La Anorexia (Psicoanálisis)

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1 LA ANOREXIA Eric Moreau La anorexia nerviosa es una alteración grave de la conducta alimentaria. Se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los valores mínimos normales. Puede ser asociado con el vómito provocado, el abuso de laxantes y diuréticos, el ayuno y el ejercicio excesivo. Se acompaña frecuentemente de una alteración de la imagen del cuerpo y del peso corporal. El 90% de los casos de anorexia se observan en mujeres. Las mujeres afectadas de anorexia tienen amenorrea. La anorexia se desencadena con mayor frecuencia durante la adolescencia. La pérdida de peso se consigue mediante una disminución de la alimentación o incluso su rechazo. Habitualmente, se observan dietas que eliminan todo alimento con alto valor calórico y que restringen a pocos alimentos. Las personas anoréxicas tienen un miedo intenso a ganar peso. Este miedo no desaparece aunque el individuo pierda peso. La disciplina del control de la alimentación es severa y voluntariosa. Normalmente las personas con anorexia no tienen conciencia de su alteración y la niegan. Puede asociarse con atracones o purgas. Además, los anoréxicos pueden presentar depresión, retraimiento social, irritabilidad, insomnio, pérdida del deseo sexual e incapacidad para sentir placer y suicidio. Toda su conducta está motivada por el deber ser. El psicoanálisis hace énfasis en las siguientes características de la anorexia: la pérdida del peso, la pérdida del deseo sexual, la alteración de la identidad sexual corporal, la distorsión delirante de la imagen corporal, el superyó sádico y la atracción hacia la muerte. De este modo el psicoanálisis señala centralmente que en la posición de su subjetividad el anoréxico moviliza a nivel sintomático: el cuerpo real, la sexualidad, la imagen del cuerpo, el superyó y la muerte. La descripción de estos cinco componentes de la subjetividad remiten a conceptos teóricos tales como: la negación de la necesidad alimenticia, la negación de la demanda de alimentarse del Otro materno, la

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La anorexia desde el psicoanálisis

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LA ANOREXIA

Eric Moreau

La anorexia nerviosa es una alteración grave de la conducta alimentaria. Se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los valores mínimos normales. Puede ser asociado con el vómito provocado, el abuso de laxantes y diuréticos, el ayuno y el ejercicio excesivo. Se acompaña frecuentemente de una alteración de la imagen del cuerpo y del peso corporal. El 90% de los casos de anorexia se observan en mujeres. Las mujeres afectadas de anorexia tienen amenorrea. La anorexia se desencadena con mayor frecuencia durante la adolescencia. La pérdida de peso se consigue mediante una disminución de la alimentación o incluso su rechazo. Habitualmente, se observan dietas que eliminan todo alimento con alto valor calórico y que restringen a pocos alimentos. Las personas anoréxicas tienen un miedo intenso a ganar peso. Este miedo no desaparece aunque el individuo pierda peso. La disciplina del control de la alimentación es severa y voluntariosa. Normalmente las personas con anorexia no tienen conciencia de su alteración y la niegan. Puede asociarse con atracones o purgas.

Además, los anoréxicos pueden presentar depresión, retraimiento social, irritabilidad, insomnio, pérdida del deseo sexual e incapacidad para sentir placer y suicidio. Toda su conducta está motivada por el deber ser.

El psicoanálisis hace énfasis en las siguientes características de la anorexia: la pérdida del peso, la pérdida del deseo sexual, la alteración de la identidad sexual corporal, la distorsión delirante de la imagen corporal, el superyó sádico y la atracción hacia la muerte. De este modo el psicoanálisis señala centralmente que en la posición de su subjetividad el anoréxico moviliza a nivel sintomático: el cuerpo real, la sexualidad, la imagen del cuerpo, el superyó y la muerte. La descripción de estos cinco componentes de la subjetividad remiten a conceptos teóricos tales como: la negación de la necesidad alimenticia, la negación de la demanda de alimentarse del Otro materno, la negación de su propio deseo, la afirmación del goce de la pulsión de muerte, la alteración del estadio del espejo, la identificación a un yo ideal social estético de la delgadez.

