La Actualidad Del Manifiesto Comunista

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Un analisis actual del manifiesto comunista

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  • La actualidad del Manifiesto Comunista. Tres tesis sobre la mundializacin del capital,

    trabajo y lucha de clases.

    Autor: Vega Cantor, Renn

    Vega Cantor, Renn. Historiador. Profesor titular de la Universidad Pedaggica Nacional de

    Bogot, Colombia. Doctor de la Universidad de Pars VIII. Diplomado de la Universidad de

    Pars I, en Historia de Amrica Latina. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2

    volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot, 1998-1999; El Caos Planetario, Ediciones

    Herramienta, 1999; Gente muy Rebelde (4 volmenes), Editorial Pensamiento Crtico, Bogot,

    2002; Neoliberalismo: mito y realidad; Entre sus ltimos trabajos podemos mencionar: Los

    economistas neoliberales, nuevos criminales de guerra: El genocidio econmico y social del

    capitalismo contemporneo (2010). La Repblica Bolivariana de Venezuela le entreg en 2008

    el Premio Libertador por su obra Un mundo incierto, un mundo para aprender y ensear.

    Dirige la revista CEPA (Centro Estratgico de Pensamiento Alternativo). Es integrante del

    Consejo Asesor de la Revista Herramienta, en la que ha publicado varios de sus trabajos..

    Al confrontar las mltiples facetas del pensamiento de Marx y Engels tal y como aparece en el

    Manifiesto Comunista se deben evitar dos extremos frecuentes: por una parte, considerar que la

    mayora de sus anlisis son letra muerta y no tendran nada que aportar al mundo de hoy;

    por otra parte, dar por sentado en forma ingenua que nada ha cambiado en la ltima parte del

    siglo y que las cosas siguen siendo idnticas -concepcin que es profundamente ahistrica- a

    como lo eran en tiempos de Marx y Lenin, y que por consiguiente debemos contentarnos a

    repetir en forma dogmtica y cannica las afirmaciones de los clsicos del marxismo, sin

    preocuparnos por indagar cul es su correspondencia con la realidad contempornea.

    Porque una cosa es que, evidentemente, las transformaciones objetivas del capitalismo mundial

    en el ltimo cuarto de siglo, han supuesto modificaciones significativas de las clases sociales,

    del trabajo, de las clase obrera, de los Estados, etc., que slo mentes muy obtusas y sectarias se

    negaran a reconocer. Pero otra bien distinta, es que en aras de la novedad se enmascare el

    capitalismo, cambindole de nombre por una parte y por otra se diga que las contradicciones

    bsicas de la nueva sociedad -y ya es bastante si se llegase a reconocer que est atravesada por contradicciones- ya no tienen nada que ver con la lgica del capital. De esa forma, entonces,

    se entraran a privilegiar las contradicciones simblicas, los imaginarios, los medios de comunicacin, las identidades parciales, los consensos, el pluralismo etc., presentando todo eso

    como la expresin de las nuevas relaciones sociales -que de nuevas no tienen nada- y sin ningn

    tipo de nexo con el viejo orden capitalista. Eso, por supuesto, no quiere decir que todas esas cuestiones no sean importantes y no deban ser estudiadas, lo que resulta muy discutible es que

    se intenten separar del capitalismo, ms an cuando la relacin social capitalista abraza a todo el

    mundo.

    Al hablar del legado del Manifiesto Comunista, es pertinente recuperar un tipo de anlisis y un

    lenguaje que hoy, es necesario repetirlo, a pesar de las transformaciones del capitalismo,

    permite acercarse de una forma mucho ms coherente y seria a la comprensin de los

    mecanismos bsicos del mundo actual, que lo que nos prometen y anuncian la diversidad de

    nuevos paradigmas -o mejor paradogmas-.

    Primera tesis: tal como lo vislumbr el Manifiesto Comunista hace un siglo y medio, en la

    actualidad asistimos a la plena mundializacin del capital, lo que ha significado la

    planetarizacin de las contradicciones propias de la realizacin social capitalista

    La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesa de una punta a otra del planeta. Por

    todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones.

    La burguesa el explotar el mercado mundial, da a la produccin y al consumo de todos los

    pases un sello cosmopolita Las viejas industrias naciones se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauracin es problema vital para todas las naciones civilizadas; por

    industrias que ya no transforman como antes las materias primas del pas, sino las tradas de los

  • climas ms lejanos y cuyos productos encuentran salida no slo dentro de las fronteras, sino en

    todas partes del mundo Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba a s mismo y donde no entraba nada fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas

    por vnculos de interdependencia, todas las naciones. (El Manifiesto Comunista, I, p.76).[1]

    Cuando se leen el Manifiesto Comunista y El Capital -libros a los que hoy prcticamente todo el

    mundo considera obsoletos y pasados de moda- es sorprendente la frescura del cuadro social y

    econmico que all se analiza. Es como si Marx y Engels fueran autores contemporneos y nos

    estuvieran describiendo los que est aconteciendo hoy en uno y otro rincn del planeta.

    Justamente, en trminos generales, al margen de detalles secundarios que obviamente han

    cambiado, este es el aspecto ms fuerte y perenne de la obra de Marx. La idea central, planteada

    en una forma simplificada, es que el capital es una relacin social que tiene unas caractersticas

    histricas propias.

    Entre tales caractersticas sobresale la universalizacin de las relaciones mercantiles, entre las

    cuales hasta los seres humanos y/o su fuerza de trabajo se han convertido en una mercanca; la

    extraccin de plusvala como fuente de valorizacin del capital, plusvala que se convierte en el

    origen de la ganancia y en la razn de ser de la sociedad capitalista, mediante la imposicin de

    relaciones despticas en los lugares de trabajo; la extraccin de plusvala origina una

    polarizacin social, que se manifiesta en la lucha entre distintas clases sociales o fracciones de

    clase: el capitalismo utiliza distintos procedimientos -entre ellos la ciencia y la tecnologa- para

    aumentar la extraccin de plusvala y valorizar el capital; la relacin capitalista se despliega a

    nivel internacional rompiendo las barreras y los frenos que intentaban obstaculizarla.

    Cuando se trata de examinar la situacin actual del mundo, lo que se debe verificar es si las

    caractersticas esenciales del capitalismo, sealadas por Marx en la segunda mitad del siglo

    XIX, se han modificado o no. Con respecto al espectro ms epidrmico, la generalizacin de la

    mercanca, con el cual se inicia el anlisis del primer tomo de El Capital, es evidente que la

    mercanca se ha extendido en una forma tal que hasta de pronto ni el mismo Marx lo haba

    imaginado. El capitalismo ha mercantilizado no slo todas las relaciones sociales, los productos

    de la naturaleza, los sentimientos , sino incluso los propios rganos humanos y hasta el material

    gentico. Acaso no existe el ms repugnante y criminal comercio de sangre humana, de

    rganos, de ojos y corneas, de nios y mujeres? Acaso hoy no se puede hablar de un capital

    gentico que supone la conversin en mercanca de la biodiversidad planetaria, de los ros, de

    las plantas? Hoy son mercancas todas las cosas, desde las ms microscpicas -como los genes-

    hasta las ms descomunales -como los satlites artificiales-. Si la mercantilizacin se ha

    generalizado de tal manera, es posible decir que, por lo menos en el reino de las apariencias, el

    sistema que domina el mundo es el capitalismo.

