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UNA PRIMERA PREGUNTA INELUDIBLE:
¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN? Sin lugar a dudas responder esta
pregunta llevaría varias páginas pues
hay múltiples respuestas a esta
pregunta.
La comunicación es uno de los
fenómenos genuinamente humanos.
Más aún en este siglo en el que las
tecnologías permiten un desarrollo
comunicativo de alcance global antes
nunca conocido. Las tecnología de la
comunicación parecen ser la
quintaescencia de nuestro tiempo. La
comunicación, estar comunicado quizás
sea una de las características más
identificatorias de nuestra especie.
Pero como para comenzar a
entendernos, digamos que la
comunicación es una conducta que se
manifiesta en un “proceso de
comportamientos y de interpretación de
comportamientos ajenos” (Payrato,
2003:65). Este proceso tiene un
carácter semiótico, es decir, es el
resultado de un proceso de
construcción y reconocimiento de
sentido.
Payrató, 2003 sostiene que el mismo
postulado que se aplica a la conducta
(es imposible no comportarse) puede
aplicarse a la comunicación y entonces
puede decirse que es imposible no
comunicar porque aún nuestros
silencios tendrán una interpretación
por parte de los demás.
El grado de desarrollo de la capacidad
comunicativa guarda relación con el
grado de desarrollo de las especies.
Cuanta más información sea capaz de
procesar una especie, mejor se
adaptará al medio porque podrá tener
mayor control sobre el medio.
LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA
Gracias a su capacidad del lenguaje la
especie humana se comunica al igual
que otros organismos. Lo que la
especie ha logrado es comunicarse
utilizando diversos planos de la
expresión (podemos comunicarnos por
medio de la palabra, de las imágenes,
de los gestos, de los colores, de los
gestos, por poner algunos ejemplos).
Cuando el comportamiento
comunicativo se manifiesta a través de
conductas lingüísticas, la especie logra,
no solo comunicarse sino articular la
experiencia del mundo, es decir
poner en relación objetos, agentes y
hechos, que se relacionan entre si en
una situación dada. Esta puesta en
relación, es la condición necesaria para
poder especificar e instruir. Y cuando el
ser humano puede realizar estas
operaciones, logra planear y programar
las actividades del mundo. Pero
además, el ser humano a través de sus
conductas lingüísticas puede alcanzar
mundos lejanos en el tiempo y el
espacio y mundo posibles dando así
surgimiento a la literatura, la filosofía
y la ciencia. Por eso decimos que,
gracias a la comunicación lingüística, el
ser humano amplía sus capacidades.
TRES CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA
Para comenzar a responder esta pregunta, digamos que la comunicación lingüística
es: intencional;
cooperativa y
estratégica.
La comunicación lingüística es INTENCIONAL
Detengámonos en la primera de estas
características. Es decir, la
comunicación lingüística es
intencional. Para hacerlo
recuperaremos los aportes de dos
filósofos ingleses, Austin y Searle.
Estos filósofos plantean que hablar es
hacer cosas. Para ellos, la lengua es
un instrumento mediante el cual los
seres humanos regulamos las
relaciones interpersonales, es decir que
logramos que los demás hagan algo, o
entiendan algo o pactamos acuerdos
por medio de la lengua.
Desde la perspectiva de esta teoría la
interacción verbal siempre es
intencional. Los hablantes usan la
lengua porque tienen intenciones tales
como querer explicar, querer informar,
asegurar, desmentir, etc..
Los propósitos que perseguimos al usar
la lengua pueden ser pragmáticos
(p.ej. escribir una monografía para
aprobar una materia) o
interpersonales (p. ej necesitar
contarle a un amigo o amiga lo que nos
pasa).
De modo que la conducta lingüística es
inteligente y propositiva. Es decir
responde a propósitos, esto es,
intenciones. Por eso comunicarse por
medio de la lengua supone tener
conciencia de las metas que se
persiguen y de las consecuencias
que nuestras conductas lingüísticas
tienen. (Por ejemplo, mi intención en
este momento es explicarles este tema
a Uds., intento usar la lengua,
expresarme de un modo que sea claro
para Uds.. Es decir que tengo clara mi
meta y la consecuencia que espero
obtener del quehacer lingüístico que
realizo, esto es, el hecho de que Uds.
entiendan.)
Usar una lengua, comunicarse por medio de ella, hacer cosas con palabras
supone conocer un estado mental propio (es decir una intención), e imaginarse,
prever un estado mental en el otro, resultado de nuestra acción
comunicativa.
La comunicación lingüística es cooperativa
Veamos ahora la segunda característica
que mencionamos: la comunicación
lingüística es cooperativa. Para
abordar esta característica es necesario
que recuperemos brevemente los
aportes de Grice.
Para que recuperemos el pensamiento
de Grice les propongo que veamos este
ejemplo. Se trata de una
nota que apareció sobre la mesa de la
casa de mis padres, escrita por mi
papá:
Nos fuimos al vea-democracia porque no estamos seguros de
regresar antes de las 22 horas.
Si analizamos solo el contenido de la
nota, si nos detenemos solo en lo que
está escrito, no existe ninguna
información que permita entender por
qué la partida al supermercado se hizo
ante la inseguridad de volver antes de
las 22. Seguramente los lectores
estarán reconstruyendo mentalmente
una situación que permita entender el
contenido de este mensaje y es
evidente que esta reconstrucción puede
hacerse. Pero hay que explicar cómo es
posible comprender un mensaje en
principio tan incompleto.
Grice sostiene que toda actividad
humana cooperativa (= actividad en la
que dos o más personas aportan para
lograr objetivos comunes) responde a
un principio de cooperación. Volvamos
al ejemplo de la nota escrita por mi
papá. La primera apreciación que
merece este mensaje es que carece de
lógica. ¿Por qué el hecho de no estar
seguros de regresar antes de las 22 es
la causa de que se fueran al
supermercado? Si no fuera porque
estoy acostumbrada a analizar los
mensajes que producimos los humanos
lo primero que se me hubiera ocurrido
pensar es que tres horas antes, al salir
de casa, había dejado un papá normal
y tres horas después, al volver a casa,
tenía un papá que había enloquecido de
repente. Pero a partir de Grice había
aprendido que los seres humanos
respetan un pacto cuando se
comunican. De manera que mi papá
estaba adaptando su contribución,
estaba dando la información requerida
por el intercambio verbal en el que
estaba participando. Indudablemente
ese mensaje no era para mí puesto que
la información que estaba en el
mensaje no era suficiente para mí. Yo
no alcanzaba a advertir qué relación
tenía que se hubieran ido al
supermercado porque no tenían
seguridad de volver antes de la 10 de
la noche. Entonces, con el papel en la
mano, mantuve con mi hermana este
diálogo:
- Ceci, ¿por qué ...
- Ah... porque ellos dijeron que se iban al supermercado. Y yo les dije que iba
con ellos si volvían antes de las 10 porque a esa hora viene Alejandra.
Como ven mi papá no había
enloquecido, él estaba dándole a mi
hermana la información justa,
necesaria para esa interacción.
La actividad comunicativa humana
es cooperativa, según Grice, porque
los hablantes no dicen la
información que el otro ya conoce
pero esperan que sus
interlocutores la repongan.
Mi papá no le volvió a decir: “Dado que
vos querés estar de vuelta antes de las
22...” porque esperaba que mi
hermana repusiera esa información sin
la cual el mensaje de mi papá carece
de toda lógica.
Los seres humanos nos comunicamos respetando un principio de cooperación
para cumplirlo necesitamos atribuirle al otro un grado de conocimientos x, para no
decir lo que el otro ya sabe ni omitir lo que no sabe, para tener la claridad que el otro
necesita, etc.. Es decir, necesitamos atribuirle un estado mental al otro.
¿Qué sucede en la mente del otro cuando no somos claros? ¿Cuáles son los
conocimientos que están en la mente del otro?
La comunicación lingüística es estratégica
Veamos ahora la tercera de las
características de la comunicación
lingüística que mencionamos al
principio, es decir: la comunicación
lingüística es estratégica.
Comencemos por comprender qué
quiere decir el término estratégica. Este
deriva de estrategia, término proviene
del ámbito militar. Alude a la
utilización adecuada de medios
para lograr fines determinados. Es
decir que cuando decimos que la
comunicación lingüística es estratégica
estamos diciendo que los seres
humanos para comunicarse utilizan los
medios con los que cuentan (palabras,
gestos, miradas, imágenes, etc.) de
manera tal que estos medios sirvan
para lograr los fines que se habían
propuesto. Por ejemplo el fin que me
he propuesto al escribir esto para Uds.
es que Uds. comprendan este tema.
Para ello pongo ejemplos, resalto
determinados conceptos, explico
aquellos términos que Uds. puedan no
entender, etc.. Fíjense que según lo
que acabo de anotar para elegir los
mejores recursos yo necesito tener en
claro en mi mente qué quiero lograr y
tengo que imaginarme un estado
mental de Uds.: qué pueden no
entender, qué puede llegar a ser difícil
para Uds., qué conocimientos pueden
no tener, qué conocimientos Uds. ya
tienen y con los cuales yo puedo
contar.
La comunicación lingüística es una
forma de conducta humana. El
comportamiento comunicativo humano
es conciente y convencional. Al
participar de ella, los hablantes no
tienen conciencia de las reglas
gramaticales pero sí son concientes de
su participación en el acto comunicativo
y de que están siendo evaluados por el
otro. De allí que la característica
fundamental del comportamiento
comunicativo sea la seducción que
se despliega por lo que
decimos pero también por el modo en
el que lo decimos porque lo que
queremos lograr es ser evaluados por
el otro como aptos para participar en el
acto comunicativo en curso. (Raiter,
03)
Una de las teorías del ámbito de la
Pragmática que más ha aportado para
entender el carácter estratégico de la
comunicación lingüística es la teoría de
la cortesía verbal.
Los seres humanos se comunican de manera estratégica, es decir utilizando los
medios con los que cuentan de manera que puedan lograr los fines que se proponen.
