Jueves, 21 de Agosto de 2008 en...20: dLas cultura juveniles 22 / vl* Políticas a favor de la...
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Adolescencia
en América Latina
y el Caribe:
unicelFondo de Nacioncs Unìdu. ¡mra la 1nfaicia
Orientaciones para la formulación de políticas
EOficína Regìonal de
UNICEF para América
Latina y el Caribe
trabla de contenidc
/ Presentaeión
/ l. ¿Por qué los adolescenes?
8 / 11. Por una visión positiva de la adolesçencia
10 / 11. Adultos y adolescentes: Una relación conflictiva
1 2 / lv* La voz de los adolescentes
14 / V. El derecho a la participaciän
1 5 a ¿Por qué a participación?
17 .ì b Los tipos de participadán
1 8 / c Los espacios de partidpación
20 : d Las cultura juveniles
22 / vl* Políticas a favor de la adolescencia
22 / a Orientaciones generales
24 / b Líneas estratégicas de trabajo
25 . 1 Participadón autónoma de lcs adolescentes
26 2. Universaizacìón de la educación secundaria
28 * 3. FortaPecirniento de Fas famiias
Ú 4. Estabeciniiento de sistemas de usticia penal juvenil
32 5. Promoción de la saìud sexual y reproductiva en un marco de
Derechos Humanos
35 6. Estínulo a Pa creadán y a la expresión cuftural y artística
.- c Fndicadores básìcos: lo que cada país debe saber
38 / Bibliografía
Presentaô
América Latina y & Caribe se enfrentan, hoy más que nunca, aP reto de responder a las nece-
sidades y exigencias planteadas par aquelFos niños y niñas que, dejando atrás Ja pequeña
infanda, se encaminan ahora hacia el mundo adulto. Reconocemos que & Fondo de las Naciones
Unidas para la lnfancia 4JNPCEF, orientó su accionar, históricamente, hacia os primeros aos de la
infanda. Hoy, por nandato de la Convención scbre los Derechos der Nño, el enfoque se ha
ampriado a los adaleçcentes de arnbos sexos.
Sin dejar de atender a as más pequeñas, UNICEF quiere dar visibilidad a los derechos
humanos de los adojescentes, entre los 12 y 1 8 años, quienes sabemos conforman alrededor del
20% de la poblacìón total de esta región, vìviendo en drcunstancìas diversas y en nuevos contex-
tos de riesgo, que las generadones precedentes nÙ conocieron.
Hemos desarrollado sustantivos procesos de consulta con nuestros Programas de País y
hernos discutìdo con colegas de otras organizacfones, así como del munda académìco, para eva-
luar nuestra propia experiencia. Los resultados de estas sistemáticas reflexones se encuentran en
el presente documento Adolescencia en Amérfca Latina: Orientaciones para la 1ormuación de
políticas preparado por la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe. Será
evidente para er lector, que U cartedecero yque está acvarnente cornprorneUdo en el
desarrollo de iniciativas innovadoras, sobrétodo para aprender a escuchar los puntos de vista de
nutfbs aoJescentes quines n tarito ciudadanos perciben que susnecesFdades noestan
siendo y muestran una perspectiva critica del contextsocial e institucÏal enel que
estár, redendo.
Estamos dispuestos a rectJficar eJ rurnbo donde sea necesariopara que el derechoa particr-
par de los niños y adåleente e convierta en realidad. porque sabemos que nuestras sociedades
serán más denocráticas y repetuosas de los derechos de cada persona. si ogramosacornpañar,
desde nuestra responsabðidad de adultos os pr5cesos autenttcamente part,cipatrvosdeniños
adescentes en lasdecisionesueafedan susvidas. -
Qujsjéramùs compartir el presente documenta ccmo parte de una reflexión coectiva para
seguir avanzando. Cumplir con lo estipulado en la Convencìón sobre lcs Derechos deP Niño y en
todos los instrumentos internadonales de Derechos Humanos que protegen a los hombres
mujeres adalescentes, hace imprescindible continuar el diálogo inìciado. Las líneas estratégicas de
trabajo propuestas son una respuesta a los problernas identificadas como los más urgentes
tendrán que ser revfsadas a Fa uz de análisis sucesivos. Tal como la experiencia nos está mostran-
do hasta ahora, comencemos por escuthar y por reconocer que Jos seres humanos de todas Pas
edades neesìtamos compronieternos mutuamente en un nuevo paradfgma de cooperación para
construir sociedades democráticas y respetuosas de cada persona
PER ENGEBAK
Director Rcgional
oficina Regional de UNICEF para América Latìna y el caribe
los adolescentes?
2O
tuente /o
test1t17onk ae acìo/escentes ieroii ton7adoj
UMCEF-C/i s...; CEPECS 1999 y
La preocupaciõn por el tema de Pa adolescencia es relativamente reciente
en UNICEF. TradcionaJmente y por ra2ones que se remontan al origen de
la organizacióri, UNICEF ha concentrado sus esfuerzos en Pa prirnera parte
del ciclo de vida 0-6 años. Posteriormente, eP ínterés de UNICEF por el tenia
de la educación básica condujo a Pa formuradóri de politicas para un segundo
trarnc del cicrc de vida 7-12 o 14 años que cùincide con el tiempo de la
educación prlmaria.
La Convendón sobre los Derechos del Niño CDN, ca
lumna vertebral del niandato ¡nstitudonal de tJNPCEF, en
su Artículo la. define cnnic niño a todo ser humano menor
de 18 años. Esfe cambiù normatìvo obliga a una nueva
extensán en las prioridades, y por ende en las polfticas
de UNICEE También representa el desafío de dar respues-
tas innovadora a las necesidades de los adolescentes.