Lacan haciendo uso de su trilogía conceptual: necesidad, demanda y deseo ilustra el mecanismo psíquico de la anorexia de la siguiente manera: “el niño llenado de comida por su madre puede rechazar alimentarse para generar una falta que ella ha colmado mediante la exclusiva satisfacción de las necesidades olvidándose del deseo. Es el niño que alimentamos con el amor más grande que rechaza la comida y juega con el rechazo como un deseo.” Se desprende del este comentario de Lacan el sentido de la anorexia que aparece ser una oposición a la demanda del Otro. El anoréxico niega la demanda del Otro asfixiante que quiere su bien. ¿Por qué? Porque la demanda de la madre o del padre tienen un significado incestuoso impuesto al sujeto mediante un superyó absoluto que enuncia con voz de mando: - ”¡Debes comer! para que mi voluntad de madre (o padre) sea cumplida.” El sujeto responde: - “entonces soy nada porque soy el puro objeto de tu voluntad.” Rechazar el alimento es equivalente a rechazar la unión identificatoria del sujeto con el otro, es rebelarse contra ser el falo imaginario del Otro. En efecto, el anoréxico come “nada”. La nada es la forma radical en el cuerpo real de la falta de objeto. Más cercana al acting metido en el cuerpo que al síntoma neurótico, la anorexia es una defensa en lo real frente a la castración sexual. La castración no logra simbolizarse en lo sexual y regresa sobre el goce del cuerpo real. El sujeto anoréxico sacrifica su deseo para satisfacer el goce

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del Otro que lo anula. Sin embargo, algo del sujeto y del deseo se conserva; hay resistencia para no desaparecer por completo. La anorexia permite preservar una punta del deseo y sus pulsiones propias esperando a un nuevo sujeto a venir.

Autobiografía de una anoréxica: Michela Marzano.” Liviana como una mariposa”.

La vivencia del abandono materno.

Primer antecedente. Michela fue un bebé muy deseado y esperado con respecto al deseo de maternidad de su madre a pesar de una infertilidad materna debido a la obstrucción de las trompas y de un útero poco desarrollado. La madre estaba convencida que podía tener un embarazo. El milagro se produjo, la madre se embarazó. Michela era su milagro. La voluntad de ser madre de esta mujer desafió el funcionamiento fisiológico de la reproducción su supero los malos pronósticos de los médicos. Segundo antecedente. Cuando Michela cumplió 18 meses de edad, su madre fue hospitalizada durante tres semanas. Se fue al hospital mientras la niña dormía. No le dijo nada porque tenía temor a provocar dolor a su guagua y la dejó con la nana. A la mañana siguiente su mamá no estaba con ella. Pero este tiempo de ausencia materno le pareció a Michela una eternidad. La eternidad de la pérdida. Una ruptura definitiva se produjo en ella ese día. Cuando volvió su madre, la niña no quiso acercarse y una vez en sus brazos no quiso separase de ella. Michela lloraba cuando su madre se alejaba. Luego su padre le prohibió a su madre quedar pegada a su hija. Dejaron a la niña sola hasta que finalmente dejo de llorar. Para Michela, hoy, cada vez que se separa de un hombre quiere morir. Repite la marca que el gran Otro materno dejo impreso en su cuerpo. Su rasgo unario. Perder el amor y quedarse sola.

El superyo del padre.