Para lograr esto necesitan autoatribuirse un estado mental (un propósito, una
intención) y atribuirle al otro un estado mental (preguntándose qué será más
efectivo para el destinatario).
¿Qué nos permite comunicarnos? Respuesta 1: La teoría de la mente
Los invito ahora a que revisemos juntos
las síntesis parciales de cada una de las
características que figuran en cada uno
de los tres recuadros que les he
presentado. Observen que el
elemento común a estas tres
características es la atribución y la
autoatribución de estados mentales
que es el concepto clave de la
TEORÍA DE LA MENTE.
Esta teoría ha surgido en el ámbito de
la psicología cognitiva (rama de la
psicología que estudia cómo es el
conocimiento humano).
La tesis central de esta
teoría es que las personas pueden
comunicarse en la medida en que
pueden atribuir estados mentales a sí
mismos y a los demás. Es decir, en la
medida en que tienen intenciones y
conocimientos y pueden atribuírselos a
los demás. Es decir en la medida en
que generan una teoría de la
mente que es: la tendencia del
sistema cognitivo humano a
predecir y explicar la conducta de
los congéneres porque existe una
atribución y una autoatribución de
creencias y deseos.
Fíjense que los seres humanos adultos
no nos comunicamos con las cosas
porque no les atribuimos estados
mentales (nos daría qué pensar si
escucháramos a alguien pidiéndole a
una cucharita que se corriera, por
ejemplo). Algunas personas les hablan
a sus mascotas porque les atribuyen
ciertos estados mentales, ciertas
capacidades inteligentes y afectivas.
Observen también que vivimos
prediciendo las conductas de otros a los
que les atribuimos ciertas creencias
(conocimientos o valores). Así decimos,
por ejemplo: “Cuando se entere se va a
enojar. Yo lo conozco ese tipo de cosas
lo ponen loco”. Les pido que recuperen
el diálogo que mantuve con mi
hermana cuando yo, con el papel en la
mano, quise saber qué quería decir el
mensaje que le había dejado mi papá.
Se los vuelvo a copiar aquí:
- Ceci, ¿por qué ...
- Ah... porque ellos dijeron que se iban al supermercado. Y yo les dije que iba
con ellos si volvían antes de las 10 porque a esa hora viene Alejandra.
Observen que mi hermana me
interrumpe, yo no alcanzo a formularle
la pregunta completa, y sin embargo
ella me da la información precisa que
yo estaba buscando. ¿Cómo supo lo
que yo quería preguntarle?
Indudablemente me atribuyó un estado
mental. Ella sabe que yo estoy siempre
indagando sobre las actividades
comunicacionales de mi familia porque
es una fuente de ejemplos para mis
trabajos.
Además de ser un requisito para la
comunicación, la teoría de la mente
que los seres humanos desarrollamos
es un instrumento psicosocial pues
es un mecanismo adaptativo que
permite predecir conductas de los otros
y evita engañar y ser engañados
La teoría de la mente que los seres
humanos desarrollamos es un
conocimiento implícito, es decir que es
un conocimiento no conciente.
La teoría de la mente permite
explicar, en parte, por qué puede
darse la comunicación.
¿Qué nos permite comunicarnos? Respuesta 2: El sentido común o cultura
La especie humana se caracteriza por
su capacidad de representarse el
mundo. No solo lo percibe sino que se
lo representa mentalmente, es decir
tiene una imagen interna del mundo. Y
desde allí puede operar sobre el mundo
y modificarlo. El Homo sapiens no solo
puede utilizar herramientas sino que
puede transmitir a otros por medio del
lenguaje sus representaciones del
mundo. Esto hace que podamos
conocer el mundo no solo por nuestra
experiencia directa sino que nos
podemos hacer representaciones del
mundo a partir de lo que otros nos
dicen. Las distintas experiencias
directas con el mundo y lo
que recogemos en nuestras
interacciones comunicativas nos hacen
tener representaciones internas del
mundo natural y cultural. El conjunto
de esas representaciones se llama
sistema de creencias, es decir que un
sistema de creencias tiene una gran
cantidad de información. Estos
conocimientos o representaciones
guardan contradicciones internas
porque han sido tomados de
distintas fuentes pero constituyen
un sistema cohesivo puesto que se
manifiestan en todos los órdenes
de acción: en las conductas, en lo
que decimos, en lo que
comprendemos. Los sistemas de
creencias son sistemas abiertos; es
decir que aceptan información
nueva en relación con las nuevas
experiencias, directas o mediadas
por el lenguaje, que enfrenta el
sujeto.
Cada uno de los miembros de la
especie tiene la capacidad de construir
un sistema de creencias puesto que es
parte de nuestra dotación genética.
Ahora bien, el sistema de creencias se
completa socialmente, es decir se llena
de contenidos en el seno de lo social
según la red de relaciones que
establezcamos con los demás. De allí
que los sistemas de creencias de
distintas personas pueden ser muy
parecidos aunque difícilmente idénticos
porque dependen de los recorridos
autobiográficos diferentes. Los
sistemas de creencias son guías
que orientan todo nuestro
quehacer diario, incluida nuestra
actividad comunicacional. Es desde
nuestro sistema de creencias que
decimos lo que decimos y entendemos
lo que entendemos.
Sabemos que todas las especies
mamíferas, por su constitución
cerebral, tienen estados mentales y se
comunican sensaciones (miedos y
afectos). Pero solo la especie
humana ha podido hacer una
representación colectiva del
mundo. Esta representación colectiva
del mundo es lo que algunos
antropólogos y sociólogos llaman
sentido común o cultura. La
intercomunicación que hacemos los
humanos de nuestros sistemas de
creencias va gestando el sentido común
y a su vez este sentido común, que se
cristaliza en los discursos,
retroalimenta el sistema de creencia de
cada individuo. El sentido común es
un conjunto de conocimientos
científicos o no que se encuentra
distribuido en la sociedad (y ya
sabemos que las sociedades no son
equitativas, es decir que no todos
tendrán acceso a los mismos
conocimientos). El sentido común actúa
como un sistema de referencia puesto
que en él hay una serie de prototipos
sociales. Un caso especial de estos
prototipos sociales es el de los roles
típicos que son conductas sociales
esperadas que nos permiten
comprender a los demás aun
cuando no los conozcamos
personalmente. Todo acto
comunicativo es un acto
contextualizado (se da en un lugar, en
un tiempo, entre determinadas
personas, etc.) y eso supone siempre
roles sociales que ya están tipificados y
que orientan los comportamientos
comunicacionales. (De allí que cuando
hablamos por teléfono preguntemos
primero con quién hablamos o en
interacciones personales comencemos
por presentarnos o pedir que el otro se
presente)
En el sentido común residen los
significados que les otorgamos a todas
las situaciones. Es decir que podemos
comunicarnos gracias a ese
conjunto de supuestos cognitivos
compartidos. Tal vez un buen ejemplo
de esto sea la experiencia que casi
todos hemos vivido alguna vez de tener
que interactuar con un grupo ya
formado. Al principio, aun cuando
compartimos la misma
lengua, no entendemos nada de lo que
dicen, no nos reímos de las cosas que
ellos ríen, no nos damos cuenta de la
gravedad o importancia que tienen
para ellos las cosas de las que hablan.
En definitiva las mismas palabras no
nos dicen las mismas cosas a ellos que
a nosotros debido a que no
compartimos ese mundo de
conocimientos comunes desde el cual
ellos se comprenden y se comunican. Si
rescatamos esta experiencia de no
poder entendernos con otros aun
cuando hablamos la misma lengua,
podemos imaginarnos lo difícil que
sería la vida en sociedad sin ese
conjunto de conocimientos compartidos
que constituye el sentido común.
Los sistemas de creencias individuales
pueden socializarse y conformar así el
sentido común gracias a la actividad
comunicativa y, a su vez, gracias a que
nos apropiamos del sentido común,
podemos comunicarnos. De allí que,
en una comunidad lingüística
(conjunto de personas que
comparte la misma lengua) los
problemas de comunicación se
deban a las diferentes
representaciones en juego. Un
médico y su paciente, un profesor y su
alumno, un ingeniero y su obrero
pueden tener dificultades a la hora de
comunicarse no por las diferencias
lingüísticas sino por no compartir
algunas de sus representaciones. Eso
se debe a que el sentido común es un
mecanismo social de transmisión de la
memoria colectiva pero no está
distribuido homogéneamente en la
sociedad.
Veamos ahora qué es la comunicación
lingüística. Notarán que cuando veamos
este nuevo tema que les propongo
recuperaremos algunos aspectos de los
que terminamos de ver.
¿Qué es la comunicación lingüística?
La comunicación se desarrolla en una
especie social mentalista cuyos
miembros se atribuyen entre sí
personalidades diferentes.
La comunicación lingüística es una
transmisión de representaciones,
transmisión de ideas o sentimientos
pero también de significado
intencional o pretendido. De manera
que la comunicación lingüística es
proposicionalmente intencional.
Veamos un ejemplo para que
comprendamos lo que terminamos de
ver. Este mensaje lo dejó mi hermana
menor en la puerta de la heladera un
domingo. El cartel decía así:
ATENCIÓN!!
Del 31/5 al 4/6 trabajo de tarde. Las instrucciones ya las saben!
CECI
Tal como hemos visto aquí necesitamos
conocer algunos datos para poder
cooperar con este mensaje. Es decir
hay determinada información que
necesitamos reponer. Mi hermana
trabaja de mañana. A veces se queda
dormida. Eso motiva que todos los
habitantes de esta casa tengamos la
costumbre de despertarla. Ha pasado
algunas veces que algún miembro de la
familia la ha despertado, y a veces más
de uno, y ella justo ese día trabajaba
de tarde. De manera que mi hermana,
en este mensaje nos transmitió cierta
información (el horario de trabajo
durante esa semana) pero lo hizo con
una intención: que no la
despertáramos.