La Convendón so-
bre los Derechos der Niño CDN y la Convención so-
bre la Eíiminación de Todas las Formas de Discrimina-
ción contra a Mujer CEDAW. los dos instrumentos
fundameritales del Derecho nternacJonal que permi
ten especificar los derechos de los adolescentes hom-
bres y mujeres, se iriscriben dentro de un espíritu de
respeto por la Jibertad y la igualdad entre las personas.
Contituyen, por lo tanto. er marco conceptual para er
desarrolo de cualquier poiítJca o prograrna para Fa ado-
Pescencia en Amérca Latina y el Caribe pues permiten
reconccer a los adolescentes de ambos sexos como su-
jetos de derecho, posibiPJtando su realización como per-
sonas y como ciudadanos dentro de una cultura unì
versalizadora de Jos derechos hurnanos UNPCEF-Ofi-
cina Regional, 2000a.
En este contexto, eJ presente documento debe ser entendido ccmo un con-
junto de propuestas y orientadones destinadas a eíabcrar una po!ítica para ra
adoFescencia, erl plena concordancia con la CDN.
Todos rcs paises de Aniérica
Latina y el Caribe no sólo han ratificada la CDN sino que, con pocas excep-
ciones, han adecuado su egislación nacìonal ar espfritu y aF texto de la mís
ma. Las nuevas Pegislaciones latinoamericarias y caribeñas definen como niño
a todo ser humano hasta los 1 2 o 14 años y como ado!escente a todo er
humanc desde esta úJtima edad hasta los 18 años no cumpFidcs.
A diferenca
de la definìción de adolescenda que se deriva de la CDN, er térniino ju
ventud tiene diferentes interpretadones y cubre una pobladón más ampia
que puede comenzar por debajo de los 1 8 añcs desde los 1 O, 1 4 o 1 5 años
extenderse par encima de esta edad hasta Jas 24, 28 o 30 años. En conse-
cuencia, es necesarìo diferenciai adolescente y joven, y reconocer la
existencia de un uso ambiguo del segundo. EF concepto más amplio de ju
ventud c joven no tìene relevancia jurdica. Más allá de las diferencias
semánticas, a vaguedad deF trmino tiene ccnsecuencias programáticas
políticas pues, en algunos casos, se contrapone a Ía CDN2 y a las nuevas
legislaciones sobre infancia y adolescencia. al tiempo que se sobrepone
todas las ncrmatìvas jurídicas nac$onales destinadas a regular Fos distintos
ámbitos de acción de los adultos.
sin embargo, dfferentes estudios han mos-
tradc que los jóvenes entre Jos 18 y 24 años tìenen una fuerte influencia en el
comportamento de niños y adolescentes, aI fiempo que son una referencia
..:: importante dentro de las familas y las comunidades. Con frecuencía, e!los
mismos son padres, maestros o, como hermanos mayares, son responsables
del cuidado de los más pequeños. Con esta observacián, UNPCEF podría orien-
tar parte de sus acciones hacia Jcs jóvenes con a perspectiva de generar un
cambia en el comportamiento de los adolescentes
Además del cambio norma-
tivo y poìítico que significa la Convención. hay una realidad demográfica que
obliga a as sociedades de hoy a atender Fas necesidades de Pos adoescentes.
M de 1 .000 rnilones, de ros 6.000 nií!lones de habitantes del mundû, tienen
entre 10 y 19 aos de edad UNÎCEF, 2000a. Las proyecdones demcgráficas
indican que este número aumentará signiflcativamente en Jos países no ¡ndus-
trìaizados en los próximos 1 O años.
Sobre todû rthwdo sc p,etende dp//car /os me,wres dc 8 aIIQS
gu/ac/one5 qe c,wspo,der,n fóvencs adu/tos amo sustenta,, /as
posic,ones qoe petende,, dk,n/mjir Ia ec2d de i hputab/dadpenai
En América Latina y el Caribe, la poblacíón jcven de 1 O a 24 aOs repre-
senta el 30% der total de a pablación. Es dedr, 148 millones de personas.
Se estima lue para el año 2025, esta pob!ación aicanzará los 166 mil!o-
nes. La población adolescente 1 O a 9 años representa en promedio al
21 % de la población tofal, pcrcentaje que varía entre el 1 3% y el 25%
según el pafs OPS/Kellogg, 1 999.
E! credmiento de la población adolescen-
fe en nuestros pases y la urbanzacón de nuestras sociedades canllevan la
aparición de nuevas problemáticas que equieren un análísis critco par parte
de las sociedades en que se desarrollan, evitando reforzar las mágenes nega-
tjvas de a adolescencFa. Antes de esfigmafizar al adojescente, una polítFca
responsable debería empezar por entender las causas y el cantexto socjal en
que ocurren, por ejemplo. la ausencia y la desercjón escolar, la explotación
laboral, los embarazos no deseados o Jas ìnfraccjones a la ley penal.
La orjentación de la po!ítca de UNICEF
hacia Ja proteccFán de lns derechos de los adolescentes cojndde con la jdea
del cic!o de vida que ccnsidera a Ios niños en TODAS as etapas de su vida.