    Si abandonamos la esfera de lo aparente -de lo cual la mercanca es su manifestacin palpable-

    para incursionar un poco ms all y tratar de escudriar en la relacin social que se mueve tras

    bambalinas, nos encontraremos con que esa relacin de capital y trabajo est ms extendida que

    en cualquier otro momento de la historia. Incluso esta relacin no slo se ha diversificado hasta

    llegar a los confines del mundo, sino que ha recobrado las viejas formas que se crean

    extinguidas desde fines del siglo XIX -por lo menos en los pases capitalistas altamente

    industrializados- tal como se observa hoy en Estados Unidos, Inglaterra y en otros pases de

    Europa Occidental.

    Aunque, desde luego, las formas de trabajo prefordistas se combinan con las formas ms

    sofisticadas en las que se emplea la computadora y las nuevas tecnologas, a nivel mundial

    todava predominan los mtodos ms salvajes de explotacin del trabajo, y no slo en el Sur del

    mundo sino ya en regiones enteras del Norte.[2] Estas condiciones de trabajo que nos reenvan a

    pocas aparentemente olvidadas en la historia del capital, son empleadas como chantaje por

    parte del capital internacional para destruir a los ltimos sindicatos que sobreviven en los pases

    del Norte. As vemos que se generaliza el traslado de unidades productivas, la transferencia de

    capital de un territorio a otro, la bsqueda incesante de trabajo cada vez ms barato, hasta el

    punto que el autor alemn Horst Afheldt ha podido decir, en su libro Bienestar para nadie. La

    economa de mercado deja en la calle a sus hijos, que hoy por hoy el trabajo humano es ms

    barato que las basuras.[3] Si todo esto no es capitalismo, entonces qu es? Si todos estos

  • elementos no tienen una extraordinaria semejanza con los anlisis del Manifiesto Comunista y

    del tomo I de El Capital, sobre las formas de extraccin de plusvala, las caractersticas de la

    jornada de trabajo, la subsuncin real del trabajo al capital, etc., entonces hay que trastearnos a

    Marte para conseguir una relacin distinta que no sea capitalista.

    Desde luego, que el proceso no puede ser completamente idntico al bosquejado por Marx -

    aunque las lneas esenciales de su razonamiento permitan captar lo que hoy sucede en el mundo-

    en la medida en que la expansin del capital produce una serie de procesos que no alcanzaron a

    ser analizados por Marx, pero que s fueron analizados por otros marxistas, tal como la

    polarizacin mundial que produce al tiempo riqueza en un lado y miseria en el otro. Esa

    mundializacin del capital est entonces atravesada por dos contradicciones mayores: de un lado

    la que opone capital y trabajo, y de otro lado, la que opone el centro y la periferia, o para ser

    ms precisos Norte contra Sur.

    Esta polarizacin mundial, a pesar de todos los discursos apologticos sobre la integracin

    econmica y los acuerdos econmicos, se incrementa a diario y aumenta las diferencias entre la

    opulencia y el despilfarro a todos los niveles de las clases dominantes del Norte y sus

    congneres en el Sur y la miseria y el desamparo de ms del 80 por ciento de la poblacin del

    orbe, lo que hace no mucho se llamaba Tercer Mundo. A este nivel, los conflictos se agravan y

    los factores de enfrentamiento aumentan da a da. Es una lucha por los recursos minerales y

    naturales, por la fuerza de trabajo, por sobrevivir y en un tiempo no muy lejano ser por el

    control de las aguas del mundo. Tarde o temprano el capitalismo mundial tendr que enfrentar

    esta realidad, la que a mediano y a largo plazo ya no podr ser resuelta con slo medidas

    represivas y de control demogrfico. Hoy como ayer, los brbaros del Sur, de todos los colores, se apresan a invadir a los civilizados del Norte. Marx mismo haba analizado otros elementos, que durante el tiempo de los Treinta gloriosos se consideraron obsoletos, pero que hoy vuelven a cobrar vigencia. Por ejemplo, el relativo a la

    pauperizacin de la clase obrera y de importantes sectores de la poblacin. Hasta hace unos

    quince aos, tanto en Europa y en Estados Unidos, cuando todava no haban aparecido los

    nefastos resultados de las polticas neoliberales, agenciadas en Inglaterra por M Tatcher y en

    Estados Unidos por R. Reagan y en Francia y Espaa por los regmenes socialistas, pocos crean

    en el retorno de la pobreza y de la miseria al Norte prspero. Hoy, despus de esos exitosos experimentos neoliberales y tras el desmonte del Estado de Bienestar, ha reaparecido la

    pauperizacin relativa y en algunos casos absoluta de grupos crecientes de poblacin. No es

    casual que en Inglaterra y Estados Unidos haya reaparecido el siniestro nombre de Underclass y

    en Francia los socilogos hayan inventado la apelacin SDF (Sans Domicile Fixe) para

    denominar a esas franjas de poblacin.[4]

    Marx tambin haba visualizado la posibilidad que el capital-dinero se independizara del capital

    productivo y asumiera la forma de un capital especulativo que se valoriza en actividades

    puramente dinerarias. Y tal es la caracterstica del capital financiero en la actualidad que asume

    la forma de un capital desligado de cualquier actividad productiva, para convertirse en un

    capital puramente parasitario que aparentemente se autovaloriza a s mismo. Esta particularidad

    del capital financiero, es la fuente de imprevisibles crisis del capitalismo actual, como lo han

    demostrado los casos de Mxico en 1995 y de los mercados financieros en Asia en estos

    mismos instantes.

    Con estos elementos, solamente hemos querido mostrar cmo la mundializacin del capital es,

    justamente, la universalizacin de la relacin social capitalista y no la consolidacin de una

    sociedad postindustrial, postcapitalista, de servicios, informtica o comunicacional -nombres

    todos que hoy se emplean para encubrir la realidad esencial, explotadora e inhumana, del modo

    de produccin capitalista y embellecerlo ante el mundo entero. Esas denominaciones, abierta o

    soterradamente, pretenden que los elementos substanciales del capitalismo -magistralmente

    comprendidos y analizados por Marx- habran desaparecido. A pesar de las transformaciones

    que ha experimentado el capitalismo sigue siendo capitalismo -aunque ahora tambin se

    enmascare su esencia con la denominacin neutra de economa de mercado-, con el agravante que la mundializacin del capital ha aumentado la polarizacin, los antagonismos y la

    desigualdad en todos los rincones del planeta.

