opiniones del nio, en funcin de la edad y madurez del nio.

    Con tal fin, se dar en particular al nio oportuni-dad de ser escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al nio, ya sea directa-mente o por medio de un representante o de un r-gano apropiado, en consonancia con las normas de procedimientos de la ley nacional.

    Artculo 13El nio tendr derecho a la libertad de expresin; ese derecho incluir la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin con-sideracin de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artstica o por cualquier otro medio elegido por el nio.

    Artculo 16 Ningn nio ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, su familia, su domici-

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    lio o su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y a su reputacin.

    El nio tiene derecho a la proteccin de la ley con-tra esas injerencias o ataques.

    Artculo 17Los Estados Partes reconocen la importante funcin que desempean los medios de comunicacin y vela-rn porque el nio tenga acceso a la informacin y material procedentes de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la informacin y el ma-terial que tenga por finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral y su salud fsica y mental. Con tal objeto los Estados Partes:

    a) Alentarn los medios de comunicacin a difundir informacin y materiales de inters social y cultural para el nio de conformidad con el espritu del Ar-tculo 29.

    Y

    e) Promovern la elaboracin de directrices apro-piadas para proteger al nio contra la informacin y material perjudicial para su bienestar, teniendo en cuenta las disposiciones de los arts. 13 y 18.

    Artculo 37

    Los Estados Partes velarn por qu:

    Ningn nio sea sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. No se impondr la pena capital ni la de prisin per-petua sin posibilidad de excarcelacin por delitos cometidos por menores de 18 aos de edad;

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    Ningn nio sea privado de su libertad ilegal o ar-bitrariamente. La detencin, el encarcelamiento o la prisin de un nio se llevar a cabo de conformi-dad con la ley y se utilizar tan solo como medida de ltimo recurso y durante el perodo ms breve que proceda;

    Artculo 39Los Estados Partes adoptarn todas las medidas apropiadas para promover la recuperacin fsica y psicolgica y la reintegracin social de todo nio vctima de: Cualquier forma de abandono, explota-cin o abuso; tortura u otra forma de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; conflictos arma-dos. Esa recuperacin y reintegracin se llevarn a cabo en un ambiente que fomente la salud, el respeto de s mismo y la dignidad del nio.

    Artculo 40 Los Estados Partes reconocen el derecho de todo nio de quien se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse o declare culpable de ha-ber infringido esas leyes penales o a quien se acuse o declare culpable de haber infringido esas leyes a ser tratado de manera acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que fortalezca el respeto del nio por los derechos humanos y las li-bertades fundamentales de terceros y en la que se tenga en cuenta la edad del nio y la importancia de promover la reintegracin del nio y de que ste asuma una funcin constructiva de la sociedad.

    Con este fin y habida cuenta de las disposiciones pertinentes de los instrumentos internacionales, los Estados Partes garantizarn, en particular:

    a) Que no se alegue que ningn nio ha infringido las leyes penales, ni se acuse o declare culpable a nin-

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    gn nio de haber infringido esas leyes, por actos u omisiones que no estaban prohibidos por las leyes nacionales o internacionales en el momento en que se cometieron;

    b) Que todo nio del que se alegue que ha infrin-gido las leyes penales o a quien se acuse de haber infringido esas leyes se le garantice, por lo menos, lo siguiente:

    Que se presumir inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley;

    IV. Que no ser obligado a prestar testimonio o a declararse culpable, que podr interrogar o hacer que se interrogue a testigos de cargo y obtener la participacin y el interrogatorio de testigos de des-cargo en condiciones de igualdad;

    y

    VII. Que se respetar plenamente su vida privada en todas las fases del procedimiento.

    4. Se dispondr de diversas medidas, tales como el cuidado, las rdenes de orientacin y supervisin, el asesoramiento, la libertad vigilada, la colocacin en hogares de guarda, los pro-gramas de enseanza y formacin profesional, as como otras posibilidades alternativas a la internacin en instituciones para asegurar que los nios sean tratados de manera apropiada para su bienestar y que guarde proporcin tanto con sus circunstan-cias como con la infraccin.

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    Reglas de las Naciones Unidas para la proteccin de los menores privados de la libertad

    Adoptadas por la Asamblea General de la ONU el 14 de Diciembre de 1990, sus puntos ms destacados en relacin a la cuestin son:

    El sistema de justicia de menores deber respetar los derechos y la seguridad de los menores y fomentar su bien-estar fsico y mental. El encarcelamiento deber usarse como ltimo recurso.

    Solo se podr privar de libertad a los menores de confor-midad con los principios y procedimientos establecidos en las presentes Reglas (). La privacin de la libertad de una menor deber decidirse como ltimo recurso y por el perodo mnimo necesario y limitarse a casos excepcionales. La duracin de la sancin debe ser determinada por la autoridad judicial sin ex-cluir la posibilidad de que el menor sea puesto en libertad antes de tiempo.

    8. Las autoridades competentes procurarn sensibilizar constantemente al pblico sobre el hecho de que el cuidado de los menores detenidos y su preparacin para su reintegracin en la sociedad constituye un servicio social de gran importancia y, a tal efecto, se deber adoptar medidas eficaces para fomentar los contactos abiertos entre los menores y la comunidad local.

    17. Se presume que los menores detenidos bajo arresto o en espera de juicio son inocentes y debern ser tratados como tales.En la medida de lo posible, deber evitarse y li-mitarse a circunstancias excepcionales la detencin antes del juicio. En consecuencia, deber hacerse todo lo posible por aplicar medidas sustitutorias. Cuando, a pesar de ello, se re-curra a la detencin preventiva, los tribunales de menores y los rganos de investigacin debern atribuir mxima prio-ridad a la ms rpida tramitacin posible de esos casos a fin de que la detencin sea lo ms breve posible. Los menores detenidos en espera de juicio debern estar separados de los declarados culpables.