Así, a la príoridad otorgada a la supervivencia y desarro!lo de la njñez en sus
primeros años, y al acceso y caljdad de !a educacjón básíca, tiene que seguir
un apcya scstenido a los adolescenfes en su entrada pau!atina al mundo
adulto. Corno ccnsecuencia lógca de esfa concepción, UNICEF se ha com-
prcnietído a enfocar sus estuerzos en Jos tres momentos esenciales de! desa-
rrnfln de la Fnfancja y la adorescencia E/ICEF/2000/1 3:
a 0-6 añas: lnfancia temprana
Un buen comienzo en la vida, con alimenfación, atencjón
un rnedjo ambiente sano que permitan a supervìvencia
del niño en condciones apropiadas de salud ffsìca, clari-
dad menfal y seguridad ernacfonaJ.
b 6-12 años: lnfancia
La oportunidad para completar una educación básica de
buena calidad.
c 12-18 añas: Adolescencia
La oportunidad de desarrollar las capacidades individuales
en medios propicins y seguros para contribuFr y partici
par en la fanii!ia la escuela, la comunidad y la scciedad.
..
La adclescencia es un concepto construdo sodaJmente que
tiene coJlnotaciones culturales. Las percepciones de a in-
fancia y la adojescencia, aí como Ja manera en que sus dere-
chos son prctegidos, tienen sus raíce en realidades culturares
políticas que varían de un país a otro. Como para cualquer
otra peblacián, es ditíciJ establecer caracterísUcas o similitudes
que deflnan al grupo en su totaPidad Los adolescentes no
coriforman un grupo homogéneo: lo que tienen en común
es la edad. Viven en circunstancias diferentes y tieneri ne-
cesidades diversas.
Una visión consistente con los Derechos
Humanos y desde el enfoque der cido de vida se contrapo-
ne a Pas ideas tradicionales sobre la adolescencia, y ccnsidera
los adolescenfes y a Jos nños como seres humancs guares
en dignidad, que por estar en un rncmento particular de de-
sarrorlo y de su hstoria, tienen necesidades objetivas y sub-
jetividades específicas determinadas por su edad.
La adolescencia e una construccián
de las sodedades modernas que ven
la persona en una etapa pre-pro-
ductiva, en preparación para Jlegar
ser lo que ]a norma social les ndica:
un adLJlto, productivo, con familia
sin asuntos pendientes con ra ey: un
buen ciudadano. Detrás de la acti-
tud contestataria de los adorescenfes,
existe una búsqueda de sentidos que
va rnás allá del modeFc que el mundo
adulto moderno les ofrece, una bús-
queda que persgue el valor de Po so-
cial en ]a relación de si mismos con el
entorno, más alPá de ]os valores dej
mercado: por encima de la producción
de la reproducción, está la reladôn
con los amigos y los pares, Fcs afec-
tos, el amor, el pPacer, el uego, la
niúsica, el teatro, los deportes, Pa cur-
tura en su sentrdo más amplio.
Tal vez er verbo que mejor caracteriza
Ja adorescencia sea el verbo «saPin:
sajir de la infancia y de a casa, sarir a
experimentar, a buscar, salir con al-
guien, abrirse al mundo niá allá del
universo famijiar La adolescencia
constftuye la primera experiencia que
tiene eJ ndividuo con a dimensión
colectiva de Pa vida. En un momento
histórico y cultural determinado, Fa
adolescencia está situada en e] punto
de contacto de por ìo menos dos ge-
neraciones. Desde allí explora Fa ca-
renclas, ìos vaCÕs y las promesas no
cumpJidas de los padres las f.amilias
las sodedades. Seencuenfra en eJ cen-
tro de Pa transmis,ón de Pos valores
curturaJes y ]as relaciones sociaes y
puede considerase, en ese senfdo,
como un síntomade mundocontem-
poráneo RASSIAL, 2000.
En vez de consderar Pa adolescencia
como problema, las políticas y pro-
gramas deberían entenderJa conlo
resu]tado de una consfrucción his-
tórjca y de un procesc social. En raadolescencia, el individuo comlenza
asumir su independencia y auto-
nomía frente al medio social. Los
adolescentes hoy y tanibién los ni-
ños rechazan ros actos de autoridad
dictados sólo*por Fa voluntad y el ca-
pricho, sobe too en er plano de las
relaciones nterpersonaPes, en otras
paabras, reaccionan contra el ejer-
cicio subjetivo dl podèr cuando nù
respeta reg!as daras o eyes estable
idas discrecionahdad o cundo es
contrario a la razón y Pa justicia ar
bitartedad.
la cooperacióii4
crisis de los niodeios tradìcjonaes*b dado lugar a dos paradigmas arn-
iguos hy hegemonicos en a percepclon de as relaciones enre adultos
adolescentes y por ende en a fo,niulacpón de politicas gubernamentales
y. no gubernameotales para la adolescencia. Estos paradigrnas son:
El paradgma de la maniptilacíón: se caractriza por
una visión adultista que proyecta en Fa adoescencia la
imagen que los aduftos se hacen de sí mn1os. Esta
visión expresa, por una parte, la incapacidad de los
adultos de pensarse a s mismos y, por otra parte, per-
mfte que os adurtos descarguen su propia resporlsa-
bilidad en os adorescentes.
b E! paradigma de la mistificación: se caracteriza por
una visión nosthgica e ngenua de la adolescencia y la
juventud, que resafta y sobre-dimerisiona sus virtudes
a la vez que descarga a los adolescentes de toda res-
porisabilidad frente a sus propias vidas.
