Kristeva, Julia - La Metamorfosis Del Ritz

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    Julia Kristeva - La metamorfosis del Ritz

    Julia KristevaLa metamorfosis del Ritz

    El Hotel Ritz fue creado por Csar Ritz (vase M.L Ritz, Csar Ritz, 1948) en junio de 1898 en

    la plaza Vendme, en una residencia particular del siglo XVIII, vecina del ministerio de Justicia.El arreglo de la plaza Vendme se remonta a 1688, pero fue en 1705 cuando Jeanne Baillet de laCour mand construir la residencia y se la dio a su hija, la duquesa de Gramont. El hermosoedificio pas despus a ser propiedad del mariscal de Lautrec, luego del marqus de Ville-tte(secretario de Luis XV y amigo de Voltaire), del financiero Claude Darras, de la viuda deFranois Nitot, joyera del emperador, antes de ser comprado, por ltimo, en 1853, por el CrditMobilier. Con la ayuda del rico negociante Marnier Lapostolle, quien adelant los fondos quefaltaban para la adquisicin del inmueble, Csar Ritz contrat los servicios del arquitecto CharlesMews y cre el hotel de lujo que haca falta en la capital. En efecto, los hoteles de Pars permanecan estancados en una tradicin que databa de medio siglo atrs, y los dos hoteleselegantes, el Bristol y el Liverpool, en la calle de Castiglione, no se salan del marco de unadistincin que, a fin de cuentas, no dejaba de ser banal. La personalidad del creador propietario contribuy al aura extraordinaria y a cierto dramatismodel lugar. Csar Ritz, nacido en 1850 en una modesta familia campesina en el pueblito de Niederwald, no lejos de Munster, en Suiza, es el tipo mismo del self-made man. Sola decir quesu vida haba empezado en 1876, a los diecisiete aos, el ao de su llegada a Pars, y aunquenunca habl francs a la perfeccin, le gustaba identificarse con cierta imagen de Francia, hechade elegancia, de lujo, de cocina excelente y de modales impecables. Despus de haber trabajadoen el Grand Htel National de Lucerna (donde se benefici de la proteccin y del buen gusto desu propietario, el coronel Pfyffer de Altishofen), se hizo cargo de la direccin del hotel y le dioun renombre internacional inslito; hizo lo mismo con otros establecimientos de prestigio de lapoca, como el Grand Htel de Montecarlo, de Baden-Baden, de Viena y de Roma, sin hablar delSavoy de Londres. Apoyado por el amor y la entrega de su esposa, Marie-Louise que vena deuna familia de hoteleros de Estrasburgo, los Jungblut, y con la cual se cas en 1887 cuando tena37 aos y ella veinte Csar Ritz llega a la cumbre de su carrera con la creacin del Ritz dePars. No lo goz mucho tiempo, pues desde 1902 empez a sufrir perturbaciones neurolgicasserias (prdida de memoria, delirio) a las que contribuy el cansancio. Su mujer asumi desdeentonces sus funciones, mientras que la direccin administrativa del hotel corri a cargo deHenry Elles. Csar Ritz falleci en 1918. Marie-Louise Ritz (muerta en 1961) permaneci a lacabeza del establecimiento hasta 1953, fecha en la que su hijo, Charles Ritz, pas a ser presidente del consejo de administracin, cargo que ocup hasta 1976. A su muerte, el hotel entren decadencia y su arquitectura interior sufri considerables modificaciones. Su viuda, Monique,lo vendi a Mohamed Al Fayed, hombre de negocios egipcio instalado en Gran Bretaa, y a susdos hermanos. stos modernizaron las instalaciones al tiempo que restauraban el decorado. En la