Vemos entonces que la comunicación
lingüística supone el uso de la lengua. Y
este a su vez presupone y requiere
saber sobre la lengua, sobre el mundo
y sobre las personas. Saber usar una
lengua es más que saber una lengua.
Poseer la competencia lingüística (=
conocimiento de una lengua) es una
condición necesaria pero no suficiente
para que nos podamos comunicar por
medio de la lengua.
La comunicación lingüística es una
actividad cooperativa pues es un
intercambio entre seres que se
consideran llenos de mente. Deriva de
una actitud intencional y puede
transformar el medio humano
porque es capaz de cambiar los objetos
intencionales que contienen las mentes
de los hombres que se comunican. (Por
ejemplo, mi hermana pudo cambiar,
con su mensaje, nuestra intención de
despertarla si se hacía la hora de su
partida habitual para el trabajo y
advertíamos que no se había
despertado.) Además la comunicación
lingüística permite establecer en el otro
intenciones que previamente no poseía.
De manera que la comunicación
lingüística puede darse en la medida en
que nos situemos en un mundo de
seres sociales compuesto por sujetos
inteligentes, con diversas experiencias
de vida, autónomos, capaces de
interpretar significantes (es decir que
poseen la facultad del lenguaje) y
dotados de mente.
La comunicación se da siempre en
un entorno social en el que hay
ciertos ritos convencionales que
están relacionados con los roles
que cada uno cumple en el seno de
esa relación. Estas convenciones
dan un margen de seguridad en el
cual la imagen de uno mismo de la
que habla la teoría de la cortesía verbal
se siente resguardada. Es
por eso que cuando nos encontramos
ante situaciones nuevas cuyas
convenciones no conocemos nos
sentimos altamente inseguros y no
sabemos qué decir.
Hemos visto: las características más
relevantes de la comunicación
lingüística, por qué pueden
comunicarse los seres humanos y qué
es la comunicación lingüística. Veamos
ahora cómo se da la comunicación
lingüística.
¿CÓMO SE DA LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA?
En los años 70 apareció en los EE.UU.
un artículo llamado “The Magical
Number Seven” (“El mágico número
siete”). En él su autor sostiene que
cualquier fenómeno que esté
compuesto por siete o más factores se
constituye en un fenómeno complejo.
Por lo tanto podemos decir que la
comunicación lingüística es un
fenómeno complejo porque en ella
interactúan más de siete factores,
algunos de los cuales veremos a
continuación.
Básicamente aquí nos referiremos a
algunos conceptos ya conocidos por
Uds., tales como emisor, receptor,
mensaje, canal, código, etc. pero
complejizaremos un poco más esos
conocimientos que Uds. ya tienen.
Tal vez uno de los primeros lingüistas
que reflexionó de manera más detenida
sobre el fenómeno de la comunicación
lingüística fue Jackobson. Este lingüista
basa sus reflexiones en los aportes de
Shannon quien trabajaba en el área de
la ingeniería en comunicaciones. De
manera que las reflexiones de
Jackobson sobre la comunicación
humana tienen mucha influencia de una
teoría creada para explicar el
funcionamiento de los circuitos
electrónicos. Obviamente que el
comportamiento comunicativo humano
tiene grandes diferencias, tal como
advirtieron algunos lingüistas
posteriores a Jackobson. De modo que
iremos viendo lo que él dijo y algunas
de las críticas que se le formularon. Si
nos detenemos en él (Uds. se
preguntarán por qué ver algo a lo que
se ha criticado tanto) es porque toda la
terminología y la concepción de la
comunicación de Jackobson es la que
más se ha difundido en las escuelas.
Por lo tanto nos serviremos de esos
conocimientos previos que Uds. poseen
sobre este tema para profundizarlos y
también para ponerlos en cuestión.
Acerca de lo que los humanos somos capaces de procesar
Para Jackobson dos de los factores que
forman parte del fenómeno
comunicacional son el emisor y el
receptor. El emisor envía un mensaje y
el receptor lo recibe. Esto puede servir
para comprender el funcionamiento de
las máquinas pero en el ámbito
humano se puede decir mucho más.
En primer lugar podríamos decir que
emisor y receptor son sujetos
individuales pero a la vez sociales y en
tanto tales tienen los atributos que
mencionamos en el penúltimo párrafo
del punto tres, es decir son
inteligentes, con diversas experiencias
de vida, autónomos, capaces de
interpretar significantes (es decir que
poseen la facultad del lenguaje) y
dotados de mente. Son sujetos que
procesan información lingüística
pero también contextual. Es decir
que cuando se comunican no
atienden solo al mensaje, tal como
las máquinas atienden solo a la señal,
sino que también toman en cuenta
información de la
situación en la que se genera el
mensaje.
Un aspecto relevante de esta
información contextual son los roles
sociales. Esto quiere decir que los
seres humanos prestamos atención no
solo al mensaje sino también a quién
dice el mensaje. Esto no sucede con las
máquinas. Windows no abre más rápido
a Word si es Bill Gates el que clica
sobre su ícono de acceso directo.
Windows jamás se plantearía que es
nada menos que su creador el que le
está dando una orden. Windows solo
procesa la orden de activar a Word sea
quien fuere el que lo active. En cambio,
los seres humanos somos sensibles al
rol del otro y a nuestro propio rol en la
interacción. Los seres humanos
siempre nos estamos preguntando,
más o menos concientemente, ¿quién
soy yo para hablarle así?, ¿quién soy yo
para que él me hable así?, ¿quién es él
para que yo le hable así?, ¿quién es él
para que me hable así?
Además los seres humanos tenemos la
capacidad de tener en cuenta el estado
anímico de la persona con la que nos
comunicamos. Pues podemos prestar
atención a si la persona está enojada,
nerviosa, contenta o triste y a partir de
ese estado filtramos lo que dice. El
control remoto del televisor no puede
filtrar esta información por lo que
pondrá el canal según el botón que
toquemos y no nos sugerirá ningún
canal en especial según nuestro estado
de ánimo.
También los seres humanos tenemos la
capacidad de tomar en cuenta las
capacidades intelectuales de la persona
con la que interactuamos: los
conocimientos que tiene y las
operaciones mentales que es capaz de
realizar. El cajero automático dará
siempre las mismas instrucciones sin
preguntarse si el que está operando
puede o no entenderlas.
Todos estos aspectos que terminamos
de enumerar son los que dan origen al
famoso refrán: “A las cosas hay que
tomarlas como de quien vienen”.
En suma, los factores psicológicos,
afectivos y cognitivos, también
forman parte del fenómeno de la
comunicación porque son atributos
humanos. Y esto se debe a que los
seres humanos desarrollamos una
teoría de la mente tal como ya vimos.
Pero los seres humanos además de
tomar en cuenta quién dice algo, cómo
es y cómo está, tenemos en cuenta qué
esta haciendo esa persona en el
momento de producir el mensaje.
Pensemos en el diálogo que
mantuvimos mi hermana y yo. Mi
hermana me vio con el mensaje en la
mano y esa información ya le sirvió
para saber qué le iba a preguntar, por
eso me interrumpió y me contestó
antes de que yo alcanzara a formularle
la respuesta completa.
Además los seres humanos no solo
procesamos información lingüística sino
también información paralingüística,
como los gestos, las miradas, los
silencios. Con esto volvemos a
confirmar que no solo necesitamos una
competencia lingüística para
comunicarnos.
Acerca de las diferencias entre emisor y receptor
Volviendo ahora a la propuesta de
Jackobson, este sostenía que existía
una simetría emisor y receptor. Pero
esto no siempre es así.
En primer lugar porque ya vimos que
existen distintos roles sociales,
distintas relaciones funcionales.
Además en múltiples ocasiones el que
detenta la palabra detenta el poder.
Esto lo sabemos bien y por
eso solemos interrumpir en las
discusiones. También lo saben quienes
detentan el poder público, los
gobernantes, y por eso se preocupan
porque su discurso esté presente en los
medios.
Y en segundo lugar tanto el emisor
como el receptor poseen
conocimientos distintos debido a las
distintas experiencias de vida, es decir
al recorrido autobiográfico de cada uno:
las distintas cosas que le pasaron, que
hizo, que leyó, que estudió. Esto hace
que cada persona tenga un
conocimiento del mundo que no es
exactamente igual al de otra. El hecho
de pertenecer a una misma época, a
un mismo grupo social, a una misma
generación asemejará más a este
conjunto de conocimientos sobre el
mundo pero no es posible que sean
absolutamente idénticos a causa de
esos mismos recorridos autobiográficos
que terminamos de mencionar. El
conjunto de conocimientos sobre el
mundo se llama componente
enciclopédico o competencia
cultural y es un motivo de
disimetría entre emisor y receptor
por la razón que terminamos de
explicar.
Si tomamos en cuenta las dos posibles
relaciones entre los participantes de la
comunicación, me refiero a las
relaciones de poder y de solidaridad,
podemos clasificar los intercambios
comunicacionales en simétricos y
complementarios. Esta clasificación la
propone antropólogo Bateson, uno de
los grandes teóricos de la
comunicación. Estos intercambios
pueden darse tanto entre individuos y
como entre grupos.
Los intercambios simétricos se
caracterizan porque el emisor y el
receptor realizan actos
comunicacionales del mismo tipo.
Es decir, que si el emisor, por ejemplo,
insulta; el receptor puede insultar. En
este tipo de intercambio, los
participantes se consideran como
iguales, equivalentes o
comparables.
En cambio, un intercambio es
complementario, cuando el emisor
y el receptor realizan actos
comunicacionales cualitativamente
distintos. En este caso, los actores se
reconocen como diferentes: uno está
arriba y otro está abajo.
Recordemos que las relaciones de
poder y de solidaridad surgen de
situaciones institucionales. Es decir que
la simetría y la complementariedad de
los intercambios están atravesadas por
el entretejido institucional en los que se
desarrollan. Estratégicamente, pueden
darse comportamientos
comunicacionales que simetricen
intercambios complementarios, con el
fin de disimular las diferencias
funcionales. Es decir que, por medio de
diversas estrategias se puede
complementarizar intercambios
simétricos (o a la inversa), según
convenga más a los fines que se
persigan.