  • Segunda tesis: como lo postula el Manifiesto Comunista, las clases sociales y la lucha de clases

    son consustanciales a la sociedad capitalista contempornea

    La moderna sociedad burguesa no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho a sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresin, nuevas modalidades de lucha que han

    venido a sustituir a las antiguas.[5]

    Esta afirmacin del Manifiesto es todo un programa, tanto terico como poltico, para examinar

    una de las caractersticas estructurales del capitalismo en sus diversas fases histricas. A partir

    de ese postulado, examinemos algunos elementos de la situacin contempornea.

    El capitalismo por su propia lgica interna es una relacin social contradictoria que no se puede

    concebir sin conflictos sociales, en razn de los diferentes tipo de antagonismos que lo

    caracterizan entre los cuales los fundamentales son la contradiccin capital-trabajo y la

    contradiccin capital-naturaleza. As mismo, en el proceso de subordinacin y destruccin de

    relaciones sociales no capitalistas -economas colectivistas indgenas, economas campesinas y

    familiares, etc.- el capitalismo origina conflictos y luchas con diferentes sectores sociales que se

    oponen a la subordinacin o desaparicin pura y simple, como todava hoy sucede en muchos

    lugares del mundo en que las comunidades locales defienden sus propias formas productivas y

    culturales (en la India, entre los pueblos nativos de varios pases de nuestra Amrica) contra el

    embate embrutecedor y homogeneizante del capitalismo mundial.

    Desde el punto de vista del Manifiesto, la historia del capitalismo es la historia de la lucha de

    clases, la que no se puede entender si, como sucede en muchas interpretaciones que privilegian

    factores tcnicos, se desconoce la incidencia directa de la lucha de clases en los procesos de

    acumulacin capitalista. Por dicha circunstancia ciertos autores han mencionado la manera

    como se puede elaborar un anlisis histrico de las ondas largas del capitalismo no nicamente

    considerando los aspectos econmicos y tcnicos sino tambin la lucha de clases, por lo que

    bien se podra hablar de los ciclos y las fases de esa lucha.[6]

    Entre los analistas sociales contemporneos se ha impuesto la moda, predominante entre los cientficos norteamericanos, de prescribir consciente y deliberadamente del lenguaje poltico a esa incmoda e impronunciable palabra de cinco letras, c-l-a-s-e, por presentar un incontestable

    sabor marxista. Como bien lo ha explicado el lingista Noam Chomsky:

    En Estados Unidos no se permite hablar sobre diferencias de clase. De hecho slo a dos grupos

    se les permite tener conciencia de clase en Estados Unidos. Uno de ellos es la comunidad

    empresarial, que es profundamente consciente del concepto de clase. Si se lee su literatura se

    podr comprobar que est salpicada de miedo a las masas, a su creciente poder y a cmo

    defenderse de ellas. Es una especie de marxismo vulgar, slo que invertido. El otro grupo es el

    sector gubernamental que se encarga de la alta planificacin. Tambin aqu los conceptos de

    clase aparecen profusamente. Hablan de cmo hay que preocuparse de las crecientes

    aspiraciones del hombre comn y de las masas empobrecidas que buscan mejorar sus

    condiciones de vida perjudicando al mundo de las empresas. As que ambos grupos tienen

    conciencia de clase, tienen una tarea por delante. Pero es extremadamente importante convencer

    al resto de la poblacin, hacerle cree que no existe eso que denominan clase. Todos somos

    iguales. Todos somos norteamericanos. Vivimos en armona. Todos trabajamos juntos.- Todo es

    magnfico.[7]

    El reconocimiento de la lucha de clases por parte del marxismo no es ni mucho menos una

    invitacin a despertar los instintos supuestamente violentos del ser humano, sino la constatacin

    de la lgica interna bajo la cual se ha desarrollado la sociedad capitalista a lo largo de los dos

    ltimos siglos. Eso desde luego no significa ni mucho menos que las contradicciones de la

    sociedad capitalista slo se reduzcan a las contradicciones de clase, pues evidentemente existen

    otra serie de diferenciaciones sociales de tipo cultural, sexual, tnico o generacional, que no se

    pueden entender en el marco exclusivo de las clases sociales. Pero eso no impide, como bien lo

    deca Max Horkheimer, que la distincin de las clases sociales no se muestre superior a los otros puntos de vista, pues se puede demostrar que la supresin de las clases trae consigo

  • siempre el cambio de las dems contradicciones, pero no lo contrario: la suspensin de las otras

    contradicciones no comporta la disolucin de las clases.[8] Obviamente, para que exista lucha de clases se requieren como condiciones previas, primero

    que a nivel objetivo existan las clases -es decir grupos sociales con intereses contrapuestos o

    antagnicos tanto en el plano productivo como a nivel poltico- y, segundo, que la existencia de

    ese antagonismo genere diversas formas de conciencia social. Justamente esos dos

    componentes, pero principalmente el segundo es vital en la concepcin de Marx sobre la

    dinmica social, tal como lo ha comprobado el marxismo ingls en iluminadoras obras

    histricas como las de Edward Thompson y George Rud.[9] A partir de la conciencia de clase,

    es posible entender la historia de la sociedad capitalista desde su mismo origen, observando

    tanto a la clase dominante como a las clases subalternas -entre las que sobresale la clase obrera-,

    sus mltiples y complejas relaciones, sus alianzas y sus contradicciones.

    Teniendo en cuenta esos elementos, podemos sealar que en el momento actual asistimos a una

    fase completamente indita de la historia tanto del capitalismo en general como de la lucha de

    clases en particular. Entre otras cosas, al nivel de la lucha ideolgica -que es un componente

    esencial de las clases y de su lucha- hoy por hoy se proclama a los cuatro vientos que una de las

    caractersticas del fin de la historia es el fin de las clases sociales. Y esa extincin terica ha

    sido tomada como artculo de fe por parte de los voceros ms radicales del postmodernismo y

    del neoliberalismo, para proclamar a coro que uno de los pilares sobre los que se sostena el

    edificio terico y poltico de la doctrina de Marx habra desaparecido como por encanto.[10]

    Esta celebracin triunfal se acompaa con la presuncin que con la desaparicin de la Unin

    Sovitica se resolvi de una vez por todas -en contra de Marx- la cuestin de la lucha de clases,

    pues se supona que la URSS representaba en el plano mundial a la clase obrera o por lo menos

    a los intereses de los trabajadores.

    Naturalmente, en las actuales circunstancias de profundos cambios mundiales se han afectado

    los roles y la misma estructura de clases del capitalismo contemporneo, tanto por el lado de las

    clases dominantes como de las clases subalternas.[11] Esa transformacin ha sido motivada por

    diversos factores: las modificaciones productivas, tcnicas y culturales del capitalismo; la

    desaparicin de la Unin Sovitica; la reestructuracin forzosa de la clase obrera en Europa

    occidental; el retroceso de los procesos revolucionarios a nivel planetario y a una correlacin de

    fuerzas adversa para las clases o fracciones de clase interesadas en destruir el capitalismo.