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    actualidad, bajo la presidencia de Frank D. Klein, el Ritz aspira a recuperar su prestigio. Caberecordar que en 1993 fue clasificado como el primer hotel de Europa por International Investors. Volvamos a 1898, a la creacin de este prestigioso establecimiento. La arquitectura del hotel,creado por Mews, en armona con la plaza Vendme, conjuga el gusto moderno exigido por el propietario con el rigor clsico del arquitecto. El mobiliario y la decoracin son del estilo de

    fines del siglo XVII y comienzos del XVIII; el saln cuadrado da a un jardn como los de LuisXIV, mientras que la sala del restaurante se abre a un gran jardn de tipo regencia: la escalera principal, estilo Luis XV, as como varios departamentos principales, no podan dejar de seducir a Proust, enamorado de Saint-Simon y de madame de Svign si no es que contribuyeron aafirmar esas preferencias. Este ambiente refinado recibe una clientela a la que Csar Ritz yahaba seducido en los otros hoteles europeos dirigidos por l, clientela que lo sigue fielmente, altiempo que atrae, por esnobismo, a todos aquellos que todava no han disfrutado los servicios delRitz pero aspiran a reunirse con una sociedad tan distinguida: el prncipe de Gales (futuro reyEduardo VII), los grandes duques de Rusia, los Morgan, Boni de Castellane, la familiaRothschild y, naturalmente, un poco ms tarde, cuando se volvi clebre, el propio Proust. Aestas ventajas importantes del Ritz se deben aadir algunas otras que no podan ms que gustar al

    escritor. La higiene, por ejemplo. La excelente cocina, dirigida por el clebre chef Escoffier que haba iniciado en Monte-Carlo suasociacin con el Ritz, no hace sino aumentar la atraccin que ejerce este establecimiento en unaclientela internacional de cabezas coronadas y de aristcratas que pretenden ser gastrnomos dealtura. Escoffier revolucion la cuisine franaise y la cocina mundial; la sencillez que introdujoen ella deba ser del gusto de Proust para quien la sencillez lindaba precisamente con lafrugalidad, si no es que la anorexia! En 1899, el chef Gimon sucede a Escoffier "contratado en Londres", y un joven matre dhtel"hbil y elegante", un tal Olivier, que ser muy importante para Proust, entra a formar parte del personal del Ritz.

    Hay dos particularidades ms del hotel que atraen a los comentadores y resultan ser deimportancia capital para Proust tanto el hombre como el escritor: la iluminacin y los helados.Ritz, que impone a Mews su preferencia por la iluminacin elctrica, desea que sta no slo seaagradable, sino que, adems, realce el cutis de las seoras, que decididamente gozan de su predileccin. Con este fin hace instalar pantallas de seda rosa o de color albaricoque en loscandelabros de dos, tres, cuatro o siete luces que adornan las mesas del restaurante o de lossalones. Conjuntando higiene y belleza, impone telas ligeras, siempre en tonos rosa, para crear un ambiente de frescura y salud. No cuesta trabajo imaginar un ambiente silencioso y clido, dominado por esa vibracin contonos aduraznados que favorece a las mujeres y que Proust volveremos a esto asocia con lavida, con lo femenino y con el erotismo. Entre las creaciones de la modernidad que a Ritz le inte-resan estn los aparatos de calefaccin ylos refrigeradores, que no pueden dejar de cautivar a un cliente friolento que disfruta sin embargolas bebidas frescas, como Proust. La inauguracin tiene lugar para la exposicin de 1898 y, a pesar de la lluvia que hubiera podidodesalentar a la lujosa muchedumbre de invitados, todo el mundo est ah. Marcel Proust est presente, "sin duda alguna", o tal vez con una pequea duda; sea como sea, si

    est, tiene 27 aos, y goza plenamente esos fastos mundanos que l sabe, mejor que cualquier otro, transformar en festejos literarios.

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    Cuando Ritz cae enfermo ocurren modificaciones importantes; la seora Ritz imprime entoncessu marca en los locales: el anexo de la calle Cambon se conecta con el edificio central por mediode una larga galera, cuyo aspecto siniestro se combate con gran eficacia mediante la instalacinde las primeras vitrinas publicitarias en el interior de un hotel. "Decidimos proponer a los jefesde las industrias de lujo el alquiler de vitrinas bien iluminadas, colocadas a lo largo de la galera, para tentar a los transentes con la exhibicin de objetos selectos: jades, corales, pieles,

    abanicos, bibelots artsticos, objetos de cuero, todos de un gusto impecable. La galera inspidase transform en una rue de la Paix en miniatura. Fue un xito. Todos los comerciantes delrumbo se apresuraron a alquilar vitrinas para exponer sus artculos de lujo ms bonitos y atraer ala clientela de los aficionados ricos. Otros hoteleros adoptaron pronto la idea, pero dudo que sehaya realizado jams en un marco tan atractivo y con tanto buen gusto", explica. As pues, es en esta atmsfera donde a Proust le gusta encontrarse, tarde en la noche, por logeneral el ltimo cliente; pero tambin a la hora del t, o para reunirse con sus amigos PaulMorand y la princesa Soutzo, que se ha instalado ah, o con su traductor ingls Sydney Shiff;alquila cuartos y departamentos, pero tambin se hace entregar las comidas a domicilio (comoanota Camille Wixler en su artculo "Proust au Ritz: souvenirs dun matre dhtel", Adam