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    19. Todos los informes, incluidos los registros judiciales y mdicos, las actas de las actuaciones disciplinarias, as como todos los dems documentos relacionados con la forma, el con-tenido y los datos del tratamiento debern formar un expedien-te personal y confidencial, que deber ser actualizado, accesible solo a personas autorizadas y clasificado de forma que resulte fcilmente comprensible. Siempre que sea posible, todo menor tendr derecho a impugnar cualquier hecho u opinin que fi-gure en su expediente, de manera que se puedan rectificar las afirmaciones inexactas, infundadas o injustas. Para el ejercicio de este derecho ser necesario establecer procedimientos que permitan a un tercer apropiado tener acceso al expediente y consultarlo, si as lo solicita. Al quedar en libertad un menor su expediente ser cerrado y, en su debido momento, destruido.

    Directrices de las Naciones Unidas para la prevencin de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad)

    Adoptadas y proclamadas por la Asamblea General el 14 de diciembre de 1990, como resultado del Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevencin del Delito y el Tra-tamiento del Delincuente. Las directrices manifiestan una cre-ciente conciencia de que los nios son seres humanos de pleno derecho, e incluyen un inciso exclusivo sobre los relatos medi-ticos sobre las juventudes. Los artculos ms relevantes, en lo que respecto a la problemtica que plantea este manual, son los siguientes:

    I. Principios fundamentales

    1. La prevencin de la delincuencia juvenil es parte esencial de la prevencin del delito en la sociedad. Si los jvenes se dedi-can a actividades lcitas y socialmente tiles, se orientan hacia la sociedad y enfocan la vida con criterio humanista, pueden desarrollar actitudes no crimingenas.

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    2. Para poder prevenir eficazmente la delincuencia juvenil es necesario que toda la sociedad procure un desarrollo armo-nioso de los adolescentes, y respete y cultive su personalidad a partir de la primera infancia.

    3. A los efectos de la interpretacin de las presentes Direc-trices, se debe centrar la atencin en el nio. Los jvenes deben desempear una funcin activa y de asociacin en la sociedad y no deben ser considerados meros objetos de socializacin o control.

    5. Deber reconocerse la necesidad y la importancia de aplicar una poltica progresista de prevencin de la delincuen-cia, as como de estudiar sistemticamente y elaborar medidas pertinentes que eviten criminalizar y penalizar al nio por una conducta que no causa graves perjuicios a su desarrollo ni perjudica a los dems. La poltica y las medidas de esa ndole deben incluir:

    e. El reconocimiento de que el hecho de que el comporta-miento o la conducta de los jvenes que no se ajustan a los valores y normas generales de la sociedad son con frecuencia parte del proceso de maduracin y crecimiento y tienden a des-aparecer espontneamente en la mayora de las personas cuan-do llegan a la edad adulta.

    f. La conciencia de que, segn la opinin predominante de los expertos, calificar a un joven de extraviado, delincuen-te o predelincuente a menudo contribuye a que los jvenes desarrollen pautas permanentes de comportamiento indeseable.

    Inciso D. Los medios de comunicacin

    40. Deber alentarse a los medios de comunicacin a que ga-ranticen que los jvenes tengan acceso a informacin y material procedentes de diversas fuentes nacionales e internacionales.

    41. Deber alentarse a los medios de comunicacin a que den a conocer la contribucin positiva de los jvenes a la sociedad.

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    42. Deber alentarse a los medios de comunicacin a que difundan informacin relativa a la existencia en la sociedad de servicios, instalaciones y oportunidades destinados a los jvenes.

    43. Deber instarse a los medios de comunicacin en gene-ral, y a la televisin y al cine en particular, a que reduzcan al mnimo el nivel de pornografa, drogadiccin y violencia en sus mensajes y den una imagen desfavorable de la violencia y la explotacin, eviten presentaciones degradantes especialmente de los nios, de la mujer y de las relaciones interpersonales y fomenten los principios y modelos de carcter igualitario.

    44. Los medios de comunicacin debern percatarse de la importancia de su funcin y su responsabilidad sociales, as como de su influencia en las comunicaciones relacionadas con el uso indebido de drogas y alcohol entre los jvenes. Debern utilizar su poder para prevenir el uso indebido de drogas me-diante mensajes coherentes con un criterio equilibrado. Debe-rn fomentar campaas eficaces de lucha contra las drogas en todos los niveles.

    Ley Nacional de la Repblica Argentina N 26.061.Proteccin Integral de los Derechos de las Nias, Nios y Adolescentes

    Esta normativa fue sancionada el 28 de Septiembre de 2005 con el objeto de garantizar la proteccin integral de los de-rechos de nios, nias y adolescentes que se encuentren en el territorio de la Repplica Argentina. Dispone el Sistema de Proteccin Integral de Derechos, los rganos Administrativos y su financiamiento. Los artculos citados a continuacin legislan particularmente los temas tratados en este manual.

    Principios, Derechos y Garantas

    Artculo 8 - Derecho a la vida. Las nias, nios y adolescentes tienen derecho a la vida, a su

    disfrute, proteccin y a la obtencin de una buena calidad de vida.

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    Artculo 9 - Derecho a la dignidad y a la integridad personal. Las nias, nios y adolescentes tienen derecho a la digni-

    dad como sujetos de derechos y de personas en desarrollo; a no ser sometidos a trato violento, discriminatorio, vejatorio, humillante, intimidatorio; a no ser sometidos a ninguna for-ma de explotacin econmica, torturas, abusos o negligencias, explotacin sexual, secuestros o trfico para cualquier fin o en cualquier forma o condicin cruel o degradante.

    Las nias, nios y adolescentes tienen derecho a su integri-dad fsica, sexual, psquica y moral ().