Pero además de las relaciones
funcionales y de la competencia cultural
existe otro factor que hace a la
disimetría entre emisor y receptor y es
el hecho de que, también por los
distintos recorridos autobiográficos, las
personas tienen valores distintos, es
decir, distintas creencias y deseos, que
les hacen evaluar el mundo de un modo
distinto. Al conjunto de valores que
posee una persona se lo llama
componente o competencia
ideológica y es otro motivo de
disimetría entre emisor y receptor
por la causa que terminamos de
explicar.
Ejemplo de procesamiento de información extralingüística en los intercambios
comunicativos, de relaciones asimétricas, de los entretjidos institucionales.
El primer encuentro entre Cristina y el papa fue a pura calidez
El primer contacto entre Cristina Fernández de Kirchner y Jorge Bergoglio tras su designación como papa pareció ser más distendido que en los últimos cruces en Buenos Aires, cuando la jefa de Estado y el entonces arzobispo mantenían una relación distante. De hecho, Bergoglio solicitó 14 audiencias a la Presidenta las cuales no fueron nunca respondidas. Pero ahora, Francisco hizo el primer lugar en su agenda para recibir a Cristina.
Ante una broma inicial de Francisco sobre su edad, la presidenta argentina respondió: “No es cierto, usted es un cuadro de la Iglesia”. En la jerga política, el término “cuadro” se utiliza para distinguir a un militante bien formado.
Lo cierto es que Cristina Fernández de Kirchner se mostró algo más nerviosa que lo habitual. Las imágenes mostraron a la mandataria cuando luego de tocarle el brazo al nuevo líder de la Iglesia Católica, se paraliza y de acuerdo a lo que surge del protocolo, dice: “Ay, no, no puedo tocarlo”. “Sí, puede tocar, puede...”, responde el papa, amistoso. “¿Puedo tocar? Bueno, gracias”, respondió la Presidente, tomando del brazo a Bergoglio, lo que originó un gesto similar del sumo pontífice.
Además, el propio Francisco le dio un beso en la mejilla a Cristina, lo que provocó una broma de la mandataria: “Nunca un papa me había besado”.
Cristina le regaló un mate al sumo pontífice, y éste le entregó unos cuantos libros sobre la realidad de la Iglesia en Latinoamérica y Argentina, además de una copia del acuerdo firmado entre nuestro país y Chile por el diferendo del Canal de Beagle, con intermediación de Juan Pablo II.
El encuentro, anunciado ayer por la mañana como un “gesto de cortesía” por el Vaticano, incluyó un almuerzo entre ambos dirigentes. Si bien en principio se creía que sería de pocos minutos, Bergoglio invitó a Cristina Kirchner a “tomar unos mates”.
¿Un EMISOR y un receptor?
Otro aspecto que se ha sumado a las
reflexiones de Jackobson es la
observación de que no siempre existe
un solo emisor. A veces el emisor
es complejo, es decir hay más de un
emisor. Pensemos en una carta
redactada por un grupo de personas, o
en los libros escritos por más de un
autor, o un aviso publicitario (¿quién es
el emisor? ¿la empresa productora? ¿la
agencia publicitaria? ¿la emisora que
permite que llegue al público?). Como
ven muchas veces en los fenómenos
comunicacionales somos mucho más
que dos.
En la misma línea, también se ha
observado que tampoco siempre se
da el caso de que el receptor sea
uno solo. Pensemos en todos los casos
de la comunicación de masas (diarios,
revistas, televisión, etc.)
en los cuales el receptor es múltiple.
Al receptor que tiene la
oportunidad de interactuar
haciendo él también uso de la
palabra se lo llama alocutario y al
que no tiene esa oportunidad se lo
llama no alocutario. Por ejemplo, en
una conversación el receptor es un
alocutario pero en un sermón el
receptor es no alocutario.
¿Un mensaje?
Volvamos ahora a la propuesta de
Jackobson. Habíamos dicho que
Jackobson sostiene que el emisor envía
un mensaje y el receptor lo recibe. Ya
estuvimos reflexionando sobre algunas
cuestiones acerca del emisor y el
receptor. Toca el turno ahora a nuestra
reflexión sobre el mensaje.
Si emisor y receptor son dos personas,
y a veces tal como hemos visto más de
dos, y cada uno de ellos tiene distintos
recorridos autobiográficos que les han
deparado diferencias en su
competencia cultural y en su
competencia ideológica, podemos
postular que no podemos hablar de
un único mensaje sino de un
mensaje producido y de un
mensaje comprendido (o más de
uno si el receptor es múltiple). En
efecto, si la comunicación lingüística es
cooperativa y por lo tanto el emisor no
dice todo sino que espera que el
receptor reponga información, la
cantidad y la calidad de la información
que el receptor repondrá variará de
acuerdo con el desarrollo de su
competencia cultural. Además el
receptor evaluará el mensaje desde su
competencia ideológica, de modo que
no será una evaluación idéntica a la
hecha por el emisor.
Desde la perspectiva de Halliday,
referente más importante del
funcionalismo actual, la lengua es una
poderosa maquinaria de creación de
significados. Pero este potencial está
socialmente distribuido, es decir que,
no todos los hablantes de una lengua
disponen del mismo capital lingüístico y
por lo tanto del mismo universo de
significados.
Pongamos un caso de ejemplo. Este chiste apareció en
Este texto humorístico, es el resultado
de una actividad comunicativa. Como
tal demanda de nuestra cooperación
con él para que podamos
comprenderlo. La primera información
básica que tenemos que reponer es la
sensación que existe en algunos
sectores sobre la ineptitud de sus
gobernantes. Si no reponemos esa
información, el tercer enunciado se
torna incomprensible puesto que no se
entiende, sin esa información adicional
que debe ser repuesta por el lector, el
porqué de la brevedad del discurso
presidencial. Obsérvese que cada lector
puede reponer información de distinta
índole según el sector de la vida del
país en el que mueva. Así un médico
podrá pensar en las falencias en el área
de salud, y un estudiante o un profesor
en el área de educación, etc..
Pero además todos estos mensajes
comprendidos estarán atravesados por
evaluaciones provenientes del
componente ideológico. Pensemos,
por ejemplo, que si el lector pertenece
al gobierno pensará que este chiste
tiene una intención desestabilizadora
mientras que otro lector que
pertenezca a la oposición hará otras
inferencias.
Como vemos no hay uno y solo un
mensaje puesto que pueden darse
varios mensajes comprendidos. Esto se
debe no tanto a la información explícita
sino a todo el paquete de información
que se debe reponer. Y este
completamiento guarda estrecha
relación con la información disponible
en el paquete de allí que el resultado
sea que si bien hay un solo mensaje
producido no haya uno y solo un
mensaje comprendido. Seguramente
esto lo hemos visto más de una vez en
nuestra vida cotidiana pues deberemos
haber pasado por diversas experiencias
en las que hemos sido mal
interpretados o en las que hemos
interpretado mal a alguien.
¿Es la lengua un código?
(o La lengua, un código flexible)
Seguramente Uds. habrán estudiado en
la escuela que el emisor y el receptor
pueden comunicarse si comparten un
código común. La noción de código fue
tomada por Jackobson también de la
teoría de Shannon. Esta noción también
ha sido cuestionada. Código, tal y como
lo entiende Shannon, es un sistema
unívoco y homogéneo. Cuando decimos
que es unívoco hacemos alusión a que
cada signo, cada elemento del
sistema, tiene uno y solo un
significado. Cuando en nuestro curso
estudiamos el aspecto semántico de la
lengua vimos que en la lengua se dan
fenómenos tales como la homonimia y
la polisemia. Vimos también que en los
textos los términos adquieren un
sentido y que este puede variar según
los distintos usos que hagan los
hablantes de ellos. Y en esta misma
unidad hemos visto que la lengua es un
objeto heterogéneo pues la afectan
factores sociales y situacionales. De
manera que no puede decirse que la
lengua es un código, si se entiende que
código es, como dijimos, un sistema
unívoco y homogéneo.
En la actualidad, se entiende que
existen códigos duros y códigos
flexibles. Son códigos duros los
lenguajes artificiales y flexibles, las
lenguas naturales. Los códigos duros
son sistemas unívocos y homogéneos.
Los códigos flexibles tienen capacidad
de adaptarse al contexto y tienen cierta
dosis de ambigüedad. Por eso las
lenguas naturales son un
mecanismo de adaptación al medio
tan flexible y variable como el
medio social humano. Las lenguas
naturales no están ligadas a
contenidos o estados específicos
(como si lo están los lenguajes
artificiales) sino que son sistemas
de representación de propósitos
generales.
De hecho hay enunciados que son
experiencialmente ambiguos, si no los
ubicamos en un contexto. Por ejemplo:
Ordenemos los invitados
puede significar, en el contexto de
organización de la reunión, que
decidamos cuáles serán las mesas o los
lugares que se les destinarán; o en el
contexto de la reunión misma, puede
significar, acompañarlos hasta el lugar
asignado, entre otras cosas.
De modo que debemos tener en cuenta
que es cierto que para que el emisor y
el receptor se comprendan de manera
más eficaz y económica es necesario
que compartan un mismo código. Pero
en el caso de la comunicación
lingüística, es necesario tener en
cuenta de que estamos refiriéndonos a
un código flexible.
La comunicación lingüística como proceso
Recordemos que estamos intentando
responder la pregunta ¿cómo es la
comunicación lingüística? Hemos ido
haciendo algunos aportes para
responder a esta pregunta. Nos toca
ahora abordar la noción de la
comunicación lingüística como proceso.
Comencemos por
entender el concepto de proceso. El
término proceso alude a un fenómeno
que se desarrolla en el tiempo y en ese
desarrollo va sufriendo modificaciones
sucesivas.