Ambos paradigmas, al estigmatizar o idealzar la adoles-
cencía. terminan sieñdo funcìonales a la manpuFadón de
los adultos, ya sea porque sobrecargan a os adolescen-
tes de responsabìlidades o porque los despojan de sus
derechos
del conílicto a
a
Frente a los paradigmas de la mani
pulación y la mistfticación, exste un
tercer paradigma, tan posibJe como
necesario: es el paradigma dela cooperación que debe for-
talecerse frente aF desaljento y la
talta de perspectivas de adultos
adorescentes en tiempos de crisis Se
funda sobre una relacián educativa
basada en el respeto y en eF recono
cimiento de que todos as seres hu-
nlanos somos iguales en dignidad.
A diferencia de la
¡dea sirnétrica entre derechos y de-
beres, que quiere cobrar cada dere-
cho reconoddo a los adolescentes en
forma de deber, dentro de este para-
digma, las responsabilidades que se
es exigen a los adoescentes deben
responder al principio de autonomía
progresiva. De acuerdo con este
principio, los deberes exigidos a los
adolescentes dependen de su grado
de madurez y de las herramientas
adquiridas a lo largo de su vida que
es permitan efectivamente asunlir
esos deberes. La lógica aritmética de
los deberes y derechos, aunque ra-
cionalmente fundada, carece de ge-
nerosjdad y de solidaridad, principios
esenciaFes deP paradigma de Fa co-
operación.
Los programas y palfticas
que tienen como eje la participacián
la voz de los adolescentes se
enmarcan dentro del paradigma de
la coaperación. En síntesis:
Los adolescentes necesitan de los aduPtos casi tanto como los adultos necesi-
tan de los adolescentes. Los adorescentes nc rechazan ni eP apoya, ni la orien-
tación de los adurtos; rnás bíen los solicitan a veces en forma confusa y hasta
dramática. Los adolescentes tampoco rechazan la autoridad; lo que los ado-
lescentes rechazan es el autoritarismo, es dedr Fa autoridad desprovista de
ra,ones. En consecuencia, es necesarìo cuestionar y debatir las percepciones
mistificadoras y manipuladoras de la adolescencia, y fomentar la escucha, el
diálogo y la cooperación entre las generacones. La CDN está permeada por
este mismo espíritu de cooperación inter-generacional. Por lo tanto, regula
reformula las caracterjsticas histórìcamente predominantes de la relación de
los nlños con los adultos y con eF Estado. Reduce radicalmente, para comen-
zar en el plano normativo, er carácter egitimo de la discrecionalidad en las
reladones interpersonales y constituye el dispositivo central, juddico y peda-
gógico, del paradigma de la cooperación.
El paradigma de la cooperación y, en especial, la participación de !os ado-
escentes, constituyen a opción étca de sociedades que quieren ser n,ás
democráticas y justas. Atender a la voz de Fos adolescentes, promover eF
thá!ogo con lo adultos, nos exige garantizar la presencia activa de 05 ado
lescentes en los diferentes espacios de debate y decisión sobre las cuestio-
nes que les conciernen.
Para Fos adolescentes, & ejercicio de Ja participacióri significa
£xpresar su opinión libremente
- Tener iniciativas y actuar en los procesos
* Eva!uar as políticas, programas y servicios con el fin de garantizar
que éstos sean diseñados de acuerdo con sus necesidades e intereses
Se entiende que en el diáoga entre adolescentes y adultos, ninguna opìnión
aislada prevalece sobre las otras más bien el resultado es un consenso cons-
truido entre todos La voz de los adoiescentes, o su silencio, es 5ó10 una
parte del problema. La otra parte es la incapacidad de los adultos para
prestar oído a esa voz y a ese silencio.
UNICFF no constituye una fábrica
de produccián de las políticas para la adolescencia; su paper es propicìar
facilitar el diárogo y eJ debate que, dentro del paradigrna de a cooperación.
marquen el camino para el desarrollo de las políticas púbricas.
¿Cónio os escuchamos?
Con una actitud abierta, aprendiendo de ellos y sin evadir Jos confjictos, tan-
to en lns espacios privados conlo públicas; actuando sin ¡ngenuidad en el
campo de la opjnión pública; mejorando técnica y conceptualniente las estra-
tegias y los mecanismos para recoger la voz de los adolescentes en las en-
cuestas de opiniõn, por ejemplo,
¿Dónde los escuchamos? n primer resultados de ese diálogo, contribu- bremáticos de cualquier po!ítica para
lugar, en ia familia, la escuela y Fa co-
munidad EJ bienestar y desarrollo de
!os adolescentes depende principal-
mente de os entornos protectores en
que viven y de las re!aciûnes que
mantFenen con los padres y demás
adultos cercanos. Los educadores,
sean padres c maestros, tienen un
papel primordial que jugar.
Con el objeto
de desarroliar políticas universales
paxa los adolescentes y para etectos
de los programas de cooperación de
UN1CEf es necesario comenzar por
priorizar erl el tiempo ia escucha de
los adolescentes allí donde se con-
gregan y se Iocalizan mâs fcilmen
te: en el sistema educativo. A pesar
de que a escuela nù responde siempre
a FaS necesidades de los adolescentes,
no es aJgo rnejor que la escueFa sino
unaescueja mejor lo que puede abrir-
Fes perspectivas. A este proyecto pe
dagógico contribuiría el fomento del
diálogo y la participación en la escue-
la, pero también a inccrporadón de un
núniero y una pluraFidad mayor de
adolescentes al sistema educativo. De
nuevo, Ia comunicadàn entre Ja escuela
los adolescentes debe fíuir en dobPe
vía: no se puede exigir unijateralmen-
te a los adolescentes que se adapten
un sistema que no tiene en considera-
cián sus necesidades y expectativas
¿Para qlJé ios
escuchamos? En primer Pugar, Pos
escuchamos para aprender, para ali-
mentar eJ dálogo, entre erlos mismos
entre ellos y los adultos y de loadul
tcs entre sí. Una comunicad& ire
es uno de ros elementos esenciales -
de Ja democracia En segundo !ugar,
los escuchamos para adecuar los pro
gramas, campañas y poJítica a los
yendo a que las polticas guberna-
rnentaFes se transformen en verdade-
ras políticas públlcas. El diálogo en-
tre adolescentes y adultos no debe
ser visto como in mero instrumen-
to de una política sino como com-
ponente esendal de la rnisma.