Su padre, profesor universitario, era muy ordenado, controlador, rígido en horarios y valorando los estudios intelectuales. Su hija tenía que obedecerle sino gritaba. Él era apegado a las normas que el mismo imponía a su familia. Había que comer siempre la misma cosa, acortarse siempre a la misma hora. Sus niños tenían que pensar y hablar lo mismo que lo que pensaba y decía. A diferencia de su hermano que se rebelaba, Michela le obedecía en todo. Ella era una niña tranquila, pero para ser una niña tranquila sacrificó su identidad. Perdió la alegría de vivir, las ganas, la libertad, el sentido de la vida. Un deseo perdido para adaptarse a las demandas de los otros. Ella pensaba que su padre tenía siempre la razón. Papá sabía todo. Como la gente. Incluso cuando ella se daba cuenta que su papá se equivocaba ella aceptaba su opinión, se callaba, olvidándose de ser ella misma. Su padre quería que su hija fuera su clon y ella lo aceptaba. Entonces, Michela ha hecho todo para que él fuera orgulloso de ella y que la quisiera. Ella no quería decepcionar a su padre. Ella amaba a su padre más que todo. Ella pensaba que su padre quería su bien porque él se lo repetía siempre. Pero, él quería a su hija no por cómo era ella sino por lo que habría debido ser. Su padre tenía un gran temor al fracaso. Él decía que para ser exitoso en la vida había que ser el mejor. Y para eso había que ser como él. Ser movido por el deber. Michela cumplió: fue la mejor estudiante de filosofía cuando se recibió de doctor. El día de la defensa de su tesis pesaba 35 kilos. Pero era la mejor alumna.

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El síntoma

Se sentía culpable de lo que comía. Se castigaba por cada caloría de más que tragaba. A su vez dejo de hablar. No tenía nada más que decir. Había también tragado sus palabras en su estómago. La anorexia es un síntoma que no puede manifestarse a través de la palabra. Negaba el hambre, nada deseaba, nada hablaba. Quería ser un embudo. Papá era demasiado pesado con ella. Peso, pesado, pesar. Su vida ha sido demasiado pesada. Pesado el deber de ser la mejor y de responder a las expectativas de los demás. No quería ser un peso para el resto. Entonces durante años, quiso ser tan liviana como una mariposa. Casi lo logró. Quería ser fuerte, independiente, libre. Si lograse ser tan liviana que una mariposa, se volviera perfecta. Quería transformarse en un ser etéreo, ideal, sin cuerpo, sin carne, sin hambre. Pero avanzando en esta dirección se alejaba de los otros. Terminó sola. Ejercitó su voluntad, para decir no, elegir la nada, para no sentirse culpable, para renunciar a la vida y al amor. Sola, desaparecía. Quería llamar la atención, seducir, para que la miren como es. Ser otra cosa que lo que los demás piensen que es.

La resolución.

¿Cómo aceptarse como uno es? Esa fue la pregunta que orientó su psicoanálisis. Cómo aceptarse sin ser la mejor, con sus errores y defectos. Al final, descubrió que podía desobedecer a su padre, que tenía el derecho de existir incluso si él no la miraba, que tenía el derecho de ser feliz incluso si dejaba de ser una niña tranquila. Pero lo que tenía que aceptar era la fractura en sí misma, el abandono materno precoz, la pérdida del amor materno transitorio pero irremediable. No aceptaba el dolor de la niña que lloraba, se castigaba porque sufría, era débil y se quejaba. Finalmente, aceptó su tristeza. Su anorexia fue también esto. No comer para creer que no necesitaba nada. Para decir no a todo el mundo, para no pedir ayuda porque de todas maneras nadie le respondía algo. Sola, totalmente sola. Y sin embargo necesitaba todo. Lo más difícil es amarse a sí mismo.

Valerie Valère : "Diario de una anorexica".

Valérie tiene doce años y es anoréxica. Su madre la ingresa en un pabellón psiquiátrico donde se supone que la curarán. La adolescente cumple allí sus trece años y se siente torturada ante cada bandeja de comida o una simple tostada. La visión de la comida le produce terror y no puede parar de llorar. Ella tiene un plan: no hablar ni comer. No quiere ceder, es su forma de luchar, pero en aquella terrible situación de encierro donde sólo se consiguen privilegios si se engorda lo suficiente, Valérie comienza a sentirse confusa: ¿Y si la única forma de luchar es comer para salir y entonces ser dueña de su propio cuerpo? De esta forma Valérie conseguirá ganar peso pero en cada párrafo escrito por ella se vislumbra el dolor, no sólo por comer lo que considera veneno, si no porque odia a su madre y quiere hacer creer que no llora por ella.En 1978 publicó "Diario de una anoréxica" cuyo título original sería traducido como "El pabellón de los niños locos". Valérie no veía a las enfermeras ni a los médicos como gente que pretendía ayudarle, sino como enviados del demonio, y de sus palabras se trasluce que todo su problema radica en un odio enfermizo y doloroso a su madre, una mujer que no debió ser madre porque no actuaba como tal. Ni su madre ni su padre supieron ser buenos