    Artculo 24 - Derecho a opinar y ser odo. Las nias, nios yadolescentes tienen derecho a:a) Participar y expresar libremente su opinin en los asuntos

    que les conciernan y enaquellos que tengan inters;b) Que sus opiniones sean tenidas en cuenta conforme a su

    madurez y desarrollo.Este derecho se extiende a todos los mbitos en que se des-

    envuelven las nias, nios yadolescentes; entre ellos, al mbito estatal, familiar, comunitario, social, escolar,cientfico, cultural, deportivo y recreativo.

    Artculo 27 - Garantas mnimas de procedimiento. Garan-tas en los procedimientos judiciales o Administrativos.

    Los Organismos del Estado debern garantizar a las nias,nios y adolescentes en cualquier procedimiento judicial o administrativo que losafecte, adems de todos aquellos dere-chos contemplados en la Constitucin Nacional,la Convencin sobre los Derechos del Nio, en los tratados internacionales ratificados por la Nacin Argentina y en las leyes que en su consecuencia se dicten, los siguientes derechos y garantas:

    a) A ser odo ante la autoridad competente cada vez que as lo solicite la nia, nio adolescente;

    b) A que su opinin sea tomada primordialmente en cuenta al momento de arribar a una decisin que lo afecte;

    c) A ser asistido por un letrado preferentemente especiali-zado en niez y adolescencia desde el inicio del procedimiento

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    judicial o administrativo que lo incluya. En caso de carecer de recursos econmicos el Estado deber asignarle de oficio un letrado que lo patrocine;

    d) A participar activamente en todo el procedimiento;e) A recurrir ante el superior frente a cualquier decisin

    que lo afecte.

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    Como hemos visto, la normativa nacional e internacional vi-gente exige revisar nuestras prcticas discursivas y producir un periodismo con un posicionamiento tico y poltico compren-sivo de la complejidad, que d lugar a una interpelacin inclu-siva y plural de los y las jvenes. Para aportar en este sentido, planteamos en esta seccin ciertas dimensiones del abordaje pe-riodstico de lo juvenil, sugiriendo una serie de pautas bsicas para un tratamiento informativo adecuado contra la violencia institucional de la Infancia y Juventud en los medios. En un segundo momento, tomamos a modo de ejemplo casos publica-dos en peridicos, para evidenciar las falencias y reescribirlos.

    Claves en el abordaje de problemticas sobre Infancia y Juventud

    Este trabajo rene un conjunto de pautas claves que servirn como un aporte a la hora de trabajar problemas de Infancia y Juventud en las prcticas periodsticas, a partir de una perspec-

    MEDIOS DE COMUNICACIN Y JVENES. RECOMENDACIONES PARA EL ABORDAJE

    PERIODSTICO DE LO JUVENIL

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    tiva de derechos que reconozca los derechos civiles, polticos y procesales que muchas veces le son negados.

    Repensar las problemticas juveniles por fuera de la l-gica hegemnica, donde la emergencia de lo juvenil irrumpe en las agendas mediticas mediante fenmenos violentos y peligrosos, implica repensar los marcos de interpreta-cin y los modos en que los medios asignan y disputan los sentidos sobre los y las jvenes, sobre sus imgenes y sus experiencias. De esta manera, estaremos produciendo una prctica periodstica contraria a los procesos de violencia institucional, uno de cuyos pilares es la asociacin de nios, nias o jvenes de pocos recursos con la violencia y el delito.

    Para iniciar el camino hacia ese tipo de periodismo, que narre las juventudes de una manera amplia y desprejuiciada, detallamos a continuacin una serie de cuestiones a tener en cuenta a la hora de escribir o contar las prcticas juveniles.

    Las fuentes

    Explicitar las fuentes. No utilizar solamente las policiales y judiciales. Ambas fuentes no deben ser naturalizadas como las nicas posibles. Es conveniente incrementar la voz de las organizaciones sociales especializadas en temticas que ex-plican las condiciones de vida de la/s juventud/es.Las opinio-nes de las personas capacitadas y especializadas en cada pro-blemtica suelen ser las ms adecuadas a la hora de abordar temas de Juventud.Tambin se pueden incluir las voces de los jvenes en el tratamiento de temticas que los interpelan. Hacerlo aporta a la credibilidad y legitimidad de la informa-cin construida y para lograr una representacin compleja de lo social. Por otro lado, las fuentes inexactas como la voz de los vecinos o familiares reproducen recurrentemente una visin del nio en tanto objeto, y no sujeto de derechos.

  • Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios

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    El contexto

    Es necesario hacer una construccin de la noticia que atien-da a la complejidad, donde hay involucrada una vida particu-lar, un sujeto con caractersticas especficas, pero dondetambin existen estructuras sociales e histricas que condicionan y li-mitan las formas de vida de estos jvenes. Un correcto trata-miento de las juventudes en los medios de comunicacin debe contemplar la participacin de comunicadores comprometidos con los derechos de los nios y los jvenes y que contenga en-foques de derechos que permitan adaptar un conocimiento sim-ple sobre el rol que le cabe a la sociedad en el desarrollo de las capacidades de los nio/as y jvenes.

    Trabajar conjuntamente con la informacin construida des-de las ciencias sociales, permite una comprensin compleja al momento de hacer de un hecho una noticia o cualquier otro relato.Por ejemplo, podemos utilizar estudios comparati-vos que hablen de las polticas de seguridad de cada pas; o de la poblacin carcelaria y sus condiciones de existencia; o de los imaginarios de los jvenes de los sectores subalternos, la delin-cuencia, el amor, los consumos, etc.

    La mirada periodstica

    Revisar la propia mirada, las propias visiones que tenemos so-bre los y las jvenes para abandonar prejuicios y preconceptos per-sonales. Esto implica correrse de la reproduccin de figuras tpicas de los hechos noticiables: vctimas o victimarios. Pensar a la so-ciedad no slo como fuente de informacin sino tambin como escenario de intervencin. Es decir, hacernos responsables de las propuestas de sentido que construimos a partir de un determinado relato de las juventudes y los hechos o eventos que las involucran. Este movimiento implicara una nueva manera de concebir a la/s juventud/es: dejar de pensarla como un todo homogneo y partir de los jvenes en plural, reconociendo no slo la diversidad sino tambin la desigualdad existente entre estos sujetos.