    En la actualidad casi en todos los rincones del mundo, las fuerzas revolucionarias han

    retrocedido, bien porque han sido derrotadas a sangre y fuego como ocurri en Amrica Central

    y en otras regiones del mundo perifrico donde el imperialismo -encabezado por Estados

    Unidos- hizo gala de los ms sanguinarios y criminales mtodos de exterminio, o bien porque

    han sido cooptados por el neoliberalismo como sucedi en algunos lugares de Europa oriental

    despus de 1989. Esta terrible realidad significa verdaderamente el fin de las clases sociales y

    en consecuencia el fin de la lucha de clases? Hemos llegado despus de todo a ese tan

    anunciado capitalismo civilizado y de rostro humano que asegurara el bienestar y la libertad de la poblacin de todo el mundo en razn de combinar la economa de mercado y la

    democracia parlamentaria? En lo sucesivo las diferencias sociales ya no se explican ni se

    resuelven en trminos de intereses antagnicos y de conflictos sino en trminos de acuerdos,

    consensos, pactos y alianzas?

    Si se recuerdan algunos elementos de la lucha de clases en el ltimo siglo, no es difcil

    confirmar la certeza del anlisis marxista, pues en forma directa o indirecta los principales

    procesos que transformaron el mundo, para bien o para mal, estuvieron relacionados con

    diferentes expresiones de la lucha de clases, bien a nivel interno de los pases o en el plano

    internacional, como en el caso de las luchas de liberacin colonial que transformaron durante

    algn tiempo el mapa del orbe.[12] Un aspecto bsico que marca el siglo XX, estuvo

    relacionado con la forma como la burguesa internacional, tras las luchas obreras y populares de

    fines del siglo XIX y tras la Revolucin Rusa de 1917, instaur el Estado-nacional social, para

    romper, bloquear y encausar la lucha internacional de los trabajadores que se haban liberado sin

    cortapisas de fronteras nacionales desde mediados del siglo anterior.

    Al limitar las luchas en el plano estrictamente nacional, en Europa occidental por lo menos la

    burguesa acept temporalmente una alianza tcita entre capital y trabajo. Este pacto supuso el

  • reconocimiento por parte de los sindicatos -como representantes organizados de una porcin de

    los trabajadores- de una reglamentacin laboral y de adelantar luchas estrictamente nacionales.

    Con cierto xito la burguesa internacional logr controlar -sobre todo despus de la derrota

    histrica de la clase obrera durante el perodo fascista- las luchas reivindicativas del conjunto de

    las clases subalternas. De esta forma, las sujet a los marcos estrictamente nacionales, en los

    que operaba la regulacin del Estado, el control del mercado interior, y una legislacin acorde a

    esos parmetros, tales como legislacin laboral, cdigo de trabajo, reconocimientos y

    derechos.[13] Hasta cuando esta estrategia fue funcional a las diferentes burguesas nacionales,

    stas parecieron alimentar la extraa creencia de que el capital si tiene patria, siempre y cuando

    eso significara difundir la misma idea entre los trabajadores -en contra de lo que anunciaba el

    Manifiesto Comunista, de que los obreros no tienen patria. Pues bien, as se restringi la lucha

    social de las organizaciones obreras y populares a los parmetros nacionales, lo que no

    solamente gener desiguales resultados en los logros sociales, econmicos y polticos -tal como

    se puede constatar mirando el nivel de vida que lleg a tener la clase obrera de Europa

    occidental, comparada con la de los pases pobres- sino que contribuy a desunir a los

    trabajadores a nivel mundial.

    Pero resulta que hoy la burguesa internacional est abandonando su esquema de Estado-

    nacional social, con todo lo que eso implica de nefasto para las conquistas materiales y

    econmicas de los trabajadores, para dar paso a un capitalismo mundial que impone condiciones

    similares de explotacin en todos los lugares del planeta, casi sin tener en cuenta las

    diferenciaciones nacionales y culturales. Esto indica que estamos asistiendo al cierre de un ciclo

    de la lucha de clases y a la emergencia de uno nuevo, en el que cambian radicalmente las

    condiciones, lo que desde luego no implica ni el fin de las clases ni de sus luchas.

    Ante las nuevas condiciones impuestas por la mundializacin del capital, las formas

    tradicionales de lucha de clases subalternas -como los sindicatos y los partidos nacionales- han

    entrado en un proceso de deterioro y de descomposicin, puesto que las nuevas condiciones que

    genera la mundializacin suponen tambin el plantear nuevas formas de lucha, en las que

    participen tanto los actores clsicos como los nuevos actores que se han configurado en las

    ltimas dcadas, es decir los trabajadores directamente vinculados a la produccin y los que se

    desempean en la circulacin y el consumo. Por el momento la que conduce la lucha de clases

    en una forma absolutamente consciente -como una autntica clase para s, segn los clebres

    trminos de Marx- es la burguesa internacional, puesto que arremete en forma premeditada y

    planificada contra los trabajadores del mundo entero, eliminando las conquistas de un siglo y

    medio, tales como la jornada laboral limitada, el derecho al trabajo, reimplantando el trabajo

    infantil y hasta formas de esclavitud, eliminando todos los mecanismos estatales que

    bloqueaban la libre movilidad del capital, mercantilizado todos los aspectos de la vida social,

    cultural y hasta la propia naturaleza, etc.

    En esas condiciones, aunque es evidente que las clases subalternas se encuentran desorientadas -

    desorientacin que indudablemente ha sido agravada por la crisis de los socialismos histricos-

    y sin brjula para enfrentar los nuevos escenarios del capitalismo mundial, lo que se bosqueja a

    mediano y largo plazo en una reorientacin de las luchas de clases de los sectores subalternos

    que, en primer lugar, hoy deben seguir defendiendo sus conquistas porque en ello se juegan su

    propia sobrevivencia y, al mismo tiempo, deben pensar en nuevos mecanismos que posibiliten

    la extensin de sus luchas a nivel internacional para enfrentar al capitalismo. Es decir, se debe

    luchar tanto a escala local como a escala global, esto es pensar y actuar local y mundialmente a

    la vez,[14] como lo proponen lcidamente los zapatistas en el sur de Mxico.