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padres, estaban demasiado preocupados de sí mismos y de su felicidad. Y cuando Valérie consigue salir se da cuenta de una cosa: la prisión está en la calle, solo que no tiene cerraduras. En esta historia, lo que importa es la experiencia y comprender el dolor. Fue en la literatura donde Valérie Valère (París, 1961) halló el refugio a una adolescencia traumática. Fallecida prematuramente a la edad de 22 años, en 1978 publicó Diario de una anoréxica, una obra de referencia para conocer de primera mano la angustia y el tormento que padecen los jóvenes atrapados en las crueles garras de la anorexia nerviosa.

A continuación presento extractos de citaciones de su diario de vida.

- Me siento aprisionada entre estas cuatro paredes. Sí, quisiera que me aplastaran, quisiera marcharme, abandonarlo todo, no existir. Ser nada.

- Mis ojos ya no ven nada, pero me río de mi tristeza porque rechazo mi propia compasión, sólo deseo gritar mi rabia y destruirlo todo.

- Estoy llena de rencor, de rabia incontrolable, de tristeza sin fondo, pero todos se alejan.

- Sólo hay una idea fija: “No me cogerán”. - Hay que seguir al rebaño, ser un robot. - Sólo quiero dormir y sentir el vacío del sueño. - Si hubiese topado con personas auténticas aunque no hubiesen sido perfectas… no

habría abierto las puertas a una muerte cierta. - Me resulta indiferente morir aquí o fuera. Nada puede impedirme que me reúna con

la muerte. - A ellos sólo les interesan los kilos; si los recupero, aunque no lleguen a saber nada

de mí, me dejarán marchar. No son más que unos hipócritas, unos charlatanes. No les diré nada.

- Tengo bastante con mis propios reproches y no quiero oír los de los demás. - Sé que quiero demostrar mi poca femineidad. - Al principio no comía porque me veía demasiado gorda; después, aunque estaba en

los huesos, ya no pude tragar ningún alimento.- Soy un caso típico de anorexia, con todos sus síntomas y circunstancias familiares:

inteligente, no menstrua, padre ausente, madre protectora, etc … - Señor psiquiatra, no es a los niños a quienes se debe encerrar sino a los padres, los

auténticos culpables. - La anorexia es un suicidio prolongado y doloroso, quizá una especie de grito de

socorro, un tiempo muerto durante el que se acumulan motivos falsos para seguir manteniendo la misma actitud.

- La chica que decía con orgullo: “No me cogerán” ha desaparecido entre la suciedad de estas paredes.

- Debo continuar viviendo, es mi única obligación, es mi única ley. - Ahora me doy cuenta que lo de la libertad no era más que un mito. Estoy en otra

cárcel donde se me permite la ilusión de creer que no estoy encerrada. - He descrito un universo de locura porque eso fue lo que allí viví, no he podido

contener la rabia ni la desesperación, el lenguaje se ha rebelado contra mí. - Nada tiene sentido. Inutilidad profunda y acusadora. Me disuelvo en la soledad y

en la tristeza.

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Teoría psicoanalítica de la anorexia.

El síntoma anoréxico.

Los anoréxicos rechazan el alimento. ¿Cómo entender este trastorno de la conducta alimenticia desde el psicoanálisis? El alimento, más allá de la de satisfacción de la necesidad alimenticia, juega un papel suplementario por ser un objeto de satisfacción de la pulsión oral. El alimento entra en el juego del principio de placer y del displacer desde el nacimiento. Siendo la pulsión oral de origen infantil, despertada por la lactancia, esta pulsión pone siempre en relación al sujeto con la madre. El recuerdo de esta relación oral temprana queda conservado en la memoria del inconsciente. Los recuerdos de la fase oral son reprimidos porque tuvimos que perder y separarnos del seno materno para crecer. Una fijación posible de la pulsión oral se debe a que esta pérdida no pudo realizase con un duelo definitivo del seno materno intrínsecamente incestuoso. En consecuencia, una separación con la madre no se ha realizado por completo.