    International Review, nm. 394, 1976), en el 102 del Boulevard Haussmann. En el Ritz es dondese encuentra con Olivier Dabescat, Camille Wixler y Henri Rochat, quienes cumplirn en su vida papeles desiguales, pero que en muchos aspectos influirn en su obra. Hay muchos testimoniosdel cario de Proust por el Ritz los bigrafos George Painter y Jean-Yves Tadi los recuerdan, pero tambin lo hacen personalidades del Ritz (la seora Ritz, Camille Wixler); laCorrespondencia alude muchas veces a esto, y muestra cun orgulloso se senta Proust decontarse entre la clientela del ilustre establecimiento: "Siempre pago al contado en el Ritz",afirmaba. Camille Wixler, nacido en Suiza en 1897, public su testimonio en Adam International Reviewen 1976, a los setenta y nueve aos de edad; se ruboriza de alegra ante su entrevis-tador al hacer

    notar que figura como personaje de Proust en Por el camino de Swann. l es quien lleva lacuenta de las "visitas" de Odette, lo que hace posible que Swann diga: "Y Camille me deca queentre las cuatro y las cinco, vinieron unas doce personas. Qu digo doce, creo que me dijocatorce. No, doce. En fin, ya no s." (RTP, I, JFF, p. 502). Camille, quien posee un autntico talento de actor, se presenta a los exmenes del Conservatorioalentado por Proust: por desgracia, o por fortuna, habiendo preparado el papel de Anfitrin en elque era perfecto, segn parece, fracas, pues en el concurso se pidi representar otro papel... Asfue como se qued a la disposicin de Proust y de la profesin. Olivier Dabescat, a cuyas rdenes trabajaba Camille, por lo visto fue un personaje notable. Csar Ritz lo descubre en Paillard, en Pars, y lo "rapta" para su Ritz. Proust hace notar en variasocasiones en su Correspondencia (nm. 135, p. 323) cmo ste lo trata con toda clase demiramientos y afirma que, sin Olivier, "que se fue de vacaciones, [el Ritz] ha perdido suvelamen". Una foto que se encuentra en los archivos del Ritz muestra a Olivier de perfil,sirviendo en un banquete, ceremonioso y protocolar, asombrosamente parecido a... FranoisMitterrand cosa que divierte mucho al encargado de los archivos, el seor Roul... Henri Rochat, suizo como Wixler, "buen mozo, que serva en algunas mesas", es presentado aProust, a peticin expresa de ste, por Wixler. Muy pronto pasa a ser amigo y secretario deProust, en cuya casa se instala en 1918. ( J.-Y. Tadi, Marcel Proust, Gallimard, 1996.) Se iniciaentre ellos una tierna relacin; Proust lo colma de dinero, de buenos trajes y de prendas finas, einterviene a su favor con sus relaciones en diversas oficinas pblicas. Como es sabido, losltimos aos de la Correspondencia de Proust son muy a menudo de mano de Rochat, quienescriba al dictado del escritor, con una ortografa in-cierta; en alguna ocasin hasta devuelve

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    pruebas a Gallimard. Desagradecido y aprovechado, acaba dejando a Proust para irse a BuenosAires en 1921. Proust habla de l ms tarde en un tono que no deja dudas sobre los sinsaboresque le ocasion esta relacin: "Creo haberle dicho que tena un secretario que se haba casadocon la hija de un portero" (Correspondance, t. XX, carta a Sydney Shiff, nm. 226, 16 de julio de1921); Rochat se parece en esto a Charles Morel, que pide la mano de la hija de Jupien: "Ellector quiz recuerde que Morel le haba dicho un da al barn que deseaba seducir a una joven

    [...] [que] le prometera matrimonio pero, cuando la hubiera violado, se largara lejos" (RTP, III,P, p. 560).