    La mundializacin del capital genera agudos problemas que involucran a poblaciones enteras,

    como sucede por ejemplo con la desaparicin forzosa del campesinado y la aterradora y

    descontrolada urbanizacin de todo el mundo;[15] las frustraciones que origina la contradiccin

    entre las bellezas que anuncian los medios electrnicos de comunicacin y la imposibilidad real

    de disfrutarlas; la descomposicin social y moral de importantes sectores de la poblacin juvenil

    e infantil de los distintos continentes, etc. Todo eso pone de presente la magnitud de la

    andanada neoliberal del capitalismo mundial, que se puede considerar como una accin

    consciente de los ricos y poderosos del mundo contra los pobres y desvalidos del planeta.[16]

  • Podemos, entonces, decir que en estos momentos la recomposicin y crisis de las clases

    histricas clsicas -clase obrera, campesinado- se manifiesta en la hegemona abierta del capital

    mundial que desarrolla una forma particular de lucha de clases, cuyo objetivo fundamental es

    arrastrar con las conquistas democrticas de los trabajadores del mundo entero. La nica

    respuesta que hasta ahora se ha vislumbrado contra esa arremetida mundial de la burguesa han

    sido conflictos localizados y aislados -como en Francia, Corea del Sur, Mxico, Sudfrica- o la

    descomposicin y la delincuencia, que es la otra cara de ese mismo proceso. En esa medida no

    tiene ningn fundamento decir que las clases y las luchas han desaparecido en el mundo del

    siglo XXI -puesto que son claras las diferencias abrumadoras entre los pocos que todo lo tienen

    y las vastas mayoras que no tienen nada- sino que en estos momentos simplemente la lucha va

    en una nica direccin: del capitalismo mundial contra los pobres desvalidos, que hoy ven

    amenazada hasta su propia sobrevivencia, pues contingentes significativos de poblacin -como

    sucede en Africa- son considerados como poblacin innecesaria o desechable.

    Aunque todava no se vislumbran fermentos de una nueva conciencia de clase -que esta vez

    tendr que ser mundial y local al mismo tiempo-, teniendo en cuenta la historia del capitalismo

    y el grado de radicalizacin de las contradicciones sociales, de la injusticia y de la desigualdad a

    nivel planetario, es de esperar que se vayan gestando los embriones de una nueva subjetividad

    social entre las vctimas de la mundializacin del capital. y eso es fundamental si se quiere que

    la especie humana sobreviva como algo ms que una manada de parias y de esclavos, o como

    simple apndice de la tecnologa y consumidora irracional de mercancas.

    Tercera tesis: aunque tanto el trabajo como la clase obrera han experimentado notables

    transformaciones, tal y como lo seal el Manifiesto Comunista la base fundamental del

    funcionamiento del capitalismo actual sigue siendo la explotacin del trabajo de la clase obrera

    En la misma proporcin en que se desarrolla la burguesa, es decir el capital, tambin lo hace el

    proletariado, esa clase obrera moderna que slo puede vivir encontrando trabajo y que slo

    encuentra trabajo en la medida en que ste alimenta e incrementa el capital. El obrero, obligado

    a venderse a trozos, es una mercanca como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los

    cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado.[17]

    La situacin del obrero moderno lejos de mejorar conforme progresa la industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera y el pauperismo se

    desarrolla en proporciones mucho mayores que la poblacin y riqueza.[18]

    Teniendo en cuenta las transformaciones experimentadas por el mundo del trabajo, se formulan

    una serie de interrogantes significativos:

    La clase-que-vive-del-trabajo estara desapareciendo? La disminucin del proletariado

    tradicional, industrial, de la era del fordismo, conlleva inevitablemente a la prdida de referencia

    y de relevancia del ser social que trabaja? La categora trabajo no est ms dotada del estatuto de rol central, en el universo de la praxis humana existente en la sociedad

    contempornea? La llamada crisis de la sociedad del trabajo debe ser comprendida como el fin de la posibilidad de la revolucin del trabajo? El trabajo dej de ser elemento estructurante

    de una nueva forma de sociabilidad humana? No es ms protoforma de la actividad humana, la

    necesidad de realizar el intercambio material entre el hombre y la naturaleza?[19]

    Estas preguntas centrales para estudiar la situacin del trabajo en el mundo actual no pueden ser

    respondidas en forma definitiva, si se tiene en cuenta que muchos de los procesos hasta ahora

    estn en curso de evolucin y que muestran tendencias complejas y contradictorias. Lo que s se

    puede es sealar algunas de las tendencias.

    En la dcada del 80 se presentaron una serie de transformaciones tcnicas y productivas que

    afectaron drsticamente desde el punto de vista subjetivo y objetivo a la clase obrera, por lo que

    es factible afirmar que sta ha soportado su ms aguda crisis a lo largo del siglo XX.[20] Entre

    las transformaciones ms notables se encuentran la introduccin y desarrollo de las nuevas

  • tecnologas a nivel fabril, entre las cuales descuellan la microelectrnica, la informtica y la

    robtica. Al mismo tiempo, desde el Japn se difunde el toyotismo o el ohnismo (nombre

    derivado de Taiichi Ohno, el ingeniero que impuls los principales cambios en la fbrica de

    automviles Toyota)[21], que postula la necesidad de implementar formas flexibles de

    produccin y de adecuar la produccin al mercado. A nivel internacional se observa un proceso

    de desconcentracin industrial y de traslado de las viejas industrias hacia otras zonas del mundo,

    principalmente del mundo perifrico. En todos los lugares del mundo se asiste al

    desmantelamiento del Estado-nacional social, lo que supone la eliminacin de importantes

    conquistas sociales, econmicas y polticas de los trabajadores del mundo entero.[22] As, la

    descentralizacin productiva y el avance tecnolgico estn ntimamente ligados en la estrategia

    del capital internacional, cuyo objetivo supremo contina siendo el de siempre: aumentar los

    niveles de explotacin y de control laboral y desorganizar, al mismo tiempo, a los trabajadores.

    Consideremos con algn detalle ciertas de estas transformaciones del mundo del trabajo,

    principalmente aquellos referidos a la introduccin de un nuevo modelo productivo o un nuevo

    rgimen de acumulacin.

    En una concepcin bastante evolucionista, el toyotismo, postfordismo o la produccin flexible

    es visto como una nueva fase, superior a las dems, que estara en proceso de difusin y de

    consolidacin a nivel mundial.[23] Recordemos que el fordismo estaba caracterizado

    principalmente por la produccin en masa, a travs de la cadena de montaje y por la produccin

    de productos homogneos; el control de tiempos y cadencias mediante el uso del cronmetro; el

    predominio del obrero parcial, y la fragmentacin de las funciones de ejecucin y elaboracin

    en el proceso de trabajo; y la existencia de un obrero masa concentrado en grandes

    aglomeraciones fabriles de produccin centralizada. El fordismo puede considerarse como la

    forma de trabajo que ha predominado en el capitalismo central despus de la segunda guerra

    mundial y que desde fines de la dcada de 1960 se difundi por el Tercer Mundo en forma de

    fordismo perifrico.[24] En contraposicin, y en respuesta a la crisis del capitalismo, en distintos lugares ( Italia, Suecia,

    Alemania) se han desarrollado formas de produccin que se pretenden ms flexibles, pero como dice David Harvey siguen siendo formas capitalistas, porque se basan en la explotacin

    del trabajo vivo y porque mantienen la dinmica tcnica y organizativa propia del

    capitalismo.[25] Esta es la misma crtica que han enfatizado diversos autores, resaltando que en

    esencia es una contradiccin en los trminos, si se tiene en cuenta el carcter desptico y

    expoliador del capitalismo, que ste pueda convertirse en un modo de produccin flexible. En

    este sentido, la difusin del toyotismo por diversos lugares del mundo es en realidad una decisiva adquisicin del capital contra el trabajo.[26] El toyotismo se inscribe dentro de la lgica del capital, es decir la produccin de mercancas y la valorizacin del capital mediante la

    extraccin de plusvala.

