La Cacería, Laura Gallego García

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  • 8/12/2019 La Cacera, Laura Gallego Garca

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    LA CACERA

    Era la primera vez que Leonor acompaaba a su padre en

    una cacera.

    La caza era cosa de hombres. El seor de aquellas tierras

    gustaba de internarse en los bosques que l consideraba de su

    propiedad, con un buen destacamento de hombres de armas

    entre los que se encontraba el padre de Leonory un grupo de

    alanos que el amo cuidaba con mimo. Las comadresmurmuraban que el seor quera ms a sus perros y su caballo

    que a su esposa e hijos, pero Leonor no saba nada de todo

    aquello, ni le importaba. Su padre haba servido bien al seor

    desde que era mozo, y ste le haba recompensado con un

    pequeo castillo que dominaba un modesto territorio. El padre

    de la joven, que haba sido un segundn, no aspiraba a ms.

    Leonor y su madre se pasaban el da en casa, hilando, bordando

    y hablando con las doncellas. La muchacha no haba aprendido a

    leer. Para qu? Bastaba con que se conservase casta y hermosa.

    Algn da, su padre la entregara por esposa a un noble, y

    entonces su familia se vera honrada, y sus territorios

    aumentaran.

    Ella nunca haba tratado de luchar contra su destino. No

    era un hombre. No necesitaba pelear, ni salir de caza, ni

    demostrar su fuerza y su vala. En las fras noches de inviernoagradeca poder estar junto al fuego de la chimenea, mientras su

    padre dorma al raso, acompaando a su seor en alguna de sus

    campaas.

    Por eso le haba extraado la orden de su padre.

    Aquel da saldran de caza, y Leonor los acompaara.

    La caza no era un ejercicio propio de damas y doncellas.

    De todas formas, Leonor no se senta atrada por l. La primera

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    vez que haba visto a su padre volver de caza, ste haba trado

    un cervatillo ensangrentado. Leonor tena entonces seis aos y

    jams haba olvidado la mirada muerta de aquel animal. Desdeaquel da, cuando los hombres regresaban de la caza, ella

    siempre se esconda en su habitacin, para no ver a sus vctimas.

    Saba que ms tarde, en la cena, ella participara de aquel botn,

    pero, de todas formas, no poda evitarlo.

    Tal vez porque ella no era ms que una dbil mujer.

    De todos modos, no deseaba ir de caza con los hombres.

    Haba mirado a su padre, tratando de hacrselo comprender,pero la mirada de l no admita rplica. No era una peticin, sino

    una orden.

    Leonor obedeci.

    Y ahora se encontraba all, siguiendo a la comitiva de

    cazadores, montada en su palafrn. No haba ninguna otra mujer

    en el grupo. Leonor saba que deba agradecer a su padre que le

    permitiese acompaarlos, pero, por alguna razn, sospechaba

    que haba algo que no le haba contado.Los perros corran delante de ellos, ladrando. El seor

    conversaba animadamente con sus guerreros. Pareca estar de

    excelente buen humor, si bien un poco tenso, como si esperara

    encontrarse con algo desconocido en la espesura.

    Segn fueron alejndose del castillo, esa sensacin fue

    hacindose cada vez ms fuerte. El amo dej de hablar y se

    encerr en un silencio pensativo y hermtico.

    Tampoco los dems hombres hablaban mucho.

    Leonor vio que uno de los perros haba hecho salir un

    ciervo de entre la maleza. Uno de los arqueros tens su arco,

    pero el seor alz la mano y neg con la cabeza.

    Siguieron adelante.

    El trayecto fue ms largo de lo que Leonor haba

    sospechado en un principio. Se alejaron tanto del castillo que la

    muchacha se pregunt, inquieta, si lograran volver antes del

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    anochecer. Finalmente dejaron atrs el bosque conocido para

    internarse por los rincones ms salvajes de la floresta. Leonor se

    senta cada vez ms intranquila. Los caballos encontrabandificultades para avanzar, y las ramas de los rboles apenas

    dejaban pasar los rayos del sol. Los ladridos de los perros se

    oan muy lejanos. Los hombres espiaban a su alrededor con el

    ceo fruncido. Ya nadie hablaba.

    Finalmente, el seor detuvo su caballo y baj de l. Sus

    hombres le imitaron. Leonor se qued sobre su palafrn,

    preocupada e indecisa.Os parece que nos estamos acercando a la morada de

    la bestia?pregunt el amo, mirando a su alrededor.

    Sus palabras causaron un profundo desasosiego en

    Leonor.

    Sin duda, seorrespondi alguien, hemos llegado

    a lo ms profundo del bosque.