    Metamorfosis rosa. La luz y el helado

    De todo este ambiente, de todos estos contactos personales, Proust hace una seleccin sensorial, por lo tanto pasional, de la misma manera que absorbe sus palabras. Los contornos del espacio sedesdibujan, los cuerpos reales de las personas encontradas desaparecen permanecen indiciosespaciales que se convierten en shifters metafricos. Como una materia que se amalgama a otra,el hotel y sus habitantes se funden en la otra materia, el otro cuerpo: el del narrador. Lo mismo ocurre con el color rosa. Mltiples son sin duda las fuentes de este color fundamentalde En busca del tiempo perdido: a menudo se ha sealado su valor sexual (en oposicin con el blanco de los espinos) especialmente con "la Dama de rosa", o la connotacin "juda" de ese rosa en especial lo pelirrojo de Swann y de Gilberte, el rito del sbado en Roussainville, etc.. A ellose debera aadir la vibracin rosada de la atmsfera del Ritz, tan propicia al encanto femenino ya lo hemos dicho, aunque slo fuera como "prueba de cargo adicional". Al leer los testimonios de los ltimos "visitantes" de Proust en el Ritz, como Benoist-Mchin(Avec Marcel Proust, Albin Michel, 1977), llama la atencin volver a encontrar, como puesta ah por el propio Proust, exquisito director de escena de sus citas y de sus relaciones, la misma luztamizada por el tafetn rosa que el escritor parece divertirse en hacer contrastar con su propia palidez. Por su parte, Reynaldo Hahn recuerda cmo contemplaba Proust un da, en el jardn,unos pequeos rosales de Bengala que absorbieron largo tiempo su atencin.En el mismo sentido que la "magdalena", esa rosa ese rosa tiene algo todava ms secreto que,segn sospecha Jeffrey Mehlman ("Littrature et collaboration", LInfini, nm. 7, verano de1984), es la malsana idea racista del colaboracionista Benoist-Mchin que aspira a borrar su pasado por medio de una comunin con Proust en la conjuncin de la msica y el secreto de lasluces color rosa. Se tratara, segn esto, de la connotacin juda de este rosa que Proust despliegacon cierta teatralidad en el ridculo final al que condena a Bloch al hacerle cambiar su nombre por el de Jacques du Rozier. En suma, no hay manera de escapar a la rue des Rosiers, a laJudengasse. S/Z, el camuflaje es, en realidad, un sealamiento, lapsus de Bloch... o irnicaternura de Proust que quiere salvar, cueste lo que cueste, la presencia de una rosa, de una luzrosa, de una chispa de vida y gracia, en el colmo del ridculo... Y decir que el Ritz pudo servir para esa delicadeza, para esa blasfemia! Los candelabros elctricos con pantallas de seda rosa,

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    comparar Pars bajo las bombas con... Pompeya bajo la lava del Vesubio: Pars, que se ha vueltoms "Sodoma y Gomorra" que nunca, bajo la influencia del sadomasoquismo instituido, poltico,de la guerra? Sigue fluyendo la metfora, y aparentemente estamos muy lejos del Ritz, puestoque Pars con el Sena bajo los puentes circulares "se parece al Bsforo". Y he aqu que aparece bruscamente la alusin en clave al Ritz: un hotel ha sido transformado en hospital militar; perono es el Ritz como nos lo describe la seora Ritz; no, es... el hotel particular de Charlus, su