    Si bien es cierto que en distintas factoras del mundo el modelo japons se ha impuesto, no se

    puede considerar que ese modelo sea predominante ni siquiera en el mismo Japn, sino que

    coexiste al lado de formas fordistas de produccin e incluso con viejas-nuevas formas, que han

    reaparecido, propias del siglo XIX, tal y como la explotacin pretayloriana, es decir amparadas

    en la explotacin pura y simple, brutal, que el capital hace del trabajo de hombres, mujeres y

    nios del mundo entero.[27]

    Es, entonces, eurocentrista el anlisis que se efecta tanto sobre las transformaciones del trabajo

    como sobre el supuesto fin del trabajo en la sociedad postindustrial, en la medida en que no tiene en cuenta de ninguna forma lo que pasa con el trabajo en el resto del mundo, lo que no es

    cualquier cosa si recordamos que estamos hablando del ochenta por ciento de la poblacin

    trabajadora del mundo. O es que mientras se difunden las tcnicas ms sofisticadas a nivel

    productivo en Europa, Estados Unidos y Japn, al mismo tiempo no se refuerzan las formas ms

    brutales de explotacin y reaparecen formas de trabajo incluso semiesclavas y esclavas en

    diversos lugares del mundo?

    Al respecto se pueden recordar algunos hechos significativos. Segn diversos documentos de la

    Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) se calcula que en la actualidad existen en el

    mundo unos 250 millones de esclavos, siendo una buena parte de ellos nios y nias, que

    laboran en pases como India, Pakistn, Sri Lanka, Brasil, Filipinas, Nepal, entre otros.[28] Y en

  • este caso solamente estamos hablando de los esclavos productivos, es decir aquellos que son funcionales al capitalismo internacional, porque su fuerza de trabajo es expoliada al mximo en

    economas locales o regionales para proporcionar plusvala a empresarios ligados directamente

    al capitalismo internacional, y no estamos hablando de las nuevas formas de esclavitud sexual y

    de prostitucin. Si esta realidad no debe ser considerada cuando se estudia el tema del trabajo y

    de sus transformaciones, entonces debemos concluir que slo interesa lo que pasa en Europa o

    en Japn. Porque incluso en Estados Unidos o en Inglaterra, han reaparecido formas de

    explotacin propias de un perodo aparentemente olvidado del capitalismo, como es el trabajo

    infantil, en plenas ciudades postmodernas como Nueva York, Los Angeles o San Francisco.[29]

    Adems, implcitamente se supone en forma muy optimista que la introduccin de tecnologas

    sofisticadas como la informtica y la robtica, no acarrea ningn tipo de problema a los

    trabajadores ni tampoco acenta las clsicas formas de subordinacin del trabajo al capital.[30]

    Considerando esta combinacin e interpenetracin de viejas y nuevas formas de explotacin, David Harvey es profundamente enftico:

    Curiosamente el desarrollo de nuevas tecnologas ha generado excedentes de fuerza de trabajo,

    que permitieron el regreso de estrategias absolutas de extraccin de plusvala, ms viable an en

    los pases capitalistas avanzados. El regreso de la superexplotacin en Nueva York y Los

    Angeles, del trabajo en casa y del teletransporte, as como el enorme crecimiento de las prcticas de trabajo del sector informal por todo el mundo capitalista avanzado, representa de

    hecho una visin bien sombra de la historia supuestamente progresista del capitalismo. En

    condiciones de acumulacin flexible pareciera que sistemas de trabajo alternativos pueden

    existir lado a lado, en el mismo espacio, de una manera que permita que los emprendedores

    capitalistas elijan a su antojo entre ellos. El mismo molde de camisa puede ser producido por

    fbricas de gran escala en la India, por el sistema cooperativo de la Tercera Italia, por explotadores en Nueva York, Londres o por sistemas de trabajo familiar en Hong Kong.[31]

    Entre las grandes transformaciones del mundo del trabajo ocurridas en los ltimos tiempos

    sobresale la desestructuracin de la clase obrera clsica en Europa y en Estados Unidos, al

    mismo tiempo que con los proyectos neoliberales adelantados desde finales de la dcada del 70

    se desorganiz gremial y polticamente a los sectores sindicales ms fuertes para establecer

    condiciones favorables al capital. Como resultado en Inglaterra, por ejemplo, se restablecieron

    condiciones laborales propias del siglo XIX, tales como la eliminacin del salario mnimo, de la

    jornada laboral limitada, eliminacin de sindicatos, aumento de los niveles de explotacin, todo

    tipo de facilidades al capital internacional, que hacen que hoy por hoy Inglaterra est entre los

    primeros pases del mundo en cuanto inversin de capital extranjero. Se llega hasta dar el caso,

    por cierto irnico, que inversionistas coreanos y taiwaneses -es decir provenientes del Sur-

    prefieran invertir en Inglaterra antes que en sus propios territorios, pues les resulta ms barato

    pagar salarios en el lugar que fue la cuna de la revolucin industrial y no en sus pases de

    origen.[32]

    La derrota del movimiento obrero en los centros capitalistas, ha tenido diversas implicaciones

    mundiales entre las que sobresalen la deslocalizacin de empresas hacia pases perifricos; la

    descentralizacin productiva de los grandes conglomerados y de las multinaciones con el fin de

    pagar salarios miserables y de aumentar su nivel de ganancias; la eliminacin pura y simple del

    derecho laboral, para imponer condiciones salvajes de explotacin de la fuerza de trabajo; la

    generalizacin del trabajo infantil y femenino en todos los rincones del globo; la difusin del

    trabajo parcial, precario y temporal, incluso en pases como Francia, Estados Unidos e

    Inglaterra., Con todas estas modificaciones se percibe, como es natural, una notable

    transformacin y recomposicin de la clase obrera mundial, la que desde el punto de vista

    objetivo ha crecido hasta niveles nunca antes vistos, pues a ella se han incorporado importantes

    contingentes de los pases del Sur, donde avanzan procesos de industrializacin salvaje, como

    ha sucedido entre los tigres asiticos y los llamados nuevos pases industrializados (como Brasil

    y Mxico).

  • Pero este proceso de crecimiento de los trabajadores asalariados a escala mundial, entre lo que

    se destaca particularmente la importancia del trabajo femenino, ha ido acompaado de una

    desorganizacin, desconcentracin y despolitizacin, es decir por la fragmentacin de la

    conciencia de clase y por el aumento de la subordinacin y el control por parte del capital

    internacional.