La comunicación lingüística es un
proceso que se inicia en la mente del
emisor y concluye en la mente del
receptor. Por lo tanto buena parte de
este proceso es inobservable. Por eso
algunas de las cosas que diremos
tienen un carácter altamente
provisorio. Además de ser inobservable
buena parte de este proceso no tiene
carácter estrictamente lingüístico sino
volitivo, cognitivo y pragmático tal
como veremos a continuación.
Cuando decimos que parte de este
proceso es volitivo hacemos alusión al
carácter intencional de la comunicación
lingüística. La intencionalidad precede a
todo acto comunicativo. Los seres
humanos utilizamos la lengua para
alcanzar fines. El emisor realiza
operaciones o procedimientos que le
permiten escoger signos que respondan
a su intencionalidad. Ya dijimos que la
conducta lingüística es inteligente y
propositiva por eso puede explicarse en
torno a conceptos tales como objetivos
o propósitos. Entre las especies
dotadas de la facultad del lenguaje la
especie humana es la única con la
capacidad de elegir si usa o no la
lengua y cuándo usarla. Si, por
ejemplo, comparamos el
comportamiento comunicativo de las
abejas con el comportamiento
comunicativo humano, advertimos que
las abejas solo disponen de un único
código para comunicarse mientras que
el hombre puede elegir entre varios.
Además, las abejas no pueden no
comunicar aquello para lo cual están
destinadas (posición del polen, por
ejemplo). El hombre, en cambio puede
elegir si comunicarse o no, cuándo
comunicarse y mediante qué recursos.
Con respecto a los aspectos cognitivos,
estos guardan relación con la
manipulación de la información acerca
del mundo que el sujeto tiene
disponible en su memoria. El hombre
habla de sí mismo, del mundo que lo
rodea y de mundos que es capaz de
crear. Para hacerlo debe recurrir a una
serie de conocimientos que tiene
almacenados. Aún cuando el hombre
interroga lo hace, la mayor parte de las
veces, cuando advierte en sí mismo un
vacío informacional. Además el hombre
debe relacionar los saberes de los que
dispone mediante una serie de
operaciones involucradas en los
procesos generales del pensamiento.
Como pueden observar todas estas
operaciones tienen un carácter no
verbal y puesto que preceden a lo
verbal se las llaman preverbales. El
resultado de estas actividades tiene
un carácter proposicional es decir es
una o varias ideas que todavía no
toman forma lingüística.
A los subprocesos preverbales,
volitivos y cognitivos, les continúan
las operaciones lingüísticas que
son filtradas por el procesamiento
que hace el hablante de los
aspectos pragmáticos. Estos
aspectos guardan relación con aquellos
factores contextuales que ya dijimos
que el ser humano es capaz de
procesar.
Es decir que el sujeto, mediante
operaciones generales del pensamiento
y movido por una intencionalidad,
elabora una proposición (o varias de
ellas), acude a su competencia
lingüística para producir el mensaje
pero como está realizando una
actividad inteligente mediante la cual
espera lograr ciertos propósitos elige el
modo que más se ajuste a su
intencionalidad teniendo en cuenta con
quién se está comunicando, acerca de
qué, dónde y cuándo. De manera que
la conducta lingüística es una
actividad productiva
extremadamente flexible que hace
que la comunicación humana sea
cualitativamente muy
distinta de la de otras especies por su
carácter intencional.
Si revisamos lo que venimos diciendo
vemos que el hombre realiza
subprocesos preverbales, evalúa el
contexto con el cual interactúa y activa
su competencia lingüística (y con ella
realiza procesos semánticos,
sintácticos, léxicos, morfológicos,
fonólogicos y/o grafémicos). Todas
estas operaciones, preverbales,
pragmáticas y lingüísticas, están
orientadas a la producción del mensaje
y son parte del proceso
onomasiológico. No hay acuerdo
todavía acerca de si estos subprocesos
tienen lugar uno después del otro o si
actúan todos al mismo tiempo
ayudándose uno a otros.
Como ven la competencia lingüística es
un componente de este proceso pero
ciertamente no el único.
Hasta ahora nos hemos centrado en el
proceso onomasiológico que es el que
realiza el emisor pero ¿cuál es el
proceso que realiza el receptor?
Veámoslo.
El receptor, por su parte, interactúa
con el mensaje. Frente a él activa su
competencia lingüística (y con ella
realiza procesos de reconocimiento
fonólogico y/o grafémico, léxico,
morfológico, sintáctico y semántico)
pero además evalúa el contexto con el
cual interactúa el mensaje. En una fase
posverbal, construye la proposición (o
varias de ellas) a la que pone en
interacción con el conocimiento que
tiene disponible y a partir del cual
realiza operaciones cognitivas de
carácter general tales como relacionar
información que se presenta en el
mensaje y descubrir la intencionalidad
del emisor. Tampoco hay acuerdo
acerca de si estos subprocesos se dan
en el orden mencionado o si
interactúan unos con otros,
ayudándose entre sí. Este proceso
realizado por receptor está orientado a
la construcción de la proposición (o
varias de ellas) y al descubrimiento de
la intencionalidad y se llama proceso
semasiológico. Eventualmente, si las
condiciones están dadas, se convertirá
en un emisor y realizará las mismas
operaciones que ya vimos.
Como ven la competencia lingüística
se caracteriza por su
intercambiabilidad. Este término
alude a que con el mismo
conocimiento lingüístico el hombre
puede actuar como emisor y como
receptor. Así al no necesitarse reglas
lingüísticas distintas para producir y
para comprender enunciados se reduce
el espacio de memoria ocupada por el
hombre y el sistema cognitivo se torna
más ágil y eficiente.
Habrán podido observar que las
operaciones lingüísticas no agotan el
proceso semasiológico, de modo que la
competencia lingüística es solo un
componente más de la dotación con la
que cuenta el hombre para
comunicarse.
ACERCA DEL EMISOR, QUE NO ES TAL,
Y DEL RECEPTOR, QUE TAMPOCO ES TAL
La comunicación lingüística no es un
mero traspaso de información y para
poder dar cuenta de ella es necesario
asumir que es una actividad mental
de sujetos que usan signos. La
actividad lingüística es altamente
especializada y compleja. No solo se
trata de la emisión de aire y sonidos
sino que en ella se ven involucrados
conocimientos y procesos distintos
(cognitivos, sociales, gramaticales,
motores).
Es justamente esta
complejidad que surge de la
interrelación de los factores y procesos
involucrados en la comunicación
lingüística lo que ha llevado a poner en
cuestión las nociones de emisor y
receptor propuestas por Jackobson.
Como dijimos estos términos fueron
tomados de una teoría que aspiraba a
dar cuenta del traspaso de información
que son capaces de hacer los
organismos cibernéticos. Pero aún el
más sofisticado producto de los
avances tecnológicos no es capaz de
procesar tanta información de tan
distinta naturaleza, proveniente de
fuentes tan distintas, al mismo tiempo
y con tanta eficacia. Estos organismos
tienen escasa sensibilidad para
procesar lo implícito (es decir, lo no
dicho) y la información contextual.
Además, no son capaces de descubrir
intenciones.
En contraposición los humanos son
capaces de adaptarse al contexto y de
modelar sus mensajes de manera tal
que se ajusten a sus intenciones, en el
proceso onomasiológico, y de inferir la
intencionalidad con la que un mensaje
ha sido formulado, en el proceso
semasiológico.
Estas diferencias han hecho que
algunos autores hayan propuesto otros
términos para suplantar al binomio
emisor/receptor. Algunos de los
términos propuestos son
alocutor/alocutario, yo/tú,
productor/comprendedor. Estos últimos
son los que preferimos debido a que
aluden a las dos operaciones
fundamentales que se realizan en la
actividad comunicativa.
El ruido
Tal y como hemos presentado el
proceso de la comunicación daría la
impresión que nada perturbara las
operaciones que realizan tanto el
productor como el comprendedor pero,
en tanto que humanos comunicantes,
Uds. saben que este proceso sufre la
influencia permanente tanto del
contexto en el cual se lleva acabo esta
actividad como de sus propios actores.
Esta influencia puede ser positiva o
negativa según sea que potencie o que
perturbe el proceso. En este último
caso se habla de ruido. Por ruido
debe entenderse a cualquier factor
que perturbe la actividad
comunicativa (sin que sea
necesariamente un sonido).
Hay distintas clases de ruidos según
sea la fuente desde la cual provenga.
Hay ruidos de índole fisiológica que
guardan relación con alguna dificultad
existente en los órganos involucrados
en la comunicación lingüística
(disminución de la audición o de la
visión en el comprendedor o problemas
articulatorios en el productor). Otros
ruidos pueden provenir de las
interferencias en el canal (o medio por
el cual corre la información). Ejemplos
de interferencia en el canal escrito
pueden ser una mala caligrafía o
borrosidad en los grafismos (en una
fotocopia mala, por ej.). La fuente de
los ruidos también pueden hallarse en
las interferencias lingüísticas generadas
por fallas en la competencia lingüística
o por desconocimiento de la lengua
usada.
¿CUÁL ES LA FUNCIÓN DE LA COMUNICACIÓN?
A lo largo de estas páginas
hemos visto aspectos de la
comunicación que guardan relación
tanto con una dimensión cognitiva del
hombre y su lenguaje como con su
dimensión social.
En efecto, toda actividad social es
resultado de una actividad
comunicativa por medio de la cual se
entreteje la red de relaciones sociales.
Y es por medio de esas relaciones
sociales como el individuo construye su
perfil cognitivo. Así nuestra mente es el
reflejo de todas las situaciones de
sociocomunicativas de las que hemos
participado.