  • JVENES NOMBRADOS

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    Los temas

    Privilegiar temticas que incluyan jvenes en secciones que no sean la de policiales o judiciales.

    Al relatar hechos de violencia en los que los/as jvenes son protagonistas incluir tambin otras informaciones, en las que se pueda vincular prcticas y condiciones de vida estructurales, que no sean exclusivamente la violencia o el delito.

    Esta recomendacin se vincula con el hecho de que tanto en Argentina como en Centroamrica la violencia y el delito apa-recen como elemento comn y recurrente, ocupando casi la to-talidad de las informaciones publicadas sobre la/s juventud/es.

    La enunciacin

    Cuidar los modos en que nombramos a los jvenes. Debe-mos recordar que las palabras construyen sentidos. Algunas claves pueden ser:

    En caso de presentar biografas incluir informacin sobre las condiciones de vida y los marcos culturales de los jvenes involucrados.

    No adaptar el modo de nombrar a la/s juventud/es a valo-raciones subjetivas segn se trate de una vctima o de un victi-mario, de un joven profesional o de un estudiante.

    Evitar el recorte de informacin sobre atributos persona-les de los/as jvenes. Por ejemplo: hablar sobre la familia y el empleo del joven cuando se trata de una vctima profesional o estudiantey slo de sus actividades delictivas o violentas cuan-do se trate de un victimario.

    Por otra parte, es fundamental respetar la identidad, el gne-ro y la condicin social del joven. Muchas veces la violencia de gnero y la discriminacin se ven representadas en los medios mediante el uso de estereotipos basados en la exclusin por color de piel, religin, ideologa, cultura o vestimenta.

  • Observatorio de Jvenes, Comunicacin y Medios

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    La terminologa

    Evitar el uso de trminos peyorativos o degradantes. Una terminologa comn utilizada por los medios a la hora de abor-dar la conflictividad penal juvenil se construye a partir de los conceptos de menor, banda, pibe chorro o delincuen-te. En este sentido, debemos tener en cuenta que ser nio/a o joven no implica ser `menos adulto; la infancia no es una etapa de preparacin para la vida adulta, una forma de ser per-sona, y tiene igual valor que cualquier otra etapa de la vida (CIDN,1989).

    Los trminos menor delincuente, pibe chorro o pre-coz delincuente profundizan la discriminacin. Se recomienda, por ejemplo, el uso de trminos como nios que cometen de-litos. Por otro lado, al nio se lo debe mencionar como pre-sunto autor de un delito, hasta que se los encuentre culpables. Los medios nunca deben suponer, ni afirmar que un nio/a es un delincuente hasta que la justicia lo condene definitivamente.

    Para Unicef las informaciones referidas a la identidad como el nombre, el apodo, la filiacin o la residencia de los nios/as, que duden o expongan su reputacin de manera negativa deben ser resguardadas o elaboradas con suma sensibilidad para evitar un dao an mayor.

    Perspectiva poltica

    Trabajar la noticia a partir de asumir a los jvenes como sujetos de derechos. Evitar la reproduccin de las lgicas adul-tocrticas a la hora de la comprensin y construccin de la informacin.

    Abordar problemticas de Juventud desde un marco que reconozca sus derechos implica repensar la incidencia de las prcticas periodsticas en la sociedad analizando los proce-sos de construccin de subjetividad y los modos de sociali-zacin que circulan en torno a sus prcticas y experiencias cotidianas. Los discursos de la informacin irrumpen en la

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    sociedad como transmisores de informacin, desnudando fa-lencias sociales.

    Por ello, es primordial construir informacin precisa y com-pleja sobre las distintas perspectivas y proyectos vinculados con la juventud. Por ejemplo, reponer Cules son las diferen-tes posturas en discusin?, quines las sostienen?, qu opinan los jvenes al respecto?, etc. Adems,partir de la palabra de los mismos jvenes, poniendo en profundo cuestionamiento tanto una mirada estigmatizadora de los mismos, como otra mirada romntica ya que ambas confluyen en la anulacin de los jve-nes como sujetos de derecho.

    Reconocer el derecho a la presuncin de su inocencia y el principio de proporcionalidad en sus penas

    La derogacin de la doctrina de la situacin irregular de donde el patronato del Estado se ejerca a travs de la justicia, la intervencin en la vida de los menores que sufrieran abandono de hogar o se encontrasen en peligro material o moral, como parte de un cambio de paradigma por el cual, dejan de ser objeto de tutela del Estado para pasar a ser sujetos de derechos. Esto significa, que los llamados derechos civiles y polticos como la vida, el honor, la libertad de conciencia, pensamiento y expresin, las garantas procesales -proceso legal, presuncin de inocencia, derecho al la defensa-, seguridad jurdica, derecho de propiedad, como el derecho al voto y a la participacin poltica.

    Corresponde a la aplicacin de medidas socio-educativas alternativas a la privacin de la libertad, sancin que se con-sidera como ltimo recurso y slo para infracciones graves. Los artculos 37 y 40 de la CIDN promueven el derecho que poseen los nios o jvenes infractores a recibir un trato que fomente su sentido de la dignidad y de su valor, que ten-ga en cuenta su edad, y que aspire a su rpida reintegracin a la sociedad.

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    La Banda de la frazada en la ciudad de La Plata: un caso de anlisis de tratamiento meditico

    El siguiente estudio de caso consiste en el anlisis de las representaciones construidas en los medios en torno a una serie episodios ocurridos entre los das 24, 25 y 26 de julio de 2008, que tuvieron como protagonistas al accionar de un grupo de jvenes y nios en situacin de extrema vulnerabi-lidad social en la plaza San Martn de la ciudad de La Plata, frente a la casa de gobierno y la legislatura provincial.