    Considerando este carcter contradictorio, se puede decir que nunca como ahora desde el punto

    de vista del ser de clase (clase en s), la clase obrera fue tan numerosa en una perspectiva

    mundial, pero tampoco nunca como hoy en el plano de su conciencia (clase para s). fue tan

    dbil y tan fragmentada. Y sta, justamente, es la situacin contradictoria que en la actualidad

    vive la clase obrera y el conjunto de trabajadores, puesto que en la perspectiva marxista, el

    factor subjetivo -el grado de conciencia de su papel histrico- es an ms importante que el

    factor objetivo en el proceso de lucha contra el capital. Y la crisis del movimiento obrero no

    solamente los afecta a ellos sino que gravita en el conjunto de la sociedad, en la medida en que

    las transformaciones estructurales del siglo XX en el mbito poltico y democrtico han estado

    ligadas a las luchas y conquistas obreras o a sus derrotas y fracasos.

    En sntesis, si existe un capitalismo flexible, no sera tanto por las bondades que de l se

    anuncian en cuanto a los beneficios que producira a los trabajadores -y que implicaran el fin de

    la alienacin- sino porque el capitalismo combina distintas formas de trabajo de diversas pocas,

    desde las formas ms avanzadas tecnolgicamente hablando hasta la resurreccin y

    generalizacin en algunas zonas del mundo de formas esclavas y semiesclavas de trabajo. El

    gegrafo marxista norteamericano David Harvey en forma aguda sintetiza el proceso en curso:

    La insistencia de que no hay nada esencialmente nuevo en el empuje hacia la flexibilizacin y

    de que el capitalismo sigue peridicamente esos tipos de caminos es por cierto correcta (una

    lectura cuidadosa de El Capital de Marx sustenta esta afirmacin). El argumento de que hay un

    agudo peligro de exagerar el significado de las tendencias de aumento de la flexibilidad y de la

    movilidad geogrfica, dejndonos ciegos ante la fuerza que todava tienen los sistemas fordistas

    de produccin implantados, merece cuidadosa consideracin. Y las consecuencias ideolgicas y

    polticas de la superacentuacin y de la flexibilidad en el sentido estricto de la tcnica de

    produccin y de las relaciones de trabajo son lo suficientemente serias para llevarnos a hacer

    sobrias y cautelosas evaluaciones sobre el grado dominante de la flexibilidad (...). Sin embargo

    considero igualmente peligroso fingir que nada ha cambiado, cuando los hechos de la

    desindustrializacin y de la transferencia geogrfica de fbricas, de las prcticas ms flexibles

    de empleo de trabajo y de la flexibilidad de los mercados de trabajo, de la automatizacin y de

    la innovacin de productos miran a la mayora de trabajadores frente a frente.[33]

    El desarrollo tcnico en el capitalismo, que est directamente relacionado con el proceso de

    valorizacin y de extraccin de plusvala, supone la tendencia a que el capital constante

    desplace al capital variable, es decir que el trabajo muerto sustituya al trabajo vivo, lo cual no

    supone como plantean las utopas reaccionarias del capital -tipo Alvin Tofler y otro

    tecnofanticos- la eliminacin completa y definitiva de los trabajadores y mucho menos en los

    pases del Sur del mundo, donde a la par de la innovacin tecnolgica se observan procesos de

    explotacin salvaje de los trabajadores, en las zonas francas, en las industrias de explotacin, en

    la agricultura comercial, en las zonas mineras, etc.

    La mundializacin del capital tiene efectos contraproducentes sobre el mundo del trabajo, entre

    los que sobresalen la destruccin de los sindicatos; la homogeneizacin por lo bajo de las

    condiciones laborales y productivas; la creciente movilidad del capital frente a la pretensin

    capitalista de fijar a los trabajadores sobre sus pases o regionales de origen, lo que est

    ntimamente ligado a la poltica xenfoba y antimigratoria que se impulsa hoy en Europa

    occidental y Estados Unidos; la generalizacin de las zonas francas en los pases perifricos, en

    donde predomina el trabajo infantil, femenino y semiservil; el uso intensivo de la tecnologa en

    algunas regiones del Sur, con el fin de debilitar las organizaciones sindicales del Norte y de

    reducir salarios y aumentar ganancias por parte de las empresas multinacionales y los

    capitalistas europeos o norteamericanos, etc.[34]

  • Desde el punto de vista de la calificacin del trabajo tambin la situacin actual es

    profundamente ambigua, puesto que a la par con la existencia de un aumento de la cualificacin

    tcnica de ciertos grupos de trabajadores -que es propio de los crculos de calidad japoneses de

    la industria automovilstica, por ejemplo-, grandes contingentes de fuerza de trabajo sufren una

    descalificacin absoluta, hasta el punto que casi no necesitan saber ni leer ni escribir para

    realizar actividades productivas en diversos sectores, como por ejemplo en cierto tipo de

    servicios (comidas rpidas, supermercados, ventas, etc.).[35]

    El otro punto clave es el de la desmaterializacin del trabajo o las generalizacin del trabajo

    intelectual.[36] Y en cuanto a este punto la situacin es igualmente contradictoria, puesto que se

    observan procesos productivos muy sofisticados, por ejemplo en la informtica, en

    telecomunicaciones, electrnica e ingeniera gentica, en que el trabajo intelectual tiende a

    desplazar el trabajo material, o para ser ms exactos este ltimo deviene cada vez ms abstracto

    e intelectual. Pero al mismo tiempo, en otros sectores y actividades se observa el abandono

    absoluto de cualquier tendencia hacia la intelectualizacin por el reforzamiento de las formas

    ms bestiales e inhumanas de explotacin material, como sucede en la mayor parte de industrias

    tradicionales del mundo pobre, tales como la minera, la construccin, las industrias qumicas, etc.

    En conclusin, hemos tratado de demostrar que el mundo del trabajo en la actualidad no se

    caracteriza por una tendencia exclusiva y generalizable a todo el mundo, sino por ser un proceso

    complejo y contradictorio, como el propio capitalismo. Teniendo en cuenta todos estos procesos

    a escala orbital es muy dudoso pensar que el proletariado est en va de desaparicin o que el

    trabajo sea un valor social en va de extincin. En este sentido la clase que vive-del-trabajo

    sigue siendo fundamental en la sociedad contempornea y de seguro lo seguir siendo en el

    prximo siglo,[37] aunque desde luego est soportando un doloroso e inhumano proceso de

    recomposicin social, poltica y cultural y sea una de las principales vctimas de la arremetida

    mundial del capital y de la imposicin del neoliberalismo.

    Si a esta catastrfica situacin de los trabajadores del mundo, le sumamos la no menos crtica

    situacin ambiental del planeta -producida directamente por la lgica de funcionamiento del

    sistema capitalista-, podemos comprender entonces las dos contradicciones fundamentales del

    capitalismo: capital-trabajo y capital-naturaleza. En esta perspectiva, las palabras finales del

    Manifiesto Comunista relacionadas con el hecho de que al destruir el capitalismo los obreros no

    tienen nada que perder, salvo sus cadenas, y tienen un mundo que ganar, pueden ser

    actualizadas diciendo que la gran masa de la humanidad sufrida y explotada no tiene nada que

    perder, salvo sus cadenas. A cambio tiene un planeta por salvar.

    .