Justamente de ambas dimensiones
abordadas aquí es que se desprenden
las funciones de la comunicación. Así
gracias a que nos comunicamos:
Los individuos y la especie realiza
procesos de socialización, es decir que
llegamos a ser seres sociales porque
podemos comunicarnos, y
el sujeto aumenta sus capacidades
psicológicas logrando así una mejor
adaptación al medio
Sinteticemos lo que hemos visto:
la comunicación lingüística es intencional, cooperativa y estratégica; porque
es un intercambio entre seres que se consideran llenos de mente y que comparten
un bagaje de conocimientos comunes. Este intercambio se realiza por medio del
procesamiento de información lingüística, contextual y paralingüística; de manera
que
la comunicación humana es resultado de un proceso complejo que cumple
dos funciones: la de socialización y la de enriquecimiento de las capacidades
psicológicas.
El surgimiento de la noción de competencia
En el ámbito de las ciencias del
lenguaje, el término competencia
adquiere relevancia a partir del
advenimiento de Noam Chomsky que
proviene del campo de la Lingüística.
Chomsky utiliza en su teoría un
constructo al que da en llamar
competencia lingüística. La
competencia lingüística para Chomsky
es un conocimiento intuitivo, opaco
para la conciencia (es decir el individuo
no sabe que dispone de ese
conocimiento), con el cual venimos
dotados genéticamente los seres
humanos. Este conocimiento es un
conocimiento formal, es decir que, su
contenido, lo que el individuo conoce,
es una serie de principios gramaticales
muy generales. Este conocimiento de
principios generales le permite al
individuo, en interacción con otros
miembros de la especie, adquirir la
gramática de una lengua natural
determinada. Estos principios guardan
relación con aspectos sintácticos,
semánticos, léxicos, morfológicos y
fonológicos. Al estar este conocimiento
inscripto en el genoma humano, el
desarrollo de la competencia lingüística
no depende de una intervención
sistemática por parte de los adultos.
Esta competencia se encuentra
desplegada hacia los 6 años, solo a
partir de un contacto interactivo con los
adultos. De manera que el niño no
aprende a hablar porque esté expuesto
a una enseñanza gramatical
sistemática.
Por restricciones epistemológicas que
se autoimpone, Chomsky no teoriza
sobre el uso concreto de la competencia
lingüística que los sujetos realizan.
Chomsky llama al uso concreto
actuación. La actuación guarda
relación con los aspectos pragmáticos,
es decir con factores tales como quién
usa la lengua, cuándo y dónde la usa y
con qué intención. Chomsky señala
además, que la actuación no es un
reflejo directo de la competencia pues
la actuación está sometida a diversos
factores que son independientes de la
competencia (estados anímicos,
estados de salud, situaciones
ambientales). Es decir que la
competencia lingüística no puede
evaluarse por medio de la
actuación.
La formulación chomskyana actúa
como un disparador en el campo de las
ciencias del lenguaje y así es como esta
noción es retomada y ampliada.
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
Prof. María Julia Amadeo
3
No solo con la competencia lingüística se comunica el hombre
En nuestro trabajo sobre la
comunicación lingüística hemos
señalado una y otra vez que el hombre
no puede realizar una actividad tan
compleja como es la actividad
comunicacional contando solo con la
competencia lingüística.
Para poder comunicarse los seres
humanos tienen que realizar algunas
operaciones mentales que se
comparten con otras actividades
inteligentes, como activar
conocimientos previos o reponer
información (sacar conclusiones,
formular hipótesis, etc.).
Pero además tienen que realizar
algunas operaciones que son
específicas de la actividad
comunicacional y muchas de ellas
trascienden lo puramente lingüístico. ,
Hymes, desde una perspectiva crítica,
considera que el concepto de
competencia lingüística es muy
abstracto para explicar la interacción
que se produce en sociedades tan
heterogéneas en las que hay distintos
procesos de aculturación (se entiende
por aculturación al proceso de
aprendizaje de los distintos
conocimientos de los que dispone una
cultura). (Fernández, 2012)
Varios autores coinciden en señalar que
la competencia lingüística es un
componente de una competencia más
amplia: la competencia comunicativa.
Entendemos por competencia
comunicativa a una serie de
saberes que capacitan al hombre
para comunicarse.
Este concepto fue propuesto por Dell
Hymes, antropólogo y sociolingüista
norteamericano. Cada grupo social
aprende una serie de saberes que le
son útiles para su propia supervivencia
dentro del seno de lo social. Los
conocimientos que pueden ser útiles
para un grupo pueden no serlo para
otro..
La competencia comunicativa es en
realidad una (macro)competencia
compuesta por diversas
(sub)competencias. Uno de esos
componentes, solo uno, es la
(micro)competencia lingüística.
Este cuadro aspira a sintetizar una
posible estructura de la
(macro)competencia comunicativa.
Acerca de los componentes de la
competencia comunicativa existen
diversas posturas. No vamos a
detenernos en cada una de ellas.
Vamos simplemente a presentar
algunos en los que coinciden la mayoría
de los autores aún cuando utilicen
distintos nombres al postularlos.
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
Prof. María Julia Amadeo
7
UNA APROXIMACIÓN A LA CONFIGURACIÓN SISTÉMICA DE LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
COMPETENCIA
INTERCULTURAL
(MACRO) COMPETENCIA
COMUNICATIVA
COMPETENCIA COMPRENSIVA
COMPETENCIA
PRODUCTIVA
Para ambas se necesitan
COMPETENCIA
NO VERBAL
COMPETENCIA
VERBAL
COMPETENCIA
LINGÜÍSTICA
COMPETENCIA
TEXTUAL
COMPETENCIA
PRAGMÁTICA
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
Prof. María Julia Amadeo
3
Componentes de la competencia comunicativa
Dijimos que la competencia
comunicativa es una serie de saberes
que capacitan a los seres humanos para
comunicarse.
La competencia comunicativa puede
desarrollarse gracias a que el hombre
está dotado genéticamente de la
facultad del lenguaje. La facultad del
lenguaje consiste en la capacidad
de asociar un plano de la expresión
(materia sensorial) a un plano del
contenido (significado) con la
finalidad de poder comunicarlo.
Pero, esta competencia, requiere
además de una serie de saberes
generales que han sido trabajados por o
Byram (1995 en Fernández, 2012).
Estos saberes son el saber ser, el saber
entender, el saber aprender/hacer y el
saber comprometerse. Todos pueden, y
deben, ser enseñados y aprendidos.
Es decir que se desarrollan gracias a la
mediación cultural. No son de índole
genética.
El saber ser guarda relación con las
actitudes y los valores que nos habilitan
para abrirnos e interesarnos en el otro
diferente abandonando prejuicios sobre
la cultura, entendida como productos y
prácticas, del otro y sobre la propia
cultura.
El saber entender es la capacidad de
interpretación de un documento o un
acontecimiento de otro contexto
cultural, explicándolo y relacionándolo
con hechos similares de la propia
cultura.
El saber aprender/hacer tiene que
ver con habilidades de descubrimiento e
interacción para lograr la adquisición de
nuevos conocimientos acerca de una
cultura que nos habilitan para participar
en situaciones de comunicación e
interacción real.
El saber comprometerse guarda
relación la capacidad de evaluar
críticamente, esto es, sobre la base de
criterios explícitos; prácticas y
productos de la propia cultura y de la
cultura de otras comunidades.
Esta competencia intercultural
supone una serie conocimientos acerca
del mundo compartidos con los otros.
Sin estos conocimientos no podría
haber comunicación alguna.
La cultura es una característica del
hombre en tanto que ser social. Desde
una perspectiva semiótica, la cultura
puede entenderse como un espacio de
comunicación. Y desde un punto de
vista antropológico, la cultura es un
proceso por medio del cual se entiende
y transforma la realidad. (Payrató,
2003)
Supone un conjunto de conocimientos,
creencias, costumbres que se ven
reflejadas en distintos ámbitos como
por ej. el arte, las leyes, en otros
dispositivos semióticos. La cultura es un
todo complejo constituido por dos
componentes: uno interno y uno
externo. El componente interno es un
conjunto de constructos inobservables
tales como los saberes, los valores,
creencias, las actitudes, etc.. El
componente externo son los distintos
productos semióticos tales como los
comportamientos, los objetos, las
instituciones. Tanto en uno como en
otro componente existen aspectos
culturales y aspectos cultivados. Los
aspectos culturales se adquieren
inconscientemente por el hecho mismo
de compartir la vida de relación en el
seno de una sociedad. Los aspectos
cultivados se aprenden concientemente
y son los que se imparten en diversas
instituciones (escuelas, iglesias, etc.).
La cultura es lo que torna posible
comprender los comportamientos
humanos. (Bravo, 2004) Cuanto más
vasta sea una sociedad, más
fragmentada, múltiple y plural será su
cultura. De allí que el saber intercultural
es el conocimiento de la propia
(sub)cultura y de las diversas
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
Prof. María Julia Amadeo
5
(sub)culturas que conforman el seno de
lo social. Este conocimiento permite
percibir diferencias interculturales1 y
construir así una identidad intercultural
que nos habilita para tomar conciencia
tanto de los autoestereotipos2 como de
los heteroestereotipos3. Esta
construcción de la identidad
intercultural posibilita comprender que
toda interpretación y atribución de
significado de los diversos fenómenos
semióticos (hechos, valores, símbolos,
etc.) es una interpretación situada en
un marco (sub)cultural entre otros
existentes y que, por lo tanto existirán
otros procesos semióticos posibles.
Cuando uno interactúa con personas de
otras culturas, comienzan a notarse las
diferencias en cuanto al manejo del
espacio (los latinos, por ejemplo,
tendemos a acortar las distancias entre
los cuerpos cuando hablamos, mientras
que los sajones o los asiáticos no lo
hacen así), los aspectos
1 La identidad siempre es fruto de la relación con el otro, es decir que la identidad es relacional y situacional. Por eso la identidad está sometida a la reorganización según las interacciones que encare. 2 Autoestereotipo = visión que los miembros de una cultura tienen de sus propias características. 3 Heteroestereotipo= visión de la cultura y de los miembros de dicha cultura que tienen los de afuera, es decir los miembros de otra cultura.
paralingüísticos4 (los bolivianos hablan
poco y lento si los comparamos con los
mexicanos, por ejemplo), la cortesía, la
ironía, la implicación emocional, entre
otras cosas. (Payrató, 2003)
Debido a estas diferencias, es que se
torna necesario un saber hacer
intercultural, es decir una competencia
intercultural que posibilite la
comunicación con miembros del propio
y de otros grupos culturales. La
perfomancia comunicativa, es decir la
actuación comunicacional, será mucho
más eficaz cuanto más vasta sea la
competencia intercultural pues una
competencia intercultural rica permite
comprender que existen diversos
procesos semióticos (=procesos de
atribución de significados) posibles y
que ninguno de ellos es único ni
tampoco mejor puesto que lo verdadero
o lo ético también son constructos
(sub)culturales.