    residencia: "Saba, por lo dems, que al volver a casa el seor de Charlus no dejaba por ello deestar rodeado de soldados, pues haba transformado su hotel en hospital militar" (RTP, IV, TR, p.387). A partir de ah, slo queda seguir el hilo de la metfora Charlus-hotel-guerra de los hombres,hombres derrotados, hombres vencidos, hombres fuertes, hombres encadenados, raza salvaje,alemanes y sdicos, etc. Para hacer esto, reaparece el narrador... en busca de un hotel, precisamente, pues los que se encuentran lejos del centro estn cerrados. Encuentra uno, cuyadescripcin inicial se parece engaosamente al envidiable establecimiento de la plaza Vendme:"Era un hotel que deba despertar los celos de todos los comerciantes vecinos (por el dinero quedeban ganar sus propietarios)" (Ibid., p. 389). Pero verdaderamente se trata del Ritz? No nos apresuremos. Saint-Loup tal vez? sale de ah:ser un "nido de espas"? Resulta ser, visto por dentro, que el envidiable establecimiento no esms que un hotel de paso, propiedad de Charlus, por lo dems, quien ha transformado su propiohotel (su casa), no lo olvidemos, en hospital militar: como el Ritz; pero ha comprado en secreto,gracias a su facttum Jupien, este otro hotel de uso ms bien escabroso... y que es adems unacasa de costumbres sdicas, puesto que el mismo Charlus se hace azotar por un tal Maurice degruesos brazos. Al ser Charlus el alter ego del narrador cierto es que entre otros, pero cada vezms cercano en estas pginas finales en razn del envejecimiento y de la confesin de los viciosque ahora comparten todava ms que su admiracin comn por Saint-Simon y Svign las peregrinaciones de Charlus-narrador de hotel en hotel no dejan de fluidificar este espacio cadavez ms ambiguo en que se convierte la palabra "hotel" en estas ltimas pginas de la novela. Y sin embargo es en esta atmsfera, cuyos deslizamientos nunca se acabaran de anotar del Ritzen estado de guerra al hotel de Charlus, y al burdel para hombres (que se refiere alestablecimiento de Le Cuziat pero tambin a un burdel situado cerca de la Estacin del Norte,donde se inician conversaciones en que se recuerdan los bombardeos y el vuelo de loszepelines... Precisamente los que Proust ha observado... desde el Ritz! La contaminacin nosdesborda. Como para confirmar esta desviacin metafrica blasfematoria, el narrador ve aparecer a un hombre que se parece notablemente a Morel... de quien hemos visto la analoga con HenriRochat del Ritz, precisamente. Adems, en una carta a Jacques Truelle de fines de junio de 1919,en la que pide un salvoconducto para Suiza destinado a un suizo Rochat una vez ms, acasoProust no deja escapar, ya desde entonces, una mala imagen del Ritz?

    ...se ha "esbozado" una campaa en contra de los extranjeros [...], los directores,que son suizos, no por ello dejaron de pedir a todos los empleados suizos que sefueran, para satisfacer al movimiento xenfobo. (Correspon-dance, t. XVIII,1919, carta nm. 142.)

    Pretexto para que se fuera Rochat? Verdadera o falsa, esta imagen negativa que se "esboza" delsuntuoso Ritz significa que nada se salva al final de En busca del tiempo perdido, ni Oriane ni elRitz. Pero el amor por el lugar perdura hasta el final: as, a Gaston Gallimard, el 21 de enero de1921: "Durante una semana ya lejana en que haba organizado algo en su honor en el Ritz, fuetodas las noches." (Correspondance, t. XX, carta nm. 32.) Sadismo moral Proust-Rochat, sadismo sexual Charlus-Maurice, sadismo de las naciones enguerra poltica y sin embargo exterminadoras: no es eso lo que se adivina, bajo las luces y los

    brocados color de rosa, en las cabeza coronadas, en el gotha de la nobleza o de la aeronutica?Mientras Csar Ritz delira, mientras la seora Ritz sigue administrando los fastos, mientras elmundo cambia de jerarquas, pero no de lgica?

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    El espacio ya no es una referencia, el hotel mismo aunque fuera el ms lujoso no nos brindaninguna hospitalidad que no sea incierta, visionaria, fingida, que no se sustente en una base desangre, de cadenas y de golpes bajos. Pero en esta Pompeya que es en adelante Pars, el mundo,y de paso el Ritz, no son acaso los lugares propicios para que el imaginario del tiempoinvoluntario recobre por fin su equivalente? Y ste sera: el espacio involuntario. El Ritz se prest, durante un tiempo, a esta transustanciacin; pues aqu como en otros lados, de lo que se

    trata es del espacio psquico del narrador: de su monstruosa intimidad. __________________________ *Las citas de la recherche du temps perdu, en lo sucesivo RTP, corresponden a la edicin de laBibliothque de la Pliade preparada por Jean-Yves Tadi. La traduccin es de Flora Botton-Burl.

    Julia Kristeva. Texto aparecido en Magazine Littraire, enero 1997, nm. 350.

    Traducido del francs por Flora Botton-Burl

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