    Tomamos el conjunto de noticias publicadas en medios locales y nacionales, entre julio y diciembre de 2008, mo-mento en que un peridico local de la ciudad de La Plata plante en la seccin Policiales la existencia de un grupo for-mado mayoritariamente por menores de edad que se renen a diario en la Plaza San Martn, para cometer todo tipo de delitos.

    La hiptesis consiste en que el uso de las representaciones sociales que realizan los medios son tentativas/apuestas de violencia simblica. Es decir, suponemos que otorgan, casi con exclusividad, la autora de la mayora de las acciones delictivas, fundamentalmente, a los/as jvenes de bajos re-cursos, habilitando todo tipo de acciones discriminatorias y violentas hacia ellos.

    Entendemos a las representaciones comoel conjunto de construcciones simblicas que se crean y recrean en el curso de las interacciones sociales, y que logran ocupar algn lugar entre los conceptos con la finalidad de abstraer el significa-do del mundo e introducir orden en l (Moscovici). Estas representaciones operan mediante la produccin simblica, que logra imponer significaciones e imponerlas como legti-mas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza (Bourdieu-Passeron). El poder simblico es un poder de construccin de la realidad que tiende a establecer un orden gnoseolgico, o sea, el sentido inmediato del mun-do y, en particular, del mundo social.

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    Crece el temor por banda de menores (...) public un dia-rio local en su edicin digital respecto a un grupo de jvenes y nios en situacin de riesgo social que se alberg transitoria-mente para dormir con colchones y frazadas en la glorieta de la plaza San Martn. La bajada de otro diario nacional rezaba: Frente a la Casa de Gobierno Bonaerense una banda de pe-queos ladrones, que ya tiene ms de 170 causas, aspira pega-mento todo el da y genera estupor porque roba con pedazos de vidrio, cuchillas, y sevillanas, (...) saben que entran y salen de las comisaras cuando quieren.

    El caso estuvo ms de cuatro meses en la prensa desde la aparicin de la primera noticia publicada el 29/7/2008 por el diario El Da de La Plata, hasta diciembre de ese ao. A partir de ese momento, el Defensor de Responsabilidad Penal Juvenil Julin Axat, realiza la primer denuncia penal en la que advierte sobre la convivencia entre la prensa comercial y la polica a la hora de publicar datos sobre nios y jvenes en conflicto penal afirmando que la existencia de una actividad discrecio-nal en la polica, hace aparecer como eslogan en la prensa a la infancia y la delincuencia, cuando muchas de las detenciones que se publican en los diarios resultan de dudosa legalidad.

    Afirmar que alguien es delincuente, implica colocarlo como un ser constitutivamente diferente del resto; percibirlo como un otro hostil, intrnsecamente peligroso. Es por eso que es conveniente incrementar la voz de las personas capacita-das y especializadas en cada problemtica, ya que stas suelen ser las adecuadas a la hora de abordar integralmente los temas de infancia y juventud. Tambin se pueden incluir las voces de los jvenes en el tratamiento de temticas que los interpelan. Hacerlo aporta a la credibilidad y legitimidad de la informa-cin construida y para lograr una representacin compleja de lo social. Por otro lado, la voz de los vecinos o familiares re-producen recurrentemente una visin del nio en tanto objeto, y no sujeto de derechos.

    Respecto a la apropiacin simblica del marco territorial, la construccin discursiva legitim la necesidad de la intervencin

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    de las fuerzas de seguridad1 en una problemtica que inicial-mente requera de otro tipo de abordaje. En consonancia con las voces de los vecinos y de comerciantes de la zona, los frag-mentos de las noticias analizadas revelan una configuracin discursiva que gira en torno a la construccin simblica de una zona liberada dentro del espacio urbano:

    (...) Los que conocen La Plata saben bien que la plaza San Martn es el espacio verde que separa a la Gobernacin de la Legislatura y est en el centro neurlgico, en el corazn de la Ciudad, simbolizado en la esquina de 7 y 50 (...) por eso, para los platen-ses, que ocurran impunemente asaltos en ese predio no hace ms que aportar un grano decisivo de arena a la conviccin de que la Ciudad se ha convertido en el reino de la inseguridad; (...) no alcanza para disminuir en absoluto la preocupacin que genera el dato incontrastable de que la plaza San Martn se haya convertido en una zona intransitable e inha-bitable, a la que los platenses ya no pueden acudir para pasar un rato de descanso o de esparcimiento

    (Nota editorial publicada por un diario local)

    En relacin al parmetro que tiene que ver con el tipo de fuente empleada, en este caso la voz de los vecinos y de per-sonas allegadas al lugar en donde suelen sucederse los hechos (fuentes inexactas), se puede visualizar que, en primer lugar, se ubicaron las fuentes policiales. Detrs de ellas, aparecen la voces de los vecinos. De las cules cabe destacar que son poco confiables y reproducen recurrentemente una visin del nio en tanto objeto y no como sujeto de derechos.

    1 Segn la ley provincial 13.298 la intervencin por parte equipos inter-disciplinarios de los consejos locales de los derechos de los nios/as y adolescentes de la ciudad deben actuar en estas problemticas.

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    Muchos medios apelan a nmeros reservados, extraoficia-les, testimonios de altas fuentes policiales, fuentes judiciales que pidieron reserva o testimonios y sensaciones de vecinos.

    Los siguientes ejemplos dan cuenta de otros tipos de voces utilizadas a la hora de construir el relato: (...) fuentes calificadas afirmaron que seis meses despus de aquellas alertas, la banda de la glorieta suma un total de ms de 200 causas penales; (...) de acuerdo a lo que por ese entonces sealaban las fuentes consul-tadas; (...) la informacin oficial suministrada seal que (...).