4 =velocidad del habla, gestualidad, pausas
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA
Prof. María Julia Amadeo
6
Ejemplo de desencuentros culturales
Angela Merkel no quiere que Nicolas Sarkozy le ponga la mano encima
La canciller alemana, Angela Merkel, se ha hartado de que el presidente francés, Nicolas
Sarkozy, le bese o le ponga la mano sobre el hombro.
La protesta de la alemana ha llegado a la Embajada alemana en Francia, según cuenta este
martes el diario suizo Le Matin. El periódico cuenta que a Merkel, que además es
protestante, no le gusta nada el trato familiar con el que Sarkozy se dirige a ella... los
toques en el hombro, las palmaditas en la espalda, el que le agarre el brazo...
Tocarse no forma parte de la cultura alemana
"Tocarse no forma parte de la cultura alemana", explica a Le Matin la corresponsal en París
del diario berlinés Die Tageszeitung. Esta periodista relata que para una mujer alemana,
protestante y criada en la República Democrática Alemana, la distancia entre dos personas
y la austeridad es esencial.
Pero, ¿qué dice el protocolo en este caso? Francisco Merino, experto en Protocolo
Internacional y director de la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid ha asegurado a
20minutos.es que "Angela Merker exagera un poco".
Un experto en protocolo señala que manda el carácter de cada político
Merino explica que "como buen mediterráneo" Sarkozy es "muy expresivo", y Merkel,
alemana "es más fría". Este experto recuerda que en los manuales "no hay nada escrito"
sobre el trato entre dos jefes de Gobierno, "manda más el carácter de cada político",
asegura.
Francisco Merino recuerda otra polémica causada por el comportamiento de otro político
francés. En un encuentro entre el entonces presidente galo François Mitterand y la reina de
Inglaterra, Isabel II, Mitterand dio dos besos a la monarca, algo que a ella no le gustó en
absoluto.
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Conjuntamente con estos saberes
generales se encuentran una serie de
saberes específicos o componentes
de la competencia comunicativa que
han sido abordados tanto por la
Psicolingüística como por la Pragmática.
La Psicolingüística hace un
abordaje cognitivo de la
competencia comunicativa mientras
que la Pragmática hace un abordaje
cultural.
Desde una perspectiva cognitiva,
comprender y producir textos son
casos específicos de resolución de
problemas.
Las competencias comprensiva y
productiva son conocimientos
estratégicos, y en tanto que tales,
sensibles al contexto. Estos saberes son
de distinta índole: algunos son
puramente lingüísticos (los
gramaticales, por ejemplo), otros son
pragmáticos (saber adecuarse a la
audiencia, por ejemplo) y otros son de
uso general (las inferencias, por
ejemplo, o la formulación de hipótesis).
En principio digamos que existe un
saber orientado a la producción y uno
orientado a la comprensión. Llamamos
al primero competencia táctico-
retórica y al segundo competencia
hermenéutico-analítica o bien
competencia comprensiva y
competencia productiva,
respectivamente. Estos saberes se
caracterizan por capacitar al sujeto para
realizar el proceso onomasiológico y el
semasiológico, respectivamente. (Ver
este concepto en mi trabajo sobre “La
comunicación lingüística”)
Estas operaciones, que son distintas en
su naturaleza, se realizan sobre una
suerte de banco de datos en común.
Estos componentes comunes son
intercambiables, es decir alimentan
tanto a la competencia táctico-retórica
como a la competencia hermenéutico-
analítica.
El hombre no solo se comunica por
medio de una lengua natural. Puede
utilizar distintas materias sensoriales
(colores, movimientos, luces, etc.)
como diversos planos de la expresión y
que con todos ellos puede comunicar un
contenido. De manera que la
competencia comunicativa comprende,
por lo tanto una competencia verbal
y una competencia no verbal.
Gracias a la competencia no verbal el
hombre puede interpretar y producir los
gestos que acompañan a las emisiones
lingüísticas orales o los dibujos,
esquemas, fotos, etc., que pueden
constituirse por sí mismos en textos
(pensemos en los cuadros, por ejemplo,
o en las señales camineras) o que
pueden acompañar a las emisiones
lingüísticas escritas u orales. Recuerden
que al comunicarnos por medio de la
lengua no solo procesamos información
lingüística sino que procesamos una
pluralidad de códigos, es decir que en la
comunicación lingüística hay una
amalgama de informaciones semióticas
(puesto que en ella se da la aparición
simultánea de informaciones
vehiculizadas por signos de distinta
naturaleza). De manera que para
interactuar comunicacionalmente se
precisa de una serie de saberes que van
más allá de los estrictamente
lingüísticos y de eso se trata la
competencia no verbal.
La competencia pragmática,
competencia que comparten tanto la
competencia no verbal como la verbal,
es un saber que permite elegir las
estrategias adecuadas para lograr
intenciones comunicacionales. En el
ámbito de la competencia verbal
específicamente, la competencia
pragmática es un conocimiento acerca
de qué decir y cómo utilizar la lengua,
según las distintas situaciones. Es pues
la que nos capacita para lograr la
adecuación a la situación comunicativa
que supone la evaluación de uno mismo
y del otro.
Esta competencia pragmática parece
ser menos opaca para los sujetos de lo
que resulta ser la competencia
lingüística. Así, si frente a un enunciado
como el siguiente: “Dame agua, por
favor” le preguntamos a un hablante
común: ¿Es ese enunciado un
enunciado posible del español?; ¿Está
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bien formado? El hablante contestará
que sí lo es. Si continuáramos con esta
pregunta: ¿Por qué aparece agua junto
con dame? El más imaginativo de los
hablantes nos contestará algo así
como: “Porque el que lo dijo quiere
agua” y la mayor parte de los hablantes
contestará: “Me mataste con esa
pregunta. No se me ocurre nada”. Es
decir que ningún hablante común
contestará: “Porque si no apareciera
agua, dame quedaría incompleto”. Es
decir la respuesta aludirá, en el mejor
de los casos a lo referencial, a lo que
dice pero no a la estructura lingüística
en sí misma, aún cuando ese hablante
conoce esa estructura dado que la
juzgó aceptable. Esto es así porque este
conocimiento es absolutamente opaco a
la conciencia.
Ahora bien si le preguntáramos a ese
mismo hablante: ¿Por qué aparece en
ese enunciado la expresión por favor?
Seguramente nos contestará algo así
como: “Porque es de buena educación,
porque así nos enseñaron”. Y si
continuamos preguntándole: ¿Y por qué
necesitamos ser educados? Nos dirá
algo así como: “Porque de ese modo
podemos lograr lo que queremos”.
Vemos aquí que: esta competencia es:
absolutamente adquirida;
accesible a la conciencia;
estratégica.
Ya dijimos que la competencia
lingüística es un conocimiento formal,
opaco y genético cuyo desarrollo
aparece preprogramado en la
información genética de la especie. De
manera tal que la interacción, la
exposición al material lingüístico es solo
un elemento activante del desarrollo de
la competencia lingüística. En cambio,
la competencia pragmática es un
conocimiento cultural por lo tanto se
aprende en la interacción, por
instrucciones explícitas y tiene una
adquisición y un desarrollo mediado por
el contexto cultural con el que
interactúa el sujeto (Por ejemplo:
nunca un adulto le dice a un niño un
enunciado como este: “Decí el delante
de gato” (que sería una instrucción
gramatical no atravesada por los
diversos contextos de interacción) pero
sí le dice enunciados como este: “Eso
no se dice”, “No trates así a las
personas”, etc. (que son instrucciones
pragmáticas sensibles a los diversos
contextos de interacción). Para el
desarrollo de este conocimiento la
interacción no es solo una instancia
activante de un conocimiento
endógeno ya disponible (=
competencia lingüística) sino una
instancia formante de un
conocimiento totalmente adquirido.
La competencia pragmática es un
conocimiento mediado por el entorno
cultural.
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¿Qué componente de la competencia comunicativa aparece desajustado?
¿Qué consecuencias tiene?
¿Qué componente de la competencia comunicativa aparece valorado?
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La competencia textual es un saber
acerca de las características de las
distintas clases textuales (=carta,
curriculum, etc.). La competencia
textual subsume a la que
competencia lingüística.
Veamos el mensaje que dejó mi
hermana en la heladera y que
analizamos en el documento
relacionado con la comunicación
lingüística. Se los copio aquí otra vez:
ATENCIÓN!!
Del 31/5 al 4/6 trabajo de tarde. Las instrucciones ya las saben!
CECI
Observen que mi hermana no solo sabe
formar bien las oraciones. Sabe
además, qué clase de texto producir,
sabe qué información dar y cuál omitir
porque sabe cuáles son los
conocimientos del mundo comparte con
los destinatarios de la nota (sabe que
conocemos las fechas a las que hace
referencia, por ejemplo). Sabe que
puede utilizar elementos no verbales
(como subrayar, por ejemplo). Sabe
cómo armar esa clase textual. Sabe
dónde dejar el mensaje. Sabe cómo
formular un pedido de forma simpática.
Sabe que todas esas tareas sirven en
casa para cumplir sus objetivos. Es
decir sabe cómo hacer que el texto se
ajuste a sus intenciones.
Si nos ponemos en lugar de los
comprendedores a los que estaba
destinado este mensaje, vemos que no
solo tienen que comprender los
enunciados que están en el texto.