La opinión de
los adc!escentes en general y no sá!c
de grupos específicos, o de aquelíos
que se encuentran en circunstnCias es-
peciaJes de vulnerabilidad, constituye
un componente esenciai e imprescin-
dible de una política responsable para
!a adolescencia. En consecuencia, cons-
truir una vìsián positiva de !a adoies-
cencia conlenza por priorizar estrate-
gias democráticas de participación de
todos 1os ado!escentes. diseadas para
escucharlos en su pluralidad.
Sìempre que
sean realizadas en fcrma seria y res-
ponsabFe, y basadas en un diseño me-
todológico confiable, las encuestas de
opinión pueden ser instrumentos Va-
liosos para determinar lo que Jos niños
y los adolescentes sienten. piensan
creen. Así recogida, la voz de los ado-
Fescentes constituye una condición Sð1e
qua pon para ubicar los nudcs pro-
la adolescencìa. Sin embargo, !as en-
cuestas no deben entenderse como un
erernento suficiente para la formua
ción de las poFíticas. La opinfón es
un elemento fundamental de la par-
tic,oac/6n pero no constituye en si
misma y por sí sola una forma de
participación.
Es necesaric privFlegiar
priorizar los temas que surjan con
mayor fuerza de la propia opinìón
bre y democrática del adopescente,
no de una visión limitada y prejuca
da de sus probremas. Esto implica di-
versificar las estrategias de acuerdo
ra diversidad existente entre los
adcFescentes de tar maneía que la
universalidad formar de las derechos
no desccnozca Fas diferencias socia-
les ni anule la subjetividad indFvidua!.
¿Ccno qiSiiainos s
Ljbæspara oithso
pr nosotroS ,Thmo
depechos...
Que ,4ç que npon
no eaicÑn busai
La CDN invita a llenar de un nuevo conten}do el con
cepto global de ciudadanía, entendendo la ciudada-
nía de a iniancia y la adolescencia, no como Pa edad para
votar o hacer parte del sistema pùlítico de representación,
sino como la adquisici6n de derechos que permiten a las
personas menores de edad pronunciarse e involucrarse en
las decìsiones que atectan sus vidas. lmplica un nuevo pen-
samiento pero también el desarrollo de mecanismos ins-
titucionales de protección de los derechos de 05 niños
los adoleseentes.
La CDN detalla las responsabilidades del Estado frente a lo
abusos de poder, la expotación económica y la negligencia
socia, y constituye el marco étco para la protecdón de los
derechos de los niños y los adSescentes. Establece su dere-
cho a partìcipar y ser actores de su propio desarroFo, a ex-
presar libremente sus opiniones y a construir, junto a los
aduFtos, sociedade5 democrática5 y justas. Esto ìmplica no
sóFo la protección de sus derechos sìno a apertura de espa-
cios en os que puedan hacer escuchar sus voces, ampliar Pa
conciencia que ra comunidad y la sociedad tienen sobre sus
necesidades, a través de procesos reales de participación
UNICEF-Oflcina Regiona, 2000a.
Los asuntos de os niños y os adolescentes no
pueden ser !ratados oxcluSivamene desde la
visón especítica del mundo adulto a riesgo de
racasar en eI esfterzo de dar respuesas
adecuadas a sus necesldades.
Si a Convención prctege estos derechas es porque, a evitar la discriminación de género. Especifica Ja necesidad
menudo, a realidad vivida por los niños y los adolescen-
tes pone en evdencia Ja incapacìdad de los adultos para
escuchar a los r,iñcs:
1. Los adu!tos pueden abusar de su poder scbre !os
niños
2. Los adurtos no actúan siempre en fundán de! ir,
terés superior del niño
3. Los derechos de ros aduPtos están más y mejor
protegdos que os derechas de Jas niños
4. Las políticas pbricas rara vez tienen en cuenta as
intereses de los niños y el impacto que esas poFíti
cas tienen sobre sus vidas UNlCEFJnnocenti,
2000
A la Juz de la CDN, los niños ya no son simp!es receptores
de servFcias o beneficiarios de medìdas de piotección. Al
contrario, scn sujetos de derecho y deben ser respetados.
como individuos que cuentan con una creciente capcl
dad para participar e influir en Fas procesos de decsión
que afectan sus vidas.
de apricar medidas tendientes a modificar patrones de
comportamiento sociales y cuJturales que impiden el desa
rralJo equit2tivo de niños y niñas, y perpetúan comporta-
mientos estereotipados en hombres y mujeres Art. 5. Así
mismo, detalla e! derecho de partcipación en a forrnu!a-
ción de políticas gubernamentales Art. 7, b y estimula la
partícipación de las niñas y las adoíescentes, vinculándola
al derecho a la educacìón y a la información Art. 10.