    [1] Nos hemos basado en la edicin del Manifiesto del Partido Comunista que aparece incluida en el importante libro analtico y documental Biografa del Manifiesto Comunista, Ca.

    general de ediciones, Mxico, quinta edicin, 1969.

    [2] Ver, por ejemplo, Walden Bello, Dark Victory. The United States, Structural Adjustment

    and Global Poverty, Pluto Press, London, 1994, pp. 95 y ss.

    [3] Citado en Osvaldo Bayer, Basuras del mundo, unos, Casa de las Amricas, No. 202, enero-marzo de 1996 pp. 125-127.

    [4] Ver: Herbert J. Gans, The War Against The Poor, BasicBooks, New York, 1995, pp. 27 y

    22.

    [5] Manifiesto Comunista, I, p. 73.

    [6] Esta postura es explcita en Ernest Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista. La

    interpretacin marxista, Siglo XXI Editores, Madrid, 1986, pp. 33-55.

    [7] Noam Chomsky, Mantener la chusma a raya, Ed. Txalaparta, Tafalla, 1995, pp. 85 y ss. (El

    subrayado es nuestro).

    [8] Max Horkheimer, Ocaso. Ediciones Anthropos, Barcelona, 1986, p. 154, citado en Eugenio

    del Ro, Ha muerto la clase obrera?, Ed. Revolucin, Madrid, 1989, p. 5.

    [9] Ver, por ejemplo, George Rud, Revuelta popular y conciencia de clase, Ed. Crtica,

    Barcelona, 1981; Edward Thompson, Costumbres en Comn, Ed. Crtica, Barcelona, 1995.

    [10] A nivel de la historiografa se observa, en distintos lugares del mundo, la pretensin por

    parte del postestructuralismo -una variante del postmodernismo- de abandonar definitivamente

  • el trmino clase como forma de analizar las contradicciones sociales, objetivas, de una

    determinada sociedad para ocuparse prioritariamente de la retrica y del imaginario que

    dominan en cierta poca. Ver, para un anlisis crtico al respecto, Bryan Palmer, Existe, si es que alguna vez existi, la clase obrera?, en Varios, A propsito del fin de la Historia, Ediciones Alfons el Magnanim, Valencia, 1994, p. 172.

    [11] Un anlisis sistemtico de la estructura de clases del capitalismo contemporneo ha sido

    realizado por el escritor marxista norteamericano Eric Olin Wright en una serie de exhaustivas

    investigaciones sobre el tema que han sido sistematizadas en su libro Clases, Siglo XXI

    Editores, Madrid, 1994.

    [12] Jacques Kergoat, Lutte des classes et Etat national social, LHomme et la Socit, No.3-4. 1995, pp.60 y ss.

    [13] Ren Gallissot, Lutte de classes: quelques problmes, LHomme et la Socit, No. 3-4, 1995, pp. 81-89.

    [14] Jean Chesneaux, La modernit-monde, La Dcouverte, Pars, 1989, pp. 226.

    [15] Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX. 1914-1991, Ed. Crtica, Barcelona, 1995, pp. 290 y

    ss.

    [16] Eduardo Galeano, Las ecologa en el marco de la impunidad, en Joaqun Sempere (Presentacin), Ecologa solidaria, Editorial Trotta, Barcelona, 1996, pp. 55-62.

    [17] Manifiesto Comunista, I, p. 79.

    [18] Manifiesto Comunista, I, p. 85.

    [19] Ricardo Antunes, Adis al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol central del

    mundo del trabajo, Impresos Piedra Azul, Caracas, 1996, p. 10.

    [20] Ibid, p. 13.

    [21] Ver, entre otros, Helena Sumiko Hirata (d.) Autor du Modele japonais Automatisation, nouvelles formes dorganisation et de relations de travail, LHarmattan, Pars, 1992; Robert Boyer y Jean-Pierre Durand, Lapres-fordisme, Syros, Pars, 1993. [22] Varios autores, El trabajo en los noventa. Rupturas y conflictos, Universidad Nacional de

    Colombia, Universidad de Cartagena, Bogot, 1994, pp. 15-37 y 76-85.

    [23] Esta concepcin se aprecia, por ejemplo, en R. Boyer y J. P. Durand, op. cit.

    [24] B. Coriat, El Taller y el Cronmetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la

    produccin en masa, Siglo XXI Editores, Mxico, sexta edicin, 1999; A. Lipietz, Espejismos y

    milagros. Problemas de la industrializacin en el Tercer Mundo, Tercer Mundo Editores,

    Bogot, 1992; R. Antunes, op. cit., pp. 30-32.

    [25] David Harvey, A. Condicao Pos-Moderna, Sao Paulo, Ed. Lotola, 1992 citado en R.

    Antunes, op. cit., p.19.

    [26] R. Antunes, op. cit. p.29.

    [27] Alternatives Economiques, No. 137, mayo de 1996, consagrado al tema Les habits neufs du Taylorisme. [28] Organizacin Internacional del Trabajo. La esclavitud, el trfico de nios, la prostitucin y

    dems formas intolerables de trabajo infantil en el punto de mira de la conferencia de

    Amsterdam, Informes de Prensa, 25 de febrero de 1997, copia a mquina.

    [29] W. Bello, op. cit. pp. 98 y ss.

    [30] Denis Hayes, Silicon Valley: poisons dans la salle blanche, Terminal, No. 50, julio-agosto de 1990, pp. 21-24.

    [31] D. Harvey, op. cit., citado en R. Antunes, op. cit. p. 19.

    [32] Richard Farmetti, Le royaune dsuni. Lconomie britannique et les multinationales, Syros, Pars, 1995, pp. 65 y ss.

    [33] D. Harvey, op. cit., citado en R. Antunes, op. cit., p. 19.

    [34] Henk Thomas, Editor, Globalization and the Third World Trade Unions. The Challenge of

    Rapid Economic Change, Zed Books, Londres y New Jersey, 19954; Varios, Extranjeros en el

    Paraso, Editorial Virus, Barcelona, 1995.

    [35] R. Antunes, op. cit., p. 40.

    [36] A. Gorz, La declinante relevancia del trabajo y el auge de los valores post-econmicos, Herramienta. Revista de debate y crtica marxista, No. 2, noviembre de 1996 - marzo de 1997,

    pp. 27-38; Paolo Virno, Notes on the General Intellect, en Saree Makdisi, Cesare Casarino y

  • Rebecca E. Karl, Editores, Marxism Beyond Marxism, Routledge, Nueva York, Londres, 1996,

    pp. 265-272; Toni Negri, Fin de siglo, Paidos, Barcelona, 1992, pp. 61 y ss.; Maurizio Lazzarato

    y Antonio Negri, Travgail immatriel: la grande entreprise, Futur Antrieur, No. 10, 1992, pp. 55-61; M. Lazzarato, Le cycle de la production immatrielle, Futur Antrieur, No. 16, 1993, pp. 111-120.

    [37] R. Antunes, op. cit., p. 46-47.

    Disponible: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-6/la-actualidad-del-

    manifiesto-comunista-tres-tesis-sobre-la-mundializacion-de