Tienen, además, que activar sus
conocimientos previos, tienen que
evaluar a quién está dirigido el mensaje
y tienen que inferir a partir de estas
operaciones y de las pistas que dejó el
productor (mayúsculas, signos de
admiración, subrayado, la información
dada, la alusión a conocimientos
previos) la intencionalidad con la cual el
mensaje fue producido.
Como puede verse, comunicarse por
medio de una lengua es un trabajo
experto. Es un trabajo porque se
realizan actividades, operaciones, con
elementos fónicos, grafémicos o
signados, léxicos y sintácticos. Y es
experto porque deben seleccionarse y
combinarse de manera adecuada de
manera tal que el mensaje producido se
ajuste a nuestras intenciones, al
contexto en el cual transcurre la
comunicación y a las pautas culturales
del comprendedor.
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La dimensión política de la Competencia Comunicativa
El concepto Competencia Comunicativa
comenzó a utilizarse en diversas
disciplinas orientadas a explicar los
comportamientos comunicacionales
propios de distintas culturas o
subculturas.
En la década del 80 este concepto tomó
una dimensión política de la mano de
Jünger Habermas, filósofo alemán de
las Escuela Crítica de Frankfurt. Esta
escuela surgió en la década del 1920 en
medio del surgimiento de distintos
regímenes totalitarios en diversas
partes del mundo. Desde la perspectiva
de estos filósofos críticos, los
totalitarismos modernos son el epígono
de la racionalidad tecnológica que
surgió a principios de la modernidad.
Esta racionalidad tecnológica respondía
a “un proyecto de dominación y
opresión tanto de la naturaleza como
de la humanidad” (Ess 97:270). Este
proyecto puede observarse en la
aparición y utilización de diversos
dispositivos de “represión psicológica e
ingeniería social” (Ingram,77 en Ess
97:295) y en el modo en que la
tecnología permea, influye y transforma
los hábitos, las ocupaciones, las
actitudes, las aptitudes, las
aspiraciones, las necesidades y las
formas de vida de los individuos y de
las sociedades. En este marco, la
escuela de Frankfurt hace una opción
por “la posibilidad y la deseabilidad del
régimen democrático”. (Ess 97:268)
Habermas pertenece a la segunda
generación de pensadores críticos.
Retoma la teoría del mundo · de
Popper. En esta teoría Popper diferencia
tres mundos o universos: el de los
objetos físicos, el de la disposición para
la acción y el del pensamiento científico
y artístico. En este tercer mundo hay
problemas, teorías y argumentos. Es
decir que existen mundos humanos que
no pertenecen al orden físico sino al
orden mental. La teoría que propone se
mueve en ese orden mental.
Habermas es considerado el más
filósofo de los sociólogos, y el más
sociólogo de los filósofos porque intenta
unir aportes de la teoría social y de la
filosofía. Él parte de un diagnóstico de
la realidad
Construye en sucesivos trabajos su
teoría de la acción comunicativa.
Habermas retoma la noción de
competencia chomskyana pero la
amplía a su dimensión comunicativa. La
competencia comunicativa, tal como la
concibe Habermas tiene también un
carácter genético, en el sentido de que
la especie humana no solo es capaz
de representarse el mundo, tal como
lo hacen otras especies, sino que, al
representárselo por medio del
lenguaje, cada individuo de la
especie puede modificar esa
representación en si mismo y en el
otro. De allí que el lenguaje no sea solo
un instrumento de mediación entre la
realidad y la representación de esa
realidad sino que es parte constitutiva
de esa representación. (Raiter, 03) La
lengua es un mecanismo orientado a
coordinar la acción.
La acción comunicativa está sujeta a
una nueva racionalidad, la razón
comunicativa. Esta racionalidad, a
diferencia de la razón cartesiana
(calculadora e instrumental), incluye lo
emocional y las necesidades
individuales. Esta razón se esfuerza por
resolver los conflictos por medio del
diálogo y no por la fuerza. Parte del
supuesto de que el uso de la palabra
supone una confianza en ella y no en la
fuerza o la violencia.
La raíz de la razón comunicativa es la
práctica comunicativa cotidiana. En
ella, el habla es un medium (=medio)
para el entendimiento.
Una operación clave de la racionalidad
es la argumentación. La validez de
los argumentos no se desprende de
la lógica, como un a priori, es decir
como algo ya dado, previo, de su
contenido proposicional sino que tiene
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validez pragmática pues depende de
los acuerdos que se gestan en el
devenir de los intercambios
comunicativos. De modo que es en el
discurso en donde surge esta dimensión
intersubjetiva de la actividad
comunicativa.
La teoría de la acción comunicativa
toma como uno de sus puntos de
partida lo que se ha dado en llamar la
doble articulación de la
intersubjetividad lingüística. Este
concepto se origina en los aportes de la
teoría de los actos de habla. Se trata de
la dupla contenido locucionario y fuerza
ilocucionaria, o bien, acto locutivo y
acto ilocutivo. El primero es el mensaje,
aquello que se dice, mientras que la
segunda, la intención, pone en juego a
los participantes, tanto al que dice
como a quien se le dice. Hablar es decir
algo sobre el mundo, sobre la realidad
social o sobre la dimensión
intrasubjetiva. Y este hablar siempre
está dirigido a alguien. Hablar siempre
es hablarle a alguien. Y esto es el
doble estrato de la comunicación: lo
que se dice y el hecho de decírselo
a alguien. Y entonces surge una
intersubjetividad mediada
lingüísticamente.
Para Habermas, el éxito de todo acto
comunicativo depende de que se ajuste
a alguna de estas cuatro
pretensiones de validez: la
inteligibilidad, la verdad, la sinceridad y
la corrección normativa. Por ej.: en una
clase se pone en juego la inteligibilidad;
en una declaración de amor, la
sinceridad; en un artículo científico, la
verdad; en una sentencia, la corrección
normativa. Si acaso alguna
circunstancia hiciera que la pretensión
correspondiente al acto comunicativo
estuviera en tela de juicio, el hablante
debe hacer las maniobras enunciativas
necesarias y suficientes para legitimar
su acto. Esta tarea de legitimación se
llama desempeño de las
pretensiones de validez. La verdad y
la corrección se legitiman brindando
razones, pruebas y argumentos. La
inteligibilidad se legitima por medio de
aclaraciones y la sinceridad, por la
coherencia entre lo que se dice y lo que
se hace. Si el hablante no efectúa el
desempeño de las pretensiones de
validez correspondiente al acto
comunicativo, la acción comunicativa se
interrumpe y pueden originarse
situaciones violentas o coercitivas.
(Rojas, 03)
La razón comunicativa se caracteriza
por:
estar orientada hacia la
argumentación;
estar abierta a la crítica de los
argumentos propios y ajenos y
estar dispuesta a aprender de los
errores, de la refutación y de los
fracasos;
reconocer la legitimidad de la
diversidad de comunidades y
participantes que se manifestará en
diversas normas;
evitar la intolerancia dogmática
De esta manera el consenso sustituye
la validez inductiva o deductiva para
determinar tanto lo cierto (o
verdadero) como lo justo. De manera
que es la acción comunicativa la que
promueve una racionalidad que llega a
normas universales mediante el
discurso. Por ej. Existe un acuerdo o
consenso entre los naturalistas de que
se aceptará como cierto lo que puede
explicarse por medio de relaciones
causales. (Cfr. Ess ,97) La racionalidad
comunicativa puede abrirse a la
perspectiva de la segunda persona, el
tú, el Otro y a la de la primera persona
plural, el nosotros. (Rojas, 03)
La acción comunicativa es una práctica
social que tiene como telón de fondo
los conocimientos, interpretaciones y
supuestos compartidos de los
hablantes. A este conjunto de
conocimientos, Habermas los llama
esfera vital y se constituye en el
contexto de la práctica comunicativa. Y
esa esfera vital es la que permite el
consenso.
Desde su perspectiva, la razón de ser
del lenguaje es la comprensión: del
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mundo, del otro y de uno mismo por lo
tanto la acción comunicativa es una
acción orientada hacia la
intercomprensión. Esta es posible en
la medida en que los hablantes tengan
la posibilidad de reflexionar libre y
críticamente acerca del mundo
objetivo (físico), del mundo social
(cultural) y del mundo subjetivo. Esta
reflexión supone una visión crítica, es
decir, conciente de las
determinaciones ideológicas,
culturales e individuales. Esta
intercomprensión lleva al consenso y
este es la condición de posibilidad
de la vida democrática. (Ess, 97)
De manera que la competencia
comunicativa, es decir, saber
comunicarse, es en las sociedades
democráticas una necesidad y por lo
tanto un derecho.
Desde esta perspectiva el
desarrollo de la competencia
comunicativa se constituye en uno
de los principales deberes de la
escuela.
Sinteticemos lo visto:
la actividad lingüística es altamente especializada y compleja y supone
una competencia intercultural que permite conocer los marcos a partir de los
cuales se otorga sentido, es decir, se semiotiza, condición necesaria para el desarrollo
de
una competencia comunicativa que permite comprender y producir sentido por
medio de recursos no verbales y verbales;
la competencia verbal comprende a las competencias pragmática y textual
que comprende a su vez la competencia lingüística;
la acción comunicativa supone una racionalidad comunicativa orientada a la
construcción del consenso base de toda propuesta democrática.
Actividades sugeridas:
A) Retome los conceptos fundamentales presentados en las páginas anteriores y
analice alguna experiencia comunicacional vivida en el aula. Relaciónelo por ej,
con el desarrollo de una clase o de un tema en el aula.
B) Indique qué conceptos de los aquí presentados se tornan relevantes a la hora
de preparación de una clase o de una guía de trabajos.
C) Fundamente, tomando en cuenta los conceptos de teoría de la mente y de
conocimiento común, por qué la acción didáctica es esencialmente una acción
comunicativa.
D) Indique cuáles son las reflexiones que le surgen a la luz de la teoría de laacción
comunicativa en relación con la tarea docente
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