Las dos convencio-
nes -CEDAW y CDN- enfatizan y conceptualizan la im-
portanda particuiar del derecho a la participación y sus
impflcaciones; se le considera un derecho bâsico para apa-
yar y prornover avances hacia eJ cumplìmìento de todos
los demás derechos.
En la Declaracián de Ja Cumbre Mun-
dial en,Mvor de J,a lnfancia, eJ derecho a Pa participadón es
con,derado corno un derecho fundamental para el desa
llo de los niño y Fos adolescentes. También el Programa
de Acción adoptido en la Canferencia lnternacionar sobre
la Pobladãn y eF. DesarrolJo Cairo, 1994 menciona espe-
cíflcamente eF threcho de los adolescentes a participar en
decisiones que atectan sus vidas, en particular en aquellas
que tíenen que er con su saJud sexual y reproducfiva.
La CN ntroduce Ja obliga-
ción Jega! de rspetar las opiniones de los nrños y os
adoFescentes, y tenerlas en cuenta en la formulación
de poJíticas, en. el desarrcllo de acciones y en Ja eva-
Puaciãn de ros resultados. El respeto por los derechos
de los niños nopuede ser percibido como una opcìán,
o una expresìán de amabiîidad o caridad. Los derechos
de los nìños geheran obligaciones y responsabilidades
que deben ser umpJidas, y deben consid,erarse como
una expresión e soridaridad e gualdad con la cual se
Jas adolescentes En la CEDAW, la articipacián de las mu- - empodera a losniños y lÿdolescentes para q e pue-
jeres ras niñas es considerada como un nstrumento para dan participar &ctivapnte en eJ mejoramien de su
situación y prapmás anplios de cambio s ci.at.
Aunque la CDN abarca a nios y niñas sin distinción de
sexo, una lectura ìntegrada d esf ¿r1 bn la CE-
DAW permite sacar a la luz ìas desiguaFdades y las dcri
minaciones que afectan de manera particu!ar a las niño-*
Participación autónoma: los adolescente
son ¡nformadQs y consultados en todas las
EJ princìpio del respeto hac]a Jas opiniones del niño re
afirrna la plena capaddad de] niño, con derecho a estar
nformado y a expresar Jibremenfe sus opiniones sobre
ros asuntcs que lo afectan así corno a esperar que sus
puntos de vista sean tenidos en cuenta. Define, además,
el derecho de los nìños a particpar en ios procesos de
decjsión que afectan su v]da y a nfluir en las decisiones
que le competen y que se toman en el seno de la familìa,
de la escuela y de la ccmunidad
b.Los tipos de
participación
En la hjstoria de Fa participación de lcs niños en América
Latina, han predoniinado tres formas que pueden carac-
terJzarse como fornias no auténticas y nc legít]mas de
participación.
a Simbójica: Un grupo de niños c adclescentes, escogi-
do por un grupo de adultos, que representa a todos
los niños, en evenfos organizados por los adujtos.
Decorativa: Un grupo de níños o adolescentes que
canfan, bailan y exhiben sus talentos frenfe a los adur-
tos pero que estan ausentes en la definición de las
prioridades y en la toma de decisiones.
Manipulada: Un,.rupb de niños o adoíescentes que
actúan como ,ifrílocuos de os adulths mernorìzando
repitiendodiscursos externos a sí mismos y en un
lenguajeque les es ajeno.
¿Para qué nos hacefl ekcc/ones s/
/os profesores ya tie,,en escogioos
a quièfles quìeien que representen
a /0s estuð,ntes?
etapas del proceso, puBden praveer ¡ntormaci
ellos mlsmos, adquirir compron,isas e
acciones de común acuerdo con los
actores nvolucrados. En la partci
autónoma, los adolescentes no están
por el contrario, pueden buscar apo
acompañamiento de los adultos cuando
rBquieren. La participación autónoma implica el
reconoclrnlento de la capacidad que tienen los
adolescentes de pensar por si mlsmos, actuando
al mismo tlempo de manera concertada
colectlva.
.
Rechazar y poner en evidencia, a través de la crítica públi-
ca y colectiva, es tar vez el primer paso hacia el desmante-
lamiento de las formas no autéritìcas, nÙ Jegítimas y no
democrátJças de participación. Estas constituyen, además,
formas pasivas de parttcipaciõn que tienden a privilegiar a
cierto tipc de adolescentes ya sea por sus capacidades los
más destacadcs o talentcsos, o los que tienen dotes de
líderes o a estigmatizar a otros por encontrarse en una
situación probJemãtica los más vurnerabres
Cualquier propuesta
de participacián auténtica impPica asumir eí desafic de
escuchar y enfender a todos 05 adolescentes. Construìr
una estrategia con sentJdo para la participación autóno-
ma y legífima de los adclescentes, no puede desvincurar-
se del esfuerzo niayor de democratizar a democracia,
tan necesario en estas épocas de rupfuras y de crists. En
consecuencia, el tipo de participación que corresponde
promover para el real ejercicic de los derechos de Jos ado-
lescentes puede llamarse participación autónoma y de
finirse así:
Participación autónoma: los adolescen-
tes sûn informados y consultadcs en todas as etapas del
proceso, pueden proveer inforniación ePios mismos, ad-
quirir compromisos e inicar acctones de común acuerdo
con Pos demás actcres involucrados. En la participación
autónoma. lcs adolescentes no estãn solos: por eP con-
trario, pueden buscar apoyo y acompañamiento de los
adultos cuarido lo requieren. La participación autáncnia un juicio propio y pueda, ms tarde, desempañarse comc
implica eP reconocimiento de la capacidad que tìenen los
adolescentes de pensar por sí mismos, actuando al mis-
mo tiempo de manera concertada y colecfiva1°.