El complejo de Edipo.

La anorexia ocurre particularmente en la adolescencia, cuya fase consiste en ratificar definitivamente la separación con los padres del complejo de Edipo y por tanto, sepultar definitivamente dicho complejo, que una fijación oral precoz retorne intensamente bajo la percepción de una vivencia adolescente de incesto. Esta sensación incestuosa del joven le produce un malestar intenso y un sentimiento de culpabilidad inconsciente que lo puede conducir al autocastigo. Para el jóven es intolerable su dependencia afectiva, su sometimiento a uno o a ambos padres que él interpreta como exigido por el adulto, madre o padre. La lucha contra el adulto en posición incestuosa es declarada por el adolescente.

El superyó crítico severo. El Otro está completo, inamovible, de hierro.

En el caso del anoréxico esta lucha es una lucha a muerte o mejor dicho un desafío a la muerte. Desde el joven, el incesto simbiótico está colocado en el lugar del adulto percibido como exigente, autoritario, controlador, dominante, omnipotente. Si el adulto aparece más potente, menos castrado y sin falta, entonces más intenso, es decir más radical será la pelea. Si el adulto aparece como invencible porque es visto como omnipotente más destructivo y radical son las medidas que el joven tomará para producir en el adulto una falta. En el caso del anoréxico, la falta está provocada en su propio cuerpo de modo a generar en el adulto una angustia frente a la muerte visibilizada del hijo. Toda la estrategia del adolescente, inconsciente por cierto, tiene como objetivo poner al adulto frente a su castración y por ende hacerle perder su omnipotencia incestuosa, es decir generar una falta en él. El tema de la falta, que es otro nombre que le da Lacan a la castración freudiana, es el concepto clave de la anorexia. Porque en la anorexia la falta simbólica es real como vacío en el cuerpo e incluso puede medirse con la pérdida de peso corporal. Esta dialéctica de lo lleno y de lo vacío, del todo o nada, encarnado en el cuerpo del anoréxico, pone en escena la problemática del incesto versus castración que fracasó en la palabra. En la anorexia, observamos como la pulsión oral regresivamente se sustituye a la verbalización de la castración simbólica.

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Necesidad, demanda y deseo.

Lacan interpreta el acting anoréxico como que ellos “comen nada”. La nada es el objeto que el sujeto anoréxico pone frente a la demanda del Otro. En este caso, el Otro confunde sus cuidados con el amor buscando satisfacer en exceso las necesidades dejando carente la demanda de amor. Por eso, el anoréxico se niega a satisfacer la demanda de comer porque de lo contrario lo dejaría reducido a ser tratado a nivel de la necesidad y no del deseo. La anorexia es una posición que consiste en rechazar la demanda asfixiante del Otro para buscar poder separarse del Otro. El anoréxico utiliza el rechazo alimenticio como un deseo. Pero, confunde el deseo con el rechazo alimenticio. Niega la necesidad y se siente culpable si cede a la abstinencia. Por eso cada vez come menos, se fija un límite cada vez menor y se siente culpable si lo traspasa. No come y se va reduciendo a nada para provocar la angustia del Otro y su castración. Juega con la pérdida que instala en un fantasma de muerte, de desaparición que es un modo en lo real de hacer aparecer la castración del Otro mediante su deseo. Hace agujero, adelgaza, muestra el horror siniestro de su esqueleto buscando producir la angustia en el Otro.

El niño evoca comúnmente el fantasma de su propia muerte en relación con sus padres planteando a ellos la pregunta:”¿Puedes perderme?”. De ese modo se dan cuenta cuánto es el amor y el deseo para sus padres. Pero eso ocurre en la fantasía de los niños. Otra cosa es realizarlo.

La muerte.