    Las noticias sobre el tema presentan asociaciones tales como: pobreza= delito; entradas en comisaras= causas pena-les; vulnerabilidad social= peligrosidad; adicciones= delitos, etc. Como se observa en el siguiente fragmento la privacin de la libertad y la internacin en los centros de rehabilitacin a las drogas constituyen un elemento indisociable de la cobertura. Principalmente, porque este fenmeno no se presenta como una variable crtica a la hora de discernir el comportamiento de los jvenes que cometen delitos.

    La gran mayora de los relatos publicados articulan el relato desde la baja en la edad de imputabilidad de los menores:

    (...)cometen todo tipo de delitos por los que entran y sa-len constantemente de las comisaras del centro de la ciudad ; (...)por su edad, si los detienen, al rato estarn otra vez en la calle para seguir con sus andanzas delictivas.

    Del mismo modo, los diarios nacionales difundieron un nmero considerable de publicaciones sin contemplar el res-guardo de la intimidad de estos nios, respetar de sus garantas procesales como la presuncin de su inocencia o el principio de proporcionalidad.

    Las opiniones de las personas capacitadas y especializadas en la problemtica suelen ser las ms adecuadas para evitar que la replicacin de trminos indebidos como menor de-lincuente, pibe chorro o precoz delincuente2, que slo

    2 Para Unicef las informaciones referidas a la identidad como el nom-bre, el apodo, la filiacin o la residencia de los nios/as que duden o expongan su reputacin de manera negativa, deben ser resguardadas

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    profundizan la discriminacin y la exclusin social. El con-cepto banda apareci reiteradamente en dicha cobertura como indicador de cmo se construyen desde el lenguaje las relaciones de dominacin:

    (...) a ellos los atac una bandita de cuatro jve-nes que, amenazndolos con atacarlos con armas blancas -que mostraron- y de fuego, les robaron las bicicletas; (...) integrada mayoritariamente por menores de edad que se renen adiario en plaza San Martn y cometen todo tipo de delitos; (...) con el paso del tiempo fueron empleando tcnicas delictivas cada vez ms violentas y hasta extendie-ron sus dominios hacia otros sectores del centro platense; (...) su particular metodologa, descono-cida hasta ahora en la regin,consiste simplemente en abordar por sorpresa a la vctima de turno y

    cubrirla con una manta.

    Por otra parte, es conveniente evitar publicar datos con fe-chas exactas sobre el lugar en donde se desarrollaron los he-chos delictivos porque permiten una rpida individualizacin de la identidad de los jvenes. Afirmando implcitamente que la cuestin delictiva es de ndole gentica, los matutinos monito-reados construyeron y avalaron la idea de una zona peligrosa dentro del espacio urbano, llegando a asociar al grupo con una banda profesional de delincuentes.

    o elaboradas con suma sensibilidad para evitar un dao an mayor. Se recomienda el uso de trminos como adolescentes que cometen delitos, adolescentes infractores o nios en conflicto con la ley pe-nal. Por otro lado, al nio se lo debe mencionar como presunto autor de un delito hasta que se los encuentre culpable. Esto requiere una intervencin meditica que no suponga ni afirme que un nio/a es un delincuente hasta que la justicia lo condene definitivamente.

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    (...) otro de los integrantes de la Banda de la Frazada tiene un hermano que el 20/3/2007 asalt y viol a la empleada de una panadera ubicada en la zona de tribunales.

    Estas publicaciones contraran el artculo 8.4 del habeas data de las personas que expresa que todo dato personal asentado en archivos, registros y banco de datos pblicos o privados, debe ser resguardado para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas (Artculo 43, prrafo 3 de la Constitucin Nacional y Ley 25.326). Incluso, sobre este tipo de datos, el artculo 5 de la ley 13.634 de -Responsabilidad Penal Juvenil- y el -Fuero de la Familia- reafirman la necesidad de prohibir en toda difusin la identidad de los nios sujetos a actuaciones administrativas o judiciales, de cualquier carcter, y con motivo de dichas actuaciones, en informaciones periods-ticas y de otra ndole.

    Se consideran informaciones referidas a la identidad: el nombre, el apodo, la filiacin o la residencia de los nios. Se-gn datos extrados del Informe Anual 2011 del Comit contra la tortura de la Comisin Provincial por la Memoria3, las de-tenciones por averiguacin de identidad (DAI)4 inauguran un marco de discrecionalidad entre los agentes de la polica a la hora de discernir y determinar cules son las circunstancias que razonablemente justifican las intervenciones.

    A modo de sntesis, estos datos permiten repensar los mo-dos en que los medios asignan y disputan los sentidos y formas de caracterizacin de sus prcticas y experiencias cotidianas conforme al enfoque de derechos que entr en vigor luego de la incorporacin de la CIDN a nuestra Constitucin Nacional.

    3 Pgina 264 y siguientes. Los datos arrojados afirman que el 50% de las personas demoradas ocupan la franja etaria de entre 18 y 25 aos de edad.4 Surge de la unificacin de las normas de organizacin de las policas de la provincia de Buenos Aires, promulgada en 20 de julio de 2006 a travs de la ley provincial 13.482

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    Las narrativas que performan meta-discursos que alimen-tan la sensacin de inseguridad en la ciudadana, reivin dican y habilitan la emergencia de lo juvenil como fenmeno noti-ciable casi con exclusividad de la violencia y el delito. Si bien, muchos estudios criminolgicos y sociales suministran prue-bas suficientes para comprender el dao que provoca en los jvenes la replicacin indiscriminada de su imagen asociada permanentemente a la delincuencia y a la espectacularizacin de los hechos violentos sin delimitar los conceptos que se de-ben utilizar para no reforzar prejuicios, estigmas o desigual-dades sociales.