El derecho a la parti-
cìpación deb ser entendido romo proceso, como resuftado
y comc una estrategia que facilfta el cumplirniento de lcs
derechos. La efectividad de las políticas y los prcgramas
depende en gran medìda de la participación autónorna de
los adolescentes ya que garantiza que sus infereses y nece-
sidades reales sean tenidos en cuenta.
c. Los espacios
de participación
De igual importancia que el grupc de edad, es el carác-
ter del Pugar de la participadón, que a grandes ragos
puede ser social la familìa. la escuela. las asociacìanes
n institucional las instìtuciones del Estado, los parfidos
pclíticos11 - Fn su búsqueda de ndependencia, Fos ado-
lescentes experimentan una apertura de su mundo ha-
cia otrùs espados desconocidos hasta ahora: apertura
de o sccial a lo nstih.icíonal, de lo privado la famìlia
lo público el Estado.
Evidentemente, los espacios socìa
es son rnucho más cercanos a los adolecentes que lcs
espacios insfitucionaes propics del mundo adultc. Al con-
sj*derar al niño como un ser humano en estado particular
de desarrollo, se debe enfatizar su participación en las
esferas sodales que son sus medios inmediatos y natura-
les de socializadón, con el fin de orientar!o, prepararln,
darle herramientas y oportunidades para que se forme
un ciudadano pleno en Fas esferas priviFegiadas del mun-
do adulto: Fa política y el Esfado.
La etapa que va de la in-
fancia a la adolescencia implica una ocupación cada vez
mayor de los espacios públicos, En a adolescencia, el es-
pacio para la sacialización deja de ser exclusivamente la
familia y se ampla a la escuela, los grupos de coìnpañe-
ros y la cornunidad. La capacidad de participacián de as
adorescentes se vuelve más importante debido a su cre-
ciente comprensión y a un mayor contacto directo con el
mundo público. Sin embargo, a pesar del hcho de que
Pos adolescentes arnplían su independencia, aún necesi-
tan apoyarse en ]os adultos para suplir sus necesidades
básicas de supervivencia y desarrollo, y coma guías para
definir sus propios caminos.
La distinción entre os espa-
cios de participación tiene consecuencias no s&c para
los adolescentes sino para la sociedad en general, pues
enfatiza la necesidad de traer las conquistas de la de-
mocracia y de la ciudadanÍa a los espacics más inniedia-
tos de los niños y adolescentes: a la familia, a la escuela.
al barrio, a los grupos y organizaciones juveniles.
Tiene también con-
secuencìas en a manera en que as adultos construyen
puentes de comunicaci6n con los adorescentes, pues si
en Pos espacios ociales Ios adolescentes pueden ejercer
una participación real y auténtica. en los institucionales
tienen que limitarse a ejercer la democracia de una nia-
nera fic&ia, ya sea imitando a los adultos o asimilando
mecanismos de participación que les son ajenos. Los es-
pacios de la participación adolescente deben permitirles
¡nnovary proponer mecanismos de participación que res-
pondan a sus necesidades y su visión del mundo. En
síntesis, cuando hablamos de participación adolescente
debemos diferenciar:
* Los espacios sociales: espacios cotidianos de la ida de los adolescen
ts faniilia, escuS, sociacbne juvenile, grupos deportvos, ar
tistcos ecológicos etc
LQs espacios instatuciona{n espacios para el aprend7aJe de as
formas adultas de la participacián, específicamer,te Ia partidi
ación efi la vida pol{tica y púbUca instituciones políticas. ju
{dic y del Estado.
S tenerros en cuenta esta dHerenciacìón. podemos proniover a participación de 05 ado-
Pescentes en los espacios sociales primero, y lugo en los espacios institucionales para
adolescentes, es decir, aquellos espacios que han sido tradicionalmente de Jos adultos
pero que poco a poco se han ido abriendo a los adolescentes con el fin explicito de contar
con su opinìón y participación sobre los asunfos que les condernen dìrecta o indirecta-
mente entre ellos se encuentran las Defensorías para Ja Niez y la Adolescencia, los
proyectos y prograrnas gubernamentares o no gubernamentales para adolescentes, los
programas de cooperación de UlJICEF.
Los espacios institucionales no deben ni pueden su-
pjantar a los espacios sociales, aunque se puedcn retroalimentar. Así, el abuso de las drogas o
la utilización de la vrolenca se pueden debatir, pero no resolver en unas elecciones c en un
parlamento juvenil. En vez de nventar nuevos espacios que resulten artificiales y ajenos a los
adolescentes, Jos conflictos deben resolverse y canalizarse a[]í donde se originan: en la fami-
lia, en la escuela, en !a sociead, en los espacios cotidianos de interacción con el mundo
adulto. En particular, es necesario hacer de la famiFia y de la escuela los escenarios privirega
dos de la participacián de los adolescentes, asegurando que se conviertan en espacics cada
Vez más inclusivcs.