En efecto, los anoréxicos pueden llegar a la muerte real. El anoréxico cambia el límite de la castración por el límite de la muerte mediante la renuncia a alimentarse. Es entonces el recurso a la pulsión sin represión, desarrimada de los significantes, sin el límite del falo simbólico (ф), sin la metáfora del significante del Nombre del Padre. El sujeto anoréxico se identifica al objeto (a) reduciéndose a nada. Eso desencadena la pulsión de muerte en su función de suplencia de la castración simbólica carente para producir la separación del Otro, en lo real del cuerpo. Este mecanismo psíquico se acompaña de otros rechazos:

- Negar el erotismo del cuerpo y del placer. - Abstinencia sexual, rechaza la sexualidad. - Eliminar todos los rasgos sexuales secundarios de la imagen del cuerpo femenino

(en la mujer).- Cese de la menstruación, bloquea la función de reproducción. - Pierde todo atractivo, rechaza ser deseable (pierde la identificación fálica). - Altera la percepción de la imagen de su cuerpo.- Triunfa la pulsión de muerte.

Muchas anorexias se desencadenan en la pubertad de la joven adolescente. Eso señala la dimensión traumática de ser mujer en relación con su sexualidad femenina. El sujeto anoréxico no logra la identificación fálica sino la identificación al objeto a que él encarna, es decir a la pérdida del objeto pulsional oral al cual se identificó.

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La imagen del cuerpo.

La anorexia es un sufrimiento que se muestra en el cuerpo; por esa razón es considerado como un acting-out corporal. Es central en ella el negativismo y el oposicionismo del sujeto y de la vida que puede alcanzar la muerte en una suerte de suicidio lento. La función del acting y del pasaje al acto es resistir a la demanda asfixiante del Otro porque el Otro funciona desde un mandato superyoico que somete al sujeto. La negación intenta provocar la pérdida de la necesidad a costa de poner en riesgo su cuerpo. Domina la inhibición lo que la aparta del síntoma y de la angustia. La disminución radical del deseo se observa en la identificación del sujeto con la nada. Nada de comida, nada de palabra, nada de relación social. El aislamiento es la consecuencia de un yo afectado en sus relaciones objetales de tal modo que ha perdido la escena del mundo, de los semejante y del fantasma. Se verifica que el Imaginario está alterado por una falla producida en el estadio del espejo.

Sin embargo, el deseo se mantiene pero de manera lábil. Se trata de un deseo incipiente que permanece en un circuito pulsional actual pero que abre al futuro para hacer caer la necesidad luego de producir una falta en el Otro.

La pulsión: oral y escópica.

En la anorexia está inhibida la dinámica de la gramática de la pulsión. Los tres tiempos de la pulsión están alterados por el congelamiento de su funcionamiento. El nuevo sujeto del deseo no aparece. Por lo tanto no hay intervalo entre significantes. No hay cadena de significantes para representar al sujeto sino holofrase entre el primer significante (S1) y el segundo(S2). El objeto mirada no está perdido. Se mantiene en lo real. La operación de separación de la pulsión no ha logrado realizarse.

El tratamiento analítico. Del objeto de la necesidad al sujeto de la palabra. La subjetivación.

Los siguientes objetivos orientan la dirección del tratamiento:- A partir de la escucha de la palabra, liberar la función simbólica que ha sido

inhibida. Asimismo escuchar el deseo propio naciente. La intervención analítica es un acto que hace caer al objeto de la necesidad para salvar el deseo. Esta operación es separación del objeto a. Entramos en el tratamiento por la transformación del objeto de la necesidad en objeto de deseo para dejar luego emerger al sujeto de la palabra.

- Facilitar reanudar el lazo social, salir del aislamiento, reerotizar el cuerpo- Restituir la sexualidad y la menstruación en la mujer.- Sostener el análisis en la dirección de reconstruir relaciones amorosas y amistosas,

en reconstituir una relación alimenticia placentera.- Relanzar un proyecto de vida para el futuro que se apoye sobre el propio deseo. - Trabajar en la construcción de una demanda de tratamiento psicoterapéutico que

surja del paciente mismo.