    Por ltimo, las representaciones construidas en los medios sobre los Jvenes y el Delito, muchas veces exponen un modo de abordar sus prcticas y experiencias cotidianas estable-ciendo estereotipos que estigmatizan a los sectores sociales de bajos recursos y habilitan todo tipo de acciones discriminato-rias, represivas y punitivas hacia ellos. Esta lgica meditica, caracterizada por representacionesen torno a jvenes violentos y peligrosos sirve para reconocer la actuacin de las operacio-nes discursivas y cmo stas, como dira Moscovici, se crean y recrean simblicamente en el curso de las interacciones sociales ocupando algn lugar entre los conceptos con la finalidad de abstraer el significado del mundo e introducir orden en l.

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    INSTITUCIONES Y JVENES. SUGERENCIAS PARA REFERENTES INSTITUCIONALES

    Y VOCEROS

    Medios de comunicacin y conflictividad juvenil: recomendaciones para voceros institucionales

    El objetivo de este apartado es reflexionar sobre el modo en que los medios habitualmente toman ciertas voces del terri-torio a la hora de enunciarse sobre los jvenes como suje-tos y objetos de violencia. A su vez, proponemos una serie de pautas y sugerencias para la interaccin de los referentes institucionales como directivos de escuelas, responsables de programas sociales, miembros de organizaciones sociales con medios de comunicacin.Este material viene a aportar a las discusiones que ya se estn llevando adelante sobre la intervencin de ciertos actores en situaciones conflictivas que involucran a nios, nias y ado-lescentes. Un antecedente importante a nivel provincial es la Gua de Orientacin para la Intervencin en Situaciones Con-flictivas en el Escenario Escolar, publicada en el ao 2012. Si bien no aborda especficamente la relacin de los actores es-colares con los medios de comunicacin, en dicho documento

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    se pone como ejemplo de vulneracin de DDHH el manejo inadecuado que muchas veces se hace de informacin privada sobre la vctima (vulneracin del derecho a la intimidad), tanto por parte de los actores sociales involucrados, como por los medios de comunicacin. A nivel nacional, un documento del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, publicado en el 2008, advierte que la escuela no puede enfrentar sola es-tos problemas, que ella debe romper el aislamiento y establecer nuevos pactos, nuevos contratos con otros actores sociales y agentes de socializacin, especialmente con los padres y con los medios de comunicacin.Sabemos que los medios de comunicacin son, en la mayora de los casos, empresas dedicadas a la produccin y venta de informacin sobre la actualidad. En dicho proceso no se limi-tan a relevar datos sobre la realidad, sino que la transforman al enunciarla, al legitimar ciertos temas y enfoques como los importantes y adecuados. As nos proponen esquemas para in-terpretar la realidad, sentidos que hacen y rehacen la trama de smbolos que constituye nuestra cultura, clasificando la reali-dad de un modo que muchas veces es excluyente y deja por fuera a distintos sectores y estigmatiza sus prcticas.Las realidades construidas por los medios no necesariamente coinciden con lo que se experimenta en la cotidianeidad de una institucin en particular. Sin embargo, en esa realidad mediti-ca es necesario que aparezcan las voces de los actores sociales reales para construir un relato verosmil sobre el hecho. As ad-vertimos que la criminalizacin de las juventudes en los medios de comunicacin no es posible de ser pensada ni transformada sin tener en cuenta los sentidos locales que son puestos en juego por otros actores sociales en el territorio y que los medios reto-man para construir su realidad.Los medios construyen una identidad del joven como peligroso y desviado. El joven termina transformndose en el enemigo, en el chivo expiatorio de la sociedad. Estos discursos hacen que la relacin con los jvenes est mediada por el miedo. Un miedo que no est anclado necesariamente en hechos concretos, sino que responde a un circuito meditico organizado donde:

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    1) Los medios sensibilizan sobre un tema a travs de un em-prendimiento moral. Ejemplo: Noticias sobre el consumo cre-ciente de alcohol en los jvenes y el riesgo que conlleva. 2) Se genera una inquietud pblica y se organizan acciones de control cultural. Ejemplo: Aparecen regulaciones que son trata-das por los medios como el caso de Ley Seca, topes de horarios en boliches nocturnos, aumento de polica en lugares donde los jvenes se juntan, el anuncio de patrulleros juveniles. 3) As se identifican eventos dramticos o, mejor dicho, se construyen eventos como dramticos y se justifica una accin intensificada de control cultural(Hall y Jefferson, 2010). Ejem-plo: Un programa va a un boliche a registrar cmo se pelean los jvenes, busca una entrevista con un joven borracho y genera-liza la realidad de los jvenes y clausura el debate, el alcohol es un problema de los jvenes. Florencia Saintout explica que los medios construyen informa-cin sobre la realidad a travs de mecanismos de focalizacin; deshistorizacin y rehistorizacin; de descontextualizacin o recontextualizacin. Es decir, los discursos mediticos no inventan la realidad, pero tampoco proponen una desde una posicin neutral. La informacin que circula no est desligada de los procesos histricos, sino sera imposible comprenderla e interpretarla, todos nos comunicamos en el marco de acuerdos y de disidencias. Las realidades construidas por los medios no necesariamente coinciden con lo que se experimenta en la coti-dianeidad de una institucin en particular. Sin embargo, en esa realidad meditica es necesario que aparezcan las voces de los actores sociales reales para construir un relato verosmil sobre el hecho. As advertimos que la criminalizacin de las juventu-des en los medios de comunicacin no es posible de ser pensada ni transformada sin tener en cuenta los sentidos locales que son puestos en juego por otros actores sociales en el territorio y que los medios retoman para construir su realidad.Otra dimensin a reconocer en la construccin de la realidad meditica es que las noticias que criminalizan a los jvenes y sus prcticas son relatos policiales herederos de los anti-guos folletines, pioneros en el uso de tcnicas para producir