La escuela como intermediaria entre la famìlia y una comundad más ampria,
juega un papel crucial como lugar de aprendìzaje de los valores democráticos y debe ser, por Jo
tanto uno de los focns de las poFíticas para la adolescenca, sobre todo de la prornoción de la
participación adolescenfe. Una escuela democrátical1 debe preparar aP adolescente para asumir
una vida responsabJe en una sodedad libre. con espíritu de solidarrdad y tolerancia, igualdad
entre los sexos, respeto por los Derechos Humanos y por el medro ambente, y amistad entre
todos los pueblos sìn diferencias êtnicas, relrgiosas o nacronales.
cI. Las cuituras juveniies
Recoriocer la diversidad de Fas expresones juveniles es
tal vez uno dc Pos pasos más impartantes para darle con-
fenido a la participadón y a ciudadanía de los adoles-
centes. Cuando los jóvenes afirman: «lo que hacemos es
tambJén participaciôn, es también ciudadanía»13 estân
expresando Ja convicción de que ra dudadanía no puede
estar restringida a Fa participadón a través de medios pre-
definìdos por ofros partidos poFíticos, elecciones, orga
nizaccnes públicas y trritoriales.
El ejercício de los derechcs ciudada-
nos de lns adolescentes pasa por ex-
presiones culturales que les son espe-
cííicas. Es a través de ellas que os ado-
escentes hacen escuthar su voz y nia-
nifiestan su percepdón del mundo.
Más aJFá de Jos registros electorales
las encuestas de op{nìón, los óvenes
tenen sus propias formas de partìcipadón. A través de Pa
música, el baile, Fcs graffitti la poesía, eP teatro, el perio-
dismo, el video, los juegos electránicos, Jas enlisoras Po-
cales o escoìares, Fa moda, lDs fatuajes y otros Íenguajes
característicos de Jas culturaijuveniles, los jóvenes se pro-
nuncian snbre su mundo. La paPabra y la comunicación
na-verbal son los medfas que Fos adclescentes utilizan
para expresar su percepción del niundo, ya sea modifi-
cando o distorsionando el lenguaje corriente, o produ-
cjendc un universc nuevo de signos que se diterencìa por
sus forrnas, del enguaje aduito
La nlúsica es un ePernento cen-
tral en las culturas juvenìles. Ya sea para tocarla, escu-
charla o bailarìa, todos Jos grupos de adaescentes y de
jóvenes se dentifican particurarrnente con alguno o va-
rios génerûs: rock, jazz, heavy metal, hip-hop, hard core
punk, techno, salsa, merengue, house, reggae, rap.
Nosotpo buramos nueÌas forms
oe expmlon, par teabzamo para
nco.nfrffms Nos dcn qlie es pér
d,da de tie,npo. ctl4F,dø /o qug
flaflws vtda,,
En un verdadero acercamiento de los aduítos ar nlundo
adolescente, Pos derechcs culturales -taj como están
establecidos por la Convención sobre Jas Dcrechos deP
Niño-, no sála hacen referencia a Ía preservación de la
lengua, a religión y los valores culturales originaes Ar
licuìo 30 sinÙ a la participción libre y plena en Fa vida
culturaP, artística, recreaflva y de esparcimiento Art{cu-
Po 31. Quizá ras expresiones culturales sean la clave
para reconocer a los adolescentes y ln jóvenes como
sujetos snciales capaces de construir, en conjunto con
otros hombres y mujeres. un mundo mejor y posible
para todos.
También en este campa, es necesario supe-
rar las visicnes manipuPadoras o mistifícadoras de la par-
ticipacìón adolescente. Más aPlá de estigmatizar o idea
íizar Fas expresiones juveniles, se trata de reconocer en
ePlas una voz egítima y la expresión de subjetividades
diversas, capaces de visualizar la inconfûrmidad y darPe
forma estéfic a una ética prcpia. Esto quiere decir que
estas ecpresiones hacen parte tambiên de las bandas
ÍEl ejerclcio de los dorochos cludadanos de
los adolescentes pasa por expresiones
culturales que es son específicas. Es a través
de ollas que los adolescentes hacen escuchar
su voz y manifiestan su percepcòn del munda.
as pandirlas juvenile5, de las barras bravas de los esta-
dios y Jas hordas juveniJes en los bares. Existe aqui una
enorme dificuFfad -que los mismos jóvenes reccnocen-
para otorgar reconocimienfo a expresiones culturales di-
ferentes a la popia.
Las culturas juveniles tienen una dimensión sociar y polítì-
ca que nc debe desconocerse. Desde ellas se crìtica, se
aflrma o se descalffìca, en ellas se acentúan o se atenúan
las tensiones que Jos adcìescentes y los jóvenes viven en
sus reracìones con el medio. Sin ernbargo, exìste en eJlas la
posibiìdad de elaborar acííicamente el malestar que vi-
ven los jóvenes en el ¡nterior de una culfura. El despiegue
de creativdad y energia que existe en las expresiones cul-
turales y arfístcas juveniles, desbordn a idea de lasper -
tenencias ferritoriales o nacicnales. Abren un esd6 a la
participación y a Ja convivenda en el que los olescentç.
los jóvenes viven sus primeras experienciasjcoleçivs,
en el que pueden reconocerse y ser reconccidbsomo cìu-
dadancs capaces de comprometerse con eJ íortaledmien-
tc de un estado y una sociedad que protege y ampara sus
derechos fundamentales.
En este senfidc, exsten dos rna-
neras, no ccntrapuesfas, de entender Fas expresions ciiì- -
turales, como medios de preservaciôn de Ja tradidones
culturas lingüísticas y éfncas, creencias relig4asocomo
niedo de ìnvertir y transformar las tradidcnes culturas
juveniles. Los derechos culturales de Jos adoìescentes ga-
rantizan ambas interpretaciones