    El noble asinti, ceudo.

    Traed a la muchacha.Leonor se sinti de pronto atenazada por el miedo. No

    fue capaz de bajar de su montura. Su padre avanz hasta ella y

    la cogi de un brazo, obligndola, suave pero firmemente, a

    descender hasta el suelo.

    El amo la observ atentamente, como evalundola.

    Eres virgen?

    Ella no fue capaz de contestar.

    Responde!le orden su padre entre dientes.

    S-s, seor pudo decir ella. Soy soy doncella

    todava.

    Sinti que un intenso rubor cubra sus mejillas, y baj la

    vista.

    Eso me dijo la ltima barragana con la que compart

    mi lecho coment el seor, socarronamente. Las mujeres

    harais cualquier cosa con tal de convencernos de vuestra virtud.

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    Pero, desgraciadamente, son pocas las que llegan a tu edad con

    su doncellez intacta

    Respondo por ella, seor intervino el padre deLeonor. La he guardado celosamente desde que era nia.

    El amo sigui observndola, con tal intensidad que la

    hizo enrojecer de nuevo.

    Servirdijo finalmente.

    Hizo una sea y dos de sus hombres la cogieron por

    ambos brazos. Leonor no pudo reprimir un gemido cuando la

    empujaron hasta un rbol y sacaron una soga para atarla a l.Con cuidado, pedazo de bestiasgru el amo.

    Leonor mir a su padre, implorante; ste pareca algo

    preocupado, pero no hizo nada por liberarla. El seor avanz

    hasta ella para asegurarse de que el nudo estaba bien hecho.

    Despus baj la vista, y Leonor se sonroj por tercera vez.

    Le descubrimos los pechos?

    El padre de la chica se removi, incmodo.

    No creo que sea necesario, seorPuede que noadmiti el amo. Muchacha, sintate

    ah, sobre la hierba.

    Leonor obedeci, aunque la soga le tir de los brazos

    dolorosamente. El noble la ajust para que ella estuviese ms

    cmoda.

    Y ahora?

    Ahora respondi uno de sus hombres, nos

    apostaremos por aqu cerca y aguardaremos a que venga la

    bestia, atrada por el olor de la virgen.

    Leonor gimi.

    No temas, muchacha dijo el amo. Si realmente

    eres virgen, como dices, la criatura no te har ningn dao.

    Dicen los sabios que sienten debilidad por las doncellas; su

    contacto los vuelve mansos como corderillos. Y, de todas

    formas, nosotros estaremos cerca, preparados para atacar.

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    Sus palabras no consolaron a Leonor, quien de pronto

    comprendi que los hombres la haban llevado a la cacera con

    el nico propsito de que sirviera de cebo a la bestia quepretendan cazar. La joven no pudo evitar una lgrima

    silenciosa. Era cierto que era virgen, pero bastara eso para

    protegerla de la bestia a la que tena que atraer?

    No se atrevi, sin embargo, a oponerse. En apenas unos

    minutos la haban dejado sola con los caballos. Todos los

    guerreros, incluidos su padre y el amo, haban ido a ocultarse

    entre la espesura.Pas el tiempo. Leonor se senta cada vez ms

    desgraciada; engaada, abandonada por todos, incluso por su

    padre. Deseaba que aquella bestia no existiese, que todo fuese

    una farsa, que el seor se cansase de aquel juego y pudiesen

    regresar a casa cuanto antes. Los brazos le dolan y no senta la

    pierna derecha. Los sonidos del bosque profundo no contribuan

    precisamente a tranquilizarla.

    Entonces oy un murmullo y se irgui, atenta. Aguz elodo y lo oy de nuevo. Sera uno de los guerreros? Sera un

    animal del bosque? O sera la bestia?

    El corazn le palpitaba con fuerza. No se atreva a

    respirar, ni tampoco a moverse. Por el rabillo del ojo capt un

    levsimo movimiento en la espesura y lleg a percibir la fugaz

    presencia de un cuerpo de inmaculada blancura.

    Leonor trag saliva. Ninguno de los hombres del amo

    vesta de blanco. El cuerpo que haba apenas vislumbrado no era

    muy grande. Cmo de grande era la bestia? Leonor no lo saba,

    porque nadie se haba molestado en explicrselo.

    Record entonces las historias que contaban los

    trovadores que ocasionalmente visitaban aquellas tierras.

    Historias sobre un caballero que se haba perdido en el bosque y

    haba llegado hasta el Ms All, guiado por un ciervo blanco.

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    Sera un ciervo blanco la criatura que se mova por la

    floresta?

    Hubo un nuevo movimiento. Leonor retrocediinstintivamente cuando algo surgi de la maleza, justo frente a

    ella.