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    emotividad en los lectores. Haciendo un rpido relevamiento histrico de sus orgenes, podemos encontrar que la dcada de 1920 signific un quiebre en las prcticas periodsticas re-lacionadas con el delito: los recursos narrativos del relato policial, donde la figura del narrador, la transcripcin de di-logos, la creacin de suspenso y las detalladas descripciones juegan un lugar fundamental en la estructura del relato, sern reinventados por el cronista para elaborar un hecho delicti-vo real(Caimari, 2007). El cronista suma algunos recursos para hacer ms verosmil la historia: adems de dar cuenta del hecho especfico, incluyen una descripcin del viaje del periodista al lugar de losacontecim ientos, generalmente ha-ciendo partcipes a los lectores en el proceso, lo cual fortalece el contrato de lectura entre el cronista y sus lectores. Por otro lado, es necesario aclarar que desde sus comienzos y hasta el da de hoy, aunque con enormes modificaciones, los relatos policiales son ventanas desde donde comprender las prcticas de los sectores populares y de las minoras a partir de su descalificacin. As, sus relatos son esquemas para inter-pretar la vida y las culturas de esos sectores. En el 2001 fueron los piqueteros, hoy son los jvenes, los migrantes, las personas que sufren la pobreza quienes rebasan las pginas policiales de los medios masivos de comunicacin, convertidos en el enemi-go perfecto, el chivo expiatorio ideal. Sin embargo, como ya fue planteado anteriormente, toda esta estrategia meditica no puede ser pensada sin tener en cuenta los discursos locales que circulan en los territorios especficos y que se ponen de mani-fiesto a partir de la relacin de ciertos actores con los medios.Episodios de agresiones a estudiantes o docentes en escuelas, conflictos entre grupos en espacios pblicos, robos realizados por jvenes, son el tipo de hechos que los medios transforman en noticias y en los cuales determinadas voces son habilitadas para describirlos y enunciar opiniones. Tambin, en ocasiones son los propios actores institucionales los que buscan un lugar en los medios, ante la falta de eficacia de dispositivos institucio-nales o por propio desconocimiento de los mismos, como los interlocutores vlidos y necesarios para intervenir en conflictos.

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    Es posible rastrear noticias en los medios que ilustran este tipo de situaciones. El siguiente fragmento, por ejemplo, narra un hecho de violencia en una escuela de Salta.

    La joven se abalanz sobre l, con un cuchillo dentado manchado con pintura de varios colo-res en su mano, con intenciones de agredirlo. El profesor lleg a sujetar del brazo a la alumna y la puso en fuga, y de inmediato llam al 9111.

    La descripcin del medio da cuenta de un joven cuyas carac-tersticas principales seran la irracionalidad y la violencia. Sin embargo, se naturaliza la criminalizacin del hecho dando por sentado que llamar de inmediato al 911 es la respuesta ade-cuada y necesaria.Las siguientes notas dan cuenta de noticias de dos medios sobre un mismo hecho. Narran un conflicto entre alumnos a la salida de una escuela en La Plata.

    (La) directora [], reconoci que hubo un inten-to de encontronazo de un grupo pequeo en la puerta del Liceo y rpidamente la Guardia Edili-cia los dispers, ni siquiera se tocaron. Ni palos ni piedras, nada de eso ocurri2.

    La directora [] afirm que contamos con datos muy firmes de que los que se envolvieron en los episodios de violencia son ex alumnos, pero

    1 Diario HOY, 2 de Julio de 2012, Seccin Trama Urbana.2 Diario HOY. 15 de Marzo de 2012. Seccin Trama Urbana.

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    no se desentendi del tema ni mucho menos. Compartieron la misma fiesta, y hubo alumnos que vinieron al colegio sin pasar por la casa, pin-tados, mal vestidos, en condiciones que no son las que corresponden3.

    En ambos ejemplos las declaraciones dan sentido a un discurso meditico que narra a la juventud como problema, como suje-tos que no se saben comportar y que deben ser tutelados. En la siguiente noticia, las declaraciones de un rector son utilizadas para realizar una descripcin detallada de una pelea entre jve-nes en una escuela. Se ve, en la misma, que los alumnos reaccio

    nan infantilmente a un comentario al carecer de los atributos del sujeto adulto: capacidad para razonar y resolver conflictos mediante el dilogo.

    Se dirigi al otro chico y le dijo algo al odo que dispar la trifulca. En ese momento el profe-sor vio un tumulto. El agresor le haba pegado una trompada de abajo hacia arriba. Alan esta-ba consciente, baj por sus propios medios del primer piso hacia la direccin y all llamamos al SAME y avisamos a las familias, relat el rector de la escuela4.

    3 Diario El Da. 15 de Marzo de 2012. Seccin Policiales.4 Diario Tiempo Argentino. 14 de Septiembre de 2012. Seccin Sociedad.

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    Este hecho de violencia en una escuela tuvo una cierta tras-cendencia meditica, y fue retomado tambin en otros medios de comunicacin. Resulta interesante observar la presentacin que realiza una conductora de C5N cuando aborda la noticia desde los estudios de un programa, ocasin en la que participa el alumno agredido:

    un chico de 19 aos que no solamente estudia, que ahora no puede, sino que tambin trabaja, que ahora no puede, para poder mantenerse sus estudios, que su casa no pueden, Eh?... a ver, es un chico que, no es cierto?, que con tanta bondad por otra parte [] no hay nada que entender ac porque es una agresin espantosa5.

    En esas pocas lneas se ejemplifica buena parte de la operatoria discursiva meditica sobre la condicin juvenil, se define una manera legtima y otra ilegtima de ser joven: por un lado, el su-jeto que redime su pobreza en el destacado esfuerzo por alcan-zar la dignidad mediante el estudio y el trabajo; por el otro, los agresores, que son slo descontrol y violencia, pero que adems son enemigos de un modo de ser joven socialmente consagr