    Se qued sin aliento.

    Era pequeo y delicado, con los pies hendidos como las

    cabras y una cola parecida a la de un len. Su crin era suave y

    ligera, y Leonor sinti ganas de acariciarla. Sus ojos eran

    profundos como pozos sin fondo.La muchacha se sinti conmovida en lo ms hondo. No

    sinti miedo del largo cuerno en espiral que adornaba la frente

    de la criatura, un nico cuerno, que relumbraba con la luz de

    cien soles.

    Un unicornio, pens ella, fascinada.

    Y entonces lo comprendi.

    Contaban que el cuerno del unicornio posea propiedades

    milagrosas. Poda hacer que hasta el hombre ms impotenteengendrara un hijo. Poda purificar hasta el ms mortfero de los

    venenos. Poda otorgar proteccin a quien lo llevase.

    Contaban tambin que nadie poda cazarlo, porque en su

    mundo era gil y silencioso como una sombra, porque su

    mgico cuerno le protega a l tambin. A no ser que los

    cazadores llevaran consigo una doncella virgen, porque el olor

    de la virgen lo atraera hasta el extremo de que la criatura saldra

    de su escondite, donde quiera que estuviese, para apoyar la

    cabeza sobre el regazo de la muchacha. Entonces, los cazadores

    podran capturarlo.

    Pero lo que nunca nadie haba contado era que el

    unicornio fuese un ser tan infinitamente hermoso.

    Leonor respir hondo, sorprendida. Nunca haba

    imaginado que en aquel bosque morase un unicornio.

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    Observ, fascinada, cmo la criatura se echaba sobre la

    hierba, a su lado, batiendo blandamente en aire con su cola de

    len.Leonor quiso tocarlo, pero no poda, porque estaba

    amarrada al rbol. Comprendi entonces que la haban atado

    para que no hiciese ningn movimiento brusco que pudiese

    asustar al unicornio. La bestia, record. Qu bestia? Aquel

    animal era tan hermoso que no dudaba que acababa de

    descender directamente del Paraso.

    El unicornio la miraba, y ella lo mir tambin.Y se le encogi el corazn.

    El unicornio era viejo, ms viejo que aquel bosque, y

    sabio, ms sabio que todos los hombres.

    Pero estaba solo.

    Los otros animales del bosque no posean su inteligencia.

    Y los hombres lo perseguan para matarlo.

    Se haba acercado a Leonor porque necesitaba compaa.

    La virginidad de la muchacha no tena nada que ver. Era,simplemente, su inocencia.

    Porque saba que ella no le hara ningn dao.

    Todo esto lo haba entendido Leonor sin necesidad de

    palabras. Tampoco ella fue capaz de pronunciar una sola.

    Lentamente, el unicornio baj la cabeza.

    Qu haces?, quiso decirle ella, angustiada. Vete,

    mrchate!.

    La criatura apoy la cabeza en su regazo. Era una

    especie de saludo, Leonor lo comprendi muy bien.

    Te van a matar!susurr por fin. Mrchate!.

    El unicornio alz la cabeza y la mir.

    Una flecha silb en el aire. Todo sucedi muy rpido.

    Leonor grit. El unicornio salt a un lado con increble

    rapidez. Leonor cerr los ojos y se encogi sobre s misma.

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    Oy que la flecha se clavaba en el suelo, junto a ella.

    Oy el sonoro juramento lanzado por el seor de aquellas

    tierras.Abri los ojos. La flecha an vibraba a su lado. Los

    hombres salan, unos tras otro, de la espesura. Al unicornio no

    se lo vea por ninguna parte.

    Maldita sea! gru el amo. Lo tena a tiro!

    Cmo ha podido escaparse as?

    Tras l apareci el padre de Leonor, muy plido. La

    flecha haba pasado rozando a su hija. Su seor ya no parecainteresado en ella; estaba escudriando la espesura, con el arco a

    medio tensar, buscando al animal que se les haba escapado.

    Leonor apenas se movi cuando su padre la desat.

    Lo siento, hijasusurr.

    Leonor no dijo nada. Ni siquiera lo mir.

    Un buen rato despus, cuando el grupo abandonaba el

    bosque, Leonor sinti en la nuca la mirada del unicornio. Se

    volvi un momento y vio a la criatura plantada entre la espesura,observndola fijamente.

    Ninguno de los guerreros la vio.

    Leonor sonri y se despidi mentalmente del unicornio,

    sabiendo que nunca lograran atraparlo, porque el unicornio era

    viejo, ms viejo que aquel bosque, y sabio, ms sabio que todos

    los